Norma Starke
Quilmes, Argentina 1 de junio 1949
Antes Que Agosto Concluya
La rama en la zanja/los grillos construyen murallas que nadie tiembla/
la lluvia borra trazos que otros escriben/ Cada día iguales/
Muros huecos de roca se deslizan por el horizonte / El cielo no se cubre de aquella audaz melancolía /
Más allá de la confusión / agota el círculo/
Luz de mañana / de invierno / eclipse de ropas lavadas al sol /
intemperie lejana / Hay un viento de estar y no / Vidrios que amanecen sobre un nuevo rincón /
Lejos cerca se libera la palabra / imágenes que vuelven al centro/
¿a qué tanta perfección de la forma?
Sombras De Lagartijas
Canciones de un delirio extraviado
el viaje largo de la sombra / de las palabras de la tarde manantial /
de un viejo viento encendido que no termina / enamora a lo alto de los árboles/ a las estrellas del río/ muere en la tierra del polvo /
A la larga sombra que viaja / en palabras manantial /
no cesa el viento al caminar / enciende el río /
se apagan las estrellas de polvo tierra / agua de estrellas el viaje del viento /
las alas que vuelven con los ojos abiertos / cerrados /
bocas de lámparas no se apagan / se extravían en abrazos /
abrazos del viento / río / en la sombra. Sombra manantial.
Vida de hormiga
por escuchar al viento que entibia y toca la mano
y persigue herido el grito de una metáfora
hablo con la tierra / polvo y arena de su cuerpo, en el mío
lenta la llegada de la noche avista la calandria escondida
en el pino se desespera y busca aliviarse
en las flores encendidas de un viejo ceibo
forma deforma las ramas del brote incipiente
el cantero que recuesta las achiras
aún así, corregido por el jardinero paraguayo,
es un óvalo de tierra removida, y en él ahora,
asoman flameantes los verdes nuevos
¿qué exalta a tanta hormiga de negra barriga?
¿qué paredón inmenso se les hace esta veredita rota de la casa?
Por el caminito eché granos de arroz.
Blancos granos de arroz que ellas esquivan, nada las distrae.
Allí abajo transcurre ese mundo de intenso trabajo,
arrastrar ramas y hojitas de aquí para allá.
Quién sabe a qué lejano cementerio de insectos,
llevan esos, los cuerpos muertos de sus parientes.
Abril oblicuo y vertical, Norma Starke
por Mariel Monente
EL MANANTIAL EVOCADO
Sobre el libro ABRIL OBLICUO Y VERTICAL de NORMA STARKE
“quién dirá murciélago espejo alas?
heridos los libros
los zapatos gastados
de rodillas la hoja del que tiembla”
Habitamos junto a Norma este albergue para lo interrogado, hasta la misma inacabada intemperie, hasta el vacío último, hasta la despedida.
Y en medio, ella, renuncia una y otra vez a la imagen fácil, al lugar común; pertrechada con los fantasmas del pasado, anclada y en fisura aún así avanza, a pesar del riesgo de “quedar en la entrada, sin llegar”, a merced de una ciudad que la acorrala.
El poema resiste, húmedo de todas las lluvias, fresco de todos los aires venideros y sin piedad retoma la canción redonda en la pregunta. Norma nos increpa, interroga al paisaje y a la vida, con los destellos que provocan las imágenes vestidas de nostalgia, desvestidas de certeza.
Un tiempo de lógica circular aletarga los relojes (como un cuadro de Dalí) hasta casi detener el movimiento y, muy lejos de ser una instantánea, la escena es plena de sentido por descubrir.
El manantial evocado, a pesar de sí mismo, refleja los ideales y la luz, nos ilumina en breves instantes de ilusión. Un haz se dirige hacia las ruinas, que nos hablan de lo que una vez hubo y también de lo que oculta.
La poeta describe bellamente ese escenario pompeyano, lugares donde palpitaron los amantes, con ecos de risa, con el cielo por testigo inmutable; allí lo cotidiano se deshace cobrando la más extraña envergadura: un patio, un fósforo, botellas vacías, caracoles; perforan una realidad que sucumbe bajo el peso implacable de la palabra.
“no saben que esconden
el mismo dulce de la derrota”
Sólo la lluvia podrá salvarnos del descreimiento, la poesía húmeda, artífice de esa otra realidad, y el amor, que se arriesga en el desafío de conjugar las dimensiones “juntándose en la noche/lo ancho y lo alto”, “oblicuo y vertical”, la ruptura.
Norma sabe del juego, entreabre la puerta y nos invita a ser parte de su paisaje interior, arroja los guijarros sobre el agua y apenas la roza, juega con la superficie, moldea la forma revelando así lo más profundo: ese reflejo de cielo que es “el cuchillo de acero” que nos cala.
Mariel Monente