ENRIQUE GIORDANO
Chile, 1946. Poeta, dramaturgo, docente y actor. Comenzó sus estudios y su actividad teatral y literaria en su natal Concepción, Chile.
Después de recibir su título de Profesor de Español en la Universidad de Concepción, se estableció en Filadelfia, USA, donde obtuvo su Doctorado en Literatura en la Universidad de Pennsylvania en 1978. Vivió once años en Nueva York, enseñando en Barnard College y Columbia University. En esa ciudad estudió teatro en el HB Studio y Actors Movement Studio, participando como actor, director y dramaturgo en teatros hispanos. Participó también en muchos talleres literarios, tanto como poeta y dramaturgo.
En 1981 recibe el Premio de la ACE de Nueva York al mejor actor hispano por su actuación en Pasajes del Quijote. Reside actualmente en Ohio, como profesor de la Universidad de Cincinnati.
Su libro de poemas El mapa de Ámsterdam (1985), vuelto a publicar por Cuarto Propio en 2005, fue escrito durante su estadía en Filadelfia y Nueva York. Aparte de sus publicaciones académicas, Enrique ha escrito doce obras teatrales, de las cuales cinco han sido representadas en Chile y los Estados Unidos, publicadas en 2011 por Maitén 3, San Juan, Puerto Rico, bajo el título “El último pétalo de la Flor de Fango y otras obras”. Actualmente, se dedica también al cine y ha actuado en roles protagónicos en Crocodile (basada en el cuento de Felisberto Hernández–USA, 2001) y Visitas (Bogotá, Colombia, 2004). Su más reciente libro de poesía es “El silencio de Claudio” publicado en Chile en abril, 2015, por la Editorial Cuarto Propio. Giordano escribe regularmente en su blog http://giordae.blogspot.com/
El mendigo
Mi vida es muy sencilla:
Trabajo en un café
Cada noche en un café distinto
Cuando llega la oscuridad
y se van encendiendo las lámparas
me siento en el rincón más oscuro
en una mesa pequeña donde nadie pueda verme
(pretensión ociosa:
A nosotros nadie nos ve:
Heredamos el paciente prodigio de pasar totalmente desapercibidos)
¿Qué hago?
Como ya les dije, lo que hago es muy sencillo
Escucho
Y puedo asegurarles que yo sé escuchar
Esto al menos nadie me lo podrá negar
Lo escucho todo, hasta los silencios
Retengo todas las palabras que se dijeron
La que nunca pudieron decirse
Y aquellas que se dicen de todas las maneras posibles que una palabra se puede decir
Desgraciadamente tengo mala memoria
y nunca recuerdo lo que quisieron decir
Quizás porque ya he renunciado a entender
O simplemente
Porque me lo sé ya todo de memoria
No me las doy de omnipotente ni de ubicuo
Mi percepción va más
que el rebote del último sonido
entre los vasos y las porcelanas
Mi trabajo es muy simple
Pero hay que saber esperar
Y esto sí confieso que me resulta extenuante
Aunque ya no me importa
Simplemente me quedo allí
hasta que la última mesa haya quedado vacía
el último mantel recogido
y las lámparas apagadas para siempre
Entonces me levanto
Y comienzo a barrer todas las palabras
que han caído desparramadas por el suelo
Algunas son fuertes y se resisten
otras se desarman en letras sueltas
Y hay veces cuando el azar provoca las combinaciones más insospechadas
Pero ya sé que en el fondo dicen nada
tengo mi conciencia tranquila
cuando al piso lo he dejado limpio como una página en blanco
Pero tampoco crean que soy perfecto
En realidad no lo soy
¿Cómo lo podríamos ser
si vivimos sólo del aire y la sangre de nuestros semejantes?
Como irremediablemente nadie me mira
cada noche escojo una de aquellas palabras
La recojo con ternura
Con el cuidado de quien siempre supo
que cada simple combinación de letras y palabras
alguna vez
-digo: alguna vez-
prometieron algo
A cada palabra que recojo
la cubro con la palma de mis manos entreabiertas
para que no se enfríe y deje de vivir
A veces despierto feliz
sintiéndola a mi lado
O despierto llorando porque ya no está allí
Pero otras,
las más
ya se han deshecho con la humedad de mi piel
y dejan como llagas viscosas en mi cuerpo
Heridas que tardarán en cerrarse
por lo menos todavía
Hasta que a la noche siguiente
vuelva a sentarme en la mesa más oscura
de cualquier otro café
Y haga lo único que sé hacer:
Escuchar
Escuchar en silencio
Y esperar.
"El silencio de Claudio" de Enrique Giordano, una lectura.
Por Soledad Fariña
…de no hablar sino cuando fuere preciso, raramente despegaríamos los labios.
Epicteto
Al encontrarnos con El silencio de Claudio nos preguntamos ¿Es un drama? ¿un guión? ¿narrativa dislocada? ¿un poema compuesto de múltiples relatos? ¿una novela gráfica?
En principio no debería asombrarnos la puesta en escena de este texto que transgrede los géneros literarios. Asombra, sí, la anotación de “escritos post mortem” bajo el título del libro, lo que nos hace pensar ¿será una biografía del alguien, de algún amigo del autor que murió? Pero de de inmediato pensamos que es otro guiño de Enrique Giordano, ya lo conocemos de El mapa de Amsterdam (la dedicatoria ¿es también parte de la ficción? Nunca se sabe…).
El epígrafe de Edgar A. Poe, nos alerta sobre el estrecho límite entre la vida y la muerte de quien es enterrado vivo. Esta primera reflexión, que más tarde se reflejará en la voz del protagonista (Aunque sé que estoy vivo Es probable que ésta sea la muerte) podría ser una línea de lectura, sin embargo a medida que avanzamos vemos que el texto despliega un abanico de sucesos que se reiteran, se contradicen, se refuerzan, se anulan. Los personajes-voces corresponden a una familia -abuela, padre, madre, hermanos no sabemos si reales o imaginarios-.
Se inicia este -poema-drama fantástico-novela con este relato:
“Lo único que sentimos fue un ruido sordo, inesperado que nadie supo describir con exactitud cada vez que se narró y se volvió a narrar el mismo incidente. La verdad es que nunca lo contaron mucho y quizás hubiera pasado totalmente desapercibido si no fuera porque Claudio—para ellos—nunca volvió a ser el mismo, o mejor dicho, el que se suponía que iría a ser el mismo.”
En un nivel el del relato, el cuerpo queda tirado, pero en otro nivel, después del golpe, caída, ruido, Claudio queda encerrado dentro del espejo observando lo que sucede fuera, vive una vida fantástica -y a veces oscura- en sus galerías. El espejo, como variada metáfora, es un elemento esencial de la obra
El espejo configura ángulos al infinito
Anuncia otros espejos
Lo que no cabe en
la infatigable faena de mis pupilas
ya lo puedo imaginar.
me resulta predecible
Será siempre la misma repetición
Escalones que llevan al agotamiento de cada día
Al retorno inevitable hacia el calor de las sábanas húmedas
poder olvidar por un instante…
Lo veo todo
No veo nada
O veo muy poco
Anuncia otros espejos
Lo que no cabe en
la infatigable faena de mis pupilas
ya lo puedo imaginar.
me resulta predecible
Será siempre la misma repetición
Escalones que llevan al agotamiento de cada día
Al retorno inevitable hacia el calor de las sábanas húmedas
poder olvidar por un instante…
Lo veo todo
No veo nada
O veo muy poco
Total
¿a quién le importa?
Nací en una época de grandes objetivos
seductoras utopías
bálsamos de esperanza
¿a quién le importa?
Nací en una época de grandes objetivos
seductoras utopías
bálsamos de esperanza
El personaje –voz- de la madre habla y es hablada en distintos segmentos sin perder sus características. Al inicio del siguiente párrafo, aparece su imagen dando la espalda al lector (al público)
Mira hacia el mar
Extiende su mirada a lo largo de las olas
Quisiera destejer el pasado
Poder comprender
Cuándo comenzó aquella travesía
Cierra los ojos
Y se sumerge en mundos más allá de toda distancia
Surgen constelaciones desconocidas
Donde ni el ruido ni el polvo entran
La más variada gama de colores
se entrelazan creando combinaciones inagotables
Viajará con su hijo por rayos de arco iris
Lo llevará de la mano mostrándole
todo aquello que carece de nombre
Extiende su mirada a lo largo de las olas
Quisiera destejer el pasado
Poder comprender
Cuándo comenzó aquella travesía
Cierra los ojos
Y se sumerge en mundos más allá de toda distancia
Surgen constelaciones desconocidas
Donde ni el ruido ni el polvo entran
La más variada gama de colores
se entrelazan creando combinaciones inagotables
Viajará con su hijo por rayos de arco iris
Lo llevará de la mano mostrándole
todo aquello que carece de nombre
El personaje del padre, se desdobla en tres: hay un padre “real”, temeroso, descrito por el hijo:
Mi padre desaparece en lo alto
ya no vuelve la mirada hacia atrás hace ya mucho tiempo que perdió toda esperanza
ya no limpia la estela viscosa que mi cuerpo deja sobre de los peldaños
ya no vuelve la mirada hacia atrás hace ya mucho tiempo que perdió toda esperanza
ya no limpia la estela viscosa que mi cuerpo deja sobre de los peldaños
Está el padre torturador y el padre ideal. Por otra parte Claudio aparece vivo en el recuerdo su madre, pero inexistente en la realidad del padre. A veces Claudio es un monstruo que se hace real a la salida del espejo, tal vez es un fantasma.
La penumbra se divide en dos pedazos
Ante el grito desgarrado de mi madre
Mi madre ha gritado
Frente a ella
El Otro Claudio
Ese Claudio que todos temen
Reptando frente a ella
Jadeando con dificultad,
Mirándola al interior de los ojos
Ante el grito desgarrado de mi madre
Mi madre ha gritado
Frente a ella
El Otro Claudio
Ese Claudio que todos temen
Reptando frente a ella
Jadeando con dificultad,
Mirándola al interior de los ojos
(voz de Claudio)
Soy lo que han ocultado durante toda su vida
Aquello que quieren no ver
Aquello que prefieren ignorar
Saben que estoy aquí (estamos)
pero simulan no vernos
(A nosotros nadie nos ve)
Sólo así podemos seguir sobreviviendo
Aquello que quieren no ver
Aquello que prefieren ignorar
Saben que estoy aquí (estamos)
pero simulan no vernos
(A nosotros nadie nos ve)
Sólo así podemos seguir sobreviviendo
(voz del Claudio-monstruo)
(es fácil olvidar
fácil pretender que la podredumbre no existe
difícil les ha sido borrarme
Limpiar para siempre lo que yace en las entrañas de esta casa no quieren ver que se está hundiendo
sumergiéndose de a poco entre las miasmas
ratas muertas
cadáveres enterrados vivos cimientes podridas gritos petrificados
los crímenes nefastos que el miedo les llevó a cometer)
(voz de Claudio monstruo)
Pero hay algo más, hay un doble, un gemelo, un hermano siamés de Claudio, se llama Lorenzo. Aparentemente muere a poco de nacer, pero finalmente es el doble de Claudio que ha vivido otra vida, la vida de afuera, de peligro, tortura, huida, y es imantado por un parque de eucaliptus que ha buscado toda su vida. Por su parte, Claudio, ha esperado tras la ventana a “su otro” -que es él mismo pero con otro nombre-.
Esta, la historia de Claudio, o de Claudios, de Lorenzo, de la madre, de los padres, abuelos, es la matriz o la base de un texto donde gravitan otros y cuyo final –o finales- son abiertos. El autor parece jugar con las múltiples posibilidades del relato. Pero a pesar de este juego -repeticiones, superposiciones, ilustraciones- hay un elemento que conecta íntimamente a los personajes y sus acontecimientos a través de los distintos segmentos: es el tono. Es el miedo el tono que da unidad a las variaciones. Como puntas de un iceberg van apareciendo rasgos del entorno, del contexto, del tiempo:
Martes, 3 de la tarde… Golpean la puerta con violencia
Vuelven a golpear
El ruido hace temblar la escalera
Los fantasmas desaparecen
La casa cruje
Ventana rota
Violento ruido de vidrios
Han entrado con violencia!
A golpe de carabina las puertas
Los estantes
Los cuadros
Las fotos
Las cartas
Los cuadros
Las vidrieras
Los libros desparramados por el suelo
Empujan a mi madre por la escalera
Ella se enfrenta con un la ira irreprimible de tantos años de angustia
Con la fuerza de quien lo ha perdido todo
Que le han arrancado todo
Hasta los recuerdos
Vuelven a golpear
El ruido hace temblar la escalera
Los fantasmas desaparecen
La casa cruje
Ventana rota
Violento ruido de vidrios
Han entrado con violencia!
A golpe de carabina las puertas
Los estantes
Los cuadros
Las fotos
Las cartas
Los cuadros
Las vidrieras
Los libros desparramados por el suelo
Empujan a mi madre por la escalera
Ella se enfrenta con un la ira irreprimible de tantos años de angustia
Con la fuerza de quien lo ha perdido todo
Que le han arrancado todo
Hasta los recuerdos
Es un tiempo de miedo, de peligro, de censura, muerte, allanamientos, desaparecidos. Un tiempo de silencio. Sin mencionarlo explícitamente el silencio de Claudio corresponde, en algunos segmentos, a la mudez que acompañó a las personas luego del golpe y la mayor parte del tiempo de la dictadura militar.
¿Cómo narrar el miedo en un relato coherente? ¿Cómo narrar el silencio, la mudez si nunca nadie habló de “eso”? Aun dada su complejidad para calificarlo este texto es, en parte, narrativo y podría ser homologado en algunas de sus características a las llamadas “narrativas de la postdictadura”, cuya premisa fundamental es que “la literatura postdictatorial está bajo la determinación del duelo y la decadencia del arte de narrar”, (Idelber Avelar, Alegorías de la derrota. La ficción postdictatorial y el trabajo del duelo, p. 34. Editorial Cuarto Propio, 2000). Luego del golpe milita la derrota de muchos conlleva una pérdida (el lenguaje, el habla, la dignidad, la vida); esa pérdida requiere un duelo y ese duelo se hace –aquí- mediante la escritura. Pero hay experiencias tan extremas que no pueden escribirse y lo único que queda a la escritura es hacerse cargo de esa imposibilidad. En este texto, el protagonista parece hacerse cargo, vemos la lucha de Claudio con las letras:
El centro del ojo escupe letras
Letras en cuajos de sangre
Cuajos de sangre
formando frases viscosas.
Sangre ciega
Mariposas carnívoras
Que se apoderan del aire
Letras que
surgen de la tierra para matar
A reducirlo todo a un pequeño sarcófago de palabras
Letras carnívoras que devoran tu respiración
Letras en cuajos de sangre
Cuajos de sangre
formando frases viscosas.
Sangre ciega
Mariposas carnívoras
Que se apoderan del aire
Letras que
surgen de la tierra para matar
A reducirlo todo a un pequeño sarcófago de palabras
Letras carnívoras que devoran tu respiración
Que te persiguen por cada pliego de tu pensamiento delirante.
La pérdida con la que la escritura intenta lidiar ha tragado, melancólicamente, a la escritura misma, dice el filósofo Pablo Oyarzún, comentando la tesis de Avelar, el sujeto que escribe se da cuenta que él es parte de lo que ha sido disuelto.
Dos segmentos de El Silencio de Claudio:
Las letras salen de sus escondrijos y permanecen en acecho
Saben que no puedes escaparte, Claudio
Observan cada gesto cada temblor de tus labios
Esperan la salida del sol para formar palabras
frases que irán avanzando lentamente hacia tu cuerpo
A comenzar la lucha diaria
a trabajar por tu perdición
Saben que no puedes escaparte, Claudio
Observan cada gesto cada temblor de tus labios
Esperan la salida del sol para formar palabras
frases que irán avanzando lentamente hacia tu cuerpo
A comenzar la lucha diaria
a trabajar por tu perdición
***
Vio un mar de letras arrasando la ciudad: vio metralletas disparando letras mortales: vio letras hundir puentes: vio letras estrangulando víctimas inocentes: vio letras carcomiendo como insectos las imágenes de las pantallas luminosas: vio letras confabular las extorsiones más infames: vio letras delatando nombres: inimaginables, infinitas mentiras grabadas bajo la infamia de las verdades y se vio a sí mismo en las más abominables metamorfosis
Todas las gradas que van entre el ángel y el monstruo
entre el héroe y el anti-héroe
se vio subiendo aterradoras escaleras de letras
innumerables espejos de letras /
edificios de letras desmoronándose sobre la tierra que tiembla implacable cementerios tumbas de letras
Y así vio como se armaba y se desarmaba el mundo de afuera. Combinaciones incesantes de letras, capítulos históricos, aterradores genocidios, religiones, contra-religiones
Así se estructuraba el mundo
Génesis y apocalipsis de los cuales Claudio quedaría por siempre y para siempre desterrado
Todas las gradas que van entre el ángel y el monstruo
entre el héroe y el anti-héroe
se vio subiendo aterradoras escaleras de letras
innumerables espejos de letras /
edificios de letras desmoronándose sobre la tierra que tiembla implacable cementerios tumbas de letras
Y así vio como se armaba y se desarmaba el mundo de afuera. Combinaciones incesantes de letras, capítulos históricos, aterradores genocidios, religiones, contra-religiones
Así se estructuraba el mundo
Génesis y apocalipsis de los cuales Claudio quedaría por siempre y para siempre desterrado
De los muchos aspectos que se tejen y destejen en este libro, hay otro que quisiera destacar y es la presencia del deseo, en segmentos mínimos y casi no reiterados está presente el deseo ferviente por la unión amorosa de los cuerpos: el primero es el deseo (aparentemente universal del varón) por volver al seno materno
Madre
Quiero volver a tus galerías tibias de humedad y cariño
para que nadie pueda interrumpir nuestra felicidad
para que nadie pueda interrumpir nuestra felicidad
para que nadie pueda interrumpir nuestra felicidad
Quiero volver a tus galerías tibias de humedad y cariño
para que nadie pueda interrumpir nuestra felicidad
para que nadie pueda interrumpir nuestra felicidad
para que nadie pueda interrumpir nuestra felicidad
Y el segundo es el deseo más irrealizable: la unión de un cuerpo con sí mismo. Hablamos del doble, del gemelo siamés, Lorenzo es el cuerpo del “otro sí mismo” intentando la unión perfecta que nunca se logrará: el tiempo y el espacio separan a estos dos seres en su paradoja que está lejos de ser narcisista: Claudio no ve su reflejo en el agua ni se ama a sí mismo. Claudio ama a su “otro” que hizo cosas que él, paralizado por el cristal del espejo, por el cristal de la ventana, no pudo lograr.
Tuve que cruzar la mitad del mundo hasta dar con tu ventana
miras por los visillos
miras con insistencia
Sabes que estoy aquí
miras con insistencia
Sabes que estoy aquí
Sabes quién soy. No sabes mi nombre pero sabes quién soy.
Soy como el que ves en tus sueños
Noche tras noche
Noche tras noche
Todas las heridas cicatrizan, mi amor. Mis dedos van por tus llagas cerrando ese dolor eterno que quiso separarnos. Las grietas se irán cerrando bajo la caricia de mi piel, el calor de mi sangre.
¿ Hay final ?
¿O no lo habrá nunca?
Pregunta el narrador omnisciente, o Claudio, o Lorenzo cuando es abatido por su padre torturador, poniendo en cuestión el final de la obra.
Quedan tantas entradas para abordar este libro de Enrique Giordano, tantos finales abiertos que yo, como lectora, elegiré uno:
Cuando volví a abrir los ojos comprendí que nunca podría volver a cerrarlos y que mi vida sería una eterna vigilia en la que nadie vendría a acompañarme. Como el enterrado vivo, sólo yo, y digo sólo yo, sabré la inmensidad de mi infortunio. Para siempre encerrado en este espejo, condenado a verlo verlo todo, todo, y lo peor… a no olvidar.
En http://letras.s5.com/sfar120614.html
ENRIQUE GIORDANO: El mapa de Amsterdam. Santiago de Chile: Libros del Maitén, 1984.
me tiendes en tu pecho
como a un pájaro que tirita de frío
en una playa vacía
(...)
Me desgarras con toda la furia
de esos años en vano
Rompes para siempre ese mapa simétrico
lo descuartizas con esa furia de tantos años sin respirar
(Yo en el fondo y nunca te lo dije
odiaba odiaba de veras ese mapa
y lo hubiera hecho pedazos si hubiera)
¿Y de qué otra manera íbamos a vivir, Miguel?
Y ahora
En este palacio redundante de mediocridades
viendo pasar el último tranvía de Philadelphia
cuántas veces tuve envidia
de la trizadura inevitable de tu cuarto
Philadelphia, una noche de enero cualquiera
medianoche de vómitos
madrugada de escupitajos
mediodía de excrementos
largas esperas de amoníaco
las A que se abren
las I que se cierran
las consonantes que respiran
detrás de un vidrio roto
Los libros que mueren descuartizados
en un bar sin ventanas
las O que se bifurcan
las U que se transforman
la inyección que va directo a tus venas
las I que se cierran
el vocabulario de la muerte
New York, 18 de marzo de 1981
Un cuerpo cae
y se revienta en un campo de básquetbol
Los pájaros vienen a morir a Nueva York
(...)
La muerte empieza en el centro de tu mirada
Llegó el momento de vestirnos para siempre:
Una sonrisa clavada en el marco de una ventana
jeroglíficos
Un corazón atrapado entre dos puertas de metal
voces
La cabeza de tu madre salta entre las ruedas de acero
Un vidrio trizado
Jeroglíficos de voces anónimas
sobre el mapa de Nueva York
.