MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ GARCÍA
Miguel Ángel Gómez García nació en Oviedo el 19 de marzo de 1980. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, donde cursó el Máster en Formación del Profesorado. Ha publicado poemas sueltos en diversas revistas como Clarín o Anáfora y en la revista digital La ignorancia. Sus versos se incluyen en las antologías Soledades juntas (Círculo cultural de Valdediós, 2005), Perro sin dueño (II Concurso Internacional del Haiku, Universidad de Castilla La Mancha, 2007) y El triunfo de la muerte (Pata negra, 2011). Finalista del premio de novela Casino de Mieres (2014) y del Águila de poesía (2015). Recientemente, ha resultado ganador del premio Fernán Coronas (2014) y del Dafne (2015). Es autor del libro de poemas Monelle, los pájaros (Los libros del gato negro, 2016). Dirige un blog, El bosque de las últimas cosas.
MIEDOS
Me da miedo
el ruido del acontecer.
Soy
el que dice tal vez,
el oscuro,
el del collar de gotas de agua (decía).
Debo añadir que me da miedo
la luz sensible y sensitiva
de los gatos callejeros.
Me hace temblar.
Ahora mismo.
La luz cruda del día.
(decía).
Y entonces sin ti mengua la luz.
Y entonces sin ti no acojo los colores.
Delegan en ti en todo caso.
Y entonces, ¿me entendéis?
No. Solo a ratos. No me da miedo la palidez.
No me da miedo la verborrea.
No me da miedo mojarme
y ser consciente.
No me da miedo la nieve.
No me da miedo Monelle leve en su ropa,
firme
en su levedad,
así por mucho tiempo.
No tengo miedo a la des-esperación.
¿Qué es vestirse?
¿Qué es un vestido?
Pero ¿por qué tú y no nosotros?
Tampoco esto significa
que los miedos estén
a la puerta.
V
No vengas por belladonas ni ortigas, ni por ladridos de perro, muy de mañana, te saben. «Escucha, Monelle: Cristina Rivera Garza escribió que solo en la memoria sentimos». Quiero tirarme de la cama para asomarme al bosque. Quiero que la ventana sea un pequeño túnel en el grueso muro. Llevemos nuestras manos cogidas. Hay ya en ti grajos graznando estrago, una sumisión, una lengua fresca de niña, ese alivio de la nínfula que ha podido, por fin, abandonar su fiereza, sus postillas donde el bicho araña, divierte, juega.
LEITMOTIF DEL AMOR
Desde luego, aún huele a pizza.
Se acaba la película y vamos a la habitación
rosa, malva, morada, violeta,
polilla muerta, dibujante atropellado
y Paula Bonet
y sus amigos
y vino con dolor de estómago y corazón
y ojos brillantes que no vuelven
y pensar “contigo saldría Monelle”
y movería mis ideas a las tuyas
y me invitarías a tu bosque
y tú dirías “avanza por esta ebria oscuridad”
y pensaría que tu piensas que los pájaros remiten a ti
y nevaría
y te quedarías muda
y todos estarían muertos
y saldría del bosque sangrando
y estaría al lado tuyo pero no de tu mano
y sería muy hermoso.
Me llevaré todo de esta noche
aunque es posible que nadie más lo vea
XII
Sylvia Plath me mira desde la pared
y al menos 6 veces me dice
que-me-hurgue-con-un-puñalito
en la herida del vientre.
Como la mayoría de vosotros haría,
no le hago caso pero Sylvia Plath respira.
Sylvia Plath inhala mi sangre. Espera.
Sylvia Plath tiene ojos tristes, tristes, tristes.
Es hermosa, rabiosa, pesimista.
“¡ah, mira mi axila de luz y sombra”, me grita.
La casa tiene disposición femenina.
Huele a papel. Huele a tinta. Huele a mañana llena de un nombre.
Sylvia. Sylvia. Sylvia.
Estoy solo pero nunca estuve menos solo.
Nieva dentro de nosotros, una vida nos nieva.
Amenaza un negror claro.
Sylvia Plath tiene cicatrices y ángel de la guarda,
por eso no me asusta.
Hay una Sylvia dentro de cada uno de nosotros.
Nos manda hurgar en la herida con un puñalito,
nos hace estar lejanísimos sin habernos movido del sitio.
¿Lo ven?
DEDICATORIA
AH, pasajera de este poema
como un disparo de pistola sin gatillo
lanzando gritos por el poema
sobre la nada del poema
que no escucha,
cuya sola esperanza es la agonía
que ensucia tu alma con dedos
humedecidos.
SHE`S OUT OF HER MIND
(Lou Reed)
Solos tú y yo, que adoramos
el mal de la ansiedad
y el trapecio de la distancia,
nosotros, solos los dos, buscando infatigables
la sangre de Plotino y mañana el poema
volverá a estar mirando a nadie.
XXXVII
Y mi corazón desesperaba
era un pálido dibujo
y fueron cayendo todos los bailarines
en la planeada oscuridad.
Y mi corazón seguirá desesperando.
(De “Monelle, los pájaros”, 2016)
¿DÓNDE ESTÁN LOS GATOS?
Los gatos que lloran, que se emborracharon, se enamoraron,
se enfadaron, se murieron (y desolaron a medio planeta)
los gatos que lloran rayas secas (se hurgan ―como Artaud―
con un puñalito en el cerebro)
los gatos que lloran, que placen y se complacen (como la vida)
los gatos que lloran mis libros preferidos (consigo pensar
en algo bueno)
los gatos que lloran, que lloran, que lloran, que solo piden
compasión
que solo piden un momento (odiándose o amándose o las dos
cosas
a la vez,
así se les pasa la juventud).
Los gatos que lloran con toda su ternura.
Los gatos amantes de Lady Lazarus o de Lorelei; los gatos
eruditos, los gatos que
no se lavan la cabeza ni se la peinan y los gatos que hacen
declaraciones
de principios;
yo era un gato que sabía en qué tenía un soplo
y en qué no tenía un soplo y que poseía un corazón
que sin ti
se pegaría un tiro de sangre.
Me siento viejo,
dormiste con el lomo contra mi máquina
mucho tiempo
luego me sentí tonto y romántico
se fue tu alegría navegable,
te largaste
en lo coreográfico de un noviembre extraño
y mi problema fue el frío, lo ha sido siempre.
Ahora mi corazón / chatarra abre la jaula y se va
y a menudo tiene hemorragias
nocturnas.
Porque tu pájaro de saliva
le besó
más de lo que creía,
más de lo que supo,
más de lo que sintió.
Me parece.
(Inédito en libro)
¡AH DE LA AMAZONA!
Estando muy seguro en mi certeza
haré un poema de tu cuerpo fresco
con la tinta de sobra, este cuerpo
con biografía, piel breve y gloriosa
de donde nacen cosas muy librescas,
donde efluyen, influyen, las atmósferas,
el clima femenino, zarzas vivas.
Nueve versos te haré de beso rápido,
Pentesilea mía, dulce Sara.
(Inédito en libro)
HEMINGWAY EN SUEÑOS
Hemingway
llama a mi puerta
en sueños, su barba
más
real
que la expresión de mi cara
cuando me quedo soñando así
y tiene 55 años
y parece más interesante
con sus ojos de lince
alegre y resistente
descuidado y
despreocupado.
Aprendo
rápidamente
a hablar inglés,
no de los archivos
ni de quienes nos rodean,
sino de la experiencia
con Ernest
después
de horas extraordinarias.
Si alguien me dice, debes
olvidarlo, no responderé.
Bueno, jamás
debe morir con la escopeta
predilecta
en la sien
ni siquiera, estoy seguro,
cuando cuelgue el teléfono
del sueño ocioso.
Es demasiado audaz y
duradero.
¡Palabra!.
(Inédito en libro)
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