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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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RAFAEL PORLÁN [9407]

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Rafael Porlán
(Córdoba, 1899-Jaén, 1945)
  
La iniciación literaria del cordobés Rafael Porlán tiene lugar en Sevilla, donde fue redactor de la revista Mediodía y participante en numerosas actividades vanguardistas (fue el principal animador del cineclub que por aquellas fechas funcionó en la capital sevillana). A partir de 1934 se instaló en Jaén, donde pasó la guerra civil y donde morirá aquejado de tuberculosis. Su primera publicación fue un brillante conjunto de aforismos, muy en la línea de los que por entonces escribían otros autores como Juan Ramón o Bergamín. Tardaría diez años en publicar su primer libro de poemas. Romances y canciones, terminado de imprimir («contra viento y marea», como se lee en el colofón) a principios de septiembre del 36, lo que sirve para explicar su escasa repercusión. «Aunque la crítica ha señalado -escribe Juan Lamillar- la influencia de Salinas y algo del mundo guilleniano, Romances y canciones deja traslucir el profundo, el severo carácter andaluz de su autor y su visión esencial y teñida de misterio de objetos, escenarios y situaciones».
La siguiente entrega poética de Rafael Porlán aparecería ya póstumamente. En la antología de 1948, sus amigos unieron bajo el título de Nuevas poesías los dos libros en los que trabajaba: un conjunto de sonetos, que marca la vuelta al orden tras los excesos vanguardistas, y otro de estilizado andalucismo -romances, coplas, décimas- que pensaba titular Ejercicios para manos pequeñas.
Inédita hasta 1983 -sólo dos poemas se publicaron en vida del autor- quedó su interesante contribución a la estética surrealista.

Obra poética

Pirrón en Tarfía, Sevilla, Mediodía, 1926 [1927, según el colofón]. Reedición facsímil en la revista Azotea (Coria del Río, 1990, con prólogo de Juan Lamillar.)
Romances y canciones, Sevilla, Mediodía, 1936.
Poesías, Jaén, Ediciones Lagarto, 1948.
Poesía y prosa (ed. de Manuel Urbano), Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1983.  
Siete sonetos y un romance inédito, Fernán Núñez, Jorge Huergas ed., 1992.
Poesía completa (ed. José María Barrera López), Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1998.

Bibliografía

BARRERA LÓPEZ, José María, «Vida y obra de Rafael Porlán», en Poesía completa, págs. 13-40.
CRUZ, Miguel, «La imagen poética de Rafael Porlán», en Mosaico de varia lección literaria en homenaje a José María Capote Benot, Sevilla, Universidad, 1992, págs. 299-311.
LAMILLAR, Juan, «Rafael Porlán: entre Racine y Lagartijo», en Clarín, núm. 20, marzo-abril de 1991), págs. 20-23.
_____. «Otro balcón más seguro (Hacia la obra completa de Rafael Porlán)», «La isla alegre», en El desorden del canto, Sevilla, Renacimiento, 2000, págs. 45-54.
ORTIZ DE LANZAGORTA, J. L., «Introducción a un destino literario», en Rafael Porlán, Prosas de un novelista inacabado, Sevilla, Biblioteca de la Cultura Andaluza, 1986, págs. 11-29.
URBANO, Manuel, «Una aproximación a la obra literaria de Rafael Porlán», en Poesía y prosa, págs. III-XLVII.


  





La vertical somnolencia

A Juan Sierra


La vertical somnolencia
que el verano atirantaba
cómo ve llegar la piedra
-piedra en el lago- de octubre!
La tierra huele señales
con narices de caballo;
desde los palos mayores
cantan el agua a la vista
las hojas soliviantadas;
hielos se rompen y velas
se rizan, por fin, al verde
soplo que las desencanta;
y aquel rostro que tan terso
clareaba en la otra orilla
del prisma -cristal de roca-
que era la calle en agosto,
vive de pronto vivido
por muchos años de lluvia.
El monumento perenne
retrocede complacido
a la era de sus croquis;
y ese amor a la aventura
que estrena la geometría,
y esa prisa de los brazos
por salir de entre cadenas,
sólo copian una prisa
de otras veces, de otra vez
en que canta el mismo barco
su libertad por los mares,
con rumbo a los mismos hielos
que volverán a cuajarlo
en el sueño de un tapiz
cuando dé la vuelta al mundo.

[Romances y canciones]
  






La vida mística de los peces

 Quién sabe qué vida vive lo que no hace más que ir por su camino
Con los ojos vendados como un grifo corriendo en una casa deshabitada
O con el éxtasis activo de una esmeralda siempre en su guarida
Siendo y siendo no obstante su destierro de los manuales de conservación
Para la vista de aumento no existen alrededores
Nada fertiliza al pensamiento como la poda de los brazos
Y la ausencia de piernas es la distancia más corta entre dos puntos
Con tal de que no estén en un mismo paisaje
Quién podría volar con alas
Toda carne se lima por la rotación como los astros
A fuerza de viajar alrededor de sus permisos
Cada choque de un cuerpo contra la esquina de su sangre
Le enseña a buscar salida por el agujero de una mutilación
Así van dirigidos y pavorosos rumiando
La historia en mil volúmenes de la brizna de hierba
Ya con forma de tumba para resolver problemas de ajedrez
Densos de amor a distancia y ocupaciones japonesas
Siempre recién lanzados del arco que ellos saben
Hacia las yedras de sangre blanca hacia las sombras
Sin sombra mercuriales Budas vivos

  




   


Gratitud a los muertos

 Oyendo bien, se escucha su paciente
labor entre los negros espesores
para que los tomemos como flores
o para consolarnos como fuente.

Sintiendo bien, lo trémulo se siente
del tacto con quien ciñen rondadores.
La marcha de su yedra de rumores
suena, como reló, familiarmente.

¡Dulce pueblo que espera y acompaña
tras el temblor sin aire de la rosa
y el nocturno crujir de la madera!

Prendido por su viva telaraña,
siento lo vegetal de toda cosa
crecer bajo su tibia cristalera.

  







A Orfeo

Imitación de Rilke



 ¿Cómo no ver en ti lo que sustenta
la sola fortaleza que no yace
si el mundo como nube se deshace
o rómpese en furor como tormenta?

Cuanto por inmutable nos contenta
sigue el ayer perfecto de que nace.
No hay cúpula de fe sin que la trace
la calma que tu mármol fundamenta.

No dura más que el humo de su hora
lo que en amor se funda, si parece
de puro Dios la llama que levanta.

Ni salva de morir lo que se llora
ni siquiera lo muerto permanece.
Sólo sigue de pie lo que se canta.








El mundo

 El mundo ya vivido
por otros, arrugado,
maltrecho por el suelo,
¿cómo has podido tú
curármelo, ponerlo
nuevo, como una plana
matinal, donde llego
a escribir, como todos,
los nombres de las cosas
con letras de colegio?

[Poesía completa]






JONATHAN VELÁSQUEZ [9408]

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Jonathan Velásquez
El Salvador 1987.

Licenciado en Ciencias Jurídicas, es miembro fundador del taller Literario «Quino Caso»,(2005). Director de Pirata Editores, proyecto de publicaciones artesanales y de Pirata Cartonera. 
Ha publicado Tres Palabras (2005), Herbario (2006) y la Catedral del Genocidio (2009), poemario traducido al inglés por la Universidad de Deapauw, Indiana, Estados Unidos, en colaboración con el poeta Joe Heithaus. 
Ganador del Concurso Internacional de Poesía «Gabriel García Márquez», Vancouver, Canadá (2007), poemas suyos aparecen en la Antología Hispanoamericana Azul Verde….Verde Azul, (Editorial Conpalabra, Baranquillas, Colombia, 2009) en la Antología de Poesía Joven salvadoreña;» Una Madrugada del Siglo XXI (Vladimir Amaya, 2010), ha participado en festivales y lecturas en varios países, poemas suyos han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales y en inglés en la revista Tipton Poetry Journal, USA. 
Jonathan actualmente vive en una de las más violentas ciudades del mundo.




Poemas para revivir los muertos





Dedicatoria:
a mi madre por el regalo de la vida y su enorme sacrificio.
a mi padre por su amistad interminable
a Beth Tellman por enseñarme otras formas de morir.
a todos los asesinados en El Salvador y en el mundo.




Emboscada

Mañana cuando sea necesario
empuñaremos nuestros libros
y dispararemos desde el pueblo
los poemas de amor más furiosos de la historia.
Como francotiradores
heriremos de muerte
el corazón oscuro de nuestros enemigos.







Profetas

Yo maldigo a los que hacen de la palabra
una metralla contra el pueblo,
de los que se afaman de poetas,
bajo la sombra de los muertos,
los que dicen cualquier cosa
entre las hojas de sus libros.
Yo maldigo a quienes
como perros heridos
y hambrientos
buscan en medio de la noche
el mejor hueso
entre las calles.









Los rostros de la ciudad

La ciudad es un infierno de concreto negro
lleno de demonios plásticos y cabello oscuro
la ciudad es una mancha de humo gris
que apuñala los pulmones hambrientos de los niños.
La ciudad es una jauría de lobos invisibles
esperando la muerte de nuestros sueños
para despedazarnos a plena luz del mediodía
la ciudad no es más que un torbellino de lobos
disfrazados de ovejas en pleno infierno de concreto.






Semáforo I

Una mujer dibuja su sexo
con la sonrisa de su falda,
el semáforo está en verde
su sonrisa detiene el tráfico.



Semáforo II

Un anciano disfrazado de fantasma
pide una limosna en el semáforo
el semáforo esta en verde nadie se detiene.



Semáforo III

Un niño fue atacado a tiros en la calle
el semáforo esta en verde su sangre lo vuelve rojo
todos esperan el cambio de luces
nadie se detiene para saber si el niño aún respira.



Semáforo IV

Alguien murió
en cualquier parte esta noche
el triste semáforo dibuja
con el rojo corroído de su sangre
la sombra inolvidable de otro hombre,
de otro niño, de otro anciano,
de otra madre en el asfalto.
Todos pasan… como olvidados signos nadie se detiene…






Credos

Creo en la vida,
en la clase proletaria,
en el campesino,
en los niños.

Creo en vos,
en tu sonrisa,
en tus manos
con sabor a barro
creo en vos mujer,
en tu luz
y en tu vientre.
Creo en vos estudiante
en tus libros y tus luchas,
en tu risa y en tu fuego.
Creo en el poder de la sangre y la palabra
en la pólvora obrera y en los sindicatos
creo en vos patria
sin ataduras ni cadenas,
sin fronteras y sin razas,
sin banderas ni colores.
Creo en vos patria
floreciendo con la lluvia,
resucitando con el puño en alto
como un soldado que vuelve victorioso de la guerra.





A Rafa y Juan Carlos
Asesinados a tiros mientras trabajaban

Los labios clandestinos de una bala
besaron con la lluvia el silencio de sus almas
dos hombres dejaron de serlo
se volvieron epigramas sobre el rostro de la tierra.
Hombres de maíz brotan de su sangre
orquídeas rojas anuncian el viaje sin retorno
a lo lejos alguien pronuncia el nombre
que los llama desde el otro lado del espejo.
Dos hombres dejaron de serlo
ahora son primera plana en algún diario
guerreros de luz que olvidaron sus maletas y sus alas…







Cotidianamente

Dios también se emborracha,
pasa el invierno envuelto en cartones,
duerme bajo un puente,
camina por las calles y es víctima de un robo.
Si, el también deambula por los parques
pide limosna en una esquina, hurga la basura
o es soldado en una guerra.
También él se fuma un cigarrillo,
va por la plaza en bicicleta
disfrazado de niño sin infancia.
Va mugroso y harapiento
silbando por la calle
con el estómago vacío.




Asesinato

El hombre está muerto y no lo sabe aún,
rencor y odio navegan por sus putrefactas venas,
su corazón es devorado por gusanos
y sus labios mutilados por espadas fieras
una negra esfera cubre su mente corroída
la miseria carcome sus huesos y los buitres su cancerosa piel,
el hombre está muerto y no lo sabe aún
legiones de demonios hacen fiesta en sus pupilas,
la muerte fluctúa en el trapecio de su frente
y en un sorbo se bebe el infierno.
Camina sin sentido va de un lado a ningún otro
se fuma su alma en una esquina,
muere despacio el hombre,
sin saberlo el egoísmo ha decapitado sus sueños.
Su reseca piel se traga al sol
y su espalda cansada es azotada por el tiempo,
el mundo emboscó su corazón
le asesinó a sangre fría.
El hombre está muerto y no lo sabe aún.





Niños muertos

Allá están nuestros niños
regalando sus sonrisas en los buses de la muerte
besando con el rostro de sus pies descalzos
los labios mustios de la calle
allá están nuestros niños
quebrando con su llanto el espejo de la sangre
reviviendo con su grito horripilante
los demonios invisibles de la lluvia.





Poema cinco

Y si ahora fuera el último día de mi vida
y la muerte susurrara mi hora en todos los relojes de la tierra
y la noche con sus negros labios
besara mi calcinado cuerpo y sus poemas
y si una bala atravesara mi cráneo
y me desvaneciera con la lluvia y sus milagros
y si fuera el hombre que se volvió noticia
y si ahora la muerte quemara con su canto
las iniciales de su nombre en mis blanquecinos labios
me bastaría verte a los ojos
para vencer el mundo y regresar victorioso del infierno.






Cuando el reloj asesina el alma de un pájaro

El reloj respira lentamente en medio de la sala
como un anciano que espera la llegada de la muerte,
llueve y el sonido de la lluvia
es como el de un mar de espejos
explotando en mil pedazos….
Llueve, tras la ventana nada es igual sin tu presencia,
pareciere que el mundo se ha detenido para siempre
o el siempre se ha detenido para el mundo,
extraña es esta sensación de querer ser lluvia,
de acariciar el vientre de la tierra con los labios de llovizna,
buscar por la ciudad tu sonrisa de semáforo,
tu cuerpo de nocturna orquídea,
tu silencio de ataúd de sándalo,
tus manos de azules mariposas…
Llueve y es extraño, no la lluvia ni las lágrimas,
la danza de la muerte conjurando nuestra sangre,
llueve y es extraño este frío en lo profundo de mis huesos,
esta soledad amarga de tu ausencia,
este aroma a canela que dejaste en mi almohada…
El reloj respira lentamente,
como niño atropellado en una calle cualquiera,
como madre que se marcha con la frente en alto de la vida,
como el migrante cuando dice adiós entre la tarde…
Llueve y no sé pero se me ocurre que la lluvia
son tus manos que me besan,
que el viento es el contorno de tus labios,
que este frío en mis huesos es el azul de tus pupilas…
Es extraño no está soledad de invierno en primavera,
estas palabras de piedra y de relámpago,
sino el sabor a tarde de tu cuerpo,
el sonido del eco de tu risa resonando en mis entrañas,
el beso de tu alma entre la mía. Llueve despacio,
las ranas y los sapos cantan su rapsodia preferida,
¡clock ¡ ¡clock el sapo-reloj canta su canto,
alguien ha muerto ¡ lo sé¡
sangre brota de la tierra,
¡clock ¡ ¡clock¡ el reloj-sapo,
dice sus secretos…. Alguien ha muerto lo sé
¡clok¡ ¡clock¡ el reloj, ¡clock¡ ¡clock¡
el sapo, el sapo –reloj y su canto de sirenas muertas,
clic clic, la lluvia y sus mensajes de olvidados mundos
y antiguos alfabetos,
extraña esta sensación de estar muerto,
abrir la puerta, encender la luz,
despertar bajo el violín de la tormenta
y recordar que ella se ha marchado
sin lluvias y relojes…



VITA SACKVILLE-WEST [9409]

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Vita Sackville-West

Victoria Mary Sackville-West, La Honorable Señora Nicolson, (Knole House en Sevenoaks, Kent, 9 de marzo de 1892 - 2 de junio de 1962), conocida como Vita Sackville-West, fue una poetisa inglesa, novelista y jardinera. Su largo poema narrativo, La Tierra, ganó el Premio Hawthornden en 1927. Lo ganó una vez más en 1933 con sus Collected Poems, y hasta el momento es la única pérsona que ha ganado el premio dos veces. Ayudó a crear su propio jardín en Sissinghurst, Kent, que proporciona el telón de fondo al Castillo Sissinghurst. Famosa por su vida aristocrática, su fuerte matrimonio, y sus romances con mujeres como la novelista Virginia Woolf.

Sackville-West nació en Knole House en Sevenoaks, Kent, y su primer amor fue con esa antigua y enorme casa, porque al ser mujer, no podía heredarla, lo que le afectó el resto de su vida. Fue la hija de Edward Lionel Sackville-West, III barón de Sackville y su esposa Victoria Sackville-West. Bautizada con el nombre de "Victoria Mary Sackville-West", fue conocida como "Vita" a lo largo de su vida. Era descendiente de Thomas Sackville, y nieta de una bailarina española, por la que sintió fascinación. Su retrato fue pintado por Philip de Laszlo en 1910.

Vida personal, matrimonio y bisexualidad

Vita Sackville-West fue una mujer compleja de profundas pasiones. La más duradera fue con su marido Harold Nicolson, pero también mantuvo relaciones lesbianas.

Matrimonio

En 1913, Sackville-West se casaba con Harold Nicolson, y se traslaba a Cospoli, Constantinopla. Nicolson fue en diferentes momentos diplomático, periodista, radiodifusor, miembro del Parlamento británico, autor de biografías y novelas. Ambos Sackville-West y su marido tenían relaciones con personas de su mismo sexo, consentidas en lo que llamaríamos un matrimonio abierto, cosa común entre los miembros del Grupo de Bloomsbury. Estas no eran impedimento para una verdadera cercanía entre Sackville-West y Nicolson, como se desprende de su correspondencia casi diaria (publicada después de su muerte por su hijo Nigel), y de una entrevista que concedió a la radio BBC después de la Segunda Guerra Mundial. Ambos se querían e incluso Nicolson renunció a su carrera diplomática en parte para poder vivir con Sackville-West en Inglaterra. Regresaron a Inglaterra en 1914 y compraron Long Barn, en Kent, que ocuparon entre 1915 y 1930 y donde trabajó su amigo el arquitecto Edwin Lutyens para ayudar a diseñar un pequeño parterre. La pareja tuvo dos hijos: Nigel, también político y escritor, y Benedict, historiador de arte. En la década de 1930, la familia adquirió el Castillo de Sissinghurst, cerca de Cranbrook. Allí crearon el famoso jardín, que ahora es administrado por la National Trust, que administra los lugares de interés histórico.

Relación con Virginia Woolf

El amor por el que Sackville-West es más recordada fue con la destacada escritora Virginia Woolf a finales de 1920. Woolf escribió uno de sus más famosas novelas, Orlando, descrita por el hijo de Sackville-West, Nigel Nicolson, como "la más larga y encantadora carta de amor en la literatura".

Otras relaciones

Vita Sackville-West también tiene un apasionado romance con Hilda Matheson, directiva de la BBC, entre 1929 y 1931.
En 1931 Sackville-West tuvo un romance con la periodista Evelyn Irons. También tuvo un romance con su cuñada Gwen St Aubyn, Mary Garman y otros que no figuran aquí.

Obra Literaria

"The Edwardians" (1930) y "All Passion Spent" (1931) son quizá sus novelas más conocidas hoy en día. En la última, la anciana Lady Slane se enfrenta a los convencionalismos para vivir una vida en libertad. Esta novela fue fielmente dramatizada por la BBC en 1986, protagonizada por Dame Wendy Hiller.

Poesía

A Dancing Elf (1912)
Poems of West and East (1917)
Orchard and Vineyard (1921)
The Land (1927)
The Garden (1946)

Novelas

Heritage (1919)
Challenge (1923)
Passenger to Teheran (1926)
The Edwardians (1930)
All Passion Spent (1931)
The Dark Island (1934)
Grand Canyon (1942)
The Easter Party (1953)

Biografías y otros trabajos

Passenger to Teheran (1926)
Knole and the Sackvilles (1922)
Saint Joan of Arc (1936)
Pepita (1937)
The Eagle and The Dove (1943)
Daughter of France: The Life of Marie Louise d'Orleans (1959)






LOS GATOS MÁS GRANDES

Los gatos más grandes con ojos dorados 
Miran afuera entre los barrotes. 
Hay desiertos y diferentes cielos 
y noches con diferentes estrellas. 
Rondan por las montañas aromáticas; 
Con igual ferocidad matan y se acoplan 
Y mantienen libre la voluntad 
Para vagar, vivir y beber hasta saciarse; 
Pero más allá de su entendimiento 
Esto sé yo: 
El hombre quiere un poco y morirá por mucho tiempo.

Estas especies a través del desierto moran 
Donde los tulipanes florecen entre piedras,
Ignorando que sufrirán cambios 
O que los buitres picotearán sus huesos. 
La fuerza es eterna para ellos, 
Gobiernan el terror de la noche, 
Cazan el ciervo en su fuga 
Y con arrogancia hieren; 
Pero yo soy sabia sí ellos son fuertes: 
El amor de los hombres es transitorio como es larga la muerte.

Mas ¡qué poder de engaño!
Mi entendimiento se ha transformado en esperanza, 
En este instante creo 
En el amor y me burlo de la muerte. 
Vine de ninguna parte y seré 
fuerte, inmutable, rápida eternamente. 
Soy un león, una piedra, un árbol, 
Y como la estrella Polar en mí 
Está clavado mi constante corazón en ti. 
Ah, quede yo para siempre ciega 
Con leones, tigres, leopardos y sus semejantes.

(Traducción de Silvina Ocampo)
Revista Sur Nº153/6 - 1947





The Greater Cats

The greater cats with golden eyes
Stare out between the bars.
Deserts are there and different skies,
And night with different stars.
They prowl the aromatic hill,
And mate as fiercely as they kill,
And hold the freedom of their will
To roam, to live, to drink their fill;
But this beyond their wit know I:
Man loves a little, and for long shall die.

Their kind across the desert range
Where tulips spring from stones,
Not knowing they will suffer change
Or vultures pick their bones.
Their strength’s eternal in their sight,
They rule the terror of the night,
They overtake the deer in flight,
And in their arrogance they smite;
But I am sage, if they are strong:
Man’s love is transient as his death is long.

Yet oh what powers to deceive!
My wit is turned to faith,
And at this moment I believe
In love, and scout at death.
I came from nowhere, and shall be
Strong, steadfast, swift, eternally:
I am a lion, a stone, a tree,
And as the Polar star in me
Is fixed my constant heart on thee.
Ah, may I stay forever blind
With lions, tigers, leopards, and their kind.



SOLJA KRAPU [9410]

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SOLJA KRAPU


Presentación y traducción: Lilian Fernández Hall

Solja Krapu nació en Finlandia en 1960. A los 16 años se mudó al norte de Suecia con su familia y se instaló en la ciudad de Umeå, donde todavía reside. Krapu es considerada una veterana en el contexto de la Poesía Slam en Suecia: a través de sus contactos con Erkki Lappalainen, participó en la organización de los primeros concursos de Poesía Slam en el país, y fue la ganadora de los dos primeros campeonatos formales (1997 y 1998). Es la única mujer que ha ganado el título dos veces. Ha sido también ganadora de una variante llamada “Improesía” donde el poeta sube al escenario e improvisa sobre un tema.
Solja Krapu es una artista polifacética: ha escrito poesía, novela, literatura infantil y libros para uso escolar. Recorre continuamente el país con sus actuaciones y lecturas de poesía. Es además artista plástica y profesora de dibujo y pintura. Ha publicado los poemarios Jag behöver busschauffören (Yo necesito al conductor del autobús) en el 2003 y Det började så oskyldigt med diskbänken (Todo empezó tan inocentemente en la cocina) del 2006. Su novela Mogen för skrubben (Lista para empuñar el trapo de piso) se publicó en el 2005. Con su primer libro para niños Lille Ville (Guillermito) de 2005, ganó el premio Slangbella como el mejor debut del año en literatura infantil. Actualmente prepara su segunda novela. Esta poeta (que tiene como favorita y guía la figura de la poeta suecofinlandesa Edit Södergran) ha sido llamada una poeta de lo cotidiano, con humor y chispa.

A más de diez años de su participación intensa en este movimiento poético, Solja Krapu sigue interesada en toda presentación escénica o gira que le permita interpretar sus textos live frente al público. Cree todavía en la fuerza de la palabra hablada, y afirma que la Poesía Slam puede continuar viva y desarrollarse solamente si encuentra continuas formas de renovarse. “Lo peor es caer en un molde fijo”, dice. La pluralidad de voces, el surgimiento de nuevos talentos, es indispensable para que la Poesía Slam siga siendo un factor de relevancia en el desarrollo de las jóvenes generaciones de poetas. Krapu puntualiza la importancia de mantener abierta a todo tipo de impulso a esta forma popular de poesía, evitando que se convierta en una burbuja, en un mundo aparte, aislado, sin contactos con otros actores en el panorama de la poesía actual: en ese caso no sería distinta a ese reducido número de poetas cultos que sólo escriben para ser leídos por sus colegas y algún que otro crítico. Solja Krapu suele también puntualizar lo inusual del éxito de los Poetry Slam en Suecia, un país en el que, por tradición, las competiciones son mal vistas. Le adjudica este éxito al ambiente distendido y abierto a los nuevos impulsos que ha caracterizado hasta hoy al movimiento de Poesía Slam sueco. La Poesía Slam en este país ha crecido, madurado y ocupado nuevos espacios, afirma Krapu, ya nadie frunce el ceño al escuchar este término. Nuevas agrupaciones y nuevos foros se abren continuamente. Los poetas actuales tienen un manejo de la escena que no tenían los de hace diez años atrás. Según Krapu: “la poesía Slam ha formado la poesía actual de Suecia”.

Un tema sobre el cual Solja Krapu ha discutido mucho es por qué las poetas mujeres ya no alcanzan hasta la cima en el contexto de los Poetry Slam. Además de Krapu, sólo la poeta Irene Karlbom ha sido ganadora del campeonato nacional. Muchas jóvenes poetas se destacan en las competiciones pero siempre son hombres los ganadores finales, por lo menos en los últimos años. Krapu no tiene una respuesta concreta, pero espera que la escena de la Poesía en Voz Alta pueda albergar tanto a poetas hombres como mujeres, y que la imagen del poeta Slam no se haya estancado en la figura del joven rebelde.
Dice Solja: “El humor es mi linterna en la oscuridad, hasta los macarrones pueden ser objeto de profundas disquisiciones poéticas. A mi parecer, no hay temas elevados y temas de menor valía. Lo de todos los días: eso es la vida”.






Tales personas

No abundan tales personas
con las que se podría tener ese
contacto directo
donde sólo una mirada
es un cable de acero puesto a temblar

Quizás no hubo ninguno de ésos
en tu clase en la escuela elemental
nadie que estuviera parado
observando a la gente un viernes a la noche
en el Dragón Azul
Ninguna de esas personas en el radio que abarca la mirada

Esas personas están dispersas al azar
a lo largo del tiempo
y a lo ancho del mundo
Quizás alguien tenía como
el proyecto de su vida el buscarte
aunque demasiado temprano
o demasiado tarde
y en un lugar completamente alejado
contando desde tus pies

Y tú estás ahí sentado
en una silla pintada de amarillo
en una casa de campo solitaria al borde de una tala
Quizás existan siete u ocho
personas apropiadas para ti que
exactamente ahora suben y bajan en una escalera
en un pasillo cargado de ecos
con una taza de café vacía
y que no pueden hacerse a la idea
de pedir prestado un poco de pan rallado
a ninguna otra persona
más que a ti

Y él, ése allí que vive en pareja tan feliz
él quizás eligió así
como se elige entre distintos tipos de polvo para lavar la ropa.









Si te llevo conmigo de viaje

Si te llevo conmigo de viaje
si cuento una historia
son otras las reglas en vigencia

Ninguna meta sobreentendida
ningún terreno delimitado
ningún orden lógico de sucesión

entonces —
estamos de acuerdo:
desabrocha el cinturón del pensamiento
sobre todo en el despegue y el aterrizaje

si yo cuento una historia
no hay ninguna gramática a la cual amarrar las palabras
ninguna ordenanza cronológica
ninguna adecuación
u horario

entonces —
estamos de acuerdo:
puedes bajar la ventanilla
Y asómate con gusto hacia afuera










Mucho

Una buena cantidad de cosas uno ha pasado
visto y vivido
y experimentado
Andado a lo largo de algún que otro empedrado lluvioso
mordido una que otra uña
perdido uno que otro transporte y alcanzado otros

Algunas tristes realidades uno ha experimentado
y recién entendido
cómo la una tiene que ver con la otra
y uno ha sobrevivido desilusiones
y mantenido el buen humor
y cuando los filtros de café se acababan
entonces se han usado servilletas
Raspar el hielo del parabrisas
tantas mañanas heladas
Y se ha aguantado uno
Y se ha rebelado
no
con la frecuencia
suficiente

Vivido y visto
y mucho se ha visto
pasar de largo
muchas posibilidades
dejadas de lado
y aprovechado otras
tan pocas veces

Muchos canastos habidos de ropa sucia
cargas llevadas
kilómetros recorridos recogiendo cosas
Mucho ha sido importante
y grandioso
y mucho se ha convertido en pequeñeces
cuando
se hace la cuenta final

Hemos comido hamburguesas
y cómo
quema la lengua los labios la garganta el paladar
un omelette delgado
en un restaurante hindú en una gran ciudad
se aprende
Y que hay diferencia entre el rábano picante y el jengibre
hemos experimentado
y cómo las estaciones se suceden
más y más rápido y se neutralizan las unas a las otras
hemos visto
y el ruedo de los pantalones vuelve a ser ancho de nuevo
por no sé cuántas veces ya en orden

Acumular cosas
hemos hecho
y si no nos hemos mudado con frecuencia
casi todo permanece y comienza a echar raíces
Uno recuerda erróneamente mucho
y de buena gana
uno recuerda en forma selectiva y
subjetiva
y se tiene casi siempre una gran comprensión por aquello
que uno mismo ha provocado
Sí, es suficiente con lo pasado
Y cuando personas adultas dicen
que son nacidas —ochenta y uno—
entonces uno piensa que ya se ha vivido
Un Buen Rato

Y morir igual no se quiere
no todavía
no por un buen rato
porque sería tan triste de todas maneras
y nunca se sabe
no se sabe
nunca
se sabe
Puede haber todavía cosas olvidadas
en los bolsillos de las chaquetas arrumbadas:
un chicle
una moneda de cincuenta centavos
la llave desaparecida del candado de la bicicleta








Quiero creer en Zanzibar

Kuala Lumpur      
Zanzibar
Abu Dhabi
Yo sé que esos nombres urdidos de las fábulas
son sólo denominaciones de
lugares corrientes para justo esa parte del mundo
y ciudades
quizás países a veces
y paisajes
Uno que otro río completamente ordinario
—para esa zona ordinario, digamos—
o una montaña, normal para ese tipo de naturaleza
puede también tener un tal
nombre
urdido de las fábulas
Que inclusive con Mármara y el Bósporo
Casablanca y Montevideo
¡Surabaya!
¡Eldorado!
uno puede tener una relación
completamente neutral y racional
y no como yo cuando viajo con el dedo índice
y la alfombra voladora
Y no imaginarse nada
No esperarse nada que quizás
sólo haya sido una conjetura, una expectativa
un rumor de algo único
urdido de las fábulas
urdido de
No
la cabeza fría los pies sobre la tierra los puños sobre la mesa
y al diablo Shangri-La
Shangri-La puede borrarse de la faz de la tierra
Hay que ponerse en guardia realmente ponerse en guardia
estar alerta
tener cuidado
No hay que atreverse tan lejos como hasta
Samarkand (que queda en Uzbequistán por si no lo sabías)
y no se debe en absoluto robarse un cartel de tránsito con ese nombre
y llevárselo de contrabando en la valija
(aunque hubiera sido más práctico con una mochila)
en un vehículo todoterreno a través de un paisaje seco y bamboleante
en shorts color caqui
y control de pasaportes y vuelos con escalas en
numerosos lugares
para colgarlo —el cartel, digo—
en una pared de casa
Esto conduce irremediablemente a desengaños
ya se sabe
Y no es bueno

Pero yo quiero y no sé nada más
Quiero creer en Zanzíbar
y Ulan Bator
Quiero creer en la Sierra Madre
Surinam
Sargasso
y Katmandú
Dar es Salaam
Alma-Ata
Acapulco
Ipanema
Timbuktu
Titicaca
Koko Nor
y Kalahari
En el Danubio
y Sulitelma
Hasta en las Montañas Rocosas quiero creer
el Valle de los Reyes
el Pasaje de San Gothard
el Dogger Bank
el cabo sur de Öland
Metrópolis
Atlantis
y el Edén






Arena y grava

Arena y grava
en el piso de la sala de espera de la estación
Arena y grava
donde todo el cortejo matrimonial se arrojó boca abajo
Tánta arena y grava
en el piso de la sala de la estación
ella no la había
visto nunca
antes
Y nunca había llevado
vestido de novia
nunca antes
Tampoco nunca
lo había llevado
Y era tánta la arena y la grava
y él cubriendo su cabeza
su mejilla sobre arena y grava
y el vestido de novia sobre
arena y grava
en la sala de espera de la estación
donde todo el cortejo tumbado
boca abajo
y todo el piso zumbó
Pero ella no tenía nada de miedo
pero el vestido
que nunca antes llevó
y la mejilla contra las tablas
y él con su mano oprimiendo su cabeza
Y el piso zumbó
como antes lo escuchara
Sin miedo pero
miedo por el vestido
Miedo por la mejilla
Porque la vida no podía terminar ahora
sino comenzar
Y él y ella fueron la última pareja en salir





Dame una zona pedregosa

Querido
no es mucho lo que te pido
pero dame una zona pedregosa
dame tu axila
quédate en casa conmigo
cuando las placas continentales se desplacen
dame una isla de tamaño mediano
muéstrame algunas ciudades
dame espacio
un vestidor tal vez
ánclame
dame ternura
tiérname
axílame
muéstrame un pedazo de tierra donde estar parada
un reclamo
un lugar olvidado
un amarradero en el campo
no es mucho que pedir
ni mucho pretender
pero dame vivencias cercanas a la religiosa
dame teatro
y un poco de entusiasmo
condúceme
señala un pino que baile
dame todos los aciertos y ningún error
cárgame
méteme en una lata
abre la tapa
abre
sé mi boya en el agua
dura
condúceme por donde el día da vuelta
tiérname en tu axila
secuéstrame
protégeme
misertiérname
misertierna
péiname
sostiene mi cabeza
dame una zona pedregosa
desentierra mis pies
sobrevíveme
dame aliento
y todos los motivos
aumenta mi calidad de vida
mantente despierto mientras yo duermo
déjame invernar contigo
llévame a casa
consérvame
prepárame un bocadillo
viaja conmigo
viájame
mantenme erguida
dame un subterráneo






Necesito un conductor de bus

Necesito
el conductor de bus
Que no parta según el horario
aunque SÉ que estoy retrasada
corro sobre la senda congelada
con cartera bolso bolsa portafolios chal
sin alcanzar
a cerrar mi abrigo
el conductor de bus necesita:
de su mujer
que le permite ser el primero en leer el periódico
cada mañana
alisar con el café noticias sin abrir
la mujer del chofer necesita:
de la vecina
la señora del portal de al lado
hacia donde correr
para pedir tres huevos y salsa de soja
para el nasi goreng plato favorito en la familia
y funciona tan bien así
no hay problemas
y no causa ningún problema
la señora necesita
del guardia
que echó arena en la pendiente helada
y claro que el invierno ya fue
y ahora vamos otra vez hacia tiempos mejores

el guardia necesita:
a la chica que dice hola
con la que cree coquetear
-uno es todavía bastante atractivo-
pero siempre un caballero

la chica necesita:
su mejor amiga
con la que habla tan largo por teléfono
que el brazo se duerme pero por dios lo peor
si lo hubieses visto
y tú eres alguien en quien
una puede confiar
siempre

la mejor amiga necesita:
de su mamá
que le presta el suéter a pesar de que es nuevo
y que no ha alcanzado a usar aún
y por favor sé buena
y vuelve a casa antes de que sea de noche
y recuerda llamar
y estás segura de que no quieres que te vaya a buscar
y por cierto hace frío

la mamá necesita:
la peluquera a la que siempre va
a hacerse permanente
y tal vez podría hacerse mechitas
esta vez
y cortarse las puntas
y qué cosa hará para año nuevo
y mi cuñado y cuñada vendrán
y entonces acostumbro a preparar gratinado
del que puedo darte
la receta

la peluquera necesita:
de su hijo mayor
que suele ser tan bueno con las hermanitas
y traerlas del kinder cuando ella termina tarde
y a veces hasta dejarlas por la mañana
aun a riesgo de que
él mismo llegue tarde al colegio
Yo soy su profesora.
Él me necesita.

Pero si lo rezongo
sin saber por qué ha llegado tarde
tal vez él
dejará de colaborar
con las hermanitas
y su mamá andará estresada
y arruinará el cabello de su cliente habitual
que se sentirá frustrada
y ya no prestará el suéter a su hija
que habla mal de su mejor amiga
que muestra el dedo al guardia, ese viejo verde
que olvida echar arena en la senda
para que la señora resbale y se golpee la cabeza en la escalera de cemento
y ya no se pueda mover ni entrar en la tienda
y ya no tenga huevos ni salsa de soja en casa
y así el nasi goreng de la vecina
no quedará como de costumbre
y crea una crisis matrimonial
y ella toma el periódico matinal ella primero esta mañana
y así su marido que es
conductor de bus
se pone majadero
y empieza el turno según el horario
aunque yo llegue corriendo
sobre la senda congelada con
cartera bolso bolsa portafolios chal
no alcancé
a cerrar el abrigo
y arranca
y la rata en la cuerda
y soy yo
la que llega tarde al colegio


Poemas de Jag behöver busschauffören. Dikter (Yo necesito al conductor del autobús. Poemas). Estocolmo, Ord & Visor, 2002.






ROSARIO DE ACUÑA [9411]

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Rosario de Acuña
Rosario de Acuña y Villanueva (Madrid, 1 de noviembre de 1850 - Gijón, Asturias, 5 de mayo de 1923) fue una escritora y publicista española.
Rosario de Acuña es una escritora en cuyos trabajos se advierte un militante y vanguardista pensamiento feminista, sorprendente dada la época y, por tanto, polémico, que, junto con sus convicciones republicanas y su apasionada defensa de la libertad y el humanismo, le iban a ocasionar graves contratiempos a lo largo de su vida.
Nacida en el seno de una familia acomodada, Rosario de Acuña, hija de Felipe de Acuña y Solís y de Dolores Villanueva y Elices, recibe una educación amplia, muy cuidada y esmerada, siendo la suya una formación familiar y autodidacta, tutelada por su padre.
Muy pronto se despierta en ella la vocación literaria y empieza a escribir versos. Su primera colaboración aparece en 1874, en una revista popular y de gran difusión, La Ilustración Española y Americana. En febrero de 1876 se estrena en el Teatro del Circo de Madrid su primera obra de teatro, Rienzi el tribuno, que obtiene un éxito clamoroso y la da a conocer al gran público. Esta pieza, que era una llamada a la libertad en un momento poco propicio para ello, llama mucho la atención y merece el interés de la prensa de la época y el elogio de críticos tan acerados como Clarín.
Rosario de Acuña decide vivir en Pinto (Madrid) donde construye una casa "Villa-Nueva". Dos meses después de su brillante estreno teatral, contrae matrimonio con un joven de la clase media-alta madrileña, el teniente de Infantería Rafael de Laiglesia y Auset. Antes de terminar el año el matrimonio se instala en Zaragoza, ciudad a la que es destinado el militar. La relación no le proporciona la felicidad deseada, por la infidelidad del marido, por lo que se refugia en la escritura, estrenando otros dos dramas, Tribunales de Venganza y Amor a la Patria, a los que sigue una obra de gran belleza, La siesta (1882). A partir de 1884 la separación del matrimonio es un hecho. Además, en 1901 enviudará.
Que Rosario de Acuña fue una mujer adelantada a su época lo demuestra su intervención en el Ateneo de Madrid, cuyas tribunas nunca habían estado abiertas a las féminas. En la primavera de 1884 protagoniza una velada poética que también fue controvertida.
Por entonces ya es una escritora muy conocida, con abundante obra publicada (prosa, teatro, lírica) y asiduas colaboraciones en los principales diarios ( El Imparcial, El Liberal... y revistas españolas ( Revista Contemporánea, España...).
También hay un progresivo acercamiento suyo a los sectores sociales y culturales que apoyan los republicanos y más afines al libre pensamiento que, en aquel tiempo, defendía la separación de la Iglesia y el Estado.
La polémica que rodea a Rosario de Acuña la alimenta ahora (1886) su iniciación en una logia de adopción masónica, la Constante Alona de Alicante, con el nombre simbólico de Hipatia, que nunca abandonará pues en la firma de escritos suyos va a aparecer solo o junto a su verdadero nombre. Entre 1886 y 1890 su vida es muy agitada: viaja, conoce gente, propaga los ideales de la masonería, se prodiga en recitales y discursos por Galicia, Asturias, Andalucía, el Levante...
En 1891 estrena en el teatro madrileño de La Alhambra otro de sus grandes dramas, «El padre Juan», pieza en tres actos que la convierte en una mujer de teatro tal como se entiende en la actualidad, pues se encarga de la producción, los escenarios y el vestuario, alquila el teatro, dirige la obra, y es la autora del texto y de la puesta en escena. Se trata de un obra anticlerical que, aunque levanta ampollas en la sociedad conservadora, obtiene un rotundo éxito de público. Pero a pesar de haber superado la censura previa y contar con el permiso pertinente, el gobernador de Madrid la prohíbe. La suspensión casi la lleva a la ruina.
Este duro revés le reafirma en su defensa de la emancipación de la mujer y le lleva a viajar por Europa. Al regresar deja Madrid y, en compañía de Carlos Lamo Jiménez —un joven que había conocido en Madrid en 1886 y que nunca la abandonará— y la hermana de éste, Regina, va a vivir a Cueto (Cantabria), donde hace realidad uno de sus sueños: montar una granja avícola. Rosario de Acuña, profunda conocedora del campo y de la naturaleza, llega a convertirse en una experta en avicultura, hasta el punto de acudir a la primera Exposición de Avicultura celebrada en Madrid en 1902 con una colección de artículos publicados en el diario El Cantábrico de Santander y lograr una medalla por su labor de difusión de la industria avícola.
En 1909 comienza la construcción de su solitaria y humilde casa en La Providencia (Gijón), sobre un acantilado, donde vivirá hasta su fallecimiento, después de que los dueños de la finca en que había montado la granja, sometidos sin duda a presiones, le rescindieran el contrato. En la decisión de fijar su residencia en la villa de Jovellanos son decisivos los ruegos en tal sentido de los directivos del Ateneo-Casino Obrero de Gijón.
En 1911 se traslada a vivir a su nueva casa. Pero la polémica vuelve a llamar a su puerta. Esta vez viene de la mano de «La jarca de la Universidad»un artículo que le envía a Luis Bonafoux, editor del periódico francés El Internacional de París, en el que muestra su indignación y utiliza la ironía para criticar los insultos de un grupo de estudiantes a universitarias extranjeras en Madrid, artículo que, reproducido también en El Progreso de Barcelona, causa un gran escándalo y motiva, incluso, una huelga de estudiantes que tiene un masivo seguimiento. Tal y como se ponen las cosas y ante la perspectiva de ir a la cárcel, Rosario de Acuña opta por huir a Portugal. Dos años después, en 1913, regresa del exilio con el gobierno liberal del conde de Romanones. A su vuelta a Gijón se convierte en un icono.

Fallece en su casa de La Providencia el 5 de mayo de 1923, siendo enterrada en el cementerio civil de Gijón. La manifestación de duelo fue extraordinaria.

Lo que algunas personas dijeron de ella:
Ella ha abordado todos los géneros de la literatura, la tragedia, el drama histórico, la poesía lírica, el cuento, la novela corta, el episodio, la biografía, el pequeño poema, el artículo filosófico, político y social, y la propaganda revolucionaria.
Benito Pérez Galdós

Dichosa usted, señora, que puede brillar entre los hombres por su talento, y entre las mujeres buenas por su bondad. Natural es, por consiguiente, que merecer el afecto de usted, alegre y envanezca a su respetuoso y apasionado amigo y servidor
Manuel Tamayo y Baus.




Ecos del alma




    Raro capricho la mente sueña,
será inmodesta, vana aprensión.
       Tal palabra
       no me cuadra;
       su sonido
       a mi oído
       no murmura
       con dulzura
       de canción;
       no le presta
       la armonía
       melodía
       y hace daño
       al corazón.

    Tiemblo escucharla; ¿será manía?
Oigo un murmullo cerca de mí:
       no me cuadra
       tal palabra,
       que el murmullo
       que al arrullo
       de la sátira
       nació,
       me lastima
       con su giro
       y un suspiro
       me arrancó.

    Si han de ponerme nombre tan feo,
todos mis versos he de romper;
       no me cuadra
       tal palabra,
       no la quiero;
       yo prefiero
       que a mi acento
       lleve el viento,
       y cual sombra
       que se aleja
       y no deja
       ni señal,
       a mi canto,
       que mi llanto
       arrebate
       el vendaval.




En las orillas del mar



A MI MADRE

Madre: si esto que escribí
Lograse al fin agradar,
El lauro no es para mí,
Que es de mi ser el pensar,
Y el ser te lo debo a ti.

                        Rosario

Madrid, Marzo 1874


EN LAS ORILLAS DEL MAR

Si quieres aprender a rezar,
Ve a las orillas del mar.
(Proverbio castellano)


Sobre la mar en calma, comprende el más impío
Que lámparas los astros de tu santuario son.
(Álbum de un loco. ZORRILLA)



INVOCACIÓN

Pobre es mi voz para cantar tu historia,
Piélago extenso, do el Señor se mira;
¡Cómo podré decir la inmensa gloria
Que tu grandeza colosal respira!

Pero mi acento alcanzará victoria,
Ecos sonoros logrará mi lira,
Si unes tu encanto al pensamiento mío
Prestándole belleza y poderío.



CANTO I

Brotó la creación de entre la nada,
En los pliegues de un manto de zafiro,
Envolvióse la tierra enamorada…
¡Era la mar que la siguió en su giro!

Piélago inmenso, su confín se ingnora;
Crestas movibles de rielante plata
Ocultan las riquezas que atesora,
Bordando en curvas su grandeza innata.

Transparente cristal donde se miran
Los astros que, prendidos en la esfera,
Del espacio infinito en torno giran
Con inmutable y eternal carrera;

Le sirven, como marco, a su grandeza
Montes helados de nevada cumbre
Y desiertos sin fin, cuya aspereza
Abrasa el sol con su dorada lumbre.

Los continentes besa cual amante,
Y en las blancas rompientes de su espuma
Levanta arrullos, que la brisa errante
Arrebata al pasar entre la bruma
......................................
......................................
.....................................

Cuando el hombre en su ribera
Contempla su majestad,
Del cielo en la limpia esfera
Presiente la eternidad,
Santo fin que al alma espera.

Y abarca la inteligencia
En los giros de su vuelo
La sublime Omnipotencia,
La inmensidad de otro cielo
Y el seno de la conciencia.

CANTO II

El hombre ante él inclina la cabeza
Y siente de entusiasmo henchida el alma,
Bien al mirar su indómita fiereza
O al contemplarle en su tranquila calma.

Miradle en ella; suave se desliza
Besando en perlas la menuda arena
O la esbelta palmera que se riza
Con aura leve, que el espacio llena.

En mil festones, cual de nívea pluma
Orla la inmoble y solitaria roca,
Hermoso cinturón de blanca espuma
Que enamorado sus cimientos toca.

En los espacios, limpio azul ondea
E impregna con su claro transparente
Onda que perezosa se recrea,
Jugando con la arena dulcemente.

Al retirar sus perlas desprendidas
Leves arrullos por do quier levanta,
Notas que entre las auras van perdidas
Cual los trinos que el ave dulce canta.

El horizonte limpio de celaje
Su última línea sonrosada viste,
Y el lento susurrar del oleaje,
Ruboroso y amante se hunde triste.

Las lindas aves, cuyo nido mueve
De la corriente el perezoso giro,
Su plumaje, tan blanco cual la nieve,
Peinan, lanzando juguetón suspiro.

De su graciosa y nítida cabeza
Leves ostentan sus brillantes galas,
Reinas del mar dominan su grandeza
Con las ligeras plumas de sus alas.

Aparece en la tersa superficie
Un habitante del profundo seno,
Agita levemente y con molicie
De su cola el arqueado remo;

Esparce en torno un círculo rizado,
Y saltando atrevido en el ambiente,
Cual un ramo de conchas nacarado,
Hace brotar desparramada fuente.

A los rayos del sol brilla un momento
El oro limpio de su hermosa escama,
Y al hundirse veloz en su elemento,
Deja movida su voluble calma.

Prende en sus alas la liviana brisa
Rumor confuso de bajel velero,
Y en la playa lo vierte cual sonrisa,
Unido a la canción del batelero.

Y el pescador, en su ligero barco
Apresta redes que llenar confía,
Y la vela flotante tiende en arco,
Y en las ondas del mar su esquife guía.

Hilo de plata y de topacios rojos
En madejas sin fin el sol derrama,
Y turbios quedan de mirar los ojos
Su mano de oro, de zafir y grana.

Dulce y grandioso cuadro a nuestra vista
El mar presenta en su terrena calma.
¡Qué ser hay en el mundo que resista
La sublime impresión que inspira el alma!

Cómo dejar al corazón sereno
Sin emitir la voz que en él levanta
La inmensa majestad de que está lleno,
Y que le dice al pensamiento “¡Canta!”

¿Qué inteligencia habrá que no conciba
Un más allá feliz y venturoso,
Y en su grandeza colosal perciba
Los umbrales de un mundo más hermoso?

Cómo mirarle en calma y en su orilla,
Sin decirle al mortal: “¡Ser desgraciado,
“Cuál  la luz que en tus sentidos brilla,
“Que vives entre luchas desgarrado,

“Ellas te roban de tu corta vida
“La santa paz que disfrutar debieras,
“Y pasa tu existencia inadvertida
“Como pasa también la de las fieras!

“Y vuela el tiempo, y contemplar no puedes
“Los mil encantos que tu muerdo encierra,
“Y encontradas pasiones en sus redes
“Innobles te sujetan a la tierra.

“Y en los goces ficticios que te brindan
“Caminas sin mirar tanta belleza;
“Cuida que las pasiones no te rindan
“Y humillen, para siempre, tu cabeza!”.

Esto pensamos del humano orgullo
En las orillas del tranquilo mar,
Y en los leves sonidos de su arrullo
Los ecos dicen: “¡Aprended a orar!”

Y se pierde en el cielo la mirada
Rápida atravesando el firmamento,
De sacrosanta fe vuela impregnada
Entre las alas del ligero viento.

Latiendo vibra el corazón amante
Al impulso del amor diviso,
Faro deslumbrante de luz brillante
Que enseña al hombre su inmortal destino.

Y comprendemos en aquel momento
La grande, inmensa majestad de Dios,
Que al solo impulso de su breve acento
Miles de mundos desparrama en pos.

CANTO III

En ruda tormenta el mar admiremos,
No siempre dormido en calma se ve;
El temple del alma tal vez probaremos,
Tal vez en sus pliegues prendamos la fe.

Un velo tupido de pardos crespones
En líneas flotantes oculta la luz,
Doblado se acerca en mil nubarrones
Y entolda los cielos con negro capuz.

El mar, que presiente los besos del viento
Se mece al impulso de ruda presión,
Rugiendo amenaza con sordo lamento
Y una ola levanta cual raudo turbión.

Sobre él una racha veloz se desliza
Rodando en las olas con sórdida voz,
Las crestas del agua doblándose riza,
Y pasa y se pierde marchando veloz.

El mar, que la siente, con doble rugido
Deshace su furia creciéndola más,
De intensos vaivenes sintiéndose henchido
Desborda sus aguas con rudo compás.

Revueltos turbiones de formas extrañas
Se lanza en rauda, confusa legión,
Las crestas movibles de inmensas montañas
Destrozan los nidos del cándido alción.

Cascadas de espuma sus cumbres desprenden,
Atruena el espacio su voz colosal,
Y roncos silbidos los ámbitos hienden
Con rápido giro y estruendo infernal.

Abismos inmensos de hondura insondable
Entreabren horribles los senos del mar,
En ellos el viento que cambia variable
Doblando las olas, las hace rodar.

Los genios del agua, tal vez temerosos
Esparcen en ella oscuro color,
Y sombras confusas de tintes verdosos
La prestan aspecto que inspira terror.

Creciendo en instantes la furia del viento
Se torna en inmenso terrible huracán,
Se ensaña en las ondas, y al mundo en su asiento
Coloso moviera, cual nuevo Titán.

Revueltos los mares con fuerza increíble
Se lanzan en forma de inmensa espiral,
Sacúdele el viento, la encuentra movible,
Y en montes de espuma deshace el raudal.

¡Ay! pobre del barco que entonces alcanza
Pues débil cual caña se empieza a romper;
En antro sin fondo rugiendo lo lanza
Y sólo en despojos los llega a volver.

Se apiñan las brumas en calma aparente,
Furiosas las nubes chocando entre sí,
Entreabren su seno bordando el ambiente
Con hebras de fuego, de grana y turquí.

En mágicas luces y extraños perfiles
Se lanzan veloces a hundirse en el mar,
En chispas brillantes deshechas a miles
Su tumba movible las hace oscilar.

El trueno vibrando con ronco sonido
Del cielo en la esfera se siente rodar,
Lejano se pierde cual lento quejido
Que el aire en sus alas prendiera al pasar.

Llenando el espacio de horrible grandeza
Su voz desparrama cual ruge el león,
Retumba en los ecos, su inmensa fiereza
Semeja un terrible, gigante dragón.

En vuelo cansadas las aves marinas
Exhalan gemidos de triste pesar,
Al ver que sus nidos se pierden en simas
Y nunca sus hijos les vuelve la mar.

Por no abandonarlos tardaron su vuelo
Y aliento a su pecho comienza a faltar,
Extienden la vista buscando en su anhelo
La roca que asilo les pueda prestar.

Inútil mirada: el negro horizonte
Ingrato les niega la ansiada quietud,
Ni tronco, ni playa, ni barco, ni monte,
Ni roca escarpada, ni agreste talud.

Dobladas sus alas, turbados sus ojos,
De angustias henchidos se sienten morir,
Y al fin sus helados y mustios despojos
Del mar en el seno se vienen a hundir.

Los monstruos que tienen su reino en los mares
Huyendo se lanzan a su honda región;
Allí las cavernas les prestan hogares
Do esperan tranquilos que pase el turbión.

El cuadro completa algún grito ahogado
Que en eco perdido el viento robó.
¡Ay, pobre infelice de aquel que lo ha dado,
Ya todo en el mundo para él acabó!

JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN [9412]

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José María Gabriel y Galán
José María Gabriel y Galán (Frades de la Sierra, Salamanca, 28 de junio de 1870 –- Guijo de Granadilla, Cáceres, 6 de enero de 1905), poeta español en castellano y altoextremeño.

Es hijo de campesinos propietarios de sus tierras. Pasa su infancia en el pueblo natal asistiendo a su escuela, y a los 15 años se traslada a Salamanca a proseguir los estudios, datando de esa época sus primeros versos. Simultáneamente trabaja en un almacén de tejidos. Obtiene en 1888 el título de maestro de escuela y se le destina a Guijuelo, a unos 20 km de su pueblo natal. Tras una corta estancia se traslada a Madrid a continuar estudios en la Escuela Normal Central. Reside poco tiempo, pues la metrópoli le produce rechazo (la tilda en algunas cartas de Modernópolis).
Es destinado a Piedrahíta (Ávila), donde pone en práctica los nuevos conocimientos pedagógicos adquiridos en Madrid. Su estado de ánimo es bajo, firmando las cartas a sus amigos como El Solitario.
El joven maestro se perfila ya como un muchacho triste, melancólico, muy sensible y de profundas convicciones religiosas (recibidas de su madre, Bernarda), que ya se notan en sus poemas. Al conocer a su mujer Desideria (a la que apoda cariñosamente mi vaquerilla) en 1893, sufre un cambio radical, que se acentúa a partir de su boda, un 26 de enero de 1898 en Plasencia. Abandona el puesto de maestro y se traslada a Guijo de Granadilla en Cáceres, donde administra la dehesa El Tejar, propiedad del tío de su esposa. Allí encuentra el tiempo y sosiego para madurar su poesía. Al nacer su primer hijo (Jesús, 1898) compone El Cristu benditu, primera de sus famosas Extremeñas.
Fallece el 6 de enero de 1905, a consecuencia de una pulmonía mal curada.
El ayuntamiento de Guijo de Granadilla mantiene la casa que habitó, como museo, donde se muestran manuscritos y objetos personales del poeta, donación de sus herederos.

Obra

Su obra poética se aparta del modernismo, siendo conservadora en estructura y temática: defiende la tradición, la familia, la estirpe, el dogma católico o la descansada vida campestre. Y además es rica en palabras en desuso que nos transmiten usos y costumbres de una época pasada.

Poemarios:

Castellanas (1902)
Extremeñas (1902)
Campesinas (1904)
Nuevas Castellanas (1905)
Religiosas (1906)








EL AMA

I

Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!
Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz mi tierra!
¡Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida
la tradición de la honradez a ellas!
Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, carñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta.
¡Oh, cómo se suaviza
el penoso tragín de las faenas
cuando hay amor en casa
y con él mucho pan se amasa en ella
para los pobres que a su sombra vivien,
para los pobres que por ella bregan!
¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,
y cuánto por la casa se interesan,
y cómo ellos la cuidan,
y cómo Dios la aumenta!
Todo lo pudo la mujer cristiana,
logrólo todo la mujer discreta.
La vida en la alquería
giraba en torno de ella
pacífica y amable,
monótona y serena...
¡Y cómo la alegría y el trabajo
donde está la virtud se compenetran!
Lavando en el regato cristalino
cantaban las mozuelas,
y cantaba en los valles el vaquero,
y cantaban los mozos en las tierras,
y el aguador camino de la fuente,
y el cabrerillo en la pelada cuesta...
¡Y yo también cantaba,
que ella y el campo hiciéronme poeta!
Cantaba el equilibrio
de aquel alma serena
como los anchos cielos,
como los campos de mi amada tierra;
y cantaba también aquellos campos,
los de las pardas, onduladas cuestas,
los de los mares de enceradas mieses,
los de las mudas perspectivas serias,
los de las castas soledades hondas,
los de las grises lontananzas muertas...
El alma se empapaba
en la solemne clásica grandeza
que llenaba los ámbitos abiertos
del cielo y de la tierra.
¡Qué placido el ambiente,
qué tranquilo el paisaje, qué serena
la atmósfera azulada se extendía
por sobre el haz de la llanura inmensa!
La brisa de la tarde
meneaba, amorosa, la alameda,
los zarzales floridos del cercado,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
¡Monorrítmica música del llano,
qué grato tu sonar, qué dulce era!
La gaita del pastor en la colina
lloraba las tonadas de la tierra,
cargadas de dulzuras,
cargadas de monótonas tristezas,
y dentro del sentido
caían las cadencias
como doradas gotas
de dulce miel que del panal fluyeran.
La vida era solemne;
puro y sereno el pensamiento era;
sosegado el sentir, como las brisas;
mudo y fuerte el amor, mansas las penas,
austeros los placeres,
raigadas las creencias,
sabroso el pan, reparador el sueño,
fácil el bien y pura la conciencia.
¡Qué deseos el alma
tenía de ser buena
y cómo se llenaba de ternura
cuando Dios le decía que lo era!

II

Pero bien se conoce
que ya no vive ella;
el corazón, la vida de la casa
que alegraba el tragín de las tareas,
la mano bienhechora
que con las sales de enseñanzas buenas
amasó tanto pan para los pobres
que regaban, sudando, nuestra hacienda.
¡La vida en la alquería
se tiñó para siempre de tristeza!
Ya no alegran los mozos la besana
con las dulces tonadas de la tierra,
que al paso perezoso de las yuntas
ajustaban sus lánguidas cadencias.
Mudos de casa salen,
mudos pasan el día en sus faenas,
tristes y mudos vuelven
y sin decirse una palabra cenan;
que está el aire de casa
cargado de tristeza,
y palabras y ruidos importunan
la rumia sosegada de las penas.
Y rezamos reunidos el rosario
sin decirnos por quién..., pero es por ella,
que aunque ya no su voz a orar nos llama,
su recuerdo querido nos congrega,
y nos pone el rosario entre los dedos
y las santas plegarias en la lengua.
¡Qué días y qué noches!
¡Con cuánta lentitud las horas ruedan
por encima del alma que está sola
llorando en las tinieblas!
Las sales de mis lágrimas amargan
el pan que me alimenta;
me cansa el movimiento,
me pesan las faenas,
la casa me entristece
y he perdido el cariño de la hacienda.
¡Qué me importan los bienes
si he perdido mi dulce compañera!
¡Qué compasión me tiene mis criados
que ayer me vieron con el alma llena
de alegrías sin fin que rebosaban
y suyas también eran!
Hasta el hosco pastor de mis ganados,
que ha medido la hondura de mi pena,
si llego a su majada
baja los ojos y ni hablar quisiera;
y dice al despedirme: «Ánimo, amo;
"haiga" mucho valor y "haiga pacencia"...»
Y le tiembla la voz cuando lo dice
y se enjuga una lágrima sincera,
que en la manga de la áspera zamarra
temblando se le queda...
¡Me ahogan estas cosas,
me matan de dolor estas escenas!
¡Que me anime, pretende, y él no sabe
que de su choza en la techumbre negra
le he visto yo escondida
la dulce gaita aquélla
que cargaba el sentido de dulzura
y llenaba los aires de cadencias!...
¿Por qué ya no la toca?
¿Por qué los campos su tañer no alegra?
Y el atrevido vaquerillo sano,
que amaba a una mozuela
de aquellas que trajinan en la casa,
¿por qué no ha vuelto a verla?
¿Por qué no canta en los tranquilos valles?
¿Por qué no silba con la misma fuerza?
¿Por qué no quiere restallar la honda?
¿Por qué esta muda la habladorara legua
que al amo le contaba sus sentires
cuando el amo le daba su licencia?
«¡El ama era una santa!»...,
me dicen todos cuando me hablan de ella.
«¡Santa, santa!», me ha dicho
el viejo señor cura de la aldea,
aquel que le pedía
las limosnas secretas
que de tantos hogares ahuyentaban
las hambres y los fríos y las penas.
¡Por eso los mendigos
que llegan a mi puerta
llorando se descubren
y un padrenuestro por el «ama» rezan!
El velo del dolor me ha oscurecido
la luz de la belleza.
Ya no saben hundirse mis pulilas
en la visión serena
de los espacios hondos,
puros y azules, de extensión inmensa.
Ya no sé traducir la poesía,
ni del alma en la médula me entra
la inmensa melodía del silencio
que en la llanura quieta
parece que descansa,
parece que se acuesta.
Será puro el ambiente, como antes,
y la atmósfera azul será serena,
y la brisa amorosa
moverá con sus alas la alameda,
los zarzales floridos,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
Y mugirán los tristes becerrillos,
lamentando el destete, en la pradera,
y la de alegres recentales dulces
tropa gentil escalará la cuesta
balando plañideros
al pie de las dulcísimas ovejas;
y cantará en el monte la abubilla,
y en los aires la alondra mañanera
seguirá derritiédose en gorjeos,
musical filigrana de su lengua...
Y la vida solemne de los mundos
seguirá su carrera
monótona, inmutable,
magnífica, serena...
Mas ¿qué me importa todo,
si el vivir de los mundos no me alegra,
ni el ambiente me baña en bienestares,
ni las brisas a música me suenan,
ni el cantar de los pájaros del monte
estimula mi lengua,
ni me mueve a ambición la perspectiva
de la abundante próxima cosecha,
ni el vigor de mis bueyes me envanece,
ni el paso del caballo me recrea,
ni me embriaga el olor de las majadas,
ni con vértigos dulces me deleitan
el perfume del heno que madura
y el perfume del trigo que se encera?
Resbala sobre mí sin agitarme
la dulce poesía en que se impregnan
la llanura sin fin, toda quietudes,
y el magnífico cielo, todo estrellas,
y ya mover no pueden
mi alma de poeta,
ni las de mayo auroras nacarinas
con húmedos vapores en las vegas,
con cánticos de alondra y con efluvios
de rociadas frescas,
ni éstos de otoño atardeceres dulces
de manso resbalar, pura tristeza
de la luz que se muere
y el paisaje borroso que se queja...
ni las noches románticas de julio,
magníficas, espléndidas,
cargadas de silencios rumorosos
y de sanos perfumes de las eras;
noches para el amor, para la rumia
de las grandes ideas,
que a la cumbre al llegar de las alturas
se hermanan y se besan...
¡Cómo tendré yo el alma,
que resbala sobre ella
la dulce poesía de mis campos
como el agua resbala por la piedra!
Vuestra paz era imagen de mi vida,
¡oh campos de mi tierra!
Pero la vida se me puso triste
y su imagen de ahora ya no es esa:
en mi casa, es el frío de mi alcoba,
es el llanto vertido en sus tinieblas;
en el campo, es el árido camino
del barbecho sin fin que amarillea.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 

Pero yo ya sé hablar como mi madre
y digo como ella
cuando la vida se le puso triste:
«¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»



LA PEDRADA

I

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

el pecado me tortura,
las entrañas se me anegan
en torrentes de amargura,
y las lágrimas me ciegan,
y me hiere la ternura...

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Yo he nacido en esos llanos
de la estepa castellana,
donde había unos cristianos
que vivían como hermanos
en república cristiana.

Me enseñaron a rezar,
enseñáronme a sentir
y me enseñaron a amar;
y como amar es sufrir,
también aprendía a llorar.

Cuando esta fecha caía
sobre los pobres lugares,
la vida se entristecía,
cerrábanse los hogares
y el pobre templo se abría.

Y detrás del Nazareno
de la frente coronada,
por aquel de espigas lleno
campo dulce, campo ameno
de la aldea sosegada,

los clamores escuchando
de dolientes Misereres, 
iban los hombres rezando,
sollozando las mujeres
y los niños observando...

¡Oh, qué dulce, qué sereno
caminaba el Nazareno
por el campo solitario,
de verdura menos lleno
que de abrojos el Calvario!

¡Cuán süave, cuán paciente
caminaba y cuán doliente
con la cruz al hombro echada,
el dolor sobre la frente
y el amor en la mirada!

Y los hombres, abstraídos,
en hileras extendidos,
iban todos emcapados,
con hachones encendidos
y semblantes apagados.

Y enlutadas, apiñadas,
doloridas, angustiadas,
enjugando en las mantillas
las pupilas empañadas
y las húmedas mejillas,

viejecitas y doncellas,
de la imagen por las huellas
santo llanto iban vertiendo...
¡Como aquellas, como aquellas
que a Jesús iban siguiendo!

Y los niños, admirados,
silenciosos, apenados,
presintiendo vagamente
dramas hondos no alcanzados
por el vuelo de la mente,

caminábamos sombríos
junto al dulce Nazareno,
maldiciendo a los Judíos,
«que eran Judas y unos tíos
que mataron al Dios bueno».


II

¡Cuántas veces he llorado
recordando la grandeza
de aquel echo inusitado
que una sublime nobleza
inspiróle a un pecho honrado!

La procesión se movía
con honda calma doliente,
¡Qué triste el sol se ponía!
¡Cómo lloraba la gente!
¡Cómo Jesús se afligía...!

¡Qué voces tan plañideras
el Miserere cantaban! 
¡Qué luces, que no alumbraban,
tras las verdes vidrïeras
de los faroles brillaban!

Y aquél sayón inhumano
que al dulce Jesús seguía
con el látigo en la mano,
¡qué feroz cara tenía!
¡qué corazón tan villano!

¡La escena a un tigre ablandara!
Iba a caer el Cordero,
y aquel negro monstruo fiero
iba a cruzarle la cara
con un látigo de acero...

Mas un travieso aldeano,
una precoz criatura
de corazón noble y sano
y alma tan grande y tan pura
como el cielo castellano,

rapazuelo generoso
que al mirarla, silencioso,
sintió la trágica escena,
que le dejó el alma llena
de hondo rencor doloroso,

se sublimó de repente,
se separó de la gente,
cogió un guijarro redondo,
miróle al sayón la frente
con ojos de odio muy hondo,

paróse ante la escultura,
apretó la dentadura,
aseguróse en los pies,
midió con tino la altura,
tendió el brazo de través,

zumbó el proyectil terrible,
sonó un golpe indefinible,
y del infame sayón
cayó botando la horrible
cabezota de cartón.

Los fieles, alborotados
por el terrible suceso,
cercaron al niño airados,
preguntándole admirados:
-¿Por qué, por qué has hecho eso?...

Y él contestaba, agresivo,
con voz de aquellas que llegan
de un alma justa a lo vivo:
-«¡Porque sí; porque le pegan
sin hacer ningún motivo!»


III

Hoy, que con los hombres voy,
viendo a Jesús padecer,
interrogándome estoy:
¿Somos los hombres de hoy
aquellos niños de ayer?





¿QUÉ TENDRÁ?

¿Qué tendrá la hija
del sepulturero,
que con asco la miran los mozos,
que las mozas la miran con miedo?
Cuando llega el domingo a la plaza
y está el bailoteo
como el sol de alegre,
vivo como el fuego,
no parece sino qe una nube
se atraviesa delante del cielo;
no parece sino que se anuncia
que se acerca, que pasa un entierro...
Una ola de opacos rumores
sustituye el febril charloteo,
se cambian miradas
que expresan recelos,
el ritmo del baile
se torna más lento
y hasta los repiques
alegres y secos
de las castañuelas
callan un momento...
Un momento no más dura todo;
mas ¿qué será aquello
que hasta da falsas notas la gaita
por hacer un gesto
con sus gruesos labios
el tamborilero?
No hay memoria de amores manchados,
porque nunca, a pesar de ser bellos,
«buenos ojos tienes»
le ha dicho un mancebo.
Y ella sigue desdenes rumiando,
y ella sigue rumiando desprecios,
pero siempre acercándose a todos,
siempre sonriendo,
presentándose en fiestas y bailes
y estrenando más ricos pañuelos...
¿Qué tendrá la hija
del sepulturero?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Me lo dijo un mozo:
«¿Ve usted esos pañuelos?
Pues se cuenta que son de otras mozas...
¡de otras mozas que están ya pudriendo!...»
Y es verdad que parece que güelen, 
que güelen a muerto... 



MI VAQUERILLO

He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!-
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas...
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cualdo el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!
Yo tenía un hijito pequeño
-hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras!...
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?
He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras...
Y le dije que sí, que era horrible...,
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.
Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda!...
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada...



LAS REPÚBLICAS

I

He admirado el hormiguero
cuando henchían su granero
las innúmeras hormigas.
He observado su tarea
bajo el fuego que caldea
la estación de las espigas.

Esquivando cien alturas
y salvando cien honduras,
las conduce hasta las eras
un sendero largo y hondo
que labraron desde el fondo
de las lóbregas paneras.

Y en hileras numerosas
paralelas, tortuosas,
van y vienen las hormigas...
La vereda es dura y larga,
pesadísima la carga
y axfisiantes las fatigas;

mas la activa muchedumbre
sobre el hálito de lumbre
que la tierra reverbera,
senda arriba y senda abajo,
se embriaga en el trabajo
que le colma la panera.

Son comunes los quehaceres,
son iguales los deberes,
los derechos son iguales,
armoniosa la energía,
generosa la porfía,
los amores fraternales.

Si rendida alguna obrera
por avara no subiera
con la carga la alta loma,
la hermanita más cercana,
con amor de buena hermana,
la mitad del peso toma.

Nadie huelga ni vocea,
nadie injuria ni guerrea,
nadie manda ni obedece,
nadie asalta el gran tesoro,
nadie encienta el grano de oro
que al tesoro pertenece...

He observado el hervidero
del innúmero hormiguero
en sus horas de fatigas...
Si en los ocios invernales
sus costumbres son iguales
¡son muy sabias las hormigas!

II

He observado la colmena
al mediar una serena
tarde plácida de mayo.
La volante, la sonora
muchedumbre zumbadora
laboraba sin desmayo.

¡Qué magnífica opulencia
la de aquella florescencia
de los campos amarillos!
Madreselvas y rosales,
abavanzos y zarzales,
mejoranas y tomillos...

Todo vivo, todo hermoso,
todo ardiente y oloroso,
todo abierto y fecundado:
los perales del plantío,
los cantuesos del baldío,
las campánulas del prado...

Y en corolas hechiceras,
y en pletóricas anteras,
y en estilos diminutos,
y en finísimos estambres
van buscando los enjambres
las esencias de los frutos.

Y los finos aguijones
en robadas libaciones
van llevando a los talleres
lo mejor de la riqueza
que vertió Naturaleza
por los términos de Ceres.

Zumba el himno rumoroso
del trabajo fructuoso
con monótona dulzura:
las obreras impacientes
salen y entran diligentes
por la estrecha puerta oscura.

Las que dentro descargaron
las esencias que libaron,
palpitantes aparecen,
vuelo toman oscilante
y en la atmósfera radiante
volando desaparecen.

Las que tornan presurosas
con sus cargas deliciosas
de ambrosías y colores,
no parecen volanderas
juiciosísimas obreras,
sino aladas lindas flores.

No se estorban ni detienen
las que ricas de oro vienen,
las que en busca van de oro...
Unas liban y acarrean,
otras labran y moldean,
¡todas hinchen el tesoro!

Y hacinados en los cienos,
expulsados de los senos
del alcázar del trabajo,
los cadáveres viscosos
de los zánganos ociosos
se corrompen allá abajo...

III

Cosas buenas he aprendido
contemplando embebecido
resbalar por la hondanada
la sonora algarabía
de la alegre pastoría
que despunta la otoñada.

¡Qué bien suenan sobre fondo
de quietides dulce y hondo
el latir de roncos perros,
el vibrar de los silbidos,
el clamor de los balidos
y el rum rum de los cencerros!

Y cayendo sobre el coro
como lágrimas de oro
de la vida natural,
¡qué amorosas complacencias
desparraman las cadencias
de la gaita del zagal!

Blandamente resbalando
las ovejas van pasando;
paz y hierba van paciendo;
los bocados que una deja
son bocados de otra oveja
que a la hermana va siguiendo.

Los corderos baladores
van en grupos triscadores
asaltando los repechos,
coronando los cerrillos
y brincando los helechos.

Y el que topa con la ubre
o la lo lejos la descubre,
bala y corre hacia la oveja,
se arrodilla tembloroso,
llena el cuajo, trisca airoso
y espojándose se aleja.

En la honrada pastoría
cada amante madre cría
su corderuelo querido...
¡No hay cordero destetado
porque lo haya abandonado
la madre que lo ha parido!

Venerable pastor viejo
con zamarra de pellejo
de los muertos recentales
siempre atento vigilando
el rebaño va guiando
por los buenos pastizales.

Como abuelo que a su niño
lleva en brazos con cariño,
rebosante de placer,
el silvestre viejo austero
lleva al trémulo cordero
que ha acabado de nacer.

Los zagales silbadores,
los ingenuos tañedores
de la gaita cadenciosa,
viendo van las avanzadas
y alegrando con tonadas
la piära rumorosa.

Y librándola de robos
de raposas y de lobos,
van retándolos a muerte
dos mastines corpulentos
con ojos sanguinolentos,
paso grave y pecho fuerte.

El pastor es cuidadoso,
el otoño es amoroso,
son alegres los rapaces,
las ovejas obedientes,
los mastines muy valientes
y los campos muy feraces...

Han gozado mis pupilas
la visión de las tranquilas
ovejitas resbalando...
Paz y hierba van paciendo,
dulce vida van viviendo,
grata huella van dejando...

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 

Esta vida que vivimos
los que reyes nos decimos
de este mundo engañador,
no es la vida sabia y sana...
¡Ay! La república humana
me parece la peor!...




UN DON JUAN

Amo, de aquella cuestión
de ayer, pues ya me atreví,
-¡Gracias a Dios, cobardón!
¿Y qué te dijo?
que sí.


-¿Ves, Jenaro? Si te dejo
no llegas nunca a animarte
y te me mueres de viejo
con las ganas de casarte.

Me gusta la valentía.
Y la lengua, ¿se enredó?
-Pues, mire usted, yo creía
que iba a ser más; pero no.

Y eso que al dir a empezar,
por mucho que porfié,
pues no me pude acordar
del emprencipio de usté.

-¡Por vida de!... ¿Y qué jinojos
hiciste entonces, Jenaro?
-Pues, nada, cerrar los ojos
y dir p'adelante.
-¡Pues claro!

Cuando se ignora, se inventa.
-¡Pues ese fue el aquél mío!
Me tuve que echar la cuenta
que se echa el hombre perdío,

y como un eral cerril
arremetí con alientos,
porque ya, preso por mil...
pues preso por mil quinientos.

No es más que mientras se empieza.
Yo cuantis que me corté,
pues na más de mi cabeza
cuasi todo lo saqué.

-¡Bien hecho! ¿Y le gustaría
bastante más que lo mío?
-Yo le dije asín: «María:
dirás que a qué habré venío».

-¿Y qué te dijo?
Que hablara.
Ella abajó la cabeza
y se le puso la cara
lo mesmo que una cereza.

A mí también se me ardía,
la verdá se ha de decir;
pero le dije: «María:
¿sabrás que tengo un sentir?»

-¡Bien dicho! ¿Y no te comieron
porque hiciste esa pregunta?
-No, pero se me pusieron
todos los pelos de punta.

Yo cuasi que no veía,
la verdá se ha de decir;
pero le dije: «María:
sabrás que tengo un sentir.»

Cuasi que me han obligao
-le dije- a venir acá,
que yo bien retuso he estao
por mó de la cortedá;

pero el amo que sabía
mi sentir, pues ayer tarde
mesmamente, me decía:
«Jenaro, ¡no seas cobarde!

La moza es poco fiestera
y poco aparentadora,
y no es moza ventanera
y es árdiga y vividora.

Y luego, es bien parecía,
y es callaíta y prudente,
y es honesta y recogía
y viene de buena gente...

Anda con ella, comienza
mañana a la noche a dir,
que a cuenta de la vergüenza
te la dejas escurrir...»

Pues sobre aquello volviendo
del sentir que te decía,
sabrás que te estoy quisiendo
ya hace tres años, María.

Siempre he andao negativo
dejándolo pa dispués,
y na más es a motivo
de lo corto que uno es.

Y asín me estaba, me estaba,
aguantándome el sentir,
a ver si se me pasaba,
la verdá se ha de decir.

Y hate cuenta que cada año
pues más me reconcomía,
hasta que ya dije hogaño:
¡Habrá que estar con María!

Porque en habiendo un querer,
la verdá se ha de decir,
ni cuasi puedes comer
ni cuasi puedes dormir.

Y no es el decir que uno
esté encitando el pensar,
porque yo creo que nenguno
quedrá siempre asín estar.

Es na más que te aficionas
y que pierdes la chaveta
en cuantis que una persona
por los ojos se te meta.

Y que ya nadie te apea
ni te hace volver atrás
y llevas aquella idea
por andiquiera que vas.

Pues un querer derechero
como el corazón te ablande,
es igual que un abujero:
cuanti más le hurgas, más grande.

-¡Caramba! ¡Muy bien, Jenaro!
Y ella entonces te diría...
-A lo primero, pues claro,
dijo que ya se vería.

Pero dispués, ya ve usté,
la gente se va atreviendo.
Yo le dije: «Volveré»
Y ella me dijo: «Vay viniendo».

-Vamos, sí, que habrá casorio.
-De eso entá no hemos tratao.
Sólo el parlárselo..., ¡corio!,
¡más vergüenza me ha costao...!




ELEGÍA

I

No fue una reina
de las Españas,
fue la alegría
de una majada.
Trece años cumple
para la Pascua
la cabrerilla
de Casablanca.
Su pobre madre
sola la manda
todas las tardes
a la majada.
Lleva ropillas,
lleva viandas
y trae jugosa
leche de cabras.
Vuelve de noche,
porque es muy larga,
porque es muy dura
la caminada
para un asnillo
que apenas anda,
¡Qué miedo lleva!
Pero lo espanta
con el sonido
de sus tonadas.
Canta con miedo,
de miedo canta.
¡Son tan profundas
las hondonadas
y tan espesas
todas las matas!...
¡Son tan horribles
las noches malas,
cuando errabundas
aullando vagan
lobas paridas
por las cañadas
con unos ojos
como las brasas!...
¡Son tan medrosas
las noches claras,
cuando en los charcos
cantan las ranas,
cuando los buhos
ocultos graznan,
cuando hacen sombra
todas las matas
y se menean
todas las ramas!...
Los viejos hombres
de la majada
la quieren mucho
porque es tan guapa,
porque es tan buena,
porque es tan sabia.
Pero a un despierto
zagal de cabras,
que cumple trece
para la Pascua,
no sé con ella
lo que le pasa,
que algunas veces,
al contemplarla,
se pone trémula
su barba pálida
y entre sus párpados
tiemblan dos lágrimas...
Nadie ha sabido
que la regala
dijes y cruces
de Alcaravaca
de bien pulido
cuerno de cabra.
Cuando ella viene
con la vianda
¡le da más gusto!...
¡Le da más ansia,
le da más pena
cuando se marcha!...
¡Como que toda
la noche pasa
llorando quedo
sobre la manta
sin que lo sepan
en la majada!

II

¡Ay, pobre madre,
cómo gritaba,
despavorida,
desmelenada!
¡Ay, los cabreros
cómo lloraban,
apostrofando,
ciegos de rabia!
¡Cómo corrían
y golpeaban
con los cayados
peñas y matas!
¡Y eran muy pocas
todas las lágrimas
que de los ojos
se derrumbaran!
¡Y eran pequeñas
todas las ansias
y las torturas
de las entrañas!
¿Quién nunca ha visto
desdicha tanta?
¡La cabrerilla
de Casablanca
por fieros lobos
¡ay! devorada!
Sangre en las peñas,
sangre en las matas,
¡la virgencita,
desbaratada!
Todo en pedazos
sobre la grava:
los huesecitos
que blanqueaban,
la cabellera
presa en las matas,
rota en mechones
y ensangrentada...
Los zapatitos,
las pobres sayas
todas revueltas
y desgarradas!...
Loca la madre,
que miedo daba
de ver los rayos
de sus miradas,
de oir los timbres
de sus palabras,
y el cabrerillo
de la majada
mudo y atónito
temiendo estaba
con los ojazos
llenos de lágrimas,
despavorido
como zorzala
de un aguilucho
presa en las garras.
¿Cómo los árboles
no se desgajan?
¿Cómo las peñas
no se quebrantan,
y no se enturbian
las fuentes claras
y no ennegrecen
las nubes blancas?
Ya vienen hombres
con unas andas,
con unos paños,
con una sábana;
los despojitos
en ella guardan
y se los llevan
a Casablanca.
Y al cabrerillo
nadie lo llama,
pero él camina
tras de las andas
mirando a todos
con la mirada
de herido pájaro
que en torno vaga
de los verdugos
que le arrebatan
el dulce nido
donde habitaba.
¡Ay, virgencita
de Casablanca!
¡Ay, cabrerillo
de la majada!

III

Su padre silba,
su padre llama,
porque el muchacho
deja las cabras
junto a las siembras
abandonadas
y en los jarales
oculto pasa
tardes enteras,
largas mañanas...
¿Qué es lo que hace?
¿Por qué se guarda?
Pues es que a solas
las horas pasa,
pule que pule,
taja que taja,
llora que llora,
ciego de lágrimas...
que dos veneras
finas prepara
de bien pulido
cuerno de cabra,
porque una noche
quiere llevarlas
al camposanto
de Casablanca...

MARIO SIMÓN ARIAS-CAMISÓN [9413]

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Ermita de Dios Patri


Mario Simón Arias-Camisón
Nació el 31 de diciembre de 1907 en el pueblo de Santa Cruz de Paniagua (Cáceres), retiro espiritual del gran asceta San Pedro de Alcántara. Tras los estudios primarios en su localidad natal, el poeta estudió magisterio.
Ejerció como maestro nacional en Hervás, Albires, Ayuntamiento de Izagre (León) y Santa Cruz de Paniagua. Se casó y tuvo tres hijos: José-Antonio, Felipe y Gonzalo.
Llegó a ser uno de los vecinos más longevos de la localidad en la que reside.

Obra

Podemos diferenciar dos épocas en su vida literaria: una etapa intelectual y otra de retiro personal en su pueblo natal que podemos denominar como etapa suficiente o verdadera.

Etapa Intelectual (Hasta 1970)

Abarca hasta que deja su profesión de maestro. En este periodo, el poeta se documenta y recibe influencia del siglo de Oro español. Mientras se encuentra fuera de Santa Cruz por trabajo, muestra su preocupación por elogiar su tierra natal y desea plasmar en su obra el amor hacia las personas que allí viven, en especial a las mujeres extremeñas.
De esta manera, sus primeros poemas son loas por las mujeres del norte de extremadura que pasan el día en la monotonía del trabajo en el campo y en la casa. Para dejar claras sus raíces, Mario Simón escribe la mayoría de sus composiciones en castúo, habla típico del norte de Cáceres; siguiendo el ejemplo de los escritores extremeños Gabriel y Galán y Luis Chamizo Trigueros.

"Dati priesa mujel, qu'es ya mu tardi
y prestu va a sel hora,
que siempri andamus tan tardíus
comu las cabras cojas."

El fragmento anterior pertenece a su poema Loa a la Romería (o Loa a Dios Padre, existen discrepancias en cuanto al título oficial), escrita en 1952, consagrándole como uno de los máximos exponentes de la poesía extremeña y, en particular, de la escrita en el habla extremeña. Este poema fue publicado en una revista local que organizó en su pueblo natal para conmemorar la Romería de Dios Padre de 21 de abril de 1952. La revista fue publicada por la Imprenta "La Victoria" de Plasencia (Cáceres).
A parte del amoroso, al autor lo embriaga un sentimiento de incertidumbre religiosa, aumentando su fe católica durante los años, que queda reflejado en su poesía. Podemos observar la leve presencia católica de los primeros poemas de Mario Simón en el susodicho poema:

"Abri el arca te digu y no te jagas
más la remolona,
qu´es la Romería, Dios Padri Benditu,
día de los grandris y fiesta mu gorda,
y yo mayordomu
y tú mayordoma,
a la Ermita tenemus que dil
lo mismitu qu´el día de la boa."

Esta época destaca por el estudio que realiza de la modalidad dialectal extremeña. Algunos de sus estudios son publicados en el periódico regional HOY.

Etapa Verdadera (A partir de 1970)

El autor se retira a su pueblo natal. Publica varios estudios históricos y algunos mitos, leyendas y tradiciones de su comarca en el periódico HOY. Es galardonado en numerosos certámenes literarios por sus trabajos por la literatura extremeña.
Junto a su familia, Mario Simón vuelve a escribir en los años 80. Ahora, su poesía se hace más expresiva. Muestra el amor por su familia y Dios Padre. Este sentimiento se refleja metafóricamente en los monumentos de Santa Cruz de Paniagua y la comarca. Se preocupa más por la calidad de sus obras, aunque no abandona su forma métrica: rima asonante en versos pares, quedando libres los impares. Abandona el uso del castúo y se centra más en conseguir una fonología perfecta, una poesía muy trabajada, que llega a hacer realidad, sobre todo, gracias a la continuidad de versos octosílabos.
El 28 de mayo de 1980, el autor publica "Santa Cruz de Paniagua. La batifora y la Camerá" en el diario HOY, haciéndose conocido en toda la región. La obra de Mario Simón aumenta cuando incluye otros estilos, como la Elegía. Cabe destacar la "Elegía del Humilladero", poema de suma importancia entre sus composiciones, puesto que, por primera vez, abandona sus sentimientos joviales y de alegría y nos muestra la tristeza por la pérdida de la ilusión en la vida, del tiempo... Esto se verá superado gracias a su fe en Dios Padre.
Podemos hacer una crítica objetiva a los siguientes fragmentos de este elegía por el Humilladero, monumento de Santa Cruz, más comunmente conocido por "Ermita del Cristo" o simplemente "El Cristo". En él encontramos la presencia de la muerte y del paso del tiempo: un claro ejemplo del tópico de "Tempus Fugit" (el tiempo vuela) y de la fugacidad de la vida. Relacionado con el "Tempus Fugit", encontramos el tópico "Cotidie Morimum" ("la vida es un continuo morir", "el fin de la vida es la muerte"); y el camino hacia el fin de esta vida lo encontramos en "el camino a Aceituna" (pueblo de Cáceres cercano a la localidad natal del autor). La vida como camino es el "Vita flumen". Como podemos observar, este poema es totalmente contrario al anteriormente citado en el que se podría llegar a hablar del tópico Religio Amoris o Locus Amoenus; lo que nos puede hacer pensar que esta tristeza también es nostalgia del pasado, "Aurea Aetas", o incluso "Et in Arcadia ego". Aparecen numerosas personificaciones como "las manos del olvido" o "piedras benditas que hoy nos besan". No faltan las alusiones a la religión (Viacrucis, ermita, benditas...). También se encuentran preguntas retóricas y numerosos sustantivos de idealizaciones del cuerpo, con lo que el autor busca alcanzar a Dios.

"Caminito de Aceituna
hay una ermita en mi pueblo
muerta a manos del olvido
en el Viacrucis del tiempo.
(...)
¡Piedras benditas que hoy besan
sólo las aves y el viento!
¡Cuando paso a vuestro lado
os miro y no lo comprendo!
¿Es verdad que fueron hombres,
hombres de carne y hueso,
con alma, con corazón,
con ojos y con cerebro?
(...)
Yo no sé si vivirás,
pero si sé que estás muerto,
que sepultado te miro
bajo la laude del tiempo."

Pero la obra cumbre de Mario Simón es, sin lugar a dudas, el libro que escribe (por primera vez incluye prosa y verso) por su pueblo natal. Nada más leer el título podemos conocer mucho del autor: "Historia Lírica y Amorosa de Santa Cruz de Paniagua y de su culto y santuarios a Dios Padre por su hijo y devoto Mario Simón Arias-Camisón".
En este libro, de 257 páginas y publicado el 25 de julio de 1990 por "Gráficas Sandoval" en Plasencia, el autor hace un estudio exhaustivo de la historia de su región, en especial de Santa Cruz de Paniagua: desde los primeros coloniadores hasta finales del siglo XX. Aparece la descripción como elemento fuerte de la obra: es, prácticamente, una guía de viaje que contiene citas de decenas de escritos antiguos e incluso ilustraciones con mapas de la zona para llegar a lugares recónditos. No hay una página en la que el autor no nombre a Dios Padre, considerado creador de lo nombrado en el libro. Es un verdadero libro de historia en verso y prosa con Dios como testigo; todo ello intercalado entre rimas (las rimas escritas durante estos años sin publicaciones de poesía) como las que aparecen en la dedicatoria a su mujer e hijos:

"Te di mis Amores
y por Don Divino,
tú los convertiste
en Flor de Tres Hijos:
Tres Lirios Morados
como el propio Cristo.
Sólo otro Milagro
a Dios Padre pido
¡Que a mi muerte los cuatro
estéis conmigo!"

Desgraciadamente, su mujer fallece tras editar "Sonetos de Amor" en 2002 (primera y única obra en el siglo XXI hasta la fecha), dedicado a su mujer. Los "Lirios Morados" son una mención a una leyenda escrita por él sobre unas flores que existen en una Ermita de su pueblo (leyenda relatada en el libro histórico). La leyenda cuenta que "durante la crucifixión de Cristo, la sangre que derramó cayó sobre unos lirios rojos y otros blancos; tras los años, un paisano de Santa Cruz encuentra esos lirios convertidos morados en Tierra Santa y los lleva a Santa Cruz, donde son custodiados siglos después por San Pedro de Alcántara".




LOA DE LA ROMERÍA

Dati priesa mujel, qu´es ya mu tardi 
y prestu va a sel hora, 
que siempri andamus tan tardius 
comu las cabras cojas. 
Abri el arca te digu y no te jagas
más la remolona, 
qu´es la Romería, Dios Padri Benditu, 
día de los grandis y fiesta mu gorda, 
y yo mayordomu 
y tú mayordoma, 
a la Ermita tenemus que dil
lo mismitu qu´el día de la boa. 
Anda y no rechistis, 
que naidi mos oiga. 
Sácame el remú de tirus largus 
sin que le falti cosa; 
la faja colorá, los mis bombachus, 
el calañés de bolras, 
aquel chalecu de plaqué de oru 
con el pañuelu blancu d´amapolas 
y los zapatus bajus 
que no quieru botas. 
Y no me mientis más de pantalonis 
de chaquetas, jerselis ni de gorras, 
que pa paecel com´un titarateru 
tan solu me faltaba la tambora. 
¡Miá que vestimenta 
quieris que me ponga! 
Déjame d´esus trajis caguetosus 
que no valin ni siquiá pa estopa, 
déjame d´aleluyas y cantaris 
déjame de modas. 
Que pa antruejus con los carnavalis 
tenemus de sobra. 
y tú, ya lo sabis, 
ajuera esa ropa. 
Tira los enjalmus de esus vestuarius 
qu´están jechus de tela de cebolla 
y avienta esi velu que no quieru velti 
pintandu la mona. 
Que´esus trasmallus se jidun pa pecis 
y no pa personas. 
Ya te lo he dichu; 
¡que no quieru modas! 
Hoy tienis que dil
igual que de novia. 
La cobija grandi de los abalorius 
el jugón de blonda, 
el pañuelu e ramu, la saya amarilla 
y el mandil de rosas 
pa que asina vayas tan repompollúa 
que´encelás te mirin las mozas jamponas. 
Vamus, dati priesa, 
no gastis pachorra 
ni jagas rejenis
ni reparus pongas, 
qu´es la romería, Dios Padre Benditu 
día de los grandis y fiesta mu gorda 
y yo mayordomu 
y tú mayordoma 
a la Ermita tenemus que dil 
lo mesmitu qu´el día de la boa. 
No sé cómu tienis 
tanta calma ahora, 
supiendu qu´el cura no se duermi en paja 
y que prestu va a salil la ronda. 
Vamus, anda lista, 
no me seas tan boba. 
¿No te lo digu? Ya tocan a misa 
ya suena el esquilón con su candonga 
y prestu a vuelu jasta la campanas 
voltearán por el airi comu locas. 
Menus mal de que en un periqueti 
jagu yo las cosas. 
Lavalmi, peinalmi, 
plantalmi la ropa, y si s´empareja, 
arrimal la olla, 
pa agilal asina libri de cuidáus 
y dil a la ronda; 
que asín otras vecis siempri lo jacían 
los mayordomus y las mayordomas, 
antinus de misa 
por las callis toas. 
Hoy ya no esa asina, 
hoy es de otra forma. 
Y por esu me vieni a las mientis 
y acordándumi estoy María Rosa, 
d´aquellus tiempinus
y d´aquellas cosas. 
Cuandu yo era mozu, 
cuandu tú eras moza. 
¿T´acuerdas d´aquellu? 
¡No seas melindrosa! 
¿Cuántus añus jadi? Tira po lo largu, 
no te quedis corta. 
Cuarenta lo menus 
jidu por ahora. 
Era yo com´un tallu d´ojaranzu 
tú com´un tallu d´albejaca mora, 
y en mi jaca blanca, 
y en mi jaca torda, 
goliendu a clavelis 
y goliendu a rosas, 
dambus subiamus pa la Romería 
lo mesmu que reyis en una carroza. 
¡Qué tiempus aquellus! 
¡Ya no güelvin, Rosa! 
Dispués vinun otrus, 
vinun otras cosas, 
de pallá de lejus como to lo malu, 
peoris que la quina la mejol de toas 
que a estaju barrierun, 
comu con escoba, 
tuitu la güenu que había en España 
porque asín lo truju altoncis la moda. 
Bien pintiparáu la pusun el nombri 
ni pegáu con cola 
que aquello sí que jué 
República y gorda. 
La llamaban de trabajaoris libris, 
peru na más que jué con la gola 
de embaucal pa ponel de mampara 
a la genti de verdá trabajaora. 
Que esi nombri mejol le pegaba 
dichu po la cola, 
libri de trabajaoris, comu al cabu 
resultó la cosa. 
Que lo primeritu que jidun aquellus 
que la trujun pa llenal la andorga, 
jué tiralsi cuasi de roblazu
tos a la bartola, 
a la verdolaga, que era lo mesmitu 
que echalsi a la poca. 
La custión era regolvel el charcu 
y atestal la alforja 
¡y qué bien lo jidun aquellus juitas
de indinas ideas y de malas obras! 
Lo mesmu que butris, 
igual que langosta, talmenti cual lobus, 
comu la carcoma, 
tuitu lo juerun ellus estrozandu 
comu golpi de riu que se desborda... 
los viejus recuerdus, 
las querencias jondas, 
to lo que el tiempu miró comu sagrau 
pol sel cosa de Dios o de la Historia, 
na de tuitu aquellu respetarun, 
to jué po la borda... 
Amoris, creencias, 
reliquias, memorias... 
roangandu y tumbandu por el rio pabaju 
se mos juerun toas. 
Jasta aquella ermita de nuestrus querelis 
La de nuestras penas, la de nuestras glorias, 
Aquella, la que tenía lirius moráus 
que golían a rosas, 
jasta aquella el turbión se la llevó 
pa nuestra deshonra. 
¡Qué dolol, qué pena 
daba vela, Rosa! 
Hoy jué, jadi un añu 
mesmamenti ahora, 
que subí allí arriba 
pa jadel memoria 
de aquellus tiempinus
y de aquellas cosas, 
y al vela tan tristi 
al vela tan sola, 
tirá po los suelus 
como fruta pocha, 
un garrabuñu se me jidu adrentu
y me entró de arregañu una temblona, 
que abate de cuaju jincu alli el poleu
si desfinchal no puedu po la boca. 
Y echandu petiscus, 
comu cabra loca, 
comu zorra pol quemau rabu entre pierna 
de vergüenza ajuyí, María Rosa, 
de la ermita aquella de nuestrus querelis
qu´era la Ermita de nuestra deshonra 
con llantu en los ojus, 
con rabia en la boca, 
de vela tan tristi, 
de vela tan sola, 
tirá po los suelus 
comu fruta pocha. 
Peru tuvi juerzas pa tiral palanti 
porque Dios t´aprieta peru no t´ajoga, 
y aunque dura era 
de royel la soga, 
jidi la promesa 
de apechal con toas, 
y antis de un añu 
levantal aquellu con lo que sacara solu de limosna 
y sel mayordomu pa jadel la fiesta 
con toa la bambolla.
Y ¡me casu en sanis! si no la cumplía, 
de lleval pegola, 
pa siempri relindal de Santa Cru 
y trasponel de un brincu po la Trocha, 
y dilmi a Villanueva, asín tan frescu, 
comu una escarola. 
Peru Dios lo jidu, 
la cumplí de sobra, 
que unus con trabajus y otrus con dineru 
ca cual con su cosa, 
lo mesmu los hombris comu las mujeris 
mozus comu mozas, 
jasta los muchachus 
arrimarun el hombru a la obra 
y tos me ayuarun 
 a cantal vitoria. 
Que Dios se lo pagui a tuitu el pueblu 
que arrancó la espina de nuestra deshonra 
que hoy la Ermita de nuestrus querelis 
güeli ya a otra cosa, 
güeli a Romería 
comu en nuestra epóca
que otra vez hay lirius 
en el valli, Rosa; 
que ya la tenemus al sol reluciendu 
comu el oru mesmu, igual que una onza. 
Miala, tan blanca entre los olivus 
paeci una paloma. 
Peru ¡cuya está, qué estará pensandu! 
¡Jui que cachu e tonta! 
¡Jui que ñoña eris! 
¡Enseguía te embobas! 
¡T´as embaiu con la la chacharela! 
¡Miá que ya es la hora! 
¡Vamunos María! 
¡Vamus María Rosa! 
Trai pacá el ramu y trai los cohetis 
que están en la alcoba, 
que ya desconfíu 
que vieni la ronda 
que esmecha po la calli abaju 
con el tamboril toca que te toca 
y con la flauta 
sopla que te sopla. 
Peru, no; calla, espera, que esi toqui 
es de la tambora 
y esa es la trompeta de la cachiporra 
que se poni comu una cachimba 
en metá e la boca 
mentira paeci que puea 
tocal comu toca, 
enretortiná 
y atestá de combas. 
Esu por juerza tienei que tenel 
alguna indrómina. 
¿No te lo diji? Miala pandi vieni, 
miala pandi asoma, 
comu una lichona garumba gruñendu 
po las callis toas 
con un rebulliciu comu cuandu sali 
la vaca lironda. 
¡Vaya un achiperri! ¡Vaya unos inventus 
que sacan ahora! 
Estoy pol dicilti que mejol que ella 
gruñi sin enseñus la nuestra rabona. 
Peru, ¡casu en sanis! que ya desconfiu 
que estu es comu mofla, 
comu una bulreta 
jidiendu chacota. 
Pos verás comu salgu ahora mesmu 
a dicil que se pari esa ronda; 
que no aguantu chanzas 
que no quieru gromas. 
Que se metan esus estrumentus 
por el mesmu revés de la boca, 
o en el intri faratu la fiesta 
si Marcial no toca. 
tamboril y flauta 
comu en nuestra epóca. 
Lo demas es to 
puchas a deshoras. 
¡Juera esus cacharrus! 
¡Que no quieru modas! 
Es la Romería, Dios Padri Benditu, 
dia de los grandis y fiesta mu gorda, 
y yo mayordomu 
y tu mayordoma 
a la Ermita tenemus que dil
lo mesmitu que el dia de la boa. 

Mario Simón Arias-Camisón 

Publicado en una revista conmemorativa de la Romería de Dios Padre de Santa Cruz de Paniagua el 21 de abril de 1952. 
Imprenta “La Victoria”, Plasencia


GERARDO DIEGO [9414]

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Gerardo Diego
Gerardo Diego Cendoya (Santander, Cantabria, 3 de octubre de 1896 – Madrid, 8 de julio de 1987) fue un destacado poeta y escritor español perteneciente a la llamada Generación del 27.
Nació el 3 de octubre de 1896 en Santander. Fue alumno de la Universidad de Deusto donde estudió la carrera de Filosofía y Letras, y donde conoce a quien seria después un amigo esencial en la vida literaria, Juan Larrea. Finalizada la carrera, se doctoró en Madrid. Desde 1920 fue catedrático de Lengua y Literatura en institutos de Soria, Gijón, Santander y Madrid. En Santander dirigió dos de las más importantes revistas del 27, Lola y Carmen. Fue uno de los principales seguidores de la vanguardia poética española, y en concreto del ultraísmo y del creacionismo. En 1925 obtuvo el Premio Nacional de Literatura.
Elaboró las dos versiones de la famosa Antología de poesía que dio a conocer a los autores de la Generación del 27. Como profesor, dio cursos y conferencias por todo el mundo. Fue además crítico literario, musical y taurino además de columnista en varios periódicos. Se casó en el año 1934, y al año siguiente se traslada como catedrático al Instituto de Santander. Su tarea poética se sigue completando con sus estudios sobre diferentes temas, aspectos y autores de la literatura española, con su labor de conferenciante y su destacada crítica musical, realizada desde diferentes periódicos.
La Guerra Civil estalla cuando se halla de vacaciones en Sentaraille (Francia). A diferencia de gran parte de sus compañeros, Gerardo Diego tomó partido por el bando nacional y permaneció, por tanto, en España al finalizar la misma. Finalizada la contienda, se traslada al Instituto Beatriz Galindo de Madrid, en el que permanecería hasta su jubilación. Durante la guerra y la posguerra, son además frecuentes en la obra de Diego los poemas políticos en defensa de los sublevados y de los voluntarios falangistas de la División Azul.
Desde 1947 fue miembro de la Real Academia Española. En 1979, se le concedió el Premio Cervantes, el cual curiosamente resultó ser la única vez en que se premió a dos personas en un mismo año (el otro premiado fue el argentino Jorge Luis Borges). Murió el 8 de julio de 1987 en Madrid a los 90 años.

Poética

Representó el ideal del 27 al alternar con maestría la poesía tradicional y la vanguardista, de la que se convirtió en uno de los máximos exponentes durante la década de los años veinte. Su obra poética sigue, pues, estas dos líneas.
Es de destacar la influencia de Gerardo Diego en otras figuras de relevancia tanto en el ámbito nacional como regional. Destaca entre sus seguidores la poeta cántabra Matilde Camus, de la que fue profesor en el Instituto de Santa Clara en Santander. Gerardo Diego envió en 1969 una poesía cuyo título es Canción de corro para el prólogo del primer libro de Matilde Camus titulado Voces y que fue dado a conocer en el Ateneo de Madrid. Asimismo, pronto se publicará la correspondencia que mantuvo con Matilde Camus.
Su poesía tradicional comprende poemas de corte tradicional y clasicista, donde recurre con frecuencia al romance, a la décima y al soneto. Los temas son muy variados: el paisaje, la religión, la música, los toros, el amor, etc. Es suyo el considerado por muchos el mejor soneto de la literatura española, El ciprés de Silos, así como de otros poemas importantes como Nocturno, Las tres hermanas o La despedida.
Su inclinación por el nuevo arte de vanguardia le lleva a iniciarse primero en el creacionismo. La falta de signos de puntuación, la disposición de los versos, los temas intrascendentes y las extraordinarias imágenes caracterizan esta poesía.

Obras poéticas

El romancero de la novia, Santander, Imp. J. Pérez, 1920.
Imagen. Poemas (1918–1921), M., Gráfica de Ambos Mundos, 1922.
Soria. Galería de estampas y efusiones, Valladolid, Libros para amigos, 1923.
Manual de espumas, M., Cuadernos Literarios (La Lectura), 1924.
Versos humanos, M., Renacimiento, 1925 (Premio Nacional de Literatura 1924-1925).
Viacrucis, Santander, Talleres Aldus, 1931.
Fábula de Equis y Zeda, México, Alcancía, 1932.
Poemas adrede, México, Alcancía, 1932.
Ángeles de Compostela, M., Patria, 1940 (nueva versión completa: M., Giner, 1961).
Alondra de verdad, M., Escorial, 1941.
Primera antología de sus versos, M., Espasa-Calpe, 1941.
Romances (1918–1941), M., Patria, 1941.
Poemas adrede, M., Col. Adonais, 1943 (Edición completa).
La sorpresa, M., CSIC, 1944.
Hasta siempre, M., Mensajes, 1948.
La luna en el desierto, Santander, Vda F. Fons, 1949.
Limbo, Las Palmas de Gran Canaria, El Arca, 1951.
Visitación de Gabriel Miró, Alicante, 1951.
Dos poemas (Versos divinos), Melilla, 1952.
Biografía incompleta, M., Cultura Hispánica, 1953 (Ilustraciones de José Caballero. 2ª edición con nuevos poemas: M., Cultura Hispánica, 1967).
Segundo sueño (Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz), Santander, Col. Tito Hombre, 1953 (Xilografías de Joaquín de la Fuente).
Variación, M., Neblí, 1954.
Amazona, M., Ágora, 1956.
Égloga a Antonio Bienvenida, Santander, Ateneo, 1956.
Paisaje con figuras, Palma de Mallorca, Papeles de Sons Armadans, 1956 (Premio Nacional de Literatura).
Amor solo, M., Espasa-Calpe, 1958 (Premio Ciudad de Barcelona 1952).
Canciones a Violante, M., Punta Europa, 1959.
Glosa a Villamediana, M., Palabra y Tiempo, 1961.
La rama, Santander, La isla de los ratones, 1961.
Mi Santander, mi cuna, mi palabra, Santander, Diputación, 1961.
Sonetos a Violante, Sevilla, La Muestra, 1962.
La suerte o la muerte. Poema del toreo, M., Taurus, 1963.
Nocturnos de Chopin, M., Bullón, 1963.
El jándalo (Sevilla y Cádiz), M., Taurus, 1964.
Poesía amorosa 1918–1961, B., Plaza y Janés, 1965.
El Cordobés dilucidado y vuelta del peregrino, M., Revista de Occidente, 1966.
Odas morales, Málaga, Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1966.
Variación 2, Santander, Clásicos de Todos los Años, 1966.
Segunda antología de sus versos (1941–1967), M., Espasa-Calpe, 1967.
La fundación del querer, Santander, La isla de los ratones, 1970.
Versos divinos, M., Alforjas para la poesía española (Fundación Conrado Blanco), 1971.
Cementerio civil, B., Plaza y Janés, 1972.
Carmen jubilar, Salamanca, Álamo, 1975.
Cometa errante, B., Plaza y Janés, 1985.
Decir de La Rioja, Biblioteca Gonzalo de Berceo. 








Adentro, más adentro...

Adentro, más adentro,
hasta encontrar en mí todas las cosas.
Afuera, más afuera,
hasta llegar a ti en todas las cosas.

secreto panteísmo.
Mi oración es así.
Tú estás en todo
y todo en mí.







Ahogo

Déjame hacer un árbol con tus trenzas. 

Mañana me hallarán ahorcado 
en el nudo celeste de tus venas. 

Se va a casar la novia 
del marinerito. 

Haré una gran pajarita 
con sus cartas cruzadas. 
Y luego romperé 
la luna de una pedrada. 
Neurastenia, dice el doctor. 

Gulliver 
ha hundido todos sus navíos. 

Codicilo: dejo a mi novia 
un puñal y una carcajada.







Amor

Dentro, en tus ojos, donde calla y duerme
un palpitar de acuario submarino,
quisiera - licor tenue al difumino -
hundirme, decantarme, adormecerme.

Y a través de tu espalda, pura, inerme,
que me trasluce el ritmo de andantino
de tu anhelar, si en ella me reclino,
quisiera trasvasarme y extenderme.

Multiplicar mi nido en tus regazos
innumerables, que al cerrar los brazos
no encontrases mi carne, en ti disuelta.

Y que mi alma, en bulto y tacto vuelta,
te resbalase en torno, transparente
como tu frente, amor, como tu frente.







Autorretrato

Todo lo que llevo dentro 
está ahí fuera. 
Se ha hecho -fiel a sí mismo- 
mi evidencia. 
Mis pensamientos son montes, 
mares, selvas, 
bloques de sal cegadora, 
flores lentas. 
El sol realiza mis sueños, 
me los crea 
y el viento pintor, errante, 
-luz, tormenta- 
pule y barniza mis óleos, 
mis poemas, 
y el crepúsculo y la luna 
los avientan. 

Podéis tocar con las manos 
mi conciencia. 
Gozar podéis con los ojos 
-negro y sepia- 
los colores y las tintas 
de mis penas. 
Y eso que os roza el labio, 
bruma o seda, 
es mi amor -flores o pájaros 
que revuelan- 
mis amores, criaturas 
libres, sueltas. 

Todo lo que fuera duerme, 
queda o pasa, 
todo lo que huele o sabe, 
toca o canta, 
conmigo dentro se ha hecho 
viva entraña, 
víscera oscura y distinta, 
sueño y alma. 
Si pudierais traspasarme 
os pasmarais. 
Todo está aquí, aquí dormido. 
Dibujada 
llevo en mi sangre y mi cuerpo 
cuerpo y sangre de mi patria. 
Luces y luces de cielo, 
cosas santas. 
Todo lo que está aquí dentro 
fuera estaba. 
Todo lo que estaba ahí fuera 
dentro calca. 
El universo infinito 
me enmaraña; 
auscultadme, soy su cárcel 
sin ventanas. 

Escuchadme, dentro, fuera, 
donde os plazca. 
Mis más íntimos secretos 
por el aire los pregonan 
y los cantan.







Ayer soñaba

Ayer soñaba.
Tú eras un árbol manso
- isla morada, abanico de brisa -
entre la siesta densa.
Y yo me adormecía.

Después yo era un arroyo
Y arqueaba mi lomo de agua limpia,
como un gato mimado,
para rozarte al paso.







Continuidad

Las campanas en flor 
no se han hecho para los senos de oficina 
ni el tallo esbelto de los lápices 
remata en cáliz de condescendencia 
La presencia de la muerte 
se hace cristal de roca discreta 
para no estorbar 
el intenso olor a envidia joven 
que exhalan los impermeables 

Y yo quiero romper a hablar a hablar 
en palabras de nobles 
agujeros dominó del destino 
Yo quiero hacer del eterno futuro 
un limpio solo de clarinete 
con opción al aplauso 
que salga y entre libremente 
por mis intersticios de amor y de odio 
que se prolongue en el aire y más allá del aire 
con intenso reflejo en jaspe de conciencias 

Ahora que van a caer oblicuamente 
las últimas escamas de los llantos errantes 
ahora que puedo descorrer la lluvia 
y sorprender el beso tiernísimo 
de las hojas y el buen tiempo 
ahora que las miradas de hembra y macho 
chocan sonoramente y se hacen trizas 
mientras aguzan los árboles sus orejas de lobo 
dejadme salir en busca de mis guantes 
perdidos en un desmayo de cielo 
acostumbrado a mudar de pechera 

La vida es favorable al viento 
y el viento propicio al claro ascendiente 
de los frascos de esencia 
y a la iluminación transversal de mis dedos 
Un álbum de palomas rumoroso a efemérides 
me persuade al empleo selecto 
de las uñas bruñidas 
Transparencia o reflejo 
el amor diafaniza y viaja sin billete 
de alma a alma o de cuerpo a cuerpo 
según todas las reglas que la mecánica canta 

Ciertamente las campanas maduras 
no saben que se cierran como los senos 
de oficina 
cuando cae el relente 
ni el tallo erguido de los lápices 
comprende que ha llegado 
el momento de coronarse de gloria 
Pero yo sí lo sé 
y porque lo sé lo canto ardientemente 
Los dioses los dioses miradlos han vuelto 
sin una sola cicatriz en la frente.







El sueño

Apoya en mí la cabeza,
si tienes sueño.
apoya en mí la cabeza,
aquí, en mi pecho.
Descansa, duérmete, sueña,
no tengas miedo del mundo,
que yo te velo.
Levanta hacia mí tus ojos,
tus ojos lentos,
y ciérralos poco a poco
conmigo dentro;
ciérralos, aunque no quieras,
muertos de sueño.

Ya estás dormida. Ya sube,
baja tu pecho,
y el mío al compás del tuyo
mide el silencio,
almohada de tu cabeza,
celeste peso.
Mi pecho de varón duro,
tabla de esfuerzo,
por ti se vuelve de plumas,
cojín de sueños.
Navega en dulce oleaje,
ritmo sereno,
ritmo de olas perezosas
el de tus pechos.
De cuando en cuando una grande,
espuma al viento,
suspiro que se te escapa
volando al cielo,
y otra vez navegas lenta
mares de sueño,
y soy yo quien te conduce
yo que te velo,
que para que te abandones
te abrí mi pecho.
¿Qué sueñas?  ¿Sueñas?  ¿Qué buscan
- palabras, besos - 
tus labios que se te mueven,
dormido rezo?
Si sueñas que estás conmigo,
no es sólo sueño;
lo que te acuna y te mece
soy yo, es mi pecho.

Despacio, brisas, despacio,
que tiene sueño.
Mundo sonoro que rondas,
hazte silencio,
que está durmiendo mi niña,
que está durmiendo
al compás que de los suyos
copia mi pecho.
Que cuando se me despierte
buscando el cielo
encuentre arriba mis ojos
limpios y abiertos.







Ella

¿No la conocéis? Entonces
imaginadla, soñadla.
¿Quién será capaz de hacer
el retrato de la amada?

Yo sólo podría hablaros
vagamente de su lánguida
figura, de su aureola
triste, profunda y romántica.

Os diría que sus trenzas
rizadas sobre la espalda
son tan negras que iluminan
en la noche. Que cuando anda,

no parece que se apoya,
flota, navega, resbala...
Os hablaría de un gesto
muy suyo..., de sus palabras,

a la vez desdén y mimo,
a un tiempo reproche y lágrimas,
distantes como en un éxtasis,
como en un beso cercanas...

Pero no: cerrad los ojos,
imaginadla, soñadla,
reflejada en el cambiante
espejo de vuestra alma.







Fábula de equis y zeta

Amor
Góngora 1927

Era el mes que aplicaba sus teorías
cada vez que un amor nacía en torno
cediendo dócil peso y calorías
cuándo por caridad ya para adorno
en beneficio de esos amadores
que hurtan siempre relámpagos y flores

Ella llevaba por vestido combo
un proyecto de arcángel en relieve
Del hombro al pie su línea exacta un rombo
que a armonizar con el clavel se atreve
A su paso en dos lunas o en dos frutos
se abrían los espacios absolutos

Amor amor obesidad hermana
soplo de fuelle hasta abombar las horas
y encontrarse al salir una mañana
que Dios es Dios sin colaboradoras
y que es azul la mano del grumete
-amor amor amor- de seis a siete

Así con la mirada en lo improviso
barajando en la mano alas remotas
iba el galán ladrándole el aviso
de plumas blancas casi gaviotas
por las calles que huelen a pintura
siempre buscando a ella en cuadratura

Y vedla aquí equipando en jabón tierno
globos que nunca han visto las espumas
vedla extrayendo de su propio invierno
la nieve en tiras la pasión en sumas
y en margaritas que pacerá el chivo
su porvenir listado en subjuntivo

Desde el plano sincero del diedro
que se queja al girar su arista viva
contempla el amador nivel de cedro
la amada que en su hipótesis estriba
y acariciando el lomo del instante
disuelve sus dos manos en menguante

«A ti la bella entre las iniciales
la más genuina en tinta verde impresa
a ti imposible y lenta cuando sales
tangente cuando el céfiro regresa
a ti envío mi amada caravana
larga como el amor por la mañana

Si tus piernas que vencen los compases
silencioso el resorte de sus grados
si más difícil que los cuatro ases
telegrama en tu estela de venados
mis geometrías y mi sed desdeñas
no olvides canjear mis contraseñas

Luna en el horno tibio de aburridas
bien inflada de un gas que silba apenas
contempla mis rodillas doloridas
así no estallen tus mejillas llenas
contempla y dime si hay otro infortunio
comparable al desdén y al plenilunio

Y tú inicial del más esbelto cuello
que a tu tacto haces sólida la espera
no me abandones no Yo haré un camello
del viento que en tus pechos desaltera
y para perseguir tu fuga en chasis
yo te daré un desierto y un oasis

Yo extraeré para ti la presuntuosa
raíz de la columna vespertina
Yo en fiel teorema de volumen rosa
te expondré el caso de la mandolina
Yo peces te traeré -entre crisantemos-
tan diminutos que los dos lloremos

Para ti el fruto de dos suaves nalgas
que al abrirse dan paso a una moneda
Para ti el arrebato de las algas
y el alelí de sálvese el que pueda
y los gusanos de pasar el rato
príncipes del azar en campeonato

Príncipes del azar Así el tecleo
en ritmo y luz de mecanografía
hace olvidar tu nombre y mi deseo
tu nombre que una estrella ama y enfría
Príncipes del azar gusanos leves
para pasar el rato entre las nieves

Pero tú voladora no te obstines
Para cantar de ti dame tu huella
La cruzaré de cuerdas de violines
y he de esperar que el sol se ponga en ella
Yo inscribiré en tu rombo mi programa
conocido del mar desde que ama»

Y resumiendo el amador su dicho
recogió los suspiros redondeles
y abandonando al humo del capricho
se dejó resbalar por dos rieles
Una sesión de circo se iniciaba
en la constelación decimoctava.







Gesto

A la brisa, a la abeja, a la hermosa
el rosal puede dedicar la rosa.

Al poeta, al grumete, a la doncella
la noche puede dedicar la estrella.
Si eres tú misma el rosal y las rosas,
la noche de mi verso y sus estrellas,
¿a quién dedicaré este breve cielo,
este arbusto, esta fuente, este desvelo?







Glosa

Déjame vivir verdades:
la verdad de tus miradas,
la de tus apasionadas
promesas de eternidades,
y entre tus sinceridades,
la doble verdad querida
con que llaman a la vida
tus dos palmas amorosas
cuando estrechan, perezosas,
mi mano desfallecida.







Insinuación

Oh, ven, ven, ¿a qué esperas?
Los árboles te llaman
agitando sus miembros infinitos.
La tierra abre sedienta
la boca, y modifica
la incómoda postura de sus muslos.
Sus párpados entoldan los tejados.
Alborotan los niños de la escuela.
Se hace más tersa y suave
la mejilla frutal de las mujeres.
Y acarician mi frente anubarrada,
barriéndola de duros pensamientos
los plumeros de seda de la brisa.
Oh, ven pronto
a adormecer  -silencio-  nuestros sueños,
contándoles tu historia sin sentido,
tan casta y voluptuosa,
toda de besos mudos
y calladas sorpresas.







Insomnio

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes. 
Duermes.  No. No lo sabes. Yo en desvelo, 
y tú, inocente, duermes bajo el cielo. 
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves 
te me encierran, recluyen, roban. Hielo, 
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo 
que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta, segura 
- cauce fiel de abandono, línea pura -, 
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño, 
yo, insomne, loco, en los acantilados, 
las naves por el mar, tú por tu sueño.







La despedida

Aquel día  -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba...

-Me vas a olvidar  -dijiste- .
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven... Presente
Has de estar siempre en mi alma.

Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós...  -Me entregaste
tu mano suave y rosada,

y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
...Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga...

Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban las lágrimas.

Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.

Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
...Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.







Madrigal

A Juan Ramón Jiménez

Estabas en el agua
                    estabas que yo te vi

Todas las ciudades
                            lloraban por ti
                            Las ciudades desnudas
           balando como bestias en manada.

A tu paso
              las palabras eran gestos 
como éstos que ahora te ofrezco

Creían poseerte 
porque sabían teclear en tu abanico

Pero
            No
Tú 
     no estabas allí

Estabas en el agua
                              que yo te vi.







Me estás enseñando a amar...

Me estás enseñando a amar.
               Yo no sabía.
Amar es no pedir, es dar,
                noche tras día.

La Noche ama al Día, el claro
                ama a la Oscura.
Qué amor tan perfecto y tan raro.
                Tú mi ventura.

El Día a la Noche alza, besa
                sólo un instante.
la Noche al Día -alba, promesa-
                beso de amante.

Me estás enseñando a amar.
                 Yo no sabía.
Amar es no pedir, es dar.
                  Mi alma, vacía.







Mujer de ausencia

Mujer de ausencia,
escultura de música en el tiempo.
Cuando modelo el busto
faltan los pies y el rostro se deshizo.
Ni el retrato me fija con su química
el momento justo.
Es un silencio muerto
en la infinita melodía.
Mujer de ausencia, estatua
de sal que se disuelve, y la tortura
de forma sin materia.







No está el aire propicio para estampar mejillas...

No está el aire propicio para estampar mejillas.
Se borraron la flechas que indicaban la ruta
más copiosa de pájaros para los que agonizan.
Se arrastran por los suelos nubes sin corazón
y a la garganta trepa la impostura del mundo.

No está el aire propicio para cantar tus labios,
tu nuca en desacuerdo con las leyes de física
ni tu pecho de interna geografía afectuosa.
Las tijeras gorjean mejor que las calandrias
y no vuelven ya nunca si remontan el vuelo
y aquí en mi cercanía tres libros se aproximan,
abiertos en la página donde muere una reina.

Qué dulce despertar el del amor que existe
y qué existencia clara la del ojo que duerme,
velado por las alas remotas de los párpados.

Pétalos de difuntas miradas, llueven, llueven
y llueven, llueven, llueven. Me sepultan los pies,
las rodillas, el vientre, la cintura, los hombros.
Van a enterrarme vivo; van a enterrarme vivo;

No está el aire propicio para soñar contigo.







Nocturno XI

Sentadas sobre un pozo alabastrino
una mujer desnuda  -amor profano-
y una blanca doncella  -amor divino-.
¿No recordáis el cuadro de Tiziano?

También en el nocturno chopiniano
se oye primero el cántico argentino
que nos dice las rosas del camino,
que al goce invita del amor profano.

El ave del amor borda su trino
escondida en el bíblico manzano,
y un cupidillo frívolo y pagano
apunta al cielo el chorro cristalino.

Es todo risas. Se respira un vano
perfume anacreóntico; y el vino
tiñe acaso el paisaje veneciano
como en una vendimia de Bassano
o en una bacanal del Aretino.

Un acorde litúrgico; imagino
que lo trenza algún órgano cristiano.
Es la aureola del amor divino
la que ilumina el corazón humano.

Renunciamiento, paz, quietud, lejano
son de plegarias místicas. El lino
de un cuento nazareno y peregrino
devana el dulce corazón del piano.

Y se piensa en el claustro; el vespertino
toque de Ángelus, trémulo y lontano,
un conventual jardín benedictino,
azucenas, cipreses, una mano
blanca en las sombras lentas adivino...

Pasa el encanto del amor divino.
Vuelve el triunfo del amor pagano.
Ya conoces los dos, mi buen hermano.
Pero tú no decides tu camino.
Es tan bello el amor a lo profano...
Es tan bello el amor a lo divino...








Nocturno XII

A Santiago de la Escalera

La noche resbala
con mansa dulzura.
Como una azucena
de nevada túnica,
inocente y lírica,
florece la luna.
las estrellas cantan
su cantiga muda
y sueña el paisaje
dormido en la bruma.
¡Qué suave sosiego!
¡Qué paz tan profunda!
Cual blandas cadencias
de canción de cuna,
únicos rumores
que el silencio surcan,
se estremece el bosque,
la brisa susurra
y abajo en el río
rezan las espumas.

Sólo dos zagales
- él fuerte, ella rubia -
velan en el valle
Por gozar la albura
de la noche clara,
de la noche rústica.

- Juan, ¿estoy soñando?
¡Oh, qué dulce música!
- Parecen campanas;
no las sentí nunca.
- Quién las toca, di?
-No sé; pero escucha.
María, te quiero.
- Si serán las brujas?
- María, si vieras...
_ O serán los ángeles
allá en las alturas...
- María, te adoro...
- ¿Campanas, o guzlas?
- Me atiendes, María?
- Qué paz, qué dulzura...
¿oyes las campanas?
- ¿María, me escuchas?
- Campanas celestes
¿sonáis en la luna?
Tañido divino...
¡Oh, Juan, esa música!...
- María, ¿me quieres?

-...No puedo ser tuya.







Nocturno XIV

A Enrique Menéndez

Ha cruzado divina y desnuda.
Es la Forma, es la Forma, es la Forma.
El artista, sujeto en la Norma,
la llama en su ayuda.

Cuando pasa sonríe y promete
y saluda cordial y exquisita,
más que breve es su breve visita,
su azar de cohete.

Es celeste como hecha de astros,
perfumada de incógnita esencia.
Es la Amada de la adolescencia,
toda de alabastros.

No se sabe si es sueño o es niebla.
No se sabe si túnica o nube.
Deja un rastro de luz cuando sube, 
y el aire despuebla.

Es la imagen del ángel más leve
que Jacob vio en las blancas escalas.
Al trasluz transparenta sus alas
sutiles de nieve.

Sólo muestra su carne de estrella
en la magia de luna en el río.
Es espíritu, es aire, es vacío
sin molde y sin huella.

En la virgen cuartilla se posa.
Sobre el piano despliega su ala.
y si vamos a asirla, resbala
esquiva, medrosa.

La queremos cazar prisionera
y el intento en seguida comprende,
y batiendo las alas, asciende
feliz, a su esfera.

¡Quién pudiera seguirla en su vuelo
Y arrobado en dichoso desmayo,
patinar por el hilo de un rayo
de luna hasta el cielo!







Otoño

Mujer densa de horas
y amarilla de frutos
como el sol del ayer

El reloj de los vientos te vio florecer
cuando en su jaula antigua
se arrancaba las plumas el terco atardecer

El reloj de los vientos
despertador de pájaros pascuales
que ha dado la vuelta al mundo
y hace juegos de agua en los advientos

De tus ojos la arena fluye en un río estéril

Y tantas mariposas distraídas
han fallecido en tu mirada
que las estrellas ya no alumbran nada

Mujer cultivadora
de semillas y auroras

Mujer en donde nacen las abejas
que fabrican las horas

Mujer puntual como la luna llena

Abre tu cabellera
                            origen de los vientos
que vacía y sin muebles
mi colmena te espera.







Por qué cuando te hablo...

¿Por qué cuando te hablo
cierro los ojos?
Yo pienso en aquel día
y en que tú me los cierres
- esperanza infinita -,
a ver si mis palabras
- costumbre larga mía -
pueden más que la muerte.







Posesión

Fue una tarde de enero. Mi entereza
de cántabro se defendía, encastillaba.
Mis amigos pensaban persuadirme,
no conocían aún la irrebatible
casta de mi carácter. Insistían,
razonaban volvían, apremiaban.
Yo, numantino.
Y por dentro un supliciado.
No poder ser, Dios mío, como ellos.
Los comprendía. Y ellos a mí, no.

Y para hacerles ver que era verdad
la mía, hube de volverme niño
y dejar que asomaran a mis ojos
unas lágrimas de hombre.
Entonces comprendieron. Y callaron.

Yo salí a la calle, al paseo, aprisa, aprisa,
al campo, a la sagrada libertad.
Empezaba a llover, gotas menudas,
hijas de las nieves.
Qué caricia de besos en mi frente.
Qué hora feliz, yo absuelto,
perdonado.

Aquel domingo decisivo
tomé posesión, no de un cargo,
de mi vida modesta, transparente.







Quisiera ser convexo...

Quisiera ser convexo
para tu mano cóncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueño.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.







Rosa mística

Era ella.

             Y nadie lo sabía.

Pero cuando pasaba
los árboles se arrodillaban.

Anidaba en sus ojos

               el Ave María

y en su cabellera

               se trenzaban las letanías,

Era ella.

              Era ella.

Me desmayé en sus manos
como una hoja muerta

                  sus manos ojivales
                  que daban de comer a las estrellas.

Por el aire volaban
romanzas sin sonido.

                   Y en su almohada de pasos
                   me quedé dormido.

Mujer de ausencia
escultura de música en el tiempo.
Cuando modelo el busto
faltan los pies y el rostro se deshizo.
Ni el retrato me fija con su química
el momento justo.
Es un silencio muerto
en la infinita melodía.
Mujer de ausencia, estatua
de sal que se disuelve, y la tortura
de forma sin materia.







Siempre abiertos tus ojos...

Siempre abiertos tus ojos
(muchas veces se dijo) como un faro.
Pero la luz que exhalan
no derrama su chorro en los naufragios.
Enjuto, aunque desnudo,
voy derivando orillas de tu radio.
Soy yo el que giro
como un satélite imantado.
Y dime. Esta luz mía - tuya - que devuelvo,
¿a qué te sabe muerta en tu regazo?
¿Puede aumentar tu lumbre
este selenio resplandor lejano?







Sueños

Anoche soñé contigo.
Ya no me acuerdo qué era.
Pero tú aún eras mía,
eras mi novia. ¡Qué bella

mentira! Las blancas alas
del sueño nos traen, nos llevan
por un mundo de imposibles,
por un cielo de quimeras.

Anoche tal vez te vi
salir lenta de la iglesia,
en las manos el rosario,
cabizbaja y recoleta.

O acaso junto al arroyo,
allá en la paz de la aldea,
urdíamos nuestros sueños
divinos de primavera.

Quizás tú fueras aún niña
-¡oh remota y dulce época!-
y cantaras en el coro,
al aire sueltas las trenzas.

Y yo sería un rapaz
de los que van a la escuela,
de los que hablan a las niñas,
de los que juegan con ellas.

El sueño es algo tan lánguido
tan sin forma, tan de nieblas...
¡Quién pudiera soñar siempre!
Dormir siempre  ¡quién pudiera!

¡Quién pudiera ser tu novio
(alma, vístete de fiesta)
en un sueño eterno y dulce,
blanco como las estrellas!...







Sucesiva

Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.

Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.







Te diré el secreto de la vida

El secreto de la vida es intercalar
entre palmera y palmera un hijo pródigo
y a la derecha del viento y a la izquierda del loco
conseguir que se filtre una corona real
Levántate cada día a hora distinta
y entre hora y hora
compóntelas para incrustar un ángel

Nada hay como un suspiro intercalado
y entre suspiro y suspiro
la melodía ininterrumpida

Déjame que te cante
la grieta azul y el intervalo.







Tentación

No. De noche no. De noche
no, porque me miran ellas.
Sería un mudo reproche
el rubor de las estrellas.

Tan inocentes, tan puras,
con sus ojos ignorantes,
latiendo como diamantes
allá arriba en las alturas.

-Entonces, mira. Mañana
bajo el sol viejo y ardiente.
La luz ciega, muerde, aplana.
El alma duerme... y consiente.

-¿De día? No. Las estrellas
en el cielo están también.
¿No lo sabías? Sí. Ellas,
aunque invisibles, nos ven.







Tú me miras, amor, al fin me miras...

Tú me miras, amor, al fin me miras
de frente, tú me miras y te entregas
y de tus ojos líricos trasiegas
tu inocencia a los míos. No retiras

tu onda y onda dulcísima, mentiras
que yo soñaba y son verdad, no juegas.
Me miras ya sin ver, mirando a ciegas
tu propio amor que en mi mirar respiras.

No ves mis ojos, no mi amor de fuente,
miras para no ver, miras cantando
cantas mirando, oh música del cielo.

Oh mi ciega del alma, incandescente,
mi melodía en que mi ser revelo.
Tú me miras, amor, me estás mirando.







Una a una desmonté las piezas de tu alma...

Una a una desmonté las piezas de tu alma.
Vi cómo era por dentro:
sus suaves coyunturas,
la resistencia esbelta de sus trazos.
Te aprendí palmo a palmo.
Pero perdí el secreto
de componerte.
Sé de tu alma menos que tú misma,
y el juguete difícil
es ya insoluble enigma.









JOSÉ FLORENCIO MARTÍNEZ [9415]

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José Florencio Martínez nació en Trespaderne (Burgos) en 1950. Desde 1973 vive en Barcelona donde obtuvo la licenciatura en Derecho en 1980. Ha colaborado en las páginas de crítica literaria de El Periódico de Cataluña y en las revistas El Ciervo, Arte Urbano y Alga. Es socio de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) de donde fue miembro de su Junta Directiva durante 4 años. También pertenece al grupo de poetas El laberinto de Ariadna. 

Ha publicado en poesía: Sonetos y otros sones del corazón, De las madrugadas amantes (poemas de jazz), 4 estaciones de amor, El espacio de la mirada, Tríptico italiano, Sobre los números, Ángeles o poemas, Teseo no saldrá del laberinto. 

Ha sido incluido en las Antologías: 10 de Barcelona; El laberinto de Ariadna (10 años de poesía) y en la antología de poesía erótica Erato bajo la piel del deseo. Teatro: Lo hemos afusilao esta mañana, El geriátrico en la playa y El carnaval de los locos. Biografía: Biografía de Lope de Vega (1562-1635). Un friso literario sobre el Siglo de Oro.


Ha obtenido los siguientes premios:
  - I Premio en el Concurso de Poesía José Mª Valverde (2000).
  - Finalista del Premio Amateur de Poesía Planeta de Agostini (2000).
  - Accésit en el Concurso de Poesía José Agustín Goytisolo (2002).
  - I Premio de Poesía Semillero Azul, Sant Joan Despí. (2003).
  - I Premio de Poesía en castellano Vila de Martorell (2004).
  - Accésit y edición XXVI Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2006. Diputación de Huelva.




BARCELUNA (Cava de jazz)

Salimos del garito y era tarde.
Llovía fuera y dentro de la música.
Pero la noche adelantaba su pierna
derecha entre los dos y el gin-tónic
y no servían de nada los paraguas de Sidney Bechet
ni los Lester Young calándonos los huesos.
Acabábamos de conocernos hacía dos cigarrillos.
Arrastrábamos ambos mala racha últimamente
y la soledad nos helaba el alma de febrero.
La Plaza Real se había quitado las máscaras
y los muelles del puerto eran un enorme pájaro muerto.
Buscamos una pensión barata donde juntar
[las cicatrices al amanecer,
donde huir de aquella atmósfera de exilio y de destiempo.
Ramblas abajo, tú eras el carro de las heridas
y yo el perrillo atado al eje de la rueda.

(De las madrugadas amantes/Poemas en jazz)





Los números transfinitos

No sino sombra son que se conjuga,
engranajes de sombra de lo no comprensible, 
grietas de sombra densas, desgajadas
de las manos de un dios como migajas.

Pies de lo intransitable, luz
de lo nunca diáfano, agua de sombra 
de la insaciable sed de trascendencia.

Casi sois nuestros, peces abisales,
y hasta la infinidad seremos vuestros.

Donde la nada toca a Dios.

                              




Elogio del matemático

Sus números, sus métodos,
sus proporciones
buscan la claridad.
Trabaja con lo cierto
de la irreal realidad.
Su telar es de hilos
imaginarios.
Mide la luz, lo innúmero
del aire, de lo leve.
Sabe cómo gravita
un ala —¿un amor?—,
un cuerpo hacia otro cuerpo.
Proyecta luz y cuenta
las leyes interiores
—esa tela de araña—
del espacio y el tiempo.
Va más adelante
en la lectura del poema.







Los números quebrados

Para cuando te rompas,
cántaro,
tengo ya las lágrimas a punto.

Para cuando te quiebres,
pájaro,
recoger tu canto.

Para cuando derrames,
cántico,
tu agua por el desierto de mis labios.





DEATH IN VENICE

           Quien con sus ojos la belleza ha visto,
           está ya entregado a la muerte”.
          (August von Platen)


Todo es un rostro. Alado es el silencio
cuando pasa. La realidad no existe.
Sólo existe ese rostro y la belleza
de su cuerpo descalzo en el no tiempo.

El adagietto de su paso duele.
Vas a abrazarlo pero no converge
tu sueño con su abrazo. Al aire abrazas.
Su tacto es imposible. Mataría.

Caronte espera en el embarcadero.
El agua, el aire, el cielo están podridos.
Pero lo has visto. Ya no verás nada.

Se ha cruzado contigo en una calle.
Y tras su paso, el ángel de la muerte:
su núbil, serenísimo silencio.

de Teseo no saldrá del laberinto





ISLARIO 
                               Para Ricardo

Desde Firostefani (Santorini), se contempla
 Thirasia y el sol poniéndose sobre Folégandros

De cuerpo en cuerpo vas o de isla en isla
abrazando cinturas, circundando
la marea lunar de los deseos,
las playas reclinadas de sus olas.

Cuántas navegaciones por sus noches,
cuántas albas varadas en sus radas,
cuántos remos hundidos en sus aguas,
cuántos naufragios entre sus bajíos.

De cuerpo en cuerpo en busca de la rosa,
en busca de la diosa y su sonrisa
con tanta soledad de continente.

Arriar, izar las velas y los sueños
y dejarte la piel, los años, todo
de paso por los cuerpos, por las islas.

de Teseo no saldrá del laberinto





Scherzo de Florencia

Ponte Vecchio

Y desde el Ponte Vecchio
la luna que desdeñan en el Arno
los joyeros.




Via Ghibellina

Todas las lilas de un jardín cerrado
daban su aroma al huerto, satisfechas.
Pero en la tapia alguna saludaba
-gracias por escapar de la clausura-
también al viandante, sonriendo.





En la terraza de un café

-¿Sabes, Firenze? A veces, la belleza
no es sino un espejismo circular
abocado al abismo de la nada;
y al borde de ese abismo ahora doy vueltas
a esa nada sorbiendo un cappuccino
en la terraza de un café en que el tiempo
(que ha aparcado un momento sus corceles)
se deslíe como un terrón de azúcar.
Firenze, a veces, ¿sabes?, la tristeza
fluye bajo tus puentes como el Arno.

[del libro Tríptico italiano
XXIX Premi de Poesia, Vila de Martorell 2004}




MIQUEL COSTA I LLOBERA [9416]

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MIQUEL COSTA I LLOBERA (1854-1922)
Miguel Costa y Llobera (Pollensa, Mallorca; 1854 – Palma de Mallorca; 1922) fue un poeta y sacerdote español nacido en Pollensa en 1854. Hijo de una familia de propietarios rurales, huérfano de madre a los 11 años, creció muy influido por un tío suyo, médico de Pollensa, que le descubrió el paisaje local y el interés por los clásicos.
Durante sus estudios en el instituto, en Palma de Mallorca, fue discípulo de Josep Lluís Pons i Gallarza y compañero de Joan Alcover y Antonio Maura; aunque fueran Joan Rosselló de Son Fortesa y Juan Luis Estelrich, compañeros de internado, los que lo influyeron de verdad.
Su poesía es principalmente de carácter clásico, regional y religioso. También fue cantor del paisaje, de la historia y de la cultura popular de Mallorca.
El año 1902 fue investido con el título de Mestre en Gai Saber, al ganar tres premios ordinarios de los Juegos Florales.
Es considerado como uno de los máximos representantes de la poesía catalana de todos los tiempos.
Murió en Palma de Mallorca en 1922.

Obras

Poesies (1885)
De l’agre de la terra (1897)
Líricas (en español) (1899)
La deixa del geni (1900)
Tradicions i fantasies (1903)
Horacianes (1906)
Poesies (1907)
Visions de la Palestina (1908)



El Pino de Formentor

Electus ut cedri


Hay en mi tierra un árbol que el corazón venera:
de cedro es su ramaje, de césped su verdor;
anida entre sus hojas perenne primavera,
y arrastra los turbiones que azotan la ribera,
añoso luchador.

No asoma por sus ramas la flor enamorada,
no va la fuentecilla sus plantas a besar;
mas báñase en aromas su frente consagrada,
y tiene por terreno la costa acantilada,
por fuente el hondo mar.

Al ver sobre las olas rayar la luz divina,
no escucha débil trino que al hombre da placer;
el grito oye salvaje del águila marina,
o siente el ala enorme que el vendaval domina
su copa estremecer.

Del limo de la tierra no toma vil sustento;
retuerce sus raíces en duro peñascal.
Bebe rocío y lluvias, radiosa luz y viento;
y cual viejo profeta recibe el alimento
de efluvio celestial.

¡Árbol sublime! Enseña de vida que adivino,
la inmensidad augusta domina por doquier.
Si dura le es la tierra, celeste su destino
le encanta, y aun le sirven el trueno y torbellino
de gloria y de placer.

¡Oh! sí: que cuando libres asaltan la ribera
los vientos y las olas con hórrido fragor,
entonces ríe y canta con la borrasca fiera,
y sobre rotas nubes la augusta cabellera
sacude triunfador.

¡Árbol, tu suerte envidio! Sobre la tierra impura
de un ideal sagrado la cifra en ti he de ver.
Luchar, vencer constante, mirar desde la altura,
vivir y alimentarse de cielo y de luz pura...
¡Oh vida, oh noble ser!

¡Arriba, oh alma fuerte! Desdeña el lodo inmundo,
y en las austeras cumbres arraiga con afán.
Verás al pie estrellarse las olas de este mundo,
y libres como alciones sobre ese mar profundo
tus cantos volarán.

(Versión castellana del autor en Líricas, 1899)




EL PI DE FORMENTOR

Mon cor estima un arbre! Més vell que l'olivera,
més poderós que el roure, més verd que el taronger,
conserva de ses fulles l'eterna primavera,
i lluita amb les ventades que assalten la ribera,
com un gegant guerrer.

No guaita per ses fulles la flor enamorada,
no va la fontanella ses ombres a besar;
mes Déu ungí d'aroma sa testa consagrada
i li donà per terra l'esquerpa serralada,
per font la immensa mar.

Quan lluny, damunt les ones, renaix la llum divina,
no canta per ses branques l'ocell que encativam;
el crit sublim escolta de l'àquila marina,
o del voltor que puja sent l'ala gegantina
remoure son fullam.

Del llim d'aquesta terra sa vida no sustenta;
revincla per les roques sa poderosa rel;
té pluges i rosades i vents i llum ardenta;
i, com un vell profeta, rep vida i s'alimenta
de les amors del cel.

Arbre sublim! Del geni n'és ell la viva imatge:
domina les muntanyes i aguaita l'infinit;
per ell la terra es dura, mes besa son ramatge
el cel que l'enamora, i té el llamp i l'oratge
per glòria i per delit.

Oh, sí, que quan a lloure bramulen les ventades
i sembla entre l'escuma que tombi el seu penyal,
llavors ell riu i canta més fort que les onades
i, vencedor, espola damunt les nuvolades
sa cabellera real.

Arbre, mon cor t'enveja. Sobre la terra impura,
com a penyora santa duré jo el teu record.
Lluitar constant i vèncer, regnar sobre l'altura
i alimentar-se i viure de cel i de llum pura ...
O vida, o noble sort!

Amunt, ànima forta! Traspassa la boirada
i arrela dins l'altura com l'arbre dels penyals.
Veuràs caure a tes plantes la mar del món irada,
i tes cançons tranquil.les 'niran per la ventada
com l'au dels temporals.




Poemes de Miquel Costa i Llobera interpretats per Maria del Mar Bonet i altres

Primeres poesies



TEMPORAL

Trista l'auba se desperta.
Damunt la costa deserta
llança l'àguila son crit;
i, pel vent espellissades,
passen negres nuvolades
com a robes esqueixades
del vel immens de la nit.
La mar creixent s'avalota,
la negror que l'encapota
claps de sol fan llambrajar;
i corrent a la ribera,
entre espessa polseguera
encrespen la caballera
los blancs cavalls de la mar.
Ronca la cova rodona,
fingint a cada cop d'ona
bramuls de monstre furiós;
i xucla l'aigua i la llança:
si el sol a ferir-la alcança,
per entre l'escuma dansa
un iris meravellós.
Allà on la mar més s'arbora
dins l'escuma bullidora,
els monstruosos esculls
cobrar la vida pareixen...
i guaiten i desapareixen,
com a molars qui es deleixen
entre les ones reülls.
La fantàstica muntanya
més alta sembla i estranya
amb lo front mig encobert.
La roca immòbil, aspriva,
per que guaiti pensativa
com aguaita el temps que arriba
la gran Esfinx del desert.
Allà baix, dins la calanca,
jau damunt l'arena blanca
el llaüt del pescador.
Vola planyent la gavina;
i àgil l'àguila marina
revolta el cap que s'empina,
formidable Adamastor.
O tu, que amb art fatigosa
cerques la forma grandiosa
de lo sublim enyorat,
vina a veure una vegada
nostra ribera escarpada,
obra de Déu que, inspirada,
va esculpint la Tempestat.
I aquesta és l'hora, oh poeta!
Quan la ventada desfeta
vola damunt del Senyor,
dins la nuvolada obscura
la ribera es transfigura!
També la santa natura
té son moment de Tabor!






L'ARPA

I

Pujaren al castell. L'augusta porta
oberta al vent de la tardor estava;
allà la Reina, deturant sa filla,
signà la mar de l'orient llunyana.
I entraren al palau. Sales immenses
mostraven fondes la buidor que esglaia,
i al so de les petjades, s'estremien
els negres cavallers qui les guardaven.
Ai! aquells negres cavallers de ferro
no mouran mai sa poderosa llança...
Al cruixir de les buides armadures
la Reina sospirava.


II

Dins la cambra reial, trista i polsosa,
un trone d'or hi resplandia encara:
la Reina hi va pujar i s'hi va asseure
amb lo record de majestat passada.
Allà baix d'ella s'assegué la jove
i mirava amb tristor l'antiga sala...
-Mare, tos fills i ton poder finiren!
-Filla, tu vius per a conhort encara.
-Què resta, mare, d'aquell temps, que resta...?
La Reina aquí, sense dir mot, plorava;
i fent signe llavores a sa filla
li va mostrar una arpa.


III

L'arpa era antiga que en els jorns de glòria
davant els reis en el castell sonava:
encara dins la pols d'aquelles cordes
notes dormien de dolçura pàtria.
La jove prengué l'arpa, i tremolosos
els sons primers, com a gemecs pujaven.
Després va rompre un torrental de notes,
com fonda pena que plorahnt esclata.
I els ecos, feels qui sempre vetlen,
repetiren la veu tan enyorada,
i es movia dins l'ombra una bandera,
i l'òliba xiulava.


IV

Estols de notes màgiques sortien
de dins les mans de la princesa blanca,
com los aucells aletejant nasqueren
de dins les mans puríssimes de l'auba.
Baixos els ulls, la Reina consirosa
bevia el so de l'harmonia estranya,
i per moments parlava com en somnis,
i sos fills, que ren morts, anomenava...
Tard era ja. La lluna blanca i freda
guaità tranquilament a dins la cambra.
I ningú sap, ai Déu! fins a quin'hora
durà el ressò de l'arpa.






Noves poesies


 DINS UN JARDÍ SENYORIAL

Plau-me avançar per un jardí desert
quan creix l'ombra dels arbres gegantina,
vegent sota el ramatge que s'inclina
com lluny blaveja l'horitzó entrobert,
veient muntanyes de contorn incert,
i en la pols d'or amb que la llum declina
daurada vagament qualque ruïna
dins la planura que en la mar es perd ...
Plau-me veure de marbres rodejat
l'estany, on neden sobre l'aigua pura
bells cignes de plomatge immaculat.
I plau-me omplir la quietud obscura
de mon cor, amb la triple majestat
de la història, de l'art i la natura.





CANÇÓ DE NA RUIXA MANTELLS

Passant gemegosa com fa la gavina
que volta riberes i torna a voltar,
anava la boja del Camp de Marina
vorera de mar.
Descalça i coberta de roba esquinçada,
corria salvatge, botant pels esculls;
i encara era bella sa testa colrada,
la flor de sos ulls.
Color de mar fonda tenia les nines,
corones se feia de lliris de mar,
i arreu enfilava cornets i petxines
per fer-se'n collar.
Així tota sola, ran ran de les ones,
ja en temps de bonança, ja en temps de maror,
anava la trista cantant per estones
l'estranya cançó.
"La mar jo avorria mes ja l'estim ara
des que hi té l'estatge l'amor que em fugí.
No tinc en la terra ni pare ni mare,
més ell és aquí!
"Un temps jo li deia:pagès te voldria,
pagès, anc que fosses pastor o roter;
i dins la mar ampla, com ell no n'hi havia
d'airós mariner.
"Bé prou li diria cançons la sirena
quan ell a la lluna sortia a pescar:
per'xò ma finestra deixava sens pena,
sortint a la mar.
"La mar el volia, jamai assaciada
de vides, fortunes, tresors i vaixells;
i d'ell va fer presa dins forta ventada
Na Ruixa-mantells.
"Na Ruixa és la fada d'aquestes riberes,
que allà a les grans coves, endins, té l'hostal
amb arcs i figures, amb llits i banyeres
de nacre i coral.
"Per bous de sa guarda dins fondes estables
allà té Na Ruixa clapats vellsmarins;
si vol per son carro cavalls incansables,
allà té delfins.
"Quan surt, va vestida de seda blavosa,
amb totes les tintes del cel i la mar,
i blanc com la cresta de l'ona escumosa
son vel fa volar.
"De l'arc que entre núvols promet la bonança,
la faixa ella imita per fer son cinyell...
Mes ai del qui rema, quan ella li llança
son ample mantell!
"Perdut és el nàufrag quan ella el socorre
i el pren entre els signes del vel florejat...
La roca feresta serà ja la torre
on quedi encantat.
"Allà té Na Ruixa mon bé, dia i nit,
on ell cosa humana no veu ja ni sent.
Ai, si ell m'escoltava, bé prou sortiria
de l'encantament!"
.......................................
Així tota sola, ran ran de les ones,
ja en temps de bonança, ja en temps de maror,
anava la trista cantant per estones
l'estranya cançó.
Un vespre d'pratge finí son desvari:
son cos a una cala sortí l'endemà;
i en platja arenosa, redòs solitari,
qualcú l'enterrà.
No té ja sa tomba la creu d'olivera,
mes lliris de platja bé en té cada estiu,
i sols ja hi senyala sa petja lleugera
l'aucell fugitiu...




Horacianes




XII. ALS JOVES

Fills d'una raça dreturera i forta
que unia el seny amb l'ímpetu,
no renegueu de vostra sang ... Oprobi
pel fill qui n'és apòstata!
Per honra té ésser bord. Son cor espuri
sols posa arrels paràsites:
no té l'arrel que del terrer dels avis
ne beu saba llegítima.
Per ell és pàtria una buidor coberta
d'algun mantell de púrpura,
un tros de mapa, una abstracció volàtil,
un mot de la retòrica...
Enfora, oh joves, d'aqueix centre exòtic
a on la lluita bàrbara,
jugant la vida i mort d'homes i bèsties.
se'n fa festa sacrílega.
Amb tuf de sang, carnatge i vil cridòria
la multitud embriaga-s'hi
tumultuosa, contagiant-se amb febres
de decadència pútrida ...
Enfora, enfora del variat prosceni
la mímica faràndula
que sols ja furga pels femers, cercant-hi
la rialla estúpida.
Llavis i orelles que va ungir l'aroma
de les cançons indígenes,
no us profaneu amb cançoneig imbècil,
rebuig de lletra i música!
Fills d'una gent tan curta de paraules
com era de fets pròdiga,
no us encanteu amb les buidors lluentes
d'una eloqüència frívola.
És la bambolla de sabó, que inflant-se
al buf d'un nin, esplèndida,
s'irisa al punt, mes a l'instant no forma
ni sols gotes efímeres.
Alluny d'aquí la inanitat rotunda
d'estrofes i de clàusules,
la coloraina, l'oripell, pomposos
tresors de la misèria!
Mes ah! fugint d'inveterats contagis,
no entreu plagues novíssimes,
oh joves que ara meditau corpresos
quimeres hiperbòries.
Alluny, allluny aqueixa boira eterna,
mortalla tenebrívola
que nostre sol rebutja! No us imposi
l'Esfinx sempre enigmàtica
que posa obscur lo clar, i per profundes
vol vendre coses tèrboles ...
Jovent, aqueixa copa d'art vesànic
i subtils filtres, llança-la,
que et brinda l'opi del Nirvana búdic
o el vi de les Eumènides.
Elles, crinades de serpents, ompliren
de llur verí tal pàtera:
qui en beu, un cap d'Orestes a les Fúries
ha consagrat per víctima!
Alluny també, deliqüescent cosmètic,
untor de formes flàcides
de l'art caduc! Alluny, ximplesa insulsa
fingint candors ingènues!...
L'art veritable és sa, gallard i noble,
tal com Apol.lo amb cítara
i amb sageta potent. Té la bellesa,
la joventut de l'ànima,
la claretat, l'ardida força, l'hàbil
maneig de fibra harmònica,
i l'arc terrible del bon dret qui mata
la serp del fang malèfica.
Tal vos somriga l'ideal, oh joves,
unint el seny amb l'ímpetu,
i amb gran serenitat, que és la divisa
del la potència màxima.
Ah! Els forts vénen de forts. Alçau l'emblema
de l'avior llegítima,
que cada poble sols ateny son astre
seguint per la seva òrbita.
Siau qui sou; mes no atiant vells odis
de raça, ni amb emfàtiques
declamacions lloant tot lo que és vostre,
fins les mateixes úlceres ...
Siau qui sou: mes no us tanqueu, ombrívols,
dins una llar històrica
sens horitzons. Volau sobre les terres
enfora, amunt com l'àguila!
Ella ama el niu de les maternes roques,
però amb gran vol arranca-s'hi
i, travessant mil horitzons, domina
espais de llum esplèndida.
Per planes, mars, abismes i muntanyes,
amb vista potentíssima,
tantost afina desitjada presa,
impetuosa llança-s'hi
de la regió del llamp. Mes no trasmuda
d'essència l'au indòmita.
Ans bé, de tot lo que trescant aferra,
gustant-ne fibres íntimes,
se n'assimila la potència, i torna
cap a son niu més àguila.

JOSEP JANÉS [9417]

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Josep Janés

Josep Janés
Josep Janés i Olivé (1913-1959), de cuya triste y prematura muerte por accidente hará el día 11 de marzo 50 años, fue también precoz poeta catalán. Al filo de dicho aniversario se publica ahora su obra reunida[1], en edición bilingüe, traducida al castellano como homenaje por el escritor Jesús Pardo. Sus dos libros fundamentales Tu (Tú) y Combat del somni (Combate del sueño) son frutos de adolescencia y juventud. Entregado luego a la edición, vuelve a la poesía para ilustrar unas imágenes de su amigo el pintor Grau Sala. Así nació Puntes seques en 1958. Muestras de su breve producción poética se incluyeron en la Antologia històrica de la Poesia catalana de Fernando Gutierrez (1947); en la de Antoni Comas i Bofill i Ferro, editada por Destino (1968) ; en la Antología poética de la lengua catalana (Puesta en versos castellanos), de Félix Ros (Editora Nacional, 1965) y en la italiana, editada por Mondadori, Poesia Catalana.

Josep Janés i Olivé fue un acontecimiento en la lírica barcelonesa de los años treinta.  Por entonces, con más precisión de 1924 a 1936, en Cataluña, se vivió un segundo renacimiento, gracias a las consignas orsianas –las del noucentisme-. Una voluntad de poesía pura, abre el camino a un lirismo que verá el mundo, como dice J.V.Foix, “empañado por el aliento de un sueño”. Con dos poemas de su libro Tú, Josep Janés gana la Flor natural en los Juegos Florales del año 1934. El poeta tiene, entonces, dos claras preferencias: Josep Mª López Picó y Carles Riba. Dos preferencias y una afinidad: Pedro Salinas.

En el segundo libro de Janés, Combat del somni, dice José Cruset, “hay claridades de Petrarca, el Petrarca que canta a la amada muerta; hay también ecos y luces de Beatriz.” Frederic Mompou puso música a algunos de sus versos creando un bellísimo ciclo de canciones universalmente conocido. Los poemas son sonetos, casi todos de hermosos eneasílabos. Si Tu es poesía de amor, Combat del somni es poesía de amor y muerte, y se mueve en la desesperada búsqueda de lo perdurable.

En cuanto a Puntes seques, Grau Sala y Janés constituyen un binomio significativo de actitudes estéticas y vitales. Todos los grabados se reproducen impresos en el libro.


Josep Janés i Olivé (1913-1959)

Por Josefina Cornejo

Quizá fuera más apropiado buscar otro título para este trujamán, puesto que no hablaremos de un traductor, sino de un hombre de letras fiel a la larga tradición editorial en Cataluña en los años del franquismo. Le dedicamos un artículo a Josep Janés i Olivé (1913-1959) ya que, desde las numerosas colecciones que creó, exhibió su compromiso con el traductor e impulsó la traducción como vehículo de entrada de los grandes autores durante la posguerra, época castigada por el hambre, la represión y la escasa producción literaria en España.

Josep Janés fue poeta precoz. Su breve producción poética (Tu. Poemes d'adolescència, premiado con la Flor Natural de los Juegos Florales, y Combat del somni) constituyó un acontecimiento en la lírica barcelonesa en la década de 1930. No obstante, su decidido empeño en que el lector español accediera a todo cuanto concerniese a las inquietudes literarias que planeaban en los círculos intelectuales más allá de nuestras fronteras, arrinconó sus deseos de escribir y le convirtió en el primer gran editor tras la Guerra Civil. Llegar hasta aquí, empero, no resultó tarea sencilla: su ideología republicana y su pasado catalanista en los años previos a la dictadura marcaron su trayectoria en el mundo de los libros.

Desde muy joven frecuentó los ambientes nacionalistas y se entregó a la difusión cultural. Fundó dos colecciones, Quaderns Literaris en 1934 y Biblioteca de la Rosa dels Vents en 1937, en las que publicó dos centenares de volúmenes. Combinaba en ellos su voluntad de recuperar la herencia literaria de Cataluña (con autores del siglo xix y principios del xx), incentivaba la traducción de clásicos universales al catalán (Jonahthan Swift, Joseph Conrad, Oscar Wilde, Mark Twain, Edgar Allan Poe, Laurence Sterne) y manifestaba su interés en la literatura francesa y rusa. Adscrito a la Consellería de Cultura de la Generalitat, durante la Guerra Civil editó el periódico L'amic del combatent, destinado a los soldados en el frente, y dirigió desde el primer número la revista de los Serveis de Cultura al Front, organización cultural perteneciente a las Milicias de la Cultura surgidas en la Segunda República. En 1939, ante la llegada de las tropas franquistas, inició un breve exilio en Francia, apenas unas semanas. A su regreso, fue detenido en San Sebastián acusado de «separatista» y de atentar contra la unidad de la patria. Un grupo de amigos artistas intercedió por él y pudo evitar una condena a muerte segura.

De regreso en Barcelona, Janés inició una nueva andadura profesional entre libros, no sin salvar ciertos obstáculos de las autoridades políticas. Sin poder firmar con su nombre por temor a represalias, a principios de la década de 1940 puso en marcha una editorial con la que reconquistar el esplendor alcanzado antes de la guerra. Comenzó editando en español los mismos volúmenes que antes había publicado en catalán, lengua prohibida durante el franquismo. Recurrió a la labor de los traductores a fin de recuperar para el acervo literario español a escritores surgidos en la primera línea de la actualidad en la Europa de entreguerras como Lajos Zilahy, Oswald Siebert, Aldous Huxley, Virginia Woolf, Maxence van der Meersch, Katherine Mansfield y André Gilde. Mostró especial preocupación por rescatar del olvido a autores alemanes como Hans Fallada y Ernst Wiechert. Ofreció a los lectores ediciones económicas de los premios Pulitzer y Goncourt e incluso se atrevió, en tiempos de simpatías germanófilas, a imprimir las memorias de Churchill y Eisenhower.

Muchos de los traductores en los que Josep Janés se apoyó habían sido hostigados por razones de ideología. Tal fue el caso de, por ejemplo, Ramón Palazón, Eduardo de Guzmán (que firmó muchas de sus traducciones con seudónimos para esquivar la represión del gobierno), la escritora y periodista María Luz Morales, el poeta Marià Manent y Juan González-Blanco de Luaces.

Falleció joven. Dejó un legado de más de mil seiscientos títulos. Afirmaba que no podía parar de publicar para no hundirse. Decía: «Voy en bicicleta y no puedo parar. Si paro, me caigo».




Poemas de

COMBAT DEL SOMNI
/ COMBATE DEL SUEÑO

1

Jo et pressentia com la mar
i com el vent, immensa, lliure,
alta, damunt de tot atzar
i tot destí. I en el meu viure, 

com el respir. I ara que et tinc
veig com el somni et limitava.
Tu no ets un nom, ni un gest. No vinc
a tu com a l’imatge blava 

d’un somni humà. Tu no ets la mar,
que és presonera dins de platges,
tu no ets el vent, pres en l’espai. 

Tu no tens límits; no hi ha, encar,
mots per a dir-te, ni paisatges
per sê el teu món —ni hi seran mai. 






Te presentía como el mar
y como el viento, inmensa, libre,
alta, soberbia a los azares
y a los hados. Y en mi vivir, 

como el aliento. Ahora al tenerte…
¡como te limitaba el sueño!
No eres nombre o gesto. Y No voy 
a ti como a la azul imagen 

de un sueño humano. No eres mar 
encarcelado entre las playas,
no eres el viento, en el espacio, preso. 

Ilimitada. No hay palabras
para enunciarte, ni paisajes
para tu mundo. Ni ha de haberlos.




3

Voldria ser un infant nascut entre esbarzers,
esquerp a la cançó, rebel a la carícia;
per tot amor, el vent i el goig sense després,
per nord, tots els camins d’atzar i de mol.lície; 

abandonar-me sol a rutes sense fi,
ben endurit el cor de ràbies ofegades;
amb un punyal d’orgull desafiâ el destí
i vèncê’l, en un gest de fúries desbridades. 

O bé voldria ser sarcàstic als destins:
perdre’m en una mar ben verge de camins,
indòcil, i fugir d’esguards i de tenebres... 

Deixâ una verge trista en cada port del món,
llençar tots els records dintre del mar pregon
i obrir de bat a bat, al somni, les palpebres... 






Quisiera ser un niño nacido entre zarzales
arisco a la canción, rebelde a la caricia;
por todo amor, el viento y el gozo sin después;
por norte, toda senda de amor y de molicie; 

abandonarme solo por rutas infinitas,
curtido el corazón por contenidas rabias;
desafiar el sino con la daga de orgullo,
vencerlo con un gesto de desbridada furia. 

O quisiera ante el destino ser sarcástico,
perderme por un mar intacto de caminos,
indócil, de miradas huir y de tinieblas… 

Dejar en cada puerto una doncella triste,
mis recuerdos tirar al fondo de los mares,
abrir de par en par los párpados al sueño…




5

Ara no sé si et veig, encar.
Els ulls et miren, i voldria
que aixó fos veure’t. Si sabia
que et veig i et sé, com fóra avar 

de poder dir que cap mirall
del món, ni l’aigua més serena
no et saben dir; que sols alena
un pit que estimi el que el cristall 

no veu ni diu! Si fos així!
Que tu només fossis en mi!
Lluny dels meus ulls, tan limitada,

tan reduïda a gest, a esguard,
a imatge, a veu, que jo fos part
de tu, vivent per ma mirada. 




                                                Frederic Monpou y Josep Janés



Ahora no sé si aún te veo.
Mis ojos mírante, y querría
que esto ver fuese. Si supiera
verte y saberte, cuán avaro 

sería de decir que en el orbe
espejo alguno te expresara, 
la más clara agua; ¡sólo alienta
un pecho que lo que el cristal 

ni ve ni oye ama! ¡Así fuera!
¡Que únicamente en mi estuvieses!
¡Mínima, lejos de mis ojos! 

¡Tan mínima a mirada y gestos,
a imagen, voz, que fuese yo
parte de ti, viva en mis ojos!




6

Aquesta nit un mateix vent
i una mateixa vela encesa
devien dû el teu pensament
i el meu per mars on la tendresa 

es torna música i cristall.
El bes se’ns feia transparència
—si tu eres l’aigua, jo el mirall—
com si abracéssim una absència. 

El nostre cel fóra, potser,
un somni etern, així, de besos
fets melodia, i un no ser
de cossos junts i d’ulls encesos 

amb flames blanques, i un sospir
d’acariciar sedes de llir? 







Fue esta noche: un mismo viento,
prendido en una misma vela.
¿Llevaban nuestro pensamiento
por mares donde la ternura

se vuelve música y cristal?
Diáfano el beso se tornaba
—si agua tú eres, yo soy espejo—
como al abrazo de una ausencia. 

¿Acaso nuestro cielo fuera
un sueño eterno, así, de besos
hechos música, y un no ser
de cuerpos juntos, ígneos ojos 

en blanco fuego, y un anhelo
de acariciar sedas de lirio?








In memoriam

Damunt de tu, només les flors.
Eren com una ofrena blanca:
la llum que daven al teu cos
mai més seria de la branca; 

tota una vida de perfum
amb el seu bes t’era donada.
Tu resplendies de la llum
per l’esguard clos atresorada. 

Si hagués pogut ésser sospir
de flor! Donar-me, com un llir,
a tu, perque la meva vida 

s’anés marcint sobre el teu pit.
I no saber mai més la nit,
que al teu costat fóra esvaïda.







Sólo las flores sobre ti.
Eran como una ofrenda blanca:
la luz que daban a tu cuerpo
a la rama no volvería; 

Toda una vida de perfume
con el beso te ha sido dada.
Resplandecías de la luz 
que tus ojos atesoraban. 

¡Si yo un suspiro de flor fuera!
me entregaría como lirio
a ti, a fin de que mi vida

en tu pecho se marchitara.
E ignorar por siempre la noche,
que junto a ti se desvairía.


JOSEP JANÉS, POESÍA, 1934-1959,Traducción del catalán de Jesús Pardo, introducciones, Jesús Pardo y Clara Janés, epílogo José Cruset, con reproducción de unas puntas secas de Grau-Sala, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2008



MERCÉ RODOREDA [9418]

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Mercè Rodoreda
Mercè Rodoreda i Gurguí (Barcelona, 10 de octubre de 1908 – Gerona, 13 de abril de 1983) fue una escritora española.
Está considerada la escritora de lengua catalana contemporánea más influyente, tal como lo atestiguan las referencias de otros autores a su obra y la repercusión internacional, con traducciones a cuarenta idiomas diferentes. Su producción abarca todos los géneros literarios; Rodoreda cultivó tanto la poesía como el teatro o el cuento, aunque destaca especialmente en la novela. Póstumamente se descubrió una vertiente más, la pintura, que había quedado en segundo término por la importancia que Rodoreda daba a la propia escritura:
Escribo porque me gusta escribir. Si no me pareciera exagerado diría que escribo para gustarme a mí misma. Si de rebote lo que escribo gusta a los demás, mejor. Quizás es más profundo. Quizás escribo para afirmarme. Para sentir que soy ... Y acabo. He hablado de mí y de cosas esenciales en mi vida, con una cierta falta de medida. Y la desmesura siempre me ha dado mucho miedo.

Infancia (1908-1921)

Mercè Rodoreda nació el 10 de octubre de 1908 en una pequeña casa con jardín de la calle de San Antonio, actualmente calle de Manuel Angelon, en el barrio de San Gervasio de Cassolas, Barcelona. Fue hija única del matrimonio formado por Andreu Rodoreda Sallent y Montserrat Gurguí Guàrdia, ambos eran grandes amantes de la literatura y el teatro y, de hecho, habían asistido a clases de declamación en la Escuela de Arte Dramático, que posteriormente sería el Instituto del Teatro, impartidas por Adrià Gual.7 8 Su madre también tenía un gran interés por la música.
Rodoreda sólo cursó la educación primaria durante dos años, desde 1915 hasta 1917, y en dos escuelas diferentes: el Colegio de Lourdes del barrio de Sarriá y otro centro más cercano a su casa, en la calle de Padua, a la altura de la calle de Vallirana, en Barcelona. El abuelo materno, Pere Gurguí, era un admirador de Jacinto Verdaguer -de quien había sido amigo- y había colaborado como redactor en las revistas La Renaixença y L'Arc de Sant Martí. En el año 1910, Pere Gurguí hizo levantar un monumento en memoria de Jacinto Verdaguer en el jardín de su casa en el que había un grabado con las dos obras más importantes del autor, Canigó y La Atlántida ; ese espacio se convirtió en el lugar de fiestas y reuniones de la familia. La figura del abuelo marcó intensamente a Mercè y llegó a considerarlo su «maestro». Gurguí le inculcó un profundo sentimiento catalanista y un amor a la lengua catalana y a las flores, que quedaron bien reflejados a lo largo de toda la obra de Mercè Rodoreda.
Recuerdo la sensación de estar en casa cuando, asomada a la barandilla de la azotea, veía caer sobre el césped y las hortensias las flores azules de la jacaranda. No sabré explicarlo, nunca me he sentido «tan en casa» como cuando vivía en la casa de mi abuelo con mis padres.

El 18 de mayo de 1913, con sólo cinco años, actuó por primera vez en una obra de teatro con el papel de la niña Ketty de la obra El misterioso Jimmy Samson, en el Teatro Torrent de les Flors. Años más tarde este personaje fue en cierto modo recuperado para el cuento El bany dentro de la obra Vint-i-dos contes.
Durante su infancia leyó sobre todo los autores catalanes clásicos y modernos como Jacinto Verdaguer, Ramón Llull, Joan Maragall, Sagarra y Josep Carner, entre otros, seguramente influida, por el ambiente bohemio que se respiraba en la casa familiar.
El 30 de mayo de 1920 participó en el drama Quince días de reinado en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes. En el mismo acto también recitó el poema en catalán La negra.
En 1921, a causa de la muerte del abuelo materno, Pere Gurguí, su tío Juan se instaló en la casa de la familia y cambió el estilo vida imponiendo austeridad y orden convencional. Mercè Rodoreda lo tenía idealizado ya desde las cartas que había recibido anteriormente y acabó casándose a los veinte años, con su tío Juan Gurguí, catorce años mayor que ella y que debido al grado de consanguinidad, necesitaron una dispensa papal.

Juventud (1921-1939)

Después de la boda, el matrimonio viajó a París en viaje de boda, y luego se instaló en una casa de la calle Zaragoza en Barcelona. Su marido había ido a Argentina de muy joven y había vuelto con una pequeña fortuna.
El 23 de julio de 1929 nació su único hijo, Jordi Gurguí y Rodoreda. A partir de este momento, Mercè Rodoreda empezó a hacer pruebas literarias para lograr liberarse de la dependencia económica y social que le suponía la monótona vida de casada. Fue así como empezó a concebir la escritura como un oficio.12 Cada día se encerraba durante un rato en un palomar azul que había en la casa materna de Manuel Angelon, que posiblemente luego le sirvió de inspiración para escribir La plaza del Diamante. Durante ese tiempo, escribió versos, una comedia teatral (que permanece desaparecida) y una novela. Entretanto, fue proclamada la Segunda República.

Segunda República

En 1931, Mercè Rodoreda empezó a recibir clases en el Liceo Dalmau donde mejoró su conocimiento de la lengua en manos del pedagogo y lingüista Delfí Dalmau i Gener, que le influyó enormemente y le estimuló a formarse, entre ambos surgió un gran vínculo de amistad.15 Mercè Rodoreda enseñaba lo que escribía a Dalmau, y él la animó a hacer públicos estos primeros textos. Según Dalmau, Mercè Rodoreda era una alumna excepcional que poseía una plenitud espiritual y una prometedora alma de literata.15 Esta admiración hacia Mercè Rodoreda animó a Dalmau a pedirle que contribuyera en su obra Polémica; ella contestó afirmativamente y la pieza se publicó en 1934.15 Según reconoció el maestro Delfí Dalmau, esta obra también había sido realizada con las observaciones de Rodoreda.
En el año 1932, se publicó la primera novela de Mercè Rodoreda, en la editorial Catalonia, titulada Sóc una dona honrada? -¿Soy una mujer honrada?- y también algunos cuentos para varios diarios. La obra pasó casi desapercibida hasta que optó al Premio Joan Crexells del año 1933, aunque el ganador de aquel año fue Carles Soldevila.
El 1 de octubre de 1933 inició su carrera periodística en la revista semanal de Clarisme donde publicó veinticuatro contribuciones: cinco prosas sobre cultura tradicional, trece entrevistas, dos reseñas, un cuento y tres comentarios de temática político-cultural, musical y cinematográfico.18 Aquel mismo año entró a formar parte de la Asociación de la Prensa de Barcelona, hecho que ponía en evidencia la intención de formalizar su colaboración con el trabajo periodístico.
En la primavera de 1934, Mercè Rodoreda publicó su segunda obra Del que hom no pot fugir, en las ediciones de la revista Clarisme. En mayo de aquel mismo año, ganó el Premio del Casino Independiente de los Juegos Florales de Lérida con el cuento La sireneta i el dofí, actualmente perdido.
Después de escribir esta segunda obra, Joan Puig i Ferreter, director de Ediciones Proa, la visitó y se interesó para publicarle su próxima obra:Un día en la vida d'un home, publicada en el otoño de ese mismo año. Rodoreda comenzó a introducirse en el mundo literario gracias a la ayuda del mismo Puig i Ferreter, que le abrió las puertas del Club de los Novelistas, formado por autores como Armand Obiols, Francesc Trabal o Joan Oliver, que también eran antiguos miembros del «Grupo de Sabadell». En aquel tiempo, se adentró en la lectura de les novelas de Fiódor Dostoievski.
Desde 1935 hasta 1939, publicó un total de dieciséis cuentos infantiles en el periódico La Publicitat,en la sección Un rato con los niños. Además, publicaba a la vez cuentos en los medios de prensa como La Revista, La Veu de Catalunya y Mirador, entre otros.14
Le fue editada en 1936 su cuarta novela Crim (Crimen). Posteriormente Rodoreda rechazaría esta novela junto con las otras tres anteriores por considerarlas fruto de la inexperiencia.

Guerra civil

Al iniciarse la Guerra Civil española, Rodoreda colaboró con el cargo de corrector de catalán en el Comisariado de propaganda de la Generalidad. En este ambiente conoció escritores de la época como Aurora Bertrana y Maria Teresa Vernet, y estableció lazos de amistad con Susina Amat, Julieta Franquesa, Anna Murià y Carme Manrubia.
El Premio Joan Crexells del año 1937 se otorgó a Mercè Rodoreda por su obra aún no publicada Aloma. En este mismo año de 1937, Rodoreda puso fin a su matrimonio al separarse de su marido. Su supuesto amante, Andrés Nin, fue detenido el día 16 de junio frente a la sede de su partido en La Rambla de Barcelona, donde días más tarde fue torturado y asesinado por agentes de la policía soviética por orden del General Alexander Orlov en la prisión de Alcalá de Henares.
En el año 1938, fue publicada por la Institución de las Letras Catalanas la quinta novela de Mercè Rodoreda titulada Aloma. Esta fue la primera obra que Rodoreda aceptó como obra suya, aunque posteriormente la reformó y publicó de nuevo. El mismo año, en representación del PEN Club de Cataluña, viajó junto con el escritor catalán Francesc Trabal, y leyó una bienvenida escrita por Carles Riba en el congreso internacional del PEN club en Praga.

Exilio (1939-1972)

El 23 de enero de 1939 se exilió a Francia, Rodoreda creía que el exilio sería por poco tiempo y dejó a su hijo a cargo de su madre. Aunque Mercè Rodoreda no había participado nunca en política, se exilió por consejo de su madre, que temía problemas a causa de las actividades de colaboración con publicaciones en catalán y algunas revistas de izquierda de años anteriores.26 Junto con otros intelectuales de la época, fue de Barcelona a Gerona con un bibliobús propiedad de la Consejería de Cultura de la Generalidad de Cataluña, para después seguir el camino hacia la frontera francesa y Perpiñán.
Terminó la guerra, y tuvimos que salir de España. Yo, no por nada, porque yo nunca había hecho política, pero el hecho de haber escrito en catalán, y por haber colaborado en revistas, digamos «de izquierdas», etcétera, etcétera. Y aconsejada por mi madre, me fui pensando que al paso de tres, cuatro o cinco meses volvería a mi casa, pero luego se fue eternizando.

Roissy-en-Brie

Se instaló en los arrabales de París a finales de febrero y a principios de abril se trasladó a Roissy-en-Brie, una localidad cercana al este de la capital donde se instaló en el castillo de Roissy-en-Brie, una construcción del siglo XVIII, que se ofrecía para refugiar a escritores. Compartió casa con Anna Murià, Cesar August Jordana, Armand Obiols, Francesc Trabal y Carles Riba.
En Roissy-en-Brie surgieron varias relaciones amorosas, una de ellas fue entre Mercè Rodoreda y Joan Prat i Esteve, más conocido con el seudónimo de Armand Obiols. El problema en el castillo surgió porque Armand Obiols estaba casado con la hermana de Francesc Trabal y tenían un hijo en común que se había quedado en Barcelona junto con su madre. Además, la suegra de Armand Obiols había viajado con Trabal hasta Roissy-en-Brie junto con otros miembros de la familia Trabal. En consecuencia, este adulterio dividió a los exiliados catalanes en dos bandos contrapuestos. Según Anna Murià, Francesc Trabal se oponía no sólo por su hermana sino por celos, ya que habría mantenido una relación con Mercè Rodoreda en secreto en Barcelona que sólo conocían ellos dos y su confidente. Rodoreda de toda esta historia quiso escribir un libro titulado La novel·la de Roissy, sin embargo, no lo terminó nunca. El ambiente de estabilidad que ofrecía el castillo fue perturbado por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento algunos decidieron huir hacia países de Latinoamérica y otros prefirieron quedarse en Francia; este último destino fue el elegido por Rodoreda y Obiols. En consecuencia, se trasladaron a la casa Villa Rosset, en la periferia del pueblo.

Huida de los nazis

Mercè Rodoreda, junto con otros escritores que aún se refugiaban en Francia, tuvo que huir de París, a mediados de junio de 1940, por el avance de los soldados alemanes que iban en dirección a Orleans por la vía de Artenay. Josep Maria Esverd pudo conseguir una camioneta para huir de Francia, sin embargo, al día siguiente fue requisada por las tropas francesas.30 Tras un intento fracasado de coger el tren, tuvieron que huir a pie hacia el sur. El objetivo era atravesar el río Loira para poder entrar en la zona no ocupada, pero poco antes de llegar a Orleans la vieron en llamas y no quedaba ningún puente en pie en ese tramo del río Loira, en consecuencia , se desviaron de la ruta fijada.
Entonces, iniciamos la retirada a pie durante tres semanas. Unas tres semanas huyendo de los nazis y caminando por las carreteras francesas [...] Pasamos por un puente a Beaugency que lo estaban minando los artilleros franceses. Era una tarde con un cielo muy oscuro y muy bajo. Comenzaron a bombardear el puente, los alemanes, con unos estukes que daban miedo, y se veían los rosarios de bombas como caían y explotaban allí cerca. [...] Había muertos sobre el puente. Algo terrible! Entonces, nos dirigimos a Orleans, pensando que podríamos allí descansar un día o dos, pero cuando llegamos a las vistas de Orleans ... Orleans estaba en llamas, porque acababan de bombardearla. Fue entonces cuando dormimos en una casa de campo que olía a carne pasada y vino agrio, se notaba que había pasado mucha gente por esa casa; y dormimos allí toda la noche viendo desde las ventanas Orleans ardiendo.

Durante doce días se resguardaron en una granja hasta la firma del armisticio del 22 de junio de 1940, después de haber atravesado el Loira a través de la localidad de Meung-sur-Loire que se encontraba totalmente destruida. De allí viajaron aún más al sur hasta establecerse esta vez en Limoges.

Limoges-Burdeos

En Limoges, se instaló en una habitación en el número 12 de la calle de las Hijas de Nôtre Dame. Fueron unos años duros para la autora, pues el 5 de junio de 1941 su compañero sentimental Armand Obiols fue detenido, y se quedó sola hasta octubre de ese mismo año. Durante aquel tiempo, Armand Obiols tuvo que hacer trabajos forzados en Saillant-sur-Vienne en una cantera. Sin embargo, diversas gestiones de Rodoreda consiguieron que fuera destinado a Burdeos. Cuando Obiols ya estuvo en mejores condiciones de vida en Burdeos, Rodoreda se involucró en un círculo de estudio dedicado a la lectura y el aprendizaje del inglés.
Durante los meses posteriores, la relación entre Mercè Rodoreda y Armand Oriols fue sobre todo a distancia, y sólo esporádicamente se pudieron ver en persona. No fue hasta finales de agosto de 1943, que Rodoreda se trasladó al número 43 de la calle Chauffor de Burdeos donde se reencontró con su amante. En Burdeos vivió momentos muy duros y se dedicó a la costura, según palabras suyas, «hasta el embrutecimiento» en un almacén durante gran parte del día, un trabajo que no le dejaba tiempo para escribir.
He hecho blusas de confección a nueve francos y he pasado mucha hambre. He conocido gente muy interesante y el abrigo que llevo es herencia de una judía rusa que se suicidó con veronal. En Limoges se quedaron con un ovario mío, pero lo que no dejaré en Francia será mi energía y mi juventud, hasta cincuenta años pienso conservar un cierto genre fregate[...] Y, sobre todo, quiero escribir, necesito escribir, nada me da tanto placer desde que vine al mundo, como un libro mío recién editado y con olor a tinta fresca. Lamento no haberme ido con vosotros, me habría sentido más acompañada, habría trabajado, me pesan todos estos años inútiles, desmoralizadores, pero me vengaré. Haré que sean útiles, estimulantes, que tiemblen mis enemigos. A la menor ocasión volveré a hacer una entrada de caballo siciliano. No habrá quien me pare.
Mercè Rodoreda, Extracto de la carta a Anna Murià (Burdeos, 19 de diciembre de 1945)

París

El regreso a París tuvo lugar en septiembre de 1946 cuando Rodoreda y Armand Obiols se trasladaron a la casa de Rafael Tasis i Marca en el exilio, que se encontraba en el número 9 de la calle Coëtlogon. Poco tiempo después, la pareja se trasladó a la sexta planta del número 21 de la calle Cherche-Midi, muy cerca de la zona residencial de Saint-Germain-des-Prés, que era un lugar de reunión para muchos intelectuales del momento. Este fue su hogar durante ocho años y, de hecho, no se desligó totalmente hasta el año 1977.
A principios de 1947, pudo dejar el trabajo de costurera para pasar a trabajar otra vez como colaboradora en la Revista de Catalunya. Aparte de publicar durante ese año narraciones en las diversas ediciones de la revista, también pudo publicar algunas en Chile y México. Desde este año 1947 hasta 1953, Mercè Rodoreda no pudo cultivar una literatura de gran extensión porque desde el año 1945 había empezado a tener problemas de salud junto con la reaparición de una parálisis somática en el brazo derecho. Por esta razón, intensificó la creación poética y encontró en Josep Carner su maestro, con quien mantuvo una estrecha relación por correspondencia. En 1952, comenzó una terapia de recuperación en el balneario de Chátel-Guyon. Durante los años que estuvo en París también empezó dos novelas que no terminó.
En Los Juegos Florales de la Lengua Catalana celebrados en Londres en 1947, ganó su primera Flor Natural con seis sonetos: Rosa, Amor novell, Adam i Eva, Ocell y dos sonetos más sin título.35 Con el poema Món d'Ulises, Rodoreda consiguió por segunda vez la Flor Natural de los Juegos Florales de 1948 en París, el poema fue publicado en la revista La nostra Revista ese mismo año. Albes i nits le dio la tercera victoria en el certamén de los Juegos Florales y, en consecuencia, fue nombrada "Mestre en Gai Saber" en Montevideo el año 1949. Ese mismo año visitó Barcelona por primera vez después de su exilio.
En el año 1951, interesada por las obras de pintores como Pablo Picasso, Paul Klee y Joan Miró , hizo algunas creaciones propias, en una carta a Armand Obiols del año 1954, explica que ya tiene un «estilo y un mundo» en la pintura, sin embargo reconoce que su lugar se encuentra en la escritura. Por otra parte, Armand Obiols, empezó a trabajar como traductor para la UNESCO, y dos años más tarde, en 1953, se trasladó definitivamente a Ginebra.

Ginebra

En el año 1954, Mercè Rodoreda y Armand Obiols se trasladaron a un apartamento de la calle Violet, en un barrio burgués de la ciudad de Ginebra. En esta ciudad, siempre se sintió exiliada, incluso, reconoció que Ginebra «es una ciudad muy aburrida, apta para escribir».39 40 Poco después, Obiols tuvo que trasladarse a Viena por cuestiones de trabajo. Ese mismo año, Rodoreda hizo un viaje a Barcelona para asistir a la boda de su único hijo, Jordi Gurguí i Rodoreda.
Vivo en un estudio muy bonito, sobre un parque, con una casa de siete pisos por delante, pero bastante lejos. En un lado se ve parte de un lago, y por el otro, el Salève. Vista desde mi terraza, es una montaña bastante fea, porque tiene muchos trozos pelados y parece que esté enferma. Cuando el día está claro, veo la cima del Mont Blanc.

En el año 1956, ganó el Premio de Ensayo Joan Maragall con Tres sonets i una cançó que será publicado en el suplemento literario la Gaceta de Letras de La Nova Revista. También fue premiada con el Premio Joan Santamaria por su cuento Carnaval, que le fue entregado en Barcelona el mismo año.
En 1958 se publica el libro de cuentos escritos bajo el nombre de Vint-i-dos contes que un año antes había recibido el prestigioso Premio Víctor Catalán.42 Algunos de estos cuentos habían sido ya publicados en México durante el exilio en Francia, mientras que otros eran inéditos. Según confesó la autora, este libro provenía de una crisis de técnicas que comportó a un desigual nivel literario entre los diversos cuentos, aunque los relacionaba una unidad temática.43 Según unas anotaciones inéditas que hablan de Ginebra, Rodoreda nos revela que durante aquellos años se vio con escritores como Eugeni Xammar, Julio Cortázar y su mujer, y Jorge Semprún.
Durante la larga estancia en Ginebra y por su afición a las plantas, creó un primer jardín que más adelante repetiría en Romanyá de la Selva. El gran volumen de flores que la rodeaban le sirvió de inspiración para empezar a retratar las flores que acabarían conformando Flors de debò dentro de Viatges i Flors, junto con los viajes que redactaría en Romanyá; este libro no fue publicado hasta el año 1980.
La perla del Llac fue el título de una novela potencial de la autora que quedó incompleta, y se encuentra en el archivo del Instituto de Estudios Catalanes. El título es el nombre de un restaurante a orillas del Lago Léman en un rincón de Ginebra que Mercè Rodoreda frecuentaba. Era un emplazamiento cerca del edificio de las Naciones Unidas donde la autora comía habitualmente, y desde donde ella gozaba de una gran vista en los comedores de los pisos superiores. Según nos describe en el prólogo de Mirall trencat, (Espejo roto), los ojos de la protagonista Teresa Goday de Valldaura eran los mismos que la dama del Léman.
En el 1958, presentó Una mica d'història en el Premio Joanot Martorell, aunque no ganó, pues el ganador fue Ricard Salvat con Animals destructors de lleis; sin embargo, esta novela fue publicada en 1967 esta vez con el título de Jardí vora el mar.42 También escribió el cuento Rom Negrita para el volumen Los 7 pecats capitals vistos per 21 contistas, aunque luego formaría parte del volumen Semblava de seda. Desde 1958 y sin romper con Rodoreda, Armand Obiols mantenía una relación sentimental con un mujer en Ginebra hasta la muerte de Obiols.
Fue en esta ciudad en la que escribió (1960) su obra más aclamada, La plaça del diamant (La plaza del diamante), considerada como la novela más importante de la narrativa catalana de la posguerra. Ambientada en el barrio barcelonés de Gràcia, la novela narra la historia de Colometa, una mujer como tantas otras a la que la guerra civil destroza la vida y las esperanzas. La plaça del diamant es a la vez una novela histórica, psicológica y costumbrista. La empezó a escribir en 1959 con el nombre de Colometa, aunque en 1962 sería publicada ya con su nombre conocido La Plaza del Diamante por el Club dels Novel·listes. De su época en Suiza son también la novela El carrer de les camèlies (La calle de las Camelias 1966) así como el recopilatorio de cuentos La meva Cristina i altres contes (Mi Cristina y otros cuentos 1967). El director, en aquel momento del club, Joan Sales quedó admirado por la novela de La Plaza del Diamante y empezó a mantener contacto por correspondencia con Mercè Rodoreda, quien a partir de ese momento encontró en el Club editor un espacio donde publicar su obra literaria.47 Cuando la novela fue publicada en el año 1962, ya estaba reformada con una ampliación de capítulos y correcciones por indicación de Sales y Obiols.
Explicar la génesis de La plaza del Diamante quizás sería interesante, pero ¿es que se puede explicar cómo se forma una novela, qué impulsos la provocan, qué voluntad tan fuerte consigue que se continúe, que se haya de terminar con lucha lo que se ha empezado fácilmente? ¿Decir que la fui pensando en Ginebra mirando la montaña del Salève o paseando por La Perla del Lago, bastaría? [...] La escribí febrilmente, como si cada día de trabajo fuera el último de mi vida. Trabajaba cegada; corregía por la tarde lo que había escrito por la mañana, procurando que, a pesar de las prisas con que escribía, el caballo no se me desbocará, aguantando bien las riendas para que no se desviara del camino. [...] Fue una época de una gran tensión nerviosa, que me dejó medio enferma.

En el año 1965, Rodoreda hizo los primeros pasos en la publicación de sus Obras Completas tras una petición de Joaquim Molas para llevarlo a cabo, sin embargo, no serían publicadas en Ediciones 62 hasta el año 1977. La obra no incluyó ninguna de sus primeras cuatro obras (Soy una mujer honrada?, De lo que no se puede huir, Un día en la vida de un hombre y Crimen) porque consideraba que eran fruto de su inexperiencia y aceptó reescribir Aloma para adecuarla al nivel de su obra actual, y que sería reeditada en el año 1969.46 En 1966 fue el año en que se publicó La calle de las Camelias que recibió el Premio Sant Jordi sin que ella hubiera presentado candidatura; este hecho ocurrió porque la dirección decidió premiar a una obra ya publicada. Con esta misma novela recibió también el Premio Crítica Serra d'Or de Literatura y Ensayo en 1967, y el Premio Ramon Llull de novela en 1969.
Desde 1970 su obra empezó a ser traducida a otros idiomas, aunque su primera obra traducida fue La plaza del Diamante en español el año 1965.46 En el año 1971, se acentuó su sentimiento de exilio con la muerte en el Hospital de la Universidad de Viena de su compañero de muchos años, Armand Obiols. Este hecho, junto con el descubrimiento de otra amante de Obiols, la dejó aún más sola y decaída por tierras suizas. Durante estos días, escribió un pequeño carnet impresionante sobre los duros días que pasó en el hospital, ahora, este carnet se conserva en el archivo de la IEC.50

Romanyá de la Selva (1972-1983)

El año 1972 volvió a Cataluña, después de la muerte de su amante en Viena. Con Carme Manrubia y Susina Amat dos amigas de la época de la guerra civil española, en la cual trabajó en el Comisariado de Propaganda se instaló en el chalet El senyal de Manrubia de Romanyá de la Selva (provincia de Gerona).52 En esta casa vivirá durante seis años, hasta que en 1979 se construyó su propia casa en Romanyá. El nombre escogido por las dos amigas para la casa, El senyal, hace referencia al estigma de Caín en la obra Demian de Hermann Hesse.
Allí completó su novela más ambiciosa, Mirall trencat (Espejo roto), que había empezado en Ginebra años atrás, esta obra está considerada como la más perfecta de la escritora y se publicó el año 1974. También escribió allí el conjunto de cuentos Viatges i flors (Viajes y flores, 1980) y la novela, Quanta, quanta guerra..., que se publicaron en 1980 y le permitieron ganar el Premio Ciudad de Barcelona. Este mismo año hizo el pregón de las Fiestas de la Merced en Barcelona.53 Recibió el Premio de Honor de las Letras Catalanas, llegando con esto a su consagración definitiva como escritora.49 El año 1978, se publicó Semblava de seda i altres contes que era un conjunto de cuentos escritos a lo largo de su vida.
Igualmente, Rodoreda abandonó el chalé de Manrubia en el cual había producido sus tres últimas obras y se trasladó en un pequeño chalé que se había podido construir en Romanyá mismo, al lado del de Manrubia. Según Anna Maria Saludes i Amat, este abandono de la casa de Manrubia se produjo por la necesidad de Rodoreda de seguir una vida en soledad propia de su carácter y por la difícil convivencia entre ambas amigas.55
En 1979, escribió la comedia teatral El Maniquí que fue estrenada el mismo año por la compañía Bruixes de Dol en el Festival Internacional de Teatro de Sitges dirigida por Aracel·le Bruch. En aquellos últimos años de su vida, Rodoreda vio diversas veces el salto de sus novelas a la pequeña y gran pantalla. Primero fue en la televisión con su novela Aloma en el año 1978. Más tarde, fue en el cine con La plaza del Diamante en 1982 con Sílvia Munt en el papel de la protagonista «Colometa» y bajo la dirección de Francesc Betriu.
En el año 1982, escribió unos artículos biográficos publicados en la revista Serra d'Or, titulados Fitxers d'infantesa, también empezó a escribir La mort i la primavera56 (La muerte y la primavera, 1985) pero la novela quedó inacabada. La escritora perteneció a la Asociación de Escritores en Lengua Catalana y fue miembro y socio de honor, después de su retorno a Cataluña.

Muerte

Finalmente, Rodoreda murió en Gerona, a los 75 años de edad, víctima de un cáncer en 1983. Durante los últimos días que estaba ingresada en un hospital de Gerona, Mercè Rodoreda se reconcilió con los miembros de su familia. Según explica una íntima amiga de la escritora, Isabel Parés, cuando le diagnosticaron el cáncer de hígado a Rodoreda, la autora entró en una depresión y no quería luchar para poder vivir.


La muerte huyó por el corazón y cuando
ya no tuve la muerte dentro
me morí.


Mercè Rodoreda, La mort i la primavera


La capilla ardiente fue instalada en el Palau Solterra del departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña y por voluntad propia, fue enterrada en el cementerio de Romanyá de la Selva, en un sepelio multitudinario, al cual asistieron muchos compañeros de profesión y otras personalidades del momento.57 58 Su legado intelectual fue donado en herencia al Instituto de Estudios Catalanes que años después creó la Fundación Mercè Rodoreda.

Narrativa

La narrativa fue el principal campo literario de la autora y por el que es ampliamente conocida. A la hora de clasificar el corpus narrativo de Rodoreda existe una disparidad de criterios, aunque principalmente se dividen según las etapas de la vida de la autora, según el contenido (psicológico-realistas o mítico-simbólicos) o según los personajes principales (adolescencia, juventud, madurez, vejez- muerte). Mayormente se opta por dividir sus obras en tres etapas cronológicas y por separado, un cuarto grupo donde se incluyen las dos narraciones póstumas, Isabel i Maria y La mort i la primavera. Las tres etapas serían las obras de antes de la guerra (1932-1938), donde se encuentran las cuatro primeras obras de Rodoreda y la primera versión de Aloma; las obras entre el exilio y el retorno del mismo (1958-1974), donde hay el grueso narrativo de Rodoreda que va desde la publicación de Vint-i-dos contes hasta Espejo roto y después del regreso, donde se encuentran Semblava de seda i altres contes, Viatges i flors y Quanta, quanta guerra...
Una novela se hace con una gran cantidad de intuiciones, con una cierta cantidad de imponderables, con agonías y con resurrecciones del alma, con exaltaciones, con desengaños, con reservas de memória involuntaria... toda una alquímia. Una novela es, también, un acto mágico. Refleja lo que el autor lleva dentro sin que casi sepa que va tan cargado de lastre.
Mercè Rodoreda, prólogo de Espejo roto.

Influencias

La obra de Rodoreda es el fruto de la evolución personal y literaria de la autora. Se aprecian sobre todo influencias de Marcel Proust, Joan Sales, Armand Obiols, Virginia Woolf, Thomas Mann, Víctor Català, Josep Carner y Delfín Dalmau. Aunque se puede encontrar la huella de diferentes autores a lo largo de toda su obra literaria, es en sus primeras obras, cuando buscaba el estilo propio, donde ésta influencia es más latente. Por ejemplo, en Del que hom no pot fugir la protagonista está inspirada en el personaje «Jacobé» de la obra Jacobé i altres narracions del autor Joaquim Ruyra.
La influencia que ejercieron tanto Armand Obiols como Joan Sales, está presente tanto en las obras como en la «correspondencia de maestría» que mantenían entre ellos. Armand Obiols, pareja sentimental durante muchos años, tomó el papel de consejero y lector crítico en el repaso de sus novelas entre 1939 y 1971, y la influyó en la organización y en la estructuración de alguna de las piezas más conocidas de la autora. Obiols también le mostraba las novedades bibliográficas del momento y sus propias referencias, que también acabaron influyéndola, como André Gide y Jean-Paul Sartre. En las primeras obras, la influencia del «Grupo de Sabadell», del que Obiols formaba parte, provocó un acercamiento al espacio urbano y a la crítica social; Un día en la vida d'un home es un buen exponente de esta nueva manera de hacer literatura. El valor de universalidad de La plaza del Diamante, como de la estructuración y coherencia, en la hora de crear las complejas relaciones entre los personajes de Espejo roto, estuvieron reforzadas por los consejos de Armand Obiols.62 Aunque que en menor cuantía, la huella de Joan Sales también es destacable, pues fue el editor principal de sus trabajos desde La plaza del Diamante y desde entonces tomó el papel de asesor literario. Joan Sales, a través de este asesoramiento sobre aspectos lingüísticos y estilísticos, influyó y ayudó en la evolución y mejora de estilo de Rodoreda. Sin embargo, la evolución final de sus obras venían marcadas por la decisión tomada por la autora, tal como apunta Anna Maria Saludes, de no aceptar todos los consejos y recomendaciones de estos dos escritores.

La influencia de los escritores psicologistas europeos, especialmente de Virginia Woolf, Marcel Proust y Thomas Mann, está presente en todo el corpus narrativo de la autora, exceptuando las obras mítico-simbólicas de la última etapa de su vida.63 La obra de Mercè Rodoreda se ha comparado a veces, por su estilo y su capacidad descriptiva, con la de Virginia Woolf, escritora a la que la catalana admiraba. Algunas de las características que se repiten en la obra de Rodoreda son una temática básicamente femenina y protagonizada por una mujer, así como un estilo narrativo poético y cargado de simbolismo. Las protagonistas de sus obras son mujeres frágiles pero que al mismo tiempo demuestran una gran fuerza interior. Dos muestras claras son Natalia, la «Colometa» de La plaça del Diamant o Cecilia, protagonista de El carrer de les camèlies. Rodoreda supo describir como nadie la sociedad catalana del siglo XX y los cambios que en ella se producían. La influencia de Marcel Proust está presente en la estructuración de las obras de Rodoreda, pues el tiempo avanza impasible y el pasado lo recoge todo, el recuerdo de un tiempo anterior, convertido en angustia, se transforma en un símbolo negativo en los protagonistas a causa de la imposibilidad de recuperar el «tiempo perdido».65 Rodoreda seguirá de este autor el uso del recuerdo como la actualización de un tiempo anterior.Sus obras están ambientadas en lugares donde ha vivido, desde el barrio barcelonés de Gràcia hasta Romanyá de la Selva, pasando por Ginebra.63 Otro rasgo característico que comparten es la necesidad del recuerdo y del secreto en el desarrollo de la narración. En la novela psicológica de ambos autores se presenta la esperanza del futuro, donde el anhelo del futuro represneta la superación del presente y del pasado agónico. Rodoreda intentará huir de la evolución natural de las cosas a través de la creación de universos ficticios con un tiempo y un espacio diferente donde es posible controlar el paso del tiempo.63 La huella más visible de Thomas Mann en las narraciones rodoredianas es la universalización descriptiva a través de la inexactitud cronológica que facilita así la fluidez y naturalidad.
Caterina Albert más conocida bajo el nombre de Víctor Catalá, está muy presente, sobre todo en las primeras obras creativas de Mercè Rodoreda -publicaciones entre 1932 y 1938-, especialmente influenciadas por la novela Solitud. No obstante, se pueden encontrar algunos paralelismos en las obras posteriores de los años treinta, por ejemplo, el cuento Carnaval de Rodoreda recuerda la obra Carnaval de Víctor Catalá o algunos elementos de La Mort i la primavera, recuerdan a la obra Solitud.67 Rodoreda había leído alguna de las obras de Caterina Albert de las que extrajo diverosos recursos expresivos como la falacia patética y diversas imágenes simbólicas como algunos elementos de la naturaleza.68 En una compartida de algunas obras de ambas escritoras se encuentran paralelismos en la construcción de las tramas, en la constitución de los personajes e incluso en la temática.
Y me hace pensar en Víctor Catalá la manera como usted habla en el diálogo personal, y la forma como os expresáis en vuestros personajes.

Simbolismo

El simbolismo es un recurso literario muy común en las obras de Mercè Rodoreda, especialmente en su obra narrativa. Hará uso de él, para expresar los constantes pensamientos interiores de sus personajes; Rodoreda consigue transformar al lector en un confidente involuntario que vive la angustia y agonía de los personajes con sólo la palabra, los símbolos y las imágenes.69 Los referentes de la realidad que utilizó en sus símbolos provienen de su imaginación, a partir de sus conocimientos culturales, adquiridos a lo largo de su vida, en algunos casos, de la imaginario catalán como es el caso de las mujeres del agua. Sin abandonar estos referentes, crea un lenguaje simbólico, que pueda ser interpretado por el lector, sin demasiadas dificultades y presenta un alto grado de fabulación en muchas de sus obras, especialmente en sus últimas obras como Viatges i flors. Según Pere Gimferrer en Dietari 1979-80, fruto de la búsqueda de una perfección tanto formal como lingüística, Rodoreda tuvo una atención meticulosa a la hora de hacer uso de imágenes y símbolos conceptuales.
Posiblemente gracias a buscar la musicalidad en la poesía, Mercè Rodoreda aprenderá a buscar la musicalidad de las palabras, el ritmo encantador que será característico de su prosa. [...] Y la poeticidad la encontrará en la más estricta cotidianidad, o dentro de universos imaginarios, profundamente personales.
Carme Arnau, Mercè Rodoreda

La mujer

La obra literaria de Mercè Rodoreda se caracteriza por el uso de personajes principales femeninos en sus novelas, exceptuando Un día en la vida d'un home y Quanta, quanta guerra ... Este hecho provocó que erróneamente se asociara a Rodoreda con el movimiento feminista, aunque Rodoreda en varias entrevistas lo desmintió.
Yo creo que el feminismo es como un sarampión. En la época de las sufragistas tenía un sentido, pero en la época actual, que todo el mundo hace lo que quiere, creo que no tiene sentido el feminismo.

A lo largo de su obra presentó un gran abanico de mujeres pertenecientes a diferentes estamentos sociales, edades o niveles culturales, a quien en algunos casos dará voz propia a través del uso del autodiegesis o el homodiegesis y el monólogo interior el cual es muy característico de la autora.
Los personajes protagonistas femeninos, aparte de estar condicionados por la problemática de la maternidad, también se encuentran sometidos a la problemática del hombre que, en muchos casos, provoca un deseo de encontrar un espacio propio.

Gran parte de las mujeres de Rodoreda, por herencia de Virginia Woolf, presentan su hogar como el refugio que les permite aislarse de la realidad exterior, que llega hasta tal punto que salir al exterior de su entorno familiar, les produce malestar y se sienten abandonadas. Tanto la casa, como el jardín en algunas casos, como en la obra Aloma, se convierten en un símbolo obsesivo que representa la madre que las protege en exceso del mundo exterior.

Los ángeles

Según explicó Mercè Rodoreda en el prólogo de Espejo roto, los ángeles aparecen curiosamente en buena parte de sus obras de forma involuntaria. Nos recuerda que su abuelo le explicó que ella tenía un ángel de la guarda del que se acabó enamorando. Según nos cuenta, podría ser que fuera producto de este recuerdo lo que le indujera a hacer aparecer ángeles en sus obras. Hasta que escribió El carrer de les Camèlies con «Cecilia C» no se da cuenta. Sin embargo, a partir de ese momento, toda presencia de ángeles en sus obras posteriores aparece por voluntad de la autora.72 La Plaza del Diamante, Espejo roto o Parecía de Seda son ejemplos de obras en las que podemos encontrar la presencia de estos entes divinos.
Y encima de las voces que venían de lejos y no se entendía qué decían, se levantó un canto de ángeles, pero un canto de ángeles rabiosos que reñían a la gente y les explicaban que estaban delante de las almas de todos los soldados muertos en la guerra y el canto decía que miraran el mal que se había hecho y que todos debían rezar para acabar con el mal.
Mercè Rodoreda, Capítulo XXXV de La plaza del Diamante

Poesía

La obra poética de Mercè Rodoreda se concentró principalmente entre los años 1950 y 1960, hasta que la abandonó para dedicarse plenamente a la creación novela lística. Esta creación poética había pasado casi desapercibida, a pesar de haber recibido varios premios, y ha sido póstumamente cuando se ha descubierto este importante legado de poemas que, según los expertos, son equiparables cualitativamente con otros poetas de la época.3 60 Josep Carner fue como un maestro para Rodoreda y se convirtió en una figura clave en la creación poética rodorediana, ya que se encargó ocasionalmente de guiar, revisar e incluso, adoctrinar las creaciones métricas de la poeta.
La poesía de Rodoreda se caracteriza por seguir una tradición postsimbolista o neosimbolista muy marcada que se hace patente en el tratamiento de algunas temáticas y en la elección de la iconografía occidental clásica como por ejemplo Ofelia, Judit, Nausícaa, entre otros. Según Abraham Mohino, la poesía de Rodoreda está muy cercana, estilísticamente hablando, a algunas creaciones de Paul Valéry y también en las percepciones de Rainer Maria Rilke en el tema de la «muerte propia».
Mercè Rodoreda fue nombrada Mestre en Gai Saber en los Juegos Florales en el exilio, tras ganar en los años 1947, 1948 y 1949 , pero sólo vio publicados en vida una recopilación de sus poemas en la revista literaria Els Marges, la cual publicó unos sonetos de la autora.79 No fue hasta el año 2002, casi veinte años después de su muerte, que aquellos poemas fueron rescatados y publicados en un compendio titulado Agonía de Llum. La publicación ofrece ciento cinco poemas - 101 sonetos y cuatro canciones -, de los cuales la mayoría son inéditos.79 En 1999, Nancy L. Bundy publicó una traducción en inglés de los poemas escritos en la revista Els Marges, en una revista universitaria de Londres.79 Según Abraham Mohino, los poemas de Mercè Rodoreda son «densos, herméticos, con un alto sentido trágico y muy bellos».
Mohino organizó la obra poética de Rodoreda en cinco partes:Món d'Ulisses, Albes i nits, D'amor i de mort, Illa dels lliris vermells y Bestioles. El Món d'Ulisses contiene un total de treinta y dos poemas como respuesta a un encargo de Josep Carner de hacer una recreación de la Odisea en verso. Se caracterizan por un sentimiento claro de exilio. Albes y nits, formado por siete poemas, y D'amor i de mort, por veintisiete, desprenden un sentimiento de angustia, de pérdida y de imposibilidad amorosa. La Illa dels lliris vermells de diecinueve poemas y Bestioles de quince son versos más maduros, breves y de otro aire menos dramático que el resto.

Teatro

El interés de Rodoreda por el teatro tiene su origen cuando, con tan sólo cinco años, actuó por primera vez en un escenario en el papel de la pequeña Ketty en la obra teatral El misterioso Jimmy Samson. Este interés posiblemente lo heredó de sus padres, que eran unos grandes aficionados y que incluso habían recibido clases de dramaturgia. La amiga íntima de Rodoreda, Anna Murià, explicó en una entrevista que el entusiasmo de Rodoreda por el teatro aumentó durante el exilio.
La temática de sus composiciones teatrales es un calco de la de su obra narrativa, está basada en las historias de amores imposibles, mayoritariamente condenadas al fracaso, que giran alrededor del desencanto existencial, la tristeza, el dolor y falsedad. Según Francesc Massip, una de las pocas críticas que se le pueden hacer a Mercè Rodoreda en sus creaciones teatrales es la «falta de contacto con la práctica teatral» en sus propios textos, que le hubieran permitido revisar «sus textos dramáticos en un camino de aprendizaje de las reglas de escena»".
En el año 1959, escribió la obra teatral Un día con la idea de presentarla al Premio Ignasi Iglésias de teatro, pero se había dejado de convocar el certamen. Al no conseguir tampoco que se estrenara en ningún teatro, acabó desistiendo, posteriormente, Un dia serviría de base para escribir una de sus novelas más conocidas Espejo roto, tras reeleaborar y adaptarla en novela.81 No fue hasta después de su muerte, en 1993, que Un dia fue representada en los escenarios en una producción de Calixto Bieito dentro del Festival del Teatro Griego, que no tuvo mucho éxito; al año siguiente se volvió a representar en el Mercat de les Flors tras una revisión dramatúrgica con mejoras a partir de la novela.81 Un dia se caracteriza por retrospecciones más propias del lenguaje cinematográfico que del teatral, que impiden una estructura escénica eficaz.
En 1973, escribió La senyora Florentina y el seu amor Homer, que consistía en una historia de corte clásico donde sobresalen las voces femeninas características de la autora. Sin embargo, ya en el año 1967 Rodoreda tenía escrito el monólogo de la sirvienta Zerafina, puesto que se publicó dentro de los cuentos de Las meva Cristina. Mario Gas fue el encargado de llevar la pieza teatral en 1993 al Teatro Romea que contó con la actriz Rosa Novell en el papel de protagonista.
La única obra teatral publicada en vida de Rodoreda fue el relato de amor El parc de les magnòlies y fue en la revista Els Marges el año 1976, como también en Semblava de seda (1979). En el Teatro Prado dentro dela programación del XII Festival Internacional de Teatro de Sitges de 1979 se estreno la comedia romántica de L'hostal de les tres Camèlies que se convirtió en la única pieza propia que la autora vio representada en los escenarios.
El maniquí 1 y El maniquí 2 fueron escritas alrededor de 1979 y eran una representación del teatro del absurdo que tenían como protagonista a un maniquí. El primero que se estrenó fue en 1999 en el Teatre Nacional de Catalunya, fue la obra teatral «formalmente más innovadora y atrevida».

Pintura

Mercè Rodoreda se acercó al campo de la pintura durante un período de su vida, que fue desde los últimos años que residió en París hasta que ganó el Premio Víctor Catalán -el año 1957-, momento en el que decidió dedicarse únicamente a la escritura. Durante este período, Rodoreda intentó en dos ocasiones hacer una exposición de sus pinturas, aunque en ambos casos fue en vano. El primer intento durante el otoño de 1953 en la sala Mirador de París y el segundo, en la primavera de 1957, ya en Barcelona. Su principal influencia en la expresión plástica fue Paul Klee y en menor medida Joan Miró, Jean Dubuffet, Kandinsky o Pablo Picasso.
Se calcula que Rodoreda llegó a pintar 150 cuadros de los cuales sólo una veintena están en posesión de la Fundación Mercè Rodoreda, y los otros quedan repartidos entre coleccionistas que se vendieron en una exposición que se hizo en 1991 en Calldetenes donde se presentaron 122 obras, adquiridas mayoritariamente por particulares. Unos sesenta de estas ciento cincuenta obras las posee actualmente la familia Borràs-Gras.84 Rodoreda no dató ninguno de sus cuadros, aunque sí firmó algunos.
El estilo plástico está muy cercano al de su obra literaria y se caracteriza por la sencillez. Rodoreda dijo que lo más sencillo es el más difícil de conseguir. Otro paralelismo con su narrativa se presenta en el interés de Rodoreda por el movimiento, que se vislumbra también en algunas de sus pinturas, así como un interés por llenar todo el cuadro.
Su pintura es como su literatura: proceso espiritual, experimentación ética y estética, un conjunto de imágenes abiertas de par en par que no dejan impertérrita nuestra mirada, que nos tocan.
Mercè Ibarz

Mercè Rodoreda utilizó la pintura como un medio de expresión, cuando no podía expresarse a través de la novela larga y vivía un momento muy duro de su vida. Incluso, reconoció que si no hubiera sido por la expresión plástica se hubiera tirado el río Sena, puesto que le servía de un espacio de evasión.85 También lo hizo y le sirvió para ganar un dinero extra, cuando perdió su trabajo de modista. Entre sus pinturas, hay un collage hecho con recortes de las listas de muertos en los campos de exterminio o en otro, hizo aparecer el conocido caballo siciliano con el que amenazaba a Carme Murià que volvería para dejar huella con su obra, cuando estaba viviendo uno de sus peores momentos en el exilio en Francia.

Publicaciones póstumas

El reconocimiento literario a la figura de Mercè Rodoreda le llegó poco antes de su muerte al ganar el Premio de Honor de las Letras Catalanas de 1980, sin embargo, ha sido reconocida y valorada aún más a partir de su muerte, Rodoreda fue una persona muy reservada y se ha descubierto que era mucho más poliédrica en el ámbito de las artes de lo que ella nos dejó entender. Póstumamente, se han publicado dos novelas de la autora: la primera, fue en el año 1986 con La mort i la primavera editada por el Club Editor en Barcelona y la segunda, que se publicó en el año 1991 Isabel i Maria en Valencia por Edicions Tres i Quatre.
También con posterioridad a su muerte, en 2002, se publicó una recopilación de toda la producción poética rodorediana bajo el título Agonia de Llum extraído del título del poema XXXVIII del libro de poesía donado por Abraham Mohino y publicado por Angle Editorial. Constante de un total de ciento cinco poemas divididos en cinco partes por poemas inéditos, editados ya en revistas con anterioridad.
Todo el corpus teatral de Rodoreda, exceptuando El parc de les magnòlies, fue publicado póstumamente;82 un ejemplo de este hecho, fue la publicación en 1993 de su pieza teatral El torrent de les flors, que al mismo tiempo era el nombre de la calle del teatro en el que Rodoreda se estrenó como actriz con sólo cinco años.


Traducción: Glòria López Forcén



II

Penélope

Cuenta mi tiempo la amarga marejada
¡El mar con su abominable grito!
La miel dentro del jarro se ha espesado
y hacen gran sombra los brotes que dejaste.

¡Brillante cauce inesperado! La blanca seda
será la luna de mi noche negra;
el anguloso árbol, cabezal de nuestro lecho,
extiende aún un recuerdo de rama.

Arisca, sola, toda hiel y espina
hago y deshago la absurda telaraña,
araña alucinada de la nada.

Rastro de amor, a flor de labio sube
y muere cual lágrima de lluvia
al filo del último pétalo que ajó.




II

Penélope

Em compta el temps la marinada amarga,
la mar amb son abominable crit!
La mel dintre la gerra s’ha espessit
i els brots que vas deixar fan ombra llarga.

Oh xaragall lluent! La seda blanca
serà la lluna de la meva nit;
l’arbre cairat, capçal del nostre llit,
estén encar un pensament de branca.

Esquerpa, sola, tota fel i espina,
fair i desfaig l’absurda teranyina,
araña al.lucinada del no-res.

Un deix d’amor arran de llavi puja
i mor com una llàgrima de pluja
al viu del darrer pètal que ha malmès (1).




LXXXVI

Ahora, amansada pantera,
toda de color de miel, 
a la vida que me embrida
le pido un gajo de cielo.
Conmigo avanza una sombra
que entre mis deseos elige
cuál no vale y cuál seguir.
Con un puño estira mi brazo
y con el otro retira
el furor de los zarzales.




LXXXVI

Ara, pantera amansada, 
tota de color de mel, 
a la vida que m’embrida
un grill demano de cel.
Una ombra amb mi fa via
i dels meus delers destria
quin no val i quin val més.
Amb puny clos pel braç m’estira
i amb l’altre puny enretira
el furor dels esbarzers.(2)






LXXXVIII

Blanca leche de la luna
yo me bebo poco a poco.
Flores devoro a una a una
en la mesa, como un juego.
Una nube, envidiosa, se astilla.
Gotas de color de perla
salpican pelo y nariz.
Y me voy. Paso el pestillo 
y me encierro dentro de mi
isla de lirios carmesí.




LXXXVIII

La llet blanca de la lluna
me la bec a poc a poc.
Devoro flors d’una a una,
entaulada, com per joc.
D’enveja, un núvol s’esberla.
Gotes de color de perla
m’esquitxen nas i cabells.
I men vaig. Poso la lleva
i em tanco dintre la meva
illa dels lliris vermells.(3)


 Se utiliza para la traducción el volumen: “Agonia de Llum” la poesía secreta de Mercè Rodoreda. Angle editorial novembre 2002. Edición de Abraham Mohino i Balet. Señalamos las páginas a las que pertenecen los tres poemas elegidos.




(Mort d'zln pretendent)

Oh mos companys esbarrellats de cara,
ja sóc del vostre immbbil escamot!
Amb un súbit xisclet de falziot
una sageta en el meu coll s'enllara.

'T'he envescat amb la sang més amagada,
pern de la porta fosca de la mort!
.Sigui més curt el plany en ma dissort
que quan vaig botre a vida colorada.

Reial corser, quin déu et desembrida?
Com flama brusca en mata agemolida,
ixes del vil parrac espks de polls.

Adéu! La Parca em gela la ferida.
Que la fidel et renti, esbalaida,
la sang que t'ha esquitxat els dos genolls.






Ocell

Sobre una branca baixa, silenciós, reposes;
amb les ales esteses has planejat suau,
abans que el teu reialme es desfés de les roses
i en els teus ulls morissin espurnes de cel blau.

T'embriaga el silenci, t'inquieten les ombres,
gires el bec esquiu vers l'orient desert;
mai no sabrhs per que amb el teu vol aombres
una llenca de terra i una mica de verd.

Ara t'esglaia el vol d'una fulla despresa,
el crit desesperat d'un Ilunyii ocell de presa
i la nit infinita que plana damunt teu.

Et fascina una estrella dintre l'aigua somorta
i les llances dels joncs, sota la claror lleii
d'aquesta flor d'argent que la tenebra porta.





Embadalit esto1 d'ombres acollidores,
la nit final comenca dintre un gran llac d'estels,
reialme pur, espai tot bategant d'aurores,
tres claus d'or crucifiquen la volta dels teus cels.

La terra d'on sóc filla és lluny i sembla morta:
una flor ran del marge, una petja al sorra1
i, sobre el blau de l'aigua, un bleix d'oreig que porta,
floc de perles desfetes, la boira matinal.

Vora la mar i un arbre el meu cor las reposa,
una rosa de verms com neu ardent es posa
damunt la trista platja deserta del meu cos.

Tot és oblit de tot. Res no cal que defensi
el lleu sospir que sóc en el glagat repos
d'aquesta paorosa congesta de silenci.





ANDREU VIDAL [9419]

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ANDREU VIDAL
Andreu Vidal (Palma, 23 de enero de 1959 - 20 de agosto de 1998), poeta y delineante de profesión, murió prematuramente a los 39 años de edad pero dejó un imprtante legado de versos. 

Con tan sólo diecisiete años, en el 1977, el autor publica dos libros de poemas, Xicraini, nit de portes cremades y Aixall híctic. De modo que, si bien su actividad profesional se desarrolla en el campo de la arquitectura a partir de 1974, cuando finaliza sus estudios, la escritura marca su vida desde muy pronto. 

A lo largo de su trayectoria poética, publica siete poemarios más, entre los cuales destacan Necròpsia (1984), premio Ciutat de Palma 1983, L'animal que no existeix (1993), premio Carles Riba 1992 o Ad Vivum, publicado póstumamente en el 1999. 

Aparte de su producción poética, Andreu Vidal ejerce también el articulismo, publicando durante el 1985 y el 1986 artículos en los diarios El Día de Baleares y Diario de Mallorca, o la fotografía. Se dedica, además, a la traducción de la obra poética de Paul Celan, traducción que ve la luz en el año 2000. 

El día 20 de agosto del año 1998 Andreu Vidal muere de un paro cardíaco en su domicilio de Palma. 

Obra 

Poesia

Xicraini, nit de portes cremades. Palma: Edicions Cort, 1977.
Aixall híctic. Palma: La Musa Decapitada, 1977.
Exercicis de despoblació. Palma: Tafal, 1978.
Llibre de les virtuts. Palma: Tafal, 1980.
Necròpsia. Barcelona: Edicions del Mall, 1984.
Els dies tranquils. València: Gregal Llibres, 1988.
L'animal que no existeix. Barcelona: Proa, 1993.
Poemes 1980-1993. Palma: Caixa de Balears i Universitat de les Illes Balears, 1993.
Ad Vivum. Barcelona: Edicions 62, 1999.
Obra poètica i altres escrits. Pollença: Edicions del Salobre, 2008.

Traduccions realitzades per l'autor/a

CELAN, Paul: Poemes [Gedichte]. Barcelona: Edicions 62, 2000. (De l'alemany)















El hombre de Kort

El hombre de Kort
lleva una brújula clavada en el pecho
Del ojo se saca una estrella.
y sufre
           y llora
                     y grita
y su voz retruena en las profundidades del océano
con fuerza
                porque él ya no es Nin, ni el Elefante,
                ni Ganivet,
                               sino el hombre de Kort,
                                   un hombre de Kort
                                   que del ojo se saca una estrella
                                                                                   y gime.






L’home de Kort

L,home de Kort
duu una brúixola clavada al pit.
Es treu una estrella de l,ull
i sofreix
            i plora
                     i crida
i la seva veu retrona  a les profunditats de l,oceà,
amb força,
               perquè ell ja no és el Nin, ni l,Elefant,
               ni el Ganivet,
                                   sinó l,home de Kort,
                                   un home de Kort
                                   que es treu una estrella de l,ull
                                                                                   i gemega.








Ad vivum

Poder avançar- 
La tirania 

D'allò precís destruïda, 
Com 

A través d'una 
Certa estació, 

Ni prèvia ni 
Tàcitament consentida 

Ni futura. 

Com, però, 
Des- 

Somniar el silenci, 
Durs com 

Més pedra, 
Durs, 

I ells, ells- 
Tu, 

Que véns de les riberes 
Amb les galtes rosades, 

Com goses 
Parlar-me de tresors? 

(Del llibre Ad Vivum. Barcelona: Edicions 62, 1999, p. 23-24) 


* * * 


Car els colors no són 
Sinó la putrefacció de la llum 

Ossos de sol 
Errant sense sepulcre 

(Del llibre Ad Vivum. Barcelona: Edicions 62, 1999, p. 43) 







Els dies tranquils

AZBE 

Calla, Azbe, i escolta 

aquest silenci vast, 

ferit d'aromes i colors terribles. 
Ara és el temps 

que els arbres s'equivoquen 

i els ocells, desesmats, 
mosseguen les tres cares de la nit. 
Ningú no resa 

dins la casa dels somnis. 

Ningú no cau pels escalons del cel. 
I la precisa 
maquinària del temps, fulgent prodigi 
de peces i engranatges, va girant 
de cap enrera, 

roent, xerriquejant: 

Torna la llet 
a les sines pansides; lentament 
la carn es despodreix i les arbredes 
arrelen cap al cel; 

la llum 

retorna cap al sol, passat la lluna, 
i un déu de pedra 

sura sobre el mar. 

Tu i jo, 
dolça i tràgica Azbe, 

encara no hem nascut. 

(Del llibre Els dies tranquils. València: Gregal Llibres, 1988) 







[Arbor intrat — 1] 

Per què véns, dòcil, avui que no t'invoc 
i vas, obscena, somrient al meu costat, 
saltarejant, grotesca, com una que fos jove, 
cercant 
amb cec desig els meus ulls que s'afanyen 
a defugir els teus ulls, a no mirat? 
Per què, amb frisança d‘estel, 
em menes cap a àrides marines 
on els arbres creixen de genolls 
sota el fus del llebeig 
i enrobada de pedra et confons amb l'abisme 
i amb disfressa d'onada t'ajeus dins la mar? 

Quin estrany gest, Cíbele, 
que de tan dolç no m'espanta? 

(Del llibre Els dies tranquils. València: Gregal Llibres, 1988) 








EL MISÀNTROP 

Mai no he begut 
l'alcohol dels justs dins polsoses tavernes, 
mentre sonava 
entre els plecs de la llum una música freda. 
Mai no he dit, sem i inebriat, 
mirant una ombra que passava: 
"Heus ací l'ornament, la tempesta, 
el veritable déu gronxant-se entre dos blaus." 
Mai no he cregut 
sentir dellà els llindars un fressejar luxós 
ni he imaginat 
fulgents casoris de tenebres 
ni els fumerals d'un príncep 
ni el turmell maltrencat d'una princesa. 
Els meus records són de pedra: 
ni un fil de lava 
serpentejant dins els congosts 
de la memòria, 
ni un sol muriac ajupit dins la fosca. 
Ara, algú se'n va deixant la porta oberta 
i entra un celistre fred, que a penes sent. 
Quiet i buit, contempl el que m'envolta: 
per sobre el meu front 
no s'hi enlairen sis llunes 
ni al meu costat abeura 
la fràgil verge una àliga gegant. 
Un cansament rosat ha enquistat els meus membres. 
Ja no dis res. En somnis, 
els ossos em floreixen. 

(Del llibre Els dies tranquils. València: Gregal Llibres, 1988) 






Necròpsia

1. 

Hi ha sempre 
dellà l'esguard un lloc de contagi 
on la pluja bat 
els diminuts aparells de la natura. 
Hi ha sempre 
rera la nuvolada indecisa un desert blanc 
on el desordre 
devé serenitat i el foc mesura. 
Hi ha sempre 
índex enllà un altre dit inhàbil, 
un altre braç, 
un altre foll que adesa el seu deliri. 

(Del llibre Necròpsia. Barcelona: Edicions del Mall, 1984) 





7. 

passa com una ombra 
a través de 

amb la perdurable 
fugacitat del que no 

boirosa figura 
entrevista entre 

presagi de 

(Del llibre Necròpsia. Barcelona: Edicions del Mall, 1984) 




14. 

A. R. 

Et veia sola, 
al centre d'un immens 
espai de gel; 
estaves dreta, immòbil, 
mirant fixament 
cap a l'altra banda del sol, 
amb una mirada nítida, balmada, 
com d'un que acaba d'ésser 
llançat dins la llum; 
i una basarda cruel, antiga, 
anava prenent-me a poc a poc, 
robant-me... 
perquè la teva solitud era 
la solitud 
i tu eres totes -terrible 
conjunció de llavis 
fent un mateix gest, un horrible 
somriure inhumà, 
i jo, que cada cop era menys, remembrava, 
perdent-me per sempre 
en la nit desfregada 
de l'única heretgia, 
els teus petits, ridículs 
paranys de fembra, 
els teus ritus, 
tota aqueixa pobresa 
amb què el déu va fer els seus esclaus, 
el regal de la vida. 

(Del llibre Necròpsia. Barcelona: Edicions del Mall, 1984) 









MANUEL URBANO [9420]

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Manuel Urbano Pérez Ortega, cuyo nombre literario es Manuel Urbano, nacido en Jaén en 1940, es poeta, ensayista y crítico literario, además de columnista, flamencólogo,editor literario y gestor cultural. Pertenece al Instituto de Estudios Giennenses y a la Academia de Buenas Letras de Granada. Es además miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios, así como de la Fundación Blas Infante y de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera. Ha sido director de la revista de flamenco Candil y en la actualidad lo es de la de etnografía El toro de caña. Junto a colaboraciones en diversos libros, catálogos, revistas y prensa, ha publicado numerosos libros de temas de etnología, historia y literatura. Ha sido director del Área de Cultura de la Diputación Provincial de Jaén, del Museo de Artes y Costumbres Populares y el Internacional de arte naïf de la Diputación de Jaén. Dirigió junto con Antonio Hernández la colección madrileña de poesía Pliegos del Sur; fue redactor de Metaphora, revista de poesía concreta. Dirige la Colección de Antologías del Instituto de Estudios Giennenses y, en su día, estuvo al frente de colección de libros de poesía "Cuadernos de Aixa" y de "Jándula". Es uno de los grandes eruditos en temas relativos a la cultura andaluza y, en particular, a la desarrollada en la provincia de Jaén.

Obra literaria

Ha publicado los libros de poesía Anillo a dos (1972), Presencia y ausencias (1978), Pre-textos (1979), Grabado en la memoria (1980), Horno negro (1998), Paseos en Jaén (2001) y Camino de la nieve (2007). En prosa ha publicado Fuera de quicio (1990), una selección de sus columnas periodísticas. Es su poesía un festín verbal con notas barrocas y profundidad meditativa, fruto de una necesidad expresiva y verdad vital que, con “un dejo de tradición incorporado –como dice Antonio Hernández– en cuanto ésta se hace placenta de vanguardias”, se llena de rastros de humana melancolía, buscando la final salvación por el arte. Su Camino de la nieve, por ejemplo, es un crisol poético donde arden los crepúsculos, las tardes del otoño y la oquedad de noviembre, una música violeta, ciertas preguntas con respuesta, el vuelo inmóvil de las horas, la profundidad oceánica del espejo, las hojas y el óxido de su cobre como harapos de ternura. Se trata de un libro donde se mira fijamente la desnudez del tiempo.

Estudios literarios

Entre sus estudios literarios se encuentran Andalucía en el testimonio de sus poetas (1976), Antología consultada de la nueva poesía andaluza (1980), Zabaleta y la poesía (1980), El cante jondo en Antonio Machado (1982), Rafael Porlán: Prosa y verso (1983), Bodas de hierro con la sangre. Antología poética, parcial, de José Luis Núñez (1990), Antología poética de Bernardo López (1991), En la voz el ala. Antología poética de Juan Martínez de Úbeda (1994), La hondura de un antiflamenco: Eugenio Noel (1995), Coplas aceituneras (1997), José Almendros Camps, el poeta jaenés del novecientos (1998), Sal gorda (1999), Del Guadalquivir al Tormes: Antología poética de Rafael Láinez Alcalá (2001), El juego de la flor. La poesía de Juan Martínez de Úbeda (2003), El gorro frigio. Del poeta José Jurado de la Parra (2005) y La huella de viajero: los senderos poéticos de José Ortiz de Pinedo (2007). Su último libro es Costumbristas giennenses. Estudio y antología (2008).

Estudios de etnografía y flamenco

Sus publicaciones de etnografía y flamenco son, además de numerosas, una aportación importante al saber, sobresaliendo Flamenco y política (1980), Grandeza y servidumbre del cante giennense (1982), Taranta (1991), Viaje por la mesa del Alto Guadalquivir (1993), Campanas y cohetes, calendario popular de fiestas populares (1996), Hay quien dice de Jaén (2000) y Del tiempo detenido, la fotografía etnográfica del Dr. Cerdá y Rico (2001). En esta faceta. descubrimos los frutos de sus estudios etnográficos muy especialmente sobre la Alta Andalucía, auténticos registros de plurales formas de cultura popular que van desde el cante y las costumbres de la mesa a la fotografía etnográfica y desde las fiestas populares a, como en Hay quien dice de Jaén, un diccionario jaenés de la memoria, diccionario que guarda para la conciencia lingüística el tesoro de un sinfín de expresiones y, como dice Quevedo, “vulgaridades rústicas”, además de refranes, adagios y otros dichos.

Ediciones

Además del libro de arte Registro de memorias (2002), cuenta con las siguientes ediciones de libros éditos y, en no pocas ocasiones, inéditos: Colección de las mejores coplas que se han compuesto... de Don Preciso (1982), De la solera fina, de Antonio Alcalá Venceslada (1982), Del corazón de mi tierra, de Alfredo Cazabán (1989), El ajusticiado, de José Toral (1990), Cuentos del cielo, de José Toral (1991), Siete sonetos y un romance inédito de Rafael Porlán (1992), La buena simiente, de Antonio Alcalá Venceslada (1993), El destino de Lázaro, de Manuel Andújar (1994), El vencido, de Manuel Andújar (1995), Cuentos de la Villa, de Juan Antonio de Viedma (1996), El sitio de Manila, de Juan y José Toral (1998), Memorial de los Santos que reciben indebido culto..., de José Martínez de Mazas (2001), Viejo Jaén. Coplas del Día, de Alfredo Cazabán (2004), Un paseo a la patria de Don Quijote, de José Giménez-Serrano (2005) y El peregrino de Tíscar, de Rafael Láinez Alcalá (2007).

Sobre sus ediciones, estudios literarios, etnoliterarios e históricos

Sobre las ediciones y los estudios literarios, etnoliterarios e históricos, destacan sus recuperaciones, así ocurre en el libro Sal gorda, de coplas obscenas de la tradición oral. Importantes resultan también sus aportaciones al estudio de la poesía andaluza, tanto generales como particulares. Entre las primeras sobresalen las tituladas Andalucía en el testimonio de sus poetas y Antología consultada de la nueva poesía andaluza. Entre las aportaciones sobre autores cabe recordar sus libros sobre Bernardo López, José Jurado de la Parra, Eugenio Noel, Antonio Machado, José Almedros, Rafael Laínez Alcalá, discípulo de Machado en Baeza, Rafael Porlán, Juan Martínez de Úbeda y, entre otros, José Ortiz de Pinedo. También, las numerosas recuperaciones a través de unas muy cuidadas ediciones de sus obras de Antonio Alcalá Venceslada, Alfredo Cazabán, José Toral, Laínez Alcalá y, entre otros muchos, Manuel Andújar, escritor al que le unió una gran amistad.






AJUSTE DE CUENTAS

Olor de lagar y crisantemos.
Amarillea, cae noviembre
con vuelo de hojas.

Recuento ausencia:
pasé media vida sin tenerte,
la otra viendo cómo te he perdido.




OPERACIÓN ARITMÉTICA

Dueles más de la cuenta,
amor.

Pero, si sumo
tus gozos a los míos,
ya me cuadran los números.



NIEGO Y AFIRMO

Ojalá cuando te vea,
los ojos se me aneguen y en el corazón
cruja el escalofrío añil del látigo.
Y no alcance a reconocerte.

[Camino de la nieve]




VENUS, ITÁLICA

Para Salvador Compán

No está la imagen rota, sí la piedra fracturada. La precisa línea que marca el abrazo mutilado ofrece el inquietante arranque de la luz y subraya el desnudo perfil; su círculo es el espejo en el que, con insinuante tiemblo retenido, el terso seno nacarado se refleja. Vibra el compás en flor de la carne cercenada. La desposesión y el labio del deseo con toda su longitud enervan la libido, mientras el corazón, ojos atrás, se despoja y titila entre los párpados. La tarde, lenta, comienza a tenderse entre la cálida mudez de las sombras; la hora, mansa, recostada y horizontal, escucha. Se advierte en la sala como un murmullo ingrávido. Al pie de la diosa sus ropas recogidas. Y el lívido silencio del mármol al pie de la estatua.










JAIME D. PARRA [9421]

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Jaime D. Parra
Nacido en Úrcal (Almería) en 1952, es doctor en Filología por la Universidad de Barcelona, ciudad en la que reside desde 1973. Especialmente interesado por las tradiciones herméticas, las tendencias experimentales y la poesía de mujeres, colabora en publicaciones diversas, como Ínsula, Cahiers Gaston Bachelard, Hora de Poesía, El Ciervo, Le langage et l´homme, Aedom (CSIC), Diario 16, La Verdad, El bosque, Arte Omega, Annuari de Filologia, Barcarola, Lletra de canvi, Quimera, Turia oAlbum Letras-Artes. 

Publica, entre otros libros, los  ensayos y antologías  El poeta y sus símbolos (Ed. El Bronce, Barcelona, 2001), La simbología (Ed. Literatura y Ciencia / Montesinos, Barcelona, 2001), Las poetas de la búsqueda (Libros del Innombrable, Zaragoza, 2001), Místicos y heterodoxos (March Editor, Barcelona, 2003) y The Other Poetry of Barcelona/ La poesía otra de Barcelona (InteliBooks, California, 2004), éste en colaboración con Carlota Caulfield. 

Colabora, en vídeos y filmaciones sobre poetas y artistas, como Lectura(es) de J.E. Cirlot (In Medias Res, Univ. Pompeu Fabra, Barcelona 1998), de E. Bonet; La mirada de Bronwyn (Peu al Buit, Tarragona, 2005), de Gerard Gil; y Beneyto desdoblándose (La Huella del Gato/Ministerio de Cultura, Madrid, 2010), de Adriana Hoyos. 

Como poeta es autor, entre otros, de Contrición bajo los signos (Delphos, Barcelona, 1978); Huellas vacías (March Editor, Barcelona, 2005), prólogo de Américo Ferrari;  y Escolium (La plaquetona, Barcelona, 2007), diseño de Carles Molins. También es autor de Poemas gráficos (La Fábrica, Arte contemporáneo, 1994; y Centre d´Art Santa Mónica, 1999.





[2]

Quiebra un semáforo
y asesina un ángel.

Siembra de flores el asfalto
Y con talco virgen
Lavan su sangre,
Mientras la vida huye
A su eternidad remota.




[3]

Incierta luz de las avenidas,
Oquedades entre los edificios,
Mármoles que esconden
Cuerpos de cal derruida.




[9]

Calles y vidrios.
Caen lágrimas trémulas
De los tejados grises.
Baja la cal antigua
Por las cañerías viejas.

Tienen las ciudades
La forma de las funerarias.




[12]

De neón rojo y verde,
Flechas que indican
Paraísos
Para corazones vacíos.

La bajada al infierno
Sin Dante ni Virgilio.

DE su libro HUELLAS VACÍAS





Poética de Á MA ZÚ LÁT:

Los dominós de Jaime D. Parra



Maite Jou
Grupo de simbólica y de investigación del Imaginario
GRIAL y BRI de Barcelona



Al conocer la serie de poemas gráficos de Jaime D. Parra, construidos con piezas de dominó, me hirió el recuerdo infantil de cuando sólo el domingo era festivo y los hombres de mi casa -padre, abuelo, tíos- se reunían en la galería de un patio interior del ensanche barcelonés. Las mujeres hablaban a solas, los niños nos entreteníamos a nuestras anchas: los hombres, en nubes de humo, jugaban al dominó. En esas piececitas blancas con topitos negros leo una época: en domingo (día del señor) los dominus (señores) juegan al dominó dominando (nueva derivación) la atmósfera del domus (la casa, la propiedad, el lexema común). Paradógicamente, un espacio de libertad.

Cuando Jaime D. Parra eligió el dominó para sus poemas gráficos, obedecía a un temblor distinto al mío. Iniciado ya en distintas radicalidades poéticas (Rodolfo Hinostoza, Haroldo do Campos, entre ellas) en 1974 se encontraba realizando el Servicio Militar y se llevó entre sus libros - imposible saber por qué- uno titulado Juegos de dominó españoles y exóticos de José Úbeda Sánchez. El soldadito esporádico español andaría un poco despistado de sus quehaceres cuando al marcar el paso se dejaba seducir por la plasticidad de las huellas de las botas. Hojeando el libro, encontró que la imagen repetida durante el día guardaba gran parecido con el trazo de una pieza del dominó esquimal, de formas irregulares. Nació una simbólica:"Dando vueltas y más vueltas, y recorriendo el mismo lugar, comencé a soñar y de pronto la desesperación que tenía me fue dando la letra: "Estoy al borde de pegarme un tiro y ahora tengo con qué. Pero pensé que debía dominarme, y así del sonido, de las partidas del libro de dominós que tenía, surgió la primera estrofa: Estoy / al borde de ser feliz / y voy a escribir con vino/ en siluetas / de gorriones ". 



La transgresión del momento fue definitiva: cambiar la atracción del abismo por la pulsión de vida a través del dominó-dominio en voluntad de libertad (gorriones) con alegría (vino) a pesar de los peligros (borde). Su primer poema gráfico adoptó la forma elíptica, por influencia de la geometrización onírica de Mario Lafont y una particular adjetivación figurativo-musical, sugerida por J.A. Marfil: Los sueños elípticos melodominados .


A partir de este momento, el itinerario de los dominós de Parra fue desbrozando sugerencias. El número de fichas del juego es de 28, igual número que el alfabeto castellano, antes de la actual reforma. La combinatoria estaba en marcha, aunque optó por mantener la tradición poética de la métrica silábica, porque, lector de Schneider, sabía que en muchos sistemas místicos las sílabas son el elemento creador. Además, no hay que olvidar la revolución de la similitud de la huella y así, identificándolo con su propio paso, se vio en la impronta de reconocerse como "andante nómada exiliado", porque desde 1970 había iniciado su propia partida vital: "Irme de un lado a otro para encontrarme en otra parte o en ninguna parte, trazando un itinerario de hombre solo ". Había bautizado los dibujos de las botas como "huellas linterna"; las fichas de sus dominós iluminaban pensamientos poéticos, ideas / emociones.
Tras la primera serie, nacieron otros poemas en imágenes geométrico-dominado- -musicales con fíchas blancas, indicadoras de estrofas. En una ocasión, las piezas dejan de ser la ficha-zapatilla del Á ma zú lát , nombre del juego esquimal, para irse estrechando desde el pomo de una espada hacia el final de estrofa, el blanco, que hiende el infinito superior: Homenaje a Cirlot , elegía sobre fondo dorado, color simbolizante del espíritu medieval gótico del autor cantado. La leyenda reza: "Al decir Lot el pomo de tu espada llora Juan Eduardo en un color". Los topitos del pomo suman siete, significando su vinculación a Dau al Set , al fin y al cabo también un dominó geométrico (dado al siete).

Para Jaime D. Parra la construcción de dominós poéticos fue tomando una consistencia cada vez mayor. Así, cada partida que el creador hace consigo mismo es una experiencia que sigue leyes propias, trazando distintas direccionalidades, para leerse los versos de dentro a fuera, cuando adopta la forma de estrella, o a saltos, como en el caso de la espiral. Otras veces es un descenso, como una bajada a los infiernos o al subconsciente, el propio sótano. Cruces, ojos, rosas, esferas, espirales, torres, pirámides, espadas. Cada forma una simbólica; las palabras, pureza conceptista; los colores, sugerencias. Unidad pletórica.

Uno de estos poemas gráficos se construye en la forma de un zigurath para recordar al amigo desaparecido, E. Torre Antón: siete escalones en vertical, número mágico, y un total de 28 X 3 fichas, los tres mundos conocidos ya por el amigo. Numerología mística y paso de derecha a izquierda desde la sombra a la luz. Los seres sin sombra, aquellos que nos han dejado, devienen en cuerpos de luz, siguiendo las doctrinas del sufismo. El mito del amigo finado era el Prometeo de Hölderlin: su dominó-zigurath es así axis mundi , montaña del centro del mundo, según la simbología de Elémire Zolla. La dedicatoria es explícita: "A E.T. , sombra / en luz transformada".



Los más sugerentes de estos dominós se orientan sobre todo hacia el simbolismo del centro, como el de los colores llevado a cabo mediante palabras bisílabas titulado D mentes . En él , construye un mandala en torno al adverbio en -mente y a la simbólica del arco Iris (6+1 color, como indica René Guénon en Los símbolos fundamentales de la ciencia sagrada ): rosa-mente, azul-mente, añil-mente, etc. "Al pasar/ el prisma/ Iris, me/ detengo", dicen los cuatro puntos cardinales (del mundo, del cielo) para significar lo mismo que en un poema suyo, esta vez no tan visual, publicado en su libro Contrición bajo los signos (1978) y destacado por José Mª Valverde: "Al pasar de lo divino a lo humano, me detengo". En D mentes , el color nos informa de la simbología de los tres estados: transparencia, lo intelectivo; blanco, lo imaginativo; y coloreado, lo sensitivo. Pero destaca en la altura el amarillo, al que denomina "gualda" por alusión a su lugar de nacimiento, connotado doblemente: origen y aspiración a lo dorado, a la luz. La lectura circular del poema, sin embargo, irá produciendo cierto bloqueo extático con el que el autor desea que el receptor llegue a dejar la mente en blanco. 


La dinamicidad de esta composición se compensa en otra en la que prima estaticidad. Es el caso del poema Ésser ("ser" en catalán) donde, sirviéndose de la forma del espejo -el mismo dominó desdoblado- , provoca significados contrarios desde el eje de simetría: Ésser = Ser: res (en catalán, para el vocablo "ser" puede utilizarse indistintamente "ésser" y "ser"; "res" en castellano es "nada"). Hay idiomas que permiten coyunturas especiales.


El autor no quiere limitarse a expresiones restrictivas. Hay dos tipos de poesía. Uno de ellos se consume en su propio mensaje: se entiende y se abandona. El otro posee consistencia: el lector lo tiene a su servicio siempre. Se trata de dos ópticas. Al leer estos poemas gráficos de Jaime D. Parra, A. L. Bouza observó que la palabra "dominó" es el reino del "dominio", pero también del "dominus", del señor que trabaja su mundo, ordenándolo, recreándolo. Parra, más unamuniano de lo que se imagina, busca en estas obras trascender sus desgarros: "Los dominós son una forma de dominar en mis dominios, pero también de vencer mis demonios". Generalmente se asocia arte moderno con arte profano; pero esto no siempre es cierto, como bien ha visto José Corredor-Matheos, al contar con las visiones Mircea Eliade o de Titus Burckhardt sobre arte. Si Joan Brossa se acerca al mundo como si fuera un poeta zen, Gustavo Vega remite en sus formas al oído, como el mismo Bashô. Se parece uno a lo que es.

De mi abuelo sólo conservo su dominó de marfil y ébano, amarillento, comido en los bordes, cascarilleadas las esquinas, reliquia de un mundo. Me fascinaba el rito que seguía para guardarlo: las piezas de siete en siete, apoyadas en la pared de la caja, caían a un ligero movimiento de muñecas dejando la superficie negra de sus dorsos. Como un ejército. Al mirarlo ahora, tras bucear en esta poética parriana, reconozco el blanco escondido en el negro y las piezas pasan a ser de aquí y de allá, espacio a dominar y espacio numinoso, soldados de libertad, ángeles -soldados de luz. Oxímoron de dos mundos, el vivido y el soñado. La poética de Á ma zú lát de Jaime D. Parra nos conduce a la unidad: muerte (vida implícita) y sueño. Á ma zú lát , esquimal, cercanía del axis mundi, blanco polar, frío existencial, sílabas creadoras, dominós en pasos de sombra hacia la luz. Sagrados presentes nacen en estos poemas de huellas elípticas.










NORMAN ROSTEN [9422]

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Norman Rosten (01 de enero 1913, Nueva York - 7 de marzo, 1995) fue un poeta americano,  dramaturgo y novelista.
Creció en Hurleyville, Nueva York y se graduó en el Brooklyn College y New York University, y en la Universidad de Michigan, donde conoció a Arthur Miller. 
Ambos obtuvieron el Premio Avery Hopwood.
En 1979, Rosten fue nombrado como el poeta laureado de Brooklyn.
Entre los trabajos fuera del campo de la poesía, escribió el libreto de Esdras Laderman 's opera "Marilyn". También escribió el guión de la Lumet Sidney 's película Vu du Pont, la adaptación de Miller " A View from the Bridge ".

OBRA:

POESÍA

Return Again, Traveler, Yale University Press, 1940
The big road: a narrative poem, Rinehart & Company, Inc., 1946
Imagine Seeing You Here: a world of poetry, lively and lyrical
Thrive Upon the Rock, Trident Press, 1965
Selected Poems. G. Braziller. 1979. ISBN 978-0-8076-0938-5.
Patricia Rosten Filan, ed. (2004). A City Is. Illustrator Melanie Hope Greenberg. Macmillan. ISBN 978-0-8050-6793-4.

TEATRO

First Stop to Heaven, 1941
Mister Johnson. Dramatists Play Service, Inc.. 1969. ISBN 978-0-8222-0764-1. (premiere 1956)
Mardi Gras
The Golden Door
Come Slowly, Eden. Dramatists Play Service, Inc.. 1967. ISBN 978-0-8222-0228-8.

NOVELAS

Under the Boardwalk, Prentice-Hall, 1968
Over and Out, G. Braziller, 1972
Love in All Its Disguises. Arbor House. 1981. ISBN 978-0-87795-324-1.
Neighborhood Tales. G. Braziller. 1986. ISBN 978-0-8076-1152-4.

NO FICCIÓN

Marilyn: An Untold Story, New American Library, 1973
Marilyn among Friends, with photographer Sam Shaw. UK: Bloomsbury (1987)

ANTOLOGÍAS

Cary Nelson,ed.(2002)."The March". The wound and the dream: sixty years of American poems about the Spanish Civil War.University of Illinois Press. ISBN 978-0-252-07070-9.







En Gernika

En Gernika los niños muertos
fueron colocados ordenadamente en la acera,
con sus vestidos blancos almidonados,
con sus deplorables vestidos blancos.

En sus frentes y en sus pechos
hay agujeritos por donde entró la muerte
como un trueno, mientras se divertían
con sus juegos de verano.

No llores por ellos, madre.
estos pequeños se han ido para siempre,
directo al cielo con los santos,
Dios llenará los agujeritos de las balas con peladillas.







JOAN PERUCHO [9423

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Joan Perucho
Joan Perucho (Barcelona, 1920 - Barcelona, 30 de octubre de 2003), poeta, novelista, articulista y crítico de arte, fue uno de los escritores españoles más traducidos.1 Comenzó su labor como escritor en castellano, aunque el grueso de su obra la escribió en catalán.
Alternó la labor de escritor con la actividad profesional de juez. Era miembro de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona y Doctor Honoris Causa por la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona.
De él dijo Luis Alberto de Cuenca con motivo de la obtención del Premio Nacional de las Letras Españolas del año 2002:
Joan Perucho ha escrito de todo —libros de prosa, espléndidos poemas— y siempre lo ha hecho con esa especie de mezcla de erudición socarrona y de vértigo expresivo que caracteriza su escritura y que hace de él uno de los escritores más originales que tenemos ahora en la literatura española, comprendiendo en ese concepto todas las demás literaturas peninsulares.
En 1995 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de la Generalidad de Cataluña.

Obras

Narrativa

Diana i la mar morta (1953)
Amb la tècnica de Lovecraft (1956)
Llibre de cavalleries (1957)
Les històries naturals (1960)
Galería de espejos sin fondo (1963)
Roses, diables i somriures (1965)
Nicéforas y el grifo (1968)
Aparicions i fantasmes (1968)
Botánica oculta o el falso Paracelso (1969)
Historias secretas de balnearios (1972)
Històries apòcrifes (1974)
Els balnearis (1975)
Monstruari fantàstic (1976)
Les aventures del cavaller Kosmas (1981, Premios Ramón LLull, Nacional de la Crítica en 1981 y Joan Crexells en 1982)
Museu d'ombres (1981)
Petit museu de monstres marins (1981)
Gàbia per a petits animals feliços (1982)
Discurs de l'Aquitània i altres refinades perversitats (1982)
Incredulitats i devocions (1983)
Pamela (1983)
Les delicies de l'oci (1984)
Los laberintos bizantinos o un viaje con espectros (1984)
Un viatge amb espectres (1984)
Dietario apócrifo de Octavio de Romeu (1985)
Obres completes (1985-1997)
La guerra de la Cotxinxina (1986)
Roses, diables i somriures (1986)
Minuta de mostruos (1987)
Los misterios de Barcelona (1988)
Els emperadors d'Abissínia (1989)
Detrás del espejo (1990)
El basilisc (1990)
Algú a la nit respira (1990)
Monstres i erudicions (1990)
Els fantasmes de la calaixera (1990)
Los jardines de la melancolía: Memorias. Pre-Textos. (1993).
El barò de Maldà i les bèsties de l'infern (1994)
Las sombras del mundo (1995)
Fabulaciones (1996)
Carmina o la gnosi angélica (2001)
La darrera mirada (2001)

Poesía

Sota la sang (1947)
Aurora per vosaltres (1951)
El medium (1954, Premio Ciutat de Barcelona, 1953)
El país de les meravelles (1956)
Antología poética (1970)
Poesía, 1947-1973 (1978)
Poesía 1947-1981 (bilingüe) (1982)
Quadern d'Albinyana (1983, Premio Cavall Verd)
Obras poética completa (1984)
Itineraris d'Orient (1985)
Els miralls (1986)
La medusa (1987)
El duque de Portland sale a la calle (1988)
Cendres i diamants (1989)
Inscripcions, làpides, esteles (1993)
Els dies de la Sicília i la Germànica (1994)
Un silencio olvidado: poesía (1943-1947) (1995)
Versos d'una tardor (1995)
El far (1997)
La mirada d'Antinea (1998)
Els morts (2000)









EL MÉDIUM 

Se hunde en el mal con los ojos cerrados. 
Viaja a la última estancia de lo que es luminoso 
con un rictus beato y un respirar de pájaro. 
Lucha con él, miradlo. La faz se le deforma. 
Sale una voz turbando a los hermanos iniciados 
en el culto a los que vienen con pies de cera postiza, 
con duros dientes postizos, con macabra peluca 
y fijos ojos de vidrio. Ah, hermano, eres Odette. 
Odette que murió hace diecisiete años, enferma. 
Se mueve lentamente el resplandor amarillo, 
difuso y fluctuante. Se detiene o se inquieta 
con súbito capricho y, a veces, el silencio 
a la voz interrumpe o el respirar de los que están sentados. 
Se precipita aquí, se precipita innoble 
el viento de las palabras. Ahora encienden las luces 
y algunos ríen nerviosos. En un rincón está el médium 
con sus ojos opacos, extrañamente insanos. 
Saluda silencioso y lívido. Allá por donde pasa 
nota, mortuorio, el triste perfume de Odette. 

De El médium (1954)





LAS FIGURAS DE CERA 

Vindican un amor eterno e inmarchitable. 
Detenidas en el tiempo, descienden a los parajes 
que horrorizan a los humanos. Mas están ahí siempre 
con sus estáticas sonrisas, seguras y anhelantes, 
no como esta vida impura, que envejece y transforma. 
«O mort, veiux capitaine, il est temps, levons l'ancre». 
Pero estos labios femeninos que suspiran inmóviles 
no comunican lo siniestro de Carlota Corday 
ni de la Belle Heaulmiére que amó al poeta. 
Un grito, el parpadeo, el gesto suave de esta mano, 
todo queda ahora inmutable en su apariencia más profunda. 
El crimen es esto sangrante; el amor, esta amarillenta cera

De El médium (1954)







EPITAFIO PARA LA TUMBA DE LOS SOLDADOS 

Han cuido. Aquí reposan 
olvidados por todos. 
La tierra mojada 
guarda la huella de los pájaros. 
Alguien, por la noche, respira. 
Las yertas hojas baten la ventana

De El médium (1954)








VERSIÓN APÓCRIFA DE UN TEXTO 
DE JACK EL DESTRIPADOR 

Leía a Blake. 
Lentas son las horas del día y de la noche.

Cuando el opaco mirar en el espejo allega 
la huida inquietante 
del aliento en la boca; 
cuando procuro dormirme 
en el grito de una muchacha 
es que oigo el rumor de la ciudad maldita. 
Las campanas otorgan 
aquella paz estéril, 
la ciega y blanda risa de la amancebada real, 
el tragaluz en el rostro, 
todos los fines de semana en las rocas de Brighton 
así como el corazón bajo frágiles corsés. 
La vida, el horror de la vida, 
la nuca detestable, 
cada una de las cosas que odio. 

No podía estar seguro e indiferente. 
Al otro lado, la ganancia cual meretriz afortunada. 
Todos los vasos de inmundicia. 
Esta atormentada perversión en mi frente. 

«Llora a lo lejos 
hasta que alguna te cobije, 
ciega a menudo y curvada por los años, dolorosa, afligida 
hasta que te gane una doncella». 

Entonces, como Blake, como Job, consiguiendo 
aquella silenciosa y dolorosa desnudez 
me di cuenta de lo que esperaba. 
De lo que alguien esperaba. 

Los cuerpos de inmundicia, las aguas negras 
del Támesis, el gusto fluvial del aire, 
todo este gran furor 
32 como un clamor en el cielo. 
Recorro las extensas miradas de las mujeres 
y sé lo que vale este momento fugaz. 
Acariciadora marea. Plaza de Leicester. Olvido. 
Suenan las trompetas del Juicio Final.

De El país de les meravelles (1956






ELEGÍA A LA TIERRA 
Y A LOS MUERTOS DE GANDESA 

Triste flor de diciembre 
en el viento enraizada, 
nutrida por la sangre de tantos muertos que en esta tierra crecieron 
en hierbas de carrascal; 
que en la casa paterna 
y en las mismas lluvias del invierno 
fueron huéspedes alegres; 
aires grises, menudas flores del campo 
que, como el aroma del tiempo, 
perdieron las agrestes alegrías de la primavera. 
Tristes alegrías que graciosamente fueron otorgadas algún día. 

Miserable y seca tierra. Avaramente intentas 
sobrevivir al polvo 
de estos torrentes desolados 
y a la infinita, melancolía del campesino que labra 
bajo el grito del buitre. 
Dura tierra que amó 
en su agonía, 
dura agonía mía 
detenida en el pecho. 

No, no hay simiente que pueda fertilizar la roca. 
Nutrida por la sangre de estos muertos que florecieron 
en ásperos tomillos, 
no te acompaña ya sino el silencio, 
la abandonada espera, 
la inmensidad augusta y muda del firmamento. 

De El país de les meravelles (1956




LA BALADA DEL SENA 

Un rostro difuso transita bajo los puentes, 
acecha quillas, la ceniza del alba, 
vidas entrelazadas, lluviosas raíces, 
mil deseos truncados cual reflejos 
sobre el agua grasienta. 

San Luis se reclina en la Sainte Chapelle. 
Volando pasan los años. 
Una mujer extraña se peina contra el muro 
y una rosa florece en el ojo siniestro 
del alado unicornio. 

Vuelan los estandartes. En Saint Julien le Pauvre 
dicen una misa perpetua por los ahogados nocturnos. 
Siento ahora cómo sube la marea. 
Cómo sube la marea. 
Y los labios de París. 

Algo fosforescente sobrenada en el agua. 
Hay un restaurante chino en la calle Gregoire de Tours

De Darrers poemes (1956-1973)





LA MEDUSA 

De las tres hermanas fui siempre la más bella. 
Las terribles Gorgonas contra la luz del día 
anhelaban la carroña, el eco solitario 
de estos caminos perdiéndose en el polvo. 
Una sonrisa glacial detenía su rostro. 

Minerva transformó mi cabellera 
en sierpes espantables 
y rehuida fue mi mirada de piedra 
pues de piedra convertía a los hombres 
arrebatándoles sus sórdidas historias. 
Supe, entonces, los secretos de la vida, 
de esta vida despreciable y taciturna. 
Me los quitó Perseo cortándome la cabeza, 
el invisible Perseo, bajo su casco de plata

De La Medusa (1987)






EL BARÓN CORVO 

Ha escogido el gris caviar del Irán 
y un Alex-Corton muy frío, 
pues no es la miseria la que juzga 
sino la venganza contra el impudor, 
la seguridad ofensiva del sacerdocio. 
En la naturaleza hay falsedad 
según el adverado criterio de San Agustín. 
«Jesus Christ n'a point voulu 
du temoignage des démons», confirmó Pascal. 

Londres está lejos y Venecia es triste. 
El oro de Bizancio se fatiga en San Marcos; 
pero murió en una triste pensión de familia 
con el egoísmo del pez fuera del agua 
escribiendo libros de decadente obscenidad. 

De La Medusa (1987)






MIENTRAS VIVA 

Descubrí el álbum de fotografías. 
Allí estaba intimidado, con gorra 
y traje de cheviot, y la sonrisa 
de sor San Miguel, dando la mano 
a mis padres: Habían los ojos 
de mi hermana, el automóvil 
ante el viaducto de Vallcarca, 
el «foulard» de seda de Italia, 
todo (como el colegio) tras el olvido 
rescatado de no sé dónde, pues hace un momento 
no estaba. Habitaba la nada 
existiendo dentro de mí, recordando 
lo que pasó y vuelvo a ver 
como en «la recherche du temps perdu» como Swann 
teniendo una parte de mí perdida 
en el fondo de calles, mansiones, pasillos, 
figuras tal espectros vivientes 
andando mientras viva y recuerde, 
alimentándose de mí, seguras, hasta mi muerte.

De La Medusa (1987)






EPITALAMIO 

En algún lugar, la he visto algunas veces 
cual pájaro de plata sobre el césped brillante. 
De Walter de la Mare un poema parecía. 

Los colores cotidianos allí saltan alegres 
las confituras perfumando toda la casa; 
las hierbas, las mañanas. 

La besé en la fuente, el rostro junto al agua. 
Los corazones resonaban alegres 
tal una campana sumergida. 

De La Medusa (1987)





LISBOA 

Al salir del restaurante Tavares 
encontré el espectro de Pombal en la puerta; 
después, en la librería anticuaria 
O Mundo do Libro, en Trinidade, 12, 
compré «Dichos y hechos de Felipe II» 
mientras hablaba de plantas con el propietario. 
Exploré nuevamente la rua Garret 
y con un taxi me fui al Museo 
para ponerme delante de los monstruos de Hyeronimus Bosch 
y pasearme, después, por las Janelas Verdes. 
En la Baixa encontré la sombra desmejorada 
de Ángel Crespo delante del cristal de un escaparate. 
Me abrazó, diciéndome «esta ciudad se eleva 
con majestuosa y sencilla gracia rutilante 
muy acorde con los azules cambiantes del cielo». 
Después, desapareció. Volví triste al hotel. 
Por la ventana contemplaba el paisaje urbano 
de esta Lisboa íntima, repleta de «saudade y fado». 
El «paxarinho da ribeira» voló hacia el mar silencioso 
y vi como todo se transformaba en un cuadro de Paul Klee. 

De Els jardins botànics (1996)







Inscripcions, làpides, esteles



UN POETA XINÈS REMERCIA ELS SEUS DEIXEBLES

He escoltat els meus versos
en veus inconegudes.
Eren les vostres veus
prop d'un mirall de plata.
Retornen rosa, lotus,
anemone i clepsidra.
Floriran a la sang,
refloriran de sobte.
Estic content i canto,
feliç, a la vesprada.
Ara he vist la guineu
en el mirall de plata.
Recordaré aquests versos
quan mori a punt d'alba.
Certament, al meu cor
no hi nia la tristesa.





DAVANT LA BOIRA OPACA DEL MAR BÀLTIC

A l'ombra del meu cor fermenta el que detesto: les frases delicades, la remor de la seda, l'or i la sang eixuta. Ho diré a Elsinor on, tocant a la mar, sonaren les paraules de Hamlet, el poeta. Sabem que tot és res i que no hi ha esperança, llevat que Déu ens miri. S'ha alçat un vent somort ara, davant dels ulls, i ha tancat la finestra.





EL MISTERI

Va venir i em digué les paraules.
Eren unes paraules que he oblidat
de la mateixa manera que vaig oblidar
el seu rostre de pedra.
Ara recordo aquestes coses,
però no en trobaré el sentit.
El misteri perdura per sempre
i això em fa la vida suportable.





APOCALIPSI

Els ossos, en el fang, han bastit els palaus
i ara la sang crepita a la nit vers l'aurora.
Tot és possible en aquestes solitàries estances.
El vent estendrà les cendres impalpables
caiguts ja els cortinatges d'or i de domàs.
Els assassins s'acosten amb llurs heralds de fum
i les llargues trompetes de la mort proclamada.




Altres poemes



PRIMERA LLETRA ESCRITA AL CAPVESPRE

Petites prades sota un cel intacte i rutilant
solcat per globus de colors, paraules d'or massís,
sospirs de fronda exhausta, imatges de gent difunta
que es perderen per sempre en aquest aire immòbil.
No, no ha estat així tota la vida, perquè, llavors,
freqüentment distant i molt discreta, la dama
de color de turquesa feia ganxet, arrecerada,
i Lluís, el meu cosí, vestit de mariner, corria
darrera la bicicleta del meu somni, i queia molt sovint.
Això era vers l'any mil nou-cents trenta, l'aroma
de les coses era una altra, i una taronja tenia
el gust de sol. Sé perfectament el que equival a un home.
Però recordo el passeig que anava al misteriós país,
les malalties, la joia, el tresor amagat, la ploma groga,
els plors, l'aire innocent del meu fabulós, ignot,
remot, i per sempre perdut, país de les meravelles.






JÚLIA ZABALA [9424]

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Júlia Zabala nace en Valencia en 1975, es profesora de secundaria. Ha publicado los libros de poemas El mateix silenci (1995), Raïm de vent (1996), Cendres volades (2000) y El cercle de les ànimes (2005). Actualmente vive en Vilanova i la Geltrú y mientras da forma a un nuevo poemario empieza a trabajar en un proyecto de narrativa.




Cuatro poemas


Dentro todo son puertas cerradas.

Vomito la absurda belleza de un mundo hecho de pétalos de flor que con el tiempo se marchitarán. Vomito la absurda crueldad de un amanecer fuera del tiempo, lejos de tus ojos, de tu voz. Retumban estallidos de púrpura atormentada en mis oídos cansados ​​de mudas canciones, de campanas tristes, de almuédanos agrietados.


Dentro todo son puertas cerradas.

Las manos ya no llegan a tocarse porque detrás de cada puerta cerrada hay una última palabra de adiós que no se llega nunca a pronunciar. Esta puerta cerrada me hace sangrar por todas las venas del cuerpo, abiertas con un hierro candente, con el cuchillo afilado de las mentiras que se cuelan entre los pliegues de este vientre miserable y vacío, abriéndolo de par en par. Y dentro anidan las ratas marginadas de las alcantarillas de un mundo que ya se acaba.


Nadie vendrá a buscarme, nadie pesará mi alma.

Escucha, ángel maldito, porque no habrá balanza ni justicia que pueda soportar el peso que mana de estas manos mordidas. Muelas errantes que me envenenan de inmortalidad, que me arrancan la carne, me elevo por encima de ti, maldito ángel ciego que no has oído nunca el peso de esta sangre de escorpiones que correrá por los campos yermos de mi vida hasta que vengas a escupirme a la cara.
  





El dolor es más fuerte que tú, divinidad olvidada. Tu soledad es aún más inmensa que tu injusticia. Tu infinita soledad rebasa los límites de mi dolor. Me río de ti. No busques en mí la calma porque me río de ti mientras me desangro. Detengo el sol con estos labios heridos, con esta voz rota, anhelo el consuelo caliente de una lágrima, anhelo la oscuridad de una luna muerta que ya no tiene sentido. La pluma de tu justicia caerá rodeada por las llamas de la rabia de mis poemas angelicales. Volaré por encima de ti, entonaré tus salmos, te maldeciré hasta que puedas volver a crear una flor que nos reconcilie, hasta que puedas volver a acogerme en los bolsillos de tu comprensión, hasta que pueda subir de nuevo la montaña más hermosa para mirarte a los ojos. ¿Por qué te burlas? ¿Por qué apagas el bramido de las bestias que claman ante mis puertas cerradas? ¿Por qué las mariposas son negras a mi alrededor y la belleza violada escapa a cada respiración que me acerca a los márgenes de tu paraíso desolado?

No tengo fuerzas para derrumbar estas puertas cerradas. No te permitiré la entrada a mi reino sin flores, ni lunas, ni estrellas. Sirio ha muerto entre mis manos, temblando de frío. Hay cielos que no han existido nunca. No entrarás en este dolor cerrado. No te abriré las puertas de mi casa porque me moriré de frío antes que morir ahogada por el peso de las mentiras.







Maldito corazón estrangulado bajo una lluvia falsa de mitos muertos.

Maldita tú entre todas las mujeres cuando llegan las sombras y las heridas hablan con lenguas de fuego. Maldita seas cuando te peinas el pelo imposible con aroma de bosques de hadas muertas. Cuelgan de los árboles con los ojos quemados por la visión eterna del olvido, del amor profanado, de la fe destripada bajo el peso de la lluvia que me estrangula el corazón.

Cuelgan de los árboles con los zapatos agujereados de lágrimas. Agujeros de sueños muertos, esencia de realidad embrutecida.

Maldita seas mientras meces la criatura de barro que te sacará los ojos cuando la luz estalle en un falso castillo de felicidad absurda.

Para que el aire se te enrede entre los pies, cansados, heridos, para que no puedas ver las hadas tristes que cuelgan acusadoras de los árboles incomprensibles de tu bosque de pesadillas y soledades.

Malditos todos los ángeles que guardan tu dolor de viento helado sin dar respuestas.








Yo soy tu amor eterno. Me regalas flores venenosas de dulces olores y mentiras ocres para adornar mi habitación incendiada de lamentos. Yo soy tu amor eterno y me abres las heridas con las uñas de la demencia, buscando los gusanos que me roen desde el tiempo de las brujas. Yo soy la auténtica princesa muerta y ni los inviernos ni los veranos pasan ya por la puerta de casa. Cambian las estaciones sin que cambie nada. Pase lo que pase, yo soy la princesa muerta, el amor eterno, el cadáver amado ... ¿No oyes esa respiración de pájaros asustados que se ahogan en las lágrimas venenosas de las flores? Mi jaula no tiene puerta y me has arrancado los dientes, como quien arranca la estrella más firme incrustada en el ombligo escondido del universo. Las rosas de abril fueron mentira y yo, amor eterno, princesa muerta, ignoraré el beso de la resurrección cuando llegue la primavera.

Trad.: Joan de la Vega






(Los poemas en su versión original:)


Quatre poemes



Per dins tot són portes tancades. 


Vomite l’absurda bellesa d’un món fet de pètals de flor que amb el temps es marciran. Vomite l’absurda crueltat d’un amanèixer fora del temps, lluny dels teus ulls, de la teua veu. Retronen esclats de púrpura turmentada als meus oïts cansats de mudes cançons, de campanes tristes, de muetzins esquerdats. 





Per dins tot són portes tancades. 

Les mans ja no arriben a tocar-se perquè darrere de cada porta tancada hi ha una última paraula d’adéu que no s’arriba mai a pronunciar. Aquesta porta tancada em fa sagnar per totes les venes del cos, obertes amb un ferro roent, amb el ganivet esmolat de les mentides que s’escolen entre els plecs d’aquest ventre miserable i buit, obrint-lo de bat a bat. I dins fan niu les rates marginades dels claveguerams d’un món que ja s’acaba. 

Ningú vindrà a buscar-me, ningú pesarà la meua ànima.
Escolta, àngel maleït, perquè no hi haurà balança ni justícia que puga suportar el pes que raja d’aquestes mans mossegades. Queixals erràtics que m’enverinen d’immortalitat, que m’arranquen la carn, m’eleve per damunt de tu, maleït àngel cec que no has sentit mai el pes d’aquesta sang d’escorpins que correrà pels camps erms de la meua vida fins que vingues a escopir-me a la cara.







El dolor és més fort que tu, divinitat oblidada. La teua solitud és encara més immensa que la teua injustícia. La teua infinita solitud ultrapassa els límits del meu dolor. Em ric de tu. No busques en mi el descans perquè em ric de tu mentre em dessagne. Ature el sol amb aquests llavis ferits, amb aquesta veu trencada, anhele el consol calent d’una llàgrima, anhele la foscor d’una lluna morta que ja no té sentit. La ploma de la teua justícia caurà envoltada per les flames de ràbia dels meus poemes angèlics. Volaré per damunt de tu, entonaré els teus salms, et maleiré fins que pugues tornar a crear una flor que ens reconcilie, fins que pugues tornar a acollir-me en les butxaques de la teua comprensió, fins que puga pujar de nou la muntanya més bella per a mirar-te els ulls. Per què te’n burles? Per què apagues el bram de les bèsties que clamen davant les meues portes tancades? Per què les papallones són negres al meu voltant i la bellesa violada s’escapa en cada respiració que m’acosta als marges del teu paradís desolat?

No tinc forces per tirar avall aquestes portes tancades. No et permetré l’entrada en el meu regne sense flors, ni llunes, ni estrelles. Sírius ha mort entre les meues mans, tremolant de fred. Hi ha cels que no han existit mai. No entraràs en aquest dolor tancat. No t’obriré les portes de casa meua perquè moriré de fred abans de morir ofegada pel pes de les mentides.







Maleït cor estrangulat sota una pluja falsa de mites morts.

Maleïda tu eres eres entre totes les dones quan arriben les ombres i les ferides parlen amb llengües de foc. Maleïda sigues quan et pentines els cabells impossibles amb aroma de boscos de fades mortes. Pengen dels arbres amb els ulls cremats per la visió eterna de l’oblit, de l’amor profanat, de la fe esventrada sota el pes de la pluja que m’estrangula el cor.

Pengen dels arbres amb les sabates foradades de llàgrimes. Forats de somnis morts, essència de realitat embrutida.

Maleïda sigues mentre bressoles la criatura de fang que et traurà els ulls quan la llum esclate en un fals castell de felicitat absurda.

Per a què l’aire se t’enredre entre els peus, cansats, ferits, per a què no pugues veure les fades tristes que pengen acusadores dels arbres incomprensibles del teu bosc de malsons i solituds.

Maleïts tots els àngels que guarden el teu dolor de vent gelat sense donar respostes.








Jo sóc el teu amor etern. Em regales flors verinoses de dolces olors i mentides acres per adornar la meua habitació incendiada de planys. Jo sóc el teu amor etern i m’obris les ferides amb les ungles de la demència, buscant els cucs que em rosseguen des del temps de les bruixes. Jo sóc l’autèntica princesa morta i ni els hiverns ni els estius passen ja per la porta de casa. Canvien les estacions sense que canvie res. Passe el que passe, jo sóc la princesa morta, l’amor etern, el cadàver estimat... No sents aquesta respiració d’ocells espantats que s’ofeguen en les llàgrimes verinoses de les flors? La meua gàbia no té porta i m’has arrencat les dents, com qui arrenca l’estel més ferm incrustat en el melic amagat de l’univers. Les roses d’abril eren mentida i jo, amor etern, princesa morta, ignoraré el bes de la resurrecció quan arribe la primavera.







1

Els amors no són mai impossibles. 

Impossible és el càntic africà de les sirenes, 
criatures de mística llàgrima i mítica llegenda 
que animen la dansa insomne i les albades de sal. 
Impossibles són les llunes de Júpiter al voltant del coll de la Princesa 
Dormida. 
Impossible respirar l’absència cristal·lina de les teues paraules. 
Però els amors no són mai impossibles. 
Hi havia un passeig de lleons al voltant de la Terra, 
al voltant de la teua boca un camí d’aroma inexplicable. 
Impossible és abraçar-te al final del laberint més enllà de temples i de 
boscos, 
més enllà de devocions disfressades, del nou vestit de la Deessa, de la 
nova copa del Rei. 
Impossible el somriure de l’eremita que em segresta els passos. 
Impossible la teua abraçada i les claus de casa perdudes en el fons dels 
teus ulls. 
Impossible la redempció absurda de la meua culpa 
i el penediment estrany de les vides creuades. 
Impossible és no haver-te trobat mai en un camí de misteris 
insondables, 
alfabets bellíssims, cançons i préssecs, dimonis i fades... pedres 
precioses, 
lluny de casa i tanmateix tan prop... 
Impossible l’àngel de la guarda que mai em comprarà l’ànima, 
que mai em portarà amb tu, que tancarà els ulls, trist, quan tot acabe. 
Però no, els amors no són mai impossibles. 



Parèntesi... 

Hi ha catorze llunes més enllà de l'absència que em dediques. 
Hi ha catorze llunes més enllà dels silencis que et regale. 
Jocs malabars amb pilotes astrals. 
Satèl·lits sense més llum que la que roben al teu eclipsi. 
Potser ens tornarem a trobar en la cara oculta de qualsevol de les 
meues catorze llunes. 
Potser hi haurà més llum, qui m'ho sabria dir... 

Tinc mil i una històries per explicar-te 
però no hi haurà llunes suficients per amagar la cara fosca d'aquest 
final. 
Morirà l'oblit i no recordarem res. 
Morirà l'oblit i no quedarà res. 


JACINT VERDAGUER [9425]

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Jacint Verdaguer
Jacint Verdaguer y Santaló - Folgarolas, Osona, provincia de Barcelona, 17 de mayo de 1845-Vallvidrera —hoy distrito Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona—, 10 de junio de 1902) fue un poeta español en lengua catalana y castellana.
El obispo Torras i Bages lo calificó de «Príncipe de los poetas catalanes». También se conoce a Jacinto Verdaguer como Mossèn Jacinto Verdaguer, por su carrera de eclesiástico, o el apócope de Jacinto, «Cinto».
Fue el tercer hijo de ocho, de los cuales sólo sobrevivieron tres. A los once años ingresa en el Seminario de Vich. Mientras seguía estudiando y haciendo de maestro y de labrador, en 1865 participó en los Juegos Florales de Barcelona y ganó cuatro premios. Al año siguiente volvió a ganar dos premios en los mismos Juegos Florales.
El 24 de septiembre de 1870 fue ordenado sacerdote en Vich y en octubre de ese mismo año cantó su primera misa en la ermita de Sant Jordi. A los veintiocho años entró de sacerdote en la Compañía Transatlántica porque le habían recomendado para su salud el clima marítimo y al año siguiente embarcó a Cádiz rumbo a La Habana. A los trenta y dos años, ya de vuelta de su viaje, el jurado de los Juegos Florales le concedió el premio extraordinario de la Diputación de Barcelona por el poema L'Atlàntida. Fue la consagración de Verdaguer como poeta.
En 1880, por haber ganado tres premios en los Juegos Florales, fue proclamado Mestre en Gai Saber. Ese mismo año publicó el libro Montserrat. A los treinta y nueve años viajó a París, Suiza, Alemania y Rusia. El 21 de marzo de 1886, el obispo Morgades lo coronó como Poeta de Cataluña en el Monasterio de Santa María de Ripoll. Publicó el poema Canigó y realizó un viaje de peregrinación a Tierra Santa. El día 17 de mayo de 1902, día de su quincuagésimo séptimo cumpleaños, se trasladó desde Barcelona a la finca conocida como Vila-Joana, de Vallvidrera (Barcelona), donde esperaba realizar una convalecencia. El 10 de junio falleció en Vila-Joana. Actualmente, la finca, convertida en museo, se puede visitar.
Entre sus obras destacan L'Atlàntida (1876), Idilios y cantos místicos (1879), Montserrat (1889), Oda a Barcelona (1883), Canigó (1886).

Los padres de Jacinto Verdaguer fueron Josep Verdaguer i Ordeix (Tabérnolas, 1817-Folgarolas, 1876) y Josepa Santaló i Planas (Folgarolas, 1819-1871).
Jacinto Verdaguer fue el tercero de ocho hijos, de los cuales sólo sobrevivieron tres.
1856 (11 años): Ingresa en el Seminario de Vich. Muestra un sentimiento piadoso equilibrado, sin que, empero, se viera una inclinación marcadamente religiosa.
1863 (18 años): Entra en can Tona, mientras sigue estudiando, para hacer de maestro y de labrador. Can Tona pertenece al término de Sant Martí de Riudeperes, hoy Calldetenes.
1865 (20 años): Participa en los Juegos Florales de Barcelona, y gana cuatro premios.
1866 (21 años): Gana dos premios en los mismos Juegos Florales.
1870 (25 años): Es ordenado sacerdote por el obispo Lluís Jordà el 24 de septiembre en Vich. En octubre, canta su primera misa en la ermita de Sant Jordi. El día siguiente celebra la segunda Misa en la ermita de Sant Francesc, muy próxima a Vich.
1871 (26 años): Su madre muere el 17 de enero a los 52 años.
El día 1 de septiembre es nombrado coadjutor de Vinyoles d'Orís y tres días después toma posesión.
1873 (28 años): Publica la Passió de Nostre Senyor Jesucrist.
Deja Vinyoles d'Orís por cuestiones de salud y va a Vich. Hace una excursión al Rosellón y contempla el Canigó, parece que por primera vez.
Entra de capellán en la Compañía Transatlántica el mes de diciembre.
1876 (31 años): El 8 de septiembre muere su padre, a los 65 años. En el barco "Ciudad Condal", de regreso de Cuba, acaba el poema L'Atlàntida. El mes de noviembre entra de cura limosnero en la casa del marqués de Comillas.
1877 (32 años): El jurado de los Juegos Florales le concede el premio extraordinario de la Diputación de Barcelona por el poema L'Atlàntida. Es la consagración de Verdaguer.
1878 (33 años): Viaje a Roma. El Papa León XIII lo recibe y le habla de su poema L'Atlàntida.
1880 (35 años): Por haber ganado los tres premios exigidos por el Consistorio de los Juegos Florales, es proclamado Mestre en Gai Saber. Este mismo año publica el libro Montserrat.
1883 (38 años): Oda a Barcelona. El ayuntamiento de esta ciudad hace una tirada de cien mil ejemplares.
1886 (41 años): El 21 de marzo, el obispo Morgades lo corona como Poeta de Catalunya, en el Monasterio de Santa María de Ripoll. Se publica el gran poema de la reconquista Canigó. Realiza un viaje de peregrinación a Tierra Santa.
1893 (48 años): Deja el cargo de limosnero del palacio del marqués de Comillas. Acaba la publicación de la trilogía Jesús Infant. Se instala en el santuario de la Gleva.
1894 (49 años): Aparecen los libros Roser de tot l'any y Veus del bon pastor. El 31 de marzo deja el santuario de la Gleva.
1902 (57 años): El 17 de mayo se traslada a pie desde Barcelona, donde vivía, a Vila-Joana, la finca de Vallvidrera, donde espera hacer una convalecencia. Este día cumple 57 años. Muere en Vila-Joana, el 10 de junio a las 17:50h.



A orillas del mar

Snbir me place al alto promontorio
 Que el piélago domina,
A meditar mientras el sol radiante
 Desde el zenit declina.

A la luz de esa antorcha miro el cielo,
 Y cubierto de espuma
El dilatado mar; grandeza tanta
 Mi pequeñez abruma.

Hablo, y escucho á las galanas ondas,
 Y en mágico espejismo
Gozóme en festejar muertos ensueños
 Que evoco del abismo.

¡Cuántos castillos levanté en la playa!
 Derribólos el viento
Con sus torres y cúpulas altivas
 De oro, y cristal, y argento.

Poemas ¡ay! que fueron un instante
 Juguete de garzones;
Conchas que salen á la orilla, y vuelven
 A incógnitas regiones.

Naves empavesadas que zozobran
 En un albor de mayo;
Islas de oro que nacen, desparecen,
 Del sol al primer rayo.

Ideas que mi ardor arrebatando
 Abrevian mi existencia,
Cual ráfagas que flor marchita envuelven
 Y le roban la esencia.

Algo al vivir ó al corazón le quita
 Huyendo la oleada;
Los tumbos que ahora vienen ¿qué me piden,
 Si ya no tengo nada?

Con las olas del mar ó las del tiempo
 Iré á senos profundos.
¿Porqué, porqué, engañosa poesía.
 Me enseñas á hacer mundos?

Lo que escribí en el polvo, el polvo borra;
 ¡Quién nada hubiera escrito!
¿Qué soy, Señor, qué soy? Grano de arena
 Del mar de lo infinito.

Nota: Traducción de Miguel Antonio Caro incluída en el libro Traducciones poéticas (1889).



Blanca como un cirio

Blanca como un cirio,
pura como un lirio,
la Virgen divina
al templo camina,
llevando en sus brazos cual rayo de luz
al niño Jesús.
Cuando Simeón
ve a Cristo en Sión
le toma y le mira,
y canta y suspira.
María: ¡qué espada de pena y dolor
herirá tu amor!
La Virgen María,
después de aquel día,
miraba a Jesús,
entre dos ladrones, clavado en la cruz.






Llamaron a mi corazón

A mi corazón llamaron:
corrí a abrir con vida y alma.
Veo en la puerta a mi Amor
con una cruz que me espanta.
-Pasad, si os place, Señor,
pasad, que ésta es vuestra casa;
si sólo una choza es,
haced de ella vuestro alcázar.
Y, haciendo mi noche día,
Jesús entró en mi morada;
pero al entrar en mi pecho
dejó la cruz en mi espalda.





Canigó
Llegenda pirenayca del temps de la Reconquista
Jacint Verdaguer






AB LLICENCIA DEL ORDINARI
ALS CATALANS DE FRANÇA


Cant primer

L'aplech



   Ab son germá, lo comte de Cerdanya,
com áliga que á l'áliga acompanya,
devalla Tallaferro de Canigó un matí;
ve ab son fill de caçar en la boscuria,
quant al sentirhi mística canturia 5
se n'entra al hermitatge devot de Sant Martí.

   Lo Sant, desde'l cavall, vestit de malla,
encés d'amor, d'un colp d'espasa talla,
per abrigar á un pobre, son ribetat mantell;
Gentil, l'aligó tendre, sa armadura 10
contempla, y, ab coratge que no dura:
-Mon pare, -diu,- voldría ser cavaller com ell.

   ¿No he feta ab vos contra Almanzor la guerra?
M' ha vist l'espatlla l'enemich? La terra
no reguí jo ab sanch meva y ab sanch de sarrahins? 15
Per qué l'elm y l'escut que á tants donareu,
á mi, á mi sol, fill vostre, me'l negareu?
No infantan ja les mares guerrers y paladins?

   -Fill, hereu de ma gloria y mon llinatge,
ta petició m'agrada y ton llenguatge; 20
demana si á ton oncle li plauhen com á mi.
-Es hora tanmateix, -diu l'altre comte,-
puix no es ja cavaller, que'n sía prompte;
que vetlle anit les armes, jo l'en faré al matí.-

   Com dintre'l rusch murmuriosa abella, 25
Gentil á orar se queda en la capella,
acompanyat dels comtes, de patges y escuders;
en la tarima del altar se postra
contemplant al sant bisbe que s'hi mostra,
que fou abans que bisbe mirall de cavallers. 30

   La llum de l'alba al peu de l'ara'l troba,
com un colom vestit ab blanca roba,
regalantse ab l'aroma de cristians concells,
—11→
sanitosos concells que, abans de gayre,
com papallones volarán en l'ayre; 35
mes ¡ay! son cor novici també volant ab ells.

   -Per Deu batalla, -l'hermitá li crida,-
estima son honor més que ta vida,
com ploma ta arma escriga per tot la santa lley;
sías sempre capçal de l'ignocencia, 40
si't dobla un vent, que sía'l de clemencia:
escut sías pe'l poble y espasa per ton rey.-

   Deixa després la blanca vestidura
y li donan á peces l'armadura,
damunt lo camisol lo platejat perpunt, 45
abriga ab lo capmall sa testa bella,
son cos gallart y fort ab la rodella
que du les Quatre Barres y un sol ixent damunt.

   Guifre, son oncle,'ls esperons li posa,
fent una creu en son genoll, que arrosa 50
ab una encesa llágrima; l'espasa empunya aprés,
que á un raig de sol lluheix damunt de l'ara,
y á Gentil per cenyirla se prepara,
del puny á la creuhera fentli donar un bes.
—12→

   Tres colps ab ella sobre'l dors li dona, 55
derrera injuria que'l guerrer perdona,
mentres li diu l'asceta: -l'espasa es una creu;
batalla y vènç com Jesucrist ab ella,
ama de cor aqueixa esposa bella,
que no l'arranquen vida ni mort del costat teu.- 60

   La hermita es com un ou atapahida
de vells, donzelles y minyons que hi crida
de la sonora esquella lo tritllejar festiu;
apar que hi entren d'aquells cims y planes
ab lo jovent totes les flors boscanes, 65
sols per besar les plantes al Sant que aquí'ls somriu.

   Culliren á faldades les donzelles
pèsols d'olor, violes y roselles,
y al veure dins lo temple lo cavaller Gentil,
entre ell y Sant Martí les comparteixen 70
y á ruixades al front les hi espargeixen,
com en lo front dels arbres fruyters lo mes d'abril.

   Avuy s'escau l'aplech á l'hermitatge:
endiumenjats hi van en romiatge
pagesos y artigayres, pastors y cavallers, 75
—13→
y á Sant Martí quiscun un dó demana,
un dó que'ls concedeix de bona gana,
als camps bones anyades, infants á ses mullers.

   Les nines y donzells no pregan gayre,
que'ls tempta, umplint de melodíes l'ayre, 80
la verda cornamusa que s'infla sota un pi;
lo floviol espignador refila
y al floret de donzelles que desfila
marcant va la cadencia lo colp del tamborí.

   Los passarells ne tenen gelosía 85
y trenan ses cansons ab l'armonía;
la tórtora hi barreja son plor anyoradíç;
piteja lo pinsá, canta l'alosa
y, eco del cel, lo rossinyol hi glosa
angèliques paçades que ha après al paradís. 90

   Hi barreja sa música ò sa nota
de l'aygua'l rajolí, la que degota
dels arbres á la prada, com perla en un mantell;
los tells que'l bes de l'ayre fa remoure
flors nevades y rosses deixan ploure, 95
que cullen á trench d'alba les nines de Castell.

   Prop d'ahont se cabdella y descabdella
lo contrapás, sota una arcada vella,
la Font del Comte raja del cor d'un bosch joliu,
los trèmols, albes y lladerns que abeura 100
ombra li fan d'un cortinatge d'eura
que atraveçar no poden los raigs del sol d'estiu.

   Los dos comtes s'asseuhen en la molsa,
lligats pe'ls sons y melodía dolça:
Gentil plantat á l'ombra se queda d'un euró, 105
mirant als qui la música destría
y encadena uns ab altres l'armonía,
com lliga les idees ardenta inspiració.

   Encaixan los fadrins ab les donzelles,
les parelles galants ab les parelles, 110
flors que l'amor enfila per férsen un collar:
quant la viventa roda es acabada,
suau, majestuosa, acompaçada,
al ayre de la música comença de rodar.

   Al centre de la roda armoniosa 115
de les nines somriu la més hermosa,
coronat de violes de bosch son front seré.
Gentil prou la coneix, puix se somriuhen,
com dues flors que al mateix arbre viuhen
de la mateixa saba d'amor que les sosté. 120

   Ple d' oracions son llabi que sospira,
l'hermitá piadós á Gentil mira
desde'l portal del temple, rosats sos ulls en plor,
y girantse al sagrari del Altíssim:
-Salvaulo, -diu,- ¡oh Pare amorosíssim! 125
les filles de la terra vos robarán son cor.-

   Lo floviol que plora y que senglota
de prompte puja á sa més alta nota;
com rusch al trench de día la danga se remou,
s'enllesteixen los sons en ses escales, 130
los peus dels sardanistes prenen ales
y al sol de l'alegría tota ánima's desclou.

   Aixís les hores en ses dances belles
lo ritme van seguint de les estrelles
que en giravolta eterna rodejan la polar; 135
mes canta'l gall y dançan més alegres
y, d'ombra alçant los cortinatges negres,
ab cants d'albada ajudan la terra á desvetllar.

   Al desencadenarse la sardana,
com enfilall de perles que s'esgrana, 140
ne surt també Griselda, la rosa del ramell,
ab gentilesa arranca de sa testa
la corona de reyna de la festa
y en mans corre á posarla del cavaller novell.

   Mes queda, al arribarhi, entrebancada 145
de Tallaferro ab la terrible ullada,
que sens paraules diuli cruel: -Donchs ahònt vas?-
La corona li cau al oferirla
y, al abaixarse'l jove per cullirla,
ab veu de tro li crida son pare: -Donchs què fas? 150

   Què té que veure ab tu aqueixa pastora?
-Pare, -respon,- es del meu cor senyora:
cullint gerts y maduixes un día la encontrí;
ull-presos un del altre,'ns estimarem;
la promesa d'amor ab que'ns lligarem, 155
so cavaller, si's trenca, no's trencará per mi.

   -Donchs de ton cor esborra aqueixa imatge
ò't tornaré de cavaller á patge,
les armes arrancante que no sabrás honrar.-
Gentil resta esblaymat; apar un roure 160
que'l llamp acaba de ferir y ploure
veu á sos peus ses branques, son front descoronar.

   Avergonyida, ella s'adossa á un arbre;
per estátua pendríala de marbre
qui no vejés ses llágrimes rajar com una dèu. 165
No ho veu la gent del ball ni se'n adona;
á qui dança joyós ¿què se li'n adona;
de la margaridoya que aixafa sota'l peu?

   Far grandiós que un promontori amaga,
derrera'l Pirineu lo sol s'apaga, 170
y'ls ulls d'alguna estrella se veuhen llambregar;
no tan brillants ni tan amunt com elles
se oviran en lo bosch altres estrelles
y s'ou un cant de cèltica tonada ressonar.

   Del bosch de Canigó son los fallayres2 175
que dançan, fent coetejar pe'ls ayres
ses trenta enceses falles com trenta serps de foch;
en sardana fantástica voltejan
y de má en má tirades espumejan,
de bruixes y dimonis com estrafent un joch. 180

   Les llums de set en set pujan y baixan,
cinyells de flama los montícols faixan
y's veu entre fumades lo bosch llampeguejar;
surten rius de guspires de tot cayre,
com si's vejessen entre terra y ayre 185
los llamps y los cometes en guerra sabrejar

   Dels fallayres al ball la gent s'atança,
les nines deixan la primera dança,
y un dels joglars3, al vèures tot sol ab los fadrins,
llança, ab quimera mossegantse'l llabi, 190
eixa cançó de verinós agravi,
com un grapat de vívores y negres escorpins


Lo ram santjoanench

   Lo día de Sant Joan
n'es día de festa grossa,
les nines del Pirineu 195
posan un ram á la porta,
d'ençá que una n'hi hagué
d'ulls blavenchs y cella rossa,
tenía una estrella al front
y á cada galta una rosa. 200
Un fallayre li ha caygut
al ull, ¡malhaja la brossa!
n'apar un esparverot
que fa l'aleta á una tórtora.
Lo matí de Sant Joan 205
la tortoreta se'n vola,
se'n vola voreta'l riu
á cercar ventura bona.
Un ramellet cull de flors,
millor ventura no troba, 210
floretes de Sant Joan,
de romaní y farigola,
y ab elles fent una creu
del mas la llinda'n corona.
Quant arriba'l seu galant 215
á la casa entrar no gosa;
ella li diu desde dins:
-¿Donchs per què't quedas defora?
-Perque'm barras lo portal
ab les flors d' aqueixa toya. 220
-¿Un ramellet te fa por?
-Me fa por d'aspi sa forma.
-No es d'aspi, no, que es de creu;
si't fa por, no ets cosa bona.
-Donchs so'l maligne esperit 225
que les ánimes se'n porta.
Si no fos lo ramellet
la teva fora ma esposa,
avuy jauríam plegats
en mon jaç de foch y sofre.- 230
D'ençá que aixó succehí,
ribera amunt del Garona,
lo matí de Sant Joan,
desde'l Cantábrich a Rosas,
les nines del Pirineu 235
posan un ram a la porta.

   Ha escoltat lo romanç un vell fallayre,
y rebatent irat la falla en l'ayre,
de tras-cantó sortintli, s'acara ab lo joglar;
d'un colp de puny sa cornamusa aixafa, 240
lo rústich trobador ab ell s'agafa,
y de bastons d'alzina s'aixeca un alzinar.

   Entre'ls minyons del pla y los de la serra
va á rompre, ¡válgans Deu! lo crit de guerra,
quant altre crit més aspre los agermana a tots: 245
-Los moros son en la ciutat d'Elena4;
ja sos aixams negrejan en l'arena
y encara á glops ne trauhen catorze galiots.-

   -Anèm á arrabagarlos, -Guifre esclama,
aixecantse vermell com una flama, 250
al temps que Tallaferro, montat ja en son cavall,
diu: -Jo á copçarlos vaig sobre Portvendres;
llançáumels aviat com anyells tendres
del Tech ab les onades á rodolons y avall.

   -Jo vinch ab vos, -lo bell Gentil li crida, 255
donant ja á son corcer tota la brida.
Lo comte Tallaferro, -No vingas,- li respon;
a qui't creava cavaller suara
serveixlo un any o dos o més encara:
fill meu, que no li fassas may abaixar lo front.- 260

   Diu, y ja romp com áliga los ayres,
tan sols per ferli llum alguns fallayres
se'n du per companyía, los més lleugers y forts.
Gentil ab Guifre á Cornellá devalla,
lo rebull somiant de la batalla, 265
lo bracejar dels vius y'l cabuçar dels morts.

   Pe'ls camins de Capcir y de Cerdanya
ja volan missatgers á la campanya,
cridant á vells y joves, peons y cavallers,
per sortir de Conflent en sò de guerra, 270
á l'hora en que somriu l'alba á la terra,
á l'hora en que a fer llenya se'n van los llenyaters.

  


Cant segon

Flordeneu

   Com ressona un buyrach ple de sagetes
del ballester en la robusta espatlla,
al peu del niu de sos amors dolcíssim
quant ronca la maror de la batalla;
aixís avuy vora la Tet ressona 5
ple'l castell d'Arriá d'estochs y llances,
y encara pujan, fent remor de ferro,
cavallers y peons per ses escales:
se'n umplen cambres, corredors y portxes,
mentre'ls corcers renillan en la claustra. 10
En son palau de Cornellá está Guifre
y ací Gentil vigila d'avançada
si cap ombra atravessa les boscuries,
si s'encen en lo bosch cap alimara.
Tot dorm dintre'l castell, sinó ses tropes; 15
tot dorm vora'l torrent, sinó ses aygues,
que ab los raigs de la lluna joguinejan
trencadiços espills de l'estelada.
Tot dorm: los ossos dins la negra cova,
los ayres del cap-vespre entre les branques, 20
en sa pleta l'anyell y entre les fulles
los aucells ab lo cap dessota l'ala,
en coixí de celistia les estrelles,
les congestes de neu en la montanya
de Canigó, com lo somrís puríssim 25
del formidable rey de l'encontrada,
á qui'l Pirene fa de trono esplèndit,
y l'hemisferi de florida tiara.
Sembla la serra un gegantí magnoli
quant s'esbadellan ses poncelles blanques: 30
veyentles lo donzell tan argentines,
sos ulls ardents de fit á fit hi clava;
son escuder atlètich se'n adona,
del Canigó nascut en una aubaga:
-Lo que mirau, -li diu,- no son congestes, 35
son los mantells d'armini de les fades
que dançan á la llum de la celistia
dels estanys de Cadí vora les aygues;
si¡l més bonich y perlejat tinguesseu,
vos valdría, Gentil, més que l'espasa, 40
més que dels llibres tots la sabiesa,
més que l'or y l'argent dintre de l'arca;
si us plagués navegar, veles tindríau;
si volguesseu volar, tindríau ales.
Mes es castell ahont qui hi va no'n torna; 45
sols un de cent que hi pujan ne devalla.-
Ell no ha oblidat á sa Griselda, estrella
que'l matí de sa vida il·luminava.
¿Quí sab si eix talisman la lligaría
ab qui, implacable, de son cel l'arranca? 50
Mes ¿còm, en la vigilia de la lluyta,
còm deixará l'exèrcit que comanda?
¿còm deixará'l patró la nau que mena,
lo lleó del desert sa cadellada?
Torna mirar los llensos que blanquejan, 55
com al cim de un brandó trèmola flama.
¿Quí sab si'ls ha de veure un altre día?
pensa; ¿quí sab si es dó d'alguna fada,
que si agrahit y ara mateix no accepta,
com l'or á má més diligenta vaja? 60
¡Pobre Gentil! dintre son cor de jove
lluytan de mort l'estimació y la patria,
y quant l'amor tirá dins un cor tendre
lluyta, no es sempre lo dever qui guanya.
Al caure ja en lo llaç de flors que'l tempta: 65
-¿Trigaré á serhi? -febrosench demana.
-Galopant, -li respon,- á tota brida,
podeu tornar ací primer que l'alba.-
Diu, y en lo temps que emplea una coloma
als colomins en peixer la becada, 70
se'l veu volar entre garrichs y arbossos,
voladora sageta que's despara.
Del castell d'Arriá baixa á la riba,
atravessa la Tet d'una gambada
y com esbarts de blanchs tudons que volan 75
veu de Sirach y Taurinyá les cases.
Á esquerra deixa'l Roch Payler, que lligan
les bruixes ab un pont d'un fil d'aranya,
los dissaptes al vespre, perque pugan
passar del riu Llitera a l'altra banda; 80
les que van al sabbat ab traydoría,
en mitj del pont relliscan y s'esbarran.

   Per l'arrelam del Canigó se'n puja
lo corcer ardorós ab peus de dayna,
de ses arrels cap a son tronch amplíssim, 85
que té fontanes y torrents per saba.
Quant troba un cingle altívol, lo voreja;
quant troba un córrech famolench, lo salta:
quant en son vol un lladoner l'atura,
en dos lo mitj-parteix d'un colp d'espasa. 90
Més lo bosch s'espesseix, lo roure's lliga
als pins que llurs pirámides aixamplan,
y entre ells s'alça l'abet, com l'arbre mestre
entremitj del trinquet y la messana.
De tant en tant del cim de l'aspra serra 95
se veu fins al pregon una escombrada,
com de l'alzina en la negrosa escorça
se veu del llamp corsecador la ratlla.
La neu la obrí en hivern; quant s'arrombolla
pe'l torb de les altures apilada, 100
un borralló de gebre, que fa moure
la grua tot volant ab un colp d'ala,
s'aumenta rodolant de cingle en cingle,
com sometent al toch de la campana,
y'l borralló de neu ja es ona immensa 105
que empeny y colca més superba onada;
los pins arreu arreu, los fáigs y roures,
com los guerrers en orde de batalla,
de cent en cent rodolan al abisme
ab nius y salvatgines que breçavan, 110
ab los ramats que troban en la vía
pastors y pastorims, conreus y cases;
y'ls llenyatayres que de lluny ho veuhen,
creuhen que al pla s'ajoca la montanya.

   Per un d'aqueixos solchs oberts sens rella 115
Gentil son poltro escumejant aplana;
quant no pot més, per adreçarse'l cingle,
lo deixa al escuder que l'acompanya,
y per camí d'isarts lliure se'n puja
y per los grenys com rapinyell s'arrapa, 120
vers hont blanquejan los mantells estesos,
tofes de neu sens trepitjar encara.
Un n'ovira al bell mitj brufat de perles,
lliri enjoyat per gotes de rosada;
quant ell va á pèndrel, com de terra eixida, 125
per l'altre bech l'estira hermosa dama:
-¿Què't feu, -dihentli,- ma gentil senyora,
que aixís li robes son mantell de randa?
-¿Quí es, donchs? -li pregunta ell.- Vínala á veure,
ja que has volgut, traydor, agraviarla; 130
la flor de l'hermosura que somías
veurás en quín jardí floreix y grana.-

   En un pradell, al cim de la carena,
Gentil veu la regina coronada,
coronada de vèrgens que la voltan, 135
teixint y desteixint mítica dança
ab sos braços y peus, blanchs com la escuma
que juga ab les petxines de la platja.
De Flordeneu la cabellera rossa
rossola en cabdells d'or per ses espatlles, 140
com raigs de sol que en lo boyrós desembre
la gebre pura dels restobles daura.
Com la lluna creixent en nit ombrívola,
riu y clareja sa serena cara
y son sos ulls dues rihents estrelles 145
que'l Canigó robá á la volta blava.

   Se la mira Gentil, y de Griselda
en ella veu la fesomía hermosa,
es lo seu aquell front, seus aquells llabis
que servirían al amor de copa; 150
però sa galanesa es de regina
y ell á Griselda conegué pastora.
Temerós y pensívol acostantshi,
sent florir en ses galtes la vergonya:
-Perdonaume, -li diu,- real princesa, 155
del gran pitxer d'esta montanya rosa:
no fos una poncella que us retira,
vos de mon cor seríau robadora.
-Gentil, ingrat Gentil, ¿ja no'm coneixes?
jo so, jo so eixa flor de ta memoria; 160
ton cor era lo gert que jo cercava
quant véresme, allí baix, gerdera hermosa,
ab ma falda vessanta de maduixes,
de jeçamins endormiscada á l'ombra.
Astre del cel, tan sols per l'amor teva 165
deixí l'atzur de l'estelada volta;
fada, per tu me retallí les ales;
per tu'm lleví, regina, la corona,
y de mes mans deixí esmunyr lo ceptre
sols per posarte á tu cadenes dolces, 170
dolces cadenes per l'amor forjades,
manilles d'argent fi, grillons de roses.
Si vols volar pe'l cel, tindrás mos somnis;
si pe'l fil de les serres, ma carroça.
En Canigó tu ets presoner desde ara; 175
mes Canigó l'Olimp es de les gojes.-
Gentil, lligat per invisibles llaços,
va seguint la Encantada, que, traydora,
estrafá la figura de Griselda,
son caminar suau y sa veu dolça, 180
son mitj-riure de verge que somía,
son ayre de palmera que's gronxola,
sos rinxos de cabell esbulladiços,
son llabi coralí y galtes de rosa:
sobirana que deixa son imperi 185
y esclava's fa de qui l'amor li roba.

   Al arribar al cayre de la serra,
de Guifre y sos guerrers ell se recorda.
Gira ab recança la mirada enrera;
lo Rosselló a sos ulls qué bell se mostra 190
voltat d'una filera d'alimares
que d'una á una en cada cim se posan!
En cada cap de puig dels que rodejan
la plana de Ruscino, hi há una torra,
una torra gentil que al cel arriba 195
per abastar l'estrella ab que s'enjoya.
De Batera al bell cap ja vermelleja,
com un clavell als polsos d'una hermosa
que per fer la sardana s'arrenglera
á desigual fantástica rodona. 200
Massana y Madeloch ja al front la duhen
com les de Cos, les de Cabrens y Goa;
y Opol, Monner y Tautaull y Salces
son quatre cirials de flama roja.
Jamay, jamay cap afligida reyna 205
se mostrá á un fill ab més brillant corona,
tot dihentli plorosa y á ses plantes:
¡No m'entregues, fill meu, á la gent mora!
Gentil, á una fiblada d'amor patri,
del enganyívol somni se deixonda, 210
d'Oliva, del Pelós y Tallaferro
sentint batre en son cor la sanch heroyca;
y recula á la forta esperonada,
sens mirar la sirena temptadora:
mes en sos llaços ja está pres per sempre, 215
com dins la teranyina dèbil mosca,
y al volèrsen eixir, per totes bandes
¡forta cadena! hermosos braços troba,
y sent d'amor paraules que l'encisan,
y veu uns ulls d'ullada blava y fonda, 220
mar hont naufragará de sa Griselda,
de son pahís y pares la memoria.

   A un signe de la Fada5, ses donzelles
ab flochs lo lligan, cintes y garlandes:
-Senyora, -ell va dihent,- deixaume lliure; 225
doscents arquers m'esperan en la plana;
si á la lluyta no'ls meno ans que'l sol isca,
tots doscents me dirán traydó á la patria.
-Es lluyta més suau la que t'espera,
es lluyta del amor hont l'amor guanya; 230
si es la cadena que't posí trenquívola,
de ferro'n tinch, d'argent y d'or encara.-
Ell se sent pres com un aucell que, lliure
volant, se troba en unes urpes d'áliga.
Al seu alè, aquella ánima serena 235
s'enllora com mirall en jorns de glaça,
y del present la mágica cortina
son nom, sa gloria y son honor li amaga,
y al costat de sa aymía encisadora,
com un clavell vora una rosa blanca, 240
dins un rotllo de nines falagueres,
á la planella del Cadí devalla.
Aquella plana, avuy deserta y nua,
llavors era una conca d'esmeragda,
la vestían ombrívoles pinedes, 245
angèlica y jonquilles6 la brodavan,
mirantse en un estany que mitj-umplía
del Canigó la monstruosa taça.
Los Estanyols que encara avuy l'argentan
d'aquella mar petita son petjades, 250
son los bocins d'aquell espill hont tota
la nau del firmament s'enmirallava.
Lo Canigó dona la má á Batera,
Tretzevents á Batera y Comalada,
y entre ells, oberta al ull del cel blavíssim, 255
son verge sí desclou aqueixa plana;
paner de flors que eixos gegants sostenen,
los uns al braç, los altres á l'espatlla,
placent jardí que llur suhor fecunda
regalant de sos fronts á grans cascades, 260
que de taçó en taçó se precipitan
com per grahons de cristallina escala,
fins al major de tots, que en la planicie
á alabastrí palau fa de capçana.
Semblan ses torres de cristall de roca 265
fermes columnes de la volta blava,
ses llums misterioses confonentse
ab les eternes llums de l'estelada,
y, sostinguts per cent pilars de pòrfir,
sos portxes son lo mirador de l'alba. 270
Lo Canigó es una magnolia immensa
que en un rebrot del Pirineu se bada;
per abelles té fades que la voltan,
per papallons los cisnes y les áligues.
Forman son cálzer escarides serres 275
que plateja l'hivern y l'estiu daura,
grandiós beyre hont beu olors l'estrella,
los ayres rellentor, los núvols aygua.
Les boscuries de pins son sos barbiços,
los Estanyols ses gotes de rosada, 280
y es son pistil aqueix palau aurífich,
somni d'aloja que del cel devalla.

   Davant s'esten una illa sempre verda,
ramell de flors dins un pitxer de plata,
oasis bell que'l beduhí somía 285
vogant pe'l mar d' arena del Sahara.
Bedolls llustrosos, faigs y abets l'ombrejan,
la encatifan serfull y genciana,
y les roses alpines entre líquens
la vermellor ensenyan de ses galtes. 290
Com pont de flors, uneix la terra á l'illa
una verdosa y rústica palanca
que atravessa pe'l mitj l'estany blavísim,
com lo cel estrellat la vía láctea.
Allí en un trono vert, que'ls ulls no veuhen 295
si es fet de boix-florit7 ò d'esmeragda,
los dos s'asseuhen, en l'encís que'ls lliga,
ella á mirar lo cel, Gentil sa cara.
Olor de romaní dels boscos puja,
dels cims olor de regalecia baixa, 300
gemechs de lires entre'ls arbres s'ouhen,
y en lo palau lo sospirar d'una arpa,
dintre l'estany canturies de sirena,
y murmuri de ninfes en la platja,
parrupar los tudons en la boscuria, 305
la gelera dringar en la montanya,
y en les coves de marbre, allí á la vora,
los degotiços ploradors de l'aygua
com enfilall de llevantines perles
que dins aygueres de cristall s'esgrana, 310
y en lo cel blau eternes melodíes
de l'estrella que naix ò que s'apaga,
d'astres y sols y llunes que hi rossolan,
barrejant ses clarors en mòvil dança,
sos ròssechs, cabelleres y corones 315
y'l suau aleteig de sa volada.

   Y, sens trencar lo jove la cadena
que empresona al soldat lluny de sa patria,
com un ull virginal que s'esparpella,
en sa finestra d'or apunta l'alba, 320
sembrant, com jardinera del Altíssim,
per terra y cel les roses de sa falda.




RAMÓN DE CAMPOAMOR [9426]

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Ramón de Campoamor
Ramón de Campoamor y Campoosorio (Navia, Asturias 24 de septiembre de 1817 - Madrid, 11 de febrero de 1901) fue un poeta español del Realismo.
Nació en Navia, Asturias, el 24 de septiembre de 1817, el mismo año que José Zorrilla, con quien con frecuencia fue comparado. Su padre era un rico labrador nacido en el concejo de Coaña y su madre era de la familia noble de los Campo Osorio de Navia. En 1821, cuando Ramón aún no había cumplido cuatro años, muere su padre Miguel Pérez Campoamor. A los diez años comienza a estudiar Latín y Humanidades en Puerto de Vega, donde obtuvo el certificado de estudios primarios.

El Infierno del Dante era un mal aprendiz en comparación con los retorcidos inventos de castigos infernales que me metían los clérigos enseñantes en mi tierna y sensible cabecita infantil. Todo el curso de mis primeros años ha sido un sueño tenebroso, del cual creo que todavía no he acabado de despertar.
Ramón de Campoamor
En 1832, con 15 años se marcha a Santiago de Compostela para estudiar filosofía, lógica y matemáticas, en el convento de Santo Tomás de Madrid. Poco tiempo después se matricula en la universidad madrileña en medicina, pero tampoco le duró este empeño; un catedrático le aconsejó con vehemencia dedicarse a la literatura, ya que creyó descubrir en él la natural inclinación a las letras más que a las ciencias (vomitaba en las disecciones). Solamente no le disgustaba la lectura y la escritura (pasaba largas horas leyendo clásicos en la Biblioteca Nacional), por lo que se consagró al fin al periodismo y a la literatura. Espronceda le tomó bajo su patronazgo y su primera poesía data de 1837: colabora en publicaciones románticas como El Alba y No me olvides y fue redactor de Las Musas (1837), El Correo Nacional (1838) y El Español (1845); dirigió El Estado en 1856.
A la edad de 20 años, en 1838, publica la primera obra impresa: Una mujer generosa, una comedia en dos actos que no llegó a ser estrenada en teatro; otras obra dramática suyas fue El castillo de Santa María (1838); por esos años escribió también piezas como La fineza del querer o El hijo de todos; ejerció de dramaturgo palatino en el México de Maximiliano y tras un intervalo más o menos largo, en 1870 escribió la que es tal vez su obra más conocida, Guerra a la guerra, a la que siguieron el drama sacro El hombre Dios (1871) y la zarzuela Jorge el guerrillero, escrita en colaboración con Navarro, las comedias Moneda falsa y Cuerdos y locos, y el drama Dies irae (1873). Con Fuentes escribió Las penas del purgatorio (1878) y ya en la década de los ochenta termina su carrera dramática dedicándose a los monólogos (Cómo rezan las solteras, El amor o la muerte, El confesor confesado).
También en 1838 había empezado su carrera como poeta; publica sus primeros versos románticos en el libro Ternezas y flores; pero es en Ayes del alma (1842), su segundo libro lírico, cuando empieza a alejarse del Romanticismo, aunque todavía continúan en él los resabios de Espronceda; en otro libro, Fábulas se hallan ya prefigurados y con sus caracteres esenciales los tres géneros que han de ser creados y cultivados por el poeta, sus personalísimas doloras, pequeños poemas y humoradas, que le adscriben a la estética del Realismo. El propio autor define así estos géneros:
¿Qué es una humorada? Un rasgo intencionado ¿Y dolora? Una humorada convertida en drama ¿Y pequeño poema? Una dolora amplificada.
En otra ocasión señaló que la «dolora» es una composición poética «en la cual se debe hallar unida la ligereza con el sentimiento y la concisión con la importancia filosófica». Pero en Campoamor la filosofía y el intelectualismo ahogaron con frecuencia al poeta; las más de sus doloras reflejan su postura escéptica ante un mundo donde sólo domina el egoísmo.
Como filósofo Ramón de Campoamor fue un hombre fecundo; tradicionalista y moderado en política, le atraía especialmente el positivismo. La filosofía era acaso su vocación verdadera. Se topó con la polémica desde su primer libro de este género en 1846, Filosofía de las leyes, el cual, según La Censura, contenía «proposiciones contrarias a la doctrina católica, erróneas o inductivas a error, falsas, inmorales y ofensivas e injuriosas a nuestra religión y a sus santas instituciones».
En 1842 comienza su carreras política y publica “Ayes del alma” con poemas dedicados a la reina ex-regente Mª Cristina. A finales de la década de los 40 se afilia al Partido Moderado siguiendo sus ideas políticas que consistían en un gran fervor por la reina Isabel II y, en general, hacia la monarquía como forma de organización del Estado. Es nombrado Consejero Real en 1846, en 1847 es nombrado gobernador civil de la provincia de Castellón y poco más tarde de Alicante, donde realiza grandes obras urbanísticas como el Paseo que lleva su nombre y que donó a la ciudad. Fue nombrado Hijo Adoptivo de Alicante. Por esa época se casa con Guillermina O'Gorman, una joven dama de acomodada familia irlandesa, cuya cuantiosa dote le convirtió, si no lo era ya, en un acaudalado burgués afligido por la gota. La boda se realizó en la antigua Ermita del Fabraquer, situada en San Juan de Alicante, y no dio lugar a hijos; en 1850 es elegido para ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados y se le da el cargo de gobernador civil de Valencia en 1851, en el que está hasta 1854; es elegido de nuevo diputado a Cortes por el partido conservador en 1857 y luego nombrado director general de Beneficencia y Sanidad, consejero de Estado, académico de la Lengua «E mayúscula» desde 1861, senador del reino, etc.

En 1846 publica la primera edición de Doloras, una de sus mejores obras.
Llegó a ser conocido y admirado en España y y toda Hispanoamérica; él siempre se negó a ser coronado como tal, y no dejaba de reconocer las molestias que eso le suponían:
Las hijas de las madres que amé tanto
me besan ya como se besa a un santo
El 11 de febrero de 1901 falleció en Madrid a la edad de 83 años. Sus restos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.
Sus Obras completas (Madrid 1901-1903, 8 vols.) fueron preparadas por sus amigos Urbano González Serrano, Vicente Colorado y Mariano Ordóñez.
La poesía de Ramón de Campoamor es la clásica del Realismo literario español; se caracteriza por su deliberado prosaísmo, que rehúye conscientemente la belleza de toda idealización; como tal resultó muy innovadora en su época, y anuncia un retorno al lenguaje llano y castizo de la prosa del Juan de Mairena y el verso filosófico de Antonio Machado, pero su falta de cuidado formal se aviene mal con su presunta vocación filosófica y no ha resistido la prueba del tiempo, por lo que fue detestado por el Modernismo posterior a causa de su nulo esteticismo, y por la Generación del 98 por su carácter burgués y vulgar y su impronta decimonónica. En Poética expresó su concepto de la lírica en general:
La poesía es la representación rítmica de un pensamiento por medio de una imagen, y expresado en un lenguaje que no se puede decir en prosa ni con más naturalidad ni con menos palabras... Sólo el ritmo debe separar al lenguaje del verso del propio de la prosa... Siéndome antipático el arte por el arte y el dialecto especial del clasicismo, ha sido mi constante empeño el de llegar al arte por la idea y el de expresar ésta en el lenguaje común, revolucionando el fondo y la forma de la poesía.

Obras

Obras completas (Madrid 1901-1903, 8 vols.)
Obras poéticas completas, 1949, 1951, 1972.

Teatro

Una mujer generosa1838.
El castillo de Santa María (1838)
Una mujer generosa
La fineza del querer
El hijo de todos
Guerra a la guerra, 1870.
El hombre Dios (1871)
Jorge el guerrillero, zarzuela, escrita en colaboración con Navarro
Moneda falsa
Cuerdos y locos, 1887
Dies irae (1873),
Las penas del purgatorio (1878), escrito con Fuentes.
Cómo rezan las solteras,
El amor o la muerte,
El confesor confesado.

Poesía

Ternezas y flores, versos románticos, 1838.
Ayes del alma, 1842.
Fábulas originales‎, 1842.
Doloras, 1846.
Poesías y fábulas, 1874.
El drama universal, 1853. Hay edición moderna de 2008.
Colón 1853.
El licenciado Torralba, poema en ocho cantos, s. a.
Pequeños poemas (1872-1874)
Los buenos y los sabios: poema en cinco cantos‎, 1881.
Humoradas (1886-1888).
Don Juan: pequeño poema, 1886.
Los amores de una santa: poema en cartas‎, 1886.
Fábulas completas‎, 1941.

Filosofía

Filosofía de las leyes (1846)
El personalismo, apuntes para una filosofía (1855)
La metafísica limpia, fija y da esplendor al lenguaje (1862)
Lo absoluto (1865)
Poética (1883)
El ideísmo (1883)
La originalidad y el plagio
Sócrates
La Metafísica y la poesía ante la ciencia moderna
Sobre el panenteísmo.

Otras obras

Historia crítica de las Cortes reformadoras, 1837.
Los manuscritos de mi padre: novela original‎, 1842.
Polémicas, 1862.
Discursos parlamentarios
Polémicas con la democracia
Cánovas‎, 1884.
«Prólogo» a La Mujer, de Severo Catalina.
«Prólogo» a las Fábulas de Antonio Campos y Carreras.
«Prólogo» a Cosas del Mundo.






Libro primero
Ternezas y flores




La niña y la mariposa

                                Va una mariposa bella
volando de rosa en rosa,
y de una en otra afanosa
corre una niña tras ella.

   Su curso, alegre y festiva,
sigue con pueril afán,
y con airoso ademán
la mariposa se esquiva.

   A veces con loco intento
quiere hacer presa en sus galas,
y, en vez de tocar sus alas,
toca las alas del viento.

   Y su empeño duplicando,
cuanto más corre afanosa,
más leda la mariposa
va su inocencia burlando.

   La ciñe en rápido giro,
y al ir a cogerla esbelta,
por cada vez que se suelta,
suelta la niña un suspiro.

   Mas, sin ceder en su anhelo,
presta una, y la otra ligera,
ni una acorta su carrera,
ni la otra amaina su vuelo.

   Y vagan embebecidas,
sin sentir indiferentes
ni el son de las claras fuentes,
ni el de las auras perdidas.

   Ni los pájaros que espantan,
entre las ramas divisan,
ni ven las flores que pisan,
ni oven las aves que cantan.

   Y mientras estas cantando
siguen con plácido estruendo,
la niña sigue corriendo,
la mariposa volando.
---
   - Amaina el vuelo sereno,
          mariposa,
de quien es albergue el seno
          de la rosa.
   ¿Por qué en tal dulce ocasión
          vas sin tino
huyendo así la prisión
de lazo tan peregrino?

   Reina de las blandas flores,
          sus enojos
no temas, ni los ardores
          de sus ojos,
porque ese puro arrebol
          que enamora,
si es luciente como el sol,
es tierno como la aurora.

   Entre mil palmas no hay talle
          más galano,
ni azucena en todo el valle
          cual su mano.
   No oirás de su voz divina
          la dulzura,
ni en el ruiseñor que trina,
ni en el raudal que murmura.

   Aprende el aura a ser leve
          de su planta,
y, para formar con nieve
          su garganta,
le dio el cisne el atavío
          de su pluma,
lumbre la aurora, y el río
su plata, cristal y espuma.

- No sigas más la inconstante
          mariposa,
enamorada y errante
          niña hermosa,
que al fin vendrá a ser cautiva
          de tu llama,
si aun amorosa, aunque esquiva,
la luz de los cielos ama.

   Y aunque aspira de mil flores
          la fragancia,
no imites en tus amores
          su inconstancia;
que al fin de tanto vagar,
          suele, hermosa,
entre las flores hallar
la yerba más venenosa.

   Imita sólo su vuelo,
          pues serena,
jamás, niña, toca el ciclo,
          ni la arena
   Quien se humilla o sin razón
          subir quiere,
muere a manos de un halcón,
si a las de un áspid no muere.

   Mas ¡ay! que vas en pos de ella
          vagarosa,
sin escuchar mi querella,
          niña hermosa.
   Sigues con presteza tanta
          tu contento,
que así encomiendas tu planta,
como mi súplica, al viento.-
---
   Y en tan inocente afán,
como su gusto entretienen,
así vagabundas vienen,
y así vagabundas van.

   A veces en su embeleso
la mariposa, al pasar,
suele fugaz estampar
sobre su mejilla un beso.

   Y rauda su vuelo alzando,
la niña de ángel blasona,
al trazar una corona
sobre su frente girando.

   Y siguen acordemente
la mariposa en sus giros,
la niña con sus suspiros,
con sus rumores la fuente.

   Vagan los aires suaves
formando dobles acentos,
y al grato son de los vientos,
siguen cantando las aves.

   Y entre tanta melodía,
tanta corriente murmura,
que es todo el aire frescura,
aroma, luz y armonía.

   Y susurrando congojas,
prosiguen mintiendo quejas,
en el pensil las abejas,
y en la enramada las hojas.

   Y tiernas flores hollando,
y frescas auras batiendo,
la niña sigue corriendo,
la mariposa volando.



A Felisa
El día de su casamiento con D. Salustiano de Olozaga

                                Aunque a la aurora temores,
y al mismo sol des enojos,
te sientan con mil primores
la languidez en los ojos,
y en el cabello las flores.

   Muestran tantas maravillas
los diamantes en tu cuello,
las rosas en tus mejillas,
que con real ornato brillas,
desde la planta al cabello.

   Y aunque arreo tan brillante
dé a tu belleza decoro,
¡ay, que en tu lindo semblante
oculta cada diamante,
bella Felisa, un tesoro!

   Vertiendo dulce sonrisa,
no ocultes los ojos bellos,
porque te dirán con risa
que ya leyeron, Felisa,
tus pensamientos en ellos.

   Embebecida y errante
vagas con planta insegura,
cual si escucharas amante
el céfiro susurrante
que entre tus bucles murmura.

   Ya sé que en este momento
las niñas en dulce calma
oyen, con turbado intento
cosas que murmura el viento
y escucha gozosa el alma.

   Ya sé que el cielo abandonan
los ángeles, y que hermosos
de luz su, frente coronan,
y dobles himnos entonan,
de su hermosura envidiosos.

   Sé que en sus ojos se encantan,
y que en torno se revuelven;
acentos de amor levantan;
las llaman hermosas; cantan;
besan su faz, y se vuelven.

   Y en este instante de gloria,
con recuerdos seductores,
ya sé que por su memoria
pasa la amorosa historia
de sus pasados amores.

   Por eso, Felisa, errante
vagas con planta insegura,
mal si escucharas amante
el céfiro susurrante
que entre tus bucles murmura.

   Dime si tal vez, hermosa,
en esa ilusión tranquila
probando estás amorosa
la dulce miel que destila
el dulce nombre de esposa.

   Di si en tus ojos se encienden
los ángeles; si contento
te causa tal vez su acento;
y si mirándote, tienden
las blancas alas al viento.

   Di si recuerdas, Felisa,
las canciones que sonaron
en tu calle, y se apagaron;
¡que por Dios que bien aprisa,
siendo tan dulces, pasaron!

   Ya no escucharás cual antes,
allá en las noches serenas,
sobre los aires flotantes,
las sabrosas cantilenas
de los rendidos amantes.

   Que os es muy grato a las bellas
al son del arpa importuna
oír amantes querellas,
ya al brillo de las estrellas
ya al resplandor de la luna.

   Y os place ver derramados
cantos de amor por los cielos,
porque causen acordados
a otras hermosuras celos,
y a otros galanes cuidados.

   Y oís las trovas de amores,
en vuestro lecho adormidas,
como los vagos rumores
que hacen al ondear las flores,
de vuestras rejas prendidas.

   Y al despertar, con empeños
tal vez pensáis que halagüeños
os dan, cantando, placeres,
esos dulcísimos seres
con quien platicáis en sueños.

   Mas ¡ay, que ya se apagaron
aquellos cantos, Felisa,
que en tu alabanza sonaron!
Y por Dios, que bien aprisa,
siendo tan dulces, pasaron.

   Pasaron los amadores,
llevando sus falsas llamas;
tiempo es que libre de azores
trate, Felisa, de amores
la tórtola entre las ramas.

   Ya no escucharás, cual antes,
allá en las noches serenas,
sobre los aires flotantes,
las sabrosas cantilenas
de los rendidos amantes.

   Las rosas que con pasión
hoy te prendiste galana,
las últimas rosas son
que columpió en tu balcón
la brisa de la mañana.

   Si ya con plácidas glosas
tu pecho nunca se embriaga,
aún hay canciones gustosas,
con que a las tiernas esposas
el aura nocturna halaga.

   Si trovas no están rompiendo
tus sueños, como hasta aquí,
los romperá el dulce estruendo
de algún pecho que gimiendo
esté, Felisa, por ti.

   Y unos sones muy callados
oirás cruzar por los cielos,
sin que causen, acordados,
ni a otras hermosuras, celos,
ni a otros amantes, cuidados.

   Y a cada momento, hermosa,
en grata ilusión tranquila,
podrás probar amorosa
la dulce miel que destila
el dulce nombre de esposa.





La rueda del amor

                                Aquellas niñas hermosas
que en suma beldad conformes,
teniendo la tez cual nieve,
tengan los ojos cual soles,
y el alma sintiendo, tiernas,
herida de mal de amores,
tanto les falte de esquivas,
cuanto de bellas les sobre,
salgan al campo conmigo
ricas de gracias, adonde
favor al Mayo risueño
las brinden, con gracias dobles,
corrientes aguas los valles,
frescos doseles los bosques,
con su verdura los campos
y con su esencia las flores.

   Oiréis sonar encontrados,
y aunque encontrados, acordes,
los enamorados trinos
de músicos ruiseñores,
cuando en sentidos acentos
mustias las tórtolas lloren,
dando en su vuelo a los aires
matices, plumas y sones.
Venid, y hagamos la rueda
llamada de los amores
(que al aprenderla de niño,
no la olvidé desde entonces),
las ricas flores hollando,
y el aire hendiendo veloces,
el aire con los cabellos,
y con las plantas las flores.
Las blancas manos asiendo,
y tan blancas, que las cortes
nunca tan nítidas manos
dan a sus reyes en dote,
en torno agitad festivas
los aires murmuradores;
que yo vendaré mis ojos,
haciendo del día noche.
Volad, palomas; que osado
yo espantaré los halcones,
si alguna vez para heriros
muestran sus garras feroces.
Volad, que a la que esta rama,
pasando furtiva, toque,
con la venda de mis ojos
habrá de nublar sus soles.

   - ¡Oh, qué triste es nuestros ojos
cubrir de sombras informes,
y no sentir de los vuestros
los penetrantes arpones,
ni ver con ansias mortales
de vuestra faz los colores,
ni sobre el aura, al tenderlos,
de vuestros talles los cortes!
Niñas, corred; que aun no escucho
con plácidas emociones
de vuestras ropas flotantes
los sutilísimos roces;
y aunque me pesa en el alma,
no siento los corazones
que muellemente se agitan
bajo esos pechos de bronce.
Volad, palomas; que osado
yo espantaré los halcones,
si alguna vez para heriros
muestran sus garras feroces.
Volad, que a la que esta rama
pasando furtiva, toque,
con la venda de mis ojos
tendrá que nublar sus soles.

   Mas, ¿cómo sin dar amante
a vuestro enojo ocasiones,
huís, dejándome solo,
sin advertirme por dónde,
tal que siquiera dejasteis,
pasando como ilusiones,
ni removida la arena,
ni destroncadas las flores?
Sin duda en mágico vuelo,
como celestes visiones,
entre la grama y los aires
os deslizasteis veloces,
huyendo mi fe constante,
pues vuestros pechos traidores
tienen el aire por guía,
y la inconstancia por norte.
¡Una y mil veces mal haya
quien de vuestras invenciones
amante se fía, y de ellas
la falsedad no conoce!
Y más que en tanto a la sombra
de esos altísimos robles
maldiga yo vuestro agrado,
y mis desagrados llore;
vosotras entretenidas
mirad las aguas que corren;
que bien está vuestra fe
con su inconstancia conforme,
pues no hay onda que no agiten
a cualquier viento que sople,
ni conchas que no remuevan,
ni árbol ni flor que no mojen,
ni campos que no dibujen,
ni imágenes que no borren,
ni risas que no deshagan,
ni círculos que no formen.

   Mas luego que el sol sus rayos
extienda en el horizonte,
haciendo en las nubes iris
tocando el mar de colores;
y luego que en regia pompa
parezcan a sus fulgores
mares de sombra los valles
y mares de luz los montes,
vendréis a buscar frescura
cuando el calor os agobie,
y me tendréis que encontrar,
aunque no queráis entonces;
y yo a la sombra tendido
de estos altísimos robles,
no os he de dejar el puesto,
por más que tierno os adore,
ni miraré enamorado
de vuestra faz los colores,
ni sobre el aura, al tenderlos,
de vuestros talles los cortes;
y no vendaré mis ojos,
más que en no hacerlo os enojo,
y hasta ahogaré mis suspiros,
aunque con ellos me ahogue.
Haré todo esto que digo,
y más que veréis entonces,
y a fe de amante lo juro
por esas aguas que corren.








Tu boca
                               
Para formar tan hermosa
esa boca angelical,
hubo competencia igual
entre el clavel y la rosa,
la púrpura y el coral.

   Mintiendo sombras del bien,
en ella el mal se divisa,
por lo que juntos se ven
ya la apacible sonrisa,
ya el enojoso desdén.

   Y en los senos abrasados
engendra con doble holganza,
o con tormentos doblados,
cada risa una esperanza,
cada desdén mil cuidados.

   Cual las conchas orientales
es tu boca, y por vencerlas
muestra en riquezas iguales,
cuando desdeña, corales,
y cuando sonríe, perlas.

   Y si con sombras de bien
tal vez el mal se divisa,
es porque en ella se ven
guardar la miel de su risa
las flechas de su desdén.

   Si a mí su rigor alcanza,
al ver su hermosura, siente
el corazón doble holganza;
y aunque un desdén me atormente,
deme una risa esperanza.

   ¡Bien haya la dulce boca,
que sólo sus frescos labios
el aura pisando toca;
que haciendo al ámbar agravios,
su miel a gustar provoca!

   ¡Oh, bien haya cuando ufana
dando enojos a la rosa,
muestra su cerco de grana,
fresca como la mañana,
como el azahar olorosa!

   Y si acaso dulcemente
suelta plácida congojas,
ya es el rumor del ambiente,
ya el susurro de las hojas,
ya el murmurar de la fuente.

   Si alegres sones respira,
las aves del prado encanta;
y si a vencerlas aspira,
con las que gimen, suspira;
con las que gorjean, canta.

   Tu miel, aroma y colores,
rinde en amante oblación,
flor, ante cuyos primores,
mustias e inútiles flores
las flores del valle son.

El néctar más regalado
deja que de amores loco
beba en tu labio abrasado;
para una abeja es sobrado
lo que para muchas poco.

   ¡Mas ay! que vertiendo quejas,
me esquivas tu dulce miel;
en vano de una te alejas
si ves que miles de abejas
poblando van el vergel.

   ¡Ay de la rosa encarnada,
que en su seno de carmín
niega a una abeja la entrada!
Tantas la acosan al fin,
que queda sin miel, y ajada.

   ¡Ay de las cándidas flores,
si alzan su capullo tierno
del estío a los ardores!
¡Ay del panal, si el invierno
lo hiela con sus rigores!

   Dame los gustos sin tasa,
pues ves que el sol estival
las tiernas flores abrasa:
mira que amarga el panal
cuando de sazón de pasa.

   Ríndete a mí placentera:
no te rinda con agravios
de abejas la turba fiera:
que herir esos dulces labios
herirme en el alma fuera.

   De ese tesoro las llaves
dame, y sus dones ardientes
libaré en besos süaves,
sin que lo canten las aves,
ni lo murmuren las fuentes.






La beata de máscara

                                La del enlutado manto,
la de la toca de encaje
la de mil hombres encanto,
¿cuánto va a que no es tan santo
tu pecho como el ropaje?

   En vano ocultarnos trata
de tus ojos los destellos
el lienzo que te recata;
y por Dios que son, beata,
para ser santos, muy bellos.

   Sobre tu nevado seno
pesa la cruz de un rosario,
y aunque humilde «nazareno»,
muriera de gozo lleno
en tan hermoso calvario.

   Y, pese a tu religión,
en vano ¡ay triste! sofoca
deseos mi corazón;
que oculta una tentación
cada pliegue de tu toca.

   Eres bella cual ninguna,
y juro, aunque temerario,
no creo en ti fe alguna,
si pasas una por una
las cuentas de tu rosario.






Su imagen
                                
Errante sol de aromas circundado
tu ardiente lumbre tenue debilita;
que ya mi corazón, de arder cansado,
negro sus alas moribundo agita.

   Grupo de luz que extravió la luna,
ángel perdido que bajó del cielo,
visión deslumbradora, que importuna
mi sien circunda en caprichoso vuelo.

   ¡Girar y más girar!... Lentas sus alas
lumbrosa tiende en blando movimiento.
¿Eres el alma que de mí te exhalas?
¿O eres tal vez mi mismo pensamiento?

   Fantasma de la mente, llega, llega,
desprendida mitad del alma mía,
aunque tu imagen me deslumbra y ciega,
blanca de noche, y negra por el día.

   Se mece ante mis ojos desplegada
como la espuma cándida de un río,
tal vez por los suspiros agitada
que salen hondos, ¡ay! del pecho mío.

   Su virgen luz perdida, en el ambiente
reverbera purísima y serena,
y en las límpidas aguas del torrente,
cuando acarician la tostada arena.

   Sobre mi frente gira luminosa,
luciente envidia de la nieve y grana,
copia feliz de la encendida rosa,
lisonja del albor de la mañana.

   En donde quiera engendra el alma mía
su imagen pura, rutilante y bella,
ante el disco del sol al medio día,
por la noche en la faz de cada estrella.

   Y quisiera abarcar al ver su lumbre,
hidrópica mi vista fascinada,
de los astros, la inmensa muchedumbre,
para verla sin fin multiplicada.

   Me revela fantástica su risa
oscilando el arroyo cristalino,
y su acento el murmullo de la brisa,
y también el zumbar del torbellino.

   La veo en todas partes seductora,
llevada de mi ardiente fantasía,
en cada rayo al despuntar la aurora,
en cada sombra al caducar el día.

   Y despierto la miro embebecido,
animada ilusión de mi deseo;
y si cierro los ojos adormido...
yo no sé dónde está, pero la veo.







A Unos ojos
                                
Más dulces habéis de ser
si me volvéis a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.

   De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan crüel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno,
siendo para todos miel.

   Si crüeles os mostráis
porque no queréis que os quiera,
fieros por demás estáis,
pues si amándoos, me matáis,
si no os amara, muriera.

   Si amando os puedo ofender,
venganza podéis tomar,
porque es fuerza os haga ver
que o no os dejo de querer,
o me acabáis de matar.

   Si es la venganza medida
por mi amor, a tal rigor
el alma siento rendida,
porque es muy poco una vida
para vengar tanto amor.

   Porque con él igualdad
guardar ningún otro puede;
es tanta su intensidad,
que pienso ¡ay de mí! que excede
vuestra misma crüeldad.

¡Son, por Dios, crudos azares
que me den vuestros desdenes
ciento a ciento los pesares,
pudiendo darme a millares,
sin los pesares, los bienes!

   Y me es doblado tormento
y dolor más importuno,
el ver que mostráis contento
en ser crudos para uno,
siendo blandos para ciento.

   Y es injusto por demás
que tengáis, ojos serenos,
a los que, de amor ajenos,
os aman menos, en más,
y a mí que amo más, en menos.

   Y es, a la par que mortal,
vuestro lánguido desdén
¡tan dulce... tan celestial!
que siempre reviste el mal
con las lisonjas del bien.

   ¡Oh, si vuestra luz querida
para alivio de mi suerte
fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
por tan dulcísima muerte!

   Y sólo de angustias lleno,
me es más que todo crüel,
el que ese mirar sereno,
sea para mí veneno,
siendo para todos miel.






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