Rafael Enrique Hernández Ramírez
Cuba. Ha recibido los premios: Premio Pinos Nuevos 2000 (Poesía) con el libro El Precario equilibrio (Letras Cubanas, 2001), Premio Nosside Caribe 2001, Mención del Premio de La Gaceta de poesía 2004. Sus textos han aparecido en revistas como: Caimán Barbudo, Vivarium, Unión, Alma Mater, Upsalón, La Gaceta, La Siempreviva, Vitral, Extramuros, La Letra del Escriba, La Revista del Vigía, Anales de Literatura Hispanoamericana (España), Encuentro de la Cultura Cubana (España) y Labrapalabra (Estados Unidos). Poemas suyos aparecen en las antologías Los parques (Reina del Mar, Cienfuegos, 2001) y Lezama Lima, ese misterio que nos acompaña (Colección Sur, 2011). Realizó trabajos de investigación en la antología La patria sonora de los frutos, de Gastón Baquero (Letras Cubanas, 2001).
POEMAS: "POSTILLA".
Postilla
I
En los mercados de las carnes
los puercos boquean.
Nosotros con ellos.
Nada escapa a la voracidad
de los matarifes
de cuchillos largos.
Todo se hace masticable,
y dinero.
II
Una puntilla
enterrada
en la cabeza.
Agujeros sucesivos.
Cabezas sucesivas.
III
Yo que huyo
de los perros
por miedo
a sus mordidas,
clavo mis dientes
en el pellejo
de mis vecinos.
Asusto
a la jauría.
IV
Caen
los borrachos
del paseo
de setenta.
Se vacían
los bancos.
Los sobrevivientes
beben
el alcohol
de los caídos.
Festejan.
Son
menos bocas
para la botella.
V
Los mudos
cruzan
a las tres
de la mañana,
cuando
nadie los ve.
Sus lanzas
quiebran
pelos
y señales.
Torcer lenguas
es su refugio.
No entienden
otro idioma.
VI
Unas gotas
en el tragante.
Un rastro
define este día.
Sangre menstrual
sobre nosotros.
VII
Llevo
muestras de orina
una vez
por semana.
Mi mujer
embarazada
las proporciona.
Pomos estériles
envueltos
en papel periódico
para no asustar.
Alguien de mi familia
I
Como un minúsculo empleado
debo moverme junto a ti.
Tener tu baño a la hora adecuada,
tus chancletas al pie de la cama.
Frotar el piso donde tu salivazo se estrelló.
No tengo voz ni voto
en la manera tuya de cortar la carne.
Me invitas a un trago que rechazo
y te hago la corte
como un minúsculo empleado
que espera las cuatro de la tarde
para escapar.
II
En la cubeta metió sus uñas garfiadas,
ahí quedan por un rato,
el agua caliente termina por ablandarlas.
Todo se va cubriendo de jabonadura.
Mis manos buscan con fastidio sus pies,
disfrutan con la idea de raspar hasta el hueso,
ir dejando tiradas las pequeñas costras
que se pegan al fondo.
III
El hombre viejo toma una copita
a las dos de la mañana.
Es su manera algo esquiva
de espantar a la familia que lo acosa.
Vivos y muertos lo reclaman siempre.
Ha sido un largo día que prefiere olvidar.
Una copita en la madrugada
calma el temblor de sus manos,
lo ayuda a escurrirse de las sombras.
IV
Dieciocho botellas de ron vacías
alineadas sobre el piso del comedor,
botellas para ser vendidas
-un peso por cada una-,
dejan un círculo húmedo sobre las losas
al colocarlas en la bolsa.
Te he visto llevarlas al fondo,
mientras te enjuagas para esconder el tufo.
A cuesta con los minúsculos trofeos pasas.
Hago silencio frente al hombre viejo y su bulto.
V
Una voz que te aniquila
en una casa sumergida.