Azul Ramos
(Acapulco, Guerrero, 1993). Escritora y fotógrafa. Estudió la licenciatura en comunicación por la Universidad Loyola del Pacífico. Pertenece a la segunda y tercera generación del curso-taller Red de Letras, Acapulco (2014-2015). Ganó la beca literaria por parte del Festival Interfaz del ISSSTE con el poemario Artería Infantil (2014). Forma parte del comité organizador del Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, Acapulco Barco de Libros desde el 2014. Organizadora del Festival multidisciplinario “Festibar del Muerto 2015”. Ha participado en diversos eventos literarios dentro y fuera del estado de Guerrero, entre ellos: Escritores en Verano (Secretaría de Cultura de Guerrero, 2014), Feria Internacional del Libro de Acapulco (2014 y 2015), Encuentro de escritores en Morelos: Punto de Inserción (2014), Festival La Muerte tiene permiso (Tlaxcala, 2015), Jornada Cultural por la civilidad y la convivencia pacífica (Dirección de Cultura de Acapulco, 2015).
La lluvia que no
viaja entre mis ojos
habita el mar.
Tres poemas tristes de agua y muerte
I
Recuerdo a mi abuela en su cajita de cristal:
reposaba sus cabellos como algas marinas,
suspendida en agua salada.
La cobijé con caracoles,
su cuerpo eran restos de una tragedia marina.
II
Cronos dibuja un reloj de arena y lo nombra La Roqueta.
El mar se ha vuelto algo distinto:
venganza de un padre adolorido.
arriba es tela azul-coral para atraer piratas
alimento de sirenas.
Abajo, arena que vuelve piedra todo lo que toca.
Cronos se glorifica como el dios que controla el mundo,
dios del tiempo,
dios de muerte,
dios hoy vives
mañana mueres.
Cronos ha dibujado un reloj de arena
y lo llama La Roqueta.
Arriba es azul como es en el cielo,
Abajo es amarillo
y quema
y mata
y congela
y te vuelves piedra.
El tiempo es la oportunidad de quien no nació sincronizado a alguien más.
A esos, Cronos los bendice, los atrae al mar y los festeja con campanas de piedra y bahía.
III
De un tronco cuelgan nuestras almas como ramas quebradizas,
tocamos la laguna con nuestros brazos a medio partir.
Los ojos son nidos abandonados,
paja amontonada que no guarda nada.
Cuelgan nuestras almas y nos deshacemos poco a poco,
los muslos comienzan a romperse,
las piernas caen con las rodillas:
flotan en la laguna.
Caen cocos que alguna vez fueron nuestras cabezas,
unidas por un tallo que se alimentaba de la laguna que ahora nos ve caer.
Nada queda de lo que alguna vez fuimos aquí.
Con nosotros solo quedan troncos secos.
La laguna se desborda,
nos come la piel hasta matarnos.
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