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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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ZULEMA GUTIÉRREZ [18.292]

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Zulema Gutiérrez 

(Holguín, Cuba 1982). Miembro de la AHS. Tiene publicado el cuaderno de poesía “Islas que intentan salvarse” (Eds. La Luz, 2011) y Sentada junto a los crisantemos, Eds La Luz, 2014 . 

Fue incluida en la antología “Poderosos pianos amarillos, poemas cubanos a Gastón Baquero” (Eds. La Luz, 2013). Su obra está recogida en varias antologías dentro y fuera de Cuba.



ÚLTIMAS PALABRAS

La fatiga toma forma después del aguacero
cuando los vapores comienzan a desprendersede la tierra.
A esta hora todo acontece 
toma forma dentro de algún cuerpo. 
Del otro lado un hombre entierra al perrode su infancia 
a cada hora.
El viejo no se levanta hoy de su refugio 
anclado a su rostro la media sonrisa. 
Lo encuentran entre las cajas por el olordemasiado fuerte. 
He visto morir animales aplastados 
he visto las cajas desmoronarse por la ventiscao la lluvia.
—Algunos preferimos la muerte— 
dijo el viejo de la media sonrisa 
cuando no pudo morirse aquella vez 
lo dijo mi madre parada frente al círculo de hojas 
lo predijo todo y después lo olvidó para siempre 
hasta la fatiga que a estas horas se atenúa 
contra su caja toráxica.
La fatiga ha tornado forma dentro de ella: cuerpo conocido. 
Intento liberarla con cruces. 
Pero estas son 
a pesar de todo 
sus últimas palabras.




PASILLO

Avanzo.
Puerta de luz.
Soles fabricados o quizás no
aquí todo se confunde.
Detrás de los cristales
rostros que sangran.
La lengua se les enrolla en la garganta.
Arqueados huyen de la luz.
Delante de mí camina una puta
o tal vez no
todo se trastoca.
Cae sobre su cuerpo plegado
no brindo mi mano
tengo un miedo atroz a contagiarme
con su sombra. 
Camino/ escapo. 
Sobre esta tierra todo tiende 
a confundirme.



FLORES

El vecino canta. No levanta la vista en la calle. 
Susurra frente a su plato dos veces al día. 
(Pego el oído a la pared). Da las gracias y canta.

Compra flores para sus muertos.
Reza.
Habla solo.

Yo apenas respiro.
Camino dentro de la casa como si quisiera
atravesar las paredes.

Toqué a su puerta
—odio las flores envueltas en nailon—.
Paredes
muros
piedras sobre la tierra. 
Ayer se lo llevaron cubierto 
como sus flores amortajadas en el nailon.



OTRO UNIVERSO OCULTO

               Un pretexto de sal…
                 y de regreso al polvo.
                     Taimí Ocampo

He sido apedreada.
Las rosas en las manos de los niños
no son señales de esperanza.
Presagian épocas aún más duras.
Una camisa me ata las manos alrededor del pecho
intentan sofocar las palabras.
Me laceran como si debiese pagar promesas.
Quiero resistir pero estos días
logran instalarse en mi casa.
Recorro el límite de los arrecifes   me descalzo.



DIOS ANDA DESCALZO ENTRE LOS HOMBRES

Despertó en mitad de la noche
su nariz sangraba. 
Unos instantes antes de morir 
se dio cuenta de que todas las narices son iguales.

Daba vueltas ceñida por las llamas.
Yo tenía nueve meses de nacida.
Hay noches en que irrumpe como una angustia.
La oigo gritar
agita los brazos desesperada.
El vapor sale de su boca.

Una amiga dice que el paraíso no existe 
—todo acaba con el último latido—.
Dios anda descalzo entre los hombres. 
¿Quién soy yo para juzgarlo? 
¿Quién soy yo?



EL CAUCE RETORCIDO DE ESTOS DÍAS

Ella toma a la niña   me la enseña de lejos   sabe queno quiero tocarla. 
¿Con qué sueña un recién nacido? Tres pasos meseparan de ellas. Las miro como si nunca hubieravisto una escena como esa. 
No es el nacimiento de un poema   o tal vez sí
No recuerdo mi infancia ni la última vez que vi a mipadre (contaba mis lunares). 
Mi hermana y yo nunca hemos sido amigas   noshablamos una frente a la otra   sentimos la sangreagolparse en las mejillas. Nos despedimos comoextrañas. 
¿Qué podría enseñarle a la niña que no sean retazosdolorosos de historias? 
Mi propia hija se acerca poco. 
Estos días arrastran a su paso toda esperanza.




EL RELOJ DE LOS MUERTOS

                   Tú amas la luz que toca las manos de un niño.
                   La luz se desliza por el rostro de un niño,
                       que es también tu rostro.
                               RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS

1

La tarde se despide   tinte rojizo
que resbala por los techos.
Un niño observa la puerta por donde huye la noche
como si quisiera abrirla con los ojos.


2

Descorro las cortinas.
El niño continúa comiéndose la luz
las hojas caídas han formado un círculo
alrededor de su cuerpo.
Se confunde con una roca.


3

No me muevo de la ventana 
se escucha el sonido acérrimo 
de un péndulo. 
Sospecho que se acerca la hora.


4

Todos se esconden en los relojes de pared. 
Cada familia tiene un cordero 
marcan con sangre sus frentes. 
No se escuchan cantos ni oraciones 
han aprendido a ignorar las estrellas.


5

Observo al niño que espera
la llegada de los vivos.
El cuarto dejó de ser un consuelo.
Un espacio estrecho donde las canciones
perdieron su fuerza.
Nadie susurra las palabras que debo decir.
La mano ha sido devorada por la hoja.





Sentada junto a los crisantemos, Eds La Luz, 2014 


Muchos libros y autores integran el panorama literario de la ciudad de los parques. Hace algunos meses vio la luz (en La Luz) Sentada junto a los crisantemos de Zulema Gutiérrez Lozano, cuaderno de poesía que vino a integrar la extensa lista con que ya cuenta la colección Abrirse las constelaciones del sello editorial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Holguín.



Las manos abanican.

Debimos quedarnos donde fuimos más felices.
1942: el corredor de madera bordea la casa.
Foto de fin de año.
El Central al fondo del paisaje
sobrevive a la miseria.
1984: bailo con mi padre.
–Aún se percibe el brillo en los ojos de la niña.
Cierro los ojos como la abuela de mi abuela
en su última fotografía.
Las figuras desdibujadas del abanico
miran.
La seda envuelve sus cuerpos.
Yo pondría polvo de arroz en mi cara
y me quedaría a vivir dentro del abanico
sentada junto a los crisantemos



HERRAMIENTAS DE MATAR

Mi hija trae espuma en el pelo
guarda gusanos en frascos de cristal.
Mostacillas y canutillos en su falda.
Huellas de pincel en las paredes.
Mi hija tuvo miedo a las palabras
y yo de ella
de los gusanos pétreos
del reflejo vítreo sobre la mesa
arabescos coloridos dentro de mi casa.
Mi hija trae espuma y vuelvo a sentir miedo
de aquellos que callan
y lustran sus herramientas de matar.





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