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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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GAVRÍ AKHENAZI [17.638]

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Gavrí Akhenazi

Gavrí Akhenazi (seudónimo) (Córdoba, Argentina, 1956). Profesor de Historia, Licenciado en Ciencias de la Educación y militar. Literatura exclusivamente testimonial. Ha participado como miembro voluntario en numerosas misiones humanitarias en todo el planeta, la mayoría de ellas en el África subsahariana. Conjuntamente con la poeta española Morgana de Palacios, dirige en la actualidad el Taller Virtual de Crítica y Perfeccionamiento literario www.ultraversal.com

Bibliografía

Libros publicados: Correccional de Pájaros (1977 y posteriores), La Justicia en Nuestras Manos (1984 y posteriores), Sangre de combatiente-Memorias del Neguev (edición bilingüe hebreo-español,1986), Tiendas de desierto (edición bilingüe hebreo-español, 1989), Back to black ( hebreo, inglés, español, 1999), La paradoja – ensayos tristes sobre la paz ( hebreo-español, 2003), Lejaim (2009), Alegoritmos (2010), Sin puerta en la muralla (2010), El tendedero (2011), Marejada (2012), Hamartía (2012), Diario del psicodrama- breves historias urbanas (2012), entre otros.


PÁJAROS DE IONIT - שירים לבת שלי

No title by Eliyeau

1

Los dos sabemos que en tu cuarto hay un pájaro.
Los dos sabemos que un pájaro aletea en todos los rincones de tu cuarto
y que zurea a veces como un eco.

Vamos y regresamos de tu pájaro

de tu pájaro de alas extenuadas y de pico hecho a la historia
de enarbolar idiomas sin recursos.

En tu cuarto de niña que no fue consentida, habita un pájaro.

Hay un pájaro noble entre las paredes y en esa levedad que tiene la pelusa
que olvidaste barrer
y se esconde sin pánico ni alas debajo de tu cama voladora.

En tu cuarto hay un pájaro que debería enseñarme a volar sobre las tardes
donde el clima es una fruta seca
y esparce el jugo rancio de mis cansadas historias perpendiculares
sobre la pequeñez de este universo.

En tu cuarto
hay un pájaro tibio que solamente a veces habla en lenguas
y que habita en un pájaro que canta.

Yo no puedo acceder a ese cuarto tuyo
 hecho con alas que intentan volar.
Soy
 la antimateria de tu llave guardadora de pájaros.




Snowbound crow by Van Waglajam

2

Mientras viajo en esta vocación hecha de trenes
pienso en la llamarada de tu pelo
terco y anélido como un mar sagrado
un mar de vientos negros donde caen oleajes espumosos
hechos de sal radiante.

Soy el de los trenes que se alejan
y el de los helicópteros
que no ha podido aún fundir el ritmo del metal profundo
en el rito del fuego con quemazón de olvido.

Le pertenezco a la agonía.

Y solamente a veces, igual que vos
le pertenezco a aquel pertenecer
en que nos extraviamos sin habernos siquiera visto

apenas.




Time is running out by Remussirion

3

Hay una mora que te habita la mirada impalpable.

Hago que no te miro.

La mora es un jugo rugoso y repleto de pálpitos
que rodea de carbón mi escombro.

Hago que no te miro y hago
 que no deseo la mora de tus ojos
ni a tus ojos que no tuve nunca tan cerca ni tan ansiados

ni tan ansiosos.

En tus ojos hay una espléndida colección de ángeles
que pienso dibujar en un tronco de morera.

O quizás, en el tronco del árbol de la vida

como un círculo que no estaba previsto
en aquellas viejas cartas
que comienzo a escribirte desde el retraso.




On the hunt continued by Hawkred

4

La tuya, Ionit, es una belleza agazapada.

Hay algo de gamo en tu belleza y algo que tiene que ver con los rinocerontes.

Tu belleza es invulnerable en su totalidad
y pertenece a las cosas nimias
como una flor tranquila al borde de un camino que no lleva al agua.

Para mis ojos que se han puesto miopes a fuerza de torpeza
tu belleza es una ecuación que resucita el sentido de la gravedad

es una manzana mordida por la boca de un patriota hambriento
y es un relato
un relato para dormir después de oír un relato en el que el mundo
se vuelve un hecho realizable

Tu belleza no está adscripta a la comunidad de todas las bellezas.
Es absoluta y fantasmal como la noche en que se pierde el rumbo
y zumban los oídos con las voces antiguas del desierto.

Tu belleza tiene la incipiente languidez del camello
y la resistencia de las grandes historias.
Es tuya, solamente, como los grandes ritos se destinan
a la sacerdotisa predilecta.

Un demonio con el vientre roto te observa embelesado
como si recién hubiera descubierto el mundo.



A pirates treasure by Covert

5

Pienso en qué diría mi abuelo si te viera
seductora y antigua como un pan.

Vas como el pan de pródiga
de este aquí hasta un allí
que me acerca con timidez de miga oscura

esa miga oscura del pan que se le extravió al trigo
y es amargo y raspa la lengua de decir las palabras que se calló primero.

Vas con tu pan hecho de harinas blancas
y sazonado con la sal marina de los tiempos que se desmoronan
y te sientas al borde de esta miga seca
donde se han dado cita las semillas del centeno que no tiene silo.

Eres el pan de los viajes que caminan por los kilómetros ausentes
los kilómetros que quedan siempre lejos
y lastiman los pies.

Yo soy un pan promovido a ser pan en la mesa
donde las guitarras estallan y se derrama un vino tardo
que tiene el color intacto de tus ojos.

Mi abuelo te amaría con una intensidad abuelística.
Te amaría como amaba el pan y los apocalipsis con mujeres.
Mi abuelo te amaría con insensatez rubia
y con la Condecoración al Mérito
y buscaría los requisitos con que tu corazón
se transformara en nieto de su risa.

Se volvería cabal, repentinamente, como los hombres que no son tan viejos
y han encanecido sólo porque están tristes.




ASESINANDO A MI MADRE - NOPOEMAS VIOLENTOS

Para Morgana (que sacó mi poesía del silencio)

poema  1

Debería comenzar con una foto del rostro de mi madre.

Comenzar con aquellos parecidos
que nos diferenciaron.

Empezar por los ojos
a los que nos miramos para odiarnos por siempre
o por el gesto avaro de la boca
en eterno repudio.

Dicen que era bonita como una bruja mala
y que yo tengo la acidez de pupila
–como un ojo agresivo de águila maltrecha–
que esgrimía mi madre.

Tenía esta negrura inverosímil
de camino olvidado
y la inclemencia abrupta de los sismos
sobre una aldea mansa.

Mi madre quedaba sólo en las tormentas
que destruyen la mies
aguan el vino
y pudren las pezuñas del animal de granja.

Era un cuento de miedo bien contado
para este hijo que parió en la niebla.



poema 2

Te dedico mis traumas

esos mismos
que me impiden querer a otras mujeres
como ellas merecen ser queridas.

O el no quererme a mí, sin ir más lejos.

Me apasionan las tetas de las minas.
También te debo eso.
Este gusto violento por masticar pezones
y marcar con los dientes la carne apetecible
sin el sabor a leche
sin el olor a madre
sin el calor ni el gozo.

Este desquerimiento de lo cálido,
esta honradez que tiene el touch and go
esta poca paciencia con la simpleza de lo femenino.
Este machismo,
esta petulancia,
esta zozobra en mí
y este silencio de vegetal maduro
que se seca de pie
sin semillar.

Al final te debo tantas cosas
como las que se deben a una madre.



poema 3

El día de los miedos no te vi.

No te vi en la alegría ni en la luz
ni en la paz ni en la risa
ni en el llanto
porque del llanto te borró mi lágrima
para que no estuvieras.

¿Qué recuerdo?

Nada. No recuerdo.

A veces un olor a pescadería sucia
o a sábana sudada
o a animal de pelo
o a baño
llega como se va,
sin decir nada
que quede en el re-cuerdo
en que me he convertido.

Alguna vez dijiste que yo era un chico fuerte.
Es un pendejo fuerte
no hay que tenerle lástima.

Tampoco amor, parece.



poema 4

Mi abuelo Gav no hablaba de mi madre.

Tampoco hablaba de la que tampoco fue mi abuela.

Las había olvidado como a una cosa rota
en el tacho de lo descartable.

A él me parezco mucho desde la planta al gesto
como un eco de piedra
invulnerable.

Mi abuelo Gav y yo hicimos una dupla de Gabrieles
que enfrentaban la piel de la miseria
desde la asfixia de sus oquedades.

Hacíamos silencio
para no lastimar con nuestro vidrios rotos
la ceguera del alma
y dejábamos
–siempre para después–
la confesión de ausencia.

Mi abuelo Gav y yo:
gesto soldado,
camaradas de armas del “te olvido”.



poema 5

La cama no era ancha y olía a piel

y a pelo oscuro y amplio
y a cuerpo de animal que espera insomne
y a sudor
y a saliva y jadeo.

La cama no era ancha. Estaba sucia
de dejadez y asco,
de una pringosa ausencia de esperanza,
de chocolates y desodorante,
de roce copular
y de vacío.

Cómo nunca supiste de mí nada,
tampoco sabés que yo iba ahí.

Me tiraba de boca como en un mar inhóspito
y refregaba en esas olas pútridas
el ansia del olfato
las mejillas de las cachetadas
el labio de lo mudo
y la necesidad

esa necesidad por importarte.

Le prestaba a todos tus olores
mi tan pequeño olor desamparado.

Pero no lo notaste.



poema 6

Lo voz de mis hermanos era el llanto.

Era un llanto sin forma, todo llanto
todo quejido
todo hecho con niños que berrean.

Era un llanto del hambre y de la sed.
Un llanto oculto
frágil
disociado.

Moco y saliva y llanto, pis y caca
en un espacio incómodo y sin nadie
para satisfacer
esa exigencia húmeda, primaria.

La voz de mis hermanos
era ese llanto roto con que las tripas crujen
y los dientes esperan un mordisco de pan
o un sorbo de matecocido.

La voz de mis hermanos era un llanto reducto
involutivo
que gemía en todos los rincones
desvelando la mugre y las arañas.

¿Por qué estabas tan sorda, me pregunto?

No llorés vos también, gritaste un día.
Y yo no lloré más, de nunca más, se entiende.



poema 7

Seguramente ahora
que soy alto y atlético y tengo
esta pinta de gangster
este lomo de Rocky
y esta actitud de Rambo patotero
te gustaría yo.

Te gustaría mi sonrisa de animal de mordisco
y mis ojos serenos al acecho
y mis manos que pegan o construyen
y mi silencio amargo de tipo que no cede.

Harías tus escenas de zoológico como la mona Chita,
frente a un macho Tarzán
de esos que usaste
para llenar de hijos –de nadie– la cocina
sin madre
y la mesa
sin madre
y la vida
 sin madre
y tus orgasmos en la oscuridad.

Te acostarías conmigo exhibiendo tus ancas fabulosas
de ampulosa mujer renacentista
y tus pechos rechonchos de áspera polaca
y tu temple de puta
enamorada siempre de tipos insufribles como yo.

Estoy seguro. Ahora me amarías
hasta perder la vida entre mis manos.



poema 8

¿Qué había en el dolor?

¿Cuál era el artilugio que te agotaba el gesto de mujer
y te volvía esa muñeca víbora?

A veces me pregunto si
–como la mía–
tu vida no era otra cosa que un reproche agresivo
al que había sellado el desamparo.

El desamor te vuelve impenitente
ya sea porque vas de eterno huérfano
haciendo de mendigo
o porque como yo te ponés ácido
como una cosa a la que ganó el moho
e intoxica a cualquiera que la acerca su lengua
con el raro placer de lo querible.

Heredé esa toxicidad de tus efluvios
y esa toxicidad de tus ausencias
y esa toxicidad de lo irredento
que mastica su mundo de enemigos.
Esa faceta de lo imperdonable
y esa dureza de lo despreciado.

La casta del veneno
que obliga a no querer
a nadie que nos quiera.



poema 9

El por qué terminé siendo judío
sigue siendo una incógnita

porque de madre judía tenías poco
y sin embargo
conseguiste un mohel.

¿Qué te pasó esa vez por la cabeza?

¿Crearme más problemas para encajar la vida?
¿Donar otro expulsado de las cosas
a las causas con diáspora?
¿Dejar alguna herencia de tu paso
por el mundo feliz del ateísmo?
¿Contrarrestarle a D.os otro demonio
que te nació deprisa y a destiempo
en tu vientre tan joven de súcubo alienado?

Tu primer hijo, un diablo hecho y derecho,
que te busca en las sombras
como a un poco de espanto
en el infierno que le construiste
para guardarlo solo
como a un perro Cerbero que iba a morder tu aliento.

Igual te lo agradezco y debe ser lo único
que realmente hiciste bien por mí.




poema 10 

Yo no sé si reía.

Dudo sinceramente de que mi madre riera alguna vez.

Siempre estaba violenta
como un juguete roto que se desarticula
y cuelga desarmado de sí mismo.

Dudo de que haya sido niña o mujer buena
o hija de su madre y de su padre
o que haya hecho también su Bat Mitzvâ
o en Janucâ encendido nueve velas 
o algo
algo normal de todas esas cosas que hace la gente buena.

Dudo de que llorara aunque la vi llorar
con un lamento de laguna en sombra
desnuda como un cuerpo desarmado y desnudo
con alas de lechuza hechas completamente de cabello.

Lloraba como un mico que sisea
o como algo que se va muriendo, impertinente
y desacomodado de artificios.

Me gritó que me fuera y yo me fui
porque no le servía para nada.









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