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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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CARMELO CHILLIDA [10.833]

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Carmelo Chillida 

(Caracas, VENEZUELA  1964), profesor en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela y coordinador editorial del suplemento cultural Literales, que publica el diario TalCual.  Ha publicado ensayos, crónicas, notas sobre libros y traducciones en diversas revistas y periódicos del país, así como los poemarios El sonido y el sentido (1997), Versos caseros (2005), ¿Un poema de amor? (2011) y Desde el balcón (2013). Precisamente de este último libro, impreso bajo el sello de  Kalathos Editorial dentro de  la colección de poesía dirigida por Artemis Nader y David Malavé, extraemos los siete textos.


Para Alfredo Pérez Alencart, poeta y profesor de la Universidad de Salamanca, “la poesía de Carmelo Chillida busca alejarse de la lengua pontificia para habitar el instante de la pura erosión hasta expresar lo que posiblemente vea cualquier caraqueño inmerso en una ciudad donde retumban la belleza y el disparate mayor. Chillida desesconde su historia y también testimonia las dimensiones verdaderas de su entorno, siempre presidido por el imponente Ávila. Una poesía en sincronía con el habla cotidiana, sin encajes metafóricos pero con órbita propia en lo que va mirando y sintiendo, todo ello sin olvidar a sus ‘contemporáneos’ Shakespeare, Lorca, Calderón de la Barca, Beckett, Lope de Vega, Marlowe y la Szymborska, esa polaca maravillosa.. Tampoco a su abuelo Tino, republicano español que acabó en Venezuela. La poesía es vida y es música de las palabras y, en el caso de Chillida, también autobiografía, radiografía o respiradero del existir sin sepultar la mirada y la memoria. La poesía de Carmelo es creación para que todos entiendan lo que dice, lo que necesita decir sin desmayarse para siempre”.




DESDE EL BALCÓN
(Fragmentos seleccionados y puestos en desorden por Alfredo Pérez Alencart)

¿Testimonio de lo que viste
con tus propios ojos o de lo que alguien
dijo ver? Pero no corresponde al que mira
juzgar el contenido de los pliegos
sino entregarlos con prontitud
a las palomas mensajeras. Allá van,
volando, buenas nuevas y malas noticias.
Ya aterrizarán, ya tocarán puertas y ventanas,
ya llegarán a su lugar de destino,
alterando la vida de las personas.
¿Estás seguro de lo que haces?
(Vaya pregunta, si supieran a quién
se la dirigen no perderían su tiempo.)
Escribo. A través de mi cuerpo fluye
una fuerza que se esfuma, me abandona,
y como todos tengo que seguir viviendo
con el esfuerzo diario,
el que no es permitido rechazar.









Vivimos en el reino de las máscaras,
nunca salimos sin nuestro disfraz.
Así andan mejor las cosas,
sin tantos altibajos (pero al fondo
del agua, redondas por la luna, más
allá de ningún charlatán,
yacen las piedras, bajo el vaivén
de las mareas). Además
el escenario es realmente grande,
al mismo tiempo engañoso
y seductor, peligroso y acogedor.
La obra es breve, dura poco,
eso también habría que decirlo.
Por eso al público llano
se le hace tan deleitoso el espectáculo.
Por eso aplaude con entusiasmo
a los actores en los que se reconoce,
en los que reconoce
como la huella de sus propios pasos
a lo largo del día.







Todo empieza con un tipo
sentado en una silla,
desde un balcón, mirando.
Al frente ve la ciudad,
sus luces y sombras. Detrás
del Ávila sabe lo que hay,
lo ha visto, aunque no puede verlo
desde el balcón. Pero
como no puede evitar girar
la mirada hacia adentro, aparecen
los espacios de todos los días
y la memoria ancestral, la mirada
de aquellos que le dieron su sangre y
que también vivieron unos años
en este apartamento.








Sombras amables, la casa es suya,
recorran cada cuarto, no se preocupen
demasiado por nosotros. Vivimos
de día en día, con nuestra ineludible
dosis de sufrimiento y
«la rara chispa de la alegría».
Vamos y venimos a una velocidad
impensable para ustedes, eternos muertos,
vivos en la memoria. Ya alguien dijo
que un hombre no muere sino hasta
que lo hace el último que lo conocía.
Desde la flexible silla verde
(otra casualidad) en el balcón
contemplamos lo que nuestra mirada abarca.
¿Y lo que no abarca quién lo ve?
Las luces de la ciudad brillan
sobre las calles, desde el balcón.
Detrás de la montaña las olas baten
contra las piedras en la oscuridad.
¿Ese sonido quién lo oye?
¿Ese paisaje quién lo ve?









Desde el balcón te miro, Ávila,
desde el mismo balcón
que te miraron mis abuelos,
hace ya tanto, antes
de que ellos partieran, antes
de que llegara yo. El balcón
del apartamento donde ellos
vivieron por años y ahora
vivimos Mari, yo y los niños,
que van y vienen. El lugar
donde me refugiaba de niño,
de zagaletón, de seudoadulto.
Una silueta negra en la noche.
Un juego infinito de verdes
a la luz del día. Tengo deberes
que dejo para más tarde,
que pospongo para estar contigo.
Te miro, respiro tu aire, te contemplo.
Ávila, por favor,
libérame de mis pensamientos,
libérame de lo que otros esperan de mí,
libérame de mí mismo.








Despertador, beso entrecortado,
murmullos, ducha, café y cigarro,
el resto y a la calle, a trabajar.
Malditas colas, en Caracas hay
demasiados carros, en Caracas
no cabe un carro más.
Prendes la computadora
y allí haces esto y haces lo otro,
y sin computadora también.
Tan rápido llegó el mediodía,
casi sin levantar la cabeza
de pantalla y teclado. Comes algo,
tratas de echar, aunque breve,
una improductiva siesta y luego a clases.
En la noche, algo de pasta,
con salsa de tomate, queso y vino.
Prender la TV, esa otra pantalla,
con la esperanza de que haya
un buen juego de beisbol.
Luego a dormir.
Luego suena el despertador.







La memoria profunda y la superficial,
la imaginación que hace las cosas nítidas
o difumina los hechos.
Los objetos concretos, las fantasías,
los sueños misteriosos y, más resbaladizos aún,
los que no tienen apariencia de misterio.
La mujer desnuda, callada,
con esa no sonrisa,
sino apariencia de sonrisa, siempre ahí, detrás.
Esas son mis musas. Los ojos y memoria
con los que debe contar un testigo,
mis instrumentos de trabajo.

http://www.crearensalamanca.com/memorial-de-un-testigo-carmelo-chillida-desde-caracas-pinturas-de-miguel-elias/





TESTIGO

I

Ese que está parado ahí,
recostado, silbando a ratos,
en la esquina.
Ese que detuvo el paso apresurado
que a ninguna parte lleva.
Ese que se sienta solo
frente a la computadora
y comienza a escribir, sin tema previo,
sin plan o ausencia de plan.
¿Qué dirá?
Lo que sus ojos miren,
lo que todos miramos sin mirar.
Lo que oigan sus oídos, desde el grito
destemplado hasta el silencio.
Los olores que aspire,
perfumes, excrementos.
La suavidad o la aspereza
que se deslicen entre sus dedos.
Lo que paladeen o escupan
los comensales, los invitados
al acto, los actores.
Él es sólo el que está
parado o sentado por ahí
                                      (sin ser invitado),
pero despierto, anotando, anotando.
¿Para qué?, le preguntan
y él se pone nervioso buscando
                                             una respuesta.
¿Para qué?. se pregunta a sí mismo.
No sé, sólo quisiera
que de todo esto, de nuestra vida,
quedara algo, quedara al menos
un testimonio.






EVELYN DE LEZCANO [10.834]

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Evelyn De Lezcano

Mi nombre es Evelyn De Lezcano. Nací en Las Palmas de Gran Canaria.. 
Tengo un blog de poesía cuya dirección es http://maevelyn19.blogspot.com.es/
Actualmente mi blog está enlazado en las siguientes revistas: Cervantes Mile High City, y Portal de Poesía, Red Social de Poesía y Unos cuantos Renglones Blog de Eduardo Glez. Ascanio. Formo parte del Club de Escritores Palabra Sobre Palabra. He publicado poemas  en las revistas digitales Terminal, Palabras Indiscretas, Resonancias literarias, Palabras Diversas,  Letras TRL y Letralia.  Además formo parte de REMES (Red Mundial de Escritores en Español) y soy socia de NACE.






MATER  AMANTÍSIMA

Cogiste el cordón que me unía a ti y
suavemente, con una ternura infinita,
lo hundiste en mi centro.
Todo el alimento humano cayó y calló,
atroz, a trozos, destilando sabor
a miedo,
al pavor que Saturno impuso
a los hijos de los cielos.
Me quedé hambrienta, 
vagando por andenes
en los que nada  acierto.
Mater Amantísima,
transito una arcada 
náufraga 
sin isla que venga a mi encuentro.







LOS SUEÑOS

Los sueños, se hacen
a martillazos roncos,
nuestras venas calientes.
Se hacen sueños,
conjuros atroces 
arrojamos al viento.
Los sueños se hacen
 en la forja de los hierros,
las espadas se funden y
también los cubiertos.
Se hacen sueños con las manos,
con los pies y los desaciertos.
Los sueños se hacen y
 hacemos sueños.






LOCURA

Uno convive con la locura en ciernes.
Calibrando el espacio
 que nos separa
del gran pájaro 
que sobrevuela
con  afiladas alas,
nuestra carne abierta.
Disfrutamos del paisaje:
un trébol, una piedra,
una coca-cola fría o una cerveza.






PRESENTIMIENTO

Agachas la cabeza y la tejes
entre las manos 
como un ave dormida
sobre el manto del cielo gris.
Agachas la cabeza
mientras presientes,
 con los dedos entrecruzados,
 la sombra lenta que se recuesta
para enturbiar 
todas las copas 
que has alzado.





PASAJEROS EN TRÁNSITO

Pasajeros en tránsito con destinos sonoros,
 bajo los grandes peñascos y los azules contornos
 de espacios minerales,
 de piedras sin rostro.
 Los pasajeros en tránsito:
 guijarros con  equipaje ligero
 como  se fue un poeta o
 con  maleta cargada como regresó otro.
Pasajeros en tránsito que miran sus relojes
 y reconstruyen el itinerario de los paneles rojos.
Pasajeros de espera, 
 de  pájaros de plata transidos de dibujos propios.
 Pasajeros que cabecean su cansancio en los fríos asientos
 de esos lugares sordos,
 los mismos que se tienden y cierran sus dos ojos.
Pasajeros que aúllan en los pasillos tortuosos
buscando el consuelo de los que caminan con otros.
Sus miradas se cruzan: todos saben
 que esperan la espera
 de los que  permanecen solos:
Es huida o regreso, es trabajo u ocio, es portátil y teléfono
o libro forrado para no descubrirse ante el otro. 







UN POEMA

Voy a escribir un poema
donde nadie lo destruya,
en el pozo,
 como Reinaldo Arenas. 
Voy a escribir un
poema, el mismo poema,
 en el pozo, en las hojas radiantes, 
en la tierra. 
Voy a escribir
un poema bajo los heraldos
negros como la pura suerte,
como la pena aplastada a
las uñas, a los dientes cansados 
a fe. Voy a escribir un poema
como arterias, como venas.







ZAPATILLAS HUECAS

Hay mariposas en el tiempo que reducen
a nada lo que fue cierto. Hay mariposas
como aviones en despegue que silencian
gargantas átonas. Hangares futuribles
y oquedades secas que se construyen 
los amos  taciturnos. Territorios hostiles
a los cimientos. Hay anamnesis y amnesias
y recortes de prensa
 con una foto, ya disecada, de una niña
 bailando con zapatillas huecas.






FALLÓ

Falló la hora,
alzó su mano y al instante,
fijó su adiós exacto
en la línea que parte rauda
del presente...
...Falló
una, otra, otra,
otra vez; física, incoherente,
desmadejada,
fiel.






DONDE NADIE ENTRA

Hay un espacio cerrado donde
nadie entra,
donde la luz encierra
el puro vagar, cáliz de siembra.
Un espacio cerrado es
el camino que yerra
a lo largo del rio
en torno a la
idea, y cruza asombroso
mitad real, mitad
quimera, el auge pleno
que la verdad encierra.
En la orilla lejana
donde muere otra tierra
nace un delirio, estrella angustiosa
que alta navega
por ese espacio cerrado
donde nadie entra.


MARCO SIMONELLI [10.835]

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                                                              Foto di Victor Meliveo



Marco Simonelli 

Poeta, traductor y performer. Nació  en 1979 en Florencia, ITALIA  donde actualmente vive. Se dio a conocer con el cuento en verso Memorie di un casamento ferroviere del ’66. Escribió en el 2004 el poemita dramático Sesto Sebastian – Trittico per scampata peste rescritura homoerótica del martirio de San Sebastian: del texto se extrajo una performance vocal. En el 2007 salió Palinsesti – Canzoniere Catodico. En el  2009 ganó el  premio Russo – Mazzacurati con Will – 24 sonetti. Para Massimo y Pierce di Black Sun Productions ha escrito los texto de Hotel Oriente, poema para voz y electrónica. En 2011 publicó L’estate sta finendo y en el 2012 Firenze Mare apareció en Poesia Contemporanea, Undicesimo Quaderno Italiano.


Poeta, traduttore e performer. È nato nel 1979 a Firenze, dove vive. Ha esordito col racconto in versi Memorie di un casamento ferroviere del ’66. Del 2004 è il poemetto drammatico Sesto Sebastian – Trittico per scampata peste riscrittura omoerotica del martirio di San Sebastiano: dal testo è stata tratta una performance vocale. Nel 2007 è uscito Palinsesti – Canzoniere Catodico. Nel 2009 vince il premio Russo – Mazzacurati con Will – 24 sonetti. Per Massimo e Pierce di Black Sun Productions ha scritto i testi di Hotel Oriente, poema per voce ed elettronica. Nel 2011 è uscito L’estate sta finendo e nel 2012 Firenze Mare è apparso in Poesia Contemporanea. Undicesimo Quaderno Italiano. 






ELOGIO FÚNEBRE A SUPERMAN

[de la raza de quien resta en la tierra]


La silla de ruedas
con la cual desde hace años te movías
soplando a duras penas dentro un tubito
está triste, vacía y planetaria

Volabas en el aire,  tiempo atrás
dejando en el espacio
un cometa de infinita brillantina-
con el puño adelante, el movimiento acelerado,
custodiabas el universo:
¡que nadie estropeara esas orbitas incoherentes ¡
Tu tos a menudo movió los continentes.

En una cabina telefónica
inventaste un personaje trivial:
periodista perdedor que adonde valla
se pierde por la calle inevitablemente
mito desenmascarado del  mentecato

Para salvar al mundo es obligatorio el camuflaje,
hay que disfrazarse, parecer un vagabundo,
un distraído torpe cuatro ojos.
Corrías el riego de ser desenmascarado.

Las estrellas con poco caen:
el juego adverso del destino
el escalón que cede bajo el peso
el azar que desboca tu corcel
un sendero accidentado
el camión que aparece al improviso
y los frenos que fallaron.
La colisión potente con la kryptonita






De Will – 24 sonetos

Estaciona tu boca en la mía.
Extrae de la cartera una monedita
Reenciende el motor. No cambies carril.
¿Seguro de haber puesto la gasolina?
Con esto tu motor parece trucado.
Engancha o bien desengancha los cinturones.
Vuélcame cual camión capotado.
Apaga. Para. Después igual parte de nuevo.
Mil millas y kilómetros y encrucijadas.
Un cuerpo como casa del guardavía.
Con la ventanilla abierta aquí me abordas,
con pantalones de mezclilla y camiseta.
Yo me dedico anónimo a un vicio
admisible en área de servicio.







¿Pero tú cómo me ves? ¿Creerías?
¿Que después las palabras son papilla
de leche azucarada?¿ Me verías
pan bañado  que hierve en la hornilla,
sobre el azul fuego de la cocina?
¿Quién me defenderá de tu boca
que se abre toda esparza  de llovizna
cual pez rojo que con un cebo aboca?
Blando puré, te resbalo por la garganta
te coso la tripa adornada
para empastar la vetusta fábula
en el libro que contiene el amor y la carnada.
O visión famélica sabrosa:
tú me ingieres cual vaina venenosa

Traducción de  Alejandra Craules Bretón
http://circulodepoesia.com/nueva/2013/10/muestra-de-poesia-italiana-parte-i/






da Palinsesti (Zona, Arezzo, 2007)

IN LODE DELLA GIRELLA

Lo strato marrone del cioccolato
artificialmente sintetizzato
s’attorciglia a spirale Pan di Spagna.

Non so se il gusto ci guadagna,
non conosco l’identità della sorpresa.
Quando fai la spesa la confezione è chiusa.

E’ una magna infanzia del soggetto
l’arrotolarsi al cuore del sapore,
concepire le ore come un’ansia
che tutto ti distacca dal perfetto.

Un simile prodotto di mercato
mi gira dentro al petto, nel costato.
Non l’ho desiderato il nocciolato
che cosparso di me sempre m’ammanta.

Sono stato confezionato
durante gli anni Ottanta.







ELOGIO FUNEBRE DI SUPERMAN
[della razza di chi rimane a terra]

La sedia a rotelle
con cui da anni solo ti muovevi
soffiando a stento dentro un tubicino
è dolorosa, vuota e planetaria.

Volavi nell’aria, un tempo
lasciando nello spazio
cometa d’infinita brillantina—
il pugno avanti, il moto accelerato,
controllavi il creato:
che nessuno guastasse quell’orbite incoerenti!
La tua tosse spesso smosse i continenti.

In una telefonica cabina
t’inventasti personaggio qualunque:
giornalista sfigato che dovunque vada
si perde per strada inevitabilmente,
mito mascherato deficiente.

Per salvare il mondo è obbligatorio camuffarsi,
travestirsi, sembrare un vagabondo,
uno svagato imbranato occhialuto.
Rischiavi di essere riconosciuto.

Alle stelle basta poco per cadere:
il gioco avverso del destino
lo scalino che cede sotto il peso
il caso che t’impenna il tuo destriero
un sentiero accidentato
il camion spuntato all’improvviso
e tutte le frenate non riuscite.

Lo schianto forte della Kryptonite.







LAUNDRY MACHINE

Un vortice la ruota che calcarea
fa fortuna centrifuga che gira,
m’ammira e stira
e smacchia intera l’area
dove lo sporco impùdico s’aggira.

Oh feticcio straccio, strofinaccio
che sfrega e affoga
e poi mi linda e monda,
che roventa e più non s’accontenta
del bianco sconcio che più bianco non si può!

Io non so
l’amore perlana e delicato
che candeggia brillante sul tessuto,

non conosco il fresco ammorbidente
che m’ammolla il bucato nella mente.

Detergo solo il nero del pensiero
che lava come l’ava il sangue intero,
che smacchia il cuore e netta per davvero
poi muta in neve il lordo Calimero.







COMING OUT 
[confessional poem #1]

Mia madre mi guarda
attraverso i suoi occhiali di strass,
con i suoi Bette Davis’ eyes
incrollabile mamma del Mulino Bianco
sorride come una diva rimasta senza Oscar
che, in fondo, se l’aspettava.

Madre eroica: come Rocky si è allenata ogni giorno
seguendo il corso aerobica Jane Fonda
per essere fisicamente preparata
a questa rivelazione “inaspettata”.

Che non sono Schwarzenegger
l’ha sempre sospettato;
il mio fanatismo per Madonna
lo ha confermato.

“Una madre certe cose se le sente”
dice, ballerina che danza sulle punte,
Carla Fracci ragazzina al suo debutto.

Sono Gesù bambino
che guarda sua madre

like a virgin.







REQUIEM PER LAURA PALMER

Galleggiavi ghiacciata ninfea
sulla marea che segue ogni disastro
astro strozzato, incellophanato pacco
deceduta missiva
con mittente-mandante sconosciuto.

Oh corpo rinvenuto sulle sponde:
nessun dio a mutar le braccia in fronde.
Le onde ti consegnano freddata
a un’autopsia protratta inutilmente

la mente non comprende il movente
e il carnefice rimane ben nascosto
nel bosco dove Gretel ti perdesti
in un intrico di fronde e di misteri.

Noi tutti rimaniamo nel pantano
d’un’indagine priva di catarsi
ignorando la mano che recise
i capei d’oro a l’aura sparsi.







DISCORSO CIVILE DI GRANDE PUFFO
[Socialist Men Under a Red Father]

Felice puffserata a tutti i puffolini pervenuti:
questo capo villaggio comunista vi farà la lista
del nostro civil modo d’esistenza.

Alla partenza siamo tutti uguali
animali sociali privi d’esperienza,
puffbacche di natura varie ed eventuale.

Non male è valutare
le attitudini intrinseche d’ognuno:
Quattrocchi e il suo pallino per i libri
Inventore, bambino, giocava con il Lego
E Forzuto – che adesso è culturista-
non stava mai seduto un solo istante.

È importante, insomma,
che ognuno si realizzi, rigoroso a sé:
Brontolone che è sindacalista,
Vanitoso e la cosmesi,
Golosone e gli arnesi da cucina.

La dottrina dei puffi è stare insieme,
puffare sempre per la vita bella,
i compiti divisi
per il comune bene:

combattere con Birba e Gargamella.









APOLOGIA PER WANNA MARCHI

Tu, donzellotta, venivi dalla campagna;
il tortellino, la lasagna ti fecero mogliera
fintobionda, fintorossa criniera,
donna grassa troppo commossa
dai mali coniugali. Una sera
dal seminterrato di TeleCantina
fu arrabbiato il ruggire del topino:

“O tu genuino lardo di Romagna,
fogna di grasso, ammasso di lipidi:
butterai giù la trippa! Ti fidi? Stai attento…
mordo! Dimagrisci subito, d’accordo?”

Il vero reato è il denaro rubato;
ma non l’imperativo “dimagrisci!”
l’infinito carisma alla speranza
di vedere, un giorno, ridotta la panza.

Adesso non è tempo d’omeopatici strilletti.
Tu ti dibatti dal fondo della tua galera, ohimè!
Ma a Voghera, ti giuro, tutte pregano per te.








da Will – 24 sonetti (d’if, Napoli, 2009)

Tuffato nella fonte di Narciso
m’innamoravo solo di riflessi.
Ogni tratto somatico del viso
scompariva all’arrivo degli amplessi
che consumavo inevitabilmente
proiettando l’immagine di me
dentro un corpo diverso ma presente
che non mi richiedeva alcun perché.
Ed era naturale quello sdarsi
cercando senza sosta il sottoporsi
ad un teatro privo di catarsi
che il cuore sceneggiava di rimorsi.
Ed ancora da fulmine colpito
correvo dietro un tipo benvestito







Parcheggia la tua bocca sulla mia.
Estrai da portafoglio monetina.
Rimetti in moto. Non cambiar corsia.
Sicuro d’aver messo la benzina?
Codesto tuo motore appar truccato.
Allaccia oppure slaccia le cinture.
Ribaltami qual camion cappottato.
Arresta. Sosta. Poi riparti pure.
Mille miglia e chilometri e raccordi.
Un corpo come casa cantoniera.
Col finestrino aperto qui m’abbordi,
con pantaloni jeans e canottiera.
Io mi dedico anonimo ad un vizio
ammissibile in area di servizio.







Non c’è riparo dalle tue chiamate
dagli esse emme esse inaciditi
in cui affondo in onde elettrizzate
senza filo sui crediti finiti.
La batteria schiantata, non ho presa
a cui ricaricar il cor deriso.
Io sogno una chiamata che inattesa
si manifesti con sonoro avviso
che squilli di campane, suoneria,
che la parola sia più forte e chiara
che non sia bara la segreteria
di vecchia voce che l’amor dichiara.
Per avere un amore sì perfetto
non basta premer tasto cancelletto.







Ma tu come mi vedi? Crederesti?
che dopo le parole sono pappa
di latte zuccherato? Mi vedresti
pan bagnato che bolle sotto cappa,
sopra l’azzurro fuoco di cucina?
Chi mi difenderà dalla tua bocca
che s’apre tutta aspersa d’acquolina
qual pesce rosso che ad un’esca abbocca?
Molle purè, ti scivolo per gola
ti cucio le budella col ricamo
a rilegare la vetusta fola
nel libro che contien l’amore e l’amo.
O visione famelica gustosa:
tu m’inghiotti qual bacca velenosa.








I miei musi son musi artificiali
desideri che saltano la corda,
gatti randagi senza gli stivali
che m’assalgono – barbari – in un’orda
che mi sorprende in trance addormentato
mentre rimiro un qualche tipo in spiaggia.
Io scrivo del futuro e del passato
immaginando un’orgia che selvaggia
non avviene che dentro la mia mente.
Oppur vagheggio mèmore di quando
in un’era distante dal presente
andavo per la strada sculettando
cercando in altrui sguardo l’attenzione.
Poi l’ho trovata. Quale frustrazione…







Il Vaticano dice di non farlo.
Vuol dir che non avremo cerimonia.
Ma quello Stato che moneta conia
il nostro patto, amor, non può disfarlo.
Ci unimmo un pomeriggio nel salotto,
sfiorandoci le mani, per merenda.
“Di tue ferite io sarò la benda”
promettemmo mangiandoci un biscotto.
In fondo non vogliamo un matrimonio.
Ci basta un bacio da scambiarci al sole,
un avvenir di giorni come prole.
È questa la ricchezza, il patrimonio.
(Chi ci dice che quelli con le ali
non siano anche loro omosessuali?)









da L’estate sta finendo (Leconte, Roma, 2011)

Leptocephalus brevirostris

Quando, venendo dal capoluogo sfrecci lungo la Firenze-Mare
lo vedi chiaramente azzurro nella valle dal cavalcavia;
dopo la galleria ti salta addosso al parabrezza
e per un attimo ci credi, che sia davvero il mare.
Sul lago, Puccini passò la sua vecchiaia.

Accadde quando ancora l’epoca rampante riscopriva
i piatti regionali con la degustazione d’un gourmet,
cibo povero di quando la famiglia non poteva
permettersi la carne ad ogni pasto.
Dice l’Artusi che i cuccioli d’anguilla
sono foglie d’oleandro trasparenti come il vetro:
la borsa spermatica del maschio è simile all’ovario della femmina
e migrano nei laghi per una metamorfosi.
Aspirano l’h anche quaggiù, le chiamano le ciehe.

Da giorni ne parlavano, gli adulti,
scambiandosi al telefono un codice segreto;
ce l’avrebbe fatta, dunque, il pesciaiolo – quel pirata -
a procurare l’illegale bottino d’ambizione
e poco male se quel fiero pasto costava allora
poco meno d’un milione: le anguille appena nate
sono prelibate.

Mio padre sul cancello coi contanti
aspettava il pusher pesciaiolo
con l’ansia d’un drogato in astinenza.
In un sacchetto d’acqua, brulicanti,
molli e trasparenti s’agitavano a migliaia – girini ancora vivi -
guidate da un interno istinto inutile oramai,
proprio come spermatiche creature che già sanno
dove andare per trasformarsi in altro.

Sul setaccio schizzarono frenetiche,
inquieti murenoidi all’oscuro della situazione.
Mia madre versò una goccia d’acqua
sull’enorme padella prestata da un’amica:
sfrigolando evaporò dopo un momento.

Sui crostini fatte pappa, nella pasta lunga come condimento
insieme a poca scorza dell’arancia e poi limone:
durante la cottura quell’agonia dell’olio caldo le tramuta,
sbiancandole le allunga e a colpo d’occhio non sapresti
distinguere le larve da un piatto di bavette.
Tranne forse per quegli occhi, minuscoli puntini
ad un’ estremità dello spaghetto, neri come
se la luce in un istante fosse implosa.

Non era pepe ma uno sguardo
che non implora più.







Spiaggia libera

Viale dei Tigli, la variante Aurelia srotola la strada: siamo nello sciame,
magliette, ciabatte, stampate fantasie multicolori, un fluorescente
succhiare di Calippo per la strada; domenica, c’è il sole, tutti quanti
quantificano all’aria la pelle nuda ancora da ustionare.

Passeremo svoltando la pineta, sicuri di trovarti ancora lì.
Il tuo tipo è uno che respira: una faccia da schiaffi, tatuato,
efebico oppure ipertricotico, lo strepitoso fascino
dell’ultracinquantenne in piena forma. E dopo le dune l’orizzonte.

Sei fissa in una fascia Gucci bianca intera, sei Liz Taylor,
la Circe più abbronzata e bionda tinta della costa.
Anna, minaccia ancora la nostra ingenuità. Hai quarant’anni.
Distesa sul tuo telo rosa fuxia circòndati di giovani,

più giovane tu di quella giovane che vinse l’anno scorso
lo sponsorizzato concorso di Miss Trans.
Stenderemo intorno al tuo gli asciugamani, riprenderai la storia
di un autunno che chirurgicamente tu non senti:

ricevi a casa adesso, eppure nei dintorni ci passi volentieri,
saluti le tue amiche, ci racconti di un’età lontana quando eri
a Livorno ragazzino e non ancora Towanda la Guerriera.
E poi siliconati impianti e mai avvenute evirazioni.

Quando dalla base americana sfrecciavano le reclute
i rangers, per te tutti marines: tutta salute all’epoca del dollaro!
Limpidi guanti: l’Aurelia a Migliarino, Marina di Vecchiano.
Avevi una roulotte. Passavi avanti a tutte per un salario serio.

Adesso puoi permetterti di scegliere: estrogeni, lunga transizione –
l’hai letto sul tuo corpo che l’uomo da solo si spaventa.
I tuoi contanti dentro al portafoglio proteggono il domani
dall’incerto precariato. L’hai sudato, questo apprendistato.

Gli uomini sono come dei gattini, non devi accarezzarli contropelo
si rischia il graffio, un taglio involontario e curati di te
e solo dopo curati di loro: passa i polpastrelli dietro al collo,
le loro fusa spasmi, un lamentarsi al caldo del sudore.

A mezzogiorno pranzi col ghiacciolo, dagli ambulanti compri
braccialetti di filo colorato, ad ogni nodo un desiderio:
gli amici, dimagrire, i conoscenti: pochi ma leali.
Verrai da noi a cena. Arriverai col sugo per la pasta.

All’una un’altra lucky strike, assisti alla sfilata:
abbronzàti si scrutano bagnandosi i piedi alla battigia,
l’incendio dei costumi. Sono mimmi
nei giorni di vacanza, non sai se in salvo o in saldo.

Da quando l’hai rivisto non fai che ripensarci.
Ricordi come pianse quando seppe; il suo corpo tremava,
scoraggiato ti disse che eri bella come una regina.
Si guardava peloso il ventre piatto. Gli estrogeni erano impossibili.

La resina s’appiccica sui corpi, è stato come un pianto.
Li vedi ritornare, riconsideri il sorriso, il pomeriggio
scroscia in chiacchiericcio, sei raggiante, la tua socialità
dimentica imprevisti e probabili armatori vedovi da poco.

L’amore equo e solidale lo impareremo dopo.
Diana cacciatrice: sei come Salomè con il battista,
l’esperienza ti ha insegnato a fischiare agli stalloni
come fossi un camionista.

Adesso ti slanci, una corsa di cerbiatto e spruzzi il mare
le onde che affronti in pieno petto ti spostano il costume,
mostri il seno e per pudore abbassiamo tutti gli occhi,
e tu ci guardi come quelli che restano all’asciutto.


ALESSANDRO CANZIAN [10.836]

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Alessandro Canzian

Alessandro Canzian

Nació en el 1977, vive y trabaja en Maniago, provincia de Pordenone, ITALIA. En el 2008 fundó la editorial “Samuele Editore”. Ha publicado Cristabel (2001), La sera, la serra (2004), Canzionere inutile (2010), Cronaca d’una sditudine (2011), Luceafarul (2012),Oppurerri sarei fatta altissima (2007, ensayo), Distanze(2007). Ha participado en los festivales literarios  Donne chedovresti conoscere (Lecce 2007), Poetica (Pisa 2008), Pianeta Poesía (Florencia 2009).

Alessandro Canzian (1977), vive e lavora a Maniago (Pordenone). Ha collaborato e collabora saltuariamente con varie riviste e blog (Progetto Babele, Whipart, Books and other sorrows di Francesca Mazzuccato, Blog di Poesia di RaiNews di Luigia Sorrentino). Nell’ottobre 2008 ha fondato la Samuele Editore (dal nome di suo figlio), che ad oggi ha pubblicato volumi premiati (Premio Gatto, Premio Camaiore, Premio Città di Forlì), prefazioni eccellenti (Squarotti, Tomada, Cucchi, Pecora, Rondoni, Vecchioni), ha pubblicato poesie di Franco Buffoni, Maria Grazia Calandrone, Isabella Vincentini e altri, e ha svolto fiere e presentazioni nelle maggiori città italiane (Roma, Milano, Torino, Pordenone, Udine, Napoli, Fiera del Libro di Torino, Pordenonelegge, Casa della Poesia di Milano) con partecipazioni di Maurizio Cucchi, Marina Giovannelli, Silvio Ramat, e altri. Come autore ha pubblicato Christabel (Ed. Del Leone, Spinea 2001, quarta di copertina di Paolo Ruffilli), La sera, la serra (Mazzoli 2004, prefazione di Tita Paternostro), Canzoniere inutile (Samuele Ed., Fanna 2010, prefazione di Elio Pecora, di cui un testo su “Tuttolibri” nel 2007 con critica di Maurizio Cucchi), Cronaca d’una solitudine (Samuele Ed. 2011, quaderno bifronte con Federico Rossignoli), Luceafarul (Samuele Editore 2012, prefazione di Sonia Gentili) e il saggio su Claudia Ruggeri: Oppure mi sarei fatta altissima (Terra d’ulivi 2007, presentato a Lecce con Michelangelo Zizzi). Con la stessa editrice e nello stesso anno del saggio ha pubblicato Distanze, una collaborazione fotopoetica con Elio Scarciglia. Ha partecipato a varie rassegne letterarie quali “Donne che dovresti conoscere” a Lecce nel 2007 con Mario Desiati, “Poetica” a Pisa nel 2008 con Alessandro Agostinelli, “Pianeta Poesia” a Firenze nel 2009 con Rosaria Lo Russo, “Pordenonelegge” nel 2010, la “Festa di Poesia” a Pordenone nel 2010 come co-organizzatore e nel 2011 come autore, a Milano alla “Casa della Poesia” invitato per il quinquennale della fondazione della Casa, “Residenze Estive” a cura di Gabriella Musetti nelle edizioni 2012 e 2013, e il festival “La poesia del Giovedì” a cura di Giulia Rusconi e Maddalena Lotter nel 2013. A settembre 2009 ha curato la manifestazione “Poesia e ispirazione, perchè si scrive” all’interno dei festeggiamenti per l’equinozio dell’associazione culturale Vele Libere ad Azzano X (Pordenone). Nel novembre 2011-gennaio 2012 ha organizzato insieme al Comune e alla Biblioteca Civica di Maniago il festival letterario “La Fila”. A giugno 2012 ha organizzato “Poesia tra le acque di Polcenigo” che nel contesto della fonte del Gorgazzo (Pn) ha visto incontri, discussioni e letture di Gian Mario Villalta, Mary Barbara Tolusso, Sebastiano Gatto, Fabio Franzin, Giacomo Vit, e altri. Nel 2013, col Comune di Maniago, ha allestito una mostra di pittura con opere di Cesco Magnolato (alcuni anni fa vincitore della Biennale di Venezia), Dino Facchinetti, Sergio De Giusti. Sempre nel 2013 ha organizzato il Festival “Arta Poesia” ad Arta Terme, nel comune dove Carducci scrisse la poesia “Comune Rustico” con partecipazione di Francesco Tomada, Michele Obit, Fabio Franzin, e altri. A settembre 2013 ha presentato al Circolo della Stampa di Milano 5 libri 5 poeti, presentazione degli editi di Amos Mattio (segretario della Casa della Poesia di Milano), Ottavio Rossani (corrispondente del Corriere della Sera), Sonia Gentili (Ricercatrice alla Sapienza di Roma), Giovanna Frene (inserita nei “Nuovi Poeti Italiani 6” di Einaudi), Mary Barbara Tolusso (collabora alla redazione de L’almanacco dello specchio Mondadori) A dicembre 2012 ha vinto il secondo premio di poesia al Leone di Muggia con la raccolta a tutt’oggi inedita Histoire d’O. Nel 2012 Gian Mario Villalta lo inserisce tra le voci più promettenti della poesia pordenonese insieme a Roberto Cescon e altri nel volume Antologia dei Grandi Scrittori di Pordenone. Nel 2013 Alessandro Agostinelli lo inserisce tra i poeti italiani nell’articolo “Penisola dei poeti” uscito nell’Espresso (articolo in cui Agostinelli gli fa anche un’ampia intervista nella veste di Samuele Editore indicandolo come uno dei migliori editori di poesia emergenti). A ottobre 2013 Luigia Sorrentino pubblica una sua fornita scelta di inediti sul blog RaiNews (tra i quali Histoire d’O). Interviste e testi sparsi si trovano inoltre in diversi siti e riviste (Versante ripido, L’estroverso, Circulo de Poesia Messico – traduzioni in spagnolo a cura di Alejandra Craules Breton). Un articolo tratto dal presente blog (The place to be) è stato nel dicembre 2013 pubblicato nella rivista “NEMLA Italian studies” del College of New Jersey (a cura di Simona Wright) sia in versione cartacea sia online come prefazione di un’antologia di poeti veneti comprendenti: Fabio Franzin, Giovanna Frene, Sebastiano Gatto, Giulia Rusconi, Sergio Maria Serraiotto, Piero Simon Ostan, Alberto Trentin, Giovanni Turra. Il 15 gennaio 2014 l’Istituto Romeno di Cultura e Ricerca Umanistica di Venezia lo invita a leggere e discutere il suo Lucefarul nell’anniversario della nascita di Mihai Eminescu, autore del Luceafarul originale (da cui la rivisitazione) pubblicato a Vienna nel 1883 dall’Almanahul societăţii studenţeşti Romania-jună.





Estuve en el lago a más                                                   
de un año de nuestra apocalipsis.

                Todo era como entonces.

Los mismos tallos de pasto los mismos
                                                   patos

-al menos eso creo-  el mismo manantial
donde te regale la misma
                              rosa.

Faltaban sólo nuestros besos
                                     largos,
el tuyo sentirte bella después
de haber hecho el amor y  el mío
sentirme el único hombre
                                          para ti.

Faltaban también tus ojos
del mismo color del agua.









Te cuento mi melancolía.

Es el entrar en un negocio sabiendo
que ya habrás estado del brazo
con él, o de la mano, o
en cualquier otra forma
                             afectuosa
que te ha unido a otro hombre.

Es escuchar a una mujer que me quiere
curar la tristeza con una hora
                                          -tal vez dos-
en la cama, casi virgen dolorosa
                           en un acto de piedad.

Es el recordar el sonriso de tu rostro
                            sabiendo que él lo besa.

Y es este saber que te amé
por tres años siete meses y quince días
y cualquier orbita  de la tierra
                                      en torno al sol.






Es peligroso decir amor,
decir mi cuerpo es sólo tuyo.

Porque después uno se lo cree
creándose una iconología del otro,
casi un diccionario terminológico
                              de las caricias.

Y después llega cualquier insecto
que se posa en la piel,
                       y  ya no es tuya.

Traducción de Alejandra Craules Bretón
http://circulodepoesia.com/nueva/2013/10/muestra-de-poesia-italiana-parte-ii/







Alessandro Canzian – estratto da CHRISTABEL, 2002

Eppure siamo cambiati.
Nei lontani, orizzonti sparsi
dei tuoi capelli, nell’Ashley
che t’esplora ma non muta
se non assente, nell’apparire
e disparire d’un istante
irreversibile –qui ti scavano
i capelli l’evangelica
fronte-. Perché?
Mutatis mutandis si dice,
e che lo spirito sia pronto
ma la carne è debole.
E altra umanità, altra giustizia,
altro amore, altro Dio.
Ma poi, che vogliono dire?







Alessandro Canzian – estratto da CHRISTABEL, 2002

Ferma davanti allo specchio,
solare e nebbiosa al mattino,
capelli arruffati sul volto,
maestosa, elegante se pur nuda
d’una nera intimità
che non svela, sorridi.
E sorridi di pieno sorriso,
bianco, raro, raro sorriso.

Sono sempre diverse le cose d’un tempo.
Così la baita del tempo, lontano,
non irrora più di sole.
In corpo t’involgono parole
tristi, di preziosa tristezza, preziosa,
che ai neri filamenti di ciocche, evapora.

E non illumina foglio stracciato,
né scalda, andato
liquido entusiasmo.
Rimane solo pensiero, la sera,
non detto, corpo
deserto:

non ci è dato sapere quanto dura il tempo.







Alessandro Canzian – estratto da CHRISTABEL, 2002

Muoio ogni giorno un poco.
E rosone arido di luce
indora inutilmente 
me, diradando nebbia,
immagine vacua,
sintesi d’aria
spezzata. Donna,
boccale avido di bocca,
terra arata di sensi,
amante lacerata,
sopore d’assenza,
sei nell’assenza.







Alessandro Canzian – estratto da CHRISTABEL, 2002

Ti cercava la mano il guanto
bianco, bisogno soffocato
d’umano, cieco
d’una roca voce in sogno, che nel sogno
la vita appare mano
calda, profumata, mano di donna
che prende e non ti lascia.







Alessandro Canzian – estratto da CHRISTABEL, 2002

Ascoltami.
L’amore è una bianca, leggera ferocia
d’essere felici, è l’icona
della foglia secca ai suoi piedi
nudi, è la sera, è la serra
del capello che scosta
dalla sua bocca, screziata.
Ascoltami.
L’amore è una dolcefuriosa bocca,
è uno sguardo di lupa,
è un odore che si attende, cupo, nell’alba.







Alessandro Canzian – estratto da CHRISTABEL, 2002

Non nega la mia tristezza
l’aforisma di sabbia
e spuma. E sogno.
Tu sei la mia tristezza.
Tu sei l’avido spessore
d’un bacio, deragliato
-“mi fai sudare, io che non sudo
mai”-.
Tu sei l’onda, la forma d’incontro
del velo fra gli amanti.
Ma cosa siamo noi
in questo vuoto attendere la luce?







Alessandro Canzian – estratto da LA SERA, LA SERRA, 2004

Fu la mia grande solitudine.
Fu lo sguardo, troppo dolce sguardo
di chi sta sbagliando.
Fu la bocca d’un sorriso, resina
non scesa, estate già in declino.







Alessandro Canzian – estratto da LA SERA, LA SERRA, 2004

Di vuoto ubriaco al tuo segreto sorriso
amaro, non ricordo nulla.
Non ricordo la pacata morte del vivere.
Il caffè nero ti smemora, e dilegua, nera
angustia d'altri voli.

Ma tu non sai quei voli.
Tu non sai la farfalla ch'era entrata
soffocata, corvo oramai smorto.
Tu non sai il rombo d'ali che ci scava
-tutto, tutto si ripete nel tempo-
cupo, nel cupo segnale del tempo
-e nel rombo s'ingolfa, stasi-.

Perché non è amare, né vivere,
il leucemico gatto assetato
d'assonanti dolcezze, oblique ferocie.







Alessandro Canzian – estratto da LA SERA, LA SERRA, 2004

Io non so il tuo millenario amore.
Tutto si perde, tutto si trasforma
in niente, qui.
Tu non sai la vita come sia densa, opaca
ombra di te, senza te.


Alessandro Canzian – estratto da LA SERA, LA SERRA, 2004

In te ho amato il nulla delle cose.
In te il bianco velarsi d'una donna
in pioggia, schiusa, ai tuoi scalzi
piedini sciolti. 
Ma il nulla delle cose è un tutto
che il tempo schiuma.







Alessandro Canzian – estratto da LA SERA, LA SERRA, 2004

Dicono sia possibile, lo sai, amare un'ombra,
ombre noi stessi,
dicono non sia maggior dolore
che ricordarsi del tempo felice
a la miseria,
dicono anche tu sia stupenda.







Alessandro Canzian – estratto da LA SERA, LA SERRA, 2004

Sole fra pietre,
serpi nascoste,
carrozzella sorride.
Ed Elena lavora
non sapendo
d’essere già morta.
Mi fermo ad ascoltare
messa,
inutili parole.
Lilia mi guarda
senza parole.
E anime ascendono
al cielo
in raggi di sole,
raggi di pioggia,
raggi di pietra
e serpi nascoste.
Ava trascorre 
in saluto di erba,
capelli raccolti.
E finestre lanciate
a caso,
e muri ciechi
in valle, 
infine
vedo bene
cos’è il bisogno
di macerie
e fame
per vivere,
comunque vivere.

Sito del poeta: http://xoomer.virgilio.it/alessandrocanzian


RENATA MORRESI [10.837]

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Renata Morresi

Nació en Recanati, ITALIA en el 1972, escribe ensayo y poesía y enseña Literatura Anglo-Americana en la Universidad de Macerata. Sus traducciones de la poeta norteamericana Rachel Blau DuPlessis recientemente publicadas son: Dieci Bozze (Vydia,2012), con una introducción critica, y Bozza 111: Arte povera (Arcipielago, 2013). Colabora con revistas impresas y on-line (Nazione indiana, Punto crítico, Argo,etc.). Lettere a e (Letras a e) son textos dirigidos a una conjugación que no está, que se fue, o que cuesta tanto trabajo tener unidas las piezas de una sí, en parte italiana, en parte eslava, en parte solitaria e ida ella misma. Fueron publicadas en antologías y revistas; la serie completa  aun esta inédita.







De “Cartas a e” 


Hola E
homónimo
                          inconstante

                      me dejes
en “como”
o con el nombre de un país
en “ que estado”                libre
arbitrio                   pero
               mudo
sinalefa
                              como perdido
pensado
no como lo queríamos
andante, fuertísimo, esperanto,

dado a los antepasados peones, gitanos,
inmigrantes canadienses, el paralelo
inglés, el hemisferio boreal

que no nos pertenece más.
Pero nada, ya. 
Sinceramente.






Sarajevo
Belgrado
Dubrovnik
Fiume
cuaderno
del regreso
reluctante
al exilio                  fuera de las islas
al antesala europea, preámbulo,
al habitante en clan
destino             en ruinas
como circo en la base
           del Conero
confinado sobre el barquito
me manda una señal alienígena
ti-tum ti-tum ti-tum
teléfono uterino








Respetable  E,
hoy pensaba
           al horror
                     que sonidos hace y contemporáneos
de remontar la estratosfera
como una enorme boca de Munch
o en la mesa una mancha de grasa
sutil de ozono
amplia de Sahara.

TRADUCCIÓN DE: Alejandra Craules Bretón
http://circulodepoesia.com/nueva/2013/10/muestra-de-poesia-italiana-parte-ii/






a carmine vitale
Da Lettere a e

Cose non capite:
quelle ferite facilissime
al cuore marzapane
le preghiere inaudite al dio animale
muso lungo di matita
le urla rimaste nello spazio
gommato
la cicatrice
preventiva.








Spettabile E,
pensavo oggi
all’orrore
che suoni fa e contemporanei
da salire in stratosfera
come un enorme bocca di Munch
o sul tavolo una macchia d’unto
sottile d’ozono
larga di Sahara.








Gentile E
all’angolo della bocca
un’ombra d’angelo rovesciato,
all’altro lato
il melodramma,
l’immondizia.
Stiamo buone oggi –
l’incertezza è soave dopo il male –
il futuro passato –
alle cose spossate
immaginiamo una
e nulla
al primo di settembre
il mare.

*(neonato non identificato, anni quaranta)

non bastano terremoto di viscere
una culla di costole
l’onore d’oracoleggiare con perdono;
si viene al caso, facile
costituente, facile d’essere
singolo; oltre, non scomodare
gli dei, niente trascina il simbolo
la carrozza coi lumini,
le corone degli ebrei, un genitore
piccolino.

*(babbo davanti la vecchia mercedes, anni 80)
se mi ricordo di te

a dieci anni quando ero macchina e tu centro
il cinema vivente il volante senza mani voli
e città tu eri – il giappone
la penna elettronica che segnava il tempo
la foto davanti al tempio
sull’elefante

*La signora delle pulizie






Rosamarina spazza profumata
di selva rumena. Mulsumèsc
mi insegna e io credo alla radice

slava, mil-, alle lievi scorribande
di luglio fino alla Lettonia,
l’amore che t’insegna a sillabare






*Dal treno

Strada di cartelli che via eri
dalle casi popolari di San Marone
lungo i pioppi verso ovest
portavi all’officina di babbo
portavi la mia ferramenta
di sogni e Rumi, tutti rotando
come dolcissimi cannoli.

Dal treno ti vedevo, salutavo,
per scherzo il fazzoletto appeso
al finestrino volò fuori, sul campo
volò avvolgendosi a se stesso, spinto
di nuovo in alto gonfio d’aria
girando in vortici volò lontano
lo persi di vista sopra il campo perfetto






ROGELIO PERUSQUÍA [10.838]

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Rogelio Perusquía 

(Ixmiquilpan, Hidalgo, México. 7 de junio de 1981) Cursó la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad Nacional Autónoma de México. Fue incluido en la primer Antología de Cuento y Poesía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM “Tentación de decir” (2003) y ha publicado en diversas revistas de circulación nacional e internacional. Con su primer libro “La víspera de las visitaciones” fue ganador del Premio Estatal de Poesía Efrén Rebolledo 2013 (Hidalgo).





Repta el abandono por la monotonía del jardín.
Atrás quedó el tiempo en que su cuidado desbordaba nuestras manos.

Nos sucedemos en maleza,
intrépida maleza a través de las generaciones y los siglos.           






Fábula epistolar

… y pensaba en la muerte, y para libertarse,
aunque en vano, de este pensamiento, lo escribía.
MIGUEL DE UNAMUNO


Naufragó las hojas escribiendo, construyéndole una carta.

Era triste, oscuro, tenía pocos amigos y ningún adversario.

Todo está aquí, dijo:
el girasol ciego de mi alma,
un sitio para perdonar, el opio del ego,
un lugar para ella
que habita en el hotel más azul de los infiernos
enraizada en un quizás;
frívola mas ingenua, a pesar de sí.

Escribía una carta que nunca ardería en la mirada de aquella mujer,
ya era demasiado tarde, demasiado tarde para entender
que es el padre de los cadáveres que le abortan los días en la puerta,
en su puerta desfigurada por el cáncer de las espigas, las múltiples derrotas,
un agrio abandono, la punzante altivez trocada en estoicismo.

Pero aún la razón estaba de su lado como un perro famélico.
(Y no cesan los puñetazos del granizo en su ventana).






La nada furiosa que me sueña

Creo en la bravía de la piedra que contemplo,
en su luto de centurias y en el epitafio
veteado de escarlata/ donde leo
un rumor de épocas profanas y alegrías de muchedumbre.

Creo en la serena batalla del polvo del hombre en el sepulcro
donde un árbol trabajado en féretro será el último testigo.
¿Quién no escucha en ocasiones el trinar subterráneo de un panteón,
ese rastro de las gargantas de los pájaros que permanece en la madera?
¿Qué espesa e invisible arboladura aquí se expande,
con esas huecas raíces rectangulares, tan alejadas la una de la otra;
qué ocultan, qué germinan allá abajo?

Todo cadáver reposa sobre dunas de segundos negros
en las que persevera la utopía del vivo.

Toda esperanza es aspirar un ramo de luz y todavías;
nos deja en la memoria la mansa claridad de las navajas y la fe.

Mas nunca, ah, nunca he de creer en esta terrible,
babélica tribulación que me ahoga;
es tan sólo un síntoma, la nada furiosa que me sueña.






MAITINES

He atravesado el arrepentimiento, -ese cruel atajo hacia la paz-,
desde ciénegas de nervios infernados,
con el cuerpo ya como una extraña suerte de vértebras y exilio.

Hierve ceguera en las entrañas de la paz:
enormes raíces de mármol se levantan de un leteo de azogue;
en la cumbre una aurora se deshoja.

Me acostumbré a vivir de muertes como ésta. Era hiedra contra el muro
en el origen, ausencia al caminar, y después un inventario de vacíos.

Mi amor fue como una oscuridad desnudada por la luz un breve instante
y después oscuridad que arde de sí misma sin que nadie advierta.







IBN HAZM

…   Ya   que  aquello  por  lo  cual  deseas  la  muerte
es más fuerte que la muerte misma, y aquello a lo cual
entregas el  alma  es  más  precioso  que  tu  alma.
MUHAMMAD IBN KULAYB



I

En el silencio madreperla de Andalucía
escribe desde el alcázar prosas ardientes y versos
como flores de naranjo en el aire puro.

Alto cielo a contratiempo. Trilobites de cirrus. Sol.
El verano podría arrancarte la garganta con su brazo de cristales rotos.

En las ventanas el labelo de las orquídeas parecía entonar la risala del olvido,
en las callejas un anciano recitaba estrofas de acacias, tigres y visires.

Lejanas, las cabras, van trastocando el paisaje que devoran
mientras los labriegos duermen a la sombra de un peñasco.


II

A nosotros regresó su lejanía
en las visitaciones del espectro nocturno,
porque todo lo que está unido ha de separarse.

Ella descendía de un linaje de profetas.
Cuando joven, el incienso arrancó de mis ojos
el dulce espino del llanto, y en el vórtice de mis días
sólo me veo ir y venir entre espejos que se han vuelto llagas.

Soy como la espada que sin la fuerza de un puño busca el imán desesperadamente,
como quien no pretende sanar y le aborrece el consuelo.

Siempre esclavo del imperio de las circunstancias,
ebrio del vino de las imputaciones,
pero soy un hombre de inquebrantable discernimiento.

Ahora en el lecho de la ausencia me siento como Jalaf,
a quien miré crucificado en la pradera junto al Guadalquivir
y tenía clavados tantos venablos que parecía un erizo.


III

El amanecer lo busca y no lo encuentra,
se lleva entre sus garras
el alma de otro insomne,
de otro abnegado cuidador de estrellas.

Queda escrita en la bruma de Córdoba,
con el alfabeto oscuro de las lágrimas
una mujer, ese cristal salvaje.






MAVI ROBLES-CASTILLO [10.839]

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Mavi Robles-Castillo 

Tijuana, México 1978. Poeta Intransigente, escribe desde siempre, desde antes de todos los tiempos.
Cursó la licenciatura en Comunicación en la Universidad Autónoma de Baja California en conjunto con el programa de movilidad estudiantil de la Universidad de Salamanca, en España, y de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es co-fundadora del “Colectivo Intransigente. 

Tiene cinco poemarios publicados: “Errabunda y Despoblada”,  “Profemas, Poemantras y Aforisíacos”, la plaquette “Palabras de Viaje desde Colombia”, “Poemas para leerse en una estampida” y “Poemas Disueltos” .

Ha asistido a festivales de poesía, he impartido talleres en diversos lugares de México y el extranjero. Ha publicado en diversos medios electrónicos, nacionales e internacionales. También ha sido antologada en diversas ocasiones dentro y fuera del país.






Este poema es una puerta

Doy un paso de costado
muy cerca de mi pasa la rabia
espumeando y salpicando corazones
doy un paso de costado
pasa la angustia con su velo de odio
en un monólogo de envidia
¿Envidia? –pregunto-
tengo envidia de los pájaros que extienden sus alas entre las nubes
envidia de las estrellas que le hacen cosquillas a la galaxia
de la sal que alivia las heridas
envidia del viento que hace música a su paso
¿envidia?
doy un paso de costado
como tren pasa el poder
arrollando latidos enamorados
alterando las  palpitaciones del amor
que pase el poder
con su desfile de arrogancia y su mueca forzada
sonrío
 doy un paso de costado
viene la muerte a asustarme
¿qué tiene de malo perder la razón?
no temo -ya no temo-
la muerte y la vida no existen
existe solo lo que queda entre ellas
doy un paso de costado
viene el tiempo con su astucia
nadie sabe que es el tiempo
y todos somos súbditos
allá viene veloz el tiempo
con su tinte de finitud  implícito
y su frenesí de prisa
doy un paso de costado
pasa la miseria
arrastrando hombres y mujeres
miserables
miserable el ser que no late con un puesta de sol naranja
y el paisaje como un abanico de caricias soñando
miseria
¿qué miseria nos divide?
la que hoy se puso a olvidar
doy un paso de costado
la lumbre del dinero arde
no tengo nada
doy un paso de costado
como cohete viene la vida
rasgando y destrozando
la abrazo
viene el amor apasionado
 lo observo
me pongo en su camino
a escribir poesía
a todas las heridas triviales y los sentimientos huecos
los esquivo
doy un paso de costado
este poema es una puerta
da un paso de costado
¡ÁBRELA!
¡ENTRA!
acá te estamos esperando.







Profema de las Procedencias

Vengo del árbol
de la raíz sideral
que nutre la llama
del fuego eterno
en el centro del planeta
Vengo del agua
de la cicatriz marítima
y errante herida
que lleva la piel
del hondo espíritu humano
Vengo del animal
por sus garras aspiro
desesperada
el triste aroma
del profundo odio en la humanidad
Vengo del fuego
con expiraciones
camino quemando corazones
podridos y arruinados
avivo la hoguera que incinera  los falsos latidos
Vengo del soplo
y de todos los Dioses de todas religiones y doctrinas
del eterno universo
elijo y ejerzo la de amar
Vengo del aire
y por estas venas circulará la muerte
pero nunca
nunca prosperará
la desolación
Vengo de la tierra
y mis manos-semilla
bailan la danza de la vida
mañana si muero
floreceré en un huracanes
Vengo del latido
del corazón iluminado
Y refrendarme eternamente
es mi único delirio.







Estrellas binarias eclipsantes
                                                                            en este sueño que me persigue
toda esta apropiada nomenclatura
surge del caos contenido en un orgasmo
el equilibro molecular
más que milagro es milagroso
el balanceo químico de las sustancias
sugiere la desnudez inmediata
                                                                            en este sueño que me persigue
la eléctrica interacción en el núcleo atómico
se produce en la fricción de dos cuerpos acariciándose
la maravillosa alineación de los planetas
pende de la justa presión de la pluma sobre la nube
                                                                            en este sueño que me persigue
este Este y este Sur y este Norte y este Oeste
se miran todos a los ojos enamorados
el eje de rotación del planeta sufre ataques de esquizofrenia
el eje de traslación de la tierra la abandonó
y se fue a perseguir la cola de gas de algún cometa joven
                                                                             en este sueño que me persigue
la verdad y la mentira
son las mejores amigas
el negro y el blanco no son colores ni luz ni ausencia de luz
son simplemente matices
los argumentos perfectos
son alcohólicos de día y borrachos de noche
la locura y la razón
son la pareja perfecta de bailarines
                                                                            en este sueño que me persigue
no se necesita oxígeno para respirar
se necesita aire para vivir
                                                                             en este sueño que me persigue
no hay ciegos ni obsesionados
porque todos poseen un sentido de la vista eterno
el pasado perfecto
es siempre el más imperfecto
una imagen de guerra puede ser bella
una imagen de paz puede ser horrible
                                                                         en este sueño que me persigue
el amor no forma parejas
forma estrellas binarias eclipsantes
nuestro DNA no lleva información genética
lleva partículas del soplo del espíritu
                                                                        en este sueño que me persigue
no son necesarios los medicamentos
toda enfermedad se cura con la contemplación
                                                                         en este sueño que me persigue
el pensador en lugar de cerebro
tiene un segundo corazón
                                                                             en este sueño que me persigue
formamos un sólo gran cuerpo que lo comprende todo
desde la flama eterna del centro de la tierra
hasta el último rayo del infinito haz de luz del universo
y la fuerza de gravedad no es la que nos une
lo que nos une es ese mismo sueño que a todos nos persigue.





Bestia

A esta ciudad le brota otra
desde sus adentros
a Bogotá las calles le están estallando
su concreto reventado

Es su fuente rota
las avenidas destrozadas
son su útero rasgado
las banquetas deshechas

Son su matriz violada
llueve a diario
placenta ensangrentada

A esta ciudad le brotan las entrañas
es la bestia

La cicatriz
la cortada
la puñalada

Sangrante
saliente
entrante
punzante

Purgante
la eterna herida
autoinfligida.







Tijuana

Me voy a desdoblar por
tu
cuerpo
tu cuerpo de puta
incesante
de puta redimida.

Te vas a mover bajo mi
cuerpo
gemir
y gemir
y gemir
y gemir
y gemir
y gemir
y gemir

Tú gemir
Yo retorcerme en
tu asfalto
hasta alcanzar juntas
como putas en clímax
alcanzar juntas
el orgasmo corrompido.





Tú te vas, y ella
vuelve

Tú te vas
y vuelve
vuelve
esa poesía energetizante
descarga eléctrica
trepanación cerebral
sobredosis de oxitocina

Orgásmica
epiléptica
revolucionaria
contrarrevolucionaria
ésta mi poesía tirana
dictadora

abusiva
cruel
injusta
arbitraria
ilegal
vanidosa muy vanidosa
poesía sicótica

Frenética
sociópata
desleal
poesía primera potencia
mundial

indigente
explotadora sexual
corruptora de menores
te vas
y vuelve la poesía

satánica
egoísta
pecadora
glotona
avara

perezosa
iracunda
lujuriosa
envidiosa
soberbia









Vergüenza Nacional

Es una vergüenza nacional
caminar como zombies
ausentes desmemoriados marchando sumisos
que es lo mismo
que marchar con el ejército de la opresión
ese pelotón de impunes corruptos
que arrancan vida
como se arranca la hierba seca de los jardines
sin contemplaciones.
Absortos en su rabia de dinero
porque el poder es un concepto que les queda muy elevado
para su vulgaridad
vulgares asesinos
arrastrando a sus familias a la deshonra
a sus hijos
a sus padres
a sus nietos no nacidos
¡A su sangre!
(Sí , J, ¡al son de la sangre!)
Manada de hienas demagogas
serpientes aladas
impunes corruptos
que tienen sumida esta tierra
en la violencia
el terror
el horror
pero nunca la desesperanza
nunca la desolación.
Hagamos de la impotencia castillos de voluntad
palacios de ideas nuevas y acciones determinantes
fuertes de hermandad y unión
murallas de corazones iluminados.
Porque es una vergüenza ser mexicano
y salir a la calle a sonreír con los dientes
autómatas
sumidos en el lamento de la mediocridad
el  falso nacionalismo
y el patrioterismo barato
mientras mueren todos
se muere todo
se nos muere todo
y se cae a  pedazos  el “país”
arrastrándonos
sin distinciones
agachados
por la senda de la sangre
y el camino de la vergüenza.
Porque hoy sí es una vergüenza ser un mexicano
verdeblancoy rojo
Un mexicano ¡Viva México Cabrones!
Un mexicano más.
Y si este poema es una ofensa nacional
considérense TODOS ofendidos desde lo más profundo de un dolor
del dolor de la raza
del dolor las raíces
del dolor de la Historia
Pero siéntanse ofendidos y hagan algo
(Contra mí si lo consideran necesario)
Pero siéntanse ofendidos y despierten
arranquen las cataratas de sus ojos
porque tanta ceguera y conformismo
es vergonzoso.




MÓNICA MORALES ROCHA [10.840]

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Mónica Morales Rocha

(Irapuato, México 1976) Licenciada en Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California, con estudios en Sociología y formación en Género por la Universidad Iberoamericana del Noroeste (UIA) y el Colegio de México (COLMEX).  

Diplomados en Literatura Hispanoamericana, por la UIA, y en Apreciación de las Artes Visuales, por el INBA.

Maestría en Educación por la UNID.   Docente universitaria.

Publicaciones:

Letras Des-amor-dazadas, 2009, Editorial Existir.
A cuatro fuegos (coautoría), 2011, ICBC-IMAC-Acequia Vadenuez 

Antologías:

·         México Lindo y Querido, 2011, HomoScriptum-Acequia Vadenuez.
·         The San Diego Poetry Annual 2010-11, 2011, San Diego: Author House.
·         Somos poetas ¿y qué?, 2011, D.F.: (H)onda Nómada Ediciones
·         La República en la voz de sus poetas, 2012, México: XX Encuentro Intl. Mujeres poetas en el país de las nubes.
·         The San Diego Poetry Annual 2012-13, 2013, San Diego: Author House.             

Revistas:

·         Existir, Tijuana, números varios.
·         Papalotzi, 2010, Guadalajara, número 18.
·         Hojalata, 2011, Nuevo Laredo, número 55.
·         Bicromato Flyer Literario, 2012, Tijuana, número 2.
·         Bicromato Flyer Literario, 2012, Tijuana, número 4.
·         Frontera-Esquina, 2012, Tijuana, número 7.
·         eSpiral, 2012, Tijuana, número 39.
·         Va de Nuez, 2012, Guadalajara, número 20.
·         eSpiral, 2013, Tijuana, número 42.
.         Meretrices, 2013, Ribera de Chapala, número 37.
·         eSpiral, 2013, Tijuana, número 43.     
·         eSpiral, 2013, Tijuana, número 45.
·         Círculo de Poesía, 2013, Foja 410.
·         Timonel, Agosto 2013, Año 3, número 10.




HOTEL

Ese hotel
             que habitamos en sueños

hotel de paso
                      tapiz roído por años de amor comercial

sábanas amarillas de nostalgia eyaculada sin pudor
alfombras grises de tan rojas

parquedad de 4 horas
y estacionamiento techado.

Ese hotel 
              escenario de tantos otros
que nunca fuimos ni tú
                                 ni                  yo
oculta en su interior la telaraña
que jamás habrá de envolvernos.

Ese hotel
               al que nunca llegaremos
porque siempre es tarde
jamás verá 
tu pantalón enredado con mi falda
                                                                              
nada sabe de tu nombre escupido desde mis pulmones
ni de la voracidad con que me alimentas
y no adivina la sonrisa salaz que me arranca tu cuerpo
desde las entrañas.

Ese hotel
             de otros
jamás tú
                  jamás yo

porque
          así me aferre a tu espalda
justo en el momento de la gloria
tu voz
           que grita mi nombre
me despierta.





EN TU ESPERA

Dulzura ígnea entre las piernas

[estallido inminente al centro de mi tierra]

profundidad en custodia                
del silencio
me acicalo onírica el deseo
                       en tu espera.






de Letras Des-amor-dazadas, 2009, Editorial Existir.


VÍCTIMA SOY DE TUS LETRAS INCENDIARIAS
¿cómo escapar de esta febril concupiscencia?
¿cómo apagar la combustión interna,
el fuego que encendiste en mis calderas?

Ves que soy piromaniaca,

¡y haces leña
del árbol caído!






MOTIVOS

El problema es que ninguno de los dos
—desde hace tiempo—
cree en los finales felices.

La ilusa búsqueda
nos dejó —incontables veces—
con un sabor amargo
entre los labios.

Ahora las promesas de amor eterno
no tienen ningún valor,
y a la menor sospecha de felicidad
le vemos, sin remedio,
rostro de quimera.

Por eso hacemos
como si nunca el brillo
en los ojos del otro…

como que no tocaste
las entrañas de mi alma,
como si no temblaste entero
entre mis brazos.







De The San Diego Poetry Annual 2010-11



GUERRA FRÍA DE SILENCIO

Ser poeta
en circunstancias como ésta
resulta peligroso

[somos vulnerables]
andar la vida
con palabras de amor
en la punta de la lengua
—desbordadas, a punto de
verterse…

[somos una bomba de tiempo]
las noches son un campo minado
el próximo paso
puede volarnos en mil pedazos las metáforas
y entre lágrimas
se nos escurren las imágenes

[somos paranoicos                espías]
acechamos la piel que pueda servirnos
de blanco.
soñamos con lanzar palabras
sospechamos de toda
posibilidad

[somos, ciertamente, peligrosos]





De  Somos poetas ¿y qué?



SIN BRÚJULA

Si bien es cierto que la noche —alcahueta—
cobija quimeras
y aún frente al espejo nos resultamos inciertos
vamos

sin banderas
con los bolsillos rotos
y en las manos —apenas— sueños

transparentes
aniquilando fronteras
conjugándonos en verbos subjuntivos
subjetivos

sin sentido

[y a deshoras tu cuerpoasis que me salva]
vamos iridiscentes-oscuros
en esta Ciudad sin tiempo
ciegos de pasión
sin brújula.






PALABRAS

Que las palabras son un arma poderosa, bien cuando se escriben con voz intensa, o cuando mojan en un suspiro de tinta

                                                           los oídos.





de A cuatro fuegos (coautoría)


TÁCTICAS DE SEDUCCIÓN LITERAL

Garabato

tinta que escurre en la hoja
migaja de goma dispersa en un soplido
desnuda

t r a n s p a r e n t e
invisible y muda

voy
sobre las líneas de cualquier cosa que leas
Salto sigilosa y ondulante hacia tu mirada
penetro sutil —calientita—
la humedad luminosa de tu córnea
Dejo que me pongas de cabeza
Nado en la tibieza
de tu humor
————-vítreo
me voy derechito a tus conos y bastones
que excitados me lanzan en impulsos
nerviosos

—eléctricos espasmos

rítmicos, deliciosos—

hasta tu lóbulo occipital
y aprovecho para hacerte cosquillas
en el hipotálamo

Entonces, por algún misterioso
e inexplicable

impulso primitivo
estallo en tu memoria

y me deseas.






DISCRECIONALIDAD

nada sabes tú de los incendios que dejas al paso
de las cenizas que cubren mis carnes
de la oscuridad en mi boca que te llama

nada sabes tú                                                         —ni lo sospechas—
de las bondades estridentes
de mi noche
nomás porque hablo bajito
y cruzo                                                                     —a discreción—
las piernas.






I ♥ CHAGALL

Ser como los amantes de Chagall
siempre tocándonos
siempre con las manos en el cuerpo del otro.

Ser como los amantes de Chagall
levitando de amor
siempre al vuelo.

nota aclaratoria: la palabra “siempre” es más un recurso poético que un dato matemático. En tiempo real “siempre” se limita al presente.






DE LA CIUDAD

esquinas
ruidosas esquinas.

La ciudad                                   a nuestros pies
tan quieta

y nosotros tan motores
claxon

y sirenas.







NOCHE

No nos engañemos:
la noche siempre está en fuga.

A veces, cedemos a la ilusión de las sombras

pero amanece
cada vez.







HOMBRE

imagino tus piernas              de andar seguro
firmes                   
lo mismo que columnas griegas                             estoicas
ante el paso del tiempo
                                          sin embargo 
dulces
cubiertas de un musgo espeso                                        
                                          para enredarse                                                           
                                                                          perder el camino
y empezar de nuevo.








ESCENA NOCTURNA

INT. RECÁMARA - NOCHE

luz suave, desde una lámpara junto a la puerta

tu recuerdo y yo, sobre la cama

intento escribir             algo                lo-que-sea

poemas

de pronto, las palabras:          sed
                            
                                               labios
                                               despacio
                                               despacio
                                 
tu recuerdo me llena la boca
                                       de suspiros

tu recuerdo son mis manos
despacio

despacio

intento escribir 

tu recuerdo se aleja
                           
al pie de la cama, pregunta

Sí              respondo
Sí.









GERARDO GRANDE [10.841]

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Gerardo Grande 

(Ciudad de México, 1991). Ha publicado en varias revistas de México, entre ellas se encuentran: Tierra Adentro, Radiador, Trifulca, Punto en Línea de la UNAM, en el dossier de nueva poesía mexicana de La Gaceta Literal, en la selección de 30 poetas nacionales hecha por la UNAM para su revista Punto de Partida y en el suplemento cultural Laberinto, del periódico Milenio. Ha participado en festivales de poesía en varios estados del país. Algunos poemas suyos aparecen publicados y traducidos al inglés en la revista digital de Estados Unidos “Big Bridge”. Formó parte de la “Red de los poetas Salvajes” hasta diciembre de 2010, fecha en la que se concluyó el proyecto. Tiene publicados dos libros de poesía: “Canto de mi árbol en el incendio” (One Hit Wonder Cartonera 2012) de Ecuador y “Animalito Rockero” (UANL-FONCA-Conaculta, 2013) En febrero de 2013 filma un booktrailer sobre esta publicación. Es compilador y prologuista de “AstroNave” Panorámica de Poesía Mexicana (1985-1993) (UANL-UNAM, 2013). Fundador de la editorial/mapa de muchachos en llamas Orquesta Eléctrica. Y organizador del Festival Subterráneo de Poesía. Becario del “Curso de Creación Literaria para Jóvenes 2011, Capítulo Monterrey” (Fundación para las Letras Mexicanas / Universidad Metropolitana de Monterrey).


pertenecen al libro
“Animalito Rockero” (UANL-FONCA-Conaculta, 2013)



EL MIEDO DEL DESIERTO

Soñé con la poesía de América Latina   Una mano invisible y pesada la reunía una tarde en el desierto   La poesía tomaba forma de un perro amarillo en medio de la nada   a lo lejos   muy lejos   un oasis   cordilleras   el mar   El perro solitario bajo las llagas del sol caminaba lento y sus patas se hundían en la arena   pero el animal monstruoso o alucinante   no caía   no dejaba de avanzar   una tormenta de arena a 100 kilómetros por hora pasaba sobre el perro haciéndolo desaparecer   y juro que mi corazón dejaba de latir   Un ave metálica atravesando el cielo sin problema alguno   tal vez se reía del animal perdido y de mi condición de estatua en aquel momento   La tormenta avanza hacia el sur y el perro aparece intacto   con los ojos entornados   su piel amarilla como el desierto en esa tarde infernal   y avanza   Pero a dónde se dirige?   Uno no nunca sabe a dónde va la poesía   ni siquiera en el mundo de los sueños   Tal vez el perro monstruoso vaya y orine al mar   luego comience a entrar en él y no haría nada más o nadaría hacia el fondo para reunirse con los perros acuáticos del olvido   o no   Lo cierto es que el animal avanza   me gusta mirarlo y acariciar su pelaje brilloso su hocico sangrante   Luego tira una mordida que se extiende por todo el desierto le da la vuelta cien veces y se muerde a él mismo   La poesía también se trata de morder y de arrancarse con colmillos afilados lo poco de piel que queda   y seguir   no importa a donde   no se sabe a dónde   pero seguir







Llega rápido   y mira cómo los perros devoran mis entrañas
Llega rápido   verás cómo un cuerpo de luz neón cae decora la ciudad y nadie se entera
Entiende que siempre me han gustado las caídas
que nada importa cuando sabes que el precipicio es seguro
y al caer tu mundo renace para que vuelvas a habitarlo
y vuelves a caer
tu mundo germina
los árboles   pequeñitos   aprenden a mover sus hojas con el viento
y los perros aprenden a ladrar  y entregas tus ojos a la luz del sol
y te miras caer
Llega rápido   antes que haya un big bang dentro de mi cuerpo y la gente diga que volé mi cabeza
Llega rápido para que entiendas que si exploto no pude evitarlo
y no fue que me haya volado la cabeza   que la cabeza me voló sin remedio
Llega rápido   por última vez deja que tu vestido se levante mientras bailas y canto
Caminaré en el país de mariposas que tienes en el hombro izquierdo
esta vez saldrán volando y me iré con ellas
para hacer la isla flotante que lleves pegada entre los ojos
como una bala que no termina por destruirte pero siempre te está dando

En este momento deberías verme   mi rostro es un jardín donde juegan niños enfermos
un avión vuela en mi cabello
sus pasajeros son el abecedario con el que escribo las cartas que te hacen sonreír
Sonríe
Sonríe antes del ¡Bang!
Algo de mi cuerpo quedará suspendido entre las nubes   algo de mi cuerpo alumbrará tu corazón
Y mañana   cuando vayas por la calle y tu vestido se levante con el viento
sabrás que sigo cantando   que explotó mi cabeza y restos de ella se pegaron al sol
los rayos del sol tocarán tus labios   algo de mí renacerá en tus labios
cierra los ojos
despierta
estará amaneciendo








DINOSAURIOS!

Escuchen! hemos decidido girar con la luna

Mis amigos y yo sólo teníamos  dos crayolas  y un sueño dibujado en papel

somos pequeños monstruos de luz neón con el corazón flotante buscando el lenguaje de las  nubes

Queremos que nuestra  vida sea un concierto  diferente a diario

                                              Un mensaje telepático para los niños de los mares en  Saturno

          Queremos cantar al universo

Nos corren de la fiesta por vomitar los caramelos de lo cotidiano y no bailar aburrido

Ellos pueden decir que parecemos epilépticos

pero la cosa vista con ojos de algodón es esta

            los jóvenes llevamos un relámpago atravesado en la cabeza

                                                                   y montamos la vida como cíclopes buscando ojos perdidos

El rock no ha muerto     La vida no ha muerto     La poesía no ha muerto

Aunque a veces lo parezca         por eso aferrarnos a pintar arcoíris en las noches

Hace 2 días ingresaron a un amigo porque descubrieron su vuelo arrítmico en la copa de los  árboles   

porque sus pupilas aún entienden de colores

y dijo a sus padres que no quería vivir como ellos viven    Pendejos!

¿Creen que todo deber ser cálido y girar con precisión?   Mírenme

mi canto desafina y mis ojos se congelan al mirar su pulso de hombres exactos

la vida no es vestir la Nueva luz del mundo

                                             yo no monto corderos iluminados

                                                                        ni confío en el sol que crece para comernos

Mi amigo    puedo ver su rostro fantasma   él escuchaba la frecuencia de los caballos/gelatina

su galopar de cereza en el piso de la mente   lo ataron para golpearlo

Su mirada encuentra un espiral de momentos hechos de nuestras risas

Se enojan porque no muestra dolor   porque no reacciona dicen

mientras sus padres creen que le irá bien    que ahí encontrará la calma

¿cómo encontrarla en una habitación de 2 X 2?

Encierren a un colibrí en una jaula y verán como a los 2 días muere

y hasta el último instante agita las alas

“Tejo con luz

el compas de mis dedos” Dijo mi amigo


“Melodías del planeta en el que viví

agitan sus alas en mi memoria”


“Tejo con luz

el compas de mis mundos

mis venas no conocen el silencio”   Dijo mi amigo

                                                                               y cayó muerto

                                                                                                        y caí muerto







Caen las envolturas de mi árbol   Recojo su canto   Viene un hombre con el pecho destrozado por una bala y ordena que me calle   que aquí nada de envolturas ni cantos    yo le muestro mis manos

le digo que voy recogiendo las envolturas que son niños de mi árbol muriéndose   y el señor que no puede mirarme cuando hablo porque su cabeza sigue al sol   y el sol en estos días avanza más rápido que siempre   El señor se toma el pecho y comienza a escarbar en él    escarba profundo saca  balas silencios dinosaurios    Sus manos comienzan a enterrarse    luego sus brazos

y termina por meterse en él mismo    desapareciendo como desaparece el sol


Sigo corriendo detrás de mi árbol   Me detengo bajo un rascacielos   miro sus ventanas alumbradas y me doy cuenta que el sol no desaparece   entra en los rascacielos para darles vida    ya en la madrugada  vomitan Hombresgirasol con las entrañas colgando de sus labios    pidiendo ser un animal y florecer en tus cabellos








CONEJITOS DE MAZAPÁN  (Segunda parte de DINOSAURIOS!)

La ciudad se está comiendo todos los corazones

mejor mi amigo  cortó las anclas de sus arterias   chick chick  miro su corazón en la noche

un globo rojo metálico  se abre y llueven conejitos de mazapán

chick chick Mi amigo dice que  podría escuchar el chick chick de las tijeras dándole forma al universo   chick chick es mi corazón asustado  mirando la lluvia de noche

Mañana tomo la sopa   sale uno de los conejitos   mi amigo diciéndome que corte las anclas de mis arterias   chick chick Te tomas toda la sopa me dice una mujer con ofrenda de ojos y labios ardiendo que la besan   mientras ella se hace de más ojos y más labios para comerme chick chick   Salgo corriendo    quiero enterrar mi corazón   no   mejor enterrarme con él   chick chick   tomo un ave con ojitos de celofán   quiero montarla y volar con ella   pero sé que eso es imposible   abro su pico y  corto las anclas de mi arterias   La mujer me mira desde la ventana   desde las calles   en los rascacielos   mira cómo dejó su sopa antes que se coma mi corazón

Mira la cabeza marchita de esa mujer   no puede sostenerla si está la luna

lleva una bomba de caramelos en la frente   sus pupilas están muertas   caen

ruedan por el suelo  y ya tiene nuevos ojos también marchitos

la Nueva luz del mundo le llena de bonitas tardes la boca

Ven   subamos a la azotea de cualquier rascacielos a orinarle la cabeza

no importa que venga la policía

son tan imbéciles que no verán nuestro cuerpo sudando diamantina

y nos golpearán hasta desmayarnos   pero habré lanzado mi guitarra  a la calle

mi grito caerá como sirena de ambulancia

recogiendo los espejos de las niñas de cabezas marchitas

No  no es que esté  loco   son estas ganas de explotar antes de apagarme

por ahora estoy en cortocircuito

sólo déjenme brillar.




NIÑOS RUPESTRES DEL FUTURO

Un asteroide en mis pupilas danza como velero perdido en las nubes del mundo
baila con la orquesta que ejecuta sobre tus párpados un temblor de alas
bajo un árbol de hojas azules y gatos eléctricos
Caminamos sobre pupilas muertas Sobre asteroides envejecidos que enloquecen para siempre
Caminamos en la noche que es la misma noche desde hace varios años en la ciudad de México
y la boca se nos llena de peces voladores y animales invisibles pero gigantes

Nos perdemos en el cuerpo putrefacto de la ciudad

Nuestros peces se estrellan contra edificios androides que un día despertarán
miraremos sus ojos/ventanas de luciérnagas de hombres luciérnagas de mesas luciérnagas
de papeles luciérnagas de oficinistas luciérnagas
Nosotros seguimos caminando somos el suspiro de un fantasma de seis metros que mete su lengua por nuestros oídos que nos mete el dedo por la nariz para rasparnos el cerebro y nos lame y peina a su gusto un fantasma viejo que recorre los nuevos años por la ciudad de México que nos hace volver a nuestras casas a pie y por el camino más largo
de pensar en el próximo poema de creer que la vida es una hoja seca olvidada por el otoño
y sentir unas ganas incontrolables de pisarla hasta terminar con la suela de nuestro zapato

Un asteroide perdido en mis pupilas en más de cien millones de pupilas
un fantasma que poco a poco nos raspa el cerebro
edificios androides que un día despertarán
zombies caminando por la mismas noches desde hace muchas noches
pero ahora peces que vuelan de nuestros labios estampidas de animales invisibles y gigantes sobre asteroides enloquecidos
de nuestra boca nacen constelaciones que son laberintos donde se pierde el tiempo
de nuestra boca nacen Niños rupestres del futuro como bombas de otros ritmos que explotarán sobre tus pasos
Los Niños rupestres del futuro miles de relámpagos que cayeron a la tierra
y su reflejo aún lo sueñan aves desconocidas
Niños rupestres disparamos un revolver futurista que se mira al espejo
y se multiplica al infinito
Los Niños rupestres alaridos del dirigible que se robará al mundo la madrugada que los edificios tiemblen y se desprendan del suelo para sacudirse el polvo de los hombres
Porque ya es inevitable mirarse las manos y encontrar las rutas del fantasma que camina en nuestro cuerpo
Porque tenemos un asteroide desesperado en las pupilas
y un acróbata en ellas vigila el universo.






20 balas 20 naves 20 ojos 20 puños 20 años en este ex país solitario bajo la noche solitaria

Quiero ver a los muchachos desnudos   corriendo en la ciudad en llamas   riendo de la ciudad y sus llamas   completamente alucinados   con la nariz en las nubes y la cabeza entre las flores del universo   No perder los mejores años de vida   Mejor amar sin consideración   renombrar constelaciones y descubrir otros planetas expandiéndose en los ojos   amanecer con nuevos sueños   con el cuerpo empapado de alcohol y las manos fluorescentes de haber removido el alma de chicas de labios sabor a fresa   El mejor momento de la vida es éste   cuando se monta un tren cósmico y se escriben y se riegan cientos de poemas en una noche   para despertar al otro día y escribir y regar cientos de soles que alumbren la siguiente noche   ahora se escriben todos los libros que dios no ha sabido escribir   ahora se pueden moldear las nubes y hacer el poema que la ciudad lleve de sombrero   por nuestra mente pasan los mejores poemas de la ciudad   el cerebro es un cielo atravesado por jets de celofán y estampidas de animales furiosos   furiosamente creativos encendemos la mecha que hará estallar el corazón   y no   no somos infantiles ni estamos verdes para ser frutos en el árbol de la vida   ya nos tiramos al abismo   sabemos que lo más hermoso nos espera después de caer   nuestros pasos van seguros y delirantes   no nos menosprecien por tener 20 balas 20 naves 20 ojos 20 puños 20 años en este ex país solitario bajo la noche solitaria   cuando nacimos la ciudad ya estaba de jodida   nosotros la ponemos de cabeza a ver si la fiebre se le baja   Cuántas veces el cielo nos ha volado la cabeza de un disparo   Cuántas veces ha renacido esta mente más brillante   esta sangre luminosa   Que no digan que a los 20 nada sabemos   que a los 20 nada escribimos   a los 20  hacemos de las nubes un lenguaje para romper las barreras geográficas y comunicarnos con los astros   Sabemos el dolor de nacer en un país que hace tiempo está muerto   y  los muertos   son el abecedario con el que escribimos un poema para enterrar bajo la arena   y en mil años el mar y el viento lo descubran   cuando en mil años el mar y el viento sean dos muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego   A los 20 perros de lotes baldíos   conocemos el lado oscuro de la ciudad   Sus cuerpos mutilados   Sus chicas pidiendo fuego y las caricias de unas manos que devoran todos los sexos por el puro placer del canibalismo   Cuántas veces señores detrás del escritorio nos han dicho que hace falta explotar en serio   Cabrones! No se dan cuenta del big bang que diario hay en nuestra vida   alzamos la voz y tiembla el vuelo de las aves   y debería temblar el imperio de los dinosaurios   Mañana estos 20 puños habrán caído   por esta noche hay que encenderlos   que estallen libres en su naturaleza de soles   y lluevan astillas   que hieran el ojo humano



JOAQUÍN BADAJOZ [10.842]

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Joaquín Badajoz 

(Pinar del Río, CUBA  1972)
Miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), de la American Comparative Literature Association (ACLA) y de la American Association of  Teachers of Spanish and Portuguese (AATSP). Miembro de los consejos editoriales de Glosas (ANLE), RANLE (Revista de la ANLE) y OtroLunes (Madrid/Berlín). Ha publicado ensayos, reseñas, crítica de arte, poesía y narrativa en revistas y antologías de EE.UU., España, Francia, México, Panamá, Polonia y Cuba. Coautor de Enciclopedia del Español en Estados Unidos (2008), Hablando bien se entiende la gente (2010) y Diccionario de Americanismos (2010). Es columnista de El Nuevo Herald (EE.UU.), editor de portada y noticias de Yahoo y director editorial de Editorial Hypermedia (Madrid). 






Octavio Paz es convidado a cenar
en los altos de la calle Almirante


Ah, que me quede a tu manera pides;
la nieve en el ala sempiterna,
sobre la novia o sobre mí o sobre nada.
El aguamiel ordeñado a los magueyes,
en disparos fugaces, en vitolas,
el humo es el ave que pernocta
por sobre las pupilas y los cielos.

Un hombre, el otro, o lo que queda,
se precipita al centro de su sombra;
descubre los mundos paseantes
donde los vientos estacionan sus moliendas.
Y repasa en la memoria las caídas y el tiempo
que falta, para que el tiempo y su caída no agoten.

Ah, esto, lo que quedó del viaje al que llamamos vida.
Lo tocado, lo bautizado, cuando el lenguaje
y la gracia una mezcla deslumbrante eran.
Lo que nombraron otros y la voz
va dejando sembrado o lo subvierte.
Así ha sido asomarse a la vida por el ojo
del primer hombre.

Y que me quede pides.
A mí que al habitar las ciudades tardo
y al fundar siempre temo que el acto me consuma,
que la mano me diga sólo piedra.
Mi verso es una pose,
porque no he sido ungido
ni ustedes tampoco.
Así que a bajar las ínfulas
y a transitar humildes los mundos sutiles,
donde la mano grave pronuncie ese gesto
al tocar con cuidado.
Que la pupila beba y que deje.






La curiosidad

Para un poeta la curiosidad ha sido el comienzo de todo.
Es invierno, pero acá el verano es casi una condición humana.
Has conocido a una mujer solitaria
vistiendo una sombra de lágrimas
una claridad de nácar y peces
como un moribundo girasol.
Sientes su respiración húmeda,
que no alivia ninguna palabra.
Se acerca tímida, de una manera sospechosa,
que aprendes a amar demasiado.
La soledad siempre es patética.
Pero ella reduce tu desarraigado y vegetativo ser de contemplaciones
hasta que quepas en una pupila
o en el piercing que lleva bajo el labio.

No puedo amarla, me conformo con su pálida ausencia,
una libélula flotando sobre una cárcel de agua.
Ella repite: nunca.
Como si una palabra bastara
para que desaparecieras.
Viene escoltada por pájaros negros
que recuerdan que se acerca la noche.
No tiene nombre esta mujer ni rostro,
es solo piedra golpeando la tormenta.
Sumando ausencia a tu plan de mañana
para que la vida continúe su poderosa caída.
Podemos dejarnos ir y ser libres
pero no de la memoria.
Olvidar es perder dos veces.
Vendrá puntual, vendrá
como una mariposa de fuego
que crece hasta cegarte.






Euritmia

Fray su nombre lo he olvidado variaba los acordes
de antiguas concupiscencias con su órgano potente
componiendo registros que embalsaman y hieren
silbados al vaciar las espadas en los moldes.
Empeñado como está en la casadera sobrina en enaguas
atizar el infiernillo de las fraguas lo sofoca
y resiste posesiones de ángeles tentados en las sienes
que alocados palmotean tamborines y panderos.
Estas dobles visiones del confesionario el martillo
en el yunque las aldeanas de generosos senos
sudando los entrepechos explotan los corpiños.
Hades y limbos y cielos desciende en sus ascensos
que de herrero y corifeo le tiemblan las carnes
tan cerca del infierno como está cuando se salva.





Anusim: La herida (I)

Una huella por donde quiera, un hilo de agua, el rastro.
Donde digo cierro los ojos, voy ligero,
escribo alguien suspira, entra al mundo tristísimo,
lo azotan, le deshollinan los pulmones.

Hombre sin ombligo, hilando la madeja solar sobre la hierba,
tienes una herida abierta, te escapas en vendaval por el costado.
El hueco donde la duela se convirtió en vihuela,
y fabricaste de tus entrañas una mujer amada.
¿A dónde fue a parar la carne, la arcilla adónde
en su vuelo de albatros enterró su pico,
dejándote más desolado que un cadáver?

Hemos cambiado de nombre, de religión, de idioma.
Pero esa hebra tenue que ensarta los siglos,
la gota de resina que fulminó a la abeja en pleno vuelo,
la sangre que se oxidó sobre la piedra,
el cáliz que recogió el semen vital y fecundó su vientre,
han dejado su rastro ¿o no?

En la ciudad de los brazos abiertos, la aldea que nadie recuerda,
entre tambores y panderetas, bailan las jóvenes descalzas.
Una nube se levanta del suelo, la mano gira, los otoños pasan.
Tras ese remolino se ven zarpar barcas en la noche.
Casi nadie sobrevivió al doloroso parto de las naciones.
Fueron cayendo como guillotinas las fronteras,
un ras de mar, un diluvio de ejércitos barrió con todo.
No sé cuando comenzamos este viaje que no termina,
que no conduce a ningún sitio. Partimos de una aldea
que no era mejor que esta aldea nuestra del exilio.
Entonces, como ahora, nos despertábamos
sudando frío a medianoche, con la boca reseca.
Fue entonces que comenzó este juego de confundirnos.
Ponernos una máscara, cambiar de nombre,
volvernos agujas… este juego de aprender a olvidar. 

Sangre de Benjamín. Llanto de Jeremías. Grito de Aarón.
Nos volvimos la hoguera en el vientre del pez.

Ahora caminamos entre rostros petrificados,
seres que la nostalgia y el rencor hizo mirar atrás.
En el próximo crepúsculo, bajo el mismo sol que alguna vez
alumbró la ciudad sepultada por tormentas de arena,
escucho el restallar de las lenguas órficas,
la lumbre de la casa
donde comenzó el ritual de la fecundidad eterna.

No sé cómo he llegado a este lado del mar.
Mientras sueño con una tierra de la que nunca he partido.
Romperé el ánfora de los siete sellos.
Viviré una maldición que es sólo mía.
Mientras lo miran absortos los fijos, los errantes y los mixtos,
repitiendo un ritual de hace 14 siglos, un hombre reparte en Zephath
trozos de pan del árbol de la vida.





Judah Loew defiende la judería de Josefov

Un hombre acorralado, armado solo de palabras,
puede engendrar un monstruo más grande que su miedo,
hilvanar los cuerpos de los que lo rodean,
atraer como un imán humano energías desconocidas
hasta tejer una masa compacta
inexpugnable como un muro de piedra.

Un hombre a punto de perderlo todo
suele recibir estas revelaciones.
Por ejemplo, que una clavija indómita toma forma en tu mano
cuando has llegado al hueso de la palabra.
Detrás se esconde un mundo de energías caóticas
a punto de estallar.
Un mundo que se abre,
una llave que te dieron desde la infancia
para que la pulieras hasta entrar en la cerradura.

La palabra hecha carne
tiene una fuerza que a todos nos aterra.




Apuntes sobre unos versos de Joaquín Badajoz

Por Yoandy Cabrera


La poesía de Joaquín Badajoz forma parte del conjunto mistérico que rodea a este ser humano, es prolongación de sí y, al mismo tiempo, como él mismo escribe, es “horizonte más allá de mis manos”. Los ademanes, la mirada, las palabras, el verso, los silencios, el paso firme y al mismo tiempo onírico, el buen trato conforman en él una atmósfera enigmática, que nos insta a buscar en la palabra escrita, en lo que ha publicado aquello que se esconde y persiste, como un don arcano y sombrío, en el fondo de sus ojos. El misterio es, sin dudas, el combustible de la literatura. En Badajoz es también el punto inicial de interés para acercarnos a su poesía.

Pero el verso en nuestro dandi es también oculto, esquivo, pues la mayor parte de su lírica permanece inédita. Podemos conocerla aún por espejo, oscuramente, de modo fragmentario, esperamos algún día mirarnos en el sistema poético que se intuye a partir de los poemas que ha dado a conocer, como si viésemos, de una vez, cara a cara.

Lo que más llama mi atención en la poesía de Badajoz es que posee un dionisismo contenido, una expansión báquica, descomunal, whitmaniana llevada a unos moldes que encierran esa titanía verbal; la línea textual es mare magnum que choca con los muros estróficos, Prometeo encadenado, pero vivo y rebelde, Evohé cantado por Apolo.

Hay cavilación y mucha labor limae en sus textos, el primer verso que hoy propongo, por ejemplo, es una condensación del caos, el Apocalipsis casi esculpido en ocho palabras: “Bajo el acero plomizo que sorprendió las llamas”.

El misterio que su persona despierta no se descubre ni se desvela al leer su poesía, al contrario, toma otros cuerpos, seguimos viendo oscuramente, avanzando en y hacia el enigma. El ente Badajoz alcanza en la palabra otras dimensiones, otras cimas de lo secreto, encamina hacia otras búsquedas que lo multiplican y lo ocultan, que lo definen y a la vez lo protegen. La poesía debe ser también ocultamiento y ello nos remite a esa verdad acuñada por García-Marruz: “solo procura/ que tu máscara sea verdadera.”

Ya dentro del verso, continúa el carácter críptico, la primera estrofa de “A la sombra de unos versos de Rimbaud” es gongorina, hiperbática y al mismo tiempo parnasiana, caótica desde el orden que la nombra. Las metáforas paradójicas (“hoguera de vidrio”, “dardos de agua”) son otros modos de oponer y conjugar lo apolíneo y lo dionisíaco, las dos fuerzas que mueven todo el texto, a mi modo de ver.

Hay belleza en medio del fuego, de la sequía; sobre el primer incendio los jóvenes incendian el cielo, el verso es el camino hacia otra siembra, otra sirga (no ya la del inicio) que supera los propósitos de los poetas mismos, “ebrios buscadores de alguna alquimia nueva” que “alzan la vista al cielo y se los traga el mar”:




A LA SOMBRA DE UNOS VERSOS DE RIMBAUD

A l’aurore, armés d’une ardente patience,
nous entrerons aux splendides Villes.
Arthur Rimbaud (Une Saison en Enfer)



Bajo el acero plomizo que sorprendió las llamas,
danzantes y escurridizas sobre los cuerpos bellos,
dorados almendros muertos de las brujas de Salem,
muchachos tristes siembran espigas de invierno.

Campos donde pastarán mañana los soldados
mientras hilvanan riendas que nunca han de usar,
aleteantes caballos del letargo marino,
fuego de la escayola en una hoguera de vidrio.

Volátil como el fecundo pájaro de los augurios,
ángel de la marisma, zurcidor de herejías,
esclavos somos de un verso infértil, una rima,
que se seca y curte con el sol y el salitre.

Verso de mis ojos, horizonte más allá de mis manos,
siempre lejos cuando arde la llama en el testero
—libre humeante pletórico de brumas violáceas—
agua que me seca, sobrio navegante,
unos muchachos locos han incendiado el cielo.

A la sombra de un verso, un fresco manantial
que anida en su cauce la fronda sublime,
una corteza ajada por dardos de agua,
pájaro frágil que canta y llora al no ser.

Amanece en la estación de los poetas vivos,
tierra baldía, tierra hacia donde has de remar,
sobre la arena inermes los nuevos sirgadores
han tomado de navío una isla a la deriva.

Hay poemas sobre los que una cruz alarma a los tiranos
y una infusión desciende al interior de la mañana,
región donde se embridan ciclones y angustias,
donde ebrios buscadores de alguna alquimia nueva
alzan la vista al cielo y se los traga el mar.




En ese horizonte que parte de su verso, que no puede retener ni capitanear, en el mar que es al mismo tiempo salvación y fatum parece estar la confirmación de ese ritual báquico, apocalíptico que se impone desde la primera frase.


infierno1
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En “La cuerda rebelde que aguijonea la muesca” tenemos una versión de opuestos también, los “pájaros heridos” descansan “con angustia” y al mismo tiempo “despreocupadamente”. Pero lo más interesante no es la fusión del dolor y el reposo, sino la composición anular del poema: comienza hablando de los pájaros heridos y en el cierre el propio sujeto lírico pretende descender como un pájaro, cernirse, de modo que padezca en él la culpa del cazador y el aguijón de la presa, la rara y compleja bienaventuranza del dardo lanzado y/o recibido:




LA CUERDA REBELDE QUE AGUIJONEA LA MUESCA

En la temporada que anuncia la veda,
descansan con angustia los pájaros heridos
despreocupadamente sobre el abrevadero,
se apacienta el temor, su lluvia de alfileres
sobre la nuca desnuda.

Flota el quinto mandamiento,
como una nata pulcra en el filo del sable
deshilacha el invierno con sus manos de ángel.
Son tantas incontinencias que provocan el gesto.
La saeta es la mano que se ovilla
en torno a un corazón que quiebra;
arpegio que procede del silencio en la cuerda,
el segundo en que se tensa y vibra,
el respiro contenido,
el ojo,
la pupila,
el rostro y sus protuberancias de marfil.

Como si alguien echara su suerte o su pequeña aldea,
un hueso maldito por sobre el hombro,
acecha la bestia y tiene un cuerpo bello
abierto a la temporada de las aves que emigran.

Ha quedado el polvo como una manta que perdona
/o que esconde,
capa traslúcida que se avejenta,
surca la piel de los pómulos y abomba los párpados
mientras ensucia el agua cristalina y los metales.

En la pureza hubo tiempos
en que depositó su almíbar el fuego en la ceniza,
hoguera donde deshumedece sus pies el caminante.

Mas el ánfora maldita ya no está,
se derramó el elíxir,
se levantó la veda.
Hay minúsculos vientos que aciclonan el pecho,
que dilatan la fiebre de los huecos del rostro.
Hay muertes pequeñas que no valen la pena
y dejan la resaca de la angustia
que nos envuelve en vidrios la espalda
y nos aturde.

Basta que me cierna como un pájaro y descienda,
bienaventurado sobre la escarcha que abriga al abedul;
dichoso de haber sido
el cazador,
la presa,
el silencio en que se encorva la madera
y la cuerda rebelde aguijonea la muesca,
y el ojo,
la saeta,
el corazón,
el ojo.



En este poema, la yuxtaposición da velocidad al texto, encarna el descenso, el saetazo, el golpe. Persiste la tensa búsqueda de un sentido común entre el padecimiento y la dicha, entre el orden y el dolor, para alcanzar la sintaxis exacta y contenida de la desesperación.




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La primera persona que cierra “La cuerda…” se impone desde el primer verso en “La despensa”, poema que aúna dos pares opuestos: juventud vs. vejez y amor vs. guerra, dos de las líneas temáticas más universales dentro de la lírica de todos los tiempos, desde Arquíloco, Anacreonte y Horacio hasta Manuel de Zequeira y Jesús J. Barquet. Temas también quijotescos, que siguen trenzando y tensando en antítesis las inquietudes de Badajoz:






EN LA DESPENSA

Ya pasó la juventud y fui enrolado en el ejército;
pero no pasó el tiempo de la angustia
ni la vigilia
ni el anatema como un golpe de culata en los riñones.
Era débil entonces para echar la piedra cuesta arriba
desgarrando la carne y abriendo los caminos.

Tomé mi puñado de ceniza,
la que habría de untarme sobre las lágrimas
y las pestañas, sobre el pelo rucio,
sobre las ropas rasgadas para pedir clemencia
y sufrí por primera vez el desengaño.

No pude hacer el amor aquella tarde.
La carne que persigue el soldado con la avidez de un preso,
tenía un sabor ácido y el olor de la piltrafa hervida
que devoraban los perros cada madrugada.

Estaba ebrio, el fuego del alcohol de los cañones,
me quemaba las vísceras.
Era el sexo de un payaso grotesco cabalgando una búfala.
Su carmín, su aliento extraño de una noche,
se mezclaban con el sudor de mis axilas.
Me sentí ya un hombre, calmando las heridas del amor
con la lujuria.
Al cerrar los ojos vino a mí todo el azoro,
la muerte del niño que escribe poemas en el aire.

En qué animal extraño la vejez me ha convertido.

En la foto desdibujada me veo joven fumando un cigarrillo,
el kepis ladeado, el sambrán al cuello.
Ese cinturón de hebilla militar que alguna vez estalló
sobre la espalda de un soldado.
En esta despensa, con meticulosidad de almacenero,
escondo las fotos del pasado,
las historias que prefiero olvidar,
y la memoria,
sobre todo la memoria de un tiempo
que nunca fue mejor.


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En “La inmensa brevedad del ser”, desde la pareja de sustantivo y adjetivo en el propio título se alude a la oposición, a la conjunción paradójica. El poeta se pregunta dónde está la trascendencia, cuáles son los problemas principales que han de ocupar a un nuevo héroe. Las oposiciones están entre el presente y el futuro, entre lo que es y lo que (no) será, entre “la calma y la tormenta/ que enhebran los días de esta ciudad desamparada”, entre la eternidad y un día. La insularidad o la relación con el mar, que ya se hacía notar en “A la sombra…”, aquí se robustece, así como las inquietudes en el decir y su inevitabilidad que son otro eje temático frecuente, “la palabra retorcida,/ el verbo que te vence”:



LA INMENSA BREVEDAD DEL SER

Alguien debe preocuparse de la calma y la tormenta
que enhebran los días de esta ciudad desamparada.
Un archipiélago es más que un puñado de piedras
/lanzadas sobre el mar,
trasciende,
sin nada de los supuestos sueños que sacuden
a los habitantes de una tierra a la deriva,
los que saben que a lo sumo en un siglo
las serpientes polares se tragarán los puertos,
el muelle donde besaste a tus hijas,
la casa que fue volviéndose un rincón imprescindible,
alrededor de la mesa de cedro, sobre la verja,
bajo el árbol deshecho en hongos
que de certeza no aguantó las lloviznas más crueles;
pero un archipiélago no es una inmensa pradera,
no puede sumergirse dócilmente
al peso de una mano que se esconde.
Alguien debe ocuparse de la capa de ozono,
de la polución, del cáncer, de los hijos de Dawn.
Alguien debe picarse las venas
y escribir en la puerta de espinas
otra fórmula para volverse mártir.

Quién puede maldecir, lanzar un trozo de muerte
/a la escudilla,
vestir de hombre su cuerpo inmaculado,
ser del no ser, el bosque, una escalera.
Dónde la gloria tempestuosa de una herida
reparó en el prosopon, la máscara dramática
minutos antes de que el bosque de helechos
germinase de las paredes rotas.
Este invierno la lluvia es pertinaz,
los hombres se cuelgan su precio y sus virtudes,
mientras los peces beben con insobornable
tranquilidad de los manteles,
almidonados, estrictamente blancos,
donde no quedan restos de abundancia.
Para el hombre que vive, gasta y muere
nada valdrá una cruz astillada,
la otra mitad de una adolescente temblando de deseo,
la palabra retorcida,
el verbo que te vence;
para el hombre que aparte de morir un poco,
/cada noche,
no ha puesto el día anterior su piedra para la eternidad
sobre el relámpago,
sobre la adoración del fuego,
sobre el acto de parirse y evitar la mueca,
nada puede significar
esta ciudad pequeña con todos sus excesos y sus gritos,
o el hecho de vivir al filo de su sombra
sobre un puñado de peces que reposan.


Actores_teatro_griego
Actores_teatro_griego


En el texto de cierre, tenemos un homenaje a Lezama Lima, titulado “Último descenso místico de San José Lezama”. El poema me recuerda la tesis que defendió Norge Espinosa sobre Orígenes como caos y no como telos: “patrón de la censura y los escándalos”, “haber sembrado una tormenta”. Badajoz, en medio de un homenaje personal, intenta mostrar la complejidad de semejante figura canonizada ya, si no por la iglesia, sí por sus fieles y devotos lectores. Erótica y misticismo, abismo y salvación, duda y fe, vida y muerte se complementan en estos versos que proponen otro culto, otra revelación, un nuevo ángel que viene a anunciar y a ordenar, pero que es más bien arcángel de escándalos y tormentas, lo cual, en definitiva, lo hace más trascendente y perdurable, hasta hoy, en el panorama literario cubano:



ÚLTIMO DESCENSO MÍSTICO DE SAN JOSÉ LEZAMA

Como órgano, como respiración espesa,
en el sueño del ave transitoria
ponemos la fe de alguna herida,
se agita la hebra de agua en el ovillo
mientras un hombre contempla su retrato.

Sucesos de la resurrección del polen en la mandrágora
embridados sobre una cruz de carne.
Id y construid una iglesia católica
que el que esperó en las tardes el aroma
/del trigo maduro
tiene una bofetada de paciencia en la mejilla.

Homosexual han dicho
/sin ver el rastro de invierno que se escapa
reposando en el oro purpurino de los bosques,
sin ver que hay fragmentos de otras temporadas,
trozos de ciudad, tormentas,
angustias de una casa que nunca dio su rostro,
tumefactas las piernas
y adoloridas del peso de un corazón
abierto a gritos por la noche.

Quién sabe si eran alas de libélula
o el manto de una virgen,
denso pendular acompasado y rítmico
que denota la angustia en quien se esconde.

De qué manera colocar el óbolo
/para atravesar los laberintos,
si las balaustradas recuerdan
/los brazos en tercio del amante.

Dónde encerrar la bestia asustadiza,
apartarla del temor de las mareas,
para que te perdonen haber sembrado una tormenta.

San José Lezama, patrón de la censura y los escándalos.
En qué preconcebido rito brotará una espina,
mediodía en que se multiplicó una piedra
y se hizo fuerte el amor y se hizo fuerte,
petrificado en las vetustas catedrales
/el fruto de la vid,
la herida coagulada en el acto de la duda.
Sangre de la nueva alianza, derramada
en el octágono crepuscular de los altares,
chorreante sobre los capiteles
en los santos.
Mientras se transfigura el hambre,
mientras el cuerpo espera
una puesta de sol en el gatillo que ajusta las arterias abiertas
/de un suicida.

Ya el tiempo de morir es cotidiano.
La ceremonia de reposar los brazos sobre el sexo
cubriendo el cuerpo de nostalgia.
Si el tren de mi amor se aleja lentamente,
bucólico divertimento que detuvo
como un disco afectado
/el momento del adiós.

Id y fundad una generación de pueblos,
el peregrino tiritar del fuego chamuscado,
la esperma que acrisola y abriga la asamblea,
casa donde aquilate el verbo una aureola finísima,
lacerante pico desgarbado
/de un ave que retorna.

Id y celebrad la despedida.
La última cena, la de hace veinte siglos;
sobre la piedra en que tiraba la red el pescador
una joven entona un canto bizantino
ceremonia de espera por un hombre que vuelve
donde todos los martirios son tonadas sordas
que van dejando un humo estacionario en la pupila
pócima volátil para los tiempos muertos.



lezama

Conocemos de la obra de Badajoz lo que nos ha dejado (entre)ver. Parecemos niños asomados al borde del telón de un gran teatro, del gran teatro del mundo. Punta de un iceberg. Apenas la primera revelación de un corpus orgánico que construye, como Heráclito, a partir de las oposiciones y las tensiones, el orden del mundo, la armonía universal: un pájaro que desciende, como Lezama mismo, asumiendo su herida y su aguijón; la epifanía de un poeta que viene a dejarnos el caos como recompensa, engendro, salvación, como nudo de nuevos e infinitos nacimientos; un soldado que no se reconoce al envejecer o que no logra hacer el amor después de hacer la guerra; unos muchachos que llevan el fuego hasta la estación celeste; un sujeto lírico que pretende hacer del verso una estación medible, perdurable y que al final se pierde en la inmensidad del mar y el horizonte.

Cada vez que Badajoz enuncia, se nos revela, crea sendas inesperadas en el aire, en el fuego, en la tierra, en la mar; toda definición suya es otro camino hacia el misterio. Cada palabra que ofrece nos acerca y nos aleja más de él, de su verdad. Cosas de los oráculos y la poesía.



http://nombrarcosas.wordpress.com/2013/09/08/apuntes-sobre-unos-versos-de-joaquin-badajoz/



BEATRIZ E. MENDOZA [10.843]

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Beatriz E. Mendoza 

Nació en Barranquilla, Colombia, en 1973. Estudió Comunicación Social en Bogotá y asistió a los talleres de la “Casa de Poesía Silva”. Tras su grado emigró a Estados Unidos donde ha trabajado como periodista en importantes medios de comunicación en español. Ha publicado cuentos y poesías en las revistas literarias Baquiana, Puesto de combate, Narrativas, Letralia, Conexos, Nagari y en el suplemento dominical del periódico El Heraldo. Su relato “Toñita” fue incluido en la antología “Rompiendo el silencio” de Editorial Planeta. En 2011 Editorial MediaIsla publicó su poemario “Esa parte que se esconde”. Algunos de sus escritos se encuentran en su blog: 

www.paramatareltiempo.blogspot.com



Esa Parte Que Se Esconde

De tu cuerpo intocable sólo reclamo
una muesca del iris de tu ojo izquierdo
que hice mía una noche en que me hundí en tus ojos
hasta que la luz del día los invadió cegándome.

De tu cuerpo intocable sólo reclamo
ese centímetro de piel en tu espalda
que bauticé a punta de besos hace ya mucho tiempo
consumida por un amor que ahora sirve de nada.

También (se me olvidaba)
un cachito de tu pelo
y el lunar que tienes en el lugar impúdico.
Pero sobre todo, sobre todo es mía,
esa parte que se esconde a los ojos del mundo.






Cámara de Torturas

Átame.
Ata mi cuerpo al tuyo
Con una sola y extensa caricia
interminable como esta noche.

Átame.
Encadena mis pies a tus pasos,
mis manos a tu pecho,
amordaza mi boca con tus besos
y venda mis ojos con tu llanto.

Tortúrame con el peso implacable
de tu cuerpo sobre el mío
y entierra el filo de tus caderas angulosas
en la carne blanda de mi vientre blanco.

Asfíxiame con tu respiración.
Abofetéame con tu cabello.
Quema mi piel con el contacto de la tuya
y marca mi rostro con la huella de tu lengua al rojo vivo.
Fustiga mi espalda con tu saliva ardiente
y doblega mi cuerpo bajo la fuerza de tus manos.

Cuando me rinda,
cuando me entregue,
cuando por fin confiese,
recoge mi cuerpo abandonado
y deposítalo en la celda inexpugnable de tu piel
tras los barrotes de tus piernas y tus brazos.

Da entonces a mi boca
el alivio de tus líquidas palabras,
a mi frente el descanso del sueño.
Sé mi salvador y mi verdugo
y espera junto a mí
la llegada del alba,
el arribo de la próxima jornada.







Cuando Vuelva

Cuando vuelva
estarás esperándome
y sabrás que he llegado
porque una brisa suave,
que huele a mar y a río,
invadirá tu cuerpo
como en un presagio.

Cuando vuelva
tiraré por el suelo las maletas
junto al tiempo de espera
y mi vida con otros
y correré a encontrarme con tus ojos
para ver si aún estoy ahí dentro.

Nos miraremos como extraños.
Estarás ante mí como en un sueño
y no le creeré a mis ojos
que te imaginaron,
que miraron tus fotos
todo este tiempo.
Mintieron.
Sí, claro, ya recuerdo:
el arco de las cejas pobladas,
el verde de los ojos profundos,
el blanco de tu piel suave.

Cuando vuelva
besaré tu boca como por primera vez,
me darás tu mano en un contacto tímido,
de mariposas volando en el estómago
y temblor bajo los pies.
Yo tendré un regalo para ti:
mis senos cargados y el hueco de mi vientre.
Tú tendrás para mí
el olor de tu pelo y el sonido de tu voz.

Cuando vuelva
pegaré mi cuerpo al tuyo
y te tendré desnudo entre mis brazos
como tanto anhelé.
Después,
en un silencio de habitación en calma
y con una sonrisa de placer,
te comeré a besos.

Cuando vuelva
si regreso
será para quedarme.








Tus Manos

Tus manos
no fueron hechas
para armar avioncitos
o apretar botones.

Tus manos
grandes
fueron hechas
para mi cuerpo,
para sostenerlo en el aire
o arrastrarlo por la cama.

Tus manos son
para hurgar en mis entrañas.
¿Qué harán ellas sin mi cuerpo?
Estarán vacías,
pálidas.

Hace rato no me extrañas
pero tus manos,
tus manos
por la noche me reclaman
y se te hinchan los dedos
y preguntas qué pasa
y tú, tonto, sólo ignoras
que ellas en mí,
a fuerza de caricias,
hicieron su casa
y ahora vagan solitarias,
nómadas,
ajenas,
sin que sepas
que tus manos
aún me aman.








Huyes de mí

Por qué huyes de mí
niño asombrado
si lo nuestro pudo ser
no más que un juego tonto
y con tu negativa
lo has tornado
en obsesión fatal,
comportamiento impropio.

Olvidaste ya
que fuimos puro verso
que hace sólo unos días
que tocamos el cielo
y tu sudor perlaba
y me inundaba toda
y tu sonrisa ingenua
habitaba mis besos.

Quiero ir hasta tu puerta,
pedir explicaciones,
plantarme frente a ti
con las manos en jarras,
tirarte contra un muro,
violarte con dulzura,
decir que ahora te odio,
gritar de pura rabia.

Mas no tengo el valor
y me consuelo
dejando en estos versos
toda mi ira,
escribo estupideces,
me encapricho
y te mato de amor
todas las noches.

Tonto, tonto, tonto
y más que tonto.
Te di mi corazón
a cuentagotas.
Hoy huyes con él
y te maldigo.
Por eso amo el papel,
este es mi grito.







La Otra

En la tranquila soledad de mi oscuro apartamento
vive una mujer pequeñita como una hormiga.
Casi todas mañanas la sorprendo mirándome
enigmática y ceñuda al otro lado del espejo.
Por las noches me la encuentro escribiendo
volcada en un diario, con los ojos volados.
Esta mañana tropecé con ella.
Me encaró de repente mientras me vestía.
Sacó del armario lo que debía ponerme.
Me disfracé de ella sin oponer resistencia.
Siempre tiene una cara diferente,
pero los otros la confunden conmigo
Ha llegado incluso a usurparme en la cama:
ayer la sorprendí con un hombre que era mío.
Y está sola, muy sola,
incluso aquellas veces que amanece contigo.






Cámara de Torturas

Átame.
Ata mi cuerpo al tuyo
Con una sola y extensa caricia
interminable como esta noche.
Átame.
Encadena mis pies a tus pasos,
mis manos a tu pecho,
amordaza mi boca con tus besos
y venda mis ojos con tu llanto.
Tortúrame con el peso implacable
de tu cuerpo sobre el mío
y entierra el filo de tus caderas angulosas
en la carne blanda de mi vientre blanco.
Asfíxiame con tu respiración.
Abofetéame con tu cabello.
Quema mi piel con el contacto de la tuya
y marca mi rostro con la huella de tu lengua al rojo vivo.
Fustiga mi espalda con tu saliva ardiente
y doblega mi cuerpo bajo la fuerza de tus manos.
Cuando me rinda,
cuando me entregue,
cuando por fin confiese,
recoge mi cuerpo abandonado
y deposítalo en la celda inexpugnable de tu piel
tras los barrotes de tus piernas y tus brazos.
Da entonces a mi boca
el alivio de tus líquidas palabras,
a mi frente el descanso del sueño.
Sé mi salvador y mi verdugo
y espera junto a mí
la llegada del alba,
el arribo de la próxima jornada.






En el harem

Zoraya bailaba
en el harem,
su cuerpo
movido por las olas
de un mar
bravío
azul
turquesa.
Su cuerpo
poblado por mil almas
es un vaivén
columpio
zigzagueante,
dorado,
hermoso,
plano.
Zoraya,
hendijas en sus ojos,
perdida entre las madres,
traficada,
exprimida
y explotada
Zoraya rebosa
de sexo,
de amor,
de puro gozo,
de baile,
de flautas
y tambores.
La avispa en su cintura
es una ofensa
no para el Pashá
para sí misma.
Quebrada sobre sí
por no parir
ni haber parido,
Zoraya,
la hembra,
la lejana,
baila
triste,
desafiante.

Un traficante
observa.
Desde la pluma
de su almohada
dibuja
su figura
espigada
cartel que anuncia
regocijos
de otros
hombres
menos
mezquinos
que él
pero igual de
sanguinarios.
Zoraya lo mira
sin saber
que el invitado
es su verdugo
y baila
para él
no disimula.
Llena de hastío
espera quieta
que termine
luego se lava
y llora
sin saber que
ya en su vientre
hay una luz,
un hito.
Zoraya no sabe
lo que espera
al otro lado,
tan sólo
vive,
come
y danza.
Una señal
anuncia
el cese de la luna.
Zoraya acaricia
su ilusión
como los hombres
atesoran
su cuerpo
y esconde
su redondez
en gasas.
El maleante
descubre
la charada,
puñal en mano
dispone el cese
y Zoraya
pierde un niño triste
de olor a viento.
Ahora sus ojos
son vacío,
su piel,
alfombra pisoteada,
su baile,
columpio quieto,
desierto,
abismo,
nada.
Zoraya espera
en el harem
su cuerpo
estático
sin mar
es arena
polvo
llaga.



MIGUEL ÁNGEL GARA [10.844]

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MIGUEL ÁNGEL GARA

(Madrid 1970) colabora ocasionalmente en publicaciones literarias de España y Latinoamérica, y en especial en el portal literaturas.com, donde ha coordinado la sección de poesía y editado la revista Pata de gallo. También ha realizado labores de lectura y traducción para algunas editoriales españolas y suecas.

Ha publicado El libro de Sara (LF ediciones, 2005), Luz previa a la luz (Algaida, 2006), Gérmenes y momentos (Amargord, 2007), Calle (Amargord, 2008), El desierto de agua (La Garúa, 2009) y Los pájaros pican (Amargord, 2012).

Algunos de sus poemas figuran en varias antologías y ha recibido algunas menciones literarias, entre las que destaca el Premio Ciudad de Badajoz por Luz previa a la luz
      
  



   
1

Entender algo no significa amarlo,
hay una breve luz en lo imperfecto,
la desconfianza del sentido.
En la celda un hombre se levanta,
se lava, cubre
su rostro con la mano un latido,
la noche
ha llegado.


2

La prisión se construyó
cerca de un parque natural.
Hacía sol esa mañana aunque allí
llovía siempre.
Dicen que el hombre mató a la mujer.
Truenos por los montes
(como voces).
Llovía.


3

Ahora en el desayuno no llueve
pero las nubes amenazan
y el dolor viene y se va,
viene y se va,
¿demasiado alcohol
o es la lluvia? Dicen que el agua ayuda
pero por la ventana todo está seco.
Algo se acerca.






CALLE 

   La ausencia es la suavidad de lo extraviado, seda fija
al pulmón, camino que divide los caminos. Con pasos de silencio en la sangre aún condensada, el niño es una cuchilla
tierna, tensión que otorga a un mundo progresivamente abierto
El telón caía en los cines de la gran calle. En la fanfarria de
novedades, los leones dormitaban y las alfombras mullían
bajo los compradores. El mercader expulsaba profetas
del templo: “Marchaos de aquí,” decía “no mancilléis de
augurios la casa de mi padre.” La magia de los cines es así.
Se hizo la realidad

La mujer del balcón es contemplada por los fugaces peatones de la calle. “Pelagia”, susurran, y ella desaparece hacia el interior, como si su estado natural fuera el tránsito, la oquedad que abandonan sus ojos perennes.

La dirección de la calle obliga hacia adelante pero ella se abate en el latido de lo que fue colina. Posadas, las acacias asen el presente como manos, y lo encienden con su duro albumen de ser vivo, golpes del pedernal de pisadas que no se repiten, que surgen y desaparecen, en los campos de fuego






Asisto a las canciones del océano.
Escucho el aplauso insomne del océano.
El vértigo es la ternura de lo inmenso.
Hay susurros que arrastran como trenzas de kevlar,
cabellos de mujer que vuelan
y navajas,
tempestad tras el cristal de las córneas.
El abismo es una boca, que besa y se despega,
que besa y se despega.




los pájaros pican



El náufrago se bebió el mensaje.

Mejor que no olvidar la respuesta, recordar la pregunta.

La economía es el arte de subsistir con números.

Divídete por cero.

No es la pared la que me impide pasar sino la puerta.

Violencia es debilidad impuesta por la fuerza.

Si tú no ves la pobreza la pobreza te verá a ti.

Era tan pobre que en vez de un plato de ducha tenía un plato de lluvia.

El mito del vampiro trae implícita la tragedia del hambre.

Su eficacia era asombrosa, su eficiencia extraordinaria, pero lo despidieron por su escasa efectividad.

El imperio de la ley es una forma de llamar a la ley del imperio.

La dignidad es propia pero la indignación es siempre hacia los demás.

La peor plaga fue de faraones.

Hay épocas en las que hay que llorar menos y gritar más.

No es que se confunda lo urgente con lo importante sino que se confunde lo visible con lo importante.

La convención de sordos se celebrará en un auditorio cerrado.

Los parados fueron imparables.

Vuestra ecuanimidad más mi debilidad es igual a nuestra justificación.

El inconveniente de ser tu propio jefe es que eres también tu propio despedido.  

Pensaron que era una tormenta y en realidad era el invierno.

Cuando alguien dice que hace un trabajo que le gusta significa que le pagan por hacer un trabajo que le gusta.

A un clavo le aguarda su agujero.

Todos los patriotas parece que vivieran en la frontera.

Lo contrario de cualquier verdad es el ego.

Es más difícil que un rico entre por el ojo de una aguja si se niega a coser.

Todos los patriotas parece que vivieran en la frontera.

A los especuladores no les gustan tus especulaciones.

Un chivo es una cabra culpable.

Quién siembra mariposas recoge huracanes.

En los malos tiempos se escuchan mejor las risas.

Si el futuro no acude el pasado se nos echa encima.

Mirar ruinas es constructivo.




GABRIEL ALEJANDRO PAZ [10.845]

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Gabriel Alejandro Paz

Gabriel Alejandro Paz (Santiago de Guayaquil, Ecuador, 1978) es editor de Niñobúho y la One Hit Wonder Cartonera. Vive en la ciudad de Buenos Aires donde realiza un Máster en Educación Superior y una Especialización en Procesos de Lectura y Escritura. Es becario del Senescyt (Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación) 2012-2015. Ha participado en varios encuentros de poesía y editoriales independientes. Su ópera prima Kubrick y la máquina del insomnio publicada por la editorial argentina La Caída en 2013. Además tiene dos libros inéditos: Breve Contemplación de la Música y La Hija del Comunista y otros poemas de la playa negra.




De Breve Contemplación de la Música



UOMO

[ ]
…entonces escuché la voz de Cassiel mientras se alejaba de mí
y en mi cuerpo se repetían cándidamente todas las palabras:

Mira ese halo de luces impresas en el domo celeste
Es tuyo, agárralo con fuerza, es tuyo, úsalo en el viaje
Dureza y desvelo necesitarás para encender antorchas en el aire
Los arpones del mar están todos agitados

Elévate
Mastica en pleno vuelo el pan amasado por el temporal
Deja atrás tu pureza y revuélcate entre los osos pardos
que se amontonan detrás de ti
sobre esta piedra caliza

En la primera isla se afianza la tierra
pegada al lodo, al cobre, al cobalto
agujeros y canales hervidos en donde el todo
se revuelca agigantado por una sepultura de volcanes

El paisaje florece y se desata ajeno del mar
Ajeno de su boca del hielo

                                                            África es la colina del poema:
                                       Espejismo     Imaginarium     Luz          devastadora

Relatos extraordinarios se repiten en las cavernas
que el hombre surca de norte a sur
para alejarse de la furia del ángelus

y así
poder constituirse
en el primer mono
alumbrado por velas

[ ]
…entonces escuché la voz de Cassiel mientras se alejaba de mí
y en mi cuerpo se repetían cándidamente todas las palabras:

África es la colina del poema
No hay otra, no te espantes, ni te acerques demasiado
La rosa mística abrió tu dureza y tu desvelo
Pero nadie pudo salvarse del mar agitado
de las arcadas virulentas de sagitario y escorpio
en donde se elevaban las carnes hasta asarse

Así comenzaron los monos a surcar casas de sur a norte
Del tope de la colina hasta la putrefacción de la colina

pero en esa hendidura grisácea
que define cada rostro a la altura de su boca
caminan ya las piernas arbóreas de otro destino

El ángelus trajo clavos en las alas
recubiertas por cordones de vapor
en un recital de gallos duros y chorreones
para coronar la sumisión de cada especie
en la pelea de la entrepierna

El hombre ya no es un río de grasa
y cada partícula del mundo ha matizado el ruido
con que se desgasta la ternura de su cabeza acariciada

Responderá al ángelus con la misma música
que lo disuelve entre océanos de pensamientos
que lo mima de carabinas pulidas y cartuchos lunares

Dejará de ser ese hueco mastodonte de cuero
ese muñeco oscuro prolongado por la madurez de la tierra

y mirará por primera vez hacia arriba en el cosmos
las estrellas que desde que empezaron a pulsar
ya le brillaban por dentro






Los Bosques

I

Estoy quieto en la caldera del animus
Sujeto al aire que levita entre la flor y la mosca
Ya no canto más
No tengo pico ni arpa
ni madre que me limpie del germen
de cada marcha que arrastro por el mundo
a las calles que son leones proyectados

Alzo las manos
sobre este mundo de tristes marsupiales
y este campo ahora es el más antiguo de la tierra
Aquí los trigales cabecean de sueño
y los corredores de hielo tienen dedos infinitos

Le resto bichos a la noche
Le resto noche a los párpados del leño
Le resto aire a la peste del ganado
que es santo y seña de ruina y de lactancia

El fuego que viene después
es un fúnebre traje hecho de guirnaldas
de manos incapaces de sentir el peso de las sombras
de postales abiertas con azules pajarillas
que brotan del columpio del aire, tardías
amenazadas por el trueno

Silencio
Silencio en las grietas
Silencio en el asfalto lacerado
Silencio en el humo pálido en la mejilla del barranco



II

Los bichos agonizan dentro de los parques
Los bichos agonizan dentro de los parques que la luz sugiere
pero es la oscuridad que los trae, agreste y detenida
los levanta del piso, los hace animales quietos
tallados de gris

Un ojo en blanco allá arriba se levanta
donde antes se nombraba Cielo
a cada loto ajado en los castillos del agua

Ahora traes contigo la máquina de austeros celajes
Pequeño Leviatán, radiante y crispado
que sostiene el orín negro del mundo
bebe del tiempo
bebe del tiempo en el cofre del castaño
hasta poderlo derribar
y lleva mi deseo luminoso al interior de la sangre
al camino de la hoguera de mi incertidumbre
al camino del surco (frágil) de todas las cosas



III

Cerca del estanque verde de ríos paralelos
y larguísimas quiacas
vienen los duendes

Duendes que cubren el bosque de escarcha
Duendes con trajes de percal y diminutos candiles
que revierten sus caras de trapo en arañas de yeso
(herradura de peces ahogados en la peor trementina)

Vienen con la anticipación del verano en sus bocas lilas
y el duelo de cabuya flota en sus pies tapicú

Para animarme vienen, para asustarme vienen
Vienen a sujetarme a la vida

Es el rastro de su danza que me eleva
toda cáscara de almendra eleva
toda diana cortada

y yo me adentro ciego en los abalorios del humo
a la hoguera del pequeño enigma arrojado sobre el páramo
a la hoguera del surco (frágil) de todas las cosas

A veces los duendes reposan sobre la hojarasca
Queda quieta la hojarasca, azulada de madre y rocío
sella las coordenadas de mi azotea en su lento caer

Duermen a contraluz como un chacal incurable
lleno de gusanos y de hormigas inquietas
pero en medio del sueño entreabren los ojos
y despiertan con el pam pam de mis pasos
brincan, me rodean, me cantan
y cantan más alto con su voz barnizada
en ese lenguaje metálico-infantil:

“Somos bichos de la luz
Somos los tambores y sus viandas
Somos la oscuridad agreste y detenida
Somos la cuna ciega y poseída del fauno
Somos la miel de panela en la giba del cielo
Somos la entelequia del César besando la nieve

Estuvimos en tu parque mucho antes que vinieras
Estuvimos aquí, arrinconados, al cuidado del rosal
al servicio del Dador
en una extraordinaria cortina de relámpagos
en la Muralla de Fuego”






De Kubrick y la máquina del insomnio



Cuero

Hay cuero dentro de mí
Por eso cada vorágine del discurso se desintegra
a pesar del uranio lavado sobre la hoja
Soy laringe, voz quieta, pálida o errada
o el rencoroso alarido de un cuerno perforado por dentro

Reconozco que tuve una madre
que era mi escorpión de alas blancas
voluminosa, una centella de lujo

Años después, hablo solo
Paseo por alfombras sucias
rojos mares de azucenas, pólvora exquisita
y deshuesados caballos

Hago silencio también
Mi anonimato de piedra
Alguien me dijo:
Aquí no pasa nada, nadie escribe nada

Pero yo reconozco todos los bordes del lenguaje
todo el casimir utilizado en esta magnolia de cuerpos
con su estupenda leva encorvada sobre el brazo de una cripta
que en vereda tropical
-es decir, en el marrón triste de la tierra-
es un poema

La lengua defiende su espacio
porque su espacio no tiene origen, ni manos, ni pies, ni cabeza
y se apresta a claudicar su contrato con el habla

Lentitud en la canción desmemoriada, la balada distante
deviene voraz y recibe cada misterio en sus brazos
me aprieta, jactándose de ser el emisario de matorrales ocultos
y abrazos florales marcados en brea

Luego se calla:
Saetas de incienso rispan el paisaje
Monocromo. Monotemático. Erizado

Algo me dice que llegué al lugar preciso
donde el cuero que me habita sin definirme, tal vez sin tocarme
adquiere el matiz adecuado para sellarme por dentro
entre estancias adulteradas, láminas de acero y amigos siniestros
en comunión con la luz inmaculada del bosque
que todo lo perfora, lo canta y lo sublima
y el hedor descomunal de unas momias líricas
que no pueden desenrollar sus vendas
volver al limbo, callarse y desaparecer






Alguacil

Viajo hacia el interior
Hacia el portal de seda
Regreso a mi primer dibujo
a la pared manchada de argonautas
a la casa de espejos que se esmera en desaparecer

Flanqueo largo en mi cabeza
en ese sino de potro negro
insaciable abrazo repetido y repartido
entre bares y maderas empinadas

Una idea se suma a la otra
viajan por los bordes
desligadas pero juntas en un solo cuerpo
hinchado y disperso en diferentes campos

Se suma a mí, la idea de los Álamos
la voracidad del puma que salta
en las costillas del venado que enrojece

Vano, desmedido y rebuscado
Variable, entre la penumbra de verme ahora
y la lucidez de verme en fino destierro

Soy las voces retenidas
en la tela del mueble principal
el palo santo y sus nevadas de humo
el hollín y el pan azucarado

Viajo con esta dorada sensación
de perderlo todo
a pesar de todo retenerlo

Allá va la infancia:
Una verdadera armonía
o una muda tristeza forjada en el exterior
hecha de imposibles miradores
de terrazas
de imposibles miradores y terrazas

Allá van los años limpios, armados
la amplitud de aquella voz inquieta
y la estrechez de la ciudad
en su vacío permanente

La Belleza:
Tal vez haya sido una saeta
escondida en los rosales
atravesada por niños despeinados
con zapatos de suela
mocasines, radiolas y clavos
en la tarde de la llanta quemada
en la chispa del callejón oscuro
en la bulla frente a los cristales en el centro

y que se rompan todos los cristales
y que se rompa todo lo que tiene semillas
y qué cara tan joven que tiene un niño
que hace muecas con la lengua
y qué joven ese cielo turbio
que se rompe con el eco



Viajo hacia la calle
al interior de la grieta
enroscada en la Antonia salvaje

Las campanas del colegio
excitan a las mulas
El cristo de hule hiede
en el confesionario de la carne

Viajo hacia mi sol que es desacierto
de una mano que se abre del cuerpo
y me lanza una piedra

Oh mi sol, mi sol desenroscado
Ahora amo tu cada destello



Viajo hacia la piedra
Esta vez viajo hacia la piedra
y conmigo, viajan dos dudas:

Si yo fuese calado por un jadeo
que no le pertenece a este rincón de mundo
acaso pasaría factura la memoria
que empuja mis libros de los anaqueles
y saca las dentaduras postizas
con que me besan (sin parar) estos autores

Acaso
estos libros de historia
que utilizan los despojos del mar
que me pagan con dardos y migraña
serán el peso necesario que le falta a la vasija
para virarse, caer al piso y regarse toda
entregarse
al veneno de un sueño
relatado por sus propios corderos
al néctar de un ángel
arrullado por su propia mentira

Dos dudas
y viajo hacia la primera piedra
que vi caer desde la mano de un hombre



Viajo hacia el interior
Vuelvo al portal de seda
De regreso a mi primer dibujo
lo veo de cerca
–son doce argonautas en brega

Flanqueo las piedras
Los reos están alborotados
Los perdigones en el barrio saltan
y mi madre con su ternurita y su escoba
limpia y limpia el sanatorio

Voy solo, con una sola máscara:
El renglón entero de palabras anegadas
Las ideas se toman de la mano y cantan
la maniobra de esta inútil sonaja

Los álamos germinan en la lejanía del llano:
La figura derrotada de un prócer
en un mausoleo hecho de preguntas

La revuelta no escasea:
Acaso una figura celestial
entre los perros de caza

Y las piedras van sujetas
al rodar del universo
por su propio deseo

Viajo de átomo en átomo
rumor tras rumor
viaja también la voz retenida
en su vacío permanente

Voy de latido en latido
profundo en el vaho de las cazuelas
en el olor del traje de los novios
en el alfil despierto en el ajedrez de mi padre
y regreso desde atrás
inmóvil
irreconocible
irreparable
con el juguete de hule y las piedras
con la calle repleta de mafiosos con turbantes
en el barrio del centro custodiado por un solo alguacil
en ese maravilloso duelo de pistolas blancas
donde sueño poder marcar con un pincel cada silencio



Vuelvo del viaje
La cabeza ahora respira allí
en ese sino de potro negro
en ese letargo de puma viejo
que descansa sobre el mueble principal
con las patas arruinadas

Allá va
se despide la infancia

remendada por el mismo sastre

reparada por el mismo carpintero

jurado, juez y verdugo

que no puede más que perdonarse

o desaparecer






De La Hija del Comunista y otros poemas de la Playa Negra


La Hija del Comunista

Yo soy la hija del comunista
Si le das vuelta a esta página breve que lees con cautela
me verás descorazonada entre manchitas de lavanda
topacio y cerrazón, en los primeros vaivenes
de un molino que ordena la paja presa del día

Cuando crucé el cerco de la casa
hacia las otras casas inhabitables
dejé abierta la puerta sin regreso a la posibilidad:
Cloaca rey de donde salieron todas mis jornadas

Decidida, sin cautela
desaforada, con migas y papel
en el cuerpo frío, salí a buscarte

Hespéride era la niña blanca
aprisionada por las horas
-me vi, me di cuenta-
Rodé por la calle donde solo existía
tráfico y sinergia, los aparatos biónicos
los electrodomésticos del alma

Acampé en Kiev todo el año
Olvidé trampa y silencio
Fui abrigo de la fauna
Tiré de una rueda estática
-la noria con una piyama y sus despiertas góndolas-
donde vi rodar los viejos, sabios y cuadrados
amigos del valle

Tiré de una rueda dura, collada, persistente
Te llamé a pico de lechuza… canté
hasta que llegaste del eco de otra ciudad
para dinamitarme

Yo soy la hija del comunista
Solidaria en la canción de otros
Espesa en la canción propia
Soy una ciudadana frágil
Reposo en una cama ciudadana
Quiero agregar caricias a la simetría de lo paulatino
Surgir desierta de deseos –sosegada-

Aviéntame un cactus
Tíralo hacia acá con tu embriaguez de oso
Agarra un cactus Jonás y estréllalo en mi cuerpo
Deja que me posea
que me diluya en su piel de esmeralda
Colmillos florales para los pechos, excitados y sinceros
La plena floración, la plena floración
la plena floración sobre mis alas rubias
y mi corazón de radar

¿Puedes ver que no soy una leyenda?
Yo soy la hija del comunista
Ciudadana frágil
Si reboto en las manzanas soy Aline

Dime Aline si reboto en las manzanas

Soy canción de metalurgia
Soy lagartija de techo, vertedero y calabaza
Rana de las cardas, en estrecha relación con las hadas
y los espíritus del capulí y los abetos
Niña de molletes dulces, me moría por recitarte
las tablas de sumar y dividir, de restar y multiplicar
para que me vieras roja y pulcra como una medalla

Ahora, el junco de mi otoño está salpicado
por una inquieta luminosidad
corroído desde adentro por diligentes telarañas
-telar, telar, telar de maravillosas malváceas-
(un turista camina sobre la espalda de una liebre blanca
sin darse cuenta, nos saca una foto, a ella aplastada
a mí adormecida por el pam pam de sus pasos
–llévame contigo, bello moscardón
deberíamos ser re-bautizados como dos enormes ciudades)

pero me llamo Aline
y soy hija de estas piedras
dime piedra si reboto en los charcos
dime Aline
dime Aline
dime Aline en los luminosos charcos

Yo soy la hija del comunista
Solidaria en la canción de otros
Espesa en la canción propia
Soy una ciudadana frágil
Reposo en una cama ciudadana
Quiero agregar caricias a la simetría de lo paulatino
Surgir desierta de deseos –sosegada-

Sácame de estos charcos, Jonás
Despierta mi caravana de trigo
Sopla tu bocanada de aire al bucanero
que se eleva total hacia el delta
Redobla en la esquina tránsfuga del cabaret
Hoy pasamos por debajo de las negras estaciones
Las suelas zapatean el engranaje y una corte aplaude
con los guantes hechizados
Reaparece
Jonás
Reyes y reinas se manchan los ojos
con tu voz de pajarito triste

Tengo ansias de ser embaucada
que muera esta luz antinatura en la pradera de Kiev
y nos convoque la luna

pero me llamo Aline
y soy hija de un comunista
abrí este hueco en la pared
para que entrases con tu eco de ciudad
y te pongas a dinamitarme

que no tiemblen tus manos al disparar por los caminos, Jonás
que ya no me aprietan los encajes que me traes de Arabia
-quiero ser la única llave de tu sótano rojo-

que las plumas del pavorreal se vuelvan frisos de pólvora
en la casa del faro, cuando entres de arcabuz al hombro
-matraca sobre gatillo, mi buen Jonás-
con los dos arcángeles de magia que son
tu dedo pulgar y tu dedo índice
y descargues este amor poseído por el plomo
sobre el cuello gordo de mi padre

quiero conocer a Leviatán en su morada
y caer rendida ante sus pies de alfajor
y tocar el arpa sentada en sus muslos de cabra







Cuanto diablo se remoja en la quebrada

Se me ocurren pequeñas ironías al mirar mis manos hurgando
La travesura del invento que nos llevó tan lejos
Desde la patria conquistada, incondicional, parricida
Hasta la llaga labial de los héroes de la raza
Que se equivocaron de guerra pero acertaron la victoria

Los hijos ya no son tan hijos lejos de las hojas
Mujeres nómadas migraron moribundas
Madres
Puentes y rutas
Permanecen abiertas
Hasta que la selva seca de púas les devuelve
Sanos y salvos amados soldados






Camino a Perú

1

Salvaje, vagaré por la colina,
ánima en pos de la fiebre textil
me inventaré historias
y cantaré bajo la lluvia falsificada
botellas de leche que envenenan a los niños

Salvaje, caminaré licuando el vino bajo mis pies,
las uvas del hombre...
llegaré de todos lados pidiendo albergue
en vuestra arca de plástico,
mi diluvio de petróleo, frontera a frontera, ahogado de silencio

Por la noche no volverán a verme,
me habré vuelto uno con la granja,
uno con la poesía,
uno con los búhos y sus alas doradas

Salvajes,
nada podrá reivindicarnos,
ni nuestro conocimiento, ni la lucha divina

el desierto
el cactus
las damajuanas vacías
los ancianos en sus uñas verdes
la vitalidad espartana del tren
todo nos representa

Desde Perú se levanta el polvo de la rebelión:
El Cuzco desnuda su maravillosa nave nodriza
Ha llegado desde la primera jornada de estrellas muertas
a repartir collares de perlas a las mujeres primitivas



2

Ni los viajes ni la falta de ellos
taparán este hueco:
mi gabarra invisible de madera
rota en el mueble de la arena
pidiendo una bala en su sien
detrás de ella, el horizonte que rueda
y el horno que despierta
suben y bajan en la cápsula cerrada
en que se ha convertido Arequipa

mil quinientos años después de su último rey



3

No hace falta cerrar los ojos
porque lo desconocido conoce nuestra historia

Cerrar los ojos y huir
no hace falta

Los artesanos esperan
cuentan argollas
su venganza el silencio
su delirio las trenzas

La india más bella con los ojos rojos me miró por última vez
le compré una pulsera

Cerrar los ojos no hizo falta
todos conocían mi historia
la historia de ellos mismos
lo desconocido
despertándose en la madera del collar



4

Después de un beso tierno en los pies
el algarrobo
a sus raíces como a sus narices
poseso

Después de un coscorrón de fuego
diez horas caminando con la cabeza pelada
ángel leguminoso
tu sombra

Te amamos
porque dos veces al año
te haces flor








El finado

Ya no importa nada
Den abrazo al hijo muerto que no ha vencido
En sano juicio fue vencido.
Den luto en sus corazones y agua miel en el abismo
Un signo zodiacal se dispara
Una estrella temprana se disipa
Vengan a cobijar mi órgano sexual expuesto a la intemperie
Ahora sufro de frío
El tiempo no me visita
Ya no voy a campo abierto
Acúsenme si anduve ebrio por la vida
Anduve enseñando la verga en las iglesias, Madre
Padre, he mentido y mentido
Me abstengo de ideales nuevos
Me encomiendo a las visitas
Sobre mis flores pongan flores y sobre mi nombre colores
Solo acepto condolencias
Me encomiendo a los cumplidos
Si lloran mis mujeres córtenles el vientre y dénselo a los perros
Que ninguna me ha parido
No le crean si alguna de ellas grita en medio del salón:
“Déjenme ir con él. Déjenme ir con él, que el finado alguna vez me entregó su corazón”





Líbranos del mal 

Lo primero que se abrió en el cielo fue la boca de Inti, dejando en libertad un salvaje escupitajo de aves migratorias que juntaban una lira en su vuelo.
¿Cómo podríamos haber predicho en la panza de los neonatos que el fin era en realidad el comienzo en una placenta distinta?
Caminamos torpes bajo la lluvia de fuego por quinientos años, aferrados a la promesa de un nuevo planeta libre de enfermedades mentales como el desamor, y libre de enfermedades tecnológicas como las redes sociales.
Nos aferramos al mar, que espacioso nos recibiría a todos sin importar nuestro pasado.
Nos buscamos las pulgas entre los pelos los unos a los otros y comimos ceniza en las ciudades devastadas.
Cavamos casas en las enormes habitaciones amarillas que los volcanes de dios iban perfilando.
Nada nos preparó para la hecatombe, en medio de nuestro frío emocional y nuestras amadas capitales burbujas de autos maravillas.
Yo, alejado de los otros, empecé a rezar:
Amado vacío, dame cuchillo para tatuar el nuevo día en la cara de cualquier advenedizo.
Amado vacío, el fondo de mi alma esta negro de hollín como las carreteras.
Amado vacío, cubre mis huesos de sol a pesar de mi carne vieja.
En nombre de los cadáveres, de los hijos de los cadáveres y de los espíritus de los cadáveres que rondan la vida de los vivos. 
Amén.





21 CHICAS CON INSOMNIO

(Ciudad de Guayaquil, 04:50 AM)

El único sueño posible es un huésped siniestro en los cogollos que la noche riega / Todavía, en el abandono de su piso adoquinado, Guayaquil arroja cierta luz de oro
Así es como en la madrugada, mientras algún dolor va hincando sus saetas en la carne, se abren los avisperos de un insomnio fecundo
Juntos, los arboles son un inmenso mar de archivos primitivos donde agonizan los pájaros tilingos
Ciertas chicas reaparecen desde otros labios, desde otra proximidad, invertidas al día que se acaba de hacer añicos en la luna
Me pregunto inocentemente ¿Izquierda o derecha? ¿En qué lado de la cama se revuelcan?
Julia está tostando la cordillera de mentiras que se propaga por su cama / Se siente bien si se recoge desnuda
Camila es un esparadrapo / Siente que no se va a despertar jamás con saliva en la mejilla 
Diana le cuenta a la pared que en la mañana, después de dos años en el colegio, el profesor ha recordado su nombre
Grace no parpadea
Laurita está sentada en la ventana rifando su virginidad / El barrio está lleno de albañiles románticos 
"Estoy podrida, estoy podrida": Grita María Gabriela, entre el geranio luminoso, tiznado e intenso.
Nicole es imperfecta / Solo en su propia soledad consigue fuerzas para perdonarse
Que no puede vivir atada a su cuerpo, me susurra Claudia al oído, mientras se va desintegrando
Adolescente, Adriana avienta algunas algas al abismo: Han abierto acuarelas al alba
Mientras lee a Herman Hesse, Martita tiene una alucinación: Los bucles de la danza se agitan violentamente en la habitación de sus padres
La capilla, los acordeones, el muro blanco, la pierna rota, la familia dormida / Todo espanta a Marina
Después de muerta, Alma planea cambiarse de nombre 
A Belén le importa un carajo la falta de intimidad al compartir alcoba con su hermana / La hoja de afeitar dibuja una mandrágora en su pelvis
Susana quisiera poder cantar con alegría mientras su madre inválida le pide que la bañe.
Bertha escucha en silencio: Manantiales de agua caen a la tierra en colosales orines astronómicos 
Mientras se derrite la vela, los padres de Flor se alejan por el claro que marcó el tractor en la cosecha 
Jessica ha interrogado su vientre veinte veces / Nada / Al principio era la manera en que preguntaba apresurada, luego, era solo pereza
Leira se ha vuelto una criatura de polvo / Ansiosa por florecer, dejó que otras rosas se estiren lentamente mientras ella contaba el tiempo
Para Blanca, el suplicio de Descartes: El desamor es plano y reside sobre hombros de elefantes sagrados
No se tomó la pastilla porque su misión era evidente / Liz ha decidido volverse un búho
En el cuarto de Elena, la luz solo penetra por la ventana del corazón / Va enmoheciendo de amor y amanece
Todas las niñas tienen ojeras marcadas y labios sin vaselina como el brocal de un pozo seco / El tiempo ha trasegado un vaho de calma en todas las paredes / Guayaquil sigue arrojando oro a pesar que no existe el sol






Todo lo demás

….y era como si se abriera un hueco en el piso y de esa cloaca salieran las respuestas Hermosura y tolerancia para mis padres infieles Números que representan días para celebrar la unión de elefantes estelares Un hueco en cada pared para meter la cabeza y mirar otro universo No este, que tiene un principio y un final Un hueco que se deja caer sobre las palabras, sobre los números, sobre el amor entre las palabras y los números Debería dibujar un niño triste con miedo a ser abandonado Aquí, donde pululan estos tanques de infantería, el almendro podrido de mi niñez Aquí donde hay un hueco en el piso…. 


…..y era alguien con quien compartir todas esas canciones Yo la tuve en completa armonía con todo lo demás y todo lo demás la tuvo también entre sus largos brazos Todo lo demás era un adorno Todo lo demás era la sombra de los higos en el centro collado Todo lo demás esperó por ella toda la vida y la dejo ir en su muerte Por eso me pica el rostro salpicado de nombres Casa de 3 pisos Escalera en espiral Asunto privado Electrodomésticos Cenas de risas fingidas Todo lo demás era todo eso y todo eso jugaba con sus dedos al principio, cuando aún nada existía y no había alguien con quien compartir todas esas canciones ni todo lo demás…..


…ahora no habita el ímpetu Me cuesta respirar las bodas de otros Dormir plácidamente los sotos quemados Creer en los escalones y no en las escaleras Puedo decir que ahora no habita la fuerza, que está dormida Puedo sentir una ruptura aquí adentro que se vuelve un panal de abejas allá afuera Era alguien a quien podía brindar canciones, una tras otra, como exhalaciones de un camello atrapado en la arena….


….entonces Papá me dijo que nunca sería poeta Nubecita de pies torcidos Cola de papel de azúcar Estrellita gorda que nunca brillará Poesía para maricones Consigue un sueldo Cásate con una niña apellidada Papá mis tormentos Papá mesada Papá cumpleaños Papá libros que no sirven para nada, que no funcionan en el mundo, que no aguantan la devoción del tiempo Yo escribí el poema más bello que era ver crecer un río desde que es brazo de mar y derrite las piedras Yo escribí un poema tuerto cubierto de plumas con patas y pico Gallinazo Poemas de carne con pétalos sobre sus hombros en sagrado cautiverio Papa los aplastó a todos como si fueran hormigas ….


….la infancia no es una happy song


….dicen que todo lo demás se asemeja a un cuento Las brujas, los duendes, los bosques, la nigromancia Que han raptado a la princesa feudal Que los helechos han sido envenenados y los coyotes andan sueltos por la sala El amor se convirtió en la política más vulgar del mundo mientras decrecíamos en las bancas del colegio El amor ruptura, vieja madrina de los borrachos que azotan sus pulmones con gritos de amargura Cada cuento es una repetición eterna de cada romance indebido Amas se repite, lloras se repite, gozas se repite Por eso dicen que todo lo demás es un cuento de brujas…


….el desamor fue llegando y se pego con engrudo Era una persona que podía cantar los villancicos más aburridos del cristianismo y aún así reaparecer con vida en mi memoria Mi blancanieves de pueblo Mi poema bajo la lengua del atardecer Ella merece mis lagrimas, pagar el karma, hablar solo, quedarme sin aire en media calle y caer desde la terraza como un mango amarillo…

…el amor no tiene un happy ending










MOISÉS MORI [10.846]

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MOISÉS MORI

Moisés Mori nació en Cangas de Onís, Asturias, en el año 1950. 
Es profesor de Lengua y Literatura en el Instituto Alfonso II de Oviedo, crítico literario y escritor. 
Preparó la edición de Rebañaduras (1986), volumen de artículos de Rosa Chacel.

Ha colaborado  y ha ejercido la crítica en diarios y revistas como: Archipiélago, ABC Cultural, Ínsula, El Cuaderno, El signo del gorrión, Revista de Libros, Letra Internacional, Hablar/Falar de Poesía, Solaria o Revista de Occidente.

OBRAS DE MOISÉS MORI

Lo inmortal y otros ensayos de literatura (Los Infolios, 1991)
Estampas rusas (KRK, 1997; 2007)
El nombre es lento (Dossoles, 2004)
Voces de Albania. Lectura en falso de Ismaíl Kadaré (Losada, 2006) 
De Büchner a Basarov (KRK, 2007)
Escenas de la vida de Annie Ernaux (Diario de lecturas, 2005-2008) (KRK, 2011)
Arte y romance (KRK, 2013)






Si eres viejo
y tienes gafas
y meriendas bizcocho —¡qué bizcocho!—
en la cafetería,
y tu mujer
—¡qué mujer, qué levadura!—
moja una rebanada en el café
y se chupa los dedos
y las pulseras;
y si (en la cara se te nota)
padeces del corazón
o la sangre apenas circula
(ya se ve que no bebes)
o has superado un trombo
la pérdida del oído
o la muerte de un hijo,
entonces,
mi viejo, mi caricatura
mi infame simulacro,
entonces ¿a qué tomas ese dulce?
¿Qué esperas de la vida?
¿la hora de la merienda?
Y tu mujer —vieja perla de esta estancia—
¿se conforma con relamerse, con ver
la televisión digital
y acordarse de cuando era guapa guapa?
Te contemplo en la cafetería:
la cara colorada, los lentes,
esa inconsciencia
y pienso en mi vida:
tan triste
tan increíble y penosa.
No hay salida —me dices sin querer.
Y yo te creo. Mi rebeldía
es solo vergüenza ajena, amor propio.
Al menos te desprecio. Otra mesa:
una caña, hacer tiempo, mala sangre
picar los cacahuetes (como el mono);
sin embargo no llego
a convencerme
de que escribir versos
ser poeta
—¡qué poeta!—
sea otra cosa
que mojar pasteles
chupar oro, endulzar la píldora.
Intervalo
desgarro
demora
sala de espera
el hocico.
Y risas. Risas.

Arte y romance , 2013






Imagina que eres feliz
que no tienes futuro
ni pasado
que bebes y bailas
y te reúnes a hacer música
                                           con desconocidos
en los bares
que has abandonado a tu familia
sin trabajo
y tu hijo te busca pero no lo encuentras
y tocas la guitarra, percusión
de ritmo endiablado y libre
mestizo, tropical, voluptuoso.
Toda tu vida pende del instante
de la música eléctrica
                                   de tu pelo negro
(tal vez eres negro)
música y vida.

Imagina que has ganado la libertad
del héroe sin culpa
sin ataduras ni carencias
sin cabos ni fronteras
más allá del vacío.
¿Qué eres entonces? Ráfaga sin peso
gas de dolor
conciencia hueca. No eres nada
aliento sin repercusión
todo −y solo− flash y viento.

No suscribes sin embargo esta imagen
dudas
demasiada pompa, me dices,
mucho artificio
renuncias al siniestro trato.
Entonces imagina lo que quieras
suspira
y ponte las zapatillas
con rencor
quéjate del lumbago
lee, lee a Poe
mira a ver a dónde llegas.

Arte y romance , 2013








Jugaba al tenis Pollock.
Ah, no, que no era al tenis.
Jugaba al tenis Ginsberg.
Ah, no, que no era Ginsberg.
Jugaba Rothko al golf.
Ah, no, que no era Rothko.

Alto ahí. Pare. Name-dropping. Basura biográfica. Stop.

Almo reposo.
Melena de campana.
Invidia de las ninfas.
Con sus frescos racimos.
Ay, Panadera.
Y ríase la gente.

Campos de soledad, mustio collado.
Arañas melodiosas.
Quedéme y olvideme.
Buscas a Roma en Roma.
Himno gigante. Trilce. Doña Alda
¿En cuya oreja suena?
Axa, Jaén.

Entonces qué nos vence y nos doblega
qué nos arrastra al (ciego) dédalo
al alfil de Brancusi
y al mester de poesía.
Juego y alma: falacias.
Inteligencia dame. Golf, tenis, voleibol.

No hay huella sin temblor
ni nombre
                  sin dolor
ni amo sin esclavo.
Green y hierro. Clavel y espada.
Lira, laúd. Presencia, sed, aplomo
Carne, humores, rabel.
Trabajo, yoga, capital.

Imagina, si quieres, en inglés.
Imagine.
A Pollock
                  con las manos muy pequeñas
y seis dedos, seis padres, y un as de corazones
estampado en la ingle.
Imagina los trapos de Mark Rothko
los pañuelos
                     de Whitman
las sábanas de Lisi y Juan Ramón
el lecho de Procusto.

Imagine.
Que Celán se ahoga en el Sena
con una espina
que Beuys levanta catedrales
al dios de las cucharas y las enfermedades crónicas
o que Sylvia Plath juega
                                        al tenis
con su bebé (mulato, cholo)
mientras termina el perro de hornearse
y Allen Ginsberg se hunde
entre necios aullidos.

¿No tuvo Juan Ramón siquiera un cocinero?
¿Llegó a manejar Rothko las tarjetas de crédito?
¿el mágico
                   estropajo?
¿Vivía Galatea de moscas y de avispas? ¿de fados
                                                               y de efluvios?
Pues Brecht.
Ah, no que era Brecht.

Y en Roma misma a Roma no la hallas.

Arte y romance , 2013







KARINA RIEKE [10.847]

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Karina Rieke 

Nació en Santo Domingo, República Dominicana, el 23 de octubre de 1971. Periodista, Poeta, pintora y dedicada a la promoción cultural en New York donde reside desde el año 1984. Estudió teatro en Hostos Community Collage con Osvaldo Dragun. Formó parte de los grupos teatrales Nuevo Surcó y Orientación. Graduada de la Universidad de City College con una licenciatura en pintura, fotografía con concentración en cerámica y el uso de la Rueda. También curso estudios de pintura y dibujo en Arts Student League de New York.



Karina Rieke se ha dedicado a la enseñanza de arte, teatro, artesanía y pintura en las Escuelas Públicas y Privadas de la Ciudad de New York.



Es la creadora de la Fundación Dominicana Culturarte de New York Inc., la cual dirige desde el año 2001, y es co-directora de la Schools of the Arts en Washington Heights. Coordinadora de los Encuentros Latinos Culturarte: Forum Vivo de Cultura y Literatura en New York y del Coloquio de Lectores de la misma institución. Iniciadora y promotora de los Retiros-Culturales.



Fundadora del Taller de Escritoras Camila Henríquez Ureña el cual dirige en la ciudad de New York. Es también editora-en-jefe del periódico “Palimpsesto” y en la actualidad completa su maestría en Literatura Creativa en la Universidad de City College en New York, actualmente imparte docencia en el Instituto de Periodismo Digital.






Aunque no Recuerde

 “Soy instante en que poseo todo
la madeja de pensamiento que me sostiene soy.” 
 Jorge Piña


Aunque las remembranzas parecen perdidas
se que algo dejaste en mi.

Busco en tu ausencia
ese recuerdo difundido
que ya no siento
en la soledad.

Anhelo esos momentos
desaparecidos
años después de mi sepulcro.

Sin tí
lejos de ti
mi alma se acaricia
en las memorias
sin recuerdos.

Divago en el momento
que no existe porque sola
yo me enfado.

La muerte sin ti reencarna
en un nuevo ser
sin sentimientos

Aunque no recuerde
cuando ni cómo
te llevaste la última gota
de mi ser
que ahora es sólo tuya
Ladronzuelo.






Quiéreme Grande 

Quiéreme grande
que he inventado mis propias
palabras para referirme al ser
y hablar conmigo misma.

Yo que he dejado de ser
mito en redención,
que he trastornado
toda posibilidad fatal
de nuestro ser.

Para aguantar la caída
en lo desconocido,
en el instante donde el mundo
encarcela mi voz,
en el círculo infinito
de mis particularidades.

Quiéreme grande,
que soy visible ante nuevas
y extrañas peripecias,
yo que he roto conmigo misma
la mitad tu espacio
pues apenas el tiempo
inmediato del fluir ha caído
rehundiendo un nuevo
deshabitado elemento
que me cubre
de tus intereses,
pasiones
y tus  angustias.

Quiéreme grande
que dejé de ser tu complemento
para vivir,
sé una misma realidad.

Yo que soy orgullo
de una oscura noción de culpa,
yo que soy deforme a  la muerte
y vivo con
sólo la conciencia del morir.

Existiendo sólo por un instante
de vida plena.

Quiéreme grande
que no soy carne
que se ignora a si misma,
que no soy materia indiferente
ni rostro impasible,
ni  busco tentativas formas
petrificadas
que oprimen.


Soy punto de partida
trascendencia que implica
ruptura cuando se siente presa
de una imagen que no tiene
ritmo
ni prisa de expansión.

Quiéreme grande
que soy esa mujer
que retrocedió
una
y otra vez
logrando
quebrantar la ley del mundo
para tenerte.

Que soy esa mujer
que con una evidencia casi natural
tocó trasfondo.

Buscando el estallido
de nuestra intimidad.

No me defiendas
para más tarde oprimirme,
que soy mi propia voz
que se niega a ser fruto de
una historia inerte.
  




POEMA EN FUGA 

Respiro mi ser en el poema
En esos breves instantes que Narcisa 
Ahogándome mi espacio 

El poema teje en mis ojos su mirada
Travesía óptica que retoma forma memoria
En su transfigurada obsesión al poseerme

El poema me sigue 
Tentadoramente convida  mis movimientos a la fuga 
Me  transforma en vidente de sus pasos  
Efigie retentiva de los míos

El poema se empeña en seducir mi silencio
Improvisa crónicas quiméricas
Y rasguea reminiscencias de nuestra infancia
Afán estoico por hacernos semejante

El poema soy yo inmutable 
El poema solo es el conmigo   
Andrógeno ser de confusiones
Que certifica, decreta y aprueba mi ser  




Ser de migajas

Soy ese ser de migajas
Que reverdece camino
Indecible a lo infinito
  
Canto de memorias muertas es mi voz
Boca de entorpecida  palidez 
Paladar que revela la falsa de esta lengua

Cuerpo lacerado solo por mis manos
Sumo  de  monturas haciéndose y rehaciéndose en tradiciones simuladas 
Siluetas almacenadas de un cadáver silenciado por la espera
Existencia desplaza por la tarde

Mujer  extraída del viento
Concepción absurda de la noche
Que bebe las horas de su angustiante entrega

Diosa nombrada en  venganza
Resguarda ante la búsqueda vertiginosa
De la insostenible historia que persigue

Hembra  de avenidas estrechas
Por donde deambula la vida
Enflaquecida navaja  de suicida
Que insiste en morir todas sus muertes

Mujer gnosis de los magos
Conciencia repleta de innombrables  palabras
Ideas impasibles de un lánguido discurrió
Exhalando páginas monótonas
Sin latidos
Sencillamente
Escasas de verdades





Dialogo Reflexivo del Silencio

Ángeles rebeldes azotan mi muerte
Ya ofrecida
Un silencio entredicho
Quebranta el equilibrio
Inusitado de mi vida

Reitero mi soledad
Invirtiendo los valores
Pronunciando de  mí ser irreflexible 

Voces inquietas
Siguen resonando en mí

Zozobras de tiempo
Suavemente en mi espacio se arrinconan

Risas inciertas que me anuncian
La misteriosa angustia de estar viva

Reinvento los alientos
Retorno a la falsa protección
Desaparezco en quejidos
Inconmensurables de dureza

Prescindir en el momento
Oportuno
Es pretender vencerme

Consumir la propia vida
Es el dialogo
Reflexivo del silencio
   






Más allá

Más allá
Me pienso entre falsos razonamientos
Voluntad amarrada
Fatalismo propio de los débiles

Cuerpo
Intenso dominio de
Lo que se adivina
Cuando lo vivido se a silenciado

Liberta el motivo
Habitándome
Voces anfibias renacen
Entre mis ecos

Desprendida lengua de vidrio molido
Me nombran
Juicios sintéticos
Paren mi futuro

Y aun
Zonas distraídas
Beben las descargas de
Mis ruinas









Tiempo en espera

Palabras extrañas
Calman esta espera
Dolorosos movimientos
Irrumpan  mi cuerpo
Y me pierdo ante una
Sucesión obligada
Por definir

Oscuridad abstracta
Reposan sobre estas páginas
Sombras geográficas
Se atenúan
Retornándome

Y aun mis palabras
Se pierden
Ante un reflejo
Casi incomprensible
De voces que me nombran
Sin decir nada en este
Tiempo en espera





Subsuelo de mi Aliento

Me pierdo ante mi misma en el
Subsuelo de mi aliento
Confusamente mi alma
Recorre los dolores de esta voz

Y sigo errando entre
Silabas abandonadas que
Entierran y destierran mis pasos

Fuera de mí
Me pienso
Gravitando las Palabras
Inconclusas
Intentando soportarme
Me convierto  en aire

Me alejo de mi misma
Entre estas paginas
Que reposan en mi frente
Ante el asalto del tiempo

Hoy solo soy sombras
De mí patio
Deambulando entre preces
Que desdicen

Pasión en  tinta
Vislumbra los  tormentos e
Incertidumbre de mi boca






  
Espacio Silenciado

Mi voz
Habla con mi voz
Deletreando memorias
Que se evaporan en
Verdades  
Reflejos que nos miran

Entretejidos del Ser
Disponen un murmullo
Seco quieto simétrico
Cerrado a mis oídos

Por eso  hablo con mi vos
Por que no escucha el

Desteje del tiempo
Alfabeto envejecido ante la
Falacia de mi cuerpo
Anulado por la espera

Mi voz
Habla con su voz
Delatando su transmutada
Complicidad que respira
Y se  mira
Sin miradas

Mi voz
Habla con mi voz
Por que ya es de ella

Atenuándose entre si misma
Con palabras precipitadas
Galanteando
Edificando sus espacios
Silenciados





Semejanza de lo Eterno

Tu risa como a un desespero
Arroje a mi alma
Tu lengua angelical
No toca mi cielo y
Solo basta tu sueño
Entre mis voces traicionadas

Espacios  vacíos resguardados
Perdidos entre ritos
Juegos silenciados de
Niña expropiada

Este rostro que finjo
Me lo dice todo

Mis huesos han escrito con su burla
Vergüenza  reclamada
Culpa que mastica el regreso

Mis dedos comparten la profanación
De mis heridas simuladas
Soy la historia de tu lengua
Deslenguada

Hoy  solo me urge
El asombro de mi pena que
Emerge de mis huecos







Confín del Tiempo

Me molesta el viento indigno
El invisible rostro de caricias
Que añeja el semblante
De mi alma 
Que resguardaba en el espejo 
Indescifrable de los años

Me molesta el viento
Me aturde su burla  retadora 
La consistencia  de su voz 
Y el paladar desafinado 
Como grito de trompetas

Me molesta el viento 
Y la enloquecedora energía de sus movimientos
Que ponen en riesgo mi equilibrio
Pericia  de su ser 
Que me estrella
Desafiando mis pasos

Me molesta el viento
Que endurece mi cara
Y deja perpleja mi sonrisa
Protagonista de perniciosos episodios  
Violentos agasajos 
Que atropellan y 
Humillan mi existencia








Pliegue del presente

"No comprendo como el tiempo pasa,
Yo, que soy tiempo y sangre y agonía"
Jorge L. Borges


Soy mil derrotas en mi piel que ya no siento
Los trazos que cubren a mis huesos sus espacios
Soy esa voz sensata del recuerdo 
Que olvida el misterio del tiempo y sus fracasos

Soy tu derrota pliegue del presente
Posición de la noche abochornada
Pesadilla y espanto que se mueven
En la castrada pasión cuando se acaba

Soy el derrumbe de tu riza que agoniza
En el desorden de tus muecas solitarias
Soy el azote de tu piel cuando codicia
La frialdad cancerosa en la mirada

Soy la derrota de mi cuerpo inexistente 
En la obsesión mentira misma del deseo
Trozos de miedo son mis huesos que se pierden
En el rincón del pensamiento que no vuelve

Cicatriz en el poema son mis senos
Que soñaron ser amor y no son nada
La voz y sus zozobras 
Que al final no dicen nada







LUJURIA DEL DESEO

Mujer soy asombro que vive en el poema
Miedo del tiempo 
Mujer vergüenza soy de su desprecio

Que pensara su lengua si rechaza la mía como ajena 
Que pensaran mis años si mueren en cada punto del rechazo
A donde se trasladan los ácidos jugos  de mis labios que 
Desaparecen en la suplica imposible del desprecio

Mis dedos espejos insensatos de mis ganas
Instrumento del orgasmo 
Reaccionando a la sorpresa brevedad de tus caderas

Propicia para el olvido soy
Sola yo me repienso
Sola yo me convierto en el abismo olvido de mi encanto 
Sola yo me vengo 

Mis dedos se cansan 
Mi cuerpo grita y rechaza la frialdad de mis tumbas
Muero 
Y no conozco el punto donde todos perecemos 






CARLOS RAMÍREZ VUELVAS [10.848]

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Carlos Ramírez Vuelvas 

Nació en Colima, México en 1981. Egresado de la licenciatura en Letras y Periodismo de la Universidad de Colima y la maestría en Letras Mexicanas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Facultad de Letras y Comunicación. 

Ha publicado el cuaderno de poesía Calíope (SCC, 2001) y los libros Brazo de sol (SCC, 2002), con el cual mereció el Premio Estatal de Poesía, Cuadernos de la lengua y el viento (en coautoría con Avelino Gómez Guzmán) (2007) y El poeta ebrio y otras tormentas de verano (2007). 

En el 2002 recibió el Premio Estatal de Poesía y un año después la mención honorífica del 35 Concurso Nacional de Poesía Punto de Partida. Además ha sido distinguido con el Premio Estatal de la Juventud 2003 y la beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (1999-2000). Algunos de sus poemas se incluyen en las antologías: Los extremos que se tocan (SCC, 2004), Un orbe más ancho (UNAM, 2005) y La luz que va dando nombre (SCP, 2007).

Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Es director e investigador de tiempo completo en la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima. Ha publicado: Índice de revistas culturales del siglo XX en coautoría con Fernando Curiel y Antonio Sierra García; Regino Hernández Llergo entrevista a Pancho Villa, Notas para el estudio de la historia de la cultura escrita en Colima, Los rostros del héroe en la caverna y Mexican Drugs. Cultura popular y narcotráfico (Premio Caja Madrid de Ensayo, Lengua de Trapo, 2011). Ha sido editor de los libros de Balbino Dávalos: Nieblas londinenses y otros poemas, Musas de Francia y Memorias. Digresiones de un pasado lejano. Autor de los libros de poesía Brazo de sol, Cuadernos de la lengua y el viento, Ruleta Rusa, Calíope baila con el poeta ebrio y Casa de tres patios.





Última balada de John Lenon para Yoko Ono

La luz de ti se aleja porque no soporta el verte

Por qué de mí también te vas mujer
cuando más te amo y dejo en pentagrama cinco líneas de mis venas
Por qué de mí como ceniza que lleva el brazo del aliento del verano
en un campo incendiado por la furia de mis manos
que imagino en la ciudad

Eres lo más oscuro y de ti la luz emigra

Porque viene de ti la enfermedad estoy bendito
de locura o ebriedad que a veces es lo mismo
Por una mancha venérea que la humedad tatuó
si he nacido si amé si estoy herido

Por eso cuando miro en las páginas del tiempo las letras de mi vida
encuentro mi nombre escrito tres veces en un cuerpo femenino
Eres la vida amor la muerte

Y hay días que confundo el sayón de tu piel blanca
con la falda favorita de mi madre
o el vestido rosa que usaba los domingos
para mi padre que olvidó su cinturón
en casa de una peluquera
Otras tardes crecen de tus piernas espléndidos eneros
en los que reconozco las canciones del cimiento del hogar materno

¿Es que cuando te enfadas hablas de mi infancia o sólo de tu sexo?
Tú me has visto cómo es que soy la vibración en tanto llega tu respuesta
como la fruición violenta del que ignora el reposo porque estás cerca
Hay días que tu carne ―siempre en ciernes―
tiene el olor de las agujas y el estaño
Y tus nalgas asemejan una mecedora
donde el sueño dibuja polvorones y tazones de té

Pero digamos que una noche al fin estoy contigo
completamente libre
Complaciente como alguien dispuesto a otorgar su olvido
a cambio de tenerte Oh sapientísima
y desquiciada como una cuerda de guitarra rasgando la garganta
como una cerda enfurecida que destroza mi almohada
Entonces quién por mí podrá cambiar la pesadilla
si muy lejos de ambos la luz emigra

Ah me dueles hasta lo más profundo que un hombre honrado puede soportar a la desgracia
Hasta lo más cercano a mi origen de pies sobre la tierra
Oh dulcísima qué puedo para ti sino una larga balada
en la que el escozor del corazón humano hinche su valor contra el vacío
que cruzan pájaros boreales como bajo un cielo cobrizo
donde bailas desnuda para ordenar el mundo

Sé que tampoco entonces mi vida tendrá algún sentido
y que habrá una lira rota más en el bodegón de casa
Pero así tú sabes la tribu podrá llamarte reina
en este instante y en la eternidad.






Thelonius Monk escucha el aguacero

Es la primera lluvia de junio y el aguacero se llama Thelonius Monk
Lumbre de ébano sobre el fuego blanco del alcohol
El acorde de carmín donde la melancolía asienta el reino
Porque no hay luz más clara y más intensa que aquella
sangrando de las manos de un sabio
Que aquella que de tan negra es la sangre de la luz
Su lamento es una almohada para reposar los huesos cansados del alma
Escucho a Thelonius Monk y cruza la cervical un relámpago de ron
Una infancia con los miembros amputados
Un muñón del que se burlan mis hermanos
Pero que sea dulce el beso de la armonía para saciar la piel erizada del silencio
Que la vida vista sus trajes favoritos como niña
para decirnos que todo es muy sencillo
Porque Monk le teje un abrigo a Nellie
Un pedazo del corazón le deja en piel
con ciertas partes de un crepúsculo de octubre y la pupila de la lluvia
mirándola por dentro
Porque Monk desteje el corazón de Nellie y lo hace delgadísimas notas de música
que penetra y sangra y danza y muelle y lacera
como una nota de piano carcomiéndonos el alma
Para qué preguntar por la rabia en medio de este aguacero
Qué luz podría encontrar el desconsuelo
en un hombre que prepara la entrada de su amada al Infierno
Un bourbon un whiskie una cerveza bastan
Y una trompeta de oro negro vibra y estalla en el cielo
Hay un hombre pudriéndose por dentro
mientras deja huellas de la luz más clara y más intensa
La tormenta se sonroja de su estruendo
Avanza el oscuro tapiz del aguacero
Después la melodía se hace más lenta
Alguien espera el obús para volarse la cabeza.






Agua en la memoria de junio (fragmentos)

I

Qué me dicen las cosas
si corto es su nombre breve.
Se vuelven hacia mí con tantas manos
como si antes de tocarme supieran qué me duele.
Cada elemento de este cuarto me habla en el desierto.
No he de nombrar la tristeza de la fuente
ni he de llenar con sortilegios la palabra,
que sólo mana agua del poema
cuando rompe, labrada de cantera, la frente.
La cosa se arrepiente y deja en el vacío
todo lo que siento. Muerde palabra tu sitio inasible.
Canta para que de nuevo el mundo nos habite.
Que otros den su maldición o ennoblezcan lo que miran,
mía es la memoria de las cosas.
Ahora están vibrando.

II

Pueble de nuevo la fantasía la piel del mundo.
Que se llene otra vez de figuras fantasmales,
con la belleza arrogante de la terrible
y dulce mano de la naturaleza.
Puéblese el camino de música nocturna
porque sagrado es lo primitivo.
No importe la mirada del futuro
ni se nombre la memoria tras cristales.
En toda esencia de las cosas un Dios nos nombre,
que cada instante sea uno.

III

Ah los nombres olvidados en el recuerdo que soy.
Terrestre, terriblemente humano entre las calles,
me acostumbro a no dormir, a llenarme de todo lo que veo,
y no sentir la mesa sino lo que la mesa siente
y escuchar palabras en la ventana habitada por memorias,
penetrada siempre por estaciones y equinoccios.
Porque un día descubrí mi temor a la muerte, con un miedo de montaña,
como una palabra enorme aún no escrita.
Y siento mi corazón tan lleno de todo esto, tan plenamente humano,
que alza su mirada nocturna todos los días para salir de la ventana que soy.
Dejen ahí mi cuerpo, mi nombre. Denme el olvido y el silencio.
Sólo quiero un saludo de porcelana, un rumor ajeno de mariposa,
para levantarme siempre entre el ruido cotidiano.






Intermedio frente al Pacífico

Sentado sobre el farallón donde principia el mundo,
sobre el filón de dientes del mar,
viendo la inmensidad de la ola y la bahía,
el resplandor funesto de la sombra de sal.
Aquí, lejos del manglar, a lengua abierta
del corredor marino, bajo la amenaza del sol,
del estallido azul y del rencor violento del tropel del mar.
El tiempo muerto, la pulcritud del silencio
que recorre al trópioo en invierno.
Haber cantado antes con el colmillo del curricán
prendado a una efigie solar. Haber degustado
todo el acontecimiento de la fauna marina.
El mar inolvidable de la infancia, frenética embestida del que fui.
Ah el que vio anochecer con un dejo de fósforo en la playa.
El que nunca supo del tamaño del miedo, la ostra salina que es la piel,
el derredor lúgubre del estallido.
Y allá, en la orilla, el dedo índice de la nube
escribe un nombre que se parece al mío.
Un río que empieza en la premonición de la muerte
estremece mis pies.
Y vienen cormoranes y gaviotas trazando un aguacero de cristal sobre el cielo.
Las runas del mar son el aposento de la sal y el recuerdo,
dentro de la inmensidad azul que todavía la memoria no puede ahogar.
Y todas las reminiscencias de hembra que guardan las playas.
Por eso, cuando la marea baja, una mujer prepara té de albahaca
y los hombres descienden la frente en señal de luto.
Y el mar se arrepiente de no haber conocido nunca cuerpo de virgen.
La mar como una incisión amarga en la frente de los niños.
Los peces de calor que crecen en el trópico
lamentando su pasmosa densidad de agua sexual.
Y cómo se anticipa el olor salobre de los barcos,
el dolor herrumbre de las pequeñas barcas, de los navíos enormes que habitan
lentamente la piel del agua como tatuajes en la bahía.
Y la vela que atiende el sentido del viento,
como una larga cabellera expuesta en las palmeras,
que aprende el ritmo norte y el vaivén repentino de la soledad.
Cómo no llorar entonces, cómo no recurrir al nombre de una mujer amada,
al cuerpo que una noche fue tormenta en nuestro mar,
a la palabra que no se ha dicho y está ahí, flotando como un presentimiento de muerte.
Y pensar que la nostalgia es una canción aprendida por los marineros antes de nacer,
o una mancha de aceite, la invocación de las ancianas sobre las sábanas de la playa,
entre dunas de oro que un dios benigno puso en la manifestación del llanto.
Y nuevamente el mar sobre la arcilla, sobre el resto de los cocoteros
y en el sudor de los hombres confiados a bien morir.
La insondable soledad recorre nuestros pies
en busca de aquellas piernas de adolescente.
El silencio de la bahía como una costumbre de velorio.
Nuevamente cormoranes cruzan los mares del sur
para escribir por siempre la luz del asfódelo.
La flor del trópico en la boca es la pluma de otra ave
que también ahora llamaremos desasosiego.







Darío

Donde tu nombre es luz boreal para invocar
la fatalidad de la belleza, una oblación envenenada
por la vida. Un ardiente recorrido que principia
al final de las heridas de tu nombre en el camino.
Y nada basta, ni siquiera es suficiente cuando un tambor
anuncia el cortejo de Maligna, irrumpiendo solares
prometidos por la buena e inocente mano de Dios.
Y llega la Maligna con su voz de lijas y su legión
de espasmos y sus metales asesinos, para tatuar
su nombre en la singladura del cuello.

Donde tu nombre acumula noches clandestinas
de caballos de miedo que erizan la piel al viento,
con la yugular embravecida por una hiperestesia
ancestral como el terror humano. Porque viene
al acecho el pánico corriendo soledades terrestres
en dos piernas terribles como la fiebre hepática,
presentida en tus llagas, limpias úlceras del rencor de los días.

Donde desfallece el corazón, trémulo temblor
en la lujuria de unos cuadros sobre la falda marrón.
El cuerpo es una casa vacía, lujuriosa y vacía
donde sólo palpita la lira alerta y luces encendidas
por temor a que venga la Maligna, que siempre llega
con un perfume de premoniciones de rabia en los trenes,
entre accidentes de muchachas que pulverizaron su herencia.

Donde tu nombre es anatema y el oro de Mallorca,
la llave en los sentidos que abre las puertas del infierno, como se abre
el negligé de las piernas abiertas. Como piernas dulces
de las más dulces hembras, de un jueves anclado
en el bar de Verlaine. Pero hay que huir
porque te persigue la culpa de Francisca, un campo
sembrado con cadáveres de niños regados con sed de la Maligna
como un tiro de gracia.

Si tu nombre todo era, por qué no te dejaron morir cuando pediste
la alcoba y el balcón en el hotel de La Habana. Quién putas te salvó
en la casona de Jalapa, donde estaba el cianuro
para calmar el vértigo del hambre de Rosario.
Si tuya era la luz del nombre
que con sangre y sombra escribía siempre
                                                                                       de Maligna también el santo nombre.







Carta a Yeats

Yo también, hermano William Butler Yeats,
contemplo arder la vida con fría precisión de alba
y niebla de diciembre, mientras lentos tragos de coñac
me beben (¿hay otra forma perceptible
de admirar cómo marcan la piel
los granos férreos del tiempo?).

De fondo, adentro y a los lados, un rock and roll
que lamenta el perdido amor –aullidos,
fuegos en el cielo– de fulminante cabellera roja
sobre los hombros que prometía la nieve.

Aquellos pechos ondulantes de signo doble
de interrogación lanzada con la certeza a la segunda
persona de la yugular. La curva alarga el filo
en hoz horizontal de amplias caderas
y un abismo hundido al centro que sabemos
retorna siempre primavera en musgo leve y azafrán.

Yo también, padre Yeats, quisiera para mis días
el poema, y un labriego campesino en mis huesos
que en firme rosa de voluntad pudiera
escribir con versos sus arados, sobre el mármol
bravo, para el homenaje de la buena vida
a cambio de la bendición de la Poesía.






Ulises vuelve a casa con seis postales del vacío

I


En noches como esta
ella ha recorrido los cuatro puntos cardinales
de mi cuerpo con las manos

Así     mientras el frío es premonición de lluvia
                                                                                 Tierra
que huele a tabaco lamido por el llanto
ella ha dejado constancias de verano
                                                    con la punta de los dedos

Ella tejía y destejía el lecho antes de verme

Ella que me conoce
como un mapa trazado con la lengua

Me sabe cúmulo de sombras
                                      0 luz intermitente como estrella

Soy su herencia y el nombre se lo debo

Bajo su lengua vivo y hablo

Pero un día     intuyo
tomará la cosecha y me llamará abandono

Entonces la buscaré                                          en medio de la hoja
hasta que Legión se apodere de mis huesos




III

Alguien ajeno a mí combatió este trabajo / puso en mi cuerpo escamas de sirena / giró mis ojos en la barca de Caronte / Borró música donde escribí destino / Quitó el color / los árboles sembrados / el azogue / cerró los párpados para prohibir la luz / Quebró mi lápiz en tu espalda / Quiso aprender la piel y llamó cementerio a tus miembros de agua / La primera canícula de mayo dejó sentir su odio más interno / Yo cultivé otros huertos / letras que son más letras dulces y más amargas según el sitio de tu cuerpo / para que la rosa en el intestino de la noche / arda y sea ceniza y fruto / en el nombre del día / Mira cómo de tus ojos nace la mitad de eta historia / La otra la guardo yo / entre estas hojas y mis manos.



EDWIN MUIR [10.849]

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Edwin Muir

(Deerness, en las Islas Orcadas de Escocia 1887 - Cambridge, 1959) Poeta británico. Tuvo una difícil infancia en los barrios pobres de Glasgow. Su poesía marca la transición entre el modernismo de Eliot y de Pound y el tradicionalismo insular de los miembros del Movimiento. Su obra poética completa fue publicada en 1952. Es autor de varias novelas, entre las que destaca La marioneta (1927). Realizó las primeras traducciones de Kafka al inglés.

OBRA:

We Moderns: Enigmas and Guesses , under the pseudonym Edward Moore, London, George Allen & Unwin, 1918
Latitudes , New York, BW Huebsch, 1924
First Poems , London, Hogarth Press, 1925
Chorus of the Newly Dead , London, Hogarth Press, 1926
Transition: Essays on Contemporary Literature , London, Hogarth Press, 1926
The Marionette , London, Hogarth Press, 1927
The Structure of the Novel , London, Hogarth Press, 1928
John Knox: Portrait of a Calvinist , London, Jonathan Cape, 1929
The Three Brothers , London, Heinemann, 1931
Poor Tom , London, JM Dent & Sons, 1932
Variations on a Time Theme , London, JM Dent & Sons, 1934
Scottish Journey London, Heinemann in association with Victor Gollancz, 1935
Journeys and Places , London, JM Dent & Sons, 1937
The Present Age from 1914 , London, Cresset Press, 1939
The Story and the Fable: An Autobiography , London, Harrap, 1940
The Narrow Place , London, Faber, 1943
The Scots and Their Country , London, published for the British Council by Longman, 1946
The Voyage, and Other Poems , London, Faber, 1946
Essays on Literature and Society , London, Hogarth Press, 1949
The Labyrinth , London, Faber, 1949
Collected Poems, 1921-1951 , London, Faber, 1952
An Autobiography , London : Hogarth Press, 1954
Prometheus , illustrated by John Piper , London, Faber, 1954
One Foot in Eden , New York, Grove Press, 1956
New Poets, 1959 (edited), London, Eyre & Spottiswoode, 1959
The Estate of Poetry , Cambridge, MA, Harvard University Press, 1962
Collected Poems , London and New York, Oxford University Press, 1965
The Politics of King Lear , New York, Haskell House, 1970





Edwin Muir: Los caballos y otros poemas

Nota preliminar y versiones de Javier Foguet

Muir el orador. El recurso a la mitología griega y cristiana y a la simbología heráldica, poco lucido frente a la renovación imaginativa de los preceptos imagistas y del correlato objetivo, como asimismo la utilización dócil de las formas líricas tradicionales (la balada en primer lugar), son algunas de las particularidades que dejaron a la poesía de Edwin Muir al margen de los intereses principales de su época, manteniéndola alejada del centro de atención del modernismo inglés de comienzos de siglo XX. No cometemos una injusticia si decimos que su obra no fue literariamente renovadora ni restauradora. Muir no era un hombre de vida literaria, sus posiciones estéticas tenían un claro sesgo ético; así, por ejemplo, su reserva hacia la nueva crítica liderada por T. S. Eliot se fundaba en el divorcio que la misma, a su juicio, establecía entre el poeta y el gran público. Probablemente, su excentricidad guarda una estrecha relación con la fuerza que hace perdurable a su poesía.
Muir nació en 1887 y pasó su infancia en distintas granjas en las islas Orcadas, junto a la costa de Escocia. En 1901 la familia se muda a Glasgow, y en un lapso de cinco años a partir de esa fecha Muir pierde a sus padres y a dos de sus hermanos. Basta recorrer a vuelo de pájaro la desnudez actual de las Orcadas –una prolija extensión verde donde no se divisa ni siquiera una mancha urbana– para darse una idea de la intensidad del golpe que pudo haber significado entonces el traslado al paisaje industrial de Glasgow. No es ésa sin embargo la experiencia sobre la que vuelve una y otra vez su poesía. Se diría que el extrañamiento de la sensibilidad de Muir posee una cualidad mucho más enigmática y primitiva, quizá arraigada en la complejidad emocional –mezcla de culpa y necesidad– de la convivencia próxima y cotidiana con el sacrificio de los animales.
El regreso de Muir al paisaje isleño en su poesía de ningún modo significa una huída a las condiciones previas a la caída. Frente a la desgracia reaccionó como pocos hombres son capaces de hacerlo: en lugar de sostener su identidad a partir del retraimiento y la disociación (identificar la fortuna con las condiciones de una sociedad agraria y el derrumbe espiritual con el mercantilismo) amplió su familia hasta identificar su destino con el destino común de los hombres. Es así: su mejor poesía está afinada en la primera persona del plural. Este rasgo de su conducta permite entender su rechazo al uso del scots como lengua poética, ya que la revalorización de lo nativo propugnada por el renacimiento escocés (con MacDiarmid a la cabeza) estaba teñida de un nacionalismo político demasiado restrictivo para el sentimiento expansivo de Muir.
La mayoría de las versiones que aquí presentamos corresponden a lo que Seamus Heaney ha denominado la alternativa de Muir frente al cántico métrico. En estos poemas –pienso sobre todo en Los caballos, Una tierra difícil, El laberinto, tres de sus obras más famosas– más que desplegar las dotes de un versificador, Muir pone en juego la habilidad y los recursos de un orador. De hecho, si bien es posible encontrar el rastro del pentámetro yámbico, funcionando como apoyo en un vaivén a veces sin equilibrio, el ritmo de los poemas se encuentra dominado no por la regularidad acentual del verso, sino por la dirección y la longitud de la línea semántica y musical:

Pero si ahora hablaran,
Si repentinamente hablaran otra vez,
Si al dar el mediodía una voz nos hablara,
La ignoraríamos, no la dejaríamos traer
Ese malvado mundo que de un trago
Engulló vivos a sus niños. Ya no lo toleramos.

A menudo, una sola oración se prolonga y ramifica a lo largo de muchos versos. En las pausas y descansos intermedios el tono se mantiene o baja apenas un intervalo, pero en cada recomienzo la frase gana un nivel de intensidad guiando de ese modo con firmeza la atención hasta la cadencia final. Decir que el ritmo está marcado por la entonación no es una vaguedad: en el lenguaje, los aspectos rítmicos y tonales no son fácilmente distinguibles y cumplen funciones equivalentes. Las sílabas agudas señalan tanto una cúspide intensiva –un tiempo fuerte– como una determinada altura musical, en general un intervalo de tercera más arriba que las sílabas átonas; la expresión y la inteligibilidad de una idea puede completarse a partir de una pausa –elemento rítmico– o bien gracias a un brusco descenso del tono musical. La rima misma, aspecto esencialmente melódico de la poesía, presenta un innegable valor rítmico al producir una súbita aceleración y un acompasamiento “retrospectivo”.
Las dotes de un orador, esto es, la sabia disposición de tensiones y distensiones que mantienen cautivo el ánimo del auditorio. Muir no es un poeta de imágenes veloces y fulgurantes. Su lenta construcción imaginativa pocas veces tiene como resultado una figura nítida. En cambio, la morbidez de la modulación es su punto fuerte, ya que ella entra en resonancia con el rasgo más sobresaliente de los poemas: ese indefinible clima de extrañeza que mencionamos antes y que contiene simultáneamente la percepción de la promesa y la inminencia del límite, o como dice Heaney, “Esta aprehensión de armonías rotas, de la entrada de la contradicción a la vida, [que] es lo que esperamos del arte más alto, y lo esperamos tal como se manifiesta aquí, no como una gran acumulación de datos negativos, no como un asalto intempestivo de malevolencia, sino como una intuida, amenazante presión de la realidad, un verdadero sopesar las cosas tal como se las teme contra las cosas tal como se las desea.” Dos representaciones elementales y diversas (que Muir resumió en los términos que dan título a su autobiografía: la historia y la fábula) cohabitando simultáneamente en una sensibilidad exaltada, he ahí el origen del núcleo afectivo que tiñe toda su obra.
Strangeness, strange, son vocablos muy usados por Muir, y en su sistema simbólico se asocian tanto a la aridez como al encanto. Esa familiar extrañeza es el resultado de la falta de predominio de una representación sobre la otra. La  dualidad persistió siempre en el corazón de Muir, y ni siquiera fue superada a partir de su progresiva y lenta conversión al cristianismo. Por eso mismo las palabras de “Muir el orador” logran eludir el aspecto de un sermón; no hay en ellas (aunque a veces sí lo hay) el rastro distinguible de un “mensaje”, sino la complejidad casi oracular de la poesía.






Los caballos

Cumplido un año del letargo
En que sumió al mundo la guerra de los siete días,
Hacia el atardecer llegaron los extraños caballos.
Para entonces habíamos pactado con el silencio,
Pero era tal la calma de los primeros días
Que nos oíamos respirar y sentíamos miedo.
En el segundo día
Nuestras radios fallaron; probamos las perillas; sin respuesta.
El tercer día un barco de guerra avanzó con rumbo norte:
Pilas de muertos sobre la cubierta. En el sexto
Un avión nos sobrevoló y cayó en el mar. Después de eso:
Nada. Las radios mudas; sin embargo
Continúan en nuestras cocinas
Y, quizá, continúan encendidas en un millón de salas
A lo largo del mundo. Pero si ahora hablaran,
Si repentinamente hablaran otra vez,
Si al dar el mediodía una voz nos hablara
La ignoraríamos, no la dejaríamos traer
Ese malvado mundo que de un trago
Engulló vivos a sus niños. Ya no lo toleramos.
A veces pensamos en naciones que duermen
Acurrucadas, cegadas por el sufrimiento
Y ese pensamiento nos sorprende con su frialdad.
Nuestros tractores yacen en los campos. De noche
Semejan húmedos monstruos marinos que aguardan.
Los dejamos allí a que se oxiden:
“Se desintegrarán hasta volverse abono”.
Los bueyes tiran nuestros olvidados arados.
Hemos regresado a una vida
Anterior aun a la de nuestros padres.
                                                          Y luego aquella tarde,
Avanzado el verano, vinieron los extraños caballos.
Oímos un lejano repique en el camino
Que se profundizaba. Paró, empezó otra vez
Y al llegar a la esquina retumbó como un trueno.
Entonces vimos sus cabezas,
Una ola salvaje que arremete, y tuvimos miedo.
Tiempo atrás los habíamos vendido
Para comprar tractores nuevos. Ahora nos resultaban
Corceles legendarios en un escudo antiguo
O ilustraciones de un libro de Caballería.
No tuvimos valor para acercarnos. Ellos esperaron
Obstinados y tímidos, como si un mandamiento
Primario los enviara a buscar nuestro hogar
Y la arcaica amistad hace tiempo perdida.
En un primer momento no se nos ocurrió
Que eran criaturas para ser poseídas y usadas.
Había unos seis potros junto a ellos
Criados en la desolación del mundo,
Pero lozanos, como si vinieran de su propio Paraíso.
Desde entonces soportan nuestras cargas, tiran nuestros arados:
Esa libre servidumbre aún desgarra nuestro corazón.
Nuestra vida ha cambiado; su llegada, nuestro comienzo.





The Horses: Barely a twelvemonth after/ The seven days´ war that put the world to sleep,/ Late in the evening the strange horses came./ By then we had made our covenant with silence,/ But in the first few days it was so still/ We listened to our breathing and were afraid./ On the second day/ The radios failed; we turned the knobs; no answer./ On the third day a warship passed us, heading north,/ Dead bodies piled on the deck./ On the sixth day/ A plane plunged over us into the sea. Thereafter / Nothing. The radios dumb; / And still they stand in corners of our kitchens,/ And stand, perhaps, turned on, in a millon rooms/ All over the world. But now if they should speak,/ If on a sudden they should speak again,/ If on the stroke of noon a voice should speak,/ We would not listen, we would not let it bring/ That old bad world that swallowed its children quick/ At one great gulp. We would not have it again./ Sometimes we think of the nations lying asleep,/ Curled blindly in impenetrable sorrow,/ And then the thought confounds us with its strangeness./The tractors lie about our fields; at evening/ They look like dank sea-monsters couched and waiting./ We leave them were they are and let them rust:/ “They ´ll moulder away and be like other loam”./ We make our oxen drag our rusty ploughs,/ Long laid aside. We have gone back/ Far past our fathers’land. / And then, that evening/ Late in the summer the strange horses came./ We heard a distant tapping on the road,/ A deepening drumming; it stopped, went on again/  And at the corner changed to hollow thunder./We saw the heads/ Like a wild wave charging and were afraid./ We had sold our horses in our fathers’ time/ To buy new tractors. Now they were strange to us/ As fabulous steeds set on an ancient shield/Or illustrations in a book of knights./ We did not dare go near them. Yet they waited,/ Stubborn and shy, as if they have been sent/ By and old command to find our whereabouts/ And that long-lost archaic companionship./ In the first moment we had never a thought/ That they were creatures to be owned and used./ Among them were some half-a-dozen colts/ Dropped in some wilderness of the broken world,/ Yet new as if they had come from their own Eden./ Since then they have pulled our ploughs and borne our loads,/ But that free servitude still can pierce our hearts./ Our life is changed; their coming our beginning.






Me instruyeron

Me instruyeron los sueños y fantasías
Aprendidos de amables y oscuros fantasmas
Y obtuve gran saber y cortesía de los muertos,
Hermanos y hermanas, ancestros y amigos
Pero principalmente de los dos
Que me dieron la vida.
Aprendí y bebí el bien inagotable
De estas fuentes cuyos rastros
Impiden a mis pasos extraviarse
Hacia el fatal sendero
Que lleva al laberinto fascinante
Donde todo fulgura y los destellos
Consumen y resecan
El fruto saludable.
Me he nutrido, en fin, del tiempo que despoja
Y deja cada cosa en su justo lugar
Imagen del siempre
Único y total.
Y ahora que el tiempo se acorta, percibo
Que la poesía de Platón es cierta,
Y que estas sombras son proyecciones
De la verdad.  




I have been taught: I have been taught by dreams and fantasies/ Learned from the friendly and the darker phantoms/ And got great knowledge and courtesy from the dead/ Kinsmen and Kinswomen, ancestors and friends/ But from two mainly/ Who gave me birth.//  Have learned and drunk from that unspending good/ These founts whose learned windings keep/ My feet from straying/ To the deadly path // That leads into the sultry labyrinth/ Where all is bright and the flare / Consumes and shrivels/ The moist fruit. // Have drawn at last from time which takes away/ And taking leaves all things in their right place/ An image of forever/ One and whole.// And now that time grows shorter, I  perceive/ That Plato´s is the truest poetry,/ And that these shadows/Are cast by the true.
  





Los ausentes

Ellos no están aquí. Y nosotros, nosotros somos Otros,
Marchamos sin estorbos bajo el sol
Que brilla tan sólo para nosotros.
Porque no están aquí
Y sabemos de ellos a través de la ausencia
Que se infiltra y nos cubre
Desde que aquí no están.
Ahora, en este reino de ocio veraniego
Donde extasiados por el sol soñamos
Y erramos olvidados de la luz
Y en el aire nos disipamos?
Es la ausencia quien nos acoge.
No tenemos contacto, nuestras almas
Vuelan hacia la ausencia en torno a nosotros
Porque somos los Otros.
Y lloramos a Aquéllos que no están con nosotros
Sin saber si nos duele o si es nuestro el dolor
Que sobrepasa todo pensamiento, memoria o duelo.
Lloramos por la pérdida de lo que no tuvimos,
Los anónimos, los desconocidos
Los que en su ausencia están siempre junto a nosotros
(Junto a nosotros, herederos, usurpadores
Que claman por el sol, por el reino del sol)
Sin saber que dolor y soledad
Traigan quizá una bendición sobre nosotros.




The Abscent: They are not here. And we, we are the Others/ Who walk by ourselves unquestioned in the sun/ Which shines for us and only for us./ For They are not here./ And are made known to us in this great absence/ That lies upon us and is between us/ Since They are not here./ Now, in this kingdom of summer idleness/ Where slowly we the sun-tranced multitudes dream and wander/ In deep oblivion of brightness/ And breathe ourselves out, out into the air-/ It is absence that receives us;/ We do not touch, our souls go out in the absence/ That lies between us and is about us./ For we are the Others,/ And so we sorrow for These that are not with us,/ Not knowing we sorrow or that this is our sorrow,/ Since it is long past thought or memory or device of mourning,/ Sorrow for loss of that which we never possessed,/ The unknown, the nameless,/ The ever-present that in their absence are with us/ (With us the inheritors, the usurpers claiming/ The sun and the kingdom of the sun) that sorrow/ And loneliness might bring a blessing upon us.






Merlin

Querido mago en tu guarida
Oculta en el diamante
Del día ¿habrá un cantante
Cuya voz sea capaz
De borrar el rastro que Adán
Dejó en la tierra y en el mar?
¿O un corredor más rápido
Que la alargada sombra de los hombres
Que se abra paso en la memoria
Para colgar del árbol la manzana?
¿Nos mostrará tu magia
La novia que duerme en su habitación,
El día envuelto en un monte de nieve,
El tiempo recluido en su prisión?




Merlin: O Merlin in your cristal cave/ Deep in the diamond of the day,/ Will there ever be a singer/ Whose music will smooth away/ The furrow drawn by Adam’s finger/ Across the meadow and the wave?/ Or a runner who’ll outrun/ Man’s long shadow driving on,/ Break through the gate of memory/ And hang the apple on the tree?/ Will your magic ever show/ The sleeping bride shut in her bower,/ The day wreathed in its mound of snow/ And time locked in his tower?






La tierra difícil

Es una tierra difícil. Las cosas se malogran
Sin importar en ellas cuánto empeño pongamos.
El grano muere, la maleza crece con vigor
El sol, la lluvia, el frío están contra nosotros:
Se diría que el mal flota en el mismo aire.
En verano crecidas, en invierno sequías.
Nuestros campos: kilómetros de un suave polvo estéril.
En engañosos días grises que auguran agua
Preparamos los bueyes, salimos al arado
Envueltos de una nube ocre,
El polvo que se eleva y cae tras de nosotros
Asentándose lenta y dulcemente.
Esos días la propia tierra parece triste y sin sentido.
Y cuando el día siguiente el sol arde con fuerza
Apretamos los puños y pateamos el suelo enfurecidos.
Tenemos sueños raros: de pie al alba
Miramos la deriva plateada de los astros
Convertirse en una flota de mirlos.
Y una vez en la vida, a inicios del verano,
Cuando el campo está tierno, llegan hombres de afuera
Que pisan el maíz y matan nuestros animales.
Sabemos de estas cosas; y con suerte o gobierno
Las superamos o sufrimos si tenemos que hacerlo.
Somos un pueblo. Estirpe y lengua nos sostienen,
Los ritos y costumbres ancestrales, el techo y los árboles,
Las canciones de nuestros triunfos y derrotas
(Fugaces por igual), continuidad del grupo y del fogón,
Nuestros nombres y vocación, el trabajo, el ocio y el sueño
Y algo que fue vencido pero que aún resiste.
Todo esto nos sostiene. Sin embargo hay momentos
En que identidad, nombre y aun las manos nuestras
Que trabajan a ciegas, se nos tornan odiosas
Y con gusto nos libraríamos de su carga
Para ingresar en nuestra noche por la puerta del trigo
Y el leve velo de la hierba (dejando atrás
Nombre, cuerpo, país, lengua, vocación, fe)
Hasta reunirnos con el secreto de una tierra
Abierta por arados perdidos en el tiempo.
Hemos tenido horas así que dejamos atrás
Gracias a rostros de bondad, gestos de fe en el dolor,
Y honestidad, coraje, cortesía, fidelidad,
Y al amor que perdura una vida. Y a los campos,
El mercado, la granja y el granero; otoño y primavera
(Pues podemos amar el circuito inhumano
De estaciones errantes) y a los muertos
Que en nosotros –en su lugar– se alojan
Desconocidos y extrañados. Porque ¿cómo podríamos
Dar la espalda a la última, demorada mirada moribunda
Que vuelve del otro lado del tiempo?
¿Y cómo avergonzar a los que viven y ofender a los muertos
Con este desaliento? ¿Cómo abstenernos del amor?
Es un país difícil, y es nuestro hogar.




The difficult land: This is a difficult land. Here things miscarry/ Whether we care, or do not care enough./ The grain may pine, the harlot weed grow haughty,/ Sun, rain, and frost alike conspire against us:/ You’d think there was malice in the very air./ And the spring floods and summer droughts: our fields/ Mile after mile of soft and useless dust./ On dull delusive days presaging rain/ We yoke the oxen, go out harrowing,/ Walk in the middle of an ochre cloud,/ Dust rising before us and falling again behind us,/ Slowly and gently settling where it lay./ These days the earth itself looks sad and senseless./ And when next day the sun mounts hot and lusty/ We shake our fists and kick the ground in anger./ We have strange dreams: as that, in the early morning/ We stand and watch the silver drift of stars/ Turn suddenly to a flock of black-birds flying./ And once in a lifetime men from over the border,/ In early summer, the season of fresh campaigns,/ Come trampling down the corn, and kill our cattle./ These things we know and by good luck or guidance/ Either frustrate or, if we must, endure./ We are a people; race and speech support us, Ancestral rite and custom, roof and tree,/ Our songs that tell of our triumphs and disasters/ (Fleeting alike), continuance of fold and hearth,/ Our names and callings, work and rest and sleep,/ And something that, defeated, still endures –/ These things sustain us. Yet there are times When name, identity, and our very hands,/ Senselessly labouring, grow most hateful to us,/ And we would gladly rid us of these burdens,/ Enter our darkness through the doors of wheat/ And the light veil of grass (leaving behind/ Name, body, country, speech, vocation, faith) And gather into the secrecy of the earth/ Furrowed by broken ploughs lost deep in time.// We have such hours, but are drawn back again / By faces of goodness, faithful masks of sorrow, Honesty, kindness, courage, fidelity,/ The love that lasts a life’s time. And the fields,/ Homestead and stall and barn, springtime and autumn./ (For we can love even the wandering seasons/ In their inhuman circuit.) And the dead/ Who lodge in us so strangely, unremembered,Yet in their place. For how can we reject/ The long last look on the ever-dying face/ Turned backward from the other side of time?/ And how offend the dead and shame the living/ By these despairs? And how refrain from love?/ This is a difficult country, and our home.






Entonces 

Entonces no hubo hombres ni mujeres
Sino la carne sola,
Sombras enfurecidas luchando en las paredes
Que de a ratos liberan un quejido
A través de la cal y de la piedra
Y sudan como madera de pino
Algo que parece pero no es sangre.
Con cada nueva gota
Deja el muro una sombra.
Todo se calma
Hasta que otra se alista,
Lucha e imprime su marca de sangre en la pared.
Y eso es todo, la sangre lo es.
De haber mujeres habrían llorado
La pobre sangre indeseada, sin dueño,Blanca como una frase que se olvida.
El muro está embrujado
Por mudas maternales presencias que al gemir
Agitan y estremecen la pared y las sombras
Como si la violencia de la muerte fuera a morir.




Then  There were no men and women then at all,/But the flesh lying alone,/ And angry shadows fighting on a wall/ That now and then sent out a groan/ Buried in lime and stone,/ And sweated now and then like tortured wood/ Big drops that looked yet did not look like blood.// And yet as each drop came a shadow faded/ And left the wall./ There was a lull/ Until another in its shadow arrayed it,/ Came, fought and left a blood-mark on the wall;/ And that was all; the blood was all./ If there had been women there they might have wept/ For the poor blood, unowned, unwanted,/ Blank as forgotten script./ The wall was haunted/ By mute maternal presences whose sighing/ Fluttered the fighting shadows and shook the wall/ As if that fury of death itself were dying.






No hay nada aquí

No hay nada aquí que pueda tomar entre mis manos.
El arado, las riendas del caballo, los campos,
Quedaron atrás, fuera de mi alcance.
Pero aún llevo conmigo la arcilla y el intenso olor
A ganado, boñiga y turba, y sobre todo
El sabor en mi boca de un trago de aguardiente.
Estoy hecho para estas cosas. Devuélvanme.
Ni siquiera se puede encontrar una sombra aquí.
¿Cómo vivir sin sombra ni sustancia?
¿Me trajeron porque obedientemente
Leí la Biblia los domingos
Y me dormía durante el sermón? Cumplía mi deber.
Pero al anochecer
Llevaba a los muchachos a través del estrecho
A buscar compañeras en otras islas. ¡El verano!
¿Cómo podría vivir sin verano? Y los fardos de trigo
Que parecían tumbas amarillas bajo la luna
Tan bonitas y extrañas y tristes al atravesarlas
Para ir a charlar a la choza con un amigo:
Historias de otros tiempos, anécdotas curiosas
Que podría contarles…Y después
Deambularíamos entre las granjas
Visitando muchachas, hasta entrar
Por una ventana entre muchas hasta el amanecer.
Pero no es charla para este lugar. Y todavía pienso
En el atardecer después de un largo día de trabajo…




There’s nothing here // There’s nothing here I can take into my hands./ Oh, for the plough stilts and the horses’s reins,/ And the furrows running free behind me./ The clay still clings to me here, and the heavy smell/ Of peat and dung and cattle, and the taste of the dram/ In my mouth, the last of all./ These things are what I was made for. Send me back./ There is not even a shadoe here. How can I live/ Without substance and shadow? Am I here/ Because I duly read the Bible on Sundays/ And drowsed through the minister’s sermon? I knew my duty./ But in the evening/ I led the young lads to the orra lasses/ Across the sound to the other islands. Summer!/ How can I live without summer? And the harvest moon/ And the stooks that looked like little yellow graves, so bonny/ And sad and strange, while I walked through them/ For a crack with Jock at the bothy: old-farrant stories/ He had, I could tell you some queer stories. And then we woul dander/ Among the farms to visit the lasses, climb/ Through many a window till morning. But that’s no talk/ For this place. And then I think of the evenings/ After the long day’s work…
  





El laberinto

Desde el día en que pude salir del laberinto,
Turbado por el eco de sus altos pasillos,
De tantos recovecos que temí
Encontrarme a mi mismo al doblar una esquina,
A mí o a mi fantasma, pues nada fue real
Una vez que dejó de crujir la hojarasca
Bajo el peso del toro caído a mi lado,
Y yo manchado en sangre, no podría decir si vivo o muerto,
En el vacío del crepúsculo (¿era
Una sombra que busca su cuerpo en los caminos
Intrincados del Hades?) – desde que salí al mundo,
Y vi las breves flores en los campos antiguos,
Los renuevos brillantes de los árboles, las colinas, el mar,
Y todo en movimiento bajo el cielo,
Pastores y rebaños, pájaros, y los jóvenes y ancianos
(Miré asombrado a jóvenes y ancianos,
Porque en el laberinto el tiempo no existía;
Me extravié, al parecer, más allá de estaciones y de soles
Más allá del reposo, del tránsito, del cambio,
Ya que no podía decir, en fin,
Si estaba quieto o si me desplazaba; el laberinto mismo
Girando sobre su eje misterioso
Me arrastraba hacia su contrario dócilmente:
El adorable mundo) – desde que al fin salí,
Hay momentos en que aún escucho el eco
De mis pasos en esas galerías, y en que todo, las rutas
Que corren a lo largo del bullicio del mundo
Y se unen y separan, y salas que se abren
A otras salas –siempre una sala más–,
Y escaleras, pasajes y antecámaras
Que vacías esperan alguna gran audiencia,
La estela en el mar que se abre y se cierra,
Rastros indescifrables, escondidos,
Senderos en la tierra, túneles subterráneos,
Y en el aire la huella de los pájaros – todo
Parecía parte del gran laberinto. Y luego, de repente,
Me encuentro enceguecido, casi me echo a correr
Como si el laberinto me siguiera
Y fuera a darme alcance. Pero tranquilizándome
Me digo: “No te apures. No hace falta.
Te hallas en tierra firme, las rutas se abren libres frente a ti.”
Y mi genio maligno se burla: “Es cierto, no te apures.
No hay necesidad de ello. Partir, permanecer,
Da igual en este mundo ya que no existe una salida,
No hay lugar adonde ir, y tu terminarás donde te encuentras,
Sumergido en el centro del laberinto inacabable.”

Yo no puedo vivir si esto es verdad.
Es un mundo posible, tal vez; pero hay otro.
Ya que en un sueño o trance vi a los dioses
Cada uno sentado en la cima de sus islas-montañas
Mientras pequeños barcos navegan a sus pies,
Y en los puertos pululan multitudes,
Y los pastores llevan sus rebaños al campo,
Y prosiguen las fiestas, cumpleaños y nupcias,
La siembra y la cosecha, vida y muerte,
Todo aceptado y dentro de los planes,
Claro y seguro como en un sueño límpido.
Pero los dioses, como grandes nubes brillantes
Que flotan sobre el mar sereno,
Mantienen a través de los estrechos, en un tono tranquilo,
Un infinito diálogo pacífico
Donde todo se trama y nuestras vidas
Son un profundo acorde en ese diálogo,
La entonación sencilla de palabras en orden,
Sílabas espontáneas que le dan cuerpo al mundo.

Este es el mundo real; lo toqué alguna vez
Y ahora lo recordaré por siempre.
Pero el engaño, el laberinto, el resto
Bruto de la simulación, las rutas
Que corren sin hallar nunca un final,
Por el error tapiadas; de todo ello no me habría escapado
Si mi alma no tuviera alas de pájaro para volar.

Hondas como la vida son estas decepciones.
Anoche tuve un sueño: volvía al laberinto,
Y despertaba lejos. No reconocía el lugar.




The Labyrinth: Since I emerged that day from the labyrinth,/ Dazed with the tall and echoing passages,/ The swift recoils, so many I almost feared / I’d meet myself returning at some smooth corner, / Myself or my ghost, for all there was unreal / After the straw ceased rustling and the bull / Lay dead upon the straw and I remained, / Blood-splashed, if dead or alive I could not tell / In the twilight nothingness (I might have been / A spirit seeking his body through the roads / Of intricate Hades ) — ever since I came out / To the world, the still fields swift with flowers, the trees / All bright with blossom, the little green hills, the sea, / The sky and all in movement under it, / Shepherds and flocks and birds and the young and old, / (I stared in wonder at the young and the old, / For in the maze time had not been with me; / I had strayed, it seemed, past sun and season and change, / Past rest and motion, for I could not tell / At last if I moved or stayed; the maze itself  / Revolved around me on its hidden axis / And swept me smoothly to its enemy, / The lovely world) — since I came out that day, / There have been times when I have heard my footsteps / Still echoing in the maze, and all the roads / That run through the noisy world, deceiving streets / That meet and part and meet, and rooms that open / Into each other — and never a final room- / Stairways and corridors and antechambers / That vacantly wait for some great audience, / The smooth sea-tracks that open and close again, / Tracks undiscoverable, indecipherable, / Paths on the earth and tunnels underground, / And bird-tracks in the air — all seemed a part / Of the great labyrinth. And then I’d stumble / In sudden blindness, hasten, almost run, / As if the maze itself were after me / And soon must catch me up. But taking thought, / I’d tell myself, “You need not hurry. This / Is the firm good earth. All roads lie free before you.” / But my bad spirit would sneer, “No, do not hurry. / No need to hurry. Haste and delay are equal / In this one world, for there’s no exit, none, / No place to come to, and you’ll end where you are, / Deep in the centre of the endless maze.” / I could not live if this were not illusion. / It is a world, perhaps; but there’s another. / For once in a dream or trance I saw the gods / Each sitting on the top of his mountain-isle, / While down below the little ships sailed by, / Toy multitudes swarmed in the habours, shepherds drove / Their tiny flocks to the pastures, marriage feasts / Went on below, small birthdays and holidays, / Ploughing and harvesting and life and death, / And all permissible, all acceptable, / Clear and secure as in a limpid dream. / But they, the gods, as large and bright as clouds, / Conversed across the sounds in tranquil voices / High in the sky above the untroubled sea, / And their eternal dialogue was peace / Where all these things were woven, and this our life / Was as a chord deep in that dialogue, / As easy utterance of harmonious words, / Spontaneous syllables bodying forth a world. // That was the real world; I have touched it once, / And now shall know it always. But the lie, / The maze, the wild-wood waste of falsehood, roads / That run and run and never reach an end, / Embowered in error — I’d be prisoned there / But that my soul has birdwings to fly free. // Oh these deceits are strong almost as life. / Last night I dreamt I was in the labyrinth, / And woke far on. I did not know the place.




http://hablardepoesia.com.ar/numero-22/edwin-muir-los-caballos-y-otros-poemas/


GUSTAVO OSORIO DE ITA [10.853]

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Gustavo Osorio de Ita 

Nace en Puebla, México en 1986. Obtuvo el Premio Filosofía y Letras, de la BUAP, en el área de Poesía en 2008. 
 El Consejo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla ha publicado el primer poemario de Gustavo Osorio de Ita (Puebla, 1986), Bonapartes. Se trata de una suerte de monólogo dramático à la Carol Ann Duffy que con lirismo y una sintaxis que va proponiendo pequeños asombros y reformula el universo de Napoleón. Gustavo Osorio de Ita también hace crítica literaria y traduce del francés y del inglés. 





El box y ella


I

Mis ansias
tropel de mis puños
congregados a golpes
por volver a ti:
a tu cama
a tus dientes
a tus manos.
Tú,
única estratega,
conoces el trocamiento
de mis batallas en pasiones
de mis victorias en sexo violento.


II

Debo guardarme
y hacer acopio de energías:
más tarde,
cuando acabe en esta lona,
y salga por la puerta grande
me esperan doce rounds de sombra
con Francisca
buscando quitarme el título
de campeón del mundo
en pesos completos.


III

Aquí mis manos me explican:
yo soy lo que puedo
lo que peleo
lo que aguanto.
Allá,
bajo tu boca,
siento que no puedo y
resisto un poco menos
de lo que desearía.

Contigo sé que puedo desgastarme,
caer rendido
y mis manos nada te dirán ya.

Entonces
si es imposible ganar hoy
lograr esta victoria
prefiero guardar mis manos
ocuparlas en otras batallas
y hoy juntarlas frente a ti
por adelantado.


IV

Carajo
Si vi venir los golpes,
el baile, su ritmo,
un paso cruzado,
su guardia cansada bajando.
Lo juro lo vi
vi todo
todo bien medido y pensado,
salvo a ti en su esquina
y al final
tu mano en su puño levantado.
Carajo eso no lo vi venir.






Paternitas


I

Y pensar que mi padre me decía marica:
“Ya no salte la cuerda
o le pongo falda”
Hoy brinco
-más alto que nunca-
y el pendejo ese
no aguantaría un round
sobre mi lona.


II

Siempre te recuerdo
diciendo que llorar
era cosa de mujeres, de cobardes.
Hoy nadie en mi esquina,
a diferencia de ti padre,
distingue sudor de lágrimas.
Aquí todos me piensan valiente.


III

Este punto delgado y fino
oculto en su distancia
es terno
cuando en los tres
parapetados minutos eternos
siento caer mi escudo
e imposible franquear su confianza
desisto.
Todo porque el nunca escuchó de ti
ni ha sido tu hijo madre.


IV

De tanto no sentirte y
acabándome a acostumbrar a tus negativas
puedo hoy aguantarlo todo.
Así
gracias a tu cruel indiferencia
no existe un golpe demasiado fuerte
y seré campeón del mundo madre.







Soledad y ocaso


I

Tiempo después,
campeón del mundo y
cargado en hombros,
se le vio sonriente
en fiestas públicas y televisión.

Parecía feliz.

Para sí
lloraba de tristeza,
de rabia enconada,
pues en la cima
más gallo que cualquiera
no se le dio nunca un contrincante
tan perro e iracundo
como su sombra.


II

No me pidas muerte,
solo quiero un día más.
Quiero morir como he vivido:
mañana, sobre la lona y a golpes.
Por favor no me encuentres aquí
desnudo y encima de ella,
no me fulmines de un infarto.
Así no.


III

Sentí después mis puños derribarlo todo
y mis pies ligeros bailando.
Escuché los gritos y mi aliento
que silbaba tranquilo.
Vi sus ojos con miedo y mi guante levantado

Fuí enorme.

Así todos los sueños
con la cabeza tendida en la lona
suelen ser blandos.


IV

Haré un cálamo de
mis puños voladores
a su rostro y torso
cuando coro de mi nombre,
en la tribuna que imagino
llegará algún viernes,
se levante.

Hoy danzo en las sombras.









DE BONAPARTES



I

[NOMBRE]


Llamadme con los nombres del miedo y la venganza
con las letras que truecan
la dicha en muerte
Llamadme
agotad mi nombre entre las bocas
del que teme
del que tiembla y confundido
repite tres sílabas ocho letras
un nombre en labios ya de nadie

Pues nadie es quien me nombra
y todos saben ya
de la furia en Napoleón.






2.

Vuelve aquel que prometió una conquista inmensa.
Su tropa mermada lo sigue
Pero ha vuelto solo

Su caballo viaja veloz pues su carga es ligera.
El que vuelve sin gloria
Nada vale para el mundo

Y aquella que él deseaba lo esperase,
Más cruel que el mundo entero,
Le ha negado la mirada.

Murmura:
“Tu muerte habría sido mejor noticia.
Ni siquiera te reconozco.”






II

Pero Ulises volvió
Y Penélope paciente tejió en su ausencia
Y al verlo tensar el arco
Le devolvió aquello que nunca había perdido
Y gozó su reino recuperado
Y los campos de Ítaca se cubrieron de flores
Y la historia de su viaje atravesó el tiempo y el espacio.

Pero aquella es la historia de un ciego.

Y a mi vuelta
Josefina has paciente entramado tu venganza
Que se tensa alrededor de mi cuello
Y mi derrota has sembrado en los campos
Para adornar
La tumba de mi olvido.






XV

Sólo
Lejos del estruendo
Del golpe seco de la muerte
Acaso algunos digan lejano
Pero no
Más allá
Del susurro de la envidia
Del rumor de lepra y la lengua en sarna
Distante de aquello que entre labios suspiraste alguna vez
(Y sonaba semejante al perdón)

Josefina
Me quedo.





JULIO CÉSAR TOLEDO [10.854]

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Julio César Toledo/ Pascual Borzelli Iglesias ©
Julio César Toledo/ Pascual Borzelli Iglesias ©



Julio César Toledo 

(Chicontepec, Veracruz, México  1977) Maestro en literatura por la Universidad de Arhus, Dinamarca. Estudió la licenciatura en Ciencias de la Cultura en el Claustro de Sor Juana y teatro en el INBA. Es egresado de la Escuela Dinámica de Escritores. Obtuvo el premio nacional de poesía “El búho”; el premio nacional de dramaturgia joven UDEM, la beca de la Latin american artist foundation en Nueva York. Ganó el premio regional de poesía Rodulfo Figueroa en Chiapas en 2008. Tiene publicados los poemarios Del silencio (FRAF 2003), Quicio (FETA 2008) Y Suplencias para el nombre del padre (Coneculta, Chiapas 2008). La obra de teatro Hombre, mujer y perro (Anónimo Drama 2004). También los libros de cuentos Los libros de la fatalidad (UNAM 2012) y La vida a escala (Foc 2012). Es coautor de Owen, con una voz distinta en cada puerto (FETA 2005).






Desnuda la adolescencia (en Cuba)

Si algo añoro de la adolescencia es la desnudez.
La desnudez de adolescentes que sin razón danzaban en mi cuarto,
la mía de los domingos que bajo el sol maceraba su futura fruta
de tacto temeroso.

Extraño la desnudez de los chicos fumando,
sus cuerpos reposando lánguidos sin vello, dibujados por el humo
y yo  extasiado
desnudo
mirando tanta piel reunida, de la que hice mi vocabulario.

Extraño la desnuda confianza con que Maité me escribía desde su isla,
la desnudez de ella misma cuando andaba toreando tiburones:
palpaba sus caderas oscuras
cantando (qué voz) eso de somos lo máximo…

Todo parecía mejor así, desnudo,
como celebrando a la intemperie su existencia sin necesidad de tapar nada,
como si en la piel desposeída habitara también la transparencia
del mundo que se fragua simple y pleno

Hoy, la furia de los años nos cae en interminables kilómetros de tela.
La vida adulta, sus chamarras, 
cubren más de lo que alguna vez imaginamos ver,
ya la piel es clandestina actividad que no se nombra.

Antes,
íbamos desnudos por algunas alamedas,
sin presumir
la lozana liviandad de nuestros vientres,
no incitábamos a nadie con esas airadas nalgas,
no;
tampoco pretendimos nada.
Era una desnudez que andaba sola,
sin necesitarnos habitaba nuestros cuerpos.
Era, cómo decirlo, una desnudez muy natural.

También fuimos locos que tocamos toda piel que vimos andar sin recato en las
aceras: salvajes adolescentes que andaban de pecho en pecho, de sexo en
sexo jugando a ser los primeros pobladores de la tierra
(animales del asombro, nuevos ricos).

Fue por desnudez que nos tentamos, no por morbo ni con fines de hacer más
ancho el orbe, no,
era pura y sencilla desnudez.

Ya pasados los días de encuerarse sin provocación alguna,
los chicos de glandes lisos y rosados
son robustos dueños de bodegas  de ropa en toda talla,
ya no fuman, corren dos kilómetros cortitos todas las mañanas
eso sí
con ropa deportiva muy a doc.

Y Maité,
                     ay Maité,
ya sin isla
ataviada con ropa de finísimas y registradas marcas,
no va nunca al mar (dicen, que se baña vestida para no
recordar el ardor de la piel sin protección).

Yo, a veces, cuando puedo llenar mis pulmones de suficiente melancolía,
me quedo bajo el sol alguna tarde de domingo
y como homenaje a aquella época de encueros
me desvisto,
y junto con mi cuerpo, en un exhalo lento (posibles lágrimas secretas),
desnudo también mi alma.







Un tatuaje

Siempre dijeron
de mí
que muy seriecito para su edad
—que muy bueno para venir de esa mala semilla
oscurecida—.
Yo
quería dormir hasta tarde los domingos
tener revistas porno debajo del colchón
pero: muy seriecito para mi edad.
Quería un tatuaje
pero
iba los domingos —tempranito—
al coro de la iglesia
al mercado  del brazo de mi madre.
Cumplí todas mis tareas,
fui todo lo que la familia deseó.

Ciertas tardes de verano salí desnudo al jardín
imaginando un dragón que en su tinta devoraba mi pierna.

Bueno para las clases de historia y de ciencia natural
asistí con religiosidad todos los días a clase
           quise irme de pinta
y besar en parques escondidos a mujeres (niñas de labios pintados)
que se cambiaban el nombre
para no manchar como su ropa interior, el verdadero.
En cambio hubo prolongadas noches
de inventarles rostros y olores a esas musas.

Luego me dio por las palabras
andar diciendo cosas raras
de la gente:
           su mirada es fuego que me funde y fragua
de las cosas:
           una blanca nostalgia hizo nido en el ropero

y antes de perderlo todo en esa apuesta
—qué oportuno—
me consiguieron un trabajo
          un buen trabajo, digo

de esos que uno gana su dinero
de esos que se pone uno corbata y siempre
le dicen a uno            Señor
aprendí de nónimas y trámites honrosos
de windows e impresoras a color
y yo
seguía queriendo un tatuaje
en el tobillo,
una tarde de playa con ocasos de Neruda.

Pero —siempre— el amor es de alguna forma medicina:
droga corriente
peligrosa y adictiva        igual de ilegal —debiera castigarse—
muy costosa pero no tan de mal ver,
excepto
en las entrañas, donde hace su guarida de epidemia.

Comencé a escribir en las paredes de mi cuarto
luego en espaldas de mujer…
Hoy
mis versos se maduran lentamente
en la mirada desatada de un anhelo.
Una brasa —más instinto que otra cosa—
prepara su caldero en cierto vientre
y canta de brazos abiertos mi llegada
en espera
del tañido iracundo que nos resumirá.

Cuando sepa el nombre de ese fruto
           por toda la verdad acumulada
           por toda la obediencia que llagó mi pecho
me haré un tatuaje
                            tal vez dos.







Primera indagatoria

YO QUISE hacer un buen trabajo
Manual
El día del padre
Quise escoger con mucho amor una corbata
Y pegar sopa de pasta en la tarjeta colorida
Que me hiciera ver llorar por vez primera
Al inquebrantable de mi padre
Quise desafiarlo brutalmente alguna noche de parranda
Tomarle sin permiso el auto rojo
Ése, el de lavarse juntos el domingo antes de ir
Al partido de fútbol.
No fue tanto tampoco. Tampoco fue tan triste.
No alcanzó a ser, la infancia, una tragedia.
Tuve que aprender, yo, como muchos
Otras formas (muchas) de llenar
El blanco espacio que siempre sobresale
En las postales familiares. Y luego vino el tiempo
Y tuve un auto rojo, y corbatas que no uso
Y un amigo querido al que a veces
Ya borracho
Me da por decirle
papá.








Del silencio
NADIE
puede
resistir la perfección del silencio;
buscamos
por eso
la huella de los nombres,
levantamos imperios sobre lazos de sangre
que son mapas
de otros reinos
ajenos a nosotros, a nuestra escasa parentela.
Armamos cruzadas sanguinarias
nomás por la esperanza del linaje.
Miedo al vacío prolongadamente limpio,
al silencio
glorioso de no llamarse igual que nadie;
a la falta de apellido.








Anterior al otro
ESTOY VACÍO.
Todo en mí es un silencio prolongado.
Ahora puede venir un niño y llamarme por mi nombre
o con cualquier balbuceo
que me haga temblar.









Guillermo Tell, revisitado

BAJARÉ LA manzana a mi boca
confío en el pulso ciego de tu desvelo
que al fin veré en un rayo abrasador
a mi padre
a su padre y a su abuelo con manzanas sobre sí
sabré
al probar el dulce veneno de la flecha
que la puntería también se hereda
tantos ratos de dardos lanzados a la vida
a diferencia de mí
sabrás hacerme a un lado
dando justo en el blanco.








XV

DIGO TU nombre.
Con el aliento más suave que poseo, digo tu nombre
y, acaso, la combinación de sus letras
o su eco
hacen temblar la tierra.
Digo tu nombre que es claro y fresco;
lo pronuncio y en él lavo mi cuerpo,
me clarifico.
Digo tu nombre y
después, aunque no quiera,
todo es silencio.






Templo

TODOS LOS templos son ruinas.
Por eso ves
desvencijarse mi cuerpo tras tus pasos.






BENJAMÍN ELIEZER MORALES MORENO [10.855]

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Benjamín Eliezer e Iván Cruz, creadores de Malpaís Ediciones, un nuevo proyecto editorial




Benjamín Eliézer Morales Moreno 

(Ciudad de México, 1984)  es licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es narrador, traductor y editor. Ha publicado en diversos medios como La gaceta de danza del Taller coreográfico de la UNAM, Trazos, La jornada semanal, Viento en vela, entre otros. Actualmente es director de la revista de arte y literatura Viento en vela. Fue miembro del comité organizador de El Vértigo de los Aires: Encuentro de Poetas Jóvenes Latinoamericanos. Ha sido parte de diversos cursos y diplomados dedicados a la edición.





Cuando muera seré el cordero más blanco de mi rebaño.
Un animal pequeño y tibio,
una gota de té,
la triste canción de los pájaros por la mañana.
Mi carne será dispuesta al sol,
se salará,
y entre los habitantes de mi rebaño
listones al cielo,
canción con peso al hombro
y mis hermanos y hermanas
me imaginarán en un rezo regular y silencioso
como el latido del mar entre las rocas.
Mi muerte ha de ser
la más pura flecha de triunfo y redención
y este cuero
doblará las fibras y los juncos
del mundo donde se apoye.
Yo,
el animal más blanco,
sabré que el cielo me ha visto de bruces
postrado entre los huesos de la tierra,
y me iré con calma.






Una torre,
Eso quise,
Una torre coronada de gaviotas.
Almenas, columnas, contrapechos,
Rocas gruesas
Y el suspiro del viento entre sus nubes.

Esa sería mi torre de bastiones firmes,
Una guerra contra el arco,
La mitad del mundo visible al fin.

Pero mi torre fue triste en su desengaño
Y entre mis palmas se desmorona
Con la más sincera de las respuestas.






Si te viera tendido al suelo del baño,
Dios,
Tomaría la más blanca de las cubiertas para sumergir tu cuerpo en mí,
Como un sudor claro de espeso y aire,
Sí,
Te tomaría las muñecas
Y entre matices
Las venas
En flores que barnizan el ojo.

Al suelo del baño,
Señor,
Te vería como el cordero
O el ave del basural
Que moja el pico entre sardinas y cartones.

Al suelo,
Dios,
Como una luz recién nacida
En la noche de azulejos,
Con un arado de claveles
Y mi amor estremecido al medio,
Tanto tanto tanto amor
Al medio del suelo.







Todos mis niños se persiguen entre los árboles.
De sincera fisura, sus pies marcan el piso,
nuestro,
El piso de piedra rojiza.

Mis niños gritan
y sus árboles se descomponen y
ligeros criban el aire que los surca de pluma y hoja.

Estos niños,
Del atardecer mis niños,
Se conocen unos a otros en cortejos fúnebres
Y al escalar estos parques,
Promontorios, lomas de elefante,
Divisan el hogar de su amor completo,
Una tumba,
Una cueva,
una calle,
el cielo naranja
y mi miedo al paso.

Estos niños,
Mis niños nuestros,
Sabrán amarme entre parques de violetas
Y la soledad del aire.





Éxodo

este es el hueso de la tierra,
este es el camino en el cielo
que refleja el grumo trastornado
de los cuerpos.

esta es mi carne,
esta es mi sangre,
este, mi desierto,
de sangre huidiza,
de aves ciegas,
en el olvido de nosotros,
en mi propia pesa de recuerdos.

este es el camino al entierro de todos,
tras la arena,
entre las cuchillas del sol,
para dejarse morir,
dejarse caer como el buitre
pensando en la carne gruesa,
salada como costra.

este es el hueso de la tierra,
este es el sepulcro de nuestros nombres,
el adiós,
el presente
y la guía negra entre las praderas blancas.



Éxodo
seremos la sed de 40 años,
el aljibe y la grieta en el cielo.

Seremos la sequedad,
Los muros de granito
Y un suspiro brillante como el mar que perdimos.

Seremos la muerte de 3 mil hombres,
La caída del oro y la llama,
La vasta sonrisa de tu nombre.






Éxodo

como gorriones en su nido,
en su canto,
en tu nombre,
en tus 4 golpes,
en tus huecos de lumbre y reflejo,

ahí comulgaremos,
para vencer el frío del descampado
y la desnudez de los huesos.

En una de tus torres,
En una de tus letras,
Como ciervos o una parvada ciega,
Continuaremos la marcha hacia el infinito de tu nombre.






Éxodo
seremos 40 años de muertos,
madres,
padres,
con el cuello entrelazado en vértebras de arena,
seremos el reflejo de tu nombre
en este desierto que te oculta,
seremos,
como lo has deseado,
la eternidad del canto
y el desgaste del cuerpo,
de abajo a arriba,
como un árbol que se consume por las raíces.






Éxodo

El niño entre las rocas.
me fui siguiendo el silbido del viento.

dejé el camino,
la madre y al padre.

me fui sin ver mis huellas,
acariciado por el sol de la mañana
y caminé sobre la arena
con la sensación del grito entre los ojos
y el sabor amargo del cordero en el paladar,
hasta no mezclar con las rocas,
hasta no ser el cielo blanco de la pradera,
hasta no cantar con el zumbido de la arena contra el hierro,
hasta no más que un puñado de ceniza
suspensa en el viento.

madre y padre,
perdí su dulzura,
madre y padre,
perdí el camino,
madre y padre,
los perdí entre estas flores diminutas
que crecen en las heridas.

un manto de bermejo que ondea sobre el paisaje,
que hemos visto tanto y tanto,
madre y padre,
me lloran,
yo no los lloro,
yo lo hago por el camino amado del cielo en la tierra,
bajo montes de odio,
con los pies calcinados,
en víspera a los
últimos 4 golpes.

soy el niño perdido entre las rocas,
el niño de los úteros perfectos,
el niño de silbido,
el que centellea antes del ocaso,
y que ríe y ríe y ríe
cada vez que una yegua
se muerde el pecho
hasta sangrar
y cae de hinojos, empapando la arena,
volviéndola lodo cruento,
de donde se esparcen miles de zancudos
voraces,
que viven en la sangre
de mi sangre
de la sangre
de la madre y el padre.

un DIA,
como espina entre el follaje,
volveré a la planta de donde me desprendí
y con esos claveles que brotaron del suelo
se marcará el fin de este camino,
mi tumba,
nuestro encuentro.






Éxodo
y cuando parezca
que en una ráfaga
se pierde ese prado de sustancias,
ese huerto de promesa,
sabremos que lo deslizas
ante nuestros 40 años de paso y muerte,
de túmulos,
de cráneos en la arena,
de niños perdidos entre las rocas.






Éxodo
seremos la espera de tu nube,
la guardia a la puerta,
y por la noche buscaremos el fuego de tus labios,
entre el luto y las estrellas,
comiendo en grupo frente al frío,
suspirando el techo,
el pasillo y el canto de nuestros hijos,
sabremos que jamás
hemos de ver tu cuerpo esperado,
tu cuerpo de leche,
tu cuerpo de miel,
tu cuerpo como el mundo de palomas tiernas,
tu cuerpo de espasmo y suspensión
que baja por aquel monte,
como un torrente,
como un rugido,
como la bruma ciega del cansancio y la levadura.








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