Óscar Cortés Tapia
(Chilpancingo, Guerrero, 1960). Escritor mexicano.
Óscar Cortés Tapia es licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, y estudió la Maestría en Letras Mexicanas en esta misma institución. También es licenciado en Derecho por la Universidad del Valle de México.
En 1987, mientras hace sus estudios de literatura, imparte clases en colegios particulares. Al año siguiente aparecen sus primeros textos de creación en la revista Punto de Partida.
A partir de 1990 colabora en varios periódicos de la Ciudad de México y en revistas nacionales y del extranjero. En la revista Ruptures, de Quebec, le publican el poema "Don Panchito", el cual es traducido al inglés, francés y portugués.
Entre 1996 y 1997 pertenece al colectivo artístico El Erizo de Arquíloco, cuya propuesta era un arte neoingenuo, inspirado en la píntura naif y la poesía en bruto.
En 1998 obtiene la beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Guerrero, en el rubro de Creador con trayectoria.
Entre los reconocimientos que obtiene destacan el Premio Punto de Partida 1990 en Cuento y el de 1992 en Poesía; así como el Premio de Poesía Gabriela Mistral 2000.
En 1998 publica el libro de cuentos intitulado Breve espera, y en 1999 la antología Su inútil servidor, Margarito Ledesma (antología mínima de Leobino Zavala).
Cortés Tapia se ha inclinado por la poesía. Entre sus libros están Voces como silencio (1995), Tierra de palabras (1996), Cuaderno de iluminar ausencias (1997), La misma pluma (1998), Elogio de El Santo y otros poemas (2001), Elogio de lo baladí (2004) y Las hijas pródigas (2011).
En Noviembre de 2012 gana el Certamen de Poesía Demiurgo, convocado por la editorial Valentia Autores, de España; y en julio de 2013 la Universidad del Valle de México le otorga el premio Lince de Oro.
Desde 1988 ha colaborado en periódicos mexicanos y en revistas literarias impresas. Actualmente lo hace también en revistas literarias virtuales.
Entre 2013 y 2014 condujo los programas radiofónicos en línea ¿Te cuento un libro? y Déjame que te cuente, los cuales se transmitieron a través de Ciudad Radio Mx.
Desde el 22 de noviembre de 2013 es presidente de la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana en Chilpancingo.
Bibliografía
Voces como silencio, México, Asociación Guerrerense de Profesionistas y Técnicos / Raíces Surianas, 1995, 44 pp. ISBN 968-7532-00-9
Tierra de palabras, México, El erizo de Arquíloco, 1996, 36 pp. Sin ISBN.
Cuaderno de iluminar ausencias, México, El erizo de Arquíloco / Sigma, 1997. Sin ISBN.
Breve espera, México, Mixcóatl, 1998, 20 pp. Sin ISBN.
Su inútil servidor, Margarito Ledesma (antología mínima de Leobino Zavala), Guanajuato, H. Congreso del Estado de Guanajuato / Universidad de Guanajuato, 1999. 108 pp. Sin ISBN.
Elogio de El Santo y otros poemas, Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México / La tinta del alcatraz, 2001, 68 pp.ISBN 968-835-654-9
Elogio de lo baladí, México, Mixcóatl, 2004. 16 pp. Sin ISBN.
Las hijas pródigas, Chilpancingo, Ediciones Tarántula Dormida, 2011. 32 pp. Sin ISBN.
Elogio del vuelo enclaustrado
Estas manos
no firman decretos
no cultivan rosas
no dirigen naciones
no amasan harina
no levantan muros
no matan tiranos
no arreglan relojes
Y las amo
Ellas tañen a la Necesaria
Arrancan de su garganta sedas guturales
Con papilas imposibles la catan de punta a punto final
Y en el colmo de la magia
transforman sus ojos en avellanas líquidas
Las amo también
por otros prodigios
Frente al liso dominio de la pared
conducen animales oscuros, domésticos
hacia un Arca de Noé que no sabe de caídas
Su muda semántica da la misma carne
al retorno
al presente
lo cercano
En la noche de mi habitación
atrapan la tenue luz de una plegaria
La ciudad y sus filos
se asoman humillados
y giran alrededor del breve sol de Dios
Hay momentos en que estas manos
destinadas a concluir mis muñecas
se convierten en puños de alegría
Y el ademán las enclaustra
Su genética es de alas
Deberían volar
La suerte de la ceniza
Eres una palabra en un índice
Jorge Luis Borges
Querido poeta
Hermano menor en la antología
Padre de versos menospreciados:
El río numerable de los años
perdió la memoria de tu dicha casera
y de tu gran dolor, universo que cabría en un puño distraído
Los dioses te negaron la gloria de las tesis profesionales
de las biografías autorizadas y las mesas redondas
de las calles y las bibliotecas
de los premios literarios con tu nombre
Oscuro hermano
poco sabemos de ti
Que amaste a una sola mujer
Que siempre tuviste el mismo número telefónico
Que una tarde escuchaste al ruiseñor
No lamentes tu pobre fortuna
Si los dioses dieron a otros la luz de la gloria
ésa que escanea y deteriora el perfume de la rosa venerada
contigo
contigo han sido piadosos
tuyo el sino de la referencia onomástica
Tuya la suerte de la ceniza
Que no da luz
mas conserva el calor de la otra orilla
Cursi
¿Cursi yo?
Cursi la noche de Cancún, imitadora no oficial de tus ojos
Cursi el hilo de grana, tibio símil de tus labios
Y el trinar de sinsontes que suplanta los arpegios de tu voz
Y las bíblicas gacelas, hologramas humildes de tus pechos
¿Cursi yo?
Cursi tú
Dueña de prodigios
AL PROCURADOR EN LA ÚLTIMA FATIGA
Judas, Judas Tadeo
Abogado de la segunda instancia
Procurador en la última fatiga
Que tu voz se apersone pronta
y represente mi talada esperanza
Que tu escrito inicial demande
las prestaciones que lo adverso me niega
Que tu vía sea idónea
y que Dios no te reconvenga
Construye bien el agravio
Elige cuidadoso el silogismo
Fundamenta con las tesis de la Providencia
Opón
si es necesario
el ruego y otros recursos
(Por si acaso
tendremos el amparo de María)
ELOGIO DE EL SANTO Y OTROS POEMAS
ÓSCAR CORTÉS TAPIA
REGRESO
Tan leve,
tan simple mi madre:
trascendental
como hoja de limón,
como salmodia del palomar.
Qué rasposa su ternura.
Qué gran óxido su sombra.
Qué de ausencias.
Ah, la paradoja tiene cinco letras.
En su aire de jacaranda agotada
encuentro la fogata de otras horas,
de otras verdades.
Deseo el regreso definitivo:
que su vientre
ya muerto
sea mi tumba.
Fotografía del niño conejo
Día especial en tu planeta de claroscuros
La danza lo celebra
Tus giros y saltos, saltos y giros de paño blanco,
son prodigio contra el polvo en el corazón
(Miríadas de miradas
plenas aplauden pautadas
el paso a paso pausado:
el peso sin piso, alado
Tará tará tarará)
Ah, Niño Conejo,
la Muerte no disfrazará esta danza:
un diamante de frondosas ramas
da de beber fuego al tiempo que no ha de transcurrir
La hora
A la hora del colibrí,
que a las flores musita adagios contra la gravedad,
mi madre cose un vestido blanco
para la Noche de Año Nuevo
Al tiempo de su labor
trae voces amarillentas, rostros arrinconados:
polvosas ramas de la sangre
Ocurre
En sus palabras,
en sus manos
avanza la ira
A paso de cuchillo. A paso de fuego
A la hora del ciempiés,
que cruza el puente de la tarde,
mi madre arroja el doble filo de su corazón
a la nuca del incendio
A la hora del murciélago,
que hilvana giros en el amate,
mi madre termina el vestido
Hay silencio en sus ojos,
un hondo silencio,
y la casa
-lo que de ella queda-
lentamente
se alza de los rescoldos
ELOGIO DE EL SANTO
Primera caída
(Elogio del tiempo antiguo)
En medio de nuestra angustia,
más vasta que la noche,
la hora del arma que apunta a la ciudad
te vestía con la rara estirpe del héroe.
Te anudabas la máscara
de quien navega bajo tormenta y sabe salir entero,
y corrías en tu auto deportivo
de un ring con criminales de feroz libreto
a otro:
calles, solitarias casonas, enlonado de asfalto;
ibas del llaveo precioso por preciso
a la amenaza oculta en la guarida de las sombras.
Te anudabas la máscara
y la plata argumental de tus puños -irrefutables
machacaba sofismas del ladrón y el vampiro,
del hombre lobo y el desquiciado científico.
Te anudabas la máscara
y la alada plata en vuelo de los topes suicidas
eclipsaba el sol negro del Mal.
Poca cosa eran las balas
en busca del nido de tu pecho;
poca cosa
el puñal y su instinto trapero.
Mayor peligro había
en la soledad y sus venenos,
en la mujer
que con lenta lengua se mojaba los labios,
como promesa de la trampa deliciosa.
Pero tú,
semidiós de la arena,
el primero de los invencibles,
lograbas zafarte del abrazo del oso
que te rompería los huesos del alma.
(Celosa,
la ciudad te arrebataba el corazón)
Te anudabas la máscara,
capitán de todas nuestras esperanzas,
y el mundo era seguro.
Segunda caída
(Victis honos)
Ahora
los músculos ágiles,
los acerados músculos,
son frutos de la memoria.
Más te duele este tiempo
que el golpe alevoso,
que la cavernaria misma.
(Admítelo,
te anudas la máscara
y naufragas bajo lluvias simples.)
Pelea sucia y calles oscuras
no son ya tu dominio completo;
nuevos criminales,
nuevos locos hieren la ciudad.
Y perdieron la elocuencia
tus puños discursivos,
tan bien lo sabes.
Qué difícil
levantar el vuelo plateado
desde la tercera cuerda,
con tantos años de peso,
también lo sabes.
Sin embargo,
no te duela el tiempo ido;
no te avergüencen
las tareas escolares de tus nietos,
las insaboras caricias de tu esposa
ni tus viejas películas en el televisor.
Tu estilo del heroísmo
ahora es otro.
Si lo dudas,
enmascarado como Rodolfo Guzmán,
vuelve a la arena que caía en pedazos
con la sola fuerza de tu nombre
en nuestros labios.
Te espera el amor antiguo:
la ciudad.
Ella no ha dejado
el asiento de la primera fila;
te es fiel.
Subirá a tu esquina
y será tu aliada
siempre.
Siempre,
aunque los nuevos rudos
venzan al hombre sin rostro
que en tu carne vive
y se anuda la máscara
durante la noche del Mal.
Tercera caída
(Santos de nuestra devoción)
No te negaremos
antes de que el réferi
cuente las tres palmadas sobre la lona
No te negaremos
después de tu última película
No nos avergonzaremos
de tus monstruos de utilería,
del cartón de tus computadoras,
de la fácil victoria
sobre momias, espectros y hechiceras
(¡Ay, qué excepción la Tetona Mendoza!)
No olvidaremos
Las mañanitas
el día de tu santo
No olvidaremos
limpiar de vez en vez
tus milagros de plata
No olvidaremos
prenderte un reflector
en el altar casero
de nuestro corazón
Eres
Santo,
Santo,
Santo
Y no vienes
en nombre del Señor
Productor
Nuestra angustia,
nuestra fe en ti
desde niños,
te dieron
la misión inagotable
¡Oh, golpe justiciero!
(¡Párteles la madre!)
¡Oh, rodillazo sin mancha!
(¡Desgüévalos!)
Eres
Santo,
Santo,
Santo.
Y estaremos orgullosos de ti,
pues tus puños
mantendrán con vida
el discurso que aprendimos
en un viejo cine:
el Bien gana
en la tercera caída
ESPEJO
(“Del insomnio”, díptico, mixta sobre acrílico y papel aluminio, 1995)
I
Cansado de copiar
el rincón exacto, eterno,
se desabotona
la lisa memoria de azogue.
Abre un cajón del ropero,
la guarda.
Con bostezos
se mete en la cama.
Una y otra, muchas
alas profundas lo cubren:
es el sueño
sin imágenes.
II
Sin parpadear
la luna llena del ropero
aluza la noche ciega.
¡Ah, justicia antiquísima!
Ojo por ojo,
luna por luna.
SOMBRAS
(“Del insomnio”, tinta sobre papel pautado, 1995)
Abajo: la calle.
Las sombras danzan.
Cierro los ojos.
Danzan junto a mí.
Abro los ojos.
¿Qué desierta música,
oh, hermanas casuales,
me roba las piernas,
me roba los brazos?
RELOJ
(“Del insomnio”, díptico cinético, 1995)
I
Gota a gota
vacías
nuestras vidas.
Gota a gota. . .
Gota a gota. . .
Gota a gota. . .
II
¿Qué pañuelo del adiós
enjugará el océano
de la sonora lágrima?
MURCIÉLAGOS
(“Del insomnio”, tríptico cinético, 1995)
Para Bob Kane
I
¡Cáspita!
La velocidad gótica
y algún desmayo romántico
se estrellaron
contra la primera claridad
de esta página.
II
Noche de la Condenación.
Negros ángeles de la guarda
piruetean frente a mi ventana.
III
En cementerio extranjero
duerme el poeta maldito.
Veloces, tan oscuros ángeles de la guarda,
cambian su ciega ruta de la noche local:
buscan los malos sueños, gusanos, pus, crueldad.
NOCHE
(“Tatuajes”, 1996)
Cambian de sitio los nombres.
Todo despierta hacia dentro
.