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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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LINDANTONELLA SOLANO [9242]

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Lindantonella Solano Mendoza

Nacida desde el vientre de Süchiimma – Riohacha, COLOMBIA un 7 de enero en el año de Wole Soyinka escribe “La Muerte, el caballero del rey”.  De ascendencia de los Epiayu del Sur de la Guajira.  Destinada a ese viaje de descubrimiento a través del tiempo y de la pütchi-, palabra que trepa, muere y da vueltas, en esta convulsionada breve-edad en esta  ciudad con reseca y clavada en su soledad.  Estudió educación preescolar, psicología y se especializó en planeación educativa con énfasis en desarrollo humano. Labora como Psiorientadora, es docente, crea y coordina una escuela de formación y aproximación a la escritura creativa con infantes y adolecentes llamada Crearte, cuyo grupo piloto es Talaüshi – alegría en esta ciudad.

Miembro de la Fundación Poder Civil y Salvaguarda de Riohacha -  Süchiimma. Ganadora con éste poemario Kashi de 7 eneros desde el viente de Süchiimma – Riohacha del III premio del Encuentro de Poetas Colombianas del Museo Reyo 2005.  Poeta invitada a la Feria del Libro en los 40 años del departamento de la Guajira (2005), la Nación Wayuu; al  XVII Festival Internacional de Poesía de Medellín (2007).

Sus poemas han sido publicados en: el portafolio poético – Connivencia (2004), en la revista – periódico Poesía Viva (2005), la revista poética Azahar del ayuntamiento de Conil España (2006); en el 2007 en la antología poética de Prometeo; del XVII Festival Internacional de Poesía de Medellín en la revista Ranchería y los Hijos del Pez, compilaciones de poetas de la región.  Obras inéditas: Espejos Rotos (investigación de intentos de suicidio en la escuela pública), poemario Acantilados del Tiempo y en la Cuerda del Silencio, 2009.


Jorge Eliécer Pardo y Lindantonella Solano, 2009



KATA'OU

'La cordura depende de esto:
Que debería ser una dicha
Enorme sentir el latigazo del sol sobre la piel,
Que debería ser una dicha,
Enorme poder estar de pie,
Sabiendo que los huesos se mueven con soltura 
Bajo la carne'

Doris Lessing

Fuente que tiembla dentro
De nosotros y refresca 
Al universo,
katao'u es despertar
Para tejer la mochila 
Del tiempo,
Volar como julirü,
En medio del asashii
Con aa'in en busca
Del aliento de los dias,
Y tener cuidado
Con el zamuro
Mendiga por la muerta piyuushi
Kata'ou bañanos,
Kata'ou bañanos
Todo e'iruku
Kata'ou bañanos.

POEMARIO KASHI DE 7 ENEROS DESDE EL VIENTRE DE SUCHIMMA.







CLAVADA

Aqui me tienes,
detras de tus espinas
clavada en el viento.






POLVO

Cuando el tiempo
Utiliza zapatos nuevos
Nos deja descalzos
Y en el polvo 
De su recorrido

Del poemario Acantilados del Tiempo. 







GALOPANDO EN TI

Montaré este animal
del deseo en la selva
virgen de tu piel...
Arrancando las ausencias
y pasiones de antaño
galoparé por el país ágata
de tu cuerpo trepando
todos los rincones
de tu campo sagrado.







REINA DE SOMBRAS

A Alejandra Pizarnik

La reina de sombras
sangra palabras rotas
suda delitos
que fluyen del espejo
delirante y pudoroso,
refleja un tronco
copulando con la muerte,
y pájaros púrpuras
en la jaula del destino
a pleno ocaso.






EL MITO

El amor es un mito.
Raúl Gómez Jattin

Amamos al otro...
Volcánico,
Infinito de incertidumbre
Que se expande en ti
Mito que no se sacia








ACRIBILLANDO LA MAÑANA

El infierno son los otros.
Jean-Paúl Sartre

Acribillaste mi mañana
la bala de tu mirada
perdida en la terraza
de mis ojos,
era el sexto escalón
del alba,
desde la trinchera
del silencio,
venias con las manos
dispuesto a dar final
al despertar de mi sonrisa;
sólo que no advertiste
que ella salió
con chaleco antibalas.









INVENTARIO DE MIEDOS

Los recuerdos son
Habitaciones sin cerrojo.
Henry Batille.

Hay un balance
de miedos
que circulan en la densa
fragancia del tiempo,
trato de apagar
la luz del recuerdo
Y su electricidad
tiene combustible
para la memoria.








ÁNFORA DEL TIEMPO

“Me reconozco en mi infancia en mi madurez
En mi muerte en los términos de mi oficio de espectador a
( quien el muro
Endurece para siempre…
Juan Calzadilla.

Bajo las sobras
de este roble,
respire el blues
del silencio
Y esta apolillada pregunta
de tu ausencia
Despierta...
En la esquirla de la tarde
donde mi orfandad
sigue circulando
como ánfora del tiempo







IDIOTA

“Este comezón del tiempo,
sigue arañando mi espalda”.


El tiempo
Se hace el amor
Y no recuerda;
Segrega sombras
Como gusano,
Desprende migajas
Y es un idiota
Mas de este siglo.










JORGE ELIÉCER ORDÓÑEZ [9243]

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Jorge Eliécer Ordóñez Muñoz
Cali, 1951

Nació en la ciudad de Cali (Colombia), en 1951. Estudió Filología e Idiomas y es Magíster en Literatura Hispanoamericana del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá. En la actualidad es profesor de Literatura de la Universidad Pedagógica Tecnológica de Colombia, Uptc, Tunja. Cofundador de la Corporación Literaria “Si Mañana Despierto”. Ha publicado los libros: Ciudad Menguante, 1991; Vuelta de Campana (Premio Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá, 1994); Brújula insomne, 1997; Farallones, 2000; El puente de la luna, 2004; Desde el umbral, poesía colombiana en transición I y II (Compilación y estudio introductorio), 2005 y 2009, Exiliados del Arca, 2008, La fabula poética en Giovanni Quessep, 1998 (premio Jorge Isaacs a la crítica literaria). Participó en el Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2008.





SURICATO

Para Pablo Montoya C.

Soy el guardián,
el que se alza sobre sus patas traseras
para advertir el asedio de los predadores.
Cuando el guepardo tensa su cuerda de carrera
con un solo gesto aviso a los míos
sobre su bella pero fatal presencia.
El aire sopla sobre mis flancos,
arroja sus briznas desde la pradera,
como un tambor de pregones
el mínimo instante del salto
alumbra en mi pupila, se convierte en miedo
y trata de paralizar toda mi sangre.
Pero soy el guardián, el rapsoda de la tribu,
así que emito mi sílaba sencilla
y todos los suricatos
con sus colas, como banderas de combate,
se esconden, obedientes, bajo tierra.

De: Exiliados del Arca (2008)







RINOCERONTE

Me llaman el fósil cuaternario
tanque de guerra
bestia gris de las praderas
el ciego arrecho que persigue a la hembra
el sordo que no escucha los obuses
y solitario cuida su cuerno
de furtivos cazadores

Si supieran los mitómanos
que apenas soy un ángel acorazado y sediento
recién salido del pantano

De: Exiliados del Arca (2008)







OLVIDOS

Olvidé amarrarme los zapatos, madre.
Tú me despedías sin besos, apenas una señal de cruz en el aire,
tan cerca del aljibe; ponías en mi siniestra una granadilla
y en mi maleta escolar un lápiz que olía a maderas ocultas,
aserrín de algún sueño que contaban los hermanos menores
Que te puedes caer, tú me decías.
¿Y cuántas veces me desplomé de bruces, de nalgas,
desamores?
Quise aprender tu lección, casi analfabeta,
pero el olvido fue mi yermo territorio.
Aún recuerdo que pintaste a Moisés separando las aguas
con tus rasgos menudos, casi con vergüenza
porque yo tenía el brazo entablillado, tal como ahora
el corazón, la vida, entablillados,
y mientras dormía en un laberinto de monstruos y temores
tú, bajo el mosquitero, intentabas curarme
con un aceite fétido de tuétano y lombrices.
Ahora, con esta voz que me sale a hurtadillas,
por entre matorrales de cemento y de niebla,
quiero decirte que tus pasos endebles, a causa de la artritis,
suenan con tanta fuerza en mi escalera de madera crujiente,
que ya puedes respirar tranquila: no me he vuelto a caer,
así lo espero. Cuando miro mis zapatos, como focas
invernando en un rincón de la buhardilla
no puedo menos que sonreír despacio y aspirar con ternura
ese aceite lejano de tuétano y lombrices.





TIEMPO DE SEGAR

En Senegal 
país de cabras
y mujeres invisibles
ovillando la luna,
cuando muere el poeta 
lo sepultan
en el tronco viejo
de un árbol

Al verano
escasea el agua y la comida
Entonces
pájaros migratorios
vienen a picotear
la madera que canta.





AGONÍA DE LA PIEDRA

Como una casa arrasada por ladrones
Un ruido que no cesa
Y nadie sabe de su origen
Un galpón
Donde la tierra sueña cubos de espanto
Un mar de noche
Cuando los peces saltan a ver el polvo del cometa
Un imperio gobernado por necios:
Ha caído
           La piedra
                     En agonía.







ARS POÉTICA

El sueño impone condición altiva
Quien se atreve a la palabra
Y a su espacio conquistado en trinchera
Es condenado al silencio

Una palabra no te salva
Sus alas frágiles
Se rompen en el muro

Desde los ventanales
Fugitivos pasajeros del siglo
arrojan la primera piedra







LAS MÁSCARAS DEL JUEGO

La muerte es una sola
La soledad
Miles de muertes
Este silogismo lo conocen
Los hurradores del estadio

El hombre se atrinchera en el grito
Acomoda su origen
Y su respiración en el sordo graderío
Poco importa que 22 guerreros
Le peguen a un balón como jugándose la vida:
El está solo con su grito y su graderío
Sintiendo que las banderas
Le remueven el agua
Y la pólvora le atraviesa la niñez
Como un sable encantado

Viene a saber de nada
A guarecerse bajo la piedra
Murciélago sí que en la campana
Cuenta y recuenta sus pepas de fastidio

En la casa
Ese recinto de anfibios
La mujer plancha camisas
Lejos de los goles 




MALACHI SMITH [9244]

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Malachi Smith  Nació en Westmoreland, JAMAICA. Poeta dub, músico, dramaturgo, actor, activista y performer. Hijo de un predicador, escribió su primer poema a los ocho años y se ha convertido en un ícono en el mundo del reggae, el performance y el movimiento de dub poetry. Cofundador de “Poets in Unity”, durante los 70’s y 80’s llevó al dub poetry a la vanguardia del reggae.
Algunos álbumes suyos: Kimbo to Kimbo, 1979; Carl Stone and Drop It, 1986; Tribute and Liad Mout’, 1997 y Throw 2 Punch, 1998. Middle Passage, una de sus últimas obras, es una metáfora del viaje del artista a su propio nacimiento, y su experiencia de la esclavitud personal. “Yo estaba allí en los lomos de mis antepasados”, proclama. “...Mis poemas son viajes en la mente -escribe-. Camino cuando escribo y espero que mi lector, oyente también tenga este viaje, por lo que podría decir, mi estilo es deliberado. El poeta debe estimular los sentidos, entonces en mis viajes uno ve, oye, toca, siente, diferentes aspectos de la materia.
La inspiración viene de la creación. Todo puede ser fuente de inspiración. Se pueden ver un par de hermosos ojos que hieren y aniquilan el alma o podría ser una bala a través de un corazón que hace sangrar la mente durante toda una noche y luego algunos días, o podría ser una conversación con tu hombre interior o con un anciana.
“El arte tiene y tendrá siempre un papel importante en la sociedad. Las grandes sociedades se definen por sus artistas, héroes deportivos, culturales, científicos y hombres de Estado. Debe ser un acto de equilibrio, por lo que las artes nunca deben estar comprometidas, pero sí estimular, ya que proporcionan oportunidades para que a las mentes les crezcan alas”.




Mañanas de sábado


Subíamos caminando uno a uno
Por estrechos senderos de piedra
Pasando el Mechón Del Diablo
Y el Valle de La Serpiente
Todos los sábados en la mañana
Para recoger leña
En las montañas de Santa Catalina

Los niños de más de siete años
subían las montañas
machete en sus manos
inventando canciones, algunas hace tanto
que se convirtieron en historias de “muchacho grande”
que nos hicieron reír al chuzarse con
púas y espinas

Pues no nos alcanzaba para comprar
zapatos en ese tiempo
pero eso no nos impedía
subir a las cimas de los cerros
y descubrir a Dios, nuestro señor, durmiendo.






Oración de un exiliado

Aferrado al silencio frío
Observo el añil del cielo
Deambular hacia el oeste como mariposas
Que cruzan el rostro del tío Tiempo

La bahía de Biscayne duerme
Su piel lechosa
El rostro de un reloj
Una manecilla, mi madre
La otra, la presión

Mis pies arden
Tres horas más todavía
Yo, viejo menesteroso
Perdido en los ríos de África, Jamaica,
América

Señor
Ayúdame a soportar este turno de guardia
Consume mi cabeza con ron de la bahía
No me dejes derrumbar.





El Mississipi canta por mí

Yo oí oí decir que el Mississippi
canta todo el día como Billy
y toda la noche, como Gladys*
pero no creía ni una palabra

Oí decir que el Mississippi
Llora como un saxofón
Cuando su carga se hace demasiado pesada
Y que al Mississippi le gusta tomar whisky
Y no creía ni una palabra

Oí decir que el Mississippi
Trabaja todo el día y no le pagan
Oí decir que el Mississippi era afroamericano
Y no creía ni una palabra

Oí decir que al Mississippi
Lo lincharon por sanar las heridas de Dred Scott**
Oí decir que al Mississippi
Lo azotaron mientras bajaba de Missouri directo
Al valle del Nilo
Y no creía ni una palabra
Bajo el domo de la catedral de San Luis***
Me arrodillé ante su lecho
Escuché el murmullo de su corazón apesadumbrado
Miré su rostro de líneas marrón
Toqué su piel fría y arrugada
Sentí el filo de la espada belga en su pecho****

y me susurró: “Soy africano”

“Lo sé”, respondí.

* N. del T. Juego de palabras intraducible con las cantantes afro-americanas Billie Holliday (día), importantísima exponente del jazz estadounidense apodada Lady Day, y Gladys Night (noche), apodada la emperatriz del soul.
** N. del T. Dred Scott (1795 – 1858), fue un esclavo afro-americano en los Estados Unidos que demandó a su amo, sin éxito, pidiendo su libertad, la de su esposa y la de sus dos hijas en 1857.
*** N. del T. La catedral queda muy cerca del tribunal donde se hizo el juicio de Dred Scott.
**** N. del T. La espada belga hace alusión al origen europeo de las armas usadas en la cuenca del Congo, en días del tráfico negrero, para someter y esclavizar a las comunidades africanas.

   Traducciones de Ricardo Gómez
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/




MIGUEL DE UNAMUNO [9245]

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Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, 29 de septiembre de 1864 – Salamanca, 31 de diciembre de 1936) fue un escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. En su obra cultivó gran variedad de géneros literarios como novela, ensayo, teatro y poesía. Fue, asimismo, diputado del Congreso de los Diputados de 1931 a 1933 por la circunscripción de Salamanca.

Unamuno hacía su tertulia diaria en la terraza del Café Novelty, en la Plaza Mayor de Salamanca, junto al ayuntamiento.

Banderas de Bilbao y flores rojas y blancas en el homenaje a Miguel de Unamuno, en la Plaza Unamuno, a unos cien metros de la casa natal del escritor, en el Casco Viejo de Bilbao.
Miguel de Unamuno nació en la calle Ronda de Bilbao. Era el tercer hijo y primer varón, tras María Felisa y María Jesusa, del matrimonio habido entre el comerciante Félix de Unamuno Larraza y su sobrina carnal, Salomé Jugo Unamuno. Más tarde nacerán Félix, Susana y María Mercedes. Al acabar sus primeros estudios en el colegio de San Nicolás y a punto de entrar en el instituto, asiste como testigo al asedio de su ciudad durante la Tercera Guerra Carlista, lo que luego reflejará en su primera novela, Paz en la guerra. Buen dibujante, estudió en el taller bilbaíno de Antonio Lecuona, pero, como él mismo confesó, la falta de dominio sobre el color le hizo desistir de una carrera artística.
En septiembre de 1880 se traslada a la Universidad de Madrid para estudiar Filosofía y Letras. El 21 de junio de 1883, a sus diecinueve años, finaliza sus estudios y realiza el examen de Grado de dicha licenciatura obteniendo la calificación de sobresaliente. Al año siguiente, el 20 de junio, se doctora con una tesis sobre la lengua vasca: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca.2 En ella anticipa su idea sobre el origen de los vascos, idea contraria a la que en los años venideros irá gestando el nacionalismo vasco, recién fundado por los hermanos Arana Goiri, que propugnará una raza vasca no contaminada por otras razas.
En 1884 comienza a trabajar en un colegio como profesor de latín y psicología, publica un artículo titulado «Del elemento alienígena en el idioma vasco» y otro costumbrista, «Guernica», aumentando su colaboración en 1886 con el Noticiero de Bilbao.
En 1888, oposita en Madrid a la cátedra de Psicología, Lógica y Ética vacante en el Instituto de Bilbao y, mientras se halla en la capital por este motivo, la Diputación de Vizcaya convoca una plaza de profesor interino de lengua vascongada en el mismo instituto con «asignación anual de mil quinientas pesetas». Se presenta a esta última junto con Pedro Alberdi, Eustaquio Madina, Sabino Arana y el novelista y folclorista Resurrección María de Azkue, adjudicándose la plaza a éste último. El primer informe presentado por el Secretario de la Diputación hizo constar que, de los cinco candidatos, sólo Unamuno y Azkue contaban con título profesional. El primero, doctor en Filosofía y Letras y el segundo, Bachiller en Teología. Según Sabino Arana, la adjudicación se debió al «Diputado Larrazabal, amigo de Azkue y amigo de mi difunto padre, (que) me escribió suplicándome retirara la solicitud, para que el nombramiento recayera en Azkue, joven clérigo despejado que tenía que sostener a su madre y hermanas y al efecto y para desplegar sus facultades deseaba establecerse en Bilbao.»
Polemizó con Arana, que iniciaba su actividad nacionalista, ya que consideraba a Unamuno como vasco pero «españolista» debido a que Unamuno, que ya había escrito algunas obras en euskera, consideraba que ese idioma estaba próximo a desaparecer y que el bilingüismo no era posible. «El vascuence y el castellano son incompatibles dígase lo que se quiera, y si caben individuos no caben pueblos bilingües. Es éste de la bilingüidad un estado transitorio».
En 1889 prepara otras oposiciones y viaja a Suiza, Italia y Francia, donde se celebra la Exposición Universal y se inaugura la torre Eiffel.
El 31 de enero de 1891 se casa con Concha Lizárraga, de la que estaba enamorado desde niño y con quien tuvo nueve hijos: Fernando, Pablo, Raimundo, Salomé, Felisa, José, María, Rafael y Ramón. Salomé se casó más tarde con el poeta José María Quiroga Plá. Unamuno pasa los meses invernales de ese año dedicado a la preparación de las oposiciones para una cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, la cual obtiene. Con motivo de estas oposiciones, entabla amistad con el granadino Ángel Ganivet, amistad que se irá intensificando hasta el suicidio de aquél en 1898.
El 11 de octubre de 1894 ingresa en la Agrupación Socialista de Bilbao y colabora en el semanario Lucha de clases de esta ciudad, abandonando el partido socialista en 1897 y sufriendo una gran depresión.
Desde los inicios de su estancia en Salamanca, participó activamente en su vida cultural, y se hizo habitual su presencia en la terraza del Café literario Novelty, al lado del ayuntamiento, en la Plaza Mayor salmantina, costumbre que mantuvo hasta 1936. Desde aquella terraza cuando a Unamuno, refiriéndose a la Plaza Mayor de Salamanca, le preguntaban si era un cuadrado perfecto o no, él afirmaba: «Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico».
En 1900 fue nombrado, con sólo 36 años de edad, rector de la Universidad de Salamanca por primera vez, cargo que llegó a ostentar tres veces.

Represalias políticas y destierro durante la dictadura

En 1914 el ministro de Instrucción Pública lo destituye del rectorado por razones políticas, convirtiéndose Unamuno en mártir de la oposición liberal.
En 1920 es elegido por sus compañeros decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Es condenado a dieciséis años de prisión por injurias al Rey, pero la sentencia no llegó a cumplirse.
En 1921 es nombrado vicerrector. Sus constantes ataques al rey y al dictador Primo de Rivera hacen que éste lo destituya nuevamente y lo destierre a Fuerteventura en febrero de 1924. El 9 de julio es indultado, pero se destierra voluntariamente a Francia; primero a París y, al poco tiempo, a Hendaya, en el País Vasco francés, hasta el año 1930, año en el que cae el régimen de Primo de Rivera. A su vuelta a Salamanca, entró en la ciudad con un recibimiento apoteósico.

La República

Miguel de Unamuno se presenta candidato a concejal por la conjunción republicano-socialista para las elecciones del 12 de abril de 1931, resultando elegido. Unamuno proclama el 14 de abril la República en Salamanca. Desde el balcón del ayuntamiento, el filósofo declara que comienza «una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido». La República le repone en el cargo de Rector de la Universidad salmantina. Se presenta a las elecciones a Cortes y es elegido diputado como independiente por la candidatura de la conjunción republicano-socialista en Salamanca. Sin embargo, el escritor e intelectual, que en 1931 había dicho que él había contribuido más que ningún otro español —con su pluma, con su oposición al rey y al dictador, con su exilio...— al advenimiento de la República, empieza a desencantarse. En 1933 decide no presentarse a la reelección. Al año siguiente se jubila de su actividad docente y es nombrado Rector vitalicio, a título honorífico, de la Universidad de Salamanca, que crea una cátedra con su nombre. En 1935 es nombrado ciudadano de honor de la República. Fruto de su desencanto, expresa públicamente sus críticas a la reforma agraria, la política religiosa, la clase política, el gobierno y a Manuel Azaña.

La Guerra Civil

Al iniciarse la guerra civil, apoyó inicialmente a los rebeldes. Unamuno quiso ver en los militares alzados a un conjunto de regeneracionistas autoritarios dispuestos a encauzar la deriva del país. Cuando el 19 de julio la práctica totalidad del consistorio salmantino es destituida por las nuevas autoridades y sustituida por personas adictas, Unamuno acepta el acta de concejal que le ofrece el nuevo alcalde, el comandante Del Valle. En el verano de 1936 hace un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana, lo que causa tristeza y horror en el mundo, según el historiador Fernando García de Cortázar. Azaña lo destituye, pero el gobierno de Burgos le repone de nuevo en el cargo. Sin embargo, el entusiasmo por la sublevación pronto se torna en desengaño, especialmente ante el cariz que toma la represión en Salamanca. En sus bolsillos se amontonan las cartas de mujeres de amigos, conocidos y desconocidos, que le piden que interceda por sus maridos encarcelados, torturados y fusilados. A finales de julio, sus amigos salmantinos, Prieto Carrasco, alcalde republicano de Salamanca y José Andrés y Manso, diputado socialista, habían sido asesinados, así como su alumno predilecto y rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila Hernández. En la cárcel se hallaban recluidos sus íntimos amigos el doctor Filiberto Villalobos y el periodista José Sánchez Gómez, éste a la espera de ser fusilado. Su también amigo, el pastor de la Iglesia anglicana y masón Atilano Coco, estaba amenazado de muerte y de hecho fue fusilado en diciembre de 1936. A principios de octubre, Unamuno visitó a Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos.

El incidente de la Universidad de Salamanca

Unamuno, saliendo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, después del incidente con Millán Astray.
Unamuno se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación. Durante el acto de apertura del curso académico (que coincidía con la celebración de la Fiesta de la Raza), el 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad varios oradores soltaron tópicos acerca de la «anti-España». Lo que sucedió, según cuenta en su magna obra La guerra civil española el hispanista inglés Hugh Thomas, es lo siguiente: el profesor Francisco Maldonado, tras las formalidades iniciales y un apasionado discurso de José María Pemán, pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y al País Vasco, calificando a estas regiones como «cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos».
Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: "¡España..."; ".. una!", responden los asistentes.
- "¡España...", vuelve a exclamar Millán-Astray; ".. grande!" —replica el auditorio.
- "¡España...", finaliza el general; "... libre!" —concluyen los congregados.
Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared. Se intenta así enmendar el incidente aunando esfuerzos de hermandad y moral (algo quebrada por el incidente) al unísono.
Un indignado Unamuno (presidía el acto como rector de la Universidad), que había estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso: «Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir lo mismo. El señor obispo lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona, y aquí está para enseñar la doctrina cristiana que no queréis conocer. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao y llevo toda mi vida enseñando la lengua española, que no sabéis...»
En este punto, el general José Millán-Astray (el cual sentía una profunda enemistad por Unamuno), empezó a gritar: «¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar?». Su escolta presentó armas y alguien del público gritó: «¡Viva la muerte!» (Lema de la Legión). Millán habló: «¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!». Se excitó de tal modo hasta el punto que no pudo seguir hablando. Pensando, se cuadró mientras se oían gritos de «¡Viva España!». Se produjo un silencio mortal y unas miradas angustiadas se volvieron hacia Unamuno, que dijo: «Acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que "¡Muera la vida!". Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Como ha sido proclamada en homenaje al último orador, entiendo que va dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de las masas. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como he dicho, que no tenga esta superioridad de espíritu es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray desea crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por eso quisiera una España mutilada (...)».
En ese momento Millán-Astray exclama irritado «¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!» aunque por el gran alboroto del público no se percibió esa frase, que fue solo oída por la gente que estaba más cerca del general, naciendo así la leyenda de que realmente dijo: «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!» (leyenda que nace de las declaraciones de Serrano Suñer el cual no se encontraba en la universidad), aclamado por los asistentes. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos aclara: «¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!».
Unamuno, sin amedrentarse, continúa: «Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho».
A continuación, con el público asistente encolerizado contra Unamuno y lanzándole todo tipo de insultos, algunos oficiales echaron mano de las pistolas... pero se libró gracias a la intervención de Carmen Polo de Franco, quien agarrándose a su brazo lo acompañó hasta su domicilio. Ese mismo día, la corporación municipal se reunió de forma secreta y expulsó a Unamuno. El proponente, el concejal Rubio Polo, reclamó su expulsión «...por España, en fin, apuñalada traidoramente por la pseudo-intelectualidad liberal-masónica cuya vida y pensamiento [...] sólo en la voluntad de venganza se mantuvo firme, en todo lo demás fue tornadiza, sinuosa y oscilante, no tuvo criterio, sino pasiones; no asentó afirmaciones, sino propuso dudas corrosivas; quiso conciliar lo inconciliable, el Catolicismo y la Reforma; y fue, añado yo, la envenenadora, la celestina de las inteligencias y las voluntades vírgenes de varias generaciones de escolares en Academias, Ateneos y Universidades». El 22 de octubre, Franco firma el decreto de destitución de Unamuno como rector. Unamuno fue restituido en su cargo póstumamente en octubre de 2011.

Los últimos días

Los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa, en un estado, en palabras de Fernando García de Cortázar, de resignada desolación, desesperación y soledad.9 A los pocos días, el 20 o 21 de octubre, en una entrevista mantenida con el periodista francés Jérôme Tharaud (común y erróneamente atribuida al escritor Nikos Kazantzakis):
Tan pronto como se produjo el movimiento salvador que acaudilla el general Franco, me he unido a él diciendo que lo que hay que salvar en España es la civilización occidental cristiana y con ella la independencia nacional, ya que se está aquí, en territorio nacional, ventilando una guerra internacional. (...) En tanto me iban horrorizando los caracteres que tomaba esta tremenda guerra civil sin cuartel debida a una verdadera enfermedad mental colectiva, a una epidemia de locura con cierto substrato patológico-corporal. Las inauditas salvajadas de las hordas marxistas, rojas, exceden toda descripción y he de ahorrarme retórica barata. Y dan el tono no socialistas, ni comunistas, ni sindicalistas, ni anarquistas, sino bandas de malhechores degenerados, excriminales natos sin ideología alguna que van a satisfacer feroces pasiones atávicas sin ideología alguna. Y la natural reacción a esto toma también muchas veces, desgraciadamente, caracteres frenopáticos. Es el régimen del terror. España está espantada de sí misma. Y si no se contiene a tiempo llegará al borde del suicidio moral. Si el miserable gobierno de Madrid no ha podido, ni ha querido resistir la presión del salvajismo apelado marxista, debemos tener la esperanza de que el gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro régimen de terror. (...) Insisto en que el sagrado deber del movimiento que gloriosamente encabeza el general Franco es salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional, ya que España no debe estar al dictado de Rusia ni de otra potencia extranjera cualquiera, puesto que aquí se está librando, en territorio nacional, una guerra internacional. Y es deber también traer una paz de convencimiento y de conversión y lograr la unión moral de todos los españoles para restablecer la patria que se está ensangrentando, desangrándose, envenenándose y entonteciéndose. Y para ello impedir que los reaccionarios se vayan en su reacción más allá de la justicia y hasta de la humanidad, como a las veces tratan. Que no es camino el que se pretenda formar sindicatos nacionales compulsivos, por fuerza y por amenaza, obligando por el terror a que se alisten en ellos, ni a los convencidos ni convertidos. Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo.
Y a los pocos días, en esta ocasión sí con Kazantzakis:
En este momento crítico del dolor de España, sé que tengo que seguir a los soldados. Son los únicos que nos devolverán el orden. Saben lo que significa la disciplina y saben cómo imponerla. No, no me he convertido en un derechista. No haga usted caso de lo que dice la gente. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado. Pero cualquier día me levantaré —pronto— y me lanzaré a la lucha por la libertad, yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario.
El 21 de noviembre, escribe a Lorenzo Giusso:
La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los hunos y los hotros. Y aquí está mi pobre España, se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo...
Murió en su domicilio de Salamanca el 31 de diciembre de 1936, de forma repentina, en el transcurso de la tertulia vespertina que mantenía regularmente con un par de amigos. A pesar de su virtual reclusión, en su funeral fue exaltado como un héroe falangista. A su muerte, Antonio Machado escribió: «Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo».

Obra

Casa del Regidor Ovalle Prieto, en la Calle Bordadores de Salamanca, en la cual vivió y murió Unamuno.

Narrativa

La obra narrativa de Miguel de Unamuno, en orden cronológico, es la siguiente:
Desde 1886 escribió un total de 87 cuentos y relatos cortos[cita requerida]. De ellos, en 1913 seleccionó solo veintiséis para su libro El espejo de la muerte. Destacan el que da título al libro o Revolución en la biblioteca de Ciudámuerta.
Paz en la guerra (1895), obra en la cual utiliza el contexto de la tercera guerra carlista (que conoció en su niñez) para plantear la relación del yo con el mundo, condicionado por el conocimiento de la muerte;
Amor y pedagogía (1902), que une lo cómico y lo trágico en una reducción a lo absurdo de la sociología positivista;
Recuerdos de niñez y mocedad (1908) es una obra autobiográfica. En ella el autor vasco reflexiona sobre los primeros años de su vida en Bilbao;
El espejo de la muerte (1913), libro de cuentos;
Niebla (1914), obra clave de Unamuno, que él caracteriza con el nombre «nivola» para separarla de la supuesta forma fija de la novela;
En 1917 escribe Abel Sánchez, donde invierte el tema bíblico de Caín y Abel para presentar la anatomía de la envidia;
Tulio Montalbán (1920) es una novela corta sobre el problema íntimo de la derrota de la personalidad verdadera por la imagen pública del mismo hombre;
También en 1920 se publican tres novelas cortas con un prólogo de gran importancia: Tres novelas ejemplares y un prólogo;
La última narración extensa es La tía Tula (1921), donde se presenta el anhelo de maternidad ya esbozado en Amor y pedagogía y en Dos madres;
Teresa (1924) es un cuadro narrativo que contiene rimas becquerianas, logrando en idea y en realidad la recreación de la amada;
Cómo se hace una novela (1927) es la autopsia de la novela unamuniana;
En 1930, Unamuno escribe sus últimas novelas: San Manuel Bueno, mártir, en la que habla de un sacerdote que predica algo en lo que él no logra creer; y Don Sandalio, jugador de ajedrez.

Novela

En la época literaria que rodeaba al autor por entonces, se exigían unos rígidos patrones de procedimiento a la hora de escribir y publicar una novela: una temática particular, líneas de tiempo y acción específicas, convencionalismos sociales... una especie de guion no escrito pero aceptado por todos. Y esto suponía a Unamuno un corsé del que pretendería desprenderse de alguna forma, para expresarse en sus páginas como estimara oportuno. Su solución fue inventar un nuevo género literario, al que bautizó como «nivola», y de esta forma, no podría obtener crítica ninguna en lo referente a reglas de estética o composición, porque sólo debería atender a las reglas que él mismo hubiese diseñado para su nuevo género. Así lo expresa en Niebla (1914), en el capítulo XVII:
—¿Y cuál es su argumento, si se puede saber? —Mi novela no tiene argumento, o mejor dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se hace él solo. —¿Y cómo es eso? —Pues mira, un día de estos que no sabía bien qué hacer, pero sentía ansia de hacer algo, una comezón muy íntima, un escarabajeo de la fantasía, me dije: voy a escribir una novela, pero voy a escribirla como se vive, sin saber lo que vendrá. Me senté, cogí unas cuartillas y empecé lo primero que se me ocurrió, sin saber lo que seguiría, sin plan alguno. Mis personajes se irán haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen; su carácter se irá formando poco a poco. Y a las veces su cáracter será el de no tenerlo. —Sí, como el mío. —No sé. Ello irá saliendo. Yo me dejo llevar. —¿Y hay psicología?, ¿descripciones? —Lo que hay es diálogo; sobre todo diálogo. La cosa es que los personajes hablen, que hablen mucho, aunque no digan nada (...). El caso es que en esta novela pienso meter todo lo que se me ocurra, sea como fuere. —Pues acabará no siendo novela. —No, será... será...nivola.

Filosofía

La filosofía de Unamuno no fue una filosofía sistemática, sino una negación de cualquier sistema y una afirmación de fe «en sí misma». Se formó intelectualmente bajo el racionalismo y el positivismo. Durante la época de su juventud, escribió artículos en los cuales se apreciaba claramente su simpatía por el socialismo, y tenía una gran preocupación por la situación en la que se encontraba España.
La influencia de algunos filósofos como Adolf von Harnack provocó el rechazo de Unamuno por el racionalismo. Tal abandono queda de manifiesto en su obra San Manuel Bueno, mártir, donde la metáfora de la nieve cayendo sobre el lago ilustra su postura en favor de la fe —la montaña sobre la cual la nieve crea formas, paisajes, frente al lago, donde ésta se disuelve y se transforma en nada—.
Para él la muerte es algo definitivo, la vida acaba. Sin embargo, pensaba que la creencia de que nuestra mente sobrevive a la muerte es necesaria para poder vivir. Desde luego, se necesita creer en un Dios, tener fe, lo cual no es racional; así siempre hay conflicto interior entre la necesidad de la fe y la razón que niega tal fe.18 Es considerado uno de los predecesores de la escuela existencialista que, varias décadas después, encontraría su auge en el pensamiento europeo. Así estudió danés para leer directamente a Søren Kierkegaard, a quien en sus obras solía llamar, en su peculiar y cordial estilo, «hermano».
La preocupación por España se manifestó en los ensayos recogidos en sus obras:
En torno al casticismo (1895);
Vida de Don Quijote y Sancho (1905);
Por tierras de Portugal y España (1911).
Durante la guerra y a partir de agosto de 1936, Unamuno comenzó a tomar apuntes para un libro que no llegaría a escribir y en el que plasma su testamento político: El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y la guerra civil españolas.
Sus obras más puramente filosóficas son:
Del sentimiento trágico de la vida (1913);
La agonía del cristianismo (1925).

Poesía

Para Unamuno el arte era un medio de expresar las inquietudes del espíritu. Por ello, en la poesía y en la novela trata los mismos temas que había desarrollado en los ensayos: su angustia espiritual y el dolor que provoca el silencio de Dios, el tiempo y la muerte.
Siempre se sintió atraído por los metros tradicionales y, si bien en sus primeras composiciones procura eliminar la rima, más tarde recurre a ella. Entre sus obras poéticas destacan: Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), Andanzas y visiones españolas (1922), Rimas de dentro (1923), Teresa. Rimas de un poeta desconocido (1924), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1928) y Cancionero (1953).
Ya desde su primer libro, Poesías (1907), se perfilan los temas que van a dominar en la poética unamuniana: el conflicto religioso, la patria y la vida doméstica.
Dedicó a la ciudad estas bellas palabras: «Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca de mi visión de Castilla».
Tosco y prosista, nunca se le ha reconocido por versos armoniosos y trabajados, sino por estrofas breves, castellanas y muy personales: en palabras de Ramón Irigoyen, prologuista de Niebla en la edición de El Mundo, Unamuno siempre fue un «eyaculador precoz del verso», haciendo referencia a su escaso detenimiento en la revisión de sus poemas conclusos, en comparación con otros poetas de la época tales como Machado o Juan Ramón Jiménez.

Teatro

La obra dramática de Unamuno presenta su línea filosófica habitual; de ahí que obtuviera un éxito más bien escaso. Temas como la indagación de la espiritualidad individual, la fe como «mentira vital» y el problema de la doble personalidad son tratados en La Esfinge (1898), La venda (1899) y El otro (1932). Actualiza la tragedia euripidea en Fedra (1918) y traduce la Medea (1933) de Séneca.
El teatro unamuniano tiene las siguientes características:
Es esquemático, está despojado de todo artificio y en él sólo tienen cabida los conflictos y pasiones que afectan a los personajes. Esta austeridad es influjo de la tragedia griega clásica.
Si los personajes y los conflictos aparecen desnudos, la escenografía también se ve despojada de todo artificio. Es una escenografía simplificada al máximo.
Lo que realmente le importa es presentar el drama que transcurre en el interior de los personajes y, sin duda, de su interior.
Con la simbolización de las pasiones y la austeridad tanto de la palabra como escenográfica, el teatro unamuniano entronca con las experiencias dramáticas europeas y abre un camino a la renovación teatral española, que será seguido por Ramón Valle-Inclán, Azorín y, más tarde, Federico García Lorca.

Obras

La esfinge (1898)
La venda (1899)
La princesa doña Lambra (1909)
La difunta (1909)
El pasado que vuelve (1910)
Fedra (1910)
Soledad (1921)
Raquel encadenada (1921)
Sombras de sueño (1926)
El otro (1926)
El hermano Juan o el mundo es teatro (1929)
Razón y fe





A mi buitre

Este buitre voraz de ceño torvo
Que me devora las entrañas fiero
Y es mi único constante compañero
Labra mis penas con su pico corvo.

El día en que le toque el postrer sorbo
Apurar de mi negra sangre, quiero
Que me dejéis con él solo y señero
Un momento, sin nadie como estorbo.

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
Mientras él mi último despojo traga,
Sorprender en sus ojos la sombría

Mirada al ver la suerte que le amaga
Sin esta presa en que satisfacía
El hambre atroz que nunca se le apaga.






Al amor de la lumbre

Dulcissime vanus Homems.

Al amor de la lumbre cuya llama
Como una cresta de la mar ondea.
Se oye fuera la lluvia que gotea
Sobre los chopos. Previsora el ama

Supo ordenar se me temple la cama
Con sahumerio. En tanto la Odisea
Montes y valles de mi pecho orea
De sus ficciones con la rica trama

Preparándome el sueño. Del castaño
Que más de cien generaciones de hoja
Criara y vio morir, cabe el escaño

Abrasándose el tronco con su roja
Brasa me reconforta. ¡Dulce engaño
La ballesta de mi inquietud afloja!






Castilla

Tú me levantas, tierra de Castilla,
En la rugosa palma de tu mano,
Al cielo que te enciende y te refresca,
Al cielo, tu amo,

Tierra nervuda, enjuta, despejada,
Madre de corazones y de brazos,
Toma el presente en ti viejos colores
Del noble antaño.

Con la pradera cóncava del cielo
Lindan en torno tus desnudos campos,
Tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
Y en ti santuario.

Es todo cima tu extensión redonda
Y en ti me siento al cielo levantado,
Aire de cumbre es el que se respira
Aquí, en tus páramos.

¡Ara gigante, tierra castellana,
A ese tu aire soltaré mis cantos,
Si te son dignos bajarán al mundo
Desde lo alto!






De vuelta a casa

Desde mi cielo a despedirme llegas
Fino orvallo que lentamente bañas
Los robledos que visten las montañas
De mi tierra, y los maíces de sus vegas.

Compadeciendo mi secura, riegas
Montes y valles, los de mis entrañas,
Y con tu bruma el horizonte empañas
De mi sino, y así en la fe me anegas.

Madre Vizcaya, voy desde tus brazos
Verdes, jugosos, a Castilla enjuta,
Donde fieles me aguardan los abrazos

De costumbre, que el hombre no disfruta
De libertad si no es preso en los lazos
De amor, compañero de la ruta.







Dime qué dices, mar

¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
Pero no me lo digas; tus cantares
Son, con el coro de tus varios mares,
Una voz sola que cantando gime.

Ese mero gemido nos redime
De la letra fatal, y sus pesares,
Bajo el oleaje de nuestros azares,
El secreto secreto nos oprime.

La sinrazón de nuestra suerte abona,
Calla la culpa y danos el castigo;
La vida al que nació no le perdona;

De esta enorme injusticia sé testigo,
Que así mi canto con tu canto entona,
Y no me digas lo que no te digo.







Dolor común

Cállate, corazón, son tus pesares
De los que no deben decirse, deja
Se pudran en tu seno; si te aqueja
Un dolor de ti solo no acíbares

A los demás la paz de sus hogares
Con importuno grito. Esa tu queja,
Siendo egoísta como es, refleja
Tu vanidad no más. Nunca separes

Tu dolor del común dolor humano,
Busca el íntimo aquel en que radica
La hermandad que te liga con tu hermano,

El que agranda la mente y no la achica;
Solitario y carnal es siempre vano;
Sólo el dolor común nos santifica.







Dormirse en el olvido del recuerdo

¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
En el recuerdo del olvido,
Y que en el claustro maternal me pierdo
Y que en él desnazco perdido!

¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
Mañana eterno en el ayer;
Tú, todo lo que fue ya eternizado,
Mi madre, mi hija, mi mujer!








En horas de insomnio

Me voy de aquí, no quiero más oírme;
De mi voz toda voz suéname a eco,
Ya falta así de confesor, si peco
Se me escapa el poder arrepentirme.

No hallo fuera de mí en que me afirme
Nada de humano y me resulto hueco;
Si esta cárcel por otra al fin no trueco
En mi vacío acabaré de hundirme.

Oh triste soledad, la del engaño
De creerse en humana compañía
Moviéndose entre espejos, ermitaño.

He ido muriendo hasta llegar al día
En que espejo de espejos, soy me extraño
A mí mismo y descubro no vivía.








En un cementerio de lugar castellano

Corral de muertos, entre pobres tapias,
Hechas también de barro,
Pobre corral donde la hoz no siega,
Sólo una cruz, en el desierto campo
Señala tu destino.
Junto a esas tapias buscan el amparo
Del hostigo del cierzo las ovejas
Al pasar trashumantes en rebaño,
Y en ellas rompen de la vana historia,
Como las olas, los rumores vanos.
Como un islote en junio,
Te ciñe el mar dorado
De las espigas que a la brisa ondean,
Y canta sobre ti la alondra el canto
De la cosecha.
Cuando baja en la lluvia el cielo al campo
Baja también sobre la santa hierba
Donde la hoz no corta,
De tu rincón, ¡pobre corral de muertos!,
Y sienten en sus huesos el reclamo
Del riego de la vida.
Salvan tus cercas de mampuesto y barro
Las aladas semillas,
O te las llevan con piedad los pájaros,
Y crecen escondidas amapolas,
Clavelinas, magarzas, brezos, cardos,
Entre arrumbadas cruces,
No más que de las aves libres pasto.
Cavan tan sólo en tu maleza brava,
Corral sagrado,
Para de un alma que sufrió en el mundo
Sembrar el grano;
Luego sobre esa siembra
¡Barbecho largo!
Cerca de ti el camino de los vivos,
No como tú, con tapias, no cercado,
Por donde van y vienen,
Ya riendo o llorando,
¡Rompiendo con sus risas o sus lloros
El silencio inmortal de tu cercado!
Después que lento el sol tomó ya tierra,
Y sube al cielo el páramo
A la hora del recuerdo,
Al toque de oraciones y descanso,
La tosca cruz de piedra
De tus tapias de barro
Queda, como un guardián que nunca duerme,
De la campiña el sueño vigilando.
No hay cruz sobre la iglesia de los vivos,
En torno de la cual duerme el poblado;
La cruz, cual perro fiel, ampara el sueño
De los muertos al cielo acorralados.
¡Y desde el cielo de la noche, Cristo,
El Pastor Soberano,
Con infinitos ojos centelleantes,
Recuenta las ovejas del rebaño!
¡Pobre corral de muertos entre tapias
Hechas del mismo barro,
Sólo una cruz distingue tu destino
En la desierta soledad del campo!







Es una antorcha

Es una antorcha al aire esta palmera,
Verde llama que busca al sol desnudo
Para beberle sangre; en cada nudo
De su tronco cuajó una primavera.

Sin bretes ni eslabones, altanera
Y erguida, pisa el yermo seco y rudo;
Para la miel del cielo es un embudo
La copa de sus venas, sin madera.

No se retuerce ni se quiebra al suelo;
No hay sombra en su follaje; es luz cuajada
Que en ofrenda de amor se alarga al cielo;

La sangre de un volcán que enamorada
Del padre sol se revistió de anhelo
Y se ofrece, columna, a su morada.








Hasta que se me fue no he descubierto

Hasta que se me fue no he descubierto
Todo lo que la quise;
Yo creía quererla; no sabía
Lo que es de amor morirse.
Era como algo mío entonces, era
Costumbre... que se dice...;
Pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
A quien nadie resiste.

Al irse nació en mí... ¡no!, que en torturas
En ella nací al írseme;
Lo que creí yo sueño era la vela;
He nacido al morirme.

Por fin ya sé quién soy... no lo sabía...
¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo triste?
¿Hay quién sepa lo que es saber y entienda
Lo que la nada dice?

Mi madre nació en mí en aquel día
Que se me fue Teresa... Madre, dime
De dónde vine, adónde voy perdido,
Por qué al amor me diste...







Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan

Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan,
Hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan,
Hay ojos que ríen -risa placentera,
Hay ojos que lloran -con llanto de pena,
Unos hacia adentro -otros hacia fuera.

Son como las flores -que cría la tierra.
Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
Los que están haciendo -tu mano de hierba,
Me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,
Me ríen rientes -risa placentera,
Me lloran llorosos -con llanto de pena,
Desde tierra adentro, -desde tierra afuera.

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
Vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
En tus ojos muero, -mi casa y vereda,
Tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.







Horas serenas del ocaso breve

Horas serenas del ocaso breve,
Cuando la mar se abraza con el cielo
Y se despiertas el inmortal anhelo
Que al fundirse la lumbre, la lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
Las estrellas se posan en el suelo
De la noche celeste, y su consuelo
Nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
Lágrima de las olas gemebundas,
Entre el cielo y la mar sobrecogida

El alma cuaja luces moribundas
Y recoge en el lecho de su vida
El poso de sus penas más profundas.






La luna y la rosa

En el silencio estrellado
La Luna daba a la rosa
Y el aroma de la noche
Le henchía ?sedienta boca?
El paladar del espíritu,
Que adurmiendo su congoja
Se abría al cielo nocturno
De Dios y su Madre toda...
Toda cabellos tranquilos,
La Luna, tranquila y sola,
Acariciaba a la Tierra
Con sus cabellos de rosa
Silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
Exhalaba sus entrañas
Fundidas de amor, su aroma...
Entre las zarzas, su nido,
Era otra luna la rosa,
Toda cabellos cuajados
En la cuna, su corola;
Las cabelleras mejidas
De la Luna y de la rosa
Y en el crisol de la noche
Fundidas en una sola...
En el silencio estrellado
La Luna daba a la rosa
Mientras la rosa se daba
A la Luna, quieta y sola.








La mar ciñe a la noche su regazo

La mar ciñe a la noche en su regazo
Y la noche a la mar; la luna, ausente;
Se besan en los ojos y en la frente;
Los besos dejan misterioso trazo.

Derrítense después en un abrazo,
Tiritan las estrellas con ardiente
Pasión de mero amor, y el alma siente
Que noche y mar se enredan en su lazo.

Y se baña en la oscura lejanía
De su germen eterno, de su origen,
Cuando con ella Dios amanecía,

Y aunque los necios sabios leyes fijen,
Ve la piedad del alma la anarquía
Y que leyes no son las que nos rigen.

Horas serenas del ocaso breve,
Cuando la mar se abraza con el cielo
Y se despierta el inmortal anhelo
Que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
Las estrellas se posan en el suelo
De la noche celeste, y su consuelo
Nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
Lágrima de las olas gemebundas,
Entre el cielo y la mar sobrecogida

El alma cuaja luces moribundas
Y recoge en el lecho de su vida
El poso de sus penas más profundas.






Luciérnaga celeste

Luciérnaga celeste, humilde estrella
De navegante guía: la Boquilla
De la Bocina que a hurtadillas brilla,
Violeta de luz, pobre centella

Del hogar del espacio; ínfima huella
Del paso del Señor; gran maravilla
Que broche del vencejo en la gavilla
De mies de soles, sólo ella los sella.

Era al girar del universo quicio
Basado en nuestra tierra; fiel contraste
Del Hombre Dios y de su sacrificio.

Copérnico, Copérnico, robaste
A la fe humana su más alto oficio
Y diste así con su esperanza al traste.
¿Por qué esos lirios que los hielos matan?







Me destierro a la memoria

Me destierro a la memoria,
Voy a vivir del recuerdo.
Buscadme, si me os pierdo,
En el yermo de la historia,

Que es enfermedad la vida
Y muero viviendo enfermo.
Me voy, pues, me voy al yermo
Donde la muerte me olvida.

Y os llevo conmigo, hermanos,
Para poblar mi desierto.
Cuando me creáis más muerto
Retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo mi alma-libro,
Hombre-mundo verdadero.
Cuando vibres todo entero.








Morir soñando

Au fait, se disait-il a lui-même, il parait que
mon destin est de mourir en rêvant.
Stendhal, Le Rouge et le Noir, LXX, "La tranquillité"

Morir soñando, sí, mas si se sueña
Morir, la muerte es sueño; una ventana
Hacia el vacío; no soñar; nirvana;
Del tiempo al fin la eternidad se adueña.

Vivir el día de hoy bajo la enseña
Del ayer deshaciéndose en mañana;
Vivir encadenado a la desgana
¿Es acaso vivir?, ¿y esto qué enseña?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿Aprender lo que al punto al fin se olvida
Escudriñando el implacable ceño
-Cielo desierto- del eterno Dueño?
Soy yo, lector, que en ti vibro.







Nuestro secreto

No me preguntes más, es mi secreto,
Secreto para mí terrible y santo;
Ante él me velo con un negro manto
De luto de piedad; no rompo el seto

Que cierra su recinto, me someto
De mi vida al misterio, el desencanto
Huyendo del saber y a Dios levanto
Con mis ojos mi pecho siempre inquieto.

Hay del alma en el fondo oscura sima
Y en ella hay un fatídico recodo
Que es nefando franquear; allá en la cima

Brilla el sol que hace polvo al sucio lodo;
Alza los ojos y tu pecho anima;
Conócete, mortal, mas no del todo.






¿Por qué esos lirios que los hielos matan?

¿Por qué esas rosas a que agosta el sol?
¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo
Se mueren en plumón?

¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas
Que no son de otras nuevas eslabón?
¿Por qué fue dique de tu sangre pura
Tu pobre corazón?

¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres
Del amor en la santa comunión?
¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma
No dimos granazón?

¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos?
¿Por qué y para qué fuimos los dos?
¿Por qué y para qué es todo nada?
¿Por qué nos hizo Dios?








La oración del ateo

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
Y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
Sin consuelo de engaño. No resistes

A nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
Más recuerdo las plácidas consejas
Con que mi ama endulzóme noches tristes.

¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
Que no eres sino Idea; es muy angosta
La realidad por mucho que se expande

Para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
Existiría yo también de veras.






¿Qué es tu vida, alma mía?

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡Lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡Viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡Sombra en la cueva!,
¡Lluvia en el lago!,
¡Viento en la cumbre!,
¡Sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
Y es el viento sollozo sin partida,
Pesar, la sombra sin ningún consuelo,
Y lluvia y viento y sombra hacen la vida.







Si tú y yo, Teresa mía, nunca

Si tú y yo, Teresa mía, nunca
Nos hubiéramos visto,
Nos hubiéramos muerto sin saberlo:
No habríamos vivido.

Tú sabes que morirse, vida mía,
Pero tienes sentido
De que vives en mí, y viva aguardas
Que a ti torne yo vivo.

Por el amor supimos de la muerte;
Por el amor supimos
Que se muere; sabemos que se vive
Cuando llega el morirnos.

Vivir es solamente, vida mía,
Saber que se ha vivido,
Es morirse a sabiendas dando gracias
A Dios de haber nacido.







Te da en la frente el sol de la mañana

Te da en la frente el sol de la mañana
Recién nacido, pálida doncella,
Misteriosa visión, fugaz estrella,
Que te derrites en la luz. Hermana

De la que nace cuando la campana
Tocando a la oración doliente sella
La fatiga de un día más, la mella
Que sume el alma en la mortal desgana.

El alba y el ocaso cruzan manos,
Y así, a la silla de la reina, al día
Ya la noche, rendidos soberanos,

Los llevan a enterrar. Triste sería
Que al despertar de nuestros sueños varios
Luz y sombra lucharán a porfía.







Veré por ti

"Me desconozco", dices; mas mira, ten por cierto
Que a conocerse empieza el hombre cuando clama
"Me desconozco", y llora;
Entonces a sus ojos el corazón abierto
Descubre de su vida la verdadera trama;
Entonces es su aurora.

No, nadie se conoce, hasta que no le toca
La luz de un alma hermana que de lo eterno llega
Y el fondo le ilumina;
Tus íntimos sentires florecen en mi boca,
Tu vista está en mis ojos, mira por mí, mi ciega,
Mira por mí y camina.

"Estoy ciega", me dices; apóyate en mi brazo
Y alumbra con tus ojos nuestra escabrosa senda
Perdida en lo futuro;
Veré por ti, confía; tu vista es este lazo
Que a ti me ató, mis ojos son para ti la prenda
De un caminar seguro.

¿Qué importa que los tuyos no vean el camino,
Si dan luz a los míos y me lo alumbran todo
Con su tranquila lumbre?
Apóyate en mis hombros, confíate al Destino,
Veré por ti, mi ciega, te apartaré del lodo,
Te llevaré a la cumbre.

Y allí, en la luz envuelta, se te abrirán los ojos,
Verás cómo esta senda tras de nosotros lejos,
Se pierde en lontananza
Y en ella de esta vida los míseros despojos,
Y abrírsenos radiante del cielo a los reflejos
Lo que es hoy esperanza.






ALBERTO RUY SÁNCHEZ [9246]

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Alberto Ruy Sánchez
Alberto Ruy Sánchez Lacy (Ciudad de México, 7 de diciembre de 1951), es un editor y escritor mexicano, autor de más de veinte libros de ensayo, poesía, cuento y novela.
Desde 1988 es Director General de la revista Artes de México y Presidente del Consejo de la empresa editorial que la publica. Sin duda la publicación de arte y cultura líder en América Latina, con más de cien premios nacionales e internacionales en su primera década. Doctorado por la Universidad de París, ha sido profesor invitado en varias universidades, incluyendo Stanford y Middlebury, e imparte con frecuencia conferencias y seminarios en Europa, África, Asia y todo el continente americano. Su obra ha sido elogiada por Octavio Paz, Juan Rulfo, Severo Sarduy, Alberto Manguel, Claude-Michel_Cluny entre otros, y ha sido premiado por varias instituciones. Como narrador es un autor de culto cuyos libros no dejan de reeditarse y como ensayista es un respetado e influyente crítico cultural cuyas ideas crean opinión.

Joaquín Ruy Sánchez, su padre, nació en Navojoa, Sonora, en el norte de México. Lo mismo que su madre, María Antonieta Lacy, que nació en Cajeme (Ciudad Obregón), ambos de familias sonorenses por muchas generaciones. Alberto fue el primero de cinco hijos; sus hermanos son Joaquín, Ernesto, Martha y María Antonieta. Por los azares del trabajo del padre, la familia vivía parte del año en la ciudad de México y otra en el norte, incluyendo estancias más largas en Ciudad Obregón y en Villa Constitución (pequeña población en pleno desierto de Baja California Sur). Eso le dio a Alberto una temprana y rica experiencia del desierto, iniciado en ella por las exploraciones de su padre y por un guía, un indígena del pueblo yaqui que siempre le contaba historias.

La memoria involuntaria y el descubrimiento de Otro México

Alberto Ruy Sánchez había olvidado esa primera infancia hasta que, en 1975, al visitar el Sahara por primera vez, todo vino a su mente de golpe. De ese acto de memoria involuntaria él construyó una relación especial con el desierto de Marruecos y particularmente con una ciudad que fue alguna vez puerta de las caravanas transaharianas: el antiguo puerto de Mogador, desde 1955 renombrado Essaouira. E hizo de él escenario de la mayoría de sus novelas y relatos. Como explica en su ensayo.1 Los nueve regalos que me dio Marruecos: «Mi primer viaje a Mogador se hizo más profundo y prolongado de lo que yo podía haber sospechado. Primero tuve el impacto de descubrir un lugar que a pesar de la distancia geográfica de México me provocaba una potente sensación de reconocimiento, mucho más grande que la que cualquier mexicano tiene al llegar a España. Una extraña combinación de lenguaje corporal, arquitectura, geografía y objetos artesanales me hacían sentir que me adentraba en Otro México (...) Nuestra cultura se deriva sin duda de cinco siglos de mestizaje entre pueblos indios y españoles, pero no debemos dejar de lado el hecho de que una amplia vena árabe corre en nuestra venas y que nos llegó a través de los cuerpo españoles. No se puede olvidar que durante ocho siglos dos terceras partes de lo que ahora son España y Portugal fueron árabes en sus maneras y vivieron, hicieron cerámica y ropa y edificios al modo de la civilización andalusí.»

La cultura barroca y el valor de los sentidos

Alberto Ruy Sánchez recibió una seria educación humanística en los colegios jesuitas. De ahí obtiene «una tenaz noción barroca del mundo como una realidad compleja que sólo puede ser comprendida y vivida plenamente tanto a través de la inteligencia como de los sentidos». Así, en su poética narrativa siempre está presente como un principio artístico el modo barroco de escuchar con los ojos, mirar con los dedos y los oídos, gustar con el olfato.

El placer de escuchar y contar historias

La extensa familia sonorense emigrada a la ciudad de México se reunía con frecuencia a contar historias. De ahí surgió su deseo de convertirse en escritor, «a partir del enorme placer de escuchar y contar historias y admirando tanto la destreza de quienes lo hacían como el valor de lo compartido».3 Un deseo confirmado muchos años después, cuando visitó Marruecos y estuvo en la Plaza Xemaá-el-Fná de Marrakech, cuyos contadores de cuentos tradicionales han sido considerados por la Unesco Patrimonio Oral de la Humanidad (junio de 1977).

Una búsqueda doble

Un cuarto hilo biográfico presente en su trabajo (después del descubrimiento de otro México, el valor barroco de los sentidos y el placer de contar historias) es el hecho de que Alberto Ruy Sánchez considera que sus novelas son parte de una búsqueda. Por una parte, búsqueda de conocimiento en el doble sentido de saber más sobre la vida y también en el sentido de ir más allá de una realidad condicionada: investigación y trascendencia. Su búsqueda tiene un nombre: el deseo. Comenzó a escribir en un esfuerzo por comprender el deseo femenino a través de historias que las mujeres le contaban o de las que le tocó ser testigo. Y de ahí surgió su novela Los nombres del aire. Con ella inauguró un ciclo que incluiría más tarde En los labios del agua; los jardines secretos de Mogador; Nueve veces el asombro; y algunos otros títulos mogadorianos. Todos ellos escritos a lo largo de veinte años aproximadamente. Como cada libro publicado provocaba una respuesta masiva de correo de lectoras que hacía suyo el relato, Alberto Ruy Sánchez comenzó a integrar una parte de esa reacción en cada nuevo libro de la serie.5 Podría haber una explicación de esta obsesión de hacer de la obra una búsqueda, en el hecho de que, entre los múltiples trabajos que llevó a cabo como estudiante en París, fue estudiante de Tantra y después instructor. El doble sentido de la palabra Búsqueda en sus libros, como investigación sobre el deseo sexual y como trascendencia espiritual a través del cuerpo tiene tal vez en el tantra una de sus explicaciones aunque el autor no lo hace explícito. De todo esto se deriva un tercer sentido de la palabra búsqueda: la búsqueda de producir un objeto artesanal y artístico de alta calidad, cuando declara que sus libros son «objetos materiales, composiciones geométricas y artesanales que pueden ayudar a los lectores a pensar, a sentir, a vivir, a comprender y mejorar sus vidas»

Iniciación

De 1975 a 1983 vivió en París, donde estudió con Roland Barthes, su director de tesis. Siguió los seminarios de los filósofos Michel Foucault, Jacques Rancière, Gilles Deleuze, Francois Châtelet, y del historiador del arte André Chastel. Recibió el doctorado en la Universidad de París VII. De regreso en México, de 1984 a 1987 fue jefe de redacción y luego editor de libros en la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz, quien lo consideraba «uno de nuestros mejores ensayistas: su escritura es nerviosa y ágil, su inteligencia aguda sin ser cruel, su ánimo compasivo sin condescendencia ni complicidad (...) es también el más raro de los escritores mexicanos, un verdadero poeta cosmopolita que cuenta historias desde un territorio más amplio que un país, porque es el poeta de la piel. Por eso su lenguaje es el tacto, el sentido que implica a todos los demás». Y el cubano Severo Sarduy escribió: «inventó no sólo novelas sino un nuevo modo de aprender a leer, desde la fulguración».

Reconocimientos nómadas

Algunos de sus libros han sido traducidos a diferentes lenguas, entre las cuales están el francés, el holandés, el portugués, el alemán, el serbio, el turco y el árabe. Sus novelas son libros de culto y permanentemente se reimprimen en español, desde la primera en 1987, cuando recibió el Premio Xavier Villaurrutia, el más prestigioso de México. La Universidad de Nuevo México lo premió como ensayista y fue becario de la Fundación Guggengheim de Nueva York. En febrero de 2000 el gobierno de Francia lo condecoró por su obra literaria y editorial como miembro de la Orden de las Artes y las Letras, otorgándole directamente el grado de Oficial. El gobernador del estado de Kentucky lo condecoró como «Kentucky Colonel» y otro año como Ciudadano Honorario de Louisville. Entre 1999 y 2003 fue director del programa de verano sobre ensayo periodístico del Centro para las Artes de Banff en Canadá. En 2006 la industria editorial de su país decidió otorgarle la más grande distinción que puede recibir un editor por su trayectoria profesional, el Premio Juan Pablos al Mérito Editorial. Vive en la ciudad de México con la historiadora y coeditora de Artes de México, Margarita de Orellana, y sus hijos Andrea, nacida en 1984, y Santiago, en 1987. Su trabajo de conferencista internacional lo hace viajar con frecuencia, pero no menos que la labor de investigación y difusión de las culturas de su país que realiza con su esposa.

Obras

Novelas

1987. Los nombres del aire.
1996. En los labios del agua
1998. De agua y Aire. Disco.
2001. Los jardines secretos de Mogador.
2005. Nueve veces el asombro.
2007. La mano del fuego.
Relatos y cuentos
1987. Los demonios de la lengua.
1994. Cuentos de Mogador.
1999. De cómo llegó a Mogador la melancolía.
2001. La huella del grito.

Ensayos

1981. Mitología de un cine en crisis.
1988. Al filo de las hojas.
1990. Una introducción a Octavio Paz.
1991. Tristeza de la verdad: André Gide regresa de Rusia.
1992. Ars de cuerpo entero.
1995. Con la Literatura en el cuerpo.
1997. Diálogos con mis fantasmas.
1999. Aventuras de la mirada.
2000. Cuatro escritores rituales.
2011. La página posible.
2011. "Elogio del insomnio"

Poesía

1990. La inaccesible.
2006. "Lugares Prometidos".
2006. "El bosque erotizado".
2011. "Decir es desear."

Premios

1987, Premio Xavier Villaurrutia por su novela Los nombres del aire.7
1988, Fellow, John Simon Guggenheim Memorial Foundation, Nueva York.
1991, Premio de Literatura José Fuentes Mares, por Una introducción a Octavio Paz. New México State University.
1993, Miembro del Sistema Nacional de Creadores, México.
1998, Honorary Citizen of Louisville, Kentucky.
1999, Miembro Honorario del capítulo Mu Epsilon de la National Hispanic Society Sigma, Delta, Pi, en USA.
1999. Kentucky Colonel, by the Governor of Kentucky.
2000. Prix des Trois Continents, por En los labios del agua.
2001. Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres, Orden de las Artes y las Letras, por el Gobierno de Francia.
2002. Honorary Captain of the Historical Steam Boat La belle de Louisville.
2003. Premio Cálamo, por la Librería Cálamo y la Universidad de Zaragoza,por Los Jardines Secretos de Mogador, España.
2005. Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral. Por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. México.
2006. Premio a la Excelencia de lo Nuestro. Por la Fundación México Unido. México.
2006. Premio Juan Pablos al Mérito Editorial. Otorgado por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANAIEM) reconociendo su trayectoria profesional. México.
2009. Van Deren Coke Achievement Award. Otorgado en Santa Fe, New México, por la asociación Friends of the Mexican Folk Art reconociendo su labor editorial. USA.
2012. Premio San Petersburgo Lee. Otorgado por los lectores de la ciudad de San Petersburgo votando por el mejor libro del año en otra lengua, a Los Jardines Secretos de Mogador. Rusia.




Aparecida

Vuelves a mí,
Al abismo de mis manos,
A la orilla
Del sonido
De la sangre
De mi cuerpo,
Y me dejas escuchar los pasos
Veloces
De la tuya.
Pego el oído
A tu piel
(La mía es la prisión
De tu presencia)
Y escucho en ella
El murmullo
De un río en la noche,
Los secretos en tumulto
De un corazón
Que ya no late
Hacia mí.

Pones tu sonrisa en las manos de mis ojos,
Pones tus manos en mis hombros,
Tus pies
Se enredan
En mis piernas,
Se anudan
Como serpientes en celo
Y tu mente
En el mar de aquel olvido
Donde flotan
Nuestras frases
Nuestros quejidos
Nuestros anhelos
De eterna conmoción
Nuestra certeza
De ser indisolubles.

Te vas así
Cuando te acercas
Y al irte
Me dejas
Más cerca de ti.

Mi piel es la prisión
De tu presencia.








El reclamo del colibrí

Dejaste que el sueño te invadiera
Como un río metiéndose en tus venas.
El sueño del silencio, el de la noche larga.
Y al despertar te fuiste con el sueño.
Vamos a enterrar lo que olvidaste:
Tu rostro sin llanto ni sonrisas,
Tus manos sin fuerza ni ternura,
Tus pies sin pasos,
Tus ojos hacia adentro,
Tu boca sin hambre,
El frío que te cubre como un velo invisible,
El dolor que ya no sientes y nos dejas.

Pasaremos por aquí sin verte.
Nos sentaremos en tu silla.
Dormiremos en tu cama.
Ven por las noches a conversar en sueños
Para hacernos sentir que no te has ido.

Las alas del colibrí que alimentaste
Te mencionan, te reclaman:
En el viento estará tu nombre escrito
Siempre nunca, nunca siempre.







Entre tres árboles

Tres árboles.
La lluvia nos detiene
Bajo sus ramas.
Como ellas,
Nuestras miradas se cruzan.
Y el sol nos toca
Mientras se esconde.
Me pierdo entre tus brazos
Y tus piernas
Como quien se hunde
En un bosque
Del tamaño de la noche
Que comienza.

Perdido en ti
Te encuentro.

Tu mirada me guía
De tus bosques
Hacia tus mares.
Tu olor me envuelve
Y me anticipa
Lo que es
Estar en ti,
Entre los muros movedizos
De tu cuerpo:
En esa cámara obscura
Donde me inicias
Al deslumbramiento.

Encerrado en ti
Vuelo contigo.

Tu piel es mi piel
Por un instante.
Y es mi casa y mi bosque
Y es mi mar y mi mundo.
Y esa noche
Eres mi universo.

Y si salgo de ti
Y te miro y te toco,
Giro de nuevo
En tu fuerza:
Atracción
Que me trastorna.

Entro al ámbito
Del poder absoluto
De tu belleza.

Nunca saldré
De tu bosque triangular.

Del espacio
Posesivo
De tu fuerza.







Déjame ser el lobo

Desde el lado obscuro de tu piel
Me iluminas.
Déjame ser el lobo
-Sombra de sed y perro y hambre-
Que entra en la noche
De tu cuerpo
Con pasos húmedos,
Titubeantes,
Por tu bosque incierto
-Tu olor a mar me guía
Hacia tu oleaje-
Para tocar adentro
La Luna creciente,
De tu sonrisa.
Déjame conocer
-Con lengua incluso-
La obscuridad
Más honda,
La más callada,
E invocar
Con movimientos
Repetidos
-Rituales-
La luna llena
De tu cuerpo,
La que me lleva a ti
Como si yo fuera,
En tus manos,
Agua
Que conviertes
En marea
Iluminada.






La inaccesible

I. En tu ciudad y laberinto
Guardo en la lengua un último recuerdo: el sabor del mar en la más baja marea de tu aliento. Llegar a ti era esperar de todos tus mares la caída y descender con ellos hasta tu boca voraz de todos los comienzos: nada vi en tu laberinto, entré sin ojos, tocando las paredes, oyéndote llegar, sabiéndote perdida. Los hilos de tu voz me condujeron y estuve así contigo en tu ciudad inaccesible: con tu voz al mar atado sin saberlo. Estoy ahí, nunca he salido.

II. En la luz, un hueco

A Mogador la inaccesible, a la ciudad arrinconada de Mogador, sólo se llegaba por agua. Más de una vez me dijeron y con diferentes palabras, que eran necesarias las pausas del mar para ir reteniendo en los ojos la piedra blanca de los muros que la rodean. Así la vi desde el agua: todo el peso del sol depositado en cada grano de sus piedras, como si la luz que ciega y su intermitencia le fueran imponiendo al que llega el tiempo y la manera de acercarse. Lo más claro del día que amainaba cualquier proximidad abrupta y el más lento vaivén del agua como el modo suave de aumentar la cercanía.

III. Un mar en el viento

Ya me rodeaba más que el mar su ruido. Su espuma rota sonando a saliva en cada leño del muelle. Su aire de sal picándome la lengua, cociendo todos los muros: lago diluido a soplos, tan ligero que flota cerca del mar, que no se aleja de la humedad en olas porque es la humedad misma a punto de convertirse en mar. Es el anuncio del agua en el viento lo que me envuelve. Mogador, con su lluvia indecisa de sal sobre el muelle.

IV . Un eco antes del ruido

El día comenzaba cuando bajé del barco, pero en mí se había impuesto ya la sensación de cruzar tres noches seguidas, de haber dormido y por eso mirar todo cada vez con más reposo. Las cosas que acababan de sucederme, las palabras que apenas había oído, volvían en mi recuerdo instantáneo como si vinieran de muy lejos, como si el horizonte las retuviera allá al fondo y ahora sólo me llegara, como hebra muy delgada, su eco.

V. Lengua fugaz

El largo crujido de la pasarela se perdió entre gritos de estibadores y marinos. Hasta el agua rasgándose en los arrecifes era voz gutural de una lengua huidiza. Algunas de esas voces parecían tocarme y la humedad que brotó en mí era sin duda parte de una cálida conversación demorada. Tu nombre se insinuaba, ahora lo sé, entre dos pasos, entre el calor y el viento, sin que yo supiera retener sus sílabas. Todo era pronunciado en una calma submarina, inundada de sol.

VI. De un tiempo roto

Trataba de apresar con la punta de los dedos mis sonidos, pero sólo verificaba los huecos que dejaban huyendo. Me aferraba al graznido de una gaviota, al estruendo breve de su aleteo, como quien al despertar cierra de nuevo los ojos: quiere restaurar al sueño y sus habitantes, su luz, su sal, su viento, sus pausas de mar provocando la caída de otra noche. Porque hay pausas que son así: sin ser luz rompen la noche y nos obligan a ir recogiendo su oscuridad primaria en todas las esquinas, en todos los muelles y barcos; trozos de negro estrellada en las bolsas de los viajeros, en el puño cerrado de los estibadores, en el fondo de los ojos, en la parte inclinada de las barcas, en la sombra de mis pies dormidos que descienden por fin a la ciudad temida. Los días no me cabían más en los días y comencé a lanzar con tirones breves mis pasos por los largos corredores empedrados; me fui encajando en las calles, me fui perdiendo en sus hilos.

VII. Alas de la calle

Como las calles eran calientes el viento las removía calmando un lento hervor de siglos de sol sobre las piedras. Yo sentía ese calor milenario asentándose en los pasadizos de la ciudad como algo exageradamente emotivo: un gesto tan dramático que conmovía a las piedras. Y mientras caminaba rumiando la imagen de las rocas que afectadas hierven en algunas circunstancias, vi burbujas quietas, duras, mirándome desde el suelo, recordándome la vaporosa agitación del thé en ese instante que eligen los líquidos para arrojar a su superficie un multiplicado simulacro de fugaces ojos de pez rellenos de aire: los ojos de las rocas se entreabrían, porque el viento soplaba sobre cada adoquín curvo, desgastado, como insinuando al oído de un animal recién reencarnado que ya era hora de elevarse, que la vida de las piedras comenzaba, que removieran sus párpados, que la calle entera había dormido vidas ajenas y en cualquier momento abrirían mil adoquines sus alas.

VIII. Vida de las piedras

Era aquí la piedra la materia más ausente y fue oportuna la caída de un inmenso aerolito para construir la ciudad. De él se hicieron las murallas, los templos, las torres y las casa. Dicen por eso que la ciudad es un regalo del cielo, que los primeros habitantes eran semidioses capaces de moldear las materias divinas y que en Mogador estaba la única escalera -la espiral de luz- que unía el cielo con la tierra. Pero no alcanzó para dar fuerza a las calles. Eran corredores de polvo y sal mojadas que impedían el pasaje deslizado. Para aquietar su aliento turbio hubo que traer del desierto a los animales viejos, a los caracoles y otras bestias antes submarinas, endurecidas por los milenios, resecas desde que el mar abandonó su arena. Nunca se pensó que esos fósiles fueran solamente piedras. Si las otras rocas de la ciudad participaban de las cualidades del cielo, con más razón estos animales que a pesar de su quietismo vivían seguramente una vida paralela, invisible como los nuestros que, inexpertos, se detienen en la orilla de la piedra. Los fósiles fueron puestos en las calles por los primeros habitantes de Mogador como quien da habitación a sus nuevos animales.

IX. Más allá de la orilla

Pero el vuelo de las rocas en la calle, por supuesto, demoraba; y ese retraso era la extensión de un aliento suspendido, el hueco húmedo y frágil por el que yo avanzaba en Mogador. Demorándome en la demora de las piedras trazaba la grieta indispensable para entrar en la ciudad oculta tras su leyenda impronunciable y su ejército de temores ahuyentando al mundo. Me parecía que los callejones estaban a punto de romperse en tres mil vuelos y disputarse con las gaviotas la nube permanente y fragmentada sobre el puerto. Era tal vez una especie de señal para el deslizamiento oportuno: la distracción de un guardián inexistente.

X. Furia quieta

Las piedras que son estos animales tenían un humor diferente en otros tiempos. Eran apacibles hasta en las noches de tormenta. No respondían con gruñidos, como ahora, a la carrera de los niños. Cuando menos se espera rugen presintiendo el mal clima y se levantaban furiosas a lo largo de la calle como si fueran escamas en el lomo de una larga serpiente exasperada. Como las piedras siempre atormentan a la ciudad antes de que la verdadera tormenta se establezca en el aire, se ha llegado a pensar que el humor del firmamento es un reflejo retrasado del ánimo de las piedras. Los truenos y los relámpagos son entonces eco inconforme de los temblores, giros y rumores de los adoquines fósiles. El paso de las nubes es la imagen lenta de los caminantes sobre esta calle movediza.

XI. Conversación de dudas

Las voces dispersas en la voz del viento seguían profetizando a las calles un renacimiento: su segura salvación en el empedrado del cielo. Tras esa extraña mentira que pulí sonriendo pude oír el viento y al mismo tiempo aprisionar bajo mis suelas los últimos soplidos de su profecía. Me deslizaba en el caudal secreto donde la voz de mis pasos saludaba a la del aire y esa conversación lenta y vagabunda acompañaba, hecha sombra, mis titubeos.

XII. La inaccesible

Me acercaba a ti sin saberlo. Antes de la medianoche ya habría visitado tu más profunda ciudad y laberinto: encontraría en tu luz un hueco, un mar en el viento, un eco antes del ruido. Me hablarías, con la lengua fugaz de un tiempo roto, de las alas de la calle, de la vida de las piedras más allá de sus orillas. Pero en ese instante, a las doce, estando con certeza en ti, en tus mareas, fuiste al mismo tiempo furia quieta, conversación de dudas: la inaccesible.








Nueve veces te sueño

I. El sueño del silencio y el río
Soñé que caminábamos a la orilla de un río. La corriente de pronto se volvía tan agitada que no permitía escucharnos uno al otro ni siquiera hablándonos al oído. Teníamos que gritar. Y aún eso no era suficiente. Hasta que de pronto nos dimos cuenta de que el río decía todo por nosotros. Nos hacía hablar al mismo tiempo y gritar que nos queríamos. Nuestras palabras hacían rápidos, arrastraban leños, se estrellaban contra las rocas, sacaban espuma, y se lanzaban desde la altura si era preciso. Nuestras palabras devoraban en las orillas, suavemente y en silencio, a los cocodrilos que parecían dormidos, jalaban las puntas de los sauces llorones, hacían en los recodos inesperados remolinos. Mirábamos pasar los puentes y en las copas de los árboles, las iguanas calentaban con nuestro rumor su sangre. Soñé que no había nada que no quisiéramos decirnos y que hasta el silencio, con la tenue composición de su vacío, nos hacía hablar, como lo había hecho el río.

II. El sueño de las voces por dentro

Ayer soñé que cantabas mientras me dabas un beso. Tu voz entraba en mí por la boca en vez de llegarme por los oídos. Te escuchaba con la lengua y me daba cuenta de que había un leve sabor de mar en tu voz. Cantabas dándome un beso. Tus manos también estaban mojadas. La sal de tus labios despertaba en mí una sed multiplicada. Y esa sed me hacia ir de una de tus bocas a la otra. Y cantabas por todas partes, llenándome con tu voz. Llegó un momento en que tu voz, como un líquido brillante, salía también de mi boca. Se desbordaba cubriéndome. Pero en realidad debería decir cubriéndonos. Cambiaba el color de nuestra piel. Transformaba todo en nosotros, incluso nuestras huellas digitales. Nos preguntábamos quiénes éramos ahora. Y nos respondíamos con cautela, casi cantando en voz baja: somos otros cuerpos dentro de nosotros. Somos dos amantes separados que murieron con sed uno del otro. Sólo ahora, en estos cuerpos de agua hirviente, hemos podido reunir de nuevo un ardor disperso. Estábamos diluidos, obscuros, fríos. Ahora nos concentran una pasión y una sed ajenas. Un Sol extraño invocó al nuestro. Así decía tu canción, mientras me dabas un beso y todo comenzaba de nuevo.

III. El sueño de dos noches

Ayer soñé que venías hacia mí con la mano extendida y una sonrisa afilada revelando todas tus intenciones. Te veía acercarte, cruzar las sombras, y me iba sintiendo cada vez más atraído por el imán de tus ojos. Pero de pronto, un rayo de luz tocaba tu cara y me di cuenta de que los tenías cerrados. Me veías desde tu sueño. Me despertabas pero estabas dormida. Caminabas hacia mí como si miraras por las manos, por todos los poros de la piel. Y te seguías acercando. Me despertabas para que entrara en el sueño más profundo que tenías, el sueño de tu cuerpo. Que era como una noche nueva dentro de la noche. Tu obscuridad me devoraba. Eramos dos sonámbulos amándose en tu sueño y en el mío.

IV. El sueño de un mar quieto

Soñé que me besabas y que con besos me obligabas a cerrar los ojos. Con tus manos apartabas las mías de tu espalda, de tu nuca. Ahora sólo tú podías acariciarme. Subías por mi cuerpo como una marea, como un brazo de mar, como un río, y tu agua estaba caliente. Tus besos caían en catarata por mi cuello. Tus manos rozaban mi cara como parvada de gaviotas hundiendo el pico en el agua, buscando alimento. Olías a mar y tu oleaje me arrullaba. Hacías con las manos caracoles que ponías en mis oídos para convencerme de que eras mar, no río. Y con tu lengua pescabas los secretos de la mía. "Sólo un cuerpo dócil y quieto puede aprender a ser agua", me amenazabas al oído, "sólo así nos navegamos: agua sobre agua". Entusiasmado abrí los ojos y ya no estabas. Los cerré y de nuevo aparecías. Cada vez que trataba de mirarte o de tocarte no estabas ya conmigo y el sudor que cubría mi cuerpo comenzaba a enfriarse. Pero volvías a navegarme en cuanto yo regresaba a la docilidad en que me habías moldeado.

V. El sueño de las manos con hambre

En otro sueño me pedías que besara las líneas de la palma de tu mano. Al acercarme vi con sorpresa y extraña fascinación que se habían hecho profundas y eran ya como bocas con labios sensibles que hormigueaban cada vez que los besaba. "Ya ves -me decías-, te beso y te como también con las manos". Siempre me había gustado que tu lengua me recorriera como una mano especial, más sensible, que sabe hablar un lenguaje secreto con mis músculos, con mis párpados, con mi cuello. Ahora tus manos tenían también el poder perturbador de tu lengua. "Pronto toda mi piel va a servir para devorarte". Te seguí besando y te estremecías cerrando las manos para guardar las huellas de mi boca. Cuando desperté tenía en las palmas de ambas manos una comezón terrible. Sólo se calmaba rascándome con los dientes, mordiéndome. Después de un rato volví a despertar para darme cuenta de que esa comezón también era un sueño.

VI. El sueño disuelto en la fuente

Una mujer se metió en mi sueño. No podía verla pero percibía su presencia cálida. Me tocaba por la espalda, y su caricia se deslizaba a lo largo de mi cuerpo, como el agua de una fuente. Quería despertarme para tocarla. Estaba seguro de que al volver mi rostro encontraría el suyo. Pero no podía moverme. El placer que me daban sus manos era tan grande que me paralizaba. Me hacía dormirme dentro de mi sueño y ahí adentro soñar de nuevo. En ese otro sueño yo me acercaba a una fuente. Estaba esperándola. Ahí nos habíamos citado. Como tardaba comencé a refrescarme en el agua. Al sentirla en mis manos tuve ganas de tener agua también en los brazos y luego en el cuello y el pecho. Unos minutos después estaba sumergido completamente. Y eran de nuevo sus manos las que me tocaban, pero esta vez por todo el cuerpo. Pensaba que ella había llegado antes que yo a la cita, se había disuelto en el agua y, al tocarme y escurrirse por las venas de mi sexo recobraba, latido a latido, su cuerpo.

VII. El sueño del tiempo

Soñé que mientras te besaba, tu boca se iba volviendo más profunda, tus labios sabían de pronto ser anchos o delgados según la sed, el hambre, el ansía que teníamos. Tu lengua sabía ser leve anuncio de la humedad o invasión total de tus mareas, torrente, marejada en mi boca, en mi cuerpo. Eras tantas y la misma que te adoré de mil maneras. Con la misma llama encendida. Pero además del arco iris de formas que tu cuerpo era, había una sola transformación constante: el canto cada vez más grave de la edad. Cambiábamos juntos. Saboreábamos las nuevas hendiduras de nuestros labios madurando. Nos alegrábamos de comprobar, con la lengua, que en la comisura de nuestros ojos la risa compartida tanto tiempo había dejado ya sus huellas. Líneas de fuga, marcas de acumuladas alegrías. Todo esto sucedía mientras hacíamos el amor, como tantas veces, interminablemente, sin principio ni fin, sin buscar una sola cumbre sino muchas repartidas entre tu piel y la mía. Entre una Luna llena y la siguiente; o la anterior, porque el tiempo era un río extraño que simultáneamente bajaba y subía. Viajábamos en el tiempo. Y había de pronto hendiduras entre nuestros besos, donde parecían asomarse otras personas, que éramos tú y yo pero no éramos. Otros viajeros del tiempo amoroso, andaban entre nuestros besos. ¿Quiénes eran? Tal vez tú y yo mañana. Tal vez ancestros del hambre de nuestros cuerpos. Nuestros sonámbulos.

VIII. El sueño de dos sonrisas

Soñé que nada importaba sino tenernos. Que no había antes ni después. Todas tus sonrisas de todos los tiempos eran del presente. Estaban presentes en mí mientras arqueabas tu cintura para poseerme como si fueras a cabalgarme. Tu boca hizo de pronto un gesto que reflejaba la fuerza tremenda con la que me apretabas dentro de ti. Me dabas un beso profundo y fuerte con los labios dilatados entre tus piernas. Y era de pronto la sonrisa más profunda de tu vientre la que brotaba por tu boca. Me tenías en ti como se tiene una idea plena, que da gusto y obliga a sonreír. Me tenías como se guarda algo que parece ajustarse perfectamente a tus sueños de ese instante. Y en ese instante sólo importaba tenernos. Era tuyo para siempre, mientras duraran tus dos sonrisas. Tu presencia sonriente me explicaba cómo, en el amor, lo de arriba puede estar abajo, lo de antes puede ser futuro y lo que vendrá historia. Y yo quería morder la comisura de tus labios, la parte más fugaz de tu boca, la que sólo con la punta de la lengua podía saber que tenía sabor a sonrisa plena, doble, obstinada, irrepetible.

IX. El sueño de los cuatro círculos

Soñé que me acercaba lentamente a tu boca, venía probándote desde la nuca. Mis labios iban rozando apenas tu piel, los vellos más delgados del cuello, los lóbulos, las mejillas. Y cuando girabas de golpe para atrapar mi boca con la tuya, mordías sólo mi labio de arriba mientras el otro llegaba hasta tu mandíbula. Me ofrecías todos los ángulos pronunciados de tu cara. Me dabas a comer tus pómulos, luego tu barbilla. Entonces decidías mojarme la cara, poco a poco, con la lengua. Mojabas y secabas con la piel de tus mejillas, una y otra vez hacías lo mismo. Luego te apoderaste también de los párpados. Me hacías mirar la humedad de tu boca sobre mis ojos cerrados. Cuando menos me daba cuenta habías pasado de acariciar con tu lengua en círculos mis ojos a hacer lo mismo con mis testículos. Dibujabas de nuevo con la punta de la lengua, a través de la piel, todos mis círculos. Y otra vez me hacías mirar y admirar de placer la humedad sin verla. Todo mi cuerpo era un eco de círculos concéntricos alrededor de tu boca. La espiral movida por tu lengua.





MANUEL ALEMIÁN [9247]

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Manuel Alemián. (Buenos Aires, ARGENTINA 1971). 

LIBROS:

Oreja tomada, Del Diego, Buenos Aires, 1993
23 cuentitos, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2005
23 cuadritos, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2006
Zapping, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2008
Pato cabrío, Cartonerita Solar, Neuquén, 2009
El ducaner ultante, Spiral Jetty, Buenos Aires, 2011

Participó de la revista “18 Whiskies”. Actualmente vive en Buenos Aires.





Mar del Plata

Una ostra es comida en la playa si hay economía.
La gorda sobre la arena sentada sopapea.
A su lado un balde lleno de almejitas vivas mas moribundas.
Tiene una hija que no es gorda, está buenísima.
Te metés en el agua, la tocás y te escapás nadando.
Después hay que volver.






Gaza

Te saqué pasaje para la tarde, directo al downtown. De ahí te tenés que 
tomar algún Peugeot. Salen cada veinte minutos y tardan una hora. 
Son pocos quilómetros, pero por caminos y callejuelas tan inclinadas 
que es normal que el vehículo se vuelque. Dicen que es un paseo 
espléndido.







Reserva San Juan

La ahijada de mi señora no existe encinta en la reposera la abuela no existe mis tías mi familia no existe una carpa blanca de nieve blanca, el frío en el cogote no existe lo único que falta es el cognac que tampoco existe.






Luis 16

Un chinchulín cayó de la parrilla. Un figurín se chamuya a una gurisa. 
Un monopatín y sobre él un putín. Un maravedí. 
El piolín de Huang Shu Lin.






Amistad amorosa

Brindo por la salud,
por el perro muerto en agosto,
por Afganistán, por el examen
de Latín, por el juego,
narcóticos, la pija que se pare,
¿y qué pasó?
Por el combate de Nico,
por todo lo negro vivo o muerto,
por vivir con vos,
por un ministro que hace chistes,
porque no pudiste huir,
por un ministro que toque la guitarra,
que no se acabe lo que se daba,
por todo lo expuesto declaro:






Juro

Cuando carezca de afecto
armaré tal escándalo.





Argentine

Y la valija
con el millón
no cae del avión.




Q

El sol apareció a la tarde.
Un viento sur arrancó una capa extensa y gris de nubes,
frío, friísimo.


"Hotel Quequén" (sigamos enamoradas, 2006)

SEBASTIÁN BIANCHI [9248]

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Sebastian Bianchi nació en Buenos Aires, ARGENTINA en 1966. Publicó Segunda Interpretación al Médano de Arena (1998), Atlético para discernir funciones (1999), El trazado Luro-Matanza (2000), El resorte de novia y otros cuentos (2002), Manual Arandela (2009), Poemas Inc. (2010).




1° Oda matrimonial

Ensimismado, junto al mausoleo
de los esposos, en el rancio
almacén -en el corazón
poetizado al mango- un Hölderlin
de Avena yéndose con el viento
de las amapolas.
Petrificados, mármoles de
granaderos, voces que escriben
las lápidas.
El camino de los vates solteros, quemados
en la fiebre de su solo cuerpo
que se deforma… ¡Y van
a parar, cada tanto, en la temporada
en que la más lampiña mejilla
renace, del púrpura al violeta, alegres
tras el tornasolado monóculo!





A nosotros que cantamos los lamentos

Hoy me tropecé con tus ojos violetas y solos.
Me besabas con la lengua en mi hocico de ramera.
Venas calladas, no fuimos invitados a la fiesta de la
perfección, del antidolor y los palacios.
Los poetas oficiales hacen cruces.
Y los fantasmas llevan babuchas a la moda.
Esa que chatea con la noche cuenta de sus pródigas
migajas a las hazañas.
Por eso, ahora que las esquirlas del verano se
desparramaron por el éter y las alas se transforman,
vendrás a buscarnos en el barro, a nosotros
que cantamos los lamentos de los césares idiotas.






Estatuas


1).

Puso el motor en marcha y bajó la banderilla, haciendo desaparecer la palabra LIBRE. Un tictac creciente me fue preguntando por los nombres de María, tras el verbo violentado sexualmente. Esta Pasión siempre nos llega como herida por la urgencia. Es mediodía, toda una vagina solar. Cupido la va chupando. Da besos idiotas y tiene una gran lengua, con millones de rulos. Hoy la réplica plástica harta de su viejo colgajo, desmoronó su figura de antaño, sobre este otoñal desparpajo de caderas y bustos.


2).

Querido Mallarmé: No he prendido el ordenador. En todo el puto día, ¿puedes creerlo? La musa ha de estar en casa de Valéry, quejándose de Degas y las flatulencias en general. ¿A ti cómo te ha ido con ese friso corintio octosilábico? ¿Nada todavía? Ah, todos los acentos son suspiros, todas las notas mezclan llantos con el sonido. Jamás se puede golpear un poco fuerte sobre el corazón del hombre sin que de él caigan mármoles, ¡tan llena de tristeza está, en el fondo, la naturaleza y de tal modo lo que la conmueve hace subir heces a nuestros ojos y nubes a nuestros labios!





Los pedazos

Un tenis melancólico yacía y supuraba viscosidades nauseabundas
en mis señoras de los placeres anestesiados con su chorro negro de lenguas
de lagarto que buscan imperiosamente lamer válvulas hasta volverlas osos que se
desorientan de tu mano con el vapor rosa del efluvio.
Yo te seguía, a tontas, cuando desenroscabas la serpiente
entre las carpetas de mis últimas producciones,
y encontraba un trozo de tu cuerpo para sonreírle a cada instante.
La mínima luz de una mesita me hacía estremecer hasta caer borracho.
Fumaba en las esquinas o veía al viento pasear cogoteando.
Los ojos de una vecina eran rojos y helados.
Tras la araña que formaban los olores con los miles de hilos
de sus fragancias insondables, nuevas al respirar a todo lo largo del verano,
más frescas que el árbol de donde cuelgan los delfines que no se operan,
tus pedazos vagaron solitarios por mis heridas que se abrían como hebillas.
Y a una señal, en el misterioso carrusel de las modificaciones, se hizo una espiral.





Melancolía

…ahora los tirabuzones están allí detenidos, multicolores, en el amorfo
arcoiris que se mueve.
               Los ríos me despiertan; el abejorro baila
                                                                                      adolescente
                                                                                          por
                                                                                         el aire.

Manzanares, hay un jardín mustio de invierno. Banquitos de mármol gris
perla.
El musgo que se empinan sobre los arbustos
                                                                                 abichados.
        Mi padre es el silencio y el desvarío
en el recodo del viento, junto a la higuera y la muerte.
Porque su nodriza le pide siempre el llanto de otoño
las ramas se balancean como la turquesa de miradas lascivas.
       ¡Qué poco que producen a media tarde los arbustos!
       Cuando el gris crepúsculo con sus granitos sobre el cerezo cae en
cámara
lenta.
              Un último violeta se llevan los afanes…






Canto a las viudas del vapor “25 de Mayo”

I.

Cabezas rapadas que van cantando en el futuro, yo los visito con mi máquina del tiempo
que inventé hace antaño en días de soledad y tristeza.
Traigo mi música para todos los muertos, en cada sílaba resuena
el murmullo de una familia. Sus voces quedaron en mí, las amé en los
trenes, las acumulé en los bares, las hice muchas una mañana entre las
enredaderas cubiertas de rocío.
Vi abrirse la boca del hipopótamo y tragarse la nube de mi vida entera,
en una bocanada fui un mosquito para él y mi carne le sabió apetitosa.
Hoy estoy en el petróleo, moviendo las máquinas del mundo,
voy girando en un Winco cargado de vibraciones.





II

PLOMERÍA Y ARREGLOS EN GENERAL. COSTURAS DE TODO TAMAÑO. 


Sección IV -Batallón “Uribe y Pampa”. BUE1OS AIRES, La Cautiva.

Mensajerías “Anibal”, las únicas que llegan a tiempo.


Señorita soltera se ofrece (Preámbulo para una Obra Social) – Batallón “Pequeños
dominicos”, batallón “Alkaselzer”, compañía de “Televisores apagados argentinos”.
La lluvia a baldazos se aleja a través de nosotros.
En las grietas, en el aire negro, abejorros desquiciados por la carroña.
Susurros pasan por entre las cuencas vacías, como aplanados galpones, los festivales en
los rosedales de la música disco. MODA & VARIEDAD, Estreno Inminente. Vestite en
“Casa Mamerto” y disfrutá con sus permanentes rebajas. Te vas a sorprender…






III

Bueno, heme aquí en el cielo. He pecado a lo largo de la vida
para llegar a este tonto pasillo de buenas calaveras.



Ese que veo allí fue peón de albañil,
allí una sirena, una diosa china afrodisíaca, un canciller espía,
una turca de senos del tamaño de una serpiente con sostén a cremallera.
Me parece que mis padres y los padres de mis padres se han llegado como
yo a este infierno -a este cielo de clase media en el que me
lavaban con jabón de tocador Araxá-.
Algunos amigos quieren arreglar la tumba del amigo, otros dicen que no es
necesario, algunos piensan en cemento y piedras cálidas, otros en tierra
como está, otros en laja, en la piedad melodramática del mármol imitación violeta.



IV



He llegado al abismo y siento vértigo


Sonsonetes y cerrojos, y también ustedes, resoplidos:
He llegado al abismo y siento vértigo, fea es la belleza
de la madrugada candente.
Pero vamos corriendo nosotros, a la tontería y al sinsentido,
con las mochilas cargadas.
Haberle empeñado mi tarde soñada a tu estación predispuesta…
Camaradas, búsquenme en la infancia, en el arrebatado estercolero.









NÉSTOR COLÓN [9249]

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Néstor Colón (Buenos Aires, ARGENTINA 1958). Escritor y editor editorial. Director editorial de la revista Lamas médula y de la colección de libros Cactus Collection. Se formó literariamente con Leónidas Lamborghini y Joaquín Giannuzzi. Integró el jurado en diferentes concursos literarios organizados por la Biblioteca Municipal Evaristo Carriego, donde también dictó taller y junto a otros escritores conformó la Biblioteca de Poesía Raúl González Tuñón. Sus textos están publicados en las revistas literarias: “Extrema ficción”, “Trompa de falopo”, “Ocruxaves” y “Crisis”, entre otras. Publicó “Argentino hasta la viga” (plaqueta, 1992), “Flora de selva negra” (junto a David Wapner, Juan Desiderio, Sebastián Bianchi, Ezequiel Alemián y otros, 1998) y “Humedades” obtuvo el Segundo Premio en el Concurso homenaje a desaparecidos organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires (1990). Sus libros: “El texto ruso”, “La zanja de Alsina”, “La bola épica” (edición virtual) y “Cuaderno insalubre” se encuentran inéditos. Próximamente publicará “Casta vulgata”.




TOMO IV: “La convalecencia de Alma Tadero”

¿Qué han hecho de Alma Tadero?
¿Qué han hecho de Alma Torral?
¿Qué han hecho del emporio de la achura?
¿Qué de la loza?
¿De la abuela, qué?
¿Qué han hecho Eche Verría,
con los berri´os de los nuestros?

¿Qué…?

Estos salvajes rocinantes
¡nos han caga´o lo mejor
de una generación
de guionistas!

¿Qué han hecho, Don Esteban?
¿Do fueron a parar…?
¿Do Migré?
¿Do Lozano?
¿Do Lo Roto y la Santa Cruz?

Nos han caga´o nomás
han hecho cascallar a lo mejor.

Y bien caga´os nos dejaron.
hasta las patas nos dejaron
de caga´os
con su profesional procedimiento:

          A ver vos, Chalchalero
          ¿Do queda el aguantadero
          de Lira Alma Tadero,
          la protagonis
          de la nove
          de la tar… ?
          ¿Do carajo escondieron las desinencias?
          ¿Y porqué mutilaron el texto del delito?
          ¿Do migraron el Beefsteak y la Nerca?
          ¿Y do a parar la pie de página?
          ¿DO… ?




TOMO V: “La convalecencia de Alma Tadero” –segunda lectura–

Por eso don Esteban, usté sigo batiendo el parche del matambrito, la tripa corazón y el tongorí.

¡Deje ya esos cuajos de sangre punzó! –sangraza seca–. Pues en estos parajes olívase la inspiración a vejigazos, y las sombras vacunas ya ni pasan. Eso sí, de vez en cuando algún pejerto en sombras se va de cámaras y lo pasamos a silencio. Mas después solamente: enlatar de higos turcos en las góndolas del market y

en la tarde higos nuestros cayendo como muñecos.

Por eso amigo don Eche, a su edad ya ni vale la pena que siga exponiendo las butifarras por ese, al suyo decir, gallardo mozalbete. Deje que los infames sayones de él se ocupen. Y en la espesura del matorral ¡a nalga pelada! le depilen al último grito de la mazurca. Y de paso le den verga de la buena y no cháchara del Alma.

Al fin y al cabo,
ese pebete,
no es más que:          UN MENTECATO
                                   UN CAJETILLA
                                   HINCHA DE RIVER
                                   PERRO UNITARIO
                                   Y pa más
                                   ¡PUAJ!
                                   ¡VEGETARIANO!!!!!!!





Argentina-Business

“Ya nada le queda… ni aquel argentino
que entre tango y mate la alzó de París”
Enrique Cadícamo


La alzo
entre tango y mate
la alzo
de pizarrón
el índice me indica
¡Por la raya!
por la raya
avanzo
como un fenómeno social
la abro
en tendencia inversa
a los flexibles
¡Por la mitá!
por la mitá
siento un por ciento
de la brava barra
a mis espaldas
siento:

“PASIVOS PASIVOS
UN SESGO REGRESIVO”

Con ese aliento
pesado a mis espaldas
reaseguro una tibia
maniobra un peroné
300 toneladas
de menudos meniscos
van a Europa y


¡CASH!

1 a 0
¡uno a cero!
Marca el panel líder

Tengo una marca
tengo una marca
encima
de las tres tiras tiran
a cualquier lado
un paquete accionario
al río de la plata
los plateístas gritan:

“BURSATIL BANDERÍN
BURSATIL BANDERÍN”

Me hacen emocionar
me dan manija y
la saco
la expongo
por la raya
por la raya avanzo
una pavota
una rabona y

¡CASH!
¡CASH!

el golpe
la patada
el bruto producto siento
siento
siento un ruido
y no sé
no sé
lo que será…

Me sacan
en cuclillas
quedo en el BANCO
(Je…)
por si las moscas.





OSVALDO LAMBORGHINI [9250]

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Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, 12 de abril de 1940 - Barcelona (España), 18 de noviembre de 1985) fue un escritor y poeta argentino.

En su infancia vivió en Necochea. Hijo de un ingeniero que trabajó para el gobierno del general Juan Domingo Perón, creció consciente de los sucesos políticos de su país. Por eso, en su juventud, se adscribe al Partido Peronista, donde adquiere protagonismo.
Incursionó en 1972 en la historieta, publicando la serie paródica ¡Marc! con el dibujante Gustavo Trigo, la cual fue muy estimada por la crítica, en la revista "TOP Maxi Historietas.
En 1973, luego de la publicación de su primer texto El Fiord, su participación activa en ese movimiento político decrece y el escritor emprende un camino totalmente diferente, que lo acerca, intuitivamente, al sector ortodoxo del peronismo y que finalizará con su exilio a España tres años más tarde tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976. Desde esta fecha hasta 1985 vive en Barcelona, lugar en el que muere de un infarto.

Sus textos

Desde la publicación de su primer texto en la editorial Chinatown, la recepción en el ambiente de las letras fue polémico. Los elementos básicos para la aproximación a un texto literario eran insuficientes para este nuevo escritor que rompió con los canones de la literatura argentina arrastrados desde principios de siglo. De ese modo, si Jorge Luis Borges es la voz de la ley, Osvaldo Lamborghini se opone a ella, presentando una literatura cargada de imágenes de violencia física y corporal, las cuales buscan demostrar las imperfecciones del hombre. Por otra parte, la manera en que expresa su imaginario, lo acerca a Roberto Arlt, lo que se evidencia en la utilización de la jerga política y el lunfardo en sus textos.
Durante su estadía en Argentina, participó en la Literal junto a Luis Gusmán y Germán García entre otros. En ella Lamborghini presentó su nueva opinión con respecto a la situación política de su país, mostrándose más como un inadaptado. Esta nueva conceptualización tuvo que ver con la idea de marginalidad, que no sólo se determinó por su cambio de pensamiento político, sino, y sobre todo, por el tipo de literatura que desarrolla que se caracteriza por el uso reiterado de la parodia y de las imágenes pornográficas: "La madre, cogida como los dioses durante toda la noche después de la paliza, ni si quiera notó la desesperación del niño (de "El niño y su relación con la madre") y perdió los estribos como una yegua. Recordó la enorme verga de su marido, que explicaba su conformidad con un destino de casi maestra y el risgo de la apretada cerca...". Lo común de sus textos es la decadencia de los seres humanos, la cual se puede llevar a cabo por tres tipos de violencia: física, sexual y psicológica. Así, en sus textos todos han sufrido algún tipo de abuso o son generadores de uno.

Su estética

El deseo por clasificar sus textos llevó a Néstor Perlongher a interpretar su imaginario a través de la estética del Neobarroco. Las características de este movimiento Latinoamericano son: "Aquel movimiento común de la lengua española que tiene sus matíces en el caribe (muscialidad, gracia, alambique, artificio, picaresca que convierten al barroco en una propuesta - todo por convencer - dice Severo Sarduy), y que tiene sus diferentes matíces en el Río de la Plata (racionalismo, ironía, ingenio, nostalgia, escepticismo, psicologismo)...". El origen del movimiento ocurre en la Isla de Cuba, donde la influencia de la generación española del 27 en los poetas del lugar, se traduce en la conciencia de formas barrocas para la expresión poética. De esa manera, José Lezama Lima se convierte en el máximo exponente de la novel estética, lo que convierte sus textos en el sustento del movimiento. La propagación de éstos por el resto de América, permite que en otras regiones se conozca este tipo de escritura, que adquiere distintas características, dependiendo del lugar geográfico.
La llegada del Neobarroco a Argentina, se caracteriza por una desconfianza al nuevo movimiento, acusándosele de vacío y caprichoso. Sin embargo, la poca aceptación no es un límite para que algunos escritores hagan uso de las nuevas técnicas, por ejemplo, el uso del lenguaje desde una perspectiva plástica, en el que la metonimia, metáfora y neologismos se transforman en el recurso textual para la expresión. De los escritores que pueden ser considerados parte del movimiento, se encuentran el poeta Leonidas Lamborghini, Osvaldo Lamborghini y Néstor Perlongher. Ahora bien, la manera en que Osvaldo Lamborghini ingresa en el movimiento es polémica; su escritura diverge de la generada por Lezama Lima y sus seguidores- todo el hedonismo, el detalle preciso y el deseo de inscribir en la página el signo -, es reemplazada por el "tajo"; el signo no se inscribe en la página, sino que el dibujo o tatuaje es reemplazado por la acción de rajar las superficies. De ese modo, la violencia que caracteriza al escritor no sólo se encuentra a nivel de contenido, sino formalmente; la estructuración de los textos se sustenta en la superación de los géneros formales, lo cual transforma a la prosa en poesía.
Finalmente, luego de la publicación del Fiord, la edición de sus textos se hizo muy escasa, cuestión que se acrecentó con su exilio. Su estadía en Barcelona, significó en términos de producción, el período más prolífico del escritor, que continuó con su línea crítica a la sociedad y en especial a los hombres, por medio de la parodia y la violencia. La recepción de sus textos sigue siendo marginal en Argentina; la poca referencia a su vida y su largo exilio en España, ha llevado a transformar a Osvaldo Lamborghini en una leyenda, como representante argentino de los "escritores malditos". No obstante, lo anterior no puede ser una limitante, porque dentro del terreno de la crítica se reconoce como un escritor bisagra entre la antigua narrativa Argentina (representada por Borges) y la nueva narrativa.
César Aira realiza una recopilación de sus textos escritos en Barcelona. La novela "Tadeys", escrita en 1983, es una compleja fábula que narra una historia ficcional plagada de personajes siniestros que viven en un lugar llamado La Comarca. Aquí, el Mal -las formas más crueles del mal- logra prevalecer en todos los actos de los hombres.

Bibliografía

Lamborghini, Osvaldo. "El fiord". Buenos Aires. Chinatown.
Lamborghini, Osvaldo. "Pibe Barulo" en Novelas y cuentos II. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. ISBN 950-07-2364-6
Perlongher, Néstor. Papeles Insumisos. Buenos Aires. Editorial Santiago Arcos. ISBN 9872149333x
Lamborghini, Osvaldo. "Tadeys". Barcelona. Ediciones del Serbal.Barcelona, 1ª ed. Colección "Novelas y cuentos. Compilado por César Aira. ISBN 8476281080.
Lamborghini, Osvaldo. "Novelas y cuentos". Barcelona. Ediciones del Serbal.
Lamborghini, Osvaldo. "Teatro Proletario de Cámara". AR Publicacións. Compostela. 2008. ISBN 978-84-612-1792-2





EL JUKY

Le tengo terror a los demonios
quiero decir a los domingos
¡Querida!
La delicia se transformó en pura delicadeza
y la voluptuosidad: pudor.
A la gacela le crecieron alas.
Moteada de almíbar para las noches
¡Dulzura!

en las horas matinales o medios días
se sala: igual al hornero, a Lugones,
limpia su casita.
¡Muñeca!
Es bueno irse a un país donde hay muchos troncos
y donde la “o” es un círculo, letra alguna,
pero
¡Piba!
si esos témpanos hablaran
esta pampa te diría
¡Otro hombre!
Y seguramente voy a matarlo con tus propias manos.








Y sin embargo soy Edipo
Un Edipo que besa los pies de su madre ahorcada
Que se cuelga de sus piernas para detener el bamboleo de ese cuerpo

Que cuelga de una cuerda
Y arrodillado
Lengüetea Lame
Con su única lengua
Lenguaje posible
La vagina todavía tibia de su madre ahorcada

en el momento crucial.







Ligeras ganas de introducir pasmado
el remanido pene en la pátina vagina
y adorar luego la bóveda celeste.
Venían los griegos, esos niños inocentes de la peste.
Encendían el fuego y escupían las espinas,
no en un cuarto de hotel, no en éste,
que a manzana huele y a pornoshow deshabitado
por la más linda, por ella,
por la más bella,
por la más trina,
por la joya:
Helena, Helena de Troya,
Madre de Dios y bailarina.

El éxtasis y la dosis y la rima
y una clase de zorrino ensimismado
que igual tendré que dar mañana a pesar del pico.
Me gustaría ser judío
y mañero y transexual como el Espíritu,
y no este zorzal, este aeda marcado,
que huele a horror aunque se disfrace de Cupido.








Envuelto en una paz apocalíptica

Envuelto en una paz apocalíptica
el tipo miraba la cocina,
las hornallas, el fuego encendido:
la cocina, empapelada ciertamente
con hojas o páginas
de diarios y revistas.
El no había merecido la estrella de la mañana,
eso es claro, y no era (ni siquiera)
el primogénito de la muerte.
La vida pasaba como un lago.
Las orillas tensas, el centro mudo.
Agua ciega, pobre y cerrada.

Aquel que ayer no más decía
tomaba mate ahora eternamente
y leía novelas de vampiros.
Televisión y fármacos: la perfección
quedó en anhelo.
Renacerá el amor con la próxima guerra.
Y en un entonces sin entonces,
como un Dios pifio que siempre tarda,
entonces se apoyará en sus muletas
y abrirá el pico como una gaviota
y derribará las puertas del paraíso,
antesala del infierno.







Mi tema es la matanza

Mi tema es la matanza
es claro: la matanza,
y no importa
nada y para nada
a qué muerte me refiero
ni de qué
muertos hablo, menos aún
si la guerra como efecto de la matanza
o a la inversa (estas minucias,
no tengo tiempo).
Pienso en mi mirada.
En qué campo de batalla nacieron mis ojos
y allí se estrenaron
para ver así,
y mirar de otro modo.
Como si hubiera modos.
Mentira es la palabra.

La palabra mentira,
¿por qué no enredarnos?


De Poemas 1969-1985






El archivo que no cesa,.
Porque este escribir ya no tiene nada que ver
con la estética
(llamemos estética a cualquier amor), entonces:
el archivo. Caso es decir cerrado, que no cesa.
La conciencia y la pulsión, en fin,
se estrellan
contra la celda microscópica del fue
del yo sé que ahora




DONATELLA BISUTTI [9251]

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Donatella Bisutti (1948)

Poetisa, ensayista, traductora y crítica literaria italiana, nacida en Milán, ITALIA en 1948. Autora de una breve pero deslumbrante producción poética que irrumpió con fuerza en la literatura italiana de los años ochenta para renovar, desde un rigor expresivo y conceptual próximo a la fría exactitud lenguaje científico, la lírica del momento, está considerado como una de las figuras más relevantes de la poesía italiana de finales del siglo XX.

Humanista fecunda y polifacética, Donatella Bisutti ha realizado también una destacada labor de promoción y animación cultural en el panorama artístico-intelectual de la Italia contemporánea, tanto en su faceta de traductora como en su condición de crítica literaria. Ha vertido a su lengua vernácula algunas de las obras más importantes de varios poetas extranjeros poco conocidos fuera de sus fronteras, como Edmond Jàbes, Bernard Nöel, Louis Simpson -que se alzó en 1965 con el prestigiosos premio Pulitzer, en su modalidad de poesía, por su poemario At the end of de open road- y Jon Silkin, y, durante ocho años, ejerció con singular éxito de lectores la crítica literaria en las páginas de la relevante publicación cultural Millelibri (de la editorial Mondadori). Esta poliédrica dedicación a la creación poética desde sus más diversas facetas (autora, traductora, analista, etc.) permitió a la escritora milanesa ganarse un merecido prestigio en diferentes países de Europa; tanto es así, que en 1999 fue elegida presidenta por la "Association Européenne de la Poésie", en el transcurso de unas jornadas celebradas en Lovaina (Bélgica).

Como ensayista, Donatella Bisutti cosechó un éxito espectacular en la Península Itálica con su obra titulada La poesia salva la vita (Milán: Mondadori, 1992), un sorprendente best-seller -dados el género al que pertenece y el asunto que trata- en el que aborda su particular visión del fenómeno poético. Pero es, sin lugar a dudas, su propia poesía original la que le ha reservado un lugar de privilegio entre las grandes revelaciones de la literatura italiana actual, en la que irrumpió gratamente a mediados de la década de los años ochenta con el poemario titulado Inganno ottico (Milán: Società di Poesia, 1985), obra que había sido galardonada el año anterior con el Premio Internacional Eugenio Montale. La buena impresión causada por esta colección de versos a la crítica y los lectores propició su traducción al francés, bajo el título de Le leure optique (Le Muy: Ed. Unes, 1988), a cargo del también poeta Bernard Nöel.

Posteriormente, Donatella Bisutti ha publicado otros volúmenes de versos como Penetrali (1989), Colui che viene (1994) y Violenza (1999), así como una muestra antológica de poesía para niños titulada L'albero delle parole (Milán: Feltrinelli, 1996). En los comienzos de su trayectoria poética, se observa una manifiesta intención de rechazar de plano las emociones inmediatas, en busca de esa minuciosidad pseudocientífica que, aunque capaz de arrastrar un oculta carga emotiva, reprime cualquier desbordamiento sentimental en aras del dominio técnico y el rigor expresivo. Posteriormente, los versos de la autora milanesa van despojándose poco a poco de esa rígida carga conceptual y abstracta para ahondar en la interioridad del yo poético y acabar reparando en el valor literario de las cosas cotidianas, de la experiencia de lo inmediato: 




Has visto a los muertos 
en su primera juventud 
formarse de la bruma 
hierbas acuáticas 
en el hilo de la corriente 
trepar 
por las grietas de los muros 
los has visto blancos pájaros 
poner huevos de cuco 
que nunca se abrirán. 
Volar inmóviles 
más allá de la cuerda 
donde secan sábanas  
sobre el césped.

("Los muertos", del poemario inédito Una voce di silenzio sottile).

(COCO, Emilio. El fuego y las brasas. Poesía italiana contemporánea. (Antología) (Madrid: SIAL Ediciones, 2001), págs. 117-128.)





Como dioses

El insecto 
que con tan delgadas piernas
cubre una distancia
infinitesimal en la pared
nosotros
lo aplastamos con el pulgar
no crueles no 
inquietos

Publicado en Italian Poetry 
Traducido del italiano por Jon Silkin





LA MIRADA

El gato
apareció desde el fondo del jardín
lamió un poco en su cuenco
luego se sentó inmóvil
mirándome fijamente
sus pupilas en mis pupilas
sin agradecer ni pedir
sólo mirar.
Y yo estuve entcra en sus pupilas
en aquella mirada enteramente
sin juicio ni espera
quietamente estuve
en la simple
absoluta
mirada.
Hasta que aparté la mía.





EL NODO E AVISPAS

El Tiempo oscurece lo terso –
encrespa la superficie de lo Eterno.
La llama que palpita en la lámpara,
roja – más
irregular.
Aquí está absorta la naturaleza:
los cipreses se hunden en su mar de sombra.
Cada sítio es un distinto signo del Espíritu.
Les bastó poca agua a las plantas para reanimarse. Y a nosotros?
Qué ración nos servirán?
Incapaces de inmovibilidad, contra nosotros mismos
ráfaga.
Bendigo el papel de la avispa,
discreta en mi plato.
El nido de las avispas está muy hondo en el corazón.





EL ÁRBOL DE LOS CAQUIS

Primer viajero

El árbol de los caquis se desarrolla
contra el cielo de la última estacíon.
Sobre la desnudez de las ramas
la baja trayectoria de los soles invernales.
Por ellos el árbol ha renunciado
al suntuoso brillo de las hojas.
Se concentra en la miel del pensamiento,
como la Mente.


Segundo viajero

Árbol de un Edén desnudo, consiguió en el Sueño
transmutar el invierno en verano.
Nada indica más claramente
que la Vida no nace de la necesidad
sino de la subversión
y la Belleza es el fruto de la imaginación.






TE HAS LLEVADO MI VIDA

Te has llevado mi vida
díme adónde.
No está contigo – no le tenías cariño
no está conmigo – que ya no tengo paladar ni olfato.
Dime adónde le has llevado, sola y desnuda
temblando aún
por ti, la condenada.


Traduzione di Emilio Coco





da "Inganno ottico " ed. Società di poesia 1985 Premio Internazionale Eugenio Montale
per l'Inedito:



Vivendo

Contro il vetro
il disegno di un respiro
- prima e dopo, invisibile.




Paura

Non della morte, ma
della metamorfosi
- accettare di privarsi di sé
come acqua che si lasci versare
e prende forma da ciò che la contiene
e corre via - e l'assorbe la terra
ed è e non è più - senza pena, forse
eppure non va persa.
Lenta, arrischiata
ogni cosa matura
per un attimo
di colma beatitudine
poi trabocca
come l'acqua di un vaso
fugge la pienezza.






Canzone d'amore cannibale

So che ti ritroverò
non potrai sfuggirmi
mia è l'immaginazione
catturato come un insetto e trafitto
immobilizzato spaventato rassegnato
comunque sarai
farò di te quello che non vorrai
con calma mi appresterò a divorarti
l'amore non lascia niente sul piatto
neanche le chele.
Ti avrò mangiato e succhiato
svuotato
- non vorrei tuttavia che tu soffrissi
vorrei che godessi anche tu
della felicità immensa
dì essere cibo.






Conoscenza

La conoscenza avviene per semplificazione Non è un aggiungere, ma un togliere, fino alla
perfetta trasparenza. Lasciare depositare in fondo al vaso i detriti, il pulviscolo inutile che
si è mescolato all'acqua trasportando il vaso da una parte all'altra della stanza. Anche
vivere non è aggiungere tempo al tempo accumulato, ma sottrarre l'eccedenza del tempo
fino alla perfetta consumazione Anche in questo caso il pulviscolo inutile viene depositato
in un vaso.








Da "Penetrali" ed. Boetti & C, 1989:



Natura morta

Fuori nevica.
Una brocca
sul tavolo ha rosse trasparenze.
Sbucci piano la mela.
Ti tenta l'avventura
di quella buccia lucida
che avvolge
la luce della stanza.
Ogni oggetto
ha una sua consistenza inutile,
così rassicurante,
Il piatto dì lucida ceramica
se l'inclini
riflette un cielo nitido
di calce bianca.







Anniversario dei morti

Tu che con braccia severe
mi allontanavi
e mi atterrivi con storie di fantasmi
ora t'affacci timida da sopra il muro
per timore di essere scacciata.
Nevica
e i tuoi piedi freddi in una
vaga foschia lasciano impronte.
Inconsolata mi tendi
la mano, ché la speranza è anche dei morti.
Così madre bambina percorri i viali
tu che dominavi, incerta,
finalmente un sorriso
sulla chiusa falce delle labbra.
Ma nevica e la giornata
volge alla sua fine - nemmeno questa volta
apportando il perdono
o l'oblio.






Su un quadro di Nolde al Museo di Copenaghen

L'avvampare del rosso e dei giallo
con selvaggia delizia
l'Orco divora i suoi bambini
amando sé nella carne e nel sangue.
La bellezza è forse una
più intensa voracità
al centro della vita?
Intorno a lava incandescente
gli smorti colori della cenere.
Quando l'occhio
cessa di essere abbagliato
allora scopre le viole - dopo
soltanto dopo.
Schive e affollate -
una corona alla luce.
Cancellano l'aggressività delle corolle.
Silenziosamente trasformano la sconfitta in vittoria,
nude e luminose di buio.
Ora non vedi che queste. Le sole
a muoversi: il movimento
percorre il quadro. Non più una tela cosparsa di colore,
ma una pagina che si sfoglia.
Alcune sono aperte, altre si inclinano, altre ancora si chiudono al vento che le investe
Sono l'ombra dei fiori luminosi, diversa dall'offerta della vita:
piuttosto, ciò che essa sottrae,
il velato splendore
i loro gambi, lacci.
Vivono una straordinaria animazione:
curiose, tumultuose, si muovono
in diverse direzioni
Fuggono quella pennellata grigia:
il turbine che sopravviene.
Soggette al vento, quindi
Capaci di servirsene,
di sottrarsi
alle insidie dei cervi e delle lepri.
Poi noti il loro centro giallo
un astro minuscolo nel buio:
la luce è il seme.
Solo alla fine scopri che le margherite
nella gloria apparente del loro rosso e giallo
arretrano.
Ammassate contro il vaso lanciano
grida di terrore e i petali sono braccia
levate a proteggere i volti
paonazzi di polline, teste
che saranno tagliate.
Ti accorgi che
anche le viole sono piegate e vinte,
si stanno reclinando nel vaso,
muoiono.


MAURICE CARÊME [9252]

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MAURICE CARÊME (BÉLGICA, 1899-1978)
Maurice Carême (Wavre, 12 de mayo de 1899 - Anderlecht, 13 de enero de 1978) fue un poeta francófono belga, conocido por su estilo de escritura simple y sus poesías para niños.

Biografía

Carême nació el 12 de mayo de 1899 en Wavre (Bélgica), entonces una parte rural de Bélgica. Aunque creció en una familia de medios modestos (su padre era un pintor y su madre un comerciante), Carême tuvo una niñez feliz, que se reflejaría en sus obras.

Mauricio Carême fue escolarizado en su ciudad natal y, en 1914, recibió una beca para asistir a la escuela normal en Tienen. Fue en este tiempo que comenzó a escribir poesía. En 1918, Carême se graduó de institutor y le fue asignada una posición de profesor de escuela primaria en Anderlecht, parte de Bruselas.

La poesía de Carême adquirió progresivamente un mayor lugar en su vida y, en 1943, renunció a su profesión docente para dedicarse completamente a la escritura. Mauricio Carême murió el 13 de enero de 1978 en Anderlecht. Conforme a su petición, lo enterraron en Wavre. Su hogar en Anderlecht, “la maison Blanche”, es ahora sitio del Museo Maurice Carême.

Obras

63 illustrations pour un jeu de l’oie (1925)
Hôtel bourgeois (1930)
Chansons pour Caprine (Édiciones Henriquez, 1930)
Reflets d’hélices (1932)
Mère (1935)
Petite Flore (1937, Prix Edgar Poe)
La Lanterne Magique (1947)
La Maison Blanche (1949, Prix de l’Académie française)
Petites Légendes (1949)
La voix du silence (1951)
L’eau passe (1952, Prix International Syracuse, Prix de l’Académie française)
Semeur de rêves (1953)
Images Perdues (1954)
Heure de grâce (1957, Prix Félix Denayer, Premio de poésia religiosa)
L'Orphelin (1958)
L'Oiseleur (1959)
La Flûte au verger (1960)
La Grange Bleue (1961)
Pomme de reinette (1962)
Bruges (1963)
En sourdine 1964)
La Bien-aimée (1965)
Brabant (1967, Premio de la provincia de Brabant)
Le Sablier (1969)
Entre deux mondes (1970)
L'Arlequin (1970)
Mer du Nord (1971)
L'Envers du miroir (1973)
Le Moulin de papier (1973)
Almanach du ciel (1973)
De Feu et de Cendre (Ed. Nathan, 1974)
Complaintes (1975






La rodaja de pan

Un niño solo, Solitario,
en la mano, una rodaja de pan.
Un niño solo, con un perro
que lo mira como a un dios
que tuviera en su mano
la llave al paraíso del can.
Un niño solo
que muerde su rodaja de pan,
y al que el mundo entero vuelve
para verle dar, con naturalidad,
Aunque muera de hambre,
embarrado de mantequilla,
a su perro da la mitad del pan.



La tranche de pain 

Un enfant seul, 
Tout seul avec en main 
Une belle tranche de pain, 
Un enfant seul
Avec un chien
Qui le regarde comme un dieu
Qui tiendrait dans sa main
La clé du paradis des chiens.
Un enfant seul
Qui mord dans sa tranche de pain,
Et que le monde entier
Observe pour le voir donner
Avec simplicité,
Alors qu'il a très faim,
La moitié de son pain
Bien beurré à son chien.





La niebla

La niebla puso todo
En su bolsa de algodón
La niebla agarró todo
Alrededor de mi mansión

No más flores en el jardín,
No más árboles en el camino
El invernadero del vecino
Parece esfumarse.

Y no sé en realidad
Donde se hubo de posar
El gorrión que escucho
tan tristemente llorar.






Tu es belle, ma mère

Tu es belle, ma mère,
Comme un pain de froment.
Et, dans tes yeux d'enfant,
Le monde tient à l'aise.

Ta chanson est pareille
Au bouleau argenté
Que le matin couronne
D'un murmure d'abeilles.

Tu sens bon la lavande,
La cannelle et le lait;
Ton coeur candide et frais
Parfume la maison.

Et l'automne est si doux
Autour de tes cheveux
Que les derniers coucous
Viennent te dire adieu.





Liberté

Prenez du soleil
Dans le creux des mains,
Un peu de soleil
Et partez au loin!

Partez dans le vent,
Suivez votre rêve;
Partez à l'instant,
la jeunesse est brève !

Il est des chemins
Inconnus des hommes,
Il est des chemins
Si aériens !

Ne regrettez pas
Ce que vous quittez.
Regardez, là-bas,
L'horizon briller.

Loin, toujours plus loin,
Partez en chantant !
Le monde appartient
A ceux qui n'ont rien.






Pour mon père

Mon père aimé, mon père à moi,
Toi qui me fais bondir
Sur tes genoux
Comme un chamois,

Que pourrais-je te dire
Que tu ne sais déjà ?
Il fait si doux
Quand ton sourire
Éclaire tout
Sous notre toit!

Je me sens fort, je me sens roi
Quand je marche à côté de toi.







Le brouillard

Le brouillard a tout mis
Dans son sac de coton;
Le brouillard a tout pris
Autour de ma maison.

Plus de fleurs au jardin,
Plus d'arbres dans l'allée,
La serre du voisin
Semble s'être envolée.

Et je ne sais vraiment
Où peut s'être posé;
Le moineau que j'entends
Si tristement siffler.






Muguet

Cloches naïves du muguet,
Carillonnez ! car voici Mai !

Sous une averse de lumière,
Les arbres chantent au verger,
Et les graines du potager
Sortent en riant de la terre.

Carillonnez ! car voici Mai !
Cloches naïves du muguet !

Les yeux brillants, l'âme légère,
Les fillettes s'en vont au bois
Rejoindre les fées qui, déjà,
Dansent en rond sur la bruyère.

Carillonnez ! car voici Mai !
Cloches naïves du muguet !





Ponctuation

- Ce n'est pas pour me vanter,
        Disait la virgule,
Mais, sans mon jeu de pendule,
Les mots, tels des somnambules,
Ne feraient que se heurter. 

- C'est possible, dit le point.
        Mais je règne, moi,
Et les grandes majuscules
Se moquent toutes de toi
Et de ta queue minuscule.

- Ne soyez pas ridicules,
        Dit le point-virgule,
On vous voit moins que la trace
De fourmis sur une glace.
Cessez vos conciliabules.

Ou, tous deux, je vous remplace !






ROBERTO PAZZI [9253]

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Foto - Il poeta Roberto Pazzi

Roberto Pazzi
Italia:Ameglia, 18 de agosto de 1946
Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Bolonia, ha sido profesor de Historia de la Filosofía en la Universidad de Ferrara y de Sociología en la de Urbino. Editor cultural durante doce años del Corriere della Sera, colabora en la actualidad en otros periódicos.

Poeta, narratore e giornalista italiano, vive a Ferrara. Tradotto in ventidue lingue (spagnolo, catalano, francese, inglese, inglese (USA), tedesco, olandese, finlandese, danese, ceco, slovacco, polacco, russo, rumeno, sloveno, croato, turco, greco, portoghese, portoghese (del Brasile), estone, arabo) , ha esordito in poesia con una silloge apparsa sulla rivista "Arte e poesia" nel 1970, prefata da Vittorio Sereni; tra le raccolte di versi Calma di vento (Garzanti, premio internazionale E. Montale 1987), Il filo delle bugie (Corbo, 1994), La gravità dei corpi (Palomar, 1998) e Talismani (Marietti 2003). Il suo esordio narrativo avviene nel 1985 con Cercando l'Imperatore, prefato da Giovanni Raboni (Marietti 1985, Garzanti 1988, Tea 1997, Marietti 2004, premio Bergamo, premio Hemingway, premio Selezione Campiello 1985) "storia di un reggimento russo disperso in Siberia, durante la Rivoluzione Russa, in cerca dell'Imperatore", dalla critica concordemente collocato sulla linea fantastico-visionaria della nostra narrativa, quella meno frequentata nel Novecento italiano. Seguono poi alcuni romanzi, dove la storia si fa pretesto di reinvenzione fantastica su una linea di pensiero antistoricistica: La principessa e il drago (Garzanti 1986, finalista premio Strega 1986), La malattia del tempo (Marietti 1987, Garzanti 1991), Vangelo di Giuda (Garzanti 1989, superpremio Grinzane Cavour 1990, ristampato da Baldini&Castoldi nel 1999), La stanza sull'acqua (Garzanti 1991). Con Le città del dottor Malaguti (Garzanti 1993) la narrativa di R.P., pur rimanendo di ispirazione visionaria, approda al presente, alla cronaca italiana di questi anni, alla città dove il narratore vive, Ferrara. Ecco allora i romanzi successivi, Incerti di viaggio (Longanesi 1996, premio Selezione Campiello, superpremio Penne-Mosca 1996), Domani sarò re (Longanesi 1997), La città volante (Baldini & Castoldi 1999, finalista al Premio Strega, presentato da Dario Fo e Sebastiano Vassalli), Conclave (Frassinelli 2001,Premio Scanno, Premio SuperFlaiano, Premio Comisso, Premio Stresa, Premio Zerilli Marimò della New York University, Premio Rapolano Terme, finalista Premio Bigiaretti ), L'erede (Frassinelli 2002, Premio Maria Cristina 2004) e Il Signore degli occhi (Frassinelli 2004).






DA 9 POETAS ITALIANOS ANTOLOGIA, (pagg 66,68,60), presentación y traducción Martha L. Canfield, Editorial Catoblepas, Madrid (1987)



El Alma

Algunas veces he pensado en el alma
que detengo como la arena
en los bajos del pantalón,
como la tierra que no se desprende
de la suela de los zapatos,
como una mancha de fruta
de estación; la fresa
no sale nunca, tampoco las cerezas,
pero la más terrible es la de durazno.
También los cacos, las manzanas y la peras
volvían loca a mi madre,
pero solo la hierba era como el durazno.
Puede manchar también la lluvia,
queda la sombra del agua,
una pequeña zona más oscura.
De los colores sólo el agua
se transforma en olor de moho:
las estaciones no dejan olor.
He tratado de imaginar
qué parte del rostro llevaremos,
cómo séra el alma,
si tendrá nariz, ojos, boca.
Para qué servirán los otros sentidos,
si quedan sólo colores?







Loco

Pan. Llámame pan,
pan, pan, muchas veces
dime pan.
Para que tú veas locamente en mi
la multiplicación
de los panes.








Señor - si yo creyera en Dios
diría -
Señor, hazme del mundo
una celda tan perfecta
que pueda entrar sólo
el alma mía.
Señor, extiende mi alma
por el mundo,
haz que yo salga únicamente el día
en que no pueda encotrar
a nadie más que a ti.
Señor, toma mi sexo,
haz que ni mujer ni hombre
pueda entender más,
escóndeme, haz de mí solamente
palabra de Dios.





Da Escrita, n. 8, Cordoba, "Centro editor de Cordoba", 1986.
Rivista diretta da Antonio Oviedo.



Viento en Punta Blanca

El tiempo del viento, cuál será?
vendrá del antiguo Egipto
o acaba de nacer?
su caricia estuvo en la noche
de España antes de la partida
y llevó a Colón el olor
de las otras tierras?
y si no hubiese nacido nunca,
si fuese el viento errante,
condenados a buscar en mundos
que no pueden recibirlo,
una forma que lo lib e (?)
de la cárcel del aire,
él, también aquí, entre nosotros
que pasamos, uno que puede
salir de las cosas
que atraviesa y volverse
a mirar al fin su rostro,
un viento de la historia,
un viento reglamentado,
seguro de morir?

(traduzione: Marilyn Contardi)







Sobre un retrato de joven mujer de Van Gogh

Señor, manda esta noche a mi casa
A la joven de cabellos azules
Que el pintor vió en Arles,
hace cien años, mándala esta noche
para ver estrechamente unidos
tras los vidrios de la ciudad
que ella nunca vió sin mí,
le desataré la trenza antigua
para que no sienta el tiempo que pasó,
ella sabrá cuánta blanca harina basta
para algo dulce en la noche de invierno,
junto a dos pocillos de café.

(Traduzione : Marilyn Contardi)





INEDITI

A Fiore

Non sono ancora arrivato
e già soffro gli orizzonti 
delle montagne che chiudono 
la mia ansia di varcarle,
ma ogni volta superata una catena
eccone subito un'altra.
Molti compagni di viaggio sono già caduti, 
e se ogni notte mi pare di riaverli con me 
al risveglio dal sogno cresce la vergogna 
di portare dentro un segreto tesoro 
che non so più a chi affidare.
Ma ieri uno sconosciuto 
mi ha guardato e mi ha detto
"nessuno è più ricco di te".
Alla luce di quel lampo, 
dall'alto ho visto un paesaggio 
infinito senza più montagne.
Forse ero arrivato, forse ero salvo ?
M'è sembrato di colpo d'essere 
sollevato in cielo fra gli dei.
Perché carni, volti, nomi 
oggi sono la sostanza dei sogni 
offerti come gli antichi sacrifici
il cui profumo si perdeva in alto nei cieli,
cercando il favore degli dei.







Il mio niente

Oggi verrei a casa tua,
farei questo lungo viaggio 
solo per infilare questi versi
nella fessura sotto la porta,
non potrei rompere 
il divieto di rivederci.
Niente, vorrei dirti, 
solo questo niente.
Fu detto già tutto.
Da quando ci siamo separati 
sopravviviamo,
siamo la rovina di quel tempo.
Ma questo mio niente dopo di te
mi sostiene e si rafforza,
cresce bene con gli anni,
si fa grande, muta la voce,
non vuole più stare con me,
esce sempre più spesso
a cercare altro niente,
inutilmente bello come fui.
I nostri occhi han fissato il sole, 
non guardano più,
ricordano di aver visto.
A che servirebbe rivederti ? 
Perderei il mio niente.
Di tutte le cose che potevo fare
ho sempre scelto una sola,
monco di troppe vite non fatte
tu sei il Niente che mi ha scelto.
E ti appartengo sempre.









La costruzione della vita

Ormai anche l'ala nord è finita,
il palazzo si mostra nella forma intera. 
E la facciata innalzata per prima
più di mezzo secolo fa, 
inizia ad invecchiare, 
il suo stile è superato, 
non è più di moda, 
criticano l'architetto manierista,
oggi l'avrebbero disegnata più severa,
meno ricca di marmi colorati, 
come una vecchia fortezza medievale,
pronta a resistere ai pirati del mare.
Per giocare l'usura del tempo,
salva le forme partorirle già antiche,
la strategia sarebbe quella dell'animale 
che si finge morto,
per non essere divorato.
Mi perdo a fantasticare 
come avrebbe potuto apparire
l'animale mia vita in altre forme,
fiuto la trappola in cui sono caduto
scegliendo il mio stile di poeta. 
E invece nemmeno più leggono le parole,
aprono un libro se ricco di immagini,
non sanno più cantare la cosa
ad occhi chiusi.









L'eretico

Non ero nato per vivere nell'ombra, 
ho dovuto subirla,
ma di quali doni ricompensa 
splendere nell'oscurità !
La gioia della meraviglia
se qualcuno mi scopre
e si prende il merito della scoperta,
il sollievo di aver già in partenza
deposto l'affanno di salire,
la risorsa di uno spreco delle ore
da gran signore del tempo,
la libertà di camminar fra chi corre,
la leggerezza di saltare corsia
non appena scorgo la fila
del buon senso,
lo spettacolo della vita 
da fuori campo, fuori linea,
eretico da niente,
che gioca coi segnali delle parole, 
e inaugura mondi
con gli alberi dalla chioma 
sotto terra e le radici per aria,
a prendere confidenza
con gli errori del vecchio Dio,
che non ci vede più bene 
e si lascia suggerire 
dal diavolo le forme che non vede, 
( il diavolo sono io ).











Mutamenti

Oggi sono quel che potrei essere,
un foglietto bianco
caduto per terra
nella sala d'attesa della stazione. 
Quanto manca ?
la domanda è mutata in
Quanto ho fatto ?
Imito la clessidra,
so capovolgere dritto e rovescio,
vuoto e pieno,
bianco e nero, 
perdo peso,
sono diventato più leggero.









Nevicata dal treno sulla pianura padana

Sotto la terra bianca come il cielo
c'è il mio pane della gratitudine 
per la via percorsa, per i temuti pericoli, 
le paure e le lunghe attese che svanirono
consumate tutte a poco a poco,
le carte del mazzo tenute nelle mani,
ormai già tutte in ordine sul tavolo, 
una mano già nuda.
Quel paesaggio sono io,
assaporo la panoramica dall'alto
di me così piccolo diventato grande, 
restano solo poche stazioni,
posso guardarmi attorno con calma,
perdere tempo, ne ho vissuto tanto,
a ripensare tutto quel bianco
che oggi mi abbacina gli occhi:
il mondo con la mia vita dentro
mi aspettava a occhi chiusi.
E chiudendoli così s'assapora 
d'un nuovo amore il bacio,
da una bocca bella e tremante.










Ritorno al mare

Il tuo tempo è diventato 
il va e vieni del prigioniero nella cella,
l'attesa del pendolare 
che ogni giorno spia la fuga
nell'orologio grande
allo stesso marciapiede.
Ritorna sui numeri dei binari
un'antica matematica di arrivi e partenze,
è ancora un gioco
contare i minuti per le coincidenze, 
da bambino sempre sognavi di fuggire
da Ferrara per tornare al mare.
Era la via della felicità
il viale della stazione.
Nato sull'acqua
oggi ti parrebbe di tornare laggiù
ma non sai se i ritardi 
siano fame di arrivare 
o paura di scoprire 
che tutto quell'azzurro è evaporato
e il mare non c'è più.







Specchi e specchiere

Sempre mi tremano le mani 
quando curo la barba allo specchio. 
Non solo per la difficoltà di guardarmi 
capovolto e spingere le forbici 
a medicare il cedimento all'informe 
oltre i luoghi possibili, 
dove non sarò mai, 
ma per il gesto che di nuovo mi tradirà,
perché la guancia che a destra m'appare
la ritroverò con la barba curata a sinistra.
Allo specchio non serve la memoria, 
si cura di un altro volto 
che non è più questo. 
Il viso che fu amato per sempre una volta 
lui lo sa, lui lo è,
e non lo rivelerà,
in ogni luogo della terra
porta male romperlo.
La sua strenue fedeltà prepara la mente 
all'ultimo ritratto, 
dolce vendetta delle specchiere 
- avran mutato sesso intanto quegli specchi
per meglio amare il volto amato -


SERGIO GARCÍA ZAMORA [9254]

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Foto Sergito



Sergio García Zamora. (Esperanza, Villa Clara, CUBA 1986) Licenciado en Letras. Autor de los poemarios: Autorretrato sin abejas (Ediciones Sed de Belleza, 2003); Tiempo de siega (Premio “Poesía de Primavera”, 2009; Ediciones Ávila, 2010); El afilador de tijeras (Ediciones Sed de Belleza, 2010); Poda (Premio “Calendario”, 2010; Editorial Abril, 2011); El Valle de Acor (Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara, 2011; Editorial Capiro, 2012) y Día mambí (Premio “Digdora Alonso”, 2011; Ediciones Vigía, 2012). En el presente año ha obtenido los premios nacionales de poesía: “Fernandina de Jagua”, “Manuel Navarro Luna”, “José Jacinto Milanés” y “Emilio Ballagas”. Poemas suyos aparecen en revistas de Honduras, Puerto Rico y México.





ORACIÓN A JOSÉ MARTÍ BAJO EL CIELO DE CUBA. 


Que yo pueda rogarte si viviendo me aflijo,
si  miro con el ojo tan negro del canario,
pues mi día mambí ya transcurre en tu diario
y mi hora en el reloj que dejas para el hijo.
Que yo pueda alabarte sin que nadie me lleve
ni me traiga al final en trono o parihuela,
cuando asomen los odios la visceral espuela 
y  desangren tu sol como a buey en la nieve.
Que yo pueda invocarte sobre la patria herida
y venga tu decoro, tu arte de ser cubano,
a embridar el horror, la sombra, la estampida;
a fijar los destinos de nuevo con tu mano.
Que yo pueda nombrarte como nombro la vida
y que no tenga paz si te nombrase en vano.

Santa Clara,  24 de enero de 2013





POEMAS DE PODA, DE SERGIO GARCÍA ZAMORA*


Horror, plenitud

Ahora que han vuelto las abejas a tu boca
Para decir lo dulce, lo intocado,
Y eres rubio y degustable
Como la sangre del girasol,
Y puede tu juventud justificarlo todo:
La esperanza y el desconcierto
Y hasta la belleza que no te deja ser bello.
Ahora que transcurre la cuaresma
Y caen las hojas vinosas,
Y sobre las hojas un muchacho,
Y sobre el muchacho el asombro,
Y tú que has visto su cara
Roja también como las hojas,
Agradeces el agua, el aire y la amistad
Y la maña impostergable de mañana.
Ahora que temes dormir
En la misma posición de su caída
Y andas la noche para negar su rostro,
Pero su rostro sobrevive a la noche
Y ya es el alba donde amanece siempre.
Ahora que hablarías de la plenitud,
Como se habla de un campo de girasoles,
Si no fuera porque hay en tu ojo
La quebradura de una estrella,
Si no fuera por la elegancia del silencio
Que es tu común frivolidad,
Si no fuera porque eres culpable
Del alma que te escucha.
Ahora que debes amar o no amar nunca,
Comienza ya sin temor
La sonora catedral de tus abejas
Y la fiesta de los días,
Y respira vasto como el mar para los tuyos
O como el viento lustral de la cuaresma,
Y pon tu palabra
Como una gota de miel en sus pupilas,
Aunque el desconcierto sea
Esas hojas que parecen no tocar jamás la tierra
Pero que al fin caen
Sobre el cuerpo descubierto del suicida.








Ventajas de la poda

Las muchachas cortan sus cabellos
Con la esperanza del renuevo.
En un tiempo la cosecha segunda
Fue tan vasta como el primer corte.
En un tiempo el pordiosero
Cortó nuestro césped
Por la baratija de su alcohol.
Ciertos animales podados en luna nueva
Son ahora más dóciles, más nuestros:
Los gallos de la lidia,
Perfectos como águilas de patio,
El perro desorejado,
El toro nocturno que amanece buey.
Ciertos frutos tomados en menguante
Alcanzan la real maduración.
Así, de lo infértil y demasiado
Podan tu vida hasta que parece bella.
Quien haya perdido una mano
No servirá en el ejército.










Antes de que un temblor comience

Para Lina, en su temblor

Antes de que el cántaro de la niña se quiebre
Y enmudezcan los enjambres de la dicha,
Antes de que las mujeres recojan la sangre última
De los breves animales ofrendados
Y el niño que juega a las canicas
Presagie con su juego el choque de los mundos,
Antes de que el árbol de la ira
Deje caer sus frutos ardientes y violentos,
Antes de que el blando corazón de los ahogados
Endurezca en el invierno
Sin oír el canto de sus novias suicidas en los ríos,
Antes de que un temblor comience a perseguirnos
Por la ciudad de puertas condenadas;
Danos, Señor, la paz.
La paz gentil de las comidas
Cuando la oración del padre sube en brazos del humo,
La paz del esposo y la esposa a medianoche,
La paz del que acepta su culpa y se vence,
La paz de las estatuas en otoño.
Pero no la paz hueca de las santas
Que dejan caer el aire pesado de sus miradas,
Ni la paz indiferente del muro
Donde el sol de los míos se lamenta,
Ni la paz del tigre satisfecho
Que devoró esta mañana la Belleza.
Quiero hablarle a las aguas sin turbarme,
Quiero ver en los niños a los niños
Y en la página los blancos animales.
Quiero volver a la amistad de unos pocos
Porque el amor de ellos ya me salva.
Pero si no puedes, Señor, concederme
La paz de tus palomas intocadas
Y el cántaro de mieles rebosante;
Quiébrame entonces en el sueño
Como la espiga que un niño dobla
Pues he visto el rostro sereno del suicida
Y el afán perpetuo de mi madre.

*Sergio García Zamora, poeta villacareño y editor de la Editorial Capiro.





DE: BOJEO A LA ISLA INFINITA
(Antología de 6 poetas cubanos)
Introducción y selección de Arístides Vega Chapú
EDITORIAL BETANIA




La violencia de las horas

Vienen sobre ti las horas,
la violencia unánime de las horas
ponen bajo tu cuello la navaja, bajo tu sexo
la bayoneta calada para sacarte en vilo
hacia los cuarteles del alba.
Ciertos grabados medievales pretenden ilustrar
su paso con un carro de heno, con jornadas de la siega,
y monjes velando en sus claustros.
Pero nada saben de la ojera del recluta
ni del garfio que hunden a mediodía en el cuerpo húmedo,
cuando se echan a la sombra de la gente que espera
un cambio sustancial, un cambio definitivo.
Las horas gustan de comer tus ojos como el cuervo
y del café a media tarde en algunas embajadas.
Óyeme ahora antes de que la noche llegue.
En la página sin completar sacarán el punzón,
te mantendrán a raya, te anudarán
una piedra de molino para lanzarte al sueño
hasta que mañana ellas vuelvan
golpeando sobre ti.






Artesanías

Bajo la violencia de las horas
vendes collares y pulseras:
objetos menores supuestamente bendecidos.
Ante quienes se los prueban,
explicas que los dioses gustan de colores:
Shangó rojo, Yemayá amarillo, Ochún azul.
También las vocales, según Rimbaud.

Otras mercaderías no precisan de fe
para engañar la fe de los turistas.
Otras culturas a su vez prodigarán
la imagen del poeta como un artesano.

Aunque tu vida nunca fue equiparable
algo deberías admitir.
Ciertos amores, por ejemplo,
dijeron su decisión de no seguirte
y hablaban con el temeroso cuidado
de quien perfora una concha
para hacer artesanías.






Los reclutas

El verde militar está en los ojos:
muchachos que piden autorización
para ir al carnaval y abordan los camiones,
las máquinas de alquiler en Jagüey o Santa Clara
con el dinero último, con el único dinero.

Regresan las cabezas podadas por el verde militar,
los rostros que lastima la cuchilla:
el hermano mayor, el novio, el hijo de vecino.
En la noche de provincia son príncipes,
reyes que han vuelto de Troya o Las Cruzadas.
Bajo el fuego artificial, bajo la vida artificial
respiran el aire último, el único aire
y entran al verde militar con sus amores.

Como los reclutas anhelas un pase,
un gesto dispensador de tu perenne servicio;
un pase, una tregua, un salvoconducto
para tu vida siempre. Como los reclutas.
Solo que ellos no saben disimular.



IHOSVANY HERNÁNDEZ GONZÁLEZ [9255]

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Ihosvany Hernández González gana el primer premio con su cuento " El hombre ante su objetivo"


Ihosvany Hernández González (Ciudad de la Habana, CUBA 1974). Narrador y poeta. Hizo estudios de Historia en la Universidad de la Habana. Desde el 2004 reside en Montreal, Canadá, donde ha sido nacionalizado. En el 2011 publica su poemario Verdades que el tiempo ignora, editorial Linden Lane Press (Estados Unidos). Es ganador de algunos premios literarios, entre los que destaca el Primer Premio del concurso de cuentos “Nuestra Palabra” (Canadá, 2010), el de Reseña Literaria Azafrán y Cinabrio
ediciones (México, 2008), y el Segundo Premio, de la categoría cuento del evento Tendiendo Puentes convocado por la Universidad de Toronto (Canadá, 2005). Es finalista del Premio Internacional de Poesía “Desiderio Macías Silva” (México, 2006).




1.

regresas 
al punto de partida
después de asumir la nieve y el sahumerio de una ciudad
                                                        desconocida por el padre 
siempre a la espera del hijo con quien dialogar del mundo,
del sinuoso camino a lo improbado, 
equívocos venidos a la par de nuestra lumbre,
sitio donde sumergir
la ingratitud de un paisaje preñado de rascacielos
o de la burda tempestad del amigo preguntando por el vicio 
                                                             de cifrar en cuadernos 
los signos que en cada piedra adviertes
cuando algún pez es arponeado en el horizonte.

el pez habla de su destino 
y tú dibujas su vientre como si fuese una casa.
la casa en donde pernoctar 
te hará pensar en lo extraño 
en el ojo por donde observas tu mundo.

regresas al punto de partida
y en el umbral donde escuchaste los danzones 
con los que el vecino trasnochaba en su  alcohol y su hambre
hablas de Dylan, Yeats, Alighieri, Federico, Neruda,
                                                             Vallejo, Paz, Borges
prescindiendo del mar que hubo ante alguna ventana 
mientras amaste en un instante de torpeza
antes de lanzarte a estos apuntes para salvar el fuego 
                                         devolviéndote tu propia imagen
diversificada en estas tardes de noviembre 
como si fuera ésta la única cualidad del hombre permitida
para acompañarnos 
más allá de todo viaje.
 




2.

recorres la calle dibujada entre pedruscos 
(Babilonia fue semejante en su polvo)
a todos reconoces en medio de la paz
en esa necesidad de saber 
de preguntarnos diariamente
qué habrá después de aquel cielo sombrío
de qué color es la estancia donde surge
el brillo que tus ojos alcanza cuando hablo de 
Pekín, Pakistán, Libia,  Israel. 

regresar 
es la dádiva 
salpicando el borde 
de tu mano. 

el vicio de algún tabaco se dispone a sancionar 
tanta negligencia
fotografías digitales agolpadas en una mesa
muros que socorren el regreso ofrecido años atrás
antes de querer modificar las costumbres y la vida que 
descreída en su linaje
hoy muestra las cosas, los objetos y el aire
inmutables en su oro.

regresar 
es la dádiva 
frunciendo el ojo que atisba 
tu propio origen.

regresar 
querer mudar las cosas
olvidar el rancio de los estantes
hablar del mundo disponiendo de su incorrección
es lo que hoy va haciendo de ti 
un inconforme con ese país minúsculo 
en la sal que nos aparta de todo sueño, de este viaje.





3.

de qué valdrá (entonces) mencionar aquel trayecto
piensas
viendo pasar
el polvo acuartelado en un férreo atardecer. 

largas serán tus noche, te dices
hasta que retornes al punto de partida
el sitio donde alguien querrá enmendar lo inasible 
a un cielo extranjero
inexorable 
en el instante de conocer tus otras vidas.






PRETEXTO DEL ANIMAL

llevo años sin pensar
sólo te dibujo en mi absorto aislamiento
avizorando 
la necesidad de otra mano cuando 
todo depende ciertamente de ti 
y desconoces del rito que nos unirá 
al trazar la curva insolente que tu cuerpo 
                                   impone en cada estancia 
como un aullido ahogándose en mis ojos
como un perfecto estado donde aunar la lírica 
a esa voz que me turba hasta la mudez
razones inequívocas que dicen / ilusamente
profetizar los siglos por venir
el pan que tendremos para salvarnos 
antes que otra religión
instaure un anónimo ídolo semejante al nuestro 
idéntico a ti
pretexto que exploro por el vórtice de estos años 
sin diálogo
salvándome en la rutina del dibujo
                del enmascaramiento
                del juego de vestir otra piel
como si fuéramos animal sin caza
caza sin acechador.







SILUETAS

anochece
una fábrica de silencios siembra tu bosque
eres sombra de mundo destinado a lucir su invierno
el año de pensar se ha ido a pernoctar en su arrogancia

                     en tu soledad
                     hombre pérfido
                     callar fue el espejismo

entender el bosque es lo humanamente detenido 
en la demorada muchedumbre
cansancio de ser
una sombra que hiende en esa desvirtuada parsimonia que deseas
para embestir tanta plática.

anochece
y un fábrica de aullidos te hace de bosque
silueta de hierba y légamo 
hombre de aquel Prometeo moldeando las fauces para obtener
lo que esperas

                       la voz nocturna para celebrar 
                       lo humanamente predecible
                       lo letal y lo loable 

puestos a recaudo en el verso que ahora dictas 
desde tu noche trocada en esta evocación 
irreconocible y tácita. 







ROMPER EL DISCURSO

armar la pasión
consumación del decir
            contar
            el mundo
            hecho 
en bocas llenas de preguntas
adónde voy
quién soy en realidad
cuándo
tropieza el sueño
justo al cántaro
justo a la fuente
y se deshace el clamor
adónde voy, quién soy
cuando
intento romper el discurso
y vuelvo a él y soy él
en 
toda 
su 
integridad.         







ARMAR EL DISCURSO

proponer otros trayectos
intercambiar el zumo
del que sabe que todo sueño
se instala en la levedad del tiempo consumado
naufragio distribuido a partes iguales
saber que todo es duelo abierto entre la palabra dicha
                                                                            dibujada
          
                                                                 comprometida 
en esa visión que te insta a armar tu propia imagen
o ese discurso del que eres parte ambigua en su 
totalidad.  


PAISAJE DONDE VAMOS NOMBRANDO LAS COSAS

el sol ensordece esta estación de rutilantes cuerpos
muriéndose en su aurora
nadie 
presiente 
el himno 
que cae sobre las cosas
(in)tangibles, sueños sobornando 
esta diablura de pretender nombrar 
lo que nos une, nos coloca frente a frente 
sin esa virtud hallada en los que desechan su moral
intento agrupar los que nos lía y miento / el hombre acaba 
de marcharse sin saber de esta lista: objetos que llevo como un mendigo
un paisaje donde duermes
donde desvaneces cuando te nombro
en ese mañana que se impone sobre tu universo.  







LA IMAGEN EN EL ESPEJO DE ESTA CIUDAD

nada cambia excepto el hedor de los puentes
escurriéndose en la nieve.

nada cambia (lo sé)
al penetrar esta calle amparadas por los mercados
fruterías comercios desfiles
                                            que al atardecer 
se convocan en la calle de Sainte-Catherine.

pongo mis ojos en los espacios abiertos
persigo tu mano que de noche
sentencia el vacío (la mano) que dibuja 
esta ciudad y la hace diferente como si fuera este cielo 
el de un país que uno conoce de memoria
y procura sostener de alguna cuerda
en donde pueda vislumbrar tu imagen 
en el azogue 
de alguna nueva idea. 








AUTOCRÍTICA EN VERSO PARA NO SER LEÍDA EN PÚBLICO

si mi nombre ocupase un plaza en tu boca 
si llegara a ser blanco en tu página
colmado el vacío de tu crítica
lamiendo el azufre destilado 
en ese vicio por implicar al hombre que
se ampara en su sueño
entonces sea cual fuese el destino
buscaría un instante para 
devorar el objetivo del tiempo en un manzana
fuera del reloj o de mi mano que apenas
socorre el vuelo de palabras  
juego para ajenos
crítica del silencio apostando 
volver al diálogo que 
disuades 
porque es otro el trueque admitido
es otro el verso que corroe tanto símbolo 
y no entiendes 
la razón por la que acabo de anunciar mi nueva imagen
poniendo a salvo su origen
su destino
el gozo de estar siendo leído en éste instante 
en que subsiste todo poeta.






ÚLTIMAS MONEDAS
(díptico)

I/

buscábamos la piedra, aquel país 
que se marchitaba a los pies 
la cuerda marcaba el regreso y confiados 
nos dimos a la juerga sin importarnos 
la luz que se fue retirando en la crispadura 
fuimos hacedores de milagros
contorsionistas en una feria sin preludio
todo intento goza de su quimera
del vértigo que produce la confianza 
todo juego lleva un nuevo paquete de cartas
unas monedas. al desapercibir el hilo 
perdimos la orientación 
y no hubo rey a quien sobornar 
no hubo albor prorrumpiendo en la oquedad
pretendimos ser  salvados desde un pozo innombrable 
maquinando otro juego 
cuando las monedas fueron retiradas
el silencio fue un instante
que aquí entrego a la noche.


II/

dimos las últimas señales por si alguien nos observaba 
fue extenuante la espera
largos días de zozobra y mudez
vencimos los pocos recursos intentando hallar la salida
vernos de vuelta
recobrar la lucidez de aquel ego prorrumpiéndose sin avergonzarse 
de una imagen distorsionada e irreverente
la confusión fue inevitable
toda palabra engendra música 
todo asechanza acaba por desmentir al hombre. 

ay de mi mano
intentando dibujar aquella cuerda, intentando jugar al cero
ay del ídolo cayendo en su perfección sobre el agua de mi boca.

hoy me propongo sostener el rito que conferimos a la  tarde
el vicio para subsistir sobre el país 
que ya es un signo en medio del mar, un símbolo en el agua.

ay de mi mano que escribe estos horizontes
que dibuja otro cielo y otro nombre sobre estas palabras
que algún día tuvieron un sitio y quedaron allí 
como un extraño mapa ante estas verdades 
que no diré más.

Nota: algunos de estos poemas pertenecen al poemario Verdades que el tiempo ignora, publicado por Linden Lane Press (Estados Unidos, 2011). 

http://metapoesia.es.tl/

JUAN CARLOS RECIO MARTÍNEZ [9256]

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Juan Carlos Recio Martínez. (Santa Clara, CUBA 1968). Poeta y narrador. Ganador de la primera mención en el Concurso Julián del Casal de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de
Cuba (Uneac, 1991). Ha publicado los poemarios El buscaluz colgado (Editorial Capiro, 1991), Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara); La pasión del ignorante (Ediciones Hoy no he Visto el Paraíso, 2011) y Sentado en el aire (Capiro, 2011).
Desde 2000 radica en Nueva York (EUA). Poemas suyos han aparecido en revistas impresas y digitales de EUA, Cuba, Canadá y España. Publica en su blog (sentado en el aire, http:// elsitiodelaluz.blogspot.com/). Reside en Nueva York, EEUU.




El jazz del carnaval

Miró mi pene hasta la base
como quien mira un jardín desde una casa vacía
y luego de olerlo alzó sus ojos,
y la fiebre le puso la cara de flor,
y su lengua, de pétalo muy húmeda.
Acariciaba toda la tierra del cantero
era como abonar la raíz de un rosal sin espinas.
Luego, muy lento tragaba el sumo del jazmín,
así como las manos penetran la tierra recién mojada.
Fueron veinte mil leguas y un jazz desesperado
detrás de una glorieta con hojas de azucenas
y un dibujo de cuerda de guitarra
que en esa inmensidad del delirio a mí me parecía su cuerpo,
y la saliva de sus labios como dos alas de mariposa.
Ella tocó con maestría una música muy acústica
y mi jazmín el cielo de su boca,
cada vez la perfección nos germinaba
y en la base la hierba humedecida nos hizo flotar.
Al final las cuerdas se rompieron y su voz quedó sin ecos,
sus ojos se apagaron como una rosa en una página oscura
y mi jazmín dejó de iluminar el polen de su cara,
hasta quedar apacible debajo de la hierba del cantero,
justo también cuando la orquesta dejaba de tocar
y los acordes de la música de jazz parecían quejidos
de la espina maltrecha de un rosal
o tal vez solo fue el sueño sublime de algún jardinero.

DEL poemario Sentado en el aire







SIGO SOÑANDO A SER REY.

Puedo nombrar reyes, puedo deponerlos, 
pero de mi corazón yo no puedo responder.
Jean Baptiste Racine.

Alguna vez fui el héroe de mi hija
y estuve en una celda tapiada,
la persona que leía sentado
en la estación del pueblo cerca de los rieles,
solo para contar los mismos coches del tren
tres veces por semana.
Quien vivía con los zapatos prestados de un primo
ahora muerto,
el que fue dos veces a la capital
deslumbrado con las ruinas y olor a salitre
de los negros que en el malecón se me parecían a San Lázaro;
el guajiro apasionado con el poema de las yeguas
y que no podía entender por qué a las caña bravas de los ríos
el color se les caía en ciertas épocas
y tampoco podía despertarse del sueño constante
de vivir como un rey sin poder tocar la dinastía.
Aquellas posas profundas donde viví, brevemente,
el estar con Dios, puro, sin necesidad de otro sueño o paraíso.
Aquellos veranos mirando el vapor que la tierra alzaba
para que se elevaran en ello nuestros destinos
y ver perderse el mío sin comprender
que por encima del techo del cielo tenía otro horizonte.
Un rey, no una arquitectura de espinas,
west side, close to the river,
a la espera con sombreros y lombrices
de que los peces crisol mordieran el anzuelo.

DE La pasión del ignorante





EL DESAMPARADO DE SUNSET BULEVARD

Era extraño el mendigo y su tos y sus ojos apenas abiertos
en Sunset Boulevard frente a The Wisky a go-go
cuando me extendió las palmas de sus manos hacia arriba
y me dijo en susurro:_ lo ves_
Vi un tatuaje en tinta negra con la isla de Cuba
Y no vi más que el policía indagando por el truco.
Éramos nosotros de espalda a la virgen de la caridad
Llorosos con los ojos cerrados por el cobre
y la polvareda de la loma del ángel
antes que los rotos y los falsos ojos del mendigo
me iluminara.
Tomé la dirección del océano pacífico
No recuerdo si al final de esta calle
y puse mis manos extendidas
pero no pude ver la isla ni siquiera la maldición del agua.
Vi solo un anciano con su perro
y la imagen de una vez cuando niño
entrando a la bahía del puerto
Con la tos de mi madre estrujada en una hoja de ciruelo.
No puedo decir que vi el mar era pequeño ante el muro
mi madre llorosa me dijo:_ es muy bello_
años después me asomaba por él
sin saber que en las palmas de mis manos
extendidas para que el agua y la sal la refrescaran
tendría el peso de una isla
como un desamparado en tinta oscura llevando la sobrevida.

NY//Mayo/2009




LA CULPA NO ES DE USTEDES
Para F. L. Viera


Las otras veces que he muerto nadie ha venido,
nadie estuvo en el velorio,
los amigos no estaban sino dispersos
en los puntos cardinales de otra soledad.
Cada vez que muero asomo a ese abismo
como un recién nacido, solo que sin llanto.
Quieto, debajo de mi muerte, es como mejor respiro,
lejos de aquellos calores que los callejones y guardarrayas
dieron a mi destino en alumbramiento;
y con la felicidad que la pobreza abarca,
echado en el descanso del campo
sin la prisa de una vida frívola.
Las veces que muero no culpo a nadie,
ni siquiera esa violencia con la que me ignoras
por lo que tengo una especie de cruz cerca del camino.
No hay tiempo para el miedo, ni para el frío en las entrañas.
Hace 20 años ya escribía oraciones que aún hoy 
no dicen a muchos lo que he vívido.
Si he sido el muerto menos valeroso para ustedes
ruego me perdonen.
Si he sido la huella en la nieve cuando se asomaron,
y la niebla de sus bocas en la ventana impidió
que me vieran pasar,
no es culpa ni del miedo ni del frío, tampoco de la rara belleza,
es la prisa de pasar como un cadáver
entre todos ustedes, quienes no deben culpa de mi soledad.







PASIÓN DÉCIMA. A la entrada del pueblo.

¿Si esta es la linterna del tren que parte,
quién va a tender los muertos en el alambre del vecino
con los pies para el cielo? Si huimos en puntillas de nosotros,
¿quién va a tender los muertos?,
si hasta los pájaros vienen a picotear mi espalda.
Oh, Señor, si liviano como un pájaro danzo,
y todo me preocupa;
asumo a los profetas, porque mi tierra es buena
para el pasto. Asumo y danzo, simple y cruel
y como un hombre pájaro.
Oh, Señor, si Cristo no aparece en mi sillón descalzo y mudo,
volveré a las fiestas de quince a comer pedazos de hielo
y a espolear montado: más veloces trenes y caballos,
en un estadio no se decide el destino del país,
pero sí, su nostalgia.
Oh, trenes, que cruzáis rigurosamente vigilados,
mi corazón es un caballo en el rostro de los túneles;
la región más transparente de su vida
se desboca en la ignorancia;
esta carrera de fondo que se advierte me desgarra,
voy sentado en las penas y en la pobreza,
y todavía no sé, si el que vuelve soy yo
o la otra mitad que me traiciona.
Los estribos del destino aparecen como ciervos y emisarios,
una carta echada en el buzón del viento,
el ámbito de los espejos, donde John Donne contempla a su esposa
mientras se desnuda como un salmo;
y mientras, acaricio el naranjo del patio,
y pienso en el grito de Ballagas llamando a su tigre,
en el canario amarillo,
en Lina de Feria y Marilyn Monroe haciéndose luces en el siglo
y voy desde Andy Warhol en sus sopas
Campbell I, 1968,
a las memorias del subdesarrollo donde escribo:
es bueno nacer en el reino de este mundo
pero quién tiene las luces, el Paradizo de las Fuentes;
cómo beber de Apolo o de Sócrates,
si estos trenes que pasan solo llevan corceles desbocados,
si estos cofres ya no son los correos de la noche
si algunos amigos que se van del país,
aprovechan para convencerme,
si toda su vida estuvieron traicionando.

Fragmento de La pasión del ignorante.





TRANSEÚNTES DE LA CHARCA

Para mi hermana Esnilda

Yo dije que desde el fondo de algún río
me ladrarían los perros
y se ha cumplido como el helado en la feria,
de prisa antes de ser solo la saliva.
Dije que una pasión como la tuya me borraba
de todos los espejos que de niño usé
para alumbrar los cielos en busca de horizontes lejanos,
y dije que mi hermana se ahogaba en el río
por un sentido de ficción y aventura
de la música interna con la que me llamaban
desde mi nombre, cuando cruzaba las piedras de la cañada;
mi hermana me hacía caer para que la fatiga de nuestra madre
no apedreara los bordes desde donde nos lanzábamos hasta el fondo
a ver si veíamos a los perros, salvajes tal vez, tal vez caídos de la luna.
El vientre de mi hermana flotaba sobre el agua como un horizonte
y yo quería cobrarme de sus trampas asustándola
pero aún era un flaco que usaba los espejos para comunicarse
y ella cantaba algunas estrofas de los beatles en un inglés traducido
porque en esa época de lenguas extranjeras solo conocíamos el ruso.
Dije ante las piedras cuando pasaba
que me iría lejos de donde todo termina sin cuento de hadas
y los gritos de mi madre ordenaban el regreso;
quizás ese miedo que aún guarda de mis pasos circulares,
de lanzarme a la profundidad por una idea que ella no entendía.
En la noche, cuando todos se iban a la cama,
regresaba,
y con la complicidad de los perros y la luna
en silencio para escuchar esa música extraña,
de belleza inaudita,
cuando la charca para mí era solo un pantano de libélulas.



GILMA DE LOS RÍOS [9257]

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Gilma de los Ríos



Gilma de los Ríos   Nació en Manizales, COLOMBIA en 1955. Su adolescencia la vivió en Pereira donde empezó a publicar poesía y obtuvo primeros premios. Es Comunicadora Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Su carrera profesional la ha ejercido como editora y directora de publicaciones, docente universitaria y facilitadora de talleres de Derechos Humanos y Comunicación. En 1989 el Museo Rayo publicó su primer libro de poesía: “Antes del silencio”. En 1999, la Alcaldía de Manizales y el Instituto Caldense de Cultura” publicaron “Reincidencias”, su segundo libro. De éste la autora publicó una segunda edición en Bogotá, en el año 2000. En 2001, en traducción de Annika Wiberg, Simon Editor publicó en Suecia “Aterfall”, “Reincidencias” en sueco. Su poesía ha sido publicada en numerosas antologías. En el 2006, escribió y grabó en su voz los textos de prosa poética para “Libertango”, obra que presentó la Escuela Piazzolla en el teatro Colón y en gira nacional.





RECLAMO

Amar no puede ser
prestarse al juego de hacerse daño 
interiormente, 
llenando la sangre de aguijones.

Amar no puede ser 
reclamar con violencia
un derecho de ser 
que al otro le negamos.

Amar no puede ser 
transitar un espacio de zozobras 
con una carga de inseguridades 
que borronan las dichas.

No puede ser amar
sentir que una ansiedad terrible y permanente
deja nuestra existencia
en puntos suspensivos.

No puede ser amar lo que lesiona,
lo que nos quiere ver disminuidos,
lo que recuerda que morimos.





DESPERTAR SOLA

Aprendí a soñar.
Aprendí a refugiarme en el sueño.
Y cuando la razón quiso imponerme
la dura disciplina de no soñar despierta,
dormir no fue un descanso.

Programaba,
corregía,
aunaba,
todo tipo de sueños, 
y en ellos
obstinada y absurda buscaba resolver,
el dilema imposible del corazón y el mundo.

En mi dormir poblado de cansancios,
la mente me traía
el recurso final de abrir los ojos,
y de nuevo en el centro solitario
del paisaje que habito,
vuelvo a entablar mi relación estrecha
con las cosas que me requieren viva.

Dar o no dar el paso.
Sumarme a la quietud definitiva
o crear el movimiento.
Inventar otro día mi cotidiana vida.

Pero tanto que hacer
y yo pensando…
Los objetos me llaman 
debo limpiarlos.






HISTORIA DE MUJER

Tienes,
le dijo él
después de besarla,
una clara tendencia a la muerte.

Segundos antes,
ella se había propuesto,
por ese amor,
la vida.

http://blogs.culturamas.es/blog/





METAMORFOSIS

Formas que se alejan del tiempo.
Que hasta acabarse quedan.
Como desearía
una metamorfosis en objeto.
Ser una forma 
con volumen no más
y sin cerebro.

Cuando el dolor se colma
termina el movimiento.
Parte de mueble antiguo,
brazo  quieto.
Y las piernas envidian
las patas de la mesa
que no buscan caminos, 
que simplemente van envejeciendo
junto al suelo.

Objetos arrinconados y sin uso
que acaso raras veces se recuerdan.
Que ni siquiera merecen el esfuerzo
de tirarlos afuera.

Así mi corazón que late todavía.
Como esa vieja lámpara de leña
la vida misma,
que pudiera dar luz
pero no hubo madera,
ni cerillas
ni la razón crucial para prenderla,
menos aún cuando hubo luz eléctrica.

Por eso del amor
no supe nada.
Ni siquiera recuerdo
si acaso estuvo aquí
en el lugar inútil
de los objetos viejos.









MARIANELA TORTÓS ALBÁN [9258]

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MARIANELA TORTÓS ALBÁN

Nació en Abril de 1967 en San José de Costa Rica. Secretaria y Técnica en Administración de Empresas de profesión.  

Ha participado, promovido y colaborado en la promoción de intercambios poéticos nacionales e internacionales, incluyendo el Encuentro Internacional “Poetisas en Paraíso” realizado en Paraíso de Cartago en julio de 1999.

Sus poemas han sido publicados en antologías y revistas de Costa Rica, México, Argentina, Brasil, Nicaragua y España (Opera Prima).

Es autora de los siguientes poemarios inéditos: ¿Por qué del Llanto?, La Duda Reparable, Cuadernillo de Poemas, Árbol de tus Manos, La Llama Triple, Silencios de Gaveta, Poemas de Ausencia para un Hombre de Viento y Madera.






LA SOMBRA DEL CÍRCULO

De regreso a la casa,
a la sombra de la sombra,
a esta esquina repugnante de mí misma
que me odio en cada sábana muda,
como si odiándome 
redimiera el karma de silencio
que voy sembrando en cada estancia.

¿Cómo pude adivinar, Señor,
el letargo maldito de mi piel?
¿Cómo pude saber 
que tanta puerta abierta
cerraría hasta la última ventana 
de mis ojos?

Pero es que algún día
salí a la acera y el tumulto en el viento
borró todos los versos que llevaba
y no pude sostener este cuerpo
que ya era piedra y flauta destruida.

Perdón, Señor, 
perdón por estas horas desoladas 
con que pinto las paredes de esta casa,
perdón por cerrar el silencio
más y más 
en este círculo inefable de dolor.






EL VAIVÉN DEL MILAGRO

La lluvia se transparenta
en la palabra sencillez
de esta niña que resucita 
el amanecer de un río 
indomable como los ojos.

Tan frescas tempestades
son los dioses que inventa el polvo.
El pétalo incipiente en alas
como decir la inocencia 
sorprendiéndose en el augurio
de todos los adioses del mundo.

Y el tallo no es más que un silencio
suspendido en el vaivén del milagro.

Ya hay demasiadas libélulas rompiendo 
el oído del futuro y sus cenizas;
y todo es aguzar la inmediata sonrisa
en la pupila y más allá del poro.

Porque a esta niña le sobran 
los pétalos que no morirán en la orilla.







ANDAMIOS EQUIVOCADOS
  
Construimos revanchas
como hilos extendiendo
su blancura hacia la niebla.

Decir cada camino
con todos los nombres
es apocalipsis de los pasos.

Hay que adelantar 
cada ceniza posible de misterio;
no más,
sólo cada ceniza 
como huérfano abierto a la ternura,
porque la lluvia destruye
el verde si no vuela.

No importa el desaire
de cada silencio que es el otro,
porque el otro sobrevive también
otros desaires en su piel.

Tanto camino.
Tanto andamio.
Estructuras boreales 
subiendo y construyéndonos.
Ven a mis brazos sobre la noche, amor,
aquí terminaremos la amalgama 
de nuestros nombres.








GERARDO MADRIGAL SÁNCHEZ [9259]

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Gerardo Madrigal Sánchez

Nació el 17 de agosto de 1960 en Costa Rica, en la provincia de Heredia. Realizó sus estudios de Educación Primaria en la Escuela Cleto González Víquez. Obtuvo su Bachillerato en Letras en el Colegio Nocturno de Barva de Heredia y en la Universidad Nacional el Bachillerato en Literatura y Lingüística con Énfasis en el Español y el Bachillerato en la Enseñanza de Español. Participó durante once años en las reuniones del Círculo de Poetas Costarricenses, liderado por el poeta Laureano Albán.

En la actualidad es parte de Grupo Poiesis coordinado por el poeta Ronald Bonilla.

Obras publicadas:
-Memoriales del agua [2006]

Obras inéditas:
-Al Sur de Mi Sombra
-Evangelios del Deseo
-Salmos del Instante"




La persistencia de la memoria
   
          Homenaje a Salvador Dalí.

Auguraron que mi semblante,
más que huellas, era tinta.

Pero yo vine
por la senda de todos,
por los estruendos y los versos,
por estos puentes que seguimos siendo
en los ignotos dioses
de cada año que se suicida,
para que el hombre
tenga hermandad con el fuego
y con las aguas
y que no haya más continente
que el delirio.

Y es apenas la vida
este miércoles indefenso
en la piel del mundo,
en mis cristales rotos,
en los segunderos incesantes
de cada una de mis canas.

La memoria de la luz
está escrita en mis ojos,
en este hombre que transita en la brizna,
en esta persistencia del aire:
nenúfar sobre mi almohada
en la que viajo dos días, dos meses,
y desaparezco y renazco
en los lienzos del lenguaje
y en las islas de mis próximas muertes.

Todo se precipita.
El reloj ha perdido su freno,
ha naufragado en la sed
y hasta las redes sucumben:
se atascan en los colores morenos
y en el delirio de los minuteros.

El reloj pregunta conmigo
si esta persistencia de la memoria
es la poesía de la piedra,
o  si es el polvo recordando todos los barrios
que son las crónicas del viento
en estas voces de Dios,
o si es  el pincel que se desviste
en la rosa de las edades
y olvida su puerto
su verso y su herrumbre
cuando orienta al fantasma
o al pintor, o al poeta,
en cada chispa del leve milagro
de la exhalación.






Guernica

          Homenaje a Pablo Picasso
          y al heróico pueblo de Guernica.

El caballo de la noche se ahoga
en su alarido de cadenas,
y las bombas son infantes desgarrados
entre los pezones del fuego,
y las crines inundan
con sangre
todo padrenuestro de escombros.

La tierra sólo cosecha cadáveres
para siempre muertos,
para siempre vivos
en la ciudades del espanto
que aún sangran
las pesadillas del latido.

¡Qué coces da la soledad
de los muertos!
¡Qué coces liberan las madres
desde su pupila!
Y el grito sigue siendo
todos los gritos:
¡Guernica! ¡Guernica!.
Aún los monstruos
son anónimos hasta en sus sombras;
aún en el fuego y el escombro
agonizan abuelos desvelados.

El potro de la niebla
acuna a los niños que no nacieron
y que arden todavía en la noche,
en la noche hecha piedra,
en la Guernica de cascos
y aviones o fieras,
en las hostias blasfemadas
hasta en el llanto:
anónima calumnia
de los nombres.

   





Óxido

Encuentro mi rostro
en el poema de tu blusa trasnochada
sobre la yerba del silencio,
tan libre en tu nombre
que aún no alcanzo con mi sombra.

Nazco para ti
en cada recodo en desbanda
desde mis ojos a tu barbilla,
y en cada historia del laberinto
mis arrugas conmemoran
el óxido de tus canas.

El poeta envejece
en la caricia de cada metáfora,
en la tarde de nuestro cabello,
en la eternidad del eco
que soy cuando invades
los pocos hombres que me restan.

Y sin embargo, este hombre que soy
persigue su duda inconclusa
en los cabellos que lo abandonan
hacia los refranes del peine;
luz noctámbula
que reitera y reitera
las canciones de tu ducha,
hacia la rejilla de los sueños
que gota a gota
escriben los versos del drenaje.

En la yerba del silencio
mi rostro es el rocío y el polvo
y hasta tu próxima puerta entreabierta
para que nadie entre,
para que nadie salga...
y para que en la grietas de mi rostro
se liberen tus oleajes
en este martes
de inacabables encuentros en las sienes de Dios.


LEONARDO IVÁN MARTÍNEZ [9260]

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Leonardo Iván Martínez (DF, México 1982). 
Es egresado de la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado en las revistas Péndola, La oveja negra y en las páginas electrónicas Círculo de poesía, La otra gaceta,  Palabras Malditas y Cronopio de Medellín, Colombia. Ha realizado lecturas en espacios públicos de la Ciudad de México, La Habana y Bogotá. 

Ha publicado  Sobre La Rampa siempre sopla el viento, bajo el sello de la Editorial Praxis y en 2012 el poemario “El huerto y la ceniza”, bajo el sello del Instituto Mexiquense de Cultura. Según el crítico Armando González Torres, en este libro  “se despliega una poesía luminosa e intensa, que profesa una contagiosa fe en el lenguaje”. Presentamos aquí algunos poemas del volumen y el prólogo de González Torres.



Los presentes poemas pertenecen a su primer libro de poesía titulado Sobre La Rampa siempre sopla el viento, bajo el sello de la Editorial Praxis.


Palabras para Antígona

You are the sunshine of my life
That´s why I´ll always be around
StevieWonder

Así te huelo de lejos:
tu silueta en la cocina
dorando la cebolla en el sartén,
rebanando aureolas que se incendian
debajo de la tapa,
preparando la harina
para poner los panes en el horno
y calentar la mesa.

Detrás de ti, el adobe se levanta
sin una huella de humo;
y la pared en blanco,
como si fuera lienzo de cinema
proyecta tu figura de grulla
ensimismada.

Hay un aroma en las calles del puerto
que hace ladrar
con impaciencia
a los perros
que pasan arrastrando sus lenguas y su rabia;
y es, lo sabes bien, porque mañana
los muñones de mis ojos tendrán
una  dulce carcajada,
poblarán los rincones polvosos de la casa,
y tu olor sabrá a mi olor sin ceguera:
a pájaro despierto,
iguana cantadora,
y flecha vulnerada.

Y así será mi vida con la tuya,
llena de olores y de luz violeta,
porque las jacarandas con sus ramas
se abrazarán al viento,
porque sus flores besarán tus pasos,
porque mis ojos mirarán tus ojos
y tu silueta no será jamás
la sombra en la pared de mi cocina.




A Zeus

Ayúdame Zeus,
Tú, que todo lo iluminas,
Tú, que en cisne te transformas
con erguido cuello de plumaje bruñido
y seduces a la bella ninfa burlando los celos de tu esposa.

Concédeme la gracia de besar los labios
las piernas y vientre
de la joven que pone los manteles,
que dispone los mariscos
a la sombra de esa palma.

No busco eternidad, bien sabes,
mas sí la caricia de esta joven.
No busco saciar sedes, mas busco la embriaguez
que su sudor promete.

Ayúdame sólo una vez,
mira cómo sirve una cascada en el banquete,
cómo derrama en estos platos
la comestible espuma de los mares.

Ayúdame, Zeus,
para que venga hasta mis aguas
y bendiga con sus manos y su boca
el más erguido cuello
de este triste patito feo.

El Maviri, Sinaloa. Diciembre de 2008







Un hombre escucha crepitar las balas

Anoche sonó un disparo a mis espaldas.
Sonó como suenan todos los disparos:
un metal crepitando en la oquedad de la muerte,
y la flama percutiendo el suelo con su bíblico granizo.
Entonces los pájaros se crisparon
como gatos, sobre el cielo
y barrieron con sus plumas el fuerte olor a pólvora.

Anoche sonó un disparo y supe que yo estaba vivo,
que hay una mujer que cuando niña me soñó
y que el desvelo amasado por mi madre en las noches
se remoja como pan en el café por la mañana.

Voy a volver a ser, ahora,  el niño
de los labios rotos y pantalón rasgado
para limpiar mis lágrimas con el mantel de casa,
para lustrar las botas de mi padre
y atrapar luciérnagas dentro del bosque
iluminando el paso del que seré,
del que ahora mismo soy.



Del poemario “El huerto y la ceniza”, bajo el sello del Instituto Mexiquense de Cultura.




Anunciación del Rarajípame (1)

A Carlos Montemayor, in memoriam

Por la tarde partirás corriendo entre la sierra
hasta que la bola de madroño vuelva a ser la tierra
[entre tus pies,
hasta que se entere el tiempo que no vale cuando apuesta
que el venado corra más que tú,
que los vientos se sacudan en las cuevas
las espinas de la hierba montaraz,
o que ocultes la mirada en los maizales
temeroso de la flecha envenenada.
Es esa bola roja que pateas
una vena tierna del sol
nacido de los campos entre monte y monte,
rama pintada al fuego,
enraizada entre la piedra:
una brasa y madera sin refugio,
un astro que has hundido en el empeine
para ungirte de un áureo paso en la montaña.

(1)   Rarajípame significa “corredor” en lengua rarámuri. El juego de rarajípari consiste en correr por la sierra mientras se patea una pelota hecha con madera del árbol de madroño. El juego se puede prolongar horas y días enteros pero no gana el que llega a una meta, gana el que resiste más que el rival.



  




DICEN QUE LA MUERTE

Dicen que la muerte anda tras mis huesos
Si es así la espero, pa darle sus besos.
Rockdrigo González.

Blues por Janis

Observo en soledad tu música, Janis
y mis pupilas se dilatan,
se vuelven largas nubes de heroína,
cabalgando en un Mercedes Benz.







Kurt Cobain envuelve Seattle

Con la amargura de un vaso de whisky
amanece Seattle sin tus pasos.
La pesada sombra de tu mujer
ha cincelado con la escopeta
el epitafio de un rubio niño
que por las noches
olvidaba cepillarse la melena.







Londres y su purple haze

Una guitarra y el secreto de la muerte.
Una cuerda en la lengua
y el hedor de vómito en la boca,
entre los dientes
seducen la neblina de Londres.
Jimi ha muerto y su guitarra muda,
se mece en la neblina púrpura del Támesis.







Jim en Père-Lachaise

Hoy no te oí en Alabama.
Hoy no te oí en la Florida
ni tus cantos se escucharon en Vietnam,
ni en las aulas, allá en Berkeley.
Hoy el sollozo de tu madre en la cocina
se mezcla con la luz de un par de lunas calcinadas:
una con cerillo de napalm,
la otra con el beso de una bomba en el vientre de la tierra.
Pero no te equivoques,
no te hablo de la muerte,
yo te hablo de la flor que se ha incendiado
injertada en tu silencio.

[ofrenda)

No se quiso pintar los labios
porque decía que cuando muriera
su boca sería una fruta amortajada
en vanidad perpetua.
No se quiso poner las medias
porque sus hilos oprimían los poros
por donde asomaban los duendes
bienhechores de caricias.
No se quiso calzar tacones
porque los pies y la columna
torturaban en noctámbulo reclamo
su erguida silueta en apariencia.
No se quiso maquillar los ojos
porque su mirada era un anzuelo
tejiéndole bufandas a los ríos oscuros.
No quiso sostener sus pechos
con prácticos corsés de moda
porque su piel buscaba
la firmeza en otros lados.
Tampoco quiso amanecer despierta
porque su ofrenda con la noche fue
la sencilla claridad de una mujer
y un simple repicar de alientos en tormenta.



RENÉ HIGUERA [9261]

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René Paúl Higuera (Los Mochis, Sinaloa, México. 1982). Poeta y traductor. Es autor de los libros de poesía Circe (La mosca blanca, 2007), Pálida (Ed. Palabras del Humaya, 2010) y Ligera; de la obra de teatro “Ordinario” (Renovigo: obras teatrales. Ed. Palabras del Humaya, 2008). Apareció en las antologías Permanencia del relámpago, de poesía sinaloense; He aquí que estamos todos reunidos, tributo a Jaime Sabines y en publicaciones culturales impresas y electrónicas en México y el exterior.



Ligera
(selección)

a patricia Bojórquez



nada
estremece
más
que
la mosca
que
vuela
por la noche
hasta tus ramas
para
decirte
Dafne
al oído









porque   
internamente
cerrada
está la piedra

–tócame
le dijo ella

como quien
lanza

transparente

al aire

un puño de arena

y cae la noche









ella
se mece

en sus
dos mil
capullos
como
una vela
en agua
calma
donde se
fermenta
el sueño

oh sin velo
corazón sufí
prístino y combado

oh senderos
de cristal
evanescente

si yo pudiera
deslavar
la tanta espuma


dónde está
la máscara

he comenzado
a girar

oh qué grande
la esperanza
qué asesina







después del corazón
detrás de ti

por aquella colina
del embeleso

la liebre de marzo







qué
ha
de

que
dar
de

pie
si

como un venablo de sueño

del
uno

al
otro

el dopado
pájaro

de
las

pre
des

ti
na

cio
nes







Extraído del libro La sagrada rutina, a editarse este año.



ahora estarías distraída del mundo
fiel al ventanal de tus evocaciones

eres el vaho que me deja el alba cuando te aleja
tus sueños tan claros Circe cuando llueve y te mojas

hay campanas que anuncian el crepúsculo del alma
nubes rosa sobre un cielo que oscurece
y su dibujo griego

un globo sin color en la memoria
                  se eleva

tus manos tendidas
                 me miran
                               explotar







no se trata de amor
no es que quiera, contra el tiempo, hablar en nombre
del amor

pero una piel suave como viento de marzo
sonrisa fértil
soplo de vida, festivo, silencioso

una mar cadente en el descenso
hacia el delgado talle
una nueva forma del bien sobrevoló toda la noche

la morada de mis muertos

algo en el ambiente quería ser expresado
algo en ti extendía las alas

luego un delicado arpegio en el alma
un roce apenas de su piel secreta

que llega y parte bajo la luz oscilante






alégrate, mujer
primero fue la transparencia

ya se acerca la vieja alborada
ya pronto romperá el piadoso su doliente cascajo

como una luz hambrienta que devora lo que deja ver
un nuevo sol derramará su labia sobre nuestras ilusiones

ya está abierta nuevamente el alma

siente cómo tiembla el mundo
cómo avanza
                       y destruye
en pos de ti
                sin un fin aparente.







ahora llueve
he agotado mis cartas

miro el cielo casi blanco de la noche
se irá también de ti completamente

se irá el momento la instantánea sonrisa
el tiempo de haber dicho

busqué la lluvia un día en tierra firme
la encontré desnuda

la vi detrás de la vidriera cuando en venta
alisaba sus cabellos

la vi por calles desdibujadas
postergando la luz de los faroles

mírame flotar en un cubo de humo
al acecho

puedo plantar un árbol de durazno
en el aquí y ahora de la lluvia

he agotado mis cartas
perdí el hilo del juego en la estrategia

voy de lo poético a lo absurdo
no toco el suelo

el agua que te separa de mí
tiene veneno

tiene sapos
y
dos
o tres
animalejos
más

tóxicos
adictivos









cúbreme de sangre, amada
de saliva y sangre de tu sangre y tu saliva

embarra gruesas gotas de tu sangre en mi frente sedienta
dame de beber en el café

hermosos coágulos mezclados con azúcar
de tu sangre cada fin de mes

llévame al cuerpo de tu sangre
al rincón de tu sangre al labio tibio

de tu sangre y trágame con seda y miel
déjame ser entre los pliegues carne dura

dame a seguir en el aceite
el rubicundo aroma que se eleva de los negros girasoles









ya estás de nuevo en el punto de partida
nunca tan basto para el hueco que deja en retirada el corazón

nunca tan grande como hacías creer a la distancia
nada faltará con este intento de extraviarse

cae de nuevo aquella vieja ausencia de volar sobre las cosas
agua brillante de anzuelos en la boca para atarse una vez más

pide al dios de los danzantes que no te alcance el rayo
cuenca de las manos una vez más de cara al cielo

pídele que cante, que trasnoche y cante
que no le falte nada a aquello que me falta
que no me falte.









de mí toma las rigurosas volcaduras
las vanas armas metafísicas blandidas en la oscuridad

puente tardío al comercio de los peces
llévate de mí la sal, flor utilitaria,
los dilatados alciones

como repite un pozo el canto absorto de lo que se acerca,
derrámate en el viento junto a mí,
espíritu de fiesta

soy de polvo en el vientre de todos los líquidos,
cuerpo de piedra al fin de la humareda.

soy un perro conductista reforzado positivamente
soy tu silencio

el cielo es un abismo desbordado









qué fue robado al trago limpio

que alumbraba líquida la boca
en su anhelo

antes de nombrarte
vi en un cielo de Millet los inclinados rostros
libres de sombra

deja tú también lo que te aparte
deja tu labor de reglas rotas
si te encuentras

no te inclines a tu centro decaída como a un pozo
no verás a nadie, nunca
hubo nadie adentro

antes
vuelta hacia el misterio grave de lo externo
mira cómo el golpe, fruto del tiempo, se madura
como regresamos al mundo de la sed
para decir adiós

y mantenernos

firmes
lengua a prueba de lodo, sombra

estrictamente detrás, cuencas siempre al margen

todo lo interior
menguado, decreciendo, volviéndose pequeño
una gota de sal, una voz de aliento

atenuada, tan simple, tan indescifrable
cada vez que dice más de lo que quiere

habla más de lo que dice
es tan poca
tan malditamente suficiente
el agua
              para delatarnos








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