CLARA ANTIGUA
Clara Antigua, Santo Domingo, R. D. 1962. Consultora y entrenadora en rendimiento personal y empresarial.
Desde muy temprana edad se interesó por el conocimiento. Estudió grado técnico en Marketing en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña para luego realizar la licenciatura en la Universidad de la Tercera Edad; ambas en Santo domingo, República Dominicana.
Al principio, sus actividades profesionales las desarrolló en el área de la administración de oficinas; pero a medida que adquiría experiencias en este campo fue trasladando sus conocimientos hacia el terreno del seguro y la banca, experiencias que la animó, posteriormente, a estudiar gestión financiera de manera autodidacta.
En 2005 se traslada a España. Realiza la especialidad en Consultoría de Empresas y homologa su carrera con la de Investigación de Mercados. En este país creó una oficina de consultoría para emprendedores. Es formadora de cursos de emprendimiento y gestión de la calidad.
Paralelamente a su ocupación dedica tiempo a la escritura literaria y científica. Sus obras se resumen en: poemas, una fantasía literaria, una del género novelesco y un ensayo económico y financiero sobre la familia. Recientemente escribió y dirigió la Obra Teatral “Mamá Tingó”, y más tarde la Ópera del mismo nombre. Actualmente es Directora General de la Asociación Organización del Talento (ORGTA).
A LA ESPERA
Lo he esperado toda la vida.
He estado al acecho de su presencia:
En mis sueños y esperanzas,
En mis angustias y mis penas,
En los recuerdos y reminiscencias,
En el valor y la serenidad,
En las pisadas de firmeza y de respeto,
En los albores de mi juventud y mi adultez…
Y cansada de esperarlo he salido en su búsqueda:
Lo busqué en la mirada de aquel niño,
En las sabias palabras de ese anciano,
En el tórrido carácter de aquel señor,
En la simpleza y simpatía de esa mujer,
En la orientación tenaz de aquel experto,
En la entrega total de ese fajador…
Y aquí estoy a la espera.
A VECES ME PREGUNTO PARA QUÉ
A veces me pregunto para qué la rectitud, si la muchedumbre confusa y alterada defiende su sinrazón aunque con ello se pierda la certeza y la obligación.
A veces me pregunto para qué la verdad, si personas de voces firmes y con poder de decisión imponen sus leyes sin importarles que obstruyen el sendero que lleva a la razón.
A veces me pregunto para qué la honestidad, si los que mandan se complacen en mentir sobre la verdad y en defender con orgullo el desenfreno y la mezquindad.
A veces me pregunto para qué soñar, si al levantar las alas de la esperanza el señorío con su legalidad las corta con tanta agilidad que apenas deja algo para intentar volar.
Una y otra vez me pregunto para qué, para qué…
ACLAMACIÓN A LOS LOASES
Salí del cañaveral
Cansaísima y sin aliento,
Suplícandole a Belié Belcán
Que me liberara del afogamiento.
Por el camino encontré
Una culebra enrohcá,
¡Ay, Anaisa Pié!
Eso fue lo que ehclamé.
Con el miedo que pasé
Hata la jigüera tiré,
Y arrodillá grité:
¡Candelo Cedifé, aléjame el bembé!
Llegué a mi casa ajogá
Y corrí pal’ aposento,
A recitá una novena
Al Barón del Cementerio.
Brrrrrrrrrrrrrrrrrr
Un ecalofrío sentí
Con pañuelo, tabaco y ron,
No sé qué fue de mí.
BOHÍO
Virgen Bohío
De hermosas montañas,
Rodeado de agua
De azules mañanas.
Con tardes doradas
Y noches oscuras,
Se alza esponjosa
La diosa Yucahuguama.
Tu serpiente de collares
Armoniza la lluvia,
Que alegra con ganas
Tu jubilosa Cohoba.
Arahuacos pariste
Con gran pasividad
Pero el Cauní pudo más
Y los llevó a la eternidad.
CANDELARIA LA EMBRUJÁ
A mí me llaman Candelaria la embrujá
Polque santiguo a loh critiano
Y alejo loh malo sepiritu.
Yo hago depojo y limpieza general
Pa’ que esa gente endiablá
Se alejen hata el mas’allá.
Quito el mal de’ojo con bibiní y arrasa contó
Y al ñequimo lo asuto con yelba luisa
Pa’ que llegue la felicidad.
Pa’ librá del bembé a la gente buena
Hago un mejungue de verdolaga morá
Con la flor de azucena y un peacitico de vaca colorá.
Por eso me llaman Candelaria la embrujá.
DECLAMO
Declamo la hermosura de un cielo azul celeste fundido con el color bello del mar.
Declamo el frescor de una mañana con suave perfume a flora temprana.
Declamo al repicar de las campanas que saludan con sus ecos al trabajador mañanero.
Declamo al viento de otoño cuando los árboles, por su fuerza, se inclinan para hacerle reverencia.
Declamo a la risa del niño -jajaja- que hace llenar de júbilo a la humanidad.
Declamo a la voz que dice: “Amigo caído, toma mi mano y levántate, para que avances en el sendero”.
EL SENTIDO DE TU PRESENCIA
Noto tu presencia en cada movimiento que hago;
En cada paso que camino, me persigue tu existencia.
Estás tan dentro de mí, que me siento tan vacía
Si al despertar no tengo la sensación de estar viva.
Ahhhh. Cuán falta de alma si no te siento cerca;
Es como estar en lo más alto, carente de nobleza.
Capto lo humano a través de tu silueta;
Si desaparece tu señorío, se esfumaría me certeza.
Ohhh, a todo, a todo
Da sentido tu presencia.
ERA MI GRAN AMOR
¿Ves aquel hombre?
¿Ese que pasa arrogante y con mirada altiva?
¿Aquel que sonríe de complacencia
Y se muestra tan amable con todos?
Era mi gran amor.
Un amor que quemó todas mis entrañas.
Que ardió de tal manera
Que apenas quedaron cenizas
Para cubrir las heridas
Del gran vacío
Que dejó su desamor.
Fue mi gran amor.
Ese que al tocarme
Dejaba mi cuerpo hecho añicos,
Y a mi boca sin aliento cuando besaba
Mis frágiles y ardientes labios.
Por ese hombre,
Dejé familia, amigos y allegados.
Era tan intensa su fuerza
Que desprendió todo lo que yo tenía,
Hasta dejarme inerme y sin aliados.
Y cuando en mí ya no quedaba
Una sombra que me amparara,
Ese hombre me dejó.
Y aquí estoy,
Arrojada en la desesperanza y el dolor.
ESTA ES MI VIDA
Esta es mi vida
Llena de sorpresa, pasión y dulzura,
Con un toque de sabor agridulce
Que aliviana todo exceso de locura.
Gratifico todo momento
En especial aquel que enaltece al amor,
Aunque a veces me contagio de soberbia
Cultivo la honradez, el respeto y la sazón.
Grité al viento
Lo hermoso de vivir en armonía.
Y me plantó cara el torbellino
Que arrastra la antipatía y la sinrazón.
Esta es mi vida
Que podría estar mejor.
Pero sería peor si no contara
Con aquel, aquella y aquellos.
No tengo más que esta vida
Y no pretendo otra más.
En ella soy eterna
De amor y paz.
La caminante Taína
Del pueblo taíno salí,
A orilla del río Sabita;
Donde la Yuca florece
Y la Guayaba se desliza.
Con piedra, macuto y coa
Recorrí el firmamento,
Hasta llegar a parar
A Maguana y su regimiento.
En bohíos me hospedaba
Acostada en una hamaca,
Agarrada a la cabulla
Evitando el bibijagua.
Llegando a Marién
Me recibió Guacanarix,
Y al intentar salir
Me ofreció a Maorocotí.
LA PROSA DE MI VIDA
A veces me pregunta la gente: ¿Cómo defines tu vida? Yo, como ya saben ustedes, antes de contestar necesito medir mis palabras, mirar a los ojos a la persona, disculparme si no me doy a entender, hacerla sentir cómoda, tratarla con respeto y cariño, excusarme si no la escucho bien, la tomo de la mano y me acerco más; y luego, le contesto:
Soy honesta; íntegra; tolerante de aquel, aquella y aquellos; confidente del necesitado; un poco caprichosa si me lo permiten; inocente ante la perversión y la malicia; ávida del conocimiento y las nuevas maneras; guardadora de recuerdos gratos; fiel a mis convicciones; tímida en lo desconocido, pero atrevida en la sabiduría; no necesito de la aprobación del otro para fabricar mi propia felicidad; nerviosa cuando no entiendo el resultado de lo que me he propuesto; humilde si con eso consigo la paz, pero soberbia si con ello obtengo más; catadora de buenos mensajes; conciliadora de desavenencias…
Y por ser como soy, mi vida la defino como la directora de una orquesta que armoniza la mejor melodía entre un grupo de personas con defectos y virtudes que hace que aflore lo mejor de cada uno y minimice lo que está de más; y eso hace que la prosa de mi vida sea lo que es.
MI HERMANA DEL ALMA
¿Me preguntas si te necesito?
Pero si siempre has estado a mi lado
En momentos difíciles,
En momentos tiernos.
¿Me preguntas si me acuerdo de ti?
Pero si cada instante me acecha
Nuestras alegrías vividas,
Nuestros tropiezos compartidos.
¿Me preguntas si soy tu apoyo?
Pero si cuando se desvanece tu esperanza
Te ofrezco mis fuerzas,
Te doy mi mano.
¿Me preguntas si caminaremos juntas?
Pero si compartimos amor
Que transciende fronteras,
Que construye cimientos.
Eres el lazo que no se rompe,
Eres mi hermana del alma.
¿QUÉ ESPERAS?
-Dime, ¿qué esperas?
-¿Yo?
-Sí, tú. ¿Qué esperas?
-Yo espero la esperanza perdida del pobre, la sonrisa del niño hambriento, al anciano acompañado, al enfermo levantarse, al moribundo sosegado, a la viuda reconfortarse, al soldado triunfante, al labrador contento, al preso libre, al joven sosegado, al amante apasionado… y también, en una noche de encanto, espero el teclado sonoro de una nota que arranca, al artista feliz…, al público extasiado.
-Y tú, ¿qué esperas?
-¿Yo? El resurgir de la amistad desvanecida, el rocío después de una noche seca, el primer beso del amado, la gloria del ocaso, el río desbordado, al vuelo de los pájaros, al rosal sin espinas, al regreso del ausente, al dolor apaciguado… y también, en la penumbra de un lugar mágico, espero el sonido de unas cuerdas armónicas, la entrega apasionada del intérprete, el entusiasmo de un auditorio desbordante.
-Vamos, vamos a buscarlos.
TE IMAGINO
Te imagino en una noche cálida repleta de estrellas,
Apoyando mi cabeza en tu hombro y abrazando mi cuerpo con ternura.
Te imagino tomarme de la mano y llevarme a un lugar repleto de árboles,
Donde el viento al vernos nos envuelve con armonía.
Te imagino mirar el firmamento y mientras cuentas cada lucero,
Me susurras al oído lo mucho que tú me quieres.
Te imagino deslizar tus dedos en mi piel desnuda,
Y hacer que mi torso se estremezca con tus caricias.
Te imagino…, te imagino tanto, tanto...
Que a veces no creo que seas una imaginación.
¿TE ACUERDAS, MADRE QUERIDA?
¿Te acuerdas, madre querida, cuando yo estaba en tu regazo que cansada de tenerme entre tus brazos pegabas mi cuerpecito en tu pecho, y con tus dedos estirabas mi pelo frágil y sedoso? Era lo que me contabas el día que me viste en el espejo probándome el vestido que me regalaste cuando llegué a la pubertad. Con ojos asombrados me dijiste: “¿Pero esta no es aquella niña de mi regazo? ¡Ya estás hecha una mujer”! Cuánta nostalgia desprendían tus palabras, madre querida. Como si hubiera sido ayer aquel momento mágico.
A veces yo te preguntaba: “mamá querida, ¿qué pensabas cuando deslizabas tus dedos entre mi pelo frágil y sedoso? Y tú, con esos ojos de miel mirándome fijamente me contestabas: “mientras deslizaba mis dedos sobre ese pelo frágil y sedoso me preguntaba ¿qué de larga será la vida de esta hija mía? ¿Será su vida un camino tan sedoso como su pelo o tan frágil como lo es?”.
¡Oh, madre querida! ¿Qué te puedo contestar sobre lo que ha sido de mi vida? Ojalá estuvieras aquí para contarte que mi vida ha sido una mezcla de momentos frágiles, combinados en ocasiones de circunstancias arrugadas que se enfrentaron a realidades torcidas y dispersas. Una vida que podía haber sido así de sedosa como era mi cabellera pero que al crecer se fue enroscando como una tuerca oxidada por el exceso de reacción ante situaciones inesperadas.
¿Y te acuerdas, madre querida, cuando di mis primeros pasos, que al instante caí y me dejaste hasta que volviera a levantarme por mis propios pies? Esto me lo contaste cuando una vez estaba insegura de tomar una decisión; y tú, con tus sabias palabras, me relataste ese hecho. Sí, lo entendí al momento, madre querida: yo debía tomar mis propias decisiones para que mis futuros pasos fueran firmes y seguros. Pero no fue así, caminé por la vida queriendo saltar sin fortalecer mis pisadas, y cuando caminé esos momentos angostos y pedregosos tambaleé como lo hice aquel día en mi niñez, y me caí.
¡Oh, si estuvieras aquí, cuántas cosas te dijera madre querida!