Nacido el 25 de enero de 1833 en Pego (Alicante, España), moriría a los 66 años de edad, el 8 de noviembre de 1701 en Filipinas.
Eran los días más helados del comienzo del año cuando nació un niño excepcional en la población de Pego. Dice su partida de nacimiento que “En vint y cinc de Gener, any mil sissents trenta y cinc, bategí yo Dr. Joan Almunia, Retor, a Francés Joan Joseph Sebastia Benet, fill de Francés Peris y de Madalena Ruiz de Medina, cónyuges. Padríns, mossen Gerona Milanés, prebere, y Raymunda Pascual, doncella” (1).
Su padre era Francisco-Jerónimo Peris Tudela y sus abuelos paternos fueron Francisco y Margarita; tenía un tío sacerdote llamado Mosén Pere Peris. Fueron sus parientes Mosén Pere Sala, Jaime Pascual, Isabel Sastre y Ana Tudela y de Pascual, que aparecen como padrinos en los bautismos familiares. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: Francisco, Josefa, Juan y Gonzalo. Según el Archivo Parroquial de Ntra. Sra. De Pego (Libro de bautizados, op. cit.) sus hermanos llevaban el apellido Benet o Benito. Josefa y Juan murieron niños. Pronto murió su padre, quedando el niño al cuidado de su madre.
Su biógrafo será su compañero el P. Juan Martí de Canals, quien afirma que el amor por la clausura le entró al realizar varias visitas al cenobio de los franciscanos descalzos de Benissivà. También la ermita de Sant Joan le servía para sus meditaciones y, acudía a ella, porque Mosén Pedro Sala era pariente suyo, como lo atestigua que en 1641 apadrina a su hermano menor Gonzalo Peris. Recordemos que el otra parte del blog hemos citado a la familia Sala que, procedente de Oliva, se establece en 1644 en Pego. Era de apellido Peris, según Rico pariente por parte de madre de San Vicente Ferrer. Se hizo fraile en el convento de San Juan de la Ribera el 15 de diciembre de 1661 y Francesc Peris Rois de Medina pasó a llamarse Fray Francisco de la Concepción.
Nacido el 25 de enero de 1833 en Pego (España), moriría a los 66 años de edad, el 8 de noviembre de 1701 en Filipinas.
“Fue muy dado a la contemplación de los Divinos Misterios. El señor lo premió en que sintiese los dolores de su pasión, cuando preparaba el santo sacrificio de la misa” (2). Viajó a Filipinas y luego a China, donde erigió muchas iglesias y padeció infinitos tormentos, aunque estuvo dotado de una singular habilidad para ganar la gracia de los príncipes. Murió ejemplarmente en 1701 y fue sepultado en el Convento de Manila” (Op. Cit).
“Entre sus obras se halla Tratados de los requisitos para alcanzar la ley de Dios y recibir el Santo Bautismo, Diez y siete tratados pertenecientes a la teología mística, Atajo espiritual para llegar a la última unión con Dios, un tratado que empieza por la descripción de la provincia de San Gregorio; finalmente, tenemos “Adversus errores comphutii Philosophi Sinorum tractatus” (3).
El 12 de noviembre de 1662 finaliza la construcción del convento franciscano de Sant Antoni de Padua de Pego, cuya construcción fue propiciada por Geroni Siscar y Gonzalo Peris, que en esas fechas se había quedado ciego. Como ya hemos dicho, era hermano de Fray Francisco Peris (Fray José M. Barrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 96). En su sala de estudios debió pasar muchas horas el fraile pegolino que tenía ahora 29 años, recabando noticias de los misioneros franciscanos repartidos por el mundo.
A los 36 años, por fin, consiguió formar parte de una expedición de misioneros valencianos, pertenecían a la orden los franciscanos descalzos, y el 9 de junio de 1969 partieron hacia América desde San Lúcar de Barrameda. Los compañeros misioneros que le acompañaban eran Fr. Blas Domingo, Fr. Juan Martí, Fr. Ignacio Antonio Rosado, Fr. Juan Bta. Martínez, Fr. Juan de Jesús y Fr. Blas García; tres de ellos no lograrían alcanzar el objetivo, pues murieron en el reino de Guatemala (Fr. Blas Domingo y Fr. Juan de Jesús) y en alta mar, cerca de Filipinas, murió Fr. Ignacio Antonio Rosado (4).
En noviembre de ese año encontramos a Fray Francisco Peris predicando y confesando en tierras de Guatemala, sin embargo, allí estuvo poco tiempo, pues el 21 de noviembre partió hacia México, llegando el 1 de febrero de 1670, ejerciendo también de predicador. Sabemos que se hospedaba en el convento de San Francisco el Grande México. Por curiosidad, el viaje le costó a los franciscanos 49 ducados por sacerdote.
Originariamente, en los terrenos de San Francisco el Grande se situaba el zoológico del emperador Moctezuma, conocido como Casa de las Fieras. Cortes cedería más tarde el lugar a los franciscanos, primera orden en establecerse en la Nueva España, y que edificaría un convento de 32.490 metros cuadrados, más grande que se hubiera fundado en América. En sus terrenos se fundó la escuela de Artes y Oficios de San José de los Naturales, con la finalidad de formar a los niños indígenas. Sin embargo, el edificio fue derruido por los mexicanos para prolongar el Eje Central y las oras de la Torre Latinoamericana.
La vida en la capital mexicana resultó demasiado placentera para el fraile pegolino, apenas estuvo mes y medio allí, partiendo hacia Acapulco el 19 de marzo con intención de embarcarse en el Galeón de Acapulco, también conocido como el Galeón de Manila, hacia las islas Filipinas. El viaje de Acapulco a Manila con el "Galeón de Manila" o "Nao de la China", que hacía la travesía cada seis meses, era la única comunicación existente entre Filipinas y América. El viaje se hacía cruzando todo el Pacífico, por el archipiélago de las Carolinas y las islas Hawai. Llegó a las islas asiáticas cuatro meses después, desembarcando en Palapat (Hagonoy) el 1671, acompañado de su buen amigo Fray Buenaventura Ibáñez.
Vista del puerto de Palapa (Filipinas) en la isla de Samar, fue el primer puerto donde fondearon. Desde allí partirán hacia Manila, donde permanecerán a resguardo durante la estación monzónica.
Fray Francisco Peris predica por Filipinas y, en agosto, se instala en Manila. “Allí trabajó con celo heroico en la conversión de las almas; y como su amor a la religión era tan grande y su elocuencia tan atractiva lograba fácilmente repetidos triunfos” (De la Biografía eclesiástica completa: Vidas de los personajes del..., Volumen 4, Varios Autores, p. 68, Barcelona, 1851).
Un año estuvo aquí, hasta que el 10 de abril de 1672, Fray Francisco Peris y sus compañeros se trasladan al puerto de Cavite (al sur de Manila: ver Mapa), desde donde partieron recorriendo la provincia franciscana de San Gregorio de los franciscanos descalzos de Filipinas, creada para coordinar la labor de los misioneros en extremo oriente. El desarrollo de dicha Provincia fue grande, pues si a finales del siglo XVI tenía 41 conventos, 125 religiosos y 60.892 cristianos, cuando estuvo allí Fray Francisco Peris, los conventos ya eran 57 y los cristianos 114.000 (5).
El 17 de abril, Fray Francisco Peris y sus compañeros misioneros, decidieron poner rumbo a Macao (Àomén), donde llegaron a primeros del mes de mayo. No sabemos que estuvieron haciendo en la antigua colonia portuguesa, pero en diciembre de 1672, el misionero pegolino se embarca hacia Cantón (el nombre en español de la ciudad china de Guangzhou, capital de la provincia de Guangdong) y proseguir su viaje hacia la provincia china de Shang-tung (Shandong, capital Jinan).
Viaje de Fray Francisco Peris desde Filipinas hasta Macao para alcanzar Cantón, desde donde pretendía llegar al norte (marcado en verde) hasta Jinan. Recordar que el pegolino Fray Pascual Nadal estuvo allí en el siglo XX, viajando desde Shanghai hasta Mosimien (Línea negra)
Hacía tres años que la expedición misionera valenciana había sido planificada desde Valencia. Sin embargo, los misioneros no lograron llegar a Shandong, porque fueron retenidos por el régulo de Cantón, al que llaman Kung-yé (príncipe, rey o jefe).
“Allí, durante 6 años, Fray Francisco Peris Ruiz de Medina funda cuatro iglesias e inicia la organización de dos nuevas cristiandades. Así, en 1674, erige una iglesia para varones junto al palacio del propio régulo (cuyo templo fue inaugurado en 12 de marzo de 1675), y otra para mujeres en el centro de la ciudad; en 1678, funda el convento franciscano, con su iglesia, extra muros de la ciudad según costumbre franciscana en Europa. Ese mismo año de 1678 funda otra iglesia en Tung-Kuon (Tung-kuo) e inicia las fundaciones de Hoey-cheu y Pue-ning” (6).
El esfuerzo del misionero pegolino es premiado por sus superiores, que en junta celebrada en el convento de Dilao (un barrio del extrarradio de Manila, con muchos japoneses), el 10 de agosto de 1681, lo nombran máximo responsable apostólico de la Misión de China.
No tardaron en surgir enfrentamientos entre Fray Francisco Peris y los vicarios apostólicos, especialmente franceses, hasta que le suspendieron las licencias de administrar los sacramentos de la confesión. “Ante tan adversa situación el P. Peris decide dejar la misión de China. Se traslada a Macao, y el 6 de marzo de 1684 renuncia al cargo de comisario de la misión, renuncia que no se le acepta, por lo que decide presentar la dimisión, que finalmente es admitida el 22 de noviembre de 1685. Convencido el P. Peris de que su permanencia en la misión ha de ser estéril, en 26 de septiembre de 1687, solicita permiso para volver a Valencia. Ante la resistencia de sus superiores insistió en su empeño en 24 de octubre del mismo año y, a los pocos días, es acometido por la enfermedad de “tabardillo”. Repuesto de las graves fiebres, pide licencia para trasladarse a Manila, vía Malaca. Se le concede el permiso pertinente y el P. Peris emprende el viaje, a pesar de la secuela de la enfermedad. Casualmente se encontró en Mallorca con otro valenciano y misionero apostólico: el P. Fray Esteban Valero. El P. Peris consulta con su compatriota y, como consecuencia de sus conversaciones, decide cambiar de itinerario: pasar por Goa y, desde allí, embarcarse para Valencia” (7).
No logró sus propósitos el P. Peris. El ministro provincial, habiendo recibido una carta, entre otras, del P. Tarín, en la cual elogiaba la labor misionera y cultural del P. Peris, le prohibió el regreso a Valencia y le ordenó el traslado a Manila. A pesar de los achaques el P. Peris, obediente, comenzó a trabajar en la misión. Agotado por su labor evangelizadora se retiró, en 1699, a la enfermería del convento de San Francisco de Manila. Se encontraba enfermo. El mal curado “tabardillo” trajo sus complicaciones. Falleció el 8 de noviembre de 1701, a los 66 años de edad.
La causa de su muerte fue por complicaciones de su mal curado “tabardillo”, una enfermedad que se puede referir a una insolación o al tifus. No obstante, en entramos una tercera opción, la que hace referencia a una persona alocada, inquieta y molesta. Este no era el caso del Padre Peris, por lo que tenemos que suponer que enfermó de tifus exantemático, una enfermedad de los piojos causada por bacterias. Fray Francisco sufrió fuertes dolores de cabeza, escalofríos, fiebre alta, tos, dolor muscular severo. Su piel se recubrió de manchas obscuras, al principio las manchas empiezan en la parte de arriba del cuerpo y después se esparcen a todo el cuerpo, excepto la cara, palmas de las manos y plantas de los pies.
Sobre la personalidad del P. Peris el biógrafo Vicente Ximeno, miembro de la Academia Valenciana que fundara Gregorio Mayans en 1742, afirma: “Era muy dado a la contemplación de los Divinos Misterios, y á la presencia de Dios, como lo asegura su Confesor Fr. Juan Picazo; el cual afirma averle premiado el Señor, á quien jamás perdiò de vista desde que saliò de España, en que sintiesse quando se preparava para el Santo Sacrificio de la Missa, los dolores de la Passion” (8).
“Escribió varias obras, pero ninguna de ellas, según parece, vió la luz pública a pesar del mérito que tienen” (De la Biografía eclesiástica completa: Vidas de los personajes del..., Volumen 4, Varios Autores, p. 68, Barcelona, 1851). Los escritos del P. Francisco Peris los ha conservado el P. Fray Domingo Martínez en la Memoria de los Tratados de oración y otras materias diferentes que compuso este sieruo de Dios. Para una relación de las mismas ver Fray José M. Borrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 69-74. Escribió Un tratado de los requisitos para alcanzar la ley de Dios y recibir el santo bautismo. “Escribió diecisiete tratados pertenecientes a la teología mística; Atajo espiritual para llegar a la última unión con Dios. Esta obras, según Jimeno, la vio Fr. Manuel de Jesús María, obispo Nankinense. También escribió un tratado que empieza por la descripción de la provincia de S. Gregorio. Fuster en su Biblioteca Valenciana cita la siguiente: Adversus errores, Comphutis Philosophi Sinarum tractatus, añadiendo “Y dice que en Madrid vio en el año 1729 al P. Fr. José de Sta. Ella, testigo de vista, que se conservaba dicha obra en la provincia de S. Gregorio de Filipinas, juntamente con los diez y siete tratados de la teología mística, de quien hace también mención en la relación que se envió al capítulo general tenido en Roma el año 1723, y habla de ellos Jimeno al número 2 en el artículo de este autor” (9).
Además de estos estudios teológicos, compuso dos obras completas: Vida Mística y Directorio Místico. En el archivo franciscano de Pastrana se conserva la primera de estas obras (272 folios encuadernados en pergamino) con el nombre de Mística vivífica, difusiva e íntima del espíritu, dirigida a las almas contemplativas, que en fe sencilla y puro amor desean veuir siempre unidas a Dios, nuesgtro Señor, por el P. Francisco de la concepción, religioso de N.P. San Francisco. Trasladóse año 1771. Al uso de Fray Manuel de San Agustín de la misma Orden y actual ministro provincial de esta de San Gregorio (Archivo Ibero-Americano, VIII, 415-417 y Archivo Provincial de los Franciscanos de Valencia, sign. 185-E-21, p. 127). También escribió una en idioma chino (sínico-mandarín) que lleva por título De lo que esencialmente pertenece a la ley de Dios en espíritu y verdad. La obra relacionada con la cultura china Adversus errores Comhucii, Philosophi Sinarum, tractatus se encuentra en el Archivo de los franciscanos de Valencia, sign. 185-E-21. p. 127.
NOTAS
1. Archivo Parroquial de Ntra. Sra. De la Asunción de Pego, Libro de los batiçados de la villa de Pego q. comienza Al primero del mes de Hero. de 1626 siendo Retor el Doctor Jaime Giner, folio 28, en Quinquae Libri.
2. Llibre de Festes, Domingo Siscar Briones, Escritores pegolinos decimonónicos, Pego, 1993, sin paginar.
3. Llibre de Festes, Domingo Siscar Briones, Escritores pegolinos decimonónicos, Pego, 1993, sin paginar. Obtenido de Ricardo García, Manuel, Ensayo bibliográfico de escritores de Alicante y su provincia. Alicante: Instituto Juan Gil-Albert, 1986.
4. Fray José M. Barrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 59.
5. Fray José M. Barrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 62.
6. Archivo Ibero-Americano, VIII, 407, citado por Fray José M. Barrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 66.
7. Fray José M. Barrachina Lapiedra, Los Franciscanos en Pego, Ajuntament de Pego, Petra, Mallorca, 1984, p. 67-68.
8. Vicente Ximeno, Escritores del Reyno de Valencia, Valencia, 1747, T. I, p. 141.
9. De la Biografía eclesiástica completa: Vidas de los personajes del..., Volumen 4, Varios Autores, p. 68, Barcelona, 1851.
http://pladelafont.blogspot.com.es/2012/10/fray-francisco-peris.html
Reproducimos seguidamente algunas composiciones poéticas de fray Francisco Peris que pueden ayudar al lector a conocer la importante inspiración poética y la profunda experiencia mística de este venerable misionero de China.
1. A la contemplación amorosa (fols. 1r.)
Qué cosa más feliz, más excelente,
que la oración mental, pura afectiva,
que viniendo el alma a Dios íntimamente,
hace que Dios en ella, ella en Dios viva.
Cuanto en su unión experimenta y siente,
es la razón absorta y el sentido,
todo es paz, todo gozo y dulce olvido.
2. Místicas propiedades de la oración
de contemplación de fe amorosa (fols. 1v.)
¿Qué monte es este, que entre sombras luce?
¿Qué ciencia, que del sabio se retira?
¿Qué silencio locuaz, sueño que mira?
¿Qué esclavitud, que la libertad reduce?
¿Qué muerte, que inmortal vida produce?
¿Qué fiebre, que hace cuerdo al que delira?
¿Qué posesión, que a lo que goza aspira?
¿Qué sequedad, que sin error conduce?
¿Quién dirá, que no es este desvarío?
Diralo quien de todo lo sensible
purgado hubiérele afectivamente.
Diralo aquel que con afecto pío
buscare el Summo Bien inaccesible
en tiniebla de fe resplandeciente.
3. A la presencia de Dios en fe amorosa (fols. 1v. - 2r.)
Quien busca a Dios, en Dios con fe amorosa,
del discurso y sentido independiente,
cubierto de esa niebla luminosa,
dentro y fuera de sí se halla presente.
como es ser inmutable, en quien reposa
sin límite, sin modo, ni accidente,
esta estabilidad participando.
4. Se está en quietud el Summo Bien gozando.
Breve resumen de los puntos más importantes de la primera parte de la subida del alma a Dios, puesto entre algunos documentos, para enseñar a tener oración y contemplación (fols. 7r.- 8v)
A quien Dios corrige, grandemente aflige;
mas tras un nublado, viene un día claro.
Quien busca alivio en el suelo, no tendrá consuelo.
La que a Dios enela (sic), El se la consuela.
Quien a Dios se arroja, no tendrá congoja.
Quien su juicio ciega, presto se sosiega.
Nada más me daña que mi mala maña.
Todo me fatiga, porque estoy muy viva.
No hay mayor placer que el no tener querer.
Y es pesar amargo este querer algo.
No es la más pesada la cruz abrazada.
Harto más fatiga, la que se desvía.
No ay tal penitencia como la simple obediencia.
Y bien disciplinar es a la voluntad.
Quando algo quiero, aun viviendo muero.
No queriendo nada, vivo descansada.
Quien quiere padecer en nada halla qué hacer.
Quien su gusto procura en todo halla amargura.
Quien no busca su gusto todo le viene justo.
Quien busca su comodidad en todo halla dificultad.
La perfecta mortificación alivia la aflicción.
La que no se mortifica siempre vive aflicta.
Lo fácil es dificultoso cuando anda el amor propio.
Y lo dificultoso es fácil cuando llega a renunciarse.
No te turbe nada de lo que se acaba.
Y deste gran tormento, ver que pierdes tiempo.
Alguna vez decías, que no te moverías.
Y el aire que te toca, te aflige y alborota.
Mirando no estabas cuando braveabas.
Que en tu mísera tierra, mosquitos te dan guerra.
A la que es sufrida, le es fácil cualquier vida.
Mas quien no sabe sufrir, cualquier vida le mortifica.
Quien ama a Dios sin padecer, no tiene mucho que hacer.
El amor fuerte y esforzado es el trabajado.
Porque no tienes virtud, presto te viene inquietud.
Que si fueras ya perfecta, en las tribulaciones estuvieras.
Aquella que está mortificada, que padece sosegada.
Quien no busca su provecho todo lo halla hecho.
A quien Dios le basta, nada le falta.
Muy poco en tierra asienta, quien para en una cuenta.
Y ni se aflige y mata por su propia patria.
Procura siempre un modo que sientas bien de todo.
Y es muy buen sentir, todo mal de ti.
Si te haces cruces de nada, siempre te hallarás mal crucificada.
Piensa que nada sufriste, si sufriendo no moriste.
Quien malas mañas ha, si se mortifica las perderá.
Y quien buenas mañas, si no se mortifica, las tendrá malas.
Siete poetas franciscanos hispano-filipinos
Autor:
Sánchez Fuertes, O.F.M., Cayetano
Autor:
Sánchez Fuertes, O.F.M., Cayetano
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