PEDRO PABLO PÉREZ SANTIESTEBAN
Pedro Pablo Pérez Santiesteban. Holguín, Cuba, 1957. [Escritor y Periodista]. Estudió Licenciatura en Contabilidad y Técnica Periodística, en las Universidades de Holguín y de La Habana. Ha publicado varios libros de poesía, cuentos y novela, entre los que se encuentran: Detrás de la ventana, La palabra en mi silencio, Entre cuentos y poesías, Plagio de lo humano (Poesía). En primera persona, Cuentos para un domingo (Cuento). Frente al espejo, Amparo la hija de Jacinta y Recaredo, El juego de la memoria, La ventana de cristal (Novela corta). Es Promotor Cultural y colabora con varias Revistas digitales e impresas de diferentes países como: Argentina, Venezuela, España, y Estados Unidos.
Es Merecedor de varios reconocimientos; entre ellos el Premio de Poesía AG 2007 y Premio Internacional de literatura AG 2012. Recientemente su libro Del otro lado de las costas fue merecedor del Primer Lugar en la categoría de Mejor Historia de Ficción en el «International Latino Book Awards 2014». Actualmente dirige la Editorial Publicaciones Entre Líneas, y la Revista literaria online Entre Líneas.
Aparentemente
Todo está en su sitio
—aparentemente nada se mueve de lugar—
solo la luna ladea su cara
para buscar una estrella,
pero el cielo es oscuro y no la ve.
Ella está apagada,
porque el sol la dejó sin la noche.
Entonces las estrellas escaparon
hacia el fondo del mar,
donde estaban los que nunca
llegaron al puerto prometido.
¿Y tú y yo qué haremos?,
ahora que aparentemente,
nada se mueve de lugar…
Carta al silencio
Si me dices que te espere,
me sentaré en aquel banco,
donde las rosas huelen a rosas,
y el viento atrapa al silencio.
Si me dices que el tiempo se detuvo
en el minuto cincuenta y nueve,
sabré entonces que ya falta menos para que la mariposa vuele…
Si me dices que la noche es el día
y que en el mar ya no hay peces;
yo te creo, porque tu palabra es sagrada
como la propia muerte.
Guarda esta carta junto a la rosa
y al viento… guárdala…
y encuéntrame de nuevo
sobre aquel mismo banco.
Sin tu luz
La tierra abre su espacio
para que entren sigilosos tus pasos,
y como canto de sirenas
se escuche en el mar mi encuentro.
Voy fecundo de miradas
con el traje azul del lejano mediodía.
Allí tu boca, allí tu beso
y el abrazo que aún espero.
Soy sombras de nubes en tu cielo
donde el sol se confunde con la luna.
Soy barco y soy ancla.
Espectro que divaga sin tu luz.
Otro aniversario
¿Para qué dejas sobre la yerba seca
los lamentos?
si ya fue mancillado tu nombre
de lejano guerrero.
Ya las tropas cruzaron montañas
y los rosarios ocuparon las luces de neón.
Ya todo anda revuelto.
Los niños no son los mismos
de los Reyes Magos,
se anudan banderitas a sus cuellos
y saludan con mirada ausente
de inocencia.
Los portones de la iglesia
clausuraron sus visitas,
y papá Dios viajó hasta los cielos
y no regresó.
Mi madre me dice adiós,
y monta sobre un camión
su uniformado cuerpo.
Mi padre dejó de leerme cuentos
al llegar la noche,
son consignas las que canturrea
en mi afinado oído.
Papá y mamá son felices
con las luces rojas que iluminan la plaza,
pero abuela, dice que «NO»
con la cabeza…
Ya se aproxima un aniversario
del funesto nacimiento
de aquello que llamaron Pinos Nuevos…
y los pinos; nuevos y viejos,
se lanzan al mar para encontrar la luz.
Quién
Quién dice que no tengo el sonido de mi cuerpo
que mis pies no llevan a rondar las piedras
que un rezo no purifica el sueño de mis ansias
que mi vida se apaga o se alumbra como velas.
Quién dice tener la verdad absoluta
cuando la culpa se esconde.
Quién es más puro que el agua
si hay sal en cada gota que llevamos.
Naufragio
No quiero cruzar con el olvido abierto
los mares que truncaron nuestro barco.
Naufragio del recuerdo que empernó las sales
manchas amarillas con un tinte de azul en cada punta.
No voy a olvidar el día que ya casi no recuerdo,
por encontrar entre conchas clavadas sin raíces
mi esencia extendida en otras tierras.
No importa que sea del mismo color a nuestro cielo
si la luz del sol simplemente agoniza.
Cruzada victoriosa
Estrictamente solo,
con el arma empuñando la batalla
desafiando cada río en su crecida
cruzando cada mar en su avalancha.
Estrictamente solo,
me lleva el misterio de la guerra
me aferra las manos a las paredes
me esquiva el intento en la mirada.
Estrictamente solo,
sin coraza de acero protegiendo el pecho
con escaso arsenal en la mochila
pero atento al temor de la cruzada.
Llegaré victorioso en mi navío oscuro
con el alma triunfante y estrictamente solo.
Cristal
Cristal resentido,
hecho añicos en mi imagen volátil.
Como buscar en tus puntas,
el recuadro de tus formas,
si ya no existes para proteger el viento
si ya no estás en la mirada transparente.
¿Qué hago contigo?
Si destrozaste las yemas de mis dedos.
Cotidiano
Me gusta caminar por esa calle
cuando mi mente se ausenta entre las sombras.
Me gusta que mis pasos se sientan en silencio
cuando el sol se esconde entre las nubes.
Se ve con prisa el andar de las gentes
inseguras del tiempo que nos tocó vivir.
Me quedo suspenso en el espacio
olvidando los pasos que despiden al día.
Barquito de papel
Pedro Pablo Pérez Santiesteban
Editorial Entre Líneas, Estados Unidos, 2014
Le es suficiente al poeta un barco de papel para rastrear esos mundos posibles e imaginarios, ciertos y fabulados que se extienden en la amplia geografía en que cualquier hombre sensible y presto a la experiencia descubre un puerto donde anclar.
Barquito de papel agrupa los apuntes del poeta Pedro Pablo Pérez Santiesteban (1957) de cuanto ha observado, desde la emoción, de ese mundo complejo y lleno de sutilezas que él con una poesía limpia y llena de goces vivenciales se desplaza, con sutileza, hacía lo lírico para dejarnos testimonio de esa mirada aguda y penetrante con que ha atravesado los mares más serenos y convulsos y cuanto se ha reflejado en ello.
Suma de impulsos, sensaciones, instantes reverenciados, recuerdos no olvidados, pero todos descritos con una pasión que conmueve y de algún modo aporta y alivia porque cuanto ha descubierto no los expone con un evidente sentido de resaltar la belleza que desde su escrutadora mirada se enaltece.
Era tan fácil volver, /tomar del aire la sustancia que da vida, /dejar que las raíces comenzaran/ un viaje sin regreso, /era demasiado fácil; / como si el cielo siempre fuera azul. (Pág. 32)
Tal y como recorre el abecedario, recorre todas las zonas posibles de la emoción, dejando atrás un hondo rastro vivencial que comprometerá a cualquier lector de estos poemas.
El amor y la tristeza, la plenitud de paisajes oníricos, reales o fabulados, el retorno una y otra vez a sitios comunes o paradisíacos, sostenido por la memoria o la experiencia más inmediata, son resaltados con la difícil sencillez de la poesía, que no puede ser menos que sincera.
Discurso que constantemente nos revela íntimos desgarramientos a favor de la plenitud de experiencias y recorridos, haciéndonos constantemente perdernos y a la vez encontrarnos por paisajes muy bien descritos, como para que nadie dude de que haya viajado por una vastedad imposible de delimitar.
He vuelto a estar en la penumbra, / bajo la sombra del árbol / que me dio su fruto. / He saboreado el dulce de su savia/ y he soñado un mundo diferente. (Pág. 34)
Barquito de papel viaja con rumbos muy bien delimitados, aún cuando a veces toma por laberintos y abismos, pero sin perder el rumbo sostenido por la originalidad de testimoniarnos, con intensidad, la existencia de alguien que ha decidido vivir la plenitud de las historias más comunes y aparentemente sencillas.
Nada falta a sus recuerdos, ni olores, ni sensaciones, ni puntuales descripciones de paisajes y de instantes que ha sublimado desde la emoción.
Escucho entonces/ una voz agazapada de recuerdos,/ con sabor a naranja/ y un poco de mango que se exprime / en el árbol del viejo pa-tio.(Pág.11)
Nada falta en ese recorrido íntimo en que hay un goce intelectual por marcar con verosimilitud cuanto se ha vivido y cuanto se ha dejado y ganado en ese emprendedor camino hacía sí mismo. Revelándonos recovecos o dobleces, fisuras por la que se escapa la luz o la oscuridad más rotunda, de su personalísima contemplación a esos sitios y sus entornos en los que se ha detenido deslumbrado de cuánto ha descubierto en ellos.
Libro testimonial, donde la experiencia sostiene el peso mayor de un recorrido que definitivamente logra hacerlo imborrable. Te dije que la tristeza/ no tenía que ver con mis lágrimas, / entonces lloraste para mostrar/ tu alegría. (Pág. 26) A veces con la alegría de quien reconoce felicidad en cosas supuestamente simples, otras veces con un res-quicio de melancolía, en que casi siempre aparece el recuerdo por la tierra desde la que ha partido, para sumar un incontable número de experiencias que entretejidas por la poesía, hacen de estas breves historias la gran historia de quien se ha decidido contarnos cuanto ha descubierto.