María Sotomayor
(Madrid, 1982). Poemas suyos han sido traducidos al portugués y publicados en diversos formatos digitales como: Letralia, Ácracia pour les porcs, Inspirulina o Permítanme ser hombre, entre otros. Ha participado en varios fanzines, como el nº1 de Aerostático Grotesto (ediciones Aerostáticas). O en los libros digitales de Dara Scully “Tus ramas/mis huesos” o “Dientes de leche”.
Es autora de los libros de poesía Estoy gritando, me conocí de esa manera (Canalla ediciones, 2013), La paciencia de los árboles (Letour 1984, 2015), Blanco y negro es animal (Ejemplar Único, finales 2016). Y los poemarios inéditos: Nieve Islandia, La ventana de Celinne, y Para no saber lo terrible de los días.
Se la puede leer en su blog: “Cartas desde Reykjavik” (mariasotomayor.blogspot.com.es).
EL TACTO ES UN INSTANTE PARA MIRAR EL MUNDO
De pronto el paisaje más triste y pequeño
se rompe en un grito de mala suerte
sin embargo
tú eres el corazón más bonito
de este mundo
es bello
antes de llegar a ser nada
andar cosechando tristezas
como huesos de aceituna
en el más adentro de tu boca
derramarlos por el suelo
siempre después de sembrarlos un verano
dentro de una botella granate
o bajo una uña
en la teoría más áspera de los invernaderos
es bello
estar tantas veces al borde de la gota
y concluir así la lluvia
y los besos que juegan al ruido de dos en dos
al chapoteo a la leche radiante de lo curvo
Dios es un hombre herido y solo
que junta palabras y juega a los soldaditos de látex
es bello
algo así como que cosas de niños vengan a mi pecho
como un remolino de viento
destrozándome el pelo sacando las tareas de reír
en mis nervios chillones rebosantes de piel
hasta que llegan las mujeres desnudas por la casa
con su dolor humano
como un extraño cielo abarrotado de formas morenas
todos los pies quedan grandes
para echarse a correr como pájaros
sobre el lomo mojado de los perros idénticos a los antílopes azules
o sobre sus ojos blancos que de pronto son negros
y en la primera temperatura
el mundo de ahora
por fin entiende
que antes que nada
sin ir más lejos
el tacto de la hierba en las manos se llama llorar.
reiði.
Podría decirte que es hambre
sí hambre
caracolillos ciegos y raros
por lo que los cabellos descienden y las personas rabian
hambre
podría decirte que es eso hambre
un montoncito de aire que me azota cruel la barriga
superficial siempre nunca por dentro
pero no crece el hambre
y por eso no lloro ni hablo ni tampoco me cerca la angustia
eso sí
hay días que he pensado en ponerle fin al montoncito de aire
por lo infantil de los golpes
que a cada rato me da sin intención de mirarme
pero haciéndome circunferencia a cada rato más
y yo me obligo a abrir la boca y tragarme la marca fina del tiempo
por cada rato por infantil por cada golpe
por todas las cosas que pasan a través de una ventana
redonda
como la tripa de la vaca sin pasto ni casa
redonda
con forma de calendario durante muchas horas
los años van y vienen y lo escrito perdura impermeable
nunca a la intemperie a lo cobijo
ahora
todos verán la cara no dicha
de aquella mujer ganso cuando habla
llenando todo de confusión de charcos
de su filosa trampa redonda su hambre
tan herida tan poco rezo tan venganza de hereje.
*
Pequeños y encarnizados metales
de punta
alargan su mano de acero
y tejen una palabra en el costado
han caído temporales
han caído las casas en tu guerra
y vemos marcharse a las bestias
recorriendo el hombro hasta la palma de la mano
después dormimos cuando la rabia ataca
y se nos caen las tripas con saña ante las sogas
se nos caen como un aplauso ante una tumba
un perfecto nudo de estómagos en los tobillos
pero no hay que perder el cabo del hilo
los gritos melancólicos en esta edad tan flaca de caer
están en que nadie te dijo que después de todo
el sonido de la metralla sería lo único que recordaras
*
Yo a ti te quiero
cerquita del pecho siempre
te quiero lejos de la crueldad
de las habitaciones por las noches
pálida y vieja ballena
te quiero
talismán de pie
balanceándose en señal
del cirujano sobre las caderas
un silencio en el mal de los hombres
el cabello anudado a los brazos largos
que rodean los árboles creciendo entre nosotras
sólo la tarde se ha hecho minuto
conteniendo una línea en el bostezo
la tristeza es larga y la confundimos
por eso necesitamos nudillos firmes
golpeando las mesas
la carne de tu carne en un guiño
fragmentos de seda en la vieja madre
*
Volveremos a estar juntas
para hablar de nuevo con estas voces nuestras
de carne y estómago
y no con los demonios de tus noches
de esas noches tuyas de pájaros en las caderas
cuando volvamos nosotras
a estar juntas y prender el verde
y el fuego para calentar la leche
y a oscuras sentarnos para toquetearnos los bordes
para ser negras, para beber de las manos
como insectos salvajes de nuestro lado más temible
alzaremos el cuello para contar los aros
en ese instante sublime
de olvidar la palabra que utilizaron para nombrarnos
*
Nos cruza una niña jugando
lleva el pelo recogido en forma de llave
y un lluvia pálida en cada mano
parece hambrienta
siempre ansiosa por estar adentro
antigua
desnucada
algo resbaladiza
la arena entonces en sus pies
y lo lento del girar en el sentido de las manos
con sus golpes, sus rodillas violetas
me pregunto
si su ombligo tiene forma de paloma
la invisible cicatriz umbilical
dentro de una cáscara de rosa
escribo sobre sus pies torcidos
su labio rojo tan lejos, tan lejos
de los tobillos huérfanos de charcos
del significado de lo puro cuando encaja
convirtiendo a los árboles
en animales heridos junto a la carretera
y los juegos infantiles son bombillas rotas de la tarde
tal vez la infancia sea un hilo en el suspiro del viento
*
No tiene prisa, olvida un zapato
pero no el sabor verdadero de los grifos
los hijos pasan silbando blancos por los caminos
y ella detrás del visillo deja correr la lluvia en sus dedos
se ha separado el pelo
y cose un jarrón milenario dentro de las azucenas
también afuera una cierva con el vientre hinchado
ha llegado hasta tu puerta
con un corazón de hombre en la boca
por qué ya no os conmueven los partos de los animales
por qué
el tiempo sería más lento en los ojos
si aprendiéramos a alimentarnos del goteo de leche
de las cicatrices redondas de los cuerpos
del ritual anémico de lo salvaje sobre la vida
*
He despertado en medio de un puente gris
soplando pequeños pasos
como insectos torpes que saltan
y saltan y remueven sus patitas
en mi carne abierta en mi carne blanda
una luz
naranja
de tarde
se derrama
por la garganta
y lo cubre todo de tierra brillante, incluso la cintura
allí dentro estoy a salvo porque el silencio avanza
y no lo he dicho aún, pero mi pena es redonda y roja
con el mismo aspecto de la tripa de mi madre
cuando ella no era mi madre y yo aún no era yo
tan sólo éramos hambre
entonces
tan chiquita era
que no podía llorar
después me soltó la mano
y las hijas dejaron de hacer pie en las bolsas
para quedarse dormidas dentro de una trapo azul
en el cielo de los niños
en las casas furiosamente extrañas
*
Si toda la luz se quedara quieta
contemplando las manos sacudirse
motitas de polvo alrededor de las farolas
y yo sintiera que me estaba enfermando
no pararía de acariciar el pequeño diente
que me empezó a crecer dentro del cráneo
en lo liviano de mi condición de mujer hacia dentro
más tarde
más tarde aún de encaminar mis pies por las aldeas
de bajar feliz de la cama y bautizar a mis doce hijos
más tarde aún de estar siempre del lado de las tormentas
pero en distintos lugares lo supe
hay que seguir tragando flores con los ojos muy abiertos
para seguir oliendo bien por dentro
así que detrás de todos mis intentos de llorar pétalos
sólo me quedó ponerte a navegar en lo hueco de los tallos
por los ríos, por las rayas lisas y pequeñas de tus manos
por la nostalgia luz barullo de los naranjos
y no hizo falta estar limpia para arrastrarse
cuando el gallo cantó su dibujo infantil
contra tu primer llanto blanco de animal sin amo
*
Una vez a mis cinco años tuve una hija
no pude llorar lo puro de su carne
la mancha cobalto que dejó en la tierra
la parí a escondidas debajo de un árbol
y no encontré señal alguna de los lobos
más tarde fui la madre de una cierva
y también gorrión dentro de una rosa
clavada en el dobladillo de un vestido blanco
la primera sangre tuvo aspecto de miel púrpura
me hizo nudo y sonrojo las mejillas
despeinada de cintura para abajo
después, la cierva murió tatuada en la ternura
en un pedazo de cielo inmenso que nos hizo sombra
la mañana que nosotras también quisimos el amor
más allá del hambre, de la tripa limpia de los hombres únicos
*
Tenías una belleza tan líquida colgando del labio
que hubo un tiempo que olvidé cómo nombrarte
más tarde el puño sobre la mesa
y quedarte tan flaca después del nacimiento
en los objetos punzantes que han llenado tu cabeza
la casa tan vacía
el grito tan alto
que no te reconoces
en el olor de la cocina sucia después de los adultos
de la ceremonia salvaje de ser dorada
ningún espejo va a devolverte tu imagen de cierva
como ningún hombre te va a volver a llenar el vientre
estás seca, te doblas como un junco
y su pequeño corazón se derrama
en tu belleza tan líquida
colgando del labio
en algún lugar de una niña
que hace una acrobacia en la ventana
y lo pone todo perdido de cabellos
sonando a barro en los ríos
en la vida entera
.