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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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LORENA ESTRADA [9006]

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Lorena Estrada. Nació en San Salvador, el 10 de mayo de 1988. Estudiante de Artes de la Universidad de El Salvador. Se dio a conocer al obtener el segundo lugar en la rama de Poesía en el Certamen “Matilde Elena López” en su edición de 2009, organizado por el Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador.  Ha publicado en “La Huesera Colectiva”, boletín de poesía que dirige Vladimir Amaya; y en el extinto boletín de la Escuela de Artes, “PlasmARTE”.






Fuerte

Salitre últimísimo,
hoy que es mi lámpara
Quien marca la hora en este cuarto gris y ciego,
El siguiente viento
que necesito es el de tu abrazo

Tu abrazo más allá de la carne y la arteria
un abrazo que no se apague con el día.
Suspiro del polvo que fue estrella
Y Teshcal, eterno hueso del fuego que somos.

Un abrazo con la calentura de una lluvia.
Fuerte huracán de ramas de bronce.
Rosa del sismo, laurel de espuma sobre mi cuerpo.

Hogar, como sombra hecha de mis propios brazos
Tu abrazo de color de primera tarde y primer beso.

Catedral de pájaros,
Patria de tu nombre y el mío,
Tu abrazo de ancho mar
Y De minúscula lágrima

Tu abrazo…
sin más palabras que tus brazos
alrededor de nuestro sueño
es lo que necesito
en este cuarto gris y ciego.







Hojas en el césped

Fui yo
quien no vio un ángel levantándose desde tus ojos
o un pañuelo castaño ondeándose al final de tu risa.

No imaginé el sueño cubierto de selva
pero sino amara tanto, bien podría compartir tu muerte.
Porque más profundo llegan los que jamás nos abordan.

Fui yo
quien no leyó tu sombra bajo el eclipse,
en el silencio de la espuma
que al trasluz de la arena se desvanece.

Y no vi en tu cuerpo las hogueras, 
la fuente del insomnio que otras anhelaron

No destilé mi sangre para tu sed inmensa.
Ni le puse tu nombre a mis naves hundidas.

Tus manos vulnerables no encontraron impulso y fibra
para sacudir la ceniza de mi frente.

Mas lo cierto
No supe, o no quise,
Eso es otro laberinto
que ha de llevarse al otro lado del aguacero

…Alguien más llorará por nosotros
Alguien más recogerá las hojas que dejamos…
Hoy el mundo se prepara para dar su siguiente vuelta…






Nocturno

“los padres preguntarán:
-¿y dónde está la niña?
¿para quién fue el amor
que guardaba con recelo
en su cajita de música?-


El novio llorará en la banca de una iglesia”


Porque ha pronunciado mi nombre
al hurgar entre sus piernas,
y porque quiere hacerme probar
del fuego que revolotea en su sangre,
Va a encadenarme a su deseo.
Va a encadenármelo al cuello y a los ojos.
De rodillas seguiré las huellas de su deseo/
que soy yo.
No quiere saber que le soy distante,
que me baño en otro río lejos de su orilla.
No quiere entender si yo lo entiendo de algún modo.
Y no piensa si llegaré a entenderle hoy o mañana.
No importa saber si quiero… o no.
Él necesita tenerme en la punta de la lengua.
Interpretar de mí, aquella música secreta.
Y navegará la noche sólo por mí y mis cabellos,
y al irme gastando,
Le pondrá precio a mi aroma
de mujer sorprendida…
Serán de su fuego,
los nudos ciñéndome la cintura,
ciñéndome los pechos de la misma manera
no habrá orden establecido
ni dedo que se lo reproche
Dejará entonces esqueletos en los buzones
y cartas de amor en los ataúdes
al ir recolectando señoritas de sus sueños.
Irrumpirá con traje de sombra y humo
y mis padres no divisarán su arribo.
Irrumpirá en los pétalos de la flor en la que duermo
y encenderá su lengua en mi mejilla para despertarte
comprenderé entre lágrimas
el juicio absoluto de la navaja besando mi cuello
Será cuando ate mis manos
Al utilizar como sogas sus nervios dolorosos.
Será cuando rasgue mis delicadas ropas
y me despoje con artilugios de duende, la prenda más pequeña.
Va a vestirme de selva, y de calle,
(de encaje la tela atrevida)
De fragancias prohibidas serán mis nuevos interiores,
Con blusa blanca y falda de colegio
va a vestirte de calle y de selva,
A vestirme con su ropa si quiere.
Porque llegará la noche a besarme entre las piernas
y el beso tendrá sabor a su boca.
Llegaré a mí,
Arribará a mi cuerpo, como la lluvia a las ciudades,
y me pondrá su corazón como una sangrienta mordaza…

“los padres preguntarán:
-¿y dónde está la niña?
¿para quién fue el amor
que guardaba con recelo
en su cajita de música?-
El novio llorará en la banca de una iglesia…”







De Papel

La ciudad cabe en mis manos
y el corazón de los pájaros
Palpita en la mirada de los hombres.
Yo he cruzado las piernas
para que no vean más allá de mi falda,
Si no ellos sabrían mi nombre y mi acento,
El sueño escondido tras el cristal de la ventana.
La ciudad cabe en mis manos
Y aún así estoy perdida en su mudez de oro y fango.
La selva duerme en los dedos de esos pequeños hombres
Por las noches buscan descifrar mi aroma,
Uno a uno,
sueñan desnudarme de la misma manera
Uno a uno,
Quieren desabotonarme cada pétalo.
Uno a uno,
sueñan verter mi saliva en sus ojos.
La ciudad cabe en mis manos
Como un estribillo
de la estación más próxima a la sed o al vidrio,
Estos hombres preguntan por mí
a la sombra,
Donde camino,
erigen panales de rosas impronunciables,
Más no saben de la última máscara que he madurado
y de mis alas rotas en el cemento.
Ellos me buscan
con música herida en la mirada,
durmiéndome la piel en su agridulce selva.
Si me arrodillo ante los espejos
por la mañana se han bebido la luz y la imagen.
La ciudad es tan pequeña que cabe en mis manos
Los hombres me prometen el cielo y la mágica altura,
mas no saben que les he sobrevivido
con mi esperanza de mariposa
condenada al suelo…






“No podemos sucedernos tras las ventiscas siempre…”

No podemos sucedernos
[tras las ventiscas siempre,
No somos un espejo que se multiplica en la penumbra
pese al corazón que se lleva en la mano,
pese a las manos que se llevan adentro del corazón.
Por eso prométeme un ocaso que no llegue a consumarse,
Solo si el silencio es mutuo entre ambos,
y nos rodee una laguna de espadas y otros laberintos.
Si grito tu sangre al otro lado de los muros,
y amaneces desnudo en tierras extrañas
Prometo izar mi blusa en la oscuridad, como nuevo faro.
Porque un día será más espeso el bosque en nuestra garganta,
y en ella morirán las aves como besos que dejamos ir
en una noche cuando el amor nos costó los labios.
Prométeme más allá del polvo
que ha de atarme las manos a mi condición de mortal,
Que por mis cabellos has de resurgir de entre el calor de las hojas.
Y me amarás en el adiós
Como la primera vez que
me estrechaste a tu costado y fui tu costilla.
Entonces
algo habrá de amordazarme eternamente
y comenzaré a gritar tu nombre con las manos.
Prométeme un ocaso que jamás llegue a consumarse,
Como un cigarrillo intacto en la bolsa,
Ese de dos bocas aspirado cada día.
Porque un día habré de maldecir esta hora
Donde las promesas de todos los tiempos convergen
en una misma lágrima para romperse como un vidrio mudo.






Víctima 674

Me contuve por la espina entre las piedras,
Con un padre enfermo y loco
que bailaba un vals con la muerte
Mientras le pateaba el rostro a mi madre,
con su cariño miserable.
Ahora
Yo no brillo más que un puñal en un blanco abdomen,
Ni soy el hielo de este invierno prospero y terrible.
Soy solo la mano sucia y herida por el atardecer
que le tapa la boca a jovencitas por los callejones
una mano sin mano, sin rumbo y con hambre.
No soy más que un día que fue tarde siempre
el oro sucio extraído de la entraña honrada.
Esto soy: aliento ebrio a mariposa deshecha entre los dientes,
Un perro pudriéndose de rabia
en la mirada vacía de otro muerto.
Fugitiva es mi sombra, capa de otro cuerpo
Todas las tumbas tienen mi nombre
y los cadáveres, la huella de mi aliento,
Salpicado al filo del precipicio
He contado los pasos en la caída eterna
donde se queman los dedos que me rozan
y mi rostro va desfigurando todos los espejos.
Pertenezco a la región donde la noche
engendra a sus hijos sin alma,
y en el retorno vivo sin regreso
al haber entrado en el grito verde de la angustia.
En el cemento habrá de leerse mi historia
Como los orines de un alcohólico decrepito.
Y verás en sus líneas doradas y en el violento aroma
Que soy como tú, al otro extremo de la vida,
al otro costado de la cuerda
Que somos hermanos,
nacidos del mismo párpado de esta ciudad maldita.
y porque que de la misma piedra se han hecho nuestras entrañas….
Bésame la mejilla, bendíceme o júzgame,
mientras le cierro los ojos a tu sangre…






Posmodernidad

Desmayada voy gastándome en la noche.
Mi cuerpo es una cera ardiendo
en los sueños de los hermanos de mis amigas.
No tengo otro horizonte más que mi nombre
deletreado en el frío.
Pero así es el mundo atrás de los relojes,
Un cadáver abandono que gira
en alguna parte,
una campana ciega entre las espinas.
Yo solo tengo mi nombre deletreado en el frío.
Como presentimiento de una rosa marchita entre los labios.
Y abro los ojos y se hace la penumbra
Alguien no sabe como cantar mi nombre
[y dolerse entre las rocas al mismo tiempo.
Pero así es el mundo, en mi cama y en mi cuerpo
Un poema que arde en la llama del bullicio.






Nocturno II

Y fue él,
el amigo de una edad remota,
el pequeño compañero de una infancia perdida
quién me regresó de la noche
tal y como se lo prometió a las lágrimas de mi madre.
El precioso caballero
entró a la luz conmigo en brazos,
después de la gran aventura del retorno,
por la niebla,
el fango
la lluvia
y la muerte.
Fue su sangre que mordió la cadena,
Quien me devolvió la voz y el paso.
Derrotó a la espada y al calabozo,
Delicadamente me devolvió a la flor de mis habitaciones,
a la dorada costa en los ojos de mis padres.
Restituyó, por su valor, mi edad trasgredida,
Levantó del abismo, al arco iris
y de la sangre, a las estrellas.
Me vistió
con antiguas telas de olor a pan y caramelo,
las únicas prendas que reconozco…
Él levantó
las muñecas,
los viejos libros
que sucumbieron
[en el arrebato aquella noche…
El precioso caballero,
me devolvió al sueño del que una vez fui raptada.







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