Renato Pachas
(Chincha, Perú 1976)
Estudió Lengua y Literatura en el Pedagógico Melchorita Saravia. Ha publicado su libro de poesía Noche alternativa de ogros (2013) y también es autor del libro de Razonamiento Verbal Vocabulario Básico.
Es ganador de los juegos florales Manuel Miguel de Priego Chacón(2003) y ocupó el segundo lugar en el concurso de poesía negra en Chincha ( 2009). Perteneció al círculo literario Horfandía y es fundador del también círculo literario “Poemios de Mila” con quien organiza recitales y festivales en la selva peruana.
En la actualidad reside hermosa y calurosa ciudad en Pucallpa, donde ejerce la docencia en colegios y academias preuniversitarias. Allí, con la brisa del Ucayali refresca su mente, para sobrevivir a los monstruos que le aquejan.
NAERMI LOPGUE CLEO
Cuando era niño lamí el Sol y apague su núcleo en mi boca
también ahogué el verano en un vaso con piedras raras
el calor se fue
y el verano murió como las hojas que se pierden en el vacío de la noche
por eso siento mucho frío en los días solares
y en los años solares
y en los pensamientos solares…
Antes de cumplir los 15 años mi vida era una hermosa melodía
destinada a sumergirse en el Ganges junto a Guns N' Roses
mi padre y mi madre eran dos constelaciones
que se unieron en mi sangre para dar origen al Universo
aquel Universo era un pequeño tren saliendo de la página B45
del primer libro llamado “Las estaciones perdidas en la Red”
Al final del libro encontré mi casa en una habitación
en un cuarto oscuro, muy oscuro
todos dormíamos allí: Otaner, Ila, Ovat, Otimar
Era nuestra habitación una sola cama
donde nuestros nombres se enredaban con los sueños de papá y mamá
nuestro mundo se centraba en un colchón de paja
donde aprendimos a masturbarnos y a nadar a la orilla de nuestros miedos
En el segundo libro llamado: “Los días de un mouse”
Mi casa era una manzana podrida hundiéndose en el silencio del bosque
la manzana podrida hundiéndose en el silencio del bosque
eran dos gatos que maullaban desde el fondo de mi Laptop
los dos gatos que maullaban desde el fondo de mi Laptop
eran las voces de los caídos en las guerras de las galaxias
las voces de los caídos en las guerras de las galaxias
eran 100 000 espermatozoides buscando un óvulo para vivir
los 100 000 espermatozoides buscando un óvulo para vivir
eran los nombres de Dios en todas las religiones del mundo
y todas las religiones del mundo
se comprimían en un gusano asustado, que era yo
A esa edad mis ojos eran dos puntos violentos
que penetraban la piel de la tierra
y mis palabras eran pequeñas historias
dentro de una caja de muñecas que solo abría los sábados
para bañarme en su inocencia
A esa edad yo no había ganado a nadie
por eso estoy aquí
A M P U C H E
Amanece en Pucallpa
y la noche arrastra las últimas letras de esta oscura cama
Hay silencio en las sábanas
solo se oye el ronquido de algún viejo televisor
que se va perdiendo en lo inmenso del cuarto
los ojos de la mañana se asoman por las ventanas
para despertar a las aves
ellas regresan desde alguna vieja lupuna que aun duerme en el denso bosque
aun allí, permanece abrigada por las hojas
sus sueños anuncian la llegada de algún visitante nocturno
los primeros rayos del sol tocan su piel
ahora es difícil ser más frágil al calor
Amanece en Pucallpa
aquí amanece de verdad
Pucallpa es un planeta verde
yo lo descubrí
Aquí sembré un poema
y le salieron hojas
Ciudad de los Niños
Ser un país en medio del desierto.
Ser una ciudad en un país extinto que rasga de a pocos
sus trapos en quechua, para pituquearse y metamorfosearse
en algo que no es país.
-Un lugar-
Lugar desconocido todos los desiertos
y los montes bravos asemejan.
Volcán que eructa y que escribe con la lengua
garganta que escupe cansada y vidrios que hablan tonterías.
País de sueños, que aún despiertos
despiertan a los noctámbulos de sus pesadillas.
Noche que arde y enfría recuerdos de la infancia.
Niño que nace a los 4 años,
niña de barro y otra de madera en Popol Vuh.
Ciudad que arde y no me he quemado
debajo desagües y ratas de piedra,
arriba mujeres y hombres que caminan
que huyen de los cerros y de los ríos
que huyen de sus nombres
que llevan medio día en sudor
y rompen el suelo con sus pies.