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Channel: POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando Sabido Sánchez #Poesía
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ALEJANDRO MURGUÍA [19.425]

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Alejandro Murguía 

Poeta chicano (nacido en 1949 en EE. UU. De padres Mexicanos) Alejandro Murguía se ha destacado en poesía, cuentos, e historia. Su libro Southern Front (Frente Sur) historias de los internacionalistas en la insurrección de 1979 fue premiado con el American Book Award en 1990. Tambien fue el responsable de la Brigada Cultural Roque Dalton—grupo de poetas, activistas y traductores que publicarón Volcán la primera antología de poesía Centroamericana que aparece en los Estados Unidos. Hoy en día es profesor en el Departamento de Estudios Latina y Latinos de la Universidad Estatal de San Francisco.

En 2014, City Lights Books de San Francisco publicó su nuevo libro de poesía Stray Poems. Es el sexto poeta laureado de San Francisco y el primer Latino nombrado al puesto. Vive en San Francisco donde sigue su labor de poeta y organizador de eventos literarios con enfoque en la comunidad Latina.




El sueño de Lorca

Me cuentan que tu clavícula
es una estrella sobre Andalucía
que tus meláncolicos metacarpianos
aún apríetan un terrón de Sevilla
que tus caderas jamas
han cesado de gozar
así en La Habana como en New York
y que en las cuencas de tus ojos
han brotado jasmines
y cada pétalo un poema
que tu quijada es la voz de todos
los sospechos, indocumentados,
insultados y fusilados
que la luna arrulla tus hueso Federico
frágiles como alas de colibrí

Así me lo contarón una noche plateada
las hormiguitas rojas
que duermen en tu cráneo



Ahora fuego

Ha llegado la rebelión de los colores
insurrección de las palabras
Es la hora carnal
así dice el tic-toc del tiempo

Es la temporada de ayunas
el mes de los mendigos
la zafra de lágrimas
tiene sabor a coraje
a sal, a miel de alacrán

Es el año del viento
un siglo de sangre que se forma
un huracán de gente
avanzando por los callejones
y arrabales
hacia el centro
comandando la ópera del capitalismo
la farsa del imperialismo
—dando fin al cinismo y mentiras

Es el minuto donde se hunden
los buques de guerra
el segundo donde se ahoga
la injusticia, la deuda, la renta, la tiranía—

Es la hora hermana de los fósforos
de las llamaradas y el fuego

Llegó el tiempo
De la Hora Cero



There’s No Santos On My Altar

Sometimes I wonder Ché
If you ever stepped down from the altar
If you ever grew weary of being the pure one el hombre nuevo

I wonder if you ever thought of just being Ché again
The one with a girlfriend who abandoned you
When you rode the Norton 500 across the Andes like a crazy beat

Whatever happened to that frustrated poet who
Instead became a revolutionary who’d wished he’d been a poet
And at the risk of sounding ridiculous was a poet

Did you ever again wish for a tango by Piazzola
Or that faded blue light of Buenos Aires at five p.m.
When drunken love songs fill the porteño barrios

Or was it all strategy, war tactics, theories of liberation
The politics of rhetoric
A mouthful even for a poet

Your diary in Bolivia is smeared with mud and shit
But it is also stained with hope

You made your share of mistakes
You forgot god damn it the necessity to tango
You failed to read The Garden of Forking Paths

You were right about love and revolution and wrong
About most everything else—in other words you were human

So tonight another anniversary of your death
I’m sure somewhere someplace in Cuba Angola Vietnam Chiapas
A hungry bastard with nothing but hope in his gut

Will light a candle at your portrait
—Naturally the one with a star on your beret—
Your eyes staring with nostalgia at the future

But Ché I have no santos on my altar
No idols no gods no goddesses
Only flowers petals and hummingbird feathers

So instead of a candle I’ll play you a tango
One that starts with a ráfaga of bandoneon like a roar
From a motorcycle and with my canteen

That survived the Southern Front in Nicaragua back in 1979
I’ll tip you a toast hombre a hombre—Amor vino y revolución
Ché comandante presente!



Non ci sono santi sul mio altare

Che, a volte mi chiedo
se sei mai sceso dal pulpito
se ti sei mai stancato di essere il puro, l’uomo nuovo

mi chiedo se hai mai pensato di essere ancora il Che
quello con una ragazza che lo ha lasciato
quando attraversasti le Ande sulla Norton 500 come un folle Beat

Cosa è mai accaduto a quel poeta frustrato che
è diventato invece un rivoluzionario che avrebbe voluto essere un poeta
e che, a costo di sembrare ridicolo, era un poeta

Hai mai desiderato di nuovo un tango di Piazzolla
O la luce soffusa di Buenos Aires alle 5 del pomeriggio
Quando canti d’amore ebbro riempiono i barrio della città

O era tutta una strategia, una tattica, il comitato centrale
la politica della retorica
un boccone anche per un poeta

Il tuo diario in Bolivia ha macchie di fango e merda
Ma anche macchie di speranza

Anche tu hai le tua quota di colpe,
dannazione! Hai dimenticato l’importanza di ballare il tango
non riuscisti a leggere Il giardino dei sentieri che si biforcano

avevi ragione sull’amore e sulla rivoluzione ma torto
su quasi ogni altra cosa—in altre parole eri umano
così stanotte in un altro anniversario della tua morte

son certo che in qualche luogo, da qualche parte a Cuba, Angola, Vietnam, il Chiapas
un bastardo famelico con nessuna speranza nel cuore

accenderà una candela dinanzi al tuo ritratto
— di certo quello con la stella sul basco —
con gli occhi che fissan futuro con nostalgia

Ma Che non ci sono santi sul mio altare
né idoli né dei né dee
solo petali di fiori e penne di colibrì

così invece di una candela ti suonerò un tango,
uno che inizi con uno scoppio di bandoneon
come il ruggito di una motocicletta e con la mia borraccia

sopravvissuta al fronte del sud in Nicaragua nel 1979
brinderò a te da uomo a uomo –Amore, vino e rivoluzione
Comandante Che, presente!


Trastevere Sunday 

In the piazza di Santa Maria in Trastevere
the old woman dressed in black
hunched over her begging basket
feet twisted backwards
wails a heart-rendering plea
to a God that is deaf
while tourists fan themselves in cafés
and the sun scorches the cobblestones
oily and black
with a hundred decades grief and poverty
that a coin dropped in her hand
cannot erase
and what government sends
grandmothers to beg in the sun
burning the skin from the flesh.


Domenica a Trastevere

Nella piazza di Santa Maria in Trastevere
un’anziana vestita di nero
chinata sul suo cestino dell’elemosina
i piedi rivolti all’indietro
ulula una preghiera straziante
a un Dio sordo
mentre i turisti si sventolano nei caffè
e il sole cuoce i sampietrini
unti e neri
da centinaia di decadi di dolore e povertà
che una moneta lasciata cadere nella sua mano
non può cancellare
e, quale governo spedisce
le nonne a chiedere l’elemosina al sole
che ustiona la pelle della carne.






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JOSEFINA BOLINAGA [19.426]

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JOSEFINA BOLINAGA  

Aunque fue conocida principalmente como autora de literatura infantil, Josefina Bolinaga publicó también poesía previamente al año 1936. Por lo demás y a pesar de ser una autora de cierto éxito en el periodo –como demuestran las noticias y reseñadas aparecidas sobre la escritora en algunos diarios de tirada nacional como el ABC y el Heraldo de Madrid y el hecho de haber ganado el Concurso Nacional de Literatura-, no he podido localizar los lugares y fechas de su nacimiento y muerte. 

Más que como poeta, la escritora fue sobre todo conocida, tanto en el periodo de preguerra como después en la posguerra, como autora de cuentos infantiles, entre los que destacan Amanecer, 1934, que se llegó a convertir antes de la Guerra en libro escolar de lectura, y Cuévano de aventuras, 1935. Publicaba, además, narraciones infantiles en la sección “Gente menuda” del suplemento Blanco y Negro del diario ABC.

El primero de los libros de poesía de Josefina Bolinaga, Alma rural, salió a la luz en el año 1925, precedido de un prólogo de Wenceslao Fernández Flórez, quien, ya desde estas primeras páginas, que generalmente deberían ser elogiosas, caracteriza el poemario como “un libro sencillo, escrito para almas sencillas”, cuya nota predominante es la ternura. Sitúa, por tanto, la obra, al margen de la “literatura con mayúsculas”, considerando que no es recomendable para quienes, como señala el autor, “gusten en literatura de manjares fuertemente sazonados” (apud. Bolinaga 1925: 6). Finalmente destaca la condición de entretenimiento que la poesía tiene para las mujeres, subrayando que “si la señorita Bolinaga fuese una señora que tuviese en su hogar tres o cuatro hijos, no hubiese escrito tales versos” (ibid. 8).

Alma rural es un libro peculiar, ya que no se ajusta de un modo exacto a las tendencias estéticas generales observables en la poesía de autoría femenina en el primer tercio del siglo XX. Así, si bien se aprecia en él la influencia de la lírica tradicional – versos de arte menor, lenguaje sencillo, estructuras paralelísticas-, no hay tanto una exaltación de lo popular como de lo rural, de manera que no se busca, a través de la poesía, la esencialidad sino la reproducción de unas formas de vida ajenas a las de la gran ciudad, cuya progresiva expansión generaba, sin duda, el rechazo de un sector de la población española, más apegado a las “esencias” tradicionales. El poemario está, por lo  demás, construido siguiendo el modelo de José María Gabriel y Galán, a quien la autora dedica el primero de los poemas, “Al eximio poeta Gabriel y Galán”, y a quien considera su maestro. La suya es, así, una poesía que, al igual que la del poeta salmantino- extremeño, ensalza la vida rural y campestre en su aspecto más tópico y superficial (frente a la actitud crítica y, a la vez nostálgica, presente en algunos de los autores tradicionalmente adscritos a la llamada “Generación del 98” como Unamuno, Azorín o Baroja), recreando escenas pintorescas y reproduciendo una forma de hablar rústica y ya claramente arcaica en un momento como mediados de la década de los veinte. La mayoría de los poemas tienen, por lo demás, un carácter narrativo, siendo frecuente la reproducción de diálogos entre personajes (generalmente entre madres e hijas, maridos y mujeres, amigas) y que son quienes precisamente reproducen la forma de hablar típica de ciertas áreas rurales españolas280:


¡Madre, cuidado en la ciudá
qué modo de bailar llevan!
M’asusté de lo que vi;
pero cuánta diferencia
del bailar de nuestros mozos
 y las mozas de mi tierra (…)
 ¡Pero, madre, en la ciudá,
 qué empujones, qué regüeltas,
 q’ajuntarse bien las caras,
 qué tocase las cabezas! 

(“Como los angelicos…”, ibid. 101- 104)


____________________________
280 Con todo, también en algunos de los poemas se ponen de manifiesto los diferentes roles de género de los hombres como proveedores y las mujeres como “ángeles del hogar” dedicadas a la crianza y al cuidado de los hijos: 

“Te lo dije muchas veces 
endenantes que casaras,
no hiciste caso a tu madre 
llevaste un hombre, Blasa, 
que en tan solico sirve
pa comer y p’a pintal” 

(“Audacia”, Bolinaga 1925: 153- 157).




El segundo poemario de Josefina Bolinaga, Flores de amor, se publicó en el año 1927, con un poema- prólogo de Luis Fernández Ardavín, a quien le interesa subrayar de un modo reiterado que se trata del producto de “un alma de mujer/ desbordando su amor en cuanto la rodea!” y que, por tanto, presenta una serie de características, tales como sencillez, inocencia, “templada inspiración”, que tradicionalmente, como vamos viendo, aparecen unidas a la creación poética de autoría femenina. Al igual que en otros casos, la obra se presenta como un “infante”, que “viene envuelto en mantillas”, llegándose incluso a equiparar la actividad literaria creadora con las labores de costura, “puntaditas de aguja en nítidas cuartillas” (apud. Bolinaga 1927: 7- 9). La obra se presenta, además, como “un canto de amor y de ternura”, que “debería llamarse ‘Maternidad’ y ser/ mejor que un libro, un cuévano de inmaculada albura”, situando a la autora bajo “las nobles sombras” de algunos poetas del siglo XIX como Gabriel y Galán, Campoamor, Grilo y Vicente Medina (ibid.).

En efecto, tal y como señala el prologuista, en este libro de inspiración popular – la mayoría de los versos son de arte menor y predominan las estructuras romancescas- y ambientado, al igual que el primero de la autora, en un entorno rural, la relación materno- filial ocupa un lugar destacado, siendo, sin duda, el tema central de una parte considerable de los poemas. Destaca, en este sentido, el segundo de los textos, “¡Sólo mío!”, en el que encontramos el estereotipo de la “madre coraje”, que ha criado sola a su hijo pequeño recientemente muerto y que se dirige al “juez de mi vida” para implorarle su resurrección. El sujeto poético expresa, así, de un modo hiperbólico su dolor y su incapacidad para asumir un acontecimiento que parece contrario a la lógica racional. Se plantea, además, en cierto modo, una lucha entre la muerte y la madre, que se enfrenta a las leyes de la naturaleza humana:


Su madre puso flores
en su vida, colmándola de ensueños
y regó su jardín con alegrías
y sembróle esperanzas en el pecho, (…)
Señor juez de mi vida,
sea usté justiciero…
Si le reclama el padre
le dice que hace tiempo
llorando dije al niño
Tu padre ya se ha muerto. 

(Bolinaga 1927: 17- 20)


En “El benjamín”, nos encontramos también el tópico de la mater dolorosa, de la mujer que sufre intensamente por el más pequeño de sus hijos que nació deforme y al cual ella entrega, por eso, más intensamente su amor: 


“Con zozobras siempre espía 
que se marchen a sus juegos 
los querubes deliciosos
sus hijitos, dioses bellos;
pues quedarse sola ansía
para hartarse bien a besos” 

(ibid. 75- 80).

Por contraposición al carácter “trágico” de estos poemas, en otros de los textos se da una exaltación del amor maternal dichoso utilizando, para ello, la fórmula de la canción infantil, de manera que se emplea un lenguaje sencillo, al tiempo que se incorporan referencias que forman parte del léxico de los niños. Es, como si de algún modo, el sujeto -madre tratase de transmitir a sus descendientes, en un lenguaje comprensible, el cariño que siente: 


“Es mi hijo 
flor de espuma, 
un trocito
de una nube primorosa, 
que es de Cielo, nieve y rosa” 

(“Fue una nube”, ibid. 28). 


De hecho, muchos de los poemas del libro parecen dirigidos a un público infantil, tal y como se puede apreciar en los romances de carácter narrativo, “Princesa, mi princesita” y “Las dos jaquitas”, o el poema “Idilio”, en los que los protagonistas son los niños. Por lo demás, en muchos de estos poemas, se pone de manifiesto la diferente socialización que reciben los niños y las niñas: así, mientras que en “¿Qué serás?”, el sujeto madre desea que su hijo tenga un “destino grande” como soldado, médico, marinero, duque o torero (ibid. 47- 48); en “Oye, muñeca”, desea para su hija que sea una “mujer bella/ como un sol de hermosa, cual una aurea estrella” (ibid. 91- 92).

En el año 1934, Josefina Bolinaga publicó Candor: Niños y flores, que es un libro de poemas para niños, descrito, en una breve dedicatoria que coloca al frente –“A los que como yo aman a los niños y por si este libro cayera en sus manos”-, como “Rima sencilla. Templada inspiración. Carencia absoluta de tópicos, ni de imágenes. Eso hallaréis en mi libro” (Bolinaga 1934: 3). En este poemario, a diferencia de lo que sucedía en los dos anteriores, un público infantil, interpelado de una manera reiterada, se convierte en el destinatario de unos poemas que tienen, en la mayoría de los casos, un carácter narrativo y están generalmente protagonizados por diferentes tipos de flores (girasol, pensamiento, tulipán, lilas, clavel, rosa, margarita, amapola, etc.) y plantas (como, el perejil, el trébol o el sándalo), que aparecen personificadas y que toman la palabra para dirigirse a unos niños que parecen escucharlas con atención y que proponen asimismo un diálogo281. Con frecuencia, a través de los parlamentos de las flores, se busca plantear a las criaturas una reflexión de tipo moral o existencial, como sucede en el caso del poema “Rosa”, en que la flor “bonita” pero perecedera aconseja la eliminación de la actitud orgullosa ante la fugacidad de la existencia: 


“Así, niños míos, 
no tengáis orgullo, 
porque las bellezas 
son cual mis capullos.
 ¡Y nunca presuma
la niña de hermosa,
puesto que ella dura 
igual que una rosa!” 

(ibid. 37- 40). 


En “Espuela de caballero”, la flor lleva a cabo una exaltación de la paz, rogando encarecidamente a los niños la huida de cualquier disputa, envidia o desunión 282.


281 Junto a los poemas, aparecen algunos cuentos infantiles de carácter narrativo: “El viaje de un capullo”, “Periquín”, “La cigüeña”, “El escarabajo de oro” y “Flor de luz”.
282 

“Vivir siempre sin envidias, 
que emponzoñan, matan, hielan. 
Es la paz amor divino
en los montes, en la aldea,
en las chozas y las ciudades,
que la Paz bendita sea.
Siempre juntos, niños míos,
y en unión honda y fraterna
vivir todos como hermanos:
escucharnos nuestras quejas,
consolar al que esté triste
rezar con el que reza” 

(“Espuela de caballero”, Bolinaga 1934: 51- 53). 

[Texto: IMÁGENES FEMENINAS EN LA POESÍA DE LAS ESCRITORAS ESPAÑOLAS DE PREGUERRA (1900- 1936)

Doctoranda: Inmaculada Plaza Agudo] 





Poemas de Josefina Bolinaga

El primer beso

   -Madre, yo una cosa
decírsela debo,
que me quita el jambre,
que me quita el sueño.
¡Una cosa grande!
¡Madre, es un secreto!
¡Venga usté a l´alcoba!
¡Venga p´allá drento!
que no l´oiga padre,
que no l´oiga agüelo.

Pues verá usté, madre...,
casi no m´atrevo
a decirla todo,
y es que endemás miedo
de que usté me riña
mucho yo le tengo.

¡No se ponga seria!
¡No m´arrugue el ceño!
Mire pa otro lao...
Que me da usté miedo...
Ahora lo digo,
ahora alcomienzo.

Ayer para el campo
se vino el Usebio,
s´acercó pa mí,
y dijo, contento...
Lo de siempre, madre:
¡Que si yo le quiero!
Le dije... que sí,
que ley yo le tengo;
s´acercó él altonces
más p´hacia mi cuerpo,
juntó la su cara
casi con mi pelo...
¡No se ponga seria!
¡No m´arrugue el ceño!
Q´altonces no sigo
este mi secreto.
   ¡Mire pa otro lao!
pus iba diciendo
Q´ajuntándose a mí
el mocico Usebio...
¡Y altonces! ¡Altonces!
¡Ay, madre! ¡Qué miedo!
Me dio en la cara
así como un beso.

¡No me riña, madre!
Q´ha sío el primero.
¡No me riña, madre!
Que más ya no vuelvo
a dejar besarme
del mocico Usebio.

- No te riño, hijica;
no me tengas miedo.
¡Cuánto que me gusta!
¡Cuánto que m´alegro
Q´a mi m´hayas dicho
eso del Usebio!
¡Pa estar con mil ojos!
¡Pa velar por ti
y pa estar yo siendo
la tu sombra siempre
que siga a tu cuerpo!

¡Cuánto que me gusta!
¡Cuánto que m´alegro
q´a mí m´hayas dicho
ese atrevimiento...!
Ya estoy mu tranquila:
No vendrá otro beso,
que tendrá tu madre
mil ojos para ello.

Porque tú no sabes
y has de tú saberlo,
q´es mucho dañino
ese primer beso.


El hondo sufrir

I

Se murió la nenita, y el padre
con el alma transida de pena,
iba tras la caja
blanco cual la cera.
¡Qué congojas tan grandes el pecho!
¡Qué latir de las sienes con fuerza!  
Iba como un ebrio
Tras la niña muerta.


II

En los campos brillaban las mieses
cual chispitas de luz y centellas,
doradas espigas
se inclinaban del peso a la fuerza.
Los cotos bravíos,
allá en la pradera,
retozando triscaban alegres
y balaban también las ovejas.
¡Todo convidaba
a la vida buena!
El ambiente cargado venía
de las madreselvas,
los zarzales, de rosas floridos,
perfumaban sencillos la tierra.
¡Qué alegre la vida,
qué hermosa, qué bella!
Y a lo lejos se oía la copla,
tan sencilla, tan fresca,
copla campesina
de suave cadencia,
que traía pensares benditos
del honrado vivir de la aldea.


III

¡Qué hermosa la vida;
vivirla, qué buena!
qué cansado subía el cortejo
por la dura cuesta.
Todos, en silencio,
caminaban de prisa y con pena,
¡qué dolor tan hondo
en la tarde aquella!
Pobre padre, pobre padre,
blanco cual la cera,
que cómo iba, ni él lo sabía,
tras la niña muerta.

Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la generación del 27. Edición y selección de Pepa Merlo. Fundación José Manuel Lara.      




Elogio de la biblioteca escolar

Diez años antes del mayo revolucionario, las únicas revoluciones que agitaban nuestra plácida vida escolar consistían en el reparto de la leche en polvo americana, el carro que una vez al año traía las roñas para alimentar la escuálida estufa de la escuela, y el polvo que, filtrándose por las mal machihembradas tablas del piso, […]






INTERVENCIÓN DEL PRIMER MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL DEL FRANQUISMO SOBRE LOS LIBROS ESCOLARES.

Carmen Diego Pérez
Universidad de Oviedo

(Artículo publicado en: “Revista Complutense de Educación, 1999, vol.10, n.º 2, pp. 53-72)


RESUMEN
   
Los libros de texto utilizados en el primer nivel educativo estuvieron en el punto de mira durante la Guerra Civil española por ser un objetivo, primero a destruir y después a controlar. Qué medidas se arbitraron para conseguirlo durante el primer gobierno de Franco es el objeto de las siguientes páginas.

         
Durante la Guerra Civil española el enfrentamiento armado tuvo su parejo en la distinta concepción de la enseñanza y en los recursos educativos utilizables, especialmente los libros escolares. Cómo se arbitraron y pusieron en marcha medidas para controlar y supervisar los libros utilizados en la enseñanza primaria durante este doloroso trienio ha sido estudiado aún sólo parcialmente, bien en trabajos que analizan la política del libro escolar desarrollada por el franquismo o bien en estudios sobre algunas medidas específicas como el intento de dotar de un único libro de lectura a las escuelas – El libro de España – o la más ambiciosa de diseñar ex profeso los de todas las materias objeto de enseñanza – los del Instituto de España –. La inusual actividad desplegada en medio del conflicto armado en relación  con los libros escolares requiere aún trabajos sobre otras iniciativas tomadas por el bando que resultará vencedor y ése es nuestro propósito en las siguientes líneas.
   
A partir del 30 de enero de 1938 el Ministerio de Instrucción Pública se denominó Ministerio de Educación Nacional y ese cambio señaló el comienzo de una política educativa diferente, encauzada, hasta abril de 1939, por Pedro Sainz Rodríguez (1898-1986), periodo que analizamos en este artículo. Desde la sede provisional del Ministerio de Educación Nacional en la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, Sainz Rodríguez, curtido en temas educativos durante los gobiernos de la Dictadura y la República, marcó las directrices de la función del Estado respecto a la enseñanza, lanzando una serie de ideas – sugeridas en muchos casos por simpatizantes – que arraigaron profundamente. A pesar de la precariedad de medios para desarrollar su labor, consciente y orgulloso de su papel histórico, ha conservado en su archivo personal informes, cartas, notas personales, etc. que hoy permiten contrarrestar la escasez de fuentes documentales para este periodo. Entre sus papeles hay varios informes y sugerencias para diseñar un nuevo modelo educativo enviados por quienes se adherían a los generales antes de la victoria para auxiliarles “con nuestra experiencia dentro de nuestras actividades, al más pronto logro de aquellas patrióticas aspiraciones”. En varias ocasiones se señaló como “fuente de donde han surgido los males que hoy padecemos” al Ministerio de Instrucción Pública, “cuartel general de los enemigos de España”, a pesar de haber “en uno de los Gobiernos de 1935 hasta cinco ministros de la CEDA (...). Por eso si alguna actividad nacional necesita reforma honda, profunda y urgentísima es la de la enseñanza, y si en algún Ministerio hay que entrar a sangre y fuego, sin respecto a lo preexistente es el de I.P.; en todos, los errores, los derroches, las pasiones, han causado el daño de no hacer un bien; en éste eso mismo ha impedido que se haga el bien y han producido los males que padecemos”.

Comenzado el curso, el Jefe del Servicio Nacional de Primera Enseñanza firmó la orden del 18 de octubre de 1938, con una relación de libros aprobados “solamente para el presente curso de 1938 a 1939”40, que eran los únicos que podían utilizarse en las escuelas. El total de libros escolares autorizados, con indicación del precio de venta de los mismos, salvo en los originales inéditos a los que no se les señalaba, aparecían agrupados bajo distintos epígrafes siendo el primero el de temas varios que comprende 109 libros; bajo la denominación de libros de aritmética y geometría se incluyen 35; además están los 18 libros de Geografía e Historia; también 24 libros de religión e historia sagrada y, por último, 9 libros de ciencias naturales. En total quedaban aprobadas 195 obras que, por editoriales, se distribuían del siguiente modo: Hijos de Santiago Rodríguez, 31; Bruño, 23; Magisterio Español, 18; La Educación, 16; Luis Vives, 15; Sanchez Rodrigo, 10; Porcel y Riera, 7; Sociedad de María. Marianistas, 7; Producciones Naverán (inéditos) 7; Corazón de María, 5; Florencia, 4 y de varios autores 52, dos de ellos inéditos. En definitiva, los maestros podían elegir entre dos centenares de libros para seleccionar los que querían utilizar en el curso 1938-39.
        
Lógicamente no todos los libros examinados satisfacían los requisitos pedagógico, moral, tipográfico... etc., y por eso la Comisión “les consideró inaceptables para la Escuela del Nuevo Estado y por estas razones no han sido aprobados”. La relación de rechazados incluía 42 títulos. El tiempo del expurgo no había terminado. No se conservan los documentos de trabajo de esta Comisión Dictaminadora de los libros de texto que se han de usar en las Escuelas Nacionales, pero de la relación de obras no aprobadas en esta primera sesión, celebrada en Vitoria el 28 de septiembre de 1938 tenemos el motivo del rechazo, pues en la lista hecha pública en 1940 las obras iban acompañadas de una valoración. Las razones del rechazo, por orden de frecuencia, eran: antipedagógico, anticuado, deficiente presentación, carácter laico 41, e incluso, algunos por contener definiciones inexactas o erróneas – fundamentalmente éstos son los de aritmética  y de geometría –, por expresiones duras, o “gran frialdad en su Tratado de Moral”, dictamen aplicado a Enciclopedia. Grado preparatorio de Virgilio Pérez.

Nuevamente el cotejo del texto de la orden original, con lo publicado en el BOE y en el BOMEN, evidencia diferencias tanto en la reproducción de la lista de los libros prohibidos como en la de los aprobados, al matizar las prohibiciones hechas a los Inspectores.


41 Esta es la razón para prohibir Amanecer, obra de Josefina Bolinaga, editada en Burgos por Hijos de Santiago Rodríguez que había recibido el tercer Premio Nacional de Literatura en la convocatoria de 1932. Es posible que a la autora se le hiciera saber qué enmiendas o rectificaciones debía hacer, pues fue nuevamente presentado a juicio de la Comisión Dictaminadora de textos Escolares de Primera Enseñanza y fue aprobado en la orden del 27 de diciembre de 1940 (BOMEN del 10 de febrero de 1941). En 1955 lo seguía editando Hijos de Santiago Rodríguez.





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MARÍA TERESA ROCA DE TOGORES [19.427]

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María Teresa Roca de Togores 
y Pérez del Pulgar

Hija de Alfonso Roca de Togores y Aguirre-Solarte, I Marqués de Alquibla, y de María de las Angustias Pérez del Pulgar y Ramírez de Arellano.

Nacida el 7 de septiembre de 1905 en San Juan de Luz. se casó el 11 de Abril de 1928 en Madrid con Carlos de Rojas y Moreno, VII Conde de Torrellano, XI Marqués de Beniel, Caballero de la Orden de Alcántara, Maestrante de Valencia, diplomático; nacido el 23-VIII-1891 en Alicante.

María Teresa publica su primer libro, Poesías cuando tenía quince años. el segundo libro de poemas no sale hasta 1935, Romances del Sur.

Murió en madrid en 1989 a los ochenta y cuatro años de edad.

Libros publicados:

Poesías, prólogo de Carlos Luis de Cuenca. Madrid, suc de R. Velasco, 1923.
Romances del Sur, Ávila, tipografía de Nicasio Medrano, 1935.
El Puente de Humo, Madrid, ed. de la propia autora, 1946.
Antología intemporal, prólogo del Marqués de Lozoya, Madrid, Artes gráficas Soler, 1974.



La mentira

Sé que me despreciáis; mas no os asombre
que os diga que al hacerlo de tal suerte,
despreciaréis de mí no más el nombre,
pues vivo en el espíritu del hombre,
y puedo dar la vida y dar la muerte.

¡No podéis despreciarme! que es mi sino
vagar en vuestros pechos siempre errante;
me rechazáis, mas me buscáis sin tino,
pues deparada estoy por el destino
a ser vuestra enemiga y vuestra amante.

Soy amada cual soy aborrecida,
yo sé engendrar el odio y el amor,
mi destreza jamás se vio vencida,
que en las lides más fuertes de la vida
vencer supe la dicha y el dolor.

Queréis huir de mí; pero es en vano,
necesitáis mi astucia y mi poder,
las leyes del honor tengo en mi mano,
si yo quiero, ennoblezco al más villano,
y al más noble yo puedo envilecer.

Soy el eje del mundo, y mis antojos
manejan la indulgencia y la maldad;
no debo merecer vuestros enojos
que la verdad no ofrece más que abrojos,
yo soy menos cruel que la verdad.

Sin mí no existiría la esperanza,
doy vida y realidad a la ilusión,
soy el arma mejor de la venganza,
vivo entre la caricia y la acechanza,
después de seros fiel me hacéis traición.

Yo sé resucitar la fe perdida,
que el ser en quien creéis y a quien amáis
me lleva en sus palabras escondida;
si la savia yo soy de vuestra vida,
decidme, pues, ¿por qué me despreciáis?

De Poesías, 1923




María Teresa Roca de Togores (San Juan de Luz, 1905- Madrid, 1989) inició su carrera literaria con la publicación en el año 1923 del libro Poesías en la Imprenta del Sucesor de R. Velasco. Su segundo libro, Romances del Sur, no aparecería hasta el año 1935 en Ávila en el Establecimiento Tipográfico de Nicasio Medrano, firmando la autora como marquesa de Beniel  287. El primero de estos poemarios está precedido de un prólogo de Carlos de Cuenca titulado “En confianza”, en el que, de manera continuada, el autor se refiere a la poeta como una “señorita aficionada”, calificativo que, sin duda, contribuye a restar valor a la obra. Por lo demás, y tal y como suele ser habitual en este tipo de paratextos, se exponen una serie de concepciones estereotipadas sobre la poesía de autoría femenina. Destaca, así, su “pureza”, su “carácter cristalino” y su “espontaneidad”, al tiempo que percibe una “profunditas y un vigor más bien varoniles”, lo que determina el extrañamiento del autor ante la corta edad de la joven
poeta, quince años. Al final, alude al origen noble de María Teresa Roca de Togores, lo que contribuye, en su opinión, a un realzamiento de la calidad literaria del poemario:
“De tan altas cimas no me extraña que proceda la abundante vena que brota en frescos y limpios raudales; en tan robustos y fecundos troncos, no me choca un fresco brote al recibir el injerto de la juventud y la belleza. (…)” (“En confianza”, apud. Roca de Togores 1923: 5- 9)  288.

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287 Esta autora, de origen noble, fue Condesa de Torrellano y académica de la Real Academia de Historia.
Estos datos han sido obtenidos de la Antología Intemporal, publicada en el año 1974 y precedida de un prólogo del marqués de Lozoya. Este prólogo se publicó también en ABC el 12 de diciembre de 1974.

288  El cultivo de la poesía por mujeres pertenecientes a la nobleza y a la aristocracia fue relativamente frecuente en el primer tercio del siglo XX, siendo concebida, en muchos de los casos, como una mera actividad de entretenimiento y distracción. Resulta, en este sentido, ilustrativo el título del libro de Josefa Pardo de Figueroa (marquesa de Figueroa), Solaces poéticos (1929). Entre las cultivadoras nobles de la poesía, sobresalen la Marquesa de Bolaños (de origen italiano), que tenía, tal y como destaca Francisco Fernández de Bethéncourt en el prólogo a su libro Rimas italianas y castellanas (1903), una tertulia en su casa, Regla Manjón, la Condesa de Lebrija, e Isabel María Castellví y Gordón, Condesa de Castella (1865- 1949).

La poesía de Roca de Togores evoluciona desde el Modernismo altamente retórico de su primer libro hasta el tono popular de su segundo poemario, en el que destaca la utilización de la forma métrica del romance. En Poesías, predominan, así, los versos de arte mayor –fundamentalmente alejandrinos- agrupados en estrofas clásicas y propias de la tradición culta como la sexta rima, el serventesio y el quinteto. En cuanto a los temas y motivos, destacan los característicos de la estética modernista, de manera que encontramos desde poemas que recrean escenas palaciegas ambientadas en el siglo XVIII (“A un abanico” y “A un violín”) a otros que expresan sentimientos de angustia
existencial, derivada de la fugacidad del tiempo y de la conciencia de que el sufrimiento es algo innato y consustancial a la existencia humana y que, por tanto, ha de ser aceptado con resignación: “Alma, ama el dolor; no vendas a la muerte/ la razón de tu vida, que es el arma más fuerte/ aquella que se templa, como el bien, en el mal” (1923: 69). En otros textos, como en “Noche de invierno”, predomina un cierto tono decadentista y, así, en él aparecen una serie de semas negativos que remiten a lo tenebroso, a la muerte, a las tinieblas, etc. 289. En “La mentira”, encontramos, por su parte, un monólogo dramático de la Mentira, que aparece personificada –al igual que en los autos sacramentales del Barroco-, exponiendo su universalidad, pues, como ella señala, “soy el eje del mundo, y mis antojos/ manejan la indulgencia y la maldad; (…)” (ibid. 63). En “Lloras”, siguiendo el modelo de la “Sonatina”, de Rubén Darío, encontramos la imagen típicamente modernista de la mujer que llora y suspira sin razón aparente, quedando dibujada, en consecuencia, como un ser irracional e ilógico:

¿Por qué lloras? ¿Por qué de tus pupilas
 las lágrimas descienden, cual raudal
 que al derramar sus aguas intranquilas
 esparce gemas de límpido cristal?
 ¿Por qué de tu garganta, antes sonora,
 se escapan los suspiros sin querer,
 tan tenues, cual el viento que evapora
 tus lágrimas ardientes de mujer?. 

(ibid. 87)


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289 

“Fue una noche de invierno; llamando a mi ventana 
la nieve preludiaba su constante cantar; 
sentí un frío intenso, y me acerqué a la llama 
que trémula y rojiza ardía en el hogar” 

(“Noche de invierno”, Roca de Togores 1923: 49).



El segundo poemario de María Teresa Roca de Togores, Romances del Sur (1935), se publica más de diez años después del primero, Poesías, de carácter modernista, y, en él, resulta evidente la evolución de la obra poética de la autora hacia un tipo de poesía de clara filiación popular, en la que predominan los versos de arte menor agrupados, como el título indica, en estructuras romancescas y rimando en asonante los pares 290. Estructuralmente, el poemario está dividido en cinco apartados no titulados –como la mayoría de los poemas- y conformados a su vez por diversos textos, entre los cuales no es fácil encontrar una unidad temática que justifique su agrupación. En el poemario considerado en su conjunto, es evidente la influencia de la poesía popular de García Lorca (especialmente del Romancero gitano, 1928), de manera que es posible identificar una serie de motivos comunes, al tiempo que se comparte un cierto aire trágico derivado del aura de muerte que rodea los textos.

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290  El 4 de abril de 1935, con motivo de la publicación de Romances del sur, se publica en el Heraldo de Madrid una semblanza de María Teresa Roca de Togores, realizada por Miguel Pérez Ferrero y bajo el título “María Teresa Roca de Togores y sus versos”. En esta semblanza, el autor aprovecha para presentar el libro como contrapunto a la tendencia al hermetismo que caracteriza a una parte de la poesía del momento, considerándolo, de acuerdo a una serie de características que se atribuyen generalmente a la poesía de autora, como “franco” y de una limpidez artística, sencillo, espontáneo, “sin ningún atisbo de mimetismo lorquiano” (Pérez Ferrero 8). Al final del artículo, el periodista se refiere, así, al carácter esencialmente “femenino” de los romances de Roca de Togores, justificando la utilización, para referirse a la autora, del calificativo “poetisa” en lugar de “poeta”.

Existe, por otro lado, una ambientación común en el “sur” y, así, tanto en el libro de Federico García Lorca como en el de María Teresa Roca de Togores, hay un andalucismo evidente (Gallego Morell 1993: 11- 26; García Montero 14- 26; Morris 1997; Torrecilla 2008), especialmente en los paisajes descritos, que, en el caso del libro de la poeta madrileña, son fundamentalmente marinos. Estos espacios marítimos son, así, presentados a través de la concatenación de una serie de imágenes, en las que las cosas y los elementos de la naturaleza parecen adquirir vida propia, al tiempo que las personas aparecen metonímicamente referidas por sus gestos y sus objetos. Se podría, así, hablar de una cierta influencia de la estética vanguardista: 


“Hamacas de agua
sobre piedras verdes,
en siesta del Sur 
de aves y redes. (…)

Adiós de abanicos 
y palmas calientes 
a los navegantes
que del mar no vuelven” 
(1935a: 21). 


El mar aparece dibujado como un espacio de muerte: es el lugar al que marchan los barcos que nunca vuelven, una especie de Hades y, por consiguiente, el lugar del no regreso, donde se forja la tragedia cotidiana que es percibida de un modo natural por los que permanecen en tierra: 


“De todas las que se fueron, 
no ha vuelto la ‘Santa Clara’. 
Pero en la playa de Altea 
no había quien la esperara” 

(ibid. 23). 


Los pescadores, de “uñas de plata”,  pertenecen a los espacios marinos, pues sus “raíces verdes y frías” han sido de la mar desenterradas (ibid. 22). La muerte se dibuja, así, como un abrazo final con el mar, que antes había dado la vida. Al igual que el amor tiene una doble dimensión, pues, en él, Eros y Thanatos aparecen fundidos: 


“Y un día entre esos días
sin fechas y sin plazo, 
ese mar de levante 
que te dio su furia y sus halagos,
se colgará a tu cuerpo
en un inmenso abrazo
y allí te quedarás
con los ojos abiertos a lo alto (…)” 

(ibid. 12- 13).


Una manifestación del andalucismo del libro sería también la presencia de la religión en su aspecto más folclórico y, por tanto, externo. Uno de los romances está, así, dedicado a la recreación de la Semana Santa, de manera que la imagen del Nazareno en procesión se convierte en un símbolo de la tradición religiosa española y especialmente andaluza: 

“Ya venía el Nazareno
por la calle de los Santos 
la melena mate, mate,
moreno, moreno, el hábito. 
Ya venía el Nazareno
extraído de un respaldo
de oliveras y de palmas
como un Domingo de Ramos;” 

(ibid. 25). 

En el único romance que conforma el apartado dos, encontramos una presentación de Granada, que queda condensada en la imagen de la Virgen de las Angustias, que se convierte en un emblema de la ciudad para el sujeto poético, quien, con el sólo deseo de volver a verla, ansía el regreso: 


“La luna curva y luciente
con donaire de navaja,
abre calles y plazuelas
en los muros de Granada.
Cuando vuelva a Andalucía 
ha de ser para mirarla,
mi Virgen de las Angustias,
sola en sus plantas amargas, (…)” 

(ibid. 33- 35).


Un tema que suele aparecer recurrentemente en la lírica popular es la recreación de la muerte infantil, que representa una alteración del orden lógico, temporal y, por tanto, natural de los acontecimientos. Provoca, por ello, un desasosiego especial que incita al canto y a la rememoración de la infancia truncada, de la inocencia interrumpida y rota para siempre. De ahí que en la recreación de la muerte de un niño se insista en detalles e imágenes que remiten a la pureza de quien ha muerto y que buscan la empatía bien de los lectores, bien de los oyentes. Obsérvese, así, en el siguiente poema, ambientado en un paisaje del sur, la insistencia en el carácter simbólico del ataúd blanco, y de los lazos y bolillos de la cabellera de la niña:

La llevaron en Domingo
 con palio de amanecer
 entre los campos de olivos. (…)

 En su caja blanca, blanca,
 con los bordes amarillos,
 se fué marchando del pueblo
 Josefica la del Pino,
 en un dulce suspirar
 de ojeras y zarcillos,
 desmelenada de lazos,
 crisantemos y bolillos. 

(ibid. 18- 20)

La infancia también está presente en el poemario a través de la canción infantil, forma de la tradición popular que se convierte en modelo para muchos de los textos.
Así, por ejemplo, en el apartado III, dedicado a la hija de la poeta –“A María Teresa, mi hija”-, encontramos una serie de poemas inspirados en este tipo de canciones, que se caracterizan por un lenguaje sencillo, por la proliferación de imágenes asociadas a la infancia, por la repetición de un estribillo, etc. El primero de los poemas es precisamente una canción de cuna, en la que la madre se dirige a su hijo pidiéndole que se duerma y presentándole, para ello, un entorno de total seguridad y protección:


“Duérmete, mi niño, duerme,
que todo duerme en el mundo, 
y el mundo todo te quiere,
el fuego, el gato y el cuco” 

(ibid. 39). 


En otras ocasiones, a pesar del tono infantil, existe un cierto aire de tragedia, de manera que la muerte se presiente detrás de una serie de imágenes que remiten a la inocencia, a lo naïf y, por tanto, a lo que debería ser un espacio de seguridad. La muerte, representada como un pájaro o un ángel negro, acecha, pues, siempre a los niños, que son los seres más débiles y frágiles: 


“A las siete de la tarde 
no te quedes junto al río
que un ángel negro vendrá 
a abrir tus ojos dormidos
para que bajes de noche
a los jardines del río,
a coger juncos de luna  
y el corazón de otros niños” 

(ibid. 45). 


La infancia se presenta, por lo demás, como el territorio del miedo a lo desconocido, a lo que queda fuera de los parámetros considerados normales, de manera que a veces ni siquiera la presencia protectora de la madre logra transmitir seguridad al niño: 


“Ya galopa la tormenta
por los bosques de Vizcaya.
- Madre me dá mucho miedo-.
-Duérmete hijo, no es nada-.
La Nada estaba allí puesta
en los rincones, muy pálida, (…)” 

(ibid. 47). 



[Texto: IMÁGENES FEMENINAS EN LA POESÍA DE LAS ESCRITORAS ESPAÑOLAS DE PREGUERRA (1900- 1936)
Doctoranda: Inmaculada Plaza Agudo] 











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MARÍA DOLORES ARANA [19.428]

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MARÍA DOLORES ARANA

Nació en Zumaia, Guipúzcoa el 24 de julio de 1910  -  Falleció en Hermosillo, al norte de México, el 5 de abril de 1999.

Recuerdo de María Dolores Arana, 
exiliada en México

Hamaikabide Elkartea

María Dolores Arana era la primogénita de una familia profundamente tradicional, religiosa y acomodada de Guipúzcoa. Nació en Zumaia el 24 de julio de 1910, hija de Victoriano Arana y Remedios Ilarduya. Su padre era administrador de la aduana de dicha localidad. A causa del nuevo destino de Victoriano Arana, administrador de aduana de Irún, la familia regresó a la casa familiar de San Sebastián, donde María Dolores creció junto a sus ocho hermanos. Agobiada por el ambiente familiar, pronto entró en contacto con los círculos intelectuales. Todavía en San Sebastián, junto con otras amigas pintoras como Menchu Gal o Mari Paz Angoso, se integró en la sociedad GU, una sociedad gastronómica y cultural, ubicada en Angel 13, refugio de artistas e intelectuales, encabezada por José Manuel Aizpurua, el arquitecto que diseñó el edificio del Club Náutico de Donostia, preeminente miembro de Falange. Jesús Olasagasti, Juan Cabanas y otros frecuentaban esa sociedad, varios de los cuales compartían ideas con Aizpurua aunque también asistían otros artistas como Mauricio Flores Kaperotxipi y habían sido invitados además de Jose Antonio Primo de Rivera, Federico García Lorca, Max Aub o Picasso.

Dolores siguió en un principio los pasos de su padre y se presentó a las oposiciones para el cuerpo auxiliar de aduanas, pero también fue a Madrid a estudiar Filosofía y Letras. En 1935 publicó su primer libro de poesía, Canciones en azul (Zaragoza: Cierzo), y colaboró en distintas publicaciones de la época, como la zaragozana Noreste o la barcelonesa Hoja literaria. A pesar de trabajar como auxiliar de aduanas durante un tiempo, Arana quería presentarse a las oposiciones como profesora de literatura, pero el estallido de la guerra impidió que iniciara la carrera que la acercaría más a su vocación literaria. Arana inició su trayectoria literaria durante la II República. Con la guerra afloró su conciencia más política y consiguió aunar ambas inquietudes trabajando como secretaria de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. Durante la guerra trabajó también para el gobierno republicano y prestó sus servicios en Caspe, donde conoció a quien sería su pareja, José Ruiz Borau —cuya identidad cambiaría más tarde en Francia adoptando el apellido Arana, José Ramón Arana—, líder de la UGT, entonces consejero de Obras Públicas y después de Hacienda en el gobierno autónomo de Aragón. Su compromiso con el gobierno de la República la obligó a marchar al exilio, junto a su compañero José Ramón Arana, en enero de 1939.

Después de una estancia en Francia, concretamente en Bayona, durante la cual su compañero estuvo recluido en el campo de Gurs y donde nacería su primer hijo, Juan Ramón, marcharon a América desde el puerto de Marsella, gracias a la ayuda de la norteamericana Margaret Palmer. Primero tuvieron que pasar algunos meses en Martinica, en la República Dominicana y en Cuba antes de recalar finalmente en México, en 1942. En Martinica precisamente nacería su segundo hijo, Federico.

Los primeros años en la ciudad de México fueron extraordinariamente difíciles. Para sobrevivir María Dolores Arana tuvo que emplearse como fabricante de colonia, como vendedora de golosinas, como comerciante de muñecas o como profesora particular de piano. Trabajó también como maestra en algunas escuelas, entre ellas el Colegio Madrid, fundado por exiliados españoles. No obstante, al mismo tiempo, continuaba su labor literaria en revistas del exilio como Aragón o Las Españas, con reseñas de libros y otros artículos de índole cultural, firmados con el seudónimo Medea.

Tampoco abandonaba su actividad poética, y así en 1953 publicó en el exilio su segundo libro de poemas, Árbol de sueños, con prólogo de Concha Méndez. Se trata de una poesía muy intimista, de un pesimismo marcado por las duras circunstancias del exilio, la cual surge como arma para la introspección. La soledad, la nostalgia y cierta tristeza son los rasgos predominantes del poemario, contrapuestos a destellos de optimismo y de vitalidad que explican finalmente la perseverancia en la poesía y en la vida. Por otra parte, su rigor y gran capacidad intelectual le posibilitaron colaboraciones en diversas publicaciones mexicanas.

En 1960 Arana y su compañero José Ramón se separan. Este episodio se sumará al dolor que le causaba el exilio. Su único refugio fueron entonces los libros y sus dos hijos. Su vida tuvo un gran paralelismo con la de su amiga, la también poeta, Concha Méndez. Al llegar a Cuba los Arana habían conocido a Concha Méndez y a Manuel Altolaguirre, amistad que se afianzaría posteriormente en México al reencontrarse ambas familias. Arana compartió inquietudes y experiencias con Méndez, lo cual les llevó a una admiración mutua que se puede observar en los prólogos a los poemarios que ambas poetas publicaron en México. A esta amistad se le añadió el poeta Luis Cernuda quien, desde su llegada a México, vivió en casa de Concha Méndez, a la cual fue muy asidua la propia Arana. Concha de Albornoz se sumó también a este círculo de amistad.

Las dificultades económicas remitieron un poco cuando hacia 1960 entró a trabajar en un taller de redacción de la Facultad de Economía de la UNAM y, sobre todo, cuando algo más tarde la contrataron como correctora de estilo en la Secretaría de la Presidencia de la República. Allí escribía discursos, llevaba a cabo investigaciones culturales para la presidencia, y traducía y corregía artículos.

En 1966 publicó Arrio y su querella, un breve libro de historia de la filosofía cristiana, en una colección de cuadernos de lectura popular editados por la Secretaría de Educación Pública. En la misma colección publicó más tarde otro título sobre la figura de Recaredo. Por otra parte, desde su estancia en La Martinica se había interesado por el vudú y la magia negra; fruto de este interés publicó en 1987 un libro sobre ello que tituló Zombies. El misterio de los muertos vivientes (México: Posada).

Nunca dejó de estar conectada intelectualmente con el País Vasco y España. Trabó amistad con distintos poetas y escritores del interior, con quienes mantenía correspondencia, y, a partir de la muerte del dictador, hizo algunos viajes en los que priorizaba sus estancias en la casa familiar de San Sebastián. A partir de 1961, y por mediación de su amigo Luis Cernuda, colaboró en la revista Papeles de Son Armadans, dirigida por Camilo José Cela, con quien entabló una larga amistad. Tal como le señaló el propio Cela, Arana asumió el papel de cónsul de Papeles… en México, por lo que ésta le mandaba periódicamente reseñas de libros de autores mexicanos.

Arana no volvió a España hasta después de la muerte de Franco. En el verano de 1976 realizó su primer viaje al acompañar a su hijo mayor al Festival de Cine de San Sebastián. En los 80 hizo algún viaje más y gran parte de su estancia la pasaba en la casa familiar donde había crecido. Pasados algunos años se trasladó a vivir con su hijo Juan Ramón a Hermosillo, al norte de México, donde falleció el 5 de abril de 1999.

Mar Trallero




María Dolores Arana (Zumaya, Guipúzcoa 1910-1999)  295 publicó un único libro, Canciones en azul (1935), previamente a la Guerra Civil, tras la cual se marchó al exilioen México, país en el que desarrolló una intensa actividad. Durante esta etapa, la autora,casada con el escritor aragonés José Ramón Arana, editor de Las Españas, se dedicó, adiversas actividades didácticas, editoriales y periodísticas, al tiempo que colaboró enalgunas publicaciones como Novedades, Las Españas, El ruedo ibérico, Mujeres y Papeles de Son Armadans. Con posterioridad al año 1936, publicó, así, un poemario sin título y editado manualmente en el año 1940 en Bayona, y Árbol de sueños (1953), en México, con prólogo de Concha Méndez (Rivera Rosas 141).

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295 A pesar de la intensa actividad de esta escritora durante su exilio en México, se tienen pocos datos de su trayectoria previa a la Guerra, con la excepción de la publicación del poemario Canciones en azul en 1935. Esta carrera literaria iniciada previamente al año 1936 continuó durante el exilio, publicando.
Durante su etapa como exiliada, se dedicó a actividades didácticas, editoriales y periodísticas y colaboró en diversas publicaciones como Novedades, Las Españas, El ruedo ibérico, Mujeres y Papeles de Son Armadans. María Dolores Arana estaba casada con el escritor aragonés José Ramón Arana, editor de Las Españas (Rivera Rosas 141).

Canciones en azul se publicó en la Colección de la Revista Noreste de Zaragoza, en Cuadernos de Poesía. La ornamentación corre a cargo de Comps Sellés, al tiempo que todo el libro está presidido por una cita de Gerardo Diego: “Porque es azul la mano del grumete, amor, amor, amor de seis a siete”. Como su mismo título indica, el libro está conformado por poemas breves y generalmente en versos de arte menor, de inspiración popular y en los que el azul, color del mar y del cielo, se convierte en símbolo de la libertad que añora un sujeto poético que ansía salir de sí hacia el mundo para poder alcanzar la realización personal: 

“Te regalo mis días 
y mis noches, 
azul viento,
viento azul.
Que así te quiero, 
con ese esmalte 
de ojos, ese bogar
marinero y esas
ráfagas, antojos
de destrozar mi velero” 

(Arana 1935a: 38). 


El viento se concreta, asimismo, como el vehículo que posibilita ese camino hacia la liberación, hacia la esencialidad y la desposesión total, ya que permite y facilita el movimiento tanto de los barcos como del propio sujeto: 


“¡Que me desnude el viento! 
¡Que me amortaje el viento!
¡Quiero vivir y morir en el viento!” 

(ibid. 46). 


En algunas ocasiones, este deseo de libertad está expresado de un modo extremadamente minimalista, en poemas brevísimos, en los que cada sema tiene significado en sí mismo: 


“Yo quiero un velero azul; 
como el de aquel marinero 
de gorra azul” 

(ibid. 28).


El sueño y la ensoñación se convierten asimismo en otra vía para alcanzar una cierta liberación mediante la salida a un espacio en el que es posible vivir nuevas vidas.
El sujeto poético se presenta, por consiguiente, como un ser lleno de anhelos y deseos, cuya sangre y pulso bullen en ansias de libertad: “Percibo el latir violento de los pulsos que derraman mi sangre bermeja por todas las esquinas. En no sé qué noche aprisionante de misterios y fatalidades” (ibid. 24). Con todo, incluso el camino de los sueños no está libre de peligros y dificultades que le causan temores irracionales: 


“He vivido en mil sueños 
mil vidas magníficas.
Cerradas las pupilas,
el pensamiento ignoto. 

¡Y tengo miedo siempre…! 
¡Y huyo de mi sombra…! 
Mi alma, gota a gota, 
en ansia se desborda” 

(ibid. 14). 


Este tono de angustia existencial y de miedo se puede identificar en numerosos poemas del libro que constituyen, sin duda, la otra cara, la visión alternativa a aquello que el título en principio parece sugerir. Así, por ejemplo, el siguiente texto constituye una desmitificación de la eternidad, que es vista como un estado que no resulta deseable, como un invento de Dios, tras el cual sólo queda la nada: 


“Eternidad fría,
insípida, falsa.
Oscilación sin pausa.
Muerte y vida. (…) 
Pulsación en el tiempo. 
Noche y día. 
Descarnada 
mentira de Dios 
y NADA” 

(ibid. 22).


En otros poemas, sin embargo, la influencia de la lírica popular resulta más evidente, de manera que es posible identificar algunos recursos característicos como la repetición de un estribillo que contribuye a dotar de una cierta musicalidad al texto.
Obsérvese, así, el siguiente poema en el que el sujeto poético parece estar reclamando el abrazo del día y la desaparición de la noche: 


“¡Bésame! 
Traga la luna 
y lávate la cara. 
Se enroscó mi alegría 
en los flecos 
de la madrugada. 
¡Bésame!
Traga la luna 
y lávate la cara
antes que nazca 
la mañana” 

(ibid. 43). 

En algunos poemas es posible identificar un cierto tono infantil, que viene dado por la sencillez del lenguaje, el minimalismo en la expresión y la simplicidad en las ideas expresadas. Así, por ejemplo, en el siguiente poema -que se sirve de la forma de la canción infantil- tenemos como protagonista a un pirata, al tiempo que una rima fácil y deliberada –riman entre sí casi todos los versos en consonante- , da la sensación de que el poema está puesto en boca de un niño: 


“No mata el pirata. 
No quiere oro y plata 
ni vestir su capa escarlata. 
Han falsificado su estrella 
¡tan bella!- 
con hoja de lata. 
¡Ay! Qué dolor tiene 
el pobre pirata 
de estrella barata” 

(ibid. 15). 


[Texto: IMÁGENES FEMENINAS EN LA POESÍA DE LAS ESCRITORAS ESPAÑOLAS DE PREGUERRA (1900- 1936)
Doctoranda: Inmaculada Plaza Agudo] 






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JOSEFINA ROMO ARREGUI [19.429]

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JOSEFINA ROMO ARREGUI (MARÍA SOLA)

Poeta de origen vasco nacida en Madrid en 1909 y muerta en 1979 en la misma ciudad.

Doctora en Filosofía y Letras. Completó sus estudios en Burdeos. Profesora de Lengua y Literatura españolas en la Universidad de Madrid. Colaboradora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1958 emigró a Estados Unidos donde se dedicó a la enseñanza en el "City College" de la Universidad de Munici-Storr. En 1978 se repatria a su tierra. Es autora de libros de poesías como La peregrinación inmóvil y Cántico de María Sola (1949). Autora, además, de un buen número de obras como ensayista y erudita literaria.



JOSEFINA ROMO ARREGUI (MARÍA SOLA)



(Retrato por Manuel León Astruc, 1889-1964)


Josefina Romo Arregui, que publicó un único libro de poesía previamente a la Guerra, La peregrinación inmóvil (1932), se doctoró en Filosofía y Letras en el año 1944 y fue profesora en diversas universidades de los Estados Unidos. Además de escribir poesía, desarrolló una importante carrera académica como crítica literaria.



Fundó, así, con Miguel Ángel de Argumosa, la revista Alma y fue coeditara de Cuadernos literarios (1942- 1952). Además de La peregrinación inmóvil, escribió otros poemarios con anterioridad al año 1936, algunos de los cuales circularon en edición no venal que no he podido localizar: Romancero triste (1935) y Acuarelas (1936). Algunos títulos posteriores a 1936 son Cántico de María Sola, 1950; Isla sin tierra, 1955; 396 Elegías desde la orilla del triunfo, 1964; y Poemas de América, 1967, entre otros (Jiménez Faro 1996a: 193- 194). El 5 de mayo de 1932, Josefina Romo Arregui fue presentada en la sección “Cubilete de dados” del Heraldo de Madrid como “una nueva poetisa”, a raíz de la publicación de su primer poemario, La peregrinación inmóvil. Se la consideraba, así, una “promesa de la poesía, para la que se abre un porvenir brillante, ya que, en su primer libro, había sabido dar “de manera firme y decidida los primeros pasos” (S.a. 1932a: 8).



El libro La peregrinación inmóvil apareció precedido por un prólogo de Rafael Villaseca. Como su mismo título indica, está presidido por un anhelo de libertad que, ante la imposibilidad de realización, se busca a través de la imaginación y de la ensoñación, “peregrinación inmóvil”, que permite la posesión y alcance de todo aquello que se ansía:


Todo es nuestro sabiendo abrasarlo en la hoguera
vivificante, extraña, de la imaginación;
todo es ruta, no hay tregua, ni languidez, ni espera
si marcháis en su inmóvil peregrinación. 

(“La peregrinación inmóvil”, Romo Arregui 1932: 9- 10)


La escritura se convierte, desde este punto de vista, en un espacio de protección y refugio contra la falta de concreción y realidad de los deseos: 


“No anhelo humanas glorias (…) 
que fuera todo verso, que fuera todo amor 
y todo iluminarlo los ojos del Señor” 

(“Preludio”, ibid. 13- 14). 


El sujeto poético se presenta, así, como un sujeto en conflicto con el mundo, enfrentado a una realidad hiriente que nada le ofrece y que, a su entrega, tan sólo responde con desprecio: 


“Yo he buscado en la vida 
el amor y el placer,
y tan sólo he encontrado el egoísmo,
el hastío y la hiel” 

(“Nada existe”, ibid. 24). 


Ante la falta de correspondencia en el amor, el sujeto busca la comunión con los elementos de la naturaleza con los cuales entabla una relación simbiótica de intercambio de afectos: 


“Llevo dentro del alma un amor a las cosas,
que es la esencia suprema de mi amor a la vida;
mientras haya jazmines y pomas olorosos,
¡qué importa que la dicha para mí esté perdida!” 

(“El amor a las cosas”, ibid. 20- 21). 


Dios queda, por ello, también convertido en un refugio y en un consuelo por el cual se renuncia al mundo: 


“¡Señor! Quisiera hundirme
en un abismo de renunciación. 
Darlo todo, consuelo de sentirme
huérfano de las cosas, rico en Dios” 

(“Tener que dar”, ibid. 48- 49).


Junto a estos poemas de corte religioso tradicional, aparece una serie de textos en los que es más perceptible la influencia de la lírica popular y que forman parte de la sección “Romancillos”. En ellos, bajo la estructura métrica del romance, se tratan una serie de temas característicos como la llegada del año nuevo, las estaciones y las sensaciones a ellos asociadas (“Romancillo de invierno”, “Romancillo de verano”), determinadas festividades (“Romance de la Ascensión”), la apelación a la madre, a la cual se dirige un sujeto infantil bien para preguntarle cosas que, desde su inocencia, no comprende, bien para contarle una historia (“Romance del niño y del mar” y “Romancillo de la ronda de los besos”), etc. Se trata de unos textos que siguen fielmente las pautas de esta forma clásica y en los que no es posible identificar un sujeto poético que toma la voz. En la última sección “Pétalos”, se incorpora también una serie de poemas de corte popular, en algunos de los cuales es evidente la influencia de la lírica infantil en consonancia con el deseo repetido por el sujeto poético femenino de infantilizarse y hacerse pequeño:


Quiero ser pequeñita
como un silfo o un hada,
vivir bajo una seta
de pintas coloradas,
tener sueños de niño
e infantil ilusión,
y cual menuda fresa,
sabrosa y encarnada
que ofrece su dulzura,
tener el corazón. 

(“Quiero ser pequeñita…”, ibid. 71- 72) 


[Texto: IMÁGENES FEMENINAS EN LA POESÍA DE LAS ESCRITORAS ESPAÑOLAS DE PREGUERRA (1900- 1936)
Doctoranda: Inmaculada Plaza Agudo] 





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CELIA VIÑAS [19.430]

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Celia Viñas

Celia Viñas i Olivella. (Lérida, 16 de junio de 1915 - Almería, 21 de junio de 1954), autora española que escribió poesía infantil en español y catalán, con una obra breve pero considerada renovadora y clave en el panorama de la posguerra. Su infancia y juventud transcurren en Palma de Mallorca y en Barcelona, donde comenzó sus estudios de Filosofía y Letras, los cuales se vieron interrumpidos por la Guerra Civil, y que terminó en 1941. Entre sus profesores universitarios cabe destacar a Rafael Lapesa, a Ángel Balbuena Prat y a Guillermo Díaz Plaja, que en 1976 se encargó de realizar una antología de la producción poética de la que había sido su alumna para la colección Adonais. Durante estos años de carrera Celia amplió su formación realizando cursos muy variados, entre los que destaca el de Literatura italiana en Instituto Italiano de Cultura, y asistiendo a actividades culturales como conciertos, conferencias, exposiciones, etc. Viñas trabajó varios años como maestra en Almería, adonde llegó en 1943.



A su llegada a Almería en 1943, tras obtener la Cátedra de Lengua y Literatura con el número 1, habiendo elegido ella misma el destino de esa cátedra, se encontró con una ciudad provinciana, que sufría las consecuencias de la posguerra, sin universidad y sin vida cultural. Desde su juventud Celia Viñas demostró un extraordinario interés por la cultura, asistiendo en Barcelona a todos aquellos eventos que podía. La situación de la ciudad andaluza, lejos de desanimarla, supuso un estímulo que la incitó a ser ella quien promoviese distintas actividades que dieron a Almería un brillo sin precedentes que lamentablemente no se mantuvo tras su desaparición.Allí se casó con el profesor almeriense Arturo Medina y vivió muy unida a sus habitantes hasta su muerte en 1954.

La crítica ha escrito: "Los poemas breves de Celia Viñas son ricos en imágenes y colorido, unen lo culto y lo popular, son intimistas y descriptivos, manifiestan ternura por los niños y conjugan espontaneidad, sonoridad y sencillez".

Obras

Cármina, inédito, 1937, poemas bilingües
Tierra del Sur, 1945, novela
Viento levante, inédita, 1946, novela indaliana
Plaza de la Virgen del Mar, comedia almeriense estrenada en el Teatro Apolo de Almería, publicada en Almería en 1974
Trigo del corazón, Imp. Independencia, Almería, 1946, poesía
Canción tonta en el Sur, Imp. Marín Peláez, Almería, 1948, poesía
Estampas de la vida de Cervantes, Ed. Gredos, Madrid, 1949, prosa
El Amor de trapo, 1949, poesía amorosa
El primer botón del mundo y 13 cuentos más, 1951, narrativa (Cuentos para niños y para mayores), publicada en León en 1976
Palabras sin voz, Ed. Ifach, Alicante, 1953, poesía
Del foc i la cendra, Palma de Mallorca, 1953, poesía en catalán
Como el ciervo corre herido ("El ciervo que va huyendo..."), Almería, 1955, poemas sacros2
Canto, Col. Ágora, Madrid, 19643
Antología Lírica, Ed. Rialp, Col. Adonais, Madrid, 1976
Poesía Última, Almería, 1979, poesía (recopilatorio)



Busto en la plaza Bendicho de Almería


Celia Viñas es, quizá, una poeta poco conocida; aunque todo el que quiera disfrutar de una poesía conmovedora, traspasada por el afecto, por la ternura, de hondas vivencias líricas y existenciales, hará bien a leerla porque, pese a su corta vida, truncada a temprana edad, nos dejó poemas de tanta belleza como:

“La verdad está
en vivir intensamente
lo pequeño pequeño
como un niño
vive su castillo de arena
de verdad”.

Celia Viñas Olivella nació en Lérida en 1915. Vivió parte de su infancia y juventud en Mallorca, donde se trasladó toda la familia buscando un clima mejor para su madre, que padecía reumatismo. Celia Viñas fue una estudiante aplicada que inició sus estudios de Filosofía y Letras en 1934, en donde tuvo como profesores a personas de la talla de Rafael Lapesa, Díaz Plaja o Ángel Valbuena Prat. No obstante, la Guerra Civil, con su sinrazón, hizo que tuviera que interrumpir sus ilusiones, aunque, consiguió graduarse como licenciada en Filosofía y letras en 1941. Para ello tuvo que acreditar méritos de tipo patriótico y lo hizo porque, por amistad, había colaborado en la confección de vendas, aunque Celia había sido presidenta de la Asociación de Estudiantes de Izquierdas cuando estudio el Bachillerato en Palma.

Era, para España, la década de los 40, una época gris y sombría que estaba necesitada de la alegría y la poesía de muchas personas como Celia Viñas. Fue becaria en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y allí, en Madrid, preparó oposiciones. Opositó, pues, a Cátedras de Institutos de Enseñanzas Medias y obtuvo una calificación brillantísima.

Celia Viñas escogió Almería para llevar a cabo su labor docente, quizá porque le gustaba mucho el mar y el clima mediterráneo. Almería le robó el corazón y allí se quedó para siempre, aunque, en más de una ocasión pudo haber pedido el traslado.

Educó a sus alumnos en la bondad, en los valores de personas libres, en la sinceridad y en el afecto. Así, las distintas generaciones de estudiantes que pasaron por sus manos la recordaron siempre con vivo cariño.

Celia Viñas no siempre fue comprendida por el ambiente provinciano de Almería y, sin embargo, llevó a cabo en esa ciudad una labor cultural y dinamizadora increíble. Era una persona inquieta y vital que se interesó por diversos aspectos del arte y la cultura. Participó y dirigió distintas obras teatrales y también empleó la radio como medio de difusión cultural. Fue asimismo una buena conferenciante y, gracias a ella, se celebró el I Congreso Indaliano en Pechina en 1947, que reunía a un grupo nutrido de intelectuales almerienses.

Se casó con Arturo Medina en 1953, al que conoció en Almería, aunque contrajeron matrimonio en Palma de Mallorca y, por desgracia, su vida se cerró en 1954, a raíz de una triste enfermedad, que ella, en principio, confundió con embarazo, aunque resultó ser una dolencia en el útero. Celia Viñas murió, el 21 de junio, días después de ser intervenida quirúrgicamente.

Celia Viñas publicó, en vida, distintos poemas en revistas, periódicos y boletines, un libro en prosa y cuatro libros en versos, tres en castellano, “Trigo del corazón”, “Canción tonta del Sur” (su obra más conocida) y “Palabras sin voz”, y uno en catalán, su idioma vernáculo, “Del foc i de la cendra”.

“Trigo en el corazón”, su primer poemario, es una especie de miscelánea en donde aparecen referencias lorquianas y al folklore. Escribe sus poemas espontáneos, vivos y cargados de energía; “Canción tonta del Sur” es un libro de poesía infantil, en el que Celia Viñas se deja llevar por la sonoridad de la palabras y por la alegría del público al que se dirige. Su último volumen, editado en vida, “Palabras sin voz” está mucho mejor trabajado y nos habla del paisaje, de los artistas, aunque ha perdido, quizás, el tono espontáneo de sus anteriores libros. A su muerte, su marido, publicó “Como el ciervo corre herido” que es un libro profundo, lleno de matices personales, que hablan de la muerte, de la angustia, de Dios.



LOS NIÑOS Y SU MUNDO: “No quiere mi niña / no quiere crecer”

Celia Viñas vio frustrado su deseo de ser madre. Tal vez por eso muchos de sus poemas están dedicados a los niños. Escribe nanas delicadas y juega con las palabras como si fueran música. En la “Nana de la niña mala”, la escritora se dirige a una niña que no quiere hacer lo “debido” y la amenaza con la llegada del lobo; sin embargo, el lobo se pone del lado de la niña:

“En los brazos de mi niña
el lobo dormido está”.
Ella misma, de niña, se duerme gracias a las manos de su abuela:
“Las manos de mi abuela,
unas manos de cuento
las manos de mi abuela...
-Me duermo. “(“Cuento”).

Celia contempla el sueño de los niños o lo intuye y lo presiente lleno de misterio. En “Alfombra mágica” un niño, al fin, se queda dormido tras una sesión intensa de juegos. En “Manos blancas” una niña, acaso, se duerme y sus manos, en hermosa metáfora, son “dos palomas dormidas /sobre su falda.” También se pone en la piel de los niños y, en “Hermana”, escribe un bello poema en donde una niña hala de su hermana recién nacida y concluye, muy seria:

“La cigüeña bien podría
traerme una hermana nueva
lista”.

Sigue en primera persona cuando describe, de manera muy graciosa, un primer resfriado:

“Me duelen los ojos,
me duele el cabello,
me duele la punta
tonta de los dedos” (“El primer resfriado”).

Aún sigue con las enfermedades y esta vez le toca al sarampión:

“Ha venido serio
el señor doctor
y me van a dar
agua de limón” (“Sarampión”).

A veces emplea canciones populares como telón de fondo de sus poemas. Lo vemos en “Pescador de estrellas”:

“Cayeron las estrellas
en el fondo de un pozo
y el niño se fue a verlas”.

Animales, elementos de la naturaleza, objetos... todo forma parte del mundo infantil en que cualquier cosa tiene gran importancia: una abeja que vuela, un pájaro, un clavel, un gato, el sonido del telégrafo, una estrella... y todo tratado con exquisitez, no con ramplonería ni cursiladas, sino con sensibilidad y un dominio excelente del metro y de la rima.

Celia Viñas sabe que los juegos infantiles no siempre son alegres, que a veces están cargados de tristeza y melancolía. En “El oso en la plaza” se duele de ese animal que ha perdido su libertad:

“Desde un balcón con claveles
echó una moneda un niño.
El oso triste danzaba
Su añoranza de caminos...”

Otras veces al niño le gusta más la contemplación que el juego y, así, no rompe la almendra porque le gusta que suene. Lo leemos en “Mirando el niño”:

“No quiso romperla...
¡quiso que sonara!”

Sigue con un juego popular y compone su bello poema “Un barco cargado de...”:

“Un barco cargado de
patitos de mazapán,
soldados de chocolate
y bolitas de cristal”.

Cuando se dirige a los niños, como veíamos, su poesía se remansa y se vuelve canción hecha de cariño y de afecto.



EL COLEGIO: “Las agudas se acentúan / cuando... –No sé cuándo”

Celia Viñas fue profesora de instituto y mantuvo, como se ha dicho, una relación muy intensa con sus alumnos que, aun hoy, la recuerdan con cariño, como una de las presencias más importantes en su vida. No obstante, Celia Viñas muchas veces nos habla, en sus poemas, de los colegios, de las escuelas y de los párvulos, amén de las maestras. Quizá lo hace llevada por esa nostalgia que siempre sintió al no tener hijos. Recordemos que , se casó tarde, para la época, y, cuando creyó que estaba esperando su primer hijo, vino la muerte a llevársela. Ahora bien, no hay tristeza en estos poemas que hablan de los más pequeños, sino cierta melancolía como en “Párvulos”:

“¿Tú has tenido una maestra
como yo, di,
con su falda de cerezas?

No sé cómo se llamaba
Mas tenía una cenefa
En su falda
De cerezas.

Y era el campo y era el cielo
De mi escuela
El cerezo de su falda
De soltera”.

Habla del aprendizaje de los niños, a veces aburrido y monótono y de cómo cualquier acontecimiento, por nimio que parezca, perturba y alegra a esos niños que tratan de aprender la tabla de multiplicar o la acentuación. Escribe, siguiendo la estela machadiana, sobre cómo estudiaban entonces los más pequeños. Así lo vemos en “Lluvia en el mapa”:

“-Río Azul, río Amarillo,
Asia...
¡Las cuatro partes del mundo mojadas!”



LA RELIGIÓN: “Te cantaré, Señor, en mi alegría”

Hay mucha ternura en algunos de los poemas de Celia Viñas, como en “Dios-niño” donde compara a un niño que juega con una naranja con el Dios-Niño:

“Dios-Niño juega también
con naranjitas de mundos
rotación y traslación
gravedad, círculo puro
por los mares y riberas
¡qué enorme juego es el suyo!”

Celia Viñas, no obstante, ante la incomprensión humana, vuelve su mirada hacia Dios y escribe poemas en la línea de la más pura poesía religiosa española, pero sin olvidar su vertiente humana:

“Encadenado perro de dolor,
sumisa mansedumbre de la vida,
cada camino, mano del Señor
restañando la sangre de una herida” (“Yo isla”).

Se fija, concentrada, en el Cristo de Velázquez y le canta con esperanza y también con dolor, pidiéndole al Cristo humano que luche:

“Si levantas tu testa dolorida
y miras esta muerte, cara a cara,
¡qué temblor de la vida renacida!” (“El fondo negro del Cristo de Velázquez”)

Aludimos, por último, a uno de sus poemas más hermosos, “El Canto alegre al Señor”, que fue Primer Premio del Concurso Poético Religioso de Valencia, en mayo de 1952. En este poema, Celia Viñas escribe un canto de exaltación, lleno de lirismo y de fuerza, como leemos en el final:

“El pan nuestro, Señor, de cada día
que me concedas, Dios, sólo te pido
y si no me lo das en tu justicia
seré un mendigo alegre en el camino
que danzará descalzo y salmeando:
¡Alabad al Señor de cielo y tierra!”



ILUSIONES, MIEDOS, DUDAS: “El alma partida en dos”

Celia Viñas se carteó toda su vida con amigos, con alumnos, con familiares y en cada carta ponía un deseo y una esperanza:

“Cada carta una mano
que envía un beso,
que el tren ya marcha
quizás también tú esperas
alguna carta... “ (“El cartero”)

Su poesía, en infinidad de poemas, sobre todo en su última etapa, alcanza un tono existencial, de angustia, de duda, de continua zozobra. Celia Viñas aspira a lo básico, a la sobriedad absoluta y así, en “Un árbol”, pide, mezclando sus miedos y sus frustraciones:

“Enterradme en aquel cerro,
en aquel cerro desnudo,
desnudo y seco,
como yo, sí, como yo
orfandad de unos hijos que no espero”.

Y sigue, aludiendo a ese final:

“¿Sabéis? Odio las manos cansadas
de los sepultureros.
Que me entierren cuatro niños
Cantando un romance viejo”.

La muerte aparece con frecuencia en sus versos, como una constante, como una duda que, algún día, se resolverá. En “Gádor”, un poema muy juanramoniano, escribe:

“Y un día yo moriré,
moriré de cara al cielo,
pensando en los cerros grises
y en los amigos que fueron”.

Uno de sus poemas más perfectos, muy en la línea de la poesía mística, de San Juan de la Cruz, puesto que está escrito en liras, o de Santa Teresa, ya que parafrasea uno de sus poemas más conocidos, Celia Viñas repasa su vida, su dolor y, de alguna manera, pone al Señor como principio y final. Se siente derrotada:

“Señor, no me olvidaste
que me has dado el dolor y la agonía.
La sal del llanto baste,
Que por lo menos mía
Es esta pena que deshoja el día” (“Y tan alta vida espero”)



EL PAISAJE: “la sombra de una palmera / y un volar de golondrinas...”

Gran parte de la poesía de Celia Viñas se dedica a ponderar el paisaje español que ella conoce de sus viajes. Fruto de esa observación ensimismada, escribe poemas llenos de cromatismo, con pinceladas sueltas y certeras:

“Allá a lo lejos
unos olivos,
tres pueblecillos blancos
y los tejados coloraícos” (“Paisaje”)

Juega con todos los recursos poéticos que conoce para describir un río:

“Pulsera de agua,
río de plata,
los ruiseñores
cantan al alba
y el río pasa...
pulsera de agua,
canción de plata” (“Río”).

El anterior poema sigue, de cerca, la poesía popular y entronca de nuevo con Antonio Machado al hablar del agua y del eco de la canción que nos trae, aunque, esta vez, para Celia Viñas, no es una canción remansada, sino viva, que fluye porque “el río pasa”. Dedica tros muchos poemas a elementos del paisaje que le llaman la atención, a un jardín, a un castillo, al camino sin más:

“Que no quiero yo llegar
que los caminos son míos
y no es mía la ciudad.” (“Camino de Burgos canta el caminante”)

Por supuesto, dedica muchos poemas al paisaje de Almería. Destaca precisamente el poema que lleva este mismo título, “Almería”, porque en él, la poeta hace una trasposición de sentimientos y se identifica con el paisaje almeriense, que es igual que su corazón. No estaría, en esos momentos, Celia Viñas atravesando un buen momento. Quizá se debió al poema, incluido en “Trigo del corazón”, a las críticas que tuvo sortear en la capital andaluza. Transcribimos el final del poema, escrito en arte mayor:

“En el desierto de tu angustia mansa
mi palabra en simiente de ternuras,
mi corazón sobre tus cerros grises
invocando al Señor de las alturas.
Mi corazón, Señor, desnudo y seco,
Como Almería, solitario, muerto”.



EPÍLOGO: “Que no quiero yo llegar”

La poesía de Celia Viñas, como acabamos de ver, de manera breve, merece la pena ser leía y gustada con calma, en silencio. Como en toda obra de cualquier poeta, encontramos poemas más endebles, que han surgido de circunstancias personales, pero también verdaderos destellos de poesía que destacan con luz propia. Celia Viñas cultivó el arte menor, la poesía popular y los juegos de palabras cuando se dirigía a los niños; pero supo concentrarse y dejarse traspasar por sus propios miedos cuando hablaba de su mundo interior, a veces nublado, a veces oscuro, ansioso siempre de una luz:

“Deja ya, corazón, esta frontera
donde el dolor su soledad descarga
maduro sollozar de primavera” (“Camino de la isla”)

Sus poemas, en suma, se centran en los temas más diversos. Nos hablan del paisaje, del mar, de los sentimientos, de sus vivencias religiosas, de la escuela, de los niños y sus afectos... En suma, Celia Viñas nos dejó una obra sugerente en donde la metáfora y el juego son presencias continuadas. Escribe versos sencillos y de rima fácil, aunque también cultiva estrofas más clásicas como la lira o el soneto. De gran cultura, Celia Viñas fue una mujer excepcional para su tiempo.



BIBLIOGRAFÍA: “Mi corazón en equilibrio”

Recomendamos vivamente el libro “Celia Viñas para niños y jóvenes” para quien acercarse a la poesía de Celia Viñas, con independencia de la edad y con un sólo requisito: que sea sensible. El libro está cuidadosamente editado por Ediciones de la Torre en su colección Alba y Mayo y preparado por Ana María Romero Yebra, poeta también afincada a Almería y con una buena obra destinada a niños y jóvenes. Contiene, además, ilustraciones de Dionisio Godoy, el que fuera alumno de Celia Viñas y que dan un valor emotivo al texto, aparte de embellecerlo. La edición se completa con un pequeño álbum de fotos que nos acercan a la figura de esa poeta que fuera Celia Viñas.

“Corazón,
corazón blando,
dormido crisantemo”
(Celia Viñas)



EL PRIMER RESFRIADO

Me duelen los ojos,
me duele el cabello,
me duele la punta
tonta de los dedos.

Y aquí en la garganta
una hormiga corre
con cien patas largas.
Ay, mi resfriado,
chaquetas, bufandas,
leche calentita
y doce pañuelos
y catorce mantas
y estarse muy quieto
junto a la ventana.

Me duelen los ojos,
me duele la espalda,
me duele el cabello,
me duele la tonta
punta de los dedos.



Canción tonta en el Sur

(1948)

GEOGRAFÍA                                                                      

Pintaba un mapa mi niño,                                  
¡qué color azul de mar!,                                    
¡qué verde tierno en los valles!,                          
¡qué montes color de pan!
Pintaba un mapa mi niño
de un país… yo no sé cuál.        
Vio que el mar era muy grande                          
y casi se echó a llorar;                                      
¡oh los pobres marineros                                    
sin un puerto a do arribar!                                              
Días y días y días,                                                        
sin ver color terrenal,                                        
azules serán sus ojos                                        
de tanto mirar al mar.                                        
Y si sopla el viento cruel,                                  
sus labios llenos de sal                                      
besarán las frías olas,                                        
naufragio en la soledad.                                    
Si llegan a pisar tierra,                                      
de andar no se acordarán,                                            
como patos caminando                                      
se burlará la ciudad.                                                      
Pero mi niño ahora es bueno                                        
y se pone a dibujar                                                        
un collar de islas pequeñas
que ahora acaba de crear.
¡Ya podrán los marineros
en las islas descansar!                                              
Pintaba un mapa mi niño
de un país… yo no sé cuál.




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TAMARA PADRÓN [19.431]

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TAMARA PADRÓN  

Nací el 19 de noviembre de 1980 en la ciudad de Lima, muy cerca del mar, pero soy argentina por mi padre oriundo de Bahía Blanca. Desde hace siete años resido en San Martín de los Andes, aunque debo reconocer que viví un cuarto de siglo en Buenos Aires por lo que soy PPP - Peruana/Porteña/Patagónika. 

Soy profesora de Letras, pero a pesar de eso publiqué dos libros de poemas, Andenes (2002) y Los Días en la Selva , participé de la antología Esquina sin Ochava ( 1999),  he publicado algunos artículos académicos un poco delirantes y colaboré en revistas literarias y no tanto.  

Integro la Colectiva Cronopia, grupo etílico/literario de actividad intensamente intermitente con la que organizamos  intervenciones, lecturas, talleres y casi cualquier cosa que se nos ocurra, hasta nuestra propia Editorial, Cronopia Bachicha- Cartonera.

Los Días en la Selva (2016) es mi tercer libro de poemas, publicado por Kütral 451 Ediciones. Se trata de un libro objeto, confeccionado de manera artística y artesanal que juega a ser un envío postal a través del tiempo y la distancia.

Las ilustraciones  son creación de Lahun Manik (Gisele Coriolano) y aportan otras lecturas, además de belleza. Este libro reúne  poemas de los últimos diez años que viajan en furgones de tren, que habitan rincones de la infancia y de la memoria, poemas en  los que la voz subjetiva se funde  en un nosotros que la contiene para hablar de un pasado reciente que nos interpela.



 Selección de Los Días en la Selva ( 2016)


I

No hemos vuelto a la casa donde crecimos
Solo un momento contiene la memoria
Dos niñas juegan a  recortar
la figura de su padre de las fotos familiares
hasta dejarle solo las manos.

Dos niñas que pueden susurrarle a la muerte
mientras viajan   en  tren, 
de Tigre a Flores a paso de hombre,
sentadas con un prendedor que graba su nombre 
en el cuero de la memoria.

Una de  ellas, llevará para siempre 
el nombre mal escrito en el pecho.
La otra mantendrá los huesos  de su padre 
errantes,  huérfanos de tumba y de flores.
Su hijo llevará a cuestas la orfandad 
y la soledad de la selva.
¿Por qué no me habré quedado 
con el nombre ajeno?

El instante guarda la memoria.



II

Llega apenas de pie
como un borracho que vuelve  
de una noche interminable.
Se acuesta junto a la niña de ojos abiertos,
con el olor  todavía fresco de los hombre en la piel.
Su cuerpo  es una orgía de ángeles perdidos, 
y ella es una santa descarnada en harapos.
Hay demasiada gente en esa cama 
para  dormir un sueño de niña.

Tener una madre puta no es tan malo,
salvo cuando utiliza su desesperación
como una piedra.
Como un grito incapaz de llenar 
el vacío del mundo,
pese al asco y  la náusea.
Tener una madre que ha sido puta 
permite alegrar cumpleaños familiares ,
fiestas de fin de año,  funerales inesperados
y por supuesto, encender 
la más verde de las envidias sobre la mesa.



III

Traigo un poco de pan 
para que lo partamos juntos
mientras sorbemos las últimas gotas de vino
y pensamos qué hacer con nuestro muerto
que  lleva  ya varios días y sigue sentado en la mesa.

Le entrelazamos las manos  
para que pueda seguir guardando 
celosamente sus secretos.
Llenamos su boca con pétalos
y  besamos sus  párpados caídos.
Cada tanto sostenemos su cabeza,
la apoyamos con cuidado sobre el pecho
y así  todavía continúa soñando.

La tierra no parece interesada en llamarlo
para que pueble su vientre.
Pobrecito, no queremos que el frío
le cubra los huesos.

Abrazados  como  compadres pescadores 
regresando   de la feria 
con  bolsillos vacíos y  vasos llenos
pasamos los días.

Se acuesta sobre la mesa
¿Cómo hacer para que pueda ver el cielo?
Nuestro muerto está ya hace varios días.
Lo lavamos  y  cubrimos su carne gris con besos y panes
Cada mañana.



IV

Ningún recuerdo es tan grande
como la máquina de escribir 
sobre tu escritorio,
esa que no se podía  usar para jugar
porque  estaba destinada para cosas serias
en aquella oficina de cuero marrón.
Todo lo que quedó allí
ha crecido inmensamente.
Incluso la carta que no pudiste entender
porque a  cierta edad 
las palabras nos quedan cortas
y solo podemos amontonar letras  y signos
hasta que la tinta dibuje sobre la hoja 
lo que desde hace tiempo
espera descifrarnos.



V

La luz muerta del televisor ilumina nuestra infancia
de  calles alambradas y primeros pasos.
No hubo primavera de Praga que nos quemara las manos.
ni ausencia que haya hecho temblar
mis caderas de mujer errante.

Vos ya estabas muerto  y yo iba de la  mano de mi madre,
el indulto era un miedo que surcaba la Plaza de la República
en la voz de una mujer desesperada y sola.
No hubo tumbas,  ni inscripciones, ni flores.

La muerte es un manto de uno.

Invento un mundo secreto
gobernado por el viento en mi piel.

Nuestras manos, con las palmas hacia el cielo
necesitan sonreír como sonríe el pan en el horno,
como sonríe la miga apretada en puño del niño.

Las fotos te recuerdan como una ausencia
sólo quedan tus manos
que son las nuestras
y las de esos compañeros.



VI

A mitad de la noche 
toca la puerta del departamento de Caballito.
Llega con  la selva en su piel curtida por el sol.
Fuiste el extraño más esperado
desde que aprendimos  a usar  la memoria.

Conversás serio,
movés las manos y tus ojos redondos miran el cielo
por la ventana del noveno piso
Saltamos sobre los sillones, 
impacientes
Una mujer apenas te reconoce,
mientras  tanto  cocinás un guiso o un estofado
que solo  sabe de hombres   que mascan coca 
en el techo del mundo.
Traes el  picante y el peligro  amazónico a la mesa
Qué secretos se ocultan tras estos años?
Te miro como se mira un tesoro lejano,
tomo   presurosa mi quinto vaso de agua
y espero lo que vendrá.
Apenas recuerdo el tono de tu voz,
a través de los años
se me fue deshilvanando  hasta perderse
con el ruido de fondo de la ciudad,
pero todavía  podés ardernos en  la boca.



VII

Debo estar muerta,
me digo algunas noches en el cine.
Desprecio la indiferencia que me borra de la sala,
recorro la ciudad en busca de una foto,
paso a través de la gente,  hasta aturdirnos.

He confundido la vida con la poesía.
En la cocina solo quedan unas habas
y el recuerdo de los hombres que me hablan.
¬-Tu ideología solo es el gesto  de una mano rota.
Mi generación sigue  convirtiéndose en otra cosa
-las habas ya deben estar tiernas-
los hijos desgarran la tierra mojada.
Somos este silencio de manos firmes
cuando ya no haya puertas que mirar.

Que otros entierren  a sus muertos.
A los míos los necesito andando,
corriendo por la casa.
No tengo nada que enterrar
 y me da miedo dormir.

Hemos mirado las mismas fotos a lo largo de los años
intentando saldar una cuenta pendiente y oculta
Pero eso haría que perdiese la posibilidad de hablarte,
quedaría  con las palabras podridas en la boca
aturdida  por las  moscas, como la fruta en verano.



VIII

En el nombre del Padre y del Hijo
Mi boca aplasta los huesos doloridos de mi padre
Mi boca aleja sus fantasmas roñosos esta noche.
Puedo combatir amorosamente los abortos que hemos sido.
Puedo recibir con mi lengua tus amores cansados.
En mi boca junto el barro y la sangre, 
mastico los dientes, hasta cortarme los labios.
Con tu boca enfrento puños, tanques,
la herida relamida que acosa al silencio,
la distancia de un domingo por la tarde.

Sin embargo
el cuerpo entero no alcanza
para decir tu nombre,
impronunciable y hermoso,
imperfecto y carcelario.
Tu nombre en mi boca florece arrasando la muerte.



IX

Un hombre ve pasar 
un rostro que le ha pertenecido
Solo, en su sillita
acaricia las protuberancias de sus venas
y sabe del frío  en sus sienes.

Quizás todavía pueda alcanzarlo el amor
Quizás aún pueda.

La muerte,   aguardiente que tarde o temprano,
engalanará la garganta,
le da una tregua.
Llama a su perro afanosamente,
muerto ya, hace más de tres décadas.

Cierra  los ojos por dentro y  piensa en  que quizás 
también haya muerto, 
más de una vez en estos años.

Muriendo a su tiempo
el escritor, el poeta, el exiliado, el cafisho, 
el taxista, el artesano, el vende árboles de la vida, 
el estafador, el mujeriego, el hombre
y algunos etcétera más, seguro.

Pero a  vos te tocaba manejar ese  taxi gasolero
con el motor a punto  de  morirse en cada esquina,
trabajando para los hijos que ya no te amaban.
Los otros, los primeros
rondan los 50 años,
y si les preguntás
responden que no han tenido padre.



XI

Traigo tres jureles para adornar tu mesa
jureles como escamas de amor desperdigado.
Juan Cameron

Hoy has traído tres jureles prestados 
que encontraste camino a la feria.
Tres jureles que han echado raíces en mi vientre
y ahora son poemas en mi boca,
que los pare,  irreverente.
Sirvo la mesa
desparramo algunos papeles
los adobo con vino generosamente.
Comemos palabras,
nos chorrean  por  la comisura de labios
Te limpiás con  el puño ennegrecido de la camisa,
con sus agujeros ponés una cumbia
y  los jureles bailan  entre versos,
casi sin darnos cuenta
en el  oculto resplandor de las cosas.
Pronuncio  nuestro verdadero nombre.
y es  ahora  la vida,
la que  hace el amor sobre la mesa.



XII

Nos alejamos de la ciudad
montados  sobre un tren incierto.
En el andén,
solo quedan ladrillos  enmohecidos
y un túnel anunciando la partida.
La ciudad insiste en dejarnos atrás
entre álamos desganados.
Un pueblo  duerme  su siesta interminable
en los vidrios de las ventanillas.

Llegamos con la noche
y una valija marrón  a cuestas.
Limpiamos las calles con su cuero ajado.
Frente  a  la puerta,
una lámpara  a querosene parpadea
en ese  umbral  que fue nuestra infancia.

El tren parte y nos deja  en el pueblo
ya sin saber qué hacer 
con tantos álamos en el cuerpo.

En  el centro de una habitación,
el papel tapiz  desprende las miradas.
Ambos sabemos que volvimos
a juntar mis pedazos.
He dejado algo de mí por todas partes
y vos temés nombrar las cosas muertas.



XIII

Tu cara de colectivo  a las cinco de la mañana
escupe sobre mis versos  dormidos a esa hora.
Rumbo  a otra changa,
hacés pogo  en la escalera del subte.

La ternura solapada del lenguaje
es un mordisco en tu espalda
Un mordisco de perro
antes de morirse de rabia.

No hay significante más efectivo
que un culatazo en la nuca, una madrugada cualquiera.
Llegas gritando con la sangre en los labios
y como único ademán libertario,
decidís vivir por siempre en nuestra memoria.



XIV

Viniste a través de la niebla
hablás la lengua de los pájaros muertos,
y aunque tengas las manos rotas,
todavía podes acariciarnos el pelo.
Las plumas se te amontonan en la boca,
solo nos aguarda el silencio 
de sabernos  parte  de lo que crece 
en los pasillos de un monoblock
y  en  sus jardines sembrados de bolsas de nylon
Hemos esperado demasiado tiempo.
Tus sienes  estallan en el aire
para ser una flor más
de este  jardín mugriento.



XV

Se me acusa de prostitución hipotética.
El sonido está en la letra 
o en un arma
o en una gema
que rima consonante
con tu piel  de cobre
y amenaza con disparar 
contra un nosotros lírico
que solo vomita versos.

En esta madrugada
contrabandeamos   
la lluvia nos quiebra el pellejo
y no tenemos ni una de las  treinta monedas otarias.
Pasa otro carrito con cartones  
sin lugar para corceles.
Sale una mujer gorda
hermosa y fuerte.
La policía no puede contra su pobreza
y nos salva del culatazo.
-Dejen de huevear 
y ayuden a mojar el cartón, nos dijo.



XVII

Otra vez la maquinaria policial
se dispone a  triturar la materia.
Otra vez las manos alzadas, los palos, 
los dientes apretados en la marcha
ambulancias, explosiones en el tumulto.
El humo  que ennegrece los pulmones 
y un lenguaje que nos encuadra con el hambre
como un hombre con el vientre abierto de un  tajo.
Cada día de trabajo mal pago,
cada gesto  de furia se relame
contra su precaria formación táctica
sostenida para apalear hombres.
Nuestro  época se juega  otra vez  la batalla
y  sabemos no existe un destino estrictamente privado.
Sin embargo
vos y yo todavía no habíamos salido de la cama
No hay lugar para reivindicaciones sociales 
más allá de nuestros cuerpos.
Hoy no seremos parte de las noticias



XVIII

Algunas  veces 
sobre las primeras horas de la noche,
la garganta  deja el aire estaqueado
pesa saberse lejos de la casa nuestra,
del hogar imaginario  de la infancia.
Nos defendemos  contra la indolencia 
de una ciudad  que solo ofrece distancias.
Volveremos a tiempo para cenar 
bajo la mirada de  ojos conocidos
¿Quedará  todavía algún lugar  que sepa  de nosotros?
Esa casa no es más que una sensación en el cuerpo.

Viajo sentada en los escalones  de un  furgón  
rumbo  a Quilmes o Solano
no puedo evitar sentir el aire de la noche 
que trae reencuentros de familias 
que nunca me han pertenecido 
y que vuelven más frío 
el golpe del viento en la cara.

Reconozco en los gestos apretados del tren
el mismo desamparo que llevo.
Quiero abrazarme contra esos cuerpos,
hacerles el amor uno a uno,
con su mochila al hombro y su ropa a cuestas,
mientras el  tren nos lleva más y más lejos.




Esquina sin Ochava  ( 1999)


Amanecer: 
                    Estrella color del equilibrio.

Bruma espesa
negra, amarga.
Torbellinos. Cabras rojas
iracundas.
Espejos clamando
ausencias, descansos.
Romper la ilusión
encontrarla perdida
girando alrededor de la esquina 
de los higos verdes.
Equilibro las alas
Echo  a volar en la canción



Textos inéditos

VI

Me tiemblan los dedos, 
no soportan la carga.
Cuando no escribo 
todo se queda en la mano.

Tengo miedo 
por eso me lleno de cosas
completamente inútiles. 
Aprieto las palabras contra la sien
hasta que algo cobre sentido
o explote o se derrame. 
Tengo miedo, 
madre nos ha dejado y 
lentamente los recuerdos ocuparán 
más espacio que aquello recordado.

No es poco volver 
a lo que nos fue querido
aunque apenas dure tres mississipis 
mississipi uno 
mississipi dos 
mississipi tres.

Necesito que cuides
los papeles que dejo 
no tengo más    
que algunos escritos.

Soy una mano que se mueve sola 
Soy una mano sin gente adentro.







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CLARINDA [19.432]

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Clarinda

Clarinda fue una poeta anónima peruana, posiblemente nació en la Ciudad de los Reyes o Lima, capital de los Reinos y Provincias del Perú, a finales del s. XVI.

Su poema Discurso en Loor de Poesía se publicó en el Parnaso Antártico, Lima, que dirigía Diego Mexía de Fernangil en 1608. Este poema, escrito en silvas bajo el perfil de la poesía renacentista, es reconocido como un verdadero arte poética, a la vez que responde al planteo criollo de exaltar el espacio y tiempo peruano como algo excepcional y distinto a lo español.

Clarinda fue una poeta anónima peruana, posiblemente nació en la Ciudad de los Reyes o Lima, capital de los Reinos y Provincias del Perú, a finales del s. XVI.

La presencia en el Virreinato del Perú de un poema con la dimensión que tiene el de la poetisa anónima peruana Clarinda y en una fecha que dista tan sólo cuatro años del compendio apologético en alabanza de la poesía (1604) del mexicano Bernardo de Balbuena merece no sólo una ficha bibliográfica o una mención historicista, como prueba del culto a la poesía por parte de una mujer de no medianas dotes líricas, sino, una reflexión profunda en la que el punto máximo no sea el metro usado en el poema, o el misterio en torno a la mujer que lo firma, sino el mensaje que pueda tener para nosotros, situados, no en esta época, sino en el de 1608 en que aparece.

"Discurso en loor de la Poesia" apareció en 1608 al frente de la Antología publicada en Sevilla por Diego Mexía de Fernangil con el título de Primera parte del Parnaso Antártico. En esta Antología se dice que el Discurso.., fue «compuesto por una señora principal de este reino (Perú) muy versada en lengua toscana y portuguesa por cuyo mandamiento y por cuyos justos respetos no se escribe su nombre». El nombre verdadero queda detrás del seudónimo de Clarínda.

¿Quién fue Clarinda?

Para Ricardo Palma —en Tradiciones Peruanas, Vol. V— detrás de este nombre femenino habría un varón. Ventura García Calderón —en su Biblioteca de Cultura Peruana— cree que este varón pudo ser el mismo Diego Mexía; y Luis Alberto Sánchez, que piensa (ver Literatura Peruana, 1946) en un varón como autor del Discuna, cita a Dávalos o Figueroa.

Posteriormente tanto Ventura García Calderón como Luis Alberto Sánchez se han inclinado por la sinceridad del texto cuando afirma ser «compuesto por una señora principal de este reino». Luis Alberto Sánchez afirma que «esta señora principal» podría ser una «dama española entrada en años y conocedora de nuestras letras».

Menéndez Pelayo (ver Historia de la Poesía Hispanoamericana, cd. nac. Vol. TI) nunca mostró dudas al respecto, ni cuestioné, como lo hici&a Palma, la cultura en ese tiempo—sigloXVII— en las mujeres, aceptando la afirmación de la poetisa anónima que dice conocer tres damas «que han dado en poesía heroicas muestras».

Iluminador podría ser lo que nos da a conocer el mismo Ventura García Calderón (ver Biblioteca de Cultura Peruana y): «El poeta Mexía de Fernangil dedica un largo poema clásico de su Segunda Parte del Parnaso Antártico a una religiosa de un convento de Lima (i 1615!) como a la señora de todos sus respetos y admiraciones: «A Leonor de la Trinidad, fundadora y abadesa de las Monjas Descalzas de la limpia Concepción del Monasterio del Señor San José en la ciudad de los Reyes del Perú». Fue sin duda su corresponsal persona cultísima muy al tanto de "mitologías poéticas". 

¿No podría ser ésta una poetisa anónima?». 

Desde luego se trata de una persona culta que conoce y vive el misterio de la gracia, así como las Sagradas Escrituras. No nos extraña, pues, que detrás del seudónimo de Clarinda estuviera una religiosa y que ésta fuera Sor Leonor de la Trinidad a quien Mexía (ya en 1615) agradeciera, con ese largo poema clásico de su Segunda Parte del Parnaso Antártico, tanta admiración como por él demuestra la poetisa en el Discurso en loor de la Poesía.

De Diego Mexía de Fernangil se sabe que nació en Sevilla (así lo dice la misma Clarinda en su Discurso...): que hacia 1583 viajÓ hacia el Perú; que entre 1596 y ¿1599? puso su residencia en México desde donde se trasladó posteriormente a Lima para pasar a vivir después a Potosí. Autor de la Primera Parre del Parnaso Antártico, publicada en Sevilla en 1608, donde aparece como ya se ha indicado el Discurso en loor de la Poesía de Clarinda.

Por la Dedicatoria, en su Segunda Parre del Parnaso Antártico, al Príncipe de Esquilache sabemos que «fue ministro del Santo Oficio de la Inquisición. en la visita y corrección de los libros de la Ciudad de Sevilla...».

Era Mexía pues, un eclesiástico. Desde esta perspectiva biográfica de Diego Mexia de Fernangil nada extrañaría que la Clarinda que tanto admira a Mexía tuviera en éste a su director espiritual y confesor.
(Fuente Lucrecio Pérez-Blanco)



Discurso en loor de la Poesia

I

La mano y el favor de la Cirene,
a quien Apolo amó con amor tierno;
y el agua consagrada de Hipocrene,

y aquella lira con que del Averno
Orfeo libertó su dulce esposa,
suspendiendo las furias del infierno;

la célebre armonía milagrosa
de aquel cuya testudo pudo tanto,
que dio muralla a Tebas la famosa;

el platicar suave, vuelto en llanto
y en sola una voz, que a Júpiter guardaba,
y a Junio entretenía y daba espanto;

quisiera que alcanzaras, Musa mía,
para que en grave y sublimado verso
cantaras en loor de la Poesía.

Que ya el vulgo rústico, perverso,
procura aniquilarla, tú hicieras
su nombre eterno en todo el universo.

Aquí, Ninfas del Sur, venid ligeras;
pues que soy la primera que os imploro,
dadme vuestro socorro las primeras.

Y vosotras, Pimpleides, cuyo coro
habita en Helicón, dad largo el paso,
y abrid en mi favor vuestro tesoro;

de el agua medusea dadme un vaso,
y pues toca a vosotras, venid presto,
olvidando a Libetros y a Parnaso.

y tú, divino Apolo, cuyo gesto
alumbra al orbe, ven en un momento,
y pon en mí de tu saber el resto.

Inflama el verso mío con tu aliento,
y en l?agua de tu trípode lo infunde,
pues fuiste de él principio y fundamento.

¿Mas en qué mar mi débil voz se hunde?
¿A quién invoco? ¿Qué deidades llamo?
¿Qué vanidad, que niebla me confunde?

Si, ¡oh gran Mexía! En tu esplendor me inflamo,
si tú eres mi Parnaso tú mi Apolo,
¿para qué a Apolo y al Parnaso aclamo?

Tú en el Perú, tú en el Austrino polo,
eres el Delio, el Sol, el Febo santo;
sé, pues, mi Febo, mi Sol y Delio solo.

Tus huellas sigo, al cielo me levanto
con tus alas; defiendo a la poesía:
Fébada tuya soy, oye mi canto.

Tú me diste precepto, tú la guía
me serás, tú que honor eres de España,
y la gloria del nombre de Mexía.

Bien sé que con intentar esta hazaña
pongo un monte, mayor que Etna el nombrado,
en hombros de mujer, que son de araña;

mas el grave dolor que me ha causado
ver a Helicona en tan humilde suerte,
me obliga a que me muestre tu soldado.

Que en guerra que amenaza afrenta o muerte,
será mi triunfo tanto más glorioso
cuanto la vencedora es menos fuerte.

Después que Dios con brazo poderoso
dispuso el caos y confusión primera,
formando aqueste mapa milagroso;

después que en la celeste vidriera
fijó los signos, y los movimientos
del Sol compuso en su admirable esfera;

después que concordó los elementos
y cuanto en ellos hay, dando precepto
al mar que no rompiese sus asientos;

recopilar queriendo en un sujeto
lo que criado había, al hombre hizo
a su similitud, que es bien perfecto,

de frágil tierra y barro quebradizo
fue hecha aquesta imagen milagrosa,
que tanto al autor suyo satisfizo,

y en ella con su mano poderosa
epilogó de todo lo criado
la suma, y lo mejor de cada cosa.

Quedó del hombre Dios enamorado,
y dióle imperio y muchas preeminencias,
por Vicediós dejándole nombrado.

Dotóle de virtudes y excelencias,
adornólo con artes liberales,
y dióle infusas por su amor las ciencias.

Y todos estos dones naturales
los encerró en un don tan eminente,
que habita allá en los coros celestiales.

Quiso que aqueste don fuese una fuente
de todas cuantas artes alcanzase
y mas que todas ellas excelentes;

de tal suerte, que en él se epilogase
la humana ciencia, y ordenó que el darlo
a solo el mismo Dios se reservase;

que lo demás pudiese él enseñarlo
a su hijos, mas que este don precioso
sólo el que se lo dio pueda otorgarlo.

¿Qué don es éste? ¿quién el más grandioso
que por objeto a toda ciencia encierra,
sino el metrificar dulce y sabroso?

El don de la poesía abraza y cierra,
por privilegio dado de la altura,
las ciencias y artes que hay acá en la tierra,

esta las comprende en su clausura,
las perfecciona, ilustra y enriquece,
con su melosa y grave compostura.

Y aquel que en todas ciencias no florece,
y en todas artes no es ejercitado,
el nombre de poeta no merece,

y por no poder ser que esté cifrado
todo el saber en uno sumamente,
no puede haber poeta consumado.

Pero serálo aquel más excelente
que tuviera más alto entendimiento
y fuere en más estudios eminente.

Pues ya de la Poesía el nacimiento
y su primer origen ¿fue en el suelo?
¿o tiene en la tierra el fundamento?

¡Oh Musa mía!, para mi consuelo
dime dónde nació, que estoy dudando.
¿Nació entre los espíritus del cielo?

Estos a su criador reverenciando
compusieron aquel Trisagio trino,
que al trino y uno siempre están cantando.

Y como la poesía al hombre vino
de espíritus angélicos perfectos,
que por conceptos hablan de continuo,

los espirituales, los discretos
sabrán más de poesía, y será ella
mejor mientras tuviere más conceptos.

De esta región empírea, santa y bella
se derivó en Adán primeramente,
como la lumbre deifica en la estrella.

¿Quién duda que, advirtiendo, allá en la mente
las mercedes que Dios hecho le había
porque le fuese grato y obediente,

no entonase la voz con melodía,
y cantase a su Dios muchas canciones
y que Eva alguna vez la ayudaría?;

y viviendo después entre terrones,
comiendo con sudor por el pecado,
y sujeto a la muerte y sus pasiones;

estando con la reja y el arado,
¿qué elegías compondría de tristeza,
por verse de la gloria desterrado?

Entro luego en el mundo la rudeza
con la culpa; hincharon las maldades
al hombre de ignorancia y de bruteza;

dividiéronse en dos parcialidades
las gentes; siguió a Dios la más pequeña,
y la mayor a sus iniquidades.

La que siguió de Dios el bando y seña,
toda ciencia heredó, porque la ciencia
fundada en Dios al mismo Dios enseña.

Tuvo también y en suma reverencia
al don de la Poesía, conociendo
su grande dignidad y su excelencia.

Y así el dichoso pueblo, en recibiendo
de Dios algunos bienes y favores,
le daba gracias, cantos componiendo.

Moisés, queriendo dar sumos loores,
y la gente hebrea, a Dios eterno,
por ser de los egipcios vencedores,

el cántico hicieron dulce y tierno
(que el Exodo celebra) relatando
cómo el rey Faraón bajó al infierno.

Pues ya cuando Jahel privó del mando
y de la vida a Sísara animoso,
a Dios rogando y con el mazo dando.

¡Qué poema tan grave y sonoroso
Barac el fuerte y Débora cantaron,
por ver su pueblo libre y victorioso!

La muerte de Goliat celebraron
las matronas con versos de alegría,
cuando a Saúl con ellos indignaron.

El rey David sus salmos componía,
y en ellos del gran Dios profetizaba;
¡de tanta majestad es la poesía!

El mismo los hacía y los cantaba:
y más que con retóricos extremos
a componer a todos incitaba.

¿Nuevo cantar a nuestro Dios cantemos
(decía) y con templados instrumentos
su nombre bendigamos y alabemos.

¿Cantadle con dulcísimos acentos,
sus maravillas publicando al mundo,
y en él depositad los pensamientos?.

También Judit, después que al tremebundo
Holofernes cortó la vil garganta,
Y morador lo hizo del profundo,

Al cielo empíreo aquella voz levanta,
Y dando a Dios loor por la victoria,
Heroicos y sagrados versos canta.

Y aquellos que gozaron de la gloria
En Babilonia estando en medio el fuego
Menospreciando vida transitoria,

Las voces entonaron con sosiego,
Y con metros al Dios de las alturas
Hicieron fiesta, regocijo y juego.

Job sus calamidades y amarguras
Escribió en verso heroico y elegante;
Que a veces un dolor brota dulzuras.

A Jeremías dejo, aunque más cante
Sus trenos numerosos, que ha llegado
Al Nuevo Testamento mi discante.

La Madre del Señor de lo criado,
¿no compuso aquel canto que enternece
al corazón más duro y obstinado?

¿A su señor mi ánima engrandece,
y el espíritu mío de alegría
se regocija en Dios y le obedece?.

¡Oh dulce Virgen, ínclita María!
no es pequeño argumento y gloria poca
esto para estimar a la Poesía:

Que basta haber andado en vuestra boca
para darle valor, y a todo cuanto
con su pincel dibuja, ilustra y toca.

¿Y qué diré del soberano canto
de aquel a quien, dudando allá en el templo,
quitó la habla el Paraninfo santo?

a ti también, ¡oh Simeón!, contemplo,
que abrazado a Jesús con brazos píos,
de justo y de poeta fuiste ejemplo.

El Hossana cantaron los judíos
a aquel a cuyos miembros con la lanza
después dejaron de calor vacíos,

mas ¿para qué mi musa se abalanza
queriendo comprobar cuánto a Dios cuadre
que en metro se le dé siempre alabanza?

Pues vemos que la Iglesia nuestra madre
con salmos, himnos, versos y canciones
pide mercedes al Eterno Padre.

De aquí los sapientísimos varones
hicieron versos griegos y latinos
de Cristo, de sus obras y sermones.

Mas ¿cómo una mujer los peregrinos
metros del gran Paulino y del hispano
Juvenco alabará siendo divinos?

De los modernos callo a Mantuano,
a Fiera, a Sannazaro, y dejo a Vida,
y al honor de Sevilla, Arias Montano.

De la parcialidad que desasida
quedó de Dios, negando su obediencia
es bien tratar, pues ella nos convida.

Esta, pues, se apartó de la presencia
se Dios, y así quedó necia, ignorante,
bárbara, ciega, ruda y sin prudencia.



II

Seguía su soberbia el arrogante,
amaba la crueldad el sanguinoso,
y el avariento el oro rutilante.

Era Dios la lujuria del vicioso,
adoraba el ladrón en la rapiña,
y al honor daba incienso el ambicioso.

No habría deidad ni ley divina,
si no era el propio gusto y apetito,
por carecer de ciencias y doctrina.

Mas el eterno Dios incircunscrito,
por las causas que al hombre son secretas,
fue reparando abuso tan maldito.

Dio al mundo (indigno de esto) los poetas
a los cuales filósofos llamaron,
sus vidas estimando por perfectas.

Estos fueron aquellos que enseñaron
las cosas celestiales, y la alteza
de Dios por las criaturas rastrearon:

Éstos mostraron de naturaleza
los secretos; juntaron a las gentes
en pueblos, y fundaron la nobleza.

Las virtudes morales excelentes
pusieron en precepto; y el lenguaje
limaron con sus metros eminentes.

La brutal vida, aquel vivir salvaje
domesticaron, siendo el fundamento
de policía en el contrato y traje.

De esto tuvo principio y argumento
decir que Orfeo con su voz mudaba
los árboles y peñas de su asiento;

mostrando que los versos que cantaba,
fuerza tenían de mover los pechos
más fieros que las fieras que amansaba.

Conoció el mundo en breve los provechos
de este arte celestial de la Poesía,
viendo los vicios con su luz deshechos,

Creció su honor, y la virtud crecía
en ellos, así el nombre de poeta
casi con el de Jove competía.

Porque este ilustre nombre se interpreta
hacedor, por hacer con artificio
nuestra imperfecta vida más perfecta;

Y así el que fuere dado a todo vicio
Poeta no será, pues su instinto
es deleitar, y doctrinar su oficio.

¿Qué puede doctrinar un disoluto?
¿Qué pueden deleitar torpes razones?
pues solo esta el deleite do está el fruto.

Tratemos, Musa, de las opiniones
que del poema angélico tuvieron
las griegas y romúlidas naciones.

Las cuales como sabias entendieron
ser arte de los cielos descendida,
y así a su Apolo dios la atribuyeron.

Fue en aquel siglo en gran honor tenida,
y como don divino venerada,
y de muy poca gente merecida.

Fue en montes consagrados colocada,
en Helicón, en Pimpla y en Parnaso,
donde a las Musas dieron la morada.

Fingieron que si al hombre con su vaso
no infundían el metro, era imposible
en la poesía dar un solo paso.

Porque aunque sea verdad que nos es factible
alcanzarse por arte lo que es vena,
la vena sin el arte es irrisible.

Oíd a Cicerón cómo resuena
con elocuente trompa en alabanza
de la gran dignidad de la Camena.

El buen poeta (dice Tulio) alcanza
espíritu divino, y lo que asombra
es darle con los dioses semejanza.

Dice que el nombre de poeta es sombra,
y tipo de deidad santa y secreta;
y que Ennio a los poetas santos nombra.

Aristóteles diga qué es poeta:
Plinio, Estrabón, y díganoslo Roma,
pues da al poeta nombre de profeta.

Corona de laurel, como al que doma
bárbaras gentes, Roma concedía
a los que en verso honraban su idioma,

dábala al vencedor porque vencía
y dábala al poeta artificioso
porque a vencer, cantando, persuadía.

¡Oh tiempo veces mil y mil dichoso
-digo dichoso en esto-, pues que fuiste
en el arte de Apolo tan famoso!

¡Cuán bien sus excelencias conociste,
con cuánto acatamiento la estimaste,
en qué punto y quilate la pusiste!

A los doctos poetas sublimaste,
y a los que fueron más inferiores
en el olvido eterno sepultaste,

de monarcas, de reyes, de señores,
sujetaste los cetros y coronas
el arte, la mayor de las mayores.

Y siendo aquesto así, ¿por qué abandonas
ahora a la que entonces diste el lauro,
y levantaste allá sobre las zonas?

Del Nilo al Betis, del Polaco al Mauro
hiciste le pagasen el tributo
y la encumbraste sobre Ariete y Tauro.

A Julio César vimos (por quien luto
se puso Venus, siendo muerto a manos
del Bruto en nombre, y en los hechos bruto.

En cuánta estima tuvo el soberano
metrificar, pues de la negra llama
libró a Marón, el Docto Mantuano.

Y en honor de Calíope su dama
escribió el mismo la sentencia en verso,
por quien vive la Eneida y tiene fama.

Y el Macedonio que del universo
ganó tan grande parte, sin que agüero
le fuese en algo a su opinión adverso;

no contento con verse en sumo imperio,
del hijo de Peleo la memoria
envidió, suspirando por Homero.

No tuvo envidia del valor y gloria
del griego Aquiles, mas de que alcanzase
un tal poeta y una tal historia;

Considerando que aunque sujetase
un mundo y mundos, era todo nada,
sin un Homero que lo celebrase.

La Ilíada, su dulce enamorada,
en paz, en guerra, entre el calor o el frío
le servía de espejo y de almohada.

Presentáronle un cofre en que Darío
guardaba sus ungüentos, tan precioso
cuanto explicar no puede el verso mío.

Viendo Alejandro un cofre tan costoso,
lo acepto, y dijo: ?Aquéste solo es bueno
para guardar a Homero el sentencioso.?

Poniendo a Tebas con sus armas freno,
a la casa de Píndaro y parientes
reservó del rigor de que iba lleno.

Siete ciudades nobles, florecientes,
tuvieron por el ciego competencia;
que un buen poeta es gloria de mil gentes.

Apolo en Delfos pronunció sentencia
de muerte contra aquéllos que la dieron
a Arquíloco, un poeta de excelencia.

A Sófocles sepulcro honroso abrieron
los de Lacedemonia, por mandado
expreso que del Bromio dios tuvieron.

Mas ¿para qué en ejemplos me he cansado
por mostrar el honor que a los poetas
los dioses y las gentes les han dado,

si en las grutas del Báratro secretas
los demonios hicieron cortesía
a Orfeo por su arpa y chanzonetas?

No quiero explique así la Musa mía
los Latinos, que alcanzan nombre eterno
por este excelso don de la Poesía;

los cuales con su canto dulce y tierno
a sí y a los que en metro celebraron
libraron de las aguas del Averno.

Sus nombres con su pluma eternizaron,
y de la noche del eterno olvido
mediante sus vigilias se escaparon.

Conocido es Virgilio, que a su Dido
rindió al amor con falso disimulo,
y el tálamo afeó de su marido.

Pomponio, Horacio, Itálico, Catulo,
Marcial, Valerio, Séneca, Avïeno,
Lucrecio, Juvenal, Persio, Tibulo,

y tú, ¡oh Ovidio!, de sentencias lleno,
que aborreciste el foro y la oratoria
por seguir de las nueve el coro ameno.

Y olvido al español que, en dulce historia,
el farsálico encuentro nos dio escrito
por dar a España con su verso gloria.

Pero ¿do voy, a do me precipito?
¿Quiero contar del cielo las estrellas?
quédese, que es contar un infinito.

Mas será bien, pues soy mujer, que de ellas
diga mi Musa si el benigno cielo
quiso con tanto bien engrandecedlas.

Soy parte, y como parte me recelo
no me ciegue afición; mas diré solo
que a muchas dio su lumbre el dios de Delo.

Léase Policiano, que de Apolo
fue un vivo rayo, el cual de muchas canta,
divulgando su honor de polo a polo.

Entre muchas, ¡oh Safo!, te levanta
el cielo, por tu metro y por tu lira,
y también de Damófila discanta.

Y de ti, Pola, con razón se admira,
pues limaste a Lucano aquella historia,
que a ser eterna por tu causa aspira.

Dejemos las antiguas: ¿con qué gloria
de una Proba Valeria, que es romana,
hará mi lengua rústica memoria?

Aquesta, de la Eneida mantuana
trastocando los veros hizo en verso
de Cristo vida y muerte soberana.

De las Sibilas sabe el universo
las muchas profecías que escribieron
en metro numeroso, grave y terso.

Estas, del celestial consejo fueron
partícipes, y en sacro y dulce canto
las Fébadas oráculos dijeron.

Sus vaticinios la Tiresia Manto
de divino furor arrebatada,
en versos los cantó, poniendo espanto.

Pues ¿qué diré de Italia que adornada
hoy día se nos muestra con matronas
que en esto exceden a la edad pasada?

Tú, ¡oh Fama!, en muchos libros las pregonas
sus rimas cantas, su esplendor demuestras,
y así de lauro eterno las coronas.

También Apolo se infundió en las nuestras,
y aún yo conozco en el Perú tres damas
que han dado en la poesía heroica muestra.

Las cuales…; mas callemos, que sus famas
no las fundan en verso; a tus varones,
¡oh España!, vuelvo, pues allá me llamas.

También se sirve Apolo de leones,
pues han mil españoles florecido
en épicas, en cómico y canciones.

Y muchos han llegado, y excedido
a los griegos, latinos y toscanos,
y a los que entre ellos han resplandecido.

Que como dio el dios Marte con sus manos
al español su espada, porque él solo
fuese espanto y horror de los paganos;

así también el soberano Apolo
le dio su pluma, para que volara
De el eje antiguo a nuestro nuevo polo.

¡Quién fuera tan dichosa que alcanzara
tan elegantes versos, que con ellos
los poetas de España sublimara!

Aunque loarlos yo fuera ofenderlos,
fuera por darles lustre, honor y pompa
oscurecerme a mí y oscurecerlos.

La Fama con su eterna y clara trompa
tiene el cuidado de llevar sus nombres
a do el rigor del tiempo no los rompa;

Y ellos también con plumas mas que de hombres,
a pesar del olvido, cada día
eternizan sus obras y renombres.

¡Oh España venerable, oh madre pía,
dichosa puedes con razón llamarte,
pues ves por ti en su punto la Poesía!

En ti vemos de Febo el estandarte;
tú eres el sacro templo de Minerva,
y el trono y silla del horrendo Marte.

Gloríate de hoy más, pues la proterva
envidia se te rinde y da blasones,
sin que los borre la fortuna acerba.



III

Y vosotras, antárticas regiones,
también podéis teneros por dichosas,
pues alcanzáis voto, como en otras cosas.

¿Dónde vas, Musa? ¿No hemos presupuesto
de rematar aquí nuestro discurso,
que de prolijo y tosco es ya molesto?

¿Por qué dilatas el difícil curso?
¿Por qué arrojas al mar mi navecilla,
mar que ni tiene puerto ni recurso?

¿A una mujer que teme en ver la orilla
de un arroyuelo de cristales bellos,
quieres que rompa al mar con su barquilla?

¿Cómo es posible yo celebre a aquellos
que asido tienen con la diestra mano
al rubio intonso dios de los cabellos?

Pues nombrarlos a todos es en vano,
por ser los del Perú tantos, que exceden
a las flores que Tempe da en verano.

Más, Musa, di de alguno, ya que pueden
contigo tanto, y alza más la primas,
que ellos su plectro y mano te conceden.

Testigo me será sagrada Lima,
que el doctor Figueroa es laureado
por su grandiosa y elevada rima.

Tú, de ovas y espadañas coronado,
sobre la urna transparente oíste
su grave canto, y fue de ti aprobado.

Y un tiempo fue que en tu Academia viste
al gran Duarte, al gran Fernández digo,
por cuya ausencia te has mostrado triste.

Fue al cerro donde el Austro es buen testigo
que vale más su vena, que las venas
de plata que allí puso el cielo amigo.

Betis se ufana que éste en sus arenas
gozó el primer aliento, y quiere parte
el Luso de su ingenio y sus Camenas.

Quisiera, ¡oh Montesdoca!, celebrarte;
mas estás retirado allá en tu cama,
cuando siendo a Febo, cuando a Marte.

Pero como tu nombre se derrama
por ambos polos, has dejado el cargo
de eternizar tus versos a la fama.

Del Tajo ameno por camino largo,
un rico pescador las aguas de oro
trocó por Tetis y su remo amargo.

Mas no pudo al Perú tanto tesoro
ganar, sino ganando a ti, ¡oh Sedeño!,
regalo del Parnaso y de su coro.

Ya el mundo espera que del grave ceño
de Glauca el pescador tuyo le cante;
mostrando el artificio de su dueño.

Con reverencia nombra mi discante
al licenciado Pedro de Oña; España,
pues lo conoce, templos le levante.

Espíritu gentil, doma la saña
de Arauco (pues con hierro no es posible)
con la dulzura de tu verso extraña.

La Volcánea, horrífica, terrible,
y el militar elogio, y la famosa
miscelánea, que al Inca es apacible;

la entrada de los Mojos milagrosa
la comedia del Cuzco y Vasquirana,
tanto verso elegante y tanta prosa,

nombre te dan y gloria soberana,
Miguel Cabello y ésta redundando
por Hesperie Archidona queda ufana.

A ti, Juan de Salcedo Villandrando,
el mismo Apolo délfico se rinda,
a tu nombre su lira dedicando;

pues nunca sale por la cumbre Pinda
con tanto resplandor cuanto demuestras
cantando en alabanza de Clarinda,

Ojeda y Gálvez, si las plumas vuestras
no estuvieran a Cristo dedicadas
ya de Castalia hubieran dado muestras.

Tal vez os las ponéis y a las sagradas
regiones os llegáis tanto, que entiendo
que de algún ángel las tenéis prestadas.

El uno está a Trujillo enriqueciendo,
a Lima el otro, y ambos a Sevilla
la estáis con vuestra musa ennobleciendo.

Déme su ingenio Juan de la Portilla,
para que enlace su fecunda vena,
que temo con mi voz disminuidla.

La antártica región que al orbe atruena,
con Potosí celebrará su nombre,
nombre que el cielo eternizarlo ordena.

Gaspar Villarroel, digo aquel nombre
que a pesar de las aguas del Leteo,
con verso altivo ilustra su renombre;

aquel que en la dulzura es u Orfeo,
y un griego Melesígenes en ciencia,
y en majestad y alteza un dios Timbreo.

Este, por ser quien es, me da licencia
que abrevie aquí las alabanzas suyas;
que es símbolo el callar de reverencia.

Mas aunque tú la vanagloria huyas
(que por la dar mujer será bien vana),
callar no quiero, ¡oh Avalos!, las tuyas;

y cuando calle yo, sabe la Indiana
América muy bien cómo es con Diego
honor de la poesía castellana.

Con gran recelo a tu esplendor me llego,
Luis Pérez Angel, norma de discretos,
porque soy mariposa y temo el fuego.

Fabrican tus romances y sonetos
(como los de Anfión un tiempo a Tebas)
muros a Africa a fuerza de conceptos.

Y tú, Antonio Falcón, bien es te atrevas
la Antártica Academia, como Atlante,
fundar en ti, pues sobre ti la llevas.

Ya el culto Tasso, ya el oscuro Dante,
tienen imitador en ti, y tan diestro,
que yendo tras su luz, le vas delante,

tú, Diego de Aguilar, eres maestro
en la escuela Cirrea graduado,
por ser tu metro honor del siglo nuestro.

El renombre de Córdoba, ilustrado
quedará con tu lira; justa paga
de el amor que a las Musas has mostrado.

No porque al fin, Cristóbal de Arriaga,
te ponga de este elogio, eres postrero;
ni es justo que tu gloria se deshaga;

que en Pimpla se te da el lugar primero,
como al primero que con fuerza de arte
corres al parangón do llegó Homero.

De industria quise el último dejarte,
Don Pedro ilustre, como a quien Apolo
(por ser tú Carvajal) dio su estandarte.

Ni da el Perú, ni nunca dio Pactolo
con sus minas y arenas tal riqueza
como tú con tu pluma a nuestro polo.

Elpis Heroida, présteme la alteza
de tu espíritu insigne, porque cante
de otros muchos poetas la grandeza:

mas, pues humano ingenio no es bastante,
saquemos de lo dicho este argumento,
si es buena la Poesía: es importante

Ser buena por su santo nacimiento
y porque es don de Dios, y Dios la estima:
queda arriba probado nuestro intento.

Ser importante pruébolo: la prima
siento que se destempla, y voy cansada,
mas la razón a proseguir me anima.

Será una cosa tanto más preciada
y de más importancia, cuanto fuere
más provechosa y más aprovechada.

Es de importancia el Sol, porque aunque hiere
con su rayos alumbra y nos da vida,
creando lo que vive y lo que muere.

La tierra es de importancia porque anida
al hombre, y así él como a los brutos
les da, cual justa madre, la comida.

Todos los vegetales por sus frutos
son de importancia, y sonlo el mar y el viento
porque nos rinden fértiles tributos.

No solo es de importancia un elemento,
mas una hormiga, pues su providencia
al hombre ha de servir de documento.

Cada arte importa, importa cada ciencia,
porque de cada cual viene un provecho,
que es el fin a que mira su existencia.

Pues si una utilidad hace de hecho
ser cada cosa de por sí importante,
¿qué importará quien muchas nos ha hecho?

Es la poesía un piélago abundante
de provechos al hombre; y su importancia
no es sola para un tiempo ni un instante.

Es de provecho en nuestra tierna infancia,
porque quita y arranca de cimiento,
mediante sus estudios, la ignorancia.

En la virilidad es ornamento,
y a fuerza de vigilias y sudores
pare sus hijos nuestro entendimiento.

En la vejez alivia los dolores,
entretiene la noche mal dormida,
o componiendo o revolviendo autores.

Da en lo poblado gusto sin medida,
en el campo acompaña y da consuelo,
y en el camino a meditar convida.

De ver un prado, un bosque, un arroyuelo,
de oír un pajarito, da motivo
para que el alma se levante al cielo.

Anda siempre el poeta entretenido
con su Dios, con la Virgen, con los Santos,
o ya se baja al centro denegrido.

De aquí proceden los heroicos cantos,
las sentencias y ejemplos virtuosos,
que han corregido y convertido a tantos.

Y si hay poetas torpes y viciosos,
el don de la Poesía es casto y bueno,
y ellos los malos, sucios y asquerosos.

El lirio, el alhelí del prado ameno
son saludables; llega la serpiente,
y hace de ellos tósigo y veneno.

Por esto el ignorante y maldiciente,
tanta seguida viendo, y zarabanda,
infame introducción de infame gente.

La lengua desenfrena y se desmanda
a condenar a fuego a la Poesía,
como si fuese herética o nefanda.

Necio: ¿también será la teología
mal, porque Lutero el miserable
quiso fundar en ella su heregía?

Acusa a la Escritura venerable,
porque la tuerce el mísero Calvino
para probar su intento abominable.

Quita los templos adonde el Rey divino
le ofrecen sacrificios, porque en ellos
comete un desalmado un desatino.

Del oro y plata, dos metales bellos,
condena el Hacedor excelso y sabio,
pues tantos males causa el pretendellos.

Contra todas las cosas mueve el labio,
pues todas, si de todas hay mal uso,
hacen a Dios ofensa, al hombre agravio.

Si dices que te ofende y trae confuso
ver en la Iglesia llenos los poetas
de dioses que el gentil en aras puso,

Las causas son muy varias y secretas,
y todas aprobadas por católicas,
y así en las condenar no te entremetas.

Las unas son palabras metafóricas,
y aunque mujer indocta me contemplo,
sé que también hay otras alegóricas.

No es esto para ti: por un ejemplo
me entenderá. Ya has visto en cualquier fiesta
colgado con primor un santo templo;

allí habrás visto por nivel dispuesta,
rica tapicería y tela de oro
por más grandeza a trechos interpuesta;

habrás visto doseles, y un tesoro
grande de joyas y otros mil ornatos,
con traza insigne y con igual decoro;

habrás visto poner muchos retratos,
y aun es el aderezo más vistoso
en semejantes pompas y aparatos;

cuál sería de Alcides el famoso,
otro de Marte y de la cipria diosa,
y cual del niño ciego riguroso;

la prosapia de Césares famosa
y el turco Solimán allí estaría,
y la bizarra turca dicha Rosa.

Pues ¿cómo en templo santo, en santo día,
y entre gente cristiana de almas puras,
y donde está la sacra Eucaristía,

Se permiten retratos y figuras
de los dioses profanos y de aquellos
que están ardiendo en cárceles oscuras?

Permítense poner, y es bien ponedlos
como trofeos de la Iglesia, y ella
con esto muestra que se sirve de ellos.

Así esta dama ilustre cuanto bella
de la Poesía, cuando se compone
en honra de su Dios que pudo hacedla,

con su divino espíritu dispone
de los dioses antiguos, de tal suerte,
que a Cristo sirven y a sus pies los pone.

Más razones pudiera aquí traerte,
¡oh ignorante!, mas siéntete turbado,
que es fuerte la verdad como la muerte.

¡Oh poético espíritu enviado
del cielo empíreo a nuestra indigna tierra,
gratuitamente a nuestro ingenio dado,

tú eres, tú, el que hace dura guerra
al vicio y al regalo dibujando
el horror y el peligro que en sí encierra.

Tú estás a las virtudes encumbrado
y enseñas con dulcísimas razones
lo que se gana la virtud ganando.

Tú alivias nuestras penas y pasiones,
y das consuelo al ánimo afligido
con tus sabrosos metros y canciones.

Tú eres el puerto al mar embravecido
de penas, donde olvida sus tristezas
cualquiera que a tu abrigo se ha acogido.

Tú celebras los hechos, las proezas
de aquellos que por armas y ventura
alcanzaron honores y riquezas.

Tú dibujas la rara hermosura
de las damas, en rimas y sonetos,
y el bien del casto amor y su dulzura.

Tú explicas los intrínsecos conceptos
de la alma y los ingenios engrandeces,
y los acendras y haces más perfectos.

¿Quién te podrá loar como mereces?
¿Y cómo a proseguir seré bastante,
si con tu luz me asombras y enmudeces?

Y dime, ¡oh Musa!, ¿quién de aquí adelante,
de la Poesía viendo la excelencia,
no la amará con un amor constante?

¿Qué lengua habrá que tenga ya licencia
para blasfemar, sin que repare,
teniéndole respeto y reverencia?

¿Y cuál será el ingrato que alcanzare
merced tan alta, rara y exquisita,
que en libelos y en vicios la empleare?

¿Quién la olorosa flor hará marchita,
y a las bestias inmundas del pecado
arrojará la rica margarita?

Repara un poco, espíritu cansado,
que sin aliento vas, yo bien lo veo,
y está muy lejos de este mar el vado.

Y tú, Mexía, que eres del Febeo
bando el príncipe, acepta nuestra ofrenda,
de ingenio pobre y rica de deseo.

Y pues eres mi Delio, ten la rienda
al curso con que vuelas por la cumbre
de tu esfera, y mi voz y metro enmienda,
para que dignos queden de tu lumbre.








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FRANCISCO DEL CASTILLO ANDRACA [19.433]

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Francisco del Castillo Andraca

Francisco del Castillo Andraca y Tamayo (*Piura, 1714 - † Lima, 1770) fue un clérigo de la Orden de la Merced, escritor y poeta peruano.

Francisco del Castillo, llamado "el ciego de la Merced", nació en Piura, en 1714 y murió en Lima en 1770, siendo lego en la Compañía de Jesús,

Existen pocos datos ciertos sobre su vida, entre ellos: el que fue bautizado en la parroquia de San Marcelo; no hay dudas sobre su ceguera, pero sí sobre el grado que ésta tenía; su padre fue el corregidor don Luis del Castillo y su madre doña Jordana Tamayo y Sosa, poeta citado por Pedro Peralta y Barnuevo en su Lima triunfante, Lima, 1708, que fue dueño de una imprenta sita en la calle de Mercaderes, a pocos metros del convento de la Merced de Lima, donde su hijo pasaría después toda su vida, imprenta que heredaría Francisco y que luego cedería a su Orden y que finalmente sería motivo de discordia entre ésta y Francisco, porque después el lego la incluyó en su testamento y dispuso de ella, pero no a favor de su Orden, finalmente todo se debió arreglar armoniosamente porque a la muerte de Francisco, la Orden alquiló varias veces esta imprenta; en el indicado testamento, que es de 1737, dispone Francisco de 6 esclavos de su propiedad a favor de su tía Josefa Tamayo; al fin, tampoco puede haber dudas que Francisco era un buen ejecutante musical, de genio alegre, facilidad para la improvisación y versificación acabada, además de tener una cultura histórica y literaria de origen libresco muy acusada, alguien para quien la palabra y la música forman una sola unidad expresiva.

OBRAS: La obra de Francisco recopilada a partir de los manuscritos que se originaron por el entusiasmo en el público que provocó su creación oral, consta de: poemas, teatro y traducciones.

Los poemas se hallan en dos conjuntos de manuscritos en el Archivo Histórico Nacional de Santiago de Chile- procedentes de la Biblioteca Nacional de Lima- uno, en el Fondo Antiguo, Vol. 6 y el otro en Fondos Varios, Vol. 805. Los poemas del Fondo Antiguo han sido publicados por el P. Rubén Vargas Ugarte S.J. en su libro Castillo, Lima, 1948 y los de Fondos Varios figuran en el libro Obra completa *.

Las obras teatrales que se conservan son 12, de ellas, 10 figuran en el ms. 16283 de la Biblioteca Nacional de Madrid-España. No cabe duda que para Franciso ésta era la parte más importante de su obra literaria, ya que el ms. de Madrid reúne la mayor parte de su obra teatral y se puede advertir que como el copista es el mismo a lo largo del manuscrito, ha debido trabajar bajo la supervisión como corrector del autor. Sus temas teatrales son: históricos, religiosos y la comedia de enredos.

Las traducciones son 2. Los poemas contienen, entre muchos otros, 10 Romances y 3 Tardes de toros, que se refieren a aspectos populares de la ciudad de Lima, a sus calles y personajes conocidos; los inevitables poemas laudatorios, como el dedicado a D. José Perfecto de Salas, valedor de Francisco y también un Romance en 52 octavas al Marqués de Monterrico; hay un poema al terremoto de 1746, el peor de los sufridos por la ciudad de Lima; un ejemplo notable de la facilidad de composición del autor son el conjunto de 22 décimas cada una de las cuales termina en un verso que es así mismo el título de una obra de teatro que se representaba en la época; hay un poema de corte costumbrista, en forma de diálogo que se produce entre la Alameda de Lima con el vecino pueblo de Lurigancho y que desemboca en un litigio judicial entre las dos partes, que termina con la sentencia que dicta el autor; finalmente el poema más extenso del conjunto– 3068 versos – denominado Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, en romance- que es la forma más utilizada por Francisco.Hay que mencionar algunos poemas cortos, de tema y léxico muy procaces, que don Ricardo Palma rescata en sus Tradiciones en salsa verde.

Sus obras de teatro son:

El redentor no nacido mártir, confesor y virgen, San Ramón – se trata de San Ramón Nonato, santo de la Orden de la Merced
Todo el ingenio lo allana – comedia de enredos -
Guerra es la vida del hombre
La conquista del Perú –según la idea del Inca Garcilaso de la Vega
Mitrídates, Rey del Ponto
el entremés Del justicia y litigantes
el entremés del Viejo niño
un sainete
un Fin de Fiesta
una Loa a D. Pedro del Villar
una dedicatoria del Auto sacramental Guerra es la vida del hombre
Loa para La conquista del Perú.

Las traducciones son del Beatus Ille de Horacio y el Himno Te Deum de San Agustín y San Ambrosio.




El Fraile que se reía de la Santa Inquisición

por Angel Moyano 
       
Fray Francisco del Castillo, apodado "el Ciego de la Merced", vivió en Lima entre 1716 y 1770. Personaje de biografía legendaria fundamentada en su ceguera, rara inteligencia, dotes como repentistá y como escritor "de pensado", a ella contribuyó Ricardo Palma en sus célebres tradiciones, al igual que sucedió con otras figuras de la Lima virreinal. 

La mayor parte de los datos históricos que conocemos de él son los que aportó Guillermo Lohmann Villena en El arte dramático en Lima durante el virreinato.

Castillo dejó escrita una obra abundante. De él se conservan cinco piezas dramáticas extensas y siete breves y más de un centener de composiciones líricas, amén de otros tantos poenias que se le atribuyen, muchos de los cuales permanecen inéditos.
Tuvo como mecenas a José Perfecto de Salas, asesor del virrey Amat en Perú, quien al parecer dispuso las obras del Ciego para su edición, que no se llevó a cabo entonces por diversas dificultades.
En Castillo no sólo sobresale el número de sus obras, sino también su calidad, que permiten considerarlo uno de los mejores escritores virreinales hispanoamericanos. 
Como poeta lírico Castillo puede ser calificado de rococó. Es un poeta que gusta de lo menudo, del juego, de la galantería; se complace en mencionar objetos ornamentales y elude, en general, temas profundos. Su lenguaje es más sencillo que el del pleno barroco y el despliegue de ingenio va acompañado de humor. 

Fray Francisco del Castillo Andraca y Tamayo fue versificador repentista y consuetudinario, burlón e irreverente, insigne jaranero y ábil tocador de vihuela, guitarra y órgano. El de la iglesia, por lo menos, según sus biógrafos. Todo Lima le llamaba "El Ciego de la Merced", por ser invidente y mercedario, faltaba más.
            
Tal vez nació en Piura en 1714 y murió en Lima en diciembre de 1770, según Ricardo Palma; aunque Mendiburu sostiene que abandonó este valle de picardías en 1787. Hijo del corregidor español don Luis del Castillo Andraca y
de Jordana Tamayo de Sosa, limeña de nacimiento, el Ciego de la Merced parece que no lo fue nunca del todo, pero sí es cierto que desde muy niño su cortedad de vista le obligó a aguzar de manera notable el oído y la memoria, los que luego le darían enorme fama.

        La inmensa mayoría de su obra se ha perdido, digno final para un ingenio que gozaba versificando cada instante y a menos que alguien le llevara el apunte veía volar la rima pues su ceguera le impedía escribir.

        Pese a ello, tanto el conocido artículo escrito por Ricardo Palma en la Revista de Lima hacia 1863, como la compilación de sus obras hecha por Rubén Vargas Ugarte en 1948, nos permiten delinear una imagen bastante completa de este carácter singular, atrevido y bienhumorado. 
Debido a su defecto no pudo el Ciego de la Merced seguir estudios académicos, sin embargo, como ya eá dicho, su capacidad para memorizar lenguas, citas y autores alcanzó las alturas del prodigio, razón por la cual fue muy instruido en ciencias naturales, en literatura hebrea, griega y romana; en mitología y, por cierto, en teología.

        Huérfano desde edad muy temprana, fue recibido en la orden mercedaria en condición de hermano ya que considerando su minusvalía no podía optar los votos sacerdotales. 

        Improvisaba rimas con la misma facilidad que hablaba y es sabido que se valía de este don para zaherir a canónigos y a laicos. En la Lima de entonces, zarandeada por las disputas y rivalidades entre las múltiples órdenes religiosas, beféase el Ciego de la Merced de la efigie de un Cristo ataviado a la manera de elegante seglar en un
convento jesuita:

        "Estos frailes, buen jesús,
         te vistieron de librea,
         sin duda porque se crea
         que mereciste la cruz."

        Su desdén por los usos propios de la liturgia le llevó alguna vez a mofarse del padre Alonso Mesía, quien en 1711 recuperó las hostias del sagrario del Convento de los Descalzos que habían sido objeto de un robo, y entre sus brazos el reverendo Mesía las llevó en procesión hasta la Parroquia, justamente, del Sagrario. Entonces comentó lo siguiente:

        "Cuando la Virgen María
         al niño Dios arrullaba,
         la comunidad cantaba
         y el padre Alonso...mecía.

        Célebre por su virtuosismo en la badurria y por componer al instante canciones que de inmediato interpretaba, pronto el fraile fue asediado por universitarios, nobles, intelectuales afrancesados, gente de hacienda y del común, quienes corrían apuestas para poner a prueba sus dotes y concurrían a su celda del convento de Nuestra Señora de las
Mercedes después del Angelus. A todos el pelo les tomaba. Es sabido que a un joven ilustrado de apellido Paniagua le regaló ese cuarteto cachondo:

        Un fortunón desmedido
        en su nombre lleva usté:
        pues para el hambre y la sed
        le basta con su apellido.

        Con tales habilidades y con tantísimo buen humor, en una Lima carente por entonces y de algún modo hasta ahora de mayores divertimentos para la inteligencia, pronto el Ciego de la Merced fue invitado infaltable de todo evento social. No hubo entonces nacimiento, bautizo, cumpleaños, matrimonio ni mucho menos velorio donde es tan propio hacer reír y entretener a los dolientes deudos al cual no fuera convidado el saleroso fraile.

        Según por juguetear, según otros más cazurros por ganarse algunos dinerillos, el Ciego de la Merced aceptaba apuestas para versificar al segundo acerca de cualquier tema, jactándose de su agudo repentismo y gozando con alardear de oído lo que le faltaba de vista.

        El retador proponía el verso de pie forzando y el lego mercedario debía componer una décima completa que terminara del modo antedicho. 
Quizá el desafío más difícil que afrontó fue el de improvisar una en la cual las diez palabras finales de cada verso fueron determinadas por el retador: "caja, torre, borre, faja, luces, capuces, sombrero, tintero, cruces".

El Ciego de la Merced meditó un momento y luego le dijo al desafiante:

         Muchacho, cierra la caja
         y mientras voy a la torre
         cuida que no se te borre
         el dibujo de la faja.
         Todos los colores maja,
         barre el cuarto; enciende luces.
         Si el señor de los capuces
         viniere, dale el sombrero.
         Ahí tienes pluma y tintero.
         Entretente haciendo cruces.

        Como podrá el lector imaginar, tal alarde de ingenio y de talento solo pudo ser celebrado con atónitas expresiones a las cuales siguieron nutridos aplausos y copiosos brindis.

        Pero sin duda la osadía mayor del Ciego de la Merced, fue aquella a la que se prestó envalentonado por el éxito rotundo que le acompañara en todos sus florilegios verbales anteriores. Se decidió a poner en riesgo su hasta entonces dulce suerte desafiando con ironía los rigores de la Santa Inquisición.

        Recordemos que cuán vigente y enérgico sería el Santo Oficio por esas fechas, que aún en 1778 casi una década despuès de que muriera nuestro personaje en la capital del Perú, el oidor Pablo de Olavide fue sentenciado por la Santa Inquisición a perder todos sus bienes, a sufrir reclusión perpetua en un convento, a la pérdida de todo empleo y a la consiguiente incapacidad por vida de conseguir otros, no solamente, sino sus descendientes hasta la quinta generación. Todo ello "por haber conocido a Voltaire y a Rousseau, haber tenido correspondencia epistolar con el primero, por haber tenido libros prohibidos y haberlos prestado, por haber dado fe a las herejías de Galileo y Copérnico; y ser, en conclusión, hereje positivo y formal."

        A ello se enfrenó el corajudo o irresponsable lego no solo una sino varias veces, pues en determinada ocasión un contertulio le planteó un pie forzado que bien le hubiera podido costar la vida: "lo mismo es Dios que el demonio".

El Ciego de la Merced respondió:

        "Hizo un famoso ebanista
         un santo Cristo de pino;
         hizo un demonio muy fino
         y ambos los puso a la vista.
         Pasó un célebre organista
         que goza de patrimonio
         y dijo: Señor Antonio,
         qué precio tienen los dos?
         Y él contestó: Para vos
         lo mismo es Dios que el demonio."

        Y de esta juguetona manera se salvó de los iracundos fuegos del Santo Oficio. "Más hermosa que Dios", le desafió otro individuo. El ciego aceptó el reto y recitó:

        Dos señoritas había
        paseando por un jardín:
        la una, como un serafín;
        la otra, un dragón parecía.
        Y viendo la pena mía
        tal diferencia en las dos,
        les dije: "Niñas, a vos
        quién tales rostros ha dado?
        La fea dijo: El pecado.
        La más hermosa, que Dios".

        Sus versos zahirientes y mordaces, pícaros y desacatados; no sólo enfrentaron al temido Santo Oficio sino también al poder terrenal que por entonces era omnímodo y algunos perspicaces sostienen que lo es hasta ahora.

        Una prueba contundente de esto último es aquello que compuso a manera de respuesta, cuando unos ediles le solicitaron una contribución económica, a fin de que el desvergonzado Virrey Amat construyera con el óbolo público el Paseo de Aguas en homenaje a su disforzada y simpática amante, doña Miquita Villegas.

El Ciego de la Merced contestó a los solicitantes del siguiente modo:

        Vuestra curia, diligente,
        ilustres señores, fragua
        un claro Paseo de Agua
        que hará el ingenio corriente.
        Para obra tan eminente
        convite llego a tener,
        pero...no paso a ofrecer
        por ser cosa irregular
        que haya un ciego de pagar
        lo que no es capaz de ver.

        Su conocimiento de los tipos y las costumbres limeñas era de tal guisa, que insatisfecho con la sola improvisación de versos también compuso comedias, sainetes y entremeses, a los cuales no daba a luz únicamente,sino que interpretaba él mismo ayudándose con los arpegios de la vihuela e impostando la voz para caracterizar diversos personajes.

        Además de estas piezas histriónicas se refociló ideando romances que narraban escenas capitalinas como "Conversación de dos mulas y un caballo en la Plaza Mayor de Lima", "Conversación de unas negras en las calles de los borricos", o "Coloquio y disputa en que se indaga el dónde, el cuándo y el pretexto con que se miente más en Lima".

        La crítica de diversos aspectos de la vida capitalina busca resaltar como señala Tamayo Vargas "su ceguera iluminada" frente a la "ceguera moral" de los dueños del poder.

        Como pudo librarse de ellos y de sus presumibles despechos y previsibles venganzas ante tanta socarronería? Nunca se sabrá. Hay que decir finalmente que este hombre de Dios ni siquiera desestimó los requiebros del amor mundano pues alguna vez le reprocharía a cierta dama:

        "Si Serafina os llaméis,
        vuestro nombre no entendéis:
        Si "cera"...como no ardéis?
        Si fina... como no améis?".

        Aún sin ojos para ver no hubo atrevimiento que no se le ocurriera ni tentación que no le asaltara. Si en algún cielo ha de estar hoy día ha de ser en aquel de los frailes irreverentes y palomillas, donde espero encontrarlo algún día cuando por fin la Iglesia me permita tomar los hábitos y enderezar mi vida repleta de pecadillos veniales.
por Angel Moyano




UN POETA VIRREINAL PERUANO: FRAY FRANCISCO DEL CASTILLO, "EL CIEGO DE LA MERCED"

Author: Concepción Reverté

FRAY Francisco del Castillo, apodado "el Ciego de la Merced", vivió en Lima entre 1716 y 1770. Personaje de biografía legendaria fundamentada en su ceguera, rara inteligencia, dotes como repentistá y como escritor "de pensado", a ella contribuyó Ricardo Palma en sus célebres tradiciones,[Nota 1] al igual que sucedió con otras figuras de la Lima virreinal. La mayor parte de los datos históricos que conocemos de él son los que aportó Guillermo Lohmann Villena en El arte dramático en Lima durante el virreinato.[Nota 2]

Castillo dejó escrita una obra abundante. De él se conservan cinco piezas dramáticas extensas y siete breves y más de un centener de composiciones líricas, amén de otros tantos poenias que se le atribuyen, muchos de los cuales permanecen inéditos.[Nota 3]

Tuvo como mecenas a José Perfecto de Salas, asesor del virrey Amat en Perú, quien al parecer dispuso las obras del Ciego para su edición, que no se llevó a cabo entonces por diversas dificultades.[Nota 4]En Castillo no sólo sobresale el número de sus obras, sino también su calidad, que permiten considerarlo uno de los mejores escritores virreinales hispanoamericanos. Yo me he ocupado de la edición y del análisis literario de todo su teatro[Nota 5] y en este artículo deseo dar a conocer algunos poemas suyos como botón de muestra de su obra.

Como poeta lírico Castillo puede ser calificado de rococó.[Nota 6] Es un poeta que gusta de lo menudo, del juego, de la galantería; se complace en mencionar objetos ornamentales y elude, en general, temas profundos. Su lenguaje es más sencillo que el del pleno barroco y el despliegue de ingenio va acompañado de humor. Los poemas que recojo en este artículo son inéditos[Nota 7] y dan a conocer diversas facetas de la personalidad y la obra del Ciego: su afición a los toros y a lo popular, su comicidad, su inspiración religiosa, su habilidad como improvisador y su actitud como cortesano que adula al mecenas. Aunque algunos de ellos sean puestos en boca de otros personajes, es claro que pertenecen a Castillo, salvo la "Sentencia". En las normas de transcripción sigo las adoptadas por mí para la edición de su teatro, donde destaca que conservo el seseo y su correspondiente ultracorrección.

Concepción Reverte



Al Señor Doctor Don Juan José Vidal, Agente del Real Fisco, la abuela de la Tinajita le escribía

Romance

Una de aquellas andantes
del uno al otro portal,
que por tan caritativas
paran en la Caridad
y que con gustos ha hecho  [Nota 8]
dos mil incautos quejar,
porque con hacerles bien
les hizo infinito mal;
en la Corrida de Toros
de este año, al acabar,
decía sin conformarse
en esta conformidad:
[¿Pos] ible es que una mujer
que se hizo tanto lugar
que exedía a los comunes  [Nota 9]
de cualquier comunidad,
se vea tan destituida,
no teniendo en qué sentar
de estas sus asentaderas
ni siquiera la mitad?;
¿aquélla que con sus cuartos
feriaba sin limitar
hoy ni una cuarta de cuarto
se le presente en su edad?;
¿aquélla que supo a muchas  [Nota 10]
cofradías arrostrar,
hoy, sola, sin tener otra
que la de su soledad?;
¿la que con ser carta doble
tanto se llegó a franquear
que no ha tenido otro porte
que la liberalidad?;
¿a la que con galerías
solían antes rogar,
hoy ni galeras le ofrecen
por ser obra de piedad?
Y aunque estos motivos son
bastantes a deslomar
a una que entre desolladas
no fuese la capital,
hay otro más poderoso
que me hace desesperar,
y, a tenerjuicio, perdiera
gran parte de su entidad:
Este se reduce a que
he venido a averiguar
que, a quien quijadas no tiene,
muchas muelas se le dan;
a un sujeto conocido
ciego de natividad,
cuarto porque vea Toros
le acaban de preparar.
¿Quién habrá visto en el mundo
más monstruosa necedad?
¡Ciego en Toros!, ¡más implica
que un mudo con predicar!;
pues de esta suerte a tullidos
los sacarán a danzar,
los cojos correrán posta
y los sordos cantarán;
porque, digan lo que quieran,
no alcansa la habilidad,
al correr, sin pies ni manos,
como ni a ver sin. mirar.
Y, en fin, conociendo él mismo
tan enorme impropiedad,
se llevó a su Esteban por si
lo quisiesen apedrear.
No es el ciego a quien se debe
muy muchas piedras tirar,
sino al que esconde la mano
pero no la iniquidad.
Desproporción que da en rostro
y nadie puede arrostrar,
que se llene un gran vacío
con la misma vaciedad.
A él, sin tenerlos, dio en ojos
tanto aquella ociocidad,
que por ocuparla quiso
ciertos huecos alquilar;
con razón, que para ver
tan solemne novedad,
cosa es de alquilar balcones
por reír y por admirar.
A describir las Corridas
disque vino, y es verdad,
que están las vistas corridas
de verse así despreciar;
como estuvieran corridas
las manos, si es que a pintar
estas Corridas de Toros
traen al manquito Tomás.
Por esa razón a ti,
insigne Agente Fiscal,
como a centro de las vistas
ocurren a tu piedad,
por si logran conseguir
las quieras desagraviar
de. esta irónica figura
formada en la ceguedad;
porque si en tiempo no estorbas
esta loca impropiedad,
la Semana Santa en andas
también lo querrán sacar.
Permítase norabuena,
que pueda el cuarto arrendar,
que así las botillerías
tendrán su comodidad.
Así lo pide y suplica
una que en su mocedad
cegó, y hoy tiene los ojos
abiertos de par en par.




Respuesta a la demanda de la abuela de la Tinajita

Romance

Mujer, que cuando eras mosa
fuiste capás de dejar
con deseo de aprender
a la misma iniquidad;
puerta franca para todos
con tal liberalidad,
que eran en ti más baratas
las ferias que en el portal;
abuela de una Tinaja
en donde se puede hallar,
en lugar de agua estilada
asufre de liviandad:
Ya que piensas querellarte
y me vienes a buscar,
llevarás palo de siego,
que bien merecido va.

Toda tu rabia proviene
de que a los Toros no vas,
y si tienes tantos cuernos
¿dónde hay para otros lugar?
Solamente a tu ignorancia
puede hacerle novedad
que un siego supla el defecto
con la vista intelectual;
digo esto, porque te pones
neciamente a murmurar
el que yo vaya a los Toros
cuando en mí vista no hay.

Mucho pudiera decirte
sobre esta dificultad,
pero tú entiendes el libro
de generación nomás;
algo te diré, no obstante,
porque el Agente Fiscal
diga en vista que, aunque siego,
no me falta claridad.
En un vidrio graduado,
el que quisiere verá,
que sus mismos grados hacen
de aquello que es menos más;
lo mismo a ti te sucede,
porque, en llegando a mirar
en Toros al que no ve,
se figura en propiedad;
pero si tú especularas
la razón de esto en qué está,
no hicieras sólo al centido
criterio de la verdad.

Esta diverción no sólo
recreo a la vista da,
cada sentido en su línea
algo tiene que gosar:

Lo que entra por el oído
placer previniendo va,
que en el tímpano las voces
armonía han de causar.

Flora y Vertumno en la Plasa  [Nota 11]
un vergel formando están,
y lo que da en las narices,
si no es tú, no huele mal.
Ir allá para escribir
no lo jusgo impropiedad,
pues lo que no oyen los ojos
los oídos lo verán.

Llevo a Esteban porque oiga
especies que he de cantar,
porque ellas, a darme asunto,
seguras con éste van.

¿No será mayor mi triunfo
cuando en la posteridad
se oiga que acerté a escribir
lo que no pude mirarar
Si supieras tú que es numen
quien me entró en proyecto tal,
advirtieras dicipada
en su luz mi ceguedad,
y así puedes creer, simplona,
que yo no soy siego ya,
porque, transformado en él,
todo es en mí claridad.

Tales son las instrucciones
con que ilustrándome está,
que más comprendo en su idea
que en la vista material;
porque sin mérito mío
le debo fineza tal,
que se hace ojos porque yo
salga de un torpe ignorar.

Que alquile mi cuarto dices,
y eso tú mejor lo harás,
porque de, alquilar los tuyos
tu fábrica es hueso ya.
Dices que en Semana Santa
en andas me sacarán,
y yo temo que en la Pascua
tú como judas saldrás.
Por tanto, pido y suplico
a nuestro Agente Fiscal,
que con pedir que te maten
me dé la vida Vidal,
otrosí digo, Señor,
que si la ven con piedad,
la envíen a Juan Fernández
si está capaz de poblar,
y, quitado este embaraso,
Usía decir podrá:

Corra la vista y el siego
escriba deToros más.
También pide el suplicante
despaclioúon brevedad,
porque si se cierra el punto
no habrá línea que tirar.


Muy poderoso Señor

El Agente del Real Fisco,
de aqueste expediente en vista
que, aunque en romance está puesto,
echa verbos como chispas;
donde por falta de agua
se queja la Tinajita,
quien de las muchas mojadas
seca está de humedecida;
por la boca de su abuela
su querella formalisa,
cogiendo de aguas arriba
toda su genealogía.

De que nadie le dé un cuarto
sus sentimientos duplica,
cuando ella a muchos urgentes
les dio piadosa acogida.
De verse a un siego pospuesta
su angustia a voces intima,
la que tuvo en los concursos
el grado de preferida.
Que a un siego lleven a Toros
llora, triste y afligida,
y que hoy nadie pueda ver
a la que fue tan bien vista.

Que sin tener ojos vayan
deToros a la Corrida,
funda por diversos medios
que contradicción implica;
mas su antigua sequedad
aun la reflexión le quita
para advertir que los siegos
también por los oídos miran, [Nota 12]
y que los sinco sentidos,
con conexión peregrina,
unos en subcidio de otros
sus oficios ejersitan.

Cuanto ella por dadivos
desperdició en torerías,
un siego, honor de su Patria,
en memorias eternisa.

La posteridad verá,
cuando sus obras se impriman,
que cada rasgo en su pluma
fue una octava maravilla;
verá que su gran talento
atesoró en pocos días
más caudal que el que ha arrojado
el Potosí de sus minas;
verá que el ponerlo en andas
era acción justa y debida
a un hombre que en proceción
merese andar por su dicha,
porque del todo ha dejado
guaragua y botillerías
por recibir agasajos
de quien lo aprecia y estima.

Si acaso, por real y medio,
el que le dan cuarto alquila,  [Nota 13]
es porque todos conoscan
quien está en la galería.

Dise que muy muchas piedras
deben llover desprendidas
sobre quien la mano esconde
y descubre su malisia;
mas yo jusgo que la pobre
está rabiando de envidia,
porque ella no tiene mano
que le mueva la Picina;
para el siego, este es el ángel
que sus pasos ilumina,
y, haciéndolo inteligencia,
genio es que lo inmortaliza.

Que oiga el que no sea sordo,
que quien tiene pies aprisa
ande y el que no sea mudo
cante con dulce armonía,
cosa es que, por muy común,
como la ven no la admiran;
mas que un siego lo vea todo,
cuasi es una obra divina,
y es que un Argos vigilante
que, amante, la ciudad mira,
porque sus grandezaz cante
le da a ese siego sus niñas.

Qué importa, pues, que, angustiada,
en tanta soledad gima
quien, porque enterró sus muertos,
quebró con la cofradía;  [Nota 14]
al recibir las limosnas
que los hermanos le envían,
para dar cuenta con pago
ya con su fiador se obliga.

Cuanto aquélla por sus obras
se llora tan abatida,
tanto este otro por sus poemas
sobre muchos se autorisa.
Por todo esto es de sentir
¡Agente que hoy Usía
a relegación condene
a la infeliz Tinajita,
y que el siego y bachiller
en sus tareas prosigan
porque la Fiesta de Toros
quede perfecta y concluida.

Mas, pues es tiempo de gracias,
justo es que el Agente pida
que, a quien confiesa sus yerros,
se le absuelva de justicia;
sobre todo mandará
su recta distributiva
hoy, tres de enero, del año
de sesenta y nueve en Lima.



Sentencia

Fallo, atento los autos, con audiencia
del Fisco y de las partes mala y sana,
que debo pronunciar de buena gana
en la forma siguiente mi sentencia:

La que su vida larga y su insolencia
en hacer toros consumió, losana,
no será de razón también que, ufana,
al desaserlos tenga concurrencia;
pero el ciego (mal digo), la lumbrera,
del Pindo cisne de las Indias lauro,
Zodíaco felíz de primavera,  [Nota 15]
ni en los signos materia dé al reparo;
por Géminis es justo que a su esfera
le sostituya duplicado Tauro.

[Nota 16]

En nombre de un miserable a quien se le trata un casamiento, responde el poeta excusándose de dar cuanto le pidiere la novia en estas


seguidillas

Han dado en que me case
on cierta niña
yo digo que la tomo
como no pida,
porque, en pidiendo,
seré de la tenaza [Nota 17]
el caballero.

Mas, por si es petulante,
quiero avisarla
lo que he de concederla
que ha de ser nada,
que, en sabiendo esto,
claro está que por nada
no ha de haber pleito.

Iréme figurando
lo que me pide,
que aquí nada se pierde
pues no se exhibe,
y es bien pensado,
por lo que sucediere,
que esté contado.

Si quiere casa grande
le digo luego:
Para eso, vida mía,
vete a un convento,
porque es muy cierto
que, aunque quieras fundirme, [Nota 18]
ni un cuarto tengo.

Cuando me pides clavos
es la respuesta:
Adonde no hay un cuarto
¿cómo habrá piesas?,
ni es bien que tengas
a quien pueda matarte
o morir pueda.

En pidiéndome coche
le digo: Paso,
que cosa que yo estimo
no anda rodando,
y fuera injuria
poner hoy una discreta
entre dos mulas.

Si tostada me pide
diré con rabia:
¿Cómo tan sin empacho
pides tostada?,
¿no ves que a Midas
le fue veneno el oro
en la barriga?
En nombrándome puntas
diré que calle,
pensando que las pide
para clavarme,
diciendo: ¡Mi alma,
solo las Amasonas
son Capitanas!
En boqueándome encajes
así le digo:
Tuyo me ofresco entero
mas no partido,
y tu belleza
no ha menester, Señora,
que la guarnescas.

En pidiendo manillas
de oro muy fino
sabrá que el castellano
no lo he entendido,
y así es presiso
poner muchas escalas
por lo subido.

En queriendo sarcillos diré enfadado:
¿Tus orejas son puertas
para candados?,
y es gran martirio
no desembarasarse
de los sarcillos.

Si pide faldellines
hará mal ella,
pues por no ir a sacarlos
habrá contienda,
y es mucho lance
que por un sastre quiera
ver un desastre.

Medias no ha de ponerse,
aunque se enfade,
que no quiero crecientes,
menos menguantes,
y no es seguro
que ande una mujer noble
buscando puntos.
Si me pidiere ligas
le haré que vea
que ya nos ha ligado
la Madre Iglesia,
y haré notorios
los lazos que nos juntan
del matrimonio.

Para que no me pida
jamás sapatos
le diré las virtudes
de los descalsos,
pues es bien claro
que ellos sin sapateros
son ajustados.

Porque espejos no pida
y mejor vea,
el espejo de ejemplos
le haré que lea,
pues verá claros,
no por entre vidrieras,
los desengaños.

Si guardar estas leyes[CMT 1]
quiere mi niña,
aqui tiene mi mano
pero vacía,  [Nota 19]
y es de estimarla,
porque yo se la entrego
con toda el alma.

Haciendo relación del inefable misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, dijo el autor las siguientes


quintillas.

Hoy, con toda claridad,
una historia contaré;
negaría será impiedad,
porque de su Autor yo sé
que El es la misma verdad,

Con su mujer lisonjero
dejó Adán perdido el mundo,
y Dios, con amante esmero,
nos envió un Adán segundo,
que existió antes del primero.

A su Hijo mismo nos dio;
mas yo de esta acción colijo
lo mucho que nos amó,
y cuenta que el que esto dijo
el Evangelio escribió.

El decreto prevenía
darle al Verbo humano ser,
porque sin Dios no podía
el hombre satisfacer
deudas que con Dios tenía.

A una Virgen preservada
le dio por Madre escogida,
en tanto grado elevada
que ser no pudo exedida
si no es del que fue criada.

Diole a ésta esposo, el Señor,
con quien en castidad viva,
y fue trasa de su amor
para que no se conciba
deshonra el más alto honor.

María y José nombrados
son los consortes queridos,
de suerte a Dios entregados,
que viviendo en Él unidos
entre sí están más separados.

Sucedió que sierto día,
estado ella retirada
donde su oración hacía,
de un Arcángel saludada
se halló en un Ave María.

De gracia, dice, llena eres,
el Señor contigo mora,
¡oh, Templo de sus placeres!
y por Él eres, Señora,
bendita entre las mujeres.

Dejó turbada a María
lo que el Arcángel hablaba
y en su turbación mostraba
que el elogio le venía
porque ella no lo esperaba.

Nada (prosigue) es temible
para ti, pues el Señor,
gracia hallaste en el amor,
con la que no es compatible
tal género de temor.

Que un Hijo tendrás es fijo
y jesús se llamará;
por grande se admirará
y, del Altísimo Hijo,
Él mismo se nombrará.

Por ser Hijo de tal Madre,
de Jacob en la manción,
con derecho y con razón
tendrá de David, su Padre
el asunto y poseción.

Con quietud inalterable
felizmente reinará
este Monarca inefable,
y su Reino acabará
con la vida perdurable.

La Virgen con suspención
dijo: Para tal efecto
no halla causa mi razón
y el no alcanzar el concepto
es porque ignoro varón.

En esto daba a entender
María, al Eterno Padre,
que no pensaba perder
por el honor de ser Madre,
de Virgen el puro ser.

Todo lo serás, le dice
el celeste embajador;
el Espíritu de amor
vendrá sobre ti, felice,
y sombra te hará el Señor.

Sólo Dios causa ha de ser
del prodigio que ha de obrar,
por eso el que ha de nacer
de ti su Hijo ha de llamarse,
ni otro padre ha de tener.

Isabel ha concebido
aun en su esterilidad,
ya seis meses han corrido,
que al poder de la Deidad
ningún imposible ha habido.

A esto dice: Veisme aquí,
la Esclava soy del Señor,
y pues que para Él nací,
aunque indigna del favor
su voluntad se haga en mí.

María, desde este instante,
fue la verdadera Atlante,
mereciendo, desde el suelo,
del que no cabe en el cielo
ser dichosa sustentante.

Dando el autor a su querido mesenas, que era un Señor Ministro, noticia de una fluxión catarral que padeció, le cantó respentinamente[Nota 20]al[Nota 21] son de una vihuela las siguientes


quintillas.

Ya, Señor idolatrado,
que libre de mi dolencia
volver a verte he logrado,
cantaré con complacencia
lo que antes había llorado:

Una fluxión catarral,
cruel, de mí se apoderó,
y es cierto, Señor Fiscal,
que en mí se acrecentó el mal
porque en ti el bien me faltó.

El lunes por la mañana
la guerra me vino a hacer
esta enfermedad tirana,
sin poderme defender,
por no tener parte sana.

A mi cabeza un fatal
tormento oprimió, de suerte,
que a juzgar llegué, y no mal,
que fuese pena de muerte
viendo que era capital.

Preliminar del dolor
fue para mi cuerpo un frío,
pero no para mi amor
porque antes le dio el resfrío
nueva materia al ardor.

Sólo el pecho esta opresión
no la padeció, y sospecho
cuál fue de esto la razón,
y es que tú en mi corazón
serviste de escudo al pecho.

Cuando reflexión hacía
de que a tu lado no estaba,
tanto mi dolor crecía,
que sin sentir me quedaba
de lo mucho que sentía.

Mi designio era buscarte
en medio de mal tan fuerte,
pero, temiendo la muerte,
imaginé que el hallarte
fuese el medio de perderte.

Para el restablecimiento
la quietud se me intimaba,
pero era vano el intento
que fuera del centro estaba
en continuo movimiento.

Tomé harta ropa conmigo
a fin de lograr sudor,
pero con verdad te digo
que sin tu abrigo, Señor,
es inútil todo abrigo.

Vínoseme al pensamiento
si dudabas mi aflicción,
mas yo dije no al momento,
que quien sabe mi pación,
no ha de ignorar lo que ciento.

Ya, en fin, puedo respirar,
ya sé que puedo vivir,
y así te vine a buscar
por poder asegurar
lo que llegué a colegir.

Y pues he cobrado aliento,
yo quiero que en tu presencia
mi salud vaya en aumento,
pues ya declaró la ausencia
ser alma de mi tormento.

A mi mal ya no resisto
si me volviera a invadir,
porque se ha hecho tan bien qu[isto]
que lo volviera a sufrir
sólo por haberte visto.



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CARLOTA -COTA- CARVALLO [19.434]

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Cota Carvallo

Carlota Clara Carvallo Wallstein (n. Lima, 26 de junio de 1909 - f. 29 de marzo de 1980), es mejor conocida como Cota Carvallo o Carlota Carvallo de Nuñez. Fue una de las primeras mujeres pintoras del Perú. Además de ejercer la docencia y el periodismo, su labor como artista obtuvo numerosos reconocimientos como poeta, compositora, dramaturga y escritora prolífica de la literatura infantil, siendo amiga muy cercana de César Moro y Martín Adán.

La primogénita de Armando Carvallo Argüelles -peruano de ascendencia portuguesa- y Eugenia Wallstein Müller -de nacionalidad húngara- es bautizada como Carlota Clara en honor a sus dos abuelas, al nacer en Lima de 1909, pero su niñez y adolescencia transcurren entre el puerto y el campo de la ciudad de Huacho.

Con trece años inició la redacción de un diario personal que continuó escribiendo a lo largo de toda su vida. Al año siguiente fue invitada por sus tíos maternos a pasar una temporada en el balneario de Ancón. Carvallo y su primo Nicolás Accame Wallstein descubrieron entre ellos una profunda afinidad. Tuvieron una intensa relación epistolar cuando él partió a Italia para seguir estudios universitarios, hasta que se vio interrumpida con la trágica enfermedad y posterior muerte del muchacho, en 1924.

En 1926, a los 17 años, su familia se afincó en el distrito de Barranco e ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Lima, bajo la dirección de Daniel Hernández y luego, José Sabogal; de cuyo taller formaron parte Julia Codesido, las hermanas Izcue, Leonor Vinatea, Carmen Saco, Reneé González Barúa, Celia y Alicia Bustamante Vernal. Egresó en 1933 con las mejores calificaciones y el Primer Premio en pintura. Un año más tarde, se casa con Estuardo Núñez el 27 de diciembre, siendo testigos de su matrimonio José Sabogal y José Antonio Encinas.

Se dedica íntegramente a la pintura durante sus viajes entre Arequipa, Puno y Cusco. En estos años realiza muestras en la Galería de Lima, en la academia Brandes, en la galería Pancho Fierro y en el Instituto de Arte Peruano. Varios cuadros suyos son adquiridos y expuestos en el Instituto Iberoamericano de Berlín. Con el tiempo su obra pictórica se aleja del indigenismo y adquiere una dimensión más surreal y expresionista.

Desde la llegada del primero de sus siete hijos (cinco varones y dos mujeres) en 1935, Carvallo desarrolló nuevas inquietudes y amplió su campo de creación artística con obras de teatro, reconocidos libros de cuentos con ilustraciones propias, y canciones infantiles, de las cuales, varias de ellas han pasado a integrar el acervo popular del Perú y Chile.

Además ingresó en el campo del periodismo, primero como caricaturista entre sus 18 y 25 años en revistas como “Semanal” y “Hombre de la Calle” dirigidas por Federico More, así como en la "Limeña", dirigida por Rosa Porras. Fundó y dio estructura a la revista para niños Urpi (1974 - 1975), la cual se editaba semanalmente como suplemento del diario La Prensa y fue Sub Directora de la revista ALPHA, de la Asociación de Amigos del Arte. Ejerció la docencia en colegios secundarios como María Alvarado, Sagrados Corazones, Belén, San Jorge, Prescott, entre otros.

Falleció mientras dormía luego de una intervención quirúrgica, a los 70 años.

Importancia

Como pintora, su paleta es amplia y agrisada de línea firme y suelta, uniendo la academia y la expresión libre en la pintura al óleo, el gouache, la acuarela, el lápiz y la sanguina. Domina el retrato y la escena urbana de los Barrios Altos o de Barranco. Los innumerables viajes promueven un acercamiento al paisaje. Con el tiempo sus pinturas adquieren una dimensión mas surreal y expresionista.6 Luego de ganar el Primer Premio "Ignacio Merino" en 1952, su obra pictórica empezó a ser expuesta internacionalmente.

Fue además, la escritora más prolífica y vigorosa de la literatura infantil peruana. Le correspondió junto con Francisco Izquierdo Ríos (1910-1981) sentar las bases pedagógico - literarias de la literatura infantil. Durante su vida publicó más de cien cuentos y diez libros, pero hay otra parte de su obra que permanece aún inédita: se estima que son diez volúmenes que fue escribiendo acerca de sus hijos, en una especie de diario de anécdotas y reflexiones que anotaba minuciosamente. Su legado para la dramaturgia obtuvo premios en concursos de teatro escolar. En el 2011, una nueva adaptación de "La Tacita de Plata" se puso en cartelera a cargo del director Lorenzo Ricco y el Teatro de la Universidad Nacional de Ingeniería TUNI, al mismo tiempo en el Centro Cultural Peruano Británico se estrenó "Oshta y el duende" en versión de títeres.

Mientras que las pequeñas piezas musicales fueron compuestas para sus hijos y nietos a lo largo de décadas; al igual que sus poemas, nunca vieron la luz en publicaciones más que en los diarios como La Prensa, Urpi y algunas revistas. El poemario "Poesías para niños" conformado por treinta y nueve poemas, fue recuperado por el escritor Roberto Rosario Vidal y algunas fueron publicadas en "Antología Nacional de Literatura Infantil", así como en los libros “Literatura Infantil y Educación” y “ Antología general de la poesía infantil” por Saniel Lozano y Luzmán Salas y César Toro Montalvo, respectivamente.

Obras

Pintura

Retrato de Martha Dogni (1930)
Mujer sobre Malecón (1931)
Autorretrato (1932)
Los paniches (1932)
Desnudo (1933)
Desnudo andino (1933)
Paisaje de Arequipa (1935)
Niño indio (1938)
Retrato (1943)
Iglesia de San Juan (1947)
Iglesia de ermita de Barranco (1949)
La mujer de los tres tigres (1949)
Mi hijo Hernando (1950)
Mujer y felino (1954)
Bodegón (1956)
Bodegón (1957)
Los columpios (1959)

Poesía

Los ruiseñores nocturnos
Cuando sea grande
La cuculí
La niña y el mar
El pájaro y la estrella
El cielo es azul
Ocho palomitas
La lluvia
Ahí viene el viejo
Niñita serrana
Estoy cuidando al sol
Florecita blanca
Michirrita
Los burros tienen zapatos
El guanaco y la vicuña
Manolín
Me llamo Cándido

Canciones

La flor de la Cantuta
El negro Pancho
La noche de San Juan
Las vocales
El trencito colorado
Barabán
La gallinita
Una niña linda

Cuentos

Rutsí, el Espíritu de la Selva (1947)
La soledad de Timoteo (1956)
El pájaro niño y otros cuentos (1958)
El arbolito y otros cuentos (1962)
El encuentro (s/f)
El tío Francisco (s/f)
Cuentos Fantásticos (1969)
Cuentos de Navidad (1970)
El Amaru y otros cuentos del Perú (1976)
La flor del tiempo (1979)
La niña del espejo y otros cuentos (1990)
Oshta y el duende, y otras historias (1999)

Libros

El papel de la Literatura Infantil
Un recuerdo del pintor Enrique Camino
Piezas de teatro escolar

Teatro

La tacita de plata (1944)
El niño de cristal (1948)
Oshta y el duende (1955)
El valiente Oshta (1955)
Extraña visita (1959)
Florisel (1959)
El monigote de papel (1967)
Talismán (1979)


VIGENCIA DE CARLOTA CARVALLO EN LA LITERATURA PERUANA


Por:Roberto Rosario Vidal

Carlota Carvallo de Núñez (1909-1980) fue la escritora más prolífica y vigorosa de la literatura infantil peruana. Le correspondió junto con Francisco Izquierdo Ríos (1910-1981) sentar las bases pedagógico - literarias de la literatura infantil. Esto no significa que fueran (Francisco Izquierdo y Carlota Carvallo) los primeros escritores de libros para niños. En el artículo denominado “Proceso de la literatura infantil”, difundido el año 2002, proponíamos cinco etapas de la Literatura Infantil en el Perú: Pioneros (1929-1939), Consolidación (1940-1950), Continuadores (1950-1960), afianzamiento (1960-1970) y Generalización (1980...)

En este proceso se considera Pioneros a la escritora limeña Alida Elguera Mc Parlin, autora del libro de cuentos “Juguetes” (1929); al poeta Luis Valle Goicochea, que publica en 1933 “Las canciones de Rinono y papagil” y al poeta y educador Abraham Arias Larreta, autor de “Rayuelo” (1939). 

En la etapa inmediata que denominamos período de Consolidación (1940-1950), los escritores inician contactos con otros colegas y se integran en asociaciones existentes. Escriben ensayos y artículos que cimientan la literatura infantil. Aquí encontramos en primera línea a la escritora limeña Carlota Carvallo de Nuñez y al pedagogo y narrador sanmartinense Francisco Izquierdo Ríos; a la poeta limeña Catalina Recavarren de Zizold y al educador y poeta chancayano Jorge Ortíz Dueñas.

Dentro de este proceso, que abarca las dos terceras partes del siglo XX. Carlota Carvallo de Núñez ocupa lugar cimero en el panorama de la literatura infantil, tanto por la calidad de su obra como por la autenticidad de sus personajes, extraídos del alma popular, del universo andino y costeño, de las raíces mismas del folklore y por la sencillez de su lenguaje exquisitamente literario.

Debo confesar que no conocí personalmente a Carlota Carvallo, pero mi espíritu se nutrió con su obra literaria a muy temprana edad a través del libro Rutsí, el pequeño alucinado (1957), que distribuía gratuitamente el Ministerio de Educación Pública en las escuelas estatales. La joven artista Cota Carvallo (como se la conocía familiarmente en los cenáculos capitalinos) quien ya había recibido elogiosos juicios críticos por sus pinturas, con Rutsí, el pequeño alucinado inaugura con éxito su faceta de escritora, ganando el primer puesto del Segundo Concurso Literario Latinoamericano que el año 1942 organizó la editorial Farrar & Rinehart de Nueva York. Las aventuras de este geniecillo selvático, quedaron grabadas en mis recuerdos infantiles con tanta alegría y añoranza como el libro de lectura Pancho, que también distribuía el Ministerio de Educación.





Tiempo después llegaría a mis manos El pájaro niño, publicado por la editorial de don Juan Mejía Baca (1958), libro ganador del concurso de literatura infantil convocado por el diario El comercio, que compila diez cuentos agrupados bajo los títulos: Cuentos del mar, El tiempo en los cuentos, Los animales maravillosos y La música en el cuento.

Cuando el año 1968 el poeta ancashino Abdón Dextre publica una Antología de Poesía Ancashina Joven, en la que incluye poemas míos, en calidad de invitado -por no haber nacido en el departamento de Ancash-, Cota Carvallo que por entonces era Subdirectora de la revista ALPHA, tuvo la gentileza de valorar mis primeros trabajos literarios. Posteriormente iría conociendo sus nuevas publicaciones, sus trabajos pictóricos, sus artículos e inclusive, importante material literario inédito que atesoré durante mucho tiempo y que considero que ha llegado el momento de dar a conocer en esta oportunidad. 

La autora y su tiempo 
Carlota Carvallo Wallstein nació en Lima el 26 de junio de 1909. Fue hija de don Armando Carvallo Argüelles, peruano de ascendencia portuguesa y doña Eugenia Wallstein Muller, de nacionalidad húngara. Reside en Huacho, hasta los diecisiete años de edad. En esta ciudad costera ubicada doscientos kilómetros al norte de Lima, recibe sus primeras lecciones de música y algo de pintura, que cultivó el resto de su vida. Huacho, por entonces era una apacible aldea que divisaba el mar por el Oeste y a las campiñas de Hualmay, Santamaría, Huaura y un poco más adentro El Ingenio y Sayán, por el Este. En las playas de Carquín y Végueta, pescadores artesanales tendían redes que platinaban en las noches, repletos de peces de diversa especie:

La niñita linda
se quedó dormida,
una mañanita
muy cerca del mar.

¡Cállense las olas, 
dejen de bramar,
que la niña linda
se puede asustar!

¡Que se calle el viento,
deje de soplar,
que la niña linda,
dormidita está!

Callen las gaviotas,
dejen de graznar,
que la niña linda
se va a despertar!

¡Que bramen las olas,
viento, echa a soplar,
graznen las gaviotas,
la niña se va!

(La niña y el mar)

En el valle de Huacho se cultivaba algodón, caña de azúcar, vid y productos de pan llevar. De las serranías de Cajatambo (Oyón, Gorgor, Huancapón, Churín, Mallay y Naván) bajaban tubérculos y granos con los que se completaba la dieta familiar. Huacho era entonces un puerto terrestre donde confluían usos y costumbres de la costa y la sierra y, sin duda, en las apacibles noches de luna, se entablaban prolongadas tertulias familiares en torno al fogón de la cocina. Maravilloso ambiente en el que las tradiciones orales, mitos y leyendas, así como la historia de los ancestros, era revisada desde el inicio de los tiempos. En los artículos publicados por la autora en la revista Urpi, en repetidas oportunidades relata su experiencia de vida en el apacible pueblo costero, colindante con las pródigas campiñas de Hualmay, paseos a pie y en caballo, recuerdos de personajes, relatos, tradición oral, recuerdos.

Su esposo, don Estuardo Núñez, secretario perpetuo de la Academia Peruana de la Lengua, dice: “Carlota Carvallo pasó su infancia y parte de su adolescencia en Huacho, en contacto con la campiña, las plantas, las flores y los animales, hombres mujeres del campo, oyendo sus cantos y cuentos, observando sus costumbres y lo más típico de su vida. Sólo hizo algunos (años) de escuela primaria y dos o tres años de media, de modo y un tanto informal, pues ella prefirió estudiar atendiendo a la vida, a los hombres en sociedad y leyendo libros de literatura y de historia que encontró en su hogar. Logró así una formación autodidacta”.

A los 17 años de edad, el año 1926 se establece en Lima con su familia. Se matricula en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde se gradúa como pintora con los mayores honores el año 1932. Fue alumna de los maestros Daniel Hernández y José Sabogal. Como pintora ocupó un alto sitial en el ejercicio de la plástica, siendo galardonada el año 1952 con el Gran Premio Nacional “Ignacio Merino”. El distinguido muralista y Director de la Escuela de Bellas Artes de Lima Juan Manuel Ugarte Elespuru, describe de esta manera a Carlota Carvallo: “Fue Cota, un espíritu singular. Su extraordinaria personalidad hacía gala de una fantasía tan rica de contenido artístico y plena de humanidad, tan sugerente en su cuasi febril capacidad imaginativa, que bordeaba en lo premonitorio…”

El 27 de diciembre de 1934, a los 25 años de edad, contrajo matrimonio con el escritor Estuardo Núñez. Fueron testigos del matrimonio el pintor José Sabogal y el educador José Antonio Encinas. Tiene siete hijos (cinco varones y dos mujeres) nuevo motivo de inspiración de su obra literaria: poesía, cuento y teatro, todo con destinatario a la niñez que tanto amó y a quienes orientó todo su potencial creativo. En esta época el niño todavía era concebido como un adulto pequeño, la psicología infantil hacía pinitos, el derecho de menores era una utopía y la literatura infantil, consecuentemente, estaba relacionada a la didáctica, más que con la literatura. De allí que las obras de Carlota Carvallo, Francisco Izquierdo Ríos, Abraham Arias Larreta, Catalina Recabarren, entre otros, se consideraban obras menores, géneros menores.

El Perú soportaba la dictadura de Augusto B. Leguía, “el oncenio" (1910-1930), período oscuro de nuestra historia como tantas otras épocas en las que nos tocó soportar la opresión militar, caldo de cultivo de movimientos reivindicativos y revolucionarios que buscaban alternativas de libertad y democracia. Se escuchan las voces de los estudiantes que toman el mensaje de Manuel González Prada (1848-1918) “Viejos a la tumba, jóvenes a la obra”, tras leer sus libros Pájinas libres, Horas de lucha y el discurso del teatro Politeama. Entre ellos sobresale José Carlos Mariátegui (1894-1930), quien funda la revista Amauta en 1926 desde donde enarbola propuestas a favor del indigenismo y analiza la problemática social en sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. El año 1928 funda el Partido Socialista en Perú. El movimiento político de Mariátegui ejerce gran impacto en la cultura de la época, influencia que hereda el maestro José Sabogal (1888-1956), líder de la escuela indigenista, quien a su vez influye con su pensamiento y estilo de sus pinturas en sus discípulos, entre ellas Carlota Carvallo, Julia Codesido, Teresa Carvallo, Leonor Vinatea Cantuarias, Alicia Bustamante Vernal y Carmen Saco.
Los escritores y artistas aspiraban que sus obras interpreten al país, compartiendo el lema "peruanicemos al Perú". 

Valoración crítica 
La literatura infantil es un logro importante de nuestro tiempo. En el siglo XX despega la literatura para niños en el Perú. Inspirada principalmente en la labor tesonera de Carlota Carvallo. 

En la década del ochenta se crea la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ), se inician los Encuentros Nacionales de Escritores en diversos departamentos del Perú, tribunas donde se analiza y difunden las obras de los autores clásicos y se motivan nuevas vocaciones literarias. Se publican suplementos literarios, antologías y progresivamente, algunos de los reacios escritores y críticos literarios, se relacionan con el grupo de escritores, bibliotecarios, ilustradores, dramaturgos y ensayistas que promueven la literatura infantil como género literario. Entonces los libros de Carlota Carvallo de Núñez, son objeto de importantes juicios críticos que dimensionan su obra como alta literatura.

Don Estuardo Núñez dice:
“Sus cuentos (de Carlota Carvallo) revelan un estilo propio, una manera muy personal de manejar el idioma, una forma de expresión sencilla y digna, que no por ser accesible a la mente infantil sea escasa en contenido estético”. 

En otro acápite agrega: 

“Logró encontrar los rasgos de un lenguaje particular, que no siendo vulgar ni pobre, es fácilmente asimilado en su rico contenido. Sus asuntos trasuntan, con la cuidadosa expresión artística, el culto de la imaginación, conjugando la fantasía y la realidad, lo humano y lo folklórico”.(Prólogo de: Carlota Carvallo 1909-1980. Bibliografía. Biblioteca Nacional del Perú. 1990).

Francisco Izquierdo Ríos en el libro Literatura Infantil en el Perú (1969), dice: 
“Es Carlota Carvallo una de las más fecundas y calificadas escritoras de literatura infantil en el Perú”.

Danilo Sánchez Lihón se refiere a la obra de Carlota Carvallo en Literatura infantil magia y realidad (1996) de la siguiente manera: 

“Destaca en ella una prosa limpia y sin rebuscamientos ni falsos atuendos, con una naturalidad extraordinaria en los diálogos. Sus creaciones tienen un sustrato muy peruano pues su ambientación se da en realidades muy propias del país. Sus relatos no se deslizan en una superficie fácil ni suave sino sobre abismos del alma humana, y en ellos se ensaya siempre un descenso a profundidades de alucinación, de pavor y de miedo”. 

El poeta Jesús Cabel, nos hace llegar la siguiente apreciación sobre Carlota Carvallo de Núñez: 

“Toda la obra narrativa de Carlota Carvallo está imbuida de los contrastes que presenta la literatura oral de las diferentes regiones del país, la que maneja diestramente y poetiza en momentos claves. Sus personajes no resultan extraños al paisaje sino ha sabido amalgamarlos en una formidable unidad de texto y contexto. Y, como transfondo mágico, emerge una peruanidad narrada en su primitiva pero amorosa forma: el paisaje agreste y total con su gente bulliciosa pero esperanzada. Carvallo es ya, no solo una de las forjadoras de la narrativa infantil en el país sino una de sus clásicos más aleccionadores y conmovedores de la historia de la literatura infantil peruana.

Amadeo Delgado Pastor, director de la Colección Escolar Peruana del Ministerio de Educación Pública, en el prólogo de la primera edición de Rutsí, el pequeño alucinado, que denomina NOTICIA y firma con las siglas A.D.P. ,comenta de esta manera el primer libro de esta extraordinaria escritora:

“Esta ausencia de antecedentes literarios sirve para resaltar su calidad y prestancia intelectual, pues, careciendo del estímulo que significa una producción juzgada y fácilmente convertible en punto de referencia para la autocrítica, realiza la hazaña de situar su nombre al lado de consagradas figuras de nuestras letras”.

Más adelante agrega:

“Rutsí, el pequeño alucinado, destaca junto a un estilo fluido y elegante, hasta cuatro condiciones primarias que ameritan la labor intelectual de la autora, a saber: Amplio conocimiento de la geografía, la historia y el folklore peruanos; presencia de una sana emoción nacionalista; auténtica vocación literaria, y sensibilidad pedagógica”. 

En la tesis La contribución de la cuentística de Carlota Carvallo a la literatura infantil peruana, para graduarse como doctor en filosofía en la Universidad de Texas, David D. Hefling, dice:

“Carvallo estableció un importante precedente con Rutsí, novela juvenil casi única en la literatura infantil peruana. Logró mostrar que se podía adaptar el folklore peruano de las tres regiones geográficas de su país y tejerlos en una creación fresca y original. En esta novela, se notan las categorías principales de la cuentística”.

Pese a que ha transcurrido más de medio siglo desde la su publicación, Rutsí, el pequeño alucinado, es la novela que mejor se adentra en el alma infantil, en la psicología del niño peruano, no solo de la selva, sino también de la costa, en sus confrontaciones con personajes de la alta sociedad, como de los más humildes asentamientos humanos. Rutsí es un niño vivaz, curioso, perceptivo, que conduce al lector a un peregrinaje instructivo, vivencial por las tres regiones del país, conociendo, descubriendo la forma de vida que compara con su propia existencia. Capta lo positivo, desecha lo inconveniente, se nutre del folklore, fomenta el amor por la naturaleza y se rebela ante la injusta prisión de animales selváticos en medio del tráfago de la ciudad. La aventura termina en un trágico accidente. Rutsí deja el cuerpo físico del niño ingenuo y bondadoso y vuelve a ser el geniecillo travieso que gasta bromas a los bufeos, pero tiene la esperanza de que el hombre egoísta e injusto de las ciudades que ha conocido, algún día llegue a la perfección. 

Sobre Oshta y el duende, el escritor Jorge Eslava opina en un artículo publicado en el diario El Comercio:

“Es un cuento de raigambre popular, vinculado a las fábulas quechuas: un niño es encargado por su madre a cuidar el rebaño y queda solo por primera vez en las alturas de la puna, a merced de las astucias del zorro y de la ferocidad del puma”. “Narrado con un lenguaje de dicción oral, una acertada estructura y los elementos mágicos propios del relato popular, al que se ha añadido una impronta fantástica: un viaje a través del tiempo, que le pone un toque rotundo de modernidad”.

Obras

En la Biblioteca Nacional del Perú se encuentran ocho registros bibliográficos:
• Carlota Carvallo 1909-1980. Bibliografía. Biblioteca Nacional del perú 1990.
• Cuentos de Navidad. PEISA. Lima, 1970.
• Cuentos fantásticos. Universo (s/f).
• El Amaru y otros cuentos del Perú. ENCAS. 1976.
• Oshta y el duende, y otras historias. Quipu,1999.
• El pájaro niño y otros cuentos. Editorial Juan Mejía Baca. 1958.
• Rutsí, el pequeño alucinado. Ministerio de Educación Pública, 1947.

En la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Marcos se hallan seis registros:
• La niña del espejo y otros cuentos. 1990.
• El Encuentro (s/f).
• Un recuerdo del pintor Enrique Camino (s/f).
• El tío Francisco (s/f),
• Rutsí, el pequeño alucinado. 1947.
• El papel de la literatura infantil. 1967.

En ninguna de las bibliotecas citadas figuran sus obras de teatro, ni las publicaciones que mencionamos a continuación:

• El niño de cristal. Escuela Nacional de Arte Escénico. ENAE. Teatro escolar. 1955.
• La tacita de plata. ENAE. 1955.
• Florisel. Servicio de publicaciones del Teatro Universitario de San Marcos. Piezas de teatro escolar. 1972.
• El arbolito y otros cuentos. 1962.
• Víspera de Reyes. La Mariposa de cristal. Suplemento literario del Diario La Prensa, a cargo de Roberto Rosario Vidal, con ilustraciones de Jesús Rojas Rivadeneira.. 1983.


Galardones
A mérito de su infatigable labor creadora, Carlota Carvallo de Núñez recibió innumerables galardones, siendo los más importantes:

• 1943: Primer Premio por Rutsí, el pequeño alucinado, otorgado por la editorial Farrar & Rinchard.
• 1944: Primer premio de Teatro Escolar por la comedia de títeres “La tacita de plata”, conferido por el Ministerio de Educación Pública.
• 1948: Segundo Premio de Teatro Escolar para maestros, por la obra “El niño de cristal”. Ministerio de Educación Pública.
• 1955: Primer Premio de Teatro Escolar por “El valiente Oshta”. M.E.P.
• 1956: Primer Premio de Cuentos por la obra: “La soledad de Timoteo”. Diario La Crónica.
• 1958: Primer Premio de Cuentos Infantiles por la obra “El pájaro niño”. Diario El Comercio.
• 1959: Primer y Segundo Premio de Teatro Escolar por las obras: “Florisel” y “Extraña visita”. Otorgado por el Teatro Universitario de la Universidad de San Marcos TUSM.
• 1964: Premio extraordinario Doncel por la obra “Ojo de plata” otorgado en el marco del IX Congreso de IBBY. Primer Premio por la obra “Cuentos peruanos”, presentado en la Campaña por una buena literatura para niños”, realizada en Buenos Aires. Y Primer Premio por la obra: “La niña del espejo” en un concurso organizado en Argentina.
• 1965: Premio Doncel de cuentos infantiles por el libro “Oshta y el duende”. Madrid.
• 1967: Primer Premio de Teatro Escolar por la obra : El monigote de papel. TUSM.
• 1972: Premio Nacional de Fomento a la Cultura “José María Eguren” en el área de Literatura Infantil por el libro “Cuentos de Navidad”.
• 1979: Primer Premio del Concurso de Teatro escolar con el trabajo: Talismán”. TUSM. Primer Premio por el cuento “ La flor del tiempo”, otorgado por Journal do Brasil y la Fundación del Libro Infantil y Juvenil.

Promoción literaria


Carlota Carvallo de Núñez con sus obras de teatro, poemas y cuentos, desde el año 1947 cuando publica la novela “Rutsí, el pequeño alucinado”, hasta sus últimos días, fue la principal animadora de publicaciones, instituciones y movimientos culturales que tuvieran que ver con la literatura infantil. Madre ejemplar, maestra por excelencia, escribió sin descanso para alimentar el espíritu de sus hijos en épocas precedentes a la generalización de los medios de comunicación, que mal empleados, alejan cada vez más a la juventud de la maravilla de información y conocimientos que encierran los libros.

Carlota Carvallo fundó en 1974 la revista URPI, suplemento infantil del diario La Prensa, donde publica cuentos, poemas y artículos sobre lugares turísticos del país. Esta revista es considerada como la mejor publicación para niños de todos los tiempos. Se publicaron 47 números. 

Según la opinión del poeta, escritor y crítico Danilo Sánchez Lihón " Urpi constituye hasta el presente la experiencia más sobresaliente en lo que toca a revistas infantiles para niños; opinión que es consecuencia de las siguientes consideraciones: 
“a) En ella se presentaban creaciones literarias de niños de todo el ámbito nacional, quienes enviaban composiciones así como correspondencia, las mismas que en la mayoría de casos se publicaba, b) Se presentaban dibujos de niños en impresión a todo color, c) Se enseñaban manualidades, así por ejemplo: cómo hacer una serie de objetos útiles al hogar y a la educación, pero con materiales caseros, d) Se da a conocer el país mediante una sección titulada "Viajando por el Perú." e) Se presentan amenidades, inventos, se organizan certámenes de dibujo y pintura para niños, f) Se presentan vidas de hombres ilustres, tiras cómicas, páginas sobre ciencias; es decir, todo lo que de algún u otro modo tenga que ver con la formación y desarrollo del niño, g) Se logra la colaboración permanente de los escritores más destacados de literatura infantil, entre otros: Carlota Carvallo, Francisco Izquierdo Ríos, Rosa Cerna Guardia, h) Se logra un excelente desarrollo gráfico con la participación del plantel más estacado de dibujantes para niños: Rosario Núñez, Jesús Ruiz Durand, Julia Nobuko. i) Se logra movilizar a los niños y hacerlos participar en este órgano informativo cuyo significado mayor es el dejarnos casi la evidencia de que su hechura era obra colectiva de los niños y algunos adultos”.

Carlota Carvallo fue también Sub Directora de la revista Alpha, de la Asociación de Amigos del Arte.

Participa en la “Campaña por una buena lectura para el niño”, en Buenos Aires (1964); en el IX Congreso Internacional del Libro Juvenil en Madrid, donde la proclaman Presidenta de la Sección Peruana de la Organización Internacional del libro Juvenil IBBY, adjunta a la UNESCO y en el X Congreso Internacional de la IBBY en Lubjana (Yugoslavia) en 1966. 

Interviene como Jurado del Premio Internacional Hans Cristian Andersen, en París en 1967; en la Bienal de Ilustraciones para niños (Bratislavia 1971), y el Concurso Juan Volatín, auspiciado por la Municipalidad de San Isidro en 1969.

Forma parte de la “Mesa redonda sobre Literatura Infantil en el Perú”, organizada por la Casa de la Cultura del Perú (1970). Es expositora en el forum “Importancia del libro infantil”, organizado por el ICPNA en 1974. Y participa en el “Seminario de Literatura Infantil” organizado por la Universidad San Cristóbal de Huamanga en 1978.

Carlota Carvallo de Núñez fue un espíritu inquieto, emprendedor y sensible a todas las formas del arte y la literatura, Sin embargo el denominador común de su obra fue siempre la infancia, luego la juventud. Explotó la magia y la fantasía del mundo andino, selvático y costeño, sin descuidar la interpretación de la realidad peruana que se refleja en sus narraciones, que hacen gala de su profundo conocimiento e identificación con el Perú en toda su extensión, razas y cultura.

Creó obras dramáticas, épicas y líricas e inclusive compuso canciones que entonan los niños en las escuelas, sin saber que la autora es Carlota Carvallo:

Una flor de la cantuta
en el río se cayó,
púsose contento el río
y su olor se lo llevó.

Una flauta del pastor
en el río se cayó,
púsose contento el río
y su música llevó.

El llanto de una niña
en el río se cayó,
púsose contento el río
y cristalino se volvió.

El llanto y la cantuta
y la flauta del pastor,
pusieron contento al río
y ya no les devolvió.

En julio de 1975 participa en el “Festival de la canción infantil” desarrollado en el marco de la Feria del Hogar con dos canciones seleccionadas: Las vocales, cuyo texto no hemos encontrado, en cambio si forma parte del libro inédito del que nos ocuparemos más adelante el poema Una niña vendrá: 

Una niña linda vendrá a nuestra casa
antes que en los campos se dore el maíz.
antes que maduren los frutos del mango, 
y cante en las tapias el tuctupillín.

Y olerá su carne como la magnolia
y será morena como el capulí
y tendrá los ojos como la vicuña
y el cuerpo tan fino como el colibrí.

Todos cuidaremos a la niña linda
hasta de la brisa que la pueda herir
le haremos la cuna, cogiendo en el campo
plumas de las aves, flores de jazmín.


También fue autora del ensayo “El papel de la literatura infantil” (Serie “El niño en el Perú” Volumen 9, Lima 1967), que publica el Consejo Nacional de Menores, estudio en el que manifiesta:

“|Se ha llegado al convencimiento de que la buena literatura infantil no es solamente un pasatiempo sin importancia, sino una verdadera necesidad, que en algunos casos puede tener categoría artística, considerándola como una modalidad de la gran literatura”. 

La opinión de Carlota Carvallo, siendo una de las escritoras de obras para niños más importante y estando informada sobre las tendencias literarias de su época, deja entrever que puede haber literatura infantil que no reúna la calidad de obra artística. Afirmación justificada, en tanto que le toca vivir en una época en la que se iban decantando conceptos que más tarde ella misma se encarga de entregarnos con más lógica. En la década del setenta, los conceptos de niño y familia todavía no tenían el nivel de comprensión de la actualidad (Se tenía que explicar en qué consistía la inimputabilidad de los menores. Por qué no se les podía calificar como delincuentes juveniles y sus actos no debían catalogarse como delitos. En pocos años se evolucionó el concepto de familia Discutiendo en talleres sobre el binomio madre-niño, control de la natalidad, paternidad responsable, estudios de género…). Hasta los inicios de la década del ochenta algunos medios de comunicación empelaban todavía la palabra delincuente, refiriéndose por igual a actos antisociales cometidos por niños o adolescentes.

El año 1969, Francisco izquierdo Ríos, en La literatura Infantil en el Perú, aclara que la literatura infantil en principio debe reunir el requisito de ser obra artística y en consecuencia brindar goce estético y satisfacción espiritual al niño. Se deslinda de esta manera la confusión entre texto de lectura y literatura, tema que todavía en nuestros días algunas personas no diferencian. Más adelante, en el mismo ensayo, Carlota enmienda la propuesta inicial cuando dice:

“El cuento infantil ha de ser ágil y ameno. Debe encausar la imaginación, e inclinar la sensibilidad hacia las cosas bellas. Inculcar comprensión y amor hacia la humanidad y los pequeños seres que nos rodean”.

A Carlota Carvallo le toca vivir en una etapa en la que el concepto de niño, si bien es cierto que ella lo tenía claro, en la generalidad de las mentes era preciso reafirmar: 

“Sólo acercándonos con amor a él, podremos llegar a penetrar a su mundo, que no es “un mundo del adulto en pequeño”, sino un mundo propio, maravilloso y distinto”. 

Luego recomienda:

“Escribir para niños es penetrar en inmundo maravilloso, olvidando ese lastre que significan los conocimientos adquiridos y experiencias vividas…Es ponerse al nivel espiritual del niño, para lo cual hay que asumir una actitud de completa inocencia y deslumbramiento ante el universo, como si lo contempláramos por primera vez…” 

En una entrevista efectuada por diario El Comercio, Carlota Carvallo expresa su filosofía acerca de la importancia de la literatura infantil autóctona:

“Creo que el cuento desempeña un papel muy importante en
la educación. Los héroes que alimentan la fantasía del niño deben surgir de su propio ambiente y no de literaturas extranjeras. El arquetipo que hay que imitar, el héroe que debemos admirar, todos aquellos personajes que nos son más tarde tan familiares y queridos, deben surgir de nuestra historia. Tenemos en nuestro rico folklore magníficos elementos aún inexplorados”. 

Carlota Carvallo fue una artista completa. Fue pintora, compositora, narradora, poeta, ensayista, pero su labor artística preponderante fue sin duda la creación literaria para niños. Hubiera querido formar legión de escritores, de gente sensible que escriba como ella para los más pequeños, pero probablemente la comunicación entre los escritores no era fácil. Hemos mencionado su participación en la organización de instituciones culturales y de publicaciones. Pese a Presidir la Sección Peruana de la IBBY no logró aglutinar a escritores que en Lima y en distintos departamentos del Perú escribían hermosas páginas literarias para niños, como el mismo Francisco Izquierdo, Catalina Recavarren, Rosa María Rojas, Jorge Ortíz Dueñas, Germán Baush Bedoya, Alida Elguera y Luis Valle Goicochea, entre otros coetáneos suyos. Sabemos que hizo esfuerzos denodados por difundir su arte y los conceptos sobre literatura infantil. En febrero del año 1978 viaja a Ayacucho para participar en un Seminario de Literatura Infantil, organizado por la Universidad “San Cristóbal de Huamanga”, sin embargo su predica, la semilla de su trabajo al parecer no cayó en terreno fértil, como lo demuestra un trabajo de investigación realizado por los profesores Marcial Molina, Carlota Flores, Juan Osorio, entre otros, el año 1982:

“Vistos los resultados, el panorama resulta desalentador. Los niños de Ayacucho leen poco. Su nivel de información es más bien de corte oral. Conocen algunos cuentos clásicos porque les han sido relatados en el hogar o en la escuela, pero no han tenido acceso directo a los libros”.

Quien sabe haya sido el reconocimiento de esta realidad, la motivación que ha convertido en nuestro tiempo a la Universidad de Huamanga, en una de las sedes más importantes de eventos culturales referidos a la promoción de la cultura, principalmente de la literatura para niños y jóvenes. 

Recién al dejar de existir Pancho Izquierdo y Carlota Carvallo, a comienzos de la década del ochenta, surge el movimiento aglutinador de escritores que escriben para niños, en torno a la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ). Institución que nace a raíz de la celebración del Año Internacional del Niño, que promueve la publicación de la Antología “La barquita de papel”, la organización del Primer Encuentro Nacional de Escritores de Literatura Infantil y la publicación de la Antología Nacional de Literatura Infantil. Sin duda este es un merecido tributo a la obra iniciada por Carlota Carvallo y su contemporáneo Francisco Izquierdo.

Obra inédita
La obra literaria publicada de la escritora Carlota Carvallo de Núñez, como puede apreciarse en los registros bibliográficos existentes, comprende principalmente narraciones y obras de teatro escolar. Poco se ha comentado de sus trabajos en verso, quien sabe porque no fueron publicados como libro y sólo fueron apareciendo de manera dispersa en el suplemento especializado para niños Urpi, del diario La prensa y en otras revistas. Varios poemas todavía se mantienen inéditos.

Pero es preciso dar a conocer cómo es que llegó a nuestro poder un importante poemario de la escritora Carlota Carvallo de Núñez, mucho antes de que se comiencen a difundir. Ocurrió así: Entre los años 1974 y 1976, cuando laborábamos en el Ministerio de Educación, convocamos a dos Concursos Regionales de Literatura Infantil. A uno de estos eventos debió enviar Carlota Carvallo su poemario. Lo más probable es que envió el año 1974, porque entonces todos los poemas eran inéditos, requisito establecido en las bases. Intervinieron como miembros del Jurado Calificador, representantes del Instituto Nacional de Cultura y del Ministerio de Educación. Recuerdo sólo que entre ellos se encontraba el escritor Eleodoro Vargas Vicuña. El ganador del concurso convocado en 1974 fue el escritor Chancayano Jorge Ortiz Dueñas. Los trabajos no clasificados de ambos concursos quedaron en dicha institución. Años después, abocados en una investigación, revisamos dichos archivos que se encontraban en el sótano del antiguo Ministerio de Educación (Parque Universitario). Fue cuando hallamos algunos cuentos y un manojo de poemas de la escritora Carlota Carvallo. Es preciso aclarar que es errónea la afirmación de algunos estudiosos que afirman que dichos trabajos fueron presentados al concurso que convoqué el año 1979, cuando yo era Coordinador de Cultura de la Comisión de Celebración del Año Internacional del Niño. Tampoco es cierto que “los poemas publicados (por la revista Runakay) fueron recopilados de varias fuentes, pues ella había publicado en diferentes revistas”. Los poemas fueron proporcionados por el autor del presente estudio, reservándome algunos poemas que todavía son inéditos. 

El material original está mecanografiado por la autora en papel copia tamaño oficio y comprende treinta y nueve poemas y dos cuentos.

El manojo de poemas carece de una página liminar, por lo que no tiene un título que dé nombre al libro. Pero en la última página se encuentra un índice antecedido del título: POESIAS PARA NIÑOS. Los poemas están numerados en el siguiente orden:
1. ¡Ah los niños!
2. Los ruiseñores nocturnos
3. Cuando sea grande
4. La cuculí
5. ¡Ah niño mío!
6. La niña y el mar
7. El pájaro y la estrella
8. El cielo es azul
9. ¿En dónde está?
10. Linda mariposita
11. ¿Por qué no vienes?
12. Una niña vendrá
13. Mientras duerme la nenita
14. Ocho palomitas
15. Muchachitos
16. La lluvia
17. Uno, dos y tres
18. Ahí viene el viejo
19. Niñita serrana
20. Si viene la avispa
21. La niña estrella
22. Estoy cuidando al sol
23. Cantaban las gotas
24. El caballo blanco
25. El río
26. Florecita blanca
27. Michirrita
28. Los burros tienen zapatos
29. Costa, sierra y montaña
30. La mosquita (*)
31. La chinchilla (*)
32. La gallinita blanca
33. El gallito de las rocas 
34. El guanaco y la vicuña
35. La muca (*)
36. El monito y el perezoso
37. La prima Rosita(*)
38. Manolín
39. Me llamo Cándido

Los poemas marcados con asterisco (*) fueron publicados por el autor de este artículo en la “Antología Nacional de Literatura Infantil” (1984) fuente de la que se han servido varios autores, tal es el caso de los escritores Saniel Lozano y Luzmán Salas en el libro “Literatura Infantil y Educación” y César Toro Montalvo en la “Antologìa general de la poesía infantil” (Como lo reconoce el autor en el prólogo). También fueron publicados en la revista Urpi, selección a cargo de Rosa Cerna Guardia, en el libro de lectura de Santillana, y en la separata 62 de la revista Runakay, con la introducción del poeta Jesús Cabel, que incluye poemas proporcionados por nosotros. 

Estos poemas bien podrían conformar un libro. Son poesías adecuadas para niños entre seis y diez años de edad. Los temas son diversos, siendo en mayor número los referidos a animales (Ruidos nocturnos, La cuculí, El pájaro y la estrella, En dónde está, Ocho palomitas, Si viene la avispa, El caballo blanco, Michirrita, Los burros tienen zapatos, La gallinita blanca, El gallito de las rocas, El guanaco y la vicuña, El monito y el perezoso). Algunos a personajes son niños: Cuando sea grande, ¡Ah los niños, ¡Niño mío! , La niña y el mar, Por que no vienes, Una niña vendrá, Mientras duerme la nenita, Muchachitos, ¡Ahí viene el viejo!, Niñita serrana, La niña estrella, Manolín, y, Me llamo cándido.

El lenguaje es sencillo, adecuado al nivel de comprensión de los niños. Los versos son libres, poco apegados a la métrica o a la rima. En determinados poemas se emplea onomatopeyas (Cantan las gotas y Gallinita blanca).

De acuerdo con la categoría Poesía para niños y Poesía sobre niños, encontramos que casi todos los poemas, con excepción de los poemas 1 (¡Ah los niños) y 5 (¡Niño mío!), pueden considerarse poemas para niños. Los poemas 1 y 5 estarían dentro de la categoría Poesía sobre niños.

Algunos poemas abusan de diminutivos: Linda mariposita (mariposita, casita). Mientras duerme la nenita (Nenita, blanquita, chiquitita, cunita, azulitos, cositas, suavecitas, finitas, rosaditos). Manolín (Manolín, niñito, toditito, pobrecito). Florecita blanca (Florecita, mamita, chiquita, blanquita, nochecita). El gallito de las rocas (Pajarito, monito, gallito).

Al final del folder se encontraban dos cuentos: “Víspera de reyes”, que fue publicado en 1983 en el suplemento “La mariposa de cristal” del Diario La Prensa, que dirigían la señora Alicia Bustamante de Salazar Larraín y Roberto Rosario Vidal. En esta serie también publicamos el cuento El girasol de Rosa Cerna Guardia y Arca de papel, de Jesús Cabel. La Mariposa de cristal sólo tuvo tres números, debido el cierre del diario La Prensa.

El cuento inédito de Carlota Carvallo títulado La tinya, con el subtítulo: Cuento del folklore peruano, narra la historia de una laguna encantada que cubre un pueblo que trató mal a un mendigo. Es un relato de origen folklórico que con algunas variantes se cuenta en diversos lugares del Perú. La tinya fue publicada en Urpi, Suplemento infantil del diario La prensa. El 8 de febrero de 1975. Esta publicación posterior al concurso donde fue presentado previamente, como trabajo inédito, demuestra que el manojo de poemas que encontramos data del año 1974.

Alguna vez nos preguntamos ¿Cual fue la fuente de inspiración de la escritora Carlota Carvallo de Núñez, quien empleó con destreza todos los géneros literarios, que plasmaba con pinceladas artísticas que parecían bordonear una guitarra, la naturaleza, la vida, la flora, la fauna, las riquezas minerales, el folklore, la historia? Su principal inspiración sin duda fue el amor por los niños y el profundo conocimiento del alma de los peruanos. Solo una persona que ama puede describir sus sentimientos con la sinceridad que aflora con claridad y sencillez. Su fuente de inspiración fue además el Perú, su patria, nuestra patria que debemos aprender a amar como nos enseñó a hacerlo Carlota Carvallo.


Al celebrarse el presente año 2009 el centenario del nacimiento de Carlota Carvallo de Núñez, es oportuno publicar sus obras completas, comenzando por sus poesías para niños, que todavía se mantienen inéditas como libro.

Sería el más importante reconocimiento de su obra y hermoso presente para los niños, destinatario recurrente de su amor traducido en poesía.

Carlota Carvallo de Núñez falleció el 29 de marzo de 1980, pero su obra literaria la mantiene viva en nuestra memoria y juguetea con los niños, deleitándolos con los personajes fantásticos que ha creado.


Lima, agosto del 2009.


POEMAS DE CARLOTA CARVALLO


El cielo es azul

El cielo es azul
y verde el mar
y negras son las noches
sin luna ni estrellas,
y blancas son las nubes
y amarillo el sol.

En el mundo que hizo Dios,
todo tiene algún color
y verlo es maravilloso.

Es rojo el clavel
y blanco el jazmín,
moradas las violetas,
rosado el geranio,
azul las campanillas,
dorado el girasol.

En el mundo que hizo Dios.
todo tiene algún color
y verlo es maravilloso.

Niñita serrana

Niña de las punas,
niñita serrana,
que vas caminando,
detrás de tus llamas.

En tus ojos negros
se esconde una pena
¿Por qué estás triste
mi niñita buena?

Tal vez lo que quieres
es ir a la escuela,
saber esas cosas
que en ella se enseña.

Dile a tu mamita
-¡Yo quiero aprender,
tener muchos libros
que pueda leer!

Si otra vez te encuentro
mi niñita buena,
quiero verte alegre,
camino a la escuela.


La cuculí

Palomita de los montes
palomita cuculí,
tienes un canto tan triste
¿Qué es lo que te hace sufrir?

Escondida entre los sauces
que dan sombra a mi jardín,
me repites largamente
tu cantito ¡Cuculí!

¿Por qué no cambias de tono?
¿Por qué no lo haces por mí.
y hoy me cantas algo alegre, 
palomita cuculí?


Costa, sierra y selva

En mi tierra hay tres regiones 
y todas ellas bonitas:
La costa con sus playitas
y sus campos de algodón.

La sierra con sus paisajes
sus blanquísimos nevados,
los andenes cultivados
en solitarios parajes.

Y la selva verde, inmensa
cual gigantesca maraña.
En ella está la riqueza
y esperanza de mañana.



LOS RUIDOS NOCTURNOS

En LA noche hay ruidos
De aves y de insectos,
Yo paso las horas
Escuchando atento.

Cantan las chicharras
Con sus organillos
Y rasgan guitarras
Los pícaros grillos.

Los sapos le croan
A su novia luna,
Grita la lechuza
En su torre oscura.

Al llegar el día
Todos enmudecen
¿A dónde se han ido?
¿Por qué no aparecen?



CUANDO SEA GRANDE

Cuando se grande
Voy a ser soldado.
-Yo seré abogado
-Yo seré doctor.

-Quiero ser maestro
-Y yo carpintero
-Voy a ser obrero
-Yo seré pintor.

Todos cuando niños
Quieren ser famosos
Ricos poderosos
¡Vivir, disfrutar!

Pero han olvidado
Desear que los hombre
Encuentren niveles
De vida mejor.

Que no hay en el mundo
Ni pobres ni ricos
Que todos alcancen
¡La paz y el amor!



¿EN DONDE ESTA?

¿En dónde está el pajarito?
En el cielo ¿No mamá?
El gusanito en la tierra
Y el pececito en el mar.

Y el hombre d ¿Dónde vive?
-El hombre en todo lugar
El hombre vive en la tierra,
En el cielo y en el mar.

OCHO PALOMITAS

Ocho palomitas blancas
Se pusieron a volar
Y hasta la luna llegaron
En la noche de San Juan.

Y la luna traicionera
Dejó a las ocho pasar,
Pero sólo sus plumitas
Se pudieron regresar.

Y por eso están los campos
Blancos, blancos como azahar
Y dicen en la nevada
De la noche de San Juan.


ESTOY CUIDANDO AL SOL

Estoy cuidando al sol
Para que el sol no se mueva
Pues si se mueve el sol
Ya no tendremos sol bueno.

Los pajaritos cantan
Y hay brisa alrededor
Y estoy feliz mamita
Porque ha salido el sol.



BIBLIOGRAFIA

POESÍA

1. CARVALLO DE NÚÑEZ, Carlota. Poesías para niños. Prólogo de Jesús Cabel. Guadalupe (La Libertad). Runakay Ediciones, 1986. 30 pp.
2. LOZANO ALVARADO, Saniel. Ronda de Luna, ronda de miel. Trujillo, Editorial Libertad EIRL, 1995. 120 pp.
CUENTO
1. CARVALLO DE NÚÑEZ, Carlota. El pájaro niño. Lima, Librería Editorial Juan Mejía Baca & Editorial Nuevos Rumbos, 1958. 93 pp.
2. El arbolito y otros cuentos. Lima, Biblioteca de Literatura Infantil, 1962. 128 pp.
3. Cuentos fantásticos. Ilustraciones de Charo Núñez de Patruco. Lima, Editorial Universo S.A., (1969). 43 pp.
4. Cuentos de navidad. Ilustraciones de Charo. Núñez de Patruco. Lima, Ediciones Peisa, 1970. 93 pp.
5. Víspera de reyes. Lima, la mariposa de cristal (revista infantil de la Prensa), 1983. (16 pp.).
6.La niña del espejo y otros cuentos. Lima, Ediciones el Monigote de papel, 1990. 107 pp.
7. NIERI DE DAMMERT, Graciela. Cuentos infantiles del Perú. Prólogo de Carlota Carvallo de Núñez. Dibujos de Elsa Villanueva. Lima, Talleres Gráficos P.L. Villanueva S.A. 1964. 119 pp.

NOVELA

1. CARVALLO DE NÚÑEZ, Carlota. Rutsi, el pequeño alucinado. Lima, Ministerio de Educación Pública, 1947. 219 pp.

TEATRO
1. INDACOCHEA P., Matilde. Teatro y radio-teatro escolar. Lima, Editorial San Antonio, 1965. 139 pp.
2 . Manos de madre. Lima, Editorial San Antonio, 1965. 12 pp.
3. RAÉZ, Ernesto. Teatro para niños. Lima, Ediciones Retablo de Papel, 1974. 176 pp.
4. SOTELO, Aureo. Teatro escolar popular. Lima, Editorial Inkari, (1979). 209 pp.
5. Teatro para niños y jóvenes. Lima, Ironyodla Editores, 1996. 278 pp.
6. UGARTE CHAMORRO, Miguel A. Juegos, canciones, dichos y otros entretenimientos de los niños. Arequipa. Tipografía Portugal, 1947. 96 pp.
7. Teatro escolar. Lima, Prensas del Ministerio de Educación Pública, 1946. 173 pp. (Incluye: Carlota Carvallo de Núñez, Tomás Baca, Enrique Herrera Gray y Ángel Mori Revoredo entre otros).

ENSAYO

1. BARRANTES, Emilio. El niño y nosotros. Lima, Ediciones Rikchay Perú, 1979. 149 pp.
2. BARRIOS GONZALES, Ruth Alina. Lectura y adolescentes. Lima, Concytec, 1990. 126 pp.
3. CABEL, Jesús. Literatura Infantil en el Perú/debate y alternativa. Lima, Amaru Editores, 1981. 154 pp.
4. Literatura Infantil y juvenil en el Perú/análisis y crítica. Lima, Centro de Investigación de la Literatura Infantil Juvenil del Perú, 1984. 135 pp.
5. CARVALLO DE NÚÑEZ, Carlota. El niño y la Literatura infantil. Lima, Consejo Nacional de Menores 1967.
6. FLORES SCARAMUTTI, Carlota. La literatura Infantil Ayacuchana. Ayacucho, U.N. San Cristóbal de Huamanga, 1982. 57 pp.
7. Reflexión y crítica en torno a la literatura infantil. Prólogo de Manuel Pantigoso. Ilustraciones de Leonil Pantigoso. Lima, Jahnos Impresores, 1984. 215 pp.
8. HEFLIN, David .D. Tesis : La contribución cuentística de Carlota carvallo a la literatura infantil peruana. Texas, University. 1991. 289 pp.
9. INDACOCHEA P., Matilde. Literatura infantil. Lima, Imprenta Editorial «San Antonio», 1968. 252 pp.
10. IZQUIERDO RÍOS, Francisco. La literatura infantil en el Perú. (Ensayo-antología). Lima, Ediciones de la Casa de la Cultura del Perú, 1969. 90 pp.
11. LOZANO ALVARADO, Saniel E. (y) SALAS SALAS, Luzmán G. Literatura infantil. Cajamarca, Editora e Imprenta El Sol 1977. 183 pp.
12. (y) SALAS, Luzman. Literatura infantil y educación. Lima, Centro de Investigación de la Literatura Infantil y juvenil del Perú, 1985. 222 pp.
13. MALDONADO DE MIRANDA, Soledad. Evolución de la Poesía Infantil peruana. Arequipa, Tipografía Miranda, 1988. 31 pp.
14. El contenido social de la literatura Infantil Peruana Contemporánea. Arequipa, Tipografía Miranda, (1988). 17 pp.
15. ROSARIO, Roberto. La literatura infantil en la educación inicial. Lima, UNICEF, 1984. 149 pp.
16. (y) TUPIÑO, Berenice. La poesía infantil en la educación inicial y básica. Lima, Centro de Estudios del Menor 1990. 110 pp.
17. SÁNCHEZ LIHÓN, Danilo. Lenguaje y expresión de los niños. Lima, Ediciones Retablo de Papel , 1974. 250 pp.
18. Literatura infantil. Lima, Ediciones Inti, (1983). 36 pp.
19. Literatura infantil/magia y realidad. Lima, Instituto del Libro y la Lectura, 1986. 218 pp.
20. El Comercio. La más bella cuculí. Jorge Eslava. 5 de julio del 2009.
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Roberto Rosario Vidal

Presidente de la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil. Presidente Fundador de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ). Es autor de libros en prosa y en verso (La casa de Cleofé. El trotamundos. (Argentina). Shica Shica de Limón. La Villa Carmela (Venezuela). El Topo Tito. La Barquita de papel (INAPROMEF). Antología Nacional de Literatura Infantil (INABIF). Literatura Infantil en educación Inicial (UNICEF). Literatura Infantil en Educación Inicial y Básica (CONCYTEC). El tesoro de Kitakaiteri, leyendas asháninkas. Lámpara de minero, cuentos.

Organizó del Primer y Segundo Parlamento Nacional de Niños. Fue miembro de la Comisión Nacional del Año Internacional del Niño. Miembro de la Comisión Revisora del Código de Menores. Representante del Perú ante el Instituto Interamericano del Niño (Uruguay). Expositor en eventos sobre Literatura y la problemática de la infancia en universidades del Perú, Bolivia, Uruguay, Bulgaria y España. Premio nacional de Literatura Infantil. 

E mail: robertorosariovidal@hotmail.com








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BÁRBARA GRANDE GIL [19.435]

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Bárbara Grande Gil 

(Huelva, 1992) cursa el Doble Grado en Estudios Ingleses y Filología Hispánica, carrera que compagina con aficiones como la música, la escritura y la pintura.  Músico polivalente e intérprete polifacética son virtudes que complementan a una artista rompedora e inquieta. Ha participado en algunas antologías poéticas. 

En junio de 2015 publica su primer poemario "La luz de las persianas". 

"Vértigo" (Ediciones de la Isla de Siltolá, 2016), es su segundo poemario.


La luz de las persianas


Silueta. 

Pintarla no es un reto
porque la tengo grabada a fuego.
Está cosida a cada neurona
con la misma decisión
que la de tus huesos
al dibujar sus sombras.
La bordo de día
y me desborda de noche.
No se me ocurre mejor vicio.


Bárbara Grande Gil actualmente cursa el Doble Grado en Estudios Ingleses y Filología Hispánica. Músico polivalente e intérprete polifacética son virtudes que complementan a una artista rompedora e inquieta.

El comienzo de este poemario, La luz de las persianas, tiene una lectura, en apariencia, engañosamente inofensiva. El lector puede apreciar muy precozmente que la voz de esta autora destaca por una punzante intencionalidad que aguarda agazapada para ir golpeándonos con su realidad en cada página: 


Dime cómo romper 
la ilustre idea de extirparte 
sobre la mesa del salón, 
con cuidado, cada una de tus excusas. 

Realidades desnudas que se imponen llenas de rebeldía: 

No hay ni un crítico adiestrado 
para sentenciar mis ideas, 
y morirán cuando yo lo ordene. 


Otras de añoranza y desaliento en las que el lector no podrá mantenerse indemne: 


Un grito en el cielo 
y tu boca a dos milímetros. 

Un vuelo directo hacia el olvido.


Realidades en las que vamos conociendo y desgranando a esta autora que desde su juventud ya tiene una voz propia con la que indaga y cuenta lo bello y lo iracundo, lo frágil y lo rotundo de la vida. 

Cocodrilo vs. Caimán 

Darle la vuelta al mundo
es cuestión de probabilidades. 

Sólo basta con cerrar los ojos y,
al abrirlos,
tener la loca idea
de repetirlo despierto. 


Es en la última estructura de este poemario dónde encontramos a la Bárbara más social “apología de lo absurdo” contiene sin duda una reunión de poemas llenos de cotidianidad para ser interpretados y madurados por el lector en los que mantiene su voz más irónica y canalla: 


No tengo trocitos ni sabor. 
Soy natural, 
– ligeramente – azucarado. 

Soy un puto yogur. 


En definitiva un poemario del que no se puede salir con indiferencia.


EL HUECO

Déjame no existir contigo.
Enséñame a abandonarme 
en el vacío
y a irme a la ciudad 
donde los besos
ni se recuerdan, ni se olvidan.
Déjame no ser, 
para poder compartir 
este hueco infinito.





SOBRE EL BORDE

Hablemos de secretos,
de la caja de galletas
del trastero sin espejos
del desfile de marionetas.

Hablemos de las dudas,
el medio giro de tu falda,
mi oído izquierdo, tu pasión muda
el silencio suplicando por tu espalda.

El insomnio de tu acorde
un suspiro en la nevera
mi paciencia sobre el borde
del desierto de mi espera.

ESTRIBILLO

Tu séptima vida en la bañera
tus labios no responden
por mucho que me prometieran.


Letra: Mar Dominguez, Jose Ángel Garrido, Enrique García Bolaños y Bárbara Grande.
Música: Bárbara Grande
Guitarra (rítmica y solista): Enrique G. Bolaños
Voces: Bárbara Grande
Mezcla: Enrique G. Bolaños, Alejandro Padilla Coronel y Bárbara Grande
Fotografía: Enrique García Bolaños
Edición de video: Bárbara Grande





"Vértigo" (Ediciones de la Isla de Siltolá, 2016)



ELLOS

Te tengo impreso 
en la incisión de una pregunta;
en el balance del pecado tranquilo y petulante.
Te veo fumando, 
volcán en erupción
y lengua,
escapando del pincel
en tu calma y tu cuerpo breve,
chupando con cuidado
el borde del papel. 
Te veo en la cocina,
salvándonos a todos del vacío,
quemando el tiempo entre tus dedos,
que sólo a veces se sostienen.
-Están grabados aquí.-
Te veo y te veo en las fresas,
en el champagne. 
En la ciudad vampira, en la gran broma final.
En cada historia que bebí de ti, y de ti.
Te veo hace diez, veinte años, 
con otros cuerpos y otros ojos, 
pero siempre tú.
Siempre aquel jardín y aquel cenicero,
lleno de risas.
Te veo en el dolor de la ausencia, 
exangüe, 
agarrándote al vino de una mano
y a la lejía con el cuerpo entero.
Te veo pequeña y enorme, 
y frágil y bestia.
Te veo en mi cinturón, 
en mi útero, 
en mis brazos, 
en mi garganta,
en mi boca.
Te veo en mí.
Me veo yo, y tú me ves.
Siempre me ves.





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TERESA GUZMÁN CARMONA [19.436]

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TERESA GUZMÁN CARMONA

Nace en Don Benito, Badajoz el 6 de octubre de 1972. Realiza sus estudios de bachillerato en el I.B. Donoso Cortés y posteriormente Filología Inglesa en Cáceres y finalmente cursa Magisterio.

Su contacto con la poesía comienza cuando tiene 13 años. En el colegio mandaron a hacer alguna actividad para el día del maestro. Ella escribió un poema, descubriendo que aquello le gustaba. Fue el primer poema que escribió y que siempre recordará de memoria.

Aunque su afición literaria se inicia en su adolescencia, será en su etapa universitaria, no obstante, cuando comience a publicar sus composiciones. La primera –amén de artículos de opinión en algunas revistas y periódicos– ve la luz en 1993: la Diputación Provincial de Cáceres, por medio de la Institución Cultural “El Brocense”, publicó su primer libro de poesía bajo el título de Poemas. Dos años después, en 1995 publicó Poemas para un collage en la colección de pliegos de poesía de la Diputación de Cáceres. Fruto de esta actividad, su nombre figura recogido en la antología Diez años de poesía en Extremadura (1985-1994); su poema Amantes fue publicado en el Boletín de la Academia de Extremadura en 1993 y obtuvo en dos ocasiones el Premio de Poesía de los Juegos Florales del Colegio Claret de Don Benito.

Teresa Guzmán pertenece a la tertulia de la Institución Cultural “El Brocense”, de la que es miembro fundador, y además colabora con el colectivo Alcandoria de Mérida. Entre su obra inédita se encuentran los poemarios El interior Incandescente, Cuando el cielo se nos parta y La sombra de Adentro, presentados al público en 1992, 95 y 97 respectivamente. Sus recitales poéticos han sido numerosos.

Participa también en todas las obras del Colectivo. Su cálida voz resbala cadenciosamente por sus versos evocando vivencias y sensaciones de un mundo interior que, al recrearse y hacerse visible, tiñe de nostalgia y ausencia el aire que exhala.

En el 2003 le fue concedida una beca de Creación Literaria por la Junta de Extremadura, fruto del que nació un trabajo titulado Intenso. En el 2007, también la Junta de Extremadura le concede otra beca de Creación Literaria por su trabajo Ángeles contra la Altura.

En el año 2008 gana la XI Edición del Premio de Poesía García de la Huerta, organizado por el I.E.S. Suárez de Figueroa de Zafra, con su poemario Ciudad Hotel.

Ha merecido, entre otros, los premios Valbón, Certamen de poesía de Valverde de la Vera, Porticvs, Elvira Castañón.

Por otro lado, en 2010 recibió una beca para la realización del trabajo Todas las razones para la huida.

Su obra escrita es la siguiente:

• Poemas (Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1993).
• Amantes (Boletín de la Real Academia de Extremadura. Julio-Diciembre 1993).
• Poemas para un collage (Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1995).
• Antes de dormir (1999).
• Correspondencia de Punto y Aparte (2000).
• Intenso (2003).
• Los visillos del viento (Asociación Cultural Porticus. Villanueva de la Serena, 2004).
• Soledades de Cadaqués (Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 2007).
• Ángeles contra la Altura (2007).
• Ciudad Hotel (nº 13 de “Los cuadernillos de Intramuros”. IES Suárez de Figueroa. Zafra, 2009).
• Acortar la distancia (Fondo Editorial Ilmo. Ayuntamiento de Don Benito. Don Benito, 2011).
• Todas las razones para la huida (De la Luna Libros. Mérida, 2013).
• Zapatos para pisar la lluvia, (La Isla de Siltolá en su colección Tierra, 2016).



Soy ser desnudo de fuego,
tú el ocre pincel
que me dibuja
en mitad de las estelas.
Como si todo fuese a ser eterno,
como si nada tuviese sentido
mientras exista sol para encenderme,
mientras exista el color,
como una estrella encenderé tu vela,
como un testigo,
veneraré tu dios.

 (de su libro Poemas, I.C. El Brocense, 1993)




Zapatos para pisar la lluvia, (La Isla de Siltolá en su colección Tierra, 2016).


Mañana estrenaré zapatos para pisar la lluvia.
No podrás verlos, pero quizás hagan 
el camino a tu casa como a un lugar de refugio. 



PULSO COMPARTIDO

A María Moliner, equilibrio y fortaleza 

Porque tú nunca estás del todo
he trazado una cartografía del silencio. 
Ninguna brújula conoce
el secreto orden de tus puntos cardinales
cambiados a diario, al arbitrio y capricho de un destino
para el que nadie prepara. 
Quizás los días terminen 
arrastrando los restos de este derrumbe.
Quizás dejen, desnudas y a la intemperie
las únicas verdades que una vez
sostuvieron en pie esta ciudad.
También tú verás sus restos carcomidos por la sal. 
Verás la herrumbre en sus cascotes
como si en verdad estuvieses mirando de frente
todos sus desengaños. 
Y sabrás entonces que con ellos tendrás su perdón. 
Todo lo que al final te quede.
Lo que el tiempo no lograra borrar.
Lo que te cosiste al alma y no se desprendiera.
Lo que conservaste con mimo para un lugar futuro.
Aléjalo de ti.
Porque una vez perdido su propósito
ya nunca volverá  a pertenecerte como creíste.

(De “Zapatos para pisar la lluvia”)


Entre un hombre y la sombra que traza de sí mismo / caben la perfección y el desmoronamiento, escribe Teresa Guzmán Carmona en los dos magníficos versos con los que cierra su Líneas precisas, uno de los poemas de Zapatos para pisar la lluvia, que publica La Isla de Siltolá en su colección Tierra.

Por sus versos intimistas y urbanos, que confirman a su autora como una de las voces más consolidadas de la poesía que se escribe hoy en Extremadura, transcurren el tiempo y duelen las ausencias hasta que la carne del dolor se hace palabra serena o estatua cincelada por la soledad.

Escrito con ambición verbal y con una voluntad creativa que hace que su lenguaje vaya mucho más allá de la melopea arrítmica y conversacional a la que algunos han rebajado a la poesía, este es un libro que mira la vida de frente, un libro turbio y nada complaciente en el que la voz poética ajusta cuentas con un mundo opaco -desierto de sal o espejismo de la costumbre- y consigo misma, cuando detenida aquí, la belleza carece de importancia.

Un libro en el que llueve el desconsuelo sobre la ciudad de la derrota y circulan los trenes en trayectos de ida y vuelta y el tiempo se detiene sobre la intemperie frágil de la vida antes de dejar paso a la esperanza final. [SANTOS DOMÍNGUEZ]



EL PASEANTE DEL MALECÓN

  A Santiago Castelo, la sombra alargada de todo lo que deja.

Será un día más, tú bien lo sabes,
en este reino que aspira a la ceniza
mientras muda de piel una y mil veces
reinventado el engaño de lo eterno. 
Seguirá colándose la luz sobre el malecón.
Seguirán los muchachos
lanzando sus cuerpos desnudos al agua.
Y en otras latitudes,
bajo un cielo profundamente amplio,
varearán los olivares
con el ardor de quien se abraza a la tierra. 
Ahora te oirás a ti mismo con una voz más íntima.
Tendrás al fin las palabras exactas
en un reino donde el tiempo no existe.
Y tu frente coronada de laurel 
lucirá el premio de los justos,
de los eternos, de los siempre nombrados. 
Será un día más, amigo, pero tu sombra imponente
alargará el espacio de todo lo que dejas
tatuado en la piel de los que aguardan el regreso. 



INSUFICIENCIA 

Debiera bastarnos con esta verdad,
y sin embargo una ventana con la luz apagada 
muestra a un hombre desnudo 
que ha dejado revueltas las sábanas
como signo de protesta. 
La muerte es como la noche,
una forma de no ser.
Va trazando sus brillos 
en un espejo de niebla
que no reconoce reflejos ni sombras.
Esta es la danza que toca, 
la de miles de “claxons”
que convocan una ceremonia
urdida por la prisa.
Quizá todas nuestras razones
fueran siempre pasto del humo,
quizá por eso existan tantas realidades,
y tantas aceras y tantos escenarios
en los que representar la misma obra. 



EL MENSAJE 

Ciento sesenta caracteres.
Ciento sesenta malditos caracteres que no te devolverán,
que no serán suficientes,
para tanta rendición y tanto ahogo.
Ciento sesenta caracteres multiplicados por seis. 
Aunque tú no lo sepas,
son sólo el espacio de estar vivo. 

(De “Soledades de Cadaqués”) 



ESTAMPA DE NUEVA YORK 

Amarillea el sol sobre las chapas del edificio Chrysler,
las calles rezuman vaho como salido de un espejismo,
y en atestados taxis alguien se apresura
a escapar del mundo anestesiado
de efímeras presencias con fecha de caducidad. 
Desde la altura la noche ofrece
una constelación de neones
cuyo lenguaje es indescifrable.
“Welcome to Paradise” creíste haber leído en la autopista,
cuando recién llegado miraste hacia abajo con atrevimiento,
animado por el fervor peregrino
de quien lo reconoce todo. 
Cambiar la identidad de un nombre
en una nueva ciudad en la que aguarda
el mismo viento y la misma lluvia.
Sólo la madrugada le concede el aspecto soñado,
la geografía de esta ciudad 
es como la espalda de esas mujeres
a las que amaste y te olvidaron.
Lo único seguro es que también ella te olvidará,
como esos taxis que intercambian viajeros,
mudan la piel, pero el alma se les queda
prendida en las arrugas de sus asientos. 
Esta ciudad borrará tus pasos
tras haberte convertido en un fantasma más,
después de que en alguna consulta un psicólogo
te convenza de que tampoco tú eres el origen del universo. 

(De “Ciudad hotel”) 



ANTE LA AUSENCIA

Para Ángel Campos Pámpano,
que nos dejó huérfanos de su palabra

Seria a morte esta carícia
onde o desejo era só brisa?


Una grieta profunda en la Raya,
un corte visceral y casi inhumano,
un lenguaje perdido en otra voz
que no será ya tuya por más tiempo,
un espacio habitado por tu ausencia.

De no haber sido,
tendríamos que haberte inventado.
De tus cenizas brotará el perfecto poema,
el canto blanco, ahora ya desangelado
como tu nombre.

Será la muerte esta caricia,
esta forma de ser desde la que
alguien escribe versos al vacío,
mientras imagina el mejor
de los mundos posibles.



JAMÁS NINGÚN VERBO CONTUVO MÁS PAISAJE

Jamás ningún verbo contuvo más paisaje
mientras casi sin voz
se colaba por entre mis dedos
la arena de las dunas de tu vientre.
Tendrás que mostrarme el rastro
que deja el abandono,
tendrás que explicarme
el porqué del aroma que siempre regresa
a las piedras en que estuvo contenido.
Y tal vez entonces yo entienda
que esta lluvia de hoy moje
mas que de costumbre,
que estas hojas de octubre
marquen con sangre
el suelo sobre el que cayeron,
porque nunca tendrás
otra de historia de infancia para mí,
ya no hallaré jamás
lugar alguno en que buscarte,
ni siquiera junto al mar,
ni siquiera en aquel patio del pasado.



Todas las razones para la huida
Mérida, De la Luna Libros, 2013, 59 págs.

Todas las razones para la huida, de Teresa Guzmán (Don Benito, 1972), es un libro de tono intimista, casi confesional, donde la soledad y el fracaso giran en torno al deseo y la imposibilidad de huir. 


"Nos hemos pasado la vida 
mirando los círculos concéntricos  
que conducen a nosotros mismos" 


dice. O: 


"La esperanza es siempre territorio de otros." 


Y: 

"Como en una estación de penitencia  
nos pasamos la vida /
acumulando escombros en los días". 


Con estudiada naturalidad, haciendo uso de un lenguaje cercano que no pretende llamar la atención, la protagonista narra sus circunstancias vitales, entre recuerdos y pérdidas, desengaños y olvidos. "El dolor tiene memoria", escribe. Sus escenarios: estaciones, habitaciones de hotel ("Creo en las habitaciones de hotel / en las que estuve a solas, / porque allí conocí a alguien  / que nunca creí haber sido."), casas vacías (la de infancia, por ejemplo)... 


"Lo que tiene de inútil toda huida  
es que siempre llegamos a un lugar parecido",

leemos a modo de conclusión, unas palabras que transmiten la misma desolación que el resto de una obra tan lúcida como doliente.PUBLICADO POR ÁLVARO VALVERDE


BOLSILLOS VACÍOS

Este polvo que se acumula bajo las uñas diariamente,
como en los muebles que dejan de usarse
o en las habitaciones cerradas,
delata que todos tenemos una deuda pendiente con la muerte.
Como en una estación de penitencia
nos pasamos la vida
acumulando escombros en los días
mientras hay quien alzando una mirada al cielo
se pregunta qué habrá más allá
de lo que a sus ojos es invisible.
Lo poco que nos queda
es un escaparate vacío,
un maniquí que se nos parece,
un montón de cajas apiladas en un sótano
y un tiempo que huyó
sin que nos diéramos cuenta
para que todos sin excepción
pagásemos una deuda.



CREDO 

Creo en las maletas precintadas
porque albergan una esperanza.
Creo en los que vuelven
a la acera desde la que se cambiaron,
porque el amor no es asunto modas.
Creo en los postigos que se cierran
como una forma de asedio,
porque el silencio es el único bien
que no podrán arrebatarnos.
Creo en las vidas que se tatúan
para siempre con un único nombre,
porque éste bastará para imaginar
las mil y una maneras de hacerlo necesario.
Creo en los “imprescindibles” de mi vida,
porque éste será el único título que podré otorgarles.
Creo en las habitaciones de hotel
en las que estuve a solas,
porque allí conocí a alguien 
que nunca creí haber sido.
Creo en todos los mapas que quemé en el fuego,
porque me bastaba con cerrar los ojos
para poder encontrarte.
Creo en el folio en blanco
que me paso por la cara,
porque fue mi sudario
en este lugar al que no pertenezco 
y que nunca me perteneció del todo.
Creo en los rostros que se mezclan,
en todas las leyes de la probabilidad
que me trajeron hasta aquí,
en todas las verdades desnudas
y las mentiras bien narradas,
porque ¿de qué otra cosa
si no es de la ficción, 
se alimenta el hombre? 

(De “Todas la razones para la huida”) 





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HUBERT MATIÚWÀA [19.437]

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Hubert Matiúwàa

Hubert Matiúwàa pertenece a la Cultura Mè´phàà (Pueblos asentados en la Región de la Montaña de Guerrero, México). Por su obra “Tsína rí náyaxaa” (Cicatriz que se mira), el poeta tlapaneco consiguió ser el ganador del Primer Premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias, Cenzontle 2016. Hubert dedicó su premio “al pueblo Mé’phàà y a cada niño que nace en la Montaña, quienes abrazarán nuestra lengua y la llevarán a vivir por los caminos del mundo.”

Caminar, acompañar la ausencia del otro y ser uno mismo “fantasma de paso” que siente en piel propia el dolor ajeno: “estoy contigo en las velas,/ en el humo que engendra el camino,/ en el olor del copal que recoge/ el agua de ojos/ de las mañanas sin voz.” Porque mientras no haya justicia habrá que nombrar las cosas y hacerlas existir. Así es la rabia mineral de la poesía.


Xtámbaa/ Piel de Tierra 

Àjngáa rí màrma’áan àkuíáan ló’ ju’yáa dxáma Mauricio Ortega Valerio.


I

Nè’ne xàñúun a’óo
mbí’i rí nìrugáan,
àtsíyáa rí xùgii rí núñaa ikháán núñí ikhúún nye’,
nìndxá’wa ló’ ná nixphíbí rìga ràwúan,
ná nìgrigá’ ló’ gajmíí anjgián’ ló’
khamí xuge’ nángua rá,
náa màro’ó gà’khó rìge rá,
tsá jàyá ìdxúu xuajíín ro’,
naa krùse màxtrigùùn ñò’on tsí nudii a’ó rá,
naa jùbà’ màxkhámaa nàkuáa’
xùge rí nanbra’á mìnaa ngàmí xùbía’
khamí nàgajáa iñúu tsìá’ ló’ rá.



A Mauricio Ortega Valerio, desaparecido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.

I

Mi voz se hizo nido
el día que te agarraron,
¿Que no saben que todo lo que te hagan me lo hacen a mí?,
aullé el relámpago en tu boca,
donde anduvimos con los nuestros
y ahora, ya no,
¿Dónde amarraré este dolor que enciende la esperanza?
¿Quién traerá la cabeza del pueblo?
¿En qué cruces colgaré aves que sepultan mi lengua?
¿En qué tierra he de encontrar tus pasos,
ahora, que tu cuerpo se acobija en el miedo
y crece la espiga de nuestra rabia?



II

Àtrakhá’o mìnaa ná ìñúun itsí,
àrà’thiin màgátháa rùjmba
asndó rí mànbúún mùxkha xàbò,
tsí dùyaa xùù xuwia ló’
nagóo judèe xnujndaa ló’
ná xkrajndí rí nangúaa thángaa,
asndó xó ru’wa ja’ñúun ná xàbii nùxkháa ló’
khamí nùràxnúú ìjín ñàwún
numaa ló’ tsáa jùwá ló’ ná Júbàá,
tsáa gìdá’ ngu’wá ñàwuáa ló’,
tsáa màñà’ jùbá’ ló’,
tsáa jùwáa ló’ ná gò’óo Lucio.



II

Escóndete en la cueva,
espera que baje la neblina
y termine la caza,
los que huelen la carne
se llevan nuestros sueños
en autobuses que no tienen vuelta,
en su sigiloso acecho se visten de lluvia
y cuentan los dedos
por los que estamos en la Montaña,
los de la mano oculta,
los de la tierra roja,
los que vivimos en la casa de Lucio.



III

Xtámbaa,
xtáa gàjmá níndxàa ná inuu numbaa,
ná a’wá rí jàyáa mbró’o,
ná nùtsía nìma tsí ndàa inúú,
tsí ndàa ñàwúun,
tsí tsíyaa axúún,
xtáa gàjmá nìndxàa ná wàjún ndela,
ná inuu nguni’ rí nàxná jambaà,
ná gii’ xùù wuájià rí nàyaxii
iya ìdúú mi’chá rí ndáa a’óo.



III

Xtámbaa,
estoy contigo en el mundo,
en el trueno que trae la noche,
en baile de ánimas sin rostro,
sin brazo,
sin descanso,
estoy contigo en las velas,
en el humo que engendra el camino,
en el olor del copal que recoge
el agua de ojos
de las mañanas sin voz.



IV

Mauricio,
nàdxáa
asndó xó ru’wa ná Júbàá,
ndayá ra’áa awún’,
khamí ná wíí rigaan
nagàjaa tsíòon xuajián ló’
ìdo narma’áan akúiin ithane.



IV


Mauricio,
de la Montaña
vienes de lluvia,
abrazas mi estómago
y en silencio
crece el fuego
de nuestra tierra en tu memoria.


Soñaron los perros (NÌGU’NDÁA XÙWÁN)


I

Soñó la noche
que nos levantamos un día,
bailamos entre abuelos
e hicimos cantar la tierra,
soñó el camino
que escuchó nuestro pie regresando al pueblo,
soñaron los perros
que vestían de estrella su piel
y sepultaban la sed de nuestro miedo.

Soñó la piedra de lluvia
tu nombre en nuestro brazo,
el cielo en la palma de tu mano,
soñó el árbol
que retoñamos cada mañana
y crecía nuestra rebeldía en la casa de luna.


I

Nìgu’ndáa mbro’ó
rí nìwuáxúún ló’ mbá mbí’i,
nìjtsía ló’ màjiúun buànuun,
khamí nejné ló’ ajmúú jùbá’,
nìgu’ndáa jambaà
rí nìndxàún a’ò nakhúa ló’ nàthángáá ná xuajíin,
nigu’ndáa xùwán
rí nìjú’wuán xtíñúún à’guàán
khamí nìdíí rí nànjda’ó rí nàmíñáán ló’.

Nìgu’ndáa itsúu ru’wa
mbì’yá ná ñàwuan ló’
ikhaa mìkuíí rí gìdá’ ná àkuíín ñàwuan,
nìgu’ndáa ixè
rí nàrudiáa’ ló’ mbámbá mi’chá
khamí nàgàjáá gùkú akhiáan ló’ ná go’wò gòn’.


II

Hormigas rayo

En memoria del Ta Savi Antonio Vivar Díaz.

Volvieron las hormigas en la piel del encino rojo,
cargadas de nubes levantaron la tristeza del hambre,
el más viejo traía tu voz de rayo,
Toño,
la piedra del caracol y el ojo de venado;
regresaron a pedir justicia,
¡Muchacho!
semilla de lluvia, casa de luna, brazo de río.

Ayer preguntaron al vestido de estrella,
dónde tu sombra se sienta
y santiguaron la tierra con hojas, maíz y frijol.

Preocupado el pájaro corta nube,
esta mañana danzó en el cielo que escribe tu nombre.


II

Akuán bègò

Àjngáa rí màrma’áan akiáan ló’ gàjnè dxáma Ta Savi Antonio Vivar Díaz.

Nìgùwáán akuán ná xtóo xtámañà’,
judéé dùùn nìgùwéé khamí nìyáxììn rí tsíngìnuu èwè,
tsí ìwá nìkhí jàyá a’wáa táta bègò,
Toño,
ikháán itsúu ngo’xó khamí ìdúú àñà’;
nìgùwáán nùndá’èe rí màgumá mbáníi xtàngòò,
¡dxáma!
tsígòo ru’wa, go’ó gòn’, ñawún màthá.

Rìxíi nìráxíi jga’niúun à’guàán,
náa rìgá xkamíxàa
khamí nèné tsakúràmáa jùbà’ gàjmà iná, ìxí khamí yàjá.

Nìxná mijúún ñò’òn xkhóto dùùn,
nàkí mi’chá ní’tsièe inuu numbaa rí nà’tháan mbí’yá.


III

Repartió la flor

La flor repartió el mundo,
pintó cerros en donde andará el colibrí
que levantará nuestra palabra,
quemó el nombre de las ánimas
que enseñaron al pensamiento a caminar la tierra,
a juntar la lumbre de la piel,
a sostener la piedra de nuestra voz
en el estómago de lluvia
y amarró piedras en la casa de muertos
que aguardan a jugar nuestra lucha.


III

Nìxphitáa rè’è

Nìxphitáa rè’è numbaa,
nì’ñiì júbà ná màrigó tsú’tsún
tsí mayáxíi ajngáa ló’,
nìtsíkée mbíjyúún nìmá
tsí nìnsjgáa jùma ná inú numbaa,
tsí nírùwáa àgúu xtá ló’
khamí nìwuatùún ra’á itsúu a’wá ló’
ná awún ru’wa,
khamí nìro’ó itsí ná awún gu’wá wàjín
rí gì’thúún mà’tsí skíyá’ ló’.



IV

Saliva de estrellas

Regresará a nuestro cuerpo
la saliva y humo que dejamos en el camino,
regresará el agua de las estrellas,
y el andar del tejón con la luna.

En la casa,
hilvana el ánima de tu lengua
la carga de lumbre,
aquél zumbido que levanta la noche
y cobija mi sombra.
Aquí, en el polvo
anduvo nuestra esperanza
en el estómago del mundo.


IV

Iya ndaúun à’guàán

Màthangaa ná xùbiá ló’
iya ndàwa khamí gùní rí nùni’ñáa ló’ ná jambaà,
màthangaa iyún à’guàán,
khamí jambòò gòn’ gajmaá gòn’.

Ná gu’wá ló’,
náru’wáa nimíí ràjuán
mbá e’doo agú,
khamí à’wá rí nìyáxii mbro’on,
nàriguu jnè xtàtsiin xkamixó’.

Gèjio’, ná inuu yojnda’
nìrígoo àkián’ ló’
ná awún numbaa rìgé’



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MANUEL ESPINOSA SAINOS [19.438]

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MANUEL ESPINOSA SAINOS

Nacido en la Sierra Norte de Puebla, México.

Poeta de origen totonaco. A los siete años Manuel Espinosa Sainos tuvo un primer contacto con el idioma español. Para él, quien pertenecía a una familia mayoritariamente monolingüe, significó todo un reto aprender una lengua nueva que, al ingresar a su primer año de primaria, vio de frente como un mundo nuevo que se le abría. “En ese entonces los maestros no hablaban el tutunakú (totonaco), por lo que se comunicaban con nosotros sólo en español, eso provocó que nos viéramos obligados a aprender el español, palabra por palabra, y es hasta hoy que ya puedo decir que hablo el español, aunque no excelente”, recuerda Espinosa Sainos en una entrevista.

Manuel Espinosa Sainos reveló que su carrera poética comenzó sin ninguna formación literaria, sin saber español y sin saber escribir, algo que aprendió con la  continua práctica hasta los 20 años.

Comentó que su obra está integrada por tres libros y que su incursión en la poesía de forma profesional sucedió en 1999 cuando se publicó su primer texto: Voces del Totonacapan al cual siguió la publicación de Cantan los totonacos (2008) y En el árbol de los ombligos (2012).

El también locutor bilingüe de la radiodifusora cultural XECTZ La voz de la sierra norte compartió que el poema Pido castigo, de Pablo Neruda, y la falta de textos de poesía en totonaco lo motivaron a escribir libros bilingües (español-totonaco).



Litaniy chiyat /Morir de Rabia

Litaniy chiyat

Tlan naklichiwinán pi lakum chuchut latapuliy kkakiwín
kilakgastapu wakxilhkgoy nixaxlikana kiwi,
ni xaxlikana xtiki, nixaxlikana akgatawan.

Tlan naklichiwinán pi snun k akgatapulh,
pi xtalhtsi jaka litaxtulh ki nakú,
pi latsukat klitaxtunit ktastiwitnawaka k akgalaxax,
pi nikkanalaniy maski nawakán pa'pa.

Tlan naklixapay kilakgastapu, ki makanín,
kin kankán, kin tekgán chu kinkilhni
xa xlikana talhtsi tu tamakganít kkatawán.

Tlan nixawá lakum chichí nak kgankgawanán
tu kilhtanupat mintakgsanín, tlan nakxkay mintakuwaní,
milakgaspatpu, mintamputsni, minkilhpín,
lata nakliniy chiyat, k kilhtanuma milukut nakkgalhxtatamay.


Morir de rabia

Soy capaz de decir que mis ojos agua de río
transitan por los viejos montes y miran
falsas arboledas, grillos imaginarios, ramas ilusorias.

Soy capáz de decir que me tatué un silencio en el oído,
que mi corazón es un hueso atorado en el mamey,
que soy un beso colgado entre las ramas del naranjo,
y que no me importa cualquier eclipse de luna.

Aniquilar con la mirada, con el tacto,
con el olfato, con el oído y con el gusto
cualquier semilla verdadera arrinconada en las hojarascas.

Soy capaz de oler más que el perro
cualquier mentira enredada entre tus dientes,
ladrar tu nombre, tus ojos, tu ombligo, tus labios,
hasta morir de rabia, babeando, con tu hueso en el hocico.



Nitu xtakuwaní /Sin título

Nitú Xtakuwaní

Xlakata kaks klakpiukxilhn
akxní k akglhtampaslh tlankatiji
xakgosni lapaxkit
puxtikilh kimustalekg, makgnilh...

Sin título

Por contemplar tus ojos
al cruzar la calle
mi sombra fue atropellada
por un amor que pasó volando...



Tsutsokgo lapaxkit/ Rojo amor

Tsutsokgo lapaxkit

Kalitamakgsputu xatsutsokgo kintapaxkín,
xlakata litampachi kintapaxkín
chali chali stlan tampulakgsnatán.

Ka’ákgachi lakampi ninatalaktilh,
lata chiyú aya lakgsputma
lakswán xkaxtlawaka xatapusiw litampachi.


Rojo amor

Cubre tu vientre con este rojo amor,
porque mi amor es una faja
que a diario se enreda en tu cintura.

Amárrale las puntas para que no se deshile,
en estos tiempos en que el telar de cintura
está a punto de extinguirse.


Lata tachán kmintamputsni/ 
Llegar a tu ombligo

Lata tachán kmintamputsni

Nixtachaná chankán kminkilhpín
lata latapulikán kmintamputsni…

Akit xlenkgalhin klimanixnán
stlan natayay kinchik kmintamputsni
naklimakaxnatliy xakatsisni latsukat.

Lata akxní xamakán mintamputsni
xtachana xmalakgastakgwanika laktsu spun
xtachana tlanka latalakagxtamit
kxakganin laktlanka kiwi.

Tlakg lipekwa likgakgachikan mimakni
nixawá xatalakgchitni chankat
maski luakglhuwata kata maxkutikanít.

Nixtachaná tamakgkatsiy kkinkuxmún
akxní spalhnankgoy laktsumimakanín,
nixtachaná xlikgama xasakgsikuxtalanchu
lakum akxni kitsiks taxkay mintamputsni.

Xlenkgalhin kmakgalapatan akit
lapaxkit kxlakgyitat mintamputsni,
kchampatán akgatam xakiwi xpipilekg.

Akxní taxamay mintamputsni xtachaná
lata tsokgosnakgotnankán kpuchuchut,
lata tamakgkatsiy akxní piksa talhtsi
chu tapumakgan, tapumakgan lapaxkit.

Luta tlakg tlan lalipaxkikan
xtalakgchitni mintamputsni
lu nixawá xalakspininín sakgsiní.

Ni xtachaná tamakgkkatsiy kminkgapín,
nixtachaná lata kankalay min kilhni
akxni lichiwinán ti stlan lapaxkikgoy.

Luta tlakg tlan takgaxmata
lantla makawán xtatsukni mintamputsni
nixawá tipalhuwa xatachiwin lapaxkit…



Llegar a tu ombligo

No es lo mismo llegar a tus labios
que andar por la vereda de tu ombligo…

Yo siempre he soñado tener una casa
en el centro de tu cuerpo,
un jardín lleno de besos nocturnales.

Llegar a tu ombligo
es despertar a los pájaros dormidos,
provocar una orgía interminable
sobre las ramas de los árboles.

Embriaga mucho más el vino de tu cuerpo
que el jugo de caña
cientos de miles de años añejado.

No es lo mismo sentir tus dedos dibujar
un ramo de caricias en mi pecho,
o comer un pan de dulce
que una leve mordida a la boca de tu ombligo.

Yo siempre he querido cultivar mil deseos
en el centro de tu cuerpo,
con un árbol de mariposas amarinegras.

Llegar a tu ombligo
es beber arrodillado el agua del pozo,
sentir el brotar de las semillas
y vaciar, vaciar el amor acumulado.

Es mucho mejor afrodisíaco
el extracto de tu ombligo
que una manzana de labios rojos.

No es lo mismo dormir
en el dulce follaje de tu pubis,
o inhalar tus labios que fuman historias
de amantes que no se esconden.

Un gesto, una sonrisa de tu ombligo
vale mas que mil palabras de amor…



Tamanixnit/ Sueño

Tamanixnit

Minkilhpín
xakawa minkilhpín,
xtachaná puchuchut
antaní kgotnan jun,
sikulana puchuchut.

Mimpixni
xununit mimpixni, tsiyuwa
antá maminit xtiji xekg,
xtachaná xatiji xanat
akxní kaxkgakgay.

Mintsikit
xtachaná taxkat ktlimink
klakapatawakay mintsikit
xtachaná lakum tatstiwitnan laxax
kxakgán kiwi tasiyú mntsikit.

Mintamputsni
lilakgapatsa xununit mintamputsni,
xtachaná tuxtuná tasiyú
kmaklakaskinan kkakiwín,
kmaklakaskinan kkintamanixni.


Sueño

Tus labios
tus labios húmedos
pozo redondo donde bebe el colibrí
pozo bendito.

Tu cuello
tu cuello empapado
un largo camino dibujado por la baba del caracol
una vereda de flores al amanecer.

Tus senos
cántaros de miel colgados en mi rostro,
un columpiar de las naranjas redondas
sobre el árbol imperecederamente enamorado.

Tu ombligo
placenteramente húmedo,
un manantial recién eyaculado,
una urgencia entre los matorrales de mi sueño.



Kintsikan kataxawat/ Madre tierra

Kintsikan kataxawat

Wa tsutsokgo litampachi
wa makgtakgalha lamatat,
wa tampatawalay likan
akxní wakán pa’pa’.

Wa paskat kataxawat
laksaka xalichanat talhtsi,
wa tachiwinán kimpuchinikán,
xmalana makgalanat.

Wa puway litaxtuy
akgchapawaliy lilakgatayan,
matsikiy latamat,
wa tiyat xaxlipan tokgoná.



Madre tierra

Es la faja roja
la que protege al feto,
la que sostiene el alfiler
en la noche del eclipse.

Es la mujer
La que selecciona las semillas,
la que conversa con los dioses,
la patrona de la fertilidad.

Es el plato de barro
con la ofrenda en el altar,
es el florecer de la vida,
la partera perpetua.



Xa paxkiná paskat/ La amante

Xa paxkiná paskat

Xa paxkiná paskat
wanti ka putsú xkgan
wanti tampawí xlitampachi
wanti makglhuwa tatampaxkuta
wanti nikanalaniy pa´pa.

Xa paxkiná paskat
wanti lipekwa lakgapalakán
wanti makgat tsisní latamay
wanti mitliklh yawalh kuxi xapatam
wanti lekgamanalh xaxnekgni xanat
wanti nikanalanilh xpa´pa
wanti lakum spun kkiwi kgostaktalh.

Wanti nikanalanilh pa´pa
wanti aktawalalh xpipilekg
wanti kxtampin kiwi paxkinalh
wanti kkatsisni akgtsankgatamalh
wanti kkiwi mawakalh xlilakgapaskan
wanti stlan litlilh xtatlinkan
wanti jala jala lapaxkikgoy.

Xa paxkiná paskat
wanti pilam litaxtulh
stlan lip lip kgoslh katsisni
wanti akgapixtilh tlanka kiwi
wanti liya liya lakawakxilhka kwalhten
wanti nilakgatilh tapuchakgán
wanti nilakgatilh takgokgán.

Wanti nikanalanilh pa´pa
wanti likanalalh lakgtaxtut kkataxawat
wanti maksluntulu paxlh kkgalhtuchokgo
wanti lapaxkit limatsamalh akgsawat
wanti kxmakni malanalh
wanti nikuxmukgaxika
wanti makglhuwa aktalamika.

Xa paxkiná paskat
wanti nilakgatilh xatsutsokgo litampachi
wanti nitampatawalalh likan
akxni xwamaka pa´pa
wanti nimaktawalalh xmasekga jun
lakampi nitlanka nastaka xtsikit
wanti ni katsanawalh akxni paxkinalh.

Xa paxkiná paskat
wanti ni pekwanilh kitlam
wanti aklhtatatamalh kjutsutsu tawán
akxní xtalaakgapixtinit xtalapaxkin
wanti limatsamalh latsukat puxkga
wanti paxkinama lama, paxkinama
wanti stlan litakxatayay lapaxkit
wanti kgalhkgalhinan klhkganatiji
wanti xtey kgalhkgalhinan.



La amante

La amante
la de las enaguas cortas
la de la faja enredada
y mil veces desenredada
la que no creyó en la luna.

La amante
la mil veces nombrada en el pueblo
las mas húmeda y nocturnal
la que provocó la erección de las mazorcas
la que jugó con las flores marchitadas
la que ignoró la sangre de cada mes
la pájara que bajó volando en el palo.

La que no creyó en la luna
la que se colgó una mariposa en el cabello
la que amó bajo la sombra de los árboles
la que se fundió con la noche
la que dejó su huella abrazada en el árbol
la que supo interpretar
la canción de los gemidos.

La amante
la que se convirtió en luciérnaga
la que voló por las noches
y se colgó en los brazos de los árboles
la que prefirió mirarse mil veces al espejo
antes que lavar los trastes
la que no quiso procrear.

La no creyó en la luna
la que supo que el paraíso está en la vida
la que optó por bañarse desnuda en el río
la que llenó de amor el cántaro
la que se sintió dueña de su cuerpo
la que jamás se dio golpes de pecho
la que tantas veces le aventaron piedras.

La amante
la que se negó a usar la faja roja
la que no se puso el alfiler
durante la noche del eclipse
la que se negó a colocarse el nido del colibrí
para que no le crecieran los senos
la más inmune a los espantos
la que amó sin dolor.

La amante
la que no tuvo miedo a los gusanos comesenos
la que durmió en las hojarascas
en los brazos de su amado
la que llenó de besos los barrancos
la que prefirió vivir amada, amando
la que espera en las veredas
la que sigue esperando, vestida de amor.



Kintachiwín/ Mi lengua

Kin tachiwín

Kin tachiwin
stlan xa chiki xanatla talakapastakni
stlan xatiji kintankgaxekga
stlan xputlawan kinakukán.

Kintachiwín
niwa talhtsi xa tamakgán 
niwa xaskakni tawán,
niwa xtalakgtsakga chichí,
niwa xaakskaktamán tankgaxekg.

Kintachín
stlan lapaxkit kkaxawatni
stlan xtatasa sakgata akxní lakachín
stlan xaxanatla xtijikan xastaknán ninin

Kintachiwn
xtachaná xakgan kiwi, xanaj
xtachaná xputastiwitnikán lakgskgatan
xtachaná chu tu likgalhkgasa kinakukán
kin tachiwin, kintachiwín
wa xmalakatsikina kilatamatkán.



Mi lengua

Mi lengua
es un poema de cuatro paredes,
un camino hecho a base de raíces,
un puente para llegar al corazón.

Mi lengua
no quiere ser una semilla abandonada,
una hoja moribunda
masticada por los perros,
una raíz expulsada de la madre tierra.

Mi lengua
es un acto amoroso en el maizal,
un llanto del recién nacido,
un camino de flores de los muertos vivientes
es la cuna de mis ancestros.

Mi lengua quiere ser una rama,
el columpio predilecto de los niños,
la tortilla que alimenta el corazón vacío,
mi lengua, es la madre que me vio nacer.



Ciudad de México.- En Puebla existen más de 200 mil hablantes de totonaco y sin embargo está en riesgo de desaparecer. Ante este contexto es necesario que los escritores indígenas, por medio de la poesía y la literatura, rescaten y preserven esta lengua que es única en México, porque habla desde y para el corazón, enfatizó Manuel Espinosa Sainos, poeta indígena que participó en el ciclo La Primera Raíz. Literatura en otras lenguas de México.

En la charla, realizada este miércoles 13 de noviembre en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, además del poeta totonaco participaron Juan Gregorio Regino, director de Desarrollo Intercultural de la Dirección General de Culturas Populares del Conaculta, y la escritora Elena Poniatowska, (Premio Cervantes).

Elena Poniatowska destacó que Manuel Espinosa Sainos es un poeta sobresaliente que escribe versos memorables, pequeños, dulces y sorpresivos, que bien pueden verse “como cantos preciosos para el alma”.
Añadió que el trabajo del poeta totonaca muestra que en el mundo nada es perverso; es un escritor amoroso de las parejas “y que celebra a la que jamás se dio golpes de pecho, tantas veces recibió pedradas, a la que no tuvo miedo a los gusanos come senos y que durmió en los brazos de su amado sin importarle nada: la amante”.

Durante la charla, el indígena leyó al público dos de sus poemas inéditos, primero en totonaco y después en español: Cantando bajas del árbol y Los muertos hablan de amor, este último el más celebrado por el público.



Lichiwinankgoy lapaxkit ninín / 
Los muertos hablan de amor


Lichiwinankgoy lapaxkit ninín

Lichiwinankgoy lapaxkit ninín,
listakgwanankgoy kiwi xmakniliwaykán,
lichiwinankgoy likaxtlawan kgalhpuxum
tipalhuwa xlatamatkan ti ka tsekg lapaxkikgoy,
wa kgalhtuchokgo tu puntanukhgoy
chu skakkgoy xlakata tamastanikgoy
takgayawaní’.

Lichiwinankgoy lapaxkit ninín
ni akxniku niy xnakukán ninín,
tatliwakglha kxpulakni kataxawat,
xlakata wa lapaxkit luxaxlipán.

Lichiwinankgoy lapaxkit ninín,
lapulakgoy makgwananín,
likankalay talakgxtamit putaknun,
tachayawakgoy latsukat
kxa kamankgan kakapeni,
kkapuxkga chu kjkasekgnán.

Lichiwinankgoy lapaxkit ninín
mitliklh tayakgoy xpaluwa kataxawat,
lhkuy xtikit tu tamakganit kkakiwín,
pusiwikgoy kxnujut lapaxkit,
wa ninín mapixnukgoy tapixnu talakapastakni,
nilinipatankgoy lantla xakstután takgxtakgtamikgonít.



Los muertos hablan de amor

Los muertos hablan de amor,
de sus carnes resucitan árboles,
cuentan miles de historias
las cruces de cempoalxóchitl,
de los amantes clandestinos,
de los ríos que penetran y se secan,
de los que se entregan al mar.

Los muertos hablan de amor
su corazón nunca muere,
late en el vientre de la tierra,
porque el amor es perenne.

Los muertos hablan de amor,
deambulan los deseos,
los panteones huelen a sexo,
evaporan los besos
en la humedad de los cafetales,
en las barrancas y en los platanares.

Los muertos hablan de amor
se erectan las lombrices de tierra,
arde el petate arrumbado en la fosa,
sus venas tejen caricias,
le ponen collares al recuerdo,
los muertos se niegan a morir abandonados.






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MELBIN CERVANTES [19.439]

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Melbin Cervantes

Cancún, Quintana Roo, México 1991. Ha colaborado en revistas literarias digitales como Sak-ha de la Escuela de Escritores de Yucatán, Bistró Magazine, literatura y poesía y Válvula Magazine. En 2015 obtuvo mención honorifica en el concurso de poesía Flores a Cozumel, y en 2016 segundo lugar de Narrativa Memorias de Una Isla. Autor de Las huellas que dejó el silencio (2016). Actualmente radica en Cozumel.



Adán silbó
Eva no estaba
Adán fue feliz.


OLD MAN

La vida es breve
y mis plegarias son inmundas.
Escúchelas aquel
que pueda oírlas…
Un compañero me ha dejado
y a esta tierra soy ajeno.
Hacia donde me dirija, hay un dedo
señalando con escarnio el camino
que me conduzca fuera de su patria.
¿Pero, a dónde podre ir siendo viejo?
Mi compañero era joven y presto
a socorrer mis necesidades…, mas ahora,
si camino, los huesos me atormentan,
lo soporto, pero quién me alimentará.
Pues cuando ando lo hago para rogar;
para apelar con fe a la magnanimidad del hombre.
Oigo murmullos; mis ojos aprecian sombras,
mi cuerpo recibe escupitajos y empujones…

 

Morphée

Me ha secundado la mirada tuya
a lograr soñar como un plácido
infante, al caer en mi memoria
aquellas pupilas fascinantes.
Aun lánguido, febril, y agonizante
hallase mi cuerpo su estancia
en el mundo sofocante;
siempre en el onírico palacio
mi esperanza se aferrará a tus ojos.
¡Así que no tardes más en completarme!
Cómo sombra fiel te seguiré hasta el borde del río Nepente
y aunque me obligues a sumergirme en él, jamás te olvidaría.
Arden unos verdes leños,
en lo que inició como un benigno sueño.
De repente, en la cabaña de mis suspiros donde mohíno y calinoso
se volvió el entorno: brotó una espesa bruma de infortunio y de despiadada negrura, que mandó en contra mía
a unas extrañas sombras; para acechar con saña a mi alma trémula y abatida. Pero la penumbra se quebrantó…
¡Y, triunfante! ¡Triunfante! ¡Triunfante!
¡Llegó el sol a encantarme!
Oh, sinfónico y beneplácito sonido…
Aquel ígneo coral hizo su llamado y con ansias, ahora le he respondido:
Te ruego bella mujer que urjas tus pasos.
Ven a limpiar mi faz que está en llanto.
Ven a desatar los gélidos lazos
que frenan a la mártir ventura que en mis manos
se resguarda con celo santo.
Que tu piel fresca conceda la salud
a mis heridas, y tu frente se corone
de las flores más hermosas, de aquellas
que se acuestan sobre los rosales
y por los nardos son perfumadas,
las que enjoyan soberanas al prado
de la siempre menospreciada gratitud.
Que el brillo de mi cara la tuya sonroje;
y tus caricias enciendan a mis mejillas y las ataduras arrojen
en el abismo devorador de los mares.
Pero a pesar de toda amada benevolencia
que tan sólo con la autoridad de los sueños
puedo yo recrear.
Qué sea deseo de Dios que nunca en tierra
de Morfeo me puedas besar.
Que nunca imploren tus sonrosados labios a los míos, que tan secos, fantasmas que deambulan, son ya.
Aquellos despojos míos; tu boca jamás toquen, porque si no, lo más terrible sucederá…, pues, cuando tus pétalos labios me rocen, tendré, maldito Yo, que despertar.

 


Las huellas que dejó el silencio (Ediciones O, 2016) es su primer libro.

 
AL NACER SENTIMOS el ahogo
y el presagio de un vacío
para declararnos la semilla
de la Salamandra.
Las raíces pulverizadas nos perfuman de luto,
el cielo se va aclarando ante nuestra visión,
apenas polvo, y no creemos en el final de la vida.
Tanta claridad es misterio, una mano luminosa
que no asimos para guiarnos.
Somos el espejismo de lo cincelado por el aire, por un hechizo,
del cual no podremos huir, y continuará golpeándonos hasta
derrumbar nuestro espíritu.
Somos apenas de polvo, y deseamos acallar el más
armonioso canto de los cuervos.
Apagada lámpara, en el olvido de la noche, es la esperanza.



SIGO LAS HUELLAS QUE DEJÓ EL SILENCIO,
atiendo en suspenso las voces de la playa
que llamean entre el fuego líquido del Caribe.
Es Leviatán quien desea jugar en estas aguas,
trayendo cantos y sollozos.
La gran serpiente baja sofocada de los muros
blanquecinos del cielo,
conmoviendo la marea; en su vientre,
nacen de espuma: golondrinas blancas.
Veo caras en la linfa agitada de los cangrejos de pardo flabelo,
devorados por la clara serpiente.
Soy tan sólo un rostro de brillo que dura un instante
en el vientre azul vertido en el mar.
Entre piedras y silencios, la oscura noche vuelve,
paseando un vestido de marismas y vientos,
la marea me regresa a los restos calcinados de la playa.
Puedo seguir buscando, el cuerpo derrocado del silencio.
Puedo, lo encuentro, agitando, borrando las huellas,
repartidas en la médula de la arena.




SALÍ AL ENCUENTRO de mi sueño,
porque era fresca y ligera la noche,
cuando el triste oro de la luna llena
cayó sobre la charca de mi mente.
Todo se agitó en el reflejo de los árboles;
entre sombras balbuceaban las lechuzas,
y las orugas murmuraron tras el paso de
las golondrinas.
Se encendió de pronto el paisaje con los ecos
de la floresta otoñal.
¡Sesenta watts, recorrieron mi cuerpo, abriendo
mis parpados aceitados!
«Bienvenido hijo mío, al bullicio citadino», dijo mi abuela de hojalata,
abrazando sus enmarañados circuitos.
Yo como androide he rechazado el «0» y el «1», para soñar con largos
caminos de translucidas montañas acariciadas por las manos de latón del sol. Sentir la frescura de aires sonrosados, en lugar de malditos focos de tungsteno; admirarme de las magras carnes de los salmones saltando en las cristalinas cascadas, en lugar de placas terroríficas de bronces que niegan de las saladas brisas del Atlántico. ¡Ay, el asfalto oxida nuestros pasos hacia la Libertad! Se han trastornado con electrónica basura los riachuelos de los tritones de mármol. ¡Heme aquí soñándome con corazón de humano!

Las huellas que dejó el silencio -


El lenguaje de la piedra

Sobre ríos que no cesan 
viaja el lenguaje. 
El castigo Agamenón es vestir de culpa.
Empapar nuestra frente de hiel
empujados por el frío de la noche
a un acantilado de pesadillas.
Comer el pan de la gangrena,
el beso árido

de la mortandad.
El jadear de los caballos es fuego latente.
Nos persiguen. Los jinetes y sus espadas.
¿Somos cobardes?
¿Habrá defensa para nuestras faltas? 

El lenguaje de esta piedra que tenemos
por corazón: sólo sabe nombrar
vitupera lo sagrado.
El castigo Agamenón es ser nuestra propia ruina.


Primera nota

Un rayo para destellar el horizonte
enciende este poema
que está colgándose del cielo
Mira la redondez del mundo
entre la cálida cortina de la lluvia.
El mar está tranquilo, y te dice: «Detente».
Te detienes y me detengo.
La espuma brinca hacia nosotros
bañando nuestros muslos
presas de los pantalones color caqui 
del trabajo nocturno en el centro comercial. 
Queremos desnudarnos, pero no nos creemos tan libres. 
Mis manos atrapan el canto de gaviotas,
lo guardan en tu templo de mármol
entre gritos que laten y golpean mis costados,
donde caen sobre la cama acuática
sin chapotear.
Hay algo demasiado confuso,
niebla, 
en el vaivén de los botes,
está dentro de mí
y no deja iluminarme. 
Me miras y me tomas de la mano
: «Algún día te compraré
un candelabro más hermoso
que la luna y las estrellas».
Hoy ya no estás más junto a mí.

 

*


En mi casa hay una zanja cavada
para enterrar al mundo.
Para protegerlo de sí mismo.
Las pupilas no pueden mirar
más allá del abandono. 
Solo se retuercen mirando 
a la luna blanca sabotear
el baile de las estrellas.
Adelanto unos pasos con miedo
y trato de tomar al mundo
pero es imposible moverlo,
de su trono de muerte
y de su sueño de guerra y profecías.
En mi casa hay una zanja cavada
llena de lágrimas.


*


El prólogo fue escrito con la voz creadora.
Con el estruendo de un frenético toque de timbales,
que renacen en las resonantes fanfarrias.
Clama maravillado mi corazón a los sentidos
como el mayor de los truenos que crece
y decrece entre las nubes, se agita la celeste esfera
y mis sentidos no lo creen.

¿Qué es aquello que me sorprende?
Una palabra…
Para que ahora el ave vuele hacia perderse en el alba.
Una palabra… y ahora boquiabierto aplaudo a lo que me rodea.
Una palabra… para que mis ojos vean absortos a la inquieta Natura.

Una palabra… y fue la vida.







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ÁNGEL FUENTES BALAM [19.440]

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Ángel Fernando Fuentes Balam

Mérida, Yucatán. México. 1988. Director de teatro, escritor y actor. Egresado de la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Autor de los poemarios: Melodía tu engranaje quieto, y Cruóris o la rabia que fuimos. Ha publicado en las antologías  “Pyramid” U.S. Poets in México, NYC., “Small Claim of Bones” Cindy Williams, University of Southern Maine, “Cuéntanos tu locura” Ediciones Arriba del Pegaso, “La memoria de los días” Ediciones O, “Dramaturgia Express I” SEGEY. Ha sido colaborador de cuento, dramaturgia y poesía en revistas como “delatripa”, “JUS”, “Almiar”, “Sinfín”, “El mollete literario”, “Círculo de poesía”, “Río Arriba”, “Ariadna-rc”, “Morbífica”, entre otras. Ha trabajado como maestro en artes en escuelas privadas y públicas, así mismo como profesor de teatro y creación literaria en el CEAMA Yucatán.




LA NOCHE NO TIENE BRAZOS

solamente espuma
que arrastra las últimas vacilaciones de mi cuerpo;
soy ola que golpea el gran peñasco de la soledad,
erosionando su piel, su angustiosa capa de caídos
dientes que recogió de mis soñares hoscos.

La noche no tiene brazos que sujeten mis hombros ni mi nombre,
carece de manos que acaloren mi pelambre. Entre sombras
intento asir el volumen de una garganta que siembra
un antiguo horror entre los hombres con su grito 
de impiedad y lumbre. 

La noche no tiene brazos que sostengan el mundo, 
ni dedos para hacer la cruz.
La noche no rodea, materna, mi espalda rota.
Los perros aúllan plegarias para extinguir la luna.
Entre amasijo de uñas y arena conservo las caricias de la noche.
Nadie rasga los vidrios de mi habitación o mi opaca faz.
Yo recuerdo cuando le amputé los brazos: quiso amarme.



PESTILENCIA

Álgida penitencia tendrán los amorosos,
caracoles en cuyo laberinto sufre hambre
los niños del sueño,
cuando el aliento del diablo reconstruya la arboleda muerta,
desde sus sangrientas raíces hasta el fruto del saber.
Las estrías de la tierra son canales donde violenta pasa el agua,
arrastra pueblos y héroes, canciones fundacionales y encíclicas,
animales domesticados, huertos, corazones que anochecen…
Y en esa inexorable furia los cuerpos
luchan para no decirse adiós.
¡Malditos los que se funden en secreto!
En vano intentarán resistir la tormentosa vejez.
Esta vida ruge como perra pariendo camadas de alfileres,
debería arrebatarlos en un torbellino de vergüenza y sal,
caracoles en cuyo laberinto sufren hambre 
los niños del tiempo.
Entre serpientes y lenguas nuestra piel madura,
sólo para cubrirnos de la miserable llama
que nos habría convertido en dios. 



ÓRBITA ERRADA

El camino sigue ahí, pero no vuelves. 
Te ata el futuro, la cara grotesca
de los antiguos amados. Y los ojos
de tus muertos 
se encienden
como hoguera.
Deseas arder, levitar ceniza
hacia la inútil tierra que te vio nacer.
Olvídate de rechazar el cáliz, 
dios no apartará tu sufrimiento. 
Dirígete a la más furiosa estrella
y estalla.



PRIMER MOTOR INMÓVIL

Ya no hay respiración. Detente,
evita que giremos. Duerme
a cada bestia, a cada raza.
Ya no compartimos el aliento,
ni siquiera bebemos de la misma copa.
Hemos apagado el cirio
que honraba a nuestro dios.
Calma la vegetación y el mar de antes:
detén la maquinaria del planeta,
la expansión de la noche.
Acaricia el segundero: que no avance.
Debe todo ser sigilo,
cuando llueva,
cuando lleve
mis vidriosas manos a la cara,
sin decir palabra alguna
mientras pasas el umbral sin verme;
como si no hubiésemos sido
el motor de todos los principios.



ARIADNE OCEÁNICA

A mi hija, Luz Ariadne Fuentes Leyva.

Caí en el mar con las alas chamuscadas por el sol,
y profundo laberinto de ojos, me hizo hombre.
Una estampida de blancos elefantes
se extendía arriba del océano, surcando las montañas;
allende brillaba la ciudad fantasma que yo era,
vibrando hasta el infierno con sinfonía furiosa
que ninguna oreja oyó.

Y podía tocar las bestias de vapor, soplar la niebla
que se surge del aliento en los amantes rotos,
subiendo a la estratósfera e infectando el mundo;
amasar la campesina tierra cual si fuese barro simple,
curar la verde herida
de la madre, destrozar al antojo cada reino
en este valle
                     sin eco.

Todo fue minúsculo. Fui aquel dios que juega
a matar sus criaturas y reír al acto
para no llorar de soledad.
Navegando las constelaciones de la sangre,
de la ira y el amor, fruto de silencio
vuelto carne adusta que en el vientre se revela,
naciste con la muerte del invierno:
el frio has erradicado,
colocándote en lugar del astro rey.

Será entonces que podrán sobrevivir mis alas,
ya que tu calor
                          anima;
vierte en la naturaleza un hálito de magia
desde las microficciones de las mariposas hasta
la gran cumbre del Vesubio que extraña a su Pompeya.
Sé que mi corazón es un volcán
al que tus olas apagan dulcemente;
bastaría una gota de tus ojos
para extinguir mi sed, hasta que muera.
Respiras…
                    respiro…
Tu madre emocionada nos escucha.
Sabe que inhalamos el goce perpetuo de la lluvia,
que exhalamos nuestra pena para distender la piel;

ella y yo
somos manecillas de un reloj divino
cuya última hora
serás tú.

Endeble Atlas, cargo el mundo:
los árboles me susurran en la nuca
canciones que entonaré para que duermas;
los ríos escurren por mi espalda
y se evaporan al contacto
con las ardientes alas que me regalaste
luego de caer.
Me ofreciste un esqueleto nuevo y tibio,
músculos resistentes a las dentelladas de la vida
y este par de alas de fuego.

En ti convergen estrellas meridionales y boreales,
la energía de los polos, hielo eterno y magma puro;
además en tu saliva nadan las ballenas,
los gigantes calamares
que se tragaron mil antiguos barcos,
las tortugas de caparacho diamantino,  
algunas sirenas del tamaño de mis dientes,
que, dentro de un nautilus,
edificaron un castillo en espiral.

Eres el centro de los centros ceremoniales,
el núcleo que regula el giro del planeta
–eres el agua en el cuerpo de sus pobladores–,
y la inmensa luz que hoy lo recubre.

Acaricio el lomo de aquellos blancos elefantes,
participo de tu grande estancia, de tu primacía;
me conviertes en dueño de la nueva creación:
este sublime sostener el universo
con mis dedos de niño atribulado
y –felizmente– en lacrimoso acto
alzar el vuelo, rebasar el laberinto,
fundirme, hija, en tus radiantes olas,
besar tu frente y con dolor paterno
hacerme, en la caída sin fin: hombre.  

 



El núcleo

Soy tu cuerpo,
pulso en los órganos disonantes,
recorro tus arterias en navío endeble,
me fundo con la grasa que promueve
las redondeces con que castigas
el ansia de los hombres.

No puedes negarme. Te he vuelto mujer
estableciendo en tu ácido primordial mi reino.

Desde dentro comienzo a expandirme,
baño tus sistemas;
mi semen se disuelve a nivel celular:
te vuelves
mi hábitat infinitésimo.

No puedes negarme. El virus que represento
pone en marcha la máquina angélica
que cargarás hasta la tumba.

Me nutro del calostro desde la glándula,
soy pura sensación y afirmación de vida.

No puedes negarme. Cada latido y movimiento
es obra mía.
Recubro tus óvulos con calidez de padre,
fecundo cada uno de ellos: Legión
será mi nombre cuando de tu vientre
sea expulsado sin alegre espera.




Fénix

¿Y si tus cenizas generan a mi fénix?

Vi en tus ojos el apocalipsis y me pareció cosa de niños,
reiteración de que mi materia oculta un alma-sin-pelo
dispuesta a todo con tal de ser esclavizada: así de jaula tu boca,
así de corazón-asteroide extinguiendo mi fauna;
pero la presea no es tu cuerpo, sino el diluvio desatado
cuando desapareces en la noche
dando pasos que no puedo rastrear con la tristeza,
y honda regresas a las burbujas del abismo.

¡Jamás fue para nosotros el veloz albor de la mañana!

Podría adueñarme de tu cráneo como quien conquista país débil,
reducirte a un montículo de libros quemados. Grito,
me asalta la pregunta: ¿y si lo engendrases?
¿Si volara magnífico con sus alas ígneas y abriera del celeste
una herida roja y sea tu sexo y que lloviese,
alegrándose los pistilos, los tridentes, voraces falos
consuman al mundo-sueño, el inmundo súmmum bonum;
y mocosos parricidas nos asieran como peones de ajedrez descoloridos:
vuelquen esta dimensión, hambrientos de entropía,
llegue el fin del universo, caigan tus cenizas
otra vez el fénix, la herida, tu sagrada raja llueva,
alimente los vergeles, el núcleo de la tierra bombee magma
a los árboles-verga, eyaculen gases abrasivos y un verso explote:
llamas, ojos carbonizados, huesos que burbujeen negros mares
donde la tristeza no te alcanza, donde se pierde el objetivo de alma-sin-pelo,
y nuevamente tus cenizas y el fénix y un grito para desarticular la eternidad insoportable,
la eternidad de la pregunta, la única pregunta, la preternatural cantinela del ser:
¿Por qué no puedo habitar tus ojos? Quisiera arrancarlos,
lanzarlos a la hoguera que devora mi pecho, reducirlos a ceniza,
¡ceniza-fénix, ceniza-fénix, ceniza!

Éramos dos niños puros antes de tocarnos,
daría todo por que seas mi gemela y ardas en el vientre de ti misma
hasta incinerar toda posibilidad de volar juntos.




Ariadne Boreal
 
Sé juiciosa, Ariadna…
Tienes orejas pequeñas, tienes mis orejas:
¡Mete en ellas una palabra juiciosa!
¿No hay que odiarse primero, si ha de amarse?…
Yo soy tu laberinto…
Nietzsche
 
I
 
Recorro el laberinto de tus ojos,
mineral explotando hacia la tierra.
Viajo, laberinto de mí mismo,
a un triste páramo de espejos excluyentes.
Caigo en el drenaje de las ecuaciones
                 inamovibles,
preso de una sonoridad pretérita
en la que habita Ella encapsulada,
oruga asfixiando mi garganta.
Deslízase hasta el reino de mi pecho,
instala su acre absolutez sobre la arteria
principal del corazón.
 
                                    Ariadne,
yo no soy el héroe que esperabas.
No emergí glorioso
                                  asesino legendario
del Minotauro.
                          No tejiste para mí
el hilo de plata, ni otorgaste
la corona
                de luz
para resucitar hacia lo externo.
 
Yo no navegué fiero y constante hasta tu isla.
 
El amor dilatado no brilló en tu seno;
ni siquiera tus manos dibujaron el espacio
en el cual pudiere estar mi ausencia.
           No soy aire,
cada partícula se diluye mía,
se oprime hasta constreñirse,
traga su propia esencia:
                                       Desparece o se esparce.
 
El cuerpo va secando
(el cadáver se impone),
adhiérense a él los gusanos del tiempo;           
gusano será cada caricia,
los besos habrán de triturarme,
arrancará mi piel esa palabra
y de la no existencia, la carroña me instituye nuevamente.
 
Desierto soy.
Derramo en dunas la arena.             
La amargura expandida
                                         revuelco.
Soy un cerdo que se unta en sí mismo.
 
                Arremolino
una melancólica sustancia
grano por grano.
Molécula a velocidades espantosas.
La materia explota oval:
                                        Furioso y lacónico mercurio.
 
Soy inmenso cuando te lleno de mi cuerpo,
feroz marejada que se estrella en el útero.
Palpita mojada la carne,
                                          es dócil. Me ilumino.
 
Convulsiono y  me agiganto
vomito la semilla del ser nuevo.
 
¡Ah, que te intoxico del ajenjo!
 
Las paredes de tu cueva se corroen,
lloran estalactitas prostitutas.
 
He dejado mi espíritu
por mil años adentro.
 
Mi semen se esparce en la galaxia
cuando eres polvo de tu polvo,
olvido del olvido,
madre absoluta de la nada.
 
Mi semen cae blanco y puro;
cae en la boca de Dios, él se lo traga.
Dios se come a Dios.
El circuito jamás debe interrumpirse.
 
Somos dioses con los ojos tristes,
guerreros cuyo nombre ha sido erradicado por los siglos;
esperamos la frontera del sueño, en línea oriente horizontal.
Legañosos concurrimos día a día tras los buses;
caminamos iguales, vestimos igual,
sufrimos por las mismas cosas.
 
Todas las naciones son solamente una:
El país de las lágrimas perpetuas.
 
                                                        Ariadne,
déjame ser tu esclavo,
ser el tigre extraño que acaricias sin miedo.
No cantemos jamás como el cuervo deforme de la vida,
no seamos iguales a nosotros mismos.
Tú y yo guardamos el secreto de todo lo que existe,
                        allí,
en la íntima ribera del sueño compartido,
navegando el cuerpo de otro siempre,
hundiendo el ancla, herrumbrosa y oxidada, del deseo,
en la piel de nuestro amante.
 


II
 
Ariadne,
                 no soy fuerte.
Desde el copo más estúpido estremezco.
He aquí, el hijo de la lluvia.
Tapo mis vergüenzas con las nubes neonatas,
mas pronto son despedazadas por el viento.
Y mientras más honda la respiración se vuelve
más asentado es el abismo:
Agarra mis pulmones como una lechuza
que en las noches sale a manifestar su orgía primordial,
rasguñándome intestinos y organelos.
 
Es la hora cuando soy más real que la que sueña,
el preciso instante donde comienza la mañana:
Abres los ojos Ariadne, soñabas mi forma.
En la estructura de tu pensamiento artífice,
respiro, nazco y transfiguro.
 
Despertar siempre es el infierno
de todos los dolientes.
Y si tú despiertas yo me extingo
como hoja caduca en la fogata,
como el oscuro final de una tragedia,
como bolsa de plástico en el aire,
como un enfermo de cáncer terminal,
como un caracol que ha construido hacia el futuro
un amante de sal,
como el cadáver de un toro en la sequía,
como la aguja de un camello,
como el ojo de las moscas,
como el óleo sublimado,
como el sentimiento de ser capitalista,
como cáncer de Hugo Chávez,
como un bomberman musulmán,
como la onda luenga de las lenguas que se dan el lamentable beso del adiós.
 
Ariadne,
cose mis intestinos.
Haz con mis enamoradas tripas los cabellos de una viola,
que toque ésta
el réquiem de nuestro esfumado idilio.
En auxilio Euterpe cante
a nuestro laberinto sin cabeza,
                                                  ni comienzo;
pues desde el principio
—cuando los dos éramos esperma—
estaba ya trazada la línea torcida y rigurosa
en la cual convergerían los caminos más indispensables
de la asquerosa materia de mi alma y de tu cuerpo.
 
Esto ocurrió desde la conformación del universo:
Las nebulosas se expandieron ferozmente,
el polvo estelar licuó maravilloso los planetas,
galaxias chocaron milenios brutales y sinfónicos;
una oscura materia magnetizó la energía total.
Se hizo en la negrura, denso,
el horroroso número de lo posible.
 
Fue separado el abismo de arriba del de abajo.
Surgieron las montañas gimiendo desde el seno espantoso de la tierra,
lloraron océanos pesados que aplastaron los volcanes,
crecieron de lepra biosférica los troncos capilares,
se partió la vulva de la corteza sangrando
la creación.  
Los continentes consolidaron sus figuras misteriosas.
Donde fue bueno se formaron los glaciales solitarios,
el desierto,
los manglares,
los pantanos,
el bosque frío de coníferas,
la costa abierta,
los ecosistemas albergaron  multitud:
Florecieron abejas,
melenó el león;
los corderos alzaron el hocico al cielo,
los pájaros buscaron jaulas,
el cervatillo huyó de todo silencio,
los peces se mordieron la cola,
los mamíferos gigantes se regodearon de su imperio,
reptiles inauditos colonizaron Eurasia…
Surgió el homínido de sus parientes velludos,
de las ramas protectoras descendió a las piedras.
Batalló consigo mismo, venciendo esto el Homo sapiens.
De su costilla fue arrancada la hembra.
Y vió Lucifer que esto era bueno,
y vió Lucifer lo necesario.
 
Caminó Bering y Japón:
Extinguió en su paso, gigantes y bestias deformadas.
En un momento de la historia se emancipó de sus hermanos,
pobló África y América.
Se lanzaron canoas a la redondez suprema de este mundo.
Nació la rueda, el fuego, las hierbas procesadas…
Surgió el trabajo de labranza.  —Hemos de comer
aquello que nos brinda Pachamama;
construiremos chozas que nos protejan de la lluvia;
algunos animales hay, que servirnos pueden de alimento.
Este espacio es propicio para quitarnos el prepucio
y sagrados,
                  limpios, serviremos al Dios Sol.
—Alzaremos piedras,
                                   edificando templos y
                                                                        pirámides sin cúspide.
—Hemos descubierto la sagrada geometría.
—El arte será nuestro legado.
—Aquí comienza nuestra historia.
—Nos separaremos en reinos porque en nadie podremos confiar;
sólo hablaremos con aquellos que comparten el lenguaje,
los demás son extranjeros.
 
Cada reino será elegido por su Dios
para destruir los otros.
Después llegarán mil años de oscuridad
y al terminar esos mil años
la bestia otorgará sabiduría al hombre:
Le dará la enciclopedia,
surgirá la medicina,
la música antimonódica,
se diseccionará el cuerpo del hombre
y entenderá por fin, que nuestra forma
es el circuito donde corre la sangre que antes ofreció.  
 
Construiremos máquina tras máquina.
La naturaleza no bastará para albergarnos.
 
¡Oh motor, alza entonces tu rugido!
Será suficiente con engranes y técnica valernos.
 
Llegará una era moderna
donde todo se rija por acero.
 
Sión será la ciudad más poderosa.
¡Energía, energía derrochada!
 
Chupamos las vísceras del suelo,
la torre de Babel ya es imparable.
El individuo es inútil,
la comunidad es la fuerza más loable:
Nos sostiene,
es la energía oscura que hala y mantiene los organismos como están.
 
En una comunidad olvidada y transparente vivieron nuestros padres.
Nos habrán traído al mundo en la cima del progreso.
Transitaremos en una realidad reducida y miserable, hasta el final de la niñez
que será cuando nos encontremos,
ponga el pie en tu hogar maldito
y recordaré que desde el principio todo estaba calculado.
Miré tus ojos levemente tristes,
acomodé la respiración ósea a tu boca inapropiada,
túnel donde cae Alicia en busca de la inmortalidad.
Hasta el vuelo de las moscas estaba delineado
para que tú y yo nos fundiésemos en una sola vibración.
Cuando tuvimos el orgasmo, explotó algo pretérito:
Big Bang donde se creó el instante mismo del orgasmo y viceversa y viceversa.
 
Así, condenados a nacer infinitamente,
nos separamos;
pero ya había caído en el laberinto,
en tu tenebroso laberinto.
 


III
 
Ariadne,
déjame ser la lluvia que se evapora cuando toca
ardiente piel, hoguera tuya;
quémense allá mis profanos pensamientos.
En la rueca inquisidora truene
mi cuerpo. Despedácense los músculos que sujetaban,
metiéndote la verga una y otra vez hasta acabar muerto.
Lance de humillación donde vencía el olvido
y la soledad que negra, venía y destrozaba
y nos volvía armar como títeres imbéciles.
 
Esa perra sensación de estar solos, incurable.
El vacío a vómito en el pecho,
pulso cordial intermitente…
Miro al espejo y veo el rostro de los muertos.
Nadie acaricia mi pelaje.
Comienzo a morderme los brazos y lloro,
caníbal tiemblo a lágrima ovoide.
Apagada la noche alcanzo a meterme
a un desierto incoloro donde habita única mi llama.
Extingue,  
quiebra el canto sustentado en frío de alguna luciérnaga,
aniquilada ceniza que se quema en ella misma
hasta encontrar la partícula final y es laberinto.
 


IV
 
Ariadne,
               ese gusano
recorre el laberinto de tus ojos,
dáse cuenta que no hay escapatoria;
ha sido diseñado para perderse,
para que el Minotauro a dentelladas lo tuerza,
explote en su pus
como el mineral hacia la tierra.
 
No ha sido esta la única vez que yo te he amado.
Fuimos Lilith y Adán.
¿Recuerdas?
Cargas en tu vientre el pecado original,
juega con tus entrañas para siempre,
tus intestinos son su laberinto:
Tu útero que no tendrá salida.
Allá permaneceré oculto y peligroso,
tristemente despedazado por el Minotauro del olvido
jamás saldré de ti,
seré la posibilidad eterna.
 
Duerme, perdido, amado hijo…
Seré el Teseo afuera que buscará darte libertad.
En los sueños más acres y podridos
habitaremos el sueño de los perros que parecen laberinto.
 
Ariadne,
quiero arrodillado dormir entre tus piernas,
ocultarme como el sol bajo tu manto…
Ariadne bella,
más hermosa que todas las diosas,
a ti dirijo mi plegaria.
No me oyes.
Nadie oye.
Estoy atrapado en esta maldita arquitectura,
surco su perímetro rondando los mismos caminos.
Desde que nací soy preso de la bestia,
no encuentro el hilo de plata.
¡Sácame Ariadne!
                               ¡Escucha!
Estoy indefenso,
                              perdido.
Deseo la muerte.
                              ¡Mátame ya!
Corro…
A toda velocidad las células de mi cuerpo estallan.
Las piernas potentes me alejan,
corro entre las paredes inverosímiles;
mientras huyo la piel cae,
los ojos hinchados bordean las cuencas,
siento el infernal aliento del Minotauro en la nuca:
Desesperado y violento se lanza detras mío,
sus pasos secos en la piedra me inspiran el más fiero terror.
Gruñe,
             flaqueo,
                            me he cansado de correr.
La fuerza en las rodillas desvanece,
avanzo porque no existe el mañana.
Me alejo del punto de origen,
allá donde la bestia devora a inocentes.
También lo traigo hacia mí,
en la periferia saludable para otros.
Soy la carnada,
salvaré todo lo que puede destruir.
 
Y corro y sigo corriendo
dando vueltas y vueltas al laberinto, como niño que juega a marearse
recorro el laberinto de tus ojos,
mineral explotando hacia la tierra.
Soy el gusano y el fénix,
la galaxia, el átomo.
Viajo al laberinto de mí mismo donde soy la lepra y la campana,
soy Teseo Minotauro travestido de Ariadna,
soy todos los rostros que he conocido.
El macrocosmos florece de mi espíritu noctámbulo.
A medida que corro, el laberinto se transforma,
se vuelve yo.
Sus callejones oscuros mis neuronas,
sus espacios repetidos, mi alma indigna.
Presto de mí, hará desengaño esta realidad.
 
He de crearte, Ariadne, en algún lugar del tiempo,
le he puesto nombre al reino mineral…
El Minotauro me rasguña la espalda,
corro y continúo corriendo hasta que el segundero deje su marcar.
 


V
 
El Minotauro me atrae,
corro sin salida;
todos los colores pasean en mis ojos,
los sonidos completos de la vida que viví,
de un tiempo las caras y las risas,
los llantos,
las batallas que peleé para llegar hasta la cúspide.
Oigo todas las voces que dijeron un día mi nombre.
Las palabras que escribí me ahogan,
la música creada resuena como himno lejano y liminal,
los elementos que he sido me renuevan.
Corro y corro y
el laberinto se ha vuelto todos los lugares que pisé,
las casas que jamás me han albergado.
Veo las tribus del mundo correr conmigo.
Los quejidos de la bestia me inflaman.
Ariadne, ayúdame.
Ariadne.
Corro:
el laberinto no tiene salida.
 
El
         laberinto
                             no
             tiene
 salida
 
Estemomentoeselmismoquefuesiempre
desdeeldíaquenacílapalabratuvo
suimperioenelcorazóndelos
terrestresqueunidosamí
cantaronlospoemas
mastristesdentro
delmundo
yosigo
corro
yo
 
Soy el espejo fractal de todo el cosmos,
hijo, padre, madre, la generación entera.
Los planetas girando en torno mío…
El aliento de la bestia en mi nuca…
Recorro el laberinto de tus ojos,
recorro el laberinto, son mis ojos;
explotamos como el mineral hacia la tierra:
en nuestro orgasmo primordial se expande la esfera celeste.
¡Ariadne, Ariadne acúdeme!
¡Ariadne, fúndete en mí como la aurora!
Disuélvete como la espuma…
¡Ariadne la bestia me devora!
Aunque eternamente huya,
el laberinto no tiene escapatoria.
 
¡Oh hija, amante, bestia, madre mía!
Ver impotente que te elevas
palpitando el corazón de nuestra raza,
en el último instante hacia el abismo,
cuando por fin retroceda el segundero.
Extiendo el brazo  —¡Todavía no te vayas!
Y lanzo el grito más feroz del universo
cuando llega de súbito el vacío.





.

ÁNGEL AUGUSTO UICAB [19.441]

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Ángel Augusto Uicab

Mérida, Yucatán; México 1988. Fue incluido en la antología de relatos #ESCRIVIVE-PLAYA (GRECA, 2016). Ha publicado en revistas literarias digitales como: REVARENA, FACTUM, Monolito, Cirrosis (Playa del Carmen), Bitácora de Vuelos, Caracol Azul (Cancún). Dirigió el círculo de lectura ‘Yaxcopoil’ para niños de primaria, de noviembre de 2015 a febrero de 2016, en la comunidad de Yaxcopoil. Desde marzo de 2016 participa en la revista ‘delatripa: narrativa y algo más’ con su columna La Memoria del Pájaro. Ha sido incluido en la antología Karst. Escritores de la península yucateca en 2016, compilada por Mario Pineda Quintal y Adán Echeverría




Libélulas

Alguien viene de noche
Y reemplaza mis ojos
Por un par de libélulas

Las libélulas
                       Mis ojos
Mis oji-libélulas
Besan el reflejo de la luna
En los espejos de agua

Y los cuencos donde pertenecen
Mientras tanto
Quedan vacíos

Mis oji-libélulas
No regresan
Hasta que el frío matutino
Casi congelas sus alas

Cuando retornan
Se posan pétreas
Entre mis párpados
Como si nada pasara.



Plenilunio

Sentado
en la cornisa
del tiempo
miro la flor
plateada
que se abre
en la noche.



En defensa propia

Aclaro que maté a la rosa 
no por sus espinas sino por bella

Tanta belleza 
no cabe en las manos
ni en los ojos

Tanta belleza
a veces duele
Duele en los pétalos
en las manos
en las pupilas

Por eso
la estrujé entre mis dedos
con toda la fuerza
con todo el amor que puedo dar

Lloré
lo juro
y en el llanto
brotaron pétalos
espinas
hojas
el sentimiento de alivio
que solo la muerte
de algo que amas
y duele
y se duele
puede provocar.



X-Tabay

Al caer la noche
la cigarra canta
un fuego baila lento
una botella de licor

X-Tabay, mujer hermosa
tu piel de lirio
tu pelo como la noche acaricia tus pies
tus pechos cerros voluptuosos

Siento el deseo ilícito de tomar tu carne
siento tus manos descubriéndome
siento tu olor a x´tabentún que me embriaga

Los tecolotes que tienes por ojos se reflejan en mis ojos
Mi sexo soporta el peso abrumador de tus caderas
como el peso del mundo
como el peso de todo lo obsceno
como el peso del gozo

Tus cabellos, látigos que surcan mi espalda
tus uñas, espinas que se clavan en mis hombros
tus dientes, pencas de henequén atraviesan mis labios

La noche me aplasta
deja caer su obscuridad sobre mí

Por la mañana
por la mañana el rocío de la ceiba
hormigas rojas brotan de mis llagas.



Cuando se acepta amar, se acepta sufrir

El amor:
son tus lágrimas
pétalos de rosa atardecer
que llenan el cuenco
que forman mis manos.




METAMORFÓSIS

Desenredas la madeja de mi lengua
Tejes con el estambre y mis pestañas
Capullos en dónde guardar mis ojos

Mañana al abrirlos
Serán polillas muertas.



NATURALEZA URBANA

Erguido en la acera
Bajo la soledad de un cielo gris
Los pies-raíces hundidos en el pavimento:

El árbol
Centinela del tiempo
Mece sus ramas cenicientas
Y el murmullo de sus hojas
Arrullan al zanate.



HE VENIDO HASTA TU CASA

No a suplicarte una mirada
Porque un cuervo te ha sacado los ojos

No a saber mi destino en la planta de tu mano
Porque en las líneas se dibuja otro rumbo

Solo vengo
A robarte los fragmentos de luz de tus recuerdos
Para romper el muro de oscuridad que se yergue en mi memoria

Me iré tan pronto
Llene este frasco de luciérnagas

Lo juro
Cerraré la puerta
No miraré atrás
Por temor a convertirme en árbol

No volveré la mirada

Me iré
Simplemente
Así
Como quien se va.



A LA SOMBRA DEL ÁRBOL

El cielo detrás de la rama
Lluvia de luz a través de las hojas
Las hojas bailan
El pájaro en su nido duerme
El viento canta

Una hoja se desprende
se contonea en el aire
cae
Se posa en mis labios

Intento guardar un haz de luz en mi pupila
Intento guardar el verde del árbol en mi otra pupila
Mi vago intento de ser pájaro
De ser tierra
De ser pasto
De ser viento
De ser árbol
De ser…
De ser  se va una hoja con el viento
Soy naturaleza y duermo.



LUGARES DONDE SE PUEDE ENCONTRAR 
A SATANÁS

1

Levanté una roca
Encontré sus cuernos
La terminación de su cola
En forma de hormigas rojas
De cientos de mordeduras en mi cuerpo


2

Partí un trozo de madera
Encontré sus manos
Aprisionándome las manos


3

Asoma en la mirada de un viejo
Cuando al pasar un par de tetas grandes
Siente un cosquilleo en la entrepierna

Una serpiente palpitante que muere
Luces neones que se apagan


4

Una rosa marchita
Entre las páginas de una biblia


5

En sus alas
La mariposa negra
Carga un rostro
Que esparce en polvo por todas partes


6

Bailando con tutú y zapatillas
En el estómago vacío
De un niño hambriento


8

Ya me lo habían dicho los que cazan mariposas
Los que se ocupan del oficio de hacer carreras con caracoles
Los expertos en el arte de hacer rabietas:

En la legaña de un perro


9

En la belleza de un niño
Dios ha pintado los rasgos de un
Ángel


10

Un topo rabioso
Dentro del coño de una puta.



SUELE SUCEDER


I

Que un jardín florece
Cuando un hombre y una mujer
Pronuncian que se aman


II

Que el amor
A veces
En el agua del tiempo se disuelve


III

Que hace eco el canto del gorrión
Cuando busca la preciada miel
En pistilo ajeno

IV
Que en las madrugadas
Cuando llora ella
Es una suerte de río que se seca


V y VI

Que la primera vez que la mano de él
Pájaro de mal agüero
Surca el rostro de la mujer:
Se forma un cardenal en su mejilla
Y ella en su pobre jaula
Es una especie de ave deshojada


VII

Y cuando él —cobarde y desesperado— le canta “Te amo”
Se lee entre sus labios
Una flor marchita.








.


DANIELA EUGENIA [19.442]

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Daniela Eugenia

Mérida, México 1980. Profesora de literatura a nivel bachillerato. Columnista en el portal de noticias Encuentro Digital. Practicante de yoga, y aprendiz de fotógrafa, escritora y editora. Ha publicado narraciones y poemas en portales y revistas electrónicas delatripa: narrativa y algo más; en la revista Arché (Colima); Diario del Sureste (Mérida, Yucatán), Blanco Móvil y Xilote (Ciudad de México), Agitadoras y Almiar (de España).


NUBES DE TRISTEZA

No, mis ojos no lo han visto todo
pero han visto lujuria, pobreza, tristeza y locura
Como la del que se masturba
frente los niños
o la de ese hombre niño,
que hurga entre basura
y ríe a carcajadas sin sentido

Sí, mis ojos han visto lo suficiente
como para no querer mirar más
a aquella mujer arrastrarse con su hijo en brazos
o al niño que en su espalda lleva
la labor de un hombre

Levanto la mirada al cielo,
las nubes pasan
cargadas de tristeza
descargando su fría llovizna sobre mis ojos



LA CARICIA A LA AUSENCIA

Yo lo sé
eso de no sentir nada, tener en vez de corazón,
sombras, rumores
olvidar el beso de despedida
qué más da.

No tiene sentido prolongar la caricia
la mañana empieza a clarear y las sabanas
 son frías

Yo lo sé
algo en la noche nos miente
nos hace pensar en un vago sentimiento olvidado
pero nuestras espaldas lo dicen todo
tan cerca y un abismo entre ellas

Yo lo sé
cuando todo es metódico, sombrío
y se besa la caricia sin sentir nada
Una noche quédate en la soledad de mi océano
seamos uno,
uno con la caricia, con el beso, actuemos,
y después, al despertar,
vivamos desde el abismo del olvido
vivamos sin saber el uno del otro
así, tan lejanos,
que si sabemos más morimos
que si leo en tus ojos un poco de luz, me pierdo.

Yo lo sé
es aún noche, mi ombligo cobija tus dedos complacido
hagamos,
hagamos como que somos uno
como que es lo cotidiano mi cuello sobre tu brazo
mi pelo haciéndote cosquillas en la nariz.

Ahora lo sé
lo siento, el palpitar de un corazón gris
perdido sobre unos pasos que hacen eco
en una calle vacía
de una mañana como todas.




UN SUEÑO CUALQUIERA

Sabes, el cuchillo que me regalaste
aquel para cortar nuestros medios días
ése de las tardes de asado
apareció en mi sueño.

Lo vi brillar entre algunos dedos largos
gastado y sin su poder común.
Doblado y tan suave cual hoja seca
se deshizo entre mis manos.

No pude detener las lágrimas.
¿Qué tonta soy verdad?
llorar por un cuchillo

Si, ése del pastel de cumpleaños
el que cortaba alguna flor violeta.
Que ojos tan cobardes los míos ¿verdad?
Pero sentí que te perdía
que te esfumabas
en ese polvillo de hoja seca.




NOTA SIN SENTIDO

Era navidad, quería dormir
me tome uno, dos, tres…
cuarenta y cinco somníferos
Todos celebraban y bebían
Pero yo,
no podía dejar de pensar en sus palabras
solo quería dormir.

Cuarenta y cinco somníferos…

Salí a la fiesta con la familia
tomé la guitarra, comencé a improvisar
dejando libre una nota vacía
sin sentido
Los recuerdos se disipan
como brisa cargada de tristeza

Era veinticuatro…

Me llevaron a tiempo
metieron tubos por todos lados
me lavaron el estómago
una enfermera dijo
¿Por qué lo hiciste?
mientras inyectaba
me quedé dormido





AL DESPERTAR TODO ES SILENCIO

Mis ojos brillan en la obscuridad de este cuarto, lentamente la luz que filtraba  por la ventana ha cambiado de tonos hasta ser noche. Tú duermes, no importa; eres secundario en este momento. Sin embargo te acaricio la espalda con la yema de los dedos, pero no existes, solo estás. Somos mi mente y yo en una guerra continua por mantener la cordura. Cierro los ojos, intento dormir, pero uno tras otro los pensamientos agitan la memoria.

Hilitos de sudor corren por mi cuello. Me fumo un cigarro. Es la una, madrugada ya; el ruido de la calle perturba mis recuerdos. Música, voces, yo solo observo esa ventana y pienso: las noches eran diferentes contigo. Podía decir te quiero, los sentimientos manaban de mí. He recibido contigo las mil dosis contra el dolor y mi ser es tan obscuro, como esta noche ruidosa y sin sentido, como mis frágiles dedos fríos acariciando una espalda irreconocible.




ANTES DE LAS TRES

La imagen de tu rostro tocó mi memoria
una noche de arremolinadas nubes grises,
cerré los ojos para abrazar con mis párpados
el sublime movimiento de tus labios.
Entre sueños te besé
y me hice pequeñita entre tus brazos.

Despierta estaba
más nunca abrí los ojos
gocé el suspiro anhelado en que ofreciste
alma, corazón, piel.
No importa el silencio de la madrugada
ni el viento húmedo de las tres.
No estoy sola
te tengo entre mis párpados.




UNA MUJER

Esa mujer de falda blanca
a la que el viento le acaricia las piernas
y le despeina el cabello.
Entre palomas atraviesa la plaza
con paso suave y de prisa
huyendo del ruido de la tarde naranja
como queriendo ocultar un recuerdo
entre los pliegues de la falda
y en cada hebra de cabello
al viento.




UNA NOCHE QUE NO EXISTÍ

En la densa niebla
de un bosque sin sol
mi yo estuvo vagando
y la obscuridad me hizo rehén

Por algún tiempo
existí para la extinción de mi carne
lo negué todo
sueños, auroras, fantasías

Me encontré sola
con las pupilas dilatadas apuntando un cielo negro
las imágenes grises, deformes
como la mancha de una obscuridad perpetua
llegaron a mí
señalando al fantasma de mi abismo

Cerré los ojos,
mi interior no es incoloro
es infinito e irrepetible.

Obscura mancha fantasmal
mira al espejo,
y se vio,
se vio triste, opaca, deforme
Se volvió sobre la bruma abismal
de mis recuerdos.

Sonreí,
y de ahí no saldrá por algún tiempo.




MATICES

Un edifico alto, vigoroso
asoma a la distancia
y los matices de la ciudad me abruman
Tanto sufrimiento, tanta miseria
me pregunto ¿seré parte de ello?
¿alguien me mirará con pena?

En cada esquina las flores se marchitan
el niño con la caja de chicles y cigarros
ese anciano que todas las mañanas
me pide una moneda
la mujer del bastón mastica un pan
y lo ciegos agitan sus canastas.

Todas las mañanas los mismos caminos
la pobreza desprendiéndose
y el ruido de mis tacones
hacen eco a cada paso.




ES VIERNES

las gotas de lluvia golpean la ventana
la humedad danza entre mis piernas
como tus dedos lo hicieron alguna vez

¿Recuerdas?
días de agua interminables
de aquella mujer limpiando la azotea
y tus manos trémulas recorriendo
los espacios de mi cuerpo.

Es viernes y llueve,
 Recuerdo…
nuestra existencia se unía en el sofá
y el ruido de las goteras
se perdían con los suspiros,
aquella casa sus filtraciones
y los libros a salvo sobre la mesa.

Esta mañana gris
tú no comprendes la tristeza de mi alma
que se dibuja con cada gota que cae
no es martes, ni jueves…
y mi multiplicado amor evoca tus sentidos
cerraré los ojos y pensaré…
Es viernes y sólo llueve.





TOCARTE ES LO QUE SE NECESITA

Podría dejarte morir al declinar el día
Olvidarte sobre una banca en una noche de abril.
tan frío y tan lejano como te siento ahora
¡qué importa¡

Tocarte es lo que se necesita
fumarnos un cigarrillo a las diez de la noche
o mirar dilatadas tus pupilas cada mañana

Tocarte es lo que se necesita
sentir en mis manos el bullir de tu sangre
y preparar el café de las siete

Son las nueve y me río de mí
me fumo el cigarro y me bebo el café
podría dejarte morir
pero te envuelvo con el calor
de mis piernas
y el dolor de las horas caídas
de ausencia.




COMO ME PUDRE EL ALMA QUERERTE

Si pudiera tener tu corazón en mis manos
y como el guerrero blandirlo por la victoria
Pararme sobre tus puños y reírme de ti
¡Oh! sórdida carcajada
Ver tu sangre correr por mis brazos
y escupirte sobre el rostro
cada una de tus dulces palabras
que están clavadas aquí
como torbellino
atormentando mis sueños

¡Cuchillos, navajas me pudren el alma!
calcinar tu recuerdo como hoja de papel
que me devuelvas la ternura
la calma dada
Mi rostro clavado en tu memoria
la desnudez de mi cuerpo en tus pupilas.
Si pudiera
hundir tu rostro entre mis piernas
y no dejarte respirar nunca más.




MAR EN CALMA

Entre lo negro del mar te busco
mi piel salada reclama tu nombre
como la bruma que se diluye en cada brisa.

Pensé olvidarte
que las suaves olas se llevarían lo dulce de tu boca
o ese abismo negro se enclavara en mi recuerdo.

Pero acá las sombras cabalgan libres
en las nubes negras que cubren la luna
y se llevan la luz que me acaricia

No sé,
pero mi cuerpo
es como ese mar que canta ebrio de melancolía
a la estrella fugaz que se hace trizas.
y acá en el silencio
de esta orilla
sus cálidas aguas te traen a mí





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HELEN TURPAUD BARNES [19.443]

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HELEN TURPAUD BARNES

Nací en Bahía Blanca, Argentina, en octubre de 1976. Crecí en un campo donde además me dediqué a múltiples labores rurales y estudié Letras en la Universidad Nacional del Sur (UNS). Actualmente soy trabajadora docente de nivel medio en las Escuelas Medias de la UNS y escuelas provinciales de Bahía Blanca. Milito en el feminismo y otras organizaciones sociales de mi ciudad. Formé parte de la Cooperativa Editora El Calamar, editorial autogestiva de poesía. 
Además viajo mucho y practico montañismo: cuando hago alta montaña, vivencio el cuerpo de una manera absolutamente otra, sobre lo cual espero algún día escribir un texto. 
Publiqué un primer libro de poemas en edición de autora titulado Datos del paisaje (2006). Mi nuevo texto, Tonos de verde, está aún inédito.  
Vivo en un departamento muy luminoso con mi gato Chopo y mi gata Lanín (que resumen en sus nombres mi fascinación por los álamos y las montañas respectivamente), y muchos, muchos libros. 
Contacto: helenturpaud@yahoo.com.ar y sobre todo Facebook, donde aparezco como Helen Turpaud. 


Mi proceso de escritura suele basarse en una determinada “afectuación” con las palabras y los sonidos. Toda una sonoridad urbana acechada por lo natural o descompuesta en diferentes emisiones de mi entorno me disparan la escritura. Es así que lo que me insta a escribir es generalmente algún sonido de la ciudad, o un término que me “suena” particular, algún interés por el modo en que pronuncio una palabra, la articulación de un cierto sonido en la boca, los ruidos o espacios callejeros, etc. Y también me sucede que alguna palabra que no escuchaba en mucho tiempo vuelve a mí y entonces recupero el vínculo emocional que tenía con esa palabra (ya sea porque la decía alguien con quien me relacionaba afectivamente, o porque la escuché en un momento especial, etc.). Claro que de la afectividad a la literatura hay un largo trecho, y en ese camino hay un arduo trabajo. 

Por estas y otras razones, para mí la escritura también depende de una conciencia del espacio en que estás. Literalidad de la palabra: para leer los viajes de Ella Mailart y Annemarie Schwartzenbach de Turquía a Kabul (El camino cruel) tuve que estar literalmente en Turquía; o para leer De la Patagonia a México de Hebe Uhart debí hacerlo en viaje por México y luego al volver, pasar por Bariloche. 

Elijo leer literatura de viajes en viaje. Es una ceremonia que tengo con la lectura de este tipo de textos. Por el contrario, para escribir solamente puedo escribir en Bahía Blanca: mi lectura de los textos de otras/os es nómada, viajera; mi escritura es local, territorializada, enraizada. 

Me interesa pensar la escritura y el trabajo sobre ella como una construcción similar a nuestras representaciones de la naturaleza. La bióloga feminista Donna Haraway hace todo un recorrido por los modos de representación de las comunidades de primates en las distintas etapas de desarrollo de la primatología estadounidense. Muestra cómo los modelos de “sociedades” de primates “reflejan” los distintos modos de representación familiar y social que en cada momento eran “deseables” para el status quo estadounidense del siglo XX. Lo que entendemos por naturaleza no es más que una determinada representación que podemos hacer de ella. El discurso biologicista (tan favorable al darwinismo social, al machismo, al racismo) pretende trazar sentidos únicos e inevitables en los seres humanos, cosa que tanto en la literatura como en una representación crítica de la “naturaleza” no es deseable. 

Un discurso que pueda cuestionar esta representación biologicista debe criticar la noción de linealidad, de paternalidad, de genealogía. Así como quiero buscar nuevas genealogías de escritura que recuperen los relatos de viajes de mujeres o de mujeres científicas, también considero que se pueden trazar otras genealogías en el proceso mismo de escritura: la noción de reproducción, tanto en la naturaleza, en el ser humano como en la escritura, se entiende habitual (y hegemónicamente) como algo heterocentrado, lineal, falocéntrico, por reproducción sexual, etc. En cambio, una crítica biológico-poética de esta idea de reproducción tanto del ser humano como de las palabras nos impone la necesidad de entender modos de propagación, reproducción y sexualidades no heterocentradas, no deudoras de “padres”, no lineales, no ancladas en la idea del par pasivo/activo, sino donde el lenguaje pueda dar cuenta de filiaciones oblicuas, descolocadas, desgajadas, invisibilizadas. Que la propia escritura, que el propio poema, que el propio verso, pueda ser esto. No quiero decir que toda poesía debe ser así, pero al menos aspiro a que la mía sí. (Esto me recuerda el libro Diario de exploración afuera del cantero de la poeta puntaltense Lucía Bianco, un fabuloso trabajo sobre la sintaxis de la poesía y a la vez una apuesta de construcción de un determinado discurso sobre la naturaleza.) 

Efectivamente, me he abocado mucho a la investigación para escribir sobre ciertas cosas. Toda una fascinación por las metáforas vinculadas a seres marinos, a la reproducción animal o literaria a través de la partenogénesis, la dispersión, el injerto vegetal-textual me ha llevado a leer bastante de biología. 

Además, hace tiempo que estoy tratando de pensar en el sonido en la escritura, pero desde otros discursos, como los de la cineasta Lucrecia Martel. Su planteo de que “es en el punto del sonido donde se une la lengua con el aspecto físico” me ha resultado central para pensar lo que hago con el cuerpo cuando escribo y cuando leo. Hay un proyecto llamado Sonoteca Bahía Blanca, un banco de audios de sonidos en distintos puntos de la ciudad. Ese recorrido sonoro por el espacio urbano me parece interesantísimo. 

También he usado mucho los relatos de mujeres viajeras. Así, he tomado textos de Annemarie Schwartzenbach, Isabelle Eberhardt, Virginia Woolf, Hebe Uhart, Beatriz Sarlo, Alexandra David-Neel, Marlo Morgan, la viajera inglesa Florence Dixie o la periodista y corresponsal de guerra Oriana Fallaci. Y cuando a través de una compañera, Viviana Beker, llegué a conocer de la existencia de Ana Beker,  caballista campesina que viajó a caballo desde Buenos Aires hasta Ottawa en los cincuenta, superando el viaje del suizo Aimé Tschiffelly, me fasciné por la historia: viajamos con esta compañera al pueblito donde vivió la familia de Beker y donde hay unas placas en su honor, conseguí su relato Amazona de las Américas, etc. Lamentablemente el viaje de Tschiffelly es mucho más conocido, mientras que el viaje de Beker ha sido totalmente invisibilizado, muy previsiblemente porque era mujer y porque fue apoyada por el peronismo (su libro se publica en 1957 y ya se nota la censura). De alguna manera, me he abocado a recuperar estos relatos, injertarlos en poemas y hacer que disgreguen en múltiples direcciones los posibles sentidos que emanan de ellos. 

Otro elemento al que le he estado prestando atención y que me parece una preocupación de entre los temas que escribo es la representación del campo, de lo rural: lo vislumbro como un ámbito peligroso, de una tensa calma, nada bucólico como cierta mirada idealizadora lo quiere presentar (el campo es un sueño de la ciudad). Textos como los de Selva Almada, Claire Keegan, Flannery O’Connor, Samanta Schweblin o Sonia Cristoff me han permitido repensar el ámbito rural y el pueblerino, aportándole una mirada ácida y escéptica a la pretendida “pureza” y “tranquilidad” que a veces se le atribuye. Sin el rastreo y el trabajo sobre este tipo de escrituras, mis representaciones de lo rural serían muy diferentes. 

La relación entre cuerpo y escritura se me presenta en términos de concentración física: se suspende el sueño, los dedos se vuelven rígidos y veloces sobre el teclado, me terminan doliendo los dedos gordos por la tecla espaciadora, concentro los ojos en un punto, me da sequedad de boca, respiro agitadamente, achico los párpados ante la pantalla. Incluso he terminado con tendinitis en épocas de mucho escribir. Puedo estar hasta doce o trece horas escribiendo, corrigiendo, releyendo, sin moverme de mi lugar. Ahí hay un cuerpo puesto EN la escritura, un cuerpo casi subsidiario de la palabra, pero central para sostenerlo. Además, habitualmente escribo corroborando la eficacia de la escritura con una lectura en voz alta. Y es ahí donde encuentro más comprometido mi cuerpo: escribo poemas largos que requieren de una gran energía corporal. Necesito tener aire, necesito estar “fresca” para escribir/leer. Por otra parte, he optado además por usar a veces términos largos, de muchas sílabas. Y leerlos en voz alta puede ser complicado. En una ocasión me habían invitado a leer a un recital de poesía y nos dieron vino antes de leer, pero no quise beber por miedo a no poder leer adecuadamente los poemas donde aparecían las palabras “vitivinicultor” y “sifonóforos”. A veces, si tengo la voz cansada, decido vocalizar o hacer ejercicios de respiración antes de leer poemas ante el público. Un ascetismo al servicio de la lectura poética. Al ir escribiendo mis poemas, voy pensando en esto, voy poniendo a prueba lo que siento que es casi una gimnasia lingual y diafragmática. 

Y no hay que olvidar las condiciones materiales económicas para poder sostener la escritura en tanto trabajo realizado con un cuerpo que debe poder mantenerse. Claro, Woolf ya expuso la realidad de este planteo en Un cuarto propio, especialmente pensando en las posibilidades espaciales y materiales para las mujeres escritoras. En mi caso, el trabajo asalariado de una mujer de clase media es mi contexto material-económico, con sus posibilidades y limitaciones. De algo vive el cuerpo que escribe. Y ese sostén lo visibilizo en tanto hay muchos sujetos que no están en las mismas condiciones materiales para sostener corporalmente una escritura. 


Poemas de Tonos de verde (libro inédito)


El testimonio 

escucho cómo cae un árbol 
              en medio del bosque 

corro en paralelo a un paredón 
y sé 
             (o se sabe) 
que del otro lado 
             alguien que no veo corre también 

            ¿quién queda para contar la historia? 

hay libros donde se puede leer 
que la apnea de sueño se produce cuando bajamos la guardia corporal 
un cuello muy ancho o una lengua muy laxa 
pueden obstruir las vías respiratorias 

en la anatomía lingual se destaca  
que entre la gran flora de papilas y surcos existentes 
              cerca de la raíz 
hay algo llamado “agujero ciego” 
un punto de la lengua 
que ni vemos ni nos ve 

creo que la lengua es un murciélago 
que por metátesis es 
mitad lago mitad galo 

en los casos de acúfenos 
¿el oído pasa a ser una parte de la lengua? 

la superficie 
               del mar 
no es el mar 
               ni la superficie 
es solo el umbral que nos permite 
traducirnos de un ámbito a otro 

duele 
abrir los ojos bajo el agua salada 
la mirada humana no está hecha para tanto ardor 

sal 
agua 
fuego 

es difícil estudiar a algunos seres marinos: 
las medusas se desmenuzan si las intentamos atrapar 
para traerlas a la superficie
y analizarlas en laboratorios 
              si se las deja en estanques comunes 
              se depositan en el fondo 
              y mueren aplastadas por el peso de su propio cuerpo 

son como esas ideas que a veces se piensan 
pero nos aguantamos de decir 
para evitar un desastre 

o como los nombres de las cosas que se olvidan 
justo cuando queremos recordarlos: 

             las palabras y la punta de la lengua 

             las medusas no tienen sangre ni corazón 
             ni cerebro 

             pero tienen ojos 
             aunque aún no se sabe 
             cómo es que son capaces 
             de procesar las imágenes 

       (los murciélagos tienen párpados para los oídos) 

una hidra tiene una capacidad regenerativa asombrosa 
que bien envidiaría cualquier sujeto mutilado 
de hecho la ciencia tantea 
tratando de aislar 
              algún gen especial a partir del cual 
pueda extraerse 
              algún saber para aplicar 
con propósitos médicos 

si se desea dormir bien 
se sugieren algunos ejercicios para la lengua y el paladar 
pero si aun así colapsan los músculos de boca y cuello 
no queda otra opción que usar una especie 
de respirador artificial portátil 
              o la cirugía para extirpar 
              úvula 
              amígdalas 
              o cualquier sobrante de la base de la lengua 
              que obture el paso del aire 

las avispas marinas 
atacan a miles de bañistas por año 
abandonando filamentos con diminutos aguijones venenosos 
que dejan marcas de por vida en la piel parecidas 
al zigzagueo de las eusociales termitas bajo la corteza de un árbol 
esto la ciencia no lo puede remediar aún 
               tampoco 

quizás algún día inventen dispositivos 
que permitan hacer emerger de las profundidades oceánicas 
a todos los cuerpos sanos y salvos 

o quizás algún día nos mudemos allá 

¿hasta qué distancia es posible escuchar a alguien respirar
abajo del agua? 



Eje norte/sur 

los árboles se desprenden de sus 
              frutos 
              sin remordimientos 

lady florence dixie recorre la patagonia a caballo 
a fines del siglo xix 

las especies se adaptan a su entorno para sobrevivir 
quienes no lo logran 
                sucumben o se disgregan 
antígona dice 
                “cuando no pueda más desistiré” 

dixie le envía a darwin un ejemplar de “across patagonia” 
y discute con el naturalista algunos aspectos de la vida del tuco-tuco 
un pequeño roedor que darwin creía de hábitos nocturnos 
pero que dixie registra haber visto de día 

                 (atención: 
                  procure no espantar lo que usted quiere observar) 

poco después dixie viaja al áfrica 
para cubrir como corresponsal la primera guerra boer 
y la caída del poder zulú 

el primero de octubre de 1950 ana beker vestida de gaucha 
parte en viaje a caballo desde buenos aires hasta ottawa 
apoyada por eva perón 

                (los medios apuntan que una amiga 
                 la despide y la espera agazapada 
                 durante casi cuatro años) 

en bolivia ana beker defiende a balazos 
a uno de sus caballos atacado por cóndores 
que quieren desbarrancarlo sobre un precipicio 
para devorar su cuerpo destrozado 
              las aves se dispersan despavoridas 
              con los granizados disparos 

ana beker no necesita comer 
necesita viajar: 
seguro se miró en el ojo del agresor y no se reconoció 
por eso supo proteger a los suyos 

en colombia una impostora local sube y baja de los trenes 
para precederla en cada entrada a los pueblos 
en procura de los honores 
que solo le son debidos a la verdadera caballista 

por fortuna 
al entrar en territorio de la guerrilla 
la argentina deja de sufrir la anticipación de la impostura 
y un solo machete corta la selva 

                                                  un disparo en la noche: 
           “¿quién viaja ahí?” 

en el camino 
intentan convencerla de que tome algún transporte 
                 (total nadie se va a enterar) 

en nicaragua somoza le promete un arma nueva

el dictador dilata su palabra 

ana beker lo espera a la entrada de su finca privada 
sentada bajo un árbol 
             una vez cara a cara 
             el hombre le recuerda –pagado de sí mismo- 
             su condición de mujer 
             cara a cara la joven le recuerda sonriente 
             que ave de paso y curtida como es 
             no es ella una mujer de su tipo 

ana beker aparece 
             desaparece 
                       y vuelve a aparecer 
trazando los hitos de un mapa 
honesto hasta el desfallecimiento 
                ella es la única testigo de una totalidad impensable 

al retornar de canadá 
el barco en que viaja casi naufraga 

              virginia la espera en el puerto vestida de gala 
              batiendo el suelo como un caballo inquieto 

cuando sobrevino el desastre 
justo a mi ex 
               se le ocurre cantar las hurras 
e irse de vacaciones al sur 

ella 
una gringa mesurada y tímida del litoral 
una chica de campo 
se hizo desde abajo yéndose de su propia casa a los trece años 
para limpiar casas ajenas cama adentro 
                 y costearse los estudios 

                un ascenso social como crecida de río  

no presenció la escena del quiebre 
tanto sacrificio para poder pagarse las vacaciones 
esta vez no se las iba a perder 

florence dixie devino sufragista 
una egregia cazadora que pasados los años 
se hace vegetariana 

                todas manejamos un arma de chicas: 
                en el campo son necesarias 
                todas matamos algo en un pasado desterrado 
                hasta que aprendés a vivir de otra cosa 

ana beker muere en bahía blanca en diciembre de 1980 
rastreo su obituario en las ediciones de la nueva provincia 
conservadas en el subsuelo de la biblioteca rivadavia 
y me topo con una nota titulada 
               “otra forma de vida en el fondo del mar” 
                 sobre ciertos gusanos tubulares 
descubiertos en fuentes termales del océano pacífico 

                el mar que hasta entonces 
                solo ocultaba cadáveres 
aislados 
revela la sobrevida bajo fuego de todo un colectivo 
de simbióticos anélidos cocidos en sulfuro de hidrógeno 
                (muchos son luminosos y se reproducen por escisión) 

el discurso científico sobre su capacidad 
                 no solo de no deshacerse bajo semejante presión 
sino hasta de sintetizar fluidos tóxicos para alimentarse de ellos 
es la desfasada noticia de contratapa para el diario local 
el miércoles 7 de enero de 1981 

la bióloga damhnait mchugh 
lleva toda una vida estudiando gusanos 
                  a mediados de los ochentas desciende a las fosas marinas 
y una ventana de su sumergible 
resulta derretida por las emanaciones volcánicas: 
la medida de su supervivencia 
está en la velocidad con la cual es despedida hacia la superficie 

                   (yo no sé qué se siente algo así) 

nada de lo que nos contiene nos protege por entero 
nadie puede realmente detener un viaje 

a veces 
un discurso es solo una serie de anillos que se van desprendiendo 
para reproducirse a jirones 
desgastamos un poema hasta la última palabra 

                (las estrellas marinas 
                 -equinodermos de una simetría sospechosamente perfecta- 
                 no sangran porque son hidrovasculares 
                 pero así como los ríos se desmadran 
                 las estrellas se desastran) 

en su itinerario ana beker evitó casi por completo las costas 
y al igual que dixie prefirió ascender y descender montañas 

¿qué sentidos tenía seguir una estructura esquelética 
               en un continente casi invertebrado? 

tener dolor de espalda en todo el cuerpo 

               (el paraná se lleva un barco hacia el mar 
                los sauces llorones lo despedimos en silencio) 

una vez que salí de mi cicatriz 
esperé que la gringuita volviera de su viaje de placer 
ella 
ojos oro verdes color miel 
y empatía cero 



La niña cruel 

en días de calor el campo 
se espesa en víboras 

de niña 
me entretenía atrapar alguna y colgarla 
sobre un alambre electrificado 
dejando la cola en contacto con el suelo 
de tal modo que el animal sufriese 
             mudo como era 
los golpes de la intermitencia eléctrica 

             los ojos vacíos no sé si me miraban 

cada vez que fluía la corriente por su cuerpo 
la cabeza daba un pequeño salto 
casi una nada 

un día caminando hacia los chañares 
tropecé con un alambre caído entre los agropiros 
y quedé enredada en la trama de la picana 

hasta la tierra flota en el aire 
o en una piscina vacía 

las acacias aún 
no habíamos florecido 


http://elinfinitoviajar.blogspot.com.es/2016/06/helen-turpaud-barnes_96.html?view=magazine




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ANTONIO ALCALDE Y VALLADARES [19.444]

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Antonio Alcalde y Valladares

Escritor, nacido en Baena, CÓRDOBA en 1828.

Publica sus primeros versos siendo estudiante. Colabora en numerosos periódicos, entre ellos El Guadalete, Diario de Córdoba y La Alborada.

Fue redactor de La Crónica, El Sereno y la Aurora, y dirigió algún tiempo El Oriente y La Integridad de la Patria. Llegó a obtener más de cien premios literarios y no desdeñó ninguno de los géneros.

Entre sus obras se encuentra una novela: Don Álvaro de Aguilar (1868); varios tomos de poesía, entre otros, Flores del Guadalquivir (1872), Hojas de Laurel (1882) y La fuente del olvido (1884); un volumen de Tradiciones de Córdoba y su provincia (1883) y varias obras de teatro.

Destacó principalmente como dramaturgo, con obras como Los hermanos Bañuelos, escrita de manera conjunta con Teodomiro Ramírez de Arellano.

Falleció en Madrid en 1894.

Obra

Prosa

1868. Don Álvaro de Aguilar
1883. Tradiciones de Córdoba y su provincia

Poesía

1872. Flores del Guadalquivir
1882. Hojas de Laurel
1884. La fuente del olvido
La Romería de San Álvaro de Córdoba

Teatro

Una tumba y una flor
El grito de la Independencia
Don Alonso de Aguilar
Quiero dinero
Ordeno y mando
Los celos de mi mujer
Los hermanos Bañuelos



A ellas

   Como se ven por el cristal del río  
los granos de sus límpidas arenas,  
como se ven también las azucenas  
a través de las gotas de rocío;  

   como en las noches del quemado estío   
tras de las nubes blancas y serenas  
se ve la luna, ¡cual las almas buenas  
se ven detrás de su dolor impío!;  

   como por medio a la verdad se mira  
la fe del corazón, que sin enojos  
en el fulgor de la virtud se inspira,  

   así quisiera en mi aparente calma,  
a través de las niñas de tus ojos  
mirar los sentimientos de tu alma.  



A una niña muerta

   Al venir a este valle de sonrojos,  
en dicha estéril, en dolor fecundo,  
sentiste en tu suspiro moribundo  
punzarte el aguijón de sus abrojos.  

   Ni una sonrisa de tus labios rojos   
pude escaparse en tu pesar profundo,  
y al llegar a las puertas de este mundo  
cerraste con desdén los tristes ojos.  

   Pasaste como estrella desgajada  
que, fugaz por la atmósfera cruzando, 
va a perderse en la bóveda azulada.  

   Y es que dijiste, en tu dolor pensando:  
-Para siempre volver quiero a la nada,  
que no nacer para vivir llorando.  



LA FUENTE DEL OLVIDO


CANTO I.
UN BESO Y UNA PROMESA.

Muere la tarde: triste centellea
del moribundo sol la última lumbre
que se pierde en la torre de la aldea
y de sus cerros en la verde cumbre:
la luna que blanquea
con su pálida luz los olivares,
se extiende vagarosa
como nube de incienso en los altares,
como niebla fugaz sobre la rosa.

Refléjase el rocío
sobre las flores que el fulgor delata
y entre el silencio murmurando el río
vese brillar cual cinturón de plata.
El viento en la arboleda
silba á veces, llevando por trofeo
la seca rama que á su impulso rueda
acallando el armónico gorjeo
del triste ruiseñor en la alameda.

Las brisas que suaves 
que en límpidos raudales
á las puertas del pueblo mansamente
murmura entre azucenas y rosales,
sentada en una piedra
y acostada en un árbol pensativa,
como si fuera trepadora hiedra
que abrazada con él su savia liba,
una mujer solloza
como á quien fuego de dolor interno
el alma le destroza.

Sostiene entre sus manos,
como emblema quizás de amor eterno,
una rosa que el verla le embelesa,
y en los delirios de su amor, insanos,
con toda la efusión del alma besa.
Era blanca su tez como la nieve,
de boca nacarada y garzos ojos,
de talle esbelto, de cintura breve,
de hermosas formas y de labios rojos.

Su pecho de topacio
lo acariciaba con sus trenzas rubias,
que eran rayos de sol que del espacio
caen en la tierra al convertirse en lluvias.
Su vista candorosa,
que revela sus años y su orgullo,
como revela antes de abrir la rosa
la severa virtud de su capullo,
fija en la flor aquella
y en el manso murmurio de la fuente,
cuando al casto placer de su querella
le parece sentir la alegre huella
del santo amor que en sus entrañas siente. 

Del tosco asiento se levanta aprisa
pareciendo su cuerpo que cimbrea
palmera acariciada por la brisa.
Inquieta la mirada
gira en torno, con ansia la pasea,
mientras que besa de la flor el tallo,
cuando escucha sonar en la enramada
el vago trote de veloz caballo
que le hizo estremecerse alborozada.

— ¡Es Arturo! exclamó. ¡Mi Arturo es ése!
y adelantóse á verle en su carrera
sin que én el pecho de latir le cese
el corazón que el entusiasmo altera.

— ¡Es mi amor! repitió, mientras que para
el caballo á sus pies de espuma lleno,
que al conocer su encantadora cara
alza el cuello á la vez que tasca el freno.

Arturo dejó el corcel,
y entre la mutua sorpresa
sonaron entre ella y él
un beso y una promesa. 



CANTO II.
EL JURAMENTO.

—Arturo, con cuánto afán
te esperaba en estos días
que tristes pasados van:
pregúntale, capitán,
á Dios por mis agonías. 

—¿Por qué tu pecho tan puro,
tu frente tan seductora,
ven el porvenir oscuro?
¿Tu corazón por qué llora
cuando eres el bien de Arturo?

—Mi corazón sólo encierra
hondas penas que le envuelven
como la noche á la tierra.
¡Se van tantos á la guerra
que luego, Arturo, no vuelven!

—No temas por mí, hija mía,
no temas rompa estos lazos
mañana la muerte impía,
que si yo muero algún día
moriré, Elena, en tus brazos.

—Arturo, quizás herida
en mi esperanza me siento,
y una vez ésta perdida
no sé qué presentimiento
viene á amargarme la vida.
De dudas acaso lleno
ignoro qué ensueño tuve
que no te encontré tan bueno.
¿No has visto el cielo sereno
cuando lo empaña una nube?

—Elena, vén y no llores;
alza tus ojos risueños
de las hojas de esas flores
y mira que mis amores
son más grandes que tus sueños.
¿Quién la esperanza te quita
y lleva á tu fe la pena
y tus venturas marchita 
cuando sólo por tí, Elena,
este corazón palpita?
Tú serás en mi camino
la luz que siempre recuerde
cual gloria de mi destino,
como recuerdo divino
que nunca el alma lo pierde.

—Un dolor fiero y extraño
me hiere aquí en lo profundo
que hace á mi cariño daño.
¿Sabes tú si paga el mundo
el amor con desengaño?

—Virgen del alma, no llores,
¡qué valen sueños ni arcanos
con la fe de mis amores
que es más pura que esas flores
que viven entre tus manos!
De rodillas , alma pura,
y admirando tu candor
que siempre fué mi ventura,
Arturo, Elena, te jura
que eres su gloria y su amor.
Al eco del juramento
de amor que en sus almas arde
la campana del convento
tocaba en tañido lento
á la oración de la tarde.

Al sonoro rumor de la campana
y de la blanca luna á los reflejos
se oyó la voz de la oración lejana
y un jinete escapar se. vio á lo lejos. 

La niña entonces con el llanto impreso
en su rostro de virgen angustiado
dijo alzándolo á Dios:

—¡Me ha dado un beso!
Díme, Dios de bondad, ¿habré pecado? 



CANTO III
UNA ROSA DE AMOR


Sobre la piedra aquella de la fuente
que baña en su desmayo
al declinar el sol en Occidente
y perderse con él su último rayo,
Elena está sentada,
cual reina de la noche que preside
la bóveda de estrellas coronada,
y fija siempre en el vecino monte,
que parece un fantasma que divide
el mundo, la ilusión y el horizonte,
en su mente revuelve, ansiosa, inquieta,
las palabras de amor conque su Arturo
la dio la rosa que en su mano aprieta
como recuerdo de su bien futuro;
la mirada fijó con desatino
en las huertas que enfrente contemplaba
sin que viese llegar por el camino
aquel amor conque su amor soñaba.

— ¡Pobre Arturo! exclamó ¡cuánto me adora!
Con su penacho grana
volaba en su caballo en esta hora
en busca de mi amor... Quizás mañana
azares de la guerra 
si la muerte no nubla sus albores
lo vuelvan á esta tierra,
edén de mis amores.—

Y la niña lloraba de amargura
en tanto que besaba
de aquella rosa la corola pura
que en su mano blanquísima apretaba.

—Esta rosa, decía,
que es gloria y es martirio
y reflejo de pena y alegría,
es la ofrenda de amor de su delirio.—
Y llorando otra vez dijo anhelante:

—¿Por qué ha de perseguir la horrible guerra
siempre la fe de la mujer amante
ó el amor maternal sobre la tierra? —
Y al recordar de Arturo el juramento,
llama de amor en sus pupilas arde,
que le recuerda el rezo del convento
que oyó también al declinar la tarde.

Seis noches oyó aquel rezo
que su pensamiento arredra
sentada sobre la piedra
y echada sobre el almezo.
Ve las flores sin cogerlas
é hincándose de rodillas
siente abrasar sus mejillas
dos lágrimas como perlas.
Y fijándose en el templo,
dijo con santa inquietud:

—Quiero tome mi virtud
de esas vírgenes ejemplo. —
Mas absorta en su delirio 
vino el recuerdo á su mente
de amor, cuando oyó la fuente
correr para su martirio.

—¿En dónde estará? exclamó,
cuando me olvidó no vive,
¡un mes y Arturo no escribe!...
¡ay! ¡en la guerra murió!—

Y al pensar su amor deshecho
al rigor de muerte impía
guardó la rosa que un día
le dio su amante en el pecho.

Mas en la loca avidez
de su pasión amorosa,
volvió á sus manos la rosa
para mirarla otra vez.

Y dejando en ella impreso
todo el pesar que la envuelve,
la dijo:—A mi pecho vuelve,
llevando mi último beso. 




CANTO IV
LA ÚLTIMA CARTA.


Pasó un dia y otro día,
la niña no fué á la fuente;
estaba enferma y la gente
su suerte compadecía.
Nadie su virtud dudaba,
mas la envidia no escasea
y todo el mundo en la aldea
de la niña murmuraba.

Unos decían:

—Lo cierto es que la ha dejado él, —

y otros:

—Es que el coronel
en la última acción ha muerto.—

Hasta persona que pasa
por bien enterada explica
que casó con una rica
porque lo curó en su casa.

Por fin á los rayos bellos
del sol salió tan hermosa
y pálida cual la rosa
que adornaba sus cabellos.

Mas su hermosura no impone,
y aparecen sus mejillas
descarnadas y amarillas
como la tisis las pone.

Sentóse junto á la fuente,
corrió el llanto de sus ojos,
y blancos sus labios rojos
leyeron pausadamente:

"Elena del alma mía,
esta carta de dolor
es un suspiro de amor
que el desengaño te envía.

Al herir tu corazón
que horribles penas oprimen,
conozco que por mi crimen
merezco tu execración.

Tal vez podrás poco á poco
cicatrizar esta herida,
mientras yo seré en mi vida
sólo la sombra de un loco.

En la cruel agonía
de un corazón trizas hecho; 
falta valor á mi pecho
para matarte, hija mía.

Entre mi eterno pesar
un voto cumplí ante Dios
y ayer puse entre los dos
una mujer y un altar.

En un combate empeñado
caí con mortal herida
y ella me salvó la vida
y yo su honor he salvado.

Nuestras almas desunidas
en la soledad parecen
sombras que se desvanecen
como ilusiones perdidas.

Yo si no he muerto en la guerra
vivo ya en el ataúd
y tú eres con tu virtud
un ángel sobre la tierra.

Mi vida sobre este suelo
sin calma, entre abrojos rueda;
para tí, niña, te queda
la paz de un ángel, el cielo.

Quiero que me compadezcas
porque morir no he sabido:
olvídame: mas te pido
por Dios, que no me aborrezcas.

Y si en tus ensueños zumba
la voz de un alma traidora,
es Arturo que te llora
desde el fondo de su tumba.»

Al tocar el desencanto
de aquella ilusión primera
ni una exclamación siquiera 
dejóle exhalar el llanto.

Viendo el porvenir deshecho
y todo su bien perdido,
sintió el corazón partido
como un cristal en el pecho.

Por fin en aquel retiro
llorando con desconsuelo
alzó los ojos al cielo
al exhalar un suspiro.

Y convulsiva y demente
con la mano temblorosa
sacó del pecho la rosa
arrojándola á la fuente ,
diciendo: 

— Ya que le pierdo,
como se pierde la gloria,
que muera con su memoria
hasta el último recuerdo.

Triste, llorosa, sin amor ni vida,
con lento paso, como sombra vana,
de rodillas cayóse estremecida
ante el templo al vibrar de la campana. 




CANTO V.
DELIRIOS DE AMOR.


Volvió con su verdor la primavera
ostentando de nuevo ricas galas
y volvieron al bosque y la pradera
las tiernas aves á tender sus alas.

Las nubes indecisas 
pasaban sacudidas por el viento
y arrulladas á un tiempo por las brisas
que las rizaban con su manso aliento.

El prado de colores
matizado, se torna de improviso
en suave alfombra de lozanas flores
que iluminan los mismos resplandores
que llenan de esplendor el Paraíso.

Elena en su tristeza,
muerto su corazón, secos sus ojos,
miraba con dolor tanta grandeza,
sin desear siquiera en sus antojos
las flores que galanas
en tiempos que vivió sin amargura
regaba en sus ventanas
como sueño feliz de su ventura.

Los recuerdos pasaban por su mente
envueltos en el frío
que iba del alma á congelar su frente;
y así como desmaya
el sol cuando se pierde en el vacío
para morir en escondida playa,
atado entre cadenas,
que forjan el dolor y las congojas,
su corazón se arrastra por sus penas
como el sauce se arrastra por sus hojas.

En medio de su vago parasismo,
hijo del desaliento
que acusaba cruel escepticismo,
miró de pronto al viento
una planta mecer que dulcemente
ostentaba su flor de encantos llena
nacida entre las grietas de la fuente 
como nace el placer junto á la pena.

— ¡Gran Dios, esa es la rosa
que dióme Arturo enamorado un día;
yo la arrojé á la fuente, y más hermosa
ha brotado insultando mi agonía!
Ella fué ayer felicidad suprema,
símbolo santo de mi amor primero,
y hoy es tan sólo aborrecido emblema
de mi destino fiero.—

E inclinándose en medio á sus congojas,
cansada y débil, extendió los brazos,
cortó la flor y la arrancó las hojas
arrojándola al agua hecha pedazos.

Y llorando de pena y sentimiento
poco á poco se fué para la aldea
oyendo el canto religioso y lento
al son de la campana que voltea.

Un mes pasó cuando al morir el día
envuelto en los aromas
que hermoso mayo entre su manto envía,
blanquísimas palomas
nublando acaso el esplendor del cielo,
dejaban la colina
para en la fuente detener el vuelo
y beber su corriente cristalina.

Elena recostada
junto al árbol que tiene de costumbre
sin fijar en el mundo su mirada
devoraba su triste pesadumbre.

Al fin, como esperanza que se cierra
al contemplar el porvenir incierto,
— ¡Qué triste es el vivir sobre la tierra, 
dijo, teniendo el corazón ya muerto!
Cuando en la lucha terrenal vencido
ve el pecho rotas sus mejores galas
llegando á parecer ángel caído
que en el combate hasta perdió sus alas,
¿de qué nos sirve la azarosa vida
y tanto caminar, si no podemos
más que llorar nuestra ilusión perdida?
¿si al fin, como Moisés, nunca debemos
llegar á nuestra tierra prometida ?
Mas al tender la vista en sus antojos
para mirar de nuevo los lugares
que ven ya siempre con dolor sus ojos,
brotar de los pilares
que sostienen la fuente misteriosa,
miró otra vez su corazón helado
aquella blanca rosa
recuerdo funeral de su pasado.

—¡Ella! ¡la rosa, por do quiera la hallo!
exclamó balbuciente,
y la flor arrancando de su tallo
hecha pedazos la arrojó á la fuente.

Ciega, demente, en confusión insana
corrió desatentada, sin aliento,
sin escuchar la voz de la campana
ni el rezo que sonaba en el convento.

Sólo, al pasar, en su dolor profundo
dijo, temiendo que su pecho estalle:

—Yo no puedo vivir en este valle...
que es un valle de lágrimas el mundo. 



CANTO VI
LA CONFESIÓN.


Apenas la campana de la aldea
saludando la luz de la mañana
sobre la torre secular voltea,
las puertas del convento,
símbolo santo de la fe cristiana,
se abrieron al creyente
que llevando en el alma el sentimiento
rezando entraba con humilde frente.

Allá junto al Sagrario
el cura en el final de su carrera
rezaba en su bendito breviario
ante una vela de amarilla cera.

De pronto la lectura
deja apartando los cansados ojos
del libro en que cifraba su ventura,
y á los vagos reflejos
de aquella luz, en su estupor divisa
venir allá á lo lejos
una mujer que se acercaba aprisa.

El padre cura á la costumbre atento
en su interior se dijo:

—Esta viene á pedir el sacramento
para el padre, el hermano ó algún hijo.

— ¡Padre, padre! gritóle con el llanto
comprimidos los ojos;
dadme un consuelo en mi infeliz quebranto
y la pobre mujer cayó de hinojos,
y en medio á su amargura 
regaba con sus lágrimas ardientes
los pies del pobre cura.

El venerable anciano,
que llevaba la edad noble y tranquilo,
—Vén, niña, dijo , y le cogió la mano,
que aquí tendrás en tu dolor asilo.

—Yo , padre, necesito la indulgencia
de Dios, al que he ofendido,
porque llora afligida mi conciencia
una dicha sin fin que ya he perdido.

—¿Yeso, niña, te inquieta?,—Es que yo amaba
como se ama á la edad de quince años
y siempre que soñaba
soñaba yo un edén sin desengaños.

— En buena parte quiso
poner sus esperanzas tu conciencia,
¿no sabes que en el mismo Paraíso
perdieron nuestros padres la inocencia?
La vida ¡ay! hija mía,
es un Calvario eterno de pesares,
una lucha cruel con la agonía;
mas siempre encontrarás en los altares
dulces consuelos que el Señor envía.

—El hombre que yo amaba, en otros brazos
buscó el amor que en el altar empieza,
haciendo así mi corazón pedazos.

—Pues yo le hago pedazos la cabeza.

— Aquel amor querido
quise enterrar bajo la inmensa losa
que el mundo llama olvido;
mas él me dio una rosa
como una ofrenda de su amor ardiente,
y siempre que olvidar quiero á mi amante 
voy sin querer á la maldita fuente
que me pone la flor siempre delante.

—No vayas á la fuente que te ofusca,
troncha esa flor que tu quietud deshace.

—Si esa fuente parece que me busca
y esa flor si la arranco otra vez nace.

—Acaso te atormenta
triste visión que te robó la calma...
tu mano siento arder calenturienta...

—Me hiere el corazón, me mata el alma.

—No llores, niña, ¿para qué te apuras?
dijo el anciano con ferviente anhelo;
Dios por mi boca te dará venturas,
porque en la tierra represento al cielo.
Si no existieran en el mundo amores
ni celos ni falsías,
estábamos demás los confesores
y viéramos las cárceles vacías.

—Sabed, padre del alma... con vergüenza
os juro, lo confieso...
pero es preciso que ante vos me venza...

—¿Qué pasó? ¿Qué pasó?—Que me dio un beso.

—No es mal amante quien así comienza.

—¿Tendré perdón por eso?

—Sí, hija mía,
Dios es grande, inmortal, y la corona
en tu frente pondrá...

—¡Cuánta alegría!
¿Conque Dios me perdona?

—Tú llevas en tu frente la inocencia
y ese Dios que contemplas Uno y Trino
es el Dios que te acoge en su clemencia
y te infunde su espíritu divino.

—¿Conque podré esperar?

—Si te arrepientes
estará Dios contigo.

— ¡Ay! sí, por eso 
me arrepiento, Señor. 

— Si así lo sientes
el beso borrarás con otro beso.
Siempre que escuches al morir la tarde
el toque á la oración de esa campana
y sientas, niña, que en tus ojos arde
el santo fuego de la fe cristiana,
entra en el templo que jamás se cierra
á la virtud que en nuestro ser palpita,
llégate á Dios con la rodilla en tierra
y besa el tronco de su cruz bendita.

Y si ante el rezo que en sus naves zumba
que á aquellas santas vírgenes inflama,
se cierra el claustro como eterna tumba,
no te vuelvas atrás, que Dios te llama.
Le echó la bendición mientras serena
su santo corazón lleno de abrojos;
y el anciano pastor en su honda pena,
— ¡Es tan hermosa, dijo, como buena!
y enjugóse una lágrima en sus ojos.





CANTO VII
LA FUENTE DEL OLVIDO.

Llegó la tarde siguiente
y pálida y pensativa
sin saber adonde iba
la niña llegó á la fuente.
Que aunque á veces se rechacen
esos recuerdos que hieren,
las memorias siempre quieren 
morir donde mismo nacen.

Alzó en su indiferentismo
la vista en vaga tristeza
como la que á ver empieza
el sueño de su idealismo.

Y al fijarse en la pilastra
de aquella importuna fuente
que el cristal de su corriente
hasta sus pies casi arrastra,
Halló su pesar escrito
en ella: la blanca rosa
flotaba en el viento hermosa
cual mancha de su delito.

Vertiginosa, frenética,
ni la rosa la arrancó,
y en vez de llorar lanzó
una carcajada histérica.
Al mismo tiempo oyó el son
de aquellas tristes campanas
llamar las almas cristianas
para rezar la oración.

Atraída por el tañido
se fué á la iglesia corriendo
en su corazón diciendo:

—Ahora verán si lo olvido.

Y como obediente al fallo
de su conciencia entró en ella,
mientras que sintió la huella
como al trotar de un caballo.

Iba el corcel en la pista
y gritaba un militar,
y ella siguió hasta el altar
pero sin volver la vista. 

El, tras de su amor quizás
quiso entrar, mas lo atajaron
las puertas que se cerraron
para no abrirse jamás.


Desde entonces es sabido
que aquella sencilla gente
sólo conoce esta fuente
por la Fuente del Olvido. 






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