Iván Artalejo
Chihuahua, Chihuahua, México 1990
Escritor. Trilingüe. Publica sus primeros poemas en la antología poética Suversos en Chihuahua, Chihuahua, en Octubre de 2014. Ha participado y ha sido publicado en varios concursos literarios a nivel nacional e internacional (España y Francia), así como en colaboraciones con poetas de distintos países de Latinoamérica. Miembro activo del movimiento Poesía Norteña con sede en Chihuahua, Chihuahua. Próximo a ingresar a la carrera de psicología clínica.
ETERNIDAD
Ninguna eternidad como la nuestra.
Ninguna eternidad como la tuya en mi vida.
Ninguna eternidad como la tuya, mi vida.
Ninguna eternidad como la tuya.
Ninguna eternidad.
Ninguna eternidad que se diluya.
Ninguna eternidad que se nos escape, vida.
Somos eternidad, la vida nos los demuestra.
Ninguna eternidad, vida mía, como la nuestra.
GOTAS DE LLUVIA
Somos frágiles gotas de lluvia, gotas de lluvia que se deshacen en el tiempo; olor a humedad que se lleva consigo la melancolía y el viento. Somos frágil llovizna cuyo destino alcanza al chocar contra el suelo; frágil llovizna que quiere arrasar con la tierra cual si fuese fuerte aguacero, pero no somos más que endebles gotas de lluvia atrapadas en la borrasca. Lluvia. Somos lluvia. Frágiles gotas de lluvia salidas de un ser supremo, concebidas en las tormentosas y oscuras nubes de su pensamiento.
SUEÑOS
Los sueños no son más que alucinaciones que derivan de nuestros más profundos deseos. Algunos sueñan mientras duermen, otros soñamos estando despiertos. Con esto en mente, te puedo decir que eres tú la alucinación más hermosa, más constante, y más recurrente que he tenido en mi vida.
EL CENTRO DEL UNIVERSO
Su ombligo es el centro del universo, el centro de mi universo. El observarla dormir, sabiendo que abrirá de nuevo esos ojos castaños, para poder reflejarme en ellos, es un milagro para mí. El sólo escucharla respirar es un milagro para mí. Ni viviendo otras cien vidas podré llegar a agradecer el haber coincidido con ella en ésta.
SOLEDAD INFINITA
La soledad llega de nuevo, toca a mi puerta y se desliza a mi lado aún sin siquiera respoder su llamado. Se me trepa a la espalda, se me mete en los ojos, se me mete en el alma, soledad: el consuelo de los locos. Soledad infinita. Tormenta aquí dentro, tranquilidad allá afuera. Podría morir esta noche y nadie vendría, y el eco de mis recuerdos en la memoria de absolutamente nadie resonaría. ¡Oh soledad infinita! Al menos tú me acompañas en ésta, mi última noche…
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