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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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REBECA BOWMAN [12.787]

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Rebeca Bowman 

(Los Ángeles, California, EE.UU.  1960). Radicó en Ciudad Victoria. Fue becaria del CONACULTA y del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Tamaulipas. Obtuvo el Premio Estatal Juan B. Tijerina en cuento, el Premio Estatal de Cuento del ISSSTE y el Premio Internacional de Dramaturgia Manuel Acuña. Ha publicado varios libros entre ellos Los ciclos íntimos, Portentos de otros años, La vida paralela y Horas de visita. Sus cuentos se han incluido en antologías y sus obras de teatro se han puesto en escena varias veces. Recibió un reconocimiento especial del Gobierno del Estado de Tamaulipas por su contribución a la literatura estatal. Es profesora de español en Texas State University y vive en San Marcos, Texas.




NO PORQUE NO HABLE…

No porque no hable
no sé la respuesta.
Entiendo más que tú,
pero no lo captarás.
Tu desdén inmediato,
tu desdén que empezó
desde que leíste mi nombre en tu lista,
desde que viste mi rostro en el salón,
desde que oíste mi inglés marcado
por un acento que es pura música,
pero música que no logras escuchar,
tu desdén te ha atontado.
Por eso me callo
no me entenderás.






EL LAMENTO DE LA FINADA

No vi las estrellas más que del mirador
ni fui más lejos que el manzanar.
Mi día fue amasar pan, barrer, lavar,
mi noche labrar sobre el bastidor.

Nací mujer y mi destino se selló
no con mi cuerpo sino con tu puño.
Lo que es se vuelve regla y ley,
el cautivo esclavo, el rey tirano.

De rodillas recé, de rodillas viví,
encogiendo mi cuerpo, mi espíritu,
cerrando mi mirar sobre un cirio,
abriéndome sólo a tu pedir.

No vi las estrellas más que del mirador
ni caminé jamás bajo los olivos.







RITUAL

Fragmento



Cristales de azúcar sobre la mesa
brillan en la luz angular del día.
Los miro y espero que acabe mi mamá.
En el Burger King las horas no pasan.
Mi hermana me presta una crayola
y vuelvo a pintar la servilleta.
Terminará a las diez, así nos dijo.
Después iremos al restaurante Furr’s
donde mamá también hace el aseo.
Allí Rosario y yo nos quedamos
en el coche en el estacionamiento.
Y leo Batman a la luz del faro.
En clase mis ojos se cierran sin querer.
La enfermera pregunta si hay algo,
si en la casa alguien me maltrata.
Pero quien me pega no es mi mamá.



***



Si soy la única aquí
en esta habitación
entonces te nombro
vaso
te nombro
mesa
y eres mía
silla
soy yo quien decida
hasta que entre otro
y lo destruya



***



Mi mente se abruma y no me acuerdo
de nombres ni fechas pero sí
del olor de mi casa por la mañana
y la caricia de mi madre en la frente.
No sé ya ni las capitales del mundo
pero sí sé cuando alguien finge cariño
y quién trae dentro un dolor.
sé que mi experiencia no es rentable
pero vale más que cualquier título.







DAFNE MEEZS FLORES [12.788]

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Dafne Meezs Flores 

(Temuco, CHILE   1979) ha publicado en la antología Sur Fugitivo, poetas jóvenes de la IX y X regiones, Riesgo País, recopilación de poetas participantes en el encuentro del mismo nombre realizado en Valdivia 2008, y en publicaciones virtuales. Ha participado en diversos encuentros poéticos en distintas ciudades del sur de Chile. Es profesora de Lenguaje y comunicación. Ediciones Lar publicará publicará este año su libro Jardines abisales.



PUPA 

haciendo una crisálida de origami, una niña 
mira 
a una niña sentada en el suelo, hacer 
una pupa de papiroflexia. 

Imagina que su papel se desdobla 
y vuela hacia los diminutos miosotis amarillo y celeste, olvidados en 
la falda de la niña 
en cuyos dedos la metamorfosis de la pupa se despliega 
animada por la memoria de los colores 
celeste y amarillo 
de los nomeolvides que una niña, sentada frente a ella, colectara en 
el vestido.  





Llegué tarde 

Llegué tarde a casa 
Anduve buscando poesía, 
Gasté mi dinero 
Gasté mis zapatos 
Mis rodillas. 
Encontré sólo nombres diferentes para las cosas de siempre 
Y el ritmo inconstante 
De algunas canciones remozadas. 
¿Dónde está mi cabeza? 
Recuerdas cuando la tomaste y dijiste -tengo un corazón-
Y agarraste tu corazón y lo empezaste a golpear contra ella 
preguntando ¿dónde está tu corazón, su temperatura, su zona de 
calor oscuro, su frío de miedo? 
Restregaste tu pequeñito corazón por toda mi calavera hasta 
hacerla incandescente, tu voraz, tu feroz corazón abrazó mi cabeza, 
la abrió por arriba. 
La luz, el aire frío, el olor de tu corazón se metieron como una horda 
de bárbaros mostrando su hambruna, despertaron las lombrices 
ciegas, sus cuerpos celestes y rosados, que dormían en mis 
circunvoluciones. Pusimos mi corazón, no una réplica de mi corazón 
sobre la mesa, supo del aliento acercándose. 
Pero mi corazón quiso tener hambre y devoró el tuyo desde dentro 
y salió a buscar… tú sabes…
Golpeó, restregó, entró exhibiendo su apetito. 
Caminó hasta la madrugada entre los cráneos que rodaban, 
subió a gatas la escalera oscura. 
Sabes tú donde está hoy mi cabeza? 
-se fue por el desagüe, junto con la sangre y las aguas servidas, 
debe estar mar adentro-
En invierno, ve a pasear por la costa, cuéntale cómo se ve el resto 
de las mañanas en las ventanas de tu pieza, 
Intenta describirle el olor de tu cuello, para que no sienta frío. 
Y este cuerpo dóblalo junto con la sábanas, para que no tropieces, 
Ponlo en el cajón de más abajo. 




Jardines Abisales

Las manchas no son impresiones
son cuerpos
arrancando de otros cuerpos más oscuros.

Un  tropismo deliberadamente lento reproduce
los miembros autónomos de un ser filamentoso
dentro de èl
a los que arrancan
el terror pánico les fosforece
como trizas de un sol extinto en los ojos,
trazas verde dejan como rastro.

Mi sombra también es una bestia
temblando bajo los amorphophalus.

En los jardines abisales
la falaz ataraxia vegetal
encubre el espectacular canibalismo
en el fondo màs profundo, autofagia.






Con estrépito

En el espacio del descanso al ático
de rodillas,
como en jaculatoria con dentelladas,
entre resacas con pedruscos
avanza el aceite por las glándulas.

Penetra túneles hacia un incierto cielo de seda que fosforece detrás del ojo. Como promesa: alivio de abrasiones.  Y nada, entre todo lo que imaginarse pueda, se revuelca.

Afuera,
por las trepidaciones,
el estropicio también es espanto y éxtasis








Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Recuerdas que tengo 32
que soy un animal desertor
que soy comida hambrienta
que siempre vuelvo sucia
que casi muero a diario
y que todo es sobre mí.

Que tengo una enfermedad no manifiesta
y una fiesta por celebrar.
Que tengo la risa rebobinando
como serpentina ansiosa,
una vergüenza todavía verde
y un porcentaje impúber.

Que me asusta
Que se me salga el cuerpo
Y quede algo y eso me supere
o que se me pierda la cabeza y ya no sepa
quien le hablaba le hablaba le hablaba todo el tiempo

o que los ojos se me multipliquen
y pueda verlo todo,
menos si sigo ahí.

Que hay un tiempo aparte del tiempo constante
del que hago uso y se vuelve
desesperantemente temprano
cuando llego tarde
que el tedio diabólico me come la figura y la postura
que me hiela las palabras el aliento
y cada día olvido algo que recordaba a diario
pero no la acción de revolver
de transformar las sábanas en un muladar.

Que imagino no ser biodegradable, una bolsa plástica vacía
aventada para siempre por los autos.

Que me divido cada vez que digo yo
que mis sinapsis son mordiscos en peleas de perros irracionales,
que hago poemas
llenos de erres como ripios.
Que me ahogo y desahogo sola,
que mi lamento me encanta,

Que no sé nada pero tengo ideas
que hacen que pasen cosas en el medio externo,
que incluso todavía a veces me pregunto
donde podrá radicar
la infelicidad del hombre.
Que no me gusta que me miren
que me toquen
que vicien mi aire,
que la sal y la luz me escruten las papilas y las pupilas,
que soy el asco exquisito.
que no soporto la imperfección,
menos la perfección.

Que digo que nunca
debió separarse la luz de las tinieblas.
Que amar la propia estupidez
es la mas brillante
manera de ser feliz,
que aprecio lo inútil
porque el deseo desprecia a la necesidad,
que no juego con las palabras
porque nací niñita pero lo estoy superado,
que seré joven hasta que me canse hasta que me harte hasta que me agote
que por suerte no soy mujer
sino un ser humano hembra,
que me fascina la palabra
fascinación,
la palabra rara, la frase eye sex and make up de una canción que nunca ha escuchado,
la sinceridad, la abrasión, la sinceridad, la carne viva, la insistencia, las repeticiones.

Que te había contado
que elucubro
un estado psicosomático hiperestésico de felicidad mórbida inmotivada,
cuyo principal síntoma sea andarse riendo por los rincones.
Que lo único que le pido, a Dios es
que cuando me plagie
me contagie
o por lo menos
le ponga mi nombre
y que este poema
no termine aquí.







Un suave y balando movimiento deglutorio

No creo en el sosiego cuando abro los ojos.
Tengo en cuenta el escenario,
es otro entre nosotros.
Aunque desaparezca cuando el juego cesa
y los párpados caen,
con una piel diferente
siempre se levanta.
La silueta de la cadera
que se delimita al mirarla
ignora que está adherida a la lengua de la madera
del suelo en que descansa.
A los pies azules bajo la ducha
los azulejos les lamen las plantas.
No es una cadena de fondos pintados,
es la bestia que juega con su presa
antes de tragarla.

Ya no creo en el sosiego
Cuando abro los ojos.





Contraseña

TODAVÌA PUEDO VOLVER A CASA, escribo con letras felices en un paradero, NO como los niños perdidos para siempre, que no se ven ahora en la plaza, pero se oyen en una jerga completamente escindida del idioma o un idioma ya antiguo y más brillante, comunicándose, entre los resquicios del cemento mojado en la noche. Llegar, bañarme, comer, meterme entre el desorden de las frazadas. Puedo volver y ya no seguir creciendo, como los que afuera crecen hacia adentro y se vuelven mortalmente peligrosos para nosotros los débiles. La lluvia en el poste diluye la tinta del plumón permanente, se infiltra en las ranuras de la madera, se desintegra. No recuerdo lo que acabo de escribir…quiero volver a alguna parte.




JUAN JOSÉ IRARRÁZABAL YÁÑEZ [12.789]

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Juan José Irarrázabal Yáñez 

Nació en Temuco (CHILE) el 22 de Agosto de 1962, y en su Temuco falleció el 10 de noviembre de 2010.

Poemas suyos han sido incluidos, entre otras, en las siguientes publicaciones:

VIENTO SUR, Hamburgo, Alemania
AMERICA JOVEN, Rotterdam, Holanda
AZOR, Barcelona, España
CORREO DE LOA POESIA, Valparaíso, Chile
IMÁGENES DE OCEANOS, Antofagasta, Chile
FORO LITERARIO, Montevideo, Uruguay con el patrocinio de la University of Saint Thomas, Houston, Texas
USA, INTERNATIONAL POETRY (años 1984, 1985, 1986 y 1987), University of Colorado, Boulder, CO, USA
LE BOUC des-DEUSC SEVRES, Niort, Francia
MAIRENA, Poesía, Creación y Crítica, Río Piedras, Puerto Rico
REVISTA MEXICANA DE CULTURA, El Nacional, 
México DF.
POESIA DIARIA, Temuco, Chile
ERATO, Collipulli, Chile
LA HORA VERDE, Santiago, Chile
REVISTA REGIONAL, Temuco, Chile
ANTOLOGIA POETICA DE ANGOL, Editorial LAR,
Concepción, Chile
ANTOLOGIA POETICA LA OTRA VOZ, Temuco, Chile
MORADORES DE LA LLUVIA Ediciones Universidad de Temuco, Temuco, Chile
PEWMA, Literatura y Arte, Temuco, Chile

Es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile. Inscrito como Crítico Literario en la Biblioteca Nacional
de Chile.

Obras del Autor

ABSTENIDA AUSENCIA, Temuco 1990
LOS OTOÑOS AZULES DE LAS PALMERAS, Temuco1993
ANAKE Y OTROS POEMAS (Inédito desde 1985)
DESDE MI PROVINCIA DE LAS HORAS (Artículos en diarios nacionales)



QUIETUD

Retransformas la oquedad
en la noche
que resbalan los signos
no redimes la absoluta quietud
del horizonte calcinado
en los otroras
suspendida deslumbras
sobrenadas mi muerte
con la holgura
sin convicción
de tu sueño
en el horizonte sin brumas
que merodea la muerte.




CONTRARRAYA

Visor de las horas
derramadas
y de las lágrimas
me arrastra
el pensamiento
y muero en mi llanto
de tristeza
no sé que hacer
en mi destierro
y deambulo
por mi planeta de penas
buscando
formas de alegría.




TODAS LAS TARDES

Todas las tardes
el reloj se humedece de nuevo
como hecatombe algo gime
lleno de tierras sostenidas
en mi mano que juega con tu pelo

El cuadro inerte
en viejos edificios derruidos
apolilla con tímido servilismo
un tiempo ausente
escarbando nuevo polvo
desmoronándose otro día

Creo que el viento busca
y otra vez estás desnuda
cerca de mi cuerpo
contrayendo los días del olvido.





ESA LLUVIA DE PRIMAVERA

Esa lluvia de primavera
que por tus hombros cae
así los y su atavío
vieran los ojos sin mi ausencia
estás tú y tu silencio me arrulla
caen con las estrellas
los sueños
que originan tu mirada
ayeres sobre el calmo mustio
correr de hojas en otoño
y los días que
de tu sonrisa
vuelven
danzas en el obnubilado asombro
y creces como días y miradas





A QUIEN HASTA HACE 
POCO FUE UN LAPIZ

Tú eres insurrecto y a veces no obedeces
te empeñas en destituir mi triunfo
en quitar la cesta por donde debe caer la bola
en prender un fósforo innecesario
en iniciar tu discusión de siempre
no me dejas localizar la construcción perfecta
cuando escribes no escribes escribes no escribes
te zangoloteo debajo de la hoja
te sacudo hago que bailes
y tú con tu tranquilidad eterna
escribes no escribes escribes no escribes.





LA SOMBRA EN LA PALMERA

Como rauda silenciosa
agonía en tus labios
mi palabra se adormece
en un sueño de días contigo
la noche acompaña
tus manos sobre mi rostro
deslizándose hacia
un mundo
sin olvido
donde tus ojos me miran
con una plenitud de astros girando.






ECLIPSE

Cuando intento
versificar tu nombre
mi corazón sale
y te escribo mis poemas
y te voy pidiendo aquellos días
donde sólo estaba un rayo de sol
entre nosotros

Estoy solo
en los eclipses
sin ti no existe nada

Una sensación se gira
como un soplo de viento
tu imagen fresca y suave
se esconde en los caminos
desde donde
me quedo solo y frágil

y te busco en las pequeñas huellas
de las palabras.










MARCO MARANGONI [12.812]

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Marco Marangoni

Marco Marangoni nació en San Donà di Piave, ITALIA  en 1961 y vive en San Vito al Tagliamento, donde forma parte del jurado científico del “Premio di poesia San Vito al Tagliamento”. Como poeta ha publicado: Tempo e oltre (1993), Dove dimora la luce (2002), Per quale avventura (2007) y Congiunzione amorosa (2013).






Traducciones de Emilio Coco




Parlare, dirsi tutto
nel vapore che ci tiene e ci curva
verso un punto,
quel taglio, quell’innesto,
quell’angolo astrale
in cui t’incontro
– vado dove non so, dove non so
resto





Hablar, decirse todo
en el vaho que nos tiene y nos curva
hacia un punto,
aquel corte, aquel injerto,
aquel ángulo astral
donde te encuentro
– voy donde no sé, donde no sé 
me quedo







Il poeta scrive, viaggia,
e va a capo.
Lo rincorre
un cuore.
Ha visioni di città stellate, pensa
a sonorità remote. A volte
corre in fitte boscaglie
e si perde...
e non c’è ritorno;
ma è lì che si gioca il viaggio
(il viaggio che fa segno)
e la poesia dice la mappa, e la mappa il tesoro





El poeta escribe, viaja,
y va punto y aparte.
Lo persigue 
un corazón.
Tiene visiones de ciudades estrelladas , piensa
en sonoridades remotas. A veces
corre por montes espesos
y se pierde...
y no hay regreso;
pero es allí donde se juega el viaje
(el viaje que acierta)
y el poema dice el mapa, y el mapa
el tesoro







È credere in qualcosa che si tenta,
in qualcuno
la fede
che fa nascere il giorno
e lo apre
lo incendia

è sapere
di una risposta
(è rispondere ad una sponda):

che sempre c’è vita, che c’è sempre
forza





Es creer en algo que se intenta,
en alguien
la fe
que hace nacer el día
y lo abre
y lo incendia

es saber
de una respuesta
(es responder a una orilla):

que siempre hay vida, que hay siempre
fuerza







Svegliarsi in una città straniera.
Essere sempre così,
tra le rovine del sonno, e il miraggio nuovo
del giorno.
Ma quanti giorni ancora? Per un abbraccio,
per uno sguardo
che non trema,
quante distanze diventeranno
una, la mano che mi accarezza,
che sa la tua pelle
vera





Despertar en una ciudad extranjera.
Ser siempre así,
entre las ruinas del sueño, y el espejismo nuevo
del día.
¿Pero cuántos días aún? Por un abrazo,
por una mirada
que no tiembla,
cuántas distancias se volverán
una, la mano que me acaricia,
que sabe tu piel
verdadera







È triste
e scorporata la mente,
senza di te, che ti immetti
nelle vene, nell’acqua dei pozzi
profondi
(nel numero dei mondi)
le finestre, il terreno
per l’erba, il sole
dopo il male
che capitola,
e non sa i naufragi, non sa l’isola
che non c’è





Está triste
y desincorporada la mente,
sin ti, que te introduces
en las venas, en el agua de los pozos
profundos
(en el número de los mundos)
las ventanas, el terreno
para la hierba, el sol
después del mal
que capitula,
no sabe los naufragios, no sabe la isla
que no existe







Non essere virtuale come il sole
che in un giorno d’inverno
è già tramontato, e si vede solo
per la luce
nel gioco della rifrazione;
o musa
della sera
che ispiri le mie strade, tu veloce
e scura, tu sii reale





No seas virtual como el sol
que en un día de invierno
se ha puesto ya, y se ve sólo
por la luz
en el juego de la refracción;
oh musa
de la noche
que inspiras mis caminos, tú veloz
y oscura, tú sé real







Una passeggiata
in riva al mare,
per rubare i giorni
all’inverno
e bere da una tazza
di caffè caldo,
per ridare il dolce
e l’amaro al respiro,
al tuo passo
di rondine persa, di mezzo
gabbiano






Un paseo 
en la orilla del mar,
para robar los días
al invierno
y beber una taza
de café caliente,
para devolver lo dulce
y lo amargo al aliento,
a tu paso
de golondrina perdida, de media
gaviota








Noi che sempre ricominciamo: 
e diciamo addio, per allontanare
il presente
nello sguardo; 
che ricominciamo da dove
eravamo venuti...
come una sera di vento, come il fiore
di cristallo






Nosotros que siempre recomenzamos;
y decimos adiós, para alejar
el presente
en la mirada;
que recomenzamos de donde
habíamos venido...
como una noche de viento, como la flor
de cristal








È lo sforzo di annodare
il tappeto, i fili diversi,
i colori e il giorno,
di tagliare il giusto riquadro (il giusto
spiraglio) e di tessere la via
della forma
“che non si conosce”,
dice chi si è perduto, chi sempre
ritorna






Es el esfuerzo de anudar 
la alfombra, los hilos diversos,
los colores y el día,
de cortar el justo recuadro (el justo
resquicio) y de tejer el camino
de la forma
“que no se conoce”,
dice quien se ha extraviado, quien siempre 
vuelve








Non c’è via
soluzione,
se non l’ascolto:
e mentre ami,
lotto,
ascolti le corde
che si muovono;
come le vene del sole, del sangue
e l’azzurro nel sangue
dell’uomo






No hay salida
solución,
sino la escucha:
y mientras amas,
luchas,
escuchas las cuerdas
que se mueven;
como las venas del sol, de la sangre
y el azul de la sangre
en el hombre








Febbraio,
alzarsi una domenica, lentamente
nevica e il cielo è di neve,
prendere piano il caffè
con te e sentire questa musica
senza sforzo di fiati e di corde,
è l’accordo della neve
silenziosa che scende lungo lo sguardo
che ci guarda e sorride
di sorpresa
che trattiene la sua causa
che promette il suo fine,
oltre
è il poeta, oltre è la musa






Febrero,
levantarse un domingo, lentamente
nieva y el cielo es de nieve,
tomar despacio el café
contigo y escuchar esta música
sin esfuerzo de vientos ni de cuerdas,
es el acorde de la nieve
silenciosa que baja por la mirada
que nos mira y sonríe
por sorpresa,
que retiene su causa
que promete su fin,
más allá
está el poeta, más allá está la musa







JIMENA ANTONIELLO [12.813]

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Jimena Antoniello

Jimena Antoniello nació en la ciudad de Montevideo, URUGUAY en 1978. Guionista de cine y televisión, narradora y poeta. Se encuentra radicada en Madrid desde el año 2003, pasando algunos meses del año en Los Angeles. 
Estudió Letras en la Facultad de Humanidades de Montevideo y en La Universidad Complutense de Madrid, donde posteriormente obtuvo el diploma de Estudios Avanzados en Cristianismo Antiguo (Doctorado); también estudió Periodismo, Comunicación y Marketing, y realizó una especialización (Maestría) para guión en la Escuela de Imagen y Sonido CES de Madrid. Estudió Cinematografía en NYFA (New York Film Academy) en la ciudad de Los Angeles. Colaboró como redactora para revistas de cine y fotografía y trabajó en el sector privado en el area de Comunicación y Marketing. Actualmente trabaja como Guionista y Productora Asociada de una Web Serie en Los Angeles y sigue su trabajo como escritora y redactora.
 
Algunos de sus trabajos:

«Entropía del alma», Melón editora, Argentina, 2012. «Relatos de la Creación en el Cristianismo Antiguo: El Papel Asignado a la Mujer», Colección Avances de Investigación FHCE, Montevideo, Mayo 2011. Participó en la antología «22 mujeres», Irrupciones Grupo Editor, Montevideo, 2012.
Varios de sus cuentos y poemas fueron publicados en revistas de su país y del extranjero como: Revista Aldaba, Revista Palabras Diversas, Revista Alvaeno, Suplemento cultural El Derecho Digital, Revista Letralia, Revista Verbalina/A Contrapalabra, Revista Digital MiNatura, Revista Otro Cielo. Concedió una entrevista en Radio Sarandí, Montevideo 2013.
En poesía fue galardonada con el Premio Félix Francisco Casanova (España, 1999) y en narrativa con el IV Certamen de Relatos Hiperbreves de la Editorial Acuman (España, 2003).

Página web: www.jimenantoniello.com
Correo e: miargumento@gmail.com




Poesía de Jimena Antoniello



TESTIGO

He visto cómo
la pasión 
quitaba el aliento
de mis amigos 
amantes
aquellas tardes
de silencio impregnado
de tentaciones.

He sido testigo 
iracundo
de las miradas de fuego
que atraían sus moléculas
dejando al universo
al margen de 
los dos.

Observé,
muda,
la combinación
de placer
trémulo y callado
cuando espolvoreaban las olas
aquella dicha
que me mojaba los pies.

Y lloré
como espectador conmovido
la tarde 
infame
en que él enjugaba su
desazón
cuando habiendo saboreado
la fruta
prohibida 
de la felicidad extrema,
la realidad, 
celosa,
les separó.






LUCIFER

Lomax.
Demonio eres
que con él te entiendes.
Y te acuestas
acariciando. Sonríes.
Sexo con sexo.
Fuego
de tu mano a
su vientre.
Espíritu salvaje
que enmascara
las 
horas
de aquellas madrugadas.
Sujeto imprevisible. 
Cosquilla grave en
los rincones de la piel
adormecida y feliz
por la promesa
torcida
de ese ser hermoso.
Demonio.
Veneno. Vicio.
Vicio, obsesión.
Vicio.






MESSAGE TO BEARS

¡Qué locura inventarte!
A esta hora, 
a esta altura, después
de tantos veranos en desuso.
Venís 
a invadir mis rincones
con sonrisas blancas.
Algún bufido envenenado,
que sueltas al alba
cuando extrañas los susurros
que te regalé.

Mi dominio es incierto
tras el halo de tu perfume.
Regalo, regalo
mi reino
por una 
caricia tuya.






GRAVEDAD

Desde Marte veo mi luna
y observo tus ojos
incandescentes
parpadear en la oscuridad
regalándome su brillo.
Todo fuego.

Desde mi luna añoro
esos besos
que me diste en la Tierra
cuando éramos simples 
mortales
que balbuceaban amor
a quemarropa.

Te sigo si 
me sigues y
si te paras
me quedo
al borde del abismo,
y mis lunas.
No espero.






LO PROFUNDO

Se me escama la piel
por las cosquillas
rotas
de tus recuerdos
ardientes.

Me descalzo esperando
que acaricies
mis pies
mientras la hierba
acompaña los pasos
hacia un futuro incierto.

Te amé sin sentido
y con cada uno.
Como se adora a un dios
de rodillas,
muda.

Renací mil veces
con los besos
suaves
de tu lengua púber. 
A esas horas
intempestivas todas.




1.    Esquina

Había pensado en un rincón:
expectante, acurrucada, piadosa
y fuerte; en un rincón.
Un rincón que me supiera
a esquina para ver el mundo.
Desde
donde veo el mundo: atenta,
triste y voraz. Y se me antoja
el mundo como manifestación
sincolor de tu silueta convexa:
dulce virilidad que inquieta mi
cóncava esquinidad de mujer.




2.- Modo indicativo 

Si pudiera,
si pudiese
tener la opción otra vez,
de que me invites
me invitaras
a cruzar palabras y un café.
Y sentarnos
en aquel bar de 18;
allá, en el lejano Montevideo.
No recuerdo si te dije
-te digo que
te quise,
te quiero;
te querré. Tal vez.
Pero lo pensé.
Creí entonces, aún lo creo,
jamás llegamos a entenderlo; entendernos.
Yo no lo hice
no lo hago.
Me pregunté mil veces,
lo cuestioné al destino.
Si alguna vez mientras dormías
vivía yo.
¿vivo?, te pregunto.
Un día me fui,
o me llevaron -es igual-.
No nos volvimos a ver.
Te quise un tiempo,
no te quiero.
O sí. O no.
Hay veces que pensaba,
pienso
que ya crecí
y vos envejeciste.
Entonces lo nuestro -si lo hubo-
 terminó

(Premio Feliz Francisco Casanova)




Estoy aquí

Aquí estoy,
mirando los años, contando penas,
y arañando los números del almanaque
que me ven adormecida, nauseabunda,
varias veces derrotada.
Aquí estoy,
tejiendo los recuerdos con hilos invisibles
en este universo de rostros sin historia,
de presente cambalache,
de no llego a fin de mes.
Ya no intento arrancarte o acercarte
en la hora del descanso, ni
escribo poesías sobre el pupitre de trabajo.
Tampoco respiro el aire vacío y
olvidado de tu almohada.
No recuesto la cabeza en los
besos que me diste.
Y no me enojo, ni resoplo,
cuando cada tarde
a eso de las seis, la soledad
-increíble compañera fielme
hace masajes en el hombro.
Aunque se le escapa, y se disculpa,
alguna anécdota tuya; de tus
gustos, de tu risa renovadora,
de tu halagadora madurez.
Aquí estoy
mirando penas, arañando años,
y contando los números del almanaque;
para no seguir adormecida y con náusea.
Varias veces derrotada.
Aquí estoy,
sobreviviéndote.





JUAN EDUARDO ESQUIVEL LARRONDO [12.814]

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Juan Eduardo Esquivel Larrondo

Juan Eduardo Esquivel Larrondo. Nací en Santiago de Chile en el primer tercio de la segunda Guerra Mundial, coyuntura decisiva para entender el marco de mi caminata. Estudie la primaria en el Liceo Manuel Bulnes y el segundo nivel lo cursé en el Liceo Lastarria, por eso, mi formación fue laica; después estudie Filosofía en la Universidad Católica, donde confirmé mi malestar por la religión como camisa de once varas. Las complicaciones vendrían solas. La mayor fue política y me traería hasta México.

Trabajé en la UNAM prácticamente cuatro décadas y allí obtuve el Doctorado en Pedagogía; insigne institución que me compensó hace un año con un programa de retiro excepcional, cuyo alcance debiera ser extensivo para la dignidad de todos los profesores e investigadores en su momento. Mi vida académica corrió paralelamente a mi escritura de la poesía* sin que prevaleciera una sobre la otra, aunque por momentos sus lógicas y sus lenguajes se tropezaran entre sí. En más de una ocasión he tenido que vérmelas con un foro por echar mano a una metáfora y en más de un poema me he visto tan conceptual que he tenido que dejarlo reposar para salvarlo. 

Llegó el momento que regresé para decirlo. 




Poemas de Ñuñohue



Retorno

A Rodrigo Vera y Carmen Garretón.


Entonces, hace cuarenta años vengo
desde México ?del Río Colorado al Suchiate?
a conversar con ustedes. Este libro
escrito con las líneas y los montes de mi mano
donde leo mi pasado y me detengo a hilvanar el cosmos
desde abajo
me aconteció poco a poco, una vez y otra
y quiero compartirlo

Cada palabra fue inminente para mí, cada imagen
dijo cuándo. El crisol de esas naciones me brindó su
arqueología cotidiana, su inconsciente
histórico, el profundo de lo vernáculo
donde todo lo nuevo e inventado
ya era, se conocía; y cuanto quiero decir ahora, sí
a media lengua, porque me falta el indicio, la señal
ese vestigio de que tuviera un nombre, el glifo
lo hacía comparecer mil trescientos años antes
del Crucificado

Vengo desde allí. Así es que conversemos

Deseo que hablen de sí mismos; que
me lleven consigo por el terraplén de las mañanas
y por las cumbres de las tardes; que apocopen
a los muertos, todo tendrá su tiempo
al revés y de través. Preferible que procedan
a paso franco
a habitar los espacios abandonados 
y sepan que nunca me fui
y me enseñen a volver a ser entre ustedes
a reconocerlos
a reconocerme
a reconocernos por los signos de los signos
de nuestras vidas. Amén.

Las Condes, 27 de noviembre de 2013/
Las águilas, 2 de abril de 2014.







Ñuñohue

Yo vivía en Ñuñohue, un lugar del sur con flores
amarillas, a punto de florecer los manzanos y
desvanecerse el crepúsculo en el espejo vanidoso
de los Andes

Ahí nos llevó el aire
el día que mi padre compró la casa que llamaban
la "Casa del magnolio", porque en las noches de diciembre
olía todo el barrio a esencias generosas
y por las tardes venían las vecinas
-con sus vocecillas y sus canastos-
a pedir que les cortaran unas buenamozas
olorosas

Ahí cumplí un papel importante en mi vida

Tomaba un palo largo con una tijera de podar en
la punta, elegía un gancho de las todavía célibes
y tiraba del cordón, ¡clic!, demostrándome 
habilidad y artesanía. Las flores se prodigaban
y se cumplía la encomienda

El magnolio fue mi rehue, el tótem familiar
plantado en el centro ceremonial de mi adolescencia
el guardián en tiempo frío, el frondoso frescor
necesario en el verano
y el motivo para escribir este lánguido poema

Un día volví a Ñuñohue, eran las cuatro de la tarde
transitaba gente por la Avenida Manuel Montt
el emporio de la esquina, donde entendí la ley
del intercambio indispensable, todavía cerraba
a la horade la siesta, permanecían encendidos los aromos
y los plátanos orientales sacudían 
su pelusa

Se presentía el asma

Mario, mi hermanastro, con quien transitamos
diez mil veces bajo el paraguas
y a campo traviesa, me contaba
que su muerte había sido impostergable

La escuelita del señor Echeverría daba testimonio
de quienes pasaron por ahí. El follaje resurtía
el vaivén de las imágenes, la vieja casona de mi padre
-la dormida- había sido convertida en dos
pero el rehue, eso no, el rehue
ya no estaba. 

Las Águilas, abril-mayo de 2010.




Los transtierros -los llamó José Gaos- tejen crónicas sobre asuntos crónicos que nuestros hijos no acaban de digerir, así las primaveras vuelven con éstos y nuestros muertos permanecen. 




De la ventolera

Adiós, Gonzalo.


Y "¿Quién no vive cien años?"
Esa probabilidad segura de nunca otra vez
Hasta aquí la ventolera
y el relincho

Va todo o nada a la ruleta, van 
las fichas, no hay arrepentimiento para nadie
Pudiera ser el rojo, o el negro
el par, o el impar, y el cero -claro-, pero
el cero rizado por Moebius
sin orientación matemática, pura traslucidez
simple definición, cero por sí mismo y
por indecible, cero

Va la apuesta en el mesón de la taberna

Va el deshojar las margarita, zumba
el aire, galopa la voz del caballo
entonces, en Chillán de Chile, uno
el Naufragante, sostenido de la gravedad
comprime su fuelle pulmonar

-Ninfas veo, capullos veo. Éso
"Pétalos", dice, "nenúfares", dice, yéndose
del cuerpo, una sílaba primero, luego
el algoritmo, hasta tomar la decisión
en su natural poético: optabile est ut
(es preferible que...; es deseable que...)
abril 25, lunes. Prácticamente translineal
irreversible, con papiro y gorro griego.

Las Águilas, marzo-abril de 2010.





Puedo hablar también desde este otro lado de la puerta. 



La mujer dormida 

La mujer que duerme, la 
mujer que duerme de costado 
a mi costado
que duerme para renacer mañana
tan temprano, tan vigilia
tan dulce con sus cremas
y sus afeites

La mujer que duerme a mi costado
entregada a la ensoñación
profunda
que apacienta las bestias de mis
sueños
que por las mañanas me recupera
que por las noches me ama

La mujer que me susurra en el oído
y me despierta de mi dormitar
perpetuo, la que me despide
y me recibe

La mujer que amo porque sí
porque no le debo nada, porque sólo
me pide una flor de alelí.

Jiutepec, junio de 2007.



*Las manos encima (Cochabamba, 1966), El piano de letras (México, 1996) y Memorial (México, 2013). Algunos de esos textos u otros han sido publicados también en revistas y antologías.


JORGE JOSÉ LOIRA GAGO [12.815]

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                                                               Retrato de Jorge Loira Gago, por Pousseu.


Jorge José Loira Gago

Nace el 18 de Octubre de 1963 en la localidad Pontevedresa de Bueu (Galicia). Procedente de una familia vinculada con el mar, era el primogénito de cuatro hermanos.

Era un gran aficionado al ajedrez y la natación. También le gustaba practicar la pesca submarina y tocar la guitarra española. Sin duda, su mayor afición era la lectura. Entre muchos otros referentes, destacan: P. Neruda, C. Oroza, F. Pessoa, E. Pound, T. S. Eliot y R. M. Rilke. En el campo de la pintura, recibió gran influencia de J. Miró y P. Picasso.

Empezó a escribir poesía sin cesar a la prematura edad de 13 años. Con 18 años, vivió el primer y único desarraigo de su amada Galicia para ir a estudiar Psicología a la Universidad de Salamanca. Allí, conoció a Don Gonzalo Torrente Ballester con el cual cultivó una buena amistad. Dirigió y colaboró en la edición y publicación de una Revista Cultural Universitaria llamada “NATURAL-MENTE”. En esta etapa, se volcó en la escultura y la pintura, dejando casi en un segundo plano la elaboración de nuevos poemas.

En las vacaciones de verano tras su primer año universitario, el 25 de Agosto de 1982, fallece en su pueblo natal, tras 5 días en estado de coma, debido a una Aneurisma Cerebral Cataclísmica.




Jorge José Loira Gago. Nado en Bueu no ano 1963 e falecido no 1982 cando practicaba o submarinismo. Neses momentos estudante de Psicoloxía na Universidade de Salamanca onde dirixía a revista universitaria ‘Natural-mente’.
Soubo achegarse, e ben, aos camiños da Arte. Unha arte entrelazada onde a pintura e a escultura son a dimensión da súa poesía. Poesía que se supera a si mesma, que investiga e busca novos xeitos do dicir e que, aínda que poeta mozo, consegue xogar coas inquedanzas do ser para levalo con ollo polifémico a escrutar sentimentos, medos, ilusións, premonicións...
Como persoa deixou sinal nos que o coñeceron polo que facemos nosas as palabras do seu amigo Torrente Ballester (Tres notas sueltas no ABC, Sábado Cultural do 4-9-1982) dicía del:” Vouno a votar de menos, estas mañás de inverno... e non deixa de ser posible, senón case seguro, que un posto destinguido, na historia da poesía española, quedou vacante antes de tempo e case en flor cortado"'.
Todo aquel que se achegue aos seus poemas atopará plasmados os ritmos flutuantes dunha persoa xove que con intelixencia ispe os seus sentimentos afondando nas súas experiencias máis vitais que as máis das veces se presentan moi lúcidas e ata clarividentes.

Bibiliografía

-"Silencio" (Inédito)                      
-"Cofre de palabras" (Inédito)    
-"Quimera" (Inédito)                    
-"Reflexiones" (Inédito)              
-"Pepitas de luz" (Inédito)            
-"Ayer y Depués" (Inédito)
-"Confidencias" (Inédito)
-"Maite" (Inédito)
-"Gratificaciones de primavera" (Inédito)
-"Gotas de pena" (Inédito)...





O CANDIL


A CHAMADA DA ILLA

 Tú
que desplazas
mis miembros
contra su propia fuerza
para que te alcance
a tí,
y te persigo
           mientras huyo







"SOMOS LA ÚLTIMA GENERACIÓN ANTES DE LA BARBARIE"
L. Sciascia

Contempla
como dicen
que la palabra expira
que se ablanda
         y movifica
                       molifica
                                  modofica...
que se muere
                       o se cae
                                      (o la tiran los yanquis).

         Escucha
como no dicen...?...
                                       nada         
pero hablan
y hablan...
             Siente
sus mordiscos salvajes
en los estériles infecundos áridos
e inútiles desiertos
              Presiente
el horror
que deambula
entre coches sucios
sucios broches
luciendo noches
entre ruido social
sociedad roída
ya no oída
ni pensada
             mecánica
e IMPERSONAL
pero peseta puñeta
y prohibido pensar
                                   (los computadores lo harán)


Jorge J. Loira



Libro no que está recollida case que toda a súa obra poética e como di na páx. 25 “A través de una poesía sencilla y accesible, y a través, no de una obra perfecta, trato de ofreceros en un momento de sosiego mi poesía de cristal, transparente y líquida para que todos puedan mirar al otro lado del corazón.”

Case que catrocentas páxinas de poemas onde co descaro dunha mocidade intelixente, á vez coas contradicións naturais ... que facía do “Amor” e “Desamor” cuestión de natureza existencial,... que tentaba xogar e conxugar coa palabra,... que espía os seus sentimentos afondando nas súas experiencias vitais con bastante lucidez e ata clarividencia co seu propio final,... 



El joven poeta que conmovió 
a Gonzalo Torrente Ballester

La familia de Jorge Loira Gago difunde todas las obras del escritor, pintor y escultor gallego, cuya vida se truncó a los 18 años

Salvador Rodríguez 


Atravesaba por una etapa de tan portentoso caudal creativo que, a sus 18 años, dejó escritos no menos de cuatro poemarios, pintados más de una veintena de cuadros y esculpidas otras tantas figuras, que su familia custodió celosamente hasta que, acordándose de que este año, Jorge habría cumplido 50, ha decidido darlos a conocer.

"Lo voy a echar de menos, estas mañanas de invierno...y no deja de ser posible, sino casi seguro, que un puesto distinguido, en la historia de la poesía española, quedó vacante antes de tiempo y casi en flor cortado". Con estas palabras, escritas en el artículo publicado en el suplemento cultural del Abc del 4 de septiembre de 1982, Gonzalo Torrente Ballester transmitía no solo su dolor por la muerte de un joven amigo, sino también la tristeza que le producía su "casi" absoluta certeza de que la poesía española había perdido a uno de sus más prometedores valores...Claro que tal vez no tenga que se así, que Jorge falleció, cierto, mas no su legado.

Jorge Loira Gago dejó de existir el 25 de agosto de aquel año, pero su obra quedó viva y guarecida en carpetas, en papeles que ahora su familia ha recopilado y se dispone a publicar en "uno o varios libros", en palabras de sus padres, Josefa y Jorge, quienes, además de cuidar de este tesoro literario, proceden a enseñarnos una habitación entera decorada con dibujos, pinturas y esculturas realizadas por el primogénito que perdieron en un fatal accidente en el mar del que tanto gozaba.

Antes de que finalice el año, la familia Loira quiene tener publicado al menos el primer volumen de la obra poética de Jorge Loira y, asimismo, abrir una exposición con sus pinturas y esculturas. En ello trabajan codo con codo Josefa y Jorge con su hija María, que no llegó a conocer a su hermano más que a través de estos papeles sueltos tallados con su puño y letra ante los que ha quedado, tan emocionada en lo sentimental, como fascinada en lo intelectual.

Jorge Loira Gago (Bueu, 1963) estudiaba en la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca cuando, haciendo caso de los consejos de su padre, un día se acercó a Gonzalo Torrente Ballester para presentarse: "Soy hijo de Jorge, el de Bueu". Don Gonzalo recibió con su acostumbrada amabilidad al joven y muy pronto entabló una amistad que derivó en una suerte de complicidad entre un maestro de la literatura y un alumno que llevaba camino de convertirse en un gran poeta, o que acaso ya lo era, algo que descubriremos con la publicación de sus poemarios, todos ellos inéditos, vírgenes todavía del ojo crítico pero, por lo que atistbaba el autor de "Los gozos y las sombras", cargados de esa arma llamada futuro.

Jorge visitaba al maestro casi a diario, le daba a leer sus poemas, le pedía su opinión, y éste guió sus primeros pasos con la recomendación de las lecturas adecuadas y un cariño cada vez más crecido...Y de súbito, la muerte lo interrumpió todo.










DAVID MOYA POSAS [12.816]

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David Moya Posas 

(21 de octubre de 1929 - 15 de abril de 1970)
Nació en la ciudad de Comayagüela, que junto con Tegucigalpa, forman el Distrito Central capital de la República de Honduras, el 21 de octubre de 1929 en la familia constituida por el Bachiller David Moya Posas y su esposa la profesora María Antonia Palma de Moya Posas y su primogénito Heberto. Mas tarde la familia fue complementada con el nacimiento de sus hermanos Gloria María y Rolando. 

Desde muy niño demostró su pasión por las letras. Era un ávido lector y siempre se le miraba con un libro en las manos. A la edad de diez años comenzó a publicar cuentos cortos en el diario "El Atlántico" de la Ciudad de la Ceiba del cual era director y propietario su tío el periodista Ángel Moya Posas 

Siendo aun muy joven cofundó (junto con Armando Zelaya) el semanario humorístico "El Chilio". Más tarde fue Jefe de Redacción de la revista "Tegucigalpa " y del semanario "La Nación", los cuales eran dirigidos por Alejandro Castro. 

A raíz de haber conquistado el primer lugar en el concurso " El Cuento Centroamericano", convocado por el diario "La Prensa Gráfica" De la República de El Salvador pasó a formar parte del staff de dicho diario como redactor y editorialista. 

Vivió algunos años en la ciudad de México donde colaboró en el diario "El Nacional" 

A su regreso a Tegucigalpa fue redactor de el diario "El Nacional" de esa ciudad. 

Al momento de su muerte era Vice-jefe de la Oficina de Información y Prensa del Gobierno de Honduras durante la presidencia del General Oswaldo Lopez Arellano. 

Entre sus poemarios publicados se encuentran "Imanáforas" en Tegucigalpa en 1952, "Metáfora del Ángel" en 1956 y "El arpa de las sílabas" en 1968. 

El poeta Moya Posas dejó la vida terrenal para ingresar a la inmortalidad el 15 de abril de 1970. Le sobreviven sus hermanos Heberto y Gloria María Moya Posas y su hija Maria Elia Moya Posas. 





La espera frente al alba 

En el quirófano del tiempo el cuerpo serenísimo
de un rumoroso mapa descansa reclinado
a la espera implacable
del niño de amplios hombros fijado en los crepúsculos
del tiempo por venir.
Aquí tan solo hay batallones de adolescente premura
clausurando las válvulas
idiotizantes
que fluyen por los cauces opíaceos de la anestesia.

Hay que esperar.
Los está esperando un ancho y mudo territorio
en donde la tiniebla
se acostumbró a su porquería.

Todos lo saben, todos. Todos menos los dioses.
El esqueleto traicionado,
el labriego,
el negro, el blanco, el indio, el miserable
lo saben.

Ha de venir un niño de manos constructoras
del útero del pino y del vientre
del alba
a tender los manteles esenciales y el pan de cada día.

Esta vez no seremos los siempre traicionados
por el espíritu santo
del 15 de septiembre.

Porque esta vez ha de nacer
el niño de amplios hombros
del hombre flagelado por los soles
y del seno rural y jubilosos de la hembra resurrecta.

¿Un nombre para el niño tumultuoso? ¿Un nombre?
¡Llamarémosle Honduras!






De la vida

Eres alba. eres sol. eres rocío
y eres penumbra y nieve rumorosa
y el aroma en las sienes de la rosa
y el torturante pulso del estío.

Eres el tacto circular del frío
y el tallo de la llama tempestuosa
y el espanto en el seno de la fosa
y la estrella en la frente del vacío.

Eres ala en los hombros del perfume
y el trino que a los pájaros consume
y todo lo que lloro y canta y gime.

Eres como un idioma sin garganta
en donde llora, en donde gime y canta
todo lo que nos pierde o nos redime.






Poema de la ausencia

Estoy lejos de ti, con el castigo
de verte renacer a cada instante.
Pues siento que entre más y más distante
estás, con mas amor vives conmigo.

Aún viviendo sin ti vivo contigo.
Te llevo como lágrima constante.
y si pretendo huir de tu agobiante
recuerdo, sin quererlo lo persigo.

lnútil ya lo sé que es todo intento
y aunque sienta la forma como siento
que vives reviviendo lo vivido.

Sé que al perderte a ti todo lo pierdo.
Si trato de olvidarme del recuerdo
comienzo a recordarme del olvido.







Duele

Duele que el mar, sitiado por la arena
renazca en cada aurora y cada espuma
y que la ausencia de la flor asuma
en nuevas rosas su verdad más plena.

Duele que el luto que la tarde estrena
resurja en cada sombra y cada bruma
y que, perenne, el llanto se resuma
en las resurrecciones de la pena.

Duele que el tiempo tome, sin medida,
a dar frescura al corazón inerte
de la naturaleza estremecida.





UN SONETO PARA HONDURAS

Escribí tu nombre en mi navío,
tu claro corazón inaugurado,
tus culturas de miel, tu desatado
y verde y dilatado poderío.

Navegare en la música del río
solemne de tu amor desdibujado,
para decir tu voz, tu encadenado
nombre en el pecho, diurno del estío.

Enclavada en la luz que te decora,
el botánico gesto decidido,
tras el cinto parlante de la aurora.

Mi garganta dirá la dividida
luna y el viento inerme de tu flora
agreste supra humana y perseguida.






PATRIA

Yo soñaba en la patria, desde el sueño,
y amanecía con un mínimo astro
de crepúsculos trémulos.
Y pensaba en un niño encadenado
al pie de sus recuerdos.

Rememoraba los fusiles pardos
y el ¡ay! Del condenado entre la aurora
y la sangre bota del otoño de ( fama ) y de desvelo.

Las mujeres corrían tras los túneles
Sangrantes del salitre
La mañana juntaba los colores
Fleteando ciegos pasos
De temblor y sonido.

Alguien dijo:  la tierra es para ustedes,
Y levantó la voz
Como quien alza un himno.
Otro dijo: ¡La Patria!
Y hablo de la bandera
Y pronuncio los ídolos.

Y todo aquello para
Ganar un alba limpia de fusiles.
Y todo aquello para
Edificar la risa y las banderas.
Y todo aquello para
Volver a ser lo mismo

Y volvió lo de entonces:
La hoguera y la montaña y la oxidada
Penumbra de las silabas.
Y el ¡ay! Del condenado entre la niebla
Y el tambor redoblando entre los pinos.

Y yo pensaba entonces en la patria,
En la vos de sus niños.
En su batalla de ceniza y nieve
Y en el planeta sordo de su abismo.
Y pensaba en su lucha contra el viento
Total de sus designios

¡Y todo aquello para
Volver a ser lo mismo!






LA SAVIA QUE ME AGOBIA

Si por instruírme de amorosa llama 
y confiar en la rosa y su armonía 
me agrede la impiedad de noche y día 
y el dolor me cirdunda y me reclama. 

Si por amar la tierra donde se ama 
y no empuñar el odio todavía 
tengo a la soledad por compañía 
y en mi la sed se anuncia y se proclama. 

Si por toda esa lumbre tempestuosa 
que me llena, me agobia y me reviste 
de esta verdad ardiente y dolorosa, 

He de habitar el clima que me embiste, 
todo esta bien. La niebla que me acosa 
hace vivir el canto que en mi existe.





UNA ES LA ESPERA

Una es la espera y la esperanza es una. 
Una es el llanto y una la alegría. 
Una la sombra de la noche fría 
y uno el sonido blanco de la luna. 

Una es la sed sin esperanza alguna. 
Uno es el sueño y una la agonía. 
Uno el crepúsculo en que muere el día 
y una la faz del polvo y de la cuna. 

Una es la vida, lenta y dolorosa. 
que a la ceniza- sin piedad alguna- 
lleva el amor del pájaro y la rosa. 

Pero también es una la fortuna 
viva en la muerte misericordiosa 
porque también la muerte sólo es una






ROMANCE DEL DOLOR ILÍMITE

La penunbra humedecida se tendió 
cómo un abrazo y alumbraron los espejos
de la antesala del llanto.

Hasta las piedras el pulso
fue llevando su delgado paisaje de enredaderas 
y bosquecillo aromático. 

La vida le hacía gárgaras 
por las grietas del costado 
y a la tiniebla oprimída
por las cárceles del barro 
le mandaron los planetas 
su luvia de candelabros.

Para llegar a los muros
se hizo círculos el campo.

Las flores guardaban 
una tímida estrechez de clavos.
Farol y viento vinieron
a la herida de sus párpados 
donde moría una danza
de esqueletos inalámbricos.

_ Marco Antonio se murió
gritaban por los gimnacios.
_Se ha fugado el domingo
la sierpe de su zapato
que se enroscaba a los cuellos
con gritos de medio campo.
_Sólo ha quedado el aullido
estelar de los fanáticos.

Se va una voz de la oscura
muchedumbre de los pájaros.

Quedó su grito social
por las fraguas y el arado.
Quedó pensando en el suelo
cómo el Merendón su canto.





  
SI TODO NACE, CRECE Y ENVEJECE...

Si todo nace, crece y envejece
y todo muere al completar su día 
y el mismo fuego acaba en agonía
y la pasión en la frialdad perece. 

Si nada en esta vida permanece
y nada escapa de su cesantía 
si la palabra misma desafía
en vano el tiempo donde desaparece. 

En tus ojos no ha muerto el desapego
de la primera cita iluminada 
por una hoguera de incesante fuego. 

De allí que a la tiniebla y a la nada
para su burla y su desasosiego 
siendo de un sueño basta una mirada.







DUELE QUE EL MAR....

Duele que el mar, sitiado por la arena 
renazca en cada aurora y cada espuma 
y que la ausencia de la flor asuma 
en nuevas rosas su verdad mas plena. 

Duele que el luto que la tarde estrena 
resurja en cada sombra y cada bruma 
y que, perenne, el llanto se resuma 
en las resurrecciones de la pena. 

Duele que el tiempo tome, sin medida, 
a dar frescura al corazon inerte 
de la naturaleza estremecida.

Duele que todo hacia la luz despierte, 
menos la soledad de nuestra vida 
que va a la sombra, al polvo y a la muerte.






MADRIGAL

Pende tu olvido sobre mi nombre oscuro 
como prende la hiedra desde el muro 
o la luz de la estrella en el vacío. 

Así, silvestremente como el vuelo 
cuelga sutil del cielo 
o como maná de su fuente el río, 
te llevo en mí, sin desamor ni empeño, 
sin saber si eres ansia o eres sueño, 
si eres amor o desencanto mío.




JULIO VILLAR [12.830]

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Julio Villar 

Nacido en San Sebastián en 1943, fue uno de los pioneros del alpinismo en nuestro país. Un accidente de montaña le obligó a dejar por un tiempo esa actividad en su más alto nivel. Entre 1968 y 1972 dio la vuelta al mundo en un pequeño velero de siete metros de eslora. Contó este viaje de manera poética y profunda en el libro "¡Eh, petrel!", de prolongado éxito. 

Tras formar parte de la expedición vasca al Everest, pasó algún tiempo recorriendo en solitario lugares como Nepal, India, Pakistán o Afganistán. Fue después, a finales de los setenta, cuando realizó en absoluta soledad un viaje a pie que le llevó desde la costa vasca hasta el mar Mediterráneo, recreado luego en el libro "Viaje a pie".



Poesía para animales
(Julio Villar: De peces, sextantes y palabras)


      Teniendo todos los caminos, sin camino marcha hacia ningún lugar, dondequiera que vaya.
                                                                                                      Sófocles

El apego es fabricante de ilusiones; quien quiera conocer lo real, debe estar desapegado.
                                                                                                    Simona Weil


La extensión del cuerpo de un hombre apenas alcanza poco más del recorrido acostumbrado por sus saludables rutinas; el mapa de mis pasos en todas sus tentativas de repetido encuentro en las congregaciones para el trabajo, o a una misma hora en las plazas públicas, donde poder vernos, parcialmente enteros en el cuerpo de los otros. Los lugares y cuerpos que nos nombran con esa cordial contundencia de las llamadas. Pertenezco a todo aquello que me llama con un nombre y siempre el mismo, ante el que poder girarme y ver cumplida la trama de los reconocimientos.

En 1968 y tras un accidente en la arista de Peuterey del Mont-Blanc que lo alejaría de las grandes ascensiones de montaña, Julio Villar emprende a bordo del Mistral, un velero de apenas siete metros de eslora y poco más de 1200 kilos, un viaje de ida que no contempla destino ni retorno. Sin el auxilio de conocimientos técnicos, con su sola y limpia disposición animal, “soy un bicho, no soy mucho más, soy un bicho para sobrevivir, me guía mi instinto… no me dejo ganar por miedos ni por razones”. Tras cinco años de lenta travesía, Julio Villar completa su particular vuelta al mundo. Sus notas de abordo, precipitados líricos, apuntes de bitácora y deriva, momentos en su decidida huida del hombre, quedaron registrados en su libro ¡Eh, petrel! (Editorial Juventud, Barcelona, 1974). Años más tarde, la experiencia de otra intimidad, esta vez con la tierra, la vivencia de su creciente despoblación, la desvalida vida de los hombres a la intemperie, su incapacidad para habitarse, verá la luz en Viaje a pie (Editorial Juventud, Barcelona, 1986). 


Viaje sin nombres

En ambos libros, lo grande y lo pequeño, la insignificancia de todo cuanto cabe en una mano y los prodigios de los inventarios del cosmos, trenzan su posibilidad en los mismos cuencos, en una indistinta conformación de la belleza.

En mi viaje no he visitado grandes ciudades, ni tan siquiera pueblos prósperos; no he subido ni a altas ni a difíciles montañas ni he entrado en castillos o en museos célebres. Mi ruta la he trazado sobre la dura, modesta e ingrata tierra… con la simpleza del animal…
una araña lanza su seda al viento. Yo pienso que lo que estoy viendo es algo tan grande como el paso por el firmamento de un planeta errante.

Su viaje es un viaje sin nombres. El hombre Julio Villar no es un coleccionista de itinerarios, no hay lugar al que dirigirse ni identidad de las cosas o el hombre antes de encontrarlas o encontrarse a cada paso, antes de divisarlas o señalarlas. Asistir a una realidad sin sombras, sin dobleces, palabras elementales para una realidad primaria, idéntica a sí misma desde el principio de los tiempos, un mundo abierto esperando a ser nuevamente pronunciado. Como un niño en la expedición de su lenguaje, el testimonio de su travesía por mar y tierra carece de épica, la aventura no es la de un héroe, no hay destino que asediar y cumplir. Tampoco ejercicios de paisajismo, el registro directo, simple, de lo vivido desprovee al viaje de conquistas, asaltos e invasiones de todos los otros lugares que no soy. En las drizas de Julio Villar no se tensa promesa alguna sino la constatación de la honda condición del errático; un presente donde depositar todos los pequeños gestos, la ceremonia que la limpia atención confiere a cada acto, cada acción en su respiración consciente.

La extensión del cuerpo del hombre Julio Villar son exactamente 38.000 millas marinas, “el equivalente a algo más de una vuelta y media a la tierra”. En esta lenta medición “mi cuerpo atraviesa el tiempo”. Abandona así el errático a los hombres en el tiempo de las tramas y se adentra sin terror en el tiempo de las tonsuras.



Me voy. Largo amarras. La vida es mía y la tomo por mi mano para irnos por ahí. Dejo atrás todas las cosas que no me gustan. Las cosas absurdas. Los señores que prometen con gestos paternales. Los sistemas que envuelven y que hipotecan las alegrías de la vida. Y tomo el camino que bebo tomar, para conocer la tierra; esta tierra que es mía.

Voy conmigo. Voy conmigo. Voy a través de mí y nadie me molesta y nada me distrae. Yo soy mi camino. Y mis océanos. Y mis montañas.
Mi viaje no lo podré explicar. Yo no he estado en ningún sitio.
               

                                                                                             
El errático.

Todo viaje rebasa al hombre, lo enfrenta a su real confinamiento.



Estoy solo. Demasiado lejos de todo. ¿Qué hago yo aquí?
El barco es una prisión. Una prisión temible, y la bóveda del cielo son sus muros. Unos muros inmensos, de dolorosas resonancias.
Imposible esconderme.

El espejo que es este universo me da una imagen demasiado detallada de mí.


 


El viaje pone la vida en marcha, la percute. La aventura, si es un viaje sólo de ida, agarra entera la vida y la arroja contra sus límites. Su vibración nos dirá de qué estamos hechos, de qué están hechos los otros hombres.

En su confinamiento, el errático vacía de sentido y dirección cada posible camino, todos le pertenecen por igual, todos son cualquier camino. Confundido en la corteza del mar o de la tierra todo comienza de nuevo: El juego infantil de las rayas gigantes, olvidadas de su corpulencia, cambiando con sus vientres blancos el color de la superficie del mar. Su curiosidad asfixia a los buzos y echa a perder los barcos arrastrando los fondeos lejos de las ensenadas. El errático asiste perplejo al anuncio de la invasión de la luna y se lamenta por la profanación de ese espacio íntimo, el de la callada mirada de cada hombre a su satélite. Miles de medusas vibran en las corrientes de las medias aguas, emergen de la hondura como constelaciones. La oscuridad, la ira de los elementos en el rostro. La estatura de las vértebras de la tierra, la insondable distancia. Los descensos de la conciencia en los callados rituales de la ingesta del kawa en los bosques de Nuevas Hébridas. El mundo cierto en su letargo.

Y entre todos esos prodigios las ballenas y la luz de los cuerpos en su bóveda celeste enhebrando todas las edades de la tierra.

El errático no pretende camino, su lugar en el mundo está a la distancia de un solo paso. Al errático lo asiste la mayor de las ambiciones; “presta atención a las voces de las cosas pequeñas”, nunca se distrae, nunca se dispersa.

El errático tampoco conoce el tiempo. Su cuerpo, una vez habitado, no prescribe. Traspasado el umbral de los diez días, el errático ya no espera nada, todo es ya presente y cabe en un solo golpe de pulmón. En la mar en calma o a favor de los vientos propicios, su posición será ya siempre la misma. Pasado el umbral de los diez días ningún horizonte guarda una nueva luz, nada en la tierra es promesa, declinan los destinos, depone su ira el héroe, en la vida ya no cabe el laberinto.

A los diez días, el tiempo desaparece y con él el número, la fractura que introduce en lo real el acontecimiento. Queda clausurado en el hombre su centinela; todos los Giovanni Drogo ante los desiertos de los Tártaros, todos los Diego de Zama en cualquier selva, aguardando el amor o cualquiera de las otras formas que los hombres acostumbran a dar a su asedio y ocupación.
Después de diez días de intemperie, un hombre no tiembla, y todo cuanto le resta es simple realidad. Esa que el azar dispone y ya ningún acontecimiento modifica.



El viaje de Julio Villar es un proceso de vaciado de todos los hombres innecesarios que habitan al errático. Villar criba el ruido, esa oscura urgencia en la felicidad de sus semejantes, suspende el habla, las acciones para todo en la inconsciencia de las ciudades, y ya las cosas son definitivamente su pulso.




Veo las cosas desde fuera, desde mi yo repleto de noches solitarias. Y creo descubrir que a casi toda esta gente le falta valor.
Valor de ser como saben que quieren ser.
Valor de ser sinceros. Y sencillos. Y fuertes.
Valor de construir. Y de devastar. Y de destruir.
Coraje de dejar que los instintos les salgan del cuerpo…




Cuando el centinela desaparece, lo real deja de reproducirse en los márgenes inasibles de su doble, deja de ser posible y moral. El errante encuentra entonces a cada paso –tal como nos advierte Clément Rosset–, la exultante determinación de todas las realidades, su vivificante insignificancia.
En Julio Villar las palabras y los sextantes marcan una inamovible posición en el presente. Y el presente está fuera de la deriva del tiempo, carece de significado. En él el mundo produce una imperceptible resonancia, un mismo tono monocorde.

Tengo miedo del viento que traerá el movimiento y unirá el pasado con el futuro. Temo el momento en que empezará a soplar. Uno olvida demasiado pronto…

Una vez recuperado para los días, devuelto al ruidoso tiempo de las tramas, el errático advierte a los hombres de lo único aprendido tras cinco años de deserción. Mi viaje ha sido la discreta conquista de la quietud y el cuerpo, “Mi viaje no lo puedo explicar. Yo no he estado en ningún sitio”. Y para sí, como una inconfesable evidencia, suscribirá las palabras del innominado personaje de Antonio Di Benedetto, ese otro “hacedor de silencios”: “De día pensé que me faltaba, hasta en el sueño, dones o ambición de héroe”. 

     
BIBLIOGRAFÍA

¡Eh, petrel! (1974)
Viaje a pie (1986)

JOSÉ LUIS PADRÓN [12.831]

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José Luis Padrón Plazaola

Escritor nacido en Legazpi (Gipuzkoa) en 1970, si bien desde pequeño vivió en Urretxu, localidad vecina.

A finales de los años 90 pasó a residir en Zarautz (Gipuzkoa). Ha escrito poesía en euskera, castellano y gallego. Tras ganar diferentes premios ha podido publicar estas colecciones de poesía: Ilargirik gabeko kalea (Premio Urruzuno para escolares de 1987); De la manera de vivir más humilde y callada ; Profundos senderos de niebla y carne (Bermingham, 1993); Antioju borobilduen kristaletatik zehar (Ayuntamiento de Pasaia, 1991); Egunez egun jendetzaren kiratsa (Ayuntamiento de Lasarte-Oria, 1993); Vida al margen de todo (Bermingham, 1995); Itzal izotzezkoan bildurik (Premio Imajina Ezazu Euskadi, 1996); Paseoak eta paisaiak (Ongarri, junto con fotografías de Gorka Salmerón, 1998); Txori erratuen bilera (Erein, 1998, ilustrado por su compañera sentimental la pintora Concetta Probanza); La memoria extendida (Bermingham, 1999); Ibaia euri erasotan bezala (Premio Arrese Beitia de Euskaltzaindia y Premio de la Crítica, 1999). En el año 2001, por encargo de la Biblioteca Municipal de Urretxu, con motivo de sus treinta años de existencia, publicó el poemario Hitz-erraietan (Ayuntamiento de Urretxu); y también ese año lanzó una antología breve, con algunos nuevos poemas, titulada Bihotzak planto (Olerti Etxea).

Ha realizado traducciones para la colección de antologías poéticas de la Universidad del País Vasco Gaur egungo euskal poesia-Poesía vasca, hoy, y guiones para cómics ilustrados por Concceta Probanza. En este apartado de cómics, la pareja ha ganado, entre otros, los premios del Ayuntamiento de Portugalete y el Ministerio de Trabajo.



Memoria del futuro

A Bitoriano Gandiaga


I

De repente se me ocurrirán árboles,
veré sus raíces sobresalir
de los bolsillos de tus jeans a ras del cielo.
Luego aflojaré la maldita cuerda
que nos mata, y después daré de comer
a los pajaritos posados en el marcapasos.
La luz ya no tendrá edad.
Seré la ida sin vuelta.
Todo menos el misterio.
El silencio donde el aire y la tierra se borran.


II

Tendré buen humor de verdad
y bromearé sobre lo tarde que es
para cuando uno quiere vivir.
Será una derrota visible.
No saber en qué consiste lo misterioso
del misterio.


III

Me costará Dios y ayuda encontrar la armonía.
Eso te hizo reír. Tomar la vida tal y como se presenta.
Escrito es aún más triste.
Sólo que hace un frío terrible, y los árboles
se arquearán, quedan curvados, se precipita
Whitman en el vacío y las nubes de niebla
ocultan hacia la mitad de nuestra vida
todos los bosques que se alejan hacia el mar.
Seré muy amable. No hay que olvidarlo,
la muerte siempre tiene prisa.
¡Aire! ¡Mucho aire! ¡Tierra! ¡Mucha tierra!
Sin pasos que dar. Sin cosas que decir.


IV

Miraré al cielo abstraído,
buscaré a mi madre
y a mi padre,
y al pájaro que decían 
que yo había sido.


V

Si no fui de este mundo,
resucitaré como el hombre que aún no era. 
Tiempo aparecido en su transparencia.


VI

Esto ya no es un poema.
Para mal o para mal,
es la vida.
El aire, la tierra y la luz 
de esa realidad y de esa vida.







Poemas del no lugar
(José Luis Padrón: Los soles del náufrago)

No es necesario quizás decir
que ninguna duración sale
de las catástrofes diarias.
                                 Peter Handke

La obra poética de José Luis Padrón (Urretxu, 1970), está traspasada por una honda emoción de la imagen. Ésta ha ido encontrando su lugar en las formas musicales que reproducen las voces clásicas del romance y la canción popular, el verso sensitivo y la secuencia discursiva de sus primeros libros: De la manera de vivir más humilde y callada, profundos senderos de niebla y carne y Vida al margen de todo. Libros en los que el deslumbramiento del joven poeta reproduce sin complejos su deuda para con Antonio Machado o la poesía del veintisiete.

Con distintos acentos y estilos se va cumpliendo la voz elegiaca de estos poemas, hasta conquistar una poesía concentrada, de fragmento rotundo y árido que no precisa ya del auxilio de adjetivo alguno: Los ojos deseados, La memoria extendida son una suerte de epílogo en el que se cumple el tránsito que va desde una poesía de la contemplación hacia la digestión de lo contemplado.

Los poemas de Padrón son, en su conjunto, una llamada de socorro. Muestran a un hombre expuesto, agónico, incapaz de conformar maneras que hagan hábil la vida; cada libro es la crónica de un nuevo naufragio.

El náufrago.

Si para esa otra voz en la zozobra, que fue Rimbaud, la vida estaba en otra parte, para José Luis Padrón apenas sí queda lugar alguno capaz de contener la vida. Cada poema recoge “la derrota al final de la jornada” y reproduce un paisaje exhausto por la ingrata tarea de llevar la vida a cuestas. “Nubes vacilantes”, “verano en sombras”, “cisnes rotos sobre la lluvia”, y ese omnipresente astro que vive como un tímido dios de espaldas a todo cuanto el hombre nombra. “El sol que no arde, que se esconde disfrazado en un resplandor de piedra”, “sol resquebrajándose”, “sol mendigo”, “sol que apenas tiene significado”, “sol que se aleja”. Queda entonces un universo sin temperatura.

Si no hay luz, tampoco la tierra conoce su contorno; desfallece el náufrago, todo es ya extensión, distancia, horizonte, superficie sin voz.



Un cielo negro que devora nuestros nombres
en estos parques, en estas calles, en este mismo lugar
bajo un atardecer tranquilo y azul que ya es historia
y silencio.



Queda una suerte de destemplado almario, un “hueco de la memoria” donde albergar tanto espectro, simulacros de vida huida, y ese gusto árido de los desiertos a ratos en que todavía es feliz el recuerdo.
Al hombre en estos poemas se le ha acabado la tierra, vive en un continuo despojamiento. Para él vivir es caer sin interrupción, y en la caída se funda el vértigo de todos los abrazos al número de las cosas, nombres que no duran. No hay canto ni vuelo capaz de remontar la vida: “las palabras ya no sirven”.
El náufrago se recorta contra los horizontes, deja extenderse su memoria igual que crecen los mares, los bosques, las noches, sin poder con ello conjurar todo cuanto amenaza al hombre solo. En ocasiones clama por ese tiempo en el que débiles indicios le recuerdan haber estado habitado.



Vuelan en mí, temblorosas, mis esperanzas o flores muertas.
Arrasadas metáforas de infancia y las primeras hogueras
dentro de la sangre. He procurado no despertar a los monstruos
anhelando al fondo del poema. Escribir: las sombras tímidamente
próximas.



La duración.

Porque “Sólo la soledad se gana a cada momento. Soledad que no es ausencia, sino razones perdidas”, al náufrago le hubiera gustado escribir el poema a la duración, ese que pretendiera Peter Handke bajo los presupuestos de Henri Bergson. Duración que no niega el tiempo escindido, ni es su suspensión ni el éxtasis, tampoco el milagro. La duración tiene lugar en la convergencia de las imágenes cotidianas que he sido y soy. “La duración –asegura Handke– como un acontecimiento que consiste en estar atento, percatarse, ser abrazado, ser atrapado por un sol suplementario… que pone de acuerdo todas las disonancias… La duración no es algo que se viva con otros. No forma ningún pueblo. Y, sin embargo, en el estado de gracia de la duración, al fin no soy yo simplemente y nadie más. La duración es mi relevo, me deja marchar y me deja ser. Animado por la duración, soy también aquellos otros… Al posarse sobre mí la mano de la duración, se cierra la herida de la que por primera vez soy consciente, al cerrarse… La duración no desplaza, me coloca donde debo estar. Saliendo de la luz de foco del diario acontecer, huyo decidido al incierto campo de la duración… La duración no está nunca en la piedra imperecedera de tiempos remotos, sino en lo temporal en lo maleable”.

Lo fugaz y cambiante, el tiempo que “deshace la vida”, “las horas que derriban los lugares y los instantes”, termina por cristalizar, adquiere formas duras, rigores de cadáver.

José Luis Padrón se detiene y contempla cada porción de paisaje, teme por todo cuanto lo amenaza. Por que también el paisaje se detenga, lo gane la quietud y se cumpla en cada árbol, en cada pájaro, en todos los cielos la fractura. Teme que el mundo no dure, que se rompan y quiebren las cosas de que está hecho.

Se duelen estos poemas por todas las formas de la destrucción. No hay extinciones amables en estos versos, tránsito y transformación de unas cosas en otras. Los días simplemente se precipitan y dejan en su carrera simas, abismos de una existencia intermitente entre lo irrecuperable y su emoción de un día.

Todo ha sido y será demolido, tan sólo el anhelo enciende la fiebre en mi nombre. El deseo se hace con las maneras de las “aves heridas” y “flores ciegas”. Maneras del vuelo y lo posible que en ocasiones nos trae la brisa, alguna estación amable, el viento como “un temblor en la memoria de la calle”, “suavidad de las tardes siempre de septiembre”, que no logran edificar a un hombre, salvar la ruina, sostener el cielo y la mañana.
Todo es desecho, se vuelca en la memoria y arde. La memoria no es un caudal de acontecimientos vividos, el tiempo ido nos desteje, nos deshabita. Avanzan como un miasma las horas, los inviernos, el frío, bosques, tierras desoladas, desiertos a desecar la vida.

Al término del día toda contemplación ha servido de poco, queda “el triunfo del inútil color de aquella luz nocturna” y el anhelo intacto, esa familiar, continua esperanza en que perpetuarnos mientras la herida crece. “Ya no hay luz en el horizonte disecado del mar”.



El calor detiene el tiempo,
las calles, la distancia en el interior de los frutos.



Frente a la duración, el tiempo amenaza ruina, hielos perpetuos, herrumbre de jardines. Los cielos solidifican y una luz tamizada derrama su ausencia de dioses sobre la tierra quieta, o muere pálida en las estancias. El tiempo erige “estatuas de nubes que sostienen la mañana”, “instala las columnas del silencio”, una “arquitectura de la niebla”. Formas rígidas que amenazan siempre con quebrarse. “En mí se van muriendo tantas cosas como nacen”.

Nada se puede nombrar en un mundo sin contorno. Por ello, al náufrago sólo le resta el auxilio de la noche, el amor y la memoria. Son ellos sus lugares para la duración. En la convergencia de sus imágenes, el náufrago siente cierto consuelo ante tanta fractura de astros y hombres rotos, por ellas se deja vivir y ya encuentra a su lado indicios del hombre entero, de un astro entero que no se estremezca, que supla a “este sol inseguro y vencido en los espejos”. Una forma de conciencia y de ser que no pida una presencia estratificada en el tiempo.

Cada uno de los poemas del náufrago es una mano extendida que pide un tiempo que no sea de arena. Algo vivo aún, el amor todavía, al otro lado de mi naufragio, que no se parezca tanto a este esqueleto de los días, a este letargo bajo el mundo frío, a tanta memoria de estatua en “nuestras vidas de piedra”.
El náufrago tantea el mundo con los ojos y “no siente las palabras que han de llevarle a otra parte”. “Todo es inmediato”, en las orillas de la enunciación, y sólo resta una palabra: “aquí”, y ese “aquí” es el centro del mundo a su lado, vida al margen de todas las catástrofes que el tiempo instaura.



Qué quieto lo verdadero.
Qué dentro de mí el viento.
Vida sin adjetivos.
Nada más.
Las palabras repasan
la memoria extendida.



La memoria, la noche y el amor, son el reverso de las horas, la consciencia, y el mundo quieto. Son también su motor, el frágil engranaje al que atienden estos poemas para que puedan permanecer de acuerdo todas las disonancias.
En este no lugar el náufrago levanta y mantiene en pie el sol de la duración.

BIBLIOGRAFÍA

Ilargirik gabeko kalea (1987)
Antioju borobilduen kristaletan zehar (1991)
Profundos senderos de niebla y carne (1991)
De la manera de vivir más profunda y callada (1991)
Egunez egun jendetzaren kiratsa  (1993)
Vida al margen de todo (1995)
Itzal Izotzezkoan Bildurik (1997)
Los ojos deseados (1997)
Txori Erratuen Bilera (1998)
Ibaia Eurierasotan Bezala (1999)
La memoria extendida ( 1999)
Bihotzak planto (2001)
Hitz-erraietan (2001)
Zure bila itsasoa bidaliko dut (2002)





PAULA SIMONETTI [12.832]

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Paula Simonetti 

Nació en Montevideo, Uruguay, en 1989. Es licenciada en Letras por la Universidad de la República y especialista en gestión cultural (UdelaR, 2014). Trabaja en el área social y la cultura comunitaria, es investigadora y correctora de estilo. Se dedica a escribir desde niña y sus poemas han integrado una serie de antologías tanto en Uruguay como en el exterior. En el 2012 obtuvo el Primer Premio de Poesía Joven Pablo Neruda, a través del cual viajó a Santiago de Chile, participando de la Feria del Libro y de talleres en la Fundación Neruda. En el 2013 obtuvo una mención en el concurso nacional Juan Carlos Onetti (Intendencia de Montevideo) por su poemario “En la boca de los tristes”. Este poemario es el primero de su autoría y fue editado por “Lo que vendrá”. Su primer libro está estrechamente ligado a su trabajo con poblaciones vulneradas.





1

sobre estos ojos que ensayo
hay un poco de ternura
adormecida que se escapa
como la mano que apretaba
una caricia
y se deja caer sobre el fracaso
frente a mí está el paisaje verdadero
lo que hay detrás del nombre
es solo una versión de la presencia


2

Mi cuerpo es
un pequeño detalle
en tu mirada.


3

Un pedazo de niño
no se aferra
al vestido de su madre
cae
cae
no se salva


4

Hay un charco de agua sucia
que sostiene
al cielo
Una nube que acaricia
el reflejo que deshago con un paso
Hay
un barco de papel
que espera
Hay otra tarde en el charco
donde
otra mujer
me invita a ahogarme
No importa
No
Pero dependo de eso


5

No tu lágrima
tu piel adentro
lágrima y tacto
dos pequeñas certezas
de la vida
la piel adentro
de una lágrima
lo que no se mira:
corrida intimidad
que cae al suelo







Armar el cuadro otra vez/ reconstruirlo
como si una fuerza extraña lo hubiera fracturado
como los evacuados como los exiliados
como los que incendiaban sus propias casas
como después de las  guerras y de los desastres
y también como cosas más sutiles
como sobrevivirle al amor como después
de esos finales
como después de la muerte como después
de los padres
y después de los hijos
y también como cosas más sutiles
como cuando amanece






No quería hablar de mí
quería hablar de los que sobreviven
siempre
Pero yo, que aparezco
riendo entre las sombras del domingo
yo insisto
con el inútil recuerdo del cuarto de infancia
del hibisco al sol de los veranos
o de la cama revuelta
y también de las historias
que los hombres me cuentan
mientras fumo en la cama
Estoy callada y retengo
apenas esa imagen
más historias de otros
y después de otros
luego vienen
las cartas, las cartas, las cartas
de aquellos que amé
o que creí amar
-Los domingos da igual-
y si me amaban da igual
-ah si vieras estos paisajes
estas ciudades-
-deberíamos pensar en vivir juntos-
-creo que debemos dejar de vernos-
-p.d conseguí el libro que querías-
Tiempos que enloquecen
pero en cámara lenta y se deshacen
y giran en el centro de nosotros
Magia absurda para conjurar
solo un domingo
Todo, tiene ese encanto
de canción de carretera
retomar o abandonar
parece algo posible
Pero,
simplemente no quería
Y luego
los amantes o el alcohol o los amigos
-a quién no le pasan estas cosas-
A quién no le sucede una y otra vez
lo mismo
Y después están las religiones y también
la poesía
una brujería para transcurrir
solo un domingo
Un domingo que quiera decir
que signifique
Y después las preguntas
en las que insiste el viento
El mar queda lejos los domingos
y la vida queda apenas lejos los domingos
Yo quería hablar de los que sobreviven
siempre
pero hoy es domingo
hace frío
y la ternura y la revolución
se quedan del lado de afuera
a quién no le pasan estas cosas
quién no sobrevive a esto








Nelson

¿Te acordás cuando dios te abandonó
y era verano?
¿Te acordás cuando dijo
quedate revolviendo
contenedores, basurales, plazas, vientres
piezas y pulmones?
¿Te acordás que apenas
te dejó frente a ese plato breve?
¿Te acordás de la oración,
de cuando amanecía?
¿Te acordás de dios y del verano?







No voy a hablar
voy  a hablar de otra cosa
nunca es eso
no te voy a decir
basta
voy a dibujarte este sutil
paraíso de papel
sin contarte los piojos ni los sueños
la mirada que se abre hacia una infancia breve
de las hamacas voy a hablar
de los rosarios
será que no rezás
que no te hamacaste
ayer
mañana
nunca
no voy a retomar la cuenta
moretones que se van pero hacia adentro
para volver a estallar en el gesto de los hijos
de tus hijos y ad eternum
me olvidaré después cuando esté hablando
a nadie
de Picasso
eso
duele
no tu mano  firme como
la rigidez de un loco
le diste vuelta la cara y volvió otro
de un golpe tu hijo se hizo hombre
no me vas a decir que ellos son niños
hombre de mil años canta Goyeneche
voy a hablar de otra cosa
aunque me vuelvo
a este abecedario
que solo habla de vos y de mi infancia
y sirve para conocer la muerte
nada más
no dice basta
no se hizo para decir basta
no voy a hablar del golpe y de la marca
de la forma en que tu mano aplasta el gesto
de tu hijo como si fuera mosca de verano
voy a hablar de la forma en que tu mano
se levanta desde adentro del poema
y lo deshace






O

Guardarse el pan sin que lo noten los amigos
mientras se escribe que la vida es
la breve luz del cigarrillo
mirar desde la cama una silueta
un libro un perro el hambre
nunca quise vivir para escuchar
el sonido del despertador en la mañana
y ver que tiraban piedras en el vidrio
y que otra vez
no era el amor
ya no el amor
los maridos muertos
los poetas muertos
un montón de músculos
con alguna esperanza cuando salen
a pasear y se ponen a dolerme
nunca quise leer mirar/ mirar tan hondo
saberme un yo en los ojos de esos perros
mirar mirar doler Idea
mirarme en otros ojos ver tus ojos no quería
ni besar cualquier frente sudorosa
ni tomarme la fiebre del poema
ni darle voz a nadie
no quise ser mujer quería
mirar hacia atrás caminar
al revés no quería decir madre
nunca quise aprender a escribir
decir mi nombre dibujar este país enrarecido
el aire/ no quería aprender a respirar
saber qué son pulmones cuánto sale
quería escribir hacia atrás
tapándome los ojos como si no supiera





KAREN WILD [12.833]

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Karen Wild

(Montevideo, URUGUAY   1984). Cambiando formas se mueve entre poesía, filosofía y danza. Recientemente publica el libro Anti – férula, y comienza a desempeñarse como docente universitaria. Forma parte de un colectivo de danza contemporánea



emessen

(por título lleva una ficción
que de algún modo parece
vincular con nuestro tiempo)


vesículas cargadas de semen
colgando sobre los ojos
como lagañas
enreda en la visión de esta esquina
sin nada para decirme

o esta ofuscación
a un nivel transitoria a un nivel perenne
como una matrioshka
anquilosada

o cuesta abajo
cómo la calle distiende
y yo
en el vórtice del vómito
con la performance del disimulo

(por vaporizar)
los miembros tras cruzar la puerta
demudarán
en solo y desgarrado grito

oh! si tuviera los marcos o los cuchillos
si pudiese invocar el “yo”
del alter
si lograse abarcar
y trasponer
la metahistoria...!






Chip-tiempo ¡existo!

Estoy
Bajo la cúpula oscura de interrelación luminosa
En forma de redes las estrellas se reagrupan
Y todas son las vecinas de todas
Pero en mi edificio los vecinos no saludan

Estoy aquí, expectante
Alarmas o terminaciones nerviosas
Que me ofrecen la rutina dinámica
Del foráneo, relativamente conocido: el resto
Soy un recorte en sentido ineluctable

Aquí aquí abajo ¡escuchen!
Puedo gritar horas por las manos
Desear que me cubran artesanas y escultoras
Que me escolten ojos serenos y vivaces
Trasuntando el vétice sin equilibrio

Veo flores en la escarcha piso un piso que no es piso
Mientras por el corredor, tachonados y apáticos
Van cuerpos con envases y manuales y mapas

Y soy un tú idéntico a nadie y por eso solo
Siempre hay un motivo para oponerse
Encarno la violación de un principio y entusiasta exijo
Profundizarse

Y a la frustración del límite, quebrado una y otra en hybris
sufrimiento y nostalgia del Todo
-grosería de la producción mediante- tengo un grano:
La ansiedad por la máscara mediática hoy convertida
En mampostería de la presencia…

(pero los muros se quedarán sin blancos)







(humana) belleza

… regarde-moi qui change!
Paul Válery, Le cimetière marin.

por el tajo que me atraviesa asoma
estoy al descubierto
herida por los objetos con aristas
por la materialidad del signo surcada
soy el sentimiento puro
desdobla de par en par persigue
visión completa de cielo
llueve sobre mí ¡que me nutro!
estoy dejando un nuevo hueco
donde otrora la puerta de un edificio
en el ventarrón de los pasillos
al medio de este patio taciturno, desnuda y acurrucada, tiemblo
la sombra o la casa presiona ante mí y soy la fuente
en este patio me eternizo, pondré incluso
mi tumba en los vergeles
¡abriré los cementerios y sobre un árbol
-voz arrastrada por el viento-
cantaré cada poema escrito, cruzaré bailando la noche!







de pactos y no

El pacto repitiéndose cotidiana
el pacto calculado en rutina pasmosa
dinámica individual

la prisión de temor-celo
lugar-seguro hombre-objeto-cuerpo
sujeto-observa-objeto-
tengo temor-celo- ¡Yo!
el pacto es un tejido frágil
hilos descosiendo

un pacto nuevo siempre aviene

los brazos: sueltos d’hilo
suelto y desunido –inerte

la comunidad: un lugar que no conozco
la comunidad del hacer endulzando
al movimiento enloquecido de los órganos
que no armonizan sus funciones con el cuerpo

La comunidad no existe…
yo no soy realista
estos hilos no son mis manos
mis manos están hechas de semillas
de semillas y preguntas





Maceración

el aire negruzco y pesado
                          en la imagen bañada a la luz del cemento
corro escapando del túnel brillante
                          que engulle entre el mar y la cumbre
                 serigrafía al oscuro
                 nubarrones trenzados
                          que lanzarán cuchillas níveas de fuego
                 de zinc las gotas
                 son lanzas y piedras
                 son pétreas granadas
corro peleándole al viento las piernas, el torso
                               el túnel luminoso en el fondo
                               va tragándose al resto
                               al resto del cuadro
                               que se macera
en un bostezo álveo
en un claro del mortero






flujo 

soy la espuma clara
que emerge de los cuerpos carnosos
la que no conoce de espacios vacíos
                                                         pasta salival
que s’infiltra por el pecho y convoca soplos y arritmias
y hacia los humores ciegos
en el intestino
baja
                     río cremoso
que se incrusta en los oídos y descifra las vibraciones
erupción
desde el cerebro al espíritu
envoltura humedad
                                 sudor livianísimo
y acaso siente
lo que nadie sabe y acaso sabe
lo que nadie dice

yo soy el vino viscoso del conocimiento que escapa a la ciencia

conmigo porto la verdad que todos enmascaran

soy la verdad, tengo la esencia, soy la primera instancia… discurrir perdido

soy, desde el origen vengo, el flujo libidinal de la fiesta







Noche

Bajo la calle rumbo a la rambla
en la espesura y la calma de la noche naciente
donde muere infinito un zumbido
de roces lejanos
y crece una brisa que en hilos
recorre rincones agudos y aviva olores ácidos

Bajo la calle rumbo a la noche
hacia mi progenitora la noche
que parió a la hora de llovizna y nubes
cuando el país se empezaba a sacar
la camisa de fuerza
y ya se estaba acuñado
un nuevo modo

La noche con la lengua magna y oscura
me acerco a volcar emociones
le doy mi pausa en versos y blancos
la lengua devuelve un meneo un murmullo
pero uno que tiene postrero
el azote

su arrullo está limpio
es como el reverso
de la calle








ISABEL LARRAÍN [12.834]

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Isabel Larraín 

Concepción, CHILE 1964.
Ha publicado Volver a Sadnes Editorial Génesis 1989, De los esfuerzos y oficios 1994 y el Camino más alto, LOM 1999. Ha escrito artículos críticos para diarios y revistas especializadas en literatura y ha dictado diversos talleres literarios.




VOLVER A SADNES

Vida mañana muéstrame.
Soñar simétrico hoy quiero.

Quizás si te contara
masturbaciones rojas
a eso de la tarde en domingo,
y quietud
quietud después
bendiciendo la mano que supo
y no tuvo piedad conmigo.

Esta ciudad quiere tragarme
en su inconclusa razón.

Desencuentro frente al espejo,
crudo
en estas horas
insistiendo ser viejo
con la clara sensación
que he perdido una vez más,
el juego de los días. 







Ritmo

Interior
la palabra un sonido
sordo hueco hondo
grita la concavidad de un ojo
ante el ojo de la muerte.

Luego el beso,
-dame tu lengua, después una lágrima.







Una gota gris
penetra mi gris cuerpo
animal domado
y no por el tiempo






Dejen morir al muerto
déjenlo tirado allí.
no limpien el vómito de palabras
ni espantes sus moscas carroñeras.
Dejen morir al muerto
no crean la promesa de sus ojos
volverá a los mismos pasos.

Déjenlo tirado allí
y una vez bien muerto
recuperemos el oro de sus dientes.


De Los esfuerzos y oficios

A qué herirse
Si al final
Entre las piernas somos lo mismo:
Una sola condena a cada paso






Algo más que tiempo
se ha perdido
en este oficio de respirar
se cruza por un aprendizaje inútil
Inhala
velocidad ritmo imagen
Exhala
de ti mismo el resto
una y otra vez






UNA GEOMETRÍA DEL AMOR

Imagina un punto
Los infinitos pliegues
          de la locura

Imagina un ángulo
donde los cuerpos arriban,
un lugar tranquilo
donde mi sangre está en tu sangre
donde tu memoria
          es mi sueño

Imagina un círculo
abierto donde estamos todos
y ninguno
En la geometría del amor
          el cuerpo es el infinito.

CARMEN GARCÍA [12.835]

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CARMEN GARCÍA

Carmen García (Santiago, Chile, 1979): Es socióloga de la Universidad Católica. Fundadora y editora de la revista Plagio. Ha participado en la organización de diversas actividades culturales, entre las cuales destacan el concurso de cuentos breves Santiago en 100 palabras, el ciclo de poesía escrita por mujeres Cita a ciegas con Neruda y el ciclo de poesía joven A-ttak. Durante el año 2000 es becaria de la Fundación Pablo Neruda. Ese mismo año recibió la beca de creación literaria para escritores noveles del Consejo Nacional del libro y la lectura por su libro La insistencia. ”, publicado el 2004 por Libros de la Elipse. El año 2005 es distinguida con una Beca Fulbright para estudios de postgrado en Estados Unidos. Desde agosto de 2006 y por un año reside en Nueva York. El 2007 gana la Beca de Creación Literaria del Consejo del Libro para escritores profesionales para la escritura de su segundo libro titulado El Libro de los Pájaros y Gotas sobre loza fría (Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2010).




Yo me pregunto quién es el que habla por las noches
con la sombra de quién habla el pájaro que tirita en mi cabeza
a quién conoce el silencio
hacia dónde vuela el corazón que llevo entre las manos
Tengo una cruz en la mitad del rostro
un abismo celeste que mira diminuto 
la ciudad oscura donde ya nadie habita
En poco tiempo, todo estará cubierto de agua
las casas, los niños dormidos, el vientre de las mujeres, 
las rosas enterradas
En pocas horas, abriremos un camino que nos conduce hacia nada
ahí dejaremos crecer la barba de los abuelos
tomaremos el té con los muertos de la familia
en ninguna parte hablaremos con dios el idioma de la lluvia
su dialecto que cruje abandonado
y veremos a las niñas pasear descalzas
con los pies rotos
con las muñecas quebradas
desenterrando el corazón de los pájaros.

(Aparecido en Sur·Sud. Siete poetas chilenos.
Antología realizada en el marco del Encuentro de poetas chilenos en París. Abril 2008.)







Alguien creyó que el metal de los huesos era blanco 
el esqueleto reconoce a los antepasados
repite sus nombres con una estela de vidrio
y sus nombres dejan un brillo que alguien sigue con la mirada
Si hubiese que desenterrar sus dedos para ver hacia donde indican
lo haríamos con las rodillas y la boca
a pesar de la lluvia
a pesar de la nada
plantaríamos semillas en los ojos de los muertos
para que el mito sea de los otros.







Mis hermanos se limaron las uñas con las piedras
descosieron su sangre y su sangre
fue veneno blanco en la boca del sin miedo 

Ya nadie camina por los jardines de crin
Nadie lleva la copa colgando de una oreja
Ninguno entiende la calma en medio de la noche 

Mis hermanos se rompieron los dedos con las piedras
en homenaje a alguno que tejió una mantilla para los insomnes 
y dejó la tierra cubierta de hilo negro
Entendiendo que dormir es un homenaje a los ciegos.






La Lengua del Animal es la Palabra

Quiero palabras grandes,
enormes caballos que beban de mis manos
Javier Bello


La lengua del animal es la palabra.
Un pájaro muere en el jardín
¿quiénes lo rodeamos en este último respiro?
¿quiénes los que habitamos este lugar?
Yo no quiero palabras que nos hagan olvidar el dolor de estar despiertos
quiero palabras que acompañen la belleza del último instante en que somos vida
que se nombren en la boca del miedo
en la sombra del animal que es el anuncio
que se tricen como porcelanas
y comprendan lo indecible en la noche de los monumentos.

Hay una espada que atraviesa los días
entonces los pájaros revientan y desaparecen
y el temor es uno y mismo para todos:
la palabra acabada
el ojo vencido.
Somos tres los invitados a este funeral.







Los Ojos de la Noche

Éste es el monstruo con el que soñaron las niñas
la habitación del silencio, los dientes del cangrejo
la rabia cuando orinábamos desnudas sobre la loza blanca
tras el suave parpadeo de los que nunca nos vieron.
Estuvimos ahí, las lombrices aparecían bajo tierra
y la jaula era ausencia en el fondo del jardín.
Estuvimos ahí
nos ocultamos por los rincones de la casa
tras los muebles, bajo los árboles.
Comimos la misma miel que los pájaros,
en conversación agitada con el viento
con las madres que piaban por sus hijos.
Nosotras, elegidas por una mano mayor
para cargar con los ojos de la noche
los huevos rotos de los pájaros.






El Llanto Sometido de los Espejos

La sonrisa de mi madre temblando en las esquinas
tosiendo el líquido amarillo
jugábamos con un revólver
aparecían mariposas desde mi vestido
nos enceguecíamos con el reflejo del sol
todo se iba quemando de a poco
las hojas, los insectos que caían en manos de niños con espejos
los ojos de mi padre se iban quemando
los habitaban cucarachas negras
el líquido amarillo que mi madre tosía
mi madre también era un bicho
temía a los espejos y a veces amanecía cubierta
hablaba a niños con espejos
la rodeaban y amanecía cubierta
aparecía en los espejos
con las manos ocupadas en las mariposas
ella derramaba la leche porque estaba amarilla
bebía agua salada y se iba secando de a poco
como las hojas o los insectos de niños con espejos
se iba secando
sobre la leche derramada
con los pechos salados
cucarachas en los pechos
negra la orina de mi madre
se quejaba al orinar
tosía el líquido amarillo, le dolía al orinar
mi madre amanecía cubierta de bichos
tenía espuma en la boca
y hablaba el lenguaje de los ciegos.






El Crimen de la Luz

Hay cuerpos en la laguna, helicópteros, hélices que cortan el viento como el dolor corta la respiración de mi madre. Es tarde y hace frío. Hay botes volcados en el agua, un viento siniestro que viene a destruirlo todo. Es tarde y hace frío. Nadie ha visto los zapatos de la niña. La niña baila ahora en otro lugar. Es de noche y la búsqueda no ha dado resultados. Sólo luces que alumbran fragmentos de la laguna, columnas que se alzan por sobre las aguas, columnas de luz que construyen el cementerio de las noches. Ese día, la luz que anunció tu muerte, fue una piedra oscura y pesada que cayó sobre nosotros.






Los Nombres del Vacío

En estas horas desoladas con perros gimiendo en el cuello de la noche, con perros que pasean entre la basura por el cuello de la noche, hay un ladrido que hace recordar, un ladrido que pasea solo por las estaciones y atraviesa los años como las cinematecas que huelen a orina. Ya no quedan vacíos sin nombrar, es lo que busca el perro de la noche. Éste es un conejo. Éste un gallo que camina ciego, que se asoma al pozo. Éste es un perro que pasea por la noche. Un perro en calles solitarias. Éste es el nombre del perro. El perro está en el cuello de la noche y dilata los ojos al mirar al pozo. El pozo está vacío y todos los vacíos están llenos de luna. El perro gime en el cuello de la noche con un ladrido mudo, una palabra que no reconoce oración ni dios.




Destierro

Este día se extiende como el andar de las víctimas con los ojos vendados. La imaginación del silencio y los ojos vendados. Bestias que no dejan de llorar miseria. No hubo funeral: tu cuerpo envuelto en  plástico negro reclama a los hijos que aguardan crucificados por la tarde. 







Gotas sobre loza fría
Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2010




Inserta en una tradición poco explorada en la poesía chilena, el último libro de Carmen García ‘Gotas sobre loza fría’, aborda con sutileza un mundo poblado de imágenes trascendentales, opina Pablo Torche.

Con un epígrafe famoso de Paul Celan, “Dice verdad quien dice sombras”, este libro se sitúa con fuerza en una tradición comparativamente poco explorada por la poesía chilena, como es la que trabaja al margen de referentes concretos y cotidianos, y que busca levantar su fuerza expresiva desde un escenario abstracto, por medio de la condensación de símbolos.

Si esta opción levanta sospechas, sin duda que lo hace aún más cuando es escrita por una mujer. A pesar de que se diga lo contrario, mi impresión es que el sujeto femenino despierta recelo, por no hablar abiertamente de rechazo, en el ámbito creativo o de recepción crítica. No se trata por supuesto únicamente de la figura autoral, de si los artículos terminan con “a” en vez de con “o”; se trata del tipo de sensibilidad abordada. En Chile, creo, se favorece una poesía masculina, una poesía que hable de un deseo masculino, de una melancolía masculina, incluso de un carrete masculino (si es que existe algo así). Cuando estos mismos elementos son explorados desde un sujeto femenino hay una propensión muy notoria a tildarlos de cursis, impostados o sensibleros.

Me parece que este es el escenario que enfrenta en parte la poesía de Carmen García, pero lo hace con solvencia, con prolijidad. Desde su primer libro (“La insistencia”), el propósito es buscar versos (muy pocos) que rescaten una sensibilidad profunda, escondida. En este sentido, ésta es indudablemente una poesía vertical, que busca ir hasta el fondo, no abarcar un territorio demasiado amplio.

La apertura de ‘Gotas sobre loza fría’ (Editorial Cuarto Propio, 2010) anuncia con fuerza el lugar del habla: “No hay puentes / solo caminos que conducen de rodillas a la memoria”. Este poemario versa sobre la memoria, una memoria en general dolorosa, atormentada, poblada por la figura de animales, sentimientos personificados, y la imagen deambulante del padre, que adquieren casi la dimensión de demiurgos, levantados para atormentar al hablante. A través de un lenguaje fragmentario, breve, a veces cortante, se busca sintetizar los sentidos de estas presencias fantasmagóricas que luchan por la supremacía. Para que este conjuro sea creíble, tiene que haber concentración, no exceso. Imágenes que trabajen como remolinos, que capturen un ámbito de resonancias más amplio, no que sean simplemente la edición de una cháchara recortada ex post. En este intento los poemas de este libro en general triunfan; pierden cuando se disgregan en demasiados símbolos (lo que ocurre a veces con animales, o colores), en cambio ganan cuando se destilan en torno a una atmósfera más definida:

Mi orina es el fuego
vuelve de tiza las paredes de esta casa
blancas paredes donde el té es el licor de las sombras
canto que es piedra
hueso de pájaro

El mundo de los recuerdos pervive en la memoria. En muchos rasgos es una infancia conceptualizada en términos de desamparo y soledad, pero en el fondo es el retorno a una pregunta espiritual, que parece ser la fuente de la que manan los poemas. Una pregunta insistente por el origen, que será también el final del viaje, y que se responde a través de un cuerpo surcado por imágenes trascendentales:

Me pregunto quién es el que habla por las noches
con la sombra de quién habla el pájaro que tirita en mi cabeza
a quién conoce el silencio
dónde vuela el corazón entre las manos
la cruz en la mitad del rostro
la ciudad oscura donde nadie habita.
En poco tiempo, todo estará cubierto de agua
las casas, los niños dormidos, el vientre de las mujeres
las rosas enterradas.

Brotan de esta fuente de origen, con la cual se busca retomar contacto, oraciones sueltas, o levemente entretejidas, que no se sabe si son frases o símbolos o plegarias. El libro avanza entonces como un ritual hacia ese momento trascendental del inicio. A veces se distrae con símbolos demasiado concretos, pero lo que vale es el atrevimiento para interpelar esos lugares deshabitados, buscando un imaginario para construirlos. Volver a las grietas de los mapas, de donde emergen muertes, surcos, pero sobre todo oraciones o secretos que hablan en murmullos y que es necesario leer lentamente para comprender.




Mis hermanos se limaron las uñas con las piedras
descosieron su sangre
y su sangre fue veneno blanco en la boca del sin miedo
Mis hermanos se rompieron los dedos con las piedras
alguno tejió una mantilla para insomnes
dejó la tierra cubierta de hilo negro
camina por los jardines de crin
con la copa colgando de una oreja
comprende
en medio de la noche
dormir es un homenaje a los ciegos.







Todo horizonte es una despedida
océanos abandonados
como huecos sobre los mapas
cordilleras abrazadas a países sombríos
En el horizonte de los mapas
se esconden los secretos de las migraciones
poemas peregrinos
la rima bajo las piedras
de las montañas dibujadas sobre los mapas.







Fui relámpago, óxido, nieve negra
el cuerpo tatuado de países en invierno
Quise decir quiero
quise decir amor amor
hablaré a los mares
a las rocas les diré mi noche
y estallará celeste la morada de piedra.

en Gotas sobre loza fría, 2010







CLAUDIA JARA [12.836]

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Claudia Jara 

Nace en Santiago de Chile en 1975. En 1997 fue seleccionada para participar en los "Talleres Literarios José Donoso", de la Biblioteca Nacional y es becada por la Fundación Pablo Neruda.




DOMINGO DE VANIDADES

Yo la Artaud con pestañas
agarro el puñado de gentes
que corren a lo largo de mi brazo
goteando desde la punta de los dedos
lamen sus espaldas
con el disimulo de una realidad
subtitulada en la gula
de mi cuerpo dormido
en los márgenes de mi boca.
He expulsado un pequeño trozo de carne
no puedo mirar atrás
no soy mujer en un día
mis dientes son ojos internos
pierden la vista en la miseria
de mis contagiados remolinos salivales
gritando como Pablo Pájaros.
Véanme aquí
encerrada en esta escuela de mujeres
hablando de hombre a hombre
con mi buena marca de polilla cosquillosa.
Créanme vengo del zoológico de laberintos
con tono histérico
ustedes ya no sabrán que pensar de mí
yo la semi-raquítica
transeúnte permanente de calles angustia
les pido
córranse de una vez
de estos espejos de figura 
que hay en mi rostro
No lo alimenten de leones.
ni lo encierren un domingo en la tarde
para decir después que soy un vegetal
y llevarme por la tierra para diseminar
mi retardo de mujer de bolsillo.
Una guillotina de mundos
chupará la sangre de la gente
que corría por mi brazo
Ahora sólo puedo hablarles
de mis parientes
para despedirme en un solo adiós
Me voy 
como un muchacho
junto a Germaine
al fondo de la desnudez terrestre
en busca de mi Génica
la que me dará
un domingo vanidoso sin pestillo
para quedarme sola
mirando que soy un hombre
por mis manos y mis pies.





Mundo adentro sentado en un palo de escoba

En el mar de los placeres de corta duración
soy la expresión de lo que pienso
Atorado con una pepa de fruta
del ahorcado suspendido en hilos de hueso y piel
veo el chupón de venas mestizas
de la culebrona fiera y sedienta de pezuñas lejanas
corazón de lengua que no calla
Horrible es la visión de esta mujer
que sigue al brazo en la ventana negra
escupida sobre mis pies de cuerpo estrangulado
Me escondo bajo su ducha
con mis manos sordas de fatiga espiritual
y mundo adentro sentado en un palo de escoba
entro en el Libro Sanitario De Visiones Disparatadas
en su gratuito estallido de vida
asesinado en una oreja
carcelera de la noche







“Extraño destino tienen las cosas”


No

Sólo basta un no,
Un no que salga desde afuera hacia adentro,
Impertérrito,
Áfono,
Noctámbulo en su recorrido de negación.
Un no acurrucado,
En la membresía de la palabra,
De la palabra que a sí misma se hace llamar no.
Esta noche, y las siguientes me sustituyo,
En incontables noes,
Y me niego a mí misma junto a la palabra negada,
Impertérrita,
Áfona
Y noctámbula.




Y si lloviera esta noche

Y si lloviera esta noche,
Los gatos alunados dejarían el tejado,
Se abrirían al silencio de la oscuridad mojada.
Yo en tanto,
Me partiría en dos,
Para caer al vacío y ocupar el espacio húmedo y seco,
que queda entre cada gota en caída.
Seguiría el destilado del polvo agua, y me arrastraría por el suelo
Para fraguar el cemento,
Para volverme a unir,
En polvo,
Agua
Y lluvia.




Jacaranda

Del ocaso este me llevo mis zapatos,
mis enmiendas y las partituras del recorrido.
El asfalto se asoma sobre la cuneta malherida,
Mientras de reojo
Una calle abre sus raíces para la entrega final.
De rodillas me toma el viento, y me asemejo a la sombra
de la jacaranda vertida sobre las palabras.
Muda, las respiro, y me levanto al paso, bajo un cielo sordo.
Las hojas moradas navegan en la quietud de mis pasos,
a lo lejos un corazón baila.
Las palabras soplan a mi oído,
un canto morado de hojas de llanto herido.
Las calles se retuercen en olas,
Olas de tierra, que navegan entre árboles silentes,
Agonías solemnes que anuncian la caída del sol.




Extraño destino tienen las cosas

El entendimiento diestro se vuelve estéril.
Un hilo fino de pensamientos atorados,
Lucha contra la gangrena de las cosas descompuestas.
Este ingrato destino de soles acumulados,
Por la insidia constituida en la proximidad de las cosas,
Se abre.
Se abre al río que nada a contra corriente.
Al río corazón de lengua que no calla.
Al río carcelero de la noche.
Al río abierto en veinte bocas.
Al río recto,
Sujetado a un alfiler humano de grietas verticales.
Me poso,
Como ave  fatigada,
Sobre la ladera oeste,
Para convertirme en pez
Y me arrojo sobre la corriente desvelada,
Que se abre a la alameda del cauce sin rumbo.






Esta luz que me quema el aire no me deja respirar

Anochece sobre este respirar quemado,
y tú sigues ahí parada, bajo una luz negra de vacío solar.
Las ínsulas de luz rodean la carretera,
con pequeños surcos de galope,
corteza agrietada que evoca el recuerdo.
El grito es de una mujer de ínsulas olvidadas,
océano de costa pérdida en el recodo del camino.
Esta luz que me quema el aire, no me deja respirar.
Amanece en este día de luz, y yo sigo ahí parado,
bajo tus respirar quemado, y soy parte del sol.

Inédito, 2014


FENELÓN ARCE [12.837]

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Fenelón Arce 

(Chile, 1900-1940). Fue un poeta chileno que falleció sin publicar libro alguno. Algunos de sus poemas quedaron dispersos en revistas y antologías. Formó parte de la generación renovadora de nuestra poesía en la década de 1920, junto al grupo "Ariel", que integraron también su hermano Homero Arce, Rosamel del Valle, Juan Florit, J. Moraga Bustamante y el dibujante Efraín Estrada Gómez. Sabemos que dejó dos libros inéditos y que permanecen perdidos, seguramente para siempre. Pero algo quedó: 




POEMA

Ataúd de regocijos, mi corazón toca el timbre entusiasmado
por ti, niña dolorida, y tus manos encima del horizonte;
tu risa está saltando en el columpio de estas horas:
vidriera de novedades, estás mostrando el juguete espontáneo
de tu corazón, en tanto detrás de esta neblina te contemplo.
No preguntes por qué desdoblo tu nombre entre mis manos,
mientras suenan a orquesta tus palabras de jueves,
he pasado esta noche amarrando recuerdos tuyos
con el lienzo de tus últimas actitudes nocturnas;
en torno mío ha reventado un cohete de silencio,
niña, te has disfrazado ante mis ojos primitivos,
corzo de flores o frasco de esencia, algo así te adivino
desde este vehículo en que viajo por la vereda de los vientos;
delante de ti no hay nada ni del viento ni mío,
mi nombre era una pastilla en tus labios frutales,
murió en tu corazón tu traje de novia y mis regalos,
queda el cartel de mi cariño en la muralla de tu olvido.

(En Poetas Jóvenes de América, de Alberto Guillén. Madrid, Aguilar, 1930, p.108).






Plano o pájaro pero algo llega a mí desde los bosques
donde moras
con las agujas de ese canto tejo esta malla de palabras
levanto ecos de sombra en la terraza del cansancio
y no está anunciado el expreso del alba que te trae
bajo de mí el hombre mecánico juega poker
con el naipe de los hemisferios
y el cambiavías no ha tomado la palanca en las manos
no recuerdo la época pero fue antes de tu primer sueño
cuando abriste tu alma como un libro de cuentos
yo era entonces el único grumete de tu barco
ahora en los cimientos de tu sonrisa de enero y perdida
construyo este andamio enorme de nueve mil momentos
pero tú no estás ni llegas
y la espera es inútil

[Memorabilia: impresiones y recuerdos
Luis Sánchez Latorre - 1966]






El Santiago que se fue, Apuntes de la memoria

Editado por: Editorial Grijalbo S.A.
Idioma: Español
ISBN: 956-258-056-3
Año: 1997
Autor: Oreste Plath
Dónde encontrarlo: Comuna Literaria

Sobre el libro

Oreste Plath (1907-1996) es uno de los investigadores más importantes de la cultura popular y el folclor chilenos. En esta obra, el escritor y poeta “reconstruye instancias especiales de un Santiago que ya no es”, debido a una modernidad que pasa por sobre las huellas del pasado, borrándolas. A través de un extenso recorrido por las calles, bares, hoteles y cafés -entre otros-, Plath no sólo da cuenta del Santiago de antaño, sino también del estilo de vida que se llevaba en la ciudad; los gestos de amistad, las anécdotas de la vida literaria, las conversaciones y rumores, los paseos de la bohemia ciudadana, los sabores y olores, las calles y boliches.


Contenidos

Biografía de Oreste Plath
La Isleña, el Negro Bueno y El Bosco
Los aliancistas y el restaurante Amaya
El volcán de Rokha en erupción
El poeta Andrés Silva Humeres
Estudiantes de derecho y poetas del año 1930
El patio de los poetas
Los sabores que se fueron de un tramo dela calle Huérfanos
El Quitapenas
El portal Fernández Concha, olores y recuerdos
Dos mujeres trágicas en un hotel
Rango en el beber y en la muerte
En tres países con Gabriela Mistral
Otros rincones de Santiago
Un romántico y auténtico bohemio: Carlos Canut de Bon Robles
El poeta Barata
Tito Mundt, viajero del día y de la noche
El Hotel Coppola, el cansancio de Claudio de Alas y los sortilegios de la tórtola valencia
Ernesto Torrealba Contreras
Las Tejas, Caruso y el Pera Gandarillas
Restaurantes del cerro Santa Lucía y del cerro San Cristóbal
Don Lucho
Ángel Custodio Espejo Ibáñez
¿Qué será del cadáver Valdivia…?
Sabores que se fueron de la calle Estado
Joaquín Edwards Bello
La puñalada
Sabores que se fueron de la calle Monjitas
El Parque Cousiño, La Quinta y sus restaurantes
Don Pedro prado y don Emilio Vaisse
Don Mariano
Hernán Díaz Arrieta (Alone)
Marta Brunet
Jenaro Prieto
Augusto D’Halmar, sueño o realidad
Domingo Gómez Rojas: Unión obrera-estudiantil
Blanca Elena Errázuriz Vergara
Teresa Wilms Montt
Clarense Finlayson
La Casa Colorada y el Bar Black and White
Club Alemán de esmeralda, Club Alemán de San Pablo
Víctor Franzani
El maestro Acario Cotapos y sus fobias
Dos incidentes dramáticos y profundamente humanos en el Crillón
Gath y Chávez
La casona de los escritas y el Hotel Carrera
Los Angurrientos y Juan Godoy
Hotel Crillón
Miguel Fernández Solar: Miguelón
El Topaze
Siempre en la calle Ahumada
Ramón Gómez de la Serna y los médicos santiaguinos
Antonio Roco del Campo, Antonio Roco de la Noche
El Hércules
La Posada del Corregidor
Café Miraflores
Los arielistas Homero Arce, Fenelón Arce, Rosamel del Valle, Gerardo Moraga, Juan Florit
Monterito
El pintor Paschin Bustamante
Raúl Morales Álvarez
La casa central de la Universidad de Chile de aquellos días
Hostelería del Laurel
La calle Bandera y el Cabaret Zeppelin
Diego Muñoz Espinosa
Los tres hermanos Oyarzún Garcés
Café Iris
La viuda de Vicente Blasco Ibáñez
Alameda con Estación Central
Ricardo Latcham
Hernán Jaramillo
Arturo Zúñiga Quilobrán
Manuel Eduardo Hübner Richardson
Alianza de Intelectuales
Ángel Cruchaga Santa María
Damas curicanas y Josefina Baker
¿Quién era Armando Zegri?
Hernán del Solar Aspillaga
Estado 33 se llamaba un bar color de la tarde
Romeo Murga
Alberto Romero y los inicios de la SECH
El Chico Molina
La Piojera
Confietería Torres
Cafés




Extracto

“Por el año 1929 el portal inicia una transformación. Se convirtió en un nuevo edificio que mostró su otro rostro en 1933, alcanzando más altura. Volvió a ocupar su sitio anterior el Casino del Portal, el que en los últimos años vio antiguos clientes que llegaron a presidente de la república, como don Carlos Ibáñez del Campo, don Juan Antonio Ríos y don Pedro Aguirre Cerda. Este casino, que cerró sus puertas en 1965, está unido al recuerdo de la familia Pinaud, que atendió con exquisitez francesa , ya sea don Enrique Pinaud, doña Susana, doña Berta o su hijo Enrique. Por el año 1933 se instala el Embassy, el cual fue inaugurado por la reina de los estudiantes y con la asistencia del presidente de la república don Arturo Alessandri. Después del Embassy vino el Da Osvaldo”.








Entrevista a la poeta Alejandra Arce


Alejandra Arce D Fenelon


“Homero Arce era la persona más importante en la vida de Pablo Neruda”

Mario Casasús
Rebelión/NerudaVive.cl


En entrevista telefónica desde Brasil, Alejandra Arce (1953), poeta chilena, habla de su tío abuelo: “Las llaves de Isla Negra siempre estuvieron en las manos de Homero Arce, además de corregir los poemas de Neruda, a veces los terminaba de escribir, de ese tamaño era la importancia de Homero Arce en la vida de Neruda. Homero pudo sacar provecho de la amistad con Neruda y no lo hizo, llegó al punto de entregar su vida a la amistad con Neruda y él sabía que la única persona en la que podía confiar era Homero Arce; lo poco que escribió mi tío abuelo está publicado por la insistencia de Neruda”. En la actualidad, Alejandra Arce escribe un libro para dar a conocer todos los detalles de la amistad entre Laura Arrué, Homero Arce, Fenelon Arce y Pablo Neruda.

MC.- ¿Cuál es el legado literario de Fenelon Arce?

AA.- Mi abuelo era poeta, publicó su poesía en varias revistas, dejó dos libros inéditos y fue citado como uno de los grandes poetas latinoamericanos en dos antologías importantísimas: Índice de la nueva poesía americana (1926), de Alberto Hidalgo, con prólogo de Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro; también fue incluido en la antología: Poetas Jóvenes de América (1930), de Alberto Guillén. Fenelon Arce formó parte de la generación renovadora de nuestra poesía en la década de 1920, fundó las revistas Ariel y Andarivel junto a Homero Arce, Rosamel del Valle, Juan Florit, Gerardo Moraga Bustamante y el dibujante Efraín Estrada Gómez; infelizmente mi abuelo murió a los 40 años.

MC.- ¿En qué consistió tu investigación literaria sobre Fenelon Arce y Homero Arce?

AA.- Encontré gente que me ayudó mucho, recuerdo a Jorge Teillier –él fue la persona que más incentivó mi búsqueda-, Luis Sánchez Latorre –me presentó con poetas que conocieron a mi abuelo-, en realidad viajé a Chile para hacer una investigación sobre mi abuelo Fenelon Arce, porque todavía está olvidado por la literatura chilena, fue amigo de Alberto Rojas Jiménez, de Rubén Azócar, Tomás Lago, mi abuelo presentó a Neruda con Homero Arce y a los otros escritores chilenos. Con estos antecedentes llegué a Huberto Díaz Casanueva, un nerudiano que entonces tenía 86 años, lo entrevisté, me recibió amablemente; también conocí a Juvencio Valle, estuve con los dos últimos nerudianos vivos, ambos rondaban los 90 años.

MC.- El poeta Juvencio Valle murió en 1999…

AA.- Exactamente, cuando regresé a Chile –en 1990- me pareció un país muy miedoso, Pinochet todavía era Jefe de las Fuerzas Armadas, había cierto recelo al hablar de Neruda, pero los secretos que conocían los amigos de Neruda carecían de pruebas, así que me dediqué a buscar lo que podía, el hijo de Homero Arce me dio carta abierta para investigar, me regaló documentos importantes y un libro con el Soneto clásico a Homero Arce (1971) escrito por Neruda, sólo se imprimieron 25 ejemplares. Llegué a la calle La última esperanza, donde vivió Homero Arce, la casa era habitada por la sobrina de Laura Arrué.

MC.- ¿La sobrina de Laura Arrué era Susana Sánchez?

AA.- No, fue Eneida Arrué quien me abrió las puertas de la casa de Homero Arce, era hija de una hermana de Laura Arrué. Eneida me concedió varias entrevistas y me autorizó a buscar documentos, postales, fotografías en toda la casa, encontré cosas que usted no podría imaginar: había algunas cajas escondidas en el sótano, al abrirlas encontré un tesoro: cartas de Rosamel del Valle, de Humberto Díaz Casanueva, de Matilde Urrutia, de Neruda, documentos, postales, telegramas, fotografías, libros con dedicatorias de puño y letra, ahí se nota la intimidad de la amistad de Neruda y Homero Arce; por ejemplo, en una carta Neruda le dice a Homero que está a punto de regresar al país, le escribe pidiéndole que le preparen tal platillo, las llaves de Isla Negra siempre estuvieron en las manos de Homero Arce, además de corregir los poemas de Neruda, a veces los terminaba de escribir, de ese tamaño era la importancia de Homero Arce en la vida de Neruda.

Laura Arrué fue una mujer sumamente inteligente, una bohemia en aquella época, la única que frecuentaba el medio intelectual, era muy bella, fue la musa del Poema 20. Laura tuvo un gran amor por Neruda y viceversa, pero Neruda partió a Oriente y le envió cartas que fueron interceptadas por Homero, no por traición, sino porque Homero estaba profundamente enamorado de Laura, se separó de su primera esposa para ir a vivir con Laura Arrué, imagino que ella sufrió una decepción amorosa al no recibir las cartas de Neruda, creo que Virginia Vidal habló un poco de eso, ¿no?

MC.- Sí, Virginia Vidal dedicó un capítulo de su libro “Neruda memoria crepitante” (2003) a Homero Arce; Virginia fue amiga de Neruda y secretaria de Matilde Urrutia entre 1974 y 1976. ¿Qué piensas de las memorias de Matilde Urrutia en relación al despido de Homero Arce para la edición de Confieso que he vivido?

AA.- No necesito leer las memorias de Matilde Urrutia. La Chascona no permitía que los amigos de Neruda estuvieran cerca de él, en el ámbito cultural de Chile no se habla de este asunto; pero las personas que entrevisté entre 1990 y 1992 son confiables, como Jorge Teillier y varios escritores de la SECH o los vecinos de Homero Arce. Me parece que Matilde Urrutia se vengó, por los celos que le tenía a Homero y Laura; Virginia Vidal algo escribió en su libro y yo reconstruiré toda la historia, es muy serio lo que hizo Matilde Urrutia con Homero Arce, el libro Confieso que he vivido (1974) está mutilado, menciona a Homero Arce una vez y omite a Laura Arrué, estoy convencida que Matilde mutiló las memorias póstumas de Neruda.

Cuando mi mamá me regaló un ejemplar de Confieso que he vivido, dijo: “es un absurdo lo que Neruda hizo con Homero Arce”, pero en ese momento mi mamá creía que el libro estaba al pie de la letra como lo dejó Neruda, ella no tenía idea que había una trama de Matilde Urrutia, es un secreto a voces, pero nadie quiere hablar. Yo tengo la obligación moral de hacer que el mundo entero conozca la verdad sobre Neruda, hay que mostrar cómo fue la historia de la eterna amistad entre Pablo Neruda, Homero Arce y Laura Arrué, era un triángulo amistoso y fraternal; algunos malintencionados en la prensa chilena y brasilera pretendieron hacer creer que era un “triángulo amoroso”, eso no pasó, era un círculo de amistad, se conocían desde la década de 1920, Matilde apareció muchos años después, Homero y Neruda tenían una complicidad intelectual y de vida, Homero Arce era la persona más importante en la vida de Neruda.

MC.- Al punto que Homero Arce y Pablo Neruda prepararon la “Antología Popular 1972”, y Homero sería el responsable de tramitar la personalidad jurídica de la Fundación Cantalao…

AA.- Imagínese Mario, había una persona a la que Neruda le entregaba la llave de Isla Negra, Homero Arce hacía de todo, desde comprar la comida, hasta terminar y corregir los poemas, era una amistad inquebrantable. Homero decía que no era necesario otro poeta, porque ya estaba su amigo Neruda, Homero era muy discreto y leal, Neruda lo invitaba a eventos sociales y no asistía, Homero pudo sacar provecho de la amistad con Neruda y no lo hizo, llegó al punto de entregar su vida a la amistad con Neruda y él sabía que la única persona en la que podía confiar era Homero Arce; lo poco que escribió mi tío abuelo está publicado por la insistencia de Neruda.

La Fundación que quería Neruda era para becar a los poetas jóvenes y darles alojamiento mientras escribían, pero en la actualidad la Fundación no cumple con la última voluntad de Neruda, ni a mí que soy sobrina nieta de Homero Arce quisieron apoyarme para que escribiera esta historia de amistad.

MC.- La Fundación Neruda sólo está preocupada en los negocios, en sus inversiones bursátiles y en el marketing…

AA.- La Fundación Neruda es un comercio, es una tristeza que ellos estén en otra sintonía. Yo tengo los documentos para demostrar los detalles desconocidos de la amistad de Neruda y Homero Arce, infelizmente no he recibido propuestas editoriales para dar a conocer esta historia, es un absurdo, el tema es de interés académico y literario, es de interés mundial.

MC.- ¿Conoces a los sobrinos de Neruda?

AA.- No personalmente, solía escribirle correos electrónicos a un sobrino nieto de Neruda, pero perdí el contacto.

MC.- ¿Qué opinas del juicio para esclarecer la muerte de Neruda?

AA.- No soy abogada, ni médico, pero creo que debe investigarse la denuncia, Neruda murió en circunstancias muy raras. En cambio, tengo la certeza de que Homero Arce y su esposa, Laura Arrué, fueron asesinados.

MC.- Finalmente, cuando los agentes de la dictadura asesinaron a Homero Arce, ¿dónde quedaron sus pertenencias?

AA.- Un señor –diré su nombre en mi libro- me dijo que tenía papales y cosas que le regaló Laura Arrué, no le creo porque las pertenencias de Homero Arce fueron requisadas mientras mi tío agonizaba en el hospital, se perdieron cosas como la máquina de escribir, los bolígrafos, el gabinete y carpetas con documentos, todo fue retirado mientras Homero Arce estaba internado en el hospital, saquearon la casa. Según Eneida Arrué, las personas que entraron a la casa de nuestros tíos sabían lo que buscaban y se llevaron lo que pudieron. El señor no me quiso devolver nada y yo no tenía dinero para entablar una querella, nadie me apoyó, pero esa historia la contaré en mi libro.

Fuente: www.nerudavive.cl




CRISTÓBAL GÓMEZ [12.838]

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Cristóbal Gómez

Chile, 1986. Poeta, Gestor y Sonidista. Ha participado en varios talleres literarios en Balmaceda Arte Joven. Es parte del Foro de Escritores y coordinador de Descentralización Poética. Organiza algunas lecturas de poesía al año y ha mantenido ciclos. Algunos de sus poemas han sido antologados para muestras fuera y dentro de Chile en algunas revistas electrónicas y mantiene un blog desde el año 2004 cuya dirección es: http://www.comienzodelfinal.blogspot.com




DUEÑAS DE CASA
desocupadas

juegan al
tragamonedas

del negocio
de la esquina

no pierden
ni ganan

lo que pueden obtener
lo reinvierten en diversión

sus maridos
no opinan

no deben saber
en qué
pierden
pasan
ganan
su tiempo
libre

solo les interesa
que la cena
esté lista

y que no los
molesten
cuando

lleguen
a encender
el televisor






POEMA SONORO

cuando nos callamos
y decimos escuchar
el silencio

lo que
realmente
escuchamos
es
el ruido de fondo






lo que está entre guiones es la otra cara del silencio
un susurro traído por el viento
la letra pequeña de un contrato
un mensaje en la contestadora
un mensaje escrito en el cielo
un mensaje escrito en la arena
un mensaje dentro en una galleta
una botella dentro de un mensaje








yo soy un otro
dice mi lápiz ojo

yo soy un otro:

un lápiz
un ojo

yo soy un otro

una luz que recorre
mi cuerpo

estoy iluminado
estoy ardiendo

yo soy un otro

un pestañear
un despertar

yo soy un otro

yo soy un otro
que vigila
que está atento







NUBE ENJAULADA

quise enjaular una nube
pero se escapaba
por los barrotes

perdía la forma
se difuminaba
dispersaba

ni siquiera
se congelaba
o convertía
en agua

la perdí
no la
pude
poseer

*

quise encerrarla
en una bolsa

pero sudaba por fuera
y en su interior
se hacía agua

*

era una nube
con forma de nube

grande
tan grande

que se salía
de los barrotes

haciéndolos
desaparecer
en su interior

convirtiéndose
al fin
en nube libre






Instrucciones para una teletransportación

I.   elegir una calle conocida 

II.   caminarla y de repente cerrar los ojos 

III.   abrirlos luego de un instante 

IV.   y descubrirse
en un punto 
fuera de lugar






lavar la ropa
debo parar
lavar la ropa
que se ha acumulado
cortarme el pelo
rebajarme la barba
jugar con mis sobrinas
ver la luz del sol en el jardín

necesito un descanso
perder la tarde
conversando con mi abuelo
tomarme el tiempo en jugar un peón
mirar por la ventana
y sentir el frío de la calle

debo lavar la ropa
dejarla secar
y despertar






DON alguien

en mi edificio
los conserjes
son llamados  Don alguien

Don César Don Luis
Don Héctor Don Manuel

como si no tuvieran apellidos
como si no importaran

entre ellos se tratan igual





reflejo / ojelfer
espejo / ojepse

vidrio / oirdiv

cristal / latsirc

/

cristal / odazirt

espejo / odarbeuq

vidrio / odañapme

/

oirdiv / oicus

latsirc / odayar

ojepse / mla gtao

//

este espejo tiene         mal gato
se ve mal                     se porta mal

no lo cuida                  es descariñado
hace lo que quiere       se manda solo


este espejo      no quiere ser estatua
            no quiere ser florero

se mueve         se borra
            quiere ser fantasma


gato no quiere                         abandonar espejo
se siente libre              hace lo que quiere

se mueve         de aquí           allá
mueve la cola a quien lo venga a saludar


espejo no está contento
lo siente muy coqueto
no le da seguridad

¡gato infiel!
-le dice-
tú no te mandas solo
me debes seguir a mí


sus brillantes ojos bizcos miran
hipnotizan

se pasea                      mueve la cola
se contorsiona                        crea una onda
                       

maullaría si pudiera







se niega
se niega ir
a McDonald’s
          pero se emborracha
          como loco
          todos los viernes
          hasta quedar botado

se niega
a sentarse
en una mesa
de McDonald’s
          pero gasta
          la mitad
          de su sueldo
          con los narcos
          de la esquina

se niega
a comer
una hamburguesa
de McDonald’s
          pero 
          siempre
          entra
          a las librerías
          con la intención
          de robarse
          algo

se niega a mirar
          lo amarillo
de las papas fritas
y el queso cheedar
          el olor del pepinillo
lo refrescante
de la Coca-Cola




ROSARIO CONCHA MÉNDEZ [12.839]

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Rosario Concha Méndez 

(Santiago de Chile, 1978)
Es Psicóloga de la Universidad Católica de Chile y Magíster en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Chile. Publica su primer libro de poemas frente al fuego en el año 2002 por Ediciones del Temple. Fue becaria de la Fundación Pablo Neruda en el año 2003. Sus textos aparecen en las antologías Cantares: Nuevas voces de la poesía chilena (LOM, 2004, Raúl Zurita ed.) y Treinta Poetas Jóvenes (Universidad de Playa Ancha, 2003) así como en la revista Plagio (2001), Barco Ebrio (2004), entre otras. Ha participado en importantes lecturas a nivel nacional: Feria del Libro de Santiago (1999) y Semana Nerudiana con motivo del Centenario de Pablo Neruda (Santiago, 2004), Poquita Fe (Santiago, 2004), Primer Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes (San Felipe, 2002), V Encuentro de Poetas Jóvenes del Sur (Los Ángeles, 2003), Fiesta de la Cultura Ciudadana (Santiago, 2003) y Encuentro de Poetas Mujeres del Cono Sur (Coquimbo, 2006). También ha sido invitada a leer sus textos al Foro Literario de Radio Cooperativa (Enero, 2000) entre otros participaciones en radio. Uno de sus poemas fue traducido al catalán en el contexto de la “Lluvia de Poemas sobre Gernika” (2004), realizada por el colectivo CASAGRANDE.






frente al fuego

veamos arder tu casa desde afuera
muriéndose de humareda
de tizne
cocerle el corazón
en agua tibia
hirviendo de brasa
tu madre
a gritos de derrumbe
escupiendo las cenizas
de temperatura insoportable

y nosotros
protegidos de agonías
veremos arder
tu casa 
desde afuera





impaciencia

este día agujero y tan escarnio
donde el torpe transcurso se evidencia
lo triste de este tiempo es que no pasa ni se consume
sólo transcurre en la derrota
que lo envilece de a poco
como el tedio en el espíritu
y el falso dolor que me provoca
así de falso mi hartazgo, mi bondad
mi quejido

padre
sabes bien que acabaré cada día
en la boca furiosa de la impaciencia
devorando por amor
y tú miras como si pudieras desnudarte





desde las sombras

de espaldas, en las sombras
no podemos dormir
un pájaro negro revolotea en el cerebro
devorado tu costado abierto
carnaval, estrella mía
bebo de la sombra tu corazón
como dios en el silencio





la conspiración

después de la cena
pequeño
y todo devorado
esperaré a recogerte
entre las migas
de la gran mesa de la hiena





devoción

existe un lugar santo
donde la carne se tiende piadosamente sobre la carne
un nuevo ritual de luz
estrella que caerá sobre nosotros
en bocanadas sin aire
el costado desnudo de tu impaciencia
¿se abrirá entonces por la noche mi corazón?






la paciencia

en el instante vencido
de ser luna
se cansa la gota
de ser hermosa gota fría
y cae

MARÍA ELEONOR PRADO MÖDINGER [12.840]

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MARÍA ELEONOR PRADO MÖDINGER

Nació el 06 de mayo de 1962 en Santiago de Chile, hija de una profesora de literatura y de un escritor. A partir de los 8 años comenzó a perfilarse como poeta, si bien es cierto atacada por la curiosidad de la rima, la que le dedicó buena parte de su adolescencia, a partir de los 20 años ya versaba libremente; es sin duda amante del verso libre sin desmerecer las técnicas que ofrece la literatura, a ella no le va, es por naturaleza desbocada, libre y ansiosa. Estudió Comunicación Audiovisual y se especializó en Producción de Prensa. No tiene cursos formativos en literatura más que un taller realizado el año pasado con el Premio Nacional de Literatura Raúl Zurita. Su pasión siempre será la lírica, le nace espontáneamente sin llamarla, así de repente llega a abstraerse totalmente; ella la atrapó y para siempre.




COBRA 

Lánguida mañana animal 
despiertan sentidos, 
los ojos invertidos en sueños 
de imágenes sin rostros. 
Se pisa fuerte peldaños 
de teflón sin sol que queme. 
Se blasfema interno, 
de las bocas salen prados, 
de la sangre charcos 
estancados de alquitrán. 
Pletórica y fina dama 
envuelta en tafetán, 
piel de doble escama, 
lengua en menguante 
y sonrisa de serpiente. 
Se vislumbran plumas albas 
y no es un ángel.






PLACENTERO 

Como surca el rostro los espacios infinitos de otro ser, 
como el aire a ras de suelo 
hace que la tierra lo respire 
y en él, germinen primaveras. 
Perdurar la siembra de los besos, 
los roces de las mismas manos imprudentes, 
ayudar al cuerpo viejo a montarse 
nuevamente y mirarlo con amor. 
Porque si y no ya no es nada 
sino estar muda tocando tus cabellos 
mientras pienso en lo que dí. 
Como surca un beso tuyo mis entrañas 
esta noche mientras te duermes tranquilo en mi pecho. 






AL LADO DEL CEDRO 

Abogo por las mentiras piadosas 
nunca las verdades con sus filos de hierro, 
ejecutar con látigo de esponja 
en vez de un tronco con púas: 
¡Ay amor que difícil es el olvido!, 
prefiero rescatar los sueños a vivirlos muertos. 
Añoro el vacío a la intolerancia, 
apuesto por ti a más no poder 
con tus secretos amordazados, 
tus ojos reprimidos, 
tu sonrisa refugiada, 
tus manos sangrantes 
¿Y yo? .......... 
sólo con alas para alzarte. 
Prefiero tu cuerpo abotonado 
para no compartir su desnudez, 
tu pelo preso para que el viento no haga su siesta; 
te detesto de todas las formas posibles 

para nunca dejar de amarte mientras viva. 
Si la vid crece bajo el sol, 
¿Por qué no parirte en mi alma de noche? : 
Oh amor noctámbulo, 
te prefiero cedro en la angostura del terral 
que me tapa mientras germino una violeta.  





EL CATRE 

Que al catre no se va a dormir ni a limpiar sus barrotes de bronce, 
a dar vuelta el colchón porque su lana te pica en la noche. 
No se va simplemente a cambiar sus trapos 
viejos por brillantes de seda y menos a pulir 
sus ruedas cuando hay jarana. 
Allá no se va sin una buena porción de ganas, 
una jarra de agua clara 
y un par de bocas sedientas. 
Al catre que esconde tu cuerpo, 
ese gran testamento de besos tardíos 
hay que tirarlo al vacío para enterrarlo repleto 
una vez que mordido 
 ha expirado contento. 





TRISTE FRÍO 

Cómo se destiñe el sol sobre el azul invierno, 
si Van Gogh supiera que su amarillo oro 
va destilando y haciéndose sombra 
lloraría negras ráfagas fijas. 
Y tú, 
oh cielo llorón 
lamentas no poder sólo ovillarte en rocío, 
en tenue llovizna con brisa hacia el olmo, 
ahí donde se esconde el olfato boreal, 
donde duermen las risas infantiles y los 
tonos convulsivos de la primavera yerta. 
Es triste pasear sola por las durmientes praderas de tus ojos 
y beberme la helada sangre de tus labios idos, 
es triste alcanzar tu rostro que no dice nada como ayer 
en este invierno que sólo drena sus tibiezas lentas. 






ESPIGA

Quiero hacer un texto memorable, 
un verso a ojos cerrados, 
una melodía sin rastro de negras corcheas, 
dar un beso sin labios probables, 
un toque con dedos de hiel, 
el amor en tiempos de fuga. 
Quiero plagiar tu cuerpo con mi lengua retráctil, 
arañar el principio de tus flujos secretos, 
concebir sin la esfera uterina, 
contagiar mi vasta indefinición; 
y en toda esta bravata de rancias codicias 
verter mi cuero y hacerlo una espiga, 
esta noble torpeza que la vida misma dejo 
tirada en cubículo de tus manos de hombre, 
en la cúspide de algo posible. 






ERÓTICO

¡Lo sabes!, 
desde que mordí tus besos 
y arañaste mi alma, 
desabotonaste mi brassier 
con tus ojos de lobo. 
¡Lo sabes! 
y callas por vergüenza, 
y yo digo no, 
no dejes de usar mi carne en tus sueños mojados, 
no pavimentes sendas si llevan mi piel. 
¡Lo sabes!, 
que allá abajo donde te gusta 
vivo yo enjaulada y sin llaves. 





REZOS MUERTOS 

Reza cruz sobre tu cruz 
que las plegarias están sordas hoy en día, 
no se hizo el cielo sobre tu madero 
sino la intolerancia. 
La tierra ladra con bozales y apariencias, 
mientras las lágrimas no son más que lluvias escarlatas. 
Si una sola vela prendiera sin cerillos, 
¡Oh dioses benignos y piadosos! 
se haría el resplandor. 
La telaraña es enorme soporte de redes taciturnas, 
amarran el eslabón de lo que una vez hubo 
como modo subjetivo 
sepultado hoy 
en los fieros frenillos de una mueca cabizbaja. 





BAJO LA BRUMA 

Qua Hy Dem, 
apretado silencio invernal con pozas de hielo, 
riscos con patas de cabras, 
con cencerros arropados de lana y ese acompañante 
harapiento que no hace más que soplar un cuerno 
de hueso, 
y todo me habla de invierno 
y nada de sol, de calor, de fuego. 
Triste comarca nipona 
con azafranes humeantes y caldo delgado. 
Se quedó dormida Yin Hua mientras lo esperaba 
con sus pobrezas a cuesta y sus pancitos de arroz 
en el alero de su bajo vientre; 
ese día algo surgió en los acantilados, 
se filtró en la cabaña un helado vozarrón que hablaba 
de muerte y ella en el desespero apoyó su cabeza 
en el muro, mas no quiso saber nada. 

Arropada de pena con su canasta de hambre esperó 
ser llevada en el lomo de ese macho cabrío que se inmoló 
junto a Pei Wuo cuando la bruma lloraba sobre su cuerpo. 






VIENTRE VACÍO 

Si pudiera 
poder asir el luto de tus labios, 
colgarme de tus ojos 
de acuarelas tardías con tintes 
de enorme tristeza, 
de triste tristeza ahogada y 
sin fin. 
Alondra soy de vuelo cortado 
que enjuaga tus tibiezas al 
alero de tu cuerpo dolido, 
lacerado de tanto llorarse. 
Y volaré, 
y volarás conmigo, 
y no serás más 
y yo menos que más 
en este canto de alas 
sin alas y de vientos 
en forma de soplos. 
Porque la muerte se hizo a los 
pies de tu vientre y no pudiste 
soñar. 






REPOSO 

Déjame apoyar mi rostro en el vacío 
hueco de tu piel, 
con tu permiso, 
estoy cansada. 
Cerrar los ojos quisiera sin hablar, 
sólo coloca tus labios en 
mis ojos cerrados mientras 
sueño en nada particular. 
Si las horas parecen eternas 
para tenerme en tus brazos, 
disculpa el infortunio de 
acoger mi cuerpo en el tuyo, 
me iré de madrugada mientras 
beso tus labios sin el ruido 
de una despedida. 
Déjame descansar la pena 
que me produce alzar el vuelo. 






HUMEDAD 

Solía peinarse la niña 
su pelo largo sobre cascadas 
y mientras más estiraba sus 
cuerdas 
más cantaba bañada, 
porque cuerpo y arpa, 
porque lánguidas notas secadas, 
la párvula nuca 
en los crines, 
lluvia de pelo y potranca. 
Solía peinarse la niña antes 
de ser de otras castas. 






ROBERTO AMÉZQUITA ARRIOLA [12.841]

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Roberto Amézquita Arriola 

(Ciudad de México, 1985) Poeta y ensayista. Ha publicado los libros de poesía: Notas de cata (2010) y, Orfebrería de la penumbra |Suites líricas (2013). Además, las series poéticas: Ritual de gestación |canto en nueve meses (2012) y, Donde la nieve (2014).
Fue becario en el Encuentro de Literatura «Los Signos en Rotación» del Festival Interfaz-Issste, Acapulco 2014. Su libro, Notas de cata, mereció el Premio Nacional de Poesía «Luis Pavia 2010» en los Juegos Florales de Ensenada, B.C.
Algunos de sus ensayos, publicados recientemente por la revista Ágora Mexiquense, son: El dharma forjador de cantos [Budismo y poesía náhuatl], Gestación del significado en Música y Literatura y, Epicuro y la Teoría Unificada.
Su obra, Tarantella [poema para 4 voces] está programado para estrenarse durante el III Encuentro Internacional de Escritores del Nevado (octubre de 2014).




Orfebrería de la penumbra
Suites líricas
 (Intemperie, 2014)



Impulso para desquiciar la desventura

«Bienaventurados los que padecen
la nostalgia, el miedo de estar a solas,
la necesidad del amor; los hombres,
las mujeres tiernas de ojos amargos;
los que en su comida han recibido
lo gordo del caldo del sufrimiento.

Porque de ellos es la desesperanza,
el insomnio, el llanto seco, las rejas
de todas las cárceles, el hambre,
y la fuerza lírica y el impulso
para desquiciar la desventura.»
Rubén Bonifaz Nuño





Solloza siniestra mano mía
es con la tiniebla del corazón que escribes
con el testimonio de los huesos
que pliegan su resistencia al mundo
bajo su astilla que enciende en toda sombra
el umbral de mis revelaciones.

Solloza siniestra
mano mía
levanta el índice lejano a toda duda
señala hacia la vida con fervor
hacia el centro ardiente de pupilas
que concentran su fragor en otros ojos.

¡Levántate,
levántate, levántate!
Entre la hirviente atmósfera de luces,
entre el silencio urdido al alba
por la ensoñación de la miseria.

Solloza,
solloza siniestra mano mía
desborda las palabras para la tempestad, que habrá
de irradiar todos los nombres, que habrá
de encender el relámpago calmo
del árbol del que penden los frutos tutelares.

Solloza siniestra mano mía
guíame al azote del viento
al sonido terrible del caballo
que parte la piedra al paso
hacia el golpe terrestre del umbral
que desata el precipicio de la esperanza.

Solloza,
solloza siniestra mano mía
tuyo es el conjuro, la facultad,
la invocación y el impulso
para desquiciar la desventura.





Sibila de la luz ausente

En lectura de la ausencia queda la niebla,
el coleteo penúltimo de luces alfabéticas
que llenan la calle de sueño abandonado.

Se entrevé un agujero nebular,

un pasadizo por el que invocar
los nombres de la duda,
y hacerse al fin con el presagio de levante.

Todos los días del sol
los pájaros incitan a la melancolía.
Todos los minutos de la noche
las nubes alimentan en silencio.

Los ojos
perciben luces cuando la luz misma se ha perdido.
El mundo respira mirando las estrellas
y nada es demasiado aterrador
para quien camina la noche con sosiego.





Aquelarre

Y durante esa noche de aquelarre
me dio por enloquecer a los dioses,
por persuadirles en alta voz y con rumores de espuma
saliendo, por la oscuridad cartilaginosa de la boca.

Enloquecer durante la noche a los dioses,
a los de los cielos y a los de los infiernos,
a las deidades insólitas del espasmo.

Éste es uno de los rumores del exilio,
una trepidante punzada de espanto,
la baja noche sin voces,

tocarlo al cielo
en su empuñadura de hojas que al descenso
llenan, la cavidad del caracol, de canto.

Quiere volver a mí la lengua Enuma-elish,
puedo pronunciarla
ante las pupilas de los animales
pero no sé lo que digo sino el decir,
batiendo consonantes en el aire.

La luz abre los abismos en círculo
y el macho cabrío entrega cantos de mujer
vueltos palabra terrenalicia y sagrada.

Durante el aquelarre suspiro nombres indecibles
y el mundo de los árboles vuelve al mundo;
y la túnica, hecha del pulso de la nada,
seda corre,
bajo la verdad húmeda del polvo.







Umbral

(A)

Desnacen
las astillas de la luz en el presagio,
el basamento vocal anuda
la urdimbre de las estrellas,
y sólo la tráquea queda
para decir la noche.
La tiniebla arde su constelación,
anuncia el inicio de las vindicaciones.
(Debo pronunciar la llama de cada vela, el canto
de cierta sombra en mitad del día).
El nombre se apenumbra en las auroras,
los rincones oscuros labran
su fragor en el espejo,
y su plateadura musical,
relumbra en disonancias.

(B)

El equilibrio en desencuentro también hace armonía,
el crepúsculo arremete en contra de sus repeticiones
y la noche se vuelve a favor de la tiniebla conmovida.
Los afectos del espíritu irradian sus ecos interminables
aunque no todo nos mueve a la turbación de la penumbra,
sí ésta consagración nocturna en que las pupilas se dilatan.
Las hogueras emocionales relumbran su estruendo,
hay ya demasiada claridad en el escándalo del día.
La luz se agita
entre el significado de la nada.




Invocación

El inicio de la noche es apacible y sagrado:

Hölderlin, yo te invoco,
yo clamo sobre un libro tuyo
que es lo único que me queda
para pronunciar los astros en penumbra.
Hölderlin, yo te invoco,
¡debe arder el madero de tu palabra!,
de otro modo se me acabará la noche,
se extinguirá el fulgor de las estrellas
y las parcas callaran su seducción.
Hölderlin, yo te invoco,
busco en tu nombre un aire claro,
una delicia nueva que brote de las nubes
antes que vuelva el escándalo del día.
Hölderlin,
toco campanas en el abismo de tu nombre
esperando que un verso tuyo
resplandezca el conocimiento de la tiniebla;
que cobre vida en un poema toda sombra,
y que encienda los umbrales esta noche,
que más
no hace falta.





El reloj de arena que desvanece mis insomnios

El reloj de arena que desvanece mis insomnios,
la cadencia oscura del aire y el puño vacío del exilio,
elevan mi madrugada al vértigo de la vigilia.
Me hacen amar el descenso de la arena nocturna.
Decir estas palabras
que en otras horas no diría
en éste hervidero de pasiones sin sosiego sosegadas
hasta calmar la sed y el ansia de las voces interiores,
y que no se acabe nunca este certero balbuceo,
este dictado interminable de versos cósmicos.
El reloj de arena que desvanece
mis insomnios, arden
en plenitud violeta
las llamas iracundas,
florecen, otra estación
que crece escondida,
a manos del otoño.
Detrás de todo hay algo más, hay vacío,
habitado por el mundo detrás del mundo,
revelaciones del caos, tejer con los otros hilos,
nacer del otro nacimiento, poder ver las partículas
del olvido involuntario,
escuchar las voces otras,
las vibraciones fundamentales,
y adivinar, en las altas horas del tiempo perdido
una sombra que cruza los mundos.
Yo siempre dejé un espacio para el aire
cuando las paredes parecían estallar de miedo,
cuando el aliento envenenado ocupó el día,
y las jornadas de blasfemia no veían término,
yo siempre dejé
un suspiro para el aire,
un hueco
para el trueque de los umbrales.







Sibila de las sombras

¿Se habrán quebrado las leyes del abismo,
habrá terminado la luz
en el fondo de los ojos
y habrá llegado la oscuridad
al friso tutelar de los huesos?
¿Se habrá llenado
el receptáculo interior en sombra?
Porque el descenso en que respiro
abre su tallo ceniciento,
su altura encinta de corolas
nacidas: fondo marino y nebular.
Y la aurora no puede solamente
quebrar
en el agua tranquila de la noche:
–¡Oh silencio del reino de las sombras!–.





Coda

Extraño los abecedarios subrepticios del polvo,
la piedra tallada en sombras,
el fondo en la horadación,
que todavía revela los epigramas.
Durante más tiempo seré yo muerte
muerte volviendo a la vida,
aliento en unos labios:
pájaro sagrado del mundo.





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