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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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SUSANA DELLA LATTA [10.774]

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http://3.bp.blogspot.com/_owjx_mJg4fU/TARu-NaIoYI/AAAAAAAAA2U/jQM6GhIUnF8/s1600/Silueta.jpg


Susana Della Latta 

(Buenos Aires, ARGENTINA  1955). 
Poeta, narradora, traductora y artista plástica argentina. 
Vive en Estados Unidos desde 1987. Es autora de Sin alquimia (poesía, 2005-2007) y Ojo de Pez (relatos, 2007-2008).





Políticamente incorrecto

Un sólo dólar muerto
sobre el mantel repugna.

Hay piedras en la cañería del baño.
China no se hará responsable.

Resiste.

El café de Miami
se escapa entre los dedos.
Mejor abrir las piernas
bajo el agua impura de la ducha.

Resiste.

No hay luz en la cocina.
Y en la habitación
un hierro destrozó
tu candelabro.
La silla sin tornillos,
desvanece en la grama.
Anota y calla.

Tienes pasaporte americano
y está escrito que perderás
derechos.
Olvida el Tibet sin bandera,
no dejes iniciales,
no sirven en los libros.
(La plaza roja le pertenece a otros).

Resiste.
El tiempo de putrefacción
será de veinte años.

Entonces
no habrá vestigios de este cuento.
Ahora sólo
haz una lista y calla.
Malograste la oportunidad de ver
quien puso el precio a la tortura.

Distracciones de la suntuosidad
se pagarán con sangre.
De tanta hierba consumida
en un balcón de Brooklyn
tanto billete verde en el bolsillo
por haber opinado en inglés
con un marine en celo
y no pisar la zafra en Estelí.

Porque saltaste al norte
alguien te vio californiana.

Resiste.
El sink, lleno de trastes sucios.
Eres mujer hasta el momento de desaparecer.

El hipismo ha muerto.
Resiste.








Hueco

Enciendo un cigarrillo
por la casa vacía
por el espacio nuevo
del sitio que no ocupas.

Y si el dolor es grande
será otro cigarrillo
otro libro sábanas
y sombra
en el rincón.

Y si el dolor es demasiado
grande
(memorias esparcidas
insomnio
en la casa hoy de ninguno).

Será otro cigarrillo
una silla un nombre
en el espacio nuevo
del sitio que no está.









Pizarnik

Lloras,
debajo de tu nombre.

Hay hielo junto
al ángel idiota
que pobló tu jaula.

Para ti
la sangre es muda
y los pájaros, rehenes
de un guante
que cubrió el lenguaje.

Destruye el miedo
de ser dos.

Multiplícate
con los visitantes
de sombrero negro,
ellos poseen el enigma. 
Tú sólo
el nombre
en la piedra. 







El coraje de tu boca cerrada

para Sylvia Plath

¿Quién pidió la mitad
del esqueleto,
tu sanidad, tu hambre?
La luz te acuchilló.
Emergen de tus senos
labios y costillas como agujas.
Te repites en mí.
También poseo
un bastardo.
¿Cuánto veneno necesita mi boca?
Tortura,
juguete sin aliento (dices)
Camino las paredes
y devoro mi ración de amnesia
en el cemento.
Lady Lazarus
Yo me levantaré del barro
para comer varones.






mi padre

Vienes.
Los números
fueron tu escondite abstracto,
la suma de nueve: alerta
había un error
cuando el alcohol te convertía
en sombra
para mí
adolescente muda
tu mano no alcanzaba a tocar
la piel de mi demente madre
ni atestiguar el mundo de occidente.
Nunca pronuncié tu nombre
no me acercaba
llegamos a encontrarnos en acrósticos
en las columnas de tus grandes libros
donde la pobre cabeza de mamá
no tuvo espacio para congregarse.
Me convidaste cigarrillos
me hablaste de Frank Kafka y del absurdo
yo no pude quererte en ese tiempo
nos faltó el tiempo
mucho tiempo
tu voz ebria en el suburbio,
tu desapego, tu gran delicadeza
yo sólo percibía credenciales
que tu esposa presentaba de ti
un sujeto colgado de la noche:
Francia, el vino y la virtud.
Te castigué por ser distinto.
Pronto sabría lo que soy.







Con Álvaro de Campos

Una firma tuya a la orilla
del libro que me regalaste,
la Tabaquería cruzando el hospital.
No percibo el contorno.
Todo se va y todo queda,
quizás te ocurrirá lo mismo.
Hoy eres una firma, un incierto
encuentro en medio de la nada.
Nos seguiremos cruzando
el pensamiento en la Tabaquería,
o en esta ciudad. Con tu firma
a la orilla del libro que me diste.
Desintegro lo impensable.
La noche sigue siendo nuestra.
Mis manos empujarán las tuyas.
Así es, así fue en la sombra
cuando abrió el deseo sin nombre.
Despertaré y tal vez busque la firma
que ya no dice nada. Que no
significa lo que ha significado.
Todo se va y todo queda.
como la Tabaquería.






Alabama, también igual a Quíos

Para Gail Hardeman

La muerte es una esmerada recolectora que no puede perder una sola espiga de cebada

GU CHENG

Satánico Lunes 15.
Huerta, pestilencia, loas y jugo de linaza.
Dos persianas cubrieron sal del mediodía.
Hubo un perro obeso, con lodo en las patas
(por eso su ladrido resuena)
Alguien impacta.
(No supe. No pude haber escrito antes lo que estoy escribiendo)
Era minucioso oír tu pulso.
Él estaba abrumado, no podía;
sin retirar los dedos de tu axila
prefirió caer.
(¿Quién era yo en aquel instante para decirle
que te deje conmigo?
Basta de susurros. Irrelevante la vigilia.
Búscale en cambio
un sitio afuera para caminar.
Comprende: los brebajes fueron demasiado verdes para
su pupila azul.
¿Por qué fue en Alabama,
donde la cicatriz
sufrió metamorfosis?
Ésta es Calipso,
y éste el mástil que la sostiene sin oráculo.
Recuerda que “Zeus llovió sobre el camino”
En tanto
Gail, amiga mía,
déjalos proferir,
porque tú no te has ido
porque tú no has muerto.






LA RUTA

Creído entender algunas cosas, transitado obsesiva el mismo sitio o insistido tercamente en nada.

Explicarte hasta qué punto se mezcló lo extraño en mí.




ORACIÓN

Este día afanado en 
oscurísimas aguas
lo recibo
en la forma que trae
íntima y reconocida
donde finalmente
converso en el infierno

La Gracia espera.

La duda llegó
e impongo una respuesta.
No iré a las escrituras
ni al erudito ayunando
morir es parte
del secreto.
Me debato entre 
el latido
y la voz que arrastra
mi cuerpo al otro lado.

En este día sin grises,
sin velas que encender,
sin más promesas
que abrazar el último
eslabón. 







DEL TIEMPO

En la vorágine del cráneo sin parar, sólo beber un poco y basta. 
Sin explicaciones.

El asunto del tiempo me alteró.

El futuro, esa nada que cruje en una esquina sin algo que ofrecer, no tiene historia. Y el ayer solo prueba que estuviste viva.

Rodar y rodar por la grama mojada, embriagada, medio muerta.

Entonces el presente
Espacio absurdo que habito y al que pido todo.
Ahora, escasa de ansiedades, mediocre en esta tierra no elegida.

El beso ciego.
El cuerpo solo
El ojo oscuro
vulnerable,
esperando
nada
Tal vez mi rastro
sobre un mundo
húmedo.

1979

Están gritando aquí, allá. En todas partes el estremecimiento y la mordida. El grito y la cortada, la mano que aprieta aire. Donde quiera que voy Cristo me hiere.




JULIETA PIÑA ROMERO [10.775]

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Julieta Piña Romero 

(Morelia, Michoacán, MÉXICO   1985). Ha pertenecido a varios talleres literarios entre los que destacan los impartidos por Guillermo Samperio, Gaspar Aguilera, Francisco Hernández y José Ángel Leyva. Fue editora fundadora de la revista cultural Cronopios, editada por la Facultad de Economía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En 2005 obtuvo Mención Honorífica en el XII Premio Nacional de Cuento “Carmen Báez” y en 2012 ganó el VI Concurso de Ópera Prima, en la categoría de Poesía, de los Premios Michoacán de Literatura.





Diálogo en un cuadro de Magritte


A Josué Vega

I

Llevaba un maletín viejo. Lo observaba desde la acera de enfrente, deseaba ser yo la que llevara en las manos un óleo con un maletín viejo pintado sobre un espejo de mano. Deseaba ser yo la que estuviera observando a quien observa el óleo de un maletín viejo pintado sobre un espejo de mano. Deseaba su sombrero alto, su horizonte lleno de manzanas, su decisión de partir.

II

El misterio estaba resuelto: un clóset pintado al tamaño de un peine, una copa, un cerillo y una brocha de rubor; era sólo, tan sólo, otro closet pintado al tamaño de otro peine, de otra copa, otro cerillo, otra brocha de rubor.

III

Debía concluir todos sus diálogos, cancelar aquella terrible máquina de repeticiones, aquella forma de verse siempre que ve a otro, a ese otro que mira a otro. Tenía media hora para empaquetar cientos de sombreros, para alinear en su horizonte mil doscientos cincuenta manzanas verdes. Debía también cerrar las setenta y siete ventanas con sus setenta y seis telones, sí, setenta y seis telones. Tan sólo media hora para limpiar las treinta y dos pipas, para empaquetar los cuadros, para empaquetarse, para deshacerse del olor a pintura; para pintarse limpiando treinta y dos pipas, empaquetándose, deshaciéndose del olor a pintura.

IV

Tan sólo media hora para fingir cordura, para buscar en otra historia.










un ejército amenaza la torrente claridad
la danza inmóvil que escurren las batallas







Están atareados los insectos
con lenguas púrpuras y garras tensas
devorando tu sensualidad
salamandra






habría que observar a detalle tu taxonomía
conservarte cerca
rondar tu sublime extremo




yo nunca podré alcanzarte
altazor
en esta aeronave de sueños




amaneces con los ojos graves
perdida entre violetas





si lloviera esta noche
me retiraría
haría de cuenta que nada ha ocurrido
ni el musgo
ni la alfombra persa
ni el litoral
ni el trapecista




se extingue el  vértigo
la ración de aire
nadie observe mi cuerpo
nadie beba mi letargo
ni mi ruido violento







enormes insectos vienen aplastando ciudades






brevedad:
algunos la llamamos poesía






VENANCIO NERIA [10.776]

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VENANCIO NERIA 

Venancio Morten Neria Candelaria nació en el Valle del Mezquital, Hgo., México, en la década de los setenta. Es escritor, promotor de lectura, comediante, gestor cultural, narrador oral, cantante de música infantil, actor y director de teatro. Tiene estudios de filosofía, teología y literatura judeocristiana. Ha dictado clases en las áreas de letras, creatividad, filosofía y lenguajes artísticos. Ha viajado con sus espectáculos por la República Mexicana, a Estados Unidos, el Caribe, Centro y Sudamérica. Ha recibido el Premio “Raúl Guerrero Guerrero” de Relato Oral en 2000, 2003 y 2004; el Premio “Rosa de Plata” 2005; el Premio “Ra Donzá de Plata” en 2003, 2005 y 2008; la presea Guerrero Águila 2005. En el año 2010, se hizo acreedor al estímulo a la creación popular que otorga la Dir. Gral. de Culturas Populares del CONACULTA. En 2011 resultó poeta ganador del 5to. Torneo de Poesía “Adversario en el Cuadrilátero”. Ha sido Coordinador General del Festival Internacional de Folclor de Hidalgo (organizado por CIOFF-UNESCO) y de la Fiesta Internacional de la Palabra. Ha publicado poesía, cuento y ensayo en México, Argentina, Puerto Rico y España.







Trastumbo

- l -


Rabioso entre canícula y tristeza,
te trajeron ayer
sobre una recua de águilas y alondras degolladas.
Vinieron tus mujeres
y te bañaron con r’antho,
con padrenuestros
y con lágrimas que guardaron
para el día de tu regreso.

Te esculcaron el recuerdo,
te trasijaron para intentar toparse en ti,
y costó trabajo
hallar las huellas desbocadas de sus besos,
esparcidas al voleo,
por toda la piel umbrosa
que te dieron las vigilias cabalgadas con furia,
sobre sus ancas de jaurías y brama.

Trajeron hojas de aguacate,
azahares y ruda;
trajeron manzanilla y siempreviva
    para sanar tus ojos.
Te abrieron los parpados a la fuerza.
Sé que hubieras querido guardarte todo,
quedártelo dentro para que nadie lo tocara;
pero ellas vinieron cargadas de ansias y cuestiones,
a querer que habitaras
el último desamparo de sus insomnios y velas.



- ll -

Los muleros te miraron por el monte,
pasar como pasa el espanto;
llorando vinagre,
bebiéndote el aluvión del abandono despeñado.

Dicen que te vieron anancarla,
que la amarraste a ti con festones y pájaros azules;
que saliste a galope, papá,
sobre los rastros que dejó San Dios,
el día que le vinieron el dolor y las arqueadas.

Cuentan que cuando te la robaste iba cargada;
que te aferraste
sólo porque en sus adentros fue fundada la tristeza.

Te la robaste enrebozada al toque de ánimas,
y las ánimas la atajaron;
le cercaron los atisbos para entregártela
y ella lloró seca y copiosa,
para adentro,
sabiéndose tuya
desde todas las ventanas abiertas del pueblo.



- lll -

Pero vinieron a encontrarte;
te venadearon camino del jagüey,
santiguando la tierra con bala y mentadas.

Tuvieron que abrirte en canal
y desahuciar sus sentidos,
para poder arrancártela.

Yo la habría llamado madre
con tal de beber de sus pechos
anochecidos borrones de astros diamantados.



- IV -

Debiste traerla hasta la entraña del monte,
encerrarla entre azadas y machete
para que nadie pudiera segarte la esperanza.



- V -

Anoche cuando te trajeron,
hubo que refregarte el descuello
para desenterrar su sangre mezclada con la tuya;
me busqué a mí entre los rescoldos, papá,
y no hallé sino el ahogo que encontraste
en pos de su entresijo.



- VI -

Esta mañana
quemaron la casa donde naciste.
Vinieron desandado tus pasos,
queriendo encontrar ocultas claves
entre las huellas herradas de tu caballo dosalbo.

Hurgaron entre las pacas y sábanas de la finca;
querían saber cómo habías hecho
para inundar de apetito los balcones,
las naguas,
las alcobas prendidas,
y no encontraron nada, sino tu sombra
envuelta en mala sangre y cardizales.




- VI -

Después de trastumbar el olvido,
la noche se enciende, papá.
Tú no la preñaste,
pero mis hermanos trajeron su palabra
y me contaron que la criatura que llevaba
tendría tus ojos,
tu estatura
y tu misma sangre.
Pero ya no hagas caso.
Voy por el mariachi.
Regreso a acomodarte la mortaja.





Anocheció temprano

Anocheció temprano
                      el día que te enterramos, papá.
Trajimos en una caja de cartón
                      papel picado y cal en polvo,
para ahuyentar la culpa
del lecho de tu encierro.
Te pusimos entre nardos y cuero pitiado,
                   la congoja que nos consagró el descuido.
Llegamos en manojo a socavar la tierra:
imposible matriz,
                  capullo,
        vientre combo
de una madre que no quería reconocerte.
Regamos con tequila y sal la orilla de la fosa.
Tus mujeres hicieron cruces con saliva
en los postigos del tronco que es ahora tu caja.
Qué muerte más hermosa, si no fuera la tuya.
Por las heridas de bala te manaba sahumerio
y el tufo herrumbroso de los besos
que un día
      recogiste entre maizales.

Te vestimos de charro
y te arrojamos puños de tierra
con sangre arrodillada.

¿Qué brotará, Señor,
del tepetate, después de esta vigilia?
¿Quién habrá de llenar las noches de este pueblo,
del susto de un caballo negro
 que sigue el rastro de una mujer
 en pos de tus espuelas?

¿Dónde voy a encontrar tus ojos,
hoy que la muerte
canceló los astros que habitan la negrura?

Nunca aprendí a tirar manganas, papá.
No montaré tu dosalbo en una cala de domingo.
No cerraré los desfiles como tú:
sobre azabache y torbellino de banderas.
Nunca cantaré como lo hacías.

Nada de lo que queda se te parece;
sólo subsiste soledumbre
y el rescoldo de los odios de San Dios,
que se ha empozado como a la incuria,
sobre este pueblo
donde nos crece soterrada
la andancia del olvido.

Han venido desde más allá
donde alcanza la mirada,
a comprobar que es cierto;
nadie lo hubiera creído,
de no ser porque enterraron sus dedos
                   donde te dieron bala.

Me seguirás haciendo falta, señor:
arca de alianza entre mi madre y tus pupilas,
torre de amor desbarrancado entre palomas,
águila negra que desciende
sobre el origen de este nombre
que me puso mi madre intentado detenerte.

Soy yo, el hijo que le hiciste a María;
párate,
abre los ojos, te llamo
desde el hondo dolor que apuran los cuchillos.
Sacúdete;
di que no es verdad
el tizón herrumbroso de estas horas,
di que la noche vendrá cantando desde tu boca,
di que son mentira
estos nardos que ahogan la esperanza,
dime
que sólo estás
durmiendo la mona y la tristeza.

Urge la noche, papá.
Traigo insaciable codicia del fuego de la calle.
Pero proclaman que el odio ronda,
que a mí también me cercarán
                   antes que caiga esta luna;
         pero si toca,
qué más da, que sea como al destino.
Que venga la muerte abierta de las zancas;
que sea,
pero si es,
          que manos de mujer me maten.





¿Por qué volviste a mí?

¿Por qué volviste a mí,
buscando compasión,
sabiendo que en la vida
le estoy poniendo letra
a mi última canción?

José Alfredo Jiménez


¿Por qué volviste a mí, Atanasio Mancera? Tú, que no sabes quedarte, ¿por qué volviste? Mira, si ya tiré tu camisa y tu paño colorado, y hasta las sábanas que bordé para cuando me fui contigo; si ya no te queda nada, ¿por qué haces que tu caballo tome vereda para esta casa, donde me viniste a dejar hace más de quince años, quezque con el pretexto de que mi hijo estuviera mejor? Estaba recién parida, de una semana. Nos viniste a entregar con mi madre y nomás dijiste: “ahí vengo”, pero te estabas yendo; yo lo sabía y no te dije nada. Me quedé nomás callada, viendo cómo te ibas. Agarraste como para la Vega y ya no volteaste. Dicen que te vieron entrar en la casa de esa que por mal nombre le dicen la “Nalga de Oro”; que no saliste en tres días, y se te oía cantar. Yo, Atanasio, cantaba contigo, como si estuvieras aquí junto, porque te conocía. Sabía lo que estabas diciendo, sabía también que en cada palabra, en cada canción estaba escrito mi nombre; que me llevabas ahí dentro como una marca, y bastaba que cantaras para que pudieras reconocerme.

Te fuiste muy pronto, ya me lo habían dicho; hasta tus besos me lo decían. Pero me encapriché contigo; dejé que me robaras y me llevaras más allá del Atorón, a tu casa. Me metiste a una troje para que allí naciera el hijo que me habías hecho. Nació. Tú como que te enojaste porque ya tenías muchos; los habías andado regando igualito que si fueran pólvora. Pueblos colmados habrías levantado con ellos, nomás con haberlo querido. Pero, ¿quién sabe?, yo creo que tú nunca quisiste nada. Por eso se me hace extraño que vengas y traigas toda tu tristeza, a ver qué puedo hacer con ella. A mí, que te esperé tanto tiempo. A mí, que me ponía a cantar para que se hiciera de noche; me asomaba a la calle a ver si venías, y nomás caía el sereno.

Todas las noches que te esperé me daba frío, y el frío se me fue metiendo muy hondo. ¿Para qué vuelves ahora si ya no puedo recibirte? Vete, mejor hubieras dejado las cosas como estaban. ¿Para qué vienes a alborotarme, a meterme ansias de ti? Vete a cantar a algún palenque, apuéstale a un gallo giro y emborráchate a mi salud. Vete, Atanasio Mancera; aquí ya no te queda nada. Yo que creía que no ibas a volver para hacerme otro cogollo, me he dejado crecer en la matriz, con tu recuerdo, un tumor que me matará cualquier mañana, cuando amanezca.







JAIRO ROJAS ROJAS [10.778]

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Jairo Rojas Rojas 

Nació en Mérida, Venezuela, en 1980. Licenciado en Letras mención Historia del Arte por la Universidad de los Andes. Ha publicado los libros de poesía:

La Rendija de la puerta ganador de la IV Bienal de Literatura Ramón Palomares (2011) y La O azul premiado en el III Concurso Nacional de Poesía de Venezuela (2012). 

Su tercer libro Casa para la sospecha está en vías de publicación y fue merecedor del premio mención poesía en la XIX Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (2013). 

Le interesa el Land Art y el Arte Outsider. 





Del libro: Casa para la sospecha

Día 2

                  Emily Dickinson se recluyó tan desmesuradamente 
                  en la segunda mitad de su vida
                  que durante los últimos diez años no salió de su casa ni una sola vez
                                                                                                                                 David Markson 

Una puerta blanca que no sabe si da
para adentro o para afuera
esa es la diferencia que no hay tal
y mira desde su tono inmaculado
una habitación que nunca termina
un huésped que aún busca su razón
en las palabras enrarecidas por la luz
primera,
cada gesto una letracada silencio otra oportunidad
por eso se sienta, con pelo alborotado, ojos legañosos
atento a cada movimiento del día nuevo

ahí las cosas pierden gravedad

todo es rarotodo flota
por eso está ahí
no ha salido 
buscando
soportar la intemperie
desnudo
dibujando con el alba una ventana donde poder mirar
mirar mirarEntrar

como si tratara de recuperar la memoria / recordar
lo que el poeta dijo hace siglos
muriendo

soportar el peso de todas las caídasde su pueblo ahí
bien adentro
en cada amanecer
en ese cuarto de cielo verde
de hojas arrancadas flotando y un vacío alrededor del árbol más alto
una gotera que acorrala el silencio
las manchas blancas en el suelo, la-te-la-de-araña que hace cantar
las paredes sostenidas por libros delgadísimos
como soledades unas tras otras, abrazadas,
dos camas llenas de corotos baratos
ropa con huella, remendada,
Música Sin Fin Que Cubre Hasta Donde Alcanza La Vista

la miseria también flotacomo bruma

la vesentado y desnudocomo hace tanto tiempo
una nube entre cuatro verdes paredes
y en silencio quiere aprender a nombrar
las palabras adentro de las palabraslas mismas
ahí
donde sólo hay extremos  nada de centros  de mitad  de duda
nada de orden que permita entender ese triste celaje
cubierto

no sabe hacer otra cosa  no hace más
i n m o v i l
viendo el movimiento— de—  la—  luz—  cuando
se — aquieta

con tanta escases nace otro huésped que sentado y desnudo escribe
una historia paralela   la verdadera, quizás





Día 27

Su distracción en el mundo es la atención por
los pequeños objetos de esta nación:
una fotografía de un muerto que nadie recuerda,
su camisa preferida que no significa nada pero dice mucho,
en esa foto
de ese pequeño y roído álbum que dice:
“siendo así, prefiero compartir los recuerdos”
y que ahoraél ve junto a su ropa preferida,
otos r  tas, in ompletas, de ángeles mirando, hacia arriba, el largo camino a sus hogares,
magos blancos que abren los brazos desde las montañas hijas de un mar que nadie vio,
fotos con personas con las que se mantuvo una provechosa relación telepática,
imágenes de gente que no se miente a sí mismo pero sí a los demás,
caminos de tierra donde en 1853 no pasó nada, la noche que verá terminar al hombre
por su propia mano
la gente que camina lento porque siempre llevará un niño de la mano,
el perro que atravesó todo el país buscando su amo, llorando,
fotos, fotos, para que siga recordando sus padres, débil memoria,
imágenes que se suceden sin orden, como todo Eso.




***

Todo es: Otsomuru


***

Esperar hizo al arte

***


El placer engendró el arte

***


Lo único que merece seriedad es el juego

***


Lo primero es aniquilar el concepto

***


Hablar de manera extraña es lo primero

***


El árbol: vio como cortaron su tronco y no se quejó

***


Daba la impresión de que siempre estaba a punto de marcharse

***


Están los que viven con un pie en el siglo XXI y el otro en el siglo I

***


¿quién es un revolucionario? / ¿qué es?

***


Los gatos son contagiosos

***


Qué triste el civilizado

***


Crisis: espiritual → lenguaje→individual→social…

***


Lo que más lo asusta es el origen

***


“Entre más estudian menos saben” Pedro Rojas, 74 años. Analfabeto.

***


En el jardín de Morotuto todos los escarabajos
llegan a morir.
Es el primer cementerio de escarabajos que él ve.

***


Prefiero los gatos, queridos

***


La historia demuestra que hay futuros que ya acontecieron

***


Esto es un recuerdo
Esto es un recuerdo

***


Otsumuru
es todo

Del libro La O azul:





22

su estar en todas partes
su percusión encima de nuestras cosas / ¿nuestras? 
pa pum papa pum papapa plash plash 
“tápese los oídos, tápese los ojos” —decían por costumbre 
                                                   los que no eran de la familia—

pero no provocaba / preferimos ver hasta el final

podría dedicarme a esto  —decía—, simplemente, hasta que 
no sepan nada
de mí
de nosotros de todos ustedes
señores y señoritas

“tápese la cabeza, tápese la boca” 
porque ya  tiene un hueco
ahíy allíy allá
¿uno?, ¿dos? siete agujeros del tamaño este / como  el mío
mírelo bien, tápese los ojos
por donde salgo, a diario me despeño, aunque los demás en gracia
les caiga 

usted que está en todos ladosSonando
lo ha visto
su música viva de su negra mano lo ha vivido
y ve que el mundo no cambia
yo  cambio a mitad
las lagunas de mi pecho crecen caminando

no supe cómo hacer días, prestar atención
que no entendimos los palacios, sus almas mesuradas
usted que habla con mamá, con Dios en la negra música
que me ve cortándome las manos y sacándome los ojos de
la fría cuenca
avise de cómo suena la esfera que nos corroe
¿qué hacemos con sus notas enrevesadas?
mire que su ausencia, querido hermano, 
tiene una música /la otra
siempresiempresiempre
y está en los discos que me miran de aquí para allá, por horas, en la habitación,
está cuando ya no hay nadie en el mundo
aquíahíallá
acá donde callamos
las siete voces huecas, sus negras cuencas vacías
que nadie lo pregunta
que nuestra madre lo sabe
cuando camina en círculos sobre la arena
hasta exhausta quedar, al fin del año, mirando un cielo
“raro” dice
que nuestro padre le duele la cabeza y no se queja
y sabe de lo que escondemos
camina en ese sol por los inútiles de la casa sola
que nos vamos huyendo por toda la orilla

usted lo mira; yo lo séyo no lo invoco, usted está
con lo que insiste
ahora que lo sabe todo
y que no he logrado un día completoaún
qué hago con tanta música, a dónde va que nos lleva 

(José Gregorio, 2010)




28

bajamos
y nos vamos de nosotros mismos,
con amor nos destruimos para ser aceptados
donde no pertenecemos

                                                                            subimos 
                                                                            a llevar esa agua que se retuerce
                                                                            una lágrima sobre la espalda 
                                                                            en costal
                                                                            al lugar del encuentro
                                                                            como fue el acuerdo del primer día 

en eso se va la famosa seguridad
se va el sentimiento soleado del día
se va lo duro de la luz

es costumbre, pues, angustiarse

-------------------------------------------------

Del libro: La rendija de la puerta



(…)

a esta casa le preocupan también los otros hogares,
no quiere caerse su techo,
no pretende aquietarse,
                        como puede decide lanzarse sobre mí, 
                        con todo y sus cinco paredes,
para hablarme 
del—movimiento—de—la—luz—cuando¬—se—aquieta—

me hace subir la cuesta mientras desciendo con su cuerpo,
bajo ese sol que hace gritar la luz del día
para al final del ciclo
construirla / re-construirla / otra vez / como ayer /
pala y pico, barro y molde
en contra de una multitud donde todos hablan al mismo tiempo;
sudando el calor del fin del mundo
para protegerme de mis paisajes
tormentosos y
exponerme en la habitación de 
las voces de siempre
que no 
callan
a pesar del hambre, las altas horas y los finados tirados en la calle
sin zapatos
sin nada

es la derrota—oigo decir—

pero la casa se mueve: sus dos cuartos, la cocina y el minúsculo baño
le da luz a la calle y a mi rostro siempre joven
mientras mi madre me ayuda con el alimento y mi padre 
con dos monedas sencillas,
para que uno esté adentro de uno y sepa qué hacer con 
el vacío en las manos

 hechas de barro, igualmente, como el pecho, como todo esto,
                        para reconstruir





Suena cuando cae en el agua

la gran lluviasiempre
en el fluvial valle con forma de lágrima
derramada por todo el cuerpo
de calor,herido
por el sol que no salía de casa, odiado en voz baja

la vista descansaba con el agua hasta el cielo, 
los oídos regresaban a su puesto, 
bailaban acá tantas gotas  y sonaban allá como gritos adentro,
vistos también allá en el parque
de los especialistas en perder el tiempo,
ésos que viendo por la ventana sonora preguntaban 
por horas y horas
las distancias que hay entre   A---------------------------B

la gran lluvia no nos atormentaba
siempre seguía oculta 
                               en las habitaciones, 
dentro de uno mismo

y nos llevaba a tendernos en el suelo
sin más ambición, mirando el techo

la lluvia
venía por el lado del amor 
                a pesar 
                de sus tonalidades,
la razón burlaba, 
desairaba
las incorregibles preocupaciones
a media voz
moldeada en color vasto
como un ritual para callarse de una vez por todas

nadie sabía su origen,
su constancia

                   invierno largo que siempre empezaba
lloviendo sobre agua, verde sobre verde,
todo muy amarillo 
alto
que tomaba la cabeza de los distraídos y la sumergía en agua,
 con ganas,
midiendo las ganas de vivir 

nada entendíamos en aquellos días,
nada entendemos ahora
pero no nos importa





FABIANO CALIXTO [10.779]

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Fabiano Calixto 

(Garanhuns, BRASIL   1973) es un poeta y traductor brasileño.
É anarquista e também mestre em Teoria Literária e Literatura Comparada pela USP. Tem poemas e artigos publicados em vários jornais e suplementos do Brasil e do exterior. Publicou os seguintes livros de poesia: Algum (edição do autor, 1998), Fábrica (Alpharrabio Edições, 2000), Um mundo só para cada par (Alpharrabio Edições, 2001), Música possível (CosacNaify/7Letras, 2006), Sangüínea (Editora 34, 2007) – este finalista do Prêmio Jabuti de 2008 na Categoria Melhor Livro de Poesia –, e A canção do vendedor de pipocas (7Letras, 2013). Traduziu poemas de Gonzalo Rojas, Allen Ginsberg, John Lennon, Laurie Anderson, entre outros. Traduz atualmente as obras de Kenneth Rexroth e Benjamín Prado. Editou, com Angélica Freitas, Marília Garcia e Ricardo Domeneck, a revista de poesia Modo de Usar & Co. Atualmente edita O Almanaque Lobisomem. Seu novo livro de poemas, intitulado Nominata morfina, sairá em breve.



Presentamos, en versión del poeta mexicano Miajil Lamas, tres textos del poeta y traductor brasileño Fabiano Calixto (Garanhun, 1973). Fue finalista del Prêmio Jabuti en la categoría “Mejor libro de poesía”. Ha sido editor de revista de poesia Modo de Usar & Co. y actualmente edita O Almanaque Lobisomem. Es anarquista y Maestro en Teoría Literaria y Literatura Comparada.
http://circulodepoesia.com/nueva/2013/08/poesia-brasilena-fabiano-calixto/







LA CANCIÓN DEL VENDEDOR DE PALOMITAS

Para Angélica Freitas


frente al
Banco de la Nación Argentina
el vendedor de palomitas
de la avenida Paulista
descubre el misterio del Honda plata
que pasa lentamente, soberbio
(“qué cosa más solitaria”)
piensa en la noche crónica en el organismo
de la mujer de vestido floreado (donde
predomina el pelirrojo)
ahora silba  y coloca maíz en la cazuela
las explosiones despiertan mi hambre
(en El País
El presidente apuesta por las políticas
a favor de los “más olvidados”
y “los que pueden menos” –
enciendo otro cerillo, prendo otro cigarro,
otra melodía
frustrated icorporated)
cuando llega el otro, de bicicleta
anunciando el accidente en la Rebouças
(“se puso de la chingada, mano”)
luego se guarda su charla, se calla
la lluvia recomienza su cantilena
necesito de las horas, pero no encuentro mi celular
una muchacha linda (empapada) se detiene
frente a mí
balbucea
can you help me remember how to smile?
silencio y recuerdo de una calle
que tiene el nombre de mi amor
-imagino que las canciones de Bob Dylan
existen para hacernos soportar días
como éste- la
ciudad se altera, oxidada
de alteridad y desidia
(la Contenta Bar
está muy muy lejos y
la noche pasada
tú no viniste a verme





A CANÇÃO DO VENDEDOR DE PIPOCAS

Para Angélica Freitas

em frente ao
Banco de La Nación Argentina
o vendedor de pipocas
da avenida Paulista
desvenda os mistérios do Honda prata
que passa lentamente, soberbo
(“coisa mais sem gente!”)
pensa na noite crônica no organismo
da tiazinha de vestido florido (onde
predomina o ruivo)
agora assobia e coloca milho na panela
os estouros acordam a minha fome
(no El País
El presidente apuesta por las políticas
a favor de los “más olvidados”
y “los que pueden menos” –
risco outro fósforo, acendo outro cigarro,
outra melodia
frustrated incorporated)
quando chega o outro, de bicicleta
noticiando o acidente na Rebouças
(“foi feio pra caralho, mano!”)
logo envelopa a fala, se cala
a chuva recomeça sua cantilena
preciso das horas, mas não encontro meu celular
uma moça linda (ensopada) pára
em frente a mim,
balbucia
can you help me remember how to smile?
silencio e lembro de uma rua
que tem o nome do meu amor
– imagino que as canções de Bob Dylan
existam para nos fazer suportar dias
como este – a
cidade se altera, oxida de
alteridade e acídia
(La Contenta Bar
está muito muito longe e
a noite passada
você não veio me ver






E-MAIL PARA CARLITO AZEVEDO

hombre, pero todo está tan serio
todo tan pupitre de enfrente
sin sol, sin Río, sin gente

esa falta de imaginación ¡qué misterio!
todo carece de esa levedad, bonita
que en nuestras leves veredas levita

(los pasos de la diosa toda viveza
una garota siempre de Ipanema,
siempre sol, sorbete, playa, cinema)

son tantos tontos en punto de tristeza
por un lugar en la mass media – toscos teachers
versión brasileña de Herbert Richers

y son tantos aprobados –todos: desgracia–
y tanto poeta pedante (yo sólo podía –
qué manía –estar hablando de poesía)

es… Brasil está perdiendo su gracia…
pero alguien de lejos grita – alea jacta est,
Coca-cola is the best!




E-MAIL PARA CARLITO AZEVEDO

rapaz, mas está tudo tão sério
tudo tão carteira da frente
sem sol, sem Rio, sem gente

essa falta de imaginação, que mistério!
tudo carece dessa leveza bonita
que em nossas leves veredas levita

(os passos da deusa sempre acesa,
uma garota sempre de Ipanema,
sempre sol, sorvete, praia, cinema)

são tantos tontos em ponto de tristeza
por um lugar na mídia – toscos teachers
versão brasileira Herbert Richers

e são tantos tiques – todos: traça –
é tanto poeta pedante (eu só podia –
que mania! – estar falando de poesia)

é… o Brasil está perdendo a graça…
mas alguém de longe grita: – alea jacta est,
Coca-cola is the best!







E-MAIL PARA TOM WAITS

Ella, una angustia hopperiana, recargada en el balcón, tomaba dry martini y soltaba grandes bocanadas de humo. Fijaba su propia sombra – que era ella misma en versión instrumental, tomando dry martini y soltando inmensas bocanadas de humo. Mi carraspera cínica dio comienzo a la conversación. Yo sabía que ella era sólo una bella muchacha que quería llegar a una librería de viejo y comprar un libro de Larry Brown, leerlo en éxtasis, guardarlo bajo el grafitti, lo que la memoria probablemente olvidaría, y la noche siguiente encontrar a alguna amiga para contarle que la madre le había telefoneado, llorando, para contarle que el padre continuaba con una sed insana y que el hermano se mata con traficantes, pero aún así siempre habría un espacio en la vida, aunque mínimo (aquel que hay entre la muerte clínica y el paciente extendido sobre la mesa de cirugía), para la vida. De la misma manera que ella sabía que yo era el sujeto más solitario de la ciudad, y que mi cigarro se estaba acabando y que yo diría que en algún lugar entre el siglo XIX y Etiopía, Rimbaud le había pegado un tiro a uno de sus criados por haber intentado robarle, mientras dormía, dos o tres monedas de oro. Nosotros, definitivamente, no creíamos que fuese verdad. Y eso acabó en tensión. Entonces, en el dancing casi vacío, ella me tomó del brazo, sacó su lápiz labial y escribió la palabra sintaxis. De la nada. Y de la nada recordé una canción de Jonnhy Cash y me quedé intrigado por saber si él habría pasado por algo parecido  cuando pensó en cantar Hurt. Jonhy Cash no se acordaba de los sueños de noches anteriores –dijo ella. Me quedé quieto y le pedí otro cigarro. Lo que me enoja del amor es que es una cosa muy sencilla. Es como comprar una paleta en la tienda. Es como llegar tarde al trabajo e improvisar cualquier cosa. Debería haber un contenedor para el amor entre la basura orgánica e inorgánica. Pero no, no, las personas lo guardan consigo y lo llevan a comer con la esposa y con la amante, entre uno y otro guiño. Lo llevan a las reuniones de sobrefacturación y al juego de futbol con el hijo, en la Playstation. En el amor cabe todo, el catarro, la lágrima, el esperma, la sangre, el cariño, la mentira, la verdad, la infidelidad. Es muy amplio. Por demás democrático, como la muerte – amarte amuerte,  morrir. Extraño ¿no? Me quedé quieto nuevamente. Estaba muy borracho y  yo – que tenía que hablar sobre el amor- con certeza lo había dejado en alguna vieja canción que habla de perdedores y borrachos incorregibles. Yo era apenas un cachorro mojado esperando que la ciudad se vaciara para poder urgar en la basura y, quién sabe, encontrar un amor cualquiera, y matar mi hambre. Ella era aquel dulce desorden de los sentidos. Pero el dulce desorden de los sentidos jamás había escuchado ninguno de sus discos. Tuve que cantar una a una sus canciones, sin siquiera acordarme de alguna. Antes de dormirse dijo: la culpa y los cadáveres escondidos son la esencia de las ciudades. Aquellos brazos eran como un inmenso beso y en ellos me escondía durante toda la noche. Entonces un ataúd apareció en medio de la sala. Yo, confortablemente anestesiado, le besé el rostro, y, antes de que el pájaro con olor a combustible emprendiera su vuelo, despostó al amor, quieto y olvidado, atrás de su sueño, peligrosamente próximo al azúcar de los sueños.




E-MAIL PARA TOM WAITS

Ela, uma angústia hopperiana, encostada no balcão, tomava dry martini e soltava imensas baforadas de fumaça. Fitava sua própria sombra – que era ela mesma, em versão instrumental, tomando dry martini e soltando imensas baforadas de fumaça. Meu pigarro cínico deu início à conversa. Eu sabia que ela era mais uma bela garota que queria chegar num sebo e comprar um livro do Larry Brown, lê-lo em êxtase, guardando sob o grafite o que a memória provavelmente vacilaria, e na noite seguinte encontrar alguma amiga para dizer que a mãe havia telefonado, aos prantos, dizendo que o pai continuava com uma sede insana e que o irmão metera-se com traficantes, mas mesmo assim sempre haveria um espaço na vida, mesmo que mínimo (aquele que há entre a morte clínica e o paciente estendido sobre a mesa de cirurgia), para a vida. Da mesma maneira que ela sabia que eu era o sujeito mais solitário da cidade, e que meu cigarro estava acabando e que eu diria que em algum lugar entre o século xix e a Etiópia, Rimbaud teria dado um tiro em um de seus criados por este tentar lhe roubar, enquanto dormia, duas ou três moedas de ouro. Nós, definitivamente, não acreditávamos em verdades. E isso acabou em tesão. Então, o dancing quase vazio, ela pegou em meu braço, sacou o batom e escreveu a palavra sintaxe. Do nada. E do nada, lembrei de uma canção interpretada por Johnny Cash e fiquei curioso em saber se houvera ele passado por algo parecido quando pensou em cantar “Hurt”. Johnny Cash não se lembrava dos sonhos das noites anteriores – ela disse. Fiquei quieto e pedi a ela outro cigarro. O que me enoja no amor é que ele é uma coisa fácil demais. É como comprar um Chicabon na padaria. É como chegar atrasada ao trabalho e esfarrapar um verbo qualquer. Deveria haver uma lata para o amor entre a coleta seletiva de lixo. Mas não, não, as pessoas o guardam consigo e o levam para o jantar, com a esposa e com o amante, entre uma e outra senha. Levam-no para as reuniões sobre superfaturamento e para o jogo de futebol com o filho, no Playstation. No amor cabe tudo, o catarro, a lágrima, o esperma, o sangue, o carinho, a mentira, a verdade, a sujeira. É amplo demais. Democrático demais, como a morte – amar-te amor-te, morrer. Carente demais. Fácil. Só o amor parece não caber no amor. Estranho, né? Fiquei quieto novamente. Estava bêbado demais e o amor – o que eu tinha para falar sobre o amor – com certeza havia deixado em alguma velha canção que fala de perdedores e bêbados incorrigíveis. Eu era apenas um cachorro molhado esperando a cidade se esvaziar para que eu pudesse vasculhar os sacos de lixo e, quem sabe, encontrar um amor qualquer e matar minha fome. E ela era aquela doce desordem dos sentidos. Porém, a doce desordem dos sentidos jamais havia ouvido nenhum dos seus discos. Tive que cantar uma a uma as suas canções – sem lembrar sequer de uma. Antes de adormecer, ela disse: a culpa e os cadáveres escondidos são a essência das cidades. Aqueles braços eram como um imenso beijo e neles me guardei durante toda a noite. Foi então que um caixão apareceu no meio da sala. Eu, confortavelmente anestesiado, beijei-lhe o rosto, e, antes do pássaro com odor de óleo diesel abrir seu voo, depus o amor, quieto e esquecido, atrás do seu sono – perigosamente próximo ao açúcar dos sonhos.







Em torno de

um disco repetindo-se
uniforme
a dor presente
um salmo
esquecido na página
consumada de um baseado

e continua
redemoinho melódico
não de poeira
vento
com agulha riscando o escuro
da luz apagada
dos sulcos mínimos

um molusco carregando a parede
como um código

uma mosca decorando
a paz do prato sujo

continua a agonia
do futuro

rezando em mim
como um relógio

Fabiano Calixto, Música Possível (São Paulo: Cosac Naify, 2006)







Quanto,

entre noites
melancólicas,
ruas sem saída,
dia após dia
piorando a ferida
aberta,
custou-me,
nuvens
perdidas,
passeios
só,
suor a contragosto,
frio,
no fundo do poço,
catarata cobrindo
o corpo
todo,
contas sem pagar,
falta de ar,
febre amarela,
febre de rato,
tifóide,
deixando de lado
o amor,
sopro
cosmo
humano,
disenteria
erros calculados,
a poesia?


Fabiano Calixto, Música Possível (São Paulo: Cosac Naify, 2006)







Obituário literário com figuras de gatos e ratos

os ratos roeram a vida dos poetas
– livres do peso das letras, os estetas

em outras esferas escreverão, pois,
no cavo, vácuo profundo, sem voz, à foice

(esta persiana a zerar o ar dos distraídos),
não mais poemas, já que lidos os labirintos,

nada mais resta, nada, nem a quem se
amar ou refutar, não esfria, nem aquece,

a luta com palavras já não faz parte de
paixões ou razões puras, nenhum alarde,

nada de metáforas, nenhuma metonímia
– a menina de lá não dá mesmo a mínima.

os ratos, rudes e arrogantes orates,
gorjeiam na goela os corpos dos vates

e, ainda assim, nas estantes, talhados,
ficam os poemas – como nos telhados

gatos de gostos e colmilhos afiados, à leitura
nasal do rastro dos ratos, vigiam venturas.

de um pulo a outro salto, uma gangue
de gatos retalha a noite com sangue

de restos de ratos que das tripas, as tropas
de versos, vazam as mais soberbas sopas.

Fabiano Calixto, Sangüínea (São Paulo: Editora 34, 2007)






VENKO MARKOVSKI [10.780]

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Venkomarkovski.jpg

Venko Markovski 

(Búlgaro y Macedonio : Венко Марковски), nacido Veniamin Milanov Toshev (3 de marzo de 1915, Skopje 7 de enero, 1988, Sofia) fue un búlgaro y macedonio escritor y poeta.
Considerado uno de los precursores de la poesía moderna en aquel país y en todos los Balcanes. Como activista político, partisano y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, Markovski es un poeta que se distingue por versos de denuncia social, amores trágicos y desgracias ocasionadas por el sin razón de la guerra. Sin duda, la experiencia más determinante que influyó en su poesía, fue el ser enviado por la policía búlgara al campo de concentración “Enikyoi”. Fue allí donde forjó sus letras cargadas de nacionalismo y dolor.




Presentamos en la traducción de Javier Gutiérrez Lozano, algunos textos de Venko Markovski (1915-1988), escritor y poeta macedonio nacido en la capital Skopje, considerado uno de los precursores de la poesía moderna en aquel país y en todos los Balcanes. Como activista político, partisano y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, Markovski es un poeta que se distingue por versos de denuncia social, amores trágicos y desgracias ocasionadas por el sin razón de la guerra.
http://circulodepoesia.com/nueva/2013/06/poemas-de-venko-markovski/







Fundidores

Han curvado sus cuerpos desnudos,
hirviendo sus pechos en rabia;
el mirar de una vida los oculta en la tumba,
¡juventud herida por el hambre maldita!

Día con día acarreando en sus hombros,
el bronce que arde fundido en los moldes.
Piel rasgada en heridas de fuego,
azotes ya derrumbados al sueño.

Quemándose vivos sin piedad de la lumbre,
deshaciendo sus cuerpos como la nieve,
combaten la noche por un trozo de pan
mientras en un lagrimear, les pasa la vida.

Y tendrán que fundir así,
derritiendo en rabia de la juventud,
parpadeando en medio del dolor,
¡heridos eternamente por el hambre maldita¡






El fuego

¡Ataquen, compatriotas,
por el brillo de un día soleado!
Al frente, un nuevo día;
detrás, la fuerte nación como árbol de Cornus.

Nación que arde en el fuego-
emerge la melancolía del tirano;
luchando por libertad-
¡una madre abriendo sus puertas al brillo!

Villas sangrantes cubiertas de humo,
manto de sangre que envuelve los pueblos…
resplandor en la frente del hombre…
¡armas sujetas por mozos y grandes!

Soldados que mueren con melodías,
el tirano maldito tornándose débil,
penetrando entre el humo y el fuego,
el brillo del mundo a la vista.

¡Ataquen, patria valiente!
¡El brillo del día por encima del yugo!
Al frente, un nuevo día;
detrás, la nación de los Cornus.







Triste gorrión

Triste gorrión cantando tristes melodías.
Un gorrión que canta, goteando melancolía
en bosques tristes; melancólicos otoños.

¿Acaso las llamas incendiaron su nido?
¿Existe una idea maldita en su preocupar,
un terrible pensar para mañana sufrir?

No han sido las llamas que destruyeron el nido,
ni una maldita idea en su preocupar,
ni un terrible pensar para mañana sufrir.

Es la adorable mujer quien lo hace penar.
Adorable dama provocando a las lágrimas hervir;
hirvientes lágrimas de eterno amor.







Tierra extranjera

Te ves como tú lo sabes.
No suspires.
¡Vuelve aquí!

¡Mi mente me preocupa,
mi casa está en llamas,
Stojan!

Mi cabeza pesa
y  las piedras
en mi corazón descansan.

¡Y mi niño, mi hijo,
mi pequeño héroe,
en brazos míos!

Pasado el tiempo,
esa tierra extranjera,
me ha quemado vivo.

Estoy listo para el alba.
Cuento ya los días
desde el puerto.

No puedo respirar más,
ahogado en lágrimas…
¡por ti!

¡Ah, maldita sea la vida
que muere sin felicidad,
Stojan!

Te ves como tú lo sabes.
No suspires.
¡Vuelve aquí!








LORETTO RAFANELLI [10.781]

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Loretto Rafanelli 

Nació en Porretta Terme, Bolonia, Italia en 1948. Poeta, dramaturgo y ensayista. Publicó “Los límites del rostro”, (I confini del Viso 1987). El libro de ensayo, prosa y aforismos “La sangre de la memoria”, (Il sangue della ricordanza, 1994) con la editorial “I Quaderni del  Battello Ebbro”. La obra de dramaturgia “En las oscuras habitaciones”, (Nelle buie stanze, 1997). Realizó diversos proyectos de arte y poesía, entre estos, lecturas poéticas para la Bienal de Venecia (2001, 2005, 2007, 2011). El libro de poemas “El silencio de los nombres” (Il silenzio dei nomi, escritos durante el periodo 1987-2001, editorial Jaca Book, 2002). En el año 2005 se publicó “Las voces de Filadelfia,” (Le voci del Filadelfia. Il Grande Torino, I quaderni del Battello Ebbro), inspirado en los sucesos contra el equipo de football en Turín (Italia) en 1949, sigue “El tiempo de la espera” (Il tempo dell’attesa, Jaca Book, 2007), Su libro de ensayo Las voces, el coro’ (Le voci, il coro,2008) constituye uno de los más importantes aportes críticos para comprender las características y caminos por los que ha discurrido la poesía italiana y mundial en el siglo XX. ‘Artemisa. El fuego sagrado de la pasión’, (Artemisia. Il fuoco sacro della passione, 2010). En Venezuela se publicó una selección de sus poemas en “Caminos del agua. Antología de poetas italianos del segundo Novecientos” (Traducción y selección de Erika Reginato, año 2008, Monte Ávila Editores latinoamericana). Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y ha recorrido diversos países en festivales internacionales de literatura y poeasía en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.



Loretto Rafanelli è nato a Porretta Terme (BO) nel 1948. Ha pubblicato la raccolta di poesie I confini del Viso (Forum, 1987), il libro di saggi, prose e aforismi Il sangue della ricordanza (I Quaderni del Battello Ebbro, 1994), il libro di drammaturgia Nelle buie stanze (I Quaderni del Battello Ebbro, 1997), composto dai drammi "I ciclamini di Bosnia" e "Nelle buie stanze" e i volumi di poesia Il silenzio dei nomi (Jaca Book, 2002) e Le voci del Filadelfia. Il grande Torino (I quaderni del Battello Ebbro, 2005), un testo ispirato alla tragica scomparsa della squadra di calcio del Torino. Dirige la casa editrice I Quaderni del Battello Ebbro, di cui ha curato numerosi volumi, e la rivista omonima di letteratura. Ha realizzato con l’artista Marco N. Rotelli diversi progetti tra arte e poesia, fra cui "Bunker poetico" per la Biennale di Venezia 2001. Ha ideato e dirige eventi culturali nazionali quali "Scrittori nelle scuole" e "Itinerari poetici".





El Hielo

1.

Cruces, cruces extendidas, extendidas
en las calles, en las desembocaduras, sangre
sangre como huella exhausta,
los pájaros que se desvían de las tierras
negras donde el fango sepulta
a los niños, seca tierra como
los labios de las invocaciones
que refractan en las llanuras sin
cosechas, los unos y los otros
divididos en el lumen de la muerte.
El rojo árido de los atardeceres
y de los amaneceres, las viejas
en sus remordimientos de madres,
padres lacerados en las guerras
que corta neto los pinastros, mudos
en los fosos rezan, en el recuerdo
ciego a las ventanas. Hay un frío
espectral en estos blancos
Balcanes, un hielo híspido de nombres.






2.

Un hielo híspido de nombres
y los viejos, y los niños todavía
paralizados en el lento esperar.
Los brazos en el barranco, en la planicie
vacía que llega al mar,
en una tierra amarga sin
pupila con el pan seco
en mis labios, y se sosiega
la mirada en los ojos de los hermanos. No regresa
la nieve, ahora arrasa y derrumba
el gregal los cuerpos. Las mujeres
en el silencio de la maternidad
que destroza, en la mano
que ensangrienta los ríos,
y todo el campo
es una plaga de mármol.






3.

Una plaga de mármol en los silencios
de los hombres ciegos del frente.
Bizancio adolece de barro
en las ciudades donde la peste asedia
las lágrimas. Las llanuras
están colmadas de ojos de lama.
Las montañas no tienen
más árboles para escavar la tierra
de los muertos en la borde de rojos espinablos.
El invierno llega a nuestras manos
con el blanco de hombres lejanos,
días que congelan las rodillas
de los hijos y en las calles
los disparos se pierden en las voces.







El silencio blanco de los nombres

El canto de madres alcanza
la cima del tiempo y las trenzas
de las muchachas se hacen velo desgastado.
En las envueltas sábanas, en una luz
de vidrio, los jóvenes están en orden
e inmóviles en el viaje que desde el malecón
alcanza al sueño perenne.
En el recuerdo extremo de las voces.








En las noches los hijos vestidos
de blanco peinados por los muertos,
nosotros temblorosos al buscar un amor
en un silencio que  amuralla
las apariencias de los nombres. Tu rostro
pesado de frente al malecón
alto que el agua
cancela en cada estación.
Y vives mudo como un exiliado
en la ciudad desierta, en el surco
de las carnes, y me dices de ti,
de tu final y me miras.







La sonrisa de los padres

Las voces, padre, las sientes en la noche,
o en esta hora de la vigilia,
cuando miras es más allá del mar
las mujeres esperan tu
amor. Es una noche en la cual las madres
desatan los cabellos y en las camas
abrazan los blancos vestidos
de los matrimonios, solas en las orillas largas
donde los hijos han pasado
y van ahora con sus hijos a buscar
sobre las riberas de los ríos la sangre
de los padres, pobres, siempre,
más pobres, con  estos panes negros,
insaciables, en aquel olor fuerte
de aquel verano. Tú la recuerdas,
padre, era temprano en la mañana
y la mano estaba cerca.







Luces segadas

Existe un  silencio mudo de ojos
y una voz asignada al hijo,
es difícil pensar en el tiempo
que arrasa la luz pesante
de una nieve que después desaparece.
Y el salmo nocturno consterna
y hace temblar las bocas perdidas.
Pero el padre que más puede decir
si no inducir a la oscuridad de una noche.
“¿Dónde estás?”, me dice el pequeño,
y el mutismo se hace precioso como
el aceite santo para el moribundo.






Huellas

Sombra se hace el tiempo y huella
tras huella como piedra
los cuerpos devasta.
Y las trenzas extendidas sobre las noches
son diminutas llamas
que vagan en el viento,
esperas infinitas, lugares sin paz.
Los niños corren en los campos
y las mañanas fluyen
en una desnudez sin palabras.





Un horizonte de nieve

Se apagan en un horizonte de nieve
los cantos de las mujeres que invocan
con ojos de sal.
Y el pan de la noche, de los hombres,
de las voces cercanas, vigilar
en una carne abandonada,
entre los campos sagrados y solitarios,
en el viento que lleva los nombres
de un tiempo en una oscuridad amiga.
En el silencio que se encubre entre las curvas
rosadas de finales de verano, en los ríos
lejanos que los seres vierten
en las amplias llanuras. En el canto de mujeres
blancas de la vida. En los recuerdos
que deja el umbral carente de luces.






Guerra

El Occidente se extiende en la urna
de su tiempo y borra el canto
que la Navidad trae
en los ojos. Y atraviesa
sus heridas sin nombres,
en calles cerradas
y en las iglesias apagadas de sus
llamas antiguas.
En las manos de los hijos los miembros
desnudos de tierras lejanas,
un coro de agonía desolada
y en nosotros la vil pena de un desasosiego.


Poemas de Loretto Rafanelli de El silencio de los nombres (ed. Jaca Book, 2002)
Traducciones de Erika Reginato publicadas en la antología Caminos del Agua.
(ed. Monte Ávila, Venezuela, 2008) .






POESIE

Il gelo


1.

Croci, croci distese, distese
nelle strade, nelle foci, sangue
sangue come orma esausta,
gli uccelli che deviano dalle terre
nere dove il fango sepolcra
i bimbi, secca terra come
le labbra delle invocazioni
che rifrangono nelle pianure senza
raccolti, gli uni agli altri
divisi al lume della morte.
Il rosso arido dei tramonti
e delle albe, le vecchie
nel loro rimorso di madri,
padri laceri nella guerra
che taglia netto i pinastri, muti
nei fossi a pregare, nel ricordo
cieco alle finestre. C’è un freddo
spettrale in questi bianchi
Balcani, un gelo irto di nomi.

2.

Un gelo irto di nomi
e i bimbi, e i vecchi ancora
fermi nel lento aspettare.
Le braccia nelle forre, nel pianoro
vuoto che giunge al mare,
in una terra amara senza
pupilla col pane secco
nelle mie labbra, e si placa
lo sguardo negli occhi
dei fratelli. Non torna
più la neve, ora rade e urta
il grecale i corpi. Le donne
nel silenzio della maternità
che uccide, nella mano
che insanguina i fiumi,
e tutto il campo
è una piaga di marmo.

3.

Una piaga di marmo nei silenzi
degli uomini ciechi sul fronte.
Bisanzio malata di fango
nelle città dove la peste assedia
le lacrime. Le pianure
sono colme di occhi di limo.
Le montagne non hanno
più alberi per scavare la terra
dei morti ai piedi dei rossi prunalbi.
L’inverno arriva alle nostre mani
col bianco di uomini lontani,
giorni che gelano le ginocchia
ai figli, e gli spari
nelle vie si perdon nelle voci.

4.

Nelle vie si perdon nelle voci
i corpi, le bandierine
che indicano le stagioni, issate
nelle braccia dei bimbi. Giunge
il giorno e la luce è dipartita,
perduta, nella notte più scura.
I mendicanti si avviano
alle madri con sospetto,
e nelle piazze l’orizzonte è perso
tra le mani alzate degli uomini
in fila, mentre tutto si scolora.

5.

In fila mentre tutto si scolora
i figli piangon le madri
fissi gli occhi nel rosso cielo.
Perduti nella muta complicità
paterna, questo padre privo
del nome, assassino sulla carne
morta, cieco nelle strade
che da Cracovia a Dubrovnik
segnano il tempo di una ferita
vissuta nel gelo degli antichi
sguardi. Tremando
per questo giorno che sfibra
le pupille, andiamo avvolti
tra le macerie di un panno
povero e freddo, con le preghiere
della amarezza spoglia
della sera nel nostro bivacco.





*

Il canto di madri giunge
al crinale del tempo e le trecce
delle ragazze si fanno velo consunto.
Negli avvolti lenzuoli, in una luce
di vetro, i giovani sono ordinati
e immobili nel viaggio che dall’argine
giunge al sonno perenne.
Nel ricordo estremo delle voci.





*

Nelle notti i figli vestiti
di bianco pettinati dai morti,
noi tremanti a cercare un amore
in un silenzio che mura
le vesti di nomi. Il tuo viso
pesante di fronte all’argine
alto che l’acqua
cancella ad ogni stagione.
E vivi muto come l’esiliato
nella città deserta, tra le croci
di carni, e mi dici di te,
della tua fine e mi guardi.





*

Colmi di grano nelle vie i carri
in un sorriso di neve,
con l’esile straniera che occhieggia
i campi deserti e il volo cieco
di una rondine nella bruma notturna
come le donne giù alla marina
che hanno le mani giunte
e le navi vergate nei sogni
mentre attendono curve
nella nera veste.





*

Saremo in un gelo pieno di braccia,
nel lutto estremo come la pena
della donna che lenta ripone gli abiti
smessi da una morte.
E la distanza lacera ancor prima
che il dire piombi ogni cosa
e trascini i corpi oltre il fiume,
oltre le città, nella terra senza nome.





*

Le vesti nere erano per gli occhi
dei viandanti un grano
amaro. Odori forti
in quella estate sulle aie
quando i carri passavano lentamente
e solcavano la proda.
Vicino si attendeva
una luna marina,
le case sfumavano in una foschia
che non lasciava tracce sui nostri volti,
e il freddo giungeva e portava
sulle notti il suo silenzio.







Torino

Era un inverno freddo
quando Meroni morì con la benda
granata che gli fasciava la fronte,
mentre Ferrini era l’eroe coraggioso
dei ragazzi nel campetto vicino al fiume.
Bandiere, bandiere che scavano
le labbra, segnano la carne
e ci parlano dell’audacia
di guerrieri misteriosi.
Io lo ricordo quando gli uomini sulle gradinate,
depo i suoi slanci di fuoco verso
la rete, guardava senza un sorriso:
Pulici era la forza disperata
di genti che la terra nera del Filadelfia oppone.
Volti segnati da una disgrazia
antica, con le croci
nel verde campo come sentinelle
abbagliate dalle grida
della domenica.
Il colore che le maglie rendono
intenso, il colore granata
che nelle pupille scava
e strugge fino al cuore.





*

Si spengono in un orizzonte di neve
i canti delle madri che invocano
con occhi di sale.
E il pane delle notti, degli uomini,
delle voci vicine, a vigilare
in una carne abbandonata,
tra le campagne sacre e solitarie,
nel vento che porta i nomi
di un tempo in un buio amico.
Nel silenzio che s’incela tra le curve
rosate di fine estate, nei fiumi
lontani che le sere riversano
nelle ampie pianure. Nel canto di donne
bianche della vita. Nei ricordi
che lasciano la soglia priva di luci.






*

Luce che scendi sul muro
alto della radura, luce che scendi
diafana sui letti, luce
pallida come croci
nella notte avvolta nel mistero
degli elmetti che riempivano i campi.
La notte dei giocattoli, quella che porti
nel limitare dei tuoi occhi. Sul marmo
da un eterno andare segnati,
è stretto tra i visi il mare che fa
sangue da luogo a luogo senza franare.





*

Ci venne incontro e portò
le mani giunte all’invocazione,
noi muti, tesi nella direzione
di un lume che si sfuoca alle pareti.
La preghiera sentimmo giungere
alle labbra. Chinammo
il viso verso la terra nera,
senza più croci,
senza più afflitti, soltanto
la fine neve vergava il volto.
Le mani strette ai giocattoli,
rimanemmo a lungo nel greto
del fiume che portava il respiro,
mentre l’inverno era finito.





*

Le voci, padre, le senti nella notte,
o in questa ora della veglia,
quando guardi e là oltre il mare
le donne attendono il tuo
amore. È una sera in cui le madri
sciolgono i capelli e nei letti
stringono i bianchi vestiti
delle nozze, sole nelle sponde larghe
dove i figli sono passati
e vanno ora coi loro figli a cercare
sulle rive dei fiumi il sangue
dei padri, poveri, sempre
più poveri, con questi pani neri,
insaziabili, in quell’odore forte
di quell’estate. Tu la ricordi,
padre, era mattina presto
e la mano era vicina.







*

Canto di una pena muta
nel poco di una luce,
in una croce, in un evento
che rade il tempo dell’antico
volto. Gli occhi che fissano lontano
le stanze bianche, e invocano:
"stringimi la mano, sorridi".
Il canto di Dio dilungava
nelle labbra la gioia e sfiorava
i capelli nel gelo pungente,
accanto alla stufa rossa
di mattone che cuoceva
il volto, e avvicinava a noi
lo scarso pane.
Abbracciamoci ancora, padre,
senza fissare il silenzio più grave,
in quest’ora santa e segreta.







*

Li senti battere al portone
e li scorgi uno a uno,
mentre si perdono
come piccoli fuochi nelle terre
scure e nei poveri campi
vedi le mani che sono morti
segnali, pupille algide.
Il cielo non sporge
la sua volta di luci, e appare
come folla adagiata sui marmi,
adagiato nel silenzio tremante
a seguire un’esile ombra.







*

Ascolta il silenzio dei giorni,
il colore bianco del vento,
come un mare che mura le notti,
e la dolce parola giunge
dalla pianura agli sguardi
dei vecchi, in questa fredda
urna dove il bimbo felice
alla torre rivolge
la tenera occhiata del tempo, quando
i carri solcavano le pietre
di sangue e il grano
nel suo odore di polvere
invadeva i portici,
oggi l’occhio di marmo
entra nel volto della giovane donna
che la piazza specchia
su un lastricato di lumi.



*

Batte nella notte il suono metallico,
il gelido tocco che rende le pupille
deserte. Batte nel tempo il mattino,
ed erge fisso nella pianura il volto
dell’uomo mangiato dal sole,
che accompagna il transito
segreto dei figli. Perse le tracce
nel letto rifatto, rimane
una croce, un ricordo di terra.
Ai legni la rugiada
marina punge e arrossa
gli occhi silenziosi dei vecchi.










JOVAN DUCIC [10.782]

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Jovan Dučić

(Trebinje, BOSNIA-HERZEGOVINA     17 febrero 1871-7 abril 1943) fue un serbio bosnio poeta, escritor y diplomático.

Es sin duda uno de los poetas más destacados de la época dorada de literatura yugoslava. El diplomático serbio nacido en la región de Herzegovina, fue autor de 19 libros relativos principalmente a la poesía. Exponente del modernismo, Dučić denota una influencia de los versos de Rodenbach, Verlaine y Baudelaire. Este poeta yugoslavo es recordado por su expertise en temas históricos y políticos de los Balcanes, además de su admirable poesía amorosa y de denuncia social.


OBRAS:



Pjesme, knjiga prva, izdanje uredništva Zore u Mostaru, 1901.

Pesme, Srpska književna zadruga, Kolo XVII, knj. 113. Beograd, 1908.
Pesme u prozi, Plave legende, pisano u Ženevi 1905. Beograd, 1908.
Pesme (štampa „Davidović“), Beograd, 1908.
Pesme, izdanje SB Cvijanovića, Beograd, 1911.
Sabrana dela, Knj. IV. Biblioteka savremenih jugoslovenskih pisaca, Beograd, Izdavačko preduzeće „Narodna prosveta“ (1929–1930). Knj. I Pesme sunca (1929)
Knj. II Pesme ljubavi i smrti (1929)
Knj. III Carski soneti (1930)
Knj. IV Plave legende (1930)
Knj. V Gradovi i himere (1930)
Knj. VI Blago cara Radovana: knjiga o sudbini, Beograd, izdanje piščevo, 1932.
Gradovi i himere, (Putnička pisma), Srpska književna zadruga, Kolo XLII, Knj. 294. Beograd, 1940.
Federalizam ili centralizam: Istina o “spornom pitanju“ u bivšoj Jugoslaviji, Centralni odbor Srpske narodne odbrane u Americi, Čikago, 1942.
Jugoslovenska ideologija: istina o “jugoslavizmu“, Centralni odbor Srpske narodne odbrane u Americi, Čikago, 1942.
Lirika, izdanje piščevo, Pitsburg, 1943.
Sabrana dela, Knj. X Jedan Srbin diplomat na dvoru Petra Velikog i Katarine I – Grof Sava Vladislavić – Raguzinski, Pitsburg, 1943.
Sabrana dela, Knj. VII-IX (Odabrane strane). Rukopise odabrali J. Đonović i P. Bubreško. Izdanje Srpske narodne odbrane u Americi, Čikago, 1951.
Sabrana dela, (uredili Meša Selimović i Živorad Stojković), Svjetlost, Sarajevo, 1969.
Sabrana dela, (uredili Meša Selimović i Živorad Stojković. Pregledao i dopunio Živorad Stojković), BIGZ, Svjetlost, Prosveta, Beograd-Sarajevo, 1989.




El sauce del mar

La cumbre del mundo es un sauce sobre el mar,
sus ramas trenzadas son largas, verdes, frescas.
Semblanza de una ninfa que ha sido maldecida
para convertirse en un melancólico árbol que cruje.

Ella escucha la melodía de la montaña en la alborada,
la agonía del mar durante tardes silentes.
Situada y penetrada entre promiscuidades:
las nubes y el viento, las olas y el tiempo.

Y ella les susurra, cediendo lentamente
una hoja al aire, una rama a la mar,
y  como un corazón desgarrado, quebrándose,
ella triste murmura una vida –el sauce se mira solo.






(Poema sin título)

El desierto se extiende largo y ancho-
En el ocaso, el oeste resplandece…incandescente en un destello…
Pero sobre él, nadie –sólo esqueletos
diseminados y expuestos en la arena.

Así, el alma de un hombre se enciende en un destello,
y el ánimo esparce su luz secreta;
un ánimo que usualmente nada ilumina
salvo un cementerio y un páramo interminable.






Los álamos

¿Por qué los álamos murmuran así esta noche,
con tan extraña y entera pasión? ¿Por qué murmurar así?
Una luna amarilla se ocultó detrás de los montes
distantes y oscuros como un presagio; como los sueños.

En esa muerte de noche que cayó sobre las aguas,
calmas y grises fueron la guía en la penumbra.
Sólo los álamos por encima de los aires
murmuraron, extrañamente murmuraron y temblaron contra el cielo.

…solo, junto a la noche de las aguas calmas, existo,
como el último de los hombres. En la tierra, frente a mí,
yace mi sombra. Asustado de mí esta noche,
asustado de mi propia sombra.







El encuentro

Cuando por primera vez la vi, el cielo era pálidamente gris,
y las últimas rosas morían silenciosamente.
Aguas de otoño murmuraban una duda abominable;
yo soñaba noche y día, yo era la melancolía.

Cuando mi juventud perdió la destreza
del gozo de pasiones y anhelos;
dentro de mi alma se situó la sombra de su ser;
tan pálida como la muerte, suave brillo de la luna.

O como el destello que penetra una catedral,
a través de las paredes que supuran agua
y vitrales multicolores que asemejan las olas,
cae el frío de una bóveda de otoño.

Su voz era música del quebranto
por ello pensé -escuchando continuamente-
sólo en el pasado y en el perene otoño
de cielos fríos y de un “adiós” amargo.

Su beso fue tan calmo como frío,
un gélido mármol; mientras su cabello rubio
propagaba melancolía en su fragancia
de un rosal cubierto por flores marchitas.
Y muchas veces, en mañanas pintadas de gris,
yo desperté de mis sueños- encadenado
o situado debajo de una cubierta de plomo,
nublados mis ojos, colmados de lágrimas.

En versión del poeta y periodista Javier Gutiérrez Lozano (Puebla, 1988) estos textos de Jovan Dučić.




ЗАЛАЗАК СУНЦА

Још бакрено небо распаљено сија, 
Сва река крвава од вечерњег жара; 
Још подмукли пожар као да избија 
Иза црне шуме старих четинара. 
Негде у даљини чује се да хукти 
Воденички точак промукнутим гласом; 
Дим и пламен ждеру небо које букти, 
А водено цвеће спава над таласом.

Опет једно вече... И мени се чини 
Да негде далеко, преко трију мора, 
При заласку сунца у првој тишини, 
у блиставој сенци смарагдових гора — 
Бледа, као чежња, непозната жена, 
С круном и у сјају, седи, мислећ на ме... 
Тешка је, бескрајна, вечна туга њена 
На домаку ноћи, тишине и таме.   

Пред вртовима океан се пружа, 
Разлеће се модро јато галебова; 
Кроз бокоре мртвих доцветалих ружа 
Шумори ветар тужну песму снова. 
Упртих зеница према небу златном, 
Два гиганта Сфинкса ту стражаре тако, 
Докле она плаче; а за морским платном, 
Изнемогло сунце залази, полако.

И ја коме не зна имена ни лица, 
Све сам њене мисли испунио саде. 
Верност се заклиње с тих хладних усница... 
Као смрт су верне љубави без наде! 
Вај, не реците ми никад: није тако, 
Ни да моје срце све то лаже себи, 
Јер ја бих тад плакô, ја бих вечно плакô, 
И никад се више утешио не би.






Сycpeт

Jедне се ноћи беше срела, 
На једној зрачној стази, 
Душа у небо што се пела, 
и ангел што на свет слази. 

Ангел исприча причу сјајну 
Шта су небески врти, 
А душа целе земље тајну: 
Магију љубави и смрти. 

И осмехну се ангел потом 
На царство вечних зрака; 
Душа заплака за лепотом 
Игре светлости и мрака. 





Susret

Jedne se noći beše srela,
Na jednoj zračnoj stazi,
Duša u nebo sto se pela,
I angel što na svet slazi.

Angel ispriča priču sjajnu
Šta su nebeski vrti,
A duša cele zemlje tajnu:
Magiju ljubavi i smrti.

I osmehnu se angel potom
Na carstvo večnih zraka ;
Duša zaplaka za lepotom
Igre svetlosti i mraka.








LUIS ALBERTO RUIZ [10.784]

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LUIS ALBERTO RUIZ



[por MARCELO LEITES]

Alcohólico, como todo poeta maldito que se preciara de tal, Luis Alberto Ruiz, nació en Concepción del Uruguay, en 1923 y murió en Buenos Aires,  en 1987. Fue además narrador, ensayista y periodista, e intervino en la vida literaria de la Capital Federal, que alternó durante algunos años, con la bohemia propia de los 70’.  En Buenos Aires también ofició de asesor literario, corrector, traductor, compilador, prologuista, lector y autor de Claridad, entre otras Editoriales; asiduo colaborador de los principales diarios del país, entre los que merece citarse el desaparecido Diario “La Opinión”.  Poeta insoslayable de la generación del 40’, atravesada por el neoromanticismo,  en  la obra de Ruiz hay un dibujo perfecto de la vida del sujeto en el poema.  La religión, la metafísica, las ciencias ocultas y la  mitología  conformaban su estética.  Su heredera, Domitila de Papetti, en un estudio paradigmático sobre la vida y obra del autor, sostiene: Luis Alberto Ruiz es terrestre, pero su elemento nativo es el fuego que es la sangre de la tierra…que se transforma en savia, flor, semen, sangre…Tal vez la obsesiva repetición de las palabras “llama”, “hoguera”, “fuego”, “brasa” y sus avocaciones sexuales y religiosas en CANTOS EPILOGALES restablezcan, como quería el poeta nuestra relación orgánica y viva  con el cosmos, el sol y la tierra con la raza humana.  La idea de Heráclito del fuego, como agente de transformación, pues todas las cosas nacen del fuego y a él vuelven, se halla en los poemas de Ruiz (*).      

Autorreferencial, confesional y visionaria,  su obra celebra nuestro paisaje, habla de la herida  del amor, de la nostalgia, del exilio, de la soledad existencial.  En  los Cantos Epilogales,  su obra póstuma, la imaginación se desborda y la expansión de las imágenes parece abarcar el mundo entero. Poesía cosmológica, de largo aliento,  metafísica.   Los antecedentes de su poética hay que buscarlos en los españoles Garcilaso de la Vega y San Juan de la Cruz y  en el argentino Enrique Banch. Asimismo sus  versos tienen ecos de los clásicos que influyeron en toda  la poesía neorromántica del 40’ de la Argentina: Rilke, Milosz, Verlaine. Rimbaud.   En los Cantos Epilogales establece un canto paralelo con dos maestros fundamentales: T.S. Eliot y Alfonso Solá González, impregnándose del imaginario del poeta anglonorteamericano  y de la versificación elegíaca del poeta entrerriano.  

Ruiz fue un marginal, un paria, un Ulises errante en busca de la belleza. Su obra no fue comprendida, no fue aceptada, no fue bien publicada y, sin embargo, el poeta se entregaba todos los días a su única profesión de fe, la palabra y el goce  de  todos los sentidos, cuya síntesis era el erotismo o el placer, al que le dio nombre de mujer.  Nunca se privó de la verdad y la sostuvo aún en contra del mundillo mediocre de los intelectuales provincianos (ob.cit.). Cuando se libra la terrible batalla de la pureza del vivir como escribió el mismo Ruiz y se demanda más  vida donde no la hay, es posible que se caiga en el vino o  en la  poesía y se encuentre la muerte, siempre al acecho.  Ningún poeta entrerriano habrá estado en forma tan oscilante entre la  euforia y la agonía, entre el placer y el sufrimiento, entre la vida y la muerte.

LIBROS PUBLICADOS:  La pasión que nos salva (poemas), Ed. Claridad, 1947 ; La mujer lejana (poemas),  Paraná, Nueva Impresora,  1950; Entre Ríos cantada, Bs.As., Zamora, 1955 (Primera antología publicada de poetas entrerrianos, incluye a Damián P.. Garat, Emilio Berisso, Andrés Chabrillón,  Juan L. Ortiz, Carlos Alberto Alvarez, Alfonso Solá González, Ana Teresa Fabani, Emma de Cartosio y Carlos Mastronardi, entre otros);  El linaje de los años (Antología poética, 1940-1963), Ed. Claridad,  Bs.As., Zamora, 1963, Antología poética, que incorpora tres libros: La canción de las islas, La guitarra y el horizonte y El Pequeño libro de los coloquios; La Argentina en la picota (ensayo), Mundi, Bs. As., 1966;Cantos Epilogales (poemas), Troquel, Bs.As, 1981; Magia y sacralidad de la poesía (ensayo), El Mirador, C.del Uruguay, 1985; El pequeño mundo del poeta (ensayo), El Mirador, C.del Uruguay, 1984, Digresión sobre Valery (ensayo), El Mirador, C. del Uruguay, 1986; El primitivismo en la estética surrealista (ensayo), El Mirador, C. del Uruguay, 1986


En uno de sus primeros libros se incluye el Sermón del crecimiento, publicado en  El Linaje de los años  -1944-1961, ahí aparecen estos versos que cierran como un biografema esta apretada síntesis:

                 

                   Si bastara alzar los ojos de la tierra
                   para que nada pudiera dolernos
                   y si bastara comprender
                   que hasta las mismas cosas nos enseñan
                   cómo hemos de amarlas:
                   rozar una piel, oír un pájaro
                   palpar un fruto entre las hojas
                   cuando conserva toda su frescura,
                   hundir las manos en el agua, hasta que su claridad  
                   se nos pase a la sangre;
                   unir a nuestras vidas su destino.


Y, ahora, sí, los días  y las noches, el cáliz y el delirio, el vino y la poesía de un hombre, para quien la poesía debe haber sido su única justificación sobre la tierra, ese poema al que se  entregó de cuerpo entero, la misma caída en el vino o en el poema que le quitó la vida.


(*)  DE PAPETTI, Domitila; L.A., Ruiz; “Fortunas y adversidades de un entrerriano universal  (Editorial de Entre ríos, 1997)        




A VECES,  EL RECUERDO

     A veces, una hoja cae como un recuerdo, y yo me siento otoño.
     No hay ningún árbol iluminado por las canciones de los
pájaros,
      y en las nieblas lejanas, en el confín de los días,
      una a una se pierden las delicadas amantes que me  enseñaron
los nombres del corazón.
      A veces, el recuerdo cae como una hoja, y yo me siento otoño.
      Y conozco de pronto el secreto de todo lo que muere.
      Miro el río interior que corre helado hacia la noche,
      y las flotantes cosas que una vez en la vida fueron carne.
      Me siento convocado por la nieve, habito en un país de soledad
      donde el Tiempo silba en el  alma como un viento impiadoso.
      La última fogata de San Juan titila pobremente en la memoria,
      y el último muñeco es como una paloma muerta caída
en el camino.
      No queda nada a qué decirle  adiós, y uno es tan sólo despedida.







LA VIDA ES MÁS LARGA QUE LA ETERNIDAD

¿CÓMO olvidar que el cielo es aire, y que la vida, la vida,
es más larga que la eternidad?
A veces, en mis manos mojadas por la lluvia suele posarse
un pájaro,
o temblar una flor cortada por alguien a lo lejos.
A veces miro pensativo la escondida sonrisa de los gatos,
y no pienso en vivir ni en morir,
y no sé qué es la angustia, ni qué es Dios.
Los pájaros, la lluvia, las flores de las tierras baldías,
una muchacha en el crepúsculo, como un adiós,
el gato que mira la tarde, y envejece,
están todos en mí, se van conmigo,
cuando camino solo y es de tarde,
y todos los fuegos han ardido ya.





LOS CAMINOS DEL VIENTO


Porque el viento sopla de donde quiere, y oyes su soplo,
mas no sabes adónde va ni de dónde viene.                       
                                                Evangelio de TACIANO, CXIX,



                                                 Tú no sabes cuál es el camino del viento…
                                                 Eclesiastés, XI, 5


                                                  Estos ojos  que una vez fueron ciegos
                                                  han respirado un viento de visiones.     
                                                  Dylan Thomas    

                                  

                                                  ¿Cuáles son las raíces que arraigan, qué ramas
                           crecen  en estos escombros pétreos?                    
                                                            T.S. Eliot, La Tierra Yerma, I





                                1

    Tengo un poco de tierra en mi mano cerrada, pero esa tierra
no vive ya.
    Es mi mano, mi mano la que tendría que estar enterrada
    para que esa tierra pueda vivir.
    He visto la mano que acaricia la honda cabellera de una mujer,
    y las manos que doman las crines de una yegua
salvaje:
    es la misma mano que aprieta una garganta,
    la que hace la señal de la cruz,
    la que reparte el agua, el acíbar, el pan,
    la misma mano que alza la copa de cicuta y la de vino,
    la que envuelve y palpa al niño acabado de nacer
    y la que amortaja al que acaba de morir.
    La mano victoriosa,
    y la mano extenuada, que se levanta aún sobre la
tierra
    y señala la salida del sol. 
    ¿Qué es la memoria, al fin? ¿Qué puedo suplicarle
a quien creyó
     que yo era el oficiante secreto de las sombras,
     el espía  nocturno del Infierno, que llega
     a las puertas del Juicio con su antorcha apagada?
     La memoria
     es como una sentina de escorias y diamantes.
     Yo recuerdo un ciprés con la raíz quebrada en la
tormenta:
      durante largo tiempo todavía tuvo hojas verdes.
      Ni siquiera los pájaros supieron que cantaban sobre
un árbol difunto.
      He  visto cenizas donde se reclinó la espalda de una
amante,
      y he visto, oh memoria maligna!,
      un dromedario de luz que conducía al páramo sin fin,
      donde el Tiempo está muerto,
      como un reloj de sol en la tiniebla;
      donde el Tiempo, muerto, gotea y gotea,
      igual que un árbol después de la lluvia,
      igual que los ojos de una ciega piadosa en el Paraíso.
      ¡Corona atroz de duelo y maravilla!







                                   2

      El amor y el alcohol son estrellas de fuego
      con que la vida enciende sus lámparas de sangre.
      Mujer: como la llama, ¡arde por mis arterias y mis huesos!
      ¡Oh mi apartado Paraíso
      con manzanas espléndidas de luz!
      En la redoma de la noche
      Faustos jóvenes somos, que buscamos
      los colmados racimos de la Eternidad,
      ánforas infinitas de radiantes venenos.
      En la locura roja del alcohol
      se puede ver el otro lado del mundo.
      Ya no oímos la tierra miserable, aturdidos por el tambor
de las uvas viejas.
       Dejadme beber una botella que haya sido mecida por el
mar.
       Como un Edén vacío
       mi corazón espera su primer habitante.
       Dejadme beber una botella, y podré decir cuántos
lloraron antes que yo
        adentro de mis párpados.

           


                                         3

        ¿Adónde está la carne que me  falta, dónde el dolor
y el fuego
        para unirme a mi dios,  o a mi demonio?
        Vendré a buscarlos cuando todos
        ya se hayan ido:
        los árboles, sus pájaros, sus vientos, sus otoños.
        Soy débil y cobarde para aceptar una pequeña cruz
        pero no una larga angustia.
        La entrañable resina que había de alumbrarme
        estaba,  oscura, en mí
        como un árbol quemándose sin fuego.
        Yo no sé si me extingo más que antes,
        si estoy tan cerca de morir como de nacer.
        Uno se desgasta más en las cándidas albas del alma
        que en la dispersión de las furtivas noches de lujuria.
        Niños, árboles, libros:
        tuve que arar mi corazón para que crecieran,
        hacer  sagrada la carne de una mujer con la simiente,
        recoger en los vientos
        una música que no le hiciera daño a la pena.
        (Porque recuerdo muchas noches en que una guitarra
de arrabal encordada melancólicamente
        me hizo habitante de una inmensa lágrima)
        Un día
        me  echaré a un costado de la vida hasta volverme tierra
        como las agujas caídas del pino.
        He sentido rondar al pitanguá
        en las sombras del jardín.
        Mis cuarenta años se estremecen
        como un álamo joven en el alba.



                                   4

                                                           Ils m’ont applé l’ Obscuret j’habitais l’eclat.
                                                                             Saint-John Perse, Amers, II   


        Porfiado vigía,
        arde mi corazón, pero no se consume.
        El amor debe expiarse;
        es demasiado bello para que no nos queme,
        o para no matarlo, antes de que muramos por su fuego.
        Todos hablan de recordar a los que murieron.
        Yo hablo de acordarme del mundo cuando me muera.
        Seré una piedra, un viento, un trigo con memoria,
        Y así, ciego, veré
        los pájaros que buscan  sus árboles ponientes.
        Sí, ciego, ciego…Tal vez
        cuando caiga la última hoja del álamo
        los cuervos del Más allá me comerán los ojos.





                                     5

        Los muertos no tienen raíz,
        crecen hacia lo hondo de la tierra;
        miran entrar el fuego del Infierno
        en la amatista y en el ágata,
        en el rubí y en el crisólito,
        en el topacio y el berilo.
        Ven cómo el alto pino les reclama la médula
        para llenar la copa de espectros y de cánticos.
        ¿En qué aroma final se extinguen  los que mueren?

        El camino del viento
        está escrito en las  viejas piedras,
        en el silencio verde de los ojos del gato.
        Oh viento dibujado como una margarita en la mano de Dios:
        por un instante, oh viento, acompaña callado
        al viejo corazón que marcha entre laureles.      





 OSCURO OMBLIGO DE LA MADRE

                                                   A    Luis Sadí Grosso

     YO nunca estuve con ustedes.
      Apenas fue un fantasma seco ese que alzó la copa,
      el que usurpó una sangre bastarda y duradera.
      Traje desde mi vieja muerte usada tantas veces
      el oficio letal del infinito.
      Baco estaba naciendo cuando mi lengua ciega
      ya aprendía el demencial idioma de los lagares
burbujeantes
      donde el monstruo del  vino abre sus  venas de serpiente.

      Yo habité muchas pieles,
      en las alas desplegadas de las palomas
      miré el vuelo del viento,
      y en la dormida cabellera de una lejana amante
      miré al trasluz la virgen escritura de la Poesía,
      el calendario lento, piadoso, de las lágrimas,
      y el secreto de la sangre de los hombres que renacen
de sus cenizas:
      ese misterio que en las noches  lunares se transforma
en rocío,
       y se vierte como un espejo derretido y lluvioso
       sobre los rostros roturados por el sueño.

       Yo nunca estuve con ustedes
       que dicen vivir  entre los  agrios y dulces  combates
de los días;
        el nombre siempre  pálido de dos fechas brumosas.
        Soy el espectro eterno del comienzo y del  fin,
        porque mi carne es algo que se  va y que vuelve
        entre el Este infinito  y el esplendor poniente
de  la  sangre.
        Por eso nunca supe si era dolor esas venas volcadas
a las tardes,
        pero sí que era amor una muchacha,  como un cántaro caída
sobre  el pasto
        donde vagaban  entre flores la  espuma de los ángeles
y la música.
         Esta errante  memoria  que ha venido a posarse entre
las sienes
         me renueva esa imagen tan dulce que cubría la tierra
         en una tierna tarde de los días pasados y perdidos.
         No he querido volver, pero me siento
         un esclavo sumiso de la resurrección.
         Los secretos demiurgos pueden volverme piedra
o árbol,
         pero más duro es perpetuarse en hombre,
         ese fantasma de  la vida que ya temió la luz
         cuando yacía en la tiniebla irrepetible del útero.
         Un perdurable olor a Edén
         nos hace ser amados por esas larvas luminosas
de interminables cabelleras;
         el que mira a través de unos claros cabellos de mujer
         puede  atisbar  el mar de la locura.
         Los párpados eternos también se secan como flores.
         La lengua  que me dieron junto con la respiración,
         muy pegada al ombligo de mi madre,
         yace partida atrozmente bajo el paladar oscuro
del silencio.
          A veces un nombre parpadea en los labios
          y  los  ojos abiertos 
          sólo alcanzan a ver el fantasma veloz de una mujer
que se  pierde en el confín.
          Cada vez que regreso a la tierra no hago más que
buscarte,
           amargo ombligo de mi madre.
           Busco memorias de lo que no conocí;
           cada tenaz recuerdo es un retorno
           a la negra y vacía cavidad del origen.
           Me han mentido una madre;
           algún viento espiral me arrancó de una tribu de copos
vagabundos,
           y una  bruja de doble pupila
           rompió mi cáscara de llanto.
           Un hoyo sobre el suelo
           es el  hueco tumbal donde se nace,
           donde más tarde se hunde como un sarcófago vacío
           la interminable fugacidad.





                              LOS REGRESOS

          ¿ES que vengo de un orbe de musgos  y líquenes,
de algas indescifrables y engañosas medusas,
con hipos de aguas  muertas y anuladas sustancias?
¿Habré nacido antes que mis padres, y he muerto,
y esta vida es tan sólo la de una piel  que insiste?
Si ya fui deglutido por subterráneos  vermes
y entre maderos pútridos creció la mariposa
de mi alma, si turbios pedernales labraron
la sombra de mis huesos, y las hendidas urnas
recogieron la arena rojiza de mi sangre,
¿quién es éste que habla, cuál la derruida altura
de su dios y su sueño, y dónde está la mano
que me izó desde el polvo, quién  me sopló otra vida
          en las entrañas secas?
Yo creo en mí, en el otro que está dentro de mí
si puedo llamar míos mi sombra y mi ceniza.

          Acaso yo recuerde que ascendí, polen cálido,
y habité largo tiempo en unas aguas vivas
pero oscuras, que luego los olvidos deshacen.
De allí  sólo se sale para ser corroído.
Uno no es más que un hombre, apenas  liberado
de alguna muerte vieja, que misteriosamente
se  lleva en la memoria huidiza de la sangre.
Como todo regresa, yo simplemente he vuelto,
bastardo, clandestino , moroso anticipado,
engañando a los astros de una manera pérfida
pero cándida al fin, como una calavera
que bañó sus escorias al fulgor de la luna.
Puedo nombrar la estrella que me alumbra los días
          por mi estirpe de luz.

          Hay una fuente inmensa, un manantial constante
y un crisol invisible, que nos  moja y nos seca,
y un viento indeterminado, una espiral eterna
que nos lleva y nos  trae de la vida a la muerte,
           de la muerte a la vida.
Un sueño me lo ha dicho, y también un amor,
que al llegar a la cima del cántico, me ha roto
e hizo de mí una lluvia de pétalos mortales.
Ningún secreto oscuro llevamos a la tumba:
morimos en la sacra desnudez de los dioses.
Y eso que nos recoge tampoco es un misterio:
yo pasearé mis ojos, no muertos todavía
en esa inmensidad persistente y helada.
No he de reconocer los difuntos antiguos,
ni el marfil con herrumbre de las  viejas amadas.
Otra vez he de hallar la piel no conocible,
          el grito nunca oído
del primer despertar del muerto bajo tierra,
la calavera  insomne que se hace fuego fatuo
para quemar  las manos del viento detenido.

          Sólo pido piedad para este antiguo muerto
que camina a tu lado, latiendo y escuchando,
y que te ha de guardar con un ramo de rosas
cuando también tú regreses.





UNA GOLONDRINA EN LA ROSA DE LOS VIENTOS        

                                                                       A Víctor Rodríguez, perpetuus    

     ERA cuando las islas se volvían colinas de pájaros
dormidos.
      Cuando las golondrinas formaban una corona de estrellas
en la rosa de los vientos.
      “Hoy el río estará de color esmeralda a medianoche”,
      -y lo decía como si fuera hermano de la luna-.
      Teníamos tiempo para esperar el Gran Otoño,
      y bajábamos entonces por la calle del Puerto, donde el
lucero, sobre el cielo del bodegón,
      me iluminaba el belén de una canción para Yolanda,
      ya dormida entre tules, y soñando
      con la primera magnolia de amor en la dulce primicia
de sus  senos insomnes.
      “Pasemos por su casa”, yo le pedía a Víctor;
      pero no vi la profecía de la fugacidad
      en sus ojos cerrados por el humo de un cigarrillo
interminable.
      Gastábamos  apuradamente el vivir porque no sentíamos.
el  Destino,
      demorado con  otros.
      Yo no sabía del sometimiento  al principio y al fin,
      y quizás al retorno;
      yo no sabía que el silencio era el coloquio atroz
      entre el infinito y la inmovilidad,
      cuando nos abandona la respiración y la Poesía.
      No sabía qué es lo que dura más:
      si el imborrable tajo en la mejilla
      o la dulce cicatriz que deja una  rosa muerta en el aire.
      Ahora mismo estoy oyendo aquellos turbios arrabales
      donde pernocta el grillo con la oruga,
      donde el canto del gallo
      se hace la séptima cuerda de la guitarra.
      Ahora estoy pisando
      los extramuros negros de la madrugada,
      y oigo aquel “vamos un rato aquí”,
      donde cada palmada en el hombro era una fruición
o una paloma,
       donde cada sombra era un luto y cada ladrillo
una lápida, cada  aguardiente negro
       una fugitiva miseria que no tenía piedad de las penas.
       He sobrevivido millares de noches como aquellas
       porque otras muertes me requirieron.
       Con Víctor aprendí
       el misterio de la amistad de la noche con el hombre,
       el secreto de las calles que aman nuestros pasos,
       el cántico de las flores abriéndose,
       ese ritual perfecto de alzar la copa hasta la altura
del corazón,
       las cosas que se  salen de sus  nombres, y viven otras
vidas,
       y el desprecio del tiempo que se va,
       la terrible batalla de la pureza del vivir.
       Todo eso: sus días  y sus madrugadas,
       sus esparcidos pobres, su áspera beatitud
       lo sobreviven y me sobrevive.
       Me  parece sentir  todavía el prodigio que le  manaba
 de la piel,
       cuando su apretón de fuego calentaba una trémula
mano,
       cuando descubría un corazón perdido en la neblina
       de alguna madrugada de junio.
       Conocía la muerte
       como si hubiera vuelto de sus dominios.
       Y se parecía al compañero misterioso que marchaba hacia
Emaús:

       “¿Por ventura nuestro corazón no estaba que ardía  dentro
de nosotros
        cuando él nos hablaba?”

        Yo lo recuerdo así,
         porque me hice un eslabón de su visible inmortalidad
         a la que puedo tocar como a una piedra mágica para que
cante.
         Yo he sentido la vida,
         yo he sentido la Eternidad,
         yo he padecido la pesadilla de la muerte,
         yo he presentido las horribles metempsicosis que pasan
en el viento,
         he sentido el ominoso tic tac de un reloj adentro
de   una tumba
         que jamás será abierta.

         Hay un País con un espejo inmenso que devuelve
         la imagen de todos los rostros que han contemplado
el mundo;
         hay un país con un espejo inmenso
         donde los mismos ojos volverán a mirar los mismos ojos
que se buscaron y miraron
         con el santo y seña del amor y del alma;
         hay un país donde existe un largo río
         en que se hunden los cuerpos en repetibles aguas
         que no cambian jamás el secreto de sus lentos
deslumbres,
         frente al quieto arenal, del que ningún viento terrestre
         moverá un solo grano de su oro indecible.
         Alzo una copa, saco la piel a una naranja,  sobre la
costa,
          o en la cubierta de la Nueva Flor de la Barca,
          oigo el chisporroteo de un dilatado incendio
          donde Víctor cruza casi alado la cornisa de llamas,
          y siempre está a mi  lado
          como buscando una muerte parecida al vivir.
          Un sueño se parece a otro sueño
          y una memoria que se queda
          multiplica los días floridos como el  polen volátil
          y hace largo el perfume de un ramo reseco hace siglo
          en un sarcófago de la Tebaida.
          Cerrar  los ojos, y yacer, y hasta soñar
          es esconderse apenas un momento,
          es esperar detrás de los azogues
          (donde se tiene la conciencia circular del que sueña)
          o del Infinito, sabiendo que se sale del letargo
          como si todo  no fuera más que un simple cambio de ropa
          para andar otra vez de paseo por el mundo.
                La plaza estaba en flor hasta en invierno,
          cuando la dulce savia de la tierra revienta
          y esparce un claro vino de muchachas y músicas.
          Y mezclamos entonces
          los que han vivido y los que están aún,
          como en un juego melancólico,
          que como copa mágica nos reserva en el fondo
          un  azúcar de júbilos lejanos:
          -Adiós Darío, adiós Aurelia, adiós María  Concepción,
          adiós Gregorio Glauco, serpentina del agua,
          hola viejo Argentino, dulce y secreto homérica,
          buenas tardes, Susana, o mejor à tout à l’heure,
          atada al mismo gajo floral con Margarita.
          ¡Y qué espléndida Nina, cuando la  larga cabellera
          de cobre le bruñía los hombros
          como una sagrada  vertiente fantasmal de Bach!
          Y estaba Elvio Modesto, al que temían los demonios,
          y aquel extraño violinista de Viena, cuyo órgano
          quiso sonar más alto, y también más temprano
          que las trompas del juicio final de Josafat.
          Y el joven Isaías, que tal vez presentía en su futuro
          crecerle suavemente
          una barba ancestral de juez y de profeta.
          Y aquella esfinge niña, paso de danza puro,
          que no nos dijo nunca su secreto
          y eligió ese año de 1946 para que su hermosura
          triste
          quedara así, como en un cuadro de pequeña madona
          colgado de un muro,
          con ese silencio de reloj descompuesto
          que ya no marca más el tiempo:
          he nombrado a Martita,
          de la sangre seráfica de Suarez.
          Y otro soplo fugaz, Ana Teresa oroceleste,
          cuya belleza inabarcable torturó muchas noches a Israfil,
          que quiso hacerse hombre tan sólo por un día
          a espaldas del Señor.
          Y debajo, a derecha o a izquierda de este lienzo
          de  vivos y difuntos,
          resplandece la rúbrica de Omar
          -como le corresponde por oficio-
          desde cuyo paisaje siento garuar melancólicamente
          agua  pura de infancia y juventud, que me devuelve    
          la misteriosa virginidad de las lágrimas.

          Victor no se llevó otra cosa que la muerte,
          la  sobreviva  final.
          Su alma está encendida en la tierra,  tan fuerte
          y duradera como un fuego vestal.
          Atrapado en la Rosa de  los Vientos
          corta a veces sus amarraderas,
          y se dispersan como encantamientos
          las golondrinas de las primaveras.
          Como no hubo principio, no habrá fin.
          No habrá nada de ti en tu sepultura.
          Tal  vez, tras la paloma del confín
          ha de verse tu estela de dulzura.
          Benévolo palomo de la luz
          que te posaste en tierra jardinera:
          tenías un lejano olor  a cruz,
          pero de cruz de tronco en primavera.
          Los días pasan lentos
          como la última bandada
          que se duerme en el pliegue de los vientos.
          Que la tierra te sea enamorada.

http://www.autoresdeconcordia.com.ar/



NAJWAN DARWISH [10.785]

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Najwan Darwish 

Palestina, 1978
Es uno de los poetas más importantes que trabajan en el idioma árabe. La poesía de Darwish ha sido traducido a diez idiomas. En 2009, el Hay Festival Beirut39 lo nombró uno de los treinta y nueve mejores escritores árabes menores de 40 años. Es asesor literario del Festival de Palestina de la Literatura.

OBRA:

In Ramallah Running (ed. Guy Mannes-Abbott), Black Dog Publishing, London, 2012
Printemps Arabes, Le Souffle et les Mots, Riveneuve Editions, France, 2012
Voix Vives de Méditerranée en Méditerranée, Anthologie Sète 2011, Éditions Bruno Doucey, Paris, 2011
Revolutionary Poets Brigade (ed. Jack Hirschman), Caza de Poesia, California, 2010
Beirut39 (anthology), Bloomsbury Publishing, London, 2010
Wherever I Lie Is Your Bed (Two Lines World Writing in Translation) (ed. Margaret Jull Costa and Marilyn Hacker), Center for the Art of Translation, San Francisco, 2009
Language for A New Century, Contemporary Poetry from the Middle East, Asia, and Beyond, Norton, New York, 2008
Le Poème Palestinien Contemporain, Le Taillis Pré, Belgique, 2008
Palabras Pour la Lectura (ed. Javier Pérez Iglesias), Castilla-La Mancha, Spain, 2007
Pères (Taysir Batniji, texts by Catherine David and Najwan Darwish), Editions Talmart, Paris, 2007
En Tous Lieux Nulle Part Ici: Une Anthologie (ed. Henri Deluy), Le Blue Ciel, Coutras, 2006




Presentamos, en versión de Alí Calderón, tres textos del poeta palestino Najwan Darwish, uno de los escritores en lengua árabe más significativos de su generación. En 2009 el Hay Festival del Beirut lo designó como uno de los 39 autores de gran relevancia menores de 40 años del mundo árabe. Su poesía se caracteriza por abordar el tema político de manera descarnada y decidida. Estas versiones serían imposibles sin el apoyo de Kareem James Abu-Zeid y Kamal Boullata
http://circulodepoesia.com/






Jesuralén

Si te abandono torno en piedra
si regreso a ti me torno piedra

Te llamo Medusa
Te llamo hermana mayor de Sodoma y Gomorra
tú   pila bautismal que hizo arder Roma

El rumor de los asesinados sus poemas en las colinas
los rebeldes censuran a sus cronistas
mientras tanto dejo el mar y vuelvo
a ti vuelvo
por este arroyo en que corre tu desesperación

Escucho a los recitadores del Corán las mortajas los cadáveres
escucho el polvo de quienes se conduelen
aún no cumplo treinta pero me has sepultado una vez y otra
y nuevamente por tu culpa
emerjo de la tierra
permite a quienes oran por ti andarse al infierno
quienes venden souvenirs de tu dolor
aquellos que están de pie conmigo en las fotografías

Te llamo Medusa
Te llamo hermana mayor de Sodoma y Gomorra
tú   pila bautismal que arde todavía






Quss Bin Saida*

“Por que observo a la gente
yéndose y no volviendo?
Quss Bin Saida

por qué escucho aún
después de dos mil años
el tono monótono de tus sermones?
No me vengas con tu predicación
No se le predicará más a la gente.
Guárdate tu consejo.
Nadie lo necesita.
Soy uno más entre la muchedumbre
y lo que he podido ver es suficiente
para irme
y no pensar jamás en el regreso.

* Quss Bin Saida fue un orador pre islámico que vivió en el siglo VI.






El autobús de la pesadilla

Los vi rellenar bolsas de plástico con los cuerpos de mis tías
En las esquinas de las bolsas se anega su sangre aún caliente
(Pero no tengo ninguna tía)
Supe que asesinaron a Natasha, mi hija de tres años
(Pero no tengo ninguna hija)
Me dijeron que violaron a mi esposa arrastraron su cuerpo por las escaleras
la tiraron en la calle
(Pero ni siquiera estoy casado)
De hecho esos son mis anteojos, los que fueron aplastados por sus botas
(Pero yo no uso anteojos)

Me quedé a dormir donde mis padres y tuve entonces un sueño sobre una casa
Al despertar miré a mis hermanos
en la horca colgados
del techo de la Iglesia de la Resurrección
El Señor dijo inmisericorde: este es mi propio sufrimiento
Junté el orgullo que les quedaba a los ahorcados   respondí: en mi opinión, es el nuestro

El dolor alumbra todo lo amo más que a mis peores sueños

No voy a huir al norte
Señor
no me cuentes entre los refugiados

En breve continuaremos este informe

Debo dormir ahora
no sea  que pierda el autobús de pesadilla que se dirige a Sabra y a Shitila*



*  Las tropas israelíes, que en ese momento ocupaban Beirut y eran comandadas por Ariel Sharon como ministro de Defensa, permitieron la entrada a los campamentos de las milicias libanesas para que perpetraran una masacre contra una población compuesta principalmente de adolescentes, niños y mujeres. Esta masacre mereció la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas a través de su resolución 37/123. Sabra y Chatila eran dos campos de las Naciones Unidas para albergue de los exiliados palestinos, en los arrabales de la ciudad de Beirut, capital de la República del Líbano. Estos dos campamentos -como resultado de la invasión israelí a el Libano y de la posterior evacuación de las tropas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) convenida entre las partes, con la intervención de los Estados Unidos- quedaron bajo control y jurisdicción del Ejército de Israel, el cual, moral y jurídicamente, era responsable y garante de la vida de los moradores de esos dos campamentos, de acuerdo con las Convenciones Internacionales respectivas. Entre los días 16 y 18 de septiembre de 1982 y como resultado de una conspiración urdida por los jefes del Ejército israelí de ocupación, los campamentos fueron invadidos por bandas criminales que, con amplio respaldo logístico de las tropas sionistas -incluyendo una profusa iluminación de los campamentos con luces de Bengala- procedieron a masacrar a la inerme población civil. Esa población civil era en su mayoría ancianos, mujeres y niños, provocando un número de víctimas fatales las que, según la procedencia de la información, varía entre los 1.500 y los 3.000. En su furia homicida los criminales no respetaron ni a los animales domésticos y con idéntica saña ametrallaron caballos y perros. Luego procedieron a derrumbar viviendas para sepultar a las víctimas entre los escombros. La difusión por los medios de comunicación de esta incalificable masacre produjo un estremecimiento de horror en la opinión pública mundial y desde los más diversos sectores se alzaron airadas voces de protesta clamando el total esclarecimiento de los hechos y el castigo tanto de los responsables como de sus agentes actores. Mientras el gobierno israelí creó una comisión ad hoc para investigar lo sucedido en Sabra y Chatila (Ver: Comisión Kahan), por otro lado un grupo de juristas de reconocido prestigio internacional de los Estados Unidos, Canadá, Francia, Sudáfrica e Irlanda, creó una comisión para investigar las violaciones israelíes de las leyes internacionales en el Líbano. Presidente de la comisión fue designado el poeta irlandes y Premio Nobel de la Paz, Sean Mac Bride. Empero y mientras la comisión ad hoc israelí resultaba ser nada más que un subterfugio para enmascarar y diluir responsabilidades y una válvula de escape para la creciente presión de la opinión pública, la comisión internacional presidida por Sean Mac Bride ponía en descubierto todos los detalles de la confabulación urdida para perpetrar tan horrendo crimen. (Palestinalibre.org)




JERUSALEM

When I leave you I turn to stone
and when I come back I turn to stone

I name you Medusa
I name you the older sister of Sodom and Gomorrah
you baptismal basin that burned Rome

The murdered hum their poems on the hills
and the rebels reproach the tellers of their stories
while I leave the sea behind and come back
to you, come back
by this small river that flows in your despair

I hear the reciters of the Quran and the shrouders of corpses
I hear the dust of the condolers
I am not yet thirty, but you buried me, time and again
and each time, for your sake
I emerge from the earth
So let those who sing your praises go to Hell
those who sell souvenirs of your pain
all those who are standing with me now in the picture

I name you Medusa
I name you the older sister of Sodom and Gomorrah
you baptismal basin that still burns

When I leave you I turn to stone
When I come back I turn to stone

© Najwan Darwish 
First published on Poetry International, 2012
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© Translation: 2012, Kareem James Abu-Zeid
First published on Poetry International, 2012






IDENTITY CARD

Despite – as my friends joke – the Kurds being famous for their severity, I was gentler than a summer breeze as I embraced my brothers in the four corners of the world.
And I was the Armenian who did not believe the tears beneath the eyelids of history’s snow
that covers both the murdered and the murderers.
Is it so much, after all that has happened, to drop my poetry in the mud?
In every case I was a Syrian from Bethlehem raising the verses of my Armenian brother, and a Turk from Konya entering Jerusalem through Damascus Gate.
And a little while ago I arrived in Bayadir Wadi al-Sir and was welcomed by the breeze, that breeze that alone knew the meaning of a man coming from the Caucasus Mountains, his only companions his dignity and the bones of his ancestors. And when my heart first stepped on Algerian soil, I did not doubt for a moment that I was an Amazigh.
And everywhere I went they thought I was an Iraqi, and they were not wrong in this. And often I considered myself an Egyptian living and dying time and again by the Nile with my African forebears.
And before all else I was an Aramaean. It is no wonder that my uncles, at least, were from Byzantium, and that I was the Hijazi child coddled by Umar and Sophronius when Jerusalem was opened up again.
There is no place that resisted its invaders except that I was one of its people, there is no free man to whom I am not bound in kinship, and there is no single tree or cloud to which I am not indebted. And my scorn for Zionists will not prevent me from saying that I was a Jew expelled from Andalusia, and that I still weave meaning from the light of that setting sun.
In my house there is a window that opens onto Greece, an icon that points to Russia,
a sweet scent forever drifting from Hijaz,
and a mirror: no sooner do I stand before it than I see myself immersed in springtime in the gardens of Shiraz, and Isfahan, and Bukhara.

And by anything less than this, one is not an Arab.
© 2012, Najwan Darwish
First published on Poetry International, 2012
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© Translation: 2012, Kareem James Abu-Zeid
First published on Poetry International, 2012






A GLANCE IN THE MIRROR
Sometimes I glance in the mirror and see
the ideal I strive for
the gallant savior I wait for
I see a thread of beauty rippling
like a river of nobility
But soon enough I tell myself:
Shut up and look away
you Narcissus surrounded by Zionist lies
walls and checkpoints rising all around you
Shut up
and avert your gaze from your so-called beauty.

© 2012, Najwan Darwish 
First published on Poetry International, 2012
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© Translation: 2012, Kareem James Abu-Zeid
First published on Poetry International, 2012





DORMIR EN GAZA 

Fados, voy a dormir como duerme la gente durante el bombardeo
y el aire se desgarra
como en carne viva
Voy a soñar, entonces, con traiciones,
como sueña la gente cuando duerme durante el bombardeo

Me voy a despertar al mediodía para ver en el radio, como hace la gente:
¿Ya pararon las bombas?
¿Y cuántos muertos hubo?

Y sin embargo, mi tragedia, Fados,
es que la gente se divide
en dos categorías:
los que arrojan sus tormentos y pecados en la vía pública para poder dormir
y aquellos que acumulan sus tormentos y pecados y con ellos fabrican una cruz con la que cargan por las calles de Babel, de Gaza y de Beirut
y claman:
¿Aún hay más?
¿Aún hay más?

Hace dos años, me encontraba en Dahieh, al sur de Beirut, arrastrando una cruz tan grande como los edificios en ruina
¿Pero hoy, quién levantará una cruz de una espalda agotada en Jerusalén?

La tierra son tres clavos
y la piedad es un martillo
Golpea, Señor
Golpea con tus aviones

¿Aún hay más?

Diciembre de 2009

(Zaindenberg.   De la traducción inglesa)






DOCUMENTO DE IDENTIDAD 

Por más que, como dicen en broma mis amigos, los kurdos son famosos por severos,
yo fui más delicado que una brisa veraniega, al abrazar a mis hermanos en los cuatro confines de la tierra.
Y fui el armenio que no creyó en las lágrimas debajo de los párpados
de la nieve de la historia
que cubre tanto a los asesinados como a los asesinos.
¿Es tan grave, después de todo lo ocurrido, que arroje mi poesía al lodo?
En todos estos casos, fui un sirio de Belén que entonó las palabras de su hermano armenio, y fui un turco de Konya que atravesó la puerta de Damasco.
Hace poco, al llegar a Bayadir Wadi al-Sir, me recibió la brisa, la única que sabe qué significa ser de las montañas del Cáucaso, tener por compañía única tu dignidad y los huesos de tus antepasados. Y tan pronto pisó mi corazón tierra argelina, no dudé ni un segundo de que estaba en Amazigh.
Y, fuera donde fuera, me creían iraquí, y no se equivocaban. Y algunas veces creo ser egipcio, que vive y muere una y otra vez a la orilla del Nilo con mis ancestros africanos.
Y antes de todo eso fui arameo. Por eso no me extraña que mis tíos hayan sido bizantinos, ni que yo fuera un hijo de Hejaz mimado por Omar y por Sofronio cuando se abrió Jerusalén.
No existe lugar que haya resistido a quienes lo invadieron si yo no me contaba entre su pueblo, no hay hombre libre con quien no me liguen lazos de parentesco, y no hay un solo árbol ni una nube con los que no esté en deuda.
Y mi odio a los sionistas no impedirá que diga que también fui un judío al que expulsaron de Andalucía, y que hasta el día de hoy le hallo sentido a la luz de ese ocaso.
Tengo en mi casa una ventana que da a Grecia, un ícono que apunta a Rusia,
un dulce aroma que llega todo el tiempo de Hejaz,
y un espejo: no bien me paro frente a él me veo sumergido en primavera en los jardines de Shiraz, de Isfaján, de Bujará.

Y por menos de esto, uno no es árabe.

(Zaindenberg.   De la traducción inglesa)






ELBA SERAFINI [10.786]

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Elba Serafini 

Escobar, Buenos Aires, Argentina.
Vive en Buenos Aires, es Psicoanalista y profesora universitaria.  Publicó “Dinamarca” 2007, edit. Sigamos enamoradas,  antología “Hotel Quequén-Submarino” 2011, edit. Sigamos enamoradas; sus poemas fueron traducidos al portugués,  inglés e italiano y publicados en blogs de poesía  de Brasil y Portugal entre otros. Realiza reseñas de libros de poesía argentina para el Periódico de Poesía de la UNAM, México, desde 2011. Colabora en revistas de actualidad de argentina, asesorando en temas de psicología como VIVA y Ohlalá,  ha incursionado además en la pintura y el teatro.



En la noche los hombres cantan

y el humo espeso rodea a los presentes.
Cautivado alguien tropieza conmigo
y al disculparse 
intento convencerlo 
de que no estoy.

Perseguida por la idea 
de no habitar un cuerpo,
busco la manera de respirar
sin ser vista.

2005







Los gansos negros que habitaron 
el Paseo central da Alameda
se fueron un día, sorpresivamente.

No es la ausencia
lo que lastima,
es haber estado allí
y no haberlos visto.







Mataderos

Corren los perros detrás de sus presas
más atrás sus cachorros,
aprendices de asesinos - dice ella -
Los ve pasar a diario: jadeantes 
sus ojos oscuros acechan a esos otros, 
vidriosos 
mientras los colmillos sacuden 
al animal que ya no se defiende.

Ella simula pegar etiquetas
en un papel amarillento,
mira por la ventana
y en secreto fantasea con salir, 
arrojarse sobre su marido,
morder, como los perros
una tarde de junio.







LOS DÍAS APARENTES


                                                                         Ruido del mar, qué golpe derramado
                                                                        qué entreverada voz y qué sonido
                                                                        tan confuso y oscuro
                                                                        cuando todo en derredor está tan claro.
                                                                           
                                                                               Circe Maia                                                      


I

En algunas playas de la Riviera
unos pájaros negros como cuervos
caminan la arena fría,
lanzan gritos afilados,
se aferran a los parasoles y planean
atacar a los turistas.

Una fotógrafa avezada se acerca sigilosa,
les da de comer pequeñas migas
que antes moldea con sus dedos,
ellos se aquietan
y caminamos con tranquilidad
hacia la envoltura turquesa
del océano.


II

Los que viven en la playa dicen
que está haciendo demasiado calor
en este otoño.
El huracán dejó secuelas
y hoy el cielo amaneció tan colmado de nubes
que la humedad me vence
bajo la sombra  de una palapa.

Tres mariachis cantan una y otra vez
“…y  llorar y llorar…”
acompañados por parrandeados hombres
con guardaespaldas y mujeres
divertidas  entre sí.
                        
Súbitamente  los meseros nos invitan
a entrar al comedor.

Parece que la lluvia va a arreciar
en este día de muertos.


III

Lejos de la tristeza del mundo
y cerca de la blanca arena
la vida semeja un paréntesis
hecho de  papel de diario.

Escribo sobre él, bastardeo,
no recuerdo las tardes penitentes.

Algunos mares cristalinos emergieron
para ser disciplinados por muelles
que se pudren mansamente
ante la indiferencia de varias generaciones.

La condena es tener que salir de la perfección
para volver a casa.







Aquel verano, amigos y hermanos
fuimos a pasar un día en la Isla.
Luego de las bromas
y de tirarnos al río vestidos
nos animamos a remar.

En el bote precario de madera
nos turnábamos de a pares.
El agua oscura la vegetación compacta,
el silencio agrietado por nuestros chillidos.
El sol calentaba las bebidas,
el fiambre para los sándwiches
engrasaba el papel gris del envoltorio.

Por la tarde, comenzaron a notarse
las marcas coloradas en el cuerpo
y el dolor en los brazos.
En la radio portátil sonaban
las canciones de moda.

El regreso fue por el camino
que, visto desde las barrancas, rodeaba el lago
que luego seria el náutico.
Riendo, siempre cantando, estábamos.

Después me contaron que en ese lugar,
amontonados bajo los sauces,
había un sinfín de cadáveres.

Decía el tano que se escondía para verlo
porque al rato no estaban más, tan fugaces
como los nombres en las paredes
que después vería
desde la ventanilla del colectivo, al alba.






Cuando era chica pensaba que los platos voladores existían,
no sólo que existían sino que cambiaban
de tamaño y de forma en cualquier tiempo y lugar.
En aquel entonces, en mi cuarto,
había una ventana de tres hojas
en una de ellas, una rendija, una abertura muy pequeña.
Como en una especie de paranoia temprana,
a la noche me acostaba mirándola
y esperando que por esa ranura entrara la nave
(de proporciones mínimas, claro).
Esa nave que desafiando todas las barreras
de las fuerzas magnéticas
vendrían dirigida velozmente hacia mí
y me raptaría.
No era una espera agradable, era una espera temerosa,
me provocaba cierta exaltación,
con los ojos bien abiertos
me entregaba a lo ineludible.

Nunca sucedió. Sin embargo, a veces
todavía puedo recordarme imaginando
una pequeña luz que se transforma
y transforma otras realidades.

Din, dina, Dinamarca, dinámica, dinamita, dínamo.
Fuerzas combinadas, cambio,
movimientos que producen fenómenos.
Explosión de infinitas posibilidades.
Hace tiempo que vivo en Dinamarca,
no me había dado cuenta (siempre esperando irme).
Aquí la luz es distinta a la de mi infancia
la energía se ha transformado
en un inextinguible paisaje de bienvenida.







Oruga o mariposa
te quedás adentro o afuera.

Afuera está el mal, me advirtieron
pero no les hice caso
y desplegué las alas más buscadas
por los coleccionistas.







La primera vez que crucé al Río de la Plata
la embarcación
con asientos de madera
hacia su último viaje.
El sol blanqueaba el agua
al nivel de las ventanas
y una muchacha negra
me hablaba, entre pasajeros
con grandes bolsos.
El viaje transcurrió
asombrosamente plácido.
En el puerto transbordamos a un micro
y la geografía fue
una ruta eterna.
¿cómo saber cuándo se llega
a un lugar desconocido?
El hotel recién pintado
con balcones celestes
como mi vestido
de los veinte años.

(Era diciembre y era el viento).

FRANCISCO PINILLOS FIGUEROA [10.801]

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FRANCISCO P. FIGUEROA 



EL POETA DE " LA MARIMBA"


FRANCISCO PINILLOS FIGUEROA

Nació en Guatemala, el 12 de mayo de 1882. 
Murió en La Ceiba, Honduras, donde era propietario de una farmacia, en el año de gracia de 1952. 

Siempre me intrigó conocer el misterio del segundo apellido del poeta guatemalteco-hondureño, Francisco P. Figueroa. El misterio lo resolví por casualidad, mientras devoraba el interesante  libro onomástico "Who is who in Latin America" (1945). Allí descubrí que el célebre autor del poema "La marimba", usaba como primer  apellido el  de su madre: Virginia Pinillos, guatemalteca. Su padre fue el hondureño Marcos Figueroa. Francisco Pinillos Figueroa, nació en Guatemala, el 12 de mayo de 1882.  Con el correr de los años Francisco siempre escogió ser Pinillos Figueroa. No se llevaba mal con su padre, pero él así lo quiso y se le conoce de esta manera.  Era un joven revolucionario cuando Manuel Estrada Cabrera comenzaba su tiranía. Así que el joven poeta parte adonde está su padre en Honduras y allí estudia la secundaria, y luego se recibe de licenciado en Ciencias Químicas y Farmacia en la Universidad Nacional de San Salvador en El Salvador.
Juan Elías Flefil, un compañero suyo a quien conoció en San Salvador, y al final, su antólogo, cuenta que en una oportunidad, cuando se celebraba el fin de año de 1910 y sabiendo su afición a las letras, le pidieron que escribiera algo para recitarlo en el momento del cambio de año. Francisco se apartó a una mesa de esquina del gran salón y allí compuso inspirado en los hermanos Hurtado y su marimba, quienes en ese momento tocaban un vals de moda. Fue así como compuso "La marimba", uno de los poemas más representativos del modernismo centroamericano y al mismo tiempo una composición hacia todo lo que en ese momento se estaba viviendo en su país natal, Guatemala. 
 Pinillos Figueroa solo tuvo un reconocimiento a su talento en sus 68 años de vida.  Fue en La Ceiba, Honduras, en donde se le otorgó una velada en su honor y se le hizo vestir la corona de laureles, reservada a los grandes vates. Corría 1943. Siempre tuvo problemas económicos, quizá debido a su numerosa prole. Tuvo siete hijas y dos varones, nueve en total, con su esposa, la señora Guillermina Barahona, pero supo solventarlos trabajando por toda Centro América hasta que, según su hijo Marco Francisco Figueroa, en 1949 Juan José Arévalo, que por esos años era el presidente de Guatemala y conocía  su talento, lo mandó a traer de Panamá a su patria.
De su vida particular se conoce muy poco. Algo dice el libro que fue publicado en Tegucigalpa en 1968, una compilación de algunas de sus poesías. El librito tiene 92 páginas escritas. Estas son de corte modernista, preciosista y muchos dedicados a los lugares donde vivió. Está presente Francia, los aromas de la nostalgia, la tristeza, la belleza femenina y las composiciones que hicieron famoso ese movimiento poético, versos de grandes metros, combinados a veces con otros densos y rígidos. En Guatemala es casi desconocido. Sin embargo el poema "La marimba" sí se conoce. Argentina Díaz Lozano escribió en "El Imparcial" sobre este poeta. También aparece nombrado en 1996 por Andrés Alvarado Lozano en "La Prensa" de Honduras, y más tarde, en 1999, Julio Caballeros Galindo lo recuerda por su famoso poema en su columna "Del Lector" ren el "Periódico" de Guatemala.
Pinillos Figueroa, murió en La Ceiba, Honduras, donde era propietario de una farmacia, en el año de gracia de 1952. Hojeando su "Antología poética", publicada en forma póstuma en 1968, podemos rastrear, a manera de bitácora, los lugares donde escribió y vivió, pues acostumbraba fechar sus poemas. Por ejemplo, entre 1899 y 1914, vivió y escribió en El Salvador. Entre 1936 y 1939, su producción se vió fechada en San Pedro Sula. En La Ceiba, sus poemas se encuentran fechados entre 1933 a 1944. Mientras tanto, en Panamá, fechó sus poemas entre 1946 y 1948.
http://josegonzalezparedes.blogspot.com.es/2012/02/francisco-p-figueroa-el-poeta-de-la.html





LA MARIMBA

Lentamente,
lentamente cual si fuera
una gota que cayera
desde el mármol de la taza de una fuente,
tal preludia la Marimba una extraña sinfonía
saturada de amargura y de cruel melancolía
con sus teclas de madera…
Yo no sé qué obscuro arcano
de tristeza hay en lo hondo
de su música salvaje, que palpita allá en el fondo
de sus notas, como queja
dolorosa,
como un gemido humano,
como un dolor latente,
como algo inexplicable, infinitamente triste…
Es el alma de una raza, de una raza que no existe,
de una raza ya extinguida, libre, indómita y valiente…
Es el alma de Votán
de Atlacatl y de Lempira,
que en la música suspira,
es el alma de los indios que mandó Tecún Umán,
siempre, siempre a la victoria,
siempre al triunfo y a la gloria;
es el alma brava y fuerte
de aquel fiero luchador
que encontró gloriosa muerte
en la punta de la lanza del feroz conquistador…
Es la pobre raza extinta
de Imperio Cachiquel;
es la raza de aquel pueblo que dejó con sangre, tinta
la antes clara linfa pura del gran rio Xequijel.
Es el alma de la raza de los grandes sacrificios,
triunfadora en mil combates, triunfadora
hasta el día en que los tales con engaños y artificios,
redujeron a ignominia,
a infamante vasallaje.
Esa raza es la que llora,
que solloza de coraje,
de despecho y de impotencia en la música salvaje
de la nota plañidera
del indígena instrumento de teclado de madera.
Escuchad la sinfonía
de cruel melancolía,
escuchad qué sentimiento
el que vibra entre las notas del indígena instrumento,
nunca ríe, nunca canta;
es cual pájaro cautivo que jamás cantó alegrías,
ni jamás de su garganta
ha brotado más que el lloro
de sus tristes elegías,
en las frías
soledades de sus cárceles de oro…
¿Qué le importa a la vencida
raza muerta vuestros dones, vuestra lengua
que no entiende? ¿Qué le importa que en nombre
del Dios Bueno, del Dios-Hombre
arrasarais sus altares, si para ella es mudo el cielo,
si es su vida
sólo oprobio, cautiverio, sólo mengua?
¿Qué le importa? Ya no es de ella el rico suelo
Que regaron sus mayores con su sangre generosa
¿Qué le importa al indio eso
que llamáis pomposamente libertades y progreso
si es del amo su cabaña y sus hijas y su esposa?
¿Qué le importa? Si de aquella raza libre, brava y fuerte
que sufrió sin inmutarse los tormentos y la muerte,
habéis hecho solamente las acémilas de carga
que se arrastran, tristes, mudas, bajo el peso
de su amarga
dura suerte?...
Oh! Dejadla que solloce, que se queje a su manera,
solamente le ha quedado su marimba de madera
que le habla de sus tiempos victoriosos,
de sus templos y palacios de Iximché y de Copán…
de su rey Kikab el Grande, de su gran Valum-Votán,
de sus héroes de hierro, de sus épicos colosos,
libres, grandes bajo el sol,
que infundieron pavura,
por su arrojo y su bravura,
en el ánimo aguerrido del intrépido español!






RODRIGO CÍRIGO [10.802]

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Rodrigo Alberto Círigo Jiménez 

(Ciudad de México, 1992). Es poeta, orador y traductor. Obtuvo el primer lugar en el VI Concurso Nacional de Expresión Literaria “La juventud y la mar”, por el estado de Michoacán (Semar-Conaculta, 2006). Ganador del Primer Concurso de Oratoria del Sistema Incorporado (UNAM, 2008). Primer premio en la categoría de Traducción Literaria del Concurso 39 de la revista Punto de Partida (UNAM, 2008). Mención especial en el VII Shakespeare Competition (TAMF, 2009). Miembro del jurado del International Speech Contest (TI, 2009) y del consejo editorial del periódico Reforma. En 2010 participó en el Shakespeare Schools Festival. Colaborador de las revistas Punto de Partida, Punto en Línea y Contenido. Actualmente estudia en El Colegio de México, donde forma parte del Consejo Editorial de la revista Ágora.








a.

Estar aquí no es presencia; es olvido.
Estar en la misma calle (el pasto húmedo, las palomas,
un paquete de cigarros que el sol ha desteñido).
Estar como quien reza,
en cuclillas detrás de los arbustos,
para que su espera no sea en vano.

Perpetuar, sin saberlo,
la agonía de unas piernas desnudas,
cubiertas de hierba, enfrentadas,
es justo lo que nos han advertido:
cuando cerraban las ventanas
para obligarnos a evitar la lluvia,
era éste su temor, ésta su desesperanza
(los demonios, las trampas,
la insuperable atrocidad del mundo).



b.

La imagen de un periódico
que muestra el puente derrumbado,
dibujos de vapor en los cristales,
el mar otra vez sobre las hamacas,
sólo son estaciones del olvido.

Y tu ropa doblada,
tu cuerpo hundido en el sillón;
estás fumando
y ves que afuera empieza a oscurecer.

No sabes, no sospechas:
también ha llegado la noche
al pequeño cuarto donde dormimos.
Crees que basta dejar la luz prendida
para hallar lo que buscas,
pero ya ha pasado la hora.

Es tarde para ti,
para nuestra complicidad,
para la nueva rama del granado,
pues no está aquí para ser
rama y luego flor, luego fruto;
la rama está aquí para pudrirse.

«Lo que ocurre es ya venidero»
–¿recuerdas la lección?–
eso significa que estar aquí
no es presencia ni es muerte;
es olvido, el olvido.


c.

Saliste de puntillas
para no despertarme.
De puntillas, con los zapatos en la mano,
las briznas se clavaron en tu piel
cuando cruzaste el césped.

Seguías la trayectoria de un pájaro
que fue a estrellarse en las cortinas
o el viento, la tranquilidad del viento,
o tal vez buscabas otro paquete de cigarros.

Cuando volvió a ser de día,
las pistas eran claras, inequívocas,
así que abrí el periódico
y me escondí entre los arbustos.

Las mismas palomas azules,
sobre todo la misma calle,
su semáforo descompuesto;
calle donde jugábamos a desobedecer
y a abandonarnos,
hasta que el juego dejó de ser juego
y entonces calle solitaria,
siempre vacía.

Espero aunque nadie va a regresar,
porque quizá nadie se fue
o nadie llegó; nadie estuvo nunca aquí.

El día que pases por esta calle
seremos exactamente los mismos,
pero no podremos reconocernos:
lo que ocurre es ya venidero
y estar aquí no es presencia; es olvido.









Contornos (poema circular)

Para M.R.R.H., en distancia y en anhelo.


rodamos por el pasto, en las calles,
limpiamos el amor, no esperamos;
tu boca, tus zapatitos rojos,
comienzan a explorar el subsuelo,
me arrastran hacia ti – estamos juntos

tiempo harto de ser tiempo, una luna
sorda desbarata las ciudades,
rascacielos de savia y hojarasca;
la orquídea por fin crece, riega
este cuerpo unido desde el fuego

nos enfrentamos a la distancia,
buscamos nuestro olor entre andamios,
mordemos la sed, la selva antigua,
y ya somos, de nuevo, dos tigres:
rodamos por el pasto, en las calles…






ICEBERG SIN EL TITANIC

Respuesta a un tema de H. M. Enzensberger.
(Para ellos, bajo las plantas de café.)

¿Pero quién ve el iceberg?
Los raspones       las magulladuras
los copos de nieve mutilados
Se derritió el núcleo       la raíz
los iglúes       las focas       los témpanos
el suelo entero       para siempre desnudo en medio del agua
Ese destrozo       antes del mantra del calentamiento global
selló la victoria del verano
¿Y quién habla de eso?
El iceberg va a ciegas con sus llagas
canceroso se arrastra por el océano
sanguinolento       casi un cadáver
Pero sólo hay misericordia para el barco
la mancha de aceite y óxido
extranjero entre todos los extranjeros       el invasor







ELOGIO DE LA SED

a veces me aburren sus cartas,
las fotos donde aparecemos juntos,
de modo que lo espío
con un vaso de agua en las manos:

mi novio y su olor a pan negro,
mi novio comiendo aceitunas,
mi novio vestido de perro dálmata
y sus Más, por favor, no te detengas;
mi novio un aneurisma,
un helicóptero fosforescente
desgarrando la medianoche;
sus costras, su holocausto, su cintura,

todo, pues, todo
cuidadosamente pulverizado,
disuelto en el agua que bebo a sorbos
como hacía él, cuando era mi novio







ESTAMPA DE SANTA MARÍA LA RIBERA

no pertenece al aire,
es hoja que se niega a desprenderse,
a hundirse en el pasto recién cortado;

sorda a las estaciones,
insecto bajo el ámbar,
pluma de águila en un separador,

se enfrenta al aire, lo reniega,
permanece en el aire,
malherida, inasible, la ventana






DINOSAURIO DE GELATINA

cuando ayer viste a un hombre
arrancar con los dientes
la cabeza de un dinosaurio de gelatina,
dijiste Ya no puedo más, el mundo es horrible,
y te fuiste a hacer la revolución;

tú, cuando ayer,
el héroe, el único,
el ruiseñor de Heine
antes de dios, por encima de dios,
el primer alfabeto,

dispusiste tus armas:
los volcanes activos, las jóvenes secuoyas,
el sombrero de explorador,
y sentiste lástima, cuando ayer,
antes de morderme los labios






LAS ALAS DE LOS MURCIÉLAGOS

clavamos en las alas de los murciélagos
pequeños alfileres azules
que representan las veces
que soñamos con volar,
con tener un cuarto
suficientemente grande
para nunca dormir solos

mientras, lejos de donde estamos,
después de cepillarse los dientes,
un niño se disfraza de Batman,
sube a la azotea, brinca,
sobrevuela los anuncios luminosos
y abajo llueven sus vísceras:
el murciélago, el murmullo, la muralla



LUIS IGNACIO CÁRDENAS [10.803]

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Luis Ignacio Cárdenas Méndez 

(Táchira, Venezuela, 1984) es Licenciado en Diseñador Gráfico (URBE). Estudiante de educación: mención Lengua y Literatura (UNICA), poeta, narrador y pintor. En la actualidad forma parte del círculo de escritores “Nuestro Sur” San Francisco – Zulia, del cual es fundador y del colectivo literario Palabracera. Dicta talleres de lectura y escritura en las comunidades con la misión cultura. Intenso promotor de la cultura y la literatura, participando y organizando en recitales de poesía en San Francisco y Maracaibo. Obtuvo el 2do lugar mención poesía en el concurso Explosión Cultural Bicentenaria – Zulia (2012) con el poema “Nuestro Sur”. Ha participado en el 9no y 10mo Festival Mundial de Poesía, y en el 1er Festival de Poesía Maracaibo (2012). Publica su primer poemario Noche de rutina (2012) formato digital en es.scribd.com. Y luego en físico Varios arrebatos y un grito existencial (2012) con la fundación El Perro y la Rana, imprenta regional.







Epifanía V

Despierto como chispas de nieve
Las balas vienen a tocarme la puerta
Y la risa perpetúa
Va corriendo haciendo ruido como caravana de Andrómeda
Y yo aquí
Espero la poemática
Para tan solo besar el recorrido de tu mirada en mis poemas
Y a ti Minerva
Te llevan con los ojos vendados al cementerio
Para reinventar la teoría de los fatigados
Y yo abro las ventanas
Para escribir viendo la lluvia caer como milagro puntual
Pido que la vida nos siembre juntos al mismo tiempo
En las copas de los arboles
En donde las auroras nos convierta en vértice de olas, que no detengan su flujo
Ay Minerva
A ti te degollaron las paredes que explotaron de tanto ruido
Y yo sigo viendo como me llega la muerte
Para despegar como invierno trigonométrico
Para descender a tu embocadura
Para arroparme con los segundos
Para no verte en tu nombre
Y tu Minerva
Hecha formulas
Tu hecha turbante de aves que te gritan en la pata de las oreja
Mientras recorres el infinito
Y mí que me borre la historia
Lleno de fabricas en el estomago
A mí que me arrastre todas las huelgas a los sumideros de los hogares sin techo
Ay Minerva
Diosa apabullada de los coliseos que dicen abierto
Ya solo conservas difuntos y coronas
Y yo sigo en la ventana
Oliendo el aguacero dorado
Con el último suspiro de mirada
Que guarde para este momento
Y salir detrás de la lluvia con colores de cotorra
E ir silbando agua
Tu Minerva ya otras veces me has visto morir
Y te has quedado con los brazos cruzados
Como diosas que llena las ambiciones de polvo
Y yo en la ventana
Con la mirada que no ve ni de cerca
Ya la luz de aguacero me alcanzado
Me agrietado la lengua
Ya no pertenezco a esta especie
Soy silbo de cantera que va cantando con vida









Siglos y siglos que ruedan por medio de las venas
Y mi canto de voz con tu nombre
Porque tu nombre es canto que solo puede salir rebotando en himnos
Y llevo el primer ritmo de la creación debajo de la lengua
Como la cuna que enamora a las bestias
Como amasijo de puños que me sostiene
Y quizás mi ojo, es lo torneado del planeta
Redonda ráfaga de pensamientos que viene del caos
Yo animal metafísico que besa hasta la garganta
Hasta la garganta de la médula
Y subir por el túnel hasta asomarnos con la voz quebrada
Y ver como todo es líquido
Todo es vejez
Todo es hoguera debajo de nuestras huellas
Y bailamos como brujos vestidos de pulcritud
Como recién nacidos con los pecados hechos tabla periódica
Como espectadores de sueños avísameles de silencio
Nada interesa una mañana perdurable
Con manos y pies rodando libremente por las habitaciones de las ciudades sin sol
Armadores de caminos de olores ancestrales
Yo lagartija con rostro de hombre
Con un solo pecho cuarteado y corazón que se desangra a la velocidad de las locomotoras
Pasajeros de otras estaciones
Que viven aquí con la ropa prestada
Y tú azul materia de coltan que deja tu saliva cuando gateas por las patas de la cama
Con la infinidad en mis días
Me encuentro la verticalidad de tus pasos
Para llegar de primero al homenaje de tu mirada
Soy el que abre las jaulas del destino
Para que la lluvia del aguacero riegue tu jardín
Las madrugadas de horas cortas
Tienen tu apellido para engavetar las respuestas
Y yo espantapájaro de ciudad
Aparezco en todos los medio hablando con en lenguaje en reversa
Como perdedor me aferro a los signos de las manos
Y que mala costumbre de esperar que las retinas me digan con luces de véngala hacia donde remar
Que un ejército de luz llegue los domingos por la mañana a la ventana y canten como gallos atolondrados
Para recoger toda la magia y sembrar una mata de mango en tu espalda
Abrí los ojos en el siglo pasado
Y desde entonces solo guardo puras derrotas en el paladar
Y he empezado a creer
Como quien cree delante del cielo despejado sin brisa
Y he naufragado lugares de zona roja
Donde las emboscadas son servidas en bandejas de argón
Y prendo las velas y les pido a todos mis santos
Que me lleven al vientre de tu suavidad
Y rechino mis dientes mientras te desnudas
Te desnudas como sabana que se tambalea y se agita sola
Como publicidad chismosa lanzo mis declaraciones de muerte
Abro los brazos y sacudo mi lenguaje con los ojos vendados
Y tu lengua que aprieta el gatillo como cazadora furtiva
Arroja dardos de tinta de color ramas
Y colocados como piezas de rompecabezas
La lejanía juega con nosotros sin poder pedir un tiempo fuera
Antes de dejar escapara el último susto
Me lavo la cara para esperar el nuevo siglo e izar los poemas
Para que se sacudan como banderas









Y me arroje al fondo del río

Allí habite
Del otro lado de la mañana
Organizando las piedras
Logrando que silbaran
Y te invocaran
Para llegaras con todo tu caudal

Haciendo señal de humo con los peces
Haciendo que el agua cantará
Obligándola a recitar himnos exotéricos gloriosos

Dejando salir el alma
Para lavarla a mano en la orilla
Para purificarla de tanta lluvia de guillotinas
Mientras el sol exaltaba mi mirada en tu espera











Esto que respiro

                   Es más que un exilio
                   Es más que un reinventar del grito
                   Es más que una herida sin mapas

Esto que veo y me trago

                  Es más que un amanecer lejano
                  Es más que un verso leído

Esto que conjuro desde la altura
Desde la puerta del relámpago

                 Es más que una fiebre añeja
                 Es más con un viaje migratorio a los sentidos
                 Es  más que andar llenos de verdades

Esto que puedo apretar y soltar
Es tan mío
Es tan adentro

                 Es más que una fiesta de ansias

Esto que viene de rebote y me toca
Es reencarnación de sombras del nuevo evangelio

                 Es más que una lluvia urgente
                 Es más que canto de piedra descifrable
                 Es más que un quédate

Esto que va colgando en mi voz
Que va como agua nueva misteriosa

                 Es más que  un abrevadero secreto
                 Es más que una palpito místico

Esto  que se me enreda en las piernas
Como un jugueteo de rezos

                 Es más que un vientre con páginas sueltas
                 Es  más que el miedo tajante

Esto que cae como cable de tierra
Como luz tensa

                 Es más que una grieta maravillada
                 Es más que una sed de roces
                 Es más que un preámbulo canino
                 Es más que una pregunta publica
                 Es más que una apertura sexual

Esto qué cargo en mi traje de rostro
Es más
Que tu mejor albas de miradas








Día uno 

Mi corazón inundado de sangre con agua
Que congela todos los inviernos
Y tu mirada como caída de lluvia
Que hace girar el curso de todo vendaval mecánico
Y mi corazón
Alucinado se posa en todo los postes de estas calles
Para contar una a una las estaciones del viento
Y tu mirada
Viene y danza
Colocando mis ojos, mi boca
Debajo de tus ojos, debajo de tu boca
Y exigiéndole que canten
Y mi corazón
Estrella roja que transita sola
Pero se desgasta fácilmente
Y tu mirada
Mirada de color origen
Que organiza el taller de los sueños
Dejando salir
El soplo de los viajes sin destinos
Y mi corazón
Afilado por tus manos
Para intentar salir de su cueva
Persiguiendo a los amantes abandonados
Y tu mirada
Luciérnagas de luz que alumbra todo debajo del diluvio
Y mi corazón desde que decidió ser alba
Todas las alboradas retumban en mi garganta
Y tú mirada marrón selecto
Que se levanta en medio de las incineraciones
Y mi corazón
Aquel humano que camina descalzo
Sonríe y saluda
Perdiéndose en la multitud
Y tu mirada
Ventanas hechizadas que dejan salir las marchas que no llegaron
Y mi corazón barco de papel
Que batalla con todos los maremotos de hierro que expulsa esta ciudad
Y tu mirada
Astro danzante
Que despeja todos los cielos
Y a mi corazón ya no le recuerdo su rostro
Y tu mirada
Que funde sutilmente las pieles a altas temperaturas
Y mi corazón
Ya ni llora
Ya ni se conmueve
Y tu mirada
Laberinto frenético que hipnotiza a los débiles
Y mi corazón
Después de la guerra
Dejo ser corazón
Y tu mirada
Que habla sin ver
Ya ni se acuerda de las épocas que le dolieron
Y mi corazón
Sol hueco
Vestido siempre de príncipe estúpido
Y tu mirada
Verdad en medio entre las galaxias y el barro
Y mi corazón
Que hable el
Le toca hablar a el
Y tu mirada
Horizonte que se acerca cantando
Y mi corazón
Enemigo estafador de las deudas
Y tu mirada amanecer que dispara metales caseros
Y mi corazón
Torre gigante de naipes
Y tu mirada
Ahora que hable ella
Le toca aclarar sus cuentas
Y mi corazón
Hombre sincero que nunca sabe nada
Y tu mirada
Droga que resucito a Lázaro
Y mi corazón
No resucita ni con palazos en las costillas
Y tu mirada
Cerradura del cielo cuando no quiere mirar
Y mi corazón poesía del venir
Y tú mirada misterio que no cambia de ritmo



LIBERTAD MANQUE [10.804]

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Libertad Manque 

(Santiago de Chile, 1969). Es poeta, descendiente Mapuche. Tallerista y Cuentacuentos. Es miembro de la SECH, Sociedad de Escritores de Chile, de la Asociación para la Salud y la Asociación para Educación Intercultural de los Pueblos Originarios de Valparaíso, de la Asociación Mapuche Relmu Rayen Chod de Viña del Mar y de la Red de Mediadores del Plan Nacional de Fomento de la Lectura LEE CHILE LEE y tallerista de Balmaceda Arte Joven para el Programa Nacional ACCIONA del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Destaca la autora por las diversas actividades realizadas en el ámbito cultural, en especial aquellas iniciativas que han pretendido establecer puentes con aquellos que están privados de libertad. Así realizó talleres de Creación Literaria, poesía y cuento, en el Centro Penitenciario de Valparaíso, a Internas e Internos en el marco del Plan del Fomento Lector LEE CHILE LEE del Consejo de la Cultura y las Artes. Tabajó en la Implementación de la “Biblioteca Abriendo Nuevos Horizontes”, en el Centro Penitenciario Femenino del Complejo Penal de Valparaíso (CPF).
Entre sus publicaciones, mencionamos:”Las mariposas de la libertad” Poemario – Iniciativa cultural GORE 2009 Contra la Violencia hacia la Mujer, Presentado por Prodemu en el marco del día de la violencia a la Mujer, en la XXVIII feria del Libro de Viña del Mar, por el Depto de Cultura de Villa Alemana y por Serman Punta Arenas en Puerto Natales; “25 Peldaños de Poesía Porteña” Antología de los Poetas Itinerantes Rubén Darío de Valparaíso 2009; “Unidas por la Sangre” Antología Virtual Latinoamericana, Contra la Violencia hacia la Mujer 2011; Antologías de Poesía y Cuento de Arte Carcelario: “Abriendo Nuevos Horizontes”, “En el Camino cuento Contigo” y I Festival de la las Artes de Valparaíso 2011 “El laberinto de Matta”. 2011; Antología “Voces sin Fronteras” Editions Alondra, Quebec, Canada. 2012 y "Nacimiento", 2013




NACIMIENTO

Motivos hechos sangre
y sangre hecha mujer,
deshijada, forastera
como cóndor en vuelo ajeno
o lágrima llorada por otros ojos.

¡Me llamaron culpable!
sin sentencia, ni juicio.
La flor del pecado,
que huérfana del cielo,
arrastró alas sin holgura.

Me quisieron sometida,
llamándome inquilina, impostora,
pasajera de mis propios latidos.

¡Censura más condena!
apresaron mis sueños,
el ayer, el mañana
en el peor dolor,
la indiferencia.

Jueces implacables
mi destino trazaron
y el vicio de la vida,
me cargaron de equipaje.

Indicios de muerte
desgastaron mi puerta
yatravesando el espíritu
me dieron por fin la vida.

Y me vestí de arcoíris
y mis ojos vieron
y me anduvo por adentro
el canelo y el maqui,
el sol y luna me hicieron su posada
y echando afuera las sombras
me solté el cabello,
la amarra, la rienda
y supe que ninguna muerte es eterna
para quien ha nacido de la luz.



Newentuleaiñ

En torno al fogón los abuelas agonizan
Ayer sin tregua mutilaron su verbo
sus voces son hebras sin destino.
Y hoy nosotras, las hijas de la tierra,
somosconducidas a la muerte.

Desalmado es aquel que con su fusta
marcha sobre nuestras tierras
nosdeshonra,
dispara ydespoja,
sentenciando nuestras raíces
a la miseria de una vieja revista.
¡Pueden sepultar nuestras manos
pero jamás podrán enterrar su coraje!

El egoísmo sigue fustigando
la huella de las valientes a perdigones,
pero la madre no olvida el llanto de su hijo,
¡Pueden vaciarnos las entrañas,
pero jamás nos arrebatarán la vida!

Somos las Mapuche
que encanecidas y fatigadas nos levantamos
y desde las llamas y horror aún resistimos.
Newentuleaiñ!





Mestizaje 

Se arrojaron inclementes 
usurpando sus tierras, 
profanándote. 

Despojaron la libertad de tu piel, 
la enfundaron con harapos, 
sometiéndola con credos. 

Saciaron su sed
deshonrando a tus hijas,
con los vientres preñados
parieron un pueblo nuevo,
dos mundos bajo una misma piel.

Desconsoladas, amamantaron
bastardos, mestizos
vieron creces.

Atadas al cepo
se detuvieron sus horas.
Oprimiendo sus destinos,
fueron tributo moribundo,
pago hecho con sangre 
y sangre sin mezquindad.





SIN IDENTIDAD lamento de una mestiza

Sin nombre, sin herencia,
sin casta que reclamar
me vistieron de desprecios,
de burlas y desamparo
La vida se fue develando
la vi pasar frente a mis ojos.

Sin rumbo, sin lugar, sin identidad
ajena, siempre ajena
parada en el umbral,
forastera en todas las tierras
sin origen, sin final.





Libertad Manque y Fernando Sabido Sánchez en Santiago de Chile, Enero 2013


SIN TI

Los recuerdos se van trenzando con la nostalgia y las lágrimas.,
y los ausentes,
parecen estar más lejos aún.

¡Me dueles!
Es inevitable intentar arrebatarte del olvido.
No sé, no sé,  si algún día este dolor se vaya
como el resplandor de los fuegos de artificio
que estallan frente a mi ventana
llevándose un poco más de mi vida,
pero ahora en esta hora,
pese a este aguijón que me desangra,
llevo tu nombre incrustado como un juramento,
como un ácido que me traspasa.

La tarde ha cedido a mi tristeza y va desmayando
regalándome algo más tus caricias
a las que me aferro con la locura de la primera vez,
intentando detenerte.

Tiemblo, tiemblo presa de estas últimas horas
que mezquinas te me esconden más y más
escabulléndose por los eternos pasillos de mi soledad.

Espantando con esmero
los rasguños del olvido sigo y sigo,
pero ya no vienes ni te vas
y me quedo contemplando en despedida
mi tardío amanecer.







DESPEDIDA

Se nos vino la noche
y las campanas tañeron su último adiós,
devolví el camino entre las sombras
que caían a mi alrededor
escarchándolo todo.

Fuimos dueños del universo,
de la faena
y sus manos cansadas,
y fuimos sol  y luna
el infinito mirándose en el mar.

Y fuimos grito rebelde
cántaro, y agua
alforja y venda
alamedas en paz.

Pero se nos vino la noche
y el miedo te atrapó sin holgura
te ofrecí  la espada y el yelmo
pero  tus manos enclenques
no pudieron sostener la bravura de mi lucha,
me abandonaste.

Dejo atrás los molinos y mi capa,
mi capa, hoy jirones
que flamean con tu adiós.
Juntando los pedazos del ayer                                             
voy construyendo mi sepulcro.

A lo lejos, a lo lejos aún te puedo ver,
¡a lo lejos, a lo lejos!
atado a la intemperie,
a la culpa,
al dolor  de la renuncia.
Mi vida va muriendo
porque  tu miedo pudo más
más que mi valentía.  







ESPERA

Vamos a quedarnos en silencio
una vez más,
dejándonos cubrir por la sombra del olvido
para llorar a oscuras
siempre fingiendo la vida,
sin Sol sin Luna;
sin huella, sin rostro,
sin cielo que conquistar.
Y vagando, vagando
alrededor de la hoguera
con la cabeza gacha
y el alma entumida
seremos sombras,
hojas, cenizas, llanto
en el bolsillo del tiempo
esperando, esperando, esperando.







SABE A PECADO

Quiero embriagarme de sus excesos,
saciar esta sed prohibida
libando el fruto de su jadeo.

Apresurada y sin tropiezo escudriñar, 
escudriñar hasta los confines
de este padecer,
que muerde y rasguña los pasillos de adentro
y sin testigos,
arrebatarle al cielo el sabor de sus labios.

Sí, y entre friega y refriega
llorar de delicia,
sin viejos prejuicios
acorralando el reloj
en la entrepierna sudada
para morir sin redención
por este deseo que sabe a pecado.

Ser su presa, su altar y su vicio
mascullar y rugir suplicando
que me ande lengua a lengua
sin licencia, sin tiempo
para beberlo después de rodillas y sin fondo.







INVASOR

Quejumbroso se asoma de nuevo
y por los confines se escabulle 
devora por dentro,
seduciendo por fuera,
encadena al dolor,
encadena a la culpa.

Se me gasta la vida 
en medio de las aguas del recuerdo
que aún queman la carne 
dejando atiborradas las cavernas de locura.

¡Maldita sea esta pasión y sus zarpas
que me incendia toda y se esconde!
para ver desde lejos 
como este tormento me deshace.

Maldito este abismo que empuja
a caer en bocas ardientes y lenguas feroces
que lamen despacio,
estrujándolo todo.

Inevitablemente estoy derrotada,
por este deseo invasor
que vence,
enjugándome la vida.







RENACER

Me aferro a la esperanza de tenerte
locura que una y otra vez husmea.

Este viejo yugo se empala en el alma,
remolcando ardores que  aún dormitan.

Desde tras la ventana se encabritan los motivos
van floreciendo uno a uno en mi piel
y tus ojos iluminan mi noche de invierno.

No hay lugar para razones
recorro el callejón último,
a mi paso se detienen las lagrimas
que escurrían más allá del ayer,
del comienzo y del después.

Me transformo, viajo, afuera más afuera
mi sonrisa se acurruca en tu mirada
y nada, nada,  me aparta de ti.

Retozan nuestros cuerpos entre llamas,
sin dejar espacio al quejido,
la carestía arrasa, exprime,
el temblor ataca, acorralando,
desmenuza la carne, estrangula el aliento,
vulnera la sangre, se lleva la vida.







BADÍA KASHGARI [10.805]

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Badía Kashgari

Badía Kashgari

(Arabia Saudita)
Nació en una época de transición (años 50) en la ciudad saudí de Taif, donde pasó los primeros años de su vida. Estudió Filología inglesa en la Universidad del Rey Abdul Aziz, situada en la ciudad de Yedda. Después de graduarse, en 1977, asistió a numerosos cursos de inglés y traducción en Estados Unidos, Gran Bretaña y España.

En 1989 pasó a formar parte del equipo directivo de la revista literaria Al-Qáfila, la más antigua del país, perteneciente a la compañía petrolífera Aramco. Fue la primera mujer escritora que accedía a un puesto de estas características. Badía Kashgari ha vivido, por tanto, en una época en la que se han producido cambios radicales y rapidísimos en la sociedad de su país, y ha combinado sus estudios, su trabajo y su labor como escritora con numerosos viajes que la han llevado a recorrer prácticamente todo el mundo, hecho que ha dejado también una profunda huella en su obra.

Ha residido durante siete años en Canadá donde, tras el atentado del 11 de septiembre, abrió un salón literario en la ciudad de Ottawa, en el que literatos árabes y amigos suyos se reunían una vez al mes para realizar sesiones de lectura y recitado de poesía. En estas ocasiones se realizaba siempre una traducción simultánea de los textos literarios de la lengua árabe al inglés, lo que condujo a la autora a iniciarse en la experiencia de publicar textos bilingües. De ahí surgió la idea que se concretó posteriormente en la edición de El loto inalcanzable. Recientemente, instalada de nuevo en Arabia Saudí, ha asistido a sesiones mixtas del club Al-Wa’d al-Zaqafi, en la ciudad de Dammam, foro dirigido por los literatos Husayn Yaffal, Fádil Umrán y Muhammad al-Fawz.  

Su obra se compone de varios poemarios: el primero, de 1995, Cuando florece la arena (Ida azhara al-Raml), (Beirut, 1995); El viaje del espíritu y del tiempo (Masrà al-ruh wa-l-zaman) (Beirut, 1997); The unattainable Lotus (Londres, 2001), Alguno de mis ritos (Shay’ min tuqusi) (Beirut, 2001); A la orilla de nuestra sangre (Alà shati’ min dimaina), (El Cairo, 2004); No estás solo, país mío (Lasta wahidan ya watani), (Beirut, 2009); y Ascesis de mujer (Manásik Unza) (Beirut, 2012). Su obra ha sido objeto de estudios en Arabia Saudí y de lecturas en universidades canadienses. Ha sido traducida al inglés, alemán, danés y español.




ENTRE ADÁN Y EVA

¿No entré en tu vida sin resistencia?
¿O desde el  zenit de mi mente?
¡Puede ser!
¡O quizás desde lo profundo de mi locura!
¡O para escapar de la tumultuosa lluvia!
No.
Más bien, vine desde la serenidad de mis nubes,
Vine para afirmar tu ser.
¡Conoces lo que significa permitirme también ser!

Cuando nos encontramos, yo tuve un motivo.
Tú fuiste las lágrimas y el kohl de mis ojos,
Cuando las evocas, los cometas estallan en verde.
Te ofrecí la humanidad de mi propia mujer interior.
Mientras tú te preocupabas simplemente por la Eva en mí,
Como hace un monje con sus salmos.
Como tú, también yo al principio fui.
Nueve meses permanecí en el útero,
Y nací por alumbramiento.
Yo también llegué con los ojos cerrados.
¡Por qué sería uno de nosotros la víctima!

Yo me preocupé menos cuando nos encontramos
de lo que se ha dicho durante siglos.
Te veneré como a una rama bendecida por la abundancia,
Una canción de amor bullía en las gargantas,
Débil, te llevé durante nueve meses como una pesada carga,
En mí tú fuiste las estaciones y olas en movimiento
¡Dónde está ese Adán como un pájaro legendario
Prefiero el eco de mi voz a su estrangulamiento!
¡Dónde está él, la representación de mis secretos,
Mientras lo incluyo!

Yo me preocupé menos cuando nos encontramos
De quién era el menor, si tú o yo.
Me preocupé incluso menos sobre el engaño de Eva o su fragilidad.
Nada destruirá mi omnipresencia,
Ninguna sustancia como “una” se refiere a mí.
Mi existencia es demostrada por mi voz
Y no simplemente por un lenguaje de género.
Entré a tu vida para cantar tu nombre como un fresco amanecer.
Nada me desalentará,
Ni siquiera una humilde morada en el Harén.
La melodía de tu voz persistirá en mis versos
Como un eco precedido de mis susurros.

Tú, el amanecer de mi principio y el centro de mi conjetura,
Cuando vine a ti, yo conversé conmigo misma,
Y liberé el futuro de las trabas del ayer.
Porque tú, solo, eres mi presente y mi vida por venir,
Y tus ojos son mis campos y mi sol,
Coroné mi reino con la franqueza de compartir contigo,
Así tú puedes ser reencarnado como el principio.
Y el retorno a la tierra de mi fe.
En el libro de mi vida, yo te inscribí para ser,
¡Sabes lo que significa permitirme también ser!


Badia Kashgari- Arabia Saudita
Traducción del inglés al español: Ana Muela Sope







BETWEEN ADAM & EVE

Did I not come into your life passively? 
Or from the zenith of my mind?
May be!
Or perhaps from the depth of my madness!
Or to escape from tumultuous rain!
No.
Rather, I came from the serenity of my clouds, 
I came to affirm your being.
Do you know what it means to let me also be!

When we met, I had a reason. 
You were the tears and the kohl in my eyes,
When you evoke them, the comets burst in green.
I offered you the humanity of my inner female self,
While you cared merely for he Eve in me,
As does a monk to his psalms. 
Like you, I too at the beginning was.
Nine months in the womb I stayed,
And by labor I was born.
With closed eyes, I too arrived.
Why should one of us be the victim!

I cared less when we met
What has been said over the centuries.
I revered you as a branch blessed by plenty,
A song of love hummed in the throats. 
Feeble and burdened I did carry you for nine months. 
In me you were the seasons and moving waves.
Where is that Adam like a fabled bird
Echoing my voice rather than strangling it!
Where is he, the epitome of my secrets,  
While I contain his!

I cared less did when we met,
Whether You or I was the lesser.
I cared even less about Eves deceit or her weakness.  
Nothing shall destroy my omnipresence,
No matter how one refers to me.
My existence is proved by my voice,
And not merely by gendered language.
I came into your life to sing your name as a fresh dawn.
Nothing will dampen my spirits,
Not even a humble dwelling in the Harem.
The melody of your voice shall persist in my verse
As an echo preceded my sighs.

You, the dawn of my beginning, and the core of my conjecture.
When I came to you, I converse with myself,
And liberate the future from the fetters of yesterdays.
Because you alone my present and my life to come,
And your eyes my fields and sun, 
I crowned my kingdom by openness of your sharing, 
So you may be reincarnated as the beginning.
And return to the land of my faith.
In the book of my life, I inscribed you to be,
Do you know what it means to let me also be!







MILENA CHÁVEZ MATAMOROS [10.806]

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MILENA CHÁVEZ MATAMOROS

San Ramón, Alajuela, Costa Rica, 1988. Realiza estudios de licenciatura en Cooperación Internacional en la Universidad Nacional. Miembro del Taller de Poesía Guillermo Naranjo y del equipo organizador del Encuentro Internacional Tierra de Poetas. Publicada en 2012 en la Revista literaria “Orquídea del Acero”, de la Sociedad Nicaragüense de Jóvenes Escritores y en 2013 en la antología “Mujeres Poetas del Mundo”, elaborada por Xabier Susperregi en el País Vasco. 
Email: milenachavesm@gmail.com







Yo árbol

Soy árbol
de semillas migratorias.
Soy las raíces que me han florecido
y muerto en tantos suelos.
Soy árbol
y si me podan, crezco
y si me queman
las raíces ya habrán nacido
desde otro brazo de la lluvia.
Soy frutal, exótico,
caducifolio, apenas tronco.
Soy árbol sombra
árbol leña
árbol papel y lápiz de versos
árbol que rompe el cemento
de las aceras
árbol hamaca
árbol casa
árbol refugio.
Soy árbol que muta
su camino.
Árbol
en su viaje interminable
hacia la luz.








Apremio

Me urge ser poeta
como a veces me urge
un orgasmo.
Me urge ser poeta
en su ejercicio de la vida,
del significado,
de las palabras hartas
del desmembramiento,
de escribirse a medias,
de atragantarse en la raíz
de la lengua cuesta arriba
para saltar de los labios
si sobreviven a los dientes.
Me urge ser poeta
o me urge —acaso—
nada más ser libre.










Lamento del gallo

En su sonámbula serenata
de  madrugada
los gallos cantan
para que vibren los cristales
con más que el espasmo agudo del aire
para que sude algún cuerpo
más que versos.
Cantan
y es su eco un lamento incesante
celosos de la madrugada
que prefiere despertar
con un poeta.










SUEÑOS DE CAPERUCITA

Sin prejuicios
viste tacones, la caperuza
y sale a encontrar lobos
que no devoran a la fuerza,
porque las caperucitas, cuando crecen,
llevan flores a las abuelas
con los mismos dedos
que masturban sus sueños
y los del lobo.
Comparten vino, poemas,
beben a sorbos
el jazz de la noche.
Hacen caso omiso
del cazador y sus rifles oxidados.
Mojan la piel de la
perenne luna llena.
—Caperucita, ¡qué manos, qué sexo,
qué boca tan grandes tienes!
—Lobo, ¡son para comerte mejor!










Existen aquellos
Como existen hojas
en los bosques húmedos.
Dejan sus trajes
tras la puerta
y desvisten su inmortalidad.
Regalan flores, atardeceres,
el corazón y sus abismos,
poemas prestados en hilos de luna
bordean el universo,
el tablero infinito de su piel
i r r e m e d i a b l e m e n t e  i n s í p i d a.










LUMEN

Los poetas de luz
se instalan en segundos,
se quedan
por tiempo indefinido.
Dejan huellas
fósiles en las vertientes.
Se van y fácil encuentran grietas
por si quieren volver
en alguna de sus formas
al vaivén —sin compás—
de su reloj de arena.
Regresan pronto, aunque “pronto”
sea una dislocación del calendario.
Los poetas de luz
coleccionan rocas, naufragios,
cicatrices, mariposas.
Saben del silencio,
del lenguaje profundo de las cosas,
del poder de floración
que habita la mirada.
Para ellos no es monótona la vida.
Transitan despacio madrugadas,
se dejan fluir entre palabras,
en los contornos infinitos.
Son fénix que se reinventan
en variables ciclos de energía.
Centellean,
se saben inacabados,
cargan en sí mismos su equipaje
y andan esparciéndose en los mares,
en corrientes migratorias,
en los remolinos de viento
de todas las ciudades
impregnadas del recuerdo
y saben siempre que es mejor
despertar con un poema…








INVIERNO

Cansado de verse en el espejo,
alarga su bostezo el verano
sin afán de opacar la lluvia
ni el frío de la niña
que olvida el hambre
mientras prepara en el jardín
pasteles de barro.





CELIA ESTÉVEZ LOZANO [10.807]

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CELIA ESTÉVEZ LOZANO

(Segovia, 1962)
Segoviana madrileña, nómada, trovadora, con personalidad de luciérnagata hiperesdrújula, sintáctica, tendinosa y asimétrica. Contadora de letras. Administradora de cifras. Redactora de sucedidos y de rumbos semánticos y vitales alternativos.

Autodidacta impenitente, escritora compulsiva de prosas reflexivas, con mirada viva, tenaz lectora e investigadora de nuevas formas de expresión artística.

Poeta de puerta adentro y de un piso muy arriba.

Tañedora de guitarra desde niña y ya crecida, de simarra, pulsadora de teclados electrónicos, sopladora de armónica y de dulce flauta.

Fotógrafa digital aficionada y, por amor a las letras, agente literaria y correctora. He colaborado con LápizCero ediciones, auspiciada por CiÑe, intentando captar nuev@s escritor@s, divulgando sus presentaciones y eventos.

También escribo, sin ánimo de lucro y con vocación de eco en mi blog THEMCELVEZ, en una revista digital y en varias redes literarias. Soy una activista empedernida cuando se trata de defender la Naturaleza, la Libertad, la Equidad y la Justicia.

LápizCero ediciones publicó mis “Peldaños” en el año 2011 y en el año 2013, con Ética editorial “Cuentos fórmicos” en el novedoso formato “epub”.

Guardado en el disco duro de mi ordenador esperan a ser editados mis “Atisbos”, relatos cortos que pretenden reflejar y sintetizar las paradojas y contradicciones de nuestra sociedad actual.





                              El que fracasa una vez se decepciona,
                              el que fracasa tres veces es un maestro.

                                                         OSHO

Albergar ilusiones,
desensamblar anonimatos,
fluir consideraciones,
infligir desacatos,
librar ansiedades,
relegar precipitaciones,
granjear amistades,
abrigar esperanza,
implementar proposiciones,
amasar heredades,
simplificar desagravios,

esquivar negativas,
perdonar omisiones,
proferir enlabios,
felicitar tránsitos,
cultivar conocimiento,
trabar cordialidad,
inferir diatribas,
profesar armonía,
prodigar favores,
aceptar condiciones,

esculpir recuerdos,
verter alegría,
blindar traiciones,
secundar expectativas,
infundir ánimos,
perpetrar presentaciones,
revestir serenidad,
tapizar sinrazones,
despertar aptitudes,
editar reflexiones,
olvidar cicatrices,
publicar experiencias,
concluir agitaciones,
priorizar medidas,
maquetar disidencias,
vertebrar singularidades,
aducir pentimentos,
pulir la atención,
acariciar desalientos,
saborear ambrosías,
purificar la conciencia,

tonificar la volición,
filtrar condicionamientos,
integrar diferencias,
tallar discernimiento,
tañer armonía,
copar adeptos,
decantar proezas,
disipar dudas,
incrementar afectos,
liberar talantes,
minorar hipotecas,

despejar conflictos,
amansar ansias,
sonrosar miedos,
dominar pensamientos,
mimar el presente,
depurar abatimientos,
refrescar tu frente
concentrar conductas,
tender puentes,
conjugar inflexiones,
sumar lucidez,

restar futilidad,
esgrimir argumentos,
brindar oportunidades,
alentar aspiraciones,
declinar sofismas,
dilucidar cismas,
lucir positivismo,
diferir lágrimas,
acunar tristezas,
liberar encantos,
ceder espacio,

estremecer quimeras,
coronar cimas,
disolver fronteras,
inhalar energía,
exhalar derrotismo,
derivar engaños,
sublimar cada día,
meditar abismos,
ascender PELDAÑOS.










Amor

Amor
amotinado,
amonedado,
amormado,
amoratado,
amortecido,
amortizable,
amoral.
Amor
amainado,
amordazado,
amamantado,
amortajado,
amaromado,
amaitinado,
amarinado.
Amación
amarada,
amargada,
amaestrada
amoragada,
amarrada,
amartelada,
amarrocada.
Amaneramiento.
Amasadura.
Amasijo.
Amago.
Amor
afín.
Sin fin.

“PELDAÑOS”







DOS CUATROS

Déjame ser el cuatro
de tu cuarenta y cuatro.
Encajadas
en posición fetal,
todas las diferencias
se integran
e igualan.

Feminidades
aliadas.
Afinidades
afinadas.
Sororidad
i
 m
   p
    l
     e
      mentada.

Libertanto.
Fraternibien.
Iguliviantando.







SE PUSO A MORIR. Homenaje a Elisabeth Kübler-Ross.

Se puso a morir.
No precisó mucho espacio
pero sí algo de tiempo.
La inscripción de la urna 
funeraria sentenciaba:

“Ahora ya sí que me tenéis
quemada del todo.”
Tiene su gracia.

Genia y figura
hasta la sepultura
y más allá.
Consciente de ser
viajera en tránsito,
aprendió a convivir
con el desamor, el dolor,
la ingratitud, la traición
neutralizándolos con sus antídotos,
sus imbatibles contrarios,
e incluso resucitó
varias veces
con destreza, pericia
y discernimiento,
paliando y aceptando
como pudo o supo
tanto ajeno
y propio sufrimiento.

Te acompaño
en el "pentimento".
Una caricia vivifica
su mirada.
Ipso facto se reaviva
sólo con pensarla.
Nunca entendí su rechazo.

Mil veces le diría:
Estoy aquí para lo que necesites.
Poco estuve en tu regazo.  
Y aunque no haya estado a tu lado
siempre he querido estar contigo.
Puedo hacer más de lo que hago.
Puedo hacer más de lo que digo.
¿Mueres porque no mueres?
¿Has perdido el deseo de vivir?

Con perdón y amor
se desarruga el Alma,
se sosiega, se calma.
El Universo conspira
para que se cumpla
lo que, con fe, pidas.
La felicidad no viene sola.
Sigue existiendo el Bien
por mucho que se afane
en mostrarse la enfermedad,
el Mal.

Inspira,
expira,
aspira, 
respira…
bien hondo, 
PAZ
mamá.







VIAJO A MI INTERIOR

Viajo a mi Interior
muy a menudo,
siempre que mi Alma
me alienta,
siempre que mi mente
me alerta
de lo endeble
de la materia.

Viajo a mi Interior
muy a menudo,
siempre que mi cuerpo
inhala
y reanudo
mi paso sin ansia.
Sin miedo,
mi ánima, exhala.
Sin rabia fijo mi rumbo
y me limito a incorporarme
cuando me derrumbo.

Sal Luz de mí.
No acaparo.
Estimula mi retina
la alegría
de los colores del día.
No me apego.
Fluyo con el influjo
globalizador del Todo
que difumina al Ego.

No me olvido
de la lucha
por vivir.
No me evado
de la responsabilidad
de existir;
me empeño en seguir
aprendiendo
siendo consciente
de mi propio FIN.






SUENAN LOS GRIFOS

Suenan los grifos.
Lloran los hijos.
Haz la cama.
Quien no llora no mama.
No sisa en la compra.
No rebajes tu honra.
No vendas tu cuerpo
ni por un cierto tiempo.

No otorgas, no callas.
Presentas defensa
en la batalla.
Corte de manga.
La libertad en tanga.
Le pones los cuernos
desde el averno.
Y él estalla.
¡Vaya canalla!
Pega más fuerte
y se divierte.

Lo mío es tuyo.
Lo tuyo, tuyo.
Abuso intuyo.
No quiero este yugo.
Control acosante,
Interés asfixiante.
Sus necesidades
siempre por delante.

Relaciones de pareja.
Relaciones de poder.
Ya no te quejas.
Ya no te dejas.
No es lo mismo amar
que dominar y poseer.

[Este poema nació en forma de canción, guitarra en mano, un 8 de Marzo, día de la Mujer Trabajadora. poema nació canción.]








ALFREDO ALEGRÍA ROSALES [10.811]

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Alfredo Alegría Rosales

Alfredo Alegría Rosales conocido como «El Poeta de las Brumas» (El 10 de julio de 1899, San Marcos de Colón, departamento de Choluteca, República de Honduras – 25 de noviembre de 1974 Ciudad de Jinotega, Departamento de Jinotega, República de Nicaragua) fue un poeta norteño nicaragüense.

Alfredo Alegría Rosales fruto de la unión matrimonial de Jerónimo Alegría Garache, hondureño, y Carmen Rosales Barrera, nicaragüense, vivió sus primeros años en San Marcos de Colón en compañía de sus padres.
Alegría quien se convertiría en el poeta norteño de la romántica ciudad de las brumas ve morir a su padre a la temprana edad de 5 años y se marcha en compañía de su madre a la ciudad de Jinotega, Nicaragua la cual sería en su vida fuente de vivencias poéticas. Es ahí donde asiste a la escuela y trabaja en varias ocupaciones.
En 1917 a la edad de 18 años Alegría deja Jinotega por primera vez y se traslada al pueblo minero de San Albino departamento de Nueva Segovia, donde maneja una tienda de comercio. Es el mismo pueblo donde Augusto César Sandino armó a sus tropas para oponerse a las fuerzas invasoras de Estados Unidos.
Alegría celebra su mayoría de edad en la Ciudad de Matagalpa, donde publica sus primeros versos en el semanario que dirigía el intelectual Matagalpino Arturo Cerna.
En 1925 se desempeña como profesor del Colegio La Salle de Jinotega. Unos años más tarde un 28 de diciembre de 1931 contrae matrimonio con la señorita Julia Vaca Torres con quien luego procrea cuatro hijos: Álvaro, Esperanza, Ada Luz y Katia.
El Poeta Alegría conoce una fructífera vida literaria trasladándose así a la ciudad de Managua en 1956, pero regresa a Jinotega donde continúa su labor tras el devastador terremoto que destruye la ciudad de Managua en 1972.
Alfredo Alegría Rosales muere el 25 de noviembre de 1974 de un ataque cardíaco, en la ciudad de Jinotega.

Su Obra

Alfredo Alegría Rosales deja su marca en Jinotega con su labor literaria y periodística. Funda varios medios escritos mientras trabaja en su Obra literaria. Hoy en día su Obra tiene buen reconocimiento, especialmente entre sus coterráneos.

Durante la Revolución de 1979, un incendio destruye gran parte de la producción inédita de la edad madura del Poeta. Se pierden en este incendio sus manuscritos de juventud y su archivo de publicaciones, al igual que, una serie de conferencias y ensayos sobre: Bolívar, Morazán, Darío, Baudelaire, Lord Byron, Lincoln, Sarmiento, Zeledón, Oscar Wilde.

Alegría Fundó los siguientes medios escritos:

1928 funda "El Domingo" primer periódico impreso en Jinotega.
1935 funda "Rumbos" semanario informativo.
1936 funda "Norte" periódico semanal.
1937 funda "Ruta" revista con la que obtiene premio "Honor al Merito en 1942".
1942 funda "Avance" periódico informativo.
1956 funda "Nuevos Rumbos" su segunda revista.
1973 funda "Portavoz" periódico semanal, que sigue circulando hoy en día.

Sus obras editadas son:

1920 "Primeros Versos".
1954 "Sonata de Sueños", LCCN: 85596278
1963 "Velas Contra el Viento", LCCN: 64046390
1965 "El Romance de los Humildes y Otros Poemas", LCCN: 68117048
1978 "Destellos Poéticos". Obra editada y publicada póstumamente.

Obras inéditas:

1960 "Canto al Alfabeto". Esta se encontraba extraviada en el sistema del Ministerio de Educación de Nicaragua.
1973 "El Sabor de la Manzana". Narración de la vida de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal, que el Poeta parece ubicarla en Nicaragua o en las inmediaciones de su terruño.

Reconocimiento a su Obra

En 1942 por su labor periodística recibió el "Honor al Mérito" galardón para el periodismo nacional dado en la ciudad de Matanzas, Cuba por su publicación de la revista Ruta.
En 1948 gana el primer premio con su poema Canción del Amor sin Palabras en los Juegos Florales Centroamericanos organizados en la ciudad de León, Nicaragua.
En 1951 gana Segundo lugar en certamen organizado en conmemoración del tercer centenario del nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz con el poema El Romance de Sor Juana.

Crítica sobre su Obra Literia:

La Obra literaria de Alfredo Alegría Rosales fue sometida a la crítica de la comunidad de intelectuales de su época.
El Doctor Ramón Romero Martínez, en el prólogo de Sonata de Sueños afirma “la Palabra traduce en forma sintética su emoción; esa palabra siempre fugitiva él la domina y la obliga a expresar lo que pasa en su mundo interior”. El Dr. Romero compara la poesía de Alegría con la de Ezra Pound, cuando logra expresiones como “en la sonora paz de mi montaña…” Romero escribe "eso que para mi es un grito de angustia en la montaña donde cae lluvia torrencial, luego sol purísimo, de oro viejo, y después la tarde pintada de ópalo y grana en el crepúsculo y la noche y ruidos de pájaros asustados por la espesura de las sombras".
El Profesor Fidel Coloma Gonzáles reconocido Dariano, escribió a propósito de la publicación de Velas Contra el Viento “Personalidad poética impar en nuestro medio es esta de Alfredo Alegría. Es el artífice, hábil dominador del material lingüístico, seguro de su técnica. Y como todo artesano, aspira a romper toda atadura ideológica o literaria". Coloma continua "Alegría es un poeta de fondo romántico, vive en perenne auscultación de su propio Yo: sus ideales, sus anhelos. El tema moral y el problema de la muerte tornan y retornan en sus poemas. Este poeta romántico, pues extrañamente, es formalmente un parnasiano. La colección de sonetos que integra la segunda edición de su libro Velas Contra el Viento, muestra su maestría en el manejo de esta difícil forma de perfección técnica, vocabulario raro, estructuras lapidarias, que recuerdan a Góngora y a Lugones. Quizás sea lo formal lo que lo lleva a un tipo de poesía objetiva, en la que el ojo artístico va captando objetos y delineándolos en un delicado y preciso lenguaje. Maestros nos parecen Estampa de un Venado y Preludio Invernal.
Por otro lado el Profesor y literato Salvador Hernández Salinas expresa "Muchos Nicaragüenses nos sentimos solos en lo que tu llamas nuestros rojos calvarios, nuestras torres, como dices en Inscripción, al final del trascendente libro Sonata de Sueños. En tus poemas propagas en forma bella ideales constructivos y potencial cívico para los ciudadanos y levantas tu índice para señalar a Cristo como único refugio de las almas depuradas por el sufrimiento".
Del Poeta Guillermo Castellón de la Prensa Gráfica. Castellón escribe "Alfredo Alegría un poeta maduro en busca de nuevas emociones. Entre los poetas de la vieja guardia, que no por su madurez dejan de buscar en los nuevos rumbos de la poesía actual, se halla Alfredo Alegría, del brumoso solar Jinotegano, cuya vibrante y luminosa cosecha le ha acreditado los mejores elogios de la crítica y ha coronado su amplia y erguida frente con uno que otro lauro, en algunos certámenes literarios. Alfredo posee el don de la variedad. No se concreta a motivos meramente pueriles del amor y de la filosofía barata, pero si canta a las cosas del corazón, lo hace con cautela y sin caer en la cursilería, salvando la obra con inéditos conceptos extraídos cuidadosamente de su reino interior. A veces se muestra altivo y habla de los pobres y de la injusticia social; entre otros aspectos, del tiempo inexistente con una filosofía muy suya y un poco fuera de lo común".





AUTOBIOGRAFÍA

Me crié como un becerro
al pie de la montaña segoviana.
Lactando en sus ubres gigantescas
di los primeros topetazos.
Y me embriagué de cielo,
de luz y sones de agua
en los arroyos zarcos que saltaban
de la profunda y maternal entraña.

Fui a la escuela.  Lecciones.
Recreos con sopapos.
Don Luis F. Mantilla
iba de mano en mano en los encaños.
Pero una mañana el maestro dijo:
“Aquí está ahora El Lector Americano”.

Luego la guerra, la pobreza…¡tanta!
Se cerraron las aulas
y fui a buscar patrón a los doce años.
(Sacudido y sangrante
llegaba a mis oídos el dolor de la patria).

Hice de dependiente.  Y en un jardín, jugando,
llegó el primer amor mariposeando.
Tímido amor sin besos.
Matinal silabario.
Vela en rosada barca.
(Temblaban mis doce años
al eco musical de su palabra).

Después andanzas.  Cielos.
La insinuación del alba.
Versos.  Romances.  Locuras de muchacho.
Desengaños de hombre.
Rezos de amor al pie de carnales estatuas.

Futilezas profundas.  Lo de siempre.
El rodar de una lágrima.
La temprana inquietud por los caminos
en busca de algo vano,
de una meta imprecisa.
La terrenal manzana.
Las uvas rezumantes de la viña del diablo.
Amor que arriba un día
vencedor y cantando.
Frutos que se desgajan:
Hijos.  Mi cosecha de hombre.
Partir la peña diaria del trabajo
en el feudo del amo.
Y la estrella dormida en la distancia,
y esperar que amanezca en la esperanza.

Mas no estoy triste, no, ni estoy alegre.
Creo en Dios.  Creo en la Vida.  En el mañana.
En el Bien.  Amo el sol.  Tiemblo de amor.
Y creo en la victoria de quien ama.

Y esta es la historia mía.  ¿Qué te importa
una historia tan simple, tan Juan Lanas?
Pero al menos dirás, hermano mío,
que soy sincero como un chorro de agua. 

(de Sonata de Sueños, Jinotega, 1954).







Canto Patrio
Patria, en ti está escrito el gran poema,
que con metal y el sol de ardiente llama,
escribió Dios con su mano estupenda.

En ti esta escrito el poema del agua
que borda sobre la piedra su sonata.

En ti está escrito el poema del fuego
que muerde el corazón de la tierra y se hace rosas
en las rutas del alba.

En ti esta escrito el poema de los pájaros músicos,
el poema de la estrella dormida,
el poema de los ritmos augustos
que brotan de la inmensa y multicorde lira.

Cuando el cóndor invade, ebrio de azul, los cielos;
cuando el viento pasa su mano sobre las espigas;
cuando el día prende su lámpara de oro sobre el ara del monte
y la luz peina sus cabellos flotantes;
cuando el mar habla a la raza en su lengua oceánica;
cuando el silencio se llena de estrellas
y el amor se adormece en el pecho, temblando;
entonces, Patria, no hallamos la palabra
con qué llamarte, con qué arrullar tu nombre,
alba paloma,
lirio virgen,
hostia de la luz dormida entre insomnes espadas.

Por eso los poetas hacen himnos sublimes
de tu nombre, tu enseñanza, de tu angélica gracia.
Porque el amor sagrado que ellos te tienen, Patria,
semejante es, en todo, el amor de la amada.

Amor que prende cirios en el éxtasis santo;
amor que agita el ala bajo laureles altos;
amor que da la vida sin pronunciar palabra,
o que laza, de repente, un son inmenso de arpas.

Que te saluden, Patria, las cívicas mesnadas:
que te corone el héroe de lauros sempiternos;
que los coros alegres de los niños te canten
y rieguen a tus pies rosas, laureles, versos.

Y que tu gloria suma, tu victoria potente,
tu numen, tu hermosura que en tu bandera encarnan,
cubran como ala inmensa nuestro inmortal terruño
entre un incienso de almas.







Sinfonía vesperal

La luna rútila y blonda,
luz cimera del ensueño-
resbala en alado empeño
como una canción redonda.

El día rompe su onda
en los umbrales del sueño,
y en la montaña su ceño
bajo los cielos ahonda.

La noche, próxima, aferra
su ancla azul sobre la tierra
que en blando sueño se inclina.

Canta un güis, borrosamente,
y suena, ignota, una fuente
su dulzaina cristalina.


FRANKLIN CALDERA [10.812]

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FRANKLIN CALDERA 

Nació en Managua, Nicaragua (1949).  Poeta, abogado y crítico.  Desde 1968 publica en La Prensa Literaria, poemas, críticas de cine y literarias y traducciones de poesía inglesa.  Autor del libro: 100 Años de Historia de Cine (1996).  Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”.  Reside en la Florida desde 1985. 






SCÈNES DE LA VIE DE BOHÈME

Toulouse (el enano con nombre de ciudad)
colocó su sombrero sobre la mesa
y comenzó a dibujar a la bailarina
que enseñaba las piernas aparentando descuido.

Aquella noche pudo haberse emborrachado
o pasarla en la Rue des Moulins
o discutir con Yvette Guilbert
sobre la función del corazón en cuestiones de amor.
O hacer las tres cosas.

Al día siguiente iría al circo
            o a la ópera
                        o al Moulin Rouge.
O tal vez sucedía algo interesante.

Casi de madrugada se retiraba.
Caminaba solo, como un precursor de Bogart o Aznavour:
“Aunque camine acompañado, está solo”.
Llegaba a su estudio en la 27 Rue Caulaincourt,
se quitaba la ropa y los lentes
y quedaba envuelto en su mayor alivio:
la oscuridad.

Del palacio del «Bosc» al Château de Malromé
desafió a la vida para poder encontrar la felicidad.
La lucha fue tan cruenta que murió en combate
(Rosa la Roja le mostró la parte más dolorosa del placer).

Su mundo de trazos y colores enérgicos, punzantes
-hábitat de chansonniers, clownesas,
malabaristas, cocottes, bailarinas…
¡portazo a su heráldica ascendencia!-,
encierra un grito de protesta
(satírico, melancólico; sarcástico, compasivo)
¡que sigue estremeciéndonos!

(11 de noviembre de 1968)








ELEGÍA COMPROMETIDA PARA EL ALMA DE POPEA

            “Desde la Maja Desnuda hasta September Morning”
            (J.C.U.)

Popea tenía
un altanero modito de morderse el labio superior,
levantar la cabeza y fugar la mirada.
Nuestras citas degeneraban con frecuencia
en prolongados e incómodos conflictos silenciosos
            que Popea,
con dos o tres palabras,
convertía en una de esas horas
que se pegan después
como niños vendiendo chiclets a la salida de un cine.

            Entonces yo hablaba y hablaba
aunque nunca logré sorberle un secreto.
            Sólo supe que odiaba la actual poesía joven nicaragüense,
                        1as lunadas del Country Club,
                                    la auto-suficiencia
 y sobre todo
mi manera de insinuar las cosas,
de interpretar sus pensamientos.

                        -“...el único camino para
salvarla consiste en
que alguien efectúe en
ella un cambio radical
de estructuras ...”
dejándola intacta, claro,
pues ha sido educada de acuerdo con los métodos modernos de:
sicología infantil,
            sicología del adolescente ...
                        (tan eficaces para el logro
de una muñequita de cuerda
propensa a molestarse con
el estallido de una gota de
vida)

(16 de febrero de 1969)









JUICIO FINAL

Una capa rojiza de polvo, formada por los vientos
que preceden las lluvias torrenciales, cubría el cielo.
Yo miraba hacia la ventana, desatendiendo al Hermano
que nos leía el Catecismo.
Vislumbraba en aquel telón de fondo demilliano
a Cristo que descendía para juzgarnos.

Abandonando el aula intempestivamente, corrí a casa
por el amplio patio asfaltado; las gotas salpicándome el rostro.
(Más que el juicio, la hecatombe me espantaba).
Tras de mí, el Hermano soplaba el silbato.
(Los demás, impasibles, miraban extrañados
al compañerito frentón que corría como un desesperado).
Y en mi mente: las láminas de cartón que nos mostraba
el “cura” enjuto y arrugado con perfil de Pío XII:
Cristo, los ángeles, las trompetas;
los justos, los condenados;
el fuego del infierno, las siluetas de los demonios… 

Hoy es el tiempo el que ha huido por el viejo lago enlutado.
Son otras las voces, las miradas, los colores…
¡Hasta los recuerdos se han mudado de ropa!
(El pasado tiene siempre olor a madrugada).
Pero sigo temiendo el encuentro definitivo.
¡Más ahora que el camino al Paraíso es escarpado!

Ojalá fuera el hombre que quisieron forjar
aquellos Hermanos de las Escuelas Cristianas
que cantaban en latín y llevaban siempre puesta la sotana:
Agustín el mayor, Agustín el menor; Apolinar Pablo,
Eugenio, Pedro, Bernardo,
Basilio, Miguel, Eulogio,  
Máximo, Andrés, Hildeberto,
Eusebio, Mateo, Ignacio,
Inocencio, Florencio, Antonio…
(Todavía oigo la campana
más distante ahora, más opaca)










LA LECTORA

¿De qué vieja leyenda nahua o germana surgiste
para alterar la quietud de los atardeceres?
En la pequeña iglesia católica de Sweetwater,
donde las oraciones de los exiliados nicaragüenses
se mezclan con los dejos de otros inmigrantes,
resuena tu voz cuando lees las epístolas de San Pablo,
durante la misa dominical en español, de las siete de la noche.

Tu impecable dicción sin acento para mis oídos
me revela tu origen entre mosquiteros y hojas de chagüite;
a pesar de tu cabellera suelta color castaño claro
(que refleja las raíces colgantes de un árbol de chilamate),
tus mejías nórdicas que realzan unos ojos ligeramente rasgados,
y esa nariz firme, desafiante, de amazona terrateniente pampeana.

(Sus pies transparentes, aunque evoquen los de la doncella “Lindopié”
en las láminas prerrafaelitas del viejo “Tesoro de la Juventud”,
nacieron para caminar descalzos sobre lodo, zacate, piedras y arena;
y aunque su cuello de princesa monegasca despida el aroma de j’adore,
la estela de su paso deja olor a maíz tostado, cacao, achiote y canela).

¡Cómo no estremecerse ante tu porte de emperatriz eslava!
¡Cómo no sentir el alma liberada al escuchar tu voz de mezzosoprano coloratura
que nunca se atreverá a cantar! 

(Me pregunto de dónde emana esta visión de otros tiempos,
con vestidura blanca recién lavada y planchada, como su alma
que tiende a secar al sol antes de repartir la sagrada forma;
en época de voces prematuramente enronquecidas,
miradas vidriosas, tímpanos desgarrados
y besos de labios sin rostros y sin nombres).

¿Qué ángel de alas deslucidas te arrancó de la torre de tu castillo
para plantarte entre nosotros
dejando desolado al héroe de armadura
que decapitaba dragones para conquistarte?
¿O eres acaso la piadosa dama española del siglo XV,
cuyo marido mató de una lanzada
al poeta Macías, el enamorado, cuando éste besaba obsesivamente
el suelo que hollabas al caminar, una calurosa tarde jaenesa?

(¿Nos conmoverían, ¡galeotes de la belleza!,
con el mismo arrebato
su fervor religioso, su fe inexpugnable,
si no intuyésemos bajo el alba recatada,
los latidos de un cuerpo de gimnasta rumana?)

Visión inalcanzable, intemporal,
impoluta como los ideales que al realizarse se hacen polvo.
Mujer sin nombre que te alejas hacia una vida que no nos pertenece,
como camafeo olvidado en un barco pirata derrelicto.

¡Sueño diurno que, dando vida, matas!   

(Agosto, 2001; Península de La Florida)








EPÍSTOLA SOBRE LA GUERRA FRÍA A UNA
COMPATRIOTA, COMPAÑERA DE EXILIO

                  I

Cuando pienso en la Trattoria Luna
donde cenamos después de ver La Dolce Vita
en el Absinthe de la calle Alcázar
o en ambos subiendo del brazo las escaleras de la Ópera
(a la manera de Charles Boyer e Ingrid Bergman
en las viejas películas de Hollywood),
me parece que todo sucedió en época remota,
en un mundo que desapareció una soleada mañana de septiembre;
aunque no haya transcurrido tiempo suficiente
para tirar a la basura los calendarios que adornaron esos días.

¡Pensar que llegaría a sentir nostalgia por la guerra fría!

Nikita Kruschev golpeando la mesa con su zapato;
Yuri Gagarín sonriéndonos desde la portada de todas las revistas;
los noticieros cinematográficos
con bodas y coronaciones de príncipes y princesas
-carreras de caballos, carreras de coches, desfiles de modas, concursos de belleza-
y la imagen del joven Fidel vociferando ante la multitud;
el atolón Bikini; la guerra de guerrillas; la crisis de octubre;
las citas de Mao, el diario del “Che”, Mater et Magistra
(Eugenio Pacelli, Angelo Roncalli, Giovanni Montini, Albino Luciani)
la primavera de Praga, la guerra del Vietnam, la contracultura hippie;
la guerra del Yom Kippur;
Nehru en Belgrado; Arafat en la ONU; el Papa en Varsovia;
la resistencia afgana, el affaire Irán-contra, la caída del Muro...
y las temibles bombas atómicas, maniatadas por su propia potencia destructiva.

Viejo mundo de trucos por todos conocidos,
con senderos marcados por las huellas de nuestros predecesores;
aunque los que cayeron, víctimas del choque de las ideologías,
conocieron el límite de la tragedia humana.

           
                  II

Hoy el mundo entero es un campo de batalla,
cada ser humano, un soldado desconocido.
Asistir a misa, abordar el metro,
ver un partido de fútbol, viajar, respirar...
tan arriesgado como cruzar un campo minado.
La religión y la política fusionadas
esgrimen viejas heridas jamás cicatrizadas,
profundas, como las fallas en la tierra.
Antiguos conflictos salen de sus sarcófagos
convirtiendo lanzas y espadas en armas de destrucción masiva,
mientras las reglas del juego yacen olvidadas
en el fondo de los lagos más contaminados.

Y todos tienen argumentos contundentes para justificar
el avance del caballo bermejo de la guerra;
el avance del caballo cetrino de la muerte.

No es el mundo que anidaron nuestros padres
(aquel entorno compacto, sobreprotegido, junto al Xolotlán,
que abandonamos arrollados por el viento del Este),
ni el que pensábamos legar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos,
cuando aún se creía en el progreso, a pesar de su paso desigual y vacilante,
y que los científicos encontrarían la panacea del hambre y las enfermedades.

Pero no todos navegaban por esos derroteros.
Camuflados en los laboratorios de los grandes complejos militares-industriales
(en las estepas, en las praderas, en los desiertos...)
los que percibíamos como nuestros amigos,
los que percibíamos como nuestros enemigos,
fraguaban el macabro escenario del póquer de cepas microbianas 
¡precipitando –en nombre de Dios, la paz y la justicia-
la marcha de la humanidad encapuchada al tanatorio!

(Octubre, 2001; Península de la Florida)








EL HOMBRE-CINE

¡Mejor hubiera pasado riéndome con Onfalia
o navegando con Isthar las noches de insomnio
derrochadas viendo películas de actores muertos!

Quizá tendría una actitud más resuelta ante la vida
si de niño hubiese declarado mi amor a las vecinitas,
evitándome semanas de trastornos sicosomáticos
atormentado por la muerte de Elizabeth Taylor
en “La última vez que vi a París”
o las reacciones que me producía Leslie Caron
con su tutú de muselina blanca en “La zapatilla de cristal”.

¡Tanto atardecer perdido batiéndome con los arbustos,
imaginándome Tony Curtis en “El Escudo Negro”;
o corriendo al trote como Gene Autrey y Roy Rogers
en las películas de vaqueritos que pasaban en las matinales!

¡Cómo iba a madurar aquel joven abogado de portafolio
con las neuronas sobrecargadas de imágenes ladeadas
arrancadas de películas expresionistas, realistasocialistas,
poeticorrealistas, neorrealistas, posneorrealistas
o de la bienamada “nouvelle vague”!

¡Por qué no utilicé en aprender a desarmar computadoras
el tiempo gastado acumulando botellas de cerveza vacías
en mesas de restaurantes chinos, remembrando
con Mario Cajina Vega, Ramiro Argüello y Juan Velásquez
los encantos susurrantes de Mylene Demongeot,
Catherine Spaak, Elsa Martinelli o Bernardette Lafont!

Y entre campos/contracampos, panorámicas y travelines,
tiempo hice para leer la Biblia, la Ilíada, El Quijote…
Pero acostumbrado a lidiar con los demás,
inmóviles y silenciosos,
en el entorno rigurosamente compartimentado de un cine,
difícil me es hallar con quién discutir
la arenga a los cabreros, el origen de los mirmidones
o si la vida espiritual continúa en el momento de la muerte
o se interrumpe hasta “Il Giudizio Universale”.

¡Yo, incapaz de hacerle daño a una mosca,
reconcentrado siempre en imágenes de corsarios,
odaliscas, mujeres fatales, apaches-chiricahua y vampirólogos,
causo miedo a los niños y a las visitas!
Mi esposa me ve como ser de otro mundo.
Mis hijos me tratan a distancia;
excepto el mayor, comediante de micrófono,
medio poeta y aficionado a las películas incomprensibles,
que se pasa la vida dando saltos de un lado para otro
como vikingo tuerto con hoyuelo en la barbilla.











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