Lu Huinu
Lu Huinu fue una poeta y prostituta que vivió en la China del siglo XIV.
Su vida no fue diferente a las de otras tantas mujeres sometidas a una forma de esclavitud que convertía sus cuerpos en mercancía al servicio de un comercio que trascendía al puro carnal.
Nació y creció en medio del aroma literario, pero maltratada por el destino y acosada por la miseria, hubo de prostituirse para sobrevivir.
Occidente se ha encargado de difundir el estereotipo de las delicias de un palacio de retiro adornado con madera y jade, candiles de barro y el crepitar de la llama, sin embargo China ha sido una sociedad machista e injusta, en la que la prostitución era un asunto de familia. Mujeres maltratadas, educadas para dar placer sexual e intelectual a los funcionarios y viajeros que se desplazaban por negocios
La infelicidad es la esfera en la que se encuentran atrapadas estas mujeres. Las matronas de los burdeles procuraban instruir a las jóvenes prostitutas en la poesía, el canto y el baile para atraer a clientes exquisitos. Los prostíbulos públicos fueron ideados desde las sucesivas dinastías que llegaron al poder en China a partir del siglo VII a de C. Los hombres estaban obligados a viajar y a permanecer por largos días lejos de sus esposas. El mismo reino se ocupaba de brindarles consuelo. La prostitución se había convertido en parte del diseño del Estado.
La estrategia para liberarse de su destino no se descubre tanto en la rebelión como en la astucia, que a veces las transformaba en sacerdotisas taoístas, o en recluidas escritoras que establecían diálogos con las peonías.
Debajo de los hermosos peinados, colorido maquillaje, de los cantos y melodías de los laúdes que ahogan llantos y lamentaciones, de los vestidos de exquisitas sedas y preciosas joyas, lejos del pabellón de los placeres infinitos, de la apasionada intensidad de acosadoras concubinas en busca del goce del emperador, suena la voz quebrada de una prostituta que escribe unos versos a su amado que le ha vuelto a abandonar.
Las lágrimas empapan los poemas cargados de desgracias.
Lu Huinu es una de las pocas que se permiten ser explícitas al denunciar que fue vendida por sus padres. El sonido del laúd, instrumento con el que solían acompañar sus interpretaciones poéticas, es siempre la música del llanto.
Improvisado en la barca
Para mis padres, pesa más
el dinero que su hija.
Y así, con el laúd entre los brazos,
recorro sola, mil y mil leguas.
Al claro de la luna,
tras mi concierto,
no cesan de aplaudirme.
No saben que no han escuchado música,
sino los sollozos de mi alma rota.
Lu Huinu, incluida en Antología de poetas prostitutas chinas (Siglo V-Siglo XIX) (Visor Libros, Madrid, 2010, ed. y trad. de Guojian Chen).
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