Ambrosio Montesino
Fray Ambrosio Montesino o de Montesinos (Huete, provincia de Cuenca, ¿1444? - 29 de enero de 1514) fue un clérigo, poeta y traductor castellano del Renacimiento.
Era hijo del escribano de cámara Pedro del Monte, regidor de la ciudad de Huete por su estado noble y de Blanca Rodríguez de Ayllón, natural también de la misma ciudad; ambos tenían parientes judaicos procesados por la Inquisición de Cuenca, pero también una casa solariega, ya desaparecida, del apellido Montesino frente al monasterio de Santo Domingo; su blasón era una flor de lis o azucena sobre una jarra.
Ingresó en la orden de franciscanos menores y fue fraile en San Juan de los Reyes de Toledo. Llamó la atención de su compañero de orden el cardenal Cisneros y en 1492 estaba ya en la Corte de los Reyes Católicos, quizá como confesor real y en todo caso actuando como obispo auxiliar del Cardenal; en 1504 participó en la creación de un convento femenino concepcionista en Cuenca y el 30 de agosto de 1512 fue nombrado obispo in partibus infidelium de Sarda (Albania), título meramente honorífico que le confirió el Cardenal Cisneros por sus servicios. Murió siendo obispo electo de Málaga y sus restos fueron enviados a la capilla familiar levantada por su abuelo materno en el monasterio franciscano de Huete, hoy ya desaparecido.
Marcelino Menéndez Pelayo lo tenía por uno de los mejores prosistas de su tiempo, pero fue más conocido como poeta. Era considerado popularmente como el villanciquero de Isabel la Católica y editó un Cancionero (Toledo, 1508) que gozó de gran popularidad, como demuestran las muchas reimpresiones que se sucedieron a lo largo del siglo XVI.
Obra
Es el único, entre los poetas religiosos de la corte de los Reyes Católicos, que no prestó servidumbre a la influencia italiana, mostrándose en eso seguidor del punto de vista de Cristóbal de Castillejo. Su calidad poética se encuentra muy relacionada con la tradicional poesía popular castellana, cuyo suelto octosílabo hace suyo vertiéndolo a lo divino mediante el procedimiento del contrafactum. Son frecuentes sin embargo sus descuidos métricos (quizá por la asimilación de la irregularidad métrica habitual en la poesía tradicional) y existe una inclinación cultista en su lenguaje que no logra disimular el esencial popularismo de su poesía piadosa, teológica y moral, recogida en Cancionero de diversas obras de nuevo trovadas (Toledo, 1508); estos versos siguieron también el modelo del beato franciscano Jacopone da Todi en sus Cánticos espirituales.
Merecen citarse, entre otras composiciones, "Coplas de Nuestra Señora reina del Cielo", "In Nativitate Christi" (que, por su forma dialogada y por su tono viene a ser un auto de Nacimiento), "Romance en honra y gloria de San Francisco", "Coplas del Nacimiento", "Coplas del destierro de Nuestro Señor", "Tratado del Santissimo Sacramento", "Al destierro de nuestro Señor para Egipto" y "Coplas al árbol de la Cruz". Un carácter algo misógino tiene su Doctrina y reprehensión de las mujeres, un cierto antecedente de La perfecta casada de fray Luis de León.
Por orden de la propia reina Isabel la Católica tradujo del latín la Vita Christi del cartujo Ludolfo de Sajonia durante los años 1499 a 1501, parando sucesivamente en Cifuentes (Guadalajara), en Granada y en su Huete natal; la obra terminó impresa por Estanislao Polono en Alcalá de Henares repartida en cuatro volúmenes entre 1502 y 1503. Se trata de una refundición en uno de los cuatro Evangelios; siempre respetuoso, Montesino destacó con caracteres especiales y más gruesos los pasajes que provenían directamente de los textos sagrados. Se ha sugerido que utilizó la versión catalana de Joan Ruiz de Corella (1500). Relacionado con esos trabajos está también que corrigiera y limara, a petición del rey Fernando el Católico, una traducción de los Evangelios y de las Epístolas del Nuevo Testamento a partir de la obra de Gonzalo García de Santa María Evangelios e epístolas siquier liciones de los domingos e fiestas solemnes de todo el anyo, Zaragoza, Pablo Hurus, 1484. Fue publicada con el título de Epístolas y evangelios por todo el año, con sus dotrinas y sermones (Toledo, 1512) y se reimprimió muchas veces hasta el año 1559, fecha en la que el Index librorum prohibitorum del Papa prohibió toda traducción de la Escritura en lengua autóctona. Otra traducción suya fue la de las Meditationes y los Soliloquia de San Agustín, que ha sido publicada modernamente (Meditaciones y soliloquios, Madrid, 1958). Se le atribuyen también unos comentarios bíblicos (Postillae, Toledo, 1512; Antwerp, 1544; Barcelona, R. Vallezilla, 1502/1608; Madrid, 1608/1614 etc.) y un Breviario de la Immaculada Concepción de la Virgen nuestra Señora (Toledo, 1508).
Bibliografía
Obra original
Postillae (Toledo, 1512; Antwerp, 1544; Barcelona, R. Vallezilla, 1502/1608; Madrid, 1608/1614 etc.)
Coplas sobre diversos devociones y misterios de nuestra santa fe católica (Toledo, 1485 / Londres, facsímil de H. Thomas, 1936)
Cancionero de diversas obras de nuevo trovadas (Toledo, 1508 / Toledo, 1520 / Toledo, 1527 / Toledo, 1537 / Sevilla, 1537 / Cieza, facsímil de la edición de 1508 por A. Pérez Gómez, 1950).
Traducciones
San Agustín, Meditaciones y soliloquios (Madrid, 1958)
Breviario de la Immaculada Concepción de la Virgen nuestra Señora (Toledo, 1508 / Alcala, 1551)
Ludolfo de Sajonia, Vita Christi cartuxano romanzado, 4 Vols (Alcalá de Henares, 1502-1503 / Sevilla, 1530-1531 / Sevilla, 1537-1543 / Sevilla, 1543-1555)
Epístolas y Evangelios por todo el año con sus doctrinas y sermones (Toledo, 1512 / Toledo, 1532 / Toledo: Juan de Villaquirán y Juan de Ayala, 1535 / Toledo, 1549 / Sevilla: Juan Varela, 1526 / Sevilla: Juan Cromberger, 1536 / Sevilla, 1543 / Amberes, 1538 / Amberes, 1542 / Amberes, 1544 / Amberes, 1550 / Amberes, 1558 / Zaragoza, 1550 / Zaragoza, 1555 etc.)
La noche Santa
No la debemos dormir
la noche santa,
no la debemos dormir.
La Virgen a solas piensa
qué hará
cuando al Rey de luz inmensa
parirá,
si de su divina esencia
temblará
o qué la podrá decir.
No la debemos dormir
la noche santa
no la debemos dormir.
In Nativitate Christi
¿Si dormís esposo
De mí más amado?
—No; que de tu gloria
Estoy desvelado.
Josef
¿Quién puede dormir,
Oh Reina del Cielo,
Viendo ya venir
Ángeles en vuelo
¡Ay! a te servir
Tendidos por el suelo?
Porque sola eres
Del cielo traslado.
¿Si dormís, esposo?
Yo no dormiría
En este momento
Porque, Esposa mía,
Tengo sentimiento
Que viene ya el día
Del gran nacimiento
Del Rey que sostiene
Tu vientre sagrado.
Tú tienes, Señora
Tan linda la cara,
Que el sol por ahora
No se te compara
E a Dios enamora
Tu gloria tan clara,
Que tus resplandores
Me tienen turbado.
Tu gran refulgencia
No hay sol que la mida,
Ni de tu presencia
Quien se te despida,
Porque tu excelencia,
Señora, convida
A que cielo y tierra
Te sirvan de grado.
¿Qué habedes sentido
En noche tan fría?
Señora, sonido
De dulce harmonía,
Y el aire vestido
De tan claro día
Que de los abismos
Se han alumbrado.
María
A mi parecer,
Esposo leal,
Ya quiere nacer
El Rey Eternal;
Así debe ser,
Pues que este portal
Claro paraíso
Se nos ha tornado.
Josef
Y vos, la mi Esposa,
¿En qué conocéis
Que nace la rosa
De vos, que Dios es?
María
Esposo, no es cosa
Que saber podéis
Si de sólo Dios
No os fuese mostrado.
Autor
Hablaban en esto,
Y nació el Infante,
Más claro, más presto
Que sol radiante;
Bien muestra su gesto
Ser solo bastante
Para ser el mundo
Por él remediado.
María
El gozo e lindeza
Tan grande que siento,
Y la ligereza
Con mi nuevo aliento,
me dicen que cerca
Ya su nacimiento,
De todos los siglos
Muy más deseado.
Autor
Así que nacido,
Estaba, de espanto,
En tierra caído
El Esposo santo;
Y más cuando vido
Alzar dulce canto
A las hierarquías
En son concertado.
María
Jesús, ¡qué desmayos,
Esposo fiel!
Catad que esos rayos
Del niño doncel
No son sino ensayos
De la gloria del,
De la cual seréis
Después informado.
Autor
Nacido el Infante
Que el cielo rescata,
Más que diamante,
Ni sol ni que plata,
Con fe muy constante
Su Madre lo trata,
Puesto en un pesebre
Medio derrocado.
Con tal fe lo acata,
En el heno estante,
Que se le relata
El ser gigante
Que a la muerte mata,
Y aun será adelante
Abridor del cielo,
Que cerró el pecado.
Sirvan los mortales
al Infante, y sigan,
Pues dos animales
Lo adoran y abrigan,
Por cuyos pañales
Ya se nos mitigan
Los grandes furores
De su Padre airado.
¡Oh qué alumbramientos,
Señora, te rigen!
¡Oh qué pensamientos
De ser madre y virgen!
Y si fríos vientos,
Mi Reina, te afligen,
Con estos alientos
Te habrás consolado.
Así quien desdeña
Nuestras presunciones,
Al frío sin pena
Ni consolaciones,
Y así nos enseña
Con tales lecciones
Que el que menos tiene
Es mejor librado
Su voz la primera
Fue lamentación,
Porque se le espera
Por mi salvación
La cruz lastimera
De cruda pasión,
Según que de tiempos
Fue profetizado.
La Madre lo acalla
Con leche del cielo,
Con la cual se halla
El Niño novelo
Para la batalla
Que le da recelo,
Alegre y contento
Y muy esforzado.
La tu deidad,
Mi Hijo, te vala;
Que mi pobredad
No tiene otra sala
Para tu beldad,
Ni buena ni mala,
Sino diversorio
Abierto y helado.
Fin
Callad, paraíso
De fuentes manantes,
La vida que quiso
Dar nunca Dios, antes
Que su gesto liso
Más que de diamantes
Se vista de heno
Por lindo brocado
Romance del nascimiento de nuestro Salvador
Ya son vivos nuestros tiempos
y muertos nuestros temores;
de otro sol se sirve el mundo,
la luna de otros colores;
de la noche hacen día
los cielos con resplandores;
despierte el seso turbado
con tan divinas labores;
que nascida es ya en Betleem
la luz de los pecadores
para reparar la culpa
de nuestros antecesores.
Este es el Rey de los reyes
y Señor de los señores,
concebido como flor
y nascido sin dolores:
de dentro consiste Dios,
sin tener superiores,
de fuera padesce frío
de muy ásperos rigores;
fueron de su nascimiento
ángeles albriciadores;
do servían serafines
de muy suaves cantores:
diciendo: Gloria in excelsis,
con tiples y con tenores;
mas oíd las contrabajas
de armonía no menores;
que el Príncipe
por quien cantan
lloró con bajos clamores
por ensayarse en el heno
a otros plantos mayores,
con los cuales dio su alma
en la cruz por mis errores.
Vestido de alegres luces
un ángel de los mejores,
revelando este misterio:
esto dijo a los pastores:
"La Virgen, llave del cielo,
corona de emperadores,
hoy es parida de un hijo
más hermoso que las flores,
excelente más que el cielo,
más que todos sus primores;
los reyes le son captivos,
los ángeles servidores;
las estrellas todas cuentan
sin arte de contadores;
el mundo soporta entero
sin segundos valedores;
en todas sus partes mora
sin verlo los moradores;
con todas las cosas cumple
por cien mil gobernadores;
mas de tanta majestad
no cures de haber pavores,
que todo es vena de vida
y cordero sin furores.
"Id a Betleem de Judea,
como diestros corredores,
y seres deste tesoro
los primeros inventores
y verésle envuelto en paños,
no en brocados cobertores;
su Madre lo está adorando
cubierta de resplandores,
y de verlo Dios y hombre
vánsele y vienen colores".
Las pastores desta nueva
no fueron despreciadores.
A Betleem van, y lo hallan
sin ricos aparadores,
sin brasero, sin cortinas,
sin duques por servidores,
sin bastón e sin corona
de labor de esmaltadores,
sin estoque, sin celada,
sin grandes embajadores;
mas hállanlo fajadito,
encogido de temblores;
un pesebre era su trono,
dos bestias sus valedores;
heno se viste por oro,
no ropa de brosladores;
un portal son sus posadas,
no labrado de pintores,
común a los cuatro vientos
y a todos los labradores.
¡Oh, Dios mío, quién te viera
en tan bajos desfavores!
Adoran luego al Niño
con reverendos honores,
espantados de su Madre,
más sabia que los doctores,
que daba leche al Infante
con ojos contempladores.
¡Oh flaca naturaleza,
qué buen par de intercesores
te puso Dios en el mundo
para que en el cielo mores!
Pues buen tiempo es ya, mi alma,
que lo sirvas y lo adores;
que tú, Virgen pía y Madre,
por el Montesino implores
fray Ambrosio, de la orden
muy tuya de los Menores.
Cantilena que hizo Fray Ambrosio Montesino para
cantar en la misa en devoción de la Santa Hostia
No desmaye mi sentido
De secreto tan subido.
En tal alto Sacramento
No desmaye el pensamiento,
Más vuele el entendimiento,
Y en él haga su nido.
Cuanto natural escuela,
Vivo Pan, no te revela,
La fe por alto te vuela,
Porque seas Dios creído.
Regálese el corazón,
Que en esta consagración,
El dador se torna don
Por amor muy desmedido.
Cuando te nos das así,
No te conviertes en mí,
Más yo me transformo en ti,
Del mundo y de mi partido.
Ya por este Pan de gloria
Que es de tu pasión memoria,
De corona de victoria,
Pecador, no me despido.
Por tal Pan el pecho humano
Se hace, de flaco y vano,
Templo vivo y soberano,
Do huelga Dios retraído.
Es esta dulzura nueva
Mejor que el frutal de Eva
Mayormente a quien la prueba
Lloroso y arrepentido.
Los ángeles me semejan,
Según, Hostia, te festejan,
Abejas cuando voltean
Sobre naranjal florido