ÓSCAR ESPINOZA VALENZUELA
Nació en Talcahuano(1962), pero vivió en Coquimbo desde los 2 años. Profesor de Química y Ciencias. Inicia su labor poética componiendo canciones para los festivales de Coquimbo. Es co-fundador del “Movimiento de Creación y Difusión Literaria” de Illapel. Es co-autor del libro: Cuatro autores del Choapa (2003). Gana el Segundo Lugar en el concurso de los 250 años de Illapel, y es publicado por “Ojo en Tinta”(2004). Su obra aparece en “El Burro del Diablo; Arqueo de la poesía contemporánea de la Región de Coquimbo”; Selección y notas de Arturo Volantines; Ediciones Universitaria de la Universidad Católica del Norte, 2008. Reside en Coquimbo.
OBRA:
Princesas diaguitas en el silencio del Choapa
Poesía mágica moderna (Editorial: Cuarto Propio, 2012)
OCRE Y GRANATE
Ruedan en torno al mar
las salinas tempestades,
las enfurece tu rol de arena,
tu estigma pétreo,
tu fina sombra,
tu calor que pica los ojos,
tu mucosa de noche helada,
las gravitantes gotas ocre
de tu carne salada.
En un sinfín de rodar
las transparentes humedades,
saborearon las derivas
de tus pechos granate,
y en tu lengua embravecida,
en el mar sin olas de tu sangre,
bajo el sosiego de la espuma,
ebrios de sol los huracanes,
extendieron tu piel al viento,
esfumándose en la tarde.
/página 54 /Poemas a los valores extintos y otros./ DeL LIBRO CUATRO AUTORES DEL CHOAPA/ Año 2002/Ed.Tierra Mía.
Princesas diaguitas en el silencio del Choapa
Óscar Espinoza Valenzuela [*]
PRINCESA DE LA ARQUEOLOGÍA
La poesía del Choapa está en sus piedras,
en los lechos de sus ríos,
en la poesía unitrino de las ánimas,
en los papers arrugados
de la historia.
En los tiempos del inca no había
ni Cornely ni Montané ni Ampuero
mas todo se desarrollaba y acontecía,
la cadena milenaria de las sombras
se multiplicaba en lo más profundo de los grises
y en su oralidad vertiginosa
la greda mojada y húmeda
daba forma a la brillante alfarería
en sus zigzagueos multicolores
se preñaba la selva salvaje
más allá de cualquier enigma
simplemente
llevando
el agua fresca y cristalina
simplemente
ofrendando
la sangre roja ….
Y se advino la princesa de la arqueología,
en todos los valles señalados
tocó midió plasmó
en sus hojas cuadriculadas
dibujó,
a horcajadas sobre las piedras milenarias,
dibujando cada surco de la piedra
sobre los vestigios auténticos de lo humano,
imaginóse mis trabajos
mis comidas
mis ritos
mis funerarios encuentros
adivinó mi vieja chamanería
auscultó todo
con sus dedos blancos
hasta llegar al momento preciso del desastre,
hasta llegar al vernáculo acontecimiento
hasta alcanzar la semilla más querida
y ahí en ese rincón ignoto
habló la piedra y la greda,
habló el río y la llovizna,
habló la princesa
en su silencio
en su canto de libélula liberada
en su mirada
en su gesto
en su piedra
en su paloma
en sus maíces
en sus dolorosas manos
en sus piqueteadas piedras de montaña
habló
en el viento de los valles clandestinos
habló
en las más estrechas quebradas de la memoria
en donde la llama y el guanaco
plasmaron su señorío…
La princesa de la arqueología
cerró mis ojos
cerró mi boca
bebiendo el agua
de mis suspiros…
La princesa diaguita
cerrando los ojos
entrando en mi boca
suspirando
en mis suspiros
confió en mi verso
matutino
en mi palabra
y se hizo de mis venas siderales
de mis largas noches de invierno,
se hizo de mis cabellos
y contemplando
la máquina sanguinaria
que arrastraba el valle hacia el abismo
se refugió aquí…….en mi mágica palabra.
Entre la culebra y el colibrí
Princesas diaguitas en el silencio del Choapa
Por Arturo Volantines
Este primer libro de Óscar Espinoza (Edición de Paloma Bravo y financiamiento del Gobierno regional de Coquimbo) es un claro intento de reconstruir el ethos del Choapa, de armar un proyecto escritural unitario y, fundamentalmente, de la operación estética para sacar la palabra de su uso común y volverla andamio de la vibración artística.
Propicia con claridad un concepto etnocultural: la reconstrucción del hogar primigenio, del amor y de la ternura. La madre tierra se niega a desaparecer; es hembra y magia; alimento de su pueblo, y en lo capital: no es paraje sino vida. No son los afanes epocales baratos ni siquiera los residuos de la revolución decimonónica sino la sabiduría de la tierra más profunda que persiste en su ser y en sobarse sus propias heridas, ajena al negocio mesquino del campaneo en la política oportunista y cuetera. Es ésta la poesía “que niega a la historia”, al decir de Octavio Paz; pero, por su ser vivísimo, la vuelve la mejor exposición de los verdaderos dolores de estos tiempos confusos.
Consigno lo meritorio de Óscar en el propósito de realizar un “constructo” literario unitario; romper con la otredad lineal y aciaga a partir de reconstruir lo identitario de ese mismo tiempo a lo menos en lo escritural. El riesgo es siempre grande, porque no se trata de una suma de poemas que se justifiquen individualmente sino de un canto coral, y es también una puesta en escena, fundamentalmente, comprendida entre los textos. Es cierto que hay altibajos; hay poemas más logrados que otros, y los anillos que unen a los textos más significativos no siempre mantienen la tensión; pero, por sobre lo anterior, el objetivo tensional se mantiene; Óscar hace un aporte verdadero a la poesía de ese valle.
Lo más arriesgado y lo más valioso de este texto es su deseo de armar un discurso poético propio y asentado en el Choapa; busca que la palabra vibre, no en su uso común sino en un ser nuevo que procure aparecer; y, por añadidura, romper con la planicie del sector. Es un desafío que no siempre se cumple; pero, a lo menos, denota un deseo de desborde; valioso, por cierto; ya que sólo hay nueva literatura alejándose de la literatura. Es un texto que contiene promesas, expectativas, y es acumulativo para la obra en desarrollo del autor; es aleteo fuerte entre la culebra y el colibrí.
Ejemplo de lo anterior, es el texto inicial llamado “Princesa del comienzo”, que en su segunda estrofa, dice: “Cada fisura está penetrada/ por el cuchillo del invierno,/ cada árbol enterrado con sus ramas/ cada hueso con su tierra y con sus flores/ cada risa con su greda milenaria”. O, en ese otro texto llamado “Princesa de la arqueología”, también en su segunda estrofa: “En los tiempos del inca no había/ ni Cornely ni Montané ni Ampuero/ mas todo se desarrollaba y acontecía,/ la cadena milenaria de las sombras/ se multiplicaban en lo más profundo de los grises/ y en su oralidad vertiginosa/ la greda mojada y húmeda/ daba forma a la brillante alfarería/ en sus zigzagueos multicolores/ se preñaba la selva salvaje/ más allá de cualquier enigma…”.
Esta obra procompacta de Óscar Espinoza es adelanto y promesa; luz propia y seria vocación, mesura e inteligencia donde hace falta. Se pone en la primera línea de la poesía de la Región de Coquimbo. No es mucho, pero es esperanzador.
Oscar Espinoza Valenzuela
Año:2012
Agobiados
Agobiados tras las puertas y los jarrones
agobiados entre luces y aguas de colores
agobiados en el cemento y en la hierba,
agobiados trashumantes de paltas y nueces
agobiados sin máscaras ni lápices sin ojos
agobiados como la tarde sin tu abrazo
agobiados por el plagio clandestino
agobiados siempre agobiados
tras las dentelladas del consumo.
Ahora lo nuestro es una constante
una inecuación interrupta
una vil proporción casi inversa
probablemente una fuerza
que imperceptiblemente nos abandona.
Yacemos disgregados entre sábanas
insensibles al sol y la llovizna
las nubes pasan y pasan
el reggae nos alumbra la cara
y los cuerpos palpitantes
trenzadas manos entre las hojas
las paredes y las hojas
solitarios fantasmas de la mattina.
Cae la perversa noche entre los perversos
caen los versos sobre las puntuaciones
caen las rodillas y tocando el suelo
caen todas las aboliciones
sinéresis diéresis contrapunto
siniestras malas intenciones
corruptos paréntesis
diminutos círculos en tus ojos.
Agobiados
siempre agobiados
infinitamente agobiados
por inexorables relojes cuenta-horas
tras las tazas de café
el agobio taciturno
la manzana de oro
con Poe y sus truculencias
descolgadas arañas vernáculas
otrora helénicas ninfas
retozonas en la alfombra.
Me parece que te agobia mi levedad
la simpleza de mi gesto
mi sol mi ombligo mi sombrero
mi pie desnudo.
Me parece que te agobia mi agobio
imaginarte mi sin descanso
mi simple transmutación de hijo
a padre y viceversa incoherente.
Todos los tabúes existen religiosamente,
agóbiame que te agobiaré
disfrázate que me disfrazaré
úntame que te untaré
hasta el sepulcro.
Mañana restallo mi verso potente
mañana , sufro contigo, pero mañana,
déjame el hoy para pensarlo
redistribuir mi cerebro
en pequeñeces y absurdas interrogantes
aligerar un poco mis párpados cansados
dibujar la niebla y aparecerte
como el gato de schrödinger
no lo dudes así se escribe
pero es lo mismo , solo un ejemplo,
un soldado que regresa de la muerte,
una viuda que regresa de un soldado,
un regimiento buscando calor bajo la nieve.
Agobiados
siempre agobiados
infinitamente agobiados,
......
salvo tú..