Paty Blake
(Ciudad Obregón, Sonora, México, 1978).
Vive en Tijuana desde 1982. Escritora, comunicóloga y psicoterapeuta gestalt. Ejerció el periodismo de 2000 a 2007. Becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en Jóvenes Creadores, Poesía, 2012-2013.
Ha publicado los poemarios Ciudad A (Tierra Adentro, 2011), Amanecer de viaje (Cecut, 2006) y El árbol (Existir, 2002), así como la antología personal Los puntos son ciudades (Indomita Editores, 2012, Puerto Rico).
Algunos de sus textos se incluyen en las antologías Tan lejos de dios. Poesía mexicana en la frontera norte (UNAM-Baile del Sol, 2010) y Un orbe más ancho. 40 poetas jóvenes, (UNAM, 2005), entre otras.
Labora en el Departamento de Fomento a la Lectura del Instituto de Cultura de Baja California. Publica la columna "Letras para viajar", en el periódico Frontera, en Tijuana, y en La Crónica, en Mexicali. Habita también desde 2001 en www.patyboo.blogspot.com y www.patyblake.blogspot.com
Mis manos son silencio entre paredes
afuera, la noche
el pasado y su fama de bondades
me rondan como una mosca ciega
mis ojos se remontan
y no encuentro
ese atrás convertido
alguna vez en
algún presente
siempre pasado
siempre
antes, siempre
otro tiempo
nunca
hoy mis manos
son silencio
solo
y con eso basta
a. m.
Veo serpientes que dirigen elefantes
en una sala de juntas.
Cada mañana convocan a personal de base
y de confianza de pie plano paquidermo
en insólitas repeticiones del antes meridiano.
Cargan folders tamaño oficio
teclean pantallas en blanco.
Oreja reptiliana escucha corta
atrapan luciérnagas con su lengua espesa.
Veo miradas repitiendo trayectorias
mesa larga y aceitado el protocolo.
Primera vuelta, te has salvado.
Asentir es la respuesta.
A esta hora, cualquier día.
Tráfico. Polaroid.
Atrapada en el tráfico de esta vía
veo los puentes que se sobreponen
tomando diferentes trayectorias.
Dices que esta amistad se reventó
como los vasos sanguíneos de tu ojo izquierdo.
Yo, que lo más poético que he visto
esta semana
ha sido la cadera de @cuborubik,
pienso que hay vasos sanguíneos
que revientan con más potencia.
Siniestra Ballena Asesina con migraña
Aquí no hay lugar para los zurdos
no hay tijeras no hay chapa de la puerta
siniestra.
En este escritorio me resguardo soy
(inserte aquí animal de su preferencia) en cautiverio.
Aquí no hay lugar para los zurdos
hay resmas y asuntos pendientes
hay Garamond Black de 12 puntos
dudas itálicas para el archivo muerto.
Dolor de cerebro central derecho. Ojo.
Sólo puedo pensar que tengo frente y algo dentro.
Si tan sólo esta luz. Si este parpadeo durara.
El silencio de las tres en punto.
zapatos
banquetas. cientos de zapatos
recorren la calle tercera.
los míos -rojos-
son gotas que escurren por la orilla
de este sol derretido.
uno dos trazos, descubro una punta
que delinea la sombra en mi mochila.
nubes,
un poco de lluvia nos vendría muy bien
a tí, pintor, y a mí, transeúnte. nos conviene a los dos.
si después de lavar los pinceles
quieres caminar un rato
te invito a la esquina más fresca
del cuadro
que aún no terminas.
sesuda conclusión
he pensado
que urge conocernos
cruzar la bruma
ciegos, no importa,
descomponernos,
acortar el en medio
de tajo,
saltarnos pasos
protocolarios
no me importa
si prefieres café o té,
o si tus ojos combinan con tu camisa,
no importa,
lo que urge es conocernos:
no acostumbro
besar el ombligo
de un extraño
la realidad fue ayer
dice la mujer, mientras toma su cuerpo de equipaje
y se mece en él como recién llegada
a una mansión sin puertas.
habrá mejores días y se abre de golpe una ventana
el cielo rechina en su bisagra seca
de tanto haber estado inutilmente humedecida.
los viajes son inicios y partidas
son seres alados que llegan en forma de autobús
y avanzan como una mancha oscura
en aquello que algunos llaman horizonte.
antes de salir, la mesa del té lista
último vistazo a las paredes
alzadas todavía como enredaderas de verano.
habría que podarlas, era evidente entonces, piensa,
y ahora basta soñar un lugar sin techo
y no hay diferencia entre lo que queda.
luego el sol, como siempre, y sus rayos
un cuchillo de luz por la rendija,
un trago más al té, resbala por su boca
la vida en tránsito espera el abordaje.
al parecer, no tiene prisa la viajera.
acostumbrada a los abismos,
y a los tés de yerbabuena, lee las últimas noticias
en las palmas de sus manos.
mira que las líneas se entrecruzan
y quién sabe
hay silencios tan largos como vidas.
mira que atravesar paredes es demasiado,
nadie paga tanto asomarse a una calle vacía.
dobleces finos en las manos
y el mundo se compacta en la valija
último trago, y no hay preguntas
hierve el té,
una vez más
y es lo que importa
hierve el té
quién sabe dónde, quién lo enciende...
la realidad fue ayer:
no es necesario el equipaje
Poemas del libro “Amanecer de viaje”
Cacaxtla
La ventana caía en gotas tras los ojos
el camino de barro, las llantas derrapadas y zapatos
entre las paradas a medio camino, la puerta
las respiraciones agitadas del que recién subía
el verde deslavado que entraba en ráfagas
de aire recién nacido.
No sé a dónde voy, dije.
Apreté bajo el brazo el mapa húmedo
y sonreí al saber que no volveríamos a estar juntos
al poner un pie en la banqueta de tierra
los que ahora escapábamos de la lluvia.
Tocó mi turno.
Bajo el agua, a primera vista, la ciudad pareció un río,
una canica escondida,
un laberinto entre las voces,
cualquier cosa, menos un silencio denso
corriendo a toda prisa entre los árboles.
Ese día quise conocerte,
decirte mira lo que he encontrado
mira que las piedras, los caminos,
pero recordé el listón de tiempo en mi cintura
y lo desaté en un zumbido sobre el aire.
Se abrió un paréntesis
para que en ese instante
te asomaras.
El lugar donde la lluvia cae
¿lo recuerdas?
El patio de frutas dulces
Para mi Boli
Desgrano la ventana.
Es roja y se me queda en gotitas
en la camisa de salir al patio.
Hoy hizo calor y vine a refrescarme,
a que cortaras una fruta
y tuvieras el cuidado de partirla en pedacitos
para nosotros.
Sonríes y la piel te queda grande
y tienes una casa en donde también hay membrillos,
donde los pasos se oyen desde que entras,
donde duermo en el cuarto de abajo
junto a mi alcancía improvisada
y los zapatos negros que me pongo
antes de que salga el sol.
Hoy es domingo, seguramente.
No sé de calendarios, pero lo imagino.
La fruta envuelve suave tus manos
mientras los primos hacemos ábacos con sus semillas.
.