María Dolly Mejía Moreno
Nació el 6 de agosto de 1920 en Jericó, Antioquia (Colombia). Realizó estudios de periodismo y museología. Fue redactora de planta de el periódico El Tiempo, directora del suplemento literario del diario La República, colaboró en El Colombiano y en la revista Cromos, trabajó en el periódico El Liberal.
Perteneció a la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia. Trabajó como corresponsal de prensa en España, para El Tiempo. Fue cercana al movimiento Piedra y Cielo. El poeta Eduardo Carranza escribió el prólogo a su primer libro de poemas, publicado en 1945. Sus poemas, de un delicado erotismo prefiguraron el trabajo de otras poetas como Teresa Vieira y Meira del Mar. Publicó poesía, prosa poética y una obra de teatro en verso llamada Manos atadas. Falleció en Bogotá el 26 de octubre de 1975.
Memoria del Amor
Me tendí en el musgo tibio de tus brazos.
Hoy llevo mi cuerpo tatuado de nardos.
Seguí la curvada luz de tu estructura.
Hoy tiene mi tacto redondez de fruta.
Me moví en las aguas de tus ojos quietos.
Hoy ciñen mis ojos un haz de luceros.
Absorbí la leche de tu azul garganta.
Arpas encendidas son hoy mis palabras.
Palpé tu epidermis de corteza tierna.
Hoy tengo en las manos ardida una estrella.
Exprimí las cálidas cintas de tu sangre.
Curvas musicales rodean mi carne.
Sorprendí la abeja blonda de tu oído.
Lluvia de cristales me trae el sonido.
Me adentré en el tallo de tu olor a vida.
De lentos perfumes me arropa la brisa.
Trepé por el alto árbol de tu sueño.
Sonámbulas luces empinan mi cuerpo.
Habité la ardiente casa de tu amor.
Hoy tengo las venas trenzadas de sol.
Sin llanto
Si el cielo está triste
lágrimas derraman
sus mil ojos grises.
Si el mar está en pena
su llanto de olas
derrama en la arena.
Y a mí que sin lágrimas
me has dejado tú,
llorar no he podido
mi nostalgia azul.
Orgía en mi alma
Alzó su copa mi alma
y comenzó la orgía:
¡A reír, a cantar,
hay que vencer la vida!
Mi corazón beodo
en su jaula revuelta:
¡A reír, a cantar,
llegó la primavera.
Muerde, boca, los frutos
que en sazón a ti llegan;
exprímeles la sangre,
aunque tus labios hieran.
Mis ojos se han abierto
como azules banderas,
al triunfo de mi sangre
sobre la vida entera.
Mis cabellos relucen
desbocados al viento.
¡A reír, a cantar,
es mío el firmamento.
Y se agitan mis manos
igual que mariposas
y burlan las espinas
al arrancar las rosas.
Hay orgía en mi alma
y viste luz mi cuerpo.
¡A reír, a cantar,
el dolor está muerto!
A reír, a cantar,
mi alma está de fiesta,
y vibro toda entera
al ritmo de mi orquesta.
A mi corazón
Pequeña flor de mi sangre
que entre mi pecho palpitas:
¿Por qué cuando él me sonríe
como una hoja te agitas?
¿Por qué aceleras tu ritmo
cuando me toma en sus brazos
y el aliento me contienes
cuando le escuchas sus pasos?
Y te asomas por mis ojos
para besarle su pelo;
y te estremeces de angustia
cuando no puedes tenerlo.
Y de su boca y sus manos
has creído ser el dueño.
¡Pobre corazón! qué triste
cuando se acabe tu sueño.
Deseo de llorar
Hoy quiero llorar mi pena
como no he llorado nunca;
quiero derramar mi llanto
como gajitos de luna
Que la tristeza se asome
pálida y blanca a mi frente
y que me ponga los labios
como lirios ausentes.
Para acariciar mis lágrimas
hoy quiero llorar mis pena;
para mirarme las manos
como ramos de azucenas.
Quiero ver entre mis ojos
violetas de tarde muerta,
y que el corazón se mueva
como un algo que despierta.
Oir voces que se fueron
y otras voces que han venido.
Cansancio en mi propia sangre.
Languidez en mis sentidos.
Hoy quiero llorar mi pena
y sentir el ruido breve
que hace mi llanto en el suelo
cuando a besarlo se atreve.
Quiero verme azul de llanto
como una rosa de invierno.
Ver mis lágrimas rodando
y ver mi pena creciendo.
En tus ojos
Deja que me mire
en tus ojos negros.
Que ávida mi boca
se dibuje en ellos.
Ten fija a la mía
tu pupila oscura.
cíñeme a tus ojos
como uvas maduras.
Deja que me vea
duplicada en ellos,
como si estuviera
sobre un lago negro.
Déjame que mire
si me quieren ellos.
¡No puedo! tu tienes
lo ojos tan negros...
Tu ausencia
Cómo pesa tu ausencia
en mis labios callados
y me tiñe los ojos
con sus lirios morados.
Oh! qué muda nostalgia
en mi frente se posa
¡Qué tristeza en mis labios!
¡Qué perfume sin rosa!
Cómo pesa tu ausencia
sin tu luz ni presencia
en mis noches sin sueño.
y a tu imagen me clava
tu caricia esperada
como a invisible leño.
La Aldea
Hermana, era mejor la aldea
con su ramo de pájaros al alba,
con su cielo gozoso de perfumes,
de trinos, mariposas y campanas.
Desde su atardecer apaciguado,
descendía el arcángel de los sueños,
la sosegada iglesia olía a rosas,
a canción, a plegaria, a incensario.
Los árboles se alzaban sin heridas
acunando gorriones en sus ramas,
la amapola crecía sin espanto
en medio de la espiga y la alborada
Y era mejor la aldea, dulce hermana,
sin fusiles, sin cascos, sin espadas.
Libre en su pequeñez de golondrina
apenas por el cielo custodiada.
El domingo, vestido de colores,
madrugaba en los labios de las frutas.
Desde el cerro venía el campesino,
empapado de luz, paisaje y música.
Y era mejor la aldea, hermana mía,
con su sol de hora exacta en la mañana,
con su desnudo e invariable cielo,
con sus menguadas calles y su plaza.
Y era mejor con su infranqueable tedio,
con su precioso despertar del día;
entonces era nuestra aquella calma
y era nuestra también aquella vida.
¡Era mejor la aldea con su mansa alegría!
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