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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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LUCÍA SOLANA PÉREZ [9427]

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Lucía Solana Pérez es Profesora de Educación Primaria. Cursó Magisterio en la Escuela Normal "Santa María", de Madrid, y Llicenciatura en Filosofía y Letras (especialidad de Literatura Hispánica) en la Universidad Complutense de Madrid. Su amplia experiencia docente se ha desarrollado como profesora de los niveles primarios.
En su trabajo diario se ha ocupado especialmente de que la poesía estuviera presente en el aula, creando un ambiente lúdico y creativo en torno al verso y aprovechando sus propiedades para el desarrollo tanto imaginativo e intelectual como emocional y personal del niño.
Preocupada por la lectura, su animación en el aula y el uso de la Biblioteca (tanto de aula, como escolar y pública), ha realizado numerosos cursos en ese campo y ha aportado su experiencia en grupos de trabajo, CEP=s, seminarios y congresos.
En los últimos años, se ha ocupado de desarrollar una experiencia sobre el tratamiento didáctico de las relaciones del cine (TV y video) y de la literatura infantil en el aula de Infantil y de Primaria, que ha presentado en colaboración con Jaime García Padrino en diversos seminarios y cursos.

Publicaciones

Serie Cuento móvil: La clase (no 1), Los animales (no 2), Los transportes (no 3), El mar. (no 4), La casa (no 5), El campo (no 6), La familia (no 7), El tiempo (no 8), Los alimentos (no 9) y La ciudad (no10). Textos originales de Lucía Solana. Ilustraciones de Cristina Belmonte y Amalia Ramírez. Madrid, Cincel, 1981.
Adaptaciones de cuentos de los Hermanos Grimm, Andersen y Charles Perrault: Caperucita Roja, El patito feo, La bella durmiente, El gato con botas, La Cenicienta y Pulgarcito. (Seis libros independientes, ilustrados por Mónica Gorris y editados por Cincel. Madrid, 1980).

Capitán Camarón (Coautora). Material curricular para el segundo curso del Primer Ciclo de Educación Primaria. 12 cuadernos y guía del profesor. Zaragoza: Edelvives, 1996.

Nanas y poemas (Versos para antes y después de nacer). Madrid: Edición de la autora, 1998.

Por caminos azules... (Antología poética infantil). En colaboración con Jaime García Padrino. Madrid: Anaya, 1999.

"El reloj", en Aa. Vv., Vuelo de cometas (Antología poética), edic. preparada por Ana M0 Romero Yebra. Córdoba: Publ. Obra Social y Cultural Cajasur, 1999.

Pequeña historia del Museo del Prado. En colab. con Jaime García Padrino. Barcelona: Mediterrània, 2001.

Teatro de Pinocho (Historias de príncipes y princesas). Incluye: El duquesito Rataplán, de Magda Donato, y El príncipe no quiere ser niño, de Antonio Robles. Edición y notas de Jaime García Padrino y Lucía Solana Pérez. Madrid: CCS, 2002.

Inventacuentos (6 volúmenes). Madrid: Gaviota (En prensa).

OTRAS PUBLICACIONES:

"El Cine y la Literatura de Humor en el Aula de Primaria: Las brujas, de Roald Dahl", en AA.VV., El Niño, la Literatura y la Cultura de la Imagen. Cuenca, Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1995, pp. 75-89.

"El niño y la poesía: De la palabra al verso", en Aa. Vv., Y voy por un caminito... (Homenaje a Carmen Bravo Villasante). Madrid: Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, 1996, pp. 183-196.






Nanas y poemas
(Versos para antes y después de nacer)
Lucía Solana Pérez

Madrid 1998





              La ilustración de la portada corresponde a un dibujo atribuido a Leopardo Anchóriz (h. 1965) y regalado a la autora y a su esposo por Arturo Medina, en octubre de 1994.         
 
     La autora agradece también la ayuda prestada por el Estudio de Diseño Mayo & Más y que ha hecho posible la edición de este libro.






A Jaime.
A mis hijos,
Jaime, Ramón y Arturo,
que son mi luz.
A mis ahijados,
Pilar y Paloma.     
A mi madre
y a todas las mujeres.




La espera
                                  

                                Verde, blanco y verde.
Olivo, cal y viñedo.

Verde, blanco y verde.
Cactus, pared y romero.

Verde, blanco y verde.
Esperanza, amor y verso.

Verde, blanco y verde.
A mi hijo
              yo espero.







Canción de cuna


A la ea, ea,
                  tu sueño
                  ya tiene cuna.
A la ea, ea,
                  allá
                  en la Luna.
A la ea, ea, ea,
                  duerme
                              lucero.
A la ea, ea,
                  en el regazo
                  de mis versos.







Nana


Ea,
       ea,
             ea,
mi niño
           tiene pena.

No,
       no,
             no,
no quiere
             dormir.

Sí,
     sí,
          sí,
sus párpados
               ya cierra.

Ea,
      ea,
           ea,
mi niño
           me quiere
                                               a mí.

 





Una nana


A la nana, nanita
de los escarabajos,
uno en la tierra,
el otro abajo.

A la nana, nanita
de las tortugas,
lentas caminan
cuesta arriba.

A la nana, nanita
de los niños,
para que jueguen
siempre contigo.

A la nana, nanita,
nanita, nana.

Duérmete, rayo
de la mañana.







Ea, ea...


Ea, ea...,
mi niño duerme.

Ea, ea...,
el sueño le vence.

Ea, ea...,
susurra el viento.

Ea, ea...,
mamá te quiere.







Aleluyas


Aleluya,
mi niña ríe.

Aleluya, aleluya,
mi niña canta.

Aleluya,
mi niña baila.

Aleluyas, aleluyas
llenan su alma.







Mi niño llora


A la ea, ea,
que mi niño llora.

A la ea, ea,
mi cielo
            abierto.

A la ea, ea,
canta
         el silencio.

A la ea, ea,
juegan
           los vientos.

A la ea, ea,
duerman
               las sombras.

A la ea, ea...,
que mi niño llora.







Triste nana


(A los niños         
a los que el hambre y la droga
pueden quitar la vida.
Otoño 1996)

             A la nana, nana,
duerma la criatura.

             A la nana, nana,
que el hambre
                        le duele,
que hambre
                        ya tiene.

             Mójenle los labios
de azúcar,
que leche no hay,
y llora su suerte.

             A la nana, nana,
duerma la criatura,
que canta la pena,
que baila la muerte,
que el hambre despierta
y el llanto le vence.

             A la nana, nana,
duerma la criatura;
por la droga, droga,
va mamando muerte.

             A la nana, nana,
ya es todo silencio.

             A la nana, nana,
a la nana, nana...







La noche


             La noche
con su capa de luz,
cuajada de estrellas,
da miedo a mi niño,
que no quiere cerrar
sus grandes ojos.

             Duerme.
La luna redonda,
pan de azúcar,
torta de maíz,
te vela,
             te espera,
                          te llama,
                                       te habla.

Y mamá,
             entre sus brazos,
                                       te mece y canta.







El sueño


El sueño
             ha venido a visitar
             a mi niña.

Y detrás de las orejas
             le hará cosquillas.

-¡Ay! ¡Ay!
             Que no quiero dormir.
             ¡Ay!, que no quiero
             soñar con los luceros.

El sueño
             ha venido a buscar
             a mi niña.

Y le llevará
             en su concha de nácar.

-¡Ay! ¡Ay!
             Que no quiero dormir.
             ¡Ay!, que no quiero
             soñar con más luceros.

El sueño
             ha traído a mi niña
             su collar de lágrimas.

¡Ay!
             Que si quiero,
             que si quiero.
Soñar y soñar
             tus sueños.







Tuve miedo


La noche estaba negra
y mi voz fue guía
en las sombras del sueño.
Acaricié tus ojos cerrados
y una sonrisa vi en tus labios.

Y no sé lo que pensé,
ni lo que tú soñabas,
pero tuve miedo,
y te desperté
por si te ibas
                      al cielo.







El niño llorón


             Niño, no me llores,
que los lobos
             te escuchan
allá en el monte;

que las ovejas
             no duermen;
que la pastora
             no canta
y la cigarra
             enmudece.

No llores, mi vida.
Te traeré del mar
             mil estrellas.
Entrelazaré los vientos
y recogeré para ti
amapolas, lirios y claveles.

Mi niño,
             no me llores,
                          que yo velaré
                                                                         tus sueños.







Nana, nanera...


Nana, nanera,
             cascabelera,
que mi bebé
             quiere llorar.

Nana, nanera,
             cascabelera,
que mi bebé
             no quiere comer.

Nana, nanera,
             cascabelera,
que mi bebé
             no quiere dormir.

Nana, nanera,
             cascabelera,
que mi bebé
             dejó de llorar.

Nana, nanera,
             cascabelera,
que mi bebé
             empezó a comer.

Nana, nanera,
             cascabelera,
que mi bebé
             dormido ya está.







Mi niño sueña


             Debajo de la cama,
zapatillas.

             Sobre ella,
almohadón.

             Dentro de las sábanas,
mi niño sueña.







En cada estrella


A ro, ro,
             ro, ro,
en cada estrella
             hay un niño
que pasea
             y mira al cielo.

A ro, ro,
             ro, ro,
en cada estrella
             está un niño
que no sabe
             mirar al suelo.

A ro, ro,
             ro, ro,
a mi niño
             arrullo yo.







Cuando nazcas...


Ven conmigo,
que haremos flores,
pétalos a lápiz
y arco iris de colores.

Ven conmigo,
que pintaremos un mar,
aguas cristalinas
y ríos por llegar.

Ven conmigo,
que dibujaremos un gorrión,
que cante en las mañanas;
amor y libertad.







Mi bebé


Ojos que no ven
y están abiertos.

Boca que no habla
y por el contrario pide.

Manos que no saben asir
y abiertas buscan.

Corazón que no ama
y fruto de mi amor eres.







Cuando mamas


Cuando te amamanto
me buscas,
restriegas tu cara
                       contra mi.

Cuando te amamanto
unimos nuestros destinos
para ser mañana
                       distintos.

¿Cómo explicarte
esta sensación
             y todo mi cariño?





 

El niño rey


Si el niño nace
será un rey.
Sin corona,
sin manto,
ni cetro,
ni reino.

Mi corazón,
             su territorio.
Mis brazos,
             su refugio.
Mis caricias,
             su corona,
             y con mis besos
             un manto le bordaré.







 La siesta

Duerme, duerme,
             duérmete ya.

Mi niño no duerme,
que quiere jugar;
que ve al Sol
y a la Luna no.

Duerme, duerme,
             duérmete ya.

Mi niño se ríe,
y quiere coger
con sus manitas
los rayos del Sol.

Duerme, duerme,
             duérmete ya.

Mi niño me canta,
mi niño me besa,
mi lindo niño,
me duerme a mí.







Tus preguntas, mis respuestas.


¿Por qué
es el cielo azul, mamá?

¿Por qué
los ríos llevan agua, mamá?

Por qué
el Sol luce, mamá?

¿Por qué... ?

Porque el azul son tus ojos;
            el río, tu jugar;
            y tu luz, mi paz.







El juego


Paso, pasito, pisotón.
Corre, corre
que te pillo.

En la acera
            juega el niño,
y en la fuente,
            el jilguero.

Paso, pasito, pisotón.
Quieto, quieto
que te veo.

En la plaza
            saltan los niños
y en el agua,
            los luceros.

Paso, pasito, pisotón.
            Tú y yo
                        somos uno,
                                  somos dos.







La sombra


Tu sombra
            te asusta.
Tu sombra
            te inquieta.

Vienes y vas,
            vas y vienes,
mirando siempre
                  atrás.

Hoy, al fin,
            encontraste
                        tu sombra.







El baño


El agua quieta,
               el agua mansa.

Una patada
               y mil gotas al aire,
unas en la cara,
               otras en el pelo,
más en la nariz
y una carcajada inocente.

Un manotazo,
               una patada,
                      un chapuzón...

               El baño es.







Mi hijo


Deditos de morcilla,
pelo de paja,
nariz de comino,
boca de almendra,
           ojos de miel.

Sueño de ángeles,
sonrisa de mañana,
luz de alba.

Es mi tesoro,
es mi cariño,
mi hijo es.







Una, dos y tres


Una, dos y tres,
sobre el arenal,
el viento vuela.

Una, dos y tres,
en el río
nada el pez.

Una, dos y tres,
con sus manos
el niño juega.

Una, dos y tres,
cuatro, cinco y seis.





 

La ola


A la ola, ola
que a mi niña
            mueve.

A la ola, ola
que el mar
            arrastra.
A la ola, ola
fuerte
y sonora.

A la ola, ola,
su espuma blanca
a mi niña abraza.



   



El mar
   

Todavía me acuerdo
de tu primer baño,
tu baño en el mar;
agua salada y azul
con mil salpicaduras blancas.

¡Cómo te reías!
¡Cómo metías tu cabeza
bajo la espuma
            y el agua!

Escribí tu nombre
            en el agua,
            y la corriente
            se lo llevó.

Dibujé tus pies
            en la arena,
            y una ola
            los borró.

Todavía me acuerdo,
            del agua,
                        del mar
                        y de tu risa.




Ser


Con la criatura, un sueño.
Junto al sueño, un deseo.
Junto al deseo, un empeño.
Junto al empeño, un fin.
Junto al fin, un despertar.
Junto al despertar, un seguir.
Junto al seguir, un llegar.

           ¡Un hombre o una mujer!
                       ¡El ser!








CARLOS ETXEBA [9428]

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Carlos Etxeba (seudónimo de Carlos Sáez Echevarría) es poeta, pintor, actor, autor dramático y políglota. Nació en Bilbao el 10-3-1929.

     Ha publicado seis libros de poemas y dado recitales poéticos con sus propios poemas tanto en emisoras de radio como en entidades culturales, siendo traducidos sus poemas al italiano. Es fundador de Publicaciones Edertasuna, que se dedica a la publicación de obras dramáticas y de poesía. Ha recibido numerosos premios internacionales. Por su comedia Una Estrella de Cine, por su monólogo La Mala Vida y su obra de teatro breve La Crisis del Teatro fue distinguido en Italia con el Attestato di Merito de la Accademia Ferdinandea y del Periódico Il Messaggero del Sud de Catania, habiendo sido nombrado Accademico Benemerito. Ha recibido el Premio de Teatro Mínimo «Rafael Guerrero» de Chiclana de la Frontera por su otra Historia mínima de un recién nacido en Mozambique en el año 2000. Posee numerosos premios de la Accademia Ferdinandea de Italia, como el «U Liotru» y «La Siccula Athenae», Premio «Catania e il suo Vulcano», premio «Catania Duomo», premio «Primavera Catanese», premios a los que da el autor una significación especial por venir de Italia, un país donde se ha originado gran parte de la cultural mundial. Es colaborador periodístico del Norte Cultural de Argentina y está incluido en el Who is Who International de Cambridge.

     El día 2 de noviembre de l999 leyó su sainete Música de Piedra en la Asociación de Autores de Teatro de Madrid, actuando de crítico Patricio Chamizo. El día 6-6-2000 se efectuó una lectura dramatizada de su sainete El Trabajo Fijo, de sus monólogos El Conde Drácula tiene Sida y Monólogo Total, así como de su teatro mínimo Historia Mínima de un recién nacido en Mozambique en el año 2000 en los salones del Boulevard del Arenal bilbaíno, actuando los actores de la Sociedad Artística Bilbaína, emitiendo un informativo con imágenes del acto el Canal de Televisión ETB-2. En estos mismos salones y dentro del programa del Maratón de las Artes, se han efectuado lecturas dramatizadas de sus sainetes Música de Piedra y Merengue con Coco, interpretadas por los mismo actores. Su obra dramática Las mujeres de Mahoma, publicada en el año l992 en Publicaciones Edertasuna, tiene la característica histórica especial de un tema cultural que hunde sus profundas raíces existenciales en nuestro idioma y en nuestra peculiar idiosincrasia, por más que pretendamos olvidarlo o pasarlo por alto, como de hecho sucede muchas veces.

     En el libro Una Estrella de Cine abarca un tema de plena actualidad en la realidad española. Los artistas de cine siempre han sido unas de las claves principales para interpretar una sociedad en una de sus vertientes más llamativas: el ocio. Lo que hacen los españoles principalmente en sus momentos de ocio, es contemplar a los artistas de cine, admirarlos y en cierto sentido, procurar imitarlos, ya que dentro de toda admiración va implícita una emulación encubierta.

     Ha escrito como dramaturgo las siguientes obras teatrales:

Aspasia o la Liberación de la Mujer (l983).
La Salvación es la Música (l985).
Un Aprendiz de Macarra (l986).
Las Mujeres de Mahoma (l992).
Una Estrella de Cine (l995).
La Crisis del Teatro (l995).
En el Holding la Masa hasta el amor se traspasa (l997).
La Mala Vida (Monólogo) (l994).
El Amor a los Hijos (l990).
Música de piedra (Sainete) (l998).
Merengue con Coco (Sainete) (l999).
El Diván (comedia) (2000).
Monólogo total (2000).
La Cuerda del Reloj (2000).
Historia mínima de una recién nacido en Mozambique en el año 2000.
Monólogo del mendigo.








A mi planta

No sé cómo te llamas, planta mía.
Eres carne sin hueso,
dedos sin uñas, ojos sin pestañas,
cuello sin hombros,
pero vives para mí en mi ventana.

No me pides nada
a cambio de regalarme tu silueta entretejida,
estrenada cada mañana.

Te yergues orgullosa, al sentir mi sombra
soslayada y repetida en la ventana.

En el hueco de tus hojas desfondadas,
amontonas presurosa mis miradas
y te estremeces por la tarde calurosa,
orgullosa de tenerme enamorado por tus flores,
cuando el sol toca tus alas.

Besas, sin tener labios carnosos,
hablas, sin tener boca entreabierta,
tocas sin tener dedos ni brazos,
solo flores diminutas,
como velas, como llamas.

Y pasas tu ingravidez silenciosa,
tu esbeltez de tierra electrizada,
firmando en el aire mariposas
de colores de amatista encarnadas.

¡No necesito conocer tu nombre!
Tu nombre no me dice nada.

Pero sí necesito contemplar tus flores,
al pasar suavemente mi mirada sobre ti cada mañana.





A todos los poetas del mundo

 La poesía divina (Jesucristo)
se reunía con los apóstoles (los poetas)
para recitarles los versos del amor (el evangelio)

Los poetas (los apóstoles)
escuchaban las profecías (los poemas)
rimando consonantes y asonantes interiores del corazón.

Las poesía humana va siempre de incógnito
sin corona, sin manto de púrpura,
sin pasar por la peluquería,
para no llamar la atención
porque sabe que es criticada y perseguida constantemente
por las damas empingorotadas
y habla siempre en metáforas
para que la entiendan solamente los elegidos
que se ocultan humildemente en sus casas.

-No temáis poetas del mundo,
cuando a cuenta de mi amistad os dijeren los hombres:
¡Están locos! Gastan el dinero en cosas inútiles y superficiales.
Yo os digo que vuestros nombres están inscritos
para recibir el premio de consolación de la cultura.

No temáis, poetas del mundo,
cuando a cuenta de la poesía os torturen los hombres, diciendo:
¡No sirven para nada! Son unos parásitos.
Son unos imbéciles.
¡Mejor harían en ir al boxeo o al fútbol!

Yo en verdad os digo que a cada uno de vosotros
le sonreirá el prestigio en esta vida
y en la otra os entregaré entradas
para ver los ojos azules de la Esperanza
que en el teatro del universo estelar
canta divinamente con el Ideal
la danza del Progreso junto con los coros de la Certeza,
la orquesta sinfónica de la Fantasía
y el cuerpo de baile del Delirio,
todos dirigidos por el gran Maestro Universal.

¡Ah, se me olvidaba!
El primer bailarín es el Desarrollo
y la primera bailarina es la Prosperidad.

A aquellos que os critican les espera una vida prosaica
donde solo se oirá el llanto de la mediocridad
y el crujido de dientes del materialismo
y no sabrán distinguir entre una jota una ge,
una uve y una be.

Esto dijo la Poesía
y poniéndose la dorada corona de laurel
que le quedó un poco ladeada,
pegó un portazo, al salir con paso solemne
y mirada furibunda del Salón de Actos del Círculo Cultural
de la Buena Voluntad.

Como resultas del portazo se cayeron al suelo
y se hicieron añicos los retratos de los directores
de grandes bigotes y gesto ceñudo de la galería de retratos.

Una señora de la limpieza que por allí pasaba,
los barrió a todos y los echó al cubo de la basura,
mientras la Poesía bajaba con paso solemne
por la escalera principal
diciendo a grito pelado:
¡Pandilla de majaderos!

Y ya no volvió por allí más.





Al escondite

¿Dónde se esconde el amor?
Detrás de todas las puertas,
fisgonea importuno
y se agazapa, se acurruca
invisible para que no le veas,
disfrazado de primavera calurosa.

Abres la puerta y no le ves,
Pero ahí estuvo él
y puede ser, que todavía esté.

¿No sentiste la corriente de viento cálido
que cerró violentamente la ventana?
¿No sentiste como unos pasos
en el piso de al lado,
como una voz que intentó decirte algo por la calle,
como una llamada sofocada por la brisa?

El amor estaba allí, escondido, disfrazado, agazapado,
para que no notases su presencia.

Pero un buen día, a plena luz de un sol
cubierto de oro y pedrería,
o una noche sofocante de enigmas celestiales
y de delirios de estrellas,
o una tarde arrebolada de luces extrañas,
se presenta el amor, sin tarjeta de visita,
de improviso, súbitamente, como una aparición.

Es como un ladrón furtivo
que te empuja al pasar y te roba la cartera,
al tropezar.

Es como un asalto en plena calle
rodeado de un gentío
y no aciertas a comprender,
por qué te asaltan a ti y no a los demás.

Es como un perfume de rosas,
de un jardín inexistente
exhalado por el aire, al contacto de tu boca.

Es como el sonido de una voz
que desconoces y que canta una canción
que no comprendes y que te hace suspirar.

Es todo lo que anhelas,
todo lo que tocas,
todo lo que lloras,
todo lo que sientes,
todo lo que imaginas,
todo lo que sueñas,
todo lo que ves.

No le podrás cerrar la puerta.
Con un golpe de viento abrirá tu balcón,
y entre las cortinas alborotadas
se meterá de rondón
y se esconderá, como siempre jugando al escondite
con tu asombrado corazón.

No te servirá de nada fingir que no lo has visto,
porque, si se marcha, sin decirte adiós
llorarás como un chiquillo por su falta de atención
y si no se vuelve a presentar,
recordarás cada instante de tu vida
a aquel ladrón furtivo
que te empujó al pasar
y te robó la cartera, al tropezar.





Callejones solitarios

Callejones solitarios,
barrios bajos cavernarios
entre casas derruidas
y ventanas carcomidas.

Faroles que se desmayan
por el paso de los años.
Sombras que pasan unidas
cual si presintieran años.

Una belleza morena
destocada la melena
hace sonar sus tacones
debajo de los balcones.

Se pasea solitaria
cual la luna imaginaria.
La luz entre los faroles
urde encajes de arreboles.
En el puerto está la luna
fisgoneando importuna.

- ¡Marinero, si tú quieres
te ofrezco mi amor sensual
como quien pone una rosa
y un clavel en el ojal!

¡Marinero, si tú quieres
te ofrezco mi libertad
encadenada en pasiones
que esconde mi talismán!

La luna lanza miradas
de platino y de coral
desvelando los secretos
de la noche sepulcral.

Coge un manojo de nubes
hace de ellas un sofá
y se tumba taciturna
soñando en el más allá.

-¡Marinero, solitario
de los ríos, de la mar
besa mis labios sedientos.
Yo te amaré de verdad!

-Esos amores que ofreces
son mentira, nada más,
oro falso que se oxida
antes de ponerse a amar.

¡Una moneda de plata
que vale solo el afán
y el placer de unos instantes!
Esa es toda la verdad.

La morena se la acerca,
saliendo desde un portal
y el marinero se marcha,
silbando alegre un cantar.

Un perro ladra a la luna.
Le fascina su beldad.
La noche roba a las almas
la paz y tranquilidad.

Y en el callejón oscuro
destocada la melena
mientras suenan sus tacones
debajo de los balcones,
una belleza morena
lanza miradas al mar
donde están los marineros
que apenas llegan, se van.





Canción china de Nanking

 En Nanking tuvo un desliz
la hija de un mandarín,
al bordar una perdiz
con aguja de marfil
una mañana de abril.

Sobre un dorado tapiz
se pinchó en la nariz
y su cara se tiñó
de un suave color añil.

Un gran grito de dolor
se escuchó por el jardín
y una lágrima cayó
sobre el dorado tapiz.

Otro imprevisto desliz
tuvo al andar por Nanking.
La hija del mandarín
Se enamoró del perfil
del hijo de un albañil
que dormía en un atril.

Se desmayó en un cojín
con ribetes de marfil
y ya no quiso salir
ni a ver las flores de abril

O le traían allí
al hijo del albañil
que dormía en un atril
o no saldría al jardín,
bordando siempre el tapiz
con ribetes de marfil.

El doctor del mandarín
le dio un té color carmín
con flor de pitiminí
y hojitas de perejil.

La hija del mandarín
no podía poner fin
a la ansiedad de su amor
por aquel guapo perfil
y su cara se tiñó
de un fuerte color añil.

El mandarín requirió
al hijo del albañil
para que fuera hasta allí
con aquel guapo perfil,
pero él no quiso ir,
porque odiaba al mandarín
y era temido en Nanking
de uno al otro confín.

-¡Le castigaría así
con furioso frenesí!

Y la princesa murió
por pincharse en la nariz
con la aguja de marfil,
mientras bordaba un tapiz
un atardecer de abril,
al volar un pavo real
sobre el florido jardín.





Caricias

(Soneto)


Pétalos blancos, rosas suaves, flores,
tiene tu tacto, cándida caricia,
beso de dedos, cálida delicia
que multiplica todos mis ardores.

Solo tus dedos quitan sinsabores
que la sonrisa trémula propicia,
cuando me miras con esa malicia
que de mis penas roba los temores.

Pasa tu mano cálida en mi frente.
Rompe de mi amargura las cadenas,
acariciando dulce y suavemente.

¡Desaparecerán todas mis penas,
como se van las aguas de un torrente,
dejando florecer las azucenas!





Corazón

 Corazón, ¿de qué te quejas,
si sabes que tu pasión
se alimenta solamente
del fuego de la ilusión?

¿No quieres más ilusiones?
¿Sólo quieres realidades?
¿Quieres comprobarlo todo?
¿Sólo deseas verdades?

Corazón que así te agitas,
averiguando el por qué.
Te cansas inútilmente.
Nunca podrás comprender,
si fue ilusión o mentira,
la realidad o el deseo.

Aunque no quieras creerlo,
te alimentas de ilusiones
como miguitas de pan
que comen los pajaritos
y que volando se van.





Cuando el amor se va

El amor es una catarata de espumas alocadas
lanzada contra ti en plena cara.
Cuando llega el amor todo lo arrasa.
El viento que le empuja,
te alcanza siempre en casa.

No huyas, no podrás escapar nunca.
Quédate, donde estés, sin hacer nada.
Si estás de pie, no trates de esconderte.
Si estás tumbado, refúgiate en la cama.

¡Es el amor que pasa y todo arrasa!
Pero el amor prefiere colocarse
detrás de las puertas, para oírte mejor.
Muy raramente detrás de las ventanas.

Si estás en una playa, escapa de la orilla,
porque vendrán las olas bravas
con una fuerza ingente de resaca.

Si estás en la montaña
escóndete en la cueva más profunda,
para que el rayo del amor no te dé en plena cara.

Si estás en alta mar, ya será tarde.
No podrás hacer nada.
Te volcarán, te agitarán las olas.
No podrás sujetarte a nada.
Serás juguete de los huracanes,
un pez sin rumbo que no supo nadar,
un ave alocada que en vez de volar
cayó en una trampa de agua.

Pero no te preocupes.
Cuando el amor se va, no queda nada.
Solo una herida y una mancha de sangre
aquí en el pecho.

Después de un tiempo ya no queda nada.





Cuando vas a la iglesia

-Mas, cuando vas a la iglesia,
¿por quién rezas, vida mía?

Mientras movías los ojos
más de ángel que de niña,
un hoyito picaresco
apareció en tu mejilla.

-Rezo para que los pobres
no sufran el hambre fría
para que tengan vestidos
que la desnudez alivian...

Y yo proseguí insistiendo
en oír tu letanía.
-Mas, cuando vas a la iglesia,
¿por quién rezas, vida mía?

-Rezo para que en las guerras
no se maten a porfía,
para que el odio se acabe
y las disputas sombrías
y la paz venga a los hombres
dejando ya las envidias.

Y proseguí insistiendo
en oír tu letanía.
-Mas, cuando vas a la iglesia,
¿por quién rezas, vida mía?

Mi miraron tus ojazos
que el gran secreto encubrían
y una lágrima rodando
por tus mejillas corría.

-¡Rezo para que ese chico
de quien me viste prendida
se me declare rendido
y el amor sea su guía!
¡Rezo para que muy pronto
sea su esposa yo un día!

Y cerrando tus ojazos
que el gran secreto encubrían
rezabas, toda tú absorta,
una larga letanía...





De compras

¿Cuánto vale una estrella?
¿Quién me la vende?
¿Dónde se vende el mar?

Si confías tanto en el dinero
¿por qué no puedes comprar el viento,
el huracán, la niebla?

¿Por qué no puedes comprar la nieve
ni el rocío?

¿Dónde se vende el firmamento?
¡Quiero comprar las constelaciones!

¿Crees que el dinero lo compra todo?

-¡Yo compré un día el amor!

-Te engañaron. Ten vendieron solo el odio.

¡Si no puedes comprar ni el amor,
aunque utilices cerrojos y grilletes,
disfrazándolos con terciopelos,
cómo comprar la luz, el sol,
el resplandor sutil de la verdad
y la bondad del corazón
que ilumina el infinito espacio del mundo.





Dadme el yelmo y la espada

Dadme le yelmo y la espada
que quiero defender a una doncella
que anda por este mundo deshonrada.

-¿Pero, hijo mío, no ves que no se estila
ni el yelmo, ni la espada?
¡Que no son tiempos de esas armas blancas!
¡Solo de atómicas muy sofisticadas!

¿Para qué quieres un yelmo tan antiguo?
¿A quién podrás herir con esa espada?

-El yelmo es para defenderme de la envidia,
único mal terrible que me espanta,
herencia de los siglos que en la cuna
se hereda y se amamanta.

La espada existencial de limpio filo
y acero espiritual que corta y saja
es para aniquilar las mil cabezas
de un gran dragón que a las princesas mata.

¡El yelmo es la paciencia y la palabra
es la espiritual y fina espada!

-¿Y quiénes son esas doncellas tristes,
desnudas, deshonradas que me hablas?

-Son la JUSTICIA y la VERDAD, desnudas,
sin cadenas, ni hierros que las atan.

Un gran relincho sofocante escucho.
Trote agitado en la noche estrellada
y Rocinante pasa cabalgando
entre espesas tinieblas enlutadas.

Monto sobre él, me pongo la armadura.
Blando en el viento la celeste espada
y comienzo a recorrer el ancho mundo,
defendiendo a las princesas deshonradas.





¿De qué está hecho tu amor?

¿De qué está hecho tu amor,
de oro, de plata
de nobles cuños
o de hojalata
y de terruños?
¿Es amor fuerte
y está seguro
o débil, frágil
y está inmaduro?

¿Es como un viento
que se desata
que arrasa todo
y todo mata
o solo un viento
de primavera
que apenas nace
muere y no queda?
¿Es cual la garra
de los leones
como la espada
de las pasiones
o muda y cambia
en sus intenciones
conforme mueren
sus ilusiones?

¿De qué está hecho tu amor?
De oro, brillantes
y de luceros zigzagueantes
o de palabras
que dan los niños
que son cambiantes
cual los colores
de tus corpiños?

¡Si tu amor fuera
perseverante,
libre, sereno,
centelleante,
te adoraría
titubeante,
me rendiría
tan humillante
que temería
silabeante
morir de gozo
por ser tu amante!





De repente las golondrinas

Las termitas en las nubes
rasgaron de repente el telón del firmamento.
Hicieron una grieta enorme en el otoño amoratado
y de la jaula del viento se escaparon todas las golondrinas.

Con sus levitas ceremoniales
las invitaron a los palacios del sur
donde hay pasteles colgados de las nubes
y caramelos de fresa en las sombras del jardín.

Se quedaron tristes los parques y los patios,
las avenidas y las rotondas, los tejados y los balcones,
los ojos de los niños y las flores.

Escribieron en el aire
una carta de despedida en un idioma extranjero.
La firmaron los saltimbanquis del aire
con exhibiciones de saltos mortales y piruetas de despedida
en el columpio del viento.

Por la emoción y las prisas
se olvidaron las maletas en un rincón de la estación.

Volverán a recogerlas.
cuando les invite el sol
con sus levitas ceremoniales
al palacio de verano,
donde hay bombones colgados
de los rayos de la luna
y una tarta de merengue en la mejilla del sol.

La carta de despedida se perdió
en un arcón de la estación
de los que guardan recuerdos
y declaraciones de amor.





Del mar las espumas

¿Del mar?
Las espumas.
¿Del lago?
Las brumas.
De tu cara hermosa
las sonrisas tunas.

¿Del jardín?
La rosa
¿Del amor?
La diosa.
De tus dulces ojos
la expresión sabrosa.

¿Quién no te supiera
decir la verdad
y no se admirara
de tanta beldad?

¿Quien no te quisiera
tener, sin pensar
que quizás perdiera
toda libertad?

¿Del huerto?
Los brezos.
¿De tu amor?
Los rezos.
De tu ardiente cuerpo
los profundos besos.





Desenredado de la luz del sol

El amor es solo un rayo de sol perdido
que se desprende de su vestido de luces.

¿Qué quedará de mí, si me desenredo de la luz del sol?
Una gaviota perdida en un desierto interminable,
unos ojos extraviados de ave asustada
que no encuentra su camino en el aire.

Encontrar un camino en el aire es cosa de dos,
cuando el amor desnuda su cinturón de besos
donde se oculta el alma bajo un manto de abrazos.

Con la luz de la luna los cuerpos casi ingrávidos
se enredan en las sombras que parecen fantasmas.

La luna falsifica los datos de un pasaporte eterno
que solo sirve para acariciar los cuerpos,
mientras por los caminos
pasan sombras extrañas de momentos felices.

La luna enloquece en su camino de nubes.
Ha vertido en el aire unos brillos extraños
y las manos se extienden sobre el aire inflamado.
Una fiebre de besos electriza el instante
en calenturas de ensueños.

Pero el sol lo descubre al señalar el lecho
de ilusiones revueltas,
pero el amor lo observa con sus ojos de águila,
como la luz de un rayo que se extiende en el aire
en un manto de nubes desenredadas del cielo.





Desterrado del sol y de la luna

La garganta del viento tiene un eco extraño de saxofón.
Me atrae con ritmos modulados convergentes y envolventes..
Abierto siempre al viento, no tengo cerrojos ni en puertas ni en ventanas
y oigo su llamada urgente
para andar, andar, andar
siempre adelante,
para subir, subir, subir siempre hacia arriba,
para bajar, bajar, bajar,
siempre hacia abajo como un escalador
por los precipicios de luz de los balcones de las montañas.

La voz del saxofón comienza ya a sonar de madrugada
desde lejos, desde la luna embrujada disfrazada de lámpara.
Podría divisar desde las montañas los secretos del viento retorcido
y los aleteos fulgurantes de las aves insatisfechas
que protestan contundentes en el sindicato de las olas.

Tengo que seguir la llamada electrizada del saxofón urgente,
sin tropezar con las lenguas de las piedras engañosas
que resbalan,
sin mirar atrás, siempre adelante,
sonámbulo de auroras incipientes,
profeta de poéticas canciones,
ebrio de vanas esperanzas,
encaramado al mundo sobre paredes verticales, .
desafiando con la mirada los huecos abismales.
huido de mí mismo sin retorno.

Tras pasar las montañas tengo que llegar al mar,
esa cárcel de agua que me atraganta,
ese eterno rencoroso que no olvida,
ese furioso vengador de vanidades,
ese impaciente vigilante que todo lo controla.
Cuando llegue a la otra orilla,
abandonado de la aurora,
herido por el resquemor del viento,
desterrado del sol y de la luna,
me vendaré las llagas con la espuma.

En algún desconocido lugar,
escondido en las montañas,
agazapado en las esquinas del viento,
encontraré el saxofón de plata
que me incita desde lejos, incesante,
a andar, andar, andar siempre adelante
sin que pueda resistirme
al atractivo de esa voz envolvente que me llama.





El chal

-¿Qué deseas para abril?
Te preguntó tu galán
y besándole en la boca
respondiste con afán.

-Para este abril pasajero
me regalarás un chal!

Que brille como el lucero
de luz, de mar y de sol,
que la luna nacarada
lo platee de color.

De seda serán sus fibras,
de seda su resplandor.
De raso será el reverso
de raso como mi amor.

Cuando lo ponga en mis hombros
que me aprisione de ti,
que me envuelva de caricias
y de cariño sin fin.

De terciopelo sería,
suave tacto de tus manos
y de bordados y encajes,
suave beso de su labios.

Y ramilletes de rosas
y guirnaldas de claveles
y racimos de caricias
que me desmayan las sienes.

Cuando me envuelva desnuda
en el chal de mis abrazos
me sentiré reposando
entre tus robustos brazos.

Por eso al preguntarte
qué querías tu galán,
al besar sus dulces labios
respondiste con afán:

-¡Para este abril pasajero
me regalarás un chal!





El ladrón, el zurrón y el corazón

Corren sonámbulas las fuentes
y descansan las estrellas sobre las copas del viento.
Se adormece la luna en la cuna de las olas,
mientras un ladrón ágil e inquieto escala
rápidamente, sin hacer ruido, la tapia de mi jardín.

Solo una rana presiente la tragedia
y asustada se esconde de un brinco
en su charco de íntimos delirios.

El ladrón avanza por el corredor
con un puñal escondido en el fajín.
Las largas cortinas de mis ventanales ondulan al viento
y acarician las sombras de seda volátil de las rosas.

El ladrón se introduce en mi dormitorio
y avanza hacia mi cuerpo dormido.
Abro los ojos sorprendido y veo sus ojos feroces
y el relámpago brillante de su puñal afilado.

¡Lo mejor será no decir nada,
fingir que estoy dormido!
El ladrón revuelve furioso los cajones de mi estancia.
No encuentra nada.
Viene a mi cama y me mira con rostro vengativo
Adivino el fulgor siniestro de sus ojos encolerizados.
Finjo seguir dormido y como un relámpago
hunde su puñal en mi pecho asustado,
mete su mano ensangrentada, me roba el corazón
y lo arroja despectivamente al fondo de su zurrón.

Moribundo, apenas tengo fuerzas para verlo escapar
bajando como un loco por la ventana,
escondido en las ciegas sombras de los árboles.

Mi sangre se derrama por las sábanas
y veo una lágrima en la cara de la luna alucinada.

Me despierto asustado por la mañana.
Siento las palpitaciones de mi pecho sobresaltado.

¡Todo ha sido una ilusión, un ensueño, una ficción
entre un ladrón despiadado y un corazón palpitante
en el fondo de un zurrón.





El ojo del gallo

El ojo atónito del gallo
es el telescopio que desnuda a la inconsciente aurora
y el caleidoscopio de perfil
que la apuñala con los cristales rotos de su sangre.
¡Es tan fácil asesinar con un grito a la furtiva aurora!

¡¡¡Kikirikí!!!

Apoya el gallo su equilibrio
en una sola pata para observarla de plano
y mueve rápidamente la cabeza
para no perder la luz de sus temblorosos labios.

Solo el gallo conoce la linfa de su iris,
el temblor de su aliento leve
y las sospechas de una furtiva mirada
a los torreones ruinosos de las estrellas.

No le gusta que la noche le acaricie las alas
y llama despavorido a la aurora sobresaltada
desperezando sus tenues rayos
en el horizonte del viento y en la frontera del agua.

¡¡¡Kikirikí!!!!

En el ojo del gallo ha cuajado una mancha de sangre
y un punto azul de noche enterrada.
Un comerciante de Pekín le vendió
sus plumas de mago oriental
y su cresta es la llama de una fragua de Nankin.
Su voz es la espada afilada
que desnuda cada mañana a la aurora despavorida
que escapa de los picotazos de su timbre puntiagudo.

¡¡¡Kikirikí!!

Pero ya es tarde. Su ojo atónito enfoca desesperado
los tenues velos de la aurora casi desvanecida
que ya no volverá hasta mañana.





El tango acecha como un tigre

El tango acecha como un tigre en la maleza musical,
un tigre que alarga su mirada hacia la presa,
que olfatea en el aire imprevisto el revuelo de las notas,
el bullicio de los pies en una jungla de notas que resbalan
y arrastra pesadamente el hocico del instinto
para lanzarse de improviso
y clavar una dentellada de celos en el alma.

A ritmo de pasión estalla el cuello del dolor
como una llaga de notas sincopadas.

Hay hendiduras de abismos silenciosos de angustia
en las manos, de brazos que reclaman ser amados,
de miradas que acechan la venganza,
de palabras que imploran,
gimen, claman.

Hay una voz que se oye como una bocanada de sangre
hirviente de venganza, sobre el sonido de un deseo,
sobre el latigazo de un sollozo.

La música del tango está ahí como un tigre agazapado
en plena jungla musical,
en la maleza de una lágrima.





En la casa de la noche

El edificio de la noche tiene cimientos de viento
en el aire turbulento.

En sus techumbres ocultas tiene zaguanes abiertos.
Por sus pasillos se escuchan pasos que van a la mar
y suspiros abatidos, muchos besos repetidos
del amor que viene y va.

En la cúpula estrellada hay un reloj monacal.
En la casa de la noche no existe ningún portal,
solo un ventanal enorme, sin masilla y sin cristal,
con un solo dormitorio para poder descansar
y cortinas transparentes que se pierden en el mar.

Sobre la cuerda del monte
en las pinzas de las ramas
cuelgan sábanas de nubes
que ventila el horizonte.

Por la frontera del sueño
se producen contrabandos de tinieblas inconscientes
que roban los corazones que viven en soledad.

Junto al borde de la fuente se esconden labios sedientos
y la noche desaloja de todos los pensamientos
unos pequeños momentos de paz y tranquilidad.

Agazapada en las sombras colecciona corazones
que han latido siempre unidos por amor hasta la muerte
y me sorprende en el sueño pensando otra vez en ti.

Hay un brillo en su mirada de zafiros violentos.
cuando arroja hacia las olas mi carnet de identidad
mientras la luna pasea por el bosque ceniciento
con correaje de espumas y una hebilla de metal.

En la oscuridad dormida hay destellos insinuantes
de las fuentes del estanque.
Se ha desprendido una estrella
de sus bordes rutilantes.

En la casa de la noche no existe ningún portal,
solo un ventanal enorme sin masilla y sin cristal
con un solo dormitorio para poder descansar
y cortinas transparentes que se pierden en el mar.

¡Quien pudiera adormecerse en la noche de ensueño
sin temer las pesadillas de aquel viento violento
y soñar entre los astros en tu amor de eternidad!





En la gran inmensidad

El viento da manotazos contra el cielo de cristal.
Con sus puños transparentes se revuelca inútilmente.
Sus protestas siderales rompen ventanas celestes
con su lengua fantasmal.

Hay sombras que se retuercen a la orilla de la luna
y hay aristas sinodales que cortan brillos sutiles
por encima de las olas.

Llueven auroras boreales en las espumas del mar.
La luna sufre mareos y enloquece de repente.
Ha olvidado en los corales una sombra intermitente.

Los capiteles del aire se desploman de repente.
Sin los cimientos de nubes se hunden los arcos celestes
y se esconden peces ciegos en la gran inmensidad.
La noche se descompone en jaquecas de delirios
y va vomitando espumas por su boca de cristal.

-¡Peces buscadme la luna!
¡No me la queráis robar!
Si se pierde para siempre,
me temo que os va a pesar.
¡Haré saltar por los aires
la profundidad del mar!

Por los pasillos del cielo se retuerce el huracán.
Sufre heridas de puñales, mordeduras de serpientes
y una lesión en el pecho que le impide respirar.

Las olas rasgan espumas y un gran telón falaz.
Han descubierto a la luna con un pálido antifaz
sobre los ojos cansados de tan largo caminar.

¡Me parece ver en ella tu figura angelical!
¡Un amor que fue perdido junto a las olas del mar!

¡Ven a mí, amor perdido, imposible amor en paz,
antes que el viento la oprima por la garganta sensual,
antes que muera en el aire
en la gran inmensidad!

¡Creo verte en los enredos de su gasa tropical!

¡Ven a mí, amor perdido, imposible amor en paz,
antes que muera la luna con su pálido antifaz
antes que yazca tendida en la gran inmensidad!





Esta hierba

Esta hierba que se somete esclava,
junto a esta fuente que te sirve diáfana,
este recuerdo sutil que desde lejos
a través de la noche sosegada
te envuelve en sombras onduladas,
esta noche trasnochada,
salpicada de sospechas de miradas indiscretas,
rota en brillos nacarados,
han desatado perfumes y recuerdos ya olvidados.

Han colocado en tu pelo mariposas asustadas,
en tu voz la pasión suelta del viento
y en la fresa de tu boca una gran rosa encarnada,
siempre abierta a mis abrazos y a mis caricias amadas.

¡Yo he visto a la noche querer robar tus ojos!
¡Yo he visto a las sombras querer robar tu cara!





La boca entreabierta

Boca entreabierta al primer beso usurpado.
Besos urgentes desnudados de sí mismos
tras olas exaltadas que se inflaman
y alejan sin cesar en impulsos ingrávidos.

Besos irremediables, pesadillas de carne temblorosa,
ardillas minuciosas que huyen de los labios
para esconderse en el árbol secreto del alma.

En la noche inconsciente y desmayada
hasta las olas besan a las rocas, ebrias de luz,
hasta la orilla besa vanamente al río
que perdido no sabe a dónde va,
mientras se despiden los momentos fugaces de las estrellas.

En un momento el alma se hace un volcán de deseos cálidos
y una erupción de besos derramados en el viento.

Como palomas asustadas que vuelven a reposar,
los besos se estremecen en la lengua de la sombra
que sí sabe a dónde va.

Va a un firmamento enredado en las estrellas y en la luna
que abarca todos los sueños
atrapados en un momento muy corto de eternidad.





La catarata

Nunca es tarde para la aurora que se mece
en el columpio luminoso de la estrella.
Nunca es tarde para la noche escondida
bajo las piedras soñolientas del arroyo,
agazapada en los delirios de las ramas
que nos miran, escondiendo sus miradas.

Ni los montes tienen prisa para nada,
enredados como están entre las nubes.
esperando eternamente mis miradas.
Ni el arroyo tiene prisa, aunque lo veas
reflejar sus tornasoles deslizantes
como eterna llamarada ensimismada.

Pero la catarata refulgente tiene prisa
por el agua eternamente amontonada.
¿Para llegar antes a dónde
en bullicio de protestas alocadas?
¿Para romper sus líquidas rodillas
con puntiagudas rocas encorvadas?

¿Para alejarse sin cesar del cielo
en su caída libre hacia la nada?
¿Para morir cansada entre peñascos,
entre vómitos de espumas afiladas?

¡Solo podrán calmarla en su delirio,
las largas manos de llanuras represadas!
Así pudiera descansar la catarata,
contenida de su vertical asombro,
sin sufrir eternamente despeñada.

¡Viniera un rayo de la luz más tarde
a apaciguar su eterna llamarada!
¡Viniera sin cesar, como testigo,
la caricia de una sombra de llanura apaciguada!

Así pudiera, tal vez, descansar la catarata,
defendida del viento y del torrente,
sin sufrir eternamente despeñada.







MARCELO SARUBBI [9429]

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Marcelo Sarubbi (PARAGUAY)


Conmoción


Éste es el fin y comienzo...
... de una ardua pero bella ambición, la de editar libros de poesía pura, y con ello agradezco a las personas que me alentaron a ello y a las que dedico el presente y primer sueño realizado.
La triste depresión me llevó a comprender la vida de otra manera y ver la necesidad de amor y comprensión que tiene el mundo; así, al ver niños en la calle o políticos pensando sólo en sí mismos, y no en los demás.
Los poemas fluyen del fondo de mi ser cuando con una simple lapicera descargo todo el dolor o la alegría de mi alma.
M. S.




Contexto, texto y pretexto

Un joven de mirada ardiente llega con su manojo de versos bajo el brazo. Tímidamente los expone con la dubitativa confianza de los primeros pasos y la seguridad rotunda de lo que quiere ser. Él sabe que en este mundo vertiginoso y contradictorio, en este tiempo de violencia y menoscabo de los valores fundamentales, en la disyuntiva que implica una sociedad de consumo que se debate entre la corrupción y la toma de conciencia de una juventud que se resiste a consentir la impunidad y la mentira, él desea ser poeta y, con su decisión como lanza, arremete contra los molinos de viento, libre de prejuicios, apostando al porvenir.
Las coordenadas de tiempo y espacio en las que le toca vivir parecieran, si no negar la validez de poetizar la realidad, por lo menos consentir un prudente escepticismo ante el poder de la palabra. La palabra devaluada por la vacuidad del discurso y la prostitución de su empleo en favor de falsos profetas. La palabra que sirve para enaltecer o denigrar, confesar las esperanzas y la duda; la misma que se utiliza para amar y atestiguar la pasión por este oficio de vivir, ha capturado la imaginación del poeta, haciéndole sentar el llamado de una vocación incipiente.
En este contexto, Marcelo Sarubbi ensaya sus textos primigenios. Poemas de búsqueda, de interrogaciones, de indagación del sentimiento ante las primeras experiencias y de la realidad tal cual lo siente o la presiente, donde el verso sencillo y la frase directa dan cuenta del sentir del poeta; de su afirmación en el propósito de transformarse en ese ser marginal por antonomasia y por propia decisión que se convierte aquel que abraza a la poesía como amante y compañera.
El pretexto del poema se repite a lo largo y a lo ancho de toda la poesía. La vida, el amor, la soledad, la muerte, la exaltación de Dios, el repudio a la barbarie, la denuncia frente al desamparo, la indagación del yo poético, son los temas que, por lo general, conmueven al vate que, bebiendo de la fuente de la existencia de los otros y de la suya propia, llega finalmente a plasmar el texto poético.
Marcelo Sarubbi, fiel a su contexto vivencial, utilizando los pretextos que han conmocionado desde siempre el alma de los poetas, arriba a los textos reunidos en el libro Conmoción, en cuyos poemas saludo la posibilidad de encontrarme frente a un poeta que persista en su devoción por la palabra y recorra con altura el difícil camino que demanda la poesía.

Asunción, abril de 1999.

Renée Ferrer




Fracaso inminente

Como un viejo sueño envejecido
o un árbol ya encorvado,
como el cielo oscurecido
que ilumina esa pradera
duerme el alma solitaria.

Se oye, lejos
el murmullo de un convento
que nos alcanza su aflicción perpetua.

Con las aguas restringidas
van las lágrimas ávidas 
de quien reclama soñoliento
lo que no pudo obtener.






Juventud

A mi generación

En un monte de invierno
hay un ataque de truenos;
los árboles
se mueven llorosos
de un lado al otro
buscando apoyo.

Pobres:
no pueden exponer
esta noche
su plenitud. 







Ilusión pretenciosa

a Gabriela Levi


De niño creía en la magia como algo real
fantasías que me ilusionaban
hoy me doy cuenta de que sólo tu amor
puede crear esa ilusión.

Y con sólo pensar en ti
algo en mi interior comienza a llenarse
algo que es imposible revelar.








Conjetura del alma

 Yo no entiendo
ni por qué me siento así,
o lo sé muy bien.

Espero algo sospechoso.
Una luz se ve en el horizonte.
Creo que se trata del presente,
algo que me alegra el pecho,
una imagen que llena
la vida y el camino.







Y el galardón no está

a Jorge Angulo


Existen hombres,
mujeres, niños
que te ayudan,
sin pedir, sin exigir.
Sólo te dan sin mirar. 

Que extienden su mano
para aliviar el dolor
y comparten tu risa,
logrando la alegría,
que en esta vida,
a veces,
no sabemos recompensar.









Un crepúsculo inválido

a Inés Burró V.


La noche cae y no dejo de pensar
en esa sonrisa, en esas ganas de amar,
en ese beso que no pareció real.

La noche cae y no dejo de pensar
en el tiempo que ha de pasar 
hasta que olvide,
hasta que ya no imagine
aquello que terminó contigo.

La noche cae y me atormento
pensando en el amor que se ha de ir,
bello como el día
que siempre muere.








Y todo es amor

Esponja de la vida,
esponja que todo aspira,
esponja que también es dolor,
esponja pequeña,
esponja de amor,
esponja rica,
esponja que nace,
esponja nutrida,
¿llegarás al sol?







Lo sobrenatural

En un bosque tupido
puede esconderse un tesoro.
En la oscuridad de un cuarto
la llama puede estar viva
y en una mesa deslustrada
puede servirse buen vino.

  





Como Dios mande

En esta quizá rara vida
se lucha peldaño a peldaño;
cada peldaño es un hondo dolor.

La vida nos regala
y en un segundo nos lo arranca.
Luchar es fácil a veces,
pero ganarle al miedo o al fracaso.
Es mucho sacrificio.

Subir es la meta, llegar donde
no hay llegada.

  

  



Halagando vidas

a Marilyn Canillas

Acaricia su mirada,
acaricia su sonrisa,
acaricia el corazón exangüe,
acaricia su palabra,
acaricia su hondo dolor,
acaricia mientras late, porque
luego, la caricia no servirá de nada.







Valle de lágrimas

Hoy late mi corazón y mi coraza,
hoy alienta mi júbilo,
hoy habla mi boca,
hoy ven mis ojos,
hoy son lacios mis cabellos,
hoy mis oídos escuchan,
hoy mis labios se humedecen,
hoy mi sonrisa es blanca,
hoy mi piel es clara.

  



Peregrinante

En mis ojos palpitan
líneas de rol radiante.
Sobre el desplegar de los cocoteros
miro al cielo pulido
como un zafiro pálido.

Camino junto a mi júbilo
con fervor de aventurero.

  





Cristal natural

Un arroyo está aquí cerca.
El viento lo acompaña.
Juntos, reflejan el paisaje otoñal.

Yo estoy solo,
los demás duermen,
pero pronto invadirán,
las maravillas de este lugar.

Los árboles gruesos
y las piedras del arroyo
completan el goce de abril.

  
  



Animales libres, humanos enjaulados y almas muertas

Pájaro, pájaro azul
intentando demostrar su fervor.

Puro como el viento,
viento de otoño
con la libertad de un niño. 

Se encuentra en la copa de un árbol
o un tejado húmedo,
siempre en lo alto,
siempre trinando,
siempre exponiendo,
ante los hombres su libertad.

  






Preso

a Jorge Angulo


Recluido entre cuatro paredes estoy hueco.
Mantengo sellado el baúl de las imaginaciones,
solo peleo silenciosamente contra el mundo.

Pero una mirada franca abre las ventanas
y amanece en la habitación.

  






Cohibido en el mundo

El tímido es un coleccionista
que tiene varias maletas.
Guarda en la mayor sus penas.
Y en un valijín el amor.

El tímido es un fabricante de ilusiones
que lo transportan a un mundo
donde se aleja de sí mismo
y de su situación.

  






Exilio de amor

Al amor


Te extraño, te extraño,
e imagino tu sonrisa infantil.

Tu amor llena los espacios
vacíos de la ausencia.

Te extraño e imagino tu ternura,
empapándome el amor profundo,
inexplicable.

Te extraño y hasta olvido
el temor
a los malos momentos.

  





Espejo natural para el alma

Al costado de un arroyo transparente,
frente al bosque,
me encuentro aquí entre caídas
y piedras de agua.

Estoy pensando,
pensando en ti
y en tu sonrisa fría.

El tiempo indiferente
me abraza como tú.

Los árboles,
unos grandes y otros pequeños,
comienzan a mostrar sus sombras
de otoño.

Estoy feliz, con sentimientos
cristalinos como el agua que miro. 







Ajetreo infantil

 Niño limpio,
aventurero.
Duermes, te agitas, sueñas;
la hamaca va y viene
igual que tus ilusiones.







Cortina de aguas

Gotas de agua caen sobre las tejas
y mojan a los gatos vagabundos;
gotas de agua, las cuales vienen del infinito cielo
a humedecer las almas.
Unas descienden serenas,
otras azotan los surcos.

Oigo llover y tengo sueño.

  





¡Oh!, qué ironía

a Gabi Levi


Ella es tierna, dulce y cálida.
Es amor que no existe en diccionarios.
Ella ama, yo lo sé, ella me ama,
pero a veces, no lo puede dar a relucir.

Ella da todo por lo que hace y lo hace bien.
Ella casi nunca cree en sí misma, como otras,
pero su potencial es incalculable y no lo sabe.

Ella es parte, no de mi vida,
sino que de mi propia alma.

Ella ama a un poeta sentimental,
ella le otorga los más grandes honores.
Ella me alza cuando caigo,
y me da el mundo entero con sólo un beso.

Si no fuese por ella, no estaría
aquí para escribir estas palabras.

  





Penetrando la raíz

Quiero ser el útero,
para luego ser anciano.
Quiero ser la raíz
para lograr más tarde
la anchura.

Quiero ser la fábula
para tener razón.
Espero no ser como Dios,
para morir en paz.

Quiero sufrir
para reír después.
Quiero morir primero
para volver a nacer.







Alma mía

Mi alma busca lo oculto,
mi alma, cuya finalidad a veces ignoro.

Mi alma,
que quizá tenga algún amor
porque en ocasiones me deja solo. 

Mi alma que atraviesa nubes y túneles,
que sucesivamente huye
o es una torpe holgazana.

Mi alma que todo lo pretende
y tiene la culpa de todo.

  





El sarmiento joven

Él plantó un parral en el patio;
creció y cubrió la terraza
dando penumbra al verano.

Plantó un parral en el patio:
creció rápido
como un adolescente que extiende sus brazos.

Plantó un parral en el patio,
y cuando llegó el momento,
extendió bajo su sombra una hamaca tricolor
y se extendió para seguir soñando. 






Silencio pretencioso

De la más oscura luna
una estrella se prende.
Busco el cielo en mi plato volador.
Mis marcianos suben
y escucho el sonido,
la razón de ser.
Mi mundo se enaltece,
mi furia late.
Pero prefiero el silencio:
mi sol nace y algún día
al cielo llegaré.

  




Oración

Por las mellizas Sonia y Silvana, que desde su concepción fueron enviadas del mismísimo Dios, que siempre nos den esa alegría y amor que tanto necesitamos y cuidemos dos rosas, dos corazones que mueven la familia.
Que Dios les dé paz y fuerza para la etapa nueva que hoy inicia.
    





La batalla

Quisiera ser como las nubes,
que caminan por el cielo;
para así no caminar por senderos
sintiendo los horrores de ese espacio terrestre.
Si así no fuere, perseguir a los infiernos,
porque mientras ellos perduren
jamás descansaré.







Principios

Soy sólo un soldado,
¿un soldado?
que lucha por la paz y un no a la ironía.
¡Ah! un soldado
capaz de tirar su cuerpo sobre la hierba
si mi alma me lo pidiere;
y morir NN como los que se entregan
sin que importe que existieron.










PAULA NOGALES ROMERO [9430]

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PAULA NOGALES ROMERO  
Paula Nogales Romero, Las Palmas de Gran Canaria. Licenciada en Filología Hispánica. Amén de participar en congresos nacionales e internacionales con obra crítica y de creación, y en diversas revistas especializadas y suplementos culturales de periódicos, tiene publicados los siguientes libros individuales: RELATOS: Zapping. Cuentos. (Ayto. Sta. Cruz de Tenerife, 1991), Sociedad anónima (relatos) (Premio Ateneo de La Laguna, 1996); POESÍA: Recintos (Ayto. Las Palmas de Gran Canaria, accésit, 1994), Saludos de Alicia (Accésit Premio Tomás Morales. 1996); Manzanas son de Tántalo (Museo Canario, Col. San Borondón, 1997); Esta falacia que se desangra impune. Antología 1990-2002 (Baile del Sol 2003); Vicios ocultos (Baile del Sol 2007); De la traición como arte (Ed. Idea, 2008). ANTOLOGÍAS NACIONALES E INTERNACIONALES: Última generación del milenio. Poesía canaria (1998), Reincidencias (relatos; Centro Cultura Popular Canaria, 2000); La nueva poesía canaria, Ed. Verbum, Madrid (2001); Los transeúntes de los ecos. Antología de poesía contemporánea en Canarias, (Instituto Cubano del Libro, 2001); Ilimitada voz. Antología de poetas españolas, 1940-2002 (Balcells, Univ. Cádiz, 2003); Relato español actual (FCE-UNAM, México, 2002); Isla mujeres (Instituto Canario de la Mujer, 2003); Escritos a Padrón (Casa Museo Antonio Padrón, Gáldar. 2003); Desde su ventana. Antología de poetas canarias del siglo XX, (Blanca Rdguez., Ed. La Palma, 2004), 2.050 kms. de palabras: antología de relatos vasco-canaria(Baile del Sol, 2007). Poetas Canarios en Buenos Aires (Cabildo GC– La Máquina del tiempo, Bs As. 2009); Madrid en los poetas canarios, (coordinado por Berbel, Ed. Puentepalo – Dirección Gral. del Libro, Canarias, 2010). Voces de papel. A Miguel Hernández. (Instituto Cervantes de Lyon, Madrid, 2010).




¿Qué más podemos pedir, amor
si no es esta complicidad culpable
que nos lleva a forzar el tiempo en palabras oscuras
que vestimos como niños en día de fiesta?
Sólo queda el usufructo de nuestros cuerpos,
blancas ovejas desvalidas que regalamos
con la rara alegría de quien ahoga una conciencia.

(de Contra reloj)






Supongo que jamás se produjo el alto el fuego.
Aunque en algún momento debió de perderse
la dulce alegría de las hostilidades,
y aparecieron los rictus en las comisuras
de los combatientes,
veteranos en sus cuarteles de invierno;
los pactos vergonzantes,
la secreta claudicación de aquellos gloriosos batallones,
de aquellas ingenuas conjuras
que el tiempo cubrió de moho.

No más guerrillas fraternas. Soy francotiradora.
Parapetada en una azotea de soledad.
Ese hombre que pasa de largo
lleva en su frente la marca divina.
Lo sé bien: yo misma lo ungí hace un instante
con la metralla líquida del deseo.

(de Manzanas son de Tántalo)





A la sombra de Dafne no crecen sino ortigas.
Sobre el azul sin tacha del acantilado,
del borde mismo de la sima
de la espuma,
donde su pie de nieve no osó la pirueta
definitiva.

La sombra de Dafne acuna abrojos,
teje siempre entre sus ramas la misma ajena melodía.

No amasa pan.
No arregla sus cabellos
para el amante porfiado.
No regala ya más el fruto
de su vientre intacto.

Bajo el azul sin tacha del cielo eterno,
mirad la sombra estéril de Dafne,
como un fantasma tendido sobre la mala yerba.

(de Manzanas son de Tántalo)





ODISEA

Ni carne, ni pescado, ni deseo:
sin raíces ni futuro, en el espacio
de un limbo acogedor en que me veo

sin quererlo buceando todavía,
en una espera inútil que no llega
a cuajar la silueta de mis días,

trazando la misma elipse en torno
a un ónfalos que gime lastimero
ajeno al universo y al bochorno,

navegante sin cartas ni astrolabio,
fingidora de diarios marineros
mareando perdices con resabio,

nunca fueron mis ansias maternales,
ni miré el bien y el mal según dictaban
la costumbre y las leyes terrenales;

nunca vi mi figura en el espejo
conforme a una herencia que acatara
la pauta antigua de mi yo reflejo:
mi cuerpo como nave futurible,
mi corazón, severo comandante
de un amor no propio e incorruptible

que amamanta un pequeño tripulante,
hasta que tú llegaste, impredecible
capitana de mi destino errante.

De Vicios ocultos, Ed. Baile del Sol, Tegueste, Tenerife, 2007.





29 DE JUNIO

                                                         That is the question


Esta niña nacida entre mis dedos
se desprendió de mí como una brasa
a punto de extinguirse o de prenderme
                              —arduo segundo que la memoria yerra—
y obró el milagro la sangre derramada:
arden las sienes de mi calavera enjuta,
                              —la misma que antes consumía el hielo
                                del no ser—,
y se enroscan en mis cuencas flores extrañas,
mientras contemplo en silencio cada noche
cómo brilla su luz pequeña mientras duerme,
entreabiertos los labios, abrazada a un sueño
del que por siempre he sido desterrada.

De Vicios ocultos, Ed. Baile del Sol, Tegueste, Tenerife, 2007. 






CIUDAD DE LOS HOMBRES / SIN CITY 

“Hoy es Septiembre 1, 2012 y aún no se resuelve nada” 
(de la web de Nuestras Hijas de Regreso a Casa) 


Toda herencia se rompe en tu pretil, 
frontera ardua de la memoria: 
la secuencia perfecta que llevó 
al extinto saurio a abandonar las aguas 
y a surcar los cielos color sangre; 
la cadena que formaron los millones 
de semillas derramadas por la Tierra 
-mucho antes de cualquier atisbo 
siquiera de palabra -, 
eslabones sin orfebre 
de la supervivencia. 

La ponzoña horada los fariones, 
agujeros de gusano que conducen 
a ninguna parte. 

Toda riqueza se estrella en tu brocal, 
pozo insaciable de los deseos inmundos. 
Las infancias durante siglos atesoradas. 
Las sobremesas compartidas en familias. 
Los mechones rebeldes escapados del lazo. 

Lenta se deshilacha la inocencia. 

Criatura de Darwin abatida, su silueta se pierde, 
boceto sin destino. 

Ruedan ladera abajo, desmembrados, los atributos 
que un día constituyeron lo humano; 
se ocultan en el lodazal, la basura los cubre 
y renace el silencio. 

………….. 
(Quedan coyotes, 
serpientes, 
alacranes.)

Poemas por Ciudad Juárez, 2012


AYES TORTOSA [9431]

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Ayes Tortosa
Ayes Tortosa es el pseudónimo de la escritora y periodista española María de los Ángeles García Tortosa (Granada), 1956. Por formación académica es médico, con especialidad en Puericultura.

Ayes Tortosa ha publicado principalmente obras de literatura infantil, caracterizadas por el humor y la ternura. Su obra en prosa exhibe un léxico rico, con gran creatividad en la antroponimia y personajes pacíficos y soñadores que recuerdan a los de Antoniorrobles.
Su poesía es singular en el panorama español, puesto que se aleja de las formas más tradicionales en el género, como son la rima y una métrica breve y regular, incluye numerosas citas de autores "para adultos" y trata asimismo temas de emociones y sentimientos que no suelen aparecer en la poesía para niños. Temáticamente destaca una concepción de la infancia como paraíso capaz de enseñar libertad a los adultos; formalmente, el uso de formas variadas, desde las tradicionales de Andalucía a las orientales u orientalizantes.


Ayes inaugura la biblioteca escolar que lleva su nombre.

El 23 de abril de 2009, Día del Libro, la biblioteca escolar del Colegio Infantil y Primaria "Cardenal Cisneros" de Villanueva Mesía, Granada, es bautizada en presencia de la escritora, con su nombre, en un gesto de reconocimiento de su profunda humanidad y del atractivo que su obra tiene para el mundo infantil.

Obra

Versos, canciones y nanas para Nana (1994)
Los cuentos de María del Charco (1995)
Aires para un minuto lento (1997)
La olla de San Antón. Un balcón de estrellas (1998)
Ciudad de tinta y papel (1999)
González y Cía: Una fábrica de relojes de cuco (2000)
De aquí, de allá, de Granada (2001)
María Umbeldini y el extraño caso del calcetín (2002)
Gran Jefe Cielo (2003)
Mi árbol Genialógico (2006)
Si yo fuera un pez (2009)
Una extraña historia en el Museo de la Memoria - Ilustraciones de Mar Delgado Tortosa
(2009)
Cuentos del Albaicín (2010)
Versos del Albaicín (2010)
María Umbeldini y el detestable caso de La Playa del Muerto (2011)
El Cuadernillo del Trotamundos (versos viajeros) (2011)
Versos Marineros (2012)

Retazos de su última obra "Versos Marineros"


* EL MAR QUERÍA...

El mar quería...
Ir más allá del mar.
Y un día...
Se perdió por las lagunas,
se escondió entre los romeros
y se enredó en el zarzal.
Y es que ese mar tenía...
¡Un corazón montañero!




* SI VIVIERA EN EL MAR.

Si viviera en el mar
no sería pintora,
ni escultora de sal,
que sería escritora
de los nombres de barcas.




* EL AGUA...

El agua es maestra nuestra
nuestra.
Por eso cuando llueve
me gusta ir sin paraguas,
y que la lluvia,
mi maestra,
mi abuela más anciana,
me acaricie la cara.




EL AGUA

El agua es maestra
nuestra.

Dibuja islas, tiburones,
pequeños peces, tempestades…
Y la estela en calma
de la luna,
en la pizarra abierta
de los mares.

Pinta el agua en los ríos
nenúfares y rocas,
caimanes, algas, troncos,
arenas traicioneras…
Y un brillo de diamantes
sobre las aguas trasparentes.

¡Qué gran maestra el agua!
Se hace lluvia en las nubes
y desciende hasta los ríos
y los mares,
para pintar después
nuevos paisajes
en el cuaderno inmenso
de los cielos.

Por eso cuando llueve
me gusta ir sin paraguas,
y que la lluvia,
mi maestra,
mi abuela más anciana,
me acaricie la cara.






NOCHE TROPICAL

(Festival de Jazz en el Parque del Majuelo)
Para ti, que no quieres que escriba sobre ti.

Hoy la noche
se ha puesto sensual.
(¿Por qué es tan seria a veces
y tan trascendental?)
Hoy la noche ha salido
con un ramo de palmeras en el pecho,
y ha pedido un Martini
con un limón de luna
a la orilla del mar.
Y tienen las constelaciones
en el cielo,
una suave forma de trompeta
que suena a viento terrenal,
a son cubano y a una fuga
de estrellas tropicales.

En esta noche,
ven,
improvísame tus manos,
como se improvisa el jazz,
como se encienden los focos
y se ilumina la escena,
poco a poco.
Improvísame tus labios,
que bailen sobre mi cuello
el más dulce de los blues,
sin hablar.
Ven,
improvísame tu piel,
pon tu mejilla en la mía.
Improvísame un abrazo,
sin saberlo, sin pactarlo.
tus brazos recién nacidos,
junto a mí.
Quiero escuchar en tu pecho
(corazón de percusión)
como laten los timbales,
tan cercanos.

                                               Ven,
                                               Improvísate conmigo,
                                               en la noche de los tiempos.






PRAÇA  DO COMERCIO

Para Antonio y Menchu, compañeros de vida y de viaje

Todos tenemos un espacio
como la Praça do Comercio.
Lugar abierto
a salidas y a retornos.

Con maletas de esperanza
desembarcamos los sueños
a la ribera del Tajo.
Y llegan
-llegamos todos-
a tocar la tierra firme.
Sueños mundanos y epicúreos,
atravesamos los arcos de la Plaza
entregados
al bullicio de los bares y comercios.

-¡Pastelitos de Belém,
dulce olvido
con azúcar y canela
sobre la Rua Augusta-

Pero nos atrae el misterio,
nuestros sueños más oscuros
se han subido en el tranvía
y se pierden
por las callejas del Chiado…

Todos tenemos un espacio
como la Praça do Comercio.
Lugar abierto
a salidas y a retornos.

[de Un Paréntesis desde Lisboa]


Aproximación a la poesía infantil

Por Juan Cervera Borrás




Ayes Tortosa
Versos, canciones y nanas para Nana


Tagahi, Granada, 1994


Ayes Tortosa es médica, puericultora, y es madre. Ha escrito un libro de versos para Nana. Y se mueve en su casa, en la prensa y en la radio.
El libro es una muestra de los muchos libros primerizos que publica un autor a sus expensas o a las de sus mecenas. En este caso, con excelente papel, ilustración rica de Miguel Ángel Monleón y maquetación sugestiva y generosa. Tratándose de libros de poesía infantil que surgen independientes, a causa de la resistencia editorial, características similares son frecuentes. Y, pese a lo arriesgado del sistema, a menudo es la única solución, casi heroica, para empezar.
Pese a incluir las nanas en el título, éstas no aparecen en el contenido. ¿Canciones? Depende del concepto que se tenga de canción. Dejémoslo en versos agrupados en poemas. En los poemas, eso sí, hay vida maternofilialmente compartida, como por ejemplo en El espejo


Una grande y otra chica.
¡Qué dilema en el espejo!
Cuando las dos nos miramos,
yo no sé cuál es mi imagen,
si la chica o la grande.
Cuando las dos nos reímos
yo no sé de cuál es la risa,
si la tuya o si la mía
Qué dilema en el espejo.

Y cuando nos abrazamos,
sólo un corazón muy grande
se refleja en el espejo.



Las cosquillas participa del mismo espíritu.


Cosquillas
arrugaditas de nuez.
Cascabelillo,
en el regazo.
Gorrioncillo,
en mis brazos.
Cosquillas, cosquillas...
Caracolillo en la falda,
Vuela, vuela,
mariquilla,

de la nariz,
al flequillo.
De la barbilla,
al ombligo.



Ciertamente, más que nana parece juego de regazo. Y así como otros poemas hay que incluirlo entre las lecturas -o recitaciones- de regazo. Con exigencia comunicativa de varias voces.
Pero una adivinanza, por cierto sin respuesta, que apunta al bebé, sí que recoge algunas de las molestias amables del niño, tradicionales en las nanas.

Adivina, adivinanza:
Por una cabeza calva,
por una risa pelona,
por un cabezón que no anda,
¡andamos de cabeza todos!



Hasta cierto punto, el comentarista se alegra por la ausencia de nanas, puesto que, como ha razonado en otra parte «las nanas son las menos infantiles de las rimas. En realidad son la expresión amable de un juego en el que el adulto deja aflorar su ternura hacia el niño. Es evidente que el niño, destinatario más que receptor de la nana, no entiende las palabras y expresiones que se le dirigen». O bien son creaciones nostálgicas muy distantes del niño. Valórese, en este sentido, el siguiente ejemplo de Carmen Conde, de gran belleza, pero discutiblemente infantil:



Cantando al hijo


Por las finas galerías
de tus venas voy cantando.
¡Ay amor, cómo te canto!

Si duermes o si vigilas,
por tu corazón resbalo.
¡Ay amor, cómo te amo!

Si corres o si te paras,
soy tu respiro delgado.
¡Ay amor, cómo te amo!

Arriba, sobre tu frente.
Abajo, cabe tu paso.
¡Ay amor, siempre a tu lado!



El abandono de las formas tradicionales -estrofas, versos, rima, ritmo- suele ser nota corriente de este tipo de poesía de autores noveles, entre los que se sitúa, sin duda, Ayes Tortosa. En cuanto a la poesía para niños, tal vez haya influido, en este aspecto, la ametricidad con que se ha pronunciado frecuentemente Gloria Fuertes. En cambio es grande la ilusión que ponen estos autores en la disposición tipográfica sui generis y hasta anárquica, con olvido quizá de que estos alardes caligramáticos quedaron prácticamente agotados con los creacionistas y ultraístas españoles. Lo cierto es que, desde el punto de vista infantil, esta exhibición gráfica queda más cerca del libro, en cuya contemplación el niño, que no lee todavía, podrá asociar la mancha tipográfica con ilustraciones, que del juego, más distante, ya que el atractivo lúdico, para el niño que no lee, repetimos, se vincula a lo fónico y a lo rítmico más que a lo visual. Y lo fónico y lo rítmico se lo tendrá que transmitir el mediador.
Ayes Tortosa parte de versos cortos, como los octosílabos, cuyo ritmo primitivo se recupera en la lectura mediante el encabalgamiento, tal como los reproducimos aquí:

Risas / por toda la casa,
risas de melocotón,
risas altas / de montaña.



Pero el sistema, habitual, sin duda, encierra sus riesgos. Ausente también la rima, si el ritmo flaquea, más que al verso libre se aproxima a la prosa, e incluso puede caer en el prosaísmo, como en La función de teatro, que termina:


...Un aplauso, señores:

Desde detrás
de los montes
acaba de salir:
La luna.



No hay que olvidar nunca que tanto la musicalidad del ritmo, como el sonsonete de la rima son indispensables para el niño, que, a través de ellos, detecta que la poesía tiene un lenguaje distinto.
Tanto el ritmo como la rima, y especialmente ésta, aparecen esporádicamente. La rima se presenta a veces casi como un accidente, como por sorpresa que deberá destacar el mediador para atraer la atención del niño oyente. Así sucede en el mismo poema:

Se abre una luz
poco a poco.
Y lentamente
en la noche
con los luceros
por focos,
aparece entre los chopos



Hasta aquí la lectura encabalgada de los versos, trisílabos, cuatrisílabos, pentasílabos, permite reconstruir una estrofa casi tradicional, sobre todo con la ayuda de la rima. Pero esta realidad se quiebra cuando continúa:

Pálida,
majestuosa
y oronda.



Esto se rematará con el final -petición del aplauso- que hemos anticipado.
Esta fragmentación de versos y su posterior escalonamiento tipográfico, suponemos que constituyen una llamada al adulto mediador, para que en su función comunicativa espacie las palabras o sintagmas, portadores, cada uno, de un significado destacable, pero no autónomo. Se consigue así el efecto de una recitación contenida, que no cortada, bastante teatral. Recurriendo a términos dramáticos, esta disposición implicaría acotaciones invisibles.
Con todo, el efecto puede fallar, y se justifica malamente, cuando los fragmentos no proceden de una unidad rítmica que los agrupe.
La intención implícita para la puesta en escena aparece patente en el poema



Las dos amigas y el libro de «Las maravillas del mundo»


De la mano,
las dos niñas:
«Padre, déjanos el libro,
el de los colores,
las estatuas, las montañas,
las iglesias y los mares.
Bajo la bombilla,

palpitar de corazones.
Cuatro ojos de abanico
miran las ilustraciones.
Sobre el Gran Cañón de Colorado.
Como
una
cascada.
¡Melena rubia y castaña!



Indudablemente las llamadas a la imaginación que lanza el poema para reconstruir la escena resultan un tanto crípticas, sobre todo para el niño que lo oye. Inteligibles serán para las dos personas implicadas en el que suponemos juego personal de comunicación entre la niña-niña y la madre-niña, que, a su vez, prestaría voz en todo el texto a la parte atribuible al narrador. Posiblemente esto suceda en los versos 1 y 2, que introducen la acción y en el 15 en el que la madre y la niña se distinguen por el color de las melenas.
El juego, interpersonal, se centra en el diálogo sembrado de miradas y sonrisas. Diálogo más de miradas, sonrisas y gestos, que de palabras. Los versos 1 y 2 introducen la acción. Los versos 3 a 6 formulan una petición al padre. ¿La formulan a coro? ¿Padre presente? Del 7 al 10 implica una reflexión. ¿Íntima? ¿De la madre? ¿De la hija? ¿De las dos en su interior? ¿Del padre presente, complaciente?
Los cinco últimos versos, del 11 al 15, tampoco sabemos a quién atribuírselos. ¿Al padre convertido en narrador? ¿A la madre sumergida en el cuadro familiar que ha provocado?
El juego de la ambigüedad está presente junto a la polifonía.
La búsqueda de interpretación es tanto más válida cuanto que el adulto prescinde de la ilustración, igual que el niño que no tenga el libro en las manos.
(La enumeración de los versos evidentemente es nuestra.)
En el poema A la moda en el campo el humor se junta a la evocación. Evocación que se realiza en su sentido científico de proceso y resultado de hacer presente algún material almacenado en la memoria. Aquí la evocación es provocada. No parece lógico que en la transmisión comunicativa la madre proceda descriptivamente sobre el terreno, ante una minúscula asamblea de animales. Ciertamente el conjunto constituye una evocación, fragmentaria como todas las evocaciones poéticas, del campo, que se contrapone a la algarabía de los grandes almacenes.



A la moda en el campo


Último Grito
de la moda en el campo.
      Levitas pardas
       para los tordos.

Vuelven los lunares.
Vaya suerte, mariquitas!
Escarabajos y cigarrones.
Etiqueta.

      A los grajos,
      luto negro, negro.

Nuevos colores esta temporada,
este Otoño: LOS AMARILLOS.
Grandes Rebajas
de
Primavera:
      ¡Gratis para todos,
      los olores de las flores



El humor se produce desde el momento en que a los animales se les atribuyen actitudes o expresiones humanas, según Bergson. Y aquí esta atribución se ve reforzada a partir de la moda, actividad que tanto satisface el deseo caprichoso de cambio de la condición humana, que aquí invade la fijeza y regularidad de la naturaleza.
La polifonía textual confiere al conjunto carácter de escena dramática.
La presencia de madre e hija está latente a lo largo del libro y aparece emboscada y sorpresiva a la vuelta de cualquier verso. Sin esta clave, algunos textos pueden resultar crípticos.




El abrazo


Veo, veo
un molino
de brazos al viento.
-Bajo su tejado,
una risa ancha-.

Un molino rubio
de andares de pato.

¡Dos aspas abiertas
corren hacia mí!

Ay, molino, gira.
¡Abrazo sin fin !




¿La metáfora continuada transforma este texto en una alegoría, o parábola, tal vez? En cualquier caso, no parece enigma. Ni siquiera para la niña, porque en el fondo del juego personal late la broma y el momento compartido.
La remembranza literaria les sirve a los poetas de punto de partida, de inspiración y hasta de justificación. Es un buen apoyo. Ayes Tortosa, en este libro, reclama la connotación a través de los nombres de Andersen, de Gandhi, de Hergé, autor de Tintín, de Mark Twain, del folclore. Estas llamadas resuenan más explícitas en la puerta del adulto que en la del niño. No obstante, las alusiones a Andersen, en esta comunicación personal que establece la autora con Nana, seguramente se justifican más gozosamente. El baile de las flores es un trasunto poético de Las flores de la pequeña Ida. Y El patito feo asoma curiosamente en La sequía y la espera:

Patitos feos del barro
Si lloviera:
¡Cisnes de Alas Abiertas!



Las incursiones en el mundo maravilloso del lenguaje no son muchas. Glubgrujear, de difícil pronunciación, es un verbo que busca la onomatopeya de la caída de la lluvia y del beso en la mejilla. La tataratortuga será así porque tiene tataranietos y, además, es torpilenta y tronquiparda.
Suponemos que todo ello hay que situarlo una vez más en el juego personal y en la lectura de regazo. Lo que justifica que se fije en las letras:

Grajos son
que se mueven en bandadas
entre las parras y el cielo.



Siempre desde la perspectiva visual, es decir, del libro y de la lectura.







ANTONIO A. GÓMEZ YEBRA [9432]

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ANTONIO A. GÓMEZ YEBRA 
Nacido en Almoharín (localidad de Cáceres de donde eran originarios mi padre y abuelos paternos) en 1950, me trasladé muy pronto a diversas ciudades del Norte de la península (San Sebastián, Oviedo, Avilés), para afincarme entre 1953-1962 en Sarria (Lugo), localidad de donde era originaria mi madre así como mis abuelos maternos. 
De 1962 a 1966 viví en Salamanca, donde realicé parte de los estudios de Bachiller y de Magisterio, carrera que empecé con 14 años, y que terminaría con 17 en Málaga, a donde se trasladó la familia el 24 de junio de 1966.
Tras obtener una plaza como profesor de E.G.B. pasé por Antequera, Caldas de Montbuy (Barcelona) y Nerja, para afincarme en Málaga en el curso 74-75, cuando realizaba la carrera de Filología Hispánica, que terminé en 1979, con una Tesis de Licenciatura sobre El niño-pícaro, sujeto literario en la novela Española del siglo de oro, con la cual obtuve el Premio Extraordinario.
Realicé mi tesis doctoral sobre Final de Jorge Guillén, al que traté desde su llegada a Málaga (principios de 1977) hasta su fallecimiento. En 1984, tras la defensa de la tesis, pasé a la Universidad como Profesor Ayudante, y luego Titular (1988) de Literatura Española Contemporánea.



LIBROS DE CREACIÓN
a) Para niños y jóvenes

1. Algo de teatro infantil, il. Paco Moreno, Málaga, Universidad, 1978 1ª, 1986 2ª. Bilbao, Paisaje 1986.
2. Travesuras poéticas, il. Guillermo Thode, Málaga, Universidad-Museo Diocesano, 1979 1ª, 1980 2ª, 1984 3ª.
3. Teoría y práctica de la expresión dramática infantil, Málaga, Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad, 1982. Ilustraciones de Moreno Ortega.
4. Versos como niños, il. Julia Noguer, Ronda (Málaga), Hermandad Sagrada Familia, 1983, Madrid, Hiperión, 1995 1ª, 2001 2ª
5. Mi mejor amigo, il. Guillermo Thode, Málaga, Caja de Ahorros Provincial, 1983.
6. Pequeños poemas y cuentos, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1985. Bilbao, Paisaje, 1986.
7. Animales poéticos, il. Julia Noguer, Madrid, Escuela Española, l987.
8. Aventuras con tito Paco, il. Pepe Carreiro, Zaragoza, Edelvives, 1988 1ª, 1989 2ª, 1991 3ª, 1992 4ª, 1993 5ª, 1993 6ª, 1994 7ª, 1995 8ª, 1997 9ª, 1998 10ª, 1999 11ª, 2001 12ª, 2001 13ª, 2002 14ª, 2003 15ª. Versión bizcaína: Osaba, Joseba, argaletan, argalena, Bizkaia, I.K.A , 1991.
9. Mario, Neta y la Nube Roja, Madrid, Escuela Española, 1988.
10. El Juicio de Salomón, Madrid, Escuela Española, 1989.
11. Muñeco de nieve, Madrid, Escuela Española, 1992.
12. Menuda poesía, il. Cristina Peláez, Málaga, Banda de Mar, 1994 1ª, 1994 2ª, 1995 3ª, 1996 4ª, 1998 5ª, 1999 6ª, 2001 7ª, 2002 8ª, 2003 9ª.
13. El quitamanchas, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 1, 1994.
14. Un conejo en el armario, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 2, 1994.
15. El devorador de libros, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 3, l994.
16. Mario y Pillo, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 4, 1994.
17. Un meteorito muy particular, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 5, 1994.
18. Un gato verde y con chispa, il. Mª Cruz López Pintor, Zaragoza, Edelvives, 1994 1ª, 1995 2ª, 1996 3ª, 1996 4ª, 1996 5ª, 1997 6ª, 1999 7ª, 2000 8ª, 2003 9ª.
19. Las tres princesitas, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 6, 1995.
20. La marimorena, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 7, 1995.
21. Patatas fritas de bolsa, Sevilla, il. Estrella Fàges, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 8, 1995.
22. Katula y el bisonte blanco, Alicante, Epígono, 1997.
23. Adivinanzas de hoy, il. Cristina Peláez, Málaga, Ayuntamiento, 1997 (pero 1998). Ed. en sistema Braille en Madrid, Centro Bibliográfico y Cultural de la ONCE, 1998.
24. Sucedió en Belén, il. Cristina Peláez, Málaga, Diputación Provincial, 1998.
25. Teatro muy breve, Madrid, CCS, 1998 1ª, 2000 2ª.
26. A la pata coja, il. Cristina Peláez, Málaga, Ed. Sarriá, col. Leones nº 1, 1998.
27. Versos diversos, il. Cristina Peláez, Málaga, Diputación Provincial, 1998 1ª, 2001 2ª.
28. Dientes relucientes, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 9, 1998.
29. Oreja de abeja, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 10, 1998.
30. Trío de monstruos, il. Estrella Fàges, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 11, 1998.
31. Los colores de Ángel, il. Margarita Menéndez, Madrid, SM, 1999 1ª; 1999 2ª; 2000 3ª; 2001 4ª, 2003 5ª. B., Círculo de Lectores, 2000 1ª, 2001 2ª.
32. Versos de pluma, Valladolid, Centro de Creación y Estudios “Jorge Guillén”, Diputación Provincial, Ayuntamiento, 1999. Málaga, Fundación Unicaja, 1999 (ed. completa).
33. Operación Marbella, il. Cristina Peláez, Málaga, Diputación Provincial, col. “Comarcas”, nº 1, 1999.
34. Guadalupe escupe el chupe, il. Alhambra García Caballero, Málaga, Ed. Sarriá, col. “Leones”, nº 10, 2000.
35. Adivina adivinanzas, (con Eduardo Soler), Madrid, Ed. SM, 2000 1ª, 2003 2ª.
36. Un gato verde más o menos, il. de Mª Cruz López Pintor, Zaragoza, Edelvives, col. Ala Delta nº 238, 2001.
37. Una aventura espacial, Madrid, Eds. del Laberinto, 2001, 2006.
38. Los versos de Noé, il. de Carles Arbat, Madrid, Hiperión, col. “Ajonjolí” nº 25, 2001.
39. Mi hermano y yo, il. de Estrella Fages, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores” nº 12, 2001.
40. Música, maestra, il. de Estrella Fagés, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores”, nº 13, 2001.
41. Los tiempos cambian, il. de Estrella Fagès, Sevilla, Algaida, col. “El grillo de colores” nº 14, 2001.
42. El cumpleaños de Shana-Taga, il. de Estrella Fagès, Sevilla, Algaida col. “El grillo de colores” nº 15, 2001.
43. Una vuelta por Málaga, il. de Cristina Peláez, Málaga, Ayuntamiento, 2002.
44. Adivinanzas de animales y plantas, il. de Carles Arbat, Archidona (Málaga), Ed. Aljibe, col. “Lectura.es”, nº 1, 2002.
45. 303 ¡Adivinan… Zas!, il. de Ana Hermoso, M., Ed. Laberinto, 2002.
46. El misterio de Flora, il. de Eugenio Ocaña, Málaga, Ed. Sarriá, col. “Leones”, nº 15, 2002.
47. Oro parece, il. de Violeta Monreal, M., Bruño, 2002 1ª, 2003 2ª.
48. Adivinanzas nuevas, Málaga, Diputación Provincial, col. “Caracol” nº 15, il. de Alicia Cañas, 2002.
49. Poemas para niños. Antología. Málaga, Diputación Provincial, 2003.
50. Plata no es, il. de Violeta Monreal, Madrid, Bruño, 2003.
51. ¡Adiós al resfriado!, il. de Carles Arbat, Brosquil, Valencia, 2003. Adeu al refredat!, id.
52. Los poemas de pillo, il. de Sofia Balzola, publicado en 2004 por Ediciones SM.
53. Don Quijote cabalga entre versos , il. Juan Ramón Alonso, León, Everest, 2005.
54. El loro de Robinson , il. Cristina Peláez, León, Everest, 2006.
55. Marcelo Spínola, un hombre de Dios , Málaga, Ed. Sarriá, 2006.
56. Aprendiendo a volar , il. Cristina Peláez, Diputación Provincial de Lugo, 2006.
57. Blanca por dentro, il. de Violeta Monreal, Madrid, Bruño, 2006.
58. La lámpara de Aladino, Il. Cesa Perelló, Valencia, Brosquil, 2006 .
59. El bandido Zamarrilla, il. de Estrella Fagès, Málaga, Diario Sur-Fundación Málaga, 2006.
60. María Castaña, il. de Anikra, Málaga, Diario Sur-Fundación Málaga, 2006.
61. El Cristo de la Salud, il. de Estrella Fagès, Málaga, Diario Sur-Fundación Málaga, 2007.
62. El walí de Málaga, il. de Enrique Díaz, Málaga, Diario Sur-Fundación Málaga, 2007.
63. Proyecto piloto, il. de Natalia Resnik, Málaga Ed. Sarriá, 2007.
64. Verde por fuera, il. de Violeta Monreal, Madrid, Bruño, 2007.
65. De Celia a Madre Teresa, Málaga, ed. Sarriá, 2007.
66. Extremadura de la A a la Z, il. de Luisa Vera, León, Everest, 2008.
68. Homenaje a los niños de 1808 (con otros autores), M., Ediciones de la Torre, 2008.
69. Noche de miedo, il. de Violeta Monreal, M., Bruño, 2008.
70. Abecedario de Málaga, il. de Cristina Peláez, Málaga, Cedma, col. Caracol nº 36, 2009.
71. Corriendo por Sevilla, il. de Miguel Cerro Rico, Málaga, col. Mil y un cuentos, 2009.
72. Belén Poético, varios ilustradores. Editorial: Obra Social de Unicaja, 2009.
73. Mi amigo Listo, il. Estrella Fàges. Editorial: Algaida, Sevilla, 2010.
74. Travesuras, il. Estrella Fàges. Editorial: Algaida, Sevilla, 2010.
75. Niño mío, il. de José A. Martín Díaz, Servicio de Publicaciones de la Fundación Unicaja, 2012. 978-84-9252637-6.
76. Mi primer Gloria Fuertes, il. de Esther Gómez Madrid, M.,Anaya, 2013, 978-84-678-4014-8.
77. Gloria Fuertes, poeta para todos, il. de Esther Gómez Madrid, M., Anaya, 2013, 978-84-678-4013-1.
78. Fabulario, il. de Isabel Riera Torrent, Archidona (Málaga), Aljibe, 2013, 978-84-9700-754-2.
79. Con las botas puestas, il. de Jesús Aguado, M., Anaya. Col. “El duende verde”, nº 186, 2013, 978-84-678-4062-


b) Para adultos

1. Norvegicus, Málaga, Banda de Mar, 1981.
2. Carmen, Carminis, Málaga, Ed. Corona del Sur, Col. Azul y Tierra, 1987.
3. El color del silencio, Málaga, Publicaciones de la Antigua Librería El Guadalhorce, 1988.
4. Escorzos, Málaga, Chomu Colección, 1988.
5. Carmen, Carminis, ed. definitiva, Murcia, Universidad, 1991.
6. Los domingos de la venta y otros cuentos, Málaga, Universidad, 1994.
7. Desposorios de la Madre Petra, Málaga, Imagraf, 1994.
8. Tú eres Él, Málaga, Imagraf, 1994 (pero 1995).
9. 10 cuentos 10, Mérida, Junta Regional de Extremadura, 1997.
10. Escorzos, Málaga, Diputación Provincial, col. Puerta del Mar, nº 44, 1998.
11. XXV Sonetos de amor y una canción, Málaga, Imagraf, 2000, canción “Claro que lo sé” cierra el poemario.
12. Amor es casi todo, Málaga, Fundación Unicaja, 2002.
13. Amantes pensamientos, Córdoba, Publicaciones de Cajasur, col. Sandua, nº 93, 2003.
14. Pensando en ti , Málaga, AEDILE, 2006.
15. Amantes pensamientos, Salobreña, Alhulia, 2009.

c) Libros de ensayo. Ediciones.

1. A Picasso, (sel., pról. y notas), Málaga, Librería Anticuaria “El Guadalhorce”, 1981.
2. Teoría y práctica de la expresión dramática infantil, Málaga, I.C.E., Universidad, 1982.
3. Jorge Guillén, Poemas malagueños, (sel., pról. y notas), Málaga, Diputación Provincial, 1983.
4. Jorge Guillén para niños, (sel., pról. y notas), M., Ediciones De la Torre, 1985.
5. Jorge Guillén, (en colaboración), B., Anthropos-Ministerio de Cultura, 1987.
Libro escrito en colaboración con Antonio Piedra, y Francisco José Díaz de Castro, publicado en la colección “Premio Miguel de Cervantes”, nº 1, en Barcelona, Anthropos-Ministerio de Cultura, 1987.
6. Estudio métrico de  (Final) de Jorge Guillén, Málaga, Caja de Ahorros Provincial, 1988.
7. La poesía malagueña como documento histórico: <>, Málaga, Diputación Provincial, 1988.
8. El niño-pícaro literario de los Siglos de Oro, B., Anthropos, l988
9. Jorge Guillén, Sonetos completos, (sel., pról. y notas), Granada, A. Ubago Ed., 1988.
10. J. García Hortelano, Tormenta de verano, (ed., bibliografía y notas), M., Castalia, 1989.
11. E. Jardiel Poncela, Angelina o el honor de un brigadier. Usted tiene ojos de mujer fatal, (ed., bibliografía y notas), M., Castalia, l990 1, 1997 2.
12. Aportes para la bibliografía guilleniana, Palma de Mallorca, Anexos Caligrama, nº 2, 1991.
13. J. Ramón Jiménez, Platero y yo, (ed., bibliografía, notas, etc.), M., Castalia, col. Castalia Didáctica, núm. 30, l992.
14. Ramón Gómez de la Serna, Greguerías, (ed., introducción, bibliografía y notas), M., Castalia, col. Clásicos Castalia, l994.
15. Fernán Caballero, Genio e ingenio del pueblo andaluz, (ed., introducción, bibliografía selecta y notas), M., Castalia, col. Biblioteca de Escritoras, nº 42, 1995.
16. Antología de la generación del 27, (ed., introducción, bibliografía, notas, apéndices), M., Bruño, l995 1, 2000 2.
17. Los grandes poemas de <>, (ed., introducción y notas), M., Castalia, col. Clásicos Castalia, núm. 220, 1996.
18. Fernán Caballero, Memorias de un Mirlo Superior y Propagandista, (ed., intro., bibliografía y notas), Málaga, AEDILE, 1997.
19. Miguel Delibes, El príncipe destronado (intro. y bibliografía), B., Destino, col. CCC, nº 21, 1997.
20. Miguel Hernández, Antología poética, (ed., bibliografía, notas, etc.), M., Castalia, Col. Castalia Didáctica, nº 46, 1998.
21. En torno al 27, Málaga, Centro Cultural Generación del 27-Diputación Provincial, col. “El Paraíso Desdeñado”, nº 6, 1998.
22. Estudios sobre el 27, Málaga, Ed. Sarriá, 2000 1, 2001 2.
23. Cuentos andaluces, (selección, presentación, notas, apéndices, glosario), Madrid, Castalia, 2001.
24. Manuel Alcántara, Poemas. Antología (1955-2000), (Selección, prólogo y nota), Málaga, Universidad, Servicio de Publicaciones, 2002 1, 2002 2.
25. Federico García Lorca. Yerma (edición, cuadros cronológios, introducción, bibliografía, notas, llamadas de atención, documentos y orientaciones para el estudio), M., Castalia, col. Castalia Didáctica, nº 60, 2004.
26. Letras andaluzas. Estudios sobre escritores andaluces del XVIII al XX, Archidona, Aljibe, 2004.
27. Alfonso Canales, Lo dicho , (Prólogo, Bibliografía y Selección), Málaga, Universidad, Servicio de Publicaciones.
28. José Antonio Muñoz Rojas, Razón del tiempo (prólogo y bibliografía), Málaga, Fundación Málaga / Sur / 2016, col. “Las cuatro estaciones”, nº 5, 2005.
29. Miguel Delibes, El príncipe destronado, (introducción, bibliografía, notas, guía de lectura, etc.), M. Espasa Calpe, col. Austral 596, 2007.
30. Poemas de América, il. de Enrique Díaz, (introd.y selección) Málaga, Cedma, col. Caracol nº 31, 2007.
31. Patrimonio Literario Andaluz (I), Málaga, Fundación Unicaja, 2007. (Introd., edición).
32. Salvador Rueda, Selección poética, (sel.,introducción), Málaga, Dirección General de Cultura, Universidad, 2007.
33. Navidad.es, (sel.,introducción), Córdoba, CajaSur, 2007.
34. Ramón J. Sender, Requiem por un campesino español, (ed., guía de lectura,etc.). Madrid, Espasa Calpe, Col. Austral, nº 576, 2008.
35. La animación a la lectura entre los jóvenes, Sevilla, Fundación Ecoem, 2008.
36. Patrimonio Literario Andaluz (II), Málaga, Fundación Unicaja, 2008. (Introd., ed.).
37. Estudios sobre el Patrimonio Literario Andaluz, Málaga, AEDILE, 2008 (ed.).
38. Protagonismo andaluz en la generación del 27,, Granada, Obra Social Caja Granada, col “Cuadernos del Museo” nº 7, 2009. 978-94-96660-70-0.
39. Patrimonio Literario Andaluz (III), Málaga, Fundación Unicaja, 2009 (introd., ed.). ISBN: 978-84-92526-15-4.
40. Estudios sobre el Patrimonio Literario Andaluz (II), Málaga, AEDILE, 2010 (ed.). ISBN: 978-84-934305-9-7.
41. Salvador Rueda, La cópula (intro. A.A.Gómez Yebra), Madrid, Clan, 2010. ISBN: 984-84-96745537.
42. Miguel Hernández, Antología poética, (ed., bibliografía, notas, etc.), M., Castalia, Col. Castalia Didáctica, nº 46, 2010. 978-84-9740-381-8.
43. Federico García Lorca. Yerma (edición, cuadros cronológicos, introducción, bibliografía, notas, llamadas de atención, documentos y orientaciones para el estudio), M., Castalia, col. Castalia Didáctica, nº 60, 2011.84-9740-094-1.
44. Patrimonio Literario Andaluz (IV) (ed.), Málaga, Fundación Unicaja, 2011. ISBN: 978-84-92526-32-1.3.
45. Guía didáctica del Guzmán de Alfarache, Sevilla, Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, 2011, ISBN: 978-84-694-0778-3.
46. Estudios sobre el Patrimonio Literario Andaluz (III), (ed.), Málaga, AEDILE, 2012. ISBN: 978-84-937837-2-3.
47. Francisco Villaespesa para niños y jóvenes, Madrid, Ediciones de la Torre, 2012. ISBN: 978-84-7960-413-1.

d) Otros

El desnudo, Málaga, Galería de Arte Benedito, 1993.






CONTADOR DE ESTRELLAS

Un niño
inútilmente cuenta las estrellas.
(Dámaso Alonso)


Apoyados los codos 
en la ventana
el niño cuenta estrellas
de buena gana.

Mil doscientas catorce,
¿o acaso quince?
Otra vez ha fallado 
su ojo de lince.
Si estuvieran más cerca,
sobre el tejado, 
ya hace tiempo que habría
finalizado.

Pero no hay forma humana 
de hacer la cuenta,
aunque todas las noches
vuelve y lo intenta.

Apoyados los codos 
en la ventana
se le cierran los párpados,
¡hasta mañana!

(De Versos de pluma, 1999).





PATO INQUIETO

Ese pato que nada
por tu piscina,
cuá... cuá... cuá... ¡cuánto canta!,
¿no desafina?

Ese pato que vuela
sobre mi parra,
cuá... cuá... cuá... cuá... cuatro veces
tiró la barra.

Ese pato que corre
por el jardín,
cuá... cuá... cuá... cualquier día
monta en patín.

Ese pato que salta
mi parapeto,
cuá... cuá... cuá... ¿cuándo para
y se está quieto?

(De Menuda poesía, 1994).






PREPOSICIONES

Tenemos cosquillas
verdes y amarillas
junto a las mejillas,
hacia las patillas,
bajo las barbillas,
entre las costillas,
por las paletillas,
sobre las rodillas,
de las espinillas
a las pantorrillas.

Con tantas cosquillas
saltas en las sillas
y te desternillas.

(De Versos diversos, 1998).





"LA LUNA Y EL MAR"

El mar se quedó dormido
en un espejo de concha,
la luna vela su sueño
sobre las olas.

El mar tiene pesadillas
y, de pronto, se alborota,
la luna le habla quedito
mientras lo arropa.

Al mar le duele el estómago
(se tragó una caracola),
la luna le da masaje
con una esponja.

El mar lanza un estornudo
que despierta a las gaviotas,
la luna le da un pañuelo
y un tapabocas.

El mar se queda tranquilo
y al fin reposa,
la luna vela en el cielo
hasta la aurora.







Aproximación a la poesía infantil

Por Juan Cervera Borrás





Antonio A. Gómez Yebra
Menuda poesía


Banda de Mar. Málaga, 1994


Antonio A. Gómez Yebra es profesor universitario y escritor polifacético especialmente acreditado en el mundo de la Literatura Infantil.
Menuda poesía, su último libro de poesía infantil, recoge más de treinta poemas ingeniosos y bien construidos, sobre temas que se supone pueden inspirar el interés por parte del niño.
La inclusión de este único libro del autor en este estudio, cuando sería interesante estudiar toda su producción poética, obedece al propósito de dar tres muestras de obras que representan otras tantas maneras de entender la poesía para niños.
De acuerdo con lo afirmado anteriormente, como profesor universitario, su poesía acusa cuidado extraordinario en lo formal: versificación, estrofas, rima, consonante y asonante, ritmo... en lo que podría señalarse que roza el virtuosismo, convirtiéndose en un elemento más del juego.
Usa preferentemente metros cortos: octosílabos, hexasílabos, pentasílabos, y excepcionalmente cuatrisílabos. Como estrofas, presenta aleluyas, romancillos, seguidillas, con bordón y sin él, pero muy abundantes, cuartetas, coplillas...
La difícil facilidad de la seguidilla, muy especialmente, hace que la expresión poética, condensada, fluya sin tropiezos con la sintaxis.



La golondrina


La golondrina lleva
barro en el pico:
debajo del alero
forma su nido.

Poco a poco, sin prisa,
pero sin pausa,
albañil excelente,
monta su casa.

Hierbas, plumas y musgo
harán el lecho
donde días más tarde
pondrá seis huevos.

Y los pollos hambrientos,
dando chillidos,
abrirán impacientes
sus grandes picos.

Al llegar el verano,
con el calor,
nubes de golondrinas
dirán adiós.



Las innovaciones en lo formal, escasas, van por el ámbito de lo estrófico, pero lejos de buscar la estridencia, adquieren regularidad dentro de cada poema. Tal es el caso de la copla con rima alterna consonante que reúne dos hexasílabos con dos eneasílabos en las estrofas de La feria.

Subir en la noria
es cosa muy seria:
prefiero viajar en el tren
y ver desde abajo la feria.



No resulta demasiado novedosa alguna combinación de octosílabos con pentasílabos. Pero sí llama más la atención una sucesión de quintillas de hexasílabos con rima asonante permanente de romancillo impar, entreverada con otras rimas asonantes en cada quintilla, siempre sobre la estructura del romancillo impar.



La gaviota


La gaviota pasa
sobre la bahía;
sus alas, tan blancas,
planean sin prisa:
volando descansa.

El mar es alfombra
de espléndida pana
y, bajo las olas,
hay flores de nácar
y piedras preciosas.

Una caracola
oculta la cara
y esconde la cola
como si intentara
perderse en las sombras.

La gaviota pasa
sobre la bahía,
y es tal su elegancia
que incluso la imita
un barco de plata.



Por lo que se refiere a la convocatoria lúdica de esta poesía, la reflexión ha de ser variada. Sus Aleluyas vocálicas, en realidad pareados decasílabos, presentan algo más que un repasillo a las cinco vocales o aeioú, como se puede comprobar mediante su lectura. Formalmente los versos decasílabos son el resultado de dos hemistiquios pentasílabos marcados por la cesura. El ritmo alterna, ya que, si en el primero de los versos de cada par la cesura separa los pentasílabos, en el segundo incita la encabalgamiento.
Por otra parte, en cada aleluya, todas las vocales tónicas coinciden con la que preside el par. Esto, sin duda, resulta algo artificioso y supera las conocidas muestras de la tradición oral, pero acredita ingenio para resolver el desafío en una lengua de vocalización tan variada como la española y se inserta plenamente en la convocatoria lúdica.



Aleluyas vocálicas


Canta la rana, sabe la A.
(¡Basta de dar lata a papá!).

El tren despierta, sisea en E.
(En la tetera me espera el té).

Hice el vampiro, emití la I.
(Ni mis amigos siguen aquí).

Con ronco golpe sonó la O.
(Sollozan todos y lloro yo).

Brujas me asustan, uso la U.
(Huyo sin brújula en rumbo sur).



Pero hay otro tipo de juego. Una somera consideración narratológica nos lleva a una conclusión nada despreciable. En cada aleluya se ofrece condensado el apunte de una o dos acciones que pueden enlazarse para constituir un relato.
Si hay una rana, o alguien hace de rana, que canta insistentemente la A, es lógico que alguien reclame que cese la lata a papá.
El tren puede despertarse y emitir su sonido característico. También puede suceder que el tren, con su ruido, despierte a quienes duermen cerca de él. Y el despertado se dispone a tomar el té del desayuno.
Si alguien confiesa que se pasó haciendo el vampiro y emitiendo chillidos amenazantes, no es nada sorprendente que haya ahuyentado a todos sus amigos despavoridos. El golpe redondo, ¿casual?, estalló grandioso. Algo más sucedió ya que a él le siguieron sollozos y lloros. Y ¡Oh! es interjección de sorpresa.
Y en cuanto las brujas lo asustan a uno, por más que se defienda tomando la U como escudo, la verdad es que huir, hacia el lado que sea, es lo más justo. Uh, prolonga da, interjección infantil en juegos con palmadas en la boca.
Esta interpretación en prosa, sin duda innecesaria para muchos lectores, cumple dos funciones: concretar la fantasía en hechos subyacentes, e invitar a la dramatización del poema, para lo cual habrá que seguir concretando los personajes -sujetos- conflicto, espacio, tiempo, argumento y tema. Como todos los textos son muy condensados, la puesta en escena lo superará en extensión y reclamará atención especial. Caso de traducir la acción en viñetas, cada aleluya podría servir de expresión final de un texto de relevo, como sucede en las aucas.
El chucho de Chicho se convierte en un trabalenguas, merced a su fuerte aliteración que, con la rima consonante, parece más machacona.


Chicho tiene un largo
chucho que se ducha alguna noche,
y como no chilla mucho,
suele llevarlo en el coche.

Es un perrito salchicha,
chachi, con chispa y muy macho,
que salta lleno de dicha
y se acuesta en un capacho.

Déjame tu chucho, Chicho,
y te invitaré a bizcocho,
pues es un chollo ese bicho,
y va más chulo que un ocho.



El poema Artista de circo ofrece variado muestrario de juegos fónicos. Destacarlos serviría incluso para su mejor uso lúdico.


Con la pelota en la boca
salta a la pista la foca.

Todo parece dispuesto:
va a jugar a baloncesto.

A la foca enfoca un foco:
¡Pelota arriba!

¡Por poco!

Miles de niños contentos
se agitan en sus asientos.

Tiro de tres...¡ Atención!
¡Lo ha metido!
¡¡Qué ovación!!

Esto marcha viento en popa:
la foca ganó la copa.



La rima interior es llamativa - con la pelota en la boca; la foca ganó la copa -y se produce en el mismo verso. También en un solo verso se sitúa una aliteración reforzada con polípote -A la foca enfoca un foco- que ocupa todas las palabras con contenido semántico propio. Todo ello, como pruebas de cómo incluso con recursos retóricos tradicionales se puede provocar el juego.
Pero en este poema, de forma más explícita todavía que en Aleluyas vocálicas, se descubren los efectos del recurso a la implicación narrativa y a la polifonía textual. Del circo se pasa a la cancha deportiva, de la exhibición circense, -la foca con la pelota en la boca- al partido de baloncesto; y del animador de la pista circense, al locutor del partido que subraya vocalmente los incidentes, provoca la atención del público y evoca y reclama los gritos del graderío.
Otro ejemplo de cómo la comprensión del texto induce a su dramatización.
El recuerdo del folclore llamará la atención del niño en la proporción de su cono cimiento previo. De ahí que no siempre resulte fácil. Pero sí adquirirá resonancias psicoafectivas para el adulto que actúa como mediador. Esta parece ser la circunstancia, intencionadamente connotativa en la que las ovejas de la canción popular son sustituidas por Cepillos, cuyo humor resulta amable parodia.
La canción original es


Tengo, tengo, tengo.
Tú no tienes nada.
Tengo tres ovejas
en una cabaña.
Una me da leche,
otra me da lana
y otra me mantiene
toda la semana.



Su transformación da el siguiente romancillo:


Tengo, tengo, tengo
algo necesario,
tengo tres cepillos
dentro de mi armario.

Uno es de la ropa,
otro, del calzado:
y otro, de los dientes:
el más delicado.

Todos me dan brillo,
con todos me apaño:
nunca me confundo
cuando voy al baño.

Tengo, tengo, tengo
algo necesario,
tengo tres cepillos
que uso a diario.



El humor aparece de nuevo cuando en el popular Burro flautista, de nuestra infancia, el poeta reconoce que no quiere ser astronauta. El Burro flautista -no olvidemos la acerba crítica de Iriarte contra los autores ignorantes- convencido de que es músico, toca música azul, -¿alusión a la música soul o tal vez al blues?- y se dedica a las lindezas propias de su arte musical. La sátira es más profunda de lo que aparece a primera vista, ya que la forma del poema recurre a las travesuras de la rima -les torts de la rime, del poeta francés- con lo cual da de lleno en algunos textos de canciones actuales. Por otra parte el Burro flautista toca y toca sin parar. Y la confusión ambiental crece a medida que avanza el poema. Si al principio «baila la rama/ más alta del abedul», luego son «todas las cañas del río», ejemplo clásico de la versatilidad masiva. Y al final, tras la paronomasia entre toca y trotan, el burro solito llega a ser orquesta, ¿tal vez con la ayuda del potro y la yegua, que aparecen por algo más que una exigencia de la rima? Ciertamente algunos matices se le escaparán al niño, pero le quedará lo divertido de la situación y lo juguetón de la fonética.



Burro flautista


Toca que toca la flauta,
Burro flautista;
no quiere ser astronauta:
es un artista.

Toca que toca sin falta,
música azul,
baila la rama más alta
del abedul.

Toca que toca, ¡qué tío!
¿alguién da más?
Todas las cañas del río
van al compás.

Toca que toca sin tregua,
¡menuda orquesta!
Trotan el potro y la yegua
¡viva la fiesta!



Frente a la ambigüedad que asoma en el Burro flautista la concreción en Receta de cocina no sólo es mayor, sino que, por hiperbólica, e imposible, busca el humor en la falta de credibilidad y en el disparate mayúsculo. El recurso apunta al niño que, por desconocer el valor de las cantidades, las magnifica con la exageración desmedida tan a menudo presente en sus discusiones y comparaciones con sus compañeros. Decir número más alto, a veces tomando como tal el más desconocido, o el de nombre más largo, significa vencer al contrincante.
Todo esto servido con la habilidad para la rima ya conocida.



Receta de cocina


Para hacer la mayonesa
te interesa conocer
la receta que Vanesa
me prestó antesdeayer.

Dos mil huevos de gallina
que jamás verán la luz,
o un millón de golondrinas,
o trescientos de avestruz.

De vinagre, seis garrafas
(si no he leído mal)
y aunque no tenga las gafas
pone: de sal un quintal.

Cien barriles -dice ahora-
de aceite de girasol,
y a darle a la batidora
hasta la puesta de sol.

¡Ay, Vanesa, qué traviesa,
qué traviesa debes ser,
vaya receta sorpresa
me prestate antesdeayer!



En esta obra de A. Gómez Yebra el recuerdo no parece invocado, pero sí involucrado. A veces se limita el título del poema. Pájara y lagarto, por ejemplo, obligan a mirar hacia los neopopularistas. Otras veces la alusión es explícita, como a la fábula de Iriarte con Burro flautista, o a la canción folclórica, como en Los cepillos. Habitualmente se centra en el entorno del niño, en aspectos sencillos y amables de la vida, enaltecidos por el tratamiento poético.
La escasez de juegos lingüísticos está compensada por la presencia de ricas figuras literarias, por la viveza de la expresión, por la impecable forma y por la sugestión del contenido que empuja a la comunicación. Y por los atisbos nada despreciables de intertextualidad.








NUMA POMPILIO LLONA [9433]

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Numa Pompilio Llona
Numa Pompilio Llona (ECUADOR. Nació en Guayaquil en 1832, murió en Guayaquil el 4 de abril de 1907) fue un poeta y filósofo ecuatoriano. Cursó su educación primaria en Cali Colombia, y sus estudios secundarios y superiores en Lima, graduándose de abogado en la Universidad de San Marcos, en la que ocupó la cátedra de estética y Literatura General.
Se desempeñó como diplomático en España, Francia, Italia y Colombia; e intimó con célebres poetas, escritores como Víctor Hugo, George Sand, Alphonse de Lamartine, Cienfuegos Manzini, Núñez de Arce, Leopard y otros.
En 1882 fue nombrado rector de la Universidad de Guayaquil, en 1904 fue coronado poeta de la misma Universidad por la poetisa Dolores Sucre.

Obras literarias

Entre sus obras literarias se encuentran diversos temas sobre los acontecimientos y circunstancias de la vida. Escribió sobre asuntos religiosos y patrióticos, estéticos y filosóficos. Buscaba los temas y los lectores. No hay una composición que no esté dedicada a un personaje o a una nación
Cien sonetos nuevos
Interrogaciones
Amor supremo
Himnos, dianas y elegías patrióticas y religiosas
De la penumbra a la Luz
Cantos americanos
Nuevas poesías
Artículos en rosa
Noches de dolor en las montañas
Canto a la vida
Odisea del alma
Clamores de Occidente
El gran enigma
Noche de dolor en las montañas
Grandeza moral
La bandera del ecuador



Nació en Guayaquil, «La Perla del Pacífico», a donde volvió, después de una larga odisea por el vasto mundo, a dar reposo a sus alas de albatros gigante, para morir allí el 10 de octubre de 1907.
Poco antes había sido coronado solemnemente -el 10 de octubre de 1904- como poeta nacional. Prestó eminentes servicios como educador y diplomático, no sólo a la tierra de su nacimiento sino al Perú, su segunda patria, donde terminó su formación intelectual.
Su fama de poeta fue grande en sus tiempos; en los nuestros, ha venido muy a menos, y puede decirse que a lo más se le tiene por un declamador elegante y conceptuoso, saturado de un pesimismo muy de moda entonces, pero que hoy suena a hueco.
Crespo Toral dijo de él en comentario al parecer definitivo: «Fue más grande de lo que nosotros merecíamos». No compartimos su opinión. Vivar habla de él como de «el único poeta americano que, sin vacilaciones, ha seguido... las amargas consecuencias de una filosofía desengañada que niega hasta la posibilidad de la dicha y cree que el mundo sólo se ha hecho para el dolor».
Parecía, en efecto, no creer en un Dios personal, patronal y providente, sino en un ser a la manera de un tirano terrible y misterioso, indiferente e insensible como la naturaleza al dolor humano, extraño a la piedad; en un Dios, en fin, que sólo existía para fines inalcanzables para nosotros: en el Dios impersonal e inteligible de los agnósticos. Pero su poema «Grandeza moral» demuestra que, al contrario, creía como el Edgar Poe de «Un descenso al Maelström», de «El pozo y del péndulo», en poderes celestes capaces de venir en nuestro auxilio y salvarnos aun en los casos más desesperados; poderes que no pueden dimanar sino de un Dios por encima del caos, de la naturaleza y de la fatalidad; lo que acentúa la opinión que antes expresamos, de que su pesimismo era sólo superficial, mero contagio de las malsanas corrientes ideológicas de su época.




Poesías juveniles

(Fragmento)


    ¡Vano, estéril afán! ¡loca porfía!...
Inútilmente, con tenaz esfuerzo,
quiero en tierra clavar mi Fantasía,
y sus alas de oro, airado, tuerzo...
¡Vence a la Realidad la Poesía!

    ¡Vano, estéril afán!... Por más que intento
entre los grillos de mezquina ciencia
encadenar mi libre pensamiento,
recuerda altivo su divina esencia,
y surge a lo Alto con mayor aliento!...

   ¡Oh del Destino caprichoso y ciego
sangrienta mofa y hórrido sarcasmo!
¡Prender en mi alma el devorante fuego
de la hoguera de luz del Entusiasmo,
y condenarme a estúpido sosiego!

[...]

   ¡Sentir aquí, sentir aquí en mi pecho
el volcán de la ardiente Inspiración,
que hierve y ruge en su recinto estrecho;
y, temblando de angustia y de despecho,
sofocar su poética erupción!

[...]

    ¡Yo necesito solitarios ocios!
¡Campos!, ¡aire!, ¡la Luz!, ¡la Inmensidad!...
Yo el idioma no sé de los beocios
que me hablan de guarismos y negocios...
¡Yo aborrezco la triste Realidad!

[...]

  




Desolación. El poeta y el siglo

A don Fernando Velarde


    ¿Cómo cantar, cuando llorosa gime,
sin esperanza y sin amor, el alma;
y por doquiera, con horror, la oprime
de los sepulcros la siniestra calma?

   ¿Cuando de los espíritus el vuelo
ata doliente, universal marasmo;
y, con sus alas azotando el suelo,
palpita moribundo el Entusiasmo?

   ¿Cuando, si un generoso pensamiento
surge en el alma y su dolor halaga, 
del piélago sin fin del desaliento,
en las ondas inmóviles naufraga?

   ¿Cómo cantar, cuando al audaz poeta
al mundo cierra con desdén su oído;
y el noble acento de su Musa inquieta 
muere en la vasta soledad perdido?

    ¿Cuando la envidia, que aún las tumbas hoza,
con torvos ojos pálida le espía;
y sus entrañas a traición destroza,
y escarnece el dolor de su agonía?

    ¿Cuando la turba de plagiarios viles
a sus cantos se lanza jadeante,
revolcando en su lodo, cual reptiles,
su corazón sangriento y palpitante?

   ¿Cuando su canto ardiente y sobrehumano
amalgama y confunde el vulgo idiota
con las míseras rimas, donde en vano
mezquino vate su impotencia agota?

   ¿Cuando, si el noble y dolorido bardo
su alma descubre rota y destrozada, 
en su honda herida revolviendo el dardo,
le arroja el vulgo imbécil carcajada?

   ¿Cómo cantar, cuando en la sed de fama
la generosa juventud no arde;
ni el santo fuego del honor la inflama,
ni hace de heroica abnegación alarde?

   ¿Cuando de Patria y Libertad los nombres
en ningún corazón encuentran eco,
cual se apagan los gritos de los hombres
de los sepulcros en el hondo hueco?

   ¿Cuando, al amor, ya sordas las mujeres
y al brillo indiferentes de la gloria,
corren en pos de frívolos placeres
y ansiosas buscan la mundana escoria?

   ¿Cuando el justo derrama inútil lloro 
y bate el vicio triunfadoras palmas,
y, entre el aplauso universal, el oro
es el sol refulgente de las almas?

   ¿Cuando, como Proteo, a cada hora
nuevas formas reviste el egoísmo; 
y en los áridos pechos sólo mora
estéril duda, fúnebre ateísmo?...

    ¡Ay, cuando en torno el ojo atribulado
descubre sólo corrupción, miseria!
¡Y doquier, al espíritu humillado
huella con pie triunfante la materia!...

   ¡Oh! en tan inmensa postración, el vate
su turbulenta inspiración acalla;
la llama extingue que en su pecho late
y en los sepulcros se reclina, y ¡calla!

   ¡Y nada, nada su silencio amargo
un solo instante a interrumpir alcanza,
ni a turbar el horror de su letargo,
ni a encender en su pecho la esperanza!...

   ¡Ay! yo he palpado el corazón humano;
y muerto ¡para siempre! le encontré...
¡Muerto!... ¡Rompamos, generoso hermano,
nuestro laúd con iracundo pie!

Lima, octubre de 1852.
  



  


A don Fernando Velarde

    ¡No te amedrente el ponzoñoso dardo
de turba vil, que con rencor bastardo
te provoca y te insulta!; ¡firme lidia!...
¡Porque jamás vio el mundo, oh noble bardo,
fuego sin humo, gloria sin envidia!






En el segundo centenario de don Pedro Calderón de la Barca

(Fragmentos)


(Dedicados a don Manuel Tamayo y Baus)


[...]


IV

    Del Ecuador en los azules mares,
antes que el sol las cúspides trasmonte,
contempla el nauta gigantesco monte
vestido el pie de bosques seculares;

   entre lianas, y flores y palmares,
canta allí el guacamayo y el sinsonte;
mas su cumbre, rasgando el horizonte,
¡sube hasta los eternos luminares!

    ¡Así tu obra titánica; en tus dramas,
como entre selvas de frondosas ramas,
la pasión canta en melodiosa rima;

    mas, alzándose audaz hacia los cielos,
del símbolo sagrado entre los velos,
se pierde en Dios su inmaculada cima!


V

    Yo vi, también, undosa catarata
que desde cumbre de eminencia suma
precipitaba, entre fragor y espuma,
sus lienzos de cristal, de luz y plata;

    y mientras que el peñón do se desata
coronan hielo y misteriosa bruma,
el trópico, en el fondo, la perfuma
con floreciente primavera grata...

   Tequendama de fúlgida armonía,
así tu majestuosa poesía
desciende desde místicas regiones;

    y, al caer de la tierra en la llanura,
de flores bordan su corriente pura
la esperanza, el amor, las ilusiones...


VI

    ¡Del universo alado peregrino
águila audaz, tu portentoso vuelo
abraza la extensión de tierra y cielo,
y salva los linderos del destino!

    Como la mente angélica de Aquino,
arrebatada de infinito anhelo,
mas allá te hundes, del azul del cielo,
en la esencia del Ser Único y Trino...

   ¡Mas, bajando, después, del firmamento,
con sosegados giros circulares
en tu vuelo recorres, vagabundo,


    los dilatados ámbitos del viento,
la ancha faz de la tierra y de los mares,
los tenebrosos senos del profundo!...


VII

    Desde las playas de la mar de Atlante
tendido, hasta el confín remoto hesperio,
y el Ártico y Antártico Hemisferio
abarcando con brazos de gigante;

    bajo sus pies el rayo fulminante
en las garras del ave del Imperio;
así el mundo, doblado al yugo ibero,
miró de España al Júpiter Tonante.

    Y, entre el asombro del linaje humano,
brotó en seguida, tras congoja acerba,
tras dolorosa agitación confusa,

   del gran cerebro del coloso hispano,
armada y refulgente cual Minerva,
¡oh Calderón, tu prodigiosa Musa!


VIII

    Sobre la frente el astro de la idea,
y en ambos hombros poderosas alas,
tal se mostraba, entre esplendentes galas,
del mundo ante la atónita asamblea;

   risueña como en triunfo Galatea,
o como Dione en las empíreas salas;
o bien lanzando, cual ceñuda Palas,
el grito de furor y de pelea...

    Y levantando hasta el cenit su vuelo,
de la eterna creación sacerdotisa,
alzó su acento, que escuchaba el suelo.

    ¡Por casi un siglo, en actitud sumisa,
desde su himno infantil, Carro del cielo,
hasta el canto del cisne, Hado y divisa!

[...]


X

    ¡Buzo inmortal del corazón humano!
Cuando en su oscuro fondo hundes la frente,
a tu mirada muéstrase patente
de su anchuroso abismo todo arcano;

   al remontar el piélago, tu mano
la perla lleva de risueño oriente,
mas divisaste en la onda transparente
los horrendos colosos del océano...

   De tu Justina y Príncipe Constante
la virtud brilla con mal en guerra,
cual bajo el hierro el fúlgido diamante;

   y, víctimas del monstruo de los celos,
mira en tus dramas, a la vez, la tierra,
grandes como el de Shéspir39, cinco Otelos!


XI

    De tu espíritu múltiple y fecundo
-lumbre creatriz, intelectual Proteo-,
brotar la estirpe, más grandiosa, veo
de cuantos genios ha admirado el mundo:

    Cipriano, como un Fausto más profundo,
vence a la Duda en choque giganteo;
a Hamlet y Caín y Prometeo
en sí resume el fiero Segismundo;

    Tu audaz Eusebio, en su siniestro tipo,
los rasgos muestra de un consciente Edipo
y de un don Juan y Carlos Moor gigantes.

   Y fueras tú el mayor de los pintores,
si, emulando tus gráficos colores,
no se elevara junto a ti... ¡Cervantes!


XII

(A España)


    ¡Un tiempo fue -por el que en llanto bañas
vanamente tus templos seculares-,
en que tus altas glorias militares
inundaron del orbe las campañas;

   españolas del mundo las hazañas,
las playas todas, españoles lares;
al circundar las tierras y los mares,
¡no halló el Sol el confín de las Españas!...

   Mas si los lauros te arrancó de Marte
la Fortuna envidiosa de tu gloria,
no puede los de genio arrebatarte;

    ¡que no se pone el sol de su memoria
en los cielos sin límites del arte,
ni en los mares inmensos de la historia!

Lima, mayo 22 de 1881.
  





Doce años después

    ¡Todo se ha transformado en los lugares
que hoy recorro doliente y solitario,
y que fueron un tiempo el escenario
del drama de mi dicha y mis pesares!

   Del corazón los ídolos y altares
juntos cubre del tiempo ya el sudario;
¡todo lo disipó su curso vario...
como el viento la espuma de esos mares!

   ¡Ay, en tan vasta ruina y tal mudanza,
sólo inmóvil mi espíritu subsiste,
huérfano del amor y la esperanza!

    Y fiel a sus dulcísimas memorias,
pensativo contempla, y mudo y triste,
la tumba de sus sueños y sus glorias!

(1883)
  




 Desde mi estancia

Al eminente crítico y poeta argentino don Calixto Oyuela


    Mi ventana, que se abre a la campiña
do se extiende fantástico paisaje,
cubre del huerto trepadora viña
con la tupida red de su ramaje;

    entre su fronda, hasta la oscura estancia
filtra su blanca luz la luna llena
que, alumbrando los campos a distancia,
surge en el cielo fúlgida y serena;

   dando tregua a misérrimas congojas,
contemplo yo, de la penumbra opaca, 
el arabesco de las negras hojas
que en argentado fondo se destaca;

   de la cumbre de próxima montaña
desciende el aura y el follaje agita;
¡y siento entonces emoción extraña,
ansiedad soñadora e infinita!...

   ¡Afuera, allá, las mágicas florestas,
dormidos valles, encantados montes!...
¡Y esos hierros, y ramas interpuestas
ante aquellos grandiosos horizontes!...

    De la terrena cárcel tras la reja,
mira así el alma con dolor profundo
el infinito que su luz refleja
en los oscuros ámbitos del mundo;

    ¡y así contempla en la penumbra hundida,
el lejano ideal de su ventura,
por entre las malezas de la vida,
donde, a veces, de lo alto descendida,
la divina pasión sólo murmura!...

(1891)



Grandeza moral

(A orillas del río Calí, en el valle del Cauca)


(Fragmentos)


Llegamos a aquel sitio en donde el río,
      como en muelle descanso,
tras largo viaje y ronco vocerío
      formaba hondo remanso;

[...]

La escena era grandiosa: al lado nuestro,
      atados los caballos
a las plantas en flor, por el cabestro,
      pacían verdes tallos;

El Calí sesgo y cristalino, al frente,
      como sierpe de plata
arrastraba entre rocas su corriente
      con voz sonante y grata;

Allende el río, fértiles collados;
      detrás, el arduo monte
que, con severos tintes aplomados,
      cerraba el horizonte;

al rededor, vastísimas llanuras,
      boscajes y praderas...
y en el lejano fondo, las alturas
      de azules cordilleras;

¡Y sobre aquel inmenso panorama,
      cual de zafiro un velo,
al través de la atmósfera de llama
      vasto, profundo, el cielo!...

¡Delante de esa gran naturaleza
       do el ser absorto se hunde;
cerca mirando la inmortal belleza
      que vida a mi alma infunde;

de infinita ventura rebosante,
       al Dios que el orbe rige
alzando mudo el corazón amante,
      por su bondad bendije!...

Ella, escuchando mi pueril deseo,
      la voz de mi ternura,
libre dejó de todo vano arreo
      su olímpica figura;

[...]

Y al fin sus formas de belleza suma,
      como las griegas ninfas,
dejando surcos de bullente espuma,
      sumergió entre las linfas...

¡Ah! ¡no contaba yo con las mudanzas
      que sufre el Universo;
y olvidé las aleves asechanzas,
      de nuestro hado perverso!

¡De ese remanso diáfano y tranquilo
      -más que las rocas fuerte-
hizo el tiempo una rápida, un asilo
      oculto, de la muerte!...

¡De repente escuché de mi adorada
      un grito penetrante,
y a mí la vi volver acongojada
      su pálido semblante!

«¡Ay! ¡el agua me arrastra, esposo mío!»,
      clamaba en voz doliente:
«¡En vano lucho del pujante río
      con la veloz corriente!».

Y al pétreo fondo se aferraba en vano,
      como al tronco las yedras;
¡pues resbalaba su pequeña mano
       en las lamosas piedras!...

¡Oh tremendo peligro! ¡oh duro trance!
      ¡el raudal turbulento
que la arrastraba, lejos de mi alcance,
      con empuje violento!

Y a breve trecho, rauda catarata
      del río en la revuelta,
de su corriente ronca se desata
      en tumbos mil disuelta;

[...]

¡E iba a morir en ese vórtice! ¡Ella!
      ¡El ser privilegiado,
tan inspirada y santa como bella,
      por ciega ley del hado!

¡Iba a morir, la víctima inocente
      de atroz destino infausto,
cual paloma ofrecida ante inclemente
      deidad, en holocausto!

¡Ah! ¡no! ¡jamás! Rasgando mi vestido
      con ansiedad vehemente,
cual por fuerza titánica impelido,
      lanceme en la corriente;

cogí sus manos, entre angustias hondas,
      con desusado brío;
y en pie logró ponerse entre las ondas
      tumultuosas del río;

¡Pero en el sitio aquel más recia y brava
      era ya la avenida,
y a contrastar su empuje no bastaba
      nuestra fuerza, aunque unida!...

¡Y entonces ¡ay! en su congoja extrema,
      en tan terrible instante,
lanzó una voz de elevación suprema
      su corazón gigante!

«¿No lo ves? Nuestro esfuerzo es impotente
      a resistir la ola;
vas a morir conmigo inútilmente;
      déjame morir sola!»40.

¡Oh voz sublime! ¡Acento sin segundo!
      ¡Grandioso, excelso grito
de abnegación inmensa como el mundo!
      ¡Eco de lo infinito!...

¡Y ese grande clamor de sus entrañas
      rasgó también el viento,
sin que aquellas inmóviles montañas
      temblaran en su asiento!

¡Sin que en mi derredor se estremeciera
      cuanto sustenta el suelo!
¡Sin que, allá arriba, la azulada esfera
      se turbara, del cielo!...

¡No! ¡Ante el prodigio de moral grandeza
      de ese clamor doliente,
proseguiste también, naturaleza
       tu curso indiferente!

¡De esta raza de Adán que hacia la fosa
      por tu seno te arrastra,
no eres tú, ¡no! la madre cariñosa,
      ¡sí la atroz madrastra!

¡Pues de la humanidad miras tú en calma
      la dicha o la miseria,
un abismo sin fondo hay entre el alma
      y la inerte materia!

[...]

«¡Abandonarte yo ¡ángel mío!... nunca!
      El Cielo me es testigo:
¡o la muerte también mi vida trunca,
      o salvarás conmigo!».

Y, doblando mi fuerza en ese instante
      la emoción poderosa,
logré arrancarla, débil, vacilante,
      del agua procelosa.

¡Y al asentar su planta, del ribazo
      en la menuda arena,
dobló su blanca sien sobre mi brazo,
      cual pálida azucena!

[...]

Blanca paloma tú, en el cataclismo
       do naufragara todo,
me trajiste la fe, sobre un abismo
      de llanto y sangre y lodo.

¡Y con la fe, me diste la esperanza
      que lloraba perdida;
y, con flores de eterna venturanza,
      refloreció mi vida!

Y fue, a tu lado, la existencia mía,
      porque así Dios lo quiso,
ánfora inagotable de ambrosía,
      terrestre paraíso.

[...]

¡Mas, el grito por tu alma formulado,
      en tan supremo instante,
a tu sublime ser me ha encadenado
      con nudos de diamante!

Que, a esa voz, como a un lampo repentino,
      vi la moral grandeza
que unida llevas en tu ser divino
      al genio y la belleza;

y contemplé asombrado tu heroísmo,
      como desde alta cumbre
se descubre de luz inmenso abismo,
      golfo sin fin de lumbre...

Y por eso, al recuerdo de aquel día
      de tan mortal congoja,
que aún con el sudor de la agonía
      mi yerta frente moja;

cuando mi mente, vuelta hacia el pasado,
      las palabras evoca
que escuché, en ese instante incomparado,
      de tu divina boca;

de tu afecto sin límite a la idea,
       con que en el trance adverso
tu alma, en su sacrificio gigantea,
      dominó al Universo.

¡De tu moral excelsitud sencilla
      al grito heroico y tierno...
doblo ante ti, Lastenia, la rodilla,
      y absorto me prosterno!

¡Y humilde beso, en religiosa ofrenda,
      el polvo que levantas
al estampar en la terrestre senda
      tus celestiales plantas!

Guayaquil, junio 12 de 1888.
  



  


 Noche de dolor en las montañas

A don Juan Valera


   Rugió la tempestad; y yo, entretanto,
del monte al pie, la faz sobre la palma
vertiendo acerbo inextinguible llanto,
quedé en su pena, adormecida mi alma;
cuando cesó el sopor de mi quebranto,
limpio estaba el azul, el viento en calma...
¡y con asombro y amargura y duelo,
alcé mi rostro a contemplar el cielo!...

   Sirio radiante sin cesar lucía;
Saturno, inmóvil, del cenit miraba
la vida universal... La Láctea Vía,
que con luz taciturna centellaba
y al orbe en ancho círculo envolvía
de brillantes escamas, semejaba
la infinita, simbólica serpiente
que se está devorando eternamente...

   ¡Cuánto silencio! ¡Oh Dios! ¡Cuánto reposo!
¡Y cuán honda y fatal indiferencia!
¡Cuán extraño ese todo prodigioso
es del hombre a la mísera presencia!...
¡Al comprenderlo, un pasmo doloroso
penetra y acongoja la conciencia,
y en sus abismos íntimos clarea
una tremenda e implacable idea!

    Gira el mundo en el vasto firmamento
con pompa augusta y majestad suprema,
y se agita, en acorde movimiento,
de los astros sin fin el gran sistema...
¡Y el hombre pasa, alzando su lamento,
y de su propio ser con el problema!
¡Sufre y muere!... ¡y no turba su caída
el perpetuo banquete de la vida!

    Ser inmenso encerrado en su egoísmo
parece el universo soberano,
o un colosal y ciego mecanismo 
que gira sin cesar; ¡y el ser humano
-el que, entre todos, siéntese a sí mismo-,
la arista deleznable, el leve grano,
que va a saciar, sin que eludirlo pueda,
la actividad de la gigante rueda!

    ¡Un resorte es, tal vez, de aquella vasta
maravillosa máquina divina,
mas resorte que sufre! ¡Que se gasta,
y que siente su próxima ruina!
¡Ser cuya triste pequeñez contrasta
con su instinto que a lo alto se encamina!
¡Que vive un día en cautiverio infando,
eterna vida y libertad soñando!

    ¡Vive! ¡en su mente el doloroso drama
llevando de sus propios pensamientos;
conjunto extraño, mísera amalgama
de opuestos y encontrados elementos;
mezcla de sombra y de celeste llama;
antítesis de todos los momentos;
híbrido ser; en medio a cuanto existe,
de la fatalidad víctima triste!

    Como el príncipe aquel infortunado
de los extraños cuentos orientales,
que, en su inferior mitad petrificado,
lloraba inmóvil sus eternos males;
a la inerte materia encadenado
el hombre, así, por vínculos fatales,
de las regiones ínfimas del suelo
¡ansioso mira y suspirando el cielo!

    Más dichosos, del ángel puro y fuerte
no oprime el barro la sustancia aeria;
la inmóvil planta, el mineral inerte,
son insensible estúpida materia;
siente el bruto los males de su suerte,
¡pero no a su dolor y a su miseria
da una perpetua y céntuple existencia
el cristal refractor de la conciencia!

   Sólo él, que se llama el rey egregio
de la vasta creación puesto en la cumbre,
sólo él recibe el alto privilegio
de la razón, con que su noche alumbre;
él tiene el pensamiento, signo regio
que en su frente refulge, interna lumbre,
del Universo misterioso espejo,
y de su propio ser sombra y reflejo. 

   El sol, de eterna majestad vestido,
que nace en calma allá en el océano,
cuando, como de amor estremecido,
palpita y se alza su cerúleo llano;
cuando bullente mar de oro fundido 
su faz semeja; y su vapor liviano
flota en los aires, y escalando el monte,
desvanece el perfil del horizonte;

    cuando, en las altas cúspides quebrados,
hieren los dardos de oro las montañas...
y de los hondos valles y collados
el humo se alza ya de las cabañas;
y el distante mugir de los ganados
se oye, y la voz de montes y campañas;
¡y de la tierra la anchurosa escena
de luz, de vida y de rumor se llena!

    Los espumosos rápidos torrentes
que, de los montes rudos y sombríos
relumbrando en las ásperas vertientes,
bajan al valle; los sonoros ríos 
por entre bosques, pueblos y plantíos,
se pierden en confusa lontananza...
¡como un sueño de amor y de esperanza!

    La hora augusta, callada y ardorosa 
del meridiano universal sosiego,
cuando la Tierra extática reposa
bajo su blanca túnica de fuego...
Las sombras de la tarde misteriosa;
de la campana el clamoroso ruego, 
en las pompas sublimes del ocaso;

    Del labrador alegre los cantares,
que, más feliz que próceres y reyes,
de la diurna faena a sus hogares
al paso vuelve de sus tardos bueyes;
las voces de las granjas y lagares;
el tropel y balido de las greyes
que en silencio al redil el pastor guía,
a las vislumbres últimas del día; 

   Venus que asoma rutilante y pura
del dudoso crepúsculo entre el velo;
la muchedumbre de astros que fulgura
en el profundo cóncavo del cielo,
mientras cubre aún la tierra sombra oscura. 
¡Y el alma siente indefinible anhelo
bajo esa inmensa y trémula techumbre
de viva, ardiente y fulgorosa lumbre!

   ¡La aparición de la triunfante luna
en el azul más claro del vacío, 130
que con serenos rayos la laguna
argenta y la montaña y selva y río...
La misteriosa oscuridad que aduna
tal vez la noche en su recinto umbrío,
mientras del mar en la tiniebla oculto 
¡resuenan los gemidos y el tumulto!...

    Las nebulosas noches en que vela
el firmamento sombra vaporosa,
cuando la luna trémula rïela
en la mar alterada y tenebrosa, 
y su argentada rutilante estela
sigue el vaivén del onda silenciosa...
¡Y en el alma se eleva, conmovida,
como el recuerdo de otra augusta vida!

   ¡Las montañas inmobles y severas 
que se reflejan en el hondo lago,
cuyo luciente espejo auras ligeras
tan sólo agitan, en amante halago;
sus ondas que en las plácidas riberas
lentas expiran con murmullo vago; 
los nevados que elevan a lo lejos
sus cúpulas de fúlgidos reflejos!...

    Los azulados pálidos albores
de la aurora en los valles indecisa;
el amante susurro de las flores 
que el soplo inclina de la fresca brisa;
de la escondida frente los rumores;
de los cielos la fúlgida sonrisa;
la blanca nube que en su fondo rueda;
la tórtola que gime en la arboleda...

   Del panorama espléndido del mundo
cada aspecto magnífico y diverso,
cada acento sonoro o gemebundo
del himno augusto en la creación disperso,
de un sentimiento incógnito y profundo
llenan su corazón; y al universo
estrecha su alma con gigante abrazo,
¡y unirse quiere en perdurable lazo!

    ¡Perpetuamente contemplar quisiera
de la tierra y los cielos la hermosura; 
y, siguiendo en su rápida carrera
a la gloria e inmortal natura,
al revolver de la celeste esfera,
en éxtasis de amor y de ventura,
del éter por las vastas soledades
atravesar con ella las edades!

    ¡De la ley de la muerte vencedora,
gozar quisiera de inexhausta vida,
sin noche, sin ocaso y sin aurora,
sin término, ni valla, ni medida! 
¡Y la infinita sed que la devora
así saciando, al universo unida,
su espíritu fundiéndose en su esencia,
abismarse en la cósmica existencia!...

    ¡Que es la vasta creación, con los fulgores
de sus eternos astros, con la orquesta
de sus seres, y cantos y rumores...
el coro inmenso, la perpetua fiesta
entre la cual, la humanidad, de flores
marcha ceñida, y a morir dispuesta!
¡Ifigenia inocente y resignada
ante ignota deidad sacrificada!

   ¡Comprende que es inútil su esperanza!
¡Que -blanco de la cólera tremenda
del destino implacable o la venganza,
o ante su altar propiciatorio ofrenda-,
por fuerza oculta arrebatado avanza
gimiendo el hombre en la terrestre senda,
a cuyo fin le espera silenciosa
la universal y sempiterna fosa!... 

    ¡Oh indecible dolor!... ¡Oh desventura
eterna, inevitable e infinita!
¡Contradicción fatal! ¡Ley de amargura
a nuestra raza mísera prescrita!...
Si por doquier a la infeliz criatura
su propia y triste condición limita,
¿por qué esta sed que nos devora interna
de amor, de vida y venturanza eterna?

   ¿Por qué esta ansia de espíritu gigante
puesta en un ser efímero y mezquino? 
¿Por qué este anhelo inmenso e incesante
de lo eterno, inmortal y lo divino,
si el sueño irrevocable de un instante
sólo es la vida que le dio el destino;
niebla que en el azul del firmamento
veloz agrupa y desvanece el viento?

    ¡No! Armada de la séptuple coraza
de firme voluntad el alma fuerte,
el golpe esperarás con que amenaza
tu inerme seno la infalible muerte, 
¡oh, tú, de Adán desventurada raza,
hija desheredada de la suerte!
¡Y le opondrás la calma y la grandeza
de tu heroica invencible fortaleza!

   De la enemiga tribu prisionero 
y próximo a sufrir muerte cruenta,
atado al tronco el índico guerrero
las breves horas de su vida cuenta;
inmóvil, silencioso y altanero,
no a sus contrarios apiadar intenta; 
su suerte acepta; y de la turba impía
desdeñoso la saña desafía;


    en lo pasado engólfase su mente
largo tiempo, al rumor que en la enramada
forma el viento que le habla tristemente
de su selva, su choza y de su amada...
Levanta, alabo, la inclinada frente;
centellante recorre su mirada
de sus verdugos el salvaje coro...
¡y al fin entona un cántico sonoro!

    ¡Un cántico de muerte y de victoria!
¡Himno a la vez triunfal y plañidero!
Que toda encierra la sangrienta historia
de sus luchas de guerra en el sendero.
¡Apoteosis de su propia gloria! 
¡Consolación de su suplicio fiero!
En su labio crispado al fin expira...
¡y el cuerpo entrega a la inflamada pira!

   Así ¡oh tú, alma generosa y fuerte
que el soplo alienta de viril potencia!
aceptar debes de la adversa suerte
la injusta cuanto bárbara sentencia;
el aspecto cercano de la muerte
mirarás con estoica indiferencia;
¡y, al morir, sin flaqueza y sin quebranto,
entonarás tu funerario canto!

    Y en él dirás: de tus fugaces años,
las luchas, los cuidados y dolores,
incertidumbres, dudas, desengaños...
de la instable fortuna los rigores; 
de la callada edad los lentos daños;
de los seres más caros y mejores
la inesperada eterna despedida,
que extingue la mitad de nuestra vida.

   De invisibles contrarios el asedio
en la terrestre encarnizada guerra;
la ponzoña letal y sin remedio
que allá en su fondo nuestra copa encierra;
la creciente congoja y hondo tedio
en nuestro triste viaje por la tierra...
¡y aquel amargo y desdeñoso acento,
muriendo, arrojarás al firmamento!

    ¡Del propio crimen que nosotros, reo
sufriendo atroz suplicio en la alta roca,
no, de Jove, el antiguo Prometeo
con viles ruegos la piedad invoca;
encadenado el torso giganteo,
cerró el silencio del desdén su boca;
mas, sublime, lanzó, con frente enhiesta,
a la eterna justicia su protesta!

    ¡Sí! que, al morir, elévese a lo menos
el grito de la mísera criatura,
y traspasando los etéreos senos,
allá resuene en la celeste altura;
que en los espacios mudos y serenos
eterno vibre su eco de amargura...
¡y que después deshágase y sucumba,
y en polvo caiga en ignorada tumba!

Al pie de los Apeninos, enero de 1872.


LUIS CORDERO CRESPO [9434]

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Luis Cordero Crespo  (1833-1912)
Luis Cordero Crespo fue un prominente hombre político ecuatoriano quien llegó a ocupar la Presidencia del Ecuador en dos períodos; el primero en 1883 y el segundo de 1892 a 1895.

Luis Cordero Crespo se destacó porque, a pesar de haber nacido en un hogar muy pobre, con muy pocos recursos, en un lugar alejado de las grandes ciudades, llegó a instruirse, a obtener el título de abogado y a ejercer la Presidencia de la República.
Nació el 6 de abril de 1833 en la hacienda de Surampalti, en Déleg, provincia del Cañar. Sus padres fueron Gregorio Cordero Carrión (1775-1863), agricultor de pocos recursos y comerciante, y Josefa Crespo Rodríguez (1818-1908), ambos venidos a Déleg como consecuencia de varios saqueos de su almacén en Cuenca durante las guerras de la Independencia en 1830 [cita requerida].

El primero de los catorce hermanos Cordero Crespo pasó toda su infancia en el campo, en la propiedad de sus padres, en contacto con la naturaleza. Por ello fue que en su edad adulta estaría tan interesado en la botánica y en la agricultura. En su infancia aprendió el quichua gracias a familiares y a sus amigos indígenas.

En sus primeros años de vida, su padre Dn. Gregorio le enseñó a leer y a escribir, y de él recibió toda su enseñanza primaria. A catorce años de edad, y gracias a las grandes deudas adquiridas por sus padres, Cordero pudo ingresar al Colegio Seminario de Cuenca, conocida y renombrada institución a la cual entró el 22 de noviembre de 1847, y en la cual estudió bajo la tutela del maestro Dr. Justo León.
Al haber terminado sus estudios secundarios en el Colegio Seminario, viajó a Quito para hacer sus estudios universitarios en la Universidad Central del Ecuador, mediante la cual obtuvo el título de abogado en 1862. Cuando se encontraba en Quito, procreó una hija con la guayaquileña Juana Paredes, la cual se llamó Ángela, nacida en 1863 y fue esposa de Ricardo Cornejo Naranjo.
Después, volvió a Cuenca, en donde contrajo matrimonio el 15 de julio de 1867 con la joven cuencana de 14 años Jesús Dávila Heredia, con quien tuvo diez hijos, formando así un hogar lleno de felicidad. Sus hijos fueron: Luisa de Jesús, monja, (1869-1913), Clementina de Espinosa (1870-1947), Aurelia de Romero (1872-1922), Teresa de Jesús, Luis (1876-1940), Miguel (1878-1937), Eufemia (1880-1885), Rosa de Jesús, Inés (1885-1936) y Gonzalo Cordero Dávila (1887-1931).

Trayectoria política y vida pública de 1869 a 1891

En enero de 1869, subió al poder Gabriel García Moreno, enemigo de Cordero, que comenzó a seguir a sus opositores para fusilarlos[cita requerida]. Cordero cayó prisionero bajo el pretexto de que quería hacer una rebelión contra García Moreno y fue llevado a un cuartel por soldados[cita requerida]. Cordero estaba en el medio de la escolta, cuando un soldado furibundo garcista, tomó su rifle y le dio culatazos y golpes muy duros en la cabeza. Este salvaje abuso causó mucha indignación a las autoridades, las cuales estaban avergonzadas y balbucearon algunas disculpas y lo pusieron en libertad ese mismo día.
En marzo de 1869, dos meses después de la agresión, el gobernador del Azuay, Carlos Ordóñez Lazo, lo desterró a Loja bajo la falsa acusación[cita requerida] de haber apoyado el golpe del general José de Veintemilla en Guayaquil en contra García Moreno. El Gobernador Ordóñez también desterró al suegro de Cordero, Dn. Miguel Heredia Astudillo, con quien Ordóñez mantenía una vieja pugna por ser ambos exportadores de cascarilla y competidores en dicho negocio. Cordero partió con su suegro a Loja, en donde murió este último, quien era un anciano. Poco después de una revuelta de estudiantes en Cuenca contra el Gobernador Ordóñez, Cordero fue liberado.
En abril de 1875, realizó una de las primeras exploraciones a Gualaquiza, publicando sus relatos en un libro de viaje: Una excursión a Gualaquiza, aparecido el 4 de agosto de ese año.
En agosto de 1875 viajó a Lima, ciudad de donde trajo nueve pequeños ejemplares de árboles araucaria excelsa, y a su regreso a Cuenca sembró a ocho de ellos en la plaza Vargas Torres, actual parque Calderón de Cuenca, y el restante en el jardín de su casa en esa ciudad. En la actualidad (2011), esos árboles todavía están en pie. Durante el Gobierno de Antonio Borrero, amigo suyo, Cordero ocupó las funciones de Jefe Político de Cuenca desde 1875 hasta 1876.
En el año de 1877, publicó algunas artículos en los que demostraba su contrariedad con el Dictadura del Gral. Ignacio de Veintemilla. En 1880 envió a la Exposición Nacional de Guayaquil una colección completa de cereales azuayos, minerales y plantas de esa provincia, obteniendo Medalla de Oro y de Bronce, así como la designación de Miembro Honorario de la Sociedad Filantrópica del Guayas.

Restauración de 1883

Cordero era miembro del Partido de los Progresistas, partido político católico liberal, y fue miembro de la Junta Provisional de Gobierno de 1883.
A fines de la década de 1870 y a comienzos de la 1880, el Ecuador se encontraba bajo la dictadura del tírano Gral. Ignacio de Veintemilla, el cual no era querido por su patria.
En diciembre de 1882, Cordero se incorporó a las tropas restauradoras que combatían al dictador Ignacio de Veintemilla, las cuales entraron a Quito el 10 de enero de 1883 y atacaron la ciudad, hasta apoderarse de ella. Primero tomaron el poder, expulsando del país al terrible Dictador Veintemilla.
Es de esa manera que el nuevo gobierno fue el Pentavirato, grupo formado por varios hombres para gobernar provisionalmente al país, del cual Cordero se volvió miembro el 14 de enero de ese mismo año. Los otros miembros de ese grupo eran: José María Sarasti, Agustín Guerrero, Pedro Carbo, José María Plácido Caamaño, Rafael Pérez Pareja, Pedro Lizarzaburu y Pablo Herrera.
Un mes más tarde, el 14 de febrero, Cordero fue nombrado Presidente de la República, prestigioso cargo que ejerció hasta el 9 de julio de 1883, pocos días antes de cumplirse su quinto mes de gobierno.
Durante su corto mandato, el Presidente Cordero expidió, el 23 de julio de 1883, el decreto para iniciar los trabajos de construcción de la Basílica del Voto Nacional, aunque las obras se comenzaron durante la Presidencia de José María Plácido Caamaño, el cual en su gobierno (1884-1888) lo nombró Ministro Delegado en Colombia, cargo que no aceptó.
De regreso a Cuenca, fue designado en 1885 senador de la República por la provincia del Cañar. Su esposa, Jesús murió el 9 de julio de 1891, a los 38 años de edad. Cordero le dedicó un gran poema que publicó en un libro titulado El adiós, gran poema fúnebre.

Presidencia de la República Ecuatoriana

En el año de 1892, se acercaba el fin del mandato del Presidente Antonio Flores Jijón y en el mes de Enero se prepararon las elecciones. Cordero se presentó como candidato para la Presidencia de la República.
Tuvo un resultado muy exitoso, pues ganó las elecciones presidenciales de 1892 con 36.357 votos, habiendo vencido a su adversario el Conservador Camilo Ponce Ortiz con más de 10.000 votos, ya que éste obtuvo tan solo 26.321 votos.
El 1 de julio de 1892, se posesionó de la Presidencia de la República. En este Gobierno, se designó como vicepresidente a Pablo Herrera, que renunció al cargo en enero de 1894, volviéndose así nuevo vicepresidente el señor Vicente L. Salazar. En esos días Cordero se estableció en el Palacio de Carondelet, en el cual vivió con sus hijos e hijas.
Entre las obras de su gestión presidencial, están la creación de escuelas y colegios para niños pobres y las mejoras para la educación, enseñanza, etc... Puso empeño en arreglar los problemas fiscales que había desde las Presidencias anteriores. Asimismo, se encargó personalmente del pueblo de Chone, en Manabí, al que cantonizó el 24 de julio de 1894.
En 1893, para el importante evento de la Exposición Universal de Chicago, Cordero decidió que era necesario mostrar la belleza de su país en obras fotográficas y pidió a los mejores fotógrafos del Ecuador que realizen obras para que estas sean presentadas en ese evento. Esas fotografías se publicaron en el libro El Ecuador en Chicago.

Venta de la bandera

En noviembre de 1894, China y Japón se encontraban en guerra, y Japón necesitaba con urgencia y eficacia conseguir armas de guerra para poder defenderse. Al ser notificado de dicha guerra, el gobierno ecuatoriano se declaró ni neutral ni beligerante, pues no tenía mucho interés en ese tema. Chile se declaró neutral. Sin embargo, el gobierno de ese país quería vender a Japón el crucero de guerra Esmeralda, acción reñida con su neutralidad declarada. Entonces, para consumar su propósito, los chilenos vendieron el buque de guerra al gobernador de Guayaquil, José María Plácido Caamaño, quien luego lo vendió a Japón.
Las negociaciones de la venta del barco se hicieron por medio de Caamaño, que mantenía excelentes relaciones con Chile y con el cónsul del Ecuador en Valparaíso, Luis Noguera, quien hizo a su vez la doble transferencia del buque Esmeralda, figurando como que Ecuador lo compraba a Chile y lo vendía luego a Japón. Este asunto no habría tenido mayor importancia y no habría terminado tan mal si el barco hubiera zarpado de Valparaíso llevando izada la bandera japonesa, que era lo correcto, pues ya había sido comprado por Japón. Pero, por error, zarpó con la bandera ecuatoriana y de esa forma cruzó el océano Pacífico con destino a la ciudad de Yokohama, Japón. Al haberse enterado de esto, Juan Murillo, quien había sido desterrado a Chile en ese entonces, hizo en enero de 1895 una denuncia enviando una copia del contrato de venta del buque.
Estalló entonces el escándalo y la denuncia fue presentada a la opinión pública por los enemigos de Cordero, sin decir que fue Chile el que ocultó la intención de utilizar nuestro emblema durante el viaje del buque[cita requerida]. Los enemigos de Cordero manipularon toda la información e hicieron creer que él hizo todo esto por dinero, cuando desconocía en realidad este asunto[cita requerida]; dijeron también que Cordero había traicionado la soberanía de la patria, que había hecho contrabando, que era un ladrón, etc...[cita requerida]
No sirvió de nada que Caamaño haya confesado su abuso de confianza y se haya declarado como único culpable de no haber conocido las intenciones chilenas con respecto al uso de nuestra bandera, pues la oposición no podía desaprovechar esta oportunidad para desacreditar al Gobierno[cita requerida].
Este hecho, cuyos únicos responsables fueron José María Plácido Caamaño y el cónsul del Ecuador en Valparaíso, Luis Noguera, puso fin en al Gobierno de Cordero y al período del Progresismo instaurado en 1884[cita requerida].
Llegó el 10 de abril de 1895, Miércoles Santo, cuando terroristas, los sublevados y los anti Cordero gritaron: ¡“Viva la revolución, abajo el Gobierno!” y decidieron que era el día perfecto para sacrificar a su enemigo[cita requerida], comenzando así una violenta lucha en las calles de Quito, que quedaron llenas de sangre. El presidente, junto a sus hijos Luis y Miguel, los soldados y el pueblo, luchó con el fusil en mano durante seis horas, desde las ocho de la noche hasta las dos de la mañana, hasta que dominó a los sublevados que habían prometido matar al presidente[cita requerida].
Cordero, para no poner su vida en más peligro y buscando la paz, renunció la Presidencia el 16 de abril de 1895, tomando la posta Vicente Lucio Salazar, quien tendría a su vez que renunciar el 5 de junio del mismo año, día en el cual el general Eloy Alfaro subió al poder. Cordero volvió a Cuenca, en donde tuvo una vida tranquila y pacífica.

Después de la Presidencia

Durante su Presidencia, conoció a la quiteña Josefina Espinosa Astorga, de quien se enamoró. Se casaron el 4 de enero de 1896. Había una gran diferencia de edad entre ambos, pues él tenía 63 años mientras que ella, apenas 32. Tuvieron dos hijos: Enrique, nacido el 30 de noviembre de 1896, y Ricardo, nacido en Déleg el 8 de enero de 1898. El matrimonio sólo duró tres años, pues ella falleció en Cuenca el 3 de enero de 1900, de una pulmonía, a los 36 años de edad, en la víspera de cumplir el cuarto aniversario de matrimonio.
En 1898, tres años después de haber renunciado, Cordero fue llevado a juicio en la Corte Suprema de Justicia, la que lo reconoció inocente y dictó su veredicto, en el que decía:
Que el Gobierno no intentó contrabando.
Que el Gobierno no pudo cometerlo.
Que el Gobierno no lo perpetró ni cometió.
Que, por tanto, el uso hecho en Chile de la bandera ecuatoriana, por ningún motivo fue imputable al gobierno, por ningún concepto fue capaz de escarnecer a la Nación.
En 1904, Cordero escribió la letra del Himno de Azuay, que luego también sería conocido como el himno de Cuenca, mientras que la música fue compuesta por Luis Pauta Rodríguez. Cordero la dio a conocer al público el 12 de abril de ese año, durante la Primera Exposición Artesanal del Azuay. En 1909, publicó una de sus últimas obras, a la cual llamó Nociones de Apicultura.
En 1910, Eloy Alfaro, a la sazón presidente de la República, lo designó como ministro plenipotenciario del Ecuador en Chile, para la celebración del primer centenario de la Independencia de ese país. Viajó a Chile en compañía de sus hijos Luis, Miguel y Gonzalo.
De regreso a Cuenca, fue designado Rector de la Universidad de Cuenca el 10 de enero de 1911, cargo que ejerció hasta su muerte, ocurrida en Cuenca el 30 de enero de 1912, a los 78 años de edad. Curiosamente, murió dos días después del asesinato Eloy Alfaro y de otros caudillos liberales.

Obras

Una excursión a Gualaquiza (1875)
Dos cantos a la raza latina (1883).
El rimini llacta y el cuchiquillca (1884).
El adiós (1891).
Diccionario quichua-español, español-quichua (1892), premiado con la Gran Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Madrid en 1892.
Poesías serias (1895).
Poesías jocosas (1895).
A mis conciudadanos. Explicación circunstanciada de lo ocurrido en el odioso asunto del crucero de guerra Esmeralda (1896).
Josefina Espinosa de Cordero: Libro de sus huérfanos (1900).
La plenipotencia especial del Ecuador en el Primer Centenario de la Independencia de Chile (1911).


Eminente varón, tipo auténtico del autodidacta, llegó a encumbrarse gracias a su viril energía, desde su humilde cuna al solio presidencial y a las más brillantes esferas de la cultura.
Las letras del Ecuador débenle algunos de sus bien ganados lauros. Fue, además, el raro ejemplar de un gran poeta bilingüe, que utilizaba con igual soltura y maestría la lengua de sus antecesores hispanos y la de los desheredados aborígenes entre los cuales pasó, su infancia: la quichua, lengua imperial del Incario.
Puede decirse así que en su alma se verificó el milagro de la amalgama de dos culturas, de dos conceptos de la vida; mejor dicho, de dos emociones vitales: la primitiva, naturalista, y la cristiana, ultracivilizada.
Versificador fácil y, en sus poesías jocosas, chispeante y epigramático, era en sus comienzos, cuando trataba de alzar el tono, amanerado y convencional. Pero cuando las circunstancias le obligaban a dar de mano a los amaneramientos y convencionalismos de escuela -la vergonzante escuela neoclásica de los Quintana, Martínez de la Rosa, Cienfuegos y Hermosilla- sabía remontarse a las alturas de la verdadera inspiración, en un lenguaje poético amplio y sonoro, de   -394-   ritmo rotundo y poderoso que recuerda al Cervantes de los más felices momentos, en que venciendo sus timideces atinaba a ser poeta, y gran poeta, como en la «Canción desesperada» de Grisóstomo, de la cual el «Adiós» de Cordero y conserva el tono solemne y el acento apasionado y sincero.
A su primera manera pertenece la mayor parte de sus poesías serias; a la segunda, triste es decirlo, muy pocas; pero, entre estas pocas, se cuentan sus sonetos «Al glorioso Cervantes Saavedra» y su «Adiós» que es, si no la más grande elegía de la lengua, uno de los más profundos lamentos que se haya exhalado de un corazón cristiano bajo la garra del dolor inevitable, fuente de toda sabiduría para los que se atreven, como nuestro poeta, a mirarle cara a cara.
Ésta es también la opinión del fino crítico doctor Rigoberto Cordero León, el antologista más reciente de la poesía corderiana (Presencia de la Poesía Cuencana, 1956), cuando llama al «Adiós»: «una de las más bellas elegías que el castellano nos ha dado, conmovedora hasta la ternura, patética hasta el borde mismo de la suprema desesperanza».
Y como basta una palma real para hermosear un declive montañoso, basta esa elegía para hacer que nuestro Parnaso se destaque sobre todos los demás de la grandiosa cordillera que, en América, han formado las letras castellanas.




Al glorioso Cervantes Saavedra

A los trescientos años de haber nacido su inmortal don Quijote de la Mancha



I

 Para irrisión de andantes caballeros,
lanzaste el tuyo, de figura triste,
tempestuoso filántropo, que embiste
doquiera que barrunta desafueros.

A su lado pusiste el de escuderos
perfecto tipo, que al Manchego asiste
sólo porque el Fidalgo le conquiste
ínsulas en que hartarse de pucheros...

¡Tal es la sociedad! Almas ardientes
pugnan por el derecho conculcado, 
provocando la risa de las gentes;

mientras un maula rústico y taimado
sirve de Sancho Panza a los valientes
por el plebeyo gaje del bocado.



II

Loco es tu paladín; mas, su manía 
de amparar a dolientes desvalidos,
castigando a bellacos y bandidos,
a punto está de ser sabiduría.

Al otro mandria, de cabeza fría,
que todo lo refiere a los sentidos, 
¿qué le importan fazañas ni cumplidos,
si al sórdido interés tiene por guía?

Hidalgo el uno, la hermosura crea
que corazón le acepte y homenaje,
férvido adorador de Dulcinea. 

Villano el otro, sueña con el gaje,
y, si en algo más noble se recrea,
es sólo al recobrar a su bagaje.


III

Desazones, derrotas, penitencia,
todo lo arrostra el ínclito Manchego, 
que, encendido de amor en vivo fuego,
milita en protección de la inocencia.

El paje es un modelo de indolencia,
a injurias mudo, para lidias ciego,
muy discreto, eso sí, cuando entra en juego 
el tema de la propia conveniencia.

El adalid, que al débil presta auxilio,
deplorará, con frases peregrinas,
la suerte de Cardenio o de Basilio.

El mozo, de Camacho en las cocinas, 
vagará como en propio domicilio,
engullendo perdices y gallinas.


IV

Don Quijote es el noble visionario,
por altos ideales aturdido;
Sancho es aquel plebeyo buen sentido, 
que prefiere a la gloria el numerario.

Si embiste el Caballero temerario,
el mozo queda oculto o encogido,
y ni palabra chista, si, vencido,
no abandona el palenque el adversario. 

Blande el Hidalgo la pujante lanza
sólo por la justicia y por su hermosa,
que así de caballeros es usanza.

El zafio una piltrafa apetitosa
les pide a las alforjas, como Panza; 
don Quijote es poema: Sancho es prosa.


V

El uno al natural, el otro al vuelo;
aquél con su sarcástica simpleza;
éste elevada siempre la cabeza,
confundiendo al Toboso con el cielo. 

Arranques de piedad en todo duelo;
lujo de cortesana gentileza;
contra follones, varonil fiereza;
de honrosos lances insaciable anhelo.

Socarrón, el criado, le acompaña, 
sobre enjalma de mísero borrico,
sólo por el botín de la campaña;

y olvida el manteamiento y cierra el pico,
porque su burdo cálculo le engaña
con Baratarias que han de hacerle rico. 



VI

Tal es el mundo, ilustre Romancero:
algunos, con la mente perturbada,
imitan la ideal, pero arriesgada,
profesión del Andante Caballero.

Otros, como su rústico escudero, 
buscan lo material de la tajada,
aunque agujas los pinchen; porque nada
los enamora más que don Dinero.

Armemos los Quijotes por docenas;
montemos por millares a los Panzas, 
y tendremos del mundo las escenas,

donde, al romperse quijotescas lanzas,
estallen burlas y se lloren penas,
producto de estrambóticas andanzas.


VII

¡Cervantes inmortal!, ¡cuánta cordura
acertaste a encarnar en la demencia, 
haciendo de tu artista la excelencia
perpetuo asombro de la edad futura!

Moral, erudición, literatura,
milicia, poesía y elocuencia, 
¡todo con la fantástica apariencia
y el bizarro color de la locura!

¡Sublime Manco, si llegase el día
en que la humana sociedad agote,
por deplorable caso, su alegría, 

para hacer que otra vez la risa brote
en sonoros raudales, bastaría
abrir ante los tristes tu Quijote!

    


Aplausos y quejas

(Fragmentos)


Al inspirado cantor de la raza latina, don Olegario Víctor Andrade


    Oí tu voz, y a la celeste esfera
volé contigo, poderoso vate,
cual cóndor de la andina cordillera,
que, con sublime aliento,
arranca de la roca solitaria
a los mares de luz del firmamento.

    ¡Oh prodigio! las sombras del pasado,
noche de las edades tenebrosa,
huyeron ante mí. ¡Se abrió la fosa
que en sus entrañas lóbregas encierra,
polvo tras polvo de las muertas razas,
la vieja humanidad cambiada en tierra!
Y se extendió a mis pies, cual mapa inmenso,
del orbe la amplitud, vasto escenario,
donde el drama grandioso de la Historia,
ya de baldón colmadas, ya de gloria,
a impulso de frenéticas pasiones
o de eximia virtud, ante los siglos
absortos, representan las Naciones!
-402-

    He visto a Eneas, con el peso augusto,
salir de entre las ruinas polvorosas
de la infeliz Ilión; verter el llanto
que al alma, no a los ojos de los héroes,
arranca de la Patria el duelo santo,
y al capricho entregarse de las ondas,
buscando peregrino,
en ignota región, tierra lejana,
dónde plantar los vástagos tronchados
de la estirpe troyana.

    No los vientos, el soplo del destino
las velas infla, que a occidente vuelan,
cual banda de gaviotas asustadas
por trueno repentino...

    Brama la tempestad en el Tirreno
Ponto, que ruge airado
alzando montes de encrespadas olas,
que ocultan todo puerto al desgraciado...

   Pero Marón despierta,
y la empolvada lira
del túmulo retira,
donde, a par del cantor, cayera muerta...

   Él nos sabrá decir cómo se cambia
el sañudo huracán en manso ambiente,
fácil surco en la mar hiende la proa
y su dorada luz la rubia aurora
vierte sobre la linfa transparente.

    ¡Peregrino feliz! En los confines
del piélago ignorado
Italia está, bellísima sirena,
que con lazo de nardos y jazmines,
cautivo para siempre, le encadena.

   Halló el hijo de Anquises pïadoso
la patria que buscaba. Nacen pueblos;
levántanse ciudades;
guerreros bullen, y, en el noble Lacio,
(póstuma de esa Ilión que se desploma)
más grande y más audaz, yérguese Roma!

[...]


    Cantor preclaro de una raza de héroes
que es el fénix eterno de la historia,
bien puedes entonar épicos himnos
a su perpetua gloria,
ya que la excelsa Cruz abre sus brazos
y con ellos cobija
al romano y al bárbaro, a los hombres:
¡La Humanidad es su hija!

    Primogénita ilustre, el cetro de oro
empuñe de los Césares Iberia;
ocho siglos batalle con el moro;
extermine sus huestes en Granada;
recobre la usurpada
heredad, y en un rapto de hidalguía,
desate la diadema de su frente,
para comprar con ella
joya de más valor: ¡un Continente!

   De pie, sobre la orilla
del Gaditano mar, lance a la América
la romana semilla;
que, en el suelo profundo
de esta virgen comarca, que latente
el juvenil calor guarda del mundo,
germinará lozana y vigorosa,
doblando presto la española gente...

    ¡Perdón, oh madre amada!
¡Perdón si un día tus audaces hijos
libertad te pedimos con la espada!
Tú nos diste la sangre de Pelayo;
tú la férvida sed de independencia:
español el arrojo,
castellana la indómita violencia,
fueron, con que esgrimió tajante acero
el que probó en la lid... ser tu heredero.

   Si, para siempre roto,
cayó el antiguo lazo en la jornada,
ese lazo, no fue, madre adorada,
el del filial amor, vínculo tierno,
que ha de ligarle a ti con nudo eterno.


    Mientras tu dulce sonoroso idioma,
raudal inagotable de armonía,
su ritmo musical preste a los bardos
que en la floresta umbría
del Ande entonan cantinela indiana,
no morirá tu amor, y tuyo el lustre
será, si en el concento,
entre las galas del primor latino,
luce el hispano varonil acento...

[...]

    Pero ¿por qué los ojos
apartas del Oriente,
a ver cuál se derrama
sobre nuevo país latina gente,
antes de que los vuelvas al extremo
de la tostada Libia, donde azotan
solitario peñón rudas tormentas,
que el no surcado piélago alborotan?...

   El cielo se oscurece; el viento zumba;
furioso el Ponto brama;
la combatida mole se estremece,
y, al clarear del relámpago, aparece
(poeta, vedle allí) ¡Vasco de Gama!

    Si hasta el Índico mar el rumbo sigues
que traza el arrogante lusitano,
un náufrago verás... Las ondas bate
con la siniestra mano,
y, ansioso de salvar lo que mil veces
más precioso reputa que la vida,
en la diestra levanta,
con afán infinito,
un objeto inmortal: ¡el manuscrito
en que las glorias portuguesas canta!

   ¡Cuna de Camoens! a injurioso olvido
tu nombre relegar ¿cómo un poeta
de América ha podido?
Cuando aún parece que la sombra inquieta
del claro Magallanes
escudriña la brecha misteriosa,
al nocturno fulgor de los volcanes;
-405-
cruza de mar a mar; graba su nombre
en la roca vecina,
y, bogando a las islas de Occidente,
cae, para marcar perpetuamente,
con tu tumba, la ruta peregrina.
Viuda tornará su nave heroica,
por opuesta región, al mismo puerto,
y, testigo intachable del profundo
dictamen de la ciencia,
probará que, del sol en competencia,
pudo dar un bajel la vuelta al mundo.

   Mas siga ya tu canto, y la hechicera
Nereida que, del fondo de las aguas,
bañada en perlas, levantó la frente,
al sentir que Colón mundos perdidos
buscaba entre las brumas del poniente;
América, la virgen prometida,
que, de gala vestida,
bajo un dosel de palmas y de flores,
al porvenir aguarda,
y en lánguidos suspiros
se queja de su amante porque tarda;
ella, que el regio manto,
bordado de esmeraldas y rubíes,
ha tenido en las costas de sus mares,
ansiosa de que salten a millares
los obreros del bien que el siglo admira,
oiga, en elogio suyo,
los pindáricos sones de tu lira.

   Exenta un tiempo de afrentoso yugo,
libre, como la luz, como las auras,
creció lozana y bella,
hasta el aciago día
en que, siguiendo de Colón la huella,
la vino a sorprender la tiranía.

    Por luengos años, prisionera ilustre
de extranjero señor, lloró en silencio
su desdichada suerte;
pero, cansada, al fin, de oprobio tanto,
a la ignominia prefirió la muerte;
la perdida altivez cobró iracunda,
deshizo en mil pedazos
la bárbara coyunda,
y, amazona terrible en la batalla,
¡al pecho disparó de sus guardianes
los grillos, convertidos en metralla!

   Hoy es la poderosa
soberana que extiende sus dominios
del uno al otro polo,
y al opresor antiguo, generosa,
le tiende amiga mano,
que quien fue su señor es ya su hermano.

   Las páginas no escritas
que el misterioso libro de la historia
guarda para el futuro,
ella sabrá llenarlas con su gloria.
Ante ella han de librarse
los postreros combates del progreso.
No importa que el exceso
de vida, de entusiasmo, de energía,
en que el fecundo seno le rebosa,
la inflame alguna vez y la enloquezca;
en sus entrañas arde todavía
aquel fuego interior que hundió los valles,
alzó los montes, trituró las rocas
y sacudió el planeta,
antes que, dócil, a la ley cediese
que a reposado giro lo sujeta.

   Si aún hoy su veste cándida
mancha con sangre la matanza impía,
si el humo de las lides pestilente
le inficiona el ambiente,
le agosta el campo, le oscurece el día;
presto de la discordia el monstruo infame
caerá a sus pies, rendido,
y, al dispararse la sulfúrea nube,
de mortíferos rayos negro nido,
América radiante y majestuosa,
moderna Egeria del linaje humano,
futura institutriz de las naciones,
las tablas de la ley tendrá en la mano.

   Y, con regio ademán, el noble coro
mostrará de sus hijas predilectas,
de progenie romana,
que su honra, su decoro,
su timbre, su blasón serán mañana.

[...]

   ¡Ecuador! Ecuador! patria querida,
por cuyo amor es poco dar la vida,
¿cómo, cual tribu oscura,
entre incógnitas breñas olvidada,
incapaz de progreso y de ventura
te desdeña el cantor? Pudo la osada
perfidia de un bastardo encadenarte,
romper tus leyes, abrogar tus fueros,
oprimirte, humillarte;
pero exhalaste un ¡ay! y mil guerreros
se armaron a porfía,
para vengar tu afrenta
y pedir al malvado estrecha cuenta
de tus desdichas todas. Patria mía,
caíste so la inmunda
planta de un criminal; pero ¿qué pueblo
dejó de ser atado a vil coyunda?...
¿Manes del gaucho infame
que desoló las pampas argentinas,
decidme si enturbió vuestra memoria
del Plata las vertientes cristalinas?

    ¡Yergue, Ecuador, la frente!
¡Yérguela con orgullo! Cuando yaces
abatido y doliente,
los mismos que lloraban consternados,
hijos idolatrados,
en rabia y frenesí truecan el duelo,
despedazan intrépidos el yugo,
furiosos arremeten, y estrangulan,
con sus propios cordeles, al verdugo.

    ¿Qué pompa te negó pródigo el Cielo?
Ardiente sol en tu cenit enciende;
con mágico primor tus campos viste,
y, si al ocaso tiende
océano inmenso que tus costas baña,
acá, tras la granítica montaña
que rasga con sus crestas el nublado,
otro mar portentoso de verdura
despliega para ti, donde ignorado
guarda el secreto aún de tu ventura.

    Grande es tu porvenir, virgen del Ande,
porque, muerta Colombia, el patrimonio
de sus hijas fue grande.
Copiosos frutos de diversas zonas
ostenta tu regazo;
ricos veneros tu comarca cría;
tus canales son Guayas, Amazonas;
tus montes, Cotopaxi, Chimborazo,
y aun tus tiranos mismos son... ¡García!

    ¿Te falta gloria? ¡No! Cuando, entre sombras
lóbregas de ignorancia y servidumbre,
la colonia dormía torpe sueño,
tú, de las sierras en la enhiesta cumbre,
dabas la voz de alarma, convocando,
contra la turba inicua de opresores,
el de oprimidos infelice bando,
y, al resonar el imponente grito,
conmovidos los ecos, contestaban:
¡Luz de América, Quito!

    ¿Y después?... En silencio pavoroso
volvió a quedar sumido el Continente;
no hubo quien acudiese a tu defensa,
y, en bárbara hecatombe, la inocente
sangre de tus patricios corrió un día,
sangre con que el bautismo
la libertad obtuvo, pues nacía...

   Despertaron, al fin, los que en inerte
sopor adormecidos,
sordos a tus inútiles gemidos,
a merced te dejaban de tu suerte.
Truena la tempestad en Carabobo,
estalla en Boyacá, brama en Pichincha.
¡Y Bolívar, el dios de la tormenta,
su tronó de relámpagos asienta
aquí, en el diamantino
culmen excelso del coloso andino!

   El teatro contempla de su gloria;
dicta, para los siglos posteriores,
inauditos portentos a la Historia;
inspirado delira;
águila poderosa, tiende el vuelo,
buscando en la del sur esclava tierra
siervos que libertar; y fue en tu suelo,
Guayaquil hechicera, codiciada
por todo malhechor, donde, avistados
uno y otro gigante,
el argentino resignó la espada
y el colombiano audaz... pasó adelante.

   ¡Patria del corazón! Cuando, extinguido
el último estampido
del cañón formidable de Ayacucho,
ebrio de sangre se inclinó el acero
y enmudeció el clarín, sobre la tumba
del poder extranjero,
Bolívar, en el éxtasis divino,
en la embriaguez suprema de la gloria,
oyó sublime canto,
¡música celestial de la victoria!

    ¿Y quién era el cantor?... ¡Insigne Olmedo,
lustre envidiado de la patria mía,
sal de la selva umbría
en que, a la margen de tu caro Guayas,
descansas, arrullado
por el dulce murmurio de las olas,
cabe el rosal pintado.
¡Sal y descuelga tu laúd sonoro,
y el canto, que dormido
yace en sus cuerdas de oro,

mientras tú lo despiertas atrevido,
derrámese en armónico torrente,
para que sepa, si lo ignora, el mundo,
que es honra, no baldón del continente
la patria del poeta sin segundo!

  


ABELARDO MONCAYO JIJÓN [9435]

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Abelardo Moncayo Jijón (1848-1915)
Nació el 6 de junio de 1848 en Quito, ECUADOR.
A sus méritos como prosador y estadista nos hemos referido largamente al darle a conocer como crítico literario. En su trato con las musas anduvo poco feliz, como la mayor parte de sus contemporáneos. Sin embargo, su vigoroso pensar, animado por ardientes convicciones, le sacaba a veces de las sendas trilladas, permitiéndole remontar el vuelo; era una ave de altura caída en el patio de una prisión. En sus composiciones «Ante la tumba de doña Dolores Veintemilla de Galindo» y «El Sermón del Monte», demuestra que pudo ser poeta de verdad si le hubiera sido dable desplegar las alas de su inspiración a pleno viento.
Pero, fuera de estos momentos, como se advierte en su maestro Montalvo, sus versos pueden fácilmente convertirse en buena prosa, con lo que ganarían en soltura, elegancia y naturalidad.


La inspiración

Versos dedicados a mi muy querido amigo Quintiliano Sánchez


    ¿Qué eres inspiración? ¿Acaso el eco
de celestial, angélica armonía,
que en el espacio de la tierra vaga
el afán arrullando de la vida?

    ¿Qué eres, inspiración? ¿La única prenda 
tal vez, que el hombre del Edén, furtiva,
pudo traer, y en ella del recuerdo
el aroma, con lágrimas, aspira?

    ¡Oh, hija del dolor!, ¿sólo en el pecho
que de la angustia en la inquietud palpita, 
formas tu nido, y tu cantar aprendes?

    ¿Qué eres, inspiración? ¿Tal vez del fuego
con que a natura el Creador anima
la más subida llama, que en hoguera
cambias de amor la humana fantasía? 

   Tu esencia no conozco; mas palpable
doquier tu aureola fulgurante brilla.
Verbo de Dios, o del Edén recuerdo,
¡feliz quien vio la luz a tu sonrisa!

    El arpa de Salén del sauz colgada, 
del turbio Babilonia en las orillas,
la imagen es del alma que a tu aliento,
¡oh inspiración, de súbito palpita!

    Cual ella gime en extranjera zona,
llora cual ella, al soplo de las brisas, 
y, cual esa arpa, al infeliz proscrito
le recuerda su cuna primitiva.

    Mas, ya del Ande en el confín, risueña,
ahoga tu tenaz melancolía;
tu llanto absorbe con amor este aire,
mas llanto quiere de esperanza y vida.

   Cual de tímida virgen el semblante
que aún no del todo de jugar se olvida,
mas que ya en ansias arde indefinibles,
y del llanto veloz pasa a la risa;

   así en lóbrega lluvia nuestro cielo
anega aterrador estas campiñas;
mas, aun en medio de ella, de improviso
del sol más vivos los destellos brillan.

   ¡Oh!, ven risueña, y del andino bardo 
presta al laúd tu dulce melodía
himnos de amor, de férvida esperanza
enseña, amable a nuestras bellas ninfas.

    Ya la aljaba agitando belicosa,
cual amazona fiera, las orillas 
atronaste del Guayas: ¿habrá insano
que ose pulsar aquella sacra lira?

    Ella y el héroe que ensalzó, benignos,
de nuestro amor acepten las primicias;
¡mas, ya no hay campos de Junín! ¿Y qué héroe 
de tu voz digna en esta zona miras?

    Si es tierno ver tu pálido semblante
en lágrimas bañado, cual el día
en que en la tumba de agostada virgen,
doliente, una guirnalda deshacías;

    no menos bella el alma te sorprende
del alba con el manto revestida,
bañando en rosas las radiantes cumbres
áureas diademas de la sierra andina.

   Miro tu veste en el azul del cielo, 
en el Cayambe tu garganta nívea,
tu hálito aspiro en aromosa vega,
mido tu paso en la apacible brisa.

    Oigo tu voz en el raudal sonoro
que rebramando con furor se abisma;
pero, si gimes, conmovido el bosque
también doliente con amor suspira.

    Derramando ventura por los valles
con qué placer sonríes; fugitiva,
te ve el caudal de majestuoso río, 
espumosa, meciéndote en tus linfas.

    Y, si arrogante, en opulentas cortes,
aunque de hielo tu esplendor fascina,
¡oh!, más nos enamoras, candorosa,
palpitante de amor, libre y sencilla.

    Muestras tu magia en sonrosados labios,
juegas traviesa en fúlgidas pupilas,
ágil arrobas en festiva danza,
tu poder en un talle divinizas.

    Mas ¿cuántas veces, aun en julio bello, 
no nos priva del sol nube sombría?
Pasmosa eres entonces, tu hermosura,
torva al velar en saña repentina.

    Ruges del mar en los hirvientes montes,
en alas de huracán rauda te agitas, 
acalla el trueno tu aterrante acento,
te da su manto la borrasca altiva.

    Del Sangay es tu aureola, el Cotopaxi
te presta su terrífica armonía;
ayes de angustia, gritos de venganza, 
en tus acordes lúgubres palpitan.

    Mas, calma ese furor, y de la tarde
te cubres con la veste purpurina;
sueltas la cabellera y melancólica
te sientas de los Andes en la cima. 

   Por la estrellada bóveda, radiante,
a la par con la luna, te deslizas;
y si el silencio rompes... en la tierra,
tus arpegios apenas se adivinan.

    Gustan entonces el dolor, la ausencia 
de tu vago cantar; despavorida,
agostada ilusión, a tu regazo
arrójase a ocultar sus agonías.

    Mas, cuánto ganas en sublime encanto,
cuando bella, inmortal sacerdotisa,
en templo mudo y solitario, aún tibio
el perfumado aliento de la brisa,

   hablas de Dios y eternidad; austera,
a la luz de una lámpara indecisa,
aun entrever le dejas al espíritu 
el siempre oscuro arcano de la vida.

    Tu esencia no conozco; mas, temblando,
doquier el alma con amor te aspira;
¡hija del cielo o del edén recuerdo,
ah, no a mi patria niegues tu armonía! 

   Hija del sol, de su radiante hoguera
nuestras almas acaso participan;
mas si hondo sueño duermen, a tu acento
de rubor se despierten encendidas.

    Cierra los ojos a su actual destino, 
canta la pompa que en su suelo brilla,
y alzando audaz del porvenir el velo,
de la esperanza aviva la sonrisa.

  





El sermón del monte

    Mientras tendido el gladiador, los ojos
vuelve espirantes a la dulce patria,
desde el sangriento circo do de rosas
el Pueblo-rey ceñido, de matanza
ávido ruge y de placeres monstruos
que adormezcan su hastío... ¿esa montaña
veis allá lejos de verdor vestida
de fresco bosquecillo coronada?

    Niños y pobres, a su sombra, atentos
clavan los ojos en un hombre... ¡El alba 
dio a su sonrisa su apacible lumbre,
su calor cedió el sol a su mirada!

   Tomando un niño en su regazo, afable
mira a la turba estática a sus plantas,
mueve los labios, y aún la leve brisa 
pliega al instante sus inquietas alas.

    Y rompe a hablar: «Feliz el pobre, dice,
el que su pan con lágrimas empapa.
¡Oh bienhadado! pues cual ave libre
hacia el Reino de Dios tiende sus alas.

   »¡Feliz el manso que en los hombres todos
hermanos suyos ve, y a todos ama;
suya es la tierra y deleitosa sombra
a todos, como el álamo regala!

    »¡Feliz quien de la vida los placeres 
desdeña, y llora su dolor; del alma
las lágrimas son perlas, y al Eterno
un ángel las ofrece al enjugarlas.

    »Y el que hambre y sed padece, por el triunfo
de la justicia lucha aún entre llamas.
¡Feliz atleta, de justicia ahíto,
tiene en el cielo inmarcesible palma!

    »¡Feliz quien para el débil, para el triste
de amor y de piedad tesoros guarda;
para él, en cambio, es Dios, a toda hora, 
de piedad y de amor fuente inexhausta!

    »¡Feliz el corazón que limpio, puro,
sólo de Dios refleja las miradas;
blanca paloma de amorosos ojos,
en el seno de Dios su nido labra! 

    »La sangre, oh hijos míos, de la tierra
es la más negra y formidable mancha.
¡Feliz el hijo de la Paz, que hijo
también de Dios los ángeles le aclaman!

    »¡Venid a mí los que lloráis! El peso 
yo alivio del dolor, le trueco en calma;
fuente de luz y de la eterna vida,
vida y calor derraman mis palabras.

    »De mí aprended que manso y humildoso
sólo de amor mi corazón es brasa. 
¿Queréis felices ser?... De este angelito
el candor recobrad, míseras almas».

    Y hablando así, como tranquilo arroyo,
se deslizan, cantando sus palabras.
¿Oyó jamás tan dulce melodía
en su destierro, la proscrita raza?

    Y al alma luz, y al corazón consuelo,
y al ciego vista, y voz al que no habla,
y vida al muerto, y paz, paz a la tierra,
brotan radiantes esas tersas aguas.

    Y el que habla así y trastorna de natura
las leyes, tierno con los niños habla...
Ciega razón... ¡humíllate! ¿La aureola
de esa divina faz a ver no alcanzas?

    Mas, ya en la arena el gladiador, helado 
cerró los mustios ojos, de venganza
roído y de dolor... ¡ay infelice,
de Jesús no escuchó ni una palabra!

  





 En la tumba de doña Dolores Veintemilla de Galindo

   Ángel que -acaso- del Edén huyendo
viniste de la tierra al triste valle;
tú que dejando angélica compaña,
solitaria en el mundo te encontraste...

    ¡Oh, cuánto habrás sufrido!... ¿Aquí, sonrisas
habrá que aduerman el dolor de un ángel?
¡Un acento de amor!... ¿Pero en qué idioma,
si nadie comprendía tu lenguaje?

    De la música el Genio y la pintura,
en sonrisa dulcísima, al crearte, 
ve que las musas, a tu tierno pecho,
se lanzan amorosas a ocultarse.

    ¡Y ves la luz! y en celestial acorde,
al deslizar los dedos en tu clave,
nos das del cielo una armonía: acaso
lento suspiro de proscrito arcángel.

   En tu mano el pincel, rápido, firme
de Eva nos pinta el edenial boscaje,
en que inocente apareció: tú misma
¿testigo fuiste acaso de ese instante?

    Tomas la lira y con seguro vuelo
te remontas al cielo en tus cantares,
grabas con ascuas tus sublimes «Quejas»,
suspiras cual alondra agonizante.

    ¡Y sordo el mundo que te cerca! y ciego
el mundo vil que el asqueroso ultraje
sufre riendo, que la ruin envidia
lanza con la calumnia a tu semblante.

    Mas, envidia y calumnia de unos hombres
en el seno encarnadas: ¿tan vulgares 
son ingenio y belleza en tu almo sexo,
que tu pecho en rasgar tanto se placen?

   Tu lengua a nadie hiere; ruboroso
huye tu numen de ofuscar a nadie;
tu encanto es lo ideal, y de lo bello 
poner en nuestras manos lo impalpable.

    Mas ¿qué hay sagrado para el vil? Su gloria
fue herir tu corazón, pisotearle.
¡Y esos hombres!... malvados ¿y aun su tumba
os atrevéis a escarnecer infames? 

    Los que de cerdos en inmunda piara
son de lo torpe nauseabunda imagen,
¿osan del corro teologal la jerga
con trompa ascosa balbucir audaces?

   Ella, del alma en las regiones... ellos, 
hoscos gruñendo en viles lodazales;
ella luz, ellos nieblas; ella un astro,
ellos con cieno ansiando deslustrarle.

    ¡Y se eclipsó por fin! ¡Fiero heroísmo
el de tu alma sin ventura, oh Ángel! 
Pero, más negro y asqueroso el triunfo
de aquellos que extremaron tu coraje.

    ¡Y aún alientan la vida, y aún el nombre
del sumo Dios embaban infernales!
¿Cómo a pedazos su blasfema lengua, 
cómo su pecho no devoran áspides?

   Si la vida execrar tal vez es crimen
en el hijo orgulloso de los Andes,
que de Dios la sonrisa en su almo cielo
contempla derramándose radiante.

   ¿Será virtud el bendecirla insanos
de tanta sierpe en medio, que los aires
con la ponzoña de su aliento impuro
corrompen, envenenan detestables?

   Pero infeliz, con descuajadas alas, 
¿puede la alondra al cielo remontarse?
¡Del pecho desgarrado, en tu sepulcro,
trémulo vierto lágrimas de sangre!

   ¿Hiciste bien?... ¡oh no, mísera Safo!
Si de furor transidos, aun los ángeles
llegan la luz a odiar, aquí en la tierra
eras mujer al fin... ¡ay!, ¡y eras madre!...

   ¡Y qué horror, si a tu pecho, sollozando
pega sus labios tu rosado infante
vida buscando aún!... Mariposilla 
tras de flores y luz, sobre un cadáver.

   ¿Hiciste bien?... ¡ay, nunca! Enternecidos
tus hermanos, los ángeles, al darte
el ósculo de amor... lívidas, negras
al ver las rosas de tu boca de ángel, 

   palidecieron... y sus bellos rostros
inundaron de llanto inconsolable;
y aun Dios, con su mirada bondadosa,
por tu hijo te pregunta, por tu madre...

    ¿Sufrías? Mas, de hiel algunas gotas 
también nos brinda de la vida el cáliz.
¿Reina en la tierra el mal? Pero al hambriento
aún podemos en pan, de gozo hartarle.

    Mas, mi Dios es tu Dios. Él, que la fuente
es de amor inexhausta, inagotable;
si una gotilla te lavó esos labios...
¡duerme tranquila que tu Edén cobraste!

  





El bardo novel

Carta a Fabio


(Fragmentos)


    ¿Por qué tan hermosos versos,
como los que fácil canto,
en acicalados tonos
no doy a luz -dices, Fabio?
¿Olvidas, ah, que en mala hora
nací en suelo ecuatoriano?
Hermosa es Quito, mi cuna
su horizonte ¡qué variado!
Y aunque estrecho, ¿no parece
del Paraíso un pedazo?
De montecillos cercada
a cual más bello, y sus campos
de eterno verdor cubiertos,
de mil arroyos surcados,
¿Nacimiento no parece,
un Belencito fantástico,
en donde de una beata
se ve la coqueta mano?
Bella es su tierna sonrisa,
cuando del sol a los rayos
despierta, cual rósea virgen,
dicha y amor respirando;
y más bella, más galana
cuando el sol en el ocaso
la abraza amante, la envuelve
de oro y ópalo en su manto.
Si bajo el dosel radiante
de mil astros tachonado,
la viera en noche serena
indolente en su letargo,
la hija hermosa del Vesubio
de cielo tan decantado.
¿Su atmósfera, su luz pura,
sus mil rumores variados
que en dulcísima armonía,
tiernos se elevan, cual canto
de amor, de dicha... envidiosa
de menos no echará acaso?

    Cuando, lejos de su seno
triste aspiro aires extraños,
aunque cielo más hermoso
me abrigue, y goce de abrazos
de amor o amistad más ígneos,
de más culto y tierno trato;
con todo, cual tierno arbusto
de luz, de riego privado,
mustio en mi pecho se agosta
mi corazón suspirando.
La quiero, pues a mi patria,
aún más que tú, caro Fabio.
Mas de ella... al fin hombre, siempre
cual de hembra recibo el pago.

[...]

    Mas, no de nuestra cuestión
así la foja volvamos.
Horriblemente me fundes
porque aún nada he publicado,
mas ¿cómo? ¿hay prensa?... ¡Protesto!
No me gusta mucho el Napo
ni jamás gana he tenido
de dar la ley en Galápagos;
el Panóptico... es muy frío;
la Barra... me haría daño,
y en mis barbas, por supuesto
me horripila el fiero Látigo.
Cuando, tirante la cuerda,
gime un pueblo esclavizado,
bajo la opresión inicua
de algún salvaje tirano;
nunca al ingenio preguntes
si vuela o va paso a paso;
ni interrogues si la imprenta
respira o está en marasmo;
nunca en el cráter sombrío
del Pichincha, ígneo o calmado,
verás una flor lozana
o de aves oirás un canto.
«Corrompe bien y embrutece»...
¿No es ése el eterno adagio
de los que crudos se afanan
en eternizar su mando?
En la tumba pavorosa
en que el déspota ha tornado
de Independencia la cuna,
de Libertad el santuario;
sólo del terror las alas
resuenan en el espacio.
¡No lo dudes, sepulcral
es la calma que gozamos!

   Pero, en fin, aun suponiendo
que cual neto ecuatoriano,
política y suerte patria
echara en un roto saco;
e indiferente, entre el humo
de un oloroso cigarro,
riéndome de repúblicas,
de déspotas, de sicarios,
sólo cuidara afanoso,
en estilo alambicado
de atrapar gárrulas brisas,
de echar a arroyos un canto,
de soñar en una Filis,
y pintar sus róseos labios,
y ya que dinero no hay
fiarle cabellos áureos.
¿Quién aquí tanto leyera,
si habiendo devocionarios,
un Lavalle, un padre Vieira
y un grandazo año cristiano,
aun El Nacional de sobra
con justicia reputamos?
¡Pensar zurcir un librito!...
¡Qué disparate mi Fabio!
Impresor y pobre vate
que ayunar tienen el año.
Pues en esta noble tierra
aun los nobles más ricachos
si algo leer les interesa,
leen... pidiendo prestado.
¿Y en periódicos? ¡Quimera!
Pues a más de que aguantando
igual suerte, de más corta
y efímera vida, infaustos,
cuentan los pobres; ya chicos
al ver en ellos, o largos
los renglones, conmovidos
pronto los ojos cerrando,
volvemos la hoja, y de Bristol
mas bien píldoras buscamos;
o de Orrantia y Compañía
el parisiense calzado.
Y después, ver tanta endecha
en boticas, fondas, chagros,
o envolviendo sucias drogas,
o de cometas volando...
¡Ira de Dios! ¿Cartuchones
tanto verso almibarado?

    Mas todo fácil supongo:
imprenta y lectores hallo,
y con viñetas doradas
salen mis versos... tronando,
tronando como un chihuahua
en vísperas de algún santo...
¡Hurra, diablo!... en tarde oscura
del octubre atrabiliario,
¿viste acaso del Pichincha
en el occiput nevado,
fraguarse negro, estruendoso
el horrendo cordonazo?

    De súbito, formidable
envuelve en su denso manto
cielo y tierra... del Eterno
cual la venida anunciando;
del huracán el bramido
acallando el ronco rayo,
y entre pedrisca y granizo
un diluvio vomitando,
mas bien que una tempestad.
¿No es una danza de diablos?
Pues, ¿qué aquello? ¿qué esa furia,
ese horror, ese arrebato,
con la borrasca que horrenda
retumba sobre el que bardo
quiso mostrarse en un pueblo
nada tonto, ni menguado
pero a quien da pataleta
sólo al oír literato?
«Conque, infeliz, ¿te atreviste?
¡Ah, caíste en nuestras manos!...
Pues, ¡toma!... Si algo sabemos
es tan sólo escaldar gatos».

    ¡Dicho y hecho! Sólo entonces
suda y suda sin cansancio
de nuestra patria la prensa
y resudan nuestros sabios.
¿Sabios?...¡oh, sí, los tenemos!
Bien rechonchos, bien guardados,
que no sé cómo, en un tiempo,
esa fama conquistaron.
De política remiendos
zurciendo mal y plagiando,
y echando a volar a ciegas
en tiempos eleccionarios,
en defensa, ya lo sabes
de personas, no en el campo
de ésta, al menos, o esa idea,
que sirven como espantajo
en que el sórdido egoísmo
de nuestros politicastros
se embosca como en castillo
un cohetero bellaco;
y sin piedad ni decoro,
malfiriendo a candidatos
que ajeno interés eleva,
que endiosan fines contrarios,
allá van periodiquillos,
gruesos folletos, flechazos
de acervo y punzante filo,
y acre ponzoña estilando;
donde en vano un pensamiento,
sentido común en vano
hallar ansiará anhelante
lector desapasionado.
Allí Capmany patea,
allí revienta el gramático,
y allí, tan sólo ruin odio,
o negra envidia babeando,
sin pudor la faz ostentan
instintos a cual más bárbaro.
Quien más aúlla y más muerde
sin duda es más literato:
«-Don Crispín, ¡vaya! ¡me alegro,
estupendo, es su chubasco!
Seguir de firme; a esos pillos
romperlos, anonadarlos!
-¡Ah, Señor!... -Vaya, en malhora
se hace usted el mojigato;
no ha puesto su firma, cierto;
¡mas no faltó un amigazo,
que a mí en secreto su nombre
me lo dijera! ¡Triunfamos!
Sin duda, ya es nuestro el triunfo
y adelante!». Y ese bajo,
ese ruin que pasquinero
lo llamará un pueblo urbano;
¡en el nuestro, ya la palma
se ha conquistado de Sabio!

[...]

    Pésete o no, caro amigo,
y aunque te diga en gabacho,
las ilustraciones nuestras
son oropeles muy falsos,
que insípidas medianías
o insufribles mentecatos
en vano tapan, pues leves
muestran al fin... polvo vano.
-¿En qué de ese mofletudo
se funda la fama y garbo;
por qué todo el mundo atento
se le inclina desalado?
-Una hacienda tiene al Norte,
otra al Sur, otra en los altos;
mas no puedo asegurarte
si aun rubrica un garabato.
-¿Y aquel otro Sancho hermoso
que anda con la panza a trancos,
cual rudo carro tosiendo,
y cual trueno estornudando?
¿Será el Sangay que bramidos
vomita en vez de vocablos?
¿Es tempestad furibunda
a quién no pone en espanto?
-Que es doctor dicen las gentes
y un Cicerón en estrados;
el infalible tertulio
de la familia Solando;
infaltable en el café
del viejo don Teodicuato;
es la crónica ambulante,
periódico el más salado,
que de pe a pa, la vida
virtudes, muerte y milagros
de todo bicho, al corriente
te pone; pero ese Ulpiano
dudo que decirte sepa
si está en Quito el Chimborazo.
-Y aquel fantasma imponente
cual la esperanza estirado,
puerco espín por sus bigotes,
por su ceño un cañonazo,
y que al hablar, con el mu
del buey sale en todo caso,
¿quién es, por qué tan atentos
todos le miran? -Oráculos
son sus breves monosílabos,
sus sonrisas, sus dentazos;
mas, no sé de dónde vino
ni dónde anida ese pájaro.
-Y ese zalamero abate
que aplasta cojín tan alto,
de lustrín oeste y manteo,
siempre de damas cercado;
rubicundo, regordete,
cerviguillo de marrano,
fúlgida calva, y eterna
su sonrisa de beato;
ya senador, consejero,
ya de mitras candidato...
-La ex-marquesita de Pinllug
jamás su confesionario,
pudo dejar; la absolvió
sin duda ese prebendado.
-¿Y esas guapas charreteras,
y ese bélico mostacho?
¿Tal vez, en pluma y espada,
un segundo Garcilaso?
-Espada virgen, amigo,
pluma a lo más de milano.
-¿De dónde el nombre le viene
a esotro señor? -Un Tácito
nos dicen que es en la Historia
que ha marras escribe. -¿Y cuándo
la veremos? -Es tan sólo
de su casa para el gasto;
y de su último chusnieto
el peregrino legado.
-Jefe-político, alcalde,
de congresos diputado,
ministro, etcétera, todo
ha sido ese don Torcuato;
mas ¿sabe hablar? ¿Le has oído,
habla quichua o castellano?
-No lo sé; más es Murrea
su apellido aristocrático,
¿y cuándo en Quito mis condes
han sido republicanos?
-¿Ves en la lonja? Qué atentos,
silenciosos escuchando,
están en corro vejetes
y aun imberbes a ese diablo.
-¡Es publicista! -¿Qué dices,
publicista ecuatoriano?...
Vamos amigo, palpemos
fenómeno asaz bien raro...
¡Hombre!... ¡si es el mismo alumno
del padre Pasquín! ¡El zapo
autor de ese in-folio enorme
que nos dejó bostezando;
ese que con baba ascosa
manchar quiso endemoniado
de nuestros pocos ingenios
los bien alcanzados lauros
Un editorial sin fondo,
un artículo menguado,
un libelo... en esta tierra
¿dan de publicista el rango?

    Pues bien, de aquestas a algunos
Cervantes dizque ha legado
de su idioma la defensa,
de su tesoro el resguardo.
Roncando están, indolentes
de su renombre, gozando,
del título sin cuidarse
que ampare su jubilazo;
mas salta inexperto un joven
al palenque literario,
y allá va... como la araña
está con hambre atisbando
si cae infeliz mosquito
en su tejido endiablado;
así estos castizos doctos
de sus retretes brincando,
a vista del vulgo indocto
zurran sin piedad al bardo,
con críticas majaderas
y juicios a cual más raro
que pronto con ellos duermen
en noche eterna. ¡Aprobado!
Mas, la gala más preciosa
de estos ruines aristarcos
son tan crueles insultos,
tan ultrajantes sarcasmos,
que con razón los plebeyos,
corros, al mal inclinados,
riendo a pierna tendida
de lo que no entienden, sandios.
«¿Cuál es, exclaman, el bimbo
tan lindamente zurrado?
Ah, ¿es usted? Cuánto lo siento,
¿qué tal le fue, señor Bayron?».

    Ah, caprichosa natura,
¿creéis que a todos, bellacos,
brinda pródiga esos dones
con esmero reservados
tan sólo para sus hijos
predilectos, que cual astros
brillando fúlgidos, huyen
eterna estela dejando,
del pensamiento, del alma
en los eternos espacios?

    El cielo que, por capricho
nos regaló un Chimborazo,
y da de aquí al Amazonas
el más bello tributario;
también por capricho quiso
que del suelo ecuatoriano
se elevara asaz sublime
el solitario Parnaso.
Y ¡qué rabia! por sus faldas
penosamente trepando,
cuántos en sudor deshecho
palpan su estúpido garbo.

    A más o menos altura,
de tarde en tarde asomados,
lentamente se destacan
un Orozco, un Maldonado,
Larrea, Espejo, Mejía,
Solano, Salcedo, Malo,
un estudioso Fermín,
Espinel, Carbo, Moncayo,
Riofrío, Zaldumbide
y una malhadada Safo
que, cual la griega, infeliz,
dejó en cada verso un dardo;
mas, fulgurando en la cumbre,
tan sólo Olmedo y Montalvo.
Ya me entiendes, por supuesto,
que al hablarte de Parnasos,
no me fijo sólo en Musas,
ni en Castalias, ni en Pegasos;
Del templo habla de la Fama,
por cuyo augusto santuario,
tan contadas son las sombras
que blanden el sacro lauro,
mientras que a la puerta, oh cielos,
qué confusión, qué porrazos,
de los que adentro pretenden
entrar de buen o mal grado.

   Del supremo tribunal
conoces ya a los letrados;
de primera instancia ahora
juzga, por Dios, el despacho.

ARMANDO BUSCARINI [9436]

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buscarini1929

Armando Buscarini

BUSCARINI, UN POETA "MALDITO" ESPAÑOL

Antonio Armando García Barrios, más conocido como Armando Buscarini (Ezcaray, 16 de julio de 1904 - Logroño, 9 de junio de 1940) fue un poeta bohemio español.

Fue hijo de Asunción García Barrios, madre soltera que volvió a su pueblo Ezcaray desde Argentina (a donde, al parecer, emigró buscando una vida mejor) para dar a luz a su único hijo. A la temprana edad de cinco años viajó a Madrid de la mano de su madre y pronto manifiesta su deseo de ganarse la vida -o simplemente dedicarla- a ser escritor, para lo cual adopta el heterónimo de Armando Buscarini, supuesto apellido de su padre, a quien nunca conoció.
Después de haber escrito algunos relatos sobre su pueblo natal y algún que otro canto ripioso a su prima, publicó algún relato en la revista juvenil Los muchachos editada en Madrid.
En 1918 publica Emocionantísimas aventuras de Calck-Zettin. Emperador de los detectives -hoy desaparecido- y, un año después, la plaquette de poemas en prosa y verso titulado Ensueños. A este opúsculo siguieron otros tantos cuadernos de poesía, obras dramáticas y narrativas como Cancionero del arroyo (1920), Dolorosa errante (1921), Rosas negras (1921), Yo y mis versos (1921), Sombras (1922), Por el amor de Dios (1922), Sor Misericordia (1923, obra teatral escrita junto a Mario Arnold), El aluvión (1924), Maruja la de Cristo (1924), Mis memorias (1924), El rey de los milagros (1924), La reina del bosque (1925), Baladas (1926), Los lauros (1926), La cortesana del Regina (1927), Los dos alfareros (1927), El rufián (1928)... que Buscarini vendía como podía en su puesto ambulante. Cuando las ventas iban mal, acababa la jornada entre los contertulios del madrileño Café Pombo, donde acudían escritores como Ramón Gómez de la Serna o Rafael Cansinos Asséns.
A otros, como a los hermanos y dramaturgos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Buscarini les amenazaba y chantajeaba con suicidarse tirándose desde el Puente de Segovia, viaducto que ha sido puerta hacia la muerte habitual en Madrid para los suicidas.
Su propia madre le ingresó en el Hospital Psiquiátrico de Madrid, desde donde fue trasladado a Valladolid (donde escribió su testamento) y, finalmente, murió enfermo de esquizofrenia y sífilis en el manicomio de Logroño el 9 de junio de 1940. Enterrado en un nicho del cementerio local, el 10 de agosto de 1970 sus restos fueron trasladados al osario común.

Recuperación

La vida de Buscarini ha sido reconstruida por Juan Manuel de Prada a partir de las crónicas de César González Ruano, Ramón Gómez de la Serna y Cansinos Asséns, así como de lo escrito por el psiquiatra logroñés Alberto Escudero Ortuño en Los caminos de Hipócrates.
En 1981, el psiquiatra Alberto Escudero Ortuño, director del hospital psquiátrico de la Beneficencia 'La Bene', de Logroño, incluyó en su libro de memorias Por los caminos de Hipócrates la semblanza 'Armando Buscarini, el poeta maldito'. Aunque Buscarini falleció en La Bene, Escudero Ortuño no le trató como paciente pero tuvo contacto con José M.ª Villacián, el psiquiatra que atendió al poeta en Valladolid; de la relación epistolar entre ambos surge la información que volcó en su libro.
En 1995 Juan Manuel de Prada tomó a Buscarini como personaje secundario en su novela Las máscaras del héroe, que repasaba la vida bohemia de algunos escritores de principios del siglo XX, paralelos a la Generación del 98. Además le dedicó la semblanza Armando Buscarini o el arte de pasar hambre, con la que ganó el Premio Café Bretón de los Herreros de Logroño y que está dedicada al psiquiatra Alberto Escudero Ortuño; corregida y aumentada, la publicó conjuntamente a otras semblanzas de escritores raros en Desgarrados y excéntricos. El actor albaceteño Miguel Ángel Gallardo ha adaptado a la escena el monólogo teatral Armando Buscarini o el arte de pasar hambre, basando en el texto de Prada. En 1996 éste publicó una edición del libro Mis memorias.
En 2006, los hermanos Rubén y Diego Marín A. crearon la página web www.armandobuscarini.com, dedicada a su vida y obra. Además, ese mismo año publicaron el epistolario inédito titulado 'Cartas Vivas', con cinco cartas cruzadas por el bohemio riojano con Rafael Cansinos Asséns y Andrés González Blanco. Por primera vez, toda la poesía de Armando Buscarini se ha reunido en un sólo volumen: 'Orgullo. Poesía (in)completa de Armando Buscarini', publicado en Logroño con introducción de Juan Manuel de Prada y edición a cargo de Rubén y Diego Marín A., fundadores de la Editorial Buscarini.
En la colección La imprenta de Armando de este sello editorial se ha publicado 'Epístolas líricas. Correspondencia con Antonio de Lezama', libro que reúne los poemas dedicados por Buscarini al periodista de Laguardia, redactor-jefe de La Libertad, Antonio de Lezama. La obra 'El Rufián. Teatro, narrativa y memorias' completa la edición de sus obras, al reunir toda su producción literaria no poética, ya publicada en el volumen 'Orgullo'.
El cantaor flamenco Juan Pinilla ha versionado algunos poemas de Buscarini por tangos y tonás y suele interpretar dichos temas en sus espectáculos.
El Grupo de Teatro Crítico Universal (TECU) de la Universidad de La Rioja estrenó el montaje de su obra El rufián el 27 de septiembre de 2012 en La Gota de Leche (Logroño) 

Homenajes

La Universidad de La Rioja celebró su I Centenario en 2004.3 Los actos comenzaron el 16 de julio con una conferencia de Juan Manuel de Prada.
Ese mismo año, el Ayuntamiento de Ezcaray, su villa natal, decidió cambiar el nombre de la calle José Antonio Primo de Rivera, poniéndole el de Armando Buscarini. En su libro El rufián, en 1928, publicó el siguiente poema premonitorio:
A una clara avenida, con frondoso arbolado/darán mañana el nombre de quien tanto luchó./Mi corazón entonces se hallará agusanado/En el estrecho nicho que la piqueta abrió./En un bello crepúsculo, tranquilo y perfumado/resonarán canciones que no escucharé yo./El amor de los niños habrá purificado/la memoria de un hombre que por amar, pecó./¡Avenida soleada de un futuro lejano!/¡En mis sueños te veo surgir esplendorosa!/¡Tú has de ser en las noches cálidas de verano/vía abierta a la dulce confidencia amorosa,/cuando crucen los novios cogidos de la mano/y se alejen las almas un poco de la prosa...! ('Avenida Armando buscarini'. El rufián, 1928)
El Ayuntamiento de Ezcaray también ordenó colocar una lápida en la casa natal del poeta en la calle Mercedes de Mateo nº 1, que contiene la siguiente leyenda:
En esta casa nació el poeta/Antonio Armando García Barrios/"Armando Buscarini"/1904-1940/"...Es verdad que yo sufro, pero oídme: ¿Qué me importa sufrir si soy poeta?". Ezcaray, septiembre de 2004.
El director de la Banda Municipal de Música de Ezcaray compuso en 2006 el pasodoble-marcha Armando Buscarini, que fue estrenado, frente a su casa natal, el 2 de julio de ese mismo año. Acto seguido se presentó en la Biblioteca Pública de Ezcaray el libro Orgullo. Poesía (in)completa. La partitura fue entregada a los autores de este libro, los hermanos Rubén y Diego Marín A., en octubre de 2010, tras ser interpretada en la Plaza Conde de Torremúzquiz.4
El Instituto de Estudios Riojanos (IER) patrocinó en 2006 y 2008 el estudio sobre su vida y obra.
La empresa Ezcaray Internacional, ubicada en la villa natal del poeta, dedicada a la fabricación de butacas, ha nombrado dos modelos con el nombre Buscarini y Centenario.5
El bodeguero riojano Gonzalo Gonzalo Grijalba, propietario de Thewinelove.com ha nombrado uno de sus vinos Orgullo, título del más famoso poema de Armando Buscarini, y que elabora con variedades de uva tinta y blanca. Habitualmente ha colaborado en catas literarias, maridando su vino con la obra del poeta, en eventos como el Festival de Jazz de Ezcaray y en el Festival Mariquitina's Day.6
Ha dado nombre a la Editorial Buscarini, una iniciativa cultural y literaria, nacida en La Rioja y dirigida por los hermanos Rubén y Diego Marín A., de ascendencia ezcarayense.

Obra narrativa

1917 - Emocionantísimas aventuras de Calck-Zettin. El emperador de los detectives
1918 - Cantares
1923 - El riesgo es el eje sublime de la vida
1924 - El arte de pasar hambre
1924 - El aluvión
1924 - Mis memorias
1924 - Maruja la de Cristo
1924 - Las luces de la Virgen del Puerto
1925 - San Antonio de la Florida
1927 - La cortesana del Regina

Obra poética

1919 - Ensueños
1920 - Sombras
1920 - Cancionero del arroyo
1921 - Romanticismo
1921 - Poemas sin nombre
1921 - Rosas negras
1921 - Yo y mis versos
1922 - Con la cruz a cuestas
1922 - Por el amor de Dios
1922 - Dolorosa errante
1924 - Primavera sin sol
1926 - Baladas
1926 - Los lauros
1928 - El umbral del recuerdo

Obra dramática

1923 - Sor misericordia (firmada con Mario Arnold)
1924 - El rey de los milagros
1925 - La Reina del Bosque
1927 - Los dos alfareros
1928 - El rufián

Otras obras del autor

Las rosas eternas
Cruzada romántica. Prosa de exaltación y amor a la humanidad
El hombre de las gafas negras
Golondrinita
Voluntad, alma y pobreza
San Juan de Dios
Los días del hospital

BUSCARINI, UN POETA "MALDITO" ESPAÑOL


El Poeta

Sentado junto a una mesa
carcomida por el tiempo
y alumbrado débilmente
por la luz de un quinqué viejo,
un joven pálido escribe
en cuartillas, varios versos.
Es un poeta, las noches
pásaselas escribiendo...
Anhela la gloria, joya
más valiosa que el dinero.
Y continua impasible,
sin descansar un momento,
hasta ver recompensados
algún día sus desvelos.






ORGULLO

Aunque sufra del mundo los desdenes
de mi vida de artista en la carrera;
aunque pasen altivos a mi paso
los hombres de alma ruin que nunca sueñan;
aunque salgan aullando a mi camino
los famélicos lobos que me acechan
con la envidia voraz; aunque en mi lucha
hambre y frío sin límites padezca;
aunque el mundo me insulte y me desprecie
y por loco quizás también me crean;
aunque rujan tras mí ensordecedoras
tempestades de envidia; aunque me vea
harapiento y descalzo por las calles,
inspirando piedad e indiferencia;
y, en fin, aunque implacables me atormenten
las más grandes torturas, aunque vea
que a mi paso se apartan las mujeres
por ver con repugnancia mi pobreza
( pero quizás ignorando de mi alma
el tesoro de ensueño que se alberga),
nada me importará, porque yo siempre,
caminando sereno por la tierra,
con el alma latiendo por la gloria
y flotante a los vientos mi melena,
iré diciendo al mundo con voz fuerte,
¡ con voz en la que vibre mi alma entera!:
-Es verdad que yo sufro; pero oídme:
¿qué me importa sufrir si soy poeta?







IX

El Busto

 Los hospicianos
van esta tarde
hasta las húmedas
frondas del parque,
entre las cuales se yergue un busto
que por lo afable de su semblante
recuerda a héroes antepasados,
cuyas hazañas fueron tan grandes,
que hoy se les rinde tributo augusto
sobre las lápidas mortales…

____________

Los hospicianos miran atentos
la pétrea imagen
que por sus rasgos, tan expresivos,
revela antiguas cordialidades…
Luego se alejan
diciendo el nombre del personaje…
-Es don Ricardo Gasset –murmuran;
y aún vuelven todos por admirarle…



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A mi madre.

En cuya alma cándida la dura prosa de la miseria ha inculcado traidoramente un supersticioso miedo a la poesía, dedico estas rimas de ilusión y desventura, cogidas durante la primavera incompleta en que me ha tocado pasar, sin poder detenerme siquiera en algunas horas suaves, de niño a hombre.


ALMA DE ARTISTA

Una errata de imprenta se deslizó en mi nombre:
No es Armando, es amando como siempre viví.
Amando a la alimaña y a la fiera y al hombre,
que el amor no se apaga en mí.

Rufianes sin ingenio rompieron mi apellido
«Buscarini», dijeron. «¡Bah! La busca del pan».
El pan que a mí me dieron siempre lo he repartido;
y también partí otro que los hombres no dan.

Armando Buscarini. El nombre trae de Galia
el perfume galante, y el apellido Italia
dice; pero soy sólo pobre poeta español,

que en esta tierra inhóspita, que no ama a sus cantores,
arrastra, entre sarcasmos, su juventud sin flores,
su sed sin agua, y su primavera sin sol






A Gustavo Adolfo Bécquer.
 
Yo te amo, Bécquer, poeta divino que con tus versos sublimes supiste conmover el corazón de la Humanidad. Tú fuiste el estro de los poetas, el único, el grandioso... En ti se han inspirado muchos vates y en ti también me he inspirado yo para escribir esta obra.
¡Ah, Bécquer! Cuánto sentimiento guardabas en tu alma al escribir aquello de “¡Dios mío qué solos se quedan los muertos!” y cuántos ojos han llorado ante la lectura de tus poesías, todas vida tuya, ternura y encanto...
A ti, que bajo la fría losa del sepulcro duermes ha tiempo el sueño perdurable, dedico hoy estas páginas que brotan de mi corazón como flores marchitas; pero en ellas palpita y palpitará siempre el eco de un recuerdo que jamás podré olvidar!




EPÍSTOLA AL LECTOR

Amable lector:

Este insignificante y humildísimo libro que tienes entre tus manos representa para mí los primeros esfuerzos de una lucha: son las primeras vibraciones de mi ser, los primeros latidos de mi corazón...
En estas páginas encontrarás muchas deficiencias, pero considera que el autor es muy joven, y que las líneas trazadas en esta obra son para plumas mejor cortadas que la mía.
No obstante, lector, espero de tu bondad que no desmayes al encontrar algunos defectos propios de los principiantes.
Y, dando fin a esta breve epístola, puedes ya comenzar la lectura de estas páginas que suponen muchas horas de incesante trabajo.




POEMAS EN PROSA

I

A Joaquina

 I

Ojos humanos jamás podrán vislumbrar en la vida belleza tan seductora como yo contemplé.
Era una Venus, una figura de un lienzo de Murillo... ¡Una diosa!
Ni las vírgenes niñas puras e inmaculadas; ni las ninfas voluptuosas de los países fantásticos; ni los ángeles, moradores de los Cielos, podrán hacer alarde de mayor belleza que la que tú posees! 

II

¿Contempláis la noche plagada de tinieblas y de misterios insoldables?
¿No veis cómo la plateada luna no torna a fulgurar en el Firmamento?
¿Oís, sin embargo, el retumbar horrísono de los truenos en el espacio y cómo de vez en cuando un relámpago fugaz ilumina con su vivísima luz los ámbitos más recónditos de la tierra?
Noche tenebrosa, sin luna, sin estrellas...
El vendaval azota furiosamente los árboles y el agua se precipita por doquier inundando todo a su paso y arrastrándolo con ímpetus desenfrenados.
No obstante que el astro nocturno no brilla en la espaciosa bóveda y todo son misterios y sombras, unos ojos negros de mujer alumbran con su luz fulgentísima la noche tenebrosa. Son sus ojos, los ojos de ella, los ojos purísimos de Joaquina; unos ojos candorosos y nítidos capaces con su fulgor intensísimo de deslumbrar. 

III

Tu boca coralina semeja un rubí con reflejos sangrientos, exhala tan fragantes perfumes y modula tan suaves palabras, que al ser más inhumano del mundo pueden sonrosar y alegrarle la vida...
Tu boca es una flor... una Aurora, una caricia... 

IV

Como ébano son tus cabellos: negros, muy negros, de una negrura profunda e infinita.
Impregnados de néctar están siempre: reluciendo cual fúlgidas diademas en graciosa forma caen sobre tu espalda, dándote la figura de una virgen o de un hada divina y pura... 

V

¡Y, para contemplar tu sideral hermosura y egregia silueta, te diré, además, que tu cuello, torneado, es blanco, inmaculado, como una de esas palomitas que vuelan en las tardes agonizantes bajo la caricia del Sol que muere!... 

II

 Los Gnomos sin corazón

I

Es ella, la linda princesa Eladia...
Sus ojos son verdes como las palmeras de Egipto; de plata son sus dientes; su cutis es muy blanco y su boca semeja un panal de dulce miel.
Vedla como camina en la soledad de la noche estrellada: se ha escapado secretamente de su feudal palacio, donde moran sus padres y va en busca de su adorado Fernando.
Las hojas de los árboles, ya secas, muévense débilmente al soplo de la brisa, y a un lado del camino óyese susurrar el agua de una arroyo...
La luna llena resplandece melancólicamente en el Cielo y aquél silencio tan misterioso es sólo interrumpido por las quedas pisadas de Eladia... 

II

Alborea.
Destellos de sangre y fuego aparecen en el Firmamento: Febo apunta por Oriente y la tierra se sonríe con la llegada del Alba.
Trinan las golondrinas, pían los pajaritos y todo es paz y gozo en el nuevo día. Eladia, desfallecida por el cansancio, déjase caer en la verdosa alfombra: sus ojos se entornan paulatinamente y al poco queda profundamente dormida. 

III

La noche extiende sus fúnebres negruras sobre los campos...
Por doquier reina un silencio sepulcral: la Luna aparece en el Cielo y vuelve a brillar con el mismo fulgor que la anterior noche.
Elaida duerme todavía...
Su respiración es fatigosa: quizá sueña con el ser al que adora con toda su alma. Su corazón palpita desacompasadamente y de vez en cuando entreabre su linda boquita para lanzar al aire un profundo suspiro.
A lo lejos divísanse unas diminutas siluetas: son los Gnomos que vienen, atraídos por el hermoso espectáculo que ofrece la princesa tendida en la hierba...
Cantando un antiguo romance, avanzan cautelosamente con antorchas encendidas.
Sus voces son muy cadenciosas aunque imperceptibles.
Visten trajes de diversos colores y cubren sus cabezas con gorritos rojos.
Al fin llegan donde se halla la princesa: quedamente levántanla del suelo y entre todos los Gnomos es conducida a una alta montaña, en cuya cumbre arde resplandeciente hoguera: allí arrojan a Eladia...
Y su cuerpo inmaculado se carboniza en aquel fuego horripilante, mientras que en derredor de la hoguera, danzan los Gnomos, los fatídicos Gnomos sin corazón... 

III

Su único amor

I

Elena, la bella dama de ojos de cielo, cabellos de oro, cutis de alabastro y boca cual la fresa, lloraba tristemente la ausencia de su amado...
Sus labios contraíanse en un rictus de dolor y sus ojos, nublados por el llanto, vislumbraban al través de los cristales del balcón el dulce agonizar de la tarde... 

II

Y su boca, boca de ángel divino, moduló en el silencio claustral de la estancia esta queja de amor, suave como la brisa del mar o como el arrullo de una paloma blanca:
-¿Por qué martirizas cruelmente mi alma y te alejas de mí con la que te inspiró más amor que yo?
¿Por qué me abandonas y no tienes corazón para la que te ama y sufre por ti en silencio?
¡Ah, qué ingrato eres!
¡Loca de amor por ti muero de pena cuya culpa es tuya, bien mío, anhelo de mi corazón, encanto de mi alma!

III

En la soledad de la noche, óyese el silvido estridente de la locomotora que lanzando rojas llamaradas avanza a pasos agigantados...
Elena, no hayando alivio a su inmenso dolor, espera la muerte tendida entre la separación de los rieles.
El monstruo de hierro y acero se aproxima... De súbito suena un grito, luego como si triturase huesos; después reinará un silencio a muerte y el tren se pierde allá en la lejanía.
Fue su amor, su único amor: habiéndola olvidado él, ella no pudo vivir con su amargura.


Por un beso

Por un beso que te diera
has de ir al cementerio
una noche a contemplar
la soledad de los muertos...
¡Y cuando los hayas visto
de la noche, en el misterio,
entonces, ser adorado,
entonces... ¡te daré el beso!

FRANCO CASTIGNANI [9437]

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Franco Castignani nació en Bragado (Prov. De Buenos Aires, ARGENTINA) en 1985. Es Licenciado en Ciencias Políticas. Se encuentra cursando la Licenciatura en Filosofía (UBA). Ha publicado textos en la Revista Plebella y La Voz Joven. Ha resultado finalista en el IV Certamen de Ediciones Ruinas Circulares (2011). 
Ha publicado el poemario El sueño del soldado (Editorial Ruinas Circulares, Año 2012)
Actualmente cuenta con dos libros inéditos (género poesía).



mujer se acerca, besa la herida

camina descalza
sobre el barro

abatida en el fuego
de la tarde

desolada
cubre su piel

con agua
de tormenta

los párpados
se visten de llanto

la niebla entre
sus manos blancas

al fin es mi devota
compañera

*

el centro

en el centro
de la tierra

un fuego
salvaje

consume
otra vez

los silencios

[de El Sueño del Soldado] 







parabellum

la lucha es clamor solitario, madre

sobre cielo plomizo un sol ardiente
cubre el campo de ortigas rojas

pobre comienzo animal, madre

ahoga

tristes

fortunas

[de El Sueño del Soldado] 






acerca de


precisa la muerte en la batalla
al encontrar la herida

el canto ínfimo

precisa la muerte en el camino
al encontrar

el canto
la herida

gran palabra

llamado vacío

hermana perdida
en el clarear
del látigo

[de El Sueño del Soldado] 








instrucción


hay quien especula y hay quien se quema en el propio fuego
leopoldo marechal                                                


da un giro
o dos o tres
el soldado

un roll (quizás)
hasta alcanzar
el centro de
su sueño

su espejo
brotando
en el fuego

cuando llega
(si llega alguna
vez)

se arma
de paciencia
y espera 

[de El Sueño del Soldado] 






Poemas inéditos

IV


al acecho de algo que ya era tu mirada
serpentea bajo el rocío; es aún temprano
el cuerpo no despierta una taza y otra de
café no aplazan el cansancio ni callan el
rabioso canto de la carne bajo los árboles

volvés a tu casa decidís quedarte allí
sin demasiadas pretensiones sólo
esperar la llamada de alguien
que en otro tiempo te vestía
de sierva o nodriza para reinventar cada
amor cada dolor;  “ el problema no es la
libertad sino encontrar una salida “ te decís,
la radio anuncia próxima invasión de abejas
producto del indeclinable cambio climático,
se acostaba con el juez, quien luego la
prostituía para que el mundo sepa y
entienda de una vez cómo hay que
tratar a las mujeres;  

ellas corren como lobos enfebrecidos
beduinas a punto de perecer en la mitad
del desierto;

no es sencillo todo esto el resto de los
mortales duerme o grita en silencio
vos intentás abrir otra puerta
una grieta interrogar las cicatrices
aún abiertas desaparecer entre
la gente salir





VII


eterna la música de una palabra,
guerra que se vuelve absurda
y prolongada / ni adentro ni afuera
sólo un testigo muy pocas veces invocable;

te acomodás sobre la almohada no hay
mejor posición que aquella que se encuentra
y en el mismo instante se pierde pensabas
se siente en los brazos los tobillos se hinchan
las venas a punto de estallar el infinito de un
cuarto sutil imagen para lo que muere;  

desordenaste los recuerdos / otra vez es otra
noche y la misma  el cielo arquea su boca
de azufre pronto sudestada quizá todo acabe
de una vez para recomenzar los esclavos canten
al fin sus deseos sin ser apaleados tu pena y la mía
aquí como peces heridos que vierten su sangre

inocente en círculos sobre todas las costas
se pierden alojan el mar





VIII

                                                                                              minding me to know                                                                                           that I`m glad                                                                                        Sufjan Stevens

oís sol moribundo siete cisnes 
tocan la puerta melodía de lobos
hambrientos por detrás se abren
el pecho muestran su secreto
luz tenue quién violentaría
este instante sino un rostro
desde siempre amado y
perdido conmoción mis
hermanas se han alejado
como agua que corre
busca huracanes cojo
cazador tanto bosque encinto
de malvones te abruma sopla
viento fuerte aquí aliento redime
voz  muñeca ronca bocanada
se tuerce hasta dar en el blanco
distancia es aquello que merece
cada lobo al subir la montaña
más empinada ya sin pelo
sombra o presa que
alcanzar

De: "Poemas de amor y guerra" 






Tres poemas inéditos, que formarán parte de su próxima obra Corpusculario


CANCIÓN DEL CREPÚSCULO

al ocaso marchad amiga
que muero con la muerte
y si muero no es mi muerte

las calles estrujan la sangre
con su puño de hierro
acompañad un cortejo de
pájaros blancos que beben
del rayo beben y trinan
furiosos a la noche y caen
sin memoria ni olvido caen


al ocaso marchad amiga
que muero con la muerte
y si muero no es mi muerte

brisa misterio amado
apaciguad tanto hambre

de mundos en la carretera
alguien acuna un sol observad
el ruido de los muros
el ojo roto la lluvia
impaciencia nueva
gran salud rojo estertor

al ocaso marchad
amiga

amada
misterio

salud
ternura


y un
dolor







ETOMÍN

H. V. T

hombre que
te mides con
el pulso
de las
últimas
olas


en tus brazos
la dicha de un
agua
negra
avanza

-estallada-

hacia la luz

construye
el silencio

feroz
compañero


padre
de las mil
heridas

las mil
y una
noches

al filo del viento

silencio

el hombre
es un
barco errante
sobre las costas
de la noche

trepana las rocas
congeladas

hasta devolver
al mar
su olvidado
fulgor






CANCIÓN DEL AHOGADO

dice cuerpo como
dice sed como dice
trinchera
como dice
sexo
como dice
cuerpo
como dice
fragua
cosmos
como dice
cuerpo como dice
ángel como dice
muerte como dice
dolor agujero
cuerpo como
dice
amor









HANNES SIGFÚSSON [9438]

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Hannes Sigfússon (ISLANDIA 1922-1997) fue un poeta y escritor islandés. Fue editor de Birtingur la revista de los Poetas Atómicos. 
Además de poesía Sigfusson publicó novelas y libros de memorias.

OBRA:

Dymbilvaka. 1949
Imbrudagar. 1951
Strandið : skáldsaga. 1955.
Sprek á eldinn. 1961
Kyrjálaheiði. 1995





Ballenas y hombres

Dispersar témpanos de hielo
en forma de cohetes
con el solo propósito inocente
de beber la limpidez del cielo
antes de explorar el abismo…
Si fuésemos
de dos mundos
como las ballenas
y rasgásemos el cielo
y bebiésemos la oscuridad
de su bóveda
antes de ahondar
en la claridad
¿comprenderíamos entonces
mejor
las sombras de nuestra vida?


Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 
2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor.


THURÍDUR GUÐMUNDSDÓTTIR [9439]

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Þuríður Guðmundsdóttir

Thurídur Gudmundsdóttir
Nació en 1939 en una granja en el oeste de Islandia, donde pasó su infancia, hasta que se mudó a Reykjavík, donde trabajó entre otras cosas, como maestra. 

Sus libros de poesía: Aðeins eitt blóm, 1969, to Nóttin hlustar á mig, 1994, consisten en poemas condensados con imágenes de la naturaleza, la vida se simboliza a través de referencias a la naturaleza y el mundo que lo rodea.





Junto al camino  


Dame una tarde llena de color
Tejados rojos
ardiendo de tristeza
al sol que se muere
Barcas de pescadores
saludando a la playa
Y lejanía
que se desangre en tu presencia

1.972

Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 
2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor de la poesía islandesa




Derrumbamiento

¿Te has derrumbado
alguna vez
sobre ti mismo
arrastrado por las ruinas malherido
mirado sorprendido
los destrozos
y pensado:
soy yo?

los presentes,
bueno, todo el mundo,
te miran exigentes
recomponte

te tambaleas
te agachas por un pedazo
luego por otro
luego por otro más

e intentas la reconstrucción.

Traducción de José Antonio Fernández Romero 










THORSTEINN FRÁ HAMRI [9440]

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Thorsteinn frá Hamri (alias Þorsteinn Jónsson), (15 de marzo de 1938) es un escritor islandés notable por haber sido nominado cuatro veces para el Premio de Literatura del Consejo Nórdico en un período de dos décadas.

OBRAS:

NOVELA

1963 – Skuldaskil (The Reckoning)
1969 – Himinbjargarsaga eða Skógadraumur (The Story of Himinbjörg or a Forest Dream) – nominated for 1972 Nordic Council Literature Prize
Haust í Skírisskógi (Autumn in Sherwood Forest)
Hallgrímur smali og húsfreyjan á bjargi, (Hallgrímur the sheaphearder and the houskeeper at Bjarg)
1987 – Ætternisstapi og átján vermenn (The ancestral home and eighteen sailors)
1989 – Vatns götur og blóðs (Streets of Water and Blood) – nominated for 1992 Nordic Council Literature Prize

POESÍA

1958 – Í svörtum kufli (In a black cassock)
1960 – Tannfé handa nýjum heimi (Tooth fee for a New World)
1962 – Lifandi manna land (Land of living men)
1964 – Langnætti á Kaldadal (A long night in Kaldidalur (cold valley))
1972 – Veðrahjálmur (Weather helmet)
1977 – Fiðrið úr sæng daladrottningar (The feathers from the valley queen's duvet) – nominated for 1979 Nordic Council Literature Prize
1982 – Spjótalög á spegil (Spearthrusted mirror) – nominated for 1984 Nordic Council Literature Prize
1992 – Sæfarinn sofandi (The sleeping sailor)
Það talar í trjánum (Speaking in the trees)
Vetrarmyndin (Winter image)
1999 – Medan pu vaktir





Animal 1972


La estrella cayó
y se hundió en el glaciar;
todo se hizo torrente;
todo se volvió noche.
Desbordamiento.

Yo soy un animal hambriento en el remolino.
Cuando desciendan las aguas
sé tú mi césped.





Caída  1.977

Te asientas con las manos y los pies
en lo alto del deseo
y buscas una nube
a que agarrarte si la brisa es propicia
y empieza entonces a temblar la tierra.
Gritas en ti caída
pero ¿quién oye el grito
si el derrumbe lo apaga?
Y justo entonces vela la cumbre del deseo
en la ansiada nube.





Nosotros, asesinos (1972)

Contemplamos con las manos en el regazo
todas nuestras horas hechas pedazos

intentamos luego
recomponer las piezas
hasta que nos cortamos con ellas,

cortamos otras
miramos por fin con las manos en cabestrillo
la sangrienta escena

con una mirada
totalmente
indiferente.








Mañana (1985)

Una mañana radiante
iba Dios por la calle
y oía solamente el rumor de los ordenadores
en silenciosas torres.

Qué agradable es la ciudad;
Los robots han guardado
los restos de la gente
en depósitos cerrados.

Y sin embargo Dios no está contento.
Camina por la ciudad
como si desease
poder decir al fin:

Aún hay aquí un corazón que late.



Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor 









SNORRI HJARTARSON [9441]

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Snorri Hjartarson
Snorri Hjartarson (22 de abril de 1906-27 de diciembre de 1986) fue un escritor islandés galardonado con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico en 1981.
Estudió Bellas Artes en Oslo

Bibliografía

1934 Høit flyver ravnen. Novela
1944 Kvæði. Poemario
1945 Sol er a morgun. Kvædasafn fra atjandu öld fyrri hluta nitjandu aldar
1952 Á Gnitaheiði. Poemario
1966 Lauf og stjörnur. Poemario
1979 Hauströkkrið yfir mér. Poemario
1992 Kvæðasafn





La llama

He llegado hasta aquí
para esconderme
aquí quiero esperar
cuido una llama roja
entre mis manos
espero que se vuelva
hoguera
y me haga cenizas

1.979







A la deriva 

Manzana roja
algas negras
huerto
y playa desierta
el primer hombre
y el último

1.979


Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor 







Og ég sagði: þið eruð

þá enn sem fyr
á veginum flóttamannsveginum,

en hvar er nú friðland
hvar fáið þið leynzt
með von ykkar von okkar allra?

Þau horfðu á mig þögul

og hurfu mér sýn

inn í nóttina myrkrið og nóttina.








Í yndisleik vorsins
milli blóma og runna
situr ung móðir
með barnið á hnjám sér
andlit hennar só
bros hennar ylhlýir geislar
Rafael í allri sinni dýrð



Fegurð og góðvild
þetta tvennt og eitt
hvað er umkomulausara
í rangsnúnum heimi
Og þó mest af öllu
og mun lifa allt.




JÓN ÚR VÖR [9442]

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Jón úr Vör
Jón Jónsson (ISLANDIA, Nació el 21 Enero 1917, falleció el 4 Marzo 2000).
Más conocido como Jón úr Vör, fue un escritor, editor, librero anticuario de su ciudad y primer bibliotecario en la Biblioteca Pública.






Tranquila y silenciosa 

Tranquila vela la luz
en la mano blanca del candelabro,
suave y en silencio cruza el sol
las tierras en penumbra.

Tanta palabrería
no borrará la miseria del mundo.

Tranquilo y silencioso y en la tierra
el grano se hace pan.

1.951




Chinas 

Recuerda
esas palabras minúsculas,
pequeñas
pupilas pulidas por las olas
de la fría eternidad.

Póntelas de una en una
bajo la raíz de la lengua,
hasta encontrar al fin
aquella
que se derrita en tus labios
y se haga poesía.

1.965


Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor 









STEINN STEINARR [9443]

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Steinn Steinarr
Steinn Steinarr (nacido Aðalsteinn Kristmundsson, nació el 13 octubre 1908 y murió el  25 mayo 1958) fue un poeta islandés.
Muchos islandeses consideran a Steinn Steinarr como su mayor poeta, aunque sigue siendo casi desconocido fuera de Islandia, debido tal vez a la falta de traducciones de su poesía. En 2008, 100 años después de su nacimiento y 50 años después de su muerte, está comenzando a ganar popularidad fuera de Islandia. No sólo es muy popular entre la juventud de Islandia, sino que el interés internacional en su poesía va en aumento.

Obra:

1934-Rauður loginn brann (The Red Flame Burnt)
1937-Ljóð (Poems)
1940-Fótspor í sandi (Footprints in Sand)
1942-Ferð án fyrirheits (Journey without Destination)
1943-Tindátarnir (The Tin Soldiers)
1948-Tíminn og vatnið (The Time and the Water)
2000-Halla








Fin del camino

Por fin después de un largo día pesado
finaliza tu senda. Sentado en una piedra
recorres con tu vista el escenario
un instante.

Y recuerdas entonces
que una vez, una vez hace ya mucho,
echaste a andar desde este mismo sitio.

 1.940







Don Quijote apostrofa a los molinos de viento

Yo, el lastimoso caballero de la justicia,
yo el triste y ridículo defensor de la inocencia,
os digo:

¡Mirad!
Aquí habrá que luchar.

El Señor me dio el odio a la mentira,
el Señor me enseñó a conocer la mentira,
se disfrace como se disfrace.

El Señor me dio el apoyo de la verdad,
de la pura, profunda y eterna verdad,
aunque yo sólo la distinga a medias.

Con mi verdad a medias lucho contra la mentira absoluta.


Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor 





Don Quijote Avarpar Vindmyllurnar

Eg, hinn aumkunnarverdi riddari réttlaetisins,
ég, hinn hormulegi og skoplegi verjandi sakleysisins
segi vid ydur:

Sjá!
Hér mun nú barizt verda.

Minn Herra gaf mér hatrid til lyginnar,
minn Herra kenndi mér ad thekkja lygina,
hvada dularbúningi sem hún byst.

Minn Herra lédi mér fulltingi sannleikans,
hins hreina, djúpa, eilífa sannleika,
sem ég thó adeins skynja til hálfs.

Med hálfum sannleika berst ég gegn algerri lygi.









Lífs um angurs víðan vang
   víst ég ganginn herði,
   eikin spanga, í þitt fang
   oft mig langa gerði.


   Across life's broad plain of grief
   I surely quickened my pace;
   oh lady, in your embrace
   often I did long to be.






 Þó ég meini þetta og hitt,
   þér ég reyna vil að segja:
   þú ert eina yndið mitt
   unz ég seinast fer að deyja.



   Although I mean this and that,
   I want to try to tell you:
   you alone are my darling
   until at last I die.






 Tíminn er eins og vatnið,
   og vatnið er kalt og djúpt
   eins og vitund mín sjálfs.


   Og tíminn er eins og mynd,
   sem er máluð af vatninu
   og mér til hálfs.


   Og tíminn og vatnið
   renna veglaust til þurrðar
   inn í vitund mín sjálfs.






 Time is like the water,
   and the water is cold and deep
   like my own consciousness.


   And time is like a picture,
   which is painted of water,
   half of it by me.


   And time and the water
   flow trackless to extinction
   into my own consciousness.

 (Translation by Marshall Brement)





   UNDIRSKRIFT

   Lesendum þessarar bókar ef einhverjir eru
   Hef ég ekkert fleira að segja í raun og veru 
   Sjá hér er ég sjálfur og þetta er allur minn auður 
   Hið eina sem ég hef að bjóða lifandi og dauður. 


   Ég veit að þið teljið mig aldrei í ykkar hópi
   Og ætlið mig skringilegt sambland af fanti og glópi
   Ég er langt að koninn úr heimkynnum niðdimmrar nætur
   Og niður í myrkursins djúp liggja enn mínar rætur. 


   Ég ber þess að sjálfsögðu ævilangt óbrigðult merki
   Því örlög hvers manns gefa lit sinn og hljóm sinn hans verki
   Það var lítið um dýrðir og næsta naumt fyrir andann
   Mitt nafn er Steinn Steinarr, skáld. Ég kveðst á við fjandann.






   SIGNATURE

   To the readers of this book if any exist
   Nothing else I can tell, nothing else I can list. 
   This is all that I am, the harvest of my strife.
   The only thing I offer, dead or alive. 


   I know you will never count me as one of your class
   And conclude instead I am either a thug or an ass. 
   I have come afar from a dim and dreary place
   And into the depths of darkness my roots are traced. 


   I will no doubt be doomed for the rest of my life
   'Cause our destiny marks and colors the works we contrive. 
   The times were sparse for the spirit on every level.
   Steinn Steinarr the poet’s my name. I rap with the devil. 

             (Translation by Jon Othar)






  

STEFÁN HÖRDUR GRIMSSON [9444]

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Stefán Hördur Grímsson
Stefán Hordur Grímsson (Hafnarfjörður, ISLANDIA, 1919-2002) fue un poeta islandés modernista, uno de los llamados Poetas Atómicos. Su primer libro de poesía se publicó en 1946, pero se ganó la fama por su segundo libro de poemas en 1951; publicó un tercer libro de poesía en 1970.

Obra:

Glugginn snýr í norður, 1953,
Farvegir,  1982
Hliðin á sléttunni, 1970




Domingo 

Llega
el domingo.

Llegaste
tú.

Pájaros
de un mismo
bosque.

1.987







En la ribera 

Somos hombres en marcha
El pez asustado se oculta bajo la orilla
Huyamos de su miedo

¡Huyamos!

Nuestra muerte está asustada

1.989


Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor 






VETRARDAGUR

Í grænan febrúarhimin stara brostin augu vatnanna frá kaldri ásjónu landsins. 
Af ferðum vindanna eirðarlausu um víðáttu hvolfsins hafa engar spurnir borist. 
Litlausri hrímþoku blandið hefur lognið stirðnað við brjóst hvítra eyðimarka. 
Undir hola þagnarskelina leita stakir bassatónar þegar íshjartað slær. 









EINAR BRAGUI [9445]

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Einar Bragui
Einar Bragi (o Bragi Einar Sigurdsson) (7 de abril de 1921, Eskifjordur - 26 de marzo de 2005, Reykjavík ) fue un islandés poeta y editor. Era un modernista que fundó y editó la revista Birtingur, el principal foro para el modernismo en Islandia en ese momento.
Bragi publicó nueve libros de poesía entre 1950 y 1980. Es conocido como uno de los poetas Atómicos.
OBRA:

Eitt kvöld í júní (1950)
Svanur á báru (1952)
Gestaboð um nótt (1953)
Regn í maí (1957)
Hreintjarnir (1960, republished 1962)
Í ljósmálinu (1970)
Ljóð (1983)







El coche arrastra una vena roja

El coche arrastra una vena roja
sobre la calzada negra de la lluvia:
ovillo reluciente
que persigue la noche
siempre en círculos
en su desesperada búsqueda
de luz.
Sobre un rombo pulido
tras el vaho del cristal
se vuelven humo blanco
sonrisas, manos, labios impacientes
botellas, moscas brillantes
que vuelan silenciosas.
Un barrendero misterioso
sigue sus huellas, recoge
de la fría calzada
pájaros frioleros
peces vivos recién pescados
con su herida de anzuelo abierta.

 1.957

Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999
J. Antonio Fernández Romero es el traductor 



CECILIE LOVEID [9446]

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Cecilie Løveid Foto: Bjørn Erik Pedersen 

Cecilie Løveid

Cecilie Løveid (nacida el 21 de agosto de 1951 en Mysen i Eidsberg, NORUEGA) es una dramaturga noruega escritora y poeta. Se crió en Bergen, se trasladó a Oslo en 1987 y ha estado viviendo en Copenhague desde 1999 hasta 2011. Ahora vive en Bergen.
Hizo su debut como autora teatral en el Teatro Nacional Den Nationale Scene i Bergen en Bergen en 1982. 
Løveid está considerada como una de las más destacadas dramaturgas de Noruega. La mayoría de sus obras han sido traducidas en el extranjero. 
Una de las mejores poetas de hoy.". (Sindre Ekrem, BT).

OBRAS:

TEATRO

Tingene, tingene – skuespill (1976)
Mannen som ville ha alt – hørespill (1977)
Hvide Lam og Lille Tigerinde – hørespill (1980)
Du, bli her! – hørespill (1980)
Kan du elske? – fjernsynsteater (1982)
Måkespisere – hørespill (1983)
Vinteren rivnar – skuespill (1983)
Sug – performance (1983)
Lydia – hørespill (1984)
Dusj – opera (1984)
Balansedame : fødsel er musikk – skuespill (1984)
Titanic – skipet som ikke kunne synke – performance (1985)
Vift – hørespill (1985)
Madame Butterfly on the Beach – skuespill (1985)
Fornuftige dyr – skuespill (1986)
Sete Sange – performance (1986)
Fødsel er musikk – hørespill (1988)
Dobbel Nytelse – skuespill (1988)
Reise med båt uten båt – musikkdrama (1989)
Da-Ba-Da – danseforestilling (1990)
Badehuset – performance (1990)
Tiden mellom tidene eller Paradisprosjektet – skuespill (1991)
Barock Friise eller Kjærligheten er en større labyrint – skuespill (1993)
Konsekvens – danseforestilling (1993)
Maria Q – skuespill (1994)
Rhindøtrene – skuespill (1996)
Østerrike – skuespill (1998)
Sapfokjolen, eller Det hvite smykket som opphever mørket – hørespill (1998)
Kattejomfruen – skuespill (2001)
Visning – skuespill (2005)

OBRAS EN PROSA

Most – roman (1972)
Tenk om isen skulle komme – roman (1974)
Alltid skyer over Askøy – tekster (1976)
Mørkets muligheter – (1976)
Fanget villrose – (1977)
Sug – roman (1979)
Badehuset – tekst og foto (1990) (sammen med Lisbeth Bodd og Asle Nilsen)

POESÍA

Mykt glass – dikt (1999)
Spilt. Nye dikt – dikt (2001)
Gartnerløs – dikt (2007)
Nye ritualer – dikt (2008)
Svartere bunader – dikt (2010)
Flytterester – dikt (2012)




Un día el barco de línea se hizo pedazos 

Un día el barco de línea se hizo pedazos
la música que siempre lo acompañaba
ya no llegó a su gente.
Hay pues una nueva música a la que acostumbrarse.
Aunque una mujer
toca hermosamente el olifante en la sala Hakon
Adieu mon amour
alguien tiene que construir
nuevos instrumentos
para conseguir el singular tono
de un lenguaje roto.

1.976






Tú no eres un hombre eres un amigo 

Tu escroto que parece el bulto de una raíz es sin embargo el más hermoso.

Tú puedes regresar como un ángel sorprendido por una tormenta (¡RAYO!) y que ha perdido sus plumas,
¡puedes caer derrumbado en el gallinero sin estrépito!
y hablarme en un exótico idioma extranjero de otro polo.

Tú puedes regresar y yo podré cobrar entrada a todos los que quieran ver un ángel de verdad.

Y a todos lo que creen que pueden ser curados por ti (Tu saliva, o la hiel amarilla o los mocos, las chinches en el plumaje) pueden creerlo si lo desean.

¡Yo no soy ahora tan pobre, porque tú eres algo así como una gran atracción!

Un día las plumas te habrán crecido lo suficiente y podrás volver a volar, pero antes volarás hasta mi cama para que yo pueda echarme un polvo con un ángel, barbilla levantada como
en la publicidad de las afeitadoras, alas aleteantes como si
estuviésemos en
un velero, como si tú fueses en realidad un caballo volador o un navegante en alta mar.

Un día las plumas han crecido lo suficiente y tú vuelas, tú podrás regresar, dices, cuando el mundo en Semana Santa, una vez
se haya hecho mejor.

1.979 

Antología de Poesía Nórdica. Francisco Úriz  
Ediciones de la Torre. 2ª edición 1.999



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