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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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VERA LÚCIA DE OLIVEIRA [11.493]

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VERA LÚCIA DE OLIVEIRA

Nacida en São Paulo, BRASIL  1958, de madre italiana.


Ha pubblicato diversi libri di poesia, alcuni dei quali in quanto vincitrice di concorsi nazionali in Italia e in Brasile:
- A porta range no fim do corredor, San Paolo, Scortecci, 1983 (raccolta vincitrice del 1° Concurso de Poesia Scortecci 1982);
- Geografie d’Ombra, Venezia, Fonèma, 1989;   
- Cose scavate, Premio Nazionale di Poesia “Sandro Penna”, Perugia, 1991;
- Pedaços/Pezzi, Cortona, Etruria, 1992;
- Tempo de doer/Tempo di soffrire, Pellicani Editore, Roma, 1998;
-Immagina la poesia, CD multimediale di poesie, musica e foto, Perugia, 2000;
- La guarigione, Edizioni La Fenice, Senigallia, 2000 (raccolta vincitrice del Premio Nazionale di Poesia Spiaggia di Velluto Senigallia 2000) ;
- Uccelli convulsi, Piero Manni Editore, Lecce, 2001 (raccolta vincitrice della VI edizione 2000 del Concorso Nazionale di Poesia del Comune di S.Donato di Lecce);
-No coração da boca/Nel cuore della parola, Adriatica Editrice, Bari, 2003;
- A chuva nos ruídos, Escrituras Editora, San Paolo, 2004 (opera vincitrice del Prêmio Academia Brasileira de Letras de Poesia 2005, Accademia Brasiliana di Lettere, Rio de Janeiro).
- Verrà l’anno, Fara Editore, Santarcangelo di Romagna (RN), 2005 (opera vincitrice del Premio Nazionale di Poesia “Popoli in Cammino”, Milano, 2005, del Premio Nazionale di Poesia Comune di Travia, Palermo, 2006, e “vincitore finalista” del Premio Internazionale di Poesia Pier Paolo Pasolini, Roma, 2006).
Nel 2006 ha vinto il 1° Concurso Literatura para Todos del Ministerio da Educação e da Cultura brasiliano con il libro Entre as junturas dos ossos, stampato in 300.000 copie, premiazione a Brasilia alla presenza del Presidente del Brasile Luiz Inacio Lula da Silva.

Ha pubblicato saggi e antologie poetiche delle quali è stata la curatrice.

- Poesia, mito e storia nel modernismo brasiliano, saggio, Guerra Edizioni, Perugia, 2000.
- Poesia, mito e história no Modernismo brasileiro, saggio, Editora UNESP / Edifurb, San Paolo, 2001;
- Poesie, Manuel Bandeira, antologia, Fonèma Edizioni, Spinea (VE), 2000
- Illuminazioni, Lêdo Ivo, antologia poetica, Multimedia Edizioni, Salerno, 2001;
- Miei Cari vivi, Carlos Nejar, antologia poetica, Multimedia Edizioni, Salerno, 2004.
- Por dentro do fruto a chuva, Nuno Judice, antologia poetica, Escrituras Editora, San Paolo, 2004
- Storie nella storia: le parabole di Guimarães Rosa, saggio, Pensa MultiMedia, Lecce, 2006
- Utopia Selvaggia: l’indio del Brasile, saggio,Alberto Gaffi Editore, Roma, 2006








ESE PERRO QUE ME SIGUE…

ese perro que me sigue
es mi familia, mi vida
él tiene frío pero no ladra ni pide
él sabe que lo que yo tengo
lo reparto con él, y lo que yo no tengo
también lo reparto con él
él es mi hermano
él es quien es mi dueño

 De la antología “Cintilaçoes da sombra” (Centelleos de la sombra), coordinada por el poeta y filósofo Víctor Oliveira Mateus






Extraídos de
ANTOLOGÍA DE POESÍA BRASILEÑA
Org. de Floriano Martins y José Geraldo Neres
Selección de Jaime B. Rosa
Valencia, España: Huerga & Fierro Editores, 2006

Traducción de Gladys Basagoitia Dazza





ROSTRO INVERSO

me enfermaba para ver a mi padre quitarse
las vigas
reconstruir sobre nosotros sus manos de algodón

no se avergonzaba de amar
nuestros ojos con fíebre
nuestra esencia quebradiza

podaba aristas
su ley de sombra
sus gestos de cemento y cal

nuestra alma meditaba como hacer durar
el breve
retejer los cuerpos con fragilidad y
dolor
         rincón donde füera posible
         acariciar ai padre
         tocar su rostro inverso
         de pájaro cojo





ROSTO INVERSO

adoecia para ver o pai despetalar-se os
caibros
refazer sobre nós suas mãos de paina
não se envergonhava de amar
nosso olho de febre
nossa essência quebradiça
podava espigões
sua lei de sombra
os gestos de cimento e cal
nossa alma parafusava, como durar
o breve
retecer os corpos de fragilidade e
dor
ângulo onde possível
tatear o pai
alisar seu rosto inverso
de pássaro coxo





MOLIENDA

molía y remolía semillas
graves como dentro
          los molinos
la tarde el sol
los huesos blandos de los panos
el rumor de la sangre
que raspa los rincones
brisas de voces
recodos dei tiempo
dolores sin vuelto
dolores
y la pieL y la carne
y la ropa
de la trituración










MOENDA

moendo e remoendo grãos
graves como dentro
         os vórtices
o sol a tarde
o osso mole dos panos
o barulhinho do sangue
raspando-se nos ângulos
aragens de vozes
viragens de tempo
sem troco dores
dores
e a pele e a carne
e a roupa
na trituração










DESGARRARSE

acuando comienza la muerte?

iqué sordo estridor
se pone a quebrar
por dentro
su ladrillo?

¿quién despierta
este desgarramiento?
¿quién socorre
las partes
         inertes
         que caen
         en cada mano de padre
         en cada arruga de madre
         en cada tibieza de perro
         de casa
         para acunar
         nuestra inanición?





ERGARÇAR-SE

quando começa a morte?

que surdo ranger
põe-se a quebrar
por dentro
seu tijolo?

quem acorda
esse esgarçar?
quem acode
as partes
         brutas
         que tombam
         em cada mão de pai
         em cada ruga de mãe
         em cada tepor de cão
         de casa
         a ninar
         nossa inação?




TERCER MUNDO DEL CIELO

en el tercer mundo
dei cielo
van pequenas almas
pisoteadas
van niños
cuyo dolor devora la infancia

y los borrachos de la nada
constructores del propio luto
hambrientos de poesia
y de pan

allí se acuestan
sombras
en espera de Ias trompetas
    del juicio






TERCEIRO MUNDO DO CÉU

no terceiro mundo
do céu
vão alminhas
pisoteadas
vão crianças
cuja dor come a infância

e bêbados do nada
trabalhadores do próprio luto
famintos de poesia
e pão

sombras
ali se debruçam
à espera das tubas
      do juízo



ALFRED CORN [11.497]

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Alfred Corn 

(nacido el 14 de agosto 1943) es un poeta y ensayista estadounidense.

Alfred Corn nació en Bainbridge, Georgia en 1943 y se crió en Valdosta, Georgia.

Se graduó de la Universidad de Emory en 1965 con una licenciatura en literatura francesa. Obtuvo una maestría en literatura francesa en la Universidad de Columbia en 1967.

Viajó a Francia con una beca Fulbright, donde conoció a Ann Jones, con quien más tarde se casaría. 

Carrera 

Su primer libro de poemas, All Roads at Once, apareció en 1976, seguido de  A Call in the Midst of the Crowd (1978), The Various Light (1980), Notes from a Child of Paradise (1984), The West Door (1988), Autobiographies (1992). His seventh book of poems, titled Present , appeared in 1997, along with a novel titled ' Part of His Story'.

Fue galardonado con el Premio Levinson 1982 por la revista Poetry. 

Recibió un Premio de Literatura de la Academia de las Artes y las Letras en 1983 y una beca Guggenheim en 1986. En 1987, fue galardonado con una Beca de la Academia de Poetas Americanos. 

OBRA:

All Roads at Once (1976) Viking Press ISBN 0-670-11410-3
A Call in the Midst of the Crowd: Poems (1978) Viking Press ISBN 0-670-19979-6
The Various Light (1980) Viking Press ISBN 0-670-74322-4
Notes from a Child of Paradise (1984) ISBN 0-670-51707-0
The West Door: Poems (1988) Viking Press ISBN 0-670-81956-5
The Metamorphoses of Metaphor: Essays in Poetry and Fiction (1987) Viking Press ISBN 0-670-81471-7
Autobiographies: Poems (1992) Viking Press ISBN 0-670-84602-3
Part of His Story: A Novel (1997) Mid-List Press ISBN 0-922811-29-6
Present (1997) Counterpoint ISBN 1-887178-31-7
The Poem's Heartbeat: A Manual of Prosody (1997) Story Line Press ISBN 1-885266-40-5 , (2008) Copper Canyon Press ISBN 978-1-55659-281-2
Stake: Selected Poems, 1972-1992 (1999) Counterpoint ISBN 1-58243-024-1
Contradictions: Poems (2002) Copper Canyon Press ISBN 1-55659-185-3
Tables (2013) Press 53 ISBN 1-935708-74-0




Presentamos, en versión de Guillermo Arreola, un texto del poeta norteamericano Alfred Corn (Georgia, 1943). Es autor de más de una docena de poemarios entre los que se cuentan Tables (2013), Contradictions (2002) y Stake: Selected Poems, 1972–1992 (1999). Corn ha merecido distinciones como el Levinson Prize de la revista Poetry así como  el Premio en Literatura de la American Academy and Institute of Arts and Letters.







UN DIARIO DE OREGÓN


I

Por la tarde las olas son puro vaivén
cuando la marea repunta, y el derrotado ojo se retira
a echar ancla en la escollera. Vacante de agua,
el pie del arrecife era un seco paisaje marino
de anémonas verdes y un banco de mejillones azul plomizo
crujiendo en el doloroso torrente del aire.
Los depredadores, entonces, la caléndula y las estrellas rosa hígado
caían en posturas de bailarines a los charcos entre las rocas,
vencidas contra las costras de percebes.
Ahí está ahora,
magnificada por el tiempo, observando;
tu expansivo cabello se agita, se esparce.
Recogiste una concha de mejillón vacía, pareada aún,
y me ofreciste la mitad, una vieja y deslucida cucharilla,
su diminuta concavidad perlada de grisáceos arcoiris.
Algo en tu aspecto o en la tenue luz
dice que no siempre estaremos juntos.
Al fondo, alterosos grupos de un blanco imperecedero
tañen contra la brisa del mar.
No creo que los hayas visto, o a mí, probando
la dureza de hueso en el filo de la concha.
Intenté romperla, luego la devolví a la gran fábrica
del océano donde será triturada
y renacerá como alga, pez, pájaro,
estrella –u otra instancia de su ser.



II

Aparecieron
las fiebres, luego un delirio azul nieve,
posiblemente el origen de las primeras imágenes:
de noche el paso apresurado sobre arenas audibles,
la mente escombrando la neblina 
de agitadas superficies, sentir fiebre
junto a las siluetas de las rocas.
                                               Una luna lechosa,
no, una aspirina rota trocando la aplomada bruma
en platino con su avinagrada luz.
                                                           Vimos
el reflejo de una estrella salobre en la lluvia,
de este lado el alcance de las olas…
no reconoce el sosiego;
como si pudiéramos yacer y las olas
no dejaran resonancia en nuestro oído interno,
y las mareas altas no procurasen cambios de percepción.
Los mejores temas son los que nos conmueven, los que de cerca
sigue la mano que deslizándose registra,
balancea el motivo de figura y línea.
Mis ojos se dilataron, jalé las cuentas
de textos de ensueño conforme al transcurso de cada día,
y nuestro reloj nocturno, cuadrante lunar,
crecía con el tiempo que pasábamos juntos.



III

La mañana y el sendero de un jardín: hojas que parecen
comestibles como lechuga a no ser
por sus dentados márgenes, que prometían un ácido jugo verde.
Hortensias, enormes esponjas índigo,
los carnosos pétalos ensopándose de rocío.
Flores de lavanda –una primavera
delincuencial–, doblegadas ebriamente en sus vapores,
me tocaron un hombro cuando pasé, un baño
matinal…
                        Dije, durante nuestra caminata
del bosque mar arriba: “Sólo dos cosas
hacen que la vida valga la pena.
Una es el amor.”
            – “¿Y la otra?”
            – “La memoria.”

Parecía verdad: ¿de qué otra forma transcurren las muertas
extensiones  del tiempo sin abrir el álbum
de desgastadas fotografías, antiguos errores, bailes de antaño?
¿Sin el tacto y los centelleos de la piel, sin sábanas, sin las apagadas chimeneas de ojos a medio cerrar? Siempre menos ferviente
que yo, tú sugerías: “conversación, arte,
alimento, bebida”. Un compendio razonable.
Ascendimos por una extraña colina, iluminada
con la plata que se filtraba entre  las hojas; practicando el naturismo,
el amor, la memoria. Viéndonos cómo nos movíamos
hacia el sol –una enorme flor de latón que se abría encima de mi cabeza–,
la luz del día se estrelló contra la quietud.
                                                           Me recosté
para aclimatarme a los cambios, reposando
en mi mundo, que no reconocía el tuyo. Arriba,
endebles columnas, coronadas con tipis hechos de hojas perennes
–los abetos se mecían, boyantes, agitados de nuevo
pacíficamente en la suave brisa–. Era un azul postrero,
y el más claro índigo, una tinta esencial.
Coexistimos. Un colibrí confundió
con flores nuestras prendas en los acompasados verde y marrón
que nos envolvían. Voló con movimientos
de helicóptero; vacilaba, perplejo ante la ropa
y se fue como llegó.





IV

Al mediodía: una mezcolanza japonesa de algas morenas
crujía bajo los pies. Más adelante los secos tablones
que el mar arrastraba, esculturas abandonadas, antiguos
metales profundamente rayoneados, según nos dejaban ver sus vetas.
La arena cambia frente a nuestros ojos,
curdoroy espacioso como una ballena, prendas áridas, estampados
horizontales en apagado muaré gris.
Todo es momentáneo, los colores, las líneas.
Inventamos el mundo y una espaciosa copa para albergarlo:
vi rústico y hermoso pasto marino enraizado
en las más finas arenas, y quise decirlo.
Descubrimientos conmovedores, fiebre, flujo de arena,
voces que demandan forma para los días
que han olvidado sus colores…
Allí dio inicio todo, entre el oscilante blues y
la plata pautada. Algo haré,
versos brillantes para mí o para el uso de alguien más,
luz de otros mundos fundiéndose con éste.




V

El viaje hacia el interior  –otros árboles.
Paisajes, superficies verdes perforadas
por techos aldeanos, de tejas planas y ligeras como satín gris.
Los arces mostrando sus amarillos brotes,
y franqueamos un no pueblo cuyos señalamientos le daban nombre: 
Remoto.
            ¡Siempre es tan cansado manejar colina abajo!
Pasamos frente a mirtos y piceas en fila, sin prisa.
Reconocí el rojizo madroño,
una especie de árbol mito, que algún niño
pudo haber dibujado. Parecía tan fuera de lugar
allí entre elegantes construcciones
de picea y abeto. Las coníferas, tan arcaicas,
tan al margen del tiempo, de pie tan nuevas,
azules y sempiternos árboles de navidad.



VI

Un cementerio tierra adentro:
en la cumbre de una larga, cálida colina,
tierra enrojecida y hojas de roble oscuro;
grave formalidad de piedras inclinadas, fechadas
en los años sesenta y ochenta. “Mr. Daniel.
–Su muerte hizo más necesario al cielo.”
Debatimos la interpretación de este epitafio.
            No lejos, bajo la pordiosera sombra
de un madroño con musgo comestible, una piedra cariada
se asfixiaba bajo una telaraña de algarroba.
Unas descoloridas flores de plástico morían de hambre en el arenoso suelo,
verde-amarillo y rosa. Adiviné las verdaderas facciones
de la muerte, casi reían, y después escuché
un cascabeleo de chapulines en los tibios tallos.
¿Eran serpientes venenosas? Me sentí contento de sentir miedo
de nuevo –no gracias a la muerte, que vuelve el vivir
casi innecesario.
                        Cada quien buscamos
monumentos con nuestros nombres. Hallaste uno.
Los pensamientos eran acacias cuando me senté y los observé,
cabezas de alfileres lanzadas entre los indolentes árboles.
Cuando nos marchamos, lamentaron las piedras que no nos pudiéramos quedar.



VII

Habiendo parado en un hotel, una habitación al arbitrio del fin.
Todo encuentra margen
en zonas sombreadas –mar, amor, tiempo pasado.
El diario podría servir como un ancla,
un registro de hechos  en la más densa vaguedad.
Así fue, excepto por las omisiones, concesiones
para el tacto, ensueño, forma; y el canturreo
del detalle persistente, cambios, azules eléctricos y platas
–el modo en que después encuentras
un hilo en una textura que no parece otra cosa
más que rompecabezas y telarañas.
¿Me hospedaría
de nuevo en aquella habitación? Las pruebas del pasado
se lavan allí todavía, un manuscrito atestado
de cambios, serpenteado de supresiones.
Alguien se detiene, colocando una mano en la plateada
perilla de la puerta, intentando recordar con precisión.
Pero el instinto, rehusándose a una última
revisión, aguarda y deja la puerta entreabierta.
El océano dice que el pasado es un proyecto
con segunda parte.

 http://circulodepoesia.com/2014/02/un-poema-de-alfred-corn/





Wonderbread

Loaf after loaf, in several sizes,
and never does it not look fresh,
as though its insides weren’t moist
or warm crust not the kind that spices
a room with the plump aroma of toast.

Found on the table; among shadows
next to the kitchen phone; dispatched
FedEx (without return address, though).
Someone, possibly more than one
person, loves me. Well then, who?

Amazing that bread should be so weightless,
down-light when handled, as a me
dying to taste it takes a slice.
Which lasts just long enough to reach
my mouth, but then, at the first bite,

Nothing! Nothing but air, thin air ....   
Oh. One more loaf of wonderbread,
only a pun for bread, seductive
visually, but you could starve.
Get rid of it, throw it in the river—

Beyond which, grain fields. Future food for the just
and the unjust, those who love, and do not love.






WILFREDO ARRIOLA FLORES [11.498]

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Edgar Wilfredo Arriola Flores 

Nació en San Salvador, El Salvador en 1988. Miembro del taller de letras de la Universidad Evangélica de El Salvador (TLUEES). Su obra ha sido publicada en el único suplemento cultural del país; Suplemento 3000, fue incluido en el festival internacional de poesía San Salvador, El Salvador 2010 y 2011 en la celebración del Bicentenario, También ha recitado en escuelas, universidades y en eventos artísticos. Tiene publicado el poemario “Sueño Inverso” por la editorial La Fragua.






Soledad Compartida

La noche cristaliza el tiempo
Merma mi auxilio
Entre el vagón de las dos de la mañana
Va mi cuerpo lleno de soledades
Lleno de cosas tuyas que nunca han estado contigo
Improbable es mi necesidad
Si le doy un golpe a tu espacio
Con una bocanada de frío
Con algo de ti en mi boca
A mi reloj le crece la arena
Cuando te busco, le crece la espera
Es tanto lo que dejan las horas
es poco lo que hay de ti en mis versos
solo soledad
soledad compartida,
donde la noche suicida el silencio de mis días







Mi alma no tiene mar
azulada la sangre
yace el verso encapillado
en el matinal traje cívico
que portan los labios del amanecer
sintiendo las carabinas
me sepultan más en el recoveco
de mis velas interinas
los ecos rumoran
el espacio desierto que dejas
mis cejas unidos al desconsuelo
supuran la puritana intención
de apaciguar las turbias aguas de tu indiferencia
Mi alma no tiene mar.







ES CIERTO, mi mirada no detendrá el río.
En esta piedra solo cabe mi afán
donde se vierten las bocanadas de alientos
fenecidos en mi boca.
Distante sumerjo mis manos en los poemas
faltos de fechas.
Recuerdo el humo acibarado de las calles
con tu paño de rebeldes lienzos sobre mi cara
iracundo de vestirme con la mirada perdida de las aves que ignoran nuestro camino.
Yo no puedo detener el vidrio de los cristales
frecuentados por tu reflejo de mujer de tiempo inerte.
Tú si puedes detenerme,
como un reloj olvidado sin energía
y sin embargo te vas, así como las aves
que saben de su camino.







RUMORES

Nunca un rumor había sido tan visible
como la huida de dos pájaros en vuelo
los que se van usurpan los paisajes
meten su caminar herido, su leña en medio del frío.
La tarde es un niño de mirada insistente en la nada.
Este rumor sigue siendo de labios en medio del vacío
un tiempo intangible de nostalgias
una decisión de días confusos.
La historia es un número impar contra el olvido
sin saber que lo perdido
sucede para siempre.

Una sombrilla con sombra de llamas
cobija una década de interrogantes
en una casa donde no se sabe contar las hebras de tu nombre.
Hay rumores tan fuertes que pocos saben contar
por más que llegue la  noche
como la poesía
como el poeta,
que sabe domar al silencio con palabras,
y a la noche con sus huellas.
El dolor es un lienzo entre las garras de un águila
como las gaviotas son sobres con cartas para los muertos
manchando con su estela un cielo distante de agosto.
¿será ese otro rumor?
¿será que tus pasos saben olvidar mi camino?
no lo sé
hay dudas que pesan más que una verdad.
Sé que la llave de tu cuerpo
no sabe abrir más que puertas sin destino
mares sin luz, ríos sin corriente.
Ahora
tu ropa anda puesta en cualquier cuerpo
en respuesta de que
nadie huye dos veces de su destino.
Volver al pasado es atender trenes que nunca llegan
al puerto donde sólo zarpa el olvido.
Es que hay rumores secos, silentes, intempestivos
que desembocan en el mar
este puerto sabe de mi dolor,
más contarlo todo
es decir que nada fue cierto.
Quienes cuentan todo de su vida
aprenden a vivir de las respuestas…
Y ese no es un rumor
es mi verdad.







LA LLUVIA DEBAJO DE UN POEMA

Los que esperan la lluvia debajo de un poema.
Quienes hacen de la tristeza una libertad
que cabe solo en un nombre.
La paz juega a comprometerse adonde no la llaman
por eso estoy tan deforestado
impropio, como el dogma de los desesperados
lleno de ropa del pasado
sin cuerpos, sin manos para quitarlas, simple, llano.
Soy la brújula en el tiempo de nadie.
Otra forma de auxilio crece en la página en blanco
también las letras se crucifican
en el puente de los enamorados.
Algo muere en medio de la frase:
Confieso que te he amado
Si se te da por quebrar las copas.
Hazlo.
Que los faros del olvido encienden
al contrario de quien los necesita.
Riega las flores con vino
toca en el piano, si es posible
La canción de los desesperados
La angustia mueve más que la capacidad
por eso somos un paisaje hecho a manos rotas.
Cuando nos desploman las letras del final de la película
e inundan la casa de un silencio de voces prestadas
y uno no es uno
sino un impostor en primera persona.
Luego el sax no perdona el lado blando del alma
me toca, nos toca; algo debe de estar herido
porque la sangre y las lágrimas no se equivocan.
De aquí me marcho porque la usura
arremete siempre en  noches de frío malintencionado
y no tengo más que un escudo, un verso, una bandera
y los ojos dilatados del gato que no esta.
Supongo las estaciones de tu piel
como brazas de invierno
dándole a tu mente el luto de una promesa sin cumplir.
Me resumo, por no contarme en ti
la bastedad solo se encuentra en quienes
conocen la inmensidad de lo preciso.
Por eso, por todo eso
me bastará tu última verdad
aunque recuerda compañera
en el infinito
lo más
y lo menos
están
de más.









DECIR ADIÓS

He conocido dolores que mienten cuando sonríen.
También he llorado como forma desequilibrada de la mirada
intimo aguacero de la pupila
pasión sin plomo
vértigos de mar adentro
historia de vacíos; todo eso dentro de una lágrima.
Quedan mis manos tocando
el cristal donde te marchas
agarro el puñado de intenciones
y pasan al cesto de los pasados sin futuro.
Todo tiembla.
La tristeza son cien hombros ocupados
donde no se puede llorar
las calles tienen un ritmo de fuga cuando no estás.
Así me pueblas, empapas de abandono todas las horas
y los días pasan a ser uno más en la muerte.
Te marchas
decir adiós es un pequeño acto suicida.







INFORME

Me informan que ha muerto el poema:
ha muerto llana,
en una esquina
conjurando la legitimidad de la angustia.
Su sombra se ha convertido en el listón de luto del tiempo
solemne
gótica
ha muerto una parte de la voz
de las letras
la palabra poeta ha perdido el alma
los libros se convierten en procesiones
los títulos son ramos que conmemoran lo fallecido.
Todo como una gran plegaria
funesta la pasión del herido
los caminos se manchan de lo vulnerable
las tormentas orquestan ese murmullo de lo intangible.
Ha muerto el poema:
se desgrana
nadie cree en la impostura del final
porque donde dejo de existir
lejos de su soledad
se ha poblado de vértigos
de relojes a su inversa
de todos sus cataclismos retóricos.
Las banderas desconocen la media asta
el minuto de silencio se grita
no hay lagrima
ni ojo que la derrame
ni historia que la cuente
ni tiempo para poner su deceso.
Me informan que el poema firma en lo eterno
que no conoce el fétido de las tierras aradas
que la diplomacia destruyo su mensaje de aliento
que lo ha cambiado por un silencio
aunque el silencio sea el verso más conciso del poema
el punzante
elocuente hasta cuando calla.
Informo que no nacerá en la muerte
que con su letra abrazara al desconsolado
le dará con su tesón
la palmada de las noches tristes
censurara al odio,
curara el vinagre de los minutos
donde no pertenecemos a nadie.
Ese tiempo de armas
donde el desamor es una elegante forma de violencia
que solo lo curara el preciso antídoto
llamado poesía.

Me informan que acá se ha escrito un poema.




ALBERTO MASFERRER [11.499]

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Alberto Masferrer

Vicente Alberto Masferrer Mónico, fue un maestro, filósofo, periodista, ensayista, poeta y político salvadoreño nacido el 24 de julio de 1868 en Alegría (antes Tecapa), Usulután y fallecido en el exilio el 4 de septiembre de 1932 en Tegucigalpa, Honduras. Escritor que marca con sus letras toda una época de la literatura salvadoreña a través de la definición de su pensamiento inclinado a la defensa de los más desposeídos y de denuncia social.

Alberto Masferrer nació en una población del oriente de El Salvador, de origen pipil y dominado posteriormente por los lencas. Su educación fue autodidáctica en combinación con educación formal. Su gusto por la lectura le llevó a escoger la docencia como carrera. Al respecto, Arturo Ambrogi expresaba: "Pocas veces he visto un lector tan tremendo como Alberto".

Carrera

Como periodista y político

Entre 1928 y 1930 fundó y dirigió el periódico Patria, en el cual hacía denuncia social y abogaba por la justicia para con los más necesitados en el marco de la pobreza generalizada del país. Trabajó periódicos y revistas nacionales e internacionales, fue redactor de los diarios El Chileno y El Mercurio, de Santiago de Chile; el semanario La Reforma, diario Los obreros unidos; en las revistas La República de Centroamérica, Actualidades, Bibliográfica Científico-Literaria, El Simiente y otros.

Inició su carrera política al ser nombrado cónsul de El Salvador en Argentina (1901), Chile (1902), Costa Rica (1907) y Bélgica (1910), así como en la Corte Internacional de Justicia en 1912; además se desempeñó como archivero de la contaduría mayor de la nación, redactor y director del Diario Oficial (1892), Secretario del Instituto Nacional (1890) y Asesor del Ministerio de Instrucción Pública (1916). Bajo la premisa fundamental de la lucha pacífica por los derechos de cada individuo, se convirtió en el ideólogo y director de la campaña política que en 1930 llevó a la presidencia al ingeniero Arturo Araujo. Ese mismo año fue electo como diputado nacional, y se separó políticamente del presidente y de sus posturas.

Pese a su oposición a la llegada a la presidencia del general Maximiliano Hernández Martínez, la toma del poder del militar fue inevitable. Desde ese momento, Masferrer trató de contener la violencia que se desataría meses después, en el levantamiento campesino de 1932, que dejaría como saldo la muerte de miles de indígenas y el exilio de Masferrer a Honduras. Su relación con el Partido Comunista Salvadoreño es poco clara, aunque sí hay referencias de la influencia pacifista que el escritor, de manera fallida, intentó ejercer.

Como maestro y escritor

Ejerció la docencia en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Chile y Argentina, siendo bautizado como "maestro y director de multitudes" por Claudia Lars.

Como escritor, su obra se caracterizó fundamentalmente por tratar temas sociales, exigiendo un mínimo de derechos para cada persona, dignificando al ser humano a través del uso de palabras fundamentalmente duras, polemizando sobre las costumbres socialmente aceptadas.8 Utilizó ocasionalmente el seudónimo "Lutrin".

Muerte

Tras su derrota política y moral por el estallido de la violencia que trató de contener, se exilió en Honduras, donde falleció víctima de su endeble salud y por parada cardiorrespiratoria. Durante toda su vida adoleció de diversas enfermedades como tuberculosis, sífilis, severas neumonías y una serie de serios accidentes cardiovasculares los cuales lo dejaron postrado en una silla de ruedas por periodos cortos en más que numerosas ocasiones, pasando casi la mitad de su vida en una de ellas. Los detalles escabrosos de su muerte son desconocidos puesto que falleció en soledad. Por este mismo motivo, se ha levantado un debate acerca del sitio de su muerte, pudiendo encontrar minoritariamente fuentes que afirman que falleció en San Salvador. Carlos Cañas Dinarte, escritor, licenciado en Letras y miembro de número de la Academia Salvadoreña de la Historia, en su libro "Diccionario de autoras y autores de El Salvador", afirma, en la página 320 de dicha obra: "Aquejado por la parálisis y por cierto nivel de lagunas mentales, su vida estuvo en peligro al retornar a El Salvador, cuando el avión que lo conducía tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en la hacienda La Carrera (Usulután), el 24 de agosto de 1932". Y más adelante, dice el mismo autor: "Falleció en la ciudad de San Salvador, en la noche del domingo 4 de septiembre de 1932. Considerado una verdadera manifestación nacional de duelo, su sepelio tuvo lugar en la tarde del día siguiente, en el Cementerio General capitalino".

En homenaje a Masferrer, existen diversas escuelas, universidades, plazas y monumentos que llevan su nombre, honrándole a nivel oficial y reconociendo su fuerte influencia sobre las generaciones de educandos y literatos nacionales. Además, por decreto legislativo del 30 de agosto de 1949, la tumba de Masferrer se considera monumento nacional.

Obras publicadas

Pese a la prolifera publicación de ensayos y escritos aislados, las obras completas publicadas por Masferrer son:

Páginas (1893)
Niñerías (1900)
¿Qué debemos saber? (ensayo epistolar, 1913)
Leer y escribir (ensayo sociológico, 1915)
Una vida en el cine (1922)
Ensayo sobre el destino (1925)
Las siete cuerdas de la lira (ensayo filosófico, 1926)
El dinero maldito (ensayo moral, 1927)
Helios (ensayo, 1928)
La religión universal (ensayo, 1928)
El minimum vital (ensayo político-social, 1929)
Estudios y figuraciones de la vida de Jesús (ensayo filosófico, 1930)
El rosal deshojado (versos publicados póstumamente en 1935)
Prosas escogidas (prosas publicadas póstumamente en 1968)






BLASÓN

Un andrajo de mi vida me queda: se perdió
en misérrimas luchas lo que era fuerza y flor.
Rateros y falsarios hacen explotación
de mi luz, de mi anhelo, de mi fe y mi valor.

¡Cuánta odiosa mentira serví, sin querer yo!
¡Cuánto lucro y engaño con mi luz se amasó!
Porque fui humilde y simple; porque en toda ocasión
creí que quien me hablaba tenía sed de Dios.

Lo que no profanaron los demás, lo mejor
que me diera el Destino, eso lo manché yo;
porque siempre fui débil, inestable, y porque soy
tal vez un pobre loco que enloqueció el fervor...

Y entre el diablo y el mundo hicieron de mi sol,
en vez de luz, tinieblas; en vez de paz, dolor.
Mas yo no culpo a nadie de mis caídas, no;
ni me inquieta un instante mi justificación:

si por necio o por débil mi vida fracasó
y en mi jardín florecen el mal y el error,
inútil ya sería saber si he sido yo
el culpable o la víctima de una maquinación.

Si el fruto está podrido, es que el gusano halló
en él propicio ambiente para su corrupción.
¿Fue la obra de un demonio, del azar o de un Dios?
Es igual... No revive una flor que se agostó.

Ahora con los harapos de mi fe y mi valor
y lo que todavía me resta de ilusión,
he de alzar un castillo y en él, como blasón,
en un palo de escoba y hecho un sucio jirón,
haré flamear al viento mi enfermo corazón.
Y en ese vil andrajo que será mi perdón
escribiré con sangre, menosprecio y rencor
este emblema del hombre que es su propio señor:
“Para juzgarme, nadie; para acusarme, yo.”






JUSTICIA PARA EL INDIO

Hace ya cuatrocientos y treinta años que los indios de América fueron subyugados, y
desde entonces son víctimas del asesinato, del robo, de la extorsión, del menosprecio,
el vilipendio en toda forma.

Se les ha ultrajado en su cuerpo, en su propiedad, en sus sentimientos, en
su trabajo, en su honra, en sus creencias. Se ha embrutecido a fuerza de malos tratamientos, se les ha enseñado a viciosos para explotarlos y para dominarlos, y una vez caídos en el vicio, se les ha tratado de imbéciles , de haraganes, de reacios al progreso, de sucios, de incivilizables.

Este crimen se está cometiendo en América hace ya más de cuatro siglos. Y no cesa
de perpetrarse, aunque su forma vaya cambiando según lo aconseja el interés o la hipocresía de los victimarios.

Ahora bien, este crimen colectivo, perenne y secular, es la causa principal de que América, Indoamérica, yazga en la postración, en la dependencia y en la humillación. Los blancos y los semiblancos de la América India , que son una muy pequeña minoría, ejercitan sus fuerzas en extirpar a los indios, que son los más , el ochenta por ciento de la población. Tanto valdría que la cabeza cifrara su interés y su ideal en deshacerse de sus brazos, de sus piernas, del tronco, de todo lo que forma el cuerpo.






NUEVAS PATRIAS 

¿Para que sirven una, dos, tres naciones mas, o muchas, organizadas 
según el molde civilizado, explotadoras, asesinas, prostitutas, morfinómanas, 
pauperistas, militaristas, suicidas, rapaces y mentirosas? 

¿Qué gracia, que mérito puede encontrar un hombre, si no fuese 
perverso e insensato, en fundar una nueva familia, si esta ha de ser tuberculosa, 
sifilítica, alienada o alcoholica? ¿NO pensará y sentirá que el fundar y sostener 
tal familia es una desgracia, una vergüenza? 

No así para el hombre que está cierto de casarse con una mujer honesta; 
de ser el mismo un hombre sano y honesto; de que sus hijos, entonces, resultaran normales, sanos y honestos. 

Pues así deberían pensar y sentir los hombres que se empeñan en fundar nuevas patrias. Deberían pensar que una patria más, civilizada, es decir, 
carcomida por la explotación, la usura, la miseria, el militarismo, la prostitución, el alcoholismo, el morfinismo, la ignorancia y demás plagas y pestes de 
la civilización, no solo no sería una patria digna de crearse y amarse, sino 
que sería una desgracia más, una vergüenza más. 

"El Rosal Deshojado"









ANTONIO GAMERO [11.500]

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Antonio Gamero

(1917-1974)
Poeta, periodista e intelectual salvadoreño, nacido en San José de Villanueva el 17 de marzo de 1917, y fallecido en San Salvador el 27 de octubre de 1974. Su vigorosa irrupción en el panorama literario salvadoreño, protagonizada por el poemario titulado T.N.T., supuso una auténtica conmoción en las Letras centroamericanas de mediados del siglo XX, y le consagró como una de las voces más valientes, rotundas y originales de la poesía hispanoamericana contemporánea.

Inclinado desde muy joven al cultivo de la creación literaria, pronto aunó esta vocación humanística con su acusada conciencia socio-política, manifiesta en los numerosos artículos que fue difundiendo en los principales medios de comunicación salvadoreños desde comienzos de la década de los años cuarenta. Convertido, así, en uno de los más relevantes intelectuales de izquierda de todo su ámbito geográfico-cultural, estuvo durante muchos años al frente de la crítica política y social de su país, y acabo asumiendo algunos cargos de responsabilidad en la administración salvadoreña, donde fue empleado de la Secretaría de Información de la Presidencia de la República y del Departamento de Prensa del Ministerio de Defensa, organismo que le editó algunos de sus escritos literarios y ensayísticos.

En su condición de periodista, colaboró activamente con algunas de las más importantes publicaciones políticas y culturales de su época, como El Magazine (suplemento semanal de El Diario de Hoy), la famosa revista Síntesis (editada por la Casa Presidencial) y Opinión estudiantil (órgano informativo de los estudiantes universitarios salvadoreños, caracterizado por sus preocupaciones sociales y su combatividad política). Además, fueron especialmente destacadas sus colaboraciones aparecidas en el suplemento literario sabatino del Diario Latino, donde tenían cabida todos los escritores que, como Antonio Gamero, pertenecían al denominado grupo SEIS (entre ellos, algunos tan relevantes como Oswaldo Escobar Velado, Matilde Elena López, Cristóbal Humberto Ibarra, Alfonso Morales, Manuel Alonso Rodríguez y Ricardo Trigueros de León).

Como poeta, Antonio Gamero había irrumpido en el panorama literario salvadoreño con un singularísimo poemario, T.N.T. (1948), que inmediatamente mereció los elogios de críticos y lectores especializados, si bien causó cierto estupor por la audacia de sus versos (particularmente, los vertidos en la composición titulada "Buscando tu saliva"). Este debut literario le acreditó como un autor valiente y heterodoxo, capaz de adentrarse en los terrenos poéticos más resbaladizos y peor asimilados por la sociedad "bienpensante" de su tiempo. En esta línea, dos años después publicó un segundo poemario titulado Bajo el temblor de Dios (San Salvador, 1950), obra que consolidó a Gamero como uno de los principales poetas salvadoreños de mediados del siglo XX.

Poco a poco, la poesía del escritor de San José de Villanueva fue evolucionando hacia una estética militante muy coherente con el alcance de su compromiso político, siempre enmarcado en la conciencia izquierdista; así, dio a la imprenta algunos títulos tan significativos como Canciones proletarias, El encargo de un nuevo Cristo, Un canto a la ramera y Elementos para una poesía moderna.





A manera de salmo de ausencia 

Rebotan mis palabras 
En las piedras oscuras del recuerdo 
Y mis lágrimas ruedan ateridas 
Y enhebradas con hilos en desfleco. 

No hay soñador que sueñe los sueños de mi noche: 
Apagado está el grito, muerto el clamor del alma: 
Y un mudo seguimiento de fantasmas y sombras 
Burlescamente hiere mi fría piel bronceada. 

Te invito a que regreses y, con los brazos tensos, 
Pregunto a los que llegan: ¿Vendrá hoy o mañana? 
Y con el agua clara llovida de la rosa, 
Lavo el último traje que viste mi esperanza. 


II 

Vienes de medianoche, —medianoche es distancia— 
Traes el alma llena de orfandad y de espanto: 
Tus ojos se suicidan en la angustia del tiempo 
Y el frío se detiene a ver qué hay en tus manos. 

¿Para qué recordar? ¿Para qué recordar? 
Todos un día fuimos por ilímites rumbos 
En busca de alegría, de luz, y retornamos 
Bordoneando caminos y destrozando muros. 

Para qué recordar? 
El sol que alumbra sabe que somos todavía 
Dos chispas ardorosas 
Para encender la vida. 
¿Para qué recordar, si las campanas dicen 
Alegres tu venida? 






Versos del hombre insosegado 

Ah, vida —carne mútila— 
La de un desosegado: 
Sentir la mano llena 
De aprestar una forma. 
Mostrar el alma abierta 
Sin abrigar la rosa 
Querer tenerte cerca, 
Querer que tú me oigas, 
Tener diez mariposas 
Agitándose adentro, 
Y no tener saliva 
Para mojar y resbalar tu nombre. 

Porque el suspiro viaja 
En alargados túneles de sombra, 
Y mis ojos, airados de no verte, 
Se van tornando ciegos 
Con ceguera de enfermo 
Llorando ante la muerte. 

Una venda invisible 
Me retiene las manos 
Y un amargo sudor de tierra negra 
Me sube por las plantas 
Y me quema los brazos; 
Y este rojo que llora con mi sangre 
Ya es un signo de espanto. 

Ah, vida —carne mútila— 
La del que tiene el alma 
Curtida de insosiego: 
Sentir la compañía 
De Dios hecha perfume en silencio, 
Oír como que caen las palabras 
De la boca de un ángel 
¡Y saber que es mi sombra la que me habla!






Poema de la voz intacta 

Habla mi voz autoritaria, 
—Invasora de nardos y de rosas— 
Mientras el pan de tu sonrisa se alza 
Desde el horno sangriento de tu boca. 

Bajo la tarde 
—Mujer ciega que lava sus penas en el tiempo— 
El corazón se vierte gota a gota 
En los innumerables móviles del silencio: 
Y es en vano seguir 
Las sombras de esperanza 
Donde anochece la mirada 
Y querer sepultarse en un suspiro 
O en un surco de lágrimas. 
En vano apretujar contra el recuerdo 
Mariposas heridas de distancia. 

Todo se ha muerto aquí: 
La inquietud de las rosas 
Prendidas en el alma, 
El sosiego uniforme de las piedras 
Curtidas de sol y agua, 
El vaho de miseria 
Que exhalan pies errantes, 
El furor de los gritos 
Y el rencor de la sangre. 

Por las calles sin alma 
Ya no se divierte el escándalo 
Ni la curiosidad de los ojos 
Que anhelan abismarse desnudos en un charco. 

Habla mi voz autoritaria, 
Pero los rojos nardos que te sirven 
Para oír, no se abren; 
Y mis palabras, en vaivén intacto, 
Regresan aturdidas a su base. 






Primer poema para antes de morir 

Tengo los brazos locos de abrazarte 
Y las manos tullidas 
De repicar las rojas campanas de tus senos; 
Me duelen las palabras, la boca sin saliva, 
De retener tu nombre en el silencio. 

Me está doliendo el alma 
Con un dolor de espejos 
Donde por muchos años 
Se enarboló desnuda la flama de tu cuerpo. 

Ya la muerte me busca 
Para pedirme el último boleto: 
Ya en tu lomo de piedra 
Se escribe el testamento de mi rica pobreza: 
Para mi madre lego 
Un corazón llorado de suspiros 
Y un alma proletaria que sabe de obediencias 
Y sabe de los gritos rebeldes en la angustia: 
Para mi padre, toda la fuerza de ser hombre 
Y de haber desafiado 
Las iras de los brutos con mi verbo, 
Y para ti, mujer, que asistes mi agonía, 
Queda mi nombre herido flotando en la tristeza 
Y un hijo casi negro bulléndote en el pecho. 

Y con tal de sentirme un hombre hombre 
Eres hoy la más hembra de todas las mujeres: 
Húmedos de tu frente 
Los gatos negros de sus cejas hacen 
Círculos de alegría, y tu serena 
Actitud democrática me da 
Libertad de que hable, de que piense, 
De que maldiga al tiempo 
Y de que suelte al mundo mis blasfemias. 

Y no lloras ni vienes enlutada, 
Sino vestida de valor y escándalo. 
Y nada importa el ojo que te mira: 

Tu presencia desvístese en el agua 
Que brota de mi angustia; 
En cambio yo, como amoroso perro, 
Golosamente lamo la ceniza 
Del fuego de tus muslos apagado 
Y olfateo la sangre 
Que enrojece tus manos. 

Ya pitó su alarido mi sirena. 
Soy un navío inglés que se está hundiendo 
Con el mar de tu sangre en su redor. 
¡Desde un avión nazista blindado de luceros, 
Dios bombardea muerte sobre mi corazón! 







El hombre inconforme 

Nada he perdido porque nada a la vida traje, 
Y me siento feliz de haber nacido pobre, 
Porque el rico no puede 
Parir con gran dolor las cosas grandes 
Y luchar en la lucha de los hombres. 

Feliz de haber mordido el corazón del vicio 
Y de haber sido siempre un inconforme. 
Yo nunca he sido esclavo de la monotonía 
Ni de la rigidez perenne de las torres. 
Abomino del rictus 
Que fatiga la muerta sonrisa de las momias, 
Y me arrastra el ejemplo de los seres 
Que hallan pequeño el mundo para sus incursiones. 

No puedo conformarme 
Con que haya junto a mí tantos patanes 
Que, en cambio de codearse con mi angustia, 
Debieran estar ya en los mudalares. 

Yo quisiera ser de algo muy etéreo, 
De algo que no se pueda contener en los frascos 
Igual que una loción o una sardina, 
De algo que nadie toque con sus groseras manos: 
Que pueda ir libremente de la calma a la tromba, 
Del bullicio al silencio, 
De la virtud al vicio, 
De la piedra a la rosa, 
Del más grande pecado al arrepentimiento, 
Del rojo fuego al agua, 
Del lodo al mineral, y de la urbe 
A la verde quietud de la montaña. 
Yo quisiera estar hecho de la esencia de Dios 
Que pasa por el lodo sin mancharse, 
Que, sin pecar, la vida de los hombres suprime, 
Que desata la guerra y no es Atila, 
Ni es nazi, ni fascista, ni rojo bolchevique. 

¡Mentira!, yo no puedo resignarme
A ser hombre vulgar como los otros; 
Y voy, en mi pequeña y angustiada existencia, 
Buscando días nuevos, nuevas noches, 
Nuevos mares de fuego en qué abrazarme. 
Buscando nuevas luchas para no ser jumento 
Que se aburre de hacer el mismo viaje. 

Y clamo porque todo el mundo sepa 
Que soy un inconforme, 
Y que, amigo del vicio y las virtudes, 
Soy hecho, mitad Dios y mitad hombre! 







Segundo poema para antes de morir 

Siento ya sobre el ojo que vio correr los días 
Batiendo récords trágicos de muerte 
El llanto de los hombres caídos en desgracia 
Después de ser ministros o inmunes consejeros 
En el imperio de Dios y la esperanza. 

Sorbo la miel salobre 
De los panales míseros que el huracán sacude 
En árboles bañados de espanto y de ceniza. 
Y mi nombre de pila ya no es nombre: 
Es un sonido roto, doloroso y sin forma 
Rodando hacia un planeta 
De mujeres sin ojos, sin manos y sin sexo, 
—Pájaro desplumado que va clavando el pico—. 

Y este motor nervioso de mis pies ateridos 
Avienta borbotones de aceite —roja sangre 
Que quiere resistirse 
A seguir por las rutas 
Olorosas a estiércol recién humedecido 
Y a piernas femeninas destrozadas 
Por hambrientos y largos colmillos. 

En la puerta que entreabre 
Sus grandes, sus inmensas fauces al Oeste, 
Hay una vieja sórdida que me llama, 
Reloj en mano. Es ella: la abominable muerte: 
La misma que con ojos sin pupila 
Hipnotiza al anciano 
Y se queda dormida con su mentón de huesos 
En las tranquilas vísceras de un niño. 

¿Me ves? ¿Me oyes? ¿Me sientes? ¿Te me apiadas? 
Soy un párvulo enfermo 
 Meciéndose en hamacas de tristeza, 
Un párvulo con hambre y ánimo desganado 
Que en su llanto terrible e inexplicable 
Quisiera hacer brotar de entre los labios 
Un nombre, un nombre, un nombre, 
Y agarrarse a una sombra cualquiera. 

Mujer en cuyos senos con lunares 
Amamanté mis ansias terrestres de lobezno, 
 Voy a morir: ¡Estoy contrito y desolado 
Con la desolación de un padre anciano y ciego 
Que en su agonía abraza a un hijo manco! 






Estancias para una resignación con la muerte 

Yo no sé por qué lloran 
Las esposas y madres y hermanas de los muertos. 
Si ya no está de moda 
El llanto, ¿por qué mojan de lágrimas el tiempo? 
¿Por qué no alzar el puño 
Y dar de puñetazos en el viento? 
¿Por qué no recoger el arma que dejaron 
Y fusilar la cólera del cielo? 

¡Cómo siento que soy el buen hermano 
Del que cayó abatido en la trinchera! 
Y con el alma herida de coraje 
¡Cómo siento en mi boca la blasfemia! 

Mujeres timoratas, alegraos conmigo 
De que los hombres mueran en la guerra! 
Dejad que todos caigan; 
Que caigan los patanes, los santos, los poetas. 
Hay urgencia del polvo de sus huesos 
Para abonar el surco de la tierra. 
Hay locos minerales subterráneos 
Que quieren adherirse a su tristeza. 

¿Qué porvenir tendrá un pobre soldado 
Que regresa al hogar sin una pierna; 
Que sus ojos llenose de sombras para siempre 
Y no sabe en qué punto quedaron sus orejas? 
¿Qué amigo le dará lo que ha perdido? 
¿Qué mujer le será su compañera? 
¿Qué foco de esperanza le alumbrará su abismo? 
¿Quién le rescatará de la pobreza? 
Nadie. La patria sólo 
Le pondrá sobre el pecho una dorada pieza, 
Y dirá el vulgo al verlo, fríamente: 
Ese es un veterano de la guerra. 

Madres, hijas y esposas, alegraos conmigo 
De que los hombres mueran, 
Porque ya los asilos y los hospitales, 
Los manicomios y los barrios pobres 
Están llenos de gentes miserables! 
Yo no sé por qué lloran vuestros ojos 
Y vuestros labios callan la injusticia. 
Si en la vida moderna no se llora, 
¿Por qué llenar de lágrimas la vida? 
Madres, hijas y esposas timoratas, 
Dejad que todos mueran. 
Estaba ya previsto 
Que morirían de hambre y de pavor. 
Sobre la era informa 
Que el huracán dibuja en sus cenizas 
Cae totalitaria la voluntad de Dios! 






HILDA HENRÍQUEZ DE FLORES [11.501]

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Hilda Concepción Henríquez de Flores 

Nació en la ciudad de San Salvador, el 2 de julio de 1942. Se graduó como Profesora de la Escuela Normal de Maestras "España", en el año 1960. Trabajó como docente en Educación Básica, durante treinta años. Su afición a la literatura la lleva a escribir su primer libro "La ventana encantada", que nos pone en contacto con el entorno de su tiempo (1942-1958) en un ambiente rural a orillas de la ciudad capital.

Su poesía despierta sensibilidad, haciendo retornar a un mundo real del pasado, lleno de encanto.






LA NUEVA LUZ 

Mi vida se volvió nueva y ahora 
Una inefable luz en mi reposa, 
Mi pulso de armonía se colora 
Un renacer alado en mí rebosa. 

Una infinita voz he descubierto 
Palpitando en la estrella que lejana 
Revela el encantado eco de un huerto 
Cuyo acento es palabra y filigrana. 

Como si el alma me sonríe siento, 
Cuando la voz inmensa de las cosas 
Me habla con el lenguaje de las rosas. 

Éste bien de los cielos que presiento 
De la poesía es numen sublime, 
Ahora anida en mi alma y me redime. 






LA MUERTE DEL ARCO IRIS 

Un manto de carbono insostenible 
Abraza a la ciudad con saña 
Implorando al cristal, los árboles se mueren 
Y se llevan del agua los misterios. 
En las calles se asfixia la sonrisa de los niños. 
El trajín aleve del metal, 
Ondeando su fiebre cotidiana 
Me asedia y me doblega. 
Frente a mi ventana 
La muerte del arco iris se desnuda 
Coronada por pálidos celajes 
Y un réquiem de nostalgia ensombrecido. 
Para recrear el principio de la vida 
Invoco un cáliz de palabra y tiempo, 
Busco la puerta de signos y presagios, 
Develo el fuego de rosas y raíces. 






TODO EL SILENCIO DEL MUNDO 

Aquí, 
su vida era palabra de esperanza. 
era una casa intensa 
germinando sueños y preludios. 
De su remanso verde nacía la aurora. 
Yo, viajera sedienta, 
mi languidez hundía 
en su oasis de catedral sonora. 
El árbol fue testigo 
de guerras y huracanes, 
de flamas y galaxias. 
Sintió infinitos soles besándole la frente. 
El amor florecía junto a su cuerpo mítico. 
El árbol ya no está. 
Una mano tremenda menoscabó su entraña. 
En su lugar creció un páramo olvidado 
y un vacío donde cabe 
todo el silencio del mundo. 






EL AMOR A LOS DELFINES 

Amo a los delfines 
Porque son más 
inteligentes que las armas. 








LOS NIÑOS DE IRAQ 

La palabra de una flor sombría 
me seduce. 
Traspasa mi lengua 
un verso alegre y triste. 
Alegre como la vida, 
Alegre como la paz. 
Triste como el canto mutilado del cenzontle. 
Triste como la esencia lívida 
de los niños en Iraq. 





EL VENDAVAL 

Conmueve mi memoria 
un vendaval que me persigue. 
Desde su corazón un rostro blanco 
me ama, 
y yo lo amo. 
 En su espesura 
también crece un rostro gris, 
Mirándome con fuego. 
Cuando despierto 
soy sólo cenizas. 







PÁJAROS DE FUEGO 

Mientras la sed de tus ojos 
 se hundía en mi ternura, 
muchos ojos ajenos nos miraban, 
querían vivir 
el misterio que unía nuestras vidas. 
Ser la promesa bajo el dintel del tiempo, 
la entrega total en cada aurora, 
el ardor de la piel 
tornándonos de fuego. 
Ahora, 
los mismos ojos se preguntan 
por qué la soledad del parque 
y los pájaros tristes 
buscando nuestra risa. 
Por qué mi piel desnuda 
y la nostalgia deshojándome las horas. 
Se derriba mi voz si alcanzarte. 
Vencidos por la ausencia 
Ya no se ven nuestros rostros 
En los cristales del día. 







DOS MUERTES 

El desvelo de los gallos 
va dibujando la noche. 
Van pasando los luceros 
floreciendo entre las sombras, 
llevan en hombros su risa 
envuelta en hilos de luna. 
Pero al doblar el camino 
los esperaban saetas 
de colmillos afilados. 
Una guirnalda de espanto 
ha detenido a los gallos 
al ver el cristal deshojado 
que lloraban los luceros. 






LA VISITA 

Su presencia 
penetró nuestra casa 
sitiando nuestras vidas con miles de inviernos 
y miles de noches que no tenían alba. 
Esparció por todos los rincones 
y aún sobre nosotros, mantos de tinta y sombra. 
En el aire vagaba su presencia de hielo. 
El eco de su verdad 
acechaba las horas. 
Sentada a la cabecera de la cama, 
toda ella invisible, 
esperó por el cuerpo de mi madre. 







ELOGIO A MI VIDA 

Yo tengo en el alma 
una fuente de alegría. 
En cada amanecer 
la aurora me renueva. 
La luz de mi mirada 
es un fulgor supremo. 
La plenitud de los mares me posee, 
acrecienta mi alma y me serena. 
 De la eternidad tengo lo eterno, 
por lo infinito también soy infinita. 
Una pasión anima mis entrañas 
como la euforia de la fértil tierra. 
También me anima 
la mansa realidad del agua pura. 
Yo guardo dentro de mí 
el ritmo perfecto que anima la materia. 
Y en la cima de todo lo que soy, 
El sublime prodigio de la razón. 
Yo soy humana. 


ANNABELL MANJARRÉS FREYLE [11.502]

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Annabell Manjarrés Freyle

Nació el 8 de octubre de 1985 en Santa Marta, Colombia. 
Comunicadora Social y Periodista egresada de la Universidad Sergio Arboleda seccional Santa Marta.  Se ha desempeñado como gestora cultural y Jefe de Prensa en varias instituciones. Actualmente, es reportera de la sección cultural del periódico Hoy Diario del Magdalena y coordinadora periodística de la revista dominical Macondo. También dicta talleres de Escritura Creativa. Posee dos poemarios inéditos ‘El Espejo Lunar Blanco’ y ´Óleo de una Mujer acosada por el tiempo’. Este último trabajo fue merecedor del primer lugar en el Concurso de Poesía y Cuento Joven 2013 de la Gobernación del Magdalena. En el mismo concurso, su cuento: ‘La Calle de las Guacamayas’, ocupó el segundo lugar.



Que me desgarre un ave 

A mi ángel 

Es preferible que me desgarre un ave, 
A que manos callosas solo 
busquen moldear mi forma. 
Que me desgarre un ave hasta sangrar, 
Y así ver el río púrpura que circula en mi interior. 
Que sus garras sean tan cristalinas como un grito iracundo, 
Y que en la profundidad de sus ojos 
posea el misterio de la creación. 
Que me desgarre un ave de plumas negras y reflejos violetas, 
Para que otorgue la forma original 
A este fondo inacabado. 





Premonición 

Incluso antes de esta historia 
De copas y espadas 
Anudada en mi garganta. 
En esos tiempos 
En el que parecíamos 
Ejemplo del amor 
Encarnado en la tierra. 
Yo, como Casandra 
En quien jamás creíste, 
Ya escribía poemas de desamor. 





El sonido del Viento 

El sonido del viento son las hojas secas 
Y aquel coro de ánimas que se escapa 
Por las grietas de las ventanas. 
¿Qué sería del libre sonido del viento sin obstáculos? 
Tal vez una quimera de sorda quietud. 






Autorretrato 

Soy el dedo que me señala, 
La que de las sombras 
Iluminada brota. 

Todo me atraviesa 
El agua, la luz, el viento, 
La esperanza, 
Mi hombre, 
Los sentimientos más oscuros 
Y los más clementes. 

Me voy con los días de silencio 
Y me quedo en ellos, 
Abrazo las espaldas de quienes 
Me las dan, 
Obligo a los parques 
a sacarme de la rutina 
Y es mi pelo la hierba herida 
Que pronuncia mi nombre. 

Voy a tientas tocando cuerpos 
De hombres y mujeres, 
Voy abanicándome 
Con mis soberanos matices. 

Y me lanzo. 
Óyeme como caigo 
de mis falsas ilusiones 
Junto a ese otro que 
me enseñó a volar. 







Sueños de neón 

Es el momento en el que la 
Palabrería pasada 
Tiene la forma 
De lo que ahora se es, 
El momento del espionaje, 
El camino bifurcado, 
La gran elección de los 
Veinticinco años. 

Es el acantilado bajo mis pies 
O las gavinas en el cielo. 
Son los delfines cruzando océanos 
O los relámpagos 
Encandilando los sueños. 

Es el momento de partir 
Y saludar al mismo mar 
En otra playa. 

¡Oh, dioses de tantas creencias! 
Cuando mis pies sientan 
El agua salada 
Me acostumbraré a decir 
Que la tierra 
Es mi habitación. 





Caballero de espadas

El debe tener el corazón roto
y helado de tanta lluvia…
Alguien tuvo que abrir la puerta misteriosa
y robar sus tesoros

“Ya no quiero volver a verla”,
decía entre dientes
Y mordiendo las palabras
se le agotó la mirada gélida

En la tierra, todos lo empezaron a ver
como el más común de los hombres
y tuvo que volver al mar
para arrojar sus escudos quebrados

“Sólo soy un hombre”, repetía
y mientras murmuraba
se sintió como ese recuerdo ridículo
de una mujer que lo amó.

Para el mar…
qué insignificante
resultaba su tragedia.





Último vuelo

A pesar del páramo
me suda todo.
Tengo un efecto moreno
en la transpiración.
Soy una silueta sin contorno que llora al mar
por todos lados.

No he visto a Bogotá con ojos
de palmera dorada,
el viento enamorado
puede estar rumorando
en Santa Marta
o en algún sueño doloroso
y recurrente.

Mi soledad es sólo de dos horas
en el aeropuerto. Sin dramas.
Mi pecho se oprime
intentando abrazarse a sí mismo.

Por mi parte ya me desvestí en esta ciudad de parabrisas
y ahora me arropo
con un escándalo de arena que traje,
desprevenida,
en mis zapatos;

con un acento que desentona al parafraseo
de las nubes que me acechan,
y estos ojos que ahora miran
distinto al rostro.

Cálida por dentro
y sin las mismas células que me conformaron
hace más de tres años,
descanso arropada sin misterios
y sin las nostalgias
de una letra capital
iniciando
mis más incisivos
recuerdos.





ELISA FERRADA [11.503]

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Elisa Ferrada

Rica en dones y experiencia, Elisa Ferrada es una verdadera embajadora cultural de Chile. Nacida en la sureña ciudad de Los Ángeles, Región del Bio-Bio, desde 1948 vive en la ciudad de Maipú, Santiago de Chile, donde desarrolla una fecunda actividad cultural y desde donde se proyecta a otros países de la región, Europa y Japón, países que también ha visitado y enriquecido con su obra y su presencia. Entre las múltiples distinciones y premios obtenidos destacamos: Medalla de Oro y Vecina Ilustre de Maipú, Premio a la Excelencia Artístico Literaria, Premio Permanencia Medalla de Oro, Rosario de Santa Fe; Primer Premio Poesía en el Concurso Internacional “25 Años del Diario Hoy Canelones”.
Sus obras: Niño Mágico; 25 Poemas de Amor y una Canción de Esperanza (en lenguaje Braille); Improntus, ( Premio a la trayectoria Libro de Oro, impreso en Santa Fe, Argentina); La Batalla de Maipú; Adagio; Yo soy un Niño Chileno; la Vida, un Girasol ( novela impresa en Uruguay).







EL JARDÍN DE MI INFANCIA


No era la hortensia, ni las dalias, ni las margaritas; no era el rosal, los manzanillones ni las clavelinas. Blancos crisantemos, rosada azucena, chinas amarillas... no eran. Lirios, tulipanes, lobelia azulina; hiedra, enredaderas, calas, violetas..., en particular ninguna de ellas. Sí el jardín en pleno, ¡qué fascinación!, un conjunto de flores, cada cual privilegiando una estación del año; unas al lado de las otras, adelante o atrás, al medio o en las orillas – sabia y rica naturaleza – mezclando aromas, matizando colores, transformando no tan sólo el entorno, sino que los días, los meses y los años en una permanente fiesta natural, con un contagio de alegría visual capaz de penetrar suave y dulcemente hasta el núcleo mismo del alma, desbordándola de felicidad.
Y porque vi tantas flores contribuyendo con su hermosura a la maravillosa vida vegetal de aquel jardín, este se ha transformado a través de los años en un recuerdo inolvidablemente amado, instalado en el lúdico tiempo de mi niñez.

Reflexión: así es como aprendí que en el jardín humano, hay quienes no quieren “crecer” junto a los otros porque temen ser opacados. Ellos siempre quieren ser “uno” y resaltar como tal. Así también desaparecen, sin quedar en la memoria de nadie. ¡Qué desencanto produce el conocer uno de ellos!







DEL DESIERTO FLORIDO


Regresando del Sur, es posible que acudas, presuroso, a la feliz convocatoria de los duendecillos que habitan el Desierto. Entonces, sabrás que son ellos los que jugando con el viento, esparcen sobre los arenales el gran semillerío.
De ahí las añañucas, las copiapoas, los huillis, los cenecios, los dedales. Y los quiscos y los grandes cactus columnares, cual vigías del cielo, todos, por millares y miles de millones florecidos ante tus deslumbrados ojos de NIÑO MÁGICO enternecido. Tanto así, que en un clima desértico, puede que inmerso en tal encantamiento...¡sientas frío! Y otra vez, para tu crecimiento espiritual estarás asistiendo a un evento natural esplendoroso: "el etallido en flor de nuestro DESIERTO FLORECIDO".
¡Enhorabuena, pequeñito!

(Del libro NIÑO MÁGICO, dedicado a Jaime Tomislav Toledo)












CARMELINA SOTO VALENCIA [11.507]

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Carmelina Soto Valencia 

(Nacida el 31 de octubre de 1916 en la ciudad de Armenia (Quindío), COLOMBIA - muere el 18 de Marzo de 1994 ) Es una artista colombiana licenciada en pedagogía, poeta, y escritora. A ejercido como maestra, periodista, escritora, bibliotecaria, directora de revistas, entre otras. Es considerada una de las más grandes poetisas colombianas

Se caracterizaba por una marcada sensibilidad, romanticismo y amor por su ciudad natal, se palpan en las obras poéticas de Carmelina Soto, las cuales han llegado a ocupar prestigioso lugar dentro de la literatura hispanoamericana.

En el parque de Sucre de la ciudad de Armenia (Quindío) hay un monumento a Carmelina, en el que per­manece esculpido el bello poe­ma que le deja a su ciudad nativa. Es posible que el ajeno transeúnte no repare en la evocación emotiva de esta dama errátil que no apren­dio la lisonja ligera sino el canto profundo: “Ciudad de mi regazo y de mi almohada, de mi techo y mi brizna de dulzura, al andar por tus calles con premura, mi infancia en ella se quedó enredada”.

Este monumento fue realizado en el año 2000 por el artista José Roselved Pérez Gonzáles y consiste en una placa en la que está escrito el poema “Mi Ciudad” y una incrustación en bronce con el perfil de Carmelina. En ese lugar, en un pedestal, se encuentran las cenizas de la poeta de Armenia a quien se conoció como ´La Alondra de América´. Igualmente, hay una placa inscrita con el texto “Homenaje de la Asociación de Escritores del Quindío”.

Monumento a Carmelina Soto ubicado en el parque de Sucre de la ciudad de Armenia (Quindío)

Carmelina fue la menor de cinco hermanas: Soledad, Belarmina, Felicidad y María. Fue en la pequeña escuela de Niñas, donde transcurrieron los primeros años de su vida escolar, allí aprendió Carmelina sus primeras letras.

Cuando alboreaba su adolescencia, y ya convertida en una muchachita delgada e introspectiva y con cierta luz de seriedad para su edad, combinaba sus estudios secundarios en el Colegio Oficial de Señoritas con actividades lúdicas centradas en el ejercicio de la locución y la recitación. Para el año 1936 ya había cursado su formación superior en la Escuela Normal de Manizales y, como licenciada en pedagogía, en 1937 fue nombrada maestra, profesión que ejerció en Circasia y en Calarcá.

A los 27 años recibió el premio Pluma de Oro, otorgado por el diario La Patria de Manizales a la mejor periodista de planta de ese año.

En 1941 Carmelina inició su periplo poético con Campanas del Alba (Editorial Vigig, Armenia), De esta obra sólo se editaron 300 ejemplares. 

Obras

(1941) Campanas del alba
(1953) Octubre
(1974) Tiempo inmóvil: Selección Poética.
(1983) Tiempo inmóvil: Selección Poética. 2ª edición.
(1983) Un centauro llamado Bolívar.
(1997) Canción para iniciar un olvido
(2007) La casa entre la niebla




Almas

Aquellas almas grandes que tuvimos
y estas de ahora, iguales y distintas,
siguen ardiendo y consumiendo vida.
Ardientes almas nuestras…
ávidas, delirantes, violentas, vengativas,
tenaces, hechizadas, sedientas,
con sus flamas en rojo, negro y blanco,
en gris, en amarillo y en violeta,
-iris y fuego-
sometidas al viento ineluctable,
al incendio…
Con cauda de cometas locos,
con colas y con crines de caballos apocalípticos
para imponer el miedo.
Ah! nuestras almas jóvenes!
aquellas que tuvimos y tenemos,
fieles a la gran aventura irreversible de la vida
y al signo irrevocable del acontecimiento,
siguen viviendo
a través de la sangre inextinguible,
en hélices y elípticas,
en el misterio.
Almas rudas,
flagrantes y filudas
como lanzas de acero.
Nuestras almas de ayer, de nunca y siempre,
ígneas, incandescentes, implacables,
ultravioletas, ultrarrojas, ultrasolares,
ardiendo…






Balada del recuerdo

Llueve una lluvia fácil… negligente.
Casi sin desazón. Casi sin ruido…
Y en un sitio del alma… en el olvido
los recuerdos me asaltan de repente.

Recuerdo cosas… cosas… todavía
como si todavía las viviera.
(Aquel amor que tanto me mintiera
acaso sin saber que me mentía).

Una ciudad tan buena como el trigo
surge de pronto en tierras desiguales.
Un calendario pulcro… sin señales.
(Voy por las calles de anteayer contigo).
Nuestras miradas con amor -sin dudas-
redescubrían cosas evidentes:
la tierra con sus árboles, las gentes,
nuestras manos vacías y desnudas.

La lluvia por las calles recorría
con el sol enredado en sus cristales.
-Noble ciudad de agudas catedrales
(Me cuentan que allí vives todavía).

Todo nos separaba y nos unía.
Un gesto, una canción, una mirada.
El amor era todo… y era nada…
y era eterno no más porque moría.

Y nadie puede sepultar sus muertos
tan verdaderamente sepultados
que no puedan volver, si recordados,
a los brazos amantes y desiertos.

Las horas no se pueden devolver
ni lo que en ellas fue pasión o grito.
(Aquí todo es igual porque está escrito
y ya no es cierto porque está en ayer).

Aquí todo es igual. Nada envejece
al margen de las horas sin fortuna.
El mismo grillo con la misma luna…
y todo como estaba permanece.

Y como en los recuerdos no varía,
el viento lleva aún sobre sus hombros
de aquella nube grande los escombros.
(Y nunca acaba de pasar el día).

Nuestros rostros se miran a través
de la lluvia o la luz recién nacida.
Aquí la muerte pasa inadvertida
bajo el verde implacable del ciprés.

Los rostros de este sitio no regresan
jamás al ejercicio cotidiano.
(Aquí mi mano vive entre tu mano.
Aquí los corazones no nos pesan).

Eres. Soy. Cuánta soledad en torno.
Aún vivo y vives. Sorprendente llama.
Viajamos bajo el sol. Sobre la grama.
(Aquí en el calendario no hay retorno).






Canción

Iba mi corazón
-caracol sin lamento-
impulsando, sangriento,
su pequeña canción…

Y luego la ilusión…
engaño…
ensueño…
La muerte grande…
lo demás, pequeño.
Ah qué inútil empeño
Corazón! Corazón!






Canción del amor fugaz

Envío:
A ti de alma profunda como un bosque de pinos.

Cómo adoré tu gesto ilusionario,
tu gesto sin igual,
tu gesto de ceniza y de metal
cómo adoré…

Tú y yo en la vida, en la muerte,
en la tormenta,
entre la tempestad.
Yo sedienta
y hambrienta
y arrecida.

(S.O.S. de soledad a soledad)
Cómo no haber amado tu gesto iIusionario,
si hacía tempestad
y la noche en tu gesto estaba confundida
ilusoria y tenaz como la vida?

Este recuerdo… Aurora boreal
este recuerdo…
hoja que al polvo vuelve
y del polvo retorna irreductible…
abisal…
Así el amor que fue.
Tu gesto de metal
cómo adoré!

( S.O.S. de tempestad a tempestad )

Mentira!
Como la hoja que en el viento gira
y torna
y vaga
y treme
y vencida y fugaz
victoriosa y vencida
el viento vengativo
en su brazo robusto la levanta,
así el amor que fue…
ilusorio
vario
vano
banal
imaginario
como en espejo ustorio repetido,
así el amor que fue…

(tu gesto de metal
cómo adoré)

Tu gesto distraído,
tu dinástico gesto
y el olvido
que en tu gesto venía confundido.

Tu gesto era tu voz que transcurría
fl como un agua cantando hacia el olvido.
(y yo adoré tu gesto distraído)

Y era la eternidad!
La del momento…
eterno en su ansiedad
y su osadía.

-Oyes el S.O.S. hambriento
que da mi soledad
en la iracunda noche
de tu noche y la mía?

(Alegría… Alegría!
Ya todo lo perdimos.
Podemos ir sin miedo entre la tempestad)






Canción para iniciar un olvido

¿Y para qué quieres un tesoro sino para perderlo?
¿Y si no es para perderlo, para qué quieres un tesoro?

Todo al ayer uncido.
Lo único que tengo es lo perdido.
Propiedad absoluta del pasado.
Conciencia de haber sido
y no ser más que aquel instante bello y preterido.

Yo soy aquella tan feliz criatura
que sintió la infinita quemadura
de tu caricia inmensa y generosa
y el aire de tu voz triste y amiga.
(Yo… yo… que soy tan pequeña
lo mismo que una hormiga)

Y si pasa la fuente rumorosa
lo mismo que un espejo que camina
y en el jardín la rosa con su espina,
arde aún más constante y más hermosa,
me digo: cuando muera…
la fuente seguirá
diciendo su mentira verdadera
y la rosa arderá
con más ardor quizá
que en la nuestra dorada primavera.

Otros días vendrán sin dejar huella,
sin ton ni son, sin gracia sin sentido.
Pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día
y aquel que vive un día ya todo lo ha vívido.
(Larga vida tenemos como la mariposa
y una historia tenaz como la rosa).

La fuente pasa sin pasar. La fuente
a su desnudo espejo caminante
uncida va, sedienta y delirante,
de su gran albedrío prisionera
diciendo su mentira verdadera.

(Sólo me quedas tú, como la fuente
presa de su albedrío).

Sólo me quedas… porque te he perdido
y los duros espejos, blandamente,
con azogadas lunas rememoran tu frente
y te salvan del tiempo y del olvido.
(Indefinido
indefinidamente
tu rostro con mi verso confundido).

Que soy la misma. La feliz criatura
que sintió la absoluta quemadura
de tu caricia inmensa y generosa…
como quien dice: toda la dulzura,
la razón de la espina y de la rosa.






Cancioncilla

Cuando dejé de verte era verano.
En la sangre caliente renacía
un racimo de besos, y corría
un viento….un claro viento por el llano.

(Bien lo recuerdo amor…era verano)
Y quise retenerte.
¿Con qué lazo
había de atarte para no perderte?
( Cuerpo de agua en el cristal de un vaso )
Acaso…si te amarras mi lazo fue más fuerte….
que siendo tú la ausencia ibas cercano
como vida en el pulso de la muerte.

Al fin estoy contenta y tú lejano.
Tan lejano de nieblas y de olvido
que mueres en un verso arrepentido
en un tiempo de amor y de verano.

(Quizá no era el amor ni era verano).






Confidencial

Para mi amor yo quiero cada día
el pan sin odio, el vino sin pesares.
La voz cordial. La vida sin azares
y si se puede un poco de alegría.

Unos tuvieron el amor que pasa.
Otros tuvieron el amor que dura.
Yo tuve la canción. Sed y ternura.
(Pero quién por sus dones se solaza?)

Yo traía mi tiempo. El tiempo mío,
con atávicos sueños realizado.
y de él el corazón me fue colmado
como a un golfo de amor un mar sombrío.

Ni un minuto le queda al calendario
de lo que pudo ser y no fue nunca.
Mi historia en el pasar se queda trunca
y trunco queda el tiempo del himnario.

Transito por la pávida ceniza
que otros dejaron porque yo viviera.
He sido nada más una extranjera
asomada al desdén de la sonrisa.

Quise vivir mi vida en cada hora
exactamente, sin mayor alarde
y dije: ya me voy porque es muy tarde
y en ese instante despuntó la aurora.

El aire no alcanzó para mi aliento
de agraz ternura. Campo renadío.
Pues yo he vivido como vive el río
con limo, con estrella, con lamento.

Cómo volver el rostro de este olvido
que la lámpara anuncia sin recelo.
Si en cada atardecer fui contra el cielo
y contra el viento las palabras mido?

No disculpo mi nombre ni mi frente.
No me hago perdonar esta presencia.
Mi rostro es nada más el de la ausencia
y mi ausencia es mi rostro solamente.

Sin permiso de nadie, pienso y vivo
y paso por la vida que pasaba.
La vida no me pesa y me pesaba
con su juego pesado y agresivo.

Inauguro el instante en acto puro
con el oscuro cotidiano esfuerzo.
El verso no es trabajo pero es verso.
Vivir no es necesario y es muy duro.

Bajo la luz del sol, fiera y filante
-la que mide mi tiempo con cuidado-
yo voy pasando sin haber pasado
pues no pasa el pasado en un instante.






Del amor inocente

Por ti es la vida diáfana y ligera
y el dulzor en el fruto diluido
y es el trino y el viento en la pradera
y el perfume en el nardo preferido.

Por ti tiene razón la primavera
y la luz y la tarde y el sonido.
Y por ti el corazón arrepentido
vuelve desnudo y casto hasta su vera.

Por ti saben los ríos el camino
que conduce otra vez hacia la nube
y el viñedo la sangre para el vino.

Y hasta el lirio, sin índice ni huella,
por línea recta, sin saberlo, sube
su fiel aroma a la lejana estrella.






Esquema del amor en el tiempo

Estabas sin luceros en mi aurora de niebla
o en ansias marineras por mis playas salobres?
O en los caminos ásperos? O en arrecifes duros?
O en el tendido anhelo y el dolor de los hombres?

Porque en el día entusiasta de zumbidos remotos
ya presentí caricias de miel desprevenida.
Yo llenaría de risas infantiles la tarde
y de llanto creciendo mi confidencia ardida.

Estabas sin luceros -planeta soterrado-
amor puesto a la orilla de mi voz en el tiempo.
(Ya todos los caminos eran tan familiares
que hasta sabías la muerte de enredadera al sueño)

Transitabas confiado y yo te presentía
en las oscuras llamas de todas las pupilas.
El tacto de tu aliento apenas me llegaba
-anzuelo al pez de sangre por mis aguas tranquilas-

Dónde estarás ahora, raíz desenterrada:
detrás del metal trémulo de mi silencio frío?
te dolerá en la sangre mi oscura cabellera ?
te dolerá en los ojos este recuerdo mío?

En dónde estará ahora tu voz fija creciendo
sin que la pena viva de mi canción la cante?
Te manchará los labios mi ausencia como un vino?
Te dolerá en los huesos mi oscura voz distante?

O cruzaré tus aires como oscura paloma
con su muerte de cielo, de nube y de rocío?
Te doleré en los hombros como una enredadera
o seguirás pendiente de mi sed como un río?







Imágenes del amor

Yo te amo….
Yo te amo y lo digo así sencillamente
como si ya el recuerdo transitara tus años.
Como si ya mis ojos lloraran por tu ausencia
y como si tus besos ya supieran mis labios.

Yo te amo…
Yo te amo con crueles tiburones de sangre
entre cristales duros vigilando tu cuerpo.
Yo te amo en los arroyos calientes de mi vida
y en mis poemas trémulos.

Yo te amo…
Yo te amo con violetas espirales azules
en donde hay mariposas de amor en cautiverio.
En la frontera exacta que la caricia asume,
en el preciso límite donde el gemido es beso.

Yo te amo…
Yo te amo con un suave sabor a miel anclada
en donde hay golondrinas clausurando recuerdos.

En donde sabe el aire a atmósferas de frutos,
donde las manos corren caminos del deseo…

Yo te amo…
Yo te amo por mil voces de venas enemigas.
Por el grito lejano de mi sangre en el tiempo.
Por la ardorosa llama que se esconde en la nieve.
Por las hondas palabras que están en mi silencio.
Yo te amo…
Yo te amo por la rosa que guarda en sí la espina.
Por la muerte que apaga con sus ojos mi sueño.
Por las rebeldes lianas que las voces me anudan.
Por mi carne entusiasta, por mi vida y mis nervios.

Yo te amo…
Sufriendo…






Interpretación de los motivos del barro de Omar Khayyam

I

De pronto dijo un vaso con insólito impulso:
-De mí todos se burlan porque nací torcido.
Pues fue que al alfarero le tembló un poco el pulso
y por tanto quien ría, primero se ha reído
de aquél que soy substancia, medida y contenido.

II

-Hay un vaso torcido que se siente perfecto.
A mí me ven correcto, pero me sé torcido.
Falla del alfarero? Salí favorecido
porque puedo mirar más allá del aspecto
y saber mi defecto por más que esté escondido.

III

-Soy barro o alfarero? Se pregunta otro vaso.
-Soy barro algunas veces? Soy otras alfarero?
-Cuál de entre tantos vasos soy: último? primero?
-Soy igual? Soy distinto? Soy obra del acaso?

IV

-Yo sé que no soy vaso perfecto, ni imperfecto.
Pues voy torcido a veces por otras tantas recto.

V

Otro vaso reseco, sin ningún contenido,
escucha rencoroso los diálogos y exclama:
-Yo fui feliz tan solo cuando no había nacido.
Pues para ser un vaso, primero fui una llama.

VI

Otro replica al punto: -Yo espero un vino claro
con el cual me colmaron en un lejano estío.
Desde entonces me llenan y siempre estoy vacío
y estoy siempre sediento del dulce vino avaro.

VII

-Y si a mí me colmaran con un nuevo licor
fuera vaso perfecto. Vaso de maravilla.
Vaso dilecto y puro de amor, no de rencor
y mi virtual esencia pudiera ser semilla
de una arcilla más triste, pero mucho mejor.

VIII

-Según los que me miran, yo soy como ellos quieren,
No como yo me siento por dentro ni por fuera.
Si beben de mi vino, les sabe al que prefieren
y así cada cual toma mi gusto a su manera.

IX

-A mí muchos me juzgan medida y sentimiento,
capacidad y peso, calidad y presencia.
Lo que son o aparentan, presumen que aparento.
Será que soy un poco de todo en la apariencia?

X

-Llegó el amo una tarde que estaba haciendo frío
y me llenó hasta el borde de vino generoso
y al beber muy despacio, fue recobrando brío
y yo me fui sintiendo liviano y luminoso.
Así por muchas veces me escanció con anhelo
hasta que al fin los dos rodamos por el suelo.
Después volvió a llevarme con torpe movimiento
a los labios resecos y yo estaba vacío.
Me arrojó de su lado con qué modo violento
y desde entonces, siempre, de todo desconfío.
(No sé que gusto obtiene quien quiebra el vaso hermoso
donde hasta ayer bebiera del vino generoso).







La carta

No he muerto.
Vivo!
Vivir es maravilloso.
(Puede ser hasta inútil, pero es bello)
Es ocupar un sitio bajo el sol…
Un sitio…
y esto del sitio bajo el sol, no es poco.

Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Sólo el hambre y la sed de vivir nos acompañan,
llama voraz, sedienta, inútil.
Única ilusión.
Única lámpara
de nuestra noche irreductible.

En el naufragio… sólo su latido…
en la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.
Vivo!
Esta verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre… Y yo… vivo.

Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo juego. Brutal ejercicio.

Vivir no es sólo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir es muy distinto.

Es sentir la certeza, la confianza,
el ejercicio, la vigencia irrevocable,
la fuerza activa de ser
en acto puro… unísono… inefable.

Sentir el aletazo en flamas
de nuestra propia sangre vengativa
en nuestro corazón indefenso.
Arder… en suma
y dejar que la llama nos consuma.

Y resistirlo con valor,
con dignidad y con dolor,
con sed, con ansia, con ternura,
con amor,
con denuedo
y… y… con miedo.

Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro grito frustrado,
repetido, perdido, sin sentido.
No importa!
Sólo importa estar vivo
en cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital de júbilo y lamento)

P.D.
Te recuerdo.
No has muerto. Qué alegría!

Sientes el son del tiempo,
sobre la piel su mordedura fresca,
en la raíz del ser su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Luchas? Te entristeces?
Te recuerdo.

Yo pienso en ti y me pasa por la mente
como una nube grande el pensamiento.
(Nadie puede sentir lo que yo siento)
Vives.
Esta sola palabra me conforta.

Ah… y no me olvides
que estoy aún sobre la tierra hermosa.







Los amantes

Los que se amaron deben quedar ciegos.
Porque sus gestos sean sin sentido.
Porque sus brazos giren sin gracia ni provecho.
Como las tempestades…
ciegos.

Ciegos como banderas después de la victoria
o como las espadas
que están siempre desnudas y gloriosas.

Qué rencor por los ciegos
y por las tempestades.
Y por los que creen que el amor es la hartura.
Oídlo bien: El amor es el hambre.







Los pasados

Si el pasado pasara.
Cuánta edad la del río y la pradera?
Si la pena acabara…
descansara, muriera.
Y revientan canciones como estrellas
en la callada noche montesina.
Olor de azahar, de pino, de resina.
Oscuros aldeanos que aún defienden su predio.
Yo vi nacer sus hijos con dolor y con tedio
en sus tierras saladas.
Y las fuertes maderas sometidas
a la soberanía de sus manos.
Y mis ojos resecos y lejanos
vieron segar sus vidas.






Los rencorosos

Ahí te dejo las últimas monedas
y el vino que cobraste y no probé, por nada.
En los remates y las almonedas,
ganarás todo cuanto yo he perdido…
y yo nunca he perdido, porque cuando he perdido,
pues tan sólo he perdido unas monedas.
Qué son unas monedas ante el milagro de la vida!
Me voy. No sé hacia dónde… hacia la noche bella,
con mi secreto destino, con mi estrella
y mi campo en agraz.
Pues todo va conmigo:
amor y canto y trigo…
Siempre. Nunca. jamás.
Este afán de vivir ya no se cura
ni con vino.
Este afán de vivir ya no se calma
ni con vino de palma.
Sólo el anhelo de vivir perdura.
Quiero vino no más
pero no en demasía.
Mañana? pues mañana es otro día
y este afán de vivir ya no se calma
y este afán de vivir ya no se cura
ni con vino de palma.







Mar cambiante

En piélagos amargos, anteayer,
yo quieta, yo desventurada.
Después, en hondos limos, alimañas odiosas.
Los ciegos peces y las altas rosas
victoriosas, sombrías
y los días, sus albas temblorosas.
(Todo tan lejos de las manos mías)

Mares hondos. Secretos. Azules. Desvelados y crueles.
Voces extrañas. Cósmicos lebreles.
Las olas como uñas ferales
atacando seguido el litoral.
Yo, deslumbrada
y en mis lágrimas vivas, la sal
y en sus yodos trementes, agotada, mezquina
y las olas violentas arañando la costa diamantina
como un gato furioso, endemoniado.
(Yo le echo tierra a todo lo pasado)







Mensaje

Esta palabra azul, clavel al viento,
al llegar al país de tu sonrisa,
será una mariposa, sólo brisa,
mecida por el aire de tu aliento.

Se nutrirá del néctar de tu acento
y del clima sonoro de tu risa.
Su vuelo musical cortará aprisa
el aire manso de tu pensamiento.

Será forma perfecta y deseada
que diga todo sin saber de nada….
lo mismo que el clamor de la campana

que da su voz e ignora que el sonido
ha dejado un momento estremecido
el rosado cristal de la mañana.






Pretéritas

Hacia atrás en los siglos, mis abuelas tranquilas
amables, amorosas, lejanas y señeras.
Las pardas cabelleras al cuello recogidas.
Las pardas cabelleras…
Mujeres que rindieron sus cabezas maduras
-trigal auri-moreno cuando el otoño llega-.
Alguna va en mi sangre repitiendo su infancia,
rencorosa y callada como una niña ciega.
¿Y de dónde venían? Oh montaña de Antioquia
por ellas abonada para el gusto del trigo.
Por montañas de Antioquia su oración y su canto.
Sus sombras capitales para siempre conmigo.
Suaves niñas lejanas, hacia atrás, mis abuelas.
El cordón de mi sangre gira en sus huecas manos
como inocente lino…
retorcido en la rueca del tiempo.
(Patios hay con claveles y patios hay lejanos
como en las rojas tierras de Castilla).
¡Júbilo de mi sangre!
Mis manos inocentes
jugaron con las flores de sedosa mantilla.
Retrocedo en el tiempo centurias para verlas
por detrás de mis hombros en adorables filas.
Mujeres silenciosas, saudadosas, austeras,
entre linos y espliegos para siempre tranquilas.
Por detrás de mis años, sus ojos de violeta
escrutan mi destino.







Rosa roja

Eres la sangre en breve arquitectura
de corazón al viento acostumbrado.
Amor en rojo y en aroma pura
nostalgias de gorrión enamorado.

Quién te hizo rosa-fuego en la verdura
esperanzada y férvida del prado?
Y ese sufrir de espinas y dulzura
y jardín por alondras clausurado?

En tu clara bondad de miel caliente,
sombra casi de fruto sugerente
entre nubes y pájaros soñando.

Y en tu llama de sangre perseguida,
indefinidamente indefinida,
sigues por tu perfume caminando.







Rosa saudade

Siempre la rosa. Siempre agonizante.
Inclinada o erguida, turbadora.
Al filo de la tarde o de fa aurora,
coronada en sereno de diamante.

Estancia del amor, rosa fragante.
El fango no la ve y ella lo ignora.
Estancia triste donde apenas mora
la rosa silenciosa y el instante.

Aquí vivió la rosa. Noche y día
en la saudade del recuerdo crece
y se copia y dilata en su perfume.

y sigue prolongando su agonía
por el mal de la espina que padece
y fa llama de amor que la consume.







Soneto romántico

Esta rosa que pongo entre tu mano
es una breve rosa sin espina.
Y esta canción de oscura golondrina,
como la flor, es un presente vano.

Porque un día, este día de verano
con su sol y su tarde diamantina,
se tornará frontera de neblina
y yo estaré lejana y tú lejano.

Apenas de la rosa por su huella
de perfume, dirás: cómo era ella
que así me duele de invisible espina?

Y yo al fin en el verso recordando,
sin comprenderlo bien, iré olvidando
entre rosa, perfume y golondrina.







Tu nombre… amor

Yo no te reconozco porque estoy en tus manos
y yo llegué a tus manos sin saberlo siquiera.
Por eso, si te nombro, me sabe a primavera
porque tu nombre es fiesta de trigos y manzanas.

Tu nombre sabe a mieses y al pan que busco y quiero
cotidiano y difícil… y al sol y a manzanilla.
Tu nombre sabe a tierra generosa y sencilla
y a septiembre y semillas y a navidad y a enero.

Por eso tú no puedes llamarte de otro modo
sino como te llama mi voz de cada día
que si te llamo, amor, se me ilumina todo.

Y tengo patria y sueños y ensueños y alegría
y anhelos y esperanzas y glorias y acomodo….
pues tengo todo… todo… lo que yo no tenía.







Vino triste

Dame del vino triste y amargo pero cierto
donde el sol no se oculta ni se empaña
con sombra pasajera de nube o de montaña.
Dorado en el silencio,
sin garrular de ríos ni navíos.
Desierto…
como los sueños míos.

Qué alma mía…
y la tuya qué tacaña.
Cómo será la mía
que hasta comprendo tu tacañería,
tu entraña, tu saña.

Aquí de tu posada soy la dueña.
¡Qué alma tuya!
¡Y la mía qué pequeña!





JORGE ROBLEDO ORTIZ [11.508]

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Jorge Robledo Ortiz 

Fue un poeta periodista colombiano. Nació en 1917 en Santa Fe de Antioquia y falleció en 1990 en Medellín. Inició estudios de ingeniería, que más tarde sustituye por los de Periodismo y Letras (cursados en España). Sirvió en el Cuerpo Diplomático colombiano como Embajador en Nicaragua y ejerció diversos cargos públicos en los ministerios de Educación y Relaciones Exteriores. Ejerció el periodismo en rotativos de Cali, Medellín y Bogotá. Poseía numerosas condecoraciones otorgadas por instituciones cívicas y culturales, tanto nacionales como extranjeras. Hombre cristiano, de educación jesuítica, fue laureado como "poeta mariano" con solemne ceremonia en la Catedral Metropolitana de Antioquia.

Ganó numerosos certámenes. Presidió numerosas justas poéticas y Juegos Florales. Correspondía a la vieja imagen decimonónica del rapsoda popular, declamando en audiciones de radio y grabando en disco sus propios poemas. Su poesía, emotiva pero sin exceso de artificio retórico, afín a la de otros vates del pueblo como Gutiérrez González y Epifanio Mejía, gozaba de excelente acogida pública. Se distingue por la exaltación a su amada región antioqueña, a sus gentes y tradiciones; por la repulsa a crueldad y despotismo. Ello le valió el honorífico apelativo de "Poeta de la raza." Posee también abundante creación de tono intimista y sentimental. El volumen Barrio de Arriería presenta una antología de sus mejores poemas.fue un personaje importante en la literatura.

Fue, además, autor de la letra del himno del departamento del Quindío, ubicado en la región andina colombiana.

Obra

Sus libros de versos: Dinastía (1952); Barro de arriería —antología— (1964); Poemas (1961); Poesías completas (1971); Con agua del tinajero (1975); Poemas (1984); Cuento de mar y otros poemas (1980); La niña María (1984); Mi antología (1984) y Poemas (1990).

Algunas de sus más populares poesías son "Egoísmo de amor", "Espera", "Maternidad", "Siquiera se murieron los abuelos" 




Canción sin luz

Cómo duele la noche
cuando tu voz se curva
fría de indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus palabras
sin caridad ninguna contra mi corazón.

Cómo duelen tus ojos
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte lejana
llevándote en la sangre como se lleva a Dios.

Cómo duelen tus labios
cuando muerden el aire
para romper los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo dolor.

Cómo duele tu pelo
cuando agita en el viento
la negación del trigo bajo el casco del sol.
Cómo duele el milagro
de tu nombre pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil canción.

Cómo duelen tus brazos
-danzarines de nardo-
entre los bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.

Cómo duele tu ausencia
tan alta de silencios
que empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi voz.

Cómo duele, pequeña,
esta espina clavada
en el sitio donde antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
se cumple inexorable la voluntad de Dios.






Carta sin ortografía

Esta sencilla carta
que no verán tus ojos ausentes y morenos,
la escribo porque el alma me reclama
que la deje vivir de tu recuerdo.

Porque mi sangre no aprendió a olvidarte,
porque tú me acompañas en el tiempo,
porque fuiste lo simple, lo callado,
lo dulce, lo pequeño,
ese mínimo saldo de la vida
que nos deja sentirnos algo buenos…

Escribirle a la novia de la infancia,
es ponerle “balaca” al pensamiento.
Es ignorar la palabra ortografía
que sin “s” no admite pensamiento.

Es situar en el clima de unos labios
todo el rubor que encienden los cerezos.
Es recordar dos ojos infantiles
en donde estaba repetido el cielo.

Es volver a vivir sencillamente,
es encontrarse elemental y bueno,
es fechar una carta desde el alma,
y de estampilla colocarle un beso.






Egoísmo de amor

Te quiero así, con celos y con rabia,
con toda la potencia de la sangre
y sin claudicaciones en el alma.

Te quiero como un hombre enamorado,
que comparte la vida y la esperanza
pero no el tiempo del objeto amado.

Te quiero con dolor y sin temores,
como quiso a la lanza de Longinos
quien fabricó una cruz con sus amores.

Te quiero con amor, sin tolerancias,
midiendo el universo con tu nombre
y el vacío estelar con tus distancias.

Te quiero sin renuncias, toda mía,
como el amanecer que no tolera
que le quiten un átomo del día.

Te quiero con razón o contra ella,
como el acantilado indiferente
al mar que lo acaricia o que lo estrella.

Te quiero con pasión, como el gitano
a quien le brilla el alma en la pupila
y el filo de la sangre entre la mano.

Te quiero con violencia y desespero,
como quiere el marino en la tormenta
el áncora remota de un lucero.

Te quiero contra todo y contra todos
sin medir el amor ni el sacrificio
y sin buscar esguinces ni recodos.

Te quiero con temblor, con la entereza
de no haber conocido la sonrisa
de quien entrega el alma por flaqueza.

Te quiero como hombre, alta la frente
y sin las cobardías que arrodillan
la indignidad servil de mucha gente.

Te quiero con furor, como mereces,
montando guardia al pie de tu cariño,
dispuesto a dar la vida una y mil veces.

Te quiero así: con celos y con rabia,
con el golpe total de las arterias
y el ancestro viril de nuestra raza.






Espera

Te esperé con la sangre detenida
sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida.

Te esperé casi al borde de la herida
y a dos pasos no más de la demencia.
Te esperé en la angustiosa transparencia
de aquella noche en el reloj vencida.

Pero qué inútil la mortal espera:
Sin pensarlo cité la primavera
cuando el invierno helaba mis rosales.

Y hoy que casi olvidaba tu presencia,
me estoy enamorando de tu ausencia
a través de mis propios madrigales.






Fatiga

Ya no te quiero tanto. Poco a poco
mataste la ansiedad de tu cariño,
y el alma atormentada de aquel loco
vuelve otra vez a ser alma de niño.

Presiento el reventar de otra quimera,
describe un semicírculo el poniente,
y la esperanza de otra primavera
promete al corazón otra simiente.

Enflora la ilusión, el alma espiga.
Agonizan la angustia y la fatiga.
En las pupilas se detiene el llanto,

y una voz interior me va diciendo,
que aunque sigo tu imagen bendiciendo,
estoy dejando de quererte tanto.






La mujer imposible

Bella como la noche y como ella insegura
la mujer imposible llegó a mi corazón.
Tenía en la mirada un poco de amargura
y tal vez un poquito de menos ilusión.

No dije una palabra. Respeté la ternura
que sellaba sus labios a toda confesión.
Una anillo de llanto suplía en su cintura
la vanidad coqueta del fino cinturón.

Su voz era la misma. Un poco más callada
como si presintiera que estaba la alborada
reuniendo silencios para poder nacer.

No adelanté un reproche. No quise interrogarla
y comprendí que el llanto que estaba por llamarla
jamás a mi cariño la dejaría volver.






Maternidad

Un arrullo de sangre por las venas.
Un cansancio de luz en las pupilas,
un escozor de ala en las axilas
y en la carne un preludio de azucenas.

Un lento madurar de horas y penas,
sordo río de noches intranquilas,
y en el simple silencio en que te exilias,
buscar los senos y encontrar colmenas.

Sentir más cerca la razón del nido.
Pulsar toda la espera en un latido,
analizar la curva en las corolas,

y escuchar que tu angustia se convierte
en un llanto que triunfa de la muerte
sobre un encendimiento de amapolas.






Qué horrible es el olvido

¡Qué horrible es el olvido!
Es mejor la nostalgia
con su anillo de llanto
ciñendo el corazón.
Cuando hablamos de “ella”
sin sentir que morimos,
ya no vale la pena
nuestra inútil canción.

¡Qué horrible es el olvido!
Ver la mujer amada
y no sentir que el alma
se curva de dolor.
Cuando cerca a su nombre
ignoramos la espina,
ya no vale la pena
nuestra estéril canción.

¡Qué horrible es el olvido!
Saber que la quisimos
y que sigue en la sangre
sin producir dolor.
Cuando nos resignamos
a vivir con su ausencia,
es porque ha envejecido
por dentro el corazón.

Y entonces, ya la vida
no vale una canción.






Recuerdo

Te recuerdo en el llanto y en la risa;
en la estrella, en el verso y en la rosa;
en al opulenta copa que rebosa
y en el trozo de pan que se precisa.

En la luz que gastó la mariposa
para ser mariposa y no ser brisa;
en la tranquilidad que se improvisa
y en la diaria inquietud que nos acosa.

En la noche que sube hasta la frente;
en el cielo que alfombra cada fuente
y en el cielo ensatado en la oración;

en la angustia que rige cada paso;
en el rojo cansancio del ocaso,
y en el cansancio de mi corazón.






Siempre tú

Entre el mínimo incendio de la rosa
y la máxima ausencia del lucero,
se quedó tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.

Te recuerdo en la cita milagrosa
que se dan la mañana y el jilguero,
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.

Todo me habla de ti. Sobre la brisa
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota.

En los labios tu nombre me florece,
y al saberte lejana, me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.






Simplemente

Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.

No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos
calladamente te dejé la vida.

Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.

Pero tuvo que ser
y fue mi llanto,
sin una escena ni una cobardía.
Tú te fuiste pensando en el olvido
y yo pensando en la melancolía.

Hoy sólo resta de esa vieja tarde
un recuerdo,
una fecha
y una rima.
Así, sencillamente nos jugamos
el corazón en una despedida…






Simplicidad

Es tan humano este dolor que siento.
Esta raíz sin tallo florecido.
Este recuerdo anclado al pensamiento
y por toda la sangre repetido,

que ya ni me fatiga el vencimiento
ni me sangra el orgullo escarnecido,
mi corazón se acostumbró al tormento
de perder la mitad de su latido.

Ya mi rencor no exige la venganza,
aprendí a perdonar toda esperanza
como un bello pecado original.

Llevo en las manos tantas despedidas,
y en lo que fue el amor tantas heridas,
que me he tornado un hombre elemental.






Tentación

Para cantar tu pelo
aprendí la leyenda
del sol que siendo niño se extravió en un trigal.

Para cantar tus ojos
me enseñaron la historia
de la primera mañana que se bañó en el mar.

Para cantar tus labios
aprendí el meridiano
que pasa por el beso, la fresa y el panal.

Para cantar tu risa
subí con mi poema
peldaño por peldaño la escala musical.

Para cantar tus senos
imaginé la forma
de redondear dos veces la misma cantidad.

Quise cantar al yunque
donde forjas la vida
y todos mis sentidos llegaron a cantar.

Entonces me di cuenta
de que el poema estaba
en el límite exacto del pecado mortal.






Tu partida

Que te fuiste lo sé. La pesadumbre
de tu ausencia enfermó todas las cosas:
Ya el cielo no es azul sobre la cumbre
ni el verso es verso, ni las rosas rosas.

La lámpara votiva está sin lumbre
para el martirio de las mariposas,
y ya el reloj tiene la certidumbre
de un rosario de noches silenciosas.

Bien sé que tu partida sin regreso,
encerró entre paréntesis un beso
que ya ensayaba su primer pecado.

No tienes que explicarme que te has ido,
pues hasta un niño sabe cuando un nido
quedó por el amor abandonado.






Vámonos corazón

Vámonos, corazón, hemos perdido,
ya nunca espigarán tus ilusiones.
Recoge tu esperanza y tus canciones
y partamos en busca del olvido.

Vámonos, corazón, ya tu latido
sólo podrá contar renunciaciones.
Guarda su nombre con tus oraciones
y si debes sangrar, sangra escondido.

Vámonos, corazón, tu fe no existe.
Al fin y al cabo tu naciste triste
y triste en cualquier puerto morirás.

Vámonos, corazón, ya no la esperes.
Bendice su recuerdo si así quieres,
pero marchemos sin mirar atrás.






Ya no más corazón

Ya no más, corazón, te he permitido
que la quieras sin tiempo y sin medida,
que bordes tu esperanza inadvertida
al ruedo juguetón de tu vestido.

Ya no más, corazón. ¿No has comprendido
que ella no quiere entrar en nuestra vida?
Si eras tan débil en la despedida,
corazón, no debiste haber querido.

Te advertí, corazón, que era inasible,
que no adoraras tanto un imposible
para que no sufrieras su desdén.

No me creíste, corazón cobarde,
y hoy ya comprendes demasiado tarde
que yo te lo decía por tu bien.



TERESA MARTÍNEZ DE VARELA [11.509]

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TERESA MARTÍNEZ DE VARELA 

(1913-1998, COLOMBIA) La intelectual del siglo XX en el Chocó en el campo de las artes literarias
Teresa de Jesús Martínez de Varela: vida plena de realizaciones: polifacética y activista, madre, maestra, poetisa, institutora folclórica, novelista, musicóloga, dramaturga, declamadora, pintora, escritora, líder social, investigadora. Nació en Quibdó el 1 de julio de 1913 y falleció el 16 de junio de 1998. Hija de Eladio Martínez Vélez: músico, ingeniero autodidacta de barcos para el río Atrato y gran empresario de aserradero (de madera); y su madre: Ana Teresa Arce Campaña. Contrajo matrimonio en Quibdó con: Pedro Varela Restrepo el 13 de marzo de 1967: comerciante antioqueño. Sus hijos: Eladio Enrique, Pedro Francisco, Jairo Varela: Director del Grupo NICHE, María, Norma Gloria y Martha Lucía. Cursó sus estudios primarios en el Colegio de la Presentación de Quibdó, secundarios en el Colegio Pió X en Cartagena y normal en la misma ciudad.

En su primera obra, la novela “Guerra y amor” sobre los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, publicada en 1947, muy originalmente como siempre doña Teresa hizo estampar en la primera pagina “¿Prólogo? mi libro Guerra y amor no tiene prólogo; el Génesis tampoco lo tuvo”.
En 1983 publicó el interesante y bien documentado libro “Mi Cristo negro” sobre la pena de muerte a Manuel Saturio Valencia, cuyo título se descompone así: “Mi” porque es su versión algo apasionada sobre el fusilamiento de Saturio. “Cristo” por como él fue calumniado, flagelado y sacrificado un viernes; “Negro” porque éste era el color de la piel de Manuel Saturio.
En 1987 aparece la biografía de Diego Luis Córdoba, y en 1992, con el patrocinio del Grupo Niche, “El Papi Gamín”. Como dramaturga ha escrito el “Nueve de abril”, “Las fuerzas armadas” y “La madre fósil", melodrama presentado en Quibdó. Y como si fuera poco, el tiempo le alcanzós para tomar los pinceles y producir al óleo cuadros sobre personajes y paisajes. Pero por encima de su grande y variada obra, estuvo su atrayente personalidad. Teresa Martínez fué mujer, dinámica, vital, locuaz, enérgica, emprendedora y hasta quejumbrosa, porque cuando en sus años de madurez veía las gavetas de su escritorio repletas de manuscritos y que nadie le apoyaba para publicarlos, decía que era una mujer incomprendida, tal vez por ser negra, pero que algún día le conferírian sus meritos.

En noviembre de 2009, su biógrafa Úrsula Mena de Lozano, con la colaboración de el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico, la Gobernación de Chocó, la Alcaldía Municipal de Quibdó y la Universidad Tecnológica del Chocó, publico “En honor a la verdad”, biografía y compilación poética de esta gran intelectual quibdoseña. La biografía tiene 194 páginas y el compendio poético, 440, que incluye un particular glosario.



Proclama a la vejez 

¡Vejez! Momia que va por el sendero viejo
con un fardo de angustias… ¡Tan cansada!
Ya no percibo la luz de los reflejos
ni el soñar de la alegre campanada
sus pies dolientes con crucial manejo
y en su frente la nieve despiadada,
es la vejez. El resecado pino,
la ninfa del ayer, árbol podado
que vendió su cosecha en el mercado
de la suerte y el destino.

Espectro fiel de la misión cumplida
con gesto varonil
humanidad vencida y traspasada
por el dardo senil.

¡Longevidad! ¡Pesadilla de la experiencia!
Rosa marchita y desmayada
sobre el álbum de la conciencia.

Libreto de un drama… ¡Exhalación de una estrella!
La cripta del amor y la altivez…
Ley que busca el punto de tangencia en el vacío
y con toda la inocencia regresa a la niñez
para olvidar del dolor, los desengaños,
la deprimente burla de los años
que arrebatan la plena lucidez…
¡Y aquellos instantes de dulzura
de embriagada emoción… y de aventuras
donde hubo jugadas de ajedrez…!

¡Tercera edad! Estación de invierno
camino hacia el desierto y las heladas…
Artista que concluye su jornada
y se despide de la carpa y de la escena
con el último telón… de la velada.

¡Adiós al mundo! Cuando se han fugado
la esperanza y farándula febril;
y hasta el príncipe azul se ha retirado
con sus antorchas y músicas de abril…

Cuando inmensa fatiga de los años
han destruido la física belleza
y la mofa del vulgo… irreverente
estaciona en su rostro… la tristeza
¡Oh la vejez! Diosa sedante
de tu lindo pasado nada añoras
de ilusiones futuras nada imploras.







Del averno del odio a la gloria de Dios 

Terminó su misión en esta gleba,
fatal mazmorra donde estuvo preso…
En el éter su espíritu se eleva
cual plegaria sutil… de un santo rezo.

¡Mi Cristo Negro! Con sublime suerte
salva el averno… sin afán ni sustos.
Y allá en la Gloria donde ya no hay muerte
luce la aureola de los nobles justos.

Y en ese foro de la Gran Justicia,
con su voz de cantor… y de milicia
coro de querubines… lo acompañan.

Mientras Tántalo, en plena desventura
no ha visto a Dios… por su tenaz locura
de endiosarse en sus míseras hazañas.







Yo también cambio mi vida 

Yo también cambio mi vida, hundida en tinieblas
por la luz de una estrella que cruza el vacío,
por una caricia que enjuague mi llanto,
por una receta que calme mi hastío.

La cambio y la rifo por el canto de un ave,
por marcial sinfonía de las épicas dianas,
por el vuelo de un cóndor el vaivén de una nave,
por la tierna mirada del ser que se ama.

La cambio y la cedo por la fe de un cariño,
por el dulce murmullo del mar y del viento,
por la ingenua sonrisa de un tímido niño,
por las ilusiones que tienen los cuentos.

De veras la cambio por el llanto de cuerdas,
el ballet de la luna en las noches serenas,
por el hondo silencio que tiene la selva
el cristal de una fuente, el fulgor de una gema.

Por la danza y colores de una mariposa
perfume de rosas, de orquídea escondida,
por una limosna de paz generosa
una salve ortodoxa, yo cambio mi vida.

Por la magia de un verso los destellos del día
un sueño de hadas un vibrar de campanas,
por el clásico rito de la idolatría,
por lo grande y sublime que tiene la fama.

Por el brillo dorado de un pez marinero,
por la fina cadencia de rítmica prosa
y segura la cambio por el número cero
el Alpha y Omega de todas las cosas.

Por la incógnita equis, por las brisas de mayo,
por el plácido trino de palomas viajeras
cabalgata de nubes en corceles de rayos,
por el gran arco iris el galán de la esfera.

Por un salmo divino, por el Ave María,
la visión de querubes con sus arpas etéreas
no se empeña mi númen por razones tan frías
en cambiar mi existencia por la sucia materia.

Y feliz yo la cambio por una esperanza
que ahuyente de mi alma tanta soledad,
por un espejismo del sol en bonanza
que me dé un instante de felicidad.






Epílogo 

Esta sed que me mata, es la sed de lo incierto
en la fuente de mirras y en la abrupta cascada
esta sed que me abrasa es la sed del desierto
con el cántaro roto en mitad de jornada.

La llevo en el alma implorando el invierno
como el sol que agoniza en las tardes de estío
esta sed que me mata, con llamas de infierno
se relame del cielo el copioso rocío.

Esta sed que me abrasa… por saciarla quisiera
encumbrarme en las rocas… desandar las laderas
los breñales de espinas… lo imposible vencer.

Hasta hallar esa fuente, donde loca pudiera
sumergiendo mi boca, en su fresca ribera
olvidarme del llanto ¡y beber… y beber!


CARATULA BIOGRAF tm.JPG




Una mujer adelantada a su época, la intelectual del siglo XX en el Chocó. Entrevista con Úrsula Mena, la biógrafa que ha hecho este importante aporte a la memoria cultural.

Teresa Martínez de Varela, la intelectual del siglo XX en el Chocó. Entrevista con su biógrafa, Úrsula Mena.

Por Daniel Mera

Parece justo decir que Teresa Martínez de Varela fue la intelectual más importante del Chocó en el siglo XX. Su biógrafa, Úrsula Mena,  se ha encargado de mostrar por qué sí.  Fue una mujer adelantada a su tiempo, polifacética y activista, que se las arregló para criar una cantidad de hijos, el más famoso, Jairo Varela.

Con Úrsula Mena Lozano quedamos en deuda.  Han sido años de perseverar hasta contar con estos libros,  un paso indispensable para rescatar del olvido a una mujer excepcional. Esta es una conversación antes del placer de leer los libros.

¿Quién fue Teresa Martínez de Varela?

Fue la mujer más destacada del Chocó en el siglo XX, en el campo de las artes literarias. Nació en Quibdó el 1 de Julio de 1913 y falleció el 16 de junio de 1998. Su padre, Eladio Martínez Vélez, era músico, ingeniero autodidacta de barcos para el río Atrato y gran empresario de aserradero (de madera);  y su madre, Ana Teresa Arce Campaña. 

Después de sus estudios primarios y secundarios en Quibdó y Cartagena, respectivamente, realizó los complementarios  de la época que la calificaron como maestra.

¿Por qué el título ‘En honor a la verdad’ para la biografía?

Ella utiliza mucho la frase en nuestras conversaciones, así que fue otra forma de rendirle homenaje.

¿Cuál es la historia de esta biografía y de la compilación?

Me encontraba elaborando un ensayo sobre literatura romántica afrochocoana para participar como escritora invitada a la Feria del Libro en el año 1993; leí algún poema de ella y me deslumbró su belleza, busqué otras cosas, y finalmente la conocí en el 94; nos gustamos de inmediato y decidimos escribir su biografía.

Fueron largas horas de conversación a pesar de sus quebrantos de salud -para entonces ya la maestra tenía 81 años, pero una lucidez mental envidiable.
Los documentos y los trabajos literarios fueron apareciendo, asombrándonos cada vez más por su profusión, variedad y factura literaria, y entonces Ana Rosa y yo decidimos publicar el compendio poético. En este trabajo fue fundamental el apoyo y la colaboración de sus hijas Martha e Iven Varela.
La demora en la producción se debió a que era mucho trabajo, mucho material, y, de una parte no encontramos el apoyo financiero oportunamente y de otra, no teníamos el tiempo suficiente para dedicarle en medio de nuestras otras actividades.

¿Cómo está estructurada la biografía?

La biografía está estructurada con base en 3 grandes aspectos:  1) Su vida familiar y estudiantil, que enfatiza los elementos socioculturales que dan origen y afianzan su inspiración y formación literaria. Aquí hay un papel destacado de su vida amorosa, la narración tal vez más sentida y cruda.

 2) Su vida profesional, en los distintos desempeños y cargos que ocupó, que alimentaron sus visiones de mujer, madre, maestra, escritora y líder social; y
3) Reseñas de su vasta producción literaria, en prosa y verso, unas publicadas, otras inéditas en su gran mayoría. La biografía también tiene ilustración fotográfica familiar y pública, así como testimonios de sus hijos.

¿Adelantada o excéntrica en la sociedad quibdoseña, cuáles eran las fuentes de sus gestos (alisado del pelo, minifalda, moda europea, por mencionar los de este tipo, es decir, cómo estaba ella conectada con el mundo)?

Adelantada y excéntrica. Ella se forjó una personalidad a la que contribuyó mucho su padre, su formación académica, la lectura (en su casa había una biblioteca grande con todo tipo de textos y los clásicos de la literatura universal).

Escuchaba radio y tenía acceso a medios impresos nacionales e internacionales que llegaban a Quibdó y a Colombia por aviones que acuatizaban en el río Atrato.

¿Qué influencias literarias recibió y qué estilos usó?

Ella niega haber tenido alguien que la influenciara literariamente; sin embargo, hacía bastante alusión a Víctor Hugo, con su obra Los Miserables, y nos habló de su gusto por la novela La Cabaña del tío Tom, de la autora abolicionista estadounidense Harriet Beecher Stowe.

Creo que sobre todo esta escritora influyó bastante no sólo en sus temas sino en su propia vida. 

Respecto de los distintos géneros de su producción literaria, no alcancé a analizar este aspecto, pero mi percepción es que escribía de todo, en cualquier momento.

¿Teresa Martínez perteneció a círculos literarios fuera de Quibdó, publicó en la prensa nacional? (Yo vi una foto de ella en Cromos de los años 40s) ¿Cómo la trató la crítica (literaria o intelectual) regional y nacional?

Sí y sí. Incluso hizo parte de un grupo internacional con sede en Caracas, Venezuela, que se denominó Buró Central de Informaciones, quienes la inscriben en el libro de Mujeres Intelectuales de América.

La crítica tanto literaria como intelectual en lo local no fue benigna, cosa que a ella le dolía mucho; sin embargo, tuvo mayor reconocimiento, particularmente como poeta, en el nivel nacional de la época, pero no tanto como para que la posteridad le guardara un puesto entre los escritores y escritoras nuestros.

Ella fue maestra, madre, activista, periodista, esposa, investigadora, poeta.  ¿En qué rol fue más adelantada a su sociedad?

En todos los roles, sí se conoce, para la época, la composición de la sociedad quibdoseña y chocoana. Ejemplos de hechos controvertidos: en el 54 su participación en plaza pública contra la desmembración del Chocó pretendida por el entonces presidente General Gustavo Rojas Pinilla y que en su momento cubrió Gabriel García Márquez en calidad de periodista de El Espectador; su participación, como única mujer entre 37 hombres, en la Caravana de Periodistas por el Chocó en el 55 -un recorrido por el territorio intendencial.

¿Tiene un inventario de toda la obra de su biografiada?

En la biografía se publica reseña de las obras en prosa y poesía, a la que tuvimos acceso o noticia, apoyada en la propia autobiografía que hizo la maestra Teresita, y los documentos que fuimos encontrando.

La compilación poética la hicimos bajo el nombre de Cantos de Amor y Soledades, que recoge muy buena parte de su producción, pero no nos atrevemos a decir que es la totalidad. Para esta edición procuramos respetar la estructura de doce fascículos temáticos en que la propia autora clasificó y agrupó los distintos poemas de su inspiración, bajo una denominación general que ella llamó Panorámicas.

Los poemas son sobre temas religiosos, paisajísticos, del amor y el desamor, humorísticos, patrióticos, etc. Los fascículos tienen títulos igualmente poéticos, evocadores de sus preocupaciones y del permanente ejercicio literario: Pirotecnia de la fe, Ciudades de Colombia, Celebridad Femenina, Alucinaciones del amor, Pluma tinta y papel, Vivencias de una tormenta de amor, Fragua de Marte, Sonetos a la noble amistad, entre otros; y muestran todos ellos un excelso dominio de la lírica, la épica y el drama.

Teresa Martínez vivió en una época en que lo afro no existía como concepto. ¿Cómo asumía ella su color y sus orígenes raciales?

Para ella su condición fue traumática, porque realmente era una mulata, hija de blanca, ligeramente mezclada, y negro. Entonces se sintió discriminada por los unos y los otros. Este hecho fue uno de los grandes motivos que marcó su vida.

¿Le habló de su relación con los gigantes: Diego Luis Córdoba, Manuel Mosquera, Adán Arriaga, Daniel Valois (y también Eliseo Arango)?

Aunque no mencionó una relación directa con estos personajes, sí los consideró y enalteció tanto en sus textos como en sus intervenciones públicas. Es de anotar que a Diego Luis Córdoba incluso le escribió una biografía, que se publicó en 1987.

 En su tercera edad, ¿cómo percibía ella los cambios que estaban sucediendo en el mundo y en Colombia (hace 20 años especialmente)? Tuvo oportunidad de hablar con ella  sobre esto?

Sí tuve oportunidad de hablar con ella sobre eso. Ella sentía la pérdida de valores de los colombianos, se dolía de los casos de corrupción en el gobierno, del abandono de la niñez y de la falta de solidaridad en general en nuestra sociedad.

¿A quién más le gustaría ayudar a rescatar del olvido?

Hay muchos personajes, algunos de ellos vivos aún, que también han hecho grandes aportes particularmente a la cultura afrocolombiana y han sido ejemplos de vida dignos de emular. La tarea de rescatarlos del olvido nos corresponde a todos.

Sobre los libros

Para la impresión se contó con el apoyo del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico, Gobernación de Chocó, Alcaldía Municipal de Quibdó y la Universidad Tecnológica del Chocó. La biografía tiene 194 páginas y  el compendio poético, 440, que incluye un particular glosario.








LUZ COLOMBIA ZARKANCHENKO [11.510]

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Luz Colombia Zarkanchenko de González 

Natural de Istmina, COLOMBIA en 1971 fue nombrada Alcaldesa de Quibdó, y en 1978, el presidente Julio César Turbay la designó gobernadora del Chocó. fue la segunda mujer en ocupar este cargo

Ha publicado cuetro libros de poesía:

-Momentos de luz acuátil. Lo escribió siendo gobernadora, para promocionar a Bahía Solano, como puerto alterno. En él pone de relieve la belleza natural de su amada tierra, se le escapan nostalgias e intimidades, de gran valor poético.
-El espejo del agua
-El agua iluminada
-Destellos del alma



Divina Utría

Púdica niña de mi litoral, divina Utría.
Canción de pacificas notas aún desconocida 
En ti brizné mi corazón y en ti quedé astada
como el rojo ajobo de la mar.

Fragmento de la poesía "Divina Utría" 







Aljaraz de la costa 

Brizadora de báculos,
arrimo,
consuelo,
tabernáculo
donde las penas
se hacen baladíes,
bagatelas.

Aljaraz de la costa,
con la péndola dormida
en el cojín del espacio,
en la hamaca del lapso.

Alta noche colgada
en el núbico perchero
de la magia marina.

Yo colgué mi ansiedad
del gancho de tus sueños
entre nubes y palmas.







Venus apabullada 

Bahía de Mutis,
tu nombre es hijo del mutismo.

Venus apabullada
por abismal silencio.
Tu cuna,
fue una caracola
y la espuma te dio
su nacimiento.

Eres selecta coyuntura
de las aguas pacíficas.
Los hombres que comen
tu fruta sazonada,
los que beben el vino
de tu fronda madura,
los que andan descalzos
segando los silbidos,
las cosechas corrientes
de sus soliloquios,
hito tras hito,
rada tras rada
en la noche callada,
o en el amanecer,
sobre los accidentes,
de tu cuerpo de sal,
tienen yodado el beso
y la voz,
hecha tropel de tarde
que el viento en su carrera
convierte en cascabel.






Divina Utría 

Púdica niña de mi litoral,
divina Utría.
Canción de pacíficas notas
aún desconocidas.

En ti
brizné
mi corazón
y en ti
quedé
astada
como el rojo
ajobo
de la mar.

Divina Utría,
desazón del alcatraz,
púdica niña de mi litoral;
en tu fragor,
aspé mi grito
y en él
quedó visado
como inminente protesta
suscrita de la mar.

Púdica niña de mi litoral.
¡Divina Utría!
del agua,
paloma
y
palomar.







La Bella 

No hay otro nombre
que en cualquier idioma
tenga la más exacta arquitectura,
utría, la bella.

Tu nombre encierra
el textual calibre,
la más firme contextura,
la estricta limpidez del agua,
su más severa monarquía.

No hay otro nombre igual.
La bella ¡utría!






Las diosas del alba 

Bazán

Las madres que madrugan
sonámbulas…
a buscar el maná
entre la humedecida arena,
las que salen al viento
con el calor de las sábanas
en la espalda marina
a buscar el secreto salado
de la escondida almeja
cuando la mar se va…
a la casa del tiempo,
son las diosas del alba.

Con esa sal vital,
se iluminan el alma
que el dolor ha oxidado.

Las madres que madrugan
sonámbulas…
son astros vagabundos
en los graos dorados.







Allá van… Allá van… 

Allá van…
Allá van…
Allá van…
Tus hombres hambrientos
de sombras y sales,
con sus chinchorros
 a pescar…
Allá van…
Allá van…
en la noche oscura
buscando aventuras,
contra el vendaval.
Allá van…
Allá van…
como péndulos vitales
como campanas funerarias
sobre el oladar.
Allá van…
Allá van…
ardiendo tizones crepitorios
dentro del corazón
y sobre el mar.
Allá van…
Allá van…
como piras interminables
de esperanzas marinas
con la frente encendida
y el temblante hablar.
Allá van…
Allá van…
excitando continuas
la robusta fuente
de sus desesperanzas
bajo el cielo, sobre el mar.
Allá van…
Allá van…






Suena mi cuerpo como un caracol 

Suena mi cuerpo
como un caracol,
sale un eco profundo
desde mi interior.

Es que viene subiendo
como un gran tonel,
desde mi oceánico mundo,
mi angustia de mujer.

ELISA POSADA DE PUPO [11.511]

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Elisa Posada de Pupo 

Nacida en Barbosa, Antioquia, Colombia. Vive en Cali, Valle del Cauca. 
Enfermera graduada en el Centro Médico San Julián en Cali, 1999. 
Poeta, escritora de cuentos infantiles, pintora y compositora lírica y musical. Es miembro activo de la Junta Directiva de la Fundación Plenilunio, desde julio de 2007. La Unión de Ciudadanas de Colombia le entregó una Bandeja de Plata por su participación en actividades culturales en 1985. 
Ha publicado dos libros de poesía: Romances del sol (Cali: Faid, 2000). Y, Sendero de luz (Cali: Gráficas del Valle, 2007).



Día triste 

Estoy triste
al silencio escucho.
Trae voz de angustia
y un poema trunco.

Mi sombra es un muro,
es campo florido,
es agua que corre
en medio del Nilo.

En todas las cosas
me encuentro fundida,
los pasos me llevan
en silencio a ti.

Hoy te llevo conmigo
soy tu compañera,
tristeza que anida
muy dentro de mí.
Tú eres paz que un día
vivirá tranquila
tejiendo la hamaca
de mi nueva vida.








Cuando llora el viento 

El aire transparente
golpea mi ventana
trae su lamento
y lo deja en el cristal.

El susurro es su queja
que comparte conmigo
viene desde muy lejos
con su agudo dolor.

Ese viento que atrapa
los oscuros silencios
trae en sus garras
suspiros de amor.

Es el cielo el espejo
que protege e impulsa
a seguir los senderos
de armonía y pasión.

Va tocando las puertas
despertando alegrías.
Este viento es de vida
y su llanto es canción.







Despertar 

Al despertar está cayendo la lluvia,
un deseo calcinante pulsa mi piel,
mi temblor se hace más fuerte
cuando el placer no es saciado.

El hombre desesperado
nunca puede comprender
la magia de la mujer
cuando en realidad palpita
el movimiento que incita
al corazón a querer.

Esto es amor, amor callado y sincero
cuando en las noches de enero lloraba aquel desamor,
despierta amor, estoy llorando
bajo esta magia del cielo
he saciado el deseo
jugando con el amor.







Sin título 

Bellos senos serenos y desnudos
que se mueven al compás con alegría,
jacintos de hermosa fantasía,
racimos que madura el día.

Tu boca sensual
se vuelve néctar
y un suspiro por tu garganta baja
cual perfume de sándalo.

Una lumbre mediana
la pasión desata,
es amor, es dulzura
pero hoy ya es ceniza.

Vuelve la luz del día
y en el mar se pierde.






Posesión 

Soy la dueña
de la trampa
que encierra mis sentidos
del vértigo que succiona
y atrapa mi existencia.
Silencio, desconfianza…

Deambulo por calles solas,
busco mi destino.

Soy la dueña del tiempo
el espacio me habita
y no lo encuentro.

Hoy me siento sola
y soy dueña de todo
y de nada.







Forma de vida 

El tipo de vida con que sueño
es el que estoy viviendo.
Jamás he permitido obstáculos y derrotas.

Poseo la herramienta
para crear lo que quiero.

Esto es magia,
bienvenida magia
a la vida de mis futuras generaciones







Mi soledad 

Llevo mi soledad tan afligida
que su rostro denota
los cansancios del día.

Ella desposa
a mi mente nocturna
triste posesión de nostalgia.

Esta soledad pensativa
tiene temblor en sus manos
con sabor a deseos.

Esta soledad tan mía
viaja entre sombras,
su castillo es de bronce
bajo el cristal del día.

Mi soledad tiene
rostro firme,
es mi huésped de honor,
mi compañera unida,
quiero estar con ella antes de irme.







Pobre cuna 

Tenía en la cuna
su juguete viejo
rota la cobija
y medio escarpín.

Una lánguida lámpara
de yesquera húmeda
el cántico de mamá
con que la arrullaba.

Estaba dormida
la pequeña rosa
oyendo a lo lejos
la triste canción,
duérmete mi niña
que vienen las horas
y ya sale el sol.

Con un tierno arrullo
la inocente niña
no sabe que en casa
le falta el sustento
comida, la leche y el pan.

Esto le sucede
a muchas familias
que no tienen padre
que solo la madre
es cabeza de hogar.






Contemplación 

Contemplaré la vida
sin arrancarle un lirio
con mis manos desataré los fragmentos
que inventaron los dioses del amor,
buscaré en la luz las ilusiones
y entre sombras reales
escribiré tu nombre.


LUCRECIA PANCHANO [11.512]

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Lucrecia Panchano

Lucrecia Panchano (c. 1940) es una maestra no titulada y poeta costumbrista colombiana, nacida en Guapi, Cauca. Es considerada, además, como una historiadora de la Región Pacífica colombiana, por el contenido de sus poesías, que narran las tradiciones culturales de la población afrodescendiente de esa región.

Lucrecia fue criada por su abuela materna, con su madre no tuvo contacto durante su infancia ni su adolescencia.1 Cursó sus estudios primarios en la Escuela Inmaculada Concepción, de Guapi; a la edad de trece años, mientras cursaba primero de bachillerato, fue nombrada maestra rural y enviada a trabajar con la comunidad Emberá, a quienes debía enseñar a leer, en este cargo se desempeñó por aproximadamente seis años.

En 1954 emigra al departamento de Valle del Cauca, en el que aún reside; en 1960 es contratada en Buenaventura por la empresa Puertos de Colombia como operadora de comunicaciones.

En 1965, motivada por monseñor Gerardo Valencia Cano, inicia su actividad literaria publicando versos en el periódico El Puerto. En 1970 obtiene el primer lugar en un concurso sobre costumbres de la Región Pacífica colombiana, en el cual presenta un trabajo acerca de La vida de los cholos, que es publicado por Puertos de Colombia. Continúa escribiendo crónicas y poesías para diferentes periódicos y revistas de Cali y Buenaventura.

En 2004 publica su primer libro titulado Resonancias de un churo, por el cual obtiene menciones honoríficas de la Contraloría Municipal de Cali y de la Universidad del Valle; fue invitada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero a lanzar su libro en España, donde se realizó un evento exclusivo para la población afrodescendiente en la sede del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

En 2007 publica Ecos de mi litoral, por el cual recibe la Medalla al Mérito en Poesía: Helcías Martán Góngora de la Fundación Colonia Bonaverence y la Palma de Oro al Mérito Herencia Ancestral de la Fundación Ancestros.

En 2010 publica su más reciente libro Hurgando en mis ancestros, dirigido especialmente a niños y niñas, a quienes por medio de rondas, cuentos y poemas busca transmitir parte de las tradiciones afrodescendientes.

En su poesía deja ver su oposición al racismo y a la guerra, las luchas del pueblo afrodescendiente, la historia de la cultura del pacífico y sus propios sentimientos y vivencias. Actualmente reside en Cali en compañía de su esposo, sus hijos y sus nietos.




Carimba 

Carimba. Marca de abominable esclavitud
que todo nos robó, excepto la conciencia
que en nosotros releva su física presencia
y enfatiza en el negro, su máxima virtud.

Carimba… marca indignante del vasallaje
que quiso destruir todas nuestras raíces.
Y aunque hoy presentamos diferentes matices,
somos supervivientes de infame coloniaje.

Después de varios siglos de ignominia y dolor
y con esa fe suprema que el negro vivifica,
por llevar en su ancestro ese, ¡algo! superior.
Carimba… Ahora es símbolo de libertad y amor
con un significado que el negro dignifica
y es la expresión auténtica de altivez y valor.






África grita 

En tu fisonomía, pelo y piel, África grita.
Grita en la mezcolanza de la pigmentación,
grita en el alma, allí donde lo noble de todo ser habita,
y hace eco, en los vericuetos de la imaginación.
África grita en las mil voces del ancestro
como fuerza telúrica, estremece nuestro ser.

Grita todo lo suyo, que también es lo nuestro
en todos nuestros actos y nuestro quehacer.
África grita, en todo aquello que significa vida
y en el dolor sin nombre de siglos de opresión.
África grita, en la esperanza y en la fe perdida
y en las reconditeces de nuestro corazón.

África grita, no para inventariar un pasado infamante
ni hacer recordatorios de humillante racismo.
África grita, para impulsarnos a seguir adelante
para que nuestra identidad no se vaya al abismo.
África grita en la sangre que corre por las venas
y hace del corazón, lugar de confluencia.

Grita en nuestras alegrías, también en nuestras penas
y releva en raíces, su física presencia.
En todo cuanto existe y nuestro entorno agita
África con vehemencia y sin ambages grita.








Currulao pa’ el Señor 

A Mercedes Montaño (in memoriam)

Hubo un tropel en el cielo
y tremenda algarabía
es que toditos corrían
desde todos los confines
ángeles y serafines
santos y santas querían
saber lo que había pasado,
quién era el que había llegado,
qué alboroto producía
con una triunfal entrada
a aquel recinto sagrado.

Y con folclórica tonada
a San Pedro preguntaban
que estaba en la portería
si informarles él podía
quién causaba ese desvelo.

Y fue el Espíritu Santo
quien a todos puso al tanto
explicándoles a su amaño.
«La causa», dijo, «señores,
de esta celestial revuelta,
es que llegó Mercedes Montaño
a hacer currulao al cielo».

Ella les dijo sonriendo:
«Es que aquí nos dimos cita
Petronio Álvarez, Margarita,
Dalia, Agustina y demás gentes,
Gregorito el marimbero
cuyo saber amerita
que a esta Corte del Creador
traigamos nuestro folclor
el mejor del mundo entero».






Afrodescendencia 

Afrodescendencia, inevitable consanguinidad
que atravesó, distancias y fronteras…
que desafió, pigmentación e identidad,
que superó, escollos y barreras.

Sangre que quema, corazón que aprieta.
Es África que grita entre las venas,
ancestro que aprisiona, que sujeta,
que exige libertad y no cadenas.

Madre África distante y latente,
grito sin eco, rabias contenidas…
siempre y por siempre estarás presente,
eres parte vital de nuestras vidas.

Madre África, somos tu descendencia
y en la sangre llevamos tu presencia.






Como la muerte 

Tu amor es para mí como la muerte,
definitivo, cierto, inexorable.
No se puede evitar lo inevitable
dueño eres de mi vida y de mi suerte.

Y es inútil que trate de evadirlo,
porque es como la muerte poderoso
y cuando más me empeño en herirlo
él se torna más fuerte y más hermoso.

Yo sé bien que inútil es luchar
por apartar tu amor de mi camino.
Si estás en mi reír, en mi llorar,
en mi dicha, en mi calma, en mi pensar.

Eres del corazón el palpitar
por mis venas te siento circular
sellando cual la muerte mi destino.






Los manglares 

Amos en la heredad de los esteros,
príncipes orgullosos de los mares,
los vientos les enseñan sus cantares,
y son del litoral, tiernos señeros.
Majestuosos y altivos se levantan,
¡los nativos manglares!

Oficiando de insomnes centinelas,
escudriñando ignotas lejanías,
las auroras y ocasos de los días,
y el mágico vaivén de blancas velas,
al paso de los años se agitan,
¡los nativos manglares!

Hincan sus laberintos de raíces,
para erguidos otear el horizonte,
en sus ramas anidan los sinsontes,
y sus renuevos se llenan de matices,
con su vistosidad, el entorno encanta,
¡los nativos manglares!

Dioses en el Olimpo del paisaje,
refugio de emigrantes criaturas,
del mar conocen calmas y bravuras,
y disfrutan las caricias del oleaje,
ante las tempestades no se espantan,
¡los nativos manglares!

Pero el hombre inclemente lo depreda,
sin valorar sus múltiples bondades,
sin pensar que de sus verdes mocedades,
tras la criminal tala nada queda.
Al infinito cuentan sus pesares,
¡los nativos manglares!







BRENDA RÍOS [11.513]

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Brenda Ríos 

Brenda Ríos. (Acapulco, Gro, México, 1975). Profesora de la carrera de Desarrollo y Gestión Interculturales, de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Profesora de la asignatura “Introducción a la literatura” en la Universidad Iberoamericana. Doctoranda en Letras Mexicanas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestra en Letras Latinoamericanas por la UNAM. Integrante del Seminario de Traducción Literaria del Centro Cultural Brasil-México. Becaria del programa de Residencias Artísticas de Libre Gestión del FONCA 2010-2011 para Brasil. Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA 2009-2010. Becaria de la primera generación de ensayo de la Fundación para las Letras Mexicanas 2003-2004. Autora del libro “Del amor y otras cosas que se gastan por el uso. Ironía y silencio en la narrativa de Clarice Lispector”, Tierra Adentro y Fundación para las Letras Mexicanas, A.C., 2005. Ha publicado ensayos y poemas en las revistas Casa del Tiempo, Guadagujas, Metapolítica, La cabeza del Moro, Este País, Luna Zeta, Luvina, Bien Común y Fractal; así como en la revistas electrónicas de literatura Los noveles, Letralia y en Replicante.






Poema de los atrapamientos

Porque he dormido en el cuerpo de un hombre y he visto amaneceres en su piel.
porque he dormido con sus piernas en las mías y he tenido el peso de la cercana humanidad en mí.
porque sus manos me han buscado cuando duermen
y mi espalda recibe sus palabras humeantes.

porque he dormido junto a hombres que no he tocado, hermanada en ellos.
porque he dormido conmigo.
porque he tenido mañanas sin extrañar nada ni a nadie y me he sentido libre y desapasionada,
porque he tomado el desayuno sola tantas veces que aprendo:
he hecho la vida.
en zigzag.
pero me he llegado.

Porque sé todo esto y varias cuestiones más: el árbol de blancas flores suelta jugos al anochecer y toda la cuadra se moja en el almíbar liberado.
Porque he visto la reproducción de los peces
fuera de mi iglesia
no deberíamos llorar Magdalena cuando se agoten los hombres delgados.
sé fuerte, aguanta, como hacemos todos.
no podemos andar por ahí en llantos interminables sujetándonos a las piernas
del único,
no es posible, y sí agotador.
porque hablarán de ti Magdalena, dirán cosas,
la biblia es una vecindad de viejas que reprochan
y no pasarás de una mujer voluble.
Tú, la sensual perfumada, no dejes que te vean en los desmoronamientos.
porque los actos de la subversión no puede ser tan sólo
lo humanamente posible
de no amar al prójimo
cuando las mujeres desciendan de los barandales de las antiguas casas
y los hombres escondan los ojos los manos las palabras
porque no sabemos elegir
ni amar
ni pedir de rodillas por nadie.
Porque extrañar es una llamita que empieza dentro y sale fortalecida a morder lo exterior, a adormecerlo todo con su ventisca digna y ferviente.
Porque he plantado en ti y en mí
sombras
que no tienen nada que hacer
salvo mirarnos
los dos al fondo de la sala quitándonos la ropa
porque el cuerpo define contornos
entre los dientes.

Extrañar es amanecer con un nudo en la garganta, una resaca de saldo blanco.
Porque me he levantado en la punta de los pies para besar a un hombre
para decirle adiós en los labios en las puertas
nadie de nosotros porque los amantes que se abrazan son todos los amantes que se abrazan
suelta el abrazo
mi pecho pide refugio político al suyo sin consultarme,
pide amparo; huye de mí
porque he llegado a pensar que su boca se lleva la mía cuando vuelvo callada a mi habitación
no hay nada más que ver por hoy
juguemos a esto: el que se enamore pierde un país.
Pongamos orden de una vez por todas.
Digamos algo, sí, no, algo, para que no parezca que flotamos entre ires y venires,
en desaciertos.
He aprendido: hay que arrojarse, hay que ser capaz de arrojarse si queremos un buen día
entender lo que significan
los atrapamientos…
después de todo las guacamayas se aparean en el vuelo.
Porque he bañado un hombre de pies a cabeza y me he detenido
en ciertos lugares a mirar
y toco
para cerciorarme de que el cuerpo
es incesante, áureo,
tan de mí.
Pareciera arrojado por el oleaje
y bienlanguidece
en el terreno de la toalla.
Porque era yo y no otra
quien desnudaba al ebrio equilibrista
lo metía a la cama
y le ponía la sábana hasta la barbilla.
La última frialdad del día se cierra
en él y en mí,
no hay refinamientos: la dureza de su aliento
se posa en mi nuca como una piedra.
Soñamos los dos sombras que rodean
y una distancia entre la cama y el cielo protector.

Porque era yo y no otra
quien dormía en tu pecho
y sentía el latido acompasado
de tu voz en el pelo
aguardábamos el pulpo del sueño, la mandrágora de la noche
sin nada que nos proteja
cerramos los ojos y decimos sí
a esto que se abre
estamos ya en la balsa, en el agua desconocida.

Porque dices árbol y yo siento en el bosque sumergirme en eucaliptos.

Porque dices agua y la veo romperse en formas y silencios, en goteos imprecisos como de un lagrimar de ciego.

Porque dices noche y se me llega el sueño para dormir contigo no sin ti; la noche es mi estación: este cuerpo desperezado tuyo es primavera. y yo ando en él, descalza ando en él, en los corredores amplios de su casa húmeda.

Porque tiemblas cuando duermes
te rodeo por la espalda sin traicionarte nunca,
y el agua de tu piel
resbala en la mejilla.

Porque dices Dios y lo veo agitarse entre nosotros.
Porque dices vaso y me llega la sed y el ardor, porque yo digo nada para poder escucharte,
tu voz es en mí la galería más amplia.

Porque quiero florecer en ti,
en el interior de ti,
en el fuego blanco

Era por ti que quería una casa
para habitarte todo,
llenarte de mí como si yo fuera el sol
y tú el patio, el jardín, el zaguán, las paredes,
abrazar las esquinas, poner las piernas los brazos los dientes de luz
en ti,
llenarte de mí en tu boca.

Porque dices mi nombre y ya siento las caléndulas en mí
la penumbra tiembla
el ángulo de tu hombro se inclina
por fin en la gruta
toco tierra
y no es de mí de quien hablan las baladas del marino.

Por este modo lento de irnos perteneciendo,
sin agotarnos nunca
un ejercicio de fe es el amor que se inventa
donde antes había la amplitud cerrada.

Por este andar a ciegas titubeante
que desliza en mí y en ti
sin que seamos muy conscientes de ello
un empalagoso
acaso hirviendo
crepúsculo de luces

Porque estabas hecho como se hace un hombre
llego a tu conformación
sin recelos

me pongo en ti perfecta
en el vaso de agua el tallo de la flor sacrificado.

Porque camino en ti
sudo la libertad que echa a andar
Lázaro resucita
abre los ojos
y mira el mundo nuevo:
los crisantemos amarillos
respiran aliviados

Porque llegabas tarde siempre tarde
y tu tiempo entra en el mío
en una calidez de pasmo
me suspendes
y soy yo y no otra
la que derrama en tu piel
el aceite virgen
de mis ojos.

Porque en la boca resta un amargo
crepitar de sal

tu lengua entra en mí
y son de mí las palabras
tintineantes

galope constante
el crujido de las sombras
tu cuerpo es el mar abierto,
el mar de los sargazos;
sé mi Pacífico,
el Atlántico
el frío mar del norte,
el mar que separa para que pueda nacer en nosotros el imaginar
las diferencias.

Ven en mí
a mí
a decirme del agua y la luz
y de toda materia que vive.






ORACIÓN POR LOS BUENOS

a Ceci y a Héctor, por tantas cosas...

Dichosos aquellos que se tienen a sí mismos
y logran escapar de la soberbia,
dichosos porque están llenos de sí,
corazón de madre nueva,
como frutos maduros:
hay una pulpa suave
que cede al tacto;
son engañosamente débiles
y hay ilusos que se burlan de su bondad,
pero al final son ellos los que resisten
las jornadas,
las catástrofes,
los noticieros del televisor,
el tráfico denso,
los cambios de clima,
ellos son los fuertes
porque hay fe en los elementos de agua,
de fuego,
de aire viciado,
una fe que conmueve porque ya pasó de moda:
dicen sin más palabras compasivas,
y detrás de las ventanas los ojos miran amorosos
la niña que juega,
el hombre cansado,
la fatiga del pobre.
Dichosos aquellos que cantan sin tristeza,
porque entonces pueden evocar nostalgias verdaderas,
sin hacer caso de simulacros depresivos, diagnosticados, psiquiátricos.
Sonríen sin dobles intenciones,
aman así, a lo gratuito,
el azar de una palabra que regresa, diminuta,
a devolverles la gracia de la amistad infinita.







EL AMOR QUE NO SIRVE

Guardé el amor que tenía en una bolsa
para golpearlo contra la pared,
y deshacerlo en una rabia callada,
casi humilde; romperlo como bloque de vidrio,
insecto que se aplasta.
Caminar con su materia desmoronada en la suela del zapato,
para no verlo más;
lo arrojo al río como un cadáver,
lo tiro como se tiran los desechos
o los presagios.
En una bolsa negra que nadie viera
el bulto sanguinario
imperdonable,
que nadie viera este amor que no sirve
que se alimenta de sí mismo
que se reproduce como bacteria;
el amor presa de sí
cae al agua
ruido compacto
desde el puente homicida
y los amantes en la orilla oscura
en la rivera
sienten un viento
que refresca
la urgente necesidad del abrazo.







PARA NO SER DE TI

Para no ser de ti
para no rendirme
oculto la sombra de mi corazón en llamas
bajo el árbol
en el patio
donde nadie sospeche
el perro descubre
en la tierra
removida
que alguien oculta
un pájaro cegado







DEMOLICIONES

Me construyo,
uno a uno, piso sobre piso, me construyo alta.
miles de obreros traen en sus manos ladrillos como si fueran libros,
el edificio será rojo y monumental,
pero no lograré terminarlo,
porque ha llegado la orden de la demolición,
tengo que desalojarme sin prórroga;
la máquina está esperando
–como perro entrenado, paciente y babeante: alerta–
para hacer su labor también dedicada,
las instrucciones fueron dadas,
yo me salgo de mí
para ver cómo destruyen las paredes,
y hacen trizas puertas y ventanas,
los vecinos salieron de sus casas para ver el espectáculo de miseria ajena,
los obreros observan sentados, sobre ladrillos desempleados,
con un dejo de indiferencia que bien podría confundirse con pena
o solidaridad,
cómo se viene todo abajo.
Hay una polvareda en el lugar que era morada.







CUANDO CUMPLA 33

quiero perderme en algún lado,
entre árboles
o edificios
pero perderme igual,
quiero desayunar en un hotel lujoso
con el carrito de room service
croissants con café y jugo fresco
a precios inauditos,
quiero quedarme en cama a mirar televisión
y no contestar el teléfono
a mi madre,
a mi hermano,
a mis amigos,
ya no tengo explicaciones:
soy esto que soy,
no hay más,
sin ningún esfuerzo
y además de todo, el placer dulzón
como centro de galleta,
en saber que no salvé a nadie
porque no me dio la gana.







SI ME TOCAN

Hoy rompí una manzana y me la unté en todo el cuerpo,
me adentré en el río para lavarme
de mí y de la manzana,
cuando salí era otra:
hay bautismos de oscuras languideces
que no nos hacen mejores
pero nos dan el benéfico engaño.







FAVOR DE NO TOCAR

Para no lastimar al que se entrega
incluso voluntario, de manera fácil,
favor de no tocar.
No poner el aliento en la mejilla
porque pondría la otra de inmediato,
no poner los labios sobre los labios
porque comienza a hacer castillos de alientos enlazados;
dientes y lenguas en golpes de rabia antigua.
Para no maltratar al corazón
favor de no tocar,
dejarlo hecho nudo si es preciso,
una raíz enredada en el pavimento, alimentada de aire y concreto,
y no tocarlo.
Hay amantes que no saben lo que quieren
y comienzan por el final.
Para no minar al otro,
favor de no tocar
no acercarse a la peligrosa distancia del roce,
hay amantes en fatiga
como si amar fuera un día difícil en la oficina,
un retraso en el tráfico,
una depresión adolescente.
No quitar la envoltura de la ropa,
no poner la nariz en el cuello,
no acercarse por ninguna razón, aun la necesaria,
a quemarnos de lleno las manos.







POR TI

Esto en verdad no es mío, es de un alter ego medio extraño que sale de repente y ¿quién soy para andar reprimiendo ilusiones? sorry, no alcanza pal sicoanalista, eso, lo leí en un lugar, es pa los ricos así como la compra de antigüedades...

Quiero ser para ti diez veces más inteligente de lo que soy, tener el pelo largo y muy oscuro, mira, que llegue a la cintura,
¿te gustaría?
tener diez kilos menos,
y usar maquillaje
para ti,
quiero ser tu lolita
en zapatos incómodos y ropa ajustada,
bailar en tu regazo como si el pudor quedara lejos de esta ventana,
leer tus textos en voz alta y destrozarlos
para que me ames,
para que no me dejes nunca,
para que me dediques tus textos rendido.
Soy capaz de ir a la universidad, por ti,
hablar de poesía y de estructuras nostálgicas
de formas perdidas, de clasicismos inexistentes,
por ti,
ver cine ruso,
ir a museos
ver a tus amigos,
sonreír,
aprendo a halagar:
puedo ser tu intelectual perversa
jugando a ser ingenua,
una barbie de anteojos,
camino a la ebriedad que no salva
¿te gustaría eso?
golpearte en la cara durante el sexo,
una vez, dos veces, tres...
arañarte, morderte...
puedo ser violenta por ti,
una barbie sicótica,
o dulce como cuento de hadas que termina en miel de Disney,
puedo ser Pocahontas
y tú el hombre blanco
de Discovery Channel.
Por ti dejaré de ver televisión
para que sólo tú me atrofies el cerebro,
para que sólo tú seas mi opio,
y yo tu pueblo amagado
en la cama con cadenas
y los ojos vendados
¿te gustaría eso? dime,
que mis manos tiemblan en este juego,
y yo dejo de ser yo para ser tu personaje
de esa novela que no terminas,
ese poema que no termina de gustarte,
esa palabra que te queda a medias
cuando pronuncias algo brillante en la reunión
que yo aplaudiré, yo,
la pequeña barbie intelectual
inorgánica, artificial, humillada pero bella por ti.
Y todo valdrá la pena cuando vea mi nombre en la dedicatoria de tus libros,
cuando hables de la compleja naturaleza humana y sepa que hablas de mí.












CHARLOTTE BRONTË [11.518]

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Charlotte Brontë

Charlotte Brontë (21 de abril de 1816 - 31 de marzo de 1855) fue una novelista y poeta inglesa.

Charlotte nació en Thornton, Yorkshire (Gran Bretaña), hija de Patrick Brontë, clérigo de origen irlandés, y de María Branwell. Tenía cinco hermanos: Emily, Anne, María, Elizabeth y Branwell. En 1820, su padre fue nombrado rector del hoy famoso Haworth, un pueblo de los páramos de Yorkshire, donde la familia se trasladó a vivir y los hermanos comenzaron a crear su fantástico mundo, escribiendo las historias de los reinos imaginarios de Angria, de Charlotte y Branwell, y Gondal, propiedad de Emily y Anne. De las crónicas de Angria se conservan muchos cuadernos, pero de Gondal ninguno.

La madre de Charlotte murió el 21 de septiembre de 1821 y, en agosto de 1824, Charlotte y Emily fueron enviadas con sus hermanas mayores, María y Elizabeth, al colegio de Clergy Daughters, en Cowan Bridge (Lancashire), donde cayeron enfermas de tuberculosis. En este colegio se inspiró Charlotte Brönte para describir el siniestro colegio Lowood que aparece en su novela Jane Eyre. María y Elizabeth volvieron enfermas a Haworth y murieron de tuberculosis en 1825. Por este motivo y por las pésimas condiciones del colegio, la familia sacó a Charlotte y a Emily del internado.

En 1842 Charlotte y Emily ingresaron en un internado privado de Bruselas, pero al morir su tía se vieron obligadas a volver. Emily se quedó como administradora de la casa y Anne se puso a trabajar como institutriz con una familia cerca de York, en la que también entró a trabajar su hermano como profesor particular de música. Las experiencias que Charlotte vivió en Bruselas le sirvieron a su regreso para plasmar la soledad, la nostalgia y el aislamiento de Lucy Snow en su novela Villete (1853). A su hermano Branwell lo despidieron acusado de haberse enamorado de la mujer de su patrón y empezó a recurrir cada vez más al opio y a la bebida.

Después, las tres hermanas se dedicaron a publicar novelas. La primera que se publicó fue Jane Eyre (1847), de Charlotte, que tuvo un éxito inmediato. Agnes Grey, de Anne, y Cumbres borrascosas, de Emily, aparecieron más adelante aquel mismo año. Al regresar a Haworth después de haberse ido un tiempo a ver a sus editores, encontraron a Branwell a punto de morir. Su hermana Emily murió de tuberculosis en 1848. Anne murió de la misma enfermedad en 1849, un año después de publicar su segunda novela, La inquilina de Wildfell Hall, y mientras Charlotte escribía Shirley.

Charlotte se casó en 1854 con Arthur Bell Nicholls, el cuarto hombre que le propuso matrimonio. El 31 de marzo de 1855, estando embarazada, enfermó y murió de tuberculosis como sus hermanas.





En retrospectiva

Tejemos un red en la infancia,
Una red de soleado aire,
Creamos una primavera pequeña
De agua pura y fresca.

En la juventud sembramos la semilla,
Cortamos la vara del almendro,
Hemos crecido como el árbol añejo,
¿Nos hemos marchitado en el barro?

¿Están desvanecidas, arruinadas, rotas?
¿Se han evaporado en la arcilla?
La vida es una sombra oscura;
Y sus alegrías flotan rápido en la distancia.

¡Desvanecidas! La red sigue siendo de aire,
Y así como sus pliegues se estremecen
En extraños tonos de claro carmesí,
Profundo es el resplandor de su penumbra;
Como la luz de un cielo italiano,
Donde las nubes del ocaso duermen ociosas,
Perdiendo lentamente el brillo del rubí.

La primavera yace debajo del musgo y la piedra,
Su lujo tal vez no vuelva a brotar.
¡Escucha! Tus dudas deben ser abandonadas
¿Es aquello un débil rugido cerrándose sobre tí?
La marea de las olas, donde las flotas armadas
Cabalgan sobre la espuma, llora y sonríe
Sobre un océano con miles de islas
Al vislumbrar la ansiada costa.

La semilla en un tierra distante
Se curva como un poderoso árbol,
La vara seca del almendro
Ha tocado la eternidad.
Y vendrá un segundo milagro,
Como el quebrado cetro de Aaron,
La humedad crecerá como la vida cálida,
Tallo, flor y fruto, en trenzada corona
Serán arrugados y lanzados lejos,
Como pétalos que descansan en la tumba.

Sueña lo que el tiempo nos ha arrebatado
Cuando la vida se encontraba arriba,
Sueña con aquel súbito ladrón sobre nosotros,
Como las salvajes estrellas que declinan
La revelación llegará ese mismo día,
Subiendo con el brillante y fiero Sirio:
Oh, así como tu creces, y como las escenas
Cubren este mundo frío con oscuras formas,
Mi espíritu se fortalece con cada cambio
Antes de alzarme ante el Señor de las criaturas.

Cuando me senté bajo una extraña bóveda de árboles,
Con la Nada como compañía, sin amor ni amigos,
Mi corazón se volvió de pronto hacia ti,
Y sentí tu amistad, un lazo suave sobre mis manos.

"From Retrospection"







Lamento

Hace mucho deseaba dejar
La casa donde nací;
Hace mucho la usé para sufrir,
Mi hogar parecía abandonado,
Años vacíos en pasillos desolados,
Por las silenciosas habitaciones
Se paseaban acechantes temores;
Ahora, su memoria se vuelca en páginas
Donde la tinta son mis tiernas lágrimas.

He conocido la vida y el matrimonio.
Cosas que en un tiempo fueron brillantes,
Ahora, como hechos absolutos
Flotan en cada rayo de luz.
En medio de la vida, de ese mar desconocido,
Ninguna isla de bendición he conocido;
Finalmente, a través de la salvaje tempestad
Mi pena fue convocada al hogar.

¡Adiós, oscura y empinada profundidad!
¡Adiós, Tierras Extrañas!
¡Arrasa, barre las nubes del cielo,
Abre tu glorioso reino de antaño!
Sin embargo, cuando logré pasar a salvo
Aquel irritante y agotador principio,
Una voz amada, entre temblores y rugidos,
Podría convocarme de nuevo.

A pesar del brillo en el alma de una rosa vespertina
En este Paraíso que se alza sobre mí,
¡William! Incluso desde el reposo del Cielo
He vuelto mis ojos, convocados por ti.
Esta tormenta que surge no retendrá
Mi espíritu, sino que lo exaltará.
Todo mi Cielo residió en tu pecho,
Y sólo allí encontraré la eternidad.

"Regret"








Partida

Es insensato lamentarse,
Aunque estemos condenados a partir:
Lo único sensato es recibir
El recuerdo de alguien en el corazón:

Se puede habitar en los pensamientos
Que nosotros mismos hemos cultivado,
Y rugir con desprecio y coraje ultrajado
Que el mundo haga su peor parte.

No dejaremos que sus locuras nos atribulen,
Como de quien viene los tomaremos;
Y al final de cada día encontraremos
Una risa alegre como hogar.

Cuando dejemos a cada amigo y hermano,
Cuando lejos estemos separados,
Pensaremos uno en el otro,
Incluso mejor de lo que fuimos.

Cada vista gloriosa encima de nosotros,
Cada vista agradable debajo,
Nos uniremos con los que nos han dejado,
Con quienes, incluso en la muerte, todavía amamos.

Al ocaso, cuando nos sentemos
en soledad cerca del fuego,
El corazón cálido y sincero
Recibirá el mismo pago.

Podemos quemar las obligaciones que nos encadenan,
Urdidas por frías manos humanas,
Allí donde nadie se atreve a desafiarnos
Podemos, en el pensamiento, encontrarnos.

Por eso el llanto es insensato,
Sostén como puedas un espíritu alegre;
Y nunca dudes que el Destino ofrece
Un futuro grato por el dolor presente.

"Parting"







Pasión

Algunos han ganado un placer salvaje,
Por arriesgarse ante el salvaje dolor,
Yo podría esta noche ganar tu amor
Y sufrir mañana el peligro de la muerte.

Podría estremecerte en la batalla,
y arrancar una mirada de tu ojo.
¡Qué frágil es el corazón que arde,
Embriagado de intentos y anhelos!

Bienvenidas las noches de sueños rotos,
Y los días de crueles matanzas.
¿Puedo considerar que llorarías
Al oír mis acechantes tribulaciones?

Dime si con errantes peregrinos
Deambulas lejos de todo,
¿Vagas tú por aquellos campos distantes
Sin extraviar tu espíritu?

Salvaje, profundo, suena un cuerno en la distancia,
Dejádme, dejádme ir,
Dónde el sheik y el británico luchan,
Sobre las márgenes de los ríos.

La sangre ha teñido aquellas riberas
Con manchas escarlatas, lo sé;
Las fronteras se cubren de tumbas,
Y sin embargo, dejádme ir.

Aunque la crueldad del holocausto
Suba como el vapor de las naciones,
Con placer me sumaría a las huestes muertas,
Si la orden me fuese dada.

La esencia de la pasión debe templar mi brazo,
Su ardor agita mi vida,
Hasta que la fuerza humana tema el encanto
Deberán sucumbir entre gritos de alarma,
Como los árboles abatidos luchan con la tormenta.

Si yo, excitada por la guerra, buscase tu amor
¿Te atreverías a estar a mi lado?
¿Te atreverías a reprobar mi pasión,
Presa del desprecio, del orgullo más exasperante?

No, mi voluntad sometería la tuya,
Tan alta y libre,
Y el amor domaría esa alma altiva.
Si, con ternura me amarías.

Leeré mi victoria en tus ojos,
Contemplando, y probando el cambio;
Luego dejaré, indiferente, mi noble premio
En manos de las armas distantes.

Desearía morir cuando se alce la espuma,
Cuando el vino resplandezca alto;
Sin esperar que en la copa exhausta
Caiga la abúlica vida en hediondas mentiras.

Entonces el amor será coronado con dulces recompensas,
Bendecido con esperanza y plenitud.
Desearía montar aquel corcel, desenvainar la hoja,
Y perecer entre los aullidos de la batalla.

"Passion"







Placer

El Placer verdadero no se respira en la ciudad,
Ni en los templos donde el Arte habita,
Tampoco en palacios y torres donde
La voz de la Grandeza se agita.

No. Busca dónde la Alta Naturaleza sostiene
Su corte entre majestuosas arboledas,
Donde Ella desata todas sus riquezas,
Moviéndose en fresca belleza;

Dónde miles de aves con las más dulces voces,
Dónde brama la salvaje tormenta
Y miles de arroyos se deslizan suaves,
Allí se forma su concierto poderoso.

Ve hacia donde el bosque envuelto sueña,
Bañado por la pálida luz de la luna,
Hacia la bóveda de ramas que acunan
Los sonidos huecos de la Noche.

Ve hacia donde el inspirado ruiseñor
Arranca vibraciones con su canción,
Hasta que todo el solitario y quieto valle
Suene como una sinfonía circular.

Ve, siéntate en una saliente de la montaña
Y mira el mundo a tu alrededor;
Las colinas y las hondonadas,
El sonido de las quebradas,
El lejano horizonte atado.

Luego mira el amplio cielo sobre tu cabeza,
La inmóvil, profunda bóveda de azul,
El sol que arroja sus rayos dorados,
Las nubes como perlas de azur.

Y mientras tu mirada se pose en esta vasta escena
Tus pensamientos ciertamente viajarán lejos,
Aunque ignotos años deberían atravesar entre
Los veloces y fugaces momentos del Tiempo.

Hacia la edad dónde la Tierra era joven,
Cuando los Padres, grises y viejos,
Alabaron a su Dios con una canción,
Escuchando en silencio su misericordia.

Los verás con sus barbas de nieve,
Con ropas de amplias formas,
Sus vidas pacíficas, flotando gentilmente,
Rara vez sintieron la pasión de la tormenta.

Luego un tranquilo, solemne placer penetrará
En lo más íntimo de tu mente;
En esa delicada aura tu espíritu sentirá
Una nueva y silenciosa suavidad.

"Pleasure"







Apostasy

THIS last denial of my faith, 
Thou, solemn Priest, hast heard; 
And, though upon my bed of death,
I call not back a word.
Point not to thy Madonna, Priest,­
Thy sightless saint of stone; 
She cannot, from this burning breast,
Wring one repentant moan. 

Thou say'st, that when a sinless child, 
I duly bent the knee,
And prayed to what in marble smiled 
Cold, lifeless, mute, on me.
I did. But listen ! Children spring 
Full soon to riper youth;
And, for Love's vow and Wedlock's ring, 
I sold my early truth. 

'Twas not a grey, bare head, like thine, 
Bent o'er me, when I said,
' That land and God and Faith are mine, 
For which thy fathers bled.'
I see thee not, my eyes are dim; 
But, well I hear thee say,
' O daughter, cease to think of him 
Who led thy soul astray. 

Between you lies both space and time; 
Let leagues and years prevail
To turn thee from the path of crime, 
Back to the Church's pale.'
And, did I need that thou shouldst tell 
What mighty barriers rise
To part me from that dungeon-cell, 
Where my loved Walter lies ? 

And, did I need that thou shouldst taunt 
My dying hour at last,
By bidding this worn spirit pant 
No more for what is past ? 
Priest­must I cease to think of him ?
How hollow rings that word !
Can time, can tears, can distance dim
The memory of my lord ? 

I said before, I saw not thee,
Because, an hour agone,
Over my eye-balls, heavily,
The lids fell down like stone.
But still my spirit's inward sight
Beholds his image beam
As fixed, as clear, as burning bright,
As some red planet's gleam. 

Talk not of thy Last Sacrament,
Tell not thy beads for me;
Both rite and prayer are vainly spent,
As dews upon the sea.
Speak not one word of Heaven above,
Rave not of Hell's alarms;
Give me but back my Walter's love,
Restore me to his arms ! 

Then will the bliss of Heaven be won;
Then will Hell shrink away,
As I have seen night's terrors shun
The conquering steps of day.
'Tis my religion thus to love,
My creed thus fixed to be;
Not Death shall shake, nor Priestcraft break
My rock-like constancy ! 

Now go; for at the door there waits 
Another stranger guest:
He calls­I come­my pulse scarce beats, 
My heart fails in my breast.
Again that voice­how far away, 
How dreary sounds that tone !
And I, methinks, am gone astray 
In trackless wastes and lone. 

I fain would rest a little while:
Where can I find a stay,
Till dawn upon the hills shall smile,
And show some trodden way ?
' I come ! I come !' in haste she said,
''Twas Walter's voice I heard !'
Then up she sprang­but fell back, dead, 
His name her latest word. 





Frances

SHE will not sleep, for fear of dreams, 
But, rising, quits her restless bed, 
And walks where some beclouded beams 
Of moonlight through the hall are shed.

Obedient to the goad of grief, 
Her steps, now fast, now lingering slow, 
In varying motion seek relief 
From the Eumenides of woe.

Wringing her hands, at intervals­ 
But long as mute as phantom dim­ 
She glides along the dusky walls, 
Under the black oak rafters, grim.

The close air of the grated tower 
Stifles a heart that scarce can beat, 
And, though so late and lone the hour, 
Forth pass her wandering, faltering feet;

And on the pavement, spread before 
The long front of the mansion grey, 
Her steps imprint the night-frost hoar, 
Which pale on grass and granite lay.

Not long she stayed where misty moon 
And shimmering stars could on her look, 
But through the garden arch-way, soon 
Her strange and gloomy path she took.

Some firs, coeval with the tower, 
Their straight black boughs stretched o'er her head, 
Unseen, beneath this sable bower, 
Rustled her dress and rapid tread. 

There was an alcove in that shade, 
Screening a rustic-seat and stand; 
Weary she sat her down and laid 
Her hot brow on her burning hand.

To solitude and to the night, 
Some words she now, in murmurs, said; 
And, trickling through her fingers white, 
Some tears of misery she shed.

' God help me, in my grievous need, 
God help me, in my inward pain; 
Which cannot ask for pity's meed, 
Which has no license to complain;

Which must be borne, yet who can bear, 
Hours long, days long, a constant weight­ 
The yoke of absolute despair, 
A suffering wholly desolate ?

Who can for ever crush the heart, 
Restrain its throbbing, curb its life ? 
Dissemble truth with ceaseless art, 
With outward calm, mask inward strife ?'

She waited­as for some reply;
The still and cloudy night gave none; 
Erelong, with deep-drawn, trembling sigh, 
Her heavy plaint again begun. 

' Unloved­I love; unwept­I weep; 
Grief I restrain­hope I repress: 
Vain is this anguish­fixed and deep; 
Vainer, desires and dreams of bliss.

My love awakes no love again, 
My tears collect, and fall unfelt; 
My sorrow touches none with pain, 
My humble hopes to nothing melt.

For me the universe is dumb, 
Stone-deaf, and blank, and wholly blind; 
Life I must bound, existence sum 
In the strait limits of one mind;

That mind my own. Oh ! narrow cell; 
Dark­imageless­a living tomb ! 
There must I sleep, there wake and dwell 
Content, with palsy, pain, and gloom.'

Again she paused; a moan of pain, 
A stifled sob, alone was heard; 
Long silence followed­then again, 
Her voice the stagnant midnight stirred.

' Must it be so ? Is this my fate ?
Can I nor struggle, nor contend ?
And am I doomed for years to wait,
Watching death's lingering axe descend ? 

And when it falls, and when I die, 
What follows ? Vacant nothingness ? 
The blank of lost identity ? 
Erasure both of pain and bliss ?

I've heard of heaven­I would believe; 
For if this earth indeed be all, 
Who longest lives may deepest grieve, 
Most blest, whom sorrows soonest call.

Oh ! leaving disappointment here, 
Will man find hope on yonder coast ? 
Hope, which, on earth, shines never clear, 
And oft in clouds is wholly lost.

Will he hope's source of light behold, 
Fruition's spring, where doubts expire, 
And drink, in waves of living gold, 
Contentment, full, for long desire ?

Will he find bliss, which here he dreamed ? 
Rest, which was weariness on earth ? 
Knowledge, which, if o'er life it beamed, 
Served but to prove it void of worth ?

Will he find love without lust's leaven, 
Love fearless, tearless, perfect, pure, 
To all with equal bounty given, 
In all, unfeigned, unfailing, sure ? 

Will he, from penal sufferings free, 
Released from shroud and wormy clod, 
All calm and glorious, rise and see 
Creation's Sire­Existence' God ?

Then, glancing back on Time's brief woes, 
Will he behold them, fading, fly; 
Swept from Eternity's repose, 
Like sullying cloud, from pure blue sky ?

If so­endure, my weary frame; 
And when thy anguish strikes too deep, 
And when all troubled burns life's flame,
Think of the quiet, final sleep;

Think of the glorious waking-hour, 
Which will not dawn on grief and tears, 
But on a ransomed spirit's power, 
Certain, and free from mortal fears.

Seek now thy couch, and lie till morn, 
Then from thy chamber, calm, descend, 
With mind nor tossed, nor anguish-torn, 
But tranquil, fixed, to wait the end.

And when thy opening eyes shall see
Mementos, on the chamber wall,
Of one who has forgotten thee,
Shed not the tear of acrid gall. 

The tear which, welling from the heart, 
Burns where its drop corrosive falls, 
And makes each nerve, in torture, start, 
At feelings it too well recalls:

When the sweet hope of being loved, 
Threw Eden sunshine on life's way; 
When every sense and feeling proved 
Expectancy of brightest day.

When the hand trembled to receive 
A thrilling clasp, which seemed so near, 
And the heart ventured to believe,
Another heart esteemed it dear.

When words, half love, all tenderness, 
Were hourly heard, as hourly spoken, 
When the long, sunny days of bliss, 
Only by moonlight nights were broken.

Till drop by drop, the cup of joy 
Filled full, with purple light, was glowing, 
And Faith, which watched it, sparkling high, 
Still never dreamt the overflowing.

It fell not with a sudden crashing, 
It poured not out like open sluice; 
No, sparkling still, and redly flashing, 
Drained, drop by drop, the generous juice. 

I saw it sink, and strove to taste it, 
My eager lips approached the brim; 
The movement only seemed to waste it, 
It sank to dregs, all harsh and dim.

These I have drank, and they for ever 
Have poisoned life and love for me; 
A draught from Sodom's lake could never 
More fiery, salt, and bitter, be.

Oh ! Love was all a thin illusion; 
Joy, but the desert's flying stream; 
And, glancing back on long delusion,
My memory grasps a hollow dream.

Yet, whence that wondrous change of feeling, 
I never knew, and cannot learn, 
Nor why my lover's eye, congealing, 
Grew cold, and clouded, proud, and stern.

Nor wherefore, friendship's forms forgetting, 
He careless left, and cool withdrew; 
Nor spoke of grief, nor fond regretting, 
Nor even one glance of comfort threw.

And neither word nor token sending,
Of kindness, since the parting day,
His course, for distant regions bending,
Went, self-contained and calm, away. 

Oh, bitter, blighting, keen sensation, 
Which will not weaken, cannot die, 
Hasten thy work of desolation, 
And let my tortured spirit fly !

Vain as the passing gale, my crying; 
Though lightning-struck, I must live on; 
I know, at heart, there is no dying 
Of love, and ruined hope, alone.

Still strong, and young, and warm with vigour, 
Though scathed, I long shall greenly grow, 
And many a storm of wildest rigour 
Shall yet break o'er my shivered bough.

Rebellious now to blank inertion, 
My unused strength demands a task; 
Travel, and toil, and full exertion, 
Are the last, only boon I ask.

Whence, then, this vain and barren dreaming 
Of death, and dubious life to come ? 
I see a nearer beacon gleaming 
Over dejection's sea of gloom.

The very wildness of my sorrow 
Tells me I yet have innate force; 
My track of life has been too narrow, 
Effort shall trace a broader course. 

The world is not in yonder tower, 
Earth is not prisoned in that room, 
'Mid whose dark pannels, hour by hour, 
I've sat, the slave and prey of gloom.

One feeling­turned to utter anguish, 
Is not my being's only aim; 
When, lorn and loveless, life will languish, 
But courage can revive the flame.

He, when he left me, went a roving
To sunny climes, beyond the sea; 
And I, the weight of woe removing, 
Am free and fetterless as he.

New scenes, new language, skies less clouded,
May once more wake the wish to live; 
Strange, foreign towns, astir, and crowded, 
New pictures to the mind may give.

New forms and faces, passing ever, 
May hide the one I still retain, 
Defined, and fixed, and fading never, 
Stamped deep on vision, heart, and brain.

And we might meet­time may have changed him;
Chance may reveal the mystery,
The secret influence which estranged him;
Love may restore him yet to me. 

False thought­false hope­in scorn be banished ! 
I am not loved­nor loved have been; 
Recall not, then, the dreams scarce vanished, 
Traitors ! mislead me not again !

To words like yours I bid defiance, 
'Tis such my mental wreck have made; 
Of God alone, and self-reliance, 
I ask for solace­hope for aid.

Morn comes­and ere meridian glory
O'er these, my natal woods, shall smile, 
Both lonely wood and mansion hoary 
I'll leave behind, full many a mile. 




Life

LIFE, believe, is not a dream
So dark as sages say;
Oft a little morning rain
Foretells a pleasant day. 
Sometimes there are clouds of gloom,
But these are transient all;
If the shower will make the roses bloom,
O why lament its fall ? 

Rapidly, merrily,
Life's sunny hours flit by,
Gratefully, cheerily,
Enjoy them as they fly ! 

What though Death at times steps in
And calls our Best away ?
What though sorrow seems to win,
O'er hope, a heavy sway ?
Yet hope again elastic springs,
Unconquered, though she fell;
Still buoyant are her golden wings,
Still strong to bear us well.
Manfully, fearlessly,
The day of trial bear,
For gloriously, victoriously,
Can courage quell despair ! 







Passion

SOME have won a wild delight,
By daring wilder sorrow;
Could I gain thy love to-night,
I'd hazard death to-morrow. 

Could the battle-struggle earn
One kind glance from thine eye,
How this withering heart would burn,
The heady fight to try ! 

Welcome nights of broken sleep,
And days of carnage cold,
Could I deem that thou wouldst weep
To hear my perils told. 

Tell me, if with wandering bands
I roam full far away,
Wilt thou, to those distant lands,
In spirit ever stray ? 

Wild, long, a trumpet sounds afar;
Bid me­bid me go
Where Seik and Briton meet in war,
On Indian Sutlej's flow. 

Blood has dyed the Sutlej's waves
With scarlet stain, I know;
Indus' borders yawn with graves,
Yet, command me go ! 

Though rank and high the holocaust
Of nations, steams to heaven,
Glad I'd join the death-doomed host,
Were but the mandate given. 

Passion's strength should nerve my arm,
Its ardour stir my life,
Till human force to that dread charm
Should yield and sink in wild alarm,
Like trees to tempest-strife. 

If, hot from war, I seek thy love,
Darest thou turn aside ?
Darest thou, then, my fire reprove,
By scorn, and maddening pride ? 

No­my will shall yet control
Thy will, so high and free,
And love shall tame that haughty soul­
Yes­tenderest love for me. 

I'll read my triumph in thine eyes,
Behold, and prove the change;
Then leave, perchance, my noble prize,
Once more in arms to range. 

I'd die when all the foam is up,
The bright wine sparkling high;
Nor wait till in the exhausted cup
Life's dull dregs only lie. 

Then Love thus crowned with sweet reward,
Hope blest with fulness large,
I'd mount the saddle, draw the sword,
And perish in the charge ! 





MANUEL A. ALONSO Y PACHECO [11.519]

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Manuel A. Alonso y Pacheco

Manuel A. Alonso y Pacheco (San Juan, Puerto Rico, 6 de octubre de 1822 - San Juan, Puerto Rico, 4 de noviembre de 1889) fue un escritor y médico puertorriqueño. Se le considera una de las primeras figuras literarias del Romanticismo antillano.

Manuel Alonso era hijo de don Juan Francisco Alonso, militar gallego, y de doña María de África de Pacheco, española de origen, pero nacida en Ceuta. La infancia de Alonso transcurrió en San Juan hasta 1826, año en que la familia se trasladó a la ciudad del Turabo, Gurabo. Estudió en el Seminario Conciliar de San Juan.

Formación académica

El 22 de octubre de 1842 ingresa en la Universidad Condal de Barcelona donde completó el bachillerato en Filosofía. En 1848 se doctoró en medicina y cirugía. En 1849 se publicó en Madrid su obra El Gíbaro.

Regreso a Puerto Rico

En 1849 Manuel A. Alonso regresa a su patria, y se instala en Caguas, donde ejerce su profesión galénica y continua, en sus ratos de ocio, su afición literaria y periodística. Residió en España en dos ocasiones más, entre 1858 y 1861 y luego entre 1866 y 1871, donde ejerció la medicina. En 1871 se convierte en director del Asilo de Beneficencia de Caguas, cargo que mantiene hasta su muerte.

Obra

El Gíbaro
Aguinaldo puertorriqueño
Álbum puertorriqueño
Cuadro de costumbres de la isla de Puerto Rico (Barcelona: Imprenta de Juan Olivares, 1849).








El salvaje

Debajo de una palmera,
en una tarde serena,
se mira sobre la arena
un salvaje reposar.
Junto a sí tiene las flechas
que mil blancos han herido,
y, como él mismo, han sufrido
de cruda guerra el azar.

Su rojo cuerpo desnudo
muestra toda su pujanza,
y en su pecho alguna lanza
atrevida penetro.
Fija la vista en los montes
canta de pesar exento,
sin recordar ni un momento
las riquezas que perdió.

Que venga aquí el europeo
codicioso,
y si acercarse le veo
morirá al punto a mis manos.
Que para sufrir tiranos
en su patria no nací.

Y la muerte
que le diera
prefiriera
con placer,
a la vida
regalada
y pasada
como él.

Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.

Cuando de noche o de día
yo despierto,
y siento en la selva umbría
de los tigres el aullido,
o de la sierpe el silbido,
mi gozo no tiene igual.

En los valles 
y florestas
son mis fiestas
pelear,
con las fieras
más temidas
y sus vidas
acabar.

Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.
Me han quitado la llanura.
no me importa.
Para probar mi bravura
los montes bastan y sobran
si los indios no recobran
lo que el blanco les robó.

Yo no siento
desconsuelo.
En el suelo
duermo bien.
Y si velo,
mi querida
es mi vida,
mi sostén.

Que es mi dicha vivir libre 
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.






Boceto

Color moreno, frente despejada,
mirar lánguido, altivo y penetrante,
la barba negra, pálido el semblante,
rostro enjuto, nariz proporcionada.

Mediana talla, marcha compasada;
el alma de ilusiones anhelante,
agudo ingenio, libre y arrogante,
pensar inquieto, mente acalorada.

Humano, afable, justo, dadivoso,
en empresa de amor siempre variable,
tras la gloria y placer siempre afanoso.

Y en amor a su patria insuperable!
Este es, a no dudarlo, fiel diseño
para copiar un buen puertorriqueño.

JOSÉ DE JESÚS DOMÍNGUEZ [11.520]

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                                                                                  Añasco, Puerto Rico


José de Jesús Domínguez 

(1843-1898)
Poeta y médico puertorriqueño, nacido en Añasco en 1843 y fallecido en 1898. Muy influido por los poetas parnasianistas franceses que alentaron una estética premodernista europea en las últimas décadas del siglo XX, está considerado como el gran iniciador y difusor del movimiento modernista en las Letras puertorriqueñas.

Cursó sus estudios primarios en la escuela de su ciudad natal, donde dio muestras de grandes dotes intelectuales que le permitieron pasar a San Juan para recibir sus estudios secundarios por parte de los jesuitas. Fue por aquellos años cuando el joven José de Jesús Domínguez dio muestras de una viva curiosidad científica que le llevó, primero, a cursar estudios de farmacia con los mismos jesuitas de la capital, para pasar posteriormente a París y emprender allí estudios superiores de Medicina.

Graduado en Cirugía en 1870, regresó a su país natal y se dedicó a ejercer su profesión galénica al tiempo que profundizaba en diferentes investigaciones relacionadas con dicha materia, algunas de las cuales quedaron plasmadas en valiosos tratados médicos como los titulados El alcohol, Teorías de la visión y Estudios científicos. Pero en 1879, cuando ya había rebasado los cuarenta y cinco años de edad, sorprendió gratamente a críticos y lectores con la publicación de un poemario presentado bajo el título genérico de Poesías (Mayagüez: Imprenta de Martín Fernández, 1879) y firmado bajo el pseudónimo de Gerardo Alcides. Esta inesperada publicación reveló la existencia de un poeta culto, sensible y muy atento a la evolución de las nuevas corrientes estéticas que, por aquel entonces, se estaban desarrollando en Europa, bien aprehendidas por José de Jesús Domínguez durante su estancia estudiantil en la capital francesa.

Cuatro años después, el médico humanista dio a los tórculos su segunda entrega poética, titulada Odas elegíacas (Mayagüez: Imprenta de Martín Fernández, 1883), obra que vino a confirmar la sorprendente calidad de este poeta casi desconocido. Sin embargo, aún estaba por aparecer la verdadera aportación revolucionaria de José de Jesús Domínguez a la historia literaria de su patria, consistente en un tercer poemario que puede considerarse no sólo como la mejor obra salida de su pluma, sino también como el punto de partida de la lírica modernista en las Letras antillanas. Se trata del volumen titulado Las huríes blancas (Mayagüez: Tipografía Comercial, 1886), obra conformada por un único poema homónimo que, en su amplia extensión (ochocientos dieciséis versos, distribuidos en doscientas dos estrofas), introdujo por vez primera los modelos parnasianos, los ingredientes simbolistas y la vasta gama de alardes cromáticos característicos del primer y más intenso modernismo.

Situado, gracias a esta obra, a la altura de otros grandes precursores del modernismo en Hispanoamérica (como Julián del Casal y José Martí en Cuba, y Manuel Gutiérrez Nájera en México), José de Jesús Domínguez conmocionó a los lectores puertorriqueños con un bello poema narrativo en el que la anécdota es un mero pretexto para el goce puramente estético, siempre derrochado en pro de lo lujoso, lo exótico y lo exquisito. La figura arquetípica del poeta Osmalín -cuya única aspiración es la consecución de la belleza que puede alcanzarse en un mundo idealizado por todos estos tópicos modernistas-, sirve como pretexto para la presentación de un ámbito fantástico poblado de exquisitas huríes, espacio en el que resulta adecuado ese culto a la belleza que en todo momento profesa el poeta de Añasco. Respecto a los rasgos formales de esta composición, cabe señalar también la condición de innovador de José de Jesús Domínguez, quien empleó versos y estrofas procedentes de anteriores modelos románticos, en combinación con otros moldes novedosos que pronto habrían de imponerse en la corriente modernista inminente.




Ecos de una época (XXI)

Yo siento que la patria verdadera,
la que nunca los hombres han vendido,
con los recuerdos de la edad primera.

Es tanto realidad, como quimera;
es risa con esencia de gemido;
un eco, un eco lánguido y perdido
que en el fondo del alma persevera.

Podrá la veleidad o la arrogancia
decir que es un concepto equivocado
por irse tras la gloria o la ganancia;
pero, cuando ya viejo y ya cansado
vuelve el hombre los ojos al pasado,
la patria se confunde con la infancia.







El Ángel de la muerte

Es el ángel sutil como el ambiente;
como flor de los trópico, fragante;
como linfa de lago, transparente;
radioso de fulgor como el diamante.

vestido con estola nacarina,
dibujado en el aire, semejaba
la imagen que en el agua cristalina,
copiando un ser fantástico, se graba.

Brillante como el ébano bruñido
en que el sol de la Libia reverbera,
descansan en le hombro esclarecido
los bucles de su riza cabellera.

y parecen del ángel hechicero
los ojos inspirados con que mira,
dos Arcturaus, cogidos al Boyero,
o dos Vegas, quitadas a la Lyra.

no la tinta venusta de la grana
el labio sonreído le colora;
ni la rosa de Venus, la pagana
confunde sus mejillas con la Aurora:

Es el rostro del ángel de la muerte
mas nítido que le Alba todavía;
presagio singular que nos advierte
que detrás de la tumba, raya el día.






El sueño de la vida 

En el sueño de la vida,
como díctamo entre abrojos,
me seduce con los ojos
una ilusion sonreida.

Su virtud desconocida
pone fin a mis enojos,
y me envuelve con antojos
otra vez la fé perdida.

Tiene larga cabellera;
lleva casco que fulgura,
con un cisne por cimera.

Como el alma reverbera
su preciosa vestidura.
¡Qué bellísima quimera!



JOSÉ RAMÓN MERCADO "MOMO" [11.521]

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José Ramón Mercado Vega (Momo) 

(1863-1911). Poeta y periodista puertorriqueño.
Fue bautizado en la iglesia de Caguas el 23 de noviembre de 1863 con el nombre de José Ramón Mercado Vega, y en la fe de bautismo consta que nació el 7 de octubre, seguramente de ese mismo año. Provino de un hogar humilde y su madre, única familia con la que contó en su vida, se llamaba Ramona Mercado;  José Ramón era de padre desconocido. Fue descrito por Manuel Fernández Junco como un muchacho de tez blanca, pelirrojo, risueño, vivaracho, de fisonomía simpática e inteligente.

Durante sus primeros años de niñez fue poco a la escuela. Cuando contaba con catorce años de edad, conjuntamente con su madre en precario de salud de su madre, se trasladó a la casa un pariente. Retornó a Caguas y sirvió como dependiente y mandadero en una tienda de comestibles de don Eusebio Lasanta, comerciante de la ciudad. Su vida, en este período se resume en Caguas de 1863 a 1877, en Cayey de 1877 a 1880 y de 1880 a 1888 en su pueblo natal.

En sus primeros años de vida escribió Las Candeladas, el primer poema de su obra, redactado en 1880 y publicado años más tarde en La Araña. En 1888 se trasladó en su juventud a San Juan, donde se valió de sus amistades en este lugar para trabajar en la imprenta de El Boletín Mercantil, y después ocupó un puesto en La Balanza (1891). En esta ciudad permaneció por siete años (de 1888 a 1905), aunque viajó al extranjero en más de una ocasión. Se ocupó de llevar los libros de la casa comercial de don Manuel Ezózcue Cintrón, y después en la de Izquierdo y Compañía.

El 10 de marzo de 1901 por su poema “Mi equipaje”, recitado en el teatro Tapia con motivo de una velada que realizó la pianista Elisa Sicardó, tuvo que refugiarse en el estado de Carolina, en los Estados Unidos. Varias personas se sintieron aludidas en la composición del maestro y se propusieron agredirlo. Después de algunos meses, regresó para fundar La Araña el 2 de febrero de 1902, aunque esta publicación finalizó en su entrega séptima por una amenaza de muerte. También trabajó, transformó y le infundió su espíritu y sello a El Ideal Latino que dirigió Cecilio Andino de Gales.

Siguiendo sus inquietudes culturales inició el plan de la Asociación de Prensa aunque no se consolidó el proyecto. Otra idea no realizada fue El Cascabel, lo cual marca la caída del periódico de Andino y del que solo circuló el proyecto. Continuó colaborando con otros periódicos como El Boletín y Heraldo Español.

En el periódico local La Balanza, a escondida del editor en jefe, escribía y cambiaba el contenido de los artículos. El mismo Mercado se creó el seudónimo de Momo para despojarse del apellido de su madre soltera. Fue un gran periodista y poeta. Su producción literaria se marca en un período de cinco años en la que publicó su libro Virutas (1900), creó La Araña en 1902 y, junto a su amigo Rodríguez Cabrero, El Perro Amarillo (1904), publicaciones donde dio muestras de su ingenio con versos epigramáticos.

A fines de septiembre de 1905 se embarcó para La Habana, vivió como bohemio, se relacionó con la intelectualidad y con la redacción de algunos periódicos. Con poco dinero sobrevivió hasta el 8 marzo de 1911, cuando muere en aquella ciudad a los cuarenta y cuatro años de edad, soltero y con asistolia y miocarditis. Algunos de los amigos que le sobrevivieron apoyaron los trámites para trasladar de regreso los restos del poeta, otros ayudaron a la conformación de su obra literaria dispersa. Carlos Conde, Romualdo Real, Guillermo Cintrón, Emigdio S. Ginorio, Pablo Héreter, Adolfo Vilar y Quevedo Báez fueron sus compañeros más cercanos.

Después de cinco años en Cuba, el domingo 16 de abril de 1916 a bordo del barco “Santiago de Cuba”, acompañado por el periodista portorriqueño Canales Corzo y una delegación de la prensa cubana, arribaron con los restos mortales de José Ramón Mercado a Puerto Rico. Recibido por una comisión del Ateneo, de la Cámara de Delegado, de la Casa de España, y por el buen amigo Carlos Conde, fue velado hasta el 17 de abril y enterrado en el cementerio de Santa Magdalena de Pazzis.

Tuvo una vida azarosa y descuidada, fue un poeta de gran espontaneidad, de noble pensamiento y fácil vena cómica. Estas cualidades le permitieron trabajar en la caricatura literaria y en la sátira periodística. Tenía habilidades para el dibujo lo cual usó para ilustrar poemas y periódicos. Nunca fue a la universidad y era una persona autodidacta y amante de los libros, lo que le permitió tener un gran bagaje cultural y facilidades para la escritura.

Militó bajo el Partido Autonomista (1887), el Republicano (1899) y el Unionista (1902). Nunca renunció a España, pero prefería la liberación del país. Estuvo en contra de la intervención norteamericana el 25 de julio de 1898 y el cambio en el gobierno, por lo que apoyó a Matienzo cuando se habló de la unión de todos los portorriqueños por el ideal de concordia y de independencia. Se exilió voluntariamente a La Habana y luchó porque España tomara nuevamente a Puerto Rico como colonia como alternativa al dominio imperialista yanqui.

El momento de mayor fervor literario se considera en 1889 con la improvisación de versos dedicados a las damas que asistieron al baile celebrado en la casa de Nicolás Quiñones el 13 de septiembre de 1889. Un grupo de espectadores de La Liga Recreativa recopilaron los versos y lo publicaron en la imprenta El Comercio, de J. Anfossi y Cía. Esta impresión constituye la primera publicación de Momo.

Componía versos para complacer a los que se lo pedían, animaba las fiestas con versos improvisados, se distinguía en el grupo de bohemios intelectuales. Cultivó también la poesía solemne y seria. Como autor de poesía humorística o satírica, criticaba a la sociedad puertorriqueña en la que le correspondió vivir teniendo siempre como ideas centrales la defensa de los valores nacionales frente a los valores extranjeros. Para él lo extranjero era lo estadounidense, porque lo español era parte de la identidad puertorriqueña. En su literatura puede percibirse un estilo propio del modernismo, como en su artículo “Japonerías”.

Según P. Vieta de Miranda su obra se puede organizar cronológicamente en Virutas (1889 a 1818) y en otras composiciones del mismo poemario, periódicos y revistas de época (1898 a 1904). La producción del primer momento no es auténtica y tiene una influencia delicada, con cierto grado de galantería y halagos a la mujer. En esta etapa se inserta la literatura infantil con “Carta de Pepito” y “¡Qué libre el niño!”. Algunos de sus poemas publicados en revistas son “Amparo”, “Puerilidad”, “Septiembre”, “Para Adelita Burillo”, “Cascabeles”, “¡Pobre Pierrot!”, “¡Absuelta!”.

Los temas que están presentes en su obra son la pobreza, la corrupción moral, los defectos y valores nacionales, España, la colonia y la patria. Algunos secundarios son la religión, el amor, la mujer y la concordia. Otras categorías son los problemas sociales, defectos o valores nacionales, cualidades de carácter, cultura, la lengua y la invocación al pasado.

Utiliza como estilo para sus poemas, de forma general, los versos de arte mayor aunque no desecha los del arte menor, interrogaciones y exclamaciones afectivas, contrastes, uso de la primera persona, apóstrofes y dramatismo, finales imprevistos, imágenes sensoriales, palabras populares y otros recursos con igual de importancia en su obra.

Su poema más reconocido fue “La lengua castellana” y se cree que la primera estrofa es dedicada a su madre. Dentro de su primera producción se conoce “¡A la fiesta!”, “¡Sálvanos, Madre!”, “Lázaro” y “La Redención”. Creó seguidillas para las compañías de zarzuelas que estaban de paso por la ciudad, décimas, redondillas, peteneras y coplas para aquellos que se las pedían. Nunca renunció a expresar lo que sentía.  

Bibliografía

Virutas. Editorial J. F. Marxuach, San Juan, 1900.
“Las candeladas”. La Araña, año 1, 1902, p. 3.
“Recuerdo del baile celebrado en la casa morada de Nicola Quiñones”, El Comercio, San Juan, número 7, 1889, p. 5.
 “Poema publicado bajo el seudónimo Momo”, Almanaques del boletín, 1994.
“¡Pobre Pierrot!”, La Araña, año 1 número 3, 1992, p. 3.
“¡Qué no llore el niño!”, Domingo de boletín, año 1, número 22, 1993, p. 8.
“Absuelta”, Domingo de boletín, año1, número 1, 1993, p. 2.
“Oro, mucho oro”, Domingo de boletín, año 1, número 2, 1903 p. 7.
“Para Adelita Burillo”, Domingo de boletín, año 1, número 3, 1903, p. 3.
“Mi equipaje”, Puerto Rico ilustrado, año 3, número 134, 1903 p. 8.
“Carta a Pepito”, Domingo de boletín, año 2, número 24, 1904 p. 3.
“Puerilidades”, Domingo de boletín, año 1, número 45, 1904 p. 1.
“El cuatro de Julio”, El carnaval, año 4, número 1, 1904 p. 4.
“Pero nunca muerta”, Domingo de boletín, año 73, número 64, 1911, p. 2.
“A Amparo”. Puerto Rico Ilustrado, año 2, número 56,1911, p. 12.
“Cascabeles”. Puerto rico Ilustrado, año 3, número 126, 1912, p. 3.
“Curso extraordinario”. Boletín Mercantil, 1904.





Conocido como "Momo". Las ideas centrales de sus obras las son : la defensa de los valores nacionales frente a los valores extranjeros. Lo extranjero es lo estadounidense, porque lo español para el es parte de la identidad Puertorriqueña.






Lázaro!

Presto el palmar sus verdes abanicos,
y duros troncos y rugosas yaguas,
y las manos callosas del colono
alzaron en el monte la cabaña.

Y dio el maguey su fibra resistente,
y su dura corteza la emajagua,
y la anémica y triste compañera
del colono infeliz labro la hamaca.

Sucedieron los años a los años,
e igual que siempre, en la choza hospitalaria
sonó con grave acento la vihuela,
que murmura al compás de la maraca,
y, al son de guiro, que estridente cruje,
del triple alegre la sonora charla.

:a paz diosa bendita que en los pueblos
bienes sin cuento prodiga derrama,
huyo una tarde del terruño hermoso;
trono el canon, y al brillo de las armas,
de una turba cobarde y parricida
se pudo ver la faz desencajada.

Y todo cede ante la fuerza aquella,
que el miedo los ojos agigantan!

Y entonces el colono, esclavo siempre
de quien comercia en nombre de la patria,
vio también su mísera cabaña
cambiar de dueño. y escucho en sus montes
el ruido sordo de extraña planta.

Tu ere, mi tierra, pájaro sin plumas
al que el destino le cambio la jaula,
y eres hermosa y bella, tan hermosa
como la faz de la mujer amada.

Y orgía de luz, derroche de colores,
hay en tus verdes valles y montañas,
y es tu seno fecundo y generoso
y hay en tus venas poderosa savia
y en el concierto de los pueblos cultos
quien te quiera humillar no te aventaja,
porque buscas lo bello y porque tiene
tu pensamiento deslumbrantes alas.

No ere fuerte? Pues vamos a la lucha:
mas no esgrimiendo la traidora daga
en liza estéril, ni puñal que aleve
el cobarde en las sombras desenvaina.

No busques el suicidio en los combates,
mientras brille a lo lejos la esperanza.

Lucha en el noble campo del trabajo,
por todos, por tu Dios y por tu raza,
por la santa memoria de tus muertos,
por tus hijos, los hombres del mañana.

Pobre de ti , mi pueblo, si tranquilo
dejas que el invasor reine en tu casa,
mientras oyes del triple el ruido alegre
tendido entre los hilos de la hamaca!

Deje el rencor su puesto a la concordia,
y ante el yugo fatal que nos amaga,
juntos caigamos o venzamos juntos
sin que el odio destroce nuestras almas.

Arriba, pueblo, corazón de niño,
que puedes verte convertido en paria!

Y tu, Dios de los justos y los buenos,
si tanto es tu poder, si en ti se encarna
de la justicia y del amor el verbo,
haz que, inspirado en ti, surja mañana
un nuevo Cristo, generoso y grande,
que así nos diga: Lázaro, levanta!








La lengua Castellana

Virgen de Nazareh, dulce Maria
al hijo de mi amor clemente ampara.

Así, con triste acento, que aún escucho
vibrar en lo recóndito del alma,
teniéndome en sus brazos prisionero
y mi rostro bañando con sus lágrimas,
la mártir infeliz que me dio vida
alzaba su oración. ¡Y su plegaria
iba hasta el cielo, envuelta en el ropaje
de la armoniosa lengua castellana!

Para civilizar un nuevo mundo,
su sangre y su cultura le dio España.

Así, con grave acento, que aún conmueve
mi corazón, sonaron las palabras
del noble anciano que prestó a mi cuna
su decidida y cariñosa guarda,
y del severo libro de la historia
abrió ante mi las inmortales páginas.
¡ Y aquella frase la expresó el anciano
en la sonora lengua castellana!


Colono: ese terruño en que has nacido
y morirás tal vez, ese es tu patria.

Así, con duro acento, que aún resuena y
dentro de mi, donde jamas se apaga,
me dijo un preceptor; y desde entonces
idolatro la islilla desgraciada;
que un sol de fuego con su lumbre alegra,
que el Mar Caribe con sus ondas baña.
¡ Y fue dicha la frase del maestro
en la sonora lengua castellana!

Rota ya la cadena del esclavo,
reina en el mundo libertad sagrada.

Así con voz enérgica, que aun vibra;
en el altar de la conciencia humana,
dijeron unos hombres de mi tierra;
y, desde entonces, la oprimida raza
que fue despojo de la vil codicia,
alzó la frente redimida canta.
¡ Y aquellos hombres justos, la sentencia
proclamaron en lengua castellana!

No es eterno el sufrir. La fe consuela,
y es raro de la vida la esperanza.

Así, como dulce acento, que aún rceurdo,
y conmueve mi ser, y llena el alma
de indifenible gozo, así me dijo
de mis sueños la hurí, la niña casta,
que destellos de sol tiene en sus ojos
y la bondad angélica en el alma.

¡ Y brotó de sus labios la promesa
en la divina lengua castellana!

II

Lengua inmortal que hablaron mis abuelos
un bardo triste tu hermosura canta.

Tú me recuerdas el amante arrullo
de una madre infeliz, tú de mi infancia
evocas el recuerdo; tú revives
de mi niñez sin sol vagos fantasmas,
mis horas de placer, que fueron cortas,
mis horas de dolor, que fueron largas,
mi titánica lucha por la vida,
mis triunfos breves, mis derrotas vastas.

Lengua inmortal que hablaron mis mayores,
tan bella como tú no hay lengua humana.

Por tus frases enérgicas obtuve
el hermoso concepto de la patria,
y se por ti que Dios, bondad suprema,
sobre los hombres su piedad derrama;
y al abrir de la historia el libro inmenso,
supe que fueron tuyas las palabras
que pronunció Colón, mirando al cielo,
al descubrir la tierra americana.

Lengua inmortal, idioma de Cervantes,
el colono de ayer tu gloria canta.

Eres raudo torrente. Te despeñas
y caes en deslumbrante catarata,
llenando de sonidos el espacio
y de notas de fuego, que se apagan
con este ritmo vago y misterioso
de un suspiro de amor. Sonora y clara,
expresas la pasión; y el pensamiento
por ti se viste con brillantes galas.

¡ Lengua inmortal, tesoro de armonías,
honor a ti, del mundo soberana!

Son tuyos el apóstrofe vibrante
que hiere con el filo de la espada,
y la frase de célica ternura
con que forma la virgen su plegaria,
y el acento melódico que tiene
la dulce voz de la mujer amada,
la que rayos de sol lleva en los ojos,
nieve en la frente, y en los labios grana.

Lengua inmortal, a tu existencia unida
por siempre está mi tierra borincana.

Tronó el cañón, soldados extranjeros
aquí pusieron su atrevida planta,
y se cumplió una ley inexorable,
y su gran infortunio lloró España
con la misma amargura y la tristeza,
llena de luto y de dolor el alma,
que otro gran infortunio lloró un día
el último rey moro de Granada.

III

Ese lazo que ayer rompió la fuerza,
átalo  tú, mi lengua castellana.

Mensajera perenne de concordia,
cruza el inmenso mar que nos separa
y lleva de la América Latina
a la nación que puebla nuestra raza,
con el pobre cantar del bardo triste,
el beso fraternal de nuestras almas,
¡ Que se puede cambiar una bandera,
pero los sentimientos no se cambian!





JOHN GOULD FLETCHER [11.522]

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John Gould Fletcher

John Gould Fletcher

John Gould Fletcher (3 enero 1886 a 10 mayo 1950) fue un  poeta Imagista (y el primer poeta del sur que obtuvo el Premio Pulitzer), autor y autoridad en la pintura moderna. Nació en Little Rock, Arkansas en un familia socialmente prominente. Después de asistir a la Academia Phillips, Fletcher pasó a la Universidad de Harvard desde 1903 hasta 1907, cuando se retiró poco después de la muerte de su padre.

Fletcher vivió en Inglaterra una gran parte de su vida. En Europa se asocia con Amy Lowell, Ezra Pound y otros poetas imaginistas; fue uno de los seis imaginistas que adoptaron el nombre y continuó en el grupo hasta que se lograron sus objetivos. 

Poesía 

Las primeras obras de Fletcher incluyen Irradiations: Sand and Spray (1915), and Goblins and Pagodas (1916).
Amy Lowell dijo de él: "Nadie es dueño más absoluto del ritmo de libre verso ". Fletcher inventó el término "prosa polifónica" para describir algunos experimentos poéticos de Amy Lowell, una forma que él experimentó con en Goblins & Pagodas. En obras posteriores de poesía, Fletcher regresó a formas más tradicionales. Incluyen The Black Rock (1928), Selected Poems (1938), for which he won the Pulitzer Prize for Poetry in 1939, "South Star" published by Macmillan (1941), and The Burning Mountain (1946). Fletcher se trasladó más adelante de nuevo a Arkansas para volver a conectar con sus raíces. El tema de su obra se volvió cada vez más hacia cuestiones del sur y tradicionalismo.

A finales de los años 1920 y 1930 Fletcher estuvo activo con un grupo de escritores y poetas del sur conocidos como los agraristas del sur. Este grupo publicó el clásico Agrarian manifesto I'll Take My Stand, una colección de ensayos que rechazan la modernidad y el industrialismo. En 1937 escribió su autobiografía, Life is My Song,  y en 1947 publicó Arkansas, una historia de su estado natal.




POEMAS TRADUCIDOS POR BORJA MENÉNDEZ:

John Gould Fletcher es uno de esos poetas olvidados que en su momento participaron en importantes movimientos literarios pero sin buscar la fama. Siempre mantuvo un carácter independiente y solitario. Fue primero miembro del grupo imagista en Londres para, años después, retornar a su pueblo en Arkansas y unirse a los poetas ruralistas. Allí desarrolló una grave depresión que no aminoró ni cuando obtuvo el premio Pulitzer, en 1938. Apartado por completo del escaparate literario acabó con su vida ahogándose en una alberca para el ganado.
He traducido algunos poemas de su época imagista. Son todos parte de su libro Japanese Prints, fuertemente influenciado por la poesía japonesa como se podrá observar. Hasta donde yo sé, no existen traducciones al español de la obra de este poeta, tan maldito como los simbolistas franceses a los que veneraba. Las imágenes que podréis ver más abajo formaban parte del libro original.



Las estrellas

Hay una diosa que anda cubierta de día.
De noche arroja su velo azul sobre el mundo.
Los hombres miramos su gloria desnuda por los pequeños boquetes del velo.






Lluvia de la tarde

La lluvia caía tan suave en la tarde,
yo casi creí que los árboles habíanse puesto a charlar.







Recuerdo y olvido

He olvidado cuántas veces me besó
mas no olvido
una temblorosa rama – una hoja que cayó
al suelo.








Una comparación

Mi amada es como el humo azul que asciende
en lentos planeos,
y ondea
sobre las sendas oscuras de viejos edenes largo olvidados.









Cortesana yaciendo bajo un cerezo

Ella es un lirio,
púrpura oscuro, pálido rosa,
bajo rizados ramajes
que quiebran estrellas en flor.
Se mece afable
con el movimiento del arbusto.
¿Con qué sueña?
Sueña con las noches y sus lámparas naranjas,
con las copas y cumplidos y caricias de los dos espadachines,
y con el anochecer cuando los fatigados duermen
estirados sobre esteras en palacio,
y con el tronchado tallo del lirio flotando en la fuente.







Breve antología de poetas imaginistas

traducción de
Christian T. Arjona
Natalia Fernández



IRRADIACIONES VII

Titilaciones de incesante lluvia
sobre pavimentos destellantes. 
Súbito correteo de paraguas: 
flores encorvadas de la tormenta, arqueándose.

Los vientos vinieron con estruendo, estrepitosos, 
desde largas carreteras blancas azotando el ribete de las cumbres: 
rocían la ciudad con ráfagas de aroma de flores de manzano, 
y con el susurro de innumerables hojas translúcidas.

Tintineo desigual, la lluvia perezosa 
gotea desde los aleros.





IRRADIATIONS VII

Flickering of incessant rain
On flashing pavements:
Sudden scurry of umbrellas:
Bending, recurved blossoms of the storm.

The winds came clanging and clattering
From long white highroads whipping in ribbons up summits:
They strew upon the city gusty wafts of appleblossom,
And the rustling of innumerable translucent leaves.

Uneven tinkling, the lazy rain
Dripping from the eaves.






EN EL TEATRO

Oscuridad en el teatro: 
oscuridad y una multitud
reunida en la oscuridad. 
Esos que cada día interpretan
la tragicomedia única
del nacimiento y la muerte; 
ahora se apretujan unos a otros, 
dirigiendo el peso irresistible de sus pensamientos
            hacia el escenario.

Un gran haz de luz de calcio
hiende la oscuridad como un golpe de espada:
y al final de éste,
una pequeña mancha, la nariz roja de un cómico,
señala el objetivo de los focos y de los ojos 
            que pueblan la oscuridad.









IN THE THEATRE

Darkness in the theatre:
Darkness and a multitude
Assembled in the darkness.
These who every day perform
The unique tragi-comedy
Of birth and death;
Now press upon each other,
Directing the irresistible weight of their thoughts to the stage.


A great broad shaft of calcium light
Cleaves, like a stroke of a sword, the darkness:
And, at the end of it,
A tiny spot which is the red nose of a comedian
Marks the goal of the spot-light and the eyes which people the
     darkness.






LOS PATINADORES

Negras golondrinas se lanzan en picado o planeando
en ráfagas de vueltas y curvas enredadas;
los patinadores vuelan a ras del río helado.
Y el chasquido rechinante de sus patines cuando inciden
            sobre la superficie,
es como el rozarse de finas puntas de alas de plata.





THE SKATERS

Black swallows swooping or gliding
  In a flurry of entangled loops and curves;
  The skaters skim over the frozen river.
  And the grinding click of their skates as they impinge upon the
      surface,
  Is like the brushing together of thin wing-tips of silver.







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