Miguel Floriano Traseira
(Oviedo, 1992). Es estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Oviedo y joven poeta.
Ha publicado el volumen de relatos 'Cuentos para adornar los sueños', ganador de un certamen literario, y los libros de poemas 'Diablos y virtudes' y 'Tratado de identidad'.
Varios de sus poemas han sido incluidos en la I Antología Internacional de Poesía Contemporánea, promovida por la Asociación de Estudios Universitarios. Es colaborador en la revista literaria Anáfora, dirigida por los poetas asturianos Cristian David López y Pablo Núñez, además de irreductible púgil en las filas del Patarrealismo Salvaje, una secta oculta fundada por varios poetas y narradores ovetenses.
También ejerce esporádicamente la crítica literaria para la revista VozEd, liderada por Humberto Bedolla. Recientemente, acaba de fundar 'El país de Ammyt', un proyecto de antología poética similar al que creara Agustín Calvo, 'Las afinidades electivas', pero de poetas jóvenes nacidos entre 1985 y 1995. Reside en Oviedo.
Yo, mi psiquiatra (y dos aforismos)
- Toda paradoja es trama, suspense y resolución al mismo tiempo.
*****
- ''Una de las cosas más graves que le suele ocurrir al que padece un exceso de inteligencia analítica, como en su caso, es confundir la sencillez de todo acto con la complejidad de su motivo''.
*****
- Solo quiero sobrevivir. Y el precio que habré de pagar por tal anhelo es la poesía.
Yo, mi psiquiatra (y dos aforismos)
- Toda paradoja es trama, suspense y resolución al mismo tiempo.
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- ''Una de las cosas más graves que le suele ocurrir al que padece un exceso de inteligencia analítica, como en su caso, es confundir la sencillez de todo acto con la complejidad de su motivo''.
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- Solo quiero sobrevivir. Y el precio que habré de pagar por tal anhelo es la poesía.
De Diablos y virtudes, 2013
[En la noche que quiere acabarse,...]
En la noche que quiere acabarse,
la soledad se recubre
con plástico aleatorio
y los dedos se enamoran
de la cascada clara.
Recorrer un cuerpo nuevo clausurando
el amor, qué rara la suplencia
llorando a tu sombra pegada, apretando
los dientes,
mordiéndome los ojos por haber amado.
[Poeta estupefacto, magnitud...]
Poeta estupefacto, magnitud
de signos acotados por la boca,
costurero de la piel y del instante
detenido, vaga enjundia
incompetente, relevo, residuo,
jardín templado
y erecto en sus raíces.
Tratado de identidad, Ediciones Oblicuas, 2015
La herida
Es vuestra nuestra obra, vuestro el vano
rastro de fe que a lágrimas pervive
en el camino. Vuestro es el anciano
silencio que al poema sobrevive,
y vuestro su color, su espejo hermano:
el destello que ofrece quien convive
a ciegas con lo fieramente humano.
Es vuestra la emoción del que recibe
las sobrias peticiones de la muerte
o de la vida, su voz, su siniestro
y pálido augurio. Con vil porfía
reúno estas palabras si su suerte
os pertenece toda. Es todo vuestro
su destino. Solo la herida es mía.
Molina
Si nos hubiesen abierto la maldita puerta
hubiera sido más bonito. No sé,
habríamos hablado, seguro, de
algún millón de cosas, por ejemplo
de lo fatal que soporto el indie rock,
o de cierto poeta que nos gusta o
de este terco invierno, que no acaba
de espantarse de una vez, o de las páginas
de un antiguo amor (es decir,
que el azar se habría jugado sus sospechas
al póker de un extraño paraíso y
yo hubiese planeado igual que un torpe
nómada el trayecto hacia tu beso).
Poema de los malos paratextos
S.R. Levin
Cuánto se llevará de mí cada espejo involuntario,
cuánto cada embestida, cuánto
cada soplo revelador, cada secreto o pequeñez.
Y en la fatiga, de ti qué queda. Y qué hay
del talento de los pecados nuevos.
O acaso es un error y fue ternura.
Euterpe, aun así, llora.
Obertura platónica
Ni realidad convicta ni estupor
que luego trae palabras. Ni consigna
amparada por el tiempo, ni paraje
donde citarse con la eternidad.
Ni siquiera este ahora y su partir.
El arte es devolver a cada objeto su desorden
o alejar toda intención de su ritmo.