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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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PEDRO LEÓN GALLO GOYENECHEA [12.925]

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Pedro León Gallo Goyenechea

Pedro León Gallo Goyenechea (Copiapó, 12 de febrero de 1830 – Santiago, 16 de diciembre de 1877) fue un político chileno y uno de los fundadores del Partido Radical.

Hijo menor de Miguel Gallo Vergara, millonario minero de la plata de Chañarcillo, y de Candelaria Goyenechea y de la Sierra.

Realizó sus primeros estudios en el Colegio de la Merced de Copiapó, ingresando luego al Instituto Nacional.

Vida pública

Escribió sus primeros artículos políticos en el periódico La Tribuna en 1850; en ellos adhirió a la idea del orden público, pero con ciertas reformas. Defendió al gobierno de Manuel Montt en abril de 1851 y En 1852 regresó a Copiapó.

Junto con dedicarse a los negocios familiares, en Copiapó Pedro León Gallo continuó con su vida política al ser elegido regidor. Pero fue destituido por el intendente, debido a un incidente protagonizado por el jefe de la policía de su ciudad natal a quien Gallo recriminó al aplicar castigos a gendármenes con cepos en la plaza pública, acto avalado por la intendencia.

Esto gatilló un cambio en su percepción sobre el gobierno de Montt, comenzando a frecuentar reuniones de opositores en el Norte y en Santiago, quienes ya proyectaban una revolución. Dio a conocer sus opiniones políticas en las páginas del periódico El Copiapino.

Como político revolucionario, organizó una fallida sublevación en contra del gobierno conservador de Manuel Montt en 1859. Gallo organizó una junta política que agrupó a ciudadanos descontentos con el gobierno y que logró popularidad a nivel regional, Se apoderó de la ciudad de Copiapó e, incluso, consiguió armar a un mediano ejército con recursos propios y con otros aportes de la burguesía minera revolucionaria.

Avanzó hacia el sur rumbo a Santiago y tras el triunfo de la batalla de Los Loros (14 de marzo de 1859) se apodera de Coquimbo y La Serena. Sin embargo tras la derrota de Cerro Grande (29 de abril) en las cercanías de La Serena, se exilia en Argentina, Estados Unidos y luego a Europa. Vuelve tras la amnistía dictada por el presidente José Joaquín Pérez Mascayano en 1863

Últimos años de vida

Posteriormente es fundador de la Asamblea Radical de Copiapó (1863). Candidato a la presidencia en 1866. Su actividad política posterior lo llevó a ser electo diputado por Copiapó y Caldera 10 años seguidos (1867-1876), Senador por Atacama (1876-1882), pero no completó su periodo al fallecer en 1877. Su repentina muerte estuvo ligada al agravamiento de una antigua herida que había recibido en la batalla de Los Loros en 1859.

Particularidades

Cabe destacar que Pedro León Gallo es la primera y única persona en Chile que es elegido como Intendente por aclamación popular en la ciudad de Copiapó.



PEDRO LEÓN GALLO
POETA Y REVOLUCIONARIO

Por Arturo Volantines




En los textos de Pedro León Gallo podemos atisbar cual era su sueño.

Pedro León, desde niño, fue un notable estudiante, reservado casi melancólico, austero a cabal, a pesar de haber nacido en la familia más rica de Atacama. Su abuelo y padre habían sido afanados en el trabajo y en las armas. Por lo que le fue natural, desde el Instituto Nacional, entrar en 1948 a la Guardia Nacional. Después de la gesta de Cerro Grande fue condenado a muerte.

Fueron sorprendentes sus conocimientos literarios. Era intelectual de cepa, en medio de la mejor cultura de Chile, que era la de Copiapó.

Vivió exiliado en Argentina, Estados Unidos y España. Durante su permanencia en Sevilla(España) se integró al mundo literario español. Tradujo “La leyenda de los siglos” de Víctor Hugo, publicada en la “Revista de Santiago”. También vertió del francés, el texto filosófico “El espíritu nuevo” de Edgard Quinet, que publicó en “El Constituyente” de Copiapó. Fue amnistiado por el presidente, José Joaquín Pérez, en 1862. La juventud de Santiago lo recibió entre vitores y alabanzas.  

Su larga reminiscencia “La Vida de Jotabeche” habla de un ciudadano noble, justo, altísimo, que pone los intereses de Atacama por sobre sus interés personales; a pesar de la distancia política con José Joaquín Vallejo reconoce su grandeza. Su artículo en torno a Jotabeche; sus poemas, especialmente el soneto dedicado a Camilo Henríquez y sus traducciones, también señalan su exquisita preparación, su erudición y su acabado conocimiento, especialmente de la poesía del Siglo de Oro. También, destaca su Oda a O’Higgins.  

En su soneto dedicado a Juan Padilla, dice en su primer cuarteto: 


“Cuanto valor necesitaste y cuanta
virtud sublime, el claro eterno día
que hiciste vacilar la tiranía
que aún de los siglos a través espanta”. 



Si Pedro León Gallo se hubiese dedicado a la literatura sería memorable, pero prefirió entregar su vida por la gloria de Atacama. Perteneció al “romanticismo” chileno(Goic), junto a sus coterráneos: Guillermo Matta y Rosario Orrego. 

En otro poema, llamado “Susurro”, señala: 



“Espera, que no quiero
que llegue a sus oídos
que puede, de su alma,
temer pérfido olvido.
Dile tan solamente
que su amoroso hechizo
grabado está en mi pecho 
incontrastable y fino;
dile que a sus mandatos
humilde me resigno,
que alegro mi tristeza
amándola sumiso.”.




Fue un gran diputado y senador de la república; se dedicó a fundar una nueva corriente política que diera cuenta de los deseos de la Revolución Constituyente. Sus artículos parlamentarios son sólidos; se pueden algunos interpretar mañosamente y descontextualizar por intereses mezquinos de protagonismo y/o por interés ultraconservadores; pero jamás se podrá desconocer el amor de Pedro León Gallo por Atacama y de su sacrifico ejemplar.

Tal como dice Pedro Pablo Figueroa: se trata de un hombre de superioridad de alma, de inteligencia, de carácter y de patriotismo. 

El sueño más grande soñado por un atacameño es el sueño de Pedro León Gallo; es el sueño latente de construir la “Nación de los Libres”. 

Ahora, más que nunca, mantenemos la firmeza, señalada por el otro poeta nuestro, Ramón Escuti Orrego, en su “A la bandera de Zuavos Constituyentes: 


“Tú velarás la gloria
de un héroe, muda enseña
en que la mente sueña
su inmarcesible ideal!
Al viento desplegada
un día yo he de verte
sobre la estatua fuerte
de su inmortalidad.". 

  
   
                             
                                
CAMILO HENRÍQUEZ

Por
Pedro León Gallo

Corazón de volcán, genio profundo
de libertad y de fe, noble patrono;
tu unir supiste, de Jesús al trono
la ley de la razón que eleva al mundo.

El primero, tu labio verecundo
derramó, el saber, con viril tono,
en la mente del pueblo, el rico abandono
del sol de Gutemberg, grande, fecundo.

De esa que moras, celestial altura,
hoy que fúnebre ves sin culto el ara;
de la querida patria sin ventura;

cual en tu vida generosa y clara,
del tirano voraz que la tortura,
libre, oh Camilo, en tu regazo ampara!









RAMÓN ARANCIBIA CONTRERAS [12.926]

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RAMÓN ARANCIBIA CONTRERAS 

Nació en Santiago de Chile, el 28 de enero de 1836.
Murió el 29 de abril de 1859.




RAMÓN ARANCIBIA CONTRERAS
EL POETA DE LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE
1859

Por Arturo Volantines 

I

Al grito de “Viva la Constituyente”, cayó con múltiples heridas de bala y sable, el Jefe del Estado Mayor del Ejército Constituyente, el poeta Ramón Arancibia. Con un grupo de soldados atacameños atacó temerariamente cuando la derrota asomaba. Se peleaba cuerpo a cuerpo entre los faldeos del Cerro Grande y las haciendas y murallones del sector. A lo lejos, se asomaba la Portada de La Serena. Ese puñado de atacameños con corvo en mano se batieron a muerte, como había sido fundamental y dramático en el triunfo en la Quebrada de Los Loros, pero está vez ya era muy tarde. El General, Pedro León Gallo no había querido que sus tropas lucharan corvo en mano porque significaba muchas bajas. Esto decidió la batalla de Cerro Grande, y no sólo por la evidente traición, tanto en la pólvora falsa en las armas como por los santiaguinos que no se plegaron a la revolución. Ramón Arancibia comprendió que con un acto de arrojo podía cambiar el destino de la batalla y de la revolución; pero, ya era demasiado tarde, y murió con los versos de “La Constituyente” en sus labios. Era media mañana del 29 de abril de 1859.

Varios poetas se plegaron a la revolución; se dice que fue una revolución poética realizada por poetas. Pedro León Gallo escribió notables sonetos; Guillermo Matta era un poeta internacional; Valentín Magallanes tuvo grandes responsabilidades en la revolución; el poeta Ramón Escuti Orrego escribiría notables versos a los Zuavos de Chañarcillo; pero el autor esencial de la revolución fue Ramón Arancibia, autor del himno revolucionario y marsellesco, denominado: “La Constituyente”, que las tropas y el pueblo cantaban hasta hace poco.

Ramón Arancibia fue poeta desde siempre. Al llegar a Copiapó escribió versos a su amada, cargados de ternura y modernismo. Estos versos ubican al poeta dentro del apogeo y madurez literaria chilena. En esa época se estaba desarrollando en Copiapó la primera Generación literaria chilena; y, además, contaba con el primer crítico literario del país: Rómulo Mandiola. Los versos del poeta a su amada, dicen: 


“…Cuando presa de penas amargas 
yo me arrojo en mi lecho ¡hay! helado, 
le pregunto a ese rizo dorado 
donde yace mi dueño que fue;
yo le estrecho a mi labio ardoroso,
de una queja percibo el reclamo
y una lagrima ardiente derramo:
fue delirio, perdióse mi bien”. 



Esta media octava cargada de romanticismo habla por sí misma de la capacidad estética que había logrado Ramón Arancibia, y también nos dice del desarrollo cultural que tenía Copiapó.

II

En el Diccionario Bibliográfico de Pedro Pablo Figueroa, Tomo n°I,(cuarta edición, 1897), aparecen datos significativos de la biografía de Ramón Arancibia.

Nació en Santiago, el 28 de enero de 1836. El capitán de caballería de la Independencia del mismo nombre era su padre; su madre se llamaba Isabel Contreras. Pasó su primera infancia en Melipilla, y se educó en el colegio particular de la familia Orrego. Desde pequeño estuvo cerca del ejercicio militar. También de esa época fue su interés por la poesía. Escribió profusamente, lo que le permitió tener un carácter reservado y de clara inteligencia. Desde niño tuvo una madurez abismante. Volvió a Santiago en 1846, a seguir sus estudios. Se destaca con un discurso alusivo al 18 de septiembre. Ingresa a la Escuela Militar y permanece hasta 1851, en que se convirtió en Alférez. En marzo de 1858, llegó a Copiapó en calidad de Teniente de línea.

En el “Copiapino” escribió artículos oponiéndose a las formas prehistóricas y crueles de Juan Vicente de Mira. Obviamente, apareció el poeta, y eso le trajo duras consecuencia en el rigor militar. Después de Mira, Silva Chaves(Chávez) continúo su afán represivo. Ramón Arancibia, como muchos otros atacameños, terminó en la cárcel. Fue trasladado encadenado a Santiago, acusado de deserción. Fue encerrado en el Cuartel de Granaderos. Varios meses después fue liberado y expulsado del ejército. Regresó a Copiapó, y se sumó a la revolución al lado de Pedro León Gallo hasta su muerte.

La rigurosa formación militar; su pasión y el deseo de cambio de la constitución; su deseo de que la educación fuera pública y que la región pudiera disfrutar de la riqueza que extraía de las ricas minas de plata; su inspirada cultura en la modernidad y en la Revolución Francesa; su influida cultura en las tertulias del federalismo: traído por los cientos de argentino exiliados de Rosas; su propósito de que las máximas autoridades de la Provincia fueran elegidas por el pueblo, hicieron marchar a Ramón Arancibia en la cabeza de la revolución y convertirse en Jefe del Estado Mayor del ejército revolucionario con el grado de Coronel.

Se destacó en la Campaña de Pichincha y Caldera; en el paso tremendo por el desierto camino al sur, pasando por Huasco, Pajonales; en las escaramuzas de La Higuera hasta la gloriosa Batalla de la Quebrada de Los Loros. Le pidió a Pedro León Gallo encabezar el combate con el Primero de Línea en forma de guerrilla; y, luego, de perder muchos soldados se unió al ala derecha del Batallón Cívico, donde vio caer herido a Pedro León Gallo. Fue cuando dejaron los fusiles y corvo en mano, lucharon cuerpo a cuerpo por los arenas de esta quebrada hasta el río Elqui, cambiando el curso de la batalla. Este memorable hecho —que se convertiría en habitual en los atacameños— decidió la batalla a favor de las fuerzas nortinas. El pueblo vivió la gloria —dice, Manuel Concha— de derrotar al bien armado ejército nacional. Escribió, entonces, Ramón Arancibia, el famoso “Boletín de la Victoria”, que quedara como testimonio de una de las hazañas más destacadas de los hijos de Atacama y de Coquimbo, que dan honra y gloria entre las batallas memorables de la civilización. Sin embargo, particularmente tenemos que agradecerle a Ramón Arancibia, una de las piezas mayores del patrimonio de Atacama: “La Constituyente”.

III

El día 13 de febrero de 1859, en la noche, —dice, Pedro Pablo Figueroa, en su Historia de la Revolución Constituyente—, en el Teatro Municipal de Copiapó, donde actuaba la “compañía lírica” italiana de Feretti, y que colocaba en escena “La Traviata”; al empezar la función, la orquesta que dirigía el maestro y compositor, Ángel Rabagliati, ejecutó “La Constituyente”, —cuya música había sido preparada por Billet—, y los coros de dicha compañía elevaron este himno al cielo y a la inmortalidad.

Desde entonces, esta Marsellesa nuestra, se entonó profusamente por el pueblo durante algunas décadas; y, luego, la continuaron los arenales con el viento de Atacama; y, ahora, está volviendo, paso a paso, en una marcha que vuelve del olvido. Como aún no tengo la música, yo la canto acompañado por el Allegro assai vivace de “La Coral”, symphony n° 9, de Beethoven.

“La Constituyente” está compuesta por 7 estrofas, con aire de “octavas reales”(ocho versos), endecasílabas, de rimas irregulares, y la primera estrofa es el “Coro”. Indudablemente tienen relación con las “octavas musicales”. El “Coro”, o sea, la primera estrofa, no es endecasílaba ni tampoco algunos versos posteriores, pero es notorio su acento y espíritu de las “octavas reales”. Estas octavas son de origen italiano, especialmente del Renacimiento, donde fue señero “Boccaccio”(1313-1375) y en España: Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, entre otros. También, tienen relación con la “Canción de Gesta”. Son cantos guerreros a un pueblo o a una lucha; también se pueden referir a las “odas”. Este himno atacameño también tiene relación con las “octavas reales”, por la inspiración y exaltación como en “La Araucana”. Su estructura literaria es semejante al himno nacional de Chile. No da cuenta de una historia completa, pero si da un fulgoroso inicio. Lo más hermoso es lo que anuncia que vendrá; que todavía vendrá como una profecía.

Pero, no sólo buscaba este himno la exaltación, sino ser —como lo señala, ese maravilloso cerro copiapino y argentino, llamado, Pedro Pablo Figueroa—: “un evangelio político que encierra las más trascendentes reformas constitucionales que aún hoy son un ideal de la patria”. La primera estrofa ya deja claro que es el pueblo el protagonista de la historia; es el pueblo el que hace la revolución. La intención a lo menos poética de “La Constituyente” va más allá de las reformas; busca crear una nueva patria. Dice el “Coro” o la primera estrofa: 


“Alcemos nuestras voces,
cantemos la esperanza,
luchando por la alianza
de patria y libertad.
Que el voto noble y santo
que pide una Asamblea
Constituyente, sea
el canto popular”.



La segunda estrofa da cuenta del esplendor fundacional de la nación que luchó contra el extranjero; exorta nuevamente a luchar. En la tercera estrofa, homenajea a Los Libertadores, y reivindica el deseo de un país mejor para nuestros hijos. En la cuarta, llama a la unidad del pueblo y a recuperar el respeto. En la quinta, exhorta a reformar la constitución. En la sexta, pide el derecho del pueblo a elegir libremente a sus autoridades. Y, en la última estrofa, llama a terminar con los “mandones” del centralismo y a construir un país noble y culto: “Cese el pueblo de ser el juguete/ de mandones sin ley; verdaderas,/ las palabras (hoy vanas quimeras)/ democracia y justicia serán”. Luego, en vibrante final, dice: “Y volviendo a la patria sus fueros,/ se alce Chile con noble entereza,/ y sus hijos con fe, a su cabeza/ un gobierno ilustrado tendrán”.

Indudablemente “La Constituyente” es un himno de esperanza, de hambre de justicia y libertad; expresa el deseo de un pueblo de ser parte de una nación libre, democrática y fraterna. Tenemos una moneda, una bandera, un territorio que costó sangre de 4 pueblos hermanos y este himno nacional. ¿Qué nos falta?

Con esta recuperación, Ramón Arancibia entra por la puerta ancha a la historia de la literatura atacameña, y con tan notables versos: “… de Patria y libertad”.

IV

LA CONSTITUYENTE*

Por
Ramón Arancibia
Coro

Alcemos nuestras voces,
cantemos la esperanza,
luchando por la alianza
de patria y libertad.
Que el voto noble y santo
que pide Asamblea 
Constituyente, sea
el canto popular.

Estrofas

La nación ¡oh chilenos! que un día
vencedora paseó su bandera; 
la que libre y dichosa se viera
del progreso en la vía marchar:
Esa patria que un yugo extranjero
destruyó combatiendo incansable,
¡oh vergüenza! un mandón miserable
hoy la obliga de nuevo a luchar.

De los hombres que patria nos dieron
con su sangre, el ejemplo sigamos;
libertad y justicia heredamos,
nuestros hijos las tengan también;
reivindiquemos de patria los fueros,
que el poder vilipendia sañudo,
con la unión general ese rudo
despotismo sabremos vencer.

No con sangre de hermanos manchemos
nuestro suelo, mansión de los bravos;
no merecen los pobres esclavos 
del gobierno, la guerra encender:
Que la unión, la justicia, el derecho,
con nosotros están en batalla,
y ellos nunca osarán esa valla
atacar en su triple poder.

Esa carta, mezquina y tirana,
vil resabio de una era sangrienta,
de que abusa el poder que sustenta,
que se llama la Constitución;
se reforme por hombres patriotas,
ilustrados, que el pueblo proclame;
los tesoros que allí se derrame
de justicia, libertad y unión.

Venga a bajo la hipócrita carta
que un solo hombre el poder ha confiado,
con sus leyes absurdas; que ha dado
los estados de sitios también.
que el poder se divida, y que libre
pueda el pueblo escoger sus Congresos,
sus cabildos, sus jueces y aun esos
mandatarios que hoy nombra sólo él.

Cese el pueblo de ser el juguete
de mandones sin ley; verdaderas,
las palabras (hoy vanas quimeras)
democracias y justicia serán.
Y volviendo a la patria sus fueros,
se alce Chile con noble entereza,
y sus hijos con fe, a su cabeza
un gobierno ilustrado tendrán.
*Versión que aparece en la “Historia de la Revolución Constituyente (1859-1859)”, de Pedro Pablo Figueroa; Santiago, Imprenta Victoria, de H. Izquierdo y Ca., San Diego 71; 1889.

Se ha actualizado la ortografía; se han rebajado las mayúsculas al inicio de cada verso, y se conservan las cursivas de algunas palabras.







SALVADOR SANFUENTES [12.927]

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Salvador Sanfuentes

Salvador Sanfuentes Torres (Santiago; 2 de febrero de 1817 - Santiago; 17 de julio de 1860) fue un abogado, político y poeta chileno. Se desempeñó como ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública en dos ocasiones, y fue electo como diputado por la Agrupación de Vallenar.

Hijo de Salvador Sanfuentes Urtetegui y de María Mercedes Torres Velasco. Estudió en el Instituto Nacional, y se tituló de abogado en la Universidad de Chile el 13 de mayo de 1842. Antes de titularse, ya había trabajado como periodista y traductor. Tradujo del francés al castellano Jerusalén Liberada de Tasso, los Geógicos y La Eneida de Virgilio, Los Anales de Tácito y obras de Racine, Humboldt, Byron, Víctor Hugo, Voltaire y otros.

Carrera política

En 1836 fue oficial en la legación chilena en Lima, y a su regreso se le promovió a oficial mayor del ministerio de Justicia. El año 1842 cooperó junto con José Victorino Lastarria en el Semanario de Santiago, en el que publicaría su obra predilecta, El Campanario. Ese mismo año se unió como secretario general a la recién fundada Universidad de Chile, publicando entre esos años hasta 1852 una memoria titulada "Trabajos de la Universidad".

En 1845 fue designado Intendente de Valparaíso, y al año siguiente fue electo diputado por los distritos de Vallenar y Freirina. El 18 de septiembre de 1846, al iniciar el segundo periodo de gobierno de Manuel Bulnes, fue designado ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, permaneciendo en el cargo hasta el 12 de junio de 1849.

En 1855 fue designado ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago y en 1856 se le eligió por unanimidad decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile.

En 1857 ocupó por segunda vez el cargo de ministro de Justicia, que desempeñó hasta el 14 de diciembre de ese mismo año. En 1858 se le ascendió a ministro de la Corte Suprema de Chile.

Colaboró con diferentes periódicos y revistas. Realizó obras históricas, como Chile desde la batalla de Chacabuco hasta la de Maipú, y principalmente poéticas, como Caupolicán (1831-1835), Leyendas y Obras Dramáticas (1840-1860) Ricardo y Lucía o La destrucción de la Imperial (1857), Taudo o memorias de un solitario (1858).

Falleció en Santiago el 17 de julio de 1860. Después de su muerte se le erigió un busto en la columna dedicada a honrar a los escritores nacionales, erigida en la Alameda en 1872. Su hijo Juan Luis Sanfuentes llegaría a ser presidente de la República.




“El Campanario” (1842). 

Ambientada en un fantasmal Santiago de mediados del siglo XVIII, su núcleo argumental lo constituye el amor entre Leonor, virtuosa hija de un marqués español, y el valiente pero plebeyo soldado Eulojio. Pese a los muchos méritos del soldado, el marqués y su esposa no están dispuestos a una unión que consideran inapropiada y “oprobiosa”. Para los amantes, sin embargo, la barrera social no constituye ninguna dificultad: pronto escapan al sur y llegan a una lúgubre capilla situada en medio del campo. Planean casarse allí mismo, en secreto:



EL CAMPANARIO

Canto primero:

Cuando el siglo dieciocho promediaba,
cierto Marqués vivía en nuestro suelo,
que las ideas y usos conservaba
que le legó su castellano abuelo:
quiero decir que la mitad pasaba
de su vida pensando en irse al cielo:
viejo devoto y de costumbres puras,
aunque en su mocedad hizo diabluras.

Y amaba tanto las usanzas godas,
que él hubiera mirado cual delito
el que se hablase de francesas modas,
o a París se alabase de bonito.

Sobre la filiación de casi todas
las familias de Chile era perito,
de cualquier conquistador la historia
recitaba fielmente su memoria.

Como era en esta ciencia tan adepto,
aducía argumentos con destreza
para hacer verosímil su concepto
de derivar de reyes su nobleza.
Nosotros hoy llamáramos inepto
al hombre que albergase en su cabeza
de loca vanidad tales vestigios;
mas esto era frecuente en otros siglos. 

Y bien podía mi Marqués sin mengua
alarde hacer de pretensión tan loca,
porque él era muy rico, y ¿a qué lengua
no hace callar tan fuerte tapaboca?
En vano contra el oro se deslengua
un moralista, y su valor apoca:
lo que yo siempre he visto desde chico,
es que hace impune cuanto quiere el rico.

En el año una vez sus posesiones
visitaba el Marqués por el verano,
ejerciendo en sus siervos y peones
la amplia jurisdicción de un soberano; 
y luego a los primeros nubarrones
que anunciaban el invierno cano,
exento de molestias y pesares,
tornaba con gran pompa a sus hogares.

Y ora mandando hacer un novenario
en que sonaban cajas y cohetes,
ora una procesión con lujo vario
de arcos triunfales, música y pebetes,
de admiración llenaba al vecindario, 
y daba a las beatas y vejetes
para conversación fecundo tema
en que ensalzaban su piedad extrema.

Como ningún quehacer le daba prisa,
dormía hasta las ocho este magnate:
en su oratorio le decían misa, 
y tomaba después su chocolate.
La comida a las doce era precisa,
y la siesta después, y luego el mate,
y tras esto, por vía de recreo,
iba a dar en calesa su paseo.

A oraciones se vuelve, y si del templo
llama a Escuela de Cristo el campanario,
el Marquésy los suyos dan ejemplo
de infalible asistencia al vecindario.
Si no hay distribución,  ya le contemplo
rezar con la famillia su rosario, 
y luego ir a palacio diligente
para hacerle la corte al Presidente


A las diez de la noche se despide,
sin propasarse un punto de esta hora,
y vuelto a su mansión, la cena pide,
porque ya el apetito le devora.
Con su cuerpo en seguida un lecho mide,
donde cabrían bien sus cuatro ahora,
y viniéndole el sueño dulce y blando,
a las once el Marqués se halla roncando.

Tenía este dichoso personaje
un hijo y una hija; y al primero,
por no hacer una injuria a su linaje,
sólo de paso describir yo quiero;
leía no muy bien: su aprendizaje
de la escritura fue tan pasajero,
que en vez de letras con trabajo hacía
garabatos sin ley ni ortografía.

En la aula de un convento procuróse
que aprendiese a Nebrija de muchacho;
pero en llegando a quis vel qui, estancóse,
sin poder digerir aquel empacho.
Al fin su sabio preceptor cansóse,
y recibió el alumno su despacho
para vivir, cual viven tantos otros,
laceando vacas y domando potros.

¡Valientes ejercicios!, a los cuales
se aficionó bien pronto a tal extremo,
que el andar en rodeos de animales
era su dicha y su placer supremo.
Con tal educación, con gustos tales,
muchos lectores pensarán, yo temo,
que cuando Cosme a la ciudad venía,
en sociedad ridículo sería.

¡Error!, ¡solemne error! Desde el momento
que el señorito Cosme se mostraba,
la atención general y el rendimiento
de su persona en rededor volaba:
el mismo sexo hermoso, ¡qué portento!,
con su conversación se deleitaba,
aunque hablar de otra cosa no le oyera,
que de pechadas, lazos, y carrera.

¡Tanto es lo que valía y lo que vale
ser hijo de Marqués! Mas si discurro
mucho tiempo sobre esto, el cuento sale
muy prolongado, y al lector aburro.
Así, evitando que mi esplín se exhale
en duras voces, a pintar me escurro
a la bella Leonor, digna, por cierto,
de tener un hermano más despierto.

A su edad, si la cuenta bien se ajusta,
para enterar dieciocho poco falta.
Su estatura es crecida: a mí me gusta 
como a lord Byron la mujer que es alta; 
y no se tache esta opinión de injusta,
que en pigmea mujer nunca resalta 
ese gentil y seductor donaire,
de que habla aquel proverbio: amor es aire.

Su delicado talle es tan esbelto,
que sin duda las Gracias le han formado:
breve es su planta, su ademán resuelto, 
y su seno gracioso y abultado:
cuando el negro cabello ondea suelto
alrededor del cuello torneado, 
ver en todo su cuerpo me imagino
la obra mejor del Hacedor Divino.

Luce en sus ojos el color obscuro,
pero chispeando de celeste fuego, 
y su mirada al corazón más duro 
en blanda cera lo convierte luego.
Más ¿habré de meterme en el apuro,
yo, pobre bardo que a escribir me entrego,
cuando ya tantos otros han escrito,
de pintar lo que miles han descrito?

Frente espaciosa, y un si es no es henchida,
en que los signos del talento lucen,
boca pequeña y a la vez pulida,
donde las perlas y el coral relucen:
tanta gracia mil veces repetida,
que los poetas sin cansarse aducen
para pintar sus bellas heroínas,
son, describiendo a mi Leonor, mezquinas.

Baste, pues, sobre prendas corporales,
y hablemos de su noble entendimiento,
que es como fértil planta entre breñales
nacida sin cultivo ni fomento;
mas su despejo y su vigor son tales,
que a tener el más leve pulimento,
daría en profusión rico tributo
de sazonado y exquisito fruto.

Por desgracia, en los tiempos de que trato
poco servían tan brillantes dotes, 
y era en las niñas excesivo ornato
el saber algo más que hacer palotes:
coser, bordar y por la noche un rato
leer devotamente unos librotes
donde raros prodigios se ingirieran,
los ejercicios femeniles eran. 

Y si Leonor tenía letra hermosa,
era porque copiaba de contino 
novenas que su madre religiosa
juzgaba flores del amor divino;
y siempre que ocurría alguna cosa
en que importaba el escribir con tino,
desde el amo de casa hasta el sirviente,
hacían de Leonor su confidente.

Un viejo motilón, que era muy diestro
en tocar en el órgano una misa,
y con su canto lúgubre y siniestro
causaba a veces a los niños risa,
fue de clave y de canto su maestro,
y si bien la enseñanza anduvo a prisa,
de tal manera adelantó la dama,
que hizo adquirir al motilón gran fama.

En casa de Leonor no se permite
visitar sino a Condes y Marqueses;
gente de estado llano no se admite,
sino por grande precisión a veces.
El padre confesor hace en desquite
mas de veinte visitas en dos meses 
y siempre su persona gorda y santa
a la familia con su vista encanta.

Pues si bien su moral es algo estricta,
son sus discursos fáciles y amenos,
y al mismo tiempo que consejos dicta,
cuenta pasajes de chuscadas llenos.
Y sobre todo su elocuencia invicta
parece despedir rayos y truenos,
cuando por blanco de su arenga toma
a los herejes que condena Roma.

Este oráculo vivo de la casa
del Marqués, tiene en ella tal imperio,
que por precepto incuestionable pasa
cuanta regla prescribe su criterio;
con cuidado especial no se traspasa
lo que él decide sobre baile serio,
siendo sólo el minuet lícita danza,
e invención infernal la contradanza.

En los días también de alguna fiesta
dice que puede haber gran manducacio,
y mesa de manjares bien repuesta,
pero con el licor se ande despacio:
que haya un poco de canto, que haya orquesta,
mas que se deje suficiente espacio
entre ambos sexos, pues la vil lujuria
con la proximidad se vuelve furia.

Y a las diez de la noche cada uno
se retire a su casa sin desvelo,
que el pasar de esta hora es importuno
y anuncia planes que reprueba el cielo.
Yo estoy con este padre: yo me aduno 
a los consejos de su santo celo, 
y de ver tal mutación en años pocos,
exclamó: "¡Oh tempora corrupta! ¡Oh locos!"

Vivió Leonor tranquila y satisfecha 
en tan mística vida algunos años. 
A pesar que ha llegado ya a la fecha
en que amor suele hacer terribles daños, 
y en la niña a la virtud más hecha,
por más que la refiera desengaños,
empieza a desear con ansia mucha
triunfar de un pecho en amorosa lucha.

Llegando a tal edad, la mujer siente
una vaga inquietud, gustosa mira
de dos palomas el cariño ardiente, 
y apartando los ojos, ¡ay!, suspira;
ama a los niños con ardor vehemente,
y su inocencia encantadora admira;
se vuelve hacia un espejo, y se alboroza
al notar con rubor que es buena moza.


Y luego va a mirar si está el zapato
ajustado a su pie; si el chal es rico:
examina el vestido un largo rato, 
y abre y cierra con gracia el abanico;
se hace de crespos un pomposo ornato, 
y ufana se acomoda el sombrerico; 
y al fin, después de agitación tan viva,
viene a quedarse mustia y pensativa.

Mas Leonor no ama aún: no, quien lo crea
se engañará por cierto; ella conoce
de Condes y Marqueses la ralea,
pero la encuentra insoportable, atroce; 
y por más bellos jóvenes que vea
de una clase inferior, los desconoce, 
e imbuida en las ideas de su rango,
cree que es fijar sus ojos en el fango.

Ella siente que falta algún encanto,
para ser más completa su ventura;
mas de advertir cuál! sea dista tanto,
que se jacta de ser cual bronce dura.
Viendo tal perfección, lleno de espanto
dice su confesor que alma tan pura
no ha encontrado jamás desque confiesa, 
y que al fin ha de ser una abadesa.

Por mi parte, doctores, es preciso
confesaros que pienso de otro modo,
y de un sabio francés sigo el aviso,
pues que se amolda a mi experiencia en todo.
Dice, pues, la Bruyere en su conciso
lenguaje, que a mis versos acomodo,
que la mujer que de tibieza charla,
aún no ha visto al que debe enamorarla.

Y prueba con un caso sucedido
en la ciudad de Esmirna a cierta dama,
que niña que hasta tarde no ha querido,
cuando llega a querer, de veras ama;
y las aguas del ancho mar tendido
no son bastantes a extinguir su llama.
¡Ojalá que esta máxima absoluta
la desmienta Leonor con su conducta!

Lo vamos pronto a ver, porque se acerca
la hora decisiva de su suerte,
y si aún consigue mantenerse terca,
ya diré con razón que es mujer fuerte.
Figúrese el lector que ya está cerca
el día del Marqués, que de su inerte
reposo él sale, y quiere que haya boda
a que se invite la nobleza toda.

Brillando como el día los salones
me imagino ya ver con los reflejos
que despide la luz de los blandones,
repetida en finísimos espejos.
Las techumbres ornarlas de florones
y portentosos figurones viejos,
mas de ricos dorados esmaltadas,
se atraen de los curiosos las miradas.

Ocupan los asientos de cojines
las damas de purísimo linaje
con ricos y plegados faldellines
y ligeras mandilas por ropaje.
Los adornos de perlas y rubines,
el bordado de plata y el encaje
con que su lujo y su riqueza ostentan,
de sus encantos el poder aumentan.

Sentado en un macizo taburete,
y de grandes señores rodeado,
preséntase el Marqués con más copete
Que si fuera un monarca coronado;
parece tener algo que le inquiete,
porque ya varias veces ha cortado
el hilo del discurso de improviso,
y se ha puesto a escuchar como indeciso.

De conjeturas se halla en un barullo,
porque en venir el Presidente tarda,
cuya honrosa visita con orgullo,
por un aviso anticipado aguarda;
y si un leve rumor, cualquier murmullo
hiere su oído, que se encuentra en guarda 
con dulce sobresalto se detiene
creyendo ya que Su Excelencia viene.

Ultimamente un ruido no engañoso
de coche y de caballos se percibe:
"¡El Presidente", grita sonoroso
clamor al punto, y el Marqués revive.
Con los demás señores presuroso
se precipita hacia el zaguán, recibe
en él al noble amigo, y muy ufano
le va llevando adentro de la mano.

Pronto al salón do en impaciencia viva
las señoras esperan su llegada,
don Antonio Gonzaga y comitiva,
hacen con pompa y majestad su entrada.
Era el tal don Antonio de atractiva
presencia y de estatura algo elevada,
cortés, afable y amador de gloria,
según le pinta la chilena historia.

Pero a pesar de ser tan halagüeño
y popular su trato, bien se observa
en cierto aire sombrío de su ceño,
que un mal oculto su interior reserva:
el ver frustrado el favorito empeño
de hacer vivir en pueblos la caterva
de indomables indígenas, le causa
dolor que mina su salud con pausa.

Gran uniforme viste, y rico manto
bordado de oro el personaje tiene,
sobre cuyas labores con encanto
la vista de las damas se detiene.
En pos de él, aunque no con lujo tanto,
lucida escolta de oficiales viene,
jóvenes, viejos y de edad mediana,
que han sido asombro de la hueste indiana.

Entre ellos se halla uno, a quien parece
un cariño especial tener Gonzaga,
joven gallardo, que en su aspecto ofrece
cuanto al capricho mujeril halaga:
el valor en sus ojos resplandece
si corre al campo de la lid aciaga,
mas si a un estrado por ventura asoma,
tiene el blando mirar de la paloma.

De castaño color es el cabello
que cubre su cabeza en leve rizo,
de extraña agilidad su cuerpo bello,
y su conversación llena de hechizo,
Un clásico poeta al conocerlo,
diría pronto que el amor lo hizo,
a fin de que las damas insensibles
aprendiesen a ser más accesibles.

Tal fue el joven a quien el Presidente,
luego que se sentó, llamó a su lado;
y al Marqués que le asiste diligente,
presenta el oficial afortunado,
diciendo: "Amigo mío, este valiente
joven, que siempre como a hijo he amado,
es el ilustre capitán Eulogio,
de que os hablé mil veces con elogio.

Es el que me ha sacado del barranco
en que he estado metido sin remedio,
y derrotando al fiero Curiñanco,
libró a Cabrito de su duro asedio.
En vano de mil tiros se hizo el blanco,
rompiendo con sus bravos por el medio
del ejército infiel que a Angol cercaba,
pues su próspera suerte le guardaba.

Para honor de su patria. Bien merece
que le titule Salvador la España.
¡Gloria al mancebo que tan pronto ofrece
a nuestra imitación tan noble hazaña!"
Así dice Gonzaga, y se enternece,
ocasionando admiración extraña
con su tierno discurso laudatorio,
a todo el nobilísimo auditorio.

La vista general clavóse al punto
en el joven así favorecido,
y todos alabaron el conjunto
de las prendas que Dios le ha concedido.
Mas Eulogio entretanto era el trasunto
de un hombre que se encuentra confundido,
y no hallando expresión que satisfaga,
con cortesías respondió a Gonzaga.

También le hizo el Marqués gran agasajo,
aunque fue más forzado que sincero,
porque al momento a su memoria trajo
que Eulogio no era un noble caballero;
y aunque es verdad que en su linaje bajo
se podía citar más de un guerrero
que se cubriera de esplendente gloria,
ésta no era bastante ejecutoria.

Dióle las gracias el garzón modesto
por la falsa afección que le mostraba
y de aquel sitio retiróse presto,
porque en completo aturdimiento estaba.
Pero ya Leonor, ¡ trance funesto !,
no sé qué cosa en su interior notaba
que daba a sus ideas raro giro;
ello es que sin querer lanzó un suspiro.

 Y a una amiga de su íntima confianza
que allí se hallaba, con misterio dijo:
"Lástima es que ese joven de esperanza
no sea de ascendientes nobles hijo."
Que la respuesta fue maligna chanza,
esto cualquiern lo tendrá por fijo,
 y con sorpresa tal llena de susto,
hizo Leonor un gesto de disgusto.









El rostro más negro. 
La travesía literaria de un bandido-cimarrón en Chile, 

por Paulina Barrenechea


Rolando Méllate cita al cronista Vásquez de Espinoza para describir los alrededores de Santiago durante el siglo XVII:

“Hay en todas las más de las estancias mayordomos, soldados españoles, mestizos que son hijos de españoles y de indias, mulatos, y negros libres, los cuales tienen cuidado de las haciendas, de lo que se siembra y coge, y de hacer trabajar a la gente, y todo lo demás necesario (…)” (Méllate 152)

Poco se ha escrito sobre el negro libre en la sociedad chilena. Los trabajos de investigación que tratan la dinámica esclavista giran, primordialmente, sobre los aspectos económicos y políticos de la trata. Los relativos al tema social, a la vida cotidiana, a los mecanismos de inserción, a la movilidad del esclavo ya libre, son menos1. La relectura de los textos fundamentales de la literatura chilena colonial, en este aspecto, resulta interesante cuando, efectivamente, nos vamos encontrando con cada uno de ellos. Recordemos que existen otras vías de resistencia alternativas al cimarrona) e. Para el esclavo siempre estuvo en pie la opción de hacer efectiva la compra de su libertad, así como optar a ser manumitido2. Podemos decir que el pasaje citado no resulta tan sorprendente. Hay una cantidad de negros y mulatos que trabajan en las haciendas y que no están bajo el yugo de la esclavitud. Negros y afrodescendientes libres que forman parte de la población chilena y su paisaje. Sobre ellos poco sabemos.

En Chile, resulta casi imposible pensar en un texto de ficción protagonizado por afrodescendientes, negros o mulatos, esclavos o libres. Sin embargo, los hay. En la novela histórica El Mulato Riquelme de Fernando Santiván se construye un personaje negro/mulato que nos muestra (y a la vez silencia) el ascenso social que se realiza por medio del ocultamiento del propio ser. Acá la opción de resistencia es la educación y no la huida como en el caso de Fernando en la leyenda en verso de Salvador Sanfuentes, El bandido (1846). Hacia ella iremos, precisamente, a través de este ejercicio de escritura que busca, por sobre todo, dejar en evidencia una serie de respuestas literarias que desde el discurso de la Conquista han configurado el rostro del negro. La demonización, la cosificación y la infantilización, son las estrategias que la literatura hispanoamericana ha utilizado para controlarlo, alejarlo y, finalmente, olvidarlo.

Para acercarnos a dicho objetivo, primeramente, abordaremos algunos aspectos que nos parecen clarificadores para entender la travesía literaria de Fernando, el bandido-cimarrón.



SER NEGRO, SER LIMINAL

La forma en que la población afrodescendiente se inserta en los espacios sociales, antes y después de la abolición de la esclavitud en Chile, es lenta y está llena de sinsabores. Se trata de una libertad solo de papel. Las condiciones no varían y la mayoría tiene que lidiar con el rígido sistema de castas imperante, además, vivir con el rechazo de las autoridades hasta fines del siglo XVIII e incluso del XIX. Desde los primero años del siglo XVII, la separación de los grupos, basada en las diferencias raciales, es el modo en que los europeos justifican su dominio sobre los indígenas y los negros.

Elizabeth Araiza y Philippe Schaffhauser, estudiosos de la condición del negro/mulato en México, consideran que la participación de estos grupos como ciudadanos pasa, indudablemente, por el abandono de su cultura y de su propio ser para convertirse en otro (Lavou 198). Me interesa el término de liminalidad por cuanto ayuda a explorar la situación de la población negra en nuestro país y, especialmente, la condición de los mulatos y zambos en el sistema de castas, y luego de clases, en la sociedad colonial chilena. Este ser liminal es el que la literatura nos muestra cuando incorpora el negro/ mulato libre. Un personaje del “entre” que, efectivamente, deambula como mestizo, se confunde con los indígenas o queda situado en los intersticios de la sociedad sin pertenecer a ninguna de ellas.

Exploraremos el concepto retomando los trabajos de Arnold Van Gennep y que Víctor Turner describe en su obra El proceso ritual. Según Gennep, los ritos de paso incluyen tres fases. Separación, que es una conducta simbólica que significa la escisión de la persona o grupo de su anterior situación dentro de la estructura social; el estado liminal3 o margen, que se refiere al estado del sujeto del rito donde no tiene ningún atributo del estado pasado ni del venidero; y por último, la fase de agregación, donde el paso ya se ha consumado (Turner 104).

El liberto en su situación de liminalidad está estructuralmente muerto. Tiene realidad física, pero no social. Podríamos fácilmente decir que no tiene nada, ni estatus, ni propiedades, ni siquiera lengua propia con la cual identificarse, es invisible, ambiguo y neutro (Turner 110). Este proceso de cosificación, que se inicia durante la primera etapa de la época colonial con el cambio del nombre y la separación familiar, también despoja al africano del derecho a la autodeterminación, “y, en consecuencia, a la ruptura de sus estructuras de parentesco originales, así como la imposición de la condición jurídica, sicológica y sociocultural que negaba su condición de persona” (Mora y González 1).

El esclavo no posee nada con lo cual identificarse, porque al ser traído en forma violenta desde África pierde, además de sus lazos familiares, todo un sentido cosmogónico. Una forma de deculturación4 es la temprana edad en que son capturados los esclavos, entre 15 y 20 años. Las culturas africanas tienen su base en la tradición oral y la formación integral. El saber se deposita en los más viejos, entonces, el joven arrancado de sus tierras y arrojado a la esclavitud está, significativamente, más propenso a olvidar que a fijar patrones impuestos. El negro, segregado de su comunidad de origen y esclavizado, pierde todo atributo tradicional o lo mantiene clandestino (Picotti 50). Lo anterior, junto a la disgregación familiar dada en un marco moral estrictamente católico, posibilita que ciertos rasgos físico-culturales desaparezcan.

Los afroamericanos se convierten en un grupo transitivo y su integración en otros grupos es rápida. Ya no tienen los elementos distintivos culturales de un conglomerado social que les permita ocupar un sitial importante dentro de la comunidad nacional. La pérdida del lenguaje significa la pérdida de la comunicación, la pérdida de un todo coherente de valores y conceptos, cosmogonías, respuestas a la existencia del universo y el ser humano. El liminal es aquel que cambia de estado, en este sentido, el negro tiene que dejar de ser para convertirse en otro. La imposición de un lenguaje nuevo, entonces, significa adquirir un conjunto de conceptos y valores de un grupo de experiencias sociales e individuales distintas, propias de otros pueblos. Tanto esclavos como libres están obligados a asimilar la cultura del amo; pero, al mismo tiempo, la misma se le niega, se le enajena. Por ello recurre al legado de sus ancestros y, con lo que retiene y lo impuesto, forja una cultura de resistencia. Una cultura esclava, en parte africana, en parte europea, en parte indígena. La fuerte tradición oral permite, después de todo, conservar un lazo con su religión y expresiones desarrolladas del lenguaje. En ese sentido no hay ausencia de cultura negra sino que supervivencia de ella. Más bien, y allí coincido con Olabiyi B. Yai: “Las culturas africanas nos dan el más bello ejemplo de su obstinación en madurar, que es también una obstinación en no morir, sobre todo a través de sus filosofía, sus religiones, y sus actitudes ante la vida y ante la muerte” (cit. en Diéne 434). A pesar de la intensa búsqueda de una asimilación total, ésta no ocurre nunca.

El liminal es fraccionado y moldeado de nuevo, dotándolo de nuevos poderes con los que enfrentar su nueva situación. En su caso, se opta por el mestizaje5 como una de las más importantes fuentes de movilidad. Desde el inicio de la conquista se legisla y penaliza duramente las uniones entre españoles y esclavas o mujeres de origen africano. Sin embargo, el concubinato y la unión libre son ya dinámicas aceptadas y que van en aumento (así como la población mulata). Pueden ser forzadas, la mayoría de ellas, pero también la esclava, que muchas veces espera recibir beneficios, acepta unirse al europeo.

Finalmente, el liminal accede a la fase post-liminal y de nuevo estatus. En este caso, el negro como africano debiera desaparecer y se le cede un lugar en la sociedad en tanto mestizo y “gente de razón”. El hecho de estar ubicados en el “entre”, les permite moverse entre una sociedad y otra, según les favorezca. El paso de una casta a otra, por ejemplo, asegura un porvenir un poco más conveniente. Un ascenso que no está exento de la propia negación de ellos mismos como cultura y pueblo. Por esto, los padres procuran inscribir a sus hijos como mestizos y no como negros. La realidad es que se valen de mil artimañas para dejar constancia en los documentos y en el Registro Civil que sus hijos no son negros ni mulatos, pensando que ello les da a sus hijos la oportunidad de ascender y obtener algún beneficio6. Muchos creen que por medio del bautismo podrán hacer mucho más fácil su ascenso. Toman los principios católicos y logran así una inserción en la sociedad con menos tropiezos. Se trata de una estrategia de resistencia donde paralelamente “las formas religiosas africanas y ligadas a ellas son, por cierto, el lugar principal de permanencia y sobrevivencia del “africano” en América” (cit. en Duncan 75).

He realizado una mirada sobre el concepto de liminalidad para entender el engranaje complejo de la situación que el negro y sus descendientes deben sortear a la hora de insertarse en el sistema de castas. De esa manera podemos comprender mejor, a continuación, las dinámicas presentes en la obra de Salvador Sanfuentes.



EL CIMARRÓN, EL ROSTRO DEL “BÁRBARO BANDIDO”

La realidad literaria del africano en Chile, salvo El bandido de Salvador Sanfuentes, se da en el ambiente urbano7. Por ello, resulta interesante realizar el ejercicio de relectura de una pieza considerada como la única8 que pone a un negro libre como protagonista dentro de la literatura chilena. Más allá, sorprende que se trate de un cimarrón y el escenario inmutable el mundo rural. El Bandido (1846), es, en efecto, recibida como una novedad. “Las historias y cuentos en verso están de moda entre los poetas modernos… lo que ciertamente no les pesa a los lectores, porque prefieren a ese lirismo exagerado… algo más real” (Amunátegui 1). Calificado el autor como un mal poeta, lento y sin gracia, la crítica acusó una pobreza lírica y cierta ingenuidad en cuanto al tema tratado en la obra, “el argumento, la psicología y el medio descritos son absurdos”, dice Elvira Dantel en la obra El bandido en la literatura chilena (256).

La idea general es que en Chile existieron pocos negros, “…el clima no les fue favorable y perecieron; por lo demás sus precios eran subidos… los terratenientes no los compraban”, reitera Dantel para afirmar que la obra de Sanfuentes es un lastimoso intento de ficción con nulo asidero en un hecho real (256). Dicha reducción del poema, en ese sentido, ocurre porque la institución de la esclavitud en Chile se aborda bajo una serie de supuestos e imaginarios que obstaculizan un estudio más detallado, especialmente de la Colonia9. Lo cierto es que en el sur también existe esclavitud y que muchos huyen en resistencia.

Un cimarrón es Fernando, y el argumento es simple. Abre el canto primero un paisaje boscoso de una provincia sureña durante el siglo XVIII: “Aquesos bosques, aquesas / terribles y ásperas rocas/ dan albergue del bandido/ a la banda asoladora” (Sanfuentes 219). Fernando, negro esclavo huido y vuelto asesino en venganza de su raza, arrebata a María de las manos de su abuelo el mismo día de su matrimonio con Anselmo. Desde ese momento, enamorado de ella, comienza a pagar sus crímenes en este amor no correspondido. La leyenda recuerda la batalla entre bandidos y soldados, el engaño y posterior muerte de María cuando intenta salvar a su prometido, el duelo entre Fernando y Anselmo y la entrega del primero a la justicia.

Salvador Sanfuentes10 es, además de magistrado, dibujante y escritor, un historiador y conocedor de su país. Dentro de la historia de la literatura chilena tiene un rol, pese a ello, casi circunstancial. Con su obra Inami inaugura la poesía descriptiva y se aventura en nuestra naturaleza como pocos lo hacen, “…con posterioridad a Ercilla y Oña, es el primer poeta que da carácter de auténtica expresión nacional a lo que escribe” (Díaz 40). Parece ser que el autor encontró a Chile (un otro Chile), mucho más allá de las críticas que lo acusan de “falta de inspiración”, así inmerso como está en un relato nacional que trata de fundamentar un lenguaje capaz de proyectar los ideales de ciudadanía, patria y escritura. Se le reconoce sobre todo -y ahí creo su importancia- por plasmar en su poesía las costumbres de la época colonial, desconocidas y olvidadas por sus pares. Quizás por ello, más allá del burdo sentimentalismo (que no es sino otro de los lugares comunes, focos de reducción de la obra) el lector se enfrenta a un espacio heterogéneo de tipos y caracteres étnicos y culturales que refuerzan la individualidad de los personajes (el payador, el bandido, el soldado, el campesino, el esclavo).

No deja de ser notable la idea renovadora de manifestar una inconformidad hacia las dinámicas coloniales, esta vez, por medio de la voz de un cimarrón. Más tarde, Iris en Atardecer, parte de la trilogía Cuando mi tierra nació (1930), también ocupa la dinámica del cimarronaje para ejemplificar la crudeza del régimen esclavista y la huida como única forma de salvación. En este caso, las protagonistas, Alba y Beatriz, cuidan y refugian a un esclavo huido, siendo el suceso primordial para situar a las heroínas en un contexto rebelde e independentista.

En la carreta trajimos, escondido entre los costales de lona, un esclavo fugado…

Se enciende viva lumbre en los ojos de Alba.

— Fue bárbaramente azotado y huyó. Es compasión verlo…

¡Mal haya sea nunca, hijita, la suerte del pobre!

Indignada y atónita, escucha la niña.

— No parece cristiano, sino perro sarnoso… Nadie se atreve decirle a la patrona…

(Echeverría 17)

A fines del siglo XIX, prácticamente no hay indicios de comercio negrero. Sin embargo, se sabe que mucho después de abolida la esclavitud, todavía quedan resabios de ella. No existe esa presión contingente que imposibilita explorar el tema y así lo hacen muchos escritores de la segunda generación de novelistas históricos. En el canto primero, se ocupa Sanfuentes de recorrer estremecedoramente el camino que lleva a Fernando a convertirse en un cimarrón, en un bandido:

“De un siervo hijo del África nacido,

cuando era todavía infante tierno,

su diversión funesta había sido

pasar las lentas noches del invierno

junto al hogar, de chispas mal henchido,

escuchando a su padre sempiterno

dolor contar de su nación proscrita

en donde quiera que el cristiano habita”

(Sanfuentes 236)

Ya abolida la esclavitud en Chile, el esfuerzo de Sanfuentes se focaliza en narrar, a través de un afrodescendiente, las formas en que éstos se insertan en la estructura social. Se deja entrever, a ratos, una denuncia que en su momento puede situar la obra como una pieza abiertamente abolicionista. Se señala que la literatura latinoamericana post-abolicionista se caracteriza por una mayor libertad para tratar el tema afro, pero que en ningún caso realiza un quiebre en la tendencia, más bien ética, que relega al personaje negro a una situación literaria desventajosa con respecto a otras realidades. Y en ese sentido, si bien hay restitución de una voz, hay también silencios y pactos que continúan relegando al africano a un lugar secundario dentro de la escena cultural y social chilena.

“Y siempre que a su vista el dueño adusto

a cuya ley se encuentra sometido,

solo por dar a su fiereza gusto,

un castigo tal vez no merecido

impone a algún esclavo, el golpe injusto,

en la paciente espalda sacudido,

de Fernando en el seno deja abierta

otra sangrienta herida aunque encubierta

Si él pudiera reunir bajo su mando

Un escuadrón de esclavos solamente,

y de los nobles ante el débil bando

los condujera con entusiasmo ardiente,

¡ cuan fácil le sería batallando

verter la sangre indigna amplio torrente

y compensar con ella la africana

hecha correr por la crueldad cristiana!

(Sanfuentes 237)

Desde un contexto marginal, la literatura del siglo XIX configura el rostro modelo de un bandido que posee humanidad y nobleza y que, según Eric Hobsbawm, no siempre coincide con la figura real de los bandoleros (cit. en Albornoz 63). La realidad es que resulta difícil encontrar un fiel modelo de bandido noble en la realidad de los parajes nacionales, la mayoría de ellos asume el papel de ladrón corriente. Cuando existe una excepción, inmediatamente se produce el mito alrededor de sus nombres y nace su leyenda. En primera instancia, se trata de la imagen de un bandido vengador, cuyos rasgos no son la moderación ni la generosidad con los pobres, sino la impiedad con sus enemigos y la consiguiente gratificación “psicológica” que ello representa para sus pares oprimidos, “…así el despecho de Fernando, el crudo/ odio infundido a la opresora de su raza,/ dentro del corazón se aumenta mudo/y aún en sed vengativa ya le abrasa” (Sanfuentes 237). La venganza, como evento de justicia y que reivindica las ofensas ejecutadas en detrimento del prójimo, es el sentido común del bandolerismo, especialmente durante el siglo XIX (Salinas 86). La propuesta social conectada al bandidaje es un tema literario que no pasa desapercibido para Sanfuentes.

“Sobre la carabina/que nunca el plomo despidiera en vano/el feo y tosco rostro se reclina/origen africano(…)” (Sanfuentes 223). Imposible resulta para la pluma de Sanfuentes abstraerse del estereotipo físico que fija al rostro negro como mancillado por la monstruosidad, por la rareza.: “Más si aversión infunde del semblante/la atroz deformidad, si en él inspira/ de más de una pasión amenazante/ la siniestra señal asombro y susto…” (Sanfuentes 1885: 223). En dicha presentación queda mamfiesta la estrecha relación entre el color de la piel y el defecto de poseerla. Se trata de un rostro difícil de trazar, porque está mancillado por la imperfección inherente a la raza literaria narrada y reinventada a través de los siglos por el racismo. La forma en que nos enfrentamos al cimarrón es, pues, la forma en que el blanco enfrenta e inventa al negro. “Si hay Dios, pagarás la muerte/de mi amada, monstruo infame,/por más vigor que te infiame,/al fin Anselmo exclamó” (Sanfuentes 314). Pese a lo anterior, hay en el poema una revaloración del cuerpo del negro que es interesante de explorar.

Vedle! Se acerca el instante

De marchar, ¡cual resplandece

Su mirada y cómo crece

la talla del campeón!

(Sanfuentes 232)

(…)

… muestra la tez oscura

fornida y elevada es su estatura,

cuyos músculos recios

anuncian una vida

en prolongada serie

de penoso trabajos transcurrida”

(Sanfuentes 223)

El bandido tiene un rol importante dentro de la realidad rural chilena del siglo XIX y no se le puede erradicar hasta principios del siglo XX. Durante su “poderío”, se hace de una imagen en el mundo campesino que pasa desde la admiración hasta el temor. No es raro que a raíz de esa percepción ambivalente se genere una tradición narrativa literaria que lo convierte en héroe popular.

Pero ¿quién es este hombre que hoy extiende

su asolador poder con tal espanto,

que ni el remoto pueblo se defiende

cuando él corre feroz a hundirlo en llanto?

¿de qué raza tan bárbara desciende?

(Sanfuentes235)

No se redime su condición. Más bien se presenta como corruptor11 del paisaje perpetuando su alteridad negativa. El autor, en su afán de entregar humanidad a un rostro degradado que, “…como salvaje fiera huyó en seguida/al bosque más espeso (…) sino para asaltar, tigre inhumano,/de súbito al viajero”, se fuga hacia aquella relación asimétrica con la alteridad. Se abren los márgenes, pero el cimarrón se vuelve animal, un ser irracional. Es el rostro caníbal del bárbaro donde el salvajismo es inherente a la raza negra (Hurbon 74). Vemos que se mantiene la tradición que configura esa imagen del otro bestial al que hay que temer.

Terrible banda sí! De espanto lleno

mantiene cuanto abarca

del monte al derredor vasta comarca,

y aún el remoto pueblo se estremece

si allá en el horizonte percibir le parece

el fragor de sus pasos como un trueno.

Solo se ve vagar por ese monte

Y el inmediato llano

El bárbaro bandido

Al robo y la matanza apercibido

(Sanfuentes219)

Redención de un esclavo que tiene doblegado al blanco y hace de sus territorios su espacio de libertad y venganza. Y hay que temerle no solo por su condición de bandido, sino también, y aún más, por su condición de bárbaro. Sanfuentes logra trazar el rostro de un marginado que responde a ciertas características propias del bandidaje rural en tiempos de la Colonia. Una marginalidad que obedece, primero, a una situación física, es decir, el vagabundeo de horizontes amplios, en bandas mayores y estructuradas fuera del límite del ordenamiento social (parajes no explorados), cuyo fin son los asaltos de envergadura dirigidos por un jefe al que se le reconoce autoridad: “…y cual banda de buitres se congrega/de una presa al olor, cien delincuentes/vienen a darle una obediencia ciega (…) a todo crimen sin temor se entrega/e infesta el valle y la indefensa villa/con mil asesinatos la cuadrilla” (Sanfuentes 240). La marginalidad cultural, la del esclavo cimarrón y liminal, obedece a su constitución como grupo diferenciado con claves de identidad propias. Parece ser el caso de Fernando, aunque Domingo Amunátegui consigne que más bien, “el asunto de El Bandido es de pura imaginación y no ofrece ni las apariencias de la realidad” (cit. en Dantel 256).

Ana Figueroa distingue tres formas de otredades que son asimiladas en la escritura de la generación de 1842. La primera es relativa a la lengua en resistencia al modelo lingüístico europeo. La segunda es la incorporación del discurso de los marginados, ya sea el bandido, el mendigo, el pueblo, cuyo simbolismo intenta mostrar la ineficacia gubernamental y que, por lo general, representa al intelectual. Por último, el reconocimiento de un paisaje criollo, el espacio físico patrio utilizado en función del establecimiento de los proyectos de la modernidad (10). Dentro de ese contexto, la leyenda de Sanfuentes se constituye como una recreación del pasado nacional que, efectivamente, utiliza la voz del otro (alter temido) para encontrar lo propio. Se trata de una voz blanqueada, que no obedece al patrón de la caricaturización y que no presenta en su habla esa incapacidad de lenguaje que provoca burla o ironía en el lector. Sin embargo, y por la misma dinámica de blanqueamiento, se trata de un rostro invisibilizado por los evidentes silencios que lo trazan.

¿Y quién sino el amor capaz sería

de calmar de ese modo

el alma de Fernando,

tan solo consagrada a la venganza (…)

(Sanfuentes 223)

(…) De la ponzoña de los negros celos,

pasiones le agitan y escandecen

el corazón el tumultuosa guerra,

y a retratarse sobre el rostro vienen,

al fin con voz semblante y temerosa

llamóla por su nombre, y como inerte

y en profundo silencio continuase

“María!”, prosiguió, “tú me aborreces.

No es cierto? Y lo que más me aflige

Es que este triste tu aversión merece

(Sanfuentes 274)

No podemos dejar de lado el hecho cierto de que este cimarrón, cruel bandido, ama y sufre por el afecto de una mujer. Hay algo en esta situación que remite al estado de buen salvaje, que manifiesta “esa bondad intrínseca del ser en contacto con la naturaleza (indígena, campesino, hombre del pueblo) desde la perspectiva del intelectual sumido en la vida urbana degradada” (Etcheverry par. 3). El cimarrón sufre por la marginalidad racial “¿Dónde hallar un asilo entre los hombres?/ Desprecian mi raza y la aborrecen”.

Pero, precisamente, esa inmovilidad social es la que no le permite acceder al amor de María. Esto es interesante por varias razones.

La primera es que, efectivamente, se reitera la dinámica literaria del amor interracial como un proyecto frustrado, pese a todos los esfuerzos de rehabilitación moral. El amor por la joven es el instrumento perfecto para efectuar la redención del alma bárbara del bandido. El escritor da cuenta de las complejas realidades sociales y culturales de los afrodescendientes, pero deja claramente establecidos los límites del orden colonial. La tensión de la pieza literaria se da porque en cada verso se hace más necesaria la confinación de un origen “bárbaro” para ceder lugar a aquellas expresiones que están más cerca de la cultura dominante. Así, por medio de valores culturales occidentales, Fernando es hombre, pero con lo que hay en él de africano, “bárbaro bandido”. Finalmente, su monstruosidad está dada por el color de su piel. Sus pasiones y sentimientos de odio y venganza están estrechamente ligados a su raza. El amor hacia María hace necesario el blanqueamiento, en este caso, uno del alma.

Amigos, nuestra alianza

ha terminado desde hoy:

tenéis por delante el mundo,

y estáis libres como yo.

Harta sangre hemos vertido,

Hartos gritos de dolor

A la humanidad causamos

Y ya veis si amargos son

los frutos ¡ay! Recogidos

de tan bárbaro furor

(Sanfuentes 321)

Fernando, agobiado por la culpa deja los montes y se entrega a la justicia. Ya no hay razón alguna para vivir, María ha muerto. A lo largo de la leyenda, el rostro fiero del cimarrón se convierte en el rostro dúctil de un hombre entregado a los sentimientos. Esto se da porque para la sociedad chilena el negro/mulato ya no constituye una excepción y el afrodescendiente es parte importante de la cultura criolla. Como tal, las plumas dirigentes no pueden hacer caso omiso de su presencia y se les acoge, claro, desde una visión paternalista y tutelar. El negro/mulato accede a un lugar dentro de la sociedad, pero en la medida en que entrega lo que hay en él de asimilable a la cultura dominante. Finalmente, el blanco es siempre el salvador y “tiene vuelto hacia tierra, contrito y humilde el rostro, y va a confesar sus culpas a un ministro respetuoso”. (Sanfuentes 325).

La sentencia de muerte para el bandolero durante el siglo XIX es la horca. No es distinto para el cimarrón. Fernando pasa días de afiebradas noches en prisión. Sus víctimas se le aparecen en sueños para atormentarlo. “Siempre el castigo al pecador principia/por medio de su propio pensamiento!”, le dice el religioso que es impuesto para confesarlo (Sanfuentes 329). Fernando desciende en una travesía onírica a una especie de purgatorio donde, antes de su muerte, vive el castigo de sus víctimas. El hecho de establecer este contacto con las almas errantes, si bien con una connotación católica, no lo aleja de su cosmovisión africana. Se da cuenta de la realidad de los afrodescendientes que, ya insertos en la sociedad, adoptan a su manera la religión dominante. Lo interesante es que este acercamiento de Fernando al mundo de los muertos o de las almas errantes lo instala como un sujeto que se muestra en una disposición especial con el mundo del ocultismo. De alguna manera se perpetúa la demonización del negro12.

Siguiendo la tradición legendaria del bandido que emula a Cristo en su pasión, Fernando “llegado el suplicio, subió tan gozoso/cual si le aguardara una pompa de honor” (Sanfuentes 334), y allí cumple la pena capital: aparta al verdugo, le quita el cordel y se eleva el mismo hacia la horca. El cimarrón nace esclavo, pero muere haciendo ejercicio de su libertad. La muerte llega por sus propias manos, no obstante, jamás obtiene el perdón deseado. En su delirio implora el perdón del alma de María, “No! dijo, ofensas hay que ni en la tumba una mujer perdona!” (333). Más tarde, le es negado el perdón de la religión a la cual él mismo implora redención.

Padre! Pensáis que los delitos míos

llegue algún día a perdonarme el cielo?

…..Su clemencia es igual a su justicia

y del contrito pecador los ruegos

no sabe desoir—ah! Pero cuando

se han cometido crímenes tan negros!

(Sanfuentes 326)

En la obra hay una restitución de una voz y la revalorización parcial de un cuerpo. Sí, se traza el rostro definido de un cimarrón. La travesía literaria de Fernando es, precisamente, la del otro, indígena o negro/mulato, en busca de un lugar dentro de una nación en formación que solo los acepta cuando renuncia a su diferencia. Crea así un personaje que, en constante tensión, intenta alcanzar una estructura valórica ajena o, según el estereotipo reductor del negro, no natural en él. Por ello, pese a los esfuerzos rehabilitadores, no se le concede el perdón deseado por su alma blanqueada a lo largo de la leyenda. “Mas la hora suena ya de vuestra muerte,/ y a conduciros vienen: yo lo siento”, le despide el sacerdote (Sanfuentes 333). Más allá, dicha rehabilitación emocional, si bien a ratos hace olvidar que se trata de un marginal, no es suficiente para revertir la dinámica literaria implacable que acentúa lo negro del personaje negro. “El cuerpo en el aire sacúdese un punto, y el rostro más negro tomó la actitud de alguno que mofa, al sentirse difunto, la vida en que engaño creó la virtud…” (335). Y la búsqueda de la virtud para el “bárbaro bandido” significa su muerte.

Notas

1 Pese a ello, hay notables acercamientos. El caso de Rolando Méllate es interesante. Su labor investigativa sufre una especie de letargo, siendo su última obra sobre el sistema esclavista en Chile el nudo que cierra su trabajo en torno a este tema. Los augurios sobre nuevas investigaciones no aparecen nunca. Él mismo deja inconclusa la investigación sobre lo que llama el apogeo de la esclavitud y su extinción económica y legal. Al parecer, según sus palabras en el prólogo a la segunda edición de La introducción de la esclavitud en Chile. Tráfico y Rutas, el entusiasmo inicial pronto decae por ser una línea de investigación que tiene escaso apoyo de sus pares, cero retroalimentación académica y poco interés dentro de las diferentes disciplinas y establecimientos universitarios. Y es que el estudio sobre la esclavitud, dice, conlleva la aclaración de otros temas relativos a la institución, como los intercambios comerciales intraimperiales y extracoloniales, fuerza de trabajo y estructuras sociales. Siguiendo la ruta esclavista pasa al estudio de la población, de la economía y a la búsqueda de las estructuras básicas de los estamentos coloniales. En definitiva, deja abierta una invitación que otros autores retoman. Acercamientos claros son los trabajos de Guillermo Feliú en La abolición de la esclavitud en Chile; de Rosa Soto en La mujer negra en el Reino de Chile, y el trabajo de investigación de Carla Soto, Cuando los documentos hablan…La esclavitud femenina en Chile y la legislación siglos XVI-XVI1. Hay una propuesta interesante en el trabajo de tesis denominado Negros y mulatos: agentes en el proceso de liberación: la participación del elemento negro en Chile (1750-1823). Su autora, Marta Paz Carreras, permite descubrir al africano, esclavo o libre, como sujeto histórico en pleno derecho de ejercer tanto su ciudadanía como su insurgencia.

2 Muchos de ellos, por medio de algún oficio aprendido, pueden, finalmente, comprar su libertad y la de su familia. Sucede, también, que propietarios dan carta de libertad a quienes han sido sus amas de leche o niñeras. Carla Soto, en el trabajo citado anteriormente, comenta varios casos tomados del Archivo de Escribanos de Santiago donde, por ejemplo, “la señora María Loreto Endiosa, otorga carta de libertad a su esclava Anastasia, quien la crió y a quién luego liberó…” (Soto, Cuando los documentos 140). Igualmente ocurre cuando los propietarios se encariñan con sus esclavos más pequeños y los crían como si fueran propios. Muchos de ellos conceden su libertad para que se casen o para que permanezcan a su lado en condición de libres.

3 Así podemos apreciar las características de la liminalidad:

a. Estar entre-medio: Se refiere a la condición de estar fuera de los acuerdos estructurales de un sistema social dado permanentemente y por atribución.

b. El individuo liminal se mueve hacia un estatus superior,

c. Está en una posición de inferioridad estructural.

4 Otro mecanismo de deculturación es el que se ejerce sobre la alimentación, el vestido, la sexualidad y la vivienda. Todos ellos aplastados por el régimen esclavista (Picotti 53).

5 Gonzalo Vial Correa, en El africano en elReyno de Chile, confirma que el negro puro comienza a ser absorbido por las razas mixtas: “En tiempos de don Luis Manuel Zañartu, una estadística levantada en las doctrinas de campaña (Renca, Rosario, Tango y Colina) que tenía el corregimiento de Chile, anotaba 3.863 españoles, 1.632 indios, 1562 mestizos, 769 mulatos y 225 negros…O sea, los mulatos triplicaban a los africanos propiamente tales” (47). Las actas de bautismo igualmente dan cuenta de este fenómeno, puesto que en el periodo comprendido entre 1729-1738 (faltando el 1737), en el primer puerto, los bautizos de negros (86) superan a los mixtos (31). La dinámica cambia para el periodo entre los años 1798 a1810, pues los bautizos mixtos llegan a la cifra de 133 por sobre los negros que solo son 69 (Vial 48). Según Guillermo Feliú, hay más de 12 mil negros y mulatos en Chile, siendo la mitad aún esclavos. Sin embargo, la cifra de zambos y pardos excede esas cifras y constituye una verdadera problemática social. La realidad es que la situación de los negros esclavos es, en mucho, superior a la de los esclavos liberados (33).

6 Según los estudios de Rosa Soto, “la situación del vientre quedaba estipulada en los testamentos, de manera que las esclavas y los herederos sabían cuál era la condición legal de los hijos procreados. Pero no siempre los amos, en el momento de testar, dejan claramente establecida la condición del vientre; si esto no sucede, las esclavas demandan la libertad de sus hijos a los herederos y alegan haberlos procreados después de liberar su vientre” (Soto, Negras Esclavas 29).

7 Sin embargo, existe una obrita que compatibiliza ambos escenarios. La negra Rosalía o el Club de los picarones y Los amores del diablo enAlhué, de Justo Abel Rosales. En ambos relatos son personajes afrodescendientes los protagonistas. Negra libre en la ciudad, en el primero, y esclava en el campo, en el segundo.

8 Se le considera así hasta este momento. A través del desarrollo de la tesis doctoral titulada “La figuración del negro en la literatura colonial chilena. María Antonia Palacios, esclava y músico: La traza de un rostro borrado por/para la literatura chilena”, hemos articulado un corpus de textos donde se confirma la presencia del negro y afrodescendiente tanto como personaje secundario como protagonista de las historias.

9 Pero más relevante aún resulta el hecho de que la historiografía nacional privilegia la evolución política y militar de la Guerra de Arauco como tema central y casi hegemónico de estudio, dejando en segundo plano, quizás, el atender otros aspectos relacionados con el desarrollo colonial. Sin embargo, igualmente podemos señalar que en dicha pugna sí existe la presencia negra.

10 Si bien resulta singularmente difícil encontrar trabajos críticos que exploren seriamente su poesía, Norberto Pinilla, enLageneración chilena de 1842, expone que existe una evolución desde un neoclasicismo hacia el semirromanticismo y luego a la débil manifestación de esta última (168). Podemos decir que su trabajo presenta un tradicionalismo literario, una imitación modélica y, luego, una reforma, aunque sus motivaciones son constantemente románticas y lo macabro, por ejemplo, se repite. Es así como se aparta del modelo neoclásico y pasa a una métrica más libre, usando versos sueltos de tres, cuatro y cinco sílabas, aunque estas libertades no llegan a un ametricismo total. De técnica netamente romántica, tiene influencia de Zorrilla, De Rivas y Espronceda, se deja sentir una mayor libertad estilística en esta leyenda.

11 Algo similar ocurre en La Araucana. En reiterados episodios se aprecia cómo el paisaje, un lugar idealizado, se corrompe con la descripción de escenas macabras, En dicho caso, es el indígena y sus rituales de vida los que imprimen una degradación al paisaje escrito.

12 Esto se da mucho por el desconocimiento de la filosofía africana y su relación con la naturaleza y la muerte.



BIBLIOGRAFÍA

Albornoz Vásquez, María Eugenia. “El bandolero, sujeto marginal: el caso de Ciríaco Contreras: Historias de bandidos, de Rafael Maluenda (1870 1980″). Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Facultad de Historia, Geografía y Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Chile, 1995.

Amunátegui, Miguel Luis. “Leyendas i obras dramáticas de don Salvador Sanfuentes”..Revista de Santiago, Primera Época, T. 3: 314-322.

Carreras, Marta Paz. “Negros y mulatos: agentes en el proceso de liberación: la participación del elemento negro en Chile (1750-1823) “.Tesis para optar al grado de Licenciatura en Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003.

Dantel Argandoña, Elvira. “El bandido en la literatura chilena”. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Universitaria, n.° 6 (1935): 241-301.

Díaz, Miguel Ángel. “A Salvador Sanfuentes, poeta de la chilenidad”. Revista En Viaje 322 (1960): 39-40.

Diéne, Doudou. (ed.). De la cadena al vínculo. Una visión de la trata de esclavos. Vendóme: Edición UNESCO, 2001.

Duncan, Quince, etal. Cultura negra y Teología. San José: DEI, 1986.

Echeverría de Larraín, Inés (Iris). Cuando mi tierra nació. Atardecer. Santiago de Chile: Nacimiento, 1930.

Etcheverry, Jorge. “Novela y dependencia en América Latina”. La cita Trunca, Editorial Poetas Antiimperialistas de América. Nov 11, 2005. http://etcheverry.info/hoja/catastro/ensayo/article_325.shtml

Feliú, Guillermo. La abolición de la esclavitud en Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1973.

Figueroa, Ana. “La escritura de la ciudad para el establecimiento de la nación, y la generación de mitos históricos en el Movimiento Literario de 1842: Bello, Lastarria, Sarmiento”. Estudios Filológicos 37 (2004): 211-224. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-17132002003700013&lng= es&nrm=iso>. ISSN 0071-1713.

Hurbon, Laénnec. El bárbaro imaginario. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1993.

Lavou, Victoreen (ed.). Los negros y el discurso identitario latinoamericano. Marges: CRI-LAUP, 1997.

Mellafe, Rolando. La introducción de la esclavitudnegra en Chile: Tráfico y Rutas. Santiago: Universidad de Chile, 1959.

Mora Queipo, Ernesto; González Queipo, Jean. “Música y religión en la esclavitud y liberación de las comunidades afrovenezolanas”. Revista Diálogo Antropológico. Año 03, n.° 12, 2005.

Picotti, Dina. La presencia africana en nuestra identidad. Buenos Aires: Ediciones del Sol, 1998.

Pinilla, Norberto. La generación chilena de 1842. Santiago de Chile: Editorial Manuel Barros Borgoño, 1943.

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Sanfuentes, Salvador. Leyendas nacionales. Santiago de Chile: [s.n.] 1885.

Soto, Rosa. “La mujer negra en el Reino de Chile (Siglos XVII-XVIII) “. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia. Universidad de Santiago, 1988.

“Negras esclavas. Las otras mujeres de la Colonia”. Revista Proposiciones, Número 21, 1992. http://www.sitiosur.cl/descarga.asp?fichero=/publicaciones/Revista_Proposiciones\PROP21\02SOTO.zip&titulo=Negras%20esclavas.%20Las%20otras%20mujeres%20de%20La% 20Colonia&tamano=23%20%20Kb.%20kb

Soto, Carla. “Cuando los documentos hablan… La esclavitud femenina en Chile y la legislación siglos XVI-XVII”. Tesis para optar al grado de Licenciada en Historia. Pontificia Universidad Católica de Chile, 1995.

Triana y Antorveza, Humberto. Léxico Documentado para la Historia del negro en América (siglosXV-XIX). Santafé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1997.

Turner, Víctor. El proceso ritual. Madrid: Taurus, 1988.

Vial Correa, Gonzalo. El africano en el Reino de Chile. Ensayo histórico-juridico. Memoria de prueba para optar al grado de Licenciado en Derecho de la Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile: Instituto de investigaciones históricas, 1957.



Bibliografia

Barrenechea, Paulina. «El rostro más negro. La travesía literaria de un bandido-cimarrón en chile.» Revista chilena de literatura (2009): 197-211.


MANUEL GABRIEL TZOC BUCUP [12.950]

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MANUEL GABRIEL TZOC BUCUP

Totonicapán/ciudad de Guatemala, 1982. Poeta y viajero. Publicó su primer libro Esco-p(o)etas para una muerte en ver(sos) b-a…l…a en 2006 por la editora artesanal Folio 114, (Guatemala, 2006). Publicaciones alternativas en s.o.p.a. (Sociedad Optativa de Poetas Anónimos) desde el año 2007. Sus textos aparecen en revistas y antologías latinas de poesía. Colabora con la participación en diversas lecturas de poesía en centros culturales, espacios públicos y departamentos. Su segundo libro es publicado por el movimiento artesanal latinoamericano cartonero «Santa Muerte Cartonera», De textos insanos, (México, 2009). Publicó su tercer libro de poemas titulado gay (0) con la editorial porteña Milena-Caserola, (Argentina, 2010). Un siguiente titulo: El ebrio mar y yo por s.o.p.a. (Guatemala, 2011). Su último trabajo se titula: El jardín de los infantes locos y la escafandra de oro, Catafixia editorial y Centro Cultural de España (Guatemala, 2013). Es una fusión de teatro y poesía, trabajo en conjunto con Cecilia Porras Sáenz. También es artista conceptual, performer y modelo de fotografía. Actualmente prepara otros libros-objeto de poesía para publicar. 



Poema

Una vez más se me cerró la puerta del amor
una vez más se me cerró la puerta del amor en las
narices,
una vez más me lastimé los ojos con posibilidades
perdidas,
una vez más me herí el rostro con la puerta del
amor NO correspondido.
Una vez más (y cuántas habrán sido)
caminé por la noche de la casa
por la casa de la noche
por la noche en una casa
...en una casa por la noche.
Mis pasos están sellados uno tras otro
por un triste tedio que el aire emana.
Una vez más, esas dos bellas letras: NO.




6

El vértigo en el cuadro de agua se detiene. Un lado del cuadro se entreabre: no puedo dejar de nombrarte. Si escribo cuchillo tarde lluviosa o azul te nombro. ¿Por dónde voy desde que el cuadro se abrió? Los deseos son malvados. Quiero olvidar. Hoy será mi último respiro. Mi último poema. Nada. No puedo dirigir a mi trapecista por los senderos de la muerte. Antes solía sentir rojas olas dentro de mi ser. Hoy me hundo en aguas negras. Debo escoger un camino por este árbol de huesos. Con el tiempo supe que el lenguaje es peligroso si no hay equilibrio. Y es un engaño decirte que pasa. No pasa. Ni pasará nunca. Quiero decir corazón sin decir corazón. ¿Qué no existen otras formas para esto? Me desgasto en los intentos de explicarte que te a… no. Ya no debo nombrarte. Pero si escribo de mí escribo de ti y de todos. ¿Cómo lograr entonces estar a solas sin contar con los otros? ME VA A SEPULTAR UNA AVALANCHA DE PALABRAS…




19

a A.P.

Te regalo cuadernos vacíos
para que escribás aventuras
“las aventuras perdidas”
de esas que se escriben y se borran 
se leen y se cierran 
para que grités:
¿a quién rezarle para que ya no siga?
¿a quién rogarle para que ya no prosiga?

Por hoy estoy bien 
mañana 
ojalá y algo me ayude:
una bicicleta azul
un escrito azul
una tarde azul en un vestido azul
hay tanto que hacer sin deseo
tanto que desear sin hacer

Te regalo lápices de colores
para que dibujés ojos
una “habitación llena de ojos”
de esos que se miran y odian al espejo
se cierran y tienen pesadillas
para que manchés tu conciencia
con actos desordenados 
te regalo manías depresivas
para acabar con esto
de una vez por todas









WILSON FERNANDO LOAYEZ OROZCO [12.951]

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WILSON FERNANDO LOAYEZ OROZCO

Wilson Fernando Loayes Orozco, nació en San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango en 1991. Poeta y escritor Maya Mam, fundador de Club de Poesía Ostuncalco, fundador del Certamen Poético Ostuncalquense (Certamen para motivar a jóvenes poetas del municipio), colabora con la biblioteca del municipio incentivando la lectura. Publicaciones: Panteón de girasoles, Centro Cultural Municipal Ostuncalco, 2011. Poemas muertos, caretas, Litoral los altos, 2013. Algunos de sus poemas y textos han sido incluidos en pequeñas antologías. 



Nahual

Una araña teje su red
escribe al poema hilvanando diferentes líneas
nos encuentra en el mismos cuerpo.

Mientras se coma a las moscas la pared
(mi vida)
seguirá tratando de resolver sus enredos.






Sueño

Antes de nacer soñaba con la vida
no era lo que yo pensaba

cuando me acostumbré a la vida
pensé en la muerte como una mujer fea.

Ahora que estoy muerto
la muerte es todo lo que soñé
antes de la vida.

Ahora comprendo que la vida
es el largo camino
para cumplir los sueños.






Pensión

Mi cuerpo es una gran pensión
por eso vivo como rey
internamente
en la fantasía.

Lo malo es que afuera
la vida me las cobra






Olvidos de hambre

Recuerdo haber pateado el estomago de mi madre
en ese entonces mi patria era una lluvia de balas
aún lo es
mi madre imperfecta
sale todos los días a buscar comida como una fiera
la ceniza se sigue tejiendo por los pueblos
el parque tiene aire de muerto
el sinuoso paisaje de la sangre
y la virtud de los amantes en una silla.

Mi tatarabuela tiene un apellido que ya nadie recuerda
las siguientes generaciones abren los ojos
no saben por qué razón llorar
la felicidad es una rareza
y el dolor una costumbre

con mi nacimiento estrené
mis pies descalzos
la piel
los oídos
los ojos.
El hambre es cosa de la propia vida
de las cargas que definen al hombre
y de los olvidos
que consuelan nuestro trágico camino.







Lo que somos en mi patria

Los habitantes de mi país
nos creemos humanos
sin darnos cuenta
que somos las pulgas del perro
cerdos en el chiquero
hormigas bajo el sueño
abejas sin grupa
huevos sin yema
soles sin poniente
tigres sin rayas
peces sin escamas
montañas sin oro
libros sin hojas
lapiceros sin tinta
lagos sin agua
pelotas sin aire
pan sin levadura
chimeneas sin fuego
hombres sin ombligo
casas sin paredes
hombres sin corazón
versos que esperan no tener el destino de estos
que mueren de repente.







Jb’al

Atte Jb’al,
mixti’ che’w at twitz kya’
jmixti’ xjal to b’e.

A tq’ij nchi-oq’.



Lluvia

Hay lluvia,
no hay estrellas en el cielo
no hay gente en la calle.

El día está llorando.







Kab’ilx

Mixti a’
atte jun l’ol to kya’j
ata jun b’ech
ayine jun ch’it.

Kab’ilx, jun nex.




Los dos

No hay agua
en el cielo hay un pájaro
vos una flor
yo un pajarito.

Los dos, un niño







To b’e

To be atte jun xmonchil.
To xmonchil atte jun pakb’il.
To pakb’il atte jun chit.
To chit atte jun pakab’.
To pakab’ atte jun b’e…





Camino

En el camino hay un cerezo.
En el cerezo hay un nido.
En el nido hay un pajarito.
En el pajarito hay un poema.
En el poema hay un camino…








PALABRAS PARA COLGAR EN LOS ÁRBOLES - BREVE SELECCIÓN DE POESÍA GUATEMALTECA.
Marvin García, 
Coordinador regional Proyecto PoétiCA.
Quetzaltenango, Guatemala, noviembre 2013.






PEDRO CHAVAJAY [12.952]

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Pedro Chavajay

Poeta, gestor cultural y arista plástico Maya Tz’utujil, nacido en San Pedro La Laguna, Sololá, Guatemala. Egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de Guatemala, con especialidad en grabado. Miembro del colectivo de Pintores Tz’unun Ya’ y del desaparecido colectivo de poetas Folio 114. Ha publicado en  revistas y antologías Guatemaltecas, entre ellas: Antología de Poesía Sololateca Nubes de Desolvido, (2006); Aldeas mis ojos, Centro Cultural de España (CCE), (Guatemala, 2007); Antología de Poesía Maya Guatemalteca Uk’u’x Kaj Uk’u’x Uleew, University of North Carolina, (EE.UU., 2010). Ha publicado los poemarios Mar Invisible (Folio 114, 2007) y recientemente Sin Mañana (vueltegato editores 2012), bilingüe (Español – Tz’utujil). 





Yo no tengo caminos
solo tengo palabras
palabras para inundar los mares
palabras para dirigir caminos
palabras para colgar en los arboles
palabras que germinen bajo la lluvia





Los gatos se divierten con sus espíritus, dejaban que ellos se
inventaran en sus rondas

Nuestras ciudades se extienden a los abismos
los océanos forman un espejo que dialoga con el cosmos
bajo su manto se retiran los espíritus
que han estado separados
uniéndose a nosotros vestidos de aerolitos
de lluvias improvistas
del frió eterno
del calor que se desviste con el viento





Poemas de los cuerpos

La rebelión de los cuerpos
los lapsos de este tiempo
cuando los cuerpos reposan
e intentan volar en otros cuerpos
el efecto de los eclipses

este cuerpo que visita los lugares ocultos
sus cenotes que revisten los cuerpos de cristales
esta transición al tiempo
hacia los agujeros negros
abren otros cuerpos
que van a la gruta de los ruidos muertos
vagando sobre una isla
hacia un continente de fuego
sin una brújula






Salimos en busca de las tempestades
que han dejado los cuerpos galácticos
y de hombres raptores con ojos de soles
de seres boreales
que no creen en el infinito
que les pertenece el cosmos
dueños de las cosas
nombres de nahuales
dueños de todos los destinos





Cuando haya visto todo
la muerte cíclica de los insectos
las estaciones efímeras
el rugir del agua escondida
en algún lugar imaginario
las premoniciones en los cielos

cuando el lenguaje nos quede demasiado grande
o en su peor momento confuso
entenderemos bien
que el tiempo
es un enorme lagarto
y en su cuerpo
descubriremos el verdadero cuerpo
que se funde en su cansancio






Las montañas que no existen de noche
la calma prolongada
el desierto transfundido con el cielo
las cometas fugaces que fueron trazadas
hoy regresan
a nuestros cuerpos
los signos vitales







El retorno a la luna es invadir la nada
traicionarse a sí mismo
y creer en los ídolos
que nos acompañan invisiblemente
confiarles los secretos
aunque estúpidas y verdades que fueran
somos un mismo juicio que tejemos
sobre lo ficticio
sobre los errores inconfundibles
el retorno a la luna es jugar a escondidas
es el canto a la nada






En mi cuerpo hay un lugar para la luz
hay un lugar para la oscuridad

a nuestra llegada a este lado de la tierra
muchos de nosotros llegaron por el aire
otros vinieron sobre el agua
otros llegaron con la lluvia
otros llegaron dormidos

vinimos entretejidos al fuego
vinimos con el conteo de los días
en las causes de las noches
traemos el fuego ardiendo en los ojos








Soy un niño pájaro

Soy un niño pájaro
soy la serpiente bífida
que electrifica los cielos

soy un niño pájaro
mi hogar
son las sombras de los árboles
que aprendieron a desvelar
con nosotros nuestras alegrías
ahora que el final de este sueño
que no es para mí
he de ser el pájaro
que existía antes de la oscuridad

soy un niño pájaro
que busca ser mortal entre los huesos
y nuestra casa aquí
es un grito
al lado de los que ignoran la vida
mi ombligo una vía láctea
donde nuestros muertos brillan sin molestarnos
ahora con mis alas descansaré
para hacer tatuajes
me ocuparé para trazar una constelación de espíritus
navegaré sobre sus cuerpos invisibles
soy un niño pájaro
mi hogar que no es mi hogar
son las copas de los arboles
que nunca murieron







Lectura del fuego

Los contadores del tiempo
conocen los caminos lunares
sus cuerpos son mapas
que guían hacia otros tiempos
el fuego son las voces que nos hablan
son los sueños incompletos
los sueños que ignoramos
son los sueños de nuestros muertos
que llegan hacia nosotros

el fuego
un largo cuerpo llenos de objetos
llenos de manos, de oídos
de bocas llenas de letanías







PALABRAS PARA COLGAR EN LOS ÁRBOLES - BREVE SELECCIÓN DE POESÍA GUATEMALTECA.
Marvin García, 
Coordinador regional Proyecto Poética.
Quetzaltenango, Guatemala, noviembre 2013.






NEGMA COY [12.953]

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Negma Janetth Coy Pichiyá 

San Juan Comalapa, Chimaltenango, GUATEMALA  1980. Mujer Maya Kaqchikel, poeta, pintora, epigrafista, maestra de educación primaria, estudiante de la Universidad de San Carlos de Guatemala, efpem / ebi. Actualmente participa con el colectivo «Kamin, proyecto para las artes», se desenvuelve en el medio artístico y académico desde San Juan Comalapa, Chimaltenango. 



Ya no estás

Un azul lleno de pureza
fue testigo del amor.
El corazón radiante del cosmos me abraza
cuando me pongo gris de tanto extrañarte
sigo escuchando la voz de mi espíritu
que dice:
no me dejes, te necesito.

Esperar el paso del tiempo.
Todo se lo ha llevando un suspiro
un suspiro cómplice del viento.





Véte miedo

¿Cómo?
no te escucho.
¿A qué le temes?
¿Al instante del vuelo en el cielo?
o
¿Al amanecer que nos separará para siempre?

¿A qué le temes?
no te escucho
ya no llores
sacude esas manos
y espera el amor.






M i r a d a s

Mirada,
¿de quién?,
¿la de ellos o la nuestra?
Mirada,
¿cuál mirada?
La de ellos que le hacen daño al profundo cosmos
dicen, enamorarse de nuestras tierras
de nuestros paisajes
esperando un descuido para quitarle la esencia.
Mirada,
¿cuál mirada?
La de mi gente
aferrada a lo que no pudieron arrancarnos desde hace 500 años.
Mirada,
¿cuál mirada?
La nuestra
saludando al Padre Sol
sonriéndole a la Madre Tierra y la Abuela Luna

Mirada,¿mirada de quién?¿La nuestra o de ellos?







Arterias

Al paso de las lunas
arterias de polvo envolvente
arterias de arena
arterias de lodo
arterias de piedra
arterias de piel dura

¿Qué rostro tiene la arteria que ahora pisa tu existencia?







Niq’axon ri wanima

¿Akuchi at k’o wi?
B’ey, loq’oläj b’ey.
¿Akuchi xak’waj
rukikotemal nuk’ux?

Nk’uxla’aj apaläj toq yinatzu’
nk’uxla’aj aq’a toq yinaq’etej
nk’uxla’aj achi toq yinatz’ub’aj.
¿Akuchi at k’o wi?

Katampe toq yiwär, pa wachik’,
Jun ch’utiramaj ninwajo’
Jun ch’utiramaj awik’in.

¿Akuchi at k’o wi?
¿Akuchi’ xaya’ kan atzub’al?






Duele mi corazón

¿En dónde estás?
Bendito camino.
¿A dónde llevaste la alegría de mi corazón?

Extraño tu rostro mirándome.
Extraño tus manos y tus abrazos.
Extraño tus labios.
¿En dónde estás?

Ven a mis sueños
Un minuto quiero
Un minuto contigo

¿En dónde estas?
¿Por dónde dejaste tu mirada?





PALABRAS PARA COLGAR EN LOS ÁRBOLES - BREVE SELECCIÓN DE POESÍA GUATEMALTECA.
Marvin García, 
Coordinador regional Proyecto PoétiCA.
Quetzaltenango, Guatemala, noviembre 2013.




ÓSCAR UBALDO BOJ CHOJOLÁN [12.954]

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Óscar Ubaldo Boj Chojolán 

Quetzaltenango, Guatemala. Poeta Maya K’iche’, profesor del Centro Universitario de Occidente, de La Universidad De San Carlos de Guatemala, escribe ensayos y artículos para revistas desde su profesión de economista, además es Antropólogo Social, Politólogo, ha sido actor. Ha escrito teatro universitario, estudioso de la Cultura Maya, es Aj Q’ij, o guía espiritual Maya, Ha logrado varios galardones, sobresaliendo El título de Le Nim Aj v’ix re tinimit, el gran Cantor del pueblo, por sus triunfos en el certamen De Umialtinimit re xe’lajuj N’oj, hija del pueblo De Xe’laju, en tres oportunidades, ha participado en varias lecturas A nivel nacional e internacional, entre otros. 







Dialogo

A veces
cuando hablo con las piedras
cuando beso la tierra
cuando ofrendo una flor
me ven como un loco
es más, me llaman loco.
Qué dirán si les cuento
lo que me dicen.








Güipil estelar

Te pedimos que nos cubras
con el tejido vivo, ancestral.
Y nos acerques a tu corazón
nos arrulles con los
pronósticos Mayas
que nos indican luz







Somos

No somos folclor
ni estadísticas
ni temas
ni problemas.

Somos
los Alom
los K’ajolom
creados con iniciativa
creatividad y sueños,
pues quien se prohíbe soñar
se prohíbe reír y llorar.

Somos maíz
que mantiene su esencia
en nuestro cuerpo
se funden
el agua,
el aire, el calor
y por lo mismo
somos estrellas.

No más que una flor
ni menos que una piedra
somos creación
energía, vida, armonía y equilibrio,
somos Mayas.





Madre

Me enseñaste que la
humildad, va al lado
de la dignidad,
ambas son manos
del todo que
    debemos ser.







Pop wuh

Libro vivo,
donde repta entre
movimientos perpetuos
el K’uk’umat’z protector.
los hermanos Nawales,
las constantes energías.

A través de ti
inhalamos la exhalación
primera del original
pensamiento formador de vida,
movimiento siguiente a
la unión del cielo y la tierra
en el primer Wajshaquib Bat’z
desde donde se desarrolla
nuestra vida,
en un todo,
de orden, armonía y equilibrio.






Danzas

Que tus pies no se cansen
de enviar mensajes
en forma de danzas
al corazón de la tierra,
para llamar a los
abuelos a equilibrar
al mundo.





Ocote

Gracias por
visualizar el universo
a través de la ensarta de tu cuerpo,
luz blanca
donde se escribe la grandeza de
tu pueblo.








PALABRAS PARA COLGAR EN LOS ÁRBOLES - BREVE SELECCIÓN DE POESÍA GUATEMALTECA.
Marvin García, 
Coordinador regional Proyecto PoétiCA.
Quetzaltenango, Guatemala, noviembre 2013.










JUAN DIÉGUEZ OLAVERRI [12.955]

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Juan Diéguez Olaverri

Juan Diéguez Olaverri nació en Huehuetenango, el 26 de noviembre de 1813 y muere en la ciudad de Guatemala, el 28 de junio de 1866 fue un poeta guatemalteco. Su obra está integrada por 54 poemas originales.

Estudió en el Colegio Seminario y posteriormente ingresó a la Universidad de San Carlos y a la Academia de Estudios, en donde obtuvo su licenciatura en leyes en 1836. Sus padres fueron el Lic. don José Domingo Diéguez, abogado y literato cuya calidad firmó el acta de independencia del Reino de Guatemala en 1821 y doña María Josefa de Olaverri y Lara. Fue nombrado juez de primera instancia en el Departamento de Sacatepéquez y en 1844 ocupó igual cargo en la capital.

Fue exiliado a México por el gobierno de Rafael Carrera a quien querían dar muerte un grupo de jóvenes dentro de los cuales estaban los hermanos Olaverri. Sintiendo en este exilio gran amor por su patria escribió su más famoso poema A los Cuchumatanes donde evoca a su patria y los más bellos paisajes de Huehuetenango, un mirador de este departamento lleva su nombre, donde el poeta iba a inspirarse mirando la cadena montañosa, así como los volcanes Tacaná, Tajumulco, Santa María, Atitlán y otros.




A los Cuchumatanes

¡Oh cielo de mi Patria!
¡Oh caros horizontes!
¡Oh azules, altos montes;
oídme desde allí!
La alma mía os saluda,
cumbres de la alta Sierra,
murallas de esa tierra
donde la luz yo vi!

Del sol desfalleciente
a la última vislumbre,
vuestra elevada cumbre
postrer asilo da:
cual débil esperanza
allí se desvanece:
ya más y más fallece,
y ya por fin se va.

En tanto que la sombra
no embargue el firmamento,
hasta el postrer momento
en vos me extasiaré;
que así como esta tarde,
de brumas despejados,
tan limpios y azulados
jamás os contemplé.

¡Cuán dulcemente triste
mi mente se extasía,
oh cara Patria mía,
en tu áspero confin!,
¡cual cruza el ancho espacio,
ay Dios que me separa
de aquella tierra cara,
de América el jardín!

En alas del deseo,
por esa lontananza,
mi corazón se lanza
hasta mi pobre hogar.
¡Oh, dulce made mía,
con cuanto amor te estrecho
contra el doliente pecho
que destruyó el pesar!

¡Oh, vosotros que al mundo
conmigo habéis venido,
dentro del mismo nido
y por el mismo amor;
y por el mismo seno
nutridos y abrigados,
con los mismos cuidados,
arrullos y calor!

¡Amables compañeros,
a quienes la alma infancia
en su risueña estancia
jugando me enlazó
con lazo tal de flores,
que ni por ser tan bello,
quitárnosle del cuello
la suerte consiguió!

Entro en el nido amante
vuelvo al materno abrigo:
¡Oh cuánto pecho amigo
yo siento palpitar,
en medio el grupo caro,
que en tierno estrecho nudo
llorar tan sólo pudo,
llorar y más llorar.

¡Oh cielo de mi Patria!
¡Oh caros horizontes!
¡Oh ya dormidos montes
la noche ya os cubrió!:
adiós, oh mis amigos,
dormid, dormid en calma,
que las brumas en la alma,
¡ay, ay! las llevo yo.





La garza (Fragmento)

¡Oh tú de la onda inmaculado lirio,
melancólica reina del estanque,
tan silenciosa, tan inmoble, y límpida,
cual si te hubiesen cincelado en jaspe!

El destino a tus playas solitarias
condújome tal vez porque te cante,
y mustio como tú, cual tu infelice,
yo de cantarte he mísero vate:

Ora te mire en la serena orilla,
de mansedumbre y de dolor imagen
plegado al pecho el serpentino cuello
y el pico entre los límpidos cristales:

Ora remando en acompasado vuelo,
cual blanca navecilla de los aires,
al céfiro agitando con tus alas,
como a la onda los remos de la nave:

Ora en las ramas del ciprés oscuro,
a la Hada entre las sombras semejante,
vengas a oir en soledad sombría
los últimos murmullos de la tarde.

Sí: yo te canto límpida garzota
espléndida azucena de las aves,
más bella que la espuma del torrente,
que del peñasco borbollando cae;

rival de la paloma sin mancilla,
más pura que la nieve deslumbrante,
émula silenciosa de los cisnes;
¡Salve garza gentil, mil veces salve!

Avara y caprichosa la Armonía
te cerró tus nectáreos manantiales,
que sacian a sus tiernos ruiseñores
y cisnes canos de argentinas fauces;

mas te infundió Naturaleza artista
en tu propia mudez bello lenguaje;
de dolor te formó viviente estatua,
como a esculpirla no alcanzara el arte;

el dolor te inspiró más dulce y manso
su elegíaca expresión tan penetrante,
tu actitud modeló melancolía,
inocencia te dio tu albo ropaje.

¿Qué haces allí, oh nítida azucena,
como sembrada en la anchurosa margen?
¿Nuevo narciso en el cristal contemplas,
por ventura, el albor de tu plumaje?

¿O en dolorosa soledad el duelo
haces tal vez de tu perdido amante,
o de la tierna devorada prole
que en el robado nido ya no hallaste?

¿Comprendes tú mis vivas simpatías,
cuando enhiestas el cuello por mirarme?
¿comprendiste mis votos y mis ansias,
viéndote ayer en tan terrible trance?

Asesino traidor de sutil planta,
oculto se te acerca entre los sauces...
¡Ay de ti ...! Ya te apunta... ¡ya la muerte
miro en tu pecho cándido cebarse!

Brilla entre el humo pálida la llama,
las ondas salpicando, el plomo cae,
vuelas tú, yo respiro y el estruendo
aún se prolonga por el ancho valle.

La muerte apenas con sus alas roza
tus blancas plumas que en el aura esparce
que un breve instante en el espacio giran
y van cayendo y en el agua yacen.

oyera el cielo con piedad mis votos,
óigalos siempre así, siempre te guarde;
pero ¡ay Dios! y tu nevada pluma
enrojecida en tu inocente sangre.

Y yo, leve juguete del destino,
cual l ahoja de sañudos huracanes,
yo cuyo sueño la tormenta arrulla,
yo pobre alción en agitados mares,

yo de tu lado vagabundo huésped
he de faltar también, tal vez más antes;
la última sea acaso que mi planta
huella la florecilla de estas márgenes.

Tal vez mañana por lejanos climas
huyendo vaya de la ley del sable,
si estas montañas de la paz asilo,
también atruena la civil barbarie.

¿Y quién preguntará, lirio de la onda
dónde la suerte nos echó inconstante?
¿Qué fue de la garzota inmaculada;
qué de su errante y solitario vate

que por la orilla del risueño lago
vagaba un tiempo al declinar la tarde,
que en las someras raíces se asentaba
de este frondoso y corpulento amate;

o en lo más alto de las altas cumbres
por la ancha brecha de los montes parte,
allá en el horizonte delineados,
gustaba contemplar sus patrios Andes?





ALEJANDRA FLORES [12.956]

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Alejandra Flores 

(Guatemala, 1965)
Su obra aparece en diversas antologías: Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas del siglo XX (Aída Toledo y Anabella Acevedo, Revista Abracadabra. Universidad Rafael Landivar. 1998); Voces de posgruerra. Antología de poesía guatemalteca (Rossana Estrada y RomeoMogel, Fundarte y Embajada de Suecia, 2001); Mujer, desnudez y palabras, Antología de desmitificadoras guatemaltecas (Luz Méndez de la Vega, Editorial Artemio Edinter, 2002) También en las revistas culturales: La Ermita, Revista de la Universidad de San Carlos de Guatemala y Magna Terra. Es médico psiquiatra de la Universidad Autónoma Metropolitana, México D.F. incorporada a la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Bibliografía

Ternura derrotada (1998, 2007) 
Transparencia del mal (2005) 






de Ternura derrotada 



Tanta angustia y soledad
me han inundado
de palabras.





Padre

Lanzo una carcajada
ante
tu
eterna seriedad.

Otra,
por tu
exigente perfección.

Otra más,
por tu
eterna descalificación.





Antes

Años atrás
me
asustaba todo,
ahora de ese todo
sólo
queda
el miedo a matarte.






La Santísima Trinidad

Nunca había
convivido
con todos mis demonios.
La noche que los
dejé salir
mataron al padre,
al hijo
y al
Espíritu Santo






El precio de
mi libertad
es mi perpetua
soledad.






Me he comido mi vida
a mordidas, he vivido,
puedo
morir en paz.






No me conformo
con no existir.
Me equivoco

No hay retorno.





Empiezo
a pensar,
dejo de sentir







Ternura derrotada

Cada vez
que
te veo
entrás en mi mente,
invadís todo mi espacio interno,
                      me colmo de vos.

Luego,
al desvanecerte,
te empiezo
a expulsar de mí.
                      Paso días en esa batalla.

Solamente
cuando estoy
por vencerme
                      aparecés.
                               Dejás señales,
                                             te vuelvo a ver.





Estereotipo

Es una chingonería
no tener que apelar
a la fingida
estupidez
de las mujeres
para gustarte.





La idea obsesiva
de tu cuerpo
se convierte
en el circuito reverberante
de mi memoria.





Saber

Al besarte
te descifré.

No me equivoqué
ya te sabía.

Has
aparecido y desaparecido
en mi vida
durante quince años.
Casi puedo
recrear exactamente
cada vez que te vi.

El sentirte real
sólo
confirma mi saber.





Entendí,
al verte,
que mi
amor platónico
no
tiene
posibilidades
de dejar de ser.





Ser histérica
es la plenitud del amor.

Quién más puede sentirlo en forma de síntomas
y darse cuenta que no hay engaño.

Te siento metido
dentro de mí.

                     Y eso que no has entrado.






Remhi

Como
la memoria
amorosa
es ahistórica,
te volví
a asumir.

Me volví a equivocar.




CLAUDIA NAVAS DANGEL [12.957]

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Claudia Navas Dangel 

Guatemala 1973.
Feminista, periodista y poeta, he publicado cuentos y poemas en La Ermita, La Hora , Tayer, Los que escriben, así como en la Antología de Poetas de la Pos Guerra. También publiqué en coautoría el libro de cuentos Mis insectos son ángeles. Está pendiente de Publicar: Puntos Suspensivos y Cuatro Perros y 1 más. Escribo una columna de opinión en el Vespertino La Hora , doy clases de comunicación en la Universidad Rafael Landívar y coordino el Observatorio de Medios La Nana, de la Red Andi América Latina, capítulo guatemalteco, entre otros.





Estereotipo

Ahora resulta que soy tu amante
porque a estas alturas,
más de 30 años…
no puedo tener un romance sin cama.
Tampoco una platica de más de dos horas.
Fijo, quiere, quiero
¿Y si queremos qué?
Ahora resulta que soy una perdida
porque ya pasé la edad de merecer
y no me queda otra que coger
de vez en cuando
o quedarme en mi cama
imaginando.
Ahora resulta que soy sólo eso:
mente sexuada
manos y boca en tentación
con deseos carnales..
que no puedo hablar
que no puedo jugar
que no puedo enamorarme.
Ahora resulta que soy tu amante.

Después de mi cumpleaños

He quebrantado todos mis principios
he prostituído mi fe
suicidé mis sueños
amarré mi pecho alambre de púas
me vestí de sin conciencia
y decidí vivir
y lo hice

amanecí
caminé por las calles tambaleando mis pasos
saboreé mi tristeza
brindé con mi llanto
sonreí
apreté muchas manos
asentí
pretendí ser paloma
sin siquiera volar
despegué
me estrellé en el asfalto

me levanté
mis pies se enredaron
caminé
balbuceé estupideces
escribí poesía
lloré
me excité
y perdí los botones que sellaban el espanto
y decidí vivir
y lo hice

los besé
me revolqué en mis mentiras
construí mil historias

esperé

pero nunca pasó nada

me embriagué
perdí el pulso en mi mano
y caminé

caminé muchos años
fracasé

ya no había más llanto

ni palabras que rimar

el camino era plano
no podía tropezarme
no quería caerme más
no podía, ni quería aletear

deserté.







3

No, ya no hay ilusión alguna
la vida es despertarse cuando la luz toca la mañana
caminar por costumbre
saludar fingiendo agrado
trabajar para sobrevivir
pagar las cuentas
tomar café con sabor social
hojear un libro
compartir un beso
cansarme de impotencia
de desconsuelo
beberme la noche
acabar como cualquiera
cerrar los ojos
hundirme en la almohada y fingir un sueño
para que al día siguiente
el alba me disfrace de nuevo.






Fuera

me voy
sin adioses
sin lágrimas
con rencores y tristezas
con las manos vacías

me voy
con un tumulto de recuerdos
y un cúmulo de desazones
con papeles que narran toda mi amargura
con un vestido rojo
y el cabello teñido

con las manos intactas
delicadamente cuidadas
con los ojos cansados
y el sueño rezagado

con la memoria de los muertos
con la impaciencia que los libros despertaron
con el cuerpo encendido
el corazón empobrecido
desangrado
sin alma






Réplica a un canto 

Ni el oropel Mujeril
Ni el vil metal
Tampoco la Luz de Dios
Ni las pompas ni las glorias de la Oscuridad
O la sed de conocimientos
Justifican mi intención de seguir

Soy huesos, tejidos, fluidos, pneumas
Imperfectos finales sin frutos de una ancestral cadena
Perdida aburrida, cansada en el tiempo

Repulsivos, finitos, sin aleteos
Dirigiendo juntos una sola proa
Hacia esa, tu casa final

Nada más
Nada más








WILLIAM JIMÉNEZ [12.986]

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William Jiménez 

Poeta nacido en Valledupar (Cesar) COLOMBIA  en 1988. Sus poemas aparecieron en la antología Yuluka –Poetas de Valledupar–. Hizo parte del fallecido colectivo literario Yuluka.





Los Manglares

Los manglares son estructuras increíbles
sus entrecrucijadas marañas
son una barrera natural
Contra eventos y tsunamis
Son los vigilantes de las costas
Y allí donde se les ha descuidado
Van muriendo y con ellos la protección
Algunos son focos de basura humana
Los manglares son hoteles de paso
Para las aves, los insectos y diversos animales
Refugio de vida y dador de recursos
Hoy van muriendo lentamente
Sus brazos protectores se entregan a la muerte
las costas quedan a merced de las inclemencias
donde están los hermosos manglares
que antaño eran los guardias de las orillas
cuantas lecciones mas necesitamos
para entender que no hicimos bien las cosas







Los siguientes textos son tomados de su poemario 
La épica de la sangre. Frailejón Editores, Medellín, 2013.




Umbral de la semilla
en la llaga
de la ensoñación
retorna
del
barranco vesánico
la iluminación
para la ruptura
del inédito lenguaje



Estamos
en las lavas
dejadas por el éxodo

somos lo desnudo
del volcán



“El poema es acción y no contemplación, es subversivo”

Rebeldía y franqueza, sentimiento y subversión. Así es como podríamos definir “Épica de la sangre” (Frailejón editores, 2013) de William Jiménez. El joven poeta vallenato de 25 años, quien presentó su libro durante el mes de agosto en el Banco de la República de Valledupar, expone en este libro la fuerza de unos versos que desgarran y conmueven.

En esta entrevista, el autor expone su poesía como un acto vital y necesario, una actitud de resistencia ante una sociedad que se reprime, que calla, que vive día a día sin mayores aspiraciones que las de ver el día siguiente.

William Jiménez reivindica el derecho a decir “no”, a adoptar una postura crítica, a pensar y a reforzar la memoria, y a cantar las victorias con la poesía.

Antes de todo, ¿Cómo nace la obra “épica de la sangre”?

Nace por una urgencia de decir, poetizar, metaforizar y resistir. Nace de una sed, de una alucinación, de ser y ensoñar el conflicto al que nos han sometido. Las desapariciones, las masacres, los suicidados, los asesinados, los exiliados,  las violencias por el terror instituido.  Nace por la violencia misma del poema, para combatir.

El título parece remitirnos a una lucha personal o literaria. ¿A qué se refiere?

Lo colectivo y lo íntimo confluyen, copulan, pero más que todo, es una lucha colectiva por resistir, por decir, en un tiempo en que la poesía colombiana está atragantada con “la retórica del silencio” al decir de Susan Sontag. Aquí el silencio se torna político, es decir, nos silencian, nos callan, nos desaparecen. La poesía no aspira al silencio, la poesía lo rompe, y opone el decir, el cantar de lo desconocido, de lo negado. Recordemos a Rilke que en una de sus Elegias de Duino dice: “He aquí el tiempo de lo decible”  ¿Cómo callar frente a la desaparición, frente a las fosas comunes, frente a las masacres, frente a la historia, frente a los cuerpos, frente a los orgasmos, frente a los otros, frente a lo inédito, frente al espato de la vida, frente a la nada, frente a los crímenes estatales, frente a lo imposible, frente a la poesía misma? El poema es acción y no contemplación, es subversivo, la metáfora es la radical política. Subvirtamos ese impuesto silencio, ese callar al que nos han sometido. El poeta morador de la casa del ser no se silencia frente a la nada.

Se aborda la poesía de un modo diferente, es decir sin interrupciones, como si este libro fuera un gran poema que navega entre las páginas de un solo libro. ¿Cómo surgió la idea y, sobre todo, cómo fue elaborándose?

La idea es sugerir una unidad desgarrada (Blanchot), una épica gritada desde la sangre, una ruptura del lenguaje, un descenso, un riesgo para retornar con “la lámpara de arcilla” como diría Perse para agrietar los muros de lo prohibido, para conjurarnos en los otros, en lo radical del poema. El poema debe romper la gramática del poder.

La tonalidad de la obra es innegablemente oscura y visceral. La destrucción carnal convive con la muerte del relámpago y los bosques heridos. ¿Podríamos describir esta obra como un grito de desencanto o de indignación?

Es un grito de esperanza, de resistencia, recordemos a Rene Char que nos dice bellamente: “la resistencia no es sino esperanza”. Aunque puede germinar desde un estado de asfixia, de furor, de inmovilidad aparente por el estado de cosas. El poeta busca hacer espacios donde habite la memoria. La poesía es hostil al capitalismo como lo dice Gelman, a la mercancía del halago y a la zalamería, a la fama y el éxito, a las escaleras de la burguesía. La poesía no ha muerto, pese a todo el absurdo y desesperanza de los poetastros de lo apolítico, del escape. Pese al confort de los nihilistas y los demagogos del poder por obviar el sentido de resistencia de lo humano. La poesía no será derrotada.

En muchos versos, la negación permite describir una condición: “Todo es negado en los huecos de los ojos”; “No naufragaremos más entre las mutilaciones”. ¿Es esto una forma de describir la lucha de un poeta y su resistencia diaria frente al sistema?

Si, tantos maestros nos han enseñado que el no es el comienzo de la ética; y esa ética funda una estética. El no al estatus quo, al sistema, a la podredumbre criminal, a la destrucción que instaura este fascismo, a esa aparente realidad que nos imponen, ese no radical que es el renacer de toda rebeldía. Elogio de la negación, afirmación de lo humano. Poesía: lenguaje inédito forjado por la rebeldía.

Unos versos hermosos dicen lo siguiente: 


“Origen 
de la alucinación 
la radical 
existencia 
de lo marginal”. 

¿Estaría de acuerdo en decir que todo es real, todo existe, pero que la sociedad y sus mecanismos de control se encargan de legitimar la existencia de ciertas realidades?

Este intento político-cultural de dominar, domesticar, idiotizar, marginar, censurar. Este intento fascista de falsear la realidad, de podrir los lenguajes, de legitimar ciertos crímenes, de instaurar un “desfile salvaje” como pensó Rimbaud para que ciertos aparatos y ciertos artistas idiotizados por el poder tapen las verdades, las realidades.

Pero la verdadera poesía es una transgresión, es una ruptura como tanto hemos dicho, una apuesta por la diferencia, por la imaginación, una postura de existencia, de militancia con la vida, con el lenguaje, revelando hendiduras inéditas que nos han negado, prohibido, ocultado. La poesía es desafío, riesgo de alucinar, ese alucinar crea, poesia como diría Silén , lo marginal perturba. Ahora que los pseudonarradores de Colombia huyen de la metáfora guiados por ese sistema que los sodomiza, es importante decir que la metáfora es radicalmente política, porque la metáfora es erótica, porque la metáfora piensa, porque la metáfora es rebelde, porque la metáfora es experiencia, es imaginación, es comunión, es vesania, es virulencia, es insurrección.

En su libro menciona al poeta colombiano Aurelio Arturo con una cita que dice “Te hablo de la sangre que canta…”. ¿Qué le evoca este poeta?

Siempre que leo a Aurelio Arturo, ese libro radical que es Morada al Sur, y veo como míseramente la critica oficialista colombiana ha tratado de volverlo sumiso, comestible diciendo que es el poeta de la melancolía, de la música, de la infancia, quedándose en lo obvio, ese centro que él perturbó trata todavía de empequeñecerlo para los aplausos. Pero fue él quien descentralizó la palabra, descolonizó el lenguaje,  gritó esa “sangre que canta”, de esa lava que canta por “los países de Colombia”, de esa marginalidad del sur, de ese sur que somos, de esa herida ensoñada. Aurelio Arturo es ese rio disidente que nos humedece opuesto al desierto del poder que con sus agentes intentan inocentar su voz, sin embargo, su subversión los perturba y no se deja ultrajar, sus palabras queman a los imbéciles, teniendo en cuenta el sentido que le da a esta palabra Aldo Pellegrini. Aurelio Arturo es el guardián de ese lenguaje que habita en su morada insurrecta.

Anteriormente, publicó en una antología con el colectivo Yuluka. ¿Qué fue ese colectivo?

El colectivo literario Yuluka fue y será una apuesta radical por la poesía, por la amistad, por la libertad, por la comunión, por la diferencia. Una aventura de la imaginación, un compromiso político con el lenguaje.  Un debate, una formación. Un ponerse de acuerdo, una lucha contra todo los poderes, contra la oficialidad. Una dignidad. Yuluka era un grupo simbólico, no tenía jerarquías.

Sin embargo, nos pusimos de acuerdo (Gerson Oñate, Dankir Ortiz, Elkin Pintogamez, Guillermo Palencia, Ariana Molina, Luiser Suarez…) que deberíamos dar fin a un ciclo, que era sano concluirlo, en contra de esa tradición de que los grupos se prolonguen celebrando bodas de oros y toda esa boberías que hacen hasta la ancianidad para mostrar lo que no logran, una obra perdurable, una estética inédita. Pensamos que, con la Antología publicada, mostramos nuestro lenguaje confluyente pero estéticamente diferenciado apartado de la poesía oficial y arrodillada de esa tradición del pesimismo y la posmodernidad que legitima todo poder. No queríamos que nuestra colectivo fuera una leyenda, sino una obra que perdure. Un lenguaje radical. No fuimos como esos grupos que, sentados en sus impotencias, todavía festejan sus fracasos etílicos cada año.






JOCE DEUX [12.987]

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Joce Deux (José Escobar)

Guayaquil, Ecuador 1982. Poeta, narrador, fotógrafo, productor de radio y televisión, y licenciado en Comunicación Social. Se ha desempeñado profesionalmente como realizador audiovisual y guionista.  Es parte del No_Colectivo de No_Arte, “InfraLeves“, y participa en la página de Facebook: “La nube mecánica“. Ha sido publicado en: Casa de la Cultura (Poemario: Los fantasmas de Eva), Revista Krelko (Serie de Poemas: Azar y otras apuestas), Bex Magazine Patagonia (Poesía y fotografía), La Marica Ilustrada #8, Revista Ex-Libris, Antología de Cuentos Casa de la Cultura, Revista Fotocopia, Desborde Magazine, entre otras. Publica sus textos en el blog, “Acéphale”, “Sr. Mierda y su Historia de Cristal” (Con gráficas de Daniel Pico), y “Ciudad Motel“.





Textos de la serie de poemas “Muecas” de Joce Deux



MUECA

escucho la voz del hastío
como si mil guitarras desafinadas 
se dieran de golpes contra todas las canciones
que no pueden entonar

veo los rostros de mis antecesores
comiendo el cordón umbilical de sus homúnculos
abriendo con un bisturí
grietas a las que llamarán destino

toco mujeres que han muerto
y las saco a bailar sobre el epitafio que escribieron
con sus lenguas laxas
antes de enterarse que sus sexos serán olvidados
en la asepsia que trama el universo

hablo con palabras mutiladas
un tartamudo existencialista
por antojos nihilista
hablo como si escupiese una broma afilada
sobre los aguafiestas de una oficina repleta de relojes atrasados

dejo de escuchar la hoz con la que amenaza mi 
/sombra

dejo de observar el zigzagueo de los helicópteros
que transportan comida a tierras
que son tan lejanas como mi piedad por ellas

dejo de tocar la áspera excitación
y me abro una cuenta bancaria y deposito
los cadáveres de la humanidad

dejo que crezca mi barba
y me dejo morir
así la mueca que contemples (se lo diré al hijo 
/que asesiné)
será la mueca que gobierne tu rostro cuando aprendas a rendirte




VAGÓN

"...la vida es un ameno y grave recorrido por los más diversos funerales."
Vila-Matas. Dublinesca.


ha muerto la luz fluorescente
el hálito artificial que anudaba sus dedos
a la cripta de donde todos hemos venido

y maldita sea
que nadie rece por su alma enmohecida
ni que recojan sus huellas porque están debajo de 
/la arena mojada

que nadie l@ recuerde cuando el trago empieza a 
/volverse veneno
y las drogas alas amarillas que zumban
hepáticas
sobre la cresta de la soledad

han muerto sus dientes brillantes
que mordieron los años y el polvo
han dejado una nota donde están todas las canciones
que nadie se atreve a cantar
donde duerme el aroma de lo imperecedero
el ansia de beber a dios
de la boca híbrida de un hombre-mujer
de una mueca-sonrisa
de un orgasmo-dolor

ha muerto un gato
una estrella
un gran sol
una idea
un enfermo de cáncer
un niño que jamás pudo crecer y romperle la 
/cara a su padre
ha muerto un vagabundo
han muerto los relojes
las mujeres que podían caminar sobre carbón hirviendo
y los centavos para el regreso a casa

que nadie rece por ellos porque no están solos
porque el infierno es un lugar donde todos saben 
/bailar
todos menos el fuego

en memoria de la muñeca de porcelana que envenenó su cabello




EL OBSERVADOR


“Piensa imbécil,
Que soñar vivir de la poesía es olvidarte
Del álgebra humana
Y sus signos derrotados, donde entre el soy o
No soy,
La materia fundamental es el comer o no comer.”

Pedro Gil. De las cositas trágicas de la vida.




ese tipo está fuera de una tienda
sentado en una vereda enardecida por el sol
toma una cerveza y mira desfilar balas
cadáveres que imploran tener una erección

ese tipo muerde los neumáticos de buses 
/interprovinciales
sabe quién es sicario y quién es un suicida solo 
/con verlo a los 7 años
sabe romper las costillas de una derrota
y salirse con la suya
sabe cuando meter la mano entre las piernas de 
/una muchachita que ha leído sus poemas
y se siente maravillada cuando él le susurra 
/vulgaridades en su orejita joven y devora su olor 
/de arena humedecida

ese tipo sigue sentado en la vereda
exangüe
besa la brisa de un mar repleto de sirenas que 
/serán atún en la nueva pesca

él alguna vez miró una navaja clavarse 17 veces 
/en su carne
alguna vez sangró
alguna vez arrancó un asfódelo de la cicatriz de 
/su ciudad
y dijo ante todos “que no descanse, que muera 
/cuarenta u ocho veces más”

el tipo se ha levantado de la vereda
va a por otra cerveza
y deja en su lugar un escalofrío
una llaga que alguien intentará sanar
y por supuesto
no lo logrará



INSTRUCCIONES

abraza al fuego
baila en decrepitud
siéntate en la silla eléctrica
elige a la mujer de etiqueta de más de 200 dólares
dispara a algo inmóvil
seduce maniquíes
vuela los sesos a tu niño interior
olvida las promesas
recoge los cadáveres con pala
y no glorifiques nada
nada es la gloria

come como un sentenciado al patíbulo
ama como una espina en la garganta
besa como si besaras un epitafio
acaricia solo las cosas que pueden lastimarte
no tengas esperanza
tampoco le creas a los semáforos
o a las personas que dijeron que dejará de llover
de calentarse la arena
 de doler

rompe tus nudillos
ama solo lo inasible
resiste
no te mates
mata insectos
siembra una mueca
déjate llevar por las dudas
sé una duda clavada en los boquetes de la fe
destroza los libros que te dicen cómo vivir
destroza la nariz de quien te dice qué túnel no 
/escoger
alza tu mano para tomar un taxi
y vete
vete a un motel
vete a otra ciudad
vete a otro manicomio



CUALIDADES

eres el embrión de soledad
una silueta desdibujada
en los resquicios de mis labios

eres la promesa averiada
lamiendo el sexo de un extraño
dos
tres

eres la que amanece
con esa sensación de haber tragado
un bidón de gasolina

eres una red en mi pecera
la que diseca el dolor
y lo cuelga en mi pared

eres la que retuerce mi cuello
y llega al orgasmo

eres el espejo
en el paredón donde me desnudo
y yo soy tu infiel reflejo



4



1

los escritores se bañan
a veces aman
a veces comen
a veces escriben
lo juro
pero nunca abrazan coordenadas
o siguen brújulas
quizás por eso siempre andan perdidos
con los ojos irrigados de estupefacientes
y bolsillos repletos de burbujas ansiolíticas


2

un hombre es solo un hombre
nunca un ejército
siempre se meará en los pantalones
si se enfrenta en un cuadrilátero
contra la sombra de un gato

un hombre que escribe
es un ejército
un héroe
tiene los pantalones mojados
pero jamás escribirá de su incontinencia
jamás dirá que en el primer round
perdió todos sus dientes


3

hay monstruos
los hay
y no se esconden
bailan con mujeres con la entrepierna húmeda
le meten sus lenguas de lija
dentro de sus vulvas rosadas
tararean canciones ahí dentro
y a veces atan un verso
una idea
que luego será un gran texto
empolvado
por los siglos de los siglos


4

los escritores son monstruos
al menos los poetas
al menos el que escribe este texto
y este monstruo luego irá a masturbarse
frente al corazón congelado
de un ángel morfinómano



CULPA

cose tu piel
a la sábana

nutre tu cama
con la sed de los cuerpos
que has encarnado

acaricia la lámpara de noche
bésala si es preciso
ámala
y apaga las luces
y espera que los monstruos
muerdan tus lóbulos
que tus víctimas vomiten
sus enconos sobre tu vientre
y agradece que el armario
permanecerá cerrado
por tres noches más
luego podrás empezar
a temblar





Esbozo

las cuerdas
panteón de seda
están atadas a las vigas

los puñales continúan sangrando

los revólveres están  enterrados debajo de los párpados
y al final de la carretera
todos moriremos
con agujas en los ojos
con una erección avergonzada

con una mujer helada
tan fría como el iceberg de la homosexualidad





Comisuras

“¿Habrá que decir que se le olvidó morirse?”
Yasunari Kawabata (Primera nieve en el monte Fuji)



caíste en la ladera del engaño
entrenado a morder
la cuna de mujeres de memoria coprófaga

entregaste al papel un verso ebrio
abrazado siempre de la luna
hundiéndote en el martirologio incesto
entre dios y tu destino

sembraste un péndulo en las palmas de tus manos
y qué dirán tus líneas:
has muerto
eres la evocación de la humedad
en esa boca tiznada
está tu nombre
tu reflejo
en el filo de la copa
y el beso de la que juró amarte
ahogado en el helio de tu voz


  

Involución

la idea ha caído
auriga trágico

ángel de mis rezos (Lucifer)
para encerrarse dentro de la carne

de los blancos huesos que serán pulverizados

bajo la estela de la luz
desfigura su materia y la sombra se arrastra por los resquicios del ripio
y así nace la palabra
como anzuelo
como dardo
como comida infecta

la palabra se extiende y llora
gime
le aparecen brazos
piernas
lengua
ojos
y camina hasta desgastar sus pies
habla hasta agotar la maciza del engaño
observa hasta autoimponerse que lo que sus ojos fingen ver
es una ciudad
una mentira demasiado grande a la que puede llamar
silencio
dios
ciencia
arte
suicidio
eternidad
hogar
cristo
anticristo
soledad
amor
civilización
poesía




Obstrucción

no hay poesía
no soy un poeta

                                   (soy el animal que escogió  en lugar de sangre, tinta.)

no hay espacio que me reduzca a palabras
                                 (palabras: ornamento inútil entre un corazón frágil y un revólver)
no hay tiempo que me desmenuce en sílabas
                                 (municiones que taladran paredes)

hablo de poesía
cuando dejo de hablar de poesía
aunque quiera arrancar mi piel
y regalársela a la mujer desnuda
que leyó los gemidos de mi dermis (destino)
postrada en la cama que quemé
por cuestiones de nostalgia (azar)

no hay poesía
y escucho el latido de las lágrimas
como hormigas incandescentes
que entran en la caverna de mi ano

no hay poesía
hay dolor
tragi-comedia
        (vodevil barato; espejos de la alquimia; geometría de la desesperación)
muerte
       (el acelerador de un Mustang del 80;  un frasco repleto de xanax; una cartita cínica para los

       hijos que no vendrán)
hospitales atestados de metafísicos  y argonautas
siquiátricos repletos de gatos esquizoides y demiurgos paranoicos

hay una buena excusa para escribir un poema
pero esta noche quisiera culear con un ángel dipsómano
       (culear es una palabra,  ornamento inútil entre un corazón frágil y un revólver)
y que alguien haga el trabajo sucio
que alguien escriba un buen poema





Cuarto # 19

“Sabemos que existe un espacio de libertad entre la carne y el hueso”
Michel Houellbecq 


el deseo se vuelve un alarido sin eco

la cama es demasiado grande
incluso para un cuerpo apático

R  lava sus dientes y escupe sangre
canta xx cuando se ducha
sale desnuda del baño mirando el desierto  de un cuarto de hotel

R arranca las alas de insectos  con sus dientes desviados
ella es una senda tupida de aplausos
y huesos

-bueno
ya es de noche
y no he eyaculado en tu voz

- hay tanto que perder en dos noches
y yo siempre le apuesto al caballo con 3 patas

– R
cierra los ojos
que apagaré tu luz
rompiendo la botella en tu rostro
y me embriagaré
quizás
con los riachuelos donde todas las aves mueren estrelladas contra  sus reflejos distorsionados

R ronca
como si dentro de su diminuto pecho
la bóveda muerta de la humanidad
intentara mover sus escombros

no dormiré
pero acunaré el aislamiento
y le susurraré una canción
la misma canción que venció a todas
las cárceles
corazones de espuma flex
y sombreros olvidados

duerme tú
yo me encargaré
de las cosas insignificantes

por ejemplo
de resistir

por ejemplo
de huir




ANA MARÍA GÓMEZ VÉLEZ [12.988]

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Ana María Gómez Vélez

Poeta y gestora cultural
Vive y trabaja en Cali, Colombia.  Hace parte de Encuentros de Abril grupo de poesía, del colectivo internacional Poetas del Megáfono y de la mesa Cali vive la poesía.

Ha sido invitada a encuentros de escritores y presentado recitales en varios lugares del país. Participa en todas las acciones que visibilicen a las mujeres y las niñas, sus actividades y sus derechos. 
Invitada a la IV Semana mundial de la poesía, Manizales 2013
Invitada al XXVIII Encuentro de mujeres poetas en Roldanillo 2012
Ponente en X JALLA 2012 congreso mundial de Literatura con el simposio La escritura desde el cuerpo. 
Coordina en Cali el Festival internacional de poesía Grito de Mujer y el encuentro Escritores por Ciudad Juárez.
Monitora del taller de Escritura creativa de Mincultura durante tres años.

Publicaciones

Retazos de tinta y de papel, poemas, 2012

Revista La manzana de la discordia Vol 6, No. 1 Universidad del Valle, 2011 Click aquí 
Antologías Vive la poesía Universidad Central de Tuluá 
Cuaderno de Renata, Cuentos 2010, La plana y Palimpsesto, publicados por Mincultura.

Cuenta con tres libros de poesía y uno de relatos aún inéditos.




Incertidumbre

Somos incertidumbre. Una montaña de sensaciones y decepciones.
Las manos vacías con lápices o con teclados para escribir la realidad, para contárnosla, para tratar de entenderla, para mostrarnos que existimos. A pesar de todos los intentos.
La luna llena me habla. Esta mañana, salí a caminar bajo su lumbre a las seis de la mañana –aún no se escondía en un cielo azul sin nubes– su fulgor me llenó de esperanzas que se disiparon con la llegada del sol.





Melodía en luna menor

Es noche 
todo en calma
camino a mi refugio
cartas y comida caliente 
me esperan,
los edificios, los cerros, 
el río, la luna y las estrellas 
me acompañan.
De repente llega 
una melodía 
todo cambia
una anciana sentada en el piso
toca la flauta
pide pan y monedas.
Y mi vida me parece dura… a veces.

Mira un video de la lectura en público del poema Receta 





La brisa se detiene poco a poco

la brisa se detiene poco a poco
se acerca a ti sin que lo notes
te besa y no la sientes
la brisa se posa en tu mano
trae flores y semillas
la brisa te despeina
roza tu nuca
te sorprende y se desliza
te besa y no la sientes
la miras, la buscas
y ya no está.





Descubrimiento

¿Quién teje el delicado hilo
que va desde el camino hasta tus pies?
¿Cuántas estrellas caben
en la cuenca de tu mano cerrada?
¿Cuántos sueños vuelan en un suspiro?
¿Cuánto amor contiene una lágrima?
¿Es verdad que aparecen
cientos de ángeles en una sonrisa?
¿Cuántas veces en un abrazo
están el cielo y el infierno
mezclados e intactos?





¿Cómo desapareció el desamor?

I. 

La caracola que recogió en la playa
sirvió para que la hechicera de la tribu
hiciera un collar
y anudara el silencio a su costado.


II. 

Y de repente todo volvió a su sitio.
Los jarrones antes hechos añicos en el piso,
ahora estaban enteros.
Igual su corazón,
el amor estaba intacto.
El desamor había dejado de existir.


III. 

Ella era una mariposa
y murió al posarse
sobre la flor del color del sol.
A la mañana siguiente
apareció la flor-mariposa:
Era un pájaro tan pequeño
como un dedo meñique
y tan liviano como un copo de algodón.
Besó la flor deshojada
y todo empezó de nuevo.





Sueños

Sueños consentidos
corazón agitado
sentidos atentos
fluyen en mi sangre
deseantes burbujas
suspiros leves
sueños fluyendo
flores deshojadas en mi espalda
manos en mi vientre
aliento cálido
murmullos
sueños y sedas.





Flores en mi ventana

La tarde se viste de rosas y malvas
mientras pienso en ti
flores en mi pelo
la veranera en un florero
tarde de rosas y malvas
enciendo una vela
tu amor persistirá junto al mío
como la brisa
cuánto extraño un abrazo esta tarde
que se hunde en la noche
abismo de estrellas y luna menguante
mañana tal vez la prisa no se imponga
nos daremos un beso con aroma de rosas
eterno como las astromelias.
Flores en mi ventana
promesas de amores que regresan.





Confusión de identidades

Camino por la calle
sigo huellas
rastros
encuentro signos que me hablan
miro el grafismo de los pájaros
leo las nubes y los árboles
que me recuerdan
momentos que no he vivido
aunque los sueños se recortan
contra el cielo azul
con leves velos de nubes blancas
siento que la brisa enreda mi pelo
y recuerdo una mano que juega
en otra época que remite
a momentos que viviré cuando sea mayor
y pueda soñar despierta.

Los anteriores poemas hacen parte del libro Retazos de tinta y de papel, publicado en Cali, Colombia, año 2012.




Quién hace la paz

La paz la canta un pájaro al escuchar la trompeta
contestando a su trino.
La paz la arrulla una mariposa que estira su alas
al sol de la mañana.
La paz la dice la vendedora de chontaduros
que me saluda: niña cómo está de linda, parece una rosa.
La paz la anuncia el hombre en la plaza: Lustro sus botas, bien brillantes.
la paz la alimenta Don Marino como lo hace con los perros sin-dueño de su pueblo.
La paz la tejemos con las vecinas cuando me explican qué hago
para que mi hombre no se vaya con “la contraria”. 
La paz se hace cada día entre yerbabuena, zapayo y maíz.
La paz se aroma con anís, cardamomo y canela.
La paz se hace cada día en la cocina, en el mercado, en la carpintería.
La paz se canta y se labra en el diario afán.
Poeta di el verso y convoca la paz.



Teatro de los acontecimientos

No es en los muertos
no es en los desmembraros
no es en las casas destruidas
no es sobre la tierra
es dentro de mí.




Adiela


para todas

Adiela ultrajada,
Adiela desplazada
Adiela vejada, atacada, mancillada.
Adiela no es una estadística
Adiela es una mujer con la que conversé
varias tardes.

El horror cotidiano
sigue siendo horror.
Trato de sobreponerme
mirando la luna
y escribiendo poemas.

Adiela mejora
Adiela teje sombreros
Adiela se peina y camina.
El horror cotidiano
sigue siendo horror.

Tengo pesadillas
afuera los pájaros
anuncian la aurora
y mis ojos
tienen sombras violetas.

Adiela pinta una rosa y sonríe.
Adiela me da la mano
y siento que a pesar del horror
Adiela anuncia mañanas.


PEDRO EMILIO GIL [12.989]

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Pedro Emilio Gil 

Nació en Valparaíso, Chile en 1875, y desde muy joven ingresó al periodismo y cultivó la literatura en diversos géneros. En 1902 fue secretario de redacción de El Diario Ilustrado, en 1905. Colaboró abundantemente en La Comedia Humana, de Valparaíso, y en 1907 fue redactor de sucesos de la misma ciudad.
Al fundarse la revista Zig-Zag, en 1905, comenzó a colaborar en ella. En 1923 fue, por poco tiempo, secretario de redacción de El Mercurio de Santiago.

En 1924 fue director de El dia de Chillán. De regreso a Santiago, siguió escribiendo en El Mercurio, donde además desempeñó hasta su muerte el cargo de corrector de pruebas.

Abrazó también el teatro, al cual contribuyó con El otro (en colaboración), 1906; El Rey Consorte, 1914; Alessandri sí (en colaboración), 1920, etc.
Es autor de una producción inmensa de breves artículos y de poesías ligeras y humorísticas de ocasión, que ha quedado en las muchas revistas y diarios que le contaron como redactor y colaborador. Empleó casi siempre los seudónimos Antuco Antúnez y Zenón Evero (éste sobre todo en El Mercurio en sus últimos años), para firmar sus trabajos.

Murió en Santiago el 15 de junio de 1934.

Bibliografía:

Sin son ni ton. Prólogo de Ricardo Valdés. Santiago, 1923.




GALERÍA

Donairosa hija de Eva
de tonos aristocráticos,
y que en vez de mangas, lleva
dos globos aerostáticos;
beldad que entera se esconde
bajo blindajes de seda,
¿en dónde la he visto, en dónde?
En la Alameda.

Grata aparición gentil,
que, envuelta en el manto leve,
tan sólo muestra el perfil
de un rostro de rosa y nieve,
y que, arrobado, no chisto
si alguna vez la contemplo
¿en dónde, en dónde la he visto? 
En algún templo.

Insulso nieto de Adán,
hueco y vano como paja,
embutido en un gabán
que es exótica mortaja,
y a quien para duque o conde
sólo le faltan... modales,
¿en dónde le he visto en dónde?
En los portales.

Recomendable sujeto
(que es del último el revés)
que dibuja el alfabeto
Con los vacilantes pies,
y que, en verdad, me contristo
al verle los ojos turbios
¿en dónde, en dónde le he visto?
En los suburbios.

Única visión radiosa
que tesoros de miel deja
en donde sus labios posa
(¡Dios mío! ¿Si será abeja?).
Ángel del cielo bajado,
que al ser que el crimen enfanga
lava de todo pecado
(ya ven ustedes que es ganga).

Visión que el alma extasía
cuando el recuerdo la evoca
¿dó se halla, oh memoria mía?
-En tu loca
fantasía.






CERCA DEL BUEN DIOS

Un domingo, de mañana,
volvía Ignacio de misa
con su abuelita, una anciana
de bondadosa sonrisa.

Charlaba el chico de un modo
tan vario, que, a la verdad,
era un compendio de todo
su infantil garrulidad.

Y entre la abuela y él mismo
(¡Dios mio, qué abuelas éstas!),
formaban un catecismo
de preguntas y respuestas.

-Abuela.
-Di, mi tesoro.
-¿Qué es eso que veo allí
que reluce como el oro?
-Un torreón o cosa así.

-y el sol por encima corre
¿Qué es un torreón?
-¡Preguntón!
Pues .. , algo como una torre.
¿No ve tú mismo: torreón?

(A las luces matutinas,
lanzaban áureos reflejos
las cúpula bizantinas
de un palacio, allá a lo lejos.)

-Di, abuela, ¿quién allí habita?
-Hombre, el dueño del palacio.
-¿Tendrá mucho oro, abuelita,
que así lo tira al espacio?

-Pero, ¡vaya una salida!
¡Me pones en cada aprieto!
(Y acaricia enternecida
la cabeza de su nieto.)

-¡Oh, quién fuera rico!
-¡Ignacio!
¿por qué ese capricho, di?
-Así tendría un palacio
como el que diviso allí.

Treparíamos de un salto
al torreón ése, los dos.
y estaríamos muy alto ..
¡Casi a dos dedos de Dios!

Sonrióse la buena anciana,
y con emoción muy honda,
bajó su cabeza cana
hasta la cabeza blonda.

Y al mostrarle con el dedo 
a un triste, muerto de frío,
dijo en su oído, muy quedo:
-¿Ves aquel hombre, hijo mío?

Pues, llégate a él, le das
al pobre un centavo o dos,
y de este modo estarás
mucho más cerca de Dios.





SOBERBIA HUMILDE

Dios sabe si, no obstante mi orgullo desmedido, 
no soy yo más humilde que penitente alguno;
Él me perdone el gesto con que siempre he querido,
pareciéndome a todos, no emular a ninguno.

A manjares de gloria contrapuse el ayuno,
los repudié aún creyendo que era yo el escogido,
y si grité en la plaza mis vicios uno a uno,
calculé en cien virtudes mi tesoro escondido.

Soy la más rara antítesis; amo a quien más ofendo.
Juguete irremisible de mi sino estupendo,
quisiera dar la muerte para brindar la vida.

Y un día, cara a cara con el Crucificado,
presa de innobles ímpetus, herirlo en un costado,
y luego con mis besos cicatrizar la herida.









CARLOS E. KEYMER [12.990]

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Carlos E. Keymer

Nacido en Santiago de Chile en 1878, fue alumno de los colegios de Radford y de San Ignacio. Al término de los estudios de humanidades siguió la carrera de leyes y obtuvo el título de abogado en 1903. Falleció en Santiago, en 1949.

Obras:

Sentimientos. 1898.
Fénix. Sonetos. 1922.
Emblemas de luz. 1945.
Anfora l1rica. 1949. 
Esta última obra es una recopilación póstuma de toda la producción del autor.




IMAGEN DEL RECUERDO

Un soplo de mujer la niebla esfuma
sobre el obscuro río del olvido;
y las ondas, rizándose sin ruido,
besan la exhalación que las perfuma.

Dibújase, ya libre de la bruma,
en el líquido espejo conmovido,
un semblante risueño, adormecido
entre burbujas de fugaz espuma.

La imagen del recuerdo poco a poco
despierta, iluminada se incorpora,
enciende el alma en vívido deseo.

¡No la quieras asir, corazón loco!
¡Ahógala en el agua engañadora,
sepúltala en el fondo del Leteo!






EL CORAZÓN

Traspasando lo denso y lo difuso,
dejando atrás la esfera más distante,
corazón, tú te arrojas anhelante,
aunque dentro del pecho estés recluso.

Más y más del recuerdo en lo confuso
húndese tu latido penetrante;
más y más lo futuro fascinante
es invadido por tu ardor intruso.

¡Dilátate aún más! Tu luz te guía.
Llevado en tus fosfóricos reflejos
irás siempre adelante de ti mismo.

¡Contráete con íntima energía!
El misterio sin fin no busques lejos:
¡contémplate, que tú eres ese abismo!




CUANDO ...

En la paz de mi espíritu dormitas,
en los pliegues de mi alma estás envuelta,
en mi vida, en mi sangre vas disuelta,
en mis sensibles células palpitas.

Eres fuego en mis ansias infinitas,
en mi mente, venusta forma esbelta,
plácida luz en la mansión revuelta
de los sueños, las sombras y las cuitas.

En el humo, en las nubes te transformas,
en el aire suspiras y me abrazas,
tus encantos en todo están impresos.

Parecerás cual eres, sin las formas
ni velos con que siempre te disfrazas,
cuando como mujer me das tus besos.




ÚNICO AMOR

Unico amor sin gotas de amargura,
sin espinas sangrientas ni temores,
sin recuerdos cargados de dolores,
sin ansiedad por la ilusión futura.

Si haces llorar, es llanto de ternura
que da alegrías cada vez mayores;
rompes las trabas sin dejar rencores,
formas íntima unión sin ligaduras.

Mi alma en tu llama primordial asciende,
que anima al universo y lo renueva,
surgente de lo obscuro del abismo.

y cuanto más se eleva, más se enciende;
y cuanto más se enciende, más se eleva;
y se pierde en el seno de Dios mismo.




NUNCA

Hay versos que no pueden ser escritos,
delirios que no saben ser nombrados, 
anhelos que en el alma sepultados 
la despedazan con secretos gritos.

De la vida misterios infinitos
por el aire y la luz no profanados, '
por quién los inspiró ni vislumbrados,
y a fuego, llanto y soledad proscritos.

Y el corazón conoce y desconoce
la fuerza que lo agita y paraliza,
y sus grandezas agiganta y trunca.

Y en el propio martirio encuentra el goce:
lo sagrado en sus fibras agoniza
sin extinguirse ni expresarse nunca.




Fénix, sonetos por Carlos E. Keymer


RÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 1922-09-18. 
AUTOR: OMER EMETH

Según Boileau, “Un sonnet sans défaut vatu seul un long poéme”. De común acuerdo todos los tratadistas admiten que, en este verso, está expresada una verdad definitiva.

Por otra parte, Jules Lemaitre, hablando del poeta francés José María de Heredia, insuperable “sonetista”, dice: “la forma del soneto exige la sobriedad e impone casi la perfección. De ahí que al soneto no le sea lícito ser más o menos bueno. Es forzoso que sea soberbio o exquisito, so pena de no existir” (“Il doit éter superbe ou esquís sous peine de n’être pas”).

Ahora bien, el problema que tengo entre manos, es este: ¿cúmplese, por ventura, en los 172 sonetos de la colección intitulada “Fénix” la ley de Boileau? ¿No hay defectos en ellos? ¿Vale cada uno de ellos por sí solo un largo poema? ¿Diría Lemaitre que son soberbios o exquisitos? En una palabra, ¿existen o no existen en cuanto sonetos?

Después de leer a “Fénix” y antes de fallar he querido leer de nuevo los cuatro sonetos que, a juicio de muchos, son verdaderos dechados de perfección: uno en inglés, “Mysterious Night” de D. José Blanco White, el famoso “soneto de Arvers”, el más famoso aún (pero muy manoseado y “cursificado”) “Vase Brisé” de Sully-Prudhomme, y, por fin (“last but not least”), los “Conquistadores” de J. M. de Heredia, que es a mi juicio el más maravilloso de todos.

No los analizaré uno por uno ni los compararé unos con otros menudamente, aunque sería esto tan provechoso como ameno. La brevedad del tiempo y la estrechez del espacio me obligan a adoptar un método más práctico, que consistirá en convidar a mis lectores a comparar el mejor soneto de “Fénix” con el peor de los cuatro arriba citados.

El peor es “Mysterious Night”, mas no en el original inglés, sino en la versión castellana de Pombo, la cual dice así:



“Al ver la noche Adán por vez primera
Que iba borrando y apagando el mundo,
Creyó que, al par del astro moribundo,
La Creación agonizaba entera.

Mas luego, al ver lumbrera tras lumbrera
Dulce brotar y hervir en un segundo
Universo sin fin… vuelto en profundo
Pasmo de gratitud, ora y espera.

Un sol velaba mil; fue un nuevo Oriente
Su ocaso, y pronto aquella luz dormida
Despertó al mismo Adán, pura y fulgente.

…¿Por qué la muerte al ánimo intimida?
Si así engaña la luz tan dulcemente
¿Por qué no ha de engañar también el día?”



Temor ante la noche no prevista; admiración ante el esplendor repentino que de ella nace; lección de valor y de esperanza, he ahí todo el soneto de Blanco White. El que lo lee y relee, no tarda en compartir, primero el temor y luego la admiración de Adán y piensa: si hay paralelismo entre el hombre y el universo, ¿por qué la muerte tan temida no sería un engaño? ¿Por qué o sería ella para nosotros una iluminación como aquella que Adán contempló asombrado después de la muerte del sol?

Y esas imágenes evocadas lentamente se convierten en un pensar inagotable… ¿Por qué? Porque existen en el soneto; porque cada palabra de este es como una imagen de película cinematográfica que, iluminada por luz propia, y, a la vez, por la imaginación del lector, se proyecta en la pantalla viva que es nuestra mente. Quien lea “Mysterious Night”, no la olvidará.

Con este soneto compararemos el siguiente, cuyo tema no deja de tener alguna lejana analogía con el de Blanco White.



Las estrellas

Soles gigantes, albos y bermejos
chispas iridiscentes que en la altura
quiso esparcir el Único que dura,
y está en nosotros, y buscamos lejos

sois simbólicos, místicos espejos
de la inmanente luz de la Natura
en la insondable inmensidad oscura
brillante en innúmeros reflejos.

Con mirada lucífera y atenta
os demando el arcano que sigilo
en lo más elevado, en lo más hondo.

Una fuerza os anima y me sustenta:
al adorar su sola esencia, oscilo
entre vuestro esplendor y el propio fondo.



Leo “Las Estrellas”; vuelvo a leerlas una y otra vez: las leo, más no las leo. En el soneto de Blanco White las veo brotar lumbrera tras lumbrera y hervir en un Universo sin fin… El día, cual un velo, me las escondía: la noche, merced al poeta, rasga el velo y poco a poco, acuden esos soles (que son gigantes, albos y bermejos, dice el señor Keymer, hablando como astrónomo no como poeta) y que a mis ojos maravillados son meras chispas de luz.

¿De dónde nace la diferencia de impresión? En Blanco White, todo nace del contraste entre el día que muere y la noche que empieza. Nos ponemos fácilmente en el punto de vista adánico: no conocemos sino el día. De repente este cesa: ¿qué va a suceder? Estamos mudos de espanto, pero he aquí, una estrella aparece y después, otra y otras… un ejército sin fin… un ejército luminoso que derrama sobre nosotros la paz con la luz.

En el soneto del señor Keymer hay afirmaciones astronómicas, filosóficas; y hasta teológicas, pero nada más. Aquello es nítido y frío como una tesis escolástica o una fórmula algebraica. De mí sé decir que nada evocan en mi mente esas “Estrellas”.

Su único efecto práctico, muy ajeno, por cierto a la poesía, sería despertar en ciertos lectores esa pugnacidad natural que no puede permanecer quieta ante la nebulosidad, la vaguedad y el verbalismo de estos sonetos.

Desde el punto de vista técnico, no son, en cuanto a forma, ni peores ni mejores que la mayor parte de los sonetos publicados en diarios y revistas. Los tres defectos que acabo de apuntar no son propios de ellos; pero se intensifican y agravan en “Fénix” por influjo del Teosofismo. O mucho me engaño, o todo en ellos, desde las ideas hasta el lenguaje, viene más o menos directamente de la India vista a través de los lentes de la señora Blavatsky, de Mrs. Annie Besaub y de los “Tagoristas”. De ahí viene en el soneto arriba copiado, ese “Único que dura y está en nosotros”, esa “Fuerza”, esas “Fuerzas” (pág. 72) que, hablando de sí mismas dicen:


“No el bien somos ni el mal, ni luz ni sombras
no rápidas ni lentas vibraciones
ni efluvios, ni conciencia ni inconciencias.
Aunque evocarnos sepas, no nos nombras;
ni entramos ni salimos: las regiones
profundas habitamos de tu esencia” (pág. 73).



Este verbalismo y esta niebla vienen del país que el Ganges riega…

Pero, he de confesarlo francamente, lo que para un enamorado de la claridad griega y latina es vicio, resulta virtud para otros que, en vez de luz, piden mera música verbal. Para estos, el libro del señor Keymer será el más rico de los banquetes, algo como las bodas de Camacho en punto de sonetos.






AÍDA MORENO LAGOS [12.991]

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Aída Moreno Lagos

Nació en Talca en 1896. Hizo estudios en la escuela normal hasta lograr el título de maestra. Después de haber servido en varios establecimientos de educación, fue designada secretaria de la Escuela Normal Nº 1 de Mujeres de Santiago.
Falleció en Santiago el 28 de diciembre de 1943.




¡Y ES BUENA LA VIDA ASÍ!

En el meditar doliente
de la tarde que se va,
hay algo triste y silente
que está en todo y que no está

en ti, no obstante mi empeño
de hallarlo en tu corazón ... 
Haz que despierte el ensueño
repicando tu emoción.

La vida es mala, ¿verdad?
Pues buena es la vida así:
sobre la fatalidad
luz de arriba y desde aquí

humos de ensueño... Después
sobre una pena algún llanto ... 
y así una vez y otra vez
alegría y desencanto ...

¡Y es buena la vida así!







¡COMO OLVIDARLE! ...

¡Cómo olvidarle si dejó en mi vida
todo el encanto del primer amor 
si él me dejó la senda florecida,
si sus besos menguaron mi dolor!

¡Cómo olvidarle cuando el alma pena
por la mirada de sus negros ojos;
cuando aún el eco de su voz resuena
rememorando prístinos sonrojos!

¡Imposible olvidarle! Su sereno
mirar será en la eternidad mi historia ...
¡Amar, sufrir!... Que vierta su veneno

la vida en mi existencia transitoria,
¡mis manos mustias, al finir mi éxodo:
han de alargarse a perdonarlo todo!




CRÍTICA APARECIDA EN EL DIARIO ILUSTRADO EL DÍA 1944-08-06. AUTOR: 
CARLOS RENÉ CORREA

El espíritu de Aída Moreno Lagos a través de su poesía está con nosotros; la verdadera poesía envuelve el secreto de la eternidad, de la permanencia que no está condenada a la contingencia de la materia. Ella alentó en sus versos un divino ensalmo, una poderosa visión de la ternura, de la tristeza, de la soledad. Fue siempre peregrina y viajó ilusionada en busca de la serenidad que le negaban los hombres. Su poesía nos trae el mensaje de un alma que conoció el cilicio de la desventura y que a pesar de ello venció a la sombra con la luz de su lámpara que desafió tantos vientos.

Solo nos queda de ella un libro de poemas; “Dolidamente”, publicado en Montevideo en 1925. Es lamentable que su obra posterior no la reuniese en un volumen, porque quedará condenada al olvido y a una muerte aparente. Tal vez ella así lo quiso por un humilde deseo de permanecer solitaria, desconocida, rodeada de sus cantos que fueron los únicos lazarillos en el viaje.

Aída Moreno Lagos entregó su vida a dos grandes y sublimes menesteres: la poesía y la enseñanza de los niños. Fue maestra como Gabriela Mistral y en la escuela se engrandeció su espíritu. El cansancio de la vida la llevó a la soledad, a cierto retraimiento que solo tuvo término en una muerte también silenciosa.

En la poesía de Aída Moreno Lagos no debe buscarse nada extraño, porque ella es la expresión de una sencilla mujer que amó la belleza, la ternura más honda, el canto que se pierde en recintos anímicos y cósmicos.

Iba por la vida poseída de temores inauditos; una inquietud permanente la perturbaba; para ella la alegría estaba siempre distante, pero en cambio tenía a su hermana la tristeza, junto al camino, habitando en su misma casa. Por eso nos dirá en “Dolidamente”:




“Pensativa, doliente
me acerco hasta el frescor de la vertiente
y me miro temblando en la corriente.
Como inextinta pira
mi conturbado corazón suspira.
Gimen las frondas y la tarde expira.
Vuela desorientada
sobre la tarde inmaterializada
y ungida de tristeza, la bandada
de mis sueños errantes.
¡Oh, las trémulas alas anhelantes
que en la inquietud mancharon los instantes
en que el amor fluía
como rayo celeste y me decía
su clave misteriosa y sonreía!
¡Oh, mis alas heridas
que en el silencio de la tarde cruzan
zonas desconocidas
y plúmulas de ensueño desmenuzan!”




Se convirtió su vida en un ala herida y para ella fueron todas las zonas de sombra. Este hecho no es extraño en la vida de los verdaderos poetas, cuyos caminos siempre cruzan por inciertas regiones. De lo desconocido ellos extraen milagrosamente la raíz de su emoción, de su adivinación de la belleza. Y por eso, ciertamente, la poesía suele ser para algunos oscura, inaudible; suele estar transitada por unos personajes extraños. En Aída Moreno Lagos encontramos siempre al alma que sufre la desolación del amor; si ella nos pinta la naturaleza, si ella penetra en lo subjetivo, si ahonda en lejanas reminiscencias espirituales y humanas, habrá una tortura a flor de labios, una desencadenada furia de viento iracundo que sacude su casa; es el amor que llega:



“Amor llamó a mi puerta dolorido…
Fui hasta mi puerta para abrirle yo,
y se quedó mi corazón dormido
oyendo cómo habló”.



Caminaron juntos; hubo hermandad entre la poetisa y el amor; reverdeció el sendero; tras el pinar se adivinaba la paz serena, pero había también un anillo de espinas que la llagaban. Vino hasta ella el amor dolorido y sus ojos alcanzaron la montaña.

La lectura de sus versos nos regala el placer de conocer la sinceridad de su espíritu y de poder apreciar cierta sutil elegancia de versificación y una fuerza poderosa para coger el símbolo, la imagen de múltiples facetas.

La poetisa quiebra su sollozo de amor frente a la soledad; él no la ha oído, acaso, y ella en medio de su angustia, entrega su canto atormentado y tiene palabras de absolución:



“Porque iba ilusionado, perdónale Señor…
Llevaba en sus pupilas sortilegios de luz…
Porque iba ilusionada, perdónale, Señor…
Si él me dejó sus rosas, ¿qué ha de pesar mi cruz?”




Para ella la vida entera fue esa cruz misteriosa de que nos habla el poema; gracias al canto y a la ilusión no extinguida, fue una cruz ligera, pero a pesar de ello, de agonía. La poetisa llenó entonces de interrogaciones el camino y salió a la inmensidad con su voz enloquecida, pero sin vana estridencia. Era muy humana y soñadora; la visión se engrandecía como sus lunas y sus océanos; el viento llegaba incansable hasta su huerto y estremecía sus árboles. Es el mismo viento de que habla en su delicado poema “Momento Fraterno”:



“Tengo sed, madre mía. Estoy cansada.
Me hace falta beber en la cisterna
de tu blanda mirada.
La vida es breve y la inquietud eterna
en las almas sonámbulas.
El viento
de negra tempestad me ha sorprendido
en el camino, madre. Y de tu acento
llega hasta mí el mensaje conmovido!”




El aria del viento, la voz que se ha quedado suspensa, las rosas que caían en sus manos, la harán exclamar:



“Hermano mío, viento,
sé mi hermano y mi amante:
quiebra en las soledades mi tormento
y arrástrame como a una adelfa errante!”




Fue Aída Moreno Lagos una “adelfa errante” que un día se quedó marchita, el día de su muerte. Se cerró la ventan de su corazón, enmudeció la voz, se trizó la simbólica campana de su amanecida.

Después de este breve peregrinar por sus caminos de poesía, cómo podemos compenetrarnos del profundo sentido artístico que en ella vibraba; no buscó la gloria humana, porque sabía que es perecedera; en cambio cómo procuró entregar todo su espíritu en cada verso, humana y mística expresión de su pasión, de su noble emoción, de su ritual ofrenda a los hermanos viajeros.

La poetisa se ha ido sobre el mar y su navío todavía nos hace señas desde la otra orilla.


LAUREANO JOSÉ ALBA CAMARGO [13.002]

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Laureano José ALBA CAMARGO

Tibasosa, Boyacá, Colombia, 1943

Participa con su recital "Canciòn y poesía", en compañía de su espora, en varios recitales en EE.UU. (2000), en Europa (Italia, Suiza, Holanda, Alemania, 2005), en Tunja (Colombia, 2008). 

Poemarios y premios:

Poemas (1972), Averiguaciones (1976), Poemas eróticos (1978), Golpes de ciego (1984), Manual para violentos (2002), Paisaje del tiempo (2004), Nuevos signos (2012). 

 Haciendo parte del grupo de teatro de la Universidad de los Andes viaja, muy joven a Alemania donde participa en el Festival Internacional de teatro de la ciudad de Erlanguen. Su actividad como actor la continúa en Cali con el grupo de teatro Grutela, que estudia a Grotowski y Stanislavski.
Últimamente ha estado interesado en la pintura. Su exploración ha sido especialmente en el músico y pintor Paul Klee




ESTO ES LA PATRIA

A cada paso un muro
que intentó levantarse
hasta convertirse 
en una Torre de Babel, 
o por lo menos un cobertizo
para cubrir los deseos
de una pareja joven 
con los sueños volando, apenas.

Pero allí está convertida 
en polvo, en argamasa, o espuma
de una ilusión baldía.

¡Esto puede ser la patria!

Pero también
es una llanura de verde intenso
con matices como los de una pizarra 
en arco iris.

O un páramo que embiste a los cielos
buscando el honor del planeta
que está en mengua.
Si, esto también puede ser 
la patria.

      DEL LIBRO "OTROS SIGNOS"







DESPIADADO AMOR

Antes de que llegaras la ciudad estaba sola,
era como un alma en pena con sus miserias y sus mugres, 
que ponen frío al más caliente corazón.

Y entonces apareciste
-con tus desesperos de cualquier mortal
que mata a su sombra- para que la semilla 
de un horizonte tan siquiera soportable se pudriera.
Fuiste llegando con la lentitud de un amanecer.
No podía faltar el sabor que tienen los humanos
(su escondida tragedia de un pasado amargo)

Y fuiste entonces pareciéndote tanto
a la ciudad -que he estado mirando
por un agujero de mi memoria derrotada-
con las imprecaciones de los choferes de bus
y las revendedoras de la plaza de mercado,
y sus buses urbanos que viajan hasta el cielo,
llenos de enamorados que se tocan,
pero también con sus vendedoras de rosas
y sus artistas callejeros que viven del milagro

Entonces nada más puedo decirte
que he de seguir amándote como un fierro viejo,
con todo el corazón que me cabe en medio
de los días que mejor me sientan
Sin rencores ni miedos, como debe ser el amor,
de los que estamos enamorados, 
así: ¡despiadadamente!.

      DEL LIBRO "OTROS SIGNOS"








ALGÚN DÍA SEÑOR

Algún día Señor diremos:
¡Estuvimos en guerra!

Y el dolor regresará 
como un eco lento 
sobre la tierra 
que amamos.

Y alguien desde 
esa penumbra dirá: 
Yo también estuve 
en esa lejanía de sombras 
y misterios, en esa pérdida.

Yo también estuve 
en esa confusión de lenguas, 
perturbado y sin descanso.

Yo he estado también allí, 
pero hubo un rostro, 
pero hubo un canto, 
que encendió las calles 
de las ciudades.

Hubo un rostro 
y una mano bajo las sombras.

Yo también estuve allí, Señor

      DEL LIBRO "OTROS SIGNOS"




LAS MUJERES 
DE MANTOS AZULES

Por entre las hojas de los naranjos 
vienen mujeres con sus mantos azules.

Por entre esas hojas 
que curan los insomnios 
vienen las golondrinas 
que habían jurado no volver.

Bajo el claro y la penumbra 
de esas plantas 
vienen las mujeres 
que se mantuvieron 
anhelantes, 
con los ojos abiertos 
ante el desastre.

Sin dar su espalda para 
que fuera más verídica 
su alucinación.

Por entre las hojas 
de los naranjos 
vienen las mujeres 
de reboso y manto.

      DEL LIBRO "OTROS SIGNOS" 





BAJO LA ESPERA DE LA LLUVIA ESTOY

Bajo la espera de la lluvia estoy,
pero es solo una disculpa.
La lluvia eres tu mi amor, 
apareciendo esta mañana,
en esta presunción de alegría 
que es el sonido de tus pasos. 

Y aquí estás llegando amor 
En el paisaje del girasol y el almendro 
que alardean junto al cielo, 
para alcanzar los pájaros
que cruzan rumbo a un lugar 
en el que viaja mi corazón, 
acompañando tus lentos pasos

La mañana crece con su húmedo repiqueteo,
Y el laborioso tiempo va dispersándose. 

Hay un color creciendo 
en medio de las siembras
es el presentimiento de la lluvia.
Es la lluvia que viene creciendo
Eres tú la lluvia cantando en todo mi cuerpo. 

(2003) 




DÉJAME QUE TE TOQUE, AMOR MÍO

Déjame que te toque, 
amor mío, para estar seguro 

Déjame que te toque.
Solo será un momento
en el que pondré música
en mis dedos para recorrer tus labios
e inventar, con mis ojos cerrados,
el sabor de los duraznos, 
la miel que desciende 
como aleteo de pájaros

Déjame que te toque amor mío
para que yo pueda inventarte nuevamente. 
y construyamos la certeza que fluye 
hacia el bosque encantado
que fueron nuestras primeras
caricias, la flor de nuestros besos.

(2003)







OCTAVIO AMÓRTEGUI [13.003]

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                                                                        Dibujo de Octavio Amórtegui
                                                                       Autor:Ramon Barba


Octavio Amórtegui

Poeta, diplomático, académico, prosista, dramaturgo y cuentista nacido en Bogotá, el 19 de febrero de 1901, muerto en Celaya, Estado de Guanajuato, México, en 1990. Octavio Amórtegui Rojas estudió periodismo en la Escuela de Altos Estudios Sociales, y en el Instituto de Periodismo de París. Se destacó como cuentista urbano y psicológico. Perteneció al grupo de Los Nuevos, junto con José Umaña Bernal, Rafael Vásquez, Germán Pardo García, Juan Lozano y Lozano y Alberto Angel Montoya. Su cuento "La espera" (1944) es el más representativo de su obra, aunque Eduardo Pachón Padilla afirma que ,<sus propias ideas y la visión de su cosmos se patentizan más en "Caperucita gris", "Musgo para el pesebre", "El bobo del pueblo", "La ocasión" y en su relato "Fray Simplicio". Amórtegui es un escritor en quien predomina la ironía; Pachón Padilla dice: Su talento creador aprovecha la exposición de sus juicios y los ambientes y escenarios de antaño, en un moderado lirismo y con símiles y metáforas acertados. Amórtegui es autor de poesías infantiles como "Torcuato Meñique", "El trompo de poner", "El morrocoy diligente", "Mary-cocas' y "El rey Pepinito". Entre sus libros de poemas se destacan: Patios de luna (1924), Ultramar (1932), XIII Poemas (1943), Manolete (1949), Horas sin tiempo (1957), Nubes de antaño (1961), Cuando regresan los caminos (1962), Sangre votiva (1970), Versos marinos, Poemas escritos en la arena, Sol en las bardas, Rondallas de sol a sol, y Pasos perdidos. También es autor de los libros de cuentos El demonio interior (1946), Estampas de bruma (1952), Fray Simplicio y otros cuentos (1953), De incógnito en la vida (7969), Un día de estos; y de los ensayos Poetas y prosistas del Centenaria y Diccionario de periodismo [Ver tomo 4, Literatura, p. 207]. (MARÍA ISABEL VARGAS ARANGO)



OCTAVIO AMÓRTEGUI

Mediaba la tarde del martes 19 de febrero de 1901, cuando en Bogotá, en el barrio de las Aguas, al pie de Aguanueva, en la casa florecida de geranios, marcada con el número 1K de la calle Buenavista, nace un niño al que le darán el nombre de Octavio y recibirá el apellido de su padre, Amórtegui.

Su vida de escuela es como la de todos los niños de entonces. Los días pasan entre lanzar el trompo y elevar cometas en los vientos de agosto. Ya en la juventud se relaciona en los cafés del centro de su ciudad natal, con el grupo literario de Los Nuevos. Comparte veladas con León de Greiff y Rafael Maya, sus amigos de generación.

Viaja y estudia en Europa. De ello él mismo dará testimonio en Lecturas Domincales de El Tiempo de Bogotá al cumplir sus 70 años: "Y poseo además algunos diplomas: el de la Escuela de Altos Estudios Sociales de París; el de Historia del Arte de la Sorbona, fruto de un curso intensivo y especial en las propias salas del Luvre; el de la Academia colombiana de la Lengua; el que me confiere el título de arquitecto del templo de Salomón, de los Valles de Buenos Aires; el que otorgó la comunidad Latino Americana de Escritores; y uno de la Universidad Nacional autónoma de México por mi divulgación radiofónica de los valores colombianos".

En 1923 se halla en un país de Suramérica, cuyo nombre no quiere recordar. Está ahí porque sus amigos le han insistido. Tendrá que hacer su primer recital y el miedo al público lo tiene casi paralizado. Se llena de valor y comienza a declamar los poemas de su primer libro Patios de luna. Hay muchos aplausos entre el público que lo escucha y que resulta ser de la aristocracia. Una vez se retiran del teatro, el joven poeta pasa apresuradamente a reclamar la caja. No había caja. Los organizadores habían desaparecido con el dinero que estaba destinado a la compra de nuevos vestidos para los pobres para el cambio de estación. Sin un centavo en los bolsillos, Amórtegui se ve en muchas dificultades para pagar el alquiler del frac que usó en la función.

Contrae matrimonio con la pedagoga boyacense Alicia Ruiz Escobar que se desempeñaba como directora del Liceo Femenino de Cundinamarca, mientras él lo hacia como jefe de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Pero un día, "nos cerraron todas las puertas. Alicia dijo:";Aquí no nos quieren", y emprendimos el éxodo. México nos recibió con los brazos abiertos, y allí crecieron y se educaron mis otros hijos", Tatiana y Octavio. De su primer matrimonio con Isabel Castillo Casas había nacido Mario.

El sábado 17 de febrero de 1951, a dos días de cumplir 50 años, sufre un atentado junto con el periodista García Peña: "Y a pesar de mis ansias de vivir, que resultan a veces mortales; del íntimo cuervo de Poe, que vale el buitre de Prometeo; y de otra clase de pájaros, como uno gris y negro, que me hizo dos disparos a quemarropa en la puerta de El Tiempo". Murió en México en 1990. 



VESPERAL

Desgranaba un turpial en el sendero
Una canción que le aprendió a la fuente,
Y en el viejo jardín convaleciente
Daba todo su aroma un limonero.

Ebrio de sol, el aire jardinero
Incensó de azahares el ambiente
Y cuando la oración curvó su frente
Lloró la tarde su mejor lucero.

Hora de indefinibles añoranzas:
Porque bajó de la montaña, pura,
Rezó el agua sus bienaventuranzas…

Y el cielo fue tan diáfano y profundo
Que humedeció su azul, hecho ternura
La mirada del Padre sobre el mundo.





Mar Afuera

Pescador, hermano mío:
si naufrago en tu ribera,
si largo por fin el cabo...
¡no me sepultes en tierra!
Escóndeme en un cayuco
de esos que el ostión gangrena,
un cayuco carcomido
de los que ya no navegan.
Escóndeme de la aduana
y de sus guardas. Haz cuenta
de que soy un contrabando
que le pasa al mar la tierra...
Colócame un caracol,
grande, bajo la cabeza;
y por si los alcatraces...
cúbreme con una vela.
Luego, en la noche, al pescar,
me remolcas mar afuera
y me olvidas bajo el cielo
que es una barca que sueña!
Antes, con letra de fardo,
le pones, por si lo encuentran:
"no hagáis caso de esta barca
que es lo que el viento se lleva"

...

Bajo este silencio azul
yo me iré sin tanta pena...

...

¡No se lo digas a nadie
pescador, porque me entierran!




Playa

Hombre que estás contigo a solas
sobre la playa, frente al mar,
pensando, en tanto desarbolas
tu flotilla crepuscular.

Y soplan en las caracolas
las raucas brisas del palmar:
¿De dónde vienen estas olas
cantando su mismo cantar?

¿Tras de su malla de reflejos
mecen recuerdos de otras vidas
y de otro amor, en sus espejos?

¡Tus quejas calla por sabidas,
las olas vienen, de muy lejos,
sólo a lamerte las heridas!




“Mural de rostros”, que Amórtegui escribiera en 2002 y del cual se sentía sumamente orgulloso no sólo por su extensión que rebasa todos los anteriores, por la cantidad de elementos que reúne, por la hechura, por la propuesta poética aglutinante, por el juego que implica, por la ironía, por los elementos que introduce en la poesía que nunca antes otros autores habían utilizado, un poema fuera de serie que nosotros, entusiasmados tanto como él, editamos en el número 10 de Nezáfora, aparecido en febrero del 2003, es decir, unos meses antes de la muerte de Octavio, acaecida en noviembre de ese mismo año.
Está escrito en verso libre y hace un recorrido por muchos instantes y países, por múltiples sucesos históricos, antiguos y recientes, nombra un sinfín de personajes de la ciencia, de la política, de los espectáculos, su léxico es riquísimo y la cultura universal del autor luce de una manera extraordinaria, los recursos que utiliza no son los comunes, metáfora, prosopopeya, etcétera, sino el absurdo, la sugerencia, la nueva realidad, el imposible, por ejemplo, cuando Trotski toma café en Coyoacán con Flores Magón, cuando escuchamos la Décima sinfonía de Beethoven, cuando Louis Armstrong toca la trompeta del juicio final, o bien cuando “Laika con sus ojos en el infinito gira en torno a la Tierra”, o bien cuando Cantinflas dice: “como que somos, como que no somos, como que me fui, como que me quedé, como en qué quedamos”. Poema grandioso cuyo tema central, sin embargo, es la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Sintetiza en sí muchas tendencias poéticas pasada y presentes: está el absurdo de Tzara, el surrealismo de Breton, el Creacionismo de Huidobro, el simplismo incluso y hasta el feísmo de Girondo, pero, principalmente, la novedad, la acumulación y, por supuesto, la poesía en todo su esplendor, sensitiva y tierna, valiente y optimista, contestataria y propositiva. Veamos un fragmento, sólo un fragmento, que nos permita imaginar el resto de este inmenso poema nacido en Nezahualcóyotl para bien del mundo, para bien de los amantes que han hecho de la poesía su mejor forma de manifestar lo que son y lo que no podrían dejar de ser. Gracias y eterna vida a ti, Octavio amigo, Amórtegui de todos los sueños y las alas.


Mural de rostros

Cae la noche en Tlatelolco,
un anuncio de Coca-cola se enciende
                                         y se apaga.
En el Zócalo, politécnicos sueñan.
En la UNAM vientos lacandones,
un camión de bomberos se detiene.
María Sabina “viaja”.
Carlota de Habsburgo barre
en la Avenida Insurgentes y Reforma.
En una carroza pasa Juárez.
Con campanas, Hidalgo forja su voz.
Villa y Zapata por Querétaro cabalgan.
Cárdenas expropia el petróleo.
Rosario Ibarra y las mujeres de la Plaza de Mayo,
buscan y no encuentran.
Apagón en Nueva York, nueve meses después,
cigüeñas atareadas.

Pedro Infante canta ‘Amorcito corazón’.
Cerca de la Habana, Lincoln,
Washington y Fidel, pescan.
En París, en el Sena, Marcos rema
(en su bota izquierda lleva a Durito
                               de polizón).

Lenin navega en la noche del Volga.
Una voz pregunta ¿Quién va?
Otra responde: Nadie.
Marx camina por el Central Park
de Nueva York, ningún fantasma/le acompaña.

Trotski toma café en Coyoacán
con Flores Magón.
En la Casa Blanca, Martin Luther King
                              sueña, sueña, sueña.
Marilyn Monroe canta ‘Happy birthday
                              to you’.

David Coperfield desaparece la estatua/de la Libertad.
George W. Bush sonríe; James Carter
                          es Nobel de la paz…










MONTSERRAT ORDÓÑEZ VILÁ [13.004]

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MONTSERRAT ORDÓÑEZ VILÁ

(1941-2001) nació en Barcelona de padre colombiano y madre catalana, y educada en una doble identidad, residió en Bogotá, donde enseñó y escribió. PhD. en Literatura Comparada de la Universidad de Wisconsin-Madison y Profesora Titular de la Universidad de los Andes, publicó sus trabajos en numerosas revistas de ambas Américas y Europa, y se especializó en literatura escrita y leída por mujeres. Se le deben en particular una recopilación de trabajos críticos sobre La vorágine (Bogotá, Alianza Editorial, 1987), una edición crítica de la misma novela (Madrid, Cátedra, 1990), una selección de escritos de Soledad Acosta de Samper (Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1988) y una edición de Novelas y cuadros de la vida suramericana de la misma escritora (Bogotá, Ediciones Uniandes y Editorial Javeriana, 2004). Autora de los poemarios Ekdysis (Roldanillo, Ediciones Embalaje del Museo Rayo, 1987) y De piel en Piel (París, Indigo, 2002), y de otros textos hechos con algo de araña, de caracol, de escorpión y de camaleón. Porque desde siempre jugó con las palabras. Con ellas y de ellas vivió, lectora, estudiante y profesora de idiomas y de literatura, editora, traductora, conferencista, periodista, crítica literaria, investigadora, viajera y escritora, actividades que le descubrieron imprevistos mundos.




Cenicienta

You can hear their dreams. 
Dylan Thomas


Se levanta al borde del abismo
su casa la medida del tiempo.
Lo ve dormido
cuerpo perfecto si no se nubla
si no se eriza y
se le cierran las cicatrices devoradoras.
Baila y ayuna.
Sus zapatillas de oro y cristal
han recogido alquitrán y sangre
trampas y odios
pies amputados residuos tóxicos.
Ahora calzada
sorda y zurda
ella es el sueño
regalada vendida
ya no se mueve en su estrecha piel
su pie el destino de un rumbo falso.
Empieza por el principio
corre sin aire al bosque de leche
algo de loba y algo de esclava
rabiacadabra escupe la maga
ratas y pájaros la reconocen
sopla lentejas en la ceniza
quema los zuecos las zapatillas
cambia de pie
se estira húmeda
pisa y se va.
El tiempo pasa. Escucha. El tiempo pasa.




NO SOY

They brush the surface of the world.
Their nets are full of fluttering wings.
Virginia Woolf. The Waves


Soy miles de mariposas
perforadas, acribilladas, disecadas,
extendidas en los recuerdos muertos de otros.

Las alas se desintegran
en polvo de sombra de ojos
y quedan huecos carcomidos:
lepidóptero devorado por el insecto-recuerdo
que lo fija y lo diseca.

El polvo de alas gotea.
El gusano se ha fundido en la aguja que lo mata,
en los ojos que lo observan y las alas que se pudren.

Y otras olas de imagos aún vivos piden su turno,
Mientras yo me alejo de ellos más y más.
Mariposas que gotean polvo de alas, polvo muerto,
ya.





UNA NIÑA MALA

Quiero ser una niña mala y no lavar nunca los platos y escaparme de casa. No voy a explicarle las tareas a nadie, ni a tender la cama. No quiero esperar en el balcón, suspirando y aguantando lágrimas, la llegada de papá. Ni con mamá ni con nadie. Cuando sea una niña mala gritaré, lloraré dando alaridos hasta que la casa se caiga. Cuando sea una niña mala no voy a volver a marearme y a vomitar. Porque no voy a subir al auto que no quiero, para dar las vueltas y los paseos que no quiero, ni voy a comer lo que no quiero, ni a temer que alguien diga si vomitas te lo tragas, pero a papá no se lo hacen tragar. Yo voy a ser una niña mala y sólo voy a vomitar cuando me de la gana, no cuando me obliguen a comer.

Llegaré con rastros de lápiz rojo en la camisa, oleré a sudor y a trago y me acostaré con la ropa sucia puesta y roncaré hasta despertar a toda la familia. Todos despiertos, cada uno callado en su rincón, respirando miedo. Quiero ser el ogro y comerme a todos los niños, especialmente a los que no duermen mientras yo ronco y me ahogo. Porque los niños cobardes me irritan. Quiero niños malos, y quiero una niña mala que no se asusta por nada. No le importa ni la pintura ni la sangre, prefiere las piedras al pan para dejar su rastro, y aulla con las estrellas y baila con su gato junto a la hoguera. Ésa es la niña que voy a ser. Una niña valiente que puede abrir y cerrar la puerta, abrir y cerrar la boca. Decir que sí y decir que no cuando le venga en gana, y saber cuándo le da la gana. Una niña mojada, los pies húmedos en un charco de lágrimas, los ojos de fuego.

La niña mala no tendrá que hacer visitas ni saludar, pie atrás y reverencia, ni sentarse con la falda extendida, las manos quietas, sin cruzar las piernas. Las cruzará, el tobillo sobre la rodilla, y las abrirá, el ángulo de más de noventa, la cabeza alta y la espalda ancha y larga, y se tocará donde le provoque. No volverá a hacer las tareas, ni a llevar maleta, ni a dejarse hacer las trenzas, a tirones, cada madrugada, entre el huevo y el café. Nadie le pondrá lazos en la coronilla ni le tomarán fotos aterradas. Tendrá pelo de loba y se sacudirá desde las orejas hasta la cola antes de enfrentarse al bosque.

No me paren bolas, gritará la niña mala que quiere estar sola. No me miren. No me toquen. Sola, solita, se subirá con el gato a sillas y armarios, destapará cajas y bajará libros de estantes prohibidos. Cuando tenga su casa y cierre la puerta, no entrará el hambre del alma, ni los monos amaestrados, ni curas ni monjas. El aire de la tarde la envolverá en sol transparente. Las palomas y las mirlas saltarán en el techo y las terrazas, y las plumas la esperarán en los rincones más secretos y se confundirán con los lápices y las almohadas. Se colgarán gatos y ladrones y tal vez alguna rata, por error, porque sí, porque van a lo suyo, de paso, y no saben de niñitas, ni buenas ni malas. Armará una cueva para aullar y para reír. Para jugar y bailar y enroscarse. Para relamerse.

Ahora el balcón está cerrado. El gato todavía recorre y revisa los alientos. Es tarde y la niña buena, sin una lágrima se acurruca y se duerme.





Una y todas

He buscado donde duele la ausencia. 
Me hurgué los intestinos y me vacié el útero como una
molleja, pero no era 
allá.
Me escuché el corazón, campana sorda, y me escarbé los 
pulmones, esponjas de 
sed y ahogo, pero no era allá. 
Me observé el estómago, paloma de agudas uñas y alas 
desazonadas, pero 
no era allá.
Salí de las entrañas y me toqué la piel y mi piel 
gritó y encontré la ausencia, cubriendo mi superficie, 
debajo de las uñas, en la nuca y el paladar, detrás 
de las rodillas y en la espina dorsal.
Piel untada de ausencia que lavo a pedacitos hasta que 
pueda escapar de ella. 
Cambiaré de piel y me sacudiré la ausencia.
Y por fin, superficie despellejada, me arranqué tu piel.

No soy
Soy miles de mariposas
perforadas, acribilladas, disecadas,
extendidas en los recuerdos muertos de los otros.
Las alas se desintegran
en polvo de sombra de ojos
y quedan huecos carcomidos:
lepidóptero devorado por el insecto-recuerdo
que lo fija y lo diseca.
El polvo de alas gotea.
El gusano se ha fundido en la aguja que lo mata, 
en los ojos que lo observan y las alas que se pudren.
Y otras alas de imagos aún vivos piden turno,
mientras yo me alejo de ellos más y más.
Mariposas que gotean polvo de alas, polvo muerto,
ya.






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