Cristian David López
Nació en Lambaré, Paraguay, el año 1987.
Es narrador y poeta. Escribe en español y guaraní. Tras residir un año en Argentina, actualmente vive en Oviedo donde participa en diversas actividades culturales.
Ha publicado Poemas del exilio (Universos, Mieres, 2010) y ha sido incluido en la antología Tempus Fugit (Círculo Cultural de Valdediós, 2011). En 2012 ha editado y traducido con José Luis García Martín, Guarani purahéi / Cantos guaraníes (Gijón, Impronta, 2012) y el más reciente, Permiso de residencia (Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2o15).
El Jakaré
Mamá ha cerrado la puerta
para no dejarte entrar.
Dejo mi ventana abierta
para que puedas pasar.
*
Si no quieres verme triste
no digas que ya te vas.
Deja a tus besos decir:
"Chau, mi amor, mañana más"
En Paraguay, se le llama "Jakaré" al impertinente amante que visita a su amada en las madrugadas, y que acostumbra, como un Romeo, entrar por la ventana. Las madres siempre rezan: cuidado con el jakaré.
Lui-Lui
Aipyso che kuã
Lui-Lui asapukái.
Lui-Lui oguahe,
Ogueru ipepoguype
yvyty piro’y.
Lui-Lui oguejy che kuãre.
Ha oikojey che hegui
mitã'i koygua,
okyhyjeva he’i hagua
ndeve: Rohayhu.
Espérame aquí
Hace tiempo que ya no te conozco,
me olvidé de tu voz, de los gestos
que hacías con los labios.
Tu cabellera negra que se encendía,
poco a poco se me apagó.
¿Qué será de ti, qué será de mí?
Le pregunto al del espejo,
ese que lleva una bolsa en los ojos,
tal vez de tanto esperar, de tanto soñar.
¿Dónde estará ese lugar
en que tal vez volvamos a encontrarnos?
Hambrientos de apagar lo que nos entristece.
¡Vaya camino que nos separó!
“Espérame aquí”, dijiste. Recuerdo la lluvia
y que, como una enorme raíz,
el tiempo me abrazaba.
Quedé indefenso
y mi alma se oscureció.
Y pasaron los años, millones de gotas sucedieron,
se cayeron los edificios a mi alrededor,
se multiplicaron las calles con mis pasos
las ratas me miraron maquiavélicas,
temblé y la tierra a mi alrededor
se fue rompiendo,
me volví tal vez duro.
Y como al demonio el fuego te siguió,
con tu imagen se marchó,
lloré unos años, miles de noches extinguí
y algunos días no te soñé.
A veces creo que aún estoy en esa esquina,
en donde me dijiste
“Espérame aquí”.
Huérfano
La serpiente que se arrastra es huérfana
de los pies y el ciego de la luz.
Quedarse huérfano
no fue en vano, siempre hubo un fin, una prueba.
La vida te ocultó el calor de la madre
para valorarlo, la caricia
para saber del dolor, los adultos
para que nadie decida por ti,
te mostró los fantasmas que habitan en tu cabeza
y así saber realmente quién eres.
Un huérfano no eres:
eres la caricia misma, el fantasma, el guerrero,
la resurrección. Arranca de tu costado una costilla
y de ella fórjate una espada.
Llámala Voluntad.
Nadie podrá resistirse a tu lucha tenaz.
Serás un ser de piel dura;
por más que quieran borrarte no podrán.
Comprenderás que lo huérfano es una forma de estar,
un estado de ánimo contagioso.
Humo-sapiens
“La gloria, es dulce” me dice una voz.
No soy el héroe que buscáis,
valquirias de alas rotas, de rostros estelares.
Solo soy uno más
atraído por el imán de la tierra
del cual sin querer soy otro esclavo.
Pero a pesar de la noche que me oculta la luz
procuro seguir esos pasos
las huellas en el desierto
que tal vez, me hagan volver,
junto a esa que cocinando, y cantando
en bicicleta va pensando en mí.
¡Sí, señor!
No creo en el futuro,
creo en esas manos que se agitan al verme.
Solo conozco un camino: el presente.
Desconfío del destino
de mil rostros de espejos,
alma ingrata que engendra sorpresas.
Por eso me anticipo a sus desgracias
disfrazadas de carnavales,
lo remedio con volver a intentarlo siempre.
Soy la hormiga que sube la montaña
tras una miga de esperanza
y soy la oruga anillada que medita cual Buda
en su bola de lana, tranquilo y tibio.
Seguro como el feto en el útero de la madre.
¡Sí, señor!
En el fondo es todo lo que busco:
Ser protagonista del sitio que ocupo.
La verdadera gloria es identificarme
como humo-humano,
si al final eso es lo que soy.
Subir, subir alto
y desaparecer…
Luciérnaga
No quiero ser el reflejo
de la luna en el lago.
Yo quiero ser algo más.
Totalmente independiente.
¡Yo quiero ser, al menos,
luciérnaga que alumbra
en el oscuro bosque
con su propia luz el vuelo!
Interesado
Ella era tan fría conmigo…
Y a mí eso me gustaba.
Porque solo la quería
para enfriar mi cerveza.
“Sy”
El poema “Sy” (madre, en guaraní), escrito por Cristian David López y galardonado como Mejor Poema del Mundo por el concurso Premio Internacional de Poesía Jovellanos, es un homenaje a las madres paraguayas.
Este anuncio de Itaú Paraguay incluye una emotiva recitación del poema, diciendo: “Para la mejor mujer del mundo, el mejor poema del mundo”.
Poema: Cristian David López – Sy
Sy
Ahai nde resa
ha mitãnguéra oma’ẽ.
Ahai nde juru
ha mitãnguéra opuka.
Ahai nde réra
ha mitãnguéra oñe’ẽ.
Madre
Dibujo tus ojos
y los niños miran.
Dibujo tu boca
y los niños sonríen.
Dibujo tu nombre
y los niños hablan.
Concluye el anuncio con estas palabras: “Solo nuestro idioma es capaz de expresar todo lo que ella nos inspira”. Al leer esa frase, especialmente en el contexto del poema, no es de sorprender que la lengua que sentimos como propia, es decir, “nuestro idioma”, suela llamarse nuestra lengua materna.
El poema también nos hace pensar en la entrevista que nos concedió Jaime Zacher, cantante de Bohemia Urbana: “Paraguay es un país muy matriarcal“.
CRISTIAN DAVID LÓPEZ. PERMISO DE RESIDENCIA
Permiso de residencia
Cristian David López
Ediciones de la Isla de Siltolá
Sevilla, 2o15
DESPERTAR A SOLAS
El escritor Jorge Luis Borges es un inagotable almacén literario, un expendedor de citas que siempre deja satisfecho al consumidor; sus palabras tienen una semántica moldeable que se ajusta, como licra, a cada poemario. Así sucede con el libro de Cristian David López Permiso de residencia, al que define por su carga autobiográfica este párrafo: “Toda poesía es plena confesión de un yo, de un carácter, de una aventura humana”.
En cada conciencia individual gravitan siempre las coordenadas del origen, ese lugar que sobrevive a cualquier contingencia. Se aloja en los recuerdos para despertar a voluntad, como si concediera un sitio habitable a la memoria. La evocación define al presente como carencia y búsqueda. Cristian David López nació en Lambaré (Paraguay) en 1987 y el legado cultural de sus raíces es un signo estable del quehacer literario. Con el poeta y crítico José Luis García Martín, coeditó y versionó al castellano Cantos guaraníes / Guarani purahéi. Además impulsó la salida de Aforismos y reflexiones, del modernista paraguayo Rafael Barrett y dejó en su novela La patria del hombre una crónica marcada por una profunda estela vivencial que hace recuento de un intervalo remoto asociado a la infancia. Con ese bagaje bibliográfico no pasa inadvertido el título de su primera compilación lírica, Permiso de residencia; de nuevo remite a la inmersión en un entorno distinto y a la pertenencia eventual a otro contexto social. La acreditación legislativa permite fijar una residencia estable y realizar actividades laborales pero no borra la condición de transterrado, la certeza de no ser sino un extranjero que busca sitio.
El enfoque de Cristian David López está muy lejos de la extrañeza reivindicativa, no se siente un expulsado del paraíso. El sujeto poético tiene una mirada diáfana y abre los brazos con una nítida propuesta dialogal a la gente común, sin argumentaciones solemnes y con un saludable punto de ironía. Leemos en el introito “La llamada”: “Vengan, / los que no aprietan el tubo de dentífrico por el medio, / los que no cruzan los pasos de peatones en diagonal, / los que no manipulan el móvil al caminar por las calles, / los amantes del vino y la poesía, / los que se bañan para dormir, / los que tienen alguien con quien soñar / (aunque cada noche duerman solos)…”. Son versos que unifican coloquialismo y sentimentalidad, que conectan con el hombre de la calle despojado de cualquier dimensión épica, que hacen de la historia personal un estar común que apela al lector a reconocerse en los otros cercanos.
De este modo el sujeto poético postula una reflexión en la que afloran las señales de un tiempo a través de composiciones breves, de dicción despojada, que solo precisan mínimos elementos de uso y que tienen un claro sentido aforístico en los finales. Algunos poemas se ajustan al molde versal del haiku, una estrofa ligada al ciclo estacional, al temporalismo y al contacto con la naturaleza. Resalta en esta primera parte la naturalidad expresiva, esa aparente confianza en mostrarse ante la otredad sin máscaras ni artificios, como si las palabras pronunciaran un sencillo ideario estético: “Desnudos los pobres / desnudos los enamorados, / los ciegos, los lisiados, / los huérfanos, los exiliados, / los sueños / desnuda la poesía “.
El tramo central del poemario, “Biografía de ausente”, agrupa composiciones más reflexivas. Los poemas reconstruyen un trayecto biográfico desde su epifanía, como si la existencia dispusiera un recorrido en el que junto al estar caminara el desarraigo y la incertidumbre, pero también la invitación al amor que marca varias composiciones del cierre final, “El viejo sueño”.
Cristian David López organiza Permiso de residencia como un animado relato experiencial en el que los bloques poéticos tienen una aparente independencia, aunque comparten una voz cercana, que ofrece contenidos emocionales, y que tiene un sentido humanista del estar. Si la vida resulta aleatoria y umbría, no viene mal dar a los que recorren sus calles un poco de aire limpio, una alegría sujeta con un clip pasajero, un respiro que haga de la esperanza un trabajo estable.
Publicado por JOSÉ LUIS MORANTE
En la biblioteca
La luz entra por la ventana.
Es una luz limpia,
recién hecha por este día
que envejece conmigo
y contigo y con esos
libros de anaqueles
olvidados.
La luz nos acaricia,
uno a uno,
y, como ladrona sigilosa,
algo se lleva de ellos,
de ti y de mí.
Necesita la luz
nuestra luz
para ser siempre
joven,
para ser siempre
luz.
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