LEOPOLDO LÓPEZ SAMPRÓN
LEOPOLDO L. SAMPRÓN (San Julián-Vega de Valcarce, León, España, 1951)
Entre los evangélicos españoles que escriben poesía dedicada a Cristo, hay algunos que admiro porque su obra está marcada por la excelencia. Uno de ellos, en lugar destacado entre mis afectos, es Leopoldo López Samprón, natural de un pueblo del Bierzo, pero con larga residencia en León capital. A Leopoldo los versos le fluyen de una manera natural, porque resultan auténticos frutos de una necesidad espiritual, de un testimonio del alma que desea elevar su mejor oración a Dios. Forma y fondo, sentimiento y razón, emoción y pensamiento, música, armonía, mensaje… Todo resulta sangre amartillada, estremecimiento, casi extenuación porque se sale de lo reglamentario y vuelve a los orígenes, a esos profetas que exponían su fe pero también cuestionaban lacras e injusticias. ¿Por qué este lírico boxear? Porque la Poesía no debe ser sumisa ni estar embotellada: la Poesía es el Viento sopla sobre la brasa de la Resurrección. Y mi querido hermano Leo es un poeta-poeta que va de humilde por la vida. Y aunque la existencia le ha descuartizado muchas veces, él sigue escribiendo, en medio del remolino, esos certeros disparos de su clarividencia y de lo que calladamente circulaba por sus adentros (Alfredo Pérez Alencart)
CARNESTOLTES
Sigamos girando los ojos
hacia nuestro erial de esquinas
sin ver los oscuros rincones
que se esconden en las manos;
y que el corazón respire nieve
de oscura esencia, dulce
de nuestras obras
terrenales,
precavidas con cautela
y oscuras igual que noches.
Y un golpe de abundancia
sobre el hambre insaciada
de nuestro amante derroche;
que es allí donde yace
el sudor que sangra
la esclavitud del hombre.
Sigamos gastando puertas
desnudas de permanencia,
pero que cierren los porches
para que nunca entre
el sendero del hambre
en los que muchos se afanan
para abortar de sus casas,
pero ya tienen bastante
con el denario de gracia,
que no es limosna,
es lo que le sobra al vientre
del menú de nuestra ansia.
Venga, sigamos avanzando,
que no descanse la fuerza,
ni quede muda la voz,
y descanse el corazón
en su desván de riqueza.
Que desfallezca el anciano
y los niños sin escuela;
que todo sea quimera
lo que desee el esclavo;
pues aún nos quedan años
para aumentar nuestra hacienda.
Cerquemos bien la clemencia
con fuerte alambre de espino,
y sigamos hacia el norte,
no vaya a ser que de pronto
esos cristianos desciendan
para volver a predicarnos
la luz del sermón del monte.
¡Vamos, corre, date prisa!
(*) Carnestoltes o Carnaval
HOMENAJE A SANTA TERESA DE JESÚS
Sin señales, a pecho descubierto,
Llegaron a mis labios tus poemas
y como un niño pensante
que acude más allá de las fronteras;
les pregunté entre una niebla florecida
de tiempos amanecidos y de tardes:
¿ Y la santa…, qué tal sus letras?.
Por aquí todo sigue igual,
los mismos miedos sin esferas,
los mismos colmillos del hambre
el mismo ladrar del perro,
las mismas rejas…
La religión que mata hombres,
En el nombre que tu adorabas
y las uvas amarillas del invierno
tratando de borrar con su paisaje
la oración intima del verso
proclamada sin zapatos
para humillarte más al suelo
en tu exclamación al Padre.
¿A quién esperas?
-me preguntan los claveles
y alguna mañana gris
que pasa de costado-,
¿ Por qué se inciensan tus ojos
cuando asoman las auroras otoñales?.
¿ Por qué descorchas el lodo
que cubren tus pies cansados?
Y tu corazón de espinas,
¿por qué canta…?
Porque mis ojos,
-les contesté a los claveles-,
han llorado emocionados
el sabor de la esperanza.
Y las feroces heridas de la sangre,
de las manos y el costado de Jesús
clausuraron el origen de mis lágrimas.
“Nada te turbe
Nada te espante
Todo se pasa
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
A quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta”
………
Teresa… ¿cuándo regresas?
tengo noticias que darte.
…Y TÚ INFINITO DIOS…
…Y Tú, infinito Dios, eres infinito
como caballo blanco,
sin horizonte en la mirada,
y sin línea de atardecer
en el espacio.
Eres eterno Dios, eres eterno
como el amanecer a gritos
del corazón doliente
sin estrategia y sin dobleces.
Omnipresente, Dios omnipresente
como las lágrimas de los niños
abandonadas a la intemperie
del rutinario reverso de la memoria.
Dios omnipotente, omnipotente Dios,
más que el coraje del miedo,
más que las grietas de la muerte
más, mucho más
que el mapa de los sueños.
Y tú omnisciente, Dios omnisciente,
tan omnisciente, que sin abrirte la puerta,
conoces cada sombra de mi corazón.
¿Quién puede definirte en una imagen
y envasijarte dentro de unos versos?
¿qué es para ti el lenguaje
si Tú mismo eres la Palabra?
ni el mismo infierno
pudo retenerte
¿quién es el hombre
para que de el tengas memoria
¿quién es para juzgarte?
Y eres Dios, tan y tan amoroso
que abandonaste sin pestañear
todos tus hontanares privilegios,
para amanecer conmigo
más allá del idioma de los tiempos
y del asfalto doliente del pecado.
EL ARCA DE LOS AFECTOS
(En crisis)
Otra vez llega el otoño,
como cada año, como siempre,
a partir del veintidós
de cada mes de septiembre…
Y el padre,
apoyando sobre la mesa
los codos, escucha
muy atentamente
las palabras juveniles
del hijo que tiene enfrente:
-Papá, se me estropeó,
y ya no le queda arreglo
al imprescindible ordenador.
¿Y Ahora que hago padre,
si ya empieza el colegio,
y según tengo entendido
-por tus palabras con mamá-
ni para libros tenemos,
ni para gomas ni lapiceros?
Nubarrones de lágrimas
cubre el padre con sus manos
para ocultarlas del hijo,
y entre gemido y sollozos
contestó con amargura:
Ya no tenemos trabajo.
Se acabaron las ayudas
miserables para el plato.
Tendremos que dar el piso
a los intereses del banco.
Recoger lo que nos queda,
y llamar como despojos
a la casa del abuelo.
Y se abrazaron los cuatro
en el zaguán de la puerta,
de esos hogares antiguos
hechos de barro y de piedra.
A la hora de la cena,
sonrió triste el abuelo:
Labraremos más los campos,
para hacer del trigo pan;
plantaremos más cebollas,
más ajos y más patatas,
más aceite, más gallinas
al gallinero y más cerdos a la cuadra.
Y si tenemos que escribir….
¡Ay nietecito, eso
lo haremos por carta!
Se despertó la mañana,
se despertó el padre y el niño,
y encontraron al abuelo,
con tersa frente de armiño,
excavando más trozos de tierra
y rezando un padre nuestro…..
OTRA NAVIDAD QUE NACE
Hoy, otra Navidad que nace,
y siento Señor
que se me escapa la vida
entre los dedos.
Hoy, le paso factura
al tiempo y sólo anoto:
en mi Haber, palabras
y en tu Amor, los hechos,
porque aún tengo en el alma
la sangre del hombre viejo.
Hoy, otra Navidad que nace
y siento Señor
que se quedó muda la tinta
y los libros en silencio;
que un río de sequedad
cubrió la aguas del pecho
donde se escribían himnos
con notas de tu Evangelio.
Hoy de reojo veo pueblos
en el borde de la fe
que brota de las orillas
de los ojos de los muertos.
Hoy, tengo miedo Señor
de estar repitiendo el tiempo:
-el niño en el pesebre,
las manos de la limosna,
los villancicos al viento...
y mañana las promesas
y los buenos pensamientos
serán puestos en un saco
camino del cementerio.
Hoy, otra Navidad que nace
y te observo Señor,
lleno de llagas y clavos;
y te miro Señor
solo y llorando, llorando,
en un monte con olivos;
y cada ramo con su fruto
de tu dolor se ha quebrado....
Hoy otra Navidad que Nace,
y siento Señor
que tu Espíritu se mueve
entre mi pecho.
Hoy, otra Navidad se marcha
por la senda del recuerdo;
y siento Señor
que se me escapa la vida
entre el afán de mis dedos.
NAVIDAD
Entre los labios copiosos de la nieve
-según cuentan presurosos los caminos-
Te soñamos excavando la memoria
de otra Navidad con rastrojos de Verano.
Y sentimos crecer los horizontes
en las edades perdidas de Babel
y en el limbo soñador de los horarios.
¿Por quétanto murmullo ya vencido
aún se levanta bajo el sol;
y en el jardín del olvido se cultiva,
con trenzas de hojarasca
y raíces de un agosto sin otoño?
¿Por qué tanta memoria,
tanta ley y tanto libro.
Tanta autosuficiencia entre las manos,
y tanta fiesta, sin otro paraíso?
Hoy, otra Navidad.
Otra celebración de cumpleaños;
Y ya va siendo hora,
que naciendo tantas veces
te conozcamos un poquito.
Y no es difícil, mi niño,
no es difícil...
Es sólo un corazón valiente
que busca entre los copos de la nieve
la semilla de tanto amor.
Y no es difícil, mi niño,
no es difícil...
.