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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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PABLO LORENTE MUÑOZ [17.714]

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PABLO LORENTE MUÑOZ 

(España, Aragón, Zaragoza, 1979) es Licenciado en Filología Hispánica, Filología Francesa y Diploma de Estudios Avanzados en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Trabaja como profesor de Lengua Castellana y Literatura en la Enseñanza Secundaria. 

En el ámbito de la poesía ha publicado los libros Informativos Tele Nada (Fundación Cultural Bajo Martín-Comuniter, 2013), En tierra de nadie (Sabara Editorial, 2014) y su obra se ha recogido en las obras colectivas Ocultación transitoria (Rolde de Estudios Aragoneses, 2008) y Haciendo amigos (Eclipsados, 2013). 

En el campo de la prosa, es autor del libro Relatos desde ninguna parte (Eclipsados, Zaragoza, 2010), Espejismos de la muerte (Certeza, Zaragoza, 2015) y ha participado en obras colectivas, como El viento dormido (Eclipsados, Zaragoza, 2006). 

Como investigador y curioso es autor del manual Ser profesor de Lengua castellana y Literatura. Didáctica de la Lengua y la Literatura (Editorial Académica Española, 2012) y del ensayo Series de televisión y Literatura. El poder de la ficción (Comuniter, Zaragoza, 2015).  

Colabora habitualmente como crítico literario en diversos medios como es_Cultura, www.revistanarrativas.com o la revista Crisis. Es columnista en el periódico www.bajoaragondigital.com.

Ha sido ganador del concurso de relato breve #Maestrazgocreativo; finalista en el Concurso de Relatos Cortos Luis del Val, finalista del II Concurso Javier Tomeo, accésit del Concurso de Relato Breve San Isidoro de la Universidad de Zaragoza, 4º premio en el concurso www.turismodevino.com y relato seleccionado en el Concurso Internacional de Relato Torrelongares.






Del libro: En tierra de nadie, Sabara editorial (ebook), Zaragoza, 2014.



TERRENO DESESPERANZA

De sus lágrimas de pez
descendía la profundidad del océano,
el frío de los icebergs
y la imposibilidad del perdón.
De su incapacidad de sirena alada,
colgaban algas que descendían
en lugar de cuerdas vocales,
hilos de nácar en su interior.
Su esqueleto convertido
en ramas de sauce derretido,
del color de muerte de grafiosis.
Sus palabras perdidas, ora en perlas,
ora en corales azul infinito,
en palabras sin receptor y sin sonido.
En sus lágrimas de pez,
se leía la incapacidad,
la impotencia
y la frustración negro primavera.
A cada lágrima,
un resquicio desesperanza,
a cada paso,
un anclaje más en el limo del río,
así era su tristeza.



LA FUERZA DEL AMOR

Se dice, se cuenta, se rumorea
que María Leticia Ramolino
besaba todas las noches a su hijo,
Napoleón Bonaparte,
y la furia de su estrategia
no conoció más que el confín del frío.
Se dice que Klara Pölzl arropaba cada noche
a todos sus niños, Adolf Hitler entre ellos,
el mayor creador de imágenes de la Historia,
no las olvidaremos por los siglos de los siglos.
Se cuenta que fue tiernamente criado
en palacio con mimos infinitos,
Vlad III de Valaquia,
durante años y mientras tuvo fuerzas,
bosques kilométricos de empalados
se alzaban en el horizonte.
Se rumorea que el niño soldado
con ojos de selvas impenetrables
y matanzas propias y ajenas,
tras plantar un bosque de minas,
recuerda todavía las caricias paternas,
mientras limpia su AK-47.
Cuánta fuerza el amor.



A Iñaki Ochoa de Olza, Francisco Salgado
Rivera, Antonio Galea Gordillo, José María de
Miguel Renedo, Miriam García Pascual,
Leandro Arbedo, Xavier Ormazábal, Rafael
Guillén, Pablo de Miguel Renedo, Guillermo
Mateo Yeste, Antonio Miranda, Atxo Apellániz,
Félix Iñurrategui, Javier Iturriaga, Manuel
Álvarez, Javier Escartín, Lorenzo Ortiz, Javier
Olivar, Pepe Garcés y tantos otros que murieron
en las alturas mientras intentaban resolver todo
este desbarajuste.

“He visto los mejores cerebros de mi generación
destruidos
por la locura, famélicos, histéricos, desnudos”.
Allen Ginsberg

YO HE VISTO

Yo he visto,
salir humo de los campos,
lluvia de cenizas blancas sobre campos
negros,
mientras todo el mundo miraba hacia otro
lado,
donde el dolor gritaba sin saber lo que le
esperaba.
He visto que la luz todopoderosa
de la bomba nuclear, sólo ha servido
para llenar los arsenales de todo el mundo
y gastar más y más de nuestra frustración,
en prepararnos a conciencia para destruirnos.
He visto caer bombas de todo tipo sobre
Sarajevo,
y los efectos en los hospitales, en los
mercados,
en las almas que intentaban salir de su cuerpo
y correr en busca de refugio con suerte
dispar.
He visto destruido el compromiso, destruido el
honor y olvidada la palabra.
He visto una ocupación tras otra,
a los tanques de juguete disparar, destruir,
atropellar,
y la leve resistencia de un alma armada con
nada
y por ello, temiblemente poderosa.
He visto tratados de paz
olvidados antes incluso de firmarse,
como si la foto trajeada de rigor,
pudiera devolver a los hijos la sangre a su
morada,
las lágrimas a los ojos
y detener los ríos rojos con banda sonora de
kalashnikov.
He visto a miles de niños morir de
hambre,
mientras los mayores apostaban sus pieles en
los mercados,
mientras sus gobernantes robaban a manos
llenas
para llenar la cueva de Alí Baba,
y no ser nunca cogido con las manos vacías.
He visto fabricar más y mejores
perfectas herramientas del olvido,
en forma de pastillas, de polvos blancos o
supuestas medicinas,
para facilitar la labor, para hacerlo todo aún
más fácil
y seguir ajeno a toda la existencia del
fracaso.
He visto destruido el compromiso, destruido el
honor y olvidada la palabra.
He visto un asesinato, uno más,
un tiro en la nuca, un fusilamiento
sumarísimo,
un degüello sin gloria y con pena,
un coche bomba hacer añicos una vez más la
esperanza.
Una y otra vez, he visto
a los mejores cerebros de mi generación
fracasar,
una y otra vez,
y levantarse tantas veces como hiciera falta,
cada vez con un golpe en la frente y una
cicatriz en el alma.
He visto a mi pueblo convertido en
hordas de almas en pena,
ilusionados con unas zapatillas,
una televisión gigante o un móvil de última
generación,
buscando elementos que los dignificaran entre
tanto caos,
y equivocándose al desdeñar el caos y no
nombrarlo.
He visto destruido el compromiso, destruido el
honor y olvidada la palabra.
He visto a la mujer más bella del mundo,
envejecida, ajada y desolada por el fracaso,
pensando en sus ancestros, y en sus fracasos
y como tantas otras veces y otras tantas
causas,
no ha importado nada.
He visto, al fin, el final de la luz y la era
sin energía,
iluminada tan sólo por la esperanza de la
palabra.



TRIUNFO DEL SISTEMA

No robas, no te drogas o sólo lo justo,
no engañas, no timas, no escatimas esfuerzo.
De niño: “tienes que estudiar”,
letanía de la obligación de otros tiempos,
“tienes que sacar buenas notas”, “tienes que…”.
De joven: “tienes que estudiar para ser algo en la
vida”,
“tienes que hablar inglés”, “tienes que…”
letanía del si no, si no… NO…
De niño y de joven,
materias como oraciones en el huerto,
tantas y tantas que han llenado
estantes cuadernos carpetas hojas cajones cajas
baúles desvanes sótanos con rótulos que rezan
impertinencias como sociales, mates, física,
química, lengua, latín, historia, geografía…
De mayor y solo en teoría no tienes que estudiar,
hay que pagar los infinitos impuestos de la Renta
de matriculación de circulación de la vivienda de
basuras de…
y entre uno y otro ya no tienes que estudiar.
Como mucho tienes que hacer cursos y cursillos y
asistir a charlas
y, por supuesto, pagar hipoteca letras préstamos
facturas vacaciones coches colegios y hasta
las putas actividades extraescolares de los
niños que los han metido ahora y para
siempre en nuestra rueda.
Eres un éxito del sistema
¿y qué?









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TIRSO MEDRANO [17.715] Poeta de República Dominicana

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Tirso Medrano

Elpidio Tilso Medrano Bautista (Tirso Medrano), 16 de febrero de 1953, Santo Domingo, República Dominicana. EN 1996 Publica VIVENCIAS COTIDIANAS AFROAMERICANAS, convirtiéndose en uno de los máximos exponentes de la poesía afro-hispano-americana. En  1998, graba un CD de spoken  Word bajo el nombre ESTAMPAS DOMINICANAS. En la actualidad se mantiene escribiendo y dando recitales de poesía a lo largo y ancho del Caribe. Sus poemas se encuentran en antologías, revistas entre otros medios físicos digital.



RETROSPECTIVA DE  MI INFANCIA

Yo nací desde antes de nacer. 
En el grito de los niños 
sin pan y sin abrigo.
Yo nací después de haber nacido,
con los ojos matutinos
 y el color de la sombra.
El sabor de la tierra 
mojada me dio su aliento.
El llanto a los muertos, 
su nostalgia sublime. 
El renacuajo se miró 
en mi perfil imberbe.
Acarició mi regazo 
la estación de primavera.
Una partera misteriosa 
violó mi sueño de maciza
 madeja purpúrea. 
Un enjambre de mariposas celestiales,
me llenó de trinos silenciosos.
Un coro de aves verticales, 
me despertaron con salves
 húmedas y salobres. 
Con sus picos plásticos 
de núbiles alegrías,
me empaparon de  sonidos transparentes. 

Yo nací cuando el inicuo melómano,
se había adueñado de la vida,
de las fases de la luna,
 de la libertad de los hombres 
 y del donaire de la muerte. 
Yo nací a mitad 
de un siglo de horrores.
En  un presídium, 
en una isla prisionera 
de una grotesca dictadura.
En un paraje verde y cimarrón.
Lleno de cuajadas esperanzas y amarguras.
Llamado San Miguel de Manoguayabo.

Era un largo y curvo camino sigiloso, 
estrecho, calichoso, accidentado y triste.
Con las almas anquilosadas en sus raíces. 

A la entrada una rigola 
ebria de tilapias, lilas 
y flor de lotos.
Luego una mina de caliche 
presagiando el desierto.
Como si les sacaran oro a la tierra,
llena de incurables cicatrices. 
A cien metros un bohío 
en una curva empinada.
Prieto Guante, como un vigía, 
saludaba las llegadas de los transeúntes. 

Pequeños charcos lampadarios
 bañaban el paisaje hasta perderse en la sombra.
Mi madre tenía fresca la edad
cuando me encubó en su nido purpurino. 
En gestación yo alzaba los brazos como follajes. 

Heredero soy de una mezcla
 racial indescriptible. 
Mi madre con sus labios
 de girasoles y panderos,
me bordaba de besos.

 Cuando las ubres se agotaron,
mi madre salió en busca de pan y abrigo.
Mi abuela me acogió 
en su gigante pecho de mimbre.
Y a fuerza de tisanas, y sofritos
 me le arrebató a la muerte primera. 

Yo era dueño de todos 
los azules del cielo.
De los verdores que goteaban 
de las palmeras.
De los cerdos y los corrales;
De los postreros y los conucos…
 Yo era dueño de todo.
Sin saber que nada era mío.

Un día desperté encuestándolo todo.
Preguntando el porqué de las cosas.
Comprendí lleno de furias vaporosas,
que todo este campo bañado de verde lumbre,
era un receptáculo de almas prisioneras. 



YO MISMO

Yo  Lemba, en el centro del fuego.
En el comercio de América,
activando la cosecha. 
Yo Mgombe, en los palenques antillanos. 
Yo hermano de Makandal y Boukman   
Un antílope me exhibe en el circo
 con modales en francés.
Yo en África rey del Congo.
Yo en Norteamérica, dueño del Mississippi.
Todo el tiempo me chupan el alma.
Me beben de boca en boca. 
Me detienen el diamante del pecho.
Con una cruz de fuego me abrasan.
Un misántropo europeo sigue mi sombra. 



BAILARINA MULATA

Un misterio marrón
 surtido de lumbres.
Ungüentos de trasnochados tecnócratas.
Viajeros nocturnales introvertidos,
de siderales indumentarias niqueladas.

Insustanciales anaqueles
 de usureras compraventas.
Tanga de epidermis 
sepultureras de avispadas vulvas. 
Bizcochos de chocolates 
saltando por las luces.

Un olor vegetal clavado
 en los senos ojivales.
Regias piernas 
de renacimiento puro.
Flechas en contorsiones de magia. 
Sentidas melopeas
 triviales de zambas.
Escenarios de avispadas
 percusiones instintivas.
Boca de charol y papeletas 
donde baja y sube la pasión,
de un hotel de paso a un escaño…
para recrear el ocio burocrático.
Ansias enjuagadas de cocteles.

Toda una erupción ensimismada,
de sábanas planchadas entre comillas, 
donde la respiración puede más que la vista,
para descubrir el obstinado alpinista.

Un juego dicotómico 
de glúteos atomizados
por las contorsiones eléctricas. 
Un rayo láser va dirigiendo el péndulo
que mece el futuro de las canciones.  

La bailarina se desgrana 
como una cerveza rota.
Sillas veloces se aproximan,
mesas y botellas rompen 
en aplausos y los vasos vacíos
 de hielo sangran de alcohol. 



CARTA A UNA TÍA

Señora Gracita Pérez, distinguida tía.
Te escribo estas dos líneas con todas mis buenas fes,
Para decirte que mamá espera un niño este mes. 
Con ese serán catorce y no se quiere convencer.
Ella no cree en curetaje, ni en eso de operación.
Ni en un programa radial de la planificación. 
Papá todavía está preso, por culpa del hombre aquel?...
Ya los han jugado tres veces y no nos lo dejan ver.
Tuvimos que vender el rancho, que teníamos en Cristo Rey;
Porque la piña esta agria, ya no aparece que hacer. 
Botan  del trabajo a Pedro, porque donde él trabajaba.
Formaron un sindicato y se lo pegaron a él. 
Francisco dejo los estudios, se ha tenido que esconder;
Porque hay un peje gordo que se lo quiere lamber.
Desde que ingreso a la izquierda, lo sigue siempre un calié.
Tío Carmelo, dejo a Gloria, eso iba a suceder;
¡Tanto que se lo advertiste y no lo quería creer. 
Te manda a decir Ramona, que  le diga a Rafael,
Que le da plazo hasta septiembre;
Porque se encontró en el  Conde, un viejo de los países,
Que todos los dices en ingles y aunque ella no lo entiende,
Por los dólares  puede ser….
Te manda a decir la Melliza, que este año la vela no se vas hacer,
Ni la fiesta de Candelo, ni la de San Rafael;
Porque los pesos no rinden, apenas  para comer. 
Y te cuento que la Bica, tuvo un hijo sin papá,
y la botan de su casa, trabaja en Gazcue, alquilá. 

La abuela le cuida el niño y dicen que es de Colá. 
De mi vida ni te cuento.
Mamá sigue como siempre dándome de novio a Andrés;
Pero a mí el que meda nota es un jevito llamado José,
que vive en la Marcos Adón y creo va a resolver. 
El vino de nueva york y trajo y trajo su chevrolet.  
Crucita la hija de Guancho, cayó presa otra vez. 
¿Dicen que los de narcóticos, le encontraron no se qué?…
Del barrio debo contarte que  todo anda al revés.
La luz se va todos los días y el agua nunca se ve.
Hay una de drogadicto que no quiera su saber. 
Han hechos allanamientos y no los pueden detener. 
Yo creo que es la impunidad que tiene esto al revés. 
Ya no hay clubes sociales, ni sociedades;
Sino Clubes nocturnos y moteles,
discotecas y cabarés. 
Y unos centros cerveceros que para que le cuento a usted.
han crecidos las bancas días y noches; 
noches y días  loterías, lotos, bingos y pale.
Los políticos corruptos y el pueblo perdió la fe.
El SIDA, este año entro duro, ya se ha llevado veintitrés. 
 Gracita, te espero pronto y que este año te vaya bien;
Y trae dólares cuando venga y mucha ropa también,
Te escribe tu sobrinita Juanita Pérez Dotel. 



REENCUENTRO

Soy mis padres y mis abuelos juntos.
Astillas que en el dolor se hizo eterna.
Zumo que fertiliza mi genealogía,
de líneas abismales y geométricas. 

Llevo entre la leche de mis mocedades,
una  infancia agujereada de oprobios.
El ayer  me  ancla en  estos puertos.
Vivo entre las raíces de los fósiles,
nutriéndome de fangos zodiacales.
Paso invisible por los festines de oropeles.
Las presencias imperiales  me asustan,
con sus intríngulis de horrorosos escarpelos. 
Junglas nutrientes me detienen,
agua de potentes ríos me hacen agua.
Solo ambiciono los Océanos,
donde todas mis pesadillas 
se convierten en ciclones.
Aquí  hasta los amaneceres 
tienen dueños.
Solo estoy libre dentro de mis padres 
y mis abuelos haciendo montoneras. 



SOY  LIBRE

Soy libre grité un día azul.
Con el color del hambre en mis mejillas.
Nadie salió a felicitarme.
En todas partes el obrero es sangre de los buitres.
Vidas empobrecidas, cuerpos envejecidos,
en las construcciones de los palacetes. 
En las fábricas creando oropeles, fachadas,
para los halcones y las águilas.
Creando las herencias de los gusanos.
Me han usado en las huelgas, 
en las independencias,
en las revoluciones…
usado, usado, usado!
¡Soy libre! ¡Soy libre! 
¡Soy libre en un cuerpo encadenado
con grilletes invisibles!... 



DIOS

Dios es vida que fluye sin control como la risa del mar. 
Es el universo sincrético, luminoso, unísono.
Todo lo santifica con su solemne creación. 
Dios es Yavhé, Jehová, Osiris, Júpiter, 
Brahama, Eloín en el corazón de lo infinito. 
Es Brahma, Buda, Cristo, Krisna, Mahoma.
Es el verbo de los  ancestros.
Desde el principio es diluvio de energía vital.
Arquitecto de los invisibles mundos.
De los que atreves de los siglos se aproximan.
De los trillones de galaxias congeladas, 
De los mundos paralelos.
Perceptible en la escalera vaporosa
 que une la tierra con la luna.
Dios es  arcoíris de luces en la noche,
de los sistemas planetarios caminantes.
En cada plano con sus dédalos de espumas
 creas los micros y macros sistemas interminables. 
Las aleaciones de los genes,
Las disparidades de las especies,
Las ovulaciones de los átomos. 
Dios es sinfonía en movimiento.
Sus ojos son fuegos divinos de prolongables luces,
Impenetrables y silenciosos.
Dime constructor de los volcanes porque la grandeza del Misti,
Que en su profundidad nublada caben todas las rocas de los Andes Peruano. 
Creaste el océano pacifico  el rey de los océanos de la tierra. 
Diseñaste el desierto inagotable de Sahara,
Donde las huellas de las civilizaciones se agigantan. 
Creador de los ríos Nilo, Amazona y Mississippi, viajeros serpentinos 
por donde navegan perpetuamente las aguas de los cielos. 
Allí los imperios han dejados sus prolongadas muertes. 

Creaste la sublime altitud del Himalaya 
donde el portentoso pico Éverest, Sueña erguido.
Hiciste Señor el mar Caspio.
Colosal estructura hidrográfica 
donde todos los lagos del mundo caben juntos. 
Creaste en Venezuela el Salto Ángel cuya altura parece buscar la luna. 
Oh, ingeniero unísono!
 Explícame  porque tan estrecho el estrecho de Dardanelos,
que al unir el mar de Mármara con el Egeo un obelisco horizontal parece.
Donde sacaste las actividades del volcán Kilauea, 
Cuyo torrentes de lavas iluminan las noches de Hawái.
Dios de la luna y de la tierra, padre del  cosmos en movimiento.
En que asteroides te inspiraste para modelar el archipiélago de las Antillas.
Verdes  rocas ancladas en  el mar Caribe, 
Pasteles de tiburones y huracanes,
Pobladas de seres vermiformes y crustáceos trilobulados. ,
Moluscos gasterópodos y anfineuros  caverniformes.  

En  Canadá creaste el cráter Chubb Meteor
 donde cabe el ojo de una estrella.
En  Chile el desierto de Atacama  donde nunca crece el oasis.
En Arizona el desfiladero más largo de la tierra 
donde caben todos los seres comprimidos.
Dios de las aldeas, que encendiste el fuego en las cavernas. 
Dios de Israel,
Dios de Jesús,
Dios  de Mahoma,
Dios de los vedas.
Dios de Egipto, 
de Roma, de Grecia.
Saturno o Cronos,
Apolo o Febo,
Ecué o Changó.
Todos grandes y viejos, misteriosos y eternos son tu mismo.

La panacea de los arcontes, sembraron en los genes de los nordestales las odiseas, las guerras, el miedo, las religiones. 
Las odiseas, las guerras, el miedo, las religiones, 
han seguido al homosapiens y al homo dei,
 como un juego de los dioses tutelares.

¡Yo creo en Dios!
En el que destronó todos los alatares de los dioses.
El que les quito la fragancia 
y los misterios a los oráculos y las pitonisas. 
Yo seguiré viajando contigo por esos chacras,
Que no tienen edad, ni cerebro, ni sexo.
Por los frescos espacios siderales,
Donde las almas simples y los demonios no andan. 



ABUELA

Abuela, contigo crece y se sepulta la genealogía,
herencia vital de esta caricatura de manos agrarias. 
Grieta de carne y caliche, 
Jirones de bueyes y caminos.
Abuela, mamón maduro y guayaba.
Contigo se fue el folklórico San Miguel
de Manoguayabo. 
Con sus orgullosos fogones de miserias,
Y las cruces vigilantes del  bohío.
Donde las tinajas y las jumeadoras,
tenían absoluta preferencia.
Solo un cementerio flota en el  tiempo,
de humores estercoleros y gentiles. 
En cada cerca asesinaron el conuco,
Con aire de mecánico artefactos.
Ya se le cayeron los ojos a la cañada 
Guajimia donde tu niñez se llenaba de frio.
Abuela Blanca, más de alma que de apodo.
El paraje San Miguel, se fue contigo.
Hoy luce triste, delirante, 
llenos de invasores moribundos.
Nómadas  depredadores. 
Sembradores de desenfrenadas civilizaciones.
Ya San Miguel, Pueblo Chico, El Caliche, La Placeta,
Están sepultados con sus regueretes de sinceridad 
en el vientre sideral de mi abuela. 



ESTA MONTA

¡Está montá, esta montá!
Échenle mano señores,
que esa negra no se ajuma
y dicen que está montá.
¡Silencio! ¡Silencio!...
Que se acerca la guardia
Y ella ha dicho la verdad. 
¡Solo por nuestra miseria, 
se nos explota sin piedad.
La  sangre corre en la zafra,
trapiche que se nos va.
Verde población de azúcar,
que corren hacia la mar.
Sudores, sangres y abusos,
en grande barcos se van!..-
¡Ay!.... ¡Ay! 
Está montá, está montá.
Déjenla quieta señores,
esa negra no se ajuma,
tampoco tiene un Luá,
esa negra está diciendo 
una pura realidad. 



TRAGEDIA TRIBIAL

Nació en la Doctor Betances,
allí la vieron crecer. 
Era una india trigueña,
cabello color de piel.
Vestido chemí morado,
de seda un cien por cien.
Cuerpo a guitarreado,
sus ojos color de miel. 
Sus labios carnosos y tiernos,
como gladiolo o clavel.
Sus senos redondo y duro,
como punta de alfiler. 
Bajaron del “Saratoga,”
hacia la “Barra Gardel”.
Eusebio Manzueta arriba,
hacia un viejo burdel. 
Cigarrillos  y cervezas,
relámpagos  y nublazón.

Celos, sudores, lujuria.
Bachata, bolero y son. 
Piquín desnudo a Mercedes,
la vellonera calló.
En su cuerpo de luceros,
solo un reguardo brilló.
Piquín salió de su cuero,
nadie a Piquín lo gritó.
Mercedes se hizo un rio,
la noche se la  bebió. 








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TIRSO DE IRURETA GOYENA [17.716] Poeta de Filipinas

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Tirso de Irureta Goyena (con su chófer japónes). Foto cortesía del fotógrafo Alex Waterhouse-Hayward, nieto del Sr. Goyena.



TIRSO DE IRURETA GOYENA 

Poeta. Filipinas.
Español su abolengo. Hijo de don Ramón, teniente coronel de Ingenieros de nuestro ejército, ya difunto, y hermano de un actual comandante de caballería. Perdió Tirso la nacionalidad de la progenie para ejercer en Manila la abogacía. Fué nombrado Correspondiente de la Española y le sorprendió la muerte (1918) cuando trataba de organizar una Academia, corresponsal de la citada, en la capital del Archipiélago.



RECUERDOS

I

Cae la inmensa cascada
en numerosos raudales
cual los niveos cendales
de una vírgen desposada.
Y aquella masa agitada
de cortinas espumosas
que se pierden rumorosas
en el fondo del abismo,
semejan el eco mismo
de una conciencia irritada.


II

El ambiente, saturado
de mil líquidos vapores,
llena de frescos olores
aquel lugar retirado.
Y así el tajo fabricado
por térreas convulsiones,
irisado por millones
de rayos de un sol que baña,
figura enorme champaña
que chispea desbordado.


III

Junto a los trozos de roca
cubiertos por verde hiedra,
formando dique de piedra
al agua que se desboca,
se oye un rumor que entrechoca
con multitud de sonidos;
notas de risas, gemidos,
sollozos e imprecaciones
y acentuadas inflexiones
de besos de boca a boca.


IV

Ante el murmullo constante
de rápidos surtidores,
que descienden bullidores
en un caer incesante,
hace sentir palpitante
mi corazón sus latidos,
y cien recuerdos queridos.
Cual procesión ilusoria,
desfilan por mi memoria
con marchar avasallante.


V

Siente el alma, dolorida
por fiebre que la consume,
sutil y vago perfume,
que al descanso la convida;
y al quedar adormecida
por el agua saltadora,
que susurra arrulladora,
dejos de ardientes caricias,
sueña con locas delicias
de las que alegran la vida.


VI

Hay en el agua una nota
de tonos arrulladores,
cual si pregonase amores
el líquido que borbota;
y por la atmósfera flota
una humedad impalpable,
cuyo vaho imponderable
exhala en sus blandos giros
los sofocados suspiros
de la cavidad ignota.


VII

Bajo el azulado velo
del sereno firmamento
en aquel feliz momento
de olvido y de loco anhelo,
quisiera emprender el vuelo
hacia recuerdos hermosos,
que brillan esplendorosos
en medio de mis dolores
y ofrecen consoladores
las dulzuras de mi cielo.


VIII

Las matas y los abrojos
se agitan al roce leve
de la brisa blanda y breve
que acaricia sin sonrojos;
y entre los verdes despojos
del fondo de la llanura,
creo entrever la figura
de alguna imagen querida
que me mira enternecida
con sus adorados ojos.


IX

Mas, al despertar ligero
de las dichas de mi sueño,
y abandonar el beleño
de aquel cuadro lisonjero;
sólo escucho el lastimero
movimiento de las aguas
y el ruido de las piraguas
que surcan río cercano,
perdiéndose por el llano
a impulsos de hábil remero.


X

Dije mal; no se ha perdido
la impresión de mi memoria.
Y en la accidentada historia
de lo poco que he vivido,
evocaré enternecido
los gentiles surtidores
que, blandos y arrulladores
cual la brisa del desierto,
me hacían soñar despierto
con mi recuerdo querido.



TRÍPTICO
DIVINA VOZ

Es tu voz cuando cantas dulce fuente,
arroyo fresco que en la selva umbría
el himno de cristal de su corriente
va entonando en suave melodía.

Escuchándote, el alma se extasía,
brilla luz de ideales en mi mente
y calma de tus notas la armonía
la fiebre abrasadora de mi frente.

Ahora que triste, enfermo y abrumado
por desengaños, descansar quisiera
en un rincón obscuro y olvidado,

Oyendo el eco de tu voz de diosa,
en el pecho sombrío la quimera
deja caer sus pétalos de rosa.



JUNTO AL ALTAR

La lucidez de mi amoroso anhelo
entrevé tu límpida mirada,
que a través de las sombras de tu velo
me hiere el corazón como una espada.

Marchando, silenciosa y recatada,
hacia el altar, con religioso celo,
pareces una virgen arrancada
de las alturas del divino cielo.

La nieve de tu frente se ilumina
cuando el ungido tu presencia acierta
y a darte el cuerpo de Jesús se inclina;

Mi adormecido corazón despierta,
y en tus hermosos ojos adivina
los mismos ojos de mi madre muerta.



ARDIENTE AMOR

No pudieron la ausencia ni el olvido,
ni el hielo de tu cruel indiferencia
arrancar para siempre esta dolencia
del fondo de mi pecho dolorido.

La pasión que me tiene enloquecido
me consume con honda persistencia,
y resurge con súbita violencia
ante el prodigio de tu sér querido.

Cual hadas misteriosas de un ensueño,
son la nieve y la rosa de tu encanto
que aumentan la porfía de mi empeño;

¡Oh amor inexplicable, bajo el manto
de las blancas cenizas de mi sueño
entona el himno de su ardiente canto!



HERMANOS ESPAÑOLES
(SONETO IMPROVISADO EN EL ACTO DE LA INAUGURACIÓN DE LA «CASA DE ESPAÑA»)

Hermanos españoles: un bardo de mi raza
ha cantado las glorias de vuestro hablar divino,
que es el sublime nexo que a todos nos enlaza
y hace un súbdito hispano de todo filipino.

Por eso, aunque designios fatales del destino
rompieron la cadena de amor que nos unía.
caballeros andantes por el mismo camino
marcharán juntas siempre vuestra patria y la mía.

Y así como en tres siglos de perenne memoria
vivieron bajo Hispania las filipinas greyes,
y escribimos unidos los fastos de la historia;

Aun las leyes de España se llaman nuestras leyes,
vuestra alma es la nuestra y es nuestra vuestra gloria,
Y es Miguel de Cervantes el rey de nuestros reyes.



El castellano, único idioma nacional

El abogado Tirso de Irureta Goyena vivió en una época cuando el idioma español era el idioma filipino predominante pero fue poco a poco de ser "devorado" por el idioma de los invasores estadounidenses: el inglés. Alarmado por el ataque, escribió varios artículos para defender el estado de la lengua española en Filipinas.

En este blogpost publico uno de sus artículos titulado "El Castellano, Único Idioma Nacional". Este artículo fue seleccionado de su libro POR EL IDIOMA Y LA CULTURA HISPANOS. Es una colección de ensayos suyos que fue publicada el 1917.

En "El Castellano, Único Idioma Nacional", Irureta Goyena argumenta por qué el español debe ser el único idioma nacional de las Filipinas.


EL CASTELLANO, ÚNICO IDIOMA NACIONAL

Por Tirso de Irureta Goyena

Algunos opinan, al parecer, por la dualidad de idiomas en nuestro país, sosteniendo que ambos á dos, el castellano y el inglés, pueden constituir á la vez los idiomas nacionales de Filipinas. El idioma castellano es el idioma de un pasado de tres siglos, el idioma de las tres primeras centurias de civilización europea en el país, el idioma de epopeya y de los patriotas de la época revolucionaria. El inglés es el idioma del presente, de la nueva nación dominadora fuerte y jovén, y es la lengua, al mismo tiempo, más difundida en el Extremo Oriente, con cuyos países sostendrá Filipinas en lo futuro sus más íntimas relaciones comerciales y políticas. Ambos deben, por consiguiente, conservarse; ambos deben ser, en fin, los idiomas nacionales de la futura república filipina.

Somos los primeros en sostener que no laboramos contra el idioma inglés. Somos partidarios, consiguientemente, de la convivencia amistosa en el país de ambos idiomas. Sostenemos que el inglés no solo debe conservarse, sino que su conocimiento debe seguir siendo objeto de difusión. Pero entendemos que el castellano, ha sido, es y deberá ser el único idioma nacional de Filipinas.

Es indudable que si los filipinos pudieran poseer ambos idiomas á la perfección, sería esto lo más ventajoso para sus intereses. Pero el poseer, dominándolos, dos idiomas á la vez, y dos idiomas de léxico tan rico y tan variado como el inglés y el castellano, es cosa imposible para un pueblo en general, para una colectividad compleja y numerosa, como es toda una sociedad nacional, como es en este caso el país filipino. El poseer á la perfección dos idiomas á la vez es privilegio reservado á ciertos y determinados indivíduos dotados de especiales aptitudes filológicas. Y si extremamos las cosas, notaremos que aún aquellas personas que pasan por conocedoras de dos idiomas diferentes, dominan más uno que otro, y que, salvo rarísimas excepciones de inteligencias muy privilegiadas, no obstante poseer dos idiomas, piensan y sienten en uno de ellos exclusivamente, realizando una traducción mental de sus ideas y pensamientos de un idioma á otro.

Y ese idioma en que piensen y sienten las personas poseedoras de dos idiomas distintos, será su verdadero idioma propio, y no aquel en que exprese sus ideas y sentimientos después de haberlos traducido en su interior del idioma que brotó espontáneamente de su corazón ó de su inteligencia. Y ese idioma en que se pinesa ó se siente, cuando se refiere á todo un pueblo, ó á una gran parte del mismo, es su verdadero idioma nacional. Y es indudable que infinidad de filipinos piensan y sienten en castellano, y piensan y sienten de tal manera en este idioma, que mejor expresan en él los estados diversos de su alma que en cualquiera de los idiomas nativos.

La mejor demostración de este aserto la tenemos en nuestro insigne Rizal. En medio de las penalidades y sufrimientos de una cárcel, teniendo de cara á la muerte y bajo la tremenda exaltación patriótica de sus últimos momentos gloriosos, cogió la pluma para entonar un canto de despedida á su patria, es decir, á su madre, á nuestra madre común, su adorada Filipinas, y aquel sublime corazón habló en emocionantes é inspiradísimas estrofas castellanas.

Pero se dirá: ¿no tiene Suiza tres idiomas nacionales? ¿no tienen dos Bélgica, el Canadá y la Confederación sud-africana? ¿Por qué no ha de poder tenerlos Filipinas? Y nosotros contestaremos diciendo que esto es no tener en cuenta en absoluto la forma y las circunstancias bajo las cuales Suiza, Bélgica, el Canadá y la Unión del África del Sur tienen varios idiomas nacionales.

En primer lugar, no existen en ninguno de esos países varios idiomas nacionales, sino que los que existen son varios idiomas oficiales, idiomas á los cuales se les ha dado carácter oficial, por ser los idiomas de nacionalidades distintas existentes dentro del mismo Estado. En la república de Suiza hay una mayoría de cantones alemanes, esto es, cantones de raza alemana, de costumbres alemanas y de idioma alemán, varios cantones franceses, ó sea, cantones de raza, costumbres é idioma francés; y un cantón de raza, costumbres é idioma italianos. No es, por consiguiente, que en Suiza todos los suizos hablen indistintamente los tres idiomas. Sino que hay suizos que poseen el alemán como único idioma nacional y lo utilizan exclusivamente, otros el francés, y otros el italiano. Claro está que esa proximidad y convivencia hace que muchos suizos alemanes hablen el francés, y muchos franceses alemanes el alemán. Pero lo hablan como uno cualquiera de nosotros hablaría el ruso ó el japonés, esto es, no como un idioma nacional, no como un idioma propio, sino como un idioma extraño adquirido por el estudio y por la práctica continuos.

Lo mismo ocurre en el Canadá. En el Canadá hay un Departamento ó Estado, el de Quebec, cuyos habitantes son, en su mayoría, descendientes de los antiguos colonos franceses, y que hablan consiguientemente el francés como idioma nacional. Y en los restantes Estados del Dominio, puede decirse que su mayoría están constituidos por colonos de raza inglesa, y que tienen, por lo tanto, al inglés por idioma propio. Más, como no podía evitarse que de hecho algunos colonos franceses fuesen á establecerse á Estados de raza inglesa, ni que colonos ingleses fuesen á vivir al Estado de Quebec, por no inferir agravio á ninguno de los dos, se han declarado á ambos idiomas, el francés y el inglés, idiomas oficiales. Pero no puede decirse que ambos á dos, y para todos los canadienses, sean el inglés y el francés los idiomas nacionales.

En Filipinas no ocurre esto. Hay una minoría de filipinos, descendientes e individuos de raza española que tienen al castellano naturalmente como idioma propio y casi por decir único. Hay algunas localidades donde filipinos indígenas, de pura raza nativa, como Cavite, San Roque, Caridad, Zamboanga, y aún muchos de los que en Manila y en otras capitales importantes viven, que no poseen asimismo otro idioma que el castellano más ó menos adulterado. Fuera de estos focos, que si son una excepción, lo son á favor del castellano, tenemos una gran masa de origen homogéneo, el malayo, y no dos ó tres nacionalidades distintas como ocurre en Suiza, Bélgica, Austria ó el Canadá.

No hay que pensar, por consiguiente, que la gran masa de filipinos tenga dos idiomas nacionales, porque no tienen todos ellos más que una tradición, unas costumbres y son de una misma raza. No existen aquí para los efectos del idioma dos nacionalidades distintas, una situada, por ejemplo, en Luzón y otra en Bisayas; y los mestizos americanos son una minoría microscópica, en muchos de cuyos descendientes, se ve el curioso fenómeno de adoptar el castellano ó alguno de los idiomas nativos, dejando por completo el idioma inglés.

Si todo esto es absolutamente cierto, no cabe duda que podrá haber filipinos que hablen los dos idiomas, el inglés y el castellano, pero en uno de ellos solamente pensarán y sentirán, y ese será su verdadero idioma nacional. Y en verdad, quizás existan excepciones individuales, pero de los dos idiomas, aquel en el cual piensan y sienten los filipinos es el idioma castellano. En él pronuncian sus discursos los políticos; en él impresionan y agitan los oradores á las masas populares y proletarias; en él brindan y se expansionan las sociedades de recreo; en él cantan los poetas; en él luchan los periodistas, y en él hablan y escriben los hombres de ciencia del país. Y si el caudal científico y literario de Filipinas, no es, cierta y afortunadamente de hoy, sino que data de ayer, es innegable que la mayor parte de las obras científicas y literarias, y la prensa filipina, son obra de unos pocos de la generación de ayer, y de unos muchos de la generación de hoy, de la generación nueva, que expontáneamente sigue pensando y sintiendo en castellano, que es y deberá ser, por consiguiente, no el único idioma, en absoluto, pero sí el único lenguaje nacional de todos los filipinos.

http://alasfilipinas.blogspot.com.es/2011/07/el-castellano-unico-idioma-nacional.html







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EMILIO JACINTO [17.717] Poeta de Filipinas

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Emilio Jacinto

(1875-1899).
Revolucionario y escritor filipino, nacido en Trozo (provincia de Laguna, Luzón) el 15 de diciembre de 1875 y fallecido en Majayjay (Laguna) el 16 de abril de 1899, conocido por el apelativo de "El Cerebro del Katipunan", que desde la sombra desempeñó una labor esencial en organización de este grupo independentista filipino.

Huérfano de padre a muy corta edad, Emilio Jacinto creció en medio de muchas privaciones pero pudo dedicarse a los estudios gracias al esfuerzo de su madre, Josefa Dizón, y la ayuda económica de un tío materno, José Dizón, que después también formaría parte del Katipunan. Después de obtener el bachillerato en artes en el prestigioso colegio San Juan de Letrán de Manila, se matriculó en la Universidad de Santo Tomás para estudiar Derecho. Concienciado de las injusticias del dominio colonial español, sin haber cumplido aún los veinte años decidió aparcar los estudios para unirse al Katipunan, cuyo líder Andrés Bonifacio estaba preparando una rebelión independentista.

Dentro de la sociedad secreta Jacinto adoptó el nombre de Pinkiang ('Inflamable') y debido a su inteligencia y valía enseguida fue nombrado secretario de la sociedad; desde este puesto se convirtió en la mano derecha de Bonifacio, encargándose de tareas sordas pero fundamentales como la logística, organización interna, espionaje o propaganda. Entre otros documentos, Jacinto redactó las primeras regulaciones y leyes internas del Katipunan, conocidas por el nombre de Kartilya; el juramento ritual de adhesión a la sociedad; o diversas disposiciones sobre fabricación de munición, distribución de pertrechos y armas, etc. Fue asimismo el fundador y editor del periódico Ang Kalayaan ('Libertad'), órgano oficial de la sociedad en el que firmaba sus artículos bajo el seudónimo de Dimas Ilaw. En el primer número (18 de enero de 1896) aparecieron sus dos artículos quizás más famosos: Manifiesto y A mis compatriotas. Aunque su faceta literaria no es muy conocida, escribió algunos poemas de carácter patriótico entre los que sobresale A la Patria (octubre de 1897), inspirado en El Último Adiós de José Rizal. Fue autor también de una serie de ensayos políticos y sociales (Liwanag at Dilim).

Durante la guerra contra España, Jacinto también mostró cualidades en el campo de batalla, protagonizando el audaz intento de rescate de Rizal en la Bahía de Manila. Herido gravemente en una pierna en el transcurso de un combate en Maimpis (Laguna), la leyenda cuenta que pudo salvarse al ser confundido con un espía al servicio de España. Una vez proclamada la República independiente en Malolos, puso sus servicios a disposición del nuevo régimen revolucionario. A su iniciativa se debió la fundación de la Universidad Literaria de las Filipinas (1 de diciembre de 1898). El estallido de la guerra filipino-americana le obligo a regresar a su provincia natal, donde organizó la resistencia contra el nuevo invasor; sin embargo, al poco tiempo falleció a causa de la malaria.



A LA PATRIA

¡Salve, oh patria, que adoro, amor de mis amores,
que Natura de tantos tesoros prodigó;
vergel do son más suaves y gentiles las flores,
donde el alba se asoma con más bellos colores,
donde el poeta contempla delicias que soñó!

¡Salve, oh reina de encantos, Filipinas querida,
resplandeciente Venus, tierra amada y sin par:
región de luz, colores, poesía, fragancias, vida,
región de ricos frutos y de armonías, mecida
por la brisa y los dulces murmullos de la mar!

Preciosísima y blanca perla del mar de Oriente,
edén esplendoroso de refulgente sol:
yo te saludo ansioso, y adoración ardiente
te rinde el alma mía, que es su deseo vehemente
verte sin amarguras, sin el yugo español.

En medio de tus galas, gimes entre cadenas;
la libertad lo es todo y estás sin libertad;
para aliviar, oh patria, tu padecer, tus penas,
gustoso diera toda la sangre de mis venas,
durmiera como duermen tantos la eternidad.

El justo inalienable derecho que te asiste
palabra vana es sólo, sarcasmo, burla cruel;
la justicia es quimera para tu suerte triste;
esclava, y sin embargo ser reina mereciste;
goces das al verdugo que en cambio te dá hiel.

¿Y de qué sirve ¡ay, patria! triste, desventurada,
que sea límpido y puro tu cielo de zafir,
que tu luna se ostente con luz más argentada,
de que sirve, si en tanto lloras esclavizada,
si cuatro siglos hace que llevas de sufrir?

¿De que sirve que cubran tus campos tantas flores,
que en tus selvas se oiga al pájaro trinar,
si el aire que trasporta sus cantos, sus olores,
en alas también lleva quejidos y clamores
que el alma sobrecogen y al hombre hacen pensar?

¿De qué sirve que, perla de virginal pureza,
luzcas en tu blancura la riqueza oriental,
si toda tu hermosura, si toda tu belleza,
en mortíferos hierros de sin igual dureza
engastan los tiranos, gozándose en tu mal?

¿De qué sirve que asombre tu exuberante suelo,
produciendo sabrosos frutos y frutos mil,
si al fin cuanto cobija tu esplendoroso cielo
el hispano declara que es suyo y sin recelo
su derecho proclama con insolencia vil?

Mas el silencio acaba y la senil paciencia,
que la hora ya ha sonada de combatir por ti.
Para aplastar sin miedo, de frente, sin clemencia,
la sierpe que envenena tu mísera existencia,
arrastrando la muerte, nos tienes, patria, aquí.

La madre idolatrada, la esposa que adoramos,
el hijo que es pedazo de nuestro corazón,
por defender tu causa todo lo abandonamos:
esperanzas y amores, la dicha que anhelamos,
todos nuestros ensueños, toda nuestra ilusión

Surgen de todas partes los héroes por encanto,
en sacro amor ardiendo, radiantes de virtud;
hasta morir no cejan, y espiran. Entre tanto
que fervientes pronuncian, patria, tu nombre santo;
su último aliento exhalan deseándote salud.

Y así, cual las estrellas del cielo numerosas,
por tí se sacrifican mil vidas sin dolor:
y al oir de los combates las cargas horrorosas
rogando porque vuelvan tus huestes victoriosas
oran niños, mujeres y ancianos con fervor.

Con saña que horroriza, indecibles torturas,--
porque tanto te amaron y desearon tu bien,--
cuantos mártires sufren; más en sus almas puras
te bendicen en medio de angustias y amarguras
y, si les dan la muerte, bendicente también.

No importa que sucumban a cientos, a millones,
tus hijos en lucha tremenda y desigual
y su preciosa sangre se vierta y forme mares:
no importa, si defienden a tí y a sus hogares,
si por luchar perecen, su destino fatal.

No importa que suframos destierros y prisiones,
tormentos infernales con salvaje furor;
ante el altar sagrado que en nuestras corazones
juntos te hemos alzado, sin mancha de pasiones,
juramentos te hicieron el alma y el honor.

Si al terminar la lucha con laureles de gloria
nuestra obra y sacrificios corona el triunfo al fin,
las edades futuras harán de tí memoria;
y reina de esplendores, sin manchas ya ni escoria,
te admirarán los pueblos del mundo en el confín.

Ya en tu cielo brillando el claro y nuevo día,
respirando venturas, amor y libertad,
de los que caído hubieren en la noche sombría
no te olvides, que aun bajo la humilde tumba fría
se sentirán felices por tu felicidad.

Pero si la victoria favorece al hispano
y adversa te es la suerte en la actual ocasión,
no importa: seguiremos llamándonos «hermano»,
que habrá libertadores mientras haya tirano,
la fé vivirá mientras palpite el corazón.

Y la labor penosa en la calma aparente
que al huracán precede y volverá a bramar,
con la tarea siguiendo más firme, más prudente,
provocará otra lucha aun más tenaz y ardiente
hasta que consigamos tus lágrimas secar.

¡Oh patria idolatrada, cuanto más afligida
y angustiada te vemos te amamos más y más:
no pierdas la esperanza; de la profunda herida
siempre brotará sangre, mientras tengamos vida,
nunca te olvidaremos: ¡jamás, jamás, jamás!

Octubre, 1897 






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ANSELMO DE JESÚS Y VERGARA [17.718] Poeta de Filipinas

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ANSELMO DE JESÚS Y VERGARA

Nació y † en Manila, Filipinas,  Abril 1869 y Mayo 1901, respectivamente. cursó el bachillerato en escuelas privadas, y en centros oficiales de enseñanza dibujo y rudimentos de escultura. Se consagró luego a este arte en el taller de su padre, don Romualdo Teodoro, imaginero de nota. En sus vagares cultivó la poesía amatoria y la patriótica, siempre en castellano. Colaboró en «El Comercio», «El Resumen» y «El Bello Sexo», y fué uno de los fundadores de «La Moda Filipina», periódicos todos de Manila.



A UNA ROSA

Vé, tierna y fragante rosa,
llena de encanto nacida,
el aroma que en tí anida
a ofrecerla bondadosa.

Cual amante mariposa,
de nieve y carmín teñida,
besa su boca encendida
y en su cabellera posa.

Y díla que en tu pensil,
en bullicioso tropel,
huríes te han reclamado
y beldades más de mil,
y que a todas ellas, cruel,
con esquivez te he negado.




LA INFANCIA

Sueño fugaz de la vida,
campo esmaltado de flores,
aura empapada de olores,
carrera llana y florida... :
tal es la infancia querida.

La vida le es placentera,
al ignorar que le espera,
en su camino escabroso,
con el semblante lloroso,
la triste vejez austera.




LA SAMPAGUITA

Diminuta y nevada,
en los pensiles de mi patria amada,
entre mil raras flores peregrinas,
brota la sampaguita perfumada,
cuyo tímido broche,
joya digna de ser de las ondinas,
ábrese al tierno aliento de la noche.

Nocturno adorno bello
que a las encantadoras filipinas
regala Dios para prenderse al cuello.




EL HOMBRE

Con ardiente ambición desmesurada,
anhela ciego el hombre, sin reposo,
blasones adquirir, nombre famoso,
y subyugar la ciencia ilimitada.

Escudriñar la bóveda estrellada,
registrar el Océano proceloso,
por llegar, arrogante y majestuoso,
de la gloria a la cúspide escarpada.

Tal es su ceguedad y su locura:
llevado por mezquinas ambiciones,
lauros y gloria sin cesar procura.

¡Vive anhelando vanas ilusiones,
sin recordar que en una tumba obscura
se perderán sus glorias y blasones!



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ENRIQUE KALAW LAYGO [17.719] Poeta de Filipinas

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ENRIQUE KALAW LAYGO 

Enrique Kalaw Laygo (Lipá, Batangas, Filipinas, 16 de junio de 1897 - Manila, Filipinas, 28 de junio de 1932) fue un periodista, ensayista y escritor filipino. Es considerado como el cuentista más importante de la época dorada de la literatura hispanofilipina y fue ganador del premio Zóbel en 1925.

Enrique Laygo nació el 16 de junio de 1897 en Lipá, Batangas, Filipinas. Estudió en el Colegio de San Javier y luego en el Ateneo de Manila, de donde se graduó como bachiller en artes en 1916. Estudió leyes pero nunca ejerció la carrera, dedicándose en su lugar al periodismo en el diario «El filipino» y luego en el periódico «La Vanguardia». Al dejar este último pasó a trabajar como jefe de publicaciones en la Biblioteca Nacional y al mismo tiempo colaboraba en el diario matutino «El debate». En 1924 contrajo matrimonio con Florencia Katigbak en Baguio, Benguet con quién tuvo 5 hijos. Falleció el 28 de junio de 1932 a manos de Juan Dimayuga, hermano de un congresista con el que Laygo pensaba disputar la representación de la provincia de Batangas. El asesino fue inicialmente condenado a catorce años, ocho meses y un día de reclusión por el crimen.

Obras

«Caretas (Cuentos Filipinos)» fue el único trabajo literario publicado por Enrique Laygo. La primera edición de la obra fue publicada en 1931 por «Manila, General Print Press» con prólogo de Rafael Palma y contiene 20 historias cortas en 187 páginas. El resto de su producción consistió en cuentos, poemas y ensayos que se publicaron en periódicos, principalmente en La vanguardia, El debate, El ciudadano, La defensa o el semanario Excelsior.

Sus cuentos son reconocidos por la profundidad de su análisis psicológico y por tener un estilo sobrio y brillante. Su estilo general se asocia con el expresionismo tremendista o tremendismo que posteriormente se desarrollaría en España. Entre las historias más conocidas se encuentran «Caretas», «Ídolo con pies de barro» y «La Risa».

Premios

Enrique Laygo ganó el Premio Zóbel en 1925 por una colección de historias cortas, que había publicado principalmente en los periódicos La Vanguardia, El Debate, El Ciudadano, Excelsior, La Defensa y Philippines Free Press y que llamó «Caretas», el mismo nombre que usaría posteriormente como título de su libro.


Enrique Kalaw Laygo fue un escritor consagrado.

Si no hubiera sido ganador del premio Zobel en 1925 y obtenido otros lauros y el reconocimiento de la opinión pública con sus trabajos y composiciones, las muestras de esta colección bastarían para colocarle a la altura de los autores laureados.
Laygo, es de los que han llegado a escribir el castellano con una facilidad incomprensible. No se nota ningún esfuerzo en su estilo, que parece fluir de su
pluma al papel con la naturalidad de un hilo de agua que se filtrara entre las rocas y corriera sierra abajo, hacia la cuenca del río.
El cuento es un género literario difícil de cultivar, más de lo que a primera vista parece. Es naturalmente breve y episódico, y por eso mismo, a menos que
la acción sea interesante desde los primeros momentos, la derrota del autor es segura. No tiene éste el recurso de la novela que puede desarrollar hondos problemas de psicología o presentar una variedad de caracteres y contrastes; el cuento tiene que limitarse a un momento de la vida, a un incidente, a un pasaje del cual hay que extraer todo el jugo posible, el soplo espiritual que ha de dar vida a los personajes. 





¡SIEMPRE IGUAL!

Siempre lo mismo, siempre igual. Mi vida,
cansada está de sus antiguos vuelos,
y estúpida persigue la medida
carrera de dos rieles paralelos.

¡Siempre igual!... Hay la misma establecida
mudéz indescifrable de los cielos;
la misma torpe humanidad vencida
besando la cadena de sus duelos.

¡Oh! ¡Quién, teniendo fuerzas lapidarias,
pudiese ese banal mundo de parias
sostener como un Atlas en sus hombros;

y sacudirlo, en un supremo esfuerzo,
a ver si así revive el Universo;
o se sepulta al fin en sus escombros!



«TIRONG»

Caballeresco tipo que de otros tiempos queda,
forma nota discorde con el siglo presente.
Bien merece el prestigio de casacas de seda,
con una espada al cinto y un chambergo en la frente.

Así podría abrir camino a cintarazos
al paso de su potro que corre como el viento
mientras, acongojada, desmáyase en sus brazos
una dama arrancada al dolor de un convento.

Y en el seno tranquilo de la noche sombría,
con el ojo avizor, su fuga seguiría
hasta que el nuevo sol derramase su brillo,

A tiempo que a través de floridos jardines
resonasen triunfantes clangores de clarines
desde los alminares de su feudal castillo... 








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ISIDRO MARFORI [17.720] Poeta de Filipinas

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Isidro Marfori

Isidro Marfori (1890-1949) fue un escritor filipino de lengua española, que nació en Calambá, Laguna y murió en España.

Carrera

Fue ganador de varios premios literarios por sus poesías, muy influidas por los ismos que invadían España durante su estancia allá.

Sus tempranas poesías combinan trazos del romanticismo influidas por el colombiano José María Vargas Vila y al español Bécquer, particularmente en el empleo del extremadamente individualista y romántico "yo".

Obras

Cadencias.
Aromas de ensueño.
Bajo el yugo del dólar.
Sonetos y Versos.



A SALVADOR RUEDA
CON MOTIVO DE SU VIAJE A FILIPINAS

Artífice inmortal de la Poesía,
incomparable y mágico rimero
que tienes en las venas fuego ibero
y en el pecho panales de ambrosía.

Alma de luz, de sol y de armonía,
que en medio de este siglo de odio fiero,
descuellas indicando un derrotero
a la soberbia humanidad del día;

bardo de paz y de combate rudo,
que la bandera azul tan alto agitas,
¡divino soñador, yo te saludo!

Mi musa a ti, con temblorosa mano,
te ofrenda un haz de frescas sampaguitas
¡oh embajador del intelecto hispano!

1915.



A UNA ESTRELLA

Dulzuras destella
tu luz de topacio,
luminosa estrella
del celeste espacio.

Y viendo que de ella
yo nunca me sacio,
me sonríes bella,
desde tu palacio.

Tus fulgores dame,
que amante los guardo
en mi ánima opresa,

y deja que te ame
nostálgico el bardo,
¡divina princesa!

1917.




LAS NOCHES DE CITA

Todas las noches, a la sombra amena
de un frondoso macizo floreciente,
yo acudía con paso diligente
y con el alma de ilusiones llena.

Veía a poco su cuerpo de azucena
avanzar indeciso, lentamente,
mientras un ansia de pasión ardiente
daba a mi pecho hervores de colmena.

Juntos los dos en dulces embelesos,
volvíamos al cuento de los besos,
sin pensar que es voluble la fortuna.

Y sólo nuestro ardor se interrumpía
cuando ya en el azul se desleía
la dorada sonrisa de la luna.

1917.




EL PASIG

En una vega ubérrima y tranquila,
bajo el quemante ardor de un sol de estío,
sonoro y riente se desliza el río
desde el lago de Bay hasta Manila.

Bruñe la faz de su caudal bravío
brillante luz que todo refocila,
y se entorna ofuscada la pupila
al contemplar tan fulgido atavío.

Al saludo jovial de la cañada
y del sipao que trina en la enramada,
su romántica y triste serenata,

van pasando sus linfas transparentes
bajo el arco de hierro de los puentes
como una eterna procesión de plata. 




A LA GLORIA

En la aurora de mi vida,
aún sin dolores aciagos,
te he visto, de azul vestida,
flotando en mis sueños vagos.

Despertaron mi dormida
pasión tus dulces halagos,
tornaste en arpa mi vida
y fuí cisne de tus lagos.

Y ahora qué en ellos me agito,
con una sed de infinito
y la visión de mi cruz

¿porque le niegas ¡oh gloria!
a mi breve trayectoria
tu eterna estela de luz?

1917.




AL VOLCÁN APO

Guarda silencio el coloso, silencio largo y profundo.
Ni siquiera se estremece su ardiente seno iracundo
al paso del fiero baguio 29 que devasta en un segundo,
azotando en su locura la enorme esfera del mundo.

Velado por blancas nubes yace en un frío mutismo;
ningún rumor de amenaza se escapa de su hondo abismo
¿Está en vísperas y acaso se reconcentra en sí mismo
y prepara en sus entrañas un horrendo cataclismo?

Preguntádselo a las tribus que moran en sus laderas
y os dirán que el Apo duerme con sus ansiedades fieras
que las lavas de sus hornos sólo se desbordarán
el año en que ellos olviden, en su propio menoscabo,
la tradición milenaria de dar a feudo un esclavo
arrojándole a las fauces insaciables del volcán.

1917.

Nota 29: Ciclón.



EN LA MUERTE DE TIRSO DE IRURETA-GOYENA

Junto al negro ataúd de tus despojos
¡oh prócer de linaje apolonida!
mi frente inclino, humilde y abatida,
y un responso de amor rezo de hinojos.

al pensar en tus épicos arrojos,
en los laureles de tu edad florida,
siento la honda amargura de la vida
y se llenan de lágrimas mis ojos...

No te alzas ya para domar la rabia,
de la impiedad y el credo disoluto...
ya no escuchamos tu ingeniosa labia.

Has caído, llenándonos de luto,
¡como un árbol pletórico de savia
al grave peso de su mismo fruto!

Octubre, 1918.




POR AMOR A ESPAÑA
(SEGUNDO PREMIO EN EL CONCURSO DE LA «CASA DE ESPAÑA», 1919)


TRÍPTICO HEROICO

I

Desafiando del sino los desmanes,
un grupo de española valentía
arribaba a las ínsulas un día
al mando de Fernán de Magallanes.

En la cruz de sus recios gavilanes
las católicas luces nos traía,
en sus fuertes aceros la hidalguía,
en sus pechos, olímpicos afanes.

Estoicos, en el ciclo de sus penas
conquistaron sus glorias de soldado,
y al sellar con la sangre de sus venas

su epopeya brillante y espartana,
nos dejaron el dúplice legado
de su habla hermosa y de su fe cristiana.


II

Árbol coloso de verdor florido
que há tres centurias crece y exubera,
es en mi patria la cultura íbera
que la escuadra inmortal nos ha traído.

Nativos ruiseñores hacen nido
en sus frondas de eterna primavera,
y aunque enfurece la ventisca fiera,
en la arada social seguirá erguido.

En vano ilusos de intelecto oscuro,
que miran su grandeza con inquina,
clavan las hachas en su tronco duro.

¡Por virtud de sus mismas cicatrices
no hay un trozo de tierra filipina
que no abarquen sus cívicas raíces!


III

La gratitud es una flor que brota
de la pureza del sentir humano,
y no hay sarcasmo ni atrevida mano
que la marchite en mísera picota.

--¡Oh falange del yelmo y de la cota!
Para pagar tu esfuerzo soberano,
lidiar quisiera por el fuero hispano
en una tierra anónima y remota.

Que el talismán sagrado del ensueño,
oculto en mi armadura de guerrero,
hará un gigante de mi ser pequeño.

Y en una gran batalla yo quisiera
hacer del brazo un mástil altanero
¡para elevar al cielo tu bandera!




TRES SONETOS DE AMOR

I

Paseaba su gracia de sultana
al múrice reflejo del Poniente,
cuando en la luz de su mirada ardiente
vi el paraíso de la vida humana.

En pos de sí marchó la caravana
--cual una estela inmensa y esplendente--
de todos los ensueños de mi frente
y todos mis anhelos del mañana.

Y fué la estrella que fulgió en mis cimas,
la lírica cadencia de mis rimas,
el encanto perenne de mis horas.

Mi astro altivo tejióla una guirnalda,
la hizo un trono y pidió para su espalda
el bermellón de todas las auroras.


II

A distancia la amé, porque quería
vaciar en un romántico latido
la excelsitud del ideal florido,
su esencia de suprema poesía.

En silencio la amé porque temía
que mi orgullo tenaz fuese vencido,
que se mofara de mi pecho herido
¡y sólo fuera mi ilusión de un día!

...Pero el disimular inútil era,
pues no se oculta una pasión sincera
con grávidas cadenas o cerrojos.
Y al fin la dijo mi íntimo secreto,
tras la prisión de un antifaz discreto,
la pena delatora de mis ojos.


III

Como va al sol la inquieta mariposa
para besarle en su febril intento,
constante iba mi inquieto pensamiento
tras la esquiva figura de mi hermosa.

El tierno hechizo de su faz radiosa
me sonreía en mi amargo aislamiento,
añoranza celeste que al momento
remozaba mi vida tumultuosa.

¡Callar más tiempo me oprimía el pecho!
y dejando el amor su encierro estrecho,
entró en el alma de la amada mía.

¡Mas vió en el templo su candor inerte
y en su ara triste, al soplo de la muerte,
un resplandor que en sombras se extinguía!

Enero, 1920. 




ILANG-ILANG

Una princesa de faz doliente,
de ojos muy negros y noble rol,
nacida en áurea cuna de Oriente

bajo las gasas del arrebol,
sintió una noche pasión ardiente
y pronto súpolo su padre, el Sol.

Amaba, amaba á las estrellas
cual la heroína de un cuento azul...
—Padre, tocarlas quiero, ¡qué bellas!
- Hija, es prestada su hermosa luz.

Mas, mira ese árbol de sombra amena
y verás otras de dulce olor.
Se llaman ilang-ilang, morena...
—¡Si en ellas, padre, soñó mi amor! 



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LORENZO PÉREZ TUELLS [17.721] Poeta de Filipinas

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Lorenzo Pérez Tuells 

Nació en Madrid en 1898 y llegó a Filipinas cuando sólo tenía cuatro años. Estudió en el Ateneo de Manila donde se graduó como perito mercantil. Ganó varios premios en concursos poéticos, y sus poesías aparecieron en publicaciones importantes en España y Latinoamérica. Dirigió la revista Excelsior, y en 1938, dedicó a la producción de películas. En 1947, fue elegido como miembro de la Academia Filipina y en 1956, formó parte de la Delegación Filipina al II Congreso de Academia de la Lengua. Falleció en Manila en 1956.



A RIZAL

El ave de recuerdo bate sus alas reales,
--¡oh, apóstol!,¡oh, profeta!--sobre tu blanca tumba
Tu nombre, entre una música de liras celestiales,
en el eco profundo de la historia retumba.
A pesar de la insidia del Tiempo del Olvido,
te yergues soberano--¡oh, apóstol!, ¡oh, profeta!--
en la mano una palma, pues que mártir has sido,
y un laurel en la frente, pues que fuiste poeta.

Y la Patria, esa madre de todos tus afanes,
que se envuelve en el oro lustral de sus Estíos,
te invoca con el rudo vibrar de sus volcanes,
te reza con el dulce sollozo de sus ríos...
Y es que guarda en el fondo de su pecho, latente,
la llama de tu noble, libertadora, tea.
¡Puede un trozo de plomo destrozar una frente,
pero no puede nunca destrozar una idea...!




ÍNTIMA

A ISIDRO MARFORI

No importa que la vida traidoramente hiera
nuestras huérfanas almas con su terso puñal
mientras haya en el mundo rosas de primavera
y brille en los espacios el sol de un ideal.

Si hay bárbaros de bronce que ignoran la preciosa
tarea del poeta que parte su alma en dos,
dejadlos que devoren la paja de su prosa:
no se hicieron para ellos los reinados de Dios.

Yo seguiré regando mis dulces pasionarias,
a tiempo que musite las místicas plegarias
que son como incensarios de mi azul religión;

y en las horas de tedio que una a una desfibro
reposaré en las hojas de tu mágico libro
donde pone un latido vital tu corazón.

1917.




EN LA HUELLA LUNAR...

En la huella lunar de sus encajes
puso, al pasar su sombra bizantina,
un perfume de rosa alejandrina
el extasis azul de los celajes.

Languidecer de sedas y plumajes,
en un vuelo de ciega golondrina,
fué su marcha, de muerta y peregrina,
hacia un sueño de místicos paisajes.

Envanecidos sus gloriosos velos,
cayó la noche tras su blanca sombra,
con un dolor de exhaustos terciopelos;

Y desde entonces--inconsciente y mudo--
busca mi labio en la enlutada alfombra
el tibio rastro de su pié desnudo...

Octubre, 1921




SALMOS
LAS ÁGUILAS BLANCAS

I

¡Son las águilas blancas! Son las águilas blancas y fuertes,
cuyo vuelo se expande bajo el palio divino del cielo,
y en el largo vibrar de sus alas rampantes
se adivinan las notas que componen los himnos de gloria.

Un deshoje de soles heraldiza la aurora que llega
para hacer que germinen las semillas dispersas en un polvo de siglos,
las semillas dispersas con la sangre y la carne de los Conquistadores
que sirvieron de abono a la idea suprema de fundir continentes.

Son las águilas blancas que decoran sus picos con el ramo de oliva,
las libérrimas águilas que con un aletazo desafían al trueno,
pero que al presentir el deshielo constante de las nieves del Norte,
abandonan los Andes por el nido que España les conserva caliente
en la cumbre soberbia del natal Pirineo.


II

Ha caído Cartago. Ha caído la Roma de los cónsules, Grecia
se anquilosa en la vida de sus piedras heladas.
Toda gloria mundana se sepulta en la sima del Espacio infinito
por la acción corrosiva de las Horas en pos de las Horas.
Pese al Tiempo que roe y a la Envidia que seca,
y a los odios terrenos que al olvido condenan fraternales abrazos,
en el noble plumón de las águilas blancas
hay el sello latino de una estirpe por algo elegida,
que ni es Roma ni es Grecia; ni es Cartago ni es Nínive,
es Iberia... y es Dios!


III

Es el tiempo propicio de segar las espigas doradas
que en ya próximos días, formarán las hogazas del mortal sacrificio.
En la áurea patena, y formado con trigos de América,
yazga el pan de la Misa sobre el cáliz teñido con la sangre de España.

Pueblos fuertes, robustos, hincarán las rodillas en tierra,
ante el hondo milagro del amor que las almas aúna
en la elíptica curva de la breve existencia.
Es el tiempo oportuno de coger y exprimir los racimos
cosechados enmedio del fragor de sociales contiendas,
en el dulce sosiego de la huerta nativa,
al amparo solícito de la madre Esperanza.

Esto anuncian las águilas con su ramo de paz en el pico
y la Muerte--su presa--en las garras.


IV

Nítidas cláusulas épicas: fúlgidas ondas triunfales,
todo un himno glorioso van trazando las águilas,
a golpes de huracán, al cruzar los espacios suspensos
en un éxtasis único. Viejas trompas se limpian de su herrumbre de siglos,
viejas arcas se abren, donde el tiempo juntara en revueltas marañas,
con provectos armiños las guedejas doradas de infantiles cabezas;
los aceros de guerra, en el ignoto crisol del Amor, hoy se funden
para hacer los arados que abrirán las entrañas de la fértil llanura,
y al llover el sudor de las frentes hermanas,
granarán las espigas de los trigos del Mundo
que serán los de Hispania...!


V

¡Salve fraternas repúblicas! ¡Pueblos de América, Salve!
porque cerca está el tiempo en que el sol no se ponga en los vastos dominios
que a través de milenios aún perciben la voz del gentil Romancero
y muelen su grano de ensueños e ideas en los rudos Molinos de Cervantes.
Porque cerca está el día de borrar horizontes, la Distancia y el Tiempo,
y el espíritu libre de opresores cadenas y ergástulas,
ya podrá remontarse en idéntico azul bajo todos los cielos,
que serán uno solo para todo el Imperio y los mares,
y los pechos unidos en un grito que escuchen las edades remotas
harán a Don Quijote, Emperador...


VI

¡Y tú, la hija menor, oh, Filipinas!
Vive alerta en el seno de tu actual nodriza,
fórmate exuberante, potente y democrática,
y si algún día libre te ves de la tutela,
y falta luz a España para alumbrar sus mundos,
puedes brindarle, entonces, el sol de tu bandera...!

1921.





NEURÓTICA

Una nostalgia azul de primaveras
teje en el cielo su ilusión de encaje,
y languidece el alma del paisaje
asomada al balcón de sus ojeras.

Los bandos de palomas mensajeras
esponjan blandamente su plumaje
en la tarde, que pliega el varillaje
de un fúlgido abanico de quimeras.

Su rostro se retrata en los cristales
del lago, donde un cisne hecho de espuma
el cuello enarca ante los pavos reales;

y ella, que sabe del amor de Leda,
mientras alisa la nevada pluma,
hunde los dientes en su chal de seda...

Marzo, 1922.




EN HORA DE ILUSIONES

Sueña la luz crepuscular del cielo
en la difusa paz de sus salones,
y es su mano en los rojos almohadones
una magnolia astral de terciopelo.

Leve se agita en el temblor de un vuelo
la rosa que agoniza en los jarrones.
Es la hora santa de las ilusiones,
que llega y pasa sin rozar el suelo...

En un ambiente a nardos evangélicos
deshojan los llorosos surtidores
su inspiración de bardos arcangélicos,

bajo la luna que nostalgias llueve,
bordando en sus azules bastidores
el arabesco de su nombre en nieve...

Marzo, 1922.




RECUERDO ARQUEOLÓGICO

En la paz de los viejos parques ducales,
junto al lago que irradia verdes reflejos,
el alma pensativa de los rosales
flota en un azulado temblor de espejos.

El gemido del agua se pierde en una
vaguedad por la senda de las acacias;
y las ruinas adquieren, bajo la luna,
esplendor de remotas aristocracias.

Estas grises estatuas han visto acaso
la pareja, de rosas engalanada,
esfumarse en tupidos fondos de raso;

y lucir como un dardo de amor y celo,
en la noche de estrellas, embalsamada,
el puñal veneciano de algún Otelo...

Abril, 1922.




MEDIEVAL

Atruenan el patio ligeros corceles,
sus locas fanfarrias la trompa sonora
une al argentino ladrar de lebreles
en la cristalina quietud de la aurora.

Los hierros del puente desatan sus nudos,
invade los bosques alegres el coro:
ellos, como heraldos de nobles escudos,
ellas, como un vuelo de alondras de oro.

De súbito, un grito mortal se derrama;
se apercibe el ruido de una lucha breve...
Todos enmudecen de espanto ante el drama

del que Benvenuto forjara un esmalte:
la garza, una rubia marquesa de nieve,
ha muerto en las garras de un vil gerifalte...

Abril, 1922.




PASIONARIA

Con una lenta ondulación de raso,
después de largo y febriciente asedio,
veo tu sombra deslizarse en medio
de una esfumada claridad de ocaso.

El leve aroma de tu carne acaso
sea el que impregna de tu parque el predio;
como la rosa que al morir de tedio
deja su esencia en el marfil del vaso.

El sol que copia tu mirada ambigua,
sobre tu negra cabellera undosa,
irisa el tul de la vestal antigua.

Y entre los oros de la tarde incierta
vuela al capullo de tus labios rosa
la mariposa de mi alma muerta...




PIEDRAS PRECIOSAS

Cual átomos de raras pedrerías
los pensamientos de la luz circulan
en las templadas brisas que modulan
un desplegar de tenues sederías.

Salta en collar de rotas melodías,
que en musicales ópalos ondulan,
la risa entre sus dientes que simulan
un éxtasis de esclavas perlerías.

Un sueño de nevadas morbideces
oculta su dorada cabellera
en un flotar de vagas palideces.

Cuando en mi rostro sus pupilas fija,
en vez de corazón tener quisiera
el infernal rubí de su sortija...!







.


CLARO M. RECTO [17.722] Poeta de Filipinas

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Claro M. Recto

Claro María Recto y Mayo (Tiáong, Tayabas, actual provincia de Quezon), 8 de febrero de 1890 - Roma, 2 de octubre de 1960), fue un político, hispanista y escritor filipino.

De padres mestizos, estudió en Lipà (Instituto de Rizal) entre 1900 y 1901, y en el Colegio de Sagrado Corazón de Don Sebastián Virrey. Ingresó en el Ateneo de Manila, donde destacó por sus notas, obteniendo el grado de Bachiller de Artes Magna cum laude. Después emprendió estudios de Derecho en la Universidad de Santo Tomás, donde se licenció a los 24 años. Sirvió como asesor jurídico en el primer senado filipino en 1916. En 1919 fue elegido representante de Batangas. Lideró la minoría (Floor minority leader) hasta 1925. Marchó a los Estados Unidos como miembro de la misión por la independencia, y allí se licenció en Derecho (1924).

A su vuelta fundó el Partido Democrático en Filipinas; en 1928 se retiró de la política activa y se dedicó temporalmente a la práctica del derecho. En 1941, se presentó a las elecciones al Senado y acaparó el más alto número de votos entre los 24 senadores elegidos.

Llegó a ser senador en 1931 y jefe de la mayoría (Majority floor leader) del Senado en 1934. También fue presidente de la Convención Constitucional que estableció el régimen de la República de Crownwelth en 1935. Fue designado para la Corte Suprema de Filipinas por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt.

Fue elegido de nuevo en 1949 por el partido Nacionalista en 1953 como candidato independiente del Partido Liberal.

Acusado de traición y colaboración con Japón, estuvo detenido por las fuerzas de Estados Unidos en Dilimán, entonces Iwahig, y después enviado a Muntinlupà. Posteriormente fue absuelto del cargo de traición.

En 1957, se presentó para presidente, pero perdió contra el Vicepresidente Carlos P. García. El 24 de agosto de 1960, fue designado enviado cultural con el rango de Embajador Plenipotenciario y Extraordinario en Misión Cultural para Europa y América Latina. El 2 de octubre de 1960 sufrió un infarto de miocardio en Roma, donde se encontraba en tránsito hacia Madrid, su destino final, y murió.

Hispanista y escritor

Claro M. Recto, está considerado como el más grande de los escritores en español de Filipinas del s. XX. Fue galardonado con el Premio Zóbel de Literatura.

Obra literaria (selección)

1911. Bajo los cocoteros (almas y panoramas)
Sólo entre las sombras

Último discurso

Claro M. Recto tenía previsto leer el siguiente discurso titulado "Por los Fueros de una Herencia" ante la Real Academia Española de Madrid, pero falleció unos días antes en Roma, en tránsito hacia Madrid, y nunca lo llegó a pronunciar:

No es, ciertamente por motivos sentimentales o por deferencia a la gran nación española que dio a medio mundo su religión, su lenguaje y su cultura, que profesamos devoción a este idioma y mostramos firme empeño en conservarlo y propagarlo, sino por egoísmo nacional y por imperativos del patriotismo, porque el español ya es cosa nuestra propia, sangre de nuestra sangre, y carne de nuestra carne, porque así lo quisieron nuestros mártires, héroes y estadistas del pasado, y sin él será trunco el inventario de nuestro patrimonio cultural; porque si bien es verdad que la Revolución y la República de Malolos y la presente República fueron obra del pueblo, también lo es que los que prepararon y encauzaron eran intelectuales que escribieron en castellano sus libros, sus discursos, sus panfletos y sus ensayos, para realizar obra de doctrina y labor de propaganda; porque seria trágico que llegase el día que para leer a Rizal, a del Pilar, a Mabini, a Adriático, a Palma, a Arellano y a Osmeña, los filipinos tuviéramos que hacerlo a través de traducciones bastardas, en fin, porque el español es una tradición patria que si tiene raíces en nuestra historia también las tiene en las entrañas de nuestra alma, y porque el español es el "ábrete, Sésamo" de la cueva encantada que guarda, como tesoros imperecederos, los más altos pensares y los más altos sentires de que ha sido capaz el hombre desde la mañana de la civilización.



EL ALMA DE LA RAZA

Mi sangre tiene un alma que es alma de titanes.
Sangre de Solimanes
corre por sus arterias, que siempre latirán.
Tiene el pecho templado al fragor de la guerra.
Bajo sus pies de atleta se estremece la tierra,
porque enciende sus nervios la flama de un volcán.

Es tricolor su enseña. Tiene el azul del Arte,
la blancura del lirio y la rojez de Marte,
por tres timbres gloriosos de su ilustre blasón.
Sonríe, si la hiere la silbante metralla.
Es su soñada gloria caer en la batalla,
teniendo por sudario su santo pabellón.

Es suave como el ritmo de las flautas bucólicas,
que ensaya dulcemente en notas melancólicas,
entre las verdes cañas, la brisa vesperal.
Fuerte, como el tamarao 30 de las selvas malayas,
como el caimán enorme que custodia sus playas,
cual las eternas fraguas del Apo y del Taal.

Escala cubiertas cumbres, conquista hondos abismos,
jamás sucumbe en lucha contra los despotismos
del extraño poder.
Se lanza cantando himnos a la tumba enemiga,
el ideal por gladio y por triple loriga
la gloria de su patria, el honor y el deber.

Es sílfide ligera de fantásticos vuelos,
virgen como sus selvas, azul como sus cielos,
ciclón en los combates y céfiro en la paz.
Tiene furias de trueno y trinos de canario.
Oveja, más no teme al león sanguinario;
paloma, más no huye del águila rapaz.

Sabe pulsar la cítara con melodioso acento,
lúgubre como un cisne, triste como un lamento
si se siente morir.
Sabe pulsar la cítara en arpegios bullentes,
como del champagne rubios los topacios hirvientes,
cuando su pecho embriaga la dicha del vivir.

Suspiran sus cantares las campiñas de flores,
las brisas de la sierra, los alegres rumores
del bosque tropical;
la lluvia que desciende en perlas diminutas,
los oros del crepúsculo, las sombras de las grutas
y el épico tumulto del fiero vendaval.

El alma de mi raza tiene ensueños románticos;
calma sus pesadumbres con amorosos cánticos,
en idílicas noches, bajo un claro fulgor.
Sonríe cuando mira la pensativa luna
rielar sobre las ondas de una inquieta laguna,
fingiendo dulce calma, ahogando su dolor.

Sonríe cuando escucha, en la blanca mañana,
los acordes de un canto que un pájaro desgrana
en las frondas de un bosque virgen de humano pie.
Sonríe, aunque padece, cuando triste vislumbra
del muriente crepúsculo en la leve penumbra
los recuerdos lejanos de un imperio que fué.

Es río que serpea bajo cañaverales,
copiando en el encanto de sus claros cristales
la azul inmensidad;
pero es también océano que derrumba montañas
cuando, en el seno obscuro de sus vastas entrañas,
hieren iras volcánicas su sed de libertad.

El alma filipina es tierna en sus amores,
profunda en sus tormentos, serena en sus dolores,
ardiente en su pasión.
Si le es grata la vida y son sus sueños de oro,
hay en su boca rosa cual pífanos en coro,
de risas argentinas eterna floración.

Es ánfora de encantos, palacio de grandezas,
castillo de heroísmos, santuario de bellezas,
refugio de los besos del oloroso Abril.
Con su bolo  31 en las lides indómita guerrea
y con su dulce flauta, cual ave que gorjea,
celebra sus amores bajo un tibio pensil.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Hermanos en la idea: nuestra raza es divina
¡Es grande y sacrosanta el alma filipina!
Digamos, pues, un himno por su gloria inmortal.
Y tú ¡oh Fama! recorre del mundo los confines,
y al son de tus clarines
pregona las grandezas del pueblo de Rizal.

Noviembre, 1909.


Nota 30: Carabao «cimarrón», originario de la isla de Mindoro, imposible de domesticar, y muy fiero.

Nota 31: Machete, de ancha hoja, que acompaña al filipino, singularmente al del campo.




NOCHE DE MANILA

En el azul un triunfo de estrellas parpadea,
en el espacio en calma el ambiente aletea.
El Pasig, arrastrando sus quiapos 32 culebrea
y al beso de los aires sonríe y burbujea.

La luz de los voltaicos las esquinas blanquea
Un carro de basuras crujiendo traquetea.
El yanki en el delirio del whisky tambalea,
mientras, pegado a un poste, un polis cabecea.

Mis violetas suspiran en la blanca azotea.
De vez en vez un rayo los cielos besotea.
Todavía en los bares el vino espumajea...

El caco en las cocinas husmea y mangonea...
...........................................................................
Un gato enarca el lomo junto a una chimenea
y en las cosas de la urbe medita y fantasea...

Septiembre, 1910.

Nota 32: Plantas acuáticas viajeras.





ORACIÓN AL DIOS APOLO

I

Padre de la Armonía, fuente de gracias líricas,
que en piafantes corceles exploras el azur:
detén el nervioso ímpetu de tus fuertes bridones
ante el himno que reza por tí la Juventud.
Te amamos, padre Apolo, por tu tirso de rosas,
por tus bellos pegasos, por tu carro de luz,
porque tienes la lira, y la flauta y el pífano,
la siringa, el salterio, el sistro y el laúd.


II

En estos días trágicos en que el bárbaro esquilmo
en esta tierra idílica alza su pabellón,
en que nos hiere el fuerte, porque nacimos débiles
y tiramos del carro del colonizador;
danos el ritmo olímpico de tu música sacra
y la dulce armonía de tu nueva canción,
y ante el dolor, estoicos, el mundo cruzaremos
del Ideal incólume volando siempre en pos.


III

Padre, más de tres largas centurias transcurrieron
y seguimos libando la hiel del padecer;
huyó el león rampante, ensangrentado el lomo,
pero vinieron águilas voraces en tropel 33.
Y nuestro pueblo llora, porque es pesado el yugo
y protestar no puede, porque es débil su grey,
porque los ancestrales todos ya sucumbieron
sin dejarnos su aliento, sin legarnos su fe.

Nota 33: Alusiones transparentes. Son: el «león rampante», España, y las "águilas voraces», Norte-América. A Claro Recto le ha complacido la sinécdoque. Antes, en El alma de la raza, la emplea igualmente.


IV

Ya agotaron sus flechas nuestras viejas aljabas
con el león hispano en rudo batallar,
y con aquellas águilas que viéndonos inermes,
cruzaron el Pacífico en un vuelo triunfal.
Por eso te pedimos que prestes el acento
de tu lira a estos hijos de indómitos rajáhs,
para que, ahogando el grito de nuestras penas íntimas,
ambulemos cantando por no querer matar.


V

Excelso padre Apolo: por las musas gloriosas,
por los sátiros viejos del bosque secular,
por las suaves ondinas que duermen en los lagos,
por la luna, tu hermana, de soñolienta faz;
suelta las rojas bridas de los salvajes potros
que, en furioso galope, sus crines tenderán,
y que enciendan sus cascos, al chocar con los soles,
reverberantes rayos de paz y libertad.


VI

Ayúdanos, oh padre, a conquistar la gloria,
que lograr no pudieron el plomo y el fusil;
por símbolo izaremos la bandera del Arte,
tocaremos tu flauta por bélico clarín;
y sin armar cañones de potentes calibres,
y sin teñir de sangre los campos del país,
lo que jamás lográramos en sangrientos combates
juramos alcanzarlo en artística lid.


VII

Nos libertará el Arte de la opresión extraña,
saltarán las cadenas al compás del laúd,
poblará los espacios nuestro armónico himno,
nuestra enseña ultrajada flotará en el azul;
el estro del poeta abrirá las mazmorras,
la paleta y el ritmo rasgarán el capuz,
y luego tu voz única bajará del Olimpo,
y nos dirá a nosotros: «hermanos, Fiat Lux.»


VIII

¿Puede decirme alguien que el Arte no redime?
Jesucristo fué artista y redimió a Israel;
y aquel inolvidable mesías filipino
era un sublime artista y un redentor también.
Con la unción de su verbo fundó aquí su reinado,
el genial superhombre, varón de Nazareth;
y Rizal con su pluma, demolió tiranías
y liberó a su pueblo del hispano poder.


IX

Para alcanzar la gloria, son una misma cosa
el pincel elegante y el mohoso fusil,
la melena del vate y el casco del guerrero,
el son de los cañones y el llanto del violín.
Lo mismo premia el mundo con lauros al artista
que al valiente soldado que sucumbió en la lid;
porque si la lid siembra de mártires la historia,
el Arte la convierte en florido pensil.


X

Mas, si al fin, padre Apolo, exhaustas nuestras fuerzas,
no esplende en las alturas el libertario Sol,
suelta las rojas bridas de tus salvajes potros
y que troten furiosos con épico fragor.
Que salga de su cauce el indómito Agno, 34
donde quemó sus naves últimas Limahóng;
que estremezca el tamarao los llanos y las selvas
y revienten sus cráteres el Taal y el Mayón.

Octubre, 1910.

Nota 34: Río caudaloso que cruza la provincia de Pangasinán y vierte en el golfo de Ligayén.




LAGUNA DE BOMBON

Canto un himno a tus aguas santas, madre laguna,
donde en las noches blancas, noches de amor y luna,
juguetean las ninfas de cabellera bruna
y de abiertas pupilas, color de aceituna.

Tú encierras el prestigio de los días egregios,
cuando los ancestrales hacían sortilegios
en nuestras selvas vírgenes, de perfumes y arpegios,
leyendo unos infolios de santos florilegios.

La aurora de los trópicos, como flor cabalística,
pone en tus ondas tersas coloración artística,
mientras mancha el azul una paloma mística,
que es muy blanca, tan blanca como la hostia eucarística.

Por tus aguas bogaron en primitivas barcas,
con sus lanzas y bolos los tagalos monarcas,
a lidiar con el hombre de las pupilas zarcas
que invadió hace tres siglos las malayas comarcas.

¡Oh laguna que encarnas las grandezas de Lipa,
--pueblo de ardientes niñas y buen vino de nipa--35
cuando cruzo tus aguas mi dolor se disipa
y hasta siento que el pueblo de Rizal se emancipa!

Nota 35: Palma de que se extrae un aguardiente fuerte.

Moran en tus entrañas la ira de cien volcanes,
moluscos, peces raros, gigantescos caimanes,
y acaso el polvo inerte de bravos Solimanes
que en desiguales luchas cayeron cual titanes.

Cuando lanzó el Taal la furia de sus fraguas
brotaron de sus cráteres tus impetuosas aguas,
y sobre sus burbujas--tenues borlas de enaguas--
se arrastraron las casas cual débiles piraguas.

Tus hermosas cascadas, al caer espumantes,
engarzan en el aire millones de diamantes,
y en las noches parecen sus rugidos vibrantes
monótonos quejidos de fantasmas errantes.

¡Madre, madre laguna! Tu nombre es una gloria,
una página de oro en la malaya historia,
un destello lumínico que ilustra la memoria,
un poema de amor, un himno de victoria.

Octubre, 1910.



ELOGIO DEL CASTELLANO
PREMIO DE POESÍA EN CERTAMEN ABIERTO POR EL CASINO ESPAÑOL DE MANILA, ENERO 1917, AL INAUGURARSE LA «CASA DE ESPAÑA»

«¿Ya no hay nobles hidalgos
        ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora
        para llorar después?»
(RUBEN DARIO, «Los Cisnes»)

Arca santa inviolable de la Raza,
Arca santa de próceres bellezas,
que a tu prestigio espiritual vinculas
la gloria de las magnas epopeyas;
Arca egregia y divina,
que en las ingentes luchas ya pretéritas
sobreviviste al colonial desastre,
cual sobrevive el alma a la materia;
Arca ebúrnea, copón de maravillas,
donde se guarda secular herencia;
Arca de lo inmortal que veneramos
en la vetusta casa solariega;
Arca de oro que ofrece el Libro Santo
y el perfumado pan de la Belleza,
por quién juramos proscribir la casta
de osados malandrines que te afrentan;
la musa tropical, la musa autóctona,
de tus clásicos lauros heredera,
torna a pulsar el clavicordio hispano,
clavicordio romántico que sueña,
clavicordio que sufre como un alma,
clavicordio polífono que encierra
en sus notas lo grande, clavicordio
donde llora sus cuitas Filomela,
donde estallan los gritos del combate,
donde retumba la canción de gesta...

Y canta en tu loor, oh lengua hispana,
del pensamiento alada mensajera,
que fulguras, cual límpida custodia
de la eterna Verdad, en las conciencias,
como el sol en las cúspides altivas
donde la tromba y el ciclón fermentan,
como el anhelo indígena que fulge
en el blasón astral de mi bandera.

Oh lengua sacrosanta
de Fray Luis y Miguel, Lope de Vega,
del Arcipreste, Calderón y Góngora,
los Argensola, Hurtado y Espronceda;
la lengua que enfloró de madrigales
las prístinas edades romancescas,
toda hecha de vorágines y truenos,
toda hecha de suspiros y cadencias,
coro inmenso de tímpanos, concierto
de las panidas flautas en la sierra,
sinfonía fantástica que irrumpe
del arpa gigantesca de las selvas.

Es tu ritmo la ronda bulliciosa
de crótalos y locas panderetas,
de guitarras que dicen el elogio
de unos ojos reidores que asaetan;
es la risa que en notas se desata
cual cristalino desgranar de perlas,
el madrigal sonoro que deslíe
sus estrofas de amor en las verbenas,
y el chocar de las copas musicales
donde hierve la sangre de las cepas.

Es tu acento el susurro que adormece
del aura al retozar en la floresta,
y el blando caramillo que solloza,
bajo el beso lunar en primavera.
Te remeda el gorjeo de la alondra,
la imperativa voz de las trompetas,
el quejido que emerge de la cuna
y el doliente «kundiman» de mi tierra,
el raudo vendaval que avanza indómito
por cima de las altas cordilleras,
y brama en los barrancos y hondonadas
y en las rocas que hendieron las centellas.

Y tuviste en la lira de Quintana
ecos triunfales, resonancias bélicas
de estoques y corazas y armaduras
que son el timbre perennal de Iberia;
en los versos broncíneos de Chocano,
fragor de sordas cataratas épicas,
algazara de pompas coloniales,
rumor de besos y temblor de quenas.
De Solís en la prosa cincelada,
ímpetus de corcel, dianas homéricas,
estrépito de lanzas y tizonas,
de broqueles y cascos y rodelas.
En Fray Luis de León fuíste cigarra
que endulzaba el reposo de la siesta,
y tonada de amor de la tierruca
en los cuadros agrestes de Pereda;
caballero gentil de la Armonía
en el rugiente «Niágara» de Heredia,
batir de alas de ingrávidos querubes
en las trovas ardientes de Teresa.
Y en el arpa divina de Darío,
ruido de encajes y frufús de seda,
música de cinceles sobre el mármol
y murmurio de risas y de gemas,
canción de cisnes sobre el quieto estanque
al paso de las «púberes canéforas»,
arpegio de violines cortesanos
y vibración de cítaras helenas.
  Y cerraste la elipse de tu gloria,
con un estruendo de imperial proeza;
en las perennes páginas altísimas
del libro de Cervantes Saavedra.

No en vano fueron por ignotos mares
de Hispania las veloces carabelas,
en comunión ferviente con la Audacia
y los altos designios de la Idea;
no en vano los Cortés y los Balboa
desafiaron el hambre y las tormentas,
y sus bridones épicos midieron
las pampas infinitas de la América;
no en vano sobre el pico de los Andes,
dueña del mundo, flameó tu enseña,
tan amplia que cubrió dos continentes,
tan gloriosa, tan noble y tan excelsa;
no en vano, por tres siglos, tus ejércitos
han levantado en mi solar sus tiendas,
y vieron el prodigio de mis lagos
y de mis bellas noches el poema;
no en vano en nuestras almas imprimistes
de tus virtudes la radiosa estela,
y gallardos enjoyan tus rosales
plenos de aroma las nativas sendas:
tu imperio espiritual vive y perdura,
y extiende su simbólica cadena
del Pirene a los Andes y al Carballo,
y en un abrazo inmenso los estrecha.
Por los mares Atlántico y Pacífico
tus fuertes galeones aún navegan,
y van en ellos, bajo un sol de gloria,
almas grandes que luchan y que anhelan,
andantes caballeros del Ensueño,
guardianes de la fé de Dulcinea,
locos sublimes que descubren mundos
y mueren por su reina la Quimera.
Aún nos ofrecen tus antiguos códices
la fórmula inmortal de la Belleza,
y tus filtros y alquimias prodigiosos
del humano dolor la panacea.
No morirás jamás en este suelo
que ilumina tu luz. Quien lo pretenda
ignora que el castillo de mi raza
es de bloques que dieron tus canteras.



ENVÍO

Casa de España, Olimpo de las Artes,
Templo del Porvenir, ¡bendita seas!
Las musas danzarán sobre tu césped
y gustarán la miel de tus colmenas.
Sé el manantial donde las almas nobles
el agua pura del Ensueño beban,
la torre de marfil donde se guarde
el tesoro ideal de nuestra lengua.
Hispanos: si algún día la escarnecen,
nuestras aljabas vaciarán sus flechas,
y nos verán, triunfantes o vencidos,
al pié de esta sagrada ciudadela.




ROSAS DE CARNE

        ¡Oh rosas de lascivia!
Yo sé que os extenuáis de emociones supremas
cuando en vuestras corolas deposita sus gemas
el bienhechor rocío, entre la noche tibia.
        Fuísteis como diademas
en las frentes de Lais, de Salomé, de Aspasia,
de las cocottes de Europa y bayaderas de Asia
y de las Margaritas que enfloraron América.

Vuestro perfume intenso de prostituta histérica,
que incita al sacrilegio,
lo anhela todo el mundo, desde el burgués intonso
hasta el artista egregio,
y desde el venerable que reza su responso
y ornamenta sus dedos con aguas de amatista
hasta el viejo eremita que entiende el sortilegio,
conversa con los astros y es brujo y alquimista.

Los secretos de alcoba
los que sabéis vosotras: el espasmo que arroba,
el deseo que mata, los contactos sutiles,
las caricias de seda
y el estremecimiento de las carnes febriles.
Habéis mirado al cisne, prodigador de halagos,
ensangrentar su pico en los muslos de Leda
sobre la mansedumbre de los dormidos lagos.

Los ojos de Astartea
os contemplaron mucho. Frinés y Mesalinas
perfumaron el agua que besaba sus senos
con el aroma vuestro. Médicis y Popea,
y otras hembras felinas,
os dieron el hechizo de sus labios obscenos.

No ignoráis lo que ocurre
en las silentes noches: el cuerpo que se escurre
entre las suavidades de los ropajes blancos,
las manos que se pierden por los turgentes flancos,
el beso que provoca,
los labios que se buscan y los lenguajes francos
que van de boca a boca.

      Y sabéis, por fin, rosas,
      que el talismán eterno
      de las damas hermosas
      de anémicos suicidas ha llenado el infierno...

1911.



LAS DALAGAS FILIPINAS

Dalagas del terruño: el poeta os saluda
coronado de flores, de ensueño y de arrebol
y por los dioses lares y por el mismo Budha
os ofrenda estas rosas, novias todas del sol.

Por las manos que tienen mansedumbre de tules,
por las sampagas niveas del malayo vergel,
por las místicas garzas de los lagos azules
coloco en vuestras frentes esta hoja de laurel.

Adoro vuestros labios, donde el sol de mi tierra
ha dejado sus besos de sátiro oriental,
porque son el santuario de bellezas que encierra
el glorioso prestigio del solar de Rizal.

Ojos negros, refugio de hechizos y embelesos,
dolientes, langorosos, plenos de soñación
como noches sin luna; pero con rojos besos
que vierten en el alma perfumes de ilusión.

Manos sutiles como suavidades de lago,
de seda que se aleja en rítmico frufú,
como el hogar quimérico de un ensueño muy vago
sobre las aguas mansas del piélago de azur.

Frente color de aurora, donde bellas florecen,
con aromas de cielo, flores de castidad;
mejillas sonrosadas que en su gracia parecen
vírgenes de los lienzos de la pasada edad.

Cabellera flotante, cual selva enmarañada,
que exhala dulcemente aromas de querer;
ensoñación, delirio del alma, enamorada
de las carnes y besos de la amada mujer.

Piés finos, diminutos, de rosáceos talones
y senos que se exaltan con ferviente ansiedad;
ánforas virginales con vino de ilusiones
que emborracha las almas de voluptuosidad.

Tallo gentil y esbelto, como enhiesta palmera
donde alegres laboran las abejas su miel,
con suave ritmo que los nervios exaspera,
como si fuese espíritu de un viejo moscatel.

Todo un conjunto armónico y grato que envidiara
la ardiente castellana y la impasible miss,
la princesa que el cielo de Rusia cobijara
y la dama que siente la fiebre de París.

Quién dice no ser bella la mujer filipina
que visite esta tierra de Búrgos 36 y Rizal;
y verá que es más mística, más dulce y más divina
la hija de los rajáhs, la niña tropical.

1911

Nota 36: Manuel Búrgos, clérigo filipino, promotor de un movimiento revolucionario en 1872 y fusilado en Cairte.




LUZ DE LUNA

            Sonrióme la amada,
la esquiva, la imposesa, la que vió nuestro idilio
            bajo el frescor amable
            de un emparrado lírico;
la que encantó mi celda cuando escribí el elogio
            de tus labios divinos
en unos versos tristes que sabían a lágrimas;
la que besó tu frente en el blanco camino
de la silente aldea, cuando ibas a jurarme
la eternidad sublime de tu santo cariño.
            Sonrióme la amada,
y floreció en el alma la ilusión que se ha ido,
y tuve sueños plácidos de corderos que triscan
            camino del aprisco,
de soles que agonizan tras montañas azules,
            de cristalinos ríos
        que arrastran hojas secas
sobre sus ondas suaves como bucles de niño.
  Fué en una noche blanca en que las susurrantes
melodías del viento eran largos suspiros;
fué una noche en que mi alma, recostada en tu seno,
admiraba tus formas con mágico delirio;
fué en una hora romántica en que el cielo del trópico
era un arpa encantada, cuyos lejanos cirios
            alumbraban unánimes
tu efigie soberana de mayestático ídolo.

Yo pregunté a la luna por los labios febriles
de aquella dulce impúber, santuario del cariño,
por sus mágicos ojos, que cuando me miraban
            eran caricias y mimos;
por su boca melosa que en mis largas veladas
se posaba en mi frente a calmar mi martirio.

Me contestó la esquiva amada de los vates
que tú vives muy lejos, que fué tu amor un mito,
            que en tu corazón tierno
            ha muerto aquel cariño
que hizo feliz un día a tu caro poeta
y dió a sus locos versos un eternal prestigio.

1915.



LA CHOZA DE NIPA

Venid a mi alcázar, la frágil cabaña
que se esconde tímida bajo un platanar.
Entrad con cuidado: es de nipa y de caña
y puede romperla un brusco ademán.

Soy el cenobita de estas soledades;
me hacen compañía las aves, el sol,
la brisa campestre llena de bondades
y el recuerdo de una difunta ilusión.

Al caer la tarde, por este camino
a quien fresca sombra los árboles dan,
pasa con sus dichas el buen campesino
montado en el lomo de su carabao 37.

[Nota 37: Rumiante, corpulento y vigoroso, utilizado como bestia de tiro.

Su canción monótona, dulce, evocadora,
flota en el crepúsculo bañado de azul,
parece que ríe, parece que llora,
como una quimera de la juventud.

A veces la noche, como novia loca,
me sorprende triste en el tosco umbral,
pensando en aquella muy amada boca
que me brindó un día venturanza y paz.

Cuando es plenilunio, entro en el boscaje,
de ensueños poblada la imaginación,
y bajo la sombra del tibio follaje
me siento muy niño, más cerca de Dios.

Es la confidente de mis hondas cuitas
la luna que argenta mi amado jardín,
y me habla de aquellas prestigiosas citas
que tuve con ella en un mes de Abril.

Los recios flabelos de los cocoteros
meciendo mi sueño, cantan sin cesar.
Los «nunus» del bosque me dicen sinceros
que soy muy dichoso en mi soledad.

Huyo del tumulto de la vida urbana,
la fiebre del oro, la fraterna lid;
la ciudad es fosa de la gleba humana,
de los hombres-fieras madriguera vil.

Entrad en mi humilde y frágil cabaña
que se esconde tímida bajo un platanar.
Mi choza de nipa, mi choza de caña
os dará un tesoro: el alma natal.

1915. 




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JOSÉ R. TEOTICO [17.723] Poeta de Filipinas

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Jose R. Teotico

Fecha de nacimiento:19 de febrero de 1891
Lugar de Nacimiento:Manila, Philippines 
Defunción:       Fallecido 5 de junio de 1940
Natural de la isla de Luzón, tal vez de Manila. Cursó la segunda enseñanza en el Ateneo de los jesuitas. Dirigió «La Vanguardia». Luego fué redactor del diario nacionalista «El Ideal», que ya no se publica. 




LA DALAGA DE MI TIERRA

(FRAGMENTO)
Es dulce como el arpegio de una cítara pagana;
es suave como el aroma de un jardín cuando florece,
tenue y leve cual la brisa que murmura en la mañana
y diciendo sus murmurios nos seduce y enloquece.

Con sus mimos y caricias los pesares adormece
cual la música hechizante de una flauta virgiliana,
y en sus mágicos encantos de beldad ultramundana,
el consuelo apetecido halla el alma que padece.

En la esencia de su todo--que es esencia de lirismo--
que convergen hacia un foco por la acción de los espejos)
envolviendo pudorosa sus encantos tropicales,

(cual si fueran de una flama los lumínicos reflejos,
que convergen hacia un foco por la acción de los espejos
convergen los más hermosos, los más santos ideales.

Es tímida y es ingenua, sincera en sus sentimientos
y sabe cubrir de rosas celestes nuestros caminos
cuando se apaga, entre el lloro de los ojos macilentos
y gritos de horror, la estrella de nuestros pobres destinos.

Es sencilla, cual la flora de los bosques filipinos
donde aletea el suspiro perfumado de los vientos:
tiene un alma grande y noble y en sus labios purpurinos
van a morir dulcemente nuestros hondos sufrimientos.

Tiene el eco sollozante de las notas del kundiman,
tiene el ritmo alado y suave de los vates cuando riman
las estrofas de un poema con palabras de ilusión;

Y sus ojos, que parecen dos sagitarios brillantes,
nos arrojan por el arco de sus párpados soñantes
flechas de amor que se clavan, temblando, en el corazón...

Figulina delicada, no es frívola ni es coqueta,
sino hermana cariñosa de su ardiente fantasía;
es mística, cual lo son los ensueños de un poeta
que se agrandan como el vuelo de melódica armonía.

Es un ángel del hogar, que sabiamente interpreta
en su modo de pensar la vital filosofía,
y en su modo de sentir el suspiro de Julieta,
el gemido de Desdémona y el delirio de Lucía.

Ama su honra más que el brillo del oro resplandeciente,
porque su honra constituye el tesoro solamente
de su vida tan serena cual la hora matutina;

y si el amor que fué suyo asesina su esperanza,
se revuelve brava y fuerte como en busca de venganza
y sabe morir y muere por la quimera divina...

¿Es hermosa? Sí; es hermosa. Al mirar su tez morena,
siento la embriaguez sagrada que produce la ternura,
y en mi deliquio la veo como lánguida sirena
cuando en la paz de los mares tristes canciones murmura.

En ella vive la raza, y su lírica figura
a las hadas rememora, cuando en la noche serena
aparecen con sus clámides rutilantes de hermosura
bajo los besos de amor y paz de la luna llena.

En la magia de su rostro--que es poético y sencillo--
se conserva la dulzura de la Virgen de Murillo,
una bruma de delirio y una sensación de seda.

Y en su alma suprasensible, de romántica señora,
como en un cofre de encanto ella guarda y atesora,
la pasión de aquella «Elvira», de los versos de Espronceda...



TRILOGÍA IDEOLÓGICA

PESIMISMO

Vivir es condenarse a eterno sufrimiento,
llorar continuamente sin encontrar consuelo,
buscar con ansia loca el goce de un momento
teniendo el alma llena de amargo desconsuelo.

Rimar todo un poema entero de dolores,
cruzar todo un sendero sembrado de amarguras,
y, entre penas y llantos y amargos sinsabores,
gustar de un trago toda la hiel de las torturas.

Y si el vivir es sólo sinónimo de pena,
¿por qué nos crió el hado y luego nos condena
a una existencia triste, penosa y dolorida?

¿Es que tal vez el hombre no es digno de otra suerte
Y así es que tiene siempre el dolor y la muerte
por los únicos polos del eje de su vida?


MATERIALISMO

¿El hombre es un conjunto de espíritu y materia?
¡Combinación que pasma! ¡Dualismo que contrasta!
Para explicar la vida con toda su miseria,
el espíritu sobra, pues la materia basta.

La vida es el producto de todas las funciones
de la materia sola. El alma es la quimera,
que vive entre las nubes y se harta de ilusiones
hasta que se disuelve en la hora postrimera.

En vano me resisto a toda esta evidencia.
El espíritu es nada, la materia es potencia
que sostiene y engendra las funciones vitales.

Al hombre, por lo tanto, le basta la materia
para explicar la vida con toda su miseria,
con todos sus quebrantos y con todos sus males.


ESCEPTICISMO

Yo fuí en un tiempo ido fanático creyente
que sólo profesaba católica doctrina,
teniendo como norma la ley omnipotente,
teniendo como pauta la voluntad divina.

Después, el golpe rudo de un brusco desengaño
mostróme cuán amarga es la verdad desnuda,
y uniendo con lo cierto el dolo de un engaño
plasmé nuevas ideas, y germinó la duda.

Entonces dudé siempre de todo cuanto existe,
y dudo todavía de lo que hasta hoy persiste,
de lo veraz, incluso de lo que palpo y toco.

Y tanto ya he dudado, que a concebir no alcanzo
si en el mar de la vida, con mi bajel avanzo
como un hombre juicioso o como un hombre loco.


MEDITACIÓN
(FRAGMENTO)

Media la noche. Hasta el mundo me parece que dormida.
Columpiado por los brazos de Dios mismo, blandamente,
sólo en vela me mantengo. Una amarga y honda cuita
me carcome el alma toda, lentamente... lentamente.
Calma intensa. Nada turba el descanso de la noche
más que el rápido descenso del insólito aguacero,
el monótono chirrido de las ruedas de algun coche
que resbala quietamente sobre el barro del sendero,
el crujir de las persianas azotadas por el viento,
la canturria discordante de los hierros del tejado
(donde cuando el sol los días alegraba, como un cuento,
las parleras avecillas sus nidales han labrado),
y el suspiro que flotando en los aires va cautivo
inspirado por la pena que en secreto me acongoja
el suspiro que se escapa en un vuelo fugitivo
de mis labios, por mi ensueño que en sollozos se deshoja.

La luz tiembla, porque siente el martirio de los vientos,
que irrumpieron desde fuera en la calma de mi estancia,
a encerrarse prisioneros en elásticos fragmentos
y perderse, en un bostezo, vagamente, en la distancia.
Parpadea la luz trémula. Y de súbito se apaga,
entre espasmos convulsivos de un cuerpo que lento muere.
Sigue el viento en mi aposento que de negruras se embriaga,
mascullando monofónico un extraño Miserere. 







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ALEJO VALDÉS PICA [17.724] Poeta de Filipinas

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ALEJO VALDÉS PICA

Poeta de Filipinas. 1890-1945
Nació en Quiapo, barrio de Manila, el 3 de Noviembre de 1890. Sus padres le trajeron a España en 1897, y en varios institutos de Barcelona cursó el bachillerato. Vuelto a Filipinas a los 18 años, e hijo de médico, estudió medicina tres años. Fue capitán de constabularios al servicio de los Estados Unidos. Lució como buen esgrimista y apasionado de la música. Comenzó a versificar (1914) en la revista «Alma Moderna». Por el poeta en que cree y a quien sigue, le nombran «el Villaespesa filipino». Ha publicado: en verso, Electa (1915) e Íntimas (1919); y en prosa, Breviario de amor y Sinceridades.



A LA LUZ MORIBUNDA...

A la luz moribunda del recuerdo,
sueño en aquel mi amor, mi amor primero,
y triste soñador aventurero
entre las sombras del pesar me pierdo.

Cual la celda de un mísero ermitaño
queda abierta a los vientos del desierto,
así mi corazón quedóse abierto
al soplo huracanado del engaño.

Del fondo de mi vida agonizante
se alzaba aquel recuerdo torturante,
en su quietismo silencioso y vago,

cual se alza en las mañanas invernales
la bruma de las nieblas invernales
sobre las aguas límpidas de un lago.

1914.



LUCÍAN EN TU ESPALDA...

Lucían en tu espalda por entero
tus cabellos, de un negro tenebroso,
que tenían el brillo esplendoroso
y cortantes de láminas de acero.

En el salón, hundido en las tinieblas,
había tonalidades misteriosas,
cual de aguas tranquilas y azulosas
cubiertas por las brumas y las nieblas.

Tu hermosa cabellera me atraía
con la fascinación negra y sombría
de los ignotos bosques seculares,

y mis labios hundía en tus cabellos,
y, loco de pasión, dejaba en ellos
un enjambre de abejas osculares.

1914.




A SALVADOR RUEDA

I

Poeta ruiseñor: en las difusas
alegorías tuyas misteriosas,
hay un aletear de mariposas
y la atracción de estrofas inconclusas.

Exquisito cantor: en las profusas
bellezas exquisitas de tus glosas
--como en un lecho de fragantes rosas--
se extenúan de amor las nueve musas.

Tus versos tienen la atracción secreta
de un quieto lago bajo un cielo en calma
cuando entonas tu lenta salmodía,

Porque tu estirpe de andaluz poeta
rindió a las musas, que te dieron su alma,
y tú diste tu alma a la Poesía.


II

Del templo del Amor tomó la ruta
el poeta. Cantó versos adónicos.
Como remate a capiteles jónicos
puso música y versos por voluta.

Todos tus versos tienen la impoluta
blancura inmaculada del armiño,
porque, inocente, cantas como un niño
en tus estrofas la verdad absoluta.

En plena aspiración de ser sincero
escribiste sincero el cancionero,
y es tu sinceridad tu baluarte.

A la lectura fiel de tus canciones
han sentido las almas emociones
porque es tu alma el alma de tu Arte.




ARTE DECORATIVO

Miguel Nieto ha pintado, en un intenso
amor por lo oriental, una cadencia.
En su cuadro la Tórtola Valencia
danza, febril, la danza del incienso.

El cielo nocturnal, azul de Oriente,
dosela su figura. Orientales
perfumes la circundan, y sus chales
resbalan de sus hombros lentamente.

Extraña luz, como de mármol blanco
entrevisto a través de una esmeralda,
estiliza su rostro de judía.

Y al movimiento, en celo, de su flanco
se entreabren los pliegues de su falda
en una irradiación de pedrería.


II

Rozando las ajorcas y los velos
con caricias de mano femenina,
una pantera arrastra por los suelos
el moteado de su piel felina.

Sus patas, sigilosas, se deslizan
entre las piernas de la bailarina,
y en inquietud sus ojos rivalizan
con las miradas de la danzarina.

La pantera es un símbolo viviente,
como lo son también las dos panteras
que pusiera Dulac, clarividente,

bajo los pies de Circe; en un ambiente
de sutiles encantos y quimeras
bajo el nocturno cielo azul de Oriente.


III

Dulac y Miguel Nieto han presentido
la vida de este símbolo, y han dado
la tristeza febril de lo vivido
a la quimera de lo que han pintado.

(Mujeres y panteras son afines
en la crueldad de sus inclinaciones...
Gustan de palpitantes corazones
para la esplendidez de sus festines.)

(Por eso, en las tragedias de la vida,
a la caricia femenil vá unida
la garra sanguinaria de la fiera;

y estar entre los brazos de la amada,
es cual sentir la carne desgarrada
por la zarpa brutal de una pantera.)


IV

La vida femenil de sus pinturas
es tan real, que llega hasta inquietarme,
pues me hace presentir que las figuras
van a salir del lienzo para hablarme.

En el estudio, lleno de tristeza,
la mujer y la fiera son tan bellas,
que parece tangible su belleza
cual si la vida palpitase en ellas.

Y a las primeras horas vespertinas,
cuando solas están mujer y fiera,
los ojos del felino tienen quedas

y lánguidas miradas femeninas,
y la mujer se mueve entre sus sedas
con felina arrogancia de pantera.




PASTORAL

I

Estoy en pleno monte. Recluido
en un camaranchón llamado escuela,
siento sobre mi alma la secuela
de la dolencia del que está aburrido.

En pleno monte. Flota en el ambiente
la gris opacidad de una neblina,
que a los rayos del sol se difumina
y se rasga en girones lentamente.

Derrama el sol su oro por los ampos,
en un derroche de alegrías gualdas,
irisando el techar del caserío;

y fingen, en el verde de los campos,
diamantes en monturas de esmeraldas
las cristalinas gotas de rocío.


II

Llueve torrencialmente, y el chubasco
es tan pródigo en agua que sepulta
los caminos en lodo. El sol se oculta
tras cortinas de nubes. De un peñasco,

dando tumbos, despéñase un torrente:
entre un choque ruidoso de guijarros
y un murmullo de roce de chinarros
se desliza del río en la corriente.

Vuelve a lucir el sol. La lluvia es fina
como agujas de plata, en cuyos ojos
tenues hilos de oro el sol enhebra;

pero quiere bordar, en sus antojos,
un capricho en el agua cristalina
y las agujas y los hilos quiebra.

1919.




EN LA QUIETUD...

En la quietud calma de la hora
el poeta relee sus poemas,
y con sus ojos, que parecen gemas,
los negros signos que escribió devora.

De la lectura de sus versos goza
besando aquellos que le mienten gozo,
y ante los tristes con pesar solloza
poniendo el alma toda en un sollozo.

Una tenue sonrisa se dibuja
en sus pálidos labios sensuales
al murmurar sus rimas musicales;

y ante las tristes y sentimentales
su alma soñadora se arrebuja
en un manto rosado de ideales.

1919.




«SPLEEN»

(Traducción de Juan Moreas)
Como un vencedor ávido de exterminio y de ensaño
en mi frente ha plantado su bandera el hastío.
En prados luminosos va a pacer el rebaño
de ilusiones que han hecho en mi alma el vacío.

Un castillo fingía perspectiva lejana:
de rubíes y oro le forjé en mis ensueños;
pero sus muros eran de arcilla... Una mañana
se derrumbó el dorado castillo de mis sueños.

El corazón, roído por un pesar muy hondo,
se abandonó al miraje de una quimera loca;
bebí, para curarme, de su copa sin fondo
y su embriaguez me ha puesto amargor en la boca.

Hundido en las tinieblas, muero calladamente.
Es la vida espejismo de sueños y palabras,
y su embriaguez me ha puesto amargor en la boca,
vomitan el veneno por sus bocas macabras.

1919.




ORACIÓN

        Filósofo,
        Poeta,
que miráis las cosas
tristes de este mundo,
uno, muy profundo,
con ojos de asceta,
y otro, como rosas;
los dos en mi vida
pusísteis un mal:
uno abrió una herida,
otro abrió un rosal.

Tus rosas, poeta,
perfuman la vida,
la hacen bella y fuerte,
¡toda juventud!

y tú, cruel asceta,
nos muestras la vida
velando a la muerte
junto a un ataúd.

Tú, poeta, sueñas
vagas sensaciones,
que pasan risueñas
como tus canciones
con las que te adueñas
de los corazones.

Me dijiste, asceta,
que es triste la vida,
que amor es llorar,
sé que no mentiste
cuando lo dijiste;
mas dime, poeta,
¿hay algo en la vida
más dulce que amar?

Yo te odio, asceta,
porque sé que sientes
con sinceridad.
Te amo, poeta,
porque sé que mientes
la realidad.

        Filósofo,
        Poeta,
que miráis las cosas
tristes de este mundo,
uno, muy profundo,
con ojos de asceta
y otro, como rosas;

los dos en mi vida
pusísteis un mal:
uno abrió una herida,
otro abrió un rosal.

Tu verdad, asceta,
hizo de mi vida
un inmenso crial;
tu llanto, poeta,
hizo de mi herida
brotar un rosal.

1919.



AUTOCONSOLACIÓN

I

Sonríe, poeta del dolor, sonríe;
ya tu ensueño de amores ha triunfado
en una luminosa apoteosis
al pié del tabernáculo.

Por los mismos dolores que sufriste,
por lo que has de sufrir seca tu llanto,
y a la pálida novia que a tí viene,
sedienta de tu amor, abre los brazos.

A tu puerta ha llegado sonriente,
como una virgen rústica, temblando,
a ahuyentar tus tristezas dolorosas
con la caricia de sus dedos blancos.

Cierra al dolor tu corazón, poeta;
para las dichas guárdalo;
ahuyenta los fantasmas de las penas
que hoy sólo la alegría ha de ocuparlo.

Deja la puerta de tu estancia abierta
al paso del amor y obra el milagro
de tu resurrección inesperada
con la consolación de lo esperado.

Ya la pálida novia que esperabas
en busca de tus brazos ha llegado
a enfriar los ardores de tu carne
y a calentar las nieves de tu tálamo.

El juego de sus dedos ha deshecho
el trenzado de sedas del peinado
y la luz moribunda de tu lámpara
al soplo de su aliento se ha apagado.

Sonríe, poeta del dolor, sonríe;
la hora de los besos ha sonado...


II

El viejo Cristo de marfil que adorna
las desnudas paredes de tu cuarto,
aquél que obró el milagro de los peces
y de los panes ácimos,
que serenó el tumulto de los mares
con la caricia de sus pies descalzos,
y en su doctrina de piedad y amores
perdonó a Magdalena sus pecados,

Desde su cruz contempla vuestros cuerpos
en un estrecho abrazo entrelazados,
y con tristeza en sus pupilas cándidas
y en sus ojos dos lágrimas temblando
parece que te dice, entre suspiros,
y de dolor sobre su cruz llorando:

--«Como yo, tú también agonizaste
sobre la cruz de tu dolor clavado,
y las zarzas de todos los dolores
tus sienes y tu frente desgarraron:
has sufrido la mofa y el desprecio,
y has sentido en tu rostro el salivazo
del legionario que salió a tu encuentro
cuando llevabas el madero al hombro
camino del Calvario.

Tú también has sentido de la lanza
el golpe en el costado
y has muerto, como yo, cantando amores
y a todos perdonando.

Toda tu vida ha sido un ansia eterna
--moribundo y en cruz puestas las manos--
esperando el amor de los amores
para abarcarlo con tus brazos cárdenos.

Ya la pálida novia que aguardabas,
en busca de tus besos ha llegado.
Por los tristes dolores que sufriste,
por los que has de sufrir, seca tu llanto,
y a la pálida novia que a tí viene,
sedienta de tu amor, abre los brazos.

Sonríe, poeta del dolor, sonríe:
la hora de los besos ha sonado.»

1919.



EL AMOR DE LOS AMORES

La vida es un dolor. Es algo incierto,
lleno da brumas y de ensoñaciones
que nos hacen temblar. Sepulcro abierto
para enterrar en él las ilusiones.

Es triste caravana en el desierto.
Nos morimos de sed. Las desazones
son inquietantes, como un cuerpo muerto
destrozado por garras de leones.

De la vida en el áspero camino
yo he sido como humilde peregrino
que hizo el amor de su ideal un rito;

atravesó el desierto con mis penas,
y he quemado mis pies en sus arenas
en un ansia infinita de infinito.

1919.



¡BENDITA SEAS, PECADORA!

I

Yo fuí también a tí, cuando soñaba
mi deseo con curvas morbideces
y mi joven pupila dilataba
la visión de tus blancas desnudeces.

En tu boca he bebido hasta las heces,
el néctar que tu labio me brindaba,
y de amor, en tus brazos, me embriagaba,
en un ansia infinita de embriagueces.

Bendita tú, entre todas las mujeres,
porque colmas el ansia de placeres
y el ansia de placer aguijoneas.

Porque tus blancos y afilados dientes
el goce intensifican; porque mientes
un platónico amor, ¡bendita seas!


II

Yo creí adivinar en tus antojos
acicate a pasiones sexuales;
mas moduló tu voz ternuras tales,
que hasta llegué a creer en tus sonrojos.

¡Cómo fingias crisis pasionales,
de hondo y sentido amor, en tus enojos...!
¡Si hasta fingieron lágrimas tus ojos,
en sartales de perlas, a raudales...!

Porque haces olvidar, con tus engaños,
que el amor sólo brinda desengaños,
y fingiendo el amor, el amor creas;

por hacemos creer, con tus pudores,
en la sinceridad de tus amores,
¡por hacernos creer, bendita seas!


III

Cuando estoy solo, sueño en la blancura
de tu piel y en el negro de tu pelo,
y enardecido de pasión, me encelo
por la sensualidad de tu cintura

Entre las sombras del pesar me pierdo.
Mi deseo recuerda tu hermosura,
y aumento intensamente mi amargura
con el opio sutil de su recuerdo.

Porque finges un férvido entusiasmo
durante la epilepsia de tu espasmo;
porque al hacerte desear, deseas;

porque vibran caricias redentoras
en tus humildes manos pecadoras,
¡bendita seas, mujer! ¡Bendita seas!

1919.



ESTABA ESCRITO

Me has herido a traición. En emboscada
miserable y ruín me has acechado,
y en pleno corazón me has asestado
sin compasión, amor, tu puñalada.

No te guardo rencor. Mi amor sincero
es tan intenso que me llena el pecho.
Me ha herido tu traición, como un acero...
Yo te perdono el daño que me has hecho.

¡A qué, guardar rencor, si todo ha sido
tan sólo un sueño que alegró mi vida...
un bálsamo fugaz sobre una herida...!

¡A qué, llorar una esperanza muerta,
si todo ha de caer en el olvido,
aunque la herida permanezca abierta!

1920. 







FLAVIO ZARAGOZA CANO [17.725] Poeta de Filipinas

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Flavio Zaragoza Cano

Flavio Zaragoza Cano (1892-1994), fue un abogado, periodista y escritor filipino de lengua española.

Se decidió a estudiar derecho por influencia de su profesor, Manuel Locsin. Se embarcó para Manila en 1910 donde se matriculó en la Facultad de Derecho y más tarde en el Colegio de Derecho.

Trabajó como mancebo en la Farmacia Filipina de Binondo, mientras enseñaba en el Colegio Mercantil para financiar sus estudios.

Su carrera periodística comenzó con las colaboraciones que realizó a la revista Renacimiento Filipino. Más tarde fue periodista para La Vanguardia, y director del Heraldo de Bícol, así como dos periódicos publicados en ilongo, La Nueva Fuerza y El Heraldo.

Abandonó sus estudios en 1914 para casarse con Josefa Francisco, y se trasladó a Albay donde se hizo cargo de una imprenta y de la dirección del periódico El Heraldo de Bicolandia. En 1916, puso un bazar en Legazpi y la Imprenta Monserrat.

Fundó el primer sindicato de trabajadores en Bícol. Fue nombrado secretario municipal de su ciudad natal Cabatúan en 1922, trasladándose en el mismo puesto al municipio de Dumangas en Iloílo desde 1923 a 1927.

Aunque no finalizó sus estudios de derecho, le fue concedido el título de notario público. Más tarde, ya a partir de 1931, se convirtió en secretario privado del senador José M. Arroyo.

También actuó como intérprete en el Juzgado de Primera Instancia de Iloílo, hasta 1935.

Obras

Cantos a España : poemas y poesías. Iloilo, Philippines : Lix, 1936.
De Mactan a Tirad : (Lapolapo Bangotbanua y Del Pilar) : poema epico histórico Published Manila : Kanlaon, 1941

Premios

Le fue concedido el Premio Zóbel en 1929 por su poema Las Rimas.




LA GOTA DE AGUA

Bajando por la impávida eminencia,
desde incógnitas fuentes,
rueda la gota de agua. En la confluencia
donde se unen arroyos y torrentes,
--con su ritmo triunfal de excelsas notas
o de ondas desatadas--
se entremezclan mil gotas con mil gotas
hasta formar ciclópeas cascadas...

Y a la manera
del salto audaz--desde la roca al llano--
con que muestra su esfuerzo la pantera,
salta el río también al océano
con terco empuje;
mientras en cada gota de agua ruge
la génesis de ignotas tempestades,
la mar y el río, en colosal connubio,
fecundan en las vastas soledades
la nube anunciadora del diluvio.

La nube retadora
pronta a caer en lluvias torrenciales,
se alzará de la mar que se evapora,
subiendo a los espacios siderales;
y cuando el viento
azote con su tralla el firmamento,
la densa nube la región ignota
cubrirá de los vastos horizontes,
para bajar de nuevo, gota a gota,
sobre la cumbre de los altos montes.

Gota de agua es el vate:
con su verbo profético y sombrío
piérdese de la vida en el combate,
cual árbol seco que arrastrara el río;
su idea es torrente
que brota de la cumbre de su frente
y derramando la cascada roja
de sus magnas virtudes,
como el río, también salta y se arroja
al mar de las dormidas multitudes.

En raudo vuelo
cruza de los espíritus el cielo,
«donde Dios reina y do la fé no mata,»
formando con las nubes de su idea
y sus celebraciones,
la tempestad social que se desata,
que fecunda y procrea
el árbol-Libertad de las naciones!

Y cuando baje
la idea desprendida del celaje,
volverá a fulgurar sobre otras frentes,
para trocarse en frescos manantiales
de futuros torrentes
que llenarán el mar con sus caudales:
correrá como inmensa catarata
propulsora de ineptas voluntades,
en cuyo albo remanso se retrata
el vago porvenir de las edades...




PROEMIAL

A JOSÉ HERNÁNDEZ GAVIRA

Joven bardo que encerró poesía
en pagodas de marfil y de plata:
templa el sistro de celeste armonía
y tus sáficos cantares desata...

Suelta al trote tus gallardos bridones
y que escalen la altitud tus corceles,
al concierto de modernas canciones,
bajo un arco de floridos laureles.

Verterás la dulce euritmia del verso
en prestigio de los lares nativos,
cual aroma de grandeza, en el terso
y áureo yelmo de patriotas altivos...

Tu canción sea de triunfos y amores
ante el alma nacional que te escucha:
blancos ritmos a doncellas y flores,
bravos toques a adalides en lucha...!








VÉRONIQUE TADJO [17.726] Poeta de Costa de Marfil

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Véronique Tadjo

Véronique Tadjo (París, 21 de julio de 1955) escritora de Costa de Marfil.

Se cría en Abidjan y ha recibido numerosos galardones, entre ellos destaca el que le otorgó UNICEF en 1993. Vivió un tiempo en Londres, pero después se fue a Sudáfrica.


Su infancia estuvo marcada por los numerosos viajes que realizó en compañía de sus padres y su hermano. Su padre, originario de Costa de Marfil, era un alto funcionario y su madre era pintora y escultora. Se doctoró en Estudios Afroamericanos. Ha realizado numerosos viajes por todo el África occidental, Europa, Estados Unidos y América Latina. Trabajó durante varios años en la Universidad Nacional de Costa de Marfil. Actualmente se dedica fundamentalmente a escribir y participa en talleres de escritura e ilustración de libros infantiles en varios países. Después de haber vivido algunos años en Kenia e Inglaterra, en el 2002 vivía en Sudáfrica.

Libros

1984: Latérite
1991: Le royaume aveugle
1992: A vol d'oiseau
2001: L' ombre d' Imana
2005: Reine Pokou, concerto pour un sacrifice
2006 : Champ de bataille et d'amour
2010 : Loin de mon père

Libros juveniles

Le bel oiseau et la pluie
Le seigneur de la danse
Mamy Wata et le monstre
Le grain de maïs magique
Nelson Mandela : « non à l’apartheid »
Léopold Sédar Senghor, le poète des paroles qui durent, À dos d'âne, coll. « Des graines et des guides », 2014.



Cocodrilo

No es la vida fácil ser un cocodrilo
especialmente si no quiere ser un cocodrilo
El coco que usted puede ver – en la página opuesta* –
no es feliz en su
piel de coco
Era su preferencia
ser diferente
Habría preferido
llamar la atención de
Los niños
y jugar con ellos
Platicar con sus padres
Dar paseos
por la aldea
Excepto, excepto, excepto…

Cada vez que sale del agua
Los pescadores
tiran lanzas
Los niños
huyen
Las muchachas
abandonan sus jarros

Su vida es
una vida
de soledad y de la pena
Vida sin cuate y sin cariño,
sin ningún lugar a visitar

En todas partes – Desconocidos

Ese cocodrilo
Vegetariano
Un cocodrilo
y bueno para nada
Un cocodrilo
que se siente un
Horror sagrado de la sangre

Por favor:
Escríbale,
Escríbale a:
Cocodrilo Amable,
Caleta número 3,
Cuenca del Rio Níger.

Traducción en español: Alexander Best



Crocodile

Ce n’est pas facile d’être un crocodile
Surtout si on na’a pas envie
D’être un crocodile
Ceui que vous voyez
Sur la page opposée
N’est pas bien
Dans sa peau
De croco
il aurait aimé
Etre different
Il aurait aimé
Attirer
Les enfants
Jouer
Avec eux
Converser
avec les parents
Se balader
Dans
Le village
Mais, mais, mais

Quand il sort
De l’eau
Les pêcheurs
Lancent des sagaies
Les gamins
Détalent
Les jeunes filles
Abandonnent leurs canaris

Sa vie
Est une vie
De solitude
Et de tristesse

Sans ami
Sans caresse
Nulle part
Où aller

Partout –
Etranger

Un crocodile
Crocodile
Végétarien
Et bon à rien
Qui a
Une sainte horreur
Du sang

S’il vous plaît
Ecrivez,
Ecrivez à:
Gentil Crocodile,
Baie Numéro 3,
Fleuve Niger.


Crocodile

It’s not easy to be a crocodile
Especially if you don’t want
To be a crocodile
The one you see
On the opposite page*
Is not happy
in his croc’s
Skin
He would have liked
To be different
He would have liked
To attract
Children
Play
with them
Talk
With their parents
Walk around
in the village
But, but, but

When he comes out
Of the water
Fisherman
Throw spears
Children
Take off
Young girls
Abandon their water jugs

His life
Is a life
Of solitude
And sadness

Without a friend
Without affection
Nowhere
To go

Everywhere
Strangers

A Crocodile
Vegetarian
Crocodile
And good for nothing
Who has
A holy horror
Of blood

Please
Write,
Write to:
Nice Crocodile,
Bay Number 3,
Niger River.












JAMES TERRY WHITE [17.727]

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Newburyport, Massachusetts 


James Terry White

James Terry White (Nació el 3 de julio 1845 en Newburyport, Massachusetts - Murió el 3 de abril 1920 en Manhattan, Nueva York) fue un estadounidense editor y poeta. Dada su amplia gama de intereses y la participación en varios negocios y actividades culturales, tenía fama de ser un hombre del Renacimiento. En 1862, se unió a la editorial San Francisco HH Bancroft & Co. En 1869, White fundó una editorial que lleva su nombre, James T. Blanca Co. en San Francisco; y en 1886, con su hijo George Derby Blanca, se trasladó su sede a la ciudad de Nueva York. La firma publicó la primera edición de El Cyclopaedia Nacional de la biografía americana en 1891. A la muerte de su hijo en 1939, treinta y un volúmenes habían sido publicados, cada uno con cerca de 1.000 biografías y 450 páginas. 

Selected publications 

Flowers from Arcadia (1884) OCLC 14757573
A Bouquet of California Flowers (1883) OCLC 21650990
Captive Memories (1897) OCLC 1981536
Christmas Greeting (1883) OCLC 58879585
A Garden of Remembrance (1917) OCLC 16838347 and 647376327




No sólo de pan…

Si estás despojado de fortuna,
y encuentras para ti nada más que dos piezas de pan
– pues vende una, y con las monedas
compra jacintos para alimentar a tu alma.

Pero la belleza no aguarda solamente donde se esconden
flor y tinte y fragancia;
la melodía del trovador quizás
alimente a tu necesidad apremiante.

Pero aún la belleza, mezclado al ojo y oído,
fracasa a complacerse;
solo es el corazón, ardiente con amor,
que puede cumplir el deseo del alma.





Not by bread alone (1917)

If thou of fortune be bereft,
And thou dost find but two loaves left
To thee—sell one, and with the dole
Buy hyacinths to feed thy soul.

But not alone does beauty bide
Where bloom and tint and fragrance hide;
The minstrel’s melody may feed
Perhaps a more insistent need.

But even beauty, howe’er blent
To ear and eye, fails to content;
Only the heart, with love afire,
Can satisfy the soul’s desire.

Versiones de Alexander Best / Translations into Spanish: Alexander Best









FRANCES BELLERBY [17.728] Poeta de Inglaterra

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Frances Bellerby

Mary Eirene Frances Bellerby (nacida Parker) (29 de agosto 1.899-1.975) fue una poeta inglesa, novelista y cuentista. "Su poesía está impregnada de una conciencia espiritual codificada a través del medio ambiente natural, mientras que su socialismo político es más evidente en su prosa". 

OBRA:

as ME Frances Parker  Perhaps, 1927
as ME Frances Parker The Unspoiled, 1928
Neighbours, 1931
Shadowy Bricks, 1932
Come to an End, 1939
Hath the Rain a Father, 1946
Plash Mill and Other Poems, 1946
The Brightening Cloud, 1950
The Stone Angel and the Stone Man , 1958
Selected Poems, 1970
The First-Known and Other Poems, 1975
ed. Anne Stevenson  Selected Poems by Frances Bellerby, with a biographical introduction by Robert Gittings. London, Enitharmon Press, 1986.




Día de los Difuntos

Arranquemos por ese viejo camino nuestro,
cerca del arroyo,
y pateemos las hojas, como siempre,
para creer el ritmo de olas que se quiebran.

Este día no respira y no muestra ningún color,
sino las hojas que, en su muerte,
brillan como nunca más.

El amarillo de la Mariposa-Azufre,
y el castaño de la polilla Roble-Eggar
– quizás tú digas.
Y yo me preguntes por que el verano no parece perdido
si dos personas estaban juntos,
y presenciando la variedad de luz;
pues los dos mismos, entran la noche del año
durante un noviembre delustrado.

El arroyo, lente como un gusano – ¡cómo está quieto!
Sobre la puerta expuesta de esa araña,
mira – perlas mates. Y El Tiempo está relleno,
rebosante, no puede más agarrar.

En el próximo momento
– y lo sabemos bien, cariño – tú y yo –
lo que no puede contener el pequeño día
debe desparramar a la eternidad.

Pues, mientras tanto, tal vez deberíamos desplazarnos
suaves como los gatos.
Dejemos todo no dicho
hasta ninguna sombra de riesgo queda
para perturbar a los muertos benignos.

Ah. Pero siempre eras liviano como una hoja.
Y raramente hablas mientras caminamos.
Aún allí por mi costado estás andado
a través de las hojas vívidas.

Pero toca mi mano para que yo no tenga miedo;
porque parece ahora como si una neblina desciende
y las hojas donde pisas no se mueven.




All Souls’ Day

Let’s go our old way
by the stream, and kick the leaves
as we always did, to make
the rhythm of breaking waves.

This day draws no breath –
shows no colour anywhere
except for the leaves – in their death
brilliant as never before.

Yellow of Brimstone Butterfly,
brown of Oak Eggar Moth –
you’d say. And I’d be wondering why
a summer never seems lost

if two have been together
witnessing the variousness of light,
and the same two in lustreless November
enter the year’s night…

The slow-worm stream – how still!
Above that spider’s unguarded door,
look – dull pearls…Time’s full,
brimming, can hold no more.

Next moment (we well know,
my darling, you and I)
what the small day cannot hold
must spill into eternity.

So perhaps we should move cat-soft
meanwhile, and leave everything unsaid,
until no shadow of risk can be left
of disturbing the scatheless dead.

Ah, but you were always leaf-light.
And you so seldom talk
as we go. But there at my side
through the bright leaves you walk.

And yet – touch my hand
that I may be quite without fear,
for it seems as if a mist descends,
and the leaves where you walk do not stir.

Translator: Alexander Best 





RICHARD O. MOORE [17.729] Poeta de Estados Unidos

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Richard O. Moore

Richard O. Moore (26 de febrero 1920 - 25 de marzo 2015) fue un poeta estadounidense asociado con Kenneth Rexroth y el Renacimiento de San Francisco. 

Su primera poesía fue publicada en 1945 en la revista Círculo por George Leite. En 1949 fue uno de los fundadores de KPFA, la primera estación de radio pública oyente-apoyada en los Estados Unidos. Él continuó escribiendo poesía, pero rara vez trató de publicar. Durante los próximos cincuenta años estuvo activo como director de documentales y ejecutivo de la televisión pública, en KQED, San Francisco y KTCA, Minneapolis-Saint Paul.

A su retiro en 2000, Moore regresó a tiempo completo a la poesía. "Escribir los Silencios" editado por Brenda Hillman y Paul Ebenkamp, ​​incluye una selección de su poesía desde 1946 hasta 2008. 


De / From:
Writing the Silences © 2010, Richard O. Moore & University of California Press




Evocación

Agarrando en una estación tarde
a un desplazamiento de mundos,
dentro del equilibrio dorado del otoño,
del amor y de la razón,

hicimos nuestra paz.
Nos quedamos quieto en octubre,
dentro de la luz decreciente,
y buscamos, uno al otro,
reposo y liberación de un silencio,
y de la condenación lente de una expresión
que es débil y cae del silencio.

En el sol de octubre,
por el río verde,
hablábamos.
Y en octubre – tarde en octubre –
las hojas de los arces plateados
habían descendido.

Pero lo que dijimos
– entre las hojas vivas –
estuvo perdido:
presto como la caída de las hojas,
y quebradizo,
y de un rojo sangre.

Para Kenneth Rexroth, 1950

Spanish, ZP Translator: Alexander Best 



A Reminiscence

Held in a late season
At a shifting of worlds,
In the golden balance of autumn,
Out of love and reason

We made our peace;
Stood still in October
In the failing light and sought,
Each in the other, ease

And release from silence,
From the slow damnation
Of speech that is weak
And falls from silence.

In the October sun
By the green river we spoke,
Late in October, the leaves
Of the water maples had fallen.

But whatever we said
In the bright leaves was lost,
Quick as the leaf-fall,
Brittle and blood red.

For Kenneth Rexroth, 1950



Holding On

1.

How account
for dimming
of the lights

baggage
of old age
tagged and waiting?

or light tricks
in snow
at sun-up?

waiting in line

waiting in line

come sundown
watching the horizon
eyes glowing.



2.

Who

not the
other myself
my prisoner

night flesh
ear-skewered

music
in natural
air

screams   well-deep
seep to the brain-root

days
Treblinka nights

guilt
guts the ferret
in my cage

sanity puddles the floor.



3.

In memory sickness

eyes unlace

open
as last night’s boots

a glacier of light
saps the air

remember

the torturer’s
tinnitus
starts the day.



4.

The   irrationality
of it

mob noise

angels struck
from the block
of darkness

a sunlit sky breaks
through in shrapnel

hard screaming night

feather touch

troops improvising
for the kill

panic

my enemy

my nail-hold.



5.

Of the texture
of elbows shattered
and stairwell falls

hallucinations
of confession

rush to stop pain.



6.

Andean snow-stats
blind me

the flashlight
of the Burglar
of Death flares

and holds
on my eyes.



7.

In the Feast Halls

ghosts linger

feeding

avoiding

dogs

and the memory

of cracked bones.



8.

Present danger

colors hiss
from a blue masque

bone-bonded

Autumn in no
year’s season

a nerve twitches
across the path.



9.

Planets by lamplight

street laughter
embraced in being

parallel lines
collapse curbside

cornices fall

from a stranger’s dream
moon-sand ears

the inhabitants
lean in to hear.

Richard O. Moore, “Holding On” from Writing the Silences. 



from d e l e t e, Part 2

Set up curbside, jewelry tray entanglement with things looking up, but nothing sells unless there is someone looking down, and who might that be? For the moment it’s not raining and off-coast in pods the gray whales parade south. Photographs sprout with the season. The gray whale’s spout is heart shaped, enough said. Just listen for the icon’s intake of breath and see what you can see. Yes, but that was yesterday and which way are prices going to go? There is a pack forming and they will need a leader. It’s then you kick the snot out of them, not before, and make it believable this one last time; but don’t depend on it, auditors, even though it’s turned out like this so many times before. There may be an image whose mind has changed. Sorry, no rain checks in this scheme of things, the windows are broken and boards keep out the light, it’s the cheapest thing to do and then forget it, as has been done before, before, etc. Could you pick out of a lineup who is the culprit here? The mirror is one-way and there’s no way to be sure which side you’re on, but so what? Go on making faces anyway, but be sure, now and then, to check your hand before your face, if just to say Wheaties, the best is yet to be. Our inventions, gods and needles, for instance, are built to say this to us ever and forever. It’s obvious why we can’t give them up, they’re ours, for ourself self’s sake! We live in the afterlife of what, unalterable, has already taken place. The minute you start acting like Robinson Crusoe it’s plain to see you’ve lost your hold on the world. There are many such, so many, washed up on our island shores! They end up sleeping over grates and in doorways at night, far distant from tree ripe fruit and warm sand. The dumps of our artifacts bewilder them. They probe, not knowing what to expect from excess. They act out an experiment, a hairline calculation for survival: is the expenditure of energy to dig up carrots from the frozen ground more than their return in calories? Did you notice the price tag when the wine was poured, the cool chardonnay, the special cabernet, white and red absurdities of words? The motion lights are set to react outside the house but, tell me, did you see the clutter in the study, one would think! Those catalogs, the cave, shadows.

Richard O. Moore, from “d e l e t e,” from Writing the Silences.



from d e l e t e, Part 6

Assume you have discovered an entropy of spirit, immeasurable of course, but it pulls graveward all those whose element is breath, not as the in and out again of water and the sun, but oblivion’s ass-first downhill twenty-four-hour drag. Knowledge is an after-the-fact affair, fair game for a hunger striker’s skeptic gopher tooth. Remember your “agenbite of inwit,” but don’t, please don’t, go knocking on doors declaring you’ve gone hollow with all the others, no one will believe you so long as your bag of flesh is fair. Fall down the stairs to another street. Have you noticed nature does not care for you, no matter the pathos of your fallacies, your antiperspirant, or you arms folded over the stretch marks of your hardest years? That’s you, cell mate, roping a Platonic calf. Rare air, this is all you’ll catch and never can. Live on that for a week and leave a message on your machine, “nourished by words alone.” Those fireworks you inherited, where are they now? Will you set them off to end the show? You have a story that simply cannot be sold, and no rewrite can change country or cast, so here you are in never-never land again. That figure off there in the mist is Nietzsche, stay clear, they say his breath is vile, he needs his space or so the professors say. Were you handed this out of an old script or are you improvising this to-do? Whatever you are, an actor or a human merely with all the other actors, or can you tell the difference without a script in hand, you talk about a text that is not there. Each morning your own short-form obituary appears on every page. An open mike will follow. But this is only in the babblesphere, don’t inhale those dialogues that bubble up. Weariness grows in direct proportion to answers that recede nightly as you snore. Did you audition for this part or did you win it in an all-night poker game? The difference is the same, none, today. Don’t give your chips to another to bet, that’s stacking the odds in your favor, sharing the blame. Avoid places where the lights are always on. Try finding a sunset through a simple gift of looking west. There can be too much light for your own good. Pace Pascal. Let someone close your eyes. Necessary, or so I’m told. That hand in front of your face, try it now.

Richard O. Moore, from “d e l e t e,” from Writing the Silences.






MANUEL VILANOVA [17.730]

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Manuel Vilanova

Manuel Vilanova Rodríguez (Barbantes, parroquia de Pungín, 1944) es un escritor español.

Estudió Filología románica en la Universidad de Santiago de Compostela y se doctoró en la Universidad de Madrid con una tesis sobre Luis Cernuda. Comenzó escribiendo en español, pero pronto se decidió por el gallego con el libro inédito A tarde chaia de verán (1979). Como poeta está considerado como uno de los que marcó el cambio de la literatura del realismo social a la preocupación más esteticista de los años ochenta. En 2008 ejercía como profesor de Lengua y Literatura gallega en Vigo.

Obra

Poesía

E direi-vos eu do mister das cobras (1980).
A lenda das árbores de prata (1985). Premio de la Crítica de Galicia.
A esmeralda branca (2006). Premio de la Crítica de poesía gallega.

Narrativa

A palloza



Preciosa púrpura

Viene en el aire un aire de abismada soledad y
lluvia lentamente
y en el aire un río de nubes llevadas por el viento
que son ya de la somnolienta primavera, esa época del
año y de la dulzura en que surgen los suicidios
en la que tardes tienen un aire a hierba y
soledad lentamente,
las tardes tienen un río vegetal como un murmurio de lírica
lejana,
y encinas nevadas,
y en el aire de la soledad se vuelven entre los murmullos de la
hierba
las cabezas de los degollados
Devaneiros
y después llevados van como un río llevado por el viento
que tiene un aire de rasgada soledad, lluvia en la que un
río
vegetal va
con los recortes amargos de la vida
muy lentamente.



Prezada púrpura

Ven no ar un ar de abismada soledade e
chuiva lentamente
e no ar hai un rio de nubes levadas polo vento
que son xa da sonolenta primavera, esa época do ano e da
dulzura na que xurden os
suicídios, na que as tardes teñen un ar a erba e
soledade lentamente,
as tardes teñen un rio vexetal como un murmúrio, de lírica
lonxana,
e xenxivas nevoentas,
e no ar de soledade volven-se entre os murmúrios da
erva as cabezas dos degolados Devanceiros
e despois levados van como un rio levado polo vento
que ten un ar de esgazada soledade, chuiva na que un
rio
vexetal
vai cos recortes amargos da
vida moi lentamente.



Enredos

A uns dez quilómetros de Ourense, pola vella estrada de Vigo,
onde quedaron tantas cousas enterradas:
noites con cometas de ouro, o lembrar do cabelo da Moura, cheo de estrelas,
os ollos grises da Meiga, cor de auga do encoro,
rosas escondidas nas prístinas árbores.
A dez quilómetros de Ourense, está Untes, onde baixo un sol de xustiza,
as cousas repousan sosegadas: ás costas dunha rapariga
retallos de hortas aglomeradas, como se só ese fose o seu destino.
Soben risos dende o Miño e arrincan de min
todo o que é sensible, repenan e doen estas terras
vellas, inocentes, fortes. Hai unha lixeira brisa
entre a luz xeométrica do quince de San Xoán. Están pechados
os grandes portóns, as poucas nubes semellan
pedras desfeitas, hai cans de garda nos xardíns
que lle ladran ás cousas como se as cousas non fosen un soño.
En que trono dispuxeron esta terra que me curva?
Por que co seu sorriso cálido as terras de Untes
son as estreas onde maduran as cerdeiras?,
como se tivesen o sexo do polen enlouquecido.
Ás veces, polo marzal, xa están as fontes
adornadas con cereixas. E aínda alí
a calor debe ser un regazo
pois é o primeiro lugar do Ribeiro –e manteñan este segredo fechado–
onde colleitan o viño. E o viño tórnase de repente tan real
que pon nos ollos os incendios necesarios.
Quizais sexa este un bo lugar
para esperar a morte
ou para que nesta grave xeografía,
chea de calor e silencio,
voe libre e coidando
este poema argallado en Untes,
feito co cálido pensamento das súas terras
e a substancia dos cans,
abraiados de calor.



Un resplandor en cada val

....e un día, despois do Lume Novo, cando xa levaban tempo
frías e dispersas as fogueiras, esfumárase
todo o que aquela noite fora suxestión. Non restaban senón cinzas
e algún material queimado, semienterrado no chan
que, de forza, considerariamos infernal.
Aquela noite permanecín encerrado na miña torre;
nun miradoiro en oxiva até o que ascendía
un vellísimo rosal, que rubía tal se precisase axuda das paredes.
Até alí chegábame a brisa dos loureiros, dos piñeiros
sempre co seu queixume de ánimas, dos castiñeiros,
coas súas grandes copas altas, esféricas, tan ramosas
e densas. Poderiamos dicir que algo así coma un sangue vello
me arrolaba, alagábame máis que a Moura
anegábame como a Meiga.
Ollara os lumes estendéndose polo val, dous ou tres
en cada praza chea de plátanos, (fuxían os gorrións),
un diante de cada casa, un resplandor en cada val do val,
escintilaban as fogaxes, en cada barca un facho,
un en cada porto, e había máis de vinte, como beixos;
e un clamor impenetrable de fogueira consumíndose
subía dende cada unha das cen fotalezas da terra de Castela.
Esa noite –lembraba entre as cinzas– vivín
a gloria antiga e íntima da hospitalidade dela:
os seus labios entreabríronse, os ollos brillaron
un pouco máis. Era unha sombra de sorriso,
unha pequena mudanza de expresión.
Vin aqueles ollos limpos de doncela, como esmeralda,
como opio. Fora entón o mundo feito de cores,
músicas, silencios, odor. Como a min, cando neno,
e chegaba o verán, galopaba o lume polos vales, o lume novo,
polas encostas máis suaves, trepaba as árbores,
corría tras as bolboretas nocturnas,
ás que chamaban as lumieiras como nos chaman a nós as faíscas
de algo que sen ser amor é peor que o amor,
e que arrrola no sangue vello.



Peregrino de ollos solitarios

É tamén unha imaxe da condición humana.
Eu, inquedo, espío por se xorden os anxos do exterminio.
Miro para os cegos para ver se son de verdade.
Xullo, amais de festas, procesións, e os nosos santos preferidos
está cheo de incendios, péganlle lume aos montes
e semella que o fogo vai permancecer sempre sobre o mundo.
Quedamos atordados e como mortos, estremecidos co estrondo,
abouxados polos hidroavións, ou o que sexa: esa imaxe
case sempre amarela, filla da espuma, unha atrocidade
–fermosa de máis– que fai que os anxos non baixen ás igrexas
que as meigas se poñan de pé, que os cegos vexan,
chacotéase de nós, irrisorios, o hidroavión poderoso.
Se por acaso amasedes nas tardes
unha enxurrada de martelos, serras, desespero
derrubarase sobre os vosos corpos vibrando,
o esforzo viril do amor –polo hidroavión poderoso–
para vós será sempre unha agonía.
Por sorte, aos lectores e á xente de a pé
aínda nos restan a Virxe do Carme no mar e nas ondas
e o Señor Santiago, peregrino de ollos solitarios,
amor doutro amor,
como a condición humana.


Configuración

Penso, Amor, en ti, nesta terra de ninguén e de todos
que é o fin da primavera e o principio do verán.
Penso nos teus brazos risoños de Meiga na mañá,
como me concedes só brevemente e por un breve instante
o teu corpo. Meiga visitada de memorias,
misterio a cada paso, soño de anxo,
zumba na cabeza un murmurio de abellas,
unha imaxe púrpura: a túa percepción.
A túa presenza coma un anxo necesario,
o pracer preciso de poboar con xemidos a outra marxe da noite,
que nome argallaremos para as estrelas,
para os homes que van vir despois de nós, e que van vivir con nós
na gruta, na cova, na terraza, no tempo,
nas mañás rumorosas, nas rúas da cidade
chea de seres chorando, inferiores
á miseria, cos ollos de limo,
como se saísen dun río,
e quixesen ensinar
todo o seu pasado,
vivir das imaxes, como un desexo astral
e ser longamente como a terra,
montañas e ríos,
na bocarribeira dos meus poemas.
Penso, Amor, en ti
nesta terra de todos,
e adiviño un corazón á espera.



Tebras

I

Foi o Toco unha alma triste, envolta en si mesma.
Unha desolada paisaxe interior abranguíalle
os ollos. Era un son subterráneo e levaba
cilicios por dentro das palabras que dicía.
Baixo o seu manto sentía a humidade
suspensa no ar, cheiraba a fondas tebras.
Sucio, con ulidos do chan
pois durmía no pousadoiro. Asceta
de longa cabeleira, creaba da nada
grandes poemas a partir da nada.
A pel morena e os cabelos negros, anelados.
Veu a enredarnos a vida. A nós, que viviamos felices
en torno a un río ardente que embocaba un mar sagrado.
Dicía axiomas como “Non podemos saber nada de nós mesmos”.
Cansaba o brazo de poñelo en cruz.
Escoitábase a súa voz no silencio das naves
como un cicel. Absorto nun cismar sen fin:
xa que era profeta tiña visións ao lonxe,
esgazabannos de remorsos. Renxían os carros ao pasar
e soltábase a si mesmo ao camiño,
acocorábase no chan, e a medida que regresaban os homes
a casa para descansaren de dura loita diúrna,
espetáballes: “Comezade a filosofar. A linguaxe é un metro do pensamento.”
Nunca soubemos moi ben que facía por estas terras
o Toco de Francia. A paisaxe que se estendía
diante de si tornábase máis escura
a medida que o día clarexaba.


II

Sulpicio Severo, Orosio e Itacio destramaron a pedradas
a súa tese de que en cada unha das catro esquinas do mundo
había un anxo que nos vixiaba.
Houbo un tempo no que o Manco Namoreiro
fora un mozo pálido, a pel morena
e os cabelos negros. Comezou a predicar no Ribeiro máis naif
arredor do 370. O seu rostro, de trazos irregulares,
estaba marcado por sucos profundos,
lembraba un outeiro cruzado de ríos secos.
Toda a vida se lle concentraba no escarnio
e parecía un alleado, nun éxtase secreto.
Quizais foi de boa familia e con todo tivo algúns acertos
–malia que non viaxou a Oriente para completar a súa educación–,
“O corpo debe tornarse etílico”, dicía. E impresionaba
o dominio absoluto que as súas ideas
impuñan á carne, onde residía temporariamente.
Incorporou a súa relixión o fulgor das nosas crenzas neolíticas,
que a nós nos subían até a garganta
como a música de cámara de Beethoven, os seus cuartetos.
Sobre os pasos esquecidos da vida o moi venerable
Namoreiro apareceu lapidado (e furamarento)
no recanto máis occidental do Ribeiro disxuntivo.
Levámolo nun carro de bois até a Cova da Moura
xa que o declararon herexe.
Alí iniciamos o fondo xardín
do Panteón dos desatinos.




Cool

I

Ditoso quen se parte para ti, renovado símbolo,
Meiga das agrestes festas.
Hai algures no meu corpo
unha extraordinaria afinidade
entre a crista das inúmeras ondas da ría,
e o vello areal de Coia, a vella horta,
e a inmensa gloria da túa saliva que me leva
quente e cristalina,
que me pode dar o don máis grande.
Meiga esvelta e lenta das agrestes festas,
nos teus longos cabelos sen rigor
son preso nunha cova (como can sen dono),
a miña carne renxe, pálpebras fechadas, mans de cera,
–que a miña mente a fantasiar se poña–,
crece o ritmo da miña respiración, tremen bandeiras,
o pulso báteme cada vez máis ás présas,
as Meigas ergueran murallas de cores variadas
entre as cañas cheas de rosada
coma un refrán
as aves acóllense nos bosques da costa,
enrestrarei o millo, voltarei á auga.
Forma puntas ou bicos, especialmente o mar
coma un refrán (ou pensamento)
cando está picado (ou movido) na ría de Vigo.
É sono sereno de paz e sosego, perfectamente pobre
o meu navío solitario ao partir na alba
soño de música e repouso da alma cíclica
nos días de inverno. Láudano é a ría.
Vóltome para sentir alas amplas de paz, que prenden na cabeza
razoar de amor,
de vela branca os meus bicos leves.


II

A súa beleza somérxeme, muda a vida
abura, abicorna, acadarma,
arias, ritornelli, sinfonías,
coros, dialogar monólogos de bébedo,
a túa beleza submerxe no máis fondo de min.
É posible que morra dun momento para outro.
Xa que todo é algo máis que palabras.
Navío solitario, naufraxio,
cubrireite con mares esquecidos,
escuma, diamantes,
e brancas esmeraldas, Meiga das agrestes festas.
Desde os pés da cama até aquí a cabeceira
a vasta sede de meiga,
a extraordinaria afinidade no recanto
entre as mulleres e os cabalos brancos (que pastan nas nubes).
Leve acedía de Beefeater,
a xenebra desfacendo o limón.
Marcha ela con graos nas súas obras, como a ría.
A Meiga que me fai, anda descalza.



Como se fosen eternos

Os días van correndo como unha melodía á espera
deste momento puro co fogo dos pomares
que nos amolece, Miña Meiga é a irrupción
de amor, na nosa terraza en Vigo. É unha terraza no ocaso da casa
cunha varanda circular baixo o sol do mar, propósito de eternidade,
vela dos ventos, máxica beleza
para defendernos da morte con dedos de ría e sol.
Toma o seu tamaño e altura á vontade. Leva estas terras todas
presas e pegadas na memoria
de tal xeito que ás veces parece losquear o ceo, (a varanda, a terraza, a casa,
 [a cidade)
coas súa vellas rúas de sobriedade medieval.
Alí a vida non pesa, alí a vida non pesa tanto,
as vellas varandas de ferro batido e de madeira,
a miña Meiga, cos ollos atados na luz,
vóanlle ás nubes, as poucas pombas que voan pola Ría
evidencian o verdadeiro desexo da beleza
como unha barca de vela. Escorre
entre os dous o ruído quente dos corazóns, fixa na alma
escorre, como augas-fortes, a ácido
disolvidos en amor, disolvidos en amigo,
as terras do litoral.
Alí está o noso fado de ter nome,
e ollos máxicos.
Só con pronunciar o nome da Meiga
é alto mar nas praias, nas terrazas
énchenseme os labios co círculo completo
de Deus e ao redondo,
unha luz tépeda. A suor núa dela
enche todo de raíz de ouro e po celeste,
todo é vella estrada.
E non queremos que ninguén
se sente á nosa mesa,
fechado con memorias.


Dicionario de amor

Vexo a Meiga, louco amor meu. Acaba a rúa
que me espía do fondo da noite,
vexo a estrela polar no silencio,
busco no seu rostro as sílabas da palabra esposa
escondida baixo os cipreses enleada
da misericordia e paz, orballada
de bágoas e felicidade. En dous labios as vellísimas tallas das palabras,
un sorriso aberto, a miña alma
de tanto soñarte anda perdida.
Os amados corazóns agrándanse
e ti xa es o sol, a lúa, a noite e o día,
a orde cósmica. Se me prendes os brazos
résgasme o lugar do espírito,
se me colles as mans
a terra esmágase.
Curará neste mundo as miñas chagas
co impulso de aberto dicionario de amor que te impele,
e endexamais, ao teu abrigo,
cousa algunha voltará
a ser tempo adulterado, voltará
a ser breve naquel amargo,
especial e solitario
porvir da túa ausencia



Aquela idade das quimeras

As pinturas foran aparecendo na mesa do tempo,
unha tras outra, sen saberen moi ben quen era o autor,
sen saber nada da materia espesa, enluarada,
na que os pinceis se empastelaron con enxeño espléndido.
Fora xeral o rumor que eran os deuses monstruosos
os que se ouvían máis nas grutas, nas pinturas.
Na prístina pedra deixaban o seu beixo cubicado.
Prendían lume dentro das covas ás silvas douradas,
ás ponlas dos piñeiros, toxos, albedros e toda caste de inocentes anxos
da madeira (desde os duros chopos aos carballos máis nodosos e retortos
que entón había nas variegadas selvas).
Chegara a Meiga de maio a aquela idade das quimeras
e un día tras o verdor dos espiños, no anzol do pintorlado
coñeceu máis mundos na mente
dos que ela propia descubrira. Os homes pintores
eran esqueletos andantes, esqueletos andantes
doutra seita que bebían sangue e comían calquera cousa camiñante
que lles caía logo. Gozaban a manía de encambar
as cabezas de uns nos corpos dos outros.
Xantaban gaxos de nenos de pouca vida e na onda feroz, no anzol
da fame atropelada engulían un home en cinco minutos.
Gababan uns dentes cumpridos que os socorrían
a furar os ósos. Os dentes nacéranlle por hospedaren
xa moita práctica. Só conseguían durmir sen pesadelos
cando estaban ben atestados de ósos, sangue e polpa infantil.
Dicían palabras máxicas antes de encetar a pintar
cousas aburdas nas rochas. Palabras novas, fluídas, sinxelas,
incertas. E despois pintaban ou soñaban nas paredes encantamentos
como un eco vago das nosas vidas que se desfan en brisa,
que se perden entre a escuridade e a luz
das nosas orixes esvaídas. Unha cabeza sen corpo.
Dúas cabezas
unha tras da outra. Unha soa cabeza sen veo
ía diante de dúas cabezas que chegaban berrando
como a sombra das aves.
Unha perna escollía un corpo que xa usaba catro pernas.
Tres cornos apousentábanse nunha caveira
que xa procreara outras tres. Aqueles esqueletos
foradaban as cochas soamente co seu ollar baril.
Raios fulminantes saían da mirada
que zumbaba fortemente. Cando despois de moitos días,
trémulos ante o perigo dunha tempestade
que caeu rexa sobre as augas tranquilas e azuladas
fuxiran da nosa existencia, houbo novos mundos a gañar.
E os nosos corpos sentiron a revolta. Revolvémonos
contra a nosa vida impávida e serena. Sentimos
vontade de berrar. Aquelas pinturas deseñáronnos
con tanto agarimo como o sol.
Eles tiñan razón nas súas formas.
As máis loucas estremeceron ao meu lado,
nos pesadelos, sen que eu dixese nada.
Se eu fose unha daquelas pinturas
talvez sentiría o desalento
de vivir comigo, entre a sombra
de tanto xesto sen tenrura.





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TEODOSIO VESTEIRO TORRES [17.731]

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Teodosio Vesteiro Torres

Teodosio Vesteiro Torres (Vigo, 11 de junio de 1847 — Madrid, 12 de junio de 1876) fue un periodista, escritor y profesor de música español.

Sus padres fueron Juan María Vesteiro Barbeito, oficial de infantería, natural de Lugo, y Antonia Torres Fernández, natural de La Coruña. Ingresó en el Seminario de Tuy en 1860, donde ocupó una cátedra de Humanidades y fue bibliotecario, clasificando y ordenando los más de 6.000 libros allí existentes. Comenzó a escribir en el Boletín Eclesiástico del Obispado de Tuy. Fue vicepresidente de la sociedad La Juventud Católica del Miño, redactor de La Juventud Católica de Tuy y director de la orquesta de la Catedral de Santa María de Tuy. En 1871 abandonó los estudios eclesiásticos y se trasladó a Madrid donde trabajo como profesor de música, residiendo en casa de sus primos Lorenzo Quintero y Emilia Calé y Torres.

Colaboró en El Heraldo Gallego (Orense), Revista Galaica (Ferrol), La Concordia y La Caridad-El Desengaño (Vigo). En 1875 fundó en Madrid la asociación La Galicia Literaria, de la que, años después, tomó su nombre la publicación Galicia Literaria. Escribió en español y la mayoría de sus obras siguen la temática y corriente galleguista.

Después de destruir sus trabajos de juventud, se suicidó en el Museo del Prado disparándose un tiro con un revólver en la madrugada del 12 de junio de 1876. Dejó dos cartas de despedida: una a Manuel Curros Enríquez y otra a Valentín Lamas Carvajal.

Reconocimientos

Después de su muerte, en la publicación O Tio Marcos d'a Portela, se incluyó un librito de veinte páginas titulado, Coroa de morte 'o inspirado escritor é doce poeta gallego Teodosio Vesteiro Torres; también el El Heraldo Gallego publicó en 1877 el libro Corona fúnebre á la memoria del inspirado escritor y poeta gallego Teodosio Vesteiro Torres, donde colaboraron Valentín Lamas Carvajal; José M. Hermida; Emilia Calé Torres de Quintero; Eduardo Álvarez Pertierra; A. J. Pereira; Emilia Pardo Bazán; Alfredo Vicenti; José Tresguerras y Melo; Pastora Guerrero; José María Montes; Nicolás Taboada Fernández; Juan Neira Cancela y Rafael Bugallal. El concejo de Vigo le dedicó un parque (Poeta Vesteiro Torres) en el barrio de Coia.

El personaje de Teodosió Vesteiro, como fantasma del Museo del Prado, aparece en la novela El Maestro del Prado y las pinturas proféticas (Planeta, 2013) de Javier Sierra Albert.

Obras

Flores para la soledad, seis melodías para canto e piano, 1871.
Versos, 1874.
Galería de Gallegos Ilustres, 5 tomos: Poetas de la Edad Media, Guerreros, Marinos, Príncipes y Diplomáticos y Artistas, 1874.
Rimas de D. Rodrigo de Moscoso y Osorio, vizconde de Altamira. Siglos XV a XVI, 1875.

Póstumas

Monografías de Vigo, 1878.
Galería de Gallegos Ilustres. Apéndice, 1879.
Páginas sueltas, 1892, publicado por Emilia Calé.
Poesías, 1896, na Biblioteca Gallega de Martínez Salazar.
Recuerdos de Galicia, 1896, con prólogo de V. Novo y García.



EN LA PASCUA DE LA NAVIDAD

Ya luce sobre el suelo
de redención la autora,
ya suena feliz hora
de la salud de Sión;
hosanna clame el orbe,
hosanna las alturas,
hosanna las criaturas
hosanna y bendición!

Si esclavo fue el humano
de triste yugo acerbo,
al humanarse el Verbo
rompe ese yugo vil;
y el mundo alborozado
henchido de contento
eleva al firmamento
de gracias himnos mil.

Nació el divino infante,
y acógelo gozosa
la humanidad dichosa,
cual prenda de su amor,
y tiernos los mortales
le rinden sus loores
le cantan sus fervores
le aclaman su Señor.

De un miserable albergue
en tristes soledades
nació el Dios de bondades,
del Universo el Rey;
y de humildad tan alta
la fuerza es infinita,
que las cadenas quita
a su afligida grey.

¡No más dolor aciago!
de hoy reine la bonanza,
que el sol de la esperanza
brilló por nuestro bien!
cantemos dicha tanta,
cantemos tal victoria,
cantemos nuestra gloria,
la gloria de Salén”

Teodosio Vesteiro Torres

Publicado no xornal tudense “Juventud Católica de Tuy: revista religiosa, científico-literaria” editado na nosa cidade entre 1870/71.



TUY

A Telmo Rotea y Osorio

Orillas del Miño, el río del oro, alza sus negros torreones, verdaderos monumentos de la edad media, una de las más antiguas ciudades de Galicia.

Su ilustre abolengo brilla en los cuarteles de su escudo. Subían los nobles hijos del Arya á la cumbre del monte sagrado la noche del plenilunio, para ejercer sus misteriosos ritos. La memoria de los aborígenes fué perpetuada en los balsones de Tuy con la luna y tres estrellas en campo azul.

Pocos pueblos conservarán más impresas las huellas de las razas dominadoras. El tipo griego, el romano, el normando se adivinan en los campesinos de la comarca; pero ninguno tan marcadamente como el celta, sobre todo en sus hermosas mujeres.

La costumbres célticas se traslucen en las diversiones populares. Encendían nuestros abuelos sus luminarias en el solsticio de verano: la generación presente danza en torno de las hogueras por Sam Juan. Saludábanse aquéllos con el alegre aguein – Ah (el trigo germina), grito de esperanza y venturas; todo faltaría hoy, antes que el aguinaldo tradicional, en los patriarcales hogares de Tuy.

Erradas lecturas en lapidarios y cronicones, han hecho graios de gravios; y de ahí pudo originarse la creencia, harto extendida, de que Tuy fué colonia griega. Quién la supone fundada por Diomedes, quién por su hijo Tideo; no creemos nosotros rebajarla dándole más antigua existencia, y esplicando su nombre actual por el vocablo céltico Tuid, que significa pueblo.

Así se llamó en los siglos medios. Los cronistas latinizaron Tuda; y en el supuesto de la venida del príncipe troyano, fácilmente se creyó Tuda, Tude, Tide, Tydes, (que de todas maneras se dice), nombre memorativo de Tideo.

Ni tal mito poético es admisible, cuando el mismo Virgilio pinta á Eneas rodeado de las sombras de los capitanes muertos en Tebas, y entre ellos cita á nuestro fabuloso héroe: Hic illi occurrit Tideus.

Tuy es triste y sombrío. El casco de la población es pequeño, su centro está cruzado por calles angostas y tortuosas, cuya soledad angustia.

Los arrabales, brazos que parten de la misma ciudad, paralelos al río, son más alegres, y su edificación más elegante y moderna.

La campiña es deliciosa, Sólo viéndola, puede comprenderse la amenidad de aquella extensa y fértil vega del oro, surcada por el Louro, que se desliza entre arboledas hasta morir en el Miño.

Huertas de naranjos y limoneros hermosean los contornos, cuyas praderas, siempre verdes, brotan espontáneas las modestas escabiosas y las preciadas camelias del Japón.

En las tardes de Mayo embriagan las orillas del río, adornadas por bosques de sauce y enebro, en cuyos senos se ocultan nenúfares y madreselvas.

Los vecinos campos de Portugal, ideales de Salvator Rosa, forman la perspectiva Sur de aquel edén de flores; inmensos pinares cubren las cimas del Norte; corren al Este las azules linfas que besan voluptuosas dos patrias hermanas; y el sol se oculta tras los gigantescos peñones del monte Aloya, centro de panoramas inimitables, y urna de las grandezas del pasado.

Teodosio Vesteiro Torres 




Lejana memoria de Teodosio Vesteiro Torres

Por María Fontán

Muy poco, o nada, dirá hoy a muchos —estudiosos y especialistas aparte— el nombre de Teodosio Vesteiro Torres. Sin embargo en él alentó la promesa cierta de un poeta auténtico de fino lirismo, promesa que se truncó trágicamente, en Madrid, por el suicidio de Vesteiro, el 12 de junio de 1876, cuando era aún muy joven. Entonces, un grupo de escritores amigos suyos quiso rendir homenaje a su memoria con una Corona poética que apareció impresa en 1879. En ella colaboraron con sus versos Emilia Pardo Bazán, Emilia Calé, Francisco Añón, Ventura Ruiz Aguilera, Benito Vicetto, Alfredo Vicenti, Andrés Muruais y otros varios escritores cuya suerte literaria posterior ha sido muy diversa, desde la triunfal de la autora de Los pazos de Ulloa hasta la humilde permanencia únicamente en las páginas de una enciclopedia.

El libro de homenaje, cuyo título completo es Corona fúnebre a la memoria del malogrado poeta gallego Teodosio Vesteiro Torres, contiene en sus páginas iniciales un extenso Ensayo necrológico-biográfico, muy elogioso, escrito por uno de los grandes poetas gallegos, Manuel Curros Enríquez. Al final del volumen, a continuación de las ofrendas poéticas, se reproduce la carta que el novelista Pedro Antonio de Alarcón publicó sobre Vesteiro Torres en la revista La Ilustración Española y Americana, así como las respuestas que suscitó de otros autores, como Victorino Novo, Curros, Vicenti y Muruais. En palabras de los dos primeros —Novo y Curros—, la Corona publicada es:

[...] una colección de poesías dedicadas a la memoria de un poeta; un sencillo ramo de flores que, colocadas sobre una tumba, tumba que nadie saludaría si nosotros abriésemos las puertas del olvido, exhalan desde ella sus modestos perfumes, como una eterna plegaria que, perdiéndose en el cielo, hará descender sobre un puñado de miserable polvo la misericordia de un Dios todo perdón y amor para sus criaturas.

El poema de Emilia Pardo Bazán, uno de los mejores suyos, realiza una noble, apasionada defensa de la figura del poeta muerto en un instante de trágica desesperación (¿quién puede saber la última verdad de un suicida?):

Aunque empañaron tu memoria al paso,
como el cristal de un vaso,
los fallos implacables de la gente,
y al verte zozobrar sin luz ni puerto
hoy te maldice muerto
quien vivo te olvidaba indiferente

[...]

¡Silencio y oración! Grave es la muerte:
el más puro y más fuerte,
más respeta el dolor, oscuro abismo,
y solo y descubriendo la cabeza,
ante la losa reza
que huella con desdén el egoísmo.




VESTEIRO TORRES, MÁS DE UN SIGLO ENTERRADO Y OLVIDADO EN UN CEMENTERIO  DE MADRID

La tumba de Teodosio Vesteiro Torres permanece intacta, pero dolorosamente olvidada en el cementerio de la Sacramental de San Justo, de Madrid. Es una sepultura de 1ª clase que aún ostenta el nº 622.

En este pasado mes de noviembre *(1986), su sepultura, desgastada y casi ilegible por las múltiples personas que la pisaron durante más de un siglo, destacaba por su desamparo y soledad entre las flores que cubrían las sepulturas del citado cementerio. No obstante, todavía se lee sobre el mármol blanco la identificación del desdichado poeta.

Aunque aquel hombre que, pese a su infortunio creyó en Dios, no tiene en su tumba el consuelo de una cruz, y eso hace pensar que evidentemente se le negó al desgraciado suicida. Tan solo encabeza la losa el cuño circular que utilizaba la Sociedad Literaria, prueba irrefutable de que sus compañeros le fueron fieles hasta última hora, seguido de su identificación, que dice así:

“Aquí yace don Teodosio Vesteiro Torres. Individuo de número de la Sociedad de Escritores y Artes Especiales. Falleció el día 12 de Junio de 1876, a la edad de 29 años. R.I.P.”

 Tragedia y enigma del poeta

Tanto en el Registro Civil, como en la Sacramental de San Justo, consta el apellido Vesteiro con B, y lo más curioso es que se afirma que era natural de Vigo (Orense). Lo cual demuestra la poca geografía que conocían los funcionarios de entonces.

También ahora, se tiene la seguridad de que el poeta no fue enterrado en el cementerio general del Sur, como se afirmó en otras ocasiones, sino que allí solamente estuvo depositado el cadáver durante más de veinticuatro horas, habiéndosele efectuado la autopsia en el pabellón del citado cementerio.

Evidentemente, la familia del poeta hizo cuanto fue posible para que la causa de su muerte no se especificara en las respectivas actas, ya que sólo se hace mención de que falleció en el Salón del Prado, a las tres de la madrugada de la citada fecha.

Celso Emilio Ferreiro le describe como “un visionario, atormentado por el tedio vital, enfermo de incurable saudade…”

Pero quizás tan sólo Curros Enríquez intuyó la verdadera causa de su muerte. Era quizás su más íntimo amigo, y a él, lo mismo que a Carvajal, les dejó unas cartas desconsoladoras, despidiéndose de ambos como si estuviese afectado de una mortal enfermedad, y manifestando una fe ciega en Dios, confesión no concordante con la actitud de un hombre resuelto a acabar con su propia vida.




Su breve existencia

Había nacido en la bella y antigua Ciudad de la Oliva, un 12 de junio de 1847, y exactamente veintinueve años después, él mismo daba fin a su vida.

Siendo muy joven, a los quince años, ingresó en el Seminario de Tuy, donde destacó por su inteligencia y grandes dotes personales.

Músico y notable escritor, lo mismo que poeta, en el Seminario se le valoró justamente y, sin cumplir los veintidós años, llegó a graduarse como doctor en Teología, adjudicándose la cátedra de Humanidades. No obstante, al llegar el decisivo momento de la ordenación renunció rotundamente a la carrera eclesiástica, con gran disgusto por parte de su madre, que moriría dos años después.

Trasladado a Madrid, fijó allí su residencia y fundó la Sociedad intelectual de “Galicia Literaria”, centro de reunión de todos los escritores gallegos de aquella época.

Esta sociedad estaba situada en la calle de la Estrella, nº 7, cuarto 3º, siendo la residencia de sus primos Emilia Calé y de su esposo Lorenzo Gómez Quintero. Durante más de un siglo se afirmó que ésta era también la residencia habitual de Teodosio Vesteiro, más por los documentos exhumados últimamente, se ha logrado confirmar que el joven poeta residía en la calle del Caballero de Gracia, nº 26, cuarto 2º.

La Sociedad Literaria tenía sus reuniones los días 10, 20 y 30 de cada mes, y el 10 de junio de 1876, que casualmente era sábado, Vesteiro se reunió en el piso de la calle de La Estrella con sus habituales compañeros.

Nadie advirtió nada desusado en su actitud, ni tan siquiera al despedirse. Pero transcurrió el domingo día 11, en el que el joven poeta se dedicó a destruir su importante obra literaria y musical, de la cual tan solo se salvaron los trabajos ya publicados o los que se encontraban en manos de amigos y familiares.

Finalmente a las primeras horas del día 12 se dirigió al Salón del Prado, y a las tres de la madrugada se disparó un tiro de revólver en la cabeza.
El entierro

Ciento nueve años después(*), yo he estado ante esta tumba. Sobre ella habían caído el sol y la nieve de tantos y tantos años, y, sin embargo, parecía aún gravitar la presencia de aquellos hombres también desaparecidos y que en aquella tarde de un 12 de junio se reunieran alrededor de los restos mortales del poeta desaparecido.


Parecía advertirse la presencia de Curros, que había perdido su habitual arrogancia, derrumbado por el dolor, los hermanos Muruais, Núñez Castro, Manuel de la Peña, Victorino Novo, Eduardo Verdes y… ¡Añón!, el Patriarca, como le llamaban todos, que se sentía desolado como ante la pérdida de un hijo.


Pero si los restos del poeta de Boel se perdieron irremisiblemente en la fosa común del cementerio general del Sur, de Madrid, siendo inútiles los laudables esfuerzos de la Real Academia Gallega para que reposasen definitivamente en Galicia, los de Vesteiro los tenemos todavía allí, tan lejos de la tierra en que nació, esperando como una postrera liberación que lo arranquen de la soledad del cementerio castellano.

02.Artº 32.Vesteiro Torres.02


Josefina López de Serantes
El Ideal Gallego, 3 de Enero de 1986(*)









EMILIA CALÉ [17.732]

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EMILIA CALÉ

A Coruña, 1837 - Madrid, 1908.
Emilia Calé y Torres nació en La Coruña el 12 de febrero de 1837. Tras publicar poemas en la prensa gallega, se va a vivir a Madrid de 1871 a 1875 y colabora con la prensa española y sudamericana.

Su primo, Vesteiro Torres, funda la sociedad Galicia literaria a la que acuden, en casa de Emilia Calé, Francisco Añón, Luis Taboada, los hermanos Muruais, Curros Enríquez...

Vuelve a La Coruña en 1875. Se casa con Don Lorenzo Quintero, periodista y funcionario público, lo que les hace desplazarse a menudo.

Tuvieron varios hijos entre los que destaca la pianista Emilia Quintero y Calé. En 1906 es nombrada miembro Correspondiente de la Real Academia Galega y muere el 18 de septiembre de 1908 en Madrid.

OBRAS

Horas de inspiración. Lugo: Soto Freire, 1867. Poesía.
Cuadros sociales o pequeñas novelas. A Coruña: Vicente Abad, Tip. De, 1878
Lazos rotos. Madrid: Nicolas Moya, Imp. De, 1884. Teatro.
Escenas de la vida, 1890. Novelas.
Crepusculares, 1894. Poesía.
De la cima al abismo, 1894. Teatro.

Emilia Calé naceu na Coruña en 1837 e era filla do naturalista Pedro Alejandro Auber. Comezou a darse a coñecer como autora de artigos na prensa galega a partir da década de 1860 (a primeira participación que atopamos data de 1861 en Galicia, Revista Universal de este Reino ). Logo de asinar varios poemas (e algunha prosa didáctica co pseudónimo "Esperanza") en diferentes revistas, vai para Madrid, onde continua o seu labor literario, mais esta vez publica tanto en revistas españolas como latinoamericanas e comeza a acadar certa sona nos ambientes culturais da capital española. De feito, nesta época convértese na anfitriona da sociedade madrileña Galicia Literaria (1871), que acollía na súa casa e na que participou activamente como fundadora xunto ao seu curmán Teodosio Vesteiro Torres. Á Galicia Literaria pertenceron, entre outros, Francisco Añón, Curros Enríquez, Andrés e Xesús Muruais, Luís Taboada... 

Emilia retorna a Coruña en 1875 e posteriormente casa con Lorenzo Gómez Quintero y Morado, xornalista e funcionario. Entre a súa descendencia cabe destacar a Emilia Quintero y Calé, quen acadou moita sona na súa época como reputada pianista. Por causa do traballo do seu home vive en diferentes localidades españolas ata que definitivamente retorna a Madrid. Foi distinguida como membro correspondente da Real Academia Galega na súa fundación (1906). Finou en Madrid en 1908.

É un caso excepcional de produción literaria ao tratarse dunha muller da súa época, xa que participou en todos os xéneros literarios, conseguiu maior sona como autora de poesía (de feito algunha das súas obras coñeceu máis dunha edición) e gustáballe cultivar os ambientes literarios. Podemos sinalar, a este respecto, unha recensión da súa obra Horas de inspiración aparecida en novembro de 1867 na publicación pontevedresa La revista . Logo de situala entre os nomes destacados dos autores de literatura galega (Rosalía, Murguía, Pastor Díaz, Pintos...), dise do seu libro que contén "escollidas poesías relixiosas, líricas e descritivas, que forman unha formidable reputación" (tradución nosa do español). Outra publicación súa, a obra teatral Los lazos rotos , acadou moita sona no momento da súa estrea na Coruña en 1883. Trátase dun drama romántico, con ambientación en Madrid e Santiago de Compostela, onde se relata unha apaixonada e tormentosa historia de amor vivida no medio de azarosos sucesos tan dramáticos como inevitables.



AYES DEL CORAZÓN

En vano se elevó mi fantasía
Buscando en la región de las quimeras
Una galana flor,
Muerta para el placer la lira mía
Des que huyeron mis horas placenteras
Vive para el dolor.

Por eso en estas páginas que bordan 
Los destellos del genio deslumbrante
Con rica inspiración,
Mis lágrimas amargas se desbordan
Y ofrezco en vez de imágenes brillantes,
Ayes del corazón.

No alentada por grata y bella idea
Ante un futuro de mentidas glorias,
Puedo mi voz alzar,
Sueño es no mas cuanto la mente crea;
Y al pié del panteón de mis memorias
Debo solo llorar.

De la suerte al cruzar la senda varia,
Viene á mi la esperanza en mis congojas
Del raudal de la fé,
Es mi canto tristísima plegaria;
Así en vez de una flor para estas hojas
Un suspiro daré.



A LA CÉLEBRE DIVA 
Mi distinguida y cariñosa amiga 
CAROLINA CASANOVA DE CEPEDA

¡Bendito, Carolina, el venturoso instante 
en que cual bello astro tu nombre apareció! 
¡Bien haya el feliz día en que divino el genio 
con sus brillantes alas tu cuna circundó.

Tú eres el grato ensueño de rica poesía, 
que en realidad conviertes para guardarlo en ti. 
Tu voz dulce y extraña revela en cada nota 
que el coro de los ángeles copiarse puede aquí.

Tú cantas, y las aves que trinan en la selva 
suspenden sus cantares al escuchar tu voz; 
guiadas del reclamo de tu divino acento, 
hasta tu planta vuelan en su girar veloz.

Por ti dejan su cuna las aromadas flores 
para rendirte culto, do quiera que tú estés; 
y son la hermosa ofrenda que á ti llega á porfía 
en ondas de fragancia, y alfombras de tus piés.

Por ti nácares guarda, y perlas y corales 
el fondo de esos mares que encubre leve tul, 
para brindarte el hombre las esplendentes galas 
con que ciñen sus sienes las hadas de Stambul.

Por ti la sierra tiene en su profundo seno 
diamantes que algún día para tu frente son. 
¿Qué más quieres, en suma, si diosa eres del Arte, 
y ante su altar se postra absorta la creación?

Si en tu anhelada gloria mayor dicha reclamas, 
si aún hallas tanto espacio pequeño para ti, 
contempla de la historia las páginas de oro, 
tu nombre, Carolina, verás escrito allí.

Que si afanosas bordan aves, flores y perlas
la senda deslumbrante que aquí debes seguir,
en hojas inmortales que el tiempo no deshace, 
cercado de laureles tu nombre ha de vivir.

Hoy de mi tosca lira la humilde flor acoge, 
haz que reviva siempre al fuego de tu sien; 
y en ese nido amante de tus afectos dulces, 
unida con mi nombre, consérvala también.

EMILIA CALÉ TORRES DE QUINTERO 
Quinta de Villa Rutis, 25 de agosto de 1885.


A ROSALÍA CASTRO

Si en tu morada de calma, 
y en este día de luto, 
te basta para tu palma, 
entre lágrimas del alma, 
un recuerdo por tributo.                     

Yo, que no te conocí, 
pero que supe admirarte; 
yo, que tus libros leí, 
es justo que quiera aquí, 
mi humilde ofrenda dejarte.                       

En mi amorosa memoria, 
no con brillante reseña 
pretendo mostrar tu historia, 
para cantar tanta gloria 
me considero pequeña.                 

Quiero con dolor profundo, 
tu muerte llorar tan solo, 
ya que tu genio profundo 
fué antorcha que alumbró al mundo 
e irradió de polo á polo.                   

No anida sobre la tierra 
quien lleva un sello divino, 
que en triste y constante guerra, 
tal vez el afán encierra 
de terminar su destino.                     

Acaso en luchas crueles, 
de esas que la vida
agotan y entre deseos infieles, 
no alcanzaste más laureles
que estos que en la tumba brotan.                       

Tal vez, aunque el mundo a coro
te ensalzó cual un portento
y en tus libros vió un tesoro,
no quiso brindarte el oro
que niega siempre al talento.

Por eso cuando se agitan
en dolorosos instantes
ideas que resucitan, 
aún las figuras palpitan 
de Camoens y Cervantes.                     

Que en el amargo existir
de nuestra vida ilusoria,
tiene el hombre que morir
para empezar a vivir
sobre el polvo de la escoria.                   

Por eso, aunque ya no suena
tu voz dulcísima y pura,
como en época serena,
su eco vibrante, aún resuena
salvando tu sepultura.                       

Blasones, belleza, acaso
el tiempo, á la par que ruede,
sepultar podrá á su paso;
¡Tú serás sol sin ocaso,
mientras una aurora quede!                     

Y aún en el postrer fulgor
cuando la tierra sucumba, 
hará el último cantor,
con su lira, en tu loor,
una cruz para la tumba.                           

Vates del gallego suelo: 
hoy con la lira enlutada
cantad en señal de duelo;
¡Qué ella acoja desde el cielo
nuestra ofrenda inmaculada!               

Emilia Calé Torres de Quintero. 
Villa-Rutis (Coruña) 2º Stbre. 1885

O poema dedicado á súa amiga Carolina Casanova, que transcribimos, foi escrito en ocasión dunha festa que esta celebrou na súa casa-quinta de Vilaboa, na que interpretou algunhas pezas ao piano Emilia Gómez-Quintero Calé, filla de Emilia, e esta leu ese poema. Foi publicado en El Correo de la Moda, año XXXV, nº 36, Madrid, 1885, páx. 286 e o reproduce facsimilarmente Mercedes Puyol no seu artigo “Carolina Casanova de Cepeda, una soprano ferrolana en el mundo de la ópera”, publicado no nº 26 de FerrolAnálisis (2011)

O dedicado a Rosalía de Castro, onde expresa a súa profunda admiración por ela, está escrito logo do pasamento da ilustre escritora. Como nos indica Lucía García Vega, no artigo “Os espazos necrolóxico e elexíaco de Rosalía de Castro na prensa de Madrid e de Galicia” (Madrygal, nº 14 (2011), páxs. 81-92), foi publicado por primeira vez en El Ciclón, A Coruña, 19 de setembro de 1885, que a autora reproduce en facsímile. Nos encontrámolo un par de meses despois en Galicia Moderna, nº 31, A Habana, 29-11-1885, páx. 3 (que transcribimos). Xosé Neira Vilas menciona que igualmente se publicou en El Eco de Galicia, en concreto o 22 de xaneiro de 1886.



DOÑA EMILIA CALÉ A avanzada edad ha fallecido en Madrid, y anteayer recibió sepultura en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, la señora doña Emilia Calé y Torres, viuda de Gómez-Quintero, distinguida escritora coruñesa, que tuvo su época de nombradía y cuyo recuerdo está asociado al de los precursores é iniciadores del renacimiento literario gallego.

Emilia Calé, desde sus años juveniles, cultivo con fortuna la poesía, y aun sin poseer la inspiración de la gran Rosalía Castro, construyó estrofas armoniosas, correctas y sentidas, que pueden encontrarse en los viejos periódicos regionales y en la colección de sus poesías, titulada “Horas de inspiración”.

En el famoso “Álbum de la Caridad”, donde Pascual López Cortón coleccionó todos los trabajos en prosa y en verso que se presentaron á los primeros Juegos Florales de la Coruña que inició y subvencionó con largueza hace cerca de medio siglo aquel patriota benemérito, se publicaron las primeras composiciones poéticas de Emilia Calé, que era muy joven á la sazón.

Por entonces contrajo matrimonio con D. Lorenzo Gómez-Quintero, escritor americano, que dirigió en Galicia algunas revistas literarias y que hace un año falleció en Madrid. Uno de los hijos de este matrimonio es Emilia López-Quintero, la insigne pianista, tan celebrada entre nosotros.

Fué la Calé una de las fundadoras de la Galicia Ilustrada. Sociedad que crearon en Madrid, por el año 1875, Curros y Enríquez, Añón, Muruais (Jesús y Andrés), Victorino. Novo y el malogrado Vesteiro Torres y á la que asistía en espíritu Alfredo Vicenti, que terminaba á la sazón sus estudios de Medicina en la Universidad de Compostela.

Hace pocos días, el maestro Ortega y Munilla recordaba, en su discurso de los Juegos Florales de Vigo, la trágica muerte de Vesteiro-Torres y la “Corona poética” que sus compatriotas le dedicaron en 1877. La “Corona” -que por cierto es una exquisita joya  literaria-, comenzaba con la poesía de la Calé, dedicada á la muerte del poeta, que era su primo hermano, y al que había dado más de una vez hospitalidad y casi obligado á publicar sus “Versos” y su “Galería de gallegos ilustres”.

La Coruña contó siempre á la Calé entre sus hijas predilectas, y en el año de 1885 el Círculo de Artesanos de aquella ciudad la designó para compartir con la señora Pardo Bazán la presidencia del concurso literario, que allí por entonces se efectuó, y al que asistió D. Alfonso XII.

Descanse en paz la inspirada y modesta poetisa entusiasta gallega y madre de familia ejemplar”.






PAULA CARBALLEIRA [17.733]

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Paula Carballeira

Paula Carballeira Cabana, (Maniños, Fene (La Coruña) el 7 de septiembre de 1972), es una escritora, cuentacuentos y actriz gallega.

Reside en Santiago de Compostela (La Coruña) desde 1989, donde estudió Filología hispánica. Escribe relatos infantiles y juveniles, y pertenece a la compañía de teatro Berrobambán.

Obra

Literatura infantil-juvenil

A percura, 1990, Edicións do Cumio.
Robin e a boa xente, 1993, Edebé-Rodeira.
Troulas, andainas, solpores e unha farsa anónima, 1996, Edebé-Rodeira.
Mateo, 1999, Kalandraka.
Olo-iepu-iepu, 1999, Galaxia.
Un porco e unha vaca xa fan zoolóxico, 1999, Xerais. Literatura infanto-xuvenil.
Paco, 2001, Kalandraka.
Correo urxente, 2002, Edebé-Rodeira.
O ganso pardo, 2002, Edelvives.
A era de Lázaro, 2004, Galaxia.
Smara, 2006, Kalandraka. Literatura infanto-xuvenil.
Boas noites, 2007, Xerais/Junta de Galicia.
A casa redonda, 2008, Baía.
As outras historias, 2011, Galaxia.
Casas, 2012, Tambre.
O principio, 2012, Kalandraka.
A burra Ramona, 2013, Baía.
O refugallo, 2013, Xerais.

Teatro

Alicia & Alicia, 2010, Edicións Morgante.
Pressing catch, 2010, Positivas.
A folla máis alta, 2012. Versión dramática do poemario Contatrás.
O refugallo, 2013, Xerais. Premio Manuel María 2011.

Poesía

Contatrás, 2006, Positivas.
Contatrás, II-I, 2012, Positivas.

Narrativa

O lobishome de Candeán, 2009, Galaxia.

Obras colectivas

Ninguén está só, 2001, Tris Tram.
Longa lingua, 2002, Xerais.
Postais do Camiño, 2004, Galaxia.
Versus cianuro. Poemas contra a mina de ouro de Corcoesto, 2013, A. C. Caldeirón.
Xabarín 18, 2013, EEI Monte da Guía/Concello de Vigo/Galaxia.

Premios

2º Premio do Concurso nacional de contos infantiles O Facho no 1988, por A morte do mar.
I Premio Manuel María de Literatura Dramática Infantil, no 2006, por Boas noites.
Ganadora do Premio Manuel María de Literatura Dramática Infantil no 2011, por O refugallo.

Televisión

Pepe O Inglés, (2005, estrenada en el 2006 en TVG)
Libro de Familia (2005-2013) como Carmiña.





Paula Carballeira
(De séu libro de poemas "Contatrás"-Marzo 2006


I.

Unha nube gris pasou por Africa

Unha nube gris pasou por África
de cando en vez
a nube choraba
porque no lle gustaba o que via.
A xente poñiase contenta
cantaba e bailaba
porque chovia. 



II.

SARA

Sara atopou un óso
só un 
un óso
no deserto.
E a Sara entroulle unha pena
unha soa
pero tan grande.......
Enorme
Infinita
Unha pena que nunca sentira
Sara lanzou o óso ao ceo
Ao ceo azul
para que voase
O óso xiraba
o óso parecia un sorriso
Un sorriso de ceo azul
Unha estela de día
O óso desapereceu no horizonte
A pena tamén.






Esta noche vi al vampiro. Yo llegaba tarde, con los labios negros de vino tinto, la piel pálida de frío, las manos dentro de los bolsillos del abrigo negro. Tropecé con él al entrar en el portal. Lógico, teniendo en cuenta que se me había corrido el rímel y no veía por donde andaba.
 Olía a tierra, y a algo más. A algo salvaje. Quise pedirle perdón, pero no hizo falta. Él recogió las llaves que se me habían caído al suelo y me las puso delante de la cara. Tuve que mirarlo, ver aquellos ojos profundos, los dientes poderosos.
 —Cuidado con lo que bebes —murmuró.
 —Gracias —le respondí, mientras recuperaba las llaves y rozaba su mano por un momento.
 Él se confundió con la oscuridad. Yo me quedé apoyada en la pared, con la esperanza de que pensase que mis labios estaban pintados de sangre, que mi palidez era la de la muerte, que mi abrigo estaba hecho de tinieblas. Aunque haga frío y la niebla cubra mi cama como una telaraña, esta noche voy a dejar la ventana abierta.




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