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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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BEN SAFAR AL-MARINI [15.476]

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Ben Safar Al-Marini
Poeta arábigo-almeriense que vivió en el siglo XII.

«El céfiro rasgó la túnica del río, al volar sobre él, y el río se desbordó por sus márgenes para perseguirlo y tomar venganza»




ESCENA DE AMOR
                              
Cuando el sol se inclinaba para alejarse, le fijé, para que
cumpliera su promesa de visitarme como un sol, el momento
en que la luna de las tinieblas hace su viaje nocturno.
Y vino como la claridad de la aurora que se abre paso
entre las tinieblas, y a veces como pasa el céfiro sobre el río.
En torno mío se perfumaban los horizontes, anunciándome
su llegada como el aroma anuncia a la flor. Yo recorrí
con mis besos la huella de su paso como el lector recorre
las letras de la línea. Y pasé con ella la noche, mientras
la noche dormía y el amor despertaba entre las ramas
de su talle la duna de su caderas y la luna de su rostro.
Unas veces la abrazaba y otras la besaba, hasta que
el estandarte de la aurora nos llamó para alejarnos.






¡Valle de Almería! ¡Haga Dios que jamás me vea privado de ti!
Cuando te veo vibro como vibra, al ser blandida, una espada de la India.
Y tú, amigo, que estás conmigo en su paraíso, goza de la ocasión, que hay aquí delicias que no existen en el paraíso eterno.
Y bebe, mientras arrulla la paloma, que su canto es más placentero para mí que el de al-Garid y Mábid.
¿No ves cómo el río se emociona? Suena el aplauso de su murmullo debajo de los árboles, que se balancean sobre él, como danzarinas a quienes las flores sirven de collares,
y dejan caer sobre las láminas del agua las mangas de sus ramas, para después levantarlas de encima de perlas esparcidas.
El céfiro arruga en escamas la superficie de la corriente, como una coraza de plata, o un sable, o una lima.







BEN SIRACH DE CÓRDOBA [15.477]

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BEN SIRACH DE CÓRDOBA

Siglo XII
Córdoba, murió en 1114.

En cuanto a los poetas de Al-Ándalus –nunca, por cierto, enemigos del vino, pese al Corán lo enaltecieron con delicadeza. Abu-l-Hasán, secretario del rey sevillano Al-Mutadid, ensalza así en pleno siglo XI sus reflejos al ser servido: “El reflejo del vino atravesado por la luz colorea de rojo los dedos del copero, como el enebro deja teñido el hocico del antílope”. Ben-Sirach, de Córdoba, un siglo más tarde, hace salir en un banquete “la luna del vino” para que rodee “las estrellas de los comensales” 
[EDUARDO CASTRO, Discurso Recepción, Academia de Granada]





   ESCENA BÁQUICA
             

                     Cuando vi alejarse el día, moribundo,
                     y acercarse la noche, llena de juventud;
                     cuando el sol aún esparcía el azafrán
                     de sus últimos rayos en las colinas,
                     pero ya desmenuzaba el negro almizcle
                     de la sombra sobre los valles;
                     entonces hice salir la luna del vino,
                     a cuyo lado tú eres el astro Mercurio,
                     y la rodeé de las estrellas de los comensales.







BEN SUHAYD DE CÓRDOBA [15.478]

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Ben Suhayd, Córdoba, Andalucía, 992-1034




 LA TORMENTA
                                

Cada flor abría en la oscuridad de su boca,
buscando las ubres de la lluvia fecunda.
Y los ejércitos de las negras nubes,
cargadas de agua, desfilaban majestuosamente
armados con los sables de los relámpagos.






DESPUÉS DE LA ORGÍA

Cuando, llena de su embriaguez, se durmió, y se
durmieron los ojos de la ronda,
me acerqué a ella
tímidamente, como el amigo que busca el contacto furtivo
con disimulo.

Me arrastré hacia ella insensiblemente como el sueño;
me elevé hacia ella dulcemente como el aliento.

Besé el blanco brillante de su cuello; apuré
el rojo vivo de su boca.

Y pasé deliciosamente mi noche con ella, hasta que
sonrieron las tinieblas, mostrando los blancos dientes
de la aurora.






BUTAYNA BINT AL-MUTAMID [15.479]

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BUTAYNA BINT AL-MUTAMID

(Sevilla, siglo XI)
Princesa sevillana hija de Al Mutamid.
Butayna se parecía a su madre, Al Rumaykiyya, por su belleza, su ingenio y su facilidad para escribir versos.
Cuenta la leyenda que cuando los almorávides sitiaron a su padre en Sevilla y se apoderaron de la ciudad, el palacio fue saqueado y Butayna desapareció con un grupo de cautivos. En la larga y penosa etapa que siguió, sus padres no supieron que había sido de ella hasta que les escribió unos versos, que se hicieron famosos y circularon de mano en mano entre los habitantes del occidente musulmán, donde les contaba que un comerciante de Sevilla la había comprado para concubina, regalándosela después a su hijo, y cómo se ocuparon de prepararla para el joven, pero cuando éste quiso cohabitar con ella, Butayna se lo impidió escudándose en su linaje y le dijo: “No seré tuya más que mediante un contrato matrimonial, si mi padre lo conciente. E indicó a sus dueños que llevasen a su padre un escrito de su parte y esperasen la respuesta.

Cuando los versos de Butayna llegaron a Al Mutamid, este estaba en Agmat (Marruecos), preso y lleno de tristeza y las penas. Al Rumaykyya y él se alegraron de saber con vida a su hija y opinaron que esa boda era lo mejor que Butayna podía desear, pues sabían que era el resultado de la situación, el remedio de las desdichas y el menor de los males, aunque el velo de la tristeza cubrió el corazón de Al Mutamid que firmó como testigo en el contrato matrimonial entre Butayna y ese joven.








¡Escucha y atiende mis palabras,
pues ésta es la actitud de los nobles!
Sabréis que fui hecha cautiva,
yo que era hija de un rey de las Banu Abbad,
un gran rey en una época ya lejana,
pues el tiempo conduce siempre a la ruina.
Cuando Dios quiso separarnos
y nos hizo probar el sabor de la tristeza,
se alzó la hipocresía contra mi padre en su reino
y la separación, que nadie quería, se hizo presente.
Salí huyendo y se apoderó de mí un hombre
que no fue justo en sus actos, pues me vendió como esclava,
aunque a alguien que de todo me protege
excepto de la adversidad
y quiere casarme con un hijo suyo,
casto, adornado de las bellas cualidades de los nobles
y que ha ido a ti a pedirte si estás de acuerdo:
ya ves que actuó correctamente.
Ojalá, padre mío,
me hagas conocer si esperar puedo mi amor,
y ojala Rumaykiyya, la real, con su favor,
pida para nosotros la felicidad y la dicha.

http://foronetep.foroactivo.net/t1271-literatura-andalusi

















DUNASH BEN LABRAT [15.480]

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Dunash ben Labrat 

(c.920-c.985), oriundo de Fez e invitado por Hasday ibn Shaprut a venir a Córdoba tras haber sido discípulo del famoso sabio Saadya Gaon al-Fayumi en la prestigiosa academia de Babilonia, adaptó en el califato de Córdoba la métrica árabe (‘arud) para escandir versos hebreos. Además de la técnica, Ben Labrat tomó las figuras retóricas y los motivos literarios de esta hermosa poesía. Desde su hallazgo, prácticamente todos los poemas, tanto religiosos como seculares, adoptaron este estilo.

       La lengua hebrea, a diferencia del latín, sí podía adaptarse no solo a la métrica árabe, sino que, además, aceptaba las teorías lingüísticas desarrolladas por los musulmanes para estudiar su lengua. De ahí que los avances logrados por los filólogos andalusíes conlleven una revitalización literaria del hebreo y faciliten su uso en este tipo de composiciones.

Discípulo del gaón Seadya, fue rabino, durante el califato. Estuvo bajo la protección del poderoso dignatario judío de la corte omeya Hasdai ibn Shaprut, de quien fue secretario.

Poesía

Dunash fue un destacado poeta en lengua hebrea, el primero en adaptar la métrica árabe a la poesía en hebreo. La poesía árabe tradicional estaba basada en la cantidad vocálica (distinción entre vocales cortas y largas), que no existía en hebreo. Dunash sustituyó este rasgo por el timbre de las vocales, estableciendo las bases de una nueva métrica hebrea, que alcanzaría gran difusión en la poesía hebrea medieval. Introdujo también en la lírica hebrea la estructura de la casida árabe.

Sus innovaciones fueron objeto en la época de numerosas críticas en la época, ya que afectaban a los piyyutim (singular piyyut), un género poético de carácter litúrgico cuya tradición estaba muy arraigada. Fue criticado sobre todo por los discípulos de Menajem ben Saruc, quienes le acusaban de corromper la lengua hebrea con sus innovaciones procedentes del árabe.
Algunos de sus poemas han sido incorporados a la liturgia judía, como las canciones Dror Yikra y Dvai Hasair. Salomón ibn Gabirol se refirió a él como el más importante poeta de su tiempo.

Gramática

Como gramático, su obra más importante son las Tesubot ("Respuestas"), libro en el que critica duramente la principal obra de Ben Saruc, el libro Majbéret ("Cuaderno"), por razones tanto filológicas como religiosas (Dunash defendía la ortodoxia frente a ben Saruc, cuya obra estaba influida por el caraísmo). Dunash dedicó su Tesubot al príncipe (nasi) de los judíos de España y principal protector suyo, Hasdai ibn Shaprut, en un poema laudatorio que es el primer ejemplo de su adaptación al hebreo de la métrica árabe.

En las Tesubot, Dunash introdujo por primera vez en la gramática hebrea nociones como la distinción entre verbos transitivos e intransitivos, o entre raíces fuertes y débiles, además de ser el primero en hacer una lista de verbos según sus raíces de tres letras. Acusa a Seruq de ser incapaz de percibir la estrecha relación entre las lenguas hebrea y árabe.




Dunash ben Labrat

por María Angustias Moreno, España

A través de los tiempos, ni que decir tiene que la literatura ha ido creciendo y madurando en cuanto a conceptos y formas.

Todos los cambios producidos han tenido sus maestros, o sus padres (según queramos llamarlos), que han sido sus creadores, innovadores e introductores en la corriente literaria de su tiempo; dándoles una riqueza de matices, formas y verbos, que los ha embellecido; alcanzando un relieve cada vez más importante, y facilitando tanto su entendimiento como su expresión.

Cuando hablamos de literatura, un intenso abanico de escritores locales, nacionales e internacionales, se abre ante nosotros; y, es ahí donde se encuentra la mayor riqueza del pensamiento de todos los tiempos: en la diversidad, en la mezcla de culturas, y en conocimientos.

Algunos, desgraciadamente, se han quedado en el olvido. Menos mal que, a veces, hay quien se atreve a desempolvar antiguos códigos, a copiarlos, a traducirlos; y también a actualizarlos, mejorarlos; introduciendo así su impronta personal en este río de palabras que nunca para, enriqueciendo el mar del pensamiento.

La literatura hispano-hebrea sufrió modificaciones en el siglo X. La modernización de su poesía fue obra de poetas y filósofos, entre ellos: Dunash ben Labrat y Menahem ben Saruq.

Dunash ben Labrat, poeta, rabino, comentarista, gramático, judío del Al-Andalus, nació en el siglo X, probablemente en Fez, Marruecos, en el año 920. Estuvo bajo la protección del poderoso dignatario de la corte de Omeya, Hasdai ibn Shaprut, de quien fue secretario. Y también fue discípulo del gaón Seadya.

Fue pionero en introducir cambios, que a veces nadie aceptaba ni entendía, en la literatura hebrea. Fue muy criticado, sobre todo por los discípulos de Menahem ben Saruq, que le acusaban de contaminar la lengua hebrea.

Sus innovaciones afectaban a los piyyutim, género poético de carácter litúrgico, muy en boga en su tiempo.

En la Península Ibérica, se usaba tanto el hebreo como el árabe para la poesía. La lengua árabe distinguía entre vocales largas y cortas; mientras que la hebrea usaba los sonidos para marcar el ritmo.

Dunash cogió los dos idiomas, los mezcló y elaboró una base nueva para la métrica, una base que sirviera para los dos. De ello surgió la poesía hispano-hebrea, que conocemos en nuestros días porque alcanzó gran relevancia en toda Europa.

Por supuesto, incorporó la nueva métrica en sus poemas; y algunos de sus cantos obtuvieron tan gran reconocimiento que fueron introducidos en la liturgia judía. Sus títulos son: Yikra, Dror y Dvai Hasair...

Los árabes hicieron lo mismo con la lengua coránica.

Para Dunash ben Labrat, las formas, el decir y el sentimiento de la poesía eran muy importantes; la nueva estructura era algo así como un cuento de las mil y una noches, donde se mezclaba todo lo bello de la tierra; y, al mismo tiempo, recordaba lo sublime del más allá. Todo lo dejó reflejado.

El dijo “no duermas”, es un poema religioso donde deja plasmado su trabajo en los cambios y reformas. La cadencia y la belleza del contenido demuestran como se fue cada vez más utilizando la métrica árabe en la poesía hebrea.

En este poema, deja patente que el paraíso que describe entre flores, frutos, perfumes y aves; es un paraíso que todos pueden compartir, si cumplen con sus obligaciones religiosas.

De ahí, ese: - Yo le reproché: ¡Silencio, Silencio! Eso ¿Cómo te atreves? ¿Cuándo la Casa Santa, El escabel de Dios, para Incircuncisos?

Denunciando la pereza, esa pereza que nos hace abandonar el estudio de la Torah (libro de la palabra de Dios); que nos hace insignificantes ante Dios, no dignos de beber vino, ni mirar hacia el cielo; que nos hace sentir detestables y odiados:





El dijo “no duermas”

Él dijo “no duermas. Bebe vino viejo
con mirra y lilas, hena y áloes
en un vergel de granadas, palmas y vinos
llenos de plantas placenteras y tamarindos,
con el murmullo de los manantiales
y el canto de los laúdes
al son de los cantantes, flautas y liras.
Allí dónde cada árbol es alto, las ramas
están llenas de frutas,
y los pájaros voladores de cada rey
cantan entre las hojas.
Las palomas gimen melodiosamente
y replican arrullando como lengüetas.
Beberemos entre camas de flores cercadas por lilas
aportando penas al vuelo de canciones y alabanzas.
Comeremos dulces y beberemos con el cuenco repleto.
Actuaremos como gigantes y beberemos
de las copas enormes.
Por las mañanas, yo me levantaré para matar toros
sanos y elegidos, becerros y carneros.
Nos ungiremos con aceite fragante e incienso
de aloe ardiente.
Antes que el día de la muerte caiga sobre nosotros, cubrámonos!
Yo le reproché: ¡Silencio, silencio! Eso ¿Cómo te atreves? 
¿Cuándo la Casa Santa, el escabel de Dios,
para Incircuncisos?
Atontadamente tú has hablado, pereza tú has elegido.
Tonterías has pronunciado, como burlas y engaños.
Tú has abandonado el estudio
de la Torah del Dios Supremo.
Y tú te has regocijado con los chacales que corren
salvajes en Zion.
¿Cómo podríamos beber vino y cómo
alzar nuestros ojos
cuando nosotros somos nada,
detestables y odiados?








Same poem by Dunash ben Labrat, in English

"He said, don't sleep"
He said, "Don't sleep. Drink old wine
with myrrh and lilies, henna and aloes,
in an orchard of pomegranates, palms, and vines
full of pleasant plants and tamarinds,
to the hum of fountains
and the throb of lutes,
to the sound of singers, flutes, and lyres.
There every tree is tall, branches are fair with fruit,
and winged birds of every king sing among the leaves.
Doves moan melodiously,
and reply cooing like reed pipes.
We will drink among flower beds fenced in by lilies
putting sorrow to flight with songs of praise.
We will eat sweets and drink by the bowlful
We will act like giants and drink out of huge goblets.
In the mornings I will arise to slaughter bulls 
healthy and choice, rams and calves.
We will anoint ourselves
with fragrant oil and burn aloe incense.
Before the day of doom overtakes us,
let's fill ourselves.
I reproached him: Silence, silence! This, how dare you?
When the Holy House, the footstool of God,
to Uncircumcised? 
Foolishly you've spoken, sloth you've chosen;
Nonsense you've uttered like mockers and fools.
You have abandoned
the study of the Supreme God's Torah
and you rejoice with jackals running wild in Zion.
How could we drink wine and how raise our eyes
when we are nothing, abhorred, and loathed?






HAFSA AL-RUKKUNYYA [15.481]

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Hafsa al-Rukkunyya

Allá por el 1300 nació en Granada Hafsa al-Rukkunyya, famosa por la elegancia de sus versos, y por haber protagonizado una doble historia de amor, con el poeta Abu Yaffar y con el gobernador almohade de la ciudad. Estos apasionados romances simultáneos inspiraron ingeniosos cruces de poemas, donde se asoman románticas alusiones a los celos, el secreto de los encuentros, e incluso el temor, porque uno de los dos amados de Hafsa tenía derecho de vida y de muerte sobre todos sus súbditos y la vida de AbuYaffar corría peligro, cosa que efectivamente acabó confirmándose en un trágico destino.

La última parte de la vida de la poetisa estuvo dedicada a la enseñanza, en Marraquech, capital del imperio almohade, donde fundó una escuela en que aprendían las mujeres delharén las artes de la caligrafía y la poesía, en la corte del califa al-Mansur.

La evocación de sus amores parece reflejarse en este poema, con románticas metáforas, que tituló:





Relámpago

Preguntad al relámpago tremolante,
mientras la noche está en calma,
cómo es que me produce debilidad, al recordar a mis amados.
Su efecto ha sacudido en mi corazón un pálpito
y la abundante lluvia de su nube,
me hizo llover el párpado.




Fuente de consulta: Mujeres de Al-Andalus (Por Mª Dolores Fernández Fígares)





HAMDA BINT ZIYAD AL MUADDIB [15.482]

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HAMDA BINT ZIYAD AL MUADDIB 


También conocida como HAMDUNA nació en Guadix (Granada).

Perteneció a una familia culta, pues su padre era profesor de literatura (muaddib). Se atribuye a Hamda, hermosura, riqueza, sabiduría y honestidad, y se hace una precisión: su amor por la literatura la lleva a mezclarse con los hombres de letra, pero con un decoro que se hizo famoso y una integridad digna de toda confianza.

De ella se conservan varios poemas. En uno de ellos describe a una joven que la acompañaba en un paseo a orillas del río que podría ser el Arenal de Guadix. Otro se considera uno de sus mejores poemas por la belleza y fuerza que transmite, en él se realiza una crítica a los intrigantes que quieren destruir su buena fama. Finalmente en unos versos nos describe la belleza de un paseo por las orillas del río de Guadix.

Se la calificó de "erótica" por sus poemas.





Poetisas almohades de Guadix.

Ana María Rey Merino.

La historia de Al-Andalus fue protagonizada por califas, guerreros y emires. Pero existe otra historia, la de las mujeres andalusíes que, tras el velo, lograron unas cotas de libertad y expresión muy superiores a sus contemporáneas en otros reinos musulmanes, y por supuesto cristianos. Desde luego, no llegaron a ser soberanas o profetas, pero sí místicas, médicas, qabilas (comadronas), profesoras y, sobre todo, poetisas.
El mayor número de escritoras andalusíes de Granada se da en el siglo XII, período que coincide con la invasión almohade, que traerá consigo un auge considerable de las letras, de la poesía, de la música y de las artes. Los almohades eran un pueblo bereber de tradición matriarcal, por lo que la participación activa de las mujeres en la transmisión de la cultura estaba garantizada. En ese tiempo las mujeres andalusíes participaban activamente en la vida cultural, y además se consideraba un signo de distinción y una virtud la declamación poética en fiestas y actos sociales.
Las mujeres de clase acomodada de al-Andalus tuvieron un fácil acceso a la cultura al recibir una educación elemental en sus domicilios, como en el caso que del que hoy nos ocupamos, las poetisas Hamda y Zaynab. Su padre, Ziyad bint Abd Allah bint Baqi al-Awfí al-Muabdid, era profesor de literatura (muaddib), y se debió ocupar de que sus hijas accedieran a la lectura, escritura, caligrafía, el Corán y la poesía, a la que se le daba especial importancia.
Se atribuye a Hamda, hermosura, riqueza, sabiduría y honestidad, y se hace una precisión: su amor por la literatura la lleva a mezclarse con los hombres de letra, pero con un decoro que se hizo famoso y una integridad digna de toda confianza. Porque la participación de las mujeres en las fiestas y veladas poéticas estaba reservada a las viudas de posición acomodada, las solteras que no tuvieran hermanos varones y las prostitutas. La profesora Amelina Correa dice que las mujeres tuvieron “un acceso mediano a estas fiestas literarias e incluso algunas escritoras asistían cubiertas por un velo o tras una celosía y siempre mantenían su decoro”
De Hamda se conservan varios poemas que reproduzco. En el primero describe a una joven que la acompañaba en un paseo a orillas del río que podría ser el Arenal de Guadix. En el segundo, que se considera uno de sus mejores poemas por la belleza y fuerza que transmite, se realiza una crítica a los intrigantes que quieren destruir su buena fama. Finalmente en el tercero nos describe la belleza de un paseo por las orillas del río de Guadix.






I


Las lágrimas revelan mis secretos
junto a este río donde la belleza
deja evidentes huellas:
arroyos que rodean los jardines
jardines que bordean los arroyos,
y hay entre las gacelas un antílope amable
que cautiva mi mente y mi alma posee,
tiene unos ojos lánguidos que cierra
para dar ordenes que el sueño me prohíbe,
y cuando suelta sus cabellos sobre el rostro
es igual que la luna
en la tiniebla de la noche,
y se diría que a la aurora
se le ha muerto un amigo y de tristeza se
ha vestido de luto.





II

Cuando los intrigantes quisieron separarnos
y no podíamos pedir venganza de ellos,
cuando al asalto se lanzaron de nuestra buena fama
y al verlo escasearon mis defensores y aliados,
contestaste a su ataque con tus ojos
y con mis lágrimas y aliento
que eran espada, torrentes y fuego.





III

Del ardor de la tierra calcinada
nos guarda un río que se nutre
con las constantes lluvias generosas.
Bajo sus árboles hicimos alto
y doblaban sus ramas protegiéndonos
igual que las nodrizas con los niños.
Para calmar la sed
nos ofrecía el río un agua fresca
más dulce que la charla del amigo.
Impedían los árboles que el sol
nos viese cara a cara, lo velaban,
y el paso de la brisa permitían.
Los guijarros del río se asustaban
de las doncellas de joyas adornadas,
y estas tocan con sus manos
sus collares de perlas bien colocadas.

La hermana de Hamda se llamaba Zaynab bint Ziyad al Muadbid y tambien nació en Guadix. Participaba, al igual que su hermana en reuniones literarias donde era admirada por su talento y su genio. Escribía poemas y los recitaba, pero no conocemos ninguno de ellos. Debió sin embargo ser una mujer relevante ya que los libros de diferentes autores dan noticias de ella.
Me las puedo imaginar participando en las veladas poéticas que se celebraban al aire libre en jardines o fincas de recreo de los alrededores de Guadix, o más ocasionalmente en las casas de los poetas o en los baños. Estos encuentros eran un homenaje a los sentidos, ya que se recitaban poemas mientras se deleitaba el paladar con dulces y té, sonaba la música a la luz de los candiles y se aspiraba el aroma de los inciensos.


http://anamariarey.blogspot.com/2010/01/poetisas-almohades-de-guadix.html

HASSANA AT-TAMIMIYYA BINT ABU-I-MASI [15.483]

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HASSANA AT-TAMIMIYYA BINT ABU-I-MASI

Hassana At-Tamimiyya Bint Abu-I-Masi (VIII-IX) Poeta española. Nació en la provincia de Granada -entonces llamada Elvira- a finales del siglo VIII y es por tanto la primera poetisa árabe de al-Andalus. Su abuelo fue un sirio damasceno que se instaló en El Jau (Santafé de Granada ) y su padre, Abu-l-MMafsi, fue un poeta panagirista del emir Abderrahmán I y seguramente también el primer poeta árabe nacido en tierras hispánicas. Tuvo la desgracia de despertar las iras del príncipe Hisam -luego emir Hisam I- que ordenó cortarle la lengua a causa de unos versos en los que se creía satirizdo. Cuentan las crónicas que, insólitamiente, la lengua le vovlvió a crecer en parte. De todas formas, Abu-l-Mjsi fue compensado por la familia omeya de esta mutilación, recibiendo una pensión o unas propiedades, cuyos derechos van a ser el tema de la poesía de su hija. Hassana debió aprender a hacer poesía con su padre y, como él, escribió poemas al estilo antiguo o beduino, panegíricos en honor de os emires al-Hakam I (796-822) y Abderrahmán II (822-852), para conseguir la protección del primero como huérfana y soltera y del segundo, como viuda con hijos.





Al emir Abderrahmán II pidiéndole protección contra Yabir, 
gobernador de Elvira

Hacia el de la generosidad y la gloria
fueron mis cabalgaduras, desde lejos,
abrasadas por el fuego del mediodía,
para que repare mis quebrantos,
pues es el mejor reparador,
y para que me proteja
del señor de la injusticia, Yabir.
Mis hijos sin padre y yo
estamos en sus manos,
como pájaros en las garras de un águila.
Mucho merezco que de mí se diga
que estoy aterrada por la muerte de al-Hakam
que era mi valedor;
¡caiga sobre él la lluvia!
Si viviese,
el destino feroz no me hubiese entregado
a la ferocidad de un poderoso.
¿Conseguirá Yabir borrar
lo que la mano de al-Hakam escribió?
Entonces la mayor maldad
se cometerá con lo que poseo.






A al-Hakam I con motivo de la muerte de su padre Abúl-l-Majsí

A ti vengo ¡oh al-Hakam!
doliente por Abu-l-Majsi.
¡Dios riegue su tumba
de lluvia perenne!
Yo vivía en la abundancia,
amparada en su bondad,
hoy me refugio en la tuya
¡oh al-Hakam!
Tú eres el guía
al que toda la gente sigue
y al que todas las naciones
dieron las llaves del poder.
Nada temo si tú eres el escudo
en el que me protejo;
ningún mal podrá afligirme.
¡Continúa cubierto de una gloria
que hace someterse a árabes y no árabes!







A Abderrahmán II, agradeciéndole el haberle atendido a su petición

¡Oh hijo de los dos Hisam!
el más generoso de los hombres,
el mejor pasto para quien lo anda buscando.
¡cuando entra en el combate,
blandiendo su lanza,
tiñe su extremo de pusísimo rojo!
Decidle: ¡Oh el e más preclaro linaje
de todos los humanos
de noble estirpe por sus padres y abuelos!
Has sido generoso conmigo
y no has consentido en mi injusticia:
por ello has de ser siempre alabado.
Si acampo, me cubres con tus dones,
y si parto, me das el viático para el camino.


Selección: María de Jesús Rubiera Mata.



IBN AL QÛTIYYAH [15.484]

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IBN AL QÛTIYYAH



Reseña biográfica y
poema de Ibn al-Qûtiyya

El hijo de la goda. Nació en Ishbiliya (Sevilla), pero la mayor parte de su vida transcurrió en Qurtuba (Córdoba), donde es educado y sirvió en la corte omeya, bajo Al Hakam II; y, además de sus conocimientos de la Tradición Profética, de historia, de anécdotas y de poesía, se le considera el hombre más culto de su época árabe. Sus dos obras lexicográficas más importantes son una explicación del Adab al kátib de Ibn Qutaybah, y una monografía sobre el verbo, cuyo título es Al Afal al thuláthiyyah wal rubályyah.




BEBE EL VINO

Bebe el vino junto a la fragante azucena que ha florecido, y forma de mañana tu tertulia, cuando se abre la rosa.

Ambas parece que se han amamantado en las ubres del cielo, y que aquélla mamó leche, y ésta, sangre.

Son dos amigos, de los cuales aquél se rebeló contra el alcanfor, rey de la blancura, y éste desobedeció al granate, rey de lo rojo, y con razón.

La una es como un blanco idolillo expuesto ante el que pasa; la otra, como la mejilla abofeteada en la triste mañana de la separación.

O, si lo prefieres, aquélla es un manojo de tubitos de plata, y ésta, una brasa cuyo rescoldo atizó o inflamó el viento.







LA NUEZ

Es una envoltura formada por dos piezas tan unidas, que es lindo de ver: parecen los párpados cuando se cierran en el sueño.
Si la hiende un cuchillo, dirías que es una pupila a la que pone convexa el esfuerzo de mirar.
Y su interior podrías compararlo al de la oreja, por sus repliegues y escondrijos.








IBN AL-FARADÎ [15.485]

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IBN AL-FARADΠ

Abù-l-Walîd ‘Abd Allâh ibn Mwhammad ibn Yûsuf Masr al-Azdî al-ma’rûf bi Ibn al-Faradî. Historiador, jurisconsulto y poeta. Nació en Córdoba en el año 962. Murió en la toma de esta ciudad por los almorávides en el 1013. Nos asegura Ibn Bâskuwâl que, además de sus dotes como jurista y narrador, como poeta y orador, fue también un gran bibliófilo, llegando a reunir una riquísima librería.

A los treinta años hizo su peregrinación (hayy) oficial a La Meca, aprovechando su viaje para conocer y aprender de muchos sabios orientales. A su regreso a la Península obtuvo el cadiazgo de Valencia.

Una vez vuelto a su Córdoba natal, murió a consecuencia de las heridas que recibió en la defensa de los muros de la ciudad asaltada por los bereberes, estando su cadáver insepulto durante varios días. Al parecer, y ateniéndonos a lo que nos cuenta Ibn Bassâm, encontró la muerte que deseaba, ya que en su peregrinar a La Meca y abrazando el velo de la Cava, pidió a ‘Allâh la gracia de morir como mártir, deseo del que al parecer se arrepintió más tarde. Se cuenta que uno de sus paisanos, que le encontró hacinado en un montón de cadáveres, le oyó murmurar durante su agonía las palabras de la tradición musulmana: Todo el que es herido en los combates por la causa de Allah (y bien sabe Allah reconocer las heridas que se han recibido por su causa), aparecerá el día de la resurrección con las heridas sangrientas; su color será como de sangre, pero su aroma como de almizcle. Apenas hubo dicho estas palabras, expiró.

En su poesía predomina el tono religioso, siendo una muestra de ella esta magnífica composición que ha traducido y versificado Varela:



Cautivo y lleno de culpas
estoy, Señor, a tu puerta,
temiendo que me castiguen,
aguardando mi sentencia.
De mis faltas el cúmulo
con tu mirada penetras;
por Ti me angustia el temor
y la esperanza me alienta,
¿pues de quién, sino de Ti,
el alma teme o espera?
Es inevitable el fallo
de tu justicia tremenda,
cuando a abrir llegues el libro
donde escribistes mis deudas,
la suma de mis maldades
temo escuchar con vergüenza;
ilumíname y consuélame,
del sepulcro en las tinieblas,
donde yaceré olvidado
de mis más queridas prendas,
y que el perdón de mis culpas
tu gran bondad me conceda,
pues tendré sin tu perdón
una eternidad de penas


Pero en la faceta donde más destaco Ibn Al-Faradî fue en su actividad como historiador, destacando su obra Historia de los varones doctos de Al-Andalus, que le fue adjudicada en autoría por F. Codera, gracias al viaje que realizó éste a la mezquita de Túnez, en el año 1887. Esta obra ha sido publicada por el señor Codera, formando los tomos VII y VIII de su Biblioteca arábica-hispana.

Al-Faradî es considerado como el mejor biógrafo de sus días. Hasta entonces, sólo se habían escrito algunos diccionarios biográficos sobre determinadas materias; en cambio, nuestro autor compila el primero –de tipo general- dedicado a Al-Andalus: un diccionario biográfico y bibliográfico escrito con gran escrupulosidad, pues para redactarlo no sólo consultó autores y personajes de su época, sino que realizó un buen trabajo de investigación, llegando a leer inscripciones sepulcrales que pudieran proporcionarle nuevos datos, y además, en varias ocasiones, confiesa que no logró dar con las noticias que buscaba.

Al-Faradî escribió también una Historia de los poetas arábigo-andaluces, que no ha llegado hasta nosotros.-


DANIEL GUTIÉRREZ PEDREIRO [15.486]

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Daniel Gutiérrez Pedreiro

Daniel Gutiérrez Pedreiro (La Paz (Baja California Sur), 1964) es un poeta mexicano. Su obra ha merecido análisis y antologías.

Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Perteneció al Consejo Editorial de la revista Equipo Mensajero. Editor del Frente de Afirmación Hispanista, A. C., a cargo de antologías, facsimilares y la revista Norte, de distribución internacional. A su cargo han estado las ediciones facsimilares, entre otras, de El Quijote de la Mancha (1608), La poesía cubana en 1936, La poesía moderna en Cuba (1926), Poetas jóvenes cubanos (1922), Cien sonetos a la muerte de Lope de Vega (1636), Edición facsimilar selecta de El hijo del Ahuizote (2010). Ha publicado poesía, cuento, crítica literaria, pintura, dibujo y fotografía, todo a nivel internacional.

Obra

Es autor de los siguientes poemarios publicados:

Ángel de una sola noche (1993)
(Universidad Autónoma de Baja California Sur, México. UABCS).
Danza de los lagartos (1994)
Piedras en lamento (1995)
Ícaro triste (1995)
Sombra bajo la piel (1995)
Canto sediento (1997)
Cielo imposible (2001)
Viento solar (2002)
Cantos a Silvana (2003)
Babel en nocturno (2006)
Los cristales derretidos (2007)
El sueño de Dánae (2009)
Eva Canta (2009)
Baja Crepuscular (2010)
Los otros (2010)
Eco en sedición (2011)
Nocturno Náufrago / Angel perfecto (2011)
De amor para la anónima (2012)
Zoología calafia (2012)
Silencio temporal (2012)
Monólogo de Lázaro (2012)
Obra adjunta: Antología Cósmica de Daniel Gutiérrez Pedreiro (1999) por Fredo Arias de la Canal. Editado por Frente de Afirmación Hispanista A. C., México.

Está incluido en las siguientes antologías:

Lecturas de Baja California Sur (INEA, México, 1990).
Poetas hispanoamericanos para el tercer milenio, tomo III, por Alfonso Larrahona Kasten (Valparaíso, Chile, 1995).
Las dedicatorias (Mi artículo, edición de José Ríos, Montevidio, Uruguay, 1996).
Poesía Latina hacia la centuria XXI (Pegaso ediciones, Argentina, 1998).
Poesía y cuento hacia el III Milenio (Pegaso ediciones, Argentina, 1999).
Colección Diez, antología 99 (Pegaso ediciones, Argentina, 1999).
En la agonía del milenio, una tormenta de letras. Un ciclo de lecturas y más. 1999. (Y la nave va).
Homenaje a Alfonsina Storni, Poesía hispanoamericana (Argentina, 1999).
Homenaje a Jorge Luis Borges (Argentina, 2000).
Poesía Latino americana. Argentina-México. (Ediciones Poesía del Rosdario. Argentina, 1999).
Homenaje a Federico García Lorca (Argentina, 2001).
Homenaje a las letras hispanoamericanas (Argentina, 2002).
Homenaje a Octavio Paz (Argentina, 2003).
Eco de voces (Generación poética de los sesentas). Selección, presentación y notas de Juan Carlos H. Vera. (Ediciones Arlequín. Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Sigma. Servicios Editoriales. México, 2004).
Across the line. La poesía en Baja California (San Diego, California, USA, 2002).
Del silencio hacia la luz.

Artículos publicados por Daniel Gutiérrez Pedreiro:

Alejandro Ruiz González, creador de su propio universo (Presentación exposición de pintura Hechizo, de Alejandro Ruiz González, 23 de sep. 1999).
Azul en llamas. (Poesía de Salomón Villaseñor Martínez, poeta mexicano. Suplemento La tinta suelta No. 391. Diario Acontecer. 10 de septiempbre de 1996).
Carmen Morales o la belleza sublime. (Libro Temporada con los mortales de Carmen Morales, poeta cubana.) Publicado por primera vez en La tinta suelta. Diario Acontecer. Por segunda ocasión en Alhucema No. 8, julio-dic. 2002. Albolote, Granada, España).
Dondelanada (Poesía de María Luisa García. Poeta española. Suplemente La tinta suelta No. 394. Diario Acontecer. 1 de octubre de 1996).
El ojo poético de Guillermo H. Vera. (Fotógrafo mexicano). Suplemento La tinta suelta No. 489. Diario Acontecer. 1 de septiembre de 1998).
La creación cósmica intemporaria de Alejandro Ruiz González (Pintor mexicano). Publicado en suplemento La tinta suelta No. 512. Diario Acontecer. Miércoles 3 de marzo de 1999).
Libro de la inasible. (Poesía de Ileana Alvarez González, poeta cubana). Publicado por primera vez en suplemento La tinta suelta No. 410. Diario Acontecer. 11 de febrero de 1997. Por segunda ocasión en revista Videncia No. 1/98, Ciego de Avila, Cuba. Enero-junio 1998).
Revelaciones poéticas de Francis Sánchez. (Libro Revelaciones atado al mástil. Poesía de Francis Sánchez, poeta cubano. Suplemento La tinta Suelta No. 501. Diario Acontecer. 24 de noviembre de 1998. Por segunda ocasión en revista Vitral, Pinar del Río, Cuba. Marzo-abril de 1999).
Una poesía admirable. (Libro Taller del admirable. Poesía de Miguel D. Torres, poeta argentino. Publicado por primera vez en Chivilcoy, argentina, Diario de la mañana, s/f, 1998. Por segunda ocasión en La tinta suelta No. 511 (24 de febrero de 1999), por tercera ocasión en Chivilcoy poético No. 8 y 9, febrero 2000, Chivilcoy, Argentina).
Rituales poéticos de Carmen Hernández Peña. (Libro Rituales del viajero. Poesía de Carmen Hernández Peña, poeta cubana. (Publicado en Alhucema No. 10, segunda época. Julio-diciembre de 2003, Albolote, Granada, españa).

Artículos publicados sobre la obra de Daniel Gutiérrez Pedreiro:

Cara a cara con Daniel Gutiérrez Pedreiro (Angel Roldán. El Aleph. Suplemento cultural diario La Extra. La Paz Baja California Sur, México. 14 de agosto de 1994).
Comentario literario [Sobre Danza de los Lagartos]. Manuel Cabrera. Semanario Todo Coquimbo. Coquimbo, Chile. 12 de agosto de 1995).
Daniel Gutiérrez Pedreiro: Ascenso y caída [Sobre Icaro triste]. Ariel Fernández, crítico chileno. Publicado en suplemento La tinta suelta No. 349. Diario Acontecer. Edo de México. 14 de noviembre de 1995.
Daniel Gutiérrez Pedreiro en Cuba. (Sin autor). Artículo sobre exposición gráfica en Holguín, Cuba. Suplemento La tinta suelta No. 502. Diario Acontecer. Edo. de México. 2 de diciembre de 1998).
Daniel Gutiérrez Pedreiro, lagarto de sí mismo. (Janitzio Villamar, México. Publicado en suplemento La tinta suelta No. 562. Diario Acontecer. Edo. de México. 15 de marzo de 2000).
Danza y muerte (Daniel Gutiérrez Pedreiro. Autoanálisis de Danza de los lasgartos. El Aleph No. 107. Diario La Extra, La Paz, Baja California Sur, México. 21 de agosto de 1994).
Danza de los lagartos, danza de la creación (Rubén Rivera. 10 de mayo de 1994. Contratapa del libro Danza de los lagartos, primera edición).
El valle de los espejos (Luis Fernando Gómez Cota. Diario La Extra. La Paz Baja California, Sur. 16 de abril de 1992).
Icaro triste (Antonio González-Guerrero, español. Publicado por primera vez en suplemento La tinta suelta No. 345. Diario Acontecer, el 17 de octubre de 1995 y por segunda ocasión en El Día, de Toledo, España el 24 de diciembre de 1995).
Lagartos (Judith Coronel. Suplemento La tinta suelta No. 242. Diario Acontecer. Edo. de México, 24 de junio de 1994).
La sedición poética de Daniel Gutiérrez Pedreiro (Francis Sánchez, cubano. Publicado por primera vez en La tinta suelta No. 581. Diario Acontecer. 2 de agosto de 2000. Por segunda ocasión en Alhucema No. 5, segundo semestre 2000 en Albolote, España; en una tercera publicación en la revista Norte No. 423/424, noviembre-diciembre de 2001, en México, D.F.).
Presentación Angel de una sola noche (Gabriel Rovira. Panorama, serie "Pasos poéticos". UABCS, La Paz Baja California, Sur, 1993).
Sombra bajo la piel (Mary Rodríguez Herrera. Diario Equinoccio No. 24, Caracas, Venezuela. Noviembre-diciembre de 1996).
Un joven gran poeta: Daniel Gutiérrez Pedreiro (Miguel D. Torres. Revista Chivilcoy poético No. 4. Chivilcoy, Argentina, enero de 1997).
Piedras en lamento (Romeo Tello, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Suplemento La tinta suelta No. 309. Diario Acontecer. Edo. de México, 10 de marzo de 1995).
Daniel Gutiérrez Pedreiro, el poeta de la personificación (Adalberto Hechavarría Alonso, cubano. Revista La Urpila No. 66. Montevideo, Uruguay, enero-junio de 2002).
Daniel Gutiérrez Pedreiro, viento solar (Norma Suiffet. Revista La Urpila No. 67. Montevideo, Uruguay. Julio-diciembre de 2002).
Cielo imposible (Emilio Ballesteros. Revista Alhucema No. 8, Julio-diciembre de 2002. Albolote, Granada, España, 2002).
Cantos a Silvana (Emilio Ballesteros. Alhucema No. 10, segunda época. Julio-diciembre de 2003. Albolote, Granada, España).
Rasgos del nuevo discurso poético. [Comentario sobre Babel en nocturno], por Pedro Alberto Assef, poeta cubano. Diario Mi gente. Enero 16 de 2007. Charlotte, NC, USA), Carolina del Norte.
Babel en Nocturno (2006), Daniel Gutiérrez Pedreiro. (Norma Suiffet, revista La Urpila No. 76, enero-junio de 2007. Montevideo, Uruguay).
Daniel Gutiérrez Pedreiro, Los cristales derretidos (Juan Ruiz de Torres, español). Asociación Prometeo de Poesía, Madrid, España, octubre de 2007).
El recreacionismo de Daniel Gutiérrez Pedreiro en la Danza de los lagartos (Roberto Mendoza Ayala. 14 de junio de 1994. Leído durante la presentación del libro Danza de los lagartos en la aula magna, facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México).




TIGRE

En la boca nocturna
brillan dos astros de sangre
los ojos de fuego del tigre.
Dos brasas como dos puñales
que abren el pecho nocturno
desgarrándole
dejando escapar una lengua
de insectos de fuego.
Es un cuerpo gelatinoso,
puro como la mirada de un pájaro,
como la sincera caricia de un puñal
sobre la espalda de un ojo
que celeste brilla
en la estrella del viento.
Animal de furia y relámpago,
látigo de sangre,
estrella amarilla en la esfera lunar
de un caballo,
árbol que raíces largas ha sembrado en el cuerpo
que nocturno agita sus garras
en pájaros de sangre
y diamantinas estrellas.





EL CADÁVER

Han traído, madre
los hombres cara de ángel
un rojo envoltorio.
He visto llorar una lágrima cara de sol
sentada sobre la rota ventana del agua:
de su boca salían sirenas silencias.
Un gallo negro cantó en el frío.
La luna cayó desde la nariz del prohibido árbol.
He visto llorar en el reloj
un pecho seco:
hormigas negras cabalgaron la amarga leche.
He visto, madre
un ángel cristalino bailar en tu mirada.
Hombres de negro vuelo
han traído, madre
mi cadáver.





CALAFIA

Soy el hijo de las aguas,
el ancestral.
He llegado de otros tiempos.
Pertenezco al sol.
Soy hijo del siempre.

En aguas cósmicas bebí mi aliento.
Mi palabra pertenece al universo.

Soy el ángel.
He construido la luz
en la pupila de los pájaros.
Soy el eterno.
Brillo en el vacío como un diamante.

Escucha correr mi sangre
como un leopardo en la luz horizontal.

Mira cómo corren los pájaros por mis ojos.
Escucha cómo de mi vientre abierto
surgen cascadas de estrellas y mariposas.

Soy el árbol petrificado sobre la cadena del hielo:
el eterno, el siempre:
el hijo del sol y los relojes celestes.





HOMBRE QUE Amó

LVI

La tarde tiene SED
y BEBE LOS PECHOS delgaditos de la ARENA.
La tarde busca una razón para la MUERTE,
ebria diamantina de piel desnuda,
mujer aletargada en la marisma,
cascajo del ÁSPID vuelto a su cola:
la tarde en su ladrido se desnuda.
El cuerpo tiene SED:
BEBE SU FUEGO
AHOGÁNDOSE en la copa de la tarde.

De Piedras en lamento





NOCTURNO EN EL VIENTO

III

Sobre la cara fracturada del ESPEJO
el cielo sostiene su última pestaña.
La soledad sigue desnuda cabalgando su NAVAJA.

PÁJARO que cae en la garganta del abismo: eco:
se repite la LUZ sobre la cara demacrada
de la SANGRE.

Amor.
¿Qué voy a hacer si la historia me alcanza
y ya nunca recupero tu cuerpo?

Amor.
Si el espacio abre su gran garganta
y NAUFRAGA mi guitarra
¿el AGUA seguirá cantando en la MIRADA
de los PÁJAROS?

¿Dios estará desnudo en mis paredes
escuchando la MUERTE DEL AGUA
CON LA PUPILA EN LLAMAS?

Amor.
¿Y si la historia desnuda se DECAPITA
entre mis dedos?

Blando reloj en las LUCIERNÁGAS...
¿Seré silencio en las guitarras?

De Sueño de Lázaro






FUEGO negro

Es un FUEGO negro
(Negra lengua que me ABRASA).
Es un PÁJARO gigante
(FÉNIX AZUL de nocturna LLAMA).
Es el corazón de una HOGUERA
que con dedos delgados descubre
la flor de llorosa HERIDA
que en el cuerpo sostiene a su CABALLO.
Es la caída del AGUA
desmembre negro que mi cuerpo arranca,
cadena que con cada eslabón DESGARRA
el prisionero cuerpo
en su propia LLAMA.

De Sueño de Lázaro





GABRIELA

Te quiero
porque tienes la piel
ABRASADA
por la lengua LLAMADA del silencio
y porque eres AZUL:
MAR, estela por cuyos caminos corre mi venado
AGUA, orquídea que se abre
a mi PÁJARO SEDIENTO
DESIERTO, CARACOL de sal
abrazo para mi guitarra sin ALAS.

Te quiero
flor de AGUA-DIAMANTE:
NAUFRAGIO para mi barca y mi GAVIOTA,
piélago de miedo-cuerno añil,
rosa perfumada de la sombra,
madurez del eco,
noche de largas piernas,
ABEJA que abandona sobre mi boca
los pétalos azucarados del pubis.

De Sombra bajo la piel










IBN ARABI [15.528]

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Ibn Arabi

Abū Bakr Muhammad ibn 'Alī ibn 'Arabi (en árabe أبو بكر محمد بن علي ابن عربي الحطمي) (Murcia, 28 de julio de 1165 – Damasco, 16 de noviembre de 1240), más conocido como Ibn Arabi, Abenarabi y Ben Arabi fue un místico sufí, filósofo, poeta, viajero y sabio musulmán andalusí. Sus importantes aportaciones en muchos de los campos de las diferentes ciencias religiosas islámicas le han valido el sobrenombre de Vivificador de la Religión (en árabe محيي الدين Muhyi al-Din) y El Doctor Máximo (en árabe الشيخ الأكبر as-Sheij al-Akbar).

Nacido en Murcia, de padre murciano y madre bereber, se trasladó con su familia a Sevilla. Sus estudios literarios juveniles transcurrieron entre Lora del Río y Carmona.

El ansia de saber condujo a Ibn Arabi a una vida viajera, recorriendo primero su Al-Andalus natal y luego el Norte de África visitando a los diferentes grupos sufíes. Más tarde visitó El Cairo y Jerusalén. Después de pasar dos años de emociones espirituales en La Meca decidió continuar viaje a Bagdad, Mosul, Konya (antigua capital del Sultanato de Rum y una ciudad de la actual Turquía) y Damasco, donde finalmente se estableció durante 17 años hasta su fallecimiento.3 Su tumba, en la que después fueron enterrados dos de sus hijos, aún se conserva y es lugar de peregrinación para el mundo musulmán. Sobre su tumba los otomanos edificaron una madrasa en la que se guarda su sepulcro.

Pensamiento


Tumba de Ibn 'Arabi en Damasco.



Aunque los estudios orientalistas españoles lo han relacionado con la escuela de Ibn al-Arif (Abenalarif), y lo consideraron inicialmente más un filósofo que un sufí, los maestros sufíes de muchas órdenes en el sufismo desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por 'experiencia (espiritual) directa', al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, o el más grande de los maestros. En la literatura académica occidental contemporánea, en esa línea, los estudios de su obra llevados a cabo por autores como Michel Chodkiewicz, William Chittick, Denis Gril y en España por Pablo Beneito, muestran claramente que su contacto con las escuelas aristotélicas de Alfarabi y Averroes o la filosofía neoplatónica de la escuela de Ibn Hazm fue muy superficial.

Su obra es, ante todo, de carácter gnóstico-religiosa; sus críticas al entendimiento meramente externo y árido de la religión e incluso a la filosofía misma son abundantes en su obra. Pero es evidente que no es un simple "místico": el contenido metafísico de su obra abarca desde la interpretación gnóstico-sapiencial de la sharia (Ley Islámica) -siempre con una cierta visión zahirí como la de Ibn Hazm, pero a la que supera ampliamente- hasta una cosmología basada en la revelación divina y de su Unicidad (que fue bautizada por sus sucesores como la Unicidad de la Existencia o Wahdat al-wuyud).

La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Dios como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Dios y lo creado -por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos- pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos (Allahu al-asma al-husna), que inició Sahl al-Tustari. Esta radical separación de Dios y su creación impide su conocimiento racional de Dios como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, o sea, de la certificación o Realización de la Realidad (Haqq) de las cosas, que no es otro que Dios. Con él el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de la elaboración teórica del sufismo.

Al igual que los neoplatónicos aplica una escala jerárquica de géneros y especies entre la no existencia al ser creador, que se relaciona a su vez con su idea del amor también compuesto de una serie de grados que van desde la simpatía o inclinación hasta el puro amor.

Obra


Ibn Arabi a caballo con dos estudiantes.



Sus obras son más de 200. Osman Yahya las ha catalogado, ha editado algunas de ellas y ha desmentido algunas atribuciones de obras como la epístola de la Unidad o el Núcleo del núcleo.

Su obra más importante es el al-Futuhat al-Makkiyya, traducido habitualmente como Las Iluminaciones de la Meca o Las Revelaciones de la Meca, que es un compendio de metafísica islámica, aunque abarca la mayoría de las ciencias tradicionales islámicas en sus más de tres mil páginas.

Su otra obra de importancia es el Fusus al-Hikam (Los Engarces de la Sabiduría), síntesis de su pensamiento metafísico, de la unidad de las creencias y de profetología en el Islam.

Otras obras destacadas:

Libro del Tesoro de los amantes, Kitāb Dajā'ir al-a'lāq
Libro de la Política Divina, Kitāb al-tadbīrāl al-Ilāhiyya
Libro del descenso de los astros, Kitāb mawāqi' al-nuyūm
Libro del Viaje místico, Kitāb tuhfat al-safara
Epístola del precepto obligatorio, Risālat al-Amr al-muhkam
Epístola de las luces, Risālat al-anwār
El gran Diwan Al-Diwan al-akbar
El intérprete de los deseos, Taryuman al-ashwaq.
La contemplación de los Misterios
El Árbol del Universo (atribución discutida).
La maravillosa vida de Du-l-Nun el Egipcio
El núcleo del núcleo (atribución falsa)
El secreto de los nombres de Dios




Obra Abenarabi

Aunque los estudios orientalistas españoles lo han relacionado con la escuela de Ibn al–Arif (Abenalarif), y lo consideraron inicialmente más un filosofo que un sufí, los maestros sufíes de muchas órdenes en el sufismo desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por ‘experiencia (espiritual) directa’, al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, o el más grande de los maestros.

En la literatura académica occidental contemporánea, en esa línea, los estudios de su obra llevados a cabo por autores como Michel Chodkiewicz, William Chittick, Denis Gril y en España por Pablo Beneito, muestran claramente que su contacto con las escuelas aristotélicas de Alfarabi y Averroes o la filosofía neoplatónica de la escuela de Ibn Hazm fue muy superficial.

Su obra es, ante todo, de carácter gnóstico–religiosa; sus críticas al entendimiento meramente externo y árido de la religión e incluso a la filosofía misma son abundantes en su obra. Pero es evidente que no es un simple “místico”: el contenido metafísico de su obra abarca desde la interpretación gnóstico–sapiencial de la sharia (Ley Islámica) –siempre con una cierta visión zahirí como la de Ibn Hazm, pero a la que supera ampliamente– hasta una cosmología basada en la revelación divina y de su Unicidad (que fue bautizada por sus sucesores como la Unicidad de la Existencia o Wahdat al–wuyud).

La doctrina de Ibn Arabi abunda en el carácter absoluto de Dios como unidad suprema. Esta niega cualquier tipo de analogía entre Dios y lo creado –por lo tanto escapando del panteísmo que le han adscrito algunos– pero también desarrollando una compleja relación de lo creado con el Creador, del que es una expresión de sus diferentes Nombres y Atributos (Allahu al–asma al–husna), que inició Sahl al–Tustari. Esta radical separación de Dios y su creación impide su conocimiento racional de Dios como Esencia, pero no impide su conocimiento a través del develamiento, o sea, de la certificación o Realización de la Realidad (Haqq) de las cosas, que no es otro que Dios. Con él el sufismo alcanza el desarrollo más refinado de la expresión de la elaboración teórica del sufismo.

Al igual que los neoplatónicos aplica una escala jerárquica de géneros y especies entre la no existencia al ser creador, que se relaciona a su vez con su idea del amor también compuesto de una serie de grados que van desde la simpatía o inclinación hasta el puro amor.

Su obra más importante es el Futuhat al–Makiyya, traducido habitualmente como Las Iluminaciones de la Meca o Las Revelaciones de la Meca, que es un compendio de metafísica islámica, aunque abarca la mayoría de las ciencias tradicionales islámicas en sus más de tres mil páginas.

Otras obras destacadas:

– Libro del Tesoro de los amantes, Kitab Daja’ir al–a’laq
– Libro de la Política Divina, Kitab al–tadbiral al–Ilahiyya
– Libro del descenso de los astros, Kitab mawaqi’ al–nuyum
– Libro del Viaje místico, Kitab tuhfat al–safara
– Epístola del precepto obligatorio, Risalat al Amr al–muhkam
– Epístola de las luces, Risalat al–anwar
– El gran Diwan Al–Diwan al–akbar
– El intérprete de los deseos, Taryuman al–ashwaq
– La contemplación de los Misterios
– El Árbol del Universo (atribución discutida)
– La maravillosa vida de Du–l–Nun el Egipcio
– El núcleo del núcleo (atribución falsa)
– El secreto de los nombres de Dios
– El tratado de la unidad (atribución falsa)
– La Alquimia de la Felicidad Perfecta
– Viaje al Señor del Poder
– Tratado de la Unidad
– Los engarces de la sabiduría
– Las iluminaciones de La Meca




Poemas

La poesía es una dimensión esencial de la obra de Ibn ‘Arabi. Además de los versos que con frecuencia ilustran Poemaspuntos doctrinales en sus obras, Ibn ‘Arabî escribió dos colecciones de poemas, una, el Tarjuman y otra, obra ya de su vejez, probablemente escrita hacia el año 1232, que es conocida con el título general de Diwan (Colección de poemas). A esta colección de poemas debe Ibn ‘Arabî la fama de poeta místico de que todavía goza en el mundo árabe musulmán.

Ibn ‘Arabî es en muchos aspectos un poeta extraordinario cuyos magníficos dones espirituales se dejan fácilmente percibir en una gran calidad poética. Él es, además, original en el uso que hace de los elementos tradicionales que la poesía árabe le ofrece y en la vida interna que a ellos da.

Ibn ‘Arabî es el poeta del espíritu. Para él no es el lenguaje poético, ni siquiera la belleza, el objetivo final al que tiende en su poesía, sino el espíritu que hay que revelar. Si en sus tratados dogmáticos presenta la doctrina del mundo y sus relaciones con Allâh, en su poesía expresa lo mismo ya no como verdad sino como experiencia, de aquí el sentido de trascendencia e intimidad tan notable en ella.

Para Ibn ‘Arabî la poesía árabe tradicional, su belleza y la riqueza de sus recursos lingüísticos y literarios son medios de expresión, exactamente corno las palabras lo son para la totalidad de los mortales. Y de la misma manera que la originalidad del orador trasciende el uso que hace de las palabras comunes a todos, así también Ibn ‘Arabî busca la verdadera originalidad de la poesía no en la novedad de las palabras que usa, sino en la manera como esas mismas palabras son usadas para revelar el mensaje espiritual que ellas encierran.

A pesar de que Ibn ‘Arabî sólo acude al tesoro tradicional de la lírica profana árabe, su mensaje poético no se reduce a la expresión de un estado amoroso y de los gozos y penas que el amor causa. Es más bien la presentación en circunstancia humana de un amor infinito y los gozos y penas de este amor sentidos en lo más íntimo del ser humano, en la zona donde lo sensual se desvanece ya en el crepúsculo de un sentimiento espiritual.

El amor de Ibn ‘Arabî, tal como está expresado en su Tarjuman, puede así ser llamado amor místico y espiritual. Pero las formas que adopta y la expresión que recibe no son simplemente simbólicas ni alegóricas, a pesar de la interpretación que el mismo Ibn ‘Arabî dio más tarde a estas composiciones. En realidad, antes de aceptar esta interpretación de simple sustitución alegórico­simbólica del sentido de un amor sensual por uno más elevado y divino, debemos intentar comprender el sentir divino y humano del poeta místico. Para ello debiéramos quizá adoptar una actitud, no de simples espectadores, sino más bien de neófitos que buscan en la poesía del místico murciano los valores aplicables a la propia circunstancia espiritual.

Tanto desde el punto de vista de su lírica mística como de su doctrina metafísica, el gran problema de Ibn ‘Arabî es el del ser y de la existencia de Allâh. Si Allâh es, nada puede ser ni de la misma manera que él es ni de manera independiente de su ser. Ser es el atributo supremo y trascendental de Allâh. Ser es en realidad la esencia divina, el presupuesto de su vida y su acto. Esta es al idea más fundamental en la teología de Ibn ‘Arabî, cuya realidad nada puede trastornar. El ser, pues, es único. Todas las cosas creadas, el mundo o el cosmos, que en nuestro vocabulario humano decirnos que son, subsisten eternamente como ideas de Allâh; y como el conocimiento en Allâh es idéntico a su ser, la creación sólo significa el conocimiento que Allâh tiene de las cosas bajo el aspecto de su actualidad. El universo de la creación es así la suma de relaciones de la esencia divina, como sujeto, consigo misma como objeto.

La doctrina de Ibn ‘Arabî sobre el ser está resumida con todo énfasis en los versos siguientes:




Nada existe sino Allâh. Nada hay fuera de él.
Nada existe sino su esencia y voluntad.
Pues cuanto hay en existencia es Allâh
y cuanto en apariencia, criatura.

(Fûtuhât III, pp. 304, 306)



En el plano ontológico la llamada creación del cosmos, de todo el mundo, espiritual y material, consiste en la proyección esencial del ser divino al desarrollo de las formas que ese ser divino adopta. El mundo todo es, no parte, sino participación de la única esencia que existe, la esencia divina. La arquitectura divina del ser se constituye así en dos vertientes, o más bien dos puntos de vista de un solo plano: uno el de la realidad de las cosas como participación del ser divino; el otro la consideración de su existencia real como manifestación de ese ser divino. Ésta es precisamente la base esencial y punto de partida del misticismo de Ibn ‘Arabî y la que, según veremos, establece el tono lírico de su poesía. En él desaparece la famosa división de los mundos en espiritual y material, microcosmo y macrocosmo, base del simbolismo tradicional, para dar lugar a la división del ser y sus manifestaciones en exterior e interior, en la que todo ser, incluso el divino, debe ser considerado.

Ahora bien, el ser humano es el único que en su capacidad de abstracción y espiritualización puede percibir esta realidad. Una manifestación directa de la naturaleza de Allâh y sus relaciones con el mundo se encuentra en las revelaciones religiosas, siempre incompletas a causa de la imperfección humana. Una manifestación completa y perfecta de Allâh sólo es aquella comunicada por la divinidad misma al alma mística, por esta razón, Allâh para los místicos es siempre el mismo y carece de las peculiaridades que diferencian las diversas religiones. Así explica Ibn ‘Arabî la existencia de las diferentes religiones y justifica la profunda indiferencia de los místicos por las formas religiosas, que él mismo tan claramente demuestra en su poesía:




Mi corazón acoge cualquier forma:
prado de las gacelas, refugio para el monje,
templo para ídolos, Kaaba del peregrino.
Es tablas de la Tora y libro del Corán.
Sigo la religión del amor solamente
a donde sus camellos se encaminan.
Mi sola fe es amor y mi creencia.

(de la oda XI)




El “Tarjuman”

Uno de los problemas elementales en la lectura de la colección de poemas en que consiste el Tarjuman es el básico del enfoque que se le dé.

Si, como hemos visto, la teología del ser divino es tal que nos impide aceptar diversos tipos de realidad, si la teología del amor tampoco admite otro amor que el divino, si toda belleza no es otra cosa que una reflexión de la belleza divina, y si, sobre todo, la esencia mística radica en la percepción experimental de esta realidad, la aceptación de estos presupuestos como primeros principios operativos de su poesía será la única actitud que nos podrá comunicar el mensaje poético de Ibn ‘Arabî.

Desde este punto de vista el amor de Ibn ‘Arabî abraza así todas las cosas por estar dirigido hacia la única belleza real de la divinidad. Cuando Ibn ‘Arabî da a su amor por Nizam el tono de una melodía lírica, el fin de su lirismo es siempre Allâh, pero al mismo tiempo es Nizam porque en ella el místico ha encontrado la más perfecta manifestación de la belleza divina en la creación.

El lirismo de Ibn ‘Arabî, como su amor, trasciende así todo nivel metafórico y alegórico puesto que es uno directa, profunda, y, podríamos añadir, sinceramente sentido por las imágenes que expresa. Su poesía no es un contra facturn, poesía sensual forzada a un sentido divino y espiritual, porque en definitiva la belleza de Nizam es divina. Ella es el objeto del amor de Ibn ‘Arabî, y a ella ama con todo el poder de su alma mística. En este sentido, su poesía es mística por estar dirigida en última instancia a la divinidad; pero es también poesía profana, porque mantiene siempre la belleza de la virgen de La Meca y el amor por ella sentido como objeto real de sus composiciones aunque tenga en sí la significación superior de la divinidad. Ambos niveles no son incompatibles, como, por ejemplo, en la mística cristiana ortodoxa, sino que, como ya hemos visto, se completan mutuamente.

De esta manera el lenguaje amoroso que Ibn ‘Arabî usa en su Tarjuman consigue un doble objetivo lírico: por una parte eleva los sentimientos humanos hasta Allâh, dando así a todo amor una dimensión mística y divina, y, al mismo tiempo, aproxima el amor divino a lo humano en tal manera que su lirismo se convierte de hecho en un contra factum de poesía mística a lo divino que tiende a aliviar la pobreza de profundidad de la lírica humana. Ibn ‘Arabî ama a Allâh apasionadamente, y, a la par, ama a Nizam en términos de una adoración que sólo a Allâh es debida.

Amplia prueba de este amor sentido en términos de pasión humana nos da Ibn ‘Arabî en todas sus composiciones, donde los valores de la belleza se traducen tan frecuentemente en imágenes sensuales. A ellas añade él, todavía aplicados a su propio estado, los nombres de los amantes más famosos de la literatura árabe, Bishr, Qays y Ghaylân, de los cuales, según dice, toma ejemplo.

Más sutiles y elevados al tono de un vocabulario de una metafísica mística son los versos que nos presentan la figura de Nizam con una sublimidad divina:




En ti ha alcanzado la belleza su última dimensión,
no cabe otra como tú en la extensión de la potencia.
(de la oda XL)
El grado superior en el amor místico, tal como lo concibe Ibn ‘Arabî, la identificación de amante y amado se resuelve en la paradoja sutil de la veneración mutua expresada en los términos musulmanes de giro ritual al Santuario:

Una luna que se mostró durante el periplo sagrado,
aunque yo sólo iba a su alrededor mientras ella me rodeaba.

(de la oda XXIX)






La poesía de Ibn ‘Arabî en el Tarjuman, como tan frecuentemente la poesía árabe en general, no tiende a la expresión abstracta de problemas o sentimientos. La expresión poética árabe es la forma soberana de pensar y escribir, es decir, de comunicar. De aquí que, con la mayor frecuencia, tienda directamente a reflejar un momento histórico del poeta, un momento concreto y definido de su existencia.


El momento definido y concreto alrededor del cual giran las melodías de sus composiciones es también ambivalente: la búsqueda anhelante de Allâh y su encarnación en persecución del ser amado en la circunstancia del desierto árabe. El sentimiento lírico de Ibn ‘Arabî se basa, así, en consonancia con su doctrina teológica, en una búsqueda de Allâh expresada en términos humanos. Es la búsqueda de un amor que se aleja y escapa, no tanto debido a que el ser amado evite y rechace al amante, como a la incapacidad del hombre en esta vida de llevar a una consumación acabada la unión amorosa con el Creador, la realidad absoluta. la poesía de Ibn ‘Arabî es así una poesía de soledad, pero no es una soledad estática, evocadora de la circunstancia presente y el bien pasado, sino dinámica y viajera. Es una jornada sin otra meta que la conciencia del poeta místico de sólo haber alcanzado a su término el punto inicial de otra jornada, y de sólo haber recorrido espacio y tiempo para llegar con humano retraso a la cita en el camino de su soledad. Este sentimiento que invade toda su poesía se hace más claro en las líneas siguientes:





¡Camellero!, no tengas prisa en llevarla y espera,
ya estoy lastimado de seguir sus huellas.
Detén las monturas, sujeta sus riendas.
¡Por Allâh, por mi pasión y mi dolor!
¡Camellero!
Mi alma está dispuesta, pero mis pies no me llevan.
¡Quién me ofreciera piedad y ayuda!

(de la oda XVII)





Soledad doblemente trágica al encarnarse en el sentimiento de que la presencia de Allâh y la unión con él en este mundo, si bien universal en tiempo, y espacio, nunca puede satisfacer los deseos del alma mística en sus jornadas. Este pensamiento inspira a Ibn ‘Arabî una de sus más bellas composiciones:




En la ausencia nostalgia me consume,
hallarte no me sacia.
Nostalgia son presencia y lejanía.
Su encuentro es un dolor inesperado,
es pasión el remedio todavía.
Porque contemplo una visión que aumenta
la unión mayor, fulgor y majestad en su belleza.
No hay quien escape a una pasión que crece
vecina a la hermosura en mística armonía.

(de la oda LV)




En el plano exterior el recurso poético más constantemente usado por Ibn ‘Arabî se basa en la geografía beduina del desierto tal como con frecuencia la encontramos en los comienzos de las casidas árabes tradicionales. El erudito de Bagdad Ibn Qutaiba nos lo describe en el siglo IX en los siguientes términos:

Yo he oído a un hombre de letras decir que el autor de una casida siempre comienza mencionando campamentos, rastros y ruinas. Y así llora y se lamenta, apostrofa el lugar del campamento y suplica a su compañero que se detenga para tomar esto como excusa y recordar sus habitantes ya ausentes. Porque los que viven en tiendas llevan una existencia entre acampar y partir; al contrario de las gentes sedentarias, aquellos se desplazan de unos lugares a otros donde encuentran agua, buscan nuevos pastos y siguen la ruta donde ha caído la lluvia. Y a esto añade el nasib donde se lamenta de la violencia de su pasión, las penas de la separación, el exceso de su ternura y nostalgia para ganar la simpatía, atraer las miradas y conseguir la atención de los oyentes… Cuando el poeta está seguro de la inclinación y atención continua, afirmando sus derechos, monta en su poema y se queja de sus fatigas y vigilias, jornadas en la noche, ardores del día y debilidad de su cabalgadura.
Así también la mise en scéne de Ibn ‘Arabî comienza frecuentemente con alusiones a ruinas y restos de aduares en el desierto, como introducción a un sentimiento de angustiosa soledad:




Su campamento yace ya en ruinas.
Mi amor es siempre nuevo
dentro del corazón y no envejece.
Ruina y llanto el recordarlas siempre
derrite el alma. Lleno de amor
grité detrás de sus cabalgaduras:
¡La tan rica en belleza!
Aquí yo quedo tan pobre, con el rostro dado al polvo,
de tierno amor.

(de la oda VIII)




Es notable en esta presentación, como en tantas otras semejantes, que el poeta no describe directamente un paisaje donde algo ocurre, sino más bien una vivencia que él sitúa en un paisaje. Haciendo esto, es muy fácil añadir la sensación de ser simple espectador de sí mismo y de un paisaje en el que nunca se acaba de entrar.

Los mismos términos geográficos que Ibn ‘Arabî usa con tanta frecuencia: Hájir, Miná, La’la’, Zamzam, valle de Aqíq, etc., sólo tienden a producir en el oyente una asociación entre las jornadas místicas y las peregrinaciones a lugares venerados del Islam y fácilmente suscitan recuerdos unidos a las primeras leyendas y tradiciones de éste, aunque el sentido místico que Ibn ‘Arabî les da se basa primordialmente en una asociación del nombre con una etimología más o menos aproximada y más retórica que real, de la que hablaremos más adelante:




Los deseos cumplidos en Miná…
(munan bi­Minan)

En Lala me enamoré…
(tawalla’tu fi La’la’in)

Disparó contra Rama, retozó en Saba…
(ramat Ramata wa­sabat bis­Saba)

(de la oda LIX)




Otras veces, en cambio, estos términos son introducidos con el intento de crear una asociación determinada y concreta, tal como la oposición entre las tierras altas del Najd y las ribereñas del Tihama, donde Ibn ‘Arabî busca el sentido místico de altura como opuesto a lo profundo:




El amoroso anhelo me sublima (ánjada),
la paciencia me lleva a lo profundo (áthama).
Así estoy entre el monte (Najd) y la ribera (Tihama),
tan divergentes que jamás se encuentran.
En mi ruptura no cabe la armonía (Nizam).

(de la oda V)





De, mayor interés por la serie de asociaciones que crean son las frecuentes alusiones que Ibn ‘Arabî hace a la institución del himá, preislámica, pero adaptada más tarde por el Profeta.

La institución del himá, reserva o vedado, nace primordialmente de una necesidad climatológica que fuerza al beduino a reservar algunos de sus pastos para el viso exclusivo de su tribu en caso de que una sequía excepcionalmente dura o prolongada hiciera desaparecer o mermar los pastos usados normalmente. Para ello se escogían los lugares más fértiles y mejor adaptados por la naturaleza del terreno o humedad del subsuelo a producir mayor vegetación. Ya en tiempos preislámicos se habían establecido vedados que comprendían muchos de los santuarios del desierto donde se adoraban fetiches y que eran generalmente respetados por todas. las tribus beduinas. El Islam aceptó el concepto de himá añadiéndole el nuevo sentido de haram, o prohibición religiosa, que convertía toda transgresión de simple ofensa legal en ataque a la religión.

En todos estos vedados se prohibía la caza e incluso la destrucción de la vegetación, que en los haram se consideraban, además, como sacrilegio. La protección de los lugares, árboles y animales más frecuentemente citados en conexión de estos vedados es la de las gacelas y las famosas palomas del vedado sagrado de la Kaaba; entre los árboles protegidos en el vedado de Medina figuran, entre otros, el ath1, el arak y el dal, que representan la flora del desierto .que Ibn ‘Arabî cita con mayor frecuencia.

Ahora bien, la flora, como la geografía en Ibn ‘Arabî, nunca es esencial, y a veces pierde sus contornos nunca definidos para manifestarse, como esencialmente es, un eco exterior de una soledad mística interior:




Miró el rayo oriental y amó el oriente,
de fulgurar en occidente, el occidente hubiera amado,
pues mis ansias de amor son por el rayo y sus fulgores;
no deciden mi amor ni los lugares ni la tierra.

(de la oda XIV)





Otro aspecto digno de mención en la poética de Ibn ‘Arabî lo representan aquellas composiciones que manifiestan claramente los dos niveles en que sus jornadas se deslizan. En su nivel externo siguen la línea inspiracional beduina, a que nos hemos venido refiriendo, para buscar su continuación en un nivel espiritual, abstracto y frecuentemente paradójico:




¿Dónde están las que yo amo?
¡Por Allâh, decidme dónde están!
Ya que vi su forma externa,
¿me harás tú ver la esencial?
Tanto tiempo ha que las busco
y tanto he pedido la unión,
que ya no temo su partida
ni estoy seguro en su presencia.

(de la oda XLV)





Así también la jornada exterior, causa de la soledad espiritual, se resuelve en una jornada esencial donde la separación entre el amante y el amado no se mide con distancia de materia:




Partieron mi paciencia y mi resignación cuando ella se fue;
partió y quedó asentada en lo íntimo de mi corazón.

(de la oda VI)



La proyección mística de Ibn ‘Arabî hacia lo infinito a través del sentido interno de la creación divina hace que sus jornadas tengan normalmente el sentido de soledad que ya hemos visto. Sólo en rara ocasión el conflicto interior se resuelve en tonos más suaves de una paz que es sosiego y es cansancio, mostrando la reconciliación mística entre el deseo y la experiencia:




¡Qué dolor en mi corazón!
¡Qué gozo en mi alma!
¡Qué dolor!
¡Qué gozo!

(de la oda XXV)




Alusión sutil a la suprema catarsis del amor místico a que más claramente se refiere con la cita de unos versos atribuidos a otro místico hispanoárabe, Ibn al­Arif (m. 1141), y de eco tan familiar en la mística cristiana:




¡Nunca oísteis hablar de un amor tan íntegro y noble,
que aunque enfermo se siente gozoso en su pena
y apenado en el goce!


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IBN ARABÍ:Canto final del “Libro de las teofanías”:

Escucha, ¡oh bien amado!
Yo soy la realidad del mundo,
el centro y la circunferencia,
Yo soy las partes y el todo.
Yo soy la voluntad establecida
entre el Cielo y la Tierra,
No he creado en ti la percepción
más que para ser el objeto de mi percepción.
Si me percibes, te percibes a ti mismo.
Pero no podrías percibirme a través de ti.
Es por mi mirada por la que me ves
y por la que te ves,
No es por tu mirada
por lo que puedes percibirme.
¡Bien amado!
Tantas veces te he llamado y no me has escuchado.
Tantas veces me he mostrado a ti
y tú no me has visto.
Tantas veces me he convertido en suave efluvio
y no has percibido el aroma.
Alimento sabroso, y no me has degustado.
¿Por qué no puedes alcanzarme a través de los objetos que tocas?
¿O respirarme a través de los olores?
¿Por qué no me ves?
¿Por qué no me escuchas?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Para ti mis delicias sobrepasan las demás delicias,
Y el goce que te procuro sobrepasa todos los goces.
Para ti soy preferible a todos los demás bienes,
Soy la Belleza, soy la Gracia.
Ámame, Ámame a mí sólo.
Piérdete en mí, en mí sólo.
Únete a mí,
Nadie es más íntimo que yo.
Los otros te aman por ellos mismos,
Yo te amo por ti.
Y tú... tú huyes lejos de mí.
¡Bien amado!
No puedes tratarme con equidad,
Pues si te aproximas a mí,
Es porque yo me he aproximado a ti.
Estoy más cerca de ti que tú mismo,
Que tu alma, que tu aliento.
¿Quién, pues, entre las criaturas
Actuaría así contigo?
Estoy celoso de ti contra ti.
No quiero que pertenezcas a otro,
Ni siquiera a ti mismo.
Sé mío, para mí, como estás en mí,
Aun cuando tú no lo sepas.
¡Bien amado!
Vayamos hacia la Unión.
Y si encontráramos el camino
Que lleva a la separación,
Destruiríamos la separación.
Vayamos de la mano.
Entremos en la presencia de la Verdad.
Que ella sea nuestro juez
E imprima su sello sobre nuestra unión
Para siempre.








¡Qué dolor en mi corazón!
¡Qué dolor!
¡Qué gozo en mi alma!
¡Qué gozo!
En mi corazón arde la pasión como un fuego.
En mi alma se ha puesto una luna de tiniebla.
¡Oh almizcle!
¡Oh luna!
¡Oh ramos sobre la duna!
¡Qué verde!
¡Qué esplendor!
¡Cuánto aroma!
¡Oh boca sonriente, cuya humedad adoro!
¡Saliva cuya miel he probado!
¡Luna revelada, con las mejillas cubiertas
del rojo atardecer!
Desnuda de sus velos,
sería tormento y por ello es esquiva.
Sol mañanero que escala los cielos,
ramo de duna en un jardín plantado,
lo contemplo sin pausa, con temor reverente,
y riego el ramo con suave lluvia celestial.
Cuando se levanta es maravilla en la mirada,
cuando se pone es causa de mi muerte.
Desde que la belleza puso sobre su frente
corona de oro virgen, amo el oro.
Si Satán hubiera contemplado en Adán
el fulgor de su rostro, no se hubiera revuelto.
Si Hermes hubiera interpretado las líneas
que la belleza escribió en su rostro, 
no hubiera escrito nada.
Si la reina de Saba la hubiera visto sobre el trono,
no pensara en el suyo, ni en palacios.
¡Oh, el sarh en el valle, el ban en la espesura!
enviadme con la brisa vuestro perfume,
cargado del aroma dulce
de las flores entre sus valles y colinas.
¡Oh ban del valle!, muéstrame tus ramas
y brotes suaves como las líneas de su cuerpo.
Narra la brisa la juventud pasada
en Hágir, en Miná y Qubáe , 
y en la dunas donde el valle se tuerce
junto al vedado,
y en La’la, donde pacen las gacelas.
No es extraño, no es raro
que un hombre se enamore de las bellas
y, cuando arrulla la paloma,
con el nombre de su amada se extasíe.
Y ¡qué gozo!




 Poesía Sufí

I

Compañero De La Noche

¡Tú que la estrella sin cesar contemplas! Durante el día, ¡sé mi compañero! 

¡Oh tú que el rayo en la vigilia velas! ¡Sé, pues, mi compañero de la noche!

II 


El Rayo Oriental 

 En el levante el rayo ha contemplado y así quedó prendado del oriente, más si hubiera brillado en el poniente, a occidente se habría encaminado.

 De tierras no depende o paradores: 

 mi amor se debe al rayo y sus fulgores. 


III


Llegado a Su Presencia

1. Quienquiera que aspirase a unirse con Mi ser a lo imposible aspira. 

2. Con ardiente deseo de verlo atravesé los páramos desiertos. 

3. Llegado a Su Presencia tan sólo a mí me hallé, quedando más confuso. 

4. -Señor mío, clamé -Heme aquí, siervo Mío, al punto respondió. 

5. Le dije: No he hallado sino perplejidad; vagando, errante sigo.

IV


Pleamar

1. Cuando el secreto se mostró en mi entraña se extinguió mi existencia mi estrella se ocultó; 

2. por el misterio del Señor mudóse el corazón; del cuerpo todo rastro de sentido perdí, quedando ausente;

3. y vine desde Él, por Él y a Él, a bordo de la nave de mi resolución, 

4. en cuyo mástil desplegué las velas de interna reflexión, en alta mar de mi saber velado; 

5. y al soplo de los vientos de mi anhelo; como una flecha el mar atravesó 

6. y el mar de la proximidad crucé, hasta que vi de modo manifiesto a Quien aquí no nombro. 

7. Clamé entonces diciendo: ¡Ay Tú, a quien mi corazón contempla! 

¡Haz que en las suertes saque una flecha que gane Vuestro amor! 

8. ¡Tú eres mi solaz y mi festejo, mi meta en la pasión y mi triunfo!

V

Versos Aislados (Mafarid)

1. Los signos de tu existencia, no por tu contemplación a ti se te han de mostrar sino en tu aniquilación. 

2. Si bien la luz otorga resplandores no brinda Vuestra Luz la claridad, tan sólo oscuridad, tinieblas brinda.

3. Convierte las diversas entidades en una única entidad y esencia: El verdadero Ser de lo Real reside en esta negación del número. 

4. Como reluce el adorno sobre tela de brocado luces brillando destellan en el amigo allegado. 

5. Con el alma mía yo me desposé, y era mi marido siendo mi mujer. 

6. Al separar dolores y deleites, la Esencia de divina Realidad el ayuno distingue de mi esencia. 

7. Si por el ser no fuera de Aliento incomparable, mostrado no se hubiera al mundo asemejable. 

8. ¡Por la verdad de la pasión proclamo que el deseo es la causa del deseo! 

Si el corazón no lo llevara dentro, no sería el deseo así adorado. 

VI

La Certeza

Aceite y lámpara si bien se aprecia son en sí la evidencia de la certeza. 

VII

El Pudor

1. Pues de Su puerta es el pudor la llave, mi conciencia profunda, mi secreto, revela de su acceso la abertura.

2. Si abrirla logras y el umbral alcanzas, ves una luz que brilla iluminando un rostro hermoso en resplandor bañado. 

3. Si en la nocturna oscuridad tus ojos lo observaran, dirían por su forma que es un amanecer y es una lámpara.

VIII


Sobre Los Bellísimos Nombres Divinos y Los Nombres de Sus Nombres 

1. Los nombres de Sus más hermosos Nombres que externamente son manifestados, si son considerados uno a uno son múltiples, diversos, singulares:

2. mas Sus Nombres bellísimos, guardados de los entendimientos, de la razón ocultos, nombran sólo la realidad del Uno en cuanto Esencia.

3. Sus más hermosos Nombres perdurables para nosotros son, aunque se ignoren, innumerable cifra;

4. mas no se manifiestan ni aparecen, pues son en sí tan sólo relaciones; ¿cómo entonces podría considerarlos yo mi fundamento?

5. Olvídase la gente en su descuido de cuanto en ellos les he recordado: de los caminos de la realización tomaron una senda que desvía.

6. Ni de ellos priva, ni les da existencia, pues privación y haber se dan sólo en ámbito de paz o de discordia.

7. Saber quisiera, cuando el tiempo pasa por ellos, si por siempre el universo subsiste con eterna permanencia;

8. y cómo así perdura sin que haya un ciclo mesurable, siendo el tiempo conocido por fases y periodos.

9. Cuando por él Le llamas, el nombre 'Tiempo' no designa en vano a Dios, el Omnisciente, sino en virtud de Aquel que duración le otorga.

IX


Si a la Luna...

1. Si a la luna, en cualquiera de sus fases, la desaparición en todos los sentidos corresponde, la permanencia de la irradiación le corresponde al sol.

2. El rostro hermoso en todo su esplendor su encuentro y afabilidad nos brinda:

3. Su encanto resguardamos de los ojos como protege al árbol la corteza.

4. Hicimos descender el cielo a la existencia; y en él a la Nube primordial y el Trono que todo lo acompasa.

5. A Él adelantarse a recibirnos o retirarse toca; la propiedad del resplandor es Suya y es Suyo el atributo de la altura.

6. Cuando baja y se acerca, holgada es la reunión de Su presencia; si acaso nos eleva, la alabanza a nosotros corresponde.

7. Él puede disponer según Su voluntad en mi existencia; Él hace lo que quiere libremente.

X


El Don de la Develación

1. La dádiva divina consiste en descubrir el mismo velo con cuyo encubrimiento la esencia de los dones se ha cifrado.

2. Tan alta y exaltada atribución no implica en modo alguno innovaciones.

3. No es cuanto refiero en mi discurso sino lo que en efecto me acontece; ni son mis atributos distintos de mis marcas y señales.

4. Si Tú llevarme quieres sacándome de mí, tal ha de ser la fuente de mi trance.

5. En mi propia morada reside la impotencia; se cifra en mi andadura mi regreso.

6. La alabanza es de Dios que, sin cesar, mi propia persistencia así dilata,

 7. aun siendo Singular, el Único en Su Esencia y Sus palabras.

8. A Él es mi retorno tras la separación y tras la ausencia.

9. Quien mi ser atribuye sólo a Él, tal es mi confidente y aquel que más merece mi amistad;

10. quien a nosotros atribuye el ser, tal es, por el contrario, quien merece mayor enemistad.

11. Si quieres da la vuelta a lo que digo: La vida entera, toda está en mi muerte.

12. Es éste mi deseo y mi palabra; en ello está mi afán y está mi vida.

13. Quienes son mis amigos mi muerte quieren sólo.

14. puesto que sólo en ella tendrá lugar la unión con mi Señor y aquello que deparan Sus promesas.

15. ¡Sí! ¡Él es el Amante en secreto y en público, el Amigo sincero y la extinción!

XI

La Visión

1. Aquel que todo lo ve es quien te ve en ciencia y entidad cuando Le ves.

2. Sé, pues, por Él, y no por lo engendrado, y a nadie más que a El en Él contemples;

 3. ya que, según declara en Su respuesta, por nosotros nos ve, por Él Le vemos.

XII

El Discurso Divino

No conoce el discurso de la Verdad sino quien lo escucha por medio de la Verdad... 

1. Pues Su discurso nuestra escucha excede y no tiene en nosotros impresión, no basta la audición para captarlo;

2. así que lo escuchamos y en signos desciframos, en orden tal que interrupción no cabe.

XIII


Cualquier Precepto Acogen a Disgusto

1. ¿Cuál entre los mandatos revelados que son obligación, obedecer las almas todas con ardor ansían?

2. Cualquier precepto acogen a disgusto con excepción de aquel que ordena: ¡Ven, novia mía! ¡Entra en Mi Jardín!

XIV


La Excelencia en el Conocimiento de Dios (Poema inscrito en la tumba de Ibn `Arabi)

1. Con ciencia tal se me ha favorecido -del Todo Compasivo procedente, sentado sobre Trono y Escabel-, que nunca ha sido nadie distinguido con otra semejante más que yo.

 2. He sido conducido a contemplar prodigios de la ciencia de lo oculto que al dominio sensible -pues no cabe referirlos en él- están velados.

3. ¡Qué asombro transitar de noche y día, viajero solitario y extranjero en existencia ya sin clase o género!

4. Las gentes han negado mi palabra y de un saber me acusan, difamando, por el que no censuro al alma mía.

5. Ni están entre los vivos, a la luz de lo que veo, ni en tierra oscura de las tumbas están entre los muertos.

6. Glorificado sea quien la vida otorga por Su luz al corazón y de la luz privándoles que guía a quienes niegan cubra con un velo.

7. De lo creado, ciencias poseemos que de Occidente Extremo, difundiéndose, han viajado del Sol hasta el Levante.

8. Con ellas se ha investido y se engalana quien es puro intelecto, liberado de conjeturas y especulación.

9. En un desierto, semejante a mí, de blanca claridad inmaculada aparecí y halléme convertido en el imam que guía, más la gente con relación a él está velada.

XV


Todas las Creencias

1. Las creencias más diversas tienen de Dios las personas,

2. mas yo las profeso todas: creo en todas las creencias.

XVI


Del Amor Procedemos

1. Del amor procedemos, con él fuimos creados;

2. así al amor tendemos y estamos consagrados.

XVII


La Constancia en el Amor

1. ¿Acaso no consiste el fiel amor en mantener constancia y persistir incluso en el estado en que con ímpetu la desunión lo agita y lo sacude?

2. Cuando en la faz se muestren las señales, reúnenos con Él una morada

3. en el lecho de un río solitario y una tierra que adornan y engalanan con resplandor las flores y las plantas.

4. Si sobre el Escabel los contemplaras, sus flores son los hijos y las hijas.

5. Diurna claridad que les ampara ante el temor les da seguridad. Tan sólo la tiniebla de la noche los sume en el temor a su llegada.  

XVIII


El Amor Original y la Génesis del Cosmos

1. Sin este amor original primero no se conocería la constancia de amor, y de no ser por la indigencia al Generoso no se adoraría.

2. Somos por Él y a Él pertenecemos De mi constancia es Él el fundamento.

3. Si quiere Dios que una entidad exista por ella misma habiéndola querido, de su no ser la resistencia cede.

4. Nos dijo '¡Sé!' y fuimos sin tardanza, que es tal disposición a la existencia de todo lo engendrado el atributo.

5. La esencia del amor original es pues aquello mismo que genera, cuyo ser la constancia del amor externamente muestra y determina.

XIX


La Unidad del Amor: una Única Esencia.

1. Tal es la situación si bien lo entiendes: Si eres en Él, entonces eres tú.

2. En verdad eres tálamo nupcial en donde se revela el Verdadero, pero tú no eres tú cuando tú eres.

3. A Quien tanto querías conquistaste y así, pues conociste al que adorabas

4. ya sabes que no es Líala, ni tampoco es Lubna sino Aquel que tú bien sabes.

5. Si vieras en Su amor, desde ti mismo podrías contemplarlo siendo tú.

6. Pues sólo a sí mismo el amante ama, ya que todo eres Tú, todo eres Tú.

XX


El Arca en las Aguas del Trono

1. Contempla el Trono sobre cuyas aguas va un Arca navegando con sus Nombres.

2. ¡Qué prodigio de nave circular (que circunda y al par circunnavega) -cuya bodega el cargamento guarda de la creación a ella confiado-,

3. de lo invisible, en las oscuras brumas, océano surcando sin orillas!

4. Las olas de este mar son los estados del los que están de amor por Él perdidos y el soplo de Su viento son los hálitos de nuevas que revela al allegado.

5. ¡Si alcanzaras a ver cómo transita secretamente por toda la creación del alif a la ya' de la escritura;

6. y cómo en este viaje de retorno al puerto vuelve siempre de su origen, ya que final no tienen sus principios!

7. A su noche sucede la mañana y su día se extingue con la tarde.

8. ¡Contempla cómo la Sabiduría se difunde en el centro de la Nave y por todas sus partes se propaga!

9. Quien llega a valorar esta labor y de verdad su cometido ama, sentado permanece en este mundo junto al timón del eje que la orienta,

10. y así en su propio ser contempla el Arca y ve en su formación la Obra de Dios.

XXI


La Presencia de la Compasión

1. Con el fin de alcanzar esas divinas presencias de Belleza y Majestad, tanto mi marcha como mi parada se orientan hacia el Todo Compasivo.

2. Ha sido el Verdadero muy benévolo: Fue con nosotros misericordioso el día en que me dijo ¡aquí desciende!

XXII


La Gracia que Todo lo Comprende

1. ¡Sí! La gracia de Dios es infinita, más todo cuanto abarca es limitado.

2. A quien la vía que a la gracia lleva haya perdido, se le hará volver.

3. Sin más distancia ya, la cercanía consiste en este aproximarse mutuo.

4. No digas pues que tiene fin alguno, pues límite no tiene en la existencia.

5. Mira que de Él por ella te distingues: Señor es el Señor y el siervo, siervo.

XXIII


Cuando se Muestre mi Amado

1. Cuando se muestre mi Amado, ¿con qué ojo Le veré?

2. Con Su ojo, no mi ojo, pues no Le ve sino Él.

XXIV


El Nombre de Dios `El Hermoso'

1. El Hermoso es Aquel que tiene en Sí realización perfecta por natura; Aquel cuyo valor conocen bien todos los seres engendrados;

2. y cuando aquel Le ve -a quien de entre nosotros con Su amor agració-, ve el ser de tal manera que en él se muestra Su sabiduría.

XXV


Con un Secreto he sido distinguido

1. Con un secreto he sido distinguido que no conoce nadie más que yo y aquel a quien seguimos de la Ley revelada en cumplimiento:

2. me refiero al Profeta, el Apóstol de Dios, Su mejor Caballero, a quien seguimos en todo lo prescrito.

XXVI


Al Escuchar El Libro

1. No está la religión en el adufe, el son del caramillo, ni la música; está la religión en el Corán, está en la cortesía y la conducta.

2. Al escuchar el Libro de Dios, aquella escucha me movió y me acercó a los velos;

3. a tal proximidad que pude contemplar a Quien no ven los ojos, sino aquellos que contemplan las luces en los libros revelados.

4. Él es quien, en mi espíritu, ha hecho descender el Alcorán. sin fatiga ni esfuerzo, el quinto día.

5. Si por aquel cuidado de mi señor no fuera, cuando a mi entraña así se los transmite, de cerca, más de cerca me hablaría.

6. Tu eres el Guía que, sobre el culpable, el velo tiende de su intercesión, Tú en los ídolos eres el secreto,

7. y si por Ti no fuera, los idólatras ni al árbol ni a la estrella adorarían, ni harían cuantas buenas obras hacen.


XXVII


El Tiempo Incondicionado

1. El Tiempo ilimitado es este mismo tiempo relativo que adopta condiciones. Cuando alberga es un depósito que salvaguarda.

2. Y si es también mi propio corazón lo es tan sólo en tanto que es visión directa.

XXVIII


Mi Señor, el Tiempo Eterno

1. Pues es mi Señor mismo, el Tiempo mío eterno es. No puede definirse con tiempos relativos mi Tiempo ilimitado.

2. Tan sólo lo ha injuriado el incapaz, el pobre que su magnitud ignora con su tosca bajeza,

3. mas si hubiera podido conocerlo y conocer Su acción, con ciencia tal habría sido entonces, cual la prole de Adnán, recompensado.

4. Así en virtud de tal saber podría llegar a contemplarlo y ser testigo con directa visión, distinta y clara.

5. Quien después de su muerte le dio vida y le agració, sea pues exaltado: hay una llama procedente de él que brilla en un arbusto entre los pastos.

XXIX


No Cesa Su Creación de Renovarse

1. Han sido así las cosas ordenadas y así su autoridad manifestaron las eras y los evos.

2. Cada cosa que ordena se distingue por un nombre especial que debe entonces aparecer en la generación.

3. Las cosas todas hacia Dios, tras esto, retornan en su viaje.

4. El cuerpo, todo cuerpo, tiene sombra; todo espíritu, luz.

5. Cuando en su misma esencia su sombra se repliega, se oculta del estado de existencia.

6. Dios no aniquila nunca la entidad de cosa alguna que haya originado, mas ésta, sin su par, queda inactiva.

7. No cesa Su creación de renovarse a cada instante alzándose de nuevo.

8. Si no se diera en él la unión de opuestos; el cosmos no se haría manifiesto,

9. no mostrarían propiedad alguna sus nombres, ni serían desplegadas sus entidades múltiples.

10. De él aparecen astros elevándose, mientras a él descienden otros astros,

11. cual si todos buscaran la abundancia y no ha de desviarse quien la busca.

12. El mundo entero, día y noche, gira, en torno a quien he dicho.

XXX


La Alusión

1. Conocer la alusión es tanto un acercarse como un distanciamiento; y el movimiento que genera en ti es este viaje diurno de retorno, la incesante andadura de la noche.

2. Búscalo bien, pues Dios lo ha transformado para así ocultarlo de aquel en quien mentira y extravío al par se manifiestan.

3. Es esto una llamada de atención sobre la inmunidad de aquel a quien Dios dijo: '¡Sé pues!', e incorporóse a la existencia como ser engendrado, de lo cual son los hombres de la Vía verídicos testigos.

XXXI


La Religión del Amor

1. ¡Qué asombroso es el prodigio de una gacela velada que señala un azufrito y hace señas con sus ojos,

2. y cuyos pastos se encuentran entre costillas y entrañas! ¡Qué maravilla un jardín en medio de tanto fuego!

3. Capaz de acoger a cualquiera de entre las diversas formas mi corazón se ha tornado: Es prado para gacelas y convento para el monje,

4. para los ídolos templo, Kaaba para el peregrino; es las Tablas de la Tora y es el libro del Corán.

5. La religión del amor sigo adonde se encamine su caravana, que amor es mi doctrina y mi fe.

XXXII


La Llamada y la Respuesta

1. Sé complaciente cuando Dios te llama; escucha Su llamado y obedece.

2. ¡Ay amigo de Dios! ¡El secreto preserva y no divulgues aquello con lo cual te ha distinguido!

3. Y cuando a ti te llame por algo que concierna a otra persona, atiende a lo que pide y bien responde.

4. No seas como aquel que llega a Él cegado de codicia y cuando logra tener un beneficio lo malgasta.

5. Aquel que toda cosa echa a perder a un encuentro temible ha de llegar.

XXXIII


El Pacto

1. Vamos, brisa sutil, soplo del viento, ve y haz saber a las gacelas del Alto que yo sigo manteniendo el pacto que bien conocen,

2. Y di a la noble doncella que nuestra cita será en el recinto velado, al amanecer el sábado, en las colinas de Nagd.

3. sobre el rojo promontorio, del lado de los montículos, a diestra de los riachuelos y del mojón solitario.

4. Y si es verdad lo que dice y el incesante deseo siente por mí lo que yo siento

5. por ella, transmite entonces que al calor del mediodía, bajo su tienda, en secreto al encuentro acudiremos cumpliendo con la promesa.






HAN SHAN [15.529] Poeta de China

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Han Shan

Han Shan o Hanshan (chino: 寒山, pinyín: Hánshān, japonés: Kanzan), poeta chino de finales de la dinastía Tang (618-907)
.
Han Shan ("Monte Frío") es el nombre de uno o varios montes de la cordillera del Tiantai, en la actual provincia de Zhejiang, en China. También, por extensión, se llamó así a un poeta que se retiró a vivir hasta su muerte en esos montes.

De su existencia sólo se sabe lo que de ella se dice en sus versos. Hay una colección de algo más de 300 de sus poemas que, según el prólogo, mandó recopilar un funcionario llamado Lü Qiuyin.

Sin embargo, los estudiosos creen que pudieron haber sido escritos por varias manos, a lo largo de bastante tiempo; es posible que la Colección de poemas de Han Shan incluya algunos de otros poetas que anduvieron por aquellos lugares.

Aunque igual puede decirse que era taoísta ferviente,[cita requerida] en Japón se hizo famoso sobre todo por sus tendencias Chán (禪: carácter chino del que deriva el japonés 禅 zen), y, con Fenggan y su amigo Shi De (Jittoku en japonés), moradores del templo de Guoqing, se convirtió en un tema clásico de la pintura nipona (véase a la derecha un ejemplo).



Me instalé en el Monte y cesaron los cuidados:
ya no ocupan mi mente pensamientos vanos;
más libre que las rocas donde inscribo versos,
me doy, cual barco sin amarras, a los hados.




Poema de Han Shan donde canta a la muerte 
y a la experimentación de la ilusoriedad del cuerpo.

"... Hermanos y Hermanas,
Corazones de Fe,
un momento por favor.

Nos hemos acostumbrado a éstos
monótonos refugios del camino por tanto tiempo
que hemos empezado a pensar en ellos como
nuestra morada real.

Somos llevados de aquí para allá por
una pequeña máquina imaginaria hundida
bajo nuestra piel, y así
nosotros nunca descansamos.

En el fervor de nuestra arqueología,
sostenemos pedazos de vidrio roto
en alto sobre nuestras cabezas y
nos enorgullecemos de nuestros tesoros.

En solitarios momentos de desesperación
continuamos pidiendo secretamente
lo que ya nos ha desesperado,
alguna clase de Bendición final.

Amigos,
el secreto de la Bendición es que
la Bendición nunca se niega,
ni nunca es el final.

Yo tengo monedas del espíritu para gastar
en la Fiesta del Fantasma, y
Las Leyes de Cielo no permiten
ninguna excepción:

se entrelazan suerte y infortunio,
y aunque yo he jugado con éstos
dados mi vida entera,
ellos son ahora inútiles para mí.

Se dice que alguien que
no hace flores hace espinas.

Incluso el palacio de un Emperador
no es sino una prisión dorada.

De verdad, la brisa más ligera de la mente
puede encerrarnos en las verjas de la prisión,
e incluso el buey más fuerte de nuestra voluntad
no puede arrancarnos de nuevo.

Dondequiera que nosotros caminamos, el mono
no está ciertamente lejano.
Él incluso se encarcela voluntariamente.
Quizás esto es por lo qué el
Ministro de Máscaras comentó:

"El dragón en la superficial laguna
acabará jugando con camarones para siempre

El mundo parece a menudo un lugar frío,
pero nosotros podemos darle un calor moderado.
¿Qué otro goce puede haber en la vida?
Una gota de compasión
trae torrentes de gratitud.
Cada bodega se abastece totalmente.

¿Hay agua en este vino, o
vino en este agua?
Cuando se hacen tales preguntas,
mis ojos se alzan al cielo.

Yo miro fijamente y de algún modo no creo, en
las ruinas carbonizadas de mi propio barco.
Cuán rápidamente el fuego, una vez,
encendido, me mostró que
no hay nada que nosotros podemos poseer.

Usted pregunta que de dónde vengo.
Yo contesto: "de Aquí."
Estas cenizas son mi cuna,
y en este barro una especie de
semilla me ha empujado hacia
la luz del día.

Yo agradezco el agua.

Yo me tambaleo, cegado, desde
La Taberna de los Idiotas Ebrios,
mi cojera es más evidente ahora,
pero los trucos del mono son
desperdiciados en mi condición.

Los dioses se apiadan de los locos como yo.

Más allá de ellos, donde ambos
nos mezclamos con la eternidad,
algo me hace allí
oír el mundo entero
suspirar en alivio.

Yo me siento a horcajadas sobre la uña del pie de la
Boddhissatva de Cualidades Infinitas (Kuan Yin), sin
ninguna cualidad que yo pueda encontrar en mí.
Donde Ella vaga, truenan los ecos
de Sus pasos, pero
Yo oigo sólo el más imperceptible
murmullo alegre de recepción de la
tierra en la que Ella pisa.

Ellos dicen que el corazón actúa como un traductor
entre el misterio y la inteligencia;
que tiene sus propios moradores que
no hablan con aquéllos que están solo
de paso.
Aun así yo pregunto:

"¿Quién está allí en este suelo brillante
que no sea pisoteado por sus
pies danzando?"

La Princesa llega en el
Barco de Bondad, y a lo largo de las orillas
hay Bosquecillos de Lilas cuya
fragancia corre alborotada a través de los sentidos.

Los primeros Brotes de oro de primavera son suficientemente
libres de toda disputa, así como los Tulipanes
revelan el propósito de nuestra comparecencia.

Sí, no, quizá, puede ser
en este jardín encantador de nuestras almas,
¿por qué usamos estas distinciones?

Cuando la vida es este estimado jardín,
podemos no escuchar la voz tierna
llamándonos casa,
aún ahora,
¿aún ahora?

¡No te pares en cualquier parte!

Hasta que nosotros desaparezcamos no podemos saber dónde estamos en verdad.

Después de esta muerte podemos
devenir humanos por fin.

Yo he vaciado mis bolsillos,
no hay nada ya en ellos.

Si me agarras por el cuello,
eso que sostienes es sólo aire.

Uno después de otro,
todos atravesaremos esta
puerta a su tiempo, y estas palabras,
como cenizas, se esparcirán a lo largo de
avenidas de pueblos hace tiempo abandonados.

Y por favor perdona esta
indulgencia aquí,
mi arena se ha
derramado ahora...".

_____
Extraído de Tradición Perenne (Sophia Perennis) 




HAN SHAN, EL MAESTRO DEL MONTE FRÍO




HAN SHAN, El Maestro del Monte Frío, 59 poemas seleccionados, traducidos y anotados por  Lola Diez Pastor; Hiperión, Madrid, 2008.
                                                                                                                         
Shi De y Han Shan, Tensho Shubun,
s. XV, Museo Nacional de Tokyo 


悠  心    或  我
悠  似    向  向 
世  孤    巖  前 
事  雲    邊  谿    
何  無    坐  照
須  所    磐  碧
覓  依    石  流


Voy al torrente, a comprobar el fluir de su jaspe,
o a la ladera vecina, a sentarme en las peñas.
Mi mente, nube solitaria, en nada se apoya.
Cosas del lejano mundo...¿para qué ir tras ellas?

                                            Han Shan ( poema XVI)                                                               

  
  
Hace unos años, un profesor de chino clásico de la Universidad  Ca’ Foscari de Venecia me contaba cómo era en su época de estudiante -allá en los años setenta- el entonces diminuto y estrambótico Departamento de Lengua y Cultura China: nunca más de diez alumnos por curso, la mitad de ellos, maoístas; la otra mitad, hippies que, entre porro y tripi, preguntaban al I Ching –o Yijing易經– por su futuro o soñaban con un lugar perdido en el mapa en el que desaparecer, procrear, cultivar cebollas y fluir en el Tao. En los años ochenta empezaron a llegar los primeros alumnos de la generación Bruce Lee, frikis de las artes marciales que después de haber recibido muchos mamporros durante su adolescencia, habían optado por un acercamiento más teórico e intelectual al kung-fu. Con el nuevo milenio, cambiaron los mantras: de «el Tao del que se puede hablar no es el Tao verdadero» se pasó a «el chino es la lengua del futuro», del  «be water, my friend», al  «Napoleón dijo que cuando China despierte, el mundo temblará». Hoy, en pleno temblor,  otras  fascinaciones han atestado los departamentos de chino, y no parece que la de imitar a Han Shan y echarse al monte con unos harapos para escribir poemas en las rocas sea muy popular. No obstante, ahora que la soledad se ha digitalizado y la huida es un simple cambio de pantalla, muchos  versos de Han Shan,  coloquialmente gélidos como un tuit, suenan familiares a nuestra sensibilidad de eremitas 2.0 : «A mediodía, sentado en mi cabaña/ empiezo a percibir que ha salido el sol».



Shi De y Han Shan, Luo Ping (1733-1799)
Nelson-Atkins Museum of Art, Kansas City


 Más que un poeta, Han Shan (寒山, Monte Frío) es lo que hoy llamaríamos un meme, una entidad cultural transmitida y  desarrollada  a través de varios siglos cuyo origen no es fácil precisar. Si nos atenemos a la literatura, Han Shan sería el autor o autores de una colección de algo más de trescientos poemas escritos durante la dinastía Tang (618-907) sobre las rocas y los árboles del Monte Frío, en la cordillera del Tiantai, posteriormente recopilados, editados y prologados por un funcionario llamado Lü Qiuyin. El budismo chan 禪 –más conocido por su denominación japonesa zen- lo considera una figura legendaria venerada como bodhisattva o buda viviente. Algunas pinturas se han hecho eco de esa condición y lo representan como un inmortal, iconografía que evidencia una amalgama de elementos budistas y taoístas muy presente también en su poesía. No obstante, su imagen más difundida en el arte chino y japonés coincide con la de tantas leyendas folclóricas que vieron en Han Shan la encarnación del vagabundo lunático, del loco sagrado: harapiento, sonriente, desgreñado, acompañado casi siempre por su amigo Shi De, el monje encargado de las cocinas del templo de Guoqing, al que Han Shan solía acercarse para conversar y recoger restos de comida. Ya en otros tiempos más cercanos y en otras latitudes, la poesía de  Han Shan cautivaría a los escritores de la beat-generation  gracias a las traducciones de, entre otros, Gary Snyder. Su leyenda pasó  a formar parte del imaginario más místico y orientalizante de la contracultura estadounidense. Jack Kerouac le dedica Los vagabundos del Dharma, novela que se convertiría en una referencia para hippies y mochileros de «todo a zen» y en la que Han Shan ejerce de modelo vital y espiritual.


 -¿Quieres que te lea partes de este poema de Han Chan? ¿Quieres que te cuente cosas de Han Chan?
 -¡Claro!
 -Verás, Han Chan era un sabio chino que se cansó de la ciudad y se escondió en la montaña.
 -¡Hombre! Eso suena a ti.
 -En aquel tiempo se podía hacer eso de verdad. Vivía en una cueva, no lejos de un monasterio budista del distrito Tang-Sing, de Tien Tai, y su único amigo humano era Shi-te, el absurdo lunático zen que trabajaba en el monasterio y lo barría con una escoba. Shi-te era también poeta, pero no dejó nada escrito. De vez en cuando, Han Chan bajaba de Montaña Fría con su traje de cortezas y entraba en la cocina caliente y esperaba a que le dieran de comer, pero ninguno de los monjes quería darle comida porque se negaba a entrar en la orden y atender la campana de la meditación tres veces al día. Verás por qué, pues en algunas de sus manifestaciones, como... Pero, escucha, miraré aquí y te lo traduciré del chino. -Me incliné por encima de su hombro y observé cómo leía aquellos extraños y enrevesados caracteres chinos-. "Trepando a Montaña Fría, sendero arriba; el sendero a Montaña Fría sube y sube: un largo desfiladero lleno de rocas de un alud, el ancho torrente y la hierba empañada de neblina. El musgo es resbaladizo, aunque no ha estado lloviendo, el pino canta, pero no hace viento, ¿quién es capaz de romper las ataduras del mundo y sentarse conmigo entre blancas nubes?"

                          
Jack Kerouac, Los Vagabundos del Dharma; Anagrama, Barcelona, 2002.  
Traducción de Mariano Antolín Rato. 




El debate sobre la identidad de Han Shan ha generado abundante bibliografía. Wu Chi-Yu, por ejemplo, asocia al legendario poeta con Chih-yen, un oficial y estratega del ejército que decidió cambiar las armas por la naturaleza y la serenidad de la vida monástica. Red Pine y John Blofeld sostienen que fue un joven funcionario que, tras resultar herido durante la revuelta de An Lushan, se refugió en la cordillera del Tiantai. Robert G. Henricks, al igual que Lola Diez Pastor en el prólogo de esta edición, considera que la única fuente fiable para reconstruir la vida de Han Shan son sus propios versos y no aventura más que los pocos datos que de ellos podemos deducir: estuvo casado y tuvo un hijo, viajó bastante por China, estudió a los clásicos y se presentó sin éxito a los exámenes imperiales, se retiró con su familia al campo y, finalmente, lo abandonó todo y consagró el resto de su vida a la búsqueda de la iluminación en la montaña con cuyo nombre decidió confundirse -y confundirnos- para siempre: el Han Shan o Monte Frío. Menos filológica, pero mucho más sugerente, la visión de Octavio Paz que nos refiere Alejandro Pescador. Han Shan, el Monte Frío, más que un lugar, un poeta o una leyenda, sería una poética, un estado de ánimo ligado a la quietud, a la búsqueda solitaria, a la contemplación armoniosa, a la conciencia del vacío: «Durante al menos dos momentos de los siglos de esplendor Tang, además de la poesía en estricto sentido budista de los monjes-poetas, había al menos una escuela poética de inspiración budista que se movía en la tradición secular y que alcanzó un mérito literario relativo. Los poetas de esa escuela, monjes también, ofrecían la visión de la “montaña helada” (han shan) como un estado de ánimo y una búsqueda del Tao».


Caligrafía de cubierta: poema XXXVIII




教   無    碧   吾
我   物    潭   心
如   堪    清   似
何   比    皎   秋
說   倫    潔   月



Mi mente, igual que la luna de otoño,
riela en su alberca de sereno jaspe;
si no existiera nada comparable,
decidme cómo pudiera expresarse. 


  
El lector occidental acostumbrado a una visión mucho más antropocéntrica de la realidad no siempre logra sintonizar con cierta poesía china clásica cuya voz parece surgir del propio paisaje y no desde la evocación del poeta. La casi nula presencia de pronombres personales en la poesía de época Tang ilustra perfectamente la posición difuminada, casi invisible que ocupa el ser humano en ese espacio poético. En ese sentido -lanzo una pregunta al aire porque no me atrevo a afirmarlo- me parece significativo que Li Bai o Han Shan, poetas que recurren al «yo» (我,吾) sin tanto pudor, sean más populares en Occidente que otros grandes poetas más «impersonales» como Du Fu o Wang Wei. 
  Han Shan, a pesar de pertenecer al período Tang, no es un poeta cuya obra se ajuste al canon más ortodoxo y a la rigidez métrica de su tiempo. Su lenguaje sorprende a veces por coloquial y prosaico, por la originalidad de su prosodia, por un refinamiento, según Diez Pastor, «más filosófico que palaciego, en el que la forma nunca desatiende el contenido». No se limita -como otros poetas budistas y taoístas- a la contemplación beatífica del paisaje sino que nos confiesa sus ansias, sus debilidades e incluso se lamenta de los obstáculos que se cruzan en su camino hacia la cumbre del Monte Frío: «Estoy completamente desarmado/mi lucha es no dejarme amedrentar». Tampoco faltan evocaciones de la vida mundana, de las «pasiones traidoras» y las hermosas mujeres de la ciudad. En definitiva, Han Shan, lejos de erigirse en modelo espiritual desde su cúspide, nos hace partícipes de su búsqueda con una estilizada inmediatez que la traductora ha sabido verter con rigor y frescura. 



解  方  無  光    舒  泯  石  我
用  知  有  影    處  時  巖  家
無  摩  一  騰    周  萬  棲  本
方  尼  法  輝    流  象  息  住
處  一  當  照    遍  無  離  在
處  顆  現  心    大  痕  煩  寒
圓  珠  前  地    千  跡  緣  山

El lugar donde está mi casa es el Monte Frío,
en cuyos picos me refugié de las fatigas.
Los seres, que al desaparecer no dejan huella
cuando se despliegan pululan por los mil mundos. 

Luces y sombras brillan en lo hondo de mi mente,
pero no hay forma de que aparezcan ante mí;
comprendo que la bola Mani *, desengarzada,
no señala ningún sentido: es redonda toda.

 Han Shan (poema XXXII) 


*« Mani 摩尼: Nombre de una bola, generalmente una perla o alguna piedra preciosa, símbolo de la naturaleza de buda que se halla oculta en el interior de los seres». (Nota de la traductora).




Shi De y Han Shan, Yen Hui (1280-1368)
Museo Nacional de Tokyo


芙 未 短 长 琵 鹦 珠 城
蓉 必 舞 歌 琶 鹉 佩 中
不 長 萬 三 月 花 珂 娥
耐 如 人 月 下 前 珊 眉
寒 此 看 響 彈 弄 珊 女



En la ciudad, una mujer de bellas cejas
lleva tintineantes perlas en la cintura;
juega con los papagayos ante las flores,
rasguea la mandolina bajo la luna.

Por tres lunas reverbera su largo canto,
diez mil personas contemplan su breve danza;
pues no hay certeza de que pueda prolongarse:
la flor del hibisco no resiste la escarcha. 

           Han Shan  (poema XLVIII)



La mayor parte de los poemas de esta antología se componen de ocho versos de cinco caracteres divididos en dos estrofas. La rima, que en el original recae en los versos pares, se evoca en la traducción a través de cuidadosas asonancias siempre que la fidelidad semántica lo hace posible. Aunque Lola Diez Pastor advierte en el prólogo que su prioridad como traductora es el «sentido y el espíritu de los poemas», no ha querido perder de vista la métrica del original. Muy atenta al ritmo, Diez Pastor recurre a menudo a sugerentes endecasílabos y alejandrinos cuyos acentos funcionan como un guiño al  estricto juego tonal de los versos chinos. Las notas a pie de página y el glosario complementan la excelente traducción con datos sobre historia, geografía y simbología budista que, sin resultar abrumadores, ofrecen una información imprescindible para aproximarse mejor a Han Shan.  

http://www.chinaensutinta.com/2013/03/han-shan-el-maestro-del-monte-frio.html


CANTARES DE BENGALA [15.538]

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CANTARES DE BENGALA

INTRODUCCIÓN A LA VERSIÓN EN ESPAÑOL
Por Rodrigo Escobar Holguín

Los presentes poemas nacieron en un ambiente tropical. En ellos hay tormentas, calor, relámpagos, nubes negras, aguaceros, ríos, selvas, aromas fuertes. Hay serpientes, flores, malezas, árboles de mango y sándalo. El esplendor vegetal y animal de la Zona Tórrida, toda esa cálida y laxa energía que conocemos los habitantes de tales regiones del mundo, van apareciendo a través de estos poemas.

Aparecen como fondo a un fenómeno más universal: el amor, patrimonio de toda la tierra. Es un amor íntegro el que aquí se presenta, sin posibilidades de clasificarlo ni catalogarlo. Engloba los extremos de la pasión mística y la pasión de los cuerpos, que en estas canciones no son sino una sola: la misma pasión. 

Podemos entonces comprenderlas y gozarlas como una expresión tropical del amor. Al mismo tiempo son manifestación de una cultura para nosotros remota y casi desconocida: la de Bengala en los siglos XVI y XVII. Nos encontramos pues con aves míticas: el pájaro Chataka, que vive de gotas de lluvia y de rocío; el pájaro Chakora, que vive de los rayos de la luna. Hallamos poses de yoga y monjes mendigos, y además las doctrinas del renacer, de la reencarnación. Y también, claro, los más reverenciados nombres del panteón hindú: los de Radha y Krishna, protagonistas de un amor inmarcesible en medio de este trópico bengalí de elefantes, lotos y pavos reales.

Por azar de la historia (si hay azar en ella), se sabe mucho más de estas culturas en los países anglosajones. ¿Quién oyó hablar alguna vez de un centro de estudios de literatura hindú en alguna universidad de habla española? Al menos, no quien esto escribe. Fue en la Universidad de Chicago donde Edward C. Dimock y Denise Levertov tradujeron estos poemas del bengalí y otras lenguas hindúes al inglés; luego los publicaron (1), con una excelente introducción, en Londres, en 1968. 

El traductor al español adquirió la versión inglesa en 1972. Por mucho tiempo los disfrutó solo, o con amigos que saben inglés. Un día encontró que pudo traducir unos pocos versos de entre sus preferidos. Meses después —a comienzos de 1984— compartió estos primeros versos en español con alguien que le animó (2) a emprender lo que hasta entonces no se había atrevido a pensar: la traducción de la obra entera, los treinta y ocho poemas, con su introducción.

Y aquí están ahora, tras largo camino desde el Siglo XVI y el Oriente de la India, para el lector de habla española.

LOS CANTARES



GAURACHANDRIKA

Himnos a Gaurachandra, 
la Luna de oro, el Señor Chaitanya

Después de larga pena, soy por gracia 
traído por el Sino ante mi Gaura,
mi Dorado, tesoro de virtudes.

Tras larga pena vengo a mi alegría.
Y mis ojos encuentran su sentido
al descubrir su rostro, luna blanca.

Como el ave que vive
de los rayos lunares,
largo tiempo estuvieron en ayuno.

Y ahora, de repente,
están en plenilunio.

Vasudeva Gosh canta a su Gaura, su Dorado,
como un ciego de nacimiento que comienza,
de repente, a ver.


Fue en el amargo Mayo
cuando mi Dueño hizo
renuncia de este mundo.
Se afeitó la cabeza,
y se lanzó al camino
con tazón de mendigo
y un bastón. Está herido
mi pecho, y está el llanto
ardiéndome en los ojos.
Se llevó mi esperanza.
¿Cuantos largos y lentos
días de ausencia tengo
que sufrir sin mi Gaura?
La primavera, cuando
todo el mundo desborda
felicidad, se me hace
tiempo amargo. Mi antiguo
amor me punza el pecho,
y todos los recuerdos
regresan, y se vuelven
un nudo en mi garganta.

Ramananda dice: El era el amo de mi vida.
¿Cuándo volveré a verle?

PURVA-RAGA

Se despierta el amor
entre Radha y Krishna

La mujer y la niña
reunidas en un ser:
la niña se recoge
sus cabellos; los deja
caer, para que cubran
sus pechos, la mujer.
Los brazos y las largas
piernas, pura, olvidada,
fresca, muestra la niña;
mas la mujer se envuelve
toda entera, discreta,
en su sari; y oculta
su mirada en un velo.
El rubor en los tiernos
pechos, los pies inquietos,
revelan su zozobra:
detrás de los velados 
ojos, el Dios Naciente,
Kama, está despertando.

Vidyapati dice: Oh Krishna, oh prometido,
ten paciencia, la han de llevar hasta tí.

Habla él:

Su cuerpo tierno y grácil
tiene luz de relámpago;
sus pies color aurora,
al andar, se confunden
con pétalos de loto.

¡Dime quién es, amigo!

Juega entre sus amigas,
y con mi corazón.
Cuando ella alza las cejas,
veo alzarse las olas
en los ríos; sus ojos
descuidados se posan
sobre las hojas secas,
y en todo el bosque prenden
fuegos de azul florido.
Y cuando ella sonríe,
me llena una fragancia
de lirios y jazmines.

¡Kan, estás embrujado!
¿No conoces a Rai?

PRATHAMA MILAN

Primer encuentro de Radha y Krishna

Asustada y nerviosa, tensa, estaba
jugando con el ruedo del sari de su amiga,
en el borde del lecho de Krishna.

Al levantarse
su amiga, ella intentó también marcharse,
pero encendido, Krishna se interpuso.

El, lleno de pasión; ella, asombrada;
él hábil; ella ingenua.

Con su mano
se adelantó a tocarla; y ella, pronta,
le rechazó.

Al él mirarle el rostro,
los ojos de ella desbordaban llanto.

Presa en los brazos de él, se estremecía
su cuerpo con violencia; y le ocultaba
a sus besos la cara, tras el borde
de su sari.

Ella entonces, tan hermosa
como ninguna, se apartó aturdida.

Él merodeaba en torno a ella, como
la abeja en torno de una flor de loto.

Govinda-dasa dice: de este modo,
ahogado en el aljibe de su gracia,
fue el deseo de Krishna transformado. 

ANURAGA

Donde Radha describe
lo profundo de su amor

Como espejo a mi mano,
flores a mi cabello,
el tambul a mi boca,
los musgos a mi pecho,
el collar a mi cuello, 
el descanso a mi hogar,

Como el ala es al pájaro
y el agua es a los peces,
como vida al viviente,
así eres para mí.

Pero dime, mi amado
Madhava, en realidad,
¿quién eres?

Di, ¿quién eres?


Vidyapati dice: el uno es el otro.

Tu esplendor me hace espléndida, amor mío.

Tu belleza se vuelve en mí ternura.

Recuerdo bien cuando abracé tus piernas;
contra mi pecho las tenía presas.

Otras habrá que tengan muchos amores. Pero

yo te tengo a tí solo. Pues tú eres

más que la vida, joya de mi cuerpo,

sombra de mi mirada,
oh tú, mi luna oscura.


Jñana-dasa dice: 
Tu amor liga entre sí los corazones.

Como el agua a los seres del mar, como los rayos
de la Luna a los pájaros Chakora,
como la oscuridad acompañando
a los luceros, es mi amor a Krishna.

Mi cuerpo ansía el suyo,
como anhela el reflejo,
confinado al espejo,
su corpóreo gemelo.

Honda como las marcas
de la Luna es la marca
de su vida en la mía.

Como si el sol un día 
no saliera, y la tierra
no tuviera colores,
así es mi corazón cuando él se aleja.

Vidyapati dice: nutre este amor,
y mantenlo joven, mujer afortunada.

Cuando me pides explicar, amigo, 
lo que me está pasando,
no puedo responderte.

El amor se renueva,
cada instante se vuelve algo distinto.

Ha estado cada día de mi vida en mis ojos,
y no siento cansancio de verle todavía.

Desde la eternidad vengo escuchando 
su voz, y es siempre nueva y dulce a mis oídos.

Cuantas noches de miel he disfrutado
con él la dicha del amor, y siempre
su cuerpo es un hallazgo para el mío.

A través de los tiempos le he tenido
preso junto a mi pecho, pero nunca
se acaba mi deseo.

He visto a muchos sabios confundidos
por la pasión, pero ninguno estuvo
tan cerca al centro de esta llamarada.

A quién encontrarás que dé frescura a tu pecho,
pregunta Vidyapati.


MILAN

Radha va al encuentro de Krishna,
en el sitio de la cita 

¿Cómo habría , Madhava, de contarte
mi terror?

Ni con mil lenguas podría
hablarte de mi viaje hasta aquí.

Dejé mi cuarto,
y comencé, ya inmersa entre las sombras,
a temblar. 

No podía ver la senda;
sentí serpientes entre mis tobillos.

Estaba sola, una mujer; la noche
oscura, el bosque denso y tenebroso.

Tanto había que andar. Vino la lluvia.
Se me borró el camino. Se enfangaron 
mis pies, que ardían con los arañazos
de la maleza.

Mas con la esperanza
de verte, nada me importó, y ahora
¡qué lejano parece mi terror! Cuando escucho
tu flauta, dejo casa y amigos, y me lanzo
hacia la oscuridad en donde moras.

Ya no me importa la pena de llegar hasta aquí,
dice Govinda-dasa.

No vendrá en esta noche
tormentosa y sombría...

Pero cómo, ¡está aquí!
¡Mi corazón! ¡Chorreando
agua de lluvia, en pié, en medio del patio!

¿Qué virtudes en otras
vidas logré juntar,
hasta merecer tanta
dicha? ¿Yo, que les temo
a mis mayores, tanto
que no salgo a buscarle?
¿Yo que le doy tormento?

Veo su amor y su dolor tan hondos, 
y me siento agobiada.

Incendiaría mi casa por él; desafiaría
el desprecio del mundo.

El piensa que su pena es alegría,
y cuando lloro él llora.

Al saber lo profundo de este amor
se ha de alegrar el corazón del mundo,
dice Chandidasa.

En la cueva, después 
de amarse, estaba ella 
en sus brazos.

De pronto
le llamó por su nombre,
llorando y como ardiendo
en el fuego de ausencia.

¡Tenía el oro en su bolsa
y le creía lejos!

"¿A dónde se ha marchado?
¿A dónde fue mi amor?
¿Porqué me deja sola?"

Y tan sólo su pena 
teníala consciente,
estremecida, en tierra.

Krishna estaba asombrado;
no podía ni hablar.

Tomando a su amadísima amiga de la mano, 
Govinda-dasa, suavemente, la apartó de allí.

¡Dueño de mi pasión, lo que soñé!

¿Cómo iré a casa, ahora que es de día?

Ya se han evaporado mis perfumes
de sándalo y almizcle; de mis ojos
se fue el polvo de sombras; en mi rostro
ya no hay colores.

Ven: sea tu cuerpo
el adorno del mío. Ven y llévame
contigo, tú que así me estás mirando.
Vísteme con tu túnica amarilla,
pon orden en mi pelo desgreñado,
y sobre el cuello ponme tu guirnalda
de flores de la selva.

Tal te ruega
tu amor en Vrindabana.

Basu Ramananda dice: tal es tu amor
que el venado y el tigre conviven en tu casa.

AKSEPANURAGA

Radha lamenta haberse dado a Krishna,
y se resiente del poder que sobre ella tiene.

Habla ella:

Con la última prenda
huyó el pudor de mí, cayó por tierra,
junto a mis pies.

Yo sólo requería
cubrirme con el cuerpo de mi amado.

El se inclinó, mirando hacia la lámpara,
como abeja que busca la ambrosía
de un loto aún cerrado.

Pues quien roba
las mentes es ansioso, como el pájaro
que vive de las lluvias, y no deja
pasar una ocasión que le permita
calmar su sed: yo para él no era
sino gotas de lluvia.

A la memoria
el pudor vuelve ahora, y se estremece
mi cuerpo en el recuerdo de su engaño.

Tal dice Vidyapati.

A su amiga

¿Porqué tuve que ir al río Yamuna?

Bajo el árbol Kadamba, el preferido
de los hijos de Nanda estaba alerta.
En tal sitio la miel de su mirada
y su cuerpo radiante fueron cebo
y carnada.

Mis ojos, como pájaros,
en un breve momento fueron presos:
mi corazón saltó como una liebre
hacia su red, dejándome un vacío
en la jaula del pecho. El elefante
salvaje de mi orgullo, que mantuve
día y noche en cadenas, de repente
se liberó.

Con la primera nota
de su flauta, se fue al suelo la puerta
de la veneración a los mayores,
y la norma del Dharma cayó rota.
Se perdió mi modestia, mi tesoro.
Quedé como si un rayo me dejara
paralizada.

Sí, su cuerpo oscuro
lanzó la flecha que me hirió. Y entonces
no más honor, ni casa, ni familia.

Solo queda la vida, ese suspiro
que ahora mismo se me está escapando.

Tal dice Jagadananda-dasa.

A su Amiga

¿Cómo describiré su flauta inexorable,
que arranca a las mujeres más castas de sus casas
como arrastrándolas de su cabellera,
como el hambre y la sed llevan al ciervo
al cebo donde le harán prisionero?
Las mujeres virtuosas se olvidan de sus hombres,
dejan los sabios su sabiduría,
las viñas trepadoras se desprenden
de su emparrado, por oír tal música.
¿Cómo podría entonces una simple 
campesina ignorar ese llamado?

Chandidasa dice: Kala, el maestro de títeres,
conduce la danza.

A su Amiga

De labores caseras mi mente no se ocupa.
A veces lloro, a veces
río de la censura
ajena.

¡Él me ha llevado
a volverme proscrita,
una paria del bosque!

Me despojó de nombre, de padres y de hermanos.
Se adueñó con su flauta de mi ser.

Una flauta,
una delgada trampa de bambú me aprisiona:
una flauta barata fue la ruina de Radha.

Una sencilla caña hueca, a la que sus labios
dan néctar, y es veneno lo que brota de ella...

¡Si alguna vez encuentras
un matorral de cañas,
destrózalas, arráncalas
de raíz, y sus restos
arrójalos al mar!

Dviya Chandidasa dice: ¿Porqué las cañas?
Ellas no te dominan, sino Krishna:
y a él no lo podrás desarraigar.

A sí misma

Mezclé con leche miel, y la bebí-
mas no sentí dulzura: sentí hiel.

Igual que la semilla macerada
en el licor de alguna fruta amarga,
estoy así de inmersa en amargura. 

Arde mi corazón. El fuego afuera
es tan fácil de ver. Pero estas llamas
arden adentro, me incendian el pecho.

Mi cuerpo está inflamándose en deseo.
¿Cómo podré calmarlo?

Con el tacto de Kanu, dice Chandidasa.

A Krishna

Amor, ¿yo qué podría
decirte? Aún cuando era
muy joven para amarte,
no quisiste dejarme
seguir viviendo en casa.

Voy a ahogarme en el mar;
mi último deseo 
será que yo renazca
como Krishna: y que tú
lo hagas como Radha.

Así, luego de amarte,
te dejaré.

A la sombra
de un árbol, cuando vayas
por agua, tocaré mi flauta.

Y tú al oírla
quedarás encantada,
como una niña lela.

Dice Chandidasa: sabrás entonces
cómo puede incendiar el amor.

A Krishna

"Una mujer malvada,
más peligrosa que el peor veneno..."

Eso dice de mí su madre: y su crueldad
me quema como un fuego.

Mi marido, un tirano: el afilado
borde de una navaja.

En torno mío,
las damas hacendosas me reprochan.

Amor, ¿yo qué puedo decirte?

No importa lo que digan sus calumnias;
eres mi vida. Está sobre mi cuerpo
la marca de tu ser; ellas lo saben.

Ante las damas castas no levanto
por pena mi cabeza. No soporto
sentir la puñalada cruel- los gestos
de burla que me hacen las mujeres,
-mis compañeras. 

Todo lo he pesado.
Por tí elegí ya soportarlo todo.


Tal dice Balarama-dasa.

APTADUTI

Krishna envía a Radha una mensajera, una anciana,
para que le cuente de su pena y le ruegue que
regrese a él.

Habla la mensajera:

Pinto en mi rostro fláccido lunares,
a mis hundidos ojos doy colores,
en mis cabellos blancos pongo flores.

Mi vanidad es loca:
los años ya pasaron.

Con dolor los recuerdo.

Mis pechos se descuelgan,
son huesos mis caderas.

Pero en este marchito
cuerpo aún se estremece
el amor, aún tiembla. 

Continúa hablando a Radha:

Deslumbrante, tú brillas como una flor de oro.

Fue el Sino quien te dio tu aureola en sacra ofrenda.

Mujer afortunada, bendita y deslumbrante,
a tí se habrá de unir su oscuro cuerpo.

Nada malgastes de tus luminosos
días de joven: vuelve con él pronto.

Y Lochana, suplicante, dice:
si tú vas, estará a salvo su vida.

MANA KALAHANTARITA

Radha, separada de su amante, y desdichada,

pero aún furiosa, replica a la mensajera:

Desde que nuestros ojos se encontraron
crecieron nuestras ansias.
No era de él solo el deseo,
ni yo la sola deseada;
la pasión mezcló juntos nuestros pechos
en su mortero.

Amiga, no olvides recordarle 
a Krishna cómo antes
no había que buscarnos
mensajeros.

Apenas
el amor requería
los labios compañeros.
Kama, el dios de las cinco
flechas, nos había unido...

¡Pero ahora, el señor amante sabe cosas
distintas y te envía, 
heraldo de su olvido!

Así, con una furia como de rey, creciente,
canta el poeta Ramananda Ray.

Contesta la mensajera:

Al oír el sonido de la flauta de Krishna,
te tapé los oídos.

Y mientras admirabas lo bello de su cuerpo,
yo te cubrí los ojos.

Te pusiste furiosa.

Dije entonces, hermosa,
que si dabas arraigo al amor, pasarías
tu vida entre las lágrimas.

Le ofreciste tu cuerpo, y quisiste su tacto,
sin jamás preguntarte si te sería bueno.

Y ahora cada día se va llevando algo
de tu belleza.

¿Cuánto vivirás todavía?

Te sembrabas el árbol del amor en el pecho,
esperando la lluvia de aquella nube oscura.

Pues tendrás que regarlo, ahora, con tus lágrimas,

Dice Govinda-dasa.

MANA

Resentida y furiosa, Radha habla a Krishna

Ajenos arañazos
sobre tu pecho, hacen
arder el mío; restos
de pintura de ojos
sobre tus labios hacen
oscurecer mi cara.

Cuando yo me desvelo,
tus ojos se enrojecen.

¿Porqué, Krishna, me adulas,
diciendo que tenemos
un solo corazón?

Vienes y tu voz tiembla,
y yo quiero llorar.

"Aparte, no están sino 
nuestros cuerpos".

El mío
es luminoso; el tuyo,
oscuro.

¡Vete, entonces!

Dice Govinda-dasa.

Que nadie más nazca en el mundo.

Pero
si alguien llega a nacer, que no sea hembra;
y si llegara a serlo, que no sepa
del tormento que llaman amor.

Y si tuviera
que conocerlo, no sea la suya
una cuna dorada.

Las mujeres
no rogamos sino por una cosa:
Tenga yo paz al fin, y pueda unirme
a un hombre hábil y sabio, de quien brote
el amor como de una fuente; y nunca
caiga ese amor en otros brazos.

Pero
si llegara a caer, que siga siendo
al menos tierno. 

Pues no está del todo
perdida la que aún tiene ternura.

Dice Vidyapati: existe una manera.
Con tu propia vida puedes llegar a la lejana playa
de este mar de conflictos.

MANA

Mientras habla, Radha se da cuenta
de la hondura de su amor por Krishna

De pronto tengo miedo.
En un momento puede
cesar su amor.

Por una
simple falla se puede
hundir un edificio.

¿Quien sabe de qué modo
yo, que quisiera ser
palacio de su dicha,
podría estar fallando?

Pocos son los que pueden
reparar lo ya roto...

En confusión, me muevo
de sitio en sitio, y sólo
hallo ansiedad por todas
partes. 

¡Oh, ver su rostro!

¡Amante, quien destruya
nuestra casa de amor,
me estará destruyendo!

Chandidasa dice: Radha, piensas demasiado.
Sin tu amor él no podría vivir ni un momento.

Mis faltas y mis celos
son cosas de mujer.

No te enojes, Kanai, corazón mío.

¿Tú mismo no dijiste
"no te enojes"? Y ahora
mi furia ya se ha ido.

Mira cómo a tus pies va despertando
mi corazón. ¡Ah, no pienses en otras
como piensas en mí!

Ha entretejido Kama una guirnalda
con nuestros corazones,

y haré lo que desees.
¿No conformó con nuestro amor un solo

cuerpo, y un alma sola, Dios?

Entonces
no es cosa mía, sino divina, si no debes
darle tu amor a otra...

En procesion me vienen a la mente
tus virtudes.

Ven, siéntate a mi lado.

Tal canta Baru Chandidasa.

Yo, que en cuerpo y en alma
estoy a tu mandato,
era una mujer noble.

No me puse a pensar
lo que de mí pudieran
decir.

Lo dejé todo,
y ahora ya soy parte
de tí. Ya tu deseo
es el mío.

Madhava,
que jamás envejezca
nuestro amor, te lo ruego,
que no huya el rocío
jamás de nuestras flores,
que mi honor no perezca.

[ Al oír tales cosas
de sus cálidos labios, 
él se inclinó: sabía
que la flor de esa vida
estaba entre sus manos.]

MILAN

Radha, reconciliada, vuelve a Krishna,
y los amantes se reúnen de nuevo.

Habla él :

Ven, carita de luna,
que te estoy esperando
para poner a punto
nuestros lechos, con pétalos
de loto, que tu cuerpo
marchitará, escondido
aún a ojos amigos...

Ven, que la tierna brisa
de los bosques de sándalo
estará perfumando
el sitio de la cita.

Habla la amiga de ella:

La nube de su pelo cubre su faz brillante,
como el monstruo goloso que se traga
la luna en los eclipses.

La guirnalda
relumbra en sus cabellos: agua clara
del Ganges en las aguas del oscuro
río Yamuna.

Qué bella la consciente
y sensual conjunción de la pareja:
ella esta vez activa, deliciosa
jineta sobre el cuerpo de su amante;
sus labios sonrientes resplandecen, orlados
de gotas de sudor: perlas que ofrece
a la Luna una diosa enamorada.

La del hermoso rostro besa ardiente
la boca de su amado. Así, inclinando
su rostro, bebe la luna en el loto.

De sus grávidos pechos se descuelgan
guirnaldas como arroyos de leche, que manaran
de cuencos de oro.

Claros cascabeles
en sus caderas cantan con la música
triunfal y resonante del Amor.

Ella habla:

Amor, ¿qué más he de decirte?

En renacer tras renacer, en vida
y en muerte, eres el amo de mis días.

Un lazo de amor une
tus pies a mis entrañas.

En tí solo está puesta 
mi mente; te he entregado
todo: me he convertido
de veras en tu esclava.

¿Qué puedo llamar mío
en este hogar, en esta
casa? ¿De quién podría
decir que es mío?

Tuve
frío, y busqué refugio
entre tus pies de loto.

Parpadean mis ojos y te pierden:
por un segundo mi corazón muere.

Engarcé un amuleto
y lo llevo en el pecho,
dice Chandidasa.

Habla ella:

Que con la tierra por donde camina
vaya a unirse la tierra de mi cuerpo;
que el fuego de mi cuerpo sea el brillo
en el espejo donde él se mira.

Que al estanque de lotos de su baño
vaya a mezclarse el agua de mi cuerpo;
que el aire de mi cuerpo sea el viento
que le refresque sus cansados miembros.

Sea yo cielo, y él, a través mío,
cruzándome, mi amado, nube oscura.

Govindadasa dice: ¡Oh áurea!
cómo podría el de cuerpo esmeralda dejarte ir? 

MATHURA

Krishna se ha ido de Vrindavana para Mathura,
y Radha se lamenta.

Ay, amiga, no tiene fin mi pena.
Es época de lluvias. Mi casa está vacía,
lleno el cielo de nubes tormentosas,
empapada la tierra de aguaceros;
mi amor está muy lejos.

El cruel Kama me hiere con sus flechas.

Estallan los relámpagos; vibrantes
bailan ante su luz los pavos reales;
ebrios de dicha, pájaros y ranas
cantan sin descansar.

Está agobiado
mi pecho.

Encima de la tierra oscura,
con un súbito brillo,
el firmamento a veces se ilumina.

Dice Vidyapati:
¿Cómo pasarás esta noche sin tu amo? 

¿De qué sirve la nube de lluvia que no hace
sino pasar, dejando sedientos los retoños?

¿O un retrato pintado,
si el amante está lejos?

Mar hay por todas partes,
y lo que no hay es agua para calmar mi sed.

Es mi destino. El sándalo ya perdió su fragancia,
su magia el amuleto,
y de la Luna sólo llueve fuego: es mi sino.

Ni las nubes de Julio dan lluvia,
ni los árboles de los Dioses dan fruto,
ni encontrará la amante de Krishna ya descanso.

Extraño destino,
piensa Vidyapati.

SAMMILAN

Radha se entera del pronto regreso de Krishna,
y se alegra de su próximo encuentro.

Cuando mi amado vuelva a casa,
mi cuerpo será un templo de alegría; 
se volverá un altar para la dicha.

Lo barrerá mi cabellera.
Mis collares de perlas serán el intrincado
diseño en torno al ara.
Mis pechos serán jarros repletos. Mis caderas,
redondas, han de ser los jardines. Sobre ellas,
sartas de cascabeles sonantes serán brotes
de mango joven.

Usaré las artes
arcanas de las hembras hermosas de mil tierras
para que mi belleza
brille más que mil lunas.

Pronto se cumplirán tus esperanzas, oh Radha,
y él vendrá a tu lado,
dice Vidyapati.

La Luna me ilumina:
el rostro de mi amado.

¡Oh noche de alegría!

El placer lo penetra 
todo.
Es alegría
mi vida; es plenitud
mi juventud ahora.

Pues mi casa de nuevo
es hogar; y mi cuerpo,
cuerpo otra vez.

El Dios
del Azar me sonríe.
Ya no hay dudas; que canten los ruiseñores; haya
miríadas de lunas nacientes; que las cinco
flechas de Kama sean cinco mil, y que el viento
del Sur sople muy suave.

Hoy mi cuerpo tiene sentido,
con la presencia de mi amado.

Vidyapati dice: Grande es tu suerte;
sea bendito el retorno del amor. 

NIBEDAN

Oración a Krishna, finito e infinito,
poderoso dios.

Hijos, mujer, amigos,
gotas de agua en ardientes
arenas.

Me dí a ellos,
y me olvidé de tí. ¿Qué son, Madhava,
ahora que no tengo esperanza, ya viejo
y alejado de tí?

Pero tú eres
el salvador del mundo, y estás lleno
de amor.
Pasé yo en sueños la mitad de mi vida,
mi juventud, y ahora mi vejez: ¡tanto tiempo!

Mi juventud la disipé en placeres.
Jamás tenía tiempo de adorarte.
Mil dioses sin edad vinieron y pasaron;
de tí nacidos, a tí vuelven, 
igual que olas de mar.

Pues tú no tienes
ni comienzo ni fin.

Al cabo, tengo
pavor del mensajero de la muerte.
No hay camino sin tí. 

Te estoy llamando,
mi salvador, finito e infinito.









GERARDO RIVERA [11.539] Poeta de Colombia

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GERARDO RIVERA 

Nació en Medellín, Colombia  en 1942. Estudió Derecho en el Colegio Mayor del Rosario. Se desempeñó como publicista y redactor en varias agencias de publicidad. Durante dos décadas deambuló por Europa y el norte de África. 

Autor de los libros de poesía: A lo largo de las estatuas de octubre; El viajero
de los pies de oro, colección La rueda entre las nueces, Medellín 2003; Una nada cubierta de hojas (Premio Jorge Isaacs 2005), Anterior a la penumbra, El lugar
de la espera (2010), A la sombra de los árboles milagrosos (2012). Los vinos del desterrado, Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango, 2012. 

Vive en una casa de campo en Chicoral, Colombia, viajero impenitente y luminoso poeta. 



CADA UNO DE SUS PASOS

Entró a la ciudad imperial, impulsado por ráfagas
de viento y arena,
llevado por alas poderosas, avanzó bajo las hermosas
torres medievales, piedras negras bañadas por una luz
invisible,
blancas frías piedras, alejadas del corazón.

Se sentó en el rincón azul, a contemplar cómo la catedral
abría las puertas oscuras, de su boca infinita.

Saludado por los mimos rojos, los equilibristas,
y los payasos de las esferas,
caía, llevado hacía los cielos, hacia el ramo estrellado
de su voz, aldea secreta, verde abismo
del agua y la soledad.

Escuchaba al viento puro, al fauno amado,
como un recién llegado a la alegría de una fiesta.

¿Quién era él en aquel entonces?, ¿En quién se había convertido?

¿Era él, él quien atravesaba el parque en la noche,
bajo luces amarillas, dormido y ataviado,
como para una crucifixión de Holbein?, verde río
lapislázuli.
Bebió allí el agua del cántaro sagrado,
y levantó su cabeza como el gamo solitario cuando escucha el corno.

Bandadas de hojas y pájaros y ramas en el parque llovido
donde escuchó el sonido de sus pasos.

Sonido de sus pasos, hacia un lento futuro triste,
"hacia el glauco, hacia aquel que olvidaba 
los mares y la brisa"

"Allí donde no estaban el rastro de las pisadas y las piedras".

Sólo que nunca llegaría, se perdería allí,
en aquel agotado jardín, en aquel rincón azul.

Lo abandonaron sus manos y sus ojos,
lo abandonó todo su cuerpo y voló lejos, lejos.

Trataría de regresar después, pálido fantasma, 
recorriendo cada uno de sus pasos.



CON TUS OJOS CERRADOS

Ya no deberías hablar, debes callar, silenciarte para siempre.
Ya hay demasiado pasado dentro de ti, ¿Qué puede haber aún
en tu corazón sostenido alguna vez por el amor?

Hay fotografías tuyas desde donde sonreías, un carrito de juguete
entre tus manos; esa que fue tu madre, al lado tuyo,
pero ella no sonreía, ella sabía.

Los días prisioneros te esperaban, algunos en la cúspide
de falsas alegrías, algunos trajeron vino a tus labios,
manos rebosantes de hermosos juegos incendiados,
ríos profundos.

Una a una pasaron las páginas del libro,
¡viste ya tantas cosas con tus ojos cerrados!



LA VERDE ROSA DESTINADA

Déjame entrar,
quiero buscar el último rincón,
esconderme en tu casa.

Acercarme al ser de luminosa ceniza
en la que te has convertido.

Acercarme a tus tres reinas,
la del viento, la de la noche, y la de la lentitud,
y hacer un pacto secreto con ellas.

Regresar otra vez, al caballo en su palacio de nieve,
a la sombra de los árboles milagrosos.

Yo seré el viajero, que hunde sus pies,
en un mar estrellado. Trae por lo tanto el cristal,
la copa de belleza azul, y lo que vive y muere
dentro de ti.

Trae a nuestros muertos, Darío, Emilio, Helena, Gerardo, 
Eugenia, yo entre todos ellos.

Ya sé, que nadie más que tú, podría hablarme
mas bellamente del halcón de los cielos y de su frío grito
de oro.

De lo que me has ofrecido, el corazón difunto,
la verde rosa destinada.



AGUA HERMOSA DE LA SOLEDAD

Es ahora cuando recuerdo,
recuerdo tu vida lenta y silenciosa,
esa que levantabas para mí, reflejo de la espada
frente al mar, frente al brillo del alba.

¿Fuiste acaso el viento blanco?
¿Aquello que recorrió el bosque con sus aves invisibles?

En la tibia mansedumbre animal
dejo dormir mi corazón, para que perdure siempre,
para que no se pierda, como lluvia sobre el mar.

Deberá quedar y sostenerme, dura obstinada 
piedra, donde apoyaré mis manos.

Eco inextinguible de la noche, 
agua hermosa de la soledad.






EL VIAJERO DE LOS PIES DE ORO


ERES TÚ?

Eres tú?
y ahora estás ahí, detrás de la puerta,
has cruzado los mares
hinchándolos de recuerdos, como pesadas piedras

Y como la luna
colocaste ya tu ojo
en el vaso del muerto,

Estamos pues los dos, respirando apenas,
y desde el fondo frío de la barca,
abriendo y cerrando la boca,
nos salpica la leche negra
que vomita el pez,

Y te desnudas
caen las telas milenarias,
exquisitas como jardines alados,
para mostrarme tus rojas heridas
y tus uñas sedientas,

Oh madre hermosa,
amada mía, perfumada tierra lejana,
entrégame la vieja moneda,
déjame de una vez por todas
tocar con mi dedo sagrado,
tu helado pecho de marfil.



LOS AUSENTES, LOS DORMIDOS

Estos son los adoradores del sueño,
los ausentes, los dormidos.

Los que han recibido con labios de piedra,
el agua de la diosa.

Recostados, caídos en las aceras,
frente a los cines y los pasos atroces,
de los demonios del día.

Tejen olvido

Musitan, en un lenguaje extraño
de lechuzas y chamizas, verdades inaudibles,

Escondidas bellezas,
versos que solo se escuchan, en otros jardines

Mas allá del mar perfecto
mas allá de la limosna ciega

Y de la profecía.

Dormidos color de tiempo,

borrosos príncipes que sueñan recuerdos,

falsa música de eternidad.

Brisas y caballos y pájaros espléndidos
que solo desde la infancia vuelan.

Mientras nosotros, locos demonios,
caminamos también dormidos,
sobre mortales prados de invierno.



UNA NADA CUBIERTA DE HOJAS

Se que no existo
que sólo fui una lluvia en los ojos del halcón
pero te traigo piedras silenciosas
y se también que temí entrar con mis manos
en tu sueño,

Entrar en tu casa y escuchar el eco de mi voz
dispersarse y morir en aquellas habitaciones
llamándote,

Era yo el que había muerto?
o eras tu, el que inventaba el aire, como jugando,
altos y claros surtidores
y bellísimos pájaros brillantes como joyas.

Y quien eras tú
si yo reía?

Que ruinas invisibles del mar y de la noche,
que fuegos sagrados, ardieron siempre para t¡,
desde el más remoto pasado?

Pero tú, sin saberlo, en la casa de la sombra
suavemente te desvanecías,
Se abrían puertas, se cerraban,
como llamándote,
cubierto ya tu rostro con la máscara infinita

Quienes somos?
que rosa fragante es esta
que a ti y a mi nos aprisiona?

Sólo sé que tu y yo somos un viento inmortal,
el enigma de unas alas rozando la inmensa pirámide
que sostiene el tiempo
y su derrota.
una nada cubierta de hojas.





Los Vinos Del Desterrado. Gerardo Rivera


Las desaparecidas

Ocultos en la casa del tiempo, 
los labios azules recuerdan la rosa de la sombra.

Soñados nos hemos alejado 
en las noches de la hierba. 

Allí bebimos en hermosas copas 
el vino de los días.

Tomados de la mano por las hijas nocturnas, 
las desaparecidas.





Herida luminosa

Los bellos ángeles están allá a lo lejos, 
entre sus naves y sus pájaros muertos.

Piensa en el tiempo que pasa, Dios apagado, 
sobre las suaves plumas.

Con hilos de oro nos ata el corazón 
la herida luminosa.




Parte del mar y de la tierra

 Allí te escondes, 
en lo que recuerdas como sombra, 
en el corazón y en las hojas.

Todo lo olvidas 
en las copas de la noche. 

Así, antes de volar, llevado por el sueño 
te desvaneces.

Es fría tu hermosa desaparición, 
mi dulce atormentado.
Eres el solitario, 
parte del mar y parte de la tierra.



La vida que nos queda

Regresas a viejos lugares, 
pero no los recuerdos.

Recuerdas a los que cantaban 
en el corredor de la casa en penumbra, 
a las monedas de oro que pasaban 
entre nuestras viejas manos.

¿Fue vertida el agua sobre nosotros, 
sobre nuestras cabezas iluminadas 
por el astro resplandeciente? 

Alguien quedará todavía allí. 

Emilio, de pie, mirando la noche, 
recorriendo aquel corredor, 
soñando sobre la vida que nos queda.



Bosque estrellado

 Ahora que te aprestas a pagar 
con crecidas monedas de oro a la púrpura, 
al sueño de la mariposa, tú, el desterrado 
ante las últimas cumbres y la última puerta,

inclina la copa; 
que el vino se derrame sobre la tierra
de alas muy viejas.

Sé siempre el solitario.
Habita para siempre el bosque estrellado.



Al amanecer

La noche 
sepultada en su cofre

–como encendidas semillas– 
sube las rojas escalinatas de tu cuerpo.

La noche 
sepultada en su cofre

–como viejos pájaros negros y amarillos– 

Y la miel dorada vertida por el sol 
en la ventana, 
al amanecer.



Regreso

Los recuerdos llegan como pálidas flores.
Echa a rodar tus joyas sobre la mesa, 
los hilos brillantes, el oro del tiempo.

Recuerda las islas perfumadas, 
el olor a sandía, los espejismos y el viento 
entre los olivos y los templos.

Llegará el otoño, 
desaparecerán las islas azules 
en el mar blanco.

Expulsados del paraíso, 
pájaros oscuros nos señalarán 
el regreso al polvo y al olvido.








Un libro necesario como el agua: ‘El lugar de la espera’, de Gerardo Rivera

Por William Ospina

A LO LARGO DE UNA TIBIA NOCHE DE verano John Keats oyó en el canto del ruiseñor el secreto de la naturaleza, el contraste entre la fugacidad de los individuos y la eternidad de las especies.

William Blake aconsejaba ver la labor de los siglos en un grano de arena y el infinito en una flor silvestre. Emily Dickinson no tuvo que salir de su jardín para conocer la eternidad, los palacios del goce y el fulgor del infierno. Walt Whitman dijo que la vaca que pace con la espalda inclinada supera a todas las estatuas, que la madreselva podría adornar los salones del cielo y que un ratón es un milagro suficiente para confundir a millones de incrédulos.

Por todo eso Robert Graves afirmó que la más antigua diosa, cuyo espejo es la Luna, confió a los poetas las verdades profundas del mundo, y dejó lo menos importante en manos de los necios y de los frívolos, que saquean y depredan, que acumulan y clasifican, que arrebatan y aniquilan. Mientras haya alguien percibiendo el misterio de las cosas, los secretos del agua, de los bosques, de la oscuridad y de la memoria, el mundo estará a salvo, aunque los demonios se afanen en traficar con sus armas y sus venenos.

 Y en un poema nunca olvidado de John Milton, que medita por qué le fue dada la ceguera, y que empieza diciendo “Cuando yo considero cómo mi luz se ha apagado/ antes de la mitad de mis días en este oscuro, inmenso mundo”, aparece al final esta aproximación al destino del poeta: “Miles de mensajeros se afanan por la tierra y el cielo cumpliendo el gran designio, pero también lo sirve quien sólo está y espera”. Ese podría ser el sentido del nombre de este libro que recoge toda la poesía publicada hasta hoy por Gerardo Rivera: El lugar de la espera. Este libro es la revelación profunda de un gran poeta y de una poderosa poesía.

Algo significa el musgo que cubre las piedras, la violenta luz que gasta las cosas, lo que trazan las alas en el viento sobre los estanques. La eternidad, que es otro de los nombres de Dios, no sólo produce sin cesar enigmas y estrellas: a veces produce una mano que aparta el velo, una voz que descifra el silencio, una mirada que entiende la sombra. El poeta nos da de pronto nombres nuevos y más cercanos para todas las cosas, nos revela el dolor que hay en los objetos, el consuelo que hay en la música, las estrellas que hay en la muerte. Y un mundo donde todo era agobiante y misterioso se va volviendo asombroso y dulce y lleno de significación.

Leyendo estos poemas de Gerardo Rivera sentimos que una nueva lógica está entrando en el lenguaje, que una mirada más sutil se abre en nosotros; al mundo lo aprueba de pronto una sonrisa más lúcida, el bien se torna más escéptico y el mal más refinado. No es una poesía convencional e ingenua que al pan lo llama pan y al vino vino. Aquí nada es del todo lo que parece: toda luna tiene un envés de sangre o de hierba, todo gato se desliza en humo y acechanza, todo libro es un laboratorio de operaciones mágicas. El amor cubre de nombres falsos las cosas, las piedras quieren besar labios de oro, una ansiedad de amor recorre los metales y las montañas, los delirios y los mecanismos; y todo origen se curva en ayeres, y toda habitación se desfonda en selvas y recuerdos.

Un libro que acaba de aparecer puede ser sin embargo viejo como las estrellas y hondo como la memoria. Todo en este libro de Gerardo Rivera nace de un recuerdo preciso pero se dilata en relatos impersonales como los que cuenta la lluvia en los tejados. Nos recuerda que el mundo está lleno de murallas de sangre y de bodegas de hambre, y de reyes y potestades que se alzan de hombros ante tanto desamparo y tanto dolor. El poema nos muestra cosas que no puede explicar nuestra filosofía: “Los negros charcos/ donde las flores del tigre caen y crecen”. Hay en estos versos una negra fecundidad produciendo prodigios serenos, joyas de sombra.

Con libros como éste podrían cantar y rezar siglos de seres humanos. Recordar lo que había cuando aún quedaban en el mundo esos grandes tesoros de los que ahora huye y a los que combate desesperada la civilización: el silencio, la noche y la ausencia. Porque esos son los reinos que debe custodiar el poeta, esas cosas aparentemente improductivas que son las que produjeron todo, esas cosas aparentemente imprácticas sobre las que reposa toda la eficiencia del mundo. El poeta va en sentido contrario, es el gran radical, y mientras todos suben hacia el fruto él desciende hacia las raíces, y oye las bocas de los manantiales, y siente lo que germina en el corazón de las piedras.

El lugar de la espera, que acaba de publicar la Universidad del Valle en sus 65 años, es uno de esos libros que no están escritos para todos sino para cada uno; nadie verá en sus poemas lo mismo que ve otro. Es el milagro pleno de una escritura tan antigua como Homero y sin embargo tan atrevida en formas y libertades como las nubes del último atardecer. Cada quien necesita de esta poesía para dialogar consigo mismo y con el mundo, para volver a agradecer, desde el horizonte de esta edad que ya nada agradece.





FABIO IBARRA VALDIVIA [11.540] Poeta de Colombia

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FABIO IBARRA VALDIVIA

Cali, Colombia, 1959. Estudió comunicación social en la Universidad Autónoma de Occidente.
En 1999 publicó Terceros habitantes (poemas).  En 2004 publicó En plena oscuridad alcé mi casa (poemas), libro editado por la Universidad del Valle dentro de la colección de poesía Escala de Jacob.

Obra suya aparece en Desde el umbral II – Poesía colombiana en transición (2009), Antología del Concurso Nacional Universitario de Poesía - Universidad Externado de Colombia (2005), Poéticas del desastre, aproximación crítica a la poesía del Valle del Cauca en el siglo XX (2001), 22 poetas colombianos – Golpe de dados (2001), La otra despedida (cuentos, 1998), Atlas Poético de Colombia (1993) y Poesía del Silencio (1990).

Ganó el Concurso Nacional e Internacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia en 1996, y ese mismo año obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Cuento para Trabajadores.

Cofundador de la revista Metáfora.




El paraíso en el jardín

Su paraíso germinaba sobre un hilo de luz
en el silencio del cedro.
O en el alfabeto de la oruga que leía,
casi hecha belleza, la ardua tarea del jazmín.
O en la nube que pasaba sobre la piel de la charca
sin agitar el agua ni perturbar las ranas.
Hoy, todo ello ha terminado mansamente.
Su cabellera encendida, casi tan roja
como el atardecer, cae blanda
en la quietud de la almohada.
Afuera, el mundo que apenas abrazó
sigue girando en su indolente torbellino.
Nada terreno habrá de atormentarla ya:
ni las miradas oblicuas de los hombres,
ni el estruendo de las máquinas que siegan el trigo
en el que ella descifró, tal vez, el parloteo de la brisa,
ni el coro del pueblo que susurra en las noches
su vestido blanco, su encierro, su aparente locura.
Acaso aún la toque, como una hebra de viento,
la voz de su madre llamándola entre la seda del ensueño…
¡Emily… Emily!
Su pie leve es apenas un recuerdo
en la canción del huerto,
hasta donde llegarán después que ella, puntuales,
la primavera, la nieve y el aroma del sendero.





Un párpado de sombra cae sobre Silvya

Cierra la puerta como un pesado párpado
que la viste de sombra.
No hay lumbre que arda en la cocina,
su último refugio, 
ni mano que apacigüe la tormenta.
El agua oscura de la noche
se vierte sobre ella
con su obstinada resonancia de cuchillos y delirios.
Crece un rumor temprano de amapolas
en la ceniza de su vientre, en el naufragio de su boca,
y la sacude el golpe tibio de la tierra
que cae ya sobre su pecho.
Sólo ella sabe que esta vez
ha pasado el cerrojo para siempre.
Aún revolotea por la casa
el aroma del pan que dejó como una ofrenda,
tibias de amor las manos,
mientras los niños respiran todavía
el aire limpio de su primavera.
El espíritu de Yeats la invita a tomar vino.
En algún recodo de sus lejanas alegrías
galopa el recuerdo de un caballo solitario en la nieve.
Y más allá, en las calles, borbotea el avaricioso cotilleo
de señoras con faldas de terciopelo y amantes
que se cuelan en sus sueños como príncipes,
y un solecito tibio refulge en las vitrinas
que alguna vez contempló con avaricia.
Un eco pertinaz retumba en su cabeza.
Muy adentro, la sombra de su padre se hace espesa, dolorosa,
y el amor de las abejas la hiere con su feroz ausencia.
Una cicatriz reciente se aferra como un hongo
a su frágil armadura, otro voz masculina que huye
de su cuerpo y de su lecho.
Y el cielo, el cielo que soñó con habitar,
es una hebra de nada que tambalea entre la escasa luz de invierno,
ahora que sella la puerta, para siempre,
como un pesado párpado que la viste de sombra.





Adiós con fondo de agua

Dime si el agua se llevó tu pena,
Virginia,
o si el coro de voces remontó
el camino de algas dulces
para seguir torturando tus sienes
con su metal de áspera campana.
Tal vez el murmullo del río te llamaba,
por entre la fronda de la noche,
como el canto de un pájaro en el sueño.
¿Fue la tentación del Ouse,
su promesa de un adiós sin retorno,
más seductora que la oscuridad
interrumpida en tu adolescencia?
¿Fue más apasionado este dejarse ir
como espuma, río abajo,
que remontar con brazadas vigorosas
el caudal de la vida?
No sé, pero imagino
la angustia de caer desde tu cima
de ideas delirantes,
después de galopar iluminados pensamientos,
hasta la abrumadora confusión que te cegaba.
Eso eras en la estancia del día:
una semilla fugaz que se apagaba de repente.
Espejo del lenguaje,
amiga del cincel que desnuda las palabras,
viajera de las más agrias cortezas,
que caías a menudo en las tinieblas de tu abismo interior,
¿qué monólogo te hería esa mañana
en que apenas despuntaba la primavera?
Ah, Virginia, hermana mía,
el peso de piedra en tu bolsillo
agobia todavía la levedad de mi alma…





SIN RASTRO ALGUNO

Imagina que en algún lugar
sus manos alimentan
la raíz de un písamo
mientras su sangre asciende
oscurecida
hasta el temblor de las hojas,
febriles hormigas
socavan sus orejas,
sus labios sueñan
un destino de lirio,
y sus piernas
se hacen polvo para el viento.

O imagina que sus ojos
han viajado por el río
anegados de sombra,
absortos en las formas de las nubes,
heridos por la lluvia,
y que los peces, las moscas y las aves
se han nutrido de su piel
en el festejo de la vida.

O bien, imagina que una mano amorosa
plancha todavía su camisa a cuadros
—la que usó la última tarde—
y alisa su cabello un poco más encanecido.

Imagina que se sienta a comer bajo otro cielo
y hace lumbre en otra cama.

Pide que su último rastro,
el que tú ya perdiste,
el que una mano oscura
ha querido borrar,
persista en llama viva,
en flor abierta,
aunque su destino
sea una incógnita eterna que te asedia
desde todas las orillas.





CANCIÓN DEL INQUILINO

Demasiados rincones desdibujan
la memoria de mi casa.
Colgado en este alambre
—o tal vez en aquel— 
brillaba como un ramo de amapolas
el único vestido que lucía
con decencia los domingos.

No logro saber
por cuál de tantas puertas
se marchó mi padre
ni desde qué ventana me asomé
al abismo de la calle,
a su promesa encantada.

¿En qué estancia de tiniebla
descubrí el horror de la soledad?

Retazos que han perdido su color
en el agua del tiempo.
Formas con que no logro edificar
una casa,
la única, donde pueda rastrear
la hondura de mis pasos,
el vuelo de mis manos. 

Jamás contaré, como hacen otros,
los milagros cotidianos
de la casa paterna.
No diré sus aromas.
No evocaré su amparo.

Con muchas paredes la construyo,
con muchos olvidos la rehago,
y jamás llega a ser mía
su exacta luz de infancia.








LUIS FERNANDO MACÍAS [11.541] Poeta de Colombia

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Luis Fernando Macías  

Nació en Medellín, Antioquia, en 1957. Profesor del área de Literatura de la Universidad de Antioquia. Poeta, narrador, ensayista, autor de obras infantiles y editor. Libros de poemas publicados: Una leve mirada sobre el valle, 1994; La línea del tiempo, 1997; Vecinas, 1998; Los cantos de Isabel, 2000; Memoria del pez, 2002; Cantar del retorno, 2003 y El jardín del origen, 2009. Escribió también la obra El juego como método para la enseñanza de la literatura a niños y jóvenes. Ha publicado los libros de prosa: Amada está lavando (novela, 1979); La flor de lilolá (cuento infantil, 1986); La rana sin dientes (cuentos infantiles, 1988); Ganzúa (novela, 1989); Casa de bifloras (cuento infantil, 1991); Diario de lectura I: Manuel Mejía Vallejo (1994); Diario de lectura II: El pensamiento estético en las obras de Fernando González (1997); La línea del tiempo (poemas, 1997); Busca raíz (ensayos, 1999); Alejandro y María (cuento infantil, 2000); y Los relatos de La Milagrosa (2000). Dirige el taller de creación literaria de la Universidad de Antioquia. Fue director de la Editorial Universidad de Antioquia y de la Revista Universidad de Antioquia. Es codirector de la revista Poesía y fundador de la Editorial El Propio Bolsillo, en la que ha publicado la colección El Tambor Arlequín.




Memoria del pez

El canto de los peces es inaudible

El velo de las aletas en el agua 
es también una visión de danza 
y música del silencio

Dame de nuevo la memoria del pez

Fui pez en un río de sangres 
y subí hasta el útero
en busca del huevo que me hizo hombre

Dame la luz de ese recuerdo 
para ser inquebrantable como un pez

Si en mi primera instancia en la tierra 
fui un pequeño pez 
devuélveme esa memoria 
para volver a ser un callado brillo

¿No son los astros
peces 
en su mar de espacio y tiempo?

 



Sobre el ciclo

Ahora son polvo 
los que estudiaban el polvo,
los que cantaban el polvo:

el que fue sudor de cobre, 
el que fue agua de plomo,
el que fue brillo de argento,
el que fue resplandor dorado como un sol.

La transmutación ha vuelto al silencio.

De la oscuridad a la luz y en ella la búsqueda,
el caos que al orden pertenece,

el retorno del silencio
cuando se apaga el brillo de la luz 
de la inocencia al orden.

Ya entró el pez en el círculo,
el círculo en la esfera 
y unos ojos brillan
camino del amor. 





Sentencia

Matamos a Dios
y se volvió rutina hablar de su cadáver.
Hasta los ingenuos bailaron
durante un siglo de carnavales
con Dionisos.
Pero ignorábamos
que, en las cenizas,
un feto de ave blanca, 
de mercurio sublimado,
pulía órganos,
tejía plumas volátiles.
Y el albo amor
la música serena
coparon el recinto
del mundo.
¡Ebrios,
alienados,
no hemos visto
el nuevo vuelo transparente!
Entre el baile y la batalla 
mueren
nuestros días.





Siembra

Esa mujer sembró un jardín
en mis heridas
y lo regó con agua pura
de su vientre.

Cuando mi alimento
era leche de abandono
se paró frente a mí
como quien ofrece el don más alto,
acaso las llaves del camino
a la divinidad.

Me permitió abrevar los jugos
y aromas de su cuerpo;
bebí también su sangre
y en su huevo puse la simiente
hasta verla florecer 
en pétalos de carne viva.

Raíz y cauce somos,
la misma raíz
el mismo cauce.





Qué saben los poetas

La humillación y la angustia son mis materiales, dijo,
los elementos del desastre;
ninguna ruina como mi alma, dijo.
Qué saben los poetas
si una llaga es su paisaje,
si se preguntan por el amor en la raíz del odio.
Qué pueden saber de la verdad si su vida es sólo un sueño,
la sombra de una sombra.

Ante el infarto súbito del pájaro en vuelo,
mi dolor de tu ausencia es sólo un pétalo cayendo, dijo;
ante la cruda espada del rayo en el roble,
la agonía de mi ser para la muerte 
no es más que el rumor de una hoja cayendo, dijo.

¿Qué podría saber el poeta
en la savia de su corazón agrietado?

 



CANTAR DEL RETORNO

 

PÉNDULO

Tanto ha ido
que sólo el regreso
conserva.

Se retorna
a aquello que se deja,
verdad vuelve a ser la mentira
y en el odio es el amor lo buscado,
así como el descenso empieza
en la mayor altura.

Busco dentro de tí
el centro de la tierra,
el olvido del dolor
que es la alegría.

Uno son
el origen y el silencio,
y la condición del hombre
es el retorno.






DIEGO RODRIGO ECHEVERRY [11.542] Poeta de Colombia

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DIEGO RODRIGO ECHEVERRY 

Cali, Colombia  Octubre 18, 1.967.
Poeta. Educador en el área del Desarrollo Humano y tallerista de escritura creativa. Realizó la Licenciatura en Letras en la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle. En 1.998 publicó su primer poemario, “Guía para amar perdidamente”. (La foto tomada por Fernell Franco (+), a la derecha, se copió de la solapa 2 de este libro, cuya carátula se presenta más adelante)
Poemas suyos se publicaron en el libro de Julián Malatesta “Poéticas del desastre del desastre, aproximación crítica a la poesía del Valle del Cauca en el siglo XX" (Cali, 2.000) .
En Octubre del 2.002, en la colección Escala de Jacob, se publicó su segundo libro “Cinco formas de la luna”.
En la actualidad tiene muy adelantados dos nuevos libros de poemas: "La luna en la mano" y "Construcción de un gato".
Es miembro del Consejo Editorial de la revista de Poesía Clave y en ella se han publicado varios de sus poemas. Otros fueros incluídos en la revista Esfera de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá.





LABORIOSO LECTOR

Lector o esfinge
nada ni nadie
más secreto

Lector o caracol
donde palpitan
la prístina y la última
                                     leyenda
que son una y la misma

Lector o salvador
de las sirenas
que se ahogan dichosas
                                               en tus ojos
mientras habla dormido
aquel poeta ciego

Lector ebrio de signos
                                        añejos
lenguas muertas a las que tú
lector demiurgo
tienes la facultad
                                         de otorgar vida
Dedico a ti anónimo lector
pirata hermano 
este botín vacío

Pues sólo en ti tienen lugar
                                            los nombres
eres tú quien atesora
                                      el verso
por ambos entrevisto
eres
quien
lees
el poema
que
te lee






CHONTADURO

Corazón del dios de los ocasos
                                                        que fruteces
donde nacen los vientos
                                               oceánicos,
chontaduro,
arco iris vuelto fruta
a orillas de la transparencia,
invoco tus gajos destrenzados,
las fases de tus astros,
tu lumbre
y tu sabor a río,
que nos tome tu suave periferia,
                                                         tu amanecer por dentro,
que nos pueble
tu ámbito de cueva empavesada,
de marisma,
de humedal salobre.
Chontaduro
tú que otorgas
el peso de la luna en la mano,
entrega a los ausentes tu bocado,
nútrelos, cobíjalos, repátrialos,
úngelos ahora
en tu miel y en tu sal,
ahora que inauguras estos versos,
ahora que alivianas esta lengua,
arco iris                   fruta                 río
lumbre   esfera    transparencia
astro   ocaso   claroscuro
antorcha     luna
chontaduro.





UN ASTRO BOCABAJO

Una estrella caída
hacia el sur de nosotros
entre abismos de piel
y pelusa de jungla.

Un astro bocabajo
que arroja hacia el vacío
amores residuales.

Una estrella rastrera
entre dos medias lunas
donde el alma deviene
agujero de sombras.

Un astro desterrado
donde de vez en cuando 
llega, sublime, un beso.





POEMA TREINTA

Germinará
en la penumbra
su pardo resplandor

Cuando duerman
los pájaros
su sombra movediza
rodará sobre el aire
del ocaso

Iniciará su éxodo
sobre las azoteas
y el filo de los muros
bajo el pozo de oro
de la luna
tras el perfil
de las naranjas
y los mangos

Cazará
copulará
justo antes del umbral
del alba
hasta volverse ausencia


En los restos del día
con su quietud sin sombra
ovillará en silencio
la urdimbre
de la tarde

Y ocurrirá el milagro

Podremos ver
entonces
la eternidad anidando
en los ojos
del gato (5)

(5) En el ejercicio sobre Rainer María Rilke. El 27 de Agosto de 2.005.
De «Construcción de un gato»





De su libro “Guía para amar perdidamente” (1.998) Págs 57 y 58.


ACCIÓN DE GRACIAS POR LA AMISTAD

PRECIOSA AFINIDAD QUE no eres
el amor
pareciéndote tanto oh gemela y distinta
donde desembocamos
por obra de los dioses
todos los corazones.

No eres el amor pero conduces
las alegrías de los grandes amores,
eres real y constante, no cobras tributo
de desamor ni olvido, eres tangible
y das al pensamiento fuerza, claridad
y armonía.

Eres más cierta, de origen más humano,
interpretas los giros asombrosos
y súbitos
al que estamos sujetos, no posees ni
mandas,
no agotas, no urdes la sospecha,

no implicas, no obligas, no quitas el hambre
ni el sueño.

¿De qué profunda naturaleza vienes
animada de sosiego y transparencia?

Preciosa afinidad que no eres
el amor
tal vez sí seas el amor
y los seres
dados al desamor y al sufrimiento
no te vean tan cerca
no te amen tan fácil.





FIGURA DE MUCHACHO CON REVÓLVER

Por calles culebreantes
mientras la luna trepa
sobre el perfil del barrio
y grupos de muchachos
corroen las esquinas
toman cuerpo los crímenes.
Obreros gastados por el uso
mueven las poleas
de su andar derruido,
autos fantasmas merodean
el dorso del ocaso
y sobre el aire
polvosa y lenta
la medianoche empluma.
Barrio adentro
entre parques baldíos
y tapias inconclusas
los muchachos insomnes
aguardan, en cuclillas, la hora.
Entonces
una voz terca nombra
al futuro difunto.
Los muchachos fustigan
la moto pedregosa.




NANA DE LOS GAMINES

A Antonio Álvarez Caicedo, desaparecido
en Colombia en marzo de 1.999 (pag 13 cinco lunas)

Bajo lunas bravías
y lluvias salivosas
los gamines se enroscan
en camastros de asfalto.
Ocupan los rincones de la noche,
se hunden de súbito en el vértigo.
Mientras yacen dormidos,
desgonzados rastrean
los ancestros de su tribu
y dioses azarosos
les conceden frutos
de un común árbol genealógico.
Por un instante hallan
su verdadero rostro,
el origen sagrado
que guarda sus rebaños.
Más tarde los despierta
el sobresalto.
Un sol apátrida degüella
las tímidas ovejas de su sueño;
los lanza sin parientes
por las calles del mundo.






SER Y OQUEDAD

-a Henry Fat Zuluaga-

El corazón
es un músculo hueco.
Quizá por ello
mis versos
desembocan
de manera invariable
en el vacío.




De su libro “Construcción de un gato”

CONSTRUCCIÓN DE UN GATO

I

Se desovilla el cielo
de la tarde
en torno de los árboles
más viejos
donde florece el viento.

Lentas semillas
caen
sobre la hierba arqueada.

La noche rueda
ahuecando las calles.

Sobre el alero
de perfil
a punto de ser
el gato.


II

Da un paso
hacia el abismo
abrasado por la parda
arena
del estremecimiento.

El gato
vuela
sobre el cielo abolido
de los objetos
y sus sombras.


III

Suspendida
entre el mundo
y la nada
la luna gira
sobre su eje
y sobre el gato.

Arroja luz
frente al orden
supremo
de sus ojos
que aguardan
la más leve señal
del pájaro imposible
de las sombras.


IV

Mientras huye
la tarde
crece su lomo
pardo.

(Se ovilla
con la noche
la niebla
tras del cactus).

Flotan dos lunas
en sus ojos.

En vísperas del alba
con el hocico alzado
rastrea el sudor
del pájaro.





EDICTO 

Textos irrevocables
gobiernan nuestros actos;
leyes y sentencias
dirigen nuestro andar
e incluso la palabra
que por temor callamos
o gritamos,

¿Por qué, entonces,
no entregar toda la potestad
de la vida azarosa
al cifrado poema?







XIN QIJI [11.543] Poeta de China

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Xin Qiji

Xin Qiji (chino: 辛棄疾, pinyin: Xīn Qìjí) (28 de mayo de 1140 - 1207) escritor chino de la dinastía Song. Sus poemas cantados son apreciados como los de Su Shi (alias Su Dongpo) por la fuerza de su estilo, lo novedoso de su imaginación y la profundidad de sus ideas.



CON LA MELODÍA DE "EL NIÑO ESCLAVO"

De joven nadie sabe qué es la pena,
pues uno anda queriendo ir más arriba.
Pues uno anda queriendo ir más arriba,
escribe de tristeza y no está triste.

Hoy ya sé a qué sabe la tristeza; 
quiero decirlo, pero me detengo.
Quiero decirlo, pero me detengo,
y digo apenas: "¡Qué otoño tan bello!"

Versión Rodrigo Escobar Holguín




Casa de la Poesía China

ZHEN HE y su tropa aparecieron ayer justo para asistir a la ceremonia de apertura de la Casa de la Poesía China, en nuestro Studiolum. Esta ceremonia transcurrió sin formalidades. El Almirante y sus hombres tomaron una taza de te del primer servicio de Pozo del Dragón Antes de la Lluvia, y cada uno cantó su poema clásico preferido a los acordes dulces del qing y el zhong. Luego zarparon –unos a establecerse en Sineu, y otros a descubrir América y la Terra Australis Incognita, como registrará siglos después Gavin Menzies en detalle–; y nosotros, ebrios por los aromas y los sonidos de aquellas palabras, como en un sueño, seguimos cantando los poemas en nuestros dialectos particulares. Así nació este musaeum de poesía china clásica. Sobre su dintel hemos escrito en el conciso estilo Song este poema de Xin Qiji, casi una ars poetica de toda la poesía china.


醜奴兒
書博山道中壁

少年不識愁滋味
愛上層樓。
愛上層樓,
為賦新詞強說愁。

而今識盡愁滋味
欲說還休。
欲說還休,
卻道天涼好個秋。




DE JOVEN NO SABÍA

Con la música de «El Esclavo Feo».
Escrita en un muro de camino a Boshan.

De joven no sabía el gusto de la pena,
subía a la torre.
Subía a la torre,
a cantar una pena fingida.

Mas hoy sé bien el gusto de la pena,
y ya no quiero contarlo.
Ya no quiero contarlo,
solo decir qué hermoso, el frío otoño. 



FIATALON NEM ISMERTEM

A „Csúnya rabszolga” dallamára.
Boshan felé menet egy falra írtam.

Fiatalon
nem ismertem még a bánat ízét,
a toronyba vágytam.
A toronyba vágytam,
hogy képzelt bánatomról verset írjak.

Mára
a bánat minden ízét megismertem, de már
nem vágyom beszélni róla.
Nem vágyom beszélni róla,
csak annyit mondok: milyen szép, hideg ősz.




Xin Qiji (1140-1207) fue un poeta patriótico y oficial militar en la dinastía Song del Sur.

En ese momento la dinastía Jin (Jurchen) había consolidado su dominio en el norte de China, y mantenía una amenaza a la dinastía Song del Sur que se había retirado al sur de China. Xin estaba ansioso de vengar las derrotas vergonzosas de Song y de recuperar el terreno perdido, pero fue en vano. Dejó más de 600 bien versados ​​Ci (poemas en forma de canción) que fueron considerados como lo mejor de la dinastía Song del Sur. Expresó su profunda preocupación por el sufrimiento de la gente, su ambición y su conciencia moral se transmitieron en las obras de los intelectuales.

Xin nació en una ciudad que fue ocupada por el ejército de Jin en el norte de China. Cuando niño, su abuelo le contó muchas veces su experiencia en la trágica caída de la dinastía Song del Norte, y lo llevó a la cima de las montañas para observar la patria perdida de esta dinastía. Habiendo presenciado el desplazamiento de la gente y soportado dificultades, Xin Qiji estaba decidido a recuperar el terreno perdido de la dinastía Song cuando llegara el momento.

Cuando el ejército Jin se trasladó al sur para atacar Song del Sur, Xin, de 21 años, reclutó una tropa de dos mil voluntarios para luchar contra Jin en el norte. Más tarde, se unió a otro ejército de la resistencia más grande. Sin embargo, el jefe de ese ejército fue asesinado más tarde por traidores mientras Xin estaba ausente, y las tropas de Jin fueron guiadas por los traidores para acabar con el ejército de la resistencia.

En vista de la urgente situación, Xin estaba muy ansioso de llevar a cabo una redada en los campamentos de Jin con sólo 50 guardias, a diferencia de los más de cincuenta mil soldados de Jin. Capturó a los traidores vivos, y con éxito convenció a decenas de miles de soldados que sirvieron antes a Song a abandonar Jin y servir de nuevo a la dinastía Song. Luego, acompañó a los rebeldes de regreso a la capital de la dinastía Song del Sur para su sentencia en la Corte. Su coraje y decisión se extendieron rápidamente en la dinastía Song del Sur después de esta batalla.

A pesar de su baja posición en la escala de funcionarios del gobierno, Xin propuso muchas veces estrategias de reactivación para el emperador de Song del Sur. Sus propuestas cubrían asuntos militares y enfoques detallados de administración, incluyendo medidas disciplinarias a los de la administración pública y la contratación de talentos nacionales. Sus propuestas ganaron popularidad en el pueblo, pero no fueron bien recibidas en la corte. 

En 1181, Xin fue incriminado por la facción contraria y expulsado. En los siguientes 20 años no se le dio un puesto importante. Pasó la mayor parte de su tiempo leyendo y escribiendo Ci, mayormente eran sobre su sueño de recuperar el terreno perdido en el norte y su criticismo a las facciones pacifistas de la corte. El contraste que creaba entre idealidad y realidad forman su poesía en un estilo único, lo que sumó amplia ambición y pasión profunda a la forma Ci y se consideró la mejor obra de la dinastía Song del Sur.

Al igual que en los poemas de la dinastía Tang, Ci sirvió como la forma más popular para el versículo de la dinastía Song. Xin fue uno de los poetas más citados en la historia de la poesía Song. Representó totalmente el pueblo patriota que siempre pone los intereses de su país en primer lugar.

Su trabajo abarca una amplia gama de temas, cuenta con estilos diversificados, y su tema central es su profundo amor a la patria. Muchos de sus poemas describen su vida idílica cuando fue expulsado ​​de la corte, y los lectores pueden sentir la impotencia que compartía el mismo espíritu patriótico como en sus otros poemas. Algunos poemas describen la vida del campo con palabras sencillas y claras y son refrescantes y atractivos.

En 1203, Xin a la edad de 64 fue convocado por un ministro de la dinastía Song del Sur para servir a una posición importante con la esperanza de recuperar el territorio de la dinastía de Song. Hizo la sugerencia al Ministro de prepararse para la acción militar, y también envió a agentes de espionaje para recopilar información sobre las tropas de Jin. Además, ordenó a decenas de miles de uniformes militares y soldados reclutados, sin embargo, pronto fue marginado de nuevo.

Cuando cuatro años más tarde, en 1207, fue llamado por ese ministro para ayudar, Xin no vaciló en unirse a él nuevamente. Sin embargo, falleció pronto en octubre 1207 con el pesar de que su deseo no se hizo realidad.

Se dijo que sus últimas palabras fueron "¡Matar a los invasores!"Él no cambió su decisión hasta su muerte.









MARIA BANUS [15.544] Poeta de Rumanía

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Maria Banuș

(nacida el 10 de abril de 1914, en Bucarest (Rumanía) - murió el 14 de julio de 1999) fue una poeta, traductora y ensayista de origen rumano, hebrea.

Maria Banuș, poeta, traductora y ensayista nacida en Bucarest. Siguió cursos de la Facultad de Derecho y después de la Facultad de Letras del distrito universitario de Bucarest. Debutó, en 1928, en la revista Bilete de papagal [Billetes de loro] de Tudor Arghezi, con su conocido poema La 14 ani [A los catorce años], que desvelaba su credo poético en la búqueda de la propia voz. En el periodo de entreguerras colaboró en la revista Azi [Hoy], así como en otras publicaciones, con poemas de carácter casi exclusivamente erótico, con que conformó su primer volumen, Țara fetelor (Ed. Cultura Poporului, 1937). Este poemario forma parte de la etapa de confesiones adolescentes de la poeta. Pero a partir de 1939 se acercó a los movimientos de trabajadores, actuando en organizaciones antifascistas creadas bajo la tutela del PCR, y en sus versos comienza a sentirse la preocupación de naturaleza social. Sus versos de los años '45 - '50 reflejan el dictado cultural –proletkultur- de aquella época. En 1945 es recibida en la Sociedad de Escritores Rumanos. En 1948 la Sociedad le obligó a mostrar su acuerdo públicamente con el artículo de Sorin Toma "Poezia putrefacției sau putrefacția poeziei" [Poesía de la putrefacción o putrefacción de la poesía], aparecido en tres números consecutivos en Scînteia [Centella], que condena al silencio al reconocido poeta Tudor Arghezi en la literatura rumana. Tras alejarse de la Sociedad de Escritores Rumanos, Maria Banuș forma parte de la recién creada Unión de Escritores de Rumanía y, al igual que la mayoría de sus colegas, no protesta por la exclusión de aquellos escritores considerados "elementos no corresponsables". En 1949 publicó el poemario Bucuria [Alegria](con sus dos ciclos (Cântec sub tancuri y Vânt de martie), que representan La experiencia de la ocupación nazi y después la presencia soviética. Así mismo, publicó artículos y reportajes, agrupados en Din cronica acestor ani (1955). Maria Banuș se encuadró en la doctrina del realismo socialista a través de creaciones proletcultur, como los poemas recogidos en el volumen Ție-ți vorbesc, Americă! [A ti te hablo, América] (1955). Otros volúmenes en la misma orientación ideológica y estética son: Despre pământ (1954), Se-arată lumea (1956), Torentul (1957) y Poezii (1957). El poema titulado Patronul [El amo] formaba parte de los textos obligatorios para los alumnos de las escuelas rumanas, junto a "Minerii din Maramureș" de  Dan Deșliu y otros. 

Además de los poemarios, Maria Banuș escribió dos obras teatrales: Ziua cea mare, con el tema de la vida en colectividades agricolas y Îndrăgostiții, que presenta aspectos y gentes en el sendero del socialismo. El estreno de Ziua cea Mare [Aquel gran día] tuvo lugar en 1950 en el Teatro Nacional de Cluj, y sería representada después en los teatros dels país y elogiada por la crítica oficial del momento.

Autora de numerosos volúmenes de poesía, memorialística, teatro, tradujo al rumano poemas de Rilke, Goethe, Shakespeare, Pușkin Neruda, Hikmet. A su vez, fue traducida a diversas lenguas.

Más tarde, repartió su tiempo entre Rumanía y Francia. En el prefacio de Alain Bosquet al poemario en francés, L'Horologe à Jaquemart, aparecido en Éditions Saint-Germain-Des-Prés Paris, 1987, Maria Banuș fue presentada al público francés como una escritora de gran enjundia, comparándosele con Anna Ahmatova, Gabriela Mistral y Else Lasker-Schüller. Maria Banuș murió en 1999.

Maria Banuș fue distinguida con muchos galardones y premios literarios: Premio George Coșbuc de la Academia de la República Popular Rumana (1949); Premio del Estado (1951); Medalla de Oro del Festival Mundial de la Juventud y Estudiantes de Varsovia (1955) por el poema Ție-ți vorbesc, Americă!; Premio Especial de la USR (1986); Premio Internacional Gottfried von Herder (1989); En 1964 fue condecorada con la Orden del Trabajo.

http://barometrubasarabean.blogspot.com.es/2012/01/maria-banus-tradusa-de-pere-besso.html


Debut literario

Hizo su debut en 1928 en "El vuelo del loro" (de Tudor Arghezi ) con el poema "A los 14", revelando su credo poético:


Te caut pe tine, suflete frumos
Cu frăgezimea și durata unui fum
Încât mă mir și eu cum de ai loc
În ființa mea de-acum.


Volúmenes publicados 

Țara fetelor , Ed. "Cultura Poporului, 1937
Bucurie , Ed. pentru Literatură și Artă, 1949
Fiilor mei , 1949
București, oraș iubit , Ed. "Tineretului", 1953, poeme pentru copii
Versuri alese , 1953
Despre pământ , 1954
Îndrăgostiții , 1954
Ție-ți vorbesc, Americă! , 1955
Din cronica acestor ani , 1955
Se-arată lumea , ESPLA, 1956
Torentul , ESPLA, 1957
Poezii , 1957
Magnet , Ed. pentru Literatură, 1962
Metamorfoze , Ed. pentru Literatură, 1963
Diamantul , 1965
Tocmai ieșeam din arenă , Ed. pentru Literatură, 1967,
Portretul din Fayum , Ed. Eminescu", 1970,
Sub camuflaj. Jurnal 1943-1944 , Ed. Cartea Românească", 1978
Himera , Ed. Cartea Romaneasca", 1980
Oricine și ceva , Ed. Cartea Românească, 1972
Oaspeții de la mansardă , Ed. Minerva, 1978
Noiembrie, inocentul , Ed. Eminescu, 1981.
Orologii cu figuri , Ed. Eminescu, 1984
Fiesta , Ed. Cartea românească, 1990



Primer libro comunista

Qué universo nebuloso como una taberna
fue el mundo en el que nacimos nosotros dos.
El siniestro gong de la primera guerra
golpeó, y pareció que regresábamos a las cavernas.

!Oh! Cuántas noches lloramos, con el rostro en la almohada
sin entender a la salvaje multitud,
su vida estúpida, los años vacios,
su mirada ávida y hueca.
¿Te acuerdas qué pasó? ¿Cómo se abrió,
como arrancada por el viento, entre aquella niebla triste,
una ventana hacia la libertad y hacia nuestro sueño?

Y cómo las alondras cantaban; cantaban: existe
un mundo nuevo - Entrad en él, como está escrito
en nuestro primer libro comunista.




Os hago llegar dos poemas de Maria Banuș, una poeta rumana de reconocida solvencia y cuya definición política marxista todavía crea actitudes de valoración o denuesto extraliterarias. Basta con echar una mirada a once años de su muerte en la misma internet. Lo cierto es que la crítica rumana más exigente (desde el propio Mircea Cartarescu) está reivindicando el carácter épico y lírico de su abultada bibliografía. Desde el temprano 44 poetas rumanos de Pablo Neruda a Once poetas rumanos contemporáneos, en traducción de Omar Lara en La mesa de silencio, Círculo de Poesía, Méjico. con el apoyo explícito de la Embajada Rumana la visión de la creación poética de Maria está desprendiéndose de los prejuicios en torno a su figura y dimensión humanas. Omar Lara ya había publicado antes poemarios traducidos de Mihai Eminescu, Al. Macedonsky, Ion Barbu, Gellu Naum, Geo Bogza, Eugen Jebeleanu, St. A. Doinas, Ion Caraion, Marin Sorescu, María Banus, Dinu Flamand, Aurel Rau, Lucian Blaga e incluso una antología de la poesía popular Rumana. No olvidemos que este poeta valioso y traductor impresionante en el 2009 recibió el Premio Internacional Ovidio de Traducción de la Unión de Escritores rumanos USR) y ya en el 2004 el gobierno de Rumania le había concedido la medalla Mihai Eminescu. Si me he extendido en estos detalles es por la sencilla razón que a Pablo Neruda se le podría achacar su ideología comunista manifiesta para dar trato de favor, aunque sería conocer poco al gran poeta chileno. Que Omar Lara considere imprescindible la obra de  Maria Banuș para conocer el contexto lírico de Rumanía en el s. XX es toda una garantía.
Los dos poemas escogidos corresponden a las dos vertientes de su poética, la de un sentido épico-lírico y la de un lirismo existencial totalizador.

  
Vânt de martie 

Trece un vânt peste lume,
Şi nu m-a uitat.
Credeam în poame rotunde şi coapte,
În ce s-a-mplinit, în ce s-a-mpăcat.



Cutremur şi viaţă, cutremur,

Vântul lui martie bate,
Cred în puterea gândului nostru,
Şi-n începutul din toate.

Strigă un vânt puternic prin lume:
Credeţi în forţa braţelor voastre!
Ascult şi privesc printre crengile goale
Spaţiile-adânci şi vaste.



Viento de marzo

Pasa un viento sobre el mundo,
Y no me ha olvidado.
Yo creía en las frutas redondas y maduras,
En que se cumplió, en que se calmó.

Terremoto y vida, terremoto,
Bate el viento de marzo,
Creo en el poder de nuestro pensamiento,
Y en el comienzo de todo.

Aúlla un viento poderoso por el mundo:
Creed en la fuerza de vuestros brazos!
Escucho y veo entre las ramas desnudas
los espacios vastos y profundos.


CUÁN AVARICIOSA ERA

Cuán avariciosa era,
te pedía una voluta, un salto, una disonancia,
una caída al vacío, una ascensión al cielo,
una iluminación blanca y negra,
un danza complicada, violenta de la idea.
Ahora paseo las manos como una ciega
por el contorno de tu cráneo,
y digo: una nariz, una oreja, una boca...


Señor, soy feliz.



Vent de març

Passa un vent per sobre el món,

I no m’ha oblidat.
Creia en les fruites redones i madures,
En què s’acomplí, en què s’apaivagà.

Terratrèmol i vida, terratrèmol,
El vent de març bat,
Crec en el poder del nostre pensament,
I en el principi de tot.

Udola un vent vigorós pel món:
Cregueu en la força dels vostres braços!
Escolte i veig al bell mig de les branques buides
els pregons i amplis espais.


CE LACOMĂ ERAM

Ce lacomă eram,
îţi ceream o volută, un salt, o disonanţă,
o cădere în gol, o-nălţare la ceruri,
o străfulgerare albă şi neagră,
un dans complicat, violent al ideii.
Acum îmi plimb mîinile ca o oarbă
pe conturul craniului tău,
şi spun: un nas, o ureche, o gură...
Doamne, sunt fericită.



CE LACOMĂ ERAM

Què avariciosa era,
et demanava una voluta, un salt, una dissonància,
una caiguda al buit, una alçada al cel,
una il·luminació blanca i negra,
un dansa complicada, violenta de la idea.
Ara passege les mans com una cega
pel contorn del teu crani,
i em dic: un nas, una orella, una boca...
Senyor, sóc feliç.








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