Sandra Pasquini
Sandra Pasquini (La Tana) nació en Rosario, Argentina donde cursó la carrera de Abogacía. Ha escrito diversos artículos para publicaciones extranjeras y en nuestro país para un semanario político de izquierda. Participó junto a otros escritores inéditos difundiendo y publicando libros entre los años 1998 a 2000 en un proyecto de literatura itinerante de edición amanuense y artesanal llamado “Quipus” , proyecto único en su tipo, que no ha vuelto a repetirse. Publicó en 2001 “Otro sol”, edición de autor, en lo que fuera un trabajo de mínima tirada experimental; en 2007 “Compás de espera”, editorial UNR; en 2014 “A mansalva ”, editorial Textos intrusos; y Una lluvia que, 2016. Actualmente aguarda en imprenta el libro “Lanzador de puñales sobre silueta animada”.
del libro -Compás de Espera-
Acudes madre cimbrando el hueso
masacrando el tímpano
en el embozo de las lágrimas
en la atroz ligadura de las venas
subvertida por el orden feroz que nos impones
ahítas las heridas con un clavo ensangrentado debajo de la
lengua.
del libro -Lanzador de puñales sobre silueta animada-
Cinco años/ahorcado es un juego...
cuerda es un juego / saltar de una silla es un juego
entrar a la casa con los ojos abiertos no es un juego
mi madre colgando de una viga /su cuello enredado en una soga
después dibujar monigotes en los bordes del cuaderno
y pintarlos de morado -era un juego-
*
-a Oliverio, mi Hijo-
Potrillo mío desprendido de mi grupa
volcado de mi flanco
cuando entra la noche y dormido me nombrás
porque en tu sueño hay risas
y también monstruos de espanto
hasta allí llego yo disipando
con mi espada de San Jorge
cortando males en tu nombre
con mi melena de león macho /de madre hembra
soy la cabeza de Goliat cuando te pienso
y en ella caben todos los instantes/
Potrillo mío desprendido de mi grupa
pozo de luz en las entrañas
pulmón resuello - sístole diástole
hagamos de cuenta que nada sabemos
de la tiranía del tiempo
del verdugo compás de los momentos
mientras toco el poema
con las ocho letras de tu nombre
y afino cada una de sus cuerdas
Hijo/el miedo es un animal enfermo de rabia ladrando por la casa
cada madrugada vuelvo a ahuyentarlo
para que no nos toque
para que no nos muerda
Potrillo mío desprendido de mi grupa
pulmón resuello - volcado de mi flanco.
*
Metástasis dice
crece y se expande /dice
-un agujero negro tiembla entre mi boca-
crece y se expande repite
yo lo miro con los ojos fijos en el plato
como si de verdad lo mirara.
del libro -A mansalva-
Caigo desnuda
de su boca
tumbada sobre el rastrojo de mis muertos
animales que cortan el aire de tu aliento
vienen en la noche
cuando las lámparas apagan su destello
pueden tornar sobre la herida
reiterar perpetuamente el tajo
para decir el hambre con los ojos
el coagulo negro que oscurece la pupila
el deseo invertebrado lamiendo las costillas
todos los nombres se repiten
el tuyo siempre amortajado
el lecho extinto de algún río
el contrapunto de tus labios
volver así sobre los pasos
a instancia del vacío
ahora que otra voz nombra todo lo acabado.
*
¿Cómo entra la muerte así por la ventana?
con su pulmón de fango
degollando la madrugada
con su avidez de tragaluz
con el hijo amortajado colgando entre las piernas
ahora viene
de Agosto imperturbable
avanza
con un ramo de fuego sobre el pecho
con su medio cuerpo de loba
desbaratada
enciende las quemaduras de la noche
finge ceguera de cíclope
guarecida en tu osamenta
escarba palabras para decir el ataúd que te nombra
enardecida
abandona tu rostro en los espejos.
*
Soy el lobo hambriento de Mankell
tras tu rastro de sangre en la nieve
una marca incierta al filo de la muerte
un fragor nocturno gastando el cuerpo
en la helada fiebre
los ojos vacíos del muerto en el espejo
el hueso roto de par en par bajo la carne
un destello apenas
un obús dentro del pecho
el desaliento infinito anclado a las costillas
supliciada por las horas
atravieso abierta la madrugada
con un estilete bajo la lengua.
*
Te veo apareciendo
fulgurado
-remoto destellando-
flores de cerezo caen de tu pelo
cuando la noche entera se preña de tu cuerpo
y estallas
contra la barda corroída de mis huesos
en la afiebrada oscuridad de los desiertos
y nuestras bocas
dos inmensas flores negras en sus tumbas
dos oquedades eternamente abiertas
a instancia plena de la furia
fustigan la carne de lo amado
y profanan sin piedad el amor bajo la lengua.
*
Encendías la memoria como una última lámpara
robabas palabras en jardines
donde la perduración era más que un rito
el criminal huidizo de los sueños
copiabas uno a uno los rastros del fulgor sobre la escarcha
el único canto aferrado a la noche
entre los dedos temblorosos de la muerte
desordenabas el camino hasta mi cuerpo
en un lenguaje imprevisible
desobedecías la remota fe
en los terraplenes
donde se desbarata el amor por menos que la vida
repartías jirones de alma
como sorbos de luz entre los muertos
alguna que otra madrugada.
*
Debajo del vestido
llevo apretadas las siete letras de tu nombre
igual que se lleva a un muerto
bajo el peso agobiante de Febrero
te llevo anclado a la cadera
ungida tu frente con mis sales
con mi sed remota
en mi boca se agita un animal oscuro
un presagio impostado en la voz.
regurgito las palabras sobre la mesa
no se pronunciar el nombre de los días
me quedo dormida sobre los huesos de tu pecho
y sueño que han matado a alguien igual a vos
en un oscuro cuarto de hotel
me despierto creyendo
que son tus manos
las manos del muerto en mi pelo
presiento tus dedos bajo mi falda
como se presiente al ladrón
en la oscuridad agazapado
la carne se abisma sin respuesta
los animales del miedo mastican pedazos míos
y afuera todo lo que llueve
es tu voz
contra los cristales de la casa.
*
Este ejercicio de nombrarte
cuando el olvido se acerca peligrosamente a los filos
me está cortando la lengua.
*
Empujábamos la muerte
con falsa distracción
con impostada alegría
algunas noches
comíamos mendrugos del amor perdido
engañando al tiempo
escondidos
detrás de algún encantamiento
cortábamos las bocas en idénticas mitades
con besos filosos como cuchillos
y arrojábamos certidumbres al fuego
sólo manchas de luz
alguna leve transmutación
retazos de un odio primitivo
desesperados
con obsesión
empujábamos la muerte algunas noches
como un aplazamiento de la herida.
*
Son más de las cuatro
estoy aquí
buscando una alternativa
a la absurda obstinación del lenguaje
pienso en tus sospechadas sombras
en cada uno de tus disfraces
en esa carcajada frágil
a punto de hundirse en el atardecer
tengo el paladar lastimado
de tanto chocar con las palabras
estoy aquí
recontando las formas que inventa el silencio
con esta certidumbre dibujada a lápiz
en unos minutos más
va a sobrevenir el hartazgo de pensarte
y voy a trazar un círculo pequeño
con mi dedo índice sobre el papel
para encerrar las siete letras
que dicen tu nombre
y sigilosa
impune
y deliberadamente
aplastarlas contra el olvido.
*
Aferrada a la espalda de la muerte
con la palabra en pedazos
cruzo la noche
me incrimino en sus ausencias
ejerzo con furia mi destino de desesperada.
Del libro: Una lluvia que, 2016.
Podría decir lluvia y que llover sólo fuera eso...
una tupida línea de agua
cayendo irregular sobre las cosas
afilando la gubia con que Dios talla las formas
la bífida espina de la noche
su violentada geografía
la tierra anegada pulsando sus terrones
escarbar bajo el tendón del tiempo
desde el jardín entre la escarcha
alinear una a una sobre el hielo las palabras
las letras con las que vengo a nombrarte
el nombre con el que voy a arrojarte
pedazos de aguacero contra el cuerpo.
*
Me crece perro o lobo negro dentro del pecho
con desesperación de filo
con desvelo de tajo que abre la herida
con desvarío de muerte
de zarza prendida fuego
punta de lanza envenenando
el delicado nervio
perro o lobo negro me crece.
del libro -Una lluvia que-
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