Yolanda Ortiz Padilla
Nació en Jaén el 18 de septiembre de 1981. Licenciada en Filología Hispánica, actualmente se dedica a la docencia y a la investigación en la Universidad de Jaén.
El libro de poemas El cordón umbilical, ganador del XVIII Premio para Escritores Noveles de la Diputación Provincial de Jaén, es su primera obra publicada. También ha colaborado en revistas como La hamaca de lona o en antologías como Puta poesía (2010), Y para qué + poetas. Herederos y precursores. Poesía andaluza < n. 1970 (2010) o Voces del extremo. Poesía y Anarquismo (2011).
En el terreno de la teoría y de la crítica ha realizado algunos trabajos relacionados con la poesía como “Las preguntas elementales”, un estudio de la poesía de Carlos Barbarito, publicado en la revista electrónica Adarve y “De puertas para dentro: la difícil facilidad”, reseña al libro de poemas De puertas para dentro, de Gracia Morales Ortiz, publicada en la revista Mino tauro. Otras publicaciones están dedicadas al teatro y, en concreto, al teatro argentino.
Me pregunto
si alguien me estará pensando
si mi cuerpo desaloja
una respetable porción de aire
en el suyo.
Me pregunto, sí,
todos los días,
si hoy me estarás creando
y yo, engañada,
camino, como si existiera.
"El cordón umbilical"
Girar
Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo.
(Cormac McCarthy, La Carretera)
Bajo los dedos de sus pies: el vacío.
Frenó el impulso de su corazón
a tiempo
para no caer.
Sintió la angustia de no poder avanzar.
Miró la nada y decidió
darse la vuelta. Tras su espalda lo esperaba
el mundo que había devastado:
ríos de plomo,
ceniza sobre el asfalto / debajo: tierra asfixiada, incapaz de raíces,
el recuerdo de los árboles.
El hombre se dio cuenta entonces
que sólo podía
girar
sobre su propio eje.
Un hombre
pide
en la puerta de un supermercado
Día - 9:15-.
Llora sosa cáustica.
Puede usted seguir el recorrido ulcerado de sus lágrimas y detenerse
en las palmas colmadas de cielo y desamparo
detenerse y observar
el asco meticuloso que dedica
a cada parte de su cuerpo
la ausencia de amor para su carne
el viento helado que la quiebra.
Ahora puede usted seguir su camino.
La mañana
se ha roto
en esquirlas diminutas.
el libro "el miedo detrás", en una curiosa edición consistente en 20 únicos ejemplares firmados y numerados.
Se trata de una edición artesanal para coleccionistas, pues cada ejemplar va indivisiblemente acompañado de una de las 20 pinturas realizadas directamente sobre camisetas por el artista Gabriel Viñals.
La obra de Ortíz entra así a formar parte de la colección “Poética y peatonal”, de Ejemplar Único, una de las aventuras editoriales más sugestivas del panorama nacional del momento.
Su artífice, Gabriel Viñals, es un defensor del arte efímero que lleva más de 20 años pintando exclusivamente sobre camisetas. Viñals cree que estas –sus obras- deben usarse hasta que se estropeen y desaparezcan.
Un poema del libro:
Tan difícil, tan frágil.
O esa línea etérea
donde toda pasión que no venza
a la muerte,
engendra agonía.
Manotazos en el aire. Ed. Baile del Sol, 2016
ADOPTO EL LENGUAJE
Adopto el lenguaje
protocolar, hipócrita, grandilocuente necesario
para retrasar mi partida.
Escribo cartas
con ruegos y súplicas ilustrísimas
que agujerean el papel.
Inicio un vía crucis de funcionarios ineptos,
mordiéndome el insulto a cada paso
para no hacerles perder la compostura.
Desoriento el calendario.
Reorganizo la cartografía.
Me ato a tus sábanas.
Espero.
Espero.
Espero
siempre una respuesta
en la que confirmen que tus ojos
no van a dejar
de devorarme
ni un solo día.
MIRO
A Ramón
Miro
con ojos alucinados
cómo su cuerpo enorme cabe
en ese agujero.
Escucho
el ruido de la tapa al caer
sobre su amor desaforado por la vida,
por los vasos largos,
por las noches llenas
y las comidas y las mujeres siempre
abundantes e inadecuadas.
Imagino su temblor, el llanto
de su cuerpo muerto, el miedo
a pasar esta noche sólo
y me repito
cómo tanto gozo cupo
en una caja
diminuta.
ALGO ESTÁ VIVO EN EL INTERIOR
DE UNA BOLSA DE BASURA
Algo está vivo en el interior de una bolsa de basura.
Se mueve. La contemplo.
Unos obreros ven
mi mirada llena de horror,
me descubren
las ganas de pedirles ayuda.
Continúan trabajando.
Un niño se detiene
y ansioso, con curiosidad,
dice:
“la bolsa se mueve”.
Su madre pasa
“¡Vamos, llegamos tarde!”
deprisa, de largo, sin mirar
“Alguien habrá tirado eso vivo
¡Vamos!”.
El niño se queda a mi lado,
como si sólo él, yo y la bolsa
estuviéramos en esta calle,
y con una amplia sonrisa
dice:
“¿La vas a abrir?
¿Tú quieres tener uno de esos?”
Le respondo paralizada,
como si sólo él, yo y la bolsa
estuviéramos en esta calle:
“Me da miedo abrirla.”
Él me deja su sonrisa,
el giro de su cuerpo pequeño
y se marcha.
Paralizada.
Mi corazón late deprisa,
la bolsa se mueve, frente a mis ojos,
cada vez
más
despacio.
Uno de esos, su corazón
paralizado. Y yo
me limpio el grito en el poema.
Me queda ya
poco aire en la bolsa.
Viorica Balenescu I
somos un clan
un grupo
una comunidad
acabamos de llegar y estamos
dispuestos
a sobrevivir
a costa de lo que sea.
ocupan la acera
con sus cuerpos curvados por el peso del hambre
su rabia manchando
balcones, farolas, la mirada de los niños
como una marea negra
que crece
que crece
cansados
de tanta vida escupen
hoy
por un trozo más.
Andrei, un acordeón.
Nedelcu, un arma escondida entre jirones.
Raluca, vieja y enferma, boca podrida que desprende
un hedor insoportable.
[Clava sus uñas en el corazón del transeúnte y se aproxima
despacio
hacia su rostro].
Radu, el más joven, los labios prominentes y el cerebro tibio
como un pájaro enfermo.
Viorica Balanescu
es hermosa
con toda la intemperie posada sobre su piel
reseca y encallecida,
con su pelo rubio
recogido en un moño que deja limpia
una frente hambrienta de besos.
Siempre camina muy cerca de un hombre
tendiéndole una trampa a cada paso.
Su falda barata dibuja
la silueta perfecta de su culo.
Su boca,
con una gota de saliva prendida de la comisura, oscila
entre la lascivia y la espera, sus ojos
azules son
la boca de un pozo
al que me da pánico asomarme.
A veces se postra
con sus palmas extendidas,
una sonrisa oculta en el pecho y el asco,
ante supermercados e iglesias, a las puertas
de nuestra piedad infinita.
Los hombres miran su belleza sucia
derramada por el suelo y desearían
meterle la polla
muy despacio
en la boca
y agitarla
de su pelo rubio hasta correrse.
En su lengua permanece el sabor del semen y sonríe, sabe
que su rencor es más ácido, tan duro
que los haría vomitar
si lo hundiera en sus bocas.
Viorica Balenescu II
Sus ojos son
la boca de un pozo
al que me da pánico asomarme
oscuro
oscuro y profundo,
con agua pestilente en el fondo:
siete
siete veces me violaron
la primera
a los 12 años
fue mi padre
la segunda a los 15
fue uno de los vecinos con los que vivíamos
apiñados
promiscuos
sucios
se metió bajo mi manta
me tapó la boca
me folló por el culo
el resto
clientes
cuántas
cuántas veces he bajado la cabeza
he devorado el pedazo de mierda que os sobraba
me he mordido los labios hasta hacerlos reventar
he caminado
con una soledad inmensa en el vientre
cuántos
cuántos fetos
he abandonado en basureros urinarios públicos
cuántos cuerpos muertos he visto
feliz
feliz de que no fuera el mío
¿COMIENZOS?
¿Comienzos?
1. Y esa mañana amanecí
con la boca llena de hormigas
2. Huelo mi cuerpo,
huelo mi cuerpo y me pregunto
por qué su olor no te turba
3. Hoy: me desenredas
4. Ávido inquiere:
“¿qué parte de mi vida
quedará sesgada?”
5. Se busca una mujer en ruinas
6. Tranquilo,
otros ya lo hicieron antes:
dejar de desearme
7. Me persiguen las mujeres que han follado contigo,
el contorno de sus vientres
contra sábanas conocidas
8. La poesía es
una forma más
de pornografía
9. ¿Y cómo coloco ahora el mundo
para que tú no estés?
10. ¡Ya está bien de tomarme el pelo!
(Raymond Carver)
A Ramón
Miro
con ojos alucinados
cómo su cuerpo enorme cabe
en ese agujero.
Escucho
el ruido de la tapa al caer
sobre su amor desaforado por la vida,
por los vasos largos,
por las noches llenas
y las comidas y las mujeres siempre
abundantes e inadecuadas.
Imagino su temblor, el llanto
de su cuerpo muerto, el miedo
a pasar esta noche sólo
y me repito
cómo tanto gozo cupo
en una caja
diminuta.
ALGO ESTÁ VIVO EN EL INTERIOR
DE UNA BOLSA DE BASURA
Algo está vivo en el interior de una bolsa de basura.
Se mueve. La contemplo.
Unos obreros ven
mi mirada llena de horror,
me descubren
las ganas de pedirles ayuda.
Continúan trabajando.
Un niño se detiene
y ansioso, con curiosidad,
dice:
“la bolsa se mueve”.
Su madre pasa
“¡Vamos, llegamos tarde!”
deprisa, de largo, sin mirar
“Alguien habrá tirado eso vivo
¡Vamos!”.
El niño se queda a mi lado,
como si sólo él, yo y la bolsa
estuviéramos en esta calle,
y con una amplia sonrisa
dice:
“¿La vas a abrir?
¿Tú quieres tener uno de esos?”
Le respondo paralizada,
como si sólo él, yo y la bolsa
estuviéramos en esta calle:
“Me da miedo abrirla.”
Él me deja su sonrisa,
el giro de su cuerpo pequeño
y se marcha.
Paralizada.
Mi corazón late deprisa,
la bolsa se mueve, frente a mis ojos,
cada vez
más
despacio.
Uno de esos, su corazón
paralizado. Y yo
me limpio el grito en el poema.
Me queda ya
poco aire en la bolsa.
Viorica Balenescu I
somos un clan
un grupo
una comunidad
acabamos de llegar y estamos
dispuestos
a sobrevivir
a costa de lo que sea.
ocupan la acera
con sus cuerpos curvados por el peso del hambre
su rabia manchando
balcones, farolas, la mirada de los niños
como una marea negra
que crece
que crece
cansados
de tanta vida escupen
hoy
por un trozo más.
Andrei, un acordeón.
Nedelcu, un arma escondida entre jirones.
Raluca, vieja y enferma, boca podrida que desprende
un hedor insoportable.
[Clava sus uñas en el corazón del transeúnte y se aproxima
despacio
hacia su rostro].
Radu, el más joven, los labios prominentes y el cerebro tibio
como un pájaro enfermo.
Viorica Balanescu
es hermosa
con toda la intemperie posada sobre su piel
reseca y encallecida,
con su pelo rubio
recogido en un moño que deja limpia
una frente hambrienta de besos.
Siempre camina muy cerca de un hombre
tendiéndole una trampa a cada paso.
Su falda barata dibuja
la silueta perfecta de su culo.
Su boca,
con una gota de saliva prendida de la comisura, oscila
entre la lascivia y la espera, sus ojos
azules son
la boca de un pozo
al que me da pánico asomarme.
A veces se postra
con sus palmas extendidas,
una sonrisa oculta en el pecho y el asco,
ante supermercados e iglesias, a las puertas
de nuestra piedad infinita.
Los hombres miran su belleza sucia
derramada por el suelo y desearían
meterle la polla
muy despacio
en la boca
y agitarla
de su pelo rubio hasta correrse.
En su lengua permanece el sabor del semen y sonríe, sabe
que su rencor es más ácido, tan duro
que los haría vomitar
si lo hundiera en sus bocas.
Viorica Balenescu II
Sus ojos son
la boca de un pozo
al que me da pánico asomarme
oscuro
oscuro y profundo,
con agua pestilente en el fondo:
siete
siete veces me violaron
la primera
a los 12 años
fue mi padre
la segunda a los 15
fue uno de los vecinos con los que vivíamos
apiñados
promiscuos
sucios
se metió bajo mi manta
me tapó la boca
me folló por el culo
el resto
clientes
cuántas
cuántas veces he bajado la cabeza
he devorado el pedazo de mierda que os sobraba
me he mordido los labios hasta hacerlos reventar
he caminado
con una soledad inmensa en el vientre
cuántos
cuántos fetos
he abandonado en basureros urinarios públicos
cuántos cuerpos muertos he visto
feliz
feliz de que no fuera el mío
¿COMIENZOS?
¿Comienzos?
1. Y esa mañana amanecí
con la boca llena de hormigas
2. Huelo mi cuerpo,
huelo mi cuerpo y me pregunto
por qué su olor no te turba
3. Hoy: me desenredas
4. Ávido inquiere:
“¿qué parte de mi vida
quedará sesgada?”
5. Se busca una mujer en ruinas
6. Tranquilo,
otros ya lo hicieron antes:
dejar de desearme
7. Me persiguen las mujeres que han follado contigo,
el contorno de sus vientres
contra sábanas conocidas
8. La poesía es
una forma más
de pornografía
9. ¿Y cómo coloco ahora el mundo
para que tú no estés?
10. ¡Ya está bien de tomarme el pelo!
(Raymond Carver)
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