Cândido Portinari
Cândido Portinari (Brodowski, Brasil, 29 de diciembre de 1903 - Rio de Janeiro, 6 de febrero de 1962) fue un pintor brasileño. Nació en una hacienda cafetalera en la ciudad de Brodowski, estado de São Paulo, el 29 de diciembre de 1903. Hijo de Giovan Portinari y Domenica Torquato, fue el segundo de doce hijos.
Entre otras obras, Portinari es famoso por sus frescos Guerra y paz, que se encuentran en la sede de la ONU en Nueva York.
De familia pobre, Portinari se impresionó desde pequeño por los pies de los labradores, a los cuales describía como "pies deformes, que pueden contar una historia, semejantes a los mapas con montes, valles, ríos y caminos". Estas imágenes marcarían su obra en la que contaría al mundo la realidad del trabajador del campo. A los quince años, Portinari ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, en Río de Janeiro, y vendió su primer cuadro (Un baile en el campo) a la edad de 18 años. Al año siguiente (1922) recibe su primer premio: la medalla de bronce del Salón de Bellas Artes.
Con el fruto de varios premios del Salón de Bellas Artes, Portinari viajó a Europa en 1929, y se establece en París después de recorrer España, Italia e Inglaterra. El choque con la efervescencia plástica de la Europa de los años 1930 define el rumbo que Portinari seguiría al volver a su país. Al llegar a Brasil, en 1931, lo hace casado con Maria Victoria Martinelli, con quien tuvo su único hijo, João Cândido.
En 1935, su cuadro Café recibe mención honorífica en la Exposición Internacional de Arte Moderno del Instituto Carnegie, en Nueva York. Este hecho le abre la conquista de espacio en el continente y el mundo, la cual tendría un momento especial en 1940, cuando Portinari fue el primer artista sudamericano en tener una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, con la exposición Portinari of Brazil.
Recibió, entre otros honores, la Legión de Honor de Francia (1946), el Guggenheim´s National Award (1956), y la medalla al pintor del año 1955 por el International Fine Art Council. Fue miembro del Partido Comunista y activista político. A veces sufre el estigma, tal vez injusto, de ser considerado pintor "oficial" de la Revolución del 30 y del Estado Novo, períodos difíciles en la historia de Brasil. Portinari murió a consecuencia de intoxicación plúmbica, el 6 de febrero de 1962.
De izquierda a derecha: Candido Portinari, Antônio Bento, Mário de Andrade y Rodrigo Melo Franco (1936).
Cándido Portinari: el poeta
“Cuánta cosa contaría si pudiese, y si supiese al menos la lengua, como el color”
Los circos traían iluminación
De carburo. Próximos
A los elementos. ¡Cuántos vendavales y
Lluvias de granizo!
Molinos de guarapo,
Hechos de madera – cañaverales,
Y matorrales vírgenes con sus pájaros y
Frutas. Consumieron
Todo y más las leyendas. ¿Dónde
Estarán los jacús y las pacas?
Los jenipapos y yataís?
Los senderos cortando las
Florestas, creaban historias
Y miedos. Los caminos
También huyeron. Mirando
Cielos, a veces transformados en
Nubes.
Salí de las aguas del mar
Y nací en el cafetal de
Tierras coloradas. Pasé la infancia
En mi pueblo arenoso.
Monté en bicicleta y en
Cavallo en pelo. Tuve miedos
Y soñé. Viajé por el espacio.
Fui la luna primero que el sputnik.
Caminé hasta más allá, mucho más allá, más
Allá del paraíso. Bajé en paracaídas,
Atravesé el arco iris, llegué
a los ojos de agua antes del sol nacer.
Nací y subí a la grupa
De muchos jinetes. Después
Monté yo solo a caballo de
Planta de maíz. Hice los más
Extraños viajes y corrí
Delante de la lluvia durante
Muchos sábados. Había polvareda
en el trencito de Guaivira.
Paco español era mi aparcero.
Vivíamos asustados con los
Temporales – parecían odiar
Aquellos lugares…
Venían feroces contra las
Siete u ocho cabañas
Desarmadas.
En una planta de café nací,
El trencito pasaba
Por entre la plantación. Llegó la hora
Exacta. En ese tiempo los viejos
Inmigrantes impresionaban a los recién
Llegados.
El tema del cotilleo era el lobizón.
La luna y el sol pasaban lejos.
Más tarde mudamos para la Calle de Arriba.
El sol y la luna moraban detrás de nuestra casa.
Cuantas veces vi al sol parado.
Éramos los primeros a recibir su luz y Calor.
En muchas ocasiones oí a la luna cantar.
Mi Vida Va Corriendo Tanto, Que No Puedo Acompañarla
En aquel tiempo, más lejos aún, miraba el cielo estrellado.
Le Pedía a Dios para morir Sería ángel: siete años.
Todo Corre sin tiempo de ver…
Amé a la primera que pasaba, no viví.
Bajaré a la sepultura Solitario. Nada quedará…
No sabré de los amigos y ni de la familia.
¿La muerte será colorida? ¿Cuál será el color del otro lado?
Cuando aún la fuerza estaba en mí,
cuando sudaba como un albañil sobre andamios,
llenando los muros del que no veía y veía espantapájaros,
espantaba las angustias, la maldición y el silencio.
Ahora polvoriento y solo me tiene prisionero.
La esperanza se escabulló y la muerte a propósito me espía
riendo, dejando el tiempo escurrir como un arroyo sin fin…
París oct., 61 (PORTINARI, C. Viajante solitario. In: Poemas de Candido Portinari. Rio de Janeiro: José Olympio, 1964, p. 96-97).
Ensayo de Oración Para Mi Denise, En Su Primer Año y Medio
Señor, tu blanca espada no dejará
Que penetren en mi pequeño corazón:
El egoísmo, la vanidad, la desconfianza y los males…
La luz reflejada de tus cosas me iluminará en el camino real,
Distanciándome de las tinieblas al lado de los otros en las luchas,
Sea yo arena fina que no incomoda, que mi mirar atraviese lo opaco
Y perciba la hierba de Dios, no estrujándola bajo mis pies.
Dame mucho amor. Yo lo distribuiré en las filas interminables.
Si oyes esta plegaria, fuerte seré, y diariamente la haré meditándola
Con mis actos de cada instante caminaré iluminada,
Sin perderme en la oscuridad,
Amén.
París, 6, nov., 961 Para mi Denise con mucha nostalgia y Todo el amor del Abuelo Candiño (PORTINARI, C. Ensaio de oração para minha DENISE no seu um y meio aniversário. In: Poemas de Candido Portinari. Rio de Janeiro: José Olympio, 1964, p. 105)
Dios de Violencia
Los retirantes vienen con fardos y paquetes
Vienen de las tierras secas y oscuras; pedregullos
Doloridos como chispas de carbón encendido
Cuerpos disformes, unos paños sucios,
Rasgados y sin color, colgados
Hombres de enorme vientre aventajado
Mujeres con fardos caídas de lado
Panzudas, cargando en la falda un chico
lagrimeando, legañoso
Muchachitas de pechos duros y vestido roto
Viejas vacilantes marcadas por el tiempo
Ojos de catarata y pies informes
A los viejos ciegos agarradas
Pies hinchados enormes
Levantando polvo del color de sus ropas rasgadas
En el rumor monótono de las sandalias
Hay una pausa, cae en el polvo
La mujer que carga una lata
¡De agua! Sólo hay unas gotas — Sólo con una
No va a arribar. Es mejor que el marido
Y los hijos se queden. Nosotros vamos andando
Tenemos mucho que andar en esta senda de tierra
Las sequías sembrando la muerte.
No Teníamos Ningún Juguete
(El Niño y el Pueblo)
No teníamos ningún juguete
Comprado. Fabricamos
Nuestras cometas, trompos,
Diábolo.
Por la noche de manos libres y
pies ligeros era: pique, barra-
manteca, cruzado.
Ciertas noches de cielo estrellado
Y luna, quedábamos tumbados en el
Césped de la iglesia de ojos presos
Por hilos luminosos venidos del cielo
era juego de
Encantamiento. En el silencio podíamos
Percibir el menor ruido
Hora del desplazamiento de los
Pequeños fulgores… ¿Dónde andan
Aquellos niños, y aquel
Cielo luminoso y de fiesta?
Los miedos desaparecían
Sin decir nada nos recogíamos
Tranquilos…
Salí de las Aguas del Mar
(El Niño y el Pueblo)
Salí de las aguas del mar
Y nací en el cafetal de
Tierras coloradas. Pasé la infancia
En mi pueblo arenoso.
Anduve en bicicleta y a
Caballo en pelo. Tuve miedos
Y soñé. Viajé en el espacio.
Fui a la lucha primero que el Sputnik.
Caminhei além, muito além, para
Lá do paraíso. Desci de pára-quedas,
Caminé más allá, mucho más allá, más
Allá del paraíso. Bajé en paracaídas,
Atravesé el arco iris, llegué
A los ojos de agua antes del sol nacer.
Nací y monté a la grupa
De muchos jinetes. Después
Monté yo solo a caballo de
Planta de maíz. Hice los más
Extraños viajes y corrí
Delante de la lluvia durante
Muchos sábados. Había polvareda
En el trencito de Guaivira.
Paco español era mi aparcero.
Vivíamos asustados con los
Temporales — parecían odiar
Aquellos lugares…
Venían feroces contra las
Siete u ocho cabañas
Desarmadas.
En una planta de café nací.
El trencito pasaba
Por entre la plantación. Llegó la hora
Exacta. En ese tiempo los viejos
Inmigrantes impresionaban a los recién llegados.
El tema del cotilleo era el lobizón.
La luna y el sol pasaban lejos.
Más tarde nos mudamos para la Calle de Arriba.
El sol y la luna moraban detrás de nuestra
Casa. Cuántas veces vi al sol parado.
Éramos los primeros a recibir su luz y calor.
En muchas ocasiones oí a la luna cantar.
Se esmeraba para aparecer nítidamente
Redonda. Se quedaba espiando en nuestro maracuyá.
Sorprendido viendo a San Jorge sin su armadura.
Pensé en pedirle el caballo prestado.
No me animé. La luna estaba vestida de
Novia. Las campanas comenzaron a tañer.
Las gentes acudían, era la misa del gallo.
Los dos sitios de Adán y de los ojos de agua
Allá estaban desde temprano.
Las estrellas bajaron iluminando el lado
De afuera de la iglesia, donde se aglomeraban
Las gentes, los perros y los animales de montaría.
El Dragón vino aproximándose de chinelas…
Me Sentía Feliz Cuando Llegaba un Circo
(El Niño y el Pueblo)
Me sentía feliz cuando llegaba un circo.
Venía de tierras extrañas.
Todo mi pensamiento se ocupaba con él.
El payaso, montando un burro viejo, era un
Reclame con los chiquillos acompañando.
Yo asistía al espectáculo y quedaba encantado con las
Acróbatas de diez a quince años. Hacía
Planes para huir con ellas. Nunca les hablé.
Por ellas todo en mí palpitaba.
Mi fantasía. Volviendo a la vida real, me entristecía. ¿No era yo
Un príncipe? Nada de eso. Ropas baratas,
Pobreza… Hasta las flores de casa parecían
Marchitas y sin perfume. Sólo nos encontrábamos
Bien rondando el circo. Cuando partía para otra
Localidad, yo sentía tanta tristeza, llegaba a desesperarme,
Lloraba silenciosamente; desolado iba a ver al tren
Pasar en dirección a donde estaban las acróbatas.
Tal vez pensasen en mí
El tren sería mi emisario.
Nos encontraríamos más
Tarde… El tempo dejaba pequeños recuerdos
Hasta la llegada de otro circo…
Respirar
El hijo menor está muriendo
Las hijas mayores sollozan fuertemente
Caen lágrimas de piedra. Madre queriendo
Llevar al niño muerto: feo de sufrir, cara de la muerte
Desolación. Silencio asustando
Suelo sin fin incendiándose.
No hay dirección. El sol quemando
Embrutece. Cabeza vacía de bobo
¿Hace cuánto tiempo? Hambrientos y sin suerte
El agua poca, nadie pide ni menciona
Agua, agua, si se acaba, viene la muerte.
¿Están irrigando la tierra? ¿Es ruido de agua? Alucinación
¿Qué Santo nos podría librar?
Rezo de viejo loco
Dios puede a todos castigar.
¿Qué tiene ese niño? Está muerto.
Sobresaliente
El mar me mira día y noche nos abandonamos
A veces, solamente por algunos instantes
Asiste a mi soledad y al trabajo
La luna va subiendo ante nosotros
Cuando se presenta nítidamente redonda
Parece concentrar los ojos sobre mí
En cada banco de piedra hay más de una
Pareja de enamorados. Nunca viví así
Fui diferente; fui siempre sobresaliente
En todo. Lo que todos tuvieron no tuve
A veces pienso haber venido por engaño.
El material usado para fabricarme,
allá en el infinito, estaba destinado a
Realizar hojas de árbol o… agua.
Por qué viniste si nada sientes; me
Habituaría a pensar en ti en silencio
Ya eras una fábula. No oyes lo
que digo. Desconversas siempre.
Casi nada sé de ti y nada
Quieres saber de mí.
Me sequé como el árbol en el campo
Lo poco de verde aparenta
Vida. Mis amigos muertos, más
Vivos y más estimados.
Sólo ellos me darán vida…
Están colocados en mí
Memoria con los recuerdos
De infancia—nubes blancas
Desfilando: ciudades
Moviéndose. Voy sobrando nada más
Existe.
Así sin cimentos me voy hundiendo
En el vacío.
Quanta coisa eu contaria se pudesse
E soubesse ao menos a língua como a cor.
Portinari, 25 de outubro de 1958
Deus de Violência
Os retirantes vêm vindo com trouxas e embrulhos
Vêm das terras secas e escuras; pedregulhos
Doloridos como fagulhas de carvão aceso
Corpos disformes, uns panos sujos,
Rasgados e sem cor, dependurados
Homens de enorme ventre bojudo
Mulheres com trouxas caídas para o lado
Pançudas, carregando ao colo um garoto
Choramingando, remelento
Mocinhas de peito duro e vestido roto
Velhas trôpegas marcadas pelo tempo
Olhos de catarata e pés informes
Aos velhos cegos agarradas
Pés inchados enormes
Levantando o pó da cor de suas vestes rasgadas
No rumor monótono das alparcatas
Há uma pausa, cai no pó
A mulher que carrega uma lata
De água! Só há umas gotas — Dá uma só
Não vai arribar. É melhor o marido
E os filhos ficarem. Nós vamos andando
Temos muito que andar neste chão batido
As secas vão a morte semeando.
O Menino e o Povoado
[Não Tínhamos nenhum brinquedo]
Não tínhamos nenhum brinquedo
Comprado. Fabricamos
Nossos papagaios, piões,
Diabolô.
A noite de mãos livres e
pés ligeiros era: pique, barra-
manteiga, cruzado.
Certas noites de céu estrelado
E lua, ficávamos deitados na
Grama da igreja de olhos presos
Por fios luminosos vindos do céu
era jogo de
Encantamento. No silêncio podíamos
Perceber o menor ruído
Hora do deslocamento dos
Pequenos lumes... Onde andam
Aqueles meninos, e aquele
Céu luminoso e de festa?
Os medos desapareciam
Sem nada dizer nos recolhíamos
Tranquilos...
O Menino e o Povoado
[Saí das águas do mar]
Saí das águas do mar
E nasci no cafezal de
Terra roxa. Passei a infância
No meu povoado arenoso.
Andei de bicicleta e em
Cavalo em pêlo. Tive medos
E sonhei. Viajei no espaço.
Fui à luta primeiro do que o sputnik.
Caminhei além, muito além, para
Lá do paraíso. Desci de pára-quedas,
Atravessei o arco-íris, cheguei
Nos olhos-d'água antes do sol nascer.
Nasci e montei na garupa
De muitos cavaleiros. Depois
Montei sozinho em cavalo de
Pé de milho. Fiz as mais
Estranhas viagens e corri
Na frente da chuva durante
Muitos sábados. Dava poeira
No trenzinho de Guaivira.
Paco espanhol era meu parceiro.
Vivíamos apavorados com os
Temporais — pareciam odiar
Aqueles lugares...
Vinham ferozes contra as
Sete ou oito cabanas
Desarmadas.
Num pé de café nasci.
O trenzinho passava
Por entre a plantação. Deu a hora
Exata. Nesse tempo os velhos
Imigrantes impressionavam os recém-chegados.
O tema do falatório era o lobisomem.
A lua e o sol passavam longe.
Mais tarde mudamos para a Rua de Cima.
O sol e a lua moravam atrás de nossa
Casa. Quantas vezes vi o sol parado.
Éramos os primeiros a receber sua luz e calor.
Em muitas ocasiões ouvi a lua cantar.
Esmerava-se para aparecer nitidamente
Redonda. Ficava espiando do nosso maracujazeiro.
Surpreendido vendo São Jorge à paisana,
Pensei pedir-lhe o cavalo emprestado.
Não me animei. A lua estava de vestido de
Noiva. Os sinos começaram a badalar.
As gentes acudiam, era a missa do galo.
Os dos sítios do Adão e dos olhos-d'água
Lá estavam desde cedo.
As estrelas baixaram iluminando o lado
De fora da igreja, onde se aglomeravam
As gentes, os cães e os animais de montaria.
O Dragão veio se chegando de chinelos...
O Menino e o Povoado
[Sentia-me feliz quando chegava um circo]
Sentia-me feliz quando chegava um circo.
Vinha de terras estranhas.
Todo o meu pensamento se ocupava dele.
O palhaço, montando um burro velho, fazia
Reclame com a meninada acompanhando.
Eu assistia ao espetáculo e apaixonava-me pelas
Acrobatas de dez a quinze anos. Fazia
Planos para fugir com elas. Nunca lhes falei.
Por elas tudo em mim palpitava.
Minha fantasia.
Voltando à vida real, entristecia-me. Não era eu
Um príncipe? Nada disso. Roupas baratas,
Pobreza... Até as flores lá de casa pareciam
Murchas e sem perfume. Só nos achávamos
Bem rondando o circo. Quando partia para outra
Localidade, eu sentia tanta tristeza, chegava ao desespero,
Chorava silenciosamente; desolado ia ver o trem
Passar na direção onde estavam as acrobatas.
Talvez pensassem em mim
O trem seria meu emissário.
Nos encontraríamos mais
Tarde... O tempo deixava pequena lembrança
Até a chegada de outro circo...
Respirar
O filho menor está morrendo
As filhas maiores soluçam forte
Caem lágrimas de pedra. Mãe querendo
Levar menino morto: feio de sofrer, cara da morte
Desolação. Silêncio apavorando
Solo sem fim pegando fogo.
Não há direção. O sol queimando
Embrutece. Cabeça vazia de bobo
Há quanto tempo? Famintos e sem sorte
A água pouca, ninguém pede nem faz menção
Água, água, se acabar, vem a morte.
Estão irrigando a terra? É barulho de água? Alucinação
Que Santo nos poderia livrar?
Reza de velho louco
Deus pode a todos castigar.
Que é que esse menino tem? Está morto.
In: PORTINARI. Poemas: o menino e o povoado, aparições, a revolta, uma prece. Pref. Manuel Bandeira. Nota biogr. Antonio Callado. Rio de Janeiro: J. Olympio, 1964.
SOBRESSALENTE
O mar olha-me dia e noite nos abandonamos
Às vezes, somente por alguns instantes
Assiste minha solidão e ao trabalho
A lua vai subindo em nossa frente
Quando se apresenta nitidamente redonda
Parece concentrar os olhos sobre mim
Em cada banco de pedra há mais de um
Casal de namorados. Nunca vivi assim
Fui diferente; fui sempre sobressalente
Em tudo. O que todos tiveram não tive
Às vezes penso ter vindo por engano.
O material usado para me fabricarem,
lá no infinito, estava destinado a
Realizar folhas de árvore ou... água.
Por que vieste se nada sentes; me
Habituaria a pensar em ti no silêncio
Já eras uma fábula. Não ouves o
que digo. Desconversas sempre.
Quase nada sei de ti e nada
Queres saber de mim.
Sequei como a árvore no campo
O pouco de verde aparenta
Vida. Meus amigos mortos, mais
Vivos e mais estimados.
Só eles me darão vida...
Estão colocados em minha
Memória com as lembranças
De infância—nuvens brancas
Desfilando: cidades
Se movendo. Vou sobrando nada mais
Existe.
Assim sem alicerce vou afundando
No vácuo.
PORTINARI, Cândido. Poemas. O Menino e o Povoado. Aparições. A Revolta. Uma Prece. Rio de Janeiro: Livraria José Olympio Editora, 1964. 105 p. 16x23 cm. Prefácio de Manuel Bandeira. Nota biográfica: Antônio Callado. Retrato por Luís Jardim. Capa: Bianco. “ Cândido Portinari “ Ex. bibl. Antonio Miranda
Cándido Portinari: EL PINTOR
Cándido Portinari: el dibujante
Los maestros universales del dibujo siempre veneraron el impulso del primer trazo caracterizado por la sutil sensualidad del gesto que lleva al dibujante a revelar velozmente la exactitud de la imagen instantánea.
Esta imagen, comparada a la opulencia cromática de un cuadro, resulta en un despojamiento total del espacio y de la composición, en beneficio del ímpetu originario del artista en su primer gesto en el espacio, escapando a las limitaciones impuestas por el tema. Superado ese límite, el dibujo representa, al mismo tiempo, una refinada elaboración mental y principalmente, la gramática del gesto orgánico. Existen en el mundo, y no por acaso, imponentes museos especializados en los maestros del dibujo de todas las épocas, que reunieron durante siglos los croquis, los esbozos y los estudios de esos genios atemporales, como forma de comprobación, para la posteridad, de cómo sus obras fueron germinadas, concebidas.
Presentes en todos los periodos de su vida de trabajo, los dibujos de Portinari representan un diario minucioso de todas las soluciones y evoluciones imaginarías de su obra. Inclusive en aquel largo periodo en que estuvo impedido de hacer uso de las tintas, por cuestiones de salud.
Durante ese periodo, como única opción ante su voracidad inventiva, sus dibujos adquirieron momentos de explosión total. Ellos eran sus guías espirituales en el desarrollo de temas inmediatos y futuros, anotaciones anímicas para soluciones telúricas. Retratando los pies y las manos de la realidad árida, registra vidas, desespiritualizadas por la lucha de la vida, por la dura hora de sus destinaciones. Sin embargo, su fe en el alma del hombre prevaleció, en realidad, como su axioma primero.
El hombre fue desde siempre la cuestión fundamental de Portinari. La preocupación más nítida de su expresionismo se manifestó siempre dentro de su vehemente protesta socio humanista.
Fuente: CAMARGO, Ralph Portinari Desenhista. Rio de Janeiro. 1977