Guillermo Balbona Arauna (Bilbao, 20-VI-1962) es -así se define él mismo- periodista de profesión y poeta de convicción. Escribe poesía desde los primeros años de adolescencia y es autor de más de una decena de poemarios.
En 1987 obtuvo el segundo premio del certamen de Poesía del Mar "Jesús Cancio" por su obra Azules disturbios, playas blancas.
En 1988 fue finalista del Premio Nervión, convocado por la Sociedad "El Sitio" de Bilbao.
En 1991 logra el primer accésit de la XI edición del Premio José Hierro, convocado por el Ayuntamiento de Santander. Tres años después repite premio en el mismo certamen.
Ha publicado en la colección La Sirena del Pisueña el poemario El abandono está lleno de rosas (1994) y una muestra significativa de su obra fue incluida en Mar de fondo (Antología de poesía última en Cantabria) en 1996.
No hay vidas livianas.
Todas son difíciles de llevar.
Cristina Peri Rossi
PESADO BULTO
ajeno,
museo de esfuerzos inútiles.
Sostiene la realidad
que las perspectivas
son sólo inventos, espejismos acaso,
viejos cuentos, rescoldos de hoguera.
Es verdad, no hay vidas livianas
aunque, a veces,
creas levitar temprano
entre sueños afilados
y las pequeñas cosas
esas que antes ignorabas
sean ahora
monumentales cercanías
reconocibles territorios
fáciles de llevar.
AL MARGEN DE LA HISTORIA
escuchas el órgano
de esos fantasmas de la ópera
que habitan
en las profundidades del mundo.
Tienes treinta años
y eres milenario.
Los perseguidores de la vida
hacen cola
en los supermercados sentimentales
-cuarto kilo de corazón
doscientos gramos de desidia...-
No, no hay vidas livianas
sino un pesado bulto
un museo de esfuerzos inútiles
donde el mundo
exhibe tu cansancio ancestral.
FUI TESTIGO
de un beso oculto.
No era de lengua
ni tan siquiera de labios
fue despacio y telúrico
primario
El amor a tientas
es más amor.
Una boca está
para ser transgredida
tras las palabras.
De un beso oculto,
por ejemplo,
quedan siempre cenizas
donde se descifra el mundo.
Besos, alfabetos,
abecedarios inciertos, no obstante,
al pronunciarte.
ME QUEMASTE POR DENTRO
después de que mi pupila
se cansara de mostrarte el mundo.
En las esquinas por aquel entonces
publicitaban un ángel nuevo,
familiar, cotidiano,
para escarnio de aprendices ciudadanos intensivos.
Se trataba de
que todo fuera incendio:
el subrayado de los contornos
la silueta del futuro
de los fetiches, incluso
su espontánea superstición.
Las llamas, entonces,
llegaron tan alto
que las ciudades
semejaban dragones
como en esos cuentos
de valientes idiotas
y regiones de temibles monarcas.
Poder y fuego.
Elemental querencia del miedo
piedra última
donde esculpir los silencios.
Arde lo ajeno
mientras buscas
esos bosques íntimos
sin temores ni espejos
ni tan siquiera paraísos
ese rostro de humo
con calor de hoguera
donde rastrear el incendio mayor
de las palabras certeras.
AHORA QUE TU CUERPO ES YA NOTICIA
conviertes en titulares tus pezones
y en calumnias tu pubis
con el que opinas sobre mi pene.
A juzgar por el sensacionalismo
de los tamaños
necesitaré consultar
más fuentes fidedignas
que el flujo de tu sexo
y fiarme menos
de esos convulsos anuncios
con los que
te sueñas de cuerpo entero.
Como síntesis incluso,
no estaría de más
algún adjetivo fugaz
haciéndose el espermatozoide
contando los cromosomas
hurgando en el poderoso
influjo de la sangre.
Ahora que tu cuerpo es ya noticia
vigilo la veracidad
de tus labios menores
y recurro al vacilante orgasmo
para engañar a todos esos nombres
que pronuncias en alto cuando callas:
Masculino, singular
gramática parda
sexo, saxo, seso
impúdica definición
esperma revelador
como última sílaba imprecisa
exceso de palabras,
al cabo, un cuerpo inerte que te sostiene
¡Y cuánto placer en el engaño!
CONTRA LAS APARIENCIAS
tristeza como un don
acuerdo tácito con la vida
enajenada y tan absorta.
Contra las apariencias
ese lado oscuro
donde lo femenino
se vuelve de espaldas
y es un corte de mangas
y una fuga, y una huida
adiós, adiós...
Contra las apariencias nada mejor
que remar a contracorriente
y afrontar la ciaboga con tacto
tras espiar a los verdugos de la marea.
Contra las apariencias
todas las pesadillas venideras
bienvenidas, miriadas, bienvenidas
invitando a descifrar
cómo nuestros mayores
asesinaron la vulgaridad.
Y EN LA DEJADEZ
con que hueles el incienso
de toda solemnidad
encuentras un quicio
para espiar al mundo.
A veces no tienes por qué preocuparte
notas el humo que nace de la manos
y una multitud de sueños
acude con el roce.
Hay, por contra, quien se frota
las manos y obtiene hogueras silentes
para consumir los incendios.
otros aunque despacio,
aunque ya no se lleve el ritmo
se miran huecos
y siguen caminos
con los que tentar el futuro.
En la representación de las cosas pequeñas
tiemblan los reposos del corazón.
No más oficios
la telúrica misión
que te marcaste ha concluido.
Ya sólo queda tiempo
para medirte las manos
y reconocer la edad que
te asombra.
FUE LLEGAR HASTA TU OMBLIGO
y cerciorarme
de no saber cómo crece la hierba
con los fríos silencios
y la disposición incorrecta
de un último deseo.
Tanta, tanta estúpida matemática
como el no poder contar
cuántas gotas son necesarias
para nominar la humedad
o esas leyes justas
que te provocan adheridas noches sin sueño.
Aunque todo sea
una enfermiza renuncia
a llegar a tu pecho
sin duda confundo
el paralelismo de los senos
con el discurso excesivo
de esa extraña pérdida
Amores y dolores,
en secreto
y la ternura administrada...
con lo fácil que es ningunear
el injustificado sentimiento ignorante.
En tu cuello
un espejismo de conocimiento.
EN OCASIONES ERES TAN SOLO UN NUMERO
23, por ejemplo,
desde aquella mordedura de marzo
retirada de un sueño.
O el 7
con el que apostaste
en las tómbolas
de una feria inesperada
quizás, el cuatro
terminación de una suerte
que nunca tuviste.
Numeración, Reclamo
Azar buscado
En ocasiones eres tan sólo un número
en el vértice amanerado
de los destinos cruzados.
ME PREGUNTARAS
cómo investigué su sonrisa
o en el colmo del ingenio
cuántos metros recorrí hasta besarla
Aún quedan respuestas huérfanas
que invernan
en los silencios
como esos ingrávidos monosílabos
e inevitables paradas
hasta la última de las ternuras.
LO IMPORTANTE
no es el equilibrio
de los que salvan el mundo
sino el inseguro acertijo
con el que resuelvo
mi desprecio por su
elogio de la estupidez.
Con idéntica pasión
certifico el tacto
de la geografía más ajena
y descreo poco a poco
las distancias
y la velocidad de la vida.
El único poder
es hacer de tu nombre
una nueva historia.
PROCEDÍA SABER
el número de reglas establecidas
para alcanzar tu nombre
o cuántos saber estar
merecían agradecidos
los métodos nemotécnicos.
Restringido todo
menos la cuadratura del dolor
cabía, quizás, hallar el secreto arquitectónico
de la piel endurecida.
Ese edificio
consumido fuera de las derrotas
donde inauguras el mundo
y se incorpora la espera.
ARMARIOS QUE GUARDAN EL NEGRO
violentos veranos de un calor
que no quisiste tuyo
y ese suspiro anticipado a todo
que te hacía más riguroso
que el secreto no revelado.
Cuestión de temores, dijiste,
idéntico embargo
con el que la vida aplaza
sus señas de identidad.
No miraste adentro
y ahora posas tu mano sobre las puertas
o persigues el rastro
mientras tu perfume te delata.
Incógnita sublime
la del hallazgo
que desvele
ese afán innombrable
con el que despides tu desnudo.
Amar
es añorar un color
que afirme
la elegante huida
de un corazón negado.
ALEGORÍA DEL INVIERNO Y DEL AMOR.
De un cuadro perdido en el Louvre
soñaste con esas noches
que sólo se acaban cuando
lo decides con una sonrisa desmayada.
Lo tuyo es falta de conciencia
residencia de un animal herido
vodka literario
y nostalgia de futuras
paradas sentimentales.
Sabes que harás el amor con Londres
porque también las ciudades
son vaginas esperantes
úteros deseados
en los que viajar
es adoptar el sonido
de un saxo reconocible
ahora que el siglo se desvanece y pones rostro futurista
y abrazas con tecnología punta
hecho todo un chico XXI.
Por ello, más que nunca,
reclamas alegorías de invierno
con esas góticas tardes
de soledad y utopía
en las que los sueños siempre se refieren
a paisajes que no son tuyos.
Tal vez amar
sea tan solo esa pintura
amarrada al cielo
donde yaces
reconciliado con el ayer
cansado por un último gesto
que te honra
mientras una enfermera
toma el pulso a los hombres
que nunca fuiste.
COMO UN NAUFRAGIO HACIA DENTRO
desbocado caballo de agua
que te hiere la frente
y humedece la noche.
Eran cientos los nombres
hacia dentro
hundidos, desgarrados, desnudos
como si la muerte
fuese alguna vez digna
compañera,
paréntesis sincero, playa
estatal hacia adentro...
Como un naufragio
discurre la travesía
del tiempo aquel, siempre perdido,
que asoma inerte
azotando la voluntariosa fuga
de los oscuros desmayos
sin apenas recuerdo
y laberintos aferrándose
a la palidez extrema del cielo
hacia dentro, como ese naufragio cotidiano
en el que resuelves
las tablas del siniestro vital
los restos del naufragio
en apenas un monosílabo y
cuatro o cinco palabras que no cupieron en la botella.
Muerte disipada en otra muerte...
hacia adentro de ese territorio
sin más cartografía que el silencio.
VIRTUAL DESESPERACIÓN
la del golpe furtivo
y el deseo atónito
que aún nos deja
trampas, zanjas
extraños desnudos
con la memoria postrada
como uno de esos peces
al fin ausentes de marea
tomados por locos
mientras el dulce engaño
apenas permite
el paso marcial de la evocación.
Recordar
o esa imbécil
disipación con que eludes
el oficio de vivir.
CUANDO SOLO ERES LA MITAD DE TI MISMA
busco el doble del mundo para apoyarme dormido
en los alféizares de las ventanas desde donde encontrarte
No, no es que te vayas
pero tengo la sensación
de que estás jugando conmigo
que has dicho muy rápido amor
así, sí, como quitándotelo de encima
como ese peso nada liviano que has encargado
se disolviera en un trastero, en una góndola que atraviesa la inundación]
de esa Venecia que no conocimos.
Dime, dime si eso es ser romántico o
acaso que son más importantes
los breves recuerdos que nos hicieron trascendentes frente al mundo.]
Insolente paréntesis te vas en mitad
para hallarte, más tarde,
no entera, ni doble, ni primera,
sino marejada lacerante
que me asoma la bandera roja
hoy prohibido bañarse en tu orilla
a la vez que sangras lágrimas
de olvido y chantajes emocionales
que susurran verdades a medias
mentiras verdaderas y cadáveres
esos muertos que fuimos
cuando no nos mostramos las cartas
singulares, terribles, cartas sin sobre
con los nombres desnudos y los sellos huérfanos
humedecidos por un viaje callado.
Reproches, fugas, lenguajes
del incivilizado amor que prometimos inventar.
Ahora la otra mitad de ti
suele dárselas de fantasma y se anuncia
cada noche sin cadenas, arrastrando mi otra mitad
desgarrada del olvido.
Aquella caracola me puso en el oído
Todo el escándalo del mar.
Mario Benedetti
TODO EL ESCÁNDALO DEL MAR
me convierte en cronista amarillo
al contar las cosas de la nostalgia,
al medir los horizontes,
al añorar el futuro que ya viví
en resto de arena convertido.
El fugaz comportamiento del equívoco
no da derecho a escuchar la pleamar
ni a vencer al discurso soberano del poder
que nos secuestra la vida
embargadas las pequeñas cosas
y expoliado el último de los hombres buenos.
Esta muy bien ese detenimiento en saber
qué es la nostalgia
ese abstracto, absorto, seductor
canto de sirenas que te enamoran despacio
y de este modo, como que te vuelves tonto
y ya no sabes de tu derredor
o que te hablan de la vida y
pones cara de saberlo todo.
Agradecido por la madre naturaleza
encuentras excusa en la roca
y complicidad en las horas de la marea.
Llegará, lo sabes, ese momento
en que alguien te recuerde que no mereces
el escándalo del mar
y la más sincera de las compasiones
para perdonar esa inmensidad
que alumbra tu frágil
conocimiento de la vida.
TRILOGÍA DEL PENSAMIENTO
una fugaz diatriba o la hipotenusa de dos inviernos
arriba el ruido,
en el medio, la velocidad
abajo, quizás, la furia
una engañosa geografía
de hombres hechos y derechos
pero tú que de homínido
sólo tienes esa monada de creerte evolucionado
miras al cielo y
arriba, sólo escuchas al viento
en el medio, huyes despacio
abajo, quizás, ensordeces los gritos.
En la trilogía del pensamiento
persigues una juiciosa locura
que permita deducir
el problema relativo de lo absoluto,
sí hombre, ya sabes,
cómo hacerse viejo
sin perder la región de los augurios
la frontera de los nuevos tiempos
el fértil equilibrio entre la madrugada que conocimos
y ese estado de las cosas
con respuestas hermosamente intangibles.