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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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GUSTAVO BRAVO FIGUEROA [15.313] Poeta de Argentina

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GUSTAVO BRAVO FIGUEROA

Nació en Colombres, Tucumán, Argentina el 12 de Marzo de 1916, murió en 2007. 

Presidente de la Peña El Cardón durante cinco décadas. Fue distinguido como "Personalidad ilustre de las letras y de la cultura" por la Universidad Nacional de Tucumán en 2005.

Bravo Figueroa fue presidente de la peña El Cardón durante más de cinco décadas (1952 y 2005). Fue poeta, periodista y docente. Una larga vida dedicada a la difusión de la actividad intelectual. Un hombre querido que defendía la independencia de la actividad cultural del monopolio del estado. Tuvo una larguísima y laboriosa tarea a favor de la cultura.

Fue un hacedor, de aquellos que son fundamentales para la cultura, para la sociedad. El escritor, periodista y profesor de Letras, Gustavo Bravo Figueroa fue un hombre múltiple. Mucho antes de haber fundado  la Peña El Cardón en 1947 junto a otras personalidades clave de la sociedad tucumana, Bravo Figueroa había iniciado una carrera vertiginosa en el campo de las Letras y de la Filosofía (fue el primer egresado de esa facultad). Durante los 53 años que presidió la peña cultural El Cardón, fue, según sus amigos y compañeros, “el alma”.

A fines de la década de 1930 fue cronista en el diario El Orden y fue el primero en entrevistar al filósofo español Manuel García Morente, que se encontraba en la Facultad de Filosofía y Letras dictando un curso de Introducción a la Filosofía y Psicología.

Se decidió a fundar su propio diario llamado “Rebeldía” como testimonio de la vigorosidad de la juventud de su tiempo, y decidió ser socialista para siempre. Decía que había que mantener los principios políticos y éticos que son los sostenes de la Cultura y de la Solidaridad con los que aspiran a vivir un mundo mejor. 

Es autor de cinco libros, entre ellos, 27 Cuentos del Norte Argentino, Antología de la poesía de Tucumán y Visiones de Amaicha del Valle. 

Se desempeñó en la Universidad Nacional de Tucumán,  como jefe de trabajos prácticos en la cátedra de “Introducción a la Literatura”. Fue cesanteado en 1947 por cuestiones políticas (era militante socialista). Años más tarde, ganó un concurso para reintegrarse pero le opusieron “cuestiones formales” de dudosa índole. Se insertó (felizmente para los jóvenes) en numerosas cátedras de los principales colegios secundarios de la ciudad, dedicándose entonces de lleno a la enseñanza de la lengua y de la literatura en colegios secundarios (Instituto Técnico, Colegio Sagrado Corazón, escuelas Normal y de Agricultura), donde muchas generaciones de alumnos aún lo recuerdan con cariño. 

En una entrevista realizada en 1999, le decía a La Gaceta acerca de internet y de la globalización: “por abarcar mucha información perdemos la profundidad, que es lo que vale. Yo valgo, no por lo que veo en televisión, sino por lo que he leído, por hacer apuntes y tomar notas. La mente humana tiene una limitación para poder asimilar todo lo que viene de afuera”. 

Ameno, sencillo, conversador, hospitalario, Bravo Figueroa hizo de la peña El Cardón no sólo su segundo hogar, sino un faro de la cultura y de la amistad. 
Su vasta erudición y su relación amistosa con notables intelectuales del país, le permitían abordar diferentes temas con autoridad.


Visiones de Amaicha del Valle

Como siempre, el silencio
pone distancia entre los hombres.
En Amaicha del Valle
las puertas y ventanas
permanecen cerradas para ocultar los ruidos.

*

Ni los ríos llevan agua por no quebrar silencios,
ni los pájaros trinan.
Ni los vientos agitan
su espesa cabellera.
Todo, todo es silencio
un silencio que abruma
y a la vez mortífica.

*

El tiempo es un silencio
que subyace debajo del olvido.

*

De pronto irrumpe el carnaval
Que se adueña del tiempo de seres y de cosas.

*

Comienza el viernes,
sin disfraces ni máscaras
con cantos de bagualas,
con bailes y bebidas.

*

El sábado topadas,
encuentro de comadres y compadres.
Continúan los bailes, los cantos y bebidas.
"Domingo, lunes y martes,
miércoles lo ha de enterrar...."

*

Al día siguiente, Amaicha.

Extraido de Visiones de Amaicha del Valle, San Miguel de Tucumán, Ediciones El Cardón, 2003.







ABDÈLKEBIR KHATIBI [15.314] Poeta de Marruecos

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ABDÈLKEBIR KHATIBI 

Abdelkebir Khatibi (Al Yadida, 1938 - Rabat, 16 de marzo de 2009), fue un escritor y ensayista marroquí, y una de las figuras más importantes de su literatura actual.

Este gran crítico marroquí, pero también novelista y autor teatral, fue miembro de la generación de los sesenta. Era un grupo que se enfrentó con las normas políticas y sociales propias del Magreb, y que además logró hacer una obra de gran calidad y originalidad, situada entre dos lenguas, la árabe y la del país colonizador.

Khatibi, nacido en Marruecos, pasó a Francia para estudiar y obtuvo la titulación de sociólogo en París, en La Sorbona. Escribió una famosa tesis doctoral, Le Roman maghrebin (La novela magrebí) en 1968. En ese escrito, poco académico, aborda la narrativa en una sociedad posrevolucionaria, pero usando un tono muy poético y personal; de hecho recuerda ahí su nacimiento, origen e intención trasgresora en estos términos: "Mi nombre sugiere un rito milenario, y me llega a suceder en esta ocasión que imagino el gesto de Abraham degollando a su hijo".

Su difundido Amour bilingue (1983) trata de su bilingüismo (fue autor en francés y en árabe), o mejor de su experiencia amorosa-verbal. Toda su obra aparece impregnada de un fuerte lirismo crítico; aparte de la tradición árabe, se consideraba él mismo influido por Baudelaire y por Nietzsche. Y su Correspondance ouverte es un sobresaliente carteo con Rita el Khayat, tras haber leído cada uno la obra del otro, lo que supone un diálogo insólito en el mundo árabe. Roland Barthes destacó las cualidades especiales de su prosa en un célebre artículo: "Bonheur Khatibi".

Su proyección en su país fue notable y contribuyó a la difusión de su cultura en otras lenguas. Era miembro de la Unión de escritores de Marruecos, desde 1976, y director de la revista Signes du présent.

Bibliografía

Ensayos

Bilan de la sociologie au Maroc (1968)
Études sociologiques sur le Maroc (1971)
La Mémoire tatouée (1971)
La Blessure du nom propre (1974)
Le Livre du sang (1979) Gallimard.
De la mille et troisième nuit (1980)
Amour bilingue (1983)
Triptyque de Rabat (1993)
Un été à Stockholm' (1992), Flammarion.
Correspondance ouverte

Teatro

La Mort des artistes (1964)
Le Prophète voilé (1979)


ABDÈLKEBIR KHATIBI: Huérfano es el luchador de clase soberanamente huérfano

huérfano
es el luchador de clase
soberanamente huérfano

¿qué se entiende por "huérfano"?
toda jerarquía supone
un padre una madre un tercero
toda política
un maestro un esclavo un tercero

el ser histórico es una desgracia

¿puedes desfigurar al enemigo de clase
sin tomar prestadas sus huellas?
¿puedes revolverte
contra tus propios espejismos?
todo el mundo acaricia la identidad
todo el mundo busca el origen
y yo, yo enseño el saber huérfano

vaga pues por los caminos
sin confundirte con la hierba

el canto del pájaro
seguirá en vano la medida de tus pasos
en vano sobre tus labios
la herida escarlata del sol

enseño la diferencia sin retorno
y la violencia exacta
tal es el sentido de la palabra "huérfano"

¿qué se entiende por "soberanamente huérfano"?
el luchador de clase no exhibe en absoluto sus armas
afirma desde el interior
y destruye con rigor
quienquiera que pueda hacer esto y aquello
es mi camarada huérfano

la soberanía quema
al enemigo de clase
como a perro de paja 

(Abdelkébir Khatibi, "El luchador de clase a la manera taoísta", 1976)
Traducción a cargo de Laura Casielles,



3. 

dentro fuera
cercano lejano
visible invisible
capital trabajo
ese es el enemigo de clase
¿cómo combatir al enemigo de clase?
 cambia tus categorías de pensamiento
modificarás tu acción
modifica tu acción
elevarás tu cuerpo
eleva tu cuerpo
dialogarás con lo impensado
la política es para el sentido
una caligrafía cambiante
con un arcoíris de gestos precisos
dibuja tu destino
los reflejos del iris
borran la pesadez
una estricta ligereza
debe ordenar tu impulso
¿cómo combatir al enemigo de clase?
 a través de todo lo que se acaba de enunciar
contra el enemigo de clase
sé una cigarra de veneno
(…)


12.

la verdad es una palabra
para construir una frase
escribo estas palabras simples para sorprenderte
quien posee el lenguaje mide la violencia
pero la violencia suprema es indecible
haz de tu acción una verdad vacilante
haz de tu verdad una crítica permanente
si todos los luchadores de clase midieran su fuerza
un extraño rocío bajaría sobre los pueblos
avanzar un paso requiere reflexión
practica cada vez la técnica del relámpago
golpea donde la suerte del otro te deslumbra
lanza la flecha al corazón de su herida
y estrangula las preguntas que abrazan
el destino se desata como una flor de cristal



Traducción del francés: Laura Casielles



Abdelkébir Khatibi est décédé, lundi 16 mars 2009, tôt le matin, dans un hôpital à Rabat, à l'âge de 71 ans, des suites de complications cardiaques.

Né à El Jadida en 1938, le défunt a étudié la sociologie à la Sorbonne (France) et soutenu en 1969 la première thèse sur le roman maghrébin.

Il occupa plusieurs postes académiques, dont celui de professeur universitaire à la Faculté des lettres et des sciences humaines de l'Université Mohammed V de Rabat, et de directeur l'ex-Institut de Sociologie à Rabat, puis de directeur de l'Institut universitaire de la recherche scientifique.

Le regretté homme de lettres était membre de l'Union des Ecrivains du Maroc depuis 1976, rédacteur en chef du "Bulletin économique et social du Maroc" et directeur de la revue "Signes du Présent".

Romancier, poète et sociologue de renommée internationale, feu Abdelkébir Khatibi est un spécialiste de la littérature maghrébine.

Ecrivain maghrébin d'expression française parmi les plus distingués, feu Khatibi a traité des phénomènes sociaux dans un style audacieux et novateur.

Il est l'auteur de plus de 25 ouvrages, dont "La Mémoire tatouée" (1971), "L'Art calligraphique arabe" (1976), "Le Roman maghrébin", "Le Livre du sang" (1979), "Amour bilingue" (1983), "Dédicace à l'année qui vient" (1986),"Figures de l'étranger dans la littérature française" (1987), "Un été à Stockholm" (1990), "Penser le Maghreb" (1993), "La civilisation marocaine (sous co-direction avec feu Mohamed Sijelmassi - 1996) et "La langue de l'autre" (1999).

Feu Abdelkébir Khatibi est lauréat de plusieurs distinctions internationales. Les plus récentes sont, notamment, "Le prix littéraire de la seconde édition du Festival de Lazio d'Europe et de la Méditerranée" et le prix du "Grand printemps" de l'Association française "hommes de lettres" pour l'ensemble de ses oeuvres poétiques, dont une partie vient de paraître en trois tomes chez la maison française "La Différence".

Il est le premier écrivain marocain et arabe à obtenir ce prix, décerné par l'Association française créée en 1838 par une pléiade de noms illustres de la littérature classique de l'Hexagone, tels Honoré de Balzac, Victor Hugo et Alexandre Dumas.

Début février dernier, le Roi Mohammed VI avait décidé la prise en charge personnelle des frais d'hospitalisation de feu Abdelkébir Khatibi, à l'admission de ce dernier à l'hôpital Cheikh Zayed, où il a rendu l'âme.

Autre signe de considération pour le défunt, Khatibi bénéficia, sur Hautes Instructions Royales, du titre ad vitam aeternam de professeur universitaire à la Faculté des lettres et des sciences humaines de l'Université Mohammed V de Rabat, avec tous les avantages y afférents.


Abdelkébir Khatibi: Poèmes


la rue

s'épanouit dans mon sang
élargit ses racines 
ses tombeaux
sa mémoire aux limites du corps 
L'invincible
l'irréductible la rue
toute révolte est avalanche de pierres 
portes envolées dans la nuit tournante
avalanche de poussière ailée de lignes
géométries aiguës 
Debout, dans la rue violente
l'homme, premier a la parole



devenir

Les arbres projettent leurs ombres frêles entremêlées
elles se prolongent comme un ennui d'enfant 
La danse crépusculaire d'une feuille morte
construit la géométrie du temps
mon acte devient une hache dans la nuit



émeute

Il faut traverser la rue
Le corps suspendu
Ce point multicolore
Entre mon regard qui vibre
Et la ville ouverte à la mort. 
Il faut traverser la rue
Le corps suspendu
Devant le mur poignardé par les cris 
J'ai le dos qui meurt dans la rue 
En une ligne droite. 
Le trottoir galope intermittent
Il traverse mes yeux horizontalement
Puis se brise presque strident
Comme un miaulement définitif.


Abdelkebir Khatibi, escritor y poeta marroquí

Por LEONOR MERINO

En las literaturas magrebíes de lengua francesa, partícipes de la literatura universal, que están entroncadas, especialmente, en la literatura francesa y en la árabe, destaca el marroquí Abdelkebir Khatibi, cuyo nombre significa Siervo del Poderoso. Oriundo de Al Yadida, así rememora su nacimiento en su pionera e innovadora obra Le roman maghrébin: "Nacido el día del Aíd el Kebir, mi nombre sugiere un rito milenario y me llega a suceder, en esa ocasión, que imagino el gesto de Abraham degollando a su hijo".

Su obra engloba el ensayo, la novela, el poema, el teatro, y su escritura metafórica y filosófica se apoya en un gran proyecto de cultura plural. Khatibi, al igual que Rilke, Cocteau y Nerval, se realiza en el desierto del espíritu para intentar afirmar, más allá de la identidad y de la diferencia, la reconciliación con un yo dividido.

Lejos de una conducta nihilista y desesperada, este gran sociólogo, que se interesa también por la semiología, elabora, a través de un trabajo de descentramiento intelectual, una síntesis entre el hombre y el universo, sobre todo en el Magreb en el que la literatura está marcada por "la ruptura entre el relato árabe tradicional y la novela de inspiración occidental", y en el que los autores -en general- conocen "las tensiones perturbadoras del bilingüismo", señala en la citada obra Le roman maghrébin, estudio imprescindible sobre estas literaturas, al igual que su magnífico texto La mémoire tatouée.

Escritura sobre el deseo

En La blessure du nom propre (1974), el escritor se pone "a la escucha de la cultura popular árabe", intentando desvelar "el verdadero cuerpo" al establecer cinco sistemas de signos: signos gráficos como el tatuaje, la caligrafía, signos orales como los proverbios, los cuentos y, finalmente, la semiótica erótica de El jardín perfumado. Le Lutteur de classe à la manière taoïste son poemas en los que es preciso meditar "sobre el giro del doble lenguaje". Le livre du sang es una obra de amor y ruptura. Drama de la belleza equiparada al mal, desgarro íntimo que provoca la escritura y que, al mismo tiempo, intenta velar. Persecución de un sueño de indivisión en un éxtasis final que puede ser la calcinación y la petrificación en la muerte.

De notable escritura poética es Amour bilingue, que trata del bilingüismo -como experiencia entre dos lenguas- y del amor -como desposeimiento de uno mismo-. Esa escritura de Khatibi está atravesada por la relación de lo que sucede entre dos seres y por lo que brota en su proximidad: entre ilusión y desilusión, el juego de la escritura amorosa no es más que una interrogación de esos "primeros estremecimientos, que existen en el juego de hablar juntos". Par-dessus l'épaule son fragmentos sobre "un psicoanálisis personal", aprehensión del secreto entre el principio masculino y femenino.

En Le même livre, Abdelkebir Khatibi y Jacques Hassoun mantienen una correspondencia tras haber leído, respectivamente, sus obras. Y Correspondance ouverte es un diálogo novedoso en el mundo árabe entre Khatibi y la escritora Rita el Khayat.

Khatibi, sirviéndose del texto filosófico del Tao te King, diluye su propio pensamiento, haciendo que éste fluya en esa metamorfosis de música y lenguaje -que es la poesía- donde el verso se ha convertido en canto polifónico. Premiado internacionalmente, era miembro de la Unión de Escritores de Marruecos, desde 1976, redactor jefe del Boletín Económico y Social de Marruecos y luego director de la revista Signes du Présent.

Sus profundos ojos verdes se cerraron para siempre el 16 de marzo de 2009 por la mañana, en Rabat. Tenía 71 años. Por las aceras de Madrid y por el hotel Victoria aún flota su recuerdo y resuenan sus palabras, cuando vino acompañado de un elenco de escritores magrebíes, hace ya más de una década. Entonces me habló de la influencia -entre otros- de Nietzsche y de Baudelaire en su obra, y añadió: "Mi escritura es un trabajo que se basa en el deseo".

Leonor Merino es doctora en la Universidad Autónoma de Madrid y autora de Encrucijada de literaturas magrebíes.







SILVIO PELLICO [15.328] Poeta de Italia

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Silvio Pellico

Silvio Pellico (Saluzzo, Piamonte, 25 de junio de 1789 - Turín, 31 de enero de 1854), patriota, escritor y poeta italiano.

Pasa su niñez en Pinerolo y Turín, bajo la tutela de un sacerdote llamado Manavella. Con diez años de edad compone una tragedia inspirada en una traducción de los poemas de Ossian. Tras la boda de su hermana gemela Rosina con un primo materno en Lyon, pasa a residir en esa ciudad, dedicándose por cuatro años al estudio de la literatura Francesa. Vuelve en 1810 a Milán, donde trabaja como profesor de Francés en el Collegio degli Orfani Militari.

Alí conoce a Vincenzo Monti y Ugo Foscolo, y comienza a escribir a principios de 1812, especialmente para el teatro, creando tragedias formalmente contra los clásicos, pero más románticas desde el punto de vista del contenido. Escribe dos tragedias en verso, "Laodamia" y "Francesca da Rimini" y poco después "Eufemio di Messina". En 1814 es maestro en la casa del conde L. Porro-Lambertenghi. Tiene relación con personajes de la cultura extranjera como Madame de Stael y Friedrich von Schlegel e italiana como Federico Confalonieri, Cesare Romagnosi y Giovanni Berchet. En este círculo se cultivan ideas de tendencia liberal y de revuelta para conseguir la independencia nacional: en este clima de 1818 funda la revista Il Conciliatore.

Pellico y gran parte de sus amigos forman parte de la sociedad secreta de la Carbonería y pueden considerarse "Federales"; ese es el motivo por el que en 1820 la policía austríaca detiene a Pellico, Piero Maroncelli y otros miembros y los conducen a la prisión de Santa Margherita. Es trasladado a Venecia en febrero de 1821, donde compone varios Cantiche y las tragedias Ester d'Engaddi e Iginici d'Asti.

Es condenado a muerte en febrero de 1822, aunque la pena es conmutada por cuarenta años de dura prisión, y el siguiente abril es encerrado en Špilberk, Brünn (hoy Brno).

La dura experiencia carcelaria concluye en 1830 por un indulto imperial y su repatriación, y constituye el tema de la obra autobiográfica "Le mie prigioni", obra que alcanza gran popularidad. Se dice que esta obra causó más daño a Austria que una batalla perdida.

Pellico publica sucesivamente las tragedias : "Gismonda da Mendrisio", "Leoniero", "Erodiade", "Tommaso Moro" y "Corradino", el libro moral "I doveri degli uomini" y "Cantiche" de género romántico.

Debido a problemas familiares y físicos interrumpe su producción literaria en el último año de su vida y trabaja como secretario de la casa de la Marquesa de Barolo. Muere en 1854, y es enterrado en el Camposanto de Turín.

Aunque muchos consideran mediocre sus tragedias, Le mie prigioni con su directa simpleza narrativa, le hace ganar fama internacional.

Obra

Laodamia
Francesca da Rimini
Eufemio di Messina
Ester d'Engaddi
Iginici d'Asti
Le mie prigioni
Gismonda da Mendrisio
Leoniero
Erodiade
Tommaso Moro
Corradino
I doveri degli uomini
Cantiche



A MENTE - Silvio Pellico

En esta bella composición, el poeta italiano Silvio Pellico (1798-1854) proclama la noble libertad de la mente humana, a la cual nadie puede encadenar. Mientras estuvo preso, Pellico escribió un libro conmovedor y admirable que se ha hecho famoso, Mis Prisiones.

¿Qué importa que triste gima
Mi pecho desventurado, 
Si el alma que Dios me ha dado 
Nadie puede encadenar? 
De sus frágiles prisiones 
Sale rápida la mente, 
Ve el pasado y el presente, 
Cíelo abarca y tierra y mar.

Yo no soy el cuerpo esclavo 
Que apenas vida recibe; 
Yo soy alma que en Dios vive, 
Yo soy libre en el pensar. 
Yo soy un ser que atrevido, 
Cual águila allá en el cielo, 
Mira en torno, y en su vuelo 
Puede el mundo contemplar.

Ser invisible desciende 
De los míos al retiro, 
En su atmósfera respiro, 
Siento su mal y su bien.
La faz de seres distantes 
Veo, y escucho su acento; 
De mil pechos el contento 
Conmueve el mío también.

Saben que, si lejos moro, 
No impide amarlos mi cuita, 
Que junto a ellos palpita 
Mi oprimido corazón. 
Que sólo contra la carne 
El tormento se revela, 
Y que libre el alma vuela 
Sin obstáculo a su acción.

Loor eterno al rey del cielo, 
Al Ser que me dio esta mente 
Que le concibe y le siente, 
Que le puede hablar y oír. 
En vano, pues soy espíritu, 
Darás, Muerte, el golpe fiero, 
Espíritu es Dios, y espero 
Que en su seno he de vivir.






POESIE
INEDITE
DI
SILVIO PELLICO



AI LETTORI.

Avendo alquanto coltivato la poesia sin da' giovenili anni, e trattone dolcezza, non so cessare d'amarla, e di lasciarmi talvolta da essa ispirare scrivendo i miei più intimi pensieri e sentimenti. Così son nati i versi che oggi m'avventuro di pubblicare, sebbene sia consapevole essere in questi il buon desiderio molto maggiore del merito, e sebbene soglia dirsi nell'età nostra, giovare che gli scrittori italiani gareggiano piuttosto in moltiplicare le buone prose, che in arricchire il tesoro della poesia patria, già cotanto abbondante ed egregio. Non condanno siffatta opinione a favore delle buone prose, le quali pur vorrei vedere aumentarsi ogni giorno nella nostra letteratura, ma dimando grazia anche per le poetiche produzioni. Se svolgono affetti lodevoli e verità religiose e civili, le impressioni che fanno su gli animi possono riuscire benefiche al pari d'impressioni destate da libri morali d'altro genere.

Non poca parte de' versi che do alla luce si riferisce precipuamente alle mie vicende, a' miei dolori, alle mie speranze, alle consolazioni recatemi dalla Fede. Mi sono chiesto se non era temerità il dipingere sì lungamente me stesso, e forse ell'è temerità infatti. M'è nondimeno sembrato che la pittura del mio cuore acquistasse un rilievo dagli oggetti nobilissimi che v'ho associato, e segnatamente dal più sublime di tutti - Iddio.

Sospetto che avrei fatto meglio a parlare di Lui, di Religione, di Virtù, senza tanto a me medesimo por mente, ma non ho saputo. Il benigno lettore gradirà con indulgenza questa confessione: ho argomento di sperarlo, sapendo che altra volta già m'è stato generalmente perdonato il rappresentare con tutta fiducia l'interno dell'anima mia.


LA MIA GIOVENTÙ.

Cor mundum crea in me, Deus.
(Ps. 50).

Lamento sui fuggiti anni primieri,
Che fecondi di speme Iddio mi dava,
E di ricchi d'amore alti pensieri!

Tra giubili ed affanni io m'agitava,
Ed incessanti studi, e bramosia
Di sollevarmi dalla turba ignava;

E spesso dentro al cor parola udìa
Che diceami dell'uom sublimi cose,
Tali che d'esser uomo insuperbìa.

Pupille aver credea sì generose
Il mio intelletto, che dovesser tutte
Schiudersi a lui le verità nascose;

E di ragion nelle più forti lutte
Io mi scagliava indomito; sognante
Che sempre indagin lumi eccelsi frutte.

Quella vita arditissima ed amante
Di scïenza e di gloria e di giustizia
Alzarmi imprometteva a gioie sante.

Nè sol fremeva dell'altrui nequizia,
Ma quando reo me stesso io discopriva,
L'ore mi s'avvolgean d'onta e mestizia.

Poi dal perturbamento io risalíva
A proposti elevati ed a preghiere,
Me concitando a carità più viva.

Perocchè m'avvedea ch'uom possedere
Stima non può di se medesmo e pace,
S'ei non calca del Bel le vie sincere.

Ma allor che fulger più parea la face
Di mia virtù, vi si mescea repente
D'innato orgoglio il lucicar fallace.

E allor Dio si scostava da mia mente,
E a gravi rischi mi traea baldanza,
Ed infelice er'io novellamente.

Se così vissi in lunga titubanza,
Ond'or vergogno, ah! tu pur sai, mio Dio,
Che tremenda cingeami ostil possanza!

Sfavillante d'ingegno il secol mio,
Ma da irreligiose ire insanito,
Parlava audace, ed ascoltaval'io.

E perocchè tra' suoi sofismi ordito
Pur tralucea qualche pregevol lampo,
Spesso da quelli io mi sentìa irretito.

Egli imprecando ogni maligno inciampo
Sciogliea della ragion laudi stupende,
Ma insiem menava di bestemmie vampo.

Ed io, come colui che intento pende
Da labbra eloquentissime e divine,
E ogni lor detto all'alma gli s'apprende,

Meditando del secol le dottrine,
Inclinava i miei sensi alcuna volta
Di servil riverenza entro il confine.

Tardi vid'io ch'a indegne colpe avvolta
Era sua sapïenza, e vidi tardi
Ch'ei debaccava per superbia stolta.

Trasvolaron frattanto i dì gagliardi
Della mia giovinezza, e sovra mille
Splendide larve io posto avea gli sguardi;

E nulla oprai che d'alta luce brille!
E si sprecar fra inani desidèri
Dell'alma mia bollente le faville!

Lamento sui fuggiti anni primieri
Che d'eccelse speranze ebbi fecondi,
E di ricchi d'amore alti pensieri!

Ma sien grazie al Signor che, ne' profondi
Delirii miei, pur non sorrisi io mai
Agl'inimici suoi più furibondi:

Sempre attraverso tutte nebbie, i rai
Del Vangel mi venian racconsolando;
Sempre la Croce occultamente amai.

Ed il maggior mio gaudio era allorquando
In una chiesa io stava, i dì beati
Di mia credente infanzia rammentando:

Que' dì pieni di fede, in che insegnati
Dal caro mi venian labbro materno
I portenti onde al ciel siamo appellati!

Di nuovo fean di me poscia governo
La incostanza, gli esempi, ed il timore
Dell'altrui vile e tracotante scherno;

E l'ira tua mertai per tanto errore:
Ma gl'indelebili anni che passaro
Ritesser non m'è dato, o mio Signore!

Presentarti non posso altro riparo
Che duolo e preci e fè nel divo sangue,
Di cui non fosti sulla terra avaro

Per chiunque a' tuoi piè pentito langue.



A DIO.

Et anima mea illi vivet.
(Ps 21).

D'uopo ho d'amarti, e d'uopo ho che tu m'ami,
O tu che per amar mi desti un cuore!
Son mal fermi quaggiù tutti i legami,
Tu sei solo immutabile, o Signore!
S'amo creati cuor, fa ch'io rïami
In essi te che mi comandi amore:
Se d'altri il braccio mi sostiene alquanto,
Sostenga essi con me tuo braccio santo.

Ov'anco intorno a me sien petti cari,
No, mai bastar non ponno al mio conforto;
Spesso agitato da cordogli amari
Lo sguardo mio sui lor sembianti io porto;
Ma del mio mal tosto li bramo ignari,
E compongo a letizia il viso smorto,
E so che anch'essi per affetto eguale
Celan sovente del dolor lo strale.

E più volte ho provato in petti umani
D'espandere l'arcana angoscia mia,
E come a Giobbe i consiglier suoi vani,
In me quelli accrescean melanconia;
E chi i gemiti miei diceva insani,
Chi crollava la testa e non capìa,
Chi fingea compatir, mentre in secreto
Io lo scorgea de' miei tormenti lieto.

Sì ch'or per la pietà che agli uni io deggio,
Perchè tenera brama han del mio bene,
Ora per non esportili al vil dileggio
Dell'alme giubilanti alle mie pene,
Poco agli uomini parlo, e poco alleggio
Tra loro il duol che in me dominio tiene;
Ma sfogar pur sospiro i lutti miei,
E tu, Signor, mio confidente sei!

Fa ch'io ti senta sempre a me vicino:
Troppo la solitudin m'addolora!
Posar vo' il cor sovra il tuo cor divino
Voglio dirti i miei sensi a ciascun'ora!
Traggimi in qual pur sia fiero cammino,
Purchè teco io respiri, e teco io mora:
Tutti i dolori a te d'accanto accetto,
Di viverti discaro io sol rigetto.

Per aver l'amor tuo che far degg'io?
Pregar soltanto? Ah no, il pregar non basta!
Debbo immagine in terra esser di Dio,
Debbo luttar contro a natura guasta,
Debbo aver di giustizia alto desìo,
Debbo non abborrir chi mi contrasta,
Debbo amar tutti, anco i più rei nemici,
Ed, ove il possa, oprar che sien felici.

Donami quell'amor, ma il dona insieme
A chi meco vïaggia sulla terra:
Fra gl'inamanti cuori il cuor mio geme
E impicciolisce, e sua virtù s'atterra;
Fra i malignanti cuori il cuor mio freme,
E orgoglio oppone a orgoglio, e guerra a guerra
Fra gli odii altrui l'anima mia è infeconda;
D'alti esempi d'amor, deh, la circonda!

Con te, Signor, con te stringo alleanza:
Perdonerò a' mortali, a me perdona;
Amerò tutti, perchè han tua sembianza,
Perch'io son tua fattura, amor mi dona;
Amerò tutti, ma con più esultanza
Chi fra le braccia tue più s'abbandona;
Amerò tutti, ma con più fervore
Chi più simile al tuo mi mostra il core!

Amar vogl'io, di quell'amor che avvampa
In te, e ne' tuoi più nobili viventi,
Di quell'amor che da' rei lacci scampa,
Di quell'amor che regge infra i tormenti,
Di quell'amor che all'universo è lampa
Nella chiesa infallibil de' redenti,
Di quell'amor sì pio, sì ver, sì forte,
Che abbella e vita, e gioie, e strazi, e morte!



DIO AMORE.

Domine, qui amas animas.
(Sap. 11,27.)


Amo, e sovra il cor mio palpitò il core
Del mio Diletto, ed era - ah! la tremante
Lingua osa dirlo appena - era il Signore!

Il Signor che di gloria sfavillante
Regna ne' cieli, e sua delizia è pure
Il picciol uomo in questa valle errante!

Ed attonite il mirano le pure
Intelligenze scendere ammantato
A questo erede di colpe e sciagure,

Ed il povero verme lacerato
Sanar colle sue mani, e a tutti i mondi
Ridir sua gioia, se da tale è amato.

Io lo vidi per baratri profondi
Movermi incontro, e gridar dolcemente:
«Perchè cotanto al mio desìo t'ascondi?»

E più e più appressavasi, e ridente
Più e più del suo viso era il fulgore,
E n'arsi ed arderonne eternamente.

Amo, e sovra il cor mio palpitò il core
Del mio Diletto, ed era - ah sì! il proclamo
All'universo in faccia - era il Signore!

Io lo vidi, il conobbi, ei m'ama, io l'amo!



MARIA.

Fac ut ardeat cor meum.
(Stab.)

Amo, e sovra il cor mio col nome santo
Sta del Signor quel d'una Donna impresso
Quel della Vergin che a Lui siede accanto!

Quel di Colei che gloria è del suo sesso!
Quel di Colei ch'anima avea sì bella,
Ch'a sue cure Dio volle esser commesso!

E bambin s'appendeva a sua mammella,
Ed ha i merti di lei co' suoi contesti,
E l'alzò dov'è a noi propizia stella!

Salve, o Maria! Tu con Gesù stringesti
Fra le tue braccia tutti noi mortali;
Tu per fratello il Redentor ne desti.

Su me pur, su me pur tue celestiali
Pupille scintillaron di materna
Pietà ineffabil, sin da' miei natali.

E a quel Figliuol che terra e ciel governa
Per me chiedesti e vai chiedendo aïta,
Sì, ch'io pur giunga alla sua pace eterna.

Ne' giorni più infelici di mia vita
L'invisibil tua man mi terse il pianto;
Ognor t'han miei rimorsi impietosita.

Amo, e sovra il cor mio porto col santo
Nome di Dio quel di Maria stampato!
Quel della Donna che a Lui siede accanto!

Della Madre che il Figlio ha per me dato!



L'UOMO.

Omia possum in eo qui me confortat.
(Philipp. 4, 13)

Capir non può l'umano spirto quale
Fosse dell'uom la prima, alta natura,
Pria che i suoi giorni avvelenasse il male.

Ma di natia grandezza un resto dura
Pur d'Adam nel nipote sventurato,
Che un Dio, piucchè una belva, in sè affigura.

Quel corrucciarsi del suo abbietto stato
È ad un tempo alterigia e sentimento
Ch'ei pel fango terren non fu creato.

Giocondo del suo pascolo è l'armento,
E se rugge il leon, rugge per fame,
E quand'è sazio, anch'ei posa contento.

Solo il mortal, benchè ogni senso sbrame,
E si sforzi a letizia, ode una voce
Che in cor gli grida: - L'ore tue son grame!

Sempre muta pensier, sempre lo cuoce
Uopo sfrenato di scïenza o possa,
Sempre una spina a sue calcagna nuoce.

Solo fra gli animali ei pur dall'ossa
De' cari estinti aspetta vita, e crede
Sovrastar gioie e danni oltre alla fossa.

In ogni secol l'uom si vanta erede
D'avito senno e cresciutissime arti,
Ed egualmente sitibondo incede.

Ambisce ragunar tutti i cosparti
Lumi dell'universo, e farsi Iddio,
E rifuggongli quei da cento parti.

Agogna fama, e lo ravvolge obblio,
Sanità cerca, e infermità l'abbatte,
Sa di peccare, e vorrebb'esser pio.

Contr'altri, contra sè freme e combatte,
Vuol parer dignitoso ed assennato,
E il premon fantasie luride e matte.

Egli è un astro smarrito ed oscurato
Che di sua prisca gloria un raggio serba,
E volge a rallumarsi ogni conato.

Egli è una cosa angelica e superba,
Egli è un Nabucodonosor del cielo,
Dannato co' giumenti a pascer l'erba.

Sull'intelletto suo s'è steso un velo,
Ch'ei maledice ed agita, e attraverso
Scorge il tesor perduto ond'è sì anelo.

Come offes'egli il Re dell'universo?
Qual fu l'arbor vietata ch'egli ha tocca?
Sin quando in mezzo a' vermi andrà disperso?

Basti che mentre di giustizia scocca
L'ineluttabil folgore sull'uomo,
Sull'uom misericordia anco trabocca.

Basti che sì da colpa ei non è domo,
Che per mano di Dio non debba pure
Frangere il giogo, e avere in ciel rinomo.

Basti ch'ei fra ignominie e fra sciagure
Sta grande e conscio di virtù divine,
E gli destan rossor vizi e lordure.

Ei molto ignora, ma le sue rovine
Attestan quella origin ch'egli avea,
E suda a restaurarle insino al fine;

E abborre l'angiol vil che il seducea,
L'angiolo vil che invano ognor gli grida:
«Nulla tu sei che argilla stolta e rea!»

Taci, bugiardo spirto! Iddio m'affida:
Ei non m'ha tolto, come a te, l'amore:
Uom si fe' perch'io 'l veda ed abbial guida.

Servo a lui son, ma sono a te signore;
Mal cangi astutamente e viso e manto,
Per trarmi fra tuoi schiavi al tuo dolore.

Mal di filosofia t'usurpi il vanto,
Per insegnarmi il tuo esecrando scherno
Sull'alte mire del tre volte Santo!

Io caddi al par di te dal regno eterno,
Ma non sì basso; e se mi curvo al suolo,
Non è per invocar fango ed inferno,

Bensì lui, che raddurmi al ciel può solo!



LA REDENZIONE.

Bibite ex eo omnes.
(Matth. 26,27.)

Uom, chi sei? Non t'inganni l'argilla
Ov'hai stigma d'obbrobrio e di morte.
In quel fral maledetto sfavilla
Una luce che a Dio somigliò.
Spaventosa e sublime parola!
Dio nell'uom crea di luce uno spirto,
Che dovunque Dio s'alzi trasvola,
Che l'abbraccia, che in lui tutto può.

Antichissima colpa ed oscura
Dal felice cospetto del Padre
Quell'altissima un dì creatura
Discacciò, preda a vermi e dolor.
Disputar colle belve la terra
L'uom fu visto, alle belve agguagliato;
Gli elementi gli mossero guerra,
Nulla il vinse: egli grande era ancor.

Ma più grande il fe' guardo d'amore
Ch'ei pentito osò volgere al cielo:
Da quel guardo fu preso il Signore,
Scese un giorno, e coll'uomo s'unì.
Non fu tolta alla colpa ogni pena
Per giudizio ineffabil del Santo,
Ma la coppa del duol fu ripiena
Di quel Dio che coll'uomo patì.

Da quel giorno s'inchina al mortale
Ogni mente che inchinisi a Dio,
Perch'entrambe con palpito eguale
Condivisero gaudio e martìr.
Da quel giorno gli spirti del cielo,
Cui straniera fu sempre sventura,
Santa invidia portaro all'anelo
Che per Dio può con gioia morir.

Dal suo abisso l'eterno perduto
Leva il capo, e con perfido ghigno
Grida: - Vieni, o tu forte caduto!
A me vieni, io de' forti son re!
E il fellon nega un Dio salvatore;
Ma il mortale a quell'empio risponde:
- Sento ignota virtù nel dolore,
Ciò mi svela che il Provvido v'è!

Sì, v'è Dio, l'adorabile, il forte!
Fatto l'uom a sua immagine avea:
Ei dell'uom meritevol di morte
Fessi immagine, e a sè il rïunì.
Oh magnanimo, a tanta bassezza
Sceso sei per restarne vicino!
Più non nuoce, no, morte, se spezza
L'incantesmo che a te ne rapì.

Oh mio Dio! più di morte, crudele
È il dolor che dividemi il core,
Ma il dolor convertì l'infedele,
Anco i giusti migliora il dolor.
Vero è il fatto, innegabil, tremendo:
Non v'è in terra virtù senza pianto.
Ecco il seno: ah! ch'io t'ami piangendo!
Ecco il lacera, il lacera ancor!

Benchè al misero umano intelletto
Sollevar non sia dato quel velo,
Onde piace a colui ch'è perfetto
Di sue vie le cagioni coprir,
Pur traspar sapïenza divina,
Tra la nube dell'alto mistero,
In quel lutto che l'anime affina,
In quel Dio che per noi vuol morir;

In quel nobile amor d'un fratello
Che patisce per empi fratelli;
In quel gran, di giustizia, modello
Che ad un tempo è increato e mortal!
In quel senno che sembra follia,
Ed è stimolo a somme virtudi,
Che qual ombra fugò idolatria,
Che fra tutti i nemici preval!



LA CROCE.

Confidite: ego vici mundum!
(Ioh. c. 16.)

E chi ingannato non sariasi quando
All'inesperto giovane intelletto
Tal si volgea drappello venerando
Per alta fama ed eloquente affetto,
Che virtù promettendo, ed appellando
A sublimanti indagini ogni petto,
Dicea: «Siam nati a illuminar la terra,
A tutte ipocrisie movendo guerra!»

Qual età vide mai zelo cotanto
D'ardenti ingegni, or concitati all'ira
Contro menzogna, or concitati al pianto
Sulle stoltezze in che il mortal delira?
Sì che spesso il lor dir quel grido santo
Parea che il cielo a' suoi profeti ispira,
Onde riscosse da letargo indegno,
Movan le genti di giustizia al regno!

Tonerà in quanti secoli fien dati;
Alla palestra degli spirti umani,
Tonerà il giusto contro i danni oprati
Da' fratelli perversi e dagl'insani;
E quel tonar perenne i cor bennati
Da ignobil opra tener può lontani,
E più li infiamma od infiammar dovria
A sacrifizi, a onore, a cortesia.

Ma sciagura sui popoli e sui regi
Quando frammisti a nobili pensieri
Potentissima scuola alza dispregi
Sovra la fonte degli eterni veri!
Sciagura sugli stessi animi egregi
Che allor di luce esser vorrian forieri!
Del vaneggiar d'illustre scuola tersi
Arduo a loro medesmi è rimanersi.

Ed in simile tempo io son vissuto!
Famosi audaci avean deriso l'are,
E affascinata dallo scherno astuto
Prendea quelli la turba a idolatrare;
Bello parve ostentar disdegno arguto
Verso chi preci a Cristo osasse alzare,
E più d'un per viltà vituperava
Quell'Evangel ch'ei pur nel cor portava,

Io dentro al cor portava l'Evangelo,
Nè bestemmie contr'esso unqua avventai;
Ma perchè s'irrideano e preci e zelo,
Non curanza di Dio spesso mostrai,
E agguagliato agli immemori del cielo,
Plausi e piaceri e vanità anelai;
E pur nell'alma ognor udia una voce,
Che dicea: «Dove vai? Riedi alla Croce!

«Riedi alla Croce! mi dicea; sì sforza
Calunnia indarno di tenerla a vile:
La Croce sol gl'indegni fochi ammorza,
La Croce sol fa l'uom grande e gentile,
La Croce sol dà all'intelletto forza
Di diventare all'Uomo Iddio simìle;
Se ipocriti talor stanno a' suoi piedi,
Non fuggirla perciò: gemine, e riedi!

«La Croce altro non è ch'alta dottrina
Di generosi e giusti sacrifici;
La forza d'affrontar doglie e rovina
Per giovare a' tuoi cari e a' tuoi nemici;
L'ardir congiunto ad amistà divina;
La virtù che nel cielo ha sue radici.
Chi per la Croce, ov'ei non sia demente,
Meraviglia ed ossequio e amor non sente?

«E se tu vedi ciò ch'ell'è, se l'ami,
Perchè di lei vilmente arrossirai?
Perchè, se il travïato empia la chiami,
All'impudente voce arriderai?
Di lui spregia e compiangi i ghigni infami,
Nè incodardir, sotto agli obbrobrii mai:
Della Croce magnanimo seguace,
Dimostra quanta in abbracciarla hai pace.

«Dimostra che la Croce a chi davvero
Suoi pregi indaghi, scema ogni amarezza;
Dimostra col tuo oprar, non esser vero
Ch'ella guidi a torpore ed a fiacchezza;
Dimostra che alto fa l'uman pensiero,
Che a tutti i grandi e forti atti lo avvezza;
Dimostra che se ride all'ignorante,
Pur del nobil sapere è sempre amante!

«Pari ad ogni miglior vantata scuola
La Croce insegna dignità ed amore;
Ma in lei sol v'è possanza di parola
Che inforzi, e persüada, e appuri il cuore;
Unica le angosciate alme consola,
Unica abbellir puote anco il dolore:
Ogni scuola miglior tituba e illude,
Dubbii ed error la Croce sola esclude».

Tal mi sonava in cor voce gagliarda,
Or è gran tempo, e s'io non l'obbedìa,
Del mio spirto esitanza era infingarda,
E di rapidi, lieti anni malìa;
La retta via scernendo, io la bugiarda
Con secreti rimorsi ognor seguìa:
Mesto or che tanto resistessi al vero,
Miro la Croce - e in sue promesse io spero!



GLI ANGELI.

Qui facis angelos tuos spiritus.
(Ps. 103).

Con un sol cenno, è ver, l'Onnipossente
Può governar gl'innumerati mondi,
Scevro d'ausilio di creata mente;

Ma più degno è di lui ch'ami e fecondi
L'universo d'angelici Intelletti,
Di cui l'opra sue grandi opre secondi.

Ei così volle, e spirti a lui soggetti
Adempion suoi decreti in ogni loco,
Quali a premiar, quali a punire eletti.

L'Angiol del Sol, da quel beante foco
Ai circostanti globi è fatto legge,
E della luce incantali col gioco.

Ed ogni astro ha uno spirito che il regge,
Od hanne molti, giusta ch'ivi è bello
Esser vario de' duci il santo gregge.

La nostra terra di sventure ostello,
Ostello è pur di squadre celestiali,
Onde scempio non facciane il rubello.

Per fraterna pietà si fean coll'ali
Agli occhi vel, lunge l'acciar rotando
Ai cacciati quaggiù primi mortali.

E d'Adamo fu l'Angiol, che allorquando
Reo lo mirò - «Non disperar! gli disse,
«L'Eterno puoi placar, te umilïando!»

Poscia ogni volta che la colpa afflisse
Cuori che si pentiano, il Signor tosto
Di consolarli ad uno spirto indisse.

Chi al fido Abramo che sul rogo ha posto
Il caro figlio ed il coltel già snuda,
La man rattiene? Un Cherubin nascosto.

E quando l'infelice Agar di cruda
Sete col figlio langue entro il deserto,
Dio fa che l'acque un Angiolo dischiuda.

De' dolci Genii ognor s'accrebbe il merto
Di quest'esule argilla a giovamento,
Per cui sapean che Cristo avria sofferto.

Noi vediam nel soave accorgimento
Di Rafael (perchè Tobia giungesse
D'ogni più cara brama al compimento)

L'amor de' nostri Genii: in lor le stesse
Ardono industri fiamme generose
Per l'alme peregrine a lor commesse.

E più lieti n'avvampan, dacchè impose
L'Eterno a Gabriello il gran messaggio,
E Maria «la tua ancella ecco!» rispose.

In quel bel dì le sfere tutte omaggio
Le prestaro, e degli Angioli reìna
Brillò una Donna di terren lignaggio!

Qual fu la gioia lor quando in meschina
Stalla videro nato il Dio lattante
Al sen della Mortal, fatta Divina!

Oh felice lo stuolo vigilante
De' pastori che l'inno udiron primi,
Nuncio alla terra del celeste Infante!

Godo in pensar che allor fra que' sublimi
Angioli avevi loco, Angiolo mio,
Tu che guidarmi or degna cura estimi.

Tu l'hai veduto quell'amante Iddio
Pender bambin fra le materne braccia,
E già per me il pregavi, e t'esaudìo!

E poi seguisti di Gesù ogni traccia
Pel cammin della vita, e poi vedesti
Sul fero legno sua languente faccia,

E di dolor sui falli miei piangesti!



II.

L'Angiolo! Oh amabil creatura! Un Ente
Tutto bellezza, e intelligenza e amore,
Che tutto legge nell'eternamente!

L'uom qual angiol saria se affrontatore
Della sconfitta sua stato non fosse,
Bandiera alzando contro al suo Fattore.

Ma il reo di sua stoltizia addolorasse,
E lagrime spargendo si sommise,
E Dio intese sue preci, e si commosse.

Del mortale a custodia un Angiol mise,
Che lo guidi e consoli, e ognor ripeta:
«Tieni a salute le pupille fise».

Dal giorno poi che nostra afflitta creta
Iddio venne a vestire ed a noi diessi,
Dolorando e morendo, esempio e meta,

Portando noi del divin sangue impressi
Sulla fronte i caratteri possenti,
Più invidia non ci fan gli Angioli istessi.

Angioli siam noi pur, benchè gementi
In questo passeggier regno di morte:
Gesù nobilitò nostri tormenti!

Perdermi ancor potrei; ma la mia sorte
Fidata venne ad un guerrier del cielo:
Ei mi regge e difende con man forte.

L'Angiol che per mio bene arde di zelo
Amo, e cerco, ed invoco, e benedico,
E pur di poco amarlo io mi querelo.

Ei fra' creati fu il mio primo amico!
Il Genio che svolgea ne' miei prim'anni
Del Bel l'amore, ond'oggi il cor nutrico!

Il confidente de' secreti affanni!
L'incanto che i pensier m'ha raddolciti!
Il braccio che strappommi a crudi inganni!

Oh tutti voi, che da dolor colpiti
Gemete in questa valle, abbiate spene
Ne' tutelari Spirti a voi largiti!

Io troppo spesso ad amistà terrene
Volli appoggiarmi, ed eran pochi i fidi
Che davver s'attristasser di mie pene.

I più m'amavan per sè stessi, e vidi
Taluni rinnegarmi, e perfid'eco
Far contra me di vil calunnia a' gridi.

Ed io, folle, piangea! - Ma quand'io meco
Sentìa il celeste amico mio verace,
L'angosciato mio core effondea seco,

Ed ei benigno v'istillava pace!



III.

Angiol mio, dove sei? Mai dal mio fianco
Non ti partir, che s'appo me non t'odo,
Tu sai quanto al ben far divenga io stanco.

Di vane inquïetudini mi rodo,
Se a me incessantemente non favelli,
E ai vili penso, e d'abborrirli godo.

Ottienmi ch'io perdonar sappia ai felli,
Ed opri ognor secondo te, secondo
L'orme de' miei più nobili fratelli.

Gareggia cogli altr'Angioli che al mondo
Offron nelle guidate anime forti
D'ardue virtù spettacolo giocondo.

Perchè ne' dì lunghissimi che assorti
Vissi in prigion, mi sfavillò sì grande
La dolce carità de' tuoi conforti?

Perchè tratto m'hai poscia infra ammirande
Anime care, ond'una al guardo mio
Raggi con te di Paradiso espande?

Perchè in me suscitasti alto desìo
D'obbedire a quell'una, e perchè festi
Ch'ella a me dir curasse: «Amiamo Iddio»?

Grazie, grazie, Angiol mio, de' manifesti
Segni di fratellanza! ah sì, tu m'ami!
Tu vuoi condurmi a giubili celesti!

Tu in guise inenarrabili mi chiami,
Per me paventi della colpa i lutti,
E mi sveli d'inferno i lacci infami.

Salve, bell'Angiol mio! salvete tutti,
Angioli tutelanti l'universo,
Perch'egli a Dio suprema gloria frutti!

Quanti siete v'imploro, a fin che immerso
Non vada alcun d'infra gli amati miei
Nella voragin dello stuol perverso!

E te precipuo invoco, Angiol, che sei
Protettor delle belle Itale rive,
Difendi il popol mio da influssi rei!

Tuoni del Campidoglio in sul declive
Sì possente la voce della Chiesa,
Che salvatrice a tutte genti arrive!

E la face crudel della contesa
Fra le varie contrade Itale spegni,
E ferva ognuna al comun bene intesa!

E dell'alma Penisola i bei regni
Di dura signoria non giaccian preda,
Ne' di plebei sovvertitori ingegni!

Ad ogni alta virtù l'Italo creda!
Ogni grazia da Dio l'Italo speri!
E credendo e sperando ami, e proceda

Alla conquista degli eterni veri.









ALFONSO GUIDA [15.329] Poeta de Italia

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Alfonso Guida 

(San Mauro Forte, Matera, Italia, 1973)

En 1998, con la colección “Il sogno, la follia, l'altra morte” (Laboratorio delle Arti, Milano), ganó el Premio Especial Opera Prima Dario Bellezza. En 2002 ganó el Montale con la plaquette “Le spoglie divise (Quindici stanze per Rocco Scotellaro)”.

En 2011 publicó una colección “Il dono dell'occhio” (Poiesis editrice), Premio Notari finalista de 2012. Sempre del 2012 è il lungo poema “Irpinia” (Poiesis editrice).

Varias plaquettes publicadas hasta ahora:  “Via Crucis”, “ Note di terapia”, “ Nous ne sommes pas les derniers”, esta último inspirado en la serie del mismo nombre del pintor Zoran Music.

Sus poemas han aparecido en diversas antologías y revistas italianas, como "Poesía". Varios autores han estudiado sus escritos: desde Cucchi a Calandrone, de Aldo Nove a Franco Arminio.

Ha profundizado en particular la obra de poetas como Darío Bellezza, Amelia Rosselli y Paul Celan. En noviembre de 2013 publicó “A ogni passo del sempre” (Nino Aragno editore). De Junio ​​2014 es la colección de madrigales “L'acqua al cervello è una foglia” (Lietocolle).




LENTAMENTE SUBE DESDE LO OSCURO LA HORA
del río desbordado. Oigo la hierba gritar
contra la puerta. El hielo crepita. Hasta
la tierra ejecuta de memoria el tintinear
de una lámpara de aceite que quiebra en astillas
la niebla, astillas de invierno feroz.
Las herramientas en el huerto, las manos bajo
la bandeja. Llevamos ciruelas secas
en el manto negro del bosque. Aparece hasta
en el sueño esta libación. Es como
arrojar al Nilo una criatura hecha
de junco, un Dios del que sabemos poco.
(¿Por qué cesa el aliento en lo eterno?)

L'acqua al cervello è una foglia, LietoColle, Faloppio, 2014
Versión de Jorge Aulicino con la colaboración de Antonio Bux





LENTAMENTE SALE DAL BUIO L'ORA 
del fiume in piena. Sento l'erba stridere
contro la porta. Il gelo crepita. Anche 
la terra esegue a memoria il tinnire 
di una lucerna a olio che rompe scaglie
di nebbia, scaglie d'inverno feroce. 
Gli attrezzi nell'orto, le mani sotto
la guantiera. Portiamo prugne secche
nel manto nero del bosco. Appare anche 
nel sogno questa libagione. È come 
lasciare al Nilo una creatura fatta 
di giunco, un Dio di cui sappiamo poco.

(Perché depone il fiato nell'eterno?)



Sinossi

(…) La Sapienza grida: “Il Signore mi ha creato come inizio della sua attività, prima di ogni sua opera, all’origine. Dall’eternità sono stata formata, fin dal principio, dagli inizi della Terra. Quando non esistevano gli abissi, io fui generata, quando ancora non vi erano le sorgenti cariche d’acqua; prima che fossero fissate le basi dei monti, prima delle colline, io fui generata, quando ancora non aveva fatto la Terra e i campi né le prime zolle del mondo. Quando Egli fissava i cieli, io ero là; quando tracciava un cerchio sull’abisso, quando condensava le nubi in alto, quando fissava le sorgenti dell’abisso, quando stabiliva al mare i suoi limiti, così che le acque non oltrepassassero i confini, quando disponeva le fondamenta della Terra, io ero con Lui come artefice ed ero la sua delizia ogni giorno: giocavo davanti a lui in ogni istante, giocavo sul globo terrestre, ponendo le mie delizie fra i figli dell’Uomo (…).

Libro dei Proverbi


EPPURE DOVREBBE TOCCARTI QUESTA
luce gioiosa, il sole, il fiume, il bosco
quando un riflesso argentato è il suo inizio.
Così comincia la preghiera. Un suono
di pietanze asserragliate all’interno
di una tovaglia cerata. E il corniolo,
l’impazienza notturna del corniolo
sporge da una porta, infittisce il cielo
con le foglie rosse e i rami ghiacciati.
Ci siamo perduti. E io non trovo pace,
parola, non trovo strada. Mi accerchio.
Di una mente contrita, convulsa. Tu
puoi dire: felice è il sonno dell’alba
perché il buio non tramonta. È l’eterno
che a sera, in festa, esegue la caduta.



POTREI DIRTI QUALE RICORDO SFUGGE
quale romanzo abbarbaglia il notturno
di ieri. Al telefono parlavi di altre
cose, non quotidiane, ma straniere:
tutto il rovesciarsi del cielo sulle
rose dell’orto e nel pellegrinaggio,
da te a me, una testa violenta, azteca.
Avrei chiuso se non fossi stata tu,
mia madre, a raccontare queste fiabe
di rinuncia ospedaliere. Hai mangiato?
lo chiedi sussurrando, sciogliendo la
voce nel piombo del primo fraseggio.
Ti rispondo che le patate muffe,
bollite non piacciono ai morti e che allo
specchio gli occhi non riescono a guardarsi
l’un l’altro. Anch’io sono straniero e cieco.
Come vedi siamo in due e uno è il paesaggio.


PORTAVO UN GIBUS NERO
quando era tempo di gramaglie e fieno
nel vecchio forno pubblico in via Piave.
Ci si alzava alle quattro.
Col pane azzimato e il lievito scuro.
Sono tornato a sognarlo stanotte.
Portavo un gibus nero.
Nero era ogni oggetto, lo sguardo, il volto.
Le lamentatrici funebri uscivano
presto. il grembiule di farina e zolfo.


LE GRATE, IL SENSO DEL TEMPO, L’AMMONIACA
scivolosa e tu che guardi l’antenna
spezzare un cielo rosso.
Le fiamme al lebbrosario, le sterpazzole,
tutto il falasco, terra nera e bionda
d’estate, quando torno
dallo Jonio a Terramozza,
spoglia e unta, occhieggia a est d’una barbabietola.


SULLE IRSUTE SUI LOGGIATI FIORISCONO
Salvia e ruta. Siedo sempre oltre il cespo
del rosmarino fermo
come una statua al crocevia salmastro
dell’eterno, che cade a precipizio
prima di farsi tempo.
Stasera una cincia si
spulcia le ali sotto un ramo di quercia.



CI SIAMO QUIETATI IN UN TEMPO CHIUSI
per non dire addio né affogare l’acqua
tra due pasture. E l’Angelo commuove.
Perché è il segno di luce che rapisce
le mani o il cieco assottigliarsi ansioso
di una mente col pensiero spezzato.
Sorge l’età del labirinto muto
dove anch’io sarò presto alto o smarrito.
Lungo è il paradiso che quaggiù affiora
se un precipizio calmo urta la soglia.


GELIDO È IL FUMO OCRA DELL’ACQUA. ANDAVO
per crepacci. E i pioppi e l’ombra dei miei occhi
striavano d’ospitali rimembranze
la notte che sarebbe giunta a forza
di pietra sul rossore dei miei polsi
sgranati. Cerca in questa ora di pace
la memoria, l’esultanza, la diaspora,
l’erba nel cielo, le radici al viso.




LA DISOBBEDIENZA

a C. S.

Cuore d'alleluja,una
radio al mattino presto
dirimpettaia vecchia
che in te evochi le rondini
spazio di torba e sale
tra gli alberi a sospingere
le acque col ventilabro
della pula e l'istinto
si declama feroce
quando non c'è urlo e i nervi
frantumano l'ingiuria.
Si bestemmia pregando
con la spina del sorbo
scivolata nel vino.


*

Volevo darmi un corpo
dare un corpo al mio sogno
mi ritiravo dietro
le siepi dei campi,una
luce di poiane,due
blocchi di tufo giallo
(resti di un orto antico)
la fuga nei miei passi
le pietre oscure e zoppe
la cecità di Maria
barbona maestra di ogni
ferrovia,con la bocca
sdentata,rinsecchita
nel fumo e nel ritardo
del tram che andrà via quando
la memoria selvaggia
della sera avrà fatto
cadere il primo sangue
nelle tasche dei lunghi
cappotti ricchi. Ah,i radi
viaggi e le aspre visioni.
Non so se per me il reale
sono le cose,i gesti,
le persone.E'un continuo
domandare la voce
che risponde ancellare
fuoco di Pentecoste.
Nulla torna e ogni cosa
tramanda una sotterranea
fedeltà al muratore
sedizioso e appestato
che smercia la passione
per denaro,una Taranto
marchetta del giardino
di stazione assolata
con latrine da qualche
centesimo e lo sguardo
di mia madre che manca
ma è lì,muta,e mi guar
La bellezza che avvolge
la sfinge della colpa.


*

Carezza,una lontana
carezza,la tua voce
fa più segreta ogni mia
parola e il teatro abbassa
le sue ombre desolate.
Ballerina di carillon
com'eri triste a sei anni
così bambina e dolce
grazia dell'acqua che unge
la mente e benedice
le ossessioni e tutte le
mie fughe per calanche
crivellate di corpi
sudati,bruni,corpi
muscolosi,animali,
ragazzi contadini
nella pioggia eterna di
giugno a guardarmi cupi,
tenebrosi,accigliati.
"Torna a casa",e non ridono.
Vorrei avessero in gola
il pianto notturno del
mio amore umiliato.Oggi
la libertà è me che urto
le libellule al vecchio
Casino del Salice e ballo e gioco.
Gioco come si gioca
da soli insieme ai morti
mentre i vivi li faccio
lavorare e costruiscono
prigioni e le mie labbra
parleranno nel tempo
con la notte che fruga
nei cretti della voce
per turbarmi e distrarre
la mente e allontanare
le bestie e amarne le ombre
suggestioni del sangue.


*

Torremozza era anche Schubert.
Ma Zoran Music ebbe
la forza nera e lucida
di una valigia piena
di ossa e cominciai a scrivere
"Nous ne sommes pas les derniers".
Quei corpi senza corpo
senza polvere,un duro
congegno della carne
quando muore,una pietra
che non è più pietra e non
si accresce smisurata
nella morte,il confine
delle cose assolute,
la mia dissolvenza e la
mia dissoluzione.Oggi,
quanti oggi in cui torni ebbra
Torremozza,felice
prostituta del borgo
della menzogna,implora
la mente,non distrugga
l'ampiezza delle nostre
paranoie celesti
l'epistassi del diario
nottivago a pregare
che la luce azzurrina
della legge venisse
spenta.Il buio non era
buio,i muri lagnosi,
le mani arse di frodo
quando eri tu a staccarti
la flebo,lento,come
un soldato col suo elmo.


*

Ho posato gli occhiali.
Non c'è nebbia.La strada
mi appare fioca,un fiume
di stagnola e la bianca
presagita promessa
di togliermi dal sacro.
Gioventù non perdona
quando a sottrarsi è il corpo
della terra.E il mio amato
tormento innamorato
non possiede cavalli
di guerra e le assolute
manie del male fissano
lo specchio cieco e cieco
di una cecità immobile,
tradita,tramandata.
Gericault è acre e infetto.
Dove ardi mio fratello
di guerra che disprezzi
la vocazione e il corpo
bagnato nell'azzardo
del destino,sei molto
più in qua del mio rimorso
per tuo padre.Non pensi
che puoi amarlo più libero
ora che è morto e siamo
noi due soli a volerlo
quaggiù.Il suo teatro vuoto.
Teatro insepolto.Teatro
salvato.E la sua recita
così napoletana
la recita risorta
di una nascita finta,
nostalgica.Era un modo
di stare nella nostra
verità,io figlio in cerca,
nudo,in un letto di orfano.


*

Il caldo,il freddo,le arie
perdutamente arcane
di un ribelle che scelse
di ammalarsi e di avere
così un passo,una storia,
un romanziere dentro
le viltà inabitate
le viltà sottomesse
le viltà mutilate
la viltà come un ramo
che dorme sulla neve.
Sulla neve notturna
la nera mestruazione
di Rita,gocce tonde,
l'oleandro ne era fiero
più del male e al mattino
si copriva la neve
macchiata con la pala
la neve rovesciata
nell'aurora,per terra,
ma la terra era nuda
e niente di quel sangue
tramandò nell'offesa
il mio pudore o l'arte
di intrecciare due sillabe
vive,come se fossero
vere le cose indegne.


*

Questo non voglio:amare
le nuvole e soffrirne.
Questo non voglio:l'eco
del tuo pianto nei miei occhi.
Non voglio questo:dire
che la morte è una madre
o un insetto o una luce
lontana come il mare
che vedrai una mattina
di primavera stretto
nel cappotto di lana
come un furto o un'infanzia.

*

Lo sguardo attonito,di
marmo e crine,le forze
decomposte dei nervi.
Questo è mio padre morto.
Mio padre morto. Prima
del silenzio e di ogni atto
di giustizia tradito.
Padre del vento astuto
dei mercati e padre mio
che mi attenui ogni sera
la fine e l'innocenza.
Padre perdona il bianco
del vuoto in cui ti ho chiuso.
Avrei voluto almeno
la luce fosse il grande
orizzonte. Ah le gambe
strette allo spago e un altro
padre che beve l'acqua
dei maiali nel truogolo.
Padre amato nel male
del mio male profondo.
Ricorda,padre,l'albero
così radicato e il blu
dell'invidia dei poeti.
Sia questo il chiaro e semplice
cartiglio al regno beato
del tuo martirio,un gioco
di quelli che ci rendono
salvi e fuggire ai boschi
dove poi davanti a te
mi genufletto e piango
di gioia se amo il padre
mio ritrovato e morto.

(San Mauro Forte, 28-29 maggio 2014)






ANTONI TÀPIES I BARBA [15.338]

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D'esquerra a dreta, els poetes Miquel de Palol, Jaume Creus, Antoni Tàpies-Barba, Xavier Bru de Sala, Guillem Jordi-Graells, Miquel Desclot, Vicenç Altaió i Ramon Balasch fotografiats per Pilar Aymerich en una taula rodona de la revista Serra d’Or del febrer del 1974.




Antoni Tàpies i Barba

Antoni Tàpies i Barba, II marqués de Tàpies (Barcelona, 1 de enero de 1956) es un médico y poeta español, hijo del pintor Antoni Tàpies. Escribe en idioma catalán.

Se inició en la poesía visual, con influencia del vanguardismo caligramático, publicando Siboc en 1973. Con Les danses d'u (1975) intentó aglutinar diversas experiencias culturales en el seno de la escritura. En Dies d'aigües (1980) se mostró más elegíaco y evocador de la experiencia personal. Otras obras suyas en el terreno de la poesía son La veu del vent (1988), Matèria dels astres (1992) y L'escrivent (1999). En 1992 se inició en la narrativa con Des de l'ombra. También ha traducido diversas obras del alemán al catalán, como Himnes a la Nit de Novalis (1975) y Novel·la d'infant de Klaus Mann (1981).

En 2012 heredó el título de marqués de Tàpies, tras el fallecimiento de su padre. También es miembro del Patronato de la Fundación Antoni Tàpies, y director de Ediciones T, una editorial especializada en ediciones de obra gráfica de artistas contemporáneos y libros de bibliófilo.




Huellas

A mi padre

No hago más que seguirte,
por caminos y agrestes bosques,
peñascos arriba, donde anida la niebla
y muere la luz demasiado clara.
Siempre siento tus pisadas,
tu paso firme sobre la roca.
Muy a menudo te pierdo –me pierdo-
y te veo en la cumbre que me esperas. 
Rastreo tu huella
tanto en la nieve virgen como en la tierra arada.
Es difícil seguirte cuando la luna se oculta
y la oscuridad se encumbra en las crestas.
Pero no hay secretos entre quienes hablamos
la misma palabra y quienes guardamos silencio;
llevas en el cráneo un signo que me orienta.

© Traducción de Juan Carlos Villavicencio 

en La veu del vent, 1988


                                                         Antoni Tàpies i Puig


EMPREMTES

Al meu pare

No faig més que seguir-te,
per camins i boscos feréstecs,
penyals amunt, on nia la boira
i mor la llum massa clara.
Tothora sento el teu trepig,
la teva passa ferma damunt la roca.
Molt sovint et perdo - em perdo -
i et veig al cim que m'esperes.
Rastrejo la teva empremta
tant a la neu verge com al glever.
És difícil seguir-te quan la lluna s'amaga
i la foscor s'encimbella a les crestes.
Però no hi ha secrets entre els qui parlem
la mateixa paraula i els qui guardem silenci;
duus un signe al crani que m'orienta.

EL COS ARDENT 

Vull retenir els darrers dies d'estiu,
aquest vent, tebi encara, del crepuscle,
quan el jardí es va enfonsant en l'ombra
i l'aigua, que he vessat en abundància,
perleja a les fulles del llimoner,
a la vinya salvatge i a la gasa tan fina
de l'esparraguera
i penetra a la terra, que desprèn
el seu baf perfumat, concentrat per tants dies
de sol abrusador.
Retindré aquests moments en què les lletres
del vers es confonen ja amb la penombra
i la buguenvil.lea, generosa,
sembla cedir el seu color al darrer
instant del dia, abans que el vitrall
de la nit es fragmenti damunt nostre.
Tambe et retindré a tu, que amb la teva figura
i el teu silenci, més que amb les paraules,
formes part del jardí i de la seva
llum, de la grava que cruix sota els peus,
de les plantes que creixen, una mica salvatges,
i de la merla que espolsa les fulles
cercant en l'humus els petits insectes.
Tota la llum es condensa en un ambre
i a la seva claror es belluga el teu cos
amb pas silenciós.
Vull recordar-te, en aquests moments
en què la bonança sembla imposar-se
al transcórrer indefectible del temps,
abans que l'aire glaçat ens sorprengui,
nus, en la nostra contemplació.
Vull guardar aquesta imatge,
ara ja només el record
d'un breu instant que pot ser irrepetible.
Pel viure extrem

HIVERN

A Glòria

Quan la mà cruel de l'hivern ens estreny
i la natura es despulla de tot,
de la roca immortal,
del faig i de l'alber,
i la llavor, sota terra, no tem
la nevada ni l'ullal de la rata,
tu i jo caminem en silenci
i el record de l'amor es dissol en l'absència.
Tot és petit i la distància augmenta
a redòs de la ventada.
Els camins ens separen
pero ens trobem més enllà,
on la muntanya jeu tota plena de gebre,
com un gegant ferit mortalment.
L'hivern és cruel amb el cos dels amants
i la blanca nevada
es rebeja en el seu defalliment,
així com el lleopard esgota la seva presa
i a poc a poc la dessagna.
Aixi tu i jo trobem plaer en la distància
i en el silenci d'aquest paisatge hivernal.


LA VEU DESITJADA

A Marià Manent

La veu desitjada,
la veu que desitjo,
no és la meva veu d'home,
aspra i entretallada.
La veu que desitjo és la veu de l'àngel,
la paraula muda,
la tendresa del silenci,
l'eloquència de la roca




CECILIA DEL CARMEN PÉREZ MATUS [15.339]

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Cecilia del Carmen Pérez Matus

Osorno, Chile  1979. Poeta y Profesora en Lengua Castellana y Comunicaciones. Asiste en 1997 al Encuentro Poético Regional en Lanco. Primer lugar en el concurso poético “El ángel subterráneo” de la Universidad de Los Lagos (2003), Obtiene el Tercer lugar del Premio Lagar 2009 por el ensayo ‘El Valle de Elqui como microcosmos. Algunas ideas sobre identidad desde la poética mistraliana’.



El llamado de la frontera

Soy la única sobreviviente de Rahue para ti,
y descalza,
debo parar la lluvia con los pies.
Soy la mujer que se hace hombre en la espera,
la que viste tu barba y se calza tus ojos,
al escuchar el llamado de la Frontera…




La otra I

Quiero ser la otra que vigila las esquinas de tus noches,
la que se esconde y otea de reojo.
La que se disfraza y se acerca a hurtadillas.
Quiero ser alternativa.
La compañía de los viajes
Escondida en el bolsillo de perra.




La otra II

Detrás de una esquina aguardando estaba el libro de la infiel,
entonces reconocí caminar de la mano del otro.
Me desnudé como otra.
Me esforcé en la cazuela que le hice a ese otro,
con las espinacas de la felonía.
Puestos los ojos en los zapatones sucios de ese otro.
Y en el terminal de los ojos verdes,
lo envíe de vuelta a la Frontera envuelto en hielos, 
empujado de abrazos,
y murmullo de cultrún.
Desde los pedazos de otra.
Con el mito de los ojos
que son permitidos ver sólo una vez.

(de El llamado de la Frontera y El camino del Poema)












KELV LIWEN TRANAMIL NAHUEL [15.340]

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Kelv Liwen Tranamil Nahuel

Rofue, Chile. Poeta, estudiante, comunera de la comunidad mapuche Padre de Las Casas, luchadora por los derechos del pueblo mapuche.




LUCHANDO POR LA LIBERTAD

Al caminar por los angostos y
anchos caminos de mi 
comunidad y mirando en la más 
infinita distancia de ella veo en 
los verdes campos reflejarse 
el rostro de mis antepasado
es Lefxaru quien me pide al son del kui kuil
reivindicar mi tradición junto al llanto de la xuxuka
y el gemido del kulxun es Llaniqueo 
que con miradas penetrantes clama
con ardor ajusticiante 
los derechos de mi pueblo 
y las tierras que nos faltan
y yo con miradas tímidas avergonzada 
de no ser como ellos juro de rodillas
ante un canelo decirle al mundo entero 
que contra el dominio y la alevocia 
el pueblo mapuche será libre con mi canto y mi poesía.





SUEÑOS DE WEXIPANTU

Una noche de wexipantu 
una machi a la que yo oí 
triste elevó su llanto 
en mi sueño la conocí 
lloraba desconsolada 
por la tierra que le han robado
porque han botado el rewe
el rewe que es sagrado 
Ngenechen enfurecido a la machi consoló 
consoló con los truenos que la machi agradeció 
y con fuerza de los antepasados el rewe levanto 
y la machi con el pueblo Un ngillatun organizó 
recuperaron aquella tierra y mi sueño terminó.






Wexipantv

Nace la vida, escucho tus cantos
tus motivos de existir y me sientes
soy tú y tu tierra, vuelvo a mi estado fértil
para que demos vida hijos de la tierra.

Es wiñolxipantv y caen del cielo nuevos aires,
nacen de mi vientre fluyendo hacia tu espíritu,
hoy somos un solo mapuche,
tú me ruegas, yo respondo tus plegarias.

Yo te visto de sabia guerrera
para que existamos,
yo tierra, tu sangre,
yo agua y tú sueños.

Yo te visto de sabia guerrera,
para luchar por la vida,
para vivir tú en mi regazo
y respirar yo en tu espíritu libre.

Es wexipantu y tan preciso el instante,
yo tierra tú mujer, malen guerrera
yo tierra tú anciano, wenxu weichafe
la nación vuelve a florecer.

Despierta hijo de la tierra
ensilla el caballo de la libertad
arrastra a tus hermanos
y galopa hacia la nueva salida del sol.




ZHANG JIULING [15.341] Poeta de China

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Zhang Jiuling

Zhang Jiuling (chino simplificado : 张九龄; chino tradicional : 張九齡; Wade-Giles : Chang Chiu-ling) (678-740), nombre de la cortesía Zishou (子壽), apodo Bowu (博物), el conde formalmente Wenxian de Shixing (始興文獻伯), era un ministro prominente, señalado poeta y erudito de la dinastía Tang, que sirve como canciller durante el reinado del emperador Xuanzong.




Orquídea y naranja

Tendidas hojas de orquídea en primavera
y flores de canela brillando en otoño
tan autosuficientes como la vida,
que las adapta a las estaciones.
Sin embargo, ¿por qué pensarías que un ermitaño en el bosque
cautivado por los dulces vientos y encantado con la belleza,
pediría ser trasplantado?
¿Lo haría cualquier otra flor de la natura?

Versión de Juan Carlos Villavicencio





DESPUÉS DE TU PARTIDA

Después que partiste
Abandoné el telar.
¡Como pienso en ti, amor!
Soy la luna llena
Que pasa cada noche
Menguando su esplendor.





Añorando, bajo la luna, a mi lejana amada

Sobre el piélago se eleva
la luna con resplandor.
La contemplamos tú y yo
desde dos extremos del país.
Melancólico, lamento
que la noche sea larga,
y te añoro apasionado.
Apago el candil:
me encanta la luz de la luna.
Me cubro con la capa y salgo.
La siento mojada con el rocío.
Me aflige no poder recoger
un puñado de luz y ofrecértelo.
Regreso y me tiendo en el lecho.
Ojalá te vea en el sueño.

[Traducción al castellano de Guojian Chen]





LAS CANAS SE MIRAN AL ESPEJO

Como nubes azules, las ambiciones antiguas.
Perdido el tiempo. Níveo cabello de los años.
¡Qué sorpresa descubrirse en el espejo ¡
Imagen y figura se compadecen mutuamente.

1996 La pagoda blanca, poemas de la dinastía Tang
… Fondo editorial de la pontificia universidad católica. Perú. 1ª edición
















PEIRE ROGIER [15.342]

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Peire Rogier

Peire Rogier (en occitano : Pèire Rogièr o Pèire Rotgièr) fue un trovador de Auvernia, Francia, que ejerció entre los años 1160 y 1180. Seguidor de la escuela de "TROBAR leu i se'l" se le relaciona con Raimbaut de Orange. Quedan varias composiciones suyas, según Renat Lavaud y René Nelli se conservan, entre  cançons i sirventesos un total de ocho composicionsde.

Peire Rogier era canónigo, dignidad que abandono para dedicarse a la poesía; estuvo en la corte de Ermengarda de Narbona (Prima hermana del conde de Barcelona Ramón de Berenguer), de quien se enamoro y a la que dedico poesías, y en las de Raimbaut d’Aurenga, de Alfonso VII de Castilla, de Alfonso II de Aragón y del conde de Tolosa; luego renunció al mundo e ingreso en la orden de Grannmont.  (fue una orden religiosa católica eremítica, fundada en Lemosín por Esteban de Muret en 1076 y disuelta en 1772).

En esta canción, el amor cortes llega aquí a uno de sus más exagerados extremos, el trovador se muestra con tal humildad y conformidad respecto a su dama, que se impone una total ceguera ante sus desvíos y traiciones, aunque le sean evidentes.

Martín de Riquer. Los trovadores, Ariel 2010, rauguelhar significa respirar con voz ronca; aquí esta usado en el sentido de jadeo anheloso que precede a la muerte.




Al aparecer las flores 


I   

Al aparecer las flores,
    cuando los arboles se cargan de hojas
    y el tiempo se embellece
    con el verdor de la hierba, que crece y nace
    hay buen amor para aquellos
    que lo poseen en paz y sin rencor,
    y que se enorgullecen mutuamente.


II  


El buen amante no debe creer a testigos 
      ni lo que vean sus [propios] ojos
      respeto a ninguna falta
      con la que sepa que su dama lo traiciona;
      debe creer lo que ella dice que ha hecho en su ausencia,
      aunque no lo jure,
      y no debe dar crédito a lo que él vio.


III 

Porque yo he visto a los mejores de todos
     que arruinan su prestigio,
     porque hacen valer sus derechos
     hasta indignar a su señora.
     La risa luego, se les convierte en llanto:
     el necio por su mala ventura
     va buscando el mal que le dolerá.


IV 

Amor quiere amadores
      que sepan soportar orgullo
      y gran desmesura en paz;
      y aunque su ama le defraude,
      pequeña querella les sea honor;
      porque si duele de ello o se obstina,
      ella buscara pronto quien la acoja.


V  

Con esta opinión estoy a salvo
     y obtengo cuanto quiero de amor
     pues si ella me hace gran injuria,
     así como otro se lamenta, yo me apaciguo.
     Aunque mi dolor es fuerte,
     lo soporto hasta que ella me favorece
     con un placer cualquiera.


VI 

Prefiero treinta deshonras
     a un honor que me la quitaría,
     pues soy personal de tal índole
     que no quiero honor que aparte el provecho.
     El miedo es lo que no se me aparta,
     porque mi ánimo no está seguro,
     y siempre temo que otro me la quite.


VII 

Imploro a mis señores por mi daño,
      pero quiero el amor de mi dama,
      y que me tome bajo su cuidado
      pues mis desvanecimiento es demasiado grande.
      Gentilmente me socorrería en tal manera
      si una vez, en la noche oscura
      me introdujese donde se desnuda. 


VIII 

Peire Rogier le pide socorro,
       pues si el mal le dura mucho tiempo,
       poco vivirá, pues ya jadea.




Al pareyssen de las flors


I   

Al pareyssen de las flors,
     quan l’albre.s cargon de fuelh,
     e.l tempz gens’ab la verdura
     per l’erba, que creys e nays:
     doncx es a selhs bon’amors,
     qui l’an em-patz ses rancura,
     q’us ves l’autre non s’erguelha.


II  

Bos drutz non deu creir’auctors
     ni so que veiran sey huelh
     de neguna forfaitura,
     don sap que sa dona.l trays:
     so que ditz qu’a fait alhors,
     creza, sitot non lo jura
     e so que.n vi dezacuelha


III    

Qu’ieu vei de totz los melhors
       que afolan lur capduelh,
       qu’enqueron tan lur dreytura
       tro que lur dompna.s n’irays.
       E.l ris torna.ls pueys en plors;
       e.l folhs per mal’aventura
       vai queren lo mal que.l duelha


IV  

Qu’amors vol tals amadors,
      que sapchon sufrir erguelh
      en patz e gran desmezura;
      sitot lor dompna.ls sostrays.
      paucs plagz lur en sia honors
      quar si.l sap mal ni.s atura,
      ylh quena tost qui l’acuelha.


V   

Per aquest sen suy ieu sors
     et ai d’amor tan quan vuelh,
     quar s’elha.m fay gran laidura,
     quant autre.s planh, ieu m’apays.
     Sitot s’es grans ma dolors,
     sofier tro qu’ elha.m melhura
     ab un plazer qual que.s vuelha.


VI 

Mais vuelh trenta dezonors
     q’un’onor, si lieys mi tuelh,
     qu’ieu suy hom d’aital natura,
     no vuelh l’onor que.l pro lays.
     Ni ges no.m laissa.l paors,
     don mos cors non s’asegura,
     qu’ades cug qu’autre la.m tuelha.


VII 

De  mon dan prec mos senhors,
       mas l’amor de midons vuelh,
       e que.l prenda de mi cura,
       que trop es grans mos esmays.
       Molt mi fera gen secors,
       s’una vetz ab nueg escura
       mi meses lai o.s despuelha


VIII 

Peir Rogiers li quier secors,
       e si.l mals longueitz li dura.
       pauc viura, qu’ades rauguelha.






GUILLERMO VALENZUELA [15.343]

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GUILLERMO VALENZUELA

Santiago de Chile, 1961. Poeta. Fue editor de la revista "Piel de leopardo".

Se nos viene la Semana Santa y en nuestras manos cae un libro de poemas de Guillermo Valenzuela, "Poemas Divididos", en que desliza sus propios calvarios por allá en torno al año 2000. Guillermo vivió en su juventud en Rancagua, en una casa de cristales e historia alegre en Calvo con Millán, donde alguna vez le escuché con una copa de vino maldecir a Neruda "por haberlo escrito todo". El prefería a los poetas de la duda, sin estridencia, cosmopolitas y existencialistas, como Enrique Lihn, y qué decir de Ginsberg, Rimbeau y otros "malditos".
Guillermo escribió un poema que me conmovió. La imagen del Señor "humanizado", como el Cristo débil en el Huerto de Getsemaní, que nos habla de toda vida cuando parece topar fondo. En su brutalidad el poema es un grito de auxilio, al menos en mi interpretación. El poeta quiere que el Hijo de Dios sea tan humano como él, aparentemente lo vulgariza, pero lo busca y lo quiere en la búsqueda de sentido... No encuadro más los versos de Guillermo y se los comparto en esta sección de cultura y religión, que no es otra cosa que re-ligarse con el misterio de la vida, el Dios, que está allí, esperándonos al final de una noche sombría:



                 
Fin de Semana

Cristo resucitado golpea a mi puerta
con una resaca de dos mil años.
Me pide unas monedas para seguir chupando.
Es arduo predicar en el desierto y caminar sobre
                                         las aguas
sin un aliciente que circule por la sangre.
Más allá  los apóstoles zizaguean entre los olivos
escupiendo el cuesco de las aceitunas.
Bendice con la mirada perdida las monedas en
                                          mi mano
y continúa golpeando puertas,
profanando imágenes sagradas por el puro placer
de llenarlas de sentido.





Sur

Se trata de una mujer con los dientes
alineados en una hilera magnífica
como si el mismo sol los contara con los dedos
en su gran plato de maíz incandescente.
Algo que el viento no podría traducir
enredado a los rehues que rayan la lluvia contra los sentidos.
La conocí con desenfreno la noche de Lautaro.
Me defendí de las erecciones con tinta de hormiga,
mientras ella dormía a mis espaldas al calor de una madeja negra.
O tal vez era la luna raspada que caía con el deshielo.
Apabullado por una confusión ocular me dije:
se trata del enigma de tu propio compromiso enjuiciado
en el reino de la Pachamama. Lo recuerdo con perfección ciega:
acostado con esa mujer que sonreía con la nítida igualdad de un brazo.
Qué sudario el de mis antecedentes indígenas
Fichado, con pánico nocturno en La Araucanía,
un invierno de 40 auroras boreales.

en LOF sitiado, Homenaje al pueblo mapuche, 2011






LESBOS EN TU CORRAL

Llamèmosla amor a la posesa imposeible
Como si el Galàn de la Parca fuera su espejo y
Olìmpica ella se contorsionara

O reflejada en los ojos vidriosos de los espectadores
Regresara su rostro en un vòmito contenido a la Pantalla
                                            
A la dorada felicidad de la corona de espinas
Al timbre de sangre morada en el muslo de la res
Al cerco intrauterino donde los espermios son gacelas
                                           electrificadas
Que van a parar al mar de las cloacas
Al Ocèano del Padre que se emborrachò hasta las cachas.






MARÍA CECILIA NAHUELQUÍN NAHUELQUÍN [15.344] Poeta de Chile

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Cecilia Nahuelquin Nahuelquin skriver politisk poesi om mapuche
konflikten. Foto: Sofie Grundin



María Cecilia Nahuelquín Nahuelquín

Nacida en Valparaíso (Chile) es artesana, poeta, artista plástica y monitora de bordado. Su madre es originaria de la Isla de Chiloé, específicamente de Quellón. 
Es directora cultural de la Asociación Mapuche “Willi Kurrof” -Vientos del Sur- en Viña del Mar, e integrante de ASOMI, Asociación de Microempresarios Indígenas de la Quinta Región.

Entre otras distinciones ha sido semifinalista en Centro Poético de España; ha sido publicado uno de sus poemas en Internet centropoetico.com, para ser editados en una compilación de los semifinalistas, mención honrosa en concurso de poesía del “ser y sentir\' de la mujer indígena urbana Universidad Técnica Metropolitana, Santiago.
El objetivo de María Cecilia Nahuelquín es rescatar y registrar bajo un texto testimonial la búsqueda incesante de la identidad de la mujer mapuche y por cierto, proporcionar a través este medio escrito, un encuentro de diálogo entre dos culturas distintas. 

Marri marri lamngen, un saludo en mapudungu nuestra lengua ancestral mapuche, quiero decirles que al visitar la pagina de Poetas del Mundo, he encontrado mi fotografia con mis poemas como muchos otros , pero la pequeña reseña biográfica concerniente a mi, hay muchos cambios que quisiera modificar, uno de ellos es que hace varios años ya no participo de aquellas organizaciones indígenas [ WILLI KURROF y ASOMI] , ya que he fundado junto a otras mujeres mapuche y aymara, una asociación de mujeres indígenas, la cual presido. esta asociación se llama \'TAIHUEL\' [Cascada del Cielo] de la Quinta Región de Valparaíso, y nos dedicamos a promover, difundir nuestra cultura en colegios, universidades,centros culturales jardines infantiles, etc,etc, dentro de nuestra región.
Junto a ello personalmente continúo trabajando la temática mapuche en el área artístico cultural , como en literatura, óleos, bordados, telares y artesanía.
Mi trabajo tanto en lo escrito, como en las artes plásticas, canto,etc, etc está dedicado a la mujer indígena mapuche tanto en el ambiente rural como el urbano que es el medio en donde me desenvuelvo, donde nací y dese aqui es donde rescato mi identidad mapuche y la de mi madre.
Este arte lo difundo en exposiciones, ferias de artesania, eventos culturales en los cuales en ocaciones he sido premiada.
En Noviembre del 2006 publiqué mi primer libro de poesía bilinhue \'EL HUI\' Cantos de Libertad de una Mujer Mapuche en Valparaíso, por una adjudicación del FONDART.

Esta es una pequeña reseña biográfica actualizada.
Un abrazo Azul
Saluda atte.
María Ceciia Nahuelquín





DESIERTO 

A mi madre y familia Antillanca

Desierto, 
hubo un día
en que conocí a mis hermanos
y ví en sus ojos amargura y pesadumbre
borrarlos quisieron, borrar sus ojos 
borrarlos desde afuera hacia adentro

Sus ojos,
eran caminos recelosos
con frialdad y desconsuelo
una señal que no me parecía ajena,
era la mirada propia de mi madre. 
Lo que antes había sido un bosque virginal,
ahora es un camino hostil y pedregoso,
de espíritus libres, castrados, reducidos, 
dañados; sin anfitriones en el umbral

Desierto,
oí un canto a lo lejos 
muy despacio y muy dentro de sus ojos 
lo seguí, 
había una huella 
que me llevó a un sendero extenso,
donde había rastros, que eran cicatrices y nudos. 
Y en medio de un oscuro pantano,
un pabellón infecundo
de antiguos árboles copudos.

Desierto,
hacía frío,
se movían las piadosas nubes
y difusamente en lo alto, 
vi unos cóndores heridos, 
que caían en las orillas de la huella;
y en lo bajo, 
despojos de pumas y huemules.

Desierto,
el canto se hizo suave 
y un hielo sentí en mi espalda,
porque vi más abajo, 
en el suelo sagrado,
unos arroyos profundos, 
eran sepulcros de restos óseos inundados 
de sus abuelas y abuelos...

También estaban los míos. 

Desierto,
eso duele
y aún oigo el canto, 
ese dolor llegó hasta mis entrañas, 
ellos, habían sido heridos con saña
por tamaño verdugo lustroso
que no concebía que tuviesen alma.

Desierto,
estoy dentro de sus ojos 
escucho el canto, seguiré este camino
porque el alma tiene deseo de abrigo
no de desprecios, ni enemigos,
ni de contratos truhanes, 
firmados en oculto y a espaldas de los míos 
por tamaña bravura indolente 
dueña de poetas, del dinero,
de las tierras, de las aguas, de los árboles
y de nuestro destino.

Desierto, 
no será fácil la lucha
ante tamaña opulencia
tanta ciencia e indiferencia 
en este delgado suelo, 
que flagela con premura el alma
de mis hermanos y abuelos.

Desierto,
se siente el hielo 
que me hace arder el alma 
como humo en los ojos: 
cruda realidad,
omisión de risas y sueños,
usurpación del espacio, 
donde ellos tenían derecho de identidad y parpadeo.

Desierto, 
está escrito que los ojos 
son la lámpara del alma y del cuerpo
y el sufrimiento, es el frío por dentro.

Desierto,
aún oigo el canto y el camino es extenso
espero no entumecerme, 
porque solo estoy en el comienzo.
Llevaré el ropaje que hoy abriga mi alma 
llevaré también mis cantos suaves,
te lo cuento, por si me escuchas,
por si te olvidas desierto, 
de esto: nuestro futuro no se congela.






Te ofrezco

Te ofrezco, en este canto,
un ayer que no vuelve
una patria sin fronteras, 
una vida, historia libre, 
una obra hecha tierra.

Te ofrezco, una huella, un camino
de cabelleras negras y recias 
movidas por el viento, sino
algunas trenzadas, 
de gruesa inocencia.

Te ofrezco, rostros en silencio y asombro 
de un ayer añorado, 
de limpios caudales 
donde no urgían las armas que estallan 
donde no había derrotas en medio de arsenales,
ni tormentas fabricadas.
Que dejaron nuestra sangre rociada 

Te ofrezco, un espacio 
en donde eran libres los sueños, 
en tierra pura, sublime suelo 
de poetas hablantes sin letras 
sólo nudos en roja lana,
nudos hoy de duelo. 

Te ofrezco, el trino de aves libres 
a la sombra del roble
donde todo lo que rodeaba
era un rewe, 
donde no había enemigos
ni había aparecido 
el plateado extranjero del sable.

Te ofrezco, el abrazo de una madre 
vestida de negro,
que descalza, entre peñas, raíces y tierra 
buscaba su alimento,
sin relojes que controlasen su tiempo.

Te ofrezco, la tierra pura que hablaba
Mientras el sol la observaba
quieto, triste, silente
al tiempo que manos cortaban, mujeres deshonraban,
y corazones gritaban, a mi tierra ensangrentada.

Te ofrezco, esta herida hecha un canto 
de un ayer que no vuelve, 
del clamor de mis voces internas,
de una memoria ignorada 
con arrogante indiferencia. 






Raíz y alambre 

Si Señor 
Esta tierra conoció mis pisadas
Y en ella me encontré espantada 
Tejiendo y destejiendo 
Bordando mis estrellas plateadas 
Que a mi universo azul se abrazaban 

¡Oh Señor!
Si simple mujer me quedase
Con mi pensamiento partido
Que adolecía adolorido 
En la madera y la pobreza 
Esa que asusta con la muerte 
Y su olor pestilente 
Aquel que se envuelve 
Con la oscura niebla 
En los sueños de mis pasajes
Que la vida me complicase
En crecer ayer con miedo 
Sin ver el sol más brillante

¡Si Señor! 
Que de paso el suelo tocase 
Eligiendo entre los àrboles 
Floridos, amargos y dulces 
Altos hasta el cielo, de pié 
De rodillas
Con el rostro en la raíz que nace 
Entre la piel y la tierra donde plantaste

¡Si Señor!
De piel blanca 
Por quien me despreciase 
Osadía es vivir
Con los ojos caídos como los sauces 
Escogida desde antes 
Madre niña mujer que despertase
Mi espíritu escogido desde antes 

¡Si Señor!
A tus pies, como los árboles 
Si Señor 
O como te llamen 
Creador del universo 
Dios del cielo ¡qué más! 
Aquel que dijo que mi sangre amase 

Para mí 
¡Si Señor!
¡El de la cruz con sangre!
Señor de todos los señores 
Que acallaste tus dolores 
Y mostraste tu nobleza 
En esta leña que tardase 
Los brotes, las hojas, la hija, la madre 
¡Si! De pié, de rodillas 
Con el rostro en la raíz que nace 
Entre la piel y la tierra donde me plantaste 

¡Si Señor!
De hojarasca, astilla seca 
De la misma tierra,
Que no tardase 
Lo deshecho de indios me dijeron
Yo digo: raíz y alambre 
Así me levantaste, ¡Si Señor!
India como mi madre 





CLAUDIO FAÚNDEZ [15.345]

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Claudio Faúndez

(Valparaíso, Chile 1973)
Poeta, cantautor y director de Cataclismo que es una, sino la única, de las Editoriales independientes que se la siguen jugando en el medio porteño contra viento y marea.

Ha publicado:

Poemario 34 (Valparaíso: Ed. Cataclismo, 2008)
Volumen de cuentos "Variaciones sobre la vida de Norman Bates". Edit. Narrativa Punto Aparte, 2010 / 166 pp.




La tumba

Acá, en la ciudad, todos esperaban la lluvia,
En el campo lo mismo
La gente que habitaría la casa que estábamos construyendo
No le importaba la lluvia
Mientras más se retrasara
Se podría construir tranquilamente
Y así fue
No llovió hasta que el maestro
Puso el último listón de la puerta
Y cuando nos visitó el agua
Estábamos protegidos dentro de la casa
Y después llegó el sol del verano
Y la casa se tornó sofocante.






Jardín

Prendí el fuego de las palabras 

Con el tiempo 
incendié las espinas

las ratas

el jardín entero







"34", de Claudio Faúndez

Por Carlos Henrickson

Conozco desde hace una buena cantidad de años a Claudio Faúndez (Valparaíso, 1973) (C. Faúndez, en su nombre de autor), y me es imposible olvidar Playa Ancha –como paisaje humano más que como imagen detenida- en el instante en que tengo que dar cuenta de 34 (Valparaíso: Ed. Cataclismo, 2008), poemario en que celebra ese número de años, si es que de una celebración se trata. Y esto porque Playa Ancha, más que cerro o sector, casi una ciudad asociada al puerto de Valparaíso, sigue siendo un ejemplo cotidiano de esas realidades que se nos han estado escapando de la literatura desde que pueblo pasó a ser de nuevo una simple palabra –y una mala palabra. A pesar de ciertos intentos risibles de convertirla en patrimonio literario (incluyendo el bautizar a Pezoa Véliz como porteño y playanchino), Playa Ancha está muy lejos de entrar a la moda patrimonial o literaria: en lo cotidiano la vida no se deja atrapar por museologías y transcurre tomando y olvidando las ocasionales victorias y las más comunes derrotas cotidianas en una ciudad que sufre desde hace décadas la absoluta escasez de puestos laborales, así como miserias más actuales como la pasta base o los funcionarios que se pasean impunes con el botín ganado en los últimos años a través de una corrupción desesperante. Esto, por supuesto, es tan iletaturizable como el lento paso de la tarde y la noche: habría que estar ahí para saberlo –donde la gente vive: más arriba de la Universidad de Playa Ancha, claro, que no nos dirá nada sobre esto.

El clima de una casa cercana a uno de los cementerios más lúgubres que uno pueda imaginarse –más o menos oculta en una quebrada de fuerte humedad- daría una noción más precisa; pero claro, habría que estar ahí. El imaginario de Faúndez logra llevarnos a la presencia de un transcurrir del tiempo más allá de los acontecimientos –el acontecimiento acá se da, a lo más, en la visita de un par de amigos del poema la mosca, en que la conciencia del hablante termina alejándose hacia la expresión de una nueva experiencia de encierro. En el encierro de un insecto parece expresarse el absurdo de cualquier noción de espacio externo o cualquier utilidad de la visita: situación que rememora a Kafka, y precisamente desde el ambiente de transcurso cerrado e impasible del tiempo que su narrativa expresa.

Pienso en narrativa, porque en general la voluntad narrativa aplasta en estos textos cualquier lirismo. En la tomadura de pelo de la desesperación de quien desea escribir un poema de forma perfecta se ve claramente el deseo de exterminar cualquier punto de fuga en la poética de Faúndez, restando a la vida y a la muerte cualquier sentido de trascendencia. Lo lúgubre se presenta suavizado por la frialdad del oficio de testigo: el trabajo de la carnicería –la trivial y breve presentación de los empleados y sus instrumentos- podría verse como la imagen de esa actividad de frío registro, en que la atención sobre lo cotidiano desplaza definitivamente cualquier carga emocional sobre el material tratado. 

Sería sencillo lograr este clima si se obviara completamente la presencia de lo trágico, mas Faúndez sí lo hace aparecer. La clave de esta presencia se da en jirones: la inquietante figura de un farol, la muerte de una madre, la nostalgia de la época de la inocencia. Lo interesante del tratamiento de Faúndez es la aparente sencillez al relevar estos hechos trágicos a un segundo plano, dejando a la vista el paso del tiempo o la banalidad (pienso en libro de poemas, por ejemplo) como el sustento de la imagen poética. 

La base es sin duda un sentido de prolongada contemplación, que no busca revelaciones, sino que la sola experiencia del transcurso. Esta pura melancolía es el clima dominante de los textos, y hasta la sencilla y oscura presentación externa del poemario tiende a confirmar esta percepción. El hablante, como habitante de lo trágico, no es capaz de ver el hecho trágico en su totalidad, habitando permanentemente el momento vacío del pasmo, la indiferencia tras la lucha contra la necesidad. La salida a ese pasmo paralizante se presenta en el pleno sumergirse en esa penumbra nocturna: para salir de la noche servirá un fósforo sostenido por dos dedos agusanados, como expresan los versos que cierran el libro.

34 tiene la dimensión breve de un libro de anticipo, que espera un desarrollo más amplio. Aunque, como muestra de la voluntad poética de Faúndez, es de gran contundencia. Si bien aún se puede ver el aspecto oscuro y denso de los cuentos de El Silencio –Manuscritos para los Suicidas del Mañana (Valparaíso: Ed. La Bruja, 2000), la escritura poética tiene características propias y definidas: la formación de imágenes poéticas compactas y el sentido de una cierta musicalidad trunca de gran fuerza y originalidad le dan a Faúndez pleno derecho de ciudadanía poética en un Valparaíso en que la poesía de la melancolía (piénsese en Juan Cameron, Ennio Moltedo o el también playanchino Álvaro Báez) tiene y seguirá teniendo una poderosa presencia. 




JORGE COCIO [15.346]

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Jorge Cocio

Chile
Poeta. Músico instrumental chileno que desde el año 2008 parte su búsqueda sonora desarrollada hasta la fecha a través de dos eps y un sencillo. Su música puede describirse como momentos sonoros donde intenta dejar que la música se exprese por su cuenta a través del espacio. 



“Noche primitiva”, de Jorge Cocio



La gente de aquí se ha convertido en la  gente que finge ser.
                    Sam Shepard




Yo viajaba con mi cuerpo en la espalda
por leves símbolos en tacto
de motel a motel
de seis a seis
con el recuerdo de cortarse el rostro
sobre un cielo de ilusiones intactas por papel;
es una pérdida de tiempo, me decía.  



Pero si el último recuerdo de un marino cortado en el mar bajo un metro cuadrado detrás de una playa de botellas que se evaporan por millones de años ligados al ahí donde las gaviotas no recuerdan por qué aún se comen sus almas para reír por las aguas profundas de fe sin cuerpos que nos detengan ni el sueño del último indígena que ha sido quemado en la noche primitiva de la gravedad.    
   



Madre, tengo miedo
porque siento frío que no me reconozco
esperando noches sentado en los ríos de los puentes
bajo estrellas sin amor ni insectos.
Temo
porque la melancolía no tiene más que odio
que no me avergüenza
moler el polvo
mascar mis brazos 
comer ceniza
porque aún tengo coraje para autoflagelar mi espíritu.


Donde los labios vuelven a crecer como raíces
Del silencio se hace un eco entre sombras;
Y pasos de los nombres germinan voces
Donde cada pedazo late en el estómago de algún vagabundo
De bordes, rozando bordes.
De esa que acecha en los rostros de la gente
Que vuelve a aprender a rezar a contraluz para que no le escuchen.
Capullo roto en octavas por esa herida transparente 
Para pensar en el sentido de los vasos rotos.  


Si el silencio de lo infinito iluminar bajo vuelo
se sumergiera en un recuerdo vago, no creerías nada.
Como cielo hecho polvo en espacios de antaño 
de momentos aire neón.
Cuando la tierra no era más que hielo,
éramos demasiado jóvenes para nacer. 

¿No será que el silencio de la noche nos acuesta sin darnos cuenta? Como claro de luna perfecta que ronda nuestra imaginación. ¿Acaso es posible volver al último sonido de la primera noche?


De tan sólo un gesto que resuena hasta que vuelve el silencio / de la primera línea que escuchamos a la espina dorsal de madrugada que hasta la piel se abre ligeramente para ver la materia / en forma de árbol como el recuerdo de haber tenido otra vida.


Por un cielo a pedazos desde el otro lado
Hasta el frío de la madrugada, tan distante
Como ecos bajo el agua
Soñábamos recuperar el silencio entre instantes eternos.



Desde el ardor trasparente que irradia su savia convirtiéndola en mera adivinación para fanáticos. Sentado hasta el momento de quiebre nocturno. Cuando se detiene el segundo párpado y volvemos a imaginar el pasado; cuando el cosmos se comía como corazón de buey a fuego lento desde su piel. “Es como secarse en la nieve”, me decían, pero en el fondo era otra cosa. A contraluz del año invertebrado... Era una manera de convertirnos en algo.



Por el límite reflejo de nuestra inocencia.
Por cada sinónimo de vida envuelto
En pequeñas moléculas de madrugada. 



Con ese aire congelado, medio tibio casi intacto; sobre la mesa de café en la garganta. Entre los últimos ruidos del mundo. Cuando escapábamos de los golpes escondidos en los techos y la tonalidad no nos alcanzaba. Fundiendo la materia en aura de hielo.



En ese límite reflejo de nuestra conciencia; cuando los sonidos se entrelazan bajo tejidos congelados / en el exilio de los símbolos de violencia metafísica / con la vacuidad de las bestias en la memoria. En colores que se hacen eternos en el hígado, pero tan distantes como el agua busco que aún se pueda respirar.


Noche primitiva [texto íntegro], 2013


JAKE ADAM YORK [15.347] Poeta de Estados Unidos

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Foto: Sarah Skeen



Jake Adam York

1972 - 2012, West Palm Beach
Nacido en West Palm Beach, Florida, el 10 de agosto de 1972, Jake Adam York creció en Gadsden, Alabama. Recibió una licenciatura en Inglés de la Universidad de Auburn, y una maestría y doctorado en escritura creativa y literatura Inglés de la Universidad de Cornell.

Sus colecciones de poesía incluyen Persons Unknown (Southern Illinois Press, 2010); A Murmuration of Starlings (Southern Illinois Press, 2008), que ganó el Premio del Libro de Colorado; y Murder Ballads (Elixir Press, 2005), que ganó el Premio Elixir.

Jake Adam York murió repentinamente el 16 de diciembre de 2012, a la edad de 40.


Publicaciones:

Abide (Southern Illinois Press, 2014)
Persons Unknown (Southern Illinois Press, 2010)
A Murmuration of Starlings (Southern Illinois University Press, 2008)
Murder Ballads (Elixir Press, 2005)
The Architecture of Address: The Monument and Public Speech in American Poetry (Routledge, 2005)

Poemas:

Self-Portrait in the Town Where I Was Born at Verse Daily
A Natural History of Mississippi at Poetry Daily
Four poems on video at Southern Spaces
Four poems at Diode
Selections from A Map of the County at RealPoetik
Four poems at Blackbird
Three Poems at Cambell Corner
'Elegy for James Knox' at DIAGRAM
'Signal at DIAGRAM
'Interferometry' at Greensboro Review
Seven poems at H_NGM_N
'Legba Says' in Octopus
Three Poems at Terrain.org
Three Poems in Typo
'Radiotherapy' at Poetry 365
Two Poems at Shampoo Poetry

Revistas y ensayos:

'Recovery: Learning the Music of History' at Terrain.org
'The Marrow of the Bone of Contention' at storySouth, an Arts and Letters Daily 2003 article of note.



Diptongo

El aire de la noche se condensa despacio,
el calor de la tarde adelgaza con la madreselva,
apaciguando millones de trompetas de
sol tenue y frío.

Los zumbidos de la consola resuenan
a través de la antena. Luego, su silencio
reúne desde la oscuridad las voces
gélidas de los mirlos

Como el resplandor de la ciudad se aproxima
a la tormenta: Buenas noches, viaja tan lejos
con la onerosa sílaba, eléctrica
como las nuevas constelaciones en las noches
sin luna.

Tan extraña y difícil de encontrar
una vez que el disco ha aumentado,
su rostro inconcluso proyecta su
acento en todo. 





Radioterapia

Debido a que vivían cerca de la señal de la torre,
su voltaje ronroneaba como la prédica de una iglesia
en el mismo centro del ruido.
El doctor irradia la Palabra de Dios
en el niño enfermo y recuerda
cada célula caída en el cuerpo injusto,
que oye todo, como en la noche y la
historia de la abuela.
Si se sujeta el cierre de la radio,
se puede oír el susurro muerto.
Después de que la madre había muerto,
sus hermanas trenzan las mechas de su cabello,
escuchan y discuten sobre cada sonido estático,
diciendo: Es hora de ir a la cama.
Ella comienza de nuevo.
A lo lejos alguien pide no más sufrimiento,
y la iglesia trabaja en su ronda,
tratando de comenzar algo nuevo,
pero lo único que se puede decir
es lo que se ha dicho antes,
viejas historias, oraciones antiguas. 





Virga

Glifo seco
de esperanza y
falsas esperanzas.
Una columna responde
barrida por el calor
en su instantánea mitad.
Ver el suicidio como
un vacío que se ha ido.
La lluvia al final es
casi extraña al suelo,
como el niño a la gravedad. 





Sensibilidad


a Mack Charles Parker, linchado cerca de Poplarville, Mississippi, 24 de abril, 1959, recuperado del Pearl River, 4 de mayo, 1959


Seis semanas desde que ese susurro se levantó 
en la ventana de un escenario
detrás del bar Half Note,
susurro que Mingus dejó extender como un moretón,
Lester Young ha muerto, seis semanas
desde que cayó del cielo,
muerto fuera del avión de París,
y cada noche este adiós se
hace más sensible. Ahora
los planos se ocultaron, y Handy ha aprendido
a plegar el sonido de la respiración
dentro de sus notas –la garganta sangrante,
la última agitación de la lengua epiléptica–
mientras Mingus anima el bajo
en ondas de sonido y fallas
que ningún micrófono puede contener.
Los tragos tiemblan como el río
a mitad de camino de aquí a la tumba,
arrastrados por el viento o desplomándose,
tos de cuerdas bajo su mano,
y en la parte alta de la ciudad una cinta espera
los magnetos para decir esto otra vez,
un teletipo está escribiendo una historia
para el Times de mañana–
un cuerpo halado desde un río
en Mississippi, con sólo dedos
para un nombre. Aquí
sólo los tragos están oyendo
mientras Ervin se levanta, escribiendo el plomo de Handy,
e incluso no pueden oír
cómo los ríos curan su quietud,
cómo llenan sus cicatrices tan perfectamente
que recordar se siente como olvidar.
Entonces la respiración se fue.
La madera tararea un momento más largo,
y cada superficie se hace suave
hasta que los vidrios y las aguas
vuelven a ser de vidrio y dispuestos
para atrapar cada aplauso,
cada nota que cae.

© Traducción de Juan Carlos Villavicencio
en Persons Unknown, 2010




Sensitivity

for Mack Charles Parker, lynched near Poplarville, Mississippi, April 24, 1959,
recovered from the Pearl River, May 4, 1959


Six weeks since that whisper rose
into the window of a stage
behind the Half Note's bar,
whisper Mingus let spread like a bruise,
Lester Young is dead, six weeks
since he fell from the sky,
dead off the plane from Paris,
and each night this goodbye's
gone more sensitive. Now
the flats are hid, and Handy's learned
to fold the sound of breath
inside his notes—the bleeding throat,
tongue's last epileptic flutter—
while Mingus thrills the bass
in waves of sound and fail
no microphone can hold.
Drinks tremble like the river
halfway from here to the grave,
pulled by wind or plummet,
cough of strings beneath the hand,
and uptown a tape is waiting
for magnets to say this again,
a teletype is writing a story
for tomorrow's Times—
a body pulled from a river
in Mississippi, with only fingers
for a name. Here
only the drinks are listening
as Ervin rises, ghosting Handy's lead,
and even they cannot hear
how the rivers heal their quiet,
how they fill their scars so perfectly
that remember feels like forget.
Then the breath is gone.
The wood hums a moment longer,
and each surface smoothes
till the glasses and the waters
are glass again and ready
to catch each clap,
each note that falls.

"Sensitivity" from Persons Unknown. Copyright 






City of Grace

Welcome to Jackson: City of Grace and Benevolence

City of Grace, you open,
you part your curtains
and smile like a hostess
when we call your name,
you tender what any traveler needs,
a call to ease, a balm,
a kindness, whatever storm.
You take us in. City of Grace
and Benevolence, you say
you know what solace means,
burned so often they called you
Chimneyville, and now
you can't forget,
you've written it in bronze
outside the City Hall
the War made a hospital
for the Yankee
and for your Rebel sons,
like the one who is always dying
outside the Capitol.
City of Fame,
you hold him still, laurel
on your crown, fan
making a hand of wind
to soothe his face
and fill the eagle's wings
spread above to promise,
Virtute et armis, to say again
just how far you'll go.
City of Remembrance,
you keep so well, you show us
where Welty lived,
the house still there, how she skated
to the library, through
the Capitol, the book
now cast and open in her hands.
Tell me now, City of Embrace,
of the newsreels' children
rounded from their march,
flags gathered, the children
trucked to the fairground cages,
the ones who peer out
through the chicken wire.
City of Richard Wright
and Ross Barnett, tell me
not just where the Governor pled
I love Mississippi, I love her people,
her customs, but where the writer
went to school, a short walk
from here, thinking it was not
until one wanted the world to be different
that one would look at the world
with will and emotion, and tell me,
then, where Medgar Evers lived,
whom you remember
with a post office and a stamp
and an airport, though
when I've asked you've turned
to someone else and said
Can you help this man find his friend?


Ambivalent City, you know the way,
but you let me find it, the statue,
the library, miles away,
the Boulevard, and then the house,
the plaque that tells us
this is where he lived, perfect
as a photograph, as a movie,
only the color's unreal,
or too real, the green piercing,
the hose uncoiled as if someone
might return to water the lawn.
Neighbors cruise, panning
like cameras as I stand
where he must have stood
choosing the house with no front door,
where Beckwith must have stood,
who drove the town asking everyone
where Evers lived, where
he marked his man.
There is nowhere else to stand.
A city is a kind of memory,
and if you stay too long
the shape of someone else
will hold you there
until day repeats its failure
and the streetlights wake
and yawn all color from the dusk
and the house becomes a photograph
of itself and the small wings
unfold from the fabric of night,
from all the magnolias' ears
and the broad stretch of the reservoir
and the river you can smell
as they gather into pearls
the stars' historic light,
the eyes' whose looking stays
long after the pupils
have burned away. Fireflies
fall back into the grass,
and the mayflies clasp each other
in a kind of halo. City of Ghosts,
you can't abandon your history,
and it won't abandon you.
You watch each other,
you call each other's names.
The sidewalks, the driveways
gleam like quarried moon,
and each open hand repeats
the ambient light as the crickets
fill with heat and raise again
the street's last breath:
Turn me loose.
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"City of Grace" from Persons Unknown. 





Substantiation, part 1

And the way the jury chose to believe the ridiculous stories of the defense. . . .
     — Mamie Till, 1955

. . . with truth absent, hypocrisy and myth have flourished. . . .
     —Look, January 1956


The sheriff says it wasn't Till we pulled from the river,
that man was as white as I am, white as cotton
blowed by the cotton gin fan that weighed him down,
looked like he'd lain there weeks, not a kid at all.
He was a stranger just out of Money, recalled
by a store clerk, a hobo, and a crossroad guitarist.
The reporter finds them at the once abandoned crossing.
They say it's like the sheriff says, came up one night,
headed Clarksdale way, another one, hat pulled down,
right behind. Three days later, the bluesman says,
a plague of starlings gathered into little boys
those who fished and found the dead man's foot.
The reporter stares into his cataracted, cotton eyes.
He cannot find them, no matter where he looks.

"Substantiation, part 1" from A Murmuration of Starlings. 





Letter Already Broadcast into Space


                        —To Sun Ra, from Earth

You are not here,

you are not here
in Birmingham,
        where they keep your name,

not in Elmwood’s famous plots
                or the monuments
of bronze or steel or the strew

        of change in the fountain
where the firehoses sprayed.

                In the furnaces, in the interchange sprawl
        that covers Tuxedo Junction,

in the shopping malls, I think,
                they’ve forgotten you,

the broadcast towers, the barbecues,

        the statue of the Roman god,
spiculum blotting out
                part of the stars.

To get it dark enough,
        I have to fold back
into the hills, into the trees

                where my parents
planted me, where the TV
        barely reaches and I drift

with my hand on the dial
                of my father’s radio,

spinning, too, the tall antenna
        he raised above the pines.

I have to stand at the base

                of the galvanized
pole I can use as an azimuth
        and plot you in.

The hunter’s belt is slung again,
                and you are there

in the pulse, in the light of
        Alnitak, Alnilam, Mintaka,

all your different names,

                you are there
in all the rearrangements
        of the stars.

                        Come down now,
come down again,

                like the late fall light
into the mounds along the creek,

        light that soaks like a flood
to show the Cherokee sitting upright
                underground, light

like the fire they imply.

        Come down now
into the crease the freight train
                hits like a piano’s hammer

and make the granite hum
        beneath.

                        Come down now

as my hand slips from the dial,
                tired again of looking
for the sound of another way

        to say everything.

Come down now with your diction
                and your dictionary.

Come down, Uncle, come down
        and help me rise.

I have forgot my wings.







NICOLE KRAUSS [15.348] Poeta de Estados Unidos

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Nicole Krauss

Nicole Krauss (Manhattan, Nueva York, 18 de agosto de 1974) es una escritora estadounidense.

La madre de Nicole Krauss es inglesa y su padre, un estadounidense que se crio parcialmente en Israel. Ella misma nació en Manhattan pero creció en Long Island. Sus abuelos maternos, originarios de Alemania y Ucrania, emigraron a Londres, mientras que los paternos provenían de Hungría y de Slonim (Bielorrusia). Krauss dedicará su segunda novela, La historia del amor, a sus abuelos, donde algunos de esos lugares tendrán un lugar central.

Se graduó en la Universidad de Stanford y después pasó a la de Oxford; también realizó estudios en el Courtauld Institute of Art de Londres.

Comenzó a escribir a los 14 años, Krauss empezó dedicándose principalmente a la poesía, animada por, entre otros, Joseph Brodsky. Fue finalista del Premio Poeta Novel de Yale y sus poemas han aparecido en publicaciones como Paris Review, Ploughshares, y Doubletake. 

Dejó este género después de terminar su tesis en Oxford sobre Joseph Cornell, a pesar de que sus versos habían sido notados por la crítica: fue finalista del Premio Poeta Novel de Yale y sus poemas han aparecido en publicaciones como Paris Review, Ploughshares, y Doubletake.

Publicó su primera novela, Llega un hombre y dice, en 2002, que fue nominada al premio de Los Angeles Times. Tres años más tarde salió La historia del amor, que se convertiría en un superventas mundial. Warner Brothers compró los derechos para llevar la obra a la pantalla grande bajo la dirección de Alfonso Cuarón. El estreno de la película estaba previsto para el 2009, pero aparentemente el proyecto no se llegó a realizar.

La gran casa (2010), su tercera novela, es la historia de cuatro personajes "unidos por el destino de un enorme escritorio con una insólita cantidad de cajones". Comienza el libro con el dueño del escritorio, un joven poeta chileno "exiliado en Nueva York de la dictadura de Pinochet y quien asegura que, alguna vez, ese escritorio perteneció a Federico García Lorca. Cuando regresa a Chile, el poeta "lo deja al cuidado de una escritora que lo atesora durante 25 años y en el que escribe toda su obra. Intervienen, también, un intrépido anticuario especialista en recuperar muebles de familias judías robados durante la Segunda Guerra Mundial y una silenciosa pareja de londinenses cuyo secreto es la clave del desenlace del libro".

Krauss explica que esta novela "nació, en gran parte, por su obsesión con la primera época de la dictadura chilena sobre la cual leyó todo lo que pudo: Estaba embarazada de mi primer hijo, y mirando para atrás, me parece claro que mi interés por el tema fue una manera de enfrentar un miedo increíble que tenía en darme cuenta de que mi felicidad, desde ese momento, dependería de la seguridad y el bienestar de mi hijo. Leer sobre las madres de estos desaparecidos fue una manera de confrontar ese terror."

Sobre su abandono de la poesía, que no cultiva desde que comenzó su primera novela, dice que no fue una decisión consciente. Lo que ocurrió fue "como un enamoramiento con la novela que me tomó completamente por sorpresa. No tenía idea de que podía escribir una novela y no tenía idea de que me iba gustar. A mí siempre me encantaba la poesía, quise ser poeta y ser parte de ese mundo. Nunca se me ocurrió escribir ficción. Entonces fue casi como un experimento en búsqueda de una nueva libertad, un nuevo aliento. Porque mi poesía se había puesto algo moribunda, por varios motivos. Pero me llegó como una total sorpresa. Entonces cuando comencé a escribir las primeras páginas de lo que terminó siendo Llega un hombre y dice me sentí tan a gusto y tan liberada. Me calzó: la forma de la novela, toda su amplitud e imperfección. Me sentí confortable con la novela y excitada por lo que era posible hacer dentro de ella. Entonces no fue una decisión. Simplemente no he mirado hacia atrás desde entonces porque he estado tan ocupada con intentar ver qué se puede hacer con la novela".

Gran lectora de autores hispanoamericanos, es admiradora de Roberto Bolaño: “Casi todos mis autores favoritos escriben en castellano: Aira, Vila-Matas, Gabriela Mistral, Donoso, Parra... Estaba predispuesta tras haber adorado a Borges durante años, porque es el autor que les dio a los demás la libertad de escribir en sus ficciones acerca de otros escritores y sobre la literatura en sí misma. Él inoculó esa obsesión en Bolaño, que es mi héroe. Los detectives salvajes o 2666 me confirmaron que todo es posible en la novela, al tiempo que me hicieron pensar que la literatura sajona está muerta. Es lo que llamo el efecto Bolaño: escritores involucrados en política. Nosotros tuvimos aquella tradición pero la perdimos, porque en EE UU la política está mucho más codificada. Por no hablar del conflicto que existe en mi generación entre las obras de sentimientos y las intelectuales. Bolaño es la solución: logró unir ambas cosas sin fisuras”.

Colabora con las revistas The New Yorker, Esquire, Harper's y Best American Short Stories.

Vive con su marido, el también escritor Jonathan Safran Foer, y sus dos hijos en el barrio de Park Slope en Brooklyn, Nueva York.




Tornándose doméstico

Cien millones de emigrantes vagan por el planeta.
Levantan un suave polvo, desde el espacio aparecen
para convertirse en tiempo, una pequeña tormenta
            que el viento conduce fielmente.

Cuando llueve levantan sus tazones al cielo.
Duermen con una roca debajo de sus cabezas.
Al amanecer son los primeros en romper el silencio fotográfico.

Han perdido todo sentido de la distancia. Algún tipo de arribo –tardío,
bajo un cielo oscurecido, el olor de millas en sus ropas–
algún tipo de arribo se necesita para decir cuán lejos han viajado.

El crujido de la gravilla en la entrada de autos del vecino.
Él se unirá al camino de esos otros soñadores sedentarios,
los innumerables que han encontrado un hogar sólo para dejarlo.

No hay ninguna buena razón por la que noche tras noche
duerma aquí contigo.
Sólo que aún no ha caído el techo sobre nuestras cabezas.

2001
Traducción de Juan Carlos Villavicencio




Becoming Domestic 

A hundred million migrants roam the planet.
They kick up a soft dust, from space they appear
To be weather, a little storm the wind faithfully carries.

When it rains they lift their bowls to the sky.
They sleep with a rock under their heads.
At dawn they are the first to break the photographic stillness. 

They have lost all sense of distance. A sort of arrival—late, 
Under darkening skies, the smell of miles on your clothes—
A sort of arrival is needed to say how far you've traveled. 

The crunch of gravel in the neighbor's driveway. 
He will join the road with those other sedentary dreamers, 
The unnumbered who've found a home just to leave it. 

There is no good reason why night after night
I sleep here with you.
Only that the roof over our heads has not yet fallen.








ANNIE FINCH [15.349] Poeta de Estados Unidos

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Annie Finch

Fecha de nacimiento: 31 de octubre de 1956 (edad 58), Nueva Rochelle, Nueva York, Estados Unidos

Poeta, traductora, libretista, editor y crítico Annie Pinzón nació en New Rochelle, Nueva York el 31 de octubre de 1956. Obtuvo una licenciatura de la Universidad de Yale, una maestría en Escritura Creativa de la Universidad de Houston, y un doctorado de la Universidad de Stanford .

Finch es actualmente Director del Programa MFA Stonecoast en Escritura Creativa en la Universidad del Sur de Maine. Ella reside en Maine con su marido, el ambientalista Glen Brand, y sus dos hijos.

OBRA:

Poesía:

Spells: New and Selected Poems. Wesleyan University Press, 2012.
Among the Goddesses: An Epic Libretto in Seven Dreams Red Hen Press, 2010. [Winner, Sarasvati Award for Poetry, Association for the Study of Women and Mythology].
Shadow-Bird: From the Lost Poems. Dusie Kollektiv/Ugly Duckling Presse, 2009.
Calendars. Tupelo Press, 2003. [Shortlisted, Foreword Poetry Book of the Year Award for 2003]. Second edition with Audio CD and downloadable Readers' Companion, 2008.
Eve. Story Line Press. 1997. [Finalist, National Poetry Series, Yale Series of Younger Poets, Brittingham Prize].
The Encyclopedia of Scotland. Caribou Press, 1982; Cambridge: Salt Publishing, 2005.

Poeticas:

A Poet’s Craft: The Making and Shaping of Poems. Ann Arbor: University of Michigan Press, 2012.
The Body of Poetry: Essays on Women, Form, and the Poetic Self. Poets on Poetry Series, Ann Arbor: University of Michigan Press, 2005.
The Ghost of Meter: Culture and Prosody in American Free Verse. Ann Arbor: University of Michigan Press, 1993. Paperback edition with new preface, 2001.
Poetry Translation[edit]
The Complete Poetry and Prose of Louise Labé: A Bilingual Edition. Edited with Critical Introductions and Prose Translations by Deborah Lesko Baker and Poetry Translations by Annie Finch. Chicago: University of Chicago Press, 2006.

Opera:

Lily Among the Goddesses. Music by Deborah Drattell. Production in progress.
Marina. American Opera Projects, DR2 Theater, New York, 2003.

Antologías:

Villanelles. Coeditor with Marie-Elizabeth Mali. Random House: Everymans Library, 2012.
Multiformalisms: Postmodern Poetics of Form. Coeditor with Susan Schultz. WordTech Communications, 2008.
A Formal Feeling Comes: Poems in Form by Contemporary Women. Brownsville, OR: Story Line Press, 1994. Reprinted by Wordtech Editions, 2007.
Lofty Dogmas: Poets on Poetics. Coeditor with Maxine Kumin and Deborah Brown. University of Arkansas Press, 2005.
An Exaltation of Forms: Contemporary Poets Celebrate the Diversity of Their Art. With Katherine Varnes. University of Michigan Press, 2002.
Carolyn Kizer: Perspectives on Her Life and Work. Coeditor with Johanna Keller and Candace McClelland. CavanKerry Press, 2000.
After New Formalism: Poets on Form, Narrative, and Tradition. Brownsville, OR: Story Line Press, 1999.




La luna

¿Entonces eres tú la densa ubicuidad que se mueve,
la oscura materia por la que nadie ha caminado aún?

(No, no soy eso. Soy sólo el sol que brilla,
a veces cubierto por la oscuridad).

Pero en tu belleza –sí, sé que lo ves–
no hay abrigo ni luz constante.

Traducción de Marcelo Pellegrini
en Figuras del original, 2006




Chain of Women

These are the seasons Persephone promised
as she turned on her heel—
the ones that darken, till green no longer
bandages what I feel.

Now touches of gold stipple the branches,
promising weeks of time
to fade through, finding the footprints
she left as she turned to climb.

"Chain of Women" from Calendars, published by Tupelo Press. 






A Crown of Autumn Leaves


For Mabon (fall equinox), Sept. 21

Our voices press
from us
and twine
around the year's
fermenting wine

Yellow fall roars
Over the ground.
Loud, in the leafy sun that pours
Liquid through doors,
Yellow, the leaves twist down

as the winding
of the vine
pulls our curling
voices—

Glowing in wind and change,
The orange leaf tells

How one more season will alter and range,
Working the strange
Colors of clamor and bells

In the winding
of the vine
our voices press out
from us
to twine

When autumn gathers, the tree
That the leaves sang
Reddens dark slowly, then, suddenly free,
Turns like a key,
Opening air where they hang

and the winding
of the vine
makes our voices
turn and wind
with the year’s
fermented wine

One of the hanging leaves,
Deeply maroon,
Tightens its final hold, receives,
Finally weaves
Through, and is covered soon

in the winding
of the vine—

Holding past summer's hold,
Open and strong,
One of the leaves in the crown is gold,
Set in the cold
Where the old seasons belong.

Here is my crown
Of winding vine,
Of leaves that dropped,
That fingers twined,
another crown
to yield and shine
with a year’s
fermented wine.





Another Reluctance

Chestnuts fell in the charred season,
Fell finally, finding room
In air to open their old cases
So they gleam out from the gold leaves,
In the dusk now, where they dropped down.

I go watch them, waiting for winter,
Their husks open and holding on.
Those rusted rims are rigid=hard
And cling clean to the clear brown,

And the fall sun sinks soon,
And the day draws to its dark end,
.and the feet give up the gray walk,
no longer lingering, light gone,
and I am here and do not go home.

Hollow gifts to cold children:
The chestnuts they hid in small caches
Have gone hollow, their gleam gone,
Their grain gone, and the children are home.

"Another Reluctance" from Eve, published by Carnegie Mellon University Press. 









CARTER REVARD [15.350] Poeta de Estados Unidos

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Carter Revard

Carter Curtis Revard (Nacido el 25 de marzo 1931) (Osage) es un poeta americano, erudito y escritor. Él es Osage y francés canadiense por parte de su padre y también tiene ascendencia europea-americana; Creció en la reserva tribal en Oklahoma. Tuvo una educación temprana y ganó una beca para la universidad, asistió a la Universidad de Tulsa para su licenciatura.

Su nombre Osage, Nom-Pe-Wah-El (Nompehwahthe), le fue dado en 1952 por su abuela paterna Josephine Jump. Ese año, ganó una beca Rhodes para estudios de postgrado en la Universidad de Oxford. Después de completar un doctorado en la Universidad de Yale, Revard concluyó la mayor parte de su carrera académica en la Universidad de Washington en St. Louis, donde se especializó en literatura medieval británica y lingüística.

Desde 1980, se ha convertido en notable como poeta nativo americano y escritor, y ha publicado varios libros, así como numerosos artículos sobre literatura. Ha recibido numerosos premios por su trabajo.

Libros de Carter Revard 

How the Songs Come Down , Salt Publications (2005), poetry
Winning the Dust Bowl , University of Arizona Press (2001), autobiography
Family Matters, Tribal Affairs, University of Arizona Press (1999), autobiography
An Eagle Nation , University of Arizona Press (1997) poetry
Cowboys and Indians Christmas Shopping , Point Riders Press (1992), poetry
Ponca War Dancers , Point Riders Press (1980), poetry





El coyote cuenta por qué canta

Había un arroyo, junto a la madriguera,
que se volvía un cordel, a lo largo del verano seco
en que nací. Una noche, a finales de agosto, llovió
—nos despertó el Trueno. Las gotas percutían
contra el polvo, sobre las hojas tiesas del roble, sobre las piedras 
            cubiertas de liquen,
y vino la lluvia a cántaros, bajando la colina,
el viento mojado sopló hacia nuestra cueva y resonaron 
            los sonidos
del escurrir de hojas, el susurro de ramas empapadas en ráfagas 
            de viento.

Y entonces cambió la tonada del arroyo —oí caer una piedra
que hizo las nuevas ondas murmurar, en un tono más bajo.
En el sitio de las nuevas ondas, la próxima mañana, bebí
agua fresca y enlodada que me dio dentera.
Pensé en qué delicado era el equilibrio de la piedra y cómo
la tempestad se hizo música, cuando cambió mi mundo. 

Traducción de Katherine Hedeen
y Víctor Rodríguez Núñez





Sobrevivir así

Sobrevivir, sé cómo hacerlo así.
Así, sé.
Llueve.
Las montañas y los desfiladeros y las plantas
crecen.
Hemos viajado así,
medimos nuestra distancia en historias
y amamos a nuestros hijos.
Les enseñamos
a amar sus nacimientos.
Nos dijimos una y otra vez
y otra, "sobreviviremos
así".

Poema de Carter Revard (Ponca) en traducción de Márgara Averbach





Survival this way

Survival, 
I know how this way.
This way, I know.
It rains.
Mountains and canyons and plants
grow.
We traveled this way,
gauged our distance by stories
and loved our children.
We taught them
to love their births.
We told ourselves over and over
Again. "We shall survive
this way".




HIPEREQUIPAJE POSCOLONIAL 

Ah, si Vuitton hiciera una valija 
con hipertexto y módem... o por lo menos 
ventanas 
para que pusiéramos ahí nuevas carpetas, donde 
las solapas no se arruguen y todas 
las medias llenas de olor puedan colgarse con 
cuidado 
en el cajón de hierbas del hiperespacio 
y con archivos todavía más frescos 
cuyas trufas de chocolate nunca se derritan 
en el suéter de cachemira. 
Necesitamos esos agujeros negros prolijos reversibles 
para cruzar Fronteras, cosas que podamos empacar 
y cerrar en un solo roce 
y nunca abrir una costura o desgarrar un cierre. 
Harían que el eurodólar subiera como un cohete 
y ey, piensen solamente, se podría reemplazar a los bombarderos 
invisibles por equipajes diplomáticos llenos de asesinos virtuales, 
se podría descartar a los terroristas usados en el Cesto de Basura, 
para que quedara sólo una Realidad Virtuosa. 
Todas las Reservaciones Indias podrían desaparecer 
en el Valle de la Muerte, 
accesible a través de su ícono de oro, 
el dólar Sacajawea. 
A esa Apple de Pandora, creo yo, 
podría haberla vendido hasta el Satán más sórdido 
a los más inteligentes Adán y Eva, 
sólo con decirles un poquito de esto, 
mis queridos, y ahí están, 
en el Edén de nuevo. 




POSTCOLONIAL HYPERBAGGAGE 

If only Vuitton would make a suitcase 
with modem and hypertext--or at least windows 
to let us put new folders in, where  
jackets won't wrinkle and all 
the smelly socks can be hung with 
care in the hyperspace herb-drawer--and with still 
cooler files whose chocolate 
truffles would never melt 
into a cashmere sweater. We need these 
neat reversible black holes for crossing Borders, 
things we could pack and close 
at a single touch and never pop a seam 
or rip a zipper. They'd make the Eurodollar 
zoom up in value-- 
and hey, just think, 
Stealth Bombers could be replaced 
by diplomatic pouches full 
of virtual assassins, 
used terrorists could be dumped 
out of the Trash Can, leaving 
a Virtuous Reality. 
All Indian Reservations could be tucked 
into Death Valley, accessible through 
its golden icon, the Sacajawea Dollar. 
Such a Pandora's Apple, I think, 
even the seediest Satan could have sold 
to the smartest Adam and Eve, just by saying 
one taste of this, my dears, 
and you're back in Eden. 




EN AUTO EN OKLAHOMA 

Sobre goma que susurra a lo largo de este cemento blanco 
el corazón leve entre las gravedades de origen y destino 
como un hombre a medio camino de la luna 
en esta burbuja de silbido sin canción 
a cien kilómetros por hora desde los ventiletes, 
sobre olas de praderas que suben y bajan, 
sobre la rampa rápida, 
lateral que cae hasta la ruta inferior 
y el camión que truena por debajo 
cuando paso con la música country que sale, 
vibrando, de mis ventanillas, 
voy trazando un surco en esta autopista 
y siento que la tecnología es el otro nombre de la libertad cuando 
-una alondra cruza navegando mi parabrisas
con el pecho brillante amarillo 
y cinco notas perforan el parabrisas 
como un fogonazo de néctar en la mente 
que se fue mientras la música country hace una ola y sube 
y me deja caer rodando abajo por mi desfiladero de cielo 
con fondo de cemento entre mi casa y lejos 
y hace que quiera moverme de nuevo a través de campo 
que un pájaro definió totalmente con canción 
y quizás la próxima vez ver cómo vuela tan fácil, 
cuando canta.




Driving in Oklahoma

On humming rubber along this white concrete,
lighthearted between the gravities
of source and destination like a man
halfway to the moon
in this bubble of tuneless whistling
at seventy miles an hour from the windvents,
over prairie swells rising
and falling, over the quick offramp
that drops to its underpass and the truck
thundering beneath as I cross
with the country music twanging out my windows,
I'm grooving down this highway feeling
technology is freedom's other name when
—a meadowlark
comes sailing across my windshield
with breast shining yellow
and five notes pierce
the windroar like a flash
of nectar on mind,
gone as the country music swells up and drops
                                me wheeling down
                      my notch of cement-bottomed sky
                             between home and away
and wanting
to move again through country that a bird
has defined wholly with song,
and maybe next time see how
                         he flies so easy, when he sings.

"Driving in Oklahoma" from How the Songs Come Down. 




Another Sunday Morning

What I walked down to the highway for,
                                   through the summer dawn,
                                            was the Sunday funnies,
                     or so I thought—
                                      but what I remember reading there
                           in the shadowless light
                                               among meadowlarks singing
                     was tracks in the deep warm dust
                                           of the lane, where it parted
                                  with its beige dryness the meadow’s dew—
                    the sleek trail where a snake had crossed
                        and slid into tall grass;
                                                  the stippled parallels
                with marks between them where
                                                  a black blister-beetle had dragged
                                 its bulbous belly across
                      in search of weeds more green;
                                                              the labyrinth of lacelike
            dimples left by a speed-freak
                                        tiger-beetles’s sprints that ended
                                         where it took wing
                              with a little blur of dust-grains;
                                            and stepping through the beetle-trails,
         the wedge-heels and sharp-clawed hands of skunk-track
                              crossing unhurried and walking
                                       along the ditch to find
                                  an easy place for climbing;    
not far past that,
            a line of cat-prints running
                                               straight down the lane and ending
        with deep marks where it leaped
                                                  across the ditch to the meadow
                 for birds asleep or wandering baby rabbits:
and freshly placed this morning,
                                               the slender runes
                                      of bob-whites running, scuffles
                    of dustbaths taken—
                                        and there ahead
crouched low at the lane-edge
                                     under purple pokeweed-berries
                     four quail had seen me,
                    and when I walked slowly
                    on toward them, instead
                           of flying they ran
with a fluid scuttling
                                     on down the lane and stopped frozen
                                               till I came too close
               —then quietly when
                     I expected an explosion
         of wings they took off low and whispering
                and sailed, rocking and tilting
                                          out over the meadow’s tall bluestem,
             dropped down and were gone until
 I heard them whistling, down by the little pond,
                 and whistled back so sharply
               that when I got back to the  house
                  they still were answering
                   and one flew into the elm
                  and whistled from its shadows
                                                  up over the porch where I sat
       reading the funnies while the kittens
                         played with the headlines
                                         till when the first gold sunlight
                 tipped the elm’s leaves he flew
back out to the meadow and sank
                                   down into the sun-brilliant dew
                             on curving wings,
                and my brothers and sisters waked
                                           by the whistling came pouring out
       onto the porch and claimed their share
                                  of the Sunday funnies—
                     and I went on to read
           the headlines of World War Two,
with maps of the struggling armies leaving
                                            tank-tracks over the dunes of Libya
                            and the navies churning their wakes
                             of phosphorescence in the Coral Sea
                             where the ships went down on fire
                             and the waves bobbed and flamed
                          with the maimed survivors , screaming
                                  in Japanese or English until
                                  their gasoline-blistered heads
                                  sank down to the tiger sharks
                                   and the war was lost or won
                                 for children sitting in sunlight,
                                  believing their cause was just
                                 and knowing it would prevail,
                                   as the dew vanished away.

“Another Sunday Morning” from How the Songs Come Down. 




In Oklahoma

When you leave a Real City, as Gertrude Stein did, and go to Oakland, as she did, you can say, as she did, there is no there, there. When you are a Hartford insurance executive, as Wallace Stevens was, and you have never been to Oklahoma, as he had not, you can invent people to dance there, as he did, and you can name them Bonnie and Josie. But a THERE depends on how, in the beginning, the wind breathes upon its surface. Shh: amethyst, sapphire. Lead. Crystal mirror. See, a cow-pond in Oklahoma. Under willows now, so the Osage man fishing there is in the shade. A bobwhite whistles from his fencepost, a hundred yards south of the pond. A muskrat-head draws a nest of Vs up to the pond’s apex, loses them there in the reeds and sedges where a redwing blackbird, with gold and scarlet epaulets flashing, perches on the jiggly buttonwood branch. Purple martins skim the pond, dip and sip, veer and swoop, check, pounce, crisscross each other’s flashing paths. His wife in the Indian Hospital with cancer. Children in various unhappiness. White clouds sail slowly across the pure blue pond. Turtles poke their heads up, watch the Indian man casting, reeling, casting, reeling. A bass strikes, is hooked, fights, is reeled in, pulls away again, is drawn back, dragged ashore, put on the stringer. In Oklahoma, Wally, here is Josie’s father. Something that is going to be nothing, but isn’t. Watch: now he takes the bass home, cleans and fries it. Shall I tell you a secret, Gert? You have to be there before it’s there. Daddy, would you pass them a plate of fish? See friends, it’s not a flyover here. Come down from your planes and you’ll understand. Here.
Carter Revard, “In Oklahoma” from An Eagle Nation. 






MANUEL MACHADO [15.371]

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Manuel Machado

Manuel Machado Ruiz (Sevilla, 29 de agosto de 1874 – Madrid, 19 de enero de 1947) fue un poeta y dramaturgo español, enmarcado en el Modernismo, y hermano de Antonio Machado.

Manuel fue el primer hijo de Ana Ruiz Hernández y Antonio Machado Álvarez, al que seguirían Antonio, José, Joaquín y Francisco.

Nacido a las tres y media de la madrugada del 29 de agosto de 1874 en el número 20 de la calle de San Pedro Mártir, su infancia transcurrió en el espacio bucólico del Palacio de las Dueñas, donde su familia había alquilado una de las estancias destinadas a particulares. Cuando Manuel tenía 9 años, la familia se trasladó a Madrid, al conseguir Antonio Machado Núñez, el abuelo paterno, una cátedra en la Universidad Central.

Juventud

En Madrid inició con sus hermanos sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos, gran amigo del abuelo de Manuel. Más tarde los completó con el bachiller y una licenciatura en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, finalmente conseguida el 8 de noviembre de 1897. En esa época conoció en la capital andaluza a Eulalia Cáceres, con la que se casaría trece años después.

Entregado a la vida bohemia madrileña junto con su hermano Antonio, Manuel empezó a dar a conocer sus primeras poesías y colaborar en jóvenes publicaciones como las editadas por Francisco Villaespesa y Juan Ramón Jiménez. En marzo de 1898, Manuel viajó a París para trabajar como traductor en la editorial Garnier. En 1902, aún en París, publicó su primer libro Alma, un término clave del vocabulario simbolista. Permaneció en la capital francesa hasta 1903, compartiendo piso con Enrique Gómez Carrillo, Amado Nervo y Rubén Darío, y en la última etapa con el actor Ricardo Calvo, que también acogió en su apartamento a otros dos Machado, Antonio y Joaquín (que regresaba de su experiencia americana "enfermo, solitario y pobre").

De regreso en España, desarrolló una intensa actividad literaria con colaboraciones en el recién fundado diario ABC y en la veterana Blanco y Negro. En 1903 estrenó en Sevilla Amor al vuelo, comedia burguesa con final feliz escrita en colaboración con su amigo de la infancia José Luis Montoto (hijo del folclorista Luis Montoto). Mucho más trascendecia tuvo la publicación en 1905 de su libro Caprichos, con dibujos de su hermano José.

Tras publicar El mal poema y vivir itinerante entre Madrid y Barcelona, acaba recalando de nuevo en Sevilla. Allí se casa, en la parroquia de San Juan de la Palma, el 16 de junio de 1910, con la paciente Eulalia Cáceres Sierra, de treinta años de edad (Manuel está apunto de cumplir los 36). El matrimonio se trasladó a Madrid, donde, según Pérez Ferrero, el libertino Manuel Machado "se consagró a su mujer con devoción única".

Madurez

En 1913, Manuel opositó al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, consiguiendo plaza en Santiago de Compostela, que gracias influencias en el Ministerio, le permutaron por una en la Biblioteca Nacional de Madrid, y al año siguiente dobló su funcionariado con otra plaza de archivero en el Ayuntamiento de Madrid. Como director de la Biblioteca Municipal (más tarde Biblioteca Histórica Municipal) y el Museo Municipal de Madrid, impulsó varias revistas literarias de escasa duración.

En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y Manuel deja clara su posición "aliadófila" en diversos escritos (Día por día de mi calendario, 1918). Acabada la contienda, viajó por Francia y Bélgica como corresponsal de El Liberal.

En 1921 publicó el que muchos especialistas han considerado su mejor poemario, Ars moriendi. Al hilo de la gran acogida que tiene el libro y la decisión del poeta de retirarse con él del ruedo poético, se cruza entre Manuel y Antonio una discusión epistolar en la que Manuel acaba escribiendo: "Tu poesía no tiene edad. La mía sí la tiene". Sentencia contra la que Antonio Machado, concluirá en otra carta: "La poesía nunca tiene edad cuando es verdaderamente poesía".

A lo largo de los años veinte, los dos hermanos colaboran con gran éxito popular y de crítica en una serie de comedias en verso, en un alarde de entendimiento creativo. José Antonio Primo de Rivera asiste con su padre al homenaje rendido a los dos Machado con motivo del estreno de La Lola se va a los puertos. En el discurso que pronuncia esa noche del 28 de noviembre de 1929, (el primero del que ha quedado noticia), el joven líder falangista dijo, según recogió luego la crónica de Blanco y Negro: "...dos intelectuales henchidos de emoción humana, receptores y emisores de la gracia, la alegría y la tristeza populares...".

En 1931, en una acto celebrado en el Ateneo de Madrid el 26 de abril de ese año, Manuel hace público, en colaboración con el músico Oscar Esplá, el borrador de un himno para la Segunda República Española (que provisionalmente había adoptado el de Riego). Los primeros versos, escritos por Manuel en su fervor republicano, decían así:

Es el sol de una mañana
de gloria y vida, paz y amor.
Libertad florece y grana
en el milagro de su ardor.
¡Libertad!
España brilla a tu fulgor,
como una rosa de Verdad.


Manuel Machado aparece en la lista de intelectuales españoles que el 11 de febrero de 1933 fundaron la Asociación de Amigos de la Unión Soviética. Sin embargo, a partir de ese mismo año, Manuel exteriorizó su posición personal ante los acontecimientos socio-políticos que le rodeaban. En un artículo del diario madrileño La Libertad, Manuel Machado fijó su ideología:

"El mundo se debate hoy -lejos de toda libertad- entre dos dictaduras: la capitalista y la colectivista, la burguesa y la proletaria, entre el fascismo y el comunismo. Ambas son igualmente enemigas de la individualidad(...). Ambas son para mí igualmente destestables".

Vejez

El estallido de la guerra civil le separó físicamente del resto de su familia. La rebelión militar del 18 de julio sorprende a Manuel y Eulalia en Burgos, visitando como todos los años a Carmen Cáceres, religiosa de la orden de las Esclavas del Sagrado Corazón.

El matrimonio se hospeda en la pensión Filomena, entre toreros, intelectuales, actores, militares, funcionarios y periodistas. Sus contertulios van desde el amigo Ricardo Calvo hasta o el diestro Marcial Lalanda, hasta Juan Ignacio Luca de Tena o el futuro ministro José Ibáñez Martín.

Una entrevista concedida a una revista francesa (Comoedia) ese mismo julio de 1936 (en la que Manuel comete la indiscrección de comentar que "esto puede durar siete años, como la guerra carlista"), es aprovechada por Mariano Daranas, corresponsal de ABC en París, para denunciar al "eminente lírico y afortunado burócrata". Ha estallado el festival de las envidias en España, que causarán tantos muertos o más que las acciones bélicas. Manuel Machado fue detenido por la policía el 29 de septiembre, permaneciendo encarcelado hasta el 1 de octubre (gracias a una larga lista de intercesores, de cuya certeza no ha podido llegarse a dar referencia cierta).

Miguel Pérez Ferrero, uno de sus primeros biógrafos junto con Miguel d'Ors, relata el suceso del inesperado nombramiento de Manuel como académico de la Lengua Española. La noticia se la dan "dos escritores que llegan de Salamanca" (Pemán y D'Ors), comunicándole su elección por unanimidad con fecha de 5 de enero de 1938, y a condición de que tomase posesión de inmediato. Manuel aceptó, pronunciando en el Palacio de San Telmo de San Sebastián su discurso de ingreso en torno a su propia obra el 19 de febrero de ese mismo año.

Manuel continuó escribiendo poesía y participando en proyectos como Los versos del combatiente o la Corona de sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera, culminando su compromiso político-literario con el poema «Al sable del Caudillo», al tomar Madrid las tropas rebeldes, en el año 1939.

No ha quedado claro como se llegó a enterar Manuel de la muerte de su madre y su hermano Antonio. Entraron en Francia en dirección París, pero en el camino se les informó de que las muertes habían ocurrido en Colliure, donde acudieron él y Eulalia y permanecieron dos días, regresando luego a Burgos.

Tras la guerra se reincorporó a su cargo de director de la Hemeroteca y del Museo Municipal de Madrid, jubilándose poco después. Siguió escribiendo poesía, en gran parte de carácter religioso, influido por su esposa y el entorno. Su labor literaria a favor de diversas figuras y símbolos del franquismo fue más tarde muy criticada y desdibujaron su integridad humana.

Murió en Madrid el 19 de enero de 1947. Fue enterrado en el cementerio de La Almudena, tras un funeral presidido por el ministro de Educación Nacional, Ibáñez Martín y Pemán, en aquellos días director de la Real Academia.

Tras hacer donación de la biblioteca y archivo de su marido a la Diputación Provincial de Burgos y la Institución Fernán González,nota 5 su viuda ingresó en una congregación religiosa dedicada al cuidado de niños abandonados y enfermos.

Obra

Manuel Machado, continuó en algunos aspectos la tarea de su padre como divulgador y renovador del folclore popular y el «cante hondo». Su producción poética abunda en estructuras idóneas para el cante: coplas, seguidillas, y soleares. Creó una nueva variante de soleá en la que el verso central tiene un número desproporcionado de sílabas (9, 10, 11, ó más sílabas), que bautizó como soleariyas. También cultivó el romance, los cuartetos y serventesios, y el soneto, estrofa que renovó con una variante (el sonetillo), que utiliza versos de arte menor, generalmente octosílabos, y en algún caso trisílabos (como en el sonetillo titulado «Verano»).

Influido por Verlaine y Rubén Darío, su verso aparece ingenioso, ágil y expresivo, con huellas del parnasianismo y los poetas malditos franceses. A menudo se ha contrapuesto esta vertiente definidamente modernista con su inserción en el contexto la Generación del 98.

Libros de poemas

Tristes y alegres (1894)
Alma (1901).
Caprichos (1902).
Los cantares (1905).
La Fiesta Nacional (1906).
El mal poema (1909).
Apolo (1911).
Cante hondo (1916).
Ars moriendi (1921).
Phoenix (1936).
Horas de oro (1938).
Poesía. Opera omnia Lyrica (1940).
Cadencias de cadencias. Nuevas dedicatorias (1943).
Horario (1947).
La fiesta nacional
Cante hondo

Obras de teatro

Los hermanos Manuel y Antonio escribieron juntos varias obras dramáticas de ambiente andaluz. Su obra más popular sería La Lola se va a los puertos, llevada al cine en dos ocasiones.

Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel (1926).
Juan de Mañara (1927).
Las adelfas (1928).
La Lola se va a los puertos (1929). (Leer en Wikisource)
La prima Fernanda (1931).
La duquesa de Benamejí (1932).
El hombre que murió en la guerra (1928. Estreno en 1941)
Aunque la obra poética de ambos es muy distinta, se aprecian ciertos paralelismos. Así, ambos compusieron sendas poesías autobiográficas («Adelfos», de Manuel, y «Retrato», de Antonio), utilizando versos alejandrinos organizados en serventesios.

Novela

El amor y la muerte (1913).
Ensayo[editar]
La guerra literaria (1914).
Un año de teatro (1918).

Traducción

Paul Verlaine, Fiestas galantes (1911).




Adelfos

Yo, soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron y todo, lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer,

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...,
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria..., ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
Que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo, ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud,

De mi alta aristocracia, dudar jamás se pudo,
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol,

Nada es pido. Ni os amo, ni os odio, Con dejarme,
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Da cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna,
¡El beso generoso que no he de devolver!







Antífona

Ven, reina de los besos, flor de orgía
amante sin amores, sonrisa loca...
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.

Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura:
amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.

Amarnos...¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos a un mismo tiempo santos e infames,
somos a un mismo tiempo pobres y reyes!

¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran
en el fondo nos guardan algún desprecio.
Y justas son las voces que nos desdoran...
Lo que vendemos ambos no tiene precio.

Así, los dos, tú amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!...
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.

Joven quiere en nosotros Naturaleza
Hacer, entre poemas y bacanales,
el imperial regalo de la belleza,
luz, a la oscura senda de los mortales.

¡Ah! Levanta la frente, flor siempreviva,
que das encanto, aroma, placer, colores...
Diles con esa fresca boca lasciva...
¡que no son de este mundo nuestros amores!

Igual camino en suerte nos ha cabido.
Un ansia igual que nos lleva, que no se agota,
hasta que se confundan en el olvido
tu hermosura podrida, mi lira rota.

Crucemos nuestra calle de amargura
levantadas las frentes, juntas las manos...
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura;
hetairas y poetas somos hermanos!







Ars moriendi

I

Morir es... Una flor hay, en el sueño
-que, al despertar, no está ya en nuestras manos-,
de aromas y colores imposibles...
Y un día sin aurora la cortamos.

II

Dichoso es el que olvida
el porqué del viaje
y, en la estrella, en la flor, en el celaje,
deja su alma prendida.

III

Y yo había dicho: «¡Vive!»
Es decir: ama y besa,
escucha, mira, toca,
embriágate y sueña...
Y ahora suspiro: «¡Muérete!»
Es decir: calla, ciega,
abstente, para, olvida,
resígnate... y espera.

IV

Era un agua que se secó,
un aroma que se esfumó,
una lumbre que se apagó...
Y ya es sólo la aridez,
la insipidez,
la hez...

V

La Vida se aparece como un sueño
en nuestra infancia... Luego despertamos
a verla, y caminamos
el encanto buscándole risueño
que primero soñamos;
... y, como no lo hallamos,
buscándolo seguimos,
hasta que para siempre nos dormimos.

VI

¡Y Ella viene siempre! Desde que nacemos,
su paso, lejano o próximo, huella
el mismo sendero por donde corremos
hasta dar con Ella.

VII

Lleno estoy de sospechas de verdades
que no me sirven ya para la vida,
pero que me preparan dulcemente
a bien morir...

VIII

Mi pensamiento, como un sol ardiente,
ha cegado mi espíritu y secado
mi corazón ...

IX

El cuerpo joven, pero el alma helada,
sé que voy a morir, porque no amo
ya nada.







Ausencia

No tienes quien te bese
tus labios de grana,
Ni quien tu cintura elástica estreche,
dice tu mirada.

No tienes quien hunda
Las manos amantes
en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma nadie.

Dice tu mirada
que de noche, a solas,
suspiras y dices en la sombra tibia
las terribles cosas...

Las cosas de amores
que nadie ha escuchado,
esas que se dicen los que bien se quieren
a eso de las cuatro.

A eso de las cuatro
de la madrugada,
cuando invade un poco de frío la alcoba
y clarea el alba.

Cuando yo me acuesto,
fatigado y solo,
pensando en tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos negros....







Cantares

Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía...
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida.
Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...

Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte;
ojos negros, negros, y negra la suerte.
Cantares...
En ellos, el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía...
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.







Cante hondo

A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado...

Corazón, calla tu pena;
a todos nos han cantado
en una noche de juerga.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...
Historias de mis pesares
y de tus horitas malas.

Malagueñas, soleares
y seguiriyas gitanas...

Es el saber popular,
que encierra todo el saber:
que es saber sufrir, amar,
morirse y aborrecer.

Es el saber popular,
que encierra todo el saber.







Canto a Andalucía

Cádiz, salada claridad. Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería, dorada.
Plateado, Jaén. Huelva, la orilla
de las tres carabelas.
Y Sevilla.







Chouette

En cualquier parte hay un espejo,
un poco de agua clara y un peine. Y si la nena
es bonita, ¡ya esta! La noche pasa,
y el nuevo día llega.
Y no se te conoce
la batalla de amor ni a ti ni a ella.

Y luego, son dos vidas
separadas, ajenas,
dos mundos. Tú, al trabajo
cotidiano, a la eterna
lucha, pequeña o grande, cosas de hombre
archisabidas... Ella,
a dormir ya esperar la noche. Y viene
la noche, y la despierta.







Desnudos de mujer

¡Oh la dorada carne triunfadora
de esta gentil madona veneciana,
que ha sido Venus, Dánae, Diana,
Eva, Polymnia, Cipris y Pandora!...

¡Oh gloria de los ojos, golosina
eterna del mirar, dulce y fecunda
carne de la mujer, suave y jocunda,
madre del Arte y del vivir divina!

Húmedos labios a besar mil veces...
Líneas de lujuriantes morbideces
que el veneciano sol dora y estuca...

¡Oh el delicioso seno torneado!...
¡Oh el cabello de oro ensortijado
en el divino arranque de la nuca!







Dice la fuente...

No se callaba la fuente,
no se callaba...

Reía,
saltaba,
charlaba... Y nadie sabía
lo que decía,

Clara, alegre, polifónica,
columnilla salomónica
perforaba
el silencio del Poniente
y, gárrula, se empinaba
para ver el sol muriente.

No se callaba la fuente,
no se callaba...

Como vena
de la noche, su barrena,
plata fría,
encogía
y estiraba...
Subía,
bajaba,
charlaba... Y nadie sabía
lo que decía.

Cuando la aurora volvía...







Dolientes madrigales

Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro...,
Mirándome las manos
-como hacen los enfermos de continuo-,
veo la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientas piensas
que divago o medito,
o sueño... He descubierto
por azar este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.

Estoy muy mal... Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y... por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y silenciosa, que su canto,
sonoro otrora como risa, es llanto.







El camino de la muerte...

Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida...

En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.

Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.

De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.

Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.
No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina...
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.







El jardín gris

A Francisco Villaespesa

¡Jardín sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma,
jardín muerto! Tus árboles
no agita el viento. En el estanque, el agua
yace podrida. ¡Ni una onda! El pájaro
no se posa en tus ramas.
La verdinegra sombra
de tus hiedras contrasta
con la triste blancura
de tus veredas áridas...

¡Jardín, jardín! ¿Qué tienes?
¡Tu soledad es tanta,
que no deja poesía a tu tristeza!
¡Llegando a ti, se muere la mirada!
Cementerio sin tumbas...
Ni una voz, ni recuerdos, ni esperanza.
¡Jardín sin jardinero!
¡Viejo jardín,
viejo jardín sin alma!







El jardín negro

Es noche. La inmensa
palabra es silencio...
Hay entre los árboles
un grave misterio...
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.

¿Te acuerdas?... En vano
quisimos saberlo...
¡Qué raro! ¡Qué oscuro!
¡Aún crispa mis nervios,
pasando ahora mismo
tan sólo el recuerdo,
como si rozado
me hubiera un momento
el ala peluda
de horrible murciélago!...
Ven, ¡mi amada! Inclina
tu frente en mi pecho;
cerremos los ojos;
no oigamos, callemos...
¡Como dos chiquillos
que tiemblan de miedo!

La luna aparece,
las nubes rompiendo...
La luna y la estatua
se dan un gran beso.







El querer

En tu boca roja y fresca
beso, y mi sed no se apaga,
que en cada beso quisiera
beber entera tu alma.

Me he enamorado de ti
y es enfermedad tan mala,
que ni la muerte la cura,
¡bien lo saben los que aman!

Loco me pongo si escucho
el ruido de tu charla,
y el contacto de tu mano
me da la vida y me mata.

Yo quisiera ser el aire
que toda entera te abraza,
yo quisiera ser la sangre
que corre por tus entrañas.

Son las líneas de tu cuerpo
el modelo de mis ansias,
el camino de mis besos
y el imán de mis miradas.

Siento al ceñir tu cintura
una duda que me mata
que quisiera en un abrazo
todo tu cuerpo y tu alma.

Estoy enfermo de ti,
de curar no hay esperanza,
que en la sed de este amor loco
tu eres mi sed y mi agua.

Maldita sea la hora
en que contemplé tu cara,
en que vi tus ojos negros
y besé tus labios grana.

Maldita sea la sed
y maldita sea el agua,
maldito sea el veneno
que envenena y que no mata.

En tu boca roja y fresca
beso, y mi sed no se apaga,
que en cada beso quisiera
beber entera tu alma.







Elogio de la soleá

Canto de soleares,
hondo cantar del corazón,
hondo cantar.
Reina de los cantares.
Madre del canto popular.
Llora tu son,
copla sin par.
Y en mi vacío corazón
se oye sonar
el De profundis del bordón...
Llora, cantar.







Encajes

Alma son de mis cantares,
tus hechizos...
Besos, besos
a millares. Y en tus rizos,
besos, besos a millares.
¡Siempre amores! ¡Nunca amor!

Los placeres
van de prisa:
una risa
y otra risa,
y mil nombres de mujeres,
y mil hojas de jazmín
desgranadas
y ligeras...
Y son copas no apuradas,
y miradas
pasajeras,
que desfloran nada más.

Desnudeces,
hermosuras,
carne tibia y morbideces,
elegancias y locuras...

No me quieras, no me esperes...
¡No hay amor en los placeres!
¡No hay placer en el amor!







Fantasía de Puck

A Silvio Rebello

El hada pequeñita
de las piedras preciosas
que vive en un coral
busca al gnomo que habita
la corteza rugosa
de un antiguo nogal.

Y, juntos, de la mano
para hacer travesuras,
aquella noche van,
como hermana y hermano,
por las sendas oscuras
de la selva ideal...

Detrás va su cortejo
de dudas y sospechas...
Y una marcha triunfal
saluda al crimen, viejo
que ruge y canta endechas
con su voz de puñal.

Van los presentimientos
junto a las intenciones...
Con los recuerdos van
los malos pensamientos,
las locas tentaciones
ahogadas al brotar.

Todo lo que hay de sueños
de otra vida perdido;
lo que pasó o vendrá.
Vagas curvas de ensueños:
lo que casi no ha sido...,
lo que tal vez será...

Va, callado, cruzando
el cortejo discreto
por la selva ideal...
¡Viene el día temblando...;
va a romper el secreto
la aurora al despuntar!...

Mas sólo vio, al mostrarse,
una burbuja sobre
las olas del mar...
Y una cara borrarse
en la corteza pobre
del antiguo nogal.



Figulinas

A Jacinto Benavente

¡Qué bonita es la princesa!
¡Qué traviesa!
¡Qué bonita!
¡La princesa pequeñita
de los cuadros de Watteau!

¡Yo la miro, yo la admiro,
yo la adoro!
Si suspira, yo suspiro;
si ella llora, también lloro;
si ella ríe, río yo.

Cuando alegre la contemplo,
como ahora, me sonríe...
Y otras veces su mirada
en los aires se deslíe,
pensativa...

¡Si parece que está viva
la princesa de Watteau!

Al pasar la vista hiere,
elegante,
y ha de amarla quien la viere.

... Yo adivino en su semblante
que ella goza, goza y quiere,
vive y ama, sufre y muere...
¡Como yo!







La buena canción

Vente conmigo y haremos
una chocita en el campo
y en ella nos meteremos.

¡Oh la paz, oh la paz, oh la bendita
paz de un paisaje matinal!... ¡Cristales
de mi ventana al campo!... ¡Oh la chocita
de la copla entre los cañaverales!

Frente al sol generoso, junto al río
sonoro, en plena gloria de la vega
andaluza -gitana que se entrega-,
bajo el azul turquí del cielo mío.

¡Y un amor solo y grande, aquel primero
que floreció en la senda, tan seguro
que aguarda siempre y sin quemarnos arde!...

¡Aquel primer amor, que fue el lucero
de la mañana y brilla ahora tan puro
en la senda tranquila de la tarde!







La copla

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.







La copla andaluza

Del placer que irrita,
y el amor, que ciega,
escuchad la canción, que recoge
la noche morena.

La noche sultana,
la noche andaluza,
que estremece la tierra y la carne
de aroma y lujuria.

Bajo el plenilunio,
como lagrimones,
Como goterones, sus cálidas notas
llueven los bordones.

Son melancolía
sonora, son ayes
de las otras cuerdas heridas, punzadas,
las notas vibrantes.

Y en el aire, húmedo
de aroma y lujuria,
levanta su vuelo -paloma rafeña-
la copla andaluza.

Dice de ojos negros
y de rojos labios,
de venganza, de olvido, de ausencia,
de amor y de engaño...

Y de desengaño.
De males y bienes,
de esperanza, de celos..., de cosas
de hombres y mujeres.

Y brota en los labios
soberbia y sencilla,
como brotan el agua en la fuente,
la sangre en la herida.

Y allá va en la n0che,
paloma rafeña,
a decir la verdad a lo lejos,
triste, clara y bella.

Del placer, que irrita,
y el amor, que ciega,
escuchad la canci6n, que recoge
la noche morena.






La karmesse

Del sol flamenco a las postreras llamas
entre escarlatas, oro y brocado;
-carmín y nácar- por el bello prado,
ricos galanes y esplendentes damas.

Ella escuchaba la frase violadora,
jugoso el labio, jadeante el pecho,
los ojos anegados... El implora,
el blando césped convertido en lecho.

Las ricas vestiduras opulentas
desordena la torpe mano ardiente,
en ansia de las formas suculentas.

Y en las cárdenas brasas del poniente
sus flechas, surge, a disparar sangrientas
un cupido rechoncho y sonriente.







La primavera

¡Oh, el sotto voce balbuciente, oscuro,
de la primer lujuria!... ¡Oh, la delicia
del beso adolescente, casi puro!...
¡Oh, el no saber de la primer caricia!...

¡Despertarse de amor entre cantares
y humedad del jardín, llanto sin pena,
divina enfermedad que el alma llena,
primera mancha de los azahares!...

Angel, niño, mujer.... Los sensuales
ojos adormilados y anegados
en inauditas savias incipientes...

¡Y los rostros de almendra, virginales,
como flores al sol aurirrosados,
en los campos de mayo sonrientes!







Las mujeres de Romero de Torres

Rico pan de esta carne morena, moldeada
en un aire caricia de suspiro y aroma...
Sirena encantadora y amante fascinada,
los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...

Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos:
Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce,
Adela... Las Mujeres que todos conocemos,
que todos conocemos ¡y nadie las conoce!

Naranjos, limoneros, jardines, olivares,
lujuria de la tierra, divina y sensual,
que vigila la augusta presencia del ciprés.

En este fondo, esencia de flores y cantares,
os fijó para siempre el pincel inmortal
de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.







Melancolía

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno...
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan... Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía... Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.







Misterio

En sueños te conocí,
y, del amor peregrino,
he adivinado el camino
para llegar hasta ti.
Tras de aquel sueño corrí
con el dulce y loco empeño
de ser tu esclavo y tu dueño...
Pero aún tú no me contaste
por qué camino llegaste
a penetrar en mi sueño.







Morir, dormir

-Hijo, para descansar
es necesario dormir,
no pensar,
no soñar,
-Madre, para descansar,
morir.







Música di camera

Ya galantes no más y delicados
madrigales haré -para las flores
y las mujeres-, sobrios de colores
y vagamente estilizados.

Pintaré la preciosa
gota de sangre, roja como guinda,
en el pétalo rosa del dedo de Luscinda,
al coger una rosa.

O diré los alegros
(silenciosos y ardientes)
de las niñas de los ojos,
de las niñas de los ojos negros...
Y charlaré como las fuentes...

Consuelo,
tu nombre me sabía
igual que un caramelo.

¡Qué pobre
soy desde que me falta
el oro de tu pelo!...

Tus ojos
azules no me miran,
y para mí no hay cielo...

¡Consuelo!







Ocaso

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!







Oriente flores

A Ramón del Valle Inclán

Antonio, en los acentos de Cleopatra encantado,
la copa de oro olvida que está de néctar llena.
Y, creyente en los sueños que evoca la sirena,
toda en los ojos tiene su alma de soldado.

La reina, hoja tras hoja, deshojando sus flores,
en la copa de Antonio las deja dulcemente...
Y prosigue su cuento de batallas y amores,
aprendido en las magas tradiciones de Oriente...

Detiénese... Y Antonio ve su copa olvidada...
Mas pone ella la mano sobre el borde de oro,
y, sonriendo, lenta hacia sí la retira...

Después, siempre a los ojos del guerrero asomada,
sella sus gruesos labios con un beso sonoro...
Y da la copa a un siervo, que la bebe y expira...







Otoño

En el parque, yo solo...
Han cerrado
y, olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejado.

La hoja seca,
vagamente,
indolente,
roza el suelo...
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada...

Solo
en el parque me han dejado
olvidado,
y han cerrado.







Puente genil

De celeste y blanco
viste el pueblecillo...,
de blanco y celeste.

Y el viejo a lo noble,
joven a lo alegre,
con sus dos colores
de blanco y celeste.

De árabe pasado
su sabor no pierde,
pero es hace siglos
cristiano ferviente...
Ora, ríe, canta,
de blanco y celeste.

En él no hay más negro
que ojos de mujeres
y rizos de ébano
sobré blancas sienes.
Lo demás, hermanos,
es blanco y celeste.

Viva luz lo inunda,
y, cuando al Poniente
llega el sol, perfuma
el aire... Y parece
como que un cariño
flota en el ambiente.

Lleno de poesía
y de pena alegre,
dejad me que llore,
que cante y que rece...,
porque aquí las horas
no sé lo que tienen,
que invaden el alma
de blanco y celeste.







Sandro Boticelli

La primavera

¡Oh el sotto voce balbuciente, oscuro,
de la primer lujuria!... ¡Oh la delicia
del beso adolescente, casi puro!...
¡Oh el no saber de la primer caricia!

Despertase de amor entre cantares
y humedad de jardín, llanto sin pena,
divina enfermedad que el alma llena,
primera mancha de los azahares!...

Ángel, niño, mujer,.. Los sensuales
ojos adormilados y anegados
en inauditas savias incipientes...

¡Y los rostros de almendra, virginales,
como flores al sol, aurirrosados,
en los campos de mayo sonrientes!...







Sé buena. Es el secreto. Llora, o ríe de veras...

I

Sé buena. Es el secreto. Llora, o ríe de veras.
Que se asome a tus ojos y a tus labios de grana
la ternura de tu corazón, sin las hueras
flores de trapo de la retórica vana.

¡Oh la sabiduría en amor! ¡Si tú vieras!...
Es tan corta, que linda con la tortura insana
de una pasión conceptuosa y sus maneras...
Sé buena. Es el secreto. Sé mi amante y mi hermana.

Con tus ojos azules y tu pelo de oro,
sé consecuente. El Ars Amandi da al olvido.
Quema tu alma en el ara del amor soberano.

No pretendas vencer. Ríndete. Y que el tesoro
de tu hermosura sea dulcemente ofrecido,
como al sediento un sorbo de agua pura en la mano.

II

Y en una dulce convalecencia, una mañana
limpia y azul como tus ojos, una
de esas mañanas de cristal y grana
que aun dejan ver el pulido semblante de la luna,

pasearemos la gloria -dulce paz sin victoria-
de nuestro amor tranquilo, bajo del claro cielo...
Y dirá el agua pura nuestra sencilla historia.
Y nuestras sombras débiles, juntas llevará el suelo.

El campo verde joven, bañado por la brisa,
movido así tan tenue por tu alocada risa
feliz, recorreremos. Y tú conmigo, sola,

en el paisaje inmenso, en el aire fragante,
divinamente mudo, me tenderás, amante,
tus rojos labios como una roja amapola.







Se perdió en las vagas selvas de un ensueño...

A Miguel Sawa

Se perdió en las vagas
selvas de un ensueño,
y sólo de espaldas
la vi desde lejos...
Como una caricia
dorada, el cabello,
tendido, sus hombros
cubría. Y, al verlo,
siguióla mi alma
y fuese muy lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta el castillo
del burgrave fiero,
que está en la alta roca:
los puentes cayeron
y se despertaron
los sones del hierro.
Pasamos... Mi alma,
tras ella corriendo,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta las verdes
llanuras de Jonia; y el templo
cruzó de Partenes.
Del mármol eterno
dejó las regiones...
Y se fue más lejos
con mi alma, dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Oro y negras piedras,
y muros inmensos,
y tumbas enormes
-sepulcro de un pueblo
que mira hacia Oriente
con sus ojos muertos-.
Siguió... Y arrastraba
mi alma más lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Siguió; entre menhires
pasamos y horrendos
despojos de fieras...
Siguió; y a lo lejos,
perdióse en las selvas
oscuras del sueño
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.







¿Te acuerdas?

Es noche. La inmensa
palabra es silencio...
Hay entre los árboles
un grave misterio...
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.

¿Te acuerdas?... En vano
quisimos saberlo...
¡Qué raro! ¡Qué oscuro!
¡Aún crispa mis nervios,
pasando ahora mismo
tan sólo el recuerdo,
como si rozado
me hubiera un momento
el ala peluda
de horrible murciélago!...
Ven, ¡mi amada! Inclina
tu frente en mi pecho;
cerremos los ojos;
no oigamos, callemos...
¡Como dos chiquillos
que tiemblan de miedo!

La luna aparece,
las nubes rompiendo...
La luna y la estatua
se dan un gran beso...






Verano

Frutales
cargados.
Dorados
trigales...

Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...

Umbría
sequía,
solano...

Paleta
completa:
verano.








FRANCISCO MACHADO [15.372]

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Francisco Machado Ruiz


FRANCISCO MACHADO 


Francisco Machado Ruiz, nació en 1885 en Sevilla, hermano de Antonio y Manuel Machado, fue el menor de la casa Machado. Murió el 5 de enero de 1950.  

Francisco Machado Ruiz. Poesías: “El reloj de la carcel” y “A Concepción Arenal”
Originales manuscritos.

Por Manuel Álvarez Machado
http://www.antoniomachado.com/2010/07/francisco-machado-ruiz-poesias/


Francisco Machado fue el menor de los cinco hermanos Machado Ruiz., y como los dos mayores, Manuel y Antonio, también fue poeta. Poeta y escritor, pues varios fueron los campos literarios y periodísticos que cultivó con asiduidad..
Su obra, aparentemente escasa, no lo es en realidad.  Una gran parte no llegó nunca a divulgarse, permaneciendo inédita, otra, dispersa en varias revistas y diarios, quedó olvidada con el paso de los años – solo algún que otro poema se recuerda de vez en cuando-, y el único libro que publicó, Leyendas Toledanas, que alcanzaría una segunda edición, es difícil encontrarlo.
Varios son los poemas que se publicaron en revistas y diarios de su época, y varios los artículos de diverso contenido. Destacamos los de índole jurídica, generalmente relacionados con el Derecho Penal y la Criminología. Aunque ya están casi olvidadas fue bastante amplio su repertorio de canciones, todavía registradas en la SGAE  figurando él como autor de las letras – algunas alcanzaron gran popularidad -.
Finalmente queda su obra inédita, cuyos manuscritos se conservan. Esperamos que vean la luz en un día próximo,  y si no se consigue en el formato tradicional de libro papel tal vez sí en formato de libro digital.
Entre estas últimas obras se encuentra un volumen de poesías titulado “Ráfagas de inquietud” que, además de contener aquellos poemas que publicó en revistas y diarios, contiene muchas totalmente inéditas.  Varios trabajos sobre temas jurídicos, criminología y sociología, otros de temas costumbristas, estampas de la época. Colaboraciones teatrales, y una importante  colección de guiones cinematográficos – algunos de ellos basados en las leyendas toledanas que versificadas publicó -.
A continuación reproducimos dos de sus poemas más conocidos: “El reloj de la cárcel”  y “A Concepción Arenal”.  Y en reconocimiento a Don Daniel Pineda Novo y a Don Enrique Sánchez Lubián por sus libros sobre Francisco Machado Ruiz, citamos y transcribimos sus palabras impresas sobre estos versos:

EL RELOJ DE LA CÁRCEL
Daniel Pineda Novo, “El otro Machado”. Guadalquivir Ediciones, Sevilla 2006.
“y en versos heptasílabos y dos endecasílabos, el poeta concibe esta composición, que acusa la marcada influencia de la poesía de su hermano Antonio … En la desierta plaza, cubierta de una luz redonda, destaca el erecto reloj de la Cárcel, “con su campana vieja” ….Suenan las horas lentas, y sus tañidos lo llenan todo de una honda pena que penetra, que inunda hasta el corazón de los pobres reclusos… Quimeras, lúgubres sonidos, la armonía lenta, el eco ronco de un azadón en tierra… Palabras, frases, hondamente machadianas, con influencias de Bécquer… Bécquer y Antonio Machado se unen en este poema,,, Simbolismo y romanticismo; en verdad, Antonio Machado fue un romántico tardío, lo que asimiló su hermano Francisco”,
“Francisco Machado utiliza en el poema una retórica muy de su tiempo; ese lastre de postromanticismo, que también utilizó su hermano, aunque lo más noble del poema es que el autor se desborda en humanidad con los afligidos, con los que sufren en la Carcel, “donde el pobre recluso/pasa su vida muerta…”,
“emplea los procedimientos del auténtico romanticismo: muerte, silencio, sombras, tristezas, quimeras de las ciudades muertas, destacando la imagen exacta – visual y auditiva – del reloj. Imagen que inicia el poema y lo cierra…”.

*****************
Mi madre, Leonor Machado Martínez, hija de Francisco Machado, me dice con total seguridad que este poema fue escrito en León en el año 1930, ciudad en la que en esas fechas estaba destinado su padre como director de la Prisión Provincial. Recuerda que la cárcel tenía la puerta principal en una plaza no muy grande y que encima de aquella un reloj sonaba al marcar las horas, “era el reloj de la cárcel”.
  



EL RELOJ DE LA CÁRCEL

Hay una luz redonda
en la plaza desierta,
el reloj de la Cárcel
con su campana vieja
…………………………………
Sus tañidos al viento
toda la plaza llenan.
Cuando suenan las horas,
parece que se quejan.
¡Corazón de la Cárcel!
¡Alba de la siniestra
mansión del infortunio
donde mora la pena!
¡Donde el pobre recluso
pasa la vida, muerta
contando el minuto
la intensidad inmensa!
¡Qué lentas van pasando
las horas de tristeza!
En el ambiente trágico,
flotan como quimeras -
brazos largos -
plegarias, que no alcanzan
y deseos de cosas
que no llegan.
………………………………..
El reloj de la Cárcel
con su campana vieja
cuando suena, parece
que llora o que se queja.
Y el lúgubre sonido
de su armonía lenta
semeja el eco ronco
de un azadón en tierra
……………………………….
Hay una luz redonda
en la plaza desierta,
el reloj de la cárcel
con su campana vieja.






A CONCEPCIÓN ARENAL
Enrique Sánchez Lubián, “El reloj de la Cárcel. Poesías y Leyendas Toledanas de Francisco Machado”. Editor: d.b. Comunicación, Toledo 2005.
“El 30 de enero de 1920, Francisco Machado, como subdirector de la Cárcel Provincial, tuvo una destacada intervención en los actos organizados en el presidio con motivo del centenario de Concepción Arenal. Esta socióloga y ensayista gallega dedicó toda su vida a la reforma social, especialmente en el ámbito penitenciario”,
“nuestro protagonista glosó la figura de la señora Arenal, su obra penitenciaria y la gratitud especialísima que merece de los penados. Seguidamente leyó a los penados una poesía dedicada a la persona de la gran impulsora de las reformas penitenciarias. La poesía fue recogida puntualmente en las páginas de El Castellano, El Eco Toledano, y la revista Toledo. En la primera publicación se presentaba a Francisco como hermano del exquisito literato D. Manuel y del gran poeta y catedrático D. Antonio, mientras que en la segunda se destacaba que la lectura de los versos había sido magistral”,
“Las crónicas de la celebración dan cuenta del resto de actos celebrados con motivo del centenario, incluidos discursos del capellán penitenciario, don Leopoldo Gutiérrez Canales, quien glosó una de las Cartas a las delincuentes de Concepción Arenal,………. Los actos concluyeron con un almuerzo con las autoridades. La comida se celebró en el patio del establecimiento….”
“En El Castellano se decía que al abandonar la prisión los periodistas los infelices reclusos continuaban su yantar, muy animosos, muy contentos, por virtud de ese generoso aforismo de “Odia el delito y compadece al delincuente”, que tan magistralmente practicó, ampliándolo sentimental y científicamente la insigne Concepción Arenal”.
“Nota 39: …. En noviembre de 1949, Francisco Machado volvió a publicar esta poesía en el samanário gráfico Fotos”.
Con motivo de este mismo centenario Manuel Machado también dedicó una poesía a Concepción Arenal:



A CONCEPCIÓN ARENAL
(Manuel Machado)
…..
Porque fue buena y comprendió …
Porque su cuerpo fue leña
que su alma clara consumió
con una llama hogareña …
Porque negaba la maldad
y sabía la muerte impotente …
Porque alcanzó la bondad
del corazón y de la mente …
Porque tuvo al dolor cariño.
Porque en el hombre veía al niño …
Porque hizo el perdón fatal …
Porque endulzó las penitencias …
Porque iluminó las conciencias …
Es santa Concepción Arenal.
  






A CONCEPCIÓN ARENAL
con motivo de su centenario

(Francisco Machado)

Concepción Arenal, España entera
canta en loor de tu bendita gloria,
tu fama de mujer, santa y austera
habrá de perdurar en nuestra Historia.
Rayo de sol entre las sombras fuiste
consuelo del enfermo dolorido:
la amarga queja del dolor oíste
del pobre delincuente arrepentido,
y a escuchar te aprestaste diligente.
Procurando vivir junto a la vida
de la insaciable y la perduta gente;
viendo manar la sangre de la herida,
hiciste del Dolor tu santuario.
¡Oh, mujer inmortal, santa y asceta!
Por eso al celebrar tu Centenario,
al lado del Dolor, canta el poeta.
No has muerto, no, tu espíritu preside
esta fiesta solemne y religiosa
y en el alma de todos hoy reside
la tuya, triunfadora y generosa.
Concepción Arenal, al saludarte
y cantar con afán tu excelsa gloria,
esta composición quiero dejarte
en prueba del amor a tu memoria.









Adiós me dijiste

Adiós me dijiste
Una tarde plácida,
Escuchando el lánguido
Suspirar del agua.
Adiós para siempre
Repetiste impávida
Siguiendo el camino
Sin volver la cara.
Dispersa y atónita
Quedó mi mirada
Viendo como un todo
Se convierte en nada.



Fernando Sabido Sánchez, Antonia Bocero y Manuel Álvarez Machado, nieto de Francisco Machado













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NI ZAN (NI T'SAN) [15.373] Poeta de China

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Ni Zan

Ni Zan o Ni Tsan (1301, Jiangsu - 1374) fue uno de los más importantes pintores chinos.

No muy conocido en la actualidad, fue repetidamente copiado a lo largo de los siglos. Destaca su naturalidad y fluidez en el trazo, su originalidad. Fue tildado como loco o excéntrico y pertenece a la categoría de pintor no clásico. Fue tan grande su influencia que pasó a ser un pintor "clásico" para los nuevos pintores modernos y alejados de la tradición.

Biografía

Él fue parte del grupo de pintores chinos conocidos después como los Cuatro Maestros de la dinastía Yuan, los demás fueron Wu Zhen, Huang Gongwang y Wang Meng. Aunque Ni Zan nació en la opulencia, decidió no servir a la extranjera dinastía Yuan y en cambio vivió su vida en el retiro y la erudición.

Se caracterizó de sus contemporáneos por ser particularmente tranquilo y exigente, cualidades que quedaron plasmadas en su arte. En sus pinturas (generalmente paisajes) usó elementos moderadamente, dejando grandes áreas del lienzo intactas. Sus obras se distinguen por una sombría quietud y a menudo poseen una cabaña rústica, unos cuantos árboles u otros indicios de vegetación. Ni Zan fue muy imitado por artistas posteriores haciendo de sus originales algo difícil de autentificar.





Seis caballeros de Ni Zan, 1345.



Hijo de una rica familia de anticuarios, inteligentemente vio aproximarse la caída de la dinastía Sung y la invasión mongol que fundaría la dinastía Yuan. Por eso, un día regaló la mayor parte de sus bienes, y con su colección de obras de arte y antigüedades se fue a vivir a un barco. Pasó su vida navegando por los lagos y ríos de China, y alojándose en monasterios budistas y taoístas. Gran calígrafo y pintor, considerado como el mejor por sus iguales, no vendía ni sus pinturas ni sus caligrafías, las regalaba a sus amigos, o las daba en trueque. Fue un taoísta de la corriente de la Montaña del Dragón, al igual que su amigo, el pintor Huang Kungwang.





En el Templo de Xun Wen

¡Que profundamente silencioso es el templo de Tao!
Ilimitado e Infinito, es el lugar de residencia de lo divino.
El salón de luz es amplio y alto, también reverenciado con silencio,
árboles con hojas coloreadas están creciendo y extendiéndose.
Olvidado de las palabras, paseo y descanso aquí,
he descartado el mundo de la fama y la ganancia.
Qué elegante el Sol de la mañana, brillando sobre las balsas y los aleros,
qué frescas son la terraza y la laguna después de la lluvia.
Quemo incienso para romper el profundo silencio,
y bebo el agua del arroyo y me relajo con alegría.
Penetro las maravillas de Tao, Y canto los antiguos sutras.
Cuando mi mente está cómoda mi espíritu está alegre,
cuando se obtiene el entendimiento, no queda nada por comprender.
¿Quién puede decir que el reino del Tao está lejos de nosotros?
Qué tranquilo es, como al comienzo del Cielo y la Tierra. 


Compilación, traducción, introducción, y notas de Roberto Curto











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