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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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JAVIER VELAZA FRÍAS [19.204]

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JAVIER VELAZA FRÍAS

Javier Velaza (Castejón, 1963).
Poeta y Profesor Titular del Departamento de Filología Latina de la Universitat de Barcelona. Entre sus publicaciones destacan, entre otras obras, {Mar de amores y latines}, {Los arrancados}, y las antologías {De amore} y {Nacer. Poemas para una vida que empieza}. Ha sido el ganador del VIII Premio José Hierro con su obra {De un dios bisoño}. 

Javier Velaza, en fin, manifiesta en Los arrancados un dominio casi ostentoso de los ritmos, de la formulación retórica y de la construcción del poema. Su maestría narrativa, dispuesta a menudo en alejandrinos poco modernistas, se salva del manierismo al vertebrar una visión de destemplanza ('somos los arrancados') que se rebela contra los sucedáneos de la serenidad ('todo está bien, gozad, gozad, benditos, / del fragor de esta paz / -la paz de los pazguatos-'). Agonismo y fatalismo vitales fuerzan una conciliación de contrarios en poemas tan logrados como My way, que pone del revés tópicos fundantes de nuestra cultura sin que en la inversión se haya caído la poesía al suelo.




Javier Velaza en Los arrancados (Editorial Lumen, 2002).

En el caso de Javier Velaza, ganador del VIII Premio José Hierro con De un dios bisoño, nos dice Luis Izquierdo en el prólogo a este excepcional e impactante libro de poemas, sin duda una revelación en el actual panorama literario de nuestro país, su poesía responde o se enfrenta a interrogantes y a evidencias comunes, a la cotidianeidad que a todos determina. Ante el ritual de un orden cuyo imperio es el de enseñorearse de las voluntades hasta reducirlas a la llamada mayoría silenciosa, la palabra del poeta indaga en su energía latente. Está por la vida, y grita o da la alarma. Poesía, pues, entendida como interpelación e inquietud, y como apuesta por el reconocimiento del lector...Un orden de palabras con sentido es el de Los arrancados. Y su función no es otra que la de su justicia en desenmascarar la inercia ante los imponderables. Esta poesía impone y arriesga la protesta sutil e implícita de su disidencia activa. Las composiciones de nuestro autor -trabadas en el conjunto aplomado del libro- no operan en una nebulosa, sino que arraigan en situaciones.



EL SALVAVIDAS

No es inútil amarse,
finalmente.
Lo mismo que amaestrar serpientes, nos exige
técnica refinada y perder la vergüenza
de actuar frente al mundo en taparrabos.
Y unos nervios de acero.
Pero amar es oficio
saludable también: su liturgia apacigua
el ocio que enajena -como supo Catulo-
y perdió a las ciudades más felices.
Bajo la cuerda floja dispone -no pidáis
una red, porque tal no es posible- otra cuerda,
tan floja, pero última
tan inútil a veces,
bajo la cual no hay nada.
Y entreabre
ventanas que te oreen la cólera y exhiban
a tu noche otras noches diferentes, y así
sólo el amor nos salva a fin de cuentas
del peligro peor que se conoce:
ser sólo -y nada más- nosotros mismos.
Por eso,
ahora que está ya dicho todo y tengo
un sitio en el país de la blasfemia,
ahora que este dolor de hacer palabra
con el propio dolor
traspasa los umbrales
del miedo,
necesito de tu amor como analgésico;
que vengas con tus besos de morfina a sedarme,
y rodees mi talle con tus brazos
haciendo un salvavidas, para impedir que me hunda
la plomada letal de la tristeza;
que me pongas vestidos de esperanza -ya casi
no recordaba una palabra así-,
aunque me queden grandes como a un niño
la camisa más grande de su padre;
que administres mi olvido y el don de la inconsciencia;
que me albergues de mí -mi enemigo peor
y más tenaz-, que me hagas un socaire,
aunque sea mentira
-porque todos es mentira
y la tuya es piadosa-;
que me tapes los ojos
y digas ya pasó, ya pasó, ya pasó
-aunque nada se pase, porque nada se pasa-,
ya pasó,
ya pasó,
ya pasó,
ya pasó.
Y si nada nos libra de la muerte,
al menos que el amor nos salve de la vida.

* Lo mejor de mi paso por Filología Hispánica en la UB fueron sin duda las clases con Javier Velaza, de quien sólo supe mucho tiempo después que era poeta y que escribía cosas como el poema de ahí arriba. Mi examen final fue algo completamente inusual: no contesté a ni una sola de las preguntas que hacía, y terminé con un “llevo más de tres horas escribiendo sobre ya no sé ni qué, me duelen las muelas, las manos y quiero irme a mi casa ya”, y sin embargo Velaza me puso un “excelente” de nota, así que eso deja claro el tipo de personaje que es. No recomendado, eso sí, para quienes les gusta tomar apuntes y que las clases tengan un orden lógico y no estén llena de batallitas y reflexiones personales.




EL VENCIDO

Harto de la batalla, con los pies doloridos
de andar sobre un osario, se detuvo
y cayeron sus armas y los brazos
alzó.
Me rindo, dijo, ha sido suficiente,
no puedo recordar el casus belli
que me condujo aquí, hace ya mucho tiempo
que no sé dónde está nuestro enemigo.

Su cabeza rodó
                         colina
                                    abajo,

porque la vida no hace prisioneros.




El perro

Ella lloró: el amor viejo perro de lanas que nos fue fiel compañía,
amaneció hoy enfermo. Ya no se tiene en pie
y ladra de dolor bajo los álamos.

Tenemos que matarlo, él dijo, no es decente 
que sufra la agonía que le espera,
son demasiados años para un final tan cruel.

Aquella noche el perro 
se arrastró como pudo a la autopista.




El regresado

Hay puertas que no se abren 
hacia atrás.

Soy yo, he regresado, mintió.

Ella siguió llorando.

Esa mañana
iría a poner flores a su tumba.




Elegía triunfal

En el día de hoy, la guerra ha terminado
como todos los días.

Nadie pregunta cómo
cuál fuera el desenlace de las cruentas batallas
libradas casa a casa
cuerpo a cuerpo.
Nadie viene a leer con un ojo de angustia
y otro de rabia el parte de bajas; nadie aguarda
la crónica oficial que explicará por qué 
hoy perdimos de nuevo,
ni preguntará quién era el enemigo que esta vez nos pudo,
ni cuáles sus propósitos, ni cómo su estrategia,
ni qué mapa quedó para seguir mañana.

Nada importa,
porque hemos aprendido
que la derrota tiene mil caras sin reverso,
que nunca hay vencedores,
que con el alba próxima
tendremos que salir al campo a ser deshechos
un día más
igual que cada noche.

Todos perdemos siempre.
Perdemos de antemano,
no nos dejan siquiera
la ocasión de ser Pirro, de ser Cesar, o nada,
ni nos tiene clemencia.

No hay cuartel.

Sin embargo,
pudiera ser que aún no esté todo perdido.
Habría que conjurarse, acudir a la plaza
y allí
-justo en el centro-
erigir majestuoso
el Arco del Fracaso.

Habría que portar la Niké sin cabeza, ceñir todas las sienes
con ramas de ciprés
y levantar dos dedos
que dibujen al aire la uve de vencidos.
Y recorrer así una a una las calles
de la ciudad rendida, entonando himnos
tristes.

Sí.

Habrá que celebrar esa derrota,
-la única victoria que tendremos-.




CAMBIO DE SENTIDO

A Pepe Alfaro


No creo, a fin de cuentas, que sea tan difícil.
No solicito un cambio de dirección, de punto
de aplicación, tampoco que se alargue o se abrevie
el vector de la extraña magnitud que llamamos
el tiempo.
Ni que nadie modifique el azar
de sus intersecciones. O que deje de ser
un absurdo segmento enlazando dos nadas.
Con menos me conformo -he aprendido a pedirle
poca cosa a la vida-.
Que, mirándolo bien,
sería suficiente con cambiar el sentido
de esa recta, invertir su discurso y que avance
justamente al revés.
Que sea su comienzo
una aniquilación devastadora, prólogo
de un dolor que se vaya mitigando y, después,
la impotencia manchada de decepciones deje
paso a una madurez ajetreada y ciega.
Así se llegaría, descriando a los hijos,
a olvidar enseñanzas de manuales y amores,
y, después de reír la indolencia del juego,
zambullirse en el amnios inconsciente y al fin
ir mermando las células hasta desvanecerse.
Bastaría con eso y de tal modo
Lo habría hecho un dios.
No sé si lo que pido
Es posible, la física nunca ha sido mi fuerte.






DE UN DIOS BISOÑO
De un dios bisoño. Madrid; Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, 1998.

 

PREPARATIVOS

Yo pongo el aceite, si tú quieres, y el vino,
las calles de Lisboa y la mirada ambigua
para que tú la trueques en todas las señales.
Pongo también el trigo de una mala cosecha,
un puñado de diosas y algún siete de julio,
el penúltimo beso contra un amigo ausente,
la espuma de este espejo infiel a la utopía
y el perder y la sed y el ray y las coartadas.
Ah, y que no se me olviden ni la sal de la tierra,
ni un si bemol agudo de Beniamino Gigli,
ni aquellas soledades de insomnio destiladas
que te he prometido, ni el cierzo de diciembre,
ni el caballo de espadas, ni mi parte de diablo
condenada por buena a dejar los infiernos.

Luego, las otras cosas, las que explican los tránsitos
de los objetos mudos, las que nos acarician
unas veces y otras nos descuartizan vivos,
las cosas que parecen otras cosas o son,
más que poliedros, vientres preñados de espejismos,
o no, esas otras y otras y todas las demás,
sobrevendrán, maldita sea, por añadidura.

Tú abrázame tan fuerte tan fuerte como puedas,
que aquel que construyó el mundo de la nada
dejó para nosotros el trabajo difícil.

 

JAZZ-FUSION

Esta noche no hay cielo, hay una rara
mezcla de jazz y desesperaciones,
hay el difícil don de la locura
y este tacto canalla que me aboca a tu pecho
como si fuera el último reducto,
el último.
Esta noche como un reptil lascivo
se nos acostó encima y las magnolias
todas intuyen que tu queda cadencia
es un instinto de voracidad.
Por encanto en tu lóbulo se ha concentrado el mundo
y me fumo tu aliento a bocanadas
y entre tu piel y mi sudor tan sólo
media la calidez de Sarah Vaughan,
dum-dum-dumdum hágase la ósmosis
y qué más da si el humo nos anega
en el sexo recóndito del saxo,
my love just cares for me, María de Magdala
que abres mis poros al húmedo estornudo
de tu pasión enarbolándome las linfas.
Escánciame tu líquido exquisito,
copera de los dioses, meretriz de ti misma,
y yace desmayada entre mis alas
en el dintel del cielo que esta noche
se nos abrió a los dos a cal y canto.


 

CREDO (PASCAL SE IMPACIENTA)

Allá tú con tu absurda actitud de indolencia
y el pertinaz silencio que te traes entre labios.
Y allá tú si decides no menear un dedo
cuando aquí todo marcha manga por hombro y sabes
que hay ya quien dice que esto no lo arregla ni dios
y ni te inmutas; mira, después de todo puede
que sea lo más sabio o que lo hayas leído
en uno de esos libros que aquí no se publican.
O igual es que has cogido uno de aquellos bíblicos
berrinches tuyos ‒bueno, razones no te faltan‒
y quieres asustarnos como si no estuvieras
para que nos dejemos de tanta tontería
y de que si progreso, mercados de valores,
enemigos históricos y no sé qué monsergas.
O has decidido hacerte ahora el interesante,
que con la edad a todos nos da por cosas raras
y más si uno está solo, como tú, tanto tiempo.

En fin, que no me meto en donde no me llaman,
y tú sabrás lo que haces, que ya eres mayorcito.
Pero como después de esta parafernalia
de sed de eternidad y zarcitas ardiendo,
y tanto ángel sin sexo, tanto sexo sin ángel,
y luego de tanta hostia repartida en tu nombre,
de tanto uno y trino y tanto apocalipsis,
si después de este cristo ‒valga la redundancia‒
de haberlo puesto todo perdidito de cruces,
al final de los tiempos vas tú luego y no existes
te las verás conmigo, ya te lo advierto, amén.

 

NOMENCLATOR

Cada vez que bautizo tus entrañas te doy un nombre nuevo.
Te he dado a veces nombres frecuentísimos
para que tú te encarnes en todos los lugares,
cuando alguien los pronuncie como una letanía,
multiplicada contra toda ley.
Y otras veces te he dado nombres irrepetibles
que se destruyen al hacerse verbo,
en lenguas de estructura complejísima
cuya única palabra es ese nombre.
Y a veces tardé días en pronunciar completo
el único sonido del nombre que te daba.
Te he dado también nombres que denominan todo,
o nada, o su contrario, para que nadie pueda
reducirte a una mísera definición unívoca,
y nombres sin vocales, como tus gemidos,
y nombres subjuntivos, duales, epicenos,
y nombres innombrables que te espantarían
y que ni a ti te digo para que no te sepas
expresada en diabólicos fonemas imposibles.
Y una noche te di mi mismo nombre.
Todos los nombres todos puedo darte,
todos los he leído como un ciego
en el abierto libro abierto de tus muslos.

 


TODOS LOS BARCOS

Porque todos los barcos han surcado tu piel
te has llenado de puertos.
Eran raudos navíos avezados
en un sinfín de inciertas travesías,
bajeles orgullosos de botines, fastuosos
veleros, preñados galeones, trirremes
confundidas por deidades hostiles,
naos de presidiarios y de locos con suerte.
Algunos iban rumbo de otros puertos y al paso
recalaban en ti por reparar las velas
o llenar las bodegas de tu vino.
Tú nunca protestaste la menor marejada
ni suscitabas vientos que agitaran las proas,
tu muelle hospitalario los acogía a todos
y te ornabas de albatros y de soles sin mácula.
Todos aquellos barcos te grabaron su estela
estriada indeleble
y hoy son las comisuras de tus labios
despreciados estuarios, sobre los espigones
de tus ojos se entumece la costra
del abandono.
Tu rostro se ha tornado carta marina
pero te evitan todos los timoneles.

 


AGENDA

Mañana no sería, bien mirado, mal día para mi entierro:
es domingo y no hay fútbol, que siempre quita mucho,
amenaza, según el meteorólogo,
algo de lluvia, justo para darle
al evento su toque de tristeza
y además este lunes es fiesta en Barcelona,
y se quedan sin excusa más de cuatro.

No sería mal día, desde luego:
tú tienes ropa nueva ‒no es negra, pero casi‒,
pintamos todo el piso el mes pasado
y me caduca pronto el pasaporte.
Y quedan todavía dos semanas y pico
para las Navidades, basta y sobra
para no fastidiar salvo a los muy de casa.

De aquí al martes bien pueden encontrar sustituto
para mis clases, y los del periódico
sólo han de recurrir, esta vez con justicia,
a la foto en que siempre tuve cara de muerto.
Tampoco es lo de menos la puñeta
que le hago al cura, que según me dicen,
guarda fiesta la tarde del domingo.

No cabe duda: mañana sería
un día excelente para mi entierro.
Lástima que yo no esté de humor
para morirme hoy y que tú continúes
haciéndome estas pícaras cosquillas en la oreja.
En fin, paciencia, que otra vez será.

 

LA ÚLTIMA TARDE

Esa sombra zaina, corniveleta, seria,
que escarba y se repucha y prueba y desarrolla
sentido será la última de una faena insulsa
y de un vivir abanto
y ya no habrá más cinco de la tarde.
Eh, sombra, mira, sombra, sombra,
de negro y negro otra sombra enjuta
cita junto a la sombra gélida imposible
de un tendido del ocho horizontal, eh, sombra, eh,
bien quieto, como antes, bien despacio,
para la soledad nunca hubo prisas.
No me das miedo, dice, sombra, empuña
con la diestra un estoque transmutado
y la embarca ‒y se embarca‒ en naturales
sobrenaturales, y la espera
de poder, como siempre, a no poder,
él, sombra siempre embarcando sombras.
Eh, sombra, mira, mira
(el último perfil de Juan Belmonte
cuadra a dios en los medios
y entra a recibir).

 


LA CUARTA DECEPCIÓN

Si soy un descreído,
lo que llaman algunos un agnóstico a ultranza,
es porque las tres veces que creí
me defraudaron.
Creí primero en los Reyes Magos
y resultaron ser una multinacional;
luego creí en grandes revoluciones
y eran sólo palabras;
más tarde creí en Michael Laudrup
y se pasó al Madrid.
Si soy un descreído, os lo confieso,
es porque no podría soportar que con dios
me pasara lo mismo:
que sea una multinacional,
o sólo una palabra,
o, peor todavía, que se pase al Madrid.


 

MALETAS

Un clamor me acompaña de maletas
colgadas de mis hombros, a mi cuello anudadas,
procesionadas hasta mis tobillos.
Aunque al principio breves hatillos llevaderos,
aviados para un tránsito provisional y vuelta,
contra mi voluntad engrosaron su carga
en nefandas pensiones y sórdidas vigilias
y al cabo devinieron infinitas maletas,
oneroso equipaje imprescindible.
En pos de mí resuenan contumaces,
custodiando teatros destruidos, medallas
inmerecidas, un barco sin flete,
inaccesibles grutas en la memoria, miles
de moribundos, láudano, semillas.
Sé que en una pequeña de mano puse a dios
con su opuesto, pero otras no sé lo que contienen,
si es que contienen algo y no es que esperan
que las haga con nuevos objetos peregrinos,
o las llene a su vez con maletas menores,
o las olvide al pie de una cama furtiva.
Una no puedo abrirla hace ya tiempo
y en esa creo que estás tú, o tu ausencia,
o tu odio, que viene a ser lo mismo.
Y hay una grande y negra siempre abierta,
con tres letras de bronce clavadas en un lado,
que me da confianza porque sé que no miente.
Todas me siguen, o yo las precedo,
para mejor decir, viajamos juntos.
Son de piel, mis maletas.
De la mía.

 


LOS OTROS

Que alguien nos diga ahora a los otros qué hacemos.
Los otros, los que estábamos ausentes
cuando se derramaban tantas lenguas de fuego,
a los que nadie dijo tolle et lege, y que leímos mucho
sin embargo, hasta creer que nadie dice tolle et lege,
los que nunca caímos de nuestra montura camino de Damasco,
todos los otros a quienes un rayo jamás consideró en su trayectoria,
a los que nadie atenazó la mano que descargaba un golpe fratricida,
a los que no salvaron de las aguas, a los que no esperaron,
a los que no invitaron a introducir el puño
en un costado inverosímilmente curado de la muerte,
los otros, a quienes tampoco
nadie nos ofreció un céntimo maldito en trueque por el alma,
ni nadie dijo sé el rey del mundo, ni seréis como dioses,
los que ni en sal pudimos convertirnos
porque atrás no pecaban dos ciudades lascivas,
los otros, finalmente, los que respiramos
entre este sindiós y este sindemonio,
los otros qué hacemos, que alguien nos lo diga,
que alguien dé la cara.

 

 

 



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ALBANY FLORES GARCA [19.205]

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Albany Flores Garca

Albany Flores Garca, Honduras, Centroamérica, 1989. Ha sido actor en la compañía teatral “La Mandrágora” y proyectos teatrales independientes. Ha escrito y colaborado para revistas y periódicos de su país, es editor en máladive editores, y ha publicado el libro Geografía de la Ausencia. 

Ha cursado estudios de Historia de la UNAH. Es escritor, ensayista y poeta. El 10 de octubre de 2014 este talentoso escritor latinoamericano, presento su más reciente hijo literario, al que tituló; "La Muerte Prodigiosa".




Este libro fue un árbol. Los inmóviles muebles donde se hospedan mis libros también lo son sin saberlo. Me lo recuerdan cada día las páginas en blanco que he tirado sin pudor, sin sosiego y sin llanto. Mi vida entera es un árbol; el cigarrillo que quemo con un fósforo incendiado, el techo y las puertas de mi casa; la ventana que observo desde un cuarto piso, la hoja que se aferra a la rama del San Juan, el pájaro que anida entre mis manos; y la mesa donde escribo estos versos de madera. Este poema será un libro que fue hecho de un árbol, cada palabra dicha es una hoja perdida que cayó para siempre.



A: E. Dickinson.

Nuestros pájaros nos dejarán de nuevo, volarán para siempre. Cerca de la tibia casa que habitamos, se dirá que son pájaros nuestros que volaron del nido. Nuestros pájaros se irán, no volverán jamás, y si vuelven, ya no serán los tordos que te gustaban tanto, ni los faisanes que amaste; serán pájaros negros perdidos en tus ojos. Entonces cambiaremos el verde por el blanco, el amarillo por el blanco, el negro por el blanco, con pájaros blancos como tu blanca elección. Lo dejaremos todo por el blanco, incluso los pájaros tordos que siempre esperarás. Y así nos quedaremos solos, sin la blanca elección de nuestros ojos, y sin los pájaros tordos; que ya no volverán más a tu casa.



II

Todos mis poemas le nacieron al papel. A la noche que llueve en la quietud de la tarde, a la lluvia de casa que hace correr los días, y a los días de lluvia. Todas las palabras fueron mías una vez, fueron también del silencio; de la limpia mañana que olvidé en una puerta que hace tiempo no toco. Mis poemas me cuidan porque yo vivo en ellos, me pellizcan cuando hablo y digo demasiado; me protegen del tiempo que hace cuando es marzo, cuando es abril y mayo y hay poca primavera. Mis poemas me saben.



XI

De aquella chica triste… ya no recuerdo nada. Nicanor Parra La vi una vez, nada más. Fue casi sin pensarlo, pero sucedió. A ambos nos gustaba Charly Parker, hacíamos promesas, y hablábamos del mar. Después, ella y yo fuimos amantes. Retengo su recuerdo solamente en la memoria; ella se fue hace mucho, yo, regresé a mi hogar. Jamás volví a buscarla, aunque la extraño, y si la amé, no lo recuerdo todavía.



XVII

En la costa más lejana descubrimos un sueño, noche tras noche, día tras día. Lo sabíamos bien, pero no lo decíamos porque también sabíamos que nadie está listo para la honestidad, y que es más fácil perderse que encontrarse. Pero vivíamos solos en el calor de una isla que ya en otro tiempo nos pareció un simple sueño. Otras tempestades nos trajeron las barcas de aquel último invierno; la última noche que esperamos juntos en la orilla de un mar que nos colmó de distancia y nos llevó hasta otro sitio. Pero había que volver. Quizá no para conversar sobre el precipitado vuelo de los Albatros, pero sí para soñar durante días enteros, durante noches enteras; como si fuésemos capaces de subir a la balsa donde creímos vivir por un tiempo, donde creímos estar; donde nos aferramos al sol de nuestros días, por la palpable certeza de no vivir, como ahora, para toda la vida.



XVIII

Al rumor de la lluvia las mariposas se marchan, los pescadores se cubren de los soles del día. Los provincianos se alejan en los días de marzo, los alacranes se aferran al calor de los techos en las casas de zinc, y las cigarras se acercan a las ciudades de las tierras sombrías. El mediodía es fuerte. El verano inesperado portador de nuevas nos sorprende en silencio; nada se mueve sin que venga la tarde.

Dentro y fuera de los calores del istmo, las islas aledañas mueven todo lo circundante, todo ritmo y esencia de las aproximaciones del hombre al interior del verano. Todo se mueve sin sustancia, sin la mágica oleada del mar cuando se asusta. Fuera el viento despeja los amarillos caminos, el istmo se extiende sobre la frágil cintura de los continentes, sobre los mares de mis amaneceres en los puertos.

Lejos de este mar no está la casa; la casa es vieja y fría y no despierta sombras más que en sus saudades. Veo la aproximación de las proximidades del istmo aparecer de golpe, y la amarga desesperanza de este mar de mi vida. El istmo se rompe en la soledad de su espíritu, hace ruido de silencios que nos hablan de siglos, de mares imborrables, de tiempos sin edades alrededor del mundo, y mágicas criaturas que hacen señal al centinela. El istmo nos cuenta la habitación ciega del hombre, sesenta millones de años congelados en la nada. El istmo son los siglos que emergen de latitudes, de las profundidades, de incontables peligros y marítimas batallas.



A: C. McCullers.

¿Quién te ha visto alguna vez vistiendo el día con una serpiente que parece una flor? Cerca de cada acto imposible, el mar se abraza a La Tierra en señal de desesperación. La misteriosa causa del amor se hace sombra; como en los años de baile y de fiesta, al son de las viejas canciones de Hank Williams; como en las estaciones de frío en los años de nostalgia, al lado siempre de aquellos poemas susurrados de Flannery O´Connor que hablaban del sur. Tu corazón era ese cazador solitario que habitaba la noche bajo un par de ojos verdes y tistes, un cutis perfecto demasiado blanco, un flequillo disperso ondeando a veces la frente, un corto cigarrillo soportado en la mano —tirada sobre la cabeza—, una camisa clara plegada a una fotografía, unos inquietos párpados azulados de frío, 24 y una mirada inerte pidiendo a gritos un árbol. Yo dejaré cada palabra junto a ti, y enterraré tu corazón junto a la noche.



Llamadas telefónicas a Roberto Bolaño. (Omaggio)

Sobre el auricular, las banderas se encogen sobre mástiles. Tu vestido y tus actos me recuerdan a ellas; aquellas banderas que sabías y eran todo tu traje. El teléfono resuena en tus oídos casi todos los días en las vecindades, en las tristes callecillas azules de tus viejos países, de tus nuevos países. Y hay algo en tu voz que no suena, que no dice nada de estas mañanas terribles. Entonces te recordaba como en los años mejores de la adolescencia; con los grandes espejos en la mitad del rostro, y el cabello revuelto de revolución. Te recordaba mal vestido, y enfermo, pero vivo. Andabas sucio de tiempo entre las multitudes, solo y aislado de la patria y de casa. Te veo lejos ahora, inventando para todos, otra patria, y una propia bandera.



XVII

En la costa más lejana descubrimos un sueño, noche tras noche, día tras día. Lo sabíamos bien, pero no lo decíamos porque también sabíamos que nadie está listo para la honestidad, y que es más fácil perderse que encontrarse. Pero vivíamos solos en el calor de una isla que ya en otro tiempo nos pareció un simple sueño. Otras tempestades nos trajeron las barcas de aquel último invierno; la última noche que esperamos juntos en la orilla de un mar que nos colmó de distancia y nos llevó hasta otro sitio. Pero había que volver. Quizá no para conversar sobre el precipitado vuelo de los Albatros, pero sí para soñar durante días enteros, durante noches enteras; como si fuésemos capaces de subir a la balsa donde creímos vivir por un tiempo, donde creímos estar; donde nos aferramos al sol de nuestros días, por la palpable certeza de no vivir, como ahora, para toda la vida.



XXI

Alguien te llamaba desde los vitrales. No escuché su voz. Los aledaños caminos te rodeaban desde los andenes, en los meses en que el frío despierta y hace ronda en las casas. La puerta no te reconocía y se cerraba. Todos te recordábamos como cuando llegaste a la casa que te esperaba entreabierta, decorada de pájaros; como cuando grabaste tu nombre con un trozo de crayón en las paredes familiares, y escribiste en la página de una libreta de apuntes, aquel poema de Retamar que olvidaste; que revivió en nuestras flores cuando llovió en nuestro patio. Y habías cambiado, era cierto. Pero en las tardes de octubre en que llueve, nuestras hojas, nuestro patio y nuestras flores, te lloverán un día en los ojos; y en el recuerdo amable de la casa tibia donde nos queríamos.



XXII

La casa se rompe en pedazos. La certeza de no volver a estar desesperado en el viejo balcón del tercer piso, esperando llegar hasta la puerta cerrada, de aquella casa lejana que se ha quedado más fría. Una mano que no estará más sobre el solo llamador de esa puerta, esperando impaciente que mi mano la auxilie y la salve, del tiempo interminable en los días difíciles. La casa sombría se va quedando cada vez más sola; como si no existiera en el mundo más presencia de lo que no está, más soledad de lo que se ha vuelto presencia. En la casa deshabitada las habitaciones insisten en que no hay nada más qué decir, excepto un mar de distancias que se mece en silencio, bajo el rostro ojeroso y descascarado de una casa que llora en silencio, a oscuras.

http://fabricioestrada.blogspot.com.es/







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ROBERTO MASCARÓ [19.206]

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Roberto Mascaró

Roberto Mascaró (Montevideo, 12 de diciembre de 1948) es un poeta y traductor uruguayo residente en Suecia. Ha traducido al español gran parte de la obra del poeta y premio Nobel sueco Tomas Tranströmer.

Roberto Mascaró curso sus estudios básicos en su ciudad natal, asimismo como estudios de Literatura y Estética en el Instituto de Profesores Artigas de Uruguay, y posteriormente en la Universidad de Estocolmo y en la Universidad de Upsala.

Desde muy joven participó en diversas actividades literarias dentro y fuera de su país, así como también en Argentina y Chile, recibiendo distintos reconocimientos. En Montevideo fue editor de las revistas literarias Son y Nexo durante la primera mitad de los años setenta.

En 1978 Mascaró se exilió en Suecia como muchos otros artistas uruguayos perseguidos por la dictadura cívico militar, éxodo al que se sumaron escritores, poetas, dramaturgos y artistas plásticos que huían también de la represión de otros regímenes similares del Cono Sur.

De inmediato a su llegada a Estocolmo, Roberto Mascaró retomó sus actividades culturales fundando con Ana Valdés, Marisa Villagra, Mario Romero, Ivonne Capi y Nelson Mezquida la revista bilingüe Saltomortal y publicó su primer libro de poemas en 1983, Estacionario, que obtuvo una crítica favorable en Europa y dio fuerte impulso a su carrera. En 1982 adoptó la nacionalidad sueca, y en 1984 publicó dos volúmenes de poesía, bajo el sello de la editorial Siesta que él mismo ayudó a fundar y dirigir en colaboración con Mario Romero y Sergio Altesor. A la vez continuó su trabajo en la revista Saltomortal, órgano de difusión de la rica literatura sudamericana en el exilio. En este campo también ha colaborado habitualmente para distintas publicaciones en los dos continentes.

En 1986 se tradujeron al sueco los poemas incluidos en una de sus colecciones aparecidas dos años antes, bajo el título Fält, que traduce Campos. Este libro le valió el reconocimiento del Premio Ciudad de Estocolmo de ese año.

Durante toda la década, alternó la dirección de talleres y cursos universitarios, así como también escribió dos libros más de poemas.

En el campo de la traducción, Roberto Mascaró se inició en 1985, con la publicación de una antología de poemas suecos contemporáneos en colaboración con el poeta tucumano Mario Romero, La nueva poesía sueca. A partir de 1988 estrechó su amistad con el poeta Tomas Tranströmer (Premio Nobel 2011), del que traducirá en la siguiente década gran parte de su obra. En 1991 publicó por segunda vez en Uruguay una colección de versos de Jan Erik Vold, precedido en 1992 de los poemas escogidos de Tranströmer bajo el título Para vivos y muertos (Hiperión, Madrid, 1989), de gran acogida por parte de la crítica en España e Hispanoamérica. Mascaró ha traducido también al castellano obras de Ulf Eriksson, Öyvind Fahlström y August Strindberg.

La poesía de Mascaró no es regionalista, raya más en lo universal, trascendental, cotidiano de la vida sin caer, precisamente, en cotidianidades. No es una poesía difícil o cifrada, sino siempre abierta y refrescante, y sus versos están elaborados tanto para leerlos en silencio como para la performance, de la que Mascaró es uno de sus exponentes más importantes en América Latina. También, ante el progreso tecnológico, el poeta uruguayo ha introducido el poema "en vídeo" como forma de acceso al público, ya que por mucho tiempo se ha considerado a la poesía como inaccesible o de "círculos cerrados", contrario a su propósito verdadero.

Ha ganado distintos premios internacionales, comenzando por el Premio del Fondo de Escritores de Suecia en 1984 (que obtuvo sucesivamente en 1987, 1990 y 1997) y seguido del Premio Ciudad de Estocolmo. En 2002, el jurado del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, (el más grande en su tipo de Hispanoamérica) le otorgó el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín de una larga lista de poetas nominados de distintas nacionalidades, por sus méritos artísticos y en atención a su libro Campo de Fuego, publicado en Montevideo en 2000. En 2004 fue distinguido nuevamente con el Premio Bienal del Fondo de Escritores de Suecia.

Fue Director del Festival Plataforma Latinoamericana que se realizó desde 1998 a 2002 en Folkets Park, ciudad de Malmö, y también ha participado activamente en diversos eventos culturales y festivales literarios en Escandinavia, Canadá, Chile, Argentina, Colombia, Venezuela y en su país natal, Uruguay. Desde 1998 es el organizador principal del encuentro anual de poesía Poesimöte en Suecia.

Reside en Malmö, donde escribe, traduce y además dirige la revista cultural bilingüe y editorial Encuentro.

Obras

Estacionario (poemas), Nordan, Estocolmo, 1983.
Chatarra/Campos (poemas), Siesta, Estocolmo, 1984.
Asombros de la nieve (poemas), Siesta, Estocolmo, 1984.
Fält (Campos) (poemas en versión sueca de Hans Bergqvist), Fripress, Estocolmo, 1986.
Mar, escobas (poemas, Ediciones de Uno, Montevideo, 1987)
Södra Korset/ Cruz del Sur (poesía, bilingüe), Siesta, Estocolmo, 1987.
Gueto (poemas), Vintén Editor, Montevideo, 1991.
Öppet fält / Campo abierto, Siesta, Malmö, 1998.
Campo de fuego, Aymara, Montevideo, 2000 (Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín 2002)
Montevideo cruel, Ediciones Imaginarias, Montevideo, 2003.
Un río de pájaros, Fondo Editorial EAFIT, Medellín, Colombia, 2004.
Asombros de la nieve (antología),La Liebre Libre, Venezuela, 2004.

Traducciones

La nueva poesía sueca (con Mario Romero, versiones), Siesta, Estocolmo, 1985.
Postales negras (versiones de poemas de Tomas Tranströmer), Inferno, Buenos Aires, 1988.
El bosque en otoño (versiones de poemas de T. Tranströmer), Ediciones de Uno, Montevideo, 1989.
Poemas sin terminar (versiones de poemas de Göran Sonnevi), Vintén Editor, Montevideo, 1991.
En los abedules está la luz (versiones de poemas de Jan Erik Vold), Vintén Editor, Montevideo, 1991.
Para vivos y muertos (versiones de poemas escogidos de T. Tranströmer), Hiperión, Madrid, 1992.
Caminar sobre las aguas, Anthony de Mello, Lumén, Madrid, 1993.
Öjvind Fahlström: versiones de manifiestos y poemas concretos, Instituto Valenciano de Arte Moderno, Centro Julio González, Valencia, 1992.
August Strindberg (versiones de manifiesto y textos críticos),IVAM, Centro Julio González, Valencia, 1993.
Graffiti (versiones de poemas de Hans Bergqvist), Zafiria libros, Montevideo, 1993.
Viaje nocturno (versiones de poemas de T. Tranströmer)
Casa con creatura (versiones de poemas de Ulf Eriksson)
Góndola fúnebre (versiones de poemas de Tomas Tranströmer), LAR, Concepción, Chile, 2000
29 jaicus y otros poemas/ 29 haiku och andra dikter (versiones de poemas de T. Tranströmer), Encuentros imaginarios, Montevideo, 2004.
Elvis, arena para el gato y otras cosas importantes (versiones de poemas de Tomas Ekström), Encuentros imaginarios, Montevideo, 2004.
Solo (novela), August Strindberg, Jakembo Editores, Asunción, Paraguay, 2006.


Es decir: conmigo, y, también, conmigo.

Nadie sino yo ha escuchado estas palabras, 
nadie conoce la causa de estas razones, 
nadie ha oído antes nada semejante, 
nadie escuchará jamás nada acerca de esto 
que no ha sido dicho, que jamás lo será.

Es una podrida verdad que se pierde, 
que va a parar al tacho de desperdicios 
sin que nadie la haya sospechado siquiera.

Lo cómico es que todos piensan que algo 
de esta verdad ha sido al menos rozado 
o que por lo menos un aroma se ha reconocido: 
malentendido general.

Pero, sentémonos a esperar el día 
que lindará con el día, con el otro 
lindo día que vendrá a encontramos 
sentados esperando un día lindo 
en la linde precisa de ese día.

Individuación: pura 
y antigua monstruosidad, chispas 
de neojipismo que se pierden en el magma 
con sonrisas lamentables de la multitud lejana.

Sólo lo que es drogo atenúa esta confusión 
con su nirvana dudoso, con su falso 
paraíso, que es único en su especie.

Una verdad que se queda entre casa. 
Una sirena que nadie ba escuchado. 
Un temblor imperceptible.

Agradable mal tiempo

Brusco se deshilacha el humo sobre las casas.

Licuación y cristales en toda la ciudad.

Es el fin del invierno. 
                                 Llamas 
de primavera. 
                    Todo lo que no se dice, 
¿adónde va? ¿Está dicho o no clicho? 
¿Y el miedo o el coraje de decirlo o callarlo? 
¿Y la transparencia? ¿Y la verdad?

¿Y la verdad tras la verdad?

Todo está dicho por las hojas viejas, 
ese humus espeso que arderá este verano 
en la ciudad que hoy lame 
sus flancos y se enjuaga en neblina.

Se humaniza el cemento.

Todo es una conversación en calma.

El café da su aroma benigno.

Mas la pasión, que sube 
del más oscuro fondo de linces y de pumas, 
se adhiere a la sombra más pura y metálica 
y brilla en un ángulo, por sí misma abrasada.

Razones no agita: 
devora tiempo, 
devora conversaciones, 
devora fricciones de los cuerpos en la penumbra, 
devora drogas que queman el alma 
y agotan los sentidos.

La ciudad muestra su espalda oxidada. 
Es como la espalda de una doncella 
impura, impúdica, incendiaria.

El otoño está lejos. Y todos los otoños.

Vamos llegando a casa.

La ciudad arde por sus cuatro costados.

Cada día 
es como una llamarada 
en un cielo infinito.




ÁRBOL

(Montevideo, 1991 / Malmö, 1997)

A

Me encontré frente a un árbol. Ese árbol no me dejaba ver el bosque. Les dije: pero hay un bosque. Un bosque creciente, un bosque decreciente. Se rieron diciéndome: son cinco árboles, aunque tú ves sólo uno. Deberías ver el bosque que no es tal. Les dije: es otoño, les dije: el árbol, como brazos desnudos que clamasen al cielo, árbol es lo que veo. Y ya no veo el bosque, jacarandá, dije, húmedas brillan las araucarias, decía. El bosque no es tal, ja ja, dijeron entre risas feas. Yo vengo del desierto, dije con labios secos. Para mí es bosque eso que no veo, pero que por allí está, y es suma de árbol.

R

El árbol está frente a mí casi quieto, extenso como monte que se estira y entra en los pensamientos como un ejército que se desliza cauteloso lento en la noche sin estrellas y en la que cae leve llovizna. Pasan unas hilachas de mariposa o de nube, o tal vez telas de araña desgarrándose con estruendo. Flamean las ajorcas rojizas de los murciélagos, pendientes. Luego, el árbol, sin sacudirse, viaja hacia mí y me abraza, tapándome la visión, de manera que yo ya no los veo a ellos, que hablan algo en voz baja en el trasfondo o patio. Es eucaliptos, dije besando el tronco, que era duro y brilloso, viejo, seco. Este es bobo, dijeron, debería trabajar levantándose a las 5 de la mañana escarchada y resbalarse sobre el pasto blanqueado y respirar fuerte y también rendirle culto al patrón, al jefecito: eso dijeron. Como un coro, para que su pensamiento le salga impecable, insistieron.

B

Dije sí. Dije no. Aparté el pensamiento con la mano. Miré el árbol. Olí el árbol. Y el bosque iba desapareciendo tras una capa de exquisitos tilos y coníferas combinadas, yo jamás había visto un conjunto de árboles o bosque tan grande como aquel sobre un césped tan pero tan delicioso. Ya anclaba yo en el árbol y conocía por sospechas su interior, por caprichosas pero insistentes visiones mías. Me bastaba con ese solo árbol para decir mi felicidad indecible, para saciar mi sed insaciable de savia, del olor reconocible de aquel sabio oasis que ellos pretendían en todo momento poner fuera de mi alcance.

O

Respiré hondo. Las luces de la ciudad se encendieron como si algo o alguien en el trasfondo cambiase la escenografía. Estábamos ya en otro tiempo-espacio. Un humo negro negro, a lo lejos. Respiré respiré. El tiempo no pasaba, yo pasaba junto a las cosas y frente a ellos. La cruel araucaria nos cobijaba empero. La ciudad se iba cayendo por sus cuatro costados. Nosotros la levantábamos con los ojos. Con nuestra mirada desgarrábamos los carteles de publicidad, poníamos bigote a las señoritas, cubríamos de rouge los labios de los caballeros. Así todo se volvía más lindo, más nuestro. Lo que era nuestro, era lo único real. Delicias reales. Yendo de uno hacia dos, y de dos hacia cuatro, y de cuatro hacia ocho, y de ocho a dieciséis abriéndose y abriéndose, desde el cielo a la umbría, de la sombra hacia el bosque sombeado, asombrado.

L

En el centro de la Ciudad, como todos lo saben, hay una plaza de césped impecable y de baldosas traicioneras. Es la Plaza Irreal. Allí, el pasto piensa y es de vidrio. Hay al fondo: un piano de carbón que se derrumba sobre un campo desnudo de frutillas. Allí hay cuatro árboles, de los cuales yo me quedo con uno, uno. Uno que tapa el bosque entero y no nos deja ver otra cosa que el Árbol Real, fibroso, fresco de copa, por el viento navegando sonoro. Este es el monte, la profundidad exacta, la fronda tutelar. Ésa quiero yo sí, aunque, adheridos al piso, en el patio se rían con obvia resonancia. Yo toqué ese tronco nudoso y fui cubierto por sus ramas ramas que me acariciaron voluptuosa, prolongada y ardorosamente.




Campos

El futuro es sin embargo un campo abierto
donde bailan milongas inesperadas,
donde alguien moja el suelo de tierra
“pa´ que no se levante polvadera”.

El futuro es lo que está después de los pasos,
pasos con frío de un otoño riguroso,
pasos desnudos de un verano que asombra.
Las chatarras descansan en medio de este campo,
tiñen ligeramente el pasto nuevo,
persistiendo en una coloración rojiza
que es la de la vida y también la de la muerte.
(-Yo quiero morir conmigo-,
silbaba un joven de noventa años
mientras un viejo de veintiuno la retruca:
-Donde yo iba sentaba
mi fama de gigoló).

El futuro es un campo de algodón
infinito, manchado por las figuras de los hombres
que se inclinan bajo un sol abrasador.

El futuro es un tango que parece interminable
o que, interceptándose,
cada día canta mejor, como el
Mago.

(El futuro, los campos del futuro incluyen
glándulas porosas, de forma lanceolada
y unidas al tejido del presente por su base:
por eso decimos que el futuro está poblado de hipótesis).

El futuro es ahora, el instante
entre la vida y la muerte,
entre el trabajo y el descanso,
entre el amor y el aburrimiento,
entre la libertad y el golpe de culata en la nuca,
entre el llano florido y la montaña pedregosa,
entre la nada y el todo,
entre la nada y la pena
me quedo con la pena.

El futuro es también una silla que se apoya
contra un muro encalado,
en una callejuela de Beirut,
un hombre que parece dormido pero piensa,
piensa en lugares en los que nunca ha estado,
piensa en una higuera, piensa en su madre
amurallada tras los ladrillos de un nicho,
piensa en su propia vejez y hace de su pensamiento
un bálsamo o vertiente donde respirar a su modo.

El futuro es también una mujer inclinada
sobre un mate recién hecho, con yerba nueva,
que en el instante de ser cebado
acompañó la evolución de las meditaciones
de ocho afuerinos que han llegado hace poco al lugar
y pacientes esperan su turno
en la vuelta concéntrica del mate.

-Siempre he tomado amargo,
pero a veces puedo gustar del dulce,
como los labios de mi china –
dijo alguno de ellos sin saber qué bondades
movía su lengua entumecida.

El futuro es una pampa, el futuro es una selva,
el futuro es un camión
al que se le ha terminado la bencina,
que se quedó sin gasolina,
al que hace falta nafta.
El futuro es una bicicleta sin pedales,
a la que hay que inventarle mecanismos,
gestos rituales que funcionan como un avión
que casi cae al mar, pero tan sólo casi.
Porque ese aeroplano levanta la nariz
en el último instante, y sigue,
desilusiona a los excitados espectadores.

(“Tata, dice el señor gallina que tenemos que irnos”.
“Dígale a ese señor emplumado que esta casa es nuestra,
que esta tierra es nuestra, y que de aquí
no nos moverán”).
El futuro está en el ángulo de los escritorios bancarios,
tiene malas intenciones,
tratará de darte una buena paliza cuando salgas
borracho, alegre, lleno de despedidas contradictorias.

El futuro es un aire que te cubre
y te dice: “soy tuyo, soy tu amante,
soy tu paloma, tu junco, tu milonga,
vos sos mi cafisho predilecto, mi gigoló adorado,
yo me travisto y me prostituyo,
para que vos seas feliz
vos solito”, el futuro
te engaña, te promete
una vida de rey en los desiertos
donde brotan la leche y la miel de los cactus
pero en realidad te da la espalda
al minuto siguiente y se acopla
con la primera o el primero que pasa.

El futuro siempre está ocupado
lavando sus aguas
en aguas del Leteo.

El futuro no tiene sexo, no tiene ideales, no tiene
partido, es indomeñable:
“cómo de entre mis manos te deslizas”
le dices tú, le decís vos
tristemente, viendo viejas maquinarias deshechas,
coches destruidos, máquinas de coser sin paraguas,
tristes murciélagos mecánicos
abandonados junto a las autopistas del (futuro).

El futuro es donde la falda acortinada de esta berlinesa
se encuentra con la cumbia
tocada en esa pizzería chilena.

El futuro es (dicen) el futuro del país.
El futuro (dicen que) es nuestro.
El futuro (mentan que) se presenta florido.
El futuro es de los que futurean.
El futuro es.

El futuro.

(de Chatarra/ Campos, Siesta, Estocolmo, 1978)



Tango del olfato

Cada vez que respiro
el olor de los barrios de esta ciudá
mi alma o lo que va quedando de ella
afirma mi porfiada pertenencia
a un tiempo, a un espacio y a una gente.

Las madreselvas,
los aromos,
los jazmines
y el jacarandá.

No es una bandera o un himno lo que vibra en el aire,
no es un escudo lo que dirige al corazón:
son eucaliptos temblando en los parques.

La providencia con su enredo de hilos
fundó los goles de las victorias,
desparramó dialectos de Italia por tu español,
puso tus veredas a la miseria,
prohijó estas nostalgias
y también este instante.

Montevideo se abre al ancho río como mar.

En invierno un tango la estrangula.

Mas las muchachas
se ríen y huelen al viento de primavera, coquetas,
y los muchachos las olfatean de costado
y el trópico visita tus arenas.

No son una divisa, ni un nombre, ni un color,
sino ciertos aromas y vistas y sonidos los que
afirman mi porfiada pertenencia
a una gente, a un espacio y a un tiempo.


Tango para una poeta oriental

El tango embalsamado que aquí yace
erótico se puso, nos pusimos
a leer tus cuchillos alineados.
Bailamos sin cesar. Tu pecho terso
no tenía versos: tenía cardenales
dejados por mis dientes y mis labios.
En la penumbra susurró Magaldi.
Sola y sola y hundida
en memorias de otros locos placeres,
masoca y siempre mala,
machihembrada a la otra,
la poeta.
De mármol o de hueso tu silueta
como finada ya, callaste sola
en tu sillón, anciana o niña,
y fundida en el tiempo,
adherida al poema que aún nos guía
-tu berretín tan mudo como enigma-,
en la penumbra vaga te borraste.

(de Montevideo cruel (tangos), 2003)



Muchacha de Málaga

No es otra esta sino la chica prístina
que tendida en las leves arenas de Málaga
ocupa casi entera la península.

Allí está, como bello juguete mecánico
junto a las restallantes aguas del piélago
posando como un icono.

Sus ojos: dos indianos ídolos
que nada tienen de mirar hierático.

Sus sentimientos son a veces nítidos;
casi nunca traslúcidos.
Por eso dejan esperanza sólida
cada vez que la veo y el monólogo
merecerla debiese para un día ser diálogo
y deseo magnífico.

Siempre he admirado a esta muchacha sólida
de manos grandes y rubóricas
que un día quisiera que llegasen beatíficas
para brindarse impávidas
como dos pavorreales que se abriesen benéficos
y se cerrasen como células ópticas
despertando al estímulo.

Con ella se apaga el sol de Málaga
y las estrellas se vuelven puntos cómicos
y me llega de pronto un terror cósmico
que me obliga a dormir.

Esto todo es, de acuerdo, esdrújulo
elemento, de a ratos feliz y a veces básico
ciclo que ha de cursar infante pálido
pero duro y salvaje como indígena
que poblar pudiese esta república
que la chica de Málaga
a formar va con mítica
indumentaria, con su alma que lúcida
es sin duda, porque fulge sin mácula
en la clara penumbra de mi cuarto poético.


Casualmente, en la sala del dentista 
leo las declaraciones que al fin Marlon concedió

He aquí la entrevista que se negó a conceder.

Rotundamente se negó. Su argumento:
“No veo el punto de interés. Todos, como yo, son actores”.

Dedicado a la vida meditativa, observa en calma las hormigas
que suben por el fregadero de su casa en Tahiti.

“Actuamos cuando, por ejemplo, alguien nos interesa
y volteamos la vista para aparentar lo contrario”.

Ya ue cualquiera, como su perro
actúa en consecuencia cuando quiere comer;
ya que todos, de una manera u otra fingimos;
ya que todos somos estrellas de algún firmamento
que se curva únicamente sobre nosotros,
sobre cada uno y sobre todos nosotros;
ya que el mundo es un escenario y un set de filmación,
no, más bien cada segundo de la historia es una escenografía,
cada lugar del universo es un estudio de cine,
ya que un espot nos cubre en cada acción que emprendemos,
cada vez que elevamos la taza de café,
cada vez que prometemos amor a nuestro amor,
cada vez que juramos un odio irreconciliable
a nuestros enemigos, cada vez,
ya que cada uno, cada vez,
en cada instante, a cada sílaba, en todo momento,
ya que cada uno de los elementos del universo
(sin olvidar los planetas los asteroide los agujeros negros
las enanas blancas las células los átomos)
es un actor en acto actuando,
¿para qué una entrevista?

Él medita. Sabe que los millones
de dólares que se negó a ganar
podrían haberse invertido en su más grande sueño:
una película sobre la masacre que los blancos de América
cometieron contra los indígenas de América.

En la entrevista (que él se negaba a conceder)
él mismo, gordo, calvo, blanco, se reclina en su silla de jardín.
Mueve la boca, que es el instrumento de un actor muy famoso.

Sus ojos giran en este aire de verano, miran hacia adentro.

¿Decepcionado de los productores?
Jamás le interesó el cinematógrafo.
En una escena de El Padrino, reconoce, incluso,
que se equivocó en todo. La crítica encuentra en esa parte
el mejor momento de su carrera.
Dice: “La vaca que tajan de un machetazo
en una escena de Apocalypse now valía más que toda
la historia del cine americano. “Yo soy, en realidad, esa vaca”.
Nadie lo ha entendido. “Como nadie entendió
que fue mío el deseo de que María Schneider
metiera en mí sus dedos untados en mantequilla.
¿Entiende usted que todo fue un gran malentendido?”

Sopla una leve brisa de atardecer.

Las sombras no han caído, pero ya van a caer.

La entrevista que nunca concedió,
que jamás concederá, que ningún hábil periodista conseguirá jamás,
está por concluir.

Y agrega, sarcástico:
“En realidad mi sueño más preciado, la película
de la que le hablé, sobre la masacre, ésa
ya se filmó (estoy en paz): si no me cree,
léalo en las crónicas, allí están registrados absolutamente
todos los nombres de los actores”.

“Claro, también quisiera ser el inventor de una milagrosa terapia”.

“No es nada fácil”.

“Pero ¿a quién conforma lo fácil? Mire,
mis matrimonios fueron felices mientras eran difíciles,
una sarta de puteríos agresiones alegrías maldiciones y milagros.
Cuando se volvieron panza entraron en declinación y el odio
-como el vapor se hace agua sustituyó
al amor”.

“Otra solución posible es, claro, olvidarse del amor,
de la fraternidad universal y de todas las pamplinas
que todas las religiones (malentendidas) enseñan”.

“Claro que hacerse budista como G, quizá sea el gran salto.
O cristiano, como E.C. y T.S.E.
Católico ferviente como José. Allí habría un camino.
Pero ¿quién sabe? ¿Bajar de peso? Andar todo el día en movimiento,
comer pescado y legumbres hasta hartarse”.

“Es mejor que se olvide de todo esto.
Sobre todo lo último, no lo publique nunca.
Es claro, digo nunca, ¿y qué sentido tiene?
Porque yo ya lo he dicho:
no soy actor, no soy artista, no soy futbolista ni boxeador,
no soy cantante de moda, no soy escultor ni diplomático,
no soy político ni soy etc.
Tampoco digo nunca, tampoco diré nunca. Bien”.

“Vea usted, por un lado,
yo sé que la locura es un estado congénito del hombre
Recuerde las palabras del sacerdote: Dios nos ama con locura,
lo que significa ni más ni menos: los hombres han perdido a Dios
que es lo mismo que creerse, de manera soberbia, ser capaces
de estar locos como Él. Ahora bien,
por otro lado, Dios no es par mí ni más ni menos
que la más primigenia y la más refinada de las invenciones”.

“Yo he sido, en suma, el más grande de los actores de sí mismo,
no mientras actuaba, sino mientras me veía en la sala de proyección
luego de las primeras tomas hechas dentro de mi templo
en aquella selva maldita: la masa gorda de mi cuerpo oculto
en la penumbra, las gotas de agua rodando por mi calva,
la mirada perdida y el gesto casi humano de mis labios fruncidos
y fláccidos que pronunciaban unas pocas palabras: todo eso no era yo,
era algo extraño a mí, era un dios lejano enfrentado a los más ínfimos temblores
del Apocalipsis de la selva implacable”.

Unas nubes metálicas, estivales, amenazan
o no amenazan lluvia.

La tarde de verano hormiguea en la clorofila
y los abejorros nos despiertan del ensueño.

“Hay, no obstante mi palabrería y mis atajos,
un par de cosas que me gustaría hacer:
una, estar abandonado en la selva,
ver la luz transgrediendo las láminas del agua,
tocar con los dedos de mis pies las arañas,
rozar las lianas con mis párpados, olerlas,
oír el mar de insectos que vibra en las noches absolutas,
perderme para siempre en ese espacio sin fin”.

“Otro deseo mío que siempre acaricié
aunque nunca con la suficiente fruición
es caminar desnudo por la Puna de Atacama
(eso está en la América del Sur, como usted ya sabrá),
leer en la piedra y la arena y el metal
el indescifrable mensaje allí impreso”.

“Hay un tercer deseo que creo, está más cerca:
escribir un poema metafísico
en base a materiales que son fragmentos de memoria
de prodigios de trazos en el agua gestos olvidados cópulas
cortas caminatas de sueños incompletos de una
arquitectura desalmada que habité de unas hormigas que suben
lenta pero decididamente por el fregadero de mi casa.



Después

(Choroní, Venezuela, 2007)

Después de todas las palabras
que llegan en ondas arenosas,
en fricción de olas ásperas
trituradas por el mar de febrero;
después de todas las gritadas
en los callejones o senderos
o avenidas manchadas de consignas
o malecones rengos;
de las garabateadas y fumadas
en papel arrugado de envoltorio;
después, después, después
llegarán más, escritas, electrónicas
memorizadas
en el disco duro del corazón: después
de todo el bullshit, todo el resto
de naufragio, después
de la resaca de los días, después
del viento, el aguacero, después
de la pasión reseca;

después llega la vida,
corrección:
el arcoiris de la lagartija,
el alcatraz con su rasante vuelo,
la rueda de dorado,
la sandía madura,
el corazón alegre,
el sol reinando al centro,
las muchachas salvajes,
un niño en su misterio,
la esperanza,
el mundo que quisimos:
lo posible.

(de UN RÍO DE PÁJAROS, 2ª edición corregida y aumentada, 2010)



Historia de Pat Garret y Billy the Kid según 
Marcial Lafuente Estefanía

Pat Garret y Billy the Kid eran dos malandrines del lejano Este uruguayo,
más exactamente, de Valizas.
Juntos robaron bancos, violaron y mataron a gusto
-aunque Billy no necesitaba el dinero, ya veremos por qué
por toda la comarca.

Muchos años después
Garret llegó a un  pueblo de mala muerte y se enfrentó a Billy.
Matearon.
                 Pat dijo: “Billy, hemos sido compinches.
Ahora ya no lo somos. Para la ley trabajo.
Si antes era malandro y parte de tu banda,
ahora soy madero y creo que si te agarro
a culo descubierto, ¡yo te tumbo, chaval!
Hay una recompesa seria por tu cabeza.
Acéptalo: los tiempos han cambiado”.

Billy tenía éxito con las rubias
cuando hacía relucir las hileras perfectas
de sus dientes blanquísimos como perlas
o mostraba la hilera perfecta de sus dientes blanquísimos.
Por esto, hasta los rochenses decían que era bello.

Billy dió vuelta el mate, chupó con ruido el último,
se paró, sonrió y le dijo a Pat:
“Los tiempos podrán haber cambiado
pero yo no he cambiado. Pat, vamos,
¡recuerda viejos tiempos, chico!,
una morena bajo cada brazo,
como aquella primavera en Progreso, ¿eh?”.

Al final de esta historia Pat liquida a Billy
y el status quo  vence, y el mundo
se equilibra otra vez, y otros Billy
the Kid y Pat Garret forman bandas
de crueles forajidos que deambulan
por el Lejano Este uruguasho y otros sitios del planeta.



Apocalipsis en Malmö

Soñé con una lluvia
implacable y tenaz:
dolía sobre el rostro,
cortaba el pasto al ras.

Y soñé con un viento
ardiente como sal,
que barría la vida
y la hundía en el mar.

Después soñé con tierra,
polvareda voraz
que azoraba los cuerpos
con látigo total.

Al final vino el fuego
con su lenga letal;
dejó solo el planeta
rotando en el azar.


X FILE

(bolero)

parquearemos el cuerpo
en sideral espacio
y Mulder & Scully
nos buscarán perplejos
y su amor será siempre
incorpóreo aunque no
digital ni electrónico

nacer no es digital
amar no es digital

parquearemos los cuerpos
en órbitas vecinas
y ya no morirá
nuestro querido amor
todo nuestro futuro
nuestros hijos comunes
y nuestros bellos viajes

morir no es digital
pero escribir todo esto
leer no es digital?

tu cuerpo junto al mío
y tu mano en mi mano
en el silencio cósmico
por los anchos espacios
seremos como dioses
en el puro silencio
en el silencio puro
de tan sólo existir


Después

Después de todas las palabras
que llegan en ondas arenosas,
en fricción de olas ásperas
trituradas por el mar de febrero;
después de todas las gritadas
en los callejones o senderos
o avenidas manchadas de consignas
o malecones rengos;
de las garabateadas y fumadas
en papel arrugado de envoltorio;
después, después, después
llegarán más, escritas, electrónicas
memorizadas
en el disco duro del corazón: después
de todo el bullshit, todo el resto
de naufragio, después
de la resaca de los días, después
del viento, el aguacero, después
de la pasión reseca;

después llega la vida,
corrección:
el arcoiris de la lagartija,
el alcatraz con su rasante vuelo,
la rueda de dorado,
la sandía madura,
el corazón alegre,
el sol reinando al centro,
las muchachas salvajes,
un niño en su misterio,
la esperanza,
el mundo que quisimos:
lo posible.

(Choroní, Venezuela, 2007)



Tango del Apocaliptus Oriental

                    Para los lobos de Cabo Polonio

I                                                                                                              

Como a hermana bastarda te prestaré mi odio
y entraremos a saco en la negra ciudad;
patearemos las ratas y encenderemos fuegos
en todas las esquinas.
                                  
                                     Iremos esposados.

Detenida de mí. Cuerpo mismo del crimen.
Escena del delito. Ramera idolatrada.

A tu disposición.

Unidos para siempre, por siempre y como siempre.

Para que no te alejes de mi vera,
darling, tesoro, beib, mami, rubia
de Niu Shor.

Correrá el Miguelete con todos sus cadáveres
y de esa agua viscosa se engomará algún ángel
ahogado por el plástico, envenenado en miasmas,
negro como azabache, repicando en la mierda,
chas-chas al tamboril.

Reina de Nuevo París: esposados iremos.

Pasando el Pantanoso, como pa’  la Tablada,
por ashá, atrás del Cerro, más bien por Pajas Blancas,
allá suben fogatas que franelean las nubes
y cubren de hollín puro todo Pocitos Nuevo.
Son los recicladores empastados de restos,
en la mente los cascos delgados de un caballo
que algunos se comieron p´al casorio e´ la Juana.

Las gasas de hospital y la infección y el cáncer
tapizan las aceras de Carrasco y Malvín.

“¡Qué cuadro, compañero!”, Negro Wilson uil sei.

Una guiñada al Cielo mentando el Manifiesto.


II

Te miraré de frente al cruzar el semáforo
de camino Corrales. Y tus ojos zancudos
se irán por algún techo, levitando en la brisa,
repitiendo en la tripa tu mente alucinada.

Y de los basurales se escuchará un embrujo,
un poste o eco lúgubre, como un grupo de esparto
o bien coro aterrado de agudos querubines
tragados por las grietas, resbalando en la pátina,
pegados en la grasa, aullando por el humo
acre de los suburbios.

Con un crujido de John Cage.

¿Te abrirás al paisaje?

El arrabal amargo
irá aprendiendo cosas.

La ausencia de veredas hará el paso liviano.

Nuestra facha será negroide o no será.

Y la mesa de truco, y  los gauchos y chinas
persignándose atónitos nos cederán el paso
por hoteles de mala muerte del Interior, pulgosos,
con hojas raídas de la Declaración de la Habana en sus piezas
y los piones caerán enredados en bombacha o bombacho rural paquistaní
y sombrero portugo de ala ancha.

Se despertará el áspero Chiripá de Acá,
El Culero Oriental, meid in Taiguán.

¿Te haré los calzones de lana pero te los terminaré de cuero?
¿O venderé productos de entreport, látex, uñas, diademas, pasamontañas?
¿Sangre de vaca en polvo?

Brillará el diente de oro en la noche de ciénaga.

Olímpicos bailaremos “El Pericón Nacional”
y comeremos mejillones provenzal
mirando un cielo de Mar de Bering, saboreando
guampa molida afrodisíaca,
sentados en bellas alforjas marroquíes del París del Sha,
en el Hotel Argentino de Piriápolis, ¡qué no ni no!
Rodeados de travestis, de melómanos, de yanquis, de
cabezas bien rapadas.

“Somos versátiles”, dirán.
“Más te vale, rapaz”, bramaremos
por las avenidas del Parque de los Aliados,
cubierto por las sombras de negros bujarrones
aliados del Imperio Genocida Occidental.

Defensor de menores, juzgado de otro turno,
legajos y vaginas, crótalos y azoteas
hacen la muerte un paso.
Todo terminará en una pelea a botellazos, as iusual.
Como un pastoso Peñarol que se embarra,
se empantana, se retrotrae, avanza reculando
y ataca defendiendo, vuelve loco al contrario,
lo calienta, lo alaba, lo deja llegar y
sobre la hora, gana.

Tendré que sacarte por la trastienda, drogada y borracha.
Dormiremos en una amueblada de mala muerte,
con yacuzi, cama redonda de agua y olor a lavandina.


III

Como te digo una cosa
te digo la otra.
                   Ahora, pará la oreja:

Soñarás con Verlaine y con la Pompa Yira.
Y un traveco morado zurcido en terciopelo.
Bello como una estampa de Changó.
(Palidez de vampiro en tierna juventud).
Cándido como un adolescente de Padua.

Como la Virgen de Guadalupe, protectora nuestra.

Y láminas de goma acariciando el heno.
Y un repique que llega agitando estandartes.
Y los gritos de fútbol que vienen por las calles.
Y los fuegos artificiales del gol.
Y la sordera del que
grita en el colmado Centenario.

Mentime que me gusta.

Levantaremos el Monumento a la Vaca, esa heroína única,
Animal Nacional Orgánico (ANO),
único amor de mis amores,
dama galante, meditativo agente,
dechado de humildad, paciencia soberana,
desjarretada siempre, siempre de ojos en blanco,
sacrificada al fin, le da el rojo a la Patria,
que cantó Zitarrosa, el delicado y triste
trovador oriental.

Junto a la Oveja térmica y estática, indigesta,
Madre del Cordero sagrado, no del Año Nuevo,
sino del Fin del Año.

¡Tánta vaca y oveja vendimos a las Guerras!
Morfaba Johnny cornebif uruguayo en Guadalcanal,
y tal vez también Jimmy come hoy asado en Kandahar.

Restauraremos la Melodía Nacional.
A cuerpeada limpia, a taco y punta, a rompe y raja,
a montonera y entrevero,
a pollerazo limpio y a taquito alfiler.

Y viviremos gracias al Ritmo Nacional.

Y moriremos a la sombra de la Tumba Nacional.

Bailando la cumbia nacional nacional.

Aunque la gloria sea con Peñarol Peñarol.

Sin chistar.

Zapatearemos sobre el Capital.

Alquilaremos un auto de ocasión.
Alguna lata eventual que transporte.
Un robot que haga lo que ordenemos
y agregue algo de banda ancha oriental.

Y enfilaremos por la Rambla, una y otra vez.
Los Accesos-Carrasco, Carrasco-Los Accesos.
75 km p/h.

Esto te gusta, ¿eh?
Le llaman la Paja Húngara:
se hiende sin anexos
por el vector que va cediendo
y por la tramontina que ocasiona
dentro mas dependiendo de la carcasa.

Pero, el cosquilleo es el paso final,
como decía el Gordo
en tanto la agarraba.

Sacarás tu pelo rojo por la escotilla
y gritarás como alelada y veré
una vez más las pecas de tu cuello,
oleré tu perfume de puta universal,
santa mía bendita, ardiente meretriz de mis noches charrúas,
ignorando a los curiosos de peluca
aunque repiquen con sus bastones por las veredas
regadas de tu ropa interior sin estrenar.

Mientras tanto devoraremos viandas locales,
jugosas y sangrientas como muslos de adonis
-húngaras, chimichurris, mollejitas, buñuelos, pan
con chicharrones, torturadores, muzarela, figaza,
asado ´e tira, corvina a la plancha, pascualina, asesinos, pastel de carne,
berberechos, almejas, pejerreyes, colchón de arvejas, violadores,
vino con gaseosa, pez espada, buseca, muzarela con orégano,
milanesa a caballo, mejillones, Patricia, medio y medio, flan con dulce de leche,
budín de pan, Martín Fierro, pirón, buñuelos, tumba, patria, milicos,
pastaflora, cobardes, fainá: bajo el hollín eterno del Mercado Etílico.


IV

En el verano rumbearemos al mar.
A ese mar  mentiroso que es un río,
el río camaleón que nos da nombre,
el que trae toninas, noctilucas;
ese río de pájaros con sabor a oceano,
que igual viene mojando nuestra mejor arena.

Todo será sencillo y tan charrúa,
tan chaná masacrado,
tan guaraní, arachán, tan Frutos genocidas,
aniquilado por aquel cruel Imperio
que difundiese la cocina española
hasta el Río de la Plata, edén muy bravo,
especialista en platos de la casa:
Restaurante Juan Díaz de Solís,
menú del día, menú de medianoche,
perdidos en la nieve y la ventisca
años después, y orgullosos
de ser parte de nuestra especie humana.

El país natural depredador,
el tigre en el flotante camalote
hace un guiño a la pastera Botnia,
entonces el fulano se distrae
y un golazo de Edinson Roberto
Cavani.

Ah pajas de la hora de la siesta,
el delicioso río tan ancho como ar
y las arenas blancas quemando nuestras plantas.
Ah, el Séptimo Círculo, ah las aventuras
de encantadores cowboys, de Marcial
Lafuente Estefanía.
Ah el clásico más célebre del mundo
que se llama Memorias de una princesa rusa
(y que se encuentra gratuitamente online).

Nos vamos para afuera esta semana.
(Todo aquello que no es Montevideo
es para nosotros el afuera).

Tu serás simplemente mi querida
novia, mi dulce prometida.
Yo seré un chico sano, izquierdoso y valiente.
Nuestro lecho será de sol y playa.
Siempre, siempre a tu lado. Chic to chic.

Olvidaremos todos los golpes de estado impunes.

¡Olvidaremos la maldita Ley de Caducidad, vergüenza planetaria!

¡Arena, arena, arena!
Nuestra arena es la más esplendorosa:
del color del cabello de la reina de las rubias taradas: Paris
Hilton, esta pobre muchacha, que es tan burra que olvida
que el oro es veneno: recuerden lo que le pasó a la chica
de Godfinger...

Merluza a la plancha comeremos,
empanadas de algas,
berberechos cogidos en la arena
y fainá de la orilla en el boliche
con velas y faroles a mantilla.

Jim Morrison va a estar rugiendo siempre
en las radios Espica de los goles.

Descalzos, naturales, espontáneos.

Ese rumor de océano, ese ritmo de oleaje
nos mecerá en el sueño
dulcísimo del sexo y del canabis.

¡Oh el inocente porro inmaculado!

Ya nunca más aquella falda blanca, “túnica”
con pajarita azul (la llaman moña:
al comenzar las clases es azul de bandera
y en el final del año violeta funeraria)
que me obligaban a llevar en la escuela
me harán sentir un bobo reverendo.
¡Niños del Uruguay, a quemar moña y túnica!

Oh la papa o la tumba, oh los asados.
¡Oh todos aferrados a la ubre!
¡Oh aroma de eucaliptus de Ramón Anador!
¡Oh gran cabeceador Alberto Spencer!
¡Oh el sagrado Inversor, oh el Capital!
¡Ay mi Punta del Este guerrillera!

Oh sol de Peñarol que se ha extraviado.
Oh bandera, oh bruma que la cubre.
(Mama, ganarle al cuadro afrancesado
que se esconde en la calle 8 de octubre).

Ganaremos de atrás con gol soñado.

Por eso nos llamamos los Campeones del Siglo.


V

Aunque te arrepientas de todo el horrible
Industrialismo y las vías férreas inútiles y las hortalizas y esos
señorones encopetados que en las fotos ésas marrones,
con trajes arrugados mas ensombrerados,
como escapados por la escotilla trasera, intactos, iluminados,
rodeados de zapallos en una chacra de Casupá:
ahora estamos en la era de Gaga o de Gagá
chupándole las tetas a George Sand.

Pero por ahí nomás nuestro elixir se truncará a costurones,
hélo aquí empercudido por la intemperie,
acicalado de ébano lujoso -esforzados atletas
que vienen de triunfar-
machacado en bengalas por un techo pasmado,
las cabezas colgando fuera del convertible,
con más vales de nafta (esos vales castrenses, carajo,
carne, verdura, arroz de chacras militares
entregado en la puerta de nuestros oficiales
por la tropa, esa anaconda muda,
aquí no hay corrución, señó)
y el humo de los porros que va hacia el Paccha Cielo.

No importa, nuestros hijos portarán la antorcha,
y también la alforja gitana sin duda,
se frotarán la mota por la noche,
tomando helados en costaneras antisépticas
con ventilador incorporado al bies
y  deslizadores áureos mas vibrátiles.

Nuestros hijos serán chinos,
chinos de La Teja o chinos de Bella Unión,
chinos de mierda,
de América y del mundo y de la Santa Impunidad,
engañados por un puñado de dólares,
por un puñado de carnes, un puñado de pelotas,
deportistas de corte continental, hinchando, hinchando,
intelectuales sin tacha, holgados
en su camisa blonda, en sus babuchas dodecafónicas.

Leerán Lolita en versión frenopática, filisteos
a mucha honra y dispuestos a todo
-shoot the lyon at the zoo-, ofídicos serán,
atrabiliarios, ¡Diantres!, hélas,
lo que el galano os demande ¿devotos?
Oh bien sure
Monsieur, é tudo bem, a fojas cero
descompaginarán los tropicalismos descalzos,
las esclavas de tobillo, las pequeñas gemas
que a mi amada engalanan, el pircin del malevo
clavado entre los huevos y el peroné.

Y además, vos y yo,
estaremos trabados para siempre.

¡Siempre andaré a tu vera!
Buscaré tu nombre en las placas sin fin
del Parque Posadas, en vano, ebrio
y rodeado de guardias armados que
Me iban a matar, como dijese Chávez.


VI

¿Habrá acaso blasón con más decoro
que el negro con el oro?

Hemos de volver al combate, en fija.
Ay, m’ hija, el combate nos llama,
siempre y siempre combate,
siempre fajar la faja y cruzar el facón.

Caras de los que te beben,
oh santo, alto licor que te ofrece la Patria,
¿combatiremos pues?

El Muñeco, la Chola, el Pardo, el Hétor,
la Patitas de Cerdo, el Zambo, el Cabecita Negra, Dienteleche,
la Tetona, el Chinchulín, la Chola, el Chongo, la Jazmina,
el Carozo, la Pocha, la Gatuperra, Batoví, el Manguera,
Catongo, Juana la China, el Querusa, el Pararí, el Chorizo,  Bujarrón,
el Macaco, la Caldera, el Corvina, el Menchaco, Pomelo, el Calato,
Frankenstein y el mambo:

¡Ellos también existen!

Hallamos un país desconchinflado
por lachos blancos y lachos colorados.
Y ahora la bandera de Otorgués, Señor,
se ha puesto en su lugar: hemos vencido.

La sangre vertida por los torturadores de la Matria
nos mira.

(Clemencia para los vencidos).

La Revolución ha empezado: ¡Vívela ya!

Todo el país charrúa avanza.

La Celeste es la gloria celestial.

Socialismo ya.

Legalais también.


VII

¡Avanza, forajida, ramera mía, mi forra!
Toda en ropas de noche que son como un vapor.
Abrazame en las luces rosáceas de la Rambla.
Parate en las esquinas del barrio del Condón.
Que la blusa trasluzca tus pezones patente.
(De ahí el éxito de las jóvenes que lavan autos).
Besame en las arenas quemadas de Neptunia.
Llevame a la Coronilla, al Chuy.
Acelerá a fondo que quiero morir en el Este,
con un quegüis en mano, besando a una morocha
junto a la suimin pul.

Te garanto, en chancletas
iremos predicando
que todo, todo, todo se trataba de nada
y hay que empezar de nuevo por lo tanto:
bilingües, asociales,
zurdos, bien achinados,
descalzos,  retacones, vertebrados al paso,
en el pecho la brisa y en el alma la calma,
llevando picemeiquers o datos de Dou Yons,
memoriosos, anales, sublimes y pendejos,
sobre rancia llanura raspando nuevo mote,
cual si le cimentaran el coturno o palenque,
dándose unos masajes orientales
de aquellos, figurando en unas páginas arrancadas
al Contrato Social,
encontradas en el excusado de una estancia de
Ibiray (Paraguay),
-el ADN del excremento no
identificado hasta el momento-
como una piara de anormales hablando
cosas descabaladas,
una reunión de efebos compartiendo canabis
y jugando a las madres:
en doctas compañías se decidió el asunto,
“Chupando zorra”, dijese Maribel
-y de todo lo dicho estampo sello y firmo
encamado en la mejor amueblada del Universo-
sin religión, sin dogma, sin martirio,
y por si alguno entre ellos realmente
le encontrara
(como lo hiciese el gran Julián
Assange)
algún día
el goyete a la Cosa.


(inédito en libro, Montevideo, 2001- Malmö, 2014)




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SHINJIRO KURAHARA [19.207]

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SHINJIRO KURAHARA

Nació en la Prefectura Kumamoto, en Japón, en 1899 de una familia noble. Su padre era monje Shinto.

Estudió francés en la Universidad de Keio. Durante años dibujó fielmente retratos de las cerámicas de los museos de arte.

A fines de los años '20, comenzó a escribir cuentos breves.

En sus treintas, se dedicó a la poesía. Su primer libro de poemas lo publicó a los 40 años y nos dejó seis libros de poesía.

Obtuvo el prestigioso premio literario Yomiuri poco antes de morir, en 1965.

Ha sido totalmente olvidado en un país con tanta tradición poética como Japón.

  

UN ZORRO

 En el crepúsculo de invierno en la callada montaña
 un zorro solitario, parecido a un delgado jirón de corteza,
 trepa
 un árbol desnudo, trifurcado.

 Despide un fuerte olor a hierro,
 que semeja bastante al invisible cazador
 que trepa las laderas.
 Él reconoce, también, el sonido de sus pisadas:
 sucio deseo.

 El zorro desciende despacio del árbol,
 y desaparece en las cuatro dimensiones de la desolación,
 donde la zorra color-de-luna lo espera.




UNA ZORRA

 Cuando cae la nieve
 sobre la espalda de la zorra silvestre,
 ella se convierte en una pálida sombra azul.
 De noche en una tormenta de nieve
 la sombra baja corriendo
 derecho de la montaña,
 dando la vuelta a los cercos de una aldea congelada,
 moviéndose alrededor de los sueños naranja de la gente.
 La sombra azul, antes de que se den cuenta,
 está sentada enfrente de un corral de gallinas.

 Antes del amanecer en febrero,
 en el resplandor de un manto damasco de nieve
 la zorra regresa a las montañas.
 Está preñada.



UN ZORRO COLOR CREPÚSCULO

 Mientras que el zorro que baja de la montaña
 cruzó un puente de arcilla en una aldea,
 el aire en derredor se tornó color zorro.
 En el crepúsculo de la luminiscencia
 el zorro adquirió un color crepúsculo.
 Las cañas susurraban.
 El viento sopló desde la aldea.
 El zorro se convirtió en una delgada tira de sombra,
 visible o invisible,
 corriendo hacia la aldea.
 De esta manera
 el zorro otra vez atacó a una gallina blanca.


UNA PISADA

 Hace mucho
 un zorro corrió a lo largo de la orilla arcillosa de un río.
 Luego de un ínterin de diez mil años
 una pisada
 vuelta fósil
 permanece.
 Mírala y verás lo que estaba pensando el zorro mientras
corría.

(Un poema dictado por Shinjiro Kurahara en los últimos
tiempos de su enfermedad.)

FUENTE

Modern Poetry in Translation. Third Series, Number Eleven. Frontiers. London, 2009. Las versiones en inglés son de William Elliott y Katsumasa Nishihara.
http://inutilesmisterios.blogspot.com.es/



EL ZORRO

El zorro sabe
que no hay nadie
sino únicamente él en la asoleada
tierra seca
por eso
es una parte y un todo
de ese campo
sabe
que llega a ser viento
como yerba seca
y hasta en un rayo de luz puede
convertirse
como si fuera y no fuera
en la tierra seca color zorro
una existencia de sombra
Sabe
correr como el viento
más rápido que la luz
Por eso
piensa que
es invisible
para todos
algo incorpóreo
mientras piensa
se desplaza
y solo
el pensamiento corre
Inadvertidamente
en pleno día
la luna
se dejaba ver
sobre la tierra seca

Traducción: Yoriko Toda/Pérez So


A VIXEN

When snow falls
on the back of a wild fox,
it becomes a pale blue shadow.
At night in a blizzard
the shadow comes running straight down
from the mountain,
circling the fences in a frozen village,
moving around the orange dreams of the people.
The blue shadow, before they know it,
sits in front of a chicken coop.

Before dawn in February,
in the gleam of a damask mantle of snow
the vixen returns to the mountain.
It is pregnant.


めぎつね

野狐の背中に
雪がふると
狐は青いかげになるのだ
吹雪の夜を
山から一直線に
走ってくる その影
凍る村々の垣根をめぐり
みかん色した人々の夢のまわりを廻って
青いかげは いつの間にか
鶏小屋の前に座っている

二月の夜あけ前
とき色にひかる雪あかりの中を
山に帰ってゆく雌狐
狐は みごもっている



A FOX

A fox knows,
on this sunny desloate field,
that it is all alone.
Therefore, it also knows:
it is a part of the field
and the whole of it as well;
it could be wind or withered grass,
and then a beam of light
on this fox-colored desolate field;
it is a shadowy existence, as if all or nothing.
It knows it runs like the wind
and that it runs faster than light.
So it believes
it is no longer seeable.
The invisible is running while thinking.
Only the thought is running. Before it knows it,
the daytime moon rises above the desolate field.



きつね

狐は知っている
この日当たりのいい枯野に
自分が一人しかいないのを
それ故に自分が野原の一部分であり
全体であるのを
風になることも 枯草になることも
そうしてひとすじの光にさえなることも
狐いろした枯野の中で
まるで あるかないかの
影のような存在であることも知っている
まるで風のように走ることも 光よりも早く走ることもしっている
それ故に じぶんの姿は誰れにも見えないのだと思っている
見えないものが 考えながら走っている
考えだけが走っている
いつのまにか枯野に昼の月が出ていた


CHAR

--two char painted on a celadon bowl of the Sung dynasty--

Some bright daylight in May,
time is so heavy,
I just glance at a celadon bowl.
In the sky-colored bottom
two char move in and out.

When the water is waved by the passing wind,
the backs of the char gently shine salmon-pink
and a cloud in the Sung dynasty crosses on the bottom.

Trailing the shadow of a long time,
the char sleep down in the abyss of melancholy,
wake up at times and splash,
and then before I know it swim in the azure sky.


岩魚

――宋青磁浮紋双魚鉢―― 

五月のあかるい昼さがり
あまりに生の時間が重いので
私はひとり青磁の鉢を見ている
空いろの底に
二匹の岩魚が見えたりかくれたり

すぎる風に水がゆれると
岩魚の背もかすかに紅いろに光る
また 水底をよぎる遠い宋時代の雲

ながい時間のかげりをひいて
憂いの淵に岩魚は ねむり
時に目を醒まして はねると
いつのまにか蒼天をおよいでいる



SALMON

Some slices of a salmon
on the white dish.

At nine a.m. in the water of the north country
on which the blue sun threw its rays
the cornered salmon died with its last shriek,
like a rat’s,
while all its scales turned rainbow.

Every morning
at nine
the ghost of that salmon
comes and goes in the sea of the white dish.




白い皿の上の
鮭の切身

午前九時の青い太陽の
投影する北国の水の中
おいつめられたあいつが
きゅうといって息たえた時
あいつの鱗は全部虹色に光った

午前九時になると
いつでも  あいつの亡霊が
白い皿の海を
いったりきたりする



A WATERMELON FIELD

Until yesterday watermelons aplenty were left lying
here and there in the field.
But today
there are none.
Someone unknown has taken them away.

There are only the field and the sky.
A white cloud, coming and going,
is looking for watermelons.

A young girl comes along,
oblivious of watermelons, etc.
Her full hips swaying,
her face flushed,
she walks briskly into the unknown.

Soon she disappears.
The field and the sky alone remain.



西瓜畑

昨日まで
ごろごろころがっていた 西瓜畑に
今日は
何にもない
未知の人に盗まれたのだ

原っぱと空ばかりがあった
白い雲が往ったり来たりして
西瓜を探している

一人の若い女がやってきた
女は西瓜のことなど知りはしない
充実した腰をふりながら
のぼせた顔をして
すたすたと 未知の世界へ行った

やがて女も消えた
原っぱがあって その上に空があった


ON THE SHORE

The winter sun was at its zenith.
His head poking above dry grass on a riverbank,
an old man of eighty-nine was fishing.
Holding a pole,
talking over old times with winter fish
swimming under reflected scatterd clouds,
he died.
The glittering
sun was lowering.
A cabbage butterfly tottered
toward the other bank.

Fish were calling the old man.
A small red cork
bobbing up and down,
made faint ripples.


岸辺

冬の日がかんかん照っていた
川岸の枯草の中から首だけ出して
八十九歳の老人が釣をしていた
釣竿をもったまま
水に映るちぎれ雲の間をおよぐ
冬の魚たちと昔話をしながら
老人は死んでいた
ちかちかと
日はかたむいていた
一匹の紋白蝶が
よたよたと向う岸に渡っていった

魚たちが老人を呼んでいた
赤い小さなうきが
かすかな波紋をおこして
沈んだり浮いたりしている


THE ABSENT MAN

On a hill at the base of a mountain
stood an old temple dedicated to Kannon.
I paid a visit to a monk living there.
I had been there several times
meaning to drink newly picked tea with him.
As always he was absent today, too.

The three side doors of the temple were open.
Over the hearth, without fire,
a dusty pot was hanging.
A single
blue-and-white teacup . . .
A blue blew in
and alighted on its rim.

High over the open temple,
the peak of a thunderhead, rare and radiant . . .



不在の人

山すその丘に
古い観音堂がたっている
そこに住む僧を訪ねた
新茶をいっしょに飲もうと
何度か来たのだが
やっぱり 今日も不在だ

堂は三方あけっぱなし
火のない炉にほこりだらけの鍋がかかっている
ぽつんと一つ
染付の湯呑があった
風とともにシジミ蝶が飛んできて
湯呑のふちに来てとまった

堂のむこうに
めずらしく積乱雲の峰がまぶしい



YESTERDAY’S IMAGES

A praying mantis on the edge of unconsciousness
raising its axes above the horizon,
gazes at the running clouds,
clings to the tip of a dry grass blade
and sways with it.

On its glassy blue eyes are reflected
the horizon in the afterglow,
speckles of a blue,
and thistles trembling in the distance.
Those are yesterday as it was.



昨日の映像

意識を失いかけたカマキリは
斧を地平線の上に ふりあげたまま
走る雲を ながめたまま
枯草のてっぺんにしがみついたまま
枯草がゆれるとカマキリもゆれる

その青ガラスの瞳に映っているのは
残照にかがやく地平線
小さなシジミ蝶の小さな斑紋
遠くでゆれているアザミの花
それらはすべて昨日の映像のままだ


A CROW

In a vast expanse of field
a crow with the sun on its back
flying vigorously
suddenly died.
It fell straight down from the high sky.
And at the same time
its huge shadow
dashed into its dead body
at lightning speed
from the horizon of the crimson field.
Having cast a great shadow on this earth
the crow’s heart quit.



広漠たる原野
背に夕陽をうけて 軽快に
飛んでいた 鴉が
突然 死んだ
鴉は高い空から垂直に落下した
と同時に
あかねいろにそまった野の地平線から
彼の大きな影が
目にもとまらぬ速さで
じぶんの死骸にかけこんできた
この地球に偉大な影を落としていた鴉は
心臓マヒだった



A SECRET CODE

What is that coming through
the wrong end of time?
A secret code from the future.
But it is not from human beings
or from a non-existent God.

Under the abstract sky,
where the distant desert is gradually dyring out,
the last butterfly
is sending it, clinging
to the single remaining grass blade on earth.



暗号

あの 時間を逆につたわってくるものは何だろう
未来からの暗号
あれは しかし 人間のそれではない
もちろん ありもしない神なんかでもない

あそこの砂漠の
だんだん乾燥してゆく 抽象的な空の下で
地上にのこされたたった一本の草にすがって
最後の蝶が発信しているのだ



A FOOTPRINT

Long ago
a fox ran along a clay river bank.
After an interim
of tens of thousands of years
a footprint turned fossil remains.
Looking at it, you'll see
what the fox was thinking while running.



足跡

ずっと昔のこと
一匹の狐が河岸の粘土層を走っていった
それから
何万年かたったあとに
その粘土層が化石となって足跡が残った
その足跡を見ると むかし狐が何を考えて走っていったのかがわかる

Translation: 2010, Mariko Kurahara, William I. Elliott, Katsumasa Nishihara








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ELSA BATISTA PIMENTEL [19.208]

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ELSA BATISTA PIMENTEL

Elsa Batista Pimentel, nació en San José de Ocoa, República Dominicana. Se graduó en Passaic County Community College y la Universidad de Kaplan. 

Batista Pimentel ha publicado los libros Puerto del Deseo (2004), Cenizas de Ausencias (2007), Lasitud del Vuelo (2011) y Siempre odié los gatos (2014). 

Su trabajo fue incluido en las antologías Noche de Vinos y Rosas,  Nostalgias de Arenas, y A viva Bosh, Cien poetas cantan a Juan Bosh.  Uno de sus poemas fue hecho canción y se incluye en el CD Del poema a la canción  producida por el Centro para el Desarrollo de la Mujer Dominicana en NY. 

Elsa Batista es la actual directora de La Casa de la Cultura Dominicana de New Jersey y es también directora ejecutiva de la revista Rumbo Dominicano.



Cada noche muere un pájaro

Cada noche muere un pájaro en mis ojos
en la desolación cansada de mis sábanas
cada pájaro es un relicario
donde se guardan celosamente los tormentos
esperando el segundo determinante y preciso
Cada noche es pájaro muerto
mi almohada,
víctima de mi verdad, vieja y recién descubierta
albores falsos
de tantos despertares imprecisos.
Las alas de la frialdad envuelven mi pesadumbre
sembrando pájaros muertos en mis parpados
para multiplicarse luego
en la realidad de las cenizas
Desfile de cadáveres penígeros
dejan su estela acuosa
en cada intersticio de la nocturnidad
cada noche hay un pájaro menos en la risa
una sonrisa que se ausenta de la ventana
donde hecha polvo el alma nigromante
no es mentira de lo eterno.



Each Night a Bird Dies

Each night a bird dies in my eyes
in the tired desolation of my sheets
Each bird is a reliquary
where are jealously kept the torments
waiting for the critical and precise second
Each night my pillow is dead bird
victim of my old and recently uncovered truth
false dawns
of so many inaccurate awakenings
Wings of the coldness, wrap my sorrow
planting dead birds in my eyelids
to multiply then
in the realty of the ashes
Parade of winged corpses
leaves its watery trail
in each gap of the nocturnality
Each night there is a less bird in the laugh
An smile is missing in the window
where done dust, the necromantic soul
it is not lie of the eternal.




Puedo soñar

Puedo soñar, amor, que no estás lejos,
que se ahogan en mis manos las distancias,
que en mi pecho encuentras tu refugio,
que tus besos hacen nido en mi mirada

Puedo soñar, amor, que no es el viento
el que canta su canción en mi ventana
que es tu voz la que rompe mis silencios,
que es por mí que despiertan tus palabras

Puedo soñar, amor, que yo soy río
que en mí ahogas tus horas de ternura
que en un segundo naufrago yo en tu vida,
que tu tiempo y mi tiempo se conjugan

Puedo soñar, amor, que hasta ti llego,
que soy leve transparente mariposa
que emancipada retozo por tus prados,
que ahogo mi néctar en tu boca.

en Puerto del deseo (Mente Editorial, Santo Domingo, República Dominicana, 2004).






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ALOK SARKAR [19.209]

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ALOK SARKAR

Poeta bengalí famoso de la generación-50 (Nació en 1933). 
Alok Sarkar, considerado como "el poeta de lo sagrado" en la generación de los años cincuenta.


La advertencia de cada momento

No es buena la inquietud. Pero permite
cambiar del negro al blanco.
A veces siento su atracción, pienso entonces en coger
este poder sin conciencia. De repente, sé que podría hacer volar
el árbol del ficus como un pájaro. Sin embargo,
dudo de la inquietud en lo cotidiano. Por eso siempre salgo
con la ropa elegante que uso normalmente, nunca con la otra.

Me canso cuando veo al ficus como una sintaxis de hojas
picadas por los insectos y eso que miro este árbol
muy pocas veces. Una tarde vi dos barcas al abrir la ventana
y tres pájaros desvelados sobre las ramas del roble de India. 
Estas imágenes se van quedando en la memoria.
Pero nunca es buena la claridad. La inquietud es una emoción aún más abrupta de la que nace la enfermedad de la retórica y de la incoherencia.

A lo largo del día pienso en las dos barcas infinitas y los tres
pájaros sobre las ramas del roble de India.
Creo que estas imágenes descansan profundamente detrás del ficus.
Sigo despierto, siempre con los ojos solitarios, vestido con la ropa elegante.
Es necesaria la conciencia viva, la advertencia de cada momento.
Pienso en el patio sucio, en el grito del aire, dónde está la llave,
la conciencia aguda queda despierta, sola, es vasta la luz total.

Alok Sarkar, incluido en La pared de agua. Antología de poesía bengalí contemporánea  (Olifante Ediciones de poesía, Zaragoza, 2011, ed. y trad. de Subhro Bandopadhyay   y Susana Agustín para este poema, adaptación de Violeta Medina).



Selected Poems of Alok Sarkar

Deathvictor [মৃত্যুঞ্জয়] 

Its absense becomes the visual
becomes action and reaction.
Retiring summer afternoon
reluctantly trickles from one history 
to another. This sluggishness
this change of state and transformation
will be brought to the table. The completion
of what's completed will be up for talk.
All of existence is death-rigged.
Completion remains untouched by it. Midday of June
proves the scorched landscape. A scorched landspace
swallows emptiness - now emptiness has been tagged, ensured.
A suntanned reaction
makes its action verb
infallible.

Translated from Bengali by Aryanil Mukherjee.





Identification [শনাক্তিকরণ] 

Of all the seeings
few are favored.
The ones disliked are
being pronounced more often.
The disliked seeings are up all day.
The more they stay up
the more enthusiasm - 
this moment I cross the street
the next I animate my speech.
Upon returning home, the first thing
I drew was a dislike.
I draw a dislike
and then another.
See how sharply night descends!
Spreading out my arms and limbs
under the big top, I realize
I am within wider quarters.
As sleep drizzles
I can see it hasn't brought
any colors with it today - no black
no white.

Translated from Bengali by Aryanil Mukherjee.





Void [শূন্যতা] 

There was a tree by the riverside, it has been long
since the tree isn’t there any more. Before falling asleep
I think of the tree – one of the branches bent over, prodding the water-surface.
This summer Krishnachura has been in full bloom and Jarul ecstatic
All my day within the hues of Krishnachura, all my day within
the ecstasy of Jarul
Whatever fills up the day is sharp pronouncement... spiky summer days.
The rest are all autumn alone along a Sheuli-strewn soggy forest road.
Sheuli-strewn lone and cool mesmerisms. Before each slumber 
I think of the tree – one of the branches prodding the water-surface.
A transparent cloudless emptiness spreads over like mist. This summer
Krishnachura has been in full bloom and Jarul ecstatic
I plant...carefully...just in between the two...a transparent and cloudless emptiness
There was a tree by the riverside it isn’t there any more. 
__________________
Krishnachura - A large tropical tree producing bright red and fire-coloured flowers in bunches.
Jarul- Also a tropical plant shorter in height producing enchanting purple flowers.
Sheuli- A typical plant available in Bengal, its little white flowers with saffron stalk heralding the advent of autumn.

Translated from Bengali by Subhashis Gangopadhyay.




Obeisance [প্রণাম]

A dark thin man. As expected
a blue bag dangling from his back.
He is returning home now – just like the descending evening
that is, he’s returning home just like the descending evening.

As a matter of fact there's truly nothing to worry about. Watch him 
approaching soft- toed
feet never making a sound too loud.
There appears to be no need to shift eyes away from him
nor casting a watchful glance at him - a dark thin man, no more.

It’s only that the afternoon is gradually stretching itself,
the whole of it trying to overshadow everything around.
It seems to be a coming on that can barely get noticed,
one that can never be referred to as an invasion – all these – 
all these of a mere afternoon.

Just as a dark thin man, on his back –
a blue bag on his back –
these can never be things to worry about.

How easily it can be comprehended now that
the time for final obeisance has arrived at last –
the all-pervading sunset has brought into a zilch
that eternal non-corroboration.

Translated from Bengali by Subhashis Gangopadhyay.




Awakening

Every soul was deep asleep when the first rooster called 
from the otherside of the wall. I climbed down to the courtyard.
only to find the half-closed petals of Krishnakali
awakening.

I felt nocturnal dew under my feet as I stood beneath the mango tree
A more careful observation indicated they were all asleep
just to comprehend that alone in a sleeping world 
the rooster's call
had beckoned the petals
to slowly rise from dissipating slumber. 

When in a sudden gush diamond-mind leapt out from behind the leaves
and crossed over the wall in unspoken darkness
I realized once again, they were all asleep, truly asleep.

Under a mango tree, awake to it's desolation
awake more than the awakening, I moved towards the well
to rinse my face, my eyes.

A lily sprouted breaking dark, the Cape Jasmine too
As light began to play boisterous with the Mango leaves
They were all asleep in their rooms
I too, returned to crawl back into my bed under the mosquito net
and turned to the other side to doze off again.

All my day revolves around a bunch of errands, awake all the while
within the overwhelming frame of non-awakening.

You give me a fresh flower
You bring me inside this house of commotion
I place the Cape Jasmine in a corner table
in the house of commotion, where I ask around
the name of this street.

______________
Krishnakali - (Mirabilis jalapa) plant, occurs in a variety of colors; was probably brought to India by the Portugese in 16th century C.E
Translated from Bengali by Aryanil Mukherjee.




The Red Light [লালবাতি] 

Suddenly one day I discovered 
there was no friend around.

At once 
the red light began to glow.
Nothing emerges clear under red light
but red light is conspicuous from a long distance.

I do not have the mind now to clearly observe anything 
when there's no friend around.
Am I visible to them
from a long distance?

What can they see!
Nothing is visible in the red.
A hazy silhouette
an uncertain existence.

I never knew when my friends had left
one by one.
All of a sudden I felt a shudder
there was no existence of any friend by my side!

Red light subsists.
Red light is visible from far away.

The red light is there
and this dreadfully still existence.


Translated from Bengali by Subhashis Gangopadhyay.




God [ঈশ্বর]

The child who had 
killed his mother
is today guiding the blind man
home.

He is finished with his games, the cover of dusk is gathering all around.
How far precisely is the blind man’s home!
Cars are hurtling past; all men are in a hurry.
He is not in a brooding state but merely casting a cursory glance around.

He kicked the kitten, just kicked it from the causeway onto the road.
He possesses a pair of strong feet indeed!
The child who had killed his mother
all of a sudden stopped, confronted by the sweet smell of night jasmine.

How far precisely is the blind man’s home!
God in white robe! 
On the way back from the blind man’s home
a sly hand swiftly picked up a fistful of peanuts from the old vendor’s basket.

Translated from Bengali by Subhashis Gangopadhyay.




Absolute

How complete a picture!
The picture is enjoying itself
within itself.

Its earth, the colour of its trees and
the wind and the light that surround them
they, too.

I am beckoning you
I am beckoning you all.
Scurry in your festive dresses.

There’s no dent anywhere,
the color of the tree, the stirred up earth
and that picture

it is not thinking of anything additional
of anything lost.
Listen to the sound around –

the sound that generates
in the absence of any sound.
Can’t you hear it … loud and clear? 

Translated from Bengali by Subhashis Gangopadhyay.




Flowers in red thread [লালসুতোয় বোনা ফুল]

Our breakfast – from ages long past 
All I remember of it
are flowers embroidered on the table cover
Do you recount other details ?
the menu ? realistic conversations ?
Ravaging memory has displaced objects from their real space
and it scares me.
I repeatedly think of the red-threaded flowers on the table cover
Red-threaded flowers with black designs mixed in.
Me, the realist
I think of those red flowers knit on the table cover
speckled with black thread 
and dread to think how much of our conversation
you still bear in mind. 
I felt afraid even to look into your eyes.
Just thought of those flowers in red thread
Constructed, alive red flowers and the
methodology of construction -
certain specific methods, each one uniquely expressed
without the ravage of memory
without the enigma of imagination
Do you remember other details ? Self-obsessed you.
My eyes don’t ever meet yours.

Translated from Bengali by Aryanil Mukherjee.





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SARAH CERTA [19.210]

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SARAH CERTA

Sarah Certa nació en Alemania en 1987. Es autora de la colección de poesía RED PAPER HEART (Zoo Cake Press, 2013),  y su trabajo ha sido publicado o está próxima en Northwind Magazine, Narrative Magazine, BODY, H_NGM_N y en otros lugares. Vive en Minnesota. 

Sarah Certa was born in Germany in 1987. She is the author of RED PAPER HEART (Zoo Cake Press, 2013, e-version 2014). Is a spiritual counselor & psychic channel, dedicated to providing an evolving quantum-spiritual framework through which we can more holistically understand the human psyche & dimensions of consciousness. University of Hell Press published her first book of poems Nothing to Do with Me in 2015. Her second book of poetry is forthcoming from Civil Coping Mechanisms in 2017. Follow her on Twitter @AlienHere2Love. 



HOLA HOLA

Los poetas son gente de lo más vacía que conozco
es el tipo de pensamiento venido de algún lugar para darme por detrás
en el cerebro, los putos elfos lanzabolas de nieve.
Tengo humedad en los sobacos porque me he tirado toda
la mañana sola en el sofá, pensando en hilos
de palabras como perlas, en lo mucho que quisiera besar
cada clavícula del mundo.
En cuánto te echo de menos.
No puedo recordar la última vez que vi un pájaro o
que me masturbé, y ahora la mañana ha pasado y yo todavía estoy
en el sofá, con la tripa llena de pasta, mis luces de Navidad encendidas y
el corazón tan firme que lo puedo sentir en mi clítoris, esa lengua
de colibrí donde mis muslos se juntan.
¿Qué estás haciendo y por qué no soy yo?
Estoy intentando ser otra persona.
Estoy intentando sonreir más.
Estoy intentando dejar de intentar.
Estoy intentando derribar la puerta y construir un parque de algodón,
gemir más, inventar oraciones
que entren como cuentas
de rosario, píldoras sagradas en cadena.
Quiero atragantarme con algo bello
y luego escupirlo de vuelta
en la boca de extraños en la calle
para poder sentirme una buena ciudadana en mi comunidad. 
Me pregunto si tendré una enfermedad.
No me preocupa tener una enfermedad.
Esto soy yo en domingo.
Hola hola soy una persona en el mundo y te amo.
Hola hola solo sé decir tonterías sobre la guerra excepto
que amo que millones de ti hayan muerto dentro de mí.
¿A dónde va todo ese esperma?
es una pregunta que me hago muy en serio, mi vagina
tiene las paredes como un cementerio,
excepto que nunca es triste. Este es el primer poema feliz
que escribo sobre la muerte, y no entiendo
mucho de cuentas bancarias o de refrigeradoras,
pero tengo de las dos y eso me basta por hoy. 

-Traducción española de Tive Martínez, 2016
http://paradojasdelconserje.blogspot.com.es/


SOMEONE SAID SOMETHING ABOUT REAL LOVE

being like the roots of two trees turned
one, the inseparable connection that lives on 
after all the breathlessness has burned away. After all 

the pretty blossoms are gone. I think about this and my mouth 
tastes like dirt. Maybe I don’t know anything about 
real love, but somewhere in my hair there are birds 

singing, calling you. Somewhere in the meadow of my spine 
is a blooming fruit tree. Meet me there. I want 
to tangle my legs with yours. I want to be breathless 

with you. Let’s put our fingertips together 
and read each other like Braille. My fingertips are blossoms 
covering your back. My fingertips are blossoms 

raining on your face. Catch them in your mouth 
so that every time we kiss there’s a soft explosion 
of pink blossoms sprawling from between us 

like fire. Yes, this is how I want to live. Not buried 
like a casket, not rooted in the same goddamn earth year 
after year after year. I want to love you in Paris, 

in Rome and Tibet. I want you to want me like 
time, the way the planets can’t stop spinning even 
if they tried. I want to be your gravitational pull. I want 

to live like this, to love like this. And when I die 
I want my body to be covered with ten thousand 
pretty blossoms, and then burned.


MEMO

It’s been a rough month, full of funerals and dead 
turtles on the road, but today the sky 
is so hot and so blue that I’m finally in the mood 
to invite you all over for a party, a summertime party, 
where everyone is sun-kissed and brilliant, reckless, barely 
wearing clothes. I’ll make fruit-and-vodka popsicles 
so our mouths will be sticky and sweet like the insides 
of flowers, and our laughter will bloom deep 
into the night, like the summer after high school,
when a group of friends and I rented a houseboat on a lake in northern Minnesota, 
and somehow we managed to smuggle enough alcohol on board 
for a small army, which we were, in a way, patrolling the border 
between teenager and adult, smoking cigarettes and running barefoot 
through forest-studded islands at midnight, so 
drunk that we didn’t feel the cuts on the bottoms of our feet 
until late the next morning, and for a week it hurt to walk, 
but it was a good hurt, a sweet, stinging hurt, that reminded us 
of how cool were, how tough, how absolutely young and 
invincible. Unlike these days, when I like to think I’m all 
grown-up, sipping white wine on the patio at dusk, long- 
limbed and elegant in a draping dress. I go to bed early. I do yoga. 
I eat strawberries and yogurt from a big white bowl. In other words, I’m responsible 
and scared. Scared to eat, scared to lose, scared to die, scared 
for my daughter to grow up and leave me, for her to die before that happens, for my brother 
to go to Afghanistan in November, the thought of which 
is a wall cloud in my mind, threatening to hurricane my life 
at any moment. But today the sky is so hot and so blue 
it’s begging me to hang my anxiety in the closet, trade it in 
for cut-off shorts and a bikini top, to let go and sweat 
in this thick, lusty heat, the music pulsing in my chest like 
blood, like the vodka in my head, and I’m ready 
to feel the burn in my lungs, the ache in my legs, for something, someone 
to knock me down, help me up, taste my salty skin and remind me 
that I’m still here.


Down Into the Grass 

It makes me sad that most of the men 
I'd like to fuck are dead. And I don't even want 
to fuck my ex but last night dreamed 
that I did, and woke up feeling sad, feeling 
fat because of all the pizza 
I ate yesterday, and I can't help but wonder 
if there's a malfunction inside me, some switch 
I forgot to turn on, or if there even 
is a switch, if I'll always 
be fumbling along the cool dirt walls 
of a cave, holding a white candle, thinking 
about my friends, how much I love them and how much I wish 
this love was enough, this green field, this gold sun, this 
big sky love. I wish I were typing this 
on a typewriter in the sky, or under it, I mean, that my hair 
was straight and blond for a day, my nose 
a little smaller, that I wouldn't have to 
plug in so many things 
before I could use them. I think what I'm saying 
is that I'm confused. And how couldn't 
I be, with all this hair on my legs, all this snow melting and talk 
about guns? I want to know what it's like 
to live in a place I feel comfortable 
living in, to say this town 
is my town, and I live here, and wouldn't you like 
to come over for dinner? I keep thinking 
about you coming over for dinner, looking at all 
the books on my living room shelf, asking 
what you can help with, since I know 
you would ask, standing 
in my kitchen in your bright green socks. I want to know 
how those women on the porch in Montpelier 
got to be so happy, drinking wine on a summer 
afternoon without men, laughing 
the way only women 
can laugh with other women, a flock of birds 
erupting from them over 
and over again, how even the birds are laughing, their wings like arrows 
pointing in every direction 
except for back at themselves. But of course I am always 
pointing back at myself, always so 
concerned with what I'm doing or not 
doing enough of, and this is getting 
so existential, I'm so uncomfortable, it's after 1 PM 
and I'm still in pajamas, riding a horse 
I wish was wilder that would buck me off 
and send me flailing, rudely, would hurt me, wake me 
up from this stupid dream about Love 
and silverware, about sleeping in a tee-pee with you, Italian 
dinners in the city and day trips 
to the coast in our third 
summer, any summer. I want to know 
what it's like to stay, to want to stay. I want to weave 
scarves in my hair and pierce 
my ears with peacock feathers, run my foot 
along your thigh. I want to wear an apron and bake brownies, hand you a martini 
when you walk through the door, put on 
a black leather suit and show you 
my round-house kick. I want 
to make you hungry. I want 
to be adored. I want to stop 
wanting to be adored. I want to stop 
stopping myself, slamming my fingers 
in this oven door, and so I am going to stop here, on the longest 
day of summer, even though you are a man 
I'd like to fuck, which makes me 
scared that you are dead, I am going to stop here and wear 
a light blue dress made of cotton, and wait for you 
to lift it like a cloud around my shoulders and push me 
down into the grass the way no friend ever would. 


This morning the dew on the grass was so beautiful

it made me want to write a love poem, so I could say something
about being nervous under the pink sky
of your breath, about running barefoot through the fields of the electric summer
that is you when you laugh, which I wish
could be you all the time because when I think
about you crying it feels like all the trees in the world
are turning into oceans. And I wanted to say something
about the universe inside you that I’d like
to be a part of, a place where all the beds are queensized
and covered in bright cotton sheets, where hazy
blonde mornings stretch their limbs like sleepy wild cats far
past noon and into the purple
dust of the evening that is you walking
down the street, you ordering
a sandwich, a drink, you dreaming
on the train while the cityscape climbs over
the horizon and into the sky, which your brain
has always been wider than, even
on the day you were born, which was the day
the stars shone brighter and the Amazon
river bloomed with
exotic new fish and the moon
was never so full. But I am missing the freckles, the scars, the shape
of your hands, what you like for breakfast and the food
you hate most. I am missing
the yawn of you, the stretch and the tremble, the sorrow
that lives in your pockets and all the words
you mumble in your sleep. Or maybe
you don’t even mumble, you,
who could be anyone, you
are that color I can sometimes taste
but have never seen, the one that exists only
in some ethereal fragment of my amygdala, floating
along the outer edge of my upper right peripheral, something
like sapphire and jade but also
hot pink and misty
fever grey, like the wings
of a bird from the future, where finally
you’ll find me and step into the space in my heart I’ve been carving for you all these long years.



CRAZY DAISIES

There is nothing new about my sadness, these bags
of tears in my head no heavier
than all the hearts in all
the centuries of humans before me, all the mothers
of all the sons in all
the wars, all the mothers
of all the daughters, all the daughters, all the slaves
on all the ships, all the girls
being trafficked tonight in cities
where the lights look so pretty, like adolescent stars
buzzing above underground railroads
except the train
is going backwards, or just down
into hell, dressed up
as a Mercedes, men’s words
wrapped in gold, honey, I’ll take care
of you, don’t worry, sugar, you’re getting a new life, there is nothing
new about the yelling, the voice
so big there’s no room
for you except in the corner, folded
like a balding swan
into your naked self, all the corners, all the
flowers to say I’m sorry, baby, I love you, they’re crazy
daisies, I got them
for us because we’re crazy
like that, he would say things
like that, and there’s nothing new
about how I would throw
myself back into the hot
soft dark of his mouth, like a padded
room with bars on the windows, my wrists
cuffed to the inside of his rib cage, I was
a prisoner and liked it sometimes
because it meant I was safe
from the rest of the world, all the babies
beat to death, anyone
beat to death, all the strangers
in the alleys who could never
touch me because he’d always
be there, he was always
there, in the morning, at dinner, always toasting
to me and every moment
worth knowing, all the beautiful
songs that spilled out of his mouth, I’d forget
the bombs behind his eyes, his heart, that the sun
is a bomb, how sometimes
if you’re not white it’s illegal
to want a better life or
food for your kids, how sometimes
it doesn’t matter at all what your skin color is, sometimes
people just feel like killing
other people or shooting airplanes
from the sky, and there is nothing
we can do about that
except probably kill
some more people. And I don’t want
to agree with that but lately
even the wind is quiet. The curtains
in my bedroom barely move, like ghosts
who don’t feel right
about being ghosts anymore, all the breath
they saw escape me, either moaning or
sobbing, hanging onto
the moaning, the diamonds, the gold
cashmere scarf, the poems, I held onto
the good things because isn’t that
the way to survive, to make
a marriage work, you have to sacrifice, you
have to compromise, you have to try and
try harder? Yesterday I tried
to get out of my head,
but when I got outside I saw bodies
falling like ash through the sky
except faster of course
because they’re still bodies, and this isn’t
a story, this is real
live footage of the world, yet when I
go out into the world, pumping gas and waiting
in line at the grocery store, in the waiting room
at the doctor’s office, under
the same sky as always, I never
see anyone crying, which is a phenomenon, how most people
seem to be doing okay, still believing in love and
more love, like they’ve never
been stabbed with a searing
jagged-edge rod from the inside
of their bellies to the outside and back in
again, watched their skin
be skinned and fed to them. At least
that’s how it feels
when I lie in bed and try to forget
the sky all together, try to be one
with myself in this moment in this bed, this bed, this bed
the same bed where I laughed into his chest
all November afternoon, then cried
in the middle of the night because he wanted
sex and I wasn’t wet
enough in my sleep, he said what
the fuck is wrong with you, why aren’t
you wet, don’t you love me, he said fix it, said fuck
me, I need it, he said I love you
forever, who put you
together, you’re so perfect, he would cry
about the news, he would cry
about the raping, too, and turn
to me and say, in a world
without promises, I need you
to be my promise, he said, I promise, he said, his breath
like a sweet moth against my ear, I got you, I got you.


On the Other Side of Living

It’s raining and I miss paying attention
to the trees in my throat, the skin
stretched across my hips, all the mornings
we meant to give birth to. It’s strange,
to be here again, talking to a self I was sure
I had buried. She just
won’t leave me alone. God,
I mean. I mean I’m not going to die.
What is there to bury when I
have only ever been born? What is there to mourn
when we have only ever been love?
Though it’s true I’ve been running, hooking
my ribs onto the undersides of spaceships,
slipping away between dimensions
only to find myself in the faces
of angels, my fractured mind snapped whole
in the wake of solar storms. I am
the Earth’s identity crisis, the sky
that hugs her anyway. I move
like lightning and then wonder
where all this ash comes from, why I can’t remember
ever being held as something more than a corpse.
All these stories we invent about ourselves
to keep from feeling worthy
of speaking to each other. How every word
has been both a map toward home and a wall
on the other side of living.


Pulse

I used to be a natural at mapping out my organs,
the seaweed in my veins, the metal taste of my tongue
pushed against the back of my teeth
when I ran out of ways to stop looking at you.
Where did I come from and why
is a question I used to curl up inside of
as I waited for the door in my throat
to break itself open, the daily
chore of being born. It was easy
with you. That’s what I remember most,
the breathing. The wanting to. The stop
and go of your pulse
against every barricade I’d built
around my life. You screamed
as if we were dying,
and I believe it now, all the skin
we left behind. No time
for a proper funeral when the whole world
is burning up at your heels. No time
to say good-bye when we never
got the chance to say hello. No need
to say hello when it’s home
you’re walking into. But still,
I’d like to start at the beginning, glance backwards
over my left shoulder and ease
into your vision like a cloud.
I want to make eye contact and mean it.
I want to fall from the stars back into my body
and make mornings happen
the way the sun does: steadily and only
because you exist to wake.



You light a candle

You look at Juliet’s ever-thinning legs
and think of the electric
blue neurons pulsing inside them
like the intestines of insects,
strung out and licking
against her bones, your bones, the bones
of people in Gaza, all those skulls
crushed in rubble, their brain-dead brains
oozing down into the dirt.
You shake your head. No more raping tonight.
Tonight you are thankful
Juliet is safe. You take a sleeping pill
and imagine it floating
down into your belly
like Jesus’ pinky nail.
You turn off all the lights
and lie down on the sofa, take another pill
and watch it do soft somersaults
like a baby astronaut
down behind your eyes. You close your eyes.
You see a child’s severed limb
flung across a field like a dog’s chew toy.
You see him masturbating in the bathroom
until the second pill kisses the first pill on the forehead,
barely touching, like his fingers
on the back of your neck
that first time at the airport,
you see the yellow flowers
he sent you last September
because he wasn’t okay with
you not having a sun next to your bed.
Again with the words.
You are such a slut
for men who like to get you high,
all those tabs of acid
beneath their hot tongues.
You see yourself falling
in love with this man
who hasn’t raped you,
because of course you would fall
in love with a man
who hasn’t raped you. Everybody
wants that.



Rain Poem

I’m listening to the rain smack itself into the house, and this isn’t even close
to how much I want your mouth on me tonight, how much I want
to be the cleanest water you will ever drink.
Summer is gone and I can feel the dark throat of winter starting to yawn across
the sky.
I think about myself inside this body, sitting in this bed I’ve never shared with
anyone,
while outside everything is dying and there’s a ladybug
on my ceiling who will never fall in love. My brother is sick. My daughter
is not here and if you die I’ll have to shoot myself so please
don’t make me leave my daughter.
There are so many daughters in the world and not
enough fathers. So many fathers and not
enough silk. Not enough robes. Not enough soft days where
nobody dies or talks about cancer, and so why
do I even bring it up? Sometimes I hate myself for being so sad,
but also I’m tired of these pretty pink glasses my therapist prescribed.
I’m tired of gluing all this glitter to my face, so tired
of not being naked all the time.
It’s all about perspective and no matter
how many stairs I climb I cannot see your face tonight,
so instead I’ll tell you about the Brillo pad I’ve tied to my wrist
so I can scrub away my skin cells as soon as they die
because I want to make sure you don’t ever have to touch anything less alive
than you.
Instead I’ll drink hot tea and build you a fort in my ribs, talk about all the
ordinary trees being weird in my throat. My body
forgot about darkness. My body is endless summer, knows that the sky
is so blue because you were born beneath it. My body is Easter
and she doesn’t know the word for goodbye. How much longer now
until you are inside? All week these words
have been so fucking dumb, dressing up like airplanes,
I break their wings with my teeth and still you’re alone in your apartment trying
not to drown.
This is me throwing you a lifeboat, pretending to be God, that this bright
velvet in my chest will somehow reach you like a morning in the middle of the
night.
I want to be your favorite penguin, every raincoat in the world.




.



RUTH HERNÁNDEZ BOSCÁN [19.211]

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RUTH HERNÁNDEZ BOSCÁN 

Ruth Hernández Boscán nació en Caracas, Venezuela el 3 de febrero de 1970. 
Psicólogo (UCAB), Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Participación en talleres de poesía coordinados por Gabriela Kizer, Eugenio Montejo y Edda Armas.
Premio Monte Ávila de Poesía para Autores Inéditos (2005). 
Finalista del Premio Italia para la poesía en el Certamen Mediterráneo y Caribe (2007)
Mención Honorífica en la XVII Edición del Premio de Poesía “Fernando Paz Castillo”, con el poemario Baúl.
Mención Honorífica en la Bienal Venezolana de Literatura 2006-2008, “José Rafael Pocaterra”,  con el poemario Shop Suey.

Libros publicados:

A pasos cortos. Monte Ávila Editores (2005)
Ex. Taller Editorial El Pez Soluble (2007)
Gramática de piedras. Editorial Eclepsidra (2011)

Antologías:

Mediterráneo y Caribe. Instituto Italiano de Cultura. Caracas (2010)
Antología de Poesía Joven Venezolana. Edición bilingüe traducida al árabe por Nadia Záfer Chaabán (2009).
El Ojo Errante. Caracas (2010). VI Premio Nacional de Libro (CENAL) (Mejor Producción Editorial Alternativa y Mejor Diseño de portada).
Poetas venezolanos contemporáneos. Colección Los Conjurados. Común Presencia Editores. Bogotá (2014).
102 poetas – Jamming. Oscar Todtmann editores Caracas (2014).





Pon tu mano en esa rama 
mira las olas que brotan.
Quito Nicolaas

Divi-divi

Árbol y viento se atrapan y se poseen
El tronco torcido 
es un cuerpo que consiente y resiste
Uno pide viaje
el otro raíz

Así el amor



--


Me tendí, como el llano, para que aullara el viento.
Rosario Castellanos


Amor no tan cortés

Ser gota
Casualidad que resbale irregular desde tu hombro
Detenerme en el botón justo
Prolongar el descenso
hasta el recinto de tus misterios
Ser caricia en blanco
Ebriedad
Sed


--


saber guarecerse de la tormenta con la tormenta,
de la lluvia con la lluvia, vivir debe ser eso.
Ángel Fondo


Cuando ya no hay nada que contar
Cuando las puertas ya no abren ni cierran
y prefieren bailar un tango con el viento
Habrás de escribir nada
Escribir
el sonido de las piedras en el río


__



En el noticiero anuncian 
fuertes tormentas
aconsejan abandonar al instante el lugar
como si fuese tan simple elegir qué guardar en la maleta
después de llorar lo que no cabe
ves venir el agua
y te das cuenta de lo que importa



__




Abril Adoración Alba Alegría
Alondra 
Alma
Almendra
Amada
ÁmbarAmérica AmparoAngustias
Bárbara
Bella
CándidaCandela ConsueloCristal
DignaDolores
Dulce
Esperanza
Felicidad
Flor
Gracia
Luz
Libertad
Luna Mar
Milagros
Misericordia
Piedad
Rosa
Serena Severa
Soledad

tenían que ser
nombres de mujer 



_



sólo sé que volveré a verte
en nuestro hotel las calles son pliegues
Mariela Casal


lost in translation

me dices que prefieres un hotel
porque en mi casa harías nido

después de insistir
en una cama doble
refugiamos este amor de la intemperie
tras un cartelito de do not disturb

la camarera que entiende
lo ignora cada vez

por un instante somos un trío

corres la cortina para hacer las noches y los días
y vas trayendo ramas
hierba
hojas
barro


__



hoy mi madre llamó

le dije
he estado enferma
me dijo
salimos de viaje la semana que viene
le dije
aumenté de peso
me dijo
cómo van las cosas con tu esposo
le dije
me divorcié hace más de un año mamá
me dijo
dile del sábado

no dije nada

los espero
que te mejores


__




para no tener que darle más cuerda al mundo

me hice una casa en una calle casi ciega
un amasijo de conchas de naranjas
pozo horizontal
lleno de gatos y zapatos
que reposan inmutables por todos lados

el reloj de esta casa 
mide los tiempos en espacios breves
o se detiene 
si hace falta

es mi casa

toda pared inmensa donde apoyo la espalda
cuando mi hijo pregunta 
por el frío de esas señoras
que caminan de noche por la avenida
en traje de baño




Exilio

Sobrevivo en un tiempo suspendido
condenada a vivir en lo ajeno
paréntesis abierto
lejos de lo mío

me impongo un no retorno
mi maleta 
siempre lista 
se deshace de tanta vida
esperando en otra parte

aquí estoy
tierra adentro
llanto adentro
atada al sueño de otra orilla

nadie me dijo
que este mar que crucé
no era de broma




Gomagi

Un tañido difuso
no logra invocarte
se devuelve a mí como un eco
Tu corazón abatido prefiere andar sordo
Busco en este portafolio cartografiado
algún poema de amor
nada de mí misma que valga un centavo




Experta

Recorro a saltos una rayuela griega
Me succiono a mí misma en recuadros obstinados
mal dibujados
repetidos

Mi tejo cae siempre en el lugar justo
Nadie me iguala en hacer malabares
A veces saltos a piernas abiertas
a cambio del cielo

Será que me equivoque y pise la raya
a ver si vuelvo a empezar



__



a veces
la vida se detiene 
en el lugar más oscuro del abismo
cuando aún caes
y el fondo
no llega


__



Entre todos los medios de transporte
prefiero la cama,
Adolfo Castañón


Cuando la cama se hace foso
se abre en dos
no para de moverse
y sólo es tabla a la deriva

es mejor levantarse






.










NILDA BARBA [19.212]

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Nilda Barba

Nilda Barba nació el 17 de junio de 1949 en Buenos Aires, ciudad donde reside, la Argentina. Es Contadora Pública Nacional egresada de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Se formó en Civilización, Literatura y Arte en la Alianza Francesa. Participó, entre otros, en 2006 en el Festival Internacional de Zamora y en el Encuentro Internacional de Poesía en Cuernavaca, ambos en México; en 2007 en el Festival Internacional de Poesía de Rosario, Santa Fe, Argentina; en 2008 en el VII Encuentro de Poetas “Junín 2008” del Movimiento Poesía, provincia de Buenos Aires; en 2009 en el Encuentro auspiciado por la Casa del Poeta Peruano, en Chimbote, Perú. Poemas suyos fueron traducidos al alemán, al inglés y al catalán. Fue incluida en los siguientes volúmenes antológicos: “El placard” (2003),“Poetas del mundo” (2006), “Antología de la confederación latinoamericana en Austria” (2008), “No toda belleza redunda en felicidad” (2008), “Sin fronteras” (2011), “Antología X Aniversario Grupo Alegría” (2015). Tradujo el poemario “Leblón, suelo y voz” de la brasileña Solange Rebuzzi. Publicó los poemarios “El cordón” (Grupo Editor Latinoamericano, 2005), “¿por qué me gusta tanto?” (Vela al Viento Ediciones Patagónicas, 2007), “doctora jeckyll y señora hyde” (Vela al Viento Ediciones Patagónicas, 2009), “como seda con la boca” (Ediciones del Dock, 2015), “al final del pasillo” (Editorial Vinciguerra, 2016).



De
EL CORDÓN
Bs. As.: Nuevohacer Grupo Editora Latinoamericano, 2005.



Doble el luto

epidermis de ortigas
sudor helado
acá
cerca
por no haber comprendido
el adiós a las hojas
(de clorofila y oxígeno
enredaderas)
andan con el alma
hecha un niño
descalzo
en la lluvia   (¿o es la nieve?)
los golpes fueron dos
aquí   (¿adónde?)
(¿y los adultos?)
exprimen
limones
sobre las llagas



..


fue cuando perdió el olfato
que comenzó a vaciarse
del bosque de los recuerdos
perdió la risa
y el llanto por hambre
o por sed
¿cómo tragar la saciedad?
expulsado también el gusto
si ahora no siente ardor
ni la señales



..



armó la colmena
con huecos y paredes
celdas que multiplico
para asegurar un mañana
conviertió el laberinto en nido
tapió alondras
y acurrucó la piel

el aguijón perforó la morada
y el dulzor
las gotas deslizaron
grietas húmedas
y no quiso sostener
la lava sinuosa    adherente



..


no quisiste
ataste tu garganta
de presa
a cazadora
desplazaste el centro
y ocultaste
y te lloraron
sin saber
cuando te vieron
colgada



..



la garganta untada de silencio
de caída de risas
(desprendo la corteza)
apuro el ritmo en el fervor
mastico
la mezcla que la lengua desplaza y barre
en el abrir y cerrar
la escupo lejos
antes probé el ciprés
(me moví  tambien yo estuve afuera)
la cáscara fue
mi cielo raso
los años pulcros
sobre la cama estrangulados
con harapos de luz



´´



costras irritadas   internas
no cumplen el cielo
permanecen y apresuran su anclaje
una al lado de la outra
yertas sobre la fatiga del renunciamiento

ya no entran
se amontonan
montículos secos
no resisten presión
bullen

se diseminan y la ocupan entera
agoniza
las costras pesan en su garganta
ahogan

retrocede la mujer
violento el golpe la fusiona
respira profundo y no suplica

frente a ella    mil manos abiertas


..



ni las sienes son remanso
rígidas
las sostienen tenazas

como la mandíbula
que mastica

tampoco las comisuras
dejas de gritar
las líneas
oficiosas de máscaras
y de ojos

no traicionan la queja
de los huesos
en harapos
perduran

nadie recuerda
por qué
el Guernica y por qué
Picasso 



De
¿por qué me gusta tanto?
Bs. As.: vela al viento; ediciones patagônicas, 2007


horizontes en la insularidad
de un balde de zinc
las burbujas
deslizándose más allá
de los bordes
la ropa retorcida
entre las manos
no se distinguen
los hombros en los codos
cuelgan
en el piso
un charco
o un océano de jabón
escurren cabezas
en bajo relieve
habrían querido
escalar el metal
tomarse de las asas
crear minaretes de cuerdas y broches
un tendal de cruces
patíbulo al sol



..



un tutor y la pérgola para merecer
de noche hormigas
que manos y ojos envenenan
no sé por qué
hojas con leche
las raíces garras
truena
amanezco en un matorral
salvaje
las hormigas me recorren
no sé por qué ni náuseas
es fértil el terrón
agua de lluvia
gajos ajenos ritos
luz apretada entre mis pétalos
canales de polen
perfume en las espinas

¿por qué me gusta tanto?



..


¿cuándo
                   será su turno en la agenda
         cuándo
                   querrán saber
                   si ensoñaba
                   o reía
                   entre puntillas y almidones
         cúando
                   la hora del grito
                   bajo los tules
                   azahares
cuándo
                   contar en tinajas los llantos
                   la presencia
                   sincronía de miradas
         convergentes?



..



un zaguán queria
para despedazar el silencio
del final de las cosas
con el alma húmeda
desclavé la puerta
la rendija de luz
descalza en el umbral
¿mi última jugada?
el aire interrumpido
lentejuela en los huesos





(de “doctora jekyll y señora hyde”)

las aguas quietas
son ganges que lavan
penumbra
entre gotas de cielo
llevan canoas
surcan las nubes
con remos empañados
y brújulas muertas / también
en voz baja las aguas
sangre celeste
aguas de fuego
disuelven cenizas
en camposantos de siembra
escoltan cestas con nacidos
en voz baja


..


la para con el pecho
hace jueguito
tira un caño
cabecea en el área
en el círculo central
la pelota se hace luuuna
en el cielo de liniers
resiste
puntinazos en gemelos y tendones
con cara de estampita
levanta la cabeza
tira y y y y
pega en el travesaño
la V tatuada
debajo de la camiseta
un silbato y el tiempo de descuento
un alargue
se terrrrrrminó el partido
la vuelta olímpica
y se va
lentamente
mientras el
barbiiita barbiiita
resuena en la hinchada
del fortín



..



otro niño de alma buena nació
bajo el brazo un pan dulce todo un pan
de dios
todos los días
otro niño de alma buena nació
el día de decir
el amor
todos los días
desde entonces

sin torta ni velitas
en esta navidad



..



la piedad en transparencia
no es maría
sostiene en su regazo al padre
un cristal
como las estrellas
se apaga




..



¿madera o fuego?
para el exilio del cuerpopadre
un réquiem en dos por cuatro
fuera de todo territorio
espigas que arrullan en vilo
no dicen si la tierra es fría
o si entibia lo efímero
¿tierra o ceniza?



..



soplo la tela
en los párpados beso
el resplandor de la noche

a pleno día
lo espera
una manta de soles y de luces
a dos agujas



..



dos o tres pares de ángeles
cortejo blanco
custodia su espalda
traga el soplo
en el pecho las rodillas

sólo me enseñó a reír
no puedo

el desguace mutila
plácida tragedia
son escombros (las voces)
y la pared que falta
un telón
helado



..



camina el tiempo caminará
barro de alfarero
modela la historia modelará
la hora de tranvías no será
ni de polainas
estrenó buenos pastos estrenará
sobre el juicio de las almas
es el hombre que fue
que se levantará y andará
no lo pudo todo ni podrá
no lo supo todo ni sabrá
no estuvo en todas partes
ni estará
creo







(de “como seda con la boca”)


la toca
cuerdaella
todacuerda
cuerdatodouna
carnetierracielo
la toca
cuerdaire
lluvia rayo
ellacuerda
todaella
acuerda
latecuerda
a cuerda
desatada
la toca






(de “al final del pasillo”)



nave fantasma
el espejo al final del pasillo
carga espejismos simulacros
desde los orígenes
en los instantes de la memoria

la ve acercarse
por el pasaje angosto
ella lleva palabras para decir
lo que nunca había podido
lo que nunca
se había fabricado un mundo
el dorso de la nave recuerda
lo que ella había imaginado estar viviendo
ella se detiene
la superficie bruñida
le devuelve una imagen
que casi no respira
ahora entra
ahora intenta reconstruirse
con las palabras

es una cuestión personal



..



el pasillo es un camino
un derroche de incertidumbre
indaga duda cuestiona
busca la sustancia de su complejidad
intuye lo frágil la desmesura
el exterminio
en ese camino enorme del pasillo
hacia el espejo de realidades urgentes
que distraen confunden
alejan del adentro incierto y gigante
que reclama identidad
desde el no lugar
desde el otro lado del espejo
al final del pasillo


Rolando Revagliatti y Nilda Barba



Nilda Barba: “Luego de la luna de miel en Guaruyá nos instalamos en Icaraí (Niteroi)”

por ROLANDO REVAGLIATTI


          
1 — Comencemos retrocediendo hacia…

          
NB — …lo que pudiéramos denominar los inicios de “mi biografía intelectual”, con la escucha diaria del recitado de poesía que efectuaba mi madre, quien adoraba ese género. Del mismo modo, ella cantaba y la música se oía permanentemente en casa. Ritmo, equilibrio en las palabras que sonaban y resonaban. Los textos fueron adquiriendo una relación íntima conmigo a medida que la lectura me lo fue permitiendo, y se intensificó cuando a los diez años de edad debí permanecer en reposo durante cuatro meses con la pierna izquierda y la cadera enyesadas. Esa fue la oportunidad exacta para leer un libro tras otro disfrutándolos, lo que ya nunca se detuvo. Determinados textos fueron jugando en mi vida, entrando y saliendo, estableciendo pertenencias y un archivo. Me sorprendía ante la fascinación por la manera de decir una frase. Simplemente no podía seguir leyendo como si nada destacado hubiese ocurrido, puesto que algo destacado había ocurrido: había leído poesía, eso era poesía, y estaba dentro de una narración. Me era imprescindible ese instante de silencio en mi interior, donde todo se agitaba. El proceso creativo se fue dando muy gradualmente. Estuve nutrida por la lectura, aunque caótica, sin guía, y siempre me resultó más simple expresarme a través de la escritura que mediante la palabra hablada, inclusive para declarar lo más doloroso. No quisiera establecer un adelgazamiento, ni afirmar: empecé a escribir en tal instancia, publiqué tal cosa. Aunque sí, eso está.

          
2 — ¿Cómo dirías que se fue generando tu interés hacia las ciencias económicas? ¿Te desempeñaste en tu profesión?

          
NB — Mi pasaje por la UBA lo percibo como de un pasado remoto, ese sedimento que hace que ésta que soy tenga ciertos criterios incorporados y una educación vinculada al aprendizaje y a la manera de leer, de dudar, de relacionar, de abstraerse, de concentrarse. Es un sustrato importante, no por el orden temático y de contenido, sino por una cierta disposición al método, a la reflexión. Diría que Ciencias Económicas fue la carrera universitaria de la familia. Todos mis primos mayores, menos uno que estudió veterinaria, seguían esa carrera. Yo era muy buena en matemáticas, materia que me gustaba y me resultaba fácil, eso parecía indicar mi camino. Creo que disfrutaba estudiar, fuera lo que fuera. La vida universitaria, el alejarme tanto de la casa de mis padres, hacían fascinante esa etapa que comenzó a los diez y seis años. Sentía que un mundo se abría a mi paso. El edificio de la Facultad me resultaba imponente, las aulas gigantes, los anfiteatros, increíblemente atractivos. La biblioteca silenciosa era para quedarse a vivir. Tan pronto como entré, justo el único año que hubo curso de ingreso en la Facultad de Ciencias Económicas, junto a tres chicos más formamos un grupo de estudios que funcionó magníficamente bien y continuó hasta que me casé y me fui a vivir a Brasil dos años después. Cuando volví y retomé la carrera extrañé ese grupo, fue más arduo estudiar sola y con hijos y embarazos en el medio. Me recibí el día que cumplía siete meses de mi tercer embarazo. Recién cuando mi cuarta hija comenzó el jardín de infantes empecé el ejercicio de la profesión en un estudio contable en el área de auditoría externa, y esta labor se extendió durante apenas dos años. Si bien me complacía, no me fue posible sostener la organización y cuidado de mi familia numerosa con el trabajo, y decidí dejar.

          
3 — Es recién en este siglo cuando te incorporás a un taller literario.

          
NB — Mi relación con la escritura poética, como te comentaba, tiene raíces que van hasta mis primeros años. Sin embargo, los modos en los que he podido manifestar esa pasión ha tenido vertientes diferentes. Cuando se me impuso, se hizo imperiosa la necesidad de que eso comenzara a circular, entendí que tenía que iniciar un proceso de dedicación, de interacción con grupos de poetas. Fue entonces que comencé a concurrir al taller coordinado por Ana Guillot. Esa etapa de mi formación me dio la posibilidad de escuchar otras voces, otras formas poéticas y narrativas valiosas. Entre los poetas puedo mencionar a Florencia Abadi, Paola Cescón, Isabel Krisch, Néstor Cheb Terrab y Matías Lockhart, y entre los narradores a Lara Segade, Belén Ancisar, Diana Drexler. Ese momento de encuentro en la literatura era una fiesta.
  
En la actualidad estoy trabajando con Roberto Ferro. No se trata de un taller. Es de otra índole porque mi proyecto poético transita otro carril. Roberto me ayuda a concentrarme sobre los matices y afinidades que son propios a ese desarrollo. Además de las cuestiones relacionadas con mi escritura, también tratamos temas de orden teórico y crítico vinculado a aquellos aspectos que está explorando mi poesía; una mirada integral incluso sobre mis proyectos narrativos.

          
4 — Ya que has mencionado al ensayista Roberto Ferro, me agradaría resaltar que él, respecto de tu “como seda con la boca”, adujo que “la textura de sus poemas tiene la intensidad de la sugerencia asediada por el silencio”.

          
NB — Esta idea de Roberto, él la ha expuesto en otras circunstancias: sostiene que la palabra literaria no se opone al silencio, sino que se opone a los estereotipos. Que el silencio abisma la palabra, la instala en un ámbito de resonancia. Agrega que no habría eco si no hubiera silencio, que no habría resonancia si no hubiera silencio. Ferro considera que el silencio es un componente decisivo en mi poesía. Con él hemos atendido a esas instancias espaciales en las que yo establezco separaciones entre palabras, particularmente en los versos, y entonces hemos reflexionado acerca de la relación entre blanco y silencio. No se pueden equiparar blanco y silencio, por supuesto, pero evidentemente eso produce una espacialización del ritmo, y esa espacialización del ritmo tiene mucho que ver con el modo en que se van disponiendo las palabras en el blanco de la hoja. Roberto alega que cuando se refiere al asedio del silencio habla de afirmaciones que requieren una reverberancia. “Tu escritura cala de manera profunda en determinadas zonas, en determinados encuentros, en determinados tonos, y los tonos solamente se registran en el silencio. Es como si tus palabras fueran un relieve sobre el silencio.”

          
5 — Entiendo que también te sentiste convocada por la filosofía.

          
NB — En mi poética convergen, en su composición, distintas zonas de atención y de búsqueda. La filosofía es una de ellas, en lo que condice con el modo en que reflexiono y pienso cuestiones que están vinculadas íntimamente. Indagaciones que varían el orden de interés, que se entrecruzan con otros aspectos de orden teórico y de orden crítico. En mi poesía circulan más las omisiones que las citas. Los acontecimientos en la vida nunca son lineales, son múltiples, con múltiples manifestaciones. Mi modo de dialogar con la palabra filosófica a veces se ha enlazado con cuestiones relacionadas con mi propia experiencia, y ha encontrado en alguna de esas vertientes, si bien no una respuesta, al menos un ámbito que me permitiera reflexionar. Otras veces, la relación con la filosofía enlaza con mis escarceos con la poesía. Roberto es un crítico muy conocedor de la obra filosófica de Jacques Derrida, y es a partir de esto que me he acercado a algunos de esos enfoques con su guía, para poder discurrir acerca de la escritura y fundamentalmente sobre la lectura de mi poesía. En mi último libro, “al final del pasillo”, hay un tratamiento de la huella y del fantasma que son dos elementos relevantes en el pensamiento de Derrida. Es decir, cuando yo estoy pensando esa zona, ese otro lado del espejo, estoy pensando la memoria, el pasado, también como fantasma, presencias intensamente ausentes y, por otro lado, esos fantasmas pensados como huellas. En “al final del pasillo”, la memoria, el pasado, los abordo como fantasmas porque reaparecen y están, y van y vienen, y están de un lado y están del otro. No es que mi poesía surja de mi lectura de Derrida; es al revés, en la escritura de mi poesía encuentro ese tipo de motivos e imágenes. Esta relación que señalo con la filosofía derrideana tiene que ver con una escena de lectura; me refiero al momento de acercamiento a mi poesía como lectora, pero atravesada por el asedio de otros discursos; lo que supone posteriormente una sedimentación que espero siga proliferando en mi escritura.
          
En mis obras anteriores se advierte con nitidez que el cuerpo es una residencia sensible y vulnerable para el paso del tiempo, y registra las marcas no solamente correspondientes al tiempo biológico, sino que también hay huellas de otro tipo, indelebles, de las que muchas veces no somos conscientes y son consecuencia de vivencias, de tanteos. Mi impronta concierne a lo visceral. Las huellas que plantea Derrida. La huella que siempre es la marca de otra marca de otra marca de otra marca. La huella es la marca del fantasma. Y eso es casi central en “al final del pasillo”.
          
También ha incidido en mis textos la lectura de Deleuze: en particular, el planteamiento del pliegue; esto, según creo, se da a leer en los poemas de “como seda con la boca”. Los surtidos avatares me llevaron a acercarme a distintas búsquedas, ya que desde muy chica indagué y me pregunté sobre los temas trascendentes del existir. En otros términos, me refiero a vaivenes y modulaciones en diferentes etapas de mi vida, tanto como ahora, desde este presente las puedo visualizar. Advierto que los modos en que en mi poesía han emergido la heterogeneidad, la profundidad, la variación, no es a través de formas de representación directa, sino en imágenes poéticas que no se presentan como una ilustración de situaciones específicas, sino como modos de tratar y de comprender los sentimientos y las ideas que me han atravesado.

          

6 — ¿Tu única incursión en la traducción de poesía es la de Solange Rebuzzi? ¿Está prevista la edición del poemario? ¿Te referirías a la poética de esa autora y a las circunstancias que te inclinaron a trasladarla al castellano?

          
NB — Ésa es mi única incursión en la traducción de poesía. Conocí a Solange Rebuzzi en el Festival Internacional de Poesía de Rosario y me atrajo la sonoridad de sus textos dichos en portugués. Más tarde, la editorial Vela al Viento encaró con esta poeta el proyecto de hacer la edición bilingüe del libro “Leblón, suelo y voz”, y me pidió que hiciera la traducción al español. Acepté a partir del interés que me producía esa poética en la que encontraba una serie de motivos, de tonos, de vecindades que me resultaban concordantes con mi mirada poética, sin que esto signifique que hubiera correspondencias nítidas: ecos y resonancias que me permitían sentirme cómoda. Lamentablemente la edición bilingüe aún no se concretó y a pesar del tiempo transcurrido, sigo siendo optimista en relación con la posibilidad de editarlo.
          
Para mí se trató de una labor trascendente, y que de alguna manera permite dar cuenta de mi postura de lectora frente a la poesía. La circunstancia de haber residido en Brasil durante dos lapsos me permitió encontrar en esa poesía registros que yo podía reconocer. Trabajé en íntima relación con Solange Rebuzzi. Fue un trajín, te diría, vivencial.

          
7 — Puesto que sabemos que tenés cuatro hijos y en la primera línea de dedicatorias de “El cordón” aparecen mencionados Luciano, Leopoldo, Carla y Natalia, no puedo menos que imaginar que ésos son los nombres de ellos.

          
NB — Exactamente, ésos son los nombres de mis cuatro hijos. Tengo la alegría de haberlos disfrutado mucho durante su crecimiento, etapa por etapa. Y también fui y soy consciente de ese disfrute mientras sucedía y sucede. Desde chiquitos, en varios sentidos, mis hijos fueron mis “maestros”, y creo que de no haberlos tenido habría revisado menos profundamente muchos conceptos dados por verdaderos. Son grandes ya, adultos. Los respeto y admiro. Los cuatro diferentes, se quieren y se ayudan todo el tiempo. El mayor, Luciano, es médico, neurólogo, especialista en ACV; el segundo, Leopoldo, ingeniero industrial con master en finanzas; Carla, la tercera, y Natalia, la cuarta, son licenciadas en administración de empresas. Entre los cuatro me convirtieron en abuela de nueve nietos. Ésta es mi familia, mi red en este salto mortal que es vivir.

          
8 — En 2012, además de intervenir en el ciclo Jornadas de Literatura, participaste en el Programa Cultural Barrios.

          
NB — Se trató de eventos con actividades multidisciplinarias que incluyeron artistas plásticos, músicos, poetas y narradores. Ese Programa Cultural Barrios se desarrolló en centros y espacios culturales de la Ciudad de Buenos Aires, como los centros culturales “Recoleta” y “General San Martín” (entre los más conocidos), los espacios culturales “Carlos Gardel” y “Julián Centeya”, el Salón Dorado de la Casa de la Cultura y escuelas de nuestra ciudad. Carlos Diviesti fue el coordinador del Programa; Norberto Barleand, el coordinador de eventos especiales (literatura y tango); Guillermo González Heredia, el director general de promoción cultural.
          
Los que leímos poesía tuvimos oportunidad de llegar a lectores no habituales de este género, o a aquellos que tienen una concepción relacionada con lo que les fue trasmitido en el colegio. La poesía, así, deja de ser un campo cerrado, hermético, para pequeños grupos, y entonces aparecen determinados tipos de ecos, reverberaciones. Me resultaron, desde luego, productivas las conversaciones que mantuve con las personas que se me acercaron, opinando, indagando.

          
9 — En tanto has viajado por numerosos países, acaso no siempre como simple turista: ¿habrás tenido contacto directo con diferentes culturas?

          
NB — A los once años viajé a Europa con mis padres, mi hermana y mis abuelos paternos con el objetivo de acompañar a Faustina, mi querida abuela española, en el reencuentro con sus hermanos después de cincuenta años desde su venida a la Argentina. Viajamos en barco, en el “Anna C”. Los hermanos de Faustina residían en ciudades que fuimos recorriendo emocionados, una a una, hermano a hermano. Con nuestra llegada no sólo se conmocionaba la familia entera, sino todo el pueblo, o el barrio si se trataba de una ciudad más grande. A los once años escuchaba y veía a mi abuelita recordando su infancia actualizada en la mirada de esos hermanos en la que había permanecido niña todo ese tiempo. Inolvidable. Ella nos hablaba siempre de “su” España y de la fonda de su familia. Estar allí fue para mí como haberme zambullido en el libro de cuentos del que surgían las historias que Faustina me contaba.
          
Muchos de los viajes que hice más tarde fueron acompañando a mi ex marido; eso me permitió el contacto con gente que nos recibía en sus casas o nos llevaba a conocer lugares a los que no iba habitualmente el turismo. Como también te comenté, residí en Brasil durante dos períodos. La primera oportunidad fue al día siguiente de mi casamiento; luego de la luna de miel en Guaruyá nos instalamos en Icaraí (Niteroi). No existía en ese entonces el puente Río-Niteroi, y para ir a Río de Janeiro había que cruzar la bahía de Guanabara con una barca que además de personas, trasladaba autos. Yo tenía diez y nueve años, mi padre tuvo que firmar la autorización para que pudiera salir del país. Había dado exámenes hasta apenas unos días antes del casamiento. Me llevé el libro de Doña Petrona C. de Gandulfo, la gran cocinera santiagueña, como toda ayuda. Llegué a Icaraí y tuve la suerte de tener como vecinas en el mismo piso a una chica de mi edad, también recién casada, y a una señora mayor, sin hijos, los que constituyeron mi familia adoptiva. Además, Teresita Torres Agüero, hermana del pintor Leopoldo Torres Agüero, argentina ella, y lectora voraz, fue mi amiga desde entonces. Los brasileños son gente muy cálida, me percibí integrada aunque extrañaba horrores. Nunca antes me había separado de mi familia. Me sentía muy sola. Cuando nació mi primer hijo nos mudamos a Copacabana para estar más cerca, mejor asistidos en caso de necesidad. Recordarlo ahora parece increíble. Venía a mi casa una lavandera una vez por semana, toda vestida de blanco como las bahianas, y desplegaba una sábana, también blanca, con la que envolvía la ropa que se llevaba sobre la cabeza con un caminar erguido y acompasado. Teresita me había hecho una lista de todas las verduras con sus nombres en español y en portugués y con eso iba a la feria al aire libre (como la lavandera a mi casa) una vez por semana.
          
La segunda oportunidad en la que viví en Brasil fue en San Pablo, también por trabajo de mi ex marido. Esta vez fue más complicado porque, al poco tiempo de nuestra llegada, se desató una epidemia de meningitis muy fuerte, no había vacunas y luego de consultar con epidemiólogos, allá y acá en la Argentina, decidimos volver. Fue muy duro, mis hijos eran muy chicos, Carla tenía siete meses. Esa decisión significó que mi marido se quedara allá y yo regresara sola con los chicos. Mudanza tras mudanza, que sumaron dieciocho hasta el presente.
          
También viajé a Oriente: China, Japón, Corea del Sur, Tailandia, Singapur, Hong Kong, Yakarta, la capital de Indonesia. Recuerdo en Bangkok una cena en la que un matrimonio propietario de una arrocera nos describía cómo era la estructura familiar y empresarial. Se trataba de un matriarcado en el que la familia joven permanecía bajo el ala, y en la misma casa de la familia de la mujer en la que la madre era la autoridad máxima, y la hija trabajaba en la empresa familiar que dirigía.
          
En Hong Kong, lo inusitado: una reunión de negocios, luego de una cena, con dos hombres del lugar y tres parejas en una gran disco que además era lugar de citas: inmensa, con varias pistas en las que había shows eróticos. Todo muy refinado y lujoso. Al llegar, se abrían a los costados dos salas con chicas de todas las razas y nacionalidades, que podían ser elegidas. Nos fueron guiando hacia un reservado y para ello fuimos pasando delante de los diferentes escenarios.
          
En Cantón, China, tomé un taxi y le pedí al conductor que me llevara a una feria de comida. Siempre me interesan las ferias, los supermercados. Eso me indica bastante de la forma de vida del lugar. Esa feria fue absolutamente fuera de lo común. Como entonces en pocos lugares había heladera, los animales estaban vivos en jaulas de juncos o mimbre. Se trataba de serpientes y otras especies que nosotros no comemos. Los clientes elegían el animal mientras estaba vivo, luego lo mataban a la vista de todos, lo limpiaban y lo entregaban todavía caliente. En el caso de las víboras les sacaban la piel como si se tratara de un guante. También había perros ya cocidos y bañados en caramelo, perros laqueados, colgados con ganchos.
          
El mismo taxista me llevó por calles donde la gente vivía en pasillos en los que apenas entraba un colchón que iban usando por turnos. Ejercían en la vereda sus oficios; por ejemplo, el de escribientes, con unos pinceles que sostenidos en posición vertical con los dedos índice y pulgar, dibujaban los grafismos que me resultaban mágicos. Todo esto parecía desarrollarse en cámara lenta mientras en la calle enjambres de bicicletas no cesaban de enmarañarse. Varias veces, al llegar al hotel, me percibí extraña al advertir mi imagen en el espejo y no el rostro de una china.
          
La India me enfermó. El móvil del viaje fue la meditación en un ashram. Aunque carente de afinidad, la meditación en sí misma fue enriquecedora en el lugar ideal. De la misma manera que el contacto con gente de todo el mundo que compartía la experiencia y con la que intercambiábamos charlas y ejercicios guiados. Esa sensación de ir llegando desde distintas latitudes a un mismo punto remoto, sin habernos puesto de acuerdo ni habernos comunicado por ningún medio en ningún momento previo, es casi de ficción, realismo mágico. Nos convocaba la misma inquietud, o no. Concluida la semana de meditación, durante otras dos, recorrimos 3000 kilómetros en auto, entrando a las ciudades de Agra, Jaipur, Pushcar, Udaipur, Jodhpur y Delhi.
          
Todo es intenso en la India, imposible la indiferencia. El tránsito loco, caótico, con bocinas sonando continuamente. Son muy viscerales, gritan, se pelean. Yo llegué con la idea del equilibrio que da la meditación, de la resignación que les otorga la religión que explica todas las injusticias. Nada más lejos de la quietud y la tranquilidad. Todo es estridente. Los colores brillantes en una paleta amplia y variada resplandece, atraen la mirada, despiertan. Los olores penetran, invaden. Usan muchos desinfectantes, algo así como la acaroína, que se mezcla con los olores de la basura en las calles y los animales sueltos (como las vacas), y la inmensa cantidad de monos caminando por los numerosos cables que atraviesan las ciudades. Los camellos son utilizados como animales de tiro, arrastrando carros. Hay escenas que desubican y conmueven, como observar a mujeres construyendo rutas, cargando palanganas metálicas llenas de arena, cemento y otros materiales, y vestidas con saris bordados, largos como para concurrir a un casamiento. Sin embargo, los hombres visten guayaberas y pantalones.
          
Navegué por el río Ganges, en un bote a remo despintado que capitaneaba un muchachito de diez y seis años. Conversé con él y me contó que estaba casado y tenía un bebé, que los padres le habían elegido la pareja. Le pregunté qué pasaría si se enamoraba de otra chica, a lo que me contestó que eso no iba a pasar, que ellos aprendían a querer a la persona que sus padres elegían. Vimos en los diarios los avisos de padres publicando el currículum de sus hijos y buscando pareja con determinadas características. Desde el Ganges, ese río sagrado, divisábamos en las orillas a la gente bañándose con jabón y shampoo, lavar sus ropas y un poco más arriba, también en la orilla, dos crematorios, uno al aire libre y otro cerrado. El chico del bote nos contaba que se crema a todos los muertos menos a la mujeres embarazadas y a los niños menores de dos años. Y hay otra excepción también que no recuerdo en este momento. A éstos, los que no son quemados, se los echa al Ganges en estado natural. Algunos tramos del río sagrado son los más elegidos para dejar a sus seres queridos; uno de ellos es frente a la ciudad, también sagrada de Varanasi, a la que llegan desde largas distancias trasladando a los cadáveres sobre los techos de los autos (sin ataúdes), rodeados de flores. No se puede permanecer indiferente estando en la India, insisto. Son muy fuertes los contrastes. La sensación es que todo se pone frente a tus ojos: acá estoy, mírame, acá pasa esto. No sólo pasa lo del Ganges que te contaba, también se riega con aguas servidas. Se ve por la calle mucha gente mutilada. El tema salud es desesperante, la medicina preventiva no existe. El sistema de castas sigue vigente y la vida humana está devaluada. Podría hablarte durante un año entero de este tema, Rolando. Me quedo con la sensación de haber cometido una injusticia, ya que remarqué los aspectos que me conmovieron negativamente. Sucede que aquello repercutió en mi cuerpo, no pude digerirlo y regresé con un gran malestar físico y mucha angustia. Es decir, estas imágenes dan cuenta más de mi imposibilidad de comprensión que de una mirada objetiva, digamos, de una antropóloga sui generis. Más arriba hice referencia a que mi poesía no tiene un dominante de representación, por eso me animo a especular acerca del modo en que mi trajín viajero se asoma en las imágenes que te he detallado; acaso el término más apropiado sea el de espectros, especie de fantasmas inusuales que se cuelan aquí y allá en ciertas formas de extrañamiento en mis metáforas.
         
Mis otros viajes los realicé a países con culturas no tan diferentes de la nuestra. La sensación en Oriente fue la de haber abandonado el planeta Tierra y haber llegado a otro, quizás de otra galaxia.

          
10 — Compartamos con nuestros lectores, y en el orden en que se presentan, los títulos de las secciones de tu segundo poemario: ¿por qué no nos acunan?, ¿cuándo?, ¿mi última jugada?, ¿dónde los besos?, ¿quién diría?, ¿estás despierto?, ¿cómo la perla?, ¿por qué me gusta tanto? (y hasta una última “sección”, sin poemas, así nombrada: ¿ahora qué?).

          
NB — Muchos interrogantes. Un permanente surgir de nuevas preguntas ante el suceder y su reflexión posterior o simultánea. En el curso de este diálogo debo haber mencionado el vocablo extrañamiento, que para mí es una condensación de mi gesto poético; diría que ese vocablo expresa de modo confesional el momento anterior a la escritura de mis poemas, que los imagino, digo ahora, y aquí los imagino como una respuesta ante el asombro. De ahí quizás que vos como buen lector me señalás esa serie de preguntas; preguntas que exponen un segundo movimiento que es el de caracterizar el secreto, el enigma que tratan de nombrar mis imágenes, mis palabras, puestas en poemas. Si tuviera que nombrar un tercer movimiento, lo caracterizaría como de diseminación, es decir, el modo en que proliferan los sentidos, las significaciones, sin quedar ancladas en una única interpretación.

          
11 — Lectores hubo que se preguntaron porqué les gustaba tanto tu “¿por qué me gusta tanto?” Y transcribo: “Me gusta tanto porque es una poesía de a pinceladas delicadas, poemas sin título, sin piso ni techo, donde uno puede entrar por una ventana y salir por una chimenea.” “Poemas mamushkas. Cajitas chinas también.” “Me gusta tanto porque sí.”

NB — Cuando otro poeta celebra mi poesía para mí es una celebración mayor. Entonces difícilmente yo pueda opinar, o dar cuenta sobre la referencia de Máximo Ballester, excelente poeta, por otra parte, al que acabás de aludir y citar. Atino a expresar que los lectores de poesía más ávidos son los otros poetas y, en general, debo decir que hacia ellos me dirijo en primer lugar.

          
12 — ¿Cuán lejos, o cerca, te hallás de aquella “doctora jeckyll”, de aquella “señora hyde”?

          
NB — Cuando me detengo a pensar mi escritura en conjunto, no tengo medidas espaciales ni temporales. No están lejos ni están en el pasado. Cuando leo alguno de mis primeros poemas allí encuentro vibraciones actuales. Tampoco creo que en el transcurso de mi poesía haya habido una evolución. Sí hubo transformaciones, pero esas transformaciones no me alejan ni me acercan, sino que, en todo caso, complejizan mi relación con la palabra. Sí es verdad que no he dejado de ser la doctora jekyll, que nunca he dejado de ser la señora hyde, porque están ahí presentes y hay resonancias. Las variaciones que se van dando en mis intereses poéticos, provienen de mi necesidad de indagación, y acaso con una fantasía de efectuarla con modulaciones y de no caer en la repetición. Esta Nilda Barba que escribe hoy es una versión polifónica de las anteriores. Ese no olvidar los poemas que he concebido es lo que me conmina a no convertirme en una máquina repetidora y a explorar permanentemente. Antes aseveraba que no pienso el despliegue de mi escritura en términos de evolución; agregaría que es como el soñar, a medida que pasa el tiempo uno no sueña mejor que antes, sigue soñando.

          
13 — ¿Qué hay “al final del pasillo”?

          
NB — Todo indicaría que al final del pasillo está la inevitable finitud. Sin embargo, no es oscuro ni negativo. No amenaza ni atemoriza. Al final del pasillo se abre un espacio propio mullido, cálido, acogedor, único y a medida, dentro de un espejo de gelatina que sí es oscura. Al final del pasillo están las sucesivas muertes, las pequeñas y numerosas muertes, y además están los sucesivos duelos imprescindibles.

Hay oportunidades, hay cobijo, hay alivio. Hay recuerdos, olvidos, hay sueños y hay ilusiones, hay desengaños y hay dolor. Hay empuje para salir y seguir viviendo.

          
14 — Aludiste a tus proyectos narrativos (en algún lugar leí que tendrías concluido un volumen de cuentos que pudiera titularse “Origami” y que estarías reescribiendo una novela, “La flor engrillada”).

          
NB — Mis tentativas por explorar la palabra literaria a través de otros géneros ha sido siempre asediada por la meticulosidad y el pudor. He incursionado en la escritura de cuentos y relatos. Algunos de ellos fueron publicados en la antología “El placard” (Ediciones de la Siesta). En la actualidad estoy reelaborando varios de los textos que iban a formar parte de “Origami”; se han transformado: me siento más proclive a expandir la escritura narrativa en forma de novela. Estoy reescribiendo una nueva versión de “La flor engrillada”. Y siguiendo el consejo del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti: “Cuando estás escribiendo un cuento o una novela, no lo repitas para otros para no perder la magia”, aunque me tiene muy entusiasmada, me abstendré de aludir a la trama. No estoy saliendo de la poesía para entrar en la narrativa. La narrativa es una amplificación de mi proyecto literario.

          
15 — Tuviste tu paso por la docencia.

          
NB — Tuve una experiencia con la enseñanza de la filosofía de la Escuela Universalista, y luego también, en cursos de lectura de poesía que pronto voy a retomar. Es una iniciativa en etapa de armado para dictar cursos sobre modos de lectura de poesía. Una reflexión crítica sobre los proyectos de escritura, recurriendo y valorando fuentes diversas.

          
16 — En un mismo año, 2006, participaste en dos Encuentros de Escritores en México.

          
NB — No deja de ser una de esas coincidencias maravillosas que mientras suceden creés que se van a repetir, y luego te das cuenta de que no es tan frecuente ni simple que así sea. En Zamora, Michoacán, en el encuentro organizado por Roberto Reséndiz Carmona, se generó un clima de gran integración, afecto y respeto entre los asistentes, entre los que se encontraban, de Argentina: Silvia Montenegro, Teresa del Valle Salinas y Ana Guillot; de México: Thelma Nava, Raquel Huerta Navas y Lina Zerón; de Pontevedra, España: Fernando Luis Pérez Poza. Cuando llegó el momento de despedirnos nos costó como si nos tratáramos de toda la vida. Algunos seguimos juntos camino al encuentro en Cuernavaca. En esa oportunidad estuvimos en Ciudad de México, donde nos encontramos con Carmen Ollé, y nos alojamos en la casa de otra poeta, la querida amiga Guadalupe Elizalde, que habíamos conocido en nuestro santafesino Festival Internacional de Poesía de Rosario. Ella organizó una lectura en la que también participaron poetas mexicanos. Inolvidable.

          
17 — Nació en Italia, en Bríndisi, en 1936. En 1964 fundó el “Odin Teatret” en Dinamarca. Es el co-creador del concepto “antropología teatral”. Fue alumno de Jerzy Grotowski y es uno de los más reconocidos maestros vivos del teatro occidental: Eugenio Barba. ¿Has visto alguno de sus espectáculos? ¿Existirá con vos algún parentesco? ¿Sos habitual espectadora en nuestra ciudad, acaso la que a nivel mundial mayor oferta ofrece de puestas en escena?

          
NB — No he visto ninguno de sus espectáculos y, al menos que yo sepa, no existe parentesco con él. Ojalá lo hubiera, me sentiría muy honrada.
          
Soy habitual espectadora de teatro. Existe un vínculo innegable e intenso entre teatro y poesía. Está dado por el hecho de que en teatro las voces se encarnan, y no es casual que en algunos géneros haya un cruce entre la lírica y la música, el melodrama operístico, por ejemplo. Fundamentalmente lo que relaciona la poesía con el teatro es la modulación de la voz, y el modo en que los actores y los directores trabajan los tonos, que, por otra parte, son centrales para la producción de mi poesía: el cómo decido la espacialización, la elección de un adjetivo, el gesto que caracteriza la construcción de una metáfora. Eso construye un tono.
          
El otro hálito que destaca en una puesta es el ritmo. Y esto es claro, el ritmo es una de las claves de la poesía. Si se atropellan las partes unas con otras, además de violentarse, se extravía la cadencia. La manera en la que en mi escritura trabajo con el ritmo es la secuencia. La clave del ritmo es secuencia y corte. Es por ahí donde el hecho teatral nutre mi reflexión sobre la impronta en mi texto poético.

          
18 — ¿Cómo te llevás con el granizo y cómo con el fuerte viento? ¿Cómo con las instituciones, con la languidez, con las sorpresas?

          
NB — Preguntas muy sugestivas las tuyas, Rolando. Tanto el granizo como el fuerte viento connotan agresión, impotencia, desamparo. No me llevo bien con ellos, por cierto. Y no soy nada temerosa, en general, amo las tormentas y los truenos, caminar y hasta nadar bajo la lluvia. Quizás mi recelo hacia el viento surgió en una oportunidad en que tan pronto como terminaron de colocar los vidrios de unos grandes ventanales que cerraban una terraza, se levantó un vendaval de cien kilómetros por hora, y comenzaron a estallar los cristales uno tras otro y a retorcerse la estructura que los sostenía, mientras yo oía los estruendos desde el piso de abajo. Me sentí a merced del destino, en el que no suelo creer. Lo que acabo de relatar no es un mito fundacional, es una contingencia que me ha llevado a reflexionar sobre la ruptura de los límites, en el adentro y el afuera. Es por eso que los vientos me perturban y es un modo de imaginar el quedar a la intemperie. La intemperie sucede cuando se borran los límites. Por cierto, se han producido acontecimientos estremecedores en mi vida, y que acaso no aparecen en la superficie de los poemas. Lo que sí aparece en ellos son las consecuencias, de manera lateral en mis imágenes metafóricas: el viento que arrasa.
          
El granizo es la materialidad de la agresión, incluso de la agresión no esperada, que es la peor de todas. Así como el fuerte viento, el granizo puede no aparecer en la letra de mis poemas, pero seguramente emerge en determinadas figuraciones en las que la fuerza se convierte en imposición.
       
En cuanto a las instituciones, es un punto muy sensible, porque pone en juego lo social en un sentido profundo. Si bien en su origen el objetivo es organizar la sociedad, suelen ser poco flexibles y menos aún adaptables a lo individual. Además, instalan una filosofía trascendental que permite entender el significado de la existencia, del orden, de las tradiciones y convenciones. Hay un límite muy fino y peligroso en las instituciones que abarcan la familia, la escuela, la iglesia, lo político. Fuera de esto, sucede también que llega un momento en que esas instituciones se internalizan de manera tal que se transforman en estructuras propias, constitutivas de los individuos de la sociedad que los rigen, y pasan a conformar una necesidad, un postulado, un deseo a concretar. Y eso me preocupa. Es como si se perdiera de vista el mero fin organizativo social externo a nosotros, y pasaran a confundirse con un convencimiento moral o hasta espiritual. Y se defienden como una cuestión de fe, de fanatismo, de fundamentalismo, de fin en sí mismo. Ciertas modalidades en las que los encargados de hacer funcionar las instituciones las imponen, producen en mí resistencia y oposición. Considero que deberían organizar la vida social con el objetivo de permitir que cada individuo o ciudadano pueda elegir y buscar la mejor forma de vida sin perjudicar a los demás y alejándose del autoritarismo. De lo contrario ahogan y obstaculizan la creatividad. Por otro lado, el aparato, la estructura que se genera como una necesidad para funcionar, posteriormente se burocratiza, se fagocita el propósito esencial y primario que dio origen a la institución y en su lugar surgen luchas internas de poder que las desvirtúan.
          
Hasta ahora me he referido a las instituciones como puntos de concentración de poder de organización de la sociedad. Pero también podemos inferir que la lengua es una institución para la sociedad, acaso la más importante, en la que circulan todos los sentidos que nos permiten vincularnos con nosotros y con el mundo. Ahora bien, hacer poesía es intervenir sobre esos sentidos abriendo la  posibilidad de otra manera de nombrar. Como dice Proust, “el escritor arma una lengua extranjera dentro de la propia lengua para nombrar lo que esa lengua no puede nombrar”. Entonces, desde esa perspectiva pienso la palabra poética, no solamente en términos literarios sino, fundamentalmente en términos humanos, en los que una variación abre una ventana hacia otra dimensión de la vida. La palabra poética trabaja sobre el interior de la palabra para enriquecerla, variarla, ampliarla y sustraerla del peor de los males: el estereotipo. El estereotipo es la repetición y es la concepción de significados uniformes sin dar lugar a la diversificación.

Para referirme a la languidez, permitime citar dos estrofas del poema de Alfonsina Storni:

Languidez

He dejado mi alcoba
Envuelta en telas claras,
Anudado el cabello
Al descuido, mis plantas
Libres, desnudas, juegan.

Me he tendido en la hamaca,
Muy cerca de la puerta
Un poco amodorrada.
El sol que está subiendo
Ha encontrado mis plantas.
Y las tiñe de oro…

          
¿Cómo me llevo con la languidez? Casi suena a confesión esta respuesta. Nunca fue la languidez una característica en mí, todo lo contrario, me distinguí por mi disposición a la actividad. Me calificaban de pro-activa, no necesitaba estímulo externo, creo que a eso se refiere el término. Sin embargo, en los últimos tiempos, porque mis horarios ya no son estrictos, o quizás no sea por esto, me siento más relajada, al punto de llegar a la languidez, tal vez. No lo sé. Me sorprende, ya que no se trata del estado al que se llega con la meditación, es diferente. Mi respuesta sería: me llevo bien, me hice amiga con mis estados transitorios de languidez. Es frecuente que en aquellos momentos en que me dispongo a la escritura poética, nunca programada, muchas veces los poemas surgen como producto de la meditación, o de la divagación en estados de languidez. Por lo tanto, esos estados de languidez para mí son productivos, en el sentido de que esa flotación de mi cuerpo y de mi espíritu inducen a conectarme con imágenes que por su extrañamiento me permiten arrimarme al poema.

Las sorpresas me encantan. Me gusta que la vida me sorprenda. Y estoy predispuesta: lo inesperado va a superar a lo planificado, y me ha sucedido muchas veces, aun en asuntos trascendentes. También he tenido, desde luego, sorpresas desagradables que me dejaron de una pieza, y que fueron fundamentales y lo cambiaron todo. Aunque sigo siendo pro-sorpresas y no tiene que ver con la magia, sino con poder aflojar el control. Valoro que acontezca en la producción de mi poesía. Toda repetición no trae sorpresas, digamos, es lo ya previsto. La sorpresa es la apertura a un campo de sentido inesperado. Entonces, ahí se produce una dimensión, un abismar el sentido hacia un modo de intuir, de especular, de prever, que avance sobre la superficie del estereotipo.

          
19 — Hace poco presentaste tu último poemario.

          
NB — A partir de 2014 había comenzado a indagar en otra dirección, en cuanto al espacio, a la temporalidad, a través de un espejo de características peculiares. Ante la invitación de la Editorial Vinciguerra de integrar la colección SUMMA Poética con motivo de la celebración de los treinta años de la editorial, seleccioné poemas para la ocasión y fui incluida con “al final del pasillo”, editado en marzo. Lo considero un anticipo de un volumen más abarcante del que formará parte, aún en gestación, ya que esa línea de reflexión perdura, configura un núcleo inquietante, y perturba.

          
20 — ¿Cuáles considerás que han sido tus modelos poéticos ilustres?

          
NB — Rolando, debo serte sincera, la palabra modelo no me funciona para definir mi mirada hacia los poetas que admiro. A ninguno de los que voy a mencionar quiero darles la rigidez de un modelo. Todo lo contrario, son, desde mi perspectiva, inmensos mares poéticos en los que constantemente trato de navegar. Han enriquecido mi escritura y aunque nunca de manera directa, cada uno de ellos estuvo atravesado por los otros. Por supuesto, tengo poetas que me atraen, los que busco en determinados momentos, aquellos de quienes valoro el modo en que construyen su obra. Entre los argentinos, Juan Gelman, Susana Thénon, Enrique Molina, Alejandra Pizarnik, Oliverio Girondo, Olga Orozco, Javier Adúriz, Alfonsina Storni, Roberto Juarroz… Entre los latinoamericanos, Marosa di Giorgio, César Vallejo, Pablo Neruda, Octavio Paz y Gonzalo Rojas. Italianos: Giuseppe Ungaretti y Eugenio Montale. Franceses: Antonin Artaud, Charles Baudelaire, Paul Valéry, André Bretón y Guillaume Apollinaire. También Fernando Pessoa y el gran Paul Celan. Toda enumeración es injusta porque promueve el olvido. Lo que agregaría es que más que una relación de modelo, y jerárquica, mi relación con ellos es apasionada, me desborda. Si yo considerara que esos escritores son modelos los estaría congelando, encerrando, perderían movilidad. Esas grandes obras poéticas conllevan inmensa movilidad en sí mismas y una movilidad para mí. Los llamaría provocadores.

http://paginacultural.com.br/nilda-barba-luego-de-la-luna-de-miel-en-guaruya-nos-instalamos-en-icarai-niteroi/






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SAUL WILLIAMS [19.213]

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Saul Williams

Saul Stacey Williams (29 de febrero de 1972, Newburgh, Nueva York) es un escritor estadounidense, poeta, actor y músico conocido por mezclar la poesía y el Hip-Hop.

Discografía

Álbums/EP

Penny For A Thought/Purple Pigeons (2000)
Amethyst Rock Star (2001)
Not In My Name (2003)
Saul Williams (2004)
The Inevitable Rise and Liberation of NiggyTardust! (2007)
NGH WHT - The Dead Emcee Scrolls with The Arditti Quartet (2009)
Volcanic Sunlight (2011)
MartyrLoserKing (2015)
Colaboraciones y recopilatorios[editar]
"Twice the First Time" en Eargasms - Crucialpoetics Vol. 1 (1997)
"Elohim (1972)" en Black Whole Styles (1998).
"Ohm" en Lyricist Lounge, Volume One (1999).
"Coded Language" en Coded Language de DJ Krust (1999).
"Release" con Lyrics Born y Zack De La Rocha en Blazing Arrow de Blackalicious (2002).
"Time (Jungle) (Temple Of Soul Mix)" en Nublu Sessions, mezclado por Wax Poetic (2003).
"Sent from Sandy Shores" (con Sacajawea) en Dreams of Water Themes de Adventure Time (2003).
"Wake up Show Freestyles" de Sway and King Tech (2004).
"Three Fingers" en Enter the Chicken de Buckethead (2005).
"Sea Lion (Extended)" (con Will Oldham) en "Sea Lion" de Sage Francis (2005).
"Mr. Nichols" en Sound Mirrors de Coldcut (2006).
"April Showers, April Tears" en ¿What de Stuart Davis (2006).
",said the shotgun to the head" en Thomas Kessler de Thomas Kessler (2006).
"Survivalism" y "Me, I'm Not" en Year Zero de Nine Inch Nails (2007).
"Gunshots By Computer" y "Survivalism" en Y34RZ3R0R3M1X3D de Nine Inch Nails (2007).
"Lyrical Gunplay" en Thru de Thavius Beck.
"Dance Of The Dead" en The Unbound Project, Vol. 1 un álbum recopilatorio en favor de Mumia Abu-Jamal.
"List Of Demands" en Nike Sparq Commercial.
"Black Stacy Remix" con "Nas".
"Act III, Scene 2" con Zac de la Rocha.

Bibliografía

En inglés

The Seventh Octave, 1998, Moore Black Press ISBN 0-9658308-1-0
She, 1999, MTV/Pocketbooks ISBN 0-671-03977-6
,said the shotgun to the head, 2003, MTV/Pocketbooks ISBN 0-7434-7079-6
The Dead Emcee Scrolls, 2006, MTV/Pocketbooks ISBN 1-4165-1632-8
Chorus, 2012, MTV Books ISBN 1-4516-4983-5

Traducida al castellano

Los manuscritos de un EMCEE muerto, 2008, Visor Libros ISBN 978-84-7522-669-9

Filmografía

Downtown 81 (voz) (1981/2000)
Underground Voices (1996)
Slam (1998)
SlamNation (1998)
I'll Make Me a World (1999)
King Of The Korner (2000)
K-Pax (2001)
The N Word (2004)
Lackawanna Blues (2005)

Televisión

Girlfriends (2003)





“los hombres de negocios servirán a la humanidad 
los líderes mundiales se volverán hacia sus madres en busca de consejo  
y las madres buscarán inspiración en sus hijas / ... / 

la historia de Jesús se contará como un cuento de niños  
en el que su nombre será reemplazado por el de cada recién nacido  
y las familias celebrarán cada nacimiento como el renacer del mesías  
y toda la gente creerá que toda la gente (ha sido) elegida”.






CIUDADANOS,  
hijos de la noche,  
portadores
de la antorcha del día  
chamuscados
y abrasados. 
NO ARDÁIS.  
el dique se ha roto
/ la maldición se ha derramado. 
(antes) enfangado y quieto, 
(ahora) el río fluye 
¡ROJO!




CITIZENS,
children of the night,
bearers of the day torch:
scorched and burned.
BURN NOT.
the dam is broken.
the curse is fled.
once muddied and still,
the rivers runs
RED!



Los manuscritos de un EMCEE muerto
Saul Williams
Visor. Madrid, 2008. 362 páginas, 16 euros

Por AINHOA SÁENZ DE ZAITEGUI 

Poetas muertos que, de estar vivos, serían rappers: Wilmot. Byron. William Carlos Williams. Catulo. Cualquiera con dos dedos de frente.

Si la lírica (como su nombre indica) nació con la lira, Los manuscritos de un EMCEE muerto es el regreso a un futuro poético de hip hop introspectivo. Borges de la negritud, Saul Williams dice haber encontrado en el metro de Nueva York ciertos escritos dentro de un bote de spray para graffitis: el desciframiento de estos textos sagrados de la vieja fe no es sino una descodificación de la nueva cultura. Las ocho partes del poema (“Deidad NGR”, “Amatistas”, “Meditaciones prematuras”, “OM”, “1987”, “Sha clack clack”, “Lenguaje codifuntado”, “Siete montañas”) emulan la continuidad rota de la Biblia, además de su origen y destino trascendente: “Dios, concédeme alas. / Soy demasiado bueno para no volar. / Tengo los ojos cansados de ver a los humanos sin alas. / Así que remonto el vuelo. Y me hacen cosquillas / las plumas de las alas. Vuelo histéricamente / sobre la tierra. / Numéricamente hablando, / soy siete montañas más alto que el valle / de la muerte, siete dimensiones más profundo / que las dimensiones del aliento” (“Meditaciones prematuras”, capítulo 1). El profeta Saul psicoanaliza el graffiti a partir de su padre, el jeroglífico egipcio, y estudia el ritmo que controla nuestros músculos y nuestras emociones en términos de ancestrales dioses despedazados: “La música de los ghettos, del cosmos, de los negros, / de los necros: los vencedores de la muerte, / los discípulos del aliento. Disección de redobles / igual que Set lo hizo con Osiris” (“Deidad NGR”, capítulo 28). Es paradoja, pero al monje contemporáneo sí lo hace el hábito: “Unos Guess lavados al ácido con parches de piel, / luciendo las Diadora blancas con la sudadera con capucha / a juego. Con dos relojes de la marca Swatch / y una pequeña cartuchera de Gucci. Podría haberme puesto / la de Louis, pero la dejé en casa” (“1987”, capítulo 1). De la tradición se evocan los motivos: “El cuerpo de Cristo de estos NGRs que intentan ser becerros de oro” (“Deidad NGR”, capítulo 14). Y se imitan los símbolos: tres consonantes (NGR) que heredan el poder atávico del tetragrámaton (YHWH) para nombrar Lo Innombrable: la etnia como ciclón.

Williams redacta la Sagrada Escritura desde Génesis a Apocalipsis, toda ella apócrifa, toda verdadera. Sus negras Madonnas son Juanas de Arco contra la misoginia estatalizada, el lento genocidio de la especie humana minoría por minoría, el racismo institucional como enésima enmienda a la Constitución. La nueva genealogía extiende sus ramas hacia cultos antiguos y modernos: “Robenson, / el hijo de Dios, Hurston, Akhenatón, / Hatshepsut, Pies Negros, Helena, / Lennon, Kahlo, Kali, las Tres / Marías, Tara, Lilith, Lourdes, / Whitman, Baldwin, Ginsberg” (“Lenguaje codifuntado”). Etc. Es el inacabable name-dropping de quien lleva la cuenta. Todos estamos en El Libro. “Asesinado por vuestras teorías de muerte” (“1996”), el poeta resucita en música y verso. La suya es palabra de vida. 



CAPÍTULO 1

PUTO NGR. El gatillo de la pipa. El glande grande. ¿Para qué follar? Asesino. Derramador de sangre. PUTO ladrón. Un donjuán. Mala suerte tener que follar con este machote negro. Bigger Thomas, lo juro. Deja un cadáver en la caldera.
¿Deidad NGR? Soy complicado. Incluso mis andares chulescos. De la misma manera que cojo la pistola, sobre el costado, como si fuera un cachorro. Acaricio el gatillo. Lo hago destornillarse de risa. Creerás que soy un humorista por la manera en que estalla.
¿Deida NGR? Represento las cenizas y el polvo. Todo el hollín que sube de tu chimenea. Te tengo atascado en la rutina. Puedes disparar o no, fulano, te estoy matando. Puedes ocultar tus deseos. Incluso Buda sufrió cuando lo mandaron al otro barrio.
¡NGR, ahora estoy de pie en la esquina de la interjección! Las exclamaciones me apuntan porque disparo estos sustantivos. Yo hice que esos chicos inventaran adjetivos. Me estoy haciendo con un nombre. Porque soy yo, NGR, ¡claro que lo soy!
NGR, por favor. La tierra, el aire, el fuego y los mares. La tercera dimensión. La cuarta dimensión, la quinta dimensión. Fácilmente. Todas esas porquerías que nunca imaginaste. Yo hago que alucines. En la puerta de tu casa con mi escopeta de cañones recortados. Yo hago que te pongas de coca hasta arriba.
¿Deidad NGR? Oye, fulano, no voy a llamar a tu puerta. Ábrela. Ahora que ha llegado la hora de encontrarte con tu creador, no voy a cambiar el argumento. Eres el actor de una serie. NGR, soy el dueño de todo. Y aquí estoy para pagarte tus royaltie como si fuesen monedas de oro guardadas en un caldero.



CAPÍTULO 2

Ahora quizá me estoy poniendo demasiado Sirio.
Demasiado pequeño para que se me tenga en cuenta aquí.
Aunque el sol me da la razón.
Un cometa cómico con audiencia de pulmones.
Este cuerpo de risa, ¿está conmigo o contra mí?
¿Depende del matiz? Humano, aunque el género es mudo.
Y el chiste se sustenta en la raíz.

Soy una estrella. Esta es una vida de suburbios.
Viajo todos los días. Hago la misma ruta a diario
entre el sol y el botín terrenal. Y crío a mis hijos
a la altura de la luz y de la verdad.



CAPÍTULO 6

Bajo la superficie de nuestra finalidad yace el rumor
de una lluvia ancestral. Vestida con un rostro de nube,
canta como un juglar al cielo. La luna es mi madre.
La tormenta acapara mi mirada.

Vestida con vientos del oeste. Ataviada por Paul Robeson.
El río Mississippi conoce mi nombre. Y la razón por la que
        naciste
es la razón por la que vine.

Saúl Williams en Los manuscritos de un EMCEE muerto.

Traducción de Silvia Barbero.



Children of the Night

And out of the sun's gates come little girls in dresses of fire
wearing pigtails of braided smoke which stem from their moon cratered scalps.
The glowing seeds of a nightly garden that will blossom into full moons 
          irregardless of the sun,
Veil the night in the seven names of the wind through the tales of their 
         wind blown fathers.
Who will father these mother's of light?
And what will become of me?
Children of the Night.

Only some will star the sky.
Only believers in death will die.
And fathers must feather the wings of women.
For the unfeathered masses dangle ridiculous,
carrying crosses to phalynx filled tombs.
The future sells silence through blood rivered wombs
that ripple with riddles of cows and spoons, and birth, moons, earths and suns 
         centered at noon.
She buries her eggs in the soil
and plants her feet in the sky.
Soil seeds the circus of carrots and clowns,
and minstrels show our desires.
And here I stand
court jestering infinity,
fetal fisted for revolution
but open hands birth humility.
Now what is the density of an egoless planet?
Must my spine be aligned to sprout wings?
I'm slouched in the slingsleps and kangoled with gang reps
but my orbit rainbows saturn's rings.
Mystical eliptical presto polaris karmic flame future with saturn and aries.
And now i'm a fish called father
with gills type dizzy,
blowing blood and liquid lullabies through the spine of time to tranquilize the 
         nervous system's defeat.
At the feet of the river the children are gathered or rather buried in that mass grave 
         site of the night.
They are the seeds of light planted in the sky
but the night and skies are meaningless to their unearthly eyes.
They are our children playing chess on the sunburnt backs of one eyed turtles.
Check mating a life time slow crawl to enlightenment.
They cash in their crown and glory for magic and contradiction.
The children of fiction
born of semen filled crosses thrust in cavalry's mound.
With memories of mañana's millenium.

The gravity of the pendulum,
the inscription of the grail.
The rumors of one famine and diseases and storms of hell.
All hail the new beginning, behold the winters end.
Bring on the puppets and dragons as the ceremonies begin.
For they have come to shatter time and bring back the dead newborn,
an army of me.
Bearing change in the frontline and shadows in the field mines,
the wilderness and the lights in the city.
I have seen them.
A tumultuous army of bastards and beggars, mad men and idiots,
witches and harlots, dancers and lunatics, singers and sinners,
losers and lovers, students and teachers, poets and priests.
Orbitting the realms of the ordinary through the ordinances of those ordained 
         by the beast.
These are our children, love laden life lanterns casting shadows that shepherd 
         the flocks.
Crying wolf in the moons full at sirens of love's lull.
The offspring of gibraltar's rocks.
Who will deny him and thrice crows the cock?
Will it be you, Peter?
Decked in demiers denial masquerading in matter overminded, under-trialed.
Self is the servant to serpents with wings.
Three is the beginning of all things.

Try angles to rectangle your wings,
let vision blur,
let your naught deservings disintegrate.
Pile stone, unearth ancient learnings.
See self as the ghost of your servings.
If you're serving the father, there's no son without mother.
Parent bodies discover water bodies and drown.
Wade me in the water until atlantis is found.
On the seas of ourselves, i'm starfish and unbound.
Heard the name of that mound is stone mountain.
Underwater volcanoes erupt water fountains of youth,
less this carnal equation cancel out truth.
Throw me beyond sometime and drench me waterproof.
Let leaves drop forever, rain sun sets on my roof,
as I sit on the front porch of my sanity,
deciphering ham bones to van gogh,
this vanity oiled egoes canvased and framed to be reborn,
unborn,
unburied,
unnamed.
A reflection through a bloodstained glass window of souls gone yellow around 
         the edges.
Carbonated dreams and blurred daily lives.
But let family bring focus.
Out of swamps blossom lotus.
The muddy water blue daughters of infinity.
Gravity, we water bodied bhodisatvas our serenity.
As we rise with the tides towards divinity.
And she will be raised by wolves just below the masonry dixon line,
where eagles noose the misuse of osiris's omega papyrus in their claws clenched
so that the vultures of our memories may feast upon the remedies of ancient laws 
         lynched
and flop to the treetops of the forethoughts we have forgotten.

Yes silence will be begotten of the wind.
The silver eyes of the darkness are her friends.
They sometimes plant forever in their dens.
On the mountain side but sometimes now and then, between the rise and set of you 
         and I
may blue visions know the depths of liquid skies.
And some ask me if she cries in the night, and there's a subtance of her tears that 
         drench the days with light.
****, you better hope she do.
'Cause they're riddled with fur coats and painted faces dancing at the porphyries 
         of perfection.
They eat chinese apples that stain their teeth red and they'll cap a cosmos of chaos,
and in a moments notice the children are on the train.
Selling chocolate with their mothers in the background,
fundraising their dreams from the dead.
And the authors of order are corresponding catharsis and change the leaves of my 
         needs from orange to red.
I need fruit and vegetables,
for these living things can feed the span of wings,
thus she was born to charter my flight into the blues of night.
I am the darkness that preceeds the light.
A pupil of the sea's reflective sight.
Notebook in hand, I footnote land and write.
Plot dot dot dot and dot my i's is right.
And cast my lot amongst the Children of the Night.


Untimely Meditations

CHAPTER 1

Time is money. Money is time.
So, I keep seven o’clock in the
bank and gain interest in the 
hour of God.  I’m saving to buy 
my freedom. God grant me wings.
I’m too fly not to fly. Eye sore
to look at humans without wings.
So, I soar. And find tickle in the 
feather of my wings. Flying
hysterically over land. Numerically,
I am seven mountains higher than
the valley of death, seven dimensions
deeper than dimensions of breath.

CHAPTER 2

The fiery sun of my passions 
evaporates the love lakes of my 
soul, clouds my thoughts and 
rains you into existence. As I take 
flights on bolts of lightening. 
Claiming chaos as my concubine 
and you as my me. I of the storm. 
You of the sea. We of the moon. 
Land of the free. What have I done 
to deserve this? Am I happy?

CHAPTER 3

Happiness is a mediocre standard 
for a middleclass existence. I see 
through smiles and smell truth in 
the distance. Beyond one dimensional 
smiles and laughter lies the hereafter. 
Where tears echo laughter.

You’d have to do math to divide a 
smile by a tear, times fear, equals 
mere truth, that simply dwells in the 
air.  But if that’s the case all I have 
to do is breath and all else will follow.
That’s why drums are hollow.

And I like drums. Drums are good.
But I can’t think straight. I lack the 
attention span to meditate. My attention 
spans galaxies. Here and now are immense.
Seconds are secular. Moments are mine.
Self is illusion. Music’s divine.

CHAPTER 4

Noosed by the strings of Jimi’s guitar, 
I swing, purple-hazed pendulum. Hypnotizing   
the part of eye that never dies. Look into my: 
eyes are the windows of the soul is fried chicken,  
collards, and cornbread is corn meal, sour cream,  
eggs, and oil is the stolen blood of the earth, used 
to make cars run and kill the fish.

Who me? I play scales. The scales of 
dead fish of oil slicked seas. My sister 
blows wind through the hollows of fallen 
trees. And we are the echoes of eternity. 
Maybe you’ve heard of us.

We threw basement parties in pyramids.
I left my tag on the wall. The beats would 
echo off the stone and solidify into the 
form of light bulbs, destined to light up 
the heads of future generations. They 
recently lit up in the form of: BA BOOM
BOOM OM. Maybe you’ve heard of us.

CHAPTER 5

If not then you must be trying to hear us
and in such cases we cannot be heard. We 
remain in the darkness, unseen. In the center 
of unpeeled bananas, we exist. Uncolored by 
perception. Clothed to the naked eye. Five 
senses cannot sense the fact of our existence.
And that’s the only fact. In fact, there are no 
facts.

Fax me a fact and I’ll telegram a hologram
or telephone the son of man and tell him he 
is done. Leave a message on his answering 
machine telling him there are none. God and 
I are one. Times moon. Times star. Times sun. 
The factor is me. You remember me.

CHAPTER 6

I slung amethyst rocks on Saturn blocks
until I got caught up by earthling cops. They 
wanted me for their army or whatever. Picture 
me: I swirl like the wind. Tempting tomorrow 
to be today. Tip toeing the fine line between 
everything and everything else. I am simply 
Saturn swirling sevens through sooth. The sole 
living heir of air. And I (inhale) and (exhale) and 
all else follows. Reverberating the space inside of 
drum hollows. Packaged in bottles and shipped to 
tomorrow, then sold to the highest NGH.

I swing from the tallest tree. Lynched by 
the lowest branches of me. Praying that 
my physical will set me free ‘cause I’m 
afraid that all else is vanity. Mere language 
is profanity. I’d rather hum. Or have my 
soul tattooed to my tongue. And let the 
scriptures be sung in gibberish. ‘Cause 
words be simple fish in my soulquarium. 
And intellect can’t swim.

CHAPTER 7

So, I stopped combing my mind so my 
thoughts could lock. I’m tired of trying 
to understand. Perceptions are mangled, 
matted, and knotted anyway. Life is more 
than what meets the eye and I.

So, elevate eye to the third. But even that 
shit seems absurd when your thoughts 
leave you third eye-solated. No man is an 
island. But I often feel alone. So find peace 
through OM.



1987

CHAPTER 1

Acid wash Guess with the leather patches, 
sportin the white Diadoras with the hoodie 
that matches. I’m wearing two Swatches and 
a small Gucci pouch. I could have worn the 
Louis but I left it in the house.

My NGHs Duce and Wayne got gold plates 
with their name, with the skyline on it and the 
box link chain. I’m wearing my frames they 
match my gear with their tint. And you know 
Lagerfield is the scent.

My NGH Rafael just got his jeep out the shop. 
Mint green sidekick. Custom made ragtop. Strictly 
Business is the album that we play. “You’re a 
Customer,” the pick of the day.

CHAPTER 2

There’s a NGH on the block. Never seen him 
before. Selling incense and oils. My man thinks 
that he’s the law. But why on earth would this be 
on their agenda as he slowly approaches the window.

Uh, uh, I’ve seen you before. I’ve been you and 
more. I was the one bearing the pitcher of water. I 
rent the large upper room furnished with tidings of 
your doom or pleasure, whichever feathers decree.

Yo, Ralph, is he talking to me? No I’m talking to 
the sea sons resurrected. I’m the solstice of the 
day. I bring news from the blues of the Caspian”

My man laughs. He’s one of them crazy 
MTHRFKRs. Turn the music back up. ‘Cause 
I’m the E double.’ “Wait, but but, I know the 
volume of the sea and sound waves as I will. 
Will you allow me to be at your service?”

My man Ralph is nervous. He believes his 
strange tongue deceives and maybe he’s 
been informed that he’s pushing gats,  Hidden 
in the back beneath the floor mats. “Come on 
Jack, we don’t have time for your bullshit or 
playin,  As Salaam A somethin or another.” 
“Wait isn’t Juanita your mother? I told you 
I know you. Now grant me a moment.

CHAPTER 3

At the gates of Atlantis we stand. Ours 
is the blood that flowed from the palms 
of his. Hands on the plow, till earth ‘til 
I’m now. Moon cycles revisited. Womb 
fruit of the sun. Full moon of occasion 
wave the wolves where they run. And we 
run towards the light. Casting love on the 
wind. As is the science of the aroma of 
sleeping women.”

Lost in his eyes.  They soon reflect my 
friends are grinning. But I’m a pupil of 
his sight. The wheels are spinning. “Yo, 
I’ll see y’all later tonight.”

CHAPTER 4

In the beginning her tears where the long 
awaited rains of a parched Somali village.
Red dusted children danced shadows in the 
newfound mounds of mascara that eclipsed 
her face, reflected in the smogged glass of 
Carlos’ East Street bodega.

Learning to love she had forgotten to cry,
seldom hearing the distant thunder in her 
lovers ambivalent sighs. He was not honest.
She was not sure. A great grandfather had 
Sacrificed the families clarity for gold in the 
late 1800’s. Nonetheless, she had allowed 
him to mispronounce her name, which had 
eventually led to her misinterpreting her 
own dreams and later doubting them. But 
the night was young.

She, the first-born daughter of water, faced 
darkness and smiled. Took mystery as her 
lover and raised light as her child. Man that 
shit was wild. You should have seen how 
they ran. She woke up in an alley with a gun 
in her hand. Tupac in lotus form,  Ennis’ blood 
on his hands.

She woke up on a vessel, the land behind her, 
the sun within her, water beneath her, mushed 
corn for dinner. Or was it breakfast? Her stomach 
turned, as if a compass.  She prayed east and lay 
there breathless. They threw her overboard for 
dead. She swam silently and fled into the blue Si.

CHAPTER 5

La So Fa Me Re Do Si. The seventh octave. I 
don’t mean to confuse you. Many of us have 
been taught to sing and so we practice scales.
Many of us were born singing and thus were 
born with scales.

Myrrh-maids cooks and field hands sang a 
night song by the forest and the ocean was the 
chorus in Atlantis, where they sang. Those thrown 
overboard had overheard the mysteries of the 
undertow and understood that down below there 
would be no more chains.

They surrendered breath and name and survived 
countless as rain. I’m the weather, man. The clouds 
say storm is coming. A white buffalo was born 
already running. And if you listen close you’ll hear 
a humming.

CHAPTER 6

Beneath the surface of our purpose lies rumor of 
ancient rain. Dressed in cloud-face, minstrels the 
sky. The moon’s my mammy. The storm holds 
my eye.

Dressed in westerlies. Robed by Robeson. Ol’ 
Man River knows my name. And the reason you 
were born is the reason that I came.

CHAPTER 7

Then she looks me in the face and her eyes get 
weak. Pulse rate descends. Hearts rate increase.
Emcees look me in the face and their eye’s get 
weak. Pulse rate descends. Hearts rate increase.

Emcees look me in the face and their eyes get 
Weak. Pulse rate descends. Hearts rate increase.
It’s like ‘Beam me up, Scottie’. I control your 
body. I’m as deadly as AIDs when it’s time to 
rock a party.

We all rocked fades. Fresh faded in La Di Da Di.
And when we rock the mic we rock the mic right.
But left’s the feminine side. Ignored the feminine 
side.

I presented my feminine side with flowers. She cut 
the stems and placed them gently down my throat.
And these tu lips might soon eclipse your brightest 
hopes.



Said the Shotgun to the Head (extract)

CITESENS,
children of the night,
bearers of the day torch:
scorched and burned.
BURN NOT.
the dam is broken.
the curse is fled.
once muddied and still,
the river runs
RED!

"ALL
those ships that never sailed
the ones with their seacocks open
that were scuttled in their stalls
TODAY
i bring them back
HUGE AND INTRANSITORY
and let them sail
FOREVER!"*

if ever
there were currents
uncurrent

the wind
could not serve as
truth's currency

CURRENTLY
MOON MARKED
AND
SUN SPARKED
UNMARKED BILLS
i AM
CERTAIN
i SPEAK A NEW LANGUAGE

as is ALWAYS
THE FIRST SIGN
of a 
NEW AGE

i had begun to believe my blackened toenails
were on the path to decay when, in truth,
they had begun the gradual process of
CRYSTALLIZATION.
i am he who walks on wind scorned feet with toenails of
AMETHYST AND ROSE QUARTZ.

my path now crystal clear.

i AM COME TO TELL YOU
SHE IS HERE.

it is not written
NO pen MAN ship
was ever CARGOED
with her character
NOTE:
BOOKS ARE CAREFULLY FOLDED FORESTS
void of autumn
BOUND FROM THE
SUN

Likewise, she made her residence
ON THE OUTSKIRTS
OF A SHADOWING HISTORY
ON THE DARKSIDE OF THE MOON
where the searchlighte of the sun
COULD NOT SPOT HER
nor rot her
the seed of forbidden fruit
every tree
HAS A HIDDEN ROOT

YET, SHE HAS
COME TO LIGHT

THE SWELLING PATCHWORK
OF VIBRANT DREAMS

YES, THERE IS A SCIENCE
TO THE AROMA
OF SLEEPING WOMEN

(AND TO THINK OF THE GIRLFRIEND i WAS TEMPTED TO BREAK UP WITH 
BECAUSE SHE SLEPT TOO MUCH)

i now know, they NURTURED her there:
they slept in packs
dreamt in cycles
NURSED HER IN SHIFTS
and became her
ON ROTATION

unnamed her

everytime she was named
so she would not be known to anyone

(even unto herself)

undressed her

everytime she was dressed
so she would not be
recognized

as anyone other than herself

they blindfolded her
and spun her
in circles
so she would
find her way here
by no other means
than her intuition

and
she
is
come

i am a simple disoriented man
in her presence

i wear my loincloth
over my eyes
and ejaculate
too soon

forgive me father
for i have sinned

i prayed to you
and cupped
the wind

and in doing so
barred her entry
into a century:
100 years
of solitude

(yes, the wind is the moon's imgination wandering)

i will now pray
with my hands

outstreched
with these psalms

etched
into my palms

9:

most beloved,
i am certain of nothing more
than your existence

a thousand ants
crawling under a log
may find themselves exposed
in my childlike search
for you

(...)

my kali flower
i am eternally destroyed
by your love
no longer
am i eligible
for any worker's
pension

my friends laugh at me
and talk behind my back
they say you have
changed me
and
i am

i am like a survivor
of the flood
walking through the streets
drenched with
God
surprised that all of the
drowned victims
are still walking and talking

maybe there's hope
i rush to each victim's side
sucking what i can of you
out of your various
incarnations
pumping their stomachs
and filling them

to touch them
is to touch you
to kiss them
is to kiss you

my friends,
love is an artform
slightly removed
from its element
one may ask
well what does this mean?
i respond
i've made it up
but it shall be
from now on

from now on
cities
will be built
on one side
of the street

so that soothsayers
will have wilderness to wander
and lovers
space enough
to contemplate
a kiss

she kissed
as if she, alone,
could forge
the signature
of the sun

i closed my eyes
although
i never knew
the difference
i stood before
a brighter light
at lesser
distance


and then, a feeling. Almost as if nothing were ever bound to repeat itself again. As if history had been as masterfully created as the great pyramids and any attempt to reconstruct or relive any given moment would have to stem from an understanding of how the pyramids were built from the TOP DOWN.


and if one could understand such majesty one would also understand that kisses hold codes for unlocking new portals and that pyramids were first made of flesh

our bonded souls
shifting through
hidden corrals
and passageways

i will find my way
to eternity
within you

when i can feel you
breathing into me
i, like a stone gargoyle
atop some crumbling building,
spring to life
a resuscitated
angel

i sweep through city streets
my wings out-stretched
making mothers
clutch their young
and remember

and do you remember, dear ones
or has your history forsaken you?
there were tales told 'round fires
mysteries coded in song
chants and uprisings
centuries of art
all incantations
calling forth this day

on this day
the drunks vomit in unison
'though last night they drank from different cups
children laugh and play
introducing their parents
to invisible friends
a country girl smiles
and two trees blossom
out of season

sea sons awaken
our mother has returned
to wave us
from uncertainty
once tidal

twice born
of wooden ships
thrice formed
through mother's hips
mother ships
graced tu lips
a poet's garden

"2 for 5"
"they're going fast"
the future's bargain
"that's strange"
"i heard my name"
the river's parting
"hurry up"
things blurry up
the sun is darkened

rivers
like oceans
oceans
like answers
questions
in cloud forms
raindrops
in stanzas

to be
or not to...

to see
or not to...

she has eyes
like two turntables
mix(h)er
in between
my dreams and reality
blend in
ancient themes

the bass is of isis
(basis)
cross-faded to ankh
the beat drops
like a cliff
over-looking
my heart

8:

6000 feet
above
sea level

330 bodies
disassembled

the head bone's
connected
to the cock pit

knee jerk
ass backwards

dancing slaves
in a mosh pit

punk rock
of gibralter
roll out
nothing's new

mo' blood dues
the mo hawk
only this time
it's you

and you
never loved her
for what she 
possessed

you powdered
her face
and came
on her
head-dress

oil slicked feathers, putrid stenched water-bed
"mother nature's a whore," said the shotgun to the head.

and it smelled like teen spirit
angst driven insecure
a country in puberty
a country at war


His dilemm
every morning
I rise and face
the firing squad

every morning
there is one
who holds his fire

his dilemma
is my system
of belief

they fire rounds
but I am seldom
in their circle

a quiet mind
is labeled "sound"
and colored purple

my little boy
has not yet learned
to color within lines

his jumbled diction
has not yet learned
our contradiction

we speak of art
with flaming passion
then do work
void of compassion

and wonder why
reality is bleeding fiction.




Saturn's Rivers

Her newborn cyclops had my eye
but i knew i'd never claim it

i was taught not to claim
when the wind
wrote my name in the water:
waved blueness over blackness and i
at that moment i saw
that blackness would die


but not me
not we


in the deep blue abyss
we kissed on a current
and drowned eternities in loves' lost lagoons


she had hidden rooms in her womb
where i had seen screeenings of her future


wrapped in swaddling clothes
and God knows i wanted to kiss it
but my lips were sealed by time

...Saturn's Rivers overflow
with schools of frankincense
and myrrh-maids: swimming scents of self to the soul
and sphinxes, they swim, in Saturn's rivers.
drenching the waters with ancient magic
and the secrets of the Saturn Sutra.


secrets that could name the future and
saturate the soul with stardust nd samba of the seasons untold
the future in Saturn's rivers
so i sailed my soul through the fore-thought of the forgotten
and waded through windows of time...

i'm certain of
Saturn's Rivers
and all else is fact

so baptize me in the stars
and wrap me in the night-time moon blue

pupil my sight with orange balls of light
and echo my plight through the corridors of metaphor
what else are we living for
if not to create fiction and rhyme
my purpose:
to make my soul
rhyme with my mind

over

matter
minds create matter
minds create fiction
as a matter of fact
as if matter is fact
matter is fact
so spirit must be fiction
science-fiction
art-fiction
meta-fiction



Language in Zoos

I could recite the grass on a hill
And memorize the moon
I know the cloud forms of love by heart
And have brought tears to the eye of a storm
My memory banks
Vaults of autumn forests and amazon river banks
And I have screamed them into sunsets
That echo in earthquakes
Shadows have been my spotlight
As I monologue with night
And dialogue the days
Seliliquies of wind and breeze
Applauded by sun rays

We put language in zoos
To observe caged thought
And tossed peanuts and p-funk at intellect
Motherfuckers think these are metahors, I speak what I see
All words and worlds are metaphors of me
My life is authored by the moon, footprints written in soil
The fountain pen of martian men noveling human toil
And yes, the soil speaks highly of me
When earth seeds root me
Poet tree

Now, maybe I'm too serious
Too good to hear
Too matter
Though I'm riddled with the reason of the sun
A stand-up comet with the audience of lungs
This body of laughter, is it with me or at me
Hue more (humor) or less though genders mute
And the punchline has this lifeline at it's root

I'm a star, this life's the suburbs, I commute
Make daily runs between the sun and earthly loot
And raise my children to the height of light and truth










.

MELVIN B. TOLSON [19.214]

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Melvin B. Tolson

Melvin B. Tolson. Poeta, profesor y ensayista americano. Es uno de los más importantes y distinguidos poetas de los Estados Unidos.

Nació en Moberly, Missouri, el 6 de febrero de 1898, aunque le gustaba decir a la gente que nació en el 1900, lo que está claro, sin embargo, es que Tolson vivió más tiempo de forma continua en Oklahoma que en ningún otro lugar durante todo su vida, desde 1947 hasta su muerte.

Etapas importantes de su vida

En 1922 se casó con Ruth Southall, y en 1924 se graduó con honores en la Universidad de Lincoln. Desde 1924 hasta 1947 fue profesor en Wiley College en Marshall, Texas, ausentándose por un año (1930-1931) para seguir trabajando en un título de maestría de la Universidad de Columbia. Su proyecto de tesis se centró en entrevistar a los miembros del Renacimiento de Harlem. Desde 1947 en adelante fue profesor en la Universidad de Langston en Oklahoma (donde también sirvió tres términos, desde 1954 hasta 1960, como alcalde).

Comienzos en la poesía

Desde su primer año en Nueva York surgió su primera poesía, un grupo de narraciones cortas, ligeramente aliado con el verso libre de la Antología de Edgar Lee Masters Spoon River. Algunos de los poemas de ese manuscrito se publicaron desde 1937 hasta 1939, pero el trabajo conjunto esperaría de impresión hasta finales de 1970 cuando Robert M. Farnsworth se presenta como una galería de retratos de Harlem. Su obra más destacada es una embriagadora mezcla de jerga colorido y alusiones intelectuales, con una superposición de alta de la ciudad / centro de la ciudad que apenas se mantienen unidos por el sonido encantador de las palabras y una sintaxis que rasga a lo largo a una velocidad impresionante.

Muerte

Murió a la edad de 67 años, el 29 de agosto de 1966, en Dallas, Texas, unos días después de someterse a cirugía para el cáncer.

Obras destacadas

Encuentro con los Estados Unidos (1944)
Libreto de la República de Liberia (1953)
Harlem Galería (1965)

Méritos a su labor

En 1947, fue nombrado Poeta Laureado de la nación africana de Liberia, para la que escribió: “el libreto”, y más tarde obtuvo el premio a la poesía de la Academia Americana de las Artes y las Letras en 1965. Se caracterizó por ser uno de los primeros poetas afro americanos. En un diario que escribiría elocuentemente manifiesta:

"La poesía es el arte de complicar".

Su trabajo no sólo busca complicar las opiniones de una segregación de América hacia el hombre negro, sino también para cuestionar la versión del hombre negro de sí mismo. Quería abrir la experiencia del negro llamando a mostrar su complejidad inefable, por lo que su trabajo tiene una inclinación ética épica y profunda. Sus papeles se encuentran ahora en la Biblioteca del Congreso.


Andante Sostenuto

Nos dicen que olvidemos
El Golgota que pisamos
Nosotros los que azotan con odio
Con un precio por nuestras cabezas.

Aquellos que nos han puesto grilletes
nos exigen una canción
Aquellos que nos han destruido
nos ofrecen justificar sus errores.

Nos dicen que olvidemos
que desdeñan la democracia.
Nos dicen que olvidemos
que queman el Acta de Derechos.

Por 300 años hemos sido esclavos,
Aun los somos, aun sufrimos:
a pesar de que la carne y los huesos se rebelan
!Nos dicen que olvidemos!.

Oh, ¿cómo podemos olvidar
que nos niegan nuestros derechos humanos?
Oh, ¿cómo podemos olvidar
que han crucificado nuestra humanidad?.

Cuando se profana la justicia
y el ruego solo consigue maldiciones.
Cuando las puertas de la libertad son bloqueadas
Oh, ¿cómo podemos olvidar.


Andante Sostenuto

They tell us to forget
The Golgotha we tread… 
We who are scourged with hate, 
A price upon our head.

They who have shackled us 
Require of us a song, 
They who have wasted us
Bid us condone the wrong.

They tell us to forget 
Democracy is spurned. 
They tell us to forget 
The Bill of Rights is burned. 

Three hundred years we slaved, 
We slave and suffer yet: 
Though flesh and bone rebel, 
They tell us to forget! 

Oh, how can we forget 
Our human rights denied? 
Oh, how can we forget 
Our manhood crucified? 

When Justice is profaned 
And plea with curse is met, 
When Freedom’s gates are barred, 
Oh, how can we forget?


Abraham Lincoln of Rock Spring Farm 

I

Along the Wilderness Road, through Cumberland Gap,
The black ox hours limped toward Sunday’s sun,
Across a buff clay belt with scrawls of stone,
Where bird and beast quailed in the bosom brush
From February’s fang and claw; the stars,
Blue white, like sheer icicles, spired aglow
As if the three wise men barged in the East
Or priests in sackcloth balked the Scourge of God.

Foursquare by the rite of arm and heart and law,
The scrubby log cabin dared the compass points
Of Rock Spring farm, man’s world, God’s universe,
The babel of the circumstance and era.
The frozen socket of its window stared
Beyond the spayed crabapple trees, to where
The skulls of hills, the skeletons of barrens,
Lay quiet as time without the watch’s tick.

Not knowing muck and star would vie for him,
The man Tom sank upon ax-split stool,
Hands fisted, feet set wide to brace the spirit,
Big shoulders shoved, dark hazel eyes glazed by
Grotesqueries of flame that yawled and danced
Up, up, the stick-clay chimney. While fire imps combed
The black and bristling hair, the acids of thoughts
Made of the orby face an etching-plate.


II

Near pyrotechnic logs, the purling kettle,
Aunt Peggy puffed her pipe on God’s rich time:
A granny at a childbed on the border,
Where head and backbone answered the tomahawk
Her wise old eyes had seen a hundred Nancys
In travail tread the dark winepress alone;
Her wise old hands had plucked a stubborn breed
Into the outer world of pitch and toss.

The cabin that her myth and mission entered
Became a castle in which Aunt Peggy throned
A dynasty of grunts and nods and glances.
The nest, the barn, the hovel had schooled her in
The ABC of motherhood, and somehow
She’d lost her ego in the commonweal:
She sensed so accurately a coming child
That rakes dubbed her the St. Bernard of Sex!

And now her keyhole look explored Tom Lincoln
Beneath the patched homespun, the hue and cry
Of malice, until she touched his loneliness,
The taproot that his fiber gave no tongue.
Then, lulling the wife, troubled in flesh and mind,
She eased the sack quilts higher and mused the while:
There’s but one way of coming into the world,
And seven times seventy ways of leaving it!


III

The woman Nancy, like a voyager sucked
Into the sea’s whale belly by a wreck,
Buoyed to the surface air of consciousness
And clutched the solace of her corn-husk bed.
Her dark face, sharped in forehead, cheekbone, chin,
Cuddled in dark brown hair; her eyes waxed grayer
With wonder of the interlude: her beauty
And courage choked Aunt Peggy’s hyperbole!

Out of the fog of pain, the bog of bygones,
The bag of cabin cant and tavern tattle,
She picked the squares to piece tomorrow’s quilt:
She puzzled now, as then, about her father
Who let wild Lucy Hanks bundle and carry
Flesh of his flesh beyond the Cumberland Gap;
A strange roof is no roof when imps of fear
Pilfer the fatherless in blossom time.

Year in, year out, the daughter tinkered with
The riddle of her birth; the mother chided
The woman Nancy as she had the child,
“Hush thee, hush thee, thy father’s a gentleman.”
The butt of bawd, grand jury, Sunday bonnet,
Lucy, driven, taught her daughter the Word,
And Nancy, driven, taught her son the Word,
And Abraham, driven, taught his people the Word!


IV

The man Tom bit his fingernails, then rammed
His pockets with the hector hands that gave
Raw timber the shape of cabinet and coffin,
And in his lame speech said: “Aunt Peggy, listen,
Now that our Nancy’s time is come, I’m haunted
By my own nothingness. Why breed nobodies?”
He tapped the dirt floor with the iron-capped boot
That aided fist and skull in border fights.

Aunt Peggy counseled: “Tom, you say the say
Poor Joseph probably said in that low stable
Ere Jesus came into this mishmash world.”
She paused, then boxed the ears of cynicism:
“It’s true, down in the barnyard, blood speaks loud,
Among the hogs, the chickens, the cows, the horses;
But, when it comes to Man, who knows, who knows
What greatness feeds down in the lowliest mother?”

The man Tom turned and spat: his naked surmise
Ranged out and out. Aunt Peggy’s innermost said:
“Your father Abraham, bred like Daniel Boone,
Conquered a land with gun and ax and plow,
Baptized it in his blood! I say, I’ve said,
What’s in a baby is God Almighty’s business;
How the elders wring it out is worry enough!
The best, the worst—it’s all, all human nature.”


V

The tavern, Tom remembered, the New Year’s Eve,
The clubfoot scholar bagged in Old World clothes,
With arrowy eyes and a hoary mushroom beard.
An Oxford don, he hymned the Bastille’s fall
In spite of the hair-hung sword; his betters set
Him free to hail new truths in new lands, where
He seined with slave and master, knave and priest,
And out of all fished up the rights of man:

“As Citizen Lincoln asks, ‘What’s human nature?’
His full mug says a clear mind puts the question
Which ties the fogey scholar in a knot!
My new idea fed to his new baby
Would fetch the New World and the New Year peace!
The sum of anything unriddles the riddle:
The child whose wet nurse is the mother-of-all
Grows like a pine unmarked by rock or wind.

“To make a New World and a New Year, Plato
And Jesus begged the boon of little children!
Now Citizen Lincoln asks, ‘What’s human nature?’
It’s what we elders have: no baby has it.
It’s what our good and bad graft on the neutral.
It’s what our rulers feed the boy and girl.
It’s what society garbs nature in.
It’s a misnomer: call it human nurture!”


VI

Aunt Peggy hovered closer, with flawless rites
Grown lyrical from habit: muffled pain sounds
Dragged from the bed of cleated poles; she hawed
Tom Lincoln, as one turns a nag aside,
Then swooped her way, even as a setting hen
Carves a dictatorship from yard to nest.
And Tom again was squeezed into a cell
Whose inmates were the ghosts of unsuccess.

Later his memories climbed a gala peak,
His Nancy’s infare that ran riotous:
The bear meat, venison, wild turkey, duck,
The maple sugar hanging for the whiskey,
The red ham, gourds of syrup, bowls of honey,
The wood coal pit with brown and juicy sheep,
The guzzling, fiddling, guttling, monkeyshining:
A continent sprawled between that day and this!

A havenot on the frontier is no havenot;
A Crusoe without Friday has no conscience:
Yet Tom’s grub living gnawed him like the teeth
Of slavery, land titles, melancholy.
He, like his forebears, visioned a Promised Land
And tidied ways and means to fly the barrens
That doomed the flesh to peck, to patch, to pinch,
And wrung the soul of joy and beauty dry.


VII

The black ox hours limped by, and day crawled after.
White prongs of ice, like dinosaur fangs, gleamed in
The cavernous mouth of Rock Spring; snowbirds shivered
And chirped rebellion; a cow with jags and gaps
Chewed emptily; hogs squealed in hunger fits;
And scrags of dogs huddled against the chimney,
Which shoveled smoke dust into the throats and noses
Of ragged winds kicking up snow in the desert.

Nancy lay white, serene, like virgin milk
After the udder’s fury in the pail.
Beneath the sack quilts and the bearskin robe,
In yellow petticoat and linsey shirt,
The baby snuggled at her breast and gurgled—
An anonymity of soft red wrinkles.
Aunt Peggy, hovering, grinned, “He’s Sabbath-born.
Remember …Sunday—it’s red-letter day!”

Like ax and helve, like scythe and snath, the bond
Held Tom and Nancy; she smiled at his halt smile,
His titan’s muss in picking up the baby.
Tom frowned and spat, then gulped, “He’s legs! All legs!”
Aunt Peggy beamed, “Long legs can eat up miles.”
Tom gloomed, “The hands—look at the axman’s hands!”
And Nancy mused, “The Hankses’ dream, the Lincolns’,
Needs such a man to hew and blaze the way.”





The Birth of John Henry 

The night John Henry is born an ax 
            of lightning splits the sky, 
and a hammer of thunder pounds the earth, 
      and the eagles and panthers cry! 

      John Henry—he says to his Ma and Pa: 
            “Get a gallon of barleycorn. 
      I want to start right, like a he-man child, 
            the night that I am born!” 

Says:   “I want some ham hocks, ribs, and jowls, 
            a pot of cabbage and greens; 
      some hoecackes, jam, and buttermilk, 
            a platter of pork and beans!” 

      John Henry’s Ma—she wrings her hands, 
            and his Pa—he scratches his head. 
      John Henry—he curses in giraffe-tall words, 
            flops over, and kicks down the bed. 

      He’s burning mad, like a bear on fire— 
            so he tears to the riverside. 
As he stoops to drink, Old Man River gets scared 
            and runs upstream to hide! 

    Some say he was born in Georgia—O Lord! 
            Some say in Alabam. 
But it’s writ on the rock at the Big Bend Tunnel: 
            “Lousyana was my home.   So scram!” 



DELTA 

Doubt not
the artist and his age
(though bald as the pilled head of garlic),
married or divorced
and even vying downstage,
are both aware
that God or Caesar is the handle
to the camel’s hair.

Ye weeping monkeys of the Critics’ Circus
(colorless as malic acid in a Black Hamburg grape),
what profit it to argue at the wake
(a hurrah’s nest of food and wine
with Auld Lang Syne
to cheer the dead),
if the artist wrought
(contrary to what the black sanders said)
for Ars’,
the Cathedra’s, or the Agora’s sake?
No critic a Gran Galeoto
between the Art-lover and the work of art,
the world-self of the make-
believe becomes the swimming pool of a class,
the balsam apple
of the soul and by the soul and for the soul,
or silvered Scarahaeus glass
in which Necessity’s figuranti of innocence and guilt
mirror themselves as they pass.

If brass,
in the name
of Id or Sinai or Helicon, wakes up the trumpet,
is it to blame?

Although
the moment’s mistone
and the milieu’s groan
sharp an unbearable ache
in the f of the age’s bone,
this pain is only the ghost of the pain
the artist endures,
endures,
—like Everyman—
alone.

The artist
is
a zinnia
no
first frost
blackens with a cloven hoof;
an eyeglass
—in the eye of a dusty wind—
to study the crosses and tangles in warp and woof;
an evergreen cherry
parasitic upon a winter sun;
a paltry thing with varicose veins
when the twelve fatigues are done.

Under the Lesbian rule of the seeress Nix,
blood and black bile
mix:
in the second of a bestiary-goat’s caprice,
Elan,
the artist’s undivorceable spouse
becomes
a Delilah of Délice
or
a Xanthippe bereft
of sonnets from the Portuguese.

In Chronos Park
the Ars-powered Ferris wheel revolves
through golden age and dark
as historied isms rise and fall
and the purple of the doctor’s robe
(ephemeral as the flesh color of the fame flower)
is translated into the coffin’s pall.

The St. John’s agony
of the artist
in his gethsemane
without a St. John’s fire—
the Vedic god of the snaky noose discovers;
his far far cry,
like the noise of block tin,
crackles the sky:
“Wayfaring man
unneighbored by
a wayfaring tree
(though one may rue
this bark of the Moreton Bay laurel),
it is true
a something trans-Brow or cis-Brow
—or both—
wills one to the wings of the eagle,
or to the teats of the sow.
Yet, no lip need sneer to the beard of an ape of God,
‘Thou thing of no bowels, thou!’
So, I say as the Sire
who chastens and rewards,
‘Let thy blue eyes
resist white stars of red desire.’”

Like the shape of Africa,
the raison d’étre of Art is a question mark:
without the true flight of the bat,
it is a hanker in the dark.
Not as face answers face in water,
but as windows answer each other,
one viewer,
lyrical as Hafiz in his cups,
discovers a lark;
his companion,
flat as an open Gladstone bag,
spies out an ark.

The blow of a fist on the nape,
this question came from a Dog,
“What color can escape
the fluky flues in the cosmic flux?”
Perhaps the high-C answer lies
in the wreck the sea sucks
back into her bowels. Let
the Say be said:
“In Philae the color is blue;
in Deir-el-Baheri, red;
in Abydos, yellow—
and these are by the ravens fed.”

Art
is not barrel copper easily separated
from the matrix;
it is not fresh tissues
—for microscopic study—
one may fix;
unique as the white tiger’s
pink paws and blue eyes,
Art
leaves her lover as a Komitas
deciphering intricate Armenian neums,
with a wild surmise.

At once the ebony of his face
became moodless—bare
as the marked-off space
between the feathered areas of a cock;
then, his
spoon-shape straightened.
His glance
as sharp as a lance-
olate leaf, he said:
“It matters not a tinker’s dam
on the hither or thither side of the Acheron
how many rivers you cross
if you fail to cross the Rubicon!”

Postscript:
He was robbed and murdered in his flat,
and the only witness was a Hamletian rat.
But out of Black Bourgeoise came—
for John Laugart—
a bottle of Schiedam gin
and Charon’s grin
and infamy, 
the Siamese twin
of fame.



The Dictionary of the Wolf 

“We all declare for liberty,” Lincoln said.
“We use the word and mean all sorts of things:
In the sweat of thy face shalt thou eat bread.
Rifle the basket that thy neighbor brings.”

The grizzled axman squinted at Honest Abe,
The six feet four of him, gaunt, sad of face,
The hands to split a log or cradle a babe,
The cracked palm hat, the homespun of his race.

“The wolf tears at the sheep’s throat: and the sheep
Extols the shepherd for cudgeling tyranny;
The wolf, convulsed with indignation deep,
Accuses the shepherd of murdering liberty.

“But the dictionary of the wolf is writ
In words the rats of time chew bit by bit.”









.

FRANCISCO CORTEGOSO [19.215]

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Francisco Cortegoso

Francisco Cortegoso, conocido también como Fran Cortegoso y por su pseudónimo Frank Euner (Nació en Pontevedra, 1985 - Falleció el 5 de octubre de 2016) fue un poeta español en lengua gallega.

Licenciado en Filología Gallega. Con Ningún home, una colección de poemas publicada en la Revista das Letras (Galicia Hoxe) en 2008 se incorporó con fuerza al panorama literario gallego. Continuó después con Carta ao poeta español (libro inédito al tiempo de su fallecimiento, aunque algunos poemas fueron publicados en la revista Grial), Memorial e danza (Espiral Maior, 2013), poemario con el que fue galardonado con el Premio Pérez Parallé ySuicidas(Chan de Pólvora, 2016) que vio la luz en las librerías el mismo día de su fallecimiento.



FRAN CORTEGOSO (2008). “Ningún home”. Galicia Hoxe. “Revista das Letras”:
739 (2 de outubro 2008 - NÚMERO739), 1-8.

Estes textos que agora aparecen en Revista das Letras son os primeiros que publica Fran Cortegoso, representante dunha xeración emerxente de poetas que seguen a senda de Chus Pato, Manuel Outeiriño, Celan ou Alfonso Pexegueiro, nomes para eles referencial na construción do seu propio discurso lírico. Aínda que Fran Cortegoso (Pontevedra, 1985) comezou a escribir hai xa algúns anos, non foi até agora que encontrou a voz idónea de achegarse aos lectores.




[… en una palabra, hablar, no de los poemas, sino del lugar desde el que hablo (o pretendo hablar) J. Talens]

O TREVO DE SCHAHRIAR

A lámina acuosa que recubría o ollo do rei persa iluminábase, compracíase, nas palabras –nunca testemuñas– deslizadas sobre o labio superior do imaxinado rostro de Scheherazade. Imaxinarmos o conto como unha rede de fíos tecidos na nosa pel; cubertos por un manto para non pasarmos frío. O seu labio arremuiñado sopraba pompas no ar para contención da sordidez que agachaba a lingua de Schahriar. Comprácennos as pompas cando somos meniños, achegámonos a elas para as tocar e desaparecen; el só as podía percibir reflectidas na pupila, igual ca nós: se cadra non eran reais, mais cando estoupaban sentíamos a súa humidade sobre a pel. A calidade especular das pompas amosaba mundos embriagadores, alucinóxenos: os nosos ollos tamén están cos seus ollos, bebemos as imaxes e compracémonos en velas; arrotamos máis pompas cara ao ar para que as Scheherazades do noso tempo constrúan escumas. E por momentos achegamos as pálpebras para ulir o aroma das herbas con que sazonamos o caldo dos nosos sentidos. Unha pompa é como unha metáfora, e esta tamén estoupa como a pequena burbulla que se achega ao teu polgar: desaparece na túa pel e sentes unha leve humidade quizá, mais o teu ouvido permanece intacto ante tal fenómeno: é difícil escoitar a consumición dunha desas esferas que pululan no espazo. Ser conscientes do lugar que ocupamos (ou que nos ocupa) é percibir o ruído das pompas do noso mundo. Deixármonos embriagar pola súa densidade é descoñecer a capacidade construtiva das palabras, como se enreda a nós un denso manto de linguaxe. O poema aproveita toda a produtividade da linguaxe e atrévese a destecer a nosa pel, achegarnos ás pompas para que escorreguen ao noso antollo sobre a lingua, facelas estoupar e saborearmos a acidez da súa composición, e incluso ousar construír novas pompas. Na nosa lingua hai un doce sabor a trevo, mais os poemas ofrécennos outros sabores que agardamos nos sorprendan.





a escena ábrese ante un público inexperto, non acostumado á violencia da imaxe que nós si (somos os que nos lemos)
eles nunca recibiran a imaxe de si propios, foran adestrados na observancia do humano desde disciplinas de distinto grao de aplicabilidade como se a experiencia terreal fose unha loita do home contra o home (unha loita contra os impulsos da natureza, propios dun estado anterior á sociedade)
descoñecían a violencia da pedra; o non-recoñecemento no propio reflexo do espello, a triplicación do eu: eu-pai, eu-fillo, eu-espírito
a filmografía e a fotografía permitiunos ter consciencia de nós ante o mundo nós como un único suxeito, un eu superior e mecánico produto da fabricación de imaxes en cadea un eu que se consome

no escenario –dividido en dous pequenos cenarios (ou cuartos tamén pequenos)– encóntranse dúas recoñecidas figuras da arte do momento:
Cocteau: situado no cuarto da esquerda escribe poemas sobre o corpo inmaturo dun eu-infancia, e todo é filmado como recordo da creación
 artística
Picasso: abstraído polo seu ímpeto creador e violento deforma o retrato do rapaz exposto no cuarto do lado coa forza e densidade do óleo sobre
 a superficie do espello
fóra destes dous planos aparece un terceiro inesperado que corta a cena
a súa disposición oblicua no espazo impide a visión do fenómeno, unha dimensión allea ao tempo, á configuración do ser-aí, onde todo é (ou
 non-é) non-son
un eu non-eu diríxese cara ao público
[na boca sosteño unha pedra e sobre a cabeza apértase unha bolsa ao colo co osíxeno dun instante]
a figura arqueada daquel rapaz (que recoñezo) desfalece e precipítase
atravesa o plano e vólvese visíbel ao público, permanece deitado sobre o escenario e o ar contido na bolsa consómese nos seus ollos

damas e cabaleiros, ante vostedes a violencia deste século contida no meu propio ser
[sobre o meu corpo adolescente esténdese o holocausto]


como saber da miña pel
os escuros usos de Lázaro
como para domar a sedución do touro
a lingua fascista que rume o trevo da miña boca
mentres a pupila fende – dilátase
e é cunca
que abrirá paso ao meu espolio
unha lenta melancolía que parte en nobelo das miñas mans
como hei curar a miña figura bulímica
de cuspir tantas veces o [teu nome]
Daddy
como para salvar a miña vida
“xunto ao seu cadáver encontraron o coiro dunha besta arrincado por gabiáns
as uñas chantadas na súa propia lingua impronunciábel
e unha carta que transcribo –
Inútil é grafar o silencio, o meu ser-aquí-neste-momento”
tívente que matar Lázaro
tívente que xunguir aos meus ollos
afogarte na miña gorxa para pronunciar os sons do Real
o silencio
tiven que agardar cando xa ardías
para crear o verso – o mundo
e tiven que agardar, máis unha vez, para bicala 





a dous metros sobre a liña que se traza baixo o límite da pálpebra observarás o aletexo dun nome

apenas unha bágoa lembre o teu rosto en cinza

a rosa escureza o reflexo do teu Ti

quizá o labio lle fale á súa propia raíz e esqueza que palabra
traizoou a memoria do trevo

mais eu

e Ti, atando o silencio ao teito do mundo
lembra que Ti
volverás mastigar a súa última folla




PSALM

Ningún-home te constrúe xa con ferro e pedra
Ningún-home alenta o teu sangue
Ningún-home
Gabado sexa ante ti, Ningún-home
Polo meu amor cara a ti
renaces
Cara a
ti
Non eras
nada, es, serás,
renacente:
a Muller de Nada, a
Muller de Ningún-home
Sen
a cor diáfana-escura
o flaxelo ferro-sol
a coroa de espiña
esculpida na pedra-palabra, que nós
oh! que ti cravabas
sobre a dor
Co
neno eunuco
a non-palabra eufónica
o harén dos séculos
de purpúrea lingua, que eu
cantarei sobre, oh! sobre
Ningún-home


DERRIDA

falar con Derrida en soños
mentres me embebía o delirio do cisne macho chegada a época de
apareamento
puido ter sido
certamente
este verso
o achegamento pausado á erótica do falo
a erección sobre o poema do meu Nome
e a necesidade do suicidio
ante a ameaza de sublimación do espírito
–hipócrita charlatán que
sempre lles fala de min
e na verdade
falar con Derrida en soños
puido ter sido
altamente erótico



DERRIDA (II)

falar con Derrida en soños
mentres J. nos relataba o conto do parruliño feo
descubriume o porqué de os cisnes
poboaren os xardíns das nosas cidades cando máis escuras se
amosaban
lembro os paseos na alameda co meu avó
o seu cabelo branco de palabras
e os meus ollos embebidos na brancura do cisne
como se enchían de luz
e nacían as cores
agora coñezo o capitalismo dos cisnes
no paraíso éntrase por ósmose (Ch.)
e non se sae
os cisnes están aí
e teñen dentes



DERRIDA (III)

falar con Derrida en soños
mentres M. lle parte o colo ao cisne
permitiume conter o meu propio Nome nas mans
como tamén contiven o meu corazón
lonxe das aves
a miña familia comunga coa posmodernidade
está desconstruída
e eu só quixen salvar á miña nai
sempre levei o seu nome

Coordinación: A.R. López e M. Dopico. Deseño: Signum





Memorial e danza, de Francisco Cortegoso
Espiral Maior, Culleredo, 2013.  Premio Pérez Parallé


É sorprendente
non a noticia circundante para cubrir
a imaxe dun furacán atravesando América Central
ou o Caribe,
mais a compracencia con que o vento
vindo do Norte este día de xullo
trata as pólas do plátano nun xardín de Europa;
e non o voo dunha gacela sobre os campos etíopes
atravesado na boca dun guepardo;
e non a portada de National Geographic
testemuñando o cultivo de arroz nas montañas de Indochina
tras o ciclo do Monzón;
e nunca o tempo achegado do Imperio Macedonio
porque eles xa contemplaban este ceo nocturno;
porque hoxe me inquieta
só este compasado movemento
sen retorno.



Poema (XCIII): «En días de inverno, …»

En días de inverno, o ar calmo,
con gratitude ofrece instantes de vida
sentada na soleira que da súa casa para o sur
se estende.
En igual grao presta
unha actitude a falar de como
as súas pernas curtas, grosas e apertadas
en medias de algodón e unhas botas pretas,
se resenten e calma cada noite coas mans
aínda que, a modo da pel que suxeita o lóbulo,
parezan desprovistas de tacto e a inmediata excitación capilar.
E o grao que amosa é desposesión.
Esquece a cor azul desde o fondo da súa ollada.
Só iso parece velar para si, a permanencia.
Continúa cun aceno do rosto
mentres os tres dedos que centran a man dereita
sinalan unha liña de sangue callado
no dorso doutro estremo.
Contra a palma debuxa xestos como un principio de escrita.
Nos finais días da estación.
Mañá vereina no mesmo lugar.
Falarame das mans, das pernas, das súas botas.
Tamén me falará do almorzo e da cea.
Falarame do seu día. Do sol que centra o seu lugar.
Sentada na cadeira co seu tempo
e o sol que vindo do ollo a ocupa
con todo o real que a estrema.



Chan da Pólvora Editora abre o outono con'Suicidas', de Fran Cortegoso

O autor coloca aos lectores "fronte ao que é, sen dúbida, un dos máis importantes e conmovedores textos da poesía galega das últimas décadas"

A nai, o capitalismo, a violencia, a linguaxe, o suicidio, o amor... Estas son algunhas das sombras que transitan por Suicidas de Fran Cortegoso, a proposta coa que Chan da Pólvora Editora abre as súas publicacións de outono. O lanzamento do libro, que chegará a primeiros de outubro ás librerías, está precedido por unha pre-edición numerada de dez exemplares, con sinatura do autor, destinada especialmente a coleccionistas. Esta pre-edición presenta unha imprentación diferenciada respecto da edición final, así como lixeiras variacións sobre o texto. Con Suicidas, Cortegoso coloca aos lectores fronte ao que é, sen dúbida, un dos máis importantes e conmovedores textos da poesía galega das últimas décadas. Francisco Cortegoso (Pontevedra, 1985) deuse a coñecer no ano 2008 en Revista das Letras con Ningún home, agrupación de poemas nos que xa se amosaba Suicidas. No 2013, conseguiu o Premio Pérez Parallé con Memorial e danza, uns poemas nos que se movía entre as escenografías da revelación, o campo nutricio das rosa e a disolución da paisaxe bravía.

Cortegoso escribe Suicidas entre os vinte e os vintecinco anos, se ben só agora o compacta nun conxunto tan apaixonado como desconcertante. Os textos, xurdidos dunha lectura de distintos escritores suicidas, son a resposta dun autor insurxente ante un dilema clave na literatura: a consciencia de como a palabra nos forza a ser violentos.

Para el, a literatura debe transmutar esa violencia e ese obxectivo, ao cabo, é o que estrutura auténtica estrutura o seu libro. A través de sintaxes inflamadas e atmosferas de vesania densa, indaga na vea máis profunda da creación para enfrontarse aos totalitarismos: o nihilista e o do ser.

Revólvese, cae, levántase de novo, morre, renace e loita nunha insólita tensión lingüística. «O verdadeiro problema da poesía», asegura o poeta, «é superar a linguaxe posesiva e desvelar unha linguaxe que poida acoller ao outro. Porque a linguaxe tende á totalización do outro, non ao seu desenvolvemento. A clave dese mecanismo perverso é que a linguaxe tamén totaliza o eu e iso é o que os meus versoscombaten».

Un dos trazos comúns dos escritores suicidas é, a xuízo de Cortegoso, que o suicidio vén como consecuencia de que eles «non recoñecen a forza tremenda da linguaxe, que os obriga a retomar a memoria como todo absoluto. Iso tortúraos e, finalmente, lévaos á morte». Son escritores, puntualiza, «que xogan entre os campos do ser e do nihilismo», mentres que Suicidas «pescuda unha vía á marxe das totalizacións, tanto a da nada como a do ser» e atopar «unha linguaxe alternativa». Nese sentido, o libro «é a concienciación de facerme poeta» e de asumir persoalmente ese estado. «Só despois de concibir estes textos», engade, «me puiden permitir escribir poesía».






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GREGORY QUIÑONES [19.216]

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Gregory Quiñones

Oaxaca, México  1994. Fundador del colectivo "TINTA ROJA"
Fanático de Charles Bukowski, Charles Baudelaire, en otras tendencias, se encuentran entre sus gustos, personajes del romanticismo como lo es Manuel Acuña e Ignacio Manuel Altamirano, no puede faltar Pablo Neruda y contemporáneos  Oaxaqueños.

Ha participado en talleres de poesía organizados por la Biblioteca Henestrosa y el Centro de las Artes de San Agustín, sus trabajos han sido publicados  en antologías y en suplementos cultural.  Estuvo a cargo del taller “LAS MUSAS EN AUSCHWITZ, poesía del holocausto”.



PARA LOS MALES DE SEPTIEMBRE

¿Será Septiembre y su odio contra mí?
¿O los juegos de ruleta rusa entre
la vida y la muerte?
¡ Ah!, la muerte tan necesaria para el equilibrio
y tan lacerante para el sentir humano .
Muere “El Borrega”,
a quien muchas veces
le negué la moneda de 2 pesos,
a su consagrada colecta matutina
para el “marrito” de mezcal con “Doña Piya”,
el bolero eterno de los trabajos jamás acabados.
¿Qué será de esa banqueta fría?
se sentirá inútil como puta jubilada
al ya no tener cuerpo
recostado sobre ella.
La voz andróidica de Don Florentino
se ha diluido
en las alcantarillas del recuerdo.
Se llevó consigo la enigmática formula
de su atole místico
siempre negada a mi madre.
Aún escucho el crujir de la reja
y el grito más efectivo
que mi despertador de cuerda
“¡Atole…!
Seguido del retumbar
de sus cubetas
sobre el piso. Ahora
esas cubetas vacías,
olvidadas
serán el hogar de arañas
que las observan
será su refugio
para
las lluvias de septiembre.



SEPTIEMBRE DEL 85

Al día siguiente de la desgracia
la humareda se solidifica con nuestro dolor
Arañan la felicidad en los escombros,
inmersos en el océano de muebles ,
varillas fuera del eje.
Te quieros no gritados
coito no consumado
colapso material,
colapso personal.
Un espectro de ayuda y lástima concurre
la ciudad hasta las próximas semanas
Voluntad tectónica
gritos neonatos y
maternales
amenizan la solemnidad de una tragedia,
cataclismo súbito a voluntad del universo.
Pasado estrecho, futuro también
civilización mal lograda
ante los designios potenciales de la naturaleza.



TRES VECES

(Oaxaca, Puebla, Veracruz)

¡Que mi voz se oiga aquí y en el alto ministerio!
pero escúchela usted primero Señor presidente,
Señor gobernador, Señor Juez.
Dios ha escuchado mis lamentos
cuando le nombré tres veces (como lo indica la liturgia)
de una plegaria fallida.
La cruz y los tres clavos no fueron delante de mí.
El señor que murió en ella no habló ni respondió por mí,
ni movió los corazones que estuvieron en contra de mí
Fueron tres las puntas de cuchillo
que husmearon en mis entrañas
fueron tres los minutos de agitación y de hipotermia
fueron tres las que esta semana no llegaron a su casa



ALIENTOS DE LA PRIMAVERA

A José Gamaliel García López (Niño de seis años violado y asesinado en La Costa Oaxaqueña)

Acechando la bestia en la maleza
sus ojos iracundos se clavan sobre la presa
indefensa y sola.
Garras afiladas las que clava sobre su pecho
arrebata su aliento clavándolas nueve veces
hiende su dignidad desnudándola y con heridas perianales
Juré llorar un día y ese día es hoy,
los últimos suspiros de la primavera
se extinguen con el calor
impunidad
roe su tranquilidad
arrastrándose con las mutilaciones del alma,
y la voluntad decapitada
y el miedo el interruptor de la verdad


El DÍA QUE MURIÓ PABLO

(A la memoria de Don Pablo de Rokha)

Lágrima disuelta en césped de cementerio
sonrisas hoscas salen al encuentro, corren.
Polifonía enervante, escurren mil llantos

Mil coronas de acapulcos, rosas, geranios,
todo lo eterno ya no me rodea, vivo .
frente a una lápida la concurrencia se fatiga

Algunos comprenden el mito del existir,
otros conspiran contra la fe, blasfeman.
Parlotean los curiosos, nosotros sentimos.

El siniestro funeral es mío y nada es,
no entristezco, y no lloro , sueño.
Aquí yace el forjador de mitos



MANUAL PARA COBARDES

I

Para entonces
sentíamos la impotencia
de una espada,
una espada
de batallas perdidas,
de filos indignos
y envainada
por un raquítico sueño
y sostenida
de un puño endeble.
La historia
estornudó y contagió
nuestra memoria de melancolía.
La culpa; nuestro eterno abrigo,
los calendarios… concurridos verdugos
de recuerdos lacerantes.
Somos el galope
de un casco lastimado,
un yelmo abollado
son nuestros ideales.
Y un cocodrilo domesticado
nuestra libertad
que no defendimos.


Poemas para el mal de septiembre

3

Después de la misa,
la quermés en la placita
de mí pueblo,
Crujía el carro de los
juegos mecánicos ambulantes.

La rueda de la fortuna:
 causa de alborozos,
enfilados
como para recibir la comunión,
los niños esperando turno

Una familia de pájaros
vela en el campanario
el cuerpo de su padre
víctima de holocausto
en los pochotes
de los niños y sus resorteras.


5

Un grito lastimoso y tenue.
Las campanas:
su lenguaje que incitan
el plañir
de un “Tránsito de gloria”
llaman a “misa de angelitos”.

Las ardillas,
las tórtolas
y palomas
de pecho ancho
son espectadores
del cortejo.

Las frondas
acogen las lágrimas
de un pájaro
¿de quien defenderé ahora mi libertad?

Se pregunta el ave melancólica
que al ya no ver el cortejo
corta sus alas.


9

Labios de fotografía de museo,
la Atenea ojos de buey,
espalda desconocida
para estos ojos.

Caza momentos,
y los vuelve leyendas
de luz impresa;
su cigarro que
desvanece el aire
meridiano.

Sombrero
que como
noche en universo
la vuelve la catrina,
pena, pero
no espanta.

Adorno faceocular:
sus lentes al estilo
"Sex Pistols".
Su silencio encaja,
hace juego perfecto
con el día.

La bonaza del Alcalá
donde la miro
su 1.70 desplazándose,
desvaneciéndose
a la distancia.
Como la golondrina
se va al agonizar
la primavera.

Son las seis:
el día y la noche
si disputan aún
el espacio cronológico
Ella no está.
Los pájaros custodios
de la jacaranda
están de luto.


13

Mi ciudad
vuelve a inundarse de gañidos,
estandartes representando
oportunistas.

Los féretros
de funeraria de beneficencia
se abren silenciosos para
encerrar las sobras de mis recuerdos.

Escribo
un epitalamio
a mis parientes
a la sombra miserable
de la raquítica
luz delatadora.
Alcatraces
y claveles de tallo
cóncavo, vuelven
piscinas
las calles empedradas
donde tomarán
su baño
de sudor de obrero
las golondrinas
invisibles de septiembre
que masacran moscas,
y al vencer la noche al día
se tapizan las banquetas
del color vital carmesí

Y calla la orquesta
de grillos que interpreta
la segunda de Wagner
en sol mayor

¿Dónde harán ahora
su nido los humanos?

[De Veintiún poemas para el mal de Septiembre]




Nada  

Busco  alguna foto tuya en el armario
pero sólo encuentro una docena de tangas
y un sostén sin algún rastro de tus senos.

Ni siquiera está aquel poemario en su lugar,  
sólo tus blusas sin mangas.
Hay una foto de David Moreno

¡No hay nada más!

Recuerdo  el día de  tu debut                                                                                                
estuve en primera banqueta para bailar el tango
mientas otro  mordía tus pezones.

Después de las doce dormíamos en mi choza,
amanecíamos 
                 con canciones                                                                                                                                 tu voz y el charango.

Pero no hay nada

Te  recuerdo, pero desnuda.
Claro, también tu cuello con sabor a no sé qué fruta
con aquel aliento y nuestras miradas asesinadas.  

Ahora no hay nada.



Superman

También esperé a Superman 
creía que vendría a salvarme
de las garras de la noche y
de los fantasmas que habitaban
en los arboles de mi ventana.

Reducía mis miedos a creer
que me vigilaba desde un edificio,
o que sobrevolaba el techo de mi casa,
que su visión laser protegía a los míos
y con su fuerza custodiaba mi cuarto.

Llegaron más días, los fantasmas se marcharon,
pero fuerzas de esta misma dimensión
                                me aterrorizaban                                                                                  y como una plegaría invocaba a Supeman.

Ahora todos lo esperábamos, esta vez nos fallo
hubo más de cuarenta muertos y Superman nunca llego,
nos quedamos en un estado de (Wasted Years) Nada que
unos solos de bajo no aliviaran, pero Superman nunca llego.

Los años pasaron lentos, el cabello largo era motivo de
maldiciones por parte de mi madre, pero siempre
a sus expensas viviendo e imploraba a Superman
pero Superman llegaba tarde siempre, ya resignado
conocí a Superman, un tipo con lengua larga y mucho maquillaje

Una melena larga era el motivo de mi locura,
zapatos con tacones extremadamente altos
y claro el grito de las gruppis y el lanzamiento de sostén,
el canto de gloria cotidiano, que era la única plegaria que conocíamos
I wanna Rock And Roll All Night  And Party Every Day

así conocí a Superman, un Superman en forma de poeta. 





Conocí  a un grande, un viejo mechudo
parecido a un brujo malo de película,
se transportó desde chile a un barrio de Oaxaca
(Qué rayos tiene que hacer un matemático con la poesía)

Todos me envidiaron

Aquel día fui el ídolo de todos los blasfemos
mi éxito de golondrina, sólo una vez al año
motivo de invitaciones de cerveza, por aquella
hazaña que realizó un chamaco

Todos los poetas, dejaron su quehacer
Aparicio dejo a la puta que follaba
cuando Sandoval escribía no sentía placer.
Rito, pospuso un viaje y grito que lo amaba, 
incluso yo, interrumpí una masturbación,
corrí y degollé dos pollos de la emoción
pues todos queríamos tener ese gran honor 
sentarnos, insultarnos y hablarnos  de tu con Nicanor

Como su alumno en el ateneo,
le reproche sus  ecuaciones algebraicas
Y sin tener final, nos fumamos un porro,
(A sus más de noventa años, fuma marihuana)

Ahora entiendo el manifiesto de la Anti poesía.

Llegaron mis ídolos, convertidos en mis fans.
Pero ya no estaba Nicanor. 







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ÁNGEL NIMBÉ [19.217]

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Ángel Nimbé 

San Francisco de Campeche, México  1988. Poeta, periodista y promotora cultural. Estudió Literatura enla Universidad Autónoma de Campeche. Actualmente cursa la maestría en Creación y Apreciación Literaria en el Instituto de Estudios Universitarios. Becaria Pecda en su emisión 2012. Autora de Las danzas de la serpiente, premio estatal de poesía 2015.


CUENTOS DE HADAS DESGRACIADOS

I

Mamá me dijo que el hombre de arena no es real,
que no morderá mis juguetes,
ni jalará mis pies si resbalo
cuando juegue en el columpio a medianoche.
No me arrastrará a su reino de morfinas
debajo de la cama
ni me convertiré en una de esas niñas
a las que a veces se les caen los ojos
que los rincones devoran.

Mamá me contaba cuentos
pero nunca creí en ellos demasiado
ni alcancé a oír uno con verdadero final.

Pero en mi sueño los caballeros morían
y otras batallas quebraban a las princesas.
Por la noche me despierto y pregunto por mamá.
Y no la encuentro.
La bruja gana, indefinidamente.


II

Ella había dicho que no temiera al rayo
ni a la oscuridad, que no vendrían
soldados a incendiar la casa,
ni los entes deformes
saldrían de los charcos de agua sucia.
Ella mentía.


III

Mamá me dijo que un día a todos nos llegaría la muerte.
Que un día ella, papá y el gato cerrarían los ojos.
me habló del último destino,
pero nunca mencionó el abandono.



Ruinas que serán ruinas

                                       José Emilio Pacheco

No te puedo echar, entonces,
en cara que no me quisieras,
que sólo te demoraras
un ratito
-turisteando-
las ruinas que ya son
un patrimonio para el mundo.

Pensando en mantenimiento,
restauración y excavaciones,
creo que sería bueno
cobrar desde hoy la entrada.

          
III

Todo es inútil cuando te habita la noche
y entre el cuerpo no caben ya las sombras
lleno hasta el tope, como está, de versos
lleno de manzanas, gusanos,
 dimensiones y criaturas mundo.

Inútil cuando miramos las partidas.
Cuando el trópico se alarga hacia la luna
cuando la Salomé decide cortarse a sí misma la cabeza
Irreversible cuando callas.
Cuando te quedas mirando el paisaje de las letras que no cambian
y no contestas,
no gritas, no hay nada.
Todo es irrespetuoso cuando hablas
y sin embargo ahí está el génesis del mundo:

En la palabra coño debería estar tu sepultura.



Leptomar (las bitácoras del desahuciado)

Día Primero. El dolor y la luz

Me interno en un recinto blanco parecido al insomnio. Hay brújulas que apuntan a mis venas. Me entierro en una leche espesa, papilla que mis tías, con rostro informe y gris, servían de alimento.

Tengo el cuello rígido, congelado en un gesto hacia las nubes. A qué sabrá la luz sobre lo blanco. Al tocarla con la lengua me derrite.

Tengo fija la mirada en las paredes y no consigo ver afuera de mí mismo. Con esta luz deben vivir los condenados.

Recuerdo a medias, un relato de mi infancia, sobre monstruos que poblaban los abismos, pero en éste solo habitan los espejos, ninguna cara entre esas sombras reconozco.

Este recinto blanco me sofoca. Debe tener el sabor del abandono. Con esta esclavitud deben vivir los muertos.

Antes de aquél entierro era octubre. Recordaba a mis muertos con las velas que otros me enseñaron a encender. Estaban ahí los diablos a los que me encomendó la abuela ─con sus colgajos rojos─ desde antes de mi concepción.

Me pregunto si soy el único maldito de mi estirpe.



Día tercero

Salta el pez de la fiebre en los canales de las arterias. Debería ser un celacanto, monstruo de épocas extintas atorado en los capilares, rompiéndolos de uno en uno. 

Mi cráneo ya no soporta su contenido. Más de un siglo de antibióticos me duelen.

He decidido acabar conmigo. Me arrojaré en el siguiente risco al estómago del mar. Busco ahora un precipicio entre las sombras. Tal vez el pez interior, rabioso por la sangre, anhela la inquietud del agua.

Suero.

Reposan un instante las arterias, antes que un nuevo latido las sacuda. 

Debí hallar el mar hace mucho y destruirlo. Intentar beberlo o vaciarlo en otra parte, como tratamos de exorcizar los miedos de la infancia, el terror que nuestra casa se destruya y nos devore el fuego uno a uno, o que acaso nos invadan otros rostros.

Así cómo intentamos vaciar esos miedos en los años para que los olvidemos, aunque sepamos que siempre tememos la finitud, perder lo amado, aunque tenga ya otro nombre.

Sueño.

Alguna vez mi madre dijo que debí matarla en su vientre. Que fui como esos niños casi engendros de monstruos que aparecían en el insomnio.

Nunca creyó, hasta no verlo, que devorara las cabezas de las aves, cuyas alas aún se agitaban en mi boca.

Mi mejor amigo tenía el cuerpo diminuto y delgado. Era un niño blanco como solían ser las princesas de los cuentos. Tal vez cuando crezca halle un hada y se case. Tal vez se acuerde de mí, que solía devorar los corazones de los lobos.

Mi mejor amigo de la infancia se desmayaba a ratos. Mucho tiempo bajo el sol le hacía desvanecerse. Solía cargarlo y correr hasta ponerlo a salvo de las patadas de los otros que hacían leña del caído. Aunque su cuerpo era extrañamente resistente. 

Mi amigo solía saltar de los techos de las casas y siempre caía de pie. Cobraba por el show lo que un paquete de galletas o un juguito.

Estoy seguro que de haberlo yo intentado algo en mi interior se hubiera perdido. El pez de mis arterias no está hecho para soportar el duro embate del asfalto.

Cómo arde.

Duele abrir los ojos, contemplar en un instante todo el cauce de la vida, como dicen los creyentes que miran a los desahuciados.

En alguno de esos viajes veo las paredes de mi infancia, los troncos rotos de árboles donde solía enterrar a los conejos.

Trato de repasar mi vida en un intento de convencerme que no siempre fui un monstruo. Que alguna vez olí una flor para apreciar más sus contornos, no para rellenar la piel de aquellos seres que se pudrían en el patio.

Creo que mis intentos de felicidad ya fracasaron, murieron desde la primera vez que abrí los ojos.


.

ALEJANDRO APARICIO MORALES [19.218]

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Alejandro Aparicio Morales

Oaxaca-Puebla, México 1987. 
Poeta poscorrientista, director de Astromelia Editores. 

Ha publicado los poemarios El sueño ligero de los gatos (2013) Redondas atravesarán las cosas (2014), Cartas para Ana (2015), Recuerdos peces (2015). Aparece en las antologías Introducción al lenguaje de los astronautas (Honda Nómada Ediciones, 2013), Formas de ver el mundo (CASA 2014), Mezcalito City (El volador ediciones, 2015).

Sueña con conocer a la actriz porno Belladonna y organizar con ella una lectura de poemas en su bañera. Va a talleres de poesía a mirarle las piernas a las poetas; va a las iglesias para cargar de energía su celular y a las bibliotecas para colgarse del Wi-Fi. Desde 1994 a la fecha escribe poemas y pervierte hormigas. 


1

Cásate conmigo poéticamente
y olvídate de seguir buscando
borregos pandas,
cásate conmigo en la plaza
y olvídate de entrar a la iglesia.
Cásate desnuda
deja tus zapatillas en tu bolso de crack
y no olvides traer contigo
lo que han visto los ojos
para hacer historias.
Cásate conmigo poéticamente
podré hacerte feliz
con mi ritmo y mi silencio.



Entredichos

Para: Citlallic Rosales Diaz

Sabías que los camiones
tienen tortugas para frenar,
arañas para que giren sus llantas
y mariposas para sostenerlas.
Sabías que los patos hacen el amor
bajo el agua
y que existe el pez mariposa.
¿Lo puedes imaginar? 
Tortugas deteniendo la aceleración
de un camión
y arañas mareadas de  tanto girar.
¿Puedes ver las mariposas
sosteniendo con sus lenguas
la circunferencia radial?
¿Sabías que el sueño de una bruja
no es volar?




Oral

Pienso en los  niños quemados
que son como tu vestido negro
que hacía verte deforme
(Esa no eras tú)
era algo aparente
algo indiscreto
que me hacía  mirar tus piernas.
Pienso en ti
en tu cara turbia
escuchando mi poesía.
Pienso en los niños quemados
mientras recuerdo las veces
que salimos a orinar.
Tú eres como los niños quemados,
me das ternura.




x

Si Dios fuera caballo
le soltaría  la  rienda
y dejaría que me llevara.

Si Dios fuera  caballo
me gustaría   ser su sangre.

No me acercaría a sus patas traseras
por aquello de las patadas.
Aunque de Él serían golpes de fe.

Si Dios fuera  caballo
sería blanco como el silencio
o como el  aire de Comala.

Hoy en  la noche
voy a cabalgar  en Dios.




Fijación

Si pudiera te cortaría las piernas
las pondría en las llaves de mi auto
o en  los
tendederos  como pinzas
sosteniendo palabras.
Si pudiera cortar tus piernas
las guardaría en mi bolcillo,
les  probaría las
zapatillas
de todas las prostitutas
las calcetas de  las
hadas
tocadas  por ogros
rosas.
Si sólo pudiera tener tus piernas
ahorraría  las  palabras que le digo a tus  oídos
y los besos que le doy a tu espalda.




xv

Nunca podré negar que te amé
porque mi editor ha publicado
el poema aquel
donde decía que te amaba 
nunca podré negarlo ahora
tu amor postergado
ladrará aún en los infiernos.



Estacionamiento.

La calle esta llena de prostitutas,
que se antoja.
Así que estuvieran las putas
varadas
y  dispuestas.
Así que estuvieran  las noches
y las doncellas con oso de felpa
soñando con ave-dules.
Así que estuvieran las  putas 
con la  noche a-venida en su coño.
con luces ligeras  hacer-candose  al vacío
con esos perros que guardan silencio
lamiendo a su hembra.
Así que estuvieran  las noches
con ese sueño de todas las putas
llenando el silencio-




Fhyllis

Deforme antifaz
rallas los labios
como juegos afilados 
de confusas ensoñaciones. 

Encabalgas las miradas
que los años han embriagado
de capullos de jazmín.

Encabalga las miradas
deforme antifaz 
de confusas ensoñaciones.

Hay días 
donde hay que quitarse la piel. 






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DAMIAN MICTLANTECUHTLI [19.219]

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Damian Mictlantecuhtli

(Damián Lagunas): Nació en Tuxtepec Oaxaca, México en 1984. Ha publicado en diarios del Istmo de Tehuantepec. Licenciado en administración de empresas en una región donde no hay empresas, sólo transnacionales, comenzó a escribir desde muy joven, al ver que no resultaba nada bueno de eso, siguió escribiendo. Actualmente radica en la Caótica Ciudad de Juchitán. viviendo de lo que sea. Escribe en tiempos libres y muy entrada la madrugada. Sus escritos son prosa poética y relatos breves sobre situaciones íntimas. Soberbio como todo Juchiteco se entrega a la pasión del nihilismo sin recato. Ha participado en Tours de poetas jóvenes en el Istmo de Tehuantepec, ha publicado en revistas en la ciudad de Oaxaca, donde sufrió una severa crisis de identidad que marcaría para siempre su vida… bueno, aun no se sabe que cambió.




Y No todo es vértigo, fiesta, cigarrillos, vodka, ganjah y otras drogas, café orgánico y el antro de moda, o el disco indie/retro/progresista y la fiesta en la casa de la más buena, ni las pláticas del amigo gay donde habla sus marranadas y la depresión del fin de semana…

Ni los chismes de Facebook o twitter, ni los libros que se presumen y no se han leído, ni el copytext, ni el documental marginado en youtube, ni la cogida de suerte en el baño de tu mejor amiga(o) o la cruda en el hospital, ni la cuenta de banco, ni las ganas de ser feliz con alguien.
Debe haber algo más. ¿Verdad? 

Juchitán 2012




No te juntes con un solitario,
La soledad no es para los débiles,
Es dura,
terminarás por masticarte la lengua
hasta desprenderla y tragártela
terminarás devorándote...
O igual no sucede nada
Pero definitivamente ya nada será igual.

No hagas amistad con un solitario
se te pegarán las mañas
las fobias y filias...
terminarás odiándolo...
odiándote...
Sí tienes suerte le cambiarás la vida,
Pero seguramente tú cambiarás.
Pero definitivamente ya nada será igual.

Nunca te enamores de un solitario.
Nada le importara
Al principio sentirá calor...
Pero después querrá regresar de donde vino.
La soledad no es para los débiles.
Nada será igual.

Juchitán 2012



Como una ciudad cuya muralla ha sido derribada, es el hombre cuyo espíritu no tiene freno
Proverbio 25:28

Soy un cielo que cae... el cataclismo llegó. Los viejos corceles que domé se han desbocado... Soy el cataclismo, el eco que se forma en la profundidad. En lo que me transformaré me está acabando. El cielo que era está cayendo en cenizas.
Mi espíritu arde, la palabra se desborda entre sangre y fuego, y éste viento que todo lo corroe se lanza sobre mi cabeza para confundirme. La sed de todos los cuerpos me sube por la garganta. Los espejismos cambian de lugar para herir a los viajeros. El mundo tiembla, siento un temblor que sale de todos los corazones como un ejército de elefantes.
La sinfonía emerge de los cuerpos tristes que han  sido derrotados. El tiempo cae marchito, todo se mueve, todo se marchita, la vida que era, fue, la vida que será, es. La sinfonía que emerge de los cuerpos tristes, no la escuches. Porque duele. Y es dolor que traspasa todos los sentidos.
Pero la movilidad está ahí. Pero el movimiento es perceptible. Estoy en pánico todo el tiempo. Y todo el tiempo me causa pánico. El ardor de mi vida me estrella contra los riscos de los Hombres y Mujeres, de sus ciudades, de sus edificios.
No todos los cielos caen como yo. Estoy herido de muerte. Y la muerte es un cambio, y la muerte es un paso. En lo que me estoy transformando me da miedo. El terror me sigue. Estoy herido y no hay agua, no hay pasto, ni luz. La oscuridad me arroja a mí mismo.
¿Para qué caer o levantarse? Los campos siguen intactos resistiendo el viento que ulula y arrastra todo. Los cuerpos y los recuerdos, y las redes de los pájaros y el tiempo mismo. Y la sed y el hambre. Y la duda me asalta. Escucho a veces entre la tormenta los toros del mar. Mugiendo y aterrando a los que les escuchan. Y veo los pájaros enredarse con el viento, caer destrozados. Luchando contra los cableados y resistiendo la aridez y la dureza de las semillas y el amargo sabor de las charcas.
Vulnerable... terriblemente vulnerable las imágenes. Cómo un sueño que desvanece y se despierta a la realidad. Agotado y vulnerable.
Volví al cataclismo. La metamorfosis oscureció mi visión. Esta es la primera caída y no volveré igual. La arena del desierto se me incrusta en el pensamiento. El apocalipsis empezó.
El apocalipsis empezó. El dios que era se volcó. Y estoy ardiendo. Y no volveré igual. El movimiento es mortal. El vuelo se estrelló contra los riscos del temor.
El cielo que soy, se quebró. 

Juchitán 2012




Hemos caído

Hemos caído, abrimos los ojos...
toda esa luz, ese rumor de manantiales más allá del asfalto y los cables.
Hay un frescor en las madrugadas
que hace acurrucar a los cuerpos desnudos...
Belleza.
Un suave beso en la espalda,
un te quiero entre sábanas,
en un cuarto silencioso a penumbras.

Luego la luz.
El latido cabalgado,
toda esa soledad que había desaparecido, retorna.
El reflejo distinto en el espejo.
La angustia de perderse en la multitud,
hundirnos en nosotros para experimentar el mundo.
Sentir la sed del náufrago.
Prisiones de edificios y tráfico.
Del hambre.

Después...
Sentir el rencor
la ira, la tristeza...
ensordecer del ruido de los discursos.
Ser tentado...
llenarse de estorbos.
Ambicionar, envidiar,
entregarse a los excesos...
Sufrir.

Buscar en las luces
placer, poder, venganza...
sentir el oleaje de la oscuridad en nuestras vidas
lanzarse al tráfico,
tomar un arma,
herir,
engañar...
alargar las pezuñas de las manos hasta la mandíbula del inocente...
y sentirse solo...

llegar a casa...
volverse al sueño
y contemplarse
prisionero...
angustiado...
resignado al duro olvido.




La soledad, la vida, la verdad.

Y de pronto los quejidos, el alumbramiento, el tiempo, Los crímenes, los gritos, las guerras, la alarma… 

El sol amarillo, las calles de cantera dura, los pordioseros, los policías gordos y lentos… ¡van corriendo! 

Yo no sé… 
No, no, no, ya no, ¡Vamos! basta de clichés, de la búsqueda del orgasmo perfecto, del tictac interminable, de las contradicciones, de las sombras, de la locura, de las conversaciones banales. ¡Yeah! 
Saltamos a la cama, a las calles, buscamos refugio del presente, del futuro presente. Nos embriagamos, besamos desesperadamente… el tiempo insuficiente, el amor tan difícil, disfrutamos, nos perdemos, maduramos, nos quejamos, nos morimos, nos moriremos, nos volveremos polvo, recuerdo, olvido, silencio, crujido. 

(He aquí que Dios requintea inexorablemente, con serpientes sónicas bien definidas que saben a plata y metal de Bélgica, y los círculos se desplazan sobre las cabezas, y se estrellan en rugidos de elefantes citadinos). 

Sale el sol, explota el sol, sale el sol, se mete el sol, vuelve a salir, que se expresen, que se expongan, que se consuman, que vivamos, que vivan, que griten, que gritemos… la soledad, la vida, la verdad. 



Yo soy la noche

Yo soy la noche,
el camino empapado, la arcilla,
el rumor del viento y el agua…
la soledad…
el silencio caustico y monástico.

Mi corazón se está derramando
Mírame, amor que nunca me tocaste,
mira mi rostro, estas manos suaves de mujer,
este torrente de tiempo que traspasa mis ojos y mis órganos.
Mírame todos los silencios y los adioses.
¿Por qué no me hablas ahora?

¿Por qué callas en los ruidos cotidianos?
¿En estas calles y estos automóviles?
¿En esos faros, bajo esta lluvia, en esos árboles pesados?

Te asemejas al mar tempestuoso…
a las siluetas frágiles bajo la luz,
al silencio de los muertos,
y al canto de estos pájaros de la mañana.
A la mañana misma, al fragor.

Yo soy la noche. Y espero el amanecer de mis días. 

Andaré en las soledades, de salto en salto.
Guardando el amor.
El instante de incendiarme,
sin importar el tiempo
o los temblores de tierra…

Observo el mundo entre columnas,
voces, mares, llanto,
entre estructuras duras y desastres naturales,
entre armas y palabras,
silencios y gritos…
ahora que estoy observando los cadáveres y los recién nacidos.
Tengo mucho que escribir aun…




Quise domarte o que me domaras

Quise domarte o que me domaras
Palidecer bajo tus piernas.
Apretado…
Navegar, en ti, tú sube y baja
Oleaje…

Quise domarte o que me domaras
Requintear en tu piel
Hacerte cantar,
Mar de fondo…
Sumergirte y emerger
Emergerte y sumirme otra vez.





Tardes de gatos

Para endulzar tú melancolía, Marlen

La verdad es que no es tan fácil... uno va entre sombras, ve las nubes negras, la noche cae pesada, el cielo luego se abre y enseña los colmillos... los gatos dibujan entre sus vientres esos ruidos... alzan la voz...

La verdad no están fácil, ¿sabes? no es fácil, cruzar los tejados, alcanzar las bardas, y quedarnos sentados enmedio de la madrugada, viendo como las ánimas cruzan, porque van cruzando en el viento... van ahí dejando estelas.

La verdad es la noche un espejo más... una especie de prueba que damos vueltas sin rumbo en el universo... me siento junto con el planeta flotando... las estrellas nunca se están quietas, son como nosotros... nacen, crecen, mueren y caen. Tal vez también nosotros caemos, o nos elevamos, o estamos disparados... 

La verdad es que la tarde no es fácil, para los que morimos junto con ella sabemos que no volverá de nuevo, que al siguiente día será otro atardecer, será otro amanecer, será otro día... 

Y es, si me entiendes, o por lo menos has sentido lo que trato de describir, es que no es fácil existir... 




Orgasmooo

Orgasmo...

Oh, señor del orgasmo, eléctrico...
electrizante, electrocutado... entumido... ritmico... liberante.

Oh, orgasmo...
señor de la furia, de la sacudida infinita...

Orgasmo...
que retuerces mis pies... que transformas mi cara...
que muerdes...
que atrapas...
que me mueres.

Oh señor, de la muerte chiquita...
espiral
remolino...
como entre cortado
suspiro...

Orgasmo...




Ebrio de sueños

Estoy aquí sentado, como cuando niño, como cuando era mudo y autista... sentado, mirando... ¡Mira! las nubes deshaciendose, los árboles bailando, la noche coqueta, el viento que despeina a todas las mujeres que van al mandado... 

Soñar... estoy condenado a soñar para siempre, con Dios, con el diablo, contigo, sin mi, soñar... como si algo fuera a suceder... cómo si algo...

Te estoy observando lejanamente, reconstruyéndote... armandote de lívidos colores... te ves transparente, el viento te atraviesa... pareces una prenda que ondea por el aire... 

¡Cuantas ganas de descubrirme! y sin embargo... me sigo ocultando detrás de las letras, acongojado, maldito...

Estoy sentado, como cuando niño... ebrio de sueños...




manifiesto

Observo cuidadosamente las cosas que me rodean...
la fealdad y la hermosura...
la niebla en los ojos, el incendio de la locura...

Parece que no es suficiente... parece que no basta este vértigo de mi existencia. Yo, desde el principio, enmudecí un tiempo. Guarde el silencio en mi corazón.

Guarde mi rabia, acepté el bautismo... doblegué mis ansias... y acepté el evangelio.

Fui asceta... estoico en mis placeres.
No bebí vino jamás... fui manso... espere el tiempo... cerré mi mandíbula...

Pero vino el vértigo...

No podía soportarlo más...

No podía  fingir la ruptura...

amé demasiado tempranamente...

quebré mis sueños, para doblegarme...

pero fui traicionado...

La nación me traicionó, la familia me traicionó, la moral me traicionó, la iglesia me traicionó...

Yo esperaba ansioso la verdad...

Yo deseaba la verdad...

Yo deseo la verdad...

pero la verdad es demasiada...

Y ahora que estoy solo... con mi rabia, con mi corazón apesadumbrado... voy a quemar mi marginación.

desataré el huracán de mi imaginación...

YO SOY EL PROFETA DE ESTA GENERACIÓN DE DESEMPLEADOS...





El Valle...

La tarde, el cerro, el Valle... Las ruinas, los inmigrantes, las casas de cambio, la autopista, las mañanas frías, las noches solas, la lengua de fuego, la columna de nubes, la serpiente emplumada, las yuntas lentas en las veredas, las manos ancianas que desgranan, las ausencias...

todas las ausencias.



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SONIA PRUDENTE LÓPEZ [19.220]

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Sonia Prudente López

Juchitán, Oaxaca, México 03 de noviembre de 1988. Se inició en la escritura a la edad de 11 años, participando en concursos de poesía.
Sus poemas han sido publicados en revistas y periódicos regionales y estatales, como Guidxizá, El Sur, Bicunisa, El Despertar y Salamandra de la Ciudad de Oaxaca. Formó parte del equipo editorial de este último y actualmente es integrante del Taller de creación literaria Diidxa’ Candani (palabras que nacen).

Ha participado en talleres y recitales organizados en la Casa de la Cultura de Juchitán, Oaxaca., así como en talleres de creación literaria, narrativa y círculo literario en el CCU de la UABJO y en el Centro de Artes de San Agustín, Etla (2008 y 2009). Asimismo, ha participado en los Tour de Poetas Jóvenes del Istmo, presentándose en diversos escenarios de Oaxaca, como el IAGO, también en el Encuentro de Poetas dentro del marco del IX Festival del Mar 2008 de Salina Cruz, Oax., el Encuentro Estatal de Escritores Indígenas, en el marco de la campaña a favor de la diversidad cultural y lingüística, en Oaxaca (2008).

Ha participado además en el curso taller de creación literaria en Lenguas Mexicanas de escritores de los estados del sur convocado por CONACULTA e impartido por Carmen Ross, el taller de poesía infantil impartido por Mercedes Calvo (Premio Hispanoamericano de Poesía Para Niños 2010), en las mesas de intercambio y taller “La etnografía y hermenéutica como ejes de formación de maestros en el campo de la lengua y la literatura”, impartido por María Edilma Gómez.

Ha impartido talleres de literatura en la Casa de la cultura de Juchitán.
Participó en el encuentro de escritoras indígenas organizado por la fundación Macondo de la ciudad de Texas, que se llevó a cabo en Oaxaca de Juárez., en noviembre de 2011.
Aparece en la selección de “UNA MIRADA A LA POESÍA JOVEN DE OAXACA”, libro a editarse por la editorial Praxis.
En el 2015 publicó en la Antología poética “FORMAS DEL MUNDO”, del taller permanente de poesía del Centro de las Artes de San Agustín, Etla, editado por Rocío Cerón.

Es Licenciada en educación y cursó dos cuatrimestres del postgrado en Letras Iberoamericanas en la Universidad Iberoamericana de la ciudad de Puebla. Es Maestra en investigación educativa por la universidad LASALLE-Oaxaca.



VI.

Me crecen las palabras y nada hago
por permitirles volar.
VIII.

En ese bostezo de la vida,
que ha sido como vernos en ese ataúd
y sin dudar vendarnos de la cabeza al mentón.


EN ESTE POEMA
Con esta mente que ha de huir a las paredes
he de vivir como poeta en el pasado
con una cuantas duplas de sangre
debajo de esta ciega compasión.
En este poema, el perdón no existe
y el olvido seda como palabras en la noche,
tampoco existen chillones de medio día,
ni pulcras en restaurantes de lujo,
ni regresos de esperanza,
menos contratos de amores,
ni estudios sobre grados,
ni hipótesis,
ni teorías.
En este poema los animales no entristecen
pero dejan ir sus letras para sentirse menos libres
en las historias contadas por administradores fallidos de tiempo;
en este poema la historia confunde en pares
y los amantes de olvido.
Con esta mente que ha de huir  las paredes
En este poema solo existen:
-LAS ENAGUAS QUE REVUELCA CON LOS MARES,
- UN LISTADO DE PREGUNTAS HECHAS DE ACERO,
-LA VIDA EN SUERTE,
 <<Y EL 77 DE ELLA QUE NO PUDO SER>>.
CUOTA EN VIDA
¡Son pocos! Y en un momento
se me escurren y yo siento
surgir en mí este lamento:…
Edgar Allan Poe
En estos días donde la vagancia se da como racimo en flor
y la espera  -no es la gestuosa de la melodía-
Recuerdo que Ame y me han amado a medida
que les permití suspirar frente a mi rostro,
El más decente, me toco con infalible amor;
el más ignorante, con recato;
yo solo pude hacerlo como si fueran páginas de mi mejor libro...
De ese libro en el escondite
sin dejar pasar el tiempo, ni la voz seca
pues el aliento del camino
es un monstruo que cae sin cabeza.
De ese libro con hojas libre en acido
Y letras chuecas
Con bramidos cantos
Cada camino del esqueleto tiempo
Ve nacer poema a poema
Lo que veo, que en el rostro de la noche
Es una pesadilla en el sueño
de lo que cada vez al voltear  mi rostro
 –he dejado caer!
Soy ese libro de madera
Que se carcome como polilla
Solo que mi polilla es no poderme curar la tristeza.


Porqué nació la muerte?

De arena nos formamos
y nos formamos de Amor
en los dedos del dios que no nació,
del dios que existe
y apareció en lo alto
donde los torbellinos de cenizas
no existen
en lo alto donde el universo
no es cielo
la noche canta;
y nos formamos de amor

La noche y las plegarias
despegan segmentos del alma
alma disuelta en ecos de llanto,
la muerte nace en el pico del aire
cuando las palabras agonizan
y los pétalos de la luna caen

Nace la muerte en el sonido, en los labios
Y su pretexto es querer vivir.






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ADELA PANTIN [19.221]

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Adela Pantin

Nació en Caracas, Venezuela, en 1989. Reside en la ciudad de Buenos Aires donde realizó sus estudios universitarios en la carrera de Dirección Cinematográfica. Publicó Epale ¿qué más? (Tammy Metzler, Buenos Aires, 2012), Más Nunca (Blatt & Ríos, Buenos Aires, 2013) y Transparente como lo digital (Gigante, Paraná, 2014). Mantiene el blog de poesía E P A L E. Publica regularmente el fanzine digital de poesía Los Poemas de los Chamos, en el que participan escritores jóvenes de Venezuela y Argentina.





Poemas
Adela Pantin

Poetry will be made by all!
89plus and LUMA Foundation


Príncipe

primero un nombre de hombre
y después un nombre de niño
eras dios encarnado.
porque dios se puso tu cara cuando me
vino a ver
porque si dios es un hombre
primero te pusiste la cara de dios padre
para que me despidiera, y la de niño
para que me sintiera la novia de dios
contigo.
porque supe que eras dios cuando me
hiciste
sentir niña primero
y diosa también.
sé que eres mi padre
mi novio y dios después.
lo das todo y no me falta nada
me diste padre
novio y dios a la vez.



La herida

tarda mucho sanarte
y cuando te veo, volteo
porque es tanto el amor infinito
que no se puede ver con solo dos ojos.
por esa herida ve dios
porque la herida es un ojo
y desde que te veo duele un poquito
pero por ahí sana dios este amor:
en el lugar donde se deja ver
es que puede Él ver
y aunque verte duele en la herida
por ahí sano también.



Perro guardián

perro guardián
te la pasas ladrando
porque estás
es lleno de amor.



Papá

contigo
no me falta nada.
todo lo lindo que digo
te lo estoy diciendo
primero
a ti.



Palacio

cansa también vivir en un palacio
si no sales y recuerdas que la tierra no
es estéril,
meto mi mano en ella
y de ahí puede salir otro palacio
que espera en otra vida
ser persona también.
eres un palacio que en esta vida
se puede mover.



La jaula dorada

mi alma tiene siglos
dando vueltas
en este mundo
cargando en una
jaula dorada
un corazón
y cuando ama
ama con la fuerza
de ancestros
uno detrás
de otro,
detrás de mí,
del lejano
desierto
del tiempo,
de la tierra
amplia
de la distancia,
del espacio:
régimen de la
infinita existencia,
y del cauce
divino
de dios
que devuelve
suerte
cuando se le entrega
amor:
ofrécete y
mi alma
te devolverá
abundancia.
me ofrezco
y todo
vuelve a mí.



Omnipotente

de tanto amor que me tienes
te repites en todos lados
y yo solo tengo que sentir tu amor
para volver a verte.
se dobla el mundo para que nos entreguemos
cuando el dolor empieza a ser
placer
apareces otra vez.



Tu niña

cuantos niños para
el mismo nombre!
soy la niña de dios
y yo soy
tu niña entonces.



La eterna figura

la existencia: fuimos 1 y 1 día nos dividimos
para cubrir todas las facetas de
nuestro carácter y 1 día nos volvemos a
unir para repetir el ciclo y crear más vida
omnipotente. somos seres de la tierra
como lo es por ejemplo el maíz, nos
muelen los días y desde arriba nos
hacen una arepita de desayuno.

agradezcamos, mientras tanto
la sensacion de éxtasis de sentir
nuestra inevitable existencia y entenderla.
por lo menos espero estar, tú y yo, los 2
juntos,
en la parte del proceso
en que los extremos se unen:
lo hago todo un rollito
como un pan de jamon
le corto una rebanada
y aparece la eterna  figura: ☯



La puerta dorada

para un lado duele,
para el otro afloja
el pasaje afuera de la ilusión
por nuestra alma: una puerta dorada
adelante
tiene un león.

por fin me rindo a abrirla
que me calmes las bestias
es amor.



Boobaloo

vienes a este mundo rojito
para hacerte rosado de amor!
es lo que hace que se mueva
este universo entero:
hacia adelante
es hacia adentro.
centro líquido sabor tuttifrutti
de chicle boobaloo.



Ánimos

péscala
que esta cerquita
cualquier niño con valor sabría
que la valentía tiene nombre de niña.



Imán

las estrellas
dan la vuelta,
después de la noche
no están
y después del día
regresan.
tienes un imán
en el pecho
me quiero ir
y me devuelvo,
te recuerdo
si me alejo.



Una casa en un sueño

como una casa en un sueño
cuando te busco nunca estas parado en
el mismo lugar
y adentro nunca eres el mismo,
creo que encuentro mi cuarto pero esta
todo cambiado de sitio.
salgo y vuelvo a querer entrar pero es
difícil
adivino el arte de buscar distintas puertas
porsia me quiero después salir.
qué busco en la imagen que solo es el
reflejo de alguien
dentro de mí
sino abrir una ventana.



Poemas de amor

tengo que guardarlo
en un cofre
y decirte sin abrirlo
que es lo que tiene
adentro.
voy por el río arriba
de noche
no a buscarte
sino a encontrarme
contigo.



Laberinto

te amo
y hay algo en ti
que me recuerda a mi infancia
y a las vueltas y vueltas que dan las
calles,
crecen y hacen una ciudad grandísima
no planificada y que puede
eventualmente
parecer un laberinto.
quitarme el miedo a sentir amor
sin ninguna condición,
descubre la única salida.
y no quiero quedarme sin salir
por no haber
salido a tiempo por la puerta:
el amor verdadero
también es amar
lo que no te puede
amar de vuelta.



Paisaje

vi a dios a los ojos
y le dije por fin que sí.
para después de El,
solo poder amar a la tierra.
vi lo que pudiste darme antes
y después lo que El me dio.
me dije que no puedo amarte más
hombre, solo puedo quererte dios.
dime que sí y ve mi amor a los ojos
que nadie más te quiere ver
más esbelto que yo.
ahora que solo puedo amar
que lo único que para mí existe
es el amor.



Flores

cuando no estoy contigo
quisiera hacerme una mata.
me quedaria lindo
ser una flor.



Otra vida

no es poder ver
las cosas antes de que pasen.
es poder amar
antes de tener que verlas.
amar lo que no se ve
es creer en algo más allá.
leer el futuro
lo puede hacer
cualquiera.




dios es la posibilidad
de darnos un beso.
es la posibilidad
la que crea
y es la posibilidad
la que es eterna:
un beso que existe antes de estar
y nunca termina.



La caja

afuera de la caja
queriendo abrir
para encontrarme a mí
afuera de otra caja
queriendo abrir
para encontrarte a ti
afuera de la caja
queriendo abrir
para encontrarme
afuera de la caja
queriendo abrir
para encontrarme.




no somos distintas personas
por estar
en distintos cuerpos.



Inéditos:


la tristeza será que también
será que tiene que pasar
no hay nada personal
con el lugar, ni con las personas
ni hasta será que tampoco
con lo que está pasando.
será que puede hacérsele más ligero
y ayudar
como si el alguien que tiene que pasar
por un sitio e ir de un lado al otro
pasando por los chorros
yendo hacia sebucán
donde le queda a mano derecha
una casa en la que se duerme
una siesta bella
en un cuarto con balcón.



*


nos vamos a encontrar todos al final
y nos vamos a tomar de las manos
los que nos queríamos y los que no
en una danza circular
en la que cualquier extremo es el mismo
porque por fin se terminó todo
y no tenemos que actuar más.
eso lo sabían nuestros ancestros
y cuando había que sembrar
recreaban el gran círculo bailando
cantando que un día todo se va a terminar
porque eso también se necesita para empezar otra vez.



*



qué quiso dios
que quiso
tanto que quiso tu corazón
de donde salen las olas del mar.
para un pez
debe ser asfixiante el aire
para después darse cuenta
que toma agua
para respirar.



*



hay alguien que te quiere
y digo hay alguien que te quiere
y que te ha querido todo este tiempo
porque aunque ahora que lo digo sólo estemos tu y yo,
no podría decirte que soy quien te quiere.
te digo que hay alguien que te quiere
porque también he visto a veces a la poesía
como si la poesía fuese también alguien
y de ahí ya no puedo decir que soy yo
quien escribe un poema.
pero qué ganas tengo de ser yo quien te quiere
eso sí te lo puedo decir,
hay alguien que te quiere en este poema
y no soy sólo yo,
porque la vida de lo demuestra toda la vida,
no soy sólo yo quien te quiere.
y si te digo que hay alguien que te quiere
me lo podrías preguntar y ya de sólo mirarme
me disolviera y me convirtiera en cualquier cosa
en todo y en todos
y ya no sería sólo alguien que te quiere
sino fuese parte de la vida que te acompaña a ti también
que, bueno, somos todos parte de la vida al final
una vida que te quiere y te ha querido todo este tiempo
como si fuese alguien que te quiere
porque hay alguien, sí, que te quiere.

*
una piedra le dice a otra
que la tristeza se inventó
por pensar un día la posibilidad
de verte triste
y sintió tristeza y era una piedra.





.


KALI FERRÁNDEZ [19.222]

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Kali Ferrández

Kali Ferrández (Ferrol, A Coruña 1990), estudiante de Filosofía en Santiago de Compostela, es la última ganadora del Premio de Poesía Gloria Fuertes. Un certamen literario que nació para impulsar la obra de los jóvenes poetas que brillan con luz propia -discúlpesenos la frase hecha- en la literatura española contemporánea, y además para acercar al gran público su creación. Hija del también poeta -y novelista- Guillermo Ferrández, la suya es una familia estrechamente vinculada al mundo de la cultura desde los más diversos ámbitos, no solo desde el de la literatura. Una familia que le ha dado a Galicia, por ejemplo, y además de escritores, grandes músicos. A Kali, en lo personal al tiempo que la creación literaria, le interesa el pensamiento muy particularmente. Y las filosofías orientales, de una forma muy especial. Su libro, que lleva por título Godot nunca lo dijo (Editorial Torremozas, 2016).

Ha publicado en la antología poética Escolma Salvaxe (2015) y en Sabiduría y gratitud (2015) en colaboración con el filósofo Vicente Merlo.



del libro "GODOT NUNCA LO DIJO", premio GLORIA FUERTES, y Editado por Torremozas.




DÉCIMA HIPÓTESIS

La resistencia de un rostro
siempre es su nariz,
todo lo demás son abstracciones
de las que una cara debería prescindir
para terminar siendo la imagen diaria
en la que un espejo se mira a sí mismo




Capítulo nueve

En el día señalado
se abrieron las jaulas: las manos
echaron a volar,
el canto de los pájaros
se coló por la ranura de las urnas;
al otro lado del mundo,
caían cielos desde los aviones,
que se colaban por la ranura de otras manos
a las que nunca un pájaro
había oído cantar; los pies se detuvieron
en el penúltimo
escalón, perdieron el sentido de las flechas,
una sensación de luz errónea o de certeza humana,
a la mitad de lo que creíamos saber
y lo que ya no podemos ignorar,
la derrota de una escalera perversa
huyendo por un ascensor de excusas,
y tantos otros números reinventando pedagogías
incapaces de
domesticar
nuestro fracaso.







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MAURICE CHAPPAZ [19.223]

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Maurice Chappaz

Maurice Chappaz (Lausana, Suiza  el 21 de diciembre de 1916 - Martigny, cantón del Valais, el 15 de enero de 2009)1 fue un escritor y poeta suizo.

Nacido en 1916 , Maurice Chappaz pasó su infancia entre Martigny y la Abadía de Le Chable , en el cantón suizo de Valais. Provenía de una familia de abogados y notarios, era sobrino del Consejero de Estado Maurice Troillet, estudió en el Colegio de la abadía de Saint-Maurice, y se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lausanne, pero pronto la abandonó para matricularse en la Facultad de Letras de la Universidad de Ginebra, que también dejó en poco tiempo.

Convencido de que sólo la creación le ppodia enseñar literatura, Maurice Chappaz publicó bajo el seudónimo de Pierre, su primer texto: "Un homme qui vivait couché sur un banc" en diciembre de 1939 , para un concurso organizado por la revista Suisse Romande. Recibiendo el apoyo de Charles-Ferdinand Ramuz y Gustave Roud. a partir de este momeno se inició una importante amistad acompañada de una correspondencia entre este último y Chappaz , que continuó hasta la muerte de Roud. Correspondance 1939-1976, Zoé, 1998.

En el verano de 1940 , la guerra interrumpe su libertad (Partir à vingt ans, Gerstenberg, 1999). Es llamado a proteger las fronteras suizas y publica en la revista "Lettres Lettres" varios textos que forman en 1944 "Les Grandes Journées de Printemps", alabados por Paul Eluard. En 1942 , conoce a S. Corinna Bille , con quien se casó en 1947 y con quien tuvo tres hijos, Blaise, Achille y Marie-Noëlle. Después de la muerte de Corinna en 1979, se volvió a casar en 1992 esta vez con Michène Caussignac , viuda del escritor Lorenzo Pestelli.

Después de la guerra, Maurice Chappaz viaja por Europa. Sin profesión habitual desea dedicar su tiempo a la escritura, Chappaz es entonces corresponsal ocasional para la prensa (colaborando regularmente con la revista "Treize Étoiles" entre 1960 y 1980) y en paralelo gestiona los viñedos de su tío en Valais. A través de una crisis personal grave, multiplica sus andanzas y cuestiones. Trata de desempeñar varios trabajos, incluyendo el trabajo como obrero en la construcción de la Grand Dixence, experiencia a partir de la cual escribirá Chant de la Grande Dixence, Lausanne, Payot, 1965.

En 1953, con su Testament du Haut-Rhône corona su búsqueda poética.

Maurice Chappaz realizó numerosos periplos alrededor del globo: Laponia (1968), París (1968), Nepal y Tibet (1970), Monte Athos (1972), Rusia (1974 y 1979), China (1981), Líbano (1974), Quebec y Nueva York (1990). Estuvo muy comprometido en la protección del medio natural, como se percibe en su panfleto Les Maquereaux des Cimes Blanches (1976, y 1984).

Destaca su Journal, diario de 6000 páginas, escrito entre 1981 y 1987.

En 1997, Maurice Chappaz recibe el premio más prestigioso de las letras Helvéticas, el Grand Prix Schiller, y es galardonado en Francia, con la Bourse Goncourt de poesía por el conjunto toda su obra . En el otoño de 2001, el "Évangile selon Judas", relato de teología-ficción, es publicado por Gallimard.

Obras

Les Grandes Journées de printemps, Porrentruy, Aux portes de France, 1944,
Grand Saint-Bernard, 80 photographies d'Oscar Darbellay, Lausana, J. Marguerat, 1953,
Testament du Haut-Rhône, Lausana, Rencontre, 1953
Le Valais au gosier de grive, Lausana, Payot, 1960
Les Géorgiques, Lausana, Éditions Plaisir de Lire.
Chant de la Grande Dixence, Lausanne, Payot, 1965
Un homme qui vivait couché sur un banc, Lausana, Cahiers de la Renaissance vaudoise, 1966
Office des morts, Lausana, Cahiers de la Renaissance vaudoise, 1966
Tendres Campagnes, Lausana, Cahiers de la Renaissance vaudoise, 1966
Verdures de la nuit, Lausana, Cahiers de la Renaissance vaudoise, 1966,
Le Match Valais-Judée, Lausana, Cahiers de la Renaissance vaudoise, 1969
La Tentation de l'Orient: lettres autour du monde, Lausana, Cahiers de la Renaissance vaudoise, 1970.
La Haute route, suivi du Journal des 4 000, Ed Galland, 1974
Lötschental secret : les photographies historiques d'Albert Nyfeler, il. de A. Nyfeler, Lausana, 24 heures, 1975
Les Maquereaux des cimes blanches, Vevey, B. Galland, 1976,
Portrait des Valaisans: en légende et en vérité, Vevey, B. Galland, 1976,
Adieu à Gustave Roud, con Philippe Jaccottet y Jacques Chessex, Vevey, B. Galland, 1977
Pages choisies: avec un inédit, prefacio de Étiemble, Lausanne-Paris, A. Eibel-Ophrys, 1977
Poésie, prefacio de Marcel Raymond, Vevey-París, B. Galland-Payot, 1980
À rire et à mourir: récits, paraboles et chansons du lointain pays, Vevey, B. Galland, 1983
Les Maquereaux des cimes blanches, con La Haine du passé, Ginebra, Éd. Zoé, 1984
Journal des 4000, il. de Claire Colmet Daâge, Briançon, Passage, 1985
Le Livre de C, Lausanne, Éditions Empreintes, 1987
Le Garçon qui croyait au paradis, relato, Lausana, Éd. 24 heures, 1989
La Veillée des Vikings, relatos, Lausana, Éd. 24 heures, 1990
Le Gagne-pain du songe : correspondance 1928-1961, M. Chappaz et Maurice Troillet, Lausana, Éd. Empreintes, 1991
Les Idylles, Lausana, Éditions Plaisir de Lire.
Journal de l'année 1984 : écriture et errance, Lausana, Éd. Empreintes, 1996
La Tentation de l'Orient : lettres autour du monde, M. Chappaz y Jean-Marc Lovay, prefacio de Nicolas Bouvier, post. de Jérôme Meizoz, Genève, Éd. Zoé, 1997
Bienheureux les lacs, il. de Gérard Palézieux, Ginebra, Slatkine, 1998
Partir à vingt ans, préf. de Jean Starobinski, Ginebra, La Joie de lire, 1999
Évangile selon Judas, relato, París, Gallimard, 2001
Le Voyage en Savoie : du renard à l'eubage, fotos de Matthieu Gétaz, Ginebra, La Joie de lire, 2001
À-Dieu-vat !, entrevistas con Jérôme Meizoz, Sierre, Monographic, 2003
Se reconnaître poète ? : correspondance 1935-1953, M. Chappaz y Gilbert Rossa, ed. par Françoise Fornerod, Genève, Slatkine, 2007
La Pipe qui prie et fume, con 26 reprod. de P.-Y. Gabioud, Conférence, 2008
Autour de liberté à l'aube. Correspondance 1967-1972, Alexandre Voisard y Maurice Chappaz, Fontenais, Ed. des Malvoisins, 2010
Journal Intime d'un Pays, Maurice Chappaz, Éd. Conférence, 2011



Unas páginas de La alta ruta
Maurice Chappaz

[Traducción de Rafael-José Díaz]




La aproximación: subida de la primavera

Las raíces del cielo

Parto hacia el cielo.

Descender un valle. Pasar a otro. Subir un tercero. Salgo de la falla del torrente, después de andar durante horas por el gran hueco. He visto ángeles: aire tenebroso en el que se precipitan los muertos, los montes. Pero las montañas tienen sus cepas en las nubes. Busco la tierra azul. Busco la llave de las cimas blancas.

¡Poneos cabeza abajo!



El rascón

El sonido de la campana es pesado como cuando llueve. Dejo los manzanos en los que la sombra que se estira se vuelve verde. La ruta se hunde en tres curvas. Los pueblos como comadrejas, como garduñas, vuelven detrás de los bosques. ¡Qué violenta oleada de hierbas en la llanura! Mi cuerpo se detiene para orinar. El haz de los faros de los coches deslumbra los huertos por la noche. Estos encierran un misterio: el de la gran codorniz. Los fugitivos motorizados lo ignoran. Presto oídos al hilo verdoso, el techo de las gramíneas al fondo del talud. El rascón está ahí, es su nombre y su grito. Se diría un enorme saltamontes bastardo. Es pardo dorado, más grande que un doble mirlo, y se pasea por los surcos húmedos abandonados un momento por los aspersores. ¡Curioso muerto al sol! Se pasea por el día, canta por la noche. Me fascina. Salto el terraplén de la carretera. Un mar de hierba me recibe hasta el vientre. Busco al rascón a través de los dientes de león. He apoyado mis esquís y mi bolsa. Avanzo como si picoteara, luego me enderezo. Varias veces creo estar en el punto del que procede el ruido. Aún no en ese tronco negro, escamoso, de viejo árbol frutal, no en ese joven manzano que echa a volar con la luna bajo el brazo, al ras de la hierba. Las ramas y la luna: un colegial que vuelve a su casa con el pan. El ruido se desliza más adelante. Su trayecto no es perceptible, hay un zigzag de huecos de hierba que se suceden para llevárselo. Al final ya no me atrevo sino a mover la punta de los zapatos de un modo tortuoso entre los tallos. Ese zac zac de la cigarra, el rasgueo del arco en el contrabajo, el tic tac de un macizo reloj de granja se ha vuelto más que poderoso, enorme: un latido, un estertor vital, una aspereza melodiosa que reemplaza a mi propio corazón, a mis pulsaciones.

Noche, noche de las codornices bajo los Alpes.

¿Capilla o blanco de tiro? La blancura de una pared va a aparecer, va a ensancharse como una mancha, una radiografía en el día que es un fantasma. [Escucho el alba] El rascón desaparece, medita. Y luego, más allá del pájaro, un arrullo nacido de la sombra: el agua casi sin cuerpo. Los arroyos susurran. Aprieto contra mí las piedras de una choza (¡no eras una capilla!) similares a rostros perdidos, ¡por el amor de Dios!, cuando la noche se apaga. Pues el mundo se disipa a medida que se afirma. El alba enjuga lo salvaje. El alba lo aclara y se da muerte. Los árboles toman forma y se endurecen. Cuando llega el día, cuando todo deja de temblar, me mortifica ese horror, el nacimiento acabado: no ver nada más, no oír nada más.

¡La noche del día! Lo apagado del día. Y que corresponde al trabajo. Parto con los esquís para escapar del trabajo. ¡Sin explicaciones! La ciudad: el estruendo, la cancelación de mí mismo. Parto sin meta hacia lo que no tiene meta. Como un animal que retorna a sus ancestros. He ayunado o desayunado de soledad, cuarenta días en los límites del desierto. También las avalanchas han jadeado. Después de la luna, es esa cima blanca al fondo del desfiladero lo que me alimenta.




Primer plano: las viñas fangosas; diluvio, deshielo, delirio

¡Qué alegría volver a ver las viñas ―mi tesoro, pues a pesar de todo soy un campesino― en un momento de evasión! Trastabillan en las colinas a la entrada del valle, el deshielo las ha dislocado. Fantasía de estacas grises. Ahora toco las viñas como se hace la señal de la cruz antes de la larga oración. Están fangosas; diluvio, deshielo. Trepo entre las cepas. Las suelas se imprimen. Las viñas brillan con una partícula de arena parecida a la plata. Están calientes. Han bebido muy deprisa la nieve. Chisporrotean unas migajas de esquisto. Estos conos de vid prolongan las morrenas. Los glaciares han dictado la geología. ¡Después de ustedes, señores Glaciares! Hasta en la llanura.

El calor de la tierra y el calor del aire me barren el rostro. Como manos de lansquenetes, de alféreces, las cepas retorcidas, a flor de tierra, empuñan sus rodrigones. Un arrendajo y una urraca revolotean en esta geometría puntiaguda. Pero siento el hocico del toro, el foehn que desciende la ondulación de las cepas y me sopla entre las piernas y me hiere el cuello. Los esquís cambian de hombro, traquetean a través del paisaje. Los esquiadores suben como carpinteros. Los listones cortan, desequilibran el cielo. Sucede que desde abajo no se ven más que muros, parcelas de tierra se encadenan las unas a las otras, ¡más delgadas, más estrechas que las fortalezas de piedras secas que las soportan! Es preciso: ¡arriba! Elevad vuestros corazones: nos las tenemos que ver con gigantes. Primera etapa graznido del arrendajo: las viñas, con su esterilidad aguda, su desnudez terrosa mezclada con el aspecto salmón, rosa viejo marchito de los eriales. ¡Placer del desierto! Encuentro un ciruelo blanco, siento el polvo y la flor. Y me doy cuenta de que la flor pesa.

Desde el Ródano claro, el Ródano de antes de las crecidas que es como una espada azul, subimos como por una escalera de través a las montañas: de lo grueso a lo fino, de la hierba a las codornices ―inspeccionando en general a los escolares, pues tanto insiste el ejército gris de las estacas, bastones que caen rodando por los taludes, bastones que se apoltronan, que imploran a Alá en las terrazas―, ¡hurra!, hasta el vinagre verde, el pequeño prado ácido justo bajo los barrancos que defecan, todavía con ese intermediario, la nube de bodas de cerezos, de ciruelos, el ondeo de pétalos y el zumbido de las oleadas de abejas, y os lo señalo, es el lugar de la pendiente que está preñado de la melosidad de las floraciones y de las pastoras videntes (las vaqueras de cinco años), ¡preñadas con los ojos! ¡Qué larga es la montaña! Se encoge, se agacha, se eleva bajo los imperceptibles cuatromiles. Los Alpes con sus «monstruos» abetales como un gato que arquea el lomo. Las torres blancas miran de reojo, se inclinan entre dos bosques. Los más allá... Ya no veo más lejos de los matorrales, las lindes de las que cuelgan orejas de nieve; y, alargados sobre la visera de sombra, sobre la corona forestal, rezuman unos prados parduscos, unos bosquejos de prados. Las toperas se alargan. He sentido con sorpresa el peso de las flores. He deseado el glaciar. Incluso las flores pesaban. ¿Dónde es el aire tan cortante que el sebo de la montaña, los musgos descompuestos parecen plantas aromáticas? Y es que ahora aspiro los olores como se aspira una pipa. El polen pierde su eficacia. [El útero de los bosques; las santas ciervas] Todas las hojas de aliso podridas, pegadas en las calzadas, los limbos desgarrados, color chocolate, de las hayas, de los abedules infiltrados entre los abetos (que tienen un toque rojizo), esas hojas y esos limbos acuñan el sendero, la gran marea se despierta. Olor de santidad de las hojas muertas: sube el fétido y caliente olor a tabaco y a útero. Fumo la antigua marca del país. Tiene su toque de huevas de esturión en la vegetación, caviar en el estiércol. Mi nariz chapotea. En estos sotobosques mi nariz encuentra algo espiritual, el ojo de la cierva como una piedra negra que piensa. Las apariciones de la Virgen están contenidas ya en los corzos. ¿Quién ha visto esas pupilas, captado la mirada ciega de los animales? Es como un tacto. Se diría que no ven. Nuestra santidad está en la transparencia, la suya en esa yema oscura, compacta, de su ojo. ¡Qué pregunta en nuestro cara a cara! Dejo que se escapen los costados grises, que se marchen las patas como varillas. Los turistas, los terroristas masacran el silencio de estos animales. Vuelvo a coger una bocanada de aire, de viento. El humus me atrae. Inhalo el barro, fabrico una especie de bolita de opio con el humus, aspiro, huelo los arroyuelos de agujas que se arrastran como limo sobre el suelo, bajo las ramas bajas, lluviosamente ocres. Barbas, caparazones, filamentos blancuzcos pululan y me confunden. Hay poetas que cantan el baile de las luciérnagas en la llanura. ¡Mucho ánimo, etéreos, mórbidos! Los pétalos, las corolas ostentaban una especie de purulencia. ¿Quién dirá la gran fermentación? Hojas de arces, de abedules, de alisos, es el frenesí de los matorrales húmedos. La mucosidad, el suelo que se despierta, el orgasmo de la tierra. Se anuncia un nacimiento: la morilla. Distingo los dos olores: el de antes del invierno y el de después del invierno. Las ráfagas se bifurcan. Lo maduro y lo podrido se separan como enamorados. Me apoyo en las suelas. No cedo a lo resbaladizo. Pisoteo helechos. Camino sobre las cepas, sobre las colas de los árboles y, al meter la cabeza, golpeo con los listones y los palos los bosquecillos que parpadean, brrrum, un rocío, un finísimo perfume en el que se decanta todo lo macizo, y me abro un agujero en el compacto silencio de los abetos.

Sí, hay que abrirse paso a través de la maleza, arrojarse con los esquís bajo el brazo entre las ramas rojizas. Esas que nos abofetean y nos dejan tuertos.

A pesar del sol, la tierra sigue siendo virgen en esta hondonada púber.

Pero si levantamos una piedra se desprende un olor como el de las primeras reglas.



El lecho del torrente

Obligación de saltar un torrente descarado y vivaz. Un puñado de pájaros en el cielo como astillas de luz. El cerro ha acabado, el torrente ha llegado hasta él. Entre los abetos avanzamos junto a la corriente para seguir el valle. Elijo la orilla derecha, elijo la orilla izquierda: de una piedra negra y cobriza hasta ese guijarro verdoso. Mis esquís se balancean en la bolsa. Me deslizo sobre algunas piedras como sobre la piel de las truchas. Las viscosas, las afiladas sobresalen por encima de la espuma. ¡He cruzado diez veces! El agua aúlla bajo un túnel de nieve y el sol aúlla sobre el nevero. Un viejo caparazón de avalancha salpicado de ramitas y cortezas cubre el torrente. El viento, fisgón, ha dibujado pequeñas crestas y ha cavado en la nieve endurecida: parece el paseo de mil suelas. El tropel y el viento no son sino una sola cosa. En estos parajes soy el único curioso. Como en los mostradores de un mercado, venid a visitar con el viento: tocones con sus raíces que imploran, colinas de mantillo, piedras rotas, ramas esparcidas, matorrales arrancados como escalpos (los centinelas rocosos tenían las cabezas rapadas); y obtened, a granel, una hendidura de música caótica, el graznido repetitivo del gran cuervo que cae de lo alto.

Recorro las orillas al tuntún. Subimos de explosión en explosión las difuntas avalanchas. Mi mirada sobrevuela una y otra vez esos conos achatados al fondo de los corredores. Allí el bosque incluso se ha deslizado en la nieve, allá un islote de alisos destaca con un vivísimo temblor sobre el caparazón. Este se derrite muy lentamente. En verano el torrente se tragará el islote. ¡Con un rugido que es como una cucharada de miel para estos salvajes torrentes! Pero yo inspecciono, corto en tajadas los corredores, aminoro mi tuntún, decía, bajo esas fracturas, esas torres truncadas que se vacían como proyectiles, esas escaleras rotas que se largan arriba entre los abetos. Hay como dos vuelcos: el cielo está dentro del agujero, las cimas están dentro del agujero. Pero el techo es el lecho del río por donde yo troto con mi equipaje como un ratón con la cabeza agachada por el vértigo de caer en el cielo. Y el ratón encuentra los cuatromiles que aparecen en las fallas, como tulipanes blancos que se tambalean, que se borran, con sus caras inclinadas hacia nuestras insignificantes migraciones.

Notas

1.-   No he encontrado la manera de reproducir en español la ambigüedad de la palabra râle, que significa en francés tanto 'estertor' como 'rascón'. Maurice Chappaz emplea el término unas veces con uno y otras veces con otro de los sentidos a lo largo de este pasaje. Pero, como digo, la ambigüedad esencial de ese juego de palabras me parece imposible de traducirse en nuestra lengua.



                                                                Maurice Chappaz

Philippe Jaccottet sobre Maurice Chappaz

Por Rafael José Díaz


Leo estos días —días del final de un año, días de recapitulaciones y de embargos, de providencias y cancelaciones— un pequeño libro inagotable: Pour Maurice Chappaz*, de Philippe Jaccottet, envidiablemente editado por Fata Morgana en 2006 para celebrar los noventa años de Maurice Chappaz (1916-2009). (¿Cuándo se crearán en España colecciones de poesía o de ensayo tan gráciles como Fata Morgana, tan liberadas de toda tentación comercial y, al mismo tiempo, tan seductoras por dentro como por fuera?) Maurice Chappaz, el entonces nonagenario patriarca de las letras suizas de lengua francesa —un patriarca que nunca se dejó momificar, que se inventó a sí mismo una y otra vez, que habló, en cada libro, solo de lo que había sentido y tocado con su propia piel—, homenajeado por el entonces octogenario Jaccottet, amigo próximo y lejano (como él mismo lo afirma en su prólogo: siempre gran maestro de la distancia justa, Jaccottet): y, sin embargo, dos ancianos juveniles, cada uno a su manera. Una colección de ocho ensayos escritos a lo largo de más de cincuenta años, entre 1945 y 1997: el homenaje de un lector fiel y siempre atento a lo que Maurice Chappaz, un escritor tan diferente a Jaccottet, tuviera que decirle. Tan diferente por varias razones: porque apenas abandonó su Valais natal, a diferencia del transterrado Jaccottet; porque amó las montañas, las alturas alpinas, y las recorrió una y otra vez, mientras que para Jaccottet, también gran caminante, pero circunscrito sobre todo a las errabundas colinas de su Provenza adoptiva, los Alpes figuran apenas como visiones borrosas de su infancia; porque la escritura de Chappaz tiende a un movimiento incontenible, a una eclosión torrencial, en tanto que la de Jaccottet practica una sosegada dicción casi susurrada al oído del lector, tímida aunque sorprendentemente tenaz en su fragilidad. Por estas y por tantas razones resulta tan meritorio un homenaje que ni siquiera se concibió como tal, que se fue labrando inadvertidamente a lo largo de los años como un acompañamiento de lector en la distancia, como un constante estar ahí a la escucha: como una camaradería intelectual que no elude los reproches —cariñosos— cuando los cree necesarios ni las reservas —siempre bien matizadas— cuando el entusiasmo prefiere contenerse para no dejar de ser un sentimiento auténtico y el fundamento del verdadero respeto. Jaccottet celebra desde su misma aparición Verdures de la nuit [Verdores de la noche], el primer libro de Chappaz, un canto exultante al descubrimiento de la naturaleza y la mujer; destaca el naufragio de Testament du Haut-Rhône [Testamento del Alto Ródano], es decir, la inquietante retracción de la voz que asiste a su propio fracaso; queda deslumbrado ante los paisajes de La Haute Route [El alto camino], cuaderno de vivencias de la alta montaña recorrida en esquí, visiones casi extasiadas de encuentros con lo que nos supera o nos borra; se conmueve con Le Livre de C [El libro de C], escrito por Chappaz con más de setenta años en recuerdo de su esposa, la escritora S. Corinna Bille, muerta de cáncer en 1979 (traduzco un breve fragmento: “Vivo intentando convertirme en C y embarcarme. Con el cielo que se pasea, el susurro y el agua de la Dranse alrededor de mi sótano, me voy reflejando ya en lo que aún no existe. Escribir era para nosotros tocar de milagro. Incluso las piedras se volverán sensibles. Nunca me dará un ángel lo que me dará la muerte.”); y, finalmente, se incluye el emotivo discurso que Jaccottet pronuncia con motivo de la entrega del Premio Schiller a Maurice Chappaz el 4 de octubre de 1997 en Sion (cantón de Valais).

Vagabundo y sedentario, íntimo y expansivo, defensor de la integridad natural de su país natal y a la vez participante en la construcción del progreso (en este caso la Grande-Dixence, la mayor presa de gravedad del mundo, situada en el Val d’Hérens del cantón del Valais), iconoclasta y fervoroso recolector de tradiciones, propietario de viñedos, alpinista y defensor del bosque mítico de Finges, Maurice Chappaz, que murió a comienzos de 2009 a los 93 años de edad, es una de esas figuras gigantescas que no se parecen a ninguna otra, que han ido labrando su obra entre la convicción y la duda mientras a su alrededor el mundo, que apenas supo escucharlas —si no es, como recuerda Jaccottet, con algún disperso canto de júbilo en celebración de la vertiente más externa de su obra, su ecologismo—, se iba decantando por el más desolador y estéril de los olvidos: el olvido del ser, de la autenticidad, de la búsqueda de lo que alguna vez pudo llamarse el Weltinnenraum, el “espacio interior del mundo”.

Mientras se publican en nuestro país cientos, por no decir miles, de novedades editoriales de autores de culto o de jovencísimos vates que van ya  —asómbrese quien pueda— por su cuarto o quinto libro sin que hasta el momento hayan demostrado poseer el más mínimo sentido de lo que el propio Jaccottet ha llamado “las imágenes justas”, los “ritmos justos”, “el don de pesar cada palabra en las más sutiles balanzas interiores”, mientras grandes editoriales de poesía publican antologías “ante la incertidumbre” repletas de versos farragosos, de obscena verborrea y de vomitiva impostura, mucho me temo que un poeta como Maurice Chappaz tendrá que seguir permaneciendo inédito en nuestro país. Libros como Verdures de la nuit. Les grandes journées de printemps, Testament du Haut-Rhône, Tendres campagnes, Office des morts, Vocation des fleuves, Le Livre de C o L’été très bleu seguirán conservando sus títulos originales, tan bellos. Algún milagro —de esos que nunca se esperan— se dará, tal vez; algún traductor joven o demente se encaprichará con alguno de estos títulos, lo vertirá con la necesaria pasión a nuestra lengua, enviará unos cincuenta o sesenta correos a las más diversas editoriales, alguna de las cuales mostrará un discreto interés, pretenderá no pagarle en razón de su juventud o de su demencia, mareará la perdiz proponiéndole publicarlo el próximo año, incluso, por qué no, junto con algún libro más del mismo autor, lo dejará luego tirado, quiero decir, que no publicará su traducción ni le contestará más correos, hasta que, nuevo milagro, algún pequeño sello recién estrenado, sin que se sepa bien cómo, publicará en nuestra lengua, por primera y acaso por última vez, a Maurice Chappaz.

* Texto extraído del blog Travesías

http://www.fronterad.com/?q=14683




Alleluia
Aus: Office des morts

Sortez de vos demeures, 
sortez de vos œuvres ! 
La mort est comme de la fraîche rosée. 
C'est l'Eternel qui respire
si vous vous confiez en Lui. 
La mort monte dans mon cœur
comme une alouette. 
La mort est comme l’haleine d'un enfant
en hiver. 
Je lui dis : Tu me donnes de la joie.


Après il y a un oiseau

Apres il y a un oiseau
qui vient toujours taper du bec au bord de la fenêtre
et Samuel dit :
«J'aurais dû m'enfuir avec eux,» 
Tous les hommes au bord de la tombe
sont partis cet hiver,
ils ont longtemps écouté l'horloge,
ils ont longtemps léché les cuillerées de miel
et le creux des tasses
où il est peint une fleur. 
Puis un grand vent est venu
fracassant les branches d'arbres. 
Ou bien la lumière a baissé dans la chambre 
mais dehors la neige était éblouissante. 
Elle a fondu près du lit.
On entendait le tic-tac des cœurs.

Comptine de ma vie toujours en retard.



Bon pour le service

Qu est-ce que la patrie ? Ce n’est rien d’autre
que le pays de mon enfance et pour celui-là je
trahira, et vomirai la dite patrie nouvelle, et en
parfaite innocence aussi, si cela avait pu me le
rendre, j’aurais tué, volé et donné tous mes biens.
   Ah ! si mon encre pouvait faire couler le sang !
   C’est cela être poète.
   Prends ton fusil, Grégoire.
   Et tire sur les faisans.


Complainte des Chrétiens qui tuèrent 
le Christ au col de Collon

1

Soldat dans l'autre guerre 
Je fus témoin d'un crime
Comme il y en eut mille
Qui ne comptent plus guère

Pour la Passion les rats, l'oubli

J'ai vu dans la jumelle
L'homme à l'étoile jaune
Qui demandait l'aumône
Sa femme dans son ombre  

Pour la Passion choisis l'élu


2

Plus de pain, ni souliers
Ils étaient dépouillés
Désiraient un pays
Cachant son lait, son miel

Pour la Passion, Terre promise

Coiffé du casque gris
Je surveillais le col
Les Passants de Dieu frôlent
Ma patrie en silence

Pour la Passion prends mon visage


3

Reposez sous ma tente
Vous Jacob et Sarah
Bénis soient votre attente
Et votre grand mystère

Pour la Passion parcours le monde

Ils ont été remis
A Pilate Croix-Rouge
Les Chefs ont dit : mangez !
Les Chefs ont dit : fumez !

Pour la Passion tends la facture


4

Puis sonnez l'hallali
A la fin du repas
La police était là
Vous dormiez dans un lit

Pour la Passion crachez l'espoir

C'est la loi du refus
Je vois en habits neufs
Sans cœur Sarah Jacob
Qui remontent le col

Pour la Passion un vilain rire


5

L'idiot de mon village
Baïonnette au canon
A la main le papier
Des bureaux de la Bête

Pour la Passion le noir mensonge

De Pilate à Hérode
Au sentier des cailloux
Allèrent au rendez-vous
Du grand meurtre allemand

Pour la Passion la nuit tomba


6

Chef où est l'alibi?
Dans ma poche sergent!
D'une guérite à l'autre
La terre a bu le sang

Pour la Passion Christ fut trouvé

Je partis le soir même
Refusant le service
Pour le froid château d'Aigle
Et passer en justice

Pour la Passion soufflez sur l'ombre


Dites-le avec des lys!
Aus: Office des morts

La vie m'a donné un baiser de Judas:
d'une part sa brièveté
est un breuvage d'amertume 
et de l'autre sa beauté, 
parce qu'elle semble meilleure que le pain, 
ne s'obtient que par trahison.


Le cœur aux joues VIII
Aus: Tendres Campagnes

Mon désir d'elle 
la fait ressembler à une carafe d'eau glacée 
qui circule en plein midi
à la terrasse d'un café.

Mon désir d'elle la pose sur la table 
telle une cathédrale claire et fragile,
le litre et le verre.
      
Mais mes lèvres balbutient de soif
et cette transparence est pour mon esprit
une nuit au milieu du jour.







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