Montserrat Morales
Nacida el 31 de enero de 1987 en Puebla de Zaragoza, México. Estudiante de Lingüística y Literatura Hispánica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Algunos de sus poemas aparecen en la antología Moebius: Memoria del encuentro 2010, poetas nacidos en los ochentas, además ha publicado en periódicos de circulación estatal. Coordinó los números 5, 6 y 7 de la Revista de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras Cuatro patios de la BUAP.
Reloj de arena
I
estos vicios no son míos,
son de aquéllos que han pasado por aquí
y de otros que detuvieron mi mirada y mi aliento,
estos vicios no son míos, lo juro,
pero han aguzado mi oído
he descubierto el chasquido
el instante del instante
este no ser yo y buscarme en todos lados no es cosa mía,
me han vaciado de mí
como agua que cae de un jarrón tan lleno
estos vicios no son míos
alguien los ha puesto aquí
ahora soy un péndulo
y mezo estas noches sin sueño
II
una danza evoca silencios
silencios que de tanto pensar
combinamos con llanto, con whisky
y acariciamos las heridas,
gatos mansos y malditos
III
la noche ya no es la noche
es la otra orilla del mundo donde vemos con calma los arañazos del destierro
del abandono
de la muerte injusta
el tiempo -para entonces- se ha llenado de polvo y el mundo gira la llave
en un rato intentarás recordarlo todo
de nueva cuenta lo destruyes
Silenciosa marcha
Uno está a la orilla del mar
salándose los ojos
No hay otro modo de estar.
Uno es el perro ciego ladrándole a la luna
entre el garrote y la mofa.
No hay otro modo de ser.
Uno grita hasta reventarse el cuerpo
y no hay sostén posible,
ni cielo para crecer
ni luz para beber
sólo este oscuro destino de isla sorda
donde la sal relame los bordes de su orilla
Enriqueta Ochoa
Digamos que me pierdo como manglar herido
cuántas veces he huido y regreso a casa siempre más rendida
cuántas veces he querido sembrarme un hijo en las entrañas
y sembrarme en el agua para callar
me desvisto como río
vivo sobre la tierra
y mi isla se desliza sin remedio a la tarde donde estrené mis ojos
cuántas noches solas te escupí en la cara
la negra estepa
cuántas veces estuve a tus pies para decirte todo lo que no te dirán
cuántas el agua no me alcanza y el desierto vuelve a mi boca
mis raíces las eché desde el vientre de mi madre
nadie me miró sirena
mi llanto no pudo desprenderte de una loca
ni una loca pudo desprender el llanto seco
cuánto río se acopló en estos mares
en la piel joven de una cascada anciana
cuántas veces caminé sobre tu calle
para toparte de frente
encontrarte
salvarte
pero me has clavado en el altar pequeño
donde siempre vuelves para pedir perdón
No tengo hábitos sanos
ni he aprendido a reír ni a conversar con nadie
Jaime Sabines
Digamos que desperté de mí hace unas horas
encontré un cuerpo de mujer con manos desbaratadas
digamos que la mañana me cubrió con su frío y las calles se llenaron de polvo
que antes de hoy no he amado
que mi sueño fue ayer y su entierro es de falsas luces
hoy me veo desnuda
sin anteojos
digamos que la noche me convida el mar en gotas últimas y sagradas
uno se mira ante el reflejo de lo opaco
uno se mira
se rechaza
en cada esquina se busca
son bramidos mis manos
vengo arrastrando los siglos en las pestañas
la maldición dictada por todos y por nadie
la ceguera de mi última cena
digamos que mis padres son otros
que mi tiempo es este tiempo
donde las estaciones pasan dejando marchitos frutos con olor a brisa fresca
este dolor no es el final
este dolor acomodado en el respaldo de la silla
me levanta a beber el humo de la madrugada
esta soy yo
con la vida entre las piernas
con el deseo entre las piernas
y entre las piernas el corazón
Me detengo herida
desnudo el camino angosto que llega a ningún sitio
hay que quitarnos la ropa
vernos completos
-aunque esté mutilada
aunque la tarde me quite los años
aunque el silencio me quite la boca-
escucha la silenciosa marcha de mi cama a tu isla
digamos que esta soy yo
la que despierta con un hueco de entierro en la cara
los manglares se mueren en mis ojos
al mar llega oscuro el rostro de la muerte
y digamos
que camino sin cansancio
ya les dije que desperté hace unas horas
no disculpen mi somnolencia
no lo voy a repetir
sólo desnudos somos nosotros
por eso en el cuartito de hotel me besas toda
ahí donde no me oculto ni un centímetro
donde el amor es más honesto
aunque sea amor de tarde contagiada de lujuria
escucha el orgasmo silencioso de mi cama a tu isla
mi nombre es agua y viento
lengua envenenada de sacrificios
(vivo acostumbrada a lo mundano
a los albures
al café barato
vivo callada
callada
no muero
no soy árbol
no soy tuya)
digamos que soy tú
que aparezco en las pesadillas mordiendo tu boca
destrozando tu casa
y habito contigo desnuda y sin ojos
escucho silencio de tu boca a mi cama
caminaré por las calles escupiendo veneno
la lengua me arde de tanta soledad seca
el viento me deletrea la terrible ausencia que crece
entonces me miro tan mujer de tierra como mi madre
y en la sombra de alas batiéndose por encima nuestro
nos volvemos miserables
soy tan terrenal como ninguna
vengo arrastrando siglos en las pestañas
una maldición dictada por todos
una ceguera para cantar mi dulce saeta
para limpiar el rostro con mi lluvia nueva
para despertar
cuando decline el sol
.