Divina Alvarenga
Divina Alvarenga (Tela, Atlantida, Honduras, 1962). Realizó estudios de Licenciatura en Periodismo, Maestría en Trabajo Social en la UNAH y de Maestria en Estudios Políticos y Sociales en la Universidad De la Habana, Cuba. Ha trabajado en proyectos de desarrollo en Honduras, Costa Rica, República Dominicana y Bolivia.
La Esperanza del Amanecer “Es si se quiere un libro de recetas para construir la felicidad futura; un manual para la batalla cotidiana; una lupa para analizar el pasado. En resumidas cuentas estamos frente a otra utopía. De esas que necesitan en este mundo materializado y descarnado de romanticismo” (Antonio Tovar, Universidad Internacional de la Florida).
TELA I: Amante
Mar, danza, olas que amo.
La arena blanca, fina, cubre tus cocoteros.
Camina ausente, discreta, sin ostentación,
belleza natural, eterna amante.
Te conozco, despeinada por el aire cotidiano
embrujas a diario, a quien te ve
en tu amanecer y atardecer, traslúcida.
Amor de marinero cambiante, ilimitada amante.
Sonríes todo el día y danzan tus palmeras
música, la que cantan tus olas,
tus árboles, tus pájaros caminantes.
Trópico hondureño, continua amante.
TELA II: Cultura
Caminan los niños y niñas de Tela,
por la arena de sus playas blancas.
Saltan, corren, ríen.
Son multicolores, comparten su cultura.
Al son de la punta, baila zarca, baila negra,
comen cazabe, comen machuca y sopa de caracol.
Danza que danza,
con movimiento que hace vibrar.
Todos y todas, gozan y gozan,
la música negra del caracol y los tambores.
Ríen que ríen, saltan que saltan ese son negro de
la alegría y de el amor.
TELA III: Primavera Permanente
Vida que me diste lo mejor:
nacer en esta tierra del Caribe.
Tela, amor en preludio,
primavera permanente.
Te encontré en mi primer llanto.
Aprendí a amarte despacio en tus contornos,
Highland creek, Piedras Gordas, lancetilla.
Siempre lloraba por tu belleza, que me embrujaba,
me asustaba y me asusta todavía.
Te amo mi Tela, bella, sencilla, iluminada
Cuando cipota jugaba,
el torotorogil , que alegría me daba
ver pasar el ferrocarril.
Desde las profundidades de tu agua cristalina
te contemplo, quietamente dormida
permanente belleza, Tela
pasiva amante de linda constelaciones
TELA IV: Lancetilla
La amiga Juventina
vivía en el jardín de la esperanza
allí por el camino de bambú.
Clarinete en mano, cañuela nueva,
una nota en el vacío
llamaba al silencio.
Lancetilla, majestuosa
escuchad la sinfonía
que entonan los árboles, las aves y el viento.
Desordenadas corríamos hasta la poza negra.
Cada una descubría un sendero.
En los palos de aquella fruta morada,
blanca y jugosa por dentro
nos deteníamos para saciar la sed.
Sentadas en circulo,
sentíamos la delicia del mangustín
escuchando el cantar de los pájaros
en un día de lluvia ligera.
V: A Mi Padre (Roberto Alvarenga)
Cierro mis ojos
Y aparece tu rostro cansado
de luchar por tu pueblo.
Tres amores te conocí:
La revolución socialista, tu amor callado.
Tela, tu amor constante.
Tus hijas, tu amor eterno.
Padre nos forjastes solo.
La vida fue injusta.
Te robó cuando nosotras
comenzábamos a vivir.
Pero tu espíritu está en mis ideales.
Feminista empedernido.
Marxista convencido.
Así nos educastes,
Así nos enseñastes a vivir.
Sean valientes nos decías.
Siempre hay caídas que duelen hasta el alma.
Prepárense para luchar,
para sembrar siempre justicia y libertad.
VI Gladis y Josué Chevez
Manantiales de saber
salían de sus bocas.
Con palabras construían
la esperanza cotidiana.
Bach, Vivaldi y Mozart,
acompañaban sus rutinas de enseñanzas.
Formadores de hombres y mujeres,
que la patria les reserva
gloria y sitio de honor.
Regresé cansada a Tela.
dentro de mi una vida silenciosa y triste
reposaba y esperaba estar aquí.
Llegue de nuevo donde mis maestros,
escuché a Mozart
y me ayudaron de nuevo
a descubrir la luz, atrás de la oscuridad.
... Después de tanto tiempo... están en mí.
VIII: Aire
Se de un aire invisible y sensible,
viajero, compañía de años eternos.
Que eres de vida, amor de contornos,
colores que el sol dibuja a solas.
Yo quisiera contarte, amigo,
que te siento distinto de noche y de día.
Con ternura, te vivo en las playas de Tela.
Es allí, que tu música me parece infinita.
Pero, las palmeras celosas te besan
cuando acaricias mi cuerpo discreto.
Despacio quisiera decirte te quiero
sin que oigan aquellos que pasan.
¡Oh! Compañero, aire de Tela
que refrescas mi mente, mi alma
y haces desearme un amante
que sea al tiempo fe y amor de tenerte.
IX: La Mar
Azul infinita, continua y extraña
Que entonas canciones de día
Y por la noche parece hablarme en sueños
Con el coquetear de tus olas que dan alegría.
Disfruto el instante de tenerte a solas.
Unas goletas diviso lejanas.
Ancladas en el puerto de Tela.
Discreta tus olas, permiten verlas más bellas.
De repente el ruido aparece, en fila.
Los negros y negras jugando rayuela.
Corretean tus olas, que tocan sus pies
Descalzos y bellos, ligeros y grandes
Y yo sin detenerme un instante siquiera.
Siento tu música cantarme al oído.
Con notas precisas que el sol adornara.
Entrando a mi alma y en mi cuerpo dormido.
X: CHE
Idealista, quedaste eterno.
En el chillar del niño de la calle.
En el luchar a diario del obrero.
En la cotidianidad de la mañana.
Hiciste temblar el imperio,
buscándote en las piedras subversivas.
En el alma de los mineros bolivianos.
En la noche clara del oscuro congo.
En el estudiante rebelde de la América.
Chiquitos y chiquitas ven tu foto y te aman todavía
A pesar de los que quieren matarte nuevamente,
pero que resistencia de tu espíritu revolucionario
que resistencia de tu primavera pensamiento.
Che que naciste un día en la moto del viajero.
Caminante que viste en el rostro curtido de la gente,
una América libre de tristeza.
Con pensamiento y acción propio, eterno compañero.
XI: Cayuco
Árbol que navegaba
por el amar de Tela.
Pescadores que amanecen
contemplando el anochecer
La atarraya enreda
a los peses paseadores,
que se escapan a jugar
sin permiso de mamá.
Cayuco, madera que danza
con las olas del mar de Tela.
conduces el baile de los pescadores,
que llegan de la mar,
con el primer destello del sol de la mañana.
Niños, niñas y mujeres.
corren a limpiar pescados y a vender.
Después, mucho después,
Cuentan los peces de la cosecha.
Cayuco, alegría y sustento de mi gente.
XII: Jorge Gotardy
Pelo blanco, voz enérgica,
con ella enseñabas
Música a las niñas teleñas.
A tocar con su boca un instrumento
A leer partituras y entonar melodías.
Cuantos instrumentos de viento
Le regalaste a Tela.
Le entregaste al ITC tu banda sinfónica.
Quienes por arte de magia,
la hicieron desaparecer.
Te ha olvidado,
la memoria de la ciudad actual.
Ahora ya no es lo mismo
Las tres de la tarde, en Tela
ya no se siente
las armónicas notas de la banda sinfónica
del maestro Gotardy.
Falta el espíritu de músico eterno,
aquel que partió
En el ocaso de su vida
Ven a poblar a tela con tu esplendor.
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