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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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CARLOS MANUEL ARÍZAGA [17.794]

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Carlos Manuel Arízaga, Enrique Mosquera y Nilo Yépez


Carlos Manuel Arízaga

Nació  en  Cañar,  Ecuador,  en  1938. Ha  publicado  los  poemarios: Sobresalto, Las  ocupaciones salomónicas, Abreviatura, Valija  del  desterrado, El  espejo negro, La  cabeza alborotada, La rama  del verano, Maizalmente  David.  
Integra  selecciones  y  antologías  poéticas  nacionales  y extranjeras. En certámenes  de  poesía  y  cuento  ha merecido  52  distinciones  dentro  y fuera del país. Es miembro de varias instituciones culturales. Radica en la ciudad de Quito.


BALANCE SOMETIDO A VOLUNTAD DEL VIENTO 

El apuro
de escaparme con mi bulto
por la bahía de sal de una lágrima, 
la urgencia de exiliarme
en la fuga de un venado, 
da fe de lo que tengo 
derecho a soñar sobre la almohada, 
pies denunciando que el exilio
no es de pocos, ira
que no permanece como vitral 
en los oficios religiosos.

Esto de tragarme los auxilios
la llave de una puerta sin salida, 
es meterme en mí mismo, 
oscuro barrendero
de la última ceniza airada al viento. 



DICIEMBRE Y UNA FECHA SIN PAZ 

Por adánicas y turbias maldiciones 
los años acaban
de un modo igual. Diciembre 
es soga para el ahorcamiento, 
empujón para el derrumbe.

Nadie deja de comprometer una moneda 
autodedicándose potajes
de codicia.

Nadie, para entonces, 
escribe loas al desprecio: 
la mano que da recibe 
y la reciprocidad
es una fiesta de bengalas en el aire. 




EL CÍRCULO SILENCIOSO
A ENRIQUE LEÓN PALACIOS 

Dios tiene una barbera
en la palabra
y no importa adonde voy,
buscando un vaso para el envenenamiento 
me ofrece un cigarrillo
y bebemos.

Dios posee una sonrisa
que me enferma. Si juego a los dados 
me gana la suela de mis zapatos
y caminamos. 
Es alto
en la medida de mi inconformidad. 

No tenemos casa
pero nos gusta las lavanderas 
por ello ostentamos la camisa 
como una de tantas heridas 
incurables.





OTRA VEZ LA CIUDAD 

En las esquinas del gusano, 
en el lindero
del sudor pateado, en la axila 
del albañil
y la plomada de sangre de su oficio, 
en el tímpano ensordecido
del hombre manipuleador 
de máquinas,
en la flor del parque, 
la calle sin rayuela, 
esta ciudad se viste de mujer 
y siempre hay una sábana 
para el ceremonial del pecado.

Esta ciudad tiene el gesto de una flor 
luego de la tempestad.



RUDA CABEZA EN LA CRUZ 

No es conmigo
el muñeco bautizado de caídas
que dio fe de cristiandad a la infancia. 
Y no importa este Diciembre
sin testigos alfabetizados de alegría. 

Hay dolor en lo que palpo,
frío de recién nacido
en lo que intuyo, gangrena de maleficio 
en lo que respiro.

Pude ser Pastor
pero inventaron cuchillos
para el garabato de inaugurar mataderos 
en los predios de la Fe.

Juzguen este decir 
y dénme clavos
para la rudeza de morir cabeza en la cruz. 



I

"Amargamente llora en la noche y sus lágrimas están 
en sus mejillas... Todos sus amigos le faltaron, se 
le volvieron enemigos". - (Jeremías 7-10)

Si preguntan por ese
que se enjuaga la boca con el bostezo 
hambreado de los hijos.
Si se inquietan por ese

que ensucia el sol con su figura 
y camina de sur a norte 
desprovisto de brújulas, 
sabedme vuestro.
Si inquieren por ese que a toda hora 
recuenta las abejas de su poesía, 
por ese que a propósito de versos 
recoge en la mirada el vuelo de los pájaros
y a su compañera gusta llamar 
por el nombre de una flor, 
aseguradme vuestro.
Si encuentran a un hombre, 
camisa gris, irreverente, 
soy yo, retrato vivo
de un libro muerto a culatazos. 


II

"Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan 
ante la espada del desierto". - (Jeremías 5-9)

Como golpear una puerta que no existe 
y decir son cuatro
los dedos de la mano, igual 
a cercenarse un dedo
y dar anticipo de sangre a los buitres, 
como preguntar con cuál mejilla
se sonríe, con cuál ojo se llora, 
igual a tener sed
y beber del látigo su castigo, 
irrumpe el hombre,
pateador de estómagos hambreados 
rifador de vírgenes y dioses.
Ese otro
que bombardea rosas y crucifica lirios, 
ese que nos sigue siendo para nada.





JUAN CARLOS MORALES MEJÍA [17.795]

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Juan Carlos Morales Mejía 

(Ibarra, 1967, Ecuador) es autor del proyecto Mitologías de Ecuador. Libros publicados: Fabulario del dragón, Quito: las calles de su historia. Poesía: Arquero de luna, El poeta y la luna, El poeta y el mar; mitos: Los dioses mágicos del Amazonas, Mitologías de Imbabura, El duende de San Vicente. Como músico, dirige el proyecto Poetas de América, con musicalizaciones de: Borges, Huidobro, Vallejo, Carrera Andrade, Dávila Andrade, Loinaz, Cardenal, Sabines, Rojas, Granda, Preciado, entre otros.


Frente a las aguas

Las aguas, que una tarde, ya no fueron las mismas,
en los ojos de Heráclito, el Oscuro.
El río Ganges donde navega la Ceniza.
El mar, límite del Averno, en el rostro del Navegante.
Las aguas, el río, el mar que he convocado
para no verte nunca, para creer que has muerto.



El resplandor

Un poeta sueña
en su amada
bajo la Luna
nómada.
Ese instante
es más eterno
que el resplandor
de miles
de espadas
en el campo
de batalla.




Non plus ultra

Mar tenebroso:
a la distancia
vienen tres carabelas.



La música

El sonido de las trompetas en Jericó:
siete días el Arca de la Alianza
rodeó este pueblo maldito para siempre.
La ulterior sonoridad de los cruzados
que la levantaron desde su memoria.
La música que escuchó Gautanama,
descendiente de los sakis y que buscaba
la verdad envuelto en un sayal amarillo,
cuando entendió el significado de una rosa.
El ruido intenso de las monedas
en las manos de Judas y la conciencia
de que el Mesías era demasiado humano.
La partitura que Mozart compuso
para su padre muerto y que no era el Réquiem.
El preludio de Nietzche cuando entendió
que Zaratustra tenía espíritu dionisiaco.
Los violines de los indios en San Juan,
antes de entrar a la cascada de Peguche.
El bandoneón de Astor Piazzolla
en una atardecer en Buenos Aires.
El canto del shamán del Tena, Luis Andy,
sobre la cabeza de una muchacha.
La sospecha de que hay música en tus ojos.



El iluminado

Un hombre descubre
en el bisonte las huellas
de su propia derrota:
la caverna lo sabe.
Luego, Saulo de Tarsis
junto a su caballo
y una ceguera premonitoria:
la defensa de una fábula:
Jesús ante el Monte de los Olivos
con miedo de ser Dios.
Judas, el zelote, sabe que
el Mesías es solo un hombre
y devuelve las monedas.

Alonso Quijano en el suelo
y un haz de luz filtrándose
en los molinos: no hay
una Dulcinea de ventura;
Walt Whitman avisora que es
infeliz cuando su nombre
suena en el Capitolio:
un bosque lo espera;
José Arcadio Buendía,
frente al pelotón de fusilamiento,
recuerda el hielo:
Melquiades no descifra a Macondo
desde los pecesitos de oro;
el poeta César Dávila Andrade
se encierra en los efluvios
de su Catedral Salvaje:
un cóndor ciego cae
envuelto en un gabán de plumas.

Y en un instante todos
saben que poseen un don:
ese don los arrastra hacia
la Vida, que es un presagio.
Todos dicen a su modo:
Padre, padre… padre
¿por qué me has abandonado?



El pájaro de Perugia

Antonioni da Luca guardaba una imagen: el vuelo rasante de un gorrión entre sus manos de niño. Ahora, a los cincuenta años era un hombre que conservaba en sus ojos miles de horizontes, atiborrados de bandadas en pos de un sol tenue.

El embrujo del vuelo de las aves era motivo suficiente para prolongar su vida. Tras estudiar los planos aéreos de Leonardo da Vinci se convenció de que algún día los seres humanos podrían volar. Nadie le creyó.

Antonioni, huyó de Perugia cuando los parroquianos lo descubrieron batiendo sus brazos en el campanario. Tenía atadas veintitrés palomas a su cuerpo y una mirada de ángel del infortunio en sus ojos de almendras.

Desde ese día tuvo cuidado de sus experimentos. Por eso, en el invierno de 1558 se escabulló de Glasgow a las costas escocesas para mirar si aún quedaban aves que no pudieran migrar. En medio de su soledad no halló vestigios de plumas de cigüeñas entre la hierba mojada. De regreso, en medio de la niebla, recordó la leyenda de Ícaro que construyó sus alas y fijó las plumas con cera para escapar. El sol lamió esas comisuras cuando Ícaro revoloteó en su torno.
    
No lo resistió más. Se procuró otro sendero y llegó hasta un acantilado. A lo lejos, el rumor del mar ascendía hasta su pecho. Abrió los brazos y rezó una oración impalpable. La bruma golpeó su cara. Tomó impulso y se lanzó al vacío. En el vértigo de la caída comprendió que los dioses no habían olvidado a su aéreo hijo: en el dedo meñique, de su mano izquierda, comenzó a crecerle una pluma…



La fórmula

Salvatore de Bragante se dio una noche a las permutaciones con el tiempo. El astrolabio permanecía silente a la espera de una noche propicia. Muy cerca, el fuego producía sombras dantescas en la estancia. Pese a los leños ardientes hacía un poco de frío, algo normal para la estación de invierno en Aquitania. La noche se presentaba sosegada, a juzgar por las estrellas.
            
El feudo, donde se encontraba el nigromante, alguna ocasión perteneció al duque de Roberto de Artois. Ahora dependía de la decisión de los poderosos, a miles de leguas de distancia. Salvatore recordó las lecturas de la cábala y otros ritos que llegaron de los tiempos en que los faraones eligieron las tumbas en Kefrén. El tiempo giraba en torno al astrólogo, que estaba cerca del fogón.
            
Miró el reflejo de su propia sombra. Respiro. Levantó levemente la cabeza. Alzo su mano muy despacio. De reojo observó que su sombra permanecía quieta, en un espacio. Era una masa informe en un tiempo, más bien relativo, multiplicado por dos.



LUNA DE ARENA

Debajo de las crines,
una rosa frente a la brújula
y antes el sueño,
como un reloj del infortunio
sin arena.

Hay un tiempo para irse
y otro para no volver.
¿Cuál es la diferencia?
¿Importa un astrolabio
que añora a la Luna?
Los pasos se desvanecen
como un pétalo
que cae eternamente
en tu pubis.
No hay prisa:
los adioses nunca son
suficientes.
Siempre queda el olor
de un piano nocturno
en tus manos.
Aún respiro tu espalda
cada ocasión
que miro un paisaje.



LA NAVE TRÁGICA

Bruma:
un arpa antigua en el acantilado,
al acecho de las olas.
Hay una sirena que canta eternamente
a un hombre amarrado al mascarón de proa,
con la figura de una mujer de sándalo.
El mar crece en los ojos del argonauta
que nombra a Penélope.



TELARES DE PEGUCHE

A Germán Muenala


Taita Imbabura lleva su niebla a la cascada.
El agua entra en la medianoche del rito:
los indios van desnudos, antes de San Juan.
Saben que el concierto de soles
no se apaga cuando se mojan la cara.

Hay una luna violeta en los telares del presagio
y un toro de fortuna escupiendo azogue
en la piel gastada de un amauta de Peguche.
Están hechos de maíz: sus largas cabelleras
son estrellas furtivas de un tiempo indomable.
El primer sorbo de chicha del Yamor
es para la Pachamama, que se acalora.
         
Segundo Conejo trama su violín
y otro indio teje una montaña violeta:
cada ocasión que la urdimbre gira
el paisaje, afuera, fluye de sus manos.
Eso lo desconoce el anticuario que guarda
un candado de hacienda para la feria.
Los indios, los sábados, ríen mientras
los viajeros se llevan los tejidos creyendo
que las montañas son inmutables.
A esta hora, el tejedor concluye un motivo:
un poeta que agota este verso en Ibarra.



EL ACECHO

Río lánguido sobre la espalda:
gemido de arena, destello de un piano
en sus caderas.
Musgo fragante entre sus piernas:
olas afiladas danzando en su pubis,
dentelladas de rocas frágiles
que se deshacen indolentes
en mis manos.

Zagala tersa,
fisura de líquenes y arreboles:
cabellos desatados a la Luna.

Pies gráciles,
felina acurrucada en mis brazos.
Un día se irá para siempre.
¿Qué recordaré entonces?
Acaso, que la contemplaba dormida.
Que pasaba mi memoria
en su desnudez de caracola.



VÍRGENES DE YESO

No hay río,
el mar es una oscura mujer adversa.
Sólo dalias y una procesión de vírgenes de yeso:
mezcla de vaginas carcomidas
y de abalorios de sándalo.
Sus ojos tienen esa dulzura de acero indolente,
ese miedo de que una tarde
se harán añicos
en las manos de los muchachos
que entrarán en tropel
a olvidar futuros olores de mujeres gastadas.



UNA MIRADA

El hombre de la Cruz encuentra una pupila
de un ladrón de horizontes;
un arquero dibuja en la piedra su águila muerta.
De cierta forma, en el movimiento de sus ojos
la tragedia une los instantes.
La última mirada del águila se estrella en la Cruz.



ROSAS DE PIEDRA

Un pétalo para una mujer adversa:
cuerpo silente/estructura de pájaro,
no recuerdo el acero de sus ojos.
Las rosas de piedra caen eternamente
en mi presagio.



PÁJARO DE LUNA

Lejana.
Agreste figura/sicomoro de niebla,
soy un pájaro de Luna
entre los alfiles indolentes.
Eres la última travesía,
el paso de un fantasma
por las paredes de adobe carcomido.

Rosas sobre la máscara
y un violín solo,
con una tristeza de los amores leves.
Esos que desenvuelven tules
y olvidan los ojos trágicos,
esos que huelen a lejanías
desde el primer ímpetu
de una desnudez sin memoria.
Un tiempo más del alba
que de los cuerpos bravíos.

Soy un pájaro de Luna
perdido en tu pubis.
Una pluma de la noche
que cae eternamente
en tu bosque incendiado.


EL ÁNGEL

Una pluma como símbolo de un naufragio.
Despliega sus alas y su certeza:
una premonición de tules azules.

Sus labios mueven otro tiempo/
la urbe se ha detenido en una campana.
Ni las huestes del miedo se desplazan
por sus ojos.
Una pluma flota en el mar
a la espera de mis naves trágicas.

Si alguna vez existieron los ángeles

tuvieron el aroma de la noche en tus cabellos.




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WILLIAM ALLINGHAM [17.796]

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William Allingham

Fecha de nacimiento: 19 de marzo de 1824, Ballyshannon, Irlanda
Fecha de la muerte: 18 de noviembre de 1889, Hampstead, Reino Unido


Una Lápida

Lejos de la iglesia cava su tumba,
En un montículo verde detrás de las hojas,
En el oeste y el ocaso, en un mar de nubes rojas,
Allí erige su roca húmeda,
Con letras y números mortales,
Un arpa y un manojo de flores
Cortando en la tarde todos los colores;
Entonces la deja libre en los vientos que soplan,
Al paciente musgo que se arrastra, que devora,
La abandona en las alas errantes,
En los pasos furtivos de los caminantes.




Las Hadas

Arriba en la aireada montaña,
Abajo en la sombría cañada,
Nos desafiamos a la caza
Por temor a la pequeña gente,
Diminuta gente, buena gente,
Marchando unidos, diligentes,
¡Chaquetas verdes, gorros rojos
Y blancas plumas relucientes!

Abajo en la orilla rocosa
Algunos hacen su hogar,
Viven en crujientes chozas,
Junto al arroyo o el mar;
Otros en las tenebrosas cañas
Del lago negro en la montaña,
Con sapos como guardianes,
Perros de una vigilia interminable.

Arriba en la sierra
El viejo rey se sienta;
Es tan viejo y maliciento
Que casi a perdido el ingenio.
Con un puente de niebla rosa
Sobre el Columbkill siempre cruza,
En su majestuosa jornada
Por Slieveleague y Rosses;
O persiguiendo la música
De las frías noches estrelladas,
Buscando incesante a su Reina
Bajo la alegre aurora boreal.

La pequeña Bridget allí se ha perdido
Por siete largos años,
Cuando ella volvió del rebaño
Todos sus amigos se habían ido.
Ellos tomaron su ligera espalda
Entre el crepúsculo y la mañana,
Pensaron que dormía con rubor,
Pero yacía muerta de dolor.
Ellos la tienen desde entonces
En las profundidades del lago,
Sobre un lecho de olas veloces,
Velando hasta que descanse.

Junto a la ladera del monte altivo,
A través del musgo desnudo,
Han plantado árboles y espinos,
Y allí danzan esos pies duros.
Si algún hombre atrevido
Se acerca con orgullo y sigilo,
Habrá de caer entre los espinos,
Y encontrará un oscuro destino.

Arriba en la aireada montaña,
Abajo en la sombría cañada,
Nos desafiamos a la caza
Por temor a la pequeña gente,
Diminuta gente, buena gente,
Marchando unidos, diligentes,
¡Chaquetas verdes, gorros rojos
Y blancas plumas relucientes!




La capilla en ruinas

En la costa, un charco de tierra
Rodea una capilla arruinada,
Custodiada por altas hierbas;
Dónde los días y las noches pasan
Sin oír ningún sonido humano.

Lamida por mares solitarios,
Sacudida por centinelas arbóreos,
Besada por la brisa salada;
Los días y las noches pasan
En la infinita melodía del silencio.

Y cuando los vientos atrapan
Un silencio más muerto que cualquier sueño,
Los crepúsculos se arrastran,
Y los días y las noches pasan
Hacia la nada más profunda.

Las ruinas vacías se funden
En el completo dominio de la Naturaleza,
Unidas con la semilla y el grano,
Así como los días y las noches pasan
Soñando con las lluvias del verano.

Lágrimas sepulcrales fueron sembradas aquí;
Ahora las tumbas también están muertas;
Inmóviles bajo incontables ramas desiertas,
Como los días y las noches pasan
Bajo el curso soñoliento de las estrellas.

http://elespejogotico.blogspot.com.es/




The Fairies 

Up the airy mountain,
Down the rushy glen,
We daren't go a-hunting
For fear of little men; 
Wee folk, good folk,
Trooping all together; 
Green jacket, red cap,
And white owl's feather! 

Down along the rocky shore
Some make their home,
They live on crispy pancakes
Of yellow tide-foam; 
Some in the reeds
Of the black mountain lake,
With frogs for their watch-dogs,
All night awake. 

High on the hill-top
The old King sits; 
He is now so old and gray
He's nigh lost his wits.
With a bridge of white mist
Columbkill he crosses,
On his stately journeys
From Slieveleague to Rosses; 
Or going up with music
On cold starry nights
To sup with the Queen
Of the gay Northern Lights. 

They stole little Bridget
For seven years long; 
When she came down again
Her friends were all gone.
They took her lightly back,
Between the night and morrow,
They thought that she was fast asleep,
But she was dead with sorrow.
They have kept her ever since
Deep within the lake,
On a bed of flag-leaves,
Watching till she wake. 

By the craggy hill-side,
Through the mosses bare,
They have planted thorn-trees
For pleasure here and there.
If any man so daring
As dig them up in spite,
He shall find their sharpest thorns
In his bed at night. 

Up the airy mountain,
Down the rushy glen,
We daren't go a-hunting
For fear of little men; 
Wee folk, good folk,
Trooping all together; 
Green jacket, red cap,
And white owl's feather! 



A Seed 

See how a Seed, which Autumn flung down, 
And through the Winter neglected lay, 
Uncoils two little green leaves and two brown, 
With tiny root taking hold on the clay 
As, lifting and strengthening day by day, 
It pushes red branchless, sprouts new leaves, 
And cell after cell the Power in it weaves 
Out of the storehouse of soil and clime, 
To fashion a Tree in due course of time; 
Tree with rough bark and boughs' expansion, 
Where the Crow can build his mansion, 
Or a Man, in some new May, 
Lie under whispering leaves and say, 
"Are the ills of one's life so very bad 
When a Green Tree makes me deliciously glad?" 
As I do now. But where shall I be 
When this little Seed is a tall green Tree? 



The Lepracaun Or Fairy Shoemaker 

Little Cowboy, what have you heard,
Up on the lonely rath's green mound? 
Only the plaintive yellow bird
Sighing in sultry fields around,
Chary, chary, chary, chee-ee! -
Only the grasshopper and the bee? -
'Tip-tap, rip-rap,
Tick-a-tack-too! 
Scarlet leather, sewn together,
This will make a shoe.
Left, right, pull it tight; 
Summer days are warm; 
Underground in winter,
Laughing at the storm! '
Lay your ear close to the hill.
Do you not catch th etiny clamour,
Busy click of an elfin hammer.
Voice of the Lepracaun singing shrill
As he merrily plies his trade? 
He's a span
And a quarter in height,
Get him in sight, hold him tight,
And you're a made 
Man! 

You watch your cattle the summerday,
Sup on potatoes, sleep in the hay; 
how would you like to roll in your carriage,
Look for a duchess's daughter in marriage? 
Seize the shoemaker - then you may! 
'Big boots a -hunting,
Sandals in the hall,
White for a wedding feast,
Pink for a ball.
This way, that way,
So we makea shoe; 
Getting rich every stitch,
Tick-a-tack too! '
Nine and ninety treasure crocks
This keen miser fairy hath,
Hid in the mountains, woods and rocks,
Ruin and round-tow'r, cave and rath,
And where cormorants build; 
From times of old
Guarded by him; 
Each of them fill'd
Full to the brim
With gold! 

I caught him at work one day, myself,
In the castle ditch where fox-glove grows, -
A wrinkled, wizen'd and bearded Elf,
Spectacles stuck on his pointed nose,
Silver buckles to his hose,
Leather apron - shoe in his lap -
'Rip-rap, tip-tap,
Tick-tack-too! 
(A grasshopper on my cap! 
Away the moth flew!) 
Buskins for a fairy prince,
Brogues for his son -
Pay me well, pay me well,
When the job is done! '
The rogue was mine, beyond a doubt.
I stared at him, he stared at me; 
'Servant Sir! ''Humph' says he,
And pull'd a snuff-box out.
He took a long pinch, look'd better pleased,
The queer little Lepracaun; 
Offer'd the box with a whimsical grace, -
Pouf! He flung the dust in my face,
And while I sneezed,
Was gone! 



JORGE SOSA [17.797]

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Jorge Sosa

(Ciudad de México, 1981)
Miembro del colectivo de arte multimedia Los KFGC,
Publicaciones en Los Noveles, Viento en Vela, Palestra, Revista el Humo, Cuadrivio y Playboy México.

http://thezombiecity.blogspot.mx/




La pareja del departamento de arriba
discute una infidelidad.
Los padres de la familia
del departamento de abajo
gritan para callarlos
y que los niños puedan dormir.

En medio, los escucho
con los ojos abiertos,
conservo sus palabras
en frascos para el insomnio.
Al otro día, cuando los encuentro
en las escaleras, apenas me saludan
avergonzados.
No saben cuánto los necesito.





Camino en el Centro
con Michael.
Es un turista
que acabo de conocer.
Nos corrieron
de la cantina donde bebíamos
por poner en la rocola
cincuenta veces consecutivas
God save the queen.

En una esquina
se detiene a orinar
sobre un montón de escombros.
Me pregunta por qué
nadie los recoge,
le digo que han estado ahí
desde el bombardeo nazi.
En su intento por verme
por encima del hombro,
se orina los zapatos.




Seré yo
quien entre marchando a la ciudad
arropado por un ejército
de empleados de gasolinera
y cajeras de banco:
mis novios, mis novias y yo.

Los niños
arrojarán botellas llenas de flores
a nuestro paso,
como bombas molotov.

Mis novios, mis novias y yo
fumando marihuana
en los centros comerciales,
cogiendo en las cabinas
de cajeros automáticos,
pintando con plumones negros
las pantallas de los televisores.

Mis novios, mis novias y yo
vamos a explorar
en la cajuela de un auto
frente al palacio de gobierno
del aburrimiento.





Hay perros
en la playa a la que llegamos.
Vemos cinco
pero sospecho que hay más,
vigilándonos a escondidas.

Estamos borrachos
y hemos viajado más de diez horas.

Los perros nos lamen
si nos quedamos dormidos,
se toman nuestra cerveza,
se acuestan a la sombra
que proyectan nuestros cuerpos.

El negro intentó robar
nuestros zapatos,
el blanco con manchas café
le pisó la cara a G.

Lo tengo todo en fotografías
pero en ninguna sale el mar.





Sobrepeso

Una valla publicitaria pregunta
en mi camino a casa:
¿te gusta ser quien eres?

Como un enfermo mental
que no distingue las letras
de los sonidos,
respondo en voz alta: no.

Cada mañana tengo la oportunidad
de llamarme como quiera.
Sebastián es un nombre que me gusta
y no quiero tener otro hijo.
Yo podría ser mi propio hijo.

Sería tan fácil,
en un arrebato de sinceridad,
admitir que no quiero conservar
el recuerdo de una infancia
en la que creía tener la cabeza muy grande
y el cuerpo demasiado menudo.

De nada me sirve
el rechazo de mujeres
que no me recuerdan,
ni el odio de las que me recuerdan.

Quizá me volvería más ligero
sin los últimos ocho años
de oficina, cuotas
y revisiones policiacas.

No aprendí nada
y no creo que nadie aprenda nada
de cosas tan tristes y triviales.

Tal vez si dejara caer esto
definitivamente hacia el pasado
dentro de una bolsa negra de plástico
la joroba de mi espalda se enderezaría
y mis pies al fin se despegarían del suelo.

Mi vida sería permanecer
tumbado en un césped
bajo la caricia del agua de los aspersores.

Sebastián Sosa, hijo de Jorge Sosa
(el que no jugó para los Bravos de Atlanta),
bajo un puente contando chistes
a cambio de monedas
no se arrepiente de nada.




¿Qué tan pronto es ahora?

Desde los techos de mi ciudad, francotiradores del ejército han disparado contra gente desarmada. Un vecino me apuntó con una pistola por hablar con su prima en la calle. En la escuela, cada pastilla de la enfermería estaba caduca.
Si sobrevives, quedan miles de canciones de amor, baladitas pop que se te enredan en el cuello poco a poco. Dejan marcas de espinas, colmillos de vampiro. Espesan la sangre hasta volverla aceite. Si tienes suerte, te asfixian con una boca en tu boca mientras duermes.





En un monasterio malayo,
un grupo de monjes
aplica presión con las manos
en varios puntos de las plantas de los pies
que resulta en la pérdida total
del sentido del tacto.

Es necesario
para los que caen de un risco
y se rompen
contra las piedras y el hielo.
Les da unos momentos de paz
antes de la morir.

El nombre de la técnica
puede traducirse como
“el silencio del cuerpo”
o
“el silencio de Dios”.






Gerardo se lastima el cuello
cabeceando un balón de futbol,
tiene que girar el torso cuando le hablan
como un muñeco sin articulaciones.

Los meniscos de Grissel
tienen pesadillas
de cinco años de pentatlón.

Ánuar se divorcia
felizmente
de la mayoría de sus muelas.

Entre una enfermedad y la siguiente
acomodamos nuestras caminatas
en busca de la mejor fiesta
de la noche oscura del alma,
esperando que los inquilinos
de nuestro cuerpo
nos olviden
un poco más de tiempo.





Nosotros los enfermos
tomamos vacaciones
para ver a las ballenas
nadar hacia la extinción.
Desayunamos analgésicos
para soportar la luz del sol
y las sonrisas de los niños.
Nos dan miedo
las bocas de otras personas.
Siempre estamos buscando
una pastilla, una jeringa
que traíamos en la mano
hace apenas un momento.






Tú y yo
sobrevivimos.
Tus padres, mis amigos
están muertos,
junto con cada jugador de futbol
y artista moderno del planeta.
Sus cadáveres
son el pasto
del nuevo mundo,
nuestro mundo.
Levantamos los pies
para no tropezarnos con sus cuerpos
en los centros comerciales.
Son los insectos
del nuevo mundo.
Tú y yo
saqueamos las tiendas,
invadimos las casas que nos gustan,
fumamos un cigarro de cada cajetilla,
somos la enfermedad
del nuevo mundo.





Veo la carne cruda en el mercado,
los pescados me observan
con sus ojos que nunca mueren
y me pregunto si esto es el amor de las canciones pop.

Encontré un diente en mi taza de café.
No se lo dije al mesero,
lo traigo en el bolsillo.

¿Tú te mudaste a Marte
y pasas la tarde acariciando
la arena roja
y rasguñándote las piernas?
¿Te quedas dormida
en las dunas?
¿Encontraste un diente
en tu comida?







.

CÉSAR ABRAHAM NAVARRETE VÁZQUEZ [17.798]

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César Abraham Navarrete Vázquez

(Tlalchapa, Guerrero, México 1981)
Licenciado en Ciencias de la comunicación por la Universidad del Valle de México (San Rafael). Escritor, fotógrafo, traductor, camarógrafo, profesor universitario, viajero,  bloguero, editor, guionista, realizador, post-productor y productor de las series Mundo poesía y Micronopio de Canal 22.

Tiene los libros publicados: Poenimios (Tierra Húmeda Editorial de Poesía, México, 2014). Todas las dudas aprendidas. Antología del Laboratorio Continuo de Poesía (Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2014), Fábulas-o-heces (La intendencia de las letras, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2014).
Correo electrónico: caesarisnv@gmail.com
Blog: César Abraham Navarrete Vázquez: 
Palabras de viento (http://caesarisnv.blogspot.mx/)



Poenimios y poemas


Tienda temperamental

“Soy
totalmente
falacio”



IMSS

Espere
aquí

un monumento

por favor



Represión

Por escribir
versos
políticos
ya me vigila
la poe
CIA 



La Biblia

El libro
más leído
de oídas



Cuento

Colorín
colorado
a meter
la verga
a otro lado



Hemorroidal

No
me siento
bien



Impertinencia

Me molesta
mucho
que la gente
hable
mientras
la interrumpo



Hora feliz

             Se cierra
             la barra
             se abren
las                              piernas



Reconciliación

Después
de la
tormenta
viene
la cama



Empleo

“Se solicita
jardinero
de planta”



Violencia
(electrodoméstica)

Mi padre
le pegó
al microondas
porque
no le calentó
la comida



Egocentrismo

Aquí
el único
pendejo
he sido
Yo



Matrimonio hechizo

¿Acepta         
a esta
brujer
por
escoba?



Hot-line

Este es
el peor
sexo oral
que
me han
hecho

escuchar


Hermafrodítica

“Se solicita
personal
ambos
sexos”



Infidelidad

¡Ahora sí

aquí
v’arder
Trojan!



Retrovisor

Los ojetes
están
más cerca
de lo
que aparentan



Despropósito
(de año nuevo)

Este
año
comeré
más
ano



Cantaleta
(de inseguridad)

¡México
lindo
y qué herido...
si muero
dentro
de ti!



Bar

La última
y nos
damos


Identidad secreta

Nadie
me conoce
realmente
hasta
que me ve
la cara

de pendejo



Ascenso
(laboral)

Para
subir
hay
que
bajar



Presidencial

Entre
erección
y erección
hay
seis años
de más
turbación



Borrachazo

Me acabo
de caer
de un
caballito

de tequila



Metro

Antes
de salir
permita
entrar



Gobierno
(de-sastre mexicano)

Se confeccionan
ul
trajes
a la medida



Y responsabilidad…

Acabo
de ponerme
alcohol
riente
con todos
mis tragos
atrasados



Joven

Tiene
irresponsabilidades
—y beberes—
con los
que cumplir



San Valentín

Cualquier
pretexto
es bueno
para darse

amor



Tarjeta de crédito

Dime
cuánto
gastas

Te diré
quién
no eres



Vaticanazo

“Dejad
que los niños
vergan a mí”



Ideoilógica

Pensar
que tener
ideología
es pensar



NYC

¡Ay
a mí
me gustaría
morirme
en la Quinta
Venida!



El Vaticano

“Dios
mendiga
este
negocio”



México

Este
pinche país
de juguete
incluye
raterías
recargables



Aniversario

Cuando
descorcho
una botella

vieja

me acuerdo
de ti
Tu presencia es de esas que duelen.
Y no sé si el instante que iluminas,
valga toda la oscuridad que dejas.



Arbolidad

Nada más hipócrita
que un árbol:

se muestra diferente
cuando sólo se disfraza

de verde

Ser humano siempre me entristece;
esclavo de esta carne de dios marchita.



Otoño

Bajo mis pies de hojarasca
cruje el cielo.



San Petersburgo

La tristeza es más triste aquí,
donde se convierte en ciudad.
El Nevá nubla el ánimo
y uno quisiera llorar
como lo hace San Petersburgo.






.

YENDI RAMOS [17.799]

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Yendi Ramos

(Oaxaca, México 1982). Publicó en las antologías Desde el fondo de la tierra, poetas jóvenes de Oaxaca (Praxis, 2012); Moebius. Memoria del primer encuentro 2010. Poetas nacidos en los 80 (Sikore Diseño y Sapiencia, 2011); y Cartografía de la literatura oaxaqueña actual (Almadía, 2007 y 2012). Ha colaborado en La Jornada Semanal y en la revista Este País.



Cerca

Confesaría que he llegado.

Traigo agua para rociar pupilas secas
la suficiente como si fuera de abril.

Una almendra y hojas de naranjo
las suficientes para demostrar
que alguien encuentra la libertad en la cocina
o a un caminante distraído en la ventana.

Quiero decir: estoy tan cerca
y la voluntad se desvanece
como un color de piel sumergido en el lodo

pero algo queda
un silbido desgarrándose entre las ramas.

Quiero decir: tengo sed y estoy tan cerca.




La espera

Y nada importa.

En la zeta del día
en si escribo o no la coma
en la curva de las doce
en lo amargo del cilantro que mastico como alfalfa
en mi mano de frío haciéndose chiquita entre las piernas:
-porque Señoras y Señores
he de decir que ya no tengo hambre
aprendí de las artes del alma
a mentir
a amar de lejos y a escondidas-.

Por eso ya no importa
si esta noche
sueño con ranas
o con perros comiéndose mis uvas.



Consejo

 ―Niña, si no me escucha, un día de estos, uno cualquiera, podría, quizá, y no diga que no se lo advertí, a veces sucede, las cosas no son como uno las espera. ¿Sabe? Me cuesta diferenciar el sonido de una cáscara que se rompe a las respuestas que me dan. En fin, niña, y no diga que no se lo advertí, si su ventana no cierra, una ardilla puede entrar…una ardilla.



LA HERENCIA DE GINA

Soy la piedra más vulgar del río.

Dios es ese Demonio
que me dijo cómo soñarme
en los labios del Hombre
a mantener mi palma sobre la superficie de un latido
y su agitada ebullición.

Esquina es mi brazo
donde te guardo, Extraterrestre, para no tocarte con el ímpetu, la intemperie.

Soy el mercurio y su plañir de plata
la Una, no muy catastrófica evidencia
que se presiente por la obviedad del orden de las cosas y su primer trazo.

Soy una morsa y pelos.




LA VERSIÓN DE ELENA

Sí, Señor, 
en la comisura más vulgar o fina recorre la voz de una madre: la salud.

Y hay días en que lo bello se niega
no se almuerza pescado ni se mira tan clarito a Orión
Una no se siente como si las estrellas, esa jauría, como si esas flores, ese aire…

Por eso, Señor, le quito el sombrero y avanzo; pero las cosas no son así.
Con usted recorro cumbres. Con él la preciosa luz de la pradera.
Con él las piedras tienen sabor a agua deliciosa, de nueva era: nacimiento.
Con usted dan ganas de sentarse nada más en la banquita.

Por eso, Señor, ¿vea usted bien los huesos?
Aquí de tierra, jabón y polvo, aquí de dedos, de unas cuantas letras.
Y de vez en cuando me como un pato.  




LA CARTA DE AUGUSTO

“…pero en realidad, date cuenta de que nuestro mundo
es un moho que ha crecido en un planeta minúsculo…”
Levin en A. K de León Tolstoi

Querido padre:


Para borrar el efecto de mi pelleja he oído al idiota. Decía algo así como “que le corten la cabeza por chillón”. Y nomás me acariciaba la espalda. Mi alma siempre ha tenido arena. Una heredad revolcada, padre, por sinceros e irremediables nortes. Qué fácil es morder la fantasía, cuando se está solo, frotándose a ella con aparente sumisión y salvajismo; sin vergüenza ni modo posible de encontrar el límite. Yo que soy agua, nada le debo al fuego. Le miro con cautela, le toco con la obstinación; pero no estoy de ese lado del puente. Hay un plano más dulce en mi esquina. Una circunferencia que tiene picos, tres picos como de niña. Una niña dulce que se deja acariciar por un viejo verde rabo. Cuando pienso en mi madre, creo que tengo algo de ella: la forma de pintarse las uñas, más no su ondulado pelo, y menos, sus morados, los pezones. Y de ti, ¡mira que tengo la rabia de no mirar al que me habla! Yo sólo sudo, escondo mis manos y sudo. ¡No vaya ser!, que alguien nos robe el tabaco. Mi alma también es de cemento, padre, tan gris, tan frío, tan lejos de la piedra. Y escribo, padre, para que sobes mis, éstas, mis vocales.
Aquí. Sí. 




Ad líbitum

Vence
un catañear de lentejuelas.
Afuera las sombras
tienen cadencia de reptil
un hombre bajo un as, un paraguas
las desfigura sin más tocamiento que ahorrar la mirada sobre las piedras…
Y continúa sonando
ese tartamudear, ese canturreo de balines:
¡qué lucha es esta de gritar!
porque hay después de la montaña algo más que aire
no le temo
porque esto que aquí se dice son predicciones de la nostalgia
pura envidia.
¿Y a quién se le ha de confesar que un concento de campanas se erige?
Y todos son amenzados
el que ha tocado el hombro con aire de
“volveré pronto” o “yo sí distingo donde se fractura el ensueño: ja, poca cosa”.
Qué seguridad de haber venido a este mundo a acertar:
tener razón:
una travesura lejana a tambores y solsticios:
vaya forma de temerle a la poesía.}




Pausa

Alza la vista.
Mira ese temer de gorriones
un grito parecido a nuestros trinos.
Verás arder del árbol alas grises
pensarás, sí
que es una llama: agrio plumear: un erizo.
Verás cómo salpica a nuestro modo de decir
“¿entonces?”
“¿será que hemos predicado la salida antes de conocer los laberintos?”
“¿será que no, que no, que no hay lenguaje que distinga nuestras comas?”.
Por eso es lo único que queda
mirar cómo el aleteo de otros sacude antes del vuelo.




Erudición

Y yo qué sé de la garbanza y de las buenas costumbres
pero conozco bien, de todos los días
el minuto
en el que inicia algo así como las cinco de la tarde
su luz, la soledad de estar parada en una esquina
cruzar la calle con tanto tráfico
tanta mala voluntad
tanta mala voluntad
y ese aire de noche que se acerca.




Luz

Alguien dijo:
detrás de cada rostro hay un elefante
y vi en sus pupilas un pedazo de marfil.




Danza después de la vigilia

Me voy como la sombra cuando declina;
soy sacudido como langosta.
Salmos: 109; 23
La noche cobra los vicios
el agua se lleva el olor de los dedos
mi sudor se queda dormido: le gusta tu cuerpo.
Despedirme es mi danza en las mañanas.
Y te tomo del cuello
no delato con los pasos
alzo los talones
cierro la puerta.



Blanca

Y tu piel sin más anzuelo que las piernas anclas
es apenas un umbral inhabitable.
Comes zanahorias
ahí parada sin mirar a nadie.
Y tu piel se desenreda:
una bocanada de cal lanzada desde las piedras.
Comes zanahorias
y veo desde aquí como una jara nace de tus manos.




Sentada

Malva, mi jardín
cinco estaciones andando sobre la hierba
los pedazos de una carta que llegó en octubre y se hizo vieja.
Malva, un caligrama
trozo de espejo sumergido en la brisa
por donde se han mirado camellos y la prisa del viajero.
Malva, mi estribillo
aquí mis vocales recién lavadas
el rozar la tierra
con botas negras de tanto andar por los pantanos.
Malva, te vigilo
hasta aquí he llegado apenas desde ayer
y antes de noviembre
y todo tiene sentido.
Malva y mi rezo
y no se escucha y yo te cubro:
escucha eso que ahí viene
yo lo espero a tu lado
cantando.








GUILLERMO CLEMENTE [17.800]

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Guillermo Clemente 

(Oaxaca, Oaxaca; México  1984). Es autor de los libros de poesía Lápida del bosque (FETA, 2011) y Agua tardía (SCC/Puerta Abierta Editores, 2012). Ha participado en diversas antologías, entre ellas Desde el fondo de la tierra. Poetas jóvenes de Oaxaca (Praxis, 2012). Becario del FECA 2012-2013 y ha publicado en distintas revistas y diarios del país.
http://vozquemadura.com.mx/sitio/guillermo-clemente/



El agua desterrada  

Le pregunté a mi padre cuando caminábamos
-¿Qué es la vida?

Iba con una rama   golpeaba el pastizal abriendo camino
yo iba tras él
observaba cómo el mundo se abría ante mi vista.

No es lo que uno quiere – me dijo
y seguimos avanzando.



**


En el río todas las cosas pasan
la corriente seguirá el cauce que se dicta
se moverán en ellas los peces y las ramas
la fugacidad dejará su misterio musical de flautas
y las cosas que en ella viajan
         al final del recorrido
se volverán huesos y polvo.



**


Más allá del río se esconde la ausencia
nadie quiere que dejen de escucharse las cosas que suceden
atrás se oye el bramido de los ecos
         y más atrás sus despojos se dispersan hasta volverse nada
qué habrá pasado con el silencio
aquí la corriente del río ya no quiere nombrarlo


Cántico nocturno

Ni una sola amenaza podrá alejarme de esta noche y su definición mejor
ya que escape el sopor de cebolla cortada
su rumor de especias
silencio de la horda que infringe una derrota en retirada
aunque la pesadez de su plomo se me venga encima
ya me quedaré aquí
para siempre
aunque cayéndome
aunque estando herido
aunque el afluente de sus plumas me aplaste hasta la muerte
aquí me quedaré
porque nada cambiará                      mi deseo quedarme
junto a los bordes oscuros
porque sólo así
            yo podré estar tranquilo



Sublevación litoral

Aquí viene el mar como un ejército
un ataque masivo de flechas  hirvientes
fragor de la batalla que corta mi rostro.

La infantería y su fuerza de aguas
es gritar radiante, prontitud latente
enormidad de plagas arrasan la tierra.

Ahí viene su falange de agua aplastante
ahí viene la caballería que sube y baja territorios.

Se puede ver la angustia del barquero
cuando el sonido de olas demuele sus oídos
el cataclismo latente que lo nombra.

Miro cómo el mar tiene deseos de combatir
miro cómo ese enorme tropel rebosa de emoción.

Pero hoy no será
continuaré caminado por la playa
quizá mañana esté listo, para entrar a la guerra.



Deseo litoral

Ahora que yo estoy sentado en la bahía
veo pasar el mar
como  una revelación del cielo vencido
como un relámpago.
Veo sus olas ciertas
el plumaje ardiente que se parte, se redime
emprende el vuelo hacia las rocas donde se agrieta
en el pliegue donde se acoplan dos montes.
Veo mi corazón
como ese mar donde la tempestad no termina
el agua arde al acampar en las comisuras de la tierra
y a la orilla, la hinchazón de la arena aguarda
lugar donde el mar busca refugiarse.
Escucho el gruñir de los embates de agua
la crestas acuáticas estrellan entre ellas sus espesuras
sus membranas que son las mías
su deseo breve
la lenta destrucción que se genera
las olas levantan su piel
y la esperanza duerme en el ojo de los peces.
Veo mi raíz que naufraga
el temblor del amanecer me pretende llevar al otro lado
aunque hay un alto oleaje que cae y me desintegra
el mar se apacigua, ahora sólo es un puente
y mi corazón es pura luz
pura fe
puro deseo.


Pulso

Escucha el viento en las paredes de tu casa. Pon atención. Un deseo rompe a la orilla del mundo. El silencio brota en su hueco. Un sueño pende de la ausencia en la mirada y anhelará enroscarse en la torre. Hay una esclavitud  en los ojos del abismo, su carcajeo trepa sobre ti. Con escalada furia el deseo recorre tu aliento, cae en marejada sobre tu boca, una tormenta de arena que quiebra tu lengua. Toca tu rostro, arde en las manos. Mira hacia donde incide el olfato de la brújula. Mira que la puerta está abierta para emprender el viaje. No voltees a ver tu recorrido porque ya todos huyeron. Porque la lluvia borra el estruendo de las huellas. Porque la lluvia borra el latido de tus pasos, el temblor en mi cuerpo de otro tiempo que persigo.



Zoografía nocturna

1

Loba

Podrá transformarse en el ícono de otro espécimen, podrá saber como el tiempo encendido se detiene, el espacio y la materia laten en su cosmología. Serán los hijos de los lobos quienes sigan la voz que no pertenece a su manada.  Será la luna que dicte los rayos sobre sus escaramuzas. La hechicera no sigue las reglas humanas que la condicionan y esto la guía hacia un estado más vivo, latente, pleno de luz y poderío. Puede que su deseo sea más fuerte que la cordura _flor abierta en el arroyo de los sueños_, lo que permite transgredir el latido del cielo y de los aires. Sabrá que una alianza con goces ultra-terrenos tendrá su recompensa, cambiará el estado incompleto del espacio, las células en líquidos corpóreos hasta hacerse de un cuerpo animal. Podrá también encontrar la flor del zodiaco. Todo lo cambiará por sentir el rugido del trueno en sus arterias, la detención del tiempo bajo su piel, el roce de los perros salvajes en ella. Pero será en las horas oscuras,  como le fue señalada, donde el efecto de su alquimia brotará, y la noche, contemplándola, la abrazará para guiarla por sus comarcas.


2

Gato negro

Gato negro    huella de la ceguera en abundancia    felino de luz corpórea    Sucede que su cuerpo circula por las calles y rebosa en el matiz de la noche    toda su brillantez se confunde     viene a habitar las páginas donde los astros se dibujan y trastoca las calles cuando nadie más las habita     Gato de apariencia intangible    fruto de la opacidad     fluido cuerpo naciendo de la disolvencia     gato que cuando todos ven    corta la piel de la noche y la penetra        para ser confundido con ella







MÁX CHÁ [17.801]

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Máx Chá

(Ciudad de México, 1987)
Con estudios en Lengua y literatura hispánicas por la UNAM, FES Acatlán, cuenta con publicaciones en distintas revistas de carácter independiente, un primer premio en el certamen de poesía de la FES Acatlán, y se desarrolla en el taller de poesía impartido por Dolores Castro. Es cofundador del Colectivo Contrapunto, dedicado a las artes; director de la sección de literatura y miembro del Consejo Editorial de la Revista Farniente (próxima a salir) y dedicada a las artes, al cine, la literatura y al filosofía; ha sido director de guión para “Diletantes”, proyecto audiovisual, cuyo objetivo es debatir el panorama del arte contemporáneo en México; fue director del Centro Cultural “Clínica Regina”, en el que se desarrolló como gestor cultural; dirigió la sección de literatura del Festival Sonambulante 2012, de artes emergentes. 2012 (próxima publicación) Ed. Kodama Cartonera Antología de poesía  “El fin del mundo”, (colaboración). Tijuana, Baja California. 2011 Junio. Poemas para la exposición colectiva de maestros y alumnos de la ENAP, “El eterno femenino” en el CC Clínica Regina. 2011 Julio. Poemas para la exposición colectiva de maestros y alumnos de la ENAP, “El eterno femenino” en el edificio “El Moro” de la Loteria Nacional. 2011 Junio. Revista Logógrafo, poesía. 2011 Abril. Gaceta de la UNAM, FES Acatlán, poesía. 2010 Noviembre. Revista Hotel 5 Letras, poesía. 2010 Noviembre. Revista Logógrafo, poesía.



La tierra que merecemos


“Digan si ven la tierra que merecemos”
A José Emilio Pacheco / ¿Qué tierra es esta?

I

¡Qué desesperación!
Rascar y rascar con la mirada en otras miradas
para hallar un horizonte en común:
ojos de cristal que viven un futuro constante.

¿De dónde eres?
desconoce la tierra y la lengua,
¿de qué eres?
desconoce la tierra y la lengua,
¿quiénes son tus padres?
desconoce la tierra y la lengua
y este cielo extendido en mi cuerpo
donde se inscriben pronombres.

Emilio, grítalo una vez más:
— Digan si ven la tierra que merecemos...
digan si alcanzaron las voces
que papaloteaba el viento,
digan, si aún, ésta mirada de veintitantos
ve los dominios del sueño.

Díganlo, ¿qué edad tenemos?
—Ninguna, desconocemos la tierra y la lengua.


II

En éste desierto se hunden nuestras palabras,
toda arena son puntos suspensivos...

La sed las secó,
un oasis de versos falsos nos acecha,
sirenas de canto hermoso y horrible muerte,
y aun así gritan a rajavoz,
a rajaviento, a rajaverso.

Parece que el sol se muere,
y se muere.
También la noche es caliente,
quema la oscuridad del silencio,
la arena que se filtra entre mis poros:
hay un verso que parece inerte
y es mentira.


III

(La marca)

Un jaguar apareció entre sueños,
estábamos todos, otra vez los pronombres.
Carecía de manchas, era dorado.

Nos esperaba atento,
asechando entre nuestros balbuceos,
temerosos balbuceos.

Posamos las manos maculando el pelaje,
y a cambio desgarró nuestro cuerpo a versos,
no había orden,
sólo versos.


IV

(Antropograma)

Que, ¿qué tierra es ésta?
¿Quién sino el que la siembra y ara
y cosecha y muerde
ha de conocerla?

Es la de barro negro y colorado,
la de verso medido y volador,
la de pixeles y vectores,
la de bits y drums...

Que, ¿qué tierra es ésta?
Es la de autómatas,
la de telehomínidos,
de pseudohombres,
pero también de antropogramas.


V

Hay un viejo, de roca y lava.
Hay un viejo que nos recuerda
cómo son los poemas fuertes:
helados en la punta y ardientes por dentro,
discretos a la vista cotidiana,
pero imponentes a la atenta,
hijo de la tierra
que escupe las verdades de fuego,
ornamentos del paisaje,
donde las nubes bajan al retrato.

Hay un viejo verso
que rodea la tierra que merecemos
y se deja ver y leer mientras fuma,
así espera el poema.


VI

(El no-sueño)

Se cayó de nuestras manos.
¿Cómo lo han perdido?
—Preguntan nuestras madres—,
¿cómo soltamos su cuerpo sabiendo que era alado?,
¿cómo su cuerpo, caliente como la leche,
abandonó el nuestro, ahora frío y temeroso?
No lo sabemos,
la respuesta se fue con él.
No lo sabemos,
tal vez la respuesta sea el desvelo.

Este hueco:
tierra blanca,
anuncia la ausencia, desaparición de la hoja, de nuestros ojos.


VII

(Tierra Blanca)

Para qué mentir.
Esta tierra es de papel,
es un llano en blanco,
un desierto solo.
Para qué inventar otro mundo, siempre llega el hombre,
siempre a conquistar.
Por eso es blanca,
¿a quién le interesa conquistar un desierto donde nadie habita?

Pero siempre llega
el hombre de la idea,
de palabras,

llega reclamando su tierra
y
se va creyendo dejar un mundo.



VIII

Díganlo, está entre nosotros,
entre nuestros pies que no tocan el piso,
entre el aire que nos asfixia,
entre las voces que llegan desde acá:
desde mi voz cercana a su yo lejano.

Díganlo, que su palabra sea su cuerpo,
su cuerpo de voz y verso,
de aire y baile...

¿qué tierra es esta?

Es la tierra de cada uno
y
de todas las palabras...
...es la tierra que merecemos...








MONTSERRAT MORALES [17.802]

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Montserrat Morales

Nacida el 31 de enero de 1987 en Puebla de Zaragoza, México. Estudiante de Lingüística y Literatura Hispánica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Algunos de sus poemas aparecen en la antología Moebius: Memoria del encuentro 2010, poetas nacidos en los ochentas, además ha publicado en periódicos de circulación estatal. Coordinó los números 5, 6 y 7 de la Revista de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras Cuatro patios de la BUAP.



Reloj de arena

I

estos vicios no son míos,
son de aquéllos que han pasado por aquí
y de otros que detuvieron mi mirada y mi aliento,
estos vicios no son míos, lo juro,
pero han aguzado mi oído
he descubierto el chasquido
el instante del instante

este no ser yo y buscarme en todos lados no es cosa mía,
me han vaciado de mí
como agua que cae de un jarrón tan lleno

estos vicios no son míos
alguien los ha puesto aquí
ahora soy un péndulo
y mezo estas noches sin sueño


II

una danza evoca silencios

silencios que de tanto pensar
combinamos con llanto, con whisky
y acariciamos las heridas,
gatos mansos y malditos


III

la noche ya no es la noche
es la otra orilla del mundo donde vemos con calma los arañazos del destierro
del abandono
de la muerte injusta

el tiempo -para entonces- se ha llenado de polvo y el mundo gira la llave
en un rato intentarás recordarlo todo
de nueva cuenta lo destruyes



Silenciosa marcha

Uno está a la orilla del mar
salándose los ojos
No hay otro modo de estar.
Uno es el perro ciego ladrándole a la luna
entre el garrote y la mofa.
No hay otro modo de ser.
Uno grita hasta reventarse el cuerpo
y no hay sostén posible,
ni cielo para crecer
ni luz para beber
sólo este oscuro destino de isla sorda
donde la sal relame los bordes de su orilla

Enriqueta Ochoa


Digamos que me pierdo como manglar herido
cuántas veces he huido y regreso a casa siempre más rendida
cuántas veces he querido sembrarme un hijo en las entrañas
y sembrarme en el agua para callar

me desvisto como río
vivo sobre la tierra
y mi isla se desliza sin remedio a la tarde donde estrené mis ojos

cuántas noches solas te escupí en la cara
la negra estepa

                         cuántas veces estuve a tus pies para decirte todo lo que no te dirán

cuántas el agua no me alcanza y el desierto vuelve a mi boca

mis raíces las eché desde el vientre de mi madre
nadie me miró sirena
mi llanto no pudo desprenderte de una loca
ni una loca pudo desprender el llanto seco

cuánto río se acopló en estos mares
en la piel joven de una cascada anciana

cuántas veces caminé sobre tu calle
para toparte de frente
encontrarte
salvarte

pero me has clavado en el altar pequeño
donde siempre vuelves para pedir perdón

No tengo hábitos sanos
ni he aprendido a reír ni a conversar con nadie

Jaime Sabines


Digamos que desperté de mí hace unas horas
encontré un cuerpo de mujer con manos desbaratadas

digamos que la mañana me cubrió con su frío y las calles se llenaron de polvo
que antes de hoy no he amado
que mi sueño fue ayer y su entierro es de falsas luces

hoy me veo desnuda
                                             sin anteojos
digamos que la noche me convida el mar en gotas últimas y sagradas

uno se mira ante el reflejo de lo opaco
uno se mira
se rechaza
en cada esquina se busca

son bramidos mis manos
vengo arrastrando los siglos en las pestañas
la maldición dictada por todos y por nadie
la ceguera de mi última cena

digamos que mis padres son otros
que mi tiempo es este tiempo
donde las estaciones pasan dejando marchitos frutos con olor a brisa fresca

este dolor no es el final
este dolor acomodado en el respaldo de la silla
me levanta a beber el humo de la madrugada

esta soy yo
con la vida entre las piernas
con el deseo entre las piernas
y entre las piernas el corazón

Me detengo herida
desnudo el camino angosto que llega a ningún sitio

hay que quitarnos la ropa
vernos completos

-aunque esté mutilada
aunque la tarde me quite los años
aunque el silencio me quite la boca-

                                                       escucha la silenciosa marcha de mi cama a tu isla

digamos que esta soy yo
la que despierta con un hueco de entierro en la cara

los manglares se mueren en mis ojos
al mar llega oscuro el rostro de la muerte
y digamos
que camino sin cansancio

ya les dije que desperté hace unas horas
no disculpen mi somnolencia
no lo voy a repetir

sólo desnudos somos nosotros

por eso en el cuartito de hotel me besas toda
ahí donde no me oculto ni un centímetro
donde el amor es más honesto
aunque sea amor de tarde contagiada de lujuria

                                                       escucha el orgasmo silencioso de mi cama a tu isla

mi nombre es agua y viento
lengua envenenada de sacrificios

(vivo acostumbrada a lo mundano
a los albures
al café barato
vivo callada
callada
no muero
no soy árbol

no soy tuya)


digamos que soy tú
que aparezco en las pesadillas mordiendo tu boca
        destrozando tu casa
                                            y habito contigo desnuda y sin ojos
                                                                    escucho silencio de tu boca a mi cama

caminaré por las calles escupiendo veneno
la lengua me arde de tanta soledad seca
el viento me deletrea la terrible ausencia que crece

entonces me miro tan mujer de tierra como mi madre
y en la sombra de alas batiéndose por encima nuestro
nos volvemos miserables

soy tan terrenal como ninguna
vengo arrastrando siglos en las pestañas
una maldición dictada por todos
una ceguera para cantar mi dulce saeta
para limpiar el rostro con mi lluvia nueva
para despertar
cuando decline el sol






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JOSÉ IOSKYN [17.803]

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José Ioskyn 

(La Plata, Argentina   1962).
Además de poeta, Ioskyn es psicoanalista. Sus últimos libros publicados son El mundo después (Paradiso, 2013), Nunca vi el mar (2014) y el volumen de ensayos Literatura y vacío (Letra Viva, 2013). También ha publicado artículos y ensayos en diversos medios periodísticos, así como en libros, de Argentina y del exterior.




Una romana

No te quejes, Aulus
cuando hables a una romana
y ésta se quede en silencio:
no hay mayor placer
que dedicar palabras
encendidas
a una mujer
que permanece en su sitio
y no huye.
Eso muestra que lo disfruta
pero es pudorosa.

Si eso no enciende tu deseo
¿Qué lo hará?
¿Prefieres que te conteste
como un soldado?

Su silencio solo dice:
dame tus palabras
más y más
y, por favor
no te detengas.




El celta

Porque no pude llegar a ti
ni ser inmortal
guardé mi escudo para siempre
ahora voy por ahí
afeitado como un romano
pero sé que la barba y la mugre
van a ganar la guerra
y después de muerto voy a estar
como tenga que estar
o como Lugh, el dios de los celtas
lo disponga.

Lugh y yo somos el mismo
Birgit no puede ayudarme
estoy solo.

Dicen que en el sur
tras el océano
el dios Osir te hace inmortal
la suerte es de los egipcios
allí la muerte no llega.
Se seca, le ponen vendas
antes de que la diosa Isis
pudra su corazón.

Acerca de un imperio (publicará Del Dock en "La verdad se mueve")




“… Pero sobre todo, ese mar nunca visto es el de otro, la memoria y la afección de alguien cuyas impresiones marinas y cuyo deseo de mar quizás no se puedan transmitir.” Silvio Mattoni.


EL DESEO DE UN MAR

por Hernán Schillagi


En Nunca vi el mar, José Ioskyn (La Plata, 1962) habla de la escritura como una contradicción, como una promesa sin cumplir; con el mar, elemento altamente revisitado por los poetas, como el paisaje perdido, sin embargo, principio de todo. Así, el mar, además es un «desierto de agua» donde paradójicamente están las respuestas y el poeta no las ve ni las percibe. 

Ioskyn (psicoanalista, narrador y ensayista) hace del libro un documento de identidad en que lo cotidiano y el deseo se cruzan a través de un lirismo afortunadamente  prosaico: «tu cuerpo condensa / la palabra que se perdió / en ese agujero sin sueños…», para decir en otro poema: «en McDonald´s la luz es intensa / se ven las arruguitas al costado de tus labios / que tanto me gustan / te las besaría pero me contengo…». Hay, por momentos, una observación casi objetivista en versos de período corto, con una respiración entrecortada y de una levedad cercana al haiku japonés, es decir, imágenes atravesadas por una emoción, como quería Matsuo Bashō: «Oblicua / silenciosa / transparente / una tarde de lluvia /vista desde un tobogán».

Luego de una primera parte con referencias más bien al presente (escenas eróticas, diálogos a una segunda persona no identificada, el paisaje familiar y urbano), Ioskyn toma la figura del tobogán  para descender en un único impulso hacia la infancia, para dar el salto y pisar allí como si fuera una «zona de refugio». Los recuerdos de la niñez aparecen peligrosamente vivaces, la imagen del padre es un misterio, para descubrir que: «no nos hicimos grandes / nos hicimos a la casa…». El mar de la infancia, entonces, resulta ser el nunca más visto, el imposible de recuperar; donde José Ioskyn intenta flotar, tanto a golpes de remo como de tinta, para no perderse en la memoria y recuperar, aunque sea por un instante, el deseo.




a la hora de la siesta
se le va el dramatismo a tu aspereza
me acuerdo cómo nos divertíamos antes
antes de que nacieran los chicos
antes de trabajar como dementes
recuerdo y siento el lomo como
la piel de un caimán
-pero uno con dientes que no hacen daño-

cierro las ventanas:
te gusta dormir a medialuz
buscando el pantanal


*


dicen que los chicos ya no conocen
las palabras “patio”, “primavera”, o “pájaro”
aunque tampoco existe una palabra para nombrar
el hueco que queda en las sábanas
cuando te levanto para llevarte al baño
o tu llanto en medio de la noche

a contramano de los consejos pedagógicos
te traslado a la cama común
para que tu calor no esté solo

no existe una palabra
para ese calor de sábana de hijo
que no se parece a nada.

sí existe la tibieza del recuerdo:
el limonero con los frutos
que le daban sabor al té
sí una fiebre alimentada por inyecciones
donde el depósito del afecto
era mi propio cuerpo hirviente

sí la mirada, sí la boca, la dentadura
la palabra sagrada que se dice al pasar
la epifanía de una tarde cualquiera
en una calle sin chicos
las manos de la abuela muerta
el sillón, la cómodo, el espejo
el reloj y el palo de amasar
traído de Odessa

todo eso,
toma
la consistencia de la memoria:
ese lugar recóndito, fugaz, mortal
ahí, en los recuerdos de lo que no vi
el miedo duerme la siesta



*


cruzar la frontera
vaciar el ropero
hacer una confesión:
amigos, parientes, familia
fueron provistos de todos los detalles.

volqué el vaso
sin derramar una gota

sólo que me prometí
no escribir sobre eso
y acá estoy
contradiciéndome.







SAÚL AGUIRRE MEJÍA [17.804]

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SAÚL AGUIRRE MEJÍA

Nace en Titiribi, Antioquia, Colombia en 1919 y murió en 2011.
Poeta, periodista, profesor.
Colaborador de varios periódicos y la revista Arco.

Obras:

"El cristo del páramo", plaqueta, 1947
"Las ceremonias de la muerte", Aguirre Editor, 1970.
"Vitral del trópico", 1974, Premio "Leon de Greiff"
“Taller de Luna” 1985




Las Lavanderas

En barandal de espuma iridiscente
el aprendiz de arroyo lleva izada
la luz novicia, blonda y columpiada,
entre las ondas de su andar de fuente.
En el cristal del agua transparente
se acaba de bañar la madrugada
y se mira, desnuda y azulada,
en el cielo al revés de la corriente.
Con pompas de ilusión las lavanderas,
bajo el toldo de nubes camineras,
enjuagan en el charco las sonrisas,
llenan de sol los rubios terciopelos,
devuelven la salud a las camisas
y les lavan el llanto a los pañuelos.





DEL LIBRO: EL VALLE DE ABURRA

UNO 

LA HUELLA DESCALZA

Nunca he salido de Antioquía;
no he estado en ninguna parte
de afuera de mi terruño;
cada semana hago un viaje
a los pueblos de mi tierra,
a respirar soledades;
soy un cantor campesino
enamorado del aires
puro y fresco, que se encuentra 
en trochas y en andurriales.

Desde que escribo recuerdos
estoy cuidando paisajes;
cuando alzo los ojos viejos 
y comienzo a persignarme
se me enredan las miradas
en las copas de los árboles;
cuando escribo en la mañana
o cuando sueño en la tarde,
en mis ramas se columpian,
como en el bosque, las aves;
como nieto de peones
tengo derecho a cantarles,
con devoción de labriego,
a las gentes de mi sangre,
porque cuando iba ala escuela
también me puse alpargates.

No se hallan en mis poemas
las pompas de idas edades,
ni las citas de cortesanas
con las usías reales,
ni hay señores de librea,
ni damas de honor, ni pajes.
Este es un libro del pueblo
escrito en tiendas rurales,
entre mineros humildes
y campesinos vulgares,
que me quieren y los quiero
y que cuando entran y salen
tratan de vos al poeta
y hasta le dicen compadre.




El Córdoba de Arenas Betancur

Rodrigo narra la historia
en el metal del recuerdo;
de sus manos campesinas,
de escultor y de labriego,
salió la estatua orgullosa
como tallada en el cielo;
es tan marcial su conjunto,
tan agresivo el esfuerzo,
que al coronar las alturas
se ponen firmes los vientos;
sobre el pedestal oscuro,
se levantan bronce regio
del inmortal Ayacucho,
sobre un caballo violento;
va montado sobre un grito;
se sus labios sale el trueno;
su voz de mando, rotunda,
que hizo pedazos los ecos,
fue el anuncio de victoria
para las armas del pueblo.




Saúl Aguirre Mejía 

Autor: Luis Fernando Múnera López 

“Tengo el total convencimiento de que, al marcharse para el infinito el Maestro Saúl Aguirre Mejía, se ha marchado el último gran poeta clásico de nuestra patria”, expresó el poeta Hugo Álvarez Restrepo al despedir a su amigo el 3 de marzo de 2011.

El maestro Saúl nació el 20 de agosto de 1919 en Titiribí, Antioquia, donde su padre, Campo Elías Aguirre Yepes, ejercía como juez. La circunstancia fortuita de nacer en una idílica aldea del Suroeste antioqueño fue para él una gracia del cielo. Siempre gustó de los pueblos, sus veredas, paisajes, caminos, naturaleza, música, gente. Y de ellos se nutrió su espíritu. Su talante natural era afable, cálido, noble y organizado, a veces, algo malgeniado.

Su madre, Solina, cariñosamente llamada Mamanina, era hermana del vate Carlos Edmundo Mejía Ángel, conocido como Ciro Mendía. A pesar, de la diferencia de edad, entre tío y sobrino se desarrolló una amistad que los unió toda la vida. Las vivencias intelectuales con otros poetas contemporáneos, tales como Hernando Rivera Jaramillo, Jorge Montoya Toro, Carlos Castro Saavedra y Manuel Mejía Vallejo estimuló su sensibilidad por las letras.

Formó un hogar amoroso y alegre con Elena López Cano, nieta de don Fidel Cano. Su vida, en los 58 años de su matrimonio, no estuvo exenta de momentos difíciles que superaron siempre. “Cuando estaban de novios, si Saúl salía a la calle con corbata roja, significaba que había tenido alguna discusión con Nena”, cuenta su hija Cecilia.

Inició estudios de derecho, pero consagró su vida a la literatura, su verdadera vocación. Como poeta perteneció al movimiento piedracelista, inspirado en las tradiciones clásicas, la naturaleza, la cultura local y el costumbrismo. Amaba enseñar literatura. En 1939 empezó a publicar, en el suplemento Generación de El Colombiano.

En 1943 fue secretario de Pablo Neruda durante una larga visita de éste a Medellín. El encuentro entre los dos poetas fue muy cálido. Saúl contaba después que Neruda disfrutó mucho el contacto con el campo, la comida típica y los intelectuales antioqueños, dictó conferencias sobre su obra poética y dejó su mensaje contestatario contra las represiones políticas en Colombia y América. En casa de Ciro Mendía, Pablo escribió los Tres sonetos punitivos contra Laureano Gómez. Saúl narraba esta otra anécdota: “Una tarde Neruda me pidió: ‘Saúl, tráeme tus versos que quiero leerlos’. Le llevé unos poemas. Aunque era comunista y ateo, al otro día me dijo: ‘Hermosísimo tu poema a Cristo’.”

Saúl publicó cuatro libros de poesía: El Cristo del Páramo (1947), Las ceremonias de la muerte (1970), Vitral del trópico (1974, con el que ganó el primer premio en el Concurso Nacional de Poesía León de Greiff) y Taller de lunas (1985). Dejó preparado Hombre de papel. En sus giros y figuras literarias, evocaba o construía con facilidad imágenes y sentimientos. La rima limpia, la métrica precisa y el ritmo suave eran dóciles instrumentos en sus manos. Por ejemplo: “A las ciudades antiguas / les pasa lo que a los versos, / que se recitan solas: / las ennoblece el silencio”.

Cerró Taller de lunas con esta Acción de gracias: “Padre nuestro, santo y justo, / que al universo gobiernas (…) / gracias te doy con el alma por todos estos poemas, (…) / Vos pusisteis los motivos, yo les agregué las letras”.

La misma gratitud sentimos nosotros por su legado espiritual y artístico. Lamento no haber escrito esta nota mientras vivía.

http://elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=177977




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ALFONSO ACEVEDO DÍAZ [17.805]

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ALFONSO ACEVEDO DÍAZ

Nació en Zapatoca, Colombia el 23 de julio de 1902. Muere el 7 de julio de 1935. 

En 1912 viene a Bucaramanga a estudiar al Colegio San Pedro Claver, obteniendo en 1918 el título de bachiller en filosofía y letras.

En 1920 viaja a Estados Unidos a estudiar ingeniería. Regresa luego al país e ingresa a la Escuela de Minas de Medellín, donde obtiene el grado de ingeniero en el año de 1926.

Amante de la ingeniería y las matemáticas. Dominaba el inglés, el francés, el alemán, el latín, el portugués y el italiano. Su cultura musical era exquisita. Su obra poética está condensada en un tomo de versos publicado en la Imprenta del Departamento y que lleva por título “Carillones en el Crepúsculo”.


CARILLONES EN EL CREPÚSCULO



EL JARDÍN ENCANTADO

La tarde agonizaba en un sigilo
de rodas y de oro lentamente;
se diluía el perfumado ambiente
en un sopor de Ganges y de Nilo.

El mármol, y las frondas, y la fuente
hirvieron en fulgor crisoberilo,
y sangraba el augusto peristilo,
Con la pompa gloriosa del Poniente.

Ante la verja que en la vieja quinta
evoca un gesto de nobleza extinta
con su armadura de bruñido alarde,

se deslizó tu veste vaporosa
como un alado pétalo de rosa
en el fúlgido cromo de la tarde.

25 de marzo de 1923




INGENUIDAD

Se va hundiendo la noche en la maraña
sigilosa del bosque con la queja
de algún pájaro herido que se aleja
entre la lobreguez de la montaña.

Un silencio de paz los campos baña;
y se tiende lo mismo que una oveja
a contemplar el río que refleja
su sombra campesina, la cabaña.

Ya cuando todo en el sopor se esfuma,
los árboles inmóviles vigilan
a guisa de espectrales zoroastros,

y ven, sumidos en opiosa bruma,
que, a modo de luciérnagas, titilan
en la floresta sideral los astros.

Marzo de 1923, febrero de 1924




LAMPADORAMA ILUSIONISTA

“La lune s’attristait. Des seraphins en
pleurs…”
Mallarmé

Esta noche tu imagen luminosa me obsede
como un raro perfume que en la sombra divaga;
huye del ámbar el aroma que lo excede
y ondulante, lo mismo que un dolor, se propaga.

En esta hora sólo de ti mi alma puede
soñar bajo los astros… Tu diva luz me embriaga!
Y adoro en ti el estigma de una belleza vaga
que ni al dolor claudica ni a la ternura cede.

En el zenit en sombras conspira la caverna
donde el Dragón presiente la daga de Sigurd.
Un soplo misterioso barre la noche eterna…

Ya en pos del frágil signo que resplandece al Sur
su carro imponderable mueve el Silencio alado;
y Lydia, la del sistro sutil, marcha a mi lado,
rubia espiral del incienso que vuela en el azur!

24 de febrero, 26 de abril de 1924





ENVÍO

“Ce livre est toute ma jeuneusse;
Je le fis sans presqu’y songer.”
Musset

El rayo de mi vida brillaba recto, igual
e inerte. Con un trozo de cristal lo he escindido
en siete haces. Ninguno procede del cristal;
todo en el viejo rayo se hallaba confundido.
Arte el prisma. El espectro guarda franjas obscuras.
En un jardín trócolo Primavera radiosa.
Estas flores te anhelan; elige las más puras,
y teje una guirnalda para tu sien de diosa.

12 de junio de 1932





ALLÁ

Una llanura nebulosa
de algún planeta que ya fue;
un contrafuerte de granito;
sobre la roca, un hombre en pie.

Febril escruta el horizonte,
buscando con loca ansiedad
la problemática vislumbre
de un intangible más allá…

Tras él se mueven en silencio
lóbregas moles de simún,
a cuyo paso, amedrentada,
va huyendo la pálida luz.

Vino la sombra. Negro lampo
sobre sus sienes aleteó…
Y lo estrujaron las tinieblas
con largos dedos de terror!

18 de agosto de 1924




PAISAJE

Arduo paisaje de metal afecta
una acidez cromática y bravía;
el agua, ondeando en azulada estría,
como cinta de acero lo bisecta.

En la opaca y abrupta lejanía
en rojo e invisible sol proyecta,
parapetado tras la roca erecta,
las llamaradas del luctuoso día

que en pestañas de luz se alarga sobre
los espacios repletos de idealismo;
mientras, monarca deshojado y pobre

tuerce en la cumbre un gesto de egoísmo,
y los montes asechan al abismo
como agudas pirámides de cobre.

Abril de 1923





EL BANQUETE

“Oh mi querido Sócrates, continuó la
extranjera de Mantinea, la vida sólo
vale la pena de ser vivida si nos es
dado contemplar la belleza absoluta”.
Platón

He abierto mis ventanas al vacío:
Oh dicha! Oh claridad! Oh calma inmensa!
He abierto mis ventanas al vacío:
oh luz del suave amanecer de estío
que a mi cansada lámpara avergüenza!
Auras sutiles, vírgenes aromas,
trinos y estas cadencias sobreagudas;
auras sutiles, vírgenes aromas
elementales, nuncio de las pomas
que a otros abrazos se darán desnudas.

He abierto mi ventana al horizonte
cuya sonrisa a cada instante crece.
Con beatitud sonríe el horizonte;
y hay un lirio tardío que florece
sobre la gris solemnidad del monte.

Lágrima que en el éter tiembla y vibra,
eres licor que torna leve, ingrávido,
(treme en la sombra y en el alba vibra)
y volver sabe al que con él se enibra
de otras azules embriagueces ávido.

He abierto mi ventana al sol naciente
y en su joven belleza estoy absorto.
He abierto mi ventana al sol naciente,
y el flamígero arquero, ágil y riente,
sus saetas me lanza desde el orto;
y viendo arder los montes taciturnos,
a este contagio de viriles llamas
que enloquece los montes taciturnos,
siento que de mis ojos los nocturnos
terrores se desprenden como escamas.

He abierto mis balcones al espacio,
del rayo senda y al anhelo fuga;
he abierto mis balcones al espacio,
patria de todo espíritu reacio,
a la ley que lo aterra y lo subyuga.

En los umbrales del etéreo asilo,
contemplan mis atónitas miradas
que el aire pueblan diáfano y tranquilo.
Oh mar sin playas! Inviolado asilo!
Cien Venecias de góndolas aladas.

Abrí todo mi albergue al infinito
para aspirar la indefinible esencia,
saturarme del néctar inaudito
y de la abscóndita luminiscencia,
palpar su entraña y escuchar su grito
igual al del clarín.

 La vida entonces
fluyó a mis pies. Y un mar la muerte, un yerto
mar fosfórico, a cuyo brillo incierto
vi en playas de cristal muros de bronce.
Oh del eterno viaje esquivo puerto!

Beendet 2 de abril de 1934








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LOLA DE ACOSTA [17.806]

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Carlos Orlando Pardo con Lola de Acosta y Leonor Buenaventura



LOLA DE ACOSTA 

(Tolima, Colombia 1922). Empleada oficial por algún tiempo, se dedicó profesionalmente al periodismo, directora de la página literaria de El Cronista de Ibagué y presidente del Colegio Nacional de Periodistas capítulo del Tolima. Pertenece al grupo cultural Pijao, ha publicado también cuentos y se destacó en un concurso de leyendas abierto por la Contraloría Departamental.
Libros: Tierra, agua y tiempo y Caminos del tiempo. En 1990 publicó Detrás del barro.



LOLA DE ACOSTA A SUS 93 AÑOS

Hace ya no pocos años, la prestigiosa periodista y escritora Lola de Acosta se radicó en Bucaramanga donde vive dedicada a su jardín y al cariño de los hijos que la acompañan lealmente. Aún a sus 93, lee con devoción libros de poesía, periódicos y a diario resuelve crucigramas. Desapareció de la escena del Tolima con discreción, como ha sido siempre su estilo y hablamos en ocasiones por teléfono sobre los tiempos que vivimos y amigos comunes que poco a poco se fueron muriendo.

Lolita nació en el sector rural del municipio de San Antonio de Calarma en 1922 y ejerció durante algunos años como secretaria ejecutiva en varias entidades privadas y oficiales. Su oficio, sin embargo, estuvo fundamentalmente en el periodismo, de cuyo Colegio Nacional, capítulo Tolima, fue presidente. Alcanzó todo un decenio dirigiendo y escribiendo la radio revista Frente al Mundo y once años en la redacción del desaparecido diario El Cronista, donde fue directora de la página literaria. Así mismo, dirigió por dos años, en su mejor época, el diario Combate. Publicó algunos relatos en el Magazín Dominical de El Espectador y obtuvo mención especial en el concurso de leyendas organizado por la Contraloría Departamental.

Perteneció al grupo Pijao que aglutinaba la mayor parte de escritores tolimenses y mantuvo con todos el entusiasmo por la tertulia, las lecturas en voz alta, el intercambio de opiniones sobre libros y ante todo el estímulo que supo irradiar al ambiente de aquella época. Su amistad con Luz Stella, Leonor Buenaventura, Eutiquio Leal, Juan José Arbeláez y la gente valiosa de una época, fue parte de su vida cotidiana en medio de los avatares del periodismo.

Haga clic en Opciones De grata recordación son sus tres libros de poemas publicados, Tierra, agua y tiempo, en 1976, y por Pijao Editores dentro de su selecta colección, Caminos del tiempo, 1975; y Detrás del barro, en 1990. No tuvo pretensiones distintas a ejercer su trabajo con entusiasmo y modestia y ejerció un periodismo desde la crónica sin ánimo diferente a mostrar lo mejor del Tolima y de su gente, alejada de las pasiones y el odio partidista. Muchos de sus poemas se volvieron emblemáticos como aquel titulado Me dueles Colombia que algunos copiadores irresponsables se endilgan como propios en páginas de internet. Ahora que acaba de cumplir, por fortuna con buena salud y lucidez, sus 93 años, reproducimos algunos de sus poemas en señal de homenaje. 



POEMA IV

Porque has vuelto a tus raíces
remontando el tiempo
te estoy sintiendo ahora
rebelde y palpitante
flor herida
exudando ancestro.

Para defender tu herencia
has retomado tus lanzas,
pintado el rostro
ancestral y hermoso;
regresado a tu barro
y a tu cal
milenaria de piedra
omitida
en la historia
de los conquistadores.

Vuelves
a desenterrar el oro
elaborado con tus viejas manos
que desbordó la codicia
de los invasores.
A liberar tus dioses
a enaltecer tu raza
a cultivar tu tierra
retenida
en viejos documentos
de viejas notarías.

Hoy como un barco
anclado sobre los siglos
vas reproduciendo naves
como sueños
en la piel de las horas.




INQUIETUDES
POEMA XI

En esta orilla de  mi tiempo
mi propia y dulce intimidad.
Un payaso triste
detrás de su careta.
Un perfume
en su geografía de cristal.
Una muñeca
dormida desde siempre,
la luz, un ventanal.
Y tu piel sobre mi piel
como un manto cósmico
brasa quemándose en mi noche
relámpago repetido
aprisionado
por tus manos
y mis manos.

En la otra orilla
lo usual, lo cotidiano.
Salir a la misma hora
enfrentarse a la violencia
citadina,
sortear las marejadas
que sueltan los semáforos.
Atravesar la calle
tass!... heridos,
tal vez muertos.
El ISS y su ambulancia.
Dedos como garras
cargados de aderezos
rutilantes.
Los aretes,
Una gota púrpura
cuajándose en el lóbulo.
la insurgencia
que se toma un puesto militar.
La muerte cabalgando en moto
y los hombres que se doblan
como espigas.

El lotero. Los millones.
Alguien te vende un minifundio
en un Jardín de Paz al norte
y al sur El Apogeo a plazos.

Es la hora vespertina.
Ahora son las luces,
los neones titilantes
Y el regreso.
Perderse en el silencio
Estridente de las calles.
Gente, gente,
de un lado a otro
como peces alocados
cercanos a la angustia.

Tiempo y vida que muere
todos los días
con la última hora.




LA CASA

La casa está llena de tu silencio
porque estás allí, presente e ingrávido
calcado en las paredes
y en el interior de los párpados.
La boca cerrada y amarga
no emite palabras.
Los peces mataron la risa en el agua.
El canto murió en la piel de los pájaros.
Lloraron las flores
en la última madrugada.
El reloj se detuvo en el tiempo
y hasta la bailarina
suspendió la danza.
En un sitio, a la izquierda,
se inmovilizó la mirada.

Días, meses, años...
tiempo blanco.
Todo sigue igual
cotidiano
con tu presencia ingrávida
inasible
flotando en el aire. 

http://carlosorlandopardo.blogspot.com.es/2015/12/lola-de-acosta-sus-93-anos.html






TARCISIO AGRAMONTE ORDÓÑEZ [17.807]

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TARCISIO AGRAMONTE ORDÓÑEZ

(Calamar, Bolívar, Colombia 1955; Bogotá 2015) Sociólogo, Cooperólogo, Investigador Social, Gestor Ambiental y Periodista. Colaborador habitual de diversos Periódicos y Revistas Culturales Literarias de la Costa Norte de Colombia, del resto del país y del exterior, ha sido incluido, entre otras Publicaciones, en: Selecciones de Poesía del Mar, Antología Universal de la Poesía del Mar. Ediciones Exilio, Santa Marta, 1993; 10 Poetas de la Costa Norte de Colombia (1850 - 1993). Ediciones Luna Nueva, Tuluá, Valle del Cauca, 1994; El Pensamiento Costeño, Diccionario Enciclopédico-biográfico de Escritores y Pensadores oriundos de la Costa Norte de Colombia. Tomo II. Editorial Antillas, Barranquilla, 1996; y en la Antología Los Versos más Bellos de la Poesía Bolivarense. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes de Bolívar, Cartagena de Indias, 1996. Su primer Libro, Los Caminos del Mar, es ganador del Primer Premio de Poesía en el VI Concurso Iberoamericano de Cuento y Poesía COMFAMILIAR, Barranquilla, 1988; y del Premio Especial al Mejor Trabajo Extranjero en el VI Concurso Iberoamericano de Literatura XAVIERA CARRERA, Valparaíso, Chile, 1988. Fue miembro fundador de la Asociación de Escritores de la Costa y Miembro del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia


Nota y selección por Jorge Valbuena

Caminaba por las calles de la ciudad y se perdía como el viento en las esquinas tejiendo siempre un susurro, como un oleaje, entre los labios. Era el mar, Tarcisio era el mar, iba y venía inconsolable por entre la profundidad de este asfalto, sin orilla.

Su poesía nos cuestiona desde el lugar, nos fija una geografía en la memoria; los territorios que hemos sido y que somos, los que hacen un viaje a través de nuestros significados para volver a fundarse. Otra forma del destino habla en sus versos, un naufragio perpetuo que vamos heredando como huella. En palabras de Jairo Mercado Romero: ¨El mundo poético de Agramonte es un mundo visual que necesita ser objetivado, descrito y representado en imágenes tangibles. El poeta es un anatomista. Disecciona impasible sus criaturas y busca plasmarlas como en el fondo de una cámara, en el repliegue más recóndito del corazón. De la agónica experiencia de aprisionar en palabras el universo, el resultado es la reinvención de la realidad, el encuentro feliz con la identidad del objeto, más allá de la cosa misma y del lenguaje.¨   

El pasado 18 de abril falleció en Bogotá después de un lamentable accidente de tránsito. Lo recordamos con sus versos, llenos de ese lugar mar adentro donde vivía el poeta Agramonte:  



De Haikus de la aldea sonora (1980 – 1998)



Abismo
Del páramo. Una cometa.
Quieta en lo alto.



Entre montañas,
La luna. Ostia del mar.
Y silencio.



En la proa
De la barca, se mecen
Farol y llama.



Ladrillos rojos.
La ciudad. Campo de lirios,
El cerro.



Cascada. Sonoros
Yunques de piedra, débil
Martillo del agua.



El monje toca
Su caracola. Y se llena,
De pájaros, el templo.



Luna en la tarde.
Y florece, en libélulas,
El viento.



El río.
Se despide hacia el mar,
Y llora el agua.



Rumor de aguas.
En las alturas del páramo,
La niebla.



Rectos,
Los árboles juntos. El solitario,
Se tuerce.



Lloviznas
Al medio día. Y se coronan, de páramos,
Los lirios.



Fondo del mar.
Se ahogó el alcatraz,
Pescando estrellas.



Al arroyuelo
Las flores. Pastor de aguas
Y pétalos, el río.



De Los caminos del mar (1979 – 1986)

JULIANA DEL MAR

El mar.
Ondula su faralá, de nuevo,
sobre la playa.

Yo.
Me acerco
a tu corazón,
con pasos cortos
y lentos, como quien mide la hondura
del agua.



BECQUERIANA

Ignorando
la inextricable
ruta del azar,
llegamos.

Cuando creemos
a puerto fijo,
en ruta fija
llegar,
hemos partido.

Habiendo sido apenas
en las rutas del mar funámbulos de sueños.
O imperceptible huella de pájaros en vuelo,
al vaivén de oscuras turbulencias.



DECÁLOGO SOLAR

1.- Tomar al sol
ardiendo
entre las manos.



2.- Acariciar al sol
como a un niño pequeño.



3.- Dejarle vagar,
iluminando,
por todos los rincones de la casa.



4.- Y con sus alas
remontar el vuelo.



5.- Transfundirle
caricias de esperanzas
al sol cuando esté triste.



6.- Y levantar al amor un pedestal
con el metal, vibrante,
de los sueños.



7.- Construir para el sol
un otero en las montañas,
para que mire –en las tardes de añoranzas-
cómo se abate el ocaso sobre el mar.



8.- Llevar al sol al corazón
y allí cobijarle con el alma,
como protege un fino manto de cenizas
a las ascuas ardiendo en el hogar.



9.- Caminar erguidos por el mundo.
Solos. Con un temblor de luciérnaga en los ojos.
Y en los ojos el sol, como un lucero.



10.- Sacar el sol al patio
en las mañanas. Y con él,
tomar el sol cuando se ponga viejo.   



RONDA

03:00 a.m. Salgo a buscar un cigarrillo
y me sumerjo en la entraña, obscura, de la noche.
Las farolas de los autos son girasoles perdidos
que navegan sin tropiezo la inercia de las calles.

El grafito de un perro callejero
desafía, insensible, el paso de las horas.
Y detrás de las ventanas, en donde se afilan,
torvos, los cuchillos, alguien,
en un corazón de mujer en vasta geografía,
construye cárceles y aprisiona los sueños
en nombre del amor.

03:00 a.m. Salgo a buscar un cigarrillo
y me sumerjo en la entraña, obscura, de la noche.
A esta hora, la gloria soñada de locos y mendigos,
dueños por fin de calles y estatuas, vocifera.
Arriba, el cielo es un campo baldío. Y la luz
reposa bajo un párpado de estrella.





ROGI WIEG [17.808] Poeta de Holanda

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Rogi Wieg

Robert Gabor Charles (Rogi) Wieg (Delft, Holanda 21 Agosto 1962 – Amsterdam, 15 Julio 2015), fue un escritor, poeta, artista visual y músico holandés.

Premios 

1987 - Lucy B. en C.W. van der Hoogt-prijs voor Toverdraad van dagverdrijf
1988 - Charlotte Köhler Stipendium voor De zee heeft geen manieren
2004 - Clubkeuze Poezieclub, uitgever van Awater, voor De Ander
2008 - Gedichtendagprijzen, bekroond werk: Geen revolver uit De Kam
2014 - Rogi Wieg's gedicht Traag verdwenen zwarte bloemenvelden werd opgenomen in De 100 beste gedichten gekozen door Ahmed Aboutaleb voor de VSB Poëzieprijs 2014

Bibliografía

1981 - Cis-trans
1982 - Iedere nacht verdwijnt een dame of een heer
1982 - Tijd is als een nekschot
1983 - Begon haar dood als klaproos
1983 - Een paar woorden van huis
1985 - Dagen in Budapest
1986 - Toverdraad van dagverdrijf
1987 - De zee heeft geen manieren
1987 - Drie korte verhalen
1989 - Roze brieven
1990 - Beminde onrust
1992 - De moederminnaar
1992 - Sinds gisteren zijn twee dagen verstreken
1992 - Sneeuwvlok
1992 - Duivelsei
1993 - Spek van mooie zijde
1996 - Alleen met Internet, met Helga Ruebsamen
1996 - Souffleurs van de duivel
1997 - De overval
1997 - Toen zat Lorelei nog op de rots, met Tessa de Loo en C. O. Jellema
1997 - Beminde onrust en De moederminnaar herziene uitgave
1998 - Liefde is een zwaar beroep
1998 - Alle verhalen
2000 - Het boek van de beminnelijkheid
2003 - Kameraad Scheermes autobiografische roman over depressies
2004 - De Ander, met schilderijen van Rogi Wieg
2006 - Waar hij zijn jas hangt, bloemlezing, op verzoek van Rogi Wieg samengesteld door zijn ex-vrouw Judith Flier, die ook het voorwoord schreef: "Bladzijden na ons huwelijk".
2007 - De kam, met illustraties van Guy Swart
2012 - Khazarenbloed, met tekeningen van Abys Kovacs
2014 - Afgekapt dichtwerk

Antologías

1988 - Ieder hangt aan zijn gevallen toren, jonge Vlaamse en Nederlandse dichters, gekozen door Rogi Wieg
1994 - De 100 beste gedichten van deze eeuw, gekozen door Rob Schouten en Rogi Wieg
2015 - Even zuiver als de ongeschreven brief

Traducciones

1999 - De suikerspinverkoper, Ádám Nádasdy, vertaald door Mari Alföldy en Rogi Wieg



EN LA MAÑANA

Asombro ante la incidencia opaca de la luz
de esta mañana, llena de cerezas y lluvia menuda.
Vestido, peinado, pero lo que he de hacer
aún no se me ha dicho. Luego un movimiento leve;

música que desciende de un instrumento
que yo toqué hace ya tiempo.
El sonido perturba mi equilibrio. Ignoro lo que
están tocando, la composición parece dividirse

en entonces y ahora; la agilidad de mis dedos es la misma.
El piano de cola resplandece, su resonancia está intacta,
igual que el grácil arabesco que eludo
cuando sólo me limito a recordar.

Mirad, mi padre alaba mi manera de tocar,
me da indicaciones, acaricia ahora la mano de mi madre.
El tiempo se descompone en un contar insoportable.


Rogi Wieg (título original: In de morgen; extraído de: Toverdraad van dagverdrijf [Hilo mágico de pasa-día], 1986)
© Traducción española: Diego J. Puls (en colaboración con Carmen Bartolomé Corrochano), publicada en «Poesía contemporánea en lengua neerlandesa», Stichting Ons Erfdeel, Rekkem (Bélgica), 1993.



In de stad

Abstraheer het konijn, maak hem
tot langoor die fluistert
over de kou, over de schommelende lichten
van de late middag. Métro's misten
wij, omdat wij arm in arm op zoek gingen
naar dat onuitgeprokene waarvan wij zeiden:
het heeft geen einde, geen begin,
het is niet vleselijk, maar ook niet raadselachtig,
want waar.

Toen liep ik met je en nu
ik nog steeds jong ben graaf ik één bij één
drie kuilen in aarde. Jij bakt, maakt thee,
pannekoeken, eventueel als wij willen
delen we kussen uit, het is de huiselijkheid
van een huis in de stad.

Wanneer jij je hebt ontkleed,
ik mijn schoenen heb afgedaan en voer
heb gegeven aan het levende wezen, zeg jij
niet als een slang, maar als een gelovige:
dit ook is waar, want dit
begint ergens bij ons en de dood is maar koren
op de molen van filosofie. We gapen,
jij, het dier met de langoren en ik,
wij horen haast alles.




Tien uur

Zinloos voor mij die zich te vaak
onbetrouwbaar verhoudt tot een lichaam
is het niet om water te geven,
klokken op te zetten, te denken op een plaats
waar ik gladgeschoren, in pak gehesen
zit in een stoel onder lamplicht,
om datgene wat in mijn hoofd
ongedaan moet worden gemaakt.

De uitgeruimde ijskast is zonder antwoord, de keuken
zonder weerwoord, de oven die tikt en brandt.
En verder zijn er de treurige inzet
van waardepapieren, de metaforen die niets
vergelijken met elkaar en het overbodige
uur van de waarheid: dat het niet zinloos
kan zijn om te vaak een lichaam aan te raken,
te waken met elkaar en dan weer rust te vragen.

Dertig jaar met mijzelf is genoeg geweest
en niet dat ik dood wil, laat staan ouder worden,
houdend van iemand als van een onuitstaanbaar been
dat gaat trekken in de regen, houdend van jou
eventueel en wachtend op klokslag tien uur, terwijl
ik voor de rest van mijn leven aan ons moet denken.




Zondag

Onder alle omstandigheden probeer ik
geen methodes als slungelachtige,
trage blijvendheid te gebruiken. Wanneer
kinderen de slee nemen door de sneeuw,
wanneer één miljoen puzzelwoorden
plotseling realiteit zouden zijn,
of wanneer jij weer thuiskomt met een
tas vol fruit, aardappels, goedheid,
is mijn groet, zoals mijn afscheid heel nieuw.

Vandaag is de hemel rondom de witte flatgebouwen
van een schoonheid die radeloos
zou maken als ik beter keek, als ik jong was
en gepofte kastanjes kocht zou ik
onwerkelijk worden van alles wat nog kan. Weliswaar
heeft elk woord zijn eigen spelling en elke druppel
die de kraan loslaat of die regent
komt nergens waar ik dacht te komen,




Klachten in mijn moedertaal
Liefdesgedicht

Dit is een jaar van ongemakken, lange
maanden waarin vreemde wendingen. Men
ziet het niet dat ik van heel dichtbij wat bange
uitdrukkingen heb. Het is ook dat ik niets verken,

niets werkelijk, geen stadsgedeelten voor een woord
dat teder is. Alsof mijn moedertaal
zich afsluit voor mijn dagverdrijf. De soort
van lichtval deze kleine dag bepaal

ik niet Maar verder is er brood
zoals altijd en woordenboeken,
alfabet van wonderen. Of van een groot

verbruik van lettertekens. Ik schrijf
toch dat ik van je houd,
al is het dat ik met mijn taal je hand verdrijf.




Poëzie

Nu is het dus dat ik niet meer weet
hoe bang zijn was. Ik zal niet langer vijand
zijn van zoveel vormen goedheid. Maar vergeet
niet wat je was: ogen, haar, een hand

om mee te schrijven. En wat moet ik zeggen,
de stadsweg waarover je naar huis toe gaat,
mijn huis zelfs is zo liefdevol voor mij. Verleggen
van dit leven is gewichtig. dat je hier bestaat

alsof je altijd zal bestaan lijkt eigenaardig
- en al die mooie dingen dan -
om alles weg te gooien voor wat poëzie is te lichtvaardig.

Er is te weinig taal in mij om zaken
te omschrijven zoals dit gebrek aan angst;
dus noem ik maar wat afgebroken wordt, om nog iets goed te maken.






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AD ZUIDERENT [17.809] Poeta de Holanda

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Ad Zuiderent

Ad Zuiderent (Nació en 's-Gravendeel, Holanda el veintiocho de mayo 1944) es un poeta holandés y crítico literario.

Estudió lengua holandesa y la literatura en la Universidad de Amsterdam.

A partir de 1969 comenzó a enseñar. Durante seis años fue profesor de holandés de la escuela integral cristiana Buitenveldert en Amsterdam. Entre 1976 y 1978 se entregó al análisis de la poesía para una formación holandesa en Amsterdam. De 1979 a 2009 trabajó como asistente de investigación en la Universidad Libre. Escribió revisiones para el diario Trouw y De Tijd y es editor de Crítica Literatura Lexicon.

OBRA:

Met de apocalyptische mocassins van Michel de Nostredame op reis door Nederland (gedichten, 1968)
De afstand tot de aarde (gedichten, 1974)
Geheugen voor landschap (gedichten, 1979)
Zeven Uren U (pastiches, 1982)
1 februari 1953 (bloemlezing, 1983)
Cycling, recycling (gedichten in het Engels, Duits, Tsjechisch en Servo-Kroatisch, 1984)
Natuurlijk evenwicht (gedichten, 1984)
Waar geen haven is (gedichten, 1987)
Op het droge (gedichten, 1988)
Een dartele geest, Aspecten van 'De chauffeur verveelt zich' en ander werk van Gerrit Krol (dissertatie, 1989)
Op de hoogte van Icarus (gedichten, 1993)
Ons klein en silwerige planeet (gedichten in het Nederlands en Afrikaans, 1997; samenstelling met Johann Lodewyk Marais)
Jij als geen ander (gedichten, 2000)
De tweede gisting, Over de compositie van dichtbundels (studies, 2001; samenstelling met Evert van der Starre)
Na de watersnood (bloemlezing, 2003)
Een rijke bron (over poëzie, 2004; samenstelling met Ena Jansen en Johan Koppenol)
De 100 beste gedichten van 2003 (bloemlezing, 2004)
Fietser naar niets (gedichten, 2004)
Gerrit Krol, Werken op het snijpunt (studies, 2007; samenstelling met Bart Vervaeck)
Energieke doelloosheid (proza, 2008)
Van Korreweg naar Korreweg, 75 plaatsen in het leven van Gerrit Krol (biografie, 2010)
We konden alle kanten op (gedichten, 2011)



GESTO DE ENTENDIMIENTO
 
Guárdame del mito, pero haz ademán de amor
juntando cabellos y manos a modo de consuelo.
 
Petrificada tengo la razón; he soñado
con esculturas de niños. Anímalas.
 
Es una vieja historia (¿de qué remoto país?)
que a un niño que echa a andar antes de tiempo
 
se le cortan las piernas justo por encima de las rodillas:
medio torso del que nace nueva vida,
 
en pequeños cuartos fundido con la alfombra,
aunado con el césped en jardines cerrados.
 
Todo por que haya paz en la familia,
y que no haga falta pegar hasta que parezca.
 
¿También tu sueño de educar es tan severo?
Entonces ven a verme, que yo no lo acabo de entender.
 
El suelo era mármol y el torso de piedra
(no logré atravesar años y años de razón).
 
Ven pues y tócame, por piedad con los objetos:
haz ademán de mito, esculpe en piedra mi nombre.
 
Ad Zuiderent (título original: Gebaar van verstandhouding; extraído de: Natuurlijk evenwicht [Equilibrio natural], 1984)
© Traducción española: Diego J. Puls (en colaboración con Carmen Bartolomé Corrochano), publicada en «Poesía contemporánea en lengua neerlandesa», Stichting Ons Erfdeel, Rekkem (Bélgica), 1993.



Wiens naam is geschreven in wat...

Gekken en dwazen, de dichters, de middenstand,
schrijven hun naam op de glazen, in wit, op een winkelpand.
Je loopt in het licht van de zon, ziet geen straat of huis, of
je leest er een naam, lettertypes, vegen in stof.
Alleen wat gelezen is leeft? De zon op de ruit
zet namen de winkel in, half over handel, uit
verlangen ontcijferaars binnen te krijgen. Maar wie die
de zon kent, kent niet de banen van stof die zij hangt
van het raam naar de grond, als omfloersing van wat men verlangt?
Licht maakt een raadsel van namen. Nog loop je op straat,
ziet etalages, graffiti, maar andermans dwaasheid laat
je koud. De nacht neemt je op; wat troost dan de wetenschap dat
het daglicht even liet zien wiens naam is geschreven in wat...




Herhalingsoefening

Thuis van de tocht en de verhalen komen los
van wat ze waren. Gevaarlijk oversteken van de weg
speelt nu geen rol. Wij dronken thee bij Koekenbier,
is daarin een verklaring? Melancholie van de
avondlijke fietstochten, zonder doel dan het bad na.
Want wie wij spraken en waarover, het laat
zich samenvatten in hoe iemand een kop thee
vasthield zoals ik bier drink: met volle hand
in plaats van enkel vingers. De hand als stuur,
de vingers voor het remmen. Wat vraag je toch?
Leidt dit de aandacht af? Paul had een nieuwe
derailleur, Jans zadel stond te hoog, zelf heb ik
even op Robs fiets gereden, gedacht hoe soepel
benen kunnen zijn als de fiets goed is.
Vanavond lag er langs de weg geen eeuwigheid;
de lucht, het landschap, ik heb er niets gezien.
Ik zal het wijzen als wij zaterdag een ritje
met de auto maken: het tunneltje bij Vinkeveen
is van beton, de dijk tussen Baambrugge en Abcoude
smal en krom, en misschien raken wij in het nieuwe
grint bij de Voetangel in dezelfde slip als ik.




Naar de eenzaamheid

Terug ging ik vanmorgen en alleen.
Daar zocht ik woorden voor: de Houtmankade,
de stilte rond de stapels blanke planken
en rijen schepen voor de binnenvaart.
Ik kende dit, wat had ik hier te zoeken?
De weg hield op, op zondag vaart geen pont.
Geuren van stadsrand, wind om in te blijven,
alsof de toekomst al verleden was.
Mijn droom houdt stand, zoals het pakhuis
dat groot van jaren naast het water staat.
Een woord wordt beeld, een tochtje weer emotie.
Zo kom ik nergens aan. Dus fietste ik terug.
 



Einde van het feest

je had geen hand meer over
om een hand te geven
en om een houding aan te nemen
zei je dat je me straks nog zag
waar wist ik niet
ik heb niet lang gewacht
soms proef ik de restanten van paté
soms vallen schalen uit een hand in gruis
soms hoor ik stemmen bezig bij de vaat
maar die van jou breng ik daar niet uit thuis





Een nieuw gezicht

Eerste gezicht, daar was je wel aan toe.
Een druppel ziel in klei, en jij verliefd.
Droog oog dat alles opneemt... alsjeblieft
je bril af, worden oog en hoofd niet moe.
Langer de dagen? Oog, je lijkt wel blind;
september maakt je ieder jaar van slag.
Wat valt te maken. Van de nacht een dag?
Verlangens worden in de man tot kind.
Kleitafel nog, waaraan je, smeltend hart,
de hand legt op wat strelend moest ontstaan.
Een nieuw gezicht dichtbij, geen woord ontgaan,
merkt wat je trillen doet, gebeurt in huis.





Nazireeër

Herfst rond je hoofd, al was je in de groei;
als storm aan bomen rukte de tondeuse.
Een vader sloeg zijn zuinigst mededogen
je haardos in: de scheiding bleef gespaard.
Als van een schaap dat voor het eerst geschoren
klonk je geblaat. Ging jij haast buiten westen
en zijn sigaar in as? Zo naar de filistijnen!
En als die jou verried nu maar Delila was.
Geslachtskenmerk - hij hield de scheiding recht;
je nek onder het mes, zo werd je man.
't Was winterstil toen hij zijn peuk opstak;
nooit zo nabij een zoon die Simson was.











JUDITH HERZBERG [17.810] Poeta de Holanda

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Judith Herzberg

Judith Frieda Lina Herzberg (Nació en Amsterdam, Holanda el 4 de noviembre de 1934) es una poeta holandesa y dramaturga. Es hija del escritor y abogado Abel Herzberg.

Herzberg fue una niña en la clandestinidad durante la Segunda Guerra Mundial. Sus padres fueron internados en el campo de Bergen-Belsen, pero sobrevivieron. Herzberg escribe poemas, obras de teatro y guiones para televisión y cine. Herzberg debutó en 1961 como poeta en el semanario gratuito Países Bajos. Dos años después publicó su primer libro de poesía, Zeepost.

Herzberg está políticamente comprometida.

Premios:

1980 - Jan Campert-prijs voor Toneel
1980 - Bayerische Filmprijs
1981 - Jan Campert-prijs voor poëzie
1982 - Prijs der Kritiek voor Leedvermaak
1984 - Joost van den Vondelprijs
1988 - Charlotte Köhler-prijs
1988 - Cestoda-prijs
1989 - Nederlands-Vlaamse Toneelschrijfprijs
1994 - Constantijn Huygens-prijs
1997 - Nominatie VSB Poëzieprijs
1997 - PC Hooft-prijs voor poëzie

Bibliografía:

1963 - Zeepost (poëzie)
1968 - Beemdgras (poëzie)
1970 - Vliegen (poëzie)
1971 - Strijklicht (poëzie)
1971 - 27 liefdesliedjes (poëzie naar Bijbelboek Hooglied )
1974 - Dat het 's ochtends ochtend wordt. De deur stond open. Twee toneelstukken (toneel)
1976 - Lieve Arthur (televisiescript; opgenomen door de NOS)
1977 - Het maken van gedichten en het praten daarover (essay)
1980 - Botshol (poëzie)
1981 - Charlotte. Dagboek bij een film (dagboek)
1982 - Leedvermaak (toneel)
1983 - De val van Icarus (poëzie) Deels eerder verschenen in Botshol
1984 - Dagrest (poëzie)
1984 - Twintig gedichten (poëzie)
1985 - En/of (toneel)
1986 - Merg (toneel)
1986 - De kleine zeemeermin (toneel)
1987 - Zoals (poëzie)
1988 - Tussen Amsterdam en Tel Aviv (artikelen en brieven)
1988 - De Caracal. Een monoloog (toneel)
1988 - Kras (toneel)
1991 - Een goed hoofd (toneel)
1991 - Teksten voor toneel en film. 1972-1988
1992 - Zoals (poëzie) Bevat onder meer de 12 gedichten uit Zoals uit 1987
1994 - Doen en laten. Een keuze uit de gedichten (poëzie)
1995 - Rijgdraad (toneel)
1996 - Brief aan wie niet hier is. Tussen Jeruzalem en Amsterdam (reisverslag)
1996 - Wat zij wilde schilderen (poëzie)
1997 - De Nietsfabriek (toneel)
1998 - Een golem (toneelstuk)
1998 - Landschap (gedichten)
1999 - Bijvangst (gedichten)
2004 - Soms vaak (poëzie)
2004 - Thuisreis (toneeltekst)
2007 - Zijtak (poëziecd)
2008 - Het vrolijkt (gedichten)
2011 - Klaagliedjes (gedichten naar bijbelboek Klaagliederen )
2013 - Liever brieven (poëzie)




VOCACIÓN
 
Y cuando le preguntaron qué le gustaría ser cuando fuera mayor
dijo: minusválida, viéndose ya, con las piernas inmóviles
envueltas en una manta a cuadros marrones
empujada por un marido abnegado y unos hijos pálidos,
sin tener que pegar ya ningún sello,
ni escribir ninguna carta, ni hacer viaje ninguno.
Por fin sería libre de verdad, tendría la mirada
tan triste como quisiera, en las tiendas
se saltaría la vez, en las procesiones
estaría en primera fila, no usaría ropa bonita
y todas las noches sollozando por lo bajo
diría: de verdad, que no es por mí
sino por la carga que supone para ti.
Y sus dos hijos se quedarían siempre
a su lado, le consagrarían sus vidas
y a ella nunca le pasaría nada,
nunca, nunca se consumiría.
 
Judith Herzberg (título original: Beroepskeuze; extraído de Beemdgras [Espiguilla], 1968) © Traducción española: Diego J. Puls (en colaboración con Carmen Bartolomé Corrochano), publicada en «Poesía contemporánea en lengua neerlandesa», Stichting Ons Erfdeel, Rekkem (Bélgica), 1993.



Beroepskeuze  

En toen ze vroegen wat ze later wilde worden
zei ze: ‘graag invalide’ en zag zich al,
benen onbewegelijk in bruin-geruite plaid
door toegewijde man en bleke zonen
voortgeduwd, geen zegel zelf te plakken,
geen brief  te schrijven, geen reis te maken.
Dan zou ze eindelijk echt vrij zijn
zo treurig kijken als ze wou, in winkels
voor haar beurt gaan, bij optochten
vooraan staan, geen mooie kleren aan
en elke avond zachtjes snikkend
zou ze zeggen: ‘heus niet om mi
jmaar om die last voor jou.’
En beide zonen zouden altijd
bij haar blijven, hun leven
aan haar wijden en nooit
zou haar iets overkomen,
nooit, nooit zou ze slijten.


[Gedichten]

Ouderdom

Later, als ik zwakzinnig ben
met schoothond en schrikvel
houd ik een kruik warm
tegen me aan en praat
ik met je in mijn slaap.
Als je nu kan begrijpen
wat ik dan ga bedoelen,
krakende dorre tak dat ik ben,
ga ik me niet zo afgebroken voelen
maar meer een uitgeblazen paarde-
bloem. Hoor je me dazen?
Daar gaan mijn parachuutjes al.


Langs Kreta

Opmerkelijk gezelschap, een geliefde.
Onze voeten, vier eenvoudige dieren
vinden het al heel gewoon. Achter
onze ribben fladdert wat. Bij mij
tenminste. Ik neem altijd maar
aan dat ik niet alleen fladder van
binnen. Nog steeds Kreta.


[Gedichten]

Vliegen en rijden

Van boven lijken wolken niet alleen
op slagroom, pakijs, bloemkool, stoom
maar ook op nooit geziene polen.
(Hij schreef de pool die is waanzinnig mooi
en maakte zo het woordje mooi onmogelijk)
In ouderwetse treinen is ook eenheid.
Banken met grijs gestreept velours, coupés
met leer bekleed en dan de derde klas
met gele planken. Beter dan bungalows
die door het raam te zien zijn.
Boeken staan vol van leegte,
het tanen van moraal en steden
de treurigheid van bouwval. Natuur
heeft weinig vormen, landhuis
ons leven waarlangs we flitsen, is er één.


Kwarts glimmer veldspaat

Zie verder dan ik zien kan zee
langer dan ik blijf. Verdwijn
zelf zittend op de rots van ooit
tot nooit langer dan de tijd.
Hoger en lager dan ik zingen denken kan
tonen aanhoudender dan mijn aanwezigheid.
Zeg even niets met stem van anders in deze
uitgespreide tegenwoordigheid dit
opwegen tegen graniet water gneis
tussen geboren en verloren raken in
zeg even niets want zo lang blijft het.



Over de sloomte en snelheid van meeuwen

Ze hebben het peinzende arctische glijden
hahaha uit de hoogte in langzaam
voorbijgaan maar ook wel het snelle
bemoeiziek gemekker van geiten.
Ze kunnen zo lang op een plek blijven hangen
dat hun schaduwen op de rotsen plakken.
In het donkerend uur als de grond nog wel warm,
alleen zee nog belicht is, spetteren zij
om de lichtende klip als vonken uit een vuur.



1944

Wees blij dat je nog leeft
en was het wel, maar zong
My body is over the ocean.
En zocht de vogels op
in hun trillende zomer.
Kruisbekken, wielewalen
waren er nog en
ijsvogels boven de sloot.
De radarverwarrende zilver-
sliertjes schitterend door de nesten geweven.
Een vrolijke zomer, vol
groene belofte, ze vlogen
waarheen en terug in hun vrede
waarheen ze maar wilden,
meeuwen zelfs over zee.



1945

Wij kregen helden op de thee
ze zaten samen op de canapé
ze hadden helemaal geen
conversatie, ik keek en keek
tot ze verlegen waren
ze wisten zich geen raad
met zo een vrede.


De vreselijkste beelden, zei hij, laten mij
niet meer los. Ik slaap er niet meer van,
zei hij, zijn hoofd in zijn handen.
En de arme dronken Jan,
met zijn armen vol dozen vol appels
moest zelf maar zien hoe hij de deur uitkwam.
Wij die hier zijn liggen wakker
zien: een stoel op een muur gezet
een boomtak waaraan een vlag wappert
een jongen met jongenshanden.
Hij die daar is diep in slaap
droomt dat hij hier is en iedereen heel
juist wil hij opstaan, de deur open houden
voor iemand met dozen vol appels.




K. SCHIPPERS [17.811] Poeta de Holanda

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K. Schippers

K. Schippers, seudónimo de Gerard Stigter (Amsterdam, 6 noviembre 1936) es un poeta holandés y prosista.

Fundó, junto con Gerard Fuente, Henk Marsman (Bernlef) y Frits Jacobsen, en 1958 la revista Barbarber. En 1975 se convirtió en director de la revista Hollands Diep. K. Schippers introdujo el readymade como una forma de poesía.

Además de su obra literaria, ha sido editor y crítico de arte, y también escribe publicidad. 

Premios:

1966 - Poëzieprijs van de gemeente Amsterdam voor Een klok en profil
1980 - Cestoda-prijs
1983 - Multatuliprijs voor Beweegredenen
1990 - J. Greshoff-prijs voor Museo sentimental
1995 - Zilveren Griffel voor ' s Nachts op dak
1996 - PC Hooft-prijs voor zijn gehele oeuvre
1997 - Pierre Bayle-prijs
1999 - Zilveren Griffel voor Sok of sprei
2006 - Libris Literatuur Prijs voor Waar was je nou

Bibliografía:

1963 - De waarheid als De Koe (poëzie)
1964 - Barbarber, tijdschrift voor teksten. Een keuze uit dertig nummers (samen met J. Bernlef en G. Brands )
1964 - Wat zij bedoelen (samen met J. Bernlef )
1965 - Een klok en profil (poëzie)
1967 - 128 vel schrijfpapier (samen met C. Buddingh' ) (tekstenboek)
1967 - Een cheque voor de tandarts (samen met J. Bernlef ) (documentaire)
1968 - Barbarber, een keuze uit tien jaar, 1958-1968 (samen met J. Bernlef en G. Brands )
1969 - Verplaatste tafels, reportages, research, vaudeville (poëzie)
1971 - Een avond in Amsterdam, tien gesprekken met Ben ten Holter
1972 - Sonatines door het open raam. Gedichten bij partituren van Clementi, Kuhlau en Lichner (poëzie)
1974 - Holland Dada (documentaire)
1975 - Nieuwe woordbeeldingen. Verzamelde gedichten van IK Bonset
1976 - Een vis zwemt uit zijn taalgebied. Tekst en beeld voor witte clown (poëzie)
1978 - Bewijsmateriaal (roman)
1979 - Eerste indrukken. Memoires van een driejarige (roman)
1979 - Het formaat van Man Ray (tekst)
1980 - Een leeuwerik boven een weiland. Een keuze uit de gedichten (bloemlezing) ( ISBN 9021480832 )
1982 - Beweegredenen (roman) ( ISBN 9021480840 )
1985 - Een liefde in 1947 (roman) ( ISBN 9021480859 )
1986 - De berg en de steenfabriek (essays) ( ISBN 9021480867 )
1989 - Een maan van Saturnus. De film te midden van de kunsten ( ISBN 9060746376 )
1989 - Het witte schoolbord ( ISBN 9070066750 )
1989 - Museo sentimental. Verhalen en beschouwingen ( ISBN 9021480875 )
1992 - Eb (essays) ( ISBN 9021480883 )
1993 - Vluchtig eigendom (roman) ( ISBN 9021480891 )
1994 - ' s Nachts op dak. Vijftig kindervoorstellingen ( ISBN 9021480905 )
1995 - De vermiste kindertekening. Verhalen en beschouwingen ( ISBN 9021480808 )
1996 - Poeder en wind (roman) ( ISBN 9021480778 )
1997 - Henri Plaat presents... (samen met Betty van Garrel en onder redactie van Nicole Willemse) ( ISBN 9066171979 )
1997 - ' apostrof (NRC-column) (Geen ISBN)
1998 - Sok of sprei. Vijftig kindervoorstellingen ( ISBN 902148076X )
1998 - Sprenkelingen. Verhalen en beschouwingen ( ISBN 9021480751 )
2002 - Zilah ( ISBN 9021480077 )
2005 - Waar was je nou ( ISBN 9021480182 ) (genomineerd voor de Gouden Doerian , winnaar Libris Literatuur Prijs 2006)
2008 - De Hoedenwinkel (roman) ( ISBN 9021434873 )
2010 - De bruid van Marcel Duchamp ( ISBN 9789021437798 )
2010 - Op een dag
2011 - Tellen en wegen (poëzie)
2012 - Op de foto (roman) ( ISBN 9789021442099 )
2013 - Voor jou (verhalen) ( ISBN 9789021447445 )
2014 - Fijn dat u luistert (poëzie)
2015 - Niet verder vertellen (ISBN: 9789021400266)



LINGÜÍSTICA CON PALADA

Dadle a un francés, a un inglés
un golpe con una pala de madera
y escuchad
si aún es posible relacionar
el sonido
con el idioma del país

En caso de palada fuerte
luego comparad:
el sonido del sueño de un francés
el sonido del sueño de un inglés

Gramática y fonética universales
de los sonidos del sueño sin palabras

K. Schippers (título original: Algemene taal na klap; extraído de: Een vis zwemt uit zijn taalgebied [Un pez sale nadando de su área lingüística], 1976)
© Traducción española: Diego J. Puls (en colaboración con Carmen Bartolomé Corrochano), publicada en «Poesía contemporánea en lengua neerlandesa», Stichting Ons Erfdeel, Rekkem (Bélgica), 1993.




GESCHEIDEN RUST

Mijn been slaapt in het hotel
iets tussen tintelen en zeuren in
een slapende elleboog
’t zweeft
terwijl je verder praat

een slapende wenkbrauw
een slapende enkel
een slapende wang

gescheiden rust
voor het hele lichaam
vermoeidheid per hand of voet

een pols slaapt
daarna mijn heupen
doezelt mijn kin
een pink die slaapt
nog eerder in

en zo rust
in een vol hotel
de nagel naast
de moedervlek

de enkel bij
geronnen bloed
en woelt het hart
bedekt door wat
in delen
slapen moet



RESTING SEPARATELY

My leg has fallen asleep in the hotel
like it’s on pins and needles
an elbow asleep
floating
while you keep on talking

an eyebrow asleep
an ankle asleep
a cheek asleep

resting separately
the body as a whole
fatigue per hand or foot

a wrist falls asleep
then my hips
my chin is snoozing
a little finger drops
off even sooner

and resting there
in a booked-up hotel
the nail beside
the birthmark

the ankle next to
clotted blood
– the stirring heart
is covered by
what has to
sleep apart

© 2011, K. Schippers
Uit: tellen en wegen
Uitgever: Querido, Amsterdam, 2011
© Vertaling: 2012, Willem Groenewegen
Voor het eerst gepubliceerd op Poetry International, 2012



DE GIFT

Geef mij wat je bij je hebt.
Geen sleutels of geld.
Wel wat er maar even is.

Het vlug gekrabbelde telefoonnummer.
Het meegestoomde papiertje in je jaszak.
De knoop op het punt van verliezen.

De woorden die je net niet hebt gezegd.
Je kracht te veel om een deur open te doen.
Alles waar je niets meer aan hebt.

Geef mij het geruis van je katoen.
De wind kan wel zonder. 



THE GIFT

Give me what you have on you.
Neither keys nor money.
Make it something temporary.

The hastily scribbled phone number.
The dry-cleaned piece of paper in your coat pocket.
The button about to fall off.

The words you just held back from saying.
Your strength too much to open a door.
All the things you no longer need.

Give me the rustle of your cotton.
The wind can do without.

© 2011, K. Schippers
Uit: tellen en wegen
Uitgever: Querido, Amsterdam, 2011
© Vertaling: 2012, Willem Groenewegen
Voor het eerst gepubliceerd op Poetry International, 2012



DE LUNCH

Heeft de vier vanmiddag
veel te doen? Kijk
eens in de tuin, vier

gasten, glazen, bordjes,
reken maar na. En als
de drie nu net harde

broodjes heeft geteld?
Dan ruikt dat cijfer nog
naar brood. Gaf de vijf

biljetten van twintig? Het
geld kleeft er nog aan.
De twee dompelt zich

in tranen, die daar,
net gevallen. Tel niets
meer. Gun de cijfers

hun rust. Laat ze gaan.
Nog negen woorden. Nu wordt
het stil in de tuin.




LUNCH

Does four have a lot to do
this afternoon? Look
in the garden, four

visitors, glasses, plates.
Do the maths. And what
if three’s just counted

crusty rolls? Then
that number will still
smell of bread. Did

five just peel off twenties?
It’s rolling in it. Two
is teary-eyed, just there,

getting up from a fall.
Stop counting.
Give the numbers

a break. Leave them be.
Only nine words to go.
The garden falls silent.


© 2014, K. Schippers
Uit: Buiten Beeld
Uitgever: CPNB, Amsterdam, 2014, 9789059652262
© Vertaling: 2013, David Colmer
Voor het eerst gepubliceerd op Poetry International, 2014







J. BERNLEF [17.812] Poeta de Holanda

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J. Bernlef 

Poeta, novelista y traductor Bernlef [Pseudónimo de Hendrik Jan Marsman] (Sint Pancras, Holanda 14 de enero de 1937 - 29 de octubre 2012).

Nació en Sint Pancras. Hizo su debut literario con Kokkels en 1960. Se dio a conocer a un público más amplio con su novela Hersenschimmen de 1984, donde trató el tema de la demencia.2 El libro fue base para una película en 1987, y una obra de teatro en 2006. En 1994 se le concedió el P.C. Hooftprijs (Premio P.C. Hooft), la distinción literaria más prestigiosa del ámbito lingüístico neerlandés.

Bernlef también escribió bajo los seudónimos Ronnie Appelman, J. Grauw, Cas den Haan, S. den Haan, y Cas de Vries. Murió en Ámsterdam a los 75 años.



RECEPTOR DE RADIO DE GALENA

De niño aprendí de un manual
«Construcción de un receptor de radio de galena»
que los sonidos son transportados por ondas

Hay una fuente de sonido: la voz de una niña,
un cristal que se rompe, un perro que ladra
en un lugar y en un momento determinados

Y luego se hace un silencio
tan silencioso como el sonido
que atraviesa el mundo de lado a lado

¡Ahí viene! Se lanza sobre
las bobinas, los devanados y las válvulas
y finalmente llega a mis oídos

Niña–
Ruido de cristales rotos–
Perro que ladra–

¡Aquí!

Y entonces se hizo un silencio, un silencio
que me atravesó de lado a lado–
caminando por la calle me supe acribillado de sonidos.

Esa sensación nunca más me ha abandonado–
cuando hablo oigo siempre algo distinto
algo que está en camino, raudo como una flecha y silencioso.

J. Bernlef (título original: Kristalontvanger; extraído de: Geestgronden [Tierras del geest], 1988) © Traducción española: Diego J. Puls (en colaboración con Carmen Bartolomé Corrochano), publicada en «Poesía contemporánea en lengua neerlandesa», Stichting Ons Erfdeel, Rekkem (Bélgica), 1993.



Na de depressie

Hij tekent geraamtes op de rand van een krant 
probeert wat te huilen maar het aloude gevoel 
verdampt in de luide kop van de zou – dan maar 
koffie gezet in het bittere besef dat de wereld 
nog niets van zijn sterven wil weten 

Hij kruipt uit zijn horloge zijn kleren in 
scheert zich en ziet in de spiegel 
iemand in zijn handen wrijven 
klaar om toe te slaan, in te grijpen 
in sterrenstelsels en tabellen. 







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MARILUZ ESCRIBANO PUEO [17.813]

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Mariluz Escribano Pueo 

Nació en Granada en diciembre de 1935. Cursó estudios de Filosofía y Letras y se doctoró en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, en la que ha ejercido como Catedrática de Didáctica de Lengua y Literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación.

Escritora y profesora universitaria. En 1958 fue Premio Extraordinario de la Licenciatura en Filosofía y Letras (Universidad de Granada). En 1989 forma parte del Grupo de Investigación de Sociolingüística Infantil Andaluza. Se doctora en Filología Hispánica en 1995 con una tesis que reivindica la figura del postergado escritor granadino Nicolás María López, sobre el que publica el estudio biográfico Antón del Sauce, vida y obra (1996). Hasta su reciente jubilación, ha desempeñado una reconocida labor docente como Catedrática del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.

Mariluz Escribano ha mostrado siempre un especial interés y dedicación por la rica tradición oral de la literatura granadina, realizando numerosos trabajos de investigación y creación sobre dicho asunto (varios de ellos en colaboración con Tadea Fuentes Vázquez, compañera de trabajo y de vida, dada la estrecha amistad que unió siempre a ambas y que, al fallecimiento de esta última, llevó a Mariluz a coordinar, junto a Matilde Moreno, la publicación Tadea seu der liber amicitia. Homenaje a la Dra. Tadea Fuentes, 2001). En este sentido, obras destacadas son Romancero granadino de tradición oral. Primera Flor (1990), Retahílas infantiles de tradición oral (1993), Juegos infantiles granadinos de tradición oral (1994), Cancionero granadino de tradición oral (1994), Romancero granadino de tradición oral. Segunda Flor (1995), Adivinancero granadino de tradición oral: retahílas y trabalenguas (1996) y Canciones de rueda. Danzas (2003). En las últimas décadas, Mariluz Escribano Pueo ha colaborado con asiduidad en las páginas de opinión del diario Ideal de Granada, donde ha mostrado una prosa excelente que ha marcado un estilo propio dentro del género periodístico. De hecho, muchos de los artículos entregados al público a través de dicho medio han sido después recopilados en libros como Ventanas al jardín (2002) o El ojo de cristal (2004). La obra de creación literaria de Mariluz Escribano, definida por la profesora Remedios Sánchez García como una de las mejores aportaciones literarias del siglo XX, ha transitado por todos los géneros literarios, siendo autora de la novela Papeles del diario de doña Isabel Muley (1996), el libro de memorias Sopas de ajo (2000), con grabados de Dolores Montijano, y los poemarios Sonetos del alba (1991), Desde un mar de silencio (1994) y Canciones de la tarde (1995). En colaboración con la mencionada Tadea Fuentes escribe Diálogos en Granada (1995), bellísimo testimonio literario de la contemplación del mundo desde el prisma de la amistad. 

Otras obras de creación son: Cartas de Praga (1999), Memoria de azúcar (2002) o Jardines, pájaros (2007). Mariluz Escribano ha realizado igualmente una destacada labor investigadora en el ámbito de la didáctica de la lengua y la literatura, con numerosos capítulos de libro y artículos en revistas científicas.

Junto a Elena Martín Vivaldi, Mariluz Escribano es una de las escritoras más profundas, más intimistas y más heterogéneas que ha dado la poesía granadina en los últimos cincuenta años. Su poesía usa el lenguaje como herramienta de complicidad con el hombre de la calle que siente, vive, ama y recuerda. Es una poesía comprometida y accesible, cargada de sentidos y abierta a las miradas de los otros, que son los que la completan. La tradición literaria y la singularidad se dan la mano en la construcción de su mundo poético, en el que la armonía con la naturaleza tiene un papel fundamental, como portadora de serenidad para la modulación de la introspección del sentimiento.
Hija del Director y profesor de la Escuela Normal de Maestros de Granada Agustín Escribano, asesinado por los franquistas en julio de 1936 y de la profesora y Directora de la Escuela de Señoritas de la misma ciudad, Luisa Pueo Costa, sobrina de Joaquín Costa, "depurada" por los mismos, la ausencia del padre, a quien no llegó a conocer, y los sufrimientos de la familia, cercana y amiga de la de García Lorca, hizo vivir a Mariluz Escribano desde su infancia la dura condición de los republicanos liberales, perseguidos y marginados en su propia tierra. 



Selección de poemas



IX

Tuya es mi voz y el hueco de mi mano,
mi cálida sonrisa intrascendente,
los suspiros que van, sencillamente,
de mi aliento a tu aliento tan lejano.

Nada vive en mi sangre tan cercano
como tu corazón. Serenamente
creces en mí, y en mí como simiente
te guardaré mañana. Y será en vano

que la tarde me llame a la tristeza,
con sus dorados tonos otoñales
porque te tengo a ti por centinela.

Y es tanta la ternura y la tibieza
que derraman tu gesto y tus modales
que tu sola existencia me consuela.

(De Sonetos del alba, 1991)





XVII

Desmayo de la tarde hacia el poniente,
paso a paso la sombra descendiendo,
quebrada ya la brisa, oscureciendo,
cipreses en el agua de la fuente.

Un temblor de la hierba que se siente
herida soledad, siempre sufriendo
sin flor ni aroma, apenas si creciendo
socorrida de amor por la corriente.

Pequeña alondra que en el chopo canta
acunando la tibieza sobre el trigo
ajena a la alegría que levanta.

Del monte anochecido se adelanta
este olor a mastranzo que persigo
para verde collar de mi garganta.

(De Sonetos del alba, 1991)





CANCIÓN DE LA TRISTEZA

Aquí está la tristeza. 
No hay mar para abarcarla con latidos
de barcos por sus olas, 
no hay albas más inciertas por sus bordes,
ni sueños que respiren
paisajes humanísimos y ocasos.

Porque está aquí y es sólo la tristeza
de saberme mujer como manzana
asomada a la lluvia del espejo,
a una historia desnuda de relatos
y un pasado sin nombre y consecuente
y justamente azul, como debiera,
como debe erigirse en la memoria.

Ahora tengo una mano de marfil
y otra de ausencia
y ejerzo de tristeza y de noviembre.

(De Canciones de la tarde, 1995)





CANCIÓN DEL OLVIDO

No recuerdo tu nombre
aunque abejas libaran tu apellido
pródigas en la miel.
Desde el rincón del libro
donde habitaba el son de aquel poema
desprende polvo una flor.
Y el mar, que no se muere,
ha borrado la arcilla de tu nombre
para que no regrese
a mis labios de sal y enredadera.

(De Canciones de la tarde, 1995)





YO NO SÉ SI RECUERDAS

Para Luis García Montero                                      

Yo no sé si recuerdas los jardines,
el camino del mar que era aquel río
desmemoriado y pobre.
Si la infancia volviera hasta tus ojos,
si acaso regresaras, si regresas,
descansa el pie bajo el laurel antiguo,
detente ante las rosas invernales,
recupera una infancia de arboledas,
antes de entrar al templo de los dioses.
Que el tranvía te diga 
adiós con un pañuelo,
que compartas la música del pájaro,
sin olvidar que esta ciudad es triste,
melancólicamente desnutrida,
con la ruindad del mundo en sus zapatos.
Si volvieras, al fin, si regresaras,
eleva  la mirada hasta la altura
y sueña una ciudad que tiene un río
que te hizo almirante sin saberlo.

(De Umbrales de otoño, 2013)





LOS OJOS DE MI PADRE

Los ojos de mi padre, 
los ojos de mi padre,
mirándome en la patria cereal de  los trigos,
en un tiempo de cunas
mecidas por el viento de la guerra,
mirando cómo crezco
en los abecedarios
y conquisto sonidos primitivos
balbuceos, palabras necesarias,
porque él me empuja y vuelve,
desde su corazón y sus espigas,
su corazón de tierra y manantiales,
patria de tierra y gritos apagados.
Mi padre es un silencio 
que mira como crezco.
Sus manos me conforman,
me miran la estatura,
la dimensión del cuerpo,
averiguan gozosas
que me elevo en trigal.
Las manos de mi padre
tocan mi cuerpo y cantan,
y yo sé que me acunan
con nanas de caballos,
con la salmodia triste del judío,
del converso que habita por su sangre.
Pero paseo con mi padre.
Abandono en sus manos
mis manos tan pequeñas, 
y al calor de su sangre
mis pulsaciones tienen
una ambición de tiempos.

En las luces inquietas de la tarde,
al borde de la noche,
vamos pisando hierbas, territorios,
ríos como torrentes, manantiales,
horizontes donde la niebla habita,
paisajes metalúrgicos y bosques,
ciudades, vientos, cordilleras,
blancas constelaciones.
Camino con mi padre.
Me nombra a las palomas,
pájaros migratorios,
aguanieves que rozan las praderas,
alcaudones de viento,
golondrinas, gorriones, avefrías.
Y todo  pasa y llega de su mano,
y a mi infancia regresa
el calor confortable de su sangre

Cuando llegan los días de septiembre,
láminas del otoño,
las madrugadas frías y estrelladas
detienen sus palabras.
Pero es sólo un instante
de sangre y de fusiles
porque mi padre vuelve del silencio
y pasea conmigo
el callado silencio de las calles,
y los campos sembrados
y las constelaciones,
y su voz de madera me acompaña, me mira cómo crezco.
Todo el mundo conoce
 que heredé de mi padre una bandera.

(De Umbrales de otoño, 2013)





GABO

Cruzan los teletipos los océanos azules;
ha muerto Gabo dicen, como si fuera un cuento,
allá en Colombia habita el buitre que cantaba
esa mala noticia que nos deja tan huérfanos.
El eco lo repite: ha muerto Gabo,
y un profundo dolor deja en los ojos lágrimas.
Macondo está de luto, con sus callejas lóbregas
y sus hombres alzados sobre el polvo del tiempo.

Cien años de soledad  son pocos
los que nos deja el hombre
que levantó una patria con nombre de Macondo,
habitada por hombres y por mujeres tristes
tan solos en un mundo ajeno a la aventura.

Sólo queda en Colombia un rincón ignorado,
Macondo se llamaba y Macondo se llama,
algún aventurero buscará con presteza,
aquellos peces de oro de Aureliano Buendía.

(De El corazón de la gacela, 2015)





ESCRIBIRÉ UNA CARTA PARA CINCO

Cuando surja la luz de primavera,
y las rosas dibujen sonrisas de colores,
escribiré una carta para cinco muchachos,
contándoles lo mucho que gané con la vida.

Escribiré desde una nube blanca,
con una tinta azul que no la borre el tiempo,
porque no volveré a pisar las arcillas,
ni la dura tristeza del asfalto.

Contaré que mi vida
fue una historia muy larga,
con mapas y lecciones
en un palacio antiguo,
el fragor de los trenes
hacia el país del trigo,
la lluvia sobre el mar
y las arenas suaves.
El Cantábrico allí,
tan lejos de Granada.

Después vinieron ellos,
esos cinco muchachos,
y los días pasaron 
con nanas y con besos,
con los ojos dormidos
en cuna almidonada.

Mi corazón estuvo
siempre en guardia con ellos
Y ahora que ya han crecido
y conocen los mundos de las hierbas
los nombres de los pájaros,
la música del mundo,
los placeres del libro,
creo que ya he cumplido
mi misión en la tierra.

Escribiré una carta para cinco
cuando la primavera arribe
y me inunde la casa de amarillos.

(De El corazón de la gacela, 2015)





CUANDO ME VAYA

Dejaré un silencio en el recuerdo,
sonidos de una voz que fue muy joven,
y un aroma de sándalo y cipreses
para que no me olvides.

Y ahora, cuando el sol desaparece
con la promesa de una noche clara,
las estrellas se esconden
y están muertas de tanta nívea luz.

Dejaré abierta la ventana.
Un gorrión divulgará mi huída,
y un frescor de mañana
anunciará mi marcha,
con trémula voz para llamarte.

Cuando me vaya
perderé  las praderas,
los bosques encendidos de noviembre,
el verde del jardín en primavera,
la tenue luz de los planetas,
la sonrisa de un niño,
el calor de un amigo,

lágrimas de dolor por los caminos
que transité tan alta,
la caricia de un perro
que dio fuego a mis manos.

Cuando me vaya 
habré perdido tantas cosas,
que creceré en trigal
por no morirme.

(Inédito)



Selección de Remedios Sánchez 











Umbrales de otoño (Hiperión, 2013), es por ahora su última obra.



                                            Vivirás en mi verso cuando la luz se acabe,
                                            por eso yo te canto germinal y sencillo,
                                            descubriéndote el alma cuando el cielo está quieto
                                            y el silencio se puebla de planetas sin nombre.




Umbrales de otoño, de Mariluz Escribano

por José Sarria Cuevas 

La autora hace funcionar la memoria como método, como motor del libro. Y es, precisamente, este milagro el que se experimenta al leer los poemas de Umbrales de otoño, en donde la poeta hace de su historia testimonio plenamente estético, perdurable y universal. Escribía Rilke en sus Apuntes de Malte Laurids Brigge que:

“para escribir un solo verso es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales… es necesario pensar en caminos de regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas… es necesario tener RECUERDOS de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, de gritos de parturientas, y de leves, blancas, durmientes paridas, que se cierran. Es necesario aún haber estado al lado de los moribundos, haber permanecido sentado junto a los muertos, en la habitación con la ventana abierta y los ruidos que vienen a golpes. Y tampoco basta con tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues, los recuerdos mismos, no son aún esto. Hasta que se convierten en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se eleve la primera palabra de un verso”.

Y este es el caso, pues en el poemario de Escribano todos los recuerdos, la experiencia vivida, el acontecer del pasado, se engarzan como un magma lírico para constituir al poema, desde la memoria universalizada, no como un fragmento de la vida de la autora, sino como una realidad transfigurada. La historia no es un simple acta notarial de la vida de la escritora, ni una crónica o una autobiografía, sino una realidad transubstanciada por el recurso de la memoria, de donde van emergiendo recuerdos, imágenes, experiencias, la voz de la emisora de Paris, justo a  las diez de la noche (p.37), una niña dorada de ojos de agua (p.45), el luto por Federico (p.53), el padre del que todos decían que heredó una bandera (p.49) y Granada, siempre las calles de Granada (p.54). Ese talento en contar las experiencias se hace milagro poético en el instante en que la autora logra universalizar a los personajes y convertirlos en nosotros mismos, hacer posible que nos identifiquemos con ellos de tal manera que nos llevan, también, a nuestros recuerdos, y nos sanan, y nos redimen, y nos salvan. Este es uno de los grandes logros del poemario de la autora granadina: la identificación inmediata del lector con el texto, gracias a ese proceso de universalización, imprescindible en la labor del poeta, que le faculta para hacer de lo particular lo general, tal y como lo ha expresado con precisión Antonio Enrique: “el testimonio -del poeta- elevado a categoría de símbolo plenamente estético, perdurable y universal, pues el poeta es quien, más que mira, ve y, más que ver, elabora lo que mira“.

En el aspecto puramente formal destaca en la escritura de Escribano la perfección del ritmo endecasílabo (poema “Carmen de los Mártires” y otros tantos versos) y la profusión de versos alejandrinos (como los poemas “A veces digo agua”, “Tus manos son dos fuentes”, “Nuestra historia”, “Tanto otoño” o “Vivirás en mi verso”). La armoniosa cadencia con que está escrito el poemario me hace recordar el suave rumor musical de las aguas que corren por los canales de la Alhambra. Esa templanza rítmica confiere al texto la eufonía necesaria para acompañar a la voz poética. Voz que se sustenta sobre un lenguaje claro, preciso, entendible y directo. Decía Pound que el poeta no puede escribir algo que no sea capaz de decir en una conversación. Este es el caso de Escribano, en quien precisión y claridad se dan la mano, haciendo alarde de un tono asequible, incluso casi coloquial, con capacidad de establecer un discurso poético de gran calado, de inmensa profundidad, absolutamente sensible.

Dividido en dos partes, de diecisiete y dieciocho poemas respectivamente cada una, el libro supondrá un espacio reflexivo donde el lector va a encontrar una poesía precisa, con una arquitectura sólida, elaborada a base de un lenguaje limpio y muy cuidado. Escribano establece un campo semántico continuo a lo largo de todo el poemario (otoño, lluvia, tarde, soledad, silencio, tristeza, etc.) para crear o recrear el mundo o espacio poético desde el que proyectar, con una equilibrada serenidad, un lugar reflexivo en donde hacer presente la memoria. Escribía Jaroslav Seifert que “recordar es la única manera de detener el tiempo”, y es este es el mecanismo empleado por nuestra autora para anular el conjuro del destino y hacer posible el prodigio de devolverle su madre a aquella niña que la observaba trabajar 

“entre papeles, / 
libros, lapiceros y bordados” 

o a su padre cuyos 

“ojos, ya estrellados y dormidos, / 
olvidaron las últimas / 
heridas de la pólvora en el aire” 

o a otros personajes, reales o ficticios, que conforman su universo lírico.

Pero nos perderíamos en forrajes que ocultan la hermosa visión que existe detrás de la maleza y nos extraviaríamos en extensas disecciones meramente colaterales si solo detuviésemos nuestra atención en lo puramente formal, que siendo fundamental en este texto no es, sin embargo, lo esencial. Hablaríamos de laberínticos conceptos y obviaríamos aquello que decía Wilde: “el hombre no ve las cosas hasta que ve su belleza”. Mariluz Escribano ha encontrado la belleza, la ha descubierto en el color ocre de la memoria de otoño y ha comenzado a hablarnos de ella: “Mi mano está escribiendo el color del recuerdo”. Esta es la esencia de Umbrales de otoño.





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