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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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JAN KOCHANOWSKI [16.840] Poeta de Polonia

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Jan Kochanowski

Juan Kochanowski de Korwin, (1530 – 22 de agosto de 1584), (en latín Ioannes Cochanovius, a veces escrito Juan Cocanovio en español), fue un gran poeta, traductor y escritor del Renacimiento y el Humanismo en Polonia, quien estableció modelos poéticos que llevarían al lenguaje literario polaco a su plenitud. Se le considera normalmente como el mayor poeta polaco del período anterior al siglo XIX.

Hijo de Pedro Kochanowski, del clan Korwin, (se pronuncian 'Kojanovski' y 'Korvin' en polaco), quien era magistrado de la ciudad de Sandomierz, Juan Kochanowski nace en Sycyna, próximo a la ciudad de Radom en Polonia. Se conoce poco de su infancia. A los catorce años, poseedor de un latín fluido, de acuerdo a la educación de la Nobleza a la que pertenecía, fue enviado a Cracovia a estudiar en la "Academia de Cracovia", actual Universidad Jagellónica.

Luego de su graduación en 1547 a los 17 años, asistió a la Universidad de Königsberg en el vecino Ducado de Prusia (la actual Kaliningrado), y luego a la Universidad de Padua, en Italia. En esta última ciudad entró en contacto con el gran maestro del Humanismo, Francisco Robortello. Culminó este período de quince años de estudios y viajes con una visita a Francia en la cual conoció al ilustre poeta Pierre Ronsard.

En 1559 Kochanowski vuelve a Polonia convertido en todo un poeta del Humanismo y del Renacimiento. Pasaría los siguientes quince años en la Corte del Rey Segismundo II Augusto, actuando principalmente como Secretario Real y Secretario de la Cancillería.

En 1574, siendo alcanzado por el desprestigio de la cuestionada elección del Rey Enrique III Valois, (cuya candidatura al trono había propiciado), Kochanowski se establece en la hacienda familiar de Czarnolas, para llevar la vida de un noble hacendado. En 1575 se casa con Dorotea Podlodowska, con la cual tendría siete hijos, (uno solo varón, nacido luego de su muerte). Es allí donde escribió sus trabajos más memorables, incluidos Despido de los Enviados Griegos (1578) (Odprawa poslów greckich) y Trenos (Treny) (1580). Por esto se lo conoce comúnmente, en Polonia, como Juan de Czarnolas. Destrozado por la muerte de su pequeña hija Úrsula, Kochanowski muere de angustia en Lublin (Polonia), el 22 de agosto de 1584.

Obra

Sus primeros poemas fueron escritos en Latín, pero se tornó rápidamente hacia la lengua vernácula, creando formas poéticas que lo convertirían en el fundador de la Literatura lírica polaca. Cabe destacar que el idioma oficial y culto era el latín, y no el polaco, en la Polonia de entonces. Grandes del Renacimiento polaco como Nicolás Copérnico (1473 – 1543), (astrónomo) y Martín Kromer, (1512 – 1589) Príncipe-Obispo de Warmia (historiador), escribieron sus obras maestras en el idioma de Virgilio, a título de ejemplo.

Se destacó así mismo como traductor (del latín al polaco) en obras notables como el Salterio de David (Psalterz Dawidów), y aún como dramaturgo en el Despido de los emisarios griegos (Odprawa poslów greckich). Su posición social y su cargo relacionado con la Cancillería lo llevarían a la política.

Trenos (o Lamentos), es su obra poética máxima. Ella reúne conmovedoras elegías en las que el poeta expresa el profundo dolor y turbación que le ha causado la muerte de una hija muy querida.

La tragedia Despido de los emisarios griegos, sobre el tema de la guerra de Troya, está llena de alusiones a la peligrosa situación de Polonia en el contexto geopolítico de su época. Fue la primera tragedia escrita en polaco y su estudio sobre las responsabilidades de la clase gobernante tiene resonancia hasta nuestros días. Esta obra, escrita según el estilo de los dramas de Sófocles la hizo para las bodas del Gran Hetmán y Canciller, Jan Zamoyski de Jelita con Cristina Radziwill.

La traducción del Salterio de David, extraído de la Vulgata, le tomó ocho años. Es una paráfrasis versificada de los Salmos de David y la intención del autor era que fuese aceptada por todas las confesiones cristianas. De hecho la obra gozó de gran popularidad y fue aceptada tanto por católicos como por protestantes. El músico polaco Nicolás Gomólka (1535 – 1591), les pondría música en 1580, titulando la colección Melodías para el salterio polaco (Melodiae na psalterz polski), convirtiéndose este trabajo en un himnario que usarán católicos, protestantes y aún ortodoxos.

En su periodo político y cortesano había publicado La Concordia (Zgoda), 1564, de carácter político; El sátiro (Satyr), 1567, crítica de las discordias religiosas, y El ajedrez (Szachy), 1567. El gracioso El doctor español (O doktorze hiszpanie), (homenaje de afecto al célebre Pedro Ruiz de Moros, profesor en la Academia de Cracovia), que forma parte de la obra Epigramas (Fraszki), 1585 consta de breves poemas satíricos o amorosos que reflejan la vida en la corte.

Pero sin lugar a dudas es en su heredad de Czernolas donde escribe sus mejores obras, las más maduras.



Canto XX

Es grato divertirse cuando llega el momento.
¡Bebamos pues, hermanos, a la salud de todos,
que el apetito espanta las ganas de bailar
y es más fácil la guasa después de haber bebido!

No se hable del estado.
Que se abandone toda gravedad.
Llevemos a un rincón los privilegios
y que junto al señor se siente el siervo.

Allí donde se guarda con rigor el deber
no hay buenos pensamientos.
Se dulcifica el mundo, os lo aseguro,
cuando broma y mesura van unidas.

He aquí mi beneficio: atentos me escucháis,
pero nadie me ofrece un jarro lleno.
Que un poeta esté sobrio ¿quién lo ha visto?
Nunca hará nada bueno.

Venid conmigo, que no os defraudaré.
También vosotros gozáis de buen humor.
Decid entre vosotros cualquier cosa al oído,
y no tengáis reparos; hablad con libertad.

En nada yo comparto lo que dijo algún sabio:
que la mejor idea la tiene el que más piensa.
Transcurre el tiempo y nadie
adivina tu suerte de mañana.

¡Hoy sé feliz y goza!
Sobre el día futuro las lecciones son vanas.
Hace tiempo que todo fue pensado por Dios
y de nada te sirven los mejores consejos.





Canto V

Quien tiene su propio pan
tiene cuanto necesita.
Puede despreocuparse de otros bienes,
de aldeas, de ciudades y de grandes jardines.

Pienso que es gran señor
quien sabe conformarse con lo suyo,
pues demuestra quien quiere tener más
que todo se le antoja ser muy poco.

El mayor propietario es el que sabe
huir de la avaricia, aunque es más fácil
someter a los turcos, o luchar
con los valientes tártaros.

El macedonio rey
conquistó muchas tierras por la fuerza,
pero le pareció
que el mundo era muy poco para él.

¿Para qué una coraza?
¿Y para qué el poder?
No hay brocado que cure el corazón,
ni tesoro que libre de la angustia.

Es huraña la muerte:
coge por la garganta
a los grandes señores y a los pobres sirvientes
y no te hará rebajas en las cuentas pendientes.

El hombre, sin embargo,
tiene siempre una idea:
añadir oro al oro,
porque para el avaro todo es poco.

¡Todo quedará aquí
tras tu muerte, señor!
Y cuanto con codicia acaudalaste
a otro lugar, a otra morada irá.

Y de esta construcción inalcanzable
pronto se quebrarán sus ligaduras.
Con ese vino que tanto te preocupa
abrevará caballos tu heredero.

Jan Kochanowski, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).




Lament I

Come, Heraclitus and Simonides,
Come with your weeping and sad elegies:
Ye griefs and sorrows, come from all the lands
Wherein ye sigh and wail and wring your hands:
Gather ye here within my house today
And help me mourn my sweet, whom in her May
Ungodly Death hath ta'en to his estate,
Leaving me on a sudden desolate.
'Tis so a serpent glides on some shy nest
And, of the tiny nightingales possessed,
Doth glut its throat, though, frenzied with her fear,
The mother bird doth beat and twitter near
And strike the monster, till it turns and gapes
To swallow her, and she but just escapes.
"'Tis vain to weep," my friends perchance will say.
Dear God, is aught in life not vain, then? Nay,
Seek to lie soft, yet thorns will prickly be:
The life of man is naught but vanity.
Ah, which were better, then - to seek relief
In tears, or sternly strive to conquer grief?




Lament II

If I had ever thought to write in praise
Of little children and their simple ways,
Far rather had I fashioned cradle verse
To rock to slumber, or the songs a nurse
Might croon above the baby on her breast.
Setting her charge's short-lived woes at rest.
For much more useful are such trifling tasks
Than that which sad misfortune this day asks:
To weep o'er thy deaf grave, dear maiden mine.
And wail the harshness of grim Proserpine.
But now I have no choice of subject: then
I shunned a theme scarce fitting riper men,
And now disaster drives me on by force
To songs unheeded by the great concourse
Of mortals. Verses that I would not sing
The living, to the dead I needs must bring.
Yet though I dry the marrow from my bones,
Weeping another's death, my grief atones
No whit. All forms of human doom
Arouse but transient thoughts of joy or gloom.
O law unjust, O grimmest of all maids,
Inexorable princess of the shades!
For, Ursula, thou hadst but tasted time
And art departed long before thy prime.
Thou hardly knewest that the sun was bright
Ere thou didst vanish to the halls of night.
I would thou hadst not lived that little breath - 
What didst thou know, but only birth, then death?
And all the joy a loving child should bring
Her parents, is become their bitterest sting.





Lament III

So, thou hast scorned me, my delight and heir;
Thy father's halls, then, were not broad and fair
Enough for thee to dwell here longer, sweet.
True, there was nothing, nothing in them meet
For thy swift-budding reason, that foretold
Virtues the future years would yet unfold.
Thy words, thy archness, every turn and bow - 
How sick at heart without them am I now!
Nay, little comfort, never more shall I
Behold thee and thy darling drollery.
What may I do but only follow on
Along the path where earlier thou hast gone.
And at its end do thou, with all thy charms,
Cast round thy father's neck thy tender arms.




Lament IV

Thou hast constrained mine eyes, unholy Death,
To watch my dear child breathe her dying breath:
To watch thee shake the fruit unripe and clinging
While fear and grief her parents' hearts were wringing.
Ah, never, never could my well-loved child
Have died and left her father reconciled:
Never but with a heart like heavy lead
Could I have watched her go, abandoned.
And yet at no time could her death have brought
More cruel ache than now, nor bitterer thought;
For had God granted to her ample days
I might have walked with her down flowered ways
And left this life at last, content, descending
To realms of dark Persephone, the all-ending,
Without such grievous sorrow in my heart,
Of which earth holdeth not the counterpart.
I marvel not that Niobe, alone
Amid her dear, dead children, turned to stone.






Lament V

Just as a little olive offshoot grows
Beneath its orchard elders' shady rows,
No budding leaf as yet, no branching limb,
Only a rod uprising, virgin-slim - 
Then if the busy gardener, weeding out
Sharp thorns and nettles, cuts the little sprout,
It fades and, losing all its living hue,
Drops by the mother from whose roots it grew:
So was it with my Ursula, my dear;
A little space she grew beside us here,
Then Death came, breathing pestilence, and she
Fell, stricken lifeless, by her parent tree.
Persephone, Persephone, this flow
Of barren tears! How couldst thou will it so?











ANNA PIWKOWSKA [16.841] Poeta de Polonia

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Anna Piwkowska

(1963) -  Poeta polaca y ensayista. Profesora.

Premios 

Nagroda Literacka im. Georga Trakla (1995)
Wyróżnienie Fundacji Kościelskich (2002) za tomik "Po"
Nagroda Literacka m.st. Warszawy za tom "Farbiarka"
Nagroda Literacka IBBY za powieść "Franciszka" (najlepsza książka roku 2014 dla młodzieży)
Nagroda Literacka m.st. Warszawy (2015) w kategorii "literatura dziecięca" za książkę "Franciszka" (wspólnie z Emilią Bojańczyk)

Volúmenes publicados de poesía 

Szkicownik (1989)
Cień na ścianie (1990)
Wiersze i sonety (1992)
Skaza (1996)
Tylko trzy drogi (2000)
PO (Wydawnictwo Nowy Świat, Warszawa 2002 – Wyróżnienie Fundacji Kościelskich)
Niebieski sweter: Wiersze dawne i nowe (Wydawnictwo Nowy Świat, Warszawa 2004)
Farbiarka (Znak, 2009) Literacka Nagroda m.st. Warszawy w dziedzinie literatury pięknej
Lustrzanka (Zeszyty Literackie, 2012)




Mediodía

Sófocles tiene la edad de Edipo
cuando escribe su drama Edipo en Colono.
Es decir, es ya un anciano.
Sabe que el mito es la eternidad
que se infiltra en el tiempo.
Ha dejado atrás la respuesta a la pregunta quién soy
o más bien sigue sin saber nada.
Los olivos, agostados por el calor,
apenas echan sombra.
Las lagartijas se calientan al sol
de un blanco mediodía, hora muerta de las almas.
El tiempo no se moverá del sitio hasta que el Hades
apele de nuevo a sus sombras blancas.
En este tiempo breve, la piel de las mujeres no envejecerá,
los niños quedarán inmovilizados sosteniendo sus juguetes,
amainará el alboroto en las casas y en las plazas,
y la gente mayor no se acercará ni siquiera un segundo
al umbral de la eternidad, y tal vez tampoco al conocimiento definitivo.
Mala hora, piensa Edipo. Mala hora, anota Sófocles.
Nosotros también perduramos inmóviles, en el coche,
sobre la ceniza roja del precipicio.
El calor remite lentamente. Pasa la hora de los demonios.
Una abeja empieza a zumbar bajo el techo.

                                                                                   Creta, julio de 2005.





El Río Moscova

Marcas de patines, un guante, el río fluye bajo el hielo.
El aeropuerto anoche, nieve en las luces azules,
la silueta de las alas del boeing como formas imprecisas
del fin del mundo. Alguien reía, alguien imprecaba a la nieve
pegajosa. Los viajeros parecían fortuitos y también la ominosa
obstinación, la melancolía del hombre a mi izquierda,
la voz pura, el escote de la chica a mi derecha abierto
hasta la mitad, de repente tan cercanos, afines, familiares
casi cuando al dar vueltas sobre el aeropuerto,
ya estábamos con los pensamientos en otro lugar.

Los conocidos, apuntados en una hoja, permanecerán con nosotros.
Intento interpretar sus vidas con apenas cuatro detalles:
ella, quizás una modelo, de una delgadez infantil,
apenas una adolescente si no fuera por los labios carnosos
demasiado sensuales y por las arrugas. Dos. Pero visibles
incluso con esta luz. Las piernas atravesadas
en medio de un pasillo demasiado estrecho. Muy estilizadas,
aunque las rodillas son de nuevo infantilmente picudas.
¿Qué hace esta ciudad con ella, ella con esta ciudad
hostil, demasiado ruidosa, con un ovillo helado en la laringe,
con una carta fallida, no enviada, directamente no escrita
a casa? Seguro que no volverá.

Él, con un portátil y pidiendo sin parar zumo de tomate.
Es lo único que toma. La mira de vez en cuando por encima
de los extraños jeroglíficos de la pantalla de su mundo,
sin presentir que el mismísimo fin del mundo está sentado
a su lado. Que acaba no solo de girar la cabeza
sino de darle la vuelta a todo el orden del mundo.
¿Dónde se encontrarán? No lo sé. Quizá en una pista
de patinaje. Quizá bajando por el Moscova se seguirán
hasta que se entrecrucen las marcas de sus patines, líneas del destino,
caminos y constelaciones, cualquier cosa menos
la soledad, la muerte prematura o el tedio del alma.
El hielo cruje bajo el patín, salpica, se desdibuja.
Moscú, enero de 2001

Anna Piwkowska, incluido en Poesía a contragolpe. Antología de poesía polaca contemporánea  (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012, selec. y trad. de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré).






Selected Poems of Anna Piwkowska

Translated By: Iza Wojciechowska

Iza Wojciechowska is the recipient of a 2013 PEN/Heim Translation Fund grant and a NYSCA grant for her translation of Anna Piwkowska's The Dye Girl. Read her introduction to Piwkowska's work and her translation here. 


Phaedra

I.

They called her old, mean, sick,
half-adrift, counting on nothing.
But what is it to love a hero these days?
Maybe fools and tyrants are better.
Phaedra shaves her lovely head before the mirror,
woman, mother, pauper, beggar.
Her profile grows hard like marble
and tears set on her cheeks. Any hired mourner
feels more than she does, they whispered in the corners.
No one tends to the garden, no one cleans the palace,
and she no longer changes her dresses, her slips.
Theseus returns, Hippolitus bows his head,
a swallow lies dead on the stones.


II.

In rainy France, Phaedra is reading a novel.
Make your way back through hexameters, hang yourself
or open your veins, she whispers to someone inside her.
She looks beyond the ring of light. In the gray shadows:
her own face, thinner, back from the dead.


III.

Old, stained brown, but no, not mad,
she talks to herself, and walks, slightly hunched,
through vast stores of samples, tubes, and testers,
lipstick dreams she places in her cart,
she mixes powders, dips her face in clay.
But her profile still looks chiseled, her name
is burned into her shoulder, bruises mark her breasts,
and on the cool stones before the subway entrance
rests her pallet, her romantic trash, her bed,
her weaving unraveled, her centuries-old thread
of a story.

July 2007



Ismene, sister of mine

I came from the North by train,
the city familiar as the back of my hand,
everyone in the family dead. We’d waited
in vain for so many resurrections
we lost faith in returns from the underworld.

I emerged from the subway to a bright street,
trees gleamed in early green,
and hyacinths hidden all winter
peeked shyly from the ground,
purple, pink, and wet.
Our house existed, tall as a ship.
Bells were ringing, people hurried,
and on your kitchen table lay
round, smooth, lilac
eggs. Children were saying: Easter.

Where did I come from, return from, where am I from?
Back from a trip again, in a coat again, you
in a colored dress, in the kitchen as always
say to me: The Savior is risen.
You’re right again, little Ismene,
You believed in mundanities and miracles,
in the glint of dishes and the smell of starch,
while I believed in train stations and the rush of airports
when I renounced you, my own.

What am I seeking, centuries later, here
in your house? The thread from the spool, pull it,
help me, because that thread is the seam of your dress.

Nieborów, Holy Week 2007




Goats

Caught in the dark shade of olive trees,
they stand packed into a herd: gaunt, dense, still,
and above them the fruit is sticky-green,
and above the fruit are oily clouds.
We, too, wait for evening in the shadow of the mountain,
when the heat will lift, cicadas’ shrieks will lull,
and clouds will roll into the valley. The acacia is fragrant
and blooms as if death did not exist, and we,
increasingly restless and increasingly mortal, watch
as the sea grows mossy and woolen,
as blue powder settles on the mountain,
and the poppy seeds of evening are braided sweetly into strudel.
The moon soaks its silver bathrobe in the salty sea,
and waves scatter feathers, torn apart at the seams.

That’s when the goats leave. And they enter our sleep.
And they graze and they chew our hay-like dreams.

Crete, July 2006



They’ll bury us, bury, scatter to dust

But today or tomorrow or in ten years
they’ll bury her and nothing will be left of her,
nor of that saucy one in the red skirt. (…)
And above all, not only they, but I, too,
will be buried and nothing will be left.

—Leo Tolstoy, Anna Karenina


They’ll bury us, bury, scatter to dust,
and you, little girl with the blue jump rope,
and the boy who likes to look at the portrait
of another boy in the vast gallery
when the September sun softens and dissolves
contours and stains, defining shadows.
What do we want, what do we all want
when we laugh, when we harmonize in high whispers
and low voices, slightly hoarse
as if to mute the joy just in case,
and we mete out the days but the nights,
embraced or alone, drive our tears in salty squadrons,
a soaked cavalcade of horses.
Children yell immortally like animals,
shredding divine throats, those silken larynxes,
to be, in just a moment, certain of one thing:
they will also bury their children’s children.
And fragile is our faith or there is no faith,
and weak is our love, no, there is no love,
there is fear and peril in the silence of miraculous noon,
like then, when sheltered in the Altamira grottos
they stubbornly painted stony recesses
with red bison that looked blue in the light,
fleeing through steppes and fatally wounded,
because they felt already that they’ll bury them too,
their bones and skin, and just to bring along
a small, clay bowl
or the head of a woman carved from stone
and a bear figurine, a bone statuette,
birds with round holes to wear round the neck,
to hang on a string for the complacent dead,
because they are not lonely
with a bird on the neck, with a bear figurine.
And only here can we bring our peril
and only here can we hide our love
and shelter fragile faith within objects and colors,
in Liguria and Toirano where there are footprints
and symbols drawn with warm fingers,
and scratches from fragile, broken nails
trying to etch the outline of a bear.
Only there, where there are graves and burial mounds
and menhir lanes and mundane stones
and blocks of ochre good for dyeing
bodies or walls in abysmal, colossal caverns,
only there where a person is alone with his fear
where a captive of his own terror leaves marks in the clay,
so we continue to dot sheets of paper
to fill the void with paintings or poems.
Only there does a person encounter his god.

August 2007




This was in Odessa

Dogs lay on sidewalks
escaping the heat. The wind blew sand
in our eyes. Pupils burned. Garbage whirled.
Fruit piled up on street corners,
melon juice staining our skin
and clothes. White starched skirts
were ready for the wash again by nightfall.
Wind blew in from the steppes.
Cats sought out basements or gaps in the gates,
and a saxophonist played a single song.
Someone had crocodiles, lizards, snakes for sale:
czetyrie hrywny—four crowns—
he yelled from the crowd.
The tired city, steeped in dust,
had abandoned all its reason.
It smelled of dirt and rancid oil.
The sidewalk melted in the heat.
And our fingers met
though I hadn’t spoken in weeks.
Night ground itself into dawn,
the day sprinkled us with pepper, burning
our eyes, and existence wrestled
with nonexistence for a moment until the day
proved victorious and the hills bloomed.
The levers of earth’s axis creaked,
the morning put out the blaze for a moment,
and an unknown ebb within us
moved pearls and jellyfish into the depths,
into the sea.

Odessa, August 2002





Autumn

A rusty rose bush, the frosted scent
of pale pink petals, the first notes of fall.
In the old woodshed a bicycle, wet coats in the hall
and dogs like in paintings of Old Masters. Apples
on the casement windows, rats settling in basements,
leaves reddening in vineyards left neglected.
Everything is frozen, dead, and disinclined
to transform flowers into fruit, to ripen in time
to preserve the world’s order. Chaos spreads
through scarlet leaves, through tangled roots
of maple trees and oleanders, frozen boxwoods
and the wilted leaves of dry, brown carpets.
Diana rushes to the hunt, a deer runs into the line
of fire, panting and afraid, and we too move out
for hunting. It is autumn, the grape-gathering time.
We remove our clothes, disguises, smiles,
and staring straight before us, pared of skin,
unabashed by utter bareness and inherent sins,
we hunt for kisses eating thick, red clay
in order to make it by winter
when we will be like moles, blind, mute,
autumn’s barbarians dipped into the earth.

Nieborów, November 2007





The Tower of Babel

I can be empty like a beehive and full like a beehive.
Golden bees dance inside my stomach
drunk on nectar and sun
when all of my-not-my daughters
come out to meet me.
At 4:20 in the morning they emerge from the trains
with wet hair and an unfulfilled glint
in their emerald, black, and blue eyes.
My daughters dream of immortal fame,
and everything still is possible.
No one can deprive them of illusions
when they run like this, Giantesses with evil hearts,
Didos, Valkyries, Sakuntalas.

It’s possible to be a bad woman and a good person, isn’t it?
perversely said the youngest one
while we tried on more coats
and she chose attentively and with reflection:
long, black, with a hood, resembling a habit,
and a green one, with lining in a military fashion,
and a blue one as well, silk.
In each of these she was a different woman.
Her reflected silhouette multiplied
in time to the dancing, rotating mirrors.
She gleamed and armed herself as if for war, for great silence, for a ball.
And though she will lose her ring many more times when she swims,
some fisherman will always find it
in the dark and wet stomach of a freshly caught fish.
It is she who will swaddle a son, and the king will regain his memory,
though now she thinks she will bear only brave daughters.

Because my daughters want to have daughters:
Didos, Valkyries, Sakuntalas.
They want to bear children, write books, own a house
by the sea, heal, cure, save.
They want to make sense if only of a bowl of rice
and to watch waves crash against the shore,
wash grains of sand down to the bone, to the core
of existence till only amber beads remain
or pearls that shine victorious on their young necks.
Because they came from the sea, the depths, the deep, the warmth and the dark.
Their true life is eternity:
this moment when they thread the silver needle,
say goodbye for good, bake gingerbread, kiss,
paint eggs a lovely shade of scarlet,
buy dresses, stockings, and books.

Go out on the balcony, said the middle one
when the rain fell in the fresh, soft garden.
The storm was breaking the pink chestnuts’ branches,
and the thunder reached far into the earth.
Behind us, in the library, a concert.
But she no longer heard the flutes, horns, strings.
She saw armed girls riding through the garden
on horseback or in chariots drawn by wolves
trampling deep blue pansies rimmed in gold.
But the garden was still beautiful, full of fallen heroes
escorted directly to Valhalla.
I watched the middle one steer a boat through the bloody downpour.
It’s possible to be a bad woman and a good mother, isn’t it?
she asked perversely, laying a hand on her warm stomach.

On a day like this I am full like a beehive and the men who are always there
are not near me now. They’ve gone away to war
or they’re celebrating their return from a victorious voyage.
They dance around the fire they kindled
from dry wood and crystallized coal.
They dance with medallions on their hearts
where they keep pictures of women.
They love these Didos, Valkyries, Sakuntalas
just as they love the men:
heroes returning home.
My daughters-not-daughters know all this,
but they must depart for a moment.
They want to go through the forest alone,
to move the fire, the secret, the word.

It’s possible to be a bad woman and a good ruler, isn’t it?
perversely asked the oldest one
when I took her to the station.
She had a backpack and a bicycle: an old bike from Amsterdam
on which she intended to traverse the world.
She was a nomad, a traveler, a gypsy
unable, anywhere, to set down roots.
But I knew that it was she, the oldest,
who would deceive, slice the hide of a sacrificial animal,
found a capital, rule a city
and never let herself be banished.

On a day when I am empty like a beehive, my great-grandmother is afraid.
She is dying in a hospital in Milanówek and forgets her mother tongue.
Or the opposite: she remembers the language of sweet meadows,
dark woods and secret deities.
The language of birds and wild animals,
the roaring Žeimena warm from the sweltering heat,
and dry, chattering boughs
thrown into the fire on winter evenings.
When my father sprints up the stairs, the nurses whisper:
she speaks in some strange language impossible to understand.
But she is three days away from death
and utters careful, weighty words now only in Lithuanian.
Perhaps she is praying, or perhaps she is remembering.
In any case she is preparing to cross.
My grandmother understands her and my mother understands her too.
But in me there are no words I could use to reassure her.
I know just one, taken from childhood: apelsina.
A round, orange citrus, succulent and fragrant.
But that is not enough and my great-grandmother is leaving me without a goodbye.
The beehive is empty. The bond is severed.

But when my three daughters come to me
I believe that none of us will ever speak again
in some strange language impossible to understand.
I believe we will fathom the secret of the Tower of Babel, we will learn the languages.
I speak to them through the memory of my grandmother and great-grandmother: apelsina.
And I take out the fruit: a round, orange citrus.
Not an apple, not a rib, not a tree, only that strange childhood word.
Apelsina round and life-giving as the sun.

Vilnius – Warsaw, 2007











WILLIAM MATTHEWS [16.821]

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WILLIAM MATTHEWS

Poeta y ensayista.
Fecha de nacimiento: 11 de noviembre de 1942, Cincinnati, Ohio, Estados Unidos
Fecha de la muerte: 12 de noviembre de 1997, Nueva York, Estados Unidos

Nacido y criado en Cincinnati, Ohio, Matthews asistió al Berkshire School y más tarde obtuvo un título de licenciatura de la Universidad de Yale, así como una maestría de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Además de servir como escritor en residencia en el Boston Emerson College, Matthews ocupó diversos cargos académicos en instituciones como la Universidad de Cornell, la Universidad de Washington en Seattle, la Universidad de Colorado en Boulder y la Universidad de Iowa. Se desempeñó como presidente en escritura de programas asociados y de la Sociedad de Poesía de América. En el momento de su muerte era profesor de Inglés y director del programa de escritura creativa en el City College de Nueva York. Una serie de lectura ha sido nombrado por él en el City College de Nueva York. Sus hijos son Sebastián Matthews y Bill Matthews.

Bibliografía 

The Parataxic Mode: Concerning Defoe's Use of Irony in Moll Flanders (1966, MA Thesis, UNC)
Broken Syllables (pamphlet, 1969)
Ruining the New Road (1970)
The Cloud (1971)
Matthews' Compleat Palmistry (1971)
Sleek for the Long Flight: New Poems (1972)
Sticks and Stones (1975)
Rising and Falling (1979)
Flood (1982)
Good (1983)
A Happy Childhood (1984)
Foreseeable Futures (1987)
Sleek For the Long Flight (1988)
Blues if You Want (1989)
Curiosities (Poets on Poetry) (essays, 1989)
Selected Poems and Translations, 1969-1991 (1992)
The Mortal City: 100 Epigrams of Martial (translator/editor, 1995)
Time & Money: New Poems (1996)
After All: Last Poems (1998)
The Poetry Blues: Essays and Interviews (ed. Stanley Plumley)
The Satires of Horace (editor/translator, 2002)
Sebastian Matthews, Stanley Plumly, eds. (2004). Search Party: Collected Poems of William Matthews. Houghton Mifflin Harcourt. ISBN 978-0-618-35007-0.




Traducciones Javier Acosta


(de «Poemas de una línea»)



Sueño

Frontera sin país.





Vida espiritual

Para estar caliente, construye un iglú.





Amanecer

Insomnio, viejo árbol, ¿cuándo me dejarás caer?





Eyaculación precoz

Lo siento, este poema ha terminado.




The Bear at the Dump

 Amidst the too much that we buy and throw
away and the far too much we wrap it in,
the bear found a few items of special
interest--a honeydew rind, a used tampon,
the bone from a leg of lamb. He’d rock back
lightly onto his rear paws and slash
open a plastic bag, and then his nose--
jammed almost with a surfeit of rank
and likely information, for he would pause--
and then his whole dowsing snout would
insinuate itself a little way
inside. By now he’d have hunched his weight 
forward slightly, and then he’d snatch it back,
trailed by some tidbit in his teeth. He’d look
around. What a good boy am he.
The guardian of the dump was used
to this and not amused. “He’ll drag that shit
every which damn way," he grumbled
who’d dozed and scraped a pit to keep that shit
where the town paid to contain it.
The others of us looked and looked. “City
folks like you don’t get to see this often,"
one year-round resident accused me.
Some winter I’ll bring him down to learn
to love a rat working a length of subway
track. “Nope," I replied. Just then the bear
decamped for the woods with a marl of grease
and slather in his mouth and on his snout,
picking up speed, not cute (nor had he been
cute before, slavering with greed, his weight
all sunk to his seated rump and his nose stuck
up to sift the rich and fetid air, shaped
like a huge, furry pear), but richly
fed on the slow-simmering dump, and gone
into the bug-thick woods and anecdote.





Schoolboys with Dog, Winter

It’s dark when they scuff off to school.
It’s good to trample the thin panes of casual
ice along the track where twice a week

a freight that used to stop here lugs grain
and radiator hoses past us to a larger town.
It’s good to cloud the paling mirror

of the dawn sky with your mouthwashed breath,
and to trash and stamp against the way
you’ve been overdressed and pudged

into your down jacket like a pastel
sausage, and to be cruel to the cringing
dog and then to thump it and hug it and croon

to it nicknames. At last the pale sun rolls
over the horizon. And look!
The frosted windows of the schoolhouse gleam.

from Foreseeable Futures, 1987




Onions

How easily happiness begins by   
dicing onions. A lump of sweet butter   
slithers and swirls across the floor   
of the sauté pan, especially if its   
errant path crosses a tiny slick
of olive oil. Then a tumble of onions.

This could mean soup or risotto   
or chutney (from the Sanskrit
chatni, to lick). Slowly the onions   
go limp and then nacreous
and then what cookbooks call clear,   
though if they were eyes you could see

clearly the cataracts in them.
It’s true it can make you weep
to peel them, to unfurl and to tease   
from the taut ball first the brittle,   
caramel-coloured and decrepit
papery outside layer, the least

recent the reticent onion
wrapped around its growing body,   
for there’s nothing to an onion
but skin, and it’s true you can go on   
weeping as you go on in, through   
the moist middle skins, the sweetest

and thickest, and you can go on   
in to the core, to the bud-like,   
acrid, fibrous skins densely   
clustered there, stalky and in-
complete, and these are the most   
pungent, like the nuggets of nightmare

and rage and murmury animal   
comfort that infant humans secrete.   
This is the best domestic perfume.   
You sit down to eat with a rumour
of onions still on your twice-washed   
hands and lift to your mouth a hint

of a story about loam and usual   
endurance. It’s there when you clean up   
and rinse the wine glasses and make   
a joke, and you leave the minutest   
whiff of it on the light switch,
later, when you climb the stairs.










HERMANN JANDL [16.822] Poeta de Austria

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Hermann Jandl 


Nació el 1 de marzo de 1932 en Viena. Escritor y poeta austríaco que también ha escrito piezas radiofónicas. Hermano menor del también poeta, Ernst Jandl.

Hijo de un empleado de banco y de una maestra, y hermano menor del poeta, escritor y traductor Ernst Jandl. Después de la crisis económica mundial tuvo que luchar con problemas financieros.

OBRA:

-Theaterstück Geständnisse (1969) 
-Leute, Leute (Gedichte, 1970)
-Vom frommen Ende (Prosa, 1971)
-Duda ( Anthologie , 1977) 
-Das Leben ist eines der schwersten (1979)
-Erzählung Storno (1983)
-Kernwissen (Lyrik, 1985)
-Die Übersiedlung (1985)
-Erzählung Licht (1987)
-Gedichtband Schöne Welt (1993)
-Erzählungen Der Denker (1994) 
-Die Tür ist offen (1997)
-Goldgräber (Lyrik, 1997)
-Durst (Erzählung, 2001) 
-Gedichte (2002)
-Schattenspiel (2006) 




Lo importante

no es importante
si te mueres por la noche
o por la mañana
lo único importante
es que a continuación
realmente
estés muerto

Traductor César Abraham Navarrete




Das Wichtige

es ist nicht wichtig
ob du am abend stirbst
oder am morgen
wichtig ist nur daß du
dann auch wirklich
tot bist




schau daß du weiterkommst

schau daß du weiterkommst
hat der vater oft gesagt
schau daß du weiterkommst

wahrscheinlich hat er mir
damit sagen wollen
schau daß du weiterkommst





duda

duda steh auf
nimm dein bett und
geh nach hause

duda steht auf
hat kein bett und
kein zuhause



die reise

ich gehe auf die reise
und setze mich ganz leise
zwischen die schienen

neben mir putzen zwei bienen
ihren rüssel
der zug kommt von brüssel




eigenes land

ich habe ein
vaterland

ich habe ein
mutterland

ich habe zwei
großvaterländer

ich habe zwei
großmutterländer

ich habe vier
urgroßvaterländer

ich habe vier
urgroßmutterländer

eigenes land habe ich
keins




gemeinschaft

ich bin ein mensch
wie ihr
zusammen gehen wir
in die milliarden

seien wir freunde
besucht mich
aber bitte nicht
alle auf einmal





MARÍA TERESA ESPASA [16.823]

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MARÍA TERESA ESPASA MOLTÓ 

Teresa Espasa nació en Denia y a los once años se trasladó a Valencia, ciudad en la que reside desde entonces. Es licenciada en Filosofía por la Universitat de Valencia y licenciada en Teología por la Facultad San Vicente Ferrer de Valencia. Orientada profesionalmente a la docencia, ha sido profesora del Instituto de Bachillerato "Serra Perenxisa", de la localidad valenciana de Torrent.

En 1986 promueve la creación de la tertulia literaria "La Buhardilla" en las ondas de la Cadena Cope, que tras seis años en antena ha seguido su actividad en diferentes escenarios en vivo y en directo. La autora también es la creadora de la revista literaria Corondel, publicada desde 1995 con un ritmo irregular, así como de la colección Los Pliegos de Ítaca.

Las composiciones de Teresa Espasa giran fundamentalmente sobre el silencio, el amor íntimo, los instantes y el irrefrenable flujo del tiempo.

Obra publicada

A través del silencio (Adelapos, 1978)
Ensueño poético a cuatro voces (I.B. El Clot, Valencia, 1988)
Desierto articulado (La Buhardilla, 1992)
El bazar de los insomnios (Germania, 1994)
El gesto habitual de la torpeza (Canente Libros, 1997)
De la ilusión del amor a la pérdida del tiempo (Páginacero, 1998)
El tiempo se acaba (Páginacero, 1998), escrito en colaboración con Elena Torres.
El ocio de la gaviota (Páginacero, 1999)
Cuando puedas llama (Premio Vila de Mislata, 1999)
Aquellos días perdidos (Páginacero, 2002)
En el nombre de cada día (Aristas de Cobre, 2005)
Poemas de Nueva York (Corondel, 2005)
Diario de sombras (Brosquil, 2006)
Poemas dispersos (Páginacero, 2009)
Tiempo para el recuerdo (Biblioteca Valenciana, Generalitat Valenciana, 2011)
El congreso (Andrómina, 2012)
Tanto y tanto silencio. Antología poética (Ediciones Vitrubio, 2014)
Ha participado en el volumen colectivo de ensayo El hombre en los albores del siglo XXI (Valencia, 1990)

Inclusión en antologías

Las flores idílicas (Málaga, 1998)
Partida de Damas (Museo de Bellas Artes, Valencia, 1999)
Antología Grupo Poético Corondel (Corona del Sur, Málaga, 2000)
Las flores del yodo (Generalidad Valenciana, 2001)
El rapto de Europa (Fundación Max Aub, 2004)
Caminos de la palabra. De Max Aub al Quijote (Fundación Max Aub, 2005)
Final de entrega (Córdoba 2006)
Mapa. 30 Poetas valencianos en la democracia (Carena, 2009)
Celebración de la palabra (Institució Alfons el Magnànim, 2010)
Trato Preferente. Voces esenciales de la poesía actual en español (Sial, 2010)
Latidos contra la violencia de género (Ed. Ateneo Blasco Ibáñez, 2012)
Los que no tienen voz dentro de El limonero de Homero III (Páginacero, 2013)
Poética en Gredos (Alkaid, 2013).

Premios

Premio Vila de Mislata (1999): Cuando puedas llama
XI Premio de Poesía Leonor de Córdoba (2012): El congreso
Premio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE) a la trayectoria poética (2015)




Avanzar despacio

Avanzar despacio,
presentir el misterio de una ciudad
que aparece,
si la miro.

Remontar sus calles, sus farolas,
romper el horizonte y la mirada
esperando que no existas.

Descubrir como el viento
inunda la fachada quieta
 y lúgubre
con su afán acostumbrado.

Es una tímida sonrisa
que se aleja vencida ante el deseo.

Es una hora que también estalla
con el fervor de siempre
porque ha llegado la noche
y el día se ha perdido.

Sin embargo, llegaré al umbral
de la conciencia
o de un café,
intuyendo el sabor
de aquel peldaño último
que te conduce a la derrota
o a la sala de un teatro.

(De Desierto articulado) 





Mirar aquel retrato

Mirar aquel retrato
donde solo tus ojos aparecen 
es volver al escenario,
recorrer lentamente tu figura, 
cerrar los ojos y pensar
en las cosas inútiles
que el tiempo amontona.

Porque las cosas ocurren así,
amontonándose
igual que la espuma
en un lecho de algas.
Pues bien,
hoy no hablaré de sentimientos
ni siquiera de la lluvia inesperada
que me invade.

Sólo hablaré del absurdo
que arrastra las cenizas de febrero.

(De El bazar de los insomnios) 





Pequeña estación

Un frente de lluvias
invade el andén
alterando los ritmos
de la pequeña estación.

Conteniendo la impaciencia
busco atenta tu rostro entre la gente.
Me refugio después en un rincón
de la sala de espera
y la mirada espera al abrigo de
 las miradas.

Lentamente abro mi cuaderno
y escribo, 
escribo antes de que el tiempo borre
de la mente
todo cuanto he visto.
               
De El gesto habitual de la torpeza) 






Primera llamada

Te llamo para decirte lo que ya sabes.

Llueve y hace horas que te espero
en la puerta del francés.

Con la lluvia en los zapatos
y tu beso en la memoria, sigo aquí,
como nube que en la noche se instala,
sin atreverme a cambiar el lugar de la cita.

La duda de un engaño 
y sombras apresuradas
cruzan ante mí. 

(No sé que pensar…)

(De Cuando puedas llama) 





Siempre alerta

No existe teoría más exacta
que la del amor y el olvido.


Siempre alerta,
como araña que teje 
su trampa con desvelo,
sabiendo que el amor es la huella
de un instante fugitivo,
elegí convertirme 
en simuladora
hierática
y sagaz.

Al principio la pasión lo era todo,
un ligero roce desataba
la furia del deseo:

tu aliento en la nuca,
el resplandor de la noche,
el sabor de la menta 
en el café...

Ni siquiera podrías sospechar
a cuantos sujetos conocí.
Hombres de oficios y talantes 
diferentes
que en mis manos sólo fueron
objetos de algodón.

Tiempo después
vinieron los inviernos,
llegaron las tormentas.
Alguien dijo: 

“Toda seducción perjudica
a una mujer
por ser mujer”.

Queriendo superar algunas pérdidas
y acabar con el agravio, 
decidí volver a la conquista y buscar
un cuerpo nuevo
entre la gente.

Preparé con esmero el engaño
(un rubor, una mirada, un sobresalto).

Inocencia fingida y temeraria
persiguiendo la huella
de otra imagen abstracta.


(De Diario de sombras) 




CLUB DE JAZZ

Si cierro los ojos,
nada existe,
sólo sombras movedizas
que se filtran a través de la arboleda,
igual que las palabras
que ahora brotan de esos labios.

No he podido olvidar
las noches de insomnio,
cuando creyéndome feliz,
abría tus labios
para buscarte en cada verso,
aquellos que nunca
fueron míos y hoy reclamo.

A veces me dejaba atrapar
por el ritmo del poema,
luego, desnuda como una sombra,
me perdía entre la música
que escapa por la noche
                 del club de jazz.

El congreso (Andrómina, 2012)





El último libro de María Teresa Espasa se titula TANTO Y TANTO SILENCIO y es una antología poética de toda su obra que engloba muchos años de dedicación a la poesía con una actividad frenética propio de una persona enamorada de la amistad y el afecto humano con un desprendimiento ejemplar y admirable en ayuda de las personas que sienten o han sentido la inquietud poética. Para ello nunca le han dolido prendas como solemos decir. Alguna vez se le reconocerá públicamente su gran labor por el enaltecimiento de la  poesía en general y por el descubrimiento y difusión de los poetas valencianos. Nosotros apuntamos desde esta humilde página esta idea para que, al menos, quede en la memoria de los afectados que todavía no lo hayan reconocido.

Volviendo al libro, Ricardo Bellveser lo prologa resaltando estos tres “asuntos” principales en los que se puede encuadrar la poesía de María Teresa: el amor  entendido como “una proyección afectiva calculada y como una vinculación erótica desmedida”; “la constatación del paso del tiempo como una fatalidad irremediable”, y “la sublimación de los instantes desde el entendimiento … proustiano” en el sentido de “la intensidad de ciertos momentos y muy especialmente su recuerdo”. Ricardo destaca algunos versos que nosotros transcribimos aquí:


Los días son como cenizas
que nos visitan a menudo.
Este morir tenso, indefinido.
Este intento casi nulo de inventar
lo que no existe.






No puedo dejar de pensar
que las palabras y el destino se pierden
a menudo entre restos de cristal,
 mientras alguien, aún sin nombre
nos lleva de la mano.
Y como en un milagro,
sentimos en el rostro el aliento
del último minuto.






y si aún queda tiempo,
numeraré todas las huellas que uno en uno
vais dejando en la piel del poema.
¿Después…?
después ya habrá tiempo para el cansancio. 

http://vicentebarbera.blogspot.com.es/













J. RICART [16.824]

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J. Ricart

J. Ricart es el nombre literario de José Ricart Mir (Valencia, 1973), poeta y crítico literario español.

Nació en Valencia y se licenció en Filología Hispánica. Fue director de la revista literaria Ídem. Su poesía se caracteriza por su poderoso homoerotismo. También practica la poesía visual. Su obra se ha expuesto en numerosas muestras tanto individuales como colectivas. Es un destacado representante de la literatura gay española. Entre sus premios, destacan el Premio Internacional Miguel de Cervantes de Armilla (1999) por el poemario Espejos y mentiras, el Premio Ciutat de Benicarló 2003 por el poemario Desde la Jarquía y III certamen de poesía Ibn Hazm de la Universidad de Huelva por su libro de poemas Las cenizas del viaje (2011)

Publicaciones

Poesía

Haikus (1996)
Espejos y mentiras (1999)
El mar de Homero (2000)
Samarkanda: diván del Tasbih (2004)
Desde la Jarquía (2004)
Riad secreto (2008)
Las cenizas del viaje (2011)

Editor

J. Ricart fue el responsable de:

20 años de poesía en la Universidad
44 microcuentos
La mirada llegida: antología de poesía visual valenciana. Universitat de València, 2002.
Antología poética de Miguel Hernández. Cátedra, 2012
La generación del 27. Cátedra, 2014



EL VINO DE ZEUXIS

Los surcos rectilíneos se labraron
con la paciencia de los bueyes.
La cepa ascendió trémula
buscando el dorado halago.
En la canícula sus pámpanos
fueron para el cuerpo breve refugio,
y durante los azotes del cierzo
su raíz se aferró a la vida.
Sílaba a sílaba sus granos fueron
seleccionados por manos expertas.
Su exquisito caldo fue reposando
en secretas tinajas sin memoria
hasta conjugar cuerpo y alma.

Por eso, querido lector
paladéame despacio.
Mi sangre aleja la melancolía
y promete un mundo perfecto.
Regodéate en mi lujo,
apenas hoy al alcance
de unos pocos privilegiados.
Pero recuerda mis humildes orígenes
fruto del sacrificio y del trabajo.

                                     del libro Las cenizas del viaje




DUELE

   duele tu desnudo así derramado
en el suelo como serrín del tiempo
(largheto) pausa de sangre derramada
tu hombro en tostada sombra castigado
más allá un libro inútilmente abierto
el tacto (pianisimo) prolongado
cómplice de la pereza tu espalda
así inclinada hacia un sur imposible
la tarde en una fiebre de azafranes
(molto lento) nos vuelve incombustibles
octubre sin saberlo en la ventana
voces naranjas (adagio finale)

                                       del libro El mar de Homero



HAIKUS


Ando descalzo
pisando una mañana
furiosa de árboles.

*

Sombra de parra
perros que comen moscas
de aburrimiento.

*

Sol de domingo
niños con globos rojos.
Sigo durmiendo.

*

En la garita
el soldado bosteza
y yo suspiro.


*

Tarde de octubre,
la playa recordada c
como un castigo.

*

Tu sombra junto
a una cesta de fruta.
bodegón casi.

*

Noche de insomnio,
me apetece un cigarro.
Pienso en tu boca.

*

Balcón abierto,
mosquitos sosegados.
olor a albahaca.

*

Vuelves a hacer
la maleta, esta vez
con menos sueños.


*

La lengua sucia,
barba de varios días.
Autorretrato.



ESPEJOS Y MENTIRAS

arar el sueño roto de la vida
y aunque no pudo ser no maldecir
( F. Brines)

La hoguera muerde la madera lenta
y el humo se agusana entre tus manos.
De encontrar ceniza, esta sangre a trozos,
este espacio imposible de poema.

Lees los días en viejos atriles
y los vistes con olores lejanos.
Tus ojos se rayan de tanta lluvia
lees para saber que no estás solo.

No siempre has vivido, también has muerto,
tus zapatos de cristal te delatan,
mas el labio que te supo, ahora
calla hipócritamente oscuro te niega.

El espejo esculpió tantas mentiras
que hoy sólo quedan perfumes perversos:
un olor a la altura de la boca
un olor a habitaciones cerradas.

                                     del libro Espejos y mentiras



PASEO NOCTURNO

Borra las letras después respíralas
al amanecer cuando la luz te borre
(Lezama Lima)

Tres campanadas, luego un silencio
por calles abiertas a la locura.
Un frío azul nos afeitó la cara
con el hueso del hambre entre los dientes.

Nos abrigamos en la sombra: un beso,
algún faro debió de sorprendernos.
Miras y devuelves el desafío
de la provocación haces un arte.

Una de estas lo pagarás muy caro.
Y sino ¿cuándo? De día imposible
la noche, estas migajas que nos dieron
luz aquí, sombra allá en común abrazo.

la luna nos seguía allá donde íbamos
con lupa. Tranquilo, no te escondas.
Dame esta mano despojada de hojas,
mañana así te inventaré de nuevo.

                                del libro Espejos y mentiras



23 DE SEPTIEMBRE

La vita és ricordarsi di un risveglio
(Sandro Penna)

Las nubes se quitaron el uniforme
de lluvia; el cielo se rayó de sueños.
Un domingo a finales de septiembre
al fondo, el castillo del Papa Luna.

hicimos el amor con las ventanas
abiertas, allí mismo por los suelos.
necesitabas un poema rápido
y el deseo nos unió como alas rotas.

Te apreté contra mi sed y tu boca
en ese mismo instante se mojó de cielo.
Tus besos fueron de pétalos y agujas.
un niño sangraba de fiebre fría.

Sumaste mis abrazos a los tuyos,
te abriste como una espiga de trigo.
Su piel estaba en fina miel llorada.
aquel fue mi regalo de cumpleaños.

                         del libro Espejos y mentiras




CARRETERA DE ASSILAH

La brisa del atlántico
se cuela por la ventanilla.
A ambos lados del asfalto
docenas amarillas
de puestos de melones.
y niños vendiendo falsos fósiles.

En la radio una voz rasgada
repite una y mil veces habibi
Te espío por el retrovisor,
como si fuera Orfeo. Me sonríes.

En primer plano siempre
la comisura de tus labios
Mientras te miro, embobado,
traduces a trompicones las vistas
desgastadas de la carretera:

Señalas con el dedo ma /bácara
y más allá cántara y wad.
Intento un poco torpe repetirlos
Memorizo la posición
de tu boca predispuesta al beso.
Me encanta cómo pronuncias
esta lengua que habla de amor,
y al mismo tiempo de sueños rotos. 




ATELIER DE ARTISTA

Un rayo en el cristal de la ventana,
un reguero de ropa por el suelo
(zapatos, pantalones, calzoncillos)
Un colchón de espuma tirado en tierra
(con cuatro esquinas y una sola patria)
Sobre él dos náufragos entrelazados,
(nótese el parecido con Gericault)
negándose a abandonar tan pronto
esta cómoda balsa de la noche.




CO(G)ITO ERGO SUM

   Pienso en todos esos pelos y rizos
que después se me quedan en la boca,
en la canallería de tus dientes
que me marcan de amor como a un esclavo.
Pienso en ti por si acaso funcionase
la telepatía y suena el teléfono
aunque estés a kilómetros de lejos.
Pienso una a una las letras de tu nombre
lentamente hasta completarlo todo.
Cuello. Abrazo. Rizo. Labios. Ojos. Sexo.
Vuelvo a pensar en ti cuando explico
a mis alumnos lo del carpe diem
"yententoquederosayazucena"
Pienso en ti, mientras miro entimismado
por la ventanilla pasar la gente.
Pienso en ti cada noche al enfrentarme
con la soledad hueca de mi cuerpo.
Pienso en ti, estoy pensando en ti ahora
para sacar el poema adelante
Pienso en ti, aunque quizá no te lo creas.
Pienso en ti, delinco otra vez de nuevo.





PIRATAS TURCOS

Me atrapó con el garfio del deseo.
Robusto y fuerte como un gladiador,
un perfil de camafeo romano
y un abdomen con abscisas perfectas.
Conocí en el muelle
a uno de esos piratas turcos,
rudos y bellos,
que desde siglos
vienen asaltando las costas.

Desoí a los oráculos
que advierten de la piel peligrosa
de los marineros;
y me ha robado la cartera.
(La vida es siempre una apuesta)

Muere la tarde
y con ella Bizancio,
pero la noche
no manchará nuestros sueños.

(Del libro “Desde la Jarquía”
Ed. Brosquil, Valencia 2004)



SIESTA

Tumbado sobre la arena
cierro los ojos y miro hacia adentro.
La brisa trae perfumes de sal y resina.
Declina la respiración
como una hoguera que se extingue.
Sin embargo, los poros encendidos
se abren como madréporas.
A través de ellos
una gota de sudor fugitiva
escribe el estribillo del verano.

Imagino el mar como
una lejanía azul desmedida.
Cuento sus olas como si fueran sílabas;
despilfarro así el tiempo
Este rumor amortiguado
acuna el pensamiento.

Dejo de ser:
simplemente habito en este plácido silencio
sin preguntas ni sueños.
Vacío, igual que una caracola
aspiro a llenarme de calma.
Cansado de buscar
he aprendido al fin a encontrarme.

(Del libro “Diario de Agadir” inédito)



ESBOZO

Intento atrapar el gesto entre rápidas caricias y empalagosos besos. La minucia y el detalle los reservo para la fotografía. Recorro tu perímetro: Tu piel es morena y fragante como la flor de Ketama. Después de robar la miel de tus labios, resbalo por tu cuello hasta llegar a la explanada de tu pecho. Mi lengua allí descubre dos botones encarnados, y más abajo un amonites secreto. Prosigo mi trayecto y desciendo hasta el borde peligroso de tu bóxer ajustado. Rendido por el cansancio, me hundo buscando el meridiano de la entrepierna, algunos rastros de ámbar desperdigados, o el rocío furtivo de la mañana. Tumbados sobre la cama, Rachid parece feliz escuchando una canción de moda en un walkman. Yo también soy feliz simplemente en su regazo, como si por una sola vez se hubieran sincronizado allá arriba las esferas.

(Del libro “Diario de Agadir” inédito)



Poesía Visual 



YO NO TENGO PLUMA




ALTA BISUTERIA





MICROLITERATURA




HOMENAJE A ALTOLAGUIRRE



OBSESIÓN





ANGELORUM













ISIDRO FERRER [16.825]

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Isidro Ferrer

Isidro Ferrer (Madrid, 1963) es un ilustrador y diseñador gráfico formado en arte dramático. Fue actor teatral antes de orientar su trayectoria profesional a la creación gráfica y es en esta actividad en la que, desde finales de los 80, ha destacado especialmente en el panorama nacional e internacional, llegando a cosechar un Premio Nacional de Diseño en el 2002 y un Premio Nacional de Ilustración en 2006. Entre su lista de clientes figuran Canal +, El País, Santillana y el Centro Dramático Nacional, para el que ha trabajado en la realización de los carteles de las temporadas 2006,07,08 y 09 y que han sido expuestos en diversos países.

Graduado en Arte Dramático y Escenografía, actuó para diversas compañías teatrales en los años 80. A raíz de un accidente con una larga rehabilitación, se alejó de los escenarios para descubrir su vocación en la comunicación gráfica. Sus inicios profesionales en este terreno se llevan a cabo ejerciendo de ilustrador en el diario El Heraldo de Aragón durante 1988. Poco después, en 1989 complementa su formación en Barcelona, en el estudio de Peret, con el que traba una gran amistad y que influirá definitivamente en su estilo, así como sobre ambos será un referente Pla-Narbona. Cabe destacar que este último también formó en su estudio a Peret.

En 1989 crea, junto a otros tres profesionales, el Estudio Camaleón en Zaragoza y comienza a cosechar diversos premios, como el del Ministerio de Cultura al libro mejor editado (en 1993) por El Vuelo de la Razón: Una visión de Goya.

Desde 1996 trabaja en su propio estudio en Huesca y comienza a contar con importantes encargos para grupos editoriales como Santillana o Alfaguara y el diario El País.

Desde el año 2000 es miembro de AGI (Alliance Graphique Internationale) y en ese mismo año su trabajo apareció recogido en la exposición Signos del Siglo. Poco después, en el año 2002, recibire el Premio Nacional de Diseño otorgado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. En esta ocasión, el premio fue entregado por el rey Juan Carlos I e Isidro Ferrer mostró su rechazo a la Guerra de Irak leyendo un poema antibelicista de Gloria Fuertes y fue aplaudido, entre otros, por el propio monarca, según recogió el diario El Mundo. Además, en el 2006 obtuvo el Premio Nacional a las mejores ilustraciones infantiles y juveniles del Ministerio de Educación y Cultura por Una casa para el Abuelo.

Durante su trayectoria como grafista ha seguido muy vinculado al mundo escénico realizando numerosos carteles, un buen número de ellos ha podido verse expuesto en países como El Salvador o Perú en la exposición "No es esto". En ella se incluían los diseños realizados por Isidro Ferrer en colaboración con Nicolás Sánchez y Sean Mackaouki para el Centro Dramático Nacional entre 2006 y 2009.

Además de su destacada trayectoria como diseñador, cartelista e ilustrador, Ferrer ha desarrollado trabajos audiovisuales como el realizado para un anuncio del New Beetle de Volkswagen o diversas cortinillas de continuidad para Canal +, premiadas en el 2000 con el Premio AEPD (Asociación Española de Profesionales del Diseño).

Ocasionalmente imparte talleres de diseño y de ilustración, y su trabajo ha estado expuesto de manera individual en Croacia, Portugal, Francia, Italia, México, Colombia, Chile, en el Centro Cultural de España en Honduras, El Salvador, Perú y Estados Unidos.

Estilo

En sus trabajos las imágenes juegan con distintos sentidos y los objetos cotidianos cobran una relevancia excepcional, convirtiéndose en significantes de contenidos sorprendentes y, a menudo sirven de medio para representarse a sí mismo. Juega a menudo con el surrealismo y con la combinación chocante de motivos para que, fotografiados en conjunto, adquieran una nueva dimensión. Además, las texturas tienen un papel importante en las composiciones de unos materiales que, al pasar por su filtro, se humanizan o "animalizan" convirtiéndose en personajes singulares.

Premios

Premio del Ministerio de Cultura al libro mejor editado (1993)
Premio Nacional a las mejores ilustraciones infantiles y juveniles del Ministerio de Educación y Cultura (2006)
Premio Junceda Iberia de ilustración de la Asociació Profesional d Il·lustradors de Catalunya, APIC (2006)
Premio Daniel Gil de edición (2003)







Isidro Ferrer – Un Poeta Visual, un Diseñador Storyteller

Isidro, a primera vista, parece un hombrecillo cualquiera, un españolito como otro más, pero que detrás de él, hay una historia de lo más variopinta. O por lo menos variopinta desde la perspectiva del diseño. Nació en Madrid en el año 1963, graduado en Arte Dramático y Escénico ( si si.. Arte dramático! : O),  y que durante los años 80 actuó en diversas compañías teatrales, hasta que un accidente le llevo una temporada lejos de los escenarios, y es justo en ese momento, cuando se redescubre como artista gráfico. Tanto que en el año 2002 es Premio Nacional de Diseño y en el 2006 Premio Nacional de Ilustración, vamos casi nada.

Y es que, como nos dijo en la conferencia, ya no sabe lo que es. Algunos dicen que es diseñador, otros ilustrador. Se ha topado con gente que piensa que es escritor, y cuando lo ves hablando, piensas que es actor. Y puede ser que sea justo eso, un actor que va cambiando de papel, que lo interpreta tan bien, que cae en el personaje y realmente se lo cree. Realmente cree que es diseñador, y lo mejor de todo es que lo consigue. Realmente cree que es ilustrador, y lo es. Realmente cree que es escritor, y lo sobrepasa.

Y es que detrás de todo esto hay un punto en común, el hecho de contar cosas, una historia, un cuento, una poesía… en definitiva, en narrar. Y justo en ese punto es donde convergen todas las realidades de Isidro Ferrer. Todas sus obras cuentan algo, transmiten, enseñan o te hacen sentir de una manera o otra.

Pero si solo fuera eso, estaríamos delante de un cuenta cuentos, de un poeta, pero Isidro no acaba aquí. Además parece ser una persona que no está conforme con lo que tiene alrededor, y que tiene en cuenta no solo el mensaje, si no en como se realiza y en como se transmite. Ya sea por su experiencia en el teatro, al hecho de interpretar, le da una importancia crucial a sus obras gráficas, desde la investigación al resultado final, pasando por como realizarlo.

Esto nos da unas obras maravillosas, donde mezcla realidad, fotografía, ilustración y diseño en extraños collages que, dentro de su sencillez, brillan por su historia, no solo narrativa, si no técnica.

Texturas, tramas, madera, hierro,  manchas de color, tipografía, caras… sobretodo caras. En muchas de sus piezas crea rostros a partir de formas, que nos sonríen, nos miran y que parecen que ven más allá de nosotros. Estas caras son como máscaras, máscaras teatrales, que representan un personaje, un personaje con una historia. Máscaras como las que usa él mismo, máscaras para interpretar, para interpretar un papel… y es que todo vuelve a lo mismo, al teatro.

Os dejo con su arte, que me sorprendió de forma muy bruta, ya que dentro de un mundo de diseñadores e ilustradores con ratones y tablets en vez de manos, alguien nos recuerda que el diseño es más que saber usar un ordenador, el diseño es contar, hablar, narrar. El diseño es un cuento, un cuento de esos que te cuentan cuando te vas a dormir.

http://www.ofnblog.com/profesionales/isidro-ferrer-un-poeta-visual-un-disenador-storyteller


















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GARCÍA DE MARINA [16.826]

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García de Marina 

Nace en Gijón en 1975, y emerge sufriendo una profunda transformación en el año 2010. Una dormida pasión por la fotografía franqueó las barreras de la intimidad, comenzando una vertiginosa carrera fotográfica caracterizada por la reflexión de su fotografía, que contrasta con la personalidad impaciente de su autor. En menos de un año, García de Marina rindió su vida ante la pasión de la fotografía, desnudó su insólita mirada fotográfica en las redes sociales y presentó su trabajo en diversas exposiciones. Tras una vida sin grandes pretensiones y sin grandes cuestionamientos, la fotografía representa un cambio de actitud personal en un contexto de crisis económica y social.

Este Poeta de lo Prosaico saltó en pocos meses de las redes sociales a las Salas de Exposiciones. Su inusitada creatividad no ha pasado desapercibida por los medios de comunicación tanto españoles como extranjeros, habiendo sido publicado su trabajo en diferentes países del mundo. Ha realizado varias exposiciones individuales y participado en diferentes colectivas, así como en diversas ferias de arte. Su fotografía es profundamente irreverente con lo real, busca transformar e imprimir nuevas identidades a los objetos, se subleva ante lo obvio y repara en la grandeza de lo cotidiano. La desnudez de su fotografía, deja todo el protagonismo a los objetos que son despojados de su esencia para ser reinventados. Busca dar emoción a un cubierto, a una cerilla o contar una historia, su propia historia, con una cáscara de un huevo. El artista no realiza ninguna manipulación fotográfica en las imágenes, sino que transforma los objetos creando escenarios y busca la mejor perspectiva para fotografiarlos. Desde el minimalismo, la creatividad de su mirada reivindica otra realidad. Desde la observación podemos crear, desde la imaginación podemos innovar.

José Luis Argüelles (crítico de arte). García de Marina no ha dejado de afinar las claves poéticas y técnicas que sustentan su depurada propuesta conceptual. A este artista le bastan unos pocos y humildes elementos para construir sus greguerías fotográficas, las metáforas de una cosmovisión presidida por la magia, la ironía y la ambigüedad con que vincula los objetos de sus personalísimas imágenes. Estamos, en fin, ante un fotógrafo que sabe captar como pocos todo lo que los demás no vemos. Es un talento tan raro que sólo podemos alegrarnos de que suceda aquí mismo, ante nuestra mirada. Periódico La Nueva España – 2014

Rubén Suárez (crítico de arte). García de Marina inventa y da vida, en un sugestivo ejercicio de prestidigitación fotográfica, a un mundo particular y mágico en el que los objetos cambian su función, su destino y hasta su naturaleza. Un mundo en el que la fotografía deja de ser testimonio de la realidad para convertirse en un lugar donde se dan cita la ironía, la paradoja, el jeroglífico o la metáfora poética contada por objetos de lo cotidiano y donde las más disparatadas asociaciones se hacen posibles. Un espacio para el humor inteligente en el que disfrutar con una sonrisa de fotografías de imágenes imposibles. Periódico La Nueva España – 2014









García de Marina y lo que los demás no vemos

En su Salón de 1859, Baudelaire reserva para la fotografía el gregario papel de "sirvienta de las ciencias y las artes". Hoy nos resultan estridentes esas palabras del autor de Las flores del mal, más cuando sabemos de su fina sensibilidad para captar algunas de las mutaciones de la sociedad en la que vivió, aquel tránsito del siglo XIX hacia una sociedad industrial y capitalista con el que las ciudades se convirtieron en una compleja metáfora de las tensiones culturales y económicas de la época. No es extraño que Walter Benjamin le reprochara al poeta, en su Pequeña historia de la fotografía, una manifiesta incapacidad para comprender "las indicaciones que subyacen en lo auténtico de la fotografía". El filósofo sabía a la altura de 1931 (habían pasado setenta y dos años y una guerra mundial) que "la diferencia entre la técnica y la magia no es sino una variable histórica", y también que "la más exacta técnica puede dar a sus productos aquel valor mágico que una imagen pintada ya no puede tener para nosotros".

Las imágenes que capta o provoca García de Marina (Gijón, 1975) desmienten, como antes las de otros artistas raptados por los mundos que surgen de la reveladora unión del ojo humano y del ojo minucioso de una cámara fotográfica, aquel cegato vaticinio de Baudelaire. Son la prueba, por volver a Benjamin (para quien lo "decisivo" en la fotografía apunta siempre hacia "la relación que el fotógrafo tiene con su técnica"), de que la fotografía tiene la capacidad de descubrirnos "espacios inconscientes" propios, de concordar una esfera autónoma y distinta a la del resto de las artes. Ofrece la posibilidad de una interpretación sutil -intelectual y afectivamente elaborada- de lo real o de lo imaginado, igual que hace un poeta con las palabras, un músico con los sonidos o un pintor con sus pigmentos.

Los étimos griegos del vocablo fotografía nos dan algunas claves: una escritura de la luz. Y sin embargo sabemos, desde aquellos pioneros experimentos de Niépce y Daguerre, cuánta importancia tiene la sombra -y las sombras- en la imagen que nos hacemos de las cosas. García de Marina es de los que buscan más allá de esa frontera. A este fotógrafo autodidacta, de fulgurante trayectoria (en apenas tres años ha pasado de hacer las tópicas fotos familiares a desplegar una muy personal visión plástica y conceptual), le interesa precisamente lo que está detrás o en los bordes de la luz, todo aquello que el ojo perezoso y refractario a lo insólito suele ignorar, según he escrito ya a propósito de este artista notable por su agudeza para recoger en sorprendentes composiciones la extrañeza de lo cotidiano, la poética de la insospechada relación que establecen entre sí los más diversos materiales, la ambigüedad de las señales con las que nos comunicamos, el relato oculto de las cosas que nos rodean.

Tuvo su epifanía el día que en vez de fotografiar tal cual el magno edificio de Laboral Ciudad de la Cultura, historiada piedra inmensa en las campas de Cabueñes, optó por captar la visión del inmueble en la curva elástica de un ojo atento, como si el edificio fuera una fantasmagoría, una cifra monumental, una ecuación de luz, volúmenes y tiempo en el revés de la percepción. Aprendió ahí, en ese instante decisivo, que el arte es siempre una encontrada o buscada revelación que aporta una manera más compleja (y más completa) de filtrar y entender el mundo. Desde entonces, García de Marina no ha dejado de afinar las claves poéticas y técnicas que sustentan su depurada propuesta conceptual. A este artista le bastan unos pocos y humildes elementos para construir sus greguerías fotográficas, las metáforas de una cosmovisión presidida por la magia, la ironía y la ambigüedad con que vincula los objetos de sus personalísimas imágenes. Estamos, en fin, ante un fotógrafo que sabe captar como pocos todo lo que los demás no vemos. Es un talento tan raro que sólo podemos alegrarnos de que suceda aquí mismo, ante nuestra mirada.

José Luis Argüelles















http://boek861.blog.com.es/2013/10/19/garcia-de-marina-fotografo-de-lo-prosaico-16620932/










IGNACIO VLEMING [16.827]

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Ignacio Vleming. © CHEMA LANZAROTE



Ignacio Vleming 

Nació en Madrid en 1981. Es licenciado en Historia del arte y Comunicación audiovisual, y desde 2005 se dedica al periodismo. Ha traducido del italiano poemas de Miguel Ángel Buonarroti y de Jacopo Sannazaro, incluidos en la antología Sextinas. Pasado y presente de una forma poética (Hiperión, 2011) y ha participado en recitales, visitas dramatizadas y acciones poéticas en museos como el Nacional del Romanticismo, el Lázaro Galdiano o el Centro de Arte Dos de Mayo. Clima artificial de primavera es su primer libro de poemas y autor del ensayo lúdico sobre arte Inspiración instantánea (Modernito Books, 2013).





Clima artificial de primavera
Ignacio Vleming
V Premio de Poesía Joven Pablo García Baena
La Bella Varsovia


 Clima-artificial

En un conocido ensayo de 1888, Rubén Darío invitaba a “hacer rosas artificiales que huelan a primavera”, resumiendo con ese afortunado símbolo su poética y la dirección de gran parte de la poesía moderna. ¿Cómo construir un espacio regido por leyes estéticas, un paisaje de cultura? ¿Acaso no está toda realidad mediada por sus lecturas? Algunas de las consecuencias de estas preguntas atraviesan Clima artificial de primavera, primer poemario de Ignacio Vleming y uno de los mejores que, en mi opinión, se publicaron el año pasado. “En este invernadero solo se filtra un diez por ciento de luz solar, pero se dan tres floraciones a lo largo del año. / En esta primavera artificial, encerrada entre espejos invertidos y opacos, el tiempo es solamente un sucedáneo”. Con este poema comienza un libro en el que Ignacio Vleming sienta a dialogar el esplín del Fin de Siglo con el tedio posmoderno, que defiende la autenticidad construida en el quirófano, el aura de las imitaciones y la belleza de los sucedáneos. Pero lo hace derrochando una ironía de esdrújulas y epítetos, yendo de la ingenuidad al patetismo —a veces piadoso— y del patetismo a la ingenuidad: “Melodía enlatada en las calles de Viena, / parodia de sí misma, hermosa en su cinismo”.

Coherentemente construido, Clima artificial de primavera atesora en la vitrina de su imaginario una colección de objetos tan kitsch, groseros y fraudulentos como nuestra intimidad siglo XXI. Recoge también, sin embargo, un poso de dolor, la conciencia súbita de lo que se escapa: 


“Algo se rompe con brusquedad y un ángel se desliza. 
Comprenden que la Historia 
implica deterioro”. 


El deseo de ser romántico, que da título a un poema, es también la constatación de su imposibilidad: el fracaso estruendoso de la franqueza sentimental y la mueca que nos deja ese fracaso. Hay en el libro de Vleming un explícito amor a la falsedad que se conecta en secreto con lo ficticio: “Sus ojos son hermosos como ficciones: 


...expuestos en su frente, faroles radiactivos saturados de azul. 

Detrás de su mirada contempla ilusionado la gloria falsa de la belleza.  
No es verdad lo que dice pero da igual”. 


Hay también un enorme amor por aquello que nos mueve patética y conmovedoramente a la impostura, a fingir que cantamos en un karaoke, que viajamos en vez de hacer turismo, que nos amamos en una fotografía. Puede que esa impostura sea mucho más que el punto de partida del arte: quizás sea el punto de partida de la humanidad tal como hoy la entendemos. Sin olvidar, eso sí, que hay un temblor que resiste, testarudo y resbaladizo, en un ángulo obtuso de las reproducciones (como decía Barthes que ocurría en ciertas fotografías). Y sin olvidar tampoco que el reconocimiento de esa impostura, tan ridícula como humana, puede despertar una emoción, ella sí, verdadera.

Entre los varios microcuentos que anidan dentro de este poemario (como “Buzón de voz” o “Efectos del cambio climático en las pinturas de los museos”), me gusta especialmente “Al buio non si trova”, donde se revela que cada cinco minutos, durante un instante, puede escucharse lo mismo en el Palais Garnier y en el metro que pasa bajo el patio de butacas. Lo que se escucha es La Bohème, Puccini mainstream, París de lata. Y sin embargo tiembla el cristal de las lámparas y temblamos nosotros. Como ocurre siempre que uno tiene la fortuna de cruzarse con poesía de la buena.

Por ERIKA MARTÍNEZ 

http://revistamercurio.es/lecturas/poesia/la-gloria-falsa-de-la-belleza/







La belleza no está en el interior

Podría padecer la enfermedad más grave y
dolorosa,/
pero da igual porque está espléndido bajo los
rayos uva y todos nosotros coincidimos en esto:/
sus músculos de acero, su piel de seda./
Digamos que posee la apariencia de un cuerpo
hermoso, muy hermoso.

Que al despertar tome un batido de pastillas
azules, que su boca contenga tantas úlceras
como una erupción, o que navegue
por su sangre un enjambre de agujas oxidadas no nos importa,/
porque su cuerpo heroico es la promesa de la
felicidad.











LUIS GÁMEZ [16.828]

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LUIS GÁMEZ

Córdoba, 1981. Luis Gámez es autor de El Arte del Ruido (Alpha Decay, 2012), El libro de las transformaciones (Aristas Martínez, 2011) y antólogo de la Black Pulp Box (Aristas Martínez, 2012). Es colaborador de la revista Quimera en funciones de crítico literario, así como reseñista habitual y escritor de ficción esporádico. Ha creado el proyecto ruidista BlitzKerner, accesible de forma gratuita en www.blitz kerner.bandcamp.com







Tu cabeza es un bosque vivo 
lleno de pájaros dormidos. 
Calma: no quiero enloquecer mientras te hablo. 
Calma: voy a hablarte con otra voz. 
Calma: con una voz mucho más fría. 
No tengas miedo. 

[de El libro de las transformaciones, 2011] 






Los juegos están prohibidos en el laberinto.
Y tú no deberías estar aquí,
sentada entre espesas matas de sombra,
en el centro de un círculo de piedras.
No escuches la voz que te rodea:
Hijita, hijita… Se juiciosa. No salgas de casa.
Fuera sólo encontrarás ruinas.
Siempre estuviste aquí, lejos de la luz.
Recorrías la casa con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
No tengas miedo, yo estaré a tu lado.
Como niños armamos las palabras con repique al final,
luego lloramos y gritamos la estrofa.
Somos sucesivos.
Somos exclusivos.
No somos simples.






EL SOL les estalló en el pecho esa tarde
radiante
el cielo se abría sobre ellos,
escucha, me dijiste:
sentí el rumor del arroyo en tu boca.
Había en tus ojos una llama
que sin dolor nos consumía
mientras el mundo se hacía más pequeño y más nuestro.
Yo traía pan y queso en la bolsa de tela
y la más dulce de las frutas escondida en los labios,
me sonrojé cuando me besaste,
una paloma en la cintura de mi vestido
vergüenza por mi propio deseo.
No supe, entonces, nada de la ausencia,
todo estaba repleto; el sol de luz: el cielo
de azul: el aire de frescura: yo de ti y tú de mí:
esta luz antigua de tarde feliz no puede morir.
Ya es mía, ya es mía.
Te quiero, me decías, y yo
te creo,
aún soy
parte
de ti.
Escucha:
noviembre se despereza lentamente,
la lluvias han cesado, el viento es fresco y agradable:
ni un solo hombre va
por este camino.
Paseamos por el campo,
mojamos los pies en el arroyo
y tú arrojaste piedras desde el puente de hierro:
la cantera gris y agotada seguro que nos envidia:
por tu vestido con los tobillos desnudos
y por mis manos fuertes
Escucha:
yo cerraba los ojos para oírte silbar
eso es un gorrión–
y me soplabas en los párpados
eso es una mosca de otoño –
mientras me hacías en la rodilla y en el muslo
eso hormigas, preciosa, cosquillas son hormigas –.
Y me besaste otra vez, pero con más fuerza.
Escucha ahora esta canción:
oh no dios
oh no
dios mío
manos fuertes
dios cuerpo
débil oh no
como la tarde
oh no entre
tus manos
dios mío
eso no qué breves
oh dios mío
son las tardes
de noviembre
no me sueltes
pero no ahora
eso no mi carne
dura bajo el vestido
dios mío mi piel
enrojecida oh no
dios mío
Y fue así.
a la sombra de un árbol de hojas rubias:
fruta fresca de mi boca,
pan y queso,
la humedad de la tierra atravesándome:
supe que estaba desnuda
Sea así para nosotros,
a la medida de nuestro amor,
lo malo y lo bueno.
Sea así por nuestro amor.
Y fue así.







FERNANDO BURBANO [16.829]

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Fernando Burbano

De Zaragoza, aragonés, escritor y poeta fecundo.




Del revuelo de tu falda
al bailar se caen las flores,
yo las recojo una a una
para que luego no llores.





OQUEDADES

Nada. Nadie. No.
Ecos durmientes;
huellas de seres;
vientos de ronda.

Sueño. Suelo. Son.
Vuelo de ideas;
onda de instintos;
contradanza del uso

...Y hueco, y hueco, y hueco...

(Lunadar de gritos, 1985-2006)



Fernando Burbano es uno de los mejores poetas secretos de esta ciudad. Sus poemas mitológicos poseen una variedad de exposición sorprendente: desde el tono narrativo de EL LIENZO DE PENÉLOPE al dramático de IXIÓN. Digo “tono” para no decir “forma”, pues en la serie de textos a la que pertenecen estos poemas hay ante todo evocación, irónico-nostálgica, de la poesía como épica y como dramática. Pareciera el eco de un clamor lejano, registrado en la memoria akásica del Éter y que un deslumbrado vidente transcribe a tientas.
Hacen falta muchos arrestos para atreverse hoy a sacar nuevamente a la palestra los mitos griegos y a hacer con ellos una poesía de raíz moderna. Aún así, el poema que presento aquí es más tradicional expositivamente y en lenguaje, siendo que otros apelan a una dicción mucho más moderna y quebrada.

El dibujo que encabeza el presente post puede servir como ilustración con una doble intencionalidad. Burbano fuerza a las figuras ya momificadas sobre las que han pasado mil discursos, miradas, resurrecciones e interpretaciones, a no descansar en paz y a levantarse de nuevo. Al mismo tiempo, la ilustración parece evocar ese extraño autoamordazamiento en el que el verbo del autor pervive, con sus reticencias a mostrarse y dejarse leer, y que aún así se agita despertando el interés de quien pasa delante de sus estertores.

No he sido capaz ni de trocear el poema ni de incluir otro más breve. Quiero ofrecer éste en concreto. En este poema se exponen las razones de la mujer. Aún recuerdo cuando, tras leerlo, me acerqué a Fernando Burbano y le di una fotocopia con el poema ULISES de Tennyson, diciéndole “y estas son las razones de los hombres”.

No entro a analizarlo para no extender aún más este post y no cargarlo con un comentario como los que dedico a los poemas de Carmen Aliaga, por poner un ejemplo. Sólo quiero llamar la atención sobre la memorable elipsis poético-narrativa que se cobija en la primera parte del poema, y la manifiesta desconexión entre Penélope y la pareja de héroes que forman su marido y su hijo cuando describe su regreso:




“Telémaco volvió. Regresó Odiseo.
Uno a poco del otro, pero han vuelto.
Han vuelto, han regresado. Regresaron.
Y uno sigue su guerra. Otro la inicia.”



Aquí os dejo con Fernando Burbano. 



EL LIENZO DE PENÉLOPE

A Ada Ibarbia Gascón, Ada de Orús, que
tejió en torno del artista un tapiz de amor,
en memoria.

Advertí luego a Sísifo, presa de recias
torturas. Iba a fuerza de brazos moviendo un
peñón monstruoso y, apoyándose en manos
y pies, empujaba su carga hasta el pico de
un monte.

ODISEA. Homero.

Sísifo, proletario de los dioses, impotente
y rebelde, conoce toda la magnitud de su
miserable condición: en ella piensa durante
su descenso.

EL MITO DE SÍSIFO. A. Camus.

ISAGOGE

Aquél que conozca entenderá
esta rebeldía revolucionaria..



EL SEPELIO DE ANTICLEA. RECUERDOS.

Enterramos a Anticlea esta mañana.
como ella hace algún tiempo nos pidiera,
buscamos un paraje desde el cual
ni la más gruesa mar en la tormenta,
con su fragor, rompiera su yacer.
Anticlea, mi suegra, aborrecía el mar,
idéntico que Laertes, su marido.
Nos sobrecogió que hallara la muerte
entre las olas. Era el odio antiguo.

Recuerdo que tornábamos de Esparta,
donde con Odiseo me habían casado
ante la corte de mi padre, Icario.
Tras de seis largos meses de demora
fueron a buscarnos Laertes y Anticlea.
Tornamos a poco hacia Itaca, vía
Pilos la arenosa, donde embarcamos.
Me encontraba ya encinta de Telémaco
y era aquel mi primer viaje por mar.
De rada en rada, sin perder la costa
de vista, hacíamos singla por vinosas
aguas. Eran proverbiales mis mareos,
y una y otra vez, desde la toldilla
me acercaba a la borda del navío
para desbocar mi nausea profunda.
En todo instante, y allí en el parasemo,
encontrábase a un Laertes embebido
en dejar caer guijarros a las aguas,
la cabeza afirmaba pensativa
algunas veces, en no sé qué caída
especial. Volví al tendal e inquirí
la fuente para aquel comportamiento
inexplicable. Mi suegra engoló
la voz, tal que hacían los viejos mistágogos
o las oscuras sibilas, diciendo:
“La mar, el mar, lo mar” ; quise escuchar
el murmullo del hado y me callé.

De vuelta al palacio tras de aquel hórrido
entierro, contemplé a Laertes con nueva
mirada y fantaseé hacer un tejido
bordado y sin costuras que usaría
de sudario en su aún lejano sepelio.
A poco mi suegro dejó la casa
yéndose a alojar a la del boyero
Filetio y su familia. El orgullo
de los pretendientes minaba lento
mi paz familiar. Supliqué al divino
argonauta su retorno al palacio;
“Nunca sin mi hijo volveré a pisar
la casa”, replicó secamente.
Lo dejé lanzando jejos al mar.
Volví a mi cámara y ordené un telar
con que hacer efectiva mi infantil
venganza. Inicié la greca enmarcante
de toda la historia: el mar que se riza;
mascarón de proa, casi divinal…
…………………………………..
Pasaron largas horas de silencio
total. Desde mi habitáculo nada
rebullía. Se alarmó Euriclea que entró
asustada; me halló absorta al tejedor
con toda la labor del día deshecha.
Yo no respondía al estro de su voz
y hubo de zarandearme repetidas
veces para que volviera de nuevo
a mí. Algo me llevaba más allá
del tiempo siempre que emprendía el infausto
lienzo. Inconcluso quedó en sola urdimbre.




LOS REGRESOS. LA MUERTE DE LAERTES

Por esos días, Laertes henchía de cantos
el mar, en tanto que tristes salomas
llenaban nuestros puertos con los crueles
hados de algunos caudillos aqueos.
Sólo de Ulises resuena el silencio.
Telémaco, engallado, deja la isla,
la incuria asesina de los jóvenes
pretendientes le asegura el embarque.
No queda en casa ningún varón libre
con el que asociarme en las ceremonias
que prescriben la majestad del rey:
los viejos rituales de fertilidad
de la Diosa Tierra: yo, la Gran Madre,
otro, el Rey del Año; el solemne canon
de la Recogida, munificente
y alocado y, por fin, la mayestática
y precisa promulgación del Año
Nuevo. Al ausentarse el ayo Mentor,
regente y adjunto elegido en su día
por Odiseo, decido nombrar contra
su voluntad recia, a mi suegro Laertes
para el cargo. Accede a regañadientes.
Algún tiempo después, con la venida
de la estación cálida, muy cercano
a uno de aquellos rituales, volvieron.
Telémaco volvió. Regresó Odiseo.
Uno a poco del otro, pero han vuelto.
Han vuelto, han regresado. Regresaron.
Y uno sigue su guerra. Otro la inicia.
La sempiterna pelea de los hombres,
maldita y mil veces maldita, pero
así han sido hechos, o así se han hecho ellos.
Luego vino la siempre crucial noche
de los reconocimientos: un huero
corazón, y un corazón lleno de islas
que no estén, que sean, que las haya, pero
que nunca estén; y bajo nuestros pies,
el hueco; ni tan solamente el mar,
aún más, mucho más aterrorizante
( ellos, griegos invasores, no quieren
asumirlo, y ahí está: la mandorla yerma
y terrible, y sin embargo Gran Madre ).
Pronto, Ulises abandona la casa,
la isla, hasta la Grecia en pos de su credo.
Telémaco le sigue al poco, y vuelvo
a estar sola. Ya no quedan almortas
para el mar, Laertes se acurruca terco
en su yacija dispuesto a morir
por tabes. Se apagó a los pocos días.
Envuelto en un paño púrpura real
y lastrado con dos grandes pedruscos
lo lanzamos al mar. Yo lo miré
mientras se sumergía, sin pestañear.
Un murmullo interno de extrañas voces
me manifestaba el secreto mudo
de los cantos y las olas. Ya en tierra
conseguí, sin dificultad, tejer
mi lienzo con el negado dibujo:
…Midi le just y composé de feux
La mer, la mer, toujours recomencée! *
Y un hombre a horcajadas de un mascarón
arrojando a las argenteas espumas
minúsculos cantiles como rayos.
Prestamente volví con mi tejido
al lugar donde hundimos el cadáver,
y extendí, sobre las batientes, suave,
el por entonces ínclito pañuelo.
Las rápidas corrientes lo alejaron
pronto de nosotros. Mas súbitamente,
en lontananza, una especie de mano
apareció y lo arrebató a los fondos
marinos. Y entonces me sonrió el mar.
Aquí saqué de mi dedo el anillo
de bronce y lo arrojé al agua. Sonreí
al mar, mientras mi cabeza asentía.
Poco demoró mi regreso a Esparta.




ULTÍLOGO

No, nunca ocurrió exactamente así.
La penuria dramática del vate
en aquel lance preciso del poema
me condujo a deshacer el telado
que tejía diligente por el día.
Conoces, por mi ahora rodado canto,
la verdad de la verdad, ¿te (a)parece?


F I N

* “EL CEMENTERIO MARINO” de Paul Valery.
http://angelsobreviela.blogspot.com.es/2009/05/poetas-de-caesaraugusta-i-fernando.html







VICENT CAMPS [16.830]

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Vicent Camps

Xirivella, Valencia (1958) estudió declamación en Valencia y desde hace aproximadamente veinte años se dedica profesionalmente a la narración oral, y ha recorrido recitando, pueblos y ciudades valencianos y del resto del estado español, llevando la palabra de poetas y narradores para centros escolares, librerías, casas de cultura, bibliotecas y teatros. Ha trabajado esporádicamente como actor en compañías teatrales y en estudios de doblaje. Ha recitado poesía y prosa en programas para la radio, e impartido talleres de poesía recitada para niños y adultos, y coordinando clubes de lectura poética. Ha trabajado como solista recitador con Orquestas, Orfeones y Bandas Musicales Valencianas. En la actualidad, interviene recitando, en las Campañas de Animación Lectora de la Dirección General del Libro.

Ha escrito los poemarios: 

“Taller” Editorial Celya (Salamanca) 2003 ; “Pena Capital” Editorial Baile del Sol, Tenerife 2009)y el infantil-juvenil “El Clot de la LLuna”.


DISCOS POESÍA RECITADA

- Poetes per a tots (València 1999). - Voces del Extremo.- Fundación Juan Ramón Jiménez (Huelva 2001).


ANTOLOGÍAS

- Voces del Extremo (Fundación Juan Ramón Jiménez, Moguer (varies edicions). - Tripulantes (Editorial Eclipsados.-Zaragoza, 2006). - Poemas de perros (Editorial Buscarini. Logroño, 2007). - Zoom, 17 –antologia haykus (Escuela de Campo-Devacasycastaño, Ruedas Viejas. Salamanca, 2008). - Volen versos (Biblioteca Pública Cocentaina).




RECICLAJE

Hoy he visto un hombre joven
que recogía del suelo
colillas largas
en la parada del autobús
de una zona céntrica de Valencia.

El tío Ricardo en el taller
me contó
que en la posguerra
él junto a otros chicos
de su edad

recogían colillas
a la orilla de la playa

preferiblemente de las que tiraban
los marines americanos

y que después
pacientemente
las deshacían
para volver a confeccionar un cigarro
a ser posible
de tabaco rubio.

Ya veis
en el siglo veintiuno
como con Franco

los españoles siempre
tan preocupados
por el reciclaje.




VALENT ET VULL

valent
et vull

però
no agressiu

despert
et vull

més no
competitiu

per tot
motivat

i de no res
captiu

compromés
amb tot

i per tot
viu

Del llibre de poesia juvenil EL CLOT DE LA LLUNA




VALIENTE TE QUIERO

valiente
te quiero

pero
no agresivo

despierto
te quiero

mas no
competitivo

por todo
motivado
y de nada
cautivo

comprometido
con todo

y por todo
vivo.

(TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DEL AUTOR)







LA CAMPANA

A l’entrada del taller
hi havia un lloc destinat
a emmagatzemar
les botelles d’oxigen buides

allí
a les set del matí de cada dia
l’encarregat en colpejava una amb la seua pròpia tapa
fernt-la sonar llastimosament

era el monòton senyal
que es tornaria a repetir
a les quatre de la vesprada
indicant amb resignació
la tornada al tall

ja imprimia un altre ritme al toc
de les dos del migdia
i al de les huit de la nit

però era el divendres a última hora
quan cadascun dels operaris
feia sonar a rebatiment
la botella d’oxigen més pròxima

com els presos amotinats
els barrots de la seua cel.la

i l’encarregat
pareixia un director d’orquestra
portant el ritme

però hi havia un detall

els divendres
sempre colpejava
les botellas plenes

tal vegada ho feia
per a buscar oxígen
per respirar
entre tanta monotonia

què sé jo?

mai tinguí
oïda musical.

Del llibre TALLER
Editorial Celya Salamanca (2003)





LA CAMPANA

A la entrada del taller
había un lugar destinado
a almacenar
las botellas de oxígeno vacías

allí
a las siete de la mañana de cada día
el encargado golpeaba una con su propia tapa
haciéndola sonar lastimosamente

era la monótonoa señal
que se volvería a repetir
a las cuatro de la tarde
indicando con resignación
la vuelta al tajo

ya imprimía otro ritmo al toque
de las dos del mediodía
y al de las ocho de la noche

pero era los viernes a última hora
cuando cada uno de los operarios
hacía sonar a rebato
la botella de oxígeno más próxima

como los presos amotinados
los barrotes de su celda

y el encargado
parecía un director de orquesta
llevando el ritmo

pero había un detalle

los viernes
siempre golpeaba
las botellas llenas

tal vez lo hacía
para buscar oxígeno
con que respirar
entre tanta monotonía

¿qué sé yo?

nunca tuve
oído musical.

(TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DEL AUTOR )





CONTRADICCIONS

He vist el guitarrista afinar
les cordes de la seua guitarra
i el soldador afinar la flama del seu bufador
i amb els dos m'he assegut a taula

he vist xiquets que han sigut pena
i xiquets que han sigut rialla
i xiquets que mai seran hòmens
i amb tots he jugat a ser xiquet.

he vist poetes
escoltar escriptors
i he vist intel·lectuals
escoltar savis

però no he vist
a qui instal·la
l'aire condicionat
assistir a una conferència
de l'intel·lectual

ni a l'obrer
comentar
l'últim llibre
de l'escriptor

ni a la planxadora
assaborir
els versos
del poeta

quin món és este
en què uns instal.len
equips de fred
que mai no han de gaudir

unes altres planxen teles
de les quals mai
gaudiran de la seua caiguda
i textura

i uns altres fan cases
que ni vivint tres vides
podrien comprar?

DEL POEMARI “PENA CAPITAL”




CONTRADICCIONES

He visto al guitarrista afilar
las cuerdas de su guitarra
y al soldador afilar la llama de su soplete
y con los dos me he sentado a la mesa

he visto niños que han sido pena
y niños que han sido risa
y niños que nunca serán hombres
y con todos he jugado a ser niño

he visto poetas
escuchar a escritores
y he visto intelectuales
escuchar a sabios

mas no he visto
a quien instala
el aire acondicionado
asistir a una conferencia
del intelectual

ni al albañil
comentar
el último libro
del escritor

ni a la planchadora
degustar
los versos
del poeta

¿Qué mundo es éste
en el que unos montan
equipos de frío
que nunca han de disfrutar

otras planchan telas
de las que no
gozarán su caída
y textura

y otros hacen casas
que ni viviendo tres vidas
podrían comprar?

(TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DEL AUTOR)







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MARISOL GONZÁLEZ FELIP [16.831]

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Marisol González Felip

Marisol Gonzàlez i Felip (Nules, Plana Baixa, Castelló, 17 de junio de 1962)

Licenciada en Filologia Valenciana por la Universitat de València, Marisol González Felip es autora de una extensa obra literaria, centrada fundamentalmente en la poesía.

Durante muchos años ha ejercido la docencia en la ensañanza secundaria, y desde 2001 es inspectora de educación y miembro de la Acadèmia Valenciana de la Llengua.

Obra publicada

Poesía

«Les hores breus», Ajuntament de Nules 1988
«L’edat deserta», Ajuntament de Vila«real 1990
«La tendresa dels freixes (Poemes al nord de la lluna)», Ajuntament de Nules 1991
«Aprenc la separació», Ajuntament de Vila«real 1992
«Afegiràs abril» (Ratlles fetes al sud de la pluja), Ed. Derzet i Dagó, València 1993
«Crònica de llunes», Edicions Germania, Alzira, 1993
«Sirimiri (Memòria de llavis)», La Forest d’Arana, València 1994
«Chubascos dispersos», Amós Belinchón ed., València 1994
«La ternura de los fresnos/La tendresa dels freixes», Torremozas, Madrid 1994
«Mar d’heura (Quan les girafes navegaven Àfrica)», Ajuntament de Vila«real 1995
«La edad desierta», Torremozas, Madrid 1995
«Papallones de dilluns», editorial Moll,col.leció “Balenguera” de poesia, Palma de Mallorca 1996
Guió Poètic de la XXVII edició de la Serenata a la Mare de Déu del Lledó, Castelló de la Plana, 3 de maig de 1997
«Paral.lelament a la fosca», editorial Set i Mig, Alzira 1999
Guió poètic de la I Serenata a la Mare de Déu de la Soledat, Ajuntament de Nules, 2000
Guió poètic de la II Serenata a la Mare de Déu de la Soledat, Ajuntament de Nules, 2001
«Pasqual», ed. 7 i Mig, Alzira 2001
«Paraula del retorn». Tria personal 1988-2000, ed. Brosquil, València 2002
«Epigrafia del buit», Edicions 96, Carcaixent 2005

Antologies i reculls

«Poetes del nord», Universitat Jaume I/ABC, Castelló 1992
«Les hores del gaudi», Germania, Alzira 1995
«Mujeres y café», Torremozas, Madrid 1995
«Brúixoles bruixes» / «Brujas brújulas», Derzet i Dagó, València 1995
«Senglar i altres narracions». Recull de contes del premi Vent de Port 1996, Garsineu ,Edicions, Tremp, 1996
«Bengales en la fosca. Antologia de la poesia valenciana del segle XX», a cura de Josep Palomero, Bromera, Alzira 1997
«Antologia poètica Caminos de la palabra», Col.lecció «Homenajes» (V), Fundació Max Aub, Segorbe, 2002
«Vosaltres, paraules.Vint-i-cinc anys de poesia al País Valencià», a cursa de Lluïsa Julià i Teresa Pascual, Bromera, Alzira, 2003
«Eròtiques i despentinades», Arola edicions, València 2010

Infantil

«Contes d’aigua i rima amb un raget de llima», Derzet i Dagó, Col.lecció Madame de les Ratlles Blaves,València 1995
«Madame de les Ratlles Blaves», Edicions 96, Carcaixent 2004

Traduccions / Adaptacions

«Bestioles fastigoses» / «El cocodril enorme», adaptació al valencià de «Dirty beasts» i «The enormous crocodile», de Roald Dahl, col·lecció infantil d’Edicions Voramar, València 1994.





"La edad desierta". Madrid, 1995.

De repente deseo encontrarte -que me encuentres- en el vestíbulo del cine y saborear el almíbar de tus ojos en el paquete de palomitas dulces. Pensaba en ti mientras veía la película y ensayaba frases al estilo americano para estrenarlas en nuestra próxima cita. De repente deseo encontrarte entre mis sábanas y que tu aliento las empape; y beberme a sorbos tiernos tus sueños durante toda la noche. De repente oigo llover fuera, en la calle, y no sé siquiera si ya has ido a ver Rain man.





Andén

Aún había charcos al mediodía
y el tren silbó
y se perdió
cubierto de niebla.
Ya no estabas.
Quizás habías soñado
un tren largo
que nunca se detuviese,
pero todo –lo sabíamos- iba hacia 
el mismo punto
y ya no había viajes eternos.
Te esperaban quizás
al otro lado del destino.
El andén enmudeció
y solitaria
volví sobre mis pasos...



Andana

Al migdia hi havia tolls encara
i el tren va xiular
i es va perdre
capat de boira.
Ja no hi eres.
Potser havies somniat
un tren llarg
que no es detingués mai,
però tot, sabíem, feia cap
al mateix punt
i ja no hi havia viatges eterns.
T'esperaven potser
a l'altra banda de destí.
L'andana esdevingué muda
i solitària
i vaig retornar sobre les meues petjades...






Diàleg entre dos poetes.
     
A Joan Baptista Campos

Hi ha illes com un miratge blau,
certes fogueres a Manikarnika,
el viatge llarg de la llum i l’ombra
dels cossos anònims de la misèria.

Hi ha el pelegrí poeta que albira
fars de silenci blanc i vaixells tendres
en la latitud nua de l’oratge
navegant les Ítaques d’un vailet.

Hi ha la mirada de Pawan sol
en l’hora púrpura de multituds
i un grapat de besos en la bossa
del caminant que escriu sobre la sang
en l’asfalt de totes les illes d’aigua.

juny, 2001







València m’escau íntima com un poema
i com les baranes del riu que estima els baladres.
València és un bram de versos que no tenen horta
i una nafra calenta de records llargs.
Mai no hi ha hagut a València un sedàs
d’oronetes com el que embolcallava l’espera.
Absurdament el cel sempre ha regat les palmeres
mentre a trenc de dècada jo encenia un amor
que pentinava llunes en el centre de Russafa,
un amor que enderrocava finques a la plaça
del doctor Landete, un amor com una grua
municipal que s’enduia el mes de maig al coll,
un amor com una papallona de dilluns
perduda en els xàfecs del pit i en les voreres.
Pense que ha arribat l’hora del meu cant a València
per dir exilis i galtes de bresquilla blava.
Amb quina intensitat recorde ara el tacte
dels seus dits i l’arc de gespa de les seues celles,
el miracle d’aquelles dents universals i dolces,
les monyiques de coloms amb què m’enlairava gestos.

Suite de València, pàg.32, Babilònia edicions.






Novembre

Me'n recorde
que hi va haver
una manyaga de melangia,
una besada defugida,
un reflex
no massa nítid,
una llàgrima
-o més-
davallant
per les teues galtes.
I la nit era més bé fosca
i a l'enfront nostre
hi era el mar.
A penes es veia cap onada,
sols s'escoltava
la remor,
una remor profunda
que es confonia potser
amb els teus gemecs,
amor,
i amb el teu alé
que no era tal
en aquells moments.
Una boirina de carícies
esdevingué núvol màgic
i plovisquejà sobre nosaltres
pols i dies.
Un llampec nu del tot
et va endevinar el cos
i la nit en fou el testimoni.
Els estels
no s'hi varen apercebre
i nosaltres tampoc d'ells
-crec que no n'hi havia cap,
estava nuvolat, si.
Ens vam oblidar del fred,
tan sols es succeïen calfreds
de goig
l'un darrere de l'altre
I començaren a caure
les primeres gotetes
sobre el cristall
del cotxe,
te'n recordes?
Després recorde
una timidesa
volent-se capficar
baix de no sé on,
una tremolor dolça
a les palpentes
i el gest de la teua pell
i els teus dits
forjant-me móns
mentre lleugerament
els esvaraves
pel meu cos
i sàviament
els detenies
i la teua força
nodrint-hi la meua.
l una petita llum després
que feia les ombres
més boniques que he vist,
ombres enflairades
de seny i vida,
crepuscle més enllà
de la mitjanit.
I vaig anar esbrinant
un per un els detalls
i romanent dintre d'ells,
aterrant en la mesura que podia
dins de mi
-en una edat o en una altra-.
I van jugar al fons de la nit
-jo sense saber-ne les regles
i fou un joc encisador
con el fer l'ullet del ciri aquell
que donava fe de nosaltres.
Esdevinguerem
joguines sense infant.
I tot el que haguéssem pogut escriure abans
es va confirmar aquella estona:
la disbaratada rialla,
la timidesa del principi,
el tic-tac del rellotge.
Llavors no hagués volgut mai més
pujar a cap tren
i restar per sempre
a l'andana de la teua vida.
Me'n recorde que a la fi
el ciri feia l'ullet més de pressa,
potser no disposàvem de tot el temps...
En acabant hi havia
tolls al terra,
molts tolls
on ens reflectíem
i aleshores jo et vaig dir
que eren infinits.











JOSÉ IGNACIO BESGA ZUAZOLA [16.832]

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JOSÉ IGNACIO BESGA ZUAZOLA

Nacido en Vitoria-Gasteiz. Ha publicado los poemarios: El Ámbar Gótico (2006), Poética de la Tierra herida (2008), Poesía para seducir a la tristeza (2009), 20 Poemas de Jazz para Haití (2010) y UN POETA ANTE LA GUERRA, ARTE ACTIVO EDICIONES, 2013

Abogado. Presidente del Consejo Social del Municipio de Vitoria-Gasteiz. (Ha creado los certámenes de poesía de la Fundación Mejora y Krea expesión contemporánea). En 2012 ha publicado 'Los círculos del deseo'.





EXISTES

Hablo contigo, tristeza.
Podrías ser una mujer,
la Tierra Herida,
la pobreza, la enfermedad,
tal vez la muerte,
podrías ser todo al mismo tiempo
y podrías ser nada.
Y entonces hablaría a la nada
o al vacío. Pero al vacío de qué,
a la ausencia de quién.
Da igual. Estás aquí,
a mi lado. Existes.
Circulas en mis venas,
mi sangre se ha acostumbrado
a tu presencia.
Y yo empiezo a estar
enamorado de ti.

Poesía para seducir a la tristeza





del poemario
EL ÁMBAR GÓTICO
Fundación Catedral Santa María
VITORIA-GASTEIZ 2006


EL TIEMPO EXTIENDE SUS MANOS

El tiempo extiende sus manos
en la superficie áspera 
de la piedra labrada
con el cincel del viento.

Las desliza lentamente
hacia lo alto,
y luego a ambos lados,
acariciando la piel herida
en las hondas llagas
abiertas en la sillería,
a través de las cuales
siente el latido
de la historia.





ESFERA PROTECTORA

Lo incierto se mezcla en el paisaje
con la visión de la urbe cercana,
pinceladas de torres y tejados
por encima del ábside verde
que forman las copas de los árboles
del prado y la florida,
a cuyas puertas se detiene
el territorio de la agrimonia
para abrirme sus brazos hospitalarios
como el interior de una piel de erizo
presta a envolverme en su esfera protectora.





HE LLEGADO HASTA AQUÍ

He llegado hasta aquí,
hasta tocar lo absoluto,
tras un largo viaje
en el que había que sobrevivir.


En la introducción al poemario, podemos leer:


" La Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz es más que un monumento que sobrevive y resiste en pie, curvándose bajo el peso poderoso de la piedra escorada de su arquitectura.

Muchos se han acercado ya a la Catedral Vieja desde la arquitectura, la restauración, el arte, la historia, la ciencia, la arqueología, la literatura... Para algunos insignes escritores, como Ken Follett y Pablo Coelho entre otros, ha sido motivo de inspiración. Pero faltaba un encuentro con ella desde la creación lírica.

Este libro forma parte del espíritu de la Catedral de Santa María y su Proyecto de Restauración, como lo forman los pasos de los que la visitan, hechizados por la belleza de su lucha contra la destrucción y por el disfrute de un espacio humano y sagrado, lugar de encuentro entre espíritu y materia.

La poesía de José Ignacio Besga Zuazola ha captado de forma admirable el sentido de esta nuestra catedral, la de todos los vitorianos, unida a su ciudad." (FUNDACIÓN CATEDRAL SANTA MARÍA. Vitoria-Gasteiz)






DÁMASO OGAZ [16.833]

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Dámaso Ogaz

[Víctor Manuel Sánchez Ogaz]
Nacimiento17 de agosto de 1924,  Santiago de Chile - Chile
Fallecimiento14 de marzo de 1990,  Caracas - Venezuela
NacionalidadVenezolano

Artista y escritor. Hijo de Manuel Sánchez de la Rivera y Victoria Ogaz. Realizó estudios en el Instituto Pedagógico Técnico de la Universidad Técnica del Estado en Santiago de Chile, cursos especiales de arte con Hernán Gazmuri y Haroldo Donoso y cursos de diseño con Josef Albers (1953). Participó en exposiciones colectivas desde 1957, en los salones de arte abstracto de la Galería Libertad y el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago (1961), en el Salón de Artes Gráficas del Museo de Arte Moderno La Tertulia (Cali, Colombia, 1970) y en numerosas exposiciones de arte de vanguardia y arte correo como "Mail Art Exhibition" (The Dandelion Gallery, Calgary, Canadá, 1975), "Text Sound Image" (Small Press Festival, Galería Posada, Bruselas, 1976), "Oggi l'arte e un carcere" (Salón Palazzo S. Massino, Salerno, Italia, 1981), "Revolución/exposición" (Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, México, 1983), "Miscellaneous" (Studio Arts Gallery, Universidad de Minnesota, Minneapolis, 1985). Vivió en París (1963), desde donde participó en las actividades del grupo El Techo de la Ballena. En 1967 se estableció en Venezuela. En sus trabajos de esta época representaba la figura humana como feroces muñecos desarticulados. Después de 1968 se dedicó a la docencia. Fundador del Taller Experimental de Arte de Trujillo (1962) y la Escuela Experimental de Diseño de Valera (1976). Cultivó el collage a la manera de los surrealistas y produjo libros objetos y ediciones intervenidas. Fundador de la publicación experimental Cisoria Arte, donde reunió sus habilidades de dibujante, diseñador, escritor y editor. Autor de libros de poesía, entre ellos Los métodos y las deserciones imaginarias (Caracas: El Techo de la Ballena, 1968) y Anverso y reverso del número ocho (Mérida: Actual, ULA, 1970). En 1972 ilustró el libro de Efraín Hurtado, A dos palmos apenas (Caracas: Rocinante).

Exposiciones individuales

1960 Galería Arturo Edwards, Instituto Chileno Británico, Santiago de Chile
1961 Sala Libertad, Santiago de Chile
1962 Sala Libertad, Santiago de Chile / Librería Saint-Germain, París / Galería Rathje, Copenhague
1963 Galería Lambert, París
1964 Galería Beaux Arts, Santiago de Chile
1967 "Homenaje a la patafísica", Instituto Chileno Norteamericano, Santiago de Chile / Librería Cruz del Sur, Caracas
1968 Clauberga Galerie der Experimente, Samstag, Cochum, Alemania / Galería La Gárgola de Tancredo, Maracaibo / Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV
1988 Librería Cruz del Sur, Caracas
Premios

1962 Premio Yomiuri, "Segunda exposición internacional de artistas del Pacífico", Tokio
1967 Tercer premio de dibujo, I Bienal Latinoamericana de Dibujo y Grabado, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV
Colecciones

Banco Mercantil, Caracas





POEMAS DE DÁMASO OGAZ. Del libro: "Los métodos y las deserciones imaginarias". Selección de Rodrigo Verdugo.



LAS RATAS

Es preciso que alguien, venga y diga: hay un húmedo olor a baúl.
Nada más.
Como en esos invernaderos desolados, las ratas abrirán entonces un agujero,
Leve,
Melancólico,
Que les impida flotar a la deriva.
Junto a las ratas sobrevivimos, cada vez más tenaces y más adentro.
Expiamos,
No había nadie con apariencias humanas, con vínculos, con ropajes, con ferocidad.
Se ocultaron unos de otros.
¿Por qué tanta prisa?
Éramos los que se quedaron tempranamente solos a la hora de la siesta
Tensos y casi inmóviles.
Con una falta de preparación para la voraz visión del día.
Un rechinar de dientes
Con una posición desacertada ante los objetos en apariencia familiares..
Huesos y piedras
Y cenizas. Cada partícula caía pesada y lenta.
Hablar era para nosotros una operación difícil, como una especie de vértigo.
Ellos, los antecesores, ya habían perdido la clave de esas palabras.
Hay cosas que son definitivas.
“Inmortales”, vivisteis abrumados por el arrepentimiento y el asco insalvable.
Vivisteis para observar y exclamar: “Cuando la aguja marque ese número…”
Alfileres, Trajes usados.
Como las bestias que se reúnen para emigrar, otrora resollasteis.
Y al abrir la puerta, los vimos cambiar de nivel y ser una mancha negra.
Una mancha negra visible a nuestros ojos.
Una herida abierta, repulsiva.
Una mirada culpable y amarga publicaron los periódicos.
Hoy sabemos que sus recuerdos insospechadamente se arrastraban por los intersticios.
Sus recuerdos son instrumentos sutilmente afilados.
SED VOSOTROS… les gritamos.
Empero todos esos ojos de ayer vuelan y chocan como ratas enloquecidas dentro del baúl,
En señal de contrariedad. Esos ojos azotados por el ramaje y la maleza
Encierran, no obstante posibilidades misteriosas y amenazantes.
Yo, en particular, recuerdo unos ojos, unos guijarros tibios y lisos,
Y una voz que me dijo:
“Sale a este infierno”.





LOS PRÓXIMOS

El presente es una puerta.
Una estructura opaca, aquí
Aquí donde es necesario buscarse más hondo que en otros lugares.
Dejar que las manos vacías vayan en pos una de la otra a tientas, defendiéndose.
Hacer que las palabras se vayan quebrando muy alto; huecas e ilimitadas.
Las palabras que se apoyen ligeramente en un sistema de procedimientos y tentativas,
Colgaban de nuestro cuello como una rueda de molino.
Lograr que los pies remuevan el polvo frotándolos contra el piso,
Porque el polvo, como los objetos, se disgrega bajo la presión de la iniquidad.
Traer pálidas mujeres que cuiden de nuestros sueños y no establezcan ningún diálogo.
He aquí los hechos.
Extraños, pero verídicos.
El café amargo en la orilla de la mesa y la mesa en un cuarto
Donde los recuerdos me despiertan.
Por sus huecos, los zapatos abren el contacto entre la piel y el polvo
Y la sangre vacila.
El traje diario pende resignado, deformado en sus límites, en sus razones,
Como esos seres desfigurados por el apremio y sin voluntad
Capaces de disimular.
Llegan las voces, los próximos y el aleteo de un pájaro en lo profundo de los muebles.
Beben luego de sus jarras y sus gruesas venas transparentes dan lentos latidos.
Un agua turbia que después empujarán fuera de sus cuerpos clasificados
E irá en pos del pozo y en el pozo será transmutada.
Visten viejos uniformes que rozan de un modo inesperado las paredes.
Un sonido breve que fija las cosas dentro de un molde como un certificado de genealogía.
Luego responden o dicen o preguntan o interfieren las entradas.
Ellos encuentran placer en atormentarse, en descolorarse mutuamente, en borrarse y desaparecer.
Pellizcan a las pálidas mujeres como una pieza de caza.
Se sorprenden cuando un hombre se va de cabeza al fango como si quisiera espantar una mosca.
Un salto, ¿Cuándo exactamente?
El café vertido sobre el hule.
Los mimetismos tras la puerta.
Nos buscamos en ellos, desnudos, irremediables, con palabras a medias.
Queremos ser divisados para recogernos en sus miradas como un objeto de goma que rebota.
Conocemos sus moldes y cierta ceniza insospechada detrás de sus párpados.
Suponemos que nos perciben porque gesticulamos: un subterfugio inútil.
No hay parecido que les preocupe encontrar,.
Sus ojos están hechos para las expresiones indispensables
Sus manos se mueven sin dejar de permanecer en la indeterminación, tratando de disimular su presencia.
Son capaces de albergar todos los errores, como conservar caracoles entre elefantes por ejemplo.
Los próximos están así solamente reflejados y los viejos uniformes les devuelven la imagen.
Cuando se creen perdidos, desclavados, humedecen sus lenguas y se tornan indiferentes.
Se convierten de súbito en arrogantes y se asoman, sin interés, al borde de las interrogaciones que incitan.
- ¿Acá, nunca hay moscas en los platos?, preguntan.
Las palabras les recorren la columna vertebral y las cabezas les caen sobre las espaldas.
El miedo les enseñó el acento, les mostró la medida y su niebla les cubría.
Era como si alguien hubiera empañado un vidrio con el aliento.
Cada uno en su centro.
Aquí. 
Cada uno en sentido inverso.
Entre lenguas y dientes conservaban el sabor amargo del café
Y algunos débiles clamores de ira y desesperanza.
Conservaban también el nombre, esa máscara que emplea el equilibrio.
Retenían junto a ellos, el alcance de sus manos, un montón de huesos mohosos en el borde.
Unos sacos ocultos en las mangas y unos sentidos vacíos que ya habitan.
¿A quien pertenecen esos moldes huecos? Tienen un número apretado entre los puños.
Una vieja madera pudriéndose por efecto del miedo y abriéndose al azar.
Petas, como en los finales de fiesta,
No parecían estar en su sitio adecuado y se mezclaban con los relojes de la policía que daban la hora.
Ellos ya no estaban. Ellos se habían topado con la punta e un puñal.
He aquí los hechos.
El análisis iba lejos.





LOS ASESINOS ENGENDRAN LA IGUALDAD

¿Qué palabras dirás? ¿Qué frases...? preguntaban desde el canapé Récamier.
Cubrían su palidez con una bruma fosforescente. Un hábito inconciente. Una oscuridad determinada, dije.
Inútil como un agujero más grisáceo en el fondo negruzco del barro.
Una intención que no puede ser apartada y permanece pegada al paladar. Asfixiada, como una paloma en un sombrero de copa demasiado brillante.
Atribulada mientras la soledad hiede y se expande. - ¿Qué gestos..?
El rostro crece en medio de los residuos, cuando nadie mira. Ojos. Orejas. Nariz. Boca. Lo necesario.
Pegajosos aún de la placenta, y las huellas de manos inmutables y grasientas.
Una forma que busca la espontaneidad inocente, dobla el cuello y se acaricia. Un gesto fuera de contexto.
Un ritual más en medio de una petrificada soledad. Arrojado y olvidado.
-El escepticismo es una indecencia, dijeron, y asumieron una expresión elegante, seguida de un sopor como de sueño. A tientas y con dulces engaños, desconectaron la voz del teléfono a cambio de lo real. Gatos y hongos. Y monsieur Dior con cuello alto. Algo como ceniza los cubría y alteraba sutilmente sus facciones.
-No te llamarás Dámaso, dijeron. Era una hipótesis. Andaban ahora dentro de una botella de vidrio negro. Descompuestos. Con las imágenes borrosas al pecho y su oscuridad progresando en círculo. No era posible apaciguarlos. Se habían apegado unos a los otros como animales fieles, como mundos contiguos y ordenados.
Unos después de otro. Se hacían inciertos, ciegos a la luz que alteraba sus rostros.
Creían tener un hilo conductor. Una mínima luz en cuyo centro numerosas siluetas gesticulaban y discutían sobre perros. Alguien, entre ellos, tomaba pastillas para el sueño.
Arrastraban a los demás tras las imágenes arbitrariamente elegidas.
Ya habían disipado las huellas que los testimonios de furor y desdén acumularon. Un arsenal de venenos y drogas.
Los trajes grises cuidadosamente aseados, como una vestimenta que ha de llevarse a un bautizo.
Y entre los pasos precipitados, la luz de los anuncios, el fluctuar del amor en los cinematógrafos. El dedo crispado en el gatillo.
Los amarillos documentos disimulados en la mano izquierda. Desde ese momento me perdí y me vieron flotar.
Me hice incoherente como un cadáver al que se han olvidado de enterrar. Otros paseantes un poco ausentes, finalmente, ataron esos fragmentos con alambres.
Lodo y niebla.
Un personaje interestelar.
Una serie de piezas fabricadas introvertidamente y unidas por un alambre de cuyo extremo después tiraban.
Tiraban.
Tiraban como a un animal disecado.
-La semejanza se adquiere, dijeron.
Había que acomodarse al paso de los demás, avanzar bordeando el foso, en sucios vagones de ferrocarril.
Ocultarse en los armarios rodeados de espejismos, confundirse con las ropas íntimas y los trajes usados. Inerte y culpable.
Vaivén de la balanza, apretaban con cálculo los dientes y deslizaban la cabeza entre las manos.
Si les preguntáis: ¿por qué?
Responderán: para vivir.
Se han estancado y se evaporan con los grises ropajes del sacrificio, y la piel manchada con los ojos gastados por dentro.
Uno después de otro.




El collage y el mail art como prácticas de poesía visual en Dámaso Ogaz
Por Dennis Páez


La mayoría de los autores que han incursionado en los terrenos de la poesía visual han sido reconocidos por sus similares en todo el mundo, mostrándose en sintonía con grandes exponentes a nivel mundial de la poesía visual y el arte correo. No obstante, en sus propias tierras, han carecido del reconocimiento y la atención de la crítica especializada, distando mucho de ser incluidas sus obras en la historiografía del arte y/o la literatura nacional y su difusión pública. En el caso de Dámaso Ogaz (1924-1990), al igual que otros autores chilenos exiliados durante las décadas del ´70 y ´80, es claro su ausentismo en las panorámicas, lo cual ha repercutido en la divulgación de su obra y la puesta en relación con otras textualidades del periodo. Al respecto, es notable la apreciación del poeta venezolano Juan Calzadilla en el año 1968. Luego de leer uno de los primeros libros de Ogaz, señala respecto a la crítica literaria chilena:

leído el libro “Los métodos y las deserciones imaginarias”, uno no se imagina a Dámaso Ogaz, su autor, escalando con precaución las gradas que conducen al mapa de la moderna poesía chilena. Allí, en un escenario de recepciones oficiales, gravitan unos grandes señores cuyos traseros cuesta mucho trabajo separarlos del asiento para darles lugar a otros poetas menores que, en vez de subir, no hacen más que descender al fondo de sus espíritus.(Calzadilla 1968)

Pese a lo anteriormente señalado, Dámaso Ogaz se niega al olvido, y quienes fueron testigo de su constante trabajo insisten en mantener viva la memoria del escritor y artista plástico. En esta línea, y sólo con los materiales encontrados hasta ahora, nos aventuraremos a señalar algunas apreciaciones sobre la poesía visual cultivada por el autor, atendiendo en particular al collage y el mail art como dos modalidades paralelas en su obra, intentando dar luces sobre algunas variables que singularizan su proyecto.

Víctor Manuel Sánchez Ogaz es el nombre de quien firmaría poemas, cuentos, artículos, ensayos, pinturas, obras teatrales y poemas visuales como Dámaso Ogaz. Logró notoriedad con su trabajo artístico en Venezuela, donde fue contratado a comienzos de los 60´ para hacerse cargo del Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano. Heredero del espíritu dadaísta y patafísico, se arriesgó en la construcción de su propio ismo, como fue el “majamamismo”, aspirando al acto de libertad absoluto en la creación. A la fecha, sólo existen algunas referencias escuetas en internet que dan señal de su producción, mientras casi el total de sus libros y revistas se encuentran dispersos y están siendo recopilados, por iniciativa de su familia, amigos y seguidores, a través del sitio web www.damaso-ogaz.com.ve.

Haciendo un breve recuento del trayecto que siguió la obra del Ogaz, conviene señalar que se inició en el mundo literario primariamente, con la publicación de poesía en diversos medios de comunicación escrita durante la década de 1940, especialmente en diarios y revistas. A mediados del siglo XX, se integra al circuito artístico, realizando algunas exposiciones en galerías de arte santiaguinas. Durante la década de los ´60 se traslada a Venezuela, desde donde es contactado para encargarse del museo de arte contemporáneo latinoamericano, integrándose también al equipo de “El techo de la ballena”, con quienes publicaría una serie de trabajos literarios y artísticos, siendo apreciado como un exponente más de la vanguardia venezolana. Respecto a este proyecto, Sierra afirma:

El Techo de la Ballena, que unió a artistas y escritores y permaneció activo entre 1961 y 1968, es recordado como la última de las agrupaciones activistas en las artes venezolanas, y una de sus experiencias más complejas: inserta en la ola contracultural internacional; influida históricamente por el espíritu Dadá, el surrealismo y los beatniks estadounidenses (…) (Alfonso Sierra 2002)

A estas nuevas experiencias, le siguen una serie de exposiciones en Venezuela, Chile, París y Tokio, al igual que la propagación de sus proyectos editoriales más importantes, como fueron “la pata de palo” y “cisoria arte”, desarrollando publicaciones periódicas preocupadas de difundir la nueva poesía latinoamericana.

Algunas de las referencias a su persona, hablan de un ser solitario, un eterno exiliado: “Dámaso era un hombre exiliado de todas partes (a veces pienso que de sí mismo). Dámaso sabía llevar esta diferencia con dignidad, con la dignidad del artista excepcional que era” (Seco 1997), mientras que sobre su obra artística, suele destacarse la versatilidad para saltar de un género a otro, de un formato a otro, burlando los convencionalismos y las reglas constitutivas de cada rama artística. (Calzadilla 1968,Padín 1995)

Como ha sido señalado anteriormente, Ogaz cultivó diversos géneros, entre los cuales nos atraen sus collage y el arte correo en particular. En ambas direcciones el autor hace patente una búsqueda por descentrar los lenguajes habituales, intentando transitar por los signos y producir modalidades de comunicación imprevistas. Bajo el formato del collage, su intento se encamina a través de la imbricación de soportes superpuestos en una relaboración simbólica, donde lo verbal no se presenta como lo indispensable, pero sí como indicio – y en muchos casos conductor- del significado. En estos casos, el artista utiliza en su composición fragmentos de revistas, diarios y dibujos, cuidadosamente seleccionados y recortados de manera particular, relacionándolos con los demás fragmentos, construyendo la obra con innumerables retazos.




Su relación con el mail art o arte correo también se posiciona como una de las vertientes más innovadoras en las cuales se desempeñó, instaurando una práctica que en Latinoamérica permaneció en boga durante varios años entre las décadas de 1970-1990. Si bien lo que el autor añora por medio de este quehacer es desestabilizar los patrones habituales con los cuales una obra se constituye, también se vio obligado a introducir una dimensión política al interior de sus trabajos, lo cual se visibiliza en la nominación de sus obras postales como “co(reo)art”, aludiendo a la (co)autoría de este tipo de trabajos, como al encierro en dictadura, tal como lo vivió Clemente Padín con el régimen militar de Uruguay, hecho denunciado por Ogaz a través del arte postal, buscando la liberación de su amigo y colega artista.





Si intentásemos ver una matriz común tras las obras de arte postal a las cuales tenemos acceso, podemos apreciar que hay una parte de los trabajos en los cuales los signos remiten a signos, dando a entender que existe, tras la apariencia caótica de los elementos dispuestos, una equivalencia simbólica que debe ser descifrada. Es el caso de algunas ”c(art)as“ o “writtings”, como el autor los denomina, donde existe una experiencia comunicativa que se trata de instaurar como posible, fuera de las convenciones lógico-verbales.





Una segunda vía, muy en cercanía con la anterior, está en la reflexividad de estas obras: en efecto, la mayoría de ellas remite al lenguaje con el cual están construidas o a la tradición literaria (Rimbaud, por ejemplo), generando, en algunos casos, secuencias narrativas hiladas con pequeños indicadores que enlazan las múltiples imágenes de las que se compone la obra: “Ogaz desarma la acción y la coloca sobre una mesa de disección, todas las operaciones de la concepción, siguiendo el sentido de las flechas, es decir lógico, se desarrollan normalmente, como las secuencias de una tira cómica, rica en incidentes y detalles” (Calzadilla 1968)






Siempre al tanto de las corrientes artísticas y literarias, tanto de Latinoamérica como de Europa, el trabajo de Dámaso Ogaz muchas veces fue catalogado de antipoético y conceptual, en sintonía con dos importantes tendencias artísticas del siglo XX. Respecto a esto último, Calzadilla ha señalado que Ogaz practicaba su propio método, denominado “la visión desigual”, donde las imágenes se aglomeran para confundir al receptor y desestabilizar la comprensión racional:

El resultado de la visión desigual es un gran excedente de imágenes que siguen actuando por sí solas, libres del control de la mente y los sentidos, y cuya independencia amenaza la normalidad del individuo quien se siente de este modo arrastrado a una atmósfera semejante a la que reina en una campana de vidrio. La existencia está concebida como un gran laboratorio, tan confundido en sus actos como una multitud que corre después de oír la explosión. (Calzadilla 1968)

En tanto a su pintura, una constante siempre presente en sus cuadros es el cuerpo, expresado en figuras antropomórficas generalmente fracturadas, separadas, alteradas en su disposición natural.








Es interesante en el caso particular de la pintura, como Ogaz, provoca un diálogo entre los elementos internos y externos del cuerpo, por medio de colores que comunican el afuera y el adentro del cuerpo mismo. Respecto a esto, algunos autores se atreven a leer tales obras como una biografía corporal de las enfermedades que aquejaron al autor, señalando estos trabajos como una especie de memoria visual del cuerpo ( en esta línea, recordemos que en el año 1965 expone los dibujos “pacientes y enfermedades” en instituto chileno-britanico de cultura) donde la coloración de ciertos órganos corporales imprimen la sensación de cierta energía, de calor, marcándose como un elemento que provoca alteraciones, producto de los cambios externos trasladados e instalados en el interior.

Por otra parte, la denominación de “conceptualización visual” asignada a una serie de tarjetas postales, nos permite comprender desde el título de los trabajos agrupados que se trata de un pensamiento óptico, que busca a través de la sintaxis visual promover una determinada significación.





En este caso, las imágenes pareciesen ser fotografías, tomadas de diversos elementos en ángulos y perspectivas particulares, generando una visión del objeto distinta a la que acostumbramos. Esta práctica no habla más que de un artista en cuya obra lo visual era una dimensión inevitable, aprovechada desde innumerables aristas, intentando hallar la mirada artística que yace bajo los objetos, disponiéndolos en un escenario relaborado para su captación estética, siempre con el interés de hacer del arte una manifestación en conexión con la vida.

Como hemos logrado apreciar de manera mínima, dada la escasez de material que disponemos para realizar un análisis más exhaustivo, la presencia de lo visual en la construcción artística de Dámaso Ogaz adquiere un papel predominante. Desde la creación de los collages, pasando por la pintura y el arte correo, hasta llegar a su “conceptualización visual”, la imagen aparece incrustada en sus infinitas modalidades como un medio más en la búsqueda del artista. Su obra repercutió en las generaciones siguientes de Venezuela, quienes ven en Ogaz un icono de la experimentación vanguardista, un artista que escapa las definiciones y se mueve libremente entre la literatura y la plástica, entre la poesía visual y el arte postal, entre el arte conceptual y el arte total, como en aquella inédita presentación titulada Cacosynthetón (1967), donde el sonido, la danza y la poesía visual, se confunden en una misma intervención.






La obra de Dámaso Ogaz se caracteriza por haber destruido las barreras que siempre han dividido la poesía, la gráfica y la diagramación. En su lugar, todas las artes se reúnen para provocar el pensamiento, para seducir la imaginación, para invitar a la participación y despertar la reflexión. Apreciada su obra en un contexto general, veremos más adelante como su trabajo guarda inevitables coincidencias con otros cultores de la poesía visual en Chile, donde técnicas y formatos, donde métodos y estrategias de elaboración, son muestra de una actividad compartida asentada en valores comunes.











DAVID FIGUEROA FIGUEROA [16.834] Poeta de Venezuela

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David Figueroa Figueroa 

Nació en San Felipe estado Yaracuy, Venezuela en 1945. Sus trabajos poéticos se han publicado en periódicos y revistas dentro y fuera del país . Algunos de sus poemarios son: El amor es una trompeta de sueños, Ronda sin fin. Plural cercanía, Mariposas de sol, Las batallas de Eros, Tiempo de Colibrí, Tauroquia, La poesía con sus pupilas milenarias.

Por su trabajo literario ha recibido innumerables premios y galardones en Venezuela. Invitado constante a Festivales, Ferias de libros y Encuentros de literatura infantil en Venezuela y el mundo.


Grillo trovero

Grillo trovero,
búho prudente.
Se muda el sol
Grillo nochero,
caimán sin dientes.
Abre el cocuyo
faros ardientes.
Grillo lunero,
el zorro miente.
El niño juega
a ser valiente.



Corcel de lumbre

Corcel audaz
dragón taimado
Quimera gris
tiempo pasado
Corcel apuesto
Nos da la vida
el ser amado
Corcel de lumbre
poema aliado
No llegas lejos
si estás parado




Zorro despierto

Zorro ladino
canción de cuna
Viene la noche
también la luna
Zorro avispado
El que no guarda
no ve fortuna
Zorro despierto
cardón y tuna
Es nuestra madre
como ninguna




La iguana

La iguana tiene
un gran secreto
y es que el iguano
le robó un beso.

La iguana sueña
en la enramada
con su secreto
de enamorada.

La iguana canta,
después suspira
y el iguano
¡cómo la mira!

Los dos juntitos 
van a pasear
del monte al río
del río al mar.



FAENA

         Luisa Cortés va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. La iglesia es su morada preferida. En su bolso la imagen de la Virgen del Carmen. En su boca un padre nuestro por café.
         Todo esto transcurre a pleno sol. Pues de noche es una pipa rota y además firme seguidora de la "vida fácil". 



EL COLECCIONISTA

         Raúl Trabalenguas fue un constante degustador de verdades. Por lo menos así pensaba su yo cuando soñaba despierto.
         Anteayer reveló su autopsia que su muerte había ocurrido por asfixia mecánica. En sus agallas (mejor dicho en sua faringe) le consiguieron anclado un descomunal sofisma.




COSAS

         Pensar que Juan Trinidad fue reprobado por no saber conjugar el verbo padecer.
         ¡Qué cosas!
         Cuando murió, se lo sabía de memoria. 




SECRETO

         Dulce Prieto jamás echa un pie fuera de casa. Por esos todos creen en su inocencia.
         El padre, la madre  y sus hermanos.
                  Menos el primo y el vecidario.



LA RANA MARÍA

La rana María
tiene la piel lisa.
Canta a la sequía,
también a la brisa.
La rana María
a veces va a misa.
El sapo la espía
hecho un mar de risa.
La rana se baña
junto a la cabaña
del amigo grillo.
Mientras la cigarra
toca la guitarra
para un monaguillo.




MAGIA 

El niño todo lo goza
lo dice siempre Merlín.
Es un mago de postín
que a la palabra y la rosa
la vuelve una mariposa
en ríos de poesía
y en soles de picardía.
Es caballo de madera
que galopa dentro y fuera
el mar de la fantasía.




ALIENTO 

En poesía
el verso vuela.
Nos da la escuela
sabiduría
de noche y día.
Es puro aliento
lo que yo siento
cuando en la mesa
el pan la besa
todo momento.




RONDA DE DOÑANA

La niña salió al jardín
con su muñeca de lino.
En sus manos un jazmín
que le obsequió su padrino.
La niña salió al jardín
vestida de ropa fina.
Va tocando aquel violín,
regalo de su madrina.
La niña salió a bailar
con las rondas de Doñana.
¡Cómo se oye galopar
el viento por la sabana!



PAVO OSTENTOSO

Pavo arrogante,
viento, torero.
Tiene el reloj
sueño ligero.
Pavo ostentoso,
sapo agorero.
Anda la brisa
por el estero.
Pavo soberbio
día alfarero.
El que madruga
llega primero.




CAUDAL

Si yo fuera tan bonita
como Dalia y Margarita
Me daría las estrellas
su caudal de luces bellas.
Si yo fuera tan bonita
como Dalia y Margarita.
Al mismo sol lo pondría
a cantarme todo el día.
Si yo fuera tan bonita
te tendría muy cerquita.



LECCIÓN

Mis ojos son relucientes
como las perlas del mar.
Fue lo que dijo la mosca
y ya no pudo volar.
La rana con picardía
de esta forma razonó:
Por estar de zalamera
la pobre mosca murió.
Enseña la moraleja
que hay que ser muy comedido,
para que la vida tenga
su verdadero sentido.




JUEGO

El niño al juego,
el juego a la risa,
la risa a la cara,
la cara a brisa,
la brisa a la palma,
la palma a la playa,
la playa a la arena,
la arena al castillo.
Así de sencillo.

Un torito negro
que sale del mar:
ni perro ni gato
lo puede atajar.

(La noche)

Qué cosa es
Que silba sin boca,
que corre sin pies,
te pega en la cara
y tú no la ves?

(El viento)




DE ESPERANZA 

En la sartén el pollo es un huevo
            El huevo una mariposa amarilla que no vuela
Suspira por verse convertido en una lombriz de tierra
                        Pensativo la lengua toma puesto en un rincón
El agua de torrente se vuelve un verso en una muela
                                   Allí juega alevosa con los dolores ajenos
En la sartén viaja un oloroso bacalao con la cabeza empolvada
Sonriente y abultados los pezones de una hallaca navideña
                        La lechoza cansada de ser manoseada
De tanto motir viva la encantada langosta en el cristal del aceite
            En la sartén vemos los ojos de aquellos que ya vieron.




Fabular de voces en la escritura de David Figueroa Figueroa

Por José Gregorio González Márquez




Abrazar  la palabra para sentir su fuerza, convivir con ella para mantener cercana la memoria, redimensionarla  para que llegue al corazón de los más pequeños es oficio de un poeta. Desde la poesía, expresada en prosa o verso, se señalan los caminos de la lectura y la escritura para enamorar a los niños y conminarlos a transitar por los senderos de la imaginación y la fantasía. No se trata de inventarles mundos desconocidos para que disfruten momentáneamente de acciones o situaciones disímiles. En realidad se busca acércalos al acto creador desde el sagrado recinto donde mora la palabra.

El poeta es un ser dilecto. Intuye en cada rasgo de existencia la intemporalidad de la escritura al mismo tiempo que hace de su oficio una fortaleza para que convivan sus lectores, para que disfruten de sus creaciones. Toda forma de escritura es un acto de amor. Gustavo Pereira en su texto Écriture nos dice que Tal vez toda escritura, aun la más tendenciosa y amarga, no sea en el fondo sino una declaración de amor hacia alguien.  

David Figueroa Figueroa, excelso poeta yaracuyano, ha dedicado su vida a la escritura. Su trabajo para niños es inmenso, de larga data y con una impresionante sencillez que permite a la palabra ser portavoz cercana al universo del infante. El manejo de las imágenes en sus textos para niños, ronda los espacios donde se fertiliza el uso de la imaginación y se acicalan los poemas para adueñarse del alma de los pequeños.



Ronda sin fin, colección de poemas cortos y precisos, expresan la armonía que existe entre la libertad de crear y el contenido poético propio para un niño. Fábulas, adivinanzas y textos poéticos convergen en este libro para nombrar y dibujar imágenes perentorias cuya recurrencia encenderá los sentidos y facilitarán la permanencia de un vaso comunicante con sus lectores. Figueroa Figueroa, obvia en su trabajo el uso de la fábula como elemento moralizante y despliega un mundo de palabras para pintar la belleza, el sentido de la vida, las paradojas de la existencia y la divinidad de la poesía. En su fábula 1 nos dice: 


Un pez
enseñaba
de colores
al mar
Paradoja
el pez
era ciego


Demuestra este texto que la invidencia no limita la capacidad para ver más allá de las simplezas del destino. La paradoja aun cuando presenta elementos contradictorios o por lo menos que perecieran, sólo se limita a reafirmar una visión infinita del poema.

Otro texto que indudablemente posee un encanto natural y refiere a la intuición  como elemento polivalente para motivar en el niño su capacidad de imaginación  es el nombrado como Fábula 6 y que reza; 


Busqué una nube
pero
estaba de turista
Busqué un riachuelo
Pero
andaba con la nube.


Las adivinanzas traen consigo la activación del intelecto. Muchos procesos mentales se ponen en funcionamiento cuando se formula una adivinanza. El niño se emociona y juega, se sumerge en un territorio desconocido en busca de respuestas; claro, sigue las pistas dejadas en cada palabra que conforma la adivinanza. David Figueroa Figueroa, construye para el disfrute lúdico del niño textos como el que se presenta seguidamente:


 Parece volar 
el conejo
cuando corre
¡Cómo se hermana
con la brisa!


Cuando se escribe para niños, el poeta maneja licencias ilimitadas. La creación de textos no está cercada por convenciones ni reglas que cercenen el acto creador. El uso del absurdo divierte y motiva; hace reír y propicia el análisis de situaciones desde la realidad circundante. En Ronda sin fin conseguimos el poema intitulado Absurdo 2: 


Una vez
vi gatos que cazaban lagartijas 
en metamorfosis de arbustos
En las ventanas del sol
los gallos perseguían gallinas de fuego


Otro texto de la misma estirpe reza: 


La cigarra
del relámpago
abandonó
los dientes del tiempo
Hoy baila jubilosa
en el columpio del sereno


El Cucarachero Juglar y otros relatos, Obra con la que ganó Figueroa el XIV Concurso Nacional de Literatura Infantil Miguel Vicente  Patacaliente, es un libro en el que se entremezclan la prosa y el verso. Concebido por su autor como una especie de bestiario donde los protagonistas se mueven entre la multiplicidad de imágenes literarias y las paradojas de la vida, pretende señalar situaciones que pueden ser cotidianas para los niños. Aunque poseen características de fábulas, estos textos lejos de querer imponer enseñanzas y estar marcados por el didactismo, se sostienen como tributos al devenir de la humanidad. No desea entonces el autor inmiscuirse en el campo axiológico como un referente esencial e imponer principios y valores, más bien busca alimentar la conciencia desde su trabajo literario.



El uso de prosa y verso juntos, poco común en nuestros autores por cierto,  define la obra de David Figueroa. En el Cucarachero Juglar, van fluyendo el cuento y la copla hacia el infinito mundo de la palabra,  convergen en la acción lúdica que encanta al niño; no hay recortes ni grafías sobrantes. Cada letra ocupa el lugar que le corresponde en la maraña de imágenes propuestas por el escritor. La historia de este cuento refiere a un cucarachero que es poeta y vive cantándole o componiendo coplas a quien se interese por ellas por motivos especiales. Por supuesto, cobra por ellas.

Cito ahora un fragmento del cuento mencionado: Otras veces era el cuervo, quien pedía algunas coplas relancinas. Amigo Cucarachero, sé que usted tiene una voz extraordinaria, recíteme algunas cuartetas. Enseguida las tendrá en su oído, camarita:


La guayaba es muy sabrosa,
tiene el corazón de miel
El que vive de maldades,
siempre se viste de hiel.
El tiempo no pasa en vano,
dice el refrán con certeza.
si quieres vivir en paz,
usa muy bien la cabeza.
El amor no cuesta nada,
pero muchos no lo dan.
Hagamos como la espiga,
que siempre reparte el pan.


Otra característica resaltante en este libro se manifiesta en las tramas de los cuentos poemas. Buena parte de ellos con finales que se mueven entre lo irónico y trágico, pretenden señalar las vicisitudes que viven los seres humanos. Sus alegrías, tristezas, angustias, vivezas están presentes en la obra; asimismo,  sus defectos como la envidia, la inquina, la miseria y el conformismo. El cuento La hormiga Dominga y sus travesuras relata las peripecias de una hormiga que se apasiona tanto por la Halterofilia que su obsesión la conduce a la muerte. Una crítica cerrada al uso de esteroides, dietas especiales y al abuso del ejercicio físico para buscar la perfección de la imagen, del cuerpo.

En La flor única, el amor, la benevolencia, el egoísmo y la envidia se manifiestan a lo largo del cuento. La historia de una flor que por mucho tiempo ofrenda milagros a quienes se acercan con buenas intenciones. Cambia de coloración de acuerdo al ánimo de los que la visitan. De hecho el nombre que le da el autor al pueblo connota la cantidad de favores que la flor hace a sus habitantes. Pueblo sortario no es otro que la vigencia de voces múltiples que conviven en cada uno de nosotros, las llamadas predestinadas para acercarnos con respeto a la libertad del texto.

Fabular de voces, libro por cierto inédito, es un extraordinario despliegue de imágenes. La belleza, el ritmo, la rima y la musicalidad de cada uno de los poemas están trabajados con maestría. El poeta construye desde su saber ancestral un fabulario de voces que prolifera en la palabra, un abalorio de cuentas con perlas poemas. El trabajo en estos textos resume la sensibilidad de Figueroa usa para deleitar a los niños. Se mueve un sinnúmero de voces al compás de la alegría, bajo la batuta de lo sencillo, ante la algarabía de lo perenne. Atrapar un poema en la naturaleza misma  y llevarlo al territorio de la escuela o de  la casa no resulta fácil; pocos maestros de la belleza logran hacerlo.



Límpida la palabra se reúne paulatinamente, se une para concatenar textos cuyos elementos incipientes se tornan canciones, fabulosos vientos que crean una atmósfera festiva. Recrear un bestiario y al mismo tiempo sumarle situaciones que atañen a los humanos permite involucrar la potestad misma del ser ante lo onírico.

El texto Corcel de lumbre nos dice: 


Corcel audaz
dragón taimado
Quimera gris
tiempo pasado 
Corcel apuesto
lado por lado
Nos da la vida 
el ser amado
Corcel de lumbre
poema aliado
No llegas lejos 
si estás parado


No son ajenos a estos poemas la presencia de referentes axiológicos; no con fines moralizantes sino como principios inmersos en la vida. En Zorro despierto apunta: 


Zorro ladino
canción de cuna 
Viene la noche
también la luna 
Zorro avispado
pavo en ayunas
El que no guarda 
no ve fortuna
Zorro despierto 
cardón y tuna
Es nuestra madre
como ninguna


Para David Figueroa Figueroa, la palabra es vida; marca la existencia desde el templo de lo ignoto, la lleva sustanciada al colectivo, la entrega sin preámbulos para que sea disfrutada en toda su esencia.








IVÁN ROJO [16.835]

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Iván Rojo 

Iván Rojo (Valencia, 1976) estudió derecho. Escritor vocacional y muy prolífico, compagina su verdadera pasión —la escritura— con cualquier trabajo que le permita sobrevivir.

Es autor del libro de relatos Pantano (ed. Sven Jorgensen, 2014) y La Vida Salvaje, (relatos y poemas Rasmia Ediciones, 2015).



Participó en la revista de literatura underground Vinalia Trippers (2015) y fue becado por un mes en la residencia Villa Sarkia para escritores y traductores de la fundación Nuoren Voiman Liittlo, en la ciudad de Sysmä, Finlandia, donde trabajó en el desarrollo de un poemario titulado León de Invierno.






Espeluznante

Me tomaba un café
en el bar de la esquina,
pensando, repensando,
y sin querer levanté
la vista hacia mi casa.
Allí estaba, la ropa
tendida secándose
al sol frío de febrero.
Mi camisa del trabajo,
resplandecientemente
blanca,
ondeando desmadejada
al viento.
La bandera del vencido.





Ya es primavera

Ya es primavera en El Corte Inglés
y en la terraza del bar
las palomas picotean
migas sucias bajo el sol.
En diez minutos he visto a dos personas
agacharse para recoger sendas colillas.
Es primavera en El Corte Inglés.
Es importante ir a la moda.
Es primavera.
Cielo azul, sol y palomas.
Sus sombras son enormes buitres.





Diario imaginario de un náufrago

Hace tres noches
que matamos al grumete.
Rubio y sonrosado,
de unos quince años.
Pero su carne era
recia, cartilaginosa,
nudo de nervio y tendón
como la de buey viejo.
Ahora los otros dos
supervivientes repelan
sus huesos blancos
acuclillados en popa.
Dios, ese ruido.
Tendrías que oírlo.

Sueño con albatros.
Sueño con cachalotes.
Que estas dos bestias
devoren su carne
hasta reventar.
Yo sueño con el aire
de los huesos del albatros.
Sueño con el aire
de los gigantescos
pulmones del cachalote.
Respirarlo para elevarme.
Respirarlo para hundirme.
Cualquier sitio.
Cualquier aire menos este.





LLAMADA NOCTURNA

Nada,
miraba el descampado a la luz de la luna.
Pues
matorrales azulados.
Ratas azules afanándose de aquí para allá.
Susurros de brisa. Polvo azul.
Eso soy. O así me siento.
Un enorme descampado,
y yazco en mitad de esta noche suburbana.
Pero, ¿sabes?
Bien, muy bien, que así sea.
Hoy me encuentro optimista.
Quizá un día crezca como un rascacielos.
Quizá un día florezca como un jardín botánico.
Quizá un día amanezca de verdad.
Sí. Seguro. Un día.
Es lo que le digo por teléfono.
Y también:
¿Yo? No, no voy borracho.
Créeme, te lo prometo.
Pero me cuelga.
No me toma
en serio.
Y sin embargo no he estado
más seguro de nada
en mi vida.





LA GATA

Le pongo un platito de leche a la gata
y la observo beber tranquila
mientras escucho al vecino llamar
al otro lado del tabique
Misi Misi Misi Misi.
Con este lleva así cuatro días.
Hoy ha puesto un cartel en el zaguán.
Gata perdida. Se llama Misi. Se recompensará.
Y una foto de esta bonita bola de pelo naranja.
Dejo la puerta abierta una hora, dos,
y me pongo a hacer mis cosas.
No le hago más caso que un poco de agua,
un poco de leche, un par de sardinas.
Pero no se va. Hoy también se queda.
Y por alguna razón me sabe mal echarla.
Debería ser más duro, supongo.
Debería ser un ciudadano más cívico.
Pero me sabe realmente mal devolverla
al lugar del que ha escapado.
Y además por las noches se sube al sofá,
se arrellana y se frota conmigo.
No es la primera vez que me pasa.





Drácula

Se llamaba Pedro
pero para nosotros era Drácula.
Jamás bajaba a jugar.
Tan solo le entreveíamos en su balcón
de vez en cuando, 
siempre ya anochecido.
Así que, claro: era Drácula. 
Y además estaba su color, su mal color.
Eh, Drácula, eh, Draculín,
le gritábamos desde la calle,
¿tienes miedo de nosotros o qué, bicho raro?
Y el chaval se retiraba a la seguridad de su casa.
Dejad en paz a Pedro,
nos decía alguna gente del bloque,
el pobrecillo está enfermo, tiene leucemia.
Pero teníamos nueve años
y no entendíamos de tragedias,
así que Pedro no estaba enfermo; era un vampiro,
y tampoco se llamaba Pedro; se llamaba Drácula.
Ojalá hubiera sido así.
Ojalá hubieras tenido colmillos.
Habríamos merecido que nos vaciaras las venas.
En fin, hoy me he acordado de ti, no sé por qué.
Y te quiero decir lo siento, tío.
Lo siento, Pedro.






IVÁN ROJO - LA VIDA SALVAJE
(relatos y poemas Rasmia Ediciones, 2015)




Tan solo unos meses después de Pantano, el primer libro de este autor Valenciano, aparece su segunda obra. Mi primer pensamiento fue que se trataba de una obra de poesía, sé que el autor la cultiva y por eso de "cambiar de registro". No obstante me equivocaba y lo que nos muestra Iván en La Vida Salvaje es otro conjunto de relatos cortos en la misma onda de los presentados en Pantano. Un puñado de historias que podrían encuadrarse dentro del realismo sucio y que pretenden reflejar un hastío existencial para provocar la indignación y el sentimiento de culpa hacia el tipo de vida que estamos condenados a arrastrar todos en mayor o menor medida. Aunque esto de primeras suene deprimente creo que Iván es un maestro en lo que llamo la ternura trágica, ese contradictorio reflejo que se observa de una humanidad y un cariño sincero hacia la vida en medio de toda su carga de tragedia. Así, en medio de cualquier vertedero, en cualquier cárcel, antes de golpearse contra los barrotes, puede surgir un objeto, una imagen en particular, que nos conecte con ese sublime, esa conciencia de uno mismo, de la humanidad, de la vida (salvaje) y de su, en el fondo (o muy en el fondo), entrañable carga. Es difícil apreciar esos momentos, y más difícil aún expresarlos con convicción en un escrito. Por suerte Iván es un escritor de oficio, y ese buen hacer en el uso del ritmo (complicado en relatos de tan corta extensión) y esa habilidad para capturar las palabras certeras hacen que leer sus historias remuevan algo en el lector, sentimientos contradictorios en muchos casos, creando un tour de force con uno mismo y resultando en una lectura satisfactoria a muchos niveles, entretenida y directa y a la vez profunda y metafísica.
Iván Rojo es un tipo de esos para los que escribir es una necesidad que eclipsa a todas y que no para de producir relatos y poemas en cualquier momento que le permite su "vida normal". Es cierto que muchas veces eso puede repercutir en la "garra" de los escritos, o hacer que uno se acomode en los terrenos conocidos, por lo tanto no negaré un ansia personal en ver lo que puede ser capaz de crear en otras ramas literarias.
Al tiempo... y el tiempo, por lo visto en las páginas de La Vida Salvaje, juega a su favor.

Un libro muy recomendable. Enhorabuena colega.
- Carlos Salcedo Odklas.


Y a continuación os dejo unos extractos para que juzguéis vosotros mismos:



EL GRITO DEL GORILA

mucho antes de que esta ciudad se convirtiera en destino de cruceristas rusos y japoneses, y de que su zoo fuera uno de esos tan modernos sin barrotes visibles y supuestamente dignos a ojos del visitante medio, el zoo de Valencia era una especie de cárcel llena de animales viejos y abatidos. Un geriátrico para fieras. Un sucio campo de exterminio. Yo iba con mi padre algunos domingos y sobre todo me acuerdo del gorila. Siempre sentado en su inmunda jaula, con legiones de moscas detrás de las orejas, de espaldas al público. La gente, también yo, le arrojaba cacahuetes y chucherías. Rebotaban en su espalda y en su cabeza y caían a su lado, pero el gorila ni se inmutaba. Aguantaba estoicamente la humillante lluvia durante horas. Hasta que de pronto se levantaba de un salto, cogía del suelo alguna de sus mierdas y la lanzaba con rabia hacia la gente. Entonces se quedaba un rato de pie, sacudiendo brutalmente los barrotes de su celda y mirando desafiante a los domingueros, mostrando al mundo
aquel par de cojones como de cuero negro, enseñando sus colmillos amarillos, rugiendo como un terremoto vivo.
Luego volvía a sentarse de espaldas a los visitantes, volvía a su condena. Su cuidador decía que estaba loco. Yo pensaba que el pobre bicho simplemente estaba harto de ser un mono de feria. Y que yo también lanzaría mi mierda al mundo si estuviera en su situación y fuera todo cuanto tuviera para defenderme y atacar. Puede que por eso haya acabado escribiendo.




NUEVAS ESTRATEGIAS DE ADAPTACIÓN

podría haber sido una hiena fugada del zoo.
Podría haber sido un buitre desorientado por el frío y el hambre.
O un oso descendido de las inexistentes montañas circundantes.
Quizá un perro, un vulgar perro vulgar, como todos los perros.
Podría haber sido un gato callejero. Una gata parturienta en busca de calor.
Podría haber sido una rata. Una asquerosa rata enorme, pesada, peluda y fuerte, tan fuerte como un gato o un perro o un oso o un buitre o una hiena, a juzgar por los rotundos, enérgicos golpes que se oían dentro del contenedor.
Pero cuando la tapa se abrió lo que emergió a la madrugada fue simplemente un hombre con un palo de escoba en la mano. Un hombre relativamente joven, todavía con el blanco de los ojos limpio, brillante bajo la capa de mugre, mierda y pestilencia que lo cubría. Un hombre que saltó con agilidad a la acera pese a no tener más que una pierna.
Yo pasaba por allí. El tipo me vio y me pidió un cigarro. Con acento de país pobre. Me llamó «señor». Con acento de culo del mundo, de suerte echada a perder incluso antes de lanzar los dados. Acento de Piotr, de Ahmed, de Wilson Aniceto. De Juan. Acento de brasero, chatarra, carromato y cobre. De empalmes de luz. De sábanas tendidas en fachadas como colmenas, siempre sucias por el polvo del inmenso descampado de enfrente.
Así que me pidió un cigarro y yo me estaba fumando el último. «Lo siento», le dije. Pero no era del todo cierto. Quizá ni siquiera en parte. En cualquier caso el hombre me dio las buenas noches y se dirigió hacia su destartalada bicicleta apoyada en una farola. Saltando a la pata coja, como el perdedor de un juego macabro. Y pedaleando a ritmo tranquilo con su única pierna se alejó calle abajo, el calor de su aliento congelándose blanquísimo en el aire, hasta hundirse por completo en la noche.
No. No era una rata. Ni un gato. Ni un perro. Ni un oso de Las Rocosas ni un buitre del desierto ni una hiena africana. Lo que acababa de salir expulsado del contenedor, como si este fuera el ano de la ciudad, del país y de Occidente entero, era un hombre. Con nariz para oler la inmundicia. Con ojos para verla. Con lengua para probar y no olvidar jamás su nauseabundo sabor. Un hombre como yo. Con cerebro, polla, pelo. Seguramente con apéndice y otras cosas por el estilo, ya sabes, de esas que a veces la vida convierte en trastos inútiles, como los sueños, el amor, la dignidad.
Lo que acababa de salir del contenedor era, en definitiva, la última especie animal que uno esperaría encontrarse rebuscando entre la podredumbre. Y, al mismo tiempo, la más habitual de ver en cualquier contenedor del primer mundo. Tanto que en cuanto acabe este texto me olvidaré de la criatura de la basura. Y tú también.




LA MANO

nunca quise más a Sonia que durante aquel atardecer de agosto, mientras iba y venía de un lado a otro sobre el alquitrán recalentado de aquella carretera secundaria, buscando como un loco su mano derecha en cada socavón, entre las hierbas resecas que sembraban su estrecho arcén y entre la tosca vegetación que la flanqueaba.
Veníamos de hacer un poco de senderismo. Había sido un buen día. Uno de esos días en que notas el amor burbujeando dentro de ti y ni siquiera te importa patear durante horas a pleno sol por el siempre abrasador sotobosque costero. Sí, había sido un buen día. Incluso habíamos echado un polvo a la sombra de una modesta agrupación de pinos jóvenes, único refugio contra el sol que encontramos durante nuestra excursión. Después, relativamente felices, llegamos al claro donde habíamos aparcado el coche, y empezamos a descender la carretera.
Sonia llevaba el brazo sacado por la ventanilla, meciéndolo al viento en imitación del movimiento de las olas, como en aquel anuncio de BMW. Solo que a ella no le gustaba conducir. Prefería sentarse a mi lado y disfrutar del paisaje mientras la brisa le acariciaba los pelillos rubísimos del brazo. «Te quiero», dijo ella de pronto sin volver la cabeza hacia mí. Sus palabras se mezclaron con el ruido del aire que entraba por la ventanilla, pero estoy seguro de que eso fue lo que dijo. Estoy casi seguro. Era la primera vez que me lo confesaba, y, claro, experimenté una alegría viva, profunda, cantarina. Entonces quise besarla, así que me incliné hacia ella en busca de su cara en escorzo, de su oreja izquierda, su pelo o lo que fuera. Ya alcanzaba a oler su pelo, luminoso y brillante al sol poniente, cuando recibí un profuso chorro caliente en plena cara. A partir de ese momento todo ocurrió muy deprisa. Tanto que más que como una sucesión de acontecimientos mi mente lo retuvo como una simultaneidad o solapamiento. Una vorágine histérica, simple y llanamente.
Como un resorte, salté de nuevo sobre mi asiento y casi instintivamente di un volantazo hacia la izquierda. Sabía que había perdido el control del coche. Delante de Sonia, la guantera y la parte interior del parabrisas estaban cubiertas de sangre. Ella, muy tiesa en su asiento, casi rígida, se miraba con ojos perplejos y boca de pánico el muñón sanguinolento de su brazo, a la altura de la muñeca. Su cara era una mueca paralizada, su boca abierta pero muda, con las comisuras vueltas inhumanamente hacia abajo. Pisé el freno a fondo y salí del coche. Inmediatamente empecé a buscar la mano, la mano de Sonia. Recuerdo vagamente haber llamado a emergencias, así como mis torpes intentos por tranquilizarla; había entrado en shock o, simplemente, estaba a punto de desangrarse. Creo que le improvisé un torniquete con el cinturón de seguridad. Seguí buscando. Carretera, arcenes, bosquecillo adyacente. Por todas partes. Miré también en los asientos traseros, por si hubiera ido a parar allí. Incluso, absurdamente, registré el maletero. Mi desesperada búsqueda me llevó al pie de un letrero oxidado que indicaba el desvío hacia un Safari Park cerrado años atrás. En uno de sus afilados bordes se observaba un fino reguero de sangre fresca. Concentré en sus alrededores mis pesquisas, bañado por la engañosa luz crepuscular. Nada.
El sol acababa de hundirse tras las montañas cuando llegó la ambulancia. Se llevaron a Sonia rápidamente. Yo me quedé con la policía. Traté de explicarles lo ocurrido. Ellos me miraban mal, de arriba a abajo, pero aun así fui parte activa del despliegue de efectivos que se organizó para intentar dar con el miembro amputado. Equipado con una potente linterna escruté los alrededores y los alrededores de los alrededores de los alrededores. No podía dejar de imaginar la pequeña, hermosa, suave mano de Sonia pudriéndose a la intemperie, rebozada de tierra sucia, en las fauces de alguna alimaña. Cosas así. Y precisamente esta última visión acabó siendo la conclusión de la investigación oficial: la mano debía de habérsela llevado algún animal. Yo salí del juicio más o menos satisfactoriamente. Pero aún hoy, una década después, me despierto a menudo en plena noche, envuelto en sudor tras haber soñado con la mano de Sonia; tersa, perfecta, incorrupta, en el fondo húmedo y oscuro de una madriguera. Siempre lleva las uñas pintadas de rojo, curiosamente. Algunas de esas noches acudo al lugar del accidente y sigo buscando lo que sé que nunca encontraré. Como el fugaz amor de Sonia, que, obviamente, nunca más quiso saber de mí.




ES UN MUNDO MARAVILLOSO

a estas alturas seguro que crees que no me gusta el mundo, pero te equivocas. Me gusta. Claro que sí. Me encanta. Aprecio y acaricio su maravilla a todas horas, en todas partes, en momentos y lugares que tú ni siquiera sospechas. Me cautiva la hermosura de los animales enjaulados. Las fieras. Sus colores vivos, tan vivos, rabiosamente vivos para nada. Rayas, motas, franjas, preciosas pero inútiles, que ya no sirven para camuflar sus movimientos del mal que les ha dado caza. Me golpea la belleza de los niños que observan a las bestias desde la seguridad del lado bueno del foso, el lado libre de la reja, el lado poderoso del zoo de la vida. Sus ojos cristalinos, limpísimos, inundándose tan temprano de humillación. Sus naricillas elevándose hacia el sol de primavera para olfatear mejor la mierda. El miedo. La mierda. La degradación. Aprecio la belleza de los extrarradios arrasados por la crisis. Los descampados, esa tierra de nadie. Las grúas recortadas como horcas contra el cielo luminoso, mediterráneo, azul perfecto de los malos tiempos. Los edificios a medio levantar, a medio derribar. Esqueletos de hormigón. Gigantescos zombis de cemento. Descomunales tótems en honor del dios del exceso, el empacho, el abuso. Me encantan las nubes de polución, los cementerios de coches, las desembocaduras turbias de los ríos, de las acequias, de las alcantarillas y los vertederos coronados por niños con zapatillas de goma. Me encantan los incendios, los tsunamis, las explosiones y cualquier cosa que me haga tomar conciencia de mi tamaño. Las tormentas solares, la migración del ñu. Me hechiza repasar las listas de éxitos, las listas de bestsellers, las canciones más radiadas, las películas más vistas, los índices de audiencia. Me alegra sobremanera comprobar encendiendo la tele que mi capacidad de sorpresa sigue tan intacta como la de un bebé feliz, sonrosado, bien amamantado. Me enorgullece tener polla en un momento de la Historia que parece exigirme que pida perdón por ello. Me conmueve la publicidad de Cofidis y otras mil empresas de refinanciación. Su hipnótica desfachatez, su desenfadada desvergüenza. Porque sí, son bonitas las sonrisas de esos pobres actores. Dios, las sonrisas deslumbrantes de esos pobres actores fracasados... Probablemente también ellos estén endeudados hasta las cejas por haber querido hacer realidad sus absurdos sueños. Y ahí los tienes, prestando la cara al moroso feliz que ha conseguido librarse de una deuda a costa de asumir otra aún más grande. Qué hermoso, qué maravilla. Me estremece que un titán de los negocios como IKEA, dios inmortal de la madera, el renacido y perfeccionado Odín, te escupa a la cara 5 euros en forma de cheque-regalo como agradecimiento por haber participado en el proceso de selección de personal que ha considerado conveniente descartarte. Me subyuga la belleza interminable de las colas del paro. Los códigos indescifrables que se iluminan en rojo sangre en los monitores de las oficinas del INEM. e0104, b3712, x0x65. Los letreros amarillo sol, amarillo metal precioso de las tiendas de Compro Oro en cada esquina. En cada puta esquina. Me fascina la caligrafía burda, basta y multicopiada en b/n de los manuscritos que forran las farolas, los semáforos, los parabrisas de los coches. «Vendo piso urgente.» «Oportunidad única.» «Solo particulares.» «Compro tu coche viejo.» Me hipnotiza el silencio sepulcral que se instala en los bares de barrio, no sé, por ejemplo un martes a las once de la mañana, cuando la escasa esperanza acumulada con esfuerzo y suerte por la noche empieza a desvanecerse a la luz de un día igual que ayer y, lo que es peor, idéntico al que amanecerá mañana. Me admira que esas personas encuentren la energía suficiente para seguir bebiendo su cerveza, removiendo su café, hojeando un periódico que jamás hablará de lo verdaderamente importante: de ellos. Contemplo y respeto la belleza de la ruina. El cascote, el escombro, el hierro retorcido. La lucha de la piedra contra los elementos. La roca contra la erosión. Joder, claro que me gusta este mundo maravilloso. Me encanta, hostia puta. Me encanta este gran combate entre la vida y la muerte. Me encanta que sea injusto. Me encanta que esté amañado. Porque no me motiva ganar. Lo que me pone a cien es pelear. Sobrevivir. Y cuanto más hijoputa sea el rival, joder, mucho mejor.




UN ZORRO

Pensamos,
quisimos pensar
que aquello nos salvaría.
Un fin de semana.
Montaña.
Naturaleza.
Aire fresco, aire puro.
Ya sabes,
un cambio de aires.
Reunimos
la última leña seca
de nuestra fe
y alquilamos la cabaña.
Intentamos encender
la chimenea.
Ardió.
Al fin.
Ardimos.

No fue fácil,
pero sí,
la primera noche
conseguimos que ardiera.
A la mañana siguiente
nos levantamos temprano.
Desayunamos mermelada,
no recuerdo de qué,
color rojo sangre.
Dimos un paseo
ladera arriba,
suave ladera arriba.
Lo salvaje domesticado
se extendía alrededor.
Reconfortante abrazo verde,
inofensivo, fiable y perfumado,
bajo un sol que era caricia tibia
y luz brillante pero no cegadora.
Recorrimos el decorado.
Ascendimos.
Dejamos abajo el bosque,
la vista puesta en la cumbre blanca,
pisando con firmeza
tierra, hierba y guijarros,
tan seguros de nosotros mismos.
Nos sentamos a descansar
en una roca
con forma de yunque.
Sacaste agua
de tu mochila Quechua
y bebimos.
Saqué cerveza
de la mía
y bebimos y reímos.
A mediodía
comimos bocadillos de panceta
entre dientes de león flotantes.
Águilas en el cielo
planeando majestuosas,
silenciosas, solemnes,
pura silueta pacífica
contra el azul.
La guerra hecha tregua.
Y nos sentimos comulgar
con la creación.
Por supuesto, sabía
que era ilusorio,
una mentira,
que en la ciudad
seguiríamos siendo
un par de cobardes,
y por supuesto sentí
que tú también lo sabías,
pero ninguno
dijo nada
y empezamos el descenso
el regreso a la cabaña,
bonito refugio,
demasiado bonito.
Tenía que ser mentira
pero quise creer.
Creer con mayúsculas.
Eran las seis de la tarde
cuando nos sentamos
en el porche
levemente nerviosos,
temerosos de que el hechizo
se rompiera,
pero aun así
sonrientes, bienintencionados.
Frente a nosotros
el sol se hundía
rojo y enorme y líquido
tras las crestas de piedra.
Era precioso.
Era una foto.
Era,
lo supe,
Photoshop.
Pero me esforcé por sentir
que estábamos juntos,
más juntos que últimamente,
quizá más juntos que nunca
en medio de aquel momento
dorado y alucinante.
Una sombra
se movió entonces
en el extremo de la pequeña explanada
enfrente del porche,
justo en la línea oscura
donde el bosque empezaba,
bajo la penumbra
proyectada por los árboles.
Los dos la vimos.
Avanzó hacia nosotros
despacio, dubitativa,
y se detuvo al poco.
¿Qué es eso? Preguntaste.
No lo sé.
Los dos allí sentados
en el balancín,
con la mirada fija
en el bulto oscuro, inmóvil,
cegados por el sol poniente
hasta que por fin
la cosa
se decidió a acercarse más,
poco a poco,
muy lentamente,
hasta alcanzar el charco de luz
de la explanada,
tan solo a dos metros de nosotros.
Un zorro,
exclamamos a la vez
en un susurro.
Era un pequeño zorro,
en realidad diminuto
y rojizo, deslumbrante,
casi naranja bajo los rayos del sol.
Un zorro precioso
de vientre claro
al que le faltaba
la pata delantera izquierda.
La extremidad
era un muñón de sangre coagulada,
el hueso blanquísimo astillado
asomando en el centro de la sección
de carne negra podrida.
El animal exhausto,
moribundo,
sin nada ya que perder,
se sacudió de encima el miedo,
avanzó tambaleante
hasta el primer peldaño del porche
y se venció de costado
en el polvo.
Emitía gemidos de dolor.
Resollaba sonoramente.
Nos miraba suplicante
desde el fondo de sus ojos
almendrados, castaños, animales, puros.
¿Qué hacemos? Preguntaste.
Tampoco para eso
tenía respuesta.
Pero sin dudar te dije
que entraras en la cabaña.
No protestaste.
Cuando oí cerrarse la puerta a mi espalda
me levanté,
me acerqué al zorro
y me acuclillé a su lado.
Le pasé la mano por el lomo
seguro de que no iba a morderme.
Era suave.
Era lo más suave al tacto
que jamás había sentido.
Tranquilo, le dije,
no tengas miedo,
todo ha terminado.
Y fui a buscar una piedra.




A VECES EL OPTIMISMO ARRAIGA, CRECE Y FLORECE.

el chófer del bus me devuelve el cambio. Noto algo extraño en la manera en que lo hace. Entonces me doy cuenta: le falta una falange en cada dedo. Me invade cierto repelús. Creo que asoma a mi cara. Y enseguida cierta curiosidad. Creo que no asoma a mi cara. Quizá deba su empleo a esa tara genética, la discriminación positiva no conoce límites. Quizá esté encantado de aferrar el volante con esos dedos tan cortos. Vete a saber... Yo los tengo tan largos, tan perfectos como cualquiera y no conduzco ni mi propia vida.
Pero no conviene pensar en ello. Eso hace tiempo que lo tengo claro: nada sirve de nada. Así que avanzo hasta el centro del autobús y me cuelgo de la barra casi contento de tener mis yemas donde se supone que hay que tenerlas.
En la siguiente parada sube un hombre sesentón. La cara le brilla como si llevara crema o mascarilla o algún potingue exfoliante, no entiendo de cosmética. Un enorme anillo en el meñique. La papada desbordando un pañuelo de seda granate. Y el poco pelo que le queda teñido de ese color crema de los muebles de los setenta. Un ser sórdido en definitiva, aunque decirlo sea políticamente incorrecto. Y más aún cuando me mira y me mira y me sonríe y se acerca y me mira. Algo dorado centellea entre sus dientes una y otra vez, y yo me centro en las gotas de lluvia que cruzan las burbujas de luz de las farolas ahí afuera.
Todos queremos algo de alguien, pienso mientras una chica con rastas naranjas y guapa de perfil pasa en bici junto a mi ventanilla. Lástima que esos deseos casi siempre transmitan en la frecuencia equivocada. Lo compruebo de nuevo nada más apearme. Gritos y lloros y gente debajo de paraguas mirando con falso desinterés hacia un punto determinado. Una chica blanca y un chico negro discuten a gritos en una esquina. Ella debe de rondar el quintal. Él es el perfecto mediofondista africano. Y, bueno, en realidad solo grita ella. Le dice que le quiere y que él a ella no, que la está utilizando y que es un puto ilegal y que lo va a denunciar. Y llora mucho y vuelve a gritar cosas por el estilo sobre el amor verdadero y la venganza helada hasta que se queda sin aire y parece que se va a desmayar de un momento a otro pero nunca, nunca, nunca se desmaya.
Sigo mi camino hasta la puerta del cine. Ya es la hora y ella aún no ha llegado. Nada nuevo. Así eran las cosas y así siguen siendo. Espero diez minutos más y decido comprar las entradas para ir ganando tiempo. Justo cuando me las guardo en el bolsillo me suena el móvil. Que aún no ha salido de casa, que no cree que llegue a tiempo, que le espere y no sabe, nos tomamos algo o damos una vuelta o ya vemos lo que hacemos. Le digo: «Joder, acabo de comprar las entradas y la película empieza dentro de cinco minutos». Se enfada. Definitivamente, no entiendo nada. Mientras su voz metálica me amenaza con no venir, intento calmarme repitiéndome a modo de mantra que hay ciertos niveles a los que no debo ni puedo ni quiero descender, y le digo «vale, vale, aquí te espero».
Al fin aparece. Lleva unas zapatillas verdes, lo cual seguramente no tiene nada que ver con el hecho de que aún la quiera, pero el hecho que me estalla dentro es que aún la quiero. Así eran las cosas y así siguen siendo. Lástima que haga ya tanto tiempo que ella emite en otra frecuencia.
Echamos a andar y en menos de diez minutos nos cruzamos con tres amigos suyos nuevos para mí. Amigos o lo que sea. Es obvio que al menos dos de ellos se la quieren follar. Se nota en el modo en que descansan sobre sus pies mientras hablan apasionadamente con ella de arte y música. Se nota en cómo me miran de reojo intentando catalogarme como presa o depredador. Sí, quieren. De hecho puede que ya haya ocurrido. Pero también es evidente que no voy a ganar nada exponiendo mi observación.
Así que lo mejor va a ser continuar el paseo como si nada de lo que veo y oigo tuviera el poder de afectarme. Le hablo de las cosas que me han pasado en el autobús. Le cuento la escena de la pareja interracial. No parece interesarle en absoluto. Opto por callarme y dejar que ella lleve las riendas. Qué más da. Me resume las últimas películas que ha visto. Y me dice que ha conocido a un tipo que es todo un melómano, que es Dj (diyeeeei), que está aprendiendo muchas cosas nuevas sobre música. «Mira lo que me ha regalado», dice, y saca del bolso unos auriculares blancos y gigantes de esos que lleva la gente moderna, la gente guay, la gente feliz consigo misma. La gente que, supongo, no se fija en los dedos del autobusero, ni en los dientes dorados, ni en las tragedias de conveniencia. Intento que la herida no vaya a más hablándole de cuánto me gustan los documentales del espacio de History Channel, que son alucinantes, que me tienen enganchado, que debería verlos. Y luego me paso de frenada y le digo que ya puestos no estaría mal que se dejara de discos y pelis y exposiciones y se leyera algún libro de una puta vez.
Y lo veo todo claro por primera vez en años. Y me largo de vuelta a casa pensando que visto lo visto, con todas las falanges, con una orientación sexual no merecedora de especial respeto, con un físico insustancial y con una relevancia cero en la vida de personas importantes, no está tan mal ser el Rojo. Es mejor que ser otro. O como mínimo igual de lamentable. Ah, a veces el optimismo arraiga, crece y florece de golpe, en el momento menos pensado. Como ahora. Solo hay que saber mirar alrededor. Está lloviendo, vale, pero esto no es Japón. No cae lluvia ácida.







JOSÉ PASTOR GONZÁLEZ [16.836]

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José Pastor González 

(Granada, 1967). Poeta y narrador.

Ha publicado:

"El ruido de los cuerpos al caer", (Editorial Groenlandia, 2012)
“alguien tiene que limpiar la mierda”. 2013, ediciones RaRo.

WEB:  http://librosyaguardientes.blogspot.com.es/



Sin palabras

Nos bebimos, nos comimos, nos chupamos,
a cuatro patas en el suelo,
de pie contra la pared, en malas camas,
en pensiones encontradas en el camino,
en playas solitarias,
en casas de conocidos,
en la habitación de tu hotel...
Con drogas, sin ellas,
borrachos, sedientos, felices, sin prisas, a pelo,
a escondidas o a plena luz del día.
Sin preguntas.
Sin promesas.
Sin concesiones,
sin calendario,
sin fronteras.
A muerte.
Como si nos fuera la vida en ello.
Prestándonos sueños, músicas, jugos, caricias y tabaco.
Sexo hasta calarnos los huesos.
Hoy, que las nieves han llegado por estos lares
estos viejos huesos
te echan de menos.






el valor de la metáfora / como el que oye llover

la metáfora tiene la forma de peladuras de patatas
y la utilidad de besos lanzados al aire
la metáfora es el pulso la sangre
el vuelo
de las palabras
es el juego la inventiva la aventura
de lo que no se puede imponer





el valor de los que lo estamos dejando

lo estamos dejando
y cada uno tiene sus trucos
no tener nada de alcohol en casa
evitar la tentación del tercer chupito
no apalancarse en las barras
cambiar con frecuencia de bar
intentar que exista la máxima distancia entre ellos
(pasear siempre ayuda)
tener en cuarentena los alcoholes de alta graduación
saltarse alguna que otra ronda
ser fiel a una bebida
buscarse un hobby que llene las horas dedicadas con anterioridad a los bares
no asistir a bodas comuniones funerales y fiestas navideñas
volverse exigente en lo que se bebe
y alejarse de afiladores soberanos zocos y alcoholes de dudosa destilación
han sido muchos años de trinque
a granel y a destajo
ahora
sin anónimos
intentamos tomárnoslo con más calma
seguimos siendo de tabernas, garitos de rock and roll y bares de carretera
y solo pedimos que los trucos para las resacas algún día nos funcionen
y que la vida sea amable con nosotros




José Pastor González. “alguien tiene que limpiar la mierda”. 2013, ediciones RaRo.




barrer para casa

mi madre
estuvo durante tres años
todos los sábados
limpiando
la casa y el bufete
de un afamado y rico
matrimonio de abogados vallisoletanos
estos
para asegurarse
de la eficacia y honradez de mi madre
escondían
monedas de veinticinco pesetas
como si las hubieran perdido involuntariamente
en rincones inverosímiles
junto a la fotocopiadora, bajo el revistero de la sala de espera,
entre las macetas de la terraza, detrás del televisor...
monedas que mi vieja sólo encontraría si se esmeraba
al barrer, fregar o limpiar el polvo
mi madre
que siempre ha limpiado a conciencia
daba con ellas
y las dejaba
honradamente
en un cenicero
que había en la enorme mesa del salón,
haciendo cuentas
(50 sábados al año por 3 años por veinticinco pesetas)
le deben
tres mil trescientas cincuenta pesetas
y unas disculpas






no hay bandera blanca en mis ojos

hay días en que soy in capaz de deshacer un nudo
incapaz de mantenerme en pie
incapaz de encontrar algo hermoso por lo que sonreír
días en que me daña cualquier palabra
en que me espanta cualquier ruido
en que me duele respirar
en que se me escapan las lágrimas
en que se me cae el cigarro entre los dedos
en que no estoy para nadie
hay días en que puedo escalar sin oxígeno el K2
preparar exquisito sushi para mis amigos
o escribir una canción como Jumpin´ Jack Flash
días en que puedo bailar hasta que salga el sol
y venirme para casa con la chica más guapa de la fiesta
días en que no acepto la derrota
pero no hay término medio
y es jodido vivir en esta montaña rusa
los dioses son caprichosos conmigo
y no me dan respiro
pero yo no me rindo






he ahí la cuestión

esperar o marchar





mientras espero el autobús

un hombre
que para volver
del trabajo a casa
tiene que coger el autobús
y oler
pedos
sobacos
y pies
de desconocidos
es un fracasado






tomando una cerveza un domingo soleado de otoño

estamos resacosos
y todo va como a cámara lenta
pero no hay prisa ninguna
no hay horarios, jefes, peleas
sentados al sol
bebiendo cervezas
hablamos de motos, economía, fútbol, política, música
cada uno con su estilo, manías, aficiones
sin que tenga la mayor importancia
hablando de planes, de viajes, de chicas, de conciertos
cada uno con sus sueños, esperanzas, ilusiones
sin que tengan la menor posibilidad de realizarse
pero aquí estamos
bebiendo con sed
felices
moviéndonos al ritmo del sol
hasta que la sombra llega a todos los rincones de la terraza del bar
y pillamos unos litros
y subimos a casa a hacer arroz con conejo
hay cientos de formas de hacer un buen arroz
sólo es cuestión de tomárselo con calma
y las cervezas ayudan
y la música
y la buena compañía
después del exquisito arroz
un café con un chorrito
unos whiskys
y el fútbol, los planes, la economía, la música, las chicas y las cervezas
y una partida al tute cabrón
para ver quién friega los cacharros
y así pasa la tarde
otro día ganado
mañana será otro día
y toca madrugar
para que el próximo domingo
podamos tomar unas cervezas
por nuestra salud






lecciones de jardinería

nos estáis echando tanta mierda encima
que estáis abonando nuestro odio









de "El ruido de los cuerpos al caer", de José Pastor González.



ESO ERA EL DOLOR

eran noches eternas 
de lluvia, cigarrillos y ansiedad 
noches casi de película de terror, 
noches con los ojos abiertos sin ver nada 
con el frío entrando por todos los lados, 
y cuando volvías a mí 
con la satisfacción en los ojos 
y el alcohol en los labios 
y como una fugitiva 
te metías en la cama 
y decías buenas-noches-cariño, 
sin espantarte todo el miedo 
que llevaba dentro 
yo permanecía insomne 
para no despertarte






no se nace odiando
el odio se enseña
no se nace rabioso
la rabia se aprende

José Pastor González

Escribe David González en el epílogo de El ruido de los cuerpos al caer (Groenlandia, 2012) que a pesar del flagrante intimismo de este poemario, nos sentimos plenamente identificados con esta falta de aire, con este mal de altura, con esta manzana newtoniana (la vida), ya podrida antes de chocar con el suelo.

Después de leer estas líneas podría ahorrarme todas las siguen, porque es imposible resumir de mejor manera la atmósfera que nos regala -o que nos arrebata- con sus libros el poeta José Pastor (1967).

Disculpen mis escasas dotes de sabueso. Me ha sido imposible seguir el rastro de Cuidado con el perro (Ediciones RaRo, 2009), primer poemario de José Pastor. Pero, a cambio, me ha bastado con una lectura canina de El ruido de los cuerpos al caer (Groenlandia, 2012) y de Alguien tiene que limpiar la mierda (Ediciones RaRo, 2013) -poemario que publicó junto a la poeta Rakel Rodríguez- para asumir mi fragilidad de animal invertebrado.
Pastor nos desnuda con sus versos desnudos. Versos carentes de vestiduras que se presentan desguarnecidos ante el lector, un lector que se enfrenta, de este modo, a una realidad sin edulcorantes, sin ánimo de corrección, narrada a través de líneas que se parten, líneas rotas ante nuestros ojos. No hay en sus poemas ni puntuación ni obediencia, no hay reglas ni límites ni artificios. Son poemas para leer cómodamente en tu propio sillón o en una de esas sillas en las que dormitan los clientes de los comedores sociales; al final de la cola del paro o en cualquiera de los descansos del curro; frente a la chimenea en la que quemamos todas las comodidades de nuestro hogar o alrededor de un fuego improvisado sobre el asfalto, o de un cubo de basura que arde. Poemas que saben que nadie debería darnos lecciones de jardinería, que sospechan que entre la basura, como entre las flores, también anida una cierta dignidad. La dignidad del que nunca se resigna.

Y no se resignan. Sus poemas son concisos gladiadores batiéndose en esta irascible lucha de clases y, por eso, les recuerdan a todos los poderosos de la Tierra que ellos tienen (…) la sartén por el mango, / los huevos, el aceite, la sal y fuego / pero yo tengo hambre. Nosotros los hambrientos, los habitantes del mundo virtual. Un mundo que ni existe ni es imaginario. Los que hasta hace bien poco nos conformábamos con llenar el carrito en el super y tomarnos, de vez en cuando, un par de rubias en cualquier tugurio, los mismos que ahora anunciamos sin levantar apenas la voz, con absoluta naturalidad y elegancia: nos estáis echando tanta mierda encima / que estáis abonando nuestro odio.

El poeta les avisa recitándoles su propia experiencia. Por eso, en la pantalla del pecé, ante mis ojos, se confirma el espíritu narrativo de su poesía. La narración da fe, sorbo a sorbo, de la experiencia propia como mera aproximación a la experiencia colectiva, surge de la anécdota personal y se encamina hacia la problemática social. Una poética que nace, sin ambición de perpetuarse más allá del presente, en cualquier parte, porque la armonía puede esconderse en una pintada sin rúbrica plasmada en la pared de un barrio obrero o en los autobuses que, justo a la hora en que el amanecer echa el cierre a los últimos bares, surcan la ciudad camino de las fábricas.

Podría haberme ahorrado estas líneas porque la manzana que besa el suelo ya está podrida y el poeta que escribe lo hace entre la basura. Lejos de las flores. Sin intención de sobrevivir a cualquier precio. Y, pese a todo, en sus palabras se refugia el amor. El amor porque la única manera de combatir esta tristeza / lleva tu nombre. La tristeza que nos abriga. ¿Quién se atreverá a poner fin a la comedia? Quién si viajo sin billete de vuelta para borrarme del mapa / para que sigas tu camino, quién si las calles van muriendo, si la vida no debería parecerse a este paraíso que nos ofrecen.

Uno tras otro, leo los poemas de José Pastor González. Uno tras otro, mientras paseo por versos que abominan de los concursos literarios, mientras asimilo estupefacto que su voz sólo pretende llevarse una bolsa: la de la ropa sucia. Uno tras otro, mientras pienso que nunca deberíamos dejar de mirar hacia arriba, hacia ese lugar inhóspito del que seguirán cayendo nuestros héroes, porque miro al cielo / y maldigo que olvidéis / de donde venís / y quién hace el pan.





ABRAHAM IBN EZRA [16.842]

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Abraham ben Meir ibn Ezra

El rabí Abraham ben Meir ibn Ezra, conocido también como Aben Ezra o Esra, Abraham Judaeus, Abendre y Avenara, y calificado como el Sabio, el Grande, el Admirable, (Tudela, Taifa de Zaragoza; 1092 - Calahorra, Reino de Castilla 1167) fue un destacado intelectual judío andalusí.

Hombre polifacético, destacó en poesía, filosofía, gramática, cábala, medicina, matemática y astronomía. Ibn Ezra fue además, a su pesar, un notable viajero; con motivo de la invasión almohade hubo de abandonar al-Ándalus hacia 1140 y viajó por el norte de África, Egipto, Israel, Italia, Francia e Inglaterra antes de intentar regresar a la península, sin que haya constancia de que efectivamente pudiera haberlo conseguido.

En el año 1934, se decidió llamar en su honor «Abenezra» a un cráter de impacto lunar.

Vida

Según José María Millás Vallicrosa nació en Tudela en 1092, aunque otros consideran 1089. Es en esta ciudad donde permanecerá hasta su juventud. Ubicado en un entorno judío, recibirá allí una enseñanza de los diferentes ámbitos de las culturas judía y árabe.

Antes de 1119, cuando Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona, tomó Tudela, Ibn Ezra partió de su localidad, en un errante viajar que le llevaría, primeramente, por diversas zonas de la península, y posteriormente a lugares más alejados.

Pasó por Toledo, por el cual avanzó hacia el sur, donde visitó Córdoba, Lucena, Granada y Sevilla, conociendo a varios ilustres pensadores judíos con los que mantendría relación, y logrando ocupar algún cargo relevante. Especial relación fue la que tuvo, en Granada, con Yehudah Ben Samuel Halevi.

Más tarde viajaría Ibn Ezra por el norte de África, donde fue testigo del gobierno almohade. También presenciaría las matanzas de judíos que se desarrollarían en Marruecos y Al-Ándalus, así cómo la destrucción de algunas comunidades.

En 1140 (o 1139) se dirigió a Roma, pasando por la península. En bastantes de sus obras refleja las desdichas que le ocurrieron en su paso por la península, y el dolor que sintió al abandonarla. Seguramente fue debido a los acontecimientos que recaían sobre los judíos que tuviera que alejarse del territorio español; como les pasó a otros ilustres judíos (por ejemplo, Yehuda ben Samuel Halevi, que marchó a Oriente, acompañado, precisamente de un hijo de Ibn Ezra).

Permaneció en Roma alrededor de cinco años, y es allí donde redactó los comentarios al libro del Eclesiastés y al de Job. Después se retiró a Lucca, donde continuó dedicándose a la exégesis del libro de Isaías y al Pentateuco. Tras pasar por Pisa, se instaló en Mantua, donde en 1146 escribió su obra considerada hoy más relevante sobre gramática de la lengua hebrea, el Sefer Saḥot. Más adelante lo encontramos en Verona, donde escribiría el Sefer ha-'Ibbur, obra sobre el calendario, el Sefer ha-Mispar, sobre aritmética, y el Safah Berurah, otro tratado gramatical de cierta consideración. Se marchó de Italia hacia los años 1147-1148.

Pasó a Provenza, donde se estableció en Béziers. Aquí escribiría el Sefer ha-Shem. Los viajes que realizó por Francia resultaron muy fructíferos, pues durante los cuales retomó su actividad exegética con el Éxodo, el libro de Daniel, los Salmos, los libros de los Profetas Menores, el libro de Ester, y el Cantar de los Cantares. Fue testigo en esta ocasión de la Segunda Cruzada. Más tarde se quedaría en Ruan, dedicándose a traducir obras árabes.

De Ruan se trasladó a Inglaterra en 1158. Durante su estancia escribiría el Sefer Yesod Mora ve-Sod ha-Tora, que trata sobre los mandamientos de la Biblia, y el Iggeret Shabbat, sobre el Shabat. Se desconoce cuánto tiempo permaneció en Inglaterra. Después volvería a Narbona.

Falleció hacia los años 1165-1167, de nuevo en la Península, en Calahorra según Millás; según otros, en Rodas.

Obra

Ibn Ezra fue uno de los más destacados literatos hebreos del medievo, y sus comentarios a la Biblia hebrea o Tanaj se distinguen por su erudición y originalidad; su empleo de métodos gramaticales para la exégesis del sentido del texto preludia la actividad de la crítica textual moderna. Además del comentario completo al Tanaj recogido en el Sefer ha-Yashar, publicado poco antes de su muerte, comentó los Salmos y varios de los libros de los Profetas. Llegaron a imprimirse sus Comentarios sobre los Libros Santos (Venecia, 1526) en 24 libros, que fueron muy leídos y reimpresos después parcialmente en Constantinopla (1532), París (1556, 1563, 1570) y Utrecht (1556), aunque la parte dedicada al Pentateuco fue ya impresa en 1488 de manera independiente en Nápoles, en una edición que hoy es muy rara de encontrar. Realizó también muchas obras sobre diversas materias, entre las que cabría señalar el primer intento de sistematización de la gramática hebrea.

Sus libros fueron muy leídos durante la Edad Media y son objeto de otros comentarios. Sus interpretaciones filosóficas revelan la influencia del neoplatonismo. Otros escritos suyos hablan de temas tan diversos como las matemáticas, la astronomía, la medicina, la filosofía y la astronomía. También escribió poesía, tanto profana como religiosa, en un hebreo de gran belleza.

También fue reconocida su labor astronómica, que incluyó desde tablas de posiciones estelares conocidas como Luhot hasta un Sefer ha-'Ibbur sobre el calendario, el Keli ha-Nejoshet sobre el uso del astrolabio y la traducción de obras astrológicas de Mashallah. Al latín fueron vertidos sus Fundamenta tabularum astronomicarum (1154).

Escribió además una obra moral, Hay ben Meqitz (que se traduce por Vive el hijo que resucitó; el Libro de los seres animados, en el que se prueba la existencia de Dios por la perfección estructural de los vivientes, obra escrita en árabe y traducida al hebreo por Jacob ben Alphander.

Su poesía religiosa es de carácter litúrgico, pero también profana de tema amoroso y burlesco, aunque se le tiene por un poeta bastante frío; sin embargo destaca su poema Maadanne Melech (Delicias del rey), en que analiza en setenta y tres versos el juego del ajedrez. Sus Rimas y poemas fueron traducidos al alemán por Rosín, en 1885.



Poema del ajedrez

En cántico entono batalla ordenada
de tiempos remotos antigua inventada:
prudentes y sabios hombres la ordenaron
y en órdenes ocho su marcha trazaron.
El orden en todo: que en ellos dispuestos
se ven en la tabla, guardando sus puestos,
con ocho distintas cuadradas secciones
en dos campamentos osados varones.
Sus fuertes reales los reyes colocan
y a guerra segura sus faces provocan;
y a veces continuo se ven caminando
y firmes animan a veces su bando;
mas en sus contiendas no sacan espadas,
pues son lides de ellos lides figuradas.
Tal vez quien revueltos los dos campos vea
que son idumeos y cúseos crea.
Menean cúseos en guerra sus manos
y en pos idumeos se ostentan lozanos,
y van los infantes siempre a la cabeza:
que es guerra de frente, de hidalga nobleza.
Mas el elegante en guerra marchando
se acerca al costado astuto acechando,
y va como el Phérez (que es su primacía),
en tanto que aquél por tres puntos guía.
En lid el caballo con planta ligera
sigue, cual le place, camino cualquiera.
Ora prevalecen aquí los cúseos
y huyendo a su vista van los idumeos;
y ora Edom sobre ellos se mira triunfante,
sus reyes vencidos con pena humillante.
Mas de nuevo al punto la guerra encendida,
los ya degollados recobran la vida.

Abraham ibn Meir ibn Ezra, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).




ABRAHAM IBN EZRA
(1092 w 1167) 


POÉTICA: El cultivo de la poesía fue para A braham ibn Ezra un ejercicio especialmente desarrollado en la juventud y bastante más eventual en el resto de sus años, dedicados más intensamente al estudio prolijo de la Biblia y la gramática como detallaremos más adelante. Sin embargo, son bastante las composiciones que nos ha legado, unas profanas, en mayor número, y otras sagradas. A través de su poesía sagrada se descubren sus mejores dotes literarias: la fuerza, el fervor y la delicadeza matizan sus composiciones.
Sus ideas filosóficas y cosmológicas se descubren en sus poesías hímnicas, en las cuales canta la gloria de Dios, su alteza y su inaccesibilidad, su reino sobre todos los seres, desde los coros de los ángeles, esferas celestes, planetas que discurren en sus órbitas, hasta los planetas más humildes; el entusiasmo del Salmista repercute en él al considerar la naturaleza como una obra maravillosa de Dios.
Más importancia que sus poesías laudatorias titmen las penitenciales y suplicatorias, y todavía mayor interés despiertan su poesías de destierro. Conmovedora es la qiná o elegía sobre la ruina de las aljamas españolas y magrebíes, causada por la devastación almohade.
Asimismo variadas son las geulot y ahabot de tipo epitalámico del Cantar de los Cantares, qinot y zulot en forma dialogada, en todas las cuales es cantada en forma muy bella y consoladora la esperanza mesiánica, la tradición nacional judaica.
Su gran dominio de la técnica y el lenguaje lo hicieron triunfar sobre las dificultades que su criticismo racionalista hubo de poner a la libre expansión de sus cualidades poéticas• 


Las fuentes utilizadas para la presente compilación fueron las siguientes obras:

J .M. MILLÁS VALLICROSA, La Poesía Hebraica Pos/bíblica. Editor José Janés. Barcelona, España, 1953;
J .M. MILLÁS VALLICROSA, La Poesía Sagrada Hebraicoespañola. Madrid, Espafia, 1940. Editada por el Consejo Superior de Investigaciones científicas. Patronato M. Menéndez Pelayo. Instituto Arias Montano. Escuela de Estudios Hebraicos; y David GOLDSTEIN, Hebrew Poemsfrom Spain.lntroduction, Translation and Notes 


BAQQASA -103

En verdad, Dios verdadero Tú eres, aunque yo no te vea,
pero en la magnitud de tus bondades, siempre te veo.

Antes que te conociera, tus mercedes me habías prodigado,
hasta el presente me has recordado mientras que yo ¡cuántas
veces te he olvidado! 

Tu voluntad ha sido favorecerme sin que necesitaras recompensa;
muy excelso es tu nombre, pero próximo yo te he encontrado.

Mis delicias están en tu ley, como las del esposo en la esposa;
como Dios de mi vida te invoco, cuántas veces te he invocado.




SELIHA-105

Me postraré rostro en la tierra, pues no hay cosa más baja que ella.
Me humillaré a la faz del Altísimo, el Excelso sobre toda excelsitud.
¿Cómo me congraciaré con Él? ¿Con mi espíritu? ¿Acaso no viene de Él?
¿Con lo más escogido de mi cuerpo? Él lo vivifica y no hay nada más noble que el alma.
No hay linde ni extremo para su grandeza. ¿Cómo mi lengua lo ilustrarla?
Inaccesible más que los altos cielos, y próximo más que mi carne y mis huesos.
He aquí que vengo a ti, Dios mío, pues no hay ayudador fuera de ti.
¿Acaso las cohortes de los cielos y la tierra no fueron creadas como yo mismo?
¿Cómo esperaría la salvación de parte de ellas? Mentira es auxilio de las criaturas.
Ciertamente el siervo no puede refugiarse sino en aquel que lo adquirió.
¿Qué más pretendería yo conocer, sabiendo que para mi bien me has creado?
Tus misericordias rebasan todo término, y mis pecados superan a las arenas del mar.
¿Cómo levantaré mi mirada hasta ti? si también ella ha pecado.
¿Y qué responderán mis labios? si también ellos hanse depravado.
La vanidad de mi corazón ha acarreado a mi alma lo que mi enemigo hacer no podía.
Por ello una conmoción me ha sobresaltado. ¡Ay de mí, pues me he rebelado!
Mi mala inclinación me ha descarriado, pues no era mi voluntad hacerte agravio.
Mis maldades a mí solo han afectado, pues Tú sólo me dispensas benignidades.
Muéstrame el camino de mi salud pues todo lo que yo sé, Tú me lo has enseñado.
Las palabras de mi corazón hice sentir a mi oído ¡Óyelas
Tú, desde los cielos!





SELIHA -179

Mis manos extenderé - y mis lágrimas derramaré,
por la magnitud de mis faltas - y la magnitud de mis culpas.
¡Oh Dios!, endereza mis actos - y alivia mis pecados.
¡Roca mía!, socórreme - hasta el momento en que juzgues.
"En mi clamar a ti respóndeme - ¡oh Dios de mi justicia!"

Con endechas y gemidos - el perdón te suplico,
con la suavidad de los salmos - en la asamblea de los elegidos,
con cánticos esmerados - y con lo selecto de mis obras.
Te ensalzaré, - tu nombre confesaré, 
y te amaré· ¡oh Señor, fortaleza mía!
"En mi clamar a ti, respóndeme - ¡oh Dios de mi justicia!"

Tú que cabalgas sobre las auroras - e inquieres las conciencias,
y acoges las contriciones - a modo de pingües sacrificios,
Tú que contienes los corazones, - devuelve tus millares
a la ciudad de mi complacencia .• ¡Roca mía y cobijo mío,
mi herencia y mi suerte, - Tú, don de la posesión mía!
"En mi clamar a ti, respóndeme - ¡oh Dios de mi justicia!"

He aquí que en ti esperaré,- fuente de vida y refrigerio,
tu fuerza declararé - y a ti adoraré;
tu salud otórgame,- a mí socórreme,
para ampararme,- cobijarme
y proporcionarme - el pan de la ley mía.
"En mi clamar a ti, respóndeme - ¡oh Dios de mi justicia!"

Excelso rey mío,- en ti está mi apoyo,
acoge el canto que te dedico, - y al pobre así congratula:
-No temas, - pues contigo estoy,
te corroboraré, te auxiliaré
y te asiré con la diestra de mi justicia.
"En mi clamar a ti, respóndeme - ¡oh Dios de mi justicia!"






SELIHA-183

¡Oh Dios!, tus larguezas prestamente me visiten,
a tu gracia convierte mi corazón y acógeme,
sobre tus senderos endereza mis pasos,
y así no vacilen mis vías. Tu ley enséñame.
Séasme alcázar de fortaleza en el día de la aflicción,
y quiebra el brazo que se alzó para prenderme;
no te acuerdes ya más de los pecados de mis mocedades,
y para su recuento no escudriñes mi faz en el día de mi juicio.
Tiéndeme tu mano para que no olvide tu ley,
acelera el término de la redención y rescátame.
Así contemple, cuando reintegres a Sión nuestras congregaciones,
el día en el cual restaures tu Templo y nos reedifiques,
y digas a la hija de Sión: - "Yo vindicaré tu sangre
de parte de tus adversarios, y mis ovejas apacentaré".




ZULAT -109

(Israel):
Diré al aquilón - mi vigor y mis fuerza -.
Al austro: Permite a mi hijo - que more en mis cámaras -.
¡Diestra de Dios!, edifica - mi casa y mis moradas,
para que suba y entre en la ciudad - el humilde, montado sobre
pollino,
mientras que yo en medio del santuario - con citara y cánticos
vendré, para ofrecer mi adoración.

Llegaron los días de regocijo - antes que se cumplieran los días del mundo,
los dolores se desvanecieron - con todas sus pesadillas,
pues las moradas de su tienda - Él construirá junto a sus ruinas.
¡El amado!, cuyas palabras son como la miel - y como el maná su
acento,
ilustre y magnifico es su nombre - pues Él obrará maravillas,
por obra de Elías de Tisbe y el Mesías de Belén.

(Dios):
¡Oh esposa!, sal del cautiverio - con ornato y diadema,
como en los días juveniles permanece,- llena de honor y atavíos,
como gacela, a la tierra prometida - vuelve después que fuiste
dispersada.

(Israel):
Grande será la gloria postrera - y menguado será el que rompa la ley,
Aquel que alargó la aflicción - tomará la lanza en su mano y yo mi oración.
¡Cobijo mío!, el dolor de mi llaga - alivia, y tome la salud,
aparta la violencia de mis opresores, - da prosperidad a mis amadores,
ya que varios plazos, y aún - medio plazo, la Redención he esperado;
a quien invoca tu nombre responde, - el rebaño que vendiste rescata,
el muro que demoliste reedifica, - la mansión que desechaste habita,
y acelera mi salvación.





QINA-I77

(Por la ruina de las comunidades judías de España causada por los almohades)

¡Ay! sobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.

El llanto de mis ojos, como llanto de avestruz, es por la ciudad
de Lucena; 
libre de tachas, aparte allí moró la cautiva comunidad,
sin cesar hasta cumplir la fecha de mil setenta años;
pero vino su día, huyó su gente y ella quedó como viuda,
huérfana de ley, sin Escritura, sellada la Misná,
el Talmud estéril se tomó y todo su esplendor perdió,
sicarios y hombres de violencia recorren acá y acullá,
el lugar de la oración y de la loanza en casa de orgía se
convirtió.
Por eso lloro y se crispan mis manos y en mi boca hay siempre un
lamento
y no tengo reposo diciendo: ·¡Oh si mi cabeza se tomara aguas!

¡Ay! Sobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.

Mi cabeza decalvaré y amargamente gemiré por la comunidad de
Sevilla,
por sus príncipes que han sido vulnerados y por sus hijos hoy
cautivados,
por sus hijas, delicadas, hoy entregadas a una religión extraña.
¿Cómo ha sido abandonada la ciudad de Córdoba y convertida en mar de ruinas?
Sus sabios y personajes eminentes murieron de sed y de hambre;
ningún judío, ni uno solo, quedó en Jaén ni en Almería,
ni en Mallorca ni en Málaga quedó refrigerio alguno,
los judíos que habían huido fueron cruelmente heridos.
Por esto me lamentaré muy amargamente, muy mucho me plañiré,
y mis gemidos por causa de mis dolores fluirán como aguas.

¡Ay! sobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.

¡ Ay! Clamaré, como mujer en dolores, a causa de las aljamas de
Sigilmesa,
¡la ciudad de los gaones y de los sabios! La tiniebla ha cubierto su luminar,
ha sucumbido la columna del Talmud y el edificio hase derruido,
la Misná, en oprobio, con los pies han pisoteado;
a causa de los hombres ilustres, alanceados, pues el ojo enemigo
no perdonó.

¡Ay! Cómo expiró la aljama de Fez en el día en que fue librada al saqueo,
ya no hay fuerza en el calle de Tlemecen y su gloria marchitóse. Mi voz levantaré con
amargura, a causa de Ceuta y de Mequínez
y la túnica rasgaré a causa de Dara, que ya antes fue asolada;
en día de sábado, el joven con la doncella su sangre derramaron
como aguas.

¡Ay! Sobre Sefarad descendió una calamidad desde los cielos;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.

Pero, ¿qué responderé, si a causa de mis pecados esto ha sucedido,
y de parte de mi Dios, mi cumbre roquera, el mal contra mí se ha decidido?
¿En quién esperaré y qué cosa invocaré si todo es obra de mi
mano?
Arde mi corazón dentro de mis entrañas, a causa de mi alma, pues
ha pecado,
y desde tierra, el puerto de su alegría, a tierra inmunda ha sido desterrada.
Avergonzada y muda no acierta a contar sus desventuras,
mas con el dolor de su corazón en las misericordias de su Roca
espera,
a fin que del exilio decrete redención, pues en la sombra de sus alas se ampara,
y si su nombre recuerda, desde la cárcel en que se halla, entonces revive.
Pero su llanto sobre sus mejillas, a la vera de la sirvienta,
mucho ostentará hasta que se aparezca el Señor desde los cielos.






RESUT -178

En la Ley de Dios me aplicaré toda mi vida
esperando que el Señor me conceda su galardón;
en su huerto de delicias mi voluntad se deleitará
yen los días de mi aridez la Ley mi rico venero será.
¡Señor!, con los ojos del corazón te he visto,
y aun en tu Ley, ilustre en fortaleza,
enséñame a practicar el recto camino;
te magnificaré y Tú magnificarás mi gloria.
Los cielos y las alturas no alcanzan
a soportar tu grandeza, ¡cuánto menos lo podrá mi palabra!
Cobijarse en ti ansía siempre mi alma,
y en la adoración de tu nombre puse mi honor.






PLEGARIA U ORACIÓN POR LA LLUVIA

Dios se dispone desde su excelso estrado
a compadecerse de la tierra. ¿Quién sino Él se compadecería?
Él pronuncia Su palabra y sus bendiciones,
y la lluvia torrencial viene a su tiempo.

Ciertamente tu nombre glorioso está encumbrado sobre toda cosa,
y el pueblo que habita la baja tierra la lluvia apetece;
Tú, entonces, das tus órdenes a las nubes, 
y la tierra produce su grano y su mosto,
y el árbol del campo da su fruto a su tiempo.

Los cansados y los deprimidos se corroboran merced a su palabra,
pues Él da orden a las nubes para que viertan sus aguas,
y Él proporciona a cada uno su sustento.
¡Abra el Señor para ti su tesoro,
y descienda la lluvia sobre la tierra a su tiempo! 




MEORA -181

Al Dios magnífico y ensalzado
clamaré desde mi tristeza y langor,
hasta que restaure el casal de mi gloria,
y retome mi Rey y mi salvador.

Espero, oh piadoso, en tu gracia,
pues fuera de ti no tengo otro amparo;
desde la altura contempla mi pena,
cómo, todos los días, tu siervo es probado.
Mientras mi pecado pongas ante ti,
hasta llegar el día del juicio y de la obra,
sé propicio al pueblo mustio y caído;
oh mi Rey, mi refugio y mi asilo,
no me retribuyas según mis méritos
para que mi pueblo no sea cortado alrededor.

Al Dios magnífico y ensalzado
clamaré desde mi tristeza y langor,
hasta que restaure el casal de mi gloria,
y retome mi Rey y mi salvador.
Oh Piadoso, hacedor de toda cosa,
recuerda el pacto con tus fieles,
¿hasta cuándo el enemigo
profanará tu nombre a mi faz?
No puedo chistar ante él,
por miedo de inducir a mis exactores,
héme quedado desnudo y saqueado,
disperso en el albergue de mis peregrinaciones;
por ellos soy tenido como impura abominación,
después que se exhalaron mi mirra y mi olor.

Al Dios magnífico y ensalzado
clamaré desde mi tristeza y langor,
hasta que restaure el casal de mi gloria,
y retome mi Rey y mi Salvador.

¿Acaso quitará el Señor
la afrenta de su pueblo electo;
acaso Él alboreará en las alturas
para agraciar a su primogénito,
y se aprestará a redimir a Israel
y a instaurarlo en su esplendor?
Entonces el doncel y el canoso se alegrarán
cuando Tú convoques el año de liberación,
y en mi solar la caña balsámica
vuelva, con el rescate, a dar su flor.

Al Dios magnífico y ensalzado
clamaré desde mi tristeza y langor,
hasta que restaure el casal de mi gloria,
y retome mi Rey y Salvador.

Oh Altísimo, tu faz imploran
cada día los que sobrellevan su carga.
¿Hasta cuándo esperarán
el término de las proféticas consolaciones?
¿Cuándo saldrán redimidos
al cumplirse el prodigio y la señal?
Alabaremos tu nombre, profanado,
y Tú te reintegrarás a tu santuario,
cuando allí tome la noble hija del Rey
y marchen los pueblos a su resplandor.

Al Dios magnífico y ensalzado
clamaré desde mi tristeza y langor,
hasta que restaure el casal de mi gloria,
y retome mi Rey y mi Salvador.





GUEULA -182

(Dios:)
¡Afligida mía! hasta ahora estabas desolada,
pero levántate, sube, pues has sido perdonada.

"¡Cuán bella eres, cuán agraciada!" 

Hija de mis entrañas, en tu faz reside
la vida, de tu boca la miel destila,
la belleza y la gracia son tus hechizos,
pendientes pusiste en tus orejas,
y tu mirada con antimonio es hermoseada, sube en medio de la noche

"¡Cuán bella eres, cuán agraciada!"

Elegida mía entre las hermosas,
levántate sube en medio de la noche
y sal entre las danzas y los coros,
tus pecho florezcan como racimos;
aunque culpable de infidelidades fuiste considerada.

"¡ Cuán bella eres, cuán agraciada!"

¡Cómo te has marchitado!
Tú la hermosa entre las mujeres,
que como la aurora te presentabas,
he aquí que en oprobio te han colocado;
pero si has caído, en verdad serás levantada.

"¡Cuán bella eres, cuán agraciada!"

¿Por qué suspiras, hija mía?
Levántate y sal conmigo,
te conduciré a la casa de mi gloria.
Yo seré tu esposo y tú serás mi esposa
y para siempre serás consolada

"¡Cuán bella eres, cuán agraciada!"






AHABA -184

(Israel:)
¿Dónde está tu poder, oh diestra de Dios?
con mi propio sentido te he escuchado;
pero mi alma no se atreve a levantarse,
como si ella no te hubiera considerado.

En mí arde un fuego de celos
por la reina que está prisionera,
siendo el ludibrio y la irrisión de todos,
a viudez, de por vida, condenada.
Descansan pacíficos mis adversarios
mientras yo voy desterrada y errante,
la mano de todo hombre impuro es sobre mí,
y me dice: -En santidad te sobrepujo,
pues, ¿qué esperas, siendo así que pasaron
las generaciones y yo te he heredado?

¿Dónde está tu poder, oh diestra de Dios?
Con mi propio sentido te he escuchado;
pero mi alma no se atreve a levantarse,
como si ella no te hubiera considerado.

Demasiado he morado en obscuridad
contando el dolor de mi infortunio,
pero, ¿cómo podré esperar refrigerio,
si mi Dios no está dentro de mí?
Lloraré en los senos de mi alma,
¿Cómo daría lenitivo a mi corazón?

(Dios:)
Interroga, oh ciudad de Ariel,
interroga si es que te he olvidado.
Ciertamente lágrimas a raudales vierten mis ojos,
puesto que huérfana de gloria te he dejado.

¿Dónde está tu poder, oh diestra de Dios?
Con mi propio sentido te he escuchado;
pero mi alma no se atreve a levantarse,
como si ella no te hubiera considerado.

(Israel:)
Con las visiones de los videntes convocados
el fin de mi destierro no he hallado,
he escudriñado todos mis profetas,
yen el arcano de mi redención no he dado,
pero si mis pecados me han acongojado
una voz que oí me ha alegrado,
todos los profetas hablaron a mi ascendencia:
¿Cómo te habría yo abandonado?
¡Por la gracia de tus días juveniles
con amores eternos te he amado!

¿Dónde está tu poder, oh diestra de Dios?
Con mi propio sentido te he escuchado;
pero mi alma no se atreve a levantarse,
como si ella no te hubiera considerado. 

He aquí que la faz del orbe se ha renovado
y como de túnicas de regocijo se ha revestido
en el día en el que el joven se goza de su amada,
pues es precepto de Dios que la mujer sea para el hombre.
En verdad él se ha llevado lo que ansiaba
y ella también encontró lo que apetecía y buscaba.
Sólo para él era digna una muchacha como ésta,
la cual había sido votada a él desde su mocedades.
Si hubiese solicitado pertenecer a otro,
ciertamente el orbe se hubiera conmovido.

La esfera y los signos zodiacales se desviaron
en sus órbitas, al momento de mi natividad;
si la mercancía objeto de mi comercio fueran lámparas,
el sol no se habría ocultado hasta el momento de mi muerte;
aunque me esfuerzo por prosperar, no tengo éxito alguno,
pues pervierten mi suerte las estrellas de mi cielo;
si fuera mercader de sábanas,
no moriría nadie durante mis días. 




SOBRE LA MUERTE DE SU HIJO ISAAC

Padre del hijo, arrastrado junto a su lamento,
distanciado por Dios de ti:
Tu hijo, tu único hijo
El hijo que tú amas, Isaac.

Yo soy el hombre que ha visto
la destrucción, del regocijo ido.
Alas, yo he perdido el fruto de mis espaldas,
y nunca me lo pude imaginar;
Porque yo pensé que a mis años
él podría estar bien y sólido.
Pero yo he trabajado en vano,
Yo he engendrado un hijo, me he desalentado.
¿Cómo mi corazón puede estar agradado
con la partida de Isaac?

Yo he de lamentar y lagrimear cada minuto,
y elevo un llanto lastimero,
cuando yo recuerdo, corno hace tres años
Él murió en una tierra extranjera;
Corno él viajó de lugar en lugar,
mi alma anhelante tras él,
hasta que yo lo traje de vuelta a mi casa,
mientras yo lloré noche y día.
¡Cuántos lamentos me ocurrieron!
¡Éstas son las generaciones de Isaac!

Mi amigo, torna mi abandono.
Si tú me consuelas, tú me lamentas.
No rememores mi alma querida,
no me obligues a oír tu nombre.
El pequeño fuego que me fue dejado
el destino lo ha apagado. ¿Puede dañarme más?
Me ha abrumado con desastre eterno.
Se ha llevado el encanto de mis ojos.
Mi carne y mi corazón han llegado a su fin,
junto con el fin de Isaac.

Dios, en cuyas manos está todo,
Quién deseará con todas tus criaturas,
hablar la pena del corazón de un padre.
Quién ha tenido tu nombre desde los días de su juventud,
despertar tu espíritu de consolidación por él,
y entrar en su alma dividida.
Él enseñó su amor para tenerte
para caminar en la senda de su antepasado.
Tú dictaste mientras él todavía estaba joven,
el camino para tu sirviente Isaac. 








ABU BAKR MUHAMMAD IBN RUHÁIM [16.843]

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Abu Bakr Muhammad ibn Ahmad ibn Ruháim 

Nació en Bocairente (Valencia) y fue visir y almojarife de Sevilla en la época de los almorávides.

A él se debe la mojaraxa en la que se incluye la siguiente jarcha romance: 


¿Qué fareyo au que serad de mibe? 
¡habibi!
non te tolagas de mibe 



¿Qué haré o qué será de mí? 
¡Amigo mío! 
no te vayas de mi lado 



Moaxaja I

                    
1

Si pasas, céfiro, por donde
mora mi dulce amada,
el arrayán de mi saludo
pon humilde a sus plantas,
y que recuerde dile el pacto
con amor y constancia.
Tú por tu parte, lluvia, riega
esa querida casa
donde tan grande honor y gloria
alzan tamaño trono
al que levanto en vano el brazo
de asirlo deseoso.

                       
2

¡Escancíame! No tengo excusa
si no toda vergüenza
pierdo, adorando a las hermosas
y asido a la botella.
Ningún reproche ha de quitarme
lo que mi pecho encierra,
ni he de poder, mientras que viva,
dejar a esa gacela,
aun cuando tenga el cuerpo exangüe
y el pecho receloso.
Soy como un pájaro sin plumas:
¿podría volar solo?

                       
3

Mi alma no es justa, amigos míos,
con mi encendido pecho.
¿No veis lo que conmigo trama
amor tan traicionero?
Como una sombra me he quedado
de tanto sufrimiento.
Idos, dejadme: esta dolencia
que cese desespero.
Es censurar a un triste amante
tornarlo más ansioso,
y, si de pena veis que muero,
nunca hallaréis reposo.

                       
4

Por Dios, es perfumada y, cuando
me mira, me fascina
esa mujer de cuerpo lleno,
con leve talle encima.
Reúne todo cuanto es bello:
no puedo describirla.
Su cara es una luna llena
que negro pelo orilla,
y es su carrillo una azucena
que almizcle riega undoso,
pues galas con afeites hacen
lo hermoso aún más hermoso.

                       
5

Serme muy fiel con juramentos
me tiene prometido,
y a veces hasta me visita
de noche y de improviso.
Tras de besarla, con mis manos
a sus pechos derivo;
pero quejosa dice entonces:
"Si me tienes cariño,
No me toques, oh amigo, pues
no quiero a un dañoso.
El corpiño es frágil. ¡Basta!
A todo me niego".

Abu Bakr Muhammad ibn Ahmad ibn Ruháim, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).









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