Georg Rudolf Weckherlin
(Alemania, 1584-1653)
Poeta alemán nacido en Stuttgart. Consejero de Jacobo I y Carlos I, escribió en alemán, inglés, francés y latín. Su obra principal, Poemas religiosos y laicos (1648), destaca por su sinceridad descarnada, en una época en que la poesía era extremadamente artificiosa y barroca. Murió en Londres en 1653.
Trabajos
Dos volúmenes de su Oden und Gesänge aparecieron en 1618 y 1619; su Geistliche und tranquilo weltliche Gedichte en 1641. Los Gedichte de Weckherlin (Poemas) han sido corregidos por Hermann Fischer para Stuttgarter Literarischer Verein (vols. cxcix.-centímetros-cúbicos., 1894-1895). Las selecciones fueron publicadas por W. Müller (1823) y Karl Goedeke (1873).
Sus poemas ingleses principales eran “Espectáculos triunfales Expuestos Últimamente en Stuttgart” (1616) y “Panegyricke al señor Hay, Vizconde de Doncaster” (1619).
Este trabajo por su parte cita:
C. P. Conz, guarida de Nachrichten von dem Leben und Schriften Weckherlins (1803)
E. Höpfner, G. R. Weckherlins Oden und Gesänge (1865)
Hermann Fischer, Beiträge zur Literaturgeschichte Schwabens (1891)
Este trabajo por su parte cita:
Fischer, en su contribución a Stuttgarter Literarischer Verein como encima de
Cong, guarida de Nachrichten von dem Leben und Schriften R. Weckherlins (Ludwigsburg, 1803)
Höpfner, Weckherlins Oden und Gesänge (Berlín, 1865)
Bohm, Englands Einfluss auf Weckherlin (Göttingen, 1893)
Ausencia
El joven corazón se nutre de
dolor día y noche en la
ausencia racional que humedece
la cara desconsolada por la
fatal miseria del miedo.
Para Amelia Elizabeth
La digna rienda de la hermosura gestiona
la virtud del sufrimiento que evita
la obsolescencia de la alabanza y glorifica
la santa morada del amor, arte y espíritu
de la violencia del mundo, que es la verdadera
forma humana de la diosa.
Para Henrich Bilderbecken
Mi cabello de plata se evade
de la imagen del elogio, círculo
vicioso que hurta el corazón del fiel
amante. La palabra es testigo del adulador
arte del mundo que nunca se desvanece. La
vanidad de los océanos del mundo arrostran
mares y vientos de oro plata y seda que se
convierten en nada tras la puesta de sol.
La muerte no es el mar, nada puede decir
de la riqueza, la pompa y el honor.
La muerte humana es libre y eternamente
bella.
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