LIDIA FERNÁNDEZ
Lidia Fernández nació en 1945 en Buenos Aires, Argentina. Estudió Trabajo Social y más tarde Letras en la Universidad de Buenos Aires. Fue Coordinadora de Proyectos Sociales en esa Ciudad y en Ruanda, África, Docente de la Universidad del Museo Social Argentino y trabajó en Dirección de Cultura y Educación de Cdad. De Bs As.
Ha publicado: Crepitaciones, Poesía (1991), Abasto blues, Poesía (1997) Verde Rwanda, Roja herida, Relatos (2004), Río de Lelas, Novela (2009) Sonata a dos instrumentos: La fiesta en el puño, Poesía (2015). Desde el año 2006 Coordina el Taller de Escritura Pura Práctica. Dirige las antologías de narrativa de Taller Pura Práctica y gestiona algunos blogs literarios.
POEMAS INÉDITOS
1-En la basílica de Flores
Al costado de la basílica del cura
que hoy es Papa en Roma
hacen cola los sin techo para recibir su ración.
Antes han meado las columnas, las paredes,
no por maldad,
sino porque es el único lugar
donde pueden mear mientras esperan.
La callecita es breve y luminosa.
Ellas, ellos,
se rascan, se mueven en un pequeño radio,
intercambian voces, se sientan en sus bultos.
De ropa opaca y caras imprecisas,
parecen una bandada de pájaros
descansando
antes de emigrar para otra tierra
2-Suspensión
Voy al banco, hago cola y
salgo satisfecha con mi impaciencia vencida
En la pescadería, el olor rosa blancuzco y las húmedas curvas me suenan a estribor,
entro al mercadito chino, con su chino silencioso y sus góndolas y sus farolitos igual de silenciosos y chinos,
el verdulero acomoda frutas y verduras con precisión obsesiva,
elijo colores, sopeso volúmenes
calculo.
En la librería compro un lindo lápiz y saco fotocopias
Hay días en que me gusta, me place, me embriaga
este atareo de hormiga, de abeja en el panal
3-Sombra
Esta sombra penosa que llevo amarrada a la planta de los pies
pena que apenas afloja y
gira en el movimiento entero de mi vida
oscilando
con su tic tac de péndulo distante.
Cuanto más corta, más densa. Oscura, en medio de las cosas que estallan de energía radiante.
Cuánto más larga,
más insomne y gris tras mis pasos.
Cautiva yo de mi cuerpo, cautiva ella,
sumisas ambas
cuando en sus márgenes la vida se achicharra.
4-Tan solo agua
Otra vez la pobre planta apareció sin hojas.
¿Dónde las insaciables hormigas? ¿Los caracoles?
Ahí, oculta bajo un trozo de corteza muerta y húmeda
de un árbol que tal vez vive: la babosa, saciada.
Ella hacía aquello para lo que estaba destinada
vivir, comer, morir.
No pensé que en esa ecuación era yo la cara de la muerte
ni dudé cuando con asco la aplasté en el suelo, tan solo agua dispersa en el camino de piedras
ni se me ocurrió, hasta ahora, que también yo
aplastada,
sería casi toda agua
5- Té
Tarda el té
y no sé bien si es el té quien tarda, que bien se puede decir,
o es el fuego el demorado,
quien al fin y al cabo es el responsable del té,
o si soy yo la que no alcanzo a preparar el té
porque hay un agua,
un fuego,
una física atada al tiempo
y leyes que desafían y vencen con soltura,
sin recurso alguno desde mi campo adversario,
toda mi urgencia de té.
6- Partes
En Mogadiscio, a la vuelta de la esquina
puede uno encontrar un dedo de niño
y en Tagir, una mano de mujer con un aro de alambre,
por el lado de Qunduz podrás hacerte de un brazo femenino y dos pies de muchacho
mas una oreja con pelo, en Sabiyan,
En Hornas, de un par de ojos brillantes con apenas tres años de uso (quizá haya varios a elegir, y serán muy grandes)
Podrás, en Khuzdar, mover algunas piedras y hallar un abdomen
con todo su interior, incluso el corazón,
seguramente habrá también una columna vertebral ya casi reluciente
Lamento decirte que eso será todo,
aunque viajes más allá y juntes muchas otras partes,
repetidas partes,
no podrás hacer un sentido completo
De La fiesta en el puño
1-
Tal vez pueda elevar el alto paredón
determinar la ausencia
arrancar mi materia de tu silla
elegir paisajes quietos
doblegar huracanes con mis manos
vivir de espaldas al mar.
Si así fuera, desde entonces,
acechante, a oscuras,
fetal, proscripta de mi misma,
con boca abierta
garra
y dentellada
clausuradas;
atisbaré a lo lejos un destello,
un agua dulce,
alguna bocanada de viento que me traiga
una vibración arcaica, sobras o indicios de aquella
ajena
fiesta
prometida
2-
Aplasté los tréboles que crecían
en el valle de mis senos.
en la superficie de mi vientre
clavé con alfileres las mariposas doradas y las tapé con cadáveres de gorriones.
de las enredaderas dejé los tallos más
ásperos anudándose a mis chirriantes articulaciones.
Inserté en los poros de mis manos
agudas espinas de algarrobo.
Inmovilicé la sangre.
Pero en el silencio algo sucede
Entre los dedos de mis pies veo crecer minucioso un asombro de pétalo y
mi frente
deletrea un rumor de inesperada y dulce agua.
A benemérita traición,
estocada inconsulta,
por la espalda de la lágrima,
me sorprende siempre esta raíz,
la muy loca, tan obcecada.
3-
Hoy lo cotidiano nos mantiene separados
yo ensarto los actos y las horas en el agudo alfiler de mi espera
voy desbrozando la maleza del día
hasta llegar a ese refugio al descubierto
esa trinchera asediada donde exploramos
el tiempo detenido en nuestra piel
y sobrevolamos desde el vértigo
los campos de batalla
las humeantes ciudades
hasta morder por el amor
nuestra tajada de paz
De Crepitaciones
1- Lugar común
Nazim Hikmet
poeta turco
militante comunista
premio Nobel de la Paz
dice en su poema autobiografía
“engañé a mis mujeres pero nunca hablé mal a espaldas de un amigo”
Yo hubiera querido leer:
He sido leal a todos mis amores,
O tal vez:
Jamás he traicionado a hombre o mujer en el amor o la amistad
O quizá, en honor a la autocrítica:
A algunos seres desprecié hasta la traición a otros amé hasta la lealtad,
E inclusive, en mérito a la originalidad:
Engañé a mis amigos pero nunca hablé mal a espaldas de una mujer,
O la humorada de decir:
Los años pares fui leal a las mujeres y desleal a los hombres y viceversa
Pero no,
hasta la bella alma de un poeta,
militante y premio Nobel de la Paz
tiene su lugar común
2. Vejez
El umbral lo traspone
la vereda le camina los zapatos
y en la esquina lo dobla
el bar de don Cosme lo entra,
lo remansa de café y lo sale
lo recorren varias calles conocidas
las casas le gritan mujeres
las vidrieras lo quieren comprar
la vereda lo cruza a través
la plaza le tira un olor a paraíso y lo arrastra
El banco lo sienta
el pantalón lo encoge
el diario le salta a los ojos
la campana de la iglesia lo escucha
el pasado lo recuerda
la muerte lo piensa…
Luego deja el diario sobre el banco
sacude el pantalón
mira las flores del paraíso
cruza la avenida
compra vino y pan
camina varias calles
saluda a los vecinos
pasa por el bar
llega hasta su casa
sola, vieja
y traspone el umbral
3- Es al amanecer
cuando el sol aún es una posibilidad incierta
y la noche la agonía de una certidumbre
cuando el campesino sale y mira el horizonte
cuando la mujer del obrero pone a calentar el agua y
se mueve sigilosa para no despertar los niños
cuando los amantes reinician las caricias
cuando el sereno duerme al fin profundo,
ovillado en su catre
cuando los hombres ricos roncan su mal aliento
cuando sus mujeres se levantan a orinar
y se miran las arrugas
Es al amanecer,
en el momento en que se debería sonreír por los ojos
que presienten el sol
por el estómago virgen que espera el agua purificante y el pan saciador
por los miembros concientes de un tumulto de sangre renovada
que un hombre es arrastrado por el patio desierto
de una cárcel
que forcejea y grita una inocencia
que invoca a dios y llora
que no puede comprender
que se resiste a creer
que implora
Es al amanecer la hora de las ejecuciones
De Abasto blues
1- He soñado
que amaba a un pequeño
muy pequeño niño
he despertado feliz y preguntado
¿quién hay?
Nadie contestó
En esta ciudad
algunos seres solitarios sueñan ser amados
2-Quien podría afirmar
que elegí nacer en Buenos Aires
podría haber sido
en Puente Caldelas, Huinca Renancó, Flores o Montevideo
Me eligieron nacer en Buenos Aires
tímidos y graves fueron recorriendo el duro itinerario
del dolor y el éxodo
la insensata comarca de la esperanza y el amor
mientras parían hijos y sueños liberados a todos los vientos
como aves migratorias
desconcertadas palomas sin mensaje
banderas sin patria definida
Sin embargo
cuando cierro los ojos y miro este nudo vital voluntarioso
creo conocer que desde los huertos de Galicia o
aquellos del oriental Flores
desde las sierras de Córdoba y los montes del Yi o
desde una austera aldea vascongada
fui
empujando genes y razones hasta llegarme
un diciembre a Buenos Aires
3- Ando en mala compañía
vestido sucio
pelo enmarañado
ando con un solo pie
partido el ritmo
ando con el ojo equivocado
a donde uno va se cruza el otro
ando con la mano en guante
la piel en llaga
ando con la sangre en vino rancio
la voz en disfonía
ando con toda la ciudad en vertical
el mundo en clave indescifrada
.