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TIRSO DE IRURETA GOYENA [17.716] Poeta de Filipinas

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Tirso de Irureta Goyena (con su chófer japónes). Foto cortesía del fotógrafo Alex Waterhouse-Hayward, nieto del Sr. Goyena.



TIRSO DE IRURETA GOYENA 

Poeta. Filipinas.
Español su abolengo. Hijo de don Ramón, teniente coronel de Ingenieros de nuestro ejército, ya difunto, y hermano de un actual comandante de caballería. Perdió Tirso la nacionalidad de la progenie para ejercer en Manila la abogacía. Fué nombrado Correspondiente de la Española y le sorprendió la muerte (1918) cuando trataba de organizar una Academia, corresponsal de la citada, en la capital del Archipiélago.



RECUERDOS

I

Cae la inmensa cascada
en numerosos raudales
cual los niveos cendales
de una vírgen desposada.
Y aquella masa agitada
de cortinas espumosas
que se pierden rumorosas
en el fondo del abismo,
semejan el eco mismo
de una conciencia irritada.


II

El ambiente, saturado
de mil líquidos vapores,
llena de frescos olores
aquel lugar retirado.
Y así el tajo fabricado
por térreas convulsiones,
irisado por millones
de rayos de un sol que baña,
figura enorme champaña
que chispea desbordado.


III

Junto a los trozos de roca
cubiertos por verde hiedra,
formando dique de piedra
al agua que se desboca,
se oye un rumor que entrechoca
con multitud de sonidos;
notas de risas, gemidos,
sollozos e imprecaciones
y acentuadas inflexiones
de besos de boca a boca.


IV

Ante el murmullo constante
de rápidos surtidores,
que descienden bullidores
en un caer incesante,
hace sentir palpitante
mi corazón sus latidos,
y cien recuerdos queridos.
Cual procesión ilusoria,
desfilan por mi memoria
con marchar avasallante.


V

Siente el alma, dolorida
por fiebre que la consume,
sutil y vago perfume,
que al descanso la convida;
y al quedar adormecida
por el agua saltadora,
que susurra arrulladora,
dejos de ardientes caricias,
sueña con locas delicias
de las que alegran la vida.


VI

Hay en el agua una nota
de tonos arrulladores,
cual si pregonase amores
el líquido que borbota;
y por la atmósfera flota
una humedad impalpable,
cuyo vaho imponderable
exhala en sus blandos giros
los sofocados suspiros
de la cavidad ignota.


VII

Bajo el azulado velo
del sereno firmamento
en aquel feliz momento
de olvido y de loco anhelo,
quisiera emprender el vuelo
hacia recuerdos hermosos,
que brillan esplendorosos
en medio de mis dolores
y ofrecen consoladores
las dulzuras de mi cielo.


VIII

Las matas y los abrojos
se agitan al roce leve
de la brisa blanda y breve
que acaricia sin sonrojos;
y entre los verdes despojos
del fondo de la llanura,
creo entrever la figura
de alguna imagen querida
que me mira enternecida
con sus adorados ojos.


IX

Mas, al despertar ligero
de las dichas de mi sueño,
y abandonar el beleño
de aquel cuadro lisonjero;
sólo escucho el lastimero
movimiento de las aguas
y el ruido de las piraguas
que surcan río cercano,
perdiéndose por el llano
a impulsos de hábil remero.


X

Dije mal; no se ha perdido
la impresión de mi memoria.
Y en la accidentada historia
de lo poco que he vivido,
evocaré enternecido
los gentiles surtidores
que, blandos y arrulladores
cual la brisa del desierto,
me hacían soñar despierto
con mi recuerdo querido.



TRÍPTICO
DIVINA VOZ

Es tu voz cuando cantas dulce fuente,
arroyo fresco que en la selva umbría
el himno de cristal de su corriente
va entonando en suave melodía.

Escuchándote, el alma se extasía,
brilla luz de ideales en mi mente
y calma de tus notas la armonía
la fiebre abrasadora de mi frente.

Ahora que triste, enfermo y abrumado
por desengaños, descansar quisiera
en un rincón obscuro y olvidado,

Oyendo el eco de tu voz de diosa,
en el pecho sombrío la quimera
deja caer sus pétalos de rosa.



JUNTO AL ALTAR

La lucidez de mi amoroso anhelo
entrevé tu límpida mirada,
que a través de las sombras de tu velo
me hiere el corazón como una espada.

Marchando, silenciosa y recatada,
hacia el altar, con religioso celo,
pareces una virgen arrancada
de las alturas del divino cielo.

La nieve de tu frente se ilumina
cuando el ungido tu presencia acierta
y a darte el cuerpo de Jesús se inclina;

Mi adormecido corazón despierta,
y en tus hermosos ojos adivina
los mismos ojos de mi madre muerta.



ARDIENTE AMOR

No pudieron la ausencia ni el olvido,
ni el hielo de tu cruel indiferencia
arrancar para siempre esta dolencia
del fondo de mi pecho dolorido.

La pasión que me tiene enloquecido
me consume con honda persistencia,
y resurge con súbita violencia
ante el prodigio de tu sér querido.

Cual hadas misteriosas de un ensueño,
son la nieve y la rosa de tu encanto
que aumentan la porfía de mi empeño;

¡Oh amor inexplicable, bajo el manto
de las blancas cenizas de mi sueño
entona el himno de su ardiente canto!



HERMANOS ESPAÑOLES
(SONETO IMPROVISADO EN EL ACTO DE LA INAUGURACIÓN DE LA «CASA DE ESPAÑA»)

Hermanos españoles: un bardo de mi raza
ha cantado las glorias de vuestro hablar divino,
que es el sublime nexo que a todos nos enlaza
y hace un súbdito hispano de todo filipino.

Por eso, aunque designios fatales del destino
rompieron la cadena de amor que nos unía.
caballeros andantes por el mismo camino
marcharán juntas siempre vuestra patria y la mía.

Y así como en tres siglos de perenne memoria
vivieron bajo Hispania las filipinas greyes,
y escribimos unidos los fastos de la historia;

Aun las leyes de España se llaman nuestras leyes,
vuestra alma es la nuestra y es nuestra vuestra gloria,
Y es Miguel de Cervantes el rey de nuestros reyes.



El castellano, único idioma nacional

El abogado Tirso de Irureta Goyena vivió en una época cuando el idioma español era el idioma filipino predominante pero fue poco a poco de ser "devorado" por el idioma de los invasores estadounidenses: el inglés. Alarmado por el ataque, escribió varios artículos para defender el estado de la lengua española en Filipinas.

En este blogpost publico uno de sus artículos titulado "El Castellano, Único Idioma Nacional". Este artículo fue seleccionado de su libro POR EL IDIOMA Y LA CULTURA HISPANOS. Es una colección de ensayos suyos que fue publicada el 1917.

En "El Castellano, Único Idioma Nacional", Irureta Goyena argumenta por qué el español debe ser el único idioma nacional de las Filipinas.


EL CASTELLANO, ÚNICO IDIOMA NACIONAL

Por Tirso de Irureta Goyena

Algunos opinan, al parecer, por la dualidad de idiomas en nuestro país, sosteniendo que ambos á dos, el castellano y el inglés, pueden constituir á la vez los idiomas nacionales de Filipinas. El idioma castellano es el idioma de un pasado de tres siglos, el idioma de las tres primeras centurias de civilización europea en el país, el idioma de epopeya y de los patriotas de la época revolucionaria. El inglés es el idioma del presente, de la nueva nación dominadora fuerte y jovén, y es la lengua, al mismo tiempo, más difundida en el Extremo Oriente, con cuyos países sostendrá Filipinas en lo futuro sus más íntimas relaciones comerciales y políticas. Ambos deben, por consiguiente, conservarse; ambos deben ser, en fin, los idiomas nacionales de la futura república filipina.

Somos los primeros en sostener que no laboramos contra el idioma inglés. Somos partidarios, consiguientemente, de la convivencia amistosa en el país de ambos idiomas. Sostenemos que el inglés no solo debe conservarse, sino que su conocimiento debe seguir siendo objeto de difusión. Pero entendemos que el castellano, ha sido, es y deberá ser el único idioma nacional de Filipinas.

Es indudable que si los filipinos pudieran poseer ambos idiomas á la perfección, sería esto lo más ventajoso para sus intereses. Pero el poseer, dominándolos, dos idiomas á la vez, y dos idiomas de léxico tan rico y tan variado como el inglés y el castellano, es cosa imposible para un pueblo en general, para una colectividad compleja y numerosa, como es toda una sociedad nacional, como es en este caso el país filipino. El poseer á la perfección dos idiomas á la vez es privilegio reservado á ciertos y determinados indivíduos dotados de especiales aptitudes filológicas. Y si extremamos las cosas, notaremos que aún aquellas personas que pasan por conocedoras de dos idiomas diferentes, dominan más uno que otro, y que, salvo rarísimas excepciones de inteligencias muy privilegiadas, no obstante poseer dos idiomas, piensan y sienten en uno de ellos exclusivamente, realizando una traducción mental de sus ideas y pensamientos de un idioma á otro.

Y ese idioma en que piensen y sienten las personas poseedoras de dos idiomas distintos, será su verdadero idioma propio, y no aquel en que exprese sus ideas y sentimientos después de haberlos traducido en su interior del idioma que brotó espontáneamente de su corazón ó de su inteligencia. Y ese idioma en que se pinesa ó se siente, cuando se refiere á todo un pueblo, ó á una gran parte del mismo, es su verdadero idioma nacional. Y es indudable que infinidad de filipinos piensan y sienten en castellano, y piensan y sienten de tal manera en este idioma, que mejor expresan en él los estados diversos de su alma que en cualquiera de los idiomas nativos.

La mejor demostración de este aserto la tenemos en nuestro insigne Rizal. En medio de las penalidades y sufrimientos de una cárcel, teniendo de cara á la muerte y bajo la tremenda exaltación patriótica de sus últimos momentos gloriosos, cogió la pluma para entonar un canto de despedida á su patria, es decir, á su madre, á nuestra madre común, su adorada Filipinas, y aquel sublime corazón habló en emocionantes é inspiradísimas estrofas castellanas.

Pero se dirá: ¿no tiene Suiza tres idiomas nacionales? ¿no tienen dos Bélgica, el Canadá y la Confederación sud-africana? ¿Por qué no ha de poder tenerlos Filipinas? Y nosotros contestaremos diciendo que esto es no tener en cuenta en absoluto la forma y las circunstancias bajo las cuales Suiza, Bélgica, el Canadá y la Unión del África del Sur tienen varios idiomas nacionales.

En primer lugar, no existen en ninguno de esos países varios idiomas nacionales, sino que los que existen son varios idiomas oficiales, idiomas á los cuales se les ha dado carácter oficial, por ser los idiomas de nacionalidades distintas existentes dentro del mismo Estado. En la república de Suiza hay una mayoría de cantones alemanes, esto es, cantones de raza alemana, de costumbres alemanas y de idioma alemán, varios cantones franceses, ó sea, cantones de raza, costumbres é idioma francés; y un cantón de raza, costumbres é idioma italianos. No es, por consiguiente, que en Suiza todos los suizos hablen indistintamente los tres idiomas. Sino que hay suizos que poseen el alemán como único idioma nacional y lo utilizan exclusivamente, otros el francés, y otros el italiano. Claro está que esa proximidad y convivencia hace que muchos suizos alemanes hablen el francés, y muchos franceses alemanes el alemán. Pero lo hablan como uno cualquiera de nosotros hablaría el ruso ó el japonés, esto es, no como un idioma nacional, no como un idioma propio, sino como un idioma extraño adquirido por el estudio y por la práctica continuos.

Lo mismo ocurre en el Canadá. En el Canadá hay un Departamento ó Estado, el de Quebec, cuyos habitantes son, en su mayoría, descendientes de los antiguos colonos franceses, y que hablan consiguientemente el francés como idioma nacional. Y en los restantes Estados del Dominio, puede decirse que su mayoría están constituidos por colonos de raza inglesa, y que tienen, por lo tanto, al inglés por idioma propio. Más, como no podía evitarse que de hecho algunos colonos franceses fuesen á establecerse á Estados de raza inglesa, ni que colonos ingleses fuesen á vivir al Estado de Quebec, por no inferir agravio á ninguno de los dos, se han declarado á ambos idiomas, el francés y el inglés, idiomas oficiales. Pero no puede decirse que ambos á dos, y para todos los canadienses, sean el inglés y el francés los idiomas nacionales.

En Filipinas no ocurre esto. Hay una minoría de filipinos, descendientes e individuos de raza española que tienen al castellano naturalmente como idioma propio y casi por decir único. Hay algunas localidades donde filipinos indígenas, de pura raza nativa, como Cavite, San Roque, Caridad, Zamboanga, y aún muchos de los que en Manila y en otras capitales importantes viven, que no poseen asimismo otro idioma que el castellano más ó menos adulterado. Fuera de estos focos, que si son una excepción, lo son á favor del castellano, tenemos una gran masa de origen homogéneo, el malayo, y no dos ó tres nacionalidades distintas como ocurre en Suiza, Bélgica, Austria ó el Canadá.

No hay que pensar, por consiguiente, que la gran masa de filipinos tenga dos idiomas nacionales, porque no tienen todos ellos más que una tradición, unas costumbres y son de una misma raza. No existen aquí para los efectos del idioma dos nacionalidades distintas, una situada, por ejemplo, en Luzón y otra en Bisayas; y los mestizos americanos son una minoría microscópica, en muchos de cuyos descendientes, se ve el curioso fenómeno de adoptar el castellano ó alguno de los idiomas nativos, dejando por completo el idioma inglés.

Si todo esto es absolutamente cierto, no cabe duda que podrá haber filipinos que hablen los dos idiomas, el inglés y el castellano, pero en uno de ellos solamente pensarán y sentirán, y ese será su verdadero idioma nacional. Y en verdad, quizás existan excepciones individuales, pero de los dos idiomas, aquel en el cual piensan y sienten los filipinos es el idioma castellano. En él pronuncian sus discursos los políticos; en él impresionan y agitan los oradores á las masas populares y proletarias; en él brindan y se expansionan las sociedades de recreo; en él cantan los poetas; en él luchan los periodistas, y en él hablan y escriben los hombres de ciencia del país. Y si el caudal científico y literario de Filipinas, no es, cierta y afortunadamente de hoy, sino que data de ayer, es innegable que la mayor parte de las obras científicas y literarias, y la prensa filipina, son obra de unos pocos de la generación de ayer, y de unos muchos de la generación de hoy, de la generación nueva, que expontáneamente sigue pensando y sintiendo en castellano, que es y deberá ser, por consiguiente, no el único idioma, en absoluto, pero sí el único lenguaje nacional de todos los filipinos.

http://alasfilipinas.blogspot.com.es/2011/07/el-castellano-unico-idioma-nacional.html







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