Máx Chá
(Ciudad de México, 1987)
Con estudios en Lengua y literatura hispánicas por la UNAM, FES Acatlán, cuenta con publicaciones en distintas revistas de carácter independiente, un primer premio en el certamen de poesía de la FES Acatlán, y se desarrolla en el taller de poesía impartido por Dolores Castro. Es cofundador del Colectivo Contrapunto, dedicado a las artes; director de la sección de literatura y miembro del Consejo Editorial de la Revista Farniente (próxima a salir) y dedicada a las artes, al cine, la literatura y al filosofía; ha sido director de guión para “Diletantes”, proyecto audiovisual, cuyo objetivo es debatir el panorama del arte contemporáneo en México; fue director del Centro Cultural “Clínica Regina”, en el que se desarrolló como gestor cultural; dirigió la sección de literatura del Festival Sonambulante 2012, de artes emergentes. 2012 (próxima publicación) Ed. Kodama Cartonera Antología de poesía “El fin del mundo”, (colaboración). Tijuana, Baja California. 2011 Junio. Poemas para la exposición colectiva de maestros y alumnos de la ENAP, “El eterno femenino” en el CC Clínica Regina. 2011 Julio. Poemas para la exposición colectiva de maestros y alumnos de la ENAP, “El eterno femenino” en el edificio “El Moro” de la Loteria Nacional. 2011 Junio. Revista Logógrafo, poesía. 2011 Abril. Gaceta de la UNAM, FES Acatlán, poesía. 2010 Noviembre. Revista Hotel 5 Letras, poesía. 2010 Noviembre. Revista Logógrafo, poesía.
La tierra que merecemos
“Digan si ven la tierra que merecemos”
A José Emilio Pacheco / ¿Qué tierra es esta?
I
¡Qué desesperación!
Rascar y rascar con la mirada en otras miradas
para hallar un horizonte en común:
ojos de cristal que viven un futuro constante.
¿De dónde eres?
desconoce la tierra y la lengua,
¿de qué eres?
desconoce la tierra y la lengua,
¿quiénes son tus padres?
desconoce la tierra y la lengua
y este cielo extendido en mi cuerpo
donde se inscriben pronombres.
Emilio, grítalo una vez más:
— Digan si ven la tierra que merecemos...
digan si alcanzaron las voces
que papaloteaba el viento,
digan, si aún, ésta mirada de veintitantos
ve los dominios del sueño.
Díganlo, ¿qué edad tenemos?
—Ninguna, desconocemos la tierra y la lengua.
II
En éste desierto se hunden nuestras palabras,
toda arena son puntos suspensivos...
La sed las secó,
un oasis de versos falsos nos acecha,
sirenas de canto hermoso y horrible muerte,
y aun así gritan a rajavoz,
a rajaviento, a rajaverso.
Parece que el sol se muere,
y se muere.
También la noche es caliente,
quema la oscuridad del silencio,
la arena que se filtra entre mis poros:
hay un verso que parece inerte
y es mentira.
III
(La marca)
Un jaguar apareció entre sueños,
estábamos todos, otra vez los pronombres.
Carecía de manchas, era dorado.
Nos esperaba atento,
asechando entre nuestros balbuceos,
temerosos balbuceos.
Posamos las manos maculando el pelaje,
y a cambio desgarró nuestro cuerpo a versos,
no había orden,
sólo versos.
IV
(Antropograma)
Que, ¿qué tierra es ésta?
¿Quién sino el que la siembra y ara
y cosecha y muerde
ha de conocerla?
Es la de barro negro y colorado,
la de verso medido y volador,
la de pixeles y vectores,
la de bits y drums...
Que, ¿qué tierra es ésta?
Es la de autómatas,
la de telehomínidos,
de pseudohombres,
pero también de antropogramas.
V
Hay un viejo, de roca y lava.
Hay un viejo que nos recuerda
cómo son los poemas fuertes:
helados en la punta y ardientes por dentro,
discretos a la vista cotidiana,
pero imponentes a la atenta,
hijo de la tierra
que escupe las verdades de fuego,
ornamentos del paisaje,
donde las nubes bajan al retrato.
Hay un viejo verso
que rodea la tierra que merecemos
y se deja ver y leer mientras fuma,
así espera el poema.
VI
(El no-sueño)
Se cayó de nuestras manos.
¿Cómo lo han perdido?
—Preguntan nuestras madres—,
¿cómo soltamos su cuerpo sabiendo que era alado?,
¿cómo su cuerpo, caliente como la leche,
abandonó el nuestro, ahora frío y temeroso?
No lo sabemos,
la respuesta se fue con él.
No lo sabemos,
tal vez la respuesta sea el desvelo.
Este hueco:
tierra blanca,
anuncia la ausencia, desaparición de la hoja, de nuestros ojos.
VII
(Tierra Blanca)
Para qué mentir.
Esta tierra es de papel,
es un llano en blanco,
un desierto solo.
Para qué inventar otro mundo, siempre llega el hombre,
siempre a conquistar.
Por eso es blanca,
¿a quién le interesa conquistar un desierto donde nadie habita?
Pero siempre llega
el hombre de la idea,
de palabras,
llega reclamando su tierra
y
se va creyendo dejar un mundo.
VIII
Díganlo, está entre nosotros,
entre nuestros pies que no tocan el piso,
entre el aire que nos asfixia,
entre las voces que llegan desde acá:
desde mi voz cercana a su yo lejano.
Díganlo, que su palabra sea su cuerpo,
su cuerpo de voz y verso,
de aire y baile...
¿qué tierra es esta?
Es la tierra de cada uno
y
de todas las palabras...
...es la tierra que merecemos...