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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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MIGUEL ÁNGEL LEÓN [12.240]

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MIGUEL ÁNGEL LEÓN PONTÓN

POETA.- Nació en Riobamba, ECUADOR  el 22 de Abril de 1900. Hijo legítimo de Belisario León Nájera y de Tomasa Pontón Rodríguez, naturales de Riobamba y Penipe respectivamente.

Niñez rural y feliz, montaba a caballo y se iba por allí a los campos y montañas, luego entró al "San Felipe Neri" de los jesuitas, pero su innata inconformidad le acarreó roces disciplinarios y tuvo que cambiarse al Pedro Vicente Maldonado y luego al Mejía; finalmente se graduó de Bachiller en Noviembre de 1920.
"Era un muchacho soñador y aventurero que se sentía tentado por la melancolía y el cansancio que el modernismo había puesto de moda"...Pequeño, gordo, tímido, introvertido, despreciaba el cuidado del pelo y del vestido, viviendo por costumbre, hundía la cabeza en una alzada de hombros, sin pena, sin tristeza, envuelto en un olímpico despego de la vida que quería dejarla correr inadvertida" ... "Y no se inició en las faenas agrícolas de la estancia de la familia, tan provechosas como eran y tan adecuadas a su recia complexión de campesino. Ni fue doctor, ni Notario Público, que tanta honra y provecho prestarían a la parroquia y a la familia".

"Entre tanto se había convertido ya en el poeta. Despertaba bastante admiración y no poca envidia, ganaban todos los concursos literarios que se promovían. Y su nombre aparecía entre los mantenedores de Acuareika y en las páginas del diario Los Andes, fundado por un grupo de jóvenes valientes, donde escribía bajo el seudónimo de Reveur. En Acuareika, revista de tendencias modernas y renovadoras, figuraba con Miguel Ángel Zambrano, Rafael Vallejo Larrea y Gerardo Falconí.

Entonces decidió viajar a Quito a estudiar Jurisprudencia en la Universidad Central, pero chocó contra la aridez de los Códigos y prefirió desviarse hacia la vida bohemia, que compartió a plenitud con otros jóvenes poetas como él, se hizo amigo de Jorge Carrera Andrade, Hugo Alemán, Gonzalo Escudero, Raúl Andrade y en un rapto de escapismo escribió /Quiero cambiar mi vida que me aletarga, vulgarona y panzuda, sin mujeres ni vino./

El 21 había vuelto a Riobamba después de renunciar al título académico y a un puesto en la burocracia. En su poema "Yo nací para vivir" dice: Fragmento / Yo nací para vivir una vida tranquila / para ser bueno como los campesinos / levantarme con la voz de la esquila / y andar con mi perro por todos los caminos / "su inteligencia, ajena a toda formación sistemática y a toda disciplina de erudición, extraería de su propia cantera, todos sus materiales, ufana de bastarse a sí misma".

El 22 entró de secretario al Colegio Maldonado, hizo carrera como profesor y a ese plantel dedicaría el resto de su vida, bien es verdad que él avizoraba que no sería larga. / Y he de morir joven./

Había sido llamado al Concejo Cantonal de Riobamba, se opuso con otros concejales a la venta mañosa de la plaza de San Francisco e intervino en la inauguración del parque 21 de Abril.

El 23 editó su primer y único poemario, de título simbolista, "Labios sonámbulos", que hasta la presente ha visto cinco ediciones. Augusto Arias indica que es de sugerencia cósmica y de gran talento poético, pues halló en el símbolo la fuerza vivificante de su temperamento. Al mismo tiempo, su poesía tiene una visión plenaria y pánica de la muerte, una percepción escalofriante del viento que toca la puerta, la soledad, el frío, la lámpara que cierra los ojos y las palabras que andan de puntillas.

"Labios sonámbulos” contiene poesía modernista, algunas de tintes bucólicos y otras extrañas, muy extrañas, en mitad del camino a la vanguardia, por el uso de las metáforas y cierta libertad en la versificación.

Ese mismo año cantó a la reina de la fiesta del trabajo, dictó conferencias y escribió para los obreros el drama "Lo irreparable". El Municipio le encargó la gestión de llevar adelante la educación nocturna para los artesanos. El 24 colaboró en "La Razón".

En Junio del 25 fundó con varios intelectuales y obreros el partido Social Demócrata y a fines de año comenzó a dirigir el periódico "Tiempos Nuevos", de esas tendencias. Ese año ocupó la presidencia del Concejo Cantonal, organizó las I Olimpíadas Nacionales, que se realizaron en Riobamba en Marzo del 26 y contribuyó a la construcción del edificio del Colegio Maldonado, inaugurado en 1927 con notables veladas artísticas y concursos y con la revista "Plus Ultra". Igualmente ese año tomó la palabra en la inauguración del monumento a Pedro Vicente Maldonado. Riobamba conocía por entonces una etapa de auge urbano y comercial.

Entre el 25 y el 29 envió composiciones a la revista "América", órgano mensual de la Sociedad Amigos de Montalvo.

En 1930 fue designado Sub-Director de la Asistencia Pública y pudo iniciar el servicio de "La Gota de Leche" a varias docenas de niños, la Sala de la Maternidad y la de Aislamiento en el Hospital General.

Hasta ese año Riobamba había visto un auge sin precedente en su historia. Luis Eduardo Game Castro y la Bancaria del Chimborazo invertían ingentes cantidades de dinero y las principales familias tenían una vida cómoda y social. Los Cordovez, Dávalos, Orozco, Araujo, Chiriboga, Borja, Larrea, León, Moncayo, etc. formaban un grupo compacto y era usual que se invitaran a sus haciendas, pero desde el 30 en adelante la situación cambió y todo empezó a deteriorarse. La miseria se enseñoreó en el país pues la curva económica había tocado fondo. León se dio cuenta y escribió: "Hay una abulia que nos va volviendo seniles".

En 1931, en uno de sus viajes a Quito, formó el partido "Transformación Social" de índole socialista, con Miguel Angel Zambrano y Angel Modesto Paredes. El 32 estuvo entre los promotores del "Círculo de la Prensa" de Riobamba. El 33 participó en una fracasada revuelta contra el régimen del presidente Martínez Mera. Los revolucionarios eran partidarios del Coronel Luis Larrea Alba y se enfrentaron a efectivos del ejército nacional en las llanuras de Tapi, siendo desbandados tras un corto tiroteo. El 34 figuró como antivelasquista furibundo.

El 35 asumió el rectorado del Colegio Nacional Pedro Vicente Maldonado donde había sido profesor de Filosofía, Castellano y Literatura, "y desde ese puesto impulsó la vida cultural del plantel y una labor editorial sin precedente ni continuación. Creó la Editorial Siembra y él mismo publicó en ella, en 1938, su obra de teatro "Héroes Anónimos", en tres actos y dos cuadros, sobre los tiempos de la independencia de Riobamba, que fuera premiada postmortem en 1942, en un Concurso del Ministerio de Educación.

El 37 había contraído matrimonio con Beatriz Velasco Montesdeoca y tuvieron tres hijos. En Diciembre del 41 participó en el Congreso de profesores reunidos en Guayaquil con motivo de las celebraciones del I Centenario de creación del Vicente Rocafuerte y bohemio al fin, pudo hacer un alto en sus labores y en un canchón de barrio, alzando un vaso de buen vino, escuchó a su amigo Hugo Mayo (Miguel Augusto Egas) que leía "Hierbabuena para el chacarero". Al terminar, le abrazó, sacó un lápiz y sin más, puso al margen del poema que temblaba en las manos de su dueño: "A Miguel Angel León".

Poco después, la tarde del 7 de Enero de 1942, fallecía intempestivamente en Riobamba a causa de paro cardíaco. Dejaba dos obras de teatro para su publicación "Hacia el oriente" y "Tarqui", ésta última se había representado en su ciudad. La primera trata de la defensa de los territorios amazónicos y fue escrita para la invasión peruana y la segunda es un episodio grancolombiano igualmente de tinte patriótico y pedagógico. Aparte de los versos contenidos en "Labios Sonámbulos dejó unos pocos más como su canto al Chimborazo, a Bolívar, Canto Ruso y su Elegía de la Raza. El 42 llegó tardíamente una oferta de una editorial norteamericana y varios homenajes de instituciones y amigos, la mayor parte de los cuales habían emigrado a Quito. Como educador tuvo una visión del quehacer educativo libre de modelos extraños a nuestras raíces. Creía en un nuevo tipo de hombre apto para el trabajo productivo, duro, sano, todo un hombre; solidario y sin egoísmos, luchador con la naturaleza y unido en la colectividad. Fue el creador de los cursos de comercio, transformados en escuela profesional de Peritos Contadores Mercantiles. También creó el Centro cultural de los estudiantes y el Club de los Profesores y la revista "Siembra", cuya dirección confirió a Rafael Vallejo Larrea. Como escritor y crítico dejó numerosas páginas antológicas. En "Nuevas Rutas" trató de las tendencias literarias europeas e hispanoamericanas v hasta llegó a polemizar con el Padre Luis Gallo Almeida, S. J. autor de una "Literatura Ecuatoriana", arcaizante y perdularia, cuyo único aporte son las fotografías que trae, muchas de ellas, difíciles de conseguir.

EL VIENTO. // El viento como un ciego va buscando las puertas, / el viento por las noches en la calle tirita / y se entra a las alcobas como se entran las muertas / personas familiares que vienen de visita. // El viento es un fantasma. Tremola bujía / de miedo, y como un niño se acurruca en la sombra. / El viento es un fantasma y de pavor enfría / la estancía. El viento nombres desconocidos nombra. // Nos trae el olor fresco de las vecinas frondas; / desata las cortinas de la estancia callada / y las cortinas vuelan, como dos crenchas blondas, / sobre el áurea cornisa de la puerta asustada. // Mueve los lamparones como largos badajos, / contorsionando sombras en el tapiz obscuro. / ¿Qué insectos misteriosos zumban, y qué escarabajos / invisibles arañan las espaldas del muro? // La ventana, entreabierta de luna, parpadea, / Da alaridos el viento entre los rendijones; / abre los libros, lee, cierra, gime, hojea / y se arrastra buscando algo por los rincones ...//

"Yo nací para vivir" // Yo nací para vivir una vida tranquila / para ser bueno como los campesinos; / levantarme con la voz de la esquila / y andar con mi perro por todos los caminos. // Para tener una novia sencilla, / que todas las tardes baje con su cántaro a la fuente / y al pasar el río sentir como se ovilla / en nuestros pies desnudos la corriente // No es para mí esta vida vulgarmente extraña //yo nací hermano de la estrella y la flor / Mi alma debió ser caña / musical, en los labios de un viejo pastor//.




El agua

El agua fluye,
el agua huye
por la campiña
y va cantando bajo la fronda
como una niña. 

El agua huye sobre la gualda
alfombra de hojas de los eneros
y va cogiendo
dentro su falda
rosas marchitas, luna y luceros.

El agua corre por la campiña.
El agua lleva,
y a tientas busca el verde estanque
como una niña
que fuera ciega. 

El agua sueña, bajo la sombra,
en torsos blancos, flores y nidos.
El agua nombra
nombres de amantes desconocidos.

  




El fuego

El fuego araña el aire negro de la estancia,
y, cual gato diabólico, hacia el tejado brinca.
Tremola de coraje, se arremolina de ansia.
El fuego hasta en la piedra sus finas garras hinca.

Como un labio beodo bebe sombras, a tragos;
luego se desparrama en mil lágrimas rojas;
luego, cual sauce loco, sobre los quietos lagos
de la noche, hace caer sus cristalinas hojas.

Chirría el fuego, mordiendo como una fiera el suelo;
se inclina al latigazo del viento que le reta 
y, cual sierpe, se ovilla para picar el cielo.

Como una cabellera, al viento, se desgreña,
se revuelca, se arrastra, palidece, se aquieta
y muere como un mártir abrazado a la leña.

 




Renovación

Abre bien la ventana
que no quede un residuo del aire de ayer,
que se renueve todo con este aire de la mañana,
lleno de risas de niño y voces de mujer.

Está el sol tan joven y tan contento
que parece un canario en el jardín
y es en las rendijas hasta el viento
una sonrisa, un leve si de violín.

Abre la ventana
que se entre toda la mañana, 
con su sol juguetón y sus gorriones...
Así, bien abierta,
que se llene la estancia con la esencia
suave de magnolias que respira la huerta.
La mañana tiene la gracia de la inocencia 
porque es el día niño.

Estábamos tan tristes anoche: aún en el ambiente
flota sangre de palabras. Se siente
el aire humedecido por los ojos de Ella;
ojos de ángelus, ojos llenos de almas de campana. 
Abre la ventana
que no quede una huella
del aire de ayer;
que se renueve todo con este aire de la mañana,
lleno de risas de niño y voces de mujer.




Elegía

El padre de la casa ha muerto...
Hoy le llevaron en la carroza;
los ojos dieron lágrimas y el huerto
dio su mejor rosa.

Lívidos espectros andan por la casa.
El perro el silencio hiere con aullidos.
Nadie va al mercado ni enciende la brasa
todo lo acabaron en droguería:
hoy día
nadie va al mercado ni enciende la brasa.
Va a morir de astenia su mejor hija.

Ayer llevaron a la prendería
la última sortija,
el reloj de mesa y hasta los espejos.

Y busca y busca la absurda mirada 
que llevar hoy día...
¡Oh los muebles viejos! ¡Oh los muebles viejos!
Ya no valen nada.

La hermana mayor cogida de sus hermanas
más pequeñas mira sin rosas el huerto 
y gimen al ver cómo las campanas
que lloran, no lloran por el recién muerto.

  



Criollismo

Catarata:
bufanda de los huracanes.
Relámpago:
lazo de plata
lanzado hacia los cuernos de la luna. 
Se oye un largo bufido,
grita el torrente como un vaquero
y sus ondas retorcidas son como un vestido
de piel de cordero.

La noche es un gaucho
que tuviera por falda de su sombrero
los bordes del horizonte
y por cinta de su cintillo
la vía láctea.
El planeta Marte es una rodaja 
roja, de tanto hincarse en el hijar de la nube.

La tormenta galopa: se hacen astillas
bajo sus cascos negros las estrellas;
y sólo entre un aprisco de sombra
se ven los pitones de las siete cabrillas.

Mostrando sus colmillos de rayos al oriente
la tormenta eriza su piel de lluvia,
y agazapada, en los chaparros de la sombra
se arma como un tigre para cazar el sol.





Se derrama el silencio

Se derrama el silencio de este jardín de seda.
Tus pupilas como aves silenciosas han vuelto.
Enciendes la estrella de tu lágrima, y tu lágrima rueda
por las nubes nocturnas de tu cabello suelto.

Revuelan mariposas de alas iluminadas; 
y como en tu pupila hay rocío en la rosa.
En tu cabello duermen estrellas apagadas.
¿O es que de cada lágrima nació una mariposa?

Es un milagro que hace Amor, cuando mojas
de estrellas tus pupilas y cuando en tu cuello hago
caer mis besos cansados como caen las hojas
del rosal, en las ondas enlunadas del lago.

Mi alma como una lámpara de perfume, enciendes.
Hay la estela en tu labio de una sonrisa muerta.
Y la estrella de plata de tu llanto suspendes
en la noche cerrada de tu pupila abierta.

  



Canto al chimborazo

Montaña:
cimborio de platino.
Campanario de los huracanes.
Te oriflamas de crepúsculo en las tardes,
te incendias con fogatas de estrellas en las noches.
Campo de aterrizaje para cóndores,
abanderado de nuestra América,
que llevas en el pecho como una medalla
la huella dorada del pie de Bolívar.
Carpa más alta del vivac de los Andes
donde acampó la raza del indio.
Cubierto con el manto de piel de oso del polo
y con el iris curvado hacia atrás
me recuerdas la gloria de tus caciques bravos.

Montaña: 
paracaídas de nuestros panoramas:
en las cuerdas sonoras de tus ríos
te pasas la vida cantando paisajes.

Montaña:
el trópico es un cinturón de sol
que sostiene la falda de raso de la tierra
y tú eres la hebilla.
En tu cima TA-HUAN-TIN-SUYO
gira la giralda de la rosa náutica.

Montaña: 
ovillo del que se desovilla la vía láctea.
Carabela de tres velas
en el oleaje crespo de los horizontes;
sobre tu popa
iremos cantando nuestra canción autóctona. 
Parábola de la altura,
mi alma disparada por ti
ha hecho blanco en el sol.

Montaña:
tu copa 
en las manos de América
es una copa de champaña.

  



Jaula dorada

Jaula dorada: Canario.
Evocación de madrugada: Sol, brisa.
Jaula dorada: incensario
de armonía
bajo la sonrisa
de la puerta.
Canario:
llama de sol que danza
entre un humo de música:
loanza del jazmín de la huerta. 
Pico: grano de trigo.
Ojos: rocío de estrella.
Canario, buen canario amigo
de la mañana y de sus manos de Ella.






Elegía de la raza

Era recio, el más recio de todos los vaqueros.
Bajo este sauce, como
bajo una jaula de jilgueros
habíamos plantado nuestra choza.
La vida me pasaba haciendo risas en su boca
como se pasa el río haciendo rosas en la campiña.
Yo le daba mis brazos para que con ellos se ciña,
como se ceñía la beta cuando se iba a luchar con los toros.

Venía con la tarde y con los ruidos sonoros
de su brava espuela. 
La choza bien abierta, abierta como el día
sonreírle parecía
con sus menudos dientes claros de candela.
Yo sola, yo sola y mi perro,
cerca del fogón preparando la hogaza; 
siempre me traía del cerro
plumas de cóndor y pieles de chacal,
adornos propios para mi raza.

Era de verle vestido, su vestido de cabra,
tenía rosas y espinas como tiene el rosal 
y era un lazo de amor blandiendo su palabra.

Era recio, el más recio de todos los vaqueros.
Era de verle domando los potros más fieros.
La arcilla de su cuerpo estaba fundida en las candentes
fraguas de los volcanes; 
de tanto darse contra los torrentes
se había endurecido
su carne bruñida;
le abrían paso hasta los huracanes,
y no le importaba dejar la vida
como una cinta de sangre
en la punta de una lanza.
Apto para la guerra;
apto para la labranza
hacía de un puñado de tierra 
un océano de maíz;
agarrado a su chacra como una raíz,
afilaba el machete de venganza
en la piedra negra de su orgullo;
su palabra de odio era como un capullo 
escarlata en la boca.
Esbelta su figura, bronceada la piel,
así era él.
Indio e la raza pura,
hijo legítimo del sol.

Un día, lo recuerdo, un día,
el amo hizo chasquear la rienda en el granito
de sus espaldas. Se oyó un grito,
un grito de coraje, un grito fiero
que parecía 
vibrar entre sus dientes como una hoja de acero.
Ése grito, era el grito de aquel hombre mío,
que al sentir el rayo de la rienda en la cara
lanzose contra el amo
con los ojos cerrados 
como se lanzan los toros
a embestir en el páramo.

El amo volviose del color que tienen
los pétalos de las retamas.
Dio un paso, un trágico paso,
trémulo hacia atrás y de repente,
sacudiendo su melena de llamas,
del cinturón de cuero
salta la fiera de una pistola...
El balazo 
al sembrarse en la cara del recio vaquero
hizo brotar una amapola
de sangre.
Era la última víctima de la guerra
de la conquista; 
sus labios besaban la tierra
y era como dos lucecillas
moribunda su vista;
sus ojos que tenían el color de las uvillas
se habían enverdecido
y como los tigres moría
mordiendo un bramido...

Cómo me pasé toda la noche hasta la madrugada
con el oído
puesto en su pecho oyendo su vida. 
Después... todo fue nada.
Murió el más recio vaquero de las vaquerías,
el que tenía
las espaldas anchas como los troncos de pino.
Después... todo fue nada.
El amo ese día, como todos los días,
bebió leche fresca y un vaso de vino.
Después... todo fue nada.

Sólo yo en las noches oigo el ruido de su bocina
y siento que por los caminos camina 
arrastrando su poncho;
y tengo envidia del perro de ojos de fósforo
que debe de verlo en el concho
de la nube, muy al fondo,
porque aúlla tan negro, porque aúlla tan hondo.

Canta mirlo negro; di tu de profundis torcaza.
Río que vienes gritando desde arriba
llora mi dolor y el dolor de la raza,
de esta raza vencida,
que juro que era fuerte como fue el hombre mío.
Que juro que era bello como los búcaros
de las aguacollas rojas;
juro que era bravo, por eso le domaron
como se doma a los chúcaros
con el látigo y la rodaja; 
juro que tenía los músculos anchos
y duros como las chontas;
juro que algún día,
del bronce de su carne,
como de un pedrisco tiene que brotar la luz...

Pobre indio, pobre raza,
hasta de Jesús
no le enseñaron más que la cruz
y la corona de espinas,
nunca le dijeron que era hermano
del hombre que habla castellano
y a golpes como de las minas
extrajeron de su cuerpo el oro,
por eso no tiene más amigos
que el asno, el perro y el toro,
el que barbecha las tierras
y el que hace brotar los trigos.

Canta mirlo negro, di tu de profundis torcaza;
río que vienes gritando desde arriba,
llora mi dolor y el dolor de la raza. 



Epílogo

Vivo como en un jardín entre los escombros
de mi juventud sin historia;
todo lo he borrado con una alzada de hombros
y amo más a mi perro que a la gloria.

El dolor, en mi pecho el dolor ya no vive: 
todos los velos cayeron ante mis ojos claros;
mi corazón es un papel rugoso donde escribe
un muchacho travieso versos locos y raros.

Y he de morir de joven. Es tan triste esperar
que por falta de aceite se termine la lumbre; 
para mí la vida es como una costumbre
que hoy, mañana -¿quién sabe?- le habré de abandonar.












ANTONIO MONTALVO [12.241]

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ANTONIO MONTALVO

Poeta y crítico literario nacido en Ambato, ECUADOR el 24 de marzo de 1901, hijo del Teniente Coronel Manuel Montalvo Hidalgo y de la Sra. Isabel Viteri Mantilla.
Tenía sólo veinte años de edad cuando en 1921, junto con Alfredo Martínez fundó en Ambato el periódico quincenal «El Espectador». Al año siguiente publicó «Alba de Ensueño», y junto a Martínez mantuvo la publicación mensual «Los Centauros»
En 1924, nuevamente con Martínez y Nicolás Rubio Vásquez fundó «El Cosmopolita», como una manera de mantener vivos los ideales de Juan Montalvo.
Por el año 1929 se trasladó a vivir a Quito, y poco tiempo después ingresó a la Sociedad Jurídico Literaria y a la Sociedad Bolivariana. Al año siguiente publicó su libro de poesías «Camino».
En 1931 y nuevamente con su amigo de siempre, Alfredo Martínez, fundó el grupo América y la revista del mismo nombre; en 1944, con Augusto Arias editó la «Antología de Poetas Ecuatorianos»; y en 1947 publicó una «Biografía de Espejo», que está considerada como una de las mejores que han sido editadas.
Dedicado a sus actividades literarias, murió en Quito el 9 de julio de 1953.



Yo pirata

Espiga de luz de oro, niña zarca
de las dulces miradas pensativas
por donde va, blanca de velas vivas,
de un ensueño de amor la linda barca.

El cisne de un suspiro, triste, enarca
su vuelo, de nostalgias sensitivas,
al hontanar azul, de aguas estivas
que platean las lunas de Petrarca.

Si el buzo de tus mares litorales
te halló en tu gruta, perla añil, dormida, 
entre rosas de nácar y oros fríos,

yo, pirata, en mi nave envejecida,
voy a robar tus gracias celestiales
para llenar de amor los mares míos.

  
  


Serenata

Mayo. Noche romántica y fresca. Miraflores
de Ambato se adormila en un sueño de luna
y en el silencio blanco la voz del río es una
canción de amores buenos dicha por ruiseñores.

Paz fragante a eucaliptos, a rosas y a membrillo.
Vivo la gesta antigua del amor, cuando al son
de la guzla, el trovero cantaba su canción
al sueño de la novia bajo el alto castillo.

Un rancio encantamiento maravilloso y grato
envuelve el virgiliano lirismo del retiro. 
Y en tanto los violines desmayan la armonía

de una música alegre, regocijado miro
cómo se queda mi alma perdida en la ambrosía
medievalesca de este Miraflores de Ambato.




Ficoa

Ensueño vuelto una égloga bajo los cerros grandes
que beben en el alba su ordeño de rucio...
Arriba, la epopeya de nieve de los Andes
y abajo el himno lírico del cántico del río.

Frescura de la fronda que siembra madrigales
en los vibrantes surcos eólicos del viento.
En ritmo fiel de aromas, manzanos y perales
sus cantos melodizan con ancestral acento.

La Hespérides del mito, romántica y florida
allí vive escondida lo mismo que un tesoro: 
dragones del encanto como cuidar su vida
vigilan el ensueño de las manzanas de oro.

En voz de arroyos prófugos suena su esquila el agua.
Y para ver esa égloga desdoblan su espinazo
sobre las altas nubes el alto Chimborazo
y sobre la distancia con luz el Tungurahua.

Allí todo es dulzura... y aromas y armonía
y panteísmo geórgico y eterna primavera:
con su belleza idílica que ríe y reverbera
todo Ficoa vibra como una sinfonía. 

Si los cóndores prenden el alba de ese cielo
-los cóndores que el mismo sol nunca llega a herirlos-
en los áureos crepúsculos que al viento dan su vuelo
encienden las luciérnagas el canto de los mirlos.

Senderos del Elíseo de encanto circunscriptos 
donde su olor desfloran glicinas y resedas...
Sobre el coral marino de las capulicedas
su azulidad de mar riegan los eucaliptos.

Sobre esa tierra fértil el roble índico-hispano
de don Juan irguió el torso de su figura homérica 
y arqueó de allí su espíritu hasta la linde ibérica
por traernos el oro del verbo castellano.

Allí soñó sus sueños... Y mientras por el arco
de su espíritu fueron sus quejas en exilio
bajo esas sombras dulces platicó con Plutarco 
y habló del clasicismo latino con Virgilio.

Toda la Cohorte antigua de la Sabiduría
llamada por la magia de voz ecuatoriana
allí encontró un asilo de estirpe castellana
para los festivales de la filosofía. 

Viejo rincón histórico que huyendo a todo invierno
siempre tendrá el tesoro de su recuerdo en salvo,
porque en sus sombras pródigas vivió don Juan Montalvo,
sobre todos los siglos su encanto será eterno.


  


Feria de mi ciudad

Feria de mi ciudad: canción en la hoya
urbana de la plaza que canta algarabía.
Feria de mi ciudad: vernácula alegría
del devenir autóctono para un pastel de Goya.

Campanarios del campo los altos eucaliptos
llaman a misa de alba dando a volar sus tórtolas
y el indio, que es cristiano, bañándose en rocío,
madruga con sus mieses camino de la feria.

Y madruga la feria rural en las estancias
de las montañas de oro pascual de las mazorcas... 
mientras la moza rústica descuelga sus ajorcas
y se peina con agua de silvestres fragancias.

Un sol triunfal de fiesta corre por los caminos
junta a las yuntas dóciles hermanas de las piaras.
Camino de la feria: ríos de campesinos 
que despiertan al día con agua de algazaras.

El viento a la mañana besa con rubio lampo
en el silencio niño del alba florecida.
Y es como si en la alma de la ciudad dormida
se volcara la vida romántica del campo.

Mayordomos metidos en ponchos de crepúsculo,
indias con los rebozos de los cielos de Ambato...
En zumo de la caña se hunde el recuerdo ingrato
de la fatiga agreste que hizo gemir al músculo.

Feria de mi ciudad: cuando la primavera 
bajo toldos de luna regala su tesoro:
las perlas de las uvas y las manzanas de oro
y el almíbar celeste que guarda cada pera.

Pero al ángelus suena la oración de la esquila
con un ritmo perfecto como canto de amor.
Y en la noche que avanza por los cerros, tranquila,
sólo queda, llorando la voz del rondador.





El trópico

Recuerdo de mis días en el trópico... cuando
caracol de mi cuerpo, mi espíritu veía
nostálgico de nieve y olor de serranía,
morir a un sol de sangre, en el azul, cantando.

Yungla, la yungla brava sensual y capitosa
encendía la noche con luz de sus reptiles
y era una pirotecnia con alas y candiles
la fronda del cacao y de la pomarrosa.

El mirto florecido, poeta y buen feligrés
aventando sus flores en la brisa oportuna,
conjuraba a su novia romántica, la luna,
para enlunar la brama selvática del tigre.

Pero era en la canícula fragante del estío,
cuando los gallinazos de azul estaban hartos,
que en las orillas frescas, soñando, los lagartos 
tragábanse el crepúsculo fantástico del río...

Allí, pescados de oro bronceando las montubias
-sirenas de las ondas vernáculas, sirenas
elásticas y bellas- sobre las aguas rubias
retorcían sus torsos de las pieles morenas.

A veces deshilábase la luna en blancas hebras...
Daba el cuervo sus gritos y las ranas los suyos
mientras la romería de luz de los cocuyos
iluminaba el silbo de amor de las culebras.

Belleza en la noche hórrida y en el fulgor del día: 
bajo cielos de añil y el horizonte gualda,
un vuelo luminoso de loros de esmeralda
regaba en el espacio su loca sinfonía.

Y era alegre la risa de los amaneceres
destapando sus pomos sensuales de fragancia.
Las palmeras erguidas, como lindas mujeres
desnudas bajo el cielo cimbreaban su elegancia.

  



Láminas

Esta alegría azul
del cielo
hace cantar
a los nevados líricos
la canción blanca
de la nieve.

Y el arco del equinoccio
se curva
con un incendio de iris
al paso de las sombras 
de los shyris
y las de los centauros
del Caporal Pizarro.

Mientras rítmicamente
danzando la cadencia 
de su paso
sobre el lomo gigante
de los Andes
el llama nostálgico
mide con su cuello 
la muda esplendidez
del horizonte.

Y el treno doloroso
del rondador del indio
-navegante en los vientos 
que despeinan la testa
del cerro de Bolívar-
huye con la fragancia
del theobroma
sobre las hondas claras 
del mar que vio Balboa.

  



Cromo andino

Riobamba.
La rosa azul del cielo
se desflora en la tarde
alucinada y fresca
del verano.
Y hay un perfume exótico
que corre en la vernácula
soledad
de la ciudad,
mientras el rojo carbunclo 
del crepúsculo
se desangra
en el flanco celeste
del horizonte.

Perfilan sus domos fantásticos 
las blancas basílicas
de los cuatro nevados,
cuyos campaniles cantan
la avemaría de la nieve
en la emoción del ángelus. 

Riobamba.
En la noche fragante del verano
el viejo Chimborazo
-en la oración de nieve de su testa-
eterniza el delirio
del Libertador.

  



Presencia

Por un mar musical, múrice y oro,
en un vuelo de alondra, así cantando,
viene tu voz, perfume y melodía,
a mis nieves de olvido y de silencio.

Escucho el caracol de tu palabra:
cántico de ola o grito de la nube,
bañándome los huertos del espíritu
con aguas de crepúsculos marinos.

Estás en mí, tatuada y esculpida,
estrella, flor de luz, resplandeciente 
en la tiniebla azul de mi honda noche.

Siento en los ríos de mi sangre, vivo,
tu júbilo vernal, miel y armonía
para el tránsito amargo por la tierra.





ANTONIO LUSSICH [12.264]

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Antonio Lussich

Antonio Dionisio Lussich Griffo (23 de marzo de 1848, Montevideo - 5 de junio de 1928, idem.) fue un armador, arboricultor y hombre de letras uruguayo.

Era hijo de Filip Lukšić, marino mercante croata llegado al Río de la Plata en 1840 de la isla de Brač en la costa dálmata en Croacia, y de la italiana Carmen Griffo. Se educó en el Colegio Alemán de Montevideo. Tuvo varios hermanos, entre ellos, Arturo, quien sería un destacado político blanco.

Afiliado al Partido Nacional, se alistó en 1870 como soldado en el ejército de Timoteo Aparicio contra el gobierno de Lorenzo Batlle, así como en la Revolución Tricolor de 1872.

Cultivó la literatura gauchesca, destacándose su poema "Los Tres Gauchos Orientales" (Coloquio entre los paisanos Julián Giménez, Mauricio Baliente y José Centurión sobre la Revolución Oriental en circunstancias del desarme y pago del ejército) fue considerado por Jorge Luis Borges un antecesor del "Martín Fierro" del argentino José Hernández. Participó junto a Elías Regules, El "Viejo Pancho", Javier de Viana, Juan Escayola, Martiniano Leguizamón y Domingo Lombardi entre otros, de la publicación "El Fogón" más importante que tuvo la región del género gauchesco, que viera la luz en septiembre de 1895 fundada por Orosmán Moratorio y Alcides de María.

El 5 de octubre de 1896 adquirió 1800 hectáreas de terreno virgen en Punta Ballena, en las inmediaciones de la actual Punta del Este casi sobre la costa del Río de la Plata e inicia su gran obra, la creación del Arboretum Lussich, un enorme jardín botánico natural. En 1909 participó, junto al Intendente de Maldonado, Juan Gorlero, en la reforestación con pinos marítimos de la Isla Gorriti, cuya fauna y vegetación original había sido devastada por un incendio en 1894.

En 1917 vendió su participación en la compañía naviera fundada por su padre a la Administración Nacional de Puertos para dedicarse a tiempo completo a su pasión.

Falleció en 1928, y está enterrado en Punta Ballena.

Obras literarias

Los tres gauchos orientales (Imprenta de La Tribuna, 1872)
El matrero Luciano Santos (1873)
Cantalicio Quirós y Miterio Castro (1883)




De El matrero Luciano Santos  (1872)

Consejos a Eullari

Y hoy hablo a los orientales,
y también al Presidente,
que se trate sabiamente
de suprimir tantos males;
y tuitos seamos iguales
sin reparar la color,
pa que unidos al reedor
de este pabellón glorioso,
alumbre eterno reposo
su puro y brillante sol.

Te hundes suelo querido
en un cañadón sin fondo,
esto lo dice un redondo
que nunca letrao ha sido.
No es juersa, ser escrebido
para conocer el mal
y veo Patria oriental
que siguiendo en ese rumbo,
como mamao dando tumbos
vas por un caleagüesal.

No hay más remedio a tus penas,
no hay más corte a tus tormentos,
no hay atage a tus lamentos
si no rompes tus cadenas:
hoy te tienen como agena
los hombres sin corazón,
que su sola aspiración
es pegarse donde hay plata,
y te arrastran por la pata.
A tu ruina y destruición.

Yo soy un triste paisano
que pa lay soy gallo ciego,
pero a naide me le ayego
pa que me tienda la mano;
gracias a Dios soy liviano
para poder trabajar.
Y eso no me ha de faltar
por los güesos de mi agüela,
nunca seré sanguijuela
que el oro me haga pegar.

Nunca almita se lo imploro,
don Ellaura, el Presidente,
que lo rodee esa gente
para chuparle el tesoro,
le prosiarán más que loro
para hacerlo convencer,
y si logran otener
lo que piden, ¡Cristo mío!
Me lo sambuyen a un río
o lo cuelgan de un cordel,

Sea güeno, con los güenos,
castigue fiero a los malos,
no sirve atacarlos al palo
cuando el torsal es ageno.
El coraje es el terreno
que usté debe de pisar,
y no se deje atrasar
por gefes, ni por menistros,
sino como a santo cristo
me lo han de crucificar.

Menudee sin compación
al que sea insobordinao,
dende el último soldao
hasta el que lleva galón.
Dé, a quien tenga, la rasón
dejesé de compadradas,
cuando la gente es malvada
caigales por sobre el lomo
ansí como cai a plomo
el agua de una quebrada.

Entre fuita aquella gente
que usté sólo es quien elije,
en la openión no se afije
sino que sea entiligente,
honrada, y tan delijente
que haga feliz a esta tierra
tan destruida por la guerra,
y siembra güena semilla
que ansina, se verán trillas
hasta en la cumbre e la sierra.

Castigue de corazón,
al que tenga mucho empeño
ensoliviar a su dueño
lo que es de su posesión
nunca le dé salvación
al que es vorás y cuatrero,
y verá el gran hormiguero
de ladrones acabar.
Y a gritos se oirá alabar
su gobierno justiciero.

A los gefes dé de baja
que a costa de los soldaos,
en poco tiempo han llenao
las maletas y la caja.
Si el pasmo no les ataja
a quien manda batallones,
le han de cobrar las raciones
para gente nunca vista;
pero jamás verá en lista
que por hambre hay reserciones.

Ni con su hermano se case
en custiones de servicio,
pongale freno al desquicio
pa que naide se propase,
y nunca dejo que pasen,
las cuentas sin revisar.
Eso lo debe mirar,
con doble vidro en los ojos,
sino, tal vez que los piojos
por güeyes le hagan pasar.

Larguesé de sopetón
cuando el clarín toque diana,
a la lista de mañana
en cualesquier batallón.
Y allí verá esa ocasión
como el número ha mermao,
de los nombres que le han dao
ni con la mitá se encuentra.
Y el resto en la caja dentra
del que el apunte ha llevao.

Enseñelé como a niño
al gefe más copetudo,
que con la lay nunca pudo
ni la hermandá, ni el cariño.
Tome el ejemplo en Patiño,
que con sueldos y raciones,
aforró bien los riñones
llenó la pansa y belsico.
Mientras tanto sus milicos
finaban de privaciones.

Con albertencia y con maña
escuelas mande poner,
para que pueda aprender
el gaucho de la campaña;
porque es disgracia tamaña
en tiempos tan alentaos,
ver tanto prioyo negao
más duro que una muraya,
que sólo marcan sus rayas
con la hoja del embenao.

Con los pobres no sea duro
cuando le falten razones,
ni largue contribuciones
que los pongan en apuros,
si usté lo hace, yo le juro
en nombre de la gauchada,
que no ha de faltarle nada
para que viva tranquilo,
y siempre hallará un asilo
en medio a la paisanada.

Atráquele a los Pulperos
una multa cada mes,
y descuélguese con tres
a los carros bolicheros,
que son los más pijoteros
y amigos de mogoyar
nunca nos quieren fiar
y son ellos porque lauchas,
hay que pelarles la chancha
pa que apriendan a tratar.

El pingo de la nación
lleveló siempre tranquiando,
sólo vayale aflojando
en busca de la ocasión
no largue de sopetón
pueden cortarse las riendas,
al ñudo es que usté se prienda
si su flete se desboca,
tal vez le raje la coca
ande ni el diantre lo atienda.

Aunque se li haga aparcero
mil alforsas en el cejo,
oiga paciente el consejo
que quiere darle un matrero:
nunca se apegue al dinero
del país; para no pecar,
hagaló siempre tapar
de modo que no se vea,
y el pueblo oriental no crea
que usté es capás de uñatiar.

Pa final de tanta prosa,
al que salga redomón,
mandeló sin compasión
a lo el coronel Mendoza;
que allí con yerbas sabrosas
el genio le domará,
y mansito quedará,
como el humilde cordero.
Esto es lo último aparcero
que le pido y me dará.

Me ha puesto ya ronco el canto
tiro al suelo la guitarra,
si he sido un poco chicharra.
La causa son mis quebrantos,
sepan que Luciano Santos
como pueta y payador,
le ha de correr al mejor
sin mirar tiro ni cancha;
y el que quiera la revancha
se la dará este cantor.

Sólo respeto a un amigo
que le soy lial como un perro,
es el gaucho Martín Fierro
y con orgullo lo digo,
yo cabrestiando lo sigo
y siempre lo he de seguir.
Juntitos hemos de dir
siguiendo el mesmo destino,
que orientales y argentinos
siempre aliaos han de vivir.

Pues luchando como hermanos
en mil combates nos vimos,
y a los tiranos hundimos
y a la patria rescatamos.
Gloriosos lauros ganamos
ande el libre batayó,
Paysandú e Ituzaingó
son recuerdos inmortales.
¡Y con sangre las señales
de nuestra unión se marcó!


El matrero Luciano Santos (Fragmento)
Prosecución de los tres gauchos orientales
Antonio D. Lussich

Al señor don Rafael Hernández 



[Coloquio entre los paisanos Julián Giménez y Centurión] 
          
Coloquio entre los paisanos Mauricio Baliente y José Centurión
 
                                   
MAURICIO BALIENTE                                    
¿Por acá don Centurión?
Bien haiga con su madrina
¡A que al rastro de una china,
se ha largao esta ocasión!
 
CENTURIÓN                                                     
Ni por pienso dio en el punto,
le diré él porque llegué:
de mi pago me ausenté
por librarme ser dijunto.
 
BALIENTE                                                         
Esa es cosa muy formal
y serio se pone el caso.
 
CENTURIÓN                                                     
Dentro de un rato amigaso
oirá el gran merenjenal.
¿Y a usted que tal le va yendo?
 
BALIENTE                                                         
Medio cordial de salú
pero de riales a flüs
de esta cancha van juyendo.
 
Pucha que se ha güelto viejo,
tiene la barba y el pelo
como esas nubes del cielo
de un blanco medio azulejo.
 
CENTURIÓN                                                     
¡Que quiere amigo Baliente,
las penurias de esta vida
me han puesto el alma abatida
y el corazón impotente.
 
Tanto he sufrido cuñao
tan mala ha sido mi suerte,
que muchas veces la muerte
al Cielo se la he clamao.
 
BALIENTE                                                         
Siempre triste don José
porque ingrato es su destino;
corte hermano otro camino.
 
CENTURIÓN                                                     
¡Si el mesmo sino tendré!
 
BALIENTE                                                         
Nunca sea desconfiao,
son cambios que tiene el hombre,
y quien por ellos se asombre
jamás saldrá bien parao.
 
CENTURIÓN                                                     
Quiera oír su voto el Cielo,
y sus palabras de aliento
no se pierdan en el viento,
trocando en suerte mi duelo.
 
BALIENTE                                                         
Suelte a volar su carancho,
y cuente la albersidá
que lo ha traído por acá,
abandonando su rancho.
 
CENTURIÓN                                                     
Para la oreja aparcero,
escuche y no se me asuste,
que tuito el desbarajuste
le contaré por entero.
 
BALIENTE                                                         
Tiene pronta mi atención,
estoy dispuesto a escucharlo,
largue el royo sin cortarlo
de esa fiera rilación.
 
CENTURIÓN                                                     
Mas antes de rilatar
acomodaré a mi obero,
que por él salvé este cuero,
que quisieron ojalar.
 
BALIENTE                                                         
Metaló aquí en la ramada
y tomando un cimarrón
me contará la aflisión
de esa su alma atribulada.
 
¡Ah! ¡Pingo para un apuro!
Y de yapa que es cruzao.
 
CENTURIÓN                                                     
Montando en él, no hay venao
contra mis bolas siguro.
 
Esa suerte Dios me dio
ni al más pintao embidéo,
no muento maula ni feo
demasiao maula soy yo.
 
BALIENTE                                                         
No se achique mi aparcero,
como cuadro es de valer,
¡porque sin merma ha de ser
aquel gaucho terutero!
Que otro tiempo jue el primero
pa la guerra y el amor,
pueta de menta y cantor
letrao de labia y de cencia
su nombre siempre en la ausencia
fue alabao como el mejor!
 
CENTURIÓN                                                     
No amigaso, con los años
todo se pierde en la vida,
lo que fue ilusión querida
hoy se cambió en desengaños.
 
BALIENTE                                                         
Boy a prender un tisón
¿Tiene mistos compañero?
 
CENTURIÓN                                                     
¡Cuando le ha faltao yesquero
al que es gaucho de fogón.
 
BALIENTE                                                         
¡Ah terne! Siempre el mesmito,
sólo en el pelo ha cambiao,
y el cuero más chamuscao,
pero en genio, ni un chiquito.
 
CENTURIÓN                                                     
Y usté tamién ño Baliente,
con su peso y con su calma
da caídas que van al alma
¡y queman como aguardiente!
 
BALIENTE                                                         
Alcance de aquel montón
charamujas pa quemar,
verá en un rato chispiar
como yesca este fogón.
 
Sirba de más, de ahí arriba
descuelgue aquel asador,
tengo un asao de mi flor
para templar la barriga.
 
¿Su buche ha de andar flacón?
 
CENTURIÓN                                                     
Como maleta vacida.
 
BALIENTE                                                         
Ganelé, pues, la partida
y delé doble ración.
 
Aura trate de domar
ese vientre tan arisco,
si se amansa del peyisco
nos saldremos a pasiar;
de paso lo he de llevar
a una güena pulpería
y aunque sea con lejía
mamaos hemos de salir;
¡Para que tristes vivir
pudiendo haber alegría!
 
CENTURIÓN                                                     
¿Pero digamé cuñao
tan sólo se encuentra aquí?
 
BALIENTE                                                         
Si siempre solo viví,
y solo, el mundo he traquiao.
Pa las hembras soy curao,
pues no me enriedo en sus tientos
soy libre como los vientos,
como en el aire el chajá;
y el amor nunca me hará
salir del pecho un lamento.
 
CENTURIÓN                                                     
De una piscoira me habló
cierta vez, que había tenido,
y siguiendo a su partido
de esa prenda se ausentó,
la que de pena murió
(Dios la tenga en santa gloria),
pero siempre en su memoria
ritratada la tenía;
cuasi lloraba ese día
cuando rilató su historia.
 
BALIENTE                                                         
Olvide ño Centurión
ese recuerdo tan triste,
que mi pecho no resiste
y me parte el corazón;
cuentemé la rilación
de lo que a usté le ha pasao;
qué trifulca lo ha obligao
abandonar la querencia,
tal vez su sola alvertencia
de algún pango lo ha salvao.
 
[Muerte de un teniente]
CENTURIÓN                                                     
Voy a contarle Baliente,
que por poco mi peyejo
en un cañadón lo dejo
dijuntiao por un Teniente,
que sirve con la otra gente
y me quiso madrugar,
saqué el cuerpo, por parar
el golpe y pelé mi corbo,
y en menos que se echa un sorbo
pa el otro mundo jue a dar.
 
BALIENTE                                                         
¿Cómo jue eso don José?
 
CENTURIÓN                                                     
Lo que está oyendo derecho
y en pelea pecho a pecho
contra el hoyo lo largué.
 
Su gefe me lo mandó,
como güeno yo colijo,
a sorprenderme de fijo
porqué al rancho se dentró;
 
Y ahí no más me preguntó
si era blanco o colorao;
yo que en la vida he negao
la openión en que nací,
le dije, que blanco fi
dende que el mundo he pisao.
 
Ya me pretendió atrasar
y quiso cairme de hachasos,
sin recularle ni un paso
esta, le mandé guardar;
y de hay me largué a ensillar
ya una partida venía,
para enterrarme sería
si había estirao la pata.
 
BALIENTE                                                         
El tiro por la culata,
velay les salió ese día.
 
CENTURIÓN                                                     
Cerré piernas al crusao
y él quedó allí pataliando,
su gente estará rezando
que no muera condenao,
intértanto yo he salvao
por no ser tan mal ginete,
y a las patas de su flete
debe este gaucho la vida;
¡Que es cosa muy desabrida
el perderla al santo cuete!
 
El muerto estará en el cielo
pueda que Dios lo perdone,
mientras yo mil afliciones
voy pasando en este suelo.
 
BALIENTE                                                         
Ansí en el mundo es la suerte;
hoy contento se creerá,
mañana tal vez tendrá
que hacerle frente a la muerte.
 
[Lamentos]
CENTURIÓN                                                     
Con que siguiendo mi cuento,
de mi cancha me ausenté
y en mi crédito yegué
aquí, bebiendo los vientos.
 
BALIENTE                                                         
Sigún oigo en su rilato
¿le caín al blanco sin pena?
 
CENTURIÓN                                                     
Como prendá que es agena...
 
BALIENTE                                                         
¡Pues ese no ha sido el trato!
 
CENTURIÓN                                                     
Otras veces solebaos
cuanti menos lo pensamos
de nuestros pagos templamos
pa puntos no imaginaos.
 
BALIENTE                                                         
En cualquier albersidá
con güena o con fiera suerte,
un rancho de mala muerte
y un amigo, aquí hallará.
 
CENTURIÓN                                                     
Pero lo mesmo que a mí
siguro estoy que algún trance
sin esperarlo lo alcance
haciéndolo juir de aquí.
 
BALIENTE                                                         
Tal vez que tenga razón,
estoy medio maliciando
que esta gente anda buscando
pegarnos algún malón,
con el cual nuestra openión
caiga engüelta en la redota
pa echarnos como pelota
rodando de lao a lao.
Y ellos se pondrán cuñao
hasta el encuentro la bota.
 
CENTURIÓN                                                     
¿Se acuerda cuando el desarme
que en mi fogón nos riunimos
y en plática allí estuvimos?
 
BALIENTE                                                         
¡Cómo no he de recordarme!
Eso no podré olvidarme
lo tengo en mi pensamiento,
y cargo siempre a los tientos
los dichos de ño Julián
que han sido, son y serán
pa mi memoria tormentos.
 
BALIENTE                                                         
¡Bien aiga, usté lo decía
que acabarían los males
pa todos los orientales
y el color se olvidaría;
nunca pensarlo debía
tratandosé de un partido
que pa nosotros ha sido
como peste, de corsario,
y ha dejao pior que calvario
a este suelo tan querido!
 
CENTURIÓN                                                     
Yo creíba que aquel tratao
que acabó en sólo un momento
con los muchos sufrimientos
de este pueblo disgraciao,
juese el golpe que había dao
por tierra con la openión.
Pa que tuitos en unión
iguales ante la lay,
no tuvíesemos más ray,
que nuestra constitución.
 
Pero triste rialidá,
malvao engaño y falsía
del gobierno que aquel día
firmó en la paz la igualdá,
que la mesma libertá
iban todos a tener.
Giménez lo supo ver
y con razón desconfiaba.
Él a esa paz no pasaba
sabiendo lo que iba a ser.
 
Todo jue un merenjenal,
una embroya, la más fiera,
otra mancha a la bandera
del pobre pueblo oriental.
Mancha de sangre hermanal
que nunca será lavada,
pero siempre recordada
como la infame traición
de los que por su ambición
jamás se han parao en nada.
 
[La Inscripción electoral]
BALIENTE                                                         
Si bochinche jue el tratao
La Inscrición se volvió embuste,
la Elisión un barajuste
y hasta embroya lo arreglao.
Nos hizo pango el Embiao
que de Güenos Aires vino,
¡Mal aiga que en el camino
al barco que aquí lo trujo
lo habiese echao algún brujo
en medio de un remolino!
 
CENTURIÓN                                                     
Sosieguesé don Mauricio
no se caliente al botón;
cuentemé esa rilación
de tan machaso estrupicio.
 
BALIENTE                                                         
Ni ganas me dan cuñao
de hablarle de estos amaños,
porque verá el desengaño
de cuando alabó el tratao.
 
CENTURIÓN                                                     
Deje de andar con rodeos
largue cháguara al rilato
no perdamos tan güen rato
tan sólo en el preludéo.
 
BALIENTE                                                         
El tal bochinche aquí ha andao
como bola sin manija.
Nos han llevao a la fija
de muy lejos atrasaos;
muertos han resucitao
y saliendo de sus hoyos
se han largao a dar apoyo
a la gente del gobierno;
¡Librenós Dios de ese infierno
con semejante tramoyo!
 
CENTURIÓN                                                     
¿Qué dice usté ño Baliente
y eso como podrá ser,
El muerto que ha de volver?
Si compriendo que reviente;
serán brujos esa gente,
haga el sino de la cruz,
de no va a haber repeluz
entre nosotros lueguito.
No le merme ni un chiquito
quiero ver clara la luz.
 
BALIENTE                                                         
Tube que ver al alcalde
para mi nombre inscribir,
y qué me oigo yo decir?
Que tuito va a ser debalde.
 
El porqué le pregunté,
«No eche pelos, él me dijo,
si en esta cayó de fijo
El partido en que esta usté».
 
Bide el apunte ¡Dios mío!
Ponga atención por favor.
¿Se acuerda de aquel cantor
muy mentao, ño José Pío,
que de un tajo en el vacío
hace unos años murió?
Ese mesmo apareció
figurando pa votar.
Si es cosa que hace rabiar
¡Cómo esos hombres, canejo
con tan cobardes manejos
nos quieren embozalar!
 
CENTURIÓN                                                     
Si han hecho lo que han querido,
algo ansina me ha pasao,
fi por ver al condenao
del Juez de Paz del Perdido...
¡Jue pucha que gran bandido!
Pare la oreja Baliente
y verá si entre esa gente
hay uno para elijir:
todos son hasta morir
pa que el diantre los avente
 
BALIENTE                                                         
¿Alguna otra del poder?
Caracho que se aprovechan
creen cosa sigura y hecha,
lo que ni está por hacer.
 
CENTURIÓN                                                     
Aura verá, no se apure,
que oirá cosas muy amargas.
 
BALIENTE                                                         
Véngase pues a la carga
no las deje que maduren.
 
CENTURIÓN                                                     
Con Cisneros nos juntamos
por tomar nuestra balota,
y como liales patriotas,
pa la alcaidía rumbiamos.
Cuando a la casa llegamos
había una gran riunión,
de gefes de la nación,
es decir, del presidente,
muy armaos hasta los dientes
pa impedirnos la Inscrición.
 
Ya no me gustó el pandero,
y medio medio arisquié,
pero sólo reselé
por no meterme al chiquero.
Mi compadre jue el primero
que con ellos retozó,
y a un gefe le preguntó
si firmar le permitía,
que siendo oriental quería
cumplir la lay que se dio.
 
Nos miró de arriba abajo
Y al humo quiso venirse
Diciendo: «Yo haré inscribirse
a estos blancos del barajo;
hay que sacarles el cuajo
si quieren andar maliando.
¡Que pilchas! Di aonde ni cuando
nos han ganao el tirón,
y lo que es esta ocasión
¡ya pueden dirse apretando!».
 
Dispués de mucho insultar
y tratarnos de palomos,
dijo que a juerza de plomo
él nos había de enseñar;
yo lo quise atropellar
mas la razón me decía,
que darles gusto sería
pues eran muchos pa dos,
¡Tal vez pronto quiera Dios
que le recuerde ese día!
 
BALIENTE                                                         
Ño José, si pretendemos
el tomar güena revancha,
habrá que hacer la pata ancha
que algún día subiremos,
y entonces ya lo veremos
a ese compadre tan quiebra,
que hoy tal vez por la giñebra
la echaba de guapetón,
en infame humillación
arrastrao como culebra.
 
CENTURIÓN                                                     
La sangre quema mi pecho
al recordar ese insulto,
en él está bien oculto
y a su rastro voy derecho,
u juramento yo he hecho
que lo tengo que cumplir,
buscándolo he de vivir
en ranchos, montes, taperas;
si lo encuentro sea ande quiera,
¡lo mato, o he de morir!
 
BALIENTE                                                         
Me gusta ver su valor
la vida poco le importa,
lo mesmo come una torta
que toparselé al mejor.
Pa paquete, es de mi flor,
pa peliar como el primero,
pa cantar como silguero
pa bailarín sin igual:
¡es este gaucho oriental
de güena yerba entrevero!
 
CENTURIÓN                                                     
Dejesé pues de alabar,
ni dé corte a mi prosiada,
eso es poco o cuasi nada
de lo que le he de contar
 
Algún día ha de venir,
que los que son blancos puros
se encontrarán, le asiguro,
sin tener donde vivir,
y lejos debrán morir
de esta patria ansí esquilmada
que grita desesperada:
«Basta tigres de ambición,
cansada esta la nación
de verse tan esplotada.»
 
BALIENTE                                                         
Yo esa paz no la quería
su resultao desconfiando,
y ya ven si está pasando
lo mesmo que les decía.
¿Ande están las galantías
con que tanto han balaquiao?
Yo nunca habiera tragao,
la carnada de ese ansuelo;
de sonso no tengo un pelo
y es güeno ser desconfiao.
 
CENTURIÓN                                                     
Ya el cimarrón anda mal
y está fieroque da asco.
 
BALIENTE                                                         
Saque del juego el churrasco
y alcanse la guampa e sal,
dispués podremos rumbiar
pa la casa del pulpero
¡jue pucha! Mozo pueblero
de güen modo y agasajo
es un gallego ¡barajo!
Pa amigo como el primero
 
CENTURIÓN                                                     
¿Y cree que en ese letrao
se pueda tener confianza?
 
BALIENTE                                                         
Como en la hoja de mi lanza
que nunca se me ha doblao.
 
CENTURIÓN                                                     
Usté sabe, yo ando mal
y si me tienden el lazo,
les mostraré que ni un paso
recula el güen Oriental.
Si muero, ha de ser legal,
peliando, muere el valiente,
no le importan diez ni veinte
al que ha presentao su pecho
por defender el derecho
atacao injustamente.
 
BALIENTE                                                         
Dios nos dé conformidá
cuando se sabe sufrir.
 
CENTURIÓN                                                     
Quiero mil veces morir
que perder mi libertá.480
 
BALIENTE                                                         
¡Ah gaucho nunca podrá
negar que viene de raza!
CENTURIÓN                                                     
No gringa sino criollasa
y como tape chascudo.
Nunca sé aflojar al ñudo
ni el mejor letrao me pasa.
 
BALIENTE                                                         
Es lindo ño Centurión
ver un hombre ansí resuelto,
y que sepa dar el güelto
si se ofrese la ocasión;
que no se afije en porción.
Y no le importe la vida,
él siempre tendrá salida
ande quiera se presiente;
que el que es gaucho deligente
¡no lo arroya una partida!
 
CENTURIÓN                                                     
No crea que el caldo es grasa
porque la ve por ensima;
cuántas veces se le arrima
un falso amigo y lo atrasa,
si usté con naide se casa
y solebao quiere andar,
dormido lo han de agarrar
aunque sea terutero,
hasta el zorro más matrero
se ve en su nido apretao.
 
Ha de tener un cigarro
pa poder hacerle gasto,
por qué yo sólo con pasto
lo puedo armar o con barro.
 


...






JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID [12.274]

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José Fernández Madrid

José Luis Fernández Madrid y Fernández De Castro ( Cartagena de Indias, COLOMBIA  19 de febrero de 1789 - Londres, 28 de junio de 1830 ) fue un prócer de la Independencia colombiana.

Comienzo en la política

Estando en Bogotá se adhirió a la creación de la junta de gobierno de Santa Fe el 20 de julio de 1810 y en 1812 ya estaba en su ciudad natal apoyando la Independencia de la Provincia de Cartagena de Indias. Participó en el proceso de redacción de la constitución independentista de aquella provincia, y en Cartagena fundó junto a otros compañeros de su ciudad el periódico Argos americano que se encargaría a llevar el sentimiento emancipador en todos los Rincones de la Nueva Granada y que sería uno de los principales diarios de motivación independentista en América. En es elegido por el Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada a ser presidente del país, a lo cual va a posesionarse en Tunja a donde traslada el Periódico Argos. En 1814 se traslada a Bogotá.

Infancia y estudios

Nació en la ciudad de Cartagena de Indias Fue hijo de la señora Gabriela Fernández de Castro, hijo a su vez del señor Diego Fernández de Castro, quien fue gobernador, Capitán General y presidente de la Real Audiencia de Guatemala.

Realizó estudios de derecho en el Real Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario que es actualmente la universidad del Rosario ,ubicada en la ciudad de Santa Fe de Bogotá. Se graduó en Humanidades y Derecho canónico y terminó su doctorado con Medicina, graduándose el 16 de febrero de 1809 antes de cumplir 20 años.En la Universidad de La Habana. 

Presidente de Colombia

Con ocasión de la renuncia del presidente Torres, el Congreso eligió a Fernández Madrid, quien no aceptó diciendo que la Patria perecería en sus manos. El pueblo, preocupado por el vacío de poder, asistió en muchedumbre al Congreso exigiédole la elección de un dictador. Fernández Madrid fue elegido de nuevo y finalmente aceptó la nominación. Así que el 2 de abril de 1816, después de cerrar su palacio en Santa Fe de Bogotá, se dirigió a Zipaquirá con su secretario de guerra, su secretario general y su guardia de honor, para convertir a la ciudad en la capital del gobierno de las Provincias Unidas de Nueva Granada debido a la gran riqueza de la ciudad y su ubicación estratégica.

Ciudadanos de varias partes acudieron a él, quien se dirigió al pueblo invitándolos a luchar en defensa de la independencia. La gobernación de Cundinamarca se hallaba también vacante, y con la inspiración de Fernández Madrid aceptó la elección don Nicolás Rivas.




Poesías. Selección.
José Fernández Madrid


[Nota preliminar: edición digital a partir de José Fernández Madrid, Poesías, Cartagena de Indias, Ediciones Velamen, 1945, y cotejada con la edición de Poesía de la Independencia, ed. de Emilio Carilla, Caracas, Ayacucho, 1979, pp. 187-190, cuya consulta recomendamos.]



Napoleón en Santa Helena

Soneto 

   ¿Dónde estoy? ¿Qué es de mí? ¿Yo que podía
ser el libertador del mundo entero,
mísero y desgraciado prisionero
entre estas rocas?... Mas la culpa es mía.

   Cuando al pueblo mi espada defendía, 
fui de todos los héroes el primero.
¡Con qué orgullo la Francia a su guerrero
de laurel inmortal la sien ceñía!

    Hoy, sin gloria, en destierro ignominioso,
¿al sepulcro desciende el soberano 
a quien veinte monarcas se abatieron?

   Dijo, cruzó los brazos, silencioso,
y los ojos del fuerte veterano
de dolor una vez se humedecieron.




A los pueblos de Europa

En tiempos de la Santa Alianza 


¿Dónde los esforzados?
¿Los libros dónde están? ¿Cómo pudieron
rehusar el combate intimidados?
¡Ay, a los miserables que cedieron
el campo, sin morir, al extranjero! 
Dadme la lira, dádmela, que quiero
cantar la libertad; un dios me inspira;
guerra y venganza sonará mi lira;
y excitando a la lid, al vencimiento,
en armoniosos, desusados tonos,  
de opresores tormento,
yo los haré temblar sobre sus tronos.

    No el manto reluciente,
por las divinas artes fabricado;
ni la corona rica de tu frente; 
ni tu cetro de hierro, aunque dorado;
ni de tus ciencias el acento grave;
ni de tus dulces musas la suave
voz armoniosa, plácida y festiva,
América te envidia, Europa altiva; 
porque bajo tus pies se halla un abismo
de servidumbre, lágrimas y horrores,
y el feroz despotismo,
áspid mortal, se oculta entre las flores.

    ¿Qué importa la grandeza  
de tus vastos palacios suntuosos?
Plaga devoradora tu nobleza,
miseria general, tus poderosos.
¿Y tus reyes? ¡Europa esclavizada!
¡Todo tus reyes y tus pueblos nada!  
Mas tú en el trono reinas dignamente,
monarca de Albión; tú, que el tridente
riges en la extensión del Océano;
tú, que a la liga inicua y tenebrosa
no extendiste la mano,  
la noble mano, fuerte y generosa.

    Vosotros, que postrados
os visteis a los pies de Bonaparte;
que su carro tirasteis degradados,
de la fe tremolando el estandarte,  
hipócritas marcháis, jefes traidores.
¿Y os llamáis de los pueblos defensores?
Vosotros, que humillabais vuestras frentes
ante el conquistador ¿a los valientes
osáis encadenar, a los que os dieron  
libertad y poder? Pero ¿qué digo?
¿Cuándo, cuándo tuvieron
los tiranos piedad, ni fe, ni amigo?

    ¡Oh pueblos! ya lo veo:
viene del Septentrión y ha superado  
la barrera del alto Pirineo;
en una mano el cetro ensangrentado,
en otra lleva la homicida lanza,
¡Oh, cuánto es formidable su venganza!
Mas no, que está su cuerpo giganteo  
en pies de barro frágil apoyado.
No perdáis la esperanza
¡oh, pueblos, a las armas, a la guerra!,
y caerá por tierra
ese coloso enorme destrozado,  

   ¿Y podrá la ignorancia
triunfar de la razón? Si al mundo todo
con torrentes de luz llenaste ¡oh, Francia!,
¿cómo te unes al vándalo y al godo,
que en honda oscuridad y noche umbría
intentan sumergir el Mediodía?
Ábranse al ocio muelle los conventos;
eríjanse de nuevo los tormentos
del feroz tribunal, y sus hogueras,
siendo la única luz que alumbre al mundo, 
ciencias y artes extingan sus lumbreras;
sepúltense del hombre los derechos
en olvido profundo,
y quedaréis, tiranos, satisfechos,

   ¿Qué haces? ¡España, España!  
¿En vez de unirse con estrechos lazos,
tus propios hijos, en horrible saña,
al enemigo prestarán sus brazos?
¡Oh, ignorancia, execrable fanatismo!
En sangriento altar del despotismo
la patria de Lanuza y de Padilla,
víctimas voluntarias, a la cuchilla
extiende la garganta ¡oh, mengua, oh crimen!
y ante el ídolo atroz de los tiranos
se prosternan y gimen  
los altivos y fieros castellanos.

   No ¡brote combatientes
el suelo de la antigua Carpetania,
y de Gama los dignos descendientes
vuelvan su honor perdido a Lusitania! 
¡Abrácense los pueblos como hermanos,
únanse como se unen sus tiranos;
y regadas con sangre generosa,
reverdezca la palma victoriosa
que ha de orlar a los libres algún día!  
Al escuchar sus cánticos triunfales
¡huya la tiranía,
desparezcan sus huestes criminales!

    Despierta, Italia, y libre
alza del polvo tu abatida frente, 
y en medio de su pueblo el Dios del Tibre,
majestuoso, aparezca nuevamente.
¿Cómo te has olvidado de tu gloria?
Abre los ojos ¡mira! la memoria
de tus héroes, tus ciencias y tus artes, 
inmortal se conserva en todas partes.
Muéstrate digna de tus grandes nombres,
torna otra vez a tu esplendor perdido:
¡Italianos, sed hombres!
¿No veis cómo la Grecia ha renacido? 

    De su sangrienta cuna
triunfante me parece que la veo
alzarse y destrozar la media luna.
¿Ese canto de guerra es de Tirteo?
Es el mismo Demóstenes que clama: 
¡Al arma, griegos, que la patria os llama!
Y aquel gallardo joven extranjero
que celebra la lid ¿es un guerrero?
¡Vedlo cómo, expirante a la sonora
arpa su voz sublime acompañando, 
en favor de la Grecia al cielo implora!
¡Ay!, por la Grecia llora,
y el cisne de Albión muere cantando.











LUIS VARGAS TEJADA [12.275]

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Luis Vargas Tejada en un grabado de Lemercier sobre un dibujo de José María Espinoza.



Luis Vargas Tejada


Luis Vargas Tejada, escritor, político y dramaturgo colombiano nacido en Bogotá, el 27 de noviembre de 1802 y fallecido (probablemente ahogado en alguna parte de los llanos de la Orinoquía) en diciembre de 1829 al tratar de cruzar un río.

De [familia] humilde , su Tia Carmensa le dirigió en su primera instrucción en el CAS poco después de comenzar la revolución independentista de 1810, completando su formación de manera autodidacta y con la ayuda de sus amigos, Bárcenas y Paisa, con quienes aprendió lenguas clásicas y modernas. Sus padres fueron Juan David Vargas y lura Paola de Tejada. Fabulista, comediógrafo, dramaturgo, poeta y traductor. A temprana edad ya componía versos en distintos idiomas y hacía rimas con gran facilidad.

Actividad política

Sus actividades políticas comenzaron al lado de las literarias y dramáticas siendo secretario privado de Francisco de Paula Santander. Con 19 años de edad, fue designado secretario del Senado; en febrero de 1828 formó parte del grupo de diputados santanderistas que viajó a la Convención de Ocaña. De esta experiencia escribió su Recuerdo histórico, en el que relata los sucesos del intento por mantener la Gran Colombia. En ese mismo año acompañó a Santander como delegado de Colombia ante el gobierno de los Estados Unidos, y mantuvo correspondencia con el cónsul inglés James Handersoon. El 27 de agosto, Simón Bolívar expidió el decreto en el que abolía la Constitución y se suprimía la vicepresidencia. Esta decisión hizo que un grupo de jóvenes granadinos, reunidos en un almacén de la calle Real (actual Carrera Séptima), propiedad del antioqueño Wenceslao Zuláibar, constituyeran una junta "de observación". Los integrantes de dicha junta fueron: Florentino González, Mariano Escobar, Juan Nepomuceno Vargas, Wenceslao Zuláibar, Juan Francisco Largan, el jefe del Estado Mayor de las fuerzas capitalinas, coronel Ramón Nonato Guerra, y Luis Vargas Tejada. Luego se les unirían el francés Agustín Horment y el militar venezolano Pedro Carujo. Los acontecimientos se precipitaron cuando uno de los involucrados, habiendo bebido tequila la noche del 24, comentó la conjura a un oficial del batallón Vargas. Al saberlo, el coronel Guerra avisó a sus compañeros y, la noche del 25, se reunieron primero en la Fonda de las Paisanas y luego en la casa del dramaturgo, quien improvisó los famosos versos de la Conspiración Septembrina:

Si a Bolívar la letra con que empieza
y aquella con que acaba le quitamos,
oliva de la paz símbolo hallamos.
Esto quiere decir que la cabeza
al tirano y los pies cortar debemos,
si es que una paz durable apetecemos.
El plan finalmente fracasó, 
y los involucrados que no fueron capturados, 
huyeron y algunos fueron encontrados en Venezuela

Muerte

Vargas Tejada se refugió en una hacienda del pueblo de Pasca, perteneciente a su tía, la escritora Josefa Acevedo de Gómez -hija del Tribuno del Pueblo-, casada con el también santanderista Diego Fernando Gómez, pero al considerar que aquel lugar no era seguro, emprendió la huída hacia los llanos orientales. Durante un año estuvo escondido en una cueva donde escribió su monólogo teatral La madre de Pausanias y la tragedia Doraminta. También escribió desde allí cartas a su madre. Cuando pretendía llegar a Venezuela, Luis Vargas Tejada murió ahogado en un río de los Llanos Orientales, en diciembre de 1829.

Obra literaria y legado

El anochecer, su más célebre poema, fue uno de los primeros publicados. Otros versos circularon en hojas manuscritas, como el canto A mi lira. Entre sus obras se destacan A mis Amigos, A mi Lira amada, Recuerdo de Boyacá, La Madre de Pausanias, Doraminta, Catón de Ética, Las aventuras de Barcenas y Murilo, y la comedia Las Convulsiones, su más famosa obra teatral, a la que él mismo llamó sainete, representada con gran éxito en julio de 1828. El resto de sus trabajos fueron publicados por cuenta del escritor José Joaquín Ortiz, en 1857, después de su trágica desaparición.

Se sabe que escribió otras obras, enmarcadas dentro del drama neoclásico y de temas indigenistas, cuyos textos están actualmente perdidos, como Aquimín -varias veces representado- Saquesagipa, Sugamuxi y Witiquindo.

Refiriéndose a Vargas, el escritor colombiano William Ospina escribió en su libro de ensayos Colombia, donde el verde es de todos los colores: "Surgió más tarde, en tiempos de la independencia, la obra encantadora y breve de Luis Vargas Tejada, un joven humanista a quien las pasiones políticas impidieron llevarla a la madurez y a la plenitud. Había escrito el estupendo sainete Las convulsiones, inspirado en una pieza italiana, pero lleno de originalidad en el lenguaje, un texto que conserva hoy la gracia y la frescura de un espíritu criollo inconfundible".

Las convulsiones es una de las obras más veces llevadas a escena en toda la historia del teatro colombiano. En ella, critica la educación y las costumbres de la sociedad santafereña. Vargas Tejada comentó sobre esta obra:

«Cuando resolví escribir el asunto de esta breve comedia, confieso que me abrumó la abundancia de la materia, pues había bastante, no ya para una piececilla en un acto, sino para un poema de doce cantos por lo menos».
Según Carlos José Reyes,

«En Las convulsiones se observa la influencia del Siglo de Oro español, en especial de la obra de Lope de Vega El acero de Madrid, así como de la comedia italiana. Su argumento tiene afinidades con La mandrágora, de Nicolás Maquiavelo, y en la elaboración de diálogos y de personajes, con un autor como Carlo Goldoni, de quien el propio Vargas Tejada había traducido su pieza Il vero amico. Existe una pintura muy interesante de la sociedad de la época, de los jóvenes de la sociedad santafereña que resultaban unos "destapados calaveras" y querían vivir de su conversación y encanto, sin trabajar. También se aprecian en el texto alusiones al interés por los estudios botánicos y naturalistas surgidos en el siglo anterior con la Expedición Botánica, y otras referencias a clérigos, comerciantes, viejas alcahuetas y demás personajes de la vida social en el tiempo de la independencia».



Poesías. Selección
Luis Vargas Tejada


[Nota preliminar: edición digital a partir de José María Vergara y Vergara, Historia de la literatura en Nueva Granada, III, Editorial ABC, Bogotá, 1958, y cotejada con la edición de Poesía de la Independencia, edición de Emilio Carilla, Caracas, Ayacucho, 1979, pp. 241-244, cuya consulta recomendamos.]




Recuerdos

   Fue un tiempo en que mi lira resonaba
con himnos de placer y de victoria,
y en que mi frente de Helicón la gloria
y el verde lauro con afán buscaba.

   Mas ahora ¡ay, Dios! del infortunio esclava, 
repasa triste la fatal memoria
de mi perdido bien ¡Qué transitoria
fue la dicha que entonces me halagaba!

   Huyeron como el humo aquellos días
en que de mirto y flores coronado  
brillaba entre festines y alegrías.

   Y hoy ausente, proscrito y desterrado,
lloro las penas y las ansias mías,
en mi lóbrego asilo confinado.




Al anochecer

   Ya muere el claro día
tras la cumbre empinada de los cerros,
y en rústica armonía
saludan su esplendor que se despide
los sencillos pastores. 
Los zagales y perros
conducen el ganado a la majada;
el tardo insecto que la tierra mide
de su morada oscura,
por gozar de la brisa 
de la noche, a salir ya se apresura.
Ostenta su hermosura,
en medio al tachonado firmamento,
la cándida lumbrera
que desde su alto asiento  
refleja suavemente
la luz que esparce la encendida esfera.
¡Ay, de cuán refulgente
brillo refleja ufana
su tersa faz galana! 
¡Mírala, Clori! En su belleza mira
la imagen del hechizo lisonjero
que tu semblante inspira.
¡Qué lánguido suspira
el céfiro ligero  
que los arbustos mueve,
mientras sus ramas baña
el fresco aljófar que la tierra embebe!
Allí la blanda caña
hacia la fuente su cabeza inclina,  
y a la avecilla que en su mimbre posa
su propia imagen sin cesar engaña
retratada en el agua cristalina.
Cierra la tierna rosa
su cáliz perfumado, 
y esconde ruborosa
el ámbar deseado;
¡ay, cuanto más se oculta es más hermosa!
Vamos a la colina
que baña suave la sidérea lumbre, 
al pie de aquella encina
que erguida allá se empina,
coronando del cerro la alta cumbre,
o allá donde el torrente,
saliendo de la breña,  
por el peñón tejado se despeña.
Allá nos sentaremos, Clori mía,
y disfrutando las tranquilas horas
que mece en su regazo la alegría,
nuestro tímido acento juntaremos 
a las voces canoras
con que el bosque resuena;
allí repetiremos
la tierna cantinela
que afables entonaron los pastores, 
cuando, concluida mi gravosa pena,
coronó la fortuna mis amores.




El buey de carga

   Aunque es ya costumbre añeja
que sólo cosas fingidas
hayan de ser admitidas
para fábula o conseja,
Fabio, de esta maña vieja 
voy a separarme aquí,

contándote lo que vi;
y porque mejor lo creas,
añadiré como Eneas:
Et quorum pars magna fui.  

   Sobre poco más o menos
hará como cuarenta años,
que un viernes por la mañana
estábamos retozando
en el patio del colegio 
una turba de muchachos.

   Casualmente por la calle
pasaba un buey del mercado
con su enjalma y nariguera,
y por mal de sus pecados 
le vino el fatal antojo
de colarse a nuestro patio.

   Al momento, o quier al postre,
viendo al animal tan manso,
toda la horda muchachuna  
arremete a hostilizarlo;
unos a silbos lo aturden,
otros le dan hurgonazos,
otros le pegan palmadas
con los libros y las manos;  
yo, que entre aquella caterva
era de los menos malos,
no dejaba de tirarle
pedradas de cuando en cuando.

   Como él todo lo sufría,  
por fin otros más osados
se trepan y se le montan
desde la cruz hasta el rabo,
queriendo hacer que galope
a fuerza de bulla y palos.  

   Hasta que el pobre animal,
molido ya y sofocado,
brama, brinca y patalea;
furioso, del primer salto
sacude los jinetillos,  
que con bonetes y mantos,
Masústeguis y Nebrijas,
por el aire van volando.

   Desparpaja y acornea
todo cuanto encuentra al paso,  
y cual toro jarameño
en una plaza encerrado,
corre tumbando estudiantes
por el patio y por los claustros.

   Unos quedan aturdidos, 
los otros descalabrados,
Y otros escalera arriba
corren a ponerse en salvo.

   Tan ciego estaba de rabia,
que vino a llevarlo su amo,  
y también ¡quién lo creyera!
le metió su buen porrazo.

   John Bull, es decir, Juan Toro,
llaman al pueblo britano.
Al colombiano, más zonzo,  
Juan Buey podemos llamarlo.
La caterva boliviana
a mal traer lo está llevando,
y él la broma les aguanta
sin chistar; mas sin embargo,  
tanto lo han de sofocar
que al fin se les vuelva bravo,
y se acuerde que es más fuerte
que los que lleva montados,
y entonces... después que haya hecho 
lo que el buey con los muchachos,
no le arriendo las ganancias
al que intente sujetarlo.












RAFAEL MARÍA BARALT [12.276]

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Rafael María Baralt

Rafael María Baralt y Pérez (nacido en Maracaibo, C.G. de Venezuela, 3 de julio de 1810 - Madrid, España, 4 de enero de 1860), fue un escritor, abogado, ingeniero (el primero egresado de la Academia Militar de Matemáticas en 1832), historiador, filólogo, poeta, crítico literario, filósofo, diplomático y político venezolano. Es el autor del primer diccionario de galicismos del español, y fue el primer hispanoamericano en ocupar un sillón de Número en la Real Academia Española.

Se graduó de Agrimensor Público (Ingeniería) en la Academa Militar de Matemáticas en 1832, fundada por el Ministro de Guerra y Marina General Santiago Mariño. Ejercería luego como profesor de matemáticas de ésta institución durante los años siguientes. Tal formación le haría desarrollar su etapa dentro de la escuadra militar de la nación en el Cuerpo de Artillería de la Secretaría de Guerra y Marina.

Sin embargo, su mayor contribución y dedicación se extendería dentro del mundo de las letras desarrollando innumerables obras en varias ramas del género como la poesía, periodismo, historia y las ciencias filológicas.

Rafael María Baralt nació en la ciudad de Maracaibo, capital del estado Zulia (Venezuela), el día 3 de julio de 1810. Su nacimiento ocurrió en medio del movimiento de independencia de Venezuela, colonia de la corona española por más de tres siglos. Era hijo del Coronel venezolano Don Miguel Antonio Baralt y de doña Ana Francisca Pérez, oriunda de la República Dominicana, y no tuvo hijos. Debido a las vicisitudes políticas de aquel tiempo de guerras, la familia Baralt Pérez se trasladó a Santo Domingo, donde transcurrió la mayor parte de la infancia de Rafael María Baralt.

La familia regresó a la ciudad de Maracaibo en 1821, donde Baralt vivió durante cinco años. En 1827 su tío paterno, Luis Baralt, lo llevó a la ciudad de Bogotá, Colombia, para comenzar sus estudios superiores.

Estudios y vida pública

Fue estudiante de la célebre Universidad de Bogotá, donde cursó los estudios de latín y de filosofía y obtuvo el título de bachillerato en 1830. Desde entonces formó parte de la política y la milicia venezolana contra los reformistas en 1835, llegando al rango de capitán de artillería, para luego ocupar un cargo en el Ministerio de Guerra.

En 1840 viajó a París para editar su Resumen de la Historia de Venezuela y Diccionario de Galicismos.

El 13 de septiembre de 1841 se va definitivamente de Venezuela. Primero viaja a Londres y luego se radica en Sevilla y en Madrid. Allí realizó la mayor parte de su abundante obra literaria. Entre sus obras ocupa un lugar importante su oda 'Adiós a la Patria', considerada de una impresionante riqueza poética. También ocupó importantes cargos en el Reino de España, como Director de la Gaceta de la Corona, Administrador de la Imprenta Nacional, etc.

Fue el primer hispanoamericano en ser elegido individuo de Número de la RAE.

Muere el 4 de enero de 1860 en Madrid, España, sin haber cumplido los 50 años de edad. Moralmente abatido tras un juicio que se le siguió en Madrid, -pese a que se le reivindicó públicamente - no resistió más de tres años hasta su muerte.

Fue también redactor, en febrero de 1829, del periódico zuliano 'El Patriota del Zulia'. No fue sino hasta 1842 (tenía 32 años de edad), cuando inicia su obra poética, que lo convierte en uno de los zulianos más destacados. 'Adiós a la Patria', su poema más importante y extenso, contiene estrofas que irá agregando hasta los días cercanos a su muerte:

Tierra del sol amada
Donde inundado de tu luz fecunda
En hora malhadada
Y con la faz airada
Me vio el lago nacer que te circunda.


Las últimas estrofas del poema son las siguientes:


No te duela mi suerte,
No maldigas mi nombre, no me olvides
Que, aún vecino a la muerte,
Pediré con voz fuerte
Victoria a Dios para tus justas lides
Dichoso yo si un día
A ti me vuelve compasivo el cielo,
I me da, patria mía
Digno sepulcro en tu sagrado suelo


Después de su muerte, sus restos se extraviaron y transcurrieron 122 años para su regreso a Venezuela. Aunque el Senado venezolano le había concedido el derecho a ser sepultado en el Panteón Nacional desde 1943, es el 24 de noviembre de 1982, cuando sus restos finalmente regresan a Venezuela e ingresan al Panteón Nacional, después de haber pasado una noche en la alcaldía de su querida Maracaibo.

En 1982 fue creada en la ciudad de Cabimas, en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, una universidad que actualmente lleva su nombre: Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB).

Bicentenario de su nacimiento

El día 04 de julio de 2010, en las instalaciones del Teatro Baralt en Maracaibo, se realizó un acto con motivo del bicentenario del prócer zuliano, el discurso de orden estuvo a cargo del Dr. Julio Portillo presidente de la academia de la historia del Zulia, destaco las actividades en las cuales se involucró Baralt.

Resaltando la jurisprudencia sobre el secreto de la correspondencia diplomática, originada a raíz del éxito en la corte de Baralt contra la causa interpuesta en su contra, así mismo se destacó el hecho que recibió como homenaje ser proclamado hijo de la República Dominicana.

Destacó también su rol como político cuya obra ya se orientaba hacia lo que posteriormente seria enunciado como el bien común y su disyuntiva hacia lo que seria conocido como el materialismo histórico, su trabajo se orientaba hacia la descentralización política y administrativa de las regiones, junto con el General Urdaneta fue responsable del reconocimiento de la independencia del Zulia y Venezuela, acción autorizada por medio de pasaportes Zulianos, pues para la época Venezuela no era reconocida como nación soberana aún.

Se puede considerar un error histórico y una negación del rol la negativa del gobierno central en proclamar su bicentenario y conducir los actos, durante el cierre de la actividad se hizo un llamado a los intelectuales del Zulia para que en 11 años se elaborara la agenda del Zulia por venir y de esta forma iniciar la celebración del bicentenario de la independencia del Zulia.

Obras

Odas

Adiós a la Patria. Sevilla, 1843.

Poesías

A Alberto Lista (¡Bien haya la piedad que augusta ofrenda)
A Cristóbal Colón (¿Quién La fiereza insulta de mis olas?)
A Dios (Perlas son de tu manto las estrellas)
A Dios (Cielos, orbes y abismos reverentes)
A la batalla de Ayacucho (¡Mudo EL cañón, del campo fratricida)
A la memoria de don Alberto Lista y Aragón (¡Levanta de tu tumba, oh de la hispana)
A la muerte de Judas (De su traición el peso infame a tierra)
A la Santa Cruz (1) (Fuiste suplicio en que a morir de horrenda)
A la Santa Cruz (2) (Suplicio fuiste en que a morir de horrenda)
A la Santa Cruz (3) (Alto Portento del amor divino)
A la señorita venezolana Teresa G. (Si del Guaire gentil en la ribera)
A S. M. la reina doña Isabel II (Vierte tu sangre con furor insano)
A Sevilla (Deja los juegos ya; deja de amores)
A Simón Bolívar (1) (Él fue quien fulminando el hierro insano)
A Simón Bolívar (2) (Fiero en la lid y en la victoria humano)
A un ingenio de estos tiempos (Soy incapaz, Ernesto, de engañarte:)
A un plagiario (Tranquilízate, amigo, tus escritos)
A una señorita con motivo de haber entrado en religión (En la cándida frente el sacro velo)
A una tonta (Nadie lo niega, Elisa, y yo el primero,)
Adán en la redención (Cuando al morir Jesús, en su cimiento)
Al nacimiento de la Princesa de Asturias (¡La Reina es madre! Venturoso día)
Al señor Conde de San Luis (Sublima al cielo la sagrada frente)
Al sol (1-Baralt) (Mares de luz, ¡oh sol!, en la alta esfera)
Al sol (variante del anterior) (Mares de luz por la sonante esfera,)
Contestando a una invitación (No niego la costumbre: menos niego)
El mar (Te admiro, ¡oh mar!, si la movible arena)
El viajero (Ave de paso que vagando gira)
Imprecación al sol (¡Rey de los astros, eternal lumbrera,)
La bombardeo de Barcelona en 1843 (De un eco en otro sordo retumbado)
Luzbel en la redención (Muere Jesús y al punto estremecida)
La redención (Cuando del pecho en la garganta helada)
Ensayos[editar]
Resumen de la Historia de Venezuela (1887, escrito junto a Ramón Díaz)
Poesías
Diccionario matriz de la lengua castellana (1850)
Diccionario de Galicismos (1855)







Adiós a la Patria

Tierra del Sol amada, 
Donde inundado de su luz fecunda, 
En hora malhadada 
Y con la faz airada 
Me vio el lago nacer que te circunda.

Campo alegre y ameno, 
De mi primer amor fácil testigo, 
Cuando virgen, sereno, 
De traiciones ajeno, 
Era mi amor de la esperanza amigo,

Adiós, adiós te queda. 
Ya tu mar no veré cuando amorosa 
Mansa te ciñe y leda, 
Como joyante seda 
Talle opulento de mujer hermosa.

Ni tu cielo esplendente 
De purísimo azul y oro vestido, 
Do sospecha la mente 
Si en mar de luz candente 
La gran mole de sol se ha convertido.

Ni tus campos herbosos, 
Do en perfumado ambiente me embriagaba, 
Y en juegos amorosos, 
De nardos olorosos 
La frente de mi madre coronaba 
Ni la altiva palmera, 
Cuando en tus apartados horizontes 
Con majestad severa 
Sacude su cimera, 
Gigante de la selva y los montes.

Ni tus montes erguidos 
Que en impío reto hasta los cielos subes, 
En vano combatidos 
Del rayo, y circuidos 
De canas nieves y sulfúreas nubes.

Adiós. El dulce acento 
De tus hijas hermosas: la armonía 
Y suave concento 
De la mar y el viento, 
Que el eco de tus bosques repetía;

De la fuente el ruido, 
Del hilo de agua el plácido murmullo, 
Muy más grato a mi oído 
Que en su cuna mecido 
Es grato al niño el maternal arrullo;

Y el mugido horroroso 
Del huracán, cuando a los pies postrado 
Del ande poderoso, 
Se detiene sañoso 
Y a la mar de Colón revuelve airado;

Y del cóndor el vuelo, 
Cuando desde las nubes señorea 
Tu frutecido suelo, 
Y en el campo del cielo 
Con los rayos de sol se colorea;

Y de mi dulce hermano, 
Y de mi tierra hermana las caricias, 
Y las que vuestra mano 
En el albor temprano 
De mi vida sembró, gratas delicias,

¡O h madre, oh padre mío! 
Y aquella en que pedisteis, mansión santa, 
Con alborozo pío 
El celestial roció 
Para mi débil niño, frágil planta

Y tantos, aymé, tanto, Marcan a mis quebrantos 
Breve tregua tal vez con mi memoria;

Presentes a la mía 
En el vasto palacio o la cabaña, 
Hasta el postrero día 
Será mi compañía, 
Consuelo y solo amor en tierra extraña.

Puedas grande y dichosa 
Subir, ¡oh patria!, del saber al templo, 
Y en carrera gloriosa 
Al orbe, majestosa, 
Dar de valor y de virtud ejemplo

Yo a los cielos en tanto 
Mi oración llevaré por ti devota, 
Como eleva su llanto 
El esclavo, y su canto, 
Por la patria perdida, en triste nota

Duélete de mi suerte; 
No maldigas mi nombre, no me olvides; 
Que aun cercano a la muerte 
Pediré con voz fuerte 
Victoria a Dios en tus fatales lides.

¡Dichoso yo si un día 
A ti me vuelve compasivo el cielo; 
Dulce muerte me envía, 
Y me da, patria mía, 
Digno sepulcro en tu sagrado suelo.




Poesía

...Nunca visteis la belleza 
tan de cerca, tan desnuda; 
ni la lengua, siempre muda, 
ocultó vuestra tristeza. 
nunca visteis la mujer 
dominando el albedrío 
y la sangre haciendo arder. 
Ni en lascivas posiciones 
muchas juntas retozar, 
ensayando las maneras 
de a sus dueños agradar...





El mar

Te admiro, ¡oh mar!, si la movible arena 
besas rendida al pie de tu muralla, 
o si bramas furioso cuando estalla 
la ronca tempestad que al mundo atruena.

¡Cuán majestuosa y grande si serena! 
¡Cuán terrible si agitas en batalla, 
pugnando por romper la eterna valla, 
con cólera de esclavo tu cadena!

Tienes, mar, como el cielo, tempestades; 
de mundos escogidos, prodigiosa 
suma infinita que tu mole oprime.

Y son tu abismo y vastas soledades, 
como imagen de Dios, la más grandiosa; 
como hechura de Dios, la más sublime.





A una tonta

Nadie lo niega, Elisa, y yo el primero, 
si alguno lo negara, lo diría: 
todo en tu cara hermosa es simetría; 
cada cual de tus ojos un lucero.

Y nada excede en garbo al hechicero 
talle gentil, ni en noble bizarría 
la cadera, que al sesgo se desvía 
y columpia amoroso el pie ligero.

Nadie lo niega, hermosa, y quien delira 
por tu albo seno que al placer provoca: 
quien, tu cuello al mirar, tiembla y suspira,

pero hay dos gracia sen tu linda boca 
que el mundo sabio, sobre todo admira: 
tu charla eterna, y tu reír de loca.






Lejos de mi lar

La historia brillo en su  pluma 
Fraguada  debajo   del lago 
Su tierra preñada en  halagos 
Le dio la luz a la bruma 
  
Un sol  para el  universo 
Y una luna que lo circunda 
En su cálida tierra fecunda 
La belleza de sus versos 
  
  Arraigada en la costumbre 
De un pueblo verdadero 
Con palmeras y luceros 
Que  abrazan las bellas cumbres 
  
Ser  escritor no fue  suficiente 
Ni ingeniero extraordinario 
Plasmo en el diccionario 
La luz del sueño naciente 
  
Tu nombre  no está en el olvido 
Ni en un epitafio en la hiedra 
En las aguas sobre las piedras 
Donde  un águila cuida su nido 
  
Está en el corazón de la gente 
En el pueblo venezolano 
En el gentilicio zuliano 
Cuando llego y cruzo  mi  puente 
  
 Tu presencia sigue en la región 
En tu teatro, en el  liceo 
En la cordillera, en  Timoteo 
Y en la plaza frente al malecón.

El último  adiós a la patria 
 Y En las entrañas de la poesía 
Con tu clara sabiduría 
Iluminaste la tierra mía 
  
A ti no te hemos olvidado 
Rafael María Baralt 
Cuando estoy  lejos de mi lar 
Tú siempre estas  a mi lado





Al sol

Mares de luz, ¡oh sol!, en la alta esfera 
derrama triunfador tu carro de oro 
y la vencida luna con desdoro 
su antorcha apaga ante su inmensa hoguera.

Y el águila de rayos altanera 
hasta el cielo a buscar va su tesoro; 
y esparce al viento su cantar sonoro 
del umbroso pensil ave parlera.

Y la tierra y el mar y el claro cielo 
penetrados por ti hierven de amores 
cual de su esposo al fecundante anhelo.

¿Quién la lumbre te da? ¿Quién los ardores? 
El ser a quien tu luz, que nos asombra, 
es fuego sin calor, es mancha, es sombra.





JOHN HENRY MacKAY [12.277]

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John Henry Mackay

John Henry Mackay (Greenock, Escocia, Reino Unido, 6 de febrero de 1864 - Berlín, Alemania, 16 de mayo de 1933) fue un poeta, pensador y escritor anarcoindividualista.

Vida

Nace el 6 de febrero de 1864 en Greenock, cerca de Glasgow, Escocia. Su padre murió cuando Mackay tan solo tenía 19 meses, transladándose con su madre, alemana de nacimiento, hasta Saarbrücken.

Siendo el alemán su lengua materna, empezaría a ser conocido con algunas composiciones líricas y novelas de corte naturalista. Aunque sin duda su fama la debe a la publicación de Die Anarchisten (Los anarquistas) en 1891. En 1901 publicaría Der Schwimmer (El nadador). En 1920 publicaría Der Freiheitsucher (El buscador de la libertad), una secuela de Die Anarchisten. En 1931 publicaría Der Undchuldige (El inocente). Publicó también algunas novelas bajo el pseudónimo de Sagitta como Die Buecher der namelosen Liebe von Sagitta (Los libros de Sagitta del amor sin nombre, 1913) o Der Puppenjunge (1926). También escribió Fenny Skaller, de carácter autobiográfico.

Mackay ayudó a dar a conocer los trabajos de Max Stirner (1806-1856) fuera de Alemania, escribiendo la primera biografía acerca del filósofo. Impulsó además la comprensión del trabajo de Friedrich Nietzsche entre los anglosajones.

Entabló amistad con el anarcoindividualista estadounidense Benjamin Tucker, llegando a publicar varios artículos en la revista de éste, Liberty. Residió en la ciudad de Berlín durante una década, haciéndose amigo del científico Benedict Friedlander. Los escritos y teorías de Mackay tendrían una significativa influencia en la organización Gemeinschaft der Eigenen, fundada por Friedlander y Adolf Brand, de la que Mackay sería miembro a partir de 1906.

Mackay se suicidó el 16 de mayo de 1933, diez días después de la quema de libros efectuada por jóvenes nazis en el Institut für Sexualwissenschaft (Instituto para la Investigación Sexual), donde se quemaron los archivos del instituto.





ANARQUÍA

Siempre despreciado, maldecido, nunca comprendido
Eres el terror espantoso de nuestra era.
"Naufragio de todo orden", grita la multitud,
"Eres tú y la guerra y el infinito coraje del asesinato."
Oh, deja que lloren. Para esos que nunca han buscado
La Verdad que yace detrás de la palabra ,
A ellos la definición correcta de la palabra no les fue dada.
continuarán ciegos entre los ciegos.
Pero tu, Oh palabra, tan clara, tan fuerte, tan pura,
Vos dices todo lo que yo, por meta he tomado.
Te entrego al futuro! Tú eres segura.
Cuando uno, por lo menos despertará por sí mismo .
¿Viene en la solana del atardecer? ¿En la emoción de la tempestad?
¡No puedo decirlo--pero ella la tierra podrá ver!
¡Soy un anarquista! Por lo que no
reinaré, y tampoco reinado seré!





Und morgen wird die Sonne wieder scheinen
und auf dem Wege, den ich gehen werde,
wird uns Glücklichen, sie wieder einen
inmitten dieser sonnenatmenden Erde…

Um zu dem Strand, dem weiten, wogenblauen,
werden will still und lagsam niedersteigen,
stumm werden wir uns in die Augen schauen,
und auf uns sinkt des Glückes stummes Schweigen…

—————————-

Y mañana el sol volverá a brillar;
y por el camino que yo recorreré,
nosotros nos reuniremos otra vez, los bienaventurados,
en el seno de esta tierra que respira la luz del sol.

Y a la inmensa playa, bañada por olas azules,
bajaremos despacio y silenciosamente,
calladamente nos miraremos a los ojos,
y sobre nosotros descenderá el mudo silencio de la felicidad.






GEORGE COSBUC [12.286]

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George Coşbuc 

(Coşbuc, Rumania, 1866-Bucarest, 1918). Poeta, traductor y miembro de la Academia rumana, considerado como uno de los clásicos de la literatura de su país. Su poesía, cargada de elementos folclóricos, plasma la cotidianidad rural  en Rumania.
Nació en 1866 en el pueblo Hordou, que hoy en día lleva su nombre, en la región de Transilvania, y fue el octavo hijo del sacerdote greco-católico Sebastian Coşbuc. Publicó su primer poema a los quince años en un periódico regional, y pasó la mayor parte de su vida en Bucarest  colaborando con la sociedad literaria Junimea, la elite cultural de su tiempo. Se dedicó al trabajo periodístico, y a la creación y traducción literarias.
Como traductor, mostró gran interés por las epopeyas, traduciendo al rumano obras como La Odisea, La Eneida, el Rig Veda, el Mahabharata, el Ramayana y La Divina Comedia. Como poeta, el legado de su obra constituye una monografía épico-lirica de la aldea rumana, que evoca la vida en el campo, las tradiciones y las costumbres nacionales, así como el impacto de la Primera Guerra Mundial.




Las Enemigas

¡Deja, mamá, los ojos! ¡Déjalos que lloren!
Que en la cuna siempre me amamantaste chueca,
¡Y por eso soy tan burra!
Pero eso sí, nunca he jurado
Llegar sin lágrimas a la tumba.

No lloro porque le tenga miedo a Leana;
Lloro de coraje, madre.
Y aunque no le hago caso
A sus palabras,
Cómo me cuesta y me avergüenza,
Porque pone al pueblo en mi contra.

Ella lleva el chisme de casa en casa,
Que mi pañuelo no es de seda,
Que no tengo un delantal de flores –y si no tengo
¿Qué le importa?
Acaso se lo he pedido prestado, si tenía o no tenía;
Esto no pasará a las siguientes generaciones.

En el sendero se queda hablando con las vecinas
Y golpeando con los puños les dice: «Casi me muero,
¡Escucha tú! ¡Que se enfrente ella conmigo!
¿Sabes qué decía ayer en el molino?
¡Que me paso de estúpida y habladora!

Y escuchen que por su cabeza pasa,
¡Ser la nuera de Lucsandra!
¡Ya la conocerán por su nombre! ¿No la ven
En la rueda de baile?
¡Y qué mandil! De no creerse;
Persígnate, muchacha, para que no te espante.

¡No me lo pondría ni por mandato!
Otro tiraría lo que ella se pone.
De cierta manera va a trabajar
Al campo,
Y a los bailes lleva lo mismo,
¡Hasta parece retrato!

Lucsandra es La Esposa del Sacerdote,
Ella busca una nuera de otro rango
Para llevarla a su casa,
Repleta de abundancia,
Pues no llegó a recoger
Una nuera de la plaza.

¿Que lleve de nuera a Satanás?
–Pobre y desamparada–
¿Por qué mejor no viene
A que le dé limosna?
Donde viven no es ni su casa,
¡Y en esa casa ni cenizas guardan!»

¿Has escuchado tú, mamá, cuanto me dice?
Cómo corre por el pueblo para inventar más chismes;
Y cuántos apodos me pone
A mis espaldas.
Si me quedara a contestarle,
¡Ya hubiéramos pedido justicia!

Ella se me aparece en el camino, a ver, a ver,
Si empiezo a decirle alguna mala palabra;
Y si me quedo callada
Se pone furiosa,
¡Y vieras tú, mamá, qué mentadas!
Ella y su madre suman diez bocas.

Su madre vencería ejércitos con la boca
Y toda Leana es venenosa,
Si pudiera,
Con los pies me aplastaría la cabeza.
Pero yo no le daré el gusto
Porque todavía no soy digna de su lástima.

¡De hambre no moriré!
En el invierno tejo sola mi ropa
Y la llevo
Como creo que se porta.
Pero no tengo más que lo que puedo,
Ni tan bueno ni tan malo.

¿Que la enfrente? ¡Que la castigue el santo!
¿Cómo enfrentarme a ella si es rica?
Y ropa como la de ella,
¿Cuándo?
¡Me puede ver siempre en el baile,
Con el resto de las muchachas!

¿Acaso he bromeado con ella?
¿O me burlo y su reputación destrozo?
¿O salgo al mundo muy arreglada
Como para hacerle sombra?
Yo conozco qué prende su mecha –¡mis ojos!–
Es Lisandru, ¿pues qué otra cosa?

¿Pero por qué será? ¿Acaso lo tengo atado?
¿O lo jalo del brazo? ¡Por el contrario!
Él viene por su cuenta
Y cariñoso
Yo no puedo cerrarle la puerta,
¿Cómo le digo que se vaya si siempre se pone cómodo?

Y al final, ¿yo tengo la culpa,
De que Leana ande rabiosa,
Porque él ni una vez
La visita?
¡A él no la pasa por la cabeza
Por eso ella maldice con todas sus fuerzas!

¡Ella puede aventar los granos
Para adivinar su suerte!
¡Pero a la fea le hierve la sangre,
Porque soy más bonita que ella!
Y eso es todo
Que Leana tuviera buena estrella,
Pero en esta vida a cada quien lo que le toca.

Que los bueyes son buenos, también lo es ser rica;
Pero si pones a los jóvenes
A escoger una chica:
¡La rica envejece besando a sus bueyes,
Hocico con boca!





Duşmancele

Las’ ochii, mamă, las’ să plângă!
Tu-n leagăn tot cu mâna stângă
Mi-ai dat să sug de-aceea sunt
Nătângă!
Dar n-am pus doară jurământ,
Să merg neplânsă în mormânt!

Nu plâng că mi-e de Leana teamă;
De ciudă plâng eu numai, mamă.
Cuvintele ei nu le ieu
În samă,
Dar mi-e ruşine şi mi-e greu,
Că scoală satu-n capul meu.

Ea duce sfat din casă-n casă
Că n-am broboade de mătasă,
N-am şorţ cu flori – şi dacă n-am
Ce-i pasă?
N-am mers să-i cer, aveam-n-aveam;
Şi n-o să-mi meargă neam de neam.

Stă-n drum de vorbă cu vecine
Şi bate-n pumni: – «Să mor îmi vine,
Auzi tu! Să se prindă ea
Cu mine!
Ştii, ieri, la moară, ce spunea?
Că-s proastă foc şi gură rea!

Şi-auzi! îi umblă-n cap, tu, soră,
S-ajungă ea Lucsandrei noră!
O, meargă-i numele! N-o vezi
La horă?
Ce şorţ! Nu-ţi vine nici să crezi;
Fă cruce, fa, să nu-l visezi.

Nu l-aş purta nici de poruncă!
Ce poartă ea, alt om aruncă.
C-un rând de haine-o văd mergând
La muncă,
La joc şi hori acelaşi rând,
Îl poartă-ntruna, şi de când!

Lucsandra-i doară preuteasă,
Ea-şi cată noră mai aleasă,
S-o ducă-n bunuri şi-n duium
Acasă.
Ea n-a ajuns, oricum şi cum,
Să-şi strângă nora de pe drum.

Să-şi ieie noră pe-o satană?
Că e săracă şi golană;
De ce nu vine ca să-i dau
Pomană?
Nu-i casa lor în care stau
Şi-n casă nici cenuşă n-au!»

Auzi tu, mamă, câte-mi spune?
Şi-aleargă-n sat să mai adune
Şi câte porecliri pe-ascuns
Îmi pune.
De-aş sta să-i dau şi eu răspuns,
La câte legi am fi ajuns!

Ea-mi sare-n drum, că doară-doară
M-apuc să-i spui o vorbă-n poară;
Şi dacă tac, îi vin călduri
Să moară.
Să vezi tu, mamă, -njurături!
Că ea cu mă-sa-s zece guri.

Cu gura, mă-sa bate-o gloată,
Şi-i de otravă Leana toată –
Mi-ar pune capul sub picior,
Să poată.
Dar lor pe plac eu n-am să mor,
Că n-am ajuns la mila lor.

De foame nu dau popii ortul!
Eu iarna singură-mi ţes tortul
Şi umblu şi eu cum socot
Că-i portul.
De n-am mătăsuri, am ce pot,
Nici bun prea-prea, nici rău de tot.

Mă prind cu ea? Cel sfânt s-o bată!
Dar cum mă prind? Ea e bogată,
Ce haine mi-am făcut ca ea
Vrodată?
La joc mă poţi oricând vedea
Cu fetele de sama mea!

Ori am vorbit cu dânsa glume?
O fac de râs şi-i scot eu nume?
Ori ies, gătită-n ciuda ei,
în lume?
Îi ştiu eu focul – ochii mei!
Lisandru e, că alta ce-i?

Dar ce? Îl ţiu legat de mine?
Îl trag de mânecă? Ba bine!
El vine-aşa, de dragul lui,
Când vine.
Eu nu pot uşa să i-o-ncui,
De stă prea mult, eu cum să-i spui?

Sunt eu la urmă vinovată,
Că Leana umblă ca turbată
Să-l vadă-n casa lor intrând
O dată?
Şi dacă lui nu-i dă prin gând,
Ea blastemă de nu-şi dă rând!

Dar poate da ea bobi cu sâta!
O fierbe ciuda pe urâta,
Că-s mai frumoasă decât ea,
Şi-atâta!
Să aibă Leana-n frunte stea,
Nu-i partea ei ce-i partea mea.

Că boii-s buni, bine-i bogată;
Dar dacă pui flăcăi odată
S-aleagă dânşii cum socot
O fată:
Bogata-şi pupă boii-n bot,
Îmbătrânind cu boi cu tot!







La Madre

En los cauces fluyen las aguas,
La corriente hace ruido en su camino
Y los álamos, en el atardecer mojado,
Cantan un lamento infinito.
En la orilla del río se cruzan
Senderos que llevan al molino –
Allá, mamá, te entreveo
En una pequeña casa.

Tú estás hilando. En el fogón se queman,
De vez en vez crepitando,
Tres pedazos de una reja de madera.
Y su llama gime:
Parpadeas de vez en cuando
Y al cese del fuego
Se entremezclan luces y sombras
En rincones de la alcoba.

Contigo están dos niñas
Hilando;
Son pequeñas todavía, no tienen padre
Y George no vuelve.
Un cuento de águilas reales y monstruos
Empieza ahora una niña,
Tú callas y escuchas su cuento
Mientras te quedas pensativa.

Y tu hilo se rompe seguido,
Porque tus pensamientos te agobian.
Susurras cosas sin sentido
Y tu mirada se queda fija.
Se te cae el huso; no dices nada
Cuando éste se deshila…
Lo miras y no lo recoges,
Y las niñas se asombran.

…¡Oh, no! ¡No es justa la duda!
Saltas de una vez a la ventana,
Largamente en la noche miras,
—¿Qué ves? –pregunta una chica
—Nada… me pareció ver algo.
Y el dolor te mata,
Y cada una de tus palabras
Es un llanto fúnebre.

Tardíamente, sin levantar
Tu mirada, piensas:
—Yo siento que moriré pronto,
Que ya no soy la misma…
¡Ya ni sé qué pensaba!
Ustedes tienen un hermano…
Me pareció escucharlo tocando
Con sus dedos la ventana.

¡Pero no fue él!… si lo viera venir,
Viviría otra vida.
Se ha ido y moriré deseando
Mirar una vez más su rostro.
Tal vez así lo quiere Dios,
Así es mi destino,
¡No tener a mi hijo
En mi lecho a la hora de mi muerte!

Afuera está nublado y el viento sopla,
La noche cae tardía;
Tus niñas se han dormido –
Tú, corazón vacío,
Te quedas lentamente en el fogón llorando:
¡Se ha ido y ya no regresa!
¡Y te duermes tarde,
Conmigo en el pensamiento,
Para soñarme!



Mama

În vaduri ape repezi curg
Şi vuiet dau în cale,
Iar plopi în umedul amurg
Doinesc eterna jale.
Pe malul apei se-mpletesc
Cărări ce duc la moară –
Acolo, mamă, te zăresc
Pe tine-ntr-o căscioară.

Tu torci. Pe vatra veche ard,
Pocnind din vreme-n vreme,
Trei vreascuri rupte dintr-un gard.
Iar flacăra lor geme:
Clipeşte-abia din când în când
Cu stingerea-n bătaie,
Lumini cu umbre-amestecând
Prin colţuri de odaie.

Cu tine două fete stau
Şi torc în rând cu tine;
Sunt încă mici şi tată n-au
Şi George nu mai vine.
Un basm cu pajuri şi cu zmei
Începe-acum o fată,
Tu taci ş-asculţi povestea ei
Şi stai îngândurată.

Şi firul tău se rupe des,
Căci gânduri te frământă.
Spui şoapte fără de-nţeles,
Şi ochii tăi stau ţântă.
Scapi fusul jos; nimic nu zici
Când fusul se desfiră…
Te uiţi la el şi nu-l ridici,
Şi fetele se miră.

…O, nu! Nu-i drept să te-ndoieşti!
La geam tu sari deodată,
Prin noapte-afară lung priveşti –
—Ce vezi?î întreab-o fată.
—Nimic… Mi s-a părut aşa!
Şi jalea te răpune,
Şi fiecare vorbă-a ta
E plâns de-ngropăciune.

Într-un târziu, neridicând
De jos a ta privire:
—Eu simt că voi muri-n curând,
Că nu-mi mai sunt în fire…
Mai ştiu şi eu la ce gândeam?
Aveţi şi voi un frate…
Mi s-a părut c-aud la geam
Cu degetul cum bate.

Dar n-a fost el!… Să-l văd venind,
Aş mai trăi o viaţă.
E dus, şi voi muri dorind
Să-l văd o dată-n faţă.
Aşa vrea poate Dumnezeu,
Aşa mi-e datul sorţii,
Să n-am eu pe băiatul meu
La cap, în ceasul morţii!

Afară-i vânt şi e-nnorat,
Şi noaptea e târzie;
Copilele ţi s-au culcat –
Tu, inimă pustie,
Stai tot la vatră-ncet plângând:
E dus şi nu mai vine!
Ş-adormi târziu cu mine-n gând
Ca să visezi de mine!


 Traducción de Nicoleta Ilie y Beatriz Estrada

_____________

Georgiana Nicoleta Ilie (Drobeta Turnu Severin, Rumania, 1982). Estudió Letras Modernas en la Universidad de Vest Timişoara, fue becaria Erasmus y tiene una maestría en Francés como Lengua Extranjera en la Universidad de Perpignan. Es originaria de una pequeña ciudad junto al Danubio donde aún quedan rastros del puente del emperador Trajano. El otro día soñó que la mordió un «camarrón» (en español pronuncia la «erre» muy fuerte). Actualmente cursa una maestría en Ciencias del Lenguaje en la Universidad de Stendhal Grenoble III. Le encantan los mariscos y la nieve de pistache, y uno de los mayores hallazgos de su vida fue descubrir que «La bamba» era mexicana.

Beatriz Estrada Moreno (ciudad de México, 1985), estudió Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Observadora profesional de la ciudad, le tiene miedo a las mariposas negras y carga con una profunda nostalgia por las cosas que fueron y por las que serán. Actualmente trabaja temas de seguridad e integración latinoamericana, cursa el diplomado de Escritura Creativa en el Claustro de Sor Juana en sus talleres de poesía y cuento; dedica sus ratos libres y no tan libres a maquinar sus historias y tiene la ligera sospecha de que en su otra vida fue rumana.

     




Prahova 

Din pământ, din locuinţa
Mamei tale, ieşi zâmbind,
Prahova! Şi stai mirată
Şi te tremură dorinţa
Să vezi lumea cu lumină!
Inima de plâns ţi-e plină;
Ochii tăi spre soare cată
Şi-ai tăi ochi mai vii s-aprind.

În pământ cât e de rece
Şi-n pământ nu vezi nimic -
Nu te mai întoarce-acasă!
Eu pe drum te voi petrece
Cu poveşti şi cu poveţe,
Voi cânta a ta frumseţe!
Lasă lumea ta, o lasă,
Tu frumoasă, eu voinic!

Vino-ncet pe-aici, iubită!
Adă mâna, să nu cazi
Peste pietrele din cale!
Tu tresari de fericită
Şi-mbătată de viaţă;
Soarele-ţi răsare-n faţă -
Haid-acum fugind la vale
Printre şoptitorii brazi.

Ce frumos se-mbracă dealul
Cu flori roşii pe-unde treci!
Îţi întâmpină sosirea
Munţii ce despart Ardealul,
Codrii vechi şi plini de noapte,
Luncile cu mii de şoapte.
Râzi cu hohot la privirea
Neguroşilor Buceci?

Uite-acum cât eşti de mare,
Uite ce frumoasă eşti!
Tu, sălbatico-ntre fete,
Iată sate-acum în zare,
Prahova, să fii cuminte!
Ţine cumpăt la cuvinte,
Stăi şi pune-ţi flori în plete,
Mai frumos să te găteşti.

Potriveşte-ţi părul bine;
Strânge mijlocelul tău,
Pieptul plin ca să-ţi răsară!
S-or uita flăcăi la tine,
Şi copile tinerele:
Să vorbeşti frumos cu ele,
Să nu-ţi scoată vorbă-n ţară
Că tu eşti crescută rău!

Iată satul! E Azuga.
Tu auzi acum întâi
Dulce vuiet de vioară -
Haid,-iubito, haidí cu fuga,
Să jucăm şi noi chindia!
Cum te-aprinde veselia
Şi cum joci tu de uşoară,
Şi-ai voi să tot rămâi!

Dar te mână-n lume dorul
Să vezi lumea! Şi tu fugi
Şi te pierzi visând cu gândul.
Veselă-ţi mlădii trupşorul
Şi la brâu pui flori de viţă,
Flori de crâng pui în cosiţă
Şi pe-alesul tău visându-l
Treci prin văi, cu blânde rugi.

Dar auzi! E plin pământul
De răsunete! Pe loc
Un balaur cât un munte
Vine-nfiorat ca vântul
Cu o sută de picioare -
Cu mugiri şuierătoare,
Şi-i c-un ochi de foc în frunte
Şi pe nări el varsă foc!

Prahova năvalnic sare,
Neştiind aceasta ce-i.
Pletele-i rămân răzleţe,
Ochii plini de spaimă-i are
Şi cu pieptul gol s-aruncă
Peste liniştita luncă -
Părul ei sunt valuri creţe,
Spuma albă-i pieptul ei!

Te-ai speriat, frumoasă fată,
Galbenă ce te-ai făcut!
A fost tren, n-a fost balaur!
Plângi acum şi, ruşinată,
Pieptul plin, vădita taină,
Ţi-l ascunzi sub larga haină
Şi dai părului de aur
Tot repaosul pierdut.

Dar tu uiţi curând! Şi iară
Salţi pe netedele lunci,
Şi cu râsuri repetate,
Veselă din cale-afară,
Iai câmpiile de-a latul,
Şi când vezi deoparte satul
Baţi în palme şi pe spate
Capul gingaş ţi-l arunci.

Iat-o! Pe sub râpi înalte,
Ea cu hohote adânci
Fuge, parcă-i urmărită;
Strânge pieptul să nu-i salte
Şi pe după stânci dispare -
Şi târziu, departe-n zare,
Leneşă şi obosită,
Iese iar de după stânci.

Câteodată, mânioasă,
Spumegând la cotituri,
Te azvârli vuind la vale -
Dar aşa eşti mai frumoasă!
Ochii negri ţi-i întuneci;
Şi sălbatică aluneci;
De-al tău vuiet gem în cale
Luniştitele păduri.

Stai! Tu simţi un tremur rece!
Caraimanul, până-n nori,
Stă pândind în cap să-ţi cadă
Pe sub el dacă vei trece!
Uite, parcă-l mişcă vântul!
Să ne-ajute Domnul sfântul!
Uite-acum, să nu ne vadă -
Am scăpat! dar ce fiori!

Dar de ce-ţi astâmperi pasul?
Prahova, de ce te miri?
De ce vezi, îţi moare mintea
Şi-ţi întinereşte glasul -
Iată, vilele răzleţe
Cu ciudate turnuleţe!
Tu te-nchini pe dinaintea
Învechitei mânăstiri.

Vezi castelul în lumină;
Brazi trăsniţi pe dânsul cad.
Şi sub codru, visătoare,
Trece-n gânduri o regină
Palidă - e Carmen Sylva!
Al ei nume pomeni-l-va
Codru-n veci, c-a fost sub soare
Doamna codrilor de brad.

Să plecăm, frumoasă fată,
Să plecăm, că zăbovim!
Iată, Prahoviţa-n vale,
Ca şi tine-o alintată,
Pribegind cu doru-i volnic!
Iată. Câmpina pe colnic,
Şi Doftana-ţi iese-n cale -
Şi noi tot călătorim.

Şi-acum trenul când mai vine
Nu te temi! Cu el în pas
Fugi alături, salţi nebună,
Râzi de el, şi el de tine!
El uşor şi tu uşoară -
Dar el zboară, zboară, zboară,
Şi prin văi departe sună
Batjocoritoru-i glas.

Dar ce ai, frumoasă fată,
De ce-ţi bate pieptul des?
Prahova, după movilă
Pentru ce te-opreşti mirată
Şi pleci ochii? Colo-n zare
Un flăcău frumos răsare,
E Teleajenul, copilă,
Simţi că este-al tău ales.

Semne el cu mâna-ţi face;
Tu roşeşti râzând mereu,
Şi râzând te-neacă plânsul.
Prahova, te las în pace!
Nu mai ceri a mea-nsoţire,
Te-am adus până la mire:
Mână-n mână tu cu dânsul
Să plecaţi cu Dumnezeu!





Poetul 

Sunt suflet în sufletul neamului meu
Şi-i cânt bucuria şi-amarul -
În ranele tale durutul sunt eu,
Şi-otrava deodată cu tine o beu
Când soarta-ţi întinde paharul.
Şi-oricare-ar fi drumul pe care-o s-apuci,
Răbda-vom pironul aceleiaşi cruci
Unindu-ne steagul şi larul,
Şi-altarul speranţei oriunde-o să-l duci,
Acolo-mi voi duce altarul.

Sunt inimă-n inima neamului meu
Şi-i cânt şi iubirea, şi ura -
Tu focul, dar vântul ce-aprinde sunt eu,
Voinţa mi-e una, că-i una mereu
În toate-ale noastre măsura.
Izvor eşti şi ţinta a totul ce cânt -
Iar dacă vrodat-aş grăi vrun cuvânt
Cum nu-ţi glăsuieşte scriptura,
Ai fulgere-n cer, Tu cel mare şi sfânt,
Şi-nchide-mi cu fulgerul gura!

Ce-s unora lucruri a toate mai sus,
Par altora lucruri deşarte.
Dar ştie Acel ce compasul şi-a pus,
Pe marginea lumii-ntre viaţă şi-apus,
De-i alb ori e negru ce-mparte!
Iar tu mi-eşti în suflet, şi-n suflet ţi-s eu,
Şi secoli-nchid-ori deschidă cum vreu
Eterna ursitelor carte,
Din suflet eu fi-ţi-voi, tu, neamule-al meu,
De-a pururi, nerupta sa parte!





MANUEL FERNÁNDEZ SÁNCHEZ [12.287]

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Manuel Fernández Sánchez

(Breña – Lima, Perú 1976) Cursó estudios de Lingüística Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde obtuvo el grado de Bachiller en Humanidades y se desempeña como docente desde 1998. En 2002 obtuvo el primer lugar en los Juegos Florales Interuniversitarios con el poemario Las ventanas de octubre. Asimismo, ha participado en diversos recitales de poesía, siendo el último el V Festival de Poesía Joven Novíssima Verba – Edición Internacional. Actualmente, dirige la colección de poesía Hotel-Hotel de la editorial Estruendomudo y es editor de Odumodneurtse! Periódico de Poesía, de la misma casa editorial. En 2006, y bajo el nombre de Octubre, publicó el texto que resultara ganador en 2002 y “La Marcha del Polen”,2013. 


POEMAS: 


3.2. 

CUANDO ESTABA EN LIMA ERA 1992 
con la belleza de los apagones 
y la sinfonía sinigual de las bombas 
los ángeles corrían por arriba de las casas 
y por abajo también 

recuerdo el doliente camino al trabajo 
y los soldaditos con frío en la cara 
y el aliento formando nubes alrededor de sus fauces... 



4. 

INCENDIOS FORESTALES SE ABREN EN CADA PALABRA Y NOS CONFUNDE LA FORMA EN QUE SUAVEMENTE SEGUIMOS MANTENIENDO ESTA FE. 

Palabras audaces se balancean sobre los delicados ojos de la muchacha que huye emocionada y se estrellan contra la puerta palabras audaces llenan de explicaciones las bocas de los médicos que desarrollan ante los padres el caso que ahora se les presenta palabras audaces me explican y me presentan palabras nos sobran 

                                                               nos exceden siempre 

al fondo el corredor se llena de luces y nos vamos quedando solos pero tenemos que ir saliendo y con esa certeza avanzamos despacio comentando el tiempo que nos conocemos y si mañana hay visita podemos seguir con estas cosas que de todas maneras es necesario tener presente y de pronto nos encontramos la salida iluminada por los colores de las ambulancias que ingresan ruidosas bajo letreros de luces que acallan nuestras palabras y es necesario saber que a veces los puentes se llenan de bruma y no sirve transitarlos porque no sabemos a dónde darán a parar entonces nos decimos adiós con las manos y avanzo más tranquilo mientras sus espaldas se alejan puentes solitarios de factura municipal adornan avenidas y se abren inútiles puentes de factura municipal adornan avenidas y nos aterran las navajas que nos esperan allá arriba en los puentes de factura municipal sobre Lima adornando el centro dispuestos para contemplar la periferia puentes de noche inmóviles sobre la velocidad de los automóviles que pasan apresurados sin mirar arriba por tener que mirar siempre abajo Lima ciudad de puentes tradición que recién empieza y que nos estira sobre la nada. 


6. 

A las 3:00 a.m. la ciudad entera está dormida y salen los tanques – Formaciones de ataque sobre la belleza de los parques – generales de noche conversan por teléfono y por altavoces comunicados del gobierno que no llegan a las agencias de prensa resuenan en la humedad de la noche – tan ajena a los árboles y a sus altas razones – Arequipa Piura Tacna Loreto Tumbes incomunicadas las bases y Lima arrestos domiciliarios –­ movimientos de carros a las embajadas – teléfonos que suenan para secretarias trasnochadas – la diplomacia huye y se viste con sacos gruesos prepara discursos y pide garantías – la diplomacia se indigna y pone un pie en el avión – la diplomacia pide una pluma y cierra la puerta ofendida. 

De Octubre 





Condenados los náufragos contemplan el naufragio 

Belleza agreste de los gatos y de sus sonrisas 
de sus ojos dispuestos en línea sobre el miedo de las vecinas y la noche en sus pupilas 
SUAVEMENTE ATACADOS POR LOS BORDES DE LA PACIENCIA MIENTRAS EN NOSOTROS EL LENGUAJE SE ENCIENDE: 
nadie ha podido vernos esta mañana y qué bien nos hemos sentido 
                              solitarios fuimos escogidos en la piscina y nadamos a lo largo de la grande y buceamos en la chica 
                              proeza pequeña 
íntima 
                 SOLITARIO ESFUERZO ADORNADO DE SILENCIO 
luego hemos continuado 
suprimiendo verdades aparecidas a lo largo del camino 
verdades que hemos mantenido frescas para la hora de la mesa y el momento de la 
cocina 
para la soltura del cuchillo y sus movimientos de bailarina diestra en el supremo acto del miedo 
más alto y más profundo 
                    conocimiento alcanzado en la hermandad del jardín y de los espejos 
filiaciones que no hemos resuelto pero que igual esperan 
                    cosas para las que no nunca tuvimos prisa mientras 
esa camisa que no nos queda y vamos dejando alejada en la fila del cordel se va haciendo nada en el desorden de los días 
en tanto la mantequilla endurecida se enfrenta y toma su lugar en la oficina 
situaciones para la batalla en Breña donde la lista de precios del mercado y de los útiles de la escuela alarman a las vecinas que ya toman conciencia y se resisten 
contra el recogimiento del mundo 
contra la ausencia de lluvias 
            contra las macetas dispuestas en fila al borde de las sillas o en los balcones 
BALCONES DE IRA DESDE DONDE SE DISPONEN LOS INSULTOS Y LAS CENIZAS 
mientras abrimos los libros y leemos: 
                     ejercicios de respiración PARA MANTENERSE BAJO EL AGUA 
                     esa semana y las demás... 
disciplinados ejercicios de respiración después de la escuela 
con libros y manuales de cómo apretar las muelas y disponer el plexo y los pulmones 
vacíos de plomo mientras los labios aprietan aire en el estómago 
el suficiente para hundirse 
                   soltarse de la canaleta y dejar que la corriente entre y disponga... 
cuando algunas cosas se suceden paralelas: 
                   redadas de la policía tomando presos en las esquinas 
muchachos que tiran sus maletas y corren entre los aullidos que adormecen otras voces 
mientras los ancianos miran cómo se disponen sobre la mesa los elementos del culto 
jabón 
lápiz y tinta 
lo que otros dedos escriben no lo adivinan 
                    y van saliendo al patio a rendir su instructiva 
mientras nosotros nadamos y en nosotros el agua se desenvuelve y forma hormigas alrededor de la boca de los niños y el cordero en la mesa del sacrificio se acerca cada vez más al cuchillo que siente el suave abrirse de las venas y ve cómo eso que se contenía se vacía entre la alegría de los que recitan 
quién es más salvaje 
el salvaje que odia a los hombres o el salvaje que ama a las mujeres 
y vamos nadando 
alcanzando el borde de la canaleta cuando esa mano se nos queda y decidimos más diestros que otras veces dar la vuelta y seguir la rutina 
CUANDO OTRAS MANOS SE JUNTAN Y REZAN PADRENUESTROS AL CANTO Y LA SALIVA 
al calor de las misas de esa semana y de las anteriores 
mientras el corazón de Cristo florece exhausto en la avenida clavado por las esposas de los policías que sin saberlo hacen risas y patean el bulto sin haber leído jamás a Pound o lo que Pound haya escrito: 
                                             gran bulto, enorme masa, tesauro;... 
y luego Pound nadando entre los gritos de las damas desnudo con su barba de nutria en celo y los tachos de basura de Breña alumbrándolo en su soledad de loco vivo de loco muerto ya no más entre nosotros su sonrisa 
y luego las clases y los días alejándose en la memoria de la madre 
y el instinto de conservación dejando que salgamos a flote y los balcones llenando de saliva los asientos en el patio y en la fila 
                                           impidiendo que nuestras manos se junten y que los pechos se rocen 
caricias que los curas no entenderían entre chicos entre chicas 
mientras la educación y los modales cobran falsas reliquias y los feligreses avanzan 
procesiones que toman plazas y semáforos y desconciertan a la policía 
inundando esquinas con cuerpos que se arremolinan en torno al yeso y la palabra 
mientras nuestros cuerpos más solos alcanzan marcas bajo el agua 
que se van registrando en la memoria de la madre y del hijo disectado bajo la mesa del cirujano cuando algunas cosas se suceden paralelas: 
Hospital del Niño 
ronda de enfermeras 
primera huelga de médicos 
primer anuncio de la primavera sobre la cara de noviembre y tan corta era 
impidiendo que la flor florezca y que el fruto se dé 
más gordo y más lleno 
pulposo 
muriendo en el vapor que ataca a los enfermos del pecho y creciendo en nosotros 

días con lluvia o sin lluvia 
mientras en la piscina la reja se cierra 
                                               de mayo a noviembre 
Y OTRAS COSAS FLORECEN. 

De La marcha del polen 







OLALLA COCIÑA [12.288]

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Olalla Cociña Lozano 

Nació en 1979 en Viveiro (Lugo, Galicia). En el 2000 obtuvo el premio de poesía ‘O Facho’ otorgado por la asociación coruñesa del mismo nombre y cuatro años después el segundo premio en la XVIII edición del certamen literario de la Asociación Cultural Galega Rosalía de Castro de Cornellà de Llobregat. Publicó As cervicais da memoria (premio de poesía ‘Avelina Valladares’ 2004), Aquí (intemperies) (2006) y Libro de Alicia (premio de poesía ‘Fiz Vergara Vilariño’ 2008). Participó en las publicaciones colectivas Das sonorosas cordas. 15 poetas desde Galicia (2005), Poetas con Rosalía (2006), Volverlles a palabra (2006), Letras novas (2008) y Sentimentalismo. Antoloxía de referencia. Etapa de implantación (2012), entre otras, además de participar en numerosos recitales y colaborar en diversos periódicos y revistas. Desde octubre de 2011 organiza en Santiago de Compostela el ciclo de lecturas poéticas Picaversos junto a Branca Novoneyra. Es autora de la parte textual de los blogs Reveladora y Acórdome.

Olalla Cociña Lozano naceu en 1979 e é natural de Viveiro (Lugo, Galicia). No 2000 obtivo o premio de poesía ‘O Facho’ outorgado pola asociación coruñesa do mesmo nome e catro anos despois o segundo premio na XVIII edición del certame literario da Asociación Cultural Galega Rosalía de Castro de Cornellà de Llobregat. Publicou As cervicais da memoria (premio de poesía ‘Avelina Valladares’ 2004), Aquí (intemperies) (2006) e Libro de Alicia, (premio de poesía ‘Fiz Vergara Vilariño’ 2008). Participou nas publicacións colectivas Das sonorosas cordas. 15 poetas desde Galicia (2005), Poetas con Rosalía (2006), Volverlles a palabra (2006), Letras novas (2008) e Sentimentalismo. Antoloxía de referencia. Etapa de implantación (2012), entre outras, ademais de participar en numerosos recitais e colaborar en diversos periódicos e revistas. Desde outubro de 2011 organiza en Santiago de Compostela o ciclo de lecturas poéticas Picaversos xunto a Branca Novoneyra. É autora da parte textual dos blogs Reveladora e Acórdome.






Y llegan por doquier
con los mapas quemados
prolongando las voces
sus izadas señales:
navegacion nocturna
alta mar
Los regresos plagian
la otra orilla
la del aliento y la fogata.




ovejas

sosteniendo una hoja de vid
vienen junto a mí a comer las ovejas
y ahora odio
y amo
la lengua más áspera
esos ojos amarillos e irreales
que me atrapan en un remolino suplicante

quiero ir con ellas
detrás de la mano y la vid:
que coman mi cuerpo
porque una extraña paz que me pone al revés
me lleva absurda
deliciosamente
a ningún precipicio



ovellas

sostendo unha folla de vide
veñen onda min comer as ovellas
e agora odio
e amo
a linua máis áspera
ese ollos amarellos e irreais
que me atrapan nun remuíño suplicante

quero ir a canda a elas
detrás da man e da vide:
que coman o meu corpo
porque unha estraña paz que me pón do revés
lévame absurda
gorentemente
a ningún precipipio



Única

Non nomees a súa presenza, acaso queres que alguén máis saiba que está por acó? Di que é só unha visita agradábel, que pronto marchará, nuns días. Pasouche algunha vez que quixeches estar soa nun concerto, ou no cine.
Soamente para ti os bises, a íntima emoción mecanografándose nos títulos de crédito. Cantas veces desexaches exiliarte a un país onde ser a única posuidora dun cofre vibrante, dunha caixa de pandora nunca aberta. Non por
egoísmo, senón por pura paixón. Así que agora, tamén, cala, porque de facer mención do seu existir abaixaría a cabeza, decepcionada, e iríase de onda a ti contra o mediodía, escondida no furgón das señoras que venden o peixe na praza.
E ademais, que máis queres? Tes na lingua un único sabor a chocolate, tes nun papel dentro dun sobre o seu truco de maxia, o que fai que se che dobren así de fácil os xeonllos. Así que non o leas en alto, non o compartas nunca.





Recreo

Como era de natureza insomne, de mañá calquera runrún lle daba sono. Durante as clases entresoñaba un rumor de patos salvaxes e do patio do recreo facía o seu areal. Hoxe alégrase ao coincidir cos antigos compañeiros de aula que evocan eses días felices que-xa-non-volverán. Todos van directos a eses vinte e cinco minutos de lecer nos que a vida se lles ía en atinar coa pelota na canastra, en meter fungueirolos cun balón de fútbol todo roído ou cobreguear coas rapazas no xogo do brilé.

Ela non. Ela garda entre as tempas e o van unha areeira inmensa, co mar enfronte, un soño salgado. Porque minúsculos cachiños de cunchas e minchas conformaban o patio, inmediato ao peirao, e se pechaba os ollos os berros da animación dos xogos e as leas transportábana a unha praia descoñecida, lonxe de alí, se cadra nun recóndito refuxio no Algarve, a xulgar polo ritmo das ondas. E durmía uns minutos e facíaselle a boca auga na gorentosa e marítima profundidade que a anainaba, ata que soaba a serea e non quedaba outra que volver á realidade e ás matemáticas.
Sempre a rentes do chao, sentada enriba das pedras, os demais pensaban que viña de xogar soa ás canicas.





Barca

Quen non imaxinou algunha vez que a súa cama era unha barca. Nosoutras tamén tiñamos o noso fráxil territorio no mar que dan as sabas e a escuridade. O edredón atábase á cabeceira da cama polas puntas, con dúas gomas do pelo, e así xogabamos a sobrevivir fronte a un mar de crocodilos, crocodilos famentos que eran MOI perigosos, tanto que non podíamos quitar os pés por fóra da lancha, porque nos roerían de inmediato.
Niso consistía a nosa existencia, en non sacar os pés por fóra NUNCA. Eu facía o almorzo, o xantar e a cea cos froitos mariños –pequenos cangrexos, caramuxos, peixiños despistados– que de cando en vez entraban na nasa cativa que tiñamos atada á proa. A filla comía todo sempre sen protestar. A fi lla nunca daba problemas, pero o mar, o mar era maleducado e salvaxe. De cando en vez viña unha onda tsunami, un maremoto e arrastrábanos e facíanos caer, nun terrible centrifugado. Ás veces eu perdía de vista á filla, que rozaba as fauces dos impoñentes e negros crocodilos e a min, a mai, dábame nun ataque de pánico.
Á fin sempre conseguía recuperar a filla, e volvíamos á nosa branda lancha, e non había un minuto de quietude pero eramos felices no calor, agochadas dentro dese estoxo que sabíamos branco e de algodón pero víamos negro e perigoso, ao lonxe as regañas de luz por onde entraba a mañá e empezaba a arrecender a torradas con manteiga, tona e colacao. Porque estabamos aterrorizadas, si, pero eramos incapaces de empezar o día sen comer as nosas
torradas.



Cociña, Olalla (2012 [2009]). “Vrao”. Galicia Hoxe. “Revista das letras”:
<http://www.poesiagalega.org/arquivo/ficha/f/1986>.



ITHA K. KATÁRTIKA [12.289]

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ITHA K. KATÁRTIKA   

(Alicante, España, 1975). Decidió a los 13 años estudiar filosofía y entregarse temerariamente a la vida. Estudió oficialmente filosofía en las Universidades de Valencia y Mainz y extraoficialmente en la Universidad de Frankfurt, gracias a becas del Ministerio de Educación español, el DAAD y muchas noches trabajando en bares. Sus conferencias y publicaciones científicas se centran en Crítica de la sociedad, estética e interpretación y en autores como Friedrich Nietzsche y Theodor W. Adorno. Desde agosto del 2008 está asentada nomádicamente en Berlín, donde trabaja en el “Archivo Theodor W. Adorno” en una tesis de doctorado en Filosofía sobre la actualidad de la filosofía como interpretación históriconatural del arte. Sus últimos experimentos en el ámbito raciopoético son los micropoemas enajenados de sí mismos. Con ello, intenta construir imágenes constelativas mediante un lenguaje reducido kafkianamente a gesto y una dialectización de la fonética. El resultado —siempre provisional e insuficiente— apunta a una fiesta e(r)rótica en lo estético como ámbito de lo verdadero. 

Hoy en Culturaca os presentamos una poeta muy interesante, que escribe y recita tanto en español como en alemán. Estudió oficialmente filosofía en las universidadesde Valencia, Mainz y Frankfurt. Desde el 2008 vive en Berlín, donde trabaja en el “Archivo Theodor W. Adorno” en una tesis de doctorado en Filosofía sobre la actualidad de la filosofía como interpretación históriconatural del arte (fuente: teprometoanarquia).



AUTOBIOGRAFÍA CONTADA POR OTRA CUALQUIERA

En el principio fue la hostia
por aquel entonces
el verbo era llanto
fonética minusválida de chupete
papa labras.
Nunca tomé leche materna
sólo chupete
y la excitación
de cagarse en los pañales
de usar y lavar
ropajes de dictadura
Ariel y Carrero Blanco
higiene de la purísima.
Infancia es poder cagarse encima
cagarse encima
sin que te peguen
el intento de acallar
el eco del hostiazo,
su loop excesivo
lo-cura
lo-cura
y el eco exaltado de la hostia primordial
(sarna con gusto no sarna)
Resiliencia
y salvación
Violación como tránsito a la sexualidad
sana
sana, sana,
culito de rana
mañana
—sólo los violados
alcanzarán el reino de los cielos—
frótame en el lago de los cisnes.





DIALÉCTICA DE LA HOSTIA Y EL VERBO


“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas”. SAN JUAN (1:1-3)


En el principio era la Hostia. Y la Hostia era con Dios y la Hostia era Dios. La Hostia era en un principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por ella. Menos mal que llegó el Verbo más tarde, para nombrar la injusticia en lo estético.

En el principio era la Hostia. El Verbo, que por aquél tiempo era Dios, no se atrevió a abrir la boca. Esto era en un principio. Todas las cosas fueron golpeadas. Y se hizo el silencio.

En el principio era la Hostia. El Verbo gritó, confiando en así hacer justicia estética a semejante catástrofe. Desde entonces, el lenguaje y el arte son objetivación del trauma.

En el principio era la Hostia. El Verbo llanto, su objetivación, lágrima silenciosa.

En el principio era el Verbo. La Hostia lo hizo callar. El resto ha sido silencio.

En el principio era el Verbo. A Hostias, lo condenaron al silencio.

Él en principio la Hostia le cerró la boca al verbo. Se hizo la oscuridad fonética. El trauma pudo cicatrizar como concepto sólo mucho más tarde.

En el principio fue la Hostia. La música y matemáticas pitagóricas fueron el primer intento de objetivar su eco.

En el principio fue la Hostia. Al Verbo lo crucificamos a martillazos en el picadero.

En el principio fue la Hostia. El Verbo es su sollozo. El arte, su lágrima.

En el principio fue la Hostia. El Verbo: expresión gutural de la lágrima.

En el principio fue la Hostia. La literatura, verbo hecho lágrima.

Dadme una Hostia ontológica para que la dialectice en Verbo.

El principio nunca fue. Al Verbo le cerramos la boca a hostias.

En el principio fue el Verbo. Hasta que llegó la Hostia y lo calló. Todo arte posterior no es sino el intento de objetivar la violencia de ese silencio.

En el principio fue la Hostia. El Verbo, música atonal y arrítmica.

Los héroes trágicos callan como mímesis de la Hostia.

Todo silencio no es sino reproducción de la Hostia primordial.

El Verbo es la cicatriz lingüística incapaz de dar cuenta de la magnitud de la Hostia. Sublime sólo en tanto que intento recurrente.

En el principio fue la Hostia. El mesianismo marxista de salvación en el Verbo, esperanza que espeluzna.

Al principio fue la Hostia. Siga buscando. Hay miles de Verbos.

Al principio fue la Hostia. Su eco empezó a calmarse cuando me extirpé autónomamente el ombligo.

De la Hostia venimos y en verbo nos convertiremos.

Salir de la Hostia me convirtió en la hostia en verbo.

Entregarse temerariamente a la hostia es la hostia.

El verbo no es sino hostia cicatrizada

Bienaventuradas las hostias que se hicieron verbo.





PORNOSOTROS / Historianatural del er(r)otismo / 
(Textos escogidos)

El mandamiento de la ley de Sexo
o el Sexo Mandamiento

El primero: no tomarás
mis orgasmos
como
algo
personal




El silencio del héroe

Y es que
hoy
a los héroes
sólo
les queda
callar
como putas





Tragedia

Y de un zasca,
el Destino
me arrancó
las bragas
de Antígona.
El resto
es
coito

(sin katarsis)



Ansiedad edípica

Últimamente
me molestan
los penes
que
no
son
míos





Blancanieves ninfómana

(dedicada a Lars von Trier, no digo más)

Después de haberse acostado
sin interrupción
y reiteradamente
con los siete
enanitos,
érase una vez
una pregunta
de Blancanieves:
Decidme, queridos enanitos,
¿cuándo llegan finalmente los 40 ladrones?





Curso de lingüística sexual: primera parte

(dedicado a Saussure y el signo lingüístico)

Dichosos los signos
cuyo
significado
sea
correrse
sin referente




Crítica a Kant

(desde las Bienaventuranzas)

Bienaventurados
los que carezcan
de ombligo,
porque sólo ellos
podrán pronunciar
en voz alta
la palabra
‘yo’





Educación para la emancipación

Desde que soy
racional,
he dejado de
cagar
y mi sudor
huele
a Heno de Pravia





Imperativo categórico sexual

(Dedicado a Kant, pero sólo metafóricamente)

Folla siempre de tal modo
que tu orgasmo
en todo momento
pueda convertirse en
mío





La higiene del gesto

(dedicado a dos manos, las mías)

Ternura es
pagar
en la caja
del supermercado
con las manos
oliendo
a recién
masturbada





DER BAUM UND DIE SCHLANGE

(EL ÁRBOL Y LA SERPIENTE)

Éraserpiente una vez un árbolmonje que amenenazaba con la disolución culpable ontologizando ombligos entrecomillados. Literalmente todo esto sucedió antes de que osara escribir este cuentito y poco después de que pronunciáramos atonalmente en voz alta el estigma. Eran los tiempos en que los gritos del árbol me golpeaban de terciopelo los tobillos, mucho antes de mi operación de cirugía estética abdominal. Eran los tiempos del érase una vez, de Aquiles y la tortuga.



1. Final utópico, tan falso como la naturaleza misma

(me precipité escribiendo, es cierto)

Entretanto aprendí a disfrutar ficcionalmente de ese pasado heroico leyéndote este cuentito mientras serpenteamos sobre las hogueras esperando al mito de los caballos alados.


2. Final de descenso al Hades

(la calma indica)

Son tiempos de aniquilación y catástrofe, de verdadera vanguardia. Los reiterativos infiernos gasean en silencio los ecos de los aullidos arbóreos. Somos modernos, salimos del mito: Aquiles tiene ahora caparazón de prótesis, a la tortuga le implantan el tendón, las toallas hilanderas me bordan un ombligo en punto en cruz, tatuaje de bella durmiente. El bosque desforestado de enanitos. Y a partir de hoy follamos sin valor de uso. ¡Bienvenido sea el cambio! Para estar a la última y salir del valor de la prehistoria: “Tú lo que eres, es una puta”. Sí, pégame más fuerte: quiero ser mercancía, hostia que no se cosifica. Peni-tencia: dame nada porque no te quiera. Me prostituyo con el tacaño para acabar con el reino de los cielos. El resto, es la novela de los ángeles empalmados (post mortem).


PARA CALMARME ANTE TANTA FÍSICA A LA PATA CALLANDO, ANTE TANTA DULCE SANGRÍA, UN POEMA A BOTE PRONTO:

Un ruido ensordecedor
con la tarde pasando a toda h-ostia
con su motor de ranas
llenando de charcas
la avenida principal riada
hasta alcanzar la boca
de un metro atiborrado
Un ruido que pregona mas ruido
sin tachar el silencio que te empapa
ruido y mas ruido
como un cántaro vacío
en pleno deshielo
del Yukon entre tus piernas
que me abrasan y donde abrevo
me babo y bebo y me babeo
hasta dar de bruces en tu aurora.




Y OTRO POEMA DEL PUNKY QUEVEDO
QUE CON SU PAN SE LO COMA

Que el viejo que con destreza
Se ilumina, tiñe y pinta,
Eche borrones de tinta
Al papel de su cabeza;
Que enmiende a naturaleza
En sus locuras protervo;
Que amanezca negro cuervo,
Durmiendo blanca paloma,
Con su pan se lo coma.

Que la vieja de traída
Quiera ahora distraerse,
Y que quiera moza verse
Sin servir en esta vida;
Que se case persuadida
Que concebirá cada año,
No concibiendo el engaño
Del que por mujer la toma,
Con su pan se lo coma.

Que mucha conversación,
Que es causa de menosprecio,
En la mujer del que es necio
Sea de más precio ocasión;
Que case con bendición
La blanca con el cornado,
Sin que venga dispensado
El parentesco de Roma,
Con su pan se lo coma.

Que en la mujer deslenguada
(Que a tantos hartó la gula)
Hurte la cara a la Bula
El renombre de Cruzada;
Que ande siempre persignada
De puro buena mujer;
Que en los vicios quiera ser
Y en los castigos Sodoma,
Con su pan se lo coma.

Que el sastre que nos desuella
Haga, con gran sentimiento,
En la uña el testamento
De lo que agarró con ella;
Que deba tanto a su estrella,
Que las faltas en sus obras
Sean para su casa sobras
Cuando ya la muerte asoma,
Con su pan se lo coma.













LUIS SANTANA [12.290]

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Luis Santana 

(Medina del Campo, Valladolid   1957) 

Su último poemario, Carta no enviada (Ediciones Vitruvio, 2014). 

Con este libro, Luis Santana rompe el silencio poético que mantenía desde 1999 y muestra “a un poeta sutil como pocos, certero, que busca en la brevedad un espacio grane donde exponer una visión del mundo de la naturaleza llena de sensibilidad”.

Santana, que vive en Valladolid y trabaja con la compañía Teatro Corsario, es autor de los libros de poesía Mirador, Una lengua extraña y Sombra mínima. Traductor del catalán para varias editoriales, también es autor de la novela Al final ni nos despedimos.

“Es ésta, en verdad, una lengua no natural que brota sólo de una actitud, que exige un método y una iluminación y que consigue crear un mundo transparente, es decir, peligroso. Dos rasgos parecen definir esa actitud de carácter ascético: por un lado, distanciamiento, pasividad, y, por otro y a la vez, una extremada forma de atención. Ése es el modo de oír, de ver en las palabras otras palabras, otras cosas. (…) No se trataría tanto de encontrar el sentido como de dejarse encontrar por el sentido”.

(Del épilogo de Sombra mínima. Olvido García Valdés)




Carta no enviada

Agua caliente, agua afilada
en el cuarto náufrago
sin desgracia
—no hay mundo devastado
tras la puerta—.

Es mi fuga:
un cable de luz
da testimonio
de la audacia.

Fuera, lo temible,
el encendido ojo
del heterodino,
cono mágico que cerca de verde las noches;
el suelo de la muerta.

En su letra
lo terrible es más
terrible, más preciso.




De puro blanco

Amas la nieve que sólo conoces
en los pétalos acumulados del cerezo

Ojo de carbón en la blanca gorguera,
brillo dividido en la memoria de los brazos

No hay humo, no hay voz
alzándose como un resucitado
en las horas de la sombra.

Vendrá la nieve
y tendrá tu nombre,
corteza de nata en los vasos.

(Del libro “Carta no enviada”)




Mujer en la ventana

La mujer de la ventana
arroja insectos y plumas
Que no sirvieron para volar.

El péndulo de sus pechos sin nada
–nieve matinal aún sucia–
agita una borrasca de telas.

Mujer en la ventana.

Abajo,
los cercos de lo precipitado.





AMADO NERVO [12.297]

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Amado Nervo

Amado Nervo era el seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, poeta y prosista mexicano, perteneciente al movimiento modernista. Nació el 27 de agosto de 1870 en la ciudad de Tepic, en ese entonces en Jalisco, hoy Nayarit, México y murió en Montevideo, Uruguay el 24 de mayo de 1919. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero.
Poeta, autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras, acudiéndose entonces a combinaciones más complejas de palabras terminadas en "-ismo", que intenta reflejar sentimiento religioso y melancolía, progresivo abandono de artificios técnicos, incluso de la rima, y elegancia en ritmos y cadencias como atributos del estilo de Nervo.
El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta.

Cuando tenía nueve años murió su padre, dejando a la familia en situación económica comprometida. Otras dos muertes habrían de marcar su vida: el suicidio de su hermano Luis, que también era poeta, y el retorno "a la fuente de gracia de donde procedía" de su amada Ana Cecilia Luisa Daillez.
Sus primeros estudios los cursó en Michoacán; primero en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, donde se destacó por su inteligencia y cumplimiento, después en Zamora estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario aun cuando abandonó los estudios rápidamente en 1891. Las urgencias económicas le hicieron desistir y lo obligaron a aceptar un trabajo de escritorio en Tepic y trasladarse después a Mazatlán, donde alternaba sus deberes en el despacho de un abogado con sus artículos para El Correo de la Tarde.

Colaboración en revistas y periódicos

En 1894 prosiguió su carrera en la ciudad de México, donde empezó a ser conocido y apreciado y colaboró en la Revista Azul de Manuel Gutiérrez Nájera. Se relacionó con escritores mexicanos como Luis G. Urbina, Tablada, Dávalos, y con algunos extranjeros como Rubén Darío, José Santos Chocano y Campoamor. Formó parte de la redacción de El Universal, El Nacional y El Mundo. En este último se oficializa su colaboración incluyéndolo en el directorio del periódico hasta el 27 de junio de 1897. A partir del 24 de octubre de ese año, El Mundo lanza un suplemento humorístico llamado El Mundo Cómico y Amado Nervo asume su dirección. El 2 de enero de 1898 la publicación se separa de El Mundo y se instituye como independiente, además de que cambia su nombre a El Cómico. Nervo se hace famoso después de la publicación de su novela El bachiller (1895) y de sus libros de poesía Perlas negras y Místicas (1898). Entre 1898 y 1900 fundó y dirigió con Jesús Valenzuela la Revista Moderna, sucesora de la Revista Azul.

Estancia en Europa

En 1900 viajó a París, enviado como corresponsal del periódico El Imparcial a la Exposición Universal. Allí se relacionó con Catulle Mendès, Moréas, Valencia, Lugones, con Oscar Wilde, y otra vez con Darío, con quien estableció una fraternal amistad, pero posiblemente le influyó más su primer encuentro con Ana Cecilia Luisa Daillez, el gran amor de su vida, cuya prematura muerte en 1912 le inspiraría los poemas de La amada inmóvil, publicado póstumamente en 1922. Con su estancia en Europa tiene la oportunidad de viajar por varios países y de escribir Poemas (1901), El éxodo y las flores del camino, Lira heroica (1902), Las voces (1904) y Jardines interiores (1905). Vuelve a tener trato con la pobreza y la soledad después de que El Imparcial le canceló la corresponsalía y tuvo que atenerse a sus propias fuerzas para poder vivir.

Últimos años

A su vuelta a México ya era un poeta consagrado. Atendió fugazmente puestos docentes y burocráticos: ganó una plaza de profesor de lengua castellana en la Escuela Nacional Preparatoria, nivel equivalente al de bachillerato superior de otros países. Hacia 1905 ingresó en la carrera diplomática como secretario de la embajada de México en Madrid, donde trabó amistad con el director de la revista Ateneo, Mariano Miguel de Val, y escribió artículos para ésta y otros muchos periódicos y revistas españoles e hispanoamericanos. A más de cumplir decorosamente con su encargo diplomático, aumentó su bibliografía, entre otros libros, con el estudio Juana de Asbaje (1910); de poesía: En voz baja (1909), Serenidad (1915), Elevación (1917) y La amada inmóvil que fue póstumo; en prosa Ellos, (1912), Mis filosofías y Plenitud (1918). En 1914 la Revolución interrumpió el servicio diplomático y se impuso su cese, lo que le hizo acercarse otra vez a la pobreza; regresó al país en 1918 y volvió a ser reconocido como diplomático, por lo que poco después fue enviado como ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay. Llegó a Buenos Aires en marzo. Se dice que una situación fortuita impídió un encuentro en esta ciudad entre él y el compositor argentino Ernesto Drangosch (1882-1925), quienes se apreciaban de antemano sin conocerse. El hecho es que Drangosch musicalizó cuatro de los poemas de Nervo: En paz, Amemos, Ofertorio y Un signo. Nervo falleció en Montevideo el 24 de mayo de 1919, a los 48 años.
Su cadáver fue conducido a México por la corbeta Uruguay, escoltada por barcos argentinos, cubanos, venezolanos y brasileños. En México se le tributó un homenaje sin precedente. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres (antes llamada Rotonda de los Hombres Ilustres), el 14 de noviembre de 1919.

Obras

El bachiller, novela de juventud (1895).
Perlas negras , poesía (1896).
Místicas, poesía (1898).
Poemas publicada en París (1901).
El éxodo y las flores del camino, poesía (1902).
Lira heroica, poesía (1902).
Los jardines interiores, poesía (1905).
Almas que pasan, prosa (1906).
En voz baja, poesía (1909).
Ellos, prosa.
Juana de Asbaje, ensayo, biografía de Sor Juana Inés de la Cruz (1910).
Serenidad, poesía (1912).
Mis filosofías, ensayo (1912).
Elevación, poesía (1916).
El diablo desinteresado, novela (1916).
Plenitud, prosa (1918).
El estanque de los lotos, poesía (1919).
El arquero divino, poesía., también póstuma (1919).
Los balcones, novela (1922).
La amada inmóvil, poesía, obra póstuma en cuanto a su publicación (1922).

Dos novelas: Pascual Aguilera y El domador de almas de 1899 ; una zarzuela, Consuelo, puesta en metro músico por Antonio Cuyàs y estrenada en el Teatro Principal de la ciudad de México en 1899.

La vida del poeta fue llevada al cine por el director argentino Luis Bayón Herrera en 1945 en "La Amada Inmovil", protagonizada por Santiago Gómez Cou y Homero Carpena entre otros.






VIEJO ESTRIBILLO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
-Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...

Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...

¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
-Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...

¡Oh, Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo!
nada más Tú eres cierto, sé Tú mi último Dueño.
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...



EL CELAJE

¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "Hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!

¿En que zarzas tu pie divino heriste?
¿Que muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Que nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?

¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.

Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.



EN PAZ 

Artifex vitae artifex sui

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, 
porque nunca me diste ni esperanza fallida, 
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

Porque veo al final de mi rudo camino 
que yo fui el arquitecto de mi propio destino; 
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, 
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: 
cuando planté rosales coseché siempre rosas. 

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: 
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas; 
mas no me prometiste tan sólo noches buenas; 
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. 
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!



RÉQUIEM

¡Oh, Señor, Dios de los ejércitos,
eterno Padre, eterno Rey,
por este mundo que creaste
con la virtud de tu poder; 
porque dijiste: la luz sea,
y a tu palabra la luz fue;
porque coexistes con el Verbo,
porque contigo el Verbo es
desde los siglos de los siglos
y sin mañana y sin ayer,
requiem aeternam dona eis, Domine,
el lux perpetua luceat eis!

¡Oh, Jesucristo, por el frío
de tu pesebre de Belén,
por tus angustias en el Huerto,
por el vinagre y por la hiel,
por las espinas y las varas
con que tus carnes desgarré,
y por la cruz en que borraste
todas las culpas de Israel;
Hijo del Hombre, desolado,
trágico Dios, tremendo Juez:
requiem aeternam dona eis, Domine,
el lux perpetua luceat eis!

Divino Espíritu, Paráclito,
aspiración del gran Iavéh,
que unes al Padre con el Hijo,
y siendo El Uno sois los Tres;
por la paloma de alas níveas,
por la inviolada doncellez
de aquella Virgen que en su vientre
llevó al Mesías Emmanuel;
por las ardientes lenguas rojas
con que inspiraste ciencia y fe
a los discípulos amados
de Jesucristo, nuestro bien:
¡requiem aeternam dona eis, Domine,
el lux perpetua luceat eis!




SI UNA ESPINA ME HIERE...

¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro 
ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores: 
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!




EL TORBELLINO

»Espíritu que naufraga
en medio de un torbellino,
porque manda mi destino
que lo que no quiero haga;

»frente al empuje brutal
de mi terrible pasión,
le pregunto a mi razón
dónde están el bien y el mal;

»quién se equivoca, quién yerra;
la conciencia, que me grita:
¡Resiste!, llena de cuita,
o el titán que me echa en tierra.

»Si no es mío el movimiento
gigante que me ha vencido,
¿por qué, después de caído,
me acosa el remordimiento?

»La peña que fue de cuajo
arrancada y que se abisma,
no se pregunta a sí misma
por qué cayó tan abajo;

»mientras que yo, ¡miserable!,
si combato, soy vencido,
y si caigo, ya caído
aún me encuentro culpable,

»¡y en el fondo de mi mal,
ni el triste consuelo siento
de que mi derrumbamiento
fue necesario y fatal!»

Así, lleno de ansiedad
un hermano me decía,
y yo le oí con piedad,
pensando en la vanidad
de toda filosofía...,
y clamé, después de oír
«¡Oh, mi sabio no saber,
mi elocuente no argüir,
mi regalado sufrir,
mi ganancioso perder!»



VIA, VERITAS ET VITA

Ver en todas las cosas
del Espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar,
en las diáfanas noche misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.

Mientras, amarlo todo... y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en el áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.

Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.

Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: "Ven a mí: soy el Camino,
la Verdad y la Vida.




¡OH CRISTO!

»Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh, Cristo!
»En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh, Cristo!

»¡Que importan males o bienes! Para mí todos son bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas.
¿Rosas de pasión?‚ ¡Que importa! Rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh, Cristo!»



DEIDAD

Como duerme la chispa en el guijarro
y la estatua en el barro,
en ti duerme la divinidad.
Tan sólo en un dolor constante y fuerte
al choque, brota de la piedra inerte
el relámpago de la deidad.
No te quejes, por tanto, del destino,
pues lo que en tu interior hay de divino
sólo surge merced a él.
Soporta, si es posible, sonriendo,
la vida que el artista va esculpiendo,
el duro choque del cincel.

¿Qué importan para ti las horas malas,
si cada hora en tus nacientes alas
pone una pluma bella más?
Ya verás al cóndor en plena altura,
ya verás concluida la escultura,
ya verás, alma, ya verás...



UNO CON ÉL

Eres uno con Dios, porque le amas,
tu pequeñez ¡qué importa y tu miseria!;
eres uno con Dios, porque le amas.

Le buscaste en los libros,
le buscaste en los templos,
le buscaste en los astros,
y un día el corazón te dijo, trémulo:
"Aquí está", y desde entonces ya sois uno,
ya sois uno los dos, porque le amas.

No podrán separaros 
ni el placer de la vida
ni el dolor de la muerte.

En el placer has de mirar su rostro,
en el valor has de mirar su rostro,
en vida y muerte has de mirar su rostro.

"¡Dios!" dirás en los besos,
dirás "Dios" en los cantos,
dirás "Dios" en los ayes.

Y comprendiendo al fin que es ilusorio
todo pecado (como toda vida),
y que nada de Él, puede separarte,
uno con Dios te sentirás por siempre:
uno solo con Dios ¡porque le amas!



JESÚS

Jesús no vino al mundo de "los cielos".
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del Espíritu.

¿Por qué buscarle encima de las nubes?
Las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?
Llamas son como el sol que nos alumbra,
orbes, de gases inflamados... Llamas
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas?
Globos son como el nuestro, iluminados
por una estrella en cuyo torno giran.

Jesús vino de donde
vienen los pensamientos más profundos
y el más remoto instinto.
No descendió: emergió del océano
sin fin del subconsciente;
volvió a él, y ahí está, sereno y puro.
Era y es un eón. El que se adentra
osado en el abismo
sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra.



KALPA

-¿Queréis que todo esto vuelva a empezar?
-Sí -responden a coro.
Also Sprach Zarathustra

En todas las eternidades
que a nuestro mundo precedieron,
¿cómo negar que ya existieron 
planetas con humanidades;

y hubo Homeros que describieron
las primeras heroicidades,
y hubo Shakespeares que ahondar supieron
del alma en las profundidades.?

Serpiente que muerdes tu cola,
inflexible círculo, bola
negra, que giras sin cesar,

refrán monótono del mismo
canto, marea del abismo,
¿sois cuento de nunca acabar?...




IDENTIDAD

Tat tuam asi
(Tú eres esto: es decir, tú eres uno
y lo mismo que cuanto te rodea;
tú eres la cosa en sí)

El que sabe que es uno con Dios, logra el Nirvana:
un Nirvana en que toda tiniebla se ilumina;
vertiginoso ensanche de la conciencia humana,
que es sólo proyección de la Idea Divina
en el Tiempo...

El fenómeno, lo exterior, vano fruto
de la ilusión, se extingue: ya no hay pluralidad,
y el yo, extasiado, abísmase por fin en lo absoluto,
y tiene como herencia ¡toda la eternidad!



BRAHMA NO PIENSA...
Ego sum quo sum.

Brahma no piensa: pensar limita.
Brahma no es bueno ni malo, pues
las cualidades en su infinita
sustancia huelgan. Brahma es lo que es.

Brahma, en un éxtasis perenne, frío,
su propia esencia mirando está.
Si duerme, el Cosmos torna al vacío:
mas si despierta renacerá!



LA SOMBRA DEL ALA

Tú que piensas que no creo
cuando argüimos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de Dios;

ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al Infinito;
ni ves a mi pensamiento,
que empañado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.

Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.

Pero di, qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
tu torturador ¡quién sabe!;

que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un ¿por qué?

De todas suertes, me escuda 
mi sed de investigación,
mi ansia de Dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.



LA PUERTA

Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!"
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos.

¿Por cuanto tiempo, solitario, esquivo
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?

¿Cuando habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales
y, con su beso ha de llegarme ella
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?

¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta:
¡Oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor!, ¡has que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
¡Por esa puerta ha de volver un día!



ÉXTASIS

Cada rosa gentil ayer nacida,
cada aurora que apunta entre sonrojos,
dejan mi alma en el éxtasis sumida
¡nunca se cansan de mirar mis ojos
el perpetuo milagro de la vida!

Años ha que contemplo las estrellas
en las diáfanas noches españolas
y las encuentro cada vez mas bellas.
Años ha que en el mar conmigo a solas,
¡y aún me pasma el prodigio de las olas!

Cada vez hallo la naturaleza
más sobrenatural, más pura y santa,
Para mí, en rededor, todo es belleza:
y con la misma plenitud me encanta
la boca de la madre cuando reza
que la boca del niño cuando canta.

Quiero ser inmortal con sed intensa,
porque es maravilloso el panorama
con que nos brinda la creación inmensa;
porque cada lucero me reclama,
diciéndome al brillar: "Aquí se piensa,
también aquí se lucha, aquí se ama."




SI TÚ ME DICES VEN

Si tú me dices ven, lo dejo todo... 
No volveré siquiera la mirada 
para mirar a la mujer amada... 
Pero dímelo fuerte, de tal modo

que tu voz como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo 
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices ven, todo lo dejo...
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular,

más he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh, Cristo! como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.





VIII

Al oír tu dulce acento
me subyuga la emoción,
y en un mudo arrobamiento
se arrodilla el pensamiento
y palpita el corazón...
Al oír tu dulce acento.

Canta, virgen, yo lo imploro;
que tu voz angelical
semeja el rumor sonoro
de leve lluvia de oro
sobre campo de cristal.
Canta, virgen, yo lo imploro:
es de alondra tu garganta,
¡Canta!

¡Qué vagas melancolías
hay en tu voz! Bien se ve
que son amargos tus días.
Huyeron las alegrías,
tu corazón presa fue
de vagas melancolías.

¡Por piedad! ¡No cantes ya,
que tu voz al alma hiere!
Nuestro amor, ¿en dónde está?
Ya se fue..., todo se va...
Ya murió..., todo se muere...
Por piedad, no cantes ya,
que la pena me avasalla...
¡Calla!




A KEMPIS

Ha muchos años que busco el yermo,
ha muchos años que vivo triste,
ha muchos años que estoy enfermo,
¡y es por el libro que tu escribiste!

¡Oh Kempis, antes de leerte amaba
la luz, las vegas, el mar Océano;
mas tú dijiste que todo acaba,
que todo muere, que todo es vano!

Antes, llevado de mis antojos,
besé los labios que al beso invitan,
las rubias trenzas, los grande ojos,
¡sin acordarme que se marchitan!

Mas como afirman doctores graves,
que tú, maestro, citas y nombras,
que el hombre pasa como las naves,
como las nubes, como las sombras...,

huyo de todo terreno lazo,
ningún cariño mi mente alegra,
y con tu libro bajo del brazo
voy recorriendo la noche negra...

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo,
pálido asceta, qué mal me hiciste!
¡Ha muchos años que estoy enfermo,
y es por el libro que tú escribiste!




V

¿Ves el sol, apagando su luz pura
en las ondas del piélago ambarino?
Así hundió sus fulgores mi ventura
para no renacer en mi camino.

Mira la luna: desgarrando el velo
de las tinieblas, a brillar empieza.
Así se levantó sobre mi cielo
el astro funeral de la tristeza.

¿Ves el faro en la peña carcomida
que el mar inquieto con su espuma alfombra?
Así radia la fe sobre mi vida,
solitaria, purísima, escondida:
¡cómo el rostro de un ángel en la sombra!




VI

Rindióme al fin el batallar continuo
de la vida social; en la contienda,
envidiaba la dicha del beduíno
que mora en libertad bajo su tienda.

Huí del mundo a mi dolor extraño,
llevaba el corazon triste y enfermo,
y busqué , como Pablo el Ermitaño,
la inalterable soledad del yermo.

Allí moro, allí canto, de la vista
del hombre huyendo, para el goce muerto,
y bien puedo decir como el Bautista:
¡Soy la voz del que clama en el desierto!





XXIX

Yo amaba lo azul con ardimiento:
las montañas excelsas, los sutiles
crespones de zafir del firmamento,
el piélago sin fin, cuyo lamento
arrulló mis ensueños juveniles.

Callaba mi laúd cuando despliega
cada estrella purísima su broche,
el universo en la quietud navega,
y la luna, hoz de plata, surge y siega
el haz de espesas sombras de la noche.

Cantaba, si la aurora descorría
en el oriente sus rosados velos,
si el aljófar al campo descendía,
y el sol, urna de oro que se abría,
inundaba de luz todos los cielos.

Mas hoy amo la noche, la galana,
de dulce majestad, horas tranquilas
y solemnes, la nubia soberana,
la de espléndida pompa americana:
¡La noche tropical de tus pupilas!

Hoy esquivo del alba los sonrojos,
su saeta de oro me maltrata,
y el corazón, sin pena y sin enojos,
tan sólo ante lo negro de tus ojos
como el iris del buho se dilata.

¿Qué encanto hubiera semejante al tuyo,
oh, noche mía? ¡Tu beldad me asombra!
Yo, que esplendores matutinos huyo,
¡dejo el alma que agite, cual cocuyo,
sus alas coruscantes en tu sombra!

Si siempre he de sentir esa mirada
fija en mi rostro, poderosa y tierna,
¡adiós, por siempre adiós, rubia alborada!
doncella de la veste sonrosada:
¡que reine en mi redor la noche eterna!

¡Oh, noche! Ven a mí llena de encanto;
mientras con vuelo misterioso avanzas,
nada más para ti será mi canto,
y en los brunos repliegues de tu manto,
su cáliz abrirán mis esperanzas!




XXXIII

Amiga, mi larario está vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastío
las nupcias del silencio y de la tarde.

El tiempo destructor no en vano pasa;
los aleros del patio están en ruinas;
ya no forman allí su leve casa,
con paredes convexas de argamasa
y tapíz del plumón, las golondrinas.

¡Qué silencio el del piano! Su gemido
ya no vibra en los ámbitos desiertos;
los nocturnos y scherzos han huído...
¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido!
¡Misterioso ataúd de trinos muertos!

¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas,
ni lirios, ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz, ni mariposas...
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;
el viento sopla, la hojarasca rueda.

Amiga, tu mansión está desierta;
el musgo verdinegro que decora
los dinteles ruinosos de la puerta,
parece una inscripción que dice: ¡Muerta!
El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!




XLII

Yo también, cual los héroes medievales
que viven con la vida de la fama,
luché por tres divinos ideales:
¡por mi Dios, por mi Patria y por mi Dama!

Hoy que Dios ante mí su faz esconde,
que la Patria me niega su ternura
de madre, y que a mi acento no responde
la voz angelical de la Hermosura,

rendido bajo el peso del destino
esquivando el combate, siempre rudo,
heme puesto a la vera del camino,
resuelto a descansar sobre mi escudo.

Quizá mañana, con afán contrario,
ajustándome el casco y la loriga,
de nuevo iré tras el combate diario,
exclamando: ¡Quién me ame, que me siga!

Mas hoy dejadme, aunque a la gloria pese,
dormir en paz sobre mi escudo roto;
dejad que en mi redor el ruido cese,
que la brisa noctívaga me bese
y el Olvido me dé su flor de loto.




INCOHERENCIAS

                           Para José I. Bandera

Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?
Fui templado, ¿do está mi recia malla?
¿En qué campo sangriento de batalla
me dejaron así, triste y vencido?

¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena
tu fulgor mi conciencia? Tengo miedo
a la duda terrible que envenena,
y que miras rodar sobre la arena
¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!

¡Oh, siglo decadente, que te jactas
de poseer la verdad!, tú que haces gala
de que con Dios, y con la muerte pactas,
devuélveme mi fe, yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...

Amaba y me decías: <analiza>,
y murió mi pasión; luchaba fiero
con Jesús por coraza, triza a triza,
el filo penetrante de tu acero.

¡Tengo sed de saber y no me enseñas;
tengo sed de avanzar y no me ayudas;
tengo sed de creer y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas!

Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo
batallar sin amor, sin fe serena
que ilumine mi ruta, y tengo miedo...
¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la arena!




LA CANCIÓ N DE FLOR DE MAYO

Flor de Mayo como un rayo
de la tarde se moría...
Yo te quise, Flor de Mayo,
tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, cantando irán.

Flor de Mayo ni se viste
ni se alahaja ni atavía;
¡Flor de Mayo está muy triste!
¡Pobrecita, pobrecita vida mía!

Cada estrella que palpita,
desde el cielo le habla asi:
"Ven conmigo, Florecita,
brillarás en la extensión igual a mí"

Flor de Mayo, con desmayo,
le responde: "¡Pronto iré!"
.......................
Se nos muere Flor de Mayo,
¡Flor de Mayo, la Elegida, se nos fue!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, llorando irán...

"¡No me dejes!" yo le grito:
"¡No te vayas dueño mío,
el espacio es infinito
y es muy negro y hace frío, mucho frío!"

Sin curarse de mi empeño,
Flor de Mayo se alejó,
Y en la noche, como un sueño
misteriosamente triste se perdió.

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, ¡ay, cómo irán!

Al amparo de mi huerto
una sola flor crecía:
Flor de Mayo, y se me ha muerto...
Yo la quise, ¡Pero Dios no lo quería!

ENVÍ O
La canción que me pediste
la compuse y aquí está:
Cántala bajito y triste;
ella duerme (para siempre);
la canción la arrullará
Cántala bajito y triste;
cántala...





PASAS POR EL ABISMO DE MIS TRISTEZAS

Pasas por el abismo de mis tristezas
como un rayo de luna sobre los mares,
ungiendo lo infinito de mis pesares
con el nardo y la mina de tus ternezas.

Ya tramonta mi vida; la tuya empiezas;
mas, salvando del tiempo los valladares,
como un rayo de luna sobre los mares
pasas por el abismo de mis tristezas.

No más en la tersura de mis cantares
dejará el desencanto sus asperezas;
pues Dios, que dio a los cielos sus luminares,
quiso que atravesaras por mis tristezas
como un rayo de luna sobre los mares.




YO VENGO DE UN BRUMOSO PAÍ S LEJANO

Yo vengo de un brumoso país lejano
regido por un viejo monarca triste...
Mi numen sólo busca lo que es arcano,
mi numen sólo adora lo que no existe;

tú lloras por un sueño que está lejano,
tú aguardas un cariño que ya no existe,
se pierden tus pupilas en el arcano
como dos alas negras, y estás muy triste.

Eres mía: nacimos de un mismo arcano
y vamos, desdeñosos de cuanto existe,
en pos de ese brumoso país lejano,
regido por un viejo monarca triste...




AZRAEL 

Azrael, abre tu ala negra, y honda,
cobíjeme su palio sin medida,
y que a su abrigo bienechor se esconda
la incurable tristeza de mi vida.

Azrael, ángel bíblico, ángel fuerte,
ángel de redención, ángel sombrío,
ya es tiempo que consagres a la muerte
mi cerebro sin luz: altar vacío...

Azrael, mi esperanza es una enferma;
ya tramonta mi fe; llegó el ocaso,
ven, ahora es preciso que yo duerma...
¿Morir..., dormir..., dormir...? ¡Soñar acaso!












MARIANO MELGAR [12.310]

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Mariano Melgar

Mariano Lorenzo Melgar Valdiviezo ( Arequipa, Virreinato del Perú, 10 de agosto de 1790 - Puno, 12 de marzo de 1815) fue un poeta y revolucionario independentista peruano. Para muchos iniciador del Romanticismo. Fue hijo de Juan de Diós Melgar Sanabria y Andrea Valdiviezo Gallegos.

Para él, el romanticismo no es imitación de lo que ya se hacía en la Península Ibérica o en Francia, sino un sentimiento profundo y propio, no olvidemos que fue un joven y precoz poeta que no alcanzó a madurar porque la muerte lo sorprendió buscando la patria libre. Mariano Melgar expresa un sentimiento andino/mestizo, que nadie se había atrevido a exponer hasta ese entonces, en una sociedad tan prejuiciosa y españolizada que se agravaba por el centralismo y criollismo limeños. Visto desde este ángulo, Melgar es el iniciador de la poesía verdaderamente peruana, sin acudir a los estilos europeos para pretender que lo consideren poeta. Después en Puno de 1815 muere fusilado. Participó en la guerra por la independencia del Perú del dominio de España. Melgar es uno de los primeros románticos del Perú en el siglo XIX, más conocido por incluir en su creación el sentimiento de los Yaravíes nativos (cantos sentimentales principalmente de las zona sur andina). Yaraví viene del quechua jarawi.

En 1814 después de la Batalla de la Apacheta, se produce la ocupación de Arequipa por los patriotas.Mariano Melgar se une al ejército de Mateo Pumacahua en Chuquibamba convirtiéndose en auditor de guerra. Fue tomado prisionero en la Batalla de Umachiri y fusilado al día siguiente en el mismo lugar.




Dejad amigos... ¿injusticia tanta...?

Dejad amigos... ¿injusticia tanta
Pensáis que cometiera?
De imaginarlo sólo ya me espanta...
¿Cómo olvidar si pudiera
A mi amorosa Silvia...? No, es en vano
Pretender que yo sea tan tirano.

Al darme corazón, Naturaleza
"Amad a Silvia", dijo;
Y nunca con impura y ruin bajeza
Manchar su ley exijo,
Ni resistir la fuerza que me obliga,
Ni mirar su atracción como enemiga.

Amaré a Silvia mas que viva ausente
Mil siglos de mis ojos,
La amaré aunque su ausencia me atormente
Con dolores y enojos;
En mi ausencia y mi llanto, mi fineza
Será como mandó Naturaleza.

Que la gloria del sexo nunca ha hollado
El puro afecto mío,
Y en mis amores vivo abrasado
Domando mi albedrío;
Del hombre le mostré la suma alteza
Y le hice respetar nuestra grandeza.

"Te amo mi Silvia", ardiendo le decía,
Ardiendo en vivo fuego;
"Te amo, te amo", le digo todavía,
Y que me ame le ruego,
Y arrebatado el pecho se transporta,
Y cualquier expresión la crece corta.

Respiro apenas mi inflamado aliento...
Cualquiera pensaría
Que estoy sacrificando en tal momento
A Silvia el alma mía;
"Te amo", le digo, "te amo, por ti lloro",
Mas nunca el labio pronunció: "te adoro".

Jamás tampoco mi alma dominaron
Caprichos femeniles
Caprichos nunca en Silvia se encontraron
Ni nacieron tan viles
Mis amores, que pronto no estuviesen
A sofocar su ardor, si ellos naciesen.

No, no contará Silvia que un desprecio
A amarla me obligase,
Ni que en sus risas, con empeño necio,
Rendido suplicase;
Porque me ama la quiero, y si me olvida
Será en olvido eterno sumergida.

¿Por qué pues, cuando me ama fiel y firme
Queréis que yo la olvide?
¿Qué discurso hay capaz de persuadirme
Que haga lo que me impide
Esta misma razón que me ilumina
Y esta fuerza interior que a amar me inclina?

¿Cómo opuesto a la Patria, que abandone
Este amor te procura?
No, Silvia es otra ya: jamás se opone
A mi ley su ternura;
Mi ley es de la Patria el amor mío,
Y es ley de Silvia, pues su pecho es mío.

El amor de mi patria está enlazado
Con la afición más viva
De mi Silvia, en tal, modo, que en mi estado
Por mutua alternativa,
Por Silvia amo mi Patria con esmero,
Y por mi Patria amada a Silvia quiero.

Es locura, insultáis que un hombre llore
Porque ama y vive ausente...
¡Ah! ¡Cielos! Será bien que yo implore
Arranquéis de mi mente
Lo último que resta de mi dueño
Cuando podéis volverme halagüeño.

Yo lloro, sí, mas ¿quién decir pudiera
No tengo ojos ni pecho?
¿Dónde esta el hombre raro que tuviera
Para no amar derecho?
Yo lloro porque a Silvia quiero fino
Por reflexión, por gusto y por destino.

¡Ay Silvia, en tanto porque te amo peno,
Peno en tu dura ausencia!
Y tal vez cuando yo de dolor lleno
Prefiero la inclemencia
De mis tormentos, al olvido infame,
Tal vez recelarás que ya no te ame.

Vuela, vuela a mi pecho, Silvia mía,
Verás mi ardiente fuego,
Verás cómo la cruel melancolía
Cual víctima me entrego,
Más bien que vacilar ni un solo instante
Sobrevivir contento y ser tu amante.





El puro afecto mío, mi ternura

El puro afecto mio, mi ternura,
Va a recibir el golpe mas funesto:
¡Hay Silvia miá! De tus ojos presto
No veré mas el fuego y la hermosura,
Hay hoy entre mis penas fui dichoso:
Tu rostro hermoso
Fue el dulce encanto
Con que mi llanto
Volver solías
En alegrías:
Pero ¡Hay! Lejos de ti ya no hay consuelo,
Todo pena sera y continuo duelo-

Jamas han pretendido mis amores
Otra corona que el honesto lazo
Y nunca en ellos puede dar un paso
Sin tropezar en penas y dolores
Hoy mas que nunca puro e inocente
Mi fuego ardiente
Hace mas pura
Mi fiel ternura;
Pero entre tanto
¡Duro quebranto!
Hoy mas que nunca mi cariño pena
Y el cielo a triste ausencia me condena.

Un olvidado se deshace en llanto,
Mas llora porque el suyo es amor ciego;
Pero que un justo amor vive alejado
Del bien amado.
Que en el empeño
De ver su dueño
Solo consiga
Mayor fatiga
Este si que es tormento y dolor fuerte
Y este golpe me da mi dura suerte.

Mil males en tu amor he tolerado
Sin ver lo fino de nuestra inocencia
El odioso rencor ¡Dura inclemencia!
A llorar nos había condenado
Enemigos feroces me quitaban
Cuanto deseaban
Mis ansias tiernas
Iras eternas
Han perseguido
Mi pecho herido
Y hoy sobre el tanto males dan de nuevo,
Y hasta las heces su amargura prueban.

Siquiera en medio de contradicciones,
Para mi alivio a veces te miraba
Y tu rostro amoroso demostraba
Que en mi no recelabas variaciones;
Este solo mirar fue mi contento
Y mi tormento
Desaparecía
Cuando veía
Tu rostro afable,
Fino, invariable;
Mas ya este bien cual humo se deshace,
Muere el remedio cuando el mal renace.

Aun cuando la crueldad y tiranía
De tu vista privo mi vivo anhelo.
Verte pisar conmigo un mismo suelo
Alivio un tanto mi melancolía:
En los momentos de la noche oscura
De mi amargura
Supe aliviarme
Con acercarme
A tu morada.
Mi Silvia amada,
Y hoy muere aun este alivio tan pequeño
Lejos me voy ¡Hay! Lejos de mi dueño

¿Que haré cielos? ¿Que haré? ¿Ya que me resta
Después que en Silvia cuanto tuve perdido?
¿Como he de reparar con un recuerdo
La perdida mayor y mas funesta?
Esta imagen, amable y dulce idea
Que hoy me recrea
Sera mañana
Furia tirana
Que me destroce
Mientras no goce
Del bello original que vi primero,
Del bello original que solo quiero.

¡Ay! Siga el llanto, lo que yo no puedo
Al dolor cedo
De mi partida
Y si la vida
Pierdo en el llanto
Por dolor tanto
Tu Silvia, Silvia, con amor sincero
Acuérdate de mi, que por ti muero.





Elegía I

¿Por qué a verte volví, Silvia querida?
¡Ay Triste! ¿Para qué? ¡Para trocarse
Mi dolor en más triste despedida!

Quiere en mi mal mi suerte deleitarse;
Me presenta más dulce el bien que pierdo:
¡Ay! ¡Bien que va tan pronto a disiparse!

¡Oh, memoria infeliz! ¡Triste recuerdo!
Te vi... ¡Que gloria! Pero, ¡dura pena!
Ya sufro el daño de que no hice acuerdo.

Mi amor ansioso, mi fatal cadena,
A ti me trajo con influjo fuerte.
Dije: "Ya soy feliz, mi dicha es plena".

Pero, ¡ay! de ti me arranca cruda suerte;
Este mi gran dolor, este es mi duelo;
En verte busqué vida y hallo muerte.

Mejor hubiera sido que este cielo
No volviera a mirar y sólo el llanto
Fuese en mi ausencia todo mi consuelo.

Cerca del ancho mar, ya mi quebranto
En lágrimas deshizo el triste pecho;
Ya pené, ya gemí, ya lloré tanto...

¿Para qué, pues, por verme satisfecho
Vine a hacer más agudos mis dolores
Y a herir de nuevo el corazón deshecho?

De mi ciego deseo los ardores
Volcánicos crecieron, de manera
Que víctima soy ya de sus furores.

¡Encumbradas montañas! ¿Quién me diera
La dicha de que al lado de mi dueño,
Cual vosotras inmóvil, subsistiera?

¡Triste de mí! Torrentes, con mal ceño
Romped todos los pasos de la tierra,
¡Piadosas acabad mi ansioso empeño!

Acaba, bravo mar, tu fuerte guerra;
Isla sin puerto vuelve las ciudades;
Y en una sola a mí con Silvia encierra.

¡Favor tinieblas, vientos, tempestades!
Pero vil globo, profanado suelo,
¿Es imposible que de mí te apiades?

¡Silvia! Silvia, tú, dime ¿a quién apelo?
No puede ser cruel quien todo cría:
Pongamos nuestras quejas en el cielo.

El sólo queda en tan horrible día.
Único asilo nuestro en tal tormento.
El sólo nos miró sin tiranía.

Si es necesario que fatal momento
Llegue... ¡Piadoso Cielo! en mi partida
Benigno mitigad mi sentimiento.

Lloro... No puedo más... Silvia querida,
Déjame que en torrentes de amargura
Saque del pecho mío el alma herida.

El negro luto de la noche oscura
Sea en mi llanto en solo compañero,
Ya que no resta más a mi ternura.

Tú, Cielo Santo, que mi amor sincero
Miras y mi dolor, dame esperanza
De que veré otra vez el bien que quiero.

En sola tu piedad tiene confianza
Mi perseguido amor... Silvia amorosa,
El Cielo nuestras dichas afianza.

Lloro, sí, pero mi alma así llorosa,
Unida a ti con plácida cadena,
En la dulce esperanza se reposa,
Y ya presiente el fin de nuestra pena.





Elegía II

¡Oh dolor! ¿Cómo, cómo tan distante
De mi querida Silvia aquí me veo?
¿Cómo he perdido todo en un instante?

Perdí en Silvia mi dicha y mi recreo;
Consentí en ello ¡ciego desvarío...!
Consentí contra todo mi deseo.

Y ved, aquí conozco el yerro mío,
Ya cuando repararlo no es posible,
Y es fuerza sufra mi dolor impío.

Así el nuevo piloto al mar terrible
Se arroja sin saber lo que le espera,
Y ármase luego la tormenta horrible.

Es negra noche envuelta ya la esfera,
Pierde el valor, el rumbo y el acierto;
Y a todos lados ve la parca fiera.

Pero al fin él verá su ansiado puerto,
O acabaránse pronto sus tormentos;
Bien presto ha de mirarse libre o muerto.

Y aun en medio del mar ¿qué sentimientos
Puede tener cuando en luchar se emplea
Contra las fuertes ondas y los vientos?

Sólo yo... Yo he perdido hasta la idea
De un débil esperar: no hallo consuelo...
¿Ay Silvia... No es posible que te vea!

Ni morir pronto espero; ni mi anhelo
Puede agitarme tanto, que ocupada
No sufra mi alma el peso de su duelo.

En una calma triste y desastrada,
Fijos tengo los ojos en mi pena,
Sin lograr más que verla duplicada.

En derredor de mí tan sólo suena
El eco de los míseros gemidos
Con que mi triste pecho al aire llena.

Sólo el dolor por todos mis sentidos
Entra hasta el corazón: todo es quebranto
Que el alma abate en golpes repetidos.

¡Ay Silvia! Si a lo menos tú, mi llanto
Pudieras atender y mis sollozos...
¡Ah! mi acerbo dolor no fuera tanto.

Silvia, Silvia, os dijiera: "Ojos hermosos,
mirad mi situación, ved mi tormento",
Y al instante, mirándome piadosos.
Desvanecieran todo el mal que siento.
Acabadas por ti mis aflicciones,
A tu piedad deudor de mi contento.

Corriera ardiendo a ti: mis expresiones
Fueran dulce llorar... ¡Con qué ternura
Te estrechara...! ¡Ay! ¡Funestas ilusiones!

No, Silvia, no: la pena, la amargura
Es todo lo que encuentra mi deseo:
Cuando alcanzo a mirar es noche oscura.





Elegía III

¿PORQUE SE AFLIGE, SI LA NOCHE LLEGA...?

¿Por que se aflige, si la noche llega,
El infelice que perdió el camino,
Cuando en el campo para tomar senda
No halla vestigio?

Al dulce sueño puede abandonarse;
Que alla la aurora con hermoso brillo,
Cuando despierte le dará las huellas
Que hubo perdido.

¿Por que se asusta triste el navegante
Cuando rompiéndose el profundo abismo
Baten los vientos y encrespadas olas
A su navío?

Tiempo sereno sigue a la tormenta;
Queda una tabla si creció el peligro;
O al fin perecen corazón y sustos
A un tiempo mismo.

¿Por que lamenta preso el delincuente,
Si entre cadenas y pesados grillos
la muerte espera, como pena justa
De su delito?

Ser justa pena puede consolare
Aun la injusticia puede ser su asilo
Porque mil veces la maldad protegen
Jueces inicuos.

Ser justa pena puede consolarle;
Aun la injusticia puede ser su asilo,
Porque mil veces la maldad protegen
Jueces inicuos.

Para mi solo son las aflicciones;
Para mi el susto y el llorar continuo.
Porque en mi solo todos los trabajos
Se han reunido.

Yo perdí a Silvia, sin que rayar pueda
Aurora alguna que a los ojos míos
Muestre su rostro, con la expresión dulce
De su cariño.

Yo perdí a Silvia , y en su dura ausencia
De mil recelos me hallo combatido;
Mas que a la Parca temo de su efecto
Cualquier desvió.

Yo perdí a Silvia por injustas tramas
Que me formaron viles enemigos,
Sin que algo impuro procurase nunca
Mi afecto fino.

Mas que en ser libre me gozaba en verme
Esclavo suyo, de amor cautivo;
Y el verme lejos de pasión tan dulce
Es mi martirio.

Salir no puedo de esta horrible cárcel;
Aquí me matan bárbaros caprichos:
mas no me matan, que para mas pena
Infeliz vivo.

Yo perdí a Silvia ¿Que mayor tormento?
Toda mi dicha fue su amble hechizo;
Y en ella sola todo con su ausencia,
Todo he perdido.

¡Ay Silvia miá! ¿Que mayor tormento?
Toda mi dicha fue su amable hechizo;
Y en ella sola, todo con su ausencia,
Todo he perdido.

¡Ay Silvia miá Yo perdí tu vista;
Ya es llorar solo todo mi destino;
Sin que en mi llanto quede mas consuelo
Que el llanto mismo.




Elegía IV

Mustio ciprés que viste
Crecer mi amor seguro
Y en cuyo viejo tronco
Escribí: "Silvia, ya mi pecho es tuyo".

Y Tú, claro arroyuelo,
Cuyo dulce murmullo
Acompañó sus voces
Al ofrecerme su corazón puro.

Oídme, ya no puedo
Callar el mal que sufro;
Ya Silvia en ira ardiendo,
Apagar quiere cuanto amor me tuvo.

Y obstinada porfía
Que le he sido perjuro;
Ya rabia y me aborrece,
Y su rabia y su enojo son injustos.

Volved por mí vosotros,
Decid si jamás hubo
Amor que como el mío
Fuera sincero, perdurable y puro.

Decidle cuántas veces
Mirasteis que confuso
Aquí llorar me hacían
Mis amores, mis ansias y mis sustos.

Decidle cuántas veces
Con ardor importuno
Quiso encender Melisa
La llama que apagué viendo su orgullo.

Y cómo yo leyendo
Estos rasgos profundos
Que grabó mi cariño,
Repetí: "Silvia, ya mi pecho es tuyo".

Decidle cuántas veces
Otro primor del gusto,
Otra pastora bella,
Con mil caricias quiso hacerme suya.

Y cómo yo, volviendo
A este tronco robusto,
Para huir el peligro
Leía: "Silvia, ya mi pecho es tuyo".

Decidle que no olvide
Que aunque con rigor crudo
Mi terrible destino
Lejos de ella tenerme propuso.

Yo abandoné mi suerte,
Y a ella con veloz curso
Volví, porque mi afecto
No padeciese menoscabo alguno.

Decídle que aun viendo
Los dolores agudos
Que me ha causado hoy mismo,
Protesto ante vosotros que soy suyo.

Haced así que vea
Que su rigor no es justo;
Que yo siempre la quiero;
Que el olvidarme infiel, es un perjurio.

Y si a pesar de todo
Sigue su rigor duro,
Decidle que me mata;
Que mata al que ella con su amor sostuvo.

Porque ¿cómo viviera
Sin su amoroso arrullo
Mi pecho, siempre amante,
Que en su pecho tiempo ha su nido puso?

¡Ay Silvia! Si me matas,
Si haces hoy este insulto
A un amor que no es digno
Sino de amor eterno, firme y puro.

Moriré, mas mi cuerpo
Haré que en negro luto
Sepulten mis amigos
En este sitio lóbrego y oscuro.

Para que cuando pases
Por este suelo inculto,
Que oyó tantas promesas
De ser firme a mi amor el amor tuyo.

Mi pálido cadáver
Desde el frío sepulcro
Haga temblar tus huesos
Diciendo: "¡Eres cruel!" Su eco profundo.





A la libertad

Oda II.


Por fin libre y seguro
Puedo cantar. Rompióse el duro freno,
Descubriré mi seno
Y con lenguaje puro
Mostrará la verdad que en él se anida,
Mi libertad civil bien entendida.

Oíd: cese ya el llanto;
Levantad esos rostros abatidos,
Esclavos oprimidos,
Indios que con espanto
Del cielo y de la tierra sin consuelo,
Cautivos habéis sido en vuestro suelo.

Oíd: patriotas sabios,
Cuyas luces doblaban el tormento
De mirar al talento
Lleno siempre de agravios;
Cuando debiera ser director justo
Y apoyo y esplendor del trono augusto.

Oye, mundo ilustrado,
Que viste con escándalo a este mundo
En tesoros fecundos
A ti sacrificado,
Y recogiendo el oro americano,
Te burlaste del preso y del tirano.

Despotismo severo,
Horribles siglos, noche tenebrosa;
Huid. La India llorosa,
El sabio despreciado, el orbe entero,
Sepan que expiró el mal y que hemos dado
El primero paso al bien tan suspirado.

Compatriotas queridos,
Oíd también amigos europeos,
Que en opuestos deseos
Nos visteis divididos,
Oíd: acabe ya la antigua guerra,
Amor más que tesoros da esta Tierra.

Días ha que a la Iberia
Del empíreo bajó de luz rodeada
La libertad amada,
A extinguir la miseria
Que en nuestro patrio suelo desdichado
Por tres siglos había dominado.

Casi hasta el firmamento
Levantádose había el despotismo,
Y los pies del coloso en el abismo
Tenían su cimiento,
Pero, ¿de qué ha servido?
De hacer con su caída mayor ruido.

Pisóle en la cabeza
La santa libertad: se ha desplomado,
Se estremeció la Tierra y espantado
Volvió a ver su fiereza
Todo hombre; pero ve que ya no es nada
Su estatua inmensa en polvo disipada.

Vieron más los mortales:
El cetro que arrancado al Rey había,
La libertad lo dio a la Nación mía:
“Acabad vuestros males,
Resistid al tirano”,
Dijo la Diosa con acento humano.

Sonó en toda la Esfera
Voz tan dulce: los Polos retumbaron;
El eco derramaron
Sobre la Tierra entera,
Y la América toda en el momento
Saltó llena de gozo y de contento.

¿Pero quién ejercita
Este poder? ¿En dónde se comienza
A formar la obra inmensa
Del remedio, que incita
Esta voz celestial? Así decía:
Y empezó mi País desde aquel día.

Ya todo se previene
Para el día inmortal; mas del Averno
En enemigo eterno
Del hombre, el Error viene,
Arrastrando consigo hacia la Tierra
La discordia feroz, la cruda guerra.

Sobre este monte inmenso
Que a la ciudad domina, se ha sentado;
Sobre ella ha vomitado
Un humo negro y denso;
A todos dejó ciegos la negrura;
¡Cuanto horror presentó su noche oscura!

“Siempre seré oprimido...”
Pensó el indio infeliz dentro del pecho;
Bajo su pobre techo
De su triste familia circuido,
Lloro sobre sus hijos su quebranto,
Y la esposa dobló su amargo llanto.

“Triunfe allá la ignorancia”
Dijo el sabio sentado en su retiro,
“Si olvidado me miro,
Si falta vigilancia
Sobre la ilustración, ¿por qué me muevo?,
Así fue siempre; no es defecto nuevo”.

“Huyamos”, grita “huyamos”,
Tímido y aterrado el europeo;
“Jurar mi ruina veo,
O diestros elijamos
A quienes con justicia y con prudencia
Muden a favor nuestro la sentencia”.

“¿Qué hacéis? ¡Qué! ¿No mirasteis
Qué pacíficos somos, generosos,
Amantes obsequioso?
Decid ¿donde observasteis
El furo que teméis? ¿O equivocados
De nuestro amor huis precipitados?”

Así dijo el patricio,
Y su voz escuchó la providencia.
Su invisible presencia
Disipó el negro vicio,
Y cuando el Pueblo unido reclamaba,
Ella los electores señalaba.

¿Pero calmó con esto
El temor, la aflicción, las desconfianza?
Cobró nueva esperanza,
Nuevo aliento funesto
El Error; y su empeño redoblando,
La discordia a los hombres fue turbando.

Volvió el indio a su pena;
El sabio hollado a su misantropía;
Y el de la Iberia creía
Que la grave cadena
De las manos del noble americano
Pasaría a ligar su fuerte mano.

Mas ¡qué! La Paz risueña
Juró que no; saliendo del Congreso,
Voló por la ciudad y a su regreso
En publicar se empeña
Que nada se recele, que ha extirpado
La cruel discordia de su Pueblo amado.

Volvió el Congreso luego;
Pues se dejó sentir su breve ausencia:
Con su afable presencia
Apagó pronto el fuego.
¿Cuándo han de pensar todos igualmente?
¿Ni dónde un mal cesó tan prontamente?

En tanto que asistían
La Paz y la Virtud al cuerpo sabio,
A su triunfo o a su agravio
Suspensas atendían,
Pisando cada una en su montaña,
Minerva, India y España.

Yo lo vi: en la del medio
Minerva se paró; a su diestro lado
Mayta estuvo rodeado
De indios, que su remedio
Esperaban, así como el hispano
Esperó Iberia en la siniestra mano.

Ya Febo se apartaba
Cansado de aguardar, hacia el poniente;
Mas suena de repente
La voz que se deseaba:
“El indio, el sabio de la unión amante,
Os han de gobernar en adelante”.

¡Eco plausible! ¡Viva!
“Viva, sí; la elección que nos conserva”;
Mayta, Iberia y Minerva
Con voz dulce y activa
Clamaron; y los Incas sepultados
Saltaron de su tumba alborozados.

Los sabios se alentaron;
Quedó el hispano en la ciudad seguro
Y los que “país oscuro”
A mi suelo llamaron,
Mirándole en prodigio tan fecundo:
“Ahora sí es, dijeron, Nuevo Mundo”.

Por el volcán terrible
Se sumergió el error avergonzado
De la mortal discordia acompañado.
¡Oh día el más plausible!
¡Oh Arequipa! Teatro afortunado
De una acción en que tanto se ha logrado!

¡Oh sabios magistrados!
Jamás cantar sobre nuestros loores,
Pero ¿qué más honores
Qué himnos más bellos, más proporcionados
Que el general placer, con que mil veces
Se felicita el pueblo por sus jueces?

Compatriotas amados
Que en ultramar la luz primera visteis;
¿Esto es lo que temisteis?
¿Pensasteis ¡qué engañados!
Que un pecho Americano
Sería vengativo, cruel, tirano?

No hay tal. Fue nuestro anhelo
Este sólo: que al justo magistrado
Ya por sí penetrado
De amor al Patrio suelo,
Le urgiesen a ser fiel en cada punto
Deudos, padres, hijo, esposa, todo junto.

Así será y gozosos
Diremos: es mi Patria el globo entero;
Hermano soy del indio y del ibero;
Y los hombre famosos
Que no rigen, son padres generales
Que harán triunfar a todos sus males.





A la soledad

Oda III.


Oh Soledad amable,
Donde vive el sosiego
Que el hombre en otras partes busca en vano,
Su deseo insaciable
Aviva el mundo, y luego
Niega lo que ofrecía: ¡Infiel tirano!
Sólo aquí el pecho humano
Se engaña felizmente;
Le asusta del retiro la apariencia,
Mas viene a la experiencia
Y encuentra paz y gusto solamente.
¡Qué tranquilo se goza
Cuando en su dulce centro se reposa!

Como fieros lebreles
De su amo al pie tendidos
Yacen al pie del alma las pasiones
Ya no alzan las infieles
Ruidosos alaridos:
Cesaron sus funestas conmociones.
Con serias reflexiones,
Su grandeza eminente
Vuelve a tomar el hombre envilecido;
Conoce que ha nacido
A ser amigo del Omnipotente,
Y que su amistad tierna
Durará más que el mundo, será eterna.

Si viniera aquí un sabio,
Lleno de ciencia impía,
Mudará pronto su engañado juicio;
Y de su mismo labio
Todo el mundo oiría
Que hay inmortalidad y un Dios propicio.
El castigo del vicio
Hace que temerosa,
Huyendo de su Autor busque la nada,
Un alma abandonada;
Pero venga a esta casa silenciosa,
Y Verá cuánto precia
De ser benigno el Dios de nuestra Iglesia.

Como si el que ha caído
A manos de un contrario
Con cerrarse los ojos, escapase;
Se cree guarecido
El hombre temerario
Cuando de sus miserias caso no hace.
Jamás oír le place
Al que su bien procura
Y teme huir del mal que se le espera;
Pero si aquí viniera
Conociera y sanar su locura;
Con paz, con alegría,
Desengaño y remedio encontraría.

Oí al dulce Batilo
Cantar el campo hermoso,
Hierbas y flores, fuentes y ganados.
Allá busqué mi asilo
Pero me fue engañoso.
No se calmaron todos mi cuidados;
Aquí estaban cerrados
Los bienes que buscaba;
Sólo aquí es mi deseo satisfecho,
Y abismado mi pecho,
Comienza a contar dichas y no acaba.
Venid, venid amigos,
Y de esto y mucho más seréis testigos.





El asno cornudo

Fábula V.

Un asno desesperado
Por su carga y sus fatigas,
Llevó al Padre de los Dioses
Uu memorial que decía :
« Es un dolor, Señor Jove
Que solo de mí se diga
« El asno, el asno... un buen bruto:
Tiene paciencia » ; y me aflijan
Con carga y palos, por verme
Falto de armas ofensivas.
Por cierto que con los toros
Otro tanto no se haría:
¡ Que digo toros ! un perro,
Aun la más triste hormiguilla
Tiene armas; y por solo esto
Con respeto se le mira.
Solo yo soy el objeto
De la crueldad y la risa :
Con un par de cuernecillos,
Todo se remediaría. »
Júpiter se los concede ;
Pero, Señor, ¡ qué averías !
Bruto á quien hace un cariño,
Fijo se queda sin tripa.
Aun él queriendo rascarse,
Se rompió media barriga;
Y claro está, él nunca lo hizo
Por matador y suicida,
Sino porque tuvo cuernos
Y el manejo no sabía.
Catástrofe semejante
Me hizo decir, no es mentira,
Ya que Dios ha dado al pueblo
Voto y fuerza la precisa,
Que le den los literatos
Unas cuantas leccioncitas.






La ballena y el lobo

Fábula VI

Mirando con desprecio a cuantos peces
pueblan el ancho mar, una ballena
decía a boca llena:
“todo esto es pitijaya; en dos reveses
arrollaría estos bichos si quisiera
y me los tragaría en un instante.

Si el mentado elefante viviera,
me tragara también al elefante;
pues, bien visto si ensancho mi garguero
soy capaz de tragarme al mundo entero”.

Tantas baladronadas
a todo pez tenían ya mohino,
hasta que un lobo callandito vino
por entre las oladas;
observó que la grande tragadora
apenas anchovetas engullía,
y a todos avisó que la Señora
con toda su armazón nada valía.

Fabio, cuanta a tu amigo este pasaje;
dile que a nadie ultraje
exagerando su sin par talento;
no vaya a ser que un lobo halle sus tretas,
y nos haga saber en un momento
que no puede tragar sino anchovetas.





No nació la mujer para querida

No nació la mujer para querida,
por esquiva, por falsa y por mudable;
y porque es bella, débil, miserable,
no nació para ser aborrecida.

No nació para verse sometida
porque tiene carácter indomable;
y pues prudencia en ella nunca es dable
no nació para ser obedecida.

Porque es flaca no puede ser soltera,
porque es infiel no puede ser casada,
por mudable no es fácil que bien quiera.

Si no es, pues, para amar o ser amada,
sola o casada, súbdita o primera,
la mujer no ha nacido para nada.






Yaraví

IX.

¿Con que al fin habeis tomado
La fatal resolucion
De abandonarme?
¿Al rigor de tus crueldades
Al tormento más atroz
Quieres matarme?

Habeis, pues, firmado al fin
La sentencia de mi muerte,
Dueño tirano;
Y yo tendré que beber
El veneno que tus manos
Me han preparado!

Venga el tósigo fatal
Y acabe con mi existencia
Tan miserable
Has logrado ya tu intento,
Pues me ves yerto cadáver,
Y sin aliento.

Cubre, pues, mi amante cuerpo
Con la gala que le es propia
Á aquel que ha muerto;
Pero, cruel, téme á mi sombra
Que con voz horrenda y triste
Siempre te nombra.




Yaraví

VI.

Sin ver tus ojos
Mandas que viva
Mi pecho triste;
Pero el no verte
Y tener vida
Es imposible.

Las largas horas
Que sin tí paso
Son insufribles,
Vivo violento,
Nada me gusta,
Todo me aflige.

El sol me envía
Para alegrarme
Luz apecible;
Mas si no trae
Tu imágen bella,
¿De qué me sirve?

En mi retiro
Aguardo sólo
Hasta que viste
De negro luto
El orbe entero
La noche horrible.

Miéntras los astros
Van silenciosos
Al mar á hundirse,
Yo revolviendo
Estoy las penas
Que el pecho oprimen.

En mi desvelo
Mi amor y pena
Suelo decirte:
Pero estas lejos,
No oyes mi llanto.
Ni por mí gimes.

Por largas horas
Mi amarga queja
Mi alma repite,
Hasta que el Cielo
Para mal mío
De luz se viste.

Entónces veo
Ser todavía
Más infelice,
Porque el desahogo
Que me dá el llanto
La luz me impide.

¡ Ay ! Así vivo
Dando á mi pena
Giros terribles;
Y así muriera
Si eterna fuese
La ausencia triste,

Hacer tú puedes
¡ Ay vida mía !
Que yo respire,
Amando fina
Á quien tan solo
De tu amor vive.









ANTONIO OTERO GARCÍA-TORNEL [12.311]

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Antonio Otero García-Tornel

Escritor español (Barcelona, 1952). Cursó estudios de derecho. Fue uno de los padres fundadores de Ajo Blanco. Cercano a Carlos Barral, desempeñó varios trabajos relacionados con el mundo del libro. Vivió siete años en Venezuela. Ganó en el País Vasco, lugar en el que ahora reside, el primer premio del VI Certamen Geoda de Narrativa (1991). Ha publicado artículos y poemas en revistas de España y América. Ejerce de columnista en el suplemento cultural de un periódico de Bilbao.




SIN ÁNIMO

¿Por qué no puedo ser pragmática, corriente?
Sylvia Plath


No habrá tarde pulida, paso cómodo
el equilibrio
                     nunca
perfección de unos días vislumbrados
en tumbonas de teca o en la nieve.
Y no habrá claridad sin lastre
humor agudo en villa con estatuas
soltura de vocablos
frente a un viento atiplado e impreciso
ni firmeza —esos lentos ademanes
de la fuerza interior—
sino vergüenza muda y más afrentas
que apuntan al orgullo
la vida que se parte
                                  y el sentido
de lo que no se puede reparar.

Aflorarán recuerdos obstinados
del faux pas, cierto hervor de antipatías
mejor conocimiento
de lo que es ser vencido, aniquilado
para gran regocijo de rivales
bajo una compasión de estrellas frías.






MIENTRAS COBRAS ALIENTO

Donde hay mucha sabiduría, hay mucha pena, y quien
añade ciencia, añade dolor.
Eclesiastés


Mientras cobras aliento y ves la piel marchita,
ojeras en un cuarto cerrado con pestillo,
después de recibir ya todas las noticias
con el determinismo sombrío acostumbrado
y en la luctuosa tarde vuelves a preguntarte
qué sabio sedimento la vida te ha dejado,
qué poso la lectura de Svevo o Leopardi,
los otros, sin pasado,
                                    con sólo tres palabras
compiten en el juego de la seducción, compran
mansiones excesivas, navegan con aplomo,
se ríen con el dálmata o con los sucesores
que calculan los días restantes, suspirando
por mirar desde arriba y por mover los hilos.





LOS POSTIGOS CERRADOS

Cuando atardece siempre necesitamos a alguien.
Scott Fitzgerald


Nada puede turbar
la muerte del momento
salvo un eco de pasos fatalista
o el latido de aquel que se ha quedado.

No hay luz en las ventanas
porque se fueron todos los compinches
sin una lagrimita,
con crujidos de grava que escocían.

Se acabaron las bromas:
vuelve el tiempo sin hojas, macilento,
el orden solitario.

Rechinan las ideas.
Igual que en un sinnúmero de ocasos
la vieja sensación de realidad
atenaza sus huesos.

Lo sabe: ahí continuará, enquistado
como un error que no se reconoce
hasta que le abandone incluso el aire
y una labor baldía se deshaga.







NEGRO SOBRE NEGRO

Hay un fracaso en cada intención.
Anne Michaels


Lo peor es que no parezca cierta
la cifra del desorden o el sosiego
perdido sobre podio indeclinable,
el precio del afecto a criaturas
propensas a extraviarse en trampantojos;
que parezca simpleza innecesaria
la imagen de sujeto desahuciado,
como hijastro de Dios que no se libra
de ningún topetazo contra lienzo,
que parezcan superfluos los matices
que sugieren ardor de envenenado
por un millón de esperas tortuosas
y resbale sobre una piel de esfinge
todo nombre que quiera recrear
incursiones al fondo del oprobio
que dejan, repetidas, sin vigor.

Lo peor es que sea tan difícil
mostrar la hondura de lo humano en ti.







FÓRMULA DE DESPEDIDA

To die and know it.
R. Lowell


Desistir, despedirse de la rosa,
la mejilla fragante y el jersey,
bajar por fin los brazos,
dejar de estar en guardia.

Notar que se transforman las perfidias
que no pudieron reducirse a pulpa
en un murmullo casi indiferente;
que se apaga la sed,
los ojos no gravitan hacia estrofas,
luciérnagas o muslos:
los imanes carecen de poder.

No buscar ya el hilo
para tirar de él y poner orden
en la madeja gruesa, nunca más.

Despedirse de llaves imperfectas,
de un augusto final, el concertante
que llenó de volátil alegría
agujeros de angustia.

Abandonar guirnaldas navideñas,
el arcano presente, la esperanza
del todo agusanada
y que se aproxime Átropos contenta
para traer la afasia del final.













GIGIA TALARICO [12.312]

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GIGIA TALARICO 

(1953)
Gigia Talarico (Luisa), nació en Santiago de Chile, en el mes de junio de 1953, pero radica desde hace muchos años en Santa Cruz, Bolivia, país que considera la adoptó y donde tiene su vida y sus afectos.
Se licenció en Artes Plásticas en Paris Vlll, luego estudió literatura en Frescati, Estocolmo. Finalmente, cursó una Maestría en Educación Universitaria del Framinham State Collage, U.S.A. Después de sus estudios se instala en Santa Cruz de la Sierra, donde publica su primer libro en el año 1987, desde entonces, trabaja como profesora de arte y de educación. Actualmente, desde el año 2006, es parte de Arte Poética e Integración, responsable de encuentros y eventos literarios Ha sido jurado en incontables concursos de narrativa y de poesía, Municipales y de otras instituciones, y ha participado en muchos encuentros y seminarios nacionales e internacionales. 

Entre 1995 y 1996 publicó poesía y cuentos en diversos diarios y revistas, así como también artículos sobre educación, arte y literatura  durante los años1987  a 1994; (Revista Reflejos, Página Unisex,  revista Extra de El Deber, ). Entre 1994 y 1999, apareció en varias antologías infantiles nacionales, para mencionar algunas, Cuentos a la sombra del tajibo (Santillana1999), Cuentos de mi país, Cuentos del Corre ve y Dile, etc. y fue incluida en El Catálogo Internacional de Literatura infantil y en el libro Existencias Insurrectas (Mujeres en la Cultura Boliviana), en 1997.

Los comentarios sobre su obra son muchos y algunos se , se pueden leer en su página web  www.gigiatalarico.net

Premios
En 1996 obtuvo una Mención de Honor en el concurso Cathedra, Argentina.

Ganó el Concursos Nacional de la Reforma Educativa en categoría 6-8 años con Analía - Tigre (1998).

Libros

Poesía: Comiendo estrellas (1987); Ángeles de fuego (2001).
Novela: La sonrisa cortada (2008).
Cuento: El caracol gigante (1991); Los tres deseos (1993); Un puñado de sueños (1999).



Sobreviviente

Esta noche 
la muerte y el amor 
festejan mi locura 
en una cita. 
No saben 
que ya he resucitado 
y que navego las aguas 
olorosas y oscuras 
de su reino”.





SILENCIO

Su cuerpo
es un mosaico
de recuerdos
     todos ellos
ocultos
bajo la piel
dorada del silencio





DIFÍCIL

Se me hace difícil
recoger mis huesos
esta noche
     calzar esta armadura
construida quizás
     con hilos
de otras vidas
y cristales de tiempo

Se me hace difícil
las miles de facetas
     y el fulgor engañoso
del olvido en invierno

Se me hace difícil
     la frenética
marcha de Bacante
     sin la isla perdida
de tu cuerpo







INSTANTE

Anoche tuve un sueño
en el que alguien
me soñaba

Era yo un instante
fugaz y colorido
     suspendido
en el tiempo

Soy acaso
     el mágico momento
de algún otro
     un instante
aleteando
como un colibrí
sobre la efímera
flor amarilla
de la vida?






TESTIGO

Hay momentos
en que el instante
me posee
     frenético de amor
entera me desarma
     y mi boca extraviada
repite el garabato
de mis dedos

Sólo el papel
     es testigo tenaz
de tanta
fugacidad exacerbada
     y arrulla las palabras





ESPEJO

De allende la
distancia
vino una sombra
con agua gris
de espejo

Efímera visita
traspasa
los cristales
y escapa como brisa

Su vaho deja escrito
un verso fugaz
en el silencio
asesino de la noche

Un amor se desploma
moribundo
y sobre la imagen
borrosa de su vida
caen las gotas
rojas del poema





breve selección de su libro Púrpura:


Marginal

Intentar
el arte del olvido
buscar un orificio
en la frontera gris
del tiempo y del ahogo

Traspasar el tejido
reptar
desde esta hilacha
pendiente de la nada
alcanzar otra vez
el margen
el mágico reducto
de los sueños perdidos




Naufragio

Hay una sombra azul
atrapada en mis noches
quizá un antiguo amor
o un ángel sin morada

Cuando mi lecho
naufraga en la penumbra
en ese mar distante
de mi alcoba
esa imagen de añil
etérea y extraviada
me abraza y me rescata

Entonces
soy húmedo
capricho de algún dios
hasta llegar el alba






Mortal

Siguiendo una huella
humana y peregrina
yo simple mortal
vago sin rumbo
perdida entre las ruinas
del tiempo

Deambulo entre fantasmas
buscando la línea frágil
donde mueren las causas
el lugar invisible
donde reina el olvido





Prisioneros

El ruido del silencio
y los sentidos
la luz de tus pupilas
mi zozobra
caricia desmedida
que al instante
nos hizo prisioneros

Prisioneros de amor
y nuestro carcelero
todo vestido de púrpura
con boca de diamantes
se ríe de nosotros





RAFAEL CARVAJAL [12.330]

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Rafael Carvajal 

(1818-1881)
Nació cerca de Ibarra, ciudad norteña del Ecuador, en una finca del solar de la familia. Vinculada a la nobleza de su provincia, recibió educación tan esmerada como lo permitían las circunstancias de época tan azarosa.
Sobre esta base pudo desplegar sus claros talentos, llegando pronto como estadista a ocupar las posiciones más altas. Fue desde los bancos de la universidad amigo constante de García Moreno, a quien secundó eficazmente en el poder, que le ayudó a conquistar con sacrificio del patrimonio de la familia, siendo en adelante su más asiduo e importante colaborador.
Fue poeta de ocasión, cuando la soledad del ostracismo o el vacío angustioso de la decepción le ponían la lira en las manos. (Luce un lenguaje puro y versificación suelta y elegante, y, en veces, dones satíricos notorios que determinaron graves alternativas en su carrera política).
Colaboró en El Nacional con prosa de combate y en El Iris con poemas satíricos o sentimentales en que daba desahogo a sus más íntimos impulsos. Selecciones de sus poesías aparecieron sucesivamente en La Lira Ecuatoriana de Molestina, en el Parnaso Ecuatoriano de Gallegos Naranjo y en La Nueva Lira de Echeverría.
Nada nuevo aportó la antología académica de 1892; en todo caso, estas selecciones no parecen haberse hecho con el mejor gusto. Un cuaderno de versos de más de cien páginas, si no de su puño y letra, corregido por él, ha llegado mutilado y destrozado a la biblioteca del Instituto de Humanidades Clásicas que el colegio de jesuitas de Cotocollao viene formando con meritoria diligencia. Pero siquiera una tercera parte ha sido cercenada y otra tercera parte está casi destruida. Sin embargo, nos ha proporcionado algunas composiciones inéditas, que damos a conocer, y nos ha permitido corregir el texto de las ya publicadas.
El juicio más discreto sobre Carvajal como hombre de estado, pertenece al concienzudo historiador de García Moreno, don Luis Robalino Dávila, quien lo formula así: «El respeto a la administración pública...; el convencimiento de que sólo personas hondamente enraizadas en la tierra natal y pertenecientes a familias honorables -la familia es el pronóstico del destino, afirmó Lamartine- pueden trabajar tesonera y limpiamente por el bien común; hicieron que García Moreno echase siempre mano, para colaboradores suyos en puestos de confianza, de personas consideradas y de claros antecedentes en el medio en que vivían. Y aún antes de 1860, sin alarde alguno de gobierno aristocrático, se había adoptado esta norma. Quedaron para mucho más tarde las improvisaciones».
«Al tomar posesión por vez primera del solio -continúa- García Moreno nombró el 2 de abril de 1861, Ministro de lo Interior y Relaciones Exteriores al doctor don Rafael Carvajal... descendiente quizás de don Antonio Carvajal, uno de los primeros regidores de Ibarra a raíz de su fundación... Fueron compañeros de estudio en la universidad y los dos se recibieron   -61-   de abogados el mismo día. Su amistad era, pues, muy antigua... En el gobierno provisorio García Moreno distinguió mucho a su colega Carvajal. Fue indudable que, sea por cierta afinidad de carácter, sea por estrecha compenetración de ideas y sentimientos... Carvajal fue el colaborador ideal para García Moreno, quien lo llevó a todos los honores: Diputado, Ministro de Estado, Vicepresidente de la República, Presidente de la Convención de 1869. Ministro después, hasta 1875, de la Corte Suprema de Justicia. Muerto García Moreno, Carvajal combatió a Veintemilla, que le desterró; murió en Lima en 1877, a los 59 años»18.


  Selecciones


Himno a la libertad

(De El Sueño de un proscrito)


Abajo «Salve, salve, deidad peregrina,
por los déspotas siempre ultrajada;
otra vez por un Dios rescatada
más hermosa te vemos brillar».

    Eres siempre aquel astro que brilla 5
de los pueblos mostrando el destino;
eres sol que fecunda el camino
de ventura, de gloria y de paz;
eres soplo de Dios con que al hombre
del cobarde letargo despierta; 10
eres ángel que vela en la puerta
de ese templo de gloria inmortal.

«Salve, salve, etc.».

   Hoy el pueblo conoce dichoso
el influjo que debes al cielo, 15
hoy desgarras propicia ese velo
que en tinieblas hundió la ciudad:
hoy el hijo le debe a su padre
que gimió largo tiempo expatriado,
hoy el hijo por ti rescatado 20
de la madre en los brazos está.

«Salve, salve, etc.».

    Hoy enjuga la esposa su llanto
y el esposo en tranquila bonanza
hoy bendice la dicha que alcanza 25
respirando feliz en su hogar:
hoy los brazos extiende el amigo
al amigo que vio en desventura,
y se estrechan en dulce ternura
invocándote, santa deidad. 30

«Salve, salve, etc.».

    Hoy despueblas las crudas montañas,
los desiertos y el suelo extranjero
que escucharon el ¡ay! lastimero
del proscrito que vieron vagar. 35
   Salve, salve, deidad peregrina,
sin piedad tanto tiempo ultrajada,
no separes, por Dios, tu mirada,
que es un rayo de luz celestial.

«Salve, salve, etc.». 40

   En tu nombre hemos visto elevarse
al cobarde, al traidor, al infame;
en tu nombre hubo monstruo que llame
sus crueldades, virtud, libertad;
en tu nombre al genízaro altivo, 45
por la voz de su jefe azuzado,
hemos visto blandir descarado
tinto en sangre el agudo puñal.

«Salve, salve, etc.».

    En tu nombre también al ministro 50
del Señor hemos visto injuriado,
y proscrito y cruelmente ultrajado,
porque fue de virtud ejemplar,
¡oh, qué horror! la beldad en tu nombre
en oscuras mazmorras gemía; 55
¡oh, qué horror! los insultos sufría
del esbirro sacrílego audaz.

«Salve, salve, etc.».

    En tu nombre el traidor halló premios,
en tu nombre medró el asesino, 60
en tu nombre un salvaje beduino
holló leyes, honor y moral;
mas, cual astro que siempre señala
a los pueblos su hermoso destino,
hoy nos abres propicia el camino 65
de ventura, de gloria y de paz.

«Salve, salve, etc.».


IV

    Abrí con asombro los ojos y el día
hirió mis pupilas, hirió el corazón;
y, al ver la mentira del sueño, sentía 70
roer mis entrañas amarga impresión;

   Amarga cual nunca probara mi pecho
sentí en ese instante de eterno pesar,
al verme proscrito y en mísero lecho
buscando con ansia mi patria, mi hogar. 75

   ¡Ay patria querida! perdona si osada
cantando este sueño mi lira infeliz,
pintó del oprobio que sufres cuitada
el fúnebre cuadro con negro barniz:

   No tiene la culpa mi débil acento 80
si acaso tu rostro colora el rubor,
la tiene el imbécil que vive contento,
la tiene el maldito que ultraja tu flor.

   


Gratitud

(Inédito)

Oh amistad, santa, divina,
hija del cielo en la tierra,
todo bien en ti se encierra,
todo al bien por ti camina.

   Eres tesoro inefable 5
del corazón y del alma;
por ti el hombre en dulce calma
goza un placer perdurable.

   Eres imán de la vida
en este mundo enojoso 10
eres bálsamo copioso
para un alma dolorida.

    Por ti en medio de su angustia
la desgracia enjuga el llanto,
tú mitigas un quebranto 15
cuando está afligida y mustia.

   Por ti la orfandad llorosa
halla una mano propicia,
que dulcemente acaricia
su existencia lastimosa: 20

    Por ti el infeliz cuitado,
en los días de amargura,
halla solaz y ventura
de sus penas olvidado.

   Eres destello divino 25
que a la razón encamina,
y benéfico ilumina
la oscuridad del destino.

   Eres fuente saludable
de ternísima fruición, 30
y contra la vil pasión
santo muro inexpugnable.

   Amistad ¡oh don precioso!
de la vida hermoso faro,
por donde voy te reparo 35
y te acato silencioso.

    Por ti mi respeto crece
en esta mansión propicia,
do bienhechora caricia
tu dulce sombra me ofrece. 40

   Aquí libre de la injuria
de injustos perseguidores,
no pruebo los sinsabores
de su maldecida furia:

   Tranquilamente respiro 45
sin que el alma desconfíe:
todo aquí en paz me sonríe,
y aquí por nada suspiro.

   ¡Silencio!... Mi patria gime
llena de oprobio y cautiva: 50
¡No habrá quietud mientras viva
el tirano que la oprime!




Un recuerdo
A mi madre

(Inédito)

I am all alone in my chamber now
And the midnight hour is near
[...]
And over my soul in its solitude
Sweet feelings of sadness glide.
Chalmers.              



I

Mi rostro juvenil sombreando apenas,
      el bozo aparecía,
       ¡ay! entonces sentía
      ¡sí! cuando sonreía
correr mis horas de contento llenas. 5

Jamás la pena ni el dolor mi pecho
      habían lacerado;
      tranquilo, sosegado
de mí mismo vivía satisfecho.

Con risa placentera la inocencia, 10
      cual diosa de mi aurora
      velaba protectora
con su manto mi plácida existencia.

Encanto y seducción siempre ofrecían
      mis ocios regalados 15
       y, libres de cuidados,
con dulcísimos goces me adormían.

Las caricias y tiernas emociones
       de mi madre querida
      me daban nueva vida 20
de hermosas y variadas ilusiones.

Grato era el resplandor del claro día:
      al asomar la aurora
       alegre y seductora
la tarde cada vez me parecía. 25

Grato era el murmurar, del arroyuelo,
      y musical y suave
       el canto con que el ave
la luz miraba que le enviaba el cielo.

Magnífico era ver del sol dorado 30
      el majestuoso paso
      allá en su lindo ocaso
de nubes juguetonas circundado.

Radiante de fulgor aparecías
      ¡tú siempre clara luna! 35
      Jamás me fue importuna
la inspiradora luz que me ofrecías.

Tranquilo era mi sueño ¡qué contento
      al despertar mostraba
      feliz, cuando escuchaba 40
del eco maternal el dulce acento!

¡Cuan plácida del alba relucía
       y la luz encantadora!
      Y música sonora
el ruido matinal me parecía. 45

Mi faz siempre risueña; complacida
      mi mente se extasiaba
      y al mundo contemplaba
cual Edén lleno de placer y vida.


II

    Mas, dime madre querida 50
¿por qué esos tiempos volaron,
por qué tan pronto llegaron
las horas de padecer?

    ¡Ay! para mí desdichado
todo cambió en un instante: 55
ráfaga de aire inconstante
fue para mi alma el placer.

   Como esa luz engañosa
que cruza en la noche oscura,
dejando en pos la pavura 60
de más densa oscuridad,
pasaron esos instantes
y vino en pos del tormento:
ilusión fue mi contento
y el dolor fue realidad. 65

   Dime, madre idolatrada,
¿cuando meciste mi cuna
no vertió lágrima alguna
tu maternal compasión?
¡Ah! sí, lloraste al mirarme 70
profundamente dormido,
cuando un présago gemido
exhaló mi corazón.

    Lloraste, sí, madre mía,
y una lágrima piadosa, 75
surcando tu faz hermosa,
pudo a mi seno venir:
guárdola yo desde entonces,
como reliquia del cielo,
como lágrima de duelo 80
que mostró mi porvenir.

    Dulce consuelo buscaste,
al despertarme propicia,
con esa tierna caricia
que tu cariño me dio; 85
y al mirar que te pagaba
con mi sonrisa inocente,
a tus faldas ledamente
tu ternura me llevó.

    Pero curar no pudiste 90
tu sentimiento profundo
al verme ya de este mundo
en el terrible huracán;
y, apresándome en tu seno,
una vez y otra exclamaste: 95
«¡Hijo mío!» y me besaste
con afectuoso ademán.

    ¡Ah! cuanta razón tuviste
desde entonces, madre mía;
tu cariño predecía 100
de mi vida el amargor;
y quien sabe si allá dentro
de tu pecho condolido,
encontraste en mi gemido
un presagio de dolor. 105

    Si entonces adivinado
hubieras con tu ternura
cuan aciaga desventura
me ofrecía el porvenir,

con razón, madre querida, 110
conjurando al hado impío
dijeras: «¡Ay hijo mío,
más te valiera morir».


III

    Ya mi noche lastimera
la mitad de su carrera 115
      terminando,
en este enojoso mundo
todo en silencio profundo
      va dejando:

    y en melancólica calma, 120
acá en el fondo del alma
      congojosa,
entre el ¡ay! del infelice
oigo una voz que me dice
      misteriosa: 125

   tanto crimen inhumano
tanta sacrílega mano
       no te asombre;
que en verdad, del hombre, os digo,
el más pérfido enemigo 130
       es el hombre.

   ¿Ves el sueño deleitoso
con que el señor poderoso
      se regala?
Es la imagen de otro sueño 135
que al esclavo con el dueño
      pronto iguala.

    No hay entonces desventura
y termina la amargura
       de esta vida: 140
sólo allá vive la calma,
esa dulce paz del alma,
      tan querida.

    Los placeres halagüeños
son quiméricos ensueños, 145
      son mentira,
con que el alma fascinada,
cuanto más vive engañada,
      más suspira.

    Este mismo sueño breve 150
que el hombre a gozar se atreve
      es delirio,
es tregua de las pasiones
a esta vida de ilusiones
      y martirio. 155

    Todo duerme, hasta el malvado,
de sus crímenes pagado,
       ¡quién creyera!
duerme sin ver preparada
pendiente sobre él la espada 160
      justiciera.

    Sólo la madre amorosa,
de sus hijos cuidadosa,
      yace en vela;
y a su afecto reverente 165
es, de la vida inocente,
      centinela.

    ¿Qué del hombre sucediera,
si a su lado no tuviera
       en la infancia, 170
de una madre el dulce anhelo,
sus caricias, su consuelo,
       su constancia?


IV

    Mas no, que también velando
en su triste soledad, 175
con el alma dolorida
un hijo infeliz está;

    y en medio de la amargura
de su mísera aflicción
al suspirar por su madre 180
calma un tanto su dolor.

    ¡Ay! suspiro, que en mi pecho
el amor hizo nacer,
parte veloz, ahora mismo,
adonde mi alma se fue; 185

    y dile a mi dulce madre,
ocultando tu aflicción,
que eres consuelo en su ausencia,
que eres prenda de su amor.

    Y dile, si acaso llora, 190
proscrito al verme infeliz,
por Dios, que enjugue su llanto,
que no lo vierta por mí.

   Tal vez sus lágrimas pías,
agravando su pesar 195
haranme víctima triste
de inconsolable orfandad.

    Que ella es la luz de mis ojos,
el remedio en mi dolor,
el sostén de mi esperanza, 200
la vida del corazón.

    Que guarde su tierno llanto
para otro cercano mal...
¡Quizá las puertas se me abren
de la inmensa eternidad! 205

    Que una lágrima en mi tumba
debo a sus ojos pedir;
pero esa lágrima sólo
por el tiempo que viví.

   Entre tanto, madre mía, 210
calme el cielo tu aflicción,
recordando que padezco
por mi patria y por mi honor.

   Todo harán mis enemigos
con la fuerza y su maldad; 215
pero no impedir que te ame,
eso no, jamás podrán:

    Y a que conozcas te envío
desde extranjera mansión
«Un recuerdo», a tu memoria 220
y a tus caricias, mi amor.

    


A una poetisa

Ni el dulce murmurar del arroyuelo
que se desliza con variado encanto,
ni el triste arrullo con que eleva al cielo
la tórtola afligida su quebranto,
ni al descorrer el misterioso velo 5
natura ufana con su rico manto,
me ofrecieron jamás ese consuelo
que ofrecen las dulzuras de tu canto.

    Canta feliz, de un cielo bonancible
hija privilegiada, que tu lira 10
te muestra hermosa cuanto más sensible.
¡Por Dios! canta, otra vez y el alma inspira
de un triste trovador que en su amargura
halla en tus versos celestial ternura.

 



Una esperanza

¿Cómo queda, no ves, querida esposa,
la blanca helena19 que, a tu lado crece,
cuando el riego le falta que le ofrece
tu mano, cada vez más cariñosa?

   Inclínase marchita y congojosa 5
al blando soplo que sus hojas mece,
sus pétalos desgreña, y desparece
del verde tallo que adornó graciosa.

   De pena igual tu ausencia lastimera
me llena el corazón y triste, mustia, 10
mi faz se muestra de dolor transida,

    ¡Ay! morir cual la flor también debiera,
y si vivo, sólo es porque en mi angustia
la esperanza de verte me da vida.

  

  

Impresión a la vista del mar

Infeliz y entregado al torbellino
de tristes pensamientos viome el cielo,
sin patria, sin amigos, sin consuelo
y postrado al rigor de mi destino.

   Vagando, como suele, de contino, 5
quien la copa bebió de la amargura,
mi vista se extendió por la llanura,
que no tiene ni huella ni camino.

    ¡Era el mar! y su aspecto majestuoso
largo tiempo detúvome absorbido 10
en éxtasis profundo, misterioso.

    ¡Era el mar! que agitado por los vientos
mi suerte retrataba enfurecido
o, en su calma, mis tristes pensamientos.



A Dios

(En el cumpleaños de mi padre)

(Inédito)

Verba mea auribus percipe, Domine, intellige clamorem meum.

Salmo 5              

Señor, por todas partes mi espíritu te encuentra,
armado de justicia, vestido de poder;
y cuando más se extiende mi vista, se concentra
en mi alma el sentimiento de tu indecible ser.

   Te miro en el espacio azul del firmamento 5
midiendo con tu vista la inmensa eternidad,
de fúlgidas estrellas un trono por asiento
y el sol allá en tu diestra vertiendo claridad.

    Te miro en esas nubes que llevan encrespadas
de manto ennegrecido cubierto de capuz, 10
cuando rugiendo cruzan el éter inflamadas
privándome que mire tu bienhechora luz.

    El hórrido estampido que cruza el firmamento,
cuando iracunda viene la negra tempestad,
y el ronco rebramido con que se rasga el viento 15
me anuncian con su estruendo tu regia majestad.

    Te miro en las nevadas pirámides que al cielo
su cúspide levantan con mágico esplendor,
magníficos santuarios que diste a mi suelo
para que rindan culto los Andes a su Autor. 20

   Señor, por donde quiera se vienen a mi mente
también de tus bondades ideas en tropel,
y a cada instante mi alma conoce reverente
las glorias del imperio que codició Luzbel.

   Empero más sublime te muestras y glorioso, 25
admiro enternecido tu santa majestad
cuando de alianza el arco te anuncia misterioso
cual ese Dios inmenso de paz y de bondad.

   ¡Señor, yo te contemplo! Mi voz agradecida
te eleva esta plegaria al son de mi laúd, 30
porque te ve guardando la religiosa vida
del hombre a quien inspira tu soplo de virtud.

    Ya no del temor santo que inspiras en el mundo
despiertas en mi mente la grande admiración;
un sentimiento sólo de gratitud profundo, 35
de amor y de esperanza penetra el corazón.

   Señor, agradecido mi espíritu te adora,
tu grande providencia conozco y tu bondad,
inmensos beneficios tu mano me atesora
guardando de mi Padre la vida tu piedad. 40

    Si un día dar quisistes a mi alma el sentimiento
de este favor divino que llena el corazón,
justo es que agradecido te rinda el pensamiento
en homenaje humilde sincera adoración.

    Concede, Dios, que el aura de tan preciosa vida, 45
cual suele aquí las flores tu céfiro mecer,
en calma, en dulce calma, del tiempo la corrida
modere, refrescando benéfica tu ser.


    Protege ¡oh Dios! sus días, cual padre bondadoso
y un himno de alabanza mi voz entonará, 50
y el arpa del Profeta con eco misterioso
¡Hosanna! allá en los cielos también repetirá.

  




La musa mensajera

(Fragmento)


¡Qué...! ¿no hay más que sufrir y estar callado?
Me buscan, pues me doy por encontrado.


    ¿Y qué, te ríes al verte
transformada en un momento
en una Venus hermosa
capaz de quitarme el sueño?

   Pues bien, mi musa, recibe
los afanes de mi afecto;
pero aguarda, que te falta
lo principal estoy viendo.

    Sabes bien que la hermosura
sin un interior perfecto
hizo decir a la zorra:
«Hermosa es, pero, sin seso».

   Tal vez te dirá lo mismo
en vez de zorra algún cuervo,
o el cabro saltaventanas
de un fabulista moderno20.

    Te dirán, y con justicia
en estos benditos tiempos,
en que las prendas del alma
se venden a cualquier precio,

   que en tus labios la mentira,
y la codicia en tu seno
sean el norte seguro
de tu conducta y tus hechos.

   La traición oculta siempre
puedes llevar sin recelo,
que en el día las traiciones
dan fortuna y buen aprecio.

   Y si quieres tener algo
de lo que honor llama el necio,
un paseo en los cuarteles
te brindará mil ejemplos21.

    De amistad fingirás siempre
los más nobles sentimientos,
y sacrifica a tu amigo
si se atraviese un empleo.

   Jamás te cortes las uñas,
ni pongas ley a tus dedos,
y ante las aras de Caco
quema siempre mucho incienso.

   Sean tu arma favorita
la calumnia y los enredos;
nunca enfrenen tus pasiones
condición, edad ni sexo.

    Tus deseos jamás midas22
por vergüenza o por respeto,
que para ser buen ministro
es político precepto.

    La virtud llama quimera
y al vicio quémale incienso23;
de religión y moral
habla poco y con desprecio;

   y sólo cuando pretendas
asegurar tus intentos,
fingirás que las defiendes,
pues ser hipócrita es bueno24.

   A tu rencor, rienda suelta;
como sabia, a nadie el puesto;
charla siempre con descaro
de libertad y progreso.

   Enemiga del trabajo,
vivirás sólo de empleos,
que ya te doy cualidades
muy aparentes para esto.

    Y aunque enciendas diez mil guerras,
y hagas víctimas sin cuento,
¡adelante! nada mires,
que son recelillos necios.

    Y si algún joven incauto
llama vicios tus portentos,
salta y chilla, y di que es godo,
que es enemigo del pueblo;

   arma contra él la calumnia,
persecuciones, destierros;
y, si es posible, el puñal
ponga a sus labios silencio.

    Hé, mi musa, ya estás lista,
nada te falta; completos
tienes muy lindos adornos
para el alma y para el cuerpo.

   Ora deja esos harapos
que están sin lustre y son viejos;
que si no andas a la moda
te mirarán con desprecio.

   Ponte el moño de escritora,
de política los crespos,
de patriotismo el afeite,
la mantilla de progreso.

   Unas pulseras de renta
y aretes de palaciego,
con gargantilla de charla,
te vendrán a muy buen tiempo.

   De liberal el penacho
te adornará con esmero,
y el prendedor de dos caras
con brillos de amor al pueblo.

   ¡Ah! no dejes esos guantes
de torna-propio lo ajeno,
ni la basquiña de astucias,
ni el sobre-todo de empleo.

   Oye, pues, y no te pares,
que me interesa en extremo
llegue pronto este mensaje
a donde partirás luego.

    Y aunque vayas charlatana,
no importa, que buen concepto
quiero ganar de poeta
mas que murmuren los necios.

   ¡Fácil cosa! tu lenguaje
altisonante, indigesto,
con galicismos y ripios
te dará de bardo el premio.

   Y trocando las palabras
a cosas del pensamiento,
los discursos rimbombantes
harán mágico tu acento.

   Pero, musa, ¿todavía
me muestras tus descontentos,
después que te he regalado
con cuanto he visto y no tengo?

    ¿Y tiemblas? ¿Tal vez te ha dado
de salir algún recelo,
porque a mía sobre tuya
al cuartel irán los presos?25

   No, mi musa, no receles,
a fe mía te confieso:
pinti-parada roquista26
te verán hasta los tuertos.

   Puedes salir bien confiada
de que te guardan respeto,
mucho más cuando ya tienes
de socialista los fueros.

    Si encuentras un artesano
que viva en paz y sosiego,
demostrando en su trabajo
sus honrados sentimientos,

   Ocultando cuanto llevas
hazte patriota en extremo,
y fíngete con astucia
defensora de los pueblos;

    de sociedad habla mucho,
de medallas y de premios,
y con mentidas arengas
pon en sus manos el cielo.

   Nada importa su miseria
con la guerra y los impuestos;
nada importa, que padezca;
dile tú que esto es progreso.

    No importa que tus promesas
le engañen hasta el extremo,
como a costa de su ruina
asegures un empleo.

   Seduce, engaña, porfía,
edúcale con tu ejemplo,
que será feliz la patria
con tan felices modelos.

   Entonces sí, ya no temas
de algún roquista el encuentro27;
vete pronto y muy altiva
le dirás... Pero ¡qué veo!

   ¡Musa, colérica tiemblas
y brotan tus ojos fuego,
pálida quedas y mustia,
de color cambias y gesto!

   ¡Amenazantes miradas
me diriges, y en el suelo
dando una fuerte patada28,
desaliñas tus cabellos!

    ¡Crujen tus dientes... los labios
te remuerdes, y al momento
separas de mí la vista
y la diriges al cielo!

    ¿Del rubio dios la venganza
buscas, acaso, y su ceño,
o de Júpiter tonante
los vengadores estruendos?

    ¿Lloras también... y ademanes
haces ya de alzar tu vuelo...?
No, musa: ¡perdón mil veces!
Perdón... ¡Perdón! te comprendo:

   Ultrajada te contemplas
con razón, en estos versos,
porque he querido vestirte
con las galas de estos tiempos.

    Pero no, musa, detente29;
ya de veras me arrepiento:
conoce que fue una burla
y un ligero pasatiempo.

   Acabe tu justo enojo
y vuelve a tu pobre arreo,
despójate de esas galas
dejando todo a sus dueños;

   que yo, sencilla y honrada,
con tu carácter ingenuo,
te necesito, aunque sufras
la rabia de los perversos.








JOSÉ GUTIÉRREZ ROMÁN [12.350]

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José Gutiérrez Román


José Gutiérrez Román (Burgos, 1977) es un poeta y narrador español en lengua castellana, ganador en 2010 del Premio Adonáis de poesía. Es licenciado en Pedagogía por la Universidad de Burgos. Algunos de sus poemas y cuentos están recogidos en diversas revistas como El Extramundi y los papeles de Iria Flavia, Calamar, Fábula, Luzdegás o Entelequia. Desarrolla la crítica literaria en La tormenta en un vaso. Ha sido becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores para la ampliación de estudios artísticos en la Academia de España en Roma. Participó como poeta emergente en Cosmopoética 2008. Su obra aparece en diversos recuentos y antologías de la poesía reciente.

Obra

Obra poética

Horarios de ausencia (2001).
Alguien dijo tu nombre (2005).
Los pies del horizonte (2011).

Obra narrativa

La vida en inglés. Burgos: Los duelistas, 2008. Libro de cuentos en los que muestra influencias de la literatura de Roberto Bolaño.2
El equilibrio de los flamencos. Valladolid: Junta de Castilla y León, 2006.

Antologías

Roma aún es Roma/Roma ancora è Roma. Roma: Real Academia de España, 2007.
Jóvenes poetas españoles. Antólogo: Ricardo Venegas. La Jornada Semanal nº 622, 4 de febrero de 2007.
Aquí llama primera del XXI. Cuadernos de Poesía Telira, 2004.
Poesía joven de España: México: revista Mala Vida, 2003.
Con voz propia II. Poetas de Burgos. Burgos: Dossoles-Caja de Burgos, 2003.
Feria del libre. Editor: José Luis Charcán. Burgos: Instituto Municipal de Cultura, 2002

Galardones

Premio Letras jóvenes de Castilla y León 2000
Premio Letras jóvenes de Castilla y León 2004
Premio Letras jóvenes de Castilla y León 2005








ÚLTIMA VISIÓN

Sigo los pasos de la tarde,
mas sé que nunca
podré alcanzarla.
La distancia que media
entre unos ojos y el confín
es la misma que separa
la realidad y el deseo,
luz y materia,
el ser y la nada.

Es el paisaje íntimo de un hombre
quien se encarna en la fugaz lejanía
de cada atardecer,
y no hay camino ni barco posible
que nos lleve tras los velos del mañana.

Sólo nos queda entonces
la paz del sueño
y, en crepúsculos de amor imposible,
besar las huellas
que dejan sobre el mar
los pies del horizonte.






Fernando Pessoa, en la víspera de no partir nunca.

Todos los trenes del mundo recorren mis venas, 
pero sé que jamás saldré de aquí.
Todos los barcos del mundo surcan mis pupilas,
mas nunca volveré a tomar ninguno.

¿Para qué he de viajar?
¿Acaso hay algún medio de transporte
que me conduzca hasta mí?
En esta tierra de acreditados navegantes 
ni siquiera yo sería capaz de dar vida
a un personaje que llegara
hasta las costas de mi ser.

Todo trayecto provoca un malestar extraño
semejante a la conciencia de estar vivo,
pues alejarse de la rutina es alejarse
del no pensar y recobrar el pulso.
Pero ¿para qué quiero yo saber que estoy vivo?
¿Acaso por eso voy a estarlo más?
No, la vida es la misma aquí o allí,
sólo el dolor varía.

Porque mudar de lugar es mudar de piel,
y, entre cambio, deja el dolor su mella 
al quedar el alma desprotegida.

A menudo me acerco hasta la estación del Rossio
y, sin que los viajeros se den cuenta,
me infiltro en su equipaje.
Al igual que siempre fue mejor
pensar tonterías que hacerlas,
yo no hago viajes: yo pienso viajes.
Y así, mientras los pasajeros sudan 
intentando subir sus maletas al vagón, 
yo he llegado ya a París sin moverme del banco
en el que estoy sentado.

Eso es todo, nada más hay en mi vida.

Soy un sedentario sediento de horizontes lejanos.
Mas sé que mi destino es ahogarme de sed 
aquí,
en Lisboa.

Los pies del horizonte. Premio Adonáis 2010. Rialp





Nocturno abisal

Viejas lámparas que el mar lloraba cada noche,
viejas como olas que estrellan su corazón
contra las rocas, viejas como las miradas
que atraviesan la noche en busca de una puerta.

¿Recuerdas?
Sólo teníamos aquellas lámparas que el mar
apagaba con sus lágrimas.
Jamás pudimos calmar su desconsuelo.
Por eso, desde entonces, vivimos a oscuras
en este solitario fondo de barcos hundidos.

¿Recuerdas?
Yo soy ese ahogado que te abraza.






Actos de fe

Nos engañaríamos si no nos mintiésemos,
si no diéramos paseos con el mismo afán
con el que un hombre da la vuelta al mundo,
si no llegáramos a ver
tras la gris muralla de la rutina
los diáfanos templos que se yerguen en el mar
y tuviéramos que reconocer
que todo es simplemente tal y como parece.
Qué pobre representación
sería entonces nuestra vida
sin esa suerte de imaginarios decorados
que nos regala un paisaje, el amor, un libro,
sin esa infinita piedad
de saber que la vida esconde
imperios de luz detrás de las sombras,
como habita, agazapada bajo el canto triste,
la profunda semilla de lo alegre.
No está en los mapas







El amor forja sus propias ciudades.

Ciudad de puentes
que tendieron nuestras manos
para que el amor pudiera cruzar
cuando el amor fue un pasajero.

Corazones casi en penumbra,
y allí la avenida donde siempre nos perdemos
para encontrarnos,
donde siempre nos encontramos
para perdernos.
Carreteras que cruzan cuerpo y alma
en dirección prohibida
mientras duerme la vida su sueño
de mariposa.

Ciudad secreta que fundaron
nuestras miradas en el mar de la multitud.
Ciudad callada
que no nos atrevemos a nombrar
por temor a que no exista.







Investigación privada

¿Por qué calle andarán
ahora mis pasos? ¿Quién estará
besando
              mis labios en aquella copa
con la que brindé contigo y por ti?
¿Quién, al amanecer,
escuchará los pájaros
desde el mismo colchón
en que yo los oí por vez primera?
Y, ya traspasado por la luz, ¿quién abrirá
la ventana para abrazar un rumor de patio
con olor a pasteles y vida recién hecha?
Avanza la noche, una noche
ya lejana de aquel azul intenso,
y, sin embargo, no puedo dejar
de preguntarme qué será
de aquella vida mía
que para siempre quedó en Lisboa.





SENDERO 

Te nombro. 
Conjugo unos sonidos 
que invocan tu presencia. 
Sin estar, has venido, 
y sin marcharte, desapareces. 
Es sólo un instante, 
casi humo de lenguaje, 
como si un dedo tuyo cerrase mis labios 
apenas te digo. 
Algo de ti queda anclado 
en el aire que sigo respirando. 
Algo de mi voz se enreda entre tus sílabas. 
Ningún enigma encierra un hecho tan trivial, 
lo sé, pero no por ello perece el prodigio 
de que un solo nombre, el tuyo, sea capaz 
de reconciliarme hoy con la palabra, 
con el deseo de pronunciarte a solas, 
feliz de haber hallado 
en ese conjunto de letras ordenadas 
el sendero que me lleve hacia ti. 






ANTONIO HERNÁNDEZ RAMÍREZ [12.351]

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Antonio Hernández Ramírez

Nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en 1943. Estudió Ciencias de la Educación. Como periodista tiene más de dos mil artículos publicados. Ha escrito treinta y seis libros de ensayo, poesía y narrativa que han sido publicados en distintas editoriales. Sus libros se han traducido al árabe, catalán, portugués, francés e italiano y sus piezas sueltas a otros ocho idiomas más. Gran premio del Centenario del Círculo de Bellas Artes, que recibe de manos de S.M. El Rey de España. Premio Nacional de la Crítica. Premio Andalucía de Novela y Valencia de Letras. Otros premios: Rafael Alberti, Jorge Guillén, Miguel Hernández, Leonor de Soria, Tiflos, Despeñaperros, Gil de Biedma, José María Lacalle, Vicente Alexandre… en poesía, y José María Pemán y Manuel Alcántara de artículos periodísticos.

Sus dos últimas novelas Sangrefría (Premio Andalucía) y Vestida de Novia fueron proclamadas como las mejores del año por el programa de Televisión Española Negro sobre Blanco. Ha dado conferencias por cuatro continentes y en la actualidad es objeto de cursos de doctorado en diversas universidades americanas, como la de Athens en Georgia y Nuevo México o la de Mar del Plata en Argentina.

Es popular del diario Pueblo. Socio de honor del Club Bilaketa y de la Casa de Guadalajara o del Centro de Estudios Antonio Machado de Buenos Aires. En 1999 el Ayuntamiento de Arcos de la Frontera le nombró por unanimidad Hijo Predilecto de la ciudad. En 2005 llegó a la última votación del premio de “Las Letras Españolas” que concede a la obra de toda una vida el Ministerio de Cultura. La casa de la juventud de su pueblo lleva su nombre.
En los últimos cinco años ha formado parte de los premios Nacionales de Ensayo, Historia, Narrativa, Letras Españolas, Traducción, y a la Mejor Difusión Cultural. Es jurado fijo, entre otros, de los premios Rafael Morales, José Hierro, Alfons el Magnanim, Castilla La Mancha de relatos y de poesía, Andalucía de la Crítica (Narración y Poesía), Valencia de la Crítica, Castilla y León de Poesía, Aljabibe, Antonio Gala… Presidente de Honor de la Asociación Andaluza de Críticos y Escritores es miembro de las directivas de CEDRO y de la ACE, a cuya Comisión Permanente pertenece.



PRESENCIA CRUEL

Cuando digo “las cosas que no tengo”…
no me refiero a las que tuve,
a las que me rozaron me refiero,
a esa promesa que incumplió la vida,
a la caricia que sufrió mi piel
por no sentirla. Al beso que no di.
Al amor que no tuve y aún no ha caducado.
A lo que me acompaña hacia la muerte
como una sombra de otro cuerpo.

Del libro A palo seco





Insurgencias (Poesía 1965-2007)

Calambur, 2010




La dueña de la casa, que era vil y engreída, 
me acarició la mano y me sentí embebido. 
Asco que nunca puse en mí cara, por dentro 
me destronó los huesos, su cal y levadura. 
Vomité penitente hasta mi primer gozo 
y mi primer amor se hizo mi enemigo. 
No sé con qué pesar ni con cuanta presteza 
me restregué la mano hasta sentirla mía. 
Pero la araña urdió su tela sin renuncia 
con técnicas distintas rodeó mi descuido 
y una mañana nueva mi boca era canalla 
y pegada a la suya fue limbo el muladar.





Recomponiendo la desgarradura 
natural en que el hombre se aprieta, 
se ha de bailar como una burla al aire, 
como una respuesta sus moléculas, 
de incógnita insistencia escrutadora. 
Destronar el fantasma con el gesto 
de elevar la sorpresa entre lo sórdido. 








Los padres de mis padres, los abuelos 
de sus tatarabuelos, los lejanos 
ancestros de mi sangre conocían 
por sus nombres los vientos y los astros. 
Su forma de expresarse era oración, 
Dios estaba en las palmas de sus manos
se iba pareciendo a la esperanza 
si la espiga granaba. Ante el milagro, 
porque cunda el misterio por su rastro, 
encendían fogatas, se abrazaban, 
al quererse se hacían sobrehumanos. 
No sé de quienes hablo, pero digo 
de mí cuando en espíritu me entablo, 
cuando en este silencio nemoroso 
miro el cielo magándose, cuajado 
de lenguas que proyectan unos signos, 
una conversación de antepasados 
tal si en ellas viviera la costumbre 
de quienes largamente las miraron. 
Cuando el hombre era hombre, celebraba 
las cosechas, se amaba. Y en sus ratos
libres miraba el cielo, sus señales, 
pensativo. 
Y a Dios daba reinado.









AH, DEL CASTILLO

Se ahogó la princesa,
y el príncipe.
Se hundieron las mesnadas,
sucumbieron
pendones y caballos
cuando la ola se llevó el castillo
que construí en la arena
de Cádiz, siendo niño.

Pero quedó el juglar.

Indumentaria, 1986.






Aquella tarde caminamos...

Aquella tarde caminamos
muchas cosas de Dios. Llovía
en el monte lejano y yo pensaba
que nuestra tierra seca
debiera estar por dentro
igual que mis mejillas
cuando tus ojos lloran.
¡Qué deseo de amar! En la tarde
todo estaba dispuesto. El aire
para ofrecerse a todos, el sol
para probarnos la impaciencia
tus ojos tristes para recordar
que hay fe... De pronto
nos miramos y...
te fui besando. Nos




ESCALOFRÍO
                                                                               (A mi nieto)
Jazmín, ruiseñor y fuente.
La plaza de Santa Marta.
La Giralda desde el arco
chico del Patio Banderas.
Saber que no existe Dios
mas se hace el encontradizo.
Dar gracias por esa luna
narcisista por el río.
Sin soñar, ser sueño aparte.
Y joven contra natura:
que no importe haberlo sido.
Por La Palmera gritar:
"¡Viva el Betis manque pierda!"




ANDALUCÍA 

Me quedé en ella porque era hermosa
y necesitaba su alegría. Nunca
se puede ocultar al corazón
lo que han visto los ojos. Nunca
la alegría del canto. (Repetidamente)
fui viviendo en sus cosas y aprendí…

por los ríos, el amor; por un pájaro,
el desvelo de la paz; por las nubes ligeras,
la forma de evitarme algún recuerdo.

Todo estaba limpio por sus tierras
Hasta los pobres, en vez de dolor,
de una seguridad insuficiente hablaban.
Hasta los jornaleros, en vez de justicia,
resignación decían. Era un modo
de ahuyentar la tristeza. Se conformaban
con lo que les venía desde arriba,
y con un cante que nació en las raíces
de su pena y fue extendiéndose a las ramas
del mundo, como al amanecer la luz.

Cada día iba aprendiendo más: que el vivir
no es un ave que pasa, sino un pozo
que queda allí para el que necesite beber,
que el que lleva una tierra clavada en las entrañas
vale más que haber posado un continente entero,
que morir por los brazos de una madre
es la gran solución para santificarse.

Andalucía era limpia, y por eso
al renacer en ella, al darme cuenta
que no solo de fiestas se trataba
defendí su ilusión de más de mil dolores,
apoyé a la alegría cunado enmascaraba tristeza
robé a todo lo hermoso cuanto pudo mi amor.

No. No era un vino o una guitarra la escena.
Era lo que quedaba dentro de cada uno oculto,
la alegría, quizá, le costaba la sangre
a aquellas tierras de secanos cuando
un campesino alzaba como un Dios
su ronquido total, su enorme queja,
su gran desolación vestida de colores.




MARÍA MARIÑO [12.352]

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María Mariño

María Mariño Carou (Noya, 8 de junio de 1907 - Folgoso do Courel, 19 de mayo de 1967) fue una poeta española en lengua gallega. Se le dedicó el Día de las Letras Gallegas en el 2007.

De familia humilde, su padre era zapatero y su madre sastra, y con cuatro hermanos, dejó sin terminar sus estudios para dedicarse al oficio de costurera por las casas, lo que le valió pronto el ser conocida como María "a costureira".

Las personas que la conocieron la recuerdan como una mujer sensible, reservada y solitaria (aficionada a la contemplación del paisaje), y que transmitía una impresión de armonía espiritual, además de ser físicamente hermosa y elegante.

Por problemas económicos, antes del estallido de la guerra civil española, se traslada con toda su familia a Escarabote, Boiro, a la casa de una tía que trabajaba como cocinera en el Pazo de Goiáns. Durante su estancia, y gracias a la biblioteca del pazo, toma un primer contacto con la literatura escrita.

Durante la guerra civil vive en Algorta (Vizcaya), en la casa de una de sus hermanas, que se había trasladado allí tras casarse con un marinero natural del lugar. El recuerdo de la tragedia de la guerra la lleva a escribir el relato en español Los años pobres. Memoria de guerra y posguerra.

Poco antes de terminar la guerra, regresa con sus padres a Boiro. El 31 de marzo de 1939 se casa con Roberto Posse Carballido, maestro nacional, y se van a vivir al País Vasco, a Elanchove. Tienen un hijo que muere antes de cumplir los dos años.

La anomalía social de su matrimonio, ella se casa tarde y es ocho años mayor que él, conlleva cierto secretismo posterior de María acerca de su edad, lo que conllevó durante un tiempo ciertas dudas sobre su fecha de nacimiento. Añadido a esto, la descendencia de la pareja se halla también permeada de elementos de incertidumbre. Aunque la escritora siempre habló de un único hijo, los vecinos de la pareja recuerdan, sin embargo, varios hijos.

En 1946, regresan a Galicia, concretamente a la Sierra del Caurel, llevando todos sus enseres en un carro de vacas e instalándose en la casa-escuela de San Pedro de Esperante. Al morir su madre, y sin haber superado todavía la muerte del hijo, María sufre una depresión nerviosa.

Instalados finalmente en Parada de Moureda, María conoce a la familia de Uxío Novoneyra, con quien iniciará una fructífera amistad desde 1953 que le permitirá entrar en contacto con escritores como Manuel María, Domingo García-Sabell, Victoria Armesto, Agustín Sixto Seco, Augusto Assía o Ramón Piñeiro.

Hacia 1957, María Mariño empieza a escribir: primero en español y después en gallego. Edita su primer libro Palabra no Tempo en el año 1963.

La vida de la escritora es sencilla y aislada, y solo se verá alterada por una enfermedad que la empezará a afectar ya entrados los años sesenta. María Mariño murió de un colapso cardíaco como consecuencia de una leucemia el 19 de mayo de 1967; sus restos descansan en el cementerio de Romeor del Caurel.

Aspectos literarios

De difícil adscripción generacional (generación de 1922, generación del Seminario de Estudios Gallegos, generación del 36, generación de los 50...), se trata de una escritora que estuvo prácticamente oculta para la historiografía literaria gallega hasta finales de los años ochenta y que vio como su estudio se revitalizaba definitivamente con el anuncio de la dedicación del Día de las Letras Gallegas del 2007 a su persona.

Vinculada biográficamente a Uxío Novoneyra, a quien conoció en 1953 (y que sería el responsable directo delreconocimiento editorial y popular de la escritora), María Mariño es autora de dos libros: Palabra no Tempo (con poemas escritos desde 1958 y publicado en 1963 con prólogo de Ramón Otero Pedrayo) y Verba que comenza (publicado por primera vez en 1990 tras circular durante muchos años en forma mecanografiada). En 1994 se publicó una edición de sus Obras Completas.

La poesía de Mariño se caracteriza por una presencia y vivencia del paisaje gallego, y por una evidente impronta de la obra de Novoneyra (sobre todo en lo que se refiere a los modelos de la lengua oral y la literatura tradicional), Rosalía de Castro (presente en la angustia que recorre muchos de sus versos en su caso como consecuencia del avance de su enfermedad) y de la cultura popular, en general.

Temáticamente, el intimismo, frecuente en la literatura hecha por mujeres, consigue en María una altura y calidad sorprendentes. El suyo es un intimismo radical, profundo, sin concesiones, y su expresión tiene, a veces, hondura filosófica.
Ese tratamiento de la intimidad se resuelve a través de dos líneas: la relación de la poeta con el exterior y la relación con su propio interior. La importancia de la relación con el paisaje es clave en su obra, hasta el punto de llegar al entremezclamiento de su personalidad en el seno de la naturaleza, llegando hasta la anulación personal.

Formalmente, el verso de María Mariño evoluciona desde el tradicionalismo inicial (versos octosílabos, rima asonante...) al versolibrismo de sus últimos poemas (expresión formal vinculada al estado de angustia personal en que se hallaba la poeta en el momento de su escritura). Sus poemas son, habitualmente, breves y estructurados en estrofas sencillas.

Estilísticamente, María Mariño parte de la tradición oral: tiende a la distorsión sintáctica y a las formulaciones de tipo popular y oral, con tendencia a las recurrencias (anáforas, uso del apóstrofe...). Su lengua es la del habla cotidiana de las gentes del Courel.

La originalidad de María Mariño reside en el tratamiento personalísimo de la lengua popular. La poeta distorsiona la estructura lógica del idioma a través de una serie de procedimientos lingüísticos con los que consigue resultados de gran expresividad y belleza [la metábasis, la composición de palabras, el hipérbaton...].

Obra

Palabra no tempo (Palabra en el tiempo): publicado en 1963 con una tirada de 1000 ejemplares, es el único libro que María Mariño publicó en vida. Se trata de 70 poemas, escritos entre 1958 y 1963, de tipo descriptivo y autobiográficos con los que la autora muestra su vida y lo que siente respecto de la realidad.
Verba que comenza (Palabra que comienza): publicado póstumamente en 1990, es un conjunto de 27 poemas escritos entre 1966 y 1967 (aunque varios poemas más que deberían haber sido incluidos en el libro aparecerían posteriormente en diversas publicaciones). Se trata de poemas más extensos que los del libro anterior y en los que la autora usa el verso libre.
Redactadas en primera persona y envueltas en la confusión de la enfermedad, las composiciones llenas de imágenes esparcidas y de retazos oníricos, nos descubren a través de versos complejos, la figura de una voz lírica agónica y torturada.





      A MORTE

De forte ollar, amiga,
e frío que non se quenta.
Amiga, que eres de todos
e por ninguén esquecida.

Soia con teu silencio
na forza do teu poder,
un por un de cada ser
levas do fin ó comenzo,
descansar á túa fonte.
.......................
E logo de alí cansiños,
amiga, dinos pra onde?

Deixa, amiga, ós nosos pés,
fríos polo teu ver,
algo do noso sentir,
do són que ti fas fuxir,
amiga, por aquil nacer...





         28

Está caendo a folla i en min nace primaveira,
Quen entenderá este mar vello?
Como digo onte sendo hoxe?
Como farto a miña verba do nacer que xa pasou!
Como reino nas migallas onde medrei un bon día!
Como piso forte sendo branda?
Como digo si si o non está escoitando?
Quen entenderá este mar vello?
Medro, medro e non sei onde parar.
Presa xa e ceguiña no cume
lévame,
lévame ó chan a verba.

Queda hoxe o chan soio
muxindo a pegada do tempo.
Mesturadas terras peneiran, peneiran fariña,
fariña que non fai masa.
Rebélanse as ondas ós mares,
os ríos afogan a pradeira seca,
os camiños non se atopan.
Quen entenderá este mar vello?
É outono i en min nace primaveira.
Quen o entenderá?







                        

Hoxe do souto de ouro,
onte do meu recordo!

A terra dará outro fillo, ano erguido de sonos.

Comenzará a frorecer, a ofrecer e a dar.
Logo, ó verse brilar,
os seus sonos axeados
irán sin remedio morrendo, morrendo i esperanzados.

Hoxe de souto de ouro,
onte do meu recordo!

O noso outono non brila, non ten de ouro a mirada.
O noso outono soio ten o silencio da chamada...








                        26

Néboa longa en día rabelo vertía no sol.
Curábase o peito!
Medraba o pulo!

Como falas agachado inda que berra o teu
mensaxe, Señor!
Como dis dindonde ouvea o vento!
Como dis dindonde recenden os pinos
i o seu remaxe!
Como dis dindonde as carballeiras
non trocan seu son!
Como dis dindonde o marmurio do río!
FRASES TÚAS!

Dálle fala, Señor, ós niños mudos que dita o mar.






               7

Palpas os tempos.
Lambes as terras.
Trillas os días
e vas andando,
sin parar andando.
Coxeas no outono -meu arranque-.
Alóngaste no estío -miña morte-.
Á primaveira dáste,
dáste a todos que logo de ti se chaman.

Tolle o inverno o teu nome,
o teu nome -morno lume-,
o teu nome farto i esquecido,
esquecido
entre muros lentos,
entre pozas, terras-miñocas,
entre mundo de sapos
e calexas de lúa.

Farto!

O teu nome leva e dá.
Dá mareas de verbas feitas,
dá cantiga que se escoita,
dá á terra voz e fala,
dá a cada un dos tempos seu dono,
dá larganza -peito de bríos-.
Vein vindo a luz aquela que ti
encendiches e non se apaga.

Sol!







                        

Pica o canteiro pedra,
a que onte foi tecida
na erguida voz do poeta
pra verba da cantiga.

Recende a terra a Virxen.
Entre o sol vén vindo o vento.
A comida vai chegando,
a boroa sabe a trigo.
Espáiase en paz o tempo.








                        15

Quen manda na hora de hoxe?
Quen manda?
Quen manda que non a atende?
Vou buscando,
busco mañá e no atopo, busco día
e non o vexo.
Todo cala afeito.
Non atopo a pousa tarde nin sei do seu
barullo.
Quen me fala non o entende.
Señor,
dime quen me levou?
Quen me levou que me volva,
que me volva enteira de
Ti.
Herbiñas de prados frescos,
terras,
mares, mareas e cumes,
riachos de entre canellos, buscade de vós
o meu, meu soio.

Xa vexo!

Vou vendo.
Vexo día ca súa salve.
Atopei mañá -miña hora-.
Vai medindo o tempo as prantas.
Xa me din en verba aberta!
Xa me escoitan!
Xa en rendixa da noite se atui!

Xa son!






                        

Si o Outono non crebara o tempo
non se erguía en verso longo o poeta,
o trobeiro que en liña chega á meta
arrola a cume, espaia a néboa, achega o vento.

Os cantores esquecen o seu día
e dóense do que saben que lles chega.
Quece o zoco no ourizo e na nebra.
Vela o arbre a súa en lousa compañía.

Alumea o souto a esperanza soia,
a que onte viveu na súa sombra amiga,
espera hoxe o que dela quedou fóra.

Roda do carro que, entre lousa e folla,
vas trocando por mañán cantiga
atopas noite, atopas día e quedas soia!







           25               

Son a suma total
daquel que foi medindo
a pegada aquela que non digo,
pegada que soia se puxo o seu nome.
Son resta da esperanza -diferencia quedou-.
Multiplicada xa nacín,
pra que dividirme agora?

San, enteira voume indo,
san, enteira vou quedando,
o paso xa me cederon,
inda que o camiño se vira,
vaise virando en duro,
as pegadas ben se ven
vense volcar nas penas,
liman os picos dos montes,
raxan a cume i o mar,
raxan as alturas todas,
raxan a néboa,
raxan o sol,
ráxanse todas nunha,
esta cínguese
vaise cinguindo.
Terra, alma dona!
Pegada que soia
se puxo o seu nome.




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