Ivonne Gordon Carrera Andrade
Nació en Quito, Ecuador un 12 de agosto. Es poeta, crítica literaria y traductora. Obtuvo su doctorado en Filosofía y Letras de la Universidad de California, Irvine. Es catedrática de literatura latinoamericana en la Universidad de Redlands, como también Directora de Estudios Latinoamericanos, Encargada del Departamento de Literatura e Idiomas en la misma institución. Entre sus libros cuentan: Nuestrario (1987); Colibríes en el exilio (1997), Manzanilla del Insomnio (2002) Barro blasfemo(2010) y su último, Meditar de sirenas, publicado en Suecia (2013 primera edición, Chile (2014 segunda edició.) Ha sido otorgada premios entre ellos: Finalista del Premio Extraordinario, Casa de las Américas; Premio Honor en Poesía, Jorge Carrera Andrade. Ha sido invitada a numerosas lecturas de poesía en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica entre las cuales cabe destacar: El Festival Internacional de Poesía en Medellín Colombia, La Biblioteca del Congreso en Washington, La Fundación Pablo Neruda en Valparaíso, La sociedad de Escritores Chilenos, El festival de Mujeres poetas en México, el Congreso Internacional de poesía en Hungría, y el Festival de poesía en Chicago. También ha sido invitada a dar charlas y leer su poesía como invitada Magistral a varias universidades de los EEUU. Goza de una reputación al nivel internacional. Ha sido reconocida como una de las grandes poetas latinoamericanas de la época. Ha sido incluida en numerosas antologías poéticas publicadas en España, Estados Unidos, Ubeskistán, y Latinoamérica. Sus poemas han aparecido en revistas en Estados Unidos, México y Ecuador.Sus poemas han sido traducidos al inglés, polaco.. Publica ensayos críticos sobre la poesía y narrativa latinoamericana, con interés especial en literatura ecuatoriana, y poesía contemporánea.Es una especialista en la obra de Gabriela Mistral. Tiene 2 libros terminados que piensa publicar en diversas partes, en el Ecuador y España. Hace traducción de poesía también. Su obra refleja su errancia donde se inserta en mundos interiores para estar en contacto con el infinito, se arraiga a la memoria para poder entrar en espacios sin límites. Entreteje sueños en la palabra.
Ojos
Me miré con otros ojos, me vi pasar
envolver el viento en un botón.
Me vi pasar con un saco de lona
vacío de rastros y huellas.
Las marcas de las yemas
se habían borrado. Y me ví pasar.
Un cuerpo, un rumor, un silencio.
Me vi rodeada de albores silentes
de ágata cristalizada en un tronco
felino. Acaricié el amor como archipiélago
de piel. Me desvanecí en el vértigo del espejo.
El olor a canela, clavo de olor, y cáscara de naranja
hizo de la tarde felina un puente de espera.
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La diosa de la fortuna me ha señalado de frente.
Es la voz sonora de un pájaro mudo. Es Perséfone.
Vuelve para verme el rostro vacío de máscaras. El vaho
de la piedra enmudece el solisticio. Soy yo
mirándome nacer entre el capullo invisible. Soy yo, venado
de la noche. Adornada de jades, esculpidos con fuego
y leña. Doce silbidos presagian toda una aurora
en la hoja profunda de una higuera.
Picaporte
La aldaba y el picaporte nombran
tu cuerpo. Mis manos inventan bisagras.
Se discurren por ranuras aceitadas.
La tarde se levanta soñolienta
después de una larga siesta.
Los ojos pesados absorben la retirada
del sol. Las huellas pisan los labios.
Los labios reviven enlazados
la dulzura del latido. Tu corazón explota
en la rendija de mi pecho.
Te vivo y te siento.
El atardecer se desparece.
Los faros se encienden
en la densidad del silencio.
El agua habla infatigablemente
sin perder el recorrido.
Las aldabas se repiten
en cada nombre del recuerdo.
Tigre
El tigre posee todas las letras del alfabeto
primordial. El tigre posó sus labios sobre los míos.
Una gramática inexplicable surgió. Entrar en un mundo
de espejos dormidos. Vacilar en curvas peligrosas,
mirarme sin mirarme, entrar por mis ojos al tigre.
Sentir su corazón rugir el bramido de los profetas.
La lluvia no tuvo cuerpo, ni cara. Todo se volvió
silencio oculto de la nada. El tigre no rugió,
tambores, ni temblores. Con mis manos llenas
de augurios y huellas acaricié su rostro. Un abecedario
de signos circulares mugieron mis sentidos. Nací
de mi ojo, del ojo del tigre. Bebo lluvia de las letras
primordiales. Y en medio de lo arcano vuelvo
a germinar sin cesar en el centro de la noche.
Tiger
The tiger owned all the letters of the primordial
alphabet. The tiger placed his lips on top of mine.
An unexplainable grammar sprung up. I entered a world
of sleeping mirrors. I hesitated between dangerous curves,
I saw myself without looking, I entered the tiger through my eyes.
I felt his heart roar the bellowing of all prophets.
The rain has no body, nor face. All is peeled off
leaving silence, hidden from nothingness. The tiger did not roar,
no drums nor quaking. My cupped hands savant omens and trances
as I caressed his face. An alphabet of circular signs seared
my senses. I was born from the tiger’s eye and my own.
I swallowed the rain of primordial letters. And in the center of the arcane,
I return without pausing to germínate in the midnight hours.
[Cindy Rinne, translator]
AYOTZINAPA
Ayotzinapa, hace poco no podía pronunciar tu nombre.
Ahora no sólo lo pronuncio, no sólo lo repito,
sino que es una herida abierta en la tierra.
Es una violación de la tierra, 43 hijos
de vientres heridos claman, Ayotzinapa
ya no es una palabra, ya no es un lugar.
Ayotzinapa es un monumento a la violencia,
es un campamento de jardines descompuestos.
Es un grito, un aullido, es cicatriz
y carne viva. Ya basta.
Ya nos cansamos
de tanto ataúd y vitrina.
AYOTZINAPA
Ayotzinapa, not long ago I could not pronounce your name.
Now I pronounce it, now I repeat it,
now it is an open wound of the earth.
The ground has been raped, 43 sons
of wounded wombs cry out. Ayotzinapa,
it is no longer a word, it is no longer a place.
Ayotzinapa is a monument of violence,
It is a camp of decomposed gardens.
It is a yell, a howl, it is a scar
of live flesh. Enough, we have become tired
of caskets and showcases.
Ivonne Gordon Carrera (2014)
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